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10. EL PILLAJE IMPERIAL: LOS ESTADOS UNIDOS EN AMÉRICA LATINA Introducción Las relaciones económicas entre el Imperio y el Tercer Mundo en el mundo contemporáneo nunca fueron tan unilaterales —ni tan benefi- ciosas para el primero y tan perjudiciales para el segundo— como en América Latina. Examinar y discutir la cuestión de las relaciones entre imperio y Estado cliente exige, ante todo, establecer una periodización que distinga los grados de dominación y control, lo específico de la colaboración de clases y las diferentes formas de la construcción del imperio durante el último cuarto del siglo. En primer lugar, hablar del imperialismo como “500 años de explota- ción y dominio” es tan cierto en lo general como engañoso en lo especí- fico. Si bien es cierto que los constructores europeos y norteamericanos del imperio explotaron a muchos de los países latinoamericanos la ma- yoría del tiempo durante medio milenio, también es verdad que los mo- vimientos populares latinoamericanos y los regímenes nacionalistas y socialistas consiguieron modificar o transformar significativamente sus relaciones con el imperio en diferentes coyunturas. El imperialismo se basa en relaciones estatales y de clase que por su naturaleza entrañan un proceso de conflictos, confrontaciones y conquistas, revoluciones, con- trarrevoluciones y transformaciones. La historia de la región está plaga- da de semejantes “acontecimientos”. Los regímenes nacional-populistas de la década del treinta a la del sesenta del siglo XX lograron transformar parcialmente la economía de Latinoamérica, de exportadora de materias primas en economía indus- trial urbana relativamente diversificada y orientada hacia el mercado doméstico. Un rasgo de este desarrollo populista y nacionalista era la gradual incorporación, no solo de elementos de la clase media sino tam- bién de la clase obrera, al proceso de desarrollo político y económico. También a los campesinos sin tierra, con poca tierra o proletarizados, se les ofreció “desarrollo” y reforma agraria como un medio de conjurar las crecientes presiones de los que exigían un cambio más radical y una revolución. Sin embargo, mediada la década de los setenta, la clase ca-

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194 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO

10. EL PILLAJE IMPERIAL:LOS ESTADOS UNIDOS EN AMÉRICA LATINA

Introducción

Las relaciones económicas entre el Imperio y el Tercer Mundo en elmundo contemporáneo nunca fueron tan unilaterales —ni tan benefi-ciosas para el primero y tan perjudiciales para el segundo— como enAmérica Latina. Examinar y discutir la cuestión de las relaciones entreimperio y Estado cliente exige, ante todo, establecer una periodizaciónque distinga los grados de dominación y control, lo específico de lacolaboración de clases y las diferentes formas de la construcción delimperio durante el último cuarto del siglo.

En primer lugar, hablar del imperialismo como “500 años de explota-ción y dominio” es tan cierto en lo general como engañoso en lo especí-fico. Si bien es cierto que los constructores europeos y norteamericanosdel imperio explotaron a muchos de los países latinoamericanos la ma-yoría del tiempo durante medio milenio, también es verdad que los mo-vimientos populares latinoamericanos y los regímenes nacionalistas ysocialistas consiguieron modificar o transformar significativamente susrelaciones con el imperio en diferentes coyunturas. El imperialismo sebasa en relaciones estatales y de clase que por su naturaleza entrañan unproceso de conflictos, confrontaciones y conquistas, revoluciones, con-trarrevoluciones y transformaciones. La historia de la región está plaga-da de semejantes “acontecimientos”.

Los regímenes nacional-populistas de la década del treinta a la delsesenta del siglo XX lograron transformar parcialmente la economía deLatinoamérica, de exportadora de materias primas en economía indus-trial urbana relativamente diversificada y orientada hacia el mercadodoméstico. Un rasgo de este desarrollo populista y nacionalista era lagradual incorporación, no solo de elementos de la clase media sino tam-bién de la clase obrera, al proceso de desarrollo político y económico.También a los campesinos sin tierra, con poca tierra o proletarizados, seles ofreció “desarrollo” y reforma agraria como un medio de conjurarlas crecientes presiones de los que exigían un cambio más radical y unarevolución. Sin embargo, mediada la década de los setenta, la clase ca-

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pitalista, tanto en Europa (Davis, 1984; Pizzorno y Crouch, 1978) comoen América Latina —para ser más preciso, el Chile de Pinochet—, lan-zó una contrarrevolución que en esta región fue secundada, cuando nodirigida, por los agentes del imperialismo norteamericano.

En alianza con los capitalistas transnacionales latinoamericanos (sec-tores del capital vinculados con las redes internacionales del comercio yla mercadotecnia) y las fuerzas armadas, esta contrarrevolución se propo-nía detener e invertir el proceso en curso de cambio y desarrollo refor-mistas. Con este fin, en Chile y Argentina se introdujo mediante la fuerzamilitar un “nuevo modelo económico” de desarrollo capitalista neoliberal.En la década de los ochenta, en el contexto totalmente nuevo de unacrisis de la deuda que se extendía por toda la región, estos “experimen-tos neoliberales” anteriores se reprodujeron e impusieron a los regíme-nes-clientes por los agentes económicos del imperio que trabajaban deacuerdo para que se realizaran las reformas de las políticas que desbro-zarían el camino a una nueva ola de “inversiones” y someterían las eco-nomías nacionales de la región a los dictados del capital y a las exigenciasdel imperio (para más detalles, véase Veltmeyer y Petras, 1997, 2000).

Una vez que controló los sectores estratégicos y dinámicos de la econo-mía y consolidó su dominio sobre una clase política-cliente, el imperio dela década de los noventa se encaminó hacia un proceso de desnacionali-zación y nueva colonización que facilitaría el pillaje de los recursos (vermás adelante) que acabaría por socavar y paralizar las mayores econo-mías de la región. Este proceso creó en algunos países las condicionespara que se produjera una severa crisis económica y política y, en gene-ral, para que emergieran nuevas fuerzas de resistencia y oposición enforma de movimientos sociales contra el sistema. Ya a finales de esadécada, este proceso de nueva colonización que distintas rondas de re-formas neoliberales de la política habían facilitado y que se apoyaba enlos líderes tradicionales de derecha y en el reclutamiento de nuevos go-bernantes clientes que provenían de las filas de renegados izquierdistasy populistas latinoamericanos, había avanzado considerablemente.

Relaciones entre imperio y Estado-clienteen la “periferia” de América Latina

Podemos señalar tres períodos diferentes de las relaciones entre el impe-rio y el Estado-cliente. El período de 1930-1970 de dominación imperialrelativamente limitada se basaba en el eclipse y no en el desplazamientode las clases colaboradoras agrarias y mineras, y en el surgimiento y laexpansión del Estado nacional y las empresas industriales privadas,los regímenes de control de cambios y del comercio extranjero, y losbancos nacionales. La década de los setenta (de 1965 a 1982, para ser

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exactos)1 fue de transición de un período de reforma liberal y desarrollonacional bajo la égida del “viejo modelo económico” de nacionaliza-ción, regulación y protección estatal (así como de cierta industrializacióna partir de la sustitución de importaciones) a un proceso de globaliza-ción y desarrollo capitalista neoliberal, esto es, la incorporación deAmérica Latina a la “economía global” y al “nuevo orden económicomundial” (o sea, el imperio euro-norteamericano). El período de 1983-1999 incluyó la privatización en masa de las empresas públicas y ladesnacionalización de bancos, industrias, empresas de telecomunicacio-nes, servicios estratégicos de energía, etcétera. La tercera fase (el perío-do actual) comprende la transformación de las conquistas económicasestratégicas en un nuevo régimen político-jurídico —la Comisión delALCA— que confiere a los constructores del imperio la soberanía for-mal de la región.

LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO: FASE ILa transición del populismo nacional al neoliberalismo se consumó através de un proceso de conflictos violentos, golpes de Estado, masacres,exilios forzosos y el establecimiento de un aparato estatal (los militaresy la policía) leal al imperio y una clase política de cómplices voluntariosdel dominio imperial. Los constructores del imperio y sus gobernantesclientes, tanto militares como civiles, no tardaron en abrir las puertas dela región a una invasión en masa de “inversionistas” europeos y norte-americanos y a las CMN.

La construcción del imperio económico fue posible gracias a los cons-tructores militares del imperio que intervinieron directa e indirectamen-te para reprimir, desarticular y fragmentar la oposición popular. Losgolpes militares en Brasil (1964), Bolivia (1971), Chile (1973) y Argen-tina (1976), así como los golpes de civiles y militares en Uruguay (1972)y Perú (1993), crearon el marco político y los acuerdos internacionalescon las instituciones financieras internacionales (IFI) que detuvieron einvirtieron el curso del proyecto de industrialización nacional de la bur-guesía nacional (y nacionalista) de la región, lo que abrió Latinoaméricaa la invasión y su eventual conquista por las CMN europeas y norteame-ricanas. Este proceso se inició en la década de los setenta en el Cono Sur(Chile, Argentina, Bolivia y Uruguay) bajo la égida de “fuerzas arma-

1 En esta periodización parece existir un patrón de unos 17 años de“desarrollos” en laregión, semejante a los patrones de cualquier otro lugar: 1) 1948-1965, ejecución delproyecto de desarrollo de los reformistas liberales (reforma agraria, crédito rural,etcétera) y participación de América Latina en la llamada “época de oro del capitalis-mo”; 2) 1966-1982; y 3) 1983-1989, desarrollo capitalista, desnacionalización y nuevacolonización bajo la égida del “nuevo modelo económico” (el neoliberalismo) y encondiciones de la crisis de la deuda y el proceso de nueva democratización (los gene-rales se retiran del poder estatal, formación de regímenes civiles, descentralización yconstitución de la “sociedad civil”).

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das” entrenadas y apoyadas por los Estados Unidos que facilitaron elproceso mediante una ronda inicial de políticas neoliberales.

El proyecto imperial siguió avanzando en la década de los años ochentagracias a una segunda ronda de políticas neoliberales bajo la égida deregímenes civiles constitucionales que se materializaron en el procesode “renovación democrática”, es decir, el retorno al imperio de la ley yla reincorporación del “sector privado” (empresas capitalistas naciona-les y extranjeras) al proyecto de desarrollo económico.

Debido a la presión del movimiento popular, los Estados Unidos ges-tionaron una “transición negociada” del gobierno de los militares al go-bierno político y autoritario de la élite mediante elecciones, y de estemodo salvaguardaron la política “neoliberal” y el marco institucionalnecesario para seguir expandiendo el imperio económico. En la décadasiguiente, gracias a la afluencia masiva de capital en forma de Inversio-nes Extranjeras Directas (IED), el imperio económico —tanto el eu-ropeo (español en su mayor parte) como norteamericano—, logró unadramática expansión a medida que se eliminaban las barreras comercia-les y las mercancías asiáticas, de la Unión Europea y norteamericanasinundaban los mercados norteamericanos, desplazando a pequeños cam-pesinos, productores locales, fabricantes y comerciantes minoristas. Fuepor buenos motivos y por su valor simbólico que los zapatistas atacaronel primero de enero de 1994, día fijado para que el Acuerdo de LibreComercio de América del Norte (NAFTA) entrara en vigor. Como anun-ciara el comandante Marcos en ese entonces, este acuerdo era el “toquede difuntos” para Chiapas y las economías de la región.

Los nuevos regímenes clientes “democratizados” —el año 1989 fuetestigo del último régimen militar que quedaba en la región, lo que pusofin a un proceso de diez años de re-democratización o “renovación de-mocrática”— saquearon la economía privatizando y liquidando milesde empresas públicas, mientras las CMN compraban una parte de bancosy empresas manufactureras locales, así como tierras y bienes raíces. Segúnun estudio realizado en Brasil en 1989, los bancos extranjeros poseíanel 9,6% de las acciones bancarias, pero ya en el 2000 controlaban el 33%.En el 2001 el capital financiero extranjero controlaba 12 de los 20 ban-cos más grandes de Brasil. En México este proceso llegó más lejos, puestodos los bancos fueron presa de varios consorcios controlados por ban-cos de propiedad extranjera. En toda la región, más del 50% de todos losactivos bancarios se privatizaron y desnacionalizaron (Correa, 2001).

El crecimiento del capital se debe casi exclusivamente a la adquisi-ción de bancos privados y públicos nacionales, y no a la creación denuevas firmas. En América Latina, un estudio de 212 directores de 19asociaciones financieras que representaban a los bancos en 14 paíseslatinoamericanos reveló que el 55% eran representantes de bancos ex-tranjeros. En la actualidad, la mayoría de los dirigentes de redes finan-cieras en Latinoamérica son banqueros europeos o norteamericanos.

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Estas redes financieras, a su vez, controlan directa o indirectamentelas propiedades industriales, comerciales y de bienes raíces. Es de pare-ja importancia el hecho de que establecieran las condiciones para elfinanciamiento externo en colaboración con las IFI . Los ideólogos clien-tes norteamericanos en América Latina se han entrenado, en su mayo-ría, en universidades de propaganda elitistas como Chicago, Harvard yStanford. Mediante el terror y la coerción del Estado, así como del ser-vilismo ante las demandas imperiales que se comunican a través de lasIFI, aunque controladas por el imperio, impusieron el modelo neoliberaldiseñado por el imperio y centrado en él. Las IFI impusieron el “mode-lo” recurriendo a las políticas de ajuste estructural y las “reformas” aellas asociadas que beneficiaban a las élites financieras locales vincula-das a los bancos multinacionales norteamericanos.

El pillaje imperial, alimento de los tiburones

El modelo neoliberal diseñado por el imperio y centrado en él condujoal pillaje sistemático, de larga duración y en gran escala, de cada paíslatinoamericano, o por lo menos de aquellos países que contaban conrecursos para saquear. Los cálculos según los datos suministrados por laComisión Económica para América Latina y el Caribe (ECLAC) (2002ay 2002b) sobre remisiones de pagos de ganancias e intereses (ver tabla1) muestra que el rendimiento de las operaciones del capital norteameri-cano en Latinoamérica promediaban cerca de 60 millardos de dólaresanuales en los años de la década del noventa. Durante la década se remi-tieron 585 millardos de dólares por concepto de pagos de intereses yganancias al centro del imperio, la mayor parte de ellos a las oficinascentrales norteamericanas

TABLA 1Ganancias por exportaciones y remisiones de ganancias e intereses,

América Latina 1980-2001(Millardos de dólares)

1980 1985 1990 1993 1994 1995

Ganancias por exportaciones 109,0 115,5 164,9 183,4 221,4 270,5Remisión de ganancias 31,9 46,6 43,0 45,0 47,8 54,4

1996 1997 1998 1999 2000 2001

Ganancias por exportaciones 299,5 332,5 332,9 347,1 412,6 392,01Remisión de ganancias 59,9 66,2 71,6 71,2 81,7 77,6

FUENTE: ECLAC, Balance Preliminar de Economías de América Latina, 2002a, AnuarioEstadístico, 2002b.

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Este volumen de los rendimientos del capital de inversiones y présta-mos en América Latina quizás baste para explicar por sí mismo el “lentocrecimiento” de la región y el fracaso de América Latina para satisfacerlas expectativas de recuperación y crecimiento económico del BancoMundial, el Fondo Monetario Internacional y muchos otros analistas a lolargo de la década de los noventa. No obstante, los datos de la Tabla 1 soloconstituyen una parte de esta triste y sórdida historia. Ni el estudio de laUNCTAD, ni los datos de la Tabla 1, recopilados por la ECLAC, inclu-yen los elevados ingresos obtenidos por concepto de pagos por regalías,tarifas de embarques, seguros y otros servicios, ni incluyen tampoco losmuchos millardos de dólares transferidos ilegalmente por las élites lati-noamericanas a cuentas en el exterior a través de bancos europeos ynorteamericanos.2 Saxe Fernández (2002) estima que si solo se tomanen cuenta las transferencias “legales” de recursos financieros, el pillajetotal de América Latina en el 2000 estaría más cerca de los 100 millardosque de los 70 millardos de dólares. Si multiplicamos esta suma por losaños de la pasada década podemos estimar que América Latina hizo unacontribución neta al imperio de más de un millón de millones de dólares.La Tabla 2 ofrece una foto instantánea de algunos de los mecanismos yflujos de capital envueltos en esta “transferencia de recursos” desde Amé-rica Latina hasta los principales centros del imperio. En cinco de los añosde la década del noventa, los flujos de salida superaron a los de entrada.

TABLA 2Ganancias por exportaciones y remisiones de ganancias e intereses

en América Latina 1980-2001(Millardos de dólares)

1985-1990 1991-1992 1993 1994 1995 1996

Flujos de entrada - 105,1 123,7 125,6 66,7 98,8ODA 37,5 10,0 5,4 5,6 5,7 5,5Flujos privados - 95,1 118,3 120,0 61,0 93,3IED 42,5 29,4 17,2 28,7 31,9 43,8En cartera(b) - 44,7 74,4 63,1 4,8 12,2Préstamos 63,8 21,0 26,5 28,2 24,3 37,9Rendimientos Capital - 142,0 74,1 73,2 78,5 79,2Ganancias s/ activos - 62,0 34,7 36,6 40,9 42,8Pagos de intereses(c) 211,2 76,0 38,0 35,0 36,0 35,0Regalías(a) 5,4 2,2 1,4 1,6 1,6 1,4

2 Según el World Investment Report (2003: véase pág. 16), los pagos por regalías delos países en desarrrollo a las CMN desde 1986 a 1990 —años cruciales de la “déca-da perdida para el desarrollo” en la que Latinoamérica sufrió un inmenso drenaje decapitales en forma de intereses pagados sobre las deudas externas— aumentaron enun 22% anual, hasta llegar a un total de 73 millardos de dólares. En cuanto a AméricaLatina resulta difícil obtener los datos de regalías y otros pagos, pero la Tabla 1resume los datos disponibles de la década de los noventa.

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1985-1990 1991-1992 1993 1994 1995 1996

Transf. netade recursos s/activos 150,0 30,7 31,5 10,1 19,4 22,7Capital AcumuladoDeuda 420,0 480,2 520,6 564,4 619,3 641,6IED - - 167,8 186,2 225,8 320,6

1997 1998 1999 2000 2001 2002

Flujos de entrada 103,7 109,2 96,5 96,5 83,1 49,6ODA -8,6 10,9 1,6 11,1 10,2 12,6Flujos privados 112,3 98,3 94,9 85,4 62,9 37,0IED 66,1 73,4 87,8 75,8 69,3 42,0En cartera(b) 13,3 -2,1 -3,6 -0,4 2,3 1,0Préstamos 32,9 27,0 10,7 10,0 -8,7 -6,0Rendimientos Capital 82,9 99,4 107,8 90,9 100,0 96,8Ganancias s/ activos 48,2 51,2 52,2 53,4 54,7 52,5Pagos de intereses(c) 33,0 46,3 53,6 35,3 43,1 41,9Regalías(a) 1,7 1,9 2,0 2,2 2,2 2,4Transf. netade recursos s/activos 32,3 27,2 -3,1 -0,2 -4,6 -38,8Capital AcumuladoDeuda 666,6 747,6 763,7 740,5 727,8 725,1IED 375,4 396,8 190,6 207,1 216,4 269,9

FUENTES: ECLAC, 1998, UNCTAD, 1998: 256, 267-68, 362; FMI (1995); US Dept.ofCommerce (1994); Banco Mundial (1997). Las cifras de IED solo incluyen las deEE.UU. (US Census Bureau, Inversiones directas de EU. Situación en el exteriorsobre una base histórica de costos). (a) en 1995 —Banco Mundial, Indicadores mun-diales de desarrollo, 2002. (b) Banco Mundial, Global Development Finance, Apén-dice estadístico, tabla 20, 2002. (c) Banco Mundial, Global Development Finance,2000, 2002.

Lo que estos datos muestran es que los flujos de salida de capitaldesde el centro imperial —las “transferencias internacionales de recur-sos” según la jerga oficial— sirve como un medio para drenar capitalextrayendo grandes fondos de capital acumulado y potencial. A finalesde la década de los setenta, América Latina era el primer receptor tantode las IED como de los préstamos bancarios comerciales internaciona-les que recibían los países en desarrollo. Los nuevos países que seindustrializaban en Asia Oriental por regla general financiaban su pro-pio desarrollo. Sin embargo, los gobiernos latinoamericanos, algunosde ellos bajo un régimen militar, estaban impacientes por atraer IED noobstante las regulaciones vigentes, así como por recibir los grandes prés-tamos con tasas de interés muy bajos que los bancos les ofrecían, ansio-sos de comprometer a los clientes extranjeros. En consecuencia, estospaíses se endeudaron en grado sumo, lo que los empujó a una crisiscuando la Reserva Federal de los Estados Unidos (el Banco Central)elevó las tasas de interés hasta el punto más alto de su historia. A finalesde los setenta, el ingreso que recibieron las CMN como rendimiento de

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sus inversiones acumuladas y nuevas fue superior a los nuevos flujos desalida por un margen considerable: 30 millardos de dólares (sobre uncapital acumulado de 188 millardos de dólares) entre 1977 y 1979. Elingreso declarado proveniente de las inversiones directas de las corpo-raciones equivale a una cuota media de ganancia de sólo un 12% sobrelas IED, si nos atenemos a los cálculos del Departamento del Comerciode los Estados Unidos, pero si nos guiamos por los de la ECLAC (1998),esa cuota estaría entre el 22 y el 33%.

En solo tres años, a comienzos de la década de los ochenta, las CMNnorteamericanas obtuvieron 15 millardos de dólares de ganancias porsus operaciones en América Latina. Aunque estos rendimientos del ca-pital invertido pudieran parecer bajos en comparación con las gananciasque obtuvieron los bancos comerciales en la década de los ochenta (unaproximado de 211,2 millardos de 1985 a 1989, y 300 millardos en todala década) bastaron para estimular otra oleada de nuevas IED en la déca-da de los noventa, ya que, gobierno tras gobierno, fueron obligados aliberalizar sus mercados de capital y a eliminar las barreras restantesque obstaculizaban su entrada y sus operaciones libres. Las estadísticassobre todo esto son tan reveladoras como alarmantes (véase la Tabla 1).

En el transcurso de la década, las multinacionales se encaminaronhacia América Latina a pasos agigantados y aumentaron las inversionesde 8,7 millardos de dólares en 1999 a 61 millardos en 1998, o sea, semultiplicaron por siete los flujos de entrada de las IED, lo que equivaleal doble de la tasa de crecimiento que se obtuvo en cualquier otro lugar(el promedio mundial era de 223%). No obstante, el enorme y rápidocrecimiento del capital y los mercados que surgían en China y en todo elEste, y la frenética actividad de fusiones y adquisiciones en cualquierotro lugar (sobre todo en Europa y los Estados Unidos), Latinoaméricatuvo la mayor tasa de crecimiento del capital directamente invertido.Sin embargo, la mayor parte de este capital —un aproximado de 400 mi-llardos de dólares en toda la década (y otros 160 millardos desde el 2000al 2002)— se dedicó a operaciones de fusión de empresas y adquisicio-nes de firmas privatizadas, y no a inversiones productivas.3 A pesar detodo, las CMN y las IED se las arreglaron para obtener de estas inver-siones directas 368 millardos de dólares en ganancias y otros 18 en in-gresos por regalías.

3 En el mundo, las inversiones extranjeras directas Norte-Sur fueron el 60% de todoslos flujos internacionales de recursos en el 2000 (contra un 6% en 1980 y un 25% en1990) (World Investment Report, 2002:24). La UNCTAD estima que entre 1987 y2000, más de 4,6 millones de millones de dólares se dedicaron a fusiones y adquisi-ciones, lo que significa que una gran parte del capital asignado a una función produc-tiva (según algunos estimados, solo un 5% de todo el capital que circula en losmercados mundiales) es “improductivo”, debido a que se utiliza para adquirir firmasya establecidas en vez de destinarse a inversiones en nuevas tecnologías. Este patrónes el que rige en América Latina, donde, según los estimados, hasta un 70% de todaslas inversiones extranjeras directas se emplea de esta manera improductiva.

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202 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO

Los recursos financieros extraídos de la región en la década de losnoventa eran más que suficientes para explicar el débil crecimiento delas economías de la región durante la década: menos de un 3% anual,que se redujo al 0,3 en el 2001 y a 0.9 en el 2002 (lo que en un cálculoper cápita equivale virtualmente a un crecimiento cero en todo el perío-do).4 En este contexto, la UNCTAD (2003) llegó a la conclusión de quelos diez años pasados constituyeron otra “década perdida para el de-sarrollo”. Si tomamos en cuenta otros mecanismos menos obvios de latransferencia de utilidades a los centros del imperio, el pillaje de la ri-queza de la región adquiere entonces proporciones gigantescas, una ver-dadera hemorragia de recursos extraídos de la región por medio de (enel lenguaje poético del subcomandante Marcos (1994)) “las mandíbulassangrantes” de la “bestia salvaje” (el imperialismo) cuyos dientes, seña-la, “se clavaron profundamente en el cuello del sudeste de México yextrajeron grandes chorros de sangre” /un tributo en forma de “petróleo,energía eléctrica, ganado, café, plátanos, miel, maíz”/ “a través de nu-merosas arterias: oleoductos y gasoductos, líneas eléctricas, vagones deferrocarril, cuentas bancarias, camiones y camionetas, senderos clan-destinos, brechas y caminos en los bosques”.

Los mecanismos financieros de las transferencias de recursos finan-cieros que aparecen en la Tabla 1 son los principales medios de extrac-ción y transferencia de utilidades o, para ser más precisos, de explotación(extracción de plusvalía o trabajo no pagado). Pero, como sugería Mar-cos, el sistema imperialista puede contar con diversos agentes y unaserie de variados mecanismos para saquear los recursos de las econo-mías que domina, algunos de ellos muy ocultos o disimulados.

Estos otros mecanismos muy ocultos de transferencia de utilidades(“flujos netos de salida de recursos internacionales”) se pueden dividiren dos categorías: 1. La estructura del comercio internacional, que losneoliberales catalogan de “motor del crecimiento económico” (con lascorporaciones capitalistas como conductores de este motor) y 2. La es-tructura de las relaciones entre el capital y el trabajo, así como la organi-zación del trabajo dentro de esta estructura.

En cuanto al comercio, es evidente la existencia de un proceso deconstrucción del imperio en la adquisición sistemática de instalacionesproductivas dentro de la región, la penetración de los mercados localesy el esfuerzo por dominar, tanto el comercio entre las regiones comodentro de ellas, mediante políticas diseñadas para abrir las economíaslatinoamericanas y liberalizar el acceso a bienes y servicios de origennorteamericano; al tiempo que limitan (y controlan) el acceso de loscompetidores de América Latina al mercado norteamericano.5 Según un

4 Banco Mundial, Global Development Finance, Statistical Appendix (2003: tabla 8).5 Según la ECLAC, no menos de un 50% de todas las inversiones extranjeras directas

en la década de los noventa —97,2 millardos de dólares desde 1990 hasta 1997 y, porlo tanto, mucho más de 100 millardos en toda la década— se dedicó a la compra de

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203EL PILLAJE IMPERIAL: LOS ESTADOS UNIDOS EN AMÉRICA LATINA

estudio del Banco Bilbao Vizcaya Argentina (BBVA) con oficinas cen-trales en España, más de una tercera parte (56) de las 150 mayores com-pañías del país son de propiedad extranjera y casi un 13% son firmasestatales nacionales.6 Sin embargo, las 75 firmas privadas nacionalessolo generan el 30% del total de ventas de este grupo de empresas y el22% de sus exportaciones. No obstante, las utilidades de las firmas depropiedad extranjera constituyen el 63% de las utilidades por exporta-ciones del grupo. Otros estudios indican que las CMN norteamericanasy europeas controlan una parte sustancial del mercado doméstico argen-tino, mientras que las restantes empresas públicas nacionales son lasque más ganancias obtienen del intercambio extranjero. En Brasil, comoya hemos mostrado, el patrón es muy similar (Petras y Veltmeyer, 2003).

Las CMN europeas y norteamericanas no solo dominan el comercioentre las regiones y dentro de ellas, sino también los mercados domésti-cos de la región, y para conseguirlo desplazan a buen parte de los pro-ductores locales. La fórmula imperial para América Latina es exportarcapitales para capturar los mercados domésticos e importar materiasprimas provenientes de las empresas de propiedad pública. En el 2002,las CMN repatriaron 22 millardos de dólares de las ganancias que arro-jaron 76 millardos de inversiones directas, equivalentes a una tasa derendimiento del 35%.7 Algunos datos sobre esta cuestión aparecen en laTabla 2, que abarca la década de los noventa. La mayoría de los flujosnetos de salida de recursos en la década de los ochenta correspondían apagos de intereses sobre la deuda externa. Sin embargo, en la década delnoventa, las IED o financiamiento de la adquisición de valores (en sugran mayoría para la compra de activos de empresas ya existentes oprivatizadas) reemplazaron la deuda como fuente principal de capital,8

activos de firmas privatizadas que existían, sin que se hicieran inversiones producti-vas en nuevas tecnologías con el propósito de iniciar lo que la ECLAC considera unproceso de “transformación productiva”.

6 Según las cifras que Gabetta, Calcagno y Calcagno (2002) presentaron y analizaron,el 42% de las inversiones extranjeras directas en Argentina son europeas (un 25%,españolas). Igual que ocurre con el capital norteamericano, la mayor parte de este capi-tal se utilizó en la compra de empresas privatizadas y no en inversiones productivas.

7 En cuanto a las corporaciones financieras en Brasil, según una firma de asesoramien-to financiero, ABM Consulting, los diez mayores bancos de Brasil, incluidos elCitybank y el Bank Boston, obtuvieron rendimientos del 22% en sus valores en car-tera en Brasil, mientras que en el resto del mundo el rendimiento de sus valores encartera era del 12%. Esta es una de las razones por la que George Soros, un financierointernacional con pensamiento de avanzada que posee importantes tenencias en Bra-sil declaró: “El sistema no funcionó” puesto que “no proporcionó un adecuado flujode capital a los países /como Brasil/ que lo necesitan y tienen derecho a recibirlo”.

8 En cuanto a ODA, que funciona también como una forma de financiamiento de ladeuda, los flujos globales de la región siguen estando muy por detrás de los “flujosde recursos internacionales privados”, a pesar de que, debido a la retirada de losbancos comerciales privados y la caída de las inversiones extranjeras, los principalesprestamistas internacionales como el Banco Mundial aumentaron sus préstamos a los

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204 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO

lo que en el lenguaje del FMI se denomina “la espina dorsal de los flujosfinancieros externos del sector privado” hacia los países menos desarro-llados (PMD) y pese a una “sustancial declinación de (...) los desembol-sos por fusiones y adquisiciones” (FMI, 21002:2).

Aunque las ventas de las empresas públicas o estatales alcanzaron lacifra de 245 millardos de dólares, de los cuales un 35% representabaexportaciones, es claro que el objetivo estratégico de la construccióndel imperio norteamericano es tomar el control de los activos y empre-sas de este sector.

En la década de los ochenta, donde más avanzó este proceso fue enMéxico, pues entre 1982 y 1993 devolvió casi todas sus empresas esta-tales, unas 1152, al “sector privado”. El acontecimiento que coronó esteproceso y dejó al gobierno 31,5 millardos de dólares de ingresos netos,fue la venta, en los años 1992 y 1993, de los 18 bancos estatales del país,los mayores de los cuales cayeron posteriormente en las manos (de ban-cos, claro está) de la clase capitalista transnacional euro-norteamerica-na: Banamex en las del Citybank, y Bancomer en las del Banco BilbaoVizcaya. Que los ingresos anticipados provenientes de la venta de estasempresas estatales no eran el principal objetivo de la agenda de privati-zaciones quedó evidenciado en informes recientes del Banco de Méxicoy la Secretaría de Hacienda (La Jornada, 25 de julio de 2003), según loscuales el total de los ingresos procedentes de estas privatizaciones entodos los sectores económicos fue solo de 31,5 millardos de dólares,apenas un 28,8% de la deuda (89,4 millardos de dólares) que posterior-mente asumió el gobierno en el proceso de sacar de apuros a los bancosen medio de la crisis de 1995. Amador (2003) estima que el proceso desacar de apuros al capital privado en años recientes costó al país 109,2millardos de dólares.

En la década de los noventa, las privatizaciones se llevaron a cabocomo parte de una segunda ronda de reformas radicales que el “nuevomodelo económico” del capitalismo de libre mercado exigía (Benhold-Thomas, 1996; Veltmeyer y Petras, 2000). La política de privatización,aunque la aplicó por primera vez en Chile Augusto Pinochet en la décadade los setenta, y Carlos Salinas de Gortari la impulsó espectacularmentea finales de esa década y comienzos de la del noventa, alcanzó su formaparadigmática en el régimen de Carlos Menem en Argentina durante ladécada de los noventa. El Banco Mundial consideró la experiencia ar-gentina como un “modelo” que debían seguir otros países del mundo asícomo la región, y esto fue precisamente lo que se hizo en Brasil durante

países en desarrollo en el 2002. Sin embargo, esta “entrada” de “recursos internacio-nales” en una forma sirvió para asegurar una “salida” en otra. La relativamente mo-desta cifra neta de entradas de IDS, 418 millones de dólares en la primera mitad delaño, puede compararse con pagos netos de préstamos al Banco Mundial de 260 mi-llones de dólares (Fondo Monetario Internacional, 2002:6).

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205EL PILLAJE IMPERIAL: LOS ESTADOS UNIDOS EN AMÉRICA LATINA

el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (Petras y Veltmeyer, 2003).Comoquiera que las deudas de Argentina, Brasil y México constituíanen 1983 el 50% de la deuda de todo el Tercer Mundo, en la décadasiguiente en estos países se realizaron algunas de las privatizacionesmás importantes del mundo.

El interés estratégico de la agenda y la política de privatizaciones sedesplazó en el curso de los años. En la actualidad, el interés estratégicode los constructores del imperio en la región se centra en las compañíasde gas y petróleo estatales de México, Venezuela, Brasil, Ecuador, Co-lombia y Bolivia, así como en la Corporación Chilena del Cobre (BancoBilbao Vizcaya citado en La Jornada, 15 de junio de 2003). En un estu-dio realizado por Saxe-Fernández y Núñez (2001) se analizan en detallelas maquinaciones del Banco Mundial en relación con esto. En ese estu-dio se examinan minuciosamente los esfuerzos sistemáticos del Bancopara llevar a cabo la privatización de facto de Pemex, la empresa petro-lera estatal de México, y propiciar así la expropiación en masa de losdesnacionalizados recursos productivos y naturales de ese país, así comotransferir al centro del imperio norteamericano la plusvalía y el capitalque hacen falta para socavar seriamente la economía mexicana y contri-buir sustancialmente al fortalecimiento de la norteamericana. Se diceque el diablo está en los detalles, y este estudio de Saxe-Fernández yNúñez es sin duda un estudio detallado. Ellos calculan (pp. 150-151)que la aplicación por México del modelo neoliberal según las condicio-nes del FMI y el Banco Mundial durante el período de 1983 a 1997permitió que un superávit económico de 457 millardos de dólares sesacara del país por diversos medios y fuera a parar a los centros norte-americanos y europeos del imperio. Este cálculo, en lo que a Méxicoconcierne, incluye dos formas de transferencia del superávit: 1. El servi-cio de la deuda y 2. Las pérdidas comerciales como resultado del pagode rentas, el intercambio desigual de los valores y los pagos de franqui-cias, las concesiones y los derechos de patentes.

En otro orden de cosas, el sistema de comercio entre los Estados Unidosy México —y, en cuanto a esto, Latinoamérica en general así como otrospaíses en desarrollo— se fundamenta en una estructura que está muysesgada en lo concerniente a la distribución de los beneficios económi-cos. Sin embargo, en el comercio mundial, la economía norteamericanano es el behemot que le gustaría ser, mejor dicho, que fue, por ejemploen el período inmediato al fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando sellevaba la parte del león de los recursos financieros y productivos delmundo (hasta un 50%, según algunos estimados) y ocupaba una posi-ción de superioridad en la producción industrial y el comercio de bienesy servicios mundiales, que estaba dada por el 59% de las reservas depetróleo mundiales en explotación, el 46% de la producción total de ener-gía, más del 80% de todos los vehículos motorizados y el 50% de lasreservas monetarias mundiales en oro y divisas (Lundestad, 1990).

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206 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO

Sin embargo, como muestra parcialmente la Tabla 3, con el decursarde los años los Estados Unidos fueron perdiendo continuamente su par-te del mercado en el comercio mundial, que se explica por el hecho deque la producción y las ventas de las filiales de las CMN norteamerica-nas no se incluyen en la balanza comercial de los Estados Unidos. Estasfiliales, según la UNCTAD (2002), ahora representan por lo menos un13% del comercio mundial actual. Otro 50% de este comercio en bienesy servicios adopta la forma de transferencias en el interior de las firmas,lo que significa que en modo alguno entran en el mercado. En todo caso,lo que puede afirmarse con mayor certeza es que la balanza comercialnacional de los Estados Unidos ha sido deficitaria desde los últimosaños de la década de los sesenta. En esa época, en 1971 para ser exactos,la administración norteamericana comenzó a tomar un serie de medidasestratégicas, la primera de las cuales fue el abandono del régimen de cam-bio fijo del dólar adoptado en Bretton Woods con el propósito de mejorarsu posición en el mercado mundial en franca rivalidad con sus principa-les competidores (Aglietta, 1992).

TABLA 3Balanza comercial de los Estados Unidos

1990-2003(Millardos de dólares)

1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996

Mundo -101,1 -66,3 -84,5 -115,6 -150,6 -159,8 -170,2México -1,9 2,2 5,4 1,7 1.4 -15,8 -17,5América Latina (Otros) -9,7 -2,6 1,7 2,4 3,3 7,5 3,1Comunidad Europea 6,3 17,0 9,0 -1,0 -8,1 -8,2 -15,2

1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003

Mundo -180,6 -229,8 -328,8 -436,1 -411,9 -468,3 -354,1México -14,6 -15,9 -22,8 -24,6 -30,0 137,1 27,7América Latina (otros) 9,3 13,1 -3,3 -14,1 -9,2 -18,0 -17,7Comunidad Europea -16,8 -27,4 -43,4 -55,0 -61,3 -82,0 -59,9

FUENTE: US Census Bureau, Balanza comercial de los EE.UU.http/www.census.gov.foreign - trade/balance

Sin embargo, como mostrara Aglietti en un estudio de las respuestasestratégicas de la administración norteamericana a la crisis del capita-lismo global, no pasó mucho tiempo sin que se produjeran déficit aúnmayores en la balanza comercial nacional de los Estados Unidos. Estepaís sigue confrontando una situación de sustancial déficit comercial,un déficit que creció de 63,6 millardos de dólares en 1991 (101 millar-dos en 1990) a 482,9 millardos de dólares en el 2002 (354,1 millardosen el 2003). Los Estados Unidos siguen registrando un déficit comercial

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207EL PILLAJE IMPERIAL: LOS ESTADOS UNIDOS EN AMÉRICA LATINA

en relación con las economías de las principales regiones del mundo,incluso en Latinoamérica. Durante un tiempo (la mayor parte de la dé-cada de los noventa del siglo XX) América Latina ayudó al gobiernonorteamericano a reducir el déficit de su balanza comercial (véase laTabla 3). Sin embargo, ya en 1999 (y en 1995 en México) esto dejó deser así, por lo que los Estados Unidos tuvieron que depender aún másdel capital financiero para cubrir sus crecientes déficit comerciales. Estasituación en la balanza comercial de los EE.UU. aparece reflejada esta-dísticamente, en cuanto al año 2002, en la Tabla 4.

TABLA 4Exportaciones, Importaciones y Balanza comercial, por regiones, 2002.

(Millardos de dólares)

Exportación Importación Balanza Comercial

América Latina -56,9 142,3 199,1APEC -316,8 448,9 765,7OECD -88,0 156,2 245,1Total -482,9 681,9 1 164,7

FUENTE: US Census Bureau. Balanza comercial de los EE.UU.http//www.census.gov.foreign-trade/balance

Por lo general, los Estados Unidos mantienen estos déficit atrayendocapitales financieros y de inversión de todo el mundo que andan en bus-ca de tasas más altas de rendimiento estable, las cuales están aseguradaspor la fortaleza del dólar en tanto que moneda mundial dominante. Sinembargo, la capacidad de la economía norteamericana para sobrellevarsu propensión a la crisis y financiar el enorme déficit de su balanzacomercial, depende hasta cierto punto de su habilidad para capturar nue-vos mercados de exportación y dominar los mercados existentes dondey cuando sea posible. De ahí los continuos esfuerzos de la administra-ción norteamericana por establecer el Área de Libre Comercio para lasAméricas (ALCA). Para los Estados Unidos resulta claro que AméricaLatina tiene que hacer una mayor contribución a la enfermiza economíanorteamericana, no obstante su enorme contribución durante años, so-bre todo en la década de los noventa del XX. Sin embargo, la naturalezay el total exacto de esta contribución no son fáciles de establecer. Hacer-lo requeriría examinar más de cerca los diversos mecanismos de flujosde recursos productivos que están insertos en la estructura del comercioentre los Estados Unidos y América Latina, y en este sentido no hay paístan importante como México, el principal socio comercial de los Esta-dos Unidos en la región, la mayoría de cuyas exportaciones —un 80%—van a parar a su vecino del Norte.

Estudios recientes de la UNCTAD (2002, 2003) y la ECLAC (2000b)exponen uno de los elementos ocultos de esta estructura: el deterioro de

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208 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO

los términos del comercio entre las economías situadas en el centro delsistema y las de su periferia. En lo que a esto concierne, la UNCTAD(2002:42) estima que América Latina (junto con otras zonas del mundoen desarrollo), desde los primeros años de la década de los ochenta,perdió por lo menos un 10% (un 13% en 1998 y otro 14% en 1999)9 delvalor de venta del trabajo incorporado a la producción de sus mercan-cías exportadas. La magnitud de esta pérdida, debido a “una presión a labaja de los precios de las exportaciones”, es enorme. En un plazo largopudiera muy bien sobrepasar el valor total del excedente económico quese extrae por otros medios como las inversiones extranjeras directas.Pero esta historia de pillaje y violación no acaba aquí. Una serie debarreras que se erigieron contra las exportaciones latinoamericanas y lacorrespondiente liberalización10 de los mercados de capital y productosde América Latina de cara a los Estados Unidos —lo que la UNCTADdenominó “una falta de equilibrio en el proceso de liberalización” (deliberalización para los países menos desarrollados, de protección y sub-sidios para los países de la OECD)11— se tradujeron en un flujo de sali-da de “recursos productivos” (capital potencial) que es comparable conel valor total de la “fuga de capitales” de América Latina (capital de

9 Al utilizar los precios de las exportaciones norteamericanas como patrón, se encon-tró que incluso en el campo de las exportaciones de alta tecnología, las exportacionesde los países en desarrollo “están sujetos a un grado más alto de volatilidad (...) /con/caídas más agudas en los precios después de 1989 que las de las exportaciones de losmismos productos que se comercializan entre los países desarrollados (UNCTAD,2002: 117). La evidencia relacionada con esta cuestión de los términos comercialesen el caso de los países en desarrollo se aborda en las pp. 197-199.

10 Según el World Investment Report (2002), entre 1991 y 2001 la mayoría de los paísesdel mundo en desarrollo liberalizaron sus regímenes comerciales y mercados finan-cieros y “coincidieron en una postura más tolerante hacia las inversiones extranjerasdirectas: de 306 cambios que sufrieron las regulaciones, 231 eran más favorables alas IED.

11 La UNCTAD (2002:70) estima que los países menos desarrollados podrían obtenerpor los menos 700 millardos de dólares si se elimina la protección de las actividadesque requieren un trabajo intensivo en los países industrializados. En relación conesto, incluso Horst Kohler, Director del FMI, señaló que “la verdadera prueba de lacredibilidad del esfuerzo que realizan las naciones ricas para combatir la pobrezaradica en su voluntad de abrir sus mercados y eliminar paulatinamente los subsidiosdistorsionadores del comercio en áreas donde los países menos desarrollados dispo-nen de una ventaja comparativa” (Kohler, 2002). Los recientes esfuerzos realizadosen Doha (2002) y en Cancún (2003) por un grupo de 21 países en desarrollo paracambiar esta estructura y sus reglas de intercambio que se aplican desigualmente, afin de establecer un “un sistema de comercio justo y orientado al /libre/ mercado”sobre la base de un “programa de reformas fundamentales”, fracasaron al tropezarcon el escollo de la resistencia colectiva de los EE.UU. y la UE. El colapso de lasnegociaciones en Cancún entre los países de la OECD y los países en desarrollorefleja el fracaso parecido que sufrió el llamado general que hace unos treinta añoshizo la ONU a establecer “un nuevo orden económico internacional”. En estas nego-ciaciones las potencias imperiales están dispuestas a negociar cualesquiera cosas queno sean sus propios intereses económicos fundamentales.

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209EL PILLAJE IMPERIAL: LOS ESTADOS UNIDOS EN AMÉRICA LATINA

inversión depositado en los Estados Unidos o situado en el mercadonorteamericano) cuya cifra se estima que se acerca —si no es que sobre-pasa— el valor total de los pagos de la deuda externa durante años.12 Yestos pagos han sido y continúan siendo un factor determinante en laexpropiación de los recursos productivos que se generan en la región.Joao Pedro Stedile (2003), líder del movimiento de los trabajadores sintierra de Brasil, estima que en el caso de este país el gobierno ha pagadohasta 480 millardos de dólares por concepto de deuda desde su viraje alneoliberalismo en 1991, pero mientras efectuaba estos pagos la deudaacumulada aumentó de 6 millardos a la increíble cifra de 250 millardosde dólares. Estas reformas no solo facilitaron el proceso de globaliza-ción y adquisición de activos, pues también sirvieron de medio paratransferir al centro del imperio una considerable cantidad de recursosfinancieros y productivos.

Pese a la naturaleza oculta de estas transferencias en lo que respectaal comercio y a la dificultad de medir o estimar con exactitud los flujosde salida correspondientes, la magnitud de la plusvalía probablementesupera el más visible flujo de salida de recursos financieros. Lo queresulta bastante evidente es que mediante la estructura de su comerciocon los Estados Unidos, Latinoamérica en particular no solo pierde unagran masa de plusvalía extraída a sus productores y trabajadores directos,sino también hace una contribución sustancial y significativa a la econo-mía norteamericana. En consecuencia, el comercio con América Latinaes uno de los pilares del imperialismo económico norteamericano.

El comercio entre los Estados Unidos y América Latina es una contri-bución de primer orden que dos clases diferentes de productores y tra-bajadores hacen a la economía norteamericana. En cuanto al trabajo esbien sabido que constituye un factor decisivo en el proceso de produc-ción, la principal fuente de valor añadido y el principal contribuyente ala “productividad total de los factores”. Pero lo que no se conoce bien esde qué manera se puede utilizar la organización y la exportación deltrabajo (y así se utiliza) como un medio diferente para saquear los recur-sos de un país y transferirlos al centro imperial. En relación con estacuestión es revelador un reciente trabajo de Delgado-Wise acerca de la

12 No solo la estructura vigente del comercio internacional daña severamente los paísesen desarrollo, ya que también se espera que estos países paguen las reformas de lamisma, es decir, reformas como las TRIPS (siglas en inglés de derechos de propiedadintelectual relacionados con el comercio), que sin duda favorecen a los países endesarrollo. En relación con esta cuestión, la UNCTAD (2002:59) señaló los “consi-derables gastos” en que incurren los países en desarrollo al implantar o asegurarestos derechos de propiedad intelectual. Finger y Schiuller (2000: 60) estiman quelos costos de implantación de estos derechos ascenderían, como promedio, a 150millones de dólares, lo que equivale al presupuesto de desarrollo anual de algunospaíses. No solo estos países tienen que absorber los considerables costos de implan-tación y administrativos, ya que los gastos por patentes protegidas o derechos depropiedad intelectual marchan en esa misma dirección.

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210 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO

migración transnacional del trabajo. Este investigador estima (Delgado-Wise, 2003:7) que la contribución directa e indirecta de la fuerza detrabajo mexicana a la economía de los Estados Unidos (a la balanzade pagos) —y la pérdida equivalente para la economía mexicana— es deunos 29 millardos de dólares anuales. Esta “contribución” no incluye lagran exportación de recursos naturales (de petróleo en el caso de Méxi-co) y de activos (activos de las compañías públicas privatizadas queadquieren las CMN a precios rebajados).13 Lo que sí incluye es la hemorra-gia de capital potencial que se filtra hacia la economía norteamericanapor diversos conductos, que incluyen: 1. La remuneración del trabajo enlas maquiladoras que constituyen la mayor parte de las exportacionesmanufactureras mexicanas (en la actualidad el 70% del total de exporta-ciones) a un precio que está muy por debajo del valor de la fuerza detrabajo empleada y que crea una enorme reserva de plusvalía en formade ganancias repatriadas, cuya tasa de rendimiento en relación con elcapital invertido es del 35%;14 2. La exportación directa de trabajo agrí-cola en forma de migración temporal, controlada o “ilegal” de trabaja-dores tanto documentados como indocumentados, que constituye, segúnlos estimados, hasta un 80% de todo el trabajo agrícola en los EstadosUnidos, e influye en la reducción de los salarios que perciben los traba-jadores asalariados del sector; y 3. La emigración directa a los EstadosUnidos de personas de una elevada calificación e instrucción como for-mas del trabajo mexicano, que según los estimados constituyen el 40%de todos los mexicanos emigrantes, sin que los Estados Unidos tenganque asumir ninguno de los costos de reproducción de este trabajo.15

13 Esta contribución tampoco toma en cuenta el aporte del trabajo mexicano a la formaciónde capital a través del efecto depresivo en los salarios de los trabajadores empleados enlos sectores en los que ellos suelen trabajar. Una de las principales ofensivas delcapital contra el trabajo en las últimas tres décadas ha sido la de reducir la parte deltrabajo en el ingreso nacional, lo que incrementa el ingreso disponible como capital.La primera batalla de esta ofensiva fue el rompimiento del contrato social que garan-tizaba la participación del trabajo en los aumentos de productividad (sobre este par-ticular véase Davis (1984) y Courch y Pizarro (1978). Durante los años siguientes elcapital halló diversos modos de incrementar la parte del capital y reducir la del traba-jo en el ingreso nacional, incluido el uso del desempleo como palanca para reducirlos salarios e importar fuerza de trabajo más barata, así como a través de la relocali-zación de la producción en zonas donde existen abundantes ofertas de trabajo barato.

14 En relación con esto, Carlos Tello (1996:50) señala que lo que México fundamental-mente exporta es su fuerza de trabajo, sin que esta tenga necesidad de abandonar elpaís. La rentabilidad de este proceso de trabajo se refleja en el hecho de que lasganancias de las CMN de origen norteamericano en el sector de las maquilas consti-tuyen no menos de una tercera parte de todas las ganancias obtenidas.

15 Delgado-Wise señala que a diferencia del estereotipo de emigrante mexicano, el 40,7%del grupo principal de emigrantes mexicanos temporales o “circulares” terminaron laenseñanza secundaria u otros estudios de más nivel, una cifra que se eleva al 55% detodos los residentes norteamericanos de origen mexicano (contra un 51,8% de lapoblación general). Además, pasan de 250 000 los mexicanos que tienen un títulouniversitario o realizaron estudios de posgrado (Delgado-Wise, 2003:10).

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211EL PILLAJE IMPERIAL: LOS ESTADOS UNIDOS EN AMÉRICA LATINA

Aunque no existen estudios acerca de la magnitud del importe de estastransferencias de valor añadido, la contribución a los Estados Unidos yel costo que tienen para México son sin duda considerables. Delgado-Wise (2003: 7) estima que la contribución del trabajo mexicano a labalanza comercial con los Estados Unidos en el 2002 es superior a los28 millardos de dólares.16 Aunque las remesas de los emigrantes mexi-canos ascienden a 9,8 millardos de dólares —la tercera de las mayoresfuentes de ingresos por intercambio exterior del país, detrás de los in-gresos por exportaciones de petróleo y manufacturas, pero delante delturismo y las exportaciones agrícolas, y con un volumen comparable alde las IED— ellas proceden de actividades económicas de mexicanosque, por trabajar dentro de los Estados Unidos, constituyen una pérdidapara México y hacen una contribución mucho mayor a la economía nor-teamericana que a la mexicana, a pesar de la importancia económica delas remesas.17 Al igual que el comercio (la exportación de recursos natu-rales y mercancías), la migración (la exportación de trabajo) constituyeuna sustancial pérdida neta para México y un correspondiente impulsoy beneficio sustancial para la economía de los Estados Unidos.18

Si sumáramos estos distintos mecanismos de transferencia de plusvalía,tanto abierta como oculta, la contribución de la economía mexicana (eltrabajo de unos 80 millones de persona que participan directa o indirec-tamente en esta economía) a la de los Estados Unidos y la correspon-diente extracción de capital de México, resultan abrumadoras. Si además

16 Para determinar la magnitud de la contribución del trabajo mexicano a la economíanorteamericana, Delgado-Wise (2003: 2, 9) calcula que 1) 8,5 millones de mexica-nos, algo más de una tercera parte de los “indocumentados” (o sea, “ilegales), resideny trabajan en lo Estados Unidos; 2) los “transeúntes” (emigrantes temporales) sonentre 800 000 y 1 000 000 cada año (Tuirán: 2000); y 3) cada año unos 370 000mexicanos se “establecen”, mediante el permiso de residencia temporal, en los Esta-dos Unidos, lo que arroja una cifra total de 22,9 millones (8,5 millones de inmigrantesnacidos en México —el 27% de todos los inmigrantes de origen extranjero— y 14,4millones de norteamericanos descendientes de mexicanos).

17 Desde un punto de vista fiscal, los emigrantes internacionales contribuyen más a laeconomía receptora que lo que reciben en concepto de beneficios y servicios públi-cos. Mediante su transferencia de recursos, los emigrantes aumentan la masa de capi-tal social a disposición del Estado norteamericano. Según los datos del Fórum Nacionalde Migración (Delgado-Wise, 2003:14), la población de emigrantes en los EstadosUnidos hizo una contribución que superaba en 80 millardos de dólares lo que reci-bían en forma de beneficios. De esta y otras formas los emigrantes constituyen unafuerza de primer orden para el progreso de la economía norteamericana.

18 Delgado-Wise (2003:14) indica que a diferencia del trabajo que se exporta indirecta-mente (a través de las maquiladoras), los trabajadores mexicanos que emigran y seestablecen en los Estados Unidos consumen en este país una parte significativa desus salarios, lo que significa que el resultado multiplicador de sus ingresos se trans-fiere a la economía norteamericana. Observa que el beneficio que esto tiene para laeconomía de los EE.UU. es considerablemente mayor —más de diez veces— que elbeneficio que recibe México por las remesas en divisas de los emigrantes, lo que serefleja también en la balanza de pagos.

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212 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO

les añadimos las formas similares de extracción de capital de otros paí-ses de la región, Brasil en particular, América Latina puede considerar-se el más importante pilar económico del imperio de los Estados Unidos,lo que explica hasta dónde podría llegar este país —y periódicamente hallegado— para asegurar, por medios políticos o militares, el servilismode los muchos Estados-clientes de la región.

LA CONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO POR ETAPAS

Como resumen de lo que hemos señalado, se pueden distinguir cuatroetapas de la construcción del imperio como preparación de un asaltofinal que desemboca en un proceso de nueva colonización:

1. La intervención política, militar e ideológica que permite imponerel “nuevo modelo económico” según los criterios de un “enfoque”realista de las relaciones internacionales y la necesidad de superarlos inevitables “obstáculos”: resistencia popular, momento y se-cuencia de su realización, gobernantes incompetentes, etcétera.

2. La puesta en práctica de las políticas del imperio —privatización, desre-gulación, liberalización y descentralización— que conducen a unaintegración cada vez mayor en el “nuevo orden mundial” y, en lonacional, a procesos de expropiación y desnacionalización, así comoa la dominación de las élites locales vinculadas a las IFI y las CMN.

3. El paso de la privatización nacional al control extranjero a travésde pagos de la deuda, préstamos y compras de acciones que permi-ten adueñarse de grandes partes del mercado en el sector de lasventas y los servicios bancarios.

4. El esfuerzo dirigido al control político-militar imperial directo conel fin de reprimir la resistencia de las masas en respuesta al pillajeresultante de las fases 1-3 y de extender y profundizar la privatiza-ción de modo que llegue a las tan lucrativas empresas de energía,materias primas, así como a las empresas públicas de electricidad.La cuarta etapa es la de preparación para imponer el ALCA, esdecir, la etapa final de la construcción del imperio que no es otracosa que la nueva colonización de América Latina.

El “cómo” del dominio imperial

La clave de la construcción del imperio —la dinámica del imperialis-mo— es el papel enérgico del Estado imperial y de sus auxiliares públicosy cuasiprivados del sector privado. Las CMN y la expansión financieraen Latinoamérica son cruciales para la acumulación y para contrarrestarla tendencia decreciente de la cuota de ganancia. Pero también es im-portante reconocer el papel del Estado imperial en la solución de la cues-tión fundamental de los lugares (geográficos/económicos) donde estosprocesos se desenvuelven, en la elección del momento oportuno para

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resolver o intentar resolver las crisis económicas y en las necesariasrelaciones y marco sociopolíticos que permiten superar las contradic-ciones económicas. El exceso de producción puede impulsar a los capi-talistas a conquistar los mercados exteriores, pero los “mercados” no seabrirán si los regímenes locales no son obligados a reducir las barrerasmediante invasiones, golpes de Estado, y la ubicación de ideólogos eco-nomistas proimperiales en las posiciones donde se toman las decisio-nes. La influencia de las instituciones financieras internacionalesvinculadas al Estado imperial es también un componente básico de laapertura de los mercados. La caída de la cuota de ganancia en sectoreseconómicos de primer orden (y en las principales CMN) no se puederevertir si la legislación laboral de los Estados-clientes no se “reforma”a través de las IFI y si la policía y el aparato militar de estos Estados noreprimen la resistencia organizada de las masas.

Las tasas de rendimiento del 35% no se consiguen en sociedades de-mocráticas y de participación con la eliminación del desempleo y losderechos laborales. Las exorbitantes tasas de rendimiento, el pillaje delos recursos públicos, la saturación de los mercados y el pago puntual ycompleto de la deuda en medio de una pobreza de masas, exigen que losgobernantes clientes repriman a sangre y fuego, lo que rebasa la capaci-dad de las “fuerzas del mercado”.

Brindar oportunidades estratégicas a las CMN exige que el Estadoimperial se involucre sistemática y masivamente. La construcción delimperio económico guarda estrecha relación con la construcción delrégimen cliente (lo que liberales e imperialistas denominan “construc-ción de la nación”). El Estado imperial en Latinoamérica no solo sientalas bases iniciales del desarrollo centrado en el imperio, sino también seocupa de controlar, disciplinar, reclutar, corromper, cooptar y amenazara los políticos elegidos con el fin de que se conviertan en sus colabora-dores locales.

El imperio domina a través de las IFI que hacen respetar la disciplinaeconómica recurriendo a los préstamos, las condiciones y las amenazas,cuyo propósito es utilizar las obligaciones de la deuda para extender lasprivatizaciones y crear complicidades con la política de “mercados abiertos”.

La regla del mercado abierto es válida para Latinoamérica, pero nopara Europa o la Unión Europea donde reina un proteccionismo selecti-vo. El Estado imperial estableció más de 120 bases militares en todo elmundo, incluidas más de dos docenas de bases e instalaciones de opera-ciones en América Latina, para reclutar oficiales y entrenarlos ideológi-camente de modo que se identifiquen con el imperio, se enfrenten a losadversarios de este e intervengan cuando el régimen entra en crisis. Lomás importante es que el Estado imperial interviene para ejercer in-fluencia sobre las élites políticas, financiar candidatos y partidos, com-prar, cooptar, amenazar y seducir a las figuras políticas en ascenso. Loshacedores de la política imperial fomentan el establecimiento de víncu-los con las CMN y un mayor distanciamiento de los que apoyan a líde-

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res populares. Esta última actividad abarca el cultivo prolongado de fi-guras de la oposición que proceden de lo que el Departamento de Estadollama la izquierda “responsable” o “izquierda democrática”, la que da“buenas indicaciones”: apoyo a los compromisos electorales, en oposi-ción a la lucha de masas, que favorecen las consiguientes concesiones alas CMN, afinidad con la movilización individual en lugar de la colecti-va. El imperio patrocina un perfil personal de mando personalista queproporciona el marco autoritario donde se implanta una dura regla deausteridad para la mayoría y se hacen grandes concesiones a los ricos,en particular, a los extranjeros ricos.

Los más recientes éxitos de la estrategia del Estado imperial de cons-truir un régimen cliente los encontramos en Brasil y Ecuador. Inacio “Lula”da Silva y Lucio Gutiérrez fueron respaldados por movimientos popula-res antes de que se “inclinaran” u optaran por políticas centradas en elimperio mediante un proceso de persuasión ideológica en correspon-dencia con un viraje a la derecha en la dirección de su aparato partidista.

El Estado imperial a través de sus vínculos formales e informales coninstituciones culturales de procedencia norteamericana —tanto priva-das como públicas— recluta a “estrellas” de los medios de comunica-ción, a intelectuales, estudiantes y periodistas que ascienden por lajerarquía social, con el propósito de que diseñen y promuevan prácticase instituciones centradas en el imperio que entrenen activistas y ejerzaninfluencia sobre la opinión pública. El director de USAID demandó re-cientemente que las organizaciones no gubernamentales financiadas porlos Estados Unidos se deshagan de su fachada “no gubernamental” ydeclaren abiertamente que son un “brazo del gobierno norteamericano”(Financial Times, 13 de junio de 2003). Hay muchos “brazos del gobier-no norteamericano”, admítase o no, que combinan el entretenimientocultural con el adoctrinamiento ideológico, las noticias del mundo conla propaganda imperial, las becas y los subsidios de fundaciones con unpensar y un accionar que tienen al imperio como centro. El Estado im-perial creó y defendió este universo cultural “público-privado” para laconstrucción del imperio económico en América Latina. En resumen,Washington gasta los dólares de los impuestos norteamericanos en fi-nanciar la expansión del imperio económico de los Estados Unidos, osea, agota los recursos de la república.

En ningún otro lugar los vínculos directos entre la construcción del im-perio político-militar y los que ejercen el poder están más nítidamenterelacionados con la construcción del imperio económico que en Latino-américa y el proceso se encamina hacia el dominio colonial imperial.

Las nuevas direcciones del Imperio

La construcción del imperio ha tomado una nueva y más agresiva direc-ción en el nuevo milenio: la de emprender una serie de guerras y con-

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quistas imperialistas impulsadas por el Estado imperial y dirigidas porideólogos militaristas. En el curso de dos años los Estados Unidos secomprometieron en dos guerras de conquista, cometieron numerososasesinatos y realizaron intervenciones en todo el mundo mediante “ope-raciones de fuerzas especiales” clandestinas y el reclutamiento y la co-optación de gobernantes clientes en Asia, África, América Latina y losBalcanes. Los constructores del imperio consolidaron su control sobresus clientes de Europa Oriental y el Báltico y siguieron adelante en sutarea de consolidar los lazos con los regímenes de extrema derecha deEspaña e Italia. Bajo presión, la resistencia inicial de la Unión Europeacedió y esta se convirtió en socio subordinado de los Estados Unidosque protege los regímenes de marionetas de EE.UU., brinda asistenciaal régimen colonial norteamericano en Iraq, respalda las demandas yamenazas norteamericanas contra Irán y se une a los ataques contra Cubaapoyando a los agentes cubanos financiados por los Estados Unidos.

Los constructores del imperio norteamericano aceleraron el procesode colonización de América Latina a través del ALCA. Son varias lasrazones por las cuales los Estados Unidos apresuran los procesos decolonización:

1. Los clientes y los colaboradores de América Latina mantienen sulugar, pero su poder es débil en el mejor de los casos;

2. La resistencia de masas aumenta por toda la región;3. El modelo mercantilista, liberal-proteccionista de imperio está pro-

vocando oposición entre sectores de la élite exportadora latinoa-mericana;

4. Los Estados Unidos se proponen monopolizar la propiedad de lasprincipales empresas públicas que quedan a medida que son priva-tizadas, con el fin de impedir que paseen a manos de los europeos,en particular los españoles, como ocurrió durante la ola anterior enla década de los noventa;

5. Los militares-clientes siguen en sus puestos, pero no están presen-tes dondequiera ni el número de ellos es igual en todas partes, comoes el caso de Venezuela, Brasil, Ecuador y Bolivia;

6. Los Estados Unidos conservan el ímpetu de sus conquistas políti-co-militares en Asia para presionar y chantajear a las élites po-líticas latinoamericanas y obligarlas a manifestar conformidad, y

7. La sorpresiva aceptación del ALCA por los regímenes de Lula enBrasil y Gutiérrez en Ecuador y su vulnerabilidad a la oposición demasas hace que el imperio se mueva con prisa.

Los constructores del imperio norteamericano se han movido hacia ladominación colonial con evidente poder y formulando exigencias impe-riales, sin hacer concesiones a sus regímenes-clientes, lo que debilitaseveramente sus posibilidades de lograr aceptación. México es un ejem-plo muy claro: los Estados Unidos rechazaron la solicitud del presidenteFox de legalizar la situación de cuatro millones de trabajadores mexica-

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nos emigrantes, o acatar en reciprocidad los acuerdos comerciales sobretransporte, textiles y otras mercancías. En lugar de hacerlo, Washingtondemanda la completa privatización de la industria petrolera pública deMéxico (PEMEX), la mayor firma del país por los ingresos y gananciasque obtiene en sus intercambios con el extranjero.

El precedente histórico del actual proceso de construcción del impe-rio de Estados Unidos en América Latina es el sistema mercantilista delos imperios coloniales europeos. Los rasgos comunes básicos son:

1. Controles imperiales abiertos mediante una autoridad política(ALCA) que establece las regulaciones económicas y el marco ju-rídico para que los Estados Unidos monopolicen una posición eco-nómica privilegiada en Latinoamérica;

2. Estructuras imperiales de mando militar, bases, participación di-recta en las operaciones de campo destinadas a reprimir las insur-gencias populares;

3. Comercio no recíproco que comprende la total liberalización delos regímenes comerciales y medidas selectivas de protección paraimpedir que los productores latinoamericanos con posibilidadesde competir lo hagan con éxito en el mercado norteamericano;

4. Medidas efectivas para impedir que europeos, japoneses y otroscompitan en los mercados latinoamericanos.

El sistema imperial neomercantilista se está implantando sin amba-ges por medio del ALCA en el sector económico y mediante el PlanColombia, la Iniciativa Andina y la coordinación continental de la eco-nomía y las operaciones en América Latina, y en el frente militar.

El futuro de la construcción del imperio, la nueva colonización y laconsolidación descansa en tres pilares políticos: 1. La cooptación delíderes “populares” como Lula en Brasil, Gutiérrez en Ecuador y Kirchneren Argentina; 2. La aceleración de los acuerdos militares y sobre el ALCAdebido a que algunos gobernantes-clientes están en decadencia (Toledoen Perú, Sánchez de Losada en Bolivia y Uribe en Colombia); el aisla-miento y/o derrocamiento de los regímenes de Cuba y Venezuela y laderrota de la creciente oposición popular en América Latina. El ALCApermitirá que los constructores norteamericanos del imperio controlenuna institución, la Comisión del ALCA, que elaborará políticas paracada uno de los aspectos del comercio, la inversión, las relaciones pú-blicas y privadas, y los servicios (incluidas la educación, la salud, laspensiones, etc.). Del mismo modo que el refinanciamiento de la deudade los regímenes latinoamericanos facilitó la liberalización, los actualesregímenes neoliberales propician la nueva colonización mediante elALCA. Bajo el dominio colonial norteamericano, las estructuras admi-nistrativas latinoamericanas se mantendrán, reducirán o transformaráncon el fin de implantar las políticas coloniales norteamericanas aproba-das por la comisión del ALCA. Las atribuciones de la legislatura lati-

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noamericana y los poderes ejecutivo y judicial quedarán reducidas a ladiscusión de los métodos, el ritmo y la aplicación de las políticas dicta-das por el ALCA y los Estados Unidos.

El creciente poder militar de los Estados Unidos y sus proyeccionesen América Latina han animado a los constructores del imperio a actuarcon mayor agresividad. En Venezuela, las agencias de inteligencia nor-teamericanas orquestaron un golpe de estado de civiles y militares y unparo patronal. En Colombia, la participación militar norteamericana in-tensificó las masacres y el desplazamiento de cientos de miles de cam-pesinos con el fin de privar de reclutas, alimentos y apoyo logístico a losmovimientos insurgentes populares. Contra Cuba, Washington organizóabiertamente núcleos de cuadros contrarrevolucionarios (llamados “di-sidentes”) para dedicarlos a la propaganda y el reclutamiento, a la vezque señalaba al régimen revolucionario como su inmediato objetivomilitar. En todo el territorio de América Latina los Estados Unidos esta-blecieron bases militares como cabezas de playa destinadas a la inter-vención en caso de que los regímenes clientes sean derrocados por lasmayorías populares.

Tienen pareja importancia las conquistas políticas de los constructo-res del imperio. En Brasil, el régimen de Lula se convirtió del todo en unsatélite del imperio, aunándose indiscriminadamente a las élites finan-cieras y agroexportadoras que desempeñan un papel integral en la pro-moción del ALCA y la nueva colonización. En Ecuador, Lucio Gutiérrezy sus socios, el partido Pachakutik, no tardaron en privatizar las compa-ñías estatales del petróleo y la electricidad, aceptaron la dolarización,las bases militares norteamericanas, el Plan Colombia y el ALCA, rom-pieron huelgas y militarizaron las refinerías de petróleo en el curso de lapreparación del país para el status colonial.

Las “nuevas perspectivas” de la colonización de América Latina yaexistían cuando ocurrieron los acontecimientos del 11 de septiembre yla llamada “guerra contra el terrorismo”. El nuevo militarismo posterioral 11 de septiembre aceleró el proceso de colonización y le imprimió unmayor ímpetu a la militarización y la intervención directa. El cambiomás significativo después del 11 de septiembre fue la total exclusión detoda consulta con los regímenes-clientes y de cualquier concesión a es-tos, lo que contribuyó a desequilibrar aún más las relaciones.

En la actualidad la estructura del imperio norteamericano en AméricaLatina descansa sobre bases inseguras, no obstante las múltiples formasen que se manifiesta en la región. Volveremos a examinar este tema enotra parte.