l 1 e s · bre, en un principio tan condenable, se convierte al fin en una parte necesaria de la...

5
Joyce. "él, como demonio" gulloso rechazo. Así cuando al final del Retrato dice a su amigo Cranly, Non serviam, ya no quiere decir, no serviré a Dios para no darle cabida, sino más bien, no serviré ni a sacerdote ni a rey, a nada más que a mi arte. Ser Lucifer es peligroso, pero eso es culpa del mun- do, no de Lucifer. El desenvolvimiento total de Stephen Dedalus se refleja en esta especie de re- valoración de su vocabulario. El catoli- cismo le proporciona las palabras, y él les da los significados. La caída del hom- bre, en un principio tan condenable, se convierte al fin en una parte necesaria de la vida, como el crecimiento, con 10 que es en esencia sinónimo. Es una venturosa calda, no porque, como dice San Agus- tín, hace posible nuestra redención por Cristo, sino porque libera la vida que ha sido alojada dentro de nosotros. Caer no sólo es muy. duro, picnsa Stephen, sino que además es también triste y no re- compensado. Diría con Heráclito que el camino hacia abajo y el camino hacia arriba son el mismo. Del mismo modo, la palabra Ilmnado, que por un tiempo es el llamado a la vo- cación sacerdotal, poco a poco se C"Onvierte en el llamado a la vida. Joyce logra la madurez de Stephen cambiando el signi- ficado de su vocabulario; el despliegue verbal de la Iglesia se convierte, en su nueva forma, en un medio para liberarlo de ella. El acto de Cristo de despojarse de sus mortajas y elevarse desde su tum- ba, se transforma en la ascensión del al- ma de Stephen de la tumba de la infancia, para crear una nueva belleza. La resu- rrección tiene lugar dentro de nosotros. La palabra encarna, piensa Stephen, en el vientre virgen de la imaginación, y así, el nacimiento de Cristo se convierte en una metáfora para el nacimiento de una obra de arte. De .dos .pIlincipales métodos para superar la religión, la ne- gación y la trasmutación, Stephen prac- tica el segundo. Su hermano observa que James Joyce no tiene conflicto para de- jar la Iglesia; muda su religión como vieja piel. En vez de servir a la Igle- UNIVERSIDAD DE MEXICO sia, se sirve de ella. Así, se mueve en un nnmc\o neopagano; digo neopagano más bien que pagano, porque el mundo de Jay ce no es precristiano ni anticristiano, sino postcristiano. Podemos distinguir entre las actitudes de Stephen Dedallls y las de Buck Mulligan, porque Mulligan es anticristiano, viendo el cristianismo co- mo una jerigonza. mientras que Stephen es postcristiano, en 10 que encuentra nue- vos significados profanos para llenar los cascarones de las palabras religiosas que considera como muertas. En Ulises Joyce representa a Stephen Dedalus aún preocupado con la reinter- 1.1retación del cristianismo. En el episo- dio de Proteo, Stephen argumenta con profusión de detalles el parentesco de Cristo con fl esposo de su madre y con su verdadero padre, Dios. No hay razón para suponer que cree en ninguna de las manifestaciones de la divinidad, pero la imaginación le ayuda a expresar su ena- jenamiento de 'su propio padre, que no es sino el mismo Joseph, y su deseo vehe- mente de parentesco con alguien más grande que él. Este interés en la pater- nidad espirjtual no es nuevo en Stephen·; en el Retrato aparece en otro aspecto, la paternidad espiritual de una obra de ar- te. Las metáforas estéticas de Stephen proceden de la paternidad: refiere el arte de escribir en el Retrato, como un pro- ceso de "concepción artística, gestación artística y reproducción artística", y cuando llega a explicar la forma dramá- tica del arte, que considera la más ele- vada, la describe como la creación de se- ¡-es independientes. Esta búsqueda por la creación le es siempre vital, pero en Ulises parece más ioven, más filial, más ansioso de superar su aislamiento. Desea comunicarse con el mundo a través de encontrar en Bloom un verdadero padre. Bloom ha logrado sin esfuerzo lo que Stephen ha conse- guido tan duramente. Ha nacido escép- tico, mientras que Stephen se ha hecho. Ha confiado plenamente en su experien- cia mundana, mientras que Stephen no confía mucho en la suya. Joyce, para su- gerir su parentesco, como es bien sabido, establece entre ellos muchas afinidades secretas: cada uno carece de su llave de la puerta de! frente; cada uno piensa en las mismas cosas y camina por los mismos lugares, cada uno lleva luto, a cada uno le falta un foco para sus afec- tos. Cada uno encuentra su verdad fuera de la Iglesia. Se ha dicho que Joyce no tiene simpa- tía, en realidad, ni por Stephen Dedalus, ni por Bloom y que considera el escepti- cismo que comparten como una infortu- nada parte de la vulgaridad moderna. Algunos críticos, inclusive, han comenza- do a reclamar a Joyce para la Iglesia. Nadie negará que fue profundamente afectado por su formación católica, pero es igualmente cierto que abandonó su religión. He apuntado algunas de las manifestaciones de la incredulidad de Joyce: su revaluación de la caída del hombre, por la que éste se hace más humano que diabólico, benéfica en vez de pern iciosa, su revaluación del llamado y de la resurrección en términos seculares y su adopción de un benévolo Lucifer como modelo para su héroe. J oyce dijo por escrito que se creía incapaz de ningu- na creencia, y su conducta sostiene esta afirmación. Después de los diecisiete años rehusa tomar los sacramentos: nun- ca se casó por la Iglesia, y no se casó s NA DIE E s 1 Por Richard ELLMANN DIVINO L EL 10 u E N EL ESPLÉNDIDO FINAL del Ulises de J oyce, Molly Bloom recuerda cómo ella y su esposo se abrazaban entre las azáleas en Howth Head, y có- mo ella le daba un trozo de pastel de S)..1 boca. Aun cuando en Finnegan's Wake no se represente el "seedfruit" como la huta del árbol del Edén, podemos sospe- char que Joyce trataba de darnos una imagen del amor como el del Jardín del Edén. El joven Bloom y Molly lo harán tan bien como Adán y Eva, pero un pa- pel está notoriamente ausente de la idí- lica escena. No hay serpiente en este jar- dín, y sin serpiente, no hay pecado. La caída de! hombre, en vez de ser amarga, es el más dulce recuerdo que tenemos. Molly y su esposo viven en un mundo en donde e! demonio no tiene cabida; y en la famosa perorata de su monólogo, ella dice a su esposo, a la carne, y a todo este mundo neopagano. Tenía Joyce cerca de cuarenta años cuando escribió este pasaje dei final de Ulises, y en muchos aspectos es la cul- minación de su desarrollo intelectual hasta ese tiempo. La historia de la ser- piente en su obra es muy curiosa; a tra- vés de dos testigos podemos reconstruir casi hasta el comienzo de su consciencia. Su hermano Stanislaus escribió un re- cuerdo de James J oyce que pronto se publicará, y que comienza con su más temprano recuerdo, James representando el papel de serpiente en una comedia fa- miliar sobre Adán y Eva. Debía tener J oyce cerca de seis años en aquel tiem- po. El otro testigo de estos primeros años es Eileen Vance, la muchacha men- cionada en el Retrato del artista adoles- cente bajo su propio nombre. Me cuenta que James, a los seis o siete años, tenía una manera favorita para castigar al her- mano o hermana que lo ofendía. Lo ponía boca abajo contra el suelo, colocaba sobre él una carretilla roja, un birrete rojo, y profería luego gritos para indicar que él, como demonio, hacía que el malandrín crujiera y se chamuscara en las llamas del infierno. Es extraordinario encontrar a James representando el satánico papel en forma tan pueril. Extraordinario, porque mucho de lo excitante del Retrato del artista adoles- cente se centra en cómo va Stephen asu- miendo gradualmente el papel de Lucifer, aunque de un Lucifer muy particular. Porque, precisamente como el r ardin del Edén se purga de pecado al final del Ulises, así la actuación de Stephen del papel de Lucifer está desprovista de ma- lignos propósitos. El libro desarrolla una complicada tensión entre un proceso de ascenso y descenso: e! catolicismo de Stephen va desapareciendo por lo que él considera una más alta fe en el arte. No es anticatólico: más bien el catolicismo no lo atrae mucho. Es que las espeluznan- tes, aterradoras, palabras del demonio Non serviam, despiertan su d:1 pecado en la mitad del libro, pero, fmalme:1te, las mismas palabras expre- san su consciencia de la virtud en su

Upload: hoanganh

Post on 16-Oct-2018

214 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Joyce. "él, como demonio"

gulloso rechazo. Así cuando al final delRetrato dice a su amigo Cranly, Nonserviam, ya no quiere decir, no serviréa Dios para no darle cabida, sino másbien, no serviré ni a sacerdote ni a rey,a nada más que a mi arte. Ser Luciferes peligroso, pero eso es culpa del mun­do, no de Lucifer.

El desenvolvimiento total de StephenDedalus se refleja en esta especie de re­valoración de su vocabulario. El catoli­cismo le proporciona las palabras, y élles da los significados. La caída del hom­bre, en un principio tan condenable, seconvierte al fin en una parte necesaria dela vida, como el crecimiento, con 10 quees en esencia sinónimo. Es una venturosacalda, no porque, como dice San Agus­tín, hace posible nuestra redención porCristo, sino porque libera la vida que hasido alojada dentro de nosotros. Caer no

sólo es muy. duro, picnsa Stephen, sinoque además es también triste y no re­compensado. Diría con Heráclito que elcamino hacia abajo y el camino haciaarriba son el mismo.

Del mismo modo, la palabra Ilmnado,que por un tiempo es el llamado a la vo­cación sacerdotal, poco a poco se C"Onvierteen el llamado a la vida. J oyce logra lamadurez de Stephen cambiando el signi­ficado de su vocabulario; el despliegueverbal de la Iglesia se convierte, en sunueva forma, en un medio para liberarlode ella. El acto de Cristo de despojarsede sus mortajas y elevarse desde su tum­ba, se transforma en la ascensión del al­ma de Stephen de la tumba de la infancia,para crear una nueva belleza. La resu­rrección tiene lugar dentro de nosotros.La palabra encarna, piensa Stephen, en elvientre virgen de la imaginación, y así,el nacimiento de Cristo se convierte enuna metáfora para el nacimiento de unaobra de arte. De ~os .dos .pIlincipalesmétodos para superar la religión, la ne­gación y la trasmutación, Stephen prac­tica el segundo. Su hermano observa queJames J oyce no tiene conflicto para de­jar la Iglesia; muda su religión como~tna vieja piel. En vez de servir a la Igle-

UNIVERSIDAD DE MEXICO

sia, se sirve de ella. Así, se mueve en unnnmc\o neopagano; digo neopagano másbien que pagano, porque el mundo deJ ayce no es precristiano ni anticristiano,sino postcristiano. Podemos distinguirentre las actitudes de Stephen Dedalllsy las de Buck Mulligan, porque Mulliganes anticristiano, viendo el cristianismo co­mo una jerigonza. mientras que Stephenes postcristiano, en 10 que encuentra nue­vos significados profanos para llenar loscascarones de las palabras religiosas queconsidera como muertas.

En Ulises J oyce representa a StephenDedalus aún preocupado con la reinter­1.1retación del cristianismo. En el episo­dio de Proteo, Stephen argumenta conprofusión de detalles el parentesco deCristo con fl esposo de su madre y consu verdadero padre, Dios. No hay razónpara suponer que cree en ninguna de lasmanifestaciones de la divinidad, pero laimaginación le ayuda a expresar su ena­jenamiento de 'su propio padre, que noes sino el mismo Joseph, y su deseo vehe­mente de parentesco con alguien másgrande que él. Este interés en la pater­nidad espirjtual no es nuevo en Stephen·;en el Retrato aparece en otro aspecto, lapaternidad espiritual de una obra de ar­te. Las metáforas estéticas de Stephenproceden de la paternidad: refiere el artede escribir en el Retrato, como un pro­ceso de "concepción artística, gestaciónartística y reproducción artística", ycuando llega a explicar la forma dramá­tica del arte, que considera la más ele­vada, la describe como la creación de se­¡-es independientes.

Esta búsqueda por la creación le essiempre vital, pero en Ulises parece másioven, más filial, más ansioso de superarsu aislamiento. Desea comunicarse conel mundo a través de encontrar en Bloomun verdadero padre. Bloom ha logradosin esfuerzo lo que Stephen ha conse­guido tan duramente. Ha nacido escép­tico, mientras que Stephen se ha hecho.Ha confiado plenamente en su experien­cia mundana, mientras que Stephen noconfía mucho en la suya. Joyce, para su­gerir su parentesco, como es bien sabido,establece entre ellos muchas afinidadessecretas: cada uno carece de su llave dela puerta de! frente; cada uno piensaen las mismas cosas y camina por losmismos lugares, cada uno lleva luto, acada uno le falta un foco para sus afec­tos. Cada uno encuentra su verdad fuerade la Iglesia.

Se ha dicho que Joyce no tiene simpa­tía, en realidad, ni por Stephen Dedalus,ni por Bloom y que considera el escepti­cismo que comparten como una infortu­nada parte de la vulgaridad moderna.Algunos críticos, inclusive, han comenza­do a reclamar a Joyce para la Iglesia.Nadie negará que fue profundamenteafectado por su formación católica, peroes igualmente cierto que abandonó sureligión. He apuntado algunas de lasmanifestaciones de la incredulidad deJ oyce: su revaluación de la caída delhombre, por la que éste se hace máshumano que diabólico, benéfica en vez depern iciosa, su revaluación del llamado yde la resurrección en términos secularesy su adopción de un benévolo Lucifercomo modelo para su héroe. J oyce dijopor escrito que se creía incapaz de ningu­na creencia, y su conducta sostiene estaafirmación. Después de los diecisieteaños rehusa tomar los sacramentos: nun­ca se casó por la Iglesia, y no se casó

••s

N A DIEEs1

Por Richard ELLMANN

DIVINOL

EL

10

u

EN EL ESPLÉNDIDO FINAL del Ulisesde J oyce, Molly Bloom recuerdacómo ella y su esposo se abrazaban

entre las azáleas en Howth Head, y có­mo ella le daba un trozo de pastel de S)..1

boca. Aun cuando en Finnegan's Wakeno se represente el "seedfruit" como lahuta del árbol del Edén, podemos sospe­char que Joyce trataba de darnos unaimagen del amor como el del Jardín delEdén. El joven Bloom y Molly lo harántan bien como Adán y Eva, pero un pa­pel está notoriamente ausente de la idí­lica escena. No hay serpiente en este jar­dín, y sin serpiente, no hay pecado. Lacaída de! hombre, en vez de ser amarga,es el más dulce recuerdo que tenemos.Molly y su esposo viven en un mundo endonde e! demonio no tiene cabida; y enla famosa perorata de su monólogo, elladice sí a su esposo, a la carne, y a todoeste mundo neopagano.

Tenía Joyce cerca de cuarenta añoscuando escribió este pasaje dei final deUlises, y en muchos aspectos es la cul­minación de su desarrollo intelectualhasta ese tiempo. La historia de la ser­piente en su obra es muy curiosa; a tra­vés de dos testigos podemos reconstruircasi hasta el comienzo de su consciencia.Su hermano Stanislaus escribió un re­cuerdo de James J oyce que pronto sepublicará, y que comienza con su mástemprano recuerdo, James representandoel papel de serpiente en una comedia fa­miliar sobre Adán y Eva. Debía tenerJ oyce cerca de seis años en aquel tiem­po. El otro testigo de estos primerosaños es Eileen Vance, la muchacha men­cionada en el Retrato del artista adoles­cente bajo su propio nombre. Me cuentaque James, a los seis o siete años, teníauna manera favorita para castigar al her­mano o hermana que lo ofendía. Lo poníaboca abajo contra el suelo, colocaba sobreél una carretilla roja, un birrete rojo, yprofería luego gritos para indicar que él,como demonio, hacía que el malandríncrujiera y se chamuscara en las llamasdel infierno. Es extraordinario encontrara James representando el satánico papelen forma tan pueril.

Extraordinario, porque mucho de loexcitante del Retrato del artista adoles­cente se centra en cómo va Stephen asu­miendo gradualmente el papel de Lucifer,aunque de un Lucifer muy particular.Porque, precisamente como el rardin delEdén se purga de pecado al final delUlises, así la actuación de Stephen delpapel de Lucifer está desprovista de ma­lignos propósitos. El libro desarrolla unacomplicada tensión entre un procesode ascenso y descenso: e! catolicismo deStephen va desapareciendo por lo que élconsidera una más alta fe en el arte. Noes anticatólico: más bien el catolicismono lo atrae mucho. Es que las espeluznan­tes, aterradoras, palabras del demonioNon serviam, despiertan su condenci~d:1 pecado en la mitad del libro, pero,fmalme:1te, las mismas palabras expre­san su consciencia de la virtud en su or~

UNIVERSIDAD DE MEXICO 11

El día de Bloom. 16 de junio de 1904

eso el portero de su hotel?" Y ella me'contó 10 que él le había dicho: "Está bienque el héroe encuentre el guardapelo, lolevante y lo bese, pero antes de besarlodebió limpiarle la mugre con la mangade su chaqueta." Y ¿ qué le dijiste tú?,preguntó Budgen a Joyce. "Le dije, con­testó J oyce (y así lo creo), que regresa racon ese portero del hotel, y le pidier,asiempre su consejo. Ese hombre, dije, esun genio de la crítica. Nada puedo decirleyo que no le diga éL"

La estricta moral que yo hallaría eneste joooso cuento, es que las inspiracio­nes de vida existen dentro de la vida,no por encima de ella, y son inseparablesde la mugre de que están impregnadas.Si tratamos de engarzarlas en oro purolas perdemos. La poesía de montones decascajo, no puede sobrevivir si se le quitael cascajo. Es esencial para entender laposición de Joyce, si queremos penetrarel significado del Ulises, partir de queél, como T. S. Eliot, no encuentra en loabsurdo sino lo absurdo. Solía decir, "elnacimiento y la muerte son bastante vio­lentos para mí", y señalaba a Djuna Bar­nes: "No escriba nunca sobre lo extra­ordinario. Eso es para el periodista." Legustan los momentos pequeños, las pe­queñas ciudades, la gente pequeña, y sedeleita descubriendo las cristalizacionesde pequeñas vidas en epifanías. "No ha­ga de mí un héroe", dijo a un admiradorfrancés, "soy solamente un hombre sen­cillo de la clase media".

El hecho de que Eliot use la mismatécnica de establecer un paralelo entrecontemporaneidad y antigüedad, que estáimplícita en el título del Ulises, ha hechodifícil leer a J oyce sin ver en sus librosalgo del desprecio de Eliot por el mundomoderno y por el mundo en general. Nohay pruebas de que J oyce despreciara aninguno de los dos. Si le mencionaranlas atrocidades de los nazis, él recordaríalas atrocidades de la Inquisición en Ho­landa. La esencia del ataque de Eliot con­tra el mundo moderno es que éste no tie­ne fe religiosa, pero para J oyce la tiene,e incluso, demasiada. Bien podemos su­poner entonces, que al tomar la Odisea,no trataba de señalar un contraste entre

pero la alegría de aquel momento es unrecuerdo placentero, y Iecordado desdeb más hondo de años de carencias y pe­nas.

Pero, aun cuando la vida tiende :l serdesagradable, tiene momentos que lacompensan. J oyce los desaibe como eu­carísticos, y la palabra eucarístico es otraa la que atribuye un significado neopa­gano. Así en "Stephen héroe", Joyceh1ce decir a Stephen, "debo esperar has­ta que la eucaristía venga a mí", y en­tonces comienza "la traducción de la fra­se al sentido común". Las ocasiones eu­carísticas son los momentos de plenitudy de pasión, y el momento de amor querecuerda Molly Bloom al final del V l'i­ses, y que su esposo recuerda anterior­mente, es una de esas ocasiones. La eu­caristía no nos conduce a Dios sino a loQue Yeats llama "perfección profana dela especie humana". Otra ocasión seme­jante en J oyce es el inexperto amor deGretta Coriroy y Michael Furey en LosIv!uertos, y otra más es el recuerdo deAnna Livia Plurabelle de su sumisión asu esposo-padre, al final de Finnegan'sWake. Estos recuerdos existen, surgende entre las cosas muertas para satisfacernuestra sed, como el instante en el Car­den H yacinth de Eliot en La tierra bal­día. Pero si Eliot ve el amor humanosólo como un peldaño para un amor másalto, y por eso, como un breve éxtasisque es en su mayor parte agónico, paraJoyce el' recuerdo no es agonizante, y elamor humano, si no ideal, es lo mejor quetenemos.

Además de las ocasiones eucarísticasque son extáticas, hay también en J oycemomentos menos extáticos que igualmen­te describe con una palabra religiosa,epifanías. La epifanía no significa paraél la manifestación de la divinidad paralos gentiles, la cuarta aparición de Cristoa los Magos, aunque ésa es una metáforaútil para lo que tiene en mente. La epi­fanía es una repentina revelación delpor qué de una cosa, el momento en que,dice, "el alma del objeto más común ...nos parece radiante". El artista está car­gado de tales revelaciones; y debe bus­carlas no entre los dioses sino entre loshombres, y, a menudo, en fortuitos, in­significantes, aún desagradables momen­tos. Que Dublín es pequeña y la vid'l enella es monótona, no impide en lo más mí­nimo que haya momentos de discerni­miento y elevación. Es a causa .d~l. reco­nocimiento de J oyce de las poslblhdadesinlplícitas en la realidad cotidiana por 10que atribuye tanta importancia, incluso .una importancia talismánica, a retratar f

esa realidad exactamente. En una de suscartas censura a George Moore por nos:iber que un ferrocarril corre entre dospequeños lugares de la costa irlandesa.Pero una ilustración más brillante se daen el libro de Frank Budgen sobre la es­tructura del Ulises; Joyce, dice, me contócierta vez esta historia:

"Una dama alemana me llamó hoy pa­ra verme. Es una escritora y me queríapara darle una opinión sobre su obra,pero me dijo que ya se la había enseñadoal portero del hotel donde para. Enton­ces le dije: "¿ Qué piensa de su obra elportero del hotel?" Y ella dijo: "Objetóuna escena de mi novela donde mi héroe,yendo por el bosque, encuentra un guar­dapelo de la much<!cha que ama, lo recogey lo besa apasionadamente." "Pero, dije,ese incidente me parece muy agradable yconmovedor. ¿ Qué encontró de malo en

Joyce. "escéptico con respecto D, la. 1'cligión"

sino hasta los veintisiete años de vivirvoluntariamente con la misma mujer ensu irreligioso equivalente de matrimonio,que sometió finalmente a una ceremonia..civil por el deseo de que sus hijos pu­dieran heredar sus propiedades sin com­plicaciones. Es verdad que asistía a laIg-lesia durante la Semana Santa, pero nose arrodillaba ante el altar, sino que per­manecía de pie, al fondo, oyendo la mú­sica. Asistía a las iglesias orientales y ala luterana danesa, por las mismas o pa­recidas razones. No permitió que sus. hi­jos fueran bautizados, si bien esto no lesocasionó dificultades, ni a ellos, ni a él.Se opuso al bautizo de su nieto. No pidióla extremaunción, ni suplicó perdón ensus últimos momentos, siendo al igual quesu hijo juzgado equívocamente, como de­masiado ocupado pensando en sus penasen este mundo, para poder inquietarse porsus penas en el próximo. Posteriormen­te, la reciente edición de sus Cartas con­firma que reflexionó jocosamente en susprimeras creencias religiosas, y envió aEzra Pound Un:! quintilla sobre el héroedel Retrato:

Había una vez un haragán llamadoStephen

cuya juventud era la más rara ydispareja;

se deleitaba. con el olorde 1/.n horrible infiernoque 1/.n hotentote no podría soportar.

Pero si J oyce era escéptico con res­pecto a la religión, no era escéptico paracon esa mezcla de esperanza y fracaso ala cual era lo bastante romántico comopara llamar "vida". Su temperamentoconservó una facultad de adoración, perono la volvió hacia Dios, sino hacia todacreación, que llama en el Retrato: "thefair courts of life". "Bi,envenida, oh vi­da" grita Stephen Dedalus al final delRet~ato, en una convulsión tan decisivacomo el "sí" de Molly Bloom al final delUlises. N o quiero decir con esto que laactitud de Joyce hacia la vida fuese ~n'

ningún sentido optimista; en vez de d~clr

que habitualmente las cosas salen bIen,diría probablemente que en general salen¡na!. N o había pecado en Howth Head;

12

la antigua magnificencia y la modernabajeza. En un ensayo que escribió antesde los dieciocho años, declaró que era unalocura pecaniinosa suspirar por los bue­nos viejos tiempos. Escoge un héroe pa­g.ano, porque él mismo es un neopagano.Lo que busca en la épica antigua es loque busca en el mundo moderno, mo­mentos de epifanía, revelaciones de las al­mas de los hombres, y acontecimientos.El mismo impulso que le hace llamar De­dalus a su joven en el Retrato, le hacellamar a su próximo héroe Ulises. Joyceurga el pasado épico, como investiga elpresente, por su humanidad, no por susupernaturalismo. Cuando era muchachole gustaba lo sobrenatural, pero en la ma­durez insistió en que la Odisea debía deser entendida, en una gran parte, comouna épica naturalista, que todos sus lu­gares, como por ejemplo, la isla de Circey Scila y Caribdis, eran lugares realesen el map~. Este punto de vista que Joycecomenzó a desarrollar por sí mismo, hasido confirmado por las' investigacionesdel erudito francés Victor Bérard.

Dejando apárte por un momento lacuestión del significado total del libro,podemos examinar provechosamente lahistoria de su composición. J oyce pensóen escribir Ulises durante ocho años antesde comenzar a escribirlo, y utilizó des­pués ocho años más en realizar su pro­yecto. Cuando estuvo en Roma en 1906escribió a su hermano que pronto' empe~zaría con la historia que había de llamarseUlises, que trataría de un tal señor Hun­ter en Dublín, un hombre que se suponíaera judío y se rumoraba también que teníauna.n~ujer i~fiel.. Como siempre, dejó deescnblr la hlstona, y cerca de dos añosdespués, decidió que la desarrollaría en un".Peer Gynt" irlandés y haría con ella unhbro corto. Había ya decidido que suce­dería en un día, y parecía haberla pensadoen un principio como una tragedia.

Después de 1908 no habló más del libro,pero estaba reuniendo en mente el materialpara él. Era capaz de elaborar el tema dela infidelidad conyugal, no solamente so­bre el ejemplo de Huntér, sino sobre al­g~mas infundadas sospechas sobre su pro­pIa esposa. Comenzó a leer a Santo Tomásde Aquino, a página por día, y halló ensu pensamiento, que describió como unalanza .-puntiaguda, el 111aterial que tantonecesItaba para el episodio de Proteo.En 1913 elaboró una teoría- sobre "Ham­let", en esencia idéntica a la de Stephenen Ulises, y la presentó en dos conferen­oias al auditorio de Trieste. Su proyectos~ amplió poco ~ poco dé' tal modo que elhbro corto se hIZO largo. Alguien ha di­cho' q~e-u.n defecto del Ulises es que esuna hlstona corta hinchada; creo que estono es verdad;'el tema' del libro requiereS~I ~?ngitud. Es ~111 hecho que J oyce, con­ClblO todos sus hbros en un principio mu­cho más pequeños de lo que lYlsterior­mente. f,uer?n. El Retrato, por ejemplo,eI:a ~lr1g1l1an~mente un ensayo de dieciséispaglllas, y Fmnegan' s Wake siguió en sucomposición el mismo camino.

Para c.o~struir un ~n?,derno Ulises, Joy­ce se aphco a la erudlclon como un aficio­nado. Aunque sus teorí.as estuvieran al­gunas veces tan alejadas de la realidadcomo. .las de Sc~ileman, condujeron a lacreaclOn del U!Ises, como las de Schile­man al descubrimiento de Troya. ComoW. B, .~tanford. h~ señalado, J oyce leyóy es.tudlO las pnnClpales obras escritas apartIr de !lamer? en las qlie figuran Uli­ses o Telemaco, mcluyendo obras de Vir-

l. .C. .

Duhlín. "es />fql~c.i¡a 'V la vida en ellaes monó/ona"

g-ilio, Ovidio, Dante, Shakespeare RacineF~nelon, .Tennyson, Stephen 'Phillips:D AnnunzlO y Hauptmann, así como ma­terial. secundario, como los libros de Bé­rard y Los autores de la Odisea de Sa­muel .Butler. . A fines de julio de 1917le I:abló a su amigo George Borach e~Zunch, sobre la Odisea, de una maneraque sugiere cuán presente tenía al héroede Homero:

"El más humano y amplio de los te­mas", dijo a Borach, cuy,'lS notas en ale­mán tradujo Joseph Prescott, " ... es elde la Odisea. Es más grande, más huma­no que el de Hamlet, Don 9uijote, Dante,Faust-o. El rejuvenecimiento del viejoFausto me produce un desagradable efec­to. Dante lo cansa a uno rápidamente escomo si se estuviese mirando al sol. Losrasgos más humanos y más hermosos es­tán en la Odisea. Ahora in mezzo del cam­min, encuentro el asunto de Ulises, d máshumano de toda la literatura. Ulises noquiso salir de Troya; sabía la razón ofi­cial de la guerra, la propagación de lacultura de la Hélade era solamente un pre­texto para los comerciantes griegos quebuscaban nuevos mercados. Cuando llegóel reclutamiento de oficiales,. se hallabalabrando. FingÍ1 estar loco. Pusieron en­tonces a su pequeño hijo de dos años enl~n surco. Observé la belleza de los mo­tIV~s: el único hombre en la Hélade quee~ta contra la guerra, y el padre. Ante1 roya .los héroes se arrojaban en vanoa S~I. VIda .sanguinaria. Querían levantarel SItIO. UlIses se opone a la idea. La es­tratagema del caballo de madera. Despuésde Troya no se habla más que de AquilesMenelao y Agamenón. Solo un hombr~no lo hace. Su heroica carrera ha comen­zado duramente: Ulises". Según FrankBu!g~n, Joyce c?mentaba que Ulises erael UI11CO personaje completo, en cualquieraspecto, en la lIteratura: él "es hijo deLae~tes ... padre de Telémaco, esposo dePenelope, amante de Calipso, compañerode armas de los g-uerreros griegos junto a

James Joyce con su hijo Stephen

tJNIVEltSlDAD bE MEXIC6

Troya, y rey de Itaea".. Cuando Butgenle preguntó que quería decir por hombrecompleto, dijo, que entendía por eso u~

hombre que fuese bueno por cualquierlado que.se le conociese. Por Dios, explicóPaul Suter, otro amigo, no quiere decircomo lo santo, gut, sino gutmütig, bondad~1 ~onestid~.d. "Si hace algo mezquino ol!:dIgno, dIJO Joyce, lo sabe y dice, hes:do un perfecto puerco."

Estas afin~1aciones manifiestan queToyce estaba mteresado primordialmenteen la "semejanza entre Ulises y Bloom,más que en la diferencia. Ciertamenter.ot~ a Bloom de mucha y buena voluntad,haCIa los seres hUlU:iI10S y hacia los ani­males. Bloom comienza el día alimentan­<lo a su ~ato~ despué~ a ~nas gaviotas, yen el epIsodIO de CIrce, alimenta a unpe.rro. Recuerd~ a su hijo y a su padre111lentras, ,ademas, se preocupa por su hija.y nunca olvida, ni por un momento a suC3posa. Contribuye muy generosa:nenteaún más allá de sus posibilidades :l laprotección de los. niños de su amig¿ Dig­nam, muerto recIentemente. Ayuda a unciego a cruzar la calle. Cuando empiezaa ver a Stephen Dedalus como a una espe­cie de hijo, lo sigue, trata de sacarlo dela bebida, lo viste, se arriesga a que loarresten para defenderlo de la policía lo<'-limenta y lo lleva a su casa; lo que J o~cellanu un tanto humorísticamente, "a lamanera de un buen samaritano".

Otro aspecto del carácter de Bloom lotomó J oyce tanto de Dante como de Ho­mero. En Dante, Ulises hace un viaje queHomero no menc'Íona, un viaje que ex­presa su vehemente deseo de saber. En elmaravilloso canto XXVI del "Infierno" di­ce Ulises: "Ni el cariño por mi hij¿, niel respeto por mi .anciano padre, ni el na­tural amor que debiera haber rodeado aPenélope, podrían vencer en mi el ardorde que tengo que ganar experiencia delmundo y del vicio y el valor humanos".Este anhelo de experiencia por la vida en­tera~ es como el de Stephen cuando lloraal fmal del Retrato, "Bienvenida oh vi­da", pero Bloom es más capaz ~ue 'Ste­phen para abarcar mucho más de la vida':( del mundo en sus pensamientos. Así lo'; lace, además, sin el elemento de frialdadque Dant,e critica en Ulises, y.que es tam­bién sobresaliente en el Stephen del Re­trato.

La crítica ha señalado algunas vecesque la relación de Bloom y Ulises es má~sutil que lo que yo he supuesto, y EzraPoun,d: por ej~~plo, insiste en que elproposIto de utIlIzar la Odisea es mera­men~e estructural, para dar una relativaconsIstencia a la trama de la obra. Estep.,unto de vista no me parece acertado.1 ara Joyce el contrapunto era importanteporque revelaba algo sobre Bloom, sobreHomero y sobre la existencia. Pues Bloomes Ulises en un importante sentido. No~s en modo alguno un Babbit. NuestraIdea contemporánea del hombre mediol'~omme moyen sensuel, está influida po;S.mclair Lewis y no por Joyce. Debo aña­(!Ir que no es una idea con la que se estád,e acuerdo en Irlanda. Los irlandeses cs­tan dotados de más excentricidades -{fuelos ame~icanos e ingleses. Para ser hom­b~e medIO en Irlanda, hay que ser excén­tnco. J oyce lo sabía, y aún más, creíaque cada alma humana es única. Bloomes raro en sus gustos para la C'Omida, en~u conducta sexual, en h mayoría de sus1I1tereses. Un crítico se ha lamentado deque Bloom no ti~ne gustos normales, peroJoyce contestana, indudablemente, que

UNIVERSIDAD DE MEXICO13

11

....ll

siado sangriento, de modo que hace aBloom derrotar a Borlan en la mente de~oJly Bloom, siendo el primero y el úl­tl1110 en sus pensamientos. mientras elhduerme. De la misma manera, en la obraExiho, H.ichard l<owan vence a RobertHand en la mente de Bertha.

La última prueba de la simpatía deJ o)'ce por Bloom y la posesión ele Bloomele un:l cualidad-Zel/s, tanto como de unacualidad-Ol/tis, es el monólogo interior deBJoom. El uso que hace Joyce del monó­logo, 110 se ha entendido del todo. 'vV. S.Pritchett, 10 acusa de la patertlidad deinl1l~merables monólogos insulsos ele otrosescrttores, pero los imitadore' nunca lo­gran en la imitación la cualidad más im­portante: la calicbd poética. Debemos <le­ci.r que Bloom no habla del modo quepIensa. Cuando habla lo hace en esta for­ma: "So)' tan buen irlandés cümo esail.lc~¡[ta Ix'!'sona sobre la que hablé al prin­CIpiO, y qUIero "el' a todo el mundo, decu.:dquier credo y clase pro 1'at:J contandocon una cómoda renta periódica v deninguna manera esta mezquindad' algomás o menos como ;Í 300 anuale~. E\ees el punto vital a discuti]' y es posible,y da]'ía lugar a una relación más amistOSo:.lentre hombre y hombre. Al menos esoes lo que yo neo."

Pero cuando Bloom piensa, uSJ. frasesde extraordinaria intensidad. En el pri­mer capítulo en que él aparece, su pensa­miento vaga por Oriente, se im.:tgina ca­minando por mezquitas y bazarcs, v sed· "U 1 -Ice: na mac re espera en su puerta.Llama a sus hijos en su oscuro lenguaje.Al pasar por la taberna de Larry Rourke,dice : "Ahí está segurament·e n~i valienteLarr)', apoyado contra el cajón ele azúcar,en mangas de camisa, observando al sa­cristán, dentro de su delantal, ft-egar conestropajo y cubeta". O cuando piens.:! enel mercado de ganado. donde antes tra­bajaba, se dice: "Aquellas mañanas en elmercado de ganado, las bestias bramlndoen sus corrales, O\'ejas marcadas, batir ycaer de la boñiga, los ganaderos, con susbotas claveteadas. c:,uninando penosamentea través de las camadas. paJ¡;leteando lasancas dc los animales va escogidos, allíhay uno magnifico, varillas en sus ma­nos." O cuando piensa de la moderna Pa­lestina: "Tierra desolada, estéril, un lagoyolcánico, el Mar Muerto: sin peces, sinmaleza. profundamente hundida en laLierra. Ningún viento podría levant:1r esasolas. pesadas. dc oscuras :1guas veneno­sas. La llamaron Brinstone cuando 1I0via:las ciudades de la planicie: Sodoma, Go­marra y Ed011l. Nombres )11\\\:rtos. Unnnr muerto en una tierra Jl1uerta, grisy anciana. Ya anciana. Mantuvo a la pri­mera raza, a la más antigua. Una brujaencorvada atravesó Cassidy, aferrando unabotella deteriorada por el cuello. La gentcmás antigua. Errando por la tierra, decautividad en cauti,·idad. l11ultiplicándose,muriéndose, reproduci:~ndose por toda latierra."

Podemos supuner que l:ste es J aycehabbndo :\ 11"!\'l:S de l3lcom. v ('n l1lodo;!~guno la manera de pensar 'cle Bloom.que así rumo incluso los lacavos hablan"amo poeta en Shakespeare. 'igualmentc]u haccn lodus cn To)'ce. Pero esto noes ;lsí. Stephen y ]\irolly, es verdad, til'nensus propias fornns particulares ele 0:::10­

cllel~cia, si bien la de Molly es limitadaen extellsión )' la ele Stq)hen es him'r­consciente; la de Bloom los supera. T'~ro

ha)' otros ejel11plo~ c1~ JllQnólop,-o inlertor

AllIla Livia Plurabclle. "lo. enlrega alrs!,oso- padre"

.posibilidades de Un oscuro caballo en lascarreras. En la leyenda, además, l:Iisesr.oba la estatua de Palas Atenea, )', en ellibro de Joyce, Bloom ya a echar unaerótica y profana mirada a las estatuasde las diosas en el Museo Nacional. Losmuchos paralelos humorísticos de estetipo, han permitidu sostener la idea deque el Ulises es Ul\:\ gran broma sobreHorneru: pero las bromas no son tan sim­ples. y éstas tienen un doble de sentido. Elprin:-ero es el heroico-burlesco, de la pode­r~sa bnz,a yuxtapuesta al puro de dos pe­nIques. El segundo, mucho más sutil. es loque Se· podría llamar el .:::nnoblecin·lientodel heroico-burlesco. Esto demuestra queel mundo de los puros está exento dehe~'oís1110 solamente para aquellos que"elan en la lanza de Ulises simplementeun palo puntiagudo, que era hasta tal pun­to un rústico instrumento. y que Bloompuede 1110strar las más altas cualidadesdel hombre mcdiante su palabra, tan cfec­Li\'éllJ1ente como l'lises 111e:liante su l.:lnza.

La verslon de ]o)'ce de la historia dela épica, es una versión pacifista. Des­arrolló un aspecto de la épica griega, queHomero había enfatizado menos señala­damente, es decir, que 'Clises era el únicogran espíritu entre los guerre1'Os griegos.Los hombres robustos, Aquiles, Ayax yel resto, confiaban cn su fuerza física,mientras que Clises era más brillante, unhombrc cabal. Pero. por supuesto, Home­ro representa a Ulises además como unbuen guerrero. Jo)'ce hace de su modernoUlises un hombre que no es físicamenteun luchador, pero cuya mente es ilwen­cible. Las victorias de Bloom se gamnpor el espíritu. no por el c'tlerpo. Este noes un concei)to homérico. sino en em­brión; cs compatitle con el .:ristianismo,pe:'o t:lI1\POCO es cristiano. puesto queDloom es miembro de un 1l1undo Drofano.Es Fostcristiano. El Clises de Homeroha ~jdo espiritualizado, lx~ro conserva lascualidades fundamentales de prudencia,inteligencia, sensibilidad y buen:.! voluntad.En consecuencia, Joyce, como esperaría­mos, encuentra que el asesinato de lospn·tcndicntes al final del libro, es dema-

nadie los tiene. El género de las peculia­ridades de Bloom no es distinto del de losotros hombres.

Al mismo tiempo, Bloom mantiene surara individualidad. Sus respuestas a laexistencia son como las de las demás gen­tes, pero más amplias )' más sagaces.Como Ulises, piensa sin su reconocidafalúa, que es un hombre digno. J oyce nolo exalta, pero lo hace especial. AldousHuxley dice que J oyce acostumbra :1 in­sistir sobre una etimología "medieval" pa­ra la fornn griega del nombre de elises,Odisea; dijo que era una combinaciónde Outis-nadie, y Ze~ts-Dios. La etimo­logía es puramente fantástica, pero conuna fantasía controlada que ayuda a re­forzar la pintura de Joyce del modernoUlises. Porque Bloom no es nadie -al­guien que hace anuncios, )' que, apartede sti familia, no influye en absoluto so­bre la vida que le rodea-, no obstanteDios está en él. (Babbit sería simplementenadie). Por Dios, no quiero significarcristianismo; aunque Bloom ha sido li­ber.almente bautizado dentro de las dosiglesias, la protestante y la católica, ob\'ia­mente no es un cristiano. No creo tam­poco que debamos aquí preocuparnos porla concepción de un Dios personal. sinopor lo que Bloom es. La parte diviDa deBloom es su humanidad - su vinculaciónentre él y las demás cri.aturas. Lo CJueGabriel Comoy tiene que aprender tanpenosamente al final de Los muertos, quetodos nosotros, muertos y vivos pertene­cemos a la misma comunidad, lo aceptaBloom desde el principio y sin pesares.El mismo nombre Bloom, está escogidopa ra guardar la apariencia de la doblenaturaleza de Bloom. Bloom es, comoWallace Stevens, Rosenbloolll, un nombreordinario judio, pero el sustantivo signi­fica además flor, y Bloom se levanta dela tierra con la miSlll.1 espontaneidad ynaturalidad con que lo hace una flor. No­sey :'lynn comenta en el libro acerca eleél: "El no es de nuestra comunidad ovariedad de jardín, Bloom es un hombreculto en cualquier aspecto." A ventaja él

los demás hombres no por 11 trascenden­cia de sus intereses, sino por ser más pro­funda y ampliamente humano CJue ellos.Logra este estado, en parte, por no tenerun juicio limitado. Cualquiera de los li·bros de J oyce cuenta, como el Netrato )'Exilio con un irlandés en o próximo alexilio, o como Ulises)' Finnegan's Wal.'c,con un extranjero viviendo en Dublín.Stephen y Richard Rowan son imágenesde Ulises y Humphrey Climpen Earwic­ker, en que ellos se alejan mientras quelos otros se acercan; pero están unidospor el hecho de que todos trasciendcn loslímites de la \'ida nacional; no son irlan­deses sino hombres.

Si aceptamos a Bluom como una mo­derna personificación del espiritu de UIi­ses, y no como una parodia de él, podemosapreciar Illcjor quc la relación es entre[-lises y b Odisea. O,· más bien, que lasrelaciones. son, puesto que hay.clos. 0na(::~ cómica .\. h:;·o;co-hurlesca.· En .':Iepi­~·jJio de] cic:ope: como señala Stuart Gil­be ¡:t . hay tin p:lra lel.cientre la})ulltiaguc.1a\: l:,t!ie¡i~e .bnza .que USJ :Clises lJaracegar:~I'cidol)e, y el puro ca:iente qite 13loOli11,~:il1(re' ajJ~e los ciudadanos. Y hay ii1t1chosJ:l:1S paralelos como este. Por ejemplo,c:J la Odisea, una estratagema de Uliseses'la im'eJicióll del cabaBo de Troya; enel libro de J oyce, Bloom da una invoIun­¡itria e inconsciente sugestión sobre las

14 UNIVERSIDAD DE MEXlCO

I

II

HOMBR·Efilosofal y hasta estudios más negros. Allítenemos el origen de cierta 'reputación deque gozaban aquellos científicos: en elpueblo se hacían sospechosos de hechice­ría.

Hacia fines del siglo estas sospechasse complicaban con acusaciones de radi­calismo; el color rojo todavía no tenía unpape! político, pero los demagogos ateosque habían fomentado la RevoluciónFrancesa eran naturalmente un objetodigno de la execración popular. Y por ]0menos en un caso los tenientes ele lo anti­guo lograron hacer e! daño que deseaban:en 1791 los agitadores lanzaron a ]a multi­tud contra la casa de Priestley en Bir­mingham, destruyeron su laboratorio yquemaron su biblioteca. Priestley mismoescapó por un milagro. Considerando lostremendos servicios que este hombre, ino­cente de cualquier actividad política yapreciado de todos sus amigos por su ex­traordinaria gentileza, había prestado a laciencia, realmente no mereció tanto. He­rido por la actitud de sus compatriotas, serefugió en Estados Unidos, donde muriótrece años después.

Pero poco a poco iban cambiando lostiempos. Las universidades si·empre ha­bían albergado algunos pocos de los másdistinguidos científicos: Galilei en Padua,Newton en Cambridge, Black en Edilll­burgo. Esta tradición se mantenía y envrancia iba elesarrolláodose, sobr·e todoen matemáticas, y se propagaba a travésele toda Europa. Laplace, Dalembert, Le­gendre trabajando en París, haciendogerminar las ideas ele Descartes Pascaly F.ermat; EuJer y su sucesor Lagrangeen Berlín; los Bernoulli en Basilea y enPetersburgo, donele les seguía Euler: vel más grande todos: Gauss - pero él y;¡pertenece al siglo diecinueve.

Esta tradición universitaria tan sólida­ment~ arraigada no formó, sin embargo.e! nucleo de los nuevos desarrollos. Elgran salto adelante que dio la ciencia enel ~iglo pasado tuvo sus orígenes en lasreglOnes del centro de Inglaterra y delsur de Escocia: allí donde brotaba ya elnuevo espíritu de la revolución industrial.Fueron estos hombres, voraces de nuevaideas, libres de los prejuicios tradiciona­les, los que dieron impulso a la cienciapara que se desarrollara en beneficio desus manufacturas. Fue esta extraordina­ria personalidad, Roebuck, la CJue respal­d? dural~te largos años a James \\latt ehlZO pOSible el milagro de la fuerza 1110­

t1'iz del vap6r. vueron ellos los que ani­maron a Priestley en sus investio'acionessobre la química de los gases; fue;on elloslos que crearon para poder discuti r libre­mente la Sociedad Lunática - para susreuniones escogían las noches de luna lle­na, cuya luz les permitiría regresar a 'liS

casas después de haberse embriagado conlos nuevos descubrimientos.

Las universidades ta rdaron mucho enr~~onoc~r .el nuevo espíritu de investiga­cJO.n practIca Cj{'leempezaba a reinar. Se-oglllan enseñando s'egún los modelos delsig.lo anterior, seguían süs pequeños tra­baJOS de investigación con su habitual in­dividualismo. Pero las demandas de lasindustrias que crecían a un ritmo inusita­do". se hicieron más y más insistentes. Enla 111dustria se necesitaban jóvenes conulla formación Il1;1S Illodern::l, la industria

*

"/os (ielllíli""s se divcrlíl11l"

MITOLOGIA DELDE CIENCIA(1 .iel/e de la pág. 2)

cia, son cosa bastante reciente y han re­sultado de un desarrollo históricos largocuyo efecto es que hoy en día la ciencia-y los científicos- tiene un papel muchomayor en nuestra sociedad que hace unossiglos. '

El buen uso exigiria que al habíar dela historia de la ciencia se empiece conlos griegos; como no hay continuidad enel desarrollo más que desde el siglo die­cisiete, vaya contravenir ese buen uso ycomenzar con la época en la cual se fun­daron las primeras agrupaciones de cien­tí ficos, la Real Sociedad de Inglaterra, ]aAccademia dei Lincei en Italia.

Apenas si entonces se diferencia elcientífico de otras profesiones; casi todoslos miembros de estas sociedades eranpropietarios de tierras, o pertenecían alclero; las excepciones practicaban las pro­fesiones libres, como, por ejemp~o, el ar­quitecto Christopher V\1ren, creador detanto edificio encantador, creador tambiéndel primer proyecto de urbanismo. Elúnico ci·entífico profesional de la época,pagado para investigar, era Robert Hoo­ke, el bien conocido descubridor de laley de los cuerpos elásticos. Y nada ilus­tra mejor el espíritu peculiar de los tiem­pos que estaban terminándose, que el he­cho ele que Hooke publicó su elescubri­miento como un anagrama anexado a 'uconferencia Cut'eriana: al descifrarlo re­sultó la fórmula latina "ut tensio sicvis" - la ext·ensión es proporcional a lafuerza.

El siguiente siglo es el de los diletlanti.La palabra italiana implica que los quehacían investigaciones científicas se di­vertían; y de hecho eran terratenientes ogente rica que se dedicaba o estas cosasnovedosas, instalando sus laboratorios enun sótano y decorándolo con un cráneohumano -"memento mori" era el refránpredilecto de la época- y con cuanto ins­trumento científico podían obtener parasus pequeños experimentos. A veces. alespíritu estricto de pura investiU"ación' 5e1

'" ,e mezclaban otras cosas y en ciertos

cí r~ulos flo~-ecia el m~smeris;no y el mag­netIsmo ammal, la busqueela de la piedra

en U{iSes, q.ue no muestran l1inguna dis­paridad entre la cOlwersación y el pensa­miento interno. En el episodio de Wand­ering Rocks, el padre Conmee caminahacia el orfelinato de Arte\lle, para con­seguir que uno de los hijos de Dignamsea admitido, y escribe .Toyee: "El supe­rior, el muy reverendo S. J. John Conmecpuso en hora su plano reloj y lo intro­dujo en su. bolsillo interior al bajar lospeldaños del presbiterio. Tres menos cin­co. El tiempo justo pal-a ir a Artane.""~Cuál era el nombre del muchacho? Ah,sí, Dignam. Vere d,igllwJI/. el 'illslu1n. ('st.El hermano Swan era la pcrson:1 que ha­bía que uuscar. La carta del señor Cun­ningham. Sí. Satísfacerlo si es posible.Un buen práctico católico, útil en la mi­sión."

y aquí hay otro ejemplo del mismo mu­chacho Dignam: "El señor Dignam ca­minab:t por la calle de Nassau. cambió Jaschuletas de cerdo a su otra mano. El cuellopostizo se le \'olvió a salir, y él lo arregló.El maldito botón era demasiado pequeñopara el agujero de la camisa, maldita sea.Se encontró a unos escolares con sus mO­chilas. Tampoco voy a ir mañana, qué­date hasta el lunes. Encontró a otros. ¿ Sedan cuenta de que estoy de luto? Mi tíoBarney dijo que pondría la esquela en elr,e,ri?dico esta ,noche. Todos ndn el pe­nodlCo y leeran mi nombre y el de mipadre. "

. ~stos ejemplos confirman que Bloomdifiere de los poetas menores de Dublínen que su poesía interna es continua, aunen las situaciones menos comprometedo­ras: Esa es una de las principales indi­cacl.ones del valor ,que Joyce le atribuye.

El tema del Ul}ses es simple y Joycelogra esto a traves de los caracteres deBloom y. en m.enor grado. de Stephen yMolly.. Es el trIunfo de la bondad y de lahonestld'ld sobre la crueldad v la bru­talidad. En el primer episodio cie la torrede Martello, es Mulligan quien es brutal.quien dijo de Stephen: "Dedalus es elúnico cuya madre murió COl1l0 una bestia".quien 10 atormenta al referirse él su madrey al mantener al poco sociable Hainescomo huésped en la torre. Más tarde. du­rante el día, Mulligan revela su crueldaduna vez más, ignorando a Stephen, ~Lynch hace lo mismo. Así como Stephe;lSe opone a Mulligan, Bloom se opone aBoylan, la personificaóón de la sensua­lidad animal, pero su bondad y honestid'¡uemergen a lo largo del libro. Cuando vaa comer al Burton encuentra a las aentesatragantándose con la comida com~ ani­1ll~les,. y decide irse a otra p~rte. En deplsoc1Jo del cíclope defiende al amor éllque define, humilde pero hábilmente 'co­1110 ".10 opues~o al. ~dio", contra el p¿der.el OdIO, el antIsemitismo v el chauvinismo.En el episodio de los 'bueyes y el sol,Blo01:' trata solamente de evitar que lose~t~dlantes de medicina profanen el cono­CImiento, el nacimiC'nto y la muerte, mien­tras.la señora Purefo)' está sufrienclo Ull

tern~le p.1rto de tres días. En el C'pisodioele CIrce, Stephen y Bloom se salvan dec?:1\'ertirse en bestias por su de\'ociónfJiI~1 y paternal. :finalmente. en el epi­sodIO ,de Penélope, lVlolly acaba el díaentre~andosc una yez más .\ su maridoy olVIdando a Boylan, La honestidad vla sensib.ilidad triunfan sobre la fuerza vla b~-utaJ¡dad. J oyce es uno de ]os últimosescntores seculares que usa ]a palabraa~lIla, . y en su obra el alma obtiene laYletona.

(Tnldll((ilÍ!~ d(' (:(/1'10,,' (jlli!I!!!!/(/).