la banalidad del mal según hanna arendt

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José Luis Pérez Triviño Hazte fan Profesor de Filosofía del Derecho de la Universidad Pompeu Fabra y director de 'Fair Play. Revista de Filosofía, Ética y Derecho del Deporte' Email RSS El nazi bueno o la banalidad del mal según H. Arendt Publicado: 19/11/2013 07:43 CET Actualizado: 18/01/2014 11:12 CET Print Article o o Compartir43 o Tuitear13 o 0 o Email 10 o Comentarios0 Puede parecer una contradicción o incluso una provocación calificar a un nazi debueno. De alguna manera, esto fue lo que le ocurrió a Hannah Arendt con su famoso libro Eichmann en Jerusalén. Un informe sobre la banalidad del mal dedicado al juicio llevado a cabo en Jerusalén en 1961 contra Adolf Eichmann, encargado dentro de la estructura de poder nazi de organizar el traslado de los judíos de toda Europa a Auschwitz. El juicio despertó una gran expectación mundial no solo por ser Eichmann uno de los pocos jerarcas nazis que quedaban vivos, sino también porque el proceso fue retransmitido por televisión. La reciente película de Margaret von Trotta ha vuelto a poner dicho libro en la picota. En realidad, la filósofa de origen alemán no llegó tan lejos como para calificar a un nazi como una buena persona. Se limitó a señalar que el tipo de nazi que estaba representado por Eichmann era una expresión banal del mal. Aun así, el juicio no deja de ser sorprendente y hasta provocador, pues en el inconsciente occidental la maldad humana está representada por Hitler y sus secuaces. Además, que fuese una persona de tan alta reputación académica y además, judía que tuvo que emigrar de su patria alemana alertada por las crecientes amenazas nazis, ayuda a entender que generara animadversión e incluso resentimiento entre los propios judíos que veían en dicho retrato una rebaja de la maldad que fue el Holocausto.

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Jos Luis Prez TrivioHazte fanProfesor de Filosofa del Derecho de la Universidad Pompeu Fabra y director de 'Fair Play. Revista de Filosofa, tica y Derecho del Deporte' Email RSS El nazi bueno o la banalidad del mal segn H. ArendtPublicado:19/11/2013 07:43 CETActualizado:18/01/2014 11:12 CETPrint Article Compartir43 Tuitear13 0 Email10 Comentarios0Puede parecer una contradiccin o incluso una provocacin calificar a un nazi debueno. De alguna manera, esto fue lo que le ocurri a Hannah Arendt con su famoso libroEichmann en Jerusaln. Un informe sobre la banalidad del mal dedicado al juicio llevado a cabo en Jerusaln en 1961 contra Adolf Eichmann, encargado dentro de la estructura de poder nazi de organizar el traslado de los judos de toda Europa a Auschwitz. El juicio despert una gran expectacin mundial no solo por ser Eichmann uno de los pocos jerarcas nazis que quedaban vivos, sino tambin porque el proceso fue retransmitido por televisin. La reciente pelcula de Margaret von Trotta ha vuelto a poner dicho libro en la picota. En realidad, la filsofa de origen alemn no lleg tan lejos como para calificar a un nazi como una buena persona. Se limit a sealar que el tipo de nazi que estaba representado por Eichmann era una expresin banal del mal. Aun as, el juicio no deja de ser sorprendente y hasta provocador, pues en el inconsciente occidental la maldad humana est representada por Hitler y sus secuaces. Adems, que fuese una persona de tan alta reputacin acadmica y adems, juda que tuvo que emigrar de su patria alemana alertada por las crecientes amenazas nazis, ayuda a entender que generara animadversin e incluso resentimiento entre los propios judos que vean en dicho retrato una rebaja de la maldad que fue el Holocausto.La calificacin de Eichmann como representacin banal del mal viene dada por la imagen que ste transmiti de burcrata gris, dbil de voluntad, amante del orden, servicial, obediente ciego de las rdenes que provenan de la superioridad. Es probable que Arendt esperara encontrar en Eichmann la encarnacin del mal con maysculas, un monstruo sdico moral. Alguien con una mente perversa o con un odio desaforado hacia los judos. Pero a pesar de que durante el juicio el fiscal trat de caracterizarlo de esa guisa, lo cierto es que no fue esa la impresin que obtuvo Arendt. Eichmann era un hombre corriente que entr en la maquinaria nazi y llev en efecto, actos conducentes al genocidio. Pero psicolgicamente distaba mucho de ser un individuo malvado y cruel como podramos imaginarnos a otros nazis. Posiblemente ningn test psicolgico lo hubiera calificado como un ser patolgico o especialmente peligroso.Lo cierto es que a pesar de las crticas recibidas hay algo en el retrato de Arendt sobre Eichmann y en especial en la expresin "la banalidad del mal" que parecen acertados. Los primeros estudios psicolgicos acerca de la maldad de los nazis llevaron a pensar que exista algo as como una "personalidad autoritaria", concepto acuado por Theodor Adorno. Otros psiclogos hablaban de personalidades con tendencias fascistas. En cualquier caso, segn estos enfoques habra individuos cuyo carcter estara caracterizado por varios rasgos recurrentes: 1) una visin del mundo como una selva peligrosa, lleno de seres egostas; b) una visin jerrquica de la estructura social; c) una alta valoracin de signos externos de poder y estatus; d) una valoracin negativa de la simpata y la generosidad (identificadas con inferioridad) y en cambio, una valoracin positiva de la fuerza y la crueldad (identificadas con una naturaleza "superior").Sin embargo, esta visin de la psicologa protonazi (con la que el fiscal del proceso contra Eichmann quiz hubiera estado de acuerdo) no obtuvo suficiente crdito entre los psiclogos que seguan preguntndose por qu tantos alemanes normales, probablemente buenas personas en su mbito domstico, se convirtieron en genocidas en tan poco tiempo. De hecho, dos estudios parecieron convalidar el diagnstico de la filsofa alemana. En el primero, que se desarroll casi simultneamente al proceso de Jerusaln, Stanley Milgram constat cmo personas de la calle sometidas a la influencia de la autoridad (en este caso un cientfico) son capaces de producir daos severos a personas inocentes por el mero hecho de responder equivocadamente una serie de preguntas. La conclusin a la que lleg fue que: "Tras haber sido testigo de cmo cientos de personas corrientes se sometan a la autoridad en los experimentos que nosotros llevbamos a cabo, me es preciso concluir que la concepcin de Arendt sobre la banalidad del mal se halla mucho ms cerca de la verdad de lo que se pudiera uno imaginar. La persona normal que haca llegar una descarga sobre la vctima, lo haca por un sentido de obligacin -por una concepcin de sus deberes como sujeto de experimentacin- y no por una tendencia peculiarmente agresiva".Diez aos despus de queMilgram realizara su experimento, otro psiclogo, esta vez de la costa oeste norteamericana llevara a cabo otro experimento destinado a ser uno de los ms famosos de la historia de la psicologa: ElStanford Prison Experiment(SPE). Como en el caso del experimento de Milgram, Zimbardo quera probar de qu manera los individuos cambian sus patrones de conducta en ciertas circunstancias: si colocamos a gente buena en un lugar malo, la persona triunfa o acaba siendo corrompida por el contexto?, de qu manera cambiamos nuestro patrn de conducta individual cuando actuamos dentro de un colectivo? La respuesta a la que lleg Zimbardo est ya presente en el ttulo de su libro:El efecto Lucifery tambin en su primer captuloLa psicologa del mal: transformacin del carcter por la situacin: "Podemos dar por sentado que la mayora de las personas, en la mayora de las ocasiones, son seres morales. Pero imaginemos que esta moralidad es como un cambio de marchas que en ocasiones se sita en punto muerto. Cuando ocurre esto, la moralidad se desconecta. Si el coche se encuentra en una pendiente, tanto l como el conductor se precipitan cuesta abajo. Dicho de otro modo, lo que determina el resultado es la naturaleza de las circunstancias, no la destreza o las intenciones del conductor".Sin que haya constancia de que Arendt conociera los resultados de Milgram y Zimbardo, lleg a una conclusin similar. Cuando el mal es cometido por una organizacin, cuando ste tiene carcter colectivo, no es descartable que en el puente de mando haya monstruos morales, pero entre los mandos intermedios e inferiores lo ms probable es que se encuentren seres normales que involucrados en ese contexto grupal y bajo el influjo de una poderosa autoridad renuncien a la autonoma moral en aras del reconocimiento y aceptacin del grupo. Por ello, no es extrao que en esos contextos haya una gran dosis de verdad en la frase de Dwight MacDonald: "Debemos temer ms a la persona que obedece la ley que a quien la viola". Eichmann fue uno de tantos alemanes normales que deseoso de ser aceptado por sus superiores o por el grupo, voluntariamente se ceg para seguir rdenes inmorales. En eso reside el carcter banal del mal: que no es exclusivo de los monstruos.