julio noé y la antología de poesía argentina moderna (1926): un punto de inflexión en la...

27
Anales de Literatura Hispanoamericana ISSN: 0210-4547 2007, vol. 36, 171-197 Julio Noé y La Antología de la poesía argentina moderna (1926): un punto de inflexión en la práctica antológica en Argentina Aníbal SALAZAR ANGLADA Universidad de Sevilla RESUMEN El presente trabajo centra su atención en la Antología de la poesía argentina moderna, cuyo autor es el crítico e historiador Julio Noé. Publicada en 1926 y reeditada en 1931 con algunos cambios signifi- cativos, dicha obra constituye un hecho de enorme relevancia en lo que se refiere a la publicación de antologías poéticas de ámbito hispánico, siendo notable su influencia en algunos trabajos ulteriores de gran calado (entre estos cabría destacar la antología que da a conocer Federico de Onís en 1934). La obra de Noé representa el primer intento logrado de realizar una antología que, desde una lectura crí- tica del pasado y el presente cultural, muestra la evolución de la poesía argentina moderna desde sus orígenes (el modernismo, con Leopoldo Lugones a la cabeza) hasta las nuevas voces surgidas en la década del 20 (la vanguardia). No obstante el rigor y el afán objetivista del antólogo, el estrecho vín- culo de Noé con la revista Nosotros y la generación que surge con ella nos da la clave del lugar privi- legiado que ocupa la poesía posmodernista en la arquitectura historicista de la obra. Palabras clave: Julio Noé, Antologías, Argentina, Revista Nosotros, Poesía Argentina Moderna, Historia y Crítica Literarias, Modernismo, Posmodernismo, Vanguardia, Nacionalismo Cultural. Julio Noé and The Antología de la poesía argentina moderna (1926): a point of inflection in anthological practice in Argentina ABSTRACT This work focuses on the Antología de la poesía argentina moderna. The author is the critic and historian Julio Noé. Published in 1926, and again in 1931 with a number of significant changes, this work constitutes a highly valued reference with regard to the publication of Hispanic anthologies of poetry, its influence on a number of important later works being considerable (among these works, we could highlight the anthology by Federico de Onís in 1934). The work by Noé becomes the first successful attempt to produce an anthology which, from a critical reading of the cultural past and present, displays an evolution of modern Argentinian poetry from its origins («modernismo», with Leopoldo Lugones at the forefront) to the new figures who emerged in the 1920s (avant-gardism). Nevertheless the anthologist’s rigour and his eagerness for objectivism, the close relationship between Noé and the journal Nosotros, and the generation emerging from this publication explain the privileged position of postmodernist poetry in the historicist architecture of this work. Key words: Julio Noé, Anthologies, Argentina, Journal Nosotros, Modern Argentinian Poetry, Literary History and Criticism, «Modernismo», «Postmodernismo», Avant-gardism, Cultural Nationalism. Al traspasar el meridiano de la década del 20 se da a conocer en Buenos Aires la que es sin duda una de las compilaciones de poesía argentina más importantes den- tro de la dilatada tradición antológica en el Río de la Plata: la Antología de la poe-

Upload: claudia-gilman

Post on 26-Sep-2015

8 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

Autor: Aníbal Salazar AngladaSobre antologías poéticas de ámbito hispánico

TRANSCRIPT

  • Anales de Literatura Hispanoamericana ISSN: 0210-45472007, vol. 36, 171-197

    Julio No y La Antologa de la poesa argentinamoderna (1926): un punto de inflexinen la prctica antolgica en Argentina

    Anbal SALAZAR ANGLADA

    Universidad de Sevilla

    RESUMENEl presente trabajo centra su atencin en la Antologa de la poesa argentina moderna, cuyo autor esel crtico e historiador Julio No. Publicada en 1926 y reeditada en 1931 con algunos cambios signifi-cativos, dicha obra constituye un hecho de enorme relevancia en lo que se refiere a la publicacin deantologas poticas de mbito hispnico, siendo notable su influencia en algunos trabajos ulteriores degran calado (entre estos cabra destacar la antologa que da a conocer Federico de Ons en 1934). Laobra de No representa el primer intento logrado de realizar una antologa que, desde una lectura cr-tica del pasado y el presente cultural, muestra la evolucin de la poesa argentina moderna desde susorgenes (el modernismo, con Leopoldo Lugones a la cabeza) hasta las nuevas voces surgidas en ladcada del 20 (la vanguardia). No obstante el rigor y el afn objetivista del antlogo, el estrecho vn-culo de No con la revista Nosotros y la generacin que surge con ella nos da la clave del lugar privi-legiado que ocupa la poesa posmodernista en la arquitectura historicista de la obra.

    Palabras clave: Julio No, Antologas, Argentina, Revista Nosotros, Poesa Argentina Moderna,Historia y Crtica Literarias, Modernismo, Posmodernismo, Vanguardia, Nacionalismo Cultural.

    Julio No and The Antologa de la poesa argentina moderna (1926):a point of inflection in anthological practice in Argentina

    ABSTRACTThis work focuses on the Antologa de la poesa argentina moderna. The author is the critic andhistorian Julio No. Published in 1926, and again in 1931 with a number of significant changes, thiswork constitutes a highly valued reference with regard to the publication of Hispanic anthologies ofpoetry, its influence on a number of important later works being considerable (among these works, wecould highlight the anthology by Federico de Ons in 1934). The work by No becomes the firstsuccessful attempt to produce an anthology which, from a critical reading of the cultural past andpresent, displays an evolution of modern Argentinian poetry from its origins (modernismo, withLeopoldo Lugones at the forefront) to the new figures who emerged in the 1920s (avant-gardism).Nevertheless the anthologists rigour and his eagerness for objectivism, the close relationship betweenNo and the journal Nosotros, and the generation emerging from this publication explain the privilegedposition of postmodernist poetry in the historicist architecture of this work.

    Key words: Julio No, Anthologies, Argentina, Journal Nosotros, Modern Argentinian Poetry, LiteraryHistory and Criticism, Modernismo, Postmodernismo, Avant-gardism, Cultural Nationalism.

    Al traspasar el meridiano de la dcada del 20 se da a conocer en Buenos Aires laque es sin duda una de las compilaciones de poesa argentina ms importantes den-tro de la dilatada tradicin antolgica en el Ro de la Plata: la Antologa de la poe-

  • 172 Anales de Literatura Hispanoamericana2007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    sa argentina moderna realizada por Julio No (1926). Su publicacin a comienzosde este ao y su posterior reedicin (No 1931), con algunos cambios significativosque sealaremos oportunamente, marc un antes y un despus en la prctica de laantologa potica de mbito hispnico, convirtindose de inmediato en una obra dereferencia inexcusable para ulteriores trabajos recopilatorios dentro y fuera deArgentina. La antologa de No es, ante todo, el resultado de una tarea ambiciosapor parte de un lector y crtico atento a su tiempo, cuya relevancia y participacinen los medios socioculturales bonaerenses fue ms que notoria durante la primeramitad del siglo XX1. No era un demcrata convencido de los beneficios de la edu-cacin y la divulgacin de la cultura, que haba que acercar necesariamente a lasociedad2. Este convencimiento le llev a repartir su inagotable actividad en variosfrentes, entre los que cabra destacar los mbitos docente y editorial, donde desarro-ll numerosos proyectos.

    JULIO NO Y EL ESPRITU DE NOSOTROS

    La relacin que en su juventud mantuvo No con la revista Nosotros es un hechodeterminante por lo que respecta a la fijacin de la llamada generacin delCentenario en el canon potico argentino y asimismo en lo concerniente a la jovenpoesa del 20, algunos de cuyos representantes aparecen por primera vez recogidosen una antologa nacional de envergadura. Nadie ms allegado a la revista queNo. Intimamos con l los das de sacarla a la luz [1907]; desde entonces fue nues-tro amigo; ms tarde, durante cinco aos, de 1912 a 1917, secretario de redaccin;colaborador siempre; crtico de libros en varios periodos (Giusti 1927: 47)3. Msimportante an, en el lapso que va de septiembre de 1920 a marzo de 1924 No sus-tituira en la codireccin de la revista a Giusti, quien ve en l al candidato idneo:

    1 Nacido en Buenos Aires en 1893, Julio No creci en la Argentina de la modernizacin, en un pas,posiblemente el ms europeo en sus miras de entre las naciones hispanoamericanas surgentes, cuyo poten-cial econmico y cultural se proyecta internacionalmente en las primeras dcadas del siglo XX. En estemarco de prosperidad, donde vienen a fundarse y desarrollarse numerosos proyectos institucionales relacio-nados con las artes y las letras, cabe destacar la figura de No como miembro fundador de la Asociacin deAmigos del Arte en 1924, institucin en la que lleg a ocupar el cargo de Secretario. Asimismo tom parteactiva en la Sociedad Argentina de Escritores como vocal titular entre 1948 y 1950; pocos aos despus, en1956, es designado por el Ministerio de Educacin como integrante de la Comisin Asesora del PremioNacional de Poesa. En 1966 es elegido miembro vitalicio del P.E.N. Club Internacional, de gran prestigio enla sociedad portea.

    2 Perteneci al Partido Demcrata Progresista, desde cuyas filas mantuvo ciertos coqueteos con lapoltica; primero como candidato a concejal en 1922; y algo ms tarde, en 1924, como diputado por la ciu-dad de Buenos Aires. Algunas de sus ideas ms relevantes en torno a la evolucin sociopoltica deArgentina, y ms en concreto sobre los partidos polticos operantes en el pas a lo largo de las primerasdcadas del siglo XX radicales, socialistas, conservadores, fascistas y comunistas pueden hallarse enNo 1932: 134-137.

    3 Se trata de un nmero doble publicado con motivo del veinte aniversario de la revista (1907-1927). El artculo de Giusti, quien habla en nombre de l y del codirector de Nosotros, Alfredo A.Bianchi, aparece posteriormente recogido en Giusti, Roberto F., Crtica y polmica, Buenos Aires,Nosotros, 1930.

  • Anales de Literatura Hispanoamericana 1732007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    No poda aspirar Bianchi a tener compaero mejor que No; yo no poda aspirara tener ms digno sucesor. Fue director de Nosotros durante ms de tres aos yllev a ella felices modificaciones de fondo y de forma, que le dictaba su curiosi-dad intelectual, su conocimiento de las letras contemporneas y su espritu juvenily renovador (48). En el libro-homenaje Escritos de un lector, compilacin depginas crticas de No, se incluye un artculo dedicado a Nosotros, revista de sutiempo, en el que el autor rememora melanclicamente el artculo est fechadoen 1962 su vivencia de la que en su da fue una de las ms seeras publicacionesbonaerenses:

    Entre lo poco que me resta de mis viejos libros, dispersos ahora en variasbibliotecas, conservar, hasta el fin no lejano de mis das, la coleccin de larevista Nosotros. La vi nacer en 1907 y cesar en 1943. Alguna participacin tuveen ella, insignificante sin duda, pero su recuerdo perdura en m junto a lo msgrato de una lejana poca de sueos y esperanzas luego desvanecidas (No 1993:117).

    Por lo que concierne a la antologa, su materializacin misma a cargo precisa-mente de la editorial de la revista y el nimo que la preside guardan una estrecharelacin esttico-ideolgica con Nosotros. Podra afirmarse de hecho que la antolo-ga de No no slo representa los gustos y preferencias de su autor; mucho ms queesto, dicha obra proyecta un espritu de poca y se hace eco de unas inquietudes quecristalizaron en el proyecto de Nosotros4.

    4 A este respecto merece algn comentario la portada de la antologa (en la siguiente pgina), la cualincluye un dibujo del artista ovetense Alejandro Sirio (seudnimo de Nicanor lvarez Daz, 1890-1953),afincado en Buenos Aires. Durante dcadas, Sirio ilustr numerosos libros, peridicos y revistas repre-sentativos de la vida cultural argentina muy comentadas fueron sobre todo sus caricaturas polticas ytambin sus abarrocados dibujos para La gloria de Don Ramiro de Enrique Larreta (Buenos Aires, Viauy Zona, 1929). En el caso del libro que nos ocupa, sobre un paisaje natural se destaca en la parte cen-tral la imagen inmaculada de Pegaso, con el ala izquierda tendida hacia el suelo y la derecha elevada alo alto. En la mitologa animal, el caballo Pegaso suele asociarse a los significados de libertad, indepen-dencia, ligereza, ascenso hacia las regiones ms puras y sagradas (el mismsimo Zeus recibi a Pegasoen el Olimpo, segn cuenta el mito). Asimismo es frecuente su asociacin con la inspiracin potica,dado que Pegaso era propiedad de las Musas, deidades del Arte. Este ltimo mitema conviene ms si cabea la antologa de No, teniendo en cuenta el carcter potico de la misma. Ms all de estas significacio-nes convencionales, merece un comentario ms por extenso el detalle de las alas dispuestas de forma dis-mil. Algunos crticos han querido ver en esta imagen un smbolo de la esperanza: la de una cultura quequiere dejar atrs cierto lastre del pasado y tomar al fin su propio vuelo (firme, imaginativo, ligero) unavez se ha alcanzado la independencia socio-poltica y cultural, e igualmente cierta madurez crtica y po-tica. Ello, claro est, debe ponerse en relacin directa con la tarea emprendida por Nosotros y la nuevageneracin de intelectuales que se abre paso en el difcil espacio cultural argentino en torno a 1910-1915.Finalmente, la actitud apacible del animal mitolgico nos habla tal vez de la mesura y prudencia que pre-sidieron en todo momento el hacer crtico e historicista de No (cfr. Jitrik, No, Prlogo a No 1993:7-8). Pese a todo, algunos poetas y crticos no vieron con buenos ojos la imagen de un caballo criollo conun ala cada, segn sealan los hijos de Julio No, Julia Elena y Luis Felipe, en una entrevista personalconcedida en noviembre de 2006 a quien suscribe estas pginas. En su opinin fue esta la causa princi-pal que motiv el cambio de portada en la segunda edicin, en la que aparece un nuevo Pegaso, esta vezde factura clsica, el cual emprende impetuoso el vuelo con las extremidades delanteras levantadas y lasalas totalmente desplegadas.

  • 174 Anales de Literatura Hispanoamericana2007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    No debe resultar extrao, pues, que en el citado artculo conmemorativo de 1927Giusti haga mencin especial al volumen antolgico de No, una obra a la queNosotros se siente ligado no slo por el pie de imprenta, sino tambin porque seenorgullece de haber afirmado y definido los valores literarios que ella encierra(Giusti 1927: 26). Entre esos valores literarios destaca como eje vertebrador labsqueda de la argentinidad, un propsito implcito en la gnesis misma del nom-bre de la revista5.

    5 As lo explica No en el citado artculo de 1962 dedicado a Nosotros: En el saloncito que ocupabaEmilio Becher en La Nacin, Gerchunoff sugiri el ttulo definitivo: Nosotros. Era el de una novela de Payr,comenzada diez o doce aos antes, de muy atrevido propsito, puesto que en ella el autor deseaba expresarnada menos que el ser de nuestro pas, y sobre todo el de Buenos Aires. Meter la Argentina en un libro tareaes de dar temor, habase adelantado a juzgar Rubn Daro en 1896. Estaba en lo cierto. La novela quedinconclusa, pero el ttulo sirvi para la revista (No 1993: 120).

  • Anales de Literatura Hispanoamericana 1752007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    La generacin formada en torno a la revista Nosotros expres lo argentino conamplitud y hondura no igualadas por las anteriores y posteriores. [...] Las emocionesms fuertes, las efusiones lricas ms puras, han nacido en los novelistas y poetas deesa generacin, tanto de la intimidad del propio ser como del mundo circundante, dela realidad nuestra, virgen hasta entonces. Lo mismo podra decirse de algunos ensa-yistas y crticos. Pensaron la Argentina y procuraron hallar su esencia (No 1993:132-133).

    Fue No precisamente quien denomin a los escritores nacidos entre 1880 y 1895generacin de Nosotros, conocida luego comnmente como generacin delCentenario hoy posmodernistas, formada en su mayor parte por hijos de extran-jeros o, como sucede en algn caso, propiamente por extranjeros. Esta generacin,a la que pertenece el propio No, ocupa un lugar destacado en la Antologa de lapoesa argentina moderna, en concreto la Tercera parte, situada entre los poetas deprincipios del siglo XX y la nueva sensibilidad de vanguardia. Por cuanto se refie-re a la labor crtica que desarrolla dicha promocin, cabe destacar, amn de los yacitados Bianchi y Giusti, nombres como lvaro Melin Lafinur, Juan Ms y Pi,Anbal Ponce, Rafael de Diego, Emilio Surez Calimano, Manuel Lpez Palmero,Ral Navarro y por supuesto el de Julio No. Centenaristas todos ellos, representanun momento decisivo del proceso de profesionalizacin de la actividad intelectualen Argentina, iniciado en el ltimo cuarto del siglo XIX en el contexto de moderni-zacin sociocultural del pas. Sin embargo no fue la suya una generacin rebelde,segn manifiesta No al juzgar a sus coetneos.

    Si de algo protestbamos era del ambiente, pero respetbamos cuanto el pasadonos haba legado, y sobre todo a las tres generaciones que nos haban precedido. Nossolidarizbamos con los viejos y admitamos su direccin. ramos, sin duda, hombresde una poca cumulativa, como llama Ortega y Gasset a aquella que siente una per-fecta homogeneidad entre lo recibido y lo propio (No 1932: 134).

    Este afn integrador presidi en todo momento el hacer de Bianchi y Giusti alfrente de Nosotros, hecho que impregn desde un principio la labor crtica de No,fiel a la filosofa de la revista. Quisimos agrupar, no dividir (Giusti 1927: 27).A la hora de retratar a su generacin, No seala como cualidades ms destacadasla serenidad y el objetivismo en materia crtica (No 1932: 130). Ello habra defavorecer el reconocimiento no slo de los escritores del Centenario sino tambinde los jvenes valores que irrumpen en la escena cultural portea a comienzos dela dcada de 1920. En opinin de No, uno de los factores clave de cara al aper-turismo crtico fue la formacin revistera de Bianchi, quien alejado de los crcu-los universitarios contribuy a la comprensin hacia otras formas de poesa, nove-dosas entonces y sobre todo ajenas al academicismo imperante de corte modernis-ta (No 1993: 118). Este marcado talante aperturista, unido ello al eclecticismo delos juicios en materia potica, va a ser determinante respecto a la forma y funcinde la antologa, como veremos. En cuanto a las dotes crticas de No, seala Giustien calidad de mentor: Mente seria y reflexiva, es acaso el crtico de ms ideasgenerales de su generacin, cosa que lo hace particularmente indicado, tambinpor su penetracin, objetividad y rica informacin sobre temas argentinos, para ser

  • 176 Anales de Literatura Hispanoamericana2007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    el historiador de nuestra literatura, tarea en la cual est trabajando hace tiempo(Giusti 1959: 477).

    La Antologa de la poesa argentina moderna es, dadas sus pretensiones y fun-damentos, parte esencial de esta tarea historicista que dar como fruto algunos ensa-yos de gran calado, casi todos ellos referidos a la poesa e integrados en proyectosmayores6. La preocupacin que muestra No por la historia cultural argentina no esen nada caprichosa. De algn modo es consciente del proceso de formacin nacio-nal que se estaba forjando en Argentina desde finales del siglo XIX en la inmen-sa gora de las pampas una nueva nacionalidad se est formando, dir No. Unproceso en el que la generacin del Centenario va a jugar un papel preponderan-te y que tiene como fin el hallazgo de una cultura propia, de una identidad comncapaz de catalizar las aspiraciones de todo un pueblo que crece imparable, aunqueno exento de contradicciones. Esta bsqueda de la argentinidad, en parte ilusoria, esentendida por No como una necesidad de primer orden de cara a alcanzar la verda-dera independencia cultural y salir del estado de mestizaje en que se halla la reali-dad argentina en todos sus rdenes.

    Por muchos aos an, y mientras no se logre dar firmeza de lneas esenciales anuestra tradicin, la literatura argentina ha de ser ms o menos dependiente de laseuropeas, si no por la identidad de sus formas, por la similitud de su espritu. [...] Locierto es que esta nueva nacionalidad ha de expresarse un da de una manera absolu-tamente propia (No 1923: 8-9).

    LA TRADICIN ANTOLGICA MODERNA:LOS PRECURSORES DE NO DENTRO Y FUERA DE ARGENTINA

    En cuanto a su composicin, la antologa de No est en buena medida inspiradaen la obra de Adolphe van Bever y Paul Lautaud, Potes daujourdhui (1800-1900)(Pars, Mercure de France, 1900). Esta antologa, que conoci varias ediciones, reco-ge la poesa francesa moderna, representada por algo ms de una veintena de autores.Incluye notas biogrficas y bibliogrficas, al igual que lo har la compilacin argen-tina. No presenta, no obstante, una novedad respecto a su modelo al combinar elorden alfabtico con el orden cronolgico. La aplicacin de este ltimo implica unavaloracin histrica de la poesa en el sentido evolucionista y crtico del trmino. Taly como seala Alfonso Reyes, toda antologa es ya, de suyo, el resultado de un con-cepto sobre una historia literaria (1986: 150). En este sentido, como modelo para-digmtico de antlogo podran aplicarse a No estas palabras de Claudio Guilln: Elantlogo no es un mero reflector del pasado, sino quien expresa o practica una idea

    6 Entre tales proyectos cabe destacar la Historia de la literatura argentina que lleva a cabo el poeta ycrtico Rafael A. Arrieta (6 vols., Buenos Aires, Peuser, 1958-1960), obra de referencia inexcusable para losestudiosos de la literatura argentina. En el tomo IV se incluye el ensayo de No que lleva por ttulo La poe-sa, el cual abarca la primera mitad del siglo XX (No 1959: 63-128). A lo largo del presente artculo ten-dremos oportunidad de revisar algunas de las ideas desarrolladas en l y, de forma retrospectiva, ponerlas enrelacin con la antologa que nos ocupa.

  • Anales de Literatura Hispanoamericana 1772007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    de la literariedad, fijando gneros, destacando modelos, afectando el presente del lec-tor, y sobre todo, orientndole hacia el futuro (1985: 417). Ya hemos mencionado lapreocupacin de No en referencia a la necesidad urgente de impulsar un proceso demadurez cultural que tiene como objetivo prioritario consolidar el estudio de la lite-raria nacional. En relacin a este hecho, No anima a sus coetneos a superar unaforma de crtica basada simplemente en la glosa, el comentario, el apunte marginal.Este tipo de anotaciones resulta sin duda necesario como material de partida; ahorabien, la crtica moderna, segn afirma No, debe operar en un grado superior inter-pretativo que d lectura a la historia cultural de un grupo, pas o nacin. Una tareaque de hecho estaba siendo iniciada, a nivel de antologa, en algunos pases hispano-americanos en donde, como en el caso de Argentina, se haba afianzado una tradicinliteraria moderna. As, Genaro Estrada compone Poetas nuevos de Mxico (Mxico,Porra, 1916); Armando Donoso Nuestros poetas. Antologa chilena moderna(Santiago, Nascimiento, 1924), y coincidiendo en el tiempo con No, los cubanosFlix Lizaso y Jos Antonio Fernndez de Castro sacan a la luz La poesa modernaen Cuba. 1882-1925. Antologa crtica (Madrid, Hernando, 1926). En opinin deAlfonso Garca Morales, todas y cada una de estas obras, incluida la de No, mues-tran la progresiva especializacin de la crtica que haba acompaado al crecimientoen cantidad y calidad general de la literatura hispanoamericana desde el modernismo,as como la consolidacin de las distintas tradiciones literarias nacionales, que estanto como decir las distintas tradiciones literarias modernas (Garca Morales 1998:498). Adems de la ya mencionada Potes dajourdhui, que sirve de modelo no sloa la obra de No sino tambin a las antologas de mbito hispanoamericano arribacitadas, habra que destacar como otro de los modelos antolgicos el trabajo deEnrique Dez-Canedo y Fernando Fortn, La poesa francesa moderna (Madrid,Renacimiento, 1913). En esta obra, una de las referencias indispensables en el des-arrollo de la antologa moderna, puede observarse una serie de categoras histricasy estticas que abarca desde los poetas precursores hasta los ms nuevos.

    Por lo que se refiere a Argentina, si contemplamos retrospectivamente el panora-ma de las antologas poticas anterior a la compilacin de No, ciertamente noencontraremos una obra similar a esta en donde se advierte ya cierta madurez crti-ca respecto al proceso cultural de la modernidad. Y ello a pesar de que el caso argen-tino representa uno de los panoramas de mayor fecundidad en lo que a la tradicinantolgica se refiere (slo son comparables en el mbito hispnico los casos deEspaa, Mxico y Cuba). Debe tenerse en cuenta que, haciendo salvedad de algu-nos estudios muy puntuales y precarios, la historia literaria argentina no comienza atomar forma hasta la segunda dcada del siglo XX. Es en este tiempo cuandoRicardo Rojas proyecta y ejecuta su Historia de la literatura argentina, cuyos cua-tro tomos ven la luz entre 1917 y 19227. En el Prefacio al primer volumen, Rojas

    7 Rojas, Ricardo, Historia de la literatura argentina. Ensayo filosfico sobre la evolucin de la culturaen el Plata, 4 vols., Buenos Aires, Coni Hnos., 1917-1922. En adelante citamos por Rojas 1960. Enmarcadadentro de un programa mayor de ndole nacionalista (cultural, filosfico, espiritual), la Historia de Rojastiene su origen en un hecho de gran trascendencia para los estudios crticos en torno a la literatura argentina:la creacin en junio de 1913 de la primera Ctedra de Literatura Argentina por la Universidad de BuenosAires, que es puesta inicialmente a cargo de Rojas.

  • 178 Anales de Literatura Hispanoamericana2007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    pone de relieve lo que ya vena acusndose desde los medios crticos en torno a1910: la carencia de una historia literaria nacional que diera cuenta de la evolucinsociocultural y estableciese los distintos periodos estticos, escuelas y corrientes.Ni estaban definitivamente establecidos los hechos, [...] ni estaba explorado todoel campo de nuestra cultura, ni estaban sistematizados los fenmenos de nuestravida intelectual (Rojas 1960, I: 21-22). En el mbito de las antologas poticas,puede sealarse como un claro precedente de esta tarea historicista la Antologa depoetas argentinos de Juan de la Cruz Puig (Buenos Aires, Martn Biedma e Hijo,1910). A lo largo de sus diez tomos se levanta un esbozo arquitectnico de la histo-ria potica argentina desde los tiempos de la Colonia hasta principios del siglo XX,si bien la representatividad de la poesa modernista es mnima. En palabras del pro-pio compilador, esta obra vendra a significar la primera piedra del monumento denuestra arquitectura potica, an por construir. Un primer paso, ste realizado porPuig, que consiste en la reunin de todo el material existente y que posteriormentehabr de ser organizado e interpretado por crticos y especialistas.

    Ms all de la antologa de Puig, que se detiene a las puertas de la modernidad,cabe mencionar otros trabajos publicados en la segunda dcada del siglo XX, loscuales incluyen no slo a los poetas modernistas de principios de siglo sino incluso,dadas las fechas de publicacin, a la nueva hornada surgida entre 1905-1910. ElNuevo Parnaso de Ernesto Mario Barreda (Buenos Aires, Juan L. Dasso y Ca., s.a.,[1913]) recoge en cuatro tomos una nutrida seleccin potica desde principios delsiglo XIX hasta el perodo coetneo al antlogo en que se dan a conocer enArgentina las nuevas voces poticas que los historiadores suelen englobar bajo elnombre de generacin del Centenario: Ricardo Rojas, Manuel Glvez, ArturoCapdevila, Rafael A. Arrieta, Mario Bravo, Enrique Banchs, Evaristo Carriego, tam-bin el propio antlogo, entre otros, todos ellos reunidos en el cuarto y ltimo volu-men. Con esta muestra quiso Barreda acallar las voces de aquellos que por entoncesafirmaban la ausencia de verdaderos poetas de mbito nacional. No, poetas no fal-tan seala el antlogo. Lo que falta es cultura y atencin para comprenderlos ysentirlos. En relacin de continuidad con el Parnaso de Barreda se da a conocer en1917 la Antologa contempornea de poetas argentinos (Buenos Aires, AlbertoFerriol), cuyos autores son Ernesto Morales y Diego Novillo Quiroga. La obra sedivide en dos partes desiguales; en la primera de ellas, la ms extensa, se incluyenlos modernistas afectos a Rubn Daro y tambin los poetas inmediatamente poste-riores, quienes revelan ya en sus textos los afanes nacionalistas surgidos en torno alCentenario, con soluciones de muy diverso estilo y calado. La segunda parte contie-ne un numero mucho ms reducido de autores, los de mayor juventud, de los cualesalguno que otro ha cado en el ms completo olvido con el paso de los aos.Siguiendo las pautas histricas que marcan los antlogos en la Introduccin, elperodo contemporneo dara comienzo con una figura potica central: LeopoldoLugones. Este representa el momento actual y es tambin la esperanza de futuro,asegurado en el ejercicio de su liderazgo sobre las jvenes generaciones. En cual-quier caso, la relevancia que se concede a este escritor pasa desapercibida en la obra,dada la ordenacin alfabtica de los autores seleccionados (un tanto asistemtica,hay que decir). La ubicacin de Lugones como piedra fundacional de la modernidadpotica se repetir algunos aos despus en la antologa de No, cuya primera parte

  • Anales de Literatura Hispanoamericana 1792007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    est dedicada por entero a aquel8. Sin embargo, a diferencia de la Antologa contem-pornea que componen Morales y Novillo Quiroga, la ordenacin cronolgica delos autores dispuesta por No permite observar mejor la evolucin de la poesaargentina a partir de 1900.

    Ya metidos en la dcada del 20, encontramos dos antologas que constituyen losantecedentes inmediatos de No dentro del conjunto de compilaciones publicadasen Argentina. La primera de ellas es el Nuevo Parnaso argentino de J. E. Gramajo,editado por la casa Maucci de Buenos Aires en 1922. Aparecen aqu recogidos, pororden cronolgico, desde algunos autores coloniales del siglo XVIII, comoLavardn o Esteban de Luca, hasta una mnima representacin de los poetas cente-naristas, pasando por algunos genuinos representantes del modernismo (Ortiz,Fernndez Espiro, Lugones). Este Nuevo Parnaso se presenta bajo dicho ttulocomo ampliacin de los Parnasos argentinos publicados a comienzos del siglo XXa uno y otro lado del Atlntico9. Aun as, es muy poco lo que Gramajo aade denuevo respecto a estos, dada la escasa representacin de la generacin delCentenario y la ausencia por completo de la joven poesa de vanguardia queempezaba a asomar por entonces10. Tampoco la Antologa argentina de ErnestoMorales (Buenos Aires, El Ateneo, 1924) recoge en sus pginas muestra alguna dela incipiente vanguardia, en una fecha en que, ahora s, se difunde la nueva estti-ca y se multiplican manifiestos y revistas. Por entonces, como se sabe, ya habantenido lugar las experiencias de Prisma, Proa, Inicial, e iniciaba su andaduraMartn Fierro (febrero de 1924), que toma el relevo de sus predecesoras. Estaausencia de la poesa vanguardista tiene, sin embargo, una clara justificacin. Laobra de Morales se nos presenta como el primer volumen antolgico de lo quese plantea como una empresa mayor que no lleg a culminar. El contenido de esteprimer tomo viene anunciado explcitamente en la segunda parte del ttulo, Poetasmodernos. En efecto, se trata de una representacin de la poesa del ltimo cuartodel siglo XIX, en una apuesta clara por establecer los cimientos de la modernidadpotica en Argentina. Una representacin en el sentido reduccionista del trmino,que selecciona tan slo la obra de seis poetas: Guido y Spano, Ricardo Gutirrez,Olegario V. Andrade, Rafael Obligado, Almafuerte y Lugones.

    8 Un estudio detallado del proceso de canonizacin de Lugones proyectado en las antologas poticasargentinas de la primera mitad del siglo XX puede hallarse en Salazar Anglada (2005). En dicho procesocobra un papel relevante la antologa de No, como tendremos ocasin de ver a lo largo de estas pginas alanalizar el contenido de la obra y su estructura.

    9 [Cardona, Guilln de?], El Parnaso argentino. Antologa de poetas del Plata desde los tiempos colo-niales hasta nuestros das, Buenos Aires, Maucci Hnos. e Hijo, s/a. [1903, 1 edicin?]; y Pagano, JosLen, El Parnaso argentino. Poesas selectas, Barcelona, Maucci, 1904.

    10 Las carencias de este Nuevo Parnaso se vern paliadas en buena medida por otro Nuevo Parnasoargentino (Barcelona, Maucci, 1927), cuyo compilador es el escritor espaol Valentn de Pedro. Una obrapublicada muy pocos aos despus de la antologa de Gramajo y en donde se incluyen ya algunos nombrespropios de la vanguardia potica argentina: Bernrdez, Giraldes, Girondo, Borges, Piero, Marechal, Talln,Brandn Caraffa, Norah Lange, Nal Roxlo, entre otros. En todo caso hay que advertir que la editorialMaucci, fundada hacia 1892 por el librero toscano Enmanuele Maucci, estaba ya a principios del siglo XXmuy desgajada entre sus herederos, por lo que apenas haba conexin entre la Maucci de Barcelona y laMaucci de Buenos Aires, teniendo ambas un mismo origen. Ello explica el cruce descoordinado de antolo-gas poticas argentinas publicadas en Espaa y Argentina en un lapso de tiempo relativamente breve.

  • 180 Anales de Literatura Hispanoamericana2007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    Como puede apreciarse, estos antecedentes con que cuenta No poco se acercana la visin de conjunto que plantea la Antologa de la poesa argentina moderna,madurada a lo largo de aos de lectura y estudio pertinaces, y en el contacto perma-nente con los viejos y los nuevos poetas. Qu duda cabe de que el vasto proyecto dePuig est cargado de buenas intenciones, aunque no logra madurar el proceso vivode la poesa nacional; ms bien habra que considerar dicha obra como una proto-historia, los cimientos primitivos para un futuro ensayo. Ciertamente, la antologade Barreda es la nica que acomete desde una seria perspectiva histrica la evolu-cin potica en Argentina, si bien no debe olvidarse, para ser justos, que estamoscomparando obras de alcances distintos en sus miras, amn de estar realizadas enunas circunstancias particulares en cada caso. En este sentido no hay que desdearel hecho insoslayable de que No goza de una perspectiva temporal ms amplia,exactamente el quinquenio que va de 1910 a 1925, un otero privilegiado para laobservacin de los diversos caminos estticos que emprende la poesa argentina trasel ocaso del modernismo.

    ARQUITECTURA DE LA POESA ARGENTINA MODERNA.UNA VISIN HISTORICISTA: 1900-1925

    La presentacin y estructuracin cronolgica que muestra la antologa de Nonos da idea del modo en que el autor contempla la evolucin de la moderna poe-sa argentina, sus nombres clave, los grupos culturales ms destacados, los perio-dos representativos, los nuevos horizontes que se atisban. El periodo estimado enla primera edicin abarca de 1900 a 1925. El corte de inicio lo marcan los escri-tores modernistas cuya obra potica ve la luz a principios del siglo XX, por lo queno aparecen recogidas algunas figuras precursoras de la modernidad como sonAlmafuerte, Obligado, Oyuela, Leopoldo Daz, aunque hayan publicado parte desu obra en el novecientos. Del otro extremo, por lo que afecta a los jvenes poe-tas de vanguardia parece imponerse un criterio tcito consistente en la publicacinal menos de un libro. Este criterio no explcito dej fuera a una serie de autoresconsiderados como merecedores de estar entre los mejores poetas del momento,algunos de los cuales sern reclamados por parte de la crtica. En cualquier caso,No es consciente de que una antologa de estas caractersticas no puede satisfa-cer a todos y asume los riesgos que se derivan de ello: Todas las objeciones posi-bles al criterio de clasificacin y de seleccin seguido por el colector, han sidohechas ya en el extranjero a quienes le han precedido en parecida labor (No1926: 7). No por ello deja de mostrar, desde las primeras lneas de la Advertenciapreliminar, su preocupacin por situarse en un lugar neutral, fuera de toda dispu-ta generacional y lejos de cualquier influencia: Apartado de todos los grupos,eclctico y desapasionado ms por reflexin que por temperamento (5). El autortrata de despejar as cualquier incertidumbre acerca de la honestidad de los crite-rios que han operado en la antologa, una obra que el propio No califica de des-interesada.

    Pedro Henrquez Urea ha descrito su estructura como torre de cuatro cuerposdonde la figura atlntea de Lugones constituye sola el primero y sostiene los tres

  • Anales de Literatura Hispanoamericana 1812007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    superiores (1960: 305)11. Con un total de ochenta y siete autores, la antologaqueda estructurada del siguiente modo:

    Primera parte (un solo autor): Leopoldo Lugones como piedra angular dela poesa moderna soledad sustentadora, lo ha denominado HenrquezUrea (306). En palabras de No, se trata de la personalidad ms fuerteentre los jvenes poetas de los comienzos de esta centuria, y que al fenecer elperodo abarcado por esta antologa, sigue siendo, como en sus aos mozos,duramente discutido, despus de haber influenciado a muchos de los autoresaqu representados (No 1926: 6).

    Segunda parte (9 autores): los poetas del 900, especie de entresuelo dedi-cado a la historia (Henrquez Urea 1960: 305), entre los que se encuentranEugenio Daz Romero, ngel de Estrada, Diego Fernndez Espiro, AlbertoGhiraldo, Martn Goycoechea Menndez, Federico A. Gutirrez, CarlosOrtiz, Ricardo Rojas y Manuel Ugarte.

    Tercera parte (45 autores): aquellos poetas que publican su obra entre1907 y principios de la dcada del 20, entre los que destacan Enrique Banchsy los poetas cercanos a la revista Nosotros, todos ellos denunciadores de unnuevo estado de la cultura argentina (No 1926: 7). Entre los cercanos a larevista puede mencionarse a Rafael A. Arrieta, Ernesto Mario Barreda, MarioBravo, Juan Pedro Calou, Arturo Capdevila, Evaristo Carriego, Pablo DellaCosta, Baldomero Fernndez Moreno, Manuel Glvez, Ricardo Gutirrez,Arturo Marasso, Ezequiel Martnez Estrada, lvaro Melin Lafinur, PedroMiguel Obligado, Alfonsina Storni.

    Cuarta parte (32 autores): En la ltima parte figuran los poetas ms jve-nes y los que expresan una novsima orientacin del gusto y de las normaspoticas (ibdem). En este apartado se incluyen los nombres de FranciscoLuis Bernrdez, Jorge Luis Borges, Luis Can, Eduardo Gonzlez Lanuza,Oliverio Girondo, Ricardo Giraldes, Roberto Ledesma, Leopoldo Marechal,Conrado Nale Roxlo, Jos Pedroni, Horacio Rega Molina, Jos S. Talln,Pedro-Juan Vignale, entre otros.

    Por lo que se refiere a Lugones, soporte hercleo del alzado potico, No no slove en l al gran impulsor del modernismo argentino, heredero directo de RubnDaro; ms importante si cabe as lo reafirma dcadas ms tarde en la Historia deArrieta, admira su capacidad de superacin de la esttica finisecular ms preciosis-ta y decadente con su propuesta de temas argentinos hacia la dcada de 1920. Enrelacin con este ltimo aspecto, una lectura meramente cuantitativa de la antologanos revela un dato interesante a tener en cuenta respecto al trazado histrico de No.Y es el siguiente: que el mayor nmero de poetas se halla en la tercera parte, aque-

    11 Esta resea de la antologa de No fue publicada originalmente en la revista Valoraciones, La Plata,tomo 3, marzo de 1926, pp. 270-274. Ms adelante, al tratar la recepcin crtica de la antologa, tendremosoportunidad de profundizar en este texto.

  • 182 Anales de Literatura Hispanoamericana2007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    lla formada en esencia por la generacin de Nosotros, a la que, recordemos, ide-olgica y culturalmente pertenece No. En su opinin, es esta generacin de crticose intelectuales la que viene a transformar el estado de la cultura argentina, inaugu-rando un nuevo talante crtico conciliador de la tradicin y lo nuevo12. Desde estaperspectiva, frente a aquellos que defienden el rupturismo radical de las vanguar-dias, No proclama en su madurez crtica la continuidad de la poesa posmodernis-ta y su efecto depurador respecto al modernismo, y posteriormente asimilador enreferencia a las estticas de vanguardia surgidas en los aos 20.

    Se ve ahora que el vanguardismo interrumpi, sin cortar, la corriente posmoder-nista, con la que no tard mucho en confundirse cuando a la tarea morigeradora deexcesos y excentricidades del modernismo, que sta se haba impuesto, uni aqul lasuya de templar sus propios excesos y excentricidades. De ah que, a falta de msapropiada designacin, pueda llamarse posmodernista a toda la poesa argentina de laprimera mitad de nuestro siglo (No 1959: 70)13.

    Una interpretacin que corresponde a finales de los aos 50, en efecto, si bien escierto que No vena madurando esta misma idea desde mediados de la dcada de1920. El posmodernismo actuara entonces como filtro regulador de los excesos ylas excentricidades al defender en el mbito de la poesa una temtica y un tonopropiamente argentinos, direccin esta que se abre paso ya en el modernismo y quevuelve a retomarse en la vanguardia de orientacin nacionalista. Hasta tal puntovalora el crtico argentino la labor realizada por la generacin potica de Nosotros yel lugar que le corresponde en la historia, que llega a desmerecer en cierto grado laexplosin vanguardista: Si se considera con desapasionamiento la sucesin de lasmodas y escuelas literarias y se inquiere sobre lo esencial y profundo que distinguelas unas de las otras, concluiramos por dar muy escasa trascendencia al movimien-to de renovacin comenzado en 1922 (en Vignale y Tiempo 1927: VI)14. Ello pare-

    12 Esta lectura medular de la generacin posmodernista no debe confundirse con los niveles de creatividady renovacin poticas, pues a este ltimo respecto, y en comparacin con los periodos anterior y posterior, alparecer del antlogo la poesa posmodernista carece de relevancia: Nuestra generacin, por lo dems, ha sidomenos renovadora que la de los modernistas y menos curiosa que la que nos sigue. Aquella cambi en todaAmrica y aun en Espaa el modo de sentir y escribir; esta otra ha hecho algo parecido, de manera ms audazy estrafalaria. Nosotros nada, o muy poco. En cierto modo somos epgonos del modernismo, y salvo uno queotro, poco hemos hecho por buscar nuevas formas, por explorar nuevos dominios. [] Somos una generacinprudente y mesurada. No somos una gran generacin (No 1932: 138). Treinta aos despus, en el citado art-culo Nosotros, revista de su tiempo (1962), No trata de mitigar aquel duro juicio al sealar: No s si es unagran generacin, pero probablemente es una de las mejores que hemos tenido (No 1993: 133).

    13 Resulta significativo el hecho de que los poetas que se dan a conocer en los primeros lustros del sigloXX no aparezcan ya consignados como generacin de Nosotros o generacin del Centenario. No sevale ahora de un marbete ms amplio, por entonces extendido en la historia literaria hispanoamericana: elposmodernismo, trmino cuyo introductor fue Federico de Ons. En el ltimo epgrafe del presente artculotendremos oportunidad de abordar esta cuestin nominativa.

    14 Paradjicamente, No vierte estas opiniones en un texto preliminar que se incluye en la Exposicinde la actual poesa argentina (Vignale y Tiempo 1927), considerada como la antologa potica de vanguar-dia por excelencia en Argentina. Y sin embargo, no contrasta este desmerecimiento con el texto de 1932citado en una nota anterior, en donde No seala la amplia repercusin en toda Amrica y aun en Espaaque tuvo la generacin vanguardista respecto al modo de sentir y escribir artsticamente?

  • Anales de Literatura Hispanoamericana 1832007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    ce concordar con algunos juicios de poca que sealan el poco riesgo experimentalde los llamados poetas de vanguardia. As lo expresa el director de Martn Fierro,Evar Mndez, en un artculo de 1927 publicado en la revista Sntesis:

    Las audacias de nuestros poetas nuevos y esto no es en desmedro de ellos novan demasiado lejos en cuanto a forma, a escritura: nada de anarquismo, confusin,nihilismo. Aqu no se hacen caligramas, no tienen mayor fortuna los poemas en variosplanos o para varias voces (tambin aqu ensayados), ni seduce ninguna construccinpotico-tipogrfica, tan abundantes en todas partes (Mndez 1927: 18).

    LOS TEXTOS CRTICOS DE NO EN TORNO A LA POESAARGENTINA MODERNA. DEL MODERNISMO A LA VANGUARDIA

    Un importante aporte crtico de No que vendra a complementar los plantea-mientos expuestos en su antologa puede hallarse en Escritos de un lector, ya cita-do con anterioridad. Entre los artculos que recopila este volumen se encuentra Lapoesa argentina actual, texto fechado en el mismo ao de publicacin de la prime-ra edicin de la Antologa de poesa argentina moderna, de ah el inters que poseecomo soporte terico de la misma (No 1993: 31-48)15. Una versin algo ms redu-cida y con variacin en el ttulo, La poesa argentina moderna, fue publicada pocodespus en el nmero conmemorativo de Nosotros de 1927. En La poesa argenti-na actual (o moderna) No realiza un breve recorrido desde el modernismo hastalos primeros brotes de vanguardia. A modo de reconstruccin historiogrfica iremoscombinando las opiniones vertidas en los textos de 1926 y 1927 con el ensayoincluido en la Historia de Arrieta16. Con ello trataremos de completar el pensamien-to crtico de No en torno a la poesa argentina moderna, que entendemos puedecontribuir a una mejor comprensin de la antologa que nos ocupa.

    En su conferencia de 1926, No recoge una idea que ha tenido amplia acogida enlos medios crticos e historicistas y que ha sido reiterada en otros ensayos posterio-res hasta convertirse en lugar comn; a saber, que el hallazgo de una sensibilidadpropia llega a Hispanoamrica de manos del modernismo finisecular. Hasta queel modernismo expresara esa sensibilidad, slo existi poesa espaola de Amricaseala No siguiendo a Menndez Pelayo; con el modernismo la poesa hispano-americana adquiere personalidad independiente (33). Esta visin concuerda muybien con el modo en que en los aos 20 concibe su antologa, que arranca precisa-mente del modernismo, una poesa emancipada ya poltica y culturalmente de la

    15 Es este el ms antiguo de los documentos incluidos en Escritos de un lector. Se trata al parecer de unaconferencia que sirvi de apertura a una serie de veladas poticas. Su funcin oral queda patente en la formamisma en que est enunciado el discurso, sobre todo teniendo en cuenta las marcas dirigidas al pblico oyen-te (escuchad, escuchad este canto, escuchad este Lied, escuchad este poema).

    16 Con respecto a este ltimo, entre las fuentes bibliogrficas consultadas por No se cuentan, ademsde algunas de las ms relevantes antologas poticas, monogrficos importantes como el de Antonio Aita, Laliteratura argentina contempornea (1900-1930), Buenos Aires, Talleres Grficos Argentinos L. J. Rosso,1931; o el de Juan Carlos Ghiano, Poesa argentina del siglo XX, Buenos Aires, Fondo de CulturaEconmica, 1957.

  • 184 Anales de Literatura Hispanoamericana2007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    metrpoli espaola. Resulta significativo, sin embargo, que No no incluya en sucompilacin a autores como Obligado, Oyuela, Guido y Spano, Leopoldo Daz, y nisiquiera a Almafuerte, a quien no deja de reconocerle ciertos rasgos personales.Todos ellos son considerados hoy precursores de la moderna poesa argentina,imprescindibles a la hora de entender los comienzos de esa modernidad que fundanlos poetas fin de siglo.

    No pone de relieve la trascendencia que tuvo a efectos culturales la presencia deRubn Daro en Buenos Aires en la dcada de 1890. Es justamente bajo el influjodel nicaragense que surge el que es considerado por el crtico como el primer librode poesa moderna en Argentina, cronolgicamente hablando: Las montaas del oro(1897) de Lugones. Pocos volmenes tuvieron como ese una tan vasta repercusin.Denunciaba sin duda a un robusto poeta, y descubra a una fuerza en potencia msque en ejercicio (34). En opinin de No, dicha obra evidenciaba en exceso la filia-cin romntica de su autor, adems de otras influencias autctonas y forneas nomenos visibles: Almafuerte, Leconte de Lisle, Baudelaire. De mucha mejor facturay de mayor influencia en su tiempo, afirma No, es Los crepsculos del jardn(1905), cuyos versos muestran el verdadero acento de su autor. Un libro, por lodems, que prefigura y contiene toda la obra posterior de Lugones y que constituyeel nico libro de importancia que apareci en nuestro pas en el periodo de 1900 a1907 (35). Cabra plantear si la fecha de arranque escogida por No para su anto-loga, 1900, no est acaso motivada por esta preferencia de Los crepsculos frente aLas montaas, quedando esta obra necesariamente fuera del lapso temporal deseleccin. De cualquier modo, esta exclusin sera corregida en la segunda edicinde 1931 al ser incluida la introduccin a Las montaas del oro, lo que obliga a Noa adelantar la fecha de inicio de la modernidad potica.

    Ahora bien, aquel periodo de bsqueda de una voz propia que supuso el moder-nismo no constituye sino la primera piedra de la poesa moderna argentina. Segnseala No, esa bsqueda de la perfeccin ideal que llevaron a cabo los moder-nistas argentinos fue lograda slo en parte. Alcanzada la libertad del arte, modifi-cado el gusto y acomodado el idioma a la sensibilidad nueva, el modernismo habacumplido su destino. Lo que viniera ms tarde, aunque derivara de l, no le pertene-ca en absoluto (No 1927: 72). A travs de estas ltimas palabras trata de salva-guardar la personalidad propia de la poesa que realizan los escritores delCentenario, distancindola de la potica fin de siglo ms superflua y ornamental (elmodernismo conceptista, como lo denomina No). En este sentido, la poesaargentina comienza a adquirir madurez en tanto en cuanto se aleja de la influenciadecadentista. Mucho ms indulgente se muestra el crtico respecto al modernismoen su ensayo para la Historia de Arrieta, donde nos habla de un espritu modernistafecundo que atraviesa todos y cada uno de los movimientos estticos ulteriores:Haba en l tanta riqueza de intencin y medios expresivos, tanto sentimiento dellirismo puro, que nada de cuanto se busc posteriormente le fue ajeno, aunque apa-rentemente lo negara (No 1959: 85).

    Si seguimos el itinerario trazado por No en los textos de 1926 y 1927, y asi-mismo su proyeccin en la antologa, habra que sealar una etapa de transicinque abarca de 1905 a 1910. Los crepsculos del jardn marca en 1905 el cierre dela revuelta modernista y el inicio de un interludio (no obstante, observa No

  • Anales de Literatura Hispanoamericana 1852007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    algunos signos de transicin en La victoria del hombre de Ricardo Rojas, quese publica en 1903). Pero si hay una fecha clave dentro de esta etapa de transicin,una fecha que simboliza para el antlogo un cambio notable en los patrones cul-turales y una nueva disposicin del espritu, esa es 1907, ao en que naceNosotros. Ello se corresponde en la antologa con el espacio privilegiado concedi-do a la generacin de poetas que crecen literariamente al calor de la que es consi-derada como una de las revistas ms influyentes en la vida cultural argentina de laprimera mitad del siglo XX. Los primeros atisbos de cambio respecto al fin desiglo pueden advertirse en poemarios como El libro de los elogios (1908) y El cas-cabel del halcn (1909) de Enrique Banchs, y algo ms tmidamente en Misasherejes (1908) de Evaristo Carriego; pero en general hacia 1910 no est an muydefinida una nueva orientacin esttica, nos dice No. Es entre 1915 y 1920 cuan-do la poesa argentina experimenta un impulso creciente de la mano de ArturoCapdevila, Baldomero Fernndez Moreno, Alfonsina Storni, Arturo Marasso,Pedro Miguel Obligado, Arturo Vzquez Cey, Hctor Pedro Blomberg, Alfredo R.Bufano, Ezequiel Martnez Estrada, entre otros. En pocos de ellos asoma lainfluencia modernista. En general, cada uno tiene su acento propio (No 1927:73). Tanto estos autores como aquellos otros que inician su obra en torno a 1907-1908 se incluyen en la Tercera Parte de la antologa, confluyendo as en un mismoapartado poetas de transicin como Banchs, Carriego o el primer Glvez con unaserie de autores que hacia 1915 apenas dejan ya entrever influencia alguna delmodernismo y quienes llevan a cabo una depuracin progresiva de los elementospoticos ineficaces.

    Por lo que se refiere propiamente a la poesa de vanguardia, pocas son las noti-cias que nos da No de las nuevas perspectivas que se abren hacia 1922 en el mbi-to de la cultura nacional. En la conferencia de 1926 apenas dedica unas lneas a algu-nos de los poetas coetneos Giraldes, Girondo, el Borges ultrasta que por estosaos participan de lleno en la nueva esttica. Este hecho se corresponde con la esca-sa representatividad que tiene la promocin vanguardista en la antologa, sobre todoen comparacin con la atencin que se presta a la poesa de los primeros cuatro lus-tros. Ello ocurre no slo en la edicin de 1926, del todo comprensible por la inme-diatez de los hechos; sino tambin en la posterior de 1931, donde no en vano Norealiza algunas ampliaciones que sern comentadas en el siguiente epgrafe17. Pese

    17 No es mucho tampoco lo que aade No sobre la poesa de vanguardia en la Historia de Arrieta,a pesar de la distancia crtica (han transcurrido algo ms de 30 aos entre los textos de 1926-1927 y elensayo para la obra de Arrieta). Su mayor inters, insistimos, no est ni estuvo en la vanguardia.Menciona a dos autores fundamentales como son Gonzlez Lanuza, cuya obra ms temprana, Prismas(1920), recibe la influencia del ultrasmo; y Leopoldo Marechal, quien comparte el gusto por la imagenpropio de la vanguardia. Ambos poetas, que realizan en los aos 20 una poesa en cierto modo rupturis-ta, muy del gusto de la primera vanguardia, evolucionan a mitad de la dcada del 30 hacia formas mstradicionales provenientes de la herencia hispnica. No dedica tambin un apartado a los poetas socia-les afectos a Boedo influidos por la revolucin poltico-social. No parece, sin embargo, tener en muchaestima a estos escritores minados de ideologa, cuya poesa no resulta ni valiosa ni eficaz, en palabras delcrtico. De hecho en su da no tuvieron cabida en la antologa, en ninguna de sus dos ediciones. S fuellamado a participar lvaro Yunque, cuyas diferencias ideolgicas con No le llevaran a rechazar su par-ticipacin. Algunos juicios que en clave de crtica marxista realiza Yunque sobre No antlogo, y en

  • 186 Anales de Literatura Hispanoamericana2007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    a todo, conocedor a buen seguro de las duras crticas que haban recibido los expe-rimentos ultrastas, No hace honor a su talante abierto y conciliador al sealar ensu conferencia de 1926: Muy equivocados estn quienes desdean esta poesaescueta, en la que la imagen es el principal elemento, en la que la ancdota no tienefuncin y la sensiblera ha sido desterrada. Aun cuando no aciertan, merecen respe-to (No 1993: 47).

    Confundidos en el orden alfabtico, en el ltimo tramo de la antologa CuartaParte confluyen dos grupos diferenciados aunque cercanos en el tiempo si tene-mos en cuenta la fecha de nacimiento de los autores. Por un lado, una serie deescritores cuya orientacin potica est determinada por la generacin inmediata-mente anterior de posmodernistas, pero que en algn punto de su obra se muestrancercanos a la vanguardia (de hecho la mayor parte de ellos sern incluidos en laExposicin de Vignale y Tiempo). En este primer grupo destacan nombres comolos de Margarita Abella Caprile, Horacio Rega Molina, Conrado Nal Roxlo,Crdova Iturburu, Roberto Ledesma, Francisco Lpez Merino. Por otro lado,encontramos algunas figuras significativas, muy jvenes entonces, que irrumpenen el espacio cultural hacia 1922: Una nueva generacin, sobre la que han ejer-cido influencia las escuelas europeas de vanguardia (No 1927: 73). Como poe-tas representativos de esta nueva generacin se incluyen Borges, BrandnCaraffa, Girondo, Giraldes, Marechal, Vignale, entre algunos otros. Cabe anotarque en el citado artculo de 1927 publicado en Nosotros, No identifica de formantida a los ultrastas reunidos en torno a los proyectos de Prisma e Inicial:Borges, Eduardo Gonzlez Lanuza, Guillermo Juan, Norah Lange, Roberto A.Ortelli y Francisco M. Piero. Sin embargo, tan slo los dos primeros fueron teni-dos en cuenta para la antologa de 1926.

    LAS CRTICAS A LA ANTOLOGA Y LA EDICIN POSTERIORDE 1931

    A pesar del elevado nmero de autores que recoge la Antologa de la poesaargentina moderna, casi un centenar, esta no se presenta como una obra cerrada,segn se desprende de las palabras con que No concluye su Advertencia al lec-tor. Ms bien el antlogo parece tener cierta conciencia de que todo trabajo de estascaractersticas supone una obra en proceso, y en este sentido no descarta la tarea decorregir y aadir en futuras ediciones: Algunos errores y omisiones sern salvados,sin embargo, en posteriores ediciones de esta antologa, si tiene la suerte de mere-cerlas (No 1926: 7). Tal y como queda anunciado pareca augurarlo entonces,este hecho se ve cumplido en 1931 con la publicacin de una segunda edicin corre-gida y aumentada18.

    general sobre los que denomina antologistas burgueses, pueden leerse en Yunque, lvaro, La literatu-ra social en la Argentina. Historia de los movimientos literarios desde la emancipacin hasta nuestrosdas, Buenos Aires, Claridad, 1941, p. 314.

    18 Esta nueva edicin consta de 685 pginas frente a las 603 del volumen publicado en 1926.

  • Anales de Literatura Hispanoamericana 1872007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    De lo que apenas ha hablado la crtica es de una tercera edicin que hacia 1948estaba en la mente del antlogo, una nueva entrega que deba abarcar medio siglode poesa, seguramente los aos comprendidos entre 1897 y 1947. As consta en unacarta de No a ngel Acua fechada el 27 de abril de 1948, escrita con motivo dela presentacin que este deba hacer de aquel en el marco de una serie de conferen-cias conmemorativas del centenario de Groussac19. Al hacer recuento de su propiocurriculum, y teniendo perfecta conciencia de la resonancia de sus trabajos de anto-logacin, No indica a su destinatario:

    Aada usted, si lo considera, que las dos ediciones de mi Antologa de la poesaargentina moderna tuvieron, al parecer, en 1926 y 1931, vasta repercusin en todos lospases de habla castellana, y que a pesar de sus muchos defectos no han sido aventajadasposteriormente. Y a fin de preparar al pblico para una nueva edicin, agregue por sucuenta que sera bueno que yo hiciera una seleccin que abarcara los cincuenta aos quemedian entre la aparicin de Las montaas del oro y nuestros das (No 1993: 158).

    19 Dichas conferencias fueron publicadas al ao siguiente en un volumen que lleva por ttulo Centenariode Groussac. 1848. 14 de febrero. 1948. Discursos pronunciados por Jorge Lavalle Cobo, Ricardo SenzHayes, ngel Acua, Julio No..., Buenos Aires, Coni, 1949. El texto de No, La leccin de Groussac, sehalla recogido en No 1993: 67-77.

  • 188 Anales de Literatura Hispanoamericana2007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    Una obra mayor que vendra a culminar todo un proceso histrico, quiz bajola nueva perspectiva que dan los aos. Pero enseguida aade, a modo de aclara-cin: Aunque usted diga esto amablemente, yo no har esa edicin, pero acasosirva para decidir a alguien con ms nimo (158)20. Aun tratndose finalmente deuna mera sugerencia lanzada al aire, lo cierto es que era un proyecto que el crti-co saba necesario al cumplirse el primer medio siglo de poesa moderna enArgentina. Ello indica, adems, hasta qu punto No concibe su antologa comouna tarea crtica continuada que va rectificndose con el tiempo, no como un pro-yecto cerrado.

    En cuanto a la edicin de 1931 (quedmonos en los hechos materiales), estavez llevada a cabo por la editorial El Ateneo, No no slo arrastra el corte finalhasta el presente, hacindolo avanzar desde 1925 hasta 1930; mucho ms signifi-cativa si cabe es la ampliacin que practica respecto al corte de inicio, el cualqueda ahora adelantado de 1900 a 1896. Las razones por las que No corrige lafecha inicial han sido en parte apuntadas con anterioridad. En primer lugar y porencima de una u otra causa, se trata innegablemente de una fecha simblica: es elao en que se da a conocer Prosas profanas, impreso precisamente en BuenosAires, momento a partir del cual se hace ms palpable la influencia de RubnDaro en los jvenes escritores rioplatenses. En relacin con dicho magisterio,No decide incluir en esta segunda edicin a Leopoldo Daz. Considerado comouno de los primeros y ms fervientes seguidores del nicaragense en la Argentina,aparece recogido en la Segunda Parte de la antologa, que se corresponde con elgrupo de poetas que iniciaron su obra en torno a 1900. Ms all del espritu tardo-rromntico en el que creci literariamente, Daz fue virando con paso firme haciael espritu fin de siglo (fueron sus maestros Leconte de Lisle y Jos MaraHeredia), hecho ya visible en sus Bajo-relieves de 1895. Es en esta corriente est-tica en la que se inscribe el conjunto de los textos seleccionados, de los cuales elms antiguo es Islas de Oro, publicado originalmente en Poemas (1896) unarazn ms, pues, que llevara a No a adelantar la fecha de inicio de su antologa.A dicho texto le siguen los poemas Leda, El Centauro Quirn o El nfora,cuyos versos (y sus ttulos mismos) muestran claramente los gustos modernistasde este autor inclinado hacia el parnasianismo (el Heredia argentino, se deno-min el propio Leopoldo Daz).

    Finalmente, la propuesta de 1896 como fecha de inicio de la modernidad poti-ca en Argentina debe ponerse en relacin con la inclusin de Las montaas del oro,cuya Introduccin encabeza en la edicin de 1931 los textos seleccionados deLugones; un libro primerizo que, recurdese, el antlogo tiene como la primeraexpresin moderna en el mbito de la poesa nacional. Estas modificaciones referi-

    20 Sin embargo, Julia Elena y Luis Felipe No comentan en la citada entrevista de noviembre de 2006la existencia de un ejemplar de la 2 edicin de la Antologa de la poesa argentina moderna con anotacio-nes de Julio No que indican una ms que probable tercera edicin: Nuestro padre tuvo un proyecto de tra-bajar en una tercera edicin de la Antologa. Tena un ejemplar sobre el que haca correcciones y agregados,pero como muchas de las cosas que a veces emprenda, en su afn de ser muy cuidado, quedaban en la nada.No era su forma de ser la de encomendar el trabajo a nadie y adems consideraba que una antologa era algomuy personal.

  • Anales de Literatura Hispanoamericana 1892007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    das a la estimacin temporal constituyen uno de los cambios ms visibles en lanueva edicin, pues en lo que toca a la Advertencia preliminar No reproduceexactamente el texto de la primera edicin. A lo dicho debe sumarse lainclusin/exclusin de determinados escritores, siendo el fenmeno de la exclusinun hecho ms difcil de explicar en su conjunto que el referido a las incorporacio-nes. Lgicamente, algunas de las variaciones que sufre la reedicin estn determi-nadas por la ampliacin de la obra hasta 1930. As, por ejemplo, determinados poe-tas que no pudieron ser incluidos originalmente dado que carecan de un libro publi-cado, como es el caso de Francisco Piero, ven impresa su opera prima en el lapsoentre 1925-1930. Otros cambios, sin embargo, estn motivados por la recepcin cr-tica de que es objeto la antologa, una serie de sugerencias a las que fue sensible elautor.

    Las reacciones a la primera edicin fueron inmediatas, la obra tuvo de hecho unaamplia acogida en los crculos literarios y los medios crticos de la capital. Recindada a conocer la 1 edicin lleva fecha de imprenta de enero de 1926, Borgespublica una breve resea en las pginas de Proa21. Desde las primeras lneas se des-hace en elogios para con el trabajo realizado por No (no en vano es Borges uno delos poetas seleccionados, siendo esta la primera vez que aparece recogido en unaantologa nacional). Sobra decir que, a diferencia de No, acoge con mayor entusias-mo a los jvenes poetas de su generacin: La cuarta parte la de los muchachos, lanuestra es la de aire ms respirable, la menos cursilona, la ms atropelladora y sintrampas (Borges 1997: 236). Si bien la antologa recibe el aplauso del escritor, nopor ello deja de lanzar algunas crticas (Son pecados veniales, nos advierte,inevitables por lo dems). Por ejemplo, entiende como algo ilusorio pensar quehay ochenta poetas en la Argentina (en realidad son ochenta y siete los que reneNo) y an ms que todos ellos son merecedores de ser incluidos en una antologa:Ochenta poetas! Habr ochenta renglones de poesa en toda la literatura hispni-ca o deshispnica? No me le atrevo a ese optimismo (235). De otro lado, juzgaacertadsima la seleccin de los textos, aun cuando echa en falta algunos funda-mentales: Has vuelto de Carriego, Ladrido, Chacarera y Alcohlica deGiraldes, y el soneto del espejo de Banchs. No duda tampoco en requerir a un autorcomo Francisco Piero, a su juicio el mejor poeta ultrasta de lengua hispana.Igualmente reclama la presencia de Norah Lange y Ricardo Molinari, este ltimocalificado por Borges como poeta originalsimo (236).

    Otro agudo lector de la cultura portea que no tarda en reaccionar es PedroHenrquez Urea, instalado en Argentina desde 192422. En su resea publicada en

    21 Acotaciones. Julio No: Antologa de la poesa argentina moderna, 1926, Proa, Segunda poca,ao 3, n 15, enero de 1926, pp. 51-52. El texto en cuestin se halla recogido en Borges 1997: 235-236, pordonde citaremos en adelante.

    22 Pedro Henrquez Urea y No se haban conocido personalmente en la primera visita que el domini-cano realiz a la Argentina, en octubre de 1922, como parte de una legacin mexicana encabezada por JosVasconcelos. En un acto de bienvenida organizado por los hombres de la revista Nosotros, No fue el encar-gado realizar el brindis en honor de los visitantes tras un emotivo discurso de Jos Ingenieros (Barcia 1994:68-69). Por entonces y hasta marzo de 1924, recordemos, No y Bianchi llevan a cabo las tareas de direc-cin de Nosotros.

  • 190 Anales de Literatura Hispanoamericana2007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    Valoraciones en marzo de 1926, deja bien claro el lugar que debe concederse a lacompilacin de No: La antologa de Julio No resulta, apenas lanzada al mundo,obra indispensable en su especie (1960: 304); y algo ms adelante: Ningunacomo la de No realiza el arquetipo orgnico y rotundo (305). Ello sin desmedrode algunos trabajos anteriores Puig, Barreda, Morales que reciben el elogio delcrtico por cuanto que forman parte esencial de la tradicin antolgica argentina.Mucho ms tajante y despreciativo respecto a los precedentes de No se muestraManuel Glvez en su resea publicada en el n 872 de la revista El Hogar, en elmismo ao 1926. La airada respuesta por parte de algunos de los antlogos aludi-dos no se hizo esperar, como demuestran los artculos de Barreda (1926) yMorales (1926) publicados en Nosotros. No obstante la argumentacin esgrimidapor ambos antlogos, para Henrquez Urea hay una clara diferencia cualitativaque distingue a No de sus antecedentes, a saber: que estos, en lneas generales,hacen mero acopio de autores y textos, mientras que la Antologa de la poesaargentina moderna supone una aportacin fundamental a la historia literarianacional por el modo en que el autor clasifica y organiza los distintos autores yperiodos23. Reconocimientos aparte, Henrquez Urea incluye en su resea un ep-grafe con el ttulo Sobra y falta, referido lgicamente a la seleccin que lleva acabo No. Alineado con Borges, echa de menos la inclusin de una autora comoNorah Lange, nota fundamental del clarn de vanguardia y nica mujer activa delas izquierdas (Henrquez Urea 1960: 306). De otro lado, pese a que uno de loscriterios de seleccin soterrados que impone No se refiere a la publicacin almenos de un libro, Henrquez Urea cree que debiera haberse hecho una excep-cin con Francisco Piero, uno de los mejores representantes de la nueva poesa asu entender. Por cuanto toca a los poetas fin de siglo, califica de imperdonable laausencia de Leopoldo Daz, cuyos Poemas de 1896 estn en la misma onda queProsas profanas, Las montaas del oro y Castalia brbara, en su opinin los tresgrandes poemarios del modernismo hispanoamericano. Temo que la supresinobedezca al deseo de no alterar la arquitectnica estructura de cuatro cuerpos, nocavarle stano ni robarle a Lugones su soledad sustentadora (ibdem).

    Tal como hemos sealado, parece que No fue sensible a la autoridad que repre-sentaban Borges y Pedro Henrquez Urea (ms este que el primero en aquellos aos20), como lo demuestran las incorporaciones que hace en la segunda edicin, en laque, esta vez s, se incluyen Leopoldo Daz, Norah Lange y Ricardo Molinari. En loque respecta a este ltimo, conviene recordar que su inclusin en la segunda edicines posible por la ampliacin del arco temporal hasta 1930. Por entonces, Molinariha publicado ya tres poemarios: El imaginero (1927), El pez y la manzana (1928) yPanegrico (1930), el ltimo de los cuales obtiene el premio de la Municipalidad deBuenos Aires. En el caso de Francisco Piero, sin embargo, No se mantuvo firmeen sus criterios pese a las reclamaciones recibidas.

    23 Es tal vez este un juicio demasiado severo respecto a los citados antecedentes, sobre todo en lo quetoca a Barreda, quien, como se ha sealado, ensaya en su antologa de 1913 una presentacin evolutiva de lapoesa argentina desde los autores tardocoloniales hasta el posmodernismo.

  • Anales de Literatura Hispanoamericana 1912007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    LOS DESCENDIENTES DIRECTOS DE NO O EL FRUTO AGRIDULCEDE LA HISTORIA

    Prcticamente desde su aparicin en 1926, la antologa de No se convierte enuna obra de referencia para los futuros historiadores de la poesa que eligen el gne-ro antolgico como instrumento expositivo de sus formulaciones. Como dato curio-so, en 1927 se da a conocer una antologa de poesa argentina traducida al italiano,Antollogia della poesia argentina moderna. Folco Testena, compilador y traductorde los textos, dice inspirarse en No, como as lo demuestra el ttulo mismo de laobra. La compilazione di questa stata condotta, nelle sue linee generali, sullAntologa de la Poesa Argentina, ordenada por Julio No e pubblicata in BuenosAires ai primi giorni del 1926; dei poeti accettati dal No nessuno stato escluso(Testena 1927: VII). El motivo principal que inspira esta coleccin, segn reza enlas Avvertenze del traduttore, es de ndole histrico-cultural: reforzar los lazosmutuos entre Italia y Argentina, dos culturas, dos pases unidos en el devenir deltiempo a raz de las oleadas inmigratorias que desde la segunda mitad del siglo XIXarriban a los puertos argentinos (una sorellastra, la nazione sul cui afetto lItaliapotr sempre fare affidamento)24.

    Dentro de Argentina la obra de No no slo produjo reacciones a favor, pues tam-bin hubo actitudes de velada protesta. La Exposicin de la actual poesa argentinaforma parte de este ltimo grupo (Vignale y Tiempo 1927). Esta obra constituye elcatlogo por excelencia de la poesa argentina de vanguardia entre los aos 1922-1927. Hasta entonces la poesa nueva no haba sido reunida tan ampliamente enuna compilacin nacional de dimensiones y alcance considerables como es laExposicin25. Ahora bien, en el ao en que se publica originalmente la antologa deNo, 1926, haban aparecido nada menos que 25 nmeros de Martn Fierro, lo quees decir mucho si consideramos el carcter efmero de la mayor parte de las publi-caciones que se suceden en la dcada del 20. El movimiento de vanguardia concen-trado en Buenos Aires estaba en la madurez de su desarrollo tras las significativasexperiencias en torno a las revistas Prisma, Proa e Inicial. Pese a ello, a juicio dealgunos jvenes de entonces la obra de No no ofrece una muestra suficientementerepresentativa de la nueva poesa, mientras que la mayor atencin recae en la gene-

    24 Por lo que concierne a la estructura de la Antollogia, Testena introduce algunas modificaciones encomparacin con su modelo. As, reduce a tres las cuatro partes de que consta originalmente la antologa deNo. La primera parte est dedicada a los poetas modernistas; la segunda, sin duda la ms sustanciosa, a lospoetas posmodernistas; y la tercera y ltima a los novissimi, los poetas afectos a la vanguardia. En reali-dad lo que hace el antlogo italiano es integrar a Lugones en el grupo de modernistas. Pierde con ello elpoeta cordobs la preponderancia que le concede No al otorgarle la primera parte en exclusiva? Quizvisualmente, habra que responder, puesto que esa figura atlntea que sostiene el edificio de la modernapoesa se diluye ahora en el orden alfabtico que rige cada parte. Sin embargo, el antlogo italiano repara laprdida de este estatus ya desde las Avvertenze mismas que encabezan la obra, al darnos el perfil de la pri-mera parte, in cui grandeggia Leopoldo Lugones (Testena 1927: VII).

    25 S exista, a nivel de revista, alguna que otra antologa breve, como es el caso de la antologa dePoemas ultrastas que recoge el n 160 de Nosotros, ao XVI, septiembre de 1922, pp. 55-62. Muy signi-ficativa tambin es la Pequea antologa de poetas argentinos que compila el poeta y narrador argentinoRoberto Ortelli para la revista coruesa Alfar, n 58, junio de 1926, pp. 27-30.

  • 192 Anales de Literatura Hispanoamericana2007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    racin del Centenario por las razones ya expuestas. Las crticas no se hicieron espe-rar. En el nmero doble de mayo de 1926, la revista Martn Fierro incluye una notareferida a la antologa de No, al parecer redactada por Antonio Vallejo, en donde secritica la parcialidad del antlogo ([Vallejo?] 1926: 9). Sobre todo se condena lasausencias de los ms jvenes, injustas en una Antologa que pretende ser impar-cial, pero admisibles en una antologa partidista: las de los inditos, que son nume-rosos; tambin las de los autores sin libro pero que pronto lo publicarn: KellerSarmiento, Molinari. Asimismo se muestra el rechazo por la eliminacin de auto-res de valor, como Manuel Lugones, o de jvenes con libro, como Nicols Olivari,Andrs L. Caro, ngel Guido, Antonio Vallejo, los sealados por Borges en Proa:Norah Lange y Francisco Piero (ibdem). Estas fallas referidas a la nueva poesadel momento son en cierta medida el motor que pone en marcha la Exposicin querealizan Vignale y Tiempo, dos jvenes poetas de entonces26.

    En la misma lnea crtica de los martinfierristas, aunque menos beligerante, sesita la resea a la obra de No que publica Guillermo de Torre en La GacetaLiteraria de Madrid (Torre 1927)27. El ttulo que presenta dicho texto, Veinte aos+ cinco de poesa, es ya de por s indicativo de la divisoria marcada por el autor,quien cifra en los cinco ltimos aos (los de la vanguardia, su propia generacin) elfuturo de la poesa argentina: Nos enfrentamos aqu con veinticinco aos de poe-sa argentina. O ms bien con 20 aos + 5, si preferimos valorar ya al distribuir sucontenido, sealando las dos porciones esenciales. El segundo sumando, el espaciode los cinco aos que van de 1920 a 1925, es, sin duda, en sus promesas, y ha deserlo en su cosecha, ms importante que el primero; y ya, desde ahora, pese a su par-vedad numrica, es el que pesa ms en la cuanta total de la poca (4). Tras acredi-tar a Giraldes como precursor autntico de la vanguardia argentina y sealaralgunas de las figuras clave del movimiento Girondo y Borges principalmente,Guillermo de Torre pone de relieve la escasa atencin que muestra No hacia esteperiodo reciente, pese a constituir un maana potico inaugural ms digno de con-fianza, en su indecisin, que todos los ayeres mustios (ibdem).

    Como hecho ms que anecdtico, aunque desde luego muy alejado de la crticaseria hecha en Argentina, cabe comentar la rplica a la antologa de No que reali-za el poeta y polemista Francisco Soto y Calvo. En el mismo ao 1926, Soto yCalvo, por entonces casi septuagenario, saca a la luz una contraantologa disparata-da de ttulo humorstico, Los poetas maullantinos del Arca de No (Buenos Aires,M. Gleizer). La obra se abre con un poema jocoso dedicado a la mayor parte de los

    26 Debe tenerse en cuenta que, en lo tocante a las antologas, antes incluso de 1927 se haba producidoel reconocimiento de la vanguardia hispanoamericana con la publicacin del ndice de la nueva poesa ame-ricana (Buenos Aires, El Inca, 1926), obra que firman Alberto Hidalgo, Huidobro y Borges. En su mayorparte, la elaboracin de este ndice tuvo lugar en Buenos Aires, donde residan Borges y tambin Hidalgo,escritor de origen peruano afincado en la capital argentina desde 1920 y uno de los abanderados del ultras-mo a comienzos de dcada. Hidalgo formaba parte de los hombres de Florida al lado de Giraldes, SergioPiero, Marechal, Norah Lange, Lpez Merino, Rega Molina, etc., la mayor parte de ellos representada enel ndice (un total de diecisis poetas argentinos).

    27 Algunas semanas ms tarde, el mismo texto es publicado, sin variacin en el ttulo, en la revistaNosotros, ao XXI, n 213, febrero de 1927, pp. 279-283. En adelante citamos por La Gaceta Literaria.

  • Anales de Literatura Hispanoamericana 1932007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    poetas reunidos por No slo unos pocos reciben alabanza: Como NO nos brin-da lo peor/ De los VATES de su ARCA colegidos,/ Todos estos, poetas distinguidos,/Deben dar gracias slo al COLECTOR/ De los papirotazos merecidos. No es estala nica antologa satrica que publica Soto y Calvo como respuesta a algunas de lasms reputadas compilaciones de los aos 20. En 1927 da a la prensa una nueva paro-dia, esta vez dirigida contra el ndice de Hidalgo. En remedo del original, la obra encuestin lleva por ttulo ndice y fe de erratas de la nueva poesa americana(Buenos Aires, J. Samet, 1927). Para entender lo hiriente del ttulo en toda su exten-sin hara falta contemplar la portada del libro, donde la secuencia inicial er- deerratas cae en picado, ofreciendo el ttulo verdadero de ndice y fe de [er]ratas dela nueva poesa americana, que va acompaado de un dibujo donde aparece ungrupo de roedores husmeando entre desperdicios. Este nuevo ataque va dirigido unavez ms a los poetas maullantinos de No: Va este LIBRO dedicado/ A la sim-ptica GREY/ MAULLANTINA, cuya LEY/ Actual he satirizado28. Por si fuerapoco, Soto y Calvo vuelve a la carga ms adelante y hace frente a la Exposicin deVignale y Tiempo, que va a ridiculizar en Exposicin de zanahorias de la actualpoesa argentina (Buenos Aires, Minerva, s.a. [1928?]). La obra sigue la mismalnea que las anteriores, con versos punzantes dedicados a los compiladores, a losprologuistas y a cada uno de los autores seleccionados. Lo curioso del caso es queesta Exposicin de zanahorias aparece publicada en la misma editorial que la obrade Vignale y Tiempo, y hasta con la misma tipografa. No se tratar al fin de unabroma ms de las muchas que corrieron en aquellos traviesos aos 20? Se escondeacaso una identidad desconocida bajo el nombre de Soto y Calvo?29 De ser as, elhecho acompaara el tono de humor con que Vignale y Tiempo presentan suExposicin. Lo cierto es que estas obras satricas contrastan con la seriedad y respe-to que siempre mereci la figura de Soto y Calvo entre la crtica de su tiempo.

    Ms all de la humorada, la influencia ejercida por la antologa de No tiene unade sus mayores proyecciones en la Antologa de la poesa espaola e hispanoame-ricana que realiza Federico de Ons (1934). Este volumen, que abarca el conjuntode la poesa hispnica entre 1882 y 1932, viene a consolidar el modelo historicistaque representa la antologa moderna, en lnea con los trabajos ya citados de Dez-Canedo y Fortn, Estrada, Donoso, Lizaso y Fernndez de Castro, y el de No, quie-nes entre 1913 y 1926 horadan las posibilidades crticas que ofrece el gnero anto-lgico en relacin con el establecimiento de la cultura nacional. En un artculo de1927, Anthologies of the New Poetry (The Romanic Review XVIII/2, april-june,pp. 169-173), Ons pone de relieve la importancia que poseen estas obras de cara al

    28 Aludido como uno de los autores del ndice, Borges publica en Sntesis (ao 1, n 4, septiembre de1927) una resea sobre la obra humorstica de Soto y Calvo. En ella hace mofa de la cantidad ingente delibros anunciados por el anciano escritor en las solapas interiores de sus obras: Francisco Soto y Calvo queno alcanzan entre los tres a uno slo acaba de simular otro libro, no menos indito que los treinta ya seudo-duplicados por l y que los cincuenta y siete que anuncia (Borges 1997: 316).

    29 Acerca de esta misteriosa identidad no parece aclararnos mucho Ren de Costa en un artculo de 1990donde al referirse al autor del ndice y fe de [er]ratas seala que se trataba de un amigo de Borges: FranciscoCalvo Sotelo (Costa 1990: 65). Confunde el crtico Soto y Calvo con Calvo Sotelo? No es un despiste talvez? Sea como fuere, en ningn caso aclara quin es ese supuesto Francisco Calvo Sotelo.

  • 194 Anales de Literatura Hispanoamericana2007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    estudio de la poesa hispnica y su evolucin, en tanto que superan con mucho a lamayor parte de las antologas predecesoras en sus respectivos pases. Ello es indica-tivo respecto a la influencia que habrn de ejercer tales antologas en la concepciny realizacin mismas de la compilacin de Ons. En opinin de Garca Morales, laforma en que el antlogo espaol estructura el material potico seleccionado heredabsicamente el esquema tripartito de los mencionados antecedentes:

    Ms importante que la disposicin externa comn a todas estas obras, con apara-to de prlogo, bibliografa y notas, y que la pretendida actitud distanciada, rigurosa,histrica y no parcial o militante de los antlogos, es el hecho de que todos ellos orga-nicen su materia segn tres secuencias temporales: la poesa del pasado, la poesa delpresente, la poesa en la que despunta el futuro. Este esquema tripartito bsico, que seconcreta en variaciones muy diversas, es el que adopt Ons y el que pervive hoy enla forma usual de entender la evolucin de la poesa de la poca segn tres periodos:modernismo, posmodernismo, vanguardia (Garca Morales 1998: 499).

    Dentro de este esquema fundamental resulta realmente interesante la etapa com-prendida entre 1905-1914 que Ons bautiza como postmodernismo. Si bien habasido de algn modo contemplada por la crtica, aunque de forma puntual y especfi-ca (es decir, referida a una realidad nacional concreta), lo cierto es que este periodocareca an de una nomenclatura y caracterizacin precisas vlidas para la poesageneral de mbito hispnico30. Ons no llega a resolver del todo esta compleja lagu-na histrica todava hoy sigue sindolo para los historiadores de la literatura, perosin duda su antologa refleja un esfuerzo y una direccin que muchos no dudaron enseguir. Por su parte, No, a diferencia de Ons y de otros autores entre los mencio-nados como precursores de la antologa moderna, evita en las dos ediciones de sucompilacin toda nomenclatura comprometida al agrupar los distintos periodos est-ticos en partes sin ttulo alguno. Sin embargo, la propuesta de Ons, tanto en su con-ceptualizacin como en la terminologa usada, con el tiempo acaba por calar en elideario crtico-historicista de No, como demuestra su ensayo para la Historia deArrieta. En l seala que, a falta de ms apropiada designacin, puede denomi-narse posmodernista toda la poesa argentina de la primera mitad de nuestro siglo(No 1959: 70). No slo habra que llamar la atencin sobre el trmino posmoder-nista que No toma de Ons al tiempo que deja entrever cierta disconformidad; msimportante si cabe resulta el amplio periodo que abarca dicho marbete. Ello reflejala importancia relativa que No concede tanto al modernismo, que resultara unmovimiento efmero, como a las tentativas de vanguardia en la dcada de 1920.

    30 En los estudios crticos anteriores a la antologa de Ons, a falta de una terminologa ms precisa sueleutilizarse el nombre asentado de modernismo para referirse a la literatura en torno a los aos 1910-1915, aveces aclarndose que se trataba de un modernismo atemperado, ms cercano a las distintas realidades nacio-nales y de un sencillismo palpable. Ello puede verse, por ejemplo, en un crtico como Rafael CansinosAssens. La tercera entrega de La Nueva Literatura, donde se incluye un ensayo sobre la evolucin de la poe-sa argentina, fue publicada en 1927, cuando an faltaban algunos aos para que Ons diese a conocer suantologa. Al examinar el itinerario potico de la moderna poesa argentina, Cansinos Assens contempla dosmomentos cruciales: el momento modernista y el momento ultraico, pero no seala trmino alguno queindique el trnsito entre uno y otro (Cansinos Assens 1998: 650).

  • Anales de Literatura Hispanoamericana 1952007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    Igual de reticente se muestra Ons con respecto a la nueva poesa, que aparece en suantologa mal definida, nominada de forma vacilante ultramodernismo, ultras-mo, tal vez por la cercana an de un momento potico informe. En cualquiercaso, esta visin no hace sino realzar la centralidad de la poesa posmodernista, queafianza de este modo su lugar de privilegio en la historia literaria tanto en el casoconcreto argentino como en el mbito ms general de la poesa hispnica. Teniendoen cuenta este hecho, Garca Morales nos recuerda que Ons, como Estrada,Donoso, Lizaso, Fernndez de Castro y No, pertenece l mismo a la generacinposmodernista, de ah que conozca mejor, privilegie y hasta cierto punto constru-ya su antologa a partir de ese momento (1998: 500). Como hicieran sus predece-sores, Ons prefiri subrayar la continuidad por encima del cambio, soslayaralgo las expresiones ms rompedoras y cosmopolitas, y sobre todo intentar inte-grar con dificultades la siguiente etapa, la vanguardista, que empez presentndoseprecisamente como una negacin del modernismo (501).

    Por encima de las cuestiones estticas que con cierto margen de discusin impli-ca la poesa posmodernista, no menos importante resulta la afinidad de dichacorriente con el nacionalismo cultural creciente en el mbito hispnico a lo largo dela segunda y tercera dcadas del siglo XX. Un sentir nacionalista que, en el nivelliterario y folklrico, se vio proyectado en la bsqueda de un discurso identitario ras-treador del carcter argentino, las bondades del paisaje y los mitos germinales. Elpropio Ons, quien advierte el sesgo ideolgico que muestran las mencionadas anto-logas usadas como modelo, pone de relieve en su citado artculo de 1927 el marca-do carcter nacional que singulariza a dichas obras, teniendo en cuenta el contextoparticular en que cada una de ellas se inserta (Mxico, Chile, Cuba y Argentina).Este hecho evidencia hasta qu punto las antologas se constituyen en instrumentosal servicio de operaciones cannicas, en tanto que tienden a la fijacin y perpetua-cin de una serie de autores y textos que, desde una perspectiva personalista o desdeel privilegio del poder, son presentados como valores estables y representativos deuna literatura y una nacionalidad concretas, dentro de un contexto socio-culturaldeterminado. En este sentido, el porqu muchas veces la prctica antolgica acabaconvirtindose en una batalla que se libra en el plano ideolgico-cultural es un asun-to que debe ponerse en relacin directa con la lucha por el centro intelectual estable-cida entre las distintas facciones convergentes en un campo intelectual dado.

    BIBLIOGRAFA

    BARCIA, Pedro Luis,1994 Pedro Henrquez Urea y la Argentina, Santo Domingo (Repblica

    Dominicana), Secretara de Estado de Educacin, Bellas Artes yCultos/Universidad Nacional Pedro Henrquez Urea.

    BARREDA, Ernesto Mario1926 A propsito de antologas, Nosotros, ao XX, n 206, julio, pp. 373-

    380.

  • 196 Anales de Literatura Hispanoamericana2007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    BORGES, Jorge Luis1997 Textos recobrados. 1919-1929, Buenos Aires, Emec.

    CANSINOS ASSENS, Rafael1998 La evolucin de la poesa argentina. Del Modernismo al Ultrasmo, La

    nueva literatura. Tercera parte: La evolucin de la poesa (1917-1927)(1927), en Obra crtica, vol. I, Sevilla, Diputacin de Sevilla, pp. 647-710.

    COSTA, Ren de,1990 Militancia vanguardista del primer Borges. 1910-1925, en Mattala,

    Sonia (ed.), Borges entre la tradicin y la vanguardia, Valencia,Generalitat de Valencia, pp. 65-75.

    GARCA MORALES, Alfonso1998 Federico de Ons y el concepto de modernismo. Una revisin, Revista

    Iberoamericana, vol. LXIV, nms. 184-185, julio-diciembre, pp. 485-506.

    GIUSTI, Roberto F.1927 Veinte aos de vida literaria. Recuerdos y divagaciones, Nosotros, ao

    XXI, nms. 219-220, Nmero aniversario 1907-1927: Un cuarto de siglode vida intelectual, pp. 5-51.

    1959 La crtica y el ensayo, en Arrieta, Rafael A. (ed.), Historia de la litera-tura argentina, tomo IV, Buenos Aires, Peuser, pp. 453-509.

    GUILLN, Claudio1985 Entre lo uno y lo diverso. Introduccin a la literatura comparada,

    Barcelona, Crtica.

    HENRQUEZ UREA, Pedro1960 Poesa argentina contempornea (1926), en Obra crtica. Edicin a

    cargo de Emma Susana Speratti Piero, Mxico/Buenos Aires, Fondo deCultura Econmica, pp. 305-308.

    MNDEZ, Evar1927 Doce poetas nuevos, Sntesis, ao I, n 4, septiembre, p. 18.

    MORALES, Ernesto1926 A propsito de la antologa de No, Nosotros, ao XX, n 207, agosto,

    pp. 531-535.

    NO, Julio1923 Nuestra literatura: notas y estudios crticos. Primera serie, Buenos

    Aires, Agencia General de Librera y Publicaciones.1926 Antologa de la poesa argentina moderna. 1900-1925, Buenos Aires,

  • Anales de Literatura Hispanoamericana 1972007, vol. 36, 171-197

    Anbal Salazar Anglada Julio No y la antologa de la poesa Argentina Moderna (1926): un punto de

    Nosotros.1927 La poesa argentina moderna, Nosotros, ao XXI, nms. 219-220,

    Nmero aniversario 1907-1927: Un cuarto de siglo de vida intelectual,pp. 69-74.

    1931 Antologa de la poesa argentina moderna. 1896-1930, Buenos Aires, ElAteneo.

    1932 Una generacin se juzga a s misma. De Julio No, Nosotros. Nmeroextraordinario de la Bodas de Plata. 1907-1932. Una generacin sejuzga a s misma, ao XXVI, nms. 279-280, agosto, pp. 129-138.

    1959 La poesa, en Arrieta, Rafael A. (ed.), Historia de la literatura argen-tina, tomo IV, Buenos Aires, Peuser, pp. 63-128.

    1993 Escritos de un lecto