la aventura de la historia - dossier089 entre la magia y la ciencia - la alquimia

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  • 8/12/2019 La Aventura de La Historia - Dossier089 Entre La Magia y La Ciencia - La Alquimia

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    DOSSIER

    Entre la magia y la ciencia

    Conseguir la perfeccin entodos los rdenes de laNaturaleza impuls la laborde los alquimistas. En suslaboratorios, rodeados desecreto y misterio,pretendieron transformardiversos metales en oro

    LA ALQUIMIA

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    ENTRE LA MAGIA Y LA CIENCIA. LA ALQUIMIA

    Transformando la Naturaleza

    EL ALQUIMISTA

    T ratando de unificar en unasola definicin las formas dealquimia que se dieron en va-rias civilizaciones (en China,en el mundo helnico, en terri torios del

    Islam), puede decirse que se trata deuna prctica operativa de transforma-cin concreta de sustancias materiales,realizada en un laboratorio. Tal trans-formacin est dedicada a perfeccio-nar todos los niveles materiales de locreado (el cuerpo humano incluido) yla mayora de las veces se efecta a tra-

    vs de un agent e perfecci onador queno existe en la Naturaleza. Y este agen-te (lpiz, elixir, medicina) es el princi-pal objetivo de las operaciones alqu-micas, por cuanto transmite la propiaperfeccin a los cuerpos oportuna-mente preparados sobre los que es pro-

    yectado.Sobre esta base tambin en el caso

    de la alquimia medieval (siglos XII-XV)

    son varios los objetivos particulares delas intervenciones del alquimista. Paraempezar, la transmutacin de los me-tales, la llamada alquimia metalrgica,es decir aquella serie de operaciones porlas que los metales viles, por medio dellpiz, son llevados a la perfeccindel oro y la plata. Junto a este objetivoprincipal, se registra tambin la produc-cin de sustancias inalterables (perlas y

    gemas artificiales, cristales y pigmentosespeciales) y la bsqueda de medica-mentos equilibrados, capaces de con-ferir incorruptibilidad al cuerpo huma-no o, an mejor, en la cultura cristiana,la curacin rpida y completa de las

    enfermedades y la prolongacin de lasalud y la eficiencia en vida hasta eltrmino previsto por Dios para el or-ganismo (alquimia del elixir o alquimiade la pr olongevidad).

    Resulta evidente la proximidad entrelas prcticas de los alquimistas y las delos artesanos (vidrieros, tintoreros, jo-

    yeros, herreros, farmacuticos), pero en-tre unos y otros existe una diferenciafundamental.

    Un arte filosficoSi las instalaciones y los procedimien-tos a menudo son realmente bastante si-milares, los alquimistas se distinguen delresto porque encuadran sus operacionesen el manejo de reflexiones cientfico-filosficas y religiosas que las justifican,apoyan y orientan. Las prcticas artesa-nales, por el contrario, remiten a una tra-dicin oral, a un aprendizaje de taller, arecetarios; la alquimia en la que tam-

    bin se dan estos aspectos se estructu-ra, adems, como una disciplina, o seacomo un conjunto bastante amplio dedoctrinas y textos. As, la teora resultasupeditada a la receta; junto a la tradi-cin oral se desarrolla una tradicin es-crita, la ms slida forma de legitimacinde una sabidura que se define filosfica(la alquimia es la parte ms noble y ex-celente de la filosofa, y arte filosfi-ca). Por otra parte, se hace referenciaa muchos libros y a su estudio, que re-sultan indispensables para practicar el

    CHIARA CRISCIANI es profesora de FilosofaMedieval, Universidad de Pava.

    La solucin perfecta, ilustracin delmanuscrito alqumico Pretiossimum DonumDei, siglo XVII, Pars, Biblioteca del Arsenal.

    El laboratorio dealquimia, por

    Giovanni Stradano,1570, Florencia,Palazzo Vecchio,

    Gabinete deFrancisco I.

    Riqueza y salud estaban en el punto de mira de unos hombres, mitadmagos, mitad cientficos, que con sus teoras filosficas y sus prcticas delaboratorio configuraron un saber, el de la alquimia, que pretendaperfeccionar los ms diversos mbitos del universo creado. CHIARACRISCIANI sigue sus pasos y explica su auge durante la Edad Media

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    arte filosfica; los alquimistas necesitantambin la especial naturaleza de su fi-

    losofa, diferente en muchos aspectosde las concepciones filosfico-naturalis-tas y mdicas de orientacin aristotlica

    y de carcter eminentemente doctrinario.El alqumico es un conocimiento esen-

    cialmente operativo, un conocimientoque nace de actuar, en el sentido de

    que slo con obrar el alquimista apren-de. Si necesarios son los libros, en el ha-cer filosfico del alquimista an son msrelevantes el olfato, el gusto, el tacto

    y, sobre todo, los ojos aguzados y

    adiestrados y las manos giles y robustas,con las cuales percibe, manipula y en-saya con las sustancias materiales sobrelas que trabaja y a las que transforma.

    Por estas caractersticas propias la al-quimia no es una protoqumica, una tc-nica de los metales, quiz todava in-cierta y errnea pero principalmente concontinuidad en la qumica moderna. Nolo es porque su finalidad y sus mtodos

    son diferentes y son los propios de unafilosofa operativa del per feccionamien-to. Aunque resulta cierto que la instru-mentacin tcnica y varios procedi-mientos transitan de la alquimia a la qu-mica. Pero la alquimia tampoco es slouna tcnica de elevacin espiritual, quetendra que ver con las alteraciones delalma, alegricamente expresadas por las

    vicisitudes de los metales, porque si bienes cierto que los alquimistas subrayan laimportancia de una evolucin interiordel operador y de la revelacin de cier-tas cualidades suyas, stas son slo al-gunas de las condiciones para que el t ra-bajo concreto de efectiva transformacinde sustancias materiales resulte eficaz.

    Por otro lado, es indudable que el pro-

    yecto alqumico volcado en perfeccio-nar aqu y ahora la materia, tiene evi-dentes connotaciones religiosas. El al-quimista, de hecho, se presenta comoun filsofo tcnico que se ocupa del

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    Cmaras secretas

    Qu es lo que haca exactamente el al-quimista, y cmo era su laboratorio? Alparecer, hasta hace pocos decenios, algunosprivilegiados pudieron visitar laboratoriosde alquimistas en Marruecos y hace aos fue-ron hallados los restos de un laboratorio dedestilacin, con todos los aparatos necesarios,en el centro de Pars; al parecer, este local fuedestruido se desconoce la razn en la se-

    gunda mitad del siglo XIV. Tambin ha si-do descubierta recientemente, en el palacioreal de Palma de Mallorca, una cmara se-creta, quiz el laboratorio de un alquimistaal servicio del soberano. Estos testimonios yrestos arqueolgicos, si bien confirman laexistencia de artfices dedicados no slo ala redaccin de tratados, no conservan pordesgracia suficientes rastros de la forma deproceder del trabajo alqumico: una vez msnuestros informadores privilegiados son losmismos alquimistas.

    No faltan, por ejemplo, descripciones deun laboratorio. Un texto del siglo XIV re-comienda que se monte de la siguiente ma-nera: El artfice debe disponer de un edi-ficio especial, alejado de la vista de los hom-bres. En l deber haber dos o tres cmarasen las que puedan llevarse a cabo las ope-raciones para sublimar, conseguir disolu-ciones y destilaciones. En el mismo siglo,

    el franciscano Buenaventura da Iseo, en suclebreLiber Compostille,aade, hablando dedichas estancias, que algunas deben ser lu-minosas y otras estar en penumbra, perosiempre bien dotadas de ventanas. Con-cuerda luego con la necesidad de que el la-boratorio est aislado, ya sea para salva-guardar a quien en l trabaja de las protes-tas de los vecinos por culpa del ruido, hu-mos y olores emitidos, o para garantizarlecierta discrecin. Buenaventura, como otros,dedica detalladas descripciones a los muchos

    tipos de hornos, hornillos y recipientes pa-ra los diferentes usos que se hallan en un la-boratorio de alquimista. En numerosos ma-nuscritos desde los ms antiguos estas cui-dadsimas descripciones van acompaadaspor dibujos muy detallados, para alegra delos historiadores de las tcnicas y los ins-trumentos. En otros tantos casos, por el con-trario, las operaciones alqumicas estn re-

    presentadas alegricamente en esplndidasilustraciones simblicas. Pero, a propsitode manuscritos y como ya hemos dicho, has-ta el siglo XIV escasean los latinos medie-vales: algunos han jugado con la hiptesisde que sea debido al hecho de que, hasta di-cha poca, la prctica prevaleciera sobre eldesarrollo de la teora, y que los escasos tex-tos, utilizados como prontuarios en la acti-vidad de laboratorios llenos de humo, entrefuego, cidos y lquidos corrosivos, sufrie-ran a menudo daos y destruccin.

    TRANSFORMANDO LA NATURALEZA. EL ALQUIMISTAENTRE LA MAGIA Y LA CIENCIA. LA ALQUIMIA

    Miniatura medieval que representa al alquimista rabe Zadith consultando la TabulaSmaragdina, un texto bsico de la alquimia latina y rabe, atribuido a Hermes Trimegisto.

    mundo (instancia tpica del hermetis-mo, que es uno de los campos de la al-quimia rabe y latina); que sabe insi-nuarse, con dulzura y competencia, enlos procesos naturales y teje con la Na-turaleza complejos vnculos de respetoreverente, de intervencin auxiliadora,de colaboracin; que acta, en fin, co-mo quien recrea aspectos de la realidadmaterial, porque los hace concretamen-

    te perfectos. No es casualidad que el al-quimista medieval se declare cocreador,es decir, colaborador de Dios en el pro-

    yecto de restablecimiento de una plenaperfeccin de los cuerpos. Este trabajoes religioso y tambin filosfico, porquesu meta es perfeccionar pero segn la

    doctrina y la experiencia (o sea, nopor va irracional o milagrosa).

    Todo eso ya se explicaba con cla-ridad en la Tabula Smaragdina,texto sapiencial de fundacin de laalquimia rabe y latina, atribuido aHermes, donde se afirma que la

    prctica de sublimacin y des-tilacin que el alquimista lle-

    va a cabo replantea la

    estructura del Cosmos y puede transformarla: As fue creado el mundo y (deeste preparado confeccionado del mismo modo) se obtendrn en este mundomaravillas.

    Frente a esta compleja sabidura, encuyas teoras las esperanzas de salvacin

    y las industriosas manos se integran enel trabajo concreto del laboratorio, parece apropiada la advertencia del his

    toriador contemporneo N. Sivin, segnquien, es imposible que una comprensin adecuada de la alquimia venga dela historia de la qumica o de las religiones por separado. La alquimia comprenda a ambas en ntima unin.

    Del Islam a EuropaLa alquimia el trmino mismo, los textos fundamentales aparece en la cultura latina occidental slo en el siglo XI

    y los autores de la poca hablan de ellcomo de una absoluta novedad, ignorada totalmente por los latinos. Por qunovedad? En la cultura clsica no faltaban ciertamente conocimientos sobreminerales, metales, tr ansformacione

    Un alquimista en sulaboratorio,detalle de unaestampa del siglo XVI

    tituladaLa alquimia delos flamencos, Roma

    Museo Storico dellArteSanitaria

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    tcnicas e, incluso, en los siglos de de-terioro de los estudios, estos conoci-mientos permanecen vivos, aunque frag-mentados y debilitados, en los lapida-rios, los recetarios tcnicos y en las en-ciclopedias de la Alta Edad Media. Sinembargo, tales informaciones y nocio-nes se ven privadas del fondo terico

    y filosfico que def ine el proyec to detransformacin-perfeccionamiento de la

    materia especfica de la alquimia.Dichas teoras y perspectivas filosfi-

    cas son justamente vistas como nuevas.Nuevas y todas ellas tomadas de la cul-tura rabe, heredera y transformadorade la alquimia helenstica: de hecho, esla cultura rabe la que crea las teorasespecficas, los conceptos, la misma ter-minologa tcnica y las principales orien-taciones doctrinarias sobre las que se ba-sa la alquimia latina medieval.

    Tras una primera fase de vida aper-tura frente a este conocimiento se con-firman, tambin en Occidente, lneas ycorrientes alqumicas relativamente au-tnomas de la influencia islmica, y uni-das, por el contrario, a los desarrolloscientficos y filosficos que, especial-

    mente con la institucin de la univer-sidad, el nacimiento de las rdenesmendicantes y el desarrollo de la cul-tura de Corte, hacen particularmente vi-

    vo el panorama doctrinal de los si-glos XIII y XIV. Aunque integrado en es-te panorama, el programa alqumico, so-bre todo por el peso dado a la operati-

    vidad, a la transformacin concreta y auna relacin de colaboracin con la Na-turaleza, resultar siempre anmalo res-pecto de la filosofa natural aristotlicaentonces dominante. No es una casua-lidad que los programas alqumicos noestn incluidos en los curricula univer-sitarios, y la alquimia permanecer co-mo un conocimiento no institucionali-zado, estructurado, es cierto, pero slo

    segn las reglas de la propia tradicin.

    Todo por el oroLa trayectoria de la alquimia latina pre-senta varios momentos significativosentre los siglos XII y XV. En una pri-mera fase se impone, comprensible-mente, la perspectiva metalrgica. Des-de un punto de vista terico, porque lasdoctrinas rabes proporcionan cono-cimientos sobre el mundo inorgnicopoco desarrollados en el sistema natu-ral aristotlico; desde un punto de vista

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    TRANSFORMANDO LA NATURALEZA. EL ALQUIMISTAENTRE LA MAGIA Y LA CIENCIA. LA ALQUIMIA

    operativo, por el obvio inters econ-mico que comportan las prcticas detransmutacin. No es casualidad queprncipes y potentados estn atentos aestas promesas, y hallamos alquimistashuspedes, con suerte diferente, de pe-queas y grandes Cortes; intereses al-qumicos de varios tipos se hallan pre-sentes tanto en la corte de los papas delsiglo XII como en la de Federico II.

    Aqu, Mi guel Esco to uno de los pri -meros autores latinos de alquimia es-cribe textos en los que coordina nue-

    vas doctrinas rabes con aportacionesartesanales ya conocidas, y enlaza laprctica alqumica con la ciencia astro-lgica, basndose en la reconocida co-rrespondencia entre metales y planetas.

    Contra los falsariosEn la alquimia metalrgica, el texto la-tino ms significativo es la Summa per-

    fectionis magister io (atribuida al alqui-mista rabe Geber y escrita en realidadpor el franciscano Paolo di Taranto, ha-cia mediados del siglo XIII).Junto a las crt icas tericas, las acu-

    saciones: si, como parece, los alquimis-

    tas no pueden imitar a la Naturaleza, noobtienen verdadero oro con sus opera-ciones; tratan de hacer pasar por ver-dadero un oro falso, teido, es decir,metales viles modificados slo en suapariencia y en la superficie. Por tanto,son unos falsarios.

    Sobre estas premisas, las rdenes re-ligiosas vetan el estudio y la prctica delarte, y el papa Juan XXII condena a losalquimistas falsarios en 1317. Estas con-denas que testimonian por otro lado laamplia difusin de la alquimia parece

    Fases del proceso alqumico

    LaSumma de Paolo di Taranto nos pro-

    porciona una lista exhaustiva de lasoperaciones que el alquimista lleva a ca-bo con los metales y minerales: sublima-cin, destilacin, calcinacin, disolucin,solidificacin, endurecimiento, encerado.A stas luego se les aaden las operacionesde ensayo cimentacin y crisol conoci-das por varios tipos de artesanos desde lapoca helenstica. Tambin Roger Bacon,en su Opus Tertium, proporciona una listaan ms detallada de los procedimien-tos. Adems, hay numerosos y variados

    esquemas que definen el conjunto del opus.

    Por otra parte, el propsito del proceso ysu desarrollo quedan reducidos a cuatro fa-ses (que son repetibles a varios niveles ypueden comportar muchas operaciones):reducir cualquier sustancia a una masa in-forme, indistinta (nigredo); recuperar en ellalos cuatro elementos y refinarlos (ablutio);reestructurarlos de forma equilibrada (con-gelatio); fijar (fixatio) la perfeccin as ob-tenida. Este producto proyectar luego superfeccin sobre otros cuerpos, a su vez pre-parados con varios procedimientos.

    Alquimistas con hbito

    No son pocos los nombres de francis-canos ligados a la alquimia. RogerBacon, en el siglo XIII, juega un papel pri-mordial tanto en la integracin filosficade la alquimia rabe en la cultura latina,como en la proposicin de nuevas lneas enla alquimia del elixir. Segn Salimbene de

    Adam, practicar la alquimia (aqu enten-dida como arte metalrgico) es el und-cimo defecto del discutido general de laOrden Elia da Cortona (a quien se atri-buyen opsculos y sonetos alqumicos),junto a su orgullo y a su codicia de rique-zas. Bonaventura da Iseo es definido porel mismo Salimbene como sabio, in-dustrioso y sagacsimo y es autor delLi-ber Compostille. En l podemos leer pr-logos significativos (sobre el sentidodel arte, su finalidad, la organiza-cin del trabajo alqumico, el usodel talento recibido de Dios) ymuchas recetas: algunas son espe-cficamente alqumicas y minera-lgicas; otras ms alqumico-m-dicas. Resulta importante la con-

    tribucin de Bonaventura a la al-quimia de las aguas medicinales,en los confines entre alquimia, me-dicina y farmacologa. En el si-glo XIV destacan dos nombres: Ar-nau de Vilanova y Giovanni di Ru-pescissa. El primero no es francis-cano, es un mdico famoso en suprofesin (es mdico de papas y re-yes) y como catedrtico en la Uni-versidad de Montpellier. Arnau,aunque laico, hace suyos los idea-les evanglicos de los franciscanosespirituales de Provenza, a quienessostiene con su prdica, sus pol-micos escritos y obras pas, con elapoyo de los potentados y con pro-puestas de reforma. A Arnau se le

    atribuyen varias obras alqumicas,coherentes en sus propuestas de fi-nes tanto transmutatorios como te-raputicos. Giovanni di Rupescis-sa, por el contrario, pertenece a lacorriente de los espirituales. Su li-bro sobre la quintaesencia desarro-lla plenamente la integracin en-tre tcnicas destilatorias y alqui-mia teraputica.

    Hay quien ha juzgado singular yvisto como una irona de la Historia

    el inters de los franciscanos, defensores dela pobreza, por la alquimia, arte de produ-cir oro y riqueza. En realidad, su inters es-t decididamente volcado en la alquimiateraputica y la prolongacin de la vida. Yverdaderamente no es tan extrao quequien, como Bacon y los espiritualistas, si-

    gue un programa de profunda renovatio re-ligiosa y eclesial, vea en la alquimia artede la transformacin y del perfecciona-miento de la materia un auxilio preciosopara sus propios fines, a la vez que un ca-so ejemplar de renovacin.

    El filsofo y cientfico franciscano del siglo XIIIRoger Bacon, segn un grabado decimonmico.

    Un alquimista muestra a sus discpulos las pginas de la Tabula Smaragdina, miniatura delmanuscrito Alchemica, siglo XVI, Manchester, J. Rylands University Library.

    Alambiques que utilizaban los alquimistas ensus laboratorios, en un manuscrito delsiglo XV, Padua, Biblioteca Universitaria.

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    a menudo polmicos o malvolos, y alos mismos textos alqumicos: no estndocumentados en cartularios univer-sitarios, ni en registros de corpo-raciones ni en listados.

    En los textos de los alquimis-tas, sin embargo, hallamos unadocumentacin que resulta sinduda significativa acerca de laimagen que ellos tratan de

    dar de su sabidura y de ellosmismos.

    Para empezar, el alquimis-ta se presenta como filsofo

    y artfice. As abundan, comoapertura de sus tratados, lasremisiones a largas y repeti-das lecturas, a los muchos li-bros, a vigilias de estudio; seapoyan en indicaciones sobrerobustez, salud, vigor fsico,sentidos agudos y adiestra-dos, condiciones de otra par-te indispensables para afron-tar las fatigas fsicas del opus.Luego vienen subrayadasciertas actitudes caractersti-cas que el alquimista debe

    poseer. Estar dotado repi-ten los textos de bene-volencia, humildad, devocin(necesaria para obtener laayuda divina en una actividadque se aproxima a la del Cre-ador); de laboriosidad, cons-tancia, paciencia (sin las quele sera imposible controlar y seguir conxito las operaciones del laboratorio).

    Perfil del alquimistaDos son las condiciones consideradas in-dispensables para el trabajo de alquimis-ta. Para empezar, que tenga una ampliadisponibilidad econmica; este arte seratifica no es para pobres. Ingredientes,libros, instrumentos, el mismo laborato-

    rio, son caros. Ni el alquimista puede va-lorar con certeza el tiempo necesario pa-ra conseguir el xito (de hecho, continarecomendando paciencia), as que nopuede programar con seguridad la pro-pia inversin. As suena una adverten-cia repetida a menudo: Que nadie em-prenda estas operaciones si no cuentacon fondos abundantes, al menos parados aos, para poder comprar todo aque-llo necesario para este arte. Si uno co-mienza igualmente y despus le falta eldinero, perder las sustancias y todo.

    En resumen: la alquimia (metalrgica)sera un arte que multiplica riqueza deriqueza, y por ello suscita inquietudesticas sobre el destino social de tales ri-quezas. Quiz sea por esta razn por laque el lugar privilegiado para las acti-

    vidades de los alquimistas metalrgicos

    son las Cortes, con sus prncipes vidose impacientes de resultados, pero bue-nos patrones y financieros.Y, por otra parte, tambin por la per-

    plejidad moral que suscita esta forma deproducir riqueza, algunos maestros es-colsticos, aun juzgando a la alquimiacientficamente posible, desaconsejan vi-

    vamente su prctica. Realmente existe elpeligro de que provincias enteras se con-

    viertan en presas de una confusin eco-nmico-financiera por una superproduc-cin del precioso metal. Sin hablar de

    que, por la esperanza de una ri queza tanfcil, se abandonen los oficios y su subvierta as el orden social.

    La otra condicin, siempre recomendada, es el silencio: los alquimistas deben ser cautos yprudentes al hablar, actitudeque nos retrotraen a preocu-paciones monopolsticaspropias tambin de otros pro

    fesionales. Pero sobre todoa la conviccin de que a este excelso conocimiento slo pueda acceder aquel aquien el alquimista mismoseleccione, con un lenguajea veces intencionadamentecrptico. Por lo dems, ad

    vierten muchos autores, slespeciales iluminaciones di

    vinas, o mejor an providenciales encuentros que el principiante mantiene con lomaestros ms expertos, pueden aclarar los textos oscuros. En varias descripcionede estos encuentros, la relacin entre alquimistas se de

    sarrolla siguiendo etapas definidas. El que ms sabecomprueba en el otro la presencia de las dotes necesarias, y se dedica a potenciarlas; los dos leen juntos lotextos de la tradicin y se esfuerzan por interpretarlos y

    por superar las contradicciones de loautores que, a la postre, se revelan slo aparentes. Sobre todo maestro y alumno trabajan juntos: adems del estudiodiligente, de las pruebas repetidas conpaciencia, el aprender actuando junto a alguien ms experto, es la formatpica de adiestramiento.

    Para conseguir pericia, aduearse deconocimientos, encontrar expertos o

    providenciales maestros, el alquimistviaja y mucho. El viaje, es cierto, puedser un toposque alude a un itinerario inicitico del adepto. Por otra parte, sinembargo, el alquimista Leonardo dMaurperg (siglo XIV) ha dejado una descripcin muy minuciosa de su largo peregrinaje. Real o metafrico, quiz es epropio viaje lo que indica la esencia deprograma alqumico: un recorrido dla materia y del artfice desde las carencias y los errores iniciales hasta la estabilidad y la perfeccin.

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    que no tuvieron efectos relevantes, vis-to que se continan escribiendo textosde transmutaciones, incluso dedicadosa pontfices. Y si el inquisidor Nicols

    Eymeric, a finales del siglo XIV, consi-dera a todos los alquimistas falsarios yles acusa de pacto demonaco, otros tes-tigos, los juristas, recuerdan transmuta-ciones eficaces (Giovanni dAndrea de-clara haber asistido a ellas, incluso en laCuria papal), y juzgan legtimo el artetransmutatorio, siempre que se ejercitebajo el control del prncipe.

    Sin embargo, en el siglo XIV la alqui-mia metalrgica parece resentirse por es-tas exclusiones y crticas. La tr ansmuta-cin de los metales permanecer entrelos fines de la alquimia, pero es justoel programa de transformacin de la ma-teria el que (quiz tambin por la difi-cultad de fundar plenamente la trans-mutacin) se articula y se alarga a otros

    objetivos.

    El elixir de la vidaEn esta direccin, los alquimistas del si-glo XIV desarrollan las muy innovado-ras perspectivas que ya Roger Bacon ha-ba avanzado sobre la base del pseudo-aristotlico Secretum secretorum. ParaBacon, la alquimia es una ciencia queengloba cualquier tipo de generacin ytransformacin y es, por tanto, la basede la medicina y la alquimia prctica. s-ta es capaz de producir oro ms perfectoque el natural: sobre todo puede pre-

    disponer medicamentos en los que laincorruptibilidad (perfeccin) de los me-tales nobles se una al dinamismo de la

    vida. Se trata de frmacos, de elixires

    que multiplican su perfeccin tambinsobre el cuerpo del ser humano, garan-tizando salud y longevidad.

    Esta orientacin teraputica queaproxima estrechamente, aun en susmuchas diferencias, alquimia y medici-na es tpica de la alquimia latina de laEdad Media tarda. Se expresa en textosmuy amplios, filosficamente absor-bentes, ricos en intercambios con la fi-losofa natural y la medicina contempo-rnea (el Testamentumatribuido a Ra-mon Llull; el Rosariosatribuido al fa-moso mdico Arnau de Vilanova).

    La alquimia del elixir se coaliga, ade-ms, en el siglo XIV, con la preexisten-te tradicin farmacolgica de las aguasdestiladas; nuevos hallazgos tcnicos

    permiten la destilacin del vino. Elaguardiente y el alcohol as obtenidoscoinciden con la idea del elixir en laobra de Giovanni di Rupescissa: l de-fine como quintaesencia este produc-to, que repetira en la Tierra la inco-rruptible materia de los cuerpos celes-tes. Adems, segn l, con el alcohol esposible extraer la quintaesencia de otrassustancias, y obtener frmacos ms efi-caces que los tradicionales. Estas co-rrientes medicofarmacolgicas repre-sentan el mximo desarrollo de la al-quimia latina medieval: Paracelso, en elsiglo XVI, tambin partir de ellas.

    Quin es el alquimista? Es cierto que,especialmente en los siglos XIII y XIV,uno tiene la impresin de que quien se

    dedica a estas investigaciones es un m-dico, o que al menos tiene una buenapreparacin mdica. Nada ms errneosegn las investigaciones actuales, por-que la figura del alquimista como tal, supapel, su pertenencia social, son bas-tante difciles de descifrar. Faltan, en es-te caso, documentos que informen sobreotros trabajos y profesiones. Investiga-ciones, cursos de formacin, prestacio-nes que, como las alqumicas, no estninstitucionalizadas, son confiados a lostestimonios de los dems demasiado

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    TRANSFORMANDO LA NATURALEZA. EL ALQUIMISTAENTRE LA MAGIA Y LA CIENCIA. LA ALQUIMIA

    El inquisidor Eymeric, a finales delsiglo XIV, considera falsarios a todos losalquimistas y les acusa de pacto demonaco

    La piedra de la juventud

    sta es, hijo, la piedra excelsa () quetransforma todos los cuerpos imper-

    fectos en cuerpos capaces de producir has-ta el infinito verdadero oro y verdadera pla-ta. E igualmente decimos que posee virtudy eficacia superiores al resto de medicinasy que realmente puede curar todas las en-fermedades del cuerpo humano (). Poresto, ya que es de naturaleza sutilsima ynobilsima, y conduce a todas las cosas a sutemperamento perfecto, conserva la saludy refuerza las energas, y las multiplica

    hasta el punto de rejuvenecer a los viejos(). Por eso, hijo, si la posees, posees un te-soro que no perece. Adems esta medicinatiene an otro poder, que es el de quitarlelos defectos a cualquier ser animado y el devivificar todas las plantas en primavera, acausa de su gran y maravilloso calor.

    (De Pseudos-Lullo, Testamentum, en

    M. Pereira,Loro dei filosofi. Saggio sulle idee di

    un alchimista del Trecento, CISAM, Spoleto,

    1992, pp. 109-110)

    El adepto, ilustracin de un tratado del sigloXVIIque describe las diversas operaciones delproceso alqumico, Londres, British Museum.

    La Luna y el Sol, smbolos alqumicos de lofemenino y lo masculino, miniatura de

    Splendor Solis, 1589.

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    Theophrastus Paracelso (1493-1541), retratado por Rubens sobre un retrato de Quentin Metsys, Bruselas, Museo Real de Bellas Artes.

    P aracelso marca un hito en eldesarrollo cultural del si-glo XVI. Para situar adecuada-mente la alquimia, la destila-cin y el paracelsismo, conviene recor-dar, aunque sea de modo sumario, la

    imagen actualmente vigente sobre supersonalidad y la influencia de su obra,como consecuencia de un siglo de in-

    vestigacin continuada en torno al te-ma. Al margen de ella, su figura y suproduccin han sido y continan sien-do vctimas de acercamientos irrespon-sables, que lo convierten en una granpersonalidad de la magia y el ocultismo.

    Paracelso fue el sobrenombre de The-ophrastus Bombast von Hohenheim(1493-1551). Nacido en la localidad sui-za de Einsiedeln, se educ en la zonaminera de la Carintia, donde se fami-liariz con las prcticas metalrgicas yalqumicas. Ms tarde, estudi medici-na, doctorndose en la Universidad deFerrara bajo la direccin de Niccol Le-oniceno. La radical inquietud de su per-sonalidad le hizo pasar toda su vida re-alizando viajes, cuya importancia parala experiencia mdica defendi, entreotros muchos textos, en su Spital-Buch(1529): Mi experiencia l a he consegui-do, con gran dedicacin, de Lituania,Holanda, Hungra, Dalmacia, Croacia.Rodas, Italia, Francia, Espaa, Portugal,

    Inglaterra, Dinamarca y todos los terri-torios alemanes.

    Solamente durante el curso acadmi-co 1527-28, fue profesor en la Universi-dad de Basilea, de donde tuvo que sa-lir huyendo ante la reaccin producidapor el contenido renovador de su ense-anza y su provocadora conducta. En lasclases, se jactaba de su gttliche grobheit(divina grosera) y, en la noche de San

    Juan, haba llegado a hacer una hogue-ra con textos mdicos clsicos. Critic

    frontalmente los fundamentos del gale-nismo, basndose sobre todo en doctri-nas procedentes de la alquimia. Despla-z a un segundo plano la teora de l oscuatro elementos de Empdocles y la delos cuatro humores cardinales de los ga-

    lenistas y convirti las tr es sustancias al-qumicas en el centro de su visin del or-ganismo humano y sus enfermedades.

    Las tres sustancias fundamentalesAfirm que todos los seres, vivos o ina-nimados, estn integrados por la com-binacin, en proporciones variables, demercurius, sulphur y sal, que eran almismo tiempo elementos y modos decomportarse la materia. Al quemarse uncuerpo, el mercurius sera lo voltil, quese escapa en forma de humo; el sulphur,lo combustible, que produce la llama, yla sal, lo resistente al fuego, que quedaen las cenizas.

    En su Opus Paramirum(1530-31), loexpuso del siguiente modo: En cadacuerpo hay tres sustancias, es decir, ca-da cuerpo consiste en tres cosas, cuyosnombres son sulphur, mercurius y sal.Cuando las tres estn reunidas existe uncuerpo, al que slo puede aadirse la vi-da y lo que de ella depende. Cuando co-ges un cuerpo con la mano tienes de mo-do invisible tres sustancias bajo una for-ma. Es necesario que hablemos de ellas,porque de estas tres sustancias en unaforma depende toda la salud. Si tienes enla mano (un trozo de) madera, apareceante tus ojos solamente un cuerpo. Este

    10

    Estableci un antes y un despus en el desarrollo de la alquimia y de lamedicina en el Renacimiento. JOS MARA LPEZ PIERO recuerda laajetreada biografa del sabio suizo, analiza las principales innovaciones desu obra y su difusin en el contexto social y cientfico del siglo XVI

    La cumbre del arte oculto

    PARACELSO

    JOS MARA LPEZ PIERO, de la Real Acade-mia de la Historia. Catedrtico jubilado deHistoria de la Medicina, U. de Valencia.

    Portada del primer volumen de una edicinde 1658 de la Opera Omniade Paracelso,Biblioteca de La Universidad de Barcelona.

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    medicamentos de carcter artificial. Apar-te del mercurio, no slo en unciones, si-no tambin por va oral, utiliz prepa-rados de azufre, plomo, cobre, hierro,plata, oro y, sobre todo, de antimonio,el ms difundido de los cuales fue el tr-taro emtico (tartrato potsico de anti-monio), que se contina empleando ac-tualmente en el tratamiento de las es-quistosomiasis. Critic duramente la co-mercializacin por los banqueros Fuggerdel guayaco como antisifiltico y los abu-sos de las unciones mercuriales.

    Paracelso public muy pocas obras.

    Solamente a partir de los aos sesenta delsiglo XVI se editaron en el original ale-mn sus numerosos manuscritos y apa-recieron las traducciones latinas que losdifundieron en pases no germnicos,gracias a la actividad de la primera ge-neracin de paracelsistas, integrada prin-cipalmente por Adam Bodenstein, Mi-chael Toxites, Gerhard Dorn, Adam Sch-ter y Johannes Huser. Sus ideas tenanuna relacin directa con la alquimia m-dica bajomedieval, dentro de la cual so-bresala la produccin del cataln de me-diados del siglo XIV Joan de Peratallada

    (Joannes de Rupescissa), en especial suLiber de consideratione quintae essentiae

    El paracelsismo en su conjunto fue unmovimiento intermedio entre la medicna acadmica y la subcultura alqumica

    El ncleo de la alquimia era la transmutacin de los metales, idea compatible con el hilemorfismo aristotlico, yque si la materia prima permanece inmutable, solamente haba que modifica

    la forma, mediante operaciones adecuadas hasta conseguir, por ejemplo, el oroms perfecto. En esta lnea, los alquimistas desarrollaron numerosas tcnicaqumicas, en especial la sublimacin y ldestilacin. En la Baja Edad Media, edescubrimiento del alcohol etlico y dsus efectos como disolvente de las materias orgnicas permiti extraer de stasu quinta essencia, en la que residiransus propiedades peculiares, y el hallazgo de los primeros cidos minerales, entre ellos, el aqua regia, combinacin dentrico y clorhdrico, permiti disolver lainorgnicas, incluido el oro.

    Ocultismo e inquisicinPor otra parte, la alquimia estaba asocia

    da en diversas formas a la astrologa y avarias corrientes mgicas y msticas. Ensus textos se manifiesta la profunda diferencia entre los patrones de conducta

    vigentes en esta subcultura cientfica y lode la acadmica. No estaban destinadocomo las obras cientficas acadmicas la publicacin, es decir, a la comunicacin abierta a todo el mundo de la formams clara posible, sino a un crculo restringido de iniciados. En consecuenciaeran manuscritos y estaban redactados enun lenguaje esotrico, lleno de enrevesados smbolos y metforas. Durante eRenacimiento, los manuscritos alqumcos eran colecciones, en latn e idioma

    vulgares, de obras o de fragmentos en sumayor parte de origen bajomedieval, como los de Joan de Peratallada y los falsamente atribuidos a Ramn Llull, Arnaude Vilanova, san Alberto Magno, etctera. Muchos incluan tambin un conjunto desordenado de recetas y anotacionede muy diversa ndole.

    El hecho de que la investigacin histrica haya comprobado el carcter apcrifo de los escritos alqumicos atribuidoa Ramn Llull no debe hacer olvidar qulos lulistas del Renacimiento los aceptaban como autnticos. La estrecha asociacin entre lulismo y alquimia no

    13

    La representacin del enrojecido sol naciente, uno de los smbolos de la alquimia, en unaminiatura de Splendir Solis, de Salomn Trimosin, siglo XVI, Londres, British Library.

    conocimiento no te sirve, ya que los rs-ticos tambin lo saben y lo ven. Debesfundamentar y comprobar que tienes enla mano sulphur, mercurius y sal. Cuan-do hayas visto las tres cosas y las hayasdistinguido unas de otras de modo ma-

    nifiesto y verdadero, tendrs los ojos conlos que un mdico debe ver. Con esosojos tienes que ver tan claramente co-mo un rstico ve la simple madera. T-malo como un ejemplo, ya que en el serhumano debes reconocer las tres, lo mis-mo que en la madera. Si ves su esque-

    leto, haces como los rsticos, pero si dis-tingues su sulphur, su mercurius y su sal ,sabes lo que es el hueso y, si est enfer-mo, lo que le falta y requiere, y por qu

    y cmo padece. Ver lo superficial es pro-pio del rstico. Ver lo interno y oculto es

    propio del mdico Volvamos al ejem-plo de la madera. Cuando quemas uncuerpo, lo que arde es sulphur, el humoes mercurius y sal lo que se convierte encenizas. La combustin confunde elentendimiento del rstico, pero parael mdico es una ocasin de iniciar su

    mirada mdicaEl cuerpo humano es-t compuesto nicamente de sulphur,mercurius y sal. De estas tres cosas de-pende su salud, su enfermedad y todo loque lo afecta. Como slo hay tres (sus-tancias), en ellas reside el origen de to-das las enfermedades y no en los cua-tro humores, cualidades y cosas seme-jantes.

    Causas de las enfermedadesSupona que la ordenacin de las tressustancias en el organismo humano sedeba a una fuerza vital especfica quellamaba arqueo. Si su accin era in-suficiente, se producan depsitos se-micristalinos semejantes al poso de losprocesos fermentativos (trtaro), queeran la causa de enfermedades como lasreumticas, las litiasis, la gota, la infla-macin de las articulaciones, etc. (en-fermedades tartricas).

    En el Volumen Paramirum(1530-31)orden la etiologa en cuatro entia:ensastrale (influjos del ambiente y del cos-mos), ens veneni (causas dependientesde los alimentos y dems sustancias queentran en el organismo), ens naturale

    (disposicin constitucional) y ens spiri-tuale (acciones patgenas del pensa-miento y la voluntad). La imaginacin,instrumento del ens spirituale, no es ma-terial en s misma, pero puede influir enel cuerpo: El espritu es el seor, la ima-ginacin es el instrumento y el cuerpo,la materia plstica. Entre las enferme-dades de la imaginacin figura, porejemplo, una chorea imaginativa, dife-rente de la chorea lascivay de la cho-rea coacta seu naturalis. No se trata, sinembargo, de una innovacin conceptual,

    ya que continu recurriendo a la doc-trina estoica de las representaciones en-gaosas o falsas creencias como me-canismo mediante el cual la imaginacinproduce las alteraciones somticas.

    Tambin se enfrent con la farmaco-terapia galenista, limitada a los remediosnaturales, con su planteamiento que-mitrico del tratamiento medicamentoso.En estrecha relacin con sus teoras pa-tolgicas, pensaba que en la naturalezahay arcana, es decir, principios curativosespecficos de cada enfermedad, que elmdico debe aislar mediante las prcti-cas alqumicas. Ello condujo al perfec-cionamiento de la tcnica farmacutica

    y a la introduccin de preparados qu-micos minerales, que fueron los primeros

    12

    Uno de los argumentos favoritos de Pa-racelso era la importancia de los via-jes para que los mdicos adquiriesen expe-riencia, que contrapona con su habitual di-vina grosera a la escolstica libresca de losque se quedaban cmodamente en sus ca-sas con los genitales calentitos. Viaj mu-cho y estuvo en Espaa entre 1517 y 1519.

    En la primera parte del Spital-Buch(1529) habla de mi experiencia, que congran diligencia he obtenido de Lituania, losPases Bajos, Hungra, Dalmacia, Croacia,Rodas, Italia, Espaa, Portugal, Inglate-rra y todas los territorios alemanes. De for-ma semejante, en el prlogo del primer tra-tado de Das erste Buch der Grossen Wundarz-ney (1536), se pavonea de que no slo ha es-tudiado, sino viajado hacia Granada, ha-cia Lisboa, a travs de Espaa. Otras refe-

    rencias se ocupan del clima espaol, de lastortugas que vio aqu, del carcter de los es-paoles, que compara al de los gallos, deSantiago de Compostela como lugar de pe-regrinacin y de un ridculo nigromanteque pretenda obtener con una campanillavidencias parecidas a las que hoy difun-den continuamente tantas emisoras espa-olas de televisin.

    Son numerosas sus citas a obras autn-ticas o apcrifas de Arnau de Villanova, Ra-mn Lull y Averroes, mientras que ignoralas de los mdicos que en las institucionesacadmicas oficiales seguan aferrados al es-colasticismo tradicional. En contrapartida,las traducciones latinas de su obra en ale-mn, editada a partir de 1560, tuvierongran difusin en Espaa.

    Jos Mara Lpez Piero

    Paracelso en Espaa

    Maestros y aprendices se afanan en las diversas labores del proceso de la destilacin en unlaboratorio alqumico, grabado del siglo XVII, a partir de una pintura de Giovanni Stradano.

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    La medicina acadmica tuvo ante elparacelsismo dos posturas opuestas. Ladescalificacin de Paracelso y sus doc-trinas suele personificarse en ThomasLiebler (Erastus), profesor en Heidelberg

    y ms tarde en Basilea, clebre por sufanatismo religioso, que lo convirti en

    uno de los principales defensores m-dicos de la caza de brujas. Su violen-to ataque en Disputationes de medicinanova Philippi Paracelsi(1571) est ba-sado en argumentos teolgicos desde uncerrado aristotelismo.

    La oposicin a los medicamentos qu-micos fue encabezada durante ms de unsiglo por la Facultad de Medicina de Pa-rs, que consigui la prohibicin de lospreparados de antimonio desde 1566 has-ta 1666. Guy Patin, adems de decir quela teora de la circulacin de la sangre eraparadjica, intil, falsa, imposible, ab-surda y nociva, escribi un Martyrologiede lantimoine, con una lista de los mr-tires que supuestamente haban muer-to vctimas de este medicamento. Resul-ta admirable que, en este ambiente y tresaos antes de su muerte, Johann Gnt-her von Andernach defendiera el uso delos remedios qumicos como una rectifi-cacin de detalle del galenismo en su l-timo libro De medicina veteri et nova(1571). El principal adelantado de la pos-tura eclctica fue Conrad Gessner, quehaba publicado, con un planteamientosemejante, Thesaurus de remediis secre-tis, liber physicus, medicus, et partim chy-

    micus (1552), bajo el seudnimo deEvonymus Philiatrus.

    Al ncleo luterano en torno a Witten-berg perteneca Andreas Libavius (1546-1616), mdico de formacin, pero quefueprofessor historiarum en la Univer-sidad de Jena y, ms tarde, inspector deenseanza secundaria en Rotenburg. SuAlchymia (1595) no es en absoluto el

    primer tratado de qumica moderna, co-mo lo han calificado sus panegiristas, si-no una mera recopilacin recogida delos mejores autores, tal como indica yasu ttulo completo. Entre otros muchostemas, se ocupa del nitrato de plomo ydel que se llamara espritu fumante deLibavius, es decir, cloruro de estao co-mo un lquido humeante obtenido me-diante la destilacin de la amalgamade estao con cloruro de mercurio. Sinembargo, debe principalmente su cele-bridad a los excelente grabados que re-presentan un edificio ideal dedicado alaboratorio de destilacin. Sin estar di-rectamente aplicado a la medicina, suplanteamiento corresponde al galenis-mo eclctico, cuya figura central en laprimera mitad del siglo XVII sera DanielSennert, desde su ctedra en Wittenberg.

    Una pionera ctedra valencianaEn el siglo XVI, la nica ctedra de me-dicamentos qumicos fue la de Remediismorborum secretis, et eorum usu (Reme-dios secretos de las enfermedades y suutilizacin), que la Universidad de Va-lencia dot en 1591. Como titular fuenombrado Lorenzo Czar, una de las per-sonalidades mdicas ms destacadas dela ciudad, ya que haba sido catedrtico

    de Ciruga y, en 1589, Felipe II le nombr protomdico de la Ciudad y el Reino de Valencia.A pesar del nombre de la ctedra, ob

    viamente procedente del libro de Gessner, Czar no era seguidor del galenismo eclctico, sino un convencido paracelsista, que haba publicado dos aoantes un Dialogus veros medicinae fontes indicans (Dilogo que indica las ver

    daderas fuentes de la medicina, 1589)en el que denunci la insuficiencia de lmedicina tradicional, sobre todo desdeel punto de vista teraputico, y propuso una nueva fundamentacin basadaen los principios quemitricos.

    El programa de Czar provoc una dura reaccin en su contra en el ambientemdico valenciano, a la que en numerosas ocasiones se esfuerza por contrarrestar con demostraciones experimentales: Los fenmenos qumicos ms evidentes resultan inadvertidos para loinexpertos, sobre todo para los mdicos que sienten aversin de toda prctica de la filosofa y niegan la utilidad la necesidad de este importantsimo arte. Por ello, convendra ante todo con

    vencerlos, rogndoles que, por lo menos, observaran las operaciones que realizan los buenos qumicos. Sin embargo, muchos tienen un nimo tan depra

    vado que prefieren volver la cabeza y taparse los odos por miedo de que, con

    vencidos de la verdad, se vean obligadoa reconocer que estaban equivocadosEl paracelsismo no tuvo continuidad oficial en Valencia hasta fines del siglo XVIpor obra del movimiento mdico novator, seguidor del sistema iatroqumico.

    15

    Destilatorio de vapor inventado por el paracelsista extremeo Diego de Santiago.

    GARCA FONT, J., Historia de la alquimia en Espaa, Madrid, Editora Nacional, 1976.

    LUANCO, J. R.,La alquimia en Espaa, 2 vols., Bar-celona, 1889-97. Reimpresin: Madrid, Coleccin

    Aliatar, 1980.LPEZ PIERO, J. M., Paracelsus and his Work in16th and 17th Century Spain, Clio Medica, 8(1973).LPEZ PIERO, J. M., El Dialogus (1589) del para-celsista Lloren Coar y la ctedra de medicamen-

    tos qumicos de la Universidad de Valencia (1591),

    Valencia, Ctedra e Instituto de Historia de la Medi-cina, 1977.LPEZ PIERO, J. M., y PORTELA MARCO, E., Estudiointroductorio, en DIEGODE SANTIAGO, Arte separato-ria(Sevilla, 1598), Alicante, Instituto de CulturaJuan Gil-Albert, 1994.MORENO ALCAIZ, E., Facetas de la alquimia y los alquimistas espaoles, Anales de Fsica y Qumica,42 (1946).

    PARA SABER MS

    solamente se refleja en los seguidores delmovimiento lulista, sino tambin en suscontradictores. Resulta muy significativoque Nicolau Eymerich, su ms acerboenemigo durante el siglo XIV, hubiera es-crito un Tractatus contra alchimistasy unDialogus contra lullistas y que arreme-tiera conjuntamente contra ambos en sufamoso Directorium inquisitorum.

    Si se tiene en cuenta que Valencia ha-ba sido un ncleo influyente del lulis-mo bajomedieval, as como la ensean-za regular en dicha ciudad de las doc-trinas del autor mallorqun en relacincon diversas reas cientficas, no resul-ta extrao que hubiera destacados al-quimistas como Pere de Rossellis, ngelde Aiora y, sobre todo, Llus de Cente-lles, dos de cuyas obras, Coplas sobre la

    piedra philosophaly una carta acerca delos fundamentos tericos de la alquimia,circularon ampliamente a travs de co-pias manuscritas, llegando incluso lasCoplas a ser impresas por el paracelsis-ta italiano Leonardo Fioravanti.

    La carta (1552), dirigida a un DoctorManresa residente en Murcia, con mo-tivo de la visita de un discpulo suyo,

    expone en una mezcla de castellano ylatn sus concepciones sobre las bases

    doctrinales del conoscimiento des-ta primera materia metalorum.Considera un error especialmen-te grave aceptar los supuestos del

    hilemorfismo aristotlico y que lamateria en que se han de convertirlos metalesjuxta opinionem Aristo-telis... sit prima materia in univer-

    sali, argumentando que esto con-trara a toda filosofa mediante textosde tratados alqumicos atribuidos a Ra-mon Llull y Arnau de Vilanova. Tambincritica la confusin entre el sulphur yel mercurius philosophorum, es decir,como principios alqumicos, y el azu-fre y el mercurio vulgares: Por tanto,cuando los philsophos [alquimistas] di-cen quod sulphur et mercurius sunt prin-cipium et origo omnium metallorum

    bien dicen si son bien entendidos, pe-ro no los vulgares, sino aquellos que losphilsophos entienden, y esto dicen porel smbolo y concordancia que con losotros tienen. Las Coplas sobre la piedra

    philoso phal estn dedicadas primaria-mente a un procedimiento tcnico, que

    Centelles describe en un lenguaje tpi-camente alqumico. Por una parte, estlleno de complicadas metforas dirigi-das a los iniciados: Toma la dama quemora en el cielo/ ques hija del Sol sinduda ninguna/ y aquesta prepara en ba-o de Luna/ do lave su cara de su ne-gro velo./ Despus si pudieres al Sol yal hielo/ en el mismo bao la tenga enprisin/ hasta que purgada de su im-perfeccin/ nos sea lucero ac en estesuelo. Por otro lado, desciende en oca-siones a un tono casi puramente des-criptivo: El fuego primero te dixe quefuese/ muy blando al principio de la so-lucin/ lo mismo te digo que sea la im-bibicin/ pues mucho errara quien nolo entendiese/ ya que despus el cuer-po tuviese/ muy fixo a lo blanco y en superfeccin/ seguro lo tienes del fuerteladrn/ que no te entre en casa por msque quisiese.

    Alquimia frente a medicinaLa posicin marginal de la cultura al-qumica no impidi que sus tcnicas yalgunas de sus concepciones fueran pe-netrando en el mundo acadmico y lle-garan a influir de modo importante enlos orgenes de la medicina moderna.La primera etapa consisti en asimilar la

    destilacin, trmino que tena enton-ces un significado ms amplio que el ac-tual, incluyendo tambin reacciones qu-micas en sentido estricto. ste es el con-texto en el que hay que situar los librossobre destilacin de medicamentossimples y compuestos de HieronymusBrunschwig:Liber de arte destillandi desimplicibus. Das Buch der waren Kunst

    zu Distilliren die eintzigen Ding (1500)

    yLiber de arte destillandi de compositis,Das Buch der waren Kunst zu Distilli-ren die Composita und Simplicia (1512).Sin embargo, la mayora de los mdicosdespreciaba entonces la alquimia abier-tamente. Especialmente duras fueron laspalabras de Andrs Laguna en su tra-duccin comentada de Dioscrides, cu-

    ya primera edicin (1555) apareci enla misma dcada en la que Llus de Cen-telles redact su carta: Llaman Mercu-rio al azogue los alquimistas y tienenpor cosa muy resoluta que puede trans-formarse en cualquier metal como ap-ta y natural materia de todos. Emperode aquesto, se dan a mil diablos, que

    vindole en potentia propinqua de serpursima plata, no le pueden jams cua-

    jar ni reducir a que obedezca al marti-llo, aunque gastan toda su hacienda encarbn y soplan toda la vida. Y a la ver-dad, como Mercurio fue siempre ungran burlador, ans el azogue les da fi-nalmente el pago que por su vanidadmerecen, porque son ordinariamente

    vanos y perniciosos a la repblica.

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    Portada del libro Dialogus veros... del mdicoparacelsista valenciano Lorenzo Czar, 1589.

    Monstruo alegrico con los smbolos de la

    transformacin alqumica, segn un grabadode la segunda mitad del siglo XVIII.

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    El Escorial, un laboratorio de vanguardia

    L a persistencia de los tpicos de la le-yenda rosada y de la negra en tornoa Felipe II viene impidiendo conocer la es-pecial relacin que mantuvo con la alqui-mia, la destilacin y el paracelsismo. Larosada, que lo presenta como adalid del

    catolicismo, ocultando, entre otras muchascosas, que fue el gran protector de la sectaFamilia Charitatis, ha llegado a desorientarincluso a importantes investigadores sobreel tema, como A. G. Debus. Est slida-mente documentado que, ya en 1557 y1559, durante su estancia en los Pases Ba-jos, trabajaron a su servicio y de los ensa-yos alqumicos que en 1567 se efectuaronen el domicilio de su secretario Pedro delHoyo, donde se construyeron los hornillosnecesarios.

    En el jardn real de Aranjuez se inici tem-pranamente la prctica regular de destila-ciones, siendo el flamenco Frans Holbecq elprimer titular del oficio de destilador deaguas y aceites, que desempe desde sunombramiento en 1572 hasta 1594, aunquehubo entonces otros destacados como el ita-liano Giovanni Vicenzo Forte y el castellanoJuan del Valle.

    El laboratorio de destilacin de El Es-corial era el ms importante de Europa. Ensu Historia de la Orden de San Jernimo (1605),Jos de Sigenza expone que fue construidopor iniciativa personal de Felipe II y hablacon admiracin de los aparatos instalados en

    sus once habitaciones, con que se hacen milpruebas de la naturaleza y que con la fuer-za del arte del fuego y otros medios e ins-trumentos descubren sus entraas y secre-tos. Su testimonio es el de un profano, lomismo que el de Jernimo de Seplveda:

    A quin no admiran aquellas mquinas tangrandes de sacar aguas por vidrios? Qu decosas preciosas y de gran valor hay en estaoficina!.

    Muy distinta es la informacin que pro-porcionan el mdico murciano Juan Alon-so de Almela y el gentilhombre de cma-ra flamenco Jehan Lhermite. Almela se

    ocupa con conocimiento profesional del la-boratorio, detenindose en las habitacionesdonde haba numerosos alambiques, en unadestinada a los hornos para el arte chmi-ca y en otras dos, situadas en el piso su-perior, en las que sobre hornos y calderas degrandes dimensiones estaban instaladosevaporatorios con ms de cien alambiques,uno de los cuales produca diariamente ca-si doscientas libras y el otro, noventa librasy ms de aguas.

    Lhermitte describe con cierto detalle lamayson por distiller des eaux, ofrece una

    lista pormenorizada de los productos queall se obtenan y expone el funcionamien-to de sus tres principales aparatos, adjun-tando incluso dibujos de los mismos. El pri-mero se utilizaba para obtener las quinta-esencias y constaba de veintisis vasos de

    vidrio, unidos entre s con largos tubos tam-bin de vidrio; el calor se aplicaba nica-mente en el horno sobre el que descansabael primero de ellos, donde se coloca la ma-teria de la que se pretende extraer la quin-taesencia. El segundo aparato, llamado to-rre filosofal, era el principal instrumen-to para destilar aguas de toda clase, en abun-

    dancia y tena una altura de unos veintepies y un dimetro tal que tres hombresapenas la pueden abrazar. Adems del hor-no y la base de ladrillos, Lhermite informaque est hecha de latn, en forma de torre,y destila por el calor del vapor; contiene ungran nmero de vasos y alambiques de vi-drio, y en veinticuatro horas extrae ms de200 libras de aguas destiladas de las hier-bas que en ella se colocan, cifra que coin-cide bastante aproximadamente con la pro-porcionada por Almela. El tercer aparato erael ideado por Diego de Santiago, el ms im-portante de los destiladores de Su Majes-tad. En el laboratorio trabajaron, por su-puesto, boticarios y tambin diferentes al-quimistas.

    Destiladores de Su Majestad

    Uno de ellos fue Richard Stanyhurst, exi-liado de Inglaterra y que residi en El Es-corial entre 1592 y 1595, dedicando al mo-narca su obra El toque de Alquimia (1593),destinada a declarar los verdaderos y fal-sos efectos del arte [alqumico] y cmo seconoscern las falsas prcticas de los enga-adores y haraneros vagamundos. En co-nexin con este ambiente estuvo el paracel-sista italiano Leonardo Fioravanti, que asi-mismo dedic a Felipe II su tratadoDellaFisica (1592), cuyo Libro IV est consa-grado a la alquimia. Sin embargo, los prin-cipales encargados del laboratorio fueron losdestiladores de Su Majestad, uno de los

    17

    numerosos puestos de carcter cientfico otcnico que figuraban en la Casa Real entiempos de Felipe II.

    El nombramiento ms antiguo del quetengo noticia corresponde, como he dicho,a Francisco Holbecq (1572). Poco ms tar-de, los destiladores de Su Majestad se con-virtieron en un grupo. Entre los que tra-bajaron en El Escorial figura el antes cita-do Giovanni Vicenzo Forte, procedente deAranjuez y autor de una importante me-moria tcnica.

    El extremeo Diego de Santiago fue supersonalidad cientfica ms destacada, es-pecialmente por su tratado, de estrictaorientacin paracelsista,Arte separ atoria ymodo de apartar todos los Licores, que se sacan

    por va de destilac in (1598). Incluye un de-tallado estudio de los instrumentos, tcni-cas y materiales empleados en la destilacin,un resumen de sus fundamentos tericos yuna amplia exposicin de sus aplicacionespara la preparacin de medicamentos y pa-ra cuestiones relacionadas con las conservas,

    los vinos, el anlisis de las aguas, los vene-nos, etctera.

    Por otra parte, es un ejemplo sobresalien-te del paso a primer plano de la experimen-tacin como criterio cientfico y, en conse-cuencia, de rechazo de la autoridad de los cl-sicos desde una clara idea del progreso. Su li-bro corresponde a los resultados de toda unavida de trabajo, en especial de veinte aos aesta parte, comunicndolos con los Destila-dores de Su Majestad, confiriendo con m-dicos y siempre haciendo experiencias, en lascuales y en varios instrumentos que he in-ventado se ha gastado cuanto mi trabajo meha podido dar. Resulta lgico que el textocarezca casi totalmente de citas, ya quecuando la cosa se ve, no tenemos necesidadde autoridades ni alegaciones. Por ello, ad-quiere mayor relieve la nica referencia queaparece en todo el libro, dedicada a alqui-mistas y destiladores y al propio Paracelso.La influencia de este ltimo, muy clara alo largo de la obra, fue asimilada por Diegode Santiago con un talante crtico de

    modernidad a menudo sorprendente, aunquesean tambin evidentes algunos rasgos quelo relacionan con la cultura extraacadmicade los alquimistas.

    La necesaria experimentacin

    La destilacin o arte separatoria no quedareducida a un mero complemento de las ide-as tradicionales, sino que sirve a Diego deSantiago para contraponer orgullosamente lamedicina de los modernos a la medicinaantigua. En sus crticas de esta ltima, in-siste precisamente en la cuestin central delmtodo: La medicina antigua debe haber si-do escripta, discurriendo con el entendi-miento, sin venir a la demostracin y expe-riencia. Lo mismo que la ctedra de medi-camentos qumicos de Valencia, el laborato-rio de El Escorial desapareci prcticamentedurante el siglo XVII. En la Casa Real de losAustrias madrileos, la quemiatra no tuvocontinuidad hasta el movimiento novatordefinales del siglo XVII.

    Jos Mara Lpez Piero

    La torre filosofal. Adems del horno y la base de ladrillos, estabahecha de latn, en forma de torre, y destila por el calor del vapor.

    Aparato para obtener quintaesencias, que constaba de veintisisvasos de vidrio, unidos entre s con largos tubos tambin de vidrio.

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    Vista del Monasterio de El Escorial, por Johannes Blaeu, realizada a partir del sptimo diseodel arquitecto Juan de Herrera.

    mandado construir por Felipe II, ellaboratorio de destilacin de ElEscorial era el ms importante de Europa

    ENTRE LA MAGIA Y LA CIENCIA. LA ALQUIMIA

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