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28 UNIVERSIDAD DE MEXICO ese instrumento, da a sus reu- niones el carácter de intimidad que a música de ese género le corresponde. Además de los guitarristas Guillermo Flores, Abarca, Alberto Salas y otros n'nidos de los Estados para participar en estas reuniones, tuvimos la oportunidad de aplaudir a dos artistas holan- deses: el señor Frederic Múl- ders y su esposa, quienes to- caran obras para dos guita- rras, para guitarra y flauta (recorder) y para guitarra y voz. En la ESCUELA NOCTC'RNA DE MÚSICA un pequeño grupo de alumnos animados por Ro- daifa Revilla y Aurelio Cer- vantes, han organizado algu- nos conciertos dentro y fuera del plantel a beneficio de la escuela y de la revista mensual Partitura, que ellos mismos editan. SIGI \¡VEISSENBERG, él po- deroso pianista, bien conocido y admirado del público mexi- cano, dió en Bellas Artes dos únicos recitales (presentado por la Asociación Musical Da- niel). Fueron éstos unos de los últimos conciertos del me- dio año que hemos' reseñado y que finalizó así, brillante- mente. Para el nuevo semestre de conciertos, la ciudad de Méxi- co contará con una nueva or- ganización a la que deseamos el mayor éxito. Su nombre es ASOCIACIÓN DE CONCERTISTAS MEXICANOS. L1 B RO 8* A e Holderlin 1 * Natas de Eduardo Lizalde, Carlos Valdés, José Joaquín Ro- mo y Enrique González Rojo. ktbía ocurrido con tal fiebre a h indagación de sus propios soledad y traducir aquello que cieseaban fuera expresado. En su anhelo de revelación, la poesía resulta ser lo realmente absoluto, y la palabra ya no es solamente "un movimiento del sino el espíritu en, Iliovimiento". 3 De estos conflictos y enlaces entre filósofos y poetas, in- cesantes en todo tiempo e in- crementados al desarrollarse las escuelas románticas, se ha- . lían testimonios constantes en El alma romántica y 'el sueño 4 de Albert Béguin. Con sobra ele razones caracteriza el pa- rentesco que existe entre los poetas alemanes y ranceses del siglo pasado, predIspuestos todos a internarse con similar tesón en los campos de la filo- sofía y de la literatura. Sus ar- gumentaciones deslíen defini- t-ivamente el casi mítico pre- juicio de considerar roman- ticismo como una actttud que confía la obra de arte a la negación de las reglas y el buen sentido. Béguin persigue estrechamente esa correlativa existencia de las ideas y las ilnágenes. Nunca la literatura T N A PorAlí CHUMACERO misma puerta, otras abocarán en el subjetivo recurso de des- alojar del espíritu todo con- cepto ajeno al del amor: Hol- derlin exigía, por ejemplo, honrar el alma de los amantes, porque el ser divino habita en clios. El de más allá, fidelí- sIma a las ideas aceptadas, ha- del desorden el pan de cada día, y no serán escasos los que se recogerán en la intimidad de la noche o de la muerte co- mo el viajero que torna a casa antes de empezar la aventura. En todo ello, los estados men- tales propios del poeta incre- mentan la ordenación del caos y dejan fluir el alma colectiva circuída por palabras traduci- bles en conceptos. El conflicto personal descubre por ese me- dio la comunidad de los hom- bres, que delegan en el poeta la tarea de relatar sus horas de M Novalis o R "amiento c inspiraclOn, el ro- manticismo europeo hizo aflo- rar a la conciencia la magia que irrumpe como fuego puri- ficador de las almas. Por esa emprender el disciplinado des- censo a los infiernos de lo inconsciente, alentar el dolor como forma de conocimiento, convertir el universo en alma, tocar el cielo al tocar un cuer- po humano, estas y muchas otras son imágenes y palabras --gratas todavía al poeta con- temporáneo- que integran ese universo poético en el cual se ha querido ver un primer es- !,'bón de la filosofía. Novalis daba ejemplo de cordura al aconsejar el olvido de esa apa- rente riña suscitada por cues- tiones de precedencia. "Sin filosofía -dice en sus Frag- mentos-- los poetas son im- perfectos; sin poesía, son imperfectos los pensadores y Baudelaire los críticos." 2 No iba más cer- ca Shelley al asegurar, en su EL Defensa de la poesía, que la d:stinción entre filósofos v poetas había sido ya superada. A'L M A De esa hermandad entre pen- A la imaginación del poeta han correspon- dido, en la historia del pensamiento, tenden- cias filosóficas más o menos afines. El último alcance que se puede designar a la poesía IF) sólo ha de ser la reducción ¡'sicológica, en fórmulas gra- duadas exclusivamente por el poeta, sino que en ella se han de advertir afanes que, por definición, preocupan a la fi- losofía desde su nacimiento. "Se puede decir -cree Jean Wahl- que la poesía y la IPetafísica tratan de los mis- mos temas, con técnicas dife- rentes." 1 Porque al árido re- solver problemas a que la filosofía se entrega, la poesía lírica responde con Un prolí- f:co plantear cuestiones no siempre de posible resolución. La filosofía atiende a decir la última palabra mientras la roesía, por su parte, intenta pronunciar la primera. A ve- ces, aquélla convíerte en teo- rema lo absoluto; y. siempre. ésta hace ascender a 10 abso- luto las preocupaciones coti- dianas. La disparidad entre t:na y otra, empeñadas. cada c:lal en reducir el mundo y el ttempo a las capacidades del concepto o de la palabra, ha conducido a que entre filóso- fos y poetas haya a menudo contrarios puntos de vista, de- rivados de las disímiles orillas des?,e donde arrancan la apli- caclon de sus propósitos. Si bien es cierto que el hombre no se baña dos veces en la misma corriente, también es verdad que "ama aquello que no ha de mirar dos veces". Un espejismo muy común incita a los poetas a pensar que lo que un verso encierra cunstituye el meollo de 10 que los filósofos de épocas poste- riores habrán de desarrollar. Convencidos de que la ima- gen antecede al concepto, creen preceder, por decirlo así, al esbozo de la futura ohra filo- sófica; es decir. como si la imagen intuída fuera el previo a la racionalización del discurso. Hablar de "una rosa en las tinieblas", reconocer los que recorren a cier- tas horas la imaginación, des- cubri r comunicaciones con la naturaleza por medio del amor;

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28 UNIVERSIDAD DE MEXICO

ese instrumento, da a sus reu­niones el carácter de intimidadque a música de ese género lecorresponde. Además de losguitarristas Guillermo Flores,Abarca, Alberto Salas y otrosn'nidos de los Estados paraparticipar en estas reuniones,tuvimos la oportunidad deaplaudir a dos artistas holan­deses: el señor Frederic Múl­ders y su esposa, quienes to-

caran obras para dos guita­rras, para guitarra y flauta(recorder) y para guitarra yvoz.

• En la ESCUELA NOCTC'RNADE MÚSICA un pequeño grupode alumnos animados por Ro­daifa Revilla y Aurelio Cer­vantes, han organizado algu­nos conciertos dentro y fueradel plantel a beneficio de la

escuela y de la revista mensualPartitura, que ellos mismoseditan.

• SIGI \¡VEISSENBERG, él po­deroso pianista, bien conocidoy admirado del público mexi­cano, dió en Bellas Artes dosúnicos recitales (presentadopor la Asociación Musical Da­niel). Fueron éstos unos delos últimos conciertos del me-

dio año que hemos' reseñadoy que finalizó así, brillante­mente.

• Para el nuevo semestre deconciertos, la ciudad de Méxi­co contará con una nueva or­ganización a la que deseamosel mayor éxito. Su nombre esASOCIACIÓN DE CONCERTISTASMEXICANOS.

L1 BRO 8*

Ae

Holderlin

1

* Natas de Eduardo Lizalde,Carlos Valdés, José Joaquín Ro­mo y Enrique González Rojo.

ktbía ocurrido con tal fiebre ah indagación de sus propios

soledad y traducir aquello quecieseaban fuera expresado. Ensu anhelo de revelación, lapoesía resulta ser lo realmenteabsoluto, y la palabra ya no essolamente "un movimiento dele~'píritu sino el espíritu en,Iliovimiento". 3

De estos conflictos y enlacesentre filósofos y poetas, in­cesantes en todo tiempo e in­crementados al desarrollarselas escuelas románticas, se ha-

. lían testimonios constantes enEl alma romántica y 'el sueño 4

de Albert Béguin. Con sobraele razones caracteriza el pa­rentesco que existe entre lospoetas alemanes y ~ rancesesdel siglo pasado, predIspuestostodos a internarse con similartesón en los campos de la filo­sofía y de la literatura. Sus ar­gumentaciones deslíen defini­t-ivamente el casi mítico pre­juicio de considerar e~ roman­ticismo como una actttud queconfía la obra de arte a lanegación de las reglas y elbuen sentido. Béguin persigueestrechamente esa correlativaexistencia de las ideas y lasilnágenes. Nunca la literatura

TNAPorAlí CHUMACERO

misma puerta, otras abocaránen el subjetivo recurso de des­alojar del espíritu todo con­cepto ajeno al del amor: Hol­derlin exigía, por ejemplo,honrar el alma de los amantes,porque el ser divino habita enclios. El de más allá, fidelí­sIma a las ideas aceptadas, ha­rá del desorden el pan de cadadía, y no serán escasos los quese recogerán en la intimidadde la noche o de la muerte co­mo el viajero que torna a casaantes de empezar la aventura.En todo ello, los estados men­tales propios del poeta incre­mentan la ordenación del caosy dejan fluir el alma colectivacircuída por palabras traduci­bles en conceptos. El conflictopersonal descubre por ese me­dio la comunidad de los hom­bres, que delegan en el poetala tarea de relatar sus horas de

M

Novalis

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"amiento c inspiraclOn, el ro­manticismo europeo hizo aflo­rar a la conciencia la magiaque irrumpe como fuego puri­ficador de las almas. Por esa

emprender el disciplinado des­censo a los infiernos de loinconsciente, alentar el dolorcomo forma de conocimiento,convertir el universo en alma,tocar el cielo al tocar un cuer­po humano, estas y muchasotras son imágenes y palabras--gratas todavía al poeta con­temporáneo- que integran eseuniverso poético en el cual seha querido ver un primer es­!,'bón de la filosofía. Novalisdaba ejemplo de cordura alaconsejar el olvido de esa apa­rente riña suscitada por cues­tiones de precedencia. "Sinfilosofía -dice en sus Frag­mentos-- los poetas son im­perfectos; sin poesía, sonimperfectos los pensadores y Baudelairelos críticos." 2 N o iba más cer-ca Shelley al asegurar, en su E LDefensa de la poesía, que lad:stinción entre filósofos vpoetas había sido ya superada. A' L M ADe esa hermandad entre pen-

Ala imaginación delpoeta han correspon­dido, en la historia delpensamiento, tenden­

cias filosóficas más o menosafines. El último alcance quese puede designar a la poesíaIF) sólo ha de ser la reducción¡'sicológica, en fórmulas gra­duadas exclusivamente por elpoeta, sino que en ella se hande advertir afanes que, pordefinición, preocupan a la fi­losofía desde su nacimiento."Se puede decir -cree JeanWahl- que la poesía y laIPetafísica tratan de los mis­mos temas, con técnicas dife­rentes." 1 Porque al árido re­solver problemas a que lafilosofía se entrega, la poesíalírica responde con Un prolí­f:co plantear cuestiones nosiempre de posible resolución.La filosofía atiende a decirla última palabra mientras laroesía, por su parte, intentapronunciar la primera. A ve­ces, aquélla convíerte en teo­rema lo absoluto; y. siempre.ésta hace ascender a 10 abso­luto las preocupaciones coti­dianas. La disparidad entret:na y otra, empeñadas. cadac:lal en reducir el mundo y elttempo a las capacidades delconcepto o de la palabra, haconducido a que entre filóso­fos y poetas haya a menudocontrarios puntos de vista, de­rivados de las disímiles orillasdes?,e donde arrancan la apli­caclon de sus propósitos. Sibien es cierto que el hombreno se baña dos veces en lamisma corriente, también esverdad que "ama aquello queno ha de mirar dos veces".

Un espejismo muy comúnincita a los poetas a pensarque lo que un verso encierracunstituye el meollo de 10 quelos filósofos de épocas poste­riores habrán de desarrollar.Convencidos de que la ima­gen antecede al concepto, creenpreceder, por decirlo así, alesbozo de la futura ohra filo­sófica; es decir. como si laimagen intuída fuera el P;~s()

previo a la racionalización deldiscurso. Hablar de "una rosaen las tinieblas", reconocer lose~pectros que recorren a cier­tas horas la imaginación, des­cubri r comunicaciones con lanaturaleza por medio del amor;

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UNIVERSIDAD DE MEXICO

supuestos -o por lo menos ja­más lo había hecho con tal pro­fundidad--, y nunca el poetahabía aceptado con semejanteconciencia su papel de vatici­nador. Béguin no sólo estable­ce con seguridad el contenido"especulativo" de las obras es­critas, sino que destaca con vi­gor las ideas esenciales a lasque se afiliaba cada uno de 105

escritores. Algo como una es­pecie de conocimiento se ence­rraba en la expresión poética:Al igual que los místicos, elpoeta encendía la imaginacióncon pretensiones de tocar .elCl"ntro de lo absoluto. "Surgí'a-explica Béguin- una gene­ración para la cual el 'acto poé­tico, los estados de inconscien­cia, de éxtasis natural o provo­c;ldo, y los singulares discursosdictados por el ser secreto seconvertían en revelaciones so­bre la realidad y en fragmen­tos del único conocimiento po­sible."

En la meta de ese "conoci­miento" bullían los concep.tosúltimos que justifican el des­velo de toda filosofía. De suamante muerta, escribe Nova­lis: "En sus ojos descansaba laeternidad; tomé sus manos".Acaso en la segunda frase so­brevive el concepto de la pri­p.Jera. Pero aunque la eterni­dad no se interrumpe con lainmovilidad del cuerpo amado,sólo el poeta podrá mirar en élel reflejo de lo absoluto pormedio de la conciencia que ilu­mina más allá de los sentidos,que nos diferencia de los ani­males y nos convierte en "ciu­dadanos del universo". Béguinseñala como inicial impulsor dee"a .~onfusión con el universola lucha entre la vigilia y el

Nrrval

sueño. Si en la primera el hom­bre se halla limitado por unarealidad que inhibe las poten­cias superiores del espíritu, ene! sueño se comunica con lo in-

finito y lo hace descubrir, deregreso a la vigilia, un nuevorenacer del mundo circundan­te. Lo mágíco podría ser enton­ces, como quieren algunos,nombrar las cosas por sus nom­bres. El delirio tendrá así elcarácter de lo cotidiano y larealidad será el otro extremociel puente que se apoya en lafluencia onírica.

Con el romanticismo, desdesus claros brotes a fines del si­glo XVIII, el predominio delsueño cobró de pronto dimen­siones desacordes con las quele conferían los psicólogos dedecenios anteriores. El rigorcientífico, heredado de las in­cipientes investigaciones de losfiSIólogos, conSIderaba el sue­ño como el rostro negativo de13 vigilia. Entre los poetas ro­mántICOS vino a ser, como porarte de magia, la experienciafundadora de la poesía. De esamanera, se establecía el tránsi­trj de la psicologia a la meta­física. El sueño, con la matiza­da interpretación que cada poe­tR le dIO, llegó a ocupar y, encIerto sentIdo, sigue ocupandoei ámbito medular de la crea­cIón poética. En sus aguas mó­VIles, que arrastran los despo­jos de lo ll1COnSClente, la con­CIenCia del destIerro halló susalvaCIón . .l:ieracltto profetIZO,con palabras que no han perdl­(lo VIgencia, el mundo pnva­do que el sueño proporcionaal. hombre. "Durante el sueño--dice- cada hombre tiene suuniverso particular, mIentrasque en el estado de vigIlia to­uos los hombres poseen un Ul11­

YUSO comun." L-I.l conducir suimaginación por el "partIcular"c.UTI1l10 de los sueños, el poetadescendía al seguro conoci­miento de la naturaleza. Elvacío resplandece y muestrael estrato inconsciente dondealienta· una segunda vida -Ii­Lre de las representaciones delextenor- y donde se estableceun contacto misterioso con lasra íces mismas del UII iverso.

En esa analogía entre espí­ritu y universo -aprehendidoe,te último por la angustia­vió Baudelaire la reconciliacióncon la vida y contempló "launidad etern~ a través de lamultiplicidad de lo sensible".Mal~anné quiso ir más allá alsospechar la identidad entre laconciencia humana y la con­ciencia divina. Un deber deperfección lo hizo preferir an­te los objetos reales la sonori­dad, el poder de sugestión y elcolorino de las palabras másque su signi ficado, y desde ah íiniciaba el primer verso, que élatribuía a Dios. Rimbaud, a su

yez, con firmó lógicamente consu conducta posliteraria laspremisas de su credo atormen­tado. "Su aspiración a volveral estado salvaje, a abolir todoaquello que, en el curso de suhistoria, el hombre ha tomadopor conquistas y progresos su­yos, no era tan ajena a la nos­talgia primitiva de los román­ttcos para que dejaran de veren ella, llevada a cabo con unatemeridad genial extraordina­ria, la continuación de sus bús­quedas." Contra toda alegría,l{jmbaud se abandona a la"eternidad" de las sensacionesy acaba por comprender que. no ha estado en el mundo".

Dadas las inclinaciones lite­rarias de Béguin, para él esGérard de erval la encarna­ción más honda de las ideas delsueño como forma de conoci­miento. En el principio de suA urclia, N erval expresa la cla­\·e de esas ideas particularesque eran el acervo común delos poetas de su siglo: "Losprimeros instantes del sueñoson la imagen de la muerte".Como al través de un subterrá­neo, el espíritu se cruza conapariciones inmóviles "que ha­bItan la mansión de los lim­bos". Traspuestos esos instan­tes -en que la conciencia dejade existir provisionalmente­pasamos a una segunda vida, ala vida del sueño. Ahí el "co­nocimiento" cobra todo su es­plendor y el poeta cobra razónde sí mismo. Es cuando "unaclaridad nueva ilumina y poneen juego esas apariciones ex­travagantes: el mundo de losespíritus se abre para nos­otros".

Jndependientemente de lasposiciones personales que lospoetas franceses adopten fren­t·: al sueño -así 10 considerencomo la verdadera vida o comoel conducto que la vida terre­nal les propone para acercarseal conocimiento superior-, esobvio que se encuentran ensituaciones semejantes a lasadoptadas por los poetas ale­manes. No sólo en ovalis yJ-Iorderlin el sueño se rescatade la oscuridad. Albert Béguinaclara expresamente cada unode los estadios por que pasó enAlemania el desenvolvimientode tal incorporación. DesdeLichtenberg, Moritz, Troxlery larus hasta Jcan Paul.Tieck.Arnim, Brentano y Hoffmann.].a g-ran comunidad de poetasde la noche queda ahí admi­rablemente· elegida, y son di­señadas sus prolongaciones enunos y en otros. Fenómenoshomogéneos es posible obser­var en la poesía francesa. El

"prerromanticismo" había apa­recido con simultaneidad enFrancia y en Alemania, y enambos países. por impulsosmetafísicos y místicos, "el poe­tL esperaba preparar la rein­tegración final de la humani­dad ('n la unidad original".

Fntre tanto fantasma, realess(')lo por la aC('ión de la poesía,Albert Béguin 110 desdeña re­conciliarse optimistamente conlas efusivas ideas de los poe­l;·,s. No resulta extraño, pues,que concluya su libro con estasafirmaciones: "La soledad dela poesía y del sueño \lOS liberade nuestra desoladora soledad .Del fondo del abismo de latristeza que nos había aparta­do de la vida se levanta el can­to a la más pura alegría".

1 kan \Vahl: l::rislencl' {¡1'­maine' el trasatldrncr. EIre el·F'enser, Editiuns de la HacorLnieré.Suiza, 1944, p. i9.

2 Novalis: Fraq¡¡¡entos (S~lec­

ción y traducción (le AngpJa Selkey At;tonio Sánc1H'z Barbudo), p.33, Nueva Cvltna, México, 1942.

3 Rolland de Renéville: L'ex­prrience poétiqlle. Gallimard, p.33, París, 1938-

4 Albert Béguin: El ailJlG. ro­mántica. J' el sueijo: Ensayo sobreel 1'0l11.Gnticismo alemán. y la poesia.francesa. (Traducción de :MarioMonteforte Toledo y Antonio Ala­torre.) Fondo de Cultura Econó­mica. México, 1954.

\XfILBERT E. MOORE, Las relacio­nes industriales y el orden so­cial. Fondo de Cultura Eco­

nómica, sección Sociología.

México, 1954. 589 pp.

En una magnífica edición, el[<ando de Cultura nos ofrece ahoraeste bien documentado estudio de\,\'ilbert E. Moore, investigador deprestigio y experimentado maestroen la rama de la Sociología. El no­velista guatemalteco Mario Monte­forte Toledo tuvo a sn cargo la tra­ducción de la ohra.

El autor considera qne, cuando~e ha puesto la industria modernabajo la lente de los economistas ode los sociólogos, ellos no han lo­grado observar esta industria comoun fenómeno que se desarrolla ysuhsiste dentro de un determinadoclima social. Tal deficiencia de cn­foque constituye un vicio que va endel rimenlo de una verdadera COI11­

prensión de esa eslrnctura ilJ(lus­t rial, qne no puede ser desligadadel ambiente que la rodea. ]Jorquese ellcuen(ra con él ell constanteinteracción o interc::l11uio de reb­ciones.

Ha procurado Moore, en favorde los interesados por su trabaJO.sintetizar. de la manera m;ls ohje­1iva posihle, los asuntos de este es­tudio r011 cl '1ue se intenta comple­mentar, más hien que suplantar, lostratados anteriores sobre el misl110tema. El lihro está destinado al ser­vicio de los directores de empre­sas, de los dirigentes sindicales, delos. estudiantes o, incluso, al de losinvestigadores especializados, y porello ha sido puesta, al fmal de cadacapítulo, una adecuada y extensabibliografia.

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La obra quiere, afirma el autor,"observar cou imparcialidad" la or­ganización y las relaciones de. laindustria, sin tratar de prouunclar­se "en favor o en coutra de lostrabajadores", pues Moore cree que,todo aquel que se halle sujeto a uneleterminado sistema o modelo éti­co tiende a desviarse del curso ri­"I;rosamente cientí fíco si se tropie­;';1, duraute sn investigación, concircunstancias que comprometan- snideología. Piensa también Mooreque, todo partida:rio decidido del pa­trón o del trabajador, puede encon­trar patentes signos de un ell.1bo.za­do partidarismo en un estudIO Im­~parcia1. A esto se podrían IYlcer ~a­rias objeciones pues, en pnmer .ter­mino la actitud de imparciahdadabsoluta, cuaudo se opera con aStn}­tos tan fundamentales, no es de fa­cil adopción para un investigadorque, con sólo enunciar el postuladode la imparcialidad, se mira con­vertido en un conciliador que con;;[1 eclecticismo se decide ya por laprotección del orden imperant,e,. yesta actitud es siempre una taotav tradicional manera de la parcIa­¡idad. Y, por otra parte, acaso elimparcial más decidido. sea !,óloaquél qne logre persuadirse de. s.nimparcialidad al poner sus preJlu­cios que no dejarán de actuar, enun 'plano de semiconciencia o deolvido voluntario.

La intención de Moore es, de to­dos modos, la de ser un "reporte­ro" y no un "combatiente", y estaaparente imposición personal reve­la, cnando menos, un deseo de serimparcial qne es la primera condi­ciim para serlo.

El libro está dividido en seisgrandes partes dedicadas a explo­rar las cuestiones relacionadas conlos siguientes temas: El campo delas reloci(mes industriales (la in­dustria y el medio), El aesll1'rollode la itlaltstria moderna (considera­ción histórica y examen de los pro­gresos tecnológicos y científicospromovidos por el capitalismo), Or­{lani:::ación industrial: la gerencia(funciones directívas, la eficaciatécnica y las relaciones humanas),Orpam:::ación industt'ial: el trabajo(e,ducac.í~n t~~nica,para la produc­ClOn, utIhzaclOn maxuna de· la ma­no de obra), Relaciones industriales(organización de los trabajadores,contratos colectivos, conflictos ex­tors!(1!1 en!re los trabajadore~) y1.0. mdustr/(l. y la sociedad donde seaborda, finalmente, el importanteproblema del control en la econo­n!ía, cuestíón que Moore cree solu­CIonable mediante el plau de unahbertad económica balanceada porun relativo control.

E. L.

Ensayos sobre teoria del comer­cio internacional. Selecciona­dos por Howard S. Ellis vLloyd A. Metzler. Fondo d~Cultura Económica. México,195 3. 55 8 pp.

I:a edición original de esta obrafue regIstrada, con el título "Read­Ings ~!l the theory of internationaltrade , por Th~ Blakiston Compa­ny,. de FlIadel ha y Toronto. Estasene, d~ reediciones de artículoseC01}OmICOS, que abarca ya varios\·olt.unenes, es producto de nn con­V~f'1O que existe entre la casa Bla­klst,on. y la American Economic As­sOCl~tlOn que, por medio de un co­mlte seleccionador, han hecho desde1941 .Importantes publicaciones deeste tipO.

Con un prólogo de Bernard F.Haley, Presidente del Comité Ge­I~e,ral de Reediciones, una introduc­clOn de los señores Howard S. ElIisy L10yd A. Metzler, Co-presiden­tes del Comité de Selección y en

una trarluccion revisa,ia por VíctorL Urquidi, se ha editado en cas­tellano esta obra que será, sin duda,de enorme utilidad para los econo­mistas de nuestra lengua que po­drán hallar, en este tipo de publica­ciones, un panorama ordenado delos diversos sectores del pensamien­to económico :lctual.

Los selíores Ellis y Metzler, ha­ciendo gala de una amplia in forma­ci"n, han colocado tamhién, al finalde! libro, una enorme hibliografíaclasi [icada de artículos sohre eco­nomía internacional, que será muyefectiva para orientar al lector quedesee adquirir nna impresión máscompleta en este campo.

En sus nueve secciones el librotrata los temas que siguen: Equi­lih~io de la halanza de pagos, conartlculos de Ragnm' Nurkse, F: W.Paish y Ra)'l1lond F. Mjkese/l; Ti­pos de cambios extranjeros, con co­I~boraciones de Joa~ Robjnson y},1'1/::: Machlup; Teona de la trans­ferencia de ingreso y las repara­ciones, con textos de J. M. KeynesB.ertjl OhlÚI y Lloyd A. Metder:Ciclo económico y comercio inter­nacional, con un ensayo de U"illia1l1A. Salant; Teoría de los precios ycomercio internacional. con estu­dios de Wassily W. Leontief, PaulA. Samuelson, Jolm H. Williams,Ely F. Hecksche,' y Frank D. Gra­l1am; Los aranceles y los beneficiosdel comercio, con artículos de Wolf­ang S. Stolper, Paul A. Sa",uel­son y Tibor de S eitov:::ky; Otrosaspectos de la política comercial,con escritos de J oan Robinson, H 0­

ward S. Ellis y .Tacob Viuer; Lasinversiones internacionales y la ba­lanza de pagos, por J. J. Polak;El futuro elel comercio mundial,donde se incluyen textos de D. J-l.Robertson, Jaeob Viner y Gol/­fricd HaberIPl·.

E. L.

ARCHIBALD M. McIsAAc, Ele­mentos de análisis económico.Fondo de Cultura Económica.México, 1953. 261 pp.

Se pretende en este estudio ver­tido clarameute al español p~r R.Ornelas, preseutar un cuadro ele­mental de la economía para que, eliniciado en esta materia, adviertalas características de lo que acon­tece en el ambiente económico, alconocer la madeja de circunstan­cias industriales, comerciales e in­dividuales que, en íntima relación,determinan el curso de la economía.

La obra fué escrita en un princi­pio, aclara el autor, con el objetode proporcionar una introducción alanálisis económico para el curso deeconomía elemental en la Universi­dad de Syracuse, pero el trabajoestá redactado en tal forma quepodría ser utilizado como suplemen­to de otras materias relacionadascon la administración de los nego­cios. Es útil anotar, para explicarseen cierta forma la estructura deeste libro, que también estaba des­tinado a complementar otra obra,hastante extensa, dedicada al estu­dio de la economía norteamericanamoderna.

El autor intenta introducir comouna innovación en la enseña;lza dela economía, algunos métodos em­p!eados desde hace tiempo en losc!rculos industriales para tomarcIertas decisiones; el más impor­tant~ de estos métodos es quizá "lagráfica de nivelación" Que presentagrandes ventaj as en el análisis eco­nómico y que substituye, con re­sultados más realistas y efectivosa otros viejos instrumentos de aná~lisis.

La obra está dividida en tres par­tes: 1. Análisis de precios. 2. Lae!npresa, determinación de los pre­CiOS, de los factores, ocupación e

ingresos. 3. La inversión. Pero lagran cantidad de temas que estassecciones abarcan no permite, dadala brevedad del libro, profundizar lobastante en el examen de cada unode ellos, por lo que e! autor sólotrata de encontrar, mediante unsistema descriptivo casi inalterable,los rasgos fundamentales del :un­hiente económico en estudio.

Es fácil observar que, todo el li­bro, enfoca principalmente los pro­blemas tomando en consideraciónel sitio y los intereses de la empre­sa particular y, aunque el autorpretende "presentar un cuadro mi­tro y macro-económico expresado'en función de las relaciones entrelas partes y el todo", parece dela­tar más bien, con ese intento con­ciliador, la cadena de prácticas co­merciales utilizadas por las grandesempresas norteamericanas para po­der "controlar" la tasa de salariosla demanda, la 'oferta o la produc~ción.

La idea, característicamente libe­ralista, de soluciouar los problemasd~ la producción estancada impul­sandola para promover la evolucióntecnológica y para incrementar"más pronto" el nivel de vida de lapoblación, es una idea que pareceencaminada a sustentar un interéstan amplio y tan abstracto, que noalcanza a preocuparse de las con­secuencias individuales "o de las le­siones que pueda acarrear a paísesmenos evolucionados la conducta deun pueblo que siga en nuestros díassemejante política económica.

E.L.

JOSÉ MIRANDA Y PABLO GONZÁ­

LEZ CASANOVA, Sátiras anóni­mas del siglo XVIII. LetrasMexicanas, 9. Fondo de Cultu­ra Económica. México, 1953.240 pp.

Aunque la sátira anomma apare­ce eu el marco histórico de la Con­quista de México, transcurren lossiglos XVI y XVII sin que alcancesu máximo desarrollo; alcanzaráéste en la segunda mitad del si­glo XVIII, como signo precursor dela independencia mexicana. Cuan­do las ideas de la Revolución fran­cesa penetran a México se formandos grupos, uno que combate y otroque apoya las reformas ilustradas;ambos se sirven de la sátira anóni­ma como arma polémica; es cuan­do ésta adquiere su mayor caustici­dad. Los libelos refieren los suce­sos que apasionaban al público deaquellos días turbulentos: el enojode los criollos contra la injustametrópoli; la política del rey; el¡elajamiento de las costumhres; elodio contra los franceses y susideas liberales; las mermas que su­fre la iglesia. Y si estas muestrasde sátira anónima "carecen por locomún de sustancia poética refle­jan todas las inquietudes de'la CllI­tura hispánica". Eil ocasiones, lassátiras viajahan, venían del inte­rior, iban hasta España, doude erancontestadas, y algunas llegaban ala entonces remota Manila. El mo­delo de esta literatura popular csQuevedo; aunque sensihle a lasmodas, la sátira más bien se acogea las formas más antiguas; su fun­Clon cultural equivale más o me­nos en. nuestros días a la prensaamanlhsta. La selección de los tex­tos no se basa exclusivamente enun. criterio estético, sino más bienatiende a los temas a los génerosa I~s orígenes, al interés del len~guaje popular. La ortografía estámodernizada, y no faltan las notasque sitúan y aclaran los textos. Ensíntesis, un libro útil" bien estruc-turado. -

c. V.

UNIVERSiDAD bE MEXICO

ALFONSO DE ALBA, Al toque dequeda. Biblioteca de AutoresLaguenses. Guadalajara, 19 i3.176 pp.

Su prosa no logra depurar elsabor primitivo de las levendas la­s"uense~ :. fantasía pueril y realidadtotograflca. Los componentes de~o~ ~eis dramas pueblerinos - sonIrlenhcos: el amor, los prejuicioscolol1lales, el color local la muertevi?lenta y la fatalidad que lo do­mll1a todo. Don. Alfonso, el esc1tf­tor se enamora idealmente de lanovia de un potentado del pueblo.La usa como modelo para una san­ta· que está esculpiendo; los chis­mes empujan al novio celoso a ma­tar al artista. En La. cm::: vet-de unforastero se enamora de una lu.ga­reña; aparecen balcones entornados,serenatas, claros de luna, cartasamorosas; los prejuicios del padrcde la novia separan a los amantes';"éstos, por último, mueren. El pn.~o

dc la. sacristía presenta un trián­gulo amoroso. La acción terminatrágicamente; ella muere asesina­da, su victimario se suicida, el per­sonaíe restante se consuela escri­hienélo su historia. La ritlCOnac!a dI'la Merced menta llEa le)'cnda delos días de independencia: guerri­llas, saqueos, un rapto que terminaen matrimonio; -el héroo muerefusilado. En Serafina un viejo sol­terón se casa con una joven histé­rica que lo ahorca en un acceso delocura. M arcos, el campanero es unpícaro sin gracia. Arrepentido seconvierte en campanero. Mas el am­biente de una feria pueblerina haceque reincida: su amor a una ramc­ra lo conduce al suicidío. Los per­sonajes, pálidas figuras de un vie­jo álhum, no tienen vida propia. Laexpresión de su carácter no es máselocuente que un pie de ·grabado.Su principal ocupación es el amorromántico. Cuando no pueden amar,mueren. Su naturaleza es pasiva,sólo la fatalidad actúa.

c. V.

HERMINIO CHÁVEZ GUERRERO,

Surianos, México, 1953. 192pp.

Los capítulos primeros son unescaparate de refranes, leyendas,palabras pedestres, coplas, chistes,descripciones de campos y pueblos:color local del Estado de Guerrero.En estos capítulos aparecen los per­sonajes priucipales: Serapio Valle.Chico Neri, "El Huarache" v elnarrador Félix Guerrero. Ti:Jdosellos son planos como pinturas.Muestran solamente algunas de suscaracterísticas: su "ida interior noses descouocida, son los testigos oactores de los sucesos típicos ,delos pueblos surianos a principiosdel siglo: la llegada del primer tren,noviazgos contra la voluutad p:t­terna, raptos, un velorio, ferias.pleitos con arma blanca, asaltos endespohlado, viajes por la selva. Loscapítulos son casi narraciones in­dependientes; la trama es débi 1. Lanarración al desarrollarse se puri­fica. Las torpes galas literariaslieuden a desaparecer. Lo mejor deesta primera novela de Chávez Gue­rrero son dos personajes: AbigailBahena y "La Güera Nieves", quesólo aparecen uu momento, mas susfiguras son recias en sentimientosy fuerzas vitales.

c. V.

ENRIQUE ANDERSON IMBERT,

Historia de la literatu.ra his­panoamericana. Breviarios, 89.Fondo de Cultura Económica.México, 1954. 432 pp.

Este bre\'iario ofrece en formasuscinta pero completa un panora-

Page 4: L1 BRO 8* y - Revista de la Universidad de México · rá del desorden el pan de cada día, y no serán escasos los que ... en las tinieblas", ... vacío resplandece y muestra

De Andrés HENESTROSA

PRETEXTOS

Tmnábamos por tristeza ~v por pobreza. Porque el alcoholmodifica la realidad, casi sie'mpremeforándola. N o en baldeel hombre inventó el vino para el olvido de sus desventuras.No en balde aquel poeta, seíior de las desdichas, aconsejóestar ebrio siempre: de amor, de placer, o de poesía, pero es­tarlo siempre. Así mü amigos y compaíieros de escuela deaquellos días de 1930, cuando el artista era un músico ypoeta, ra'mplón, y el dechado político y hombre de fortuna,era un r'isible bribón. Y nosotros que venía'mos de los ;¡rnndesautores de aquí y del mundo, éra'mos los enemigos natura­les de los triunfadores fáciles, de los artistas espectaculares,sueltos los cabellos al viento. Y nosotros que veníamos de Hna

-derrota, teníamos pleito casado con aquellos qlle sin arr'ies­gar n.ada, se habían encaramado en los puestos, y pozabm;de fama mal habida. Eso expl'ica nuestras rilias calleferas,nuestro aparente pitorrco de los profetas.

Uno de aquellos días irrum,pimos en "El Paraíso", y allínos quedamos hasta la madrugada, 7'ociferando contra el [10­

bierno, contra las autoridades universitarias, sólo por el car­go autoridades; declamando poemas de nuestros autores pre­feridos, llaman.do a nuestra mesa los manes de los grandes es­critores de América. Del grupo inicial sólo quedamos unosetwntos, que yo trataré de recordar: el ¡oven hás hombre deaquel tieln/Jo, Ale/andro Gómez Arias; Ciriaco Pacheco Calvo,Raúl Cordero Amador y yo. Era esa hora intcrmedia en quesin ser delnas'iado tarde, era demas'iado temprano para qlle:va hubiera trenes eléctricos y camiones que nos plldieran COIl­

dllcir a nuestras casas. Y Raúl Cordero Amador, que eraprofesor y por tanto hombre rico, ofreció pa,r¡ar un automóvilque nos repartiera, dando además a dos de nosotros unoscentavos con qué dcfendernos al día siguiente. Paramos unautomóvil. Llovía a cántaros. Apcnas se puso cn lIlarcha,el chofcr prepuntó ante nuestro asoJJI,hro. si prilllero iríamosa la calle de Parras, donde vi'i.'Ía Raúl. Cuando Cordero hajófrente a su casa, tras de pagar la totalidad del recorrido, loprelnió con cinco pesos. De nuevo en marcha, el chofer pre­guntó si iríamos a Tacuba'VO a casa de Gómez Arias, por ('s tal'ya encaminados. Y allá fuimos. Alex, a la manera de Raúl, leobsequió con otros cinco pesos. Quedábamos en el automóvilCiriaco y yo. Supongo, dijo entonces, que prímero iremos a de­jar al selior Pacheco Calvo, a menos que uted, Andrés, 110

due1'lna en su casa esta noche )' lo haga por acá cerca. Yhabiendo convenido en que iríamos a deiar a Ciríaco nos enea­minanws a la Colonia Cuauhtémoc. Pacheco Calvo puso en susmanos otra gala. Y cuando nos quedamos solos, el" hombre, yaen un tono más familiar, me preguntó si de veras iba a quedar­lne en la calle ie j\1octezuma o si por mera discreción no habíadicho donde quería ir. Vamos a 1\1octezuma, le dife. Cuandollegamos, hice el ademán de premiarlo con nnos centavos, perome contuvo diciéndollle que no me apurara, que no se tratabade eso.

Yana podía despedirme de aquel sujeto sin indagar cómoes que nos conocía tan cabalmente.

y así lo hice.--Yo leo los per'iódicos, :r con frecuencia paso por las

puertas de la Universidad y de la Escuela de Leyes. Por esoconozco a Gómez Arias, el líder de la reforma universitaria;a Cordero Amador, 'maestro y am'igo de ustedes; a PachecoCalvo que hace dos mios ganó un concurso de oratoria y esorador de! vasconcelis'/llo. En cuanto a ti, aunque ya no merecuerdes, fuimos compaJieros en la Prepa, y te sigo por cafés,calles 'V barrios de la ciudad, y a veces veo tu nombre en losperiódlcos ...

-y ¿cómo es que te llamas? le prer¡unté entonces. Y conla mayor tranquilidad del mundo, como quien dice palabrassencillas -pan, paz, sol-, me respondió:

-1\1e llamo Alfonso Reyes.y de un solo golpe entendí por qué aquel amigo sabía

tantas cosas: fe bastaba el nOlnbre,porque no hay que olvidarque allende toda etilll.ología, Alfo/lso es sinóniJllo de sabidu­ría: Alfonso, el Sabio; Alfonso Reyes ...

UNIVERSIDAD DE MEXICO

ma de las letras hispanoamericanas.Anderson Imbert divide sn trabajoen tres grandes periodos: 1) la co­lonia: aparecen los primeros cro­nistas: Colón, Cortés, Diaz de! Cas­tillo, quienes descubren un nuevovalor humano, lo no-europeo; losprimeros cronistas no son hombresde letras, pero poco a poco sonreemplazados por cronistas cultos.En 'la .poesia, 11'1 influjo predominan­te es el gongorismo; innumerablesDoetas narticipan en concursos, perola calidad de la mayoría es míni­ma; la gran figura de la época esSor Tuana. El ciclo se cierra conlas ideas revolucionarias de Fran­cia y el neoclasicismo. 2) Cien añosde república: el liberalismo orientala literatura hacia los valores vi­tales. El rom<'!lticismo ¡lredominaen la mavoria de los autores de este'siglo, siglo que termina con la ple­"iturl del modernismo iniciado porDaría. 3) Epoca contemnoránea:se ('ncuentran dos tendencias anta­c~()nicas: realismo y antirrealismo.El caos de los "ismos" llega a sumáximo y luego decliúa. Apéndi­ce: crónica de la generación des­oída. escritores nacidos de 1910 a1930. Anderson Imbert subordinaa la cronología las etiquetas orde­nadoras de nacionalidad. géneros,escuelas, temas. Asoira a redactaruna historia de la literatura-litera­tura. Aunque atento a los valoresestéticos. 110 descuida los cuadroshistóricos en que florecieron los es­critores. Renuncia, adetilás, a lasnotas y apéndices comunes a losmanuales históricos para dar cabi­da a su juicio crítico: ágil, conciso,nervioso, sin partidarismos ex tra­artísticos, que realza y da nuevavida a las grandes figuras que me­recen tomar parte en la historia dela literatura universal, y a otl"OSescritores, que aunque malogrados,son ejemplos de la inferioridad 1'111­

lural que nos afligía en el pasado.Las fechas de nacimiento y muel'tev los títulos de sus principales~bras acompañan el nombre de ca­da escritor.

c. V.

SALVADOR Novo, Las aves en lapoesía casteUenta. Letras Me­xicanas, 10. Fondo de CuJ tu­

ra Económica. México, 1953.lH pp.

Salvador Novo después de ejer­citar con éxito diversos géneros,nos ofrece ahora este ensayo lite­rario en que se aprecian su e'stiloimpecable y su fino humor. Las pa­labras preliminares son una brevememoria de las aves canoras ó mu­das que han adornado como sím­bolos o imágenes ooéticas la histo­ria de la cultura. Remonta el vuelocon las aves de Aristófanes y ter­mina diciendo que como en nuestrosdias ya no hay en la· ciudad máspájaros que el avión y la radio, iráen busca de aves verdaderas a laspáginas de la poesia castellana. Elprimero en caer en su lazo es elruiseñor que deja oír su melodiosotrino en la poesía del renacimiento.Sigue la paloma que Berceo com­para con la Virgen María. "Detodas, sultán, madrugador y realis­ta, es el gallo quien ama más a laardiente y casual manera del Arcí­preste". Pocas aves encuentra enla poesía realista del Romancero.Las aves son instrumentos de vi­tuperiu y alabanza de los poetascortesanos; ya comparan a su ene­migo con el grajo, y a su protectorcon el gerifalte. El cisne es el em­blema nobiliario de los poetas. Que­vedo resulta ser tan anticulto comoantipájaro. Hasta las gallinas en lasoledad del poeta vegetariano donFrancisco Sánchez Barbero sonpoéticas. El padre Landívar descri­be al colibrí en su Rusticatio mexi-

cana. Los últimos cantos que se es­cuchan en el libro son los de lasaves de la poesía mexicana: eláguila simhólica, la golondrina ro-

mántica, el loro tropical, y en vezdel canto del cisne modernista, yaen el silencio de las aves, se escu­chan "los pájaros de acero de 10$

31

estridentistas -dentistas del es­tro-". La atinada selección de losmateriales literarios e históricos, e!conjunto armonioso de este ensayoliterario-ornitológico, sitúa a Sal­vador Novo entre los mejores en­sayistas mexicanos y como el escri­tor qne mejor conoce la materia.

c. V.

BEATRIZ RUIZ GAYTÁN DE SAN

VICENTE, Apuntes para la his­toria de la Facultad de Filoso­fía y Letras. Junta Mexicanade Investigaciones Históricas.México, 1954. 186 pp.

Es éste nn ejemplo de cómo elempeño generoso y el tema impor­tante no producen, llar sí solos, unbuen libro. Mal editada y guiadapor nn criterio casi infantil, la obrade Beatriz Ruiz Gaytán de San Vi­cente resulta ciertamente incómoday gel;eralmente anárqui~a. El rigorque se alllmCla en el prologo, se. re­suelve, a fin de cuentas. en tmudosllasa¡es que cuadran más a un co­loquio estudiantil que a la plaUSIbleambición ,le nna investigadora pro­fesional. y a medida que se avanzaen la lectura se advierte una ex­tremosa oscilación entre el datodesnudo o pobremente comentado,y la improvisación lírica. Hay al­gunas aportaciones útiles; pero tam­hién numerosos desvíus: uratorios("... un verdadero templo de l~s

ciencias y las letras, etc.") ; grattu­tos (ese rechazo del "exotismo"ideológico Y sn correlativa inevit~­ble lucha por "una filosofía mexl:cana de contenido propio", como SIla verdad estuviera suj eta a las dis­posiciones del artículo trein~a y tan­tos constitucional); o lIlgenuos( esa anasionada defensa de las"chicas" que estudian). Un .nodesusado acopio. en sUt.na,. de n}­disciplina mental, penUrIa hpogra­fica y buenas intenciones.

J. J. R.

JOSÉ LÓPEZ BERMÚDEZ, Teoríade la Palabra. Editorial Mar.México, 1954. 233 pp.

A pesar del ambicioso título, estaobra no constituye, ni con mucho,una "teoría". Es un ver al hombre,en una curiosa sinécdoque, por lapalabra. La diferencia entre unapersona Y un chin1pancé es el ver­bo' el eslabón perdido, la palabra."T~mar la palabra -dice 'el au­tor-, es tomar posesión de la vi­da." El libro se distingue por serameno; 01'1'0 el tratamiento frív~Jo,superficial, de algunos temas de su­ma importancia en disciplinas tancapitales como la filosofía. la antro­pología, la ciencia natural, etc., de­jan la il1111resión de un querer es­calar el Everest con un salto. Ellibro está integrado por quince ca­pítulos. El titulo de algunos de ellos-Tomar /0 pa/abra, Palabra y Lllú­verso, Po/abra y educociún- noshace ver ya qué tipo de obra es.Colocar a la palabra junto a laverdad, la elocuencia, la voluntad.la fantasía, h~!ce que, de las rela­ciones entre el verbo y el términoa que se une, surjan más palabras:frívolas, algunas veces, interesan­tes, ot.ras: pero casi siempre de bue­na presencia y, si se permite decir­lo bien educadas.

'No es un texto que esté escritocon tecnicismos que den aridez altema. López Bermúdez nos eutre­ga a veces espléndidas frases comoesta: "Aquel naranjo, en medio deun patio de escuela, debe haberse.;entido como UI1 niño más: un nifíocarga.do de naranjas."

E. G. R.