karl jaspers, la filosofía : entre la existencia empírica ... · la realidad de la trascendencia...

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CAPÍTULO IV LA TRASCENDENCIA 1 Y SUS CIFRAS Sólo al ser de la <existencia> se le aparece la verdadera realidad. Sin embargo, lo que sea la realidad no queda por ello determinado ni es lo mismo para todos. Por el contrario, no se muestra en el origen de la <existencia> de la misma manera. Hay que preguntarse quién ve la realidad y de qué manera es vista. En cada caso, la respuesta se separa de todo saber en un salto. Lo que soy en la vinculación de la trascendencia está en correlación con lo que se me aparece como realidad. Esta, en tanto que objeto del conocimiento impositivo en la orientación intramundana, es ciertamente universal, pero como tal nunca llega a ser la realidad íntegra que experimento y hago. Aquella es limitada, particular, relativa; ésta es la totalidad de la realidad para mí. Cuando conozco aquélla, soy como “conciencia en general”; 1 [Si bien, para mí, esto no sucede tan evidentemente en la obra “Filosofía”, en algunas otras Jaspers identifica Trascendencia con la Divinidad ó Dios.] Decir que el ser de la trascendencia no se puede alcanzar por ningún saber y por ninguna experiencia directa, ni tampoco por ningún conocimiento deductivo, por ninguna vivencia y ningún misticismo, en lo mismo que hablar de la divinidad; pero un hablar indirecto.Op.Cit., p. 81 Pero la gran cuestión es ésta: ¿dónde nos habla Dios?...La filosofía responde: la trascendencia habla inmediatamente a algunos hombres en la verdad...La trascendencia habla en la libertad del ser-sí-mismo, de la mismidad como el órgano en el cual el hombre, cada uno de los hombres, sin excepción inmediatamente ante Dios tiene que serse regalado a sí mismo para llegar a ser realmente hombre.”p. 206 “La trascendencia no habla a nadie directamente, no está ahí, no es palpable, aprehensible. Dios habla únicamente a través de nuestra propia libertad Idem, p. 191 120

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Page 1: Karl Jaspers, la filosofía : entre la existencia empírica ... · La realidad de la trascendencia sólo aparece inmanentemente en la objetividad, en tanto que es su lenguaje, pero

CAPÍTULO IV

LA TRASCENDENCIA1 Y SUS CIFRAS

Sólo al ser de la <existencia> se le aparece la verdadera realidad. Sin embargo, lo

que sea la realidad no queda por ello determinado ni es lo mismo para todos. Por el

contrario, no se muestra en el origen de la <existencia> de la misma manera. Hay

que preguntarse quién ve la realidad y de qué manera es vista. En cada caso, la

respuesta se separa de todo saber en un salto. Lo que soy en la vinculación de la

trascendencia está en correlación con lo que se me aparece como realidad. Esta, en

tanto que objeto del conocimiento impositivo en la orientación intramundana, es

ciertamente universal, pero como tal nunca llega a ser la realidad íntegra que

experimento y hago. Aquella es limitada, particular, relativa; ésta es la totalidad de

la realidad para mí. Cuando conozco aquélla, soy como “conciencia en general”;

1 [Si bien, para mí, esto no sucede tan evidentemente en la obra “Filosofía”, en algunas otras Jaspers identifica Trascendencia con la Divinidad ó Dios.] Decir que el ser de la trascendencia no se puede alcanzar por ningún saber y por ninguna experiencia directa, ni tampoco por ningún conocimiento deductivo, por ninguna vivencia y ningún misticismo, en lo mismo que hablar de la divinidad; pero un hablar indirecto.Op.Cit., p. 81 Pero la gran cuestión es ésta: ¿dónde nos habla Dios?...La filosofía responde: la trascendencia habla inmediatamente a algunos hombres en la verdad...La trascendencia habla en la libertad del ser-sí-mismo, de la mismidad como el órgano en el cual el hombre, cada uno de los hombres, sin excepción inmediatamente ante Dios tiene que serse regalado a sí mismo para llegar a ser realmente hombre.”p. 206 “La trascendencia no habla a nadie directamente, no está ahí, no es palpable, aprehensible. Dios habla únicamente a través de nuestra propia libertad Idem, p. 191

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cuando experimento ésta, soy en ella, referido a la trascendencia, posible

<existencia>. 2

Para Jaspers, la comprensión de sí mismo se produce en los distintos actos concretos de

elección, que en sus consecuencias indeterminables constituyen la vida, entonces el filósofo

pregunta: “¿por qué se ha elegido así? ¿Qué sentido y qué consecuencias tuvo la elección?

¿Qué supuestos y principios no sabidos están en su fondo? “3 La respuesta a estas preguntas

desarrolla conexiones racionales la cuales pueden conducir a las últimas posibilidades

fundamentales eligiendo entre las concepciones del mundo que tenemos, sin embargo, el

método para comprenderse a sí mismo en virtud de estos principios últimos tiene como

fundamento último la <existencia> misma. Esta elección del origen lleva al filosofar, cuya

pregunta incesante es: ¿qué es el Ser? Esta elección originaria –dice Jaspers- lleva al

filosofar en la realidad de la <existencia> individual a la certidumbre más decisiva. Las

formas de esta búsqueda del ser, partiendo de la posible <existencia>, son los caminos que

llevan a la trascendencia. Su esclarecimiento es la metafísica filosófica.

Es también esta búsqueda, para Jaspers, a mi parecer, la espiral que da vueltas alrededor

del ser, pues “si quiero penetrar hasta la fuente del ser, caigo en el vacío. Jamás alcanzo lo

que es como un contenido del conocimiento. Sin embargo, este abismo vacío para la razón,

puede llenarse para la <existencia>. Yo estoy en el trascender, donde esta profundidad se

descubrió y en la existencia empírica temporal, donde el buscar como tal se convirtió en

encontrar”4

2 Op.Cit. , p. 329 3 Idem , p. 324 4 Idem , p. 356-357

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Desde el ser del mundo vengo a mí como posible <existencia> quebrantándolo, soy en

ella comunicación y libertad dirigida a otra libertad, referido a un ser que no es

<existencia>, sino su trascendencia. La orientación intramundana muestra que el mundo

carece de fundamento en sí, siendo conscientes de este límite es como entramos en la crisis

que lleva a la posible <existencia> y al filosofar, en esta dialéctica, como posible

<existencia> aprehendo la antítesis del ser como cosa consistente y del ser que yo mismo

soy en tanto que libertad, por una parte, la consistencia objetiva y de validez general, en

tanto que la libertad cobra una validez incondicionada, esta incondicionalidad sólo se

realiza en relación a la trascendencia, pues la libertad sólo es puesta en acción mientras la

posible <existencia> se realiza, la libertad, no es el ser en sí. En la trascendencia cesa la

libertad, pues nada se decide ya. La libertad busca en la Trascendencia su cumplimiento, así

como la <existencia> sólo existe referida a la Trascendencia o no existe en absoluto.

La objetividad metafísica posee ante toda otra determinación cualquiera, un

carácter específico. Es función de un lenguaje, el cual hace comprensible la

trascendencia en la conciencia de la <existencia>. Por virtud del lenguaje de esta

objetividad la <existencia> puede actualizarse lo que como conciencia en general

no puede conocer. No es un lenguaje común a todas las “existencias”, en tanto que

comunidad de seres racionales, sino un lenguaje en cada caso “histórico”. Vincula

a unos y es inaccesible a los demás. Se trivializa haciéndose general y únicamente

es decisivo en el momento de ser creado y apropiado originariamente.5

5 Idem , p. 360

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Para Jaspers, el lenguaje de la trascendencia es un segundo mundo de objetos en el

mundo empírico, sólo perceptible para la posible <existencia>, presentándose en la historia

en la mítica, metafísica y dogmática religiosa. La realidad empírica, se impone para la

conciencia en general, en cambio, la realidad de la trascendencia no se impone, es una

realidad en el sentido de límite de la realidad empírica, que se hace patente en la

comunicación. La realidad de la trascendencia sólo aparece inmanentemente en la

objetividad, en tanto que es su lenguaje, pero no como objeto empírico, la trascendencia se

experimenta precisamente en la ruptura de la inmanencia6 en que el ser se presenta a la

<existencia> en el momento “histórico”. El lugar de la trascendencia es el límite no está en

el mundo ni más allá de él, es el límite que se presenta cuando estoy ante él auténticamente.

En la Trascendencia, como realidad de forma “histórica” la conciencia del ser se satisface a

sí misma en cada caso de modo irrepetible e inimitable, cuando la <existencia> es

“histórica” como libre auto aprehensión. La trascendencia –dice Jaspers- sólo es real para

nosotros en tanto que presencia en el tiempo, es una realidad de forma “histórica”, que

paradójicamente sólo puede ser aprehendida “históricamente” no puede ser, a su vez,

pensada adecuadamente como “histórica”.

“Lo objetivo metafísico”-dice Jaspers- “es, en tanto que objeto, sea como pensamiento,

sea como intuición, no ese mismo objeto, sino símbolo”7, este objeto, no puede afirmarse

como ser real empíricamente, sino sólo puede escucharse como lenguaje de la

trascendencia. Para la conciencia en general se patentiza el ser empírico, mientras que para

6 De hecho, el salto de la inmanencia lo ejecuta el hombre y precisamente de una vez: del mundo a la divinidad y del existente del espíritu consciente a la existencia. Existencia es el ser-mismo que se refiere a sí mismo y, por tanto, a la trascendencia mediante la que se sabe producida y en la que se funda.Op.Cit., p. 30 Es el salto de lo abarcador que somos como existente, como conciencia, como espíritu, a lo abarcador que podemos ser o realmente somos como existencia. Y se da con ello, al mismo tiempo, el salto de lo abarcador que reconocemos como mundo a lo abarcador que es el ser en sí mismo. Idem, p. 36-37 7 Op.Cit., p. 370

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la posible <existencia> el ser símbolo, ambos, son aspectos del mundo único: “Si se

considera el mundo, sin interpretarlo todavía, como dado empíricamente y cognoscible con

validez general, entonces es existencia empírica. Pero si se le toma como metáfora del

verdadero ser, entonces es símbolo”8. La objetividad metafísica pretende ser expresada

explícitamente por la mitología, la teología y la filosofía, estas tres esferas se acercan y se

rechazan mutuamente, entrelazándose en ocasiones.

La mitología, como profusión torrencial y siempre cambiante de historias, figuras

e interpretaciones, como despliegue de un saber de la trascendencia que impregna

el saber sobre el mundo y marcha a su lado; la teología, sobre la base de una

revelación fijada históricamente , como perfeccionamiento sistemático,

fundamentado racionalmente para el conocimiento de la verdad; la metafísica

filosófica como la ideación de la trascendencia en la existencia empírica

mediante pensamientos que impulsan a sus últimos orígenes y límites, se

entrecruzan y se cumplen solamente en el presente de una “existencia “ “histórica”

en cada caso. La filosofía se apropia lo que existe dondequiera como realidad

mítica y trata de comprender lo que para ella es extraño en la mitología y la

revelación.9

El buscar la trascendencia es, para Jaspers, el estar en relación existencial con ella10, la

presencia de la trascendencia está en el escrito cifrado, su lectura, así como las experiencias

8 Ibidem 9 Op.Cit., p. 381

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formales del pensamiento sólo reciben su importancia desde la aclaración de la

<existencia> en el filosofar. Así, partiendo de la inmanencia como multiplicidad del ser, la

trascendencia es el intento de cerciorarse del ser verdadero como el “ser uno y único”11,

todo lo pensable es rechazado por la trascendencia, pues ésta no puede ser determinada por

predicados, o representada en objetos, o pensada y comunicada en conclusiones, sin

embargo, todas las categorías pueden utilizarse negativamente para afirmar la trascendencia

que “no es” cantidad, calidad, relación, fundamento, múltiple, una, etcétera. Sin embargo, si

pienso el ser trascendente irremediablemente lo aprehendo en una forma determinada,

vinculándola a la expresión en categorías, por ello, Jaspers diferencia tres esferas de

categorías: de la objetividad en general, de la realidad, y de la libertad.

En el trascender en las categorías de lo objetivo en general, Jaspers analiza siete aspectos:

1) El ser y la nada; “entre la nada como sobre-ser y la nada como no-ser, está la realidad

empírica del ser determinado en las categorías. En él todo es equívoco. Partiendo de él la

mirada percibe como su trascendencia el verdadero ser; pero partiendo de él también se

abre el abismo trascendente de la verdadera nada.”12

2) Unidad y la dualidad, “Unidad y dualidad, en cuanto pensables, no son la

trascendencia. Como trascendencia ya no se les puede pensar más que por virtud de sus

10Nous retrouvons ici l’un des traits constants de la philosophie jaspersienne. Partout elle donne le primat à l’action. La saisie de la Transcendance dans le chiffre est opposée aux procédés intellectuels inefficaces. Elle consiste en une action intérieure. Op.Cit., p. 91 11 ¿qué es, pues, este Uno? Una cifra, decimos. ¿Se entiende lo Uno numéricamente, en el sentido del número “uno”? La respuesta a esto es: el número “uno” está inevitablemente en la expresión. Pero de ningún modo es suficiente esta respuesta, e induce a error...La fuerza de lo Uno de la Trascendencia tiene un sentido completamente diferente del mero número. Op.Cit., p. 70 12 Op.Cit., p. 403

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símbolos, los cuales son unidad y dualidad relativas en su manifestación. En la

trascendencia unidad y dualidad son la misma cosa.”13

3) Forma y materia; “si, no obstante, la forma y la materia son establecidos de suerte que

ambos sean valiosos tanto negativa como positivamente y ambos señalan el buen camino y

el falso camino, entonces, un trascender busca, por encima de ambos caminos, aquella

impensable identidad de la trascendencia, en la cual, lo que estaba escindido y aún en su

conexión seguía dividido, e concierte en Uno, de suerte que lo que es verdaderamente

forma se hace materia y lo que propiamente es materia se hace forma, y forma y materia

son la misma cosa.

4) Posibilidad, realidad, necesidad, casualidad; “si digo: lo posible, que es real, es

también necesario, entonces esta necesidad en la existencia empírica es la necesidad

determinada de una conexión causal de algo con otro.”14 A diferencia de la realidad

empírica, la realidad absoluta tiene su necesidad en el hecho de ser así y no de otra manera,

sin tener por ello que depender de otro para fundamentarse. Para Jaspers, si se pudiera

pensar la necesidad y el azar como realmente idénticos se tendría al ser trascendente como

objeto.

5) Fundamento; “el trascender en la categoría del fundamento es la pregunta por el

fundamento del ser juntamente con la respuesta de que ser y fundamento del ser son la

misma cosa cuando yo estoy en el origen”15

6) Lo general y lo individual; “En el mundo persiste la escisión, lo general y lo

individual, en las categorías particulares que se repelen mutuamente. Si trascendiendo sobre

este ser inmanente, en el cual no puedo concebir a lo uno partiendo de lo otro, tengo que

13 Idem, p. 405 14 Idem, p.410

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Page 8: Karl Jaspers, la filosofía : entre la existencia empírica ... · La realidad de la trascendencia sólo aparece inmanentemente en la objetividad, en tanto que es su lenguaje, pero

pensar en un individuo absoluto que es idéntico con lo general. Sería algo general de un

carácter singular, al mismo tiempo individualidad, y un individuo de tal clase que, en toda

determinación, sería general al mismo tiempo. “16

7) Sentido; “en lugar de inferir el sentido y de investigar el ser como una realidad

empírica en el mundo, sólo trascendiendo puedo buscar la identidad del sentido y del

absurdo como el ser impensable de la trascendencia. Esta unidad, inaccesible al

pensamiento, únicamente puede hacerse accesible al fracasar el pensamiento absurdo,

cuando le anima la plenitud existencial “histórica”. El ser es tal que esta realidad empírica

es posible”17

En el trascender las categorías de la realidad, se considera la realidad como temporal y

espacial, espacialmente la existencia empírica como materia, vida y alma. La trascensión

por el pensamiento sobre el tiempo no busca la intemporalidad sino que, en la temporalidad

“histórica” de la <existencia>, la eternidad. La eternidad en tanto que es la trascendencia, es

para Jaspers, lo que aparece en el tiempo envolviendo todo el tiempo. Mientras que yo

aprehendo el tiempo por virtud de la decisión, aprehendo el espacio en virtud de que la

decisión en el instante es un mundo que yo lleno, porque no es sólo mundo, sino presencia

del ser de la trascendencia.

En el trascender las categorías de la libertad, la trascendencia en tanto que el verdadero

ser, no es la libertad como la <existencia> sino el fundamento de esta libertad

La <existencia>fue pensada para la aclaración de la <existencia> al trascender

sobre la existencia empírica y la intelección objetivamente adecuada como signum

15 Idem, p. 411 16 Idem , p. 411

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de la certidumbre del ser, el cual como él mismo está al mismo tiempo referido a

su trascendencia. Después de pensar la <existencia> como un signum, yo, sobre

este signum, que como pensable ya fracasó, pero persistió en la certidumbre del

ser-sí-mismo que se es presente, trasciendo a la impensabilidad el verdadero ser,

que en el fracaso vuelve a mí como cifra.18

La trascendencia sólo está presente cuando la <existencia> en la situación límite se

dirige a ella desde el propio origen, es decir yo aprehendo el ser de la trascendencia sólo

cuando actuando interiormente soy yo mismo. Así, la trascendencia experimentada se hace

objetiva contemplándola y pensándola en las situaciones límite, para desvanecerse de

nuevo.

La <existencia> se sitúa, partiendo de la problemática realidad empírica, respecto

a la trascendencia, en actitud de desafío y de abandono. De las situaciones límite,

que en la existencia empírica se patentizan destructoramente, surge la pregunta de

por qué la existencia empírica es así. Esta pregunta lleva al desafío contra la raíz

de la existencia empírica o al abandono que confía en lo inconcebible.

La <existencia> se experimenta a sí misma en caída y ascensión, dirigida a la

trascendencia o abandonándola. Desde la absoluta conciencia del ser-sí-mismo

como descenso o elevación se aprehende el ser mismo.

Pero qué sea la <existencia> en la ascensión no está determinado en la existencia

empírica: En su posibilidad está el camino hacia la ley y el orden del día en la

17 Idem , p. 412 18 Idem , p. 424

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manifestación de la existencia empírica racional, pero, frente a él, hay otro camino

como pasión de la noche en la destrucción como la pretensión de un ser más

profundo. Esto manifiesta la equivocidad más terrible. No es posible que la

<existencia> esté satisfecha de sí misma como una existencia empírica ciega,

únicamente vital.19

Entonces, yo llego a ser yo mismo en lo Uno20, que es la posibilidad de la verdad que se

muestra. Lo Uno en su determinación “histórica” es puesto en cuestión por la multiplicidad

de las posibilidades de la existencia empírica. Para Jaspers, las cuatro actitudes

existenciales se suscitan mutuamente sin permitir la paz de la <existencia>.El desafío y el

abandono no pueden ser uno en sí mismo, entonces, parecen disolverse en la ascensión que

se descubre partiendo de la caída y se descompone en la razón del día y la pasión de la

noche. En cada una de las actitudes existenciales21, existe para Jaspers, la posibilidad de

representar objetivamente la trascendencia “en las cifras del mito y los pensamientos

especulativos”22, entonces, en el desafío y abandono se trata de buscar una justificación o

refutación de la trascendencia en las teodiceas; en la caída y la ascensión el individuo

escucha a su genio y su demonio.

En las situaciones límite, donde se patentiza la aniquilación de todo, surge la rebeldía

como un grito contra el origen de la existencia empírica, no quiero aceptar esta existencia

como mía, en el desafío se rechaza la desdicha, y del ser-sí-mismo emana la pregunta

19 Idem, p. 430 20 Lo Uno está realizado en la medida en que los hombres logran comunicarse entre sí. Esta sería la idea de esa comunicación perfecta de los hombre que comienzan siendo dos; comunicación en la que las almas miran la una dentro de la otra Op.Cit., p. 69 21Elijo tres ejemplos de incredulidad filosófica: la demonología, la divinización de hombres y el nihilismo.Karl Jaspers. Op.Cit., p. 116 22 Op.Cit.,p.431

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perpetua, de afán de saber, búsqueda de la verdad, que al desgarrarse desarrolla la tensión

desde la cual la trascendencia puede ser aprehendida, es entonces cuando en el desafío el

ser-sí-mismo es posibilidad y queda anulado en la trascendencia.

En la decisión del desafío está implícita la decisión de su contrario: el abandono. Sólo

llego al ser-sí-mismo, superando el desafío, cuando “históricamente” quedo vinculada

incondicionalmente al Uno en la existencia empírica, abandonándome a la divinidad. El

abandono se realiza en el Mundo, y gracias a su mediación es que se llega a la

trascendencia, el abandono, dice Jaspers “es estar dispuesto a la vida cualquiera que ésta

sea, a tomarla sobre sí tal como venga”23.

El desafío es lo propiamente humano. Quien mira con los ojos muy abiertos los

hechos y los interroga, encontrará el camino hacia el <no>. La confianza del

abandono no puede ser verdadera cuando es prejuicio imperturbable en el que ya

encuentro el sosiego, sino solamente cuando se conquista a la vista de la

desconsoladora horridez de la real existencia empírica. Quien no siente espanto y

no resiste la prueba no conoce la confianza. A nadie se le puede imponer. Va

acompañada de la conciencia de que no tiene ningún mérito en sí.24

La trascendencia no se aprehende pensándola o siguiendo determinadas reglas, sino que

estoy “en ascensión hacia ella o en caída desde ella”25. En el proceso de mi ascensión o

caída todo está sujeto a mi valoración, juzgo mis acciones, así como mi existencia empírica

23 Idem, p.437 24 Idem, p.443 25 Idem, p.445

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y todo lo que se me presenta. “Tal como yo lo valore, tal soy yo, y así llego a ser”26, mi

ascensión dependerá de mi adhesión a la propia valoración, el descenso. Por el contrario, al

alejamiento propio. La ascensión y la caída están vinculadas a supuestos previos, a un

fundamento, soy un ser “históricamente” vinculado, dependiendo del mundo en el que vivo.

Esta caída y ascensión son proceso en la existencia temporal, en la que quiero ser total, pero

es sólo en la trascendencia donde puedo serlo, es por ello que en la existencia empírica la

caída y la ascensión sólo se alternan. La caída y la ascensión como un acontecer histórico,

son los momentos de la realidad del ser-sí-mismo, ya que por virtud de ellos la posible

<existencia> cobra la visión de una totalidad en la cual ella misma está entretejida con su

realidad empírica. Sólo cuando el hombre27 actúa “históricamente”, sabe lo que quiere

incondicionadamente, cuando su conciencia absoluta penetra los acontecimientos y se ancla

en la trascendencia.

Vivir filosóficamente en la existencia temporal sin totalidad a cuenta y riesgo

propio es el lote del hombre que sabe que debe ser libre. Como salido del ser le

estremece el carácter inquietante de una existencia empírica sin totalidad en la

pregunta que se atreve a expresar el miedo de que sea posible la nada que es

absolutamente nada. Yo estoy aquí, sin amparo, en la mano... ¿de quién? Yo no lo

sé y me veo rechazado a mí mismo: sólo por mi resolución, cuando yo soy yo

mismo del modo más decisivo y, sin embargo, no sólo soy yo mismo, percibo la

posibilidad de elevarme o de perderme.28

26 Idem, p.446 27 Ser hombre es llegar a ser hombre.Op.Cit., p.73

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Para Jaspers, nuestro ser parece estar referido a dos poderes en la existencia empírica: la

ley del día y la pasión de la noche; la ley del día establece el orden en la existencia

empírica, exige realizar en el mundo, edificar en el tiempo, perfeccionar la existencia

empírica, “pero en el límite del día se oye otra voz. La pasión de la noche quebranta todo

orden. Se precipita en el abismo sin tiempo de la nada que lo atrae todo a su remolino.” 29

Toda edificación en el tiempo, como manifestación histórica, se le antoja una superficial

ilusión. La muerte es el límite conocido por la ley del día, en cambio, la pasión de la noche

tiene con la muerte una relación de atracción y rechazo. La pasión de la noche es

difícilmente describible pues “la oscuridad, que es origen para sí, cesaría si se aclarase”30,

sin embargo, la oscuridad envolvente tiene su fundamento en “la sujeción a la tierra, la

madre, la consanguinidad y la raza, aunque son reconocidas “históricamente” por la

conciencia del día”.

Ni el instinto, ni el placer, ni la curiosidad, ni la embriaguez son la posibilidad de

la noche, aunque pueden ser sus forma de manifestarse; tampoco lo es el impulso

de la propia aniquilación nacido del desafío, ni tampoco la obliteración hacia el

otro, ni la voluntad egoísta que aísla de lo general y total, ni el nihilismo que como

juicio aniquilador quisiera darse peso sin contenido. Estas desviaciones, en cuanto

son lo negativo insustancial, encubren, por virtud de su volumen masivo en la

existencia empírica, el verdadero mundo de la noche o le dejan estar ahí como lo

que sólo es malo, como la disipación, la pasión momentánea y particular y el mero

capricho. Pero la noche, como sustancial, es el camino del desvanecimiento en el

28 Op.Cit. , p. 452 29 Idem , p. 465

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abismo que no es sólo nada. La muerte es su ley que hace desintegrarse en nada

Edmundo del día. Quien en principio infringe radicalmente la ley del día por amor

a la noche, ya no puede vivir verdaderamente, es decir, construyendo y en la

posibilidad de la dicha. Destrozado para siempre por virtud de la traición cometida

contra sí mismo, ya no es capaz de ninguna incondicionalidad si quisiera seguir

viviendo.31

La verdadera pasión está siempre relacionada con aquello que quebranta. La ley del día

y la pasión de la noche, los dos mundos, están relacionados entre sí, se separan para poder

ser aclarados, “Lo que parece ley del día se invierte en abismo de la noche cuando lo Uno,

de lo que depende el día, se subleva contra la claridad de lo general e incluso se convierte

en falta de ley. Lo que parecía noche se convierte en fundamento del día cuando la

perdición en la noche se convierte en una obra que conoce su oscuro fundamento, pero

entonces rechaza y combate lo que antes fue su propio origen.”32 Es en la crisis de la

<existencia> cuando se decide, ya sea amar la muerte, abandonando el día, en lugar de

tener la voluntad de vivir y actuar.

En el día, la finalidad de la existencia empírica es la buena voluntad, sin embargo esta

actúa sujeta a la situación límite de la culpa, la que consiste en evitar la realidad, pues el

destino se evade tanto en la entrada al día como en el abandono a la noche, lo existencial es

la voluntad de vinculación en la existencia empírica. La ley del día y la pasión de la noche

están más allá de toda justificación, por lo que la aclaración de la culpa sólo capta la

conciencia culpable del mundo del día, ya que en la noche no se filosofa. Es sólo en la

30 Idem , p. 467 31 Idem, p. 470

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crisis de la <existencia> cuando se decide entre la ley del día y la pasión de la noche, en

dos mundos cuya polaridad nunca se aclara, cuyo ser nunca es conocido por el

pensamiento.33

Para Jaspers, la cifra34 es el lenguaje de la trascendencia, es objetividad metafísica,

incomprendida por la conciencia en general, ya que este lenguaje sólo es percibido por la

posible <existencia>.La trascendencia se nos hace presente cuando el mundo ya no es

experimentado como lo existente por sí, como lo que es en sí, lo eterno, sino como un

tránsito. La trascendencia, manifiesta Jaspers, tiene tres lenguajes: el primero que se

presenta a la conciencia absoluta de la trascendencia, lo percibe el individuo en el momento

“histórico”. El segundo lenguaje es el que se da para la transmisión intuitiva entre las

“existencias”, lo que parece incomunicable se trasmite por relatos, imagen, figura y gesto.

El tercer lenguaje es puramente intuitivo, incognoscible, “pero en el pensamiento se torna

un tercer lenguaje de transmisión filosófica”35

La experiencia puede ser percepción sensible al detectar una cosa espacial y

temporalmente; esta experiencia es vivencia cuando se da cuenta de sí misma; también

puede ser conocimiento, como resultado de una investigación; es pensamiento para mi

conciencia; la base de todas estas experiencias es la experiencia metafísica, lectura del

primer lenguaje de la trascendencia. Esta lectura no pertenece a la conciencia en general,

32 Idem , p. 476 33 hay cosas que podemos conocer y en la medida en que las podemos conocer se acercan al terreno de las ciencias. Segundo: que hay cifras que nos interpelan, y otras que, por el contrario, nos rechazan; cifras con las que nos reconocemos a nosotros, y cifras con las que notamos que yo no soy el que piensa semejantes cifras. Op.Cit., p. 52 34Unas imágenes y representaciones con las que aludimos a la trascendencia. Las denominamos cifras. Aquello con lo que tenemos que habérnoslas aquí no son ni fenómenos ostensibles ni signa de la <existencia>, sino ese algo mediante lo cual nos relacionamos con la trascendencia. Pues bien, semejantes cifras las hay a lo largo de toda la historia...Las cifras no son conocimiento de algo. No son signos los cuales están patentes cuando se dice lo que designan, sino que en ellas mismas está presente lo que de ningún otro modo puede hacerse presente. Idem, p.39 35 Op.Cit., p.497

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por lo tanto, no comprende, ni descubre, sino que se sustrae a toda comprobación posterior;

la experiencia de la trascendencia es más decisiva al acercarse a aquello que se cumple sólo

aquí y ahora.

Dice Jaspers “justo al lenguaje del ser está el lenguaje de los hombres”, las creaciones

lingüísticas de contenido metafísico se han hecho objetivas en los mitos, éstos cuentan

sucesos que determinan el fundamento de la realidad empírica, la verdad del mito perdura

eternamente siempre y cuando sea considerado como tal, su interpretación da pie a una

simplificación falsa, perdiendo así su contenido “histórico”.

“El pensamiento, incluso desarrollado en un sistema metafísico, no es más que un

símbolo ideal, no un conocimiento de la trascendencia. Él mismo es cifra, posibilidad de ser

leído; por tanto, no es una manera idéntica para todos, sino diversa por apropiación

personal en cada caso”36

Para Jaspers, la posibilidad de experimentar el verdadero ser requiere de trascendencia

inmanente:

Esta inmanencia tiene un carácter paradójico. Inmanente es directamente a

diferencia de lo trascendente, en la “conciencia en general”, lo que todo humano

puede experimentar idénticamente: el mundo. Inmanente es también la

certidumbre existencial del ser-sí-mismo, la cual, aunque ya no es accesible a la

“conciencia en general” se es presente a sí misma a diferencia del ser de la

trascendencia, el cual existe para la <existencia> como aquello a lo que ella se

refiere como verdadero ser. Pero si el ser de la trascendencia se hace presente a la

<existencia>, no es como él mismo, pues no hay ninguna identidad de “existencia

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y trascendencia, sino como cifra, y aún así tampoco como objeto, el cual es este

objeto, sino, por así decir sesgando toda objetividad. La trascendencia inmanente

es la inmanencia, que inmediatamente se desvanece de nuevo; es trascendencia

que en la realidad empírica se ha hecho lenguaje en tanto que cifra. Así como en la

“conciencia en general” el experimento es el mediador entre el sujeto y el objeto,

así la cifra lo es entre la <existencia> y la trascendencia. 37

La cifra38 es quien trae la trascendencia a presencia, sin que la trascendencia sea

considerada como objeto no la <existencia> como sujeto. La lectura de las cifras es “como

un don emanado del origen del ser”, en el mito como segundo lenguaje de transmisión, se

traducen las cifras originarias en objetividades específicas, en un lenguaje alegórico de

personificaciones, visiones, historia visionaria y afirmaciones dogmáticas. La

multiplicación de los signos constituye un mundo abierto, ya que cada símbolo es

manifestación de la trascendencia, unidad y totalidad. Percibir el símbolo39 es equivalente

“a traspasar la intrincada red de lo que es empíricamente real y de lo que vale

impositivamente, para colocarse directamente ante lo no sabido.”40 En el escrito cifrado es

imposible separar el símbolo de lo que simboliza, la trascendencia se hace presente pero es

ininterpretable”. Así, toda la realidad empírica está penetrada de simbolismo, todo lo que se

presenta puede ser expresión, pero una expresión muda ya que es una expresión del ser, que

36 Op.Cit., p. 503 37 Idem , p.505 38 La théorie du Chiffre est donc la pièce maîtresse de la métaphysique de Jaspers. Xavier Tilliette, Karl Jaspers Théorie de la vérité Métaphysique des chiffres Foi philosophique, Aubier, Paris, 1959, p.160 39 En “La fe filosófica ante la revelación” Op.Cit., Jaspers distingue signo, símbolo y cifra; signo es “significación definible de otro, en cuanto tal directamente accesible”, el símbolo como “plenitud plástica, en la que lo simbolizado sólo está presente en el símbolo”, en cambio, cifra es el lenguaje de lo trascendente. Esta distinción al parecer aún no es hecha en la Filosofía. 40 Op.Cit.,p.507

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puede ser percibida en la fisonomía y en la mímica involuntaria del hombre, en esa

expresión inconsciente. La percepción no es la de la “conciencia en general”, sino la visión

de la libertad por la libertad, pues lo que se ve depende del propio ser.

La existencia empírica se aprehende a través de la expresión, al limitarla únicamente a

realidad empírica limito mi capacidad de percepción, entonces sólo conservo las cualidades

consistentes perdiendo al hombre en sí, pero si entro de manera veraz en el otro la

expresión da un salto convirtiéndose en posibilidad y cobrando un sentido más profundo.

No sólo el hombre tiene expresión, todas las cosas parecen expresar un ser, una realidad

que percibimos en la naturaleza, en la realidad del hombre, no admite una comprobación

como realidad empírica. Jaspers distingue la expresión del ser de la expresión

comunicativa, cuya finalidad es la transmisión, es lenguaje en el verdadero sentido.

El simbolismo puede ser interpretable o intuíble, el simbolismo interpretable es objetivo

y su sentido es resoluble, pero al acercarnos al símbolo como cifra de la trascendencia,

entonces es intuíble, el simbolismo intuíble mantiene unidos el signo y la significación; es

sólo accesible a la <existencia>, en cambio el simbolismo interpretable es accesible a la

“conciencia en general”.

Aunque la interpretación, como conocimiento, posee sinfinitud y arbitrariedad, las

cuales hacen imposible en ella la prueba y la contradicción, y la anulan, por tanto,

como conocimiento, sin embargo la interpretación, como un círculo que gira en sí,

puede cobrar el carácter de símbolo del tercer lenguaje, el cual lee

especulativamente el escrito cifrado. El círculo, que en cuanto lógico está vacío

para el conocimiento, y en el cual la argumentación no tiene sentido, hinche por

virtud del contenido de una <existencia>, en otra dimensión el presente de la

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visión de la trascendencia que se transmite en este lenguaje. Vistas así, todas las

interpretaciones que pretenden sondear la totalidad son de hecho maneras de crear

y leer el escrito cifrado.41

El símbolo no es conocimiento, pero en su carácter de cifra hace que para la posible

<existencia> surja la pregunta sobre su propia trascendencia, la verdad de la interpretación

del símbolo es existencial, no lógica y me doy cuenta de ella por mi ser-sí-mismo. “Yo me

convenzo a mí mismo por aquello que soy y quiero, no por la inteligencia o la observación

empírica”42. En la interpretación del escrito cifrado se parte de la autopresencia, al

aprehender el escrito cifrado lo infinito es lo primero, “de la trascendencia percibo tanto

como yo mismo llego a ser; si yo desfallezco, la trascendencia se oscurece en su presencia

constante en sí”43, cuando caigo en la mera existencia empírica y la “conciencia en

general” la trascendencia se desvanece. Sin embargo, la lectura del escrito cifrado nunca

hace a un lado la existencia empírica, sino que lo que le importa es aprehender todo lo que

existe como penetrado por la libertad44, “la lectura de la cifra tiene el sentido de un saber

del ser en el cual el ser como realidad empírica y el ser como libertad se tornan idénticos”45.

El pensamiento especulativo, entonces, es el escrito cifrado transmisible, en la verdadera

incomprensibilidad de la sustancia del ser.

41 Op.Cit. , p. 517 42 Ibidem 43 Idem, p.520 44 La trascendencia, pues, evidentemente no es un objeto de conocimiento, y no es un objeto al que yo, en virtud de mi libertad y haciendo uso de no importa qué mañas y formalismos, pueda convertir en un objeto de conocimiento. Y a pesar de ello, nosotros, en tanto que hombres, tenemos los medios para percatarnos de lo que nunca deviene en objeto, y de lo que puede guiar y guía nuestra vida, quizás aún cuando no sepamos que los expresamos en el lenguaje, pues existe en lenguaje. A este lenguaje de la trascendencia lo denominados lenguaje de las cifras. Op.Cit., p. 65 45 Op.Cit.,p.523

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Dice Jaspers que considerando con "tacto filosófico”, cifra es toda la realidad empírica

de la orientación intramundana, la riqueza de la Naturaleza y de la historia; “la conciencia

en general” expresamente aclarada junto con las categorías que articulan el ser; finalmente

el hombre que nunca se agota y como posibilidad es todo a la vez. La orientación

intramundana no necesita en sí misma una lectura de cifras, ya que estas no pueden ser

validadas por la conciencia en general, lo que la cifra es no lo decide la ciencia sino la

<existencia>. Sin embargo, sin la ciencia la metafísica se torna en caprichosa y fantástica,

es por la ciencia que la metafísica tiene su apoyo y contenido cognoscitivo. Entonces, la

orientación intramundana es el supuesto para la verdadera lectura de la cifra, que se realiza

en la realidad esclarecida por la orientación intramundana, sin embargo la lectura de la cifra

no se realiza en los resultados científicos, sino en el ser-sí-mismo que lee la realidad.

En la cifra termina el preguntar, pues su verdadero ámbito está en la orientación

intramundana. ”Pero el preguntar desaparece ante la cifra, pues lo que sería preguntado ya

no sería la cifra, sino su envoltura y residuo como mera realidad empírica, a no ser que la

pregunta y la respuesta como tales se tornasen, a su vez, material para una lectura

trascendente de la cifra”46. Si lo último y más importante es preguntar, entonces la cifra

deja de ser visible.

El hombre es realidad empírica para la orientación intramundana, es también

“conciencia en general” y es posible <existencia>, todo a la vez. Lo que sea el hombre, se

pregunta y responde en los diferentes planos de un saber del ser, y al fin se patentiza en la

cifra de su ser particular en su trascendencia.47 La filosofía, entonces, es el pensar en el cual

yo descubro el Ser mismo por acción interior; dicho de otro modo: es el pensar que prepara

46 Idem, p.548 47 Ibidem

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y rememora el remontarse a la Trascendencia y en el momento mismo se realiza como una

acción pensante del hombre entero. 48

¿Cuál es el último término para Jaspers?: El fracaso. Así lo demuestra la orientación

intramundana, la aclaración de la <existencia> y la trascendencia. En la mera existencia

empírica todo tiende a la desaparición, el fracaso de la <existencia> se da, cuando yo en

libertad, partiendo de la realidad empírica llego a la certidumbre del ser tengo que

experimentar este fracaso “pues la imposibilidad de bastarme a mí mismo en absoluto no

nace sólo del hecho de estar ligado a una realidad empírica que tiene que perecer, sino de la

libertad misma. Por virtud de ella soy culpable de todos los casos; yo no puedo llegar a ser

por entero.”49 Para Jaspers “La verdad, como la verdad auténtica que yo aprehendo, porque

yo la soy y la vivo, no tiene ninguna posibilidad de ser cognoscible como verdad válida

generalmente” porque, afirma, la auténtica verdad es precisamente la que perece.

El ser sí mismo no se puede sostener sólo por sí mismo; puede no presentarse y no

se le puede forzar. Cuanto más decisivamente se alcanza tanto más claro se hace

su límite, en el cual falla. Cuando fracasa en su voluntad de bastarse a sí mismo

queda preparado para su oro, la trascendencia, que se engañe mi confianza de

encontrarme a la postre a mí mismo en la referencia trascendente, nunca se lo que

fue en definitiva culpa mía y lo que tengo que soportar como algo que me ha

ocurrido sólo a mí; yo puedo fracasar como yo mismo sin que me ayuden la

confianza filosófica, la palabra divina y la garantía religiosa, a pesar de que toda la

veracidad y disponibilidad parecían en su colmo.

48 Op.Cit. p. 260 49 Op.Cit., p.605

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En la multiplicidad del fracaso, empero, queda la cuestión de si el fracaso es, en

absoluto, aniquilación porque lo que fracasa perece, en efecto, o si, por el

contrario, en el fracaso se patentiza un ser; si el fracaso puede ser no sólo el

fracaso, sino movimiento hacia la eternidad.50

Sin embargo, para Jaspers, querer directamente el fracaso sería una perversión en la cual

el ser quedaría oscurecido en la noche de la nada, así, de la conciencia del fracaso no se

sigue necesariamente la pasividad, que es la forma de la nada, sino la posibilidad de una

actividad verdadera, ya que, argumenta :“lo que perece tiene que haber sido”.51

Sin embargo, es imposible vivir con la visión del fracaso, la desesperanza y el

conocimiento de la realidad parecen llevarnos a la angustia como último; “la verdadera

angustia es aquella a la que se considera como lo último, a partir de la cual ya no hay más

camino”52 ¿Qué sugiere Jaspers ante esto? El salto de la angustia a la paz, planteándolo

como el más gigantesco que el hombre puede dar “Si lo consigue es que su fundamento está

más allá de la <existencia> del ser-sí-mismo. Su fe le vincula de manera indeterminable a

la Trascendencia”, esta no es mera angustia o mera paz, pues éstas por sí mismas encubren

la realidad, sin embargo, sólo la angustia que salta a la paz “puede mirar sin reserva la

realidad del mundo”.53

50 Ibidem 51 Idem, p.609 52 Idem, p.620 53 Ibidem

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