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LA BÚSQUEDA DE VIDA INTELIGENTE EN OTROS UNIVERSIDAD DE MEXICO tuado respecto de la religión, del dere- cho ete., el señor Proudhon intenta ha- respecto de la economía política." 11 Si aplicáramos este método a las catego- rías tle la economía política, concluye ;\Iarx, lo que obtendríamos es la lógica \' la metafísica de la economía, pero no ía riencia de la economía. El paralelismo entre los métodos de Hegel, para quien "totlo lo que ha sucedido y sucede es, ni m;ís ni menos, lo que sucede en su pro- pio razonamiento", y de Proudhon, para quien "no hay historia según el orden tle los tiempos, sino sucesión de las ideas en el entendimiento", es perfectamente claro. Para Marx, las categorías económicas son la expresión teórica, la abstracción tle las relaciones sociales de producción. Proudhon, en cambio, no ve en esas re- laciones sociales otra cosa que la encar- nación de principios, de categorías ló- gicas. Su método lo ha llevado a hiposta- sial' esas categorías y a tomarlas por ver- daderos entes reales. Proudhon "ha com- prendido que los hombres fabrican el paila, la tela, las sedas, dentro de deter- minadas relaciones de producción. Pero no ha comprendido que estas relaciones sociales determinadas son producto de los hombres, exactamente como lo son la tela, el lino, etc.". Y tampoco ha en- tendido que "los mismos hombres que establecen relaciones sociales conforme a su productividad material, producen también los principios, las ideas, las ca- tegorías, conforme a sus relaciones so- ciales. Por consiguiente, dichas catego- rías son tan poco eternas como las rela- ciones que expresan. Ellas son productos históricos, transitorios".12 Y más aún: "Los economistas tienen una manera sin- gular de proceder. Para ellos no existen sino dos clases de instituciones ... Las instituciones del feudalismo son institu- ciones artificiales, las de la burguesía instituciones naturales." Es precisamente por esa razón que para los economistas burgueses "hubo historia, pero ahora no existe más". 13 En estas observaciones críticas de Marx, sobre lo que debe ser el método propio de la economía, y en general de las Ciencias Sociales -método que Marx no desarrollaría y aplicaría en todo su alcance sino hasta El Capital-, queda de manifiesto, una vez más, la improceden- cia científica y la esterilidad cognoscitiva de la especulación, de la dialéctica es- peculativa, debido a sus puntos de par- tida apriol"i, a sus peticiones de princi- pio, y en fin, a su incapacidad para des- cubrir y analizar las determinaciones concretas de la realidad. Una de las grandes enseñanzas de Marx, en materia de metodología, consiste en afirmar que sólo hay una manera de aproximarnos efectivamente a la historia real -a la historia que se verifica "en orden al tiempo"-: el conocimiento de los he- chos por vía experimental, científica; el análisis riguroso de los "componentes" de la realidad, en donde las hipóstasis sean sustituidas por las hipótesis y los apriori por las prevenciones experimen- tales. NOTAS l El manuscrito de Marx (K,-itik des Hegel- sehen Staatsreehts) , fue publicado por primera "ez en 1927, en el primer volumen de la edición crítica del Instituto Marx-Engels de Moscú. En dicho escrito incompleto, Marx emprende la crítica, parágrafo por parágrafo (del 261 al :11:1). de la Filosof;" del Dererho <le Heg-el: llI,ís exactamente, de ,aquella parte de la obra de Hegel que trata de la Constitución interna del Estado. La conocida Contribución a la crí- tiel/ de la filosofia del derecho de Hegel (Zu,- Kritik de,- Hegelsehen Reehtsphilosophie) , des- tinada a servir de introducción a la critica ge- neral de la teoría del Estado y del Derecho de Hegel, fue publicada en los "Anales franco- alemanes" (1-11, Paris. febrero de 1844). 2 Nos hemos servido de la edición italiana (Critica della filosofia Hegelill1/1l del Di,-il.tll Pubblieo. Ed. Rinascita. 1950, Roma) y de la francesa (Critique de la Philosopllie de [,Elat, de Hegel. A_ Costes, 1948, Paris). En el texto. nos concretaremos a sella lar el número del pa- rágrafo comentado por Marx. 3 "La observación empírica debe, en cada caso particular, empíricamente y sin ninguna mistificación o especulación, mostrar la conexión entre la estructura social y política con la pro- ducción. La estructura social y el Estado surgen continuamente del proceso vital de individuos determinados, pero de los individuos, no como ellos puedan aparecer a su propia representa- ción o en la de los otros, sino tal como ellos son "ealmente; es decir, como actúan, producen materialmente, tal como son activos dentro de PLANETAS Por .lohn LEAR "LA ASTRONOMíA ha pasado por . tres grandes revoluciones du- rante los últimos cuatrocientos años. La primera fue la revolución de Copérnico, que cambió la posición de la tierra, colocándola a ISO millone:1 de kilómetros del centro del sistema so- lar. La segunda ocurrió en 1930, cuan- do por' los trabajos de R. J. Trumpler en el Observatorio Lick, nos dimos cuenta de que el sistema solar no est<Í en el centro de la Vía Láctea, sino a una distancia de 30,000 años luz, en lIna espiral relativamente opaca. La tercera está ocuriendo ya, y queramos o no, te- nemos que tomar parte de ella. Queda expresa en la siguiente pregunta: "¿Es- tamos solos en el universo?" "Por intuición, todos pensamos que la humanidacl es algo único, algo que sólo existe en la tierra; y que todos los fe- 23 limites, presupuestos y condiciones materiales determinadas independientemente de su volun- tad." (K. Marx. Idéologie AI/emll/ule, A. Cos- tes, 1953. Paris, pp. 155-156.) 4 !\Ilcolao Merker. Vlla disClIssiolle SIII/a dialettica. en "Societ""', NQ 5, oclttbre, J956. !; K. Marx, op. cil., p. 157. (i K. Marx. Prólogo de 1873 a la edición de El Capilal. 7 "Mi af;ín científico me llevó a eliminar de la filosofía todo lo que usurpa ese nombre y a demostrar la adecuación de la filosofía con aquellos principios fundamelllales que el Es- tado necesita. y en primer t","mino con aquellos que bajo el gobierno de S. M. el Rey y bajo la direccióu de Su Alteza. han conservado, o tenido la suerte de conservar el Estado prusiano al que llIe honro en pertenecer." (Carta de He- gel al ministro Hardemherg sobre la Filosofía del De,-ecllO.) R K. Marx. Mishe de la j,I,illl.HJj,llic. 1\. Cos- tes. 19!}O. Paris, p. 125. !l Op. cil., pp. 120-121. 10 Op. cil .. , pp. 121-122. 11 01'. cit., pp. 122-123-121. 01}. eil., pp. 127-128. 13 01}. cit., p. 14:1. nómenos del universo lo son para nues- tm placer y beneficio. Pero el gran nú- mero de astros que deben tener planetas en sus órbitas, los muchos biólogos que han llegado a la conclusión de que la vida es una propiedad inherente a al- gunos tipos de moléculas mezcladas, o agregados de moléculas, la semejanza entre los elementos químicos que se pre- sentan en todo el universo, la luz y el calor emitidos por astros de tipo solar, y la existencia de agua no sólo en la Tierra sino en Marte y Venus, nos obli- gan a examinar nuestro pensamiento." "En toda la historia de la ciencia, el hombre ha sido capaz de diferenciar cla· ramente las leyes que cleterminan las propiedades de la materia muerta y las que implica el reconocimiento de inte- ligencia. Desde luego, hace ya tiempo que se han reconocido los efectos indi- rectos de organismos vivos sobre mate- rias muertas. Sabemos que la abundan- cia de oxígeno en el aire es biogenésica, como también lo es la composición de la mayor parte de la superficie sólida de la tierra. Y hacemos conjeturas en cuanto a que la escasez de oxígeno en

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LA BÚSQUEDA DE VIDAINTELIGENTE EN OTROS

UNIVERSIDAD DE MEXICO

tuado respecto de la religión, del dere­cho ete., el señor Proudhon intenta ha­cerl~ respecto de la economía política." 11

Si aplicáramos este método a las catego­rías tle la economía política, concluye;\Iarx, lo que obtendríamos es la lógica\' la metafísica de la economía, pero noía riencia de la economía. El paralelismoentre los métodos de Hegel, para quien"totlo lo que ha sucedido y sucede es, nim;ís ni menos, lo que sucede en su pro­pio razonamiento", y de Proudhon, paraquien "no hay historia según el ordentle los tiempos, sino sucesión de las ideasen el entendimiento", es perfectamenteclaro.

Para Marx, las categorías económicasson la expresión teórica, la abstraccióntle las relaciones sociales de producción.Proudhon, en cambio, no ve en esas re­laciones sociales otra cosa que la encar­nación de principios, de categorías ló­gicas. Su método lo ha llevado a hiposta­sial' esas categorías y a tomarlas por ver­daderos entes reales. Proudhon "ha com­prendido que los hombres fabrican elpaila, la tela, las sedas, dentro de deter­minadas relaciones de producción. Perono ha comprendido que estas relacionessociales determinadas son producto delos hombres, exactamente como lo sonla tela, el lino, etc.". Y tampoco ha en­tendido que "los mismos hombres queestablecen relaciones sociales conformea su productividad material, producentambién los principios, las ideas, las ca­tegorías, conforme a sus relaciones so­ciales. Por consiguiente, dichas catego­rías son tan poco eternas como las rela­ciones que expresan. Ellas son productoshistóricos, transitorios".12 Y más aún:"Los economistas tienen una manera sin­gular de proceder. Para ellos no existensino dos clases de instituciones ... Lasinstituciones del feudalismo son institu­ciones artificiales, las de la burguesíainstituciones naturales." Es precisamentepor esa razón que para los economistasburgueses "hubo historia, pero ahora noexiste más". 13

En estas observaciones críticas deMarx, sobre lo que debe ser el métodopropio de la economía, y en general delas Ciencias Sociales -método que Marxno desarrollaría y aplicaría en todo sualcance sino hasta El Capital-, queda demanifiesto, una vez más, la improceden­cia científica y la esterilidad cognoscitivade la especulación, de la dialéctica es­peculativa, debido a sus puntos de par­tida apriol"i, a sus peticiones de princi­pio, y en fin, a su incapacidad para des­cubrir y analizar las determinacionesconcretas de la realidad. Una de lasgrandes enseñanzas de Marx, en materiade metodología, consiste en afirmar quesólo hay una manera de aproximarnosefectivamente a la historia real -a lahistoria que se verifica "en orden altiempo"-: el conocimiento de los he­chos por vía experimental, científica; elanálisis riguroso de los "componentes"de la realidad, en donde las hipóstasissean sustituidas por las hipótesis y losapriori por las prevenciones experimen­tales.

NOTAS

l El manuscrito de Marx (K,-itik des Hegel­sehen Staatsreehts) , fue publicado por primera"ez en 1927, en el primer volumen de la edicióncrítica del Instituto Marx-Engels de Moscú. Endicho escrito incompleto, Marx emprende lacrítica, parágrafo por parágrafo (del 261 al:11:1). de la Filosof;" del Dererho <le Heg-el:

llI,ís exactamente, de ,aquella parte de la obrade Hegel que trata de la Constitución internadel Estado. La conocida Contribución a la crí­tiel/ de la filosofia del derecho de Hegel (Zu,­Kritik de,- Hegelsehen Reehtsphilosophie) , des­tinada a servir de introducción a la critica ge­neral de la teoría del Estado y del Derecho deHegel, fue publicada en los "Anales franco­alemanes" (1-11, Paris. febrero de 1844).

2 Nos hemos servido de la edición italiana(Critica della filosofia Hegelill1/1l del Di,-il.tllPubblieo. Ed. Rinascita. 1950, Roma) y de lafrancesa (Critique de la Philosopllie de [,Elat,de Hegel. A_ Costes, 1948, Paris). En el texto.nos concretaremos a sella lar el número del pa­rágrafo comentado por Marx.

3 "La observación empírica debe, en cadacaso particular, empíricamente y sin ningunamistificación o especulación, mostrar la conexiónentre la estructura social y política con la pro­ducción. La estructura social y el Estado surgencontinuamente del proceso vital de individuosdeterminados, pero de los individuos, no comoellos puedan aparecer a su propia representa­ción o en la de los otros, sino tal como ellosson "ealmente; es decir, como actúan, producenmaterialmente, tal como son activos dentro de

PLANETASPor .lohn LEAR

"LA ASTRONOMíA ha pasado por. tres grandes revoluciones du-

rante los últimos cuatrocientosaños. La primera fue la revolución deCopérnico, que cambió la posición dela tierra, colocándola a ISO millone:1de kilómetros del centro del sistema so­lar. La segunda ocurrió en 1930, cuan­do por' los trabajos de R. J. Trumpleren el Observatorio Lick, nos dimoscuenta de que el sistema solar no est<Íen el centro de la Vía Láctea, sino auna distancia de 30,000 años luz, en lInaespiral relativamente opaca. La terceraestá ocuriendo ya, y queramos o no, te­nemos que tomar parte de ella. Quedaexpresa en la siguiente pregunta: "¿Es­tamos solos en el universo?"

"Por intuición, todos pensamos que lahumanidacl es algo único, algo que sóloexiste en la tierra; y que todos los fe-

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limites, presupuestos y condiciones materialesdeterminadas independientemente de su volun­tad." (K. Marx. Idéologie AI/emll/ule, A. Cos­tes, 1953. Paris, pp. 155-156.)

4 !\Ilcolao Merker. Vlla disClIssiolle SIII/adialettica. en "Societ""', NQ 5, oclttbre, J956.

!; K. Marx, op. cil., p. 157.(i K. Marx. Prólogo de 1873 a la ~" edición

de El Capilal.7 "Mi af;ín científico me llevó a eliminar

de la filosofía todo lo que usurpa ese nombrey a demostrar la adecuación de la filosofía conaquellos principios fundamelllales que el Es­tado necesita. y en primer t","mino con aquellosque bajo el gobierno de S. M. el Rey y bajola direccióu de Su Alteza. han conservado, otenido la suerte de conservar el Estado prusianoal que llIe honro en pertenecer." (Carta de He­gel al ministro Hardemherg sobre la Filosofíadel De,-ecllO.)

R K. Marx. Mishe de la j,I,illl.HJj,llic. 1\. Cos-tes. 19!}O. Paris, p. 125.

!l Op. cil., pp. 120-121.10 Op. cil.. , pp. 121-122.11 01'. cit., pp. 122-123-121.I~ 01}. eil., pp. 127-128.13 01}. cit., p. 14:1.

nómenos del universo lo son para nues­tm placer y beneficio. Pero el gran nú­mero de astros que deben tener planetasen sus órbitas, los muchos biólogos quehan llegado a la conclusión de que lavida es una propiedad inherente a al­gunos tipos de moléculas mezcladas, oagregados de moléculas, la semejanzaentre los elementos químicos que se pre­sentan en todo el universo, la luz y elcalor emitidos por astros de tipo solar,y la existencia de agua no sólo en laTierra sino en Marte y Venus, nos obli­gan a examinar nuestro pensamiento."

"En toda la historia de la ciencia, elhombre ha sido capaz de diferenciar cla·ramente las leyes que cleterminan laspropiedades de la materia muerta y lasque implica el reconocimiento de inte­ligencia. Desde luego, hace ya tiempoque se han reconocido los efectos indi­rectos de organismos vivos sobre mate­rias muertas. Sabemos que la abundan­cia de oxígeno en el aire es biogenésica,como también lo es la composición dela mayor parte de la superficie sólidade la tierra. Y hacemos conjeturas encuanto a que la escasez de oxígeno en

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la atmósfera de Marte haga hoy impo­sible la abundancia de vida veg.etal enese planeta. Pero creo que, aunque va­gamente, estamos empezan?o a darnoscuenta de que nosotros mIsmos ya so­mos capaces de provocar a voluntad va­rios fenómenos, como fuentes poderosasde ondas de radio, o explosiones atómi­cas deslumbrantes, que pueden ser ob­servados desde planetas lejanos, fueradel sistema solar. En consecuencia te­nemos que incorporar a 1/.ucstms teo­rías, los efectos probables de la voluntadindependiente de afros organismos vi­,·ientes.

"No hablo necesariamente de seresinteligentes, semejantes al hombre, quehabiten otros mundos. Entre los efectosde la voluntad independiente, podríanincluirse también los fenómenos cre­cientes de acciones como la migraciónde animales, el vuelo periódico de lasaves, la aparición y desaparición de es­pecies. Al manifestar su preferencia porciertos ambientes, muchas especies mo­difican el medio ambiente que las ro­dea. Los efectos de tales cambios pro­ducidos por la vida terrestre son fácil­mente comprensibles para nosotros, pe­ro hoy no podrían ser observados desdeuna distancia considerable de muchosaños luz. Es mi opinión, sin embargo,que esto se dice por lógica solamente,ignorando en parte lo que puede y loque no puede observarse en la galaxia."

Lo anterior fue dicho por el doctorOtto SO-uve, director del nuevo Obser­vatorio Tacional de Radioastronomíade Green Bank, '''Test Virginia, en unade las series de conferencias de KarlTaylor Compton que se dictaron en elInstituto Tecnológico de Massachussets,en noviembre de 1959. Emi tió sus fra­ses con tanta calma, hizo unos adema­nes tan reposados, y el ambiente mismorespiró tanta tranquilidad, que el men­saje se antojó obvio, casi un lugar co­mún. Apenas los sabihondos que esta­ban presentes se dieron vaga cuenta delo que el doctor So-uve sugirió. Se con­taron con los dedos aquellos que poseíanlos conocimientos suficientes para com­prender que el doctor estaba luchandopor no llegar demasiado lejos y que­darse sin decir lo que muchos astróno­mos han acabado por creer: que otrosseres dotados de inteligencia compartenel cosmos con nosotros, que hay muchasprobabilidades de que algunos sean cul­turalmente superiores a nosotros, y quesi no la han confirmado en definitiva,al menos tienen sospechas de nuestraexistencia. El doctor Struve tuvo queordenar sus palabras con extremo cui­dado para no dejar fuera de su dis­curso dos (al menos) posibles respues­tas a la cuestión más discutida por losastrónomos contemporáneos: ¿se preo­cupan por nosotros nuestros remotosvecinos lo suficiente como para sufrirla molestia de comunicarse con la tie­rra, o están convencidos de que no val­dría la pena dirigirnos la palabra?

La pregunta es muy fuerte para losque ni se fijan en las estrellas por estarpensando en qué programa de televi­sión van a ver después de cenar. Y eldoctor Struve, que ha sido astrónomodesde que nació, se daba muy bien cuen­ta de los riesgos que implica el ponersemejantes problemas al alcance de lasmultitudes. A los que fueron a interrú­garla después, sabiamente les regaló"muestras" de su sabiduría, cargadas

con el mll1ImO de datos que un curiosocualquiera es capaz de comprender.

En un ejemplo extremoso del prin­cipio de su debate, habló de la proba­bilidad de que el hombre cometiese latorpeza de aniquilarse a sí mismo me­diante algunos de los recursos que es­tán bajo su dominio. La yerba enterra­ría sus jardines, los bosques se traga­rían las mismas carreteras que él ha tra­zado para cruzar los valles y pasar mon­tarlas. Las fuentes y cauces de agua so­bre al superficie terrestre cambiarían.Todo esto afectaría sin duda la absor­ción de la luz solar por la Tierra.

Llegando después a un extremo opues­to de la vicia, el doctor Struve se refirióa la hipótesis de que todo el planktonmicroscópico de los océanos desapare­ciera. El color verde de las plantas ma­rinas se convertiría en azul, u otro co­lor, y la luz que caería sobre el aguaestéril lógicamente podría servir de se­fíal a un observador distante que hu­biese permanecido en guardia duranteun período suficiente para establecercomparaciones significativas.

El astrónomo se abstuvo de incurriren afirmaciones rotundas_ No hubo nin­guna declaración oficial de que un ob­servador colocado a distancia estuvieraen guardia, solamente se señaló lo quepodría verse en el caso de que el obser­vador estuviese allí.

"Es cierto que en la actualidad" dijoel doctor Struve en el texto de las con­ferencias de Compton, "las potentes on­das de radio-radiación producidas poraparatos fabricados por el hombre, hanalterado las propiedades físicas de laTierra, y esas modificaciones podríanregistrarse desde una distancia de lOa20 años luz. Un megawatt de energíaradiada en un cono regularmente estre­cho, produciría una seI1al lo bastantepoderosa para ser registrada sin necesi­dad de receptores."

Al ser interrogado posteriormente, eldoctor Struve señaló que un observadorcolocado a distancia con el grado reque­rido de inteligencia y los suficientes co­nocimientos técnicos, estaría enterado deque la Tierra emite hoy ondas de ra­diación que hace 50 años no emitía.Dijo que también era concebible quelas explosiones atómicas provocadas enla atmósfera terrestre pudieran ser lo­calizadas desde lejos mediante la obser­vación de las fluctuaciones que se ope­ran en el cinturón de radiación VanAlIen.

Pero aun así no declaró que los ob­servadores estuviesen en guardia.

"Debemos distinguir la probabilidadde que otros astros que no sean el solt~ngan familias de planetas en sus ór­b~tas, . de !a probabilidad de que hayanda IIltehgente en cualquiera de estoslugares distantes", advirtió en el textooficial de su conferencia. Casi todos losastrónomos están ele acuerdo en que esprobable que muchos billones de astros~n ~a Vía Láctea tengan planetas en susorbItas, pero sólo una escasa docena deesos astros se encuentran a menos eleveinte aI10s luz lejos de nosotros. La pro­babilidad de que en unos cuantos eleestos planetas haya alguna forma de vidae~ ~onsiderable también. Pero la proba­bilidad ele que en cualquiera de elloshaya vida inteligente, es hoy más quepequeiia. La probabilidad de que (aun­q.ue hoy haya vida inteligente fuera delSistema sobr a menos de veinte años luz

UNIVERSIDAD DE MEXICO

de distancia) por ahora nos lleguen se­iíales artificiales de radio, es cada vel.menor. Pero no llega a ser nula, y COIllO

han declarado recientemente en Nal/ll"cel profesor Morrison y Giuseppe Cocconi(de la Universidad de Cornell) debeintentarse el registro de dichas seriales".

Con frecuencia, platicando en los 1(:­rrenos de su universidad, en Itaca, r\.Y., la pareja de atrevidos caballeros sehabía puesto a filosofar con sus colegassobre lo que implicaría la vida en luga­res que no fueran la tierra. Pero eso noera nada extraordinario. Innumerablescientíficos de otras escuelas se han en­frascado en pláticas semejantes duranteaños. Lo que distinguía a los profesoresMorrison y Cocconi era que habían lle­vado su filosofía al terreno práctico, apli­dndola específicamente a las teorías fí­sicas. Además, habían escrito sus teoríashasta el último detalle y las habían en­viado al periódico inglés que de al1liguatradición es por excelencia el canal dela comunicación científica. Los edito­res de Natu¡-c se .habían impresionadocon este eficaz periódico lo suficientepara publicar las especulaciones de losprofesores, en septiembre de 1959.

"A falta de una teoría de la cual sepudiera clerivar "una estimación dignade crédito sobre las probabilidades de1) formación de planetas;; 2) origende vida; 3) evolución de sociedadescon recursos científicos aventajados", lossabios de la Universidad de Cornell sequedaron en su propio medio ambienteterrestre y encontraron que el mismo"sugiere que astros de la secuencia prin­cipal con antigüedad de muchos billo­nes de aí'íos pueden tener planetas ensus órbitas; que de un pequeño con­junto de tales planetas dos (la Tierray muy probablemente Marte) están ha­bitados; que la vida en un planeta deestos abarca una sociedad capaz, desdehace poco tiempo, de llevar a cabo in­vestigaciones científicas de importan­cia". Aunque todavía sabemos pocoacerca de estas sociedades para calcularsu antigüedad, Morrison y Cocconi con­sideraron que sería "dudoso negar queentre tales sociedades algunas pudieranmantenerse a sí mismas durante perío­dos muy largos en relación con la his­toria humana, y comparables quizá conla vida geológica".

"En consecuencia" declararon -en unpasaje que quizá algún día tenga la mis­ma importancia (o mayor) que la cartadirigida a Natll1-e en la que Otto Hahny Lise Meitner anunciaron el principiode la Era Atómica- que "cerca de cier­to astro muy parecido al Sol, hay civi­lizaciones con intereses científicos y conrecursos técnicos considerablemente su­periores a los que están a nuestra dis­posición."

"Los seres de una sociedad de esa es­pecie" agregaba el periódico de Cornelldeben ver nuestro Sol como un terrenopropicio para la evolución de una nuevasociedad. Es muy probable que durantemucho tiempo hayan estado esperandoel desarrollo de la ciencia en las proxi­midades del Sol. Supondremos que hacemucho tiempo que establecieron un ca­nal de comunicación que algún día lle­garemos a conocer, y que pacientementeobservan las seI1ales de respuesta queprovienen del Sol, las cuales les haríansaber que una nueva sociedad ha ingre­sado a la comunidad de la inteligencia."

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Declarada su importallle suposidón.los dos exploradores ell teoría se lall'laron al terreno práctico. Si otros seresestaban tratando de Ilegal' a nosotrosmediante un ranal "¿qué ciase de rallalsería?"

"Por lo que sabemos" sólo las ondaselectro-magnéticas podrían llevar men­sajes dirigidos a través del extenso marde electricidad en que flota la Tierra.Puesto que nuestros curiosos vecinos es­peran "encontrar una sociedad de re­ciente evolución" seguramente se val­dr;Ín de un canal "que no sorprendademasiado nuestra ingenuidad." Ade­m;ís, se dan perfecta cuenta de los ma­los ratos que una atmósfera como lanuestra les puede hacer pasar, y no loshacen a un lado en sus esfuerzos porllegar a nosotros. En consecuencia, handescartado todas las frecuencias inferio­res a un megaciclo y superiores a lostreinta mil.

La transmisión de mensajes en elspertrum entre los 10,000 Y los 30,000megaciclos requiere una fuerza enorme() técnicas muy complejas, y nuestros"ecinos pueden o no aventajamos tanto.Asimismo parece mucho m¡ís razonableesperar los mensajes en una frecuenciaaproximada de 1-10,000 megaciclos.

Si, dentro de esa banda tuviéramosque escoger una onda con las mayoresprobabilidades de alcanzar su destinol' de llamar la atención, )cuál sería?Cualquier astn?nomo terrestre diría"1,420 megaciclos, naturalmente". Esaes la línea de radiotransmisión típicadel hidrógeno neutro. Nuestros vecinosse imaginarían que hasta los novatos enradioastronomÍa andan buscando hidró­geno, que es el elemento m;ís abundanteen el espacio.

Dejemos el canal. ¿Cuál sería el men­saje.

La seíial que esperan Morrison y Coc­coni es una vibración "ni muy n'lpidani muy lenta en comparación con unsegundo". Ellos opinan que "su dura­ción puede medirse en alios, puesto quede cualquier manera, ninguna respuestapuede regresar antes de diez años. En­tonces se repetirá desde el principio.Posiblemente se divida en distintos ti­pos de señales alternadas en el cursodel tiempo. Para identificarla indiscu­tiblemente como una señal provocada,ésta puede dividirse, por ejemplo, enuna secuencia de pequeños númerosprimos de vibraciones, o en sumas arit­méticas simples".

Sea cual fuere el planeta que nuestros\'ecinos habiten (suponen los profesoresde ComeIl que los han descrito contanto detalle) está marcado por guíasde navegación aérea en la misma formaque el continente americano est¡í mar­cado por señales luminosas que sirvende ¡?;uía a los aviones. "¿Hay alguienahí arriba?", se están llevando a cabo"transmisiones dirigidas a todos los as­tros vecinos de tipo solar". El manteni­miento de, digamos, cien rayos dife­remes de la especie que hemos descri tono parece una carga imposible sobre loshombros de una sociedad m,ís aventa·jada que la nuestra. Al localizar una se­íjal, hasta nosotros podríamos lanzar ra­yos de alerta. Por tanto podemos abrigarla esperanza de ver un rayo lanzado endirección a nosotros desde cualquier as­tro que fuera capaz de emitirlo y queesl.é a unas cuantas decenas de allOS luz.

EntolKes ¿en qué dirección debemosempezar a buscar a los vecinos que es-

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\lIISI'R.\.'i 1\\lrl)I.\(:I()i'\I·:S .'i()I .. \RI'.'i

!lIlIlnliol'iolll'S dI' Ir, (11111.1' 111::'

La Via LtÍctca

Los lugares ccrcanos con mayores probabilidades de estar habitados por \'e­cinos imcligentes en planetas de otros astros est;ín señalados por estrellas de diezpicos en el dibujo de arriba: Tau Cel.i (izq.) )' Epsiloll Eridani (del'.) vir­tualmente las gemelas m;ís próximas al sol, a IIna distancia de 11 aijos luz (11 X6,000,000,000,000 millas), Puesto que el radiotcleswpio (R5 pies) del NRAO enGreen llank normalmente puede "oír" hasta <'Icho)' medio aijos luz nada m;ís,los indicios de vida en las proximidades de Tau ceti y Epsilon Eridani sólo se­r;ín localizados si la capacidad de los instrumentos utilizados por habitantes deesas estrellas es mayor que la de los nuestros. Las probabilidades estadísticasson reelucidas, pero hoy exisle la posibilidad; de cualquier manera, los astróno­mos confían en que la vida existe en muchos lugares, y ell alRullo tendd queempezar la búsqueda. Un receptor de diselio especial, con IIn costo de Dls. S,OOOsolamente (un tragadécimos de la astronomía) o!Jsen'ad en una fracci()Jl de se­gundo, alternad;nl1ente, las seiíales de una estrella determinada, e inlllediatamen­te después el espacio que hay tras ella. Cual<luicr diferencia 110lable en el es­pacio puede revela r a nucsl.ros veci nos.

Las 56 estrellas que se conocen den tro de una dista nci a de Iti ;lIios luz est;í nincluídas en el dibujo de arriba, adaptado de una fotografía del modelo pre­parado por la seíjorita Sarah Lec Lippincott, del Obsenatorio Sproul, cuyosmiembros se han especializado durante ;lIjos en el estudio de las estrellas m;íscercanas. Sólo tres de las 5(j -Sirius, Procyn- sou llI;ís luminosa" que el sol. :!Oest<Ín du pI icadas. (j tri plicadas: ;¡ I son en apariencia m;¡sas senci Ilas con su pues­tas compaiiías invisibles (planetas posiblemente). Después de Tau Celi y EpsilollEridani, las estrellas de seis puntas son muy parecidas al sol: Cygni (;1 (al'rib;1del sol, a la izquierda) Alpha Centauri (abajo del sol, izq.) Epsilon Indi (mu)'abajo del sol, izq.) y Omicron-2 Eridani (debajo del sol, extrema derccha).El dibujo bidimensioJla I deforma la rea Iiclad trid illlcnsiona 1. .\1 ph;¡ Ccn 1ami, porejemplo, ('s' el v('cino m;ís cercano al sol.

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Po.r Jesús BAL Y GAY

M U S J e AAL

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palabra? ."El primer esf~e~~o",. propus!eron

NIorrison y Coccom, debiera dedicarseal examen de las estrellas más proxlluasy eh condiciones favorables". Entre l~s

que se' encuentran dentr? de. una dis­tancia de 15 años luz, siete tienen lu·minosidad y antigüedad semejant~ .alos de nuestro Sol ... y son: Tau Ceu;Omicron-2 Eridani; Epsilon Incli; AlphaCentauri; Ophiuchi 70 y Cyp;ni ()1.

Mucho al1les de que Nal/lf(? publi.('a~e este histórico informe, Y;I se habíanllevado acabo en el Observatorio Sprouldel Swarthmore College de Pennsylva·nya los trabajos necesarios p~ra hacerque estas palabras fueran ~.cceslbles a losignorantes. Sw~rthmore Coll~ge es unhijo de la SOCIedad de Amigos,. y l?sAmigos siempre han tomado en senoa sus mujeres. Una de ellas, la do<;toraSusan J. Cunningham (ya fallecl{la)fundó el observatorio que desde enton­ces ha sido suplido por el del institu~oSproul, que es m,ls grande. Desde el dlaen que empezó a funcionar. en 1~1.2,. eltelescopio ele Sproul ha SIdo dl.ngldoprincipalmente .a las estrellas mas cer­canas, y en particular a las estrella~ queestán a menos de 1() años luz de ~:hstan­cia. Hasta hoy, el número cono~Hlo deesas luminarias es 56. De ellas solo tr~s-Sirius, Altair y Procyn- son más lum~­nosas,rque el Sol. Veintidós están dupli­cadaS": s,eis triplicadas, y quedan 31 cuer­pos senCillos aparentemente,. los. cualeshan.-liido observados por casI todos ~osastn!)'~omos, en espera de sefíales que m·diq~lcn la existencia de planetas. ,

En la sala de conferencias de Sproulhay un modelo hecho ~n .plásti~o, delos H¡ años luz de espaCIO mme(hato anos(Jtros, modelo diseñ¡ilo y construídopor la sc?orita Lee. Lippincott, una d~las iríVesugadoras. En este modelo, caIgolas estr,ellas ele unas hebras delgadas denylon para ilustrar cómo las vería unobservador colocado en la constelació?Pegaso, que estuviera mir~',1do en cJ¡·rección al Sol. La constelaclOn, duranteel invierno, está hacia el sur, y parecemás un inmenso cuadrilátero, que uncaballo con alas. Según las ilustracionesde Sproul, Ophiuchi 70 está a más de 16años luz del Sol, y por eso no apareceen el modelo de la señorita Lippincott.Pero las otras seis estrellas de tipo solar(mencionadas por Morrison y Cocconi)

sí.Por su parte, Frank B. Dr~ke, miem­

bro del g-rupo del Observatono del doc­tor Struve, estaba esperando que apare·riera en Nature el estudio de Morrisony Cocconi.

Al doctor Drake también le fascinadesde hace muchos años la idea de quehaya inteligencia en otros lug?res.Constantemen te, se enlrascaba en caleu­los sobre las posibilidades ma temá~icasde comunicación. Los resultados siem­pre fueron negativos por la misma r~zón

siempre: los instrumentos de que (lispo·nemas todavía no pueden encontrar na·da que confirme las sospechas. Pero elaño pasado hubo notables avances en loque se refiere a esos aparatos. Y en mar­zo de 1959 repi tió las ecuaciones. PorI'in ¡la respuesta fue positiva!

Sin tomar en cuenta los mejores apa­raLOs disponibles, era seguro que podríausar el r<tdiotcIescopio de Green Bank(R5 pies) para localizar señales lanza­

das desde cualquier ('slrella a RI¡ afíos

luz JI:: distallcia, tIUC es dus vcces tidistancia a que se encuentra Alpha Cen­tauri, nuestra vecina más próxima.

El doctor Drake dio a conocer sufórmula en la última edición de Sky andTelescape, un periódico para aficiona­dos a la astronomía, que acaba de salira la venta. "Cuando nuestra antena re­ceptora sea un reflector parabólico" ex­plicó "la distancia en años luz en laque pueden ser localizados transmisoresde potencia, es aproximadamente igualal di<ímetro -en pies- de la antena, di­vidido por diez".

El aleance del telescopio de 85 pieses, así, de 8.6 afíos luz. El receptor de600 pies que está construyendo la Ma­rina de los Estados Unidos recogerámensajes emitidos a 60 años luz de dis­tancia. El recipiente de 1,000 pies queestá proyectando Cornell para las mon­tañas de Puetro Rico, al norte de Ponce,"oirán" hasta 100 allos luz, distanciadentro de la que hay "10,000 astrosaproximadamente" .

o JEÁDA

H AY CO:HPOSlTORES a los que nadieregatea el dictado de grandes. Ocu­pan el círculo más elevado del Par­

naso musical y todo parece indicar queen él permanecerán por los siglos de lossiglos. Pero hay otros a los que se clasi­fica como segundones -si no por unani­midad, cuando menos por una respetablemayoría de votos-, y que, si se examinacon detenimiento su obra, acaban por pa­recernos injustamente postergados, vícti­mas de comparaciones no sólo odiosas--como dicen que 10 son todas- sinotambién' absurdas, puesto que equivalena comparar un huevo a una castaña.

Cada época y cada nación musical, peroaún más, cada compositor tiene sus afa­nes, sus problemas, su concepto de la mú­sica, su mundo, en fin, que le hacen di­ferir radicalmente de sus colegas. De ahíque resulten sobremanera peligrosas lascomparaciones por las que se aspira aestablecer cuál de dos compositores dadoses el más grande. El que a uno le faltelo que el otro tiene de sobra no significanecesariamente que el primero sea menoscapaz y, por tanto, inferior al segundo:puede que signi fique tan sólo -y asíocurre en la mayoría de los casos- queaquél renunció voluntariamente a modosde expresión que no convienen a su pro­pio, personalísimo, irrenunciable pensa­miento.

Mozart carece elel musculoso contra­punto de Bach; Beethoven, de la graciamelódica y el equilibrio formal de Mo­zart: ¿vamos por eso a afirmar que nee­thoven sea inferior a Mozart v Mozartinferior a Bach? No, lo (lue ;ucede es,sencillamente, que Mozart no es nach, uiBeethoven es Mozart -perogrullada queno hemos de perder de vista en esteasunto-, y que, por no serlo, a ningunode los tres podríamos proclamarlo prim¡,¡,s¡utcr pares, ya que si cada uno de elloscarece de alguna cualidad que brilla enel que le precede. tamhién puede enorgu­llecerse (le alguna que a aquél le falta y

LJNIVERSIJ)AD DE i\H:XIC()

"Es llIU y difícil Gllcular cu;illtas deesas estrellas pueden mantener civiliza­ciones inteligentes tan aventajadas comola nuestra", escribió el doctor. Y en se­guida dio una extraordinaria di,;cda­ción de por qué se cree que haya vidafuera de la Tierra.

"Durante muchos años se pensó quela formaci6n del sistema solar era hconsecuencia de una colisión accidelll;t1de dos astros, o de alp;ún suceso extr;n-IOsemejante. .. Recientemente, sin em­bargo, ha quedado en claro que la for­mación de un segundo cuerpo o cueropos es parte esencial de la formaciúnde un astro. Si los cuerpos secundariosa los que 'pueda aferrarse' mediante unazona magnética (en el caso del Sol es­tos cuerpos parece que son los planetasmayores: Júpiter y Saturno) el astro Ri­raría a una rapidez que acabaría pordestruirlo. De acuerdo con recientes es­tudios teóricos, parece probable que almenos unos cuantos de esos astros esténrodeados de planetas."

PARNASO

que constituYé su personal contribucióna la evolución ele la música. De no serasí, esa evolución equivaldría a una irre­mediable decadencia.

Se suele creer que la grandeza del com­positor se manifiesta por lo que llamamosun gran aliento. Pero esa idea, justa enprincipio, se presta, en su aplicación, agrandes errores, porque se tiende a con­fundir ese gran aliento con la hinchazón,lo verdaderamente grande con 10 que nopasa de gigantesco. El gran aliento puedeocultarse bajo apariencias muy modestas.En una obra breve descubriremos quizáuna fuerza de que carecen, aunque la fin­jan, otras que a primera vista resultanimponentes. La unidad, la perfección for­mal, la pureza y derechura de expresiónno se logran sin una gran fuerza, sin ungran ardor -acordémonos de cómo seforman los diamantes- y cuando aquellascualidades brillan en· una página parapiano, podemos estar seguros de que éstaentraña un aliento tan grande como el quesuponemos necesario para animar una sin~

fonía o una ópera.A la par de lo aparatoso y muy ex­

tenso, suele tomarse lo violento como re­velación de grandeza. Pero no olvidemosque un carácter violento no equivale ne­cesariamente a lo que llamamos un grancarácter. Los rasgos de violencia que sur­gen esporádicamente en el comportamien­to del tímido no significan grandeza al­guna de carácter; constituyen, por el con­trario, un rasgo típico de la timidez. Encambio, la calma inalterable, la discreciónconstante no son propias de ningún es­píritu apocado, sino fruto de una ásperalucha de la inteligencia y el corazón con~

tra los impulsos primarios del alma. Elgrito, el apóstrofe y el ademán violentoocultan casi siempre alguna gran fallainterior. Beethoven cuando habla a gritosno es más grancle que cuando sueña omedita.

Pero, a pesar de todas esas razones-que me parec<'1l ohvi;ls-, muchas per-