la aventura de la historia - dossier095 vikingos. los guerreros venidos del hielo

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DOSSIER 47 VIKINGOS Los guerreros venidos del hielo 48. En busca de tierras Federico Marazzi 55. La conquista Federico Marazzi 62. Invasión de al-Ándalus Juan Martos Quesada 68. Muerte de una esclava Eleonora Fontana Vikingos frente a las costas rusas, según el óleo Los huéspedes de ultramar, de N. Roerich. Surgidos de los confines helados del Norte, entre los siglos IX y XI, los piratas vikingos protagonizaron una formidable y violenta expansión que transformó el mapa político europeo, tuvo en jaque a la España andalusí, dejó permanente huella en las Islas Británicas, permitió la consolidación de los reinos escandinavos y contribuyó a cimentar las raíces de la cultura LA AVENTURA DE LA HISTORIA ON-LINE

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Page 1: La Aventura de La Historia - Dossier095 Vikingos. Los Guerreros Venidos Del Hielo

DOSSIER

47

VIKINGOSLos guerreros venidos del hielo

48. En busca de tierras

Federico Marazzi

55. La conquista

Federico Marazzi

62. Invasión de al-Ándalus

Juan Martos Quesada

68. Muerte de una esclava

Eleonora Fontana

Vikingos frente a las costas rusas, según el óleo Los huéspedes de ultramar, de N. Roerich.

Surgidos de los confines helados del Norte, entre los siglos IX yXI, los piratas vikingos protagonizaron una formidable yviolenta expansión que transformó el mapa político europeo,tuvo en jaque a la España andalusí, dejó permanente huella enlas Islas Británicas, permitió la consolidación de los reinosescandinavos y contribuyó a cimentar las raíces de la cultura

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En busca de tierras y

FORTUNA

Gentes diversas dejaron Es-candinavia para ir “de vikin-gos”, que es lo mismo que sa-quear. De ahí les viene su

nombre. La historia de un pueblo quedurante tres siglos casi ininterrumpida-mente se lanza a la conquista de nuevosespacios y nuevas tierras, navegando porlos mares nórdicos, fríos y a menudo pe-ligrosos, quizá nunca antes cruzados porel hombre, o por los ríos rusos y que fun-dó nuevos reinos y ciudades, es por sí so-la apasionante.

Si a esto le añadimos el arrojo des-piadado de los jefes y guerreros de es-te pueblo, decididos a toda costa a con-quistar nuevos territorios para sus gen-tes, la gran habilidad de sus artesanos enla construcción de naves ligeras imposi-bles de hundir o en el forjado de armasespectaculares y joyas espléndidas, y lainspirada vena de sus poetas, que can-taban las gestas de estos héroes y la be-lleza y el valor de sus mujeres, contamoscon los ingredientes de una gran epo-peya. Y si, finalmente, pensamos que deesta epopeya nace la historia de las sie-te naciones del Norte de Europa –Dina-marca, Suecia, Noruega, Finlandia, Is-

landia, Gran Bretaña e Irlanda–, entre losmás sólidos Estados de nuestro tiempo,y se forja la de Rusia, el encanto cede supuesto a una curiosidad más racional, pe-ro no menos viva, por los protagonistas

de la epopeya, a quienes las fuentes his-tóricas llaman vikingos.

Los vikingos se enseñorearon de losmares boreales (mar del Norte, Báltico,mar de Noruega y el Atlántico septen-trional) entre 800 y 1050, pero nunca fue-ron un pueblo único, políticamente com-pacto y, en realidad, nunca se llamaron así mismos vikingos. Éste era el términocon el que gentes diversas, que prove-nían de la península Escandinava, eranidentificadas por los pueblos de las cos-tas francesa, británica y de los Países Ba-jos, debido a la actividad que les habíahecho conocidos: el saqueo. Un vikingrera aquel que iba a dedicarse a la prác-tica del viking, es decir, a saquear.

Durante el período en el que se man-tuvieron activas, las bandas vikingas noestuvieron compuestas sólo por escan-dinavos, sino que a menudo incluíanpersonas de varias etnias con las que, devez en cuando, entraban en contacto losescandinavos (irlandeses, anglosajones,francos, frisones, bretones, eslavos).Además, no todos los escandinavos delperíodo fueron vikingos, tan sólo una mi-noría, aunque no por ello menos visible.Sin embargo, este estallido de dinamis-mo de la población escandinava, que hi-zo conquistas en ultramar y provocógrandes cambios sociales y políticos en

FEDERICO MARAZZI es profesor de Arqueologíae Historia Medieval, Univ. Nápoles.

Una fíbula de metal que representa la figura

de Odín, un dios de los pueblos escandinavos,que tardaron en convertirse al cristianismo.

“Ir de vikingos” es lo mismo que dedicarse a saquear. De ahí viene elnombre con que fueron conocidos, y temidos, estos guerreros del Norte.Federico Marazzi explica las causas de su formidable expansión, queestá unida a la génesis y consolidación de los reinos de Escandinavia

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VIKINGOS, LOS GUERREROS VENIDOS DEL HIELO

Barcos vikingos asediando París. En 845, 120 naves remontaron el Sena y devastaron la capital de Carlos el Calvo (litografía del siglo XIX).

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su zona de origen, constituye una fasetan decisiva históricamente, que los es-tudiosos han podido hablar de “era vi-kinga” en Escandinavia durante los siglosque van del IX al XI.

La epopeya vikinga tuvo lugar en unmomento decisivo para la evolución so-cial, cultural y económica de Escandina-via, particularmente Dinamarca, Sueciacentral y meridional y el sur de Noruega.La investigación arqueológica permite co-

nocer la prehistoria de estas tierras conuna precisión asombrosa y aporta expli-caciones sobre por qué los pueblos quevivían allí decidieron, casi al mismo tiem-po, lanzarse a empresas militares y deconquista tan arriesgadas como inciertasen un amplísimo radio. Esta fase ha sidoconsiderada como la línea divisoria entrela prehistoria y la edad propiamente “his-tórica” de los pueblos escandinavos. Encierta forma, como sucedió con los pue-

blos helénicos del período minoico ymicénico, la gran expansión hacia el ex-terior determinó no sólo una gran am-pliación de los contactos (aunque fue-ran conflictivos) con otros pueblos, si-no también la maduración y consolida-ción de las estructuras político-socialesde los pueblos protagonistas de la ex-pansión.

Fue a partir de los siglos IX a XI cuan-do Dinamarca, Suecia y Noruega co-menzaron a conocer estructuras estata-les estables, en torno a monarquías queempezaban a adquirir carácter “nacional”.Una de las causas tradicionalmente pro-puestas para explicar el fenómeno es elcrecimiento demográfico en las tierras es-candinavas entre los siglos V y VIII, obli-gando a grupos cada vez más numerososa buscar tierra y fortuna lejos del suelonatal. Muchos de los pueblos germánicosque invadieron el Imperio romano entrelos siglos V y VI (godos, burgundios, ván-dalos y longobardos) presumían de orí-genes escandinavos. Jordanes, que escri-bió en el siglo VI una historia de los go-dos, definió a Escandinavia como un “se-no de pueblos”. Parece probable que unatierra que sólo podía mantener a ciertonúmero de población, obligase cada cier-to tiempo a una parte de sus habitantesa emigrar. Pero ésta no puede ser la úni-ca causa del fenómeno vikingo, porquesolamente cien años después del co-mienzo de las razias vikingas por las cos-tas del Báltico y del mar del Norte, gru-pos escandinavos emigraron para asen-tarse en las mismas tierras que primerohabían saqueado.

Comercio y rapiñaOtra hipótesis es la del progreso de losastilleros escandinavos en los siglos VIIIy IX, comenzando a producir nuevos ti-pos de embarcaciones de altura, velocesy con capacidad para varias decenas depersonas, más caballos y bueyes. Y quizáexista una tercera razón, más estructural,que transformó en belicosos vikingos alos subdesarrollados y pacíficos daneses,suecos y noruegos. Parece que, tras la caí-da del Imperio romano, el comercio en-tre las actuales Francia, Alemania, GranBretaña y Escandinavia se desarrolló conmás libertad y aumentó su volumen, has-ta alcanzar su cénit en el siglo VIII. Fueen ese momento, bajo la dinastía caro-lingia, cuando los francos se convirtieronen una potencia europea y las zonas res-

Página miniada del Libro di Flatey, un manuscrito del siglo XIV que contiene relatos sobre loshéroes vikingos. En el dibujo aparecen representados guerreros en combate.

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guardadas del mar del Norte y las riberasde los grandes ríos que desembocan enellas (Támesis, Sena, Mosela, Rhin, Elba)se llenaron de ciudades, puertos comer-ciales, grandes fincas y monasterios tanflorecientes como poco defendidos. Da-neses y noruegos proporcionaban a fran-cos y anglosajones productos esencialestípicamente nórdicos, como pieles, hie-rro, madera, ámbar y marfil de ballena.

Es probable que la piratería vikinga hu-biera sido inicialmente suscitada por laabundancia y la accesibilidad de las ri-quezas custodiadas por los francos y losanglosajones, y se convirtiera en cróni-ca cuando la crisis política que comen-zó a disgregar el Imperio franco a partirde 830/840 dejara espacios cada vez másdesprotegidos frente a los asaltantes, quefinalmente llegan a asentarse de forma es-table en Escocia, Inglaterra y las costas deNormandía, creando verdaderos Estadosvikingos en ultramar.

Las hordas vikingas comenzaron aaplacarse debido a una concatenaciónde factores. Por un lado, en sus tierrasde origen, se consolidaron, en los si-glos X y XI, poderes monárquicos másestables que, más que por medio de lapiratería, se sustentaban gracias a la im-

posición de aranceles y tasas o median-te iniciativas bélicas “oficiales”. Por otrolado, la reorganización feudal de las mo-narquías francesa, germánica y británica–esta última por obra de los descen-dientes de los vikingos establecidos entierras de Francia: los normandos– y lafortificación sistemática del territorio hi-cieron menos accesibles las metas de lapiratería vikinga. Finalmente, los pue-

blos escandinavos se insertaron de for-ma más estable en el escenario políticode Europa. Pero en los tres siglos ante-riores, los pueblos escandinavos se ha-bían proyectado sobre un escenario quese extendía desde el curso del Volga y elmar Caspio, al este, hasta las costas delLabrador y Terranova, al oeste. Para com-prenderlos es necesario saber cuáleseran las condiciones de vida en los asen-

EN BUSCA DE TIERRAS Y FORTUNAVIKINGOS, LOS GUERREROS VENIDOS DEL HIELO

palabras poco claras

Desde el siglo II d.C., si no antes, lospueblos escandinavos habían creado

un sistema propio de escritura alfabética.Este alfabeto fue llamado “rúnico”, y cadaletra, “runa”. Probablemente fue elaboradoimitando el alfabeto latino, como sugiere lagran semejanza existente entre algunos sím-bolos pertenecientes a ambos. El alfabetorúnico habría sido ideado, en principio, pa-ra hacer inscripciones sobre madera y hue-so, conteniendo breves mensajes, como ha-ce pensar la forma angulosa de sus caracte-res. De un segundo momento se han ha-llado inscripciones sobre piedra y metal, pe-ro nunca se desarrolló una verdadera escri-

tura rúnica en libros. En la época vikingaaparecen grandes inscripciones sobre pie-dra, acompañadas por motivos decorativos,originalmente embellecidos con pigmentoscoloreados y que conmemoran difuntos, orecuerdan empresas marineras o bélicas im-portantes. Algunas, más largas, tienen for-ma poética. Las particularidades fonéticasdel alfabeto rúnico y la relativa exigüidaddel vocabulario conocido como escandina-vo antiguo, hacen que no siempre puedancomprenderse en su totalidad los textos quehan sobrevivido. El rúnico desaparece pro-gresivamente a lo largo del siglo XI, al in-troducir la Iglesia el alfabeto latino.

Embarcación de vikingos escandinavos en el siglo X, según una representación de finales del XIX (Madrid, Museo Naval).

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tamientos humanos en Escandinavia envísperas de las ofensivas vikingas.

Guerreros llegados del fríoEscandinavia es una región que se ex-tiende a lo largo de más de dos mil kiló-metros, desde el istmo que conecta la pe-nínsula de Jutlandia con Alemania, al sur,hasta el Cabo Norte. Si la dureza del cli-ma, que a veces presenta situaciones ex-tremas, ha sido siempre el mayor escollopara la expansión de la población escan-dinava por el norte, la frontera meridio-nal ha fluctuado a lo largo del llamado

Cuello de Jutlandia, en función de las re-laciones de fuerza entre daneses y ger-manos.

La importancia de las conexiones ma-rítimas y lacustres permite comprendercómo los asentamientos humanos en lasregiones escandinavas (especialmente enSuecia y Noruega) se habían organizadoen “islas”, localizadas en áreas geográfi-cas en las que el entorno natural presen-taba condiciones más favorables, inter-caladas por amplias zonas deshabitadas.

A partir de los siglos V-VI d.C., las másimportantes de estas “islas” se encuen-

tran en la zona que circunda las actualesEstocolmo y Upsala, en la costa del Bálti-co, y, un par de centenares de kilómetroshacia el interior, hasta el lago Vättern, alque están unidas las grandes islas Ölandy Gotland en el Báltico; más al oeste, se-parada por el gran lago Vättern y las co-linas de las Uplands, se extiende una es-trecha faja de tierra a lo largo de la costadel Skagerrak y Kattegat, comprendidaentre las actuales Oslo, al norte, y Gote-borg al sur. Todavía más al oeste, las cos-tas noruegas del mar del Norte acogenasentamientos, donde la geografía lo per-mite, entre las actuales Stavanger yTrodheim. El resto de la península Es-candinava estaba casi deshabitado en es-ta época.

Dinamarca, por el contrario, estaba po-blada de forma más o menos uniforme(cuando no densamente) por comuni-dades de agricultores y pescadores, y losdaneses ocupaban también el extremosur de la actual Suecia (la Escania) y laisla de Bornholm. Gracias a estas condi-ciones, en los siglos IV y V d.C. en Dina-marca comenzaron a aparecer asenta-mientos que, por sus dimensiones, pue-den ya definirse como protourbanos, co-mo Gudme, en la isla de Fyn.

Cuando, en el siglo V, jutos, anglos y eru-los emigraron de Jutlandia hacia las tierrasromanas de Britania y la Galia, los danesesse expandieron para ocupar toda la actualDinamarca y, en apariencia, comenzaron adesarrollar un embrión de Estado monár-quico. Gregorio de Tours, franco, y elBeowulf, poema épico anglosajón del sigloVIII, hablaron de un jefe danés, Hygelac,

Deslizándose sobre el Báltico

Por lo general, el mar y las vías de aguason los protagonistas de la historia de

los pobladores de Escandinavia. Las costasnoruegas, a pesar de extenderse bastante másallá del Círculo Polar Ártico, se ven libresde hielo durante todo el año gracias al in-flujo de la Corriente del Golfo, y por ello elclima –que puede ser durísimo en las mon-tañas del interior– es excepcionalmente sua-ve a lo largo de la costa. Los anchos y pro-fundos fiordos que la salpican y el centenarde islas que la separan de mar abierto per-miten desembarcos cómodos y seguros. Amenudo, las montañas se elevan casi a pi-co sobre el mar, dejando poco espacio a la

agricultura, lo que de siempre ha sido unfuerte impulso para los noruegos a volver-se hacia el mar para buscar el sustento pro-pio. Dinamarca, por el contrario, posee unagran cantidad de tierra de cultivo (aunquemuchas estaban cubiertas por praderas sa-lobres de escaso rendimiento) y por eso prac-ticaron la agricultura desde hace seis milaños.

Pero lo que ha hecho de Dinamarca unatierra con fuerte tradición marinera ha sidoque –en cierto sentido como Italia o Greciaen el Mediterráneo– es un importante pun-to de unión entre el mar del Norte y el Bál-tico, y el continente europeo y las tierras del

septentrión escandinavo. La multitud de is-las que se interponen entre Jutlandia y lacosta sueca, y las vías de agua internas quepermiten atravesar expeditamente Jutlan-dia al norte (Ljmfiord) y al sur (corredor deHedeby), han facilitado la navegación cos-tera. Suecia, aunque en invierno conozca laglaciación de los mares y lagos, paradójica-mente no se vio perjudicada de manera es-pecial. Al tratarse de aguas internas, ence-rradas entre costas próximas entre sí, los sue-cos han podido aprovechar los períodos deglaciación (nunca demasiado largos) paramoverse sobre patines sobre la superficie delBáltico y de los lagos.

Estela de Lindisfarne, Holy Island,Nortumbria, que reproduce un ataque piratade los vikingos a una población costera de laregión, en el año 793.

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que en 582 lideró una razia por la actualHolanda, hasta que fue frenado por losfrancos en las fuentes del Rhin.

Pero hasta el año 725 no existen testi-monios ciertos de la presencia de un je-fe en Dinamarca que se proclamó rey detodo el pueblo danés. En aquel año, Wi-llibrord, un anglosajón enviado por Car-los Martel, rey de los francos, a evange-lizar los pueblos del Norte, visitó Jutlan-dia. “Allí –cuenta su biógrafo– reinaba On-gendus, un hombre más feroz que las fie-ras y más duro que las piedras que, sinembargo, por gracia de Dios, trató conhonor al mensajero de la verdad”, es de-cir, al mismo Willibrord.

Novedades en DinamarcaPor los descubrimientos arqueológicos,se sabe que en ese período se estabanproduciendo en Dinamarca muchos cam-bios importantes, que permiten creer queel feroz monarca del que habla el biógrafode Willibrord mantuvo Jutlandia bajo sucontrol. De hecho, hacia el año 700 fuefundada Ribe, en la costa del mar del Nor-te, un asentamiento con vocación co-mercial donde se acuñaba moneda quetenía valor en toda la orilla de este mardel Norte. Ribe está considerada la pri-mera ciudad de Dinamarca. Entre 730 y740, la isla de Samso, frente a la actualAarhus, en Jutlandia central, fue partidapor un canal. En el mismo período se eri-gió una muralla de siete metros de altu-ra (el Danevirke) que dividía a lo anchola península de Jutlandia y que llegaba unpoco más al sur de la actual frontera en-tre Dinamarca y Alemania, evidentemen-te como defensa de una frontera que,también entonces, debía recorrer más omenos la misma zona.

En el extremo oriental del Danevirkesurgió en esa época otra ciudad, Hedeby,protegida a su vez por una muralla y, co-mo Ribe, destinada a controlar tráficoscomerciales, pero en este caso en el ladobáltico. Todas estas obras, que ha sido po-sible fechar con gran precisión gracias ala dendrocronología (datación por los res-tos de árboles), no sólo implican la ca-pacidad de reunir grandes contingentesde población, sino también un controlcentralizado del territorio de Jutlandia.Todo ello permite afirmar que en vísperade las incursiones vikingas, hacia el año800, Dinamarca era una tierra en auge po-lítico y económico.

Entre 830 y 850, la situación política

de Dinamarca cambió. El último hijo deGodfred fue depuesto por una rebelióny, durante casi un siglo, el reino se des-garró en una serie de pequeños Estadosque pueden considerarse los verdaderosprotagonistas de las empresas vikingas.Una situación análoga tuvo lugar en No-ruega, donde durante los siglos IX y X,varios jefes tribales se disputaron el te-rritorio, con ventaja para los señores del

Vestfold, la región de Oslo. Menos claraes la situación política de Suecia en es-ta misma época. Parece que dos linajesse dividían el territorio: los Götar, queocupaban la zona alrededor del gran la-go Vättern, y los Svear, asentados enel área que circundaba la actual Estocol-mo y capaces de extender su autoridadhasta las islas de Oland y Gotland, en elBáltico. El señor de los Svear fue el más

EN BUSCA DE TIERRAS Y FORTUNAVIKINGOS, LOS GUERREROS VENIDOS DEL HIELO

Ataque vikingo a una ciudad sajona, que destaca el alto número de bajas civiles de estas razias,según un manuscrito del siglo XII (Nueva York, Pierpoint Library).

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activo y protagonizó el gran impulso ex-pansionista hacia Finlandia y Rusia. Has-ta principios del siglo XI, sin embargo,no parece que estos grupos protosuecoslograran, ni siquiera de forma efímera,unidad política.

Por tanto, la actividad pirata de los es-

candinavos bajo semblanza de vikingossupuso la consolidación de grupos deguerreros y mercaderes que se desarro-llaron a la sombra de las nacientes mo-narquías. Al mismo tiempo, como hemosvisto, los guerreros y los mercaderes en-contraron más fácil transformarse en sa-queadores gracias a la crisis del Imperiofranco a mediados del siglo IX.

Hasta el año 830, las incursiones solíanser contenidas. Carlomagno y LudovicoPío edificaron una cadena de fuertes cos-teros a lo largo del litoral de Holanda yFlandes, pero aún faltan indicios ar-queológicos sobre estas plazas, por lo queresulta difícil conocer la eficacia de ese

plan de defensa. Sin embargo, entre 834y 839 hubo una intensificación sin pre-cedentes de los ataques vikingos, tantosobre el continente como sobre las IslasBritánicas.

Bandas noruegas, que se acercaban através de las islas Shetland y las Hébridas,atacaron sin piedad Irlanda, golpeandomortalmente a las grandes y antiguas co-

munidades monásticas de la isla. Al mis-mo tiempo, grupos de daneses asaltabantanto las costas inglesas como las fran-cesas, asolando ciudades como Londres,Hamburgo, Quentovic (en Francia noro-riental) y Dorestad (en las fuentes delRhin), hasta entonces centros de activi-dad comercial, de los que los escandina-vos eran socios relevantes.

París a hierro y fuegoA partir del año 840, las expediciones da-nesas se hicieron más destructivas, por-que los asaltantes, tras saquear las costas,empezaron a penetrar hacia el interior re-montando los ríos principales, como su-cedió en primer lugar con el Rhin, el Loi-ra y el Sena. Los anales del monasteriofranco de San Bertín refieren que el in-vierno de 845 había sido “especialmen-te duro. En el mes de marzo, 120 navesde los hombres venidos del Norte han re-montado el Sena hasta París, devastán-dolo todo. Carlos (el Calvo, rey de losfrancos occidentales) se dio cuenta deque sus hombres nunca podrían vencery aceptó un pacto, entregando 7.000 li-bras de plata y persuadiéndoles de quese fueran”. Este texto sugiere que, trasdiez años de ininterrumpidos desastres,las víctimas de las incursiones vikingas co-menzaron a desarrollar estrategias de res-puesta o, al menos, de contención. La deCarlos el Calvo resultó ser la más eficazen lo inmediato, pero también la más pe-ligrosa, porque el pago de tributos acabópor convertirse en un reclamo para otrosgrupos de atacantes. De hecho, la prác-tica llegó a ser tan común que fue bauti-zada como Danegeld, es decir “dinero pa-ra los daneses”.

Más provechosa fue la estrategia de Lo-tario, hermano de Carlos y emperador,quien, hacia 850, concedió en feudo te-rritorios costeros holandeses a jefes vi-kingos, con el compromiso de que éstosatacaran otras presas. Para terminar, elrey de Wessex (la zona meridional de In-glaterra) infligió a los vikingos una se-vera derrota naval. Durante unos diezaños, de 850 a 860, se logró alejarla pre-sión escandinava de las costas franco-británicas. Pero, como las incursiones vi-kingas eran producto de distintos gru-pos, independientes o quizá incluso ri-vales entre sí, una oleada sucedía a otray cuando, hacia el año 860, los vikingosreaparecieron, sus fuerzas parecían ha-berse multiplicado. �

Las bandas normandas atacaban sinpiedad a Irlanda, mientras los piratasdaneses saqueaban Inglaterra y Francia

Desembarco de una flota de vikingos en las costas de Inglaterra, en el siglo IX, según unmanuscrito de la época.

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En el año 865, comienza una fuer-te oleada de incursiones vikin-gas en las costas del oeste de Eu-ropa. La ofensiva es diferente de

la anterior, no sólo porque tiene como ob-jetivo principal Inglaterra, que hasta esemomento había sido menos golpeada quea las costas del mar del Norte y de Irlan-da, sino también porque esta vez se tra-ta de verdaderas expediciones militaresque no sólo persiguen el saqueo, sino laconquista. Algo había cambiado en Dina-marca en la generación posterior al iniciode las grandes incursiones. Hacia 850, lamonarquía danesa se había fragmentadodefinitivamente en muchos señoríos, loque multiplicó el número de aventurerosdispuestos a lanzarse a operaciones arries-gadas en ultramar, que involucraron a mu-chas más embarcaciones (y, por tanto,guerreros) de las que componían las flo-tas del primer período. Así, si en los pri-meros años la media de cada grupo erade unos veinte o treinta navíos, en estaocasión nos encontramos frente a flotasde más de cien embarcaciones que, a ve-ces, alcanzaron o superaron las doscien-tas.

Una armada de dos a tres mil guerre-ros vikingos, liderada por Ivar y Halfdan,desembarcó, en 865, en la punta másoriental de Inglaterra. Los invasores en-contraron a los anglosajones de Gran Bre-taña políticamente divididos en al menoscuatro reinos –de norte a sur: Nortum-bria, Mercia, Angia Oriental y Wessex– ysin capacidad de ofrecer resistencia mi-

VIKINGOS, LOS GUERREROS VENIDOS DEL HIELO

Ruta hacia Occidente

CONQUISTALas costas de Europa occidental asistieron a finales del siglo IX a unamigración vikinga que no se detuvo en Gran Bretaña o Irlanda, puesincluso alcanzó el propio continente americano, tras establecer colonias enIslandia y Groenlandia, recuerda FEDERICO MARAZZI

Reconstrucción

con fragmentos del

original de un

yelmo ceremonial

de Sutton Hoo

(Londres, Museo

Británico).

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litar. El rey de Anglia Oriental –donde ha-bían desembarcado los daneses– logróalejar a los invasores de su reino entre-gándoles caballos. Los vikingos se diri-gieron al norte y, aprovechando la guerracivil, se adueñaron sin lucha de York, ca-pital del reino de Nortumbria, que se con-virtió a partir de entonces en el campa-mento base para las sucesivas incursio-nes que, en 869, llevaron a la conquistade Anglia Oriental, cuyo rey, san Edmun-do, murió en combate.

Acompañados de una estela de des-trucción y odio, los daneses recorrieronla isla durante diez años más, apode-rándose finalmente de toda la mitadoriental de Inglaterra, que tomó el nom-bre de Danelaw. Su penetración por elsur se vio frenada por la resistencia delrey de Wessex, Alfredo, que consiguiómantener intacto su territorio, marcan-do el límite definitivo de la expansión es-candinava en Inglaterra, a pesar de lasposteriores tentativas vikingas de con-

quista del mediodía en los últimos añosdel siglo IX. York, rebautizada Jorvik,permaneció en manos de los invasoreshasta el año 954, primero ininterrumpi-damente bajo soberanos daneses (has-ta 919) y después, de forma intermi-tente, bajo soberanos noruegos proce-dentes de Irlanda (919-944) y de Escan-dinavia (944-954).

Tráfico de esclavosIrlanda constituye el teatro de un expe-rimento muy especial en la historia de laexpansión vikinga, danesa y noruega.Desde principios del siglo VIII, la isla erameta de incursiones que, a partir de 836,se convirtieron en sistemáticas y lleva-ron a la creación de campamentos base,que eran más que simples asentamien-tos estacionales. En 841, un grupo de no-ruegos fundó en la costa oriental el cam-pamento de Dublín, que pronto adqui-rió el carácter de base permanente, tan-to que, en 853, la comunidad estaba go-bernada por un rey. Otros campamentossurgieron a lo largo de la costa en losaños siguientes y, en la actualidad, ade-más de Dublín, las principales ciudadesirlandesas (Cork, Limerick, Waterford)presumen de orígenes vikingos, princi-palmente noruegos.

A pesar de la precariedad de sus posi-ciones en la costa, los vikingos no se lan-zaron mucho hacia el interior, donde, sinembargo, penetraron repetidamente envarias etapas, a partir de 874 y entre 914y 933. Una de las razones que explicaríaeste estado de cosas es que Dublín, co-mo atestiguan los descubrimientos ar-queológicos, nacida como puerto fortifi-cado, era sobre todo un centro comer-cial, probablemente bastante activo en eltráfico de esclavos. La predominante vo-cación mercantil de Dublín podría haberrelegado a un segundo plano el deseo deexpansión territorial. Las bases vikingasirlandesas –sobre todo la de Dublín– ca-da vez estaban más involucradas en la vi-da política local, estableciendo de vez encuando pactos o fomentando conflictoscon los reinos en los que estaba dividi-da la isla.

En 1014, aliados con el rey de Leinster(Irlanda sudoriental), los vikingos de Du-blín fueron derrotados por el rey deMunster (Irlanda sudoccidental) y su en-clave, definitivamente eliminado. En ade-lante, Irlanda sólo conoció incursionespasajeras de los vikingos, quienes, du-

La Estela de Smiss (Gotlan, siglo IX) representa un combate entre dos soldados en el planosuperior y una nave vikinga, con la vela desplegada, en el inferior.

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rante un tiempo, mantuvieron basesen Escocia y los archipiélagos que la ro-dean.

En los confines del OcéanoLa larga duración de la presencia escan-dinava en Escocia –que se prolongó has-ta mediados del siglo XV– y la precocidadde su organización como presencia es-table, se explican no sólo por el hecho deque esta tierra ha estado entre las pri-meras en ser visitadas por los grupos queinician su expansión marítima, sino tam-bién porque las áreas a las que viajabanlos vikingos eran las menos acogedoras ypobladas de Europa, por lo que sus ata-ques encontraban menos resistencia. Lasremotas islas Shetland y Orcadas, barri-das por el viento, fueron elegidas comobases de asentamiento ya hacia 800, se-guidas por las Hébridas, donde en 825ya se habían establecido grupos escandi-navos.

Desde estas bases, los vikingos se lan-zaron hacia la Escocia meridional e Ir-landa, cosechando víctimas ilustres a supaso, como el venerable monasterio deIona, fundado en 563 por el monje ir-landés Columba, que fue saqueado másde cinco veces entre 795 y 825. No se sa-be mucho de la organización política deestos grupos en los primeros deceniosde su existencia: seguramente estabandirigidos por varios jefes de clan, comoKetil el Chato, que reinó en las Hébridasentre 840 y 880. Sin embargo, en el año

900, los vikingos ya estaban enraizadosen esos parajes. En los inicios del sigloXI, las islas Orcadas eran el centro de unEstado marítimo noruego-danés quecomprendía todas las islas y la costa oes-te de Escocia, hasta la isla de Man, en elmar de Irlanda, y que lentamente fueanexionado al reino de Escocia entre lossiglos XIII y XIV.

Nacimiento de NormandíaQuizá el hecho de que en las Islas Britá-nicas hubiera más gente capaz de ponerpor escrito los acontecimientos vividosdistorsione la percepción actual de losmismos, porque parece que la tierra másafectada por las incursiones vikingas fue

la Francia septentrional. Los anales deSaint Vaast –abadía del noreste de Fran-cia– reseñaron en 884, con resignadodesánimo, que “los hombres del Nortecontinúan matando y encarcelando a loscristianos; sin cesar destruyen iglesias ycasas y prenden fuego a toda la ciudad.Los caminos están sembrados de cuerposde clérigos y laicos, de nobles y de gen-te corriente, de mujeres, niños y reciénnacidos”. Aun cuando la mano del narra-dor se dejó llevar por la exageración, to-das las fuentes de la época hicieron men-

ción de estos ataques de los vikingos, quecrearon en ese período verdaderos cuer-pos expedicionarios organizados para ata-car y saquear sistemáticamente regionesenteras, o para obligar a las poblacioneslocales a pagar onerosos rescates para li-brarse de su presencia.

En esta época, los ríos (Rhin, Escalda,Mosela, Some, Sena y Loira) fueron las “au-topistas” por las que se llevó a cabo la pe-netración hacia el interior. Esa fue la razónde que los francos, para atajar las incur-siones, fortificaran puentes y ciudades flu-viales, como sucedió con París que, al man-do del obispo Joscelin y el conde Otón, lo-gró resistir durante un año (884-885) a losvikingos que, además de querer saquear

la ciudad, trataban de penetrar aún máshacia el interior. En 889, de nuevo el con-de Otón –que, como resultado de su re-sistencia, fue elegido rey de Francia– infli-gió a los vikingos una severa derrota que,sin embargo, abrió de par en par la puer-ta a una nueva fase en las relaciones entreFrancia y Escandinavia. A partir de ese mo-mento, comenzaron a establecerse gruposde guerreros en la zona costera de Fran-cia, que en gran parte había sido abando-nada por los francos.

Rollo, uno de los jefes vikingos esta-

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En Europa, los ríos Rhin, Escalda, Some,Mosela, Sena y Loira fueron las “autopistas”por las que penetraron los vikingos

Tune•

Reykiavik•

GROENLANDIA

EXPEDICIONES VIKINGAS(Siglos VI-IX)

VINLANDIA

TERRANOVA

O C É A N O

AT L Á N T I C O

O C É A N O G L A C I A L Á R T I C O

M A R M E D I T E R R Á N E O

•Lade

Birka•

•Bizancio

•La Coruña

•Truso• Hedeby

• Beloozero

• Bulgar

• Rávena

• París• Tours

• Grovín

• Esmolensko•

Hamburgo

•Khoresme

•Gorgán•

Nekor

Según cartografía del museo Histórico del Estado, Estocolmo

Lisboa •

Bagdad •

Dublín •

Holstensborg•

Londres•

•BukhavaSevilla

•Kiev

Camarga•

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blecidos en esta zona, negoció en 911un acuerdo con el rey de Francia, que lereconocía como conde de la ciudad deRuán. Nacía así Normandía –es decir, latierra de los hombres del Norte o nor-mandos–. En dos generaciones, los es-candinavos se integraron, aceptando lalengua francesa y el catolicismo, peromanteniendo como característica pe-culiar de su identidad una gran habili-dad guerrera que, en el siglo XI, les guióhacia otras importantes empresas, co-mo la conquista de Inglaterra y del surde Italia.

Una de las razones del descenso en laprimera mitad del siglo X, tanto en Fran-cia como en Inglaterra, de la presión de

los vikingos se debe a la renovada capa-cidad de defensa local, que desvía la aten-ción de los hombres del Norte a metasmás lejanas. Pero hay otra causa que nodebe minusvalorarse y que se deriva delos cambios que tienen lugar en Dina-marca y Noruega. En esta fase, se produ-jo una serie de luchas intestinas que hi-cieron surgir dinastías reales que lograronimponer su autoridad. Un proceso bas-tante fácil de reconstruir en Dinamarca.

Los reinos del NorteUna vez consolidada la monarquía dane-sa, entre finales del siglo X y principiosdel XI volvió a dirigir su atención al mar,eligiendo Inglaterra como punto de mi-

ra y con objetivos más ambiciosos que enel pasado. El hijo de Harald, Sven Bar-bahendida, que reinó de 987 hasta 1014,organizó en 991 junto al rey de Noruega,Olaf Tryggvason, una gran expedicióncontra el rey de Mercia, Ethelred, que fueobligado a pagar un onerosísimo Dane-geld (es decir, rescate) de 22.000 libras deplata. De nuevo Sven –esta vez solo– ata-có Inglaterra en 1003 y en 1007, cuandoel rey de Mercia se vio obligado a pagarpor su rescate 36.000 libras de plata. Al fi-nal, en 1013 Sven, consciente de su su-perioridad militar, volvió y, como sus pre-decesores en el siglo IX, consiguió apo-derarse de toda la isla al norte del Táme-sis y fue oficialmente reconocido rey delas ciudades inglesas, aunque por escasassemanas, pues murió al poco tiempo. Elhijo de Sven, Canuto, amplió las con-quistas del padre, apoderándose del res-to de Inglaterra y haciéndose coronar reyen Noruega. En 1026, Canuto viajó a Ro-ma, donde asistió a la coronación del em-perador Corrado II; era el signo de quelos pueblos escandinavos contaban en elconcierto europeo. El reino de Canuto sedisolvió tras su muerte en 1035, y, con él,el sueño de un gran Imperio nórdico.

En América antes que ColónLa extraordinaria aventura de los suecosdiscurrió, por su parte, sobre las desola-das llanuras rusas. Para entenderla, hayque descender hasta Mesopotamia, a larica civilización que florecía bajo el Cali-fato de Bagdad, que generaba una enor-me demanda de bienes de consumo. Mu-chos de ellos –como pieles, maderas, tra-bajos en hueso y esclavos– eran escasosen las tierras más meridionales. Duran-te el siglo VIII, los mercaderes árabes ha-bían remontado los ríos rusos hasta el la-go Ladoga, donde los suecos también es-taban presentes. Los árabes pagaban conmonedas de oro y plata y ese flujo de di-nero atrajo a los suecos hacia las fuen-tes de tanta riqueza.

Hacia 830, los rusos, es decir, los “re-meros” –nombre que habían recibido delos suecos–, se habían plantado en las ori-llas del mar Negro frente a Constantino-pla, la capital de la otra gran potencia dela época, el Imperio Bizantino. Las basescomerciales del Norte –Starja Ladoga, enRusia, y Birla y Sigtuna, en Suecia–, que asu vez estaban en contacto con los centrosdaneses y noruegos del mar del Norte, enel siglo IX fueron literalmente inundadas

Nave vikinga atacada por un monstruo marino, en una miniatura del siglo XII. La imagenrepresenta los terrores que suscitaban los larguísimos viajes por mar hacia lo desconocido.

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por monedas y tejidos preciosos árabesy bizantinos, además de objetos proce-dentes de China.

La expansión comercial suscitó la ne-cesidad de garantizar la seguridad en lasvías de comunicación y así, entre 860 y880, grupos de suecos fundaron las basesde Novgorod, junto al río Lovat, y de Kiev,junto al Dnieper, que progresivamente setransformaron en capitales de gran partede las llanuras rusas occidentales. Aun-que los escandinavos continuasen, hastabien entrado el siglo XI, emigrando haciaRusia, se convirtieron en una minoría deguerreros y mercaderes en el ámbito deuna mayoría eslava, cuya lengua y cos-tumbres adoptaron poco a poco. Haciamediados del siglo X, la metamorfosis es-taba muy avanzada y la conversión al cris-tianismo del señor de Kiev, Svjatoslav, en989, completó el proceso, ya que la Igle-sia adoptó el eslavo como lengua propia.Como los vikingos del Oeste, los rusos al-ternaban y superponían la actividad co-mercial a la razia y la piratería, aunque es-tas dos últimas actividades prevalecíancuando la opción militar parecía menosfavorable.

Así, a comienzos del siglo X, el prínci-pe Oleg de Kiev atacó dos veces Cons-tantinopla (en 907 y 911), por lo que po-co después le vemos estipulando un tra-tado comercial con el emperador.

Un resultado indirecto de este rudo“choque de reconciliación” fue que, en elsiglo X, la guardia personal de los empe-radores bizantinos estaba compuesta porescandinavos, que las fuentes llaman Va-rengos o Variagos, palabra que puede de-rivar del noruego arcaico vàrar, que sig-nifica “el que ha prestado juramento”.Durante el siglo X, los rusos de Kiev sa-

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La humedad no siempre estropea

Todas las tierras holladas por el paso delos vikingos conservan memoria de su

presencia bajo la forma de interesantes ya-cimientos arqueológicos. La civilizaciónvikinga, sin embargo, aunque gran pro-ductora y consumidora de manufacturas detodo tipo, casi nunca ha dejado tras de sírestos monumentales, a diferencia de lasclásicas del Mediterráneo. Ello no depen-de tanto de la total ausencia de grandesedificios, sino más bien del hecho de queal estar casi todos construidos en madera,

lo que hizo que tuvieron pocas posibilida-des de conservarse sobre la tierra. Esto sig-nifica que las trazas de los edificios, quesobreviven sólo bajo el nivel del suelo, sonen general más bien frágiles y delicadas yrequieren una gran atención para ser co-rrectamente catalogadas y estudiadas.

Sin embargo, está demostrado que lahumedad del suelo en los países nórdicospermite condiciones de conservación derestos absolutamente fuera de lo común,como por ejemplo no sólo la madera, sino

también el cuero, los tejidos y los metalesque, aunque en estado de gran fragilidad,son recuperados con una frecuencia abso-lutamente impensable en nuestras lati-tudes. El resultado es que, gracias a la pe-ricia de los arqueólogos escandinavos ybritánicos, poseemos hoy nociones bas-tante detalladas de la cultura material delos vikingos (y, por ende, de los aspectosde su vida cotidiana), además de la pla-nimetría misma de las estructuras arqui-tectónicas.

Detalle del armazón de la careta del Oseberg. La fiereza de los rasgos faciales del mascarón esun mensaje deliberado para amedrentar a los enemigos (Noruega).

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quearon varias veces las costas del marCaspio descendiendo por el Volga, tan-to con el fin de golpear a persas y árabesde las costas meridionales, como de ases-tar duros golpes a los kazires, estableci-dos en las costas septentrionales del mar

Negro y del mismo mar Caspio y, por tan-to, directos competidores en el controlde las rutas comerciales.

La historia de los vikingos del Este seacaba fundiendo con la de los eslavos enel destino común de lo que será Rusia,

cuyas más antiguas metrópolis, ricas enmonumentos civiles y religiosos de losmás bellos del país, son las sedes de losprincipados fundados por los suecos: No-vgorod y Kiev.

Pioneros por casualidadLa perspectiva del saqueo de tierras queimaginaban más ricas que las de los fran-cos empujó a los aventureros Hafstein yBjorn, en 859-860, a asaltar las costas deEspaña, Marruecos y Provenza y a llegarhasta Toscana. Sin embargo, resulta másdifícil de entender qué fue lo que motivóa los vikingos a buscar tierras al norte delas costas escocesas.

Parece que la información sobre la pro-pia existencia de tierras, como la isla deFaer Oer e Islandia, se difundió a travésde Irlanda, ya que algunos monjes irlan-deses habrían llegado a ellas ya en el sigloVIII, en busca de retiro. También es po-sible que naves que zarpaban de Norue-ga y Dinamarca hacia Escocia fueran des-viadas de su ruta por tormentas, llegandoinesperadamente a esos lejanos territo-rios. Ése fue probablemente el caso de Is-landia, alcanzada en 860 por un navío ca-pitaneado por el sueco Gardar, el prime-ro que menciona su existencia.

Aunque los primeros intentos de inver-nar en la isla acabaron en desastres, ha-cia 870, dos hermanos, Ingolf y Hiorlejf,

Ciudades sobre agua

Las grandes capitales nórdicas, Esto-colmo y Copenhague, son creaciones

tardías del período en el que, a finales dela Edad Media, las monarquías naciona-les se consolidan y desarrollan cortes y bu-rocracia de sello europeo, aunque tambiénes cierto que en época vikinga las tierrasescandinavas conocían el fenómeno urba-no. Las funciones de estos centros no erantanto ser residencia del poder, como aglo-meraciones con vocación principalmentecomercial. Éste es el motivo por el que lasprimeras ciudades (Ribe, Hedeby, Aarhus,Birla, Bergen) surgen siempre en la zonacostera o junto a lagos conectados con elmar. Las excavaciones muestran que, ge-neralmente, una vez elegido el emplaza-miento, la zona era delimitada por un mu-ro defensivo y subdividida en lotes de te-rreno rodeados por calles ortogonales, cu-yo pavimento podían secar y reforzar conarena y troncos. En estos lotes, artesanos y

mercaderes, podían desarrollar su activi-dad. Las estructuras eran muy sencillas, pe-ro la producción bastante intensa, y en lasáreas urbanas, la extensión era importante(Ribe, 500 x 300 metros; Hedeby, 700 x800 metros).

Queda claro que el rey (cuando habíauno) vigilaba estas ciudades y cuidaba deellas, garantizando por ejemplo su segu-ridad militar externa y el pacífico desa-rrollo de las transacciones comerciales, pe-ro también –o eso parece– acuñando mo-neda y haciéndola circular. No queda cla-ro si enclaves como Ribe o Hedeby es-tuvieron, desde su fundación, habitadospermanentemente o fueron simplementecentros de comercio activos algunos me-ses al año. Lo cierto es que el hecho de serelegidos como las primeras sedes episco-pales, en el siglo X, es prueba de que yaentonces debían ser centros bastante esta-bles y bien asentados.

Esclavos capturados por los vikingos tras una razia, en la interpretación de Edward Matthew Hale, en 1897 (Russell-Cotes Art Gallery & Museum).

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consiguieron establecer bases permanen-tes en la isla, que entonces “estaba cubiertade selvas entre las montañas y la orilla delmar”, como cita una crónica islandesa delsiglo XII. Nuevos colonos llegaron en olea-das sucesivas, sobre todo de Noruega y, en930, los isleños se organizaron política-mente en una suerte de oligarquía parla-mentaria, el Althing, en la que participa-ban los jefes de varios núcleos de colonos.Alrededor del año 1000, la Asamblea delAlthing adoptó el cristianismo, lo que con-tribuyó a la difusión de la escritura. Gra-cias a ello, entre los siglos XII y XIII, se pu-sieron por escrito las principales sagas yleyendas ligadas a los tiempos heroicos dela primera colonización, lo que conviertea Islandia en un fabuloso archivo de la me-moria histórica de los vikingos.

La tierra más verdeA finales del siglo X, no se sabe si por ca-sualidad o debido a una exploración pro-gramada, los islandeses hicieron los pri-meros avistamientos de Groenlandia. Losdesembarcos de 978 sobre la gélida cos-ta oriental no fueron demasiado felices yno fue hasta el año 985 cuando una ex-pedición, guiada por Eric el Rojo, consi-guió doblar el cabo de Fardel y adentrar-se a lo largo de la más protegida costa oc-cidental, que debió parecerle lo suficien-temente hospitalaria como para bautizarel lugar como “Groenlandia”, tierra ver-de. En aquel tiempo, el clima debía sermás suave que hoy: la agricultura y la ga-nadería eran posibles en tramos de cos-ta relativamente amplios. En el siglo XII,los dos núcleos de asentamiento a lo lar-go de la costa occidental comprendíanunas 190 fincas, doce iglesias parroquia-les, una catedral y dos monasterios.

El verdadero motivo para habitar aque-llas tierras residía en el hecho de que pro-porcionaban marfil y pieles producto dela caza del oso blanco y la morsa. Fue laampliación de los territorios de caza loque condujo finalmente a los vikingos, entorno al año 1000, a alcanzar el conti-nente americano, principalmente la tie-rra de Baffin y el Labrador, pero tambiénterritorios más meridionales como la islade Terranova, el estuario del San Loren-zo y quizá las costas de Maine.

En Terranova se fundó un asentamien-to que pudo albergar un grupo de noventapersonas por un breve lapso, entre el 1000y el 1020. Si la presencia sobre suelo ame-ricano fue más bien efímera, los asenta-

mientos en Groenlandia resistieron has-ta muy avanzado el siglo XIV y el más me-ridional hasta finales del XV, pero en con-diciones climáticas cada vez más duras ybajo la creciente presión de los esquima-les. En 1540, una nave danesa alcanzó lazona del asentamiento meridional, perosólo encontró fincas abandonadas y, enuna de ellas, un único cuerpo insepulto.

Else Roesdhal –una de las más notablesespecialistas del mundo vikingo– sostie-nen que si hubiera que elegir una fechapara señalar el fin de la era vikinga, de-bería ser 1066: un año fatal, en el que losescandinavos se disputan por última vezlos despojos de Inglaterra. Harald Hal-drada, rey de Noruega, desembarcó en laisla con un gran ejército soñando con re-sucitar el imperio de Canuto. Harald eraun personaje legendario –yerno del prín-cipe de Kiev y cuñado de los reyes deFrancia y Hungría– que había luchado enel ejército bizantino como guardia decorps del emperador y había regresadoen 1045, llevando consigo enormes ri-quezas. Se encontró con Harold God-winsson, rey de Inglaterra, por cuyas ve-nas corría sangre danesa, que derrotó alos invasores en la batalla de StamfordBridge. Pero pocos meses después fue,a su vez, vencido en Hastings por los nor-

mandos de Guillermo el Conquistador,descendiente de Rollo, el danés, que sehabía asentado con los suyos, ciento cin-cuenta años antes, en el norte de Francia.

A partir de entonces, comienza la ver-dadera Edad Media en Escandinavia: unahistoria de reyes y Estados nacientes que,tras cesar el flujo de oro y plata árabes ylas presas inglesas y francesas, comenza-ron a disfrutar de forma más organizadasu propio territorio y a poblarlo de casti-llos y ciudades. La fundación de Copen-hague, en 1160, orientó definitivamentea Dinamarca hacia un papel de potenciahegemónica sobre los estrechos que unenel Báltico con el mar del Norte.

Antes de morir en batalla, se dice queHarald Haldrada, el último gran caudillovikingo, recitó un poema en el que se en-salzaban los valores del guerrero: “No teprotejas en la batalla al resguardo de losescudos, cuando las armas van a chocar:esto me ha ordenado la diosa fiel de la tie-rra del halcón. Y la que se adorna con co-llares me dijo, hace ya tiempo, que man-tuviese alto en el fragor de la batalla loque el yelmo contiene (la cabeza), cuan-do el hielo de la valkiria (la espada) va alencuentro de la cabeza de los hombres”.Estas palabras parecen contener un can-to de adiós a toda una época. �

Copa franca de plata, datable en torno al año 800, encontrada en Lolland, en el sur deDinamarca, que prueba el tipo de objetos que los vikingos codiciaban de la Europa meridional.

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Aquella mañana de primeros deoctubre del año 844, los sevilla-nos vieron aterrados cómo seatisbaban, remontando el río

Guadalquivir, las negras velas de los bar-cos de los piratas normandos. El estupor,el miedo y la confusión crecieron aúnmás cuando corrió la noticia de que el go-bernador de la ciudad y gran parte de losaltos personajes encargados de regir la vi-da de la misma habían huido a Carmonaal conocer la noticia.

Desconcertados y con escasa organiza-ción, los habitantes de Sevilla intentaronuna tímida defensa, pero de nada sirvió an-te el imparable empuje guerrero de los vi-kingos. El saqueo de la ciudad duró sietedías, durante los cuales, los piratas mata-ron, robaron, violaron y destruyeron a pla-cer, sin que nada ni nadie se les opusiera.

Fue tal el impacto de la tragedia, que lascrónicas históricas posteriores, como la deIbn Hayyan o al-Razi, recogen, con pala-bras sobrecogedoras, la viva impresión queen toda la España musulmana produjo es-te hecho, cuyo eco perduraría en la me-moria colectiva durante mucho tiempo.

Pero ¿quiénes eran estos hombres delNorte tan temidos en toda la costa atlán-tica, tanto en las ciudades cristianas co-mo en las musulmanas? Estos piratas vi-kingos o normados eran conocidos porlos historiadores árabes como al-Urdu-maniyyun, es decir, los normandos, aun-que es mucho más frecuente encontrar-

los citados como machus, es decir, “idó-latras”, “los que adoran el fuego”.

En realidad, su presencia en el territo-rio peninsular es bastante anterior a sugran incursión del año 844 y existen no-ticias de ellos desde el siglo VIII. En unprimer momento, como afirma C. Ver-linden, fueron traficantes de esclavos,mercancía obtenida de sus ataques a losmonasterios ingleses e irlandeses en elúltimo tercio del siglo VIII. Estas razias sehicieron más frecuentes y temibles a me-diados del siglo IX, en el que incorpora-ron, además de los esclavos, el pillaje dela plata y el oro. Como era habitual en lapráctica corsaria, los prisioneros ricoseran susceptibles de ser liberados por unafuerte suma de dinero, mientras que losmás desafortunados económicamenteeran vendidos como esclavos, tanto enÁfrica como en Oriente e incluso, comoafirma el historiador Ibn Hawqal, al ejér-cito califal omeya de al-Ándalus.

Espías eslavosA esta actividad se une, en los tiemposde emirato omeya andalusí (siglos VIII-IX), la del espionaje, como recoge JesúsRiosalido. Sabemos, por ejemplo, de laexistencia de un personaje llamadoMuhammad al-Saqalabi (el Eslavo), queresultó ser un espía enviado por Carlo-magno para ayudar a los elementos an-dalusíes que luchaban contra el centra-lismo de los emires omeyas. Fruto de susgestiones fue la revuelta y sublevación deSulayman Ibn al-’Arabi, gobernador de Za-ragoza, contra ‘Abd al-Rahman II. Este es-

AL-ÁNDALUSEn el año 844, los sevillanos vieron aterrados cómo las naves vikingasremontaban el Guadalquivir y se entregaban a la rapiña a sangre y fuego,tras haber hecho lo mismo en Lisboa, semanas antes. Juan Martos Quesadaevalúa el impacto de la tragedia para los habitantes de al-Ándalus

La invasión de

JUAN MARTOS QUESADA, profesor titular, Dept.de Estudios Árabes e Islámicos, UCM

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VIKINGOS, LOS GUERREROS VENIDOS DEL HIELO

lavo, este hombre del Norte, llegó a con-vencer a Sulayman y a Ibn Tawr, regidorde Huesca, para levantarse contra Cór-doba, a la vez que les pedía que acom-pañaran a Carlomagno hasta las puertasde Zaragoza, en la campaña del empera-dor franco contra las fuerzas andalusíes,campaña que, como se sabe, acabó en undesastre guerrero para los francos en eldesfiladero de Roncesvalles.

Ni siquiera los príncipes de los reinoscristianos del norte de la Península se li-braron de esta actividad de espionaje nor-manda: el rapto de García Íñiguez, rey dePamplona e hijo de Íñigo Arista, fue pla-neado y ejecutado por los espías vikingos

desde su base de Burdeos, en la Aquita-nia, acabando este suceso, como informaMenéndez Pidal, con un cuantioso res-cate de setenta mil monedas de oro, enel año 859, tras un penoso cautiverio.

Y, por último, la tercera actividad por laque fueron conocidos y temidos los nor-mandos en al-Ándalus y en toda la costaatlántica fue por la piratería. A comienzosdel siglo IX, los corsarios vikingos ya ha-bían atacado la mayor parte de las po-blaciones costeras europeas, penetrandopor el Loira y el Garona y llegando inclu-so a Gijón y La Coruña en 842.

Tras los ataques citados, al año si-guiente, el 23 de junio, estos piratas lo-

Representación de un drakkar normando enel Tapiz de Bayeux, similar a las naves

vikingas de los siglos IX y X.

Yelmo ceremonial de hierro de procedenciasueca, del siglo IX (Oslo, Museo de las NavesVikingas).

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graron tomar la ciudad de Nantes y, des-de el estuario del río Loira, se las apa-ñaron para arribar hasta Tolosa remon-tando el río Garona. Algunas de las flo-tillas normandas decidieron actuar y am-pliar su actividad un poco más al sur, vol-viendo a repetirse ataques a las ciudadeshispanas costeras cristianas de la regiónde Galicia, tal y como había ocurrido an-teriormente. En estas razias, los vikingosllegaron a atacar unas diecisiete ciuda-

des, algunas de la importancia de Be-tanzos.

Restablecida la defensa de sus costas,por parte de los reinos cristianos, los pi-ratas decidieron seguir bajando por la cos-ta atlántica hasta las ciudades de Lisboay Cádiz. En agosto del año 844, se produjoel importante ataque a la primera de ellas,en aquellos tiempos perteneciente al te-rritorio andalusí del emirato omeya. Elmiércoles 20 de agosto de 844, más de

una cincuentena de barcos piratas, apo-yados por un número similar de otras em-barcaciones más pequeñas, hicieron suaparición en el estuario del río Tajo. Losnormandos desembarcaron y atacaron laciudad, cuyos habitantes musulmanesofrecieron una inesperada resistencia y lo-graron rechazar el ataque de los hombresdel Norte, tras una serie de sangrientas re-friegas que duraron trece días.

A finales de agosto, los atacantes op-taron por dejar Lisboa y buscar ciudadescosteras de más fácil acceso, por lo quevolvieron a reembarcar y se hicieron a lamar en dirección sur, hacia la costa gadi-tana. Mientras tanto, el gobernador de Lis-boa, Whab Allah ibn Hazm, mandó avisoy noticias del ataque al emir ‘Abd al-Rah-man II que, alertado, envió instruccionesa los diversos gobernadores, a los distin-tos walíes de las provincias marítimas ycosteras, en particular de la zona atlánti-ca, a fin de que estuvieran sobre aviso.

Los piratas normandos, despechados yderrotados, buscaron un nuevo río queremontar, llegando así al litoral de la pro-vincia de Sidona (Medina Sidonia), don-de hicieron una penetración bastanteprofunda hacia el interior y ocuparon elpuerto de Cádiz.

No obstante, la mayoría de la flota pira-ta optó por llegar a la desembocadura delGuadalquivir y remontar el río, en direc-ción a la importante ciudad de Sevilla, don-de el movimiento de las mareas es todavíaperceptible. Como se puede apreciar so-bre cualquier mapa, entre la ciudad y elmar, el Guadalquivir cruza una región pan-tanosa donde el curso del río se divide, du-rante unos quince kilómetros, en dos bra-zos que, antes de volver a confluir, llegana formar una isla, llamada antiguamenteCaptel (Cabtil) y conocida hoy como IslaMenor. Desde este punto los piratas ini-ciaron su ataque a la ciudad de Sevilla.

El ataque normando a SevillaEsa isla fluvial, donde los vikingos hicie-ron su primera parada, era famosa y co-nocida en época musulmana por sus fres-cos y frondosos pastos, que permitieronuna espléndida actividad de cría de ca-ballos, siendo un lugar privilegiado parala instalación de yeguadas.

A Captel, a la actual Isla Menor, llega-ron los normandos el 29 de septiembredel año 844 (12 de muharram de 230)con unos ochenta barcos. A la mañana si-guiente, cuatro naves hicieron un pe-

Jinete de tradición vikinga, similar a los que sembraron el pánico en al-Ándalus, representadoen un tapiz del siglo XIII que se conserva en la iglesia de Baldishol, en Noruega.

Una vela bajo el cielo

Es difícil decidir si fue el deseo de con-quista de los jefes vikingos lo que es-

timuló la fabricación de navíos o si, por elcontrario, una técnica de construcción me-jorada abrió el camino a las exploracionesy expediciones militares. Lo que es ciertoes que las naves que se usaban en la épocavikinga eran versiones mejoradas y poten-ciadas de los cascos de larga tradición. Sucaracterística principal era un perfil ensan-chado y una quilla poco profunda pero am-plia y redondeada, que permitía disponerde una gran superficie de carga, y al mismotiempo asegurar la posibilidad de navegarya fuese en las aguas poco profundas de losríos, como en mar abierto. Gracias a una se-rie de destacados descubrimientos –el pri-mero el de Skudelev cerca de Rosskilde, en

Dinamarca– ha sido posible no sólo estu-diar con detalle las técnicas de construc-ción, sino también conocer los diferentestipos de casco desarrollados a partir de lasmencionadas características generales, des-de los pequeños barcos de pesca, a los gran-des navíos de carga oceánicos (16 x 4,5 me-tros) y las largas embarcaciones para trans-porte de tropas (28 x 4,5 metros). El vela-men, utilizado sobre todo por las naves mer-cantiles con equipamiento más reducido, loconstituía una gran vela colocada en un más-til erigido en el centro de la nave. Resultasorprendente considerar que embarcacionespensadas para surcar los mares fríos y ven-tosos nunca fueron dotadas de zonas cu-biertas donde pudiesen acogerse los mari-neros para pernoctar o en caso de borrascas.

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LA INVASIÓN DE AL-ÁNDALUSVIKINGOS, LOS GUERREROS VENIDOS DEL HIELO

•Gijón•

La Coruña

• Cádiz

Pamplona•

Barcelona•

• Santiago de Compostela• Iría

Sevilla•

Toledo•

Guadalquivir

Guad

alqu

ivir

Guadiana

Tajo

Júcar

Duero Ebro

Burgos•

Coimbra•

Málaga•

Niebla•

Sevilla•

Rota•

Jerez de la Frontera

BAHÍA

DE

CÁDIZ

• Trebujena

• Lebrija

• Utrera

844

Batalla Zona ocupada por los vikingos (968-970)

842. Los vikingos llegan a La Coruña y atacanunas diecisiete ciudades de la zona.844. Ataque a la ciudad de Lisboa. A finalesde agosto, llegan a Cádiz, donde ocupan el puerto. Más tarde remontan el Guadalquivir, el 29 de septiembre de 844, organizan una base en Isla menor y desde ahí atacan Sevilla, saqueando a su paso Coria del Río.El 11 de noviembre, el ejército del emirAbderramán II presenta batalla en Tablada,derrotando a los vikingos.En su huída tratan de atacar Niebla, el Algarvey Lisboa.859. Piratas vikingos atacan de nuevo Sevilla.966 y 971. Nuevos incursiones en al-Ándalus.

MedinaSidonia

Alcalá deGuadaira

Cádiz •

Tablada

Isla Menor

Isla Mayor

Coria •del Río

Huelva•

Niebla•

Silves•

Beja•

Ampurias •

• Medina-Sidonia

• Lisboa

• Oporto

Fornelos (968)

Tablada (844)

11-XI-844

Tortosa •

Orihuela •

•Badajoz

•León

M A R M E D I T E R R Á N E O

Invasiones vikingasen la Península

858-859 966-971

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queño reconocimiento unas cuatro mi-llas más arriba, remontando el Guadal-quivir, hasta llegar al pueblo de Coria delRío, donde desembarcaron y los machussaquearon esta pequeña aldea y asesina-ron a toda la población.

Tres días más tarde, los normandos, ani-mados por la facilidad de sus desembar-cos en Captel y Coria del Río, decidieronno esperar más y dirigirse directamentea Sevilla. Para cuando los habitantes de laciudad avistaron los barcos, el gobernadorde la misma ya había huido a Carmona, loque impidió una defensa más o menos or-ganizada, como había ocurrido en Lisboa,que hubiera podido contener la furia y elímpetu normando. A ello hay que añadirque, por aquellos tiempos, la ciudad de Se-villa no tenía ningún perímetro de defen-sa, ninguna muralla de protección. No obs-tante, aunque faltos de organización, al-gunos barcos sevillanos salieron al paso dela flota vikinga, aunque con escaso éxito,pues fueron recibidos con flechas e in-cendiados.

Siete días de matanzaPrácticamente sin oposición, los piratasdesembarcaron en la ciudad, que enaquellos momentos estaba siendo eva-cuada a toda prisa por la mayoría de la po-blación, aunque, según las crónicas, mu-chos de sus habitantes no pudieron o noquisieron abandonar sus casas ni la ciu-

dad. Durante siete terroríficos días, losnormados incendiaron las casas y mata-ron y asesinaron a casi todos los que sehabían quedado, incluidos los ancianos ylos inválidos, a la vez que hacían cautivosa las mujeres y a sus hijos.

Pasados estos trágicos siete días, los pi-ratas se dirigieron nuevamente a Captel,en donde depositaron su preciado bo-tín y volvieron de nuevo a Sevilla, con in-tención de ultimar el saqueo y el pillaje.

Pero en esta ocasión, los vikingos en-contraron una ciudad totalmente desier-ta, pues todos los habitantes que no ha-bían sido asesinados o hechos presos ha-bían huido; solamente encontraron a ungrupo de venerables ancianos, recluidosen una mezquita, a los que mataron unoa uno, tomando esta mezquita desde en-tonces el nombre de Masyid al-Shuhada’(Mezquita de los Mártires).

En vista de la nueva situación y envalen-tonados por la fácil victoria de la toma deSevilla, los machus decidieron aprovecharlas reatas de caballos y yeguas existentesen Captel y marchar en tropel de jineteshacia el norte y el oeste de Sevilla, puespronto se dieron cuenta, que era prácti-

camente imposible poder seguir remon-tando el río Guadalquivir hasta Córdobacomo, al parecer, era su primera intención.

Las noticias que pronto llegaron a Cór-doba y los relatos de los escasos supervi-vientes impresionaron vivamente a todala población andalusí, que no dudó en po-nerse a disposición del emir Abd al-Rah-man II. El emir dio una orden general demovilización a todos sus ejércitos e in-cluso solicitó ayuda, o, al menos una tre-gua, a sus enemigos, como el gobernadoraragonés Musa b. Qasi, que acudió consus tropas a frenar el avance normando.

Un eunuco lidera la resistenciaSu primera reacción fue enviar de inme-diato un cuerpo ligero de caballería a lasórdenes de sus mejores generales, talescomo Abd Allah b. Kulayb, Abd al-Wahidal-Iskandari y Muhammad b. Rustum, yordenar al eunuco Nasr, que gozaba desu total confianza, organizar las fuerzasque, de todas partes de al-Ándalus, lle-gaban a Córdoba.

Este primer ejército emiral tomó posi-ciones a primeros de noviembre en las al-turas del Aljarafe (al-Sharaf), un excelentepunto estratégico, pues dominaba el su-doeste de la ciudad hispalense; pronto sele unió una columna de infantería y, el 11de noviembre del año 844 (25 de safar de230), decidieron dar batalla a los piratas.

La confrontación entre el ejército delemir Abd al-Rahman II y las huestes vi-kingas se produjo en el lugar de Tablada,

un poco al sur de Sevilla, una amplia y ex-tensa llanura, actualmente transformadaen un aeródromo, que se proyecta haciael este de la confluencia entre los ríosGuadiaro y Guadalquivir. Los machus de-cidieron una estrategia de confrontacióntotal y bajaron en masa de sus bajeles pa-ra enfrentarse al ejército andalusí, pero,rápidamente, las disciplinadas tropas ome-yas tomaron la iniciativa y el control dela batalla, reduciendo a los vikingos, ma-tando a lo largo de la misma a más de milenemigos y ejecutando a otros cuatro-cientos prisioneros a la vista de los pira-tas que huían a toda prisa a sus barcos endirección sur; casi la mitad de la flota nor-mada fue incendiada y Sevilla volvió a ser

La batalla en que las tropas de Abdal-Rahmán II derrotaron a los vikingos seprodujo en Tablada, en noviembre de 844

Un vikingo ahogándose en la batalla de Svold, año 1000, en una crónica anglosajona del sigloXIII que muestra el armamento con que combatían los vikingos (col. particular).

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ocupada por las fuerzas del emirato cor-dobés. Cuentan las crónicas que, en las car-nicerías de los zocos de la ciudad, fue-ron expuestos los sangrientos despo-jos de los piratas como trofeos, enseñal de victoria, y que de las ramasde las palmeras de Tablada fueroncolgadas muchas cabezas de lostemidos normandos. Así pues,cuarenta y dos días después dela aparición normanda en Se-villa, la derrota de los hombresdel Norte fue proclamada portodo al-Ándalus, siendo co-municada por Abd al-RahmanII incluso a los emires beré-beres de Marruecos y al emirjariyí de Tahart, Aflah b. Rus-tum.

Fracaso en NieblaEn cuanto a los supervivientespiratas que lograron huir, una parte deellos se dirigió con sus bajeles hacia elAtlántico, intentando desembarcar denuevo en las costas de Niebla (Huel-va), en el Algarve y en Lisboa, sinconseguirlo, aunque, al año si-guiente, asolaron con éxito las ciu-dades francesas de Burdeos y Sainton-ge y alguna nave aislada, que había opta-do por dirigirse más al sur, había atacadola ciudad de Arcila, en Marruecos.

No obstante, un nutrido grupo de pi-ratas, en su precipitada retirada, quedóaislado y sin embarcaciones en tierras se-villanas, dispersándose por el este y el su-reste de Sevilla, por las tierras de Car-mona y Morón, en donde el generalMuhammad b. Rustum logró su rendi-ción. Cuenta la leyenda que estos nor-mandos prisioneros se hicieron musul-manes y se instalaron en el valle del Ba-jo Guadalquivir, en donde se dedicarona la cría de caballos y, en especial, a la in-dustria lechera, labor en la que alcanza-ron una rápida fama por la elaboraciónde sus reputados quesos, de los cualesnutrían tanto a Sevilla como a Córdoba.

Roger Collins indica que, después de es-te fatídico año de 844, los piratas nor-mandos volvieron a invadir al-Ándalus almenos en cuatro ocasiones, durante losaños 859, 966 y 971. En la primera de ellas,los piratas nuevamente atacaron Sevilla,consiguiendo incendiar la mezquita mayorde Ibn Addadas (la actual iglesia de San Sal-vador), aunque este ataque no tuvo pa-rangón con el de 844; posteriormente, sa-

bemos que atacaron varias localidades delNorte de África y del Levante.

Los reinos cristianos del norte de la Pe-nínsula tampoco se libraron de las an-danzas de los piratas normandos que,aprovechando la debilidad ocasionadapor las muertes sucesivas de Sancho elCraso de León, el Conde Mirón de Bar-celona, García Sánchez I de Navarra y Fer-nán González de Castilla, lograron pene-trar por las costas gallegas, en donde lle-gan a destruir Tuy, y por las cuencas delos ríos Miño y Duero.

Consecuencias de la invasiónLa invasión normanda al-Ándalus fue unhecho histórico no exento de consecuen-cias posteriores. En primer lugar, elevó amitos populares a los generales Ibn Rus-tum y Nasr que, a partir de este momen-to, fueron considerados como salvadoresde la patria, logrando alcanzar una gran in-fluencia en las decisiones del soberanoomeya hasta el final de su reinado. En se-gundo lugar, se hizo realidad la vieja rei-vindicación de la población de Sevilla derodear la ciudad con una muralla defen-

siva que impidiera nuevos ataques de pi-ratas y berberiscos, muralla que llegó

a extenderse incluso a lo largo de laorilla del río. En tercer lugar, con-venció a los emires omeyas de lanecesidad de construir, a lo lar-go de toda la costa atlántica, me-diterránea y levantina, puestosde centinela, pequeñas forta-lezas o ribat, defendidos porvoluntarios musulmanes quese ofrecían por turnos paraejercer la vigilancia desde es-tas torres en una mezcla deafán de retiro espiritual y

adiestramiento militar.

Flota omeyaEn cuarto lugar, el gobierno ome-ya inició una ardua labor de cons-trucción de una gran flota gue-rrera y de naves de otro tipo, esdecir, comenzó a interesarse porlas cuestiones marítimas, hastaahora un tanto marginadas de lasprioridades políticas y estratégi-cas andalusíes; sabemos de la

edificación y creación de asti-lleros y atarazanas y que el

emir Muhammad I (852-866) construyó una im-

portante flota, sólo superadapor la que el califa Abd al-Rahman

III, en el año 956, construyó en Tortosa;sin duda, todas estas medidas surtieron suefecto para paliar y rechazar con éxito lasposteriores razias de los vikingos de losaños 859, 966 y 971.En quinto lugar, como ha estudiado Ma-riano G. Campo, estas confrontacionesguerreras generaron una labor diplo-mática por parte del gobierno omeya ha-cia los reinos del Norte, como lo de-muestra la embajada hispano-musulma-na de al-Gazal a los vikingos, con el finde estabilizar unas relaciones pacíficas ydetener las razias piratas. Por último, sinduda, la consecuencia de mayor caladopolítico fue que la derrota de los nor-mandos supuso para Abd al-Rahman II ypara la política centralista de los gober-nadores omeyas en al-Ándalus, una im-portante victoria moral que allanó el ca-mino para frenar los intentos de au-tonomía y de rebelión de los diversosgobernadores de las provincias, a lavez que el control gubernativo de Cór-doba se imponía por toda la España mu-sulmana. �

LA INVASIÓN DE AL-ÁNDALUSVIKINGOS, LOS GUERREROS VENIDOS DEL HIELO

Yelmo previkingo de hierro con unaelaborada decoración, procedente de latumba de un jefe en Valsgärde, Suecia.

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No abundan las fuentes es-critas a las que acceder nosólo para conocer vicisi-tudes político sociales,

sino también usos y costumbres delos pueblos vikingos en los albo-res de su historia. Los escritos rú-nicos en general se muestran la-cónicos: algunos nombres, al-gunos acontecimientos espo-rádicos. Las crónicas existen-tes son, generalmente, de lospueblos que sufrieron las razias vi-kingas, o de los que los hallaronen su camino. Como, por ejem-plo, el árabe Ibn Fadlan quien, enel siglo X, tuvo ocasión de tro-pezarse, en la región del Alto Vol-ga, con aquellos grupos de hom-bres del Norte que, provenientesde Suecia, se habían establecido enaquella zona para más tarde jugar unpapel en la formación del Estado ruso.

Un musulmán entre vikingosDe Ibn Fadlan –Ahmad ibn Fadlan ibn al-Abbas ibn Rashid ibn Hammad era sunombre completo– se sabe que en 920 ha-bía sido llamado a formar parte de una de-legación enviada por el Califato de Bag-dad al rey de los búlgaros, en la región delAlto Volga. Al parecer, el rey tuvo proble-mas con algunos pueblos limítrofes, por

lo que le habría pedido al califa al-Muqta-dir ayuda financiera para construir fortifi-caciones hacia el sur. Ésta fue, probable-mente, la causa del envío de la delegación.Recorrer el camino que llevaba desde Bag-dad al reino de Bulgaria no constituía unviaje de placer en aquellos tiempos. De las

dificultades que encontraron y de los pe-ligros que corrieron da testimonio el in-forme oficial que Ibn Fadlan redactó y en-vió al califa a su vuelta. El título de la obra–cuyo manuscrito original fue hallado en1923– es Risala (descripción de viaje);y, prescindiendo de las comunicacionesoficiales, está llena de frescas anotacio-nes que recuerdan un poco a las de Mar-co Polo. Antes de encontrarse con losvikingos, que los eslavos denominaban“rusos”, los hombres de la delegación–al parecer, 5.000 con 3.000 caballos–habían corrido peligros varios de losque habían extraído toda clase deexperiencias. Como cuando tuvie-ron que atravesar el territorio delos oguzi, que primero habíanconcedido el permiso de tránsi-

to, para arrepentirse después y en-tretener a los árabes discutiendo qué

hacer. Los prisioneros habían oído aalgunos jefes expresar la opinión de “di-vidir a los árabes en dos y apoderarse desus haberes”; otros, “tomar los haberesy dejar que los árabes tornasen desnudosal lugar de donde provenían”. Los que ra-zonaban con más templanza se limitabana desear mantenerles prisioneros. Cuan-do ya los viajeros veían aproximarse un finmiserable, los oguzi cambiaron de im-proviso de parecer y les dieron permisopara continuar el viaje. También los oguzi–pero se trata de tribus más hospitalarias–son protagonistas de un sabroso episodioacaecido al autor y a algunos compañeros

Muerte de una

ESCLAVAUn viajero árabe del siglo X dejó un llamativo relato sobre la vidacotidiana de los vikingos y sus costumbres funerarias. EleonoraFontana aporta sus impresiones y sus observaciones sobre los macabros yviolentos ritos que se efectuaban tras la muerte de un gran jefe

ELEONORA FONTANA es especialista enHistoria Medieval.

Estela de Suecia, que representa al dios Odína caballo y a un barco vikingo, con susguerreros a bordo.

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VIKINGOS, LOS GUERREROS VENIDOS DEL HIELO

Representación del rito

de incendiar un barco

con el cadáver de un

rey vikingo, una

esclava y animales

sacrificados en ofrenda

a los dioses.

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invitados, en una de las muchas paradasdel viaje, por una familia del lugar. Mien-tras el grupo estaba hablando con el due-ño de la casa, su mujer descubrió con de-senvoltura un seno para rascarse. Los ára-bes se cubrieron el rostro exclamando:“¡Que Alá nos perdone!”. Pero su huéspedlanzó una carcajada comunicando al in-térprete: “Diles que les enseñamos un pe-cho para que puedan verlo y mantener-se alejados, dado que no existe lugar alque puedan dirigirse”.

Los árabes llevaban cerca de un año via-jando cuando tuvo lugar el encuentro conlos vikingos, es decir, con aquellas gentesque habían partido de la península Es-candinava y habían alcanzado la zona delAlto Volga para establecerse y comerciarallí. El interés de un observador atentocomo Ibn Fadlan pronto fue atraído poraquellos hombres llegados de Occiden-te, y no tardó en buscar un intérprete pa-ra comunicarse con ellos.

Hermosos, armados y tatuadosEn Risala escribiría más tarde: “Nunca hevisto personas con un cuerpo tan per-fecto, son como palmeras (evidente-mente, altos y derechos) y rosados (depiel). No llevan quartac ni caftán, sino quelos hombres llevan un vestido que les cu-bre medio cuerpo”. Y describe así sus ar-mas y adornos: “Cada uno lleva un hacha,una espada o un cuchillo. Las espadas sonde hoja ancha y las empuñaduras tienenadornos francos”. Y sigue escribiendo:“Cada individuo lleva, desde la raíz delas uñas hasta el cuello, árboles verdes,imágenes y otras cosas”. Evidentemente,debía tratarse de tatuajes, el gusto por los

cuales, añadimos nosotros, han conser-vado los descendientes de los vikingos.Por lo que respecta a las mujeres, el es-critor observa: “Cada una lleva sobre elpecho una cajita de plata, plomo o hie-rro, según lo rico que sea su marido. Ca-da caja tiene un anillo al que va unido uncuchillo que también reposa sobre el pe-cho. Llevan collares de oro y plata alre-dedor del cuello, porque cada hombreque posee 10.000 dirham hace forjar uncollar para su mujer; cuando tiene 20.000,dos, y etc., por lo que se ven algunas mu-jeres con muchos collares”. Por supues-

to, estas vikingas del Volga se sentían or-gullosas de lucir su propia riqueza y es-tatus social, pero también llevaban listoel cuchillo para cualquier indeseable quese les acercase.

Si la primera impresión causada por losrusos en el autor fue la de su belleza, muydistinto efecto le provocarían sus cos-tumbres en lo tocante a higiene personal.

Las más sucias criaturas de AláDice Ibn Fadlan sin perífrasis: “Son las cria-turas más sucias de Alá. No se lavan ni trassus necesidades corporales, ni después de

Fauces sedientas de sangre

Las fuentes describen a los vikingos co-mo guerreros particularmente feroces

y sedientos de sangre; la aparición de susnaves siembra el pánico y es presagio dedesastres. Podemos imaginar que bandasde guerreros que habían estado en el mardurante días, si no semanas, no debíancomportarse como caballeros a la vista desu presa, sino que hiciesen todo lo posible(incluso un despiadado uso de la fuerza)para asegurarse de que la misión conclu-yera con el mejor resultado. Pero no hayque olvidar que su mala fama se acrecen-tó desmesuradamente porque usaron laviolencia contra una institución que nun-ca antes –en Europa del Norte– había si-do víctima, y que, sobre todo, estaba com-puesta por hombres que tenían la buenacostumbre de registrar sistemáticamentelos hechos que le atañían: se trataba de laIglesia, y especialmente de los ricos y po-

derosos, pero indefensos, monasterios fran-co-británicos, que se convirtieron en losblancos preferidos de los escandinavos, loscuales, por otro lado, siendo paganos nosentían ningún escrúpulo. Alcuino deYork, uno de los más ilustres intelectua-les activos en la corte de Carlomagno, na-rra con detalle el saqueo del venerado mo-nasterio de Lindisfarne, en la costa ingle-sa del mar del Norte, realizado por los vi-kingos en el 793, en los albores de su exe-crada actividad de predadores. El disgus-to se debe a la escandalizada sorpresa dever un lugar de culto profanado sin nin-guna duda: “Tal atrocidad no se había vis-to antes. La iglesia de San Cutberto, quees el lugar más sagrado de toda Gran Bre-taña, ha sido empapada con la sangre delos sacerdotes del Señor, y le han robadotodas sus pertenencias, exponiéndola al sa-queo de paganos”.

Embarque de Harold y los normandos, en una escena del Tapiz de Bayeux.

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mantener relaciones sexuales, ni muchomenos se lavan las manos después de co-mer”. Además, nos hace saber que, aban-donados sus barcos, habían construido enla orilla del río cabañas de madera, en ca-da una de las cuales se alojaban de diez aveinte hombres, cada uno con su propiojergón. En las cabañas había muchachasjóvenes y bellas, en parte objeto de su co-mercio, pero no era raro que uno de loshabitantes de la cabaña “mantuviera rela-ciones sexuales con una esclava mientrassus amigos miraban”. Si luego se presen-taba un comprador, podía suceder que éltambién, siempre en presencia de los de-más, “se divirtiese con una esclava y noacabase antes de quedar satisfecho”.

Sería bastante para hacernos una ideade los rusos, pero ibn Fadlan, observadordespiadado, continúa: “Sin excepción, ca-da día se lavan el rostro y el cuerpo enel agua más sucia e inmunda que imagi-narse pueda”. La cosa es así: por la ma-ñana temprano, una de las esclavas por-ta un gran recipiente lleno de agua y selo da a su señor, que en él se lava las ma-nos, la cara y el cabello. Tras lo cual, sepeina sobre el recipiente, se suena la na-riz y escupe dentro. Cuando el primeroha terminado, la esclava lleva el reci-piente, cuya agua no se cambia ni se fil-tra, a un segundo que hace lo mismo queel primero, y luego a un tercero, y siguehasta acabar la rueda. “Cada uno se sue-na la nariz, escupe y se lava la cara y el ca-bello en el mismo recipiente”.

Ofertas votivasEstas “sucias criaturas de Alá”, tienen sinembargo sus ritos religiosos. Cuando susbarcos llegan al lugar establecido para co-merciar, cada uno baja a tierra llevandoconsigo pan, carne, cebolla, leche y be-bidas alcohólicas y se coloca delante deun poste de madera que tiene esculpidauna cabeza humana.

El hombre se postra ante la escultura ydice: “Señor, vengo de lejos. Traigo con-migo tal y tal esclava, esta y aquella piel…”.Después añade: “He venido con estasofrendas”. Y deposita todo lo que hatraído ante la estatua. Finalmente, dice:“Deseo que tu rostro me traiga un co-merciante con mucho dinero, que quieracomprar al precio que yo establezca, sindiscusión”. Si el negocio no cuaja, el vi-kingo vuelve dos o tres veces con susofrendas, para luego dirigirse a otras es-culturas parecidas pero de menor forma-

to. Si, por el contrario, las cosas le vanbien, mata cierto número de ovejas y va-cas, da una parte como limosna y deja elresto frente a la estatua de madera. De no-che llegan los perros y, naturalmente, selo comen todo. Entonces, aquel que hayahecho la ofrenda dice: “Mi señor está con-tento conmigo, ha comido mis ofrendas”.

Ibn Fadlan ha oído hablar del comple-jo ceremonial que se sigue en los entie-rros de los jefes vikingos así que, cuandouno de ellos muere, no pierde la ocasiónde ser testigo de lo que sucede. Lo pri-mero que observa es que el jefe difuntoes colocado en una tumba cubierta, don-de permanecerá diez días; mientras tan-to, se preparan los ropajes mortuorios.

Las pertenencias del difunto han sido di-vididas en tres partes: un tercio para sufamilia, un tercio para la vestimenta quele pondrán y un tercio para las bebidas al-cohólicas que se beberán el día en queuna esclava sea sacrificada a su señor, ysu cuerpo sea quemado junto al de él. IbnFadlan aprendió que la costumbre que-ría que, cuando un jefe muere, los fami-liares preguntasen a las esclavas: “¿Quiénmorirá con él?”.

Una se ofrece voluntaria y, desde el mo-mento en que responde: “Yo”, será vigi-lada por dos personas día y noche. El es-critor observa con interés a la esclavaque se ha autodesignado como víctima ynota que, los días que preceden al even-

MUERTE DE UNA ESCLAVAVIKINGOS, LOS GUERREROS VENIDOS DEL HIELO

Escena de la leyenda de Sigfrido, de la mitología vikinga, que muestra a un herrero forjando

una espada. Panel de madera del siglo XII (Oslo, Oldsaksammlung).

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to, a menudo bebe y canta, feliz. Tambiénbeben los demás, tanto que “a menudouno de ellos muere con la copa en la ma-no”. Mientras, es preparado el barco deljefe para la ceremonia fúnebre. Para em-pezar, lo sacan del agua y lo colocan so-bre dos caballetes, y entonces preparanun ataúd recubierto con brocado bizan-tino y lleno de almohadones. En estepunto entra en escena un nuevo perso-naje: “el ángel de la Muerte”. Se trata deuna anciana cuyo deber es ocuparse delcadáver del jefe primero, y matar a la es-clava después. El cadáver es extraído desu tumba provisional: “Vi que su color sehabía vuelto negro por culpa del frío”, ob-serva el escritor, pero no anota otros cam-bios. Al difunto le visten suntuosamentecon pantalones, botas, quartaq, un caftánde brocado con botones de oro y un go-rro de brocado y cibelina. Lo colocan,sentado, en la tienda alzada en el centrodel navío sujeto con dos almohadones;entonces le llevan bebidas alcohólicas,fruta, hierba perfumada (basilisco), pan,carne y cebollas. Luego cogen un perro,lo matan y, dividiéndolo en dos, lo colo-can sobre la embarcación. Traen las armasdel difunto y las colocan a su lado. Se pro-curan dos caballos, les hacen correr has-ta que los animales están cubiertos de su-dor, los matan y también los colocan so-bre el navío. Todavía colocan los esque-letos de dos vacas, un gallo y una gallina.Mientras, la esclava que ha elegido morirva de tienda en tienda. El propietario decada tienda mantiene relaciones sexualescon ella y, al acabar, le ruega: “Dile a tuseñor que he hecho esto por amor a él”.

Ebria de alcohol y de amorEs un viernes por la tarde cuando hacensubir a la esclava sobre una especie depalco ligero (“el marco de una puerta”,dice Ibn Fadlan), anteriormente alzado.La joven, para subir, apoya el pie sobrelas manos que los hombres enlazan a mo-do de escalera. Cuando llega arriba, di-ce: “Veo a mi señor en el paraíso, her-moso y verde. Junto a él se encuentranhombres y jóvenes y él me llama: llevad-me a él”. La ceremonia se repite tres ve-ces y entonces le entregan una gallina ala que corta la cabeza y la tira. El cuer-po de la gallina se coloca sobre la em-barcación a la que ahora conducen a laesclava. Llegada allí, la joven se quita dospulseras que lleva y se las da al Ángel dela Muerte. Luego se despoja de dos aros

El herrero Regin prueba la dureza de la espada de Sigfrido, en una escena de una saga nórdica.Panel de madera del siglo XII (Oslo, Oldsaksammlung).

Tisso, la otra cara de la conquista

El Jyllands Posten, uno de los diarios na-cionales daneses, el 26 de diciembre

de 1997, publicó un amplio artículo sobreel descubrimiento, al sur de Kalundborg,en el Sjaelland occidental, de la gran he-redad de Tisso (siglo X), compuesta poruna enorme “casa larga” de 48 x 12,5 me-tros, la mayor nunca encontrada, rodeadapor otras cuatro casas más pequeñas y porzonas ocupadas por oficinas. La zona, en to-tal casi 20.000 metros cuadrados, está ro-deada por un recinto rectangular forma-do por una empalizada. En la “casa larga”habitaban el señor de la heredad, con su fa-milia y sus animales, mientras las otras ca-sas alojaban a los campesinos. Junto a la

“casa larga” se encuentra otro edificio máspequeño. La presencia de esqueletos de ani-males muertos, pero no descuartizados, ha-ce creer que pudiera tratarse de una zonade sacrificios. Tisso no sólo es una de lasprimeras grandes fincas señoriales de laépoca, bien conservada y completa, sinotambién el primer caso en que en la épo-ca precristiana se registra una conexión en-tre una casa señorial y el control de un cen-tro de culto.

El enclave muestra la cara “tranquila” dela era vikinga, constituida por una econo-mía agropastoril sólida y abierta al co-mercio, capaz de asegurarle un nivel de vi-da decoroso a la población.

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ornamentales que lleva en los tobillos yse los da a dos muchachas, hijas del án-gel, que tienen el deber de entretener-la en los últimos momentos del rito.Mientras, llegan dos hombres que llevanescudos y varas de madera y ofrecen a laesclava aún otra copa llena hasta los bor-des con otra bebida. La vieja la anima abeber y a entrar en la tienda después. IbnFadlan observa que la joven está tan con-fusa que, en lugar de dirigirse a la entra-da, da una vuelta alrededor. Entonces, elángel de la Muerte la agarra por la cabe-za y la hace entrar, siguiéndola. Los hom-

bres empiezan a golpear con las varas demadera sus tambores con el fin de quesu ruido cubra los gritos de la moribun-da y las demás esclavas no se espanten ala vista del día en que les toque morirjunto a sus amos.

Ya se aproxima el final. Seis hombresentran en la tienda y mantienen relacio-nes sexuales con la moribunda; luego lacolocan junto a su señor. Dos hombresla aferran por los pies y dos por las ma-nos, el ángel de la Muerte le pasa alre-dedor del cuello una cuerda y le da losdos cabos a los dos restantes. Ellos seránquienes tirarán de la cuerda hasta sofo-carla. Al mismo tiempo, el ángel le cla-vará muchas veces un puñal en el cos-

tado. En este punto, es seguro que la es-clava se ha reunido con su señor. Aho-ra sólo quedar quemar el navío con sucarga de muertos, de brocados, alimen-tos y animales sacrificados.

Uno de los parientes más próximos deljefe se acerca, desnudo y caminando ha-cia atrás, a la embarcación. Lleva en la ma-no una tea encendida que lanzará a la es-palda, sobre la pira lista bajo la nave; trasél se acercarán todos y lanzarán teas en-cendidas. “Soplaba un fuerte viento”, ob-serva Ibn Fadlan; muy pronto se alzan lasllamas y devoran navío, tienda, el cuerpo

del vikingo y el de la esclava. Ibn Fadlanpregunta en este momento, a través delintérprete, a uno de los rusos por qué hanhecho eso a lo que ha asistido.

La respuesta es: “Vosotros los árabessois tontos. Cogéis el cuerpo de quienmás respetáis, de quien más habéis hon-rado en vida, y lo dejáis en la tierra don-de será devorado por los gusanos y porla misma tierra. Nosotros lo quemamosen un momento; así puede llegar pron-to al Paraíso”. El ruso lanza una gran car-cajada tras estas palabras y el árabe lepregunta el porqué: “El señor ha envia-do el viento por amor a él, para que elfuego se lo lleve en una hora”, es la res-puesta. “De hecho, no pasó una hora

–escribe Ibn Fadlan– antes de que el na-vío, la hoguera, la esclava y el difuntoquedaran transformados en cenizas”. Ytodavía el escritor nota que, apagada lahoguera, sobre el lugar donde estuvo lanave elevan un túmulo, en cuyo centrose coloca un palo que lleva escrito elnombre del jefe muerto y el del rey delos rusos. “Tras lo cual –concluye– (to-dos) se alejaron”.

Los hallazgos arqueológicos de la zonahan confirmado lo narrado en la Risala, apropósito de las costumbres funerarias delos grupos de vikingos establecidos en la re-gión del Alto Volga. Que la costumbre dehacer ofrendas humanas se haya difundidoentre los pueblos nórdicos del período vi-kingo lo demuestran otros descubrimien-tos en la península Escandinava, en Jutlan-dia y en varias islas. En la de Man, hoy in-glesa, ha sido hallada la tumba de un hom-bre muy importante –si se juzga por el ajuarfunerario– y, junto a su esqueleto, el de unamujer muerta en la juventud y con la cabe-za rota. Otra esclava, probablemente, que,ebria de licores fuertes y de amor terreno,fue a reunirse con su señor a un paraísobello y lleno de verdor. �

MUERTE DE UNA ESCLAVAVIKINGOS, LOS GUERREROS VENIDOS DEL HIELO

Embarque de Harold y de los normandos, en una escena del Tapiz de Bayeux.

MARGESON, S. M., Vikingos, Madrid, 2004.JONAS, A., y SAILLARD, R., El temps des

vikings, Barcelona, San Pablo, 2006.VELASCO, M., Breve historia de los vikingos,Madrid, Nowtilus, 2005.

Los vikingos (1958). Dir: Richard Fleischer.Intérpretes: Kirk Douglas, Tony Curtis,

Ernest Borgnine, Janet Leigh.

PARA SABER MÁS

Seis hombres mantienen relacionessexuales con la esclava, luego la ahoganmientras una mujer le clava un puñal

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