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La armonía del Caos Autor: Carlos Serrano Castellón

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La armonía del Caos

Autor: Carlos Serrano Castellón

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Índice

Índice ............................................................................................................................................. 2

Caos ............................................................................................................................................... 3

Retorno........................................................................................................................................ 11

Control ......................................................................................................................................... 23

Locura .......................................................................................................................................... 30

Desenlace .................................................................................................................................... 37

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Caos

Un buen día para el caos.

Eso pensaba Marc mientras se dirigía al trabajo. Sus amigos pensaban que era bastante pesimista, pero él se consideraba un realista que intentaba hacer ver a los demás que no habían analizado todas las posibilidades.

Era investigador en un proyecto bastante innovador que podría llevar a la nación a ser puntera en ciencia. Por desgracia los recortes en investigación había provocado la obligación de aportar pruebas de manera inmediata de su viabilidad. Marc estaba molesto pues aun no habían realizado suficientes pruebas para garantizar la seguridad de la operación, pero no era el jefe del proyecto ni el que lo financiaba, por lo que su opinión carecía de valor.

Había descubierto que la realidad se movía a través de una curva armónica y el proyecto consistía en manipular dicha curva. En caso de éxito podrían modificar la realidad para hacer que fuese como quisiesen. Serían dioses. Un proyecto así parecería que tendría muchas subvenciones, pero por desgracia las probabilidades de éxito eran escasas. Nadie quería arriesgar en él. Solo el estado les subvencionaba y quería resultados inmediatos o les quitarían la subvención.

Pero era demasiado arriesgado. Un fallo podría ocasionar que ocurriese algo desagradable, por decirlo levemente, pues en el peor de los casos podrían llegar a deshacer la realidad. Esto se lo había intentado hacer ver a sus superiores, pero ninguno le querían escuchar, y ahora se aproximada a su trabajo para hacer una prueba que estaba avocada al fracaso. Solo esperaba poder controlar los problemas que pudiesen surgir.

Finalmente llegó al centro de investigación, también conocido como CIDC, Centro de Investigación y Desarrollo de Cataluña, y el suyo no era el único proyecto que albergaba. Tenía el tamaño de una pequeña ciudad situada a las afueras de Barcelona. Podía alojar más de un centenar de proyectos de investigación al mismo momento, pero por desgracia en ese momento estaba medio vacío.

Marc saludo al guardia de seguridad mientras entraba preparándose mentalmente para realizar la prueba.

Marc se dirigió a su trabajo. Llegaba puntual, pero a pesar de ello era el último en llegar y esto se debía al nerviosismo que imperaba por la prueba. Saludo a su jefe directo, un chico bastante más joven y más atractivo que él nombrado Rubén. Frecuentemente Rubén utilizaba sus conquistas amorosas como si fuese algo interesante. Por el contrario, Marc siempre ha sido bastante tímido y serio, lo que no había facilitado una relación con las mujeres. Él no se consideraba feo, con metro ochenta, moreno y sin sobrepeso, podría pasar como una persona del montón, al contrarío que Rubén, de pelo castaño y un poco musculado. A pesar de la situación los comentarios de Rubén no molestaban a Marc, ya que hacía poco que se había casado y estaba completamente enamorado de su esposa. Lo que sí que le molestaba era la costumbre que tenía Rubén para omitir información relevante del proyecto necesaria para que pudiese realizar su trabajo, algo que ocurría a menudo.

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Marc se sentó en su sitio y comenzó a encender las maquinas. Junto a él se encontraban Rubén y un joven chico al que habían contratado hace pocos meses. Si algo salía mal sería culpa de ellos, pero era demasiado tarde para pensar en eso. El proyecto tenía más integrantes, pero ellos se dedicaban a otros puntos del proceso. El responsable del proyecto, un tipo bajito y regordete llamado Felipe, se encontraba muy bien reunido junto al ministro de Fomento y a un Coronel del ejército. La apariencia y el sentido del humor de Felipe habrían confundido a cualquiera pues parecería el de un pueblerino, sin embargo era un tipo muy inteligente que se había ganado el respeto de Marc, aunque este duraba que el sentimiento fuese mutuo.

Las maquinas comenzaron a encenderse. La prueba se realizaría en una pequeña habitación de paredes de cristal. Dentro de la sala había un taburete con una manzana encima. Era irónico que se escogiese para la prueba el mismo fruto del pecado, y si Marc no hubiera estado tan nervioso seguramente habría hecho algún comentario. Lo primero era identificar la onda armónica de la sala, después vendría reproducir la onda mediante luz y sonido. El tercer paso sería anular la onda original. Este proceso se podría resumir en darle el cambiazo a Dios. Si justo en ese momento la luz se hubiese cortado la habitación habría desaparecido, y los miembros del proyecto habrían estado expuestas a una potente implosión. Por suerte unos potentes generadores evitaban esa posible falla.

Solo faltaban los dos últimos pasos. Modificaron la onda basándose en una de las formas que ya habían probado y al lado del taburete y la manzana apareció otro taburete con otra manzana. Alcanzado este punto solo tenían que volver al estado inicial. Recuperaron la onda de la realidad y apagaron las maquinas, pero el nuevo taburete con la nueva manzana permanecía en la sala. Había creado un par de objetos de la nada.

Marc comenzó a respirar tranquilo, pues la prueba había sido un éxito, y podía ver como a Felipe le felicitaban sus ilustres acompañantes. Después de esto continuaron con su trabajo de investigación, hasta una hora antes de la salida. En ese momento Felipe se presentó ante ellos y les informó de las nuevas.

– Os felicito. Les ha gustado mucho la demostración. La subvención la tenemos casi asegurada, pero me han pedido un favor. El sábado de la semana que viene haremos una prueba a mayor escala al aire libre.

– No tientes a la suerte. Esta prueba nos ha salido de milagro. – Contestó Rubén.

– Como que de milagro, esta prueba ha salido porque sois los mejores. Esto un extranjero no sería capaz de hacerlo, pero vosotros sois españoles.

– Pero al aire libre tendremos unas condiciones que no podremos controlar. Esta prueba ha salido porque hemos aislado la sala, pero no podemos aislar una zona del exterior. – Contestó Marc, que estaba palidecido por las palabras de Felipe.

– Pues a trabajar que tiene que estar todo listo para entonces. – Terminó Felipe retirándose y dejándolos con la palabra en la boca.

No había nada que discutir. La decisión había sido tomada.

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Al salir, Marc se dirigió a un bar donde sus amigos se habían reunido para felicitarle o animarle por la prueba. No habían venido todos, pero si los más cercanos.

Nada más llegar, su cuñada, una rubia cuarentona pero que aún conservaba un buen tipo se le acercó y antes de que Marc informase de lo sucedido le dijo.

– Una gran catástrofe ocurrida cerca de ti el sábado de la semana que viene. Lo he soñado.

Nuria siempre había creído que era vidente y en sus sueños podía vislumbrar el futuro. Por suerte para Marc rara vez acertaba, salvo por casos de mera casualidad. Aún así le extraño mucho esa predicción ya que nunca era tan catastrofista y había dado de lleno en el día de la prueba. Esas casualidades y su desconfianza en el éxito de la prueba lo volvían un poco suspicaz. Nuria era consejera del alcalde de Barcelona, pero a diferencia de otros de su misma posición, para ella le había supuesto un gran esfuerzo alcanzar el puesto.

Su cuñada no era la única que estaba presente. Junto a ella estaba su esposa Elena. Una atractiva morenaza que aún no alcanzaba los cuarenta años. Cada vez que la miraba Marc tenía la impresión de estar más enamorado de ella y estaba convencido que casarse había sido la mejor decisión de su vida. Se conocieron en una convención científica en la que él tenía conocimientos de física y un poco de informática y ella de química. Ahora trabajaba en una famosa farmacéutica, aunque soñaba con poseer su propio negocio y a escondidas estudiaba un nuevo fármaco contra el cáncer.

También estaba su hermano Kevin. Este era más joven que Marc pero aún así ya habría acabado la carrera de Ingeniería si no fuese por su éxito con las mujeres. Kevin era muy callado pero realmente atractivo. Actualmente trabajaba como ayudante diseñando nuevos coches.

Los otros dos compañeros eran sus más cercanos amigos. Rafael, un frustrado deportista que si no hubiera sido por una lesión de rodilla ya habría competido en los juegos olímpicos como lanzador de pesas, pero que no le había impedido convertirse en entrenador de la misma especialidad. Rafael ya comenzaba a dejarse y su personalidad no era la mejor para agraciar con alguna mujer, lo que derivaba a estar solo. Tanía por otro lado era una madre divorciada de dos hijas y una famosa empresaria. Ella aún se conservaba en la flor de la vida y estaba en búsqueda de una pareja, pero no tenía en mente ni a Kevin ni a Rafael, no eran su tipo.

La velada resultó ser bastante entretenida y corrió el alcohol y los chistes malos, ya que a pesar de la noticia no por ello dejaba de ser una fiesta.

Durante el transcurso de la velada Marc recibió un Whatsapp de su jefe.

– Tráete a gente para la prueba.

Marc estaba confuso y se lo comentó a sus amigos.

– Yo me apunto. – Salto Tania.

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– Pues yo pienso traer a todo el que conozca. – Continuó Rafael.

– ¿No os parece raro de que a una prueba tan delicada digan de venir parientes y amigos? – Respondió Marc. En su rostro se mostraba bastante la preocupación.

– No sé de qué te preocupas. Si fuera peligroso no te habrían enviado ese Whatsapp. – Finalizó Elena. – Decidido. Vamos todos a la prueba. Así le daremos ánimos a mi maridito.

La respuesta fue festejada y apoyada por casi todos con un brindis, salvo para Marc y Nuria que no les acababa de convencer la situación.

Finalmente, y después de ingerir bastante cantidad del líquido embriagador, Marc aceptó.

A la mañana siguiente la resaca hizo mella en la cabeza de Elena y Marc. Todo lo que parecía bonito la noche anterior, ahora se presentaban como terribles decisiones. Aún así decidieron continuar con la invitación.

Cuando comenzó la semana su jefe le explico que el ministro quería hacer una presentación del experimento, para demostrar tanto a los ciudadanos españoles como al resto de países lo tecnológicamente bien avanzados que estábamos, y que a pesar de los recortes la investigación no había perdido su potencial. Esa era la escusa que daba el ministro, aunque estaba claro que la idea era colgarse la medalla ante sus compañeros de partido y quizás también ante el que movía los hilos detrás del partido. El caso es que los invitados realizarían la labor de figurantes para que pareciese que había más investigadores en el proyecto. También habían llamado a periodistas de cadenas tanto nacionales como internacionales para cubrir dicho evento.

La semana transcurrió sin problemas mientras se dedicaban a extremar las medidas de seguridad para el evento, con lo que el día señalado llego en un suspiro.

El lugar era un terreno de tierra yerma, en el que no se divisaba ni el más leve indicio de hierba ni de ningún otro tipo de planta. Había un centenar de instrumentos de medición y alteración de la onda armónica dispuestos de tal forma que rodeaban un circulo de aproximadamente un kilometro de diámetro.

En uno de los lados del círculo había colocado varias banquetas para los espectadores, mientras que en otro lado se encontraban una pequeña tienda de campaña de tela y en cuyo interior se hallaban los ordenadores para controlar el resto de equipos de la prueba. La tienda apenas contaba con una lona y cuatro palos que protegía a los investigadores del sol. Un poco más separado de la tienda se hallaban unos potentes generadores eléctricos que alimentarían a todo el material.

En la tienda se hallaban Marc, Rubén, y el chico nuevo Karl. También se encontraban Paris, una administrativa que ya comenzaba a tener cierta edad y Hannah, una diseñadora que ni era muy joven ni demasiado mayor. Ellas en este caso fingirían ser investigadoras para darle más relevancia al evento. Aún faltaban el resto de figurantes, pero aún disponían de un par de horas para llegar.

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Toda la zona estaba rodeada por un perímetro de seguridad consistente en un pequeño ejército militar. Estos se encargarían de que no entrasen indeseables y de mantener el orden.

Felipe se encargaba de recibir a los invitados especiales, además de los periodistas, mientras poco a poco Paris iba recibiendo a los figurantes. La mayoría había traído a dos o tres personas para apoyar el evento y todos se sorprendieron al ver el pequeño desfile que vinieron en nombre de Marc, pues no solo habían venido los invitados a la última celebración, sino que incluso Tania se había traído a sus hijas Zaira y Maica, de ocho y cuatro años respectivamente.

La hora acordada había llegado y los investigadores comenzaron el experimento. Marc miraba pasmado en el monitor como la señal no paraba de variar.

– Tenemos un problema. La onda de la realidad no deja de moverse. Es posible que haya algo de polvo en la zona y el aire no paré de moverlo.

– Haz una instantánea de la señal y trabaja a partir de ella. – Solucionó Rubén.

Marc estaba molesto por no haber tenido la misma idea, pero no tenía tiempo para refunfuñar. En seguida hizo una copia de lo que mostraba la onda y la imitó. Sería un poco más difícil darle el cambiazo a Dios, pero tampoco demasiado, solo necesitaba que la onda se repitiese y el sistema automáticamente lo sustituiría.

Por otro lado Paris comenzaba a mostrar nerviosismo pues mientras se estaba sentando en la zona indicada se dio cuenta que había perdido de vista a una de sus hijas, Zaira. La pequeña era difícil separarla de la falda de su madre, pero en lo que respetaba a la grande era bastante difícil de controlar.

– Chicos, ¿dónde está mi hija? ¿Alguno de vosotros la ve? – Preguntó Paris.

Al escuchar la pregunta el grupo se puso a mirar a todos los lados para intentar encontrarla sin mucho éxito. Finalmente Abril, una muchacha que aún no perteneciendo al grupo mostraba mucha más iniciativa y sentido común que el resto decidió ir a preguntárselo a un militar.

Abril era la hermana mayor de Sergio, quien sí que pertenecía al grupo, que había venido por estar realmente interesada en el experimento, al contrarío del resto, que simplemente se encontraban ahí para animar y pasar el día. Sergio en cambio era un chico bastante extrovertido para algunas cosas y demasiado introvertido para otras. Rara vez salía de casa, aunque cuando salía era capaz de animar cualquier ambiente sin necesidad de drogas o alcohol. Sergio había coincidido con Marc en una investigación pasada, trabajando este en el departamento de administración, aunque realmente sus funciones tocaban todos los departamentos menos dirección. A nadie le hubiera extrañado verlo un día ayudando a los investigadores y al día siguiente limpiando el baño.

– Disculpe. Se nos ha perdido una niña pequeña y no la encontramos. ¿Qué nos podría ayudar? – Preguntó Abril al soldado.

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Nada más terminar la frase el soldado comprendió la seriedad del problema. Se iba a realizar un experimento altamente peligroso y lo último que necesitaban era que un par de niñas estuvieran jugando por el campo de pruebas. Comunicó el problema a sus superiores que inmediatamente se pusieron a buscarlas con la ayuda del resto del grupo.

Los investigadores se hallaban ignorantes de lo que estaba ocurriendo con en la zona de pruebas. Uno de los problemas que habían planteado a lo largo de la semana era decidir que crearían con la maquina. Debía ser algo bastante impresionante pero no demasiado complejo, por lo que se descartaron los organismos vivos. En un principio pensaron en lingotes de oro. Sería bastante impresionante, sobre todo teniendo en cuenta la crisis. Además serviría para financiar el proyecto aunque no fuese aprobado por el gobierno. Por desgracia no podían acceder a ningún lingote para replicar. Después pensaron en monedas o billetes, pero la maquina requería mucha energía para funcionar, por lo que no salía rentable. Además estaba el problema de que se duplicarían monedas en curso, que provocaría problemas en la economía del país. Sería como falsificar billetes. Finalmente el ejército se ofreció, de una forma muy insistente, a clonar un tanque y tuvieron que acceder a dicho ofrecimiento. El día anterior lo habían copiado y ahora harían aparecer un duplicado de él.

El proceso había comenzado y empezaba a detallarse la silueta del tanque bajo la expectación del público. Cada vez se definía más hasta que prácticamente se había materializado. En ese momento se comenzó a distorsionar.

– Algo raro está pasando. No están respondiendo a los controles. Se está alterando la onda sin que pueda hacer nada.– Gritó Marc asustado.

– ¿Cómo puede ocurrir algo así? En todos los puntos que podía fallar, este era el único que era imposible tener un error. – Exclamó Rubén

– Sospecho que una tercera onda está modificando la que hemos creado nosotros. Nos van a dar el cambiazo. – Afirmó Marc mirando a Rubén con cara de asombro.

Lo que estaba afirmando era en teoría imposible. Significaba que le estaban pirateando la señal, pero el equipo no estaba conectando a ninguna red, solo se podía acceder desde el mismo terminal que usaba Marc. Además, aunque lo consiguiesen piratearlo, tendría que ser alguien que poseyese la tecnología para crear una tercera onda.

Los investigadores permanecían asustados e impotentes al ver como perdían el control de todo el equipo. Los espectadores comenzaban a sospechar que algo raro estaba ocurriendo. El tanque, que un momento atrás estaba apareciendo, se volvía de un color negro e iba perdiendo su tamaño y su forma.

De pronto, una fuerte onda de choque se llevó la lona que cubría a los investigadores y los derribó mientras estos, incrédulos, veían como todo el suelo comenzaba a ondularse como si de un papel de tratase. Contrariamente nadie sentía ningún temblor en la tierra, no podía tratarse de un terremoto.

Cuando la conmoción se detuvo, el suelo estaba ondulado y justo en el centro de la prueba se alzaba este casi tocando una esfera negra de un metro de radio. Dicha esfera parecía tener propiedades de los tres estados elementales. Permanecía fija como si fuese

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solida per su cuerpo ondulaba como si fuese líquida y permanecía flotando a un palmo del suelo como si fuese aire.

Todos los presentes miraban asombrados, pero fueron Marc y Rubén los primeros en levantarse y comenzarse a dirigir a la esfera. Al andar se dieron cuenta de que no notaban las variaciones de terreno. Era como si aún fuese plano el suelo. Cuando Marc miro a Rubén vio horrorizado como una de sus piernas se acortaba al pisar un montículo y después la otra se alargaba al pisar un hoyo. No entendía lo que estaba ocurriendo, pues el terreno que pisaban incumplía las leyes de la física, aunque no les sorprendió demasiado ya que su experimento también las incumplía. Aún así no esperaban que se pudiera alterar de dicha forma y se asustaron al imaginarse que daños irreparables podrían haber ocasionado.

Este miedo sin embargo no era nada en comparación con el horror que sintieron pocos segundos después. Mientras el resto de presentes se levantaban unos seres, que habían pasado desapercibidos por todo lo sucedido, también comenzaron a levantarse.

Marc seguía avanzando, como hipnotizado por la esfera. Su curiosidad científica le exigía experimentar el nuevo hallazgo, cuando enfrente de él se levantó uno de esos seres y les sujetó por los hombros. Dicho ser era un humanoide ya que tenía una cabeza, dos brazos y dos piernas. Pero carecía de ojos, en sus lugares dos cuencas vacías se hallaban como mirando al interior del alma de Marc, y también carecía de piel, y sangre y vísceras caían desparramándose por el suelo. La boca de este ser permanecía abierta, como si intentase gritar pero sin conseguirlo, mientras que Marc no podía dejar de hacerlo.

Unos segundos más tardes el ser cayó al suelo muerto y, en ese momento, Marc se dio cuenta de que había permanecido gritando lo que le parecía una eternidad. Su garganta estaba resentida del esfuerzo y el susto había roto el hechizo hipnótico de la esfera, con lo que se puso a observar a su alrededor.

Varios de esos seres, de diferentes formas y tamaños, se iban levantando y a los pocos segundos caían muertos. El infierno habría sido un espectáculo más agradable que ver, pensó Marc. Entonces, comenzó a buscar a sus dos compañeros y encontró otra anomalía que había sido producida. Rubén, que se había acercado más a la esfera, parecía un enano en comparación con él, y Karl, que había permanecido junto a los instrumentos, parecía un gigante de más de diez metros.

Comprendió en aquel momento la situación. Le había parecido que la esfera había estado creciendo, pero realmente era él que estaba menguando conforme se acercaba a ella. La esfera debía de ser un portal que conducía a un plano infernal, de donde habían salido todos esos seres repulsivos.

Asustado, comprendiendo que todo estaba fuera de control, comenzó a gritar a sus compañeros para que salieran del lugar.

Conforme huía se acordó de todos sus amigos que habrían llegado para ver la prueba, y se preguntó cómo se encontrarían. Decidió que antes de alejarse del lugar, pasaría por la zona de espectadores para ver como estaban. Dicha zona se encontraba más alejada del

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centro de la prueba de donde se encontraban ellos, por lo que estaba convencido de que estarían bien.

En el momento de la explosión, Tania y compañía habían encontrado a su hija. La encontraron jugando absorta con una muñeca, ignorante de la preocupación de su madre. Ocurrida ya la explosión, el sentido común dictaba alejarse lo máximo posible, pero Tania había dejado a su otra hija con el resto de sus amigos.

Todo el grupo acabó congregándose en el mismo lugar. De dentro de la esfera comenzaron a salir unos seres deformes, aberraciones de la naturaleza, que esta castigaba arrebatándoles la vida a los pocos metros de cruzar el portal. Ni siquiera Dante había imaginado un espectáculo tan cruel y sádico, del gusto de las mentes más perturbadas. Marc estaba sorprendido de la cantidad de gente que había ido a ver el espectáculo. Muchos de ellos distaban mucho de considerarse amigos y se tendrían que conformar con el adjetivo “conocidos”.

Al ver llegar a Marc, Elena se lanzó a sus brazos con un suspiro de alivio, pero nada más tocarle su rostro mostro una seria preocupación.

– Estas congelado. Te vas a desmayar con una tensión tan baja.

– Me encuentro perfectamente, dadas las circunstancias. – Respondió Marc – Tenemos que abandonar la zona lo antes posible.

– ¿Qué ha pasado? ¿Qué son esas cosas? – Preguntaba Kevin-

– No lo sé. – Contesto Marc absorto. – Pero tengo el convencimiento que no los vamos a olvidar fácilmente. Será mejor que cada cual se vaya a su casa. Tengo que meditar sobre lo que ha ocurrido.

La idea les pareció razonable, y solo permanecieron juntos hasta llegar al aparcamiento. Marc desconocía si faltaba alguno de sus amigos, pero el resto del grupo no parecía demasiado preocupado por el tema, por lo que lo dejó estar. Mañana tendría una reunión en el trabajo para aclarar lo ocurrido.

– Espero que los militares sean capaces de arreglar este desastre. – Decía Marc sin darse cuenta de que pronunciaba dichas palabras en voz alta.

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Retorno

Elena insistió mucho en que su marido no fuese a trabajar, ya que presentaba una hipotermia algo extraña, pero Marc quería aclarar las cosas lo antes posible por lo que la tozudería de él acabo con la preocupación de ella.

Cuando llegó al trabajo se encontró que todos estaban preocupados.

– ¿Qué coño pasó ayer? Has puesto en peligro la seguridad de todos. ¿Dame una razón para que no te despida? – Le saludo Felipe

– La situación está en un punto muerto. – Continuó Rubén. – Los militares no son capaces de acabar con esa cosa, pero los seres que salen de ella parecen morir al poco tiempo.

– No sé qué pasó. Si no fuera imposible diría que nos piratearon el sistema.- Contestó Marc. – ¿Los militares han traído mi ordenador? Necesito mirar los logs.

– Me han dicho que han establecido un perímetro de seguridad y no piensan entrar. Solo se preocuparán de que ninguna de esas cosas salga. Aunque no creo que salgan, se mueren nada más aparecer. El que más tiempo ha durado ha sido quince segundos. – Informó Paris.

– Esto me recuerda a la guerra de los mundos. Seguro que los virus de nuestro mundo están haciendo estragos en sus organismos y por eso se mueren. – Esta vez quien contestó fue Hilda. Una administrativa de unos treinta y tantos amante de la literatura y del cine.

– Sea de una forma u otra es probable que solo sea cuestión de tiempo para que se adapten. Tengo que recuperar mi ordenador y descubrir que pasó. – Dijo Marc mientras se dirigía de regreso a la puerta para irse.

– ¿A dónde crees que vas? ¿Después de lo que has montado ahora te largas? Estas despedido – Le continuó sermoneando Felipe, pero este lo último que vio fue la peineta que le hizo Marc al salir por la puerta.

Mientras Marc se dirigía a su coche, llamó a su esposa.

– Cariño. Tengo algo que hacer en la zona del experimento. ¿Puedes reunir a todos los amigos que asistieron al evento?

– Si claro. Ahora me pongo. – Contestó Elena. – ¿Cómo te está yendo el día?

– Pues podría ir bastante mejor. Felipe me ha despedido, pero no te preocupes, cuando se calme me volverá a contratar. Soy su mejor investigador y con diferencia. – Vaciló Marc. Quizás no sería tan bueno, pero poseía una visión de si mismo bastante generosa. – Necesito que todo el mundo esté esta tarde. A las seis.

– Pero a las seis es muy pronto. ¿No puede ser más tarde?

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– Elena, esto es serio. Que sean puntuales.

Marc estaba bastante preocupado con lo ocurrido. ¿Y quién no lo estaría? Su experimento fue un fracaso, provoca la apertura de un portal a quién sabe dónde y comienzan a salir engendros que ni en las peores pesadillas hubiera imaginado. Pero tenía la sensación de que la cosa iba a ir a peor, y necesitaba sus herramientas. También se hallaba tranquilo con el despido, ya que ahora podría disponer de tiempo para investigar y solucionar el problema. Odiaba cuando su jefe estaba encima de él y no le dejaba avanzar por preguntas estúpidas. Ahora no tendría ese problema.

Antes de dirigirse a su casa, pasó por una tienda a comprar materiales. Los necesitaría para la investigación. Compró bolsas, cuerdas, un par de ordenadores, discos duros, más de cien metros de cableado eléctrico y de red, y diversas cosas más. No estaba preocupado por el dinero, ya que antes de la crisis había podido ahorrar suficiente y había creado un fondo personal que utilizaba para caprichos que no quería que conociese su esposa.

La compra le llevo más tiempo de lo que había supuesto, y llego a su casa a las seis y media, media hora más tarde de lo que había planeado, y se encontró con muchas más personas de las que había supuesto.

Allí presentes estaban todos los que habían asistido a la prueba en su nombre, inclusive las niñas. Al ver esto, Marc cogió a su esposa por el brazo y la separo del grupo con intención de entablar una conversación.

– ¿Pero qué has hecho? No nos vamos a ir de excursión. Vamos a la zona donde aparecen esas criaturas. ¿Qué hacen aquí las crías de Tania?

– Me dijiste que reuniese a todos y eso he hecho. – Respondió Elena

– Está bien, está bien. Voy a ver cómo me lo monto.

Marc, a pesar de estar enfadado por la situación, no fue muy duro con Elena, pues le daba la impresión de que había encogido, probablemente por la vergüenza del error según el pensamiento de Marc.

En ese momento se acercó Nuria y le comentó a Marc.

– He tenido una visión muy fuerte. La más fuerte de mi vida. A decir verdad fue tan fuerte y tan clara que no me di cuenta de que era una visión hasta que termino.

– ¿De coño qué me estás hablando? – Qué Marc hubiera perdonado a Elena no significaba que no fuese a descargar su rabia contenida con otra persona, y su cuñada con sus supuestas visiones era la candidata perfecta.

– Escúchame Marc. Escúchame por una puta vez en tu vida. He visto un demonio. Tenía las facciones alargadas, como si de un depredador se tratase. Sus brazos y piernas estaban cubiertas de pelo y acabadas en garras. De su cintura, también peluda, salía una cola alargada y delgada que se movía como un látigo. El resto del cuerpo lo tenía desnudo y sin bello. Y de su espalda, dos enormes alas de murciélago se agitaban. Tenía

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hasta dos pequeños cuernos que le salían de la frente. Ese ser estaba despedazando a Lluc. – Le gritaba desesperada Nuria a Marc.

Lluc era uno de los que se encontraban presentes. Hace muchos años Lluc y Marc eran amigos, pero Lluc se tuvo que ir a la granja de su padre y desde entonces perdieron bastante el contacto, salvo una visita que se producía una vez al año. Hijo de un importante terrateniente, no tardaría mucho en heredar las tierras de su padre.

– ¿Qué quieres decir? – Preguntó fríamente Marc. – Sabes perfectamente que no creo en tus predicciones. Eso del destino es una mentira que os habéis inventado para no aceptar la responsabilidad de las acciones. Y aunque fuese verdad lo que dices, ¿qué otra opción tengo? El portal seguirá abierto hasta que yo lo cierre, pues nadie más sabe cómo hacerlo. Y no quiero ni imaginarme que pesadilla puede salir de él si permanece así. De momento hemos tenido mucha suerte, pero la suerte tarde o temprano se acaba.

Dichas estas palabras Marc se fue con el resto del grupo y les comenzó a hablar.

– Os tengo que pedir un favor. Como recordareis hace poco realicé un experimento que salió mal. Ahora dicho fracaso está custodiado por el ejército y de momento lo están conteniendo, aunque no se por cuánto tiempo. Para poder cerrar el portal que abrí, necesito de un disco duro que me dejé y los militares no me van a dejar recuperarlo. Necesito que me ayudéis a despistarlos mientras cojo el disco duro.

Varios murmullos comenzaron a hacer pensar a Marc que sus amigos tenían miedo.

– Escucharme. Es normal que tengáis miedo. Pero no os pido que entréis en la zona, de eso ya me encargo yo. Solo que consigáis despistar a los soldados para que pueda investigar sin problemas. Tengo un temor. Las criaturas que salen parecen intentos fallidos por crear seres vivos, pero quien crease el portal tarde o temprano conseguirá su propósito, y entonces tendremos problemas. Solo es cuestión de tiempo que aparezca un monstruo que no se muera a los pocos segundos. Por favor. Solo será ir coger el disco duro y volver. No deberíamos tardar demasiado tiempo.

Hubo bastante revuelo al escuchar las palabras de Marc, pero al poco rato se calmó. Sabían que Marc tenía razón, aunque les costase admitirlo, pero en muchos casos no era por miedo, sino por pereza. No les habría importado ir al mismo lado del portal si hubiera sido para realizar una barbacoa, pero para buscar un disco duro ya no les parecía tan emocionante.

Todos los presentes aceptaron ir, pero muchos de ellos tenían sus propios planes para la excursión.

El grupo cogió los coches y se dirigieron a la zona. Conforme se acercaban podían ver que los militares habían cercado toda la zona con un edificio circular. Dicho perímetro estaba diseñado de tal forma que los militares podrían estar dentro de él, realizando actividades administrativas, utilizándolo como barricada y además eliminando la visión de lo que ocurría dentro del perímetro a civiles.

Conforme se acercaba Rafael comenzó a indicar.

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– Parece que están disparando. ¿Qué debe de estar pasando ahí dentro?

– ¿Qué dices? No se escucha ningún disparo. – Contestó Speed. – ¿Tu escuchas alguno? – Preguntó a Lluc.

– No. Yo no escucho nada.

– Pero si no paran de escucharse disparos. Parecen ametralladoras. – Continuó Rafael.

– A la distancia que estamos es imposible que escuches nada. Debe de ser tu imaginación. – Finalizó Speed.

Rafael tuvo que aceptar la explicación de su amigo, pues había demasiada distancia como para escuchar tiros ya que la zona apenas se perfilaba a bastante distancia.

Speed era otro de los viejos amigos de Marc, aunque a diferencia del resto, él se había distanciado porqué así lo quiso. Marc siempre le guardo rencor por haber roto la amistad por culpa de una chica, pero su amigo resultó ser un calzonazos que hacía todo lo que su novia le decía. El dinero que ganaba era gracias a las carreras clandestinas aunque, por desgracia para él, nunca había sobresalido demasiado.

Cuando llegaron a la zona se encontraron a un soldado en la puerta, pero más que vigilarla parecía estar desesperado hablando por un walkitalkie, tanto que ni siquiera pareció reparar en ellos.

Cuando salieron de los vehículos Tania se quejó del olor del aire.

- ¿A qué huele?

- Parece una mezcla entre pólvora y sangre. – Contestó Sergio.

- ¿Nadie más tiene la sensación de que no deberíamos estar aquí? – Dijo Speed.

- Chicos, no me encuentro muy bien. ¿Qué son esas cosas? – Preguntó Rafael mientras salía del coche.

- ¿A qué te refieres? Yo no veo nada. ¿Alguien ve algo? – Dijo otra vez Sergio.

- ¿No lo veis? Todos esos soldados están disparando a un foso enfrente de él de donde están saliendo unos gigantescos tentáculos que los están cogiendo. Y después están esos seres voladores. Uno parece una abeja gigante, le ha hecho algo a uno de los soldados y se le ha comenzado a hinchar el cuerpo. Dios, es horrible. Han comenzado a salirle del cuerpo pequeños insectos, parecen arañas. Qué cosa más espantosa. – Dijo Rafael. Inmediatamente después comenzó a vomitar y ante la expectación del grupo se desmayó.

Elena se arrodilló al lado suyo y comprobó sus constantes vitales.

- Está bien. Solo se ha desmayado.

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- Debe de haber sufrido alguna alucinación. Probablemente por algo que ha comido y le ha sentado mal. – Sentenció Marc. – Voy a entrar. Ahora no hay ningún guardia. Si tengo problemas os llamaré para que intentéis llamarles la atención.

- No. Yo voy contigo. – Contestó Lluc.

- Y yo.- Continuó Sergio.

Kevin y Speed también se unieron al grupo, dejando tras de sí a las mujeres, que curarían de Rafael y proporcionarían distracción si la necesitaran. Los hombres se dirigieron a la puerta, mientras Zaira comenzó a quejarse a su madre.

- Mama. Yo también quiero ir.

- ¿Pero estas locas? ¿No ves que es muy peligroso? – Contestó su madre.

- Pero puedo ayudar. Mira lo que sé hacer.

En el acto Zaira saltó dos metros de alto y pasó por encima de ellas. Después comenzó a correr en dirección a la puerta y cuando llegó al grupo de los chicos saltó por encima de ellos dando una voltereta. Nada la podía detener.

Speed fue el único que reaccionó a tiempo, ya que el resto del grupo estaba confusos por el hecho de que una niña pudiese dar semejantes saltos. Zaira desapareció tras la puerta seguido por Speed, poco después los otros chicos los siguieron.

Paris, al ver lo que había realizado su hija decidió actuar.

– ¿Me podéis vigilar a Maica? Ahora vuelvo. – Les dijo a sus amigas mientras ella se encaminaba hacia la puerta donde había desaparecido su otra hija.

Sus amigas por otro lado no pudieron reaccionar a tiempo, y cuando cogieron a Maica, Paris ya estaba a mitad de camino de la puerta.

El grupo de chicos al llegar a la puerta se encontraron con que habían perdido la pista de Speed y Zaira. ¿Hacia dónde habían ido? ¿Habían cogido el camino de la izquierda o el de la derecha? Por ninguno de los dos se veía rastro de ellos. Ante ellos dos pasillos de plástico y llenos de puertas tanto a un lado como al otro. Sergio fue el primero en hablar.

– Tenemos que separarnos. Un grupo por un camino y el otro por el otro. Lluc conmigo por la izquierda y los dos hermanitos por la derecha.

– Sabía que no debíamos haber traído a las niñas. Es que ni para hacer de señuelo sirven. Espero que puedan distraer los soldados suficiente tiempo, aunque ya duro que sea suficiente. – respondió Marc.

El grupo estaba preocupado. Ya era suficientemente raro que hubiesen podido entrar, pero que no se encontrasen ningún soldado durante la búsqueda de Zaira y el disco duro ya sería un milagro. Los cuatro cogieron sus respectivos caminos y se separaron desconociendo lo que podían encontrarse.

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Poco después Paris entro sola en la estructura y se encontró con los dos caminos vacios. Estuvo tentada a gritar el nombre de su hija, pero se contuvo. Si un soldado la encontrase le sería imposible buscar a Zaira.

Paris estuvo unos segundos decidiendo que camino a escoger. ¿Por donde habrían ido sus amigos? Finalmente escogió el camino de la derecha. No anduvo mucho cuando se encontró con Marc y su hermano que estaban saliendo de una habitación. Había estado examinándola a conciencia en busca del disco duro, pero sin tener mucha suerte y aún tenían muchas más habitaciones por examinar.

– ¿Habéis encontrado a mi hija?

– No. La perdimos de vista nada más entrar en el recinto. Corre mucho para ser tan pequeña y vaya salto que dio. – Contestó Marc.

– No te preocupes, Speed estaba siguiéndola de cerca. Seguro que ya la tiene y la está sacando. – Finalizó Kevin.

Paris no estaba muy tranquila con la respuesta y permaneció con los dos hermanos a la espera de ver a su hija.

Speed consiguió atrapar a la chiquilla. Era increíble lo que corría, se había tenido que esmerar completamente y aún así tenía la impresión de que si Zaira no hubiese querido nunca la habría atrapado. Estaba cansado, sudando y le faltaba el aliento, mientras que por otro lado Zaira parecía estar completamente descansada. Habría achacado este hecho a la resistencia de los jóvenes si no fuera porque recordaba los saltos que había dado antes. Hasta un atleta olímpico habría tenido dificultades para realizarlos y ella los había hecho sin esfuerzo.

– Esto es muy peligroso. Tenemos que irnos de aquí. – Contestó malhumorado Speed.

– Pero yo también puedo ayudar a buscar el disco duro. – Respondió Zaira.

– ¿Acaso tú sabes lo que es un disco duro? Deja de dar el coñazo y vámonos. Tu madre debe de estar preocupada si no le has ocasionado un infarto.

La niña, al comprender que a pesar de sus habilidades físicas no sabía nada de aparatos informáticos accedió a volver.

Marc tuvo bastante suerte en la tercera habitación y con la ayuda de sus compañeros pudo encontrar el esperado disco duro. Ya estaban regresando por el pasillo cuando escucharon a sus espaldas:

– ¡Quietos!

Uno de los soldados del recinto los había encontrado en pleno regreso y los apuntaba con una ametralladora. Nada más escuchar la frase les dio a los tres un vuelco al corazón. Levantaron las manos y no se atrevieron a realizar ningún otro movimiento. Las manos de Kevin y Paris se mostraban desnudas ante el soldado, pero Marc mostraba

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el recientemente hallado disco duro. Una gran preocupación embargaba a Marc y con miedo de que el soldado le arrebatase aquello que había ido a buscar comenzó a balbucear.

– Tran..tranquilo. No dispares. Soy Marc López, investigador de Creator, la empresa que creó el portal.

– Daos lentamente la vuelta y permanecer con los brazos arriba.

Los intrusos siguieron las ordenes del soldado y lentamente dieron la vuelta, pero cuando vieron quien los amenazaba su preocupación aumento. Era un chico bastante joven, de unos dieciocho años. Su piel blanca como la leche mostraba un alto nivel de nerviosismo. Varias gotas de sudor recorrían sus facciones y los ojos, completamente abiertos, no paraban de moverse sin parpadear. Era la cara de un hombre completamente aterrado. A Marc ya no le preocupaba perder el disco duro, pues con lo alterado del soldado en cualquier momento apretaría sin querer el gatillo y se le abría acabado todo para ellos.

– Mira, no queremos molestar. Ya nos estábamos yendo. – Decía lentamente Marc. Varias personas le habían dicho que su voz era tranquilizadora y esperaba que estuvieran en lo cierto.

– ¿Qué es eso que tienes en las manos?

– Un disco duro. Solo quiero ver lo que contiene. Puedo cerrar el portal. Déjame cerrarlo.

Durante el camino de regreso, Zaira no había dejado de molestar a Speed con preguntas absurdas y en voz alta. Speed estaba preocupado por si algún soldado los encontraba, y la niña no facilitaba mucho la labor. Cuando llegó a su límite se giró y le gritó a Zaira bastante cabreado.

– ¡Quieres callarte de una puta vez niña del demonio!

Lamentablemente Speed no se fijó que cuando gritó se encontraba justo a la espalda de un soldado que estaba apuntando a sus amigos con una ametralladora.

El soldado, que ya estaba bastante estresado y nervioso, al escuchar el grito a sus espaldas, se giró apretando el gatillo. Una ráfaga de balas salieron disparadas del arma, chocando las primeras contra la pared del pasillo, pero las últimas dirigiéndose hacia Speed. En ese momento Speed se dio cuenta de la situación en la que se hallaba, pero era demasiado tarde, pues las balas cuyo destino era arrebatarle la vida ya habían sido disparadas. Se quedó paralizado mientras su mente trataba de analizar la situación mucho más lentamente de la velocidad de los proyectiles, pero estos comenzaron a detenerse y a hacerse más lentos conforme se acercaban a él. Al final las balas se quedaron suspendidas en el aire, a medio camino entre el arma y su cuerpo. Todos a su alrededor se habían detenido también. Era como si el tiempo se hubiese detenido.

Por fin su mente había terminado de procesar toda la información, sabía lo que tenía que hacer, si se tiraba al suelo las balas pasarían por encima de su cabeza sin tocarle. Por

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alguna razón las balas detenido, pero en la situación que estaba no podía pensar en este extraño suceso. Intentó tirarse al suelo para escapar de su muerte ya anunciada, pero entonces se dio cuenta de que él tampoco podía moverse.

Se esforzó todo lo que pudo en tirarse al suelo. Puso todo el empeño y concentración de la que era capaz, pero no se movía ni un milímetro. Se preguntaba si los otros también percibían la congelación del tiempo. Quizás es que estaba a punto de morir y presenciaba su propia muerte. Entonces comenzó a percibir horrorizado como las balas lentamente empezaban a moverse, cada vez más rápido. Volvió a intentar tirarse al suelo y comprobó que aunque lentamente, él ya se podía mover. Cada vez veía los proyectiles más de cerca, pero conforme aceleraba para agacharse, las balas también aceleraban su trayectoria. Finalmente pudo tirarse al suelo y comprobar cómo las balas pasaba justo por encima de suyo, por el lugar que antes estaba su cabeza.

– ¡Quietos! – gritó el soldado, confuso por lo que había pasado. No era su voluntad el haber apretado el gatillo, pero aún era más extraño que el nuevo forastero hubiese esquivado la ráfaga.

El soldado apuntó a Speed, dudando si debería disparar o no y no se percató de que Zaira se había colocado debajo de él. Con una patada con la pierna derecha completamente estirada hacia arriba golpeó la ametralladora y una nueva ráfaga surgió, pero esta vez finalizó en el techo. Mientras bajaba la pierna, se apoyo con ella en la barriga del soldado y lo utilizo para levantar su pierna izquierda y golpear en la mandíbula del soldado, acabando con una voltereta hacia atrás. Si cualquier maestro en artes marciales hubiese presenciado el movimiento se habrían maravillado de ver su perfección con la que lo había ejecutado, y aún se habrían asombrado más al saber que su ejecutor era una niña pequeña.

Después del impacto el soldado cayó de espaldas, inconsciente.

– ¡¿Qué cojones ha pasado?! – Preguntó Speed. – ¿Os habéis fijado que el tiempo se ha detenido?

Los otros compañeros no contestaron, dado que estaban más pendientes de la proeza que había realizado Zaira.

– Disculpa, ¿decías algo? – Inquirió Marc aún confundido por lo sucedido.

– Que se ha detenido el tiempo. ¿Es que no os habéis dado cuenta? – Repitió Speed.

– El tiempo no se puede detener. No digas bobadas. – Finalizó Marc dejando a Speed molesto, pero a la vez entendiendo que no iba a conseguir nada replicando.

– Deberíamos salir ya. Nos deben estar esperando fuera y estarán preocupados. – Dijo Kevin.

A todos los miembros les pareció una buena idea salir de ese sitio. Habían tenido mucha suerte, pero no sabían cuando esta acabaría.

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Maica se comenzaba a poner histérica por no estar con su madre. Aunque muchas veces Nuria se había encargado de ella, la niña seguía estando muy enmadrada y constantemente solicitaba la atención de su madre. Hoy estaba especialmente insoportable y Nuria decidió que entrarían para ver si encontraban a Paris. Sabía que no era buena idea, pero mejor eso que soportar a la niña en pleno berrinche.

Cuando el grupo de Marc, Kevin, Paris, Speed y Maica se acercaban a la salida, comprobaron horrorizados como un ser proveniente del infierno estaba desperezando a su amigo Lluc. Los brazos, la cabeza, las entrañas de su amigo caían al suelo como si de un puzle se tratase, cachito a cachito. La criatura tenía las facciones alargadas, como si de un depredador se tratase. Sus brazos y piernas estaban cubiertas de pelo y acabadas en garras. De su cintura, también peluda, salía una cola alargada y delgada que se movía como un látigo. El resto del cuerpo lo tenía desnudo y sin bello. Y de su espalda, dos enormes alas de murciélago se agitaban. Tenía hasta dos pequeños cuernos que le salían de la frente. Era tal y como Nuria había descrito en su visión.

Los cuatro adultos estaban paralizados viendo al demonio y agradecieron que este no les hubiera visto. Decidieron con pequeños gestos de ojos y cabeza retroceder lentamente sin realizar ningún ruido y buscar una salida por otro camino. La muerte de Lluc era algo que lamentar y estaban horrorizados al pensar en el sufrimiento que este debió pasar. Aún así ninguno quería correr la misma suerte que su amigo y preferían actuar como cobardes antes de enfrentarse a ese ser surgido del infierno.

Por desgracia la Zaira era más impresionable y no pudo soportar la presencia del ser ni el resultado de su obra en Lluc. Un grito resonó en todo el edificio y el demonio percibió sus presencias. Speed fue el más rápido en reaccionar y saco una pistola que había robado al soldado. Descargó todo el cargador sobre el demonio pero este no pareció inmutarse. Entonces el ser se dirigió hacia ellos, los cuales querían retroceder, salir corriendo hacia un futuro que no les aguardase una muerte tan horrible, pero resultó que el ser se movía a una velocidad imposible de asumir por un ser humano. En unos segundos recorrió la distancia que los separaba, pero el destino decidió dar una vuelta de tuerca a la situación.

Un inmenso tentáculo atravesó la pared justo entre ellos y el demonio, y cuando este último intento pasar lo cogió fuertemente. Ellos tenía la oportunidad de escapar, pero otro enorme tentáculo les cerró el paso condenándolos. Ahora no tenían ningún sitio donde ir, si intentaban escapar el otro tentáculo les atraparía. El demonio y el primer tentáculo se enfrentaban mutuamente. El primero quería escaparse de su cautiverio, y el segundo quería arrastrarlo a su origen, donde alguna boca monstruosa aguardaría hambrienta.

Su destino no podía empeorar. Si ganaba el demonio acabaría con ellos como acabó con su amigo, pero si por el contrarío ganaba el tentáculo era probable que terminasen conociendo el interior de su dueño.

El combate duró unos minutos, entre los cuales el grupo se esforzó por qué no le capturase el segundo tentáculo, dando la victoria al demonio. Este mutiló cruelmente el tentáculo hasta un punto en el que no habría sido capaz de coger nada. Al finalizar la batalla el demonio se giró hacia donde se hallaban sus próximas víctimas y estos pudieron ver horrorizados el ser como se preparaba para atacar, mientras que unos

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metros más atrás vieron aparecer a Nuria con Maica. La pequeña, sollozando, vio a su madre y lanzó un grito para que ella fuese en su auxilio.

– ¡¡¡MAMAAAAAAAAA!!!!

El pasillo comenzó a deshacerse, como si estuviera formado con trocitos de papel llevados por el viento. El demonio, ya listo para asestar el golpe, recibió un fuerte golpe por la espalda lanzándolo contra el grupo. Pero antes de impactar contra ellos se estrelló contra lo que parecía una pared gelatinosa e invisible. La mitad del cuerpo del ser, había sobrepasado ese extraño muro y descendía lentamente inconsciente y durante el descenso, el grupo pudo ver como se iba transformando en su compañero Sergio.

Ninguno sabía cómo reaccionar. El pasillo había sido arrasado y el demonio se había convertido en su amigo. La primera que reaccionó fue la pequeña Maica, que ajena a todo lo que había sucedido se fue corriendo a los brazos de su madre.

– ¿Qué ha sucedido? – Preguntó Speed.

– Parece que la niña es capaz de crear una explosión sónica. Aunque lo del muro invisible no tengo explicación. Parecía una especie de campo de fuerza que seguramente alguno de nosotros hemos creado, pero en vez de impedir su avance, solo lo retrasaba un poco. – Contestó Marc asombrado.

No se pudieron quedar mucho tiempo a debatir, pues el segundo tentáculo aún les intentaba atrapar. Aún confusos se dirigieron a la salida lo más rápido que pudieron. El segundo tentáculo aún intentaba capturarlos, pero al no estar acorralados por el demonio les fue muy sencillo escaparse de él.

Corrían ya hacia la salida, esperando escapar de ese mundo de pesadilla, cuando detrás de él escucharon un ruido que les heló la sangre.

– ¡AAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHH! ¡DUELE! ¡Ayudarme, por favor!

El sonido provenía de la cabeza cercenada de Lluc. El rostro desfigurado por el ataque, al que le faltaba incluso un ojo, les estaba hablando y pidiendo ayuda.

– No sé qué me pasa. No puedo moverme. No siento ni los brazos ni las piernas.

El grupo estaban paralizados al ver ese espectáculo de pesadilla. Pero aunque era un horror indescriptible, aún lo era más para las niñas. Zaira perdió el conocimiento y Maica se comportaba como si lo que estaba ocurriendo fuese lo más normal del mundo, probablemente su cerebro se encargaría de borrar lo ocurrido y no recordaría nada, quizás un trauma de adulta o quizás no. Frente a la completa consternación del grupo no recordaron como fue el proceso, pero Speed salió con una gran bolsa que contenía todos los pedazos de Lluc. Inmediatamente lo guardó en el maletero sin decir nada a nadie. Cuando preguntaron qué había pasado nadie dijo nada. Habían creado sin saberlo un pacto de silencio, ya que nadie quería hablar del tema, pero por desgracia sus problemas aún no habían finalizado.

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Del tejado del edificio se acercaba volando una especie de insecto gigante. Su torso y cabeza eran humanos, pero el resto del cuerpo era de una inmensa abeja de dos metros de largo. Sus ojos, completamente negros, daban la impresión de carecer de alma.

Asustados todos decidieron entrar en sus respectivos vehículos. Speed conducía el primer vehículo, junto con Tania y Sergio. El segundo vehículo lo conducía Rafael, que ya se había recuperado, y en él viajaban Paris, Zaira y Maica. El tercero lo conducía Kevin, y en él estaban Marc, Elena y Nuria.

El emplazamiento donde habían aparcado era un camino de tierra a unos pocos metros de un camino asfaltado, que este a su vez conducía, pasados unos kilómetros, a una carretera nacional.

La salida fue lenta, mientras intentaban sacar los coches del aparcamiento y llevarlos al camino asfaltado. Speed era el más experimentado conduciendo, pero el vehículo que llevaba no estaba pensado para andar por tierra y le estaba costando sacar el coche. Esta tardanza la aprovecho la extraña abeja para recorrer los metros que les separaba de los vehículos y al llegar al camino asfaltado ya la tenían Kevin y compañía encima del coche.

Los tres conductores aceleraron hasta alcanzarlos los 50-60 kilómetros hora, pero no podían escaparse del insecto que comenzó a clavar su terrible aguijón en el tercer vehículo. Este aguijón asomaba tres palmos por debajo del capó. Todos los ocupantes del vehículo se asombraron mucho y Kevin comenzó a dar volantazos pues de la sorpresa había perdido el control del automóvil.

El aguijón volvió a atravesar el capó por segunda vez, esta vez clavándose en el cuello de Nuria. Ya la herida habría sido de importancia debido al tamaño del aguijón, pero su cuello comenzó a hincharse formando pequeños granos de un centímetro de grosor y que a su vez estallaban liberando una pequeña araña de cada uno de esos granos. Elena gritaba horrorizada de lo que veía, y Nuria seguía gritando pero de dolor y terror al ver a todas esas arañas saliendo de su cuello. El aguijón de esa extraña abeja, en vez de llevar veneno llevaba pequeñas huevas de araña.

– ¡Hacer algo! – Gritó Kevin intentando por todos los medios mantener el coche en la carretera.

El cerebro de Marc comenzaba a entender la situación y miró embobado como de su mano salía una especie de humo azulado.

– Tengo una idea – Respondió.

Inmediatamente Marc colocó su mano en el cuello herido de Nuria y una capa de escarcha se formó en el cuello de ella, deteniendo la hemorragia y matando todas las arañas que aparecían.

– He detenido la hemorragia, pero hay que llevarla a un hospital cuanto antes. No aguantará mucho en este estado. – Sentenció Marc.

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Elena observó confundida lo que había hecho su marido. Era algo que ya había comenzado a observar pero que aún no comprendía. Habían adquirido una serie de poderes después del incidente y estos estaban comenzando a mostrarse.

A pesar de evitar la muerte de Nuria, el insecto humano seguía acechándolos y no había acabado el peligro. Desde el primer coche se veía como el insecto sobrevolaba el coche y de vez en cuando clavaba su aguijón. Tania, como hipnotizada susurró una palabra que a sus compañeros de vehículo les costó escuchar:

– Comer

Nada más terminar de pronunciar la palabra la criatura comenzó a tambalearse en el aire, emitiendo unos chirridos desagradables que helaron la sangre de todos los que los escucharon. Del abdomen del ser se abrió un agujero su comenzaron a salir cientos, miles de pequeñas arañas que cubrieron por completo a la abeja mientras esta caía al suelo. Continuaron conduciendo, ya que nadie quería ver que le había pasado a la criatura, pero todos sospecharon que había sido devorada por sus propias arañas.

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Control

Minutos más tarde llegaron los tres vehículos al hospital y condujeron a Sergio y a Nuria hacía el departamento de urgencias. Speed y Rafael se quedaron junto a los coches esperando y pensando que hacer con el cuerpo de Lluc, hasta que escucharon un sonido que les volvió a helar la sangre. De uno de los maleteros se escuchaba unos golpes, como si alguien estuviese intentando salir.

Se acercaron al maletero de donde provenían los golpes y cuidadosamente lo abrieron. Su amigo Lluc estaba dentro y las partes de su cuerpo estaban a medio unir. Con una voz agónica volvió a pedir ayuda.

– Ayudarme. Por favor. Duele.

Los dos amigos permanecieron inmóviles contemplando horrorizados como aquello que había sido su amigo salía con dificultad del maletero. El trabajo le llevó varios minutos que a todos los presentes les parecieron eternos, mientras que se escuchaba decir.

– ¿Por qué no me ayudáis?. ¿No veis que estoy sufriendo? Por favor, llevarme a un hospital, me duele mucho.

Cuando por fin consiguió salir del coche, cayó al suelo convirtiéndose en un grupo de carne amorfa aplastada contra el arcén. Con dificultad logró incorporarse y agradeció la visión.

– Oh, gracias. Me habéis traído a un hospital. Pero ¿Por qué no me ayudáis a entrar?

Lluc no se dio cuenta de que sus amigos estaban completamente pálidos del horror, y si hubiera tenido un espejo a mano abría comenzado a gritar como un loco. Una de sus piernas mostraba el hueso por fuera de la carne mientras que la otra tenía una postura imposible que indicaba que habían serias fracturas en ella. De sus brazos, a uno le faltaba una mano, mientras al otro le colgaba a la altura del codo sujetada por un pequeño pellejo de piel. Varias costillas asomaban por fuera, al igual que su columna vertebras que estaba partida por fuera en dos sitios. La mejor parte era su cara que a pesar de faltar le un ojo y de varios rasguños estaba en un estado aceptable. Su aspecto en global era el de un Zombie y es lo primero que les vino a la cabeza a los muchachos. Si no hubiera sido por su capacidad de hablar se podría haber confundido con uno de ellos.

Un rato más tarde salió Marc bastante alterado y se sorprendió mucho al ver a Lluc. Su aspecto había mejorado bastante, sus piernas estaban rectas y firmes y sus brazos estaban casi recuperados completamente. Las únicas marcas que recordaban haber sido herido eran una venda que le tapaba parte de la cabeza, incluido el ojo, y otra que dejaba intuir la presencia de un muñón en el brazo.

Al verle salir, Speed se acercó a Lluc y, sin importarle el sufrimiento de este, le clavó un cuchillo en el pecho.

– Mira esto. – Le dijo Speed justo antes del grito agónico de Lluc.

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La camisa que cubría el pecho de Lluc se le empapó de sangre mientras Lluc se tambaleaba, entonces Speed retiró el cuchillo y de la misma forma que la camisa se había cubierto de sangre, esta comenzó a desaparecer. Cuando la camisa volvió a quedar limpia Speed levantó la camisa mostrando un pecho inmaculado y sin ningún corte. La única prueba de lo que había ocurrido era el corte que el cuchillo había provocado en la camisa.

– Se cura de cualquier herida. – Continuó ilusionado Speed. – ¿No lo entiendes? Tenemos superpoderes.

– El que no lo entiendes eres tú. – Contestó Marc. – Nuestros poderes no son como los de las películas, estos están malditos. – Y al ver la cara de extrañeza continúo. – Después lo explicaré todo, pero intentar no abusar de ellos. Por cierto. – Continúa fijándose ahora en su otro amigo Rafael. – He visto a tu primo Uriel. Está hospitalizado.

Rafael corrió dentro del hospital buscando a su primo, y Marc cogió el disco duro que tanto les había costado recuperar y mientras cogía su coche les dijo a Speed y Lluc.

– Ya se los he dicho a los otros. Voy a ir a analizar el disco duro. Espero no tardar más de unos pocos días y que no pase nada mientras tanto. Respecto a los superpoderes, todos tienen un defecto, en tu caso es que el tiempo también se detiene para ti.

Uriel era un joven empresario que había ganado su fortuna con juegos de cartas. Actualmente era adicto a los juegos de azar, especialmente al poker, aunque de momento la suerte le seguía acompañando.

Rafael había estado preocupado por él todo el día, ya que también presenció personalmente la apertura del portal, pero sin embargo no se había presentado a la expedición ni había podido ser localizado por teléfono. Ahora lo encontraba en una habitación del hospital en estado de coma. Rafael se preguntaba, después de lo que había visto ese día, si el hecho de estar hospitalizado podría tener algo que ver con su poder.

Mientras observaba a su primo tumbado en la cama del hospital y con una maquina controlando sus constantes vitales pudo observar al otro lado de un cristal insonoro como un doctor estaba discutiendo con un chico de mantenimiento, protegidos con la seguridad de que nadie les podía escuchar. Algo le decía que estaban hablando del caso y se preguntó si podría utilizar su poder para saber de que hablaban. Intentó respirar relajadamente y comenzó a mirar fijamente a los dos hombres. Inmediatamente su vista se volvió borrosa y finalmente la perdió completamente, pero durante el proceso escuchaba más claramente la conversación.

– ¿Cómo habéis tardado tanto en traer el respirador artificial? – Preguntó el doctor.

– Han sido un cumulo de circunstancias. El que estaba en la habitación se estropeó. Después fuimos a traer uno de los que tenemos en reserva, pero bajando en ascensor el compañero se quedó atrapado en el ascensor. Aún están intentando sacarlo. Encima no teníamos ninguno más de reserva, ya que todos los tenemos asignados. Al final he tenido que bajar yo y repararlo en la misma habitación.

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– No entiendo como ha ocurrido todo esto. También hemos tenido complicaciones en la operación. Si yo creyese en la suerte diría que ese muchacho tiene la peor suerte del mundo.

Rafael había quedado más confuso y decidió investigar qué había pasado. Decidió salir y preguntar al médico que donde lo habían encontrado, a lo que él amablemente le indicó que lo encontraron en las afueras del casino de Barcelona.

Rafael ya sabía la afición que tenía Uriel por dicho casino, por lo que no se extrañó, pero siempre había salido de ahí por su propio pie y en muchas ocasiones, un poco más rico. Cuando llegó comprobó como un grupo de policías estaba investigando en el local el incidente de su primo. Volvió a proceder con el mismo método que había utilizado en el hospital. Volvió a notar como perdía la vista mientras escuchaba una conversación de un policía por teléfono.

– Estoy viendo el video del suceso y hay algo que no cuadra. – Decía la voz del auricular. – Efectivamente el corcho de la botella rebotó contra el techo y le golpeó a él derribándolo al suelo. Lo extraño es que cuando eso ocurría todos los miembros del casino estaban mirando a otro sitio.

– ¿Preparado? – Preguntaba el policía.

– Si es un montaje estamos hablando del mayor montaje que he visto con diferencia. Estamos hablando de más de un centenar de personas mirando hacia otro lado en el mismo instante. Justo después toco el premio gordo del casino con lo que hubo la desbandada de gente que le pisoteó sin darse cuenta de que estaba ahí, y para acabarlo de rematar en ese momento se suelta la lámpara de araña que estaba justo encima suyo. No sé que hacía un tío con tan mala suerte en un casino.

– Pues ganar pasta, y mucha. Por lo que he sacado de las conversaciones estaba teniendo mucha suerte. El chico entró con cien euros y ya llevaba cien millones. Juego al que jugaba, juego que ganaba, pero al final al pobre se le acabó la suerte.

Cuando acabó la conversación, Rafael volvió al hospital convencido que lo que había ocurrido se debía al poder que había adquirido Uriel.

Los siguientes días la mayoría los pasaron investigando acerca de sus poderes. Rafael ya estaba convencido que el poder de su primo había sido una maldición para él, y tenía miedo de que en su caso fuese lo mismo. Marc estaba convencido que todos los poderes adquiridos tenían un lado oscuro, como si para equilibrar la adquisición de dicho poder habían de adquirir su contra.

Sergio estaba confundido. Ya le habían informado de que se había transformado en una especie de demonio y que había perdido completamente el control de su cuerpo. No recordaba nada de lo ocurrido, pero sin embargo, a partir de ese día se despertaba sudoroso de una pesadilla. Dicha pesadilla no la recordaba con muchos detalles, pero podía ver como él despedazaba a Lluc.

A partir de entonces comenzó a estar espantado de él mismo. Pensar que ese ser estaba en su interior y qué podría salir en cualquier momento acabando con los que estuvieran

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cerca de él. Sus familiares y amigos corrían peligro únicamente por permanecer a su lado. Él terror le corroía y poco a poco se fue ausentando del mundo exterior, quedándose solo en su propia casa. Y a partir de este punto empezó a adquirir agorafobia, ya que no se atrevía a salir de su piso. Finalmente decidió dejar su empleo. Se comunicaba con el resto del mundo a través de internet y encargaba la compra utilizando dicha herramienta y dicha tecnología le permitía no tener que aislarse completamente. Su único contacto humano era su hermana, que insistía en entrar en su casa, aunque sin conseguir pasar de la puerta.

El único problema que tenía su plan era que tarde o temprano se le acabaría el dinero, pero esperaba que cuando eso ocurriese Marc hubiera encontrado una solución al problema y pudiese volver a su vida normal.

Tania estaba preocupada por el comportamiento que estaba adquiriendo su hermano, cada vez más introvertido y encerrándose en su casa sin querer salir. Pero aún estaba más preocupada por la extraña capacidad que había adquirido. El día de la excursión había podido comunicarse con arañas y transmitirle una orden, y esta habilidad la había descubierto cuando estas arañas comenzaron a hablarle. Le hablaban y no se callaban, y eran muchas las que le hablaban y siempre el tema de conversación era el hambre que tenían.

Notaba que se estaba volviendo loca. No quería entrar en su casa porque su mascota le estaba pidiendo realizar actos terribles con tal de satisfacer su hambre. Quería hablar con su hermano para hablar del tema, pero este no quería hablar con nadie.

– Tengo hambre. ¿qué haces que no me traes nada de comer? Tráeme un sabroso ratón. Las moscas no me llenan. Tengo mucha hambre. – Le decía su mascota.

– Déjame en paz. Tú no puedes hablarme. No te escucho. – Contestaba Tania mientras se contraía en posición fetal y se tapaba las orejas intentando no escuchar.

Pero aún empeoraba las cosas al comprobar que no solo su mascota le hablaba. Cualquier araña, por muy pequeña que fuese, no dejaba de quejarse del hambre que sentía. Y si había puesto huevos su ansia por comer era muy superior.

Le reclamaban día y noche comida, y daba igual si les echaba moscas para comer, seguían teniendo hambre, siempre tenían hambre.

El horror llegó a su punto álgido cuando se dio cuenta de la espantosa realidad. Las arañas no solo le hablaban, sino que se sentían atraída por ella. A los pocos días se fijo de que el número de arañas en su domicilio comenzaba a crecer. En los dormitorios, el comedor, la cocina, el lavabo, haya donde fuese encontraba cientos de arañas, y por más que destruyese sus telarañas al día siguiente volvían a estar ahí.

Speed tenía una carrera esa misma noche y quería probar su poder en el circuito. Estaba convencido de que le ayudaría en la carrera. Desde que comenzó había sido un corredor mediocre, que aunque podía ganar dinero para vivir de las carreras, no podía conseguir suficiente como para ser rico. Ese era su sueño, había oído hablar de ciertos corredores que vivían en mansiones y que tenían yates y aviones gracias a las carreras. Las mujeres iban detrás de ellos. Ese era su sueño, aunque las carreras nunca se lo habían podido

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proporcionar, pero ahora poseía la habilidad de congelar el tiempo. Estaba convencido, ahora sí que triunfaría.

Marc le había atosigado con que los poderes tienen defectos, que no son tan hermosos como él creía, que seguro que habría alguna contra, pero él conocía esa contra y no le supondría un problema. Demostraría a Marc que se podía dominar el poder junto con la maldición que arrastraba.

Llegó la hora, todos los coches tenían los motores en marcha mientras que una jovencita con menos ropa que años se encargaría de dar la salida. Lo había apostado todo a esa carrera, y si ganaba comenzaría una nueva vida. La joven muchacha soltó el pañuelo y los coches rugieron por el asfalto. La carrera había comenzado.

Speed no tardó en ponerse en cabeza. Aunque su coche no era el más potente, Speed podía apurar al máximo en cada curva, veía cuando accidente del terreno y lo analizaba con la precisión de una máquina perfecta, o incluso mejor aún. Para Speed era como si la carrera se realizase a cámara lenta.

El resultado fue el esperado. No solo había ganado, sino que la diferencia había sido abismal, y así fue en la siguiente carrera, y el otra, y en la que vino después. Speed estaba jugando en otra liga y no tardó en ser aceptado en carreras de más trascendencia. Por fin Speed cumpliría su sueño.

Tania estaba estresada. Era una madre soltera con dos hijas, con lo que por sí ya debía ser una causa de estrés bastante elevada, pero resultaba que sus hijas tenían poderes. A una niña normal, si se portaba mal la podía reñir e incluso la podía castigar, pero que hacías cuando tu hija tiene más agilidad y fuerza que tu o si se pone a llorar su grito es como una explosión.

La agilidad que había adquirido su hija mayor era impresionante. Si ella no quería, para su madre le era imposible cogerla. Entraba en sitios sin escuchar a su madre y nunca hacía lo que ella le pedía. Era absolutamente incontrolable. Pero con la hija menor el problema era peor. Aún era muy pequeña y por cualquier cosa se ponía a llorar, y cuando lo hacía todo el piso retumbaba como si se fuese a caer. Daba la impresión de que hubiese pasado un fuerte terremoto y no tardó en tener quejas de sus vecinos. También tenía problemas cuando la sacaba a pasear, pues no podía acercarse a ninguna tienda de juguetes ni de chucherías pues siempre quería lo que veía. Una madre normal en esta situación la habría reñido, o incluso azotado, pero realizar la acción con ella sería un suicidio. Su barrera la protegía de los gritos, pero no era completamente inmune y comprobó que utilizarla la dejaba agotada.

Todo esto resulto en un desgaste físico y mental extremo. Sus familiares estaban preocupados, pues parecía más muerta que viva. El color de su pelo se había vuelto completamente blanco y se le caía con facilidad. Había perdido más de diez kilos. Cualquier desconocido la habría confundido con una señora cuarenta años más vieja.

Por si fuese poco, la habían llamado del colegio. Se imaginó que podía ser, ya que si ella tenía problemas, las profesoras de sus hijas también los tendrían, y ellas no tenían ninguna razón para permanecer con ellas.

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Todos los relacionados con la tragedia habían adquirido poderes, salvo Kevin. Estaba preocupado por el hecho de ser el único que no tenía poderes. Por un lado tenía envidia de sus compañeros y le habría gustado poseer uno de ellos. Se sentía discriminado por la situación. Por otro estaba preocupado por la maldición que acompañaba al poder. ¿Y si tenía un poder pero no lo sabía? Eso significaba que también tendría la correspondiente maldición. Este pensamiento le quitaba el sueño, incluso llegando a pensar que podría tener la maldición sin el consiguiente poder. Necesitaba averiguar cuál era su poder y su maldición lo antes posible y por esta razón decidió irse a la montaña y buscar un sitio aislado donde meditar y practicar.

Por lo que tenía comprobado, todos los poderes estaban relacionados con la personalidad de la persona, y la maldición estaba relacionada con el poder adquirido. Marc era un tipo frio, por lo que adquirió el poder del frio. A Speed le gustaba la velocidad, con lo que adquirió un poder relacionado con ella. Rafael era un cotilla redomado, con lo que su poder afectó claramente a sus sentidos. Todos los poderes estaban relacionados con la personalidad, pero entonces tendría que ver que personalidad era la suya. Lo que primero percibió es que era más fácil conocer la personalidad de sus compañeros que la suya propia. A él le gustaba la geología, ¿entonces tendría algún poder sobre la tierra? Intentó mover una roca sin ningún éxito, por lo que después probó a destruirla con el mismo resultado.

Por más horas que pasó en la montaña no conseguía avanzar. Estaba convencido que su poder estaba relacionado con la tierra. Le encantaba la tierra, tanto que todo el tiempo libre que disponía, si no estaba con sus amigos estaba analizando piedras. Finalmente desechó la idea. Él no poseía ningún poder.

El caso de Lluc era bastante especial, pues aunque había asumido que su poder era la inmortalidad, estaba convencido a no utilizarlo. La razón era obvia, aunque no pudiese morir independientemente de las heridas que le causasen, el dolor sí que existe. También se dio cuenta de que el ojo no se le había regenerado, ni había recuperado la mano, y tenía una fea marca en el costado que cada vez que se lo tocaba le dolía.

Le costó explicar a su familia el verse en este estado, ya que con lo preocupada que estaban exigían llevarlo a un hospital con urgencia. Al final no pudo mantenerse callado y tuvo que explicarles lo ocurrido durante los últimos días, mientras estos intentaban comprender de lo que estaba hablando. Por suerte las criaturas habían comenzado a escapar de su cautiverio y las noticias no paraban de bombardear con insistencia mostrándolas. Eso y una pequeña prueba con un cuchillo de cocina fueron suficientes para que le creyesen.

Los siguientes días los pasó intentando evitar cualquier objeto afilado que pudiese encontrarse. Nunca había estado tan preocupado por los accidentes cuando era mortal y ahora que era inmortal se estaba volviendo paranoico.

Por si fuera poco, cada vez que cerraba el ojo se veía dentro de aquel pasillo, y al dormir revivía su propia muerte una y otra vez. Comenzó a impacientarse por la situación y decidió hacer una visita a Marc y comprobar cuanto había avanzado en sus investigaciones.

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Cuando llevo al piso de la pareja se encontró con que la puerta estaba abierta y había un frio anormal, como si hubieran puesto el aire acondicionado a toda potencia. Además encontró varios objetos desparramados por el suelo y pequeñas manchas de sangre. Los habían secuestrado. Tenía que reunir al resto del grupo para rescatarlos de sus captores.

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Locura

Tanto Marc como Elena se encontraban encadenados de pies y manos en una celda en un almacén abandonado. Junto a ellos se encontraba también encadenado Kevin. Estaban muy asustados, pues no conocían a sus captores ni sus intenciones.

Las sombras inundaban el lugar y un silencio acaparador les inquietaba. A pesar de no poder ver prácticamente nada y de solo poderse escuchar a ellos mismos, notaban que no estaban solos en el almacén, que había alguien más presente que los vigilaba.

– ¿Se puede saber qué hacemos aquí? – Preguntó Marc. – Estoy en las mismas que tu. Solo recuerdo estar paseando por la calle y después despertar aquí. – Respondió su hermano. – ¿Qué nos van a hacer? ¿Qué quieren de nosotros? – Preguntó asustada Elena, pero aún le asustó más la respuesta que recibió. – Mis niñas tienen hambre, por eso os he traído aquí. Pero tranquilos, no vais a ser la comida de mis pequeñas, me sois más útiles vivos. – Respondió una voz llena de maldad entre las sombras, una voz que reconocieron inmediatamente como la de Tania. – Tania, ¿eres tú? Vamos, libéranos, rápido. – Dijo Kevin sin querer asimilar el hecho de que era Tania su captora, y sin querer tampoco percibir el malvado tono que sobresalía de sus labios. – Jajaja. ¿Liberarte? No me hagas reír. Os tengo aquí porque no ibais a colaborar voluntariamente conmigo. Pero tranquilo, tú vas a ser el primero en conocer mis intenciones.

Justo al finalizar estas palabras, un enjambre de arañas comenzó surgir de todos los pequeños agujeros que había en la pared y comenzó a cubrir el cuerpo de Kevin, que al presenciar tal visión comenzó a gritar loco de terror. Sus amigos apenas podían presenciar como una especie de sombra iba cubriendo todo el cuerpo de Kevin, engulléndolo hasta no poder verlo dentro de dicha sombra.

La sombra se movió lentamente derribando a Kevin y poco después sacándolo de la celda. Un poco más tarde ni Marc ni Elena podían ver a su amigo.

– Creo que puedo salir de aquí. – Dijo Elena cuando creyó estar a solas. – ¿Cómo? Los grilletes son muy sólidos. ¿Qué pretendes hacer? – Siempre estas concentrado en tus investigaciones y por eso no te has dado cuenta, pero mi poder consiste en disminuir de tamaño. Voy a intentar hacerme tan pequeña que los grilletes me vengan grandes, y después iré a buscar ayuda.

Marc no sabía que decir. Por un lado no le gustaba la idea de que su mujer utilizase algún poder, pues ya había comprobado que eran peligrosos, pero la situación era bastante crítica y sin ayuda no conseguirían rescatar a Kevin.

– De acuerdo, pero ten cuidado.

Algo le decía a Marc que se iba a arrepentir de esas palabras y aunque no era creyente, deseó que nada malo le ocurriese a Elena. Después pensó que en el peor de los casos ella conseguiría escapar, y eso le tranquilizó.

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Cuando se dio cuenta, Elena ya medía poco más de un metro de altura y se había quitado los grilletes. Marc la vio alejarse hacia los barrotes de la celda y volver a ver a Elena encogerse, pues no podía pasar a través de ellos. Cuando consiguió sobrepasarlos, solo medía medio metro y toda la ropa le venía extremadamente grande. Continuó su fuga solo vistiendo la camisa, que ahora le llegaba por debajo de las rodillas y que se asemejaba a un vestido. Al encoger también se dio cuenta de que se movía más lento que antes. Era como una niña pequeña, recorriendo un tramo que un adulto recorrería en un par de zancadas.

Lentamente se iba acercando a la salida, pero entonces comenzó a escuchar un extraño sonido de algo que se acercaba desde todos los rincones del almacén.

La misma sombra que había capturado a Kevin se acercaba a ella, la iba rodeando e intentaba cortarle el paso. Elena se apresuró a llegar a la puerta cuando vio que la sombra tomaba la forma de una legión de arañas y presa del terror comenzó a correr desesperada hacia la puerta. Las arañas la iban arrinconando y su terror aumentó al imaginarse completamente rodeado de ellas y que se le subiesen por el cuerpo como habían hecho con su cuñado.

En un último esfuerzo aceleró el paso y salto un grupo de arañas que se le acercaba de frente, llegando así a la puerta de salida y a su salvación. Atravesó la puerta y luego comenzó a quitarse desesperada las arañas que había conseguido subirse a su cuerpo. Una vez ya libre de los arácnidos se tranquilizó un poco. Tenía que buscar ayuda, pero le iba a costar un poco, puesto que había encogido tanto que ahora parecía una niña pequeña. Sus pantalones, calzado y ropa interior se le habían caído en la huida, y ahora solo vestía su camiseta, que le llegaba hasta las rodillas.

Se le ocurrió la idea de parar un taxi y, haciéndose pasar por una niña, pedir que le llevasen a su casa con la promesa de que su padre le pagaría el trayecto. Desgraciadamente no vio a ningún taxista y luego pensó que aunque lo hubiese encontrado le costaría convencerle para llevarle. Decidió finalmente colarse en un autobús y dirigirse a su casa utilizando el transporte público. Por suerte para ella, no habían salido de la ciudad, por lo que no le costó demasiado llevar su plan a cabo. Una hora más tarde consiguió llegar a casa. La encontró abierta y completamente destrozada, y dentro de ella vio a sus amigos, que preocupados estaban buscando alguna pista de su paradero junto a un grupo de policías.

Sus amigos estaban bastante extrañados dada su apariencia, y el hecho de que estuviese tan alterada por lo ocurrido hizo que en un principio ellos la confundiesen con una niña. Cuando por fin se tranquilizó y los policías se fueron les explicó todo lo ocurrido ante la mirada su atónita dado que no acababan de entenderlo. Al finalizar la explicación decidieron reunir a los que quedaban de ellos e ir a rescatar a Kevin y Marc del almacén abandonado.

Un par de horas más tarde se encontraban enfrente del almacén. El sol se comenzaba a ocultar y unos gritos agónicos de dolor que provenían del interior les intranquilizaban. Reunieron el valor necesario para entrar y con ayuda de unas linternas comenzaron a investigar.

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Por las indicaciones de Elena pudieron encontrar enseguida a Marc. Toda la celda estaba congelada y hasta los barrotes estaban cubiertos de escarcha. Parecía que le hubiesen dado una paliza, ya que aún encadenado estaba cubierto en su sangre con múltiples cortes y moratones en su cuerpo. Los chicos gritaron su nombre, pero él no reaccionaba ante ningún estimulo.

Speed , Rafael y Lluc comenzaron a golpear la puerta de la celda, desesperados al ver a su amigo en ese estado y no saber cómo abrir la puerta. Quizás por el hielo que había hecho mella en la cerradura, al recibir los golpes de los tres muchachos finalmente se rompió y pudieron entrar a la celda. Liberar a su amigo de los grilletes fue aún más sencillo, pues estos cedieron a un pequeño estimulo y se resquebrajaron.

Marc cayó en los brazos de su esposa, quien en un primer momento se asusto al comprobar lo frio que estaba. Por suerte no solo aún conservaba pulso, sino que además estaba consciente, el frio solo era resultado de su poder.

– Sacar a mi hermano de aquí. – Susurró. – Sin él no pueden hacer nada.

– ¿Qué quieres decir?- Preguntaron sus amigos. – Se trata de su poder. – Contestó susurrando Marc. – Kevin es un amplificador. No posee ningún poder por sí solo, pero aumenta el poder de los que le rodean. Los amigos se miraron extrañados ante esta confesión. – Es mejor que Elena se quede con Marc, mientras el resto vamos a buscarlos. – Dijo Rafael. – No es necesario. Puedo valerme por mi mismo. – Dijo Marc mientras intentaba levantarse. – Ahora mismo serás una carga, tal y como te encuentras. – Continuó Speed. – Os equivocáis. Necesitáis mi poder para liberar a mi hermano y también el de tu hija pequeña. – Dijo Marc mirando a Paris. – Esta con sus abuelos. No podía traerla aquí. – Pues ve y tráela. Es muy importante si queremos avanzar. Y a la otra también, las necesitamos a las dos.

Paris miraba extrañada a Marc. ¿Cómo podía pedirle que pusiera en peligro a sus hijas? ¿Era consciente de lo que le estaba pidiendo? Después de dudar un poco decidió hacerle caso y se fue rápido a buscar a sus hijas.

– Mientras esperamos dejar que os explique sus poderes. – Dijo Marc mientras se incorporaba contra una pared. Parecía que poco a poco se iba recuperando, pero no iba a estar demasiado bien para ser de ayuda en el rescate. Los amigos se dieron cuenta de que la habitación cada vez estaba más fría. – Como sabéis, Sergio tiene el poder de convertirse en demonio. En esa forma es mucho más rápido y fuerte que cualquier humano, pero pierde el control de sus acciones y se convierte en una maquina asesina. De momento lo único que hemos podido comprobar que era efectivo contra él ha sido el grito Maica. Estoy convencido de que Tania utilizará su poder, por eso necesitamos a la niña.

Tomó algo de aliento mientras pensaba como continuar.

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- Además, Tania posee el poder de comunicarse con las arañas. – Dijo Marc y seguidamente comenzó a toser sangre. Estaba en unas condiciones bastante lamentables y sus amigos se preguntaban que habían hecho con él Tania y Sergio. – Aunque no ha podido controlar el poder y las arañas han dominado su voluntad. Si utiliza su poder nos puede poner en algún aprieto, pero si además lo combina con la habilidad de mi hermano …, no sobreviviríamos. – ¿Una arañitas nos tienen que preocupar? – Preguntó burlescamente Speed. – ¿Cuántas arañas crees que tienes en casa? Son pequeñas, se esconden con facilidad y están en todos los sitios. Comunicándose con ellas pueden conocer todas nuestras costumbres, todo lo que hacemos y decimos. Además, ella tiene varias arañas de mascotas y alguna podría ser venenosa. Por suerte no les gusta el frio, por lo que mientras estéis conmigo no os pasará nada. Esta es la razón por la que me capturó. Sabe que soy el único que puede detenerla.

El grupo no estaba muy convencido, pero tenían que admitir que el razonamiento de Marc era acertado. Así que decidieron esperar a Paris.

Por desgracia para ellos, Tania ya había supuesto esta posibilidad y había enviado una de sus mascotas a atacar a la hija pequeña de Paris. A causa de su tamaño, a la pequeña viuda negra le había costado bastante llegar al piso de las niñas. Si hubiera querido un grupo de arañas podría haber acorralado a las niñas, pero la agilidad de la mayor le habría permitido escapar con facilidad, y un grito de la pequeña podría causar muchos estragos. Tania pensó que la mejor forma de tratar el asunto era con una sutil picada venenosa. La araña ya había escogido un sitio en el techo, justo al lado de la puerta de salida, y solo tenía que esperar que la pequeña pasase por debajo suyo para caer sobre la inocente niña y matarla.

- ¡Zaira!, ¡Maica! – Gritó su madre con fuerza nada más entrar en casa.

Tenía el taxi esperando abajo y comprendía que la vida de sus amigos dependía de lo rápido que pudiese llevar a sus hijas.

Al entrar se encontró con su hermana, que se estaba haciendo cargo de las niñas.

– ¿Qué es lo que ocurre? Tus hijas están bien. – Perdona, pero necesitamos irnos lo antes posible. Te lo explico luego. ¿Dónde están mis hijas? – Están algo nerviosas. No te lo vas a creer, pero un grupo de arañas las ha atacado, pero están bien, ni les ha pasado nada. Ahora están dormidas las dos. – Ok. Hazme un favor. Despierta a la pequeña y vístela. – ¿Pero qué pasa? – Después te lo explico. Tranquila.

La hermana comenzó a preparar a la pequeña Maica mientras Paris hacía lo mismo con Zaira. Finalmente estuvieron preparadas para salir, el momento que esperaba la araña. Sus hermanas habían fracasado, pero era normal, sus hermanas no eran venenosas y lo máximo que podrían haber conseguido eran unas molestas picaduras, más aparatosas que realmente dañinas. Cuando la madre intentase salir con sus hijas, descendería y picaría a la pequeña, librándole de todos los problemas a Tania, quien podría preparar el

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terreno para un festín alimenticio para ella y sus hermanas. Nunca más pasarían hambre. En ese momento vio como salían por la puerta y comenzó a descender. La madre no había echado la llave, con lo que no disponía de mucho tiempo, pero ella era rápida y ese problema no le preocupaba.

Cuando se encontraba a mitad del camino se encontró con un muro invisible que le impedía acercarse a la pequeña. No lo entendía, por más que se esforzase no conseguía acercarse a su objetivo. Al final tuvo que aceptar verlas a las tres alejarse de ella, pues también había fracasado.

La habitación donde se encontraban estaba realmente fría, pero ninguno de los amigos se quejó, pues de no ser así estarían rodeados de arañas. En este improvisado santuario, Marc iba comentando a sus amigos el plan que había ideado. Una vez finalizada la explicación, y dado que Paris aún no había regresado, decidieron armarse con los objetos que podían encontrar en ese almacén abandonado. Una tubería no demasiado sujeta, los trozos de cristal de una ventana rota o las cadenas con las que habían capturado a sus amigos podían resultar ser unas improvisadas armas.

Cuando Paris llegó con sus hijas comenzó la marcha. Rafael, quien era el mejor amigo de Marc, ayudaba a este a caminar. A cada paso que daba le dolía y la mala forma que tenía la pierna indicaba que podía tener un hueso roto. La progresión continuó hasta que Rafael se detuvo en seco y dijo.

– Están detrás de esa puerta. – Señalando a una enorme puerta de hierro, que las bisagras no había podía aguantar.

Si no hubiese sino porque la puerta ya estaba medio abierta no habrían podido entrar en la sala, pues no se podía mover fácilmente.

Cuando entraron descubrieron a Tania sentada en una butaca como si fuera un trono. A su lado estaba su hermano Sergio, claramente asustado con lo que ocurría. Daba la impresión de que intentaba convencerla para que no siguiese. A sus pies estaba Kevin, ensangrentado y con peor aspecto que Marc.

Al ver entrar al grupo no pareció sorprenderse, pero cuando comprobó que Maica estaba con ellos una furia incontrolable le embargo.

– ¡QUÉ! – Gritó levantándose de su asiento, pero enseguida se dio cuenta del desliz y volvió a sentarse fría, como si no hubiera pasado nada. – Os estaba esperando. Mis pequeñas tienen hambre, mucha hambre, y tengo que darles de comer.

Un grupo de arañas los rodeo rápidamente y comenzó a estrechar el cerco, pero Marc, antes de que el grupo se acercase, comenzó a enfriarse rápidamente impidiendo que las arañas se acercasen demasiado.

– No te servirá de nada. Os aplastaré y mis pequeñas se alimentarán de vuestra carne muerta.

Tania hace que se coja de la mano Sergio y Kevin, e inmediatamente después un grupo de arañas comienzan a subir por el cuerpo de Sergio. Este asustado, nota como su

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corazón no deja de latir cada vez más rápido, y comienza su transformación en un demonio, pero a diferencia del anterior este mide más de diez metros de altura.

El grupo, al ver asustado como el ser demoniaco atravesaba con la cabeza el techo, comenzó a gritar histérico, pero la visión era tan aterradora que no podían apartar la vista de ese ser, sin poderse mover.

– Despierta Tania. Tú eres un ser humano, no eres una araña. – Dijo Elena, probablemente inmune al temor del ser gigantesco pues ya se había acostumbrado al cambio de tamaño. – Pero ellas me han revelado a la gran araña. ¿Cómo puedo ignorarlo? – Tania al ver la expresión confusa de sus antiguos compañeros prosiguió.- La gran araña es una araña gigantesca que vive dentro de una gran bola hecha con piel y huesos humanos. Dentro esta ella viviendo en una telaraña hecha también de huesos humanos y se alimenta de los espíritus de los muertos. Eso es lo que os espera cuando muráis. Vuestras almas también serán devoradas.

La gigantesca mano del demonio se acercaba al grupo mientras la risa histérica de Tania prometía ser el himno fúnebre de sus muertes. Zaira rápidamente se separó del grupo dirigiéndose hacia Kevin y llevando a Maica con ella sin que Tania lo percibiese, pues estaban demasiada concentrada con su inminente victoria para poder ver como se comenzaba a desbaratar su plan.

El terror que les embargaba era tal que no percibían lo que ocurría a su alrededor, solo podían ver esa inmensa mano acercarse. En ese momento un grito estridente los aturdió por completo. Su visión se volvió borrosa y las orejas comenzaron a sangrar. Todo el mundo estaba dando vueltas. Sentían como si se fueran a desmayar, pero antes de eso pudieron ver al inmenso demonio caer.

Maica había gritado.

Tardaron un rato en poderse recuperar del potente grito, pero por suerte Tania también estaba aturdirá y Sergio había vuelto a su forma humana y permanecía en el suelo inmóvil.

Lo primero que pudieron ver es que todo había sido arrasado. Solo quedaba del almacén una pequeña pared a las espaldas de Kevin, Zaira y Maica. Las dos niñas pequeñas habían perdido el conocimiento, por lo que Kevin las llevo cargando a cuestas, con paso tambaleante, hacia la madre.

Antes de poderse recuperar completamente vieron a Tania volverse loca. Si no hubiesen quedado sordos la estarían escuchando gritar como una desquiciada. El único que podía escuchar que decían era Rafael, que mostraba una expresión aterrada por esas palabras. El grupo comenzó a escuchar en su cabeza, sin entender como, las palabras de Rafael.

– Debemos salir de aquí rápido. Creo que se propone a hacer otra locura.

Todos comenzaron a irse con paso vacilante salgo Marc y Sergio, que permanecían quietos. Si alguno se hubiese dado la vuelva habría visto a los dos hermanos completamente aterrados, observando como la parte inferior de Tania se transformaba

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en la de una gigantesca araña. Una vez acabada su transformación, volvió a invocar a su espantoso ejercito de arañas que poco a poco parecían aumentar en tamaño mientras se acercaban a los dos chicos, quienes, habían previsto el ataque y entendiendo la situación, decidieron quedarse atrás para el golpe final.

El grupo principal consiguió salir de lo que quedaba del almacén, cuando un frio extremo les alcanzó. Miraron hacia atrás y vieron todo el almacén que había sido congelado. Marc llevaba a su hermano también congelado en brazos, mientras detrás suyo se erguía una enorme estatua de hielo de una mujer araña.

– Debemos llevarlo pronto al hospital. – Dijo Marc. – Su pulso es muy débil por culpa de la hipotermia.

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Desenlace

Lo llevaron rápidamente al hospital, dejando solo a la mujer araña en el sitio. Ninguno se atrevió a darle el golpe de gracia, no por miedo a la criatura, sino porque aún la consideraban su amiga. Durante el trayecto Marc explicó que su propio poder le había protegido de la congelación, no solo le permitía congelar, sino que también le permitía resistir el frio. También explicó que estaba empezando a controlarlo, lo que dio esperanzas al resto del grupo ante la posibilidad de que aún los casos más extremos se pudiesen controlar.

Después de dejar a Kevin y Sergio, y dado que se encontraban en el mismo hospital, fueron a visitar a sus otros amigos, y lloraron de felicidad al ver que Uriel se estaba recuperando. Al parecer toda su suerte había regresado, y le habían dejado de ocurrir los extraños accidentes. Pero la sorpresa fue aún mayor cuando Nuria despertó de repente soltando un grito que congelo la sangre de los pacientes cercanos. Cuando sus amigos pudieron verla les contó asustada un extraño sueño que había tenido y que estaba segura que era un profecía del futuro.

– Está a punto de ocurrir algo muy malo. – Dijo tiritando y no por culpa de Marc. – Del portal va a salir algo horrible. Algo monstruoso que acabará con todos. Lo presiento.

Los chicos habían aprendido a creer en las profecías de Nuria, ya que resultó ser su poder, y eso les hizo que realmente se preocupasen de esas palabras como si pudiesen ver el mismísimo camino al infierno.

El grupo se puso serio y guardó silencio a la espera de escuchar la visión. Nuria, al entender que estaban esperando sus amigos comenzó a hablar.

– Estábamos al lado del portal. Este había crecido mucho y de él salía un ser gigantesco, con apariencia humana. En ese momento solo había cruzado el portal su cabeza y uno de sus brazos, que utilizaba para agarrarse con firmeza a este lado. Nosotros estábamos a su alrededor gravemente heridos, y ese ser comenzó a hablarnos. No sé lo que dijo, no puedo escuchar en mis visiones, pero sus palabras nos provocaban un terror mucho mayor que la presencia de ese ser, un terror que fue capaz de traspasar incluso la visión. – Al ver la cara confundida de sus amigos intentó aclarar las ideas. – Lo siento. No he sido de mucha ayuda, pero tengo la sensación de que con la llegada de ese ser algo muy malo va a pasar. – ¿Puedes describirnos al ser? – Preguntó Marc. – Si. Como he dicho era muy grande y parecía humano. Era como un gigante. Solo su cabeza ya debía medir unos veinte metros, y su brazo sobresalía de todas las instalaciones de lo grande que era. A parte de su increíble tamaño no había ninguna característica especial, como las otras criaturas que entraron por el portal.

Todo el grupo guardó silencio y se quedaron pensativos, hasta que Rafael indicó a Marc que quería hablar con él fuera de la sala. Una vez que estuvieron fuera, Rafael señalo un televisor que había en la sala de espera. Marc comprendió muy bien lo que quería decir. En el televisor estaban transmitiendo el telenoticias. Continuaban hablando del portal, pero ahora la noticia era la de cinco gigantescos dedos que poco a poco estaban atravesándolo. El gigante de la visión de Nuria había comenzado a traspasar el portal.

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Cuando finalizó la notica Marc miró a sus amigos y dijo justo antes de irse.

– Descansaremos durante tres días. Que se recuperen el resto. Después cerraré ese maldito portal.

No parecían muy contentos por esta decisión, pero se daban cuenta de que Marc parecía ser el único que entendía la situación y tenía una idea para manejarla, por lo que decidieron que le seguirían y le apoyarían. Cada uno de ellos pasó los tres días de diferente forma. Algunos descansaron, otros entrenaron más, pero Marc estuvo estudiando una forma de cerrar el portal.

Al finalizar los tres días todos se reunieron, pero había más gente con ellos. El antiguo jefe de Marc junto con sus ex compañeros y el general que había presenciado el evento y tres de sus soldados, incluso Sergio estaba presente. La única persona que faltaba era Tania. Marc presentó a los nuevos y dejó claro que tenían también poderes por la exposición, después explicó el plan.

– He estado investigando los datos. El origen de la señal que manipuló la maquina no provenía de este mundo, sino de bastante lejos. He conseguido triangular la señal y he hablado con varios expertos astrofísicos. Según la estimación actual del tamaño del universo, la señal fue enviada desde fuera de él, pero lo que me ha extrañado es ¿cómo se puede enviar una señal desde fuera del universo?, ¿Dónde estaba el origen? ¿En la nada? La respuesta es en otro universo. La señal esta proviniendo de otro universo.

El grupo se quedo parado ante la declaración y esperaron a que Marc continuase hablando.

– Bien, para los que no lo sabéis, antes de realizar ninguna creación, guardo el estado de esa zona en concreto, por si pasa algo raro, como esto. La idea es volverle a darle el cambiazo a Dios, pero esta vez le trasmitiremos la información que había originalmente y el resultado será como si el portal nunca hubiese existido.

Mientras Marc iba hablando el grupo intentaba inútilmente entender que estaba diciendo, pero al menos comprendía que existía la posibilidad de cerrar el portal y eso les alegraba.

– He introducido la información en un portátil y he reducido el tamaño del emisor hasta hacerlo portátil. Dispongo de varias baterías que nos permitirán un intento. El problema principal está en las baterías, se requieren muchas y pesan, por lo que he creado tres mochilas de unos diez quilos cada una. Una de ellas la llevaré yo junto con el portátil y el emisor, y Rafael y Speed llevarán las otras dos, por si el primer intento falla tener dos opciones más. El resto tendréis que ayudarnos a llegar al portal, puesto que al reducir el emisor, este solo funciona a corta distancia.

– Soy el General Gómez. – Se presentó el general abriendo un mapa del lugar. – Actualmente el objetivo está infectado de criaturas, imposible de acceder ni con nuestros poderes. He solicitado que bombardeen la zona a las doce cero cero, con lo que tendremos un par de horas para llegar. El bombardeo no acabará con todos, pero al menos los más débiles sí. Una vez finalice entraremos y mis hombres y yo nos encargaremos de cruzar los muros y llevaros al puente interior, introduciéndoos en el

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perímetro. Una vez ahí, el señor Gabriel y sus hombres – dice señalando al exjefe de Marc. – Se encargarán del área exterior del portal, justo antes de que el espacio comience a deformarse. El área interior es cosa vuestra.

Después del discurso del general, que casi provoca que alguno se pusiera en pie para escuchar las órdenes, todos se fueron a sus respectivas casas a prepararse. Una hora más tarde había un jeep del ejército esperándoles debajo de cada una de sus casas.

Salvo los soldados, el resto del grupo estaba muy nervioso. Daba la sensación de que iban preparados para la guerra, pero sabían dentro de ellos que los que les esperaba era mucho peor que participar en una de ellas.

Conforme se acercaban, empezaron a escuchar tiros. El perímetro de seguridad se había ampliado bastante, y varios kilómetros antes de llegar al portal podían ver a soldados disparando a las criaturas. Parecía increíble que hubiese tantas, la situación era bastante caótica y en breve entendieron que realmente los soldados disparaban a todo lo que se moviese y proviniese de dentro del perímetro.

– Esperar un momento. – Dijo el general, y se puso a hablar por un enorme walkie talkie. – Si. Estamos listos. Despejar la entrada.

Pasaron unos minutos en los que todos guardaron silencio, esperando un milagro. De pronto, un grupo de helicópteros aparecieron disparando todo lo que llevaban encima. Los jeeps comenzaron a seguir una estela de fuego provocado por los misiles de los helicópteros. La estela se detuvo justo antes de llegar a los habitáculos, y el general indico al grupo que se refugiase en una trinchera que había antes de entrar. Una vez dentro, mientras estaban preocupados porque las criaturas llegasen a donde estaban, ahora que no tenían la protección de los helicópteros, el general no paraba de mirar su reloj. De repente gritó.

– Cuerpo a tierra.

Solo reaccionaron los soldados y Gabriel, tirándose al suelo, y un gran estruendo los sobrecogió. Aún con el corazón en el puño, debido a la terrible explosión, el general salto de la trinchera y se adentró en el habitáculo seguido de sus soldados. El resto del grupo decidió seguirles, comprendiendo que estaban más seguros si permanecían cerca de ellos.

Al llegar al pasillo principal, se encontraron rodeados de criaturas que se habían refugiado en el edificio.

El general levantó uno de sus brazos y un gran estruendo se produjo. De sus dedos salían multitud de proyectiles y daba la sensación de que estaba utilizando una potente ametralladora. Las criaturas caían por doquier y uno de los soldados abatía con un rifle a cualquiera que se le escapase al general. El segundo soldado llevo al grupo a una de las habitaciones.

– Quedaos aquí mientras limpiamos la habitación.

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Pero cuando estaba saliendo por la puerta escuchó como una criatura se incorporase de detrás de un escritorio que había. Si no conociesen las características de las criaturas probablemente la habrían confundido con un minotauro, pues se asemejaba a un toro bípedo y blandía una gran hacha con lo que parecían ser manos. El soldado desenfundó una especie de katana y se paro ante el monstruo que debía medir más de dos metros y medio. Pudo bloquear un potente hachazo, pero una poderosa coz lo lanzó a la otra parte de la habitación. Varios de los presentes se prepararon para atacar pero.

– Esperar – Escucharon mientras el soldado se incorporaba. – Debéis seguir el plan.

El soldado se lanzó ante el minotauro, quien bajó su inmensa hacha golpeándole en el cuello. Cualquier persona habría muerto decapitada, pero lo que se rompió fue el hacha. Un rápido movimiento de la katana y la criatura cayó muerta con un terrible corte.

– Este es mi poder. Soy invulnerable. – Dijo con total confianza el soldado, decepcionado por no ver una mirada de sorpresa de los presentes.

Mientras fanfarroneaba, Lluc se encontró con otra criatura que salía también de detrás del escritorio. La mayor parte de su cuerpo parecía estar formada por un líquido rojizo, aunque se podía incorporar. Además contenía un ojo y una mano humanas. Era sin duda la criatura más horrenda que habían visto, y Lluc no pudo evitar gritar cuando ese ser se le abalanzó.

Algunos presentes presenciaron la horrible escena, y corrieron con intención de salvarle. La criatura se había introducido entre sus ropas y comenzaron todos a desvestir a Lluc mientras este no paraba de gritar. Sin embargo, todos se sorprendieron cuando consiguieron desnudar a Lluc, pues no solo no había rastro del ser, sino que las heridas que tenía antes de entrar en el recinto habían desaparecido. Tardaron poco en comprobar que además de dichas heridas, había recuperado la mano y el ojo. Todo el mundo parecía consternado, hasta que Lluc con un brote de sabiduría decidió responder.

– Creo que ese ser era la parte mía que perdí cuando nos fuimos la última vez. Ya sabéis, la de la batalla contra el demonio de nuestro compañero. Al igual que yo, que soy inmortal, los trozos que se han desprendido también lo eran.

Los presentes no sabían que decir. Aunque la explicación que habían escuchado era coherente, no por ello dejaba de ser increíble lo sucedido. Estaban tan sorprendidos que no percibieron cuando los disparos dejaron de realizarse y sobresaltaron cuando los dos soldados entraron por la puerta.

– ¿A que estáis esperando? Continuemos – Dijo el general extrañado por el comportamiento de ellos.

Les costaba avanzar, pues no paraban de salir criaturas, y solo gracias a la potencia de fuego del general y a la puntería del soldado podían avanzar poco a poco. El soldado invulnerable cubría la retaguardia y el que faltaba había desaparecido. Cuando alguien se le ocurrió preguntar por él, escucharon.

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– Es que me puedo hacer invisible a voluntad. Vosotros continuad, yo estoy registrando las habitaciones por si encuentro algo de interés.

Después de mucho esfuerzo consiguieron llegar a la salida y entraron en el patio interior del recinto. Más de uno cayó de rodillas al presenciar las grotescas y gigantescas criaturas que ahí se hallaban.

A pesar de haber llegado al patio interior, un gran foso lo rodeaba por completo y la única forma de atravesarlo era un puente que se encontraba justo en el otro lado del patio. Sin embargo, las criaturas que ahí se encontraban eran tan grandes que perfectamente podían ignorar el foso y del portal ya se mostraba la cabeza y un brazo de un humanoide gigantesco. Contaron una docena de seres de unos cinco metros de altura, más cuatro en concreto que eran bastante más grandes y alcanzaban los diez metros fácilmente. El primero de los gigantes se arrastraba por el suelo, y estaba formado exclusivamente de tentáculos, probablemente fue el que los atacó la última vez que estuvieron, pensó Marc. El segundo parecía un primate gigantesco hecho completamente de rocas. El tercero se mostraba como un árbol en llamas, parecido a una vid gigantesca, pero en vez de uvas mostraba huevos preparándose para eclosionar. El cuarto y último parecía una gigantesca serpiente con seis alas que sobrevolaba la zona. Solo la cabeza del que estaba atravesando el portal ya medía los diez metros, y dada la deformidad del espacio que se aplicaba en ese lugar, debía de ser decenas de veces más grande. La buena noticia era este último parecía estar atorado en el portal, impidiendo la entrada de otros seres.

Comprendieron al instante que la bomba no había afectado a esos seres y por su comportamiento más de uno entendió que si no habían salido fuera era para proteger al ser que estaba atravesando el portal. Las dos niñas y algún adulto cayeron de rodillas y comenzaron a llorar y gritar ante tan horrible espectáculo.

El general pareció volverse loco, y todo su cuerpo se convirtió en cientos de cañones que abrieron fuego contra toda esa monstruosidad, que era ajena a la llegada de los humanos al recinto.

Una lluvia de fuego cayó sobre las criaturas, que inmediatamente comenzaron a dirigirse hacia el grupo. Todos, salvo el general, corrieron asustados hacia el puente, mientras podían ver como esos seres continuaban aproximándose hacia el general. La criatura que estaba más cerca, era el extraño ser de tentáculos. Este intentaba atraparlo, pero conforme los tentáculos se acercaban a él, el general los destrozaba utilizando toda su artillería. El combate duró un par de minutos, hasta que la serpiente alada se unió al combate devorando de un bocado al general.

El resto del grupo no vio el trágico destino que le había aguardado a su compañero, pero al dejar de escuchar los disparos intuyeron que el general había muerto. Por suerte ya se encontraban cerca del puente, y salvo el árbol, el resto de criaturas se encontraban en la otra punta de la sala.

Hemos llegado al primer punto. – Dijo un soldado al llegar al puente y, mirando a las criaturas las cuales no se habían movido del sitio y se comportaban como si estuvieran disfrutando de un delicioso banquete, continuó. – Continuad vosotros. Nosotros os cubrimos.

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La única respuesta que hubo fue que los civiles cruzasen corriendo el puente. El camino que habían escogido los llevaba cerca del árbol, y el calor que este desprendía se volvía cada vez más insoportable. Aún así, el calor no era nada al contemplar horrorizados como comenzaban a caer los huevos del árbol. Una vez en el suelo, y con cierta dificultad, los huevos comenzaban a eclosionar saliendo de ellos unas extrañas criaturas hibridas entre humano e insecto.

Los antiguos compañeros de trabajo de Marc comenzaron a mostrar sus poderes. El jefe comenzó a hablar en un extraño idioma, y las criaturas neonatas comenzaron a pelear entre ellas. Uno de los compañeros se dedicaba a lanzar rayos a los huevos que aún no habían caído. De las dos compañeras que quedaban, una se movía a gran velocidad y apenas se podía apreciar su silueta, mientras que la otra saco una libreta y comenzó a escribir como si estuviera poseída.

A Marc le extrañaba bastante el comportamiento de la última compañera. Sabía que le gustaba escribir, pero no veía que utilidad podría tener su afición en la batalla, cuando de la libreta que estaba escribiendo comenzaron a salir letras flotando en el aire. Poco a poco las letras se iban juntando y diseñando una forma cada vez más grande y al final todas se fusionaron en lo que parecía un enorme y bello ángel con una gran espada llameante. El ser invocado se lanzó hacia el árbol ígneo cargando sobre su espada y de un golpe atravesó su corteza. Un chillido agónico inundó zona avisando de que el último ataque había dañado al árbol que ahora se quejaba de dolor.

Marc, entendiendo que la situación la tenían controlada, dirigió a sus amigos al centro de la plaza. El chillido había provocado que las otras criaturas se fijasen en ellos y habían comenzado a dirigirse hacia ellos. Rápidamente consiguieron llegar al lado de esa gigantesca cabeza y los tres escogidos empezaron a prepararlo todo mientras el resto se preparaban para enfrentarse a lo que se acercaba, o al menos, a darles algo de tiempo.

Nuria se quedó congelada de terror, pero no por ver acercarse a las tres gigantescas criaturas, sino porque la situación cada vez se parecía más a la de su visión. El resto de los soldados habían conseguido abatir a las criaturas pequeñas, y los miembros de la misión aún estaban suficientemente en buenas condiciones para hacer frente a la amenaza, pero sabía que lo peor estaba por llegar. El gigantesco ser comenzó a hablar.

- Ayudadme a salir. – Ordenó con una voz tan potente que retumbó no solo por el recinto, sino incluso fuera de él.

Todos se quedados completamente petrificados, pues era la primera criatura que veían que podía hablar.

El ruido producido por las criaturas acercándose les sacó del ensimismamiento, pues el ser con tentáculos estaba muy dañado, pero aún quedaban dos criaturas gigantescas y unas cuantas grandes acercándose con intenciones de devorarlos. Los amigos de Marc se preparando para hacerles frente, poniéndose a la cabeza Maica con su potente voz y Sergio, cuando Marc decidió salirse del plan previsto y, por culpa de su curiosidad, en vez de cerrar el portal le preguntó.

- ¿Por qué nos atacáis? ¿Por qué atacáis nuestro universo?

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A estas alturas ya había deducido que el portal no conducía a otro punto del universo sino a otro universo distinto, sin embargo no esperó que una carcajada saliese del gigante.

- ¿Vuestro universo? Jajajaja. Supongo que debo de darte las gracias, pues gracias a ti existimos.

Marc se quedó congelado al escuchar esas palabras. ¿El los había creado? Eso era imposible. Mientras tanto las criaturas habían llegado, pero lejos de pelear contra ellos, se mantenían a una distancia prudencial, como escuchando la conversación.

- Supongo que debo de explicarlo. Mi nombre es Demiurgo, el Dios imperfecto, y al igual que el Dios de esté universo formo uno con el universo del que procedemos.

La mayoría de los presentes no entendían lo que decía, pero algunos sí que lo entendían, estaba sustituyendo su universo por uno nuevo, y cuando el gigante terminase de entrar, todo habría acabado. Al entender esto, Marc comenzó a trabajar en cerrar el portal mientras Demiurgo seguía hablando.

- Y este universo, al igual que yo también es imperfecto, y su mayor fallo es que no existe. Los universos se van creando y destruyendo continuamente, pero este en concreto no existía, solo existía la probabilidad de que existiese.

Ahora sí que nadie entendía de que estaba hablando, pero se dieron cuenta de que era malo, y que tenían que cerrar la puerta. El hecho de que las criaturas no atacasen era a la vez buena y mala señal. Buena porque dejaba a Marc más tranquilidad para trabajar y mala porque significaba que iba a ocurrir algo realmente malo y aunque no entendiesen las palabras de Demiurgo, estas les ponían nerviosos.

- Al crear el portal, esté apuntó a la no existencia, en concreto a este universo que no existía, pero dado que no se puede abrir un portal a la no existencia, esta comenzó a existir. Y no solo existió durante ese instante de tiempo, sino que se generó su futuro y su pasado y al crearse su pasado, tu tuviste la oportunidad de abrir un portal desde nuestro universo a este.

Marc ya no entendía nada, como podía ser cierto lo que estaba diciendo, ¿cómo podía tener algo de coherencia en lo que estaba diciendo? ¿Estaba insinuando que él, desde un universo que no existía, abrió un portal a su propio universo? Era de locos. Sin embargo algo dentro de él sabía que lo que decía era cierto y continuó trabajando, no ya por lo que iba a suceder, sino porque no quería escuchar lo que el gigante tenía que decir.

- ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! – Gritaba asustando, pero Demiurgo, ignorándole, continuó.

- Supongo que os preguntareis como esto podía pasar. Pues porque este universo y su Dios también son imperfectos, y su mayor defecto era que esto podía pasar. En realidad todo de basa en la probabilidad, si existe una probabilidad entonces se puede volver real, y eso es lo que hiciste. Si en aquel momento se hubiese cerrado el portal, nada habría ocurrido y yo habría vuelvo a dejar de existir, pero tu abriste el portal desde dentro y lo vinculaste con este, y de la misma forma que no puede haber un camino a la

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no existencia, tampoco puede haber un camino desde la no existencia, por lo que el portal se hizo estable y pudimos comenzar a entrar.

Marc no sabía quien realizó la fatídica pregunta, quizás fue Rafael, pero lo maldijo desde el fondo de su corazón. Él ya sabía la respuesta, y no quería escucharla. Al escuchar la pregunta se detuvo del trabajo mientras las lágrimas no paraban de empaparle el rostro.

- Y yo voy y me lo creo. Como va Marc desde vuestro universo a abrir un portal a este. Primero tendría que estar en vuestro universo.

- La razón es sencilla. Porque esté no es vuestro universo, sino que pertenecéis a mí. Durante la explosión fuisteis enviados aquí, mientras que vuestros respectivos fueron absorbidos por la no existencia.

El silencio ahora era completo. Nadie hablaba y todos miraban al suelo pues desde dentro suyo sabía que era verdad. Pero eso significaba que sus poderes no habían sido adquiridos por la explosión, sino que siempre los habían tenido. Pero si ellos no eran ellos, ¿Quiénes eran?

Nadie sabía cuánto tiempo había pasado, pero cuando se realizó la siguiente pregunta el gigante ya había sacado completamente la cabeza.

- ¿Y qué pasará cuando hayas traspasado el portal con este universo?

- Uno de los dos universos debe volver a la no existencia. De la misma forma que estoy entrando en él, el Dios de este universo está saliendo de él al lugar de donde procedemos todos nosotros, a esa probabilidad de existir en algún momento.

Esa respuesta terminó de marcarles. Aun no entendían que pasaba, pero sabían que querían continuar existiendo. Marc continuó trabajando, pero esta vez para abrir más el portal, esta vez trabajarían por su propio universo.

FIN