la aventura de la historia - dossier058 fernando i - el olvidado emperador español

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1 DOSSIER El hermano menor de Carlos V nació en Alcalá de Henares y se crió en la Corte itinerante de sus abuelos, los Reyes Católicos, pero fue alejado de España para que no rivalizara por la gigantesca herencia de Isabel y Fernando. Tras la abdicación imperial de Carlos, quedó al frente de la rama europea de los Habsburgo, que perduró hasta 1918. Una gran exposición en Viena evoca la vida y el tiempo de este emperador español, casi desconocido en la Península FERNANDO I El olvidado emperador español Fernando I y Carlos V (Toledo, Museo de Santa Cruz). pág. 56 Un infante castellano Karl Friedrich Rudolf Artículos de: Joseph Pérez Georg Kugler Ferdinand Opll Ana Mur Raurell pág. 70 Influencia española en Viena. La huella Christopher F.Laferl pág. 64 La inevitable división José Martínez Millán LA AVENTURA DE LA HISTORIA ON-LINE

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Page 1: La Aventura de La Historia - Dossier058 Fernando I - El Olvidado Emperador Español

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DOSSIER

El hermano menor de Carlos Vnació en Alcalá de Henares y secrió en la Corte itinerante de susabuelos, los Reyes Católicos,pero fue alejado de España paraque no rivalizara por lagigantesca herencia de Isabel yFernando. Tras la abdicaciónimperial de Carlos, quedó alfrente de la rama europea de losHabsburgo, que perduró hasta1918. Una gran exposición enViena evoca la vida y el tiempode este emperador español, casidesconocido en la Península

FERNANDO IEl olvidado

emperador español

Fernando I y Carlos V (Toledo, Museo de Santa Cruz).

pág. 56

Un infantecastellano Karl Friedrich Rudolf

Artículos de: Joseph PérezGeorg KuglerFerdinand OpllAna Mur Raurell

pág. 70

Influencia españolaen Viena. La huellaChristopher F.Laferl

pág. 64

La inevitabledivisiónJosé Martínez Millán

LA AVENTURA DE LA HISTORIA ON-LINE

Page 2: La Aventura de La Historia - Dossier058 Fernando I - El Olvidado Emperador Español

Cuando Isabel la Católica mu-rió en Medina del Campo, el26 de noviembre de 1504, vi-vía a poca distancia, en Aré-

valo, un pequeño nieto suyo de nom-bre Fernando, hijo de la princesa Juanay nacido el año anterior. La reina lo ha-bía enviado allí para que se educase almargen de los conflictos que la enfren-taban con Juana. El centenario de estehermano de Carlos V, muy poco cono-cido en España, se sitúa entre el de és-te, a quien sucederá como emperadordel Sacro Romano Imperio, y el de suabuela. A Fernando se le puede consi-derar como el primer infante de losAustrias nacido en suelo español, perotambién, tomando en consideración suformación en la corte de los Reyes Ca-tólicos, como el último de los Trastá-mara. Destinado, sin embargo, a aban-donar su patria para marchar al otro la-do de Europa, como heredero de losterritorios de su abuelo paterno, el em-perador Maximiliano I.

La vida de Fernando empezó el 10 demarzo de 1503 en Alcalá de Henares,donde nació, y terminó en Viena, don-de murió en el actual Palacio Imperial(Hofburg) como emperador, a la edadde 61 años, el 24 de julio de 1564, a lassiete de la tarde. Su tumba se encuentraen la catedral de San Vito en Praga. Se-gún escribió su hijo mayor MaximilianoII, que asistió a la muerte de su padre,a su embajador Dietrichstein en Madrid:“Su majestad murió mientras dormía,sin dolor; no era más que piel y hue-sos”.

El fundador de la rama vienesa delos Habsburgo era fruto del matrimo-nio entre un duque de Borgoña y unainfanta de Castilla y Aragón, y nació enla patria de su madre, donde en prin-cipio vivió. Los paisajes españoles, portanto, fueron los escenarios de la pri-

mera etapa de su vida, cuando el pe-queño acompañaba a la corte itineran-te de sus abuelos maternos, los ReyesCatólicos.

Una madre complicadaIsabel, la infanta Juana y la Corte se es-tablecieron varios meses en Alcalá deHenares en la primavera de 1503. Des-pués siguieron camino hacia Madrid,continuaron el viaje hacia la Sierra, pa-sando por la calzada romana, remonta-ron el puerto de Fuenfría, de 1.769 me-tros de altura, y llegaron en agosto aSegovia. Juana llevaba siete años casa-da con Felipe el Hermoso, archiduquede Austria y duque de Borgoña. La ma-dre de Fernando es un personaje difícilde interpretar, cuya complejidad ha si-do argumento de libros y películas. Larelación que tenía con su hijo es tam-bién difícil de entender. Cuando nacióFernando, tenía ya una niña y otro hi-jo varón, el futuro Carlos V. En estaépoca, no se puede hablar de matri-

monio por amor. Como en toda laEdad Media, la boda entre aquellas dospersonas formaba parte de alianzas y,en este caso, respondía a los planespolíticos del Rey Católico y del empe-rador Maximiliano I, que se habíanunido contra el rey de Francia.

Para la infanta Juana, el matrimoniono había sido fácil, ya que por razonespolíticas, en 1501 había tenido que de-jar a sus hijos en los Países Bajos, paraemprender, como heredera del reinode Castilla, camino hacia la Península,con su marido como príncipe consor-te.

Fernando vivió poco tiempo con sumadre. A su padre, Felipe el Hermoso,no le recordaría. Cuando murió en Bur-gos, en septiembre de 1506, el infantetenía poco más de tres años. El únicoperiodo en que le encontramos al ladode su madre se sitúa entre 1507 y 1508.Existe una carta –la cita Bethany Aramen su libro sobre Juana– que demues-tra sin embargo que se preocupó por la

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KARL FRIEDRICH RUDOLF es miembro delInstituto Histórico Austríaco, Madrid.

Un infante

FERNANDO I, EL EMPERADOR ESPAÑOL OLVIDADO

CASTELLANO El emperador Fernando I fue educado como infante de Castilla en la corteitinerante de los Reyes Católicos. Karl Friedrich Rudolf describe suadolescencia española, a la que puso brusco fin su hermano Carlos V

Detalle de la vista de Alcalá de Henares, dibujada por Anton van Wyngaerde. Fernando I nacióen esta ciudad en 1503.

Fernando I, en un óleo deHans Maler. El futuroemperador fue forzado aabandonar España en1518, tras la llegada desu hermano Carlos.

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va del Cardenal Cisneros, se publicó laBiblia Políglota. El viajero de origenaustríaco Hieronymus Münzer observóel alto nivel cultural de los nobles de lacorte de los Reyes Católicos en 1495 yescribió: “El idioma español está más

cerca del latín que el italiano. Ahora vatomando arraigo la elocuencia, princi-palmente entre los próceres y nobles deEspaña, con cuyo ejemplo, estimuladoslos clérigos y los otros ciudadanos, seconsagran todas las artes y Humanida-des”. Hay nobles jóvenes, continúa,

“que me recitaron largos trozos de Ju-venal, de Horacio, etc. Los que preten-den entrar en la corte real llegan a cua-trocientos, y tienen muchos precepto-res. Se despiertan las humanidades entoda España. Son muy esclarecidos es-

tos adolescentes. Pasan sus horas en elestudio y en otros servicios del rey, yen la caza para no perder ni una horaen la ociosidad”. Es el resultado de loque hoy llamaríamos la “política cultu-ral” de Isabel la Católica.

Estas notas se escriben en una épo-

ca crucial del proyecto de los ReyesCatólicos, en 1495, el momento de ladoble boda, y dos años antes de lamuerte del infante Juan, “joven de die-cisiete años, que para su edad, sabetanto latín y es tan buen orador, quecausa admiración”. Tenemos que en-tender la figura de Fernando no tantocomo la de un hijo segundón, sinocomo la de infante español, que reci-be una formación bien definida, hu-manística, religiosa y de cortesano,siendo su ayo clavero de la Orden deCalatrava.

Rodeado de españolesEl humanista italiano Lucio Marineo Sí-culo, junto con su colega Petrus Mártir,se encontraba en esos años en la Cortecastellana, y era profesor de latín de los

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salud del niño. Escribe en junio de1507 desde Hornillos, camino de Bur-gos, al noble Pedro Núñez de Guzmán,clavero de la Orden de Calatrava y ayode Fernando: “os vengays con el y ve-nid por los lugares y caminos mas sa-nos”. Tampoco la comida era tan malao escasa como afirmaba el cronista deFernando, su capellán fray Alonso de

Osorio, si se observa lo que se compróen estos años para la corte de Juana:“gallinas, capones, cabrito, longaniza,perdiz, huevos, miel, higos, tocino, le-che, salmón, fruta, mero, buñuelos”. Enuna ocasión, al menos, Fernando cayóenfermo, cuando viajaba en 1508 consu abuelo Fernando el Católico haciaCórdoba y Sevilla. A finales de 1509, su

médico notó una cierta mejoría: “El ba-zo está más blando y menor. Sed nin-guna. La largura de los paroxismos en-tre ocho y nueve horas”. Sólo a media-dos de 1510, la cuartana le dejó, comoinformaron los médicos a Fernando elCatólico. Ser sangrado debió ser bas-tante desagradable para el niño.

En esos años, sobre todo a partir de1511, empezó su educación. En esto,Fernando se diferenció mucho de suhermano, con el cual desde siempre sele ha comparado. Aunque tenían losmismos padres, desde el punto de vis-ta de su educación y entorno personal,eran personajes muy distintos, que in-cluso hablaban idiomas diferentes.Carlos se crió en el ambiente de la cor-te borgoñona, mientras Fernando cre-ció, igual que su tío, el infante Juan–fallecido en 1497 a los 19 años– enlas tradiciones de la Corte de los ReyesCatólicos.

Nobleza culta y elocuenteEn el caso de Fernando, sus primerosquince años se enmarcan en el desarro-llo de la vida intelectual de la Penínsu-la. Es el momento de mayor esplendorcultural tras la época de Isabel la Cató-lica y de su marido, los años que siguena la fundación de la Universidad de Al-calá de Henares, en la que, por iniciati-

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Una gran exposición en Viena

Fernando I nació como infante de Casti-lla y Aragón en Alcalá de Henares en

1503, murió como emperador del Saco Ro-mano Imperio en Viena en 1564 y fue se-pultado en el coro de la catedral gótica dePraga. Entre estas dos fechas se desarrollauna vida típica de un miembro de una di-nastía poderosa de la Baja Edad Media yde comienzos de la Moderna. Sin embargo,visto en retrospectiva, este destino estuvolleno de interrupciones inesperadas y girosdecisivos.

Su niñez y juventud estuvieron marca-das por una moderna educación humanís-tica. Después, cuando el joven Fernandollegó a los Países Bajos, hubo de enfren-tarse al problema de la reforma de la Igle-sia, que para él era nuevo por completo.Tuvo que ocuparse de esta cuestión du-rante el resto de su vida. Los Países Bajosfueron una etapa en su viaje hacia Aus-tria. Casarse con Ana Jagelona, princesade los reinos de Bohemia y de Hungría,fue una decisión personal suya, peroadoptada bajo el dictado de sus obliga-ciones dinásticas. De esta manera, se su-mergió en la turbia lucha por el poder enel Danubio y en la frontera oriental deEuropa central. Para ser independientepolítica y económicamente, tuvo quearrebatar a su hermano Carlos V la baseterritorial, lo que consiguio en dos eta-pas, en 1521 y 1522. En “sus” PaísesAustríacos, donde nunca había estado an-tes, cuya lengua no habló, cuyas tradicio-nes políticas desconocía y cuyo clima leresultó extraño creó, al lado de su herma-no, un Imperio enorme, que constó deAustria –que se extendía entonces hastael Mar Adriático–, Bohemia con Silesia yLusacia, además de Hungría con Transil-vania y Croacia. De esta forma, se convir-tió en el fundador de la Monarquía Habs-búrgica, situada entre el Este otomano yel Occidente alemán.

La exposición que se ha organizado entorno a su figura en Viena no trata de sacara Fernando de la sombra de su hermanoCarlos, que siempre ha sido el centro delinterés de la investigación histórica, sinode presentarle bajo la luz de sus propias ac-tuaciones.

La exposición comienza con una secciónque contiene objetos procedentes de colec-ciones españolas relativos a los primerosaños de vida de Fernando en la Península,periodo que termina con su viaje a los Paí-ses Bajos. La siguiente sección se centra ensu sucesiva residencia en Viena, Praga, Bu-dapest y Bruselas, como centros políticos yeconómicos de la época. Objetos proce-dentes de colecciones checas y húngarasilustran la sucesión de Fernando en losreinos de Bohemia y Hungría y su luchacontra los ejércitos otomanos, cuya cultu-ra, paradójicamente, ejercía una fuertefascinación en los países habsbúrgicos.

La muestra refleja también los proble-mas de la Reforma religiosa, las relacionesdinásticas con España, los príncipes alema-nes, Italia y Polonia y el desarrollo del artey la ciencia de la época. La exposición secierra con la muerte del emperador y las ce-remonias fúnebres.

Destacan por su calidad artística lasobras de Pisanello, Tiziano, Archimboldo,Juan de Flandes, Antonio Moro y Durero,entre otros. Son interesantes las ostentosasarmaduras y arneses de guerra de los másfamosos maestros del momento, así comolos tapices flamencos de excelente factura.

Georg Kugler

Comisario de la exposición

El Emperador Fernando I. 1503-1564. La Génesis de la Monarquía

de los HabsburgoViena, Kunsthistorisches Museum

1010 Viena, Maria Theresien-Platzwww.khm.at/home5.html

UN INFANTE CASTELLANOFERNANDO I, EL EMPERADOR ESPAÑOL OLVIDADO

El infante Fernando, hacia los diez años deedad. Sólo estuvo con su madre entre 1507 y1508 (Viena, Kunsthistorisches Museum).

Juana de Castilla y Felipe el Hermoso, padres de Carlos V y Fernando I, según un dibujo de Jörg Kölderer, hacia 1522. Fernando no teníarecuerdos de su padre, que murió en Burgos en 1506, cuando el infante tenía poco más de tres años (Viena, Biblioteca Nacional)

Fernando tuvo una formación religiosa,humanística y cortesana tras los años másbrillantes de la Corte de la reina Isabel

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partidarios perdieron el pulso que sos-tenían con los defensores de los dere-chos de Carlos a la sucesión. Éste es-cribió en español una serie de cartas,fechadas el 7 de septiembre 1517 en elpuerto de Middelburg, que se conser-van en el Archivo General de Simancasy confirman que las medidas que orde-nó tomar obedecían a los consejos quele llegaban desde la Península.

Las personas del entorno de Fernan-do que se consideraron más peligrosaspara los intereses del primogénito de

Juana fueron destituidas por el cardenalCisneros en Aranda de Duero. A pesarde las protestas del infante, fueron sus-tituidos por partidarios de Carlos, tantoflamencos como españoles. Con el pri-mer encuentro directo de los dos her-manos en Mojados, el 12 de noviembre1517, se inició una relación complica-da, que no terminaría hasta que CarlosV renunciara, cuatro décadas después,a la Corona imperial, acto celebrado enBruselas en el que no estuvo presentesu hermano.

Aquel primer encuentro tuvo comotrasfondo la cuestión de la sucesión enlos Reinos Hispánicos. A partir de estemomento, y tras la muerte del Carde-nal, Fernando se encontró bajo el con-trol y el poder absoluto de su herma-no, aunque aún viviera la reina Juanay, por poco tiempo, el emperador Ma-ximiliano I. Finalmente, los hermanosse despidieron en Aranda de Duero enabril de 1518. El adiós a la Penínsulafue sólo físico, porque nunca, hasta sumuerte, se olvidó de sus raíces. Desdeese momento, los destinos de los doshermanos se desarrollaron en puntosdiametralmente opuestos en Europa.Mientras Fernando se casó con la her-mana del último rey de Hungría, Carlosreanudó con su matrimonio las relacio-nes dinásticas con Portugal.

Las etapas del viajeFernando tuvo su primer contacto concentroeuropeos entre 1518 y 1521 du-rante su viaje a los Países Bajos. Esa es-tancia fue una etapa intermedia, en laque Fernando vivió en la corte de su tía,la archiduquesa Margarita, rodeado deespañoles y de flamencos, gobernados,hasta 1522, por un mayordomo austría-co de nombre Wilhelm o Guillermo deRogendorf, apellido que los españolestransformaron en Rocandolfo. Era la fa-se de la incorporación del infante espa-ñol a la Casa de Austria. Durante esosaños no hace mucho, más bien esperaacontecimientos, entre viajes de placer yfiestas. En realidad, Fernando se habíaquedado allí porque a principios de1519 había muerto en Austria su otroabuelo, el emperador Maximiliano I. Es-to había frustrado los planes de Carlosde alejarle enseguida todavía más de Es-paña, como había previsto.

En enero de 1519, desde Austria sehabía solicitado impacientemente lapresencia de los dos hermanos despuésde la muerte de Maximiliano I. Todavíadeberían pasar años hasta que, entre1521 y 1522, Carlos, ya emperador, en-tregara a Fernando su herencia centro-europea. En Linz, en la Alta Austria, aorillas del Danubio, Fernando se casócon Ana Jagelona, princesa de los rei-nos de Hungría y Bohemia, lo que enpocos años abrió al desterrado infantelos nuevos horizontes de lo que sería lalongeva Monarquía Danubiana, queperduraría hasta 1918. n

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jóvenes de las familias Guzmán y Ve-lázquez de Arévalo, y quizás tambiénde Fernando. Desde su nacimientohasta 1517, el príncipe estuvo rodeadoexclusivamente de españoles: su ayo,Pedro Núñez de Guzmán; su capellán,fray Álvaro de Osorio, que había estu-diado en Salamanca; los pajes, entreellos miembros de la familia Guzmán,Osorio y Velázquez de Arévalo; y losoficiales y criados de su corte, que enparte le acompañaron a Austria en1521 y que se quedaron con él duran-

te muchos años, como Martín de Guz-mán.

Esto corresponde a la descripciónque nos ofrece fray Álvaro de Osorioen estos años: “Parecía en todas cosasasí en la condición, en el gesto y comoen el andar y en todas las otras cosas alrey don Fernando su abuelo. Era natu-ralmente inclinado a cosas de artificiocomo de pintar y esculpir y sobre todoa fundir cosas de metal y a hacer tirosde pólvora y tirar con ellos. Holgabade oír crónicas y cuentos y de todo se

acordaba (…) decía algunos dichos asísiendo niño de cinco hasta nueve odiez años tan agudos, tan discretos quetodos se maravillaban”.

Esto nos permite una cierta lecturadel carácter del infante. El parecidoque tiene con su abuelo materno tuvoreflejos en el gobierno de sus domi-nios. En palabras del historiador fran-cés Berenguer, como soberano Fernan-do trabajó por afianzar su autoridad dela misma forma en que lo habían he-cho poco antes los Reyes Católicos enEspaña.

La vertiente política de estos años sepresenta mucho menos halagüeña. Lalucha por el poder en Castilla despuésde la muerte de Isabel la Católica con-virtió al niño en una especie de prenda.Muerto su padre en 1506, le protegió enesa situación poco clara la ciudad deValladolid. Había miedo a una guerra ci-vil, cómo en la época de Enrique IV deCastilla, cuando un grupo de nobles eli-gió al infante Alfonso como rey, e in-cluso se habló ya de un posible destie-rro de Fernando en los Países Bajos.Terminó ese período con la llegada delrey de Aragón desde Italia, que apartóal niño de su madre, que se encerró enTordesillas. Fueron éstos años decisivos,en los que Fernando acompañó a suabuelo dos veces hasta Sevilla, en 1508-9 y en 1511. Así, a los seis y ocho añosfue testigo de dos expediciones: una,para reestablecer la autoridad de la Co-rona; la otra, para la preparación de unaguerra en el Norte de África. En la me-moria del niño quedó la imagen del reytriunfante, ya que durante el viaje hastaSevilla, en cuyo Alcázar residieron, lasciudades y villas del camino preparabana su paso suntuosas fiestas.

Competencia entre hermanosAunque no se ponían en duda los de-rechos hereditarios de Carlos en losreinos españoles, desde la corte fla-menca se obervaba con creciente in-quietud cómo el infante Fernando, allado de Fernando el Católico y de sunueva esposa Germana de Foix, seconvertía en un competidor de su her-mano mayor, que era un desconocidoen la Península.

La muerte de Fernando el Católico,en 1516, supuso un vuelco definitivoen el destino de Fernando, que acabósiendo enviado al destierro, cuando sus

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La archiduquesa Margarita de Austria, en una miniatura de 1509. Fernando vivió en su Corteentre 1518 y 1521, rodeado de españoles y flamencos (Viena, Biblioteca Nacional).

Carlos V, en 1516. Al año siguiente mantendría su primer encuentro con Fernando, con el quemantuvo siempre una difícil relación (por Van Orley, Nápoles, Galería Nacional de Capodimonte).

UN INFANTE CASTELLANOFERNANDO I, EL EMPERADOR ESPAÑOL OLVIDADO

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UN INFANTE CASTELLANOFERNANDO I, EL EMPERADOR ESPAÑOL OLVIDADO

una situación de hecho en el caso de queCarlos tardara en venir a España. La Cortede Bruselas entendió perfectamente el pe-ligro y por ello envió a España a Adrianode Utrecht, preceptor del príncipe Carlos(octubre de 1515): se trataba de velar porlos intereses del príncipe ante el Rey Ca-tólico y ante el Consejo Real. Tras largas ydifíciles negociaciones, Fernando consin-tió en modificar su testamento. Pocos dí-

as antes de morir, en enero de 1516, nom-bró gobernador al cardenal Cisneros, enlugar del infante Fernando.

Pocas personas estaban al tanto de lasúltimas disposiciones del Rey Católico.Tanto era así que los miembros de la casadel infante, una vez conocida la noticia dela muerte del rey de Aragón, convocaron alos miembros del Consejo Real con el pro-pósito de hacerse cargo del gobierno delreino, fiados de la validez del testamentode Burgos. Recibieron una respuesta en laque se ha querido ver, a posteriori, una pro-fecía de la dignidad imperial de Carlos:Non habemus regem nisi Caesarem. No huboningún intento por impedir el cumpli-miento del testamento y Cisneros empezóa ejercer inmediatamente de gobernador.El problema que seguía significando el in-fante no dejaba sin embargo de preocupar-le. Como Carlos retrasaba su llegada, lospartidarios de Fernando cobraron ánimosy aumentaron notablemente. Al núcleoprimitivo se unieron los descontentos detoda clase, decepcionados por Cisneros opor la Corte de Bruselas, así como todosaquellos que se sentían inquietos ante lapróxima perspectiva de ver el reino entre-gado a un soberano extranjero, rodeado decortesanos borgoñones y flamencos. En1516-1517, la popularidad y el prestigiodel infante no dejaron de crecer. Una par-te de la nobleza vacilaba y parecía dis-puesta a entrar en sus filas. A pesar de es-tar estrechamente vigilado, Fernando nodejaba de representar un peligro. Se ru-moreaba que la familia Guzmán tenía laintención de llevar a Fernando a Aragón;se decía también que la viuda del Rey Ca-tólico, Germana de Foix, apoyaba aquelproyecto.

¡Ay de ti, Castilla!De ahí que la Corte de Bruselas pensara enreaccionar cuando se decidió por fin lamarcha de Carlos a España. El 7 se sep-tiembre de 1517, Cisneros recibió la ordende alejar a los Guzmanes, quienes, sor-prendidos, dejaron su lugar al marqués deAguilar, al que se encargaba la tutela delinfante hasta que llegaran sus nuevos pre-ceptores, Diego de Guevara y M. de laChaux, dos personas allegadas a la corte de

Bruselas. Desde el mes de junio, Chièvreshabía decidido que el infante abandonaríaEspaña en cuanto llegara su hermano. Sinembargo, para evitar una posible reacciónpor parte de los castellanos, aquella deci-sión se puso en práctica con unos meses deretraso. Las Cortes de Valladolid (1518)pidieron que el infante permaneciera enEspaña hasta que Carlos hubiera contraídomatrimonio y la sucesión estuviera asegu-rada, pero la suerte estaba echada. Inme-diatamente después de que las Cortes hu-bieran sido disueltas, el infante abandonóEspaña para siempre (mayo de 1518). Elhecho provocó malestar y protestas, inclu-so indignación en algunos sectores, comoindica el cartel que apareció en las puertasde la iglesia de San Francisco, en Vallado-lid: “¡Ay de ti, Castilla, si consientes quese lleven al infante Fernando!”

Dos años después, varios partidarios delinfante iban a formar en las filas de los co-muneros, por resentimiento, tal vez, perotambién por los mismos motivos políticosque antes les habían impulsado a apoyar aun infante español frente a un príncipeque ellos consideraban como extranjero.Ramir Núñez de Guzmán y su hijo Gon-zalo, Suero del Águila y Francisco de Mer-cado fueron exceptuados del perdón de1522 y condenados a muerte en rebeldía.Los dos primeros tuvieron que salir de Es-paña y marcharse al extranjero; la casa queRamir Núñez tenía en León fue derribada“hasta los cimientos” y sus tierras, confis-cadas y vendidas; en 1532, sin embargo,Carlos V ordenó devolver todos sus bienesa su primogénito, Martín de Guzmán,quedando éste obligado a indemnizar a loscompradores. Suero del Águila y Francis-co de Mercado tuvieron más suerte: fueronpor fin perdonados. La actitud que aque-llos partidarios del infante tuvieron en1520 justifica, retrospectivamente, la pru-dencia de la Corte dos años antes. La auto-ridad moral de los comuneros hubiera si-do enorme si hubieran podido contar conel infante para oponerse a su hermano.Sandoval escribe acertadamente al respec-to: “Según lo mal que se llevaba en [Cas-tilla] el gobierno de los flamencos, y el nohaber nacido en este suelo su rey y naturalseñor, con grandísima facilidad se levanta-ran todos con el infante don Fernando,que aun sólo con el nombre ganaba las vo-luntades de los españoles”.

Joseph Pérez

En 1506, muerto Felipe el Hermoso, sehabía formado en torno al infante don

Fernando un partido ambicioso, cuyas má-ximas figuras eran Pedro Núñez de Guz-mán, clavero de la Orden de Calatrava,fray Alvaro Osorio de Moscoso, obispo deAstorga, y Sancho de Paredes, camarero

del príncipe. La familia Guzmán esperabaque un día el infante pudiera desempeñarun papel político en España. El rey deAragón, su abuelo, estaba en las mismasdisposiciones. En un primer testamento,redactado en Burgos, el 2 de mayo de1512, había nombrado al infante goberna-

dor de Castilla y maestre de las ÓrdenesMilitares en caso de que él desapareciera.Dicho testamento no afectaba para nadalos derechos del hermano mayor, el prínci-pe Don Carlos, que había sido jurado he-redero del trono por las Cortes de 1506 ytambién por las de 1510, pero se creaba

Los Comuneros

Los caudillos comuneros en el patíbulo (porAntonio Gisbert, s. XIX, Madrid, Congreso delos Diputados).

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habitantes. Mientras que las personasvivían en un marco temporal limitado(tempus), la dinastía se concebía comouna persona ficta, de duración ilimitadaen el tiempo (aevum); de ahí que sepudieran reclamar territorios y posesio-nes después de haberlas perdido desdehacía mucho tiempo. Carlos V encarna-ba y encabezaba, al menos, tres dinas-tías (Borgoña, Habsburgo y Trastámara)

por lo que podía identificar su políticacon las antiguas tradiciones e interesesde sus múltiples reinos heredados.

La naturaleza colectiva de la dinastíala formuló sucintamente el propio Maxi-miliano I, cuando declaró a su hija Mar-garita y a su nieto Carlos que todos eranuna y la misma cosa y compartían losmismos fines (une mesme chose corres-pondant à ung mesme desir et affec-

tion), por consiguiente, todos los miem-bros debían obedecer a la cabeza de ladinastía y aceptar el papel subordinadoque les correspondiese, ya que los per-sonajes del grupo no debían considerar-se tanto individuos autónomos sino co-mo elementos susceptibles de ser utili-zados para mayor gloria de la dinastía.En este aspecto, el comportamiento delas princesas Habsburgo fueron ejem-plares, ya que asumieron grandes sacri-ficios personales con este fin.

Las numerosas herencias que Carlosrecibió le convirtieron en el monarcamás poderoso de Europa: de su abuelopaterno heredó la Casa de Habsburgo,dinastía que procedía del alto Rin, queen Austria había logrado la dignidadprincipesca y, en donde aún conserva-ba los cinco ducados austríacos y lastierras del Tirol, a pesar de los numero-sos repartos de territorios producidos acausa de distintas disputas de herencia.Así mismo, aunque el titulo de Empera-dor no era hereditario, su abuelo Maxi-miliano lo dejó preparado para que, asu muerte, fuera elegido en su lugar.

También se convirtió en la cabeza dela Casa de Borgoña a través de la heren-cia de su abuela paterna, María de Bor-goña, cuyas propiedades se componíandel ducado de Borgoña, con Dijon; deArtois y Picardía, con Arrás, Lille, Ypres,Gante y Brujas, además del condado li-bre de Borgoña, el Franco Condado(con Dole y Besançon), así como losducados de Luxemburgo y Limburgo.

Aunque sus abuelos maternos perte-necían a la misma dinastía (Trastámara),cada uno de ellos era monarca de ex-tensos territorios. Por parte de su abue-la, la reina Isabel la Católica, Carlos re-cibió la inmensa Corona de Castilla, a laque se añadían los recientes descubri-mientos de América; mientras que desu abuelo, Fernando el Católico, la Co-rona de Aragón con todos los territoriositalianos, que sus antecesores habíanconseguido durante la baja Edad Media.

Empeño familiarDesde el principio de su reinado, Carlosdemostró no estar dispuesto a perder niuna sola de sus posesiones. Ahora bien,para gobernar tan lejanos y diversos rei-nos y principados tuvo que contar conlos miembros de su familia: su tía Mar-garita de Austria fue nombrada goberna-dora de los Países Bajos hasta su muerte

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A partir de 1526, Fernando I unió a sus territorios austríacos los reinos de Hungría y Bohemia.Finalmente, en 1558 se convirtió en emperador (grabado de Barthel Beham, de 1531).

El Imperio de Carlos V estuvoformado por un conglomera-do de reinos con muy desi-gual organización y diferente

administración, lo que impidió cual-quier modificación en sus respectivosordenamientos. El Estado dinástico, apesar de que a veces pudo comportar-se como burocrático e impersonal, es-taba orientado hacia la persona del rey,quien concentró en sus manos diferen-tes formas de poder y de recursos ma-teriales y simbólicos –dinero, honores,títulos, indulgencias, monopolios, etcé-tera–. De esta manera, a través de unaredistribución selectiva de favores, losmonarcas pudieron mantener unas rela-ciones de dependencia (clientelares) o,por mejor decir, de reconocimiento per-sonal y así perpetuarse en el poder.

Del mismo modo, el sistema políticointernacional tenía sus raíces en víncu-los y normas de carácter dinástico. Ladinastía era mucho más que un grupode personas; era la encarnación de losderechos colectivos sobre territorios y

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La inevitable

A la muerte de Carlos V,la dinastía de losHabsburgo quedódividida en dos ramas,encabezadas por Felipe IIy Fernando I. JoséMartínez Millánanaliza el complejorompecabezas imperial

JOSÉ MARTÍNEZ MILLÁN es profesor de HistoriaModerna en la U. Autónoma, Madrid.

Las herencias que recibió Carlos V le convirtieron en el monarca más poderoso de Europa, pero alfinal hubo de dividir su patrimonio entre su hermano y su hijo (grabado de Barthel Beham, 1531).

DIVISIÓN

FERNANDO I, EL EMPERADOR ESPAÑOL OLVIDADO

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los V trazó un plan que consistía enformar una Liga Imperial que engloba-se a todos los territorios que componí-an el Imperio; pero no todos estuvie-ron de acuerdo. Los príncipes protes-tantes no se dieron por vencidos y co-menzaron a realizar una resistencia de-sesperada de carácter religioso, arras-trando también a una amplia base so-cial. Los Estados temían que el Empe-rador tomase decisiones relativas al Im-perio sin contar con ellos, por lo que,buena parte de ellos, no asistió a laasamblea federal que Carlos había con-vocado en Ulm (1547), donde iba aproponer su proyecto. Por su parte, loselectores presentes prefirieron mante-nerse en reserva y ganar tiempo paradiscutir el tema en la Dieta que se ibaa celebrar en Augsburgo. Sin embargo,en dicha Dieta, las posibilidades deque cuajase el proyecto imperial dismi-nuyeron desde el momento que lospríncipes electores lograron imponer

su astuta propuesta de discutir el temade la Liga por curias, lo que abría laposibilidad de alargar indefinidamentelas negociaciones y tener que concluirsoluciones parciales.

Al mismo tiempo, su hermana Maríale advertía de las consecuencias de suplan para la autonomía de los PaísesBajos frente a las instituciones del Im-perio y le proponía asegurar la situa-ción particular de los mismos, acordan-do la protección del Imperio de modoque los favoreciese, dando preferenciaa los intereses dinásticos frente a losimperiales, pues el Tratado de Borgoña(1548), establecido entre él –como em-perador y señor de los Países Bajos– ylos Estados del Imperio, redondeaba elCírculo imperial borgoñón, que resultóesencial para el posterior desarrollo delos Países Bajos y su separación del Im-perio.

Desde el punto de vista religioso, elEmperador había propuesto que todos

los Estados del Imperio –incluso los re-formistas– enviasen representantes alConcilio, lo que causó resistencia porparte de los evangélicos. No obstante,una vez que el Papa abogó (en marzo1547) por trasladar el Concilio a Bolo-nia, los príncipes se unieron para quefueran los protestantes y el Concilio semantuviese en Trento. Ahora bien, se-mejante deseo no se pudo llevar a ca-bo a causa del enfrentamiento entreCarlos V y Paulo III, al considerar ésteque el Emperador había consentido elasesinato de su hijo, Pier Luigi Farne-sio, en septiembre de 1547. Para resol-ver el impasse creado, Carlos V esbozóuna solución provisional –la aplicaciónde un Interim– hasta que de nuevo seconvocase el Concilio.

Ambiciones para FelipeEn medio de la euforia que le habíaproducido la victoria sobre los protes-tantes, Carlos pensó que su hijo, elpríncipe Felipe, podía ocupar su pues-to de cabeza de la dinastía, situándo-lo, incluso, por encima de su hermanoFernando. Con tales designios, ordenóque efectuase un viaje por Europa(1548) con el fin de darse a conocerante sus futuros súbditos. Esta acciónlevantó el problema sucesorio en elmarco de la Casa de Austria y en el Sa-cro Imperio Romano. Fernando –te-miendo ser desplazado– se lo comuni-có a su hermana María, quien se reu-nió con sus dos hermanos en Augs-burgo (1551) para discutir el plan dela herencia. El proyecto de Carlos nofue bien recibido por Fernando, quiense creía con derecho a sucederle en elImperio, y provocó un distanciamien-to entre ambos.

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El plano de Viena de 1529

Pocas semanas después del levanta-miento del sitio de las tropas otoma-

nas, que habían asediado la ciudad de Vie-na, en el otoño de 1529 viajó hasta allí elpintor, impresor y editor Niklas Melde-man, originario de Nurenberg. Quería re-alizar una imagen de esta ciudad, que sehabía convertido en el bastión frente a losinfieles. Compró a un pintor anónimo uncuadro, en el que se describían los aconte-cimientos –y en menor grado la topogra-fía urbana– en una especie de vista circu-lar desde la torre de la Catedral de San Es-teban. Sobre esta imagen, Meldeman ter-

minó el 2 de mayo de 1530 una xilogra-fía, que justamente se puede consideraruno de los más destacados testimonios delas primeras vistas urbanas de Viena. Re-lata Diego de Serava, educador de los jó-venes nobles en la corte de Fernando I,que en la defensa de la ciudad participa-ron unos setecientos infantes españolesbajo el mando de sus comandantes, comoLuis de Avalos, maestre de campo.

Ferdinand Opll

Director del Archivo de la Ciudady del Land de Viena

Vista general de la ciudad de Viena a finales del siglo XVI, según un grabado del Civitates Orbis Terrarum.

en 1530, sucediéndole en el mismo car-go su hermana María de Hungría. En Es-paña, su esposa Isabel ejerció la regen-cia durante sus ausencias (1529, 1535 y1538), sucediéndole sus hijos, Felipe(1543-1548) y María –ya casada con suprimo Maximiliano– entre 1548 y 1551.

Los extensos territorios del centro deEuropa requerían una dedicación y au-toridad especial, no solo porque allí seencontraban los principados que forma-ban el Imperio, ahora revueltos a con-secuencia de la Reforma, sino tambiénporque los ducados austríacos teníanfrontera con el Imperio Otomano, cons-

tante amenaza para la Cristiandad. Coneste fin, en mayo de 1521, Carlos alentóel matrimonio de su hermano Fernandocon Ana de Hungría, al tiempo que suhermana María se desposaba con LuisII, hermano de Ana. Como especie dedote, Carlos aceptó entregar a Fernandolos cinco ducados austríacos –ademásde entregarle la regencia del Tirol,Württemberg y otros territorios–, here-dados de su abuelo, cuyo dominio sehabía reservado hasta entonces. De esta

manera, a partir de 1521, Fernando dis-puso de una herencia territorial que noposeyó otro miembro de la familia a ex-cepción de Carlos. Más tarde, Carlos re-forzó la autoridad de su hermano nom-brándolo Rey de Romanos (el 5 de ene-ro de 1531), título que le resultó deter-minante para heredar el Imperio.

Las responsabilidades que Carlos tu-vo que dar a su hermano para mante-ner unidos y defendidos los territoriosde la familia, además de la inteligenciapolítica natural que poseía, muy seme-jante a la de su abuelo, el Rey Católico,inevitablemente llevaron a que Fernan-

do consiguiera más autonomía políticade la que el Emperador deseaba.

Su formación hispana despertó in-tensos afectos entre los súbditos, queprovocaron el recelo de su hermanoCarlos, quien lo envió a Flandes nadamás tomar posesión de estos reinos en1518. En la corte de Malinas, fue acogi-do por su tía Margarita de Austria,quien terminó su educación en un am-biente erasmista.

En 1521, Fernando contrajo matrimo-

nio con Ana de Hungría, recibiendo losterritorios austríacos de mano de Carlos,pero hasta la muerte de su cuñado, LuisII de Hungría (1526), Fernando no co-bró cierta autonomía política, precisa-mente al reivindicar con firmeza los de-rechos a los tronos vacantes de Hungríay Bohemia, correspondientes a su mu-jer. En dicho año, Fernando fue elegidorey de Bohemia, pero además, fue ele-gido rey por un grupo minoritario denobles húngaros, a condición de que sutítulo fuera electivo y se comprometiesea respetar todas las costumbres del rei-no y los privilegios de la nobleza.

A pesar de que la opinión general leaconsejaba que se quedara solamentecon Bohemia y dejase que la convulsaHungría se dividiera entre los otoma-nos y la nobleza húngara, Fernandopersiguió durante toda su vida lo queparecía una quimera: recuperar la tota-lidad del reino, para lo que tuvo queenfrentarse con su rival al trono, JuanZapolya, y contra los turcos, quienes, apartir de 1541, se establecieron de for-ma permanente en Hungría.

Tacto con la noblezaAunque llegó a ver la coronación de suhijo como su sucesor, no consiguió eli-minar el principio electivo; pero sí enBohemia, aprovechando que (en 1547)los bohemios hicieron causa común conlos protestantes del Imperio. La derrotade éstos por el Emperador les dejó amerced de Fernando. Con mucho tactoy habilidad, Fernando atacó solo el po-der de las ciudades, destruyendo su in-dependencia, pero perdonó a los no-bles con la condición de que accedierana que en el futuro la Corona de SanWenceslao fuera hereditaria.

Mantener unidos y en paz tan hetero-géneos territorios resultó harto compli-cado, no solamente por los enemigosexternos a ellos, sino sobre todo por losproblemas políticos y religiosos que seoriginaron en el Imperio a causa delsurgimiento de la Reforma. Tras diver-sos intentos por llegar a un acuerdo yevitar la división, Carlos V utilizó las ar-mas contra los protestantes –organiza-dos en la Liga de Samalkalda– vencién-doles en la batalla de Mühlberg. Anima-do por esta victoria, el Emperador in-tentó resolver definitivamente la situa-ción política y religiosa del Imperio.

Desde el punto de vista político, Car-

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Luis II de Hungría, cuñado de Fernando I,murió en 1526 abriendo la vía para que ésteincorporara el reino a sus posesiones.

María de Hungría, esposa de Luis II, erahermana de Carlos V y Fernando I (retrato deHans Krell).

En 1521, Carlos V alentó a Fernando acasarse con Ana de Hungría y en 1531 lereforzó nombrándole Rey de Romanos

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A las desavenencias familiares seunieron los problemas políticos. El año1552 comenzó con presagios de gue-rra. Mauricio de Sajonia había llegado aun acuerdo con Enrique II Valois, alque se le unieron los príncipes protes-tantes del Imperio. El Tratado deChambord (enero 1552) permitía al reyfrancés apoderarse de Metz y Verdún,mientras los protestantes atacaban alpropio Carlos V. Este tratado perseguíala destrucción del poderío de la Casade Austria en Europa. No obstante, elvínculo de enemistad común que uníaa Francia con los adversarios de Carlosen el Imperio era demasiado débil, porlo que el Emperador pudo retomarfuerzas y responder al ataque de Fran-cia, poniendo cerco a la ciudad deMetz, pero el asedio fracasó. Los ciu-dadanos de Metz quisieron adornar suvictoria construyendo una insignia que

volvía al revés la divisa del Emperador(Non plus ultra) por la inscripción Nonultra Metas (“No más allá de Metz”).

Tras la derrota, Carlos cayó en unaprofunda depresión y se retiró a Bruse-las, desvinculándose de los asuntos delImperio y dejando que su hermano ac-tuase cada vez más de acuerdo con eltítulo de Rey de Romanos que poseía.Por otra parte, desde que el papa JulioIII suspendiera, en abril de 1552, elConcilio de Trento, que se había rea-nudado en 1551 con la participación delos Estados protestantes, Carlos V ente-rró sus esperanzas de ver una soluciónconciliar, por lo que pospuso el cum-plimiento de las exigencias políticos-religiosas de los príncipes protestanteshasta la próxima Dieta, confiando enque aún podía derrotar a Francia e im-poner su voluntad.

Ya en 1553, Carlos cedió la iniciativa a

su hermano para celebrar la Dieta, sobretodo porque ya no cabía pensar en unasolución universal. Tras la decisión deCarlos de no asistir a la Dieta de Augs-burgo (1555), se planteó un serio deba-te entre Bruselas y Viena en torno al al-cance de las competencias por las cua-les estaba autorizado Fernando a dirigir,como representante de su hermano.

El final de la unidad imperialCarlos comprendió que el problema detoda su herencia era ocasionado por elImperio, por lo que procedió a su abdi-cación y a dividir su patrimonio entre suhermano y su hijo. Ello significó el finalde la unidad real del Imperio mundialde los Austrias; es decir, de la soberaníasupranacional del Emperador, así comode la misión impuesta por la idea deuna unidad política y eclesiástica de laCristiandad. En 1555, Felipe renunciabaa ser candidato al título de Rey de Ro-manos en caso de morir Fernando. Almismo tiempo, la cancillería de Carlosredactada un documento secreto en elque se nombraba a Felipe vicario gene-ral del Imperio sobre toda Italia, en elmomento de acceder al trono de los rei-nos hispanos. La abdicación de Carloscomo emperador tuvo lugar más tarde;por diversos motivos constituyó la partemás complicada del proceso de abdica-ción: Fernando y los príncipes electorestenían sus reservas ante el proyecto deCarlos, puesto que presentaba un pre-cedente que no estaba legislado. Carlosabdicó el 3 de agosto de 1556, pero elinterregno hasta el ascenso de Fernandoduró dos años. Finalmente, el 14 demarzo de 1558, en la catedral de Franc-fort, se procedía a un “cambio de sobe-rano”, único en la historia del Imperio yque no cabe denominar ni elección nicoronación.

A partir de entonces, se abrió una do-ble rama en la dinastía de los Austrias. Alos sucesores, Felipe II y Fernando I, lesquedaba una dura tarea por realizar:construir los fundamentos instituciona-les de lo que serían dos grandes Monar-quías. Con todo, es preciso advertir que,aunque tras la muerte de Carlos V, la di-nastía se había dividido en dos cabezas,las relaciones posteriores demuestranque, hasta la guerra de los Treinta Años,la rama hispana siempre fue considera-da (o al menos, así se lo creía ella) la“hermana mayor”. n

1514

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El Imperio, de rama en rama

Fernando de Aragón (1452-1516)

Isabel de Castilla (1451-1504)

Juana de Castilla(1479-1555)

Carlos V(1500-1558)

EMPERADOR de1519 a 1556

Isabel de Portugal(1503-1539)

Fernando I(1503-1564)

EMPERADOR de1558 a 1564

Ana de Bohemia(1503-1547)

Felipe el Hermoso(1478-1506)

Felipe II(1527-1598)

Maximiliano II(1527-1576)

EMPERADOR de 1564 a 1576

Maximiliano I(1459-1519)

EMPERADOR de 1493 a 1519María de Borgoña

(1457-1482)

1469

1496

1526 1521

1477

Isabel(1501-1526)

María(1505-1558)

Catalina(1507-1578)La reforma religiosa complicó para Fernando I el problema de mantener unidos sus

territorios. Predicación del nuncio papal en Viena, por Jacob Seisenegger.

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mienzan con la llegada de Fernando Ien los años veinte del siglo XVI y ter-minan con Carlos VI, doscientos añosmás tarde.

El Infans Hispaniarum, Fernando I,el nieto de Fernando el Católico, unpersonaje educado en España, llegó aser archiduque de Austria, Estiria y Ca-rintia, conde del Tirol y en 1526, des-pués de la Batalla de Mohács, rey deBohemia y Hungría. Los años veintedel siglo XVI, el momento en el que-Fernando llegó a Viena, ciudad que eli-gió como capital en 1533, fueron unadécada especialmente conflictiva tantoen España como en Austria y Alema-nia. Es la época de los grandes conflic-tos sociales, de las Guerras de los Cam-pesinos en Europa Central, de los mo-vimientos de las Comunidades en Cas-tilla y de las Germanías en Valencia, ydel comienzo de la Reforma, que de-sembocó en las Guerras de Religión.

La ciudad de Viena, que había vividodurante el reinado de Maximiliano I

una época de esplendor humanista, en-tró en una de las fases más difíciles desu historia. Bajo la influencia de susconsejeros flamencos, el joven Fernan-do I suprimió cruelmente el gobiernoburgués de la ciudad, que se había es-tablecido en los tres años que media-ron entre la muerte de Maximiliano Ien 1519 y su llegada en 1522. En 1525,un incendio destruyó más de 400 casasde la ciudad y desde el final de la dé-cada toda Austria y sobre todo Vienafueron amenazadas constantementepor la expansión otomana.

Una ciudad pequeñaEn el primer asedio de la ciudad, en1529, todos los suburbios fueron que-mados y la población de la ya pequeñaciudad se vio reducida a menos de20.000 habitantes. Otras ciudades delImperio tenían bastantes más poblado-res, como Colonia, con 35.000, Nurem-berg y Magdeburgo, con 40.000, y so-bre todo Augsburgo, con 45.000. Pero,

en comparación con Paris o Londres,ninguna ciudad de lengua alemana erarealmente grande. En el Imperio, habíamuchas, pero ninguna con más de50.000 habitantes.

A diferencia de Augsburgo, Coloniao Nuremberg, Viena era en los añosveinte del siglo XVI una ciudad bas-tante pobre, casi destruida, por lo queno puede haber sido demasiado atrac-tiva para los españoles que acompa-ñaron a Fernando. Esta decepción ytal vez un cierto menosprecio se refle-jan en un poema de Cristóbal de Cas-tillejo, poeta áulico y secretario para lacorrespondencia española de Fernan-do I. Este poema se llama Respuestadel autor a un caballero que le pre-guntó qué era la causa de hallarse tanbien en Viena, mejor conocido por eltítulo Elogio de la ciudad de Viena,desde que el romanista FerdinandWolf lo redescubrió para el públicoaustríaco.

El segundo título tiene que ser cali-

La emperatriz María saliendo de Praga camino de Madrid, con un séquito de jóvenes huérfanas, en 1582 (Madrid, Descalzas Reales).

Al caminar por las calles deViena, sólo el conocedorde la Historia austríaca per-cibirá algún que otro deta-

lle de la influencia española en Aus-tria. A un observador culto, las dos

columnas de la Karlskirche le recorda-rán las Columnas de Hércules, tan im-portantes en la heráldica española.Igualmente se asombrará al pasar poruna calle del distrito 9 que se llamaSchwarzspanierstraße, “calle de losespañoles negros”, o mejor dicho, “delhábito negro”, y leerá con interés lainscripción del Schweizertor de la

Hofburg “Ferdinandus Romanorum,Germaniae, Hungariae, Boemiae etc.Rex, Infans Hispaniarum, ArchiduxAustriae, Dux Burgundiae etc. annoMDLII”. Pero estas pocas reliquias his-tóricas son solamente la parte visibledel iceberg de documentos, en su ma-yoría escritos, sobre las relaciones cul-turales entre Austria y España, que co-

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Influencia españolaen Viena

CHRISTOPHER F. LAFERL es profesor del Insti-tuto de Lenguas Románicas, U. de Viena.

La formación española de Fernando I influyó en las costumbres, la moday la ciencia de su Corte, pero los modales aristocráticos castellanos no

llegaron al pueblo. Christopher Laferl rastrea su presencia en Viena

LA HUELLA

Funerales por el emperador Fernando I en Viena, el 6 de agosto de 1565.

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ficado de erróneo, porque el poemade Castillejo no tiene nada de elogio,ya que el autor más bien se burla deViena en el texto. Los versos siguien-tes, por ejemplo, no pueden ser toma-dos en serio:

Pues la Cámara de Cuentas Y Regimiento real,Do se juzga el bien y el malY se trata de las rentas,Es cosa muy principal.Hay docta universidadY devota clerecía,Que dan honra a la ciudad,Y gentes de autoridadQue tratan mercaduría.Yo tengo buena posada,[...]En muchas cartas, Castillejo se queja-

ba que no se le pagaba el debido sala-rio y que sus prebendas ni siquiera leabastecían de lo más necesario. La Uni-versidad de Viena tenía antes de la Re-formatio Nova, en el año 1554, cuatroaños después de la muerte de Castille-

jo, muy pocos estudiantes, y el clerovienés había abandonado en su mayo-ría los monasterios de la ciudad. Es im-posible que los versos citados tenganvalor afirmativo y, conociendo el con-texto histórico, las expresiones “doctauniversidad”, “devota clerecía” y “bue-na posada” sólo pueden ser entendidasde manera irónica.

En pos del ascenso socialTampoco a los demás españoles quesiguieron a Fernando a Austria les pu-do haber parecido una Tierra de Pro-misión. y por esta razón hay que pre-guntarse por qué cambiaron Españapor aquel país. Seguramente, muchosde ellos emigraron porque en Españano tenían las mismas posibilidades deascender social y economicamente,porque eran segundones, o tal vezerasmistas y conversos, o porque eranmiembros de familias comprometidascon el movimiento de las Comunida-des, como Martín de Guzmán.

La mayoría de los nobles españoles

en Austria, como los Salamanca, losSerna, los Mercado, los Laso de Casti-lla, los Meneses, o los Hoyos, cuyonombre existe todavía hoy en Austria,se integró en la nobleza estamentalaustríaca y llegó a poseer bienes. Eneste contexto, el ejemplo más conoci-do es el caso de Gabriel de Salaman-ca, una de las figuras más importantesen los primeros años del gobierno deFernando I. En los cinco años en losque tuvo el cargo del tesorero generalde Fernando, acumuló tantas riquezasque éste tuvo que cesarlo a causa delos protestas. Su hermoso palacio re-nacentista en Spital an der Drau esmuestra de la ascensión de este bur-galés que, de orígenes más bien hu-mildes, llegó a ser conde.

Pero no había solamente españolesen los círculos cortesanos. Desde elprimer asedio de Viena, en el año1529, se solicitó reiteradas veces la pre-sencia de soldados españoles para de-fender los intereses de los Habsburgo.En Viena, llegaron a tener tan buena

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Edición de 1547 de la Historia General de Indias. El interés por lalengua española se evidencia en la Biblioteca Nacional Austríaca.

Historia General de las Indias, de Gonzalo Fernández de Oviedo,impresa en Toledo en 1526 (Viena, Biblioteca Nacional Austríaca).

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Las órdenes militares hispánicas en Centroeuropa

Fernando I nació en España, donde vi-vió los años de su infancia. Sin lugar a

dudas, este dato es imprescindible paracomprender su posterior actuación en susterritorios centroeuropeos, como Austria yBohemia, donde habían arraigado movi-mientos protestantes, a la hora de enfren-tarse a los problemas derivados de la Re-forma y las Guerras de Religión. Sus pri-meras impresiones y vivencias proceden deuna sociedad que busca su identidad en elpaso de la Edad Media a la Moderna, queacabaría cristalizando en la codificaciónexcluyente de unas estructuras cada vezmás cerradas, surgidas de ideales medieva-les y modificadas para los nuevos tiempos:las Órdenes Militares Hispánicas de San-tiago (1170) y Calatrava (1158), a la quepertenecía su ayo y gobernador de su casa,Pedro Núñez de Guzmán, y Alcántara(1176). Aunque nacieron de y para la Re-conquista en el territorio peninsular, nohay que olvidar el papel que el Papado lesadjudicó en Europa durante el sigloXIII, por lo que su actuación en laContrarreforma en Austria no consti-tuye una novedad, sino una continua-ción de su acción en campo europeo, ensituaciones en las que se veía amenaza-da la unidad de la Cristiandad.

La diferencia respecto al período me-dieval se basa, fundamentalmente, enque los caballeros actuarán militarmentesólo a título individual, constituyendo so-bre todo una base ideológica en ámbito no-biliario católico. Esta pérdida de su papelmilitar se puede achacar a que con los Re-yes Católicos empezó la creación de unejército permanente. El infante Fernandoestuvo muy familiarizado con el protago-nismo que ejercieron las Órdenes MilitaresHispánicas en la vida política de los añostranscurridos en España. La razón del peli-gro potencial del infante para los derechosde su hermano Carlos pasaba, en gran me-dida, por su acceso o no a los maestrazgosde dichas Órdenes, como llaves de todo elReino. Inclinada la balanza a favor de Car-los, quien como contrapartida tendrá queafrontar en Castilla el estado de agitaciónprovocado por las maniobras de su abueloFernando el Católico, el infante Fernandoabandonó la Península, pero no se tratabade una ruptura, sino de una transferencia

de muchos elementos, entre ellos de estasinstituciones, a sus nuevas tierras.

A Fernando I le acompañaron en su via-je a Flandes caballeros castellanos, comoLuis de Tovar y Sosa. Una vez instalado enAustria, fueron llegando a su Corte otros

tantos, alguno de ellos comprometido conel movimiento comunero, como Martínde Guzmán, personaje de gran importan-cia en la vida de Fernando I. También en-contramos en su Corte miembros de lasfamilias Hoyos, Meneses, Mercado, Lasode Castilla, Manrique de Lara, Manriquede Mendoza, Acuña, Robles y Leyte. To-dos ellos pertenecientes a familias con lar-ga tradición en las Órdenes Militares en laPenínsula, solicitarán a través de FernadoI los hábitos de las Órdenes. Formaron loque se puede considerar un grupo de pre-sión en la corte multicultural de Fernan-do I, y para ellos, los hábitos constituye-ron un elemento de cohesión, propulsaronsus carreras en la Corte y favorecieron laaparición de unos lazos continuos con laPenínsula.

Su integración en la sociedad austría-ca, a través de matrimonios con damasnobles del país, y la adquisición de tie-rras, también encomiendas de lasÓrdenes en España, hechos en los que

ocupa un primer plano la protección deFernando I, reforzó su posición. Al mismotiempo, tuvo lugar un fenómeno paraleloentre los hijos de estos nobles castellanosy damas austríacas, y los nobles austríacosautóctonos, que empezaron a solicitar há-bitos castellanos, tanto porque eran signoexterno de su adhesión a la ideología ca-tólica en tiempos difíciles, como por losbeneficios económicos que podían ir em-parejados a ellos. Entre los primeros hayque citar a Ramiro Núñez de GuzmánSchönburg, hijo de Martín de Guzmán yde Ana de Schönburg; entre los segundos,a Wilhelm von Rogendorf y su hijo Ch-ristoph; Georg Proskosky; Otto von Nei-degg; y Adam von Dietrichstein, a su vezcasado con una dama de origen catalán,Margarita de Cardona. Así empezó unarelación social, cultural y económica entreAustria, Bohemia y España, que se pro-longó durante el resto del siglo XVI y elXVII, y que jugó una baza importante enel proceso de recatolización del ambientecortesano de la alta nobleza de los Habs-burgo, a la que no fueron ajenos ademáslos embajadores españoles en Viena y losaustríacos en Madrid.

Ana Mur Raurell

Instituto Histórico Austríaco, Madrid

Estatua de Felipe II con armadura, realizadapor Helmschmid y Holzmann en Augsburgo,en 1544 (Viena, Kunsthistorisches Museum).

INFLUENCIA ESPAÑOLA EN VIENA. HUELLAFERNANDO I, EL EMPERADOR ESPAÑOL OLVIDADO

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en los países hereditarios de los Habs-burgo. Ya en una cuenta del año 1539,aparece la suma que la Corte gastó pa-ra las capas españolas de los jóvenesarchiduques Maximiliano y Fernando,dos nietos de Fernando I. En general,los puestos de sastres, zapateros yguardarropas los ocupaban españoles,como lo prueban los nombres Martínde Arandia, Alfonso de Serna o Fran-cisco Fernández Medina en las listasdel personal de la Corte. A diferenciade la moda anterior, llamada alema-na, que tenía caracter igualitario ymás bien burgués, la llamada modaespañola acentuaba la diferencia declases y por ello era exclusivamente elestilo de viestir de las clases altas. Suaceptación en diferentes cortes euro-peas expresa claramente la hegemoníacultural que la aristocracia españolaejercía en Europa al comienzo de laEpoca Moderna.

Lectores de castellanoLos nobles europeos no solamente sevestían a partir de la segunda mitaddel siglo XVI según las reglas de lamoda aristocrática española, sino quetambién comenzaron cada vez más a

aprender castellano y a leer libros es-pañoles. El interés por la lengua espa-ñola se ve bien reflejado en los fondosde la Biblioteca Nacional Austríaca, cu-yo predecesora contenía ya en la épo-ca de Fernando I libros españoles tanimportantes como las obras de FrayAntonio de Guevara, el Libro de ora-ción y meditación del místico Fray Luisde Granada, el Corbacho del Arcipres-te de Talavera, el Amadís de Gaula, LaCelestina y los díalogos de los herma-nos Valdés.

Un interés especial se ve en el grannúmero de obras que tratan de la con-quista del Nuevo Mundo. En Viena,no solamente se tradujeron las Cartasde relación de Hernán Cortés, sinotambién se leían las obras de Cieza deLeón, Francisco López de Gómara y Al-var Núñez Cabeza de Vaca. El Sumariode la natural y general historia de lasIndias de Fernández de Oviedo fue pe-dido personalmente por Fernando I asu embajador en España, Martín de Sa-linas, ya en 1526.

En comparación con la presencia delas culturas italiana, francesa y eslava,los españoles que estuvieron en Aus-tria en los siglos XVI y XVII no dejaron

ninguna huella permanente en EuropaCentral. Únicamente el historiador es-pecializado sabe descifrar uno u otrovestigio de la cultura española. Esta au-sencia se debe a dos factores: primero,porque las relaciones dinásticas entrelas dos ramas de la Casa de los Habs-burgo terminaron al comienzo del sigloXVIII; y segundo, porque el fenómenode la cultura española en Austria teníaun carácter marcadamene elitista. Apar-te de las acciones militares, la culturaespañola en el extranjero era un fenó-meno de la Corte y de la aristocracia yno tenía casi ninguna influencia en elpueblo en general. n

BERENGER, J., El Imperio de los Habsburgo(Trad. de Godofredo González), Barcelona,

1993.GONZÁLEZ NAVARRO, R., Fernando I (1503-1564).Un Emperador español en el Sacro Romano Impe-rio, Madrid, Alpuerto, 2003.LOPE HUERTA, A., Fernando I de Habsburgo, Alcaláde Henares, Brocar, 2000.OPPL, F. y RUDOLF, K., España y Austria (Ed. espa-ñola de Rudolf, K. ) Madrid, Cátedra, 1997.RUDOLF, K., “De la corte itinerante a la corte esta-ble: Fernando I”, en: Carlos V y la quiebra del hu-manismo político en Europa, vol. 2, ed. José Mar-tínez Millán, Madrid, 2001.

PARA SABER MÁS

Fernando I en 1564. Su Corte seguía la moda de la aristocraciaespañola (por Arcimboldo, Linz, Stadtdtmuseum Nordico).

Maximiliano II, en 1553, heredó la corona imperial a la muerte de supadre Fernando I (por Arcimboldo, Viena, Kunsthistorisches Museum).

fama que en el nuevo arsenal junto allado Danubio trabajaban siempre va-rios españoles, que recibían un salariomás alto que los soldados de proce-dencia austríaco-alemana.

El soldado español que defiende losintereses de la dinastía y de la Iglesia ca-tólica es tal vez la imagen más duraderade España que prevaleció en Austria yen Alemania. Pero esta imagen propor-ciona una idea un poco tergiversada,sobre todo en lo que concierne al sigloXVI, porque eran también españoles losque fundaron el primer hospital de lacorte en Viena – aquí hay que nombrara Diego de Serava– y porque tenían unareputación muy elevada en los camposde la medicina y la farmacia.

Fernando I insistió en tener médicosespañoles, como los doctores Cosmás

de Borja y Pedro Carnicer, y boticariosespañoles, como Antonio Calvo y Pe-dro de Azaylla. Y como Fernando I pe-día con una insistencia significativa asus embajadores en España huesos demelocotones, cerezas y, sobre todo, de

albaricoques, Austria le debe la difu-sión de estos árboles frutales.

En la primera mitad del siglo XVI, losespañoles en Austria todavía no se co-rrespondían con la idea común que enEuropa Central se tenía de España co-mo la principal potencia de la Contra-

rreforma, pero la segunda oleada deespañoles que llegó a Austria despuésde 1550 ya parece cuadrar mejor con laimagen de católicos intransigentes. Co-mo a partir de 1540 España se identifi-caba cada vez más con las metas con-trarreformistas, también los españolesque llegaron con la emperatriz María,hija de Carlos V y esposa de Maximilia-no II, a Austria se presentaron comosoldados de la Iglesia católica militan-te, en un grado mucho mayor que suscompatriotas de los primeros años.

Jesuitas y jerónimosA partir de la segunda mitad del sigloXVI, la influencia española en la iglesiacatólica de Austria aumentó. A Vienano solamente llegaron jesuitas españo-les como el Padre Vitoria, personajemuy importante en la Corte. FernandoI quiso también llevar la orden de losjerónimos a Innsbruck. En los ultimosaños del gobierno de Fernando I, tresclérigos españoles de la Corte alcanza-ron puestos muy destacados: Antoniode Castillejo, sobrino del ya menciona-do poeta, fue nombrado obispo deTrieste; Francisco de Córdoba, el con-fesor de la emperatriz María, escribiódos libros importantes que fueron re-partidos por el Conde de Luna, emba-jador de Felipe II, entre los participan-tes del Concilio de Trento; y JacoboNogueras, también clérigo de la Corte,entró en una disputa teológica contrael protestante Paul Skalich en el año1557, al parecer con éxito, ya que po-co después fue nombrado obispo.

En estos años, no solamente la teolo-gía española adquirió gran importanciaen el clero austríaco, también la reli-giosidad española causó profundoasombro entre el pueblo vienés, comolo demuestran por ejemplo algunos los

comentarios contemporáneos sobreuna procesión que la comunidad espa-ñola había realizado en Viena.

La presencia de los españoles en laCorte vienesa seguramente es la causaprincipal por la cual la llamada modaespañola se difundió tan rápidamente

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La teología española tuvo eco en el cleroaustríaco y su religiosidad causóprofundo asombro entre el pueblo vienés

La Virgen de la Misericordia protege a los Reyes. Los clérigos españoles alcanzaron puestosdestacados en la Corte austríaca. (Por Diego de la Cruz, Burgos, Monasterio de Las Huelgas).

INFLUENCIA ESPAÑOLA EN VIENA. HUELLAFERNANDO I, EL EMPERADOR ESPAÑOL OLVIDADO

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