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LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS • JULIO DE 2008 Liahona Liahona De nuestras manos a las de ustedes, pág. 38 Conozcamos al presidente Eyring y al presidente Uchtdorf, págs. 6, 14 Una caminata de 40 km a la capilla, pág. 22 Dios puede guiar a las naciones y Él te puede guiar a ti, pág. 30 Una misionera de nueve años de edad, pág. A12 á ̇¯Ëı ÛÍ— ‰Ó ‚‡¯Ëı, Ò. 38 á̇ÈÓÏÚÂÒfl: ÔÂÁˉÂÌÚ Äȥ̄ ¥ ÔÂÁˉÂÌÚ ìıÚ‰ÓÙ, ÒÒ. 6, 14 40 Í¥ÎÓÏÂÚ¥‚ Ô¥¯ÍË ‰Ó ñÂÍ‚Ë, Ò. 22 ÅÓ„ ÏÓÊ ‚ÂÒÚË Ì‡Ó‰Ë—Ç¥Ì ÏÓÊ ‚ÂÒÚË È Ú·Â, Ò. 30 Ñ‚’flÚË¥˜ÌËÈ Ï¥Ò¥ÓÌÂ, Ò. Ñ12 Mai o Matou Lima i o Outou Aao, i. 38 Feiloai ia Peresitene Eyring ma Peresitene Uchtdorf, i. 6, 14 40-Kilomita e Savali ai i le Lotu, i. 22 E Mafai e le Atua Ona Taiala Malo— E Mafai ona Ia Taialaina Oe, i. 30 O Se Faifeautalai e Iva Tausaga le Matua, i. U12

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Page 1: Julio de 2008 Liahona - Liahona es la revista ... · “La guía de la mano de Dios”, pág. 30: Para empezar, relate algu-nas de las experiencias que el élder Paul tuvo con la

L A I G L E S I A D E J E S U C R I S T O D E L O S S A N T O S D E L O S Ú L T I M O S D Í A S • J U L I O D E 2 0 0 8

LiahonaLiahonaDe nuestras manos a las deustedes, pág. 38 Conozcamos al presidente Eyring y al presidente Uchtdorf, págs. 6, 14

Una caminata de 40 km a la capilla, pág. 22

Dios puede guiar a las naciones y Él te puede guiar a ti, pág. 30

Una misionera de nueve años de edad, pág. A12

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LIAHONA, JULIO DE 2008

IDEAS PARA LA NOCHE DE HOGAR

Estas ideas le serán útiles para

la enseñanza en el aula

y en el hogar.

“Receta para un hogar

feliz”, pág. 26: Cuente el re-lato de la familia Ronndahl,y busquen los elemen-tos que contribuyen aque tengan un hogar feliz. Haganplanes para disfrutar de una cenaespecial antes de la noche de hogar.Mientras preparan juntos la comida,destaquen que cada ingrediente esimportante para que la comida ten-ga buen sabor, al igual que cadamiembro de la familia es importante

para crear un hogar feliz.Lean el artículo y, siguiendo

el ejemplo de la familiaRonndahl, pregunte a losmiembros de la familia lo

que les gustaría hacerpara la noche de ho-gar. Haga las asigna-

ciones para la siguiente noche dehogar; tal vez incluso deseen jugarel juego del “director ciego”.

“La guía de la mano de Dios”,

pág. 30: Para empezar, relate algu-nas de las experiencias que el élderPaul tuvo con la oración. Lea en vozalta sus promesas, bajo la sección

14 Un hombre de familia, un hombre de fe, un hombre preordenado

38La preparación de las revistas de la Iglesia

6 Llamado por Dios

LIAHONA, julio de 2008Vol. 32, Número 7 02287-002Publicación oficial de La Iglesia de Jesucristo de los Santosde los Últimos Días, en el idioma español.La Primera Presidencia: Thomas S. Monson, Henry B. Eyring, Dieter F. UchtdorfEl Quórum de los Doce Apóstoles: Boyd K. Packer, L. Tom Perry, Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks, M. Russell Ballard, Joseph B. Wirthlin, Richard G. Scott, Robert D. Hales, Jeffrey R. Holland, David A. Bednar,Quentin L. Cook, D. Todd ChristoffersonEditor: Jay E. JensenAsesores: Gary J. Coleman, Yoshihiko Kikuchi, Gerald N. Lund, W. Douglas ShumwayDirector administrativo: David L. FrischknechtDirector editorial: Victor D. CaveEditor principal: Larry HillerDirector de artes gráficas: Allan R. LoyborgEditor administrativo: R. Val JohnsonEditora administrativa auxiliar: Jenifer L. GreenwoodEditores adjuntos: Ryan Carr, Adam C. OlsonEditora auxiliar: Susan BarrettPersonal de redacción: Christy Banz, Linda Stahle Cooper,David A. Edwards, LaRene Porter Gaunt, Carrie Kasten,Jennifer Maddy, Melissa Merrill, Michael R. Morris, Sally J.Odekirk, Judith M. Paller, Joshua J. Perkey, Jan U.Pinborough, Richard M. Romney, Don L. Searle, JanetThomas, Paul VanDenBerghe, Julie WardellSecretaria principal: Laurel TeuscherDirector administrativo de arte: M. M. KawasakiDirector de arte: Scott Van KampenGerente de producción: Jane Ann PetersPersonal de diseño y de producción: Cali R. Arroyo,Collette Nebeker Aune, Howard G. Brown, Julie Burdett,Thomas S. Child, Reginald J. Christensen, Kim Fenstermaker,Kathleen Howard, Eric P. Johnsen, Denise Kirby, Scott M.Mooy, Ginny J. NilsonAsuntos previos a la impresión: Jeff MartinDirector de impresión: Craig K. SedgwickDirector de distribución: Randy J. BensonCoordinación de Liahona: Enrique Resek, Diana R. TuckerPara saber el costo de la revista y cómo suscribirse a ellafuera de Estados Unidos y Canadá, póngase en contactocon el Centro de Distribución local o con el líder del barrioo de la rama.Los manuscritos y las preguntas deben enviarse a Liahona,Room 2420, 50 East North Temple Street, Salt Lake City, UT 84150-3220, USA; o por correo electrónico a: [email protected] (un término del Libro de Mormón que significa“brújula” o “director”) se publica en albanés, alemán,armenio, bisiama, búlgaro, camboyano, cebuano, coreano,croata, checo, chino, danés, esloveno, español, estonio, fidji, finlandés, francés, griego, haitiano, hindi, holandés,húngaro, indonesio, inglés, islandés, italiano, japonés,kiribati, latvio, lituano, malgache, marshallés, mongol,noruego, polaco, portugués, rumano, ruso, samoano, sinalés, sueco, tagalo, tailandés, tahitiano, tamil, telugu,tongano, ucraniano, urdu, y vietnamita. (La frecuencia delas publicaciones varía de acuerdo con el idioma.)© 2008 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados. Impreso en los Estados Unidos de América.El material de texto y visual de la revista Liahona se puedecopiar para utilizarse en la Iglesia o en el hogar, siempre queno sea con fines de lucro. El material visual no se puedecopiar si aparecen restricciones en la línea de crédito delmismo. Las preguntas que tengan que ver con este asunto sedeben dirigir a Intellectual Property Office, 50 East NorthTemple Street, Salt Lake City, UT 84150, USA; correo electrónico: [email protected] aparece en Internet en varios idiomas en el sitiowww.lds.org. Si lo desea, pulse “Gospel Library”, luego“PDF”. Ahora haga clic en la cubierta que está debajo deLiahona “International” y después pulse “Select a language”.Para los lectores de México: Certificado de Licitud de título número 6988 y Licitud de contenido número 5199,expedidos por la Comisión Calificadora de Publicaciones y revistas ilustradas el 15 de septiembre de 1993.“Liahona” © es nombre registrado en la Dirección deDerechos de Autor con el número 252093. Publicaciónregistrada en la Dirección General de Correos número100. Registro del S.P.M. 0340294 características218141210.For readers in the United States and Canada:July 2008 Vol. 32 No. 7. LIAHONA (USPS 311-480) Spanish(ISSN 0885-3169) is published monthly by The Church ofJesus Christ of Latter-day Saints, 50 East North Temple, SaltLake City, UT 84150. USA subscription price is $10.00 per year; Canada, $12.00 plus applicable taxes.Periodicals Postage Paid at Salt Lake City, Utah. Sixty days’notice required for change of address. Include address label from a recent issue; old and new address must be included. Send USA and Canadian subscriptions to SaltLake Distribution Center at the address below. Subscriptionhelp line: 1-800-537-5971. Credit card orders (Visa,MasterCard, American Express) may be taken by phone.(Canada Poste Information: Publication Agreement#40017431)POSTMASTER: Send address changes to Salt LakeDistribution Center, Church Magazines, PO Box 26368, Salt Lake City, UT 84126-0368

P A R A L O S A D U L T O S2 Mensaje de la Primera Presidencia: Escuchemos la

voz de los profetas Presidente Dieter F. Uchtdorf

6 El presidente Henry B. Eyring: Llamado por Dios Élder Robert D. Hales

14 El presidente Dieter F. Uchtdorf: Un hombre de familia, un hombre de fe, un hombre preordenadoÉlder Russell M. Nelson

22 Fe en el paso y un canto en el corazón Deirdre M. Paulsen

25 Mensaje de las maestras visitantes: Todos los sereshumanos somos creados a la imagen de Dios

38 La preparación de las revistas de la Iglesia44 Voces de los Santos de los Últimos Días

El samaritano con un destornillador Heidi BartleEn la sombra de Sus alas Paul B. HatchLa monedita del muchacho Natalie Ross¿Es verdad que Jesús visitó América? Carlos René Romero

48 Comentarios

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TEMAS DE ESTE EJEMPLAR

A=Amigos

Ayuno, A15

Bautismo, 34

Bendiciones, 30

Conversión, A12

Creación, 25

Creatividad, 38

Cuerpos, 25

Dedicación, 22

Ejemplo, 34

Espíritu Santo, 44, 45, 47

Familia, 2, 26

Fe, 30, 34

Inspiración, 38, 44, 45

Jesucristo, 47

Libro de Mormón, 47

Naturaleza divina, 25, A10

Noche de hogar, 1, 26

Obra misional, 22, 34, 46,

A2, A4, A10, A12, A16

Ofrenda de ayuno, 46

Oración, 30, 45, 47, A10

Pioneros, A8

Primaria, A12

Profetas, 2

Sacerdocio, A10

Servicio, 34, 44

Smith, José, A6

Templo, A6

Testimonio, 34, 47

L IAHONA J U L I O D E 2 0 0 8 1

“La guía de una vida”. Lean Alma34:18–26 y analicen lo que Alma en-señó a los zoramitas en cuanto a laoración. Pida a los miembros de lafamilia que compartan experienciasen las que la oración les haya sido de ayuda.

"El momento preciso es ahora",

pág. 34: Analicen las tres manerasdiferentes en que Sasha leyó elLibro de Mormón. ¿En qué diferíael primer modo de leerlo de losprimeros dos? Lean Moroni 10:4–5,y analicen la promesa de Moroni.

“¿Quieres ir conmigo a la

Primaria?”, pág. A12: Hable con losniños acerca de lo que les gusta de

la Primaria. Resuma para la familia el relato del artículo. ¿Les gustaría invitar a alguien a la Primaria? Fijenla meta de invitar a alguien a laPrimaria o a una de sus actividades.

“Ayuno familiar”, pág. A15: Leael artículo y considere la posibilidadde iniciar un “frasco de la cortesía”con su familia. Hablen acerca de la forma en que el ayuno y el sacrificio de Leonardo y de Marianafue una bendición para ellos y paralos demás. Además, podrían llevar a cabo un ayuno familiar a favor dealguna persona que necesite unabendición especial y, después, ha-cer algo para ayudar a esa persona.

A medida que busques el anillo HLJ

en indonesio que está escondido en este

ejemplar, piensa en cómo hacer lo justo

al compartir el Evangelio.

P A R A L O S J Ó V E N E S26 Receta para un hogar feliz Paul VanDenBerghe

30 La guía de la mano de Dios Élder Wolfgang H. Paul

34 El momento preciso es ahora Janessa Cloward

La guía de la mano de Dios

30

A M I G O S : P A R A L O S N I Ñ O SA2 Ven y escucha la voz de un profeta: La dádiva

del Evangelio Presidente Henry B. Eyring

A4 Tiempo para compartir: Yo quiero ser un misionero ya Linda Christensen

A6 De la vida del profeta José Smith: José se traslada a Ohio

A8 Construye tu propio carro de manoA10 Entre amigos: Hijos e hijas de Dios

Élder Paul K. Sybrowsky

A12 ¿Quieres ir conmigo a la Primaria? Reneé Harding

A15 Para ser más como Cristo: Ayuno familiar Regina Moreira Monteiro

A16 Página para colorear

A12 ¿Quieres ir conmigo ala Primaria?

EN LA CUBIERTAIlustraciones fotográficas por John Luke.

CUBIERTA DE AMIGOSCruzando el río Sweetwater,

por David Koch. Se prohíbe su reproducción.

Los números indican la primera página del artículo.22 F

26Receta para un hogar feliz

A8 Construye tu propiocarro de mano

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L IAHONA J U L I O D E 2 0 0 8 3

Escuchemos la vozde los profetasP O R E L P R E S I D E N T E D I E T E R F. U C H T D O R FSegundo Consejero de la Primera Presidencia

M E N S A J E D E L A P R I M E R A P R E S I D E N C I A

Por el granamor quenuestro Padre

nos tiene, nos ha da-do profetas en nues-tros tiempos, profetasque nos guían en unasucesión ininterrum-pida desde principiosdel siglo diecinueve,cuando tuvo lugar larestauración de estagrandiosa obra pormedio del profetaJosé Smith.

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por medio del profeta José Smith. Siempreconservaremos vivos los recuerdos de los pri-meros Santos de los Últimos Días, de sus sacri-ficios, sus penurias, sus lágrimas, pero tambiénde su valor, su fe y su confianza en el Señormientras seguían al profeta que Él había seña-lado para esa época.

Yo no tengo antepasados entre los pione-ros del siglo diecinueve. Sin embargo, desdemis primeros días de miembro de la Iglesia,he sentido una gran afinidad con aquellosprimeros pioneros que atravesaron las llanu-ras; son mi linaje espiritual, así como lo sonde todo miembro de la Iglesia, sea cual seasu nacionalidad, su idioma o su cultura. Ellosno sólo establecieron un lugar a salvo en elOeste, sino también los cimientos espiritua-les para la edificación del reino de Dios entodas las naciones del mundo.

Todos somos pioneros

Ahora que el mensaje del evangelio restau-rado de Jesucristo se está aceptando por todoel mundo, todos somos pioneros en nuestrapropia esfera de acción y circunstancias.Después de la Segunda Guerra Mundial, enmedio de la confusión de la Alemania de pos-guerra, fue cuando mi familia conoció LaIglesia de Jesucristo de los Santos de los Últi-mos Días. En aquella época, el presidente eraGeorge Albert Smith (1870–1951). Yo era unniño pequeño, y en el término de sólo siete

¡Cuán grandes son el gozo y el privile-gio de ser parte de esta Iglesia mun-dial y de que nos enseñen y

edifiquen los profetas, videntes y revelado-res! Los miembros de esta Iglesia hablamosdiversos idiomas y provenimos de muchasculturas diferentes, pero compartimos lasmismas bendiciones del Evangelio.

Ésta es en verdad una Iglesia internacional,con miembros esparcidos por las naciones dela tierra proclamando a todo el mundo el men-saje universal del evangelio de Jesucristo, seacual sea su idioma, raza o raíces étnicas. Todossomos hijos espirituales de un Dios viviente yamoroso, nuestro Padre Celestial, que deseaque tengamos éxito en nuestra jornada de regreso a Él.

En Su bondad, Él nos ha dado profetas paraque nos enseñen Sus verdades eternas y nosguíen para vivir Su evangelio. Este año nos he-mos despedido de un amado profeta, el presi-dente Gordon B. Hinckley (1910–2008), quenos guió muchos años hasta que el Señor lollamó de regreso al hogar. Ahora seguimosadelante bajo el liderazgo del nuevo profetaque el Señor ha llamado para dirigirnos, el pre-sidente Thomas S. Monson. Por el gran amorque nuestro Padre nos tiene, nos ha dado pro-fetas en nuestros tiempos, profetas que nosguían en una sucesión ininterrumpida desdeprincipios del siglo diecinueve, cuando tuvolugar la restauración de esta grandiosa obra

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años habíamos perdido dos veces todas nues-tras posesiones materiales; éramos refugiadoscon un futuro incierto. No obstante, en esossiete años obtuvimos mucho más de lo quecualquier cantidad de dinero puede comprar;encontramos un refugio supremo, un lugarque nos protegía de la desesperación: el evan-gelio restaurado de Jesucristo y Su Iglesia, di-rigida por un profeta verdadero y viviente.

Las buenas nuevas de que Jesucristo ha lle-vado a cabo la Expiación perfecta a favor delgénero humano, redimiendo a todos del se-pulcro y recompensando a cada uno según sus obras, fueel poder sanador que restableció la esperanza y la paz enmi vida.

Cualesquiera sean nuestras dificultades en esta existen-cia, nuestras cargas se harán más livianas si creemos no só-lo en Cristo, sino además en Su capacidad y en Su poderpara purificarnos y consolarnos; somos sanados cuandoaceptamos Su paz.

El presidente David O. McKay (1873–1970) era el profe-ta en los años de mi adolescencia, y me parecía conocerlopersonalmente; percibía su amor, su bondad y su digni-dad, y él me dio confianza y valor en esa época. Aun cuan-do crecí en Europa, a miles de kilómetros de distancia,sentía que él confiaba en mí y no quería defraudarlo.

Otra fuente de fortaleza para mí fue una carta que escri-bió el apóstol Pablo mientras se hallaba prisionero, y quedirigió a Timoteo, el ayudante y amigo en quien más con-fiaba. Él dijo:

“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.

“Por tanto, no te avergüences de dar testimonio denuestro Señor…” (2 Timoteo 1:7–8).

Esas palabras de uno de los antiguos Apóstoles de nues-tro Salvador tuvieron una influencia muy importante en mí

durante los tiempos de posguerra, así como la tienen en laactualidad. Sin embargo, ¿cuántos de nosotros dejamosque los temores controlen nuestra vida en esta época de

tensión internacional, de incertidumbre eco-nómica y política y de dificultades personales?

Una voz que es constante

Dios nos habla con una voz que es constan-te. Él trata con igualdad a toda la familia huma-na. Podemos estar en un barrio grande o en unarama pequeña, nuestros respectivos climas y ve-getación pueden diferir, los antecedentes cultu-rales y el idioma pueden ser variados y el colorde nuestra piel puede ser totalmente diferente;pero el poder y las bendiciones universales delEvangelio restaurado están disponibles para to-dos, independientemente de la cultura, de lanacionalidad, del sistema político, de las tradi-ciones, del idioma, del ambiente económico ode la educación.

Actualmente tenemos otra vez apóstoles, videntes y re-veladores que son atalayas en la torre, mensajeros de laverdad divina y sanadora. Dios nos habla por intermediode ellos, que tienen una profunda percepción de las diver-sas circunstancias en las que vivimos los miembros; estánen este mundo pero no son del mundo. Nos indican el ca-mino y nos ofrecen ayuda en las dificultades que enfrenta-mos, no con la sabiduría del mundo, sino con la queproviene de una Fuente eterna.

Hace unos años, el presidente Thomas S. Monson dijo lo siguiente en un mensaje de la Primera Presidencia: “Losproblemas de hoy se ciernen amenazadores sobre nosotros.Rodeados por la sofisticación de la vida moderna, recurri-mos a los cielos para recibir esa orientación constante quenos hace posible marcar y seguir un rumbo sabio y adecua-do. Aquél a quien llamamos nuestro Padre Celestial no deja-rá sin contestar nuestras justas y sinceras peticiones”1.

Nuevamente tenemos un profeta viviente en la tierra, elpresidente Thomas S. Monson. Él conoce nuestras dificul-tades y temores, y tiene respuestas inspiradas; no tenemospor qué temer. Podemos tener paz en el corazón y paz ennuestro hogar. Cada uno de nosotros puede ser una in-fluencia para bien en este mundo si sigue los mandamien-tos de Dios y se apoya en el verdadero arrepentimiento,

4

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¿Seguimos los consejosinspirados

de los profetas? Un ejemplo muyimportante para lahumanidad es elfortalecimiento denuestra familia.

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en el poder de la Expiación y en el milagro del perdón.Los profetas nos hablan en el nombre del Señor y con

una sencillez de origen divino, como nos lo confirma elLibro de Mormón: “…Porque el Señor Dios ilumina el en-tendimiento; pues él habla a los hombres de acuerdo conel idioma de ellos, para que entiendan” (2 Nefi 31:3).

Tenemos la responsabilidad no sólo de escuchar, sinotambién de actuar de acuerdo con Su palabra a fin de quepodamos reclamar las bendiciones que proceden de las or-denanzas y los convenios del Evangelio restaurado. Él dijo:“Yo, el Señor, estoy obligado cuando hacéis lo que os digo;mas cuando no hacéis lo que os digo, ninguna promesa te-néis” (D. y C. 82:10).

Habrá épocas en que nos sintamos abrumados, heridoso al borde del desaliento en nuestros esfuerzos por sermiembros perfectos de la Iglesia. Tengan la seguridad deque hay bálsamo en Galaad. Escuchemos a los profetas denuestros días a medida que tratan de ayudarnos a concen-trarnos en los elementos centrales del plan del Creador pa-ra el destino eterno de Sus hijos. El Señor nos conoce, nosama, quiere que tengamos éxito y nos alienta, diciendo: “Ymirad que se hagan todas [las] cosas con prudencia y or-den; porque no se exige que [hombres ni mujeres] corra[n] más aprisa de lo que sus fuerzas… permiten…[Pero] conviene que sea[n] diligente[s]” (Mosíah 4:27).

Sigamos sus consejos

¿Somos diligentes en vivir los mandamientos de Diossin correr más de lo que nuestras fuerzas lo permitan, onos limitamos a ir caminando plácidamente? ¿Empleamoscon prudencia nuestro tiempo y nuestro talento así comonuestros medios? ¿Nos concentramos en las cosas que tie-nen mayor importancia? ¿Seguimos los consejos inspiradosde los profetas?

Un ejemplo de gran importancia para la humanidad es elfortalecimiento de nuestra familia. En 1915 se nos dio el pre-cepto de la noche de hogar. En 1964, el presidente David O.McKay volvió a recordar a los padres que “ningún éxito pue-de compensar el fracaso en el hogar”2. En 1995, los profetasde nuestros días exhortaron a los habitantes del mundo en-tero a fortalecer a la familia como la unidad fundamental dela sociedad3. Y en 1999, la Primera Presidencia y el Quórumde los Doce Apóstoles nos dijeron con amor estas palabras:“Aconsejamos a los padres y a los hijos que den prioridad

absoluta a la oración familiar, a la noche de hogar, al estudioy a la instrucción del Evangelio y a las actividades familiaressanas. Por muy dignas y apropiadas que puedan ser otrasexigencias o actividades, no se les debe permitir que despla-cen los deberes asignados por Dios que sólo los padres y lasfamilias pueden llevar a cabo en forma adecuada”4.

Con humildad y fe, renovemos nuestra determinación ydedicación de seguir diligentemente a los profetas, viden-tes y reveladores. Escuchémoslos y dejémonos instruir yelevar por aquellos que poseen todas las llaves del reino.Que al escucharlos y seguirlos, nuestro corazón cambie ytengamos un gran deseo de hacer el bien (véase Alma19:33). De ese modo seremos pioneros en la edificaciónde un cimiento espiritual que establezca la Iglesia en todaspartes del mundo, a fin de que el evangelio de Jesucristose convierta en una bendición para todo hijo de Dios, y sir-va para unir y fortalecer a nuestra familia. ■

NOTAS1. “El navegar seguros por los océanos de la vida”, Liahona,

noviembre de 1999, pág. 7.2. Citado por J. E. McCulloch, en Home: The Savior of Civilization,

1924, pág. 42; en “Conference Report”, abril de 1964, pág. 5.3. Véase “La Familia: Una proclamación para el mundo”, Liahona,

octubre de 2004, pág. 49.4. Véase “Carta de la Primera Presidencia”, Liahona, diciembre de 1999,

pág. 1.

I D E A S PA R A L O S M A E S T R O SO R I E N TA D O R E S

Una vez que estudie este mensaje con la ayuda de la oración,preséntelo empleando un método que fomente la participación delas personas a las que enseñe. A continuación, se citan algunosejemplos:

1. Pregunte a los niños qué necesitarían si se encontraran enun lugar distante y tuvieran que regresar a casa sin saber el cami-no. Sugiérales que un mapa y una guía les servirían de ayuda.Explíqueles que los profetas son guías que el Padre Celestial nosproporciona para ayudarnos a regresar a Él. Lea una parte de estemensaje que destaque esa idea.

2. Relate un recuerdo que tenga del hombre que fue el presiden-te de la Iglesia cuando usted era niño o adolescente. Dígales cómolo han guiado a usted las enseñanzas de los profetas vivientes.

L IAHONA J U L I O D E 2 0 0 8 5

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POR EL ÉLDER ROBERT D. HALESDel Quórum de los Doce Apóstoles

Unos años después de queHenry Bennion Eyring pa-só a ser rector del Colegio

Universitario Ricks (que ahora se llama Universidad BrighamYoung–Idaho), le ofrecieron untrabajo muy prestigioso y muybien remunerado en el sur deCalifornia.

Al describir la oferta y sus prestaciones al entonces pre-sidente Spencer W. Kimball, éste le dijo: “Parece una granoportunidad. Si alguna vez te necesitamos, sabremos dón-de encontrarte”.

El hermano Eyring esperaba que el presidente Kimball,que era su tío, le pidiera que se quedara en el ColegioUniversitario Ricks; pero en cambio, fue obvio que ély Kathleen, su esposa, tendrían que orar y ayunar pa-ra tomar la decisión, y así lo hicieron. Al cabo de unasemana, el Espíritu le hizo saber que tendrían el privi-legio de quedarse allí “un tiempo más”.

Él llamó a Jeffrey R. Holland, que era entonces elComisionado del Sistema Educativo de la Iglesia, y le dijo que había rechazado la oferta de trabajo. Esa noche recibió una llamada telefónica del presidente Kimball.

“Entiendo que has decidido quedarte”, le dijo el Presidente.

“Sí”, contestó el hermano Eyring.“¿Consideras que has hecho un sacrificio?”,

le preguntó el presidenteKimball.

“No”, respondió él.“¡Haces bien!”, le aseguró el

presidente, y con eso puso fin ala conversación.

A los que conocen a Henry B.Eyring, no les sorprende su dis-posición a seguir las impresionesespirituales aun cuando hacerlosignifique renunciar a algo que el

mundo considere importante. Él ha aprendido por sí soloque la fe y la humildad, combinadas con la obediencia, cali-fican a los hijos de Dios para recibir bendiciones más ricas

que las posesiones del mundo.Al fallecer el presidente

Gordon B. Hinckley el 27 de enero del corriente año, el presidente Thomas S. Monson llamó al presidente Eyring comoPrimer Consejero de la PrimeraPresidencia. Previamente, había

prestado servicio durante cuatro meses como Segundo Consejero de la PrimeraPresidencia, llenando la vacante creada porla muerte del presidente James E. Faust.

“Hal” —sobrenombre por el que se le conoce entre los familiares y los amigos íntimos— nació el 31 de mayo de 1933, en

Princeton, Nueva Jersey, siendo el segundo de los tres hijos de Henry Eyring y Mildred

6

El presidenteHenry B. Eyring

Llamado por Dios

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Bennion, una familia que daba extrema importancia a laeducación, tanto espiritual como académica.

Su padre era un distinguido químico y profesor en laUniversidad de Princeton; su madre, profesora adjunta quedirigía el departamento de educación física para mujeresen la Universidad de Utah, se encontraba con licencia deese trabajo mientras se preparaba para recibir un doctora-do en la Universidad de Wisconsin cuando conoció al queiba a ser su marido. Ambos inculcaron en sus hijos la con-fianza en el Señor y la fe que tenían en Su evangelio.

Un patrimonio de fe

Los comienzos del patrimonio familiar de fe del presi-dente Eyring se remontan a sus antepasados que escucha-ron y siguieron las impresiones del Espíritu y la dirección

de los líderes del sacerdocio. Henry Eyring, su bisabuelo,que era un joven de dieciocho años cuando salió deAlemania en 1853, conoció la Iglesia al año siguiente, enSaint Louis, Misuri. Su deseo de recibir una revelación encuanto a la Iglesia se cumplió con un sueño, en el que elélder Erastus Snow, a quien todavía no conocía, le manda-ba bautizarse. En otro sueño de naturaleza similar, mien-tras prestaba servicio misional en la región que ocupanactualmente los estados de Oklahoma y Arkansas en 1860,vio por primera vez al presidente Brigham Young1.

Después de la misión, en el recorrido haciaUtah, su bisabuelo Eyring conoció a MaryBommeli, una inmigrante suiza, al unirse ala misma compañía de pioneros en la queella viajaba. Mary, que con su familia sehabía convertido a la Iglesia cuando te-nía veinticuatro años, había estado en-carcelada en Berlín, Alemania, por habercompartido el Evangelio con algunas per-sonas. La noche en que la arrestaron, escri-bió una carta al juez que iba a considerar sucaso, “un hombre del mundo”, hablándolede la Resurrección y del mundo de los es-píritus, y exhortándolo a arrepentirse afin de salvarse y salvar a su familia de“una gran aflicción”. Poco después, eljuez dejó sin efecto la acusación y la pu-sieron en libertad2. Henry y Mary se casa-ron al poco tiempo de haber llegado alValle del Lago Salado.

Desde Europa hasta los desiertos del sur deUtah y de Arizona, y desde allí a las colonias del norte deMéxico, los antepasados del presidente Eyring dominaronlas regiones inhóspitas, predicaron el Evangelio, huyeronde la persecución, establecieron escuelas y educaron a sushijos.

La influencia de la esposa

A comienzos de la Segunda Guerra Mundial, el raciona-miento de gasolina impedía a la familia Eyring hacer el re-corrido de 27 kilómetros hasta la Rama de New Brunswickpara asistir a las reuniones dominicales. Por ese motivo, lafamilia recibió permiso para llevar a cabo reuniones en sucasa de Princeton, Nueva Jersey. El hermano Eyring bromeadiciendo que no faltó a ninguna reunión de la Primaria enese tiempo, cosa que no sería muy difícil, puesto que sólouna vez tuvieron la Primaria en su hogar.

Página opuesta, desde arriba: La familia del presidente

Eyring (de izquierda a derecha): su padre, Henry; sus

hermanos, Ted y Harden; Henry o “Hal”, de niño; y Mildred,

la madre. Henry, en el anuario de la escuela secundaria,

1951. Derecha: Los bisabuelos Henry Eyring y Mary Bommeli.

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El presidente Eyring reflexiona a menudo sobre el her-moso espíritu que había en las reuniones sacramentalesde aquella pequeña rama formada por su familia y algunoque otro visitante. No le importaba que ellos fueran gene-ralmente los únicos asistentes ni que él y sus hermanosformaran el grupo entero del Sacerdocio Aarónico de la“rama”. Pero la madre, al comenzar a entrar sus hijos enla adolescencia, anhelaba que su familia viviera en mediode una congregación mayor de Santos de los ÚltimosDías.

En 1946 Henry, su padre, disfrutaba de gran éxito en sutrabajo en Princeton; había obtenido títulos honorarios dedoctor y muchospremios impor-tantes en químicay, debido a sus diligentes labores entre científicosreconocidos en todo el mundo, tenía una oportu-nidad excelente de que lo consideraran para un Premio Nóbel.

Por esa época, recibió una llamada tele-fónica de A. Ray Olpin, Presidente de laUniversidad de Utah, ofreciéndole el puestode decano de la escuela para posgraduadosy la continuación de su investigación quími-ca allí. Mildred, su esposa, le dijo que toma-ra la decisión él mismo, pero le recordó unapromesa que le había hecho años antes: lehabía prometido que, cuando los hijos cre-cieran, iba a llevar a la familia más cerca dela sede de la Iglesia. Cuando rechazó la oferta, Mildred,que había crecido en Utah, le rogó que orara con respec-to a la decisión y le dio una carta para leer cuando llega-ra a su laboratorio.

Luego de leer la carta, en la que ella expresaba su desilusión, y después de orar y meditar al respecto,Henry Eyring llamó al presidente Olpin y le dijo que,después de todo, aceptaba la posición para sacar adelan-te el Departamento de Ciencias de la universidad. Suaparente sacrificio al alejarse de Princeton resultó seruna bendición para él y su familia. Una bendición seme-jante fue la disposición del presidente Eyring de seguir el ejemplo de su padre al enfrentar una encrucijada similar años después.

La preparación para el futuro

“Desde que mi hermano era adolescente, me di cuentade lo diferente que era de otros jovencitos”, comentaHarden Eyring, que se refiere a su hermano mayor comosu consejero y amigo; y agrega que mientras Henry estabaen la escuela secundaria, se enfrascaba en la lectura de lasEscrituras y leyó el Libro de Mormón cinco veces.

Aun cuando no se consideraba superior a los demás,rehusaba tomar parte en actividades que lo desviaran de laespiritualidad. Encontraba tiempo para jugar en el equipode baloncesto de la escuela secundaria East, de Salt LakeCity, pero sus estudios tenían prioridad.

“Cuando yo era adolescente, frecuentaba las heladeríasdonde todos nos juntábamos”, dice Harden. “Pero él noiba de noche a esos sitios populares entre los jóvenes, sinoque se dedicaba a leer y a estudiar”.

Ted, su hermano mayor, que es profesor de químicaen la Universidad de Utah, cursaba el último año cuandole tocó tener algunas clases junto con Henry, y comenta

que éste estaba a la altura del mejor de losalumnos. “Cuando él se concentra, logracualquier cosa que se propone”, dice. “Esademás muy cómico y se mantiene alegreaun en situaciones serias y difíciles. Se pa-rece mucho a nuestro padre”.

Sin embargo, al crecer, el presidenteEyring descubrió una diferencia muy grandeentre él y su padre.

El padre animaba a sus hijos a estudiar fí-sica y a prepararse para seguir una carrera enciencias. Por respeto a él, Henry se matriculóen física en la Universidad de Utah; pero undía, cuando le pidió ayuda con respecto a un

complejo problema matemático, su padre se dio cuenta deque el hijo no compartía su pasión por esa materia.

“Mi padre se encontraba ante una pizarra que teníamosen el sótano”, recuerda el presidente Eyring; “de pronto,se detuvo en lo que estaba haciendo y me dijo: ‘Hal, la se-mana pasada estuvimos resolviendo un problema como és-te; parece que no lo entiendes mejor ahora que entonces.¿No lo has estudiado?’ ”

Él le confesó que no y luego admitió que la física no eraun tema en el cual pensara constantemente. El padre que-dó un momento en silencio y después, con palabras cari-ñosas, dejó a su hijo en libertad de seguir la vocaciónprofesional que más le gustara, diciéndole: “Hijo, debesencontrar algo que te guste tanto que cuando no tengas

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nada en qué pensar, sea eso loque venga a tu mente”3.

No obstante, en 1955 re-cibió un diploma en físicaantes de alistarse en laFuerza Aérea de losEstados Unidos. Hacíapoco que la guerra deCorea había llegado a sufin y todavía era reducidoel número de misioneros detiempo completo que se llama-ba en cada barrio; incluso la casa de lamisión en Salt Lake City estuvo cerrada por untiempo y no se enviaron misioneros al campomisional. Sin embargo, en una bendición, elobispo había prometido al presidente Eyringque su servicio militar sería su misión, y, dossemanas después de haber llegado a la BaseSandia, cerca de Albuquerque, Nuevo México,lo llamaron como misionero de distrito en laMisión de los Estados Occidentales, un llama-miento que cumplía al atardecer y los fines desemana durante los dos años que permanecióen el servicio militar.

Una vez cumplida su obligación militar, sematriculó en la Facultad de Administraciónde Empresas para posgraduados de laUniversidad de Harvard, en donde obtuvouna maestría en 1959 y un doctorado en1963, ambos diplomas en administración deempresas. Aun cuando tenía la inteligenciapara lograr el éxito en las ciencias, su voca-ción principal estaba en la enseñanza y enalentar y fortalecer a otras personas.

Escucha al Espíritu

En el verano de 1961, mientras asistía aHarvard, conoció a Kathleen Johnson, hija

de J. Cyril Johnson yLaPrele Lindsay, de Palo

Alto, California; ella asis-tía a clases de verano en

Boston, Massachusets, yHenry se prendó de ella la primera

vez que la vio. Inmediatamente, se sintió inclinado a mostrar lo mejor de sí cuandoestaba en presencia de la joven, un deseoque ha continuado a través de su vida juntos.

Ambos jóvenes salieron juntos ese verano y,después de que Kathleen regresó a California,continuaron el noviazgo con llamadas telefóni-cas y cartas. En julio de 1962, contrajeron ma-trimonio en el Templo de Logan, Utah, y eloficiante fue el entonces élder Spencer W.Kimball. Ese mismo año, el hermano Eyringpasó a ser profesor adjunto de la Facultad deAdministración de Empresas para posgradua-dos de la Universidad Stanford.

Nueve años después, él era profesor titularde la universidad y obispo del Barrio 1 deStanford. Vivían cerca de la casa de sus suegros“y estábamos bien establecidos allí”, comenta.Pero en 1971, en medio de la noche, su esposalo despertó con dos preguntas extrañas, la pri-mera: “¿Estás seguro de que estás encaminan-do tu vida en la dirección debida?”.

Pensando en cómo sería posible que fue-ran más felices, él le preguntó: “¿Qué quieresdecir con eso?”.

Página opuesta: Los

padres del presidente

Eyring y un retrato de su

padre en 1969. Arriba:

Cuando era rector del

Colegio Universitario

Ricks. Izquierda: Con

Kathleen, su esposa, en

la recepción de su boda.

Arriba, izquierda: En

1973, mientras era rector

del Colegio Universitario

Ricks, presentando a la

hermana Donna Packer

el Premio a la Mujer

Destacada del Año. En la

foto también aparecen el

presidente Boyd K.

Packer y Denece Hansen

Johnson, que en ese

entonces era presidenta

de la Asociación

Femenina de Estudiantes.

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Ella respondió con la segunda pregunta:“¿No podrías trabajar haciendo investigaciónpara Neal Maxwell?”.

Al élder Neal A. Maxwell lo acababan denombrar Comisionado del Sistema Educativode la Iglesia. Ni Henry ni Kathleen lo conocí-an, pero ella opinaba que tal vez su maridopudiera hacer algo más por cambiar la vida deotras personas.

“Hacer investigación para Neal Maxwell…¿en este punto de mi carrera?”, le contestó él.“Además”, pensó, “ese tipo de trabajo es algoque hace un joven estudiante de posgrado”.

Después de una pausa, su esposa le dijo:“¿Orarás al respecto?”.

En aquel punto de su matrimonio, él ya sa-bía que no debía pasar por alto el consejo dela esposa, por lo que salió de la cama, se arro-dilló e hizo una oración. “No recibí ningunarespuesta”, dice, “lo cual me alegró muchoporque no tenía interés en irme a ningunaotra parte”.

Al día siguiente, durante una reunión deobispado, oyó mentalmente una voz que ha-bía aprendido a reconocer muy bien y que lo

reprendió por no haber tomado en serio elconsejo de su compañera. “Tú no sabes quéte espera en tu carrera”, se le dijo; “Si recibesotra oferta de trabajo, preséntamela a mí”.

El hermano Eyring quedó muy impresio-nado con la experiencia y regresó de inme-diato a casa. “Tenemos un problema”, le dijoa Kathleen. Temía haber cometido un error aldesechar varias ofertas de trabajo que habíarecibido mientras estaba en Stanford. “Nuncaoré con respecto a ninguna de ellas”, dice.Sintiéndose muy humilde, a partir de enton-ces empezó a orar sobre su futuro.

Menos de una semana después de que laesposa le hizo aquellas preguntas a altas horasde la noche, el comisionado Maxwell lo llamóy lo invitó a reunirse con él en Salt Lake City.Al día siguiente viajó en avión y ambos hom-bres se reunieron en casa de los padres deHenry. Las primeras palabras que salieron de la boca del hermano Maxwell después de

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Arriba: En 1997, cuando

integraba el Quórum

de los Doce Apóstoles.

Derecha: Durante una

visita reciente al sur de

Utah. Extremo derecho:

Con el élder M. Russell

Ballard, del Quórum de

los Doce Apóstoles,

durante una reunión

mundial de liderazgo

llevada a cabo en junio

de 2004. Página opuesta:

Retrato de la familia en

1995: sentados, de

izquierda a derecha,

Mary Kathleen, el

presidente y la hermana

Eyring, Elizabeth; de pie,

de izquierda a derecha,

John, Matthew, Stuart y

Henry.

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saludarlo fueron: “Quiero pedirle que sea rec-tor del Colegio Universitario Ricks”.

Ni las impresiones de su esposa ni la amo-nestación espiritual que había recibido lo habían preparado para tal sorpresa, y le dijo alcomisionado Maxwell que tendría que orar alrespecto; después de todo, sabía muy poco so-bre el Colegio Universitario Ricks [en la ciudadde Rexburg, Idaho]. A la mañana siguiente, tuvouna reunión con la Primera Presidencia, des-pués de lo cual el élder Maxwell le dijo que elpuesto era suyo, si lo quería.

A su regreso a California, continuó orandofervientemente y recibió la respuesta, pero es-tuvo a punto de no escucharla. “Oí una voz tan suave quecasi no le presté atención”, comenta, “que me dijo: ‘Es miuniversidad’ ”. Entonces llamó al comisionado Maxwell y le dijo: “Acepto”.

Sin más ni más, Henry renunció a los beneficios de unprofesorado titular en Stanford por la vida en una sencillacasa móvil en Rexburg, Idaho. Después de ser designadocomo Rector del Colegio Universitario Ricks el 10 de di-ciembre de 1971, pasaron varios meses antes de que pu-diera trasladar a su familia a la nueva casa, que él mismoayudó a construir.

“Fui a Ricks sabiendo algunas cosas”, dice; “Una, que yono era un personaje tan importante como me creía por mielevada posición en Stanford; otra es que mi esposa habíarecibido la revelación antes que yo; y por último, que eraafortunado por encontrarme allí. Así que en lugar de con-testar la pregunta: ‘¿Cómo pude renunciar a mi carrera enStanford?’, simplemente digo: ‘Mi Padre Celestial se encar-gó de eso, y nunca me pareció un sacrificio’ ”.

Los seis años que el presidente Eyring pasó en Rexburgresultaron ser una bendición para su familia y para la insti-tución de enseñanza. Los consejos prudentes de un humil-de maestro orientador contribuyeron a que esos añosfueran memorables. Aquel hermano, un granjero con mu-cha fe, lo instó a salir de su oficina a fin de conocer, animary expresar gratitud a los profesores, al personal y a los es-tudiantes del colegio.

Él oró sobre el asunto, sintió la impresión de que debíaseguir ese consejo y empezó a pasar más tiempo con losfieles alumnos y con los dedicados integrantes del cuerpodocente y del personal; incluso enseñó clases de religiónjunto con otro profesor. Al esforzarse por dar forma a los ci-mientos espirituales y académicos del colegio, él y Kathleen

llegaron a sentir gran amor por todos los que formabanparte de la institución, así como por la gente de Rexburg.

La familia tiene prioridad

Durante los años que pasaron en Rexburg, los miembrosde la familia Eyring desarrollaron una relación más estrechaentre sí. En esa época Henry y Kathleen tenían cuatro hijos,todos varones: Henry J., Stuart, Matthew y John; más ade-lante fueron bendecidos con dos hijas: Elizabeth y MaryKathleen. Aun cuando vivían en una localidad pequeña y ru-ral, sus padres tenían que estar atentos al entorno; una desus preocupaciones era el tiempo que pasaban los hijos mi-rando televisión y la calidad de los programas. Henry J., elmayor, recuerda una experiencia que tuvo enorme influen-cia en el ambiente del hogar de los Eyring.

“Mi hermano y yo estábamos en el sótano, frente al televisor, un sábado cerca de la medianoche”, cuenta.“Mirábamos un espectáculo de comedia vulgar que no de-bíamos estar mirando; el cuarto estaba oscuro, excepto porla luz que despedía la pantalla del televisor. De pronto, sinanunciarse, mamá entró en la habitación; llevaba puesto uncamisón blanco y amplio, y tenía en la mano unas tijerasgrandes. Sin decir palabra, metió la mano por detrás delaparato, agarró el cordón y formando un lazo con él intro-dujo las tijeras y lo cortó de un solo golpe; saltaron chispasen todas direcciones y el aparato se apagó, mientras nues-tra madre se deslizaba fuera del cuarto silenciosamente”.

Sin inmutarse, Henry J. se encaminó a la cama; pero suingenioso hermano cortó el cordón de una aspiradora in-servible y lo conectó al televisor; y poco después los mu-chachos estaban otra vez mirando televisión sin haberperdido casi nada de su programa.

“Sin embargo, mamá se salió con la suya”, dice Henry J.IZQ

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“El lunes, cuando regresamos de la escuela, encontramosel aparato en medio del piso con una profunda grieta a tra-vés de la gruesa pantalla de vidrio. Inmediatamente sospe-chamos de ella, pero cuando la enfrentamos con laspreguntas del caso, nos contestó con perfecta cara de ino-cente: ‘Estaba limpiando la parte de abajo del televisor y seme resbaló’ ”.

El presidente Eyring honró los deseos de su esposa, loshijos los respetarony aquello fue el finde la televisión encasa de los Eyring.“Por lo general, ma-má guía a través deun ejemplo silencio-so”, observa HenryJ. “Sin embargo, estambién inspirada e intrépida. Laconfianza que tiene en sí mis-ma ha sido una gran bendiciónpara sus hijos y nietos. Tanto enlos momentos cruciales como enlos hechos cotidianos, ella ha cam-biado para siempre el curso de nues-tra vida”.

El presidente Eyring todavía atri-buye el mérito a su esposa por haberestimulado su deseo de ser y hacer lo mejor, y siente grati-tud por la forma en que ella ha bendecido a sus hijos de lamisma manera. Sin vacilar, expresa reconocimiento por suejemplo y por la influencia que ella ha tenido en la familia.A su vez, la hermana Eyring se refiere a su marido en losmismos términos, expresando agradecimiento por la sensi-bilidad con la que él escucha al Espíritu y por la manera efi-caz en que ha enseñado y vivido el Evangelio en su hogar.

“Para Hal, no había dudas en cuanto a quiénes ocupa-ban el primer lugar en su corazón”, afirma ella. “Él pasabael día en Stanford, en un ambiente muy competitivo y concompañeros distinguidos, pero siempre puso a su familiaen primer lugar. Al fin de cada día, cuando estábamos reu-nidos al atardecer, preguntaba: ‘¿A quién no hemos llama-do todavía?’ Luego, guiado por el Espíritu, iba al teléfono yllamaba a algún familiar que tuviera necesidad de ese con-tacto aquella noche en particular”.

Al no tener un televisor en la casa, los integrantes de la fa-milia tenían más tiempo para disfrutar unos con otros y paradedicarse a intereses personales, desarrollar sus respectivos

talentos y participar juntos en deportes u otras actividades.A través de los años, el presidente Eyring ha mejorado sushabilidades culinarias (hace pan casero), ha descubierto quetiene talento para tallar madera y ha aprendido a pintar conacuarelas. De vez en cuando envía a alguien una tarjeta ilus-trada por él o una acuarela como recuerdo.

Actualmente, la casa de los Eyring está llena de pinturas,tallados y muebles que él ha creado con la ayuda de hábilesinstructores; muchas de las piezas reflejan lecciones moraleso impresiones espirituales. Además, se hace tiempo para en-viar diariamente a su familia, que ahora cuenta con veinticin-co nietos, mensajes por correo electrónico, a los que handado el afectuoso nombre de “Las planchas menores”.

“El diario familiar de papá, que nos man-da todos los días por correo electrónicocon fotos y contribuciones de hijos y nie-tos, nos ha ayudado a sentirnos como siestuviéramos juntos cada noche contán-

donos historias sentados a la mesa de la cena”, comenta Henry J.

Su disposición a prestar servicio

Aunque el presidente Eyring no lo sabía entonces, dejó atrás para siempre

sus labores seculares cuando aceptó el puesto en elColegio Universitario Ricks. Su trabajo como presidentedel colegio y simultáneamente su servicio como represen-tante regional y miembro de la mesa directiva general de laEscuela Dominical lo pusieron cada vez más en contactocon los líderes de la Iglesia, que reconocieron sus aptitu-des y dones espirituales. Entretanto, el Señor ya conocía su disposición a prestar servicio.

Al extenderle los importantes llamamientos después desus seis años en el Colegio Universitario Ricks, los líderesde la Iglesia habían procurado y obtenido la inspiraciónque los guió a él. Durante un período de preparación paraesos llamamientos, fue guiado por el Espíritu al trabajar, altratar de saber la voluntad de Dios, al escuchar para recibirrespuestas, y, como sus antepasados, al actuar de acuerdocon las impresiones que recibió. Cuando llegaron los lla-mamientos, estaba preparado.

En 1977, Jeffrey R. Holland, el nuevo comisionado delSEI, le pidió que fuera comisionado adjunto. Tres añosdespués, cuando el élder Holland pasó a ser rector de laUniversidad Brigham Young, el presidente Eyring ocupósu lugar como comisionado del SEI, posición en la queprestó servicio hasta abril de 1985, cuando recibió el

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llamamiento para ser Primer Consejero delObispado Presidente. En ese cargo, empleósus diversas habilidades para hacer contribu-ciones importantes en asuntos administrati-vos, en la planificación de propiedades, en el diseño y la construcción de templos y enotros asuntos temporales. En septiembre de1992, volvieron a nombrarlo comisionado delSEI y un mes después lo llamaron al PrimerQuórum de los Setenta.

El 1º de abril de 1995, Henry B. Eyring fuesostenido para integrar el Quórum de losDoce Apóstoles. Desde entonces se ha esfor-zado por obtener una mayor porción delEspíritu del Señor al bendecir a los miembrosde la Iglesia de todo el mundo con sus con-movedores discursos, su amoroso ministerioy su potente testimonio del Salvador y de Suevangelio.

Está altamente calificado

Cuando el presidente Eyringtestificó en la conferencia gene-ral de octubre de 2007 sobre lasbendiciones de ver la manode Dios en nuestra vida, ha-blaba por experiencia pro-pia. Al llevar un diario de lo que ha hecho el PadreCelestial por él, ha visto au-mentar su testimonio y tiene“una creciente certeza de quenuestro Padre Celestial escuchay contesta nuestras oraciones”4.

La clave para oír esas res-puestas y saber que Dios se inte-resa en nuestra vida, dice él, esdesarrollar la facultad de escu-char. “Debemos guardar silencioy escuchar. En mi experiencia,cuando no he recibido una im-presión clara o no he escuchadola voz del Espíritu, es por estardemasiado ocupado, con dema-siadas voces interiores y dema-siado absorto en mi propiomundo”.

El presidente Eyring ha vivi-do siempre conforme a los preceptos deldecimotercer Artículo de Fe. Los miembrosde la Iglesia son ciertamente muy afortuna-dos de que preste servicio junto al presi-dente Thomas S. Monson y al presidenteDieter F. Uchtdorf. Su peculiar combinaciónde aptitudes y talentos, su patrimonio de fe,su vida de preparación, su dedicación al ser-vicio y su determinación de ir en pos deDios y de hacer Su voluntad lo califican alta-mente para prestar servicio en la PrimeraPresidencia. ■NOTAS

1. Véase de Henry J. Eyring, Mormon Scientist: The Lifeand Faith of Henry Eyring 2007, págs. 127–130.

2. Véase de Henry B. Eyring, “El poder del enseñar ladoctrina”, Liahona, julio de 1999, págs. 87–88.

3. Véase de Gerald N. Lund, “El élder Henry B. Eyring:Moldeado por ‘influencias determinantes’ ”,Liahona, abril de 1996, pág. 28.

4. Henry B. Eyring, “Oh recuerda, recuerda”, Liahona,noviembre de 2007, pág. 67.

Página opuesta: Un

impreso de “Las

planchas menores” de

la familia, un cofre de

madera tallado por el

presidente Eyring y

algunas de sus

acuarelas. Arriba: Con

su esposa, después de

la conferencia general

de octubre de 2007.

Izquierda: La Primera

Presidencia: el

presidente Thomas S.

Monson (centro), el

presidente Henry B.

Eyring, Primer Consejero;

y el presidente Dieter F.

Uchtdorf, Segundo

Consejero.

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P O R E L É L D E R R U S S E L L M . N E L S O NDel Quórum de los Doce Apóstoles

¿Pueden imaginar el terror que debe de haber sentido Dieter Uchtdorf, de once años, cuando en 1952

la familia huyó de su hogar enAlemania Oriental1 buscando liber-tad en el oeste del país? Por razonespolíticas, la vida de su padre estabaen gran peligro y, a fin de disminuirel riesgo que correrían su esposa ehijos, él debía escapar solo. Paraevitar sospechas, el resto de la fa-milia tampoco podía viajar junta,sino que tenían que hacer el in-tento por separado.

En consecuencia, formularon un plan: los dos hermanos mayores de Dieter, Wolfgang yKarl–Heinz, tomaron una ruta hacia el norte deZwickau, la ciudad donde vivían; su hermana,Christel, viajó con otras dos muchachas en un tren que pa-saba brevemente por Alemania Occidental en su destino auna ciudad de Alemania Oriental; al pasar el tren por laAlemania libre, las jóvenes persuadieron al conductor deque les abriera la puerta, y saltaron a tierra.

Dieter, que a los once años era el menor, y su valientemadre tomaron una ruta diferente, llevando consigo unospocos alimentos y las preciadas fotos de familia que habíanpreservado de la destrucción durante la Segunda Guerra

Mundial. Después de haber cami-nado largas horas, la hermanaUchtdorf sintió que las piernas sele debilitaban; el niño cargó enton-ces con las posesiones y ayudó asu madre a subir la última colinaque los separaba de la libertad.Mientras lo hacían, se detuvieron acomer una escasa comida pero, de

pronto, al divisar a la distanciaguardias rusos, se dieron cuen-ta de que todavía no habíancruzado la frontera; madre e hijo pusieron fin a la comida,levantaron sus cosas y tuvie-ron que ascender aún más al-to para alcanzar la meta.

El niño y su madre conti-nuaron su jornada como refugiados,

consiguiendo de vez en cuando que alguien los llevara enauto un trecho y a pie el resto del camino hasta llegar a su destino en un suburbio cercano a la ciudad deFrancfort. Después de muchos días difíciles y peligrosos deseparación, la familia pudo por fin reunirse; los dos herma-nos fueron los primeros en llegar, luego el padre; a conti-nuación, llegaron Dieter y la madre, y la hermana llegó por último. Su reunión fue muy feliz.

De menor importancia era el hecho de que habían deja-do atrás casi todas sus posesiones.

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El presidenteDieter F. Uchtdorf

Un hombre de familia, un hombre de fe, un hombre preordenado

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Siete años antes, hacia el final de la Segunda GuerraMundial, habían tenido que huir del hogar al acercarse las fuerzas extranjeras; en esta segunda huidavolvían a ser refugiados. Una vez más habíanquedado sin nada; una vez más tenían queempezar de nuevo, pero se tenían los unos a los otros. Tenían profunda fe en Dios yeran miembros de La Iglesia de Jesucristode los Santos de los Últimos Días, una con-dición a la que habían llegado hacía apenascinco años.

El apartamento de un solo cuarto que ocuparon cercade Francfort era pequeño y estaba infestado de ratones, yal jovencito Dieter le resultaba interesante observar a losanimalitos corriendo por todos lados. El transporte públi-co era relativamente barato, pero la familia no podía pagarel viaje de todos a la iglesia los domingos, así que se turna-ban para asistir.

No es de extrañar que el presidente Uchtdorf defiendatan apasionadamente la sagrada institución de la familia.Con absoluta sinceridad, testifica que es ordenada porDios. Para él, es sumamente importante. Fue en el seno de su familia que se sembraron y cultivaron las semillas desu potente fe, y allí comenzó a prepararse para el cumpli-miento de su preordenación como líder del sacerdocio enla Iglesia de Dios.

Un hombre de familia

Dieter Friedrich Uchtdorfnació de buenos padres, KarlAlbert Uchtdorf e HildegardElse Opelt, el 6 de noviem-bre de 1940, en Ostrava,Checoslovaquia. En 1944 la familia salió de Checoslovaquia, mudándose a Zwickau,Alemania. Desde 1949hasta 1990, esta ciudadperteneció a AlemaniaOriental y era un centrominero de carbón; debidoa la gran importancia es-tratégica que tenía durante la Segunda Guerra Mundial, seconvirtió en uno de los principales blancos de los bombar-deros aliados. Dieter, que entonces tenía cuatro años, teníamiedo en esos momentos pero al mismo tiempo le fascina-

ban las luces de los aviones que sobrevolaban el lugar. Tiene re-cuerdos de cuando su madre lo llevaba a los refugios durantelos bombardeos para ponerlo asalvo; el ejército alemán había reclutado a su padre, y la hermanaUchtdorf se encargó de proteger

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Izquierda, desde arriba: Hildegard y Karl, los padres del

presidente Uchtdorf, frente al Templo de Berna, Suiza. Él, a

los doce años. A los dos años (segundo de la derecha), con su

hermana, Christel (derecha) y dos amigos. Derecha, desde

arriba: Dieter (derecha) con amigos enfrente al centro de

reuniones de Francfort. En una reunión para jóvenes adultos

solteros (fila de atrás, extremo izquierdo); Harriet, su futura

esposa, está en el frente, segunda de la izquierda. En el auto

de un amigo, en Francfort.

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valerosamente a la familia mientras la guerra en Europacontinuaba amenazante a su alrededor.

Después de la guerra, el padre del presidente Uchtdorftrabajó en las minas de carbón y de uranio, en Zwickau, encondiciones ambientales que lo predispusieron a una en-fermedad maligna que le causó la muerte a los sesenta ydos años, en Alemania. El recuerdo que él tiene de su pa-dre es que era un hombre bueno y afectuoso, fuerte y tierno; además, tuvo siempre en alta estima sus respon-sabilidades del sacerdocio como diácono, maes-tro, presbítero y élder.

Hildegard, su madre, que murió en 1991, no sólo era valerosa, sino también una verdadera conversa y dis-cípula devota que prestó servicio enmuchos llamamientos de la Iglesia.

En 1956, padres e hijos se sellaronen el Templo de Suiza. Desde entonceshan fallecido sus dos hermanos,Wolfgang y Karl-Heinz. ChristelUchtdorf Ash, la hermana, que cumplióuna misión en Alemania, vive actualmen-te en Texas, en la parte sur de los EstadosUnidos.

El presidente Uchtdorf conoció a la que iba aser su esposa, Harriet Reich, en reuniones de laAsociación de Mejoramiento Mutuo a las queambos asistían; ella se había bautizado alos trece años, junto con su madre y una hermana, después que losmisioneros llegaron a su casa yles enseñaron el Evangelio; el padre había muerto de

cáncer ocho meses antes de eso. También la madre y lahermana fallecieron después.

Uno de aquellos misioneros que enseñó y bautizó a lafamilia Reich, el élder Gary Jenkins, se vio recompensadode manera extraordinaria: décadas más tarde, el 16 de fe-brero de 2008 fue un día de regocijo para él cuando su nieta, Cristal, fue sellada en el Templo de Salt Lake con suesposo, Steve, por un miembro de la Primera Presidencia,el presidente Dieter F. Uchtdorf.

El presidente y la hermana Uchtdorf se se-llaron en el Templo de Berna, Suiza, el 14 de

diciembre de 1962. Él dice que Harriet essu rayo de sol, que su apoyo es una cons-

tante fuente de fortaleza; es el amor desu vida. Ella describe a su esposo di-ciendo que tiene un gran corazón. “Es bondadoso; es un líder bueno ycompasivo. Escuchamos eso de mu-chos de sus antiguos colegas profe-sionales, así como de sus amigos de la Iglesia. Es un marido maravilloso,siempre buscando la forma de apoyar-

me en todo. Es un hombre con gran sen-tido del humor e ingenio. Soy muy

bendecida por ser su esposa”.Los Uchtdorf tienen

dos hijos. El esposo dela hija, Antje, se llamaDavid A. Evans, y el ma-trimonio tiene tres hi-jos: Daniel y Patrick,gemelos de diecinueveaños, y Eric, de ocho

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años. La familia vive en Darmstadt, una ciudadde Alemania.

Guido, el hijo de los Uchtdorf, prestó ser-vicio en la Misión de Washington D.C. Sur.Después, se casó con Carolyn Waldner, una jo-ven de Basilea, Suiza. Guido y Carolyn vivenactualmente en Zurich, Suiza, donde él es obis-po del Barrio Wetzikon, Estaca Saint Gallen.Ellos tienen tres hijos: Jasmin, de siete años;Robin, de cinco, y Niklas Ivan, de un año.

Cuando se le preguntó a Antje qué pensabadel nuevo llamamiento de su padre, ella con-testó: “Somos bendecidos por tener padrestan maravillosos. Cuando éramos pequeños,no nos dábamos cuenta de lo ocupado que es-taba papá, porque siempre tenía tiempo paranosotros; nunca estuvimos en segundo lugar.Si tenemos algún problema, le pedimos conse-jo; y nuestros hijos piensan que ‘Opa’ [abuelo,en alemán] sabrá la respuesta, sea cual sea la pregunta. Ahora que está en la PrimeraPresidencia, sentimos una responsabilidad mayor de ser lo mejor que podamos”.

Los recuerdos de Guido son similares.Recordando una oportunidad de hace variosaños en que ellos y los padres tomaron juntoslecciones de esquí, comenta que aquel fue elprincipio de una agradable tradición familiar:

la de ir a esquiar. Él se daba cuenta de que laprofesión de piloto de aerolíneas que tenía supadre exigía que éste se ausentara del hogardurante largos períodos. “Pero cuando papávolvía a casa, jugábamos, hablábamos y nosdivertíamos juntos”, agrega. “Y esos eran mo-mentos especiales e inolvidables”.

Guido y Antje aprendieron de sus padresla importancia de pasar tiempo juntos en fa-milia. Ya fuera una salida educativa o recreati-va, contribuía a fortalecer los lazos familiares.El ser ahora padres y abuelos en la distancia se hace más fácil para la familia Uchtdorf con el uso de la tecnología moderna. El correoelectrónico y las llamadas telefónicas se venincrementados por la transmisión de trozosde filmación y de fotografías a través delInternet.

De todos modos, el tiempo que pasan juntos tiene gran valor. Para Guido, fue espe-cialmente importante asistir a la conferenciageneral de abril de 2008 y ver personalmentea su padre detrás del púlpito del centro deconferencias.

En las reuniones de consejo con su familia, el presidente Uchtdorf siempre hahecho hincapié en los principios fundamen-tales. Guido explica: “Papá enseña sobre lasbendiciones que se reciben por la oración,el estudio de las Escrituras, la obediencia alos mandamientos y por tener una actitudpositiva. Esos conceptos son mucho más

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Página opuesta:

Después de seis años en

la Fuerza Aérea

alemana, el presidente

Uchtdorf obtuvo sus

licencias en la Fuerza

Aérea de Estados

Unidos y recibió el

Trofeo del Comandante.

Arriba: Aun cuando su

trabajo de piloto le exi-

gía estar mucho tiempo

ausente del hogar, sus

dos hijos (que aparecen

en la foto con los pa-

dres) recuerdan que pa-

ra el padre, el tiempo

que pasaban juntos

siempre tenía prioridad.

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importantes para él que el de preguntarsedónde estará Kolob”.

Cuando el presidente y la hermanaUchtdorf celebraron el cuadragésimo aniver-sario de bodas, se reunieron en el Templode Berna, Suiza, con sus hijos, los cónyugesde éstos y sus nietos mayores para efectuarjuntos ordenanzas sagradas. Ese templo tie-ne un significado especial para los hermanosUchtdorf porque tanto sus padres comoellos y sus hijos fueron sellados allí.

Un hombre de fe

No es posible conocer la vida de estegran hombre sin percibir su fe única e in-quebrantable. Tiene absoluta fe en Dios, feen el Señor Jesucristo, fe en la Iglesia y fe en que recibirá ayuda celestial cuando lonecesite.

Sus padres arriesgaron la vida por la li-bertad y la fe. Su padre honró el sacerdocioque se le había confiado; y él aprendió desu madre a orar y a confiar en el Señor, par-ticularmente durante su peligrosa huida deAlemania Oriental.

El presidente Uchtdorf describe a su ma-dre como una persona brillante y comentaque ella hacía cuentas matemáticas mental-mente y le enseñó a él a hacerlas. A pesar deque la familia se quedó dos veces sin nadacuando eran refugiados de la guerra, obede-cían la ley del diezmo; sabían que el Señor

abriría las ventanas de los cielos sobre losque la obedecieran fielmente y derramaríasobre ellos bendiciones sobreabundantes2.

El presidente Uchtdorf siente también gran cariño por el élder Theodore M. Burton(1907–1989), ya fallecido, que fue presidentede la Misión de Alemania Occidental. En unaépoca en que muchos Santos de los ÚltimosDías alemanes se iban de su tierra, la familiaUchtdorf obedeció el consejo del élder Burtonde quedarse en Alemania y contribuir al pro-greso de la Iglesia allá. Fue también el élderBurton quien ordenó a Dieter F. Uchtdorf aloficio de élder y le dio consejos extraordina-rios que él siguió con precisión. La hermanaHarriet Uchtdorf comprendía la importanciadel consejo de que se quedaran en Europa pa-ra fortalecer la Iglesia, y eso se convirtió enuna prioridad imperiosa para ellos. Sus hijoshan seguido el mismo consejo; ahora, en

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Antes de su llamamien-

to en 1996 al Primer

Quórum de los Setenta,

el presidente Uchtdorf

trabajó en la Aerolínea

Lufthansa. Página

opuesta: la familia

Uchtdorf en 2006; de

pie, de izquierda a de-

recha: Patrick Evans

(nieto), Harriet y Dieter

Uchtdorf, y Daniel

Evans (nieto); sentados:

David Evans (yerno),

Antje Evans (hija),

Eric Evans (nieto),

Robin Uchtdorf (nieto),

Carolyn Uchtdorf

(nuera), Guido Uchtdorf

(hijo) y Jasmin Uchtdorf

(nieta). Falta Niklas

Ivan Uchtdorf, el nieto

menor del presidente y

de la hermana

Uchtdorf, que nació en

2007.

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broma, los hijos regañan a los padres por vivir en EstadosUnidos mientras ellos se han quedado en Europa.

Por supuesto, el élder Burton no fue el único líder quetuvo gran influencia en el presidente Uchtdorf; él recuerdaal presidente de su rama cuando lo apartaron como presi-dente del quórum de diáconos. El presidente de la rama ledio instrucciones detalladas con respecto a sus nuevos de-beres y responsabilidades, y todavía recuerda la importan-cia de aquellas enseñanzas que tal vez otro líder habríapasado por alto simplemente porque en el quórum de diáconos, aparte de Dieter, sólo había otro miembro.

La fe de esta familia se personifica en la de la abuela del presidente Uchtdorf. Ella estaba un día haciendo fila para recibir alimentos hacia el final de la Segunda GuerraMundial cuando una hermana mayor que no tenía familia lainvitó a una reunión sacramental. La abuela y los padres deél aceptaron la invitación; fueron a la Iglesia, percibieron elEspíritu, y se sintieron alentados por la bondad de los miem-bros y elevados por los himnos de la Restauración3. En 1947,sus padres se bautizaron en Zwickau, y él se bautizó casi dosaños después, a la edad de ocho años. La dedicación de la

familia a la Iglesia se hizo fuerte y perdurable.El fundamento de su fe fue una base para la confianza

en su propia habilidad de lograr lo que se propusiera. Sucarrera comenzó con estudios de ingeniería seguidospor seis años en la Fuerza Aérea alemana. A continuacióny debido a una relación recíproca entre los gobiernos deAlemania y Estados Unidos, entró en una escuela de ca-pacitación de pilotos de Big Spring, Texas, donde obtuvola licencia tanto con la Fuerza Aérea alemana como conla de Estados Unidos. También ganó el valioso Trofeo del Comandante como el estudiante destacado de la cla-se de pilotos. En 1970, a los veintinueve años, Dieter F.Uchtdorf logró el rango de capitán en la AerolíneaLufthansa. Finalmente llegó a ser el jefe de pilotos y vice-presidente de operaciones de vuelo en dicha aerolínea.

En 2004, antes de ser llamado al Quórum de los DoceApóstoles y por una rara coincidencia, el élder Uchtdorfy yo viajamos juntos en un vuelo de Lufthansa a Europa.Con frecuencia, los pasajeros del avión reconocen y salu-dan a las Autoridades Generales que van en el mismovuelo. Pero esa vez los saludos eran por razones muy

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diferentes: todos los integrantes de la tripulación delavión fueron entusiasmados a saludar a su antiguo jefede pilotos; se pusieron en fila para tener el privilegio deestrecharle la mano. Sus profundos sentimientos de afec-to por él eran sumamente evidentes; parecían percibir sugran fe, así como su sincero interés en ellos.

La fe del presidente Uchtdorf en el Señor se hizo obvia amedida que aceptaba los llamamientos para prestar servicioen la Iglesia. En 1985, lo llamaron como presidente de laEstaca de Francfort, Alemania; después, al cambiar los lími-tes, fue llamado como presidente de la Estaca Mannheim,Alemania. En 1994, recibió el llamamiento como miembrodel Segundo Quórum de los Setenta, durante el cual mantu-vo su residencia en Alemania y sus responsabilidades de tra-bajo con Lufthansa. En 1996 llegó a ser Autoridad Generalde tiempo completo para prestar servicio en el PrimerQuórum de los Setenta. Tres años después, el élder y la her-mana Uchtdorf se mudaron a Utah, en lo que entonces pen-saron que sería su “asignación de turno” en el extranjero.

En 2004, cuando el élder Uchtdorf fue llamado al SantoApostolado, algunos periodistas se refirieron a él como “elApóstol alemán”, a lo cual respondió enseñando correcta-mente que había sido llamado para representar al Señorante el pueblo y no al pueblo ante el Señor. Ciertamente,

ése es su llamamiento sagrado, en el que debe enseñar ytestificar del Señor Jesucristo a “toda nación, tribu, lenguay pueblo”4.

El élder David A. Bednar fue llamado al Quórum de losDoce Apóstoles al mismo tiempo que el élder Uchtdorf.Cuando éste recibió el llamamiento a la Primera Presidencia,el élder Bednar dijo: “El sentarme junto al presidenteUchtdorf, prestar servicio con él y aprender de él han sidobendiciones muy grandes para mí. Sus enseñanzas y su ma-nera de ser agradable y simpática me inspiran a trabajar conmayor diligencia y a ser mejor. Quiero al presidente Uchtdorfy lo sostengo en sus responsabilidades sagradas”.

Un hombre preordenado

No es posible conocer la vida de este gran hombre sinpercibir también el hecho de que fue preordenado paralas grandes responsabilidades que ahora tiene. Los profe-tas antiguos y los modernos han enseñando esta doctrina.Alma enseñó que los líderes del sacerdocio “fueron orde-nados… llamados y preparados desde la fundación delmundo de acuerdo con la presciencia de Dios”5.

El presidente Joseph F. Smith (1838–1918) reveló quelos líderes (como el presidente Uchtdorf) “se hallaban en-tre los nobles y grandes que fueron escogidos en el princi-pio para ser gobernantes en la Iglesia de Dios.

“Aun antes de nacer, ellos, con muchos otros, recibieronsus primeras lecciones en el mundo de los espíritus, y fue-ron preparados para venir en el debido tiempo del Señor aobrar en su viña en bien de la salvación de las almas de loshombres”6.

¿No sería interesante si se le pudiera preguntar a la ma-dre del presidente Uchtdorf si tuvo la más mínima idea deque algún día su hijo menor sería llamado a prestar servi-cio en la Primera Presidencia? ¿Qué presentiría al enseñar a su pequeño hijo, preservarle la libertad y salvarle la vida?En una oportunidad en que se encontraba con los niñosen una sala pública, sintió la impresión de que debía salirinmediatamente del edificio; como la impresión era urgen-te, consiguió un carrito, puso en él al pequeño Dieter y sa-lió del edificio tan rápidamente como le fue posible. Pocodespués, la estructura quedó destruida por una acción deguerra y la mayoría de sus ocupantes perdieron la vida. Lahermana Uchtdorf y sus hijos se salvaron.

El presidente Uchtdorf recuerda que cuando era niño,

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después de la Segunda Guerra Mundial, juga-ba en casas que habían sido bombardeadas yque descubría armas y municiones que ha-bían quedado abandonadas en un bosquecercano. A través de los años, ha vivido conlas consecuencias de la guerra, siempre pre-sentes, y la percepción de que su propio paíscausó terribles sufrimientos a la gente deotros países; en realidad, también él y su fa-milia fueron víctimas de una férrea dictadura.

Una vez, mientras piloteaba un avión, elcontrol de manejo del avión dejó de funcio-nar bien; si no se corregía el problema, po-día hacer que la aeronave cayera dandovolteretas y se estrellara. Varios intentos desoltar el control atascado fracasaron; mien-tras tanto, su instructor de vuelo le repitióvarias veces que saltara con paracaídas. Alfin, el fuerte y denodado piloto, Dieter F.Uchtdorf, pudo vencer la resistencia y ate-rrizar con éxito. El presidente Uchtdorf re-conoce la mano del Señor en preservarle lavida en aquel tremendo trance7.

La posibilidad matemática de que el niño checoeslovaco, hijo de conversos, sobreviviera en medio de tantos peligros para luego ser llamado a servir en la Primera

Presidencia es bastante improbable. Pero elSeñor conocía y amaba a ese hombre espe-cial desde antes de la formación del mundo.Sí, él ha sido preordenado para sus deberescomo líder en La Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días.

Actualmente se encuentra junto al presi-dente Thomas S. Monson en su sagrado lla-mamiento. El presidente Henry B. Eyring yel presidente Dieter F. Uchtdorf son gran-des siervos del Señor, bien dispuestos y ca-pacitados para proporcionar consejos alPresidente de la Iglesia. Estos tres sumossacerdotes presidentes se complementanentre sí, y los miembros de la Iglesia segui-rán su dirección inspirada de buena gana ycon gratitud. ■

NOTAS1. Oficialmente llamada entonces República

Democrática Alemana.2. Véase Malaquías 3:10; 3 Nefi 24:10.3. Véase de Dieter F. Uchtdorf, “La oportunidad de

testificar”, Liahona, noviembre de 2004, pág. 74.4. Mosíah 3:20; véase también Apocalipsis 14:6; 1 Nefi

19:17; 2 Nefi 26:13; Mosíah 15:28; 16:1; Alma 37:4;D. y C. 133:37.

5. Alma 13:3.6. D. y C. 138:55–56.7. Véase de Jeffrey R. Holland, “Élder Dieter F.

Uchtdorf: Hacia nuevos horizontes”, Liahona, marzo de 2005, pág. 13.

L IAHONA J U L I O D E 2 0 0 8 21

Página opuesta: tanto

el presidente Uchtdorf

como el élder David A.

Bednar fueron

llamados al Quórum

de los Doce Apóstoles

en octubre de 2004.

Arriba: La nueva

Primera Presidencia

se anunció en una

conferencia de prensa

que tuvo lugar en

Salt Lake City el 4 de

febrero del año en

curso.

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Fe en el paso…

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Una caminata de cuarenta kilómetros

no era suficiente para impedir a Paulo

Tvuarde, miembro brasileño, que

asistiera fielmente a la iglesia.

P O R D E I R D R E M . PA U L S E N

Siempre que oigo o canto las palabras “Hoy sembra-mos la semilla”1 o “A donde me mandes iré”2, no puedo menos que pensar en Paulo Tvuarde.

Lo conocí un día muy caluroso en el sur de Brasil. Lasreuniones de la Iglesia habían terminado y en el centro dereuniones no quedaba casi nadie, con excepción de unoscuantos miembros que se hallaban sentados en el vestíbu-lo. Mi esposo, que en aquel entonces era presidente de laMisión Brasil Curitiba, se había reunido con Edson LustozaAraújo, presidente del distrito Guarapuava, Paraná.

“Hermana Paulsen”, me dijo el hermano Jason Sousa,que era uno de los consejeros de mi marido, “¿se fijó en el hermano sentado en el vestíbulo que tiene barro en lasbotas?”

En el sur de Brasil hay muchos caminos de tierra roja,así que no es raro ver zapatos sucios de barro.

“¿Ese hombre delgado, de cabello oscuro, que parecetener unos treinta años?”, le pregunté.

“Sí, se llama Paulo Tvuarde, y casi todos los domingosviene caminando a la iglesia, a no ser que el barro sea tanprofundo que no pueda pasar. Ha estado haciendo eso los últimos catorce años, desde que tenía quince”.

“¿A qué distancia de aquí vive?”, le pregunté. La respues-ta del hermano Sousa me tomó desprevenida.

“Mmmm, unos cuarenta kilómetros”, me contestó co-mo cosa natural. “Sale a las tres de la mañana para llegar atiempo a la iglesia; el recorrido le lleva ocho horas.

Al convertir mentalmente los kilómetros en millas, ¡medi cuenta de que el hermano Tvuarde caminaba veinticin-co millas para asistir a las reuniones en Guarapuava!

“Pero ¿por qué lo hace?”, le pregunté con incredulidad.“Porque está convencido de que la Iglesia es verdadera”.

“Sí, claro”, dije, un poco abochornada por lo obvio de larespuesta. “Lo que quise decir es, ¿por qué tiene que cami-nar tanta distancia para asistir?”

El hermano Sousa me explicó que Paulo vivía en elcampo para ocuparse de la granja de la familia, a fin deque su madre, que tenía setenta y cuatro años y sufría

…y un canto en el corazón

Mientras ara los campos en el sur de Brasil, Paulo Tvuarde

siembra semillas del Evangelio cantando himnos de la

Iglesia “a toda voz”, lo cual despierta el interés de sus

vecinos.

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del corazón, pudiera vivir en Guarapuava, donde recibía la atención médica que le hacía falta. El presidente Lustoza era el cardiólogo que la atendía.

“Paulo vive solo, cultiva los campos y cuida los pocosanimales que tienen”, continuó. “No tiene electricidad niagua corriente. La granja queda a ocho kilómetros de la pa-rada de autobús más cercana, pero lo peor del caso es quelos sábados y domingos no hay servicio de autobuses, asíque él tiene que venir a la iglesia caminando”.

El presidente Lustoza, que había entrado en el cuartojunto con mi esposo, comentó que Paulo asistía por lo ge-neral tres domingos de cada cuatro semanas. “No falta, amenos que el estado de los caminos le impida el paso”, di-jo. “Se queda los domingos por la noche para tomar el au-tobús de regreso el lunes por la mañana”.

Si el hermano Tvuarde asistía a las reuniones tres de cadacuatro domingos, ¡eso significaba que caminaba más de tres-

cientas horas y casi 1.600kilómetros por año sólopara asistir a la iglesia!

Y cuando está en lagranja, ha encontrado laforma de compartir elEvangelio. “Decidí quemientras estuviera en elcampo arando con el ca-ballo, iba a cantar him-nos a toda voz”, comentó

un día sonriendo. “Mis vecinos, que también están traba-jando en el campo, me oyen y me preguntan qué canto.Eso me da la oportunidad de enseñar el Evangelio”.

Las caminatas hasta la iglesia no eran el único recorridoque Paulo hacía regularmente ejerciendo su fe: Dos vecespor año viajaba 530 kilómetros para asistir al Templo deSão Paulo, Brasil. En uno de esos viajes, alguien lo presen-tó a Rita de Cássia de Oliveira, una hermana que trabajabaen el templo. Odete Lustoza, la esposa del presidente, lahabía conocido en el templo y había animado a Paulo paraque le escribiera.

Rita estaba acostumbrada a la vida en una ciudad gran-de, le gustaba tener amigos y disfrutar de las bendicionesde ser miembro de un barrio que funcionaba en una capi-lla cercana. Pero después de un noviazgo a distancia con

Paulo, que culminó en 2003 con la boda de ambos en elTemplo de São Paulo, se fue a vivir con él en la granja.

Se ha adaptado a la vida del campo y está agradecidapor la bendición de un matrimonio en el templo. “Lo másdifícil fue encontrar marido”, dice; “a lo demás puedoadaptarme”.

Hoy en día, mientras ara los campos de la granja, Paulosigue tratando de sembrar semillas del Evangelio entre susvecinos cantando himnos; y todavía tiene que recorrer loscuarenta kilómetros para asistir a la iglesia en Guarapuava,pero ahora viaja con Rita y con Saulo, el hijo de ambos, yen lugar de salir el domingo de madrugada, toman el últi-mo autobús del viernes por la noche. Después de pasar elfin de semana visitando a los santos y asistiendo a las reu-niones dominicales, vuelven a la granja en autobús los lu-nes por la mañana, felices de haber ido adonde el Señorquería que fueran. ■

NOTAS1. “Hoy sembramos la semilla”, Himnos, Nº 135.2. “A donde me mandes iré”, Himnos, Nº 175.

Paulo estudia el Evangelio a la luz de una lámpara en su

granja, que está a cuarenta kilómetros del centro de

reuniones más cercano de los Santos de los Últimos Días.

Paulo y Rita Tvuarde, con su

hijo, Saulo.

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nosotros. Es un Ser real y viviente.Somos Sus hijos, creados a Su ima-gen; nos parecemos a Él y Él se parece a nosotros” (“Yo sé que vive mi Señor”, Liahona, abril de1988, pág. 6).

¿Qué efecto puede tener en mi vida

el saber que he sido creada a

imagen de Dios?

Élder LeGrand Richards (1886–

1983), del Quórum de los Doce

Apóstoles: “Muchos piensan que suscuerpos son su propiedad y quepueden hacer con ellos como les parezca, pero S. Pablo declara queno es así, pues son comprados porprecio, y que si ‘alguno violare eltemplo de Dios, Dios destruirá al tal: porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es’ [1 Corintios 3:17]” (Una obra

maravillosa y un prodigio, 1979,pág. 348).

Enseñe los pasajes de

las Escrituras y las ci-

tas que se adapten me-

jor a las necesidades

de las hermanas a las que visite.

Exprese su testimonio de la doctrina.

Anime a las hermanas a las que en-

señe a compartir lo que hayan senti-

do y aprendido.

¿Qué sabemos sobre el hecho de

haber sido creadas “a imagen de

Dios”?

Moisés 2:27: “Y yo, Dios, creé alhombre a mi propia imagen, a imagende mi Unigénito lo creé; varón y hem-bra los creé”.

Presidente Gordon B. Hinckley

(1910–2008): “Nuestro cuerpo es sa-grado, creado a imagen de Dios; esmaravilloso, la más grande de lascreaciones de la Deidad. No existecámara alguna que se compare conel ojo humano; no se ha construidoninguna bomba que cumpla una fun-ción más extraordinaria que el cora-zón humano; el oído y el cerebroconstituyen un verdadero milagro…Éstos y otras partes y órganos denuestro cuerpo representan el geniodivino y omnipotente de Dios…”(“Sed limpios”, Liahona, julio de1996, pág. 52).

Presidente Thomas S. Monson:

“Nuestro Padre Celestial tiene oídospara escuchar nuestras oraciones,ojos para ver nuestras acciones, boca para hablarnos, y corazón parasentir compasión y amor por todos

Élder Joseph B. Wirthlin, del

Quórum de los Doce Apóstoles:

“Debemos conocer al ‘único Dios verdadero, y a Jesucristo, aquien has enviado’ (Juan 17:3)…‘…Conocer a Dios significa pensar lo que Él piensa, sentir lo que Élsiente, tener el poder que Él tiene,comprender las verdades que Él entiende y hacer lo que Él hace. Los que lo conocen llegan a ser como Él y viven la vida que Él vive,que es la vida eterna…’ Cristo ense-ñó a Sus discípulos nefitas: ‘…¿quéclase de hombres habéis de ser? En verdad os digo, aun como yo soy’ (3 Nefi 27:27)” (“Nuestro Señor y Salvador”, Liahona, enerode 1994, pág. 7).

Susan W. Tanner, ex Presidenta

General de las Mujeres Jóvenes:

“¿Alguna vez, su madre o su padre…les ha dicho: ‘recuerda que eres unahija de Dios y que debes comportar-te como tal’? Los misioneros usanuna placa como recordatorio cons-tante de que… deben vestir de ma-nera recatada y atractiva, tratar a lagente con gentileza y esforzarse portener la imagen de Cristo en sus ros-tros… Por convenio, todas… hemostomado también sobre nosotras elnombre de Cristo. Su nombre debeestar grabado profundamente ennuestros corazones. Del mismo mo-do, se espera que actuemos como hi-jas dignas de nuestro Padre Celestialque, al menos figuradamente, nos ha enviado a la tierra con la admoni-ción: ‘¡Recuerda quién eres!’ ” (Véase“Hijas de nuestro Padre Celestial”,Liahona, mayo de 2007, pág. 107).

Para un estudio más amplio,

consulte Job 7:17; D. y C. 110:2–3;

José Smith—Historia 1:17. ■

Todos los seres humanos somoscreados a la imagen de Dios

M E N S A J E D E L A S M A E S T R A S V I S I T A N T E S

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La unidad, el Evangelio y

la diversión de toda la

familia junta son los

ingredientes que esta

familia suiza combina

y que da como resultado

un hermoso ejemplo de

amor.

P O R PA U L V A N D E N B E R G H ERevistas de la Iglesia

T e despierta el sonido de una voz có-mica, proveniente de la cocina, can-tando en un falsete muy agudo.

Naturalmente, sientes un poco de confusión y tal vez se te ocurra pensar una de dos cosas: (1) “Es mi hermanita que está buscando galletasen la cocina”, o (2) “¡Ésta no es mi casa!”. Pero, sieres miembro de la familia Ronndahl, de Kavlinge,Suecia, no sientes ninguna confusión; es más, esperas estotodas las semanas con gran expectativa, no exactamente elcanto sino lo que la familia llama un “desayuno de hotel”.

“Me encanta el desayuno de los sábados”, dice IsabelleRonndahl, de catorce años, cuando se le pregunta cuálesson algunos de los aspectos de su familia que más le gus-tan. “Siempre lo prepara papá y hace un desayuno delicio-so”. Ante esa afirmación, surge un coro de “¡Sííí!” de losdemás hijos de los Ronndahl, que con entusiasmo hacenun gesto de aprobación con la cabeza.

“Nos despertamos con los cantos de papá”, explicaAndreas, de dieciséis años. Algunos de sus hermanos

ofrecen imitaciones delpadre y todos rompen a reír, incluso

los padres, Brynolf y Kristina. La risa es un sonido que sedeja oír con frecuencia en su hogar. Después continúandescribiendo la forma en que, a continuación del canto, elaroma del tocino y de los huevos frescos saca a la familia

26

Receta para un hogar feliz

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de la cama todos los sábados por la mañana.Parece que disfrutan más de estar juntos quede compartir los alimentos.

Además, mencionan otro ingrediente de sureceta para un hogar feliz: la noche de hogar,aunque no siempre fue así: “Me acuerdo decuando nuestras noches de hogar eran, en lamayoría de los casos, lecciones muy largas”,comenta Christoffer, de dieciocho años, diri-giendo a su madre una mirada de picardía.

“A veces me aburría y me dormía”, agregaAndreas, que entonces tenía sólo cinco

años. “Pero después me despertaba y ha-bía cosas ricas para comer”.

El hermano Ronndahl explicaque cuando los hijos eran todavía

pequeños, la esposa preparaba re-gularmente lecciones de más deuna hora, lo cual hacía muy difícil

que los niños se quedaran tantotiempo quietos. Ahora el matrimonio

tiene ocho hijos en edades de entre ocho yveintitrés años; la mayor, Rebecka, cumplióuna misión de tiempo completo y actual-mente asiste a un colegio universitario enEstados Unidos.

El hermano y la hermana Ronndahl deci-dieron cambiar de táctica para la noche dehogar. “Reunimos a la familia y les pregunta-mos: ‘¿Qué les gustaría hacer?’ ”, dice la her-mana Ronndahl. Y no les sorprendió muchosaber que a los niños les gustaba comer, ju-gar y cantar himnos; incluso les agradaba laidea de una lección si fuera más breve. Elhermano lo describe con acierto cuando di-ce que tenían los ingredientes correctos pe-ro tal vez no en las cantidades adecuadas.“Descubrimos que debíamos concentrarnostambién en el entretenimiento”, agrega.

La hermana Ronndahl resolvió prepararuna cena mejor para los lunes a fin de queesa noche comenzara con algo especial.

LA CARIDAD

El pasaje de las Escriturasfavorito de Isabelle, de ca-torce años, es Moroni7:45–48, los versículosque se refieren a la cari-dad, el amor puro deCristo. “Me gusta espe-cialmente el versículo45”, dice, “que habla detodas las cualidades ma-ravillosas de la caridad ydel amor. Me ayuda a re-cordar que la caridad eslo que tiene más impor-tancia para que volvamosa nuestro Padre Celestial”.

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Para la reunión, agregaron unbuen período dedicado a juegos y can-ciones; también acortaron las leccionespara que duraran unos diez minutos. Y lamezcla dio buenos resultados. “Los niñosempezaron a esperar con entusiasmo lasnoches de los lunes”, comenta Kristina. “A todos les encantaba”.

Ahora que los hijos son mayores, las leccio-nes se han alargado y profundizado. Rosanna,de veinte años, dice: “En realidad, ahora po-demos preparar lecciones muy buenas. Nosencanta hablar del Evangelio y de otros temas,y es entretenido porque tenemos muchasopiniones e ideas variadas. Ahora nos resultamás interesante porque hablamos de cosas delas que queremos hablar”. Pero la música, losjuegos y el refrigerio todavía forman parte dela receta.

“Lo que más me gusta sonlos juegos y el refrigerio”, diceJosefin, de doce años.

“El refrigerio y los juegos,por supuesto”, repiteChristoffer.

“Yo creo que lo mejor sonlos cantos y la música”, afirmaRosanna.

“Las lecciones”, dice Isabelletímidamente. Sus hermanos enseguida empiezan a hacerlebromas cariñosas. “No, ¡de ve-ras!”, agrega ella sinceramente.

“Yo creo que a mí me gusta toda la nochede hogar”, dice Andreas. “Las lecciones, lascanciones, los juegos, lo que comemos, todojunto hace que pasemos un rato muy agrada-ble. Si tuviéramos una noche de hogar sin lalección o sin juegos o sin canciones, sentiría-mos que algo faltaba”.

“A mí me encanta cuando Brynolf y yo no tenemos que hacer nada en la noche

de hogar”, comenta la hermanaRonndahl. “Simplemente nos senta-mos y nuestros hijos dirigen, presentanla lección y se hacen cargo de lo que vamos acomer. Ellos lo preparan todo. Eso es lo quemás me gusta”.

Otro ingrediente principal de la receta delos Ronndahl para un hogar feliz es un conse-jo de familia que realizan todos los domingosdespués de la Iglesia. En él analizan la asigna-ción que cada uno tiene para la próxima no-che de hogar; y como hacen una rotación de

asignaciones, todos tienen la oportunidad derealizar todas las tareas, desde la lección y elrefrigerio hasta el pasaje de las Escrituras quelean. También hablan de las labores cotidia-nas del hogar y de lo que le esté sucediendoa cada miembro de la familia.

Sin embargo, las reuniones que tiene la familia no se limitan a los domingos o a loslunes. Samuel, de diez años, y Johannes, de

28

CÓMO SE JUEGAAL “DIRECTORCIEGO”

El juego favorito deJosefin, de doce años, enla noche de hogar, es fácilde jugar y muy divertido.Todos forman un círculoy una persona con losojos vendados, el“director”, se pone de pieen medio. Señalando conel dedo a la derecha o ala izquierda, el directordirige a los que están enel círculo para que semuevan en la direcciónque haya señalado,cambiando la rotación delcírculo cada vez que ellacambie la dirección a laque apunte. El círculodebe detenerse cada vezque el director levantaambas manos; entonceséste, a ciegas, señala conel dedo a uno de los queestán en la rueda; el quehaya sido señalado debehacer cualquier ruido,fuerte o suave, graciosoo como sea. Si el directoradivina quién lo ha hecho,esa persona pasa a serdirector; si no, el juegocontinúa con el mismodirector hasta que ésteacierte.

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ocho, los dos niños menores, afir-man que les gustan mucho las sali-das de diversión y los picnics detoda la familia junta. El padre está deacuerdo. “A todos nos gusta ir a na-dar en donde sea, en los lagos, en elocéano, en los ríos”, dice el herma-no Ronndahl. Además, forman ungrupo musical para cantar y tocarpiezas musicales puesto que casi to-dos tocan uno o más instrumentos.

Toda esa unidad ha hecho que losRonndahl sean entre sí los mejoresamigos, además de miembros de lamisma familia. Se aman, se apoyan yse fortalecen unos a otros; tal vezésa sea la razón por la que les gustapasar tanto tiempo juntos.

A la vez que se fortalecen unos a otros, los miembros de la familiaRonndahl también contribuyen a fortalecer el barrio y la estaca.“Asistimos a todas las actividades de la estaca y a todas lasexcursiones y conferencias de los jóvenes”, dice el herma-no Ronndahl. “Animamos a nuestros hijos a tomar parteen todo lo que suceda en la estaca y en el barrio. Aquí losbarrios no son muy grandes, así que llevamos a cabo mu-chas actividades de estaca para reunir a la juventud lo más

que se pueda”. Asimismo, los hijosmayores asisten a seminario. Devez en cuando, ambos padres hansido maestros de seminario. Y, porsupuesto, todos participan en susclases y quórumes de la Iglesia.

Ésos son los ingredientes que,cuidadosamente combinados, ha-cen que esa familia se lleve muybien. Desde el más pequeño hastael mayor, desde los padres hastalos hijos, a todos les encanta estarjuntos, pues todos se aman mutua-mente. Tienen muchas cosas favori-tas que les gusta hacer juntos,desde nadar en el océano hasta jugar al “director ciego” en las no-ches de hogar (véase la explica-ción). “Una de las cosas que más me gusta de nuestras actividades familiares esla música”, comenta la

hermana Ronndahl. “Somos una familia mu-sical y nos gusta mucho cantar”.

Sí, a todos los Ronndahl les gusta muchocantar. También les gusta oír cantar, especial-mente en el cómico falsete que proviene de lacocina los sábados por la mañana. ■

L A U N I D A DF A M I L I A R“La familia debe orar junta,arrodillándose por la mañanay por la noche para ofrecergratitud por las bendiciones y

orar por las necesidades que tengan en común.“La familia debe adorar junta al Señor, parti-

cipando en los servicios de la Iglesia y com-partiendo en unión momentos espirituales.

“La familia debe estudiar y aprender junta…“La familia debe trabajar junta… También

debe jugar junta a fin de que sus miembros re-lacionen las experiencias recreativas agrada-bles con las actividades familiares.

“La familia debe reunirse junta en consejo,tratando todos los asuntos que sean importan-tes para cada uno de sus miembros así comopara la unidad familiar.

“La familia debe comer junta. La hora de lascomidas constituyen una oportunidad naturalpara que todos se reúnan y se comuniquen entre sí”.

Élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los DoceApóstoles, “Parental Leadership in the Family”[“El liderazgo de los padres en la familia”],Ensign, junio de 1985, págs. 10–11.

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P O R E L É L D E R W O L F G A N G H . PA U LDe los Setenta

¿Cómo será tu vida dentro de diez años, dentro de veinte? ¿Qué tipo de trabajo o carrera tendrás? ¿Qué

llamamientos recibirás en la Iglesia? ¿Cómo será tu familia?

Yo puedo contestarte todas esas pregun-tas con absoluta certeza: estoy seguro deque yo no lo sé, pero tengo la misma certezade que Dios sí lo sabe, y de que si confías en Él y te pones en Sus manos, tal vez te encuentres con que te lleva en direccionesinesperadas dándote experiencias y oportu-nidades maravillosas.

“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y note apoyes en tu propia prudencia.

“Reconócelo en todos tus caminos, y élenderezará tus veredas” (Proverbios 3:5–6).

El mismo Dios que dirige el curso de lasnaciones se ocupa de ti, uno de Sus hijos, lobastante como para bendecirte personal-mente. En ambos casos, he sido testigo de laguía de la mano de Dios y la he experimenta-do yo mismo.

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Si se lo permites, elSeñor dará forma atu vida de acuerdocon Sus propósitos, y de ello resultarángrandes bendiciones.

La guía de la manode Dios

Él bendice a naciones enteras

Durante mis años de crecimiento,Alemania era una nación dividida. El oeste,donde yo vivía, era libre, democrático y pros-peraba; el este estaba gobernado por un sis-tema comunista aliado a la Unión Soviética;había un límite que separaba el este del oes-te y estaba marcado por muros, alambre depúas, campos de minas y torres a cargo deguardias armados con ametralladoras.Atrapados en el este, más allá de ese límite,había una cantidad de fieles Santos de losÚltimos Días que ansiaban la libertad de ado-rar a Dios y de recibir las bendiciones deltemplo.

Los miembros de la Iglesia sabíamos quealgún día —en cumplimiento de una profe-cía— el Evangelio sería predicado en todaslas naciones (véase Mateo 24:14). No obstan-te, debido a que los ejércitos parecían tanpoderosos y los gobiernos de corazón tanduro, temíamos que solamente un graveconflicto internacional u otra calamidadmundial pudieran llevar a cabo los cambiosnecesarios en Alemania Oriental, Polonia y IL

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otros países que se hallaban bajo la domina-ción soviética.

El Señor sabía lo que iba a suceder. El pre-sidente Spencer W. Kimball (1895–1985) ex-hortó a todos los miembros de la Iglesia aorar para que se abrieran los límites; y en for-ma lenta pero segura, cosas milagrosas em-pezaron a ocurrir. Primero, el gobierno deAlemania Oriental permitió que se constru-yera un templo en su territorio, y en 1985 se dedicó el Templo de Frieberg. Luego, en1988, después de que los líderes de la Iglesiahicieron una petición, el gobierno acordópermitir la entrada de misioneros en el país y que salieran misioneros de AlemaniaOriental para prestar servicio en otras partes.Y en noviembre de 1989, el gobierno del es-te abrió el Muro de Berlín, que poco des-pués fue demolido. A continuación, esegobierno cayó y Alemania se unificó bajo ungobierno democrático.

Los historiadores tienen una larga lista decausas que condujeron a esos grandes suce-sos; pero yo no tengo duda alguna de que,detrás de todo lo ocurrido, el Señor estabaguiando los destinos de esas naciones a finde que se cumplieran Sus propósitos.

La guía de una vida

Ese mismo Dios está interesado en ti per-sonalmente y, si tú lo invitas a hacerlo, Él teguiará y dará forma a tu vida para tu propiabendición y para bendición de otras perso-nas. Lo sé, porque ha dado forma a la mía yha cumplido Su promesa de que, si lo pongoa Él en primer lugar, me bendecirá con todolo demás que me haga falta; y a lo largo demi vida, he visto ocurrir eso muchas veces.

De los 60.000 habitantes del pueblo don-de vivíamos nuestra familia era la única fami-lia Santo de los Últimos Días, y hacíamostodo lo posible por vivir el Evangelio.Muchas veces yo sentía el Espíritu y nuncallegué a dudar de que la Iglesia fuera verda-dera. Pero mientras prestaba servicio militar,sentí un fuerte deseo de saber por mí mismo

si el Libro de Mormón era verdadero; paraello, busqué un lugar donde estuviera en pri-vado e hice exactamente lo que el libro acon-seja (véase Moroni 10:4–5): Se lo pregunté aDios y recibí el testimonio, una sensación espiritual de calidez, bienestar, paz y gran felicidad que nunca olvidaré.

Después del servicio militar, seguí una ca-rrera de administración militar en el gobier-no de Alemania Occidental; tenía muchasexigencias, pero obtuve gran experiencia encosas como asuntos financieros, inmobilia-rias, cuestiones legales, etc. Además, teníaun llamamiento para prestar servicio en lapresidencia del distrito. Mientras mis compa-ñeros de estudios se pasaban los domingosestudiando, yo cumplía mis asignaciones dela Iglesia y pasaba tiempo con mi familia. Fuedifícil, pero las promesas del Señor son ver-daderas y se puede confiar en ellas; a mí mefue tan bien como a cualquiera de los otrosestudiantes.

Después de graduarme, trabajé en el go-bierno durante ocho años; tenía la garantíade un trabajo seguro de por vida y de unapensión muy buena, y parecía que mi exis-tencia futura se desplegaba muy cómoda an-te mí. Entonces, el Obispado Presidente dela Iglesia me preguntó si estaría dispuesto a

32

El mismo Diosque habla a los profetas y

cambia el curso delas naciones estádispuesto a hablarteal corazón pormedio de SuEspíritu. Él guiará el curso de tu vida y hará de ti muchomás de lo que túmismo podríashacer.

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trasladarme a Francfort y trabajar como representante delÁrea Europa. Para ello, tendría que renunciar a mi empleoseguro y a la futura pensión. Sin embargo, cuando mi es-posa y yo oramos al respecto, sentimos que eso era lo quedebíamos hacer. De ahí en adelante, mi vida tomó un cur-so diferente, pero muy bendecido.

La capacitación que había recibido en el gobierno me ha-bía preparado para muchas de las situaciones que tuve queresolver en mi nueva responsabilidad. El haber aceptadoese trabajo me permitió prestar servicio más tarde comopresidente de misión, algo que nunca se me habría permiti-do hacer si hubiera seguido trabajando en el gobierno.

Comparto contigo estas cosas con profunda gratitud ysin deseo de jactarme, sólo para demostrarte que, si se lopermites, el Señor dará forma a tu vida de acuerdo con Suspropósitos, y de ello resultarán grandes bendiciones; y teprometo que Él no sólo te bendecirá en asuntos importan-

tes como tu carrera, sino que si teacercas a Él en oración, te

bendecirá en las peque-ñas dificultades que sepresenten diariamente.Yo he tenido esa expe-riencia muchas veces.

Bendecido de día

en día

Recuerdo que cuando prestaba

servicio como presidente de rama, un día me encontrabatrabajando en el informe anual de diezmos; era un hermo-so día de invierno y mi esposa me esperaba para ir en unacaminata juntos. Después de estar acostumbrado a traba-jar en finanzas como oficial del gobierno, aquello no erauna tarea difícil para mí. No obstante, cada vez que tratabade hacer el balance de las cifras, éstas no me daban el re-sultado correcto. Lo intenté una y otra vez, pero nada fun-cionaba y empezaba a sentirme frustrado, así que recurríal Padre Celestial en busca de ayuda.

Me había arrodillado y, cuando me levanté, no pude verinmediatamente ningún cambio; pero tuve la impresión derevisar de nuevo una parte determinada del archivo de losrecibos de los donativos. En aquellos días, venían muchosrecibos juntos en un bloque y, al revisar los de ese archivopor segunda vez, descubrí que dos de ellos se habían pega-do y parecían uno solo. Así se resolvió el problema.

La dificultad que enfrentes puede ser tan común como laque yo tuve hace poco. Había comprado un módem nuevode alta velocidad para mi computadora y, después de conec-tar todo de acuerdo con las instrucciones, no funcionó. Leílas explicaciones para casos de fallas, volví a conectar todo yllamé al servicio de asistencia del fabricante, pero todavíaseguía sin funcionar; incluso llevé el equipo a la tienda don-de lo había comprado para que lo probaran, y no encontra-ron ningún desperfecto, por lo que regresé con él a casa.En ese momento me acordé de orar; eso fue lo único quehice diferente, pero entonces el equipo funcionó y todavíasigue funcionando.

Algunos de esos acontecimientos han tenido efectoen naciones enteras; otros han afectado todo el curso

de mi vida, y algunos son casi insignificantes si secomparan con asuntos realmente importantes.

Pero precisamente a eso me refie-ro: el mismo Dios que habla a losprofetas y cambia el curso de lasnaciones está dispuesto a hablarteal corazón por medio de SuEspíritu. Él guiará el curso de tu vida y hará de ti mucho más de loque tú mismo podrías hacer; y, siconfías en Él y te apoyas en Él, teayudará con las dificultades coti-dianas que enfrentes en la vida.

Él te conoce, te ama y Sus pro-mesas son seguras. ■

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P O R J A N E S S A C L O W A R D

Imagina que eres miembro de la Iglesia en un lugardonde todos los miembros son nuevos conversos; los misioneros han estado allí sólo unos pocos años,

y cuando cumples diecisiete años, en lugar de llegar aser presidenta de Laureles, te llaman como presidentade la Primaria.

Así es, exactamente, la Iglesia para Oksana Fersanova,que vive enKhmel’nytskiy y fueuna de las primeraspersonas que se bau-tizó en la ciudad cuan-do ésta se abrió a laobra misional en 2006.No mucho tiempodespués de habersebautizado, la llamarona prestar servicio co-

mo presidenta de la Primaria en el pequeño grupo quese reúne en esa localidad.

Oksana es un ejemplo típico de los adolescentesSantos de los Últimos Días que hay en toda la Iglesia deese país: profundamente dedicada al servicio y deseosade compartir la verdad en una tierra donde el mensajedel Evangelio está afianzándose. En las regiones comoKhmel’nytskiy, los conversos jóvenes brindan energía, optimismo y testimonios inalterables del Evangelio, todo lo cual fortalece a la Iglesia en Ucrania.

En espera del Evangelio

La jovencita tenía un testimonio de Jesucristo, pero nofue sino hasta que sus amigos le regalaron un ejemplar delLibro de Mormón que obtuvo un testimonio de Su evan-gelio restaurado.

“Al leer sobre lo que habló Jesucristo a los nefitas, meinvadió una fuerte emoción y supe que Él me ama. Oré yrecibí el testimonio de que Él es mi Salvador y que el Librode Mormón es verdadero”, dice.

“Supe que si José Smith tradujo el Libro de Mormón y que si el libro era verdadero, sin duda alguna él era unProfeta de Dios y había restaurado el evangelio deJesucristo”, explica.

Sus amigos le enseñaron otras cosas del Evangelio por-que en esa época no había misioneros en la ciudad; lo estu-dió durante cuatro años y vivió sus principios hasta dondele era posible, orando para que llegaran misioneros allí.

Finalmente llegaron, en marzo de 2006. Oksana y suamigo Sasha Kubatov fueron las dos primeras personasque se bautizaron en Khmel’nytskiy.

Sasha tenía nada más catorce años cuando recibió un Libro de Mormón de sus hermanas mayores, que se habían convertido a la Iglesia en otra ciudad.

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El momentoprecisEl ser Santo de los Últimos Días en Ucrania significa prestar

servicio y dirigir en la Iglesia… ahora mismo.

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Él comenta: “Me hicieron notar el hechode que yo tenía la misma edad que JoséSmith cuando tuvo la Primera Visión, cator-ce años; y que si siendo tan joven, él habíasido sumamente bendecido, yo tambiénpodía serlo”.

Por lo tanto, empezó a leerlo. Lo leyó has-ta llegar a los capítulos de Isaías en 2 Nefi, yahí se detuvo. Un año después volvió a leer-lo, pero como documento histórico, no conel deseo de saber si eraverdad.

Pero cuando lo leyópor tercera vez, seconcentró menos en lahistoria y más en laobra de Dios que seencuentra registradaen él.

“Al leerlo, penséque era verdadero, pero todavía no teníaun testimonio firme”,reconoce. “Por eso,

quería hablar con los misioneros”.Cuando llegaron los élderes pocos años

después, contestaron todas sus preguntas yle ayudaron a prepararse para el bautismo yla confirmación.

“Al entrar en las aguas del bautismo, desa-parecieron todas mis dudas y supe que JoséSmith era un Profeta y que el Evangelio esverdadero”, afirma. “No sentí ningún temor,aun cuando sabía que el resto de mi vida ibaa ser diferente de lo que hubiera sido”.

Su vida es diferente ahora. Como maestroorientador, Sasha está aprendiendo a magni-ficar el sacerdocio que posee y a prestar ser-vicio en el reino del Señor.

Antes de cumplirse el año de habersebautizado, bautizó a su madre y al abuelo.Actualmente, toda la familia se ha unido a la Iglesia y él está ansioso por llevar elEvangelio a otras personas.

“Me estoy preparando para ir a la mi-sión”, dice, “así podré predicar el Evangeliodondequiera que me llamen y traer a Dios

Página opuesta: A

Oksana Fersanova,

conversa a la Iglesia,

le encanta enseñar en

la Primaria. Un grupo

de niños de Chernigov

muestra ejemplares

de la revista Liahona.

Izquierda: Sasha

Kubatov compartió el

Evangelio con su fami-

lia y actualmente se

prepara para prestar

servicio en la Misión

Rusia Yekaterinburgo.

Abajo: El centro de la

ciudad de Lvov.

UCRANIA

•Kiev• Lvov

• Chernigov

Rumania

Moldavia

Bielorrusia

Rusia

Mar Negro

Polonia

Eslovaquia

Hungría

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•Khmel’nytskiy

isoes ahora

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alguna otra alma. Su obra debe seguir adelante”.

Han seguido su ejemplo

Misha Sukonosov nunca imaginó que elasistir a las clases de inglés que daban losmisioneros en Chernigov lo conduciría alevangelio restaurado de Jesucristo. Elcambio sobrevino varios meses des-pués de estar asistiendo a las clases.

Le encantaba el espíritu que sentíamientras los misioneros le enseñaban in-glés; y cuando al fin aceptó su invitaciónde asistir con ellos a las reuniones de laIglesia, se sorprendió al encontrar allí elmismo espíritu.

Finalmente, uno de los élderes ex-hortó a Misha a hacer lo que ya sabía que era correcto, y bautizarse.

Sabía que iba a necesitar gran valor parahacer algo en contra de las tradiciones fami-liares; en Ucrania la mayoría de los habitanteshan estado afiliados a la religión predominan-te, y su familia no era una excepción.

La madre le aconsejó que esperara unosaños para bautizarse, por lo que él acordóesperar hasta que cumpliera los dieciséis.Entretanto, asistía a la Iglesia todas las sema-nas y empezó a prestar servicio como pianis-ta de la rama.

“Eso contribuyó a que fuera todos los do-mingos porque si no lo hacía, no habría na-die que tocara la música”, comenta Misha.

Al fin terminó su espera y lo bautizaron enel río Desna el 1º de julio de 2006. Ese día notenía la menor idea de lo pronto que su fami-lia iba a seguir su ejemplo.

Olga, la madre, empezó a ir a la Iglesia paraenterarse de cómo era la nueva religión de suhijo; e iba tan seguido que el presidente de larama le pidió que tocara el órgano en la reu-nión sacramental para poder llamar a Mishacomo director de música.

36

Arriba: Después de

haberse bautizado a

los dieciséis años,

Misha hace el siguiente

comentario de su

confirmación:

“Experimenté un poder

que vino sobre mí

cuando me pusieron

las manos sobre la

cabeza, y sentí algo

asombroso”. Derecha:

Seis meses después de

su bautismo, Misha

bautizó a Olga, su

madre. Abajo: Los

misioneros, los

miembros de la rama

y algunos familiares

apoyaron a Olga el

día que se bautizó.

Página opuesta: A Yuri

Voynarovich le gusta

mucho prestar servicio

como misionero de la

rama y secretario.

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Después de seis meses de oír los testimonios de losmiembros, incluso el de su hijo, el de Olga se fue desa-rrollando también. Misha bautizó a su madre en diciem-bre de 2006.

Ella todavía toca el órgano todas las semanas, y su hijo,que ahora tiene diecisiete años, se mantiene ocupado ayu-dando a la presidencia, siendo misionero de rama y diri-giendo los himnos en la reunión sacramental.

“Sé que la Iglesia me necesita”, dice, “y estoy muy agra-decido por estas oportunidades de prestar servicio. A me-dida que ayudo a otras personas, la Iglesia me ayuda a mí”.

En busca de la fe

En Lvov, una ciudad que está en el oeste de Ucrania,Yuri Voynarovich y su familia empezaron a buscar la verdadcuando él tenía sólo diez años. Durante años visitaron di-ferentes iglesias, hasta que un tío del niño los invitó a asis-tir a una rama de La Iglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días; al poco tiempo, sus padres fueron bauti-zados y confirmados.

“Al principio, yo no iba”, dice Yuri, “sino que seguía pormi cuenta en busca de la verdad”.

Pero los padres, que sabían que la Iglesia era verdadera,no se dieron por vencidos con su hijo y lo invitaban a lasclases de inglés y a las actividades de los jóvenes, así

como a las reuniones de los domingos. Después, los mis-mos misioneros lo invitaron a las clases de inglés.

“No les pude decir que no”, comenta. Así que fue; lue-go fue a la iglesia y, finalmente, él también se bautizó.

“Desde aquel día he tenido muchas otras experien-cias que han aumentado y dado forma a mi testimonio

y a mi carácter para que sea como soy actual-mente”, dice.

“Muchas veces me fijo en personas quesufren por las decisiones malas que han

tomado”, comenta. “Comprendo que aveces es difícil evitarlo por las tenta-ciones y la presión de los amigos, pe-ro no debemos darnos por vencidos;y después, vemos las bendicionesque se reciben por la obediencia”.

Yuri, que tiene ahora diecisieteaños, presta servicio como líder dela misión de rama y secretario de lamisma en Lvov.

“Me siento muy agradecido por laIglesia y por todo lo que ha hecho pormí”, agrega. “Amo esta religión, y ani-mo a todas las personas a aferrarse a la

barra de hierro y no soltarla nunca”. ■

L IAHONA J U L I O D E 2 0 0 8 37

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¿Ha pensado alguna vez en cómo se publica la revista de la Iglesia? Cuando la

contempla en sus manos, ¿se pregunta quién la habrá preparado y cómo se habrá hecho?

Lo invitamos a una gira con el edi-tor de las Revistas de la Iglesia paramostrarle cómo se preparan estas publicaciones.

Mientras usted está leyendo ésta, ya ha comenzado laplanificación para la revista que se publicará dentro de unaño. Al prepararla, los editores seguirán las indicacionesde varios miembros de los Setenta, que a su vez compar-ten con ellos consejos del Quórum de los Doce Apóstolesy de la Primera Presidencia sobre los temas que se debentratar con el fin de fortale-cer a los miembros. Losartículos se eligen ose escriben basándo-se en el consejo delas AutoridadesGenerales.

Un año antes de la fecha de publicación de la revistaLiahona: se completa la planificación, y se seleccionan o escriben los artículos.

Diez meses antes de la fecha de publicación: se editan los artículos escritos porel personal de editores, las presidencias de las organizaciones auxiliares o lasAutoridades Generales, así como los que hayan enviado los lectores.

Los editores administrativos de Liahona y Ensign analizan un artículo quese publicará en un número futuro.

De las revistLA PRE P

Los editores de lasrevistas de la Iglesiatienen por lo general untítulo universitario, casisiempre en periodismo o en el idioma inglés, y varios años deexperiencia en escribir,editar o publicar.

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Cómo se prepara un ejemplarLa preparación siempre comienza con la revista

Liahona, que se publica hasta en un máximo de51 idiomas; la publicación mensual se hace en 21idiomas. En los casos en que, para ciertos idio-mas, hay menos suscriptores, éstos reciben en-tre cuatro y seis ejemplares por año; losidiomas que tienen un mínimo de suscripto-res la reciben una, dos o tres veces por año.

En la Liahona hay artículos para adultos, jóvenes y niños, y una sección de noticias lo-cales que incluye, en parte, algunas para losmiembros de una región de la Iglesia enparticular.

Nueve meses antes de la fecha de publicación:los artículos pasan por la revisión de un comitéasignado para ello y de algunas AutoridadesGenerales.

Ocho meses antes de la fecha de publicación: se asigna la posición queocuparán los artículos en la revista. (Las revistas Friend, New Era y Ensigntienen fechas de vencimiento similares dos o tres meses después.)

Ustedes, los lectores, escribenartículos. Sus contribuciones lo-gran que en las revistas se haganoír las voces de los Santos de losÚltimos Días de todo el mundo.

Los editores de las revistas de laIglesia escriben artículos después dehaber investigado un tema determi-nado o de haber visitado a Santos delos Últimos Días en algún lugar.

Los integrantes de los Setenta y delas organizaciones auxiliares escri-ben artículos que corroboren loscursos de estudio de la Iglesia.

Los discursos o escritos del Profetay de otras Autoridades Generales o líderes de la Iglesia pueden emplearse como artículos.

Los líderes de la Iglesia han pedidoque, en todo lo que sea posible, el con-tenido de la Liahona sea el mismo de las revistas que se publican en inglés:Ensign, New Era y Friend. Al planearlos números mensuales de la revistaLiahona, los editores recurren a la ora-ción para decidir qué artículos son másapropiados para los miembros de todoel mundo. Las Autoridades Generalesque asesoran al Departamento deCursos de Estudio revisan esa selec-ción de artículos.

Las cuatro fuentes principales de artículos para la revista

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stas de la IglesiaE PARACIÓN

L IAHONA J U L I O D E 2 0 0 8 39

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El diseño gráfico y la producción

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C O N O C E M O S A N U E S T R OP Ú B L I C O

Los miembros delpersonal que escriben yeditan los artículos paraadultos, jóvenes y niñosdeben tener en cuenta lasdiferencias fundamentalesque hay entre nuestroslectores. Los que producenlos artículos para los niñossaben que, entre las edadesde seis y doce años, éstospasan por grandes cambiosen su capacidad intelectual y en su progreso emocional;y los editores comprendenque esto también sucede amedida que los adolescentesmaduran. Los que preparanlos artículos para los adultos deben tener presente que laedad, las etapas de la vida yel estado civil de los lectoresson muy variados.

Si a esto se agrega lacomplejidad de atender a lasnecesidades de los lectoresde todo el mundo, la tareaparece abrumadora. Aunquees imposible tener en cuentalo que les ayudaría a todoslos lectores en un soloejemplar, hacemos unesfuerzo por brindar en cadauno, a lo largo del año,material que sea inspiradorpara nuestros lectores en lasdistintas etapas de la vida odentro de un grupo de edaddeterminado.

De siete a ocho meses antes de la fecha de publicación: los diseñadores gráficos visualizan y planean eldiseño de los artículos en la revista; se contratan ilustradores y fotógrafos que preparen las ilustracionesartísticas o las fotografías que acompañarán a los artículos.

Cómo se compagina la revistaTodos los días a lo largo del año, los inte-

grantes del personal de la revista preparan varios de los números para los meses siguien-tes. Éstos se encuentran en etapas diferentesde la publicación, desde la planificación hastala corrección de pruebas y la impresión delpróximo número. (En la imprenta que tienela Iglesia en Salt Lake City, Utah, se imprimenlas revistas en inglés y la mayoría de las edi-ciones de Liahona.) Los artículos se escribeny se editan unos ocho meses antes de la fechade publicación de cada número. Sin embar-go, si en los tres o cuatro meses siguientessucede algo que deba publicarse de inmedia-to, los editores pueden quitar uno de los artículos preparados y reemplazarlo con uno nuevo.

Todas las revistas de la Iglesia pasan poruna revisión de su contenido en más de unaetapa. Después de que se editan, los reviso-res asignados para ello leen los artículos, in-cluso algunos miembros de los Setenta. Una

vez revisado, el texto aprobado pasa al perso-nal de diseño gráfico, que se encarga de dise-ñar el formato de las páginas; éstos puedenemplear fotografías y láminas artísticas quetengan disponibles o encargar otras nuevas.Debido a que las páginas de la Liahona de-ben adaptarse a la expansión del texto, segúnel idioma, a cada artículo se le asigna espacioextra. Cuando se termina el diseño, algunosmiembros de los Setenta y uno o más delQuórum de los Doce Apóstoles revisanlas páginas compaginadas.

En el proceso de producción de larevista se incluye aproximadamenteun mes para la traducción de los artículos. Los traductores sonmiembros de la Iglesia que vivenen distintas partes del mundo, eintercambian los artículos de laLiahona por correo electrónicocon las Oficinas Generales de laIglesia.

Los editores de las revistas Liahona yEnsign analizan la colocación de los artículos en un número futuro.

Los diseñadores eligen el formato ylas ilustraciones artísticas o las foto-grafías que contribuyan a enseñar los principios espirituales de los quetrate el artículo. Aquí se ve al directorartístico de la Liahona mostrando alos editores y a los diseñadores losesquemas que se proponen para elformato.

Al crear los esquemas de los artículos, los diseñadores gráficos encargan a artistas y fotógrafosprofesionales las ilustraciones o fotografías, según se necesiten.

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Seis meses antes de la fecha de publicación:varias Autoridades Generales revisan losesquemas de las páginas de los artículos deLiahona; luego, éstos se envían a los traductores.

Seis meses antes de la fecha de publicación: comienza el envío de las versioneselectrónicas de las páginas de la Liahona en inglés al personal que las prepara paraimprimir; luego siguen las versiones en otros idiomas a medida que se traducen yesquematizan.

Extremo derecho: Los encargados de producción secomunican con los traductores de todo el mundopor medio de correo electrónico. Derecha: la pro-ducción de la revista, hasta un máximo de 51 idio-mas, exige que se creen esquemas de páginas en lacomputadora y se revisen las pruebas de imprentaen cada uno de los idiomas.

Los diseñadores de las revistas de la Iglesia crean electrónicamen-te los esquemas de las páginas para cada uno de los artículos eninglés. Después, el personal de arte y producción reproduce esosesquemas con el texto traducido.

Un diseñador de las re-vistas de la Iglesia tiene,por lo general, un títulouniversitario, variosaños de experiencia enun estudio de diseñográfico y conocimientode diversos programasde diseño y producciónpor computadora.

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Dos meses antes de la fecha de publicación: comienza laimpresión. La de las revistas Friend, New Era y Ensign sigue a la de Liahona en las prensas del centro de imprenta de laIglesia, en Salt Lake City, Utah.

De uno a dos meses antes de la fecha de publicación: se imprimen edicionesde la revista Liahona en unos cuantos idiomas, en el país respectivo dondese distribuyen.

La prensa rotativa de papelcontinuo que hay en el centrode imprenta de la Iglesia, enSalt Lake City, imprime de 8 a 64 páginas por ambos la-dos del papel, luego las cortay dobla en pliegos grandesde varias páginas que sevuelven a doblar para formarpáginas consecutivas. Estaprensa produce un promediode 30.000 impresiones porhora, y funciona las 24 horasdel día, de lunes a sábado,con equipos de cuatro perso-nas que trabajan en turnosrotativos.

Un impresor del centrode imprenta de la Iglesiadebe tener por lo menoscinco años de experien-cia y haber completadoun curso de capacitaciónbásica en Artes Gráficasque dura entre seis me-ses y un año.

La imprenta rotativa imprime en rollos de papel de 1.270 kilogramos que contienen unos24.380 metros, o sea, más de 24 kilómetros de papel. En la impresión de la revista Ensignde junio del año en curso se utilizaron 105 rollos, unos 2.560 kilómetros de papel. El que

aparece abajo acaba de salir de la impren-ta y está pasando por una secadora; el pa-pel se ve borroso por la rapidez con que semueve.

Albanés

Alemán

Armenio

Bislama

Búlgaro

Camboyano

Cebuano

Cingalés

Coreano

Criollo

haitiano

Croata

Checo

Chino

Danés

Esloveno

Español

Estonio

Fidji

Finlandés

Francés

Gilbertiano

Griego

Hindi

Holandés

Húngaro

Indonesio

Inglés

Islandés

Italiano

Japonés

Khalkha

(Mongol)

Letón

Lituano

Malgache

Marshallés

Noruego

Polaco

Portugués

Rumano

Ruso

Samoano

Sueco

Tagalo

Tahitiano

Tailandés

Tamil

Telugo

Tongano

Ucraniano

Urdu

Vietnamita

Los idiomas de la revista Liahona (2008)

Este impresor ha desdobladoun pliego de 16 páginas queestá inspeccionando para ase-gurarse de que estén alinea-das correctamente y tengan loscolores correspondientes. Laimprenta combina solamenteestos cuatro colores para im-primir todos los que aparecenen la revista: azul verdoso,púrpura, amarillo y negro.

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Cómo llegan las revistas a nuestros lectoresLas pruebas finales de las páginas de la re-

vista se envían a los editores para la última re-visión de las pruebas de imprenta, y luego laspáginas se envían a la imprenta por correoelectrónico con cinco meses de anticipación

para la Liahona en inglés ydos meses para los otros

idiomas y para Ensign, New Era

y Friend. Las secciones de noticiasse envían a la imprenta unos dos

meses antes de la publicación de laLiahona y aproximadamente un mes

antes de la de Ensign.Las revistas ya impresas se ponen en pa-

quetes que se envían para su distribución fuera de los Estados Unidos por distintos me-dios, incluso el servicio local de correos; enEstados Unidos se envían por medio del ser-vicio normal de correo. Las primeras que seenvían son las que van a las regiones más distantes; las que reciben los lectores de Utah

En el depósito donde se guar-dan otros materiales impresosde la Iglesia, un empleadoinspecciona las revistas quese han empaquetado para suenvío.

Una vez que se termina de imprimirlas revistas, éstas se empaquetanpara su envío desde el centro dedistribución de la Iglesia en SaltLake City.

Los pliegos impresos pasan a travésde una máquina que los compagina,les agrega la cubierta y luego los en-grapa para formar la revista; des-pués, cada una se recorta paraquitarle el exceso de papel.

Impresión y distribución

De uno a dos meses antes de la fecha de publicación: Después de la impresión, comienza el empaquetadoy la distribución de la revista. Los números se envían primero a las regiones más distantes de Salt Lake City. En muchos países, se entregan a los suscriptores por medio del servicio local de correos; en otros, sedistribuyen a través de los barrios y las ramas.

L AC O N T R I B U C I Ó ND E S U SA R T Í C U L O S

Los miembros con fre-cuencia se preguntan cómopodrían contribuir a las revis-tas de la Iglesia. Pueden en-viarnos manuscritos sobrecasi cualquier tema, pero pro-bablemente hayan notado quelos artículos que enseñan elsignificado de la doctrina o delas Escrituras casi siempre es-tán escritos por AutoridadesGenerales.

La mejor posibilidad queustedes tienen de contribuir alas revistas es escribir sobresus propias percepciones oexperiencias espirituales.Cuando escriben sobre unconcepto que conocen o hanexperimentado, lo escrito llevaconsigo la validez de la verdady la autenticidad. Tengan abien recordar que lo que escri-ban debe ser aplicable en prin-cipio a los lectores de muchasnaciones y culturas variadas.

Si lo desean, pueden po-nerse en contacto con noso-tros antes de escribir unartículo para averiguar si esta-ríamos interesados en él; deese modo, les informaremossi el tema se ajusta a los pla-nes editoriales de la revista. Ladirección postal de las revistasde la Iglesia es: Liahona (oEnsign o New Era o Friend),50 E. North Temple St., Rm. 2420, Salt Lake City, UT84150-3220, E.U.A. La direc-ción de correo electrónico es el nombre de la revista seguido por @ldschurch.org, por ejemplo, [email protected].

se envían por último. Los envíos se planificanpara que las revistas lleguen antes del primerdomingo del mes correspondiente, pero lafecha de recibo suele variar.

Ahora que usted tiene esta revista en lamano, esperamos que el leerla contribuya asu progreso espiritual. Algunos artículos sereferirán a la salud física, a la economía delhogar y a otros temas que tengan que ver con esta existencia terrenal, pero su propósi-to principal es ayudarle a fortalecerse espiri-tualmente.

Si usted tiene algún comentario con res-pecto a los artículos que lea en la revista, nosgustaría que nos lo enviara (nuestra direcciónaparece a la derecha). Si desea sugerir mane-ras en las que podamos satisfacer mejor susnecesidades espirituales, también deseamossaberlo. Todo lo que contribuya a que preste-mos un mejor servicio a nuestros lectores be-neficiará tanto a ustedes como a nosotros. ■

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Un domingo, mientras yo meocupaba de recoger mis cosasdespués de dar la clase de

Damitas, Garry, mi esposo, estaba enla parte de atrás del salón con nues-tro hijito de un año en los brazos. Sinque nos diéramos cuenta, Zach,nuestro hijo de tres años, se escurriópor el pasillo lleno de gente y siguió aalguien que se encaminaba hacia lasalida del centro de reuniones. Comoambos pensábamos que Zach estabacon el otro, nos llevó unos minutosdarnos cuenta de que había desa-parecido.

En el mismo momento enque advertimos que no estabacon nosotros, lo vimos apare-cer en el otro extremo delpasillo; pero notamos quele había pasado algo: teníalas mejillas rojas, las lágri-mas le corrían por la cara yvenía agarrándose la manoderecha. El obispo, que lo acom-pañaba, parecía preocupado. Sentíque se me hacía un nudo de culpabi-lidad en el estómago; mi hijo se habíalastimado y yo no estaba con él paraatenderlo.

El obispo nos explicó que había oí-do sus gritos desesperados y habíacorrido en su ayuda. De inmediato sedio cuenta de lo que había pasado,pero no de la forma de solucionarlo:los deditos le habían quedado atrapa-dos entre la pesada puerta exterior y

el marco; el roce altratar de abrirla sólo

iba a empeorar la las-timadura; el movimien-

to de la puerta le habíaapretado más los dedos

haciéndole tracción en lamano y causándole tre-

mendo dolor.Mientras el obispo y un

matrimonio del barrio procura-ban desesperadamente hallar una

solución para soltar la manita deZach, un hermano de otro barrio quese reunía en nuestro edificio notó loque pasaba; sacó del bolsillo un des-tornillador y lo metió en el espacioque había entre la puerta y el marco;luego, utilizando la herramienta co-mo palanca, ensanchó la abertura losuficiente para liberar a nuestro hijo.

Entre los suspiros de alivio de todos, el hermano explicó que al prepararse aquella mañana para losservicios dominicales, había sentidola extraña inspiración de llevarse undestornillador a la iglesia. La impre-sión fue tan fuerte y clara que, sinpensarlo más, se metió la herramienta

en el bolsillo de los pantalones.Aquel bondadoso acto de servicio,

resultado de una inspiración del cie-lo, me conmovió profundamente yme llenó el corazón de gratitud. ElPadre Celestial estaba al tanto de mihijito de tres años y había inspirado aun buen hermano para responder enel momento de necesidad. ■

En la sombrade Sus alasPor Paul B. Hatch

P oco después de terminar lainstrucción básica de vuelo enPhoenix, Arizona, y con pocas

horas de volar solo, había obtenido lalicencia para hacer mi primer vuelosolo a través del estado; éste suponíaseguir una ruta que me llevaría doshoras para ir de Phoenix a Tucson yregresar a Phoenix.

Entusiasmado ante la expectativade volar solo a 3.000 metros de altura IL

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El hermanoexplicó que, al

prepararse paralos serviciosdominicales, había sentido la extrañainspiración de llevar undestornillador a la iglesia.

V O C E S D E L O S S A N T O S D E L O S Ú L T I M O S D Í A S

El samaritanocon undestornilladorPor Heidi Bartle

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y contemplar la belleza de las nubes,las montañas, los valles y el desierto,no se me ocurrió pensar en mi inex-periencia ni en ningún posible peli-gro que pudiera presentarse.

Comprobé el estado del tiempo,presenté al aeropuerto mi plan devuelo, y recogí una radio, un compásy otros instrumentos básicos para vo-lar. Como sucede comúnmente enesa etapa de la instrucción, carecía de la capacitación apropiada para em-plear instrumentos avanzados; de to-dos modos, el modelo viejo de aviónque iba a pilotear no tenía ningunode los dispositivos modernos quepermitirían al piloto volar a ciegas.

Me sentía un poco nervioso aldespegar solo en mi pequeño mono-plano amarillo de un motor, pero elvuelo de Phoenix a Tucson fue bue-no y me llené de entusiasmo con

mis nuevas habilidades aéreas.Partí de Tucson hacia Phoenix en

las últimas horas de la tarde alegre yconfiado, y con sólo 190 kilómetrospor recorrer. Pero, apenas había le-vantado vuelo, me encontré inespera-damente con fuertes corrientes deviento que me impedían controlar laaltitud del aeroplano. De pronto,quedé envuelto en una tormenta depolvo y ya no pude ver nada a mi al-rededor. Con el avión sacudiéndosede un lado al otro, perdí el control yme sentí frenéticamente desorienta-do y lleno de miedo al darme cuentade que estaba peligrosamente cercade la cadena de montañas Catalina.

En medio del pánico, pensé en mivida; estaba comprometido para ca-sarme el mes siguiente en el Templode Mesa, Arizona; había cumplidouna misión honorable de tiempo

completo; siempre había tratado deobedecer los mandamientos y de se-guir las impresiones del Espíritu Santo.Si alguna vez había necesitado guía di-vina, era en aquel momento. Al bordede la desesperación, ofrecí una ora-ción silenciosa. El Espíritu respondióde inmediato, susurrándome: “Confíaen la radio, en el compás y en el panelde instrumentos, y reduce la altitud”.

En seguida descendí unos cien me-tros; todavía tenía escasa visibilidadpero podía distinguir vagamente deba-jo una carretera y vías de ferrocarril.Utilizando los instrumentos y siguien-do los puntos conocidos que distin-guía, finalmente pude aterrizar en elaeropuerto de Phoenix después dedos horas de una horrible experiencia.

Estaré para siempre agradecidopor las impresiones del EspírituSanto y por esta promesa de

El Espíriturespondióde

inmediato,susurrándome:“Confía en laradio, en elcompás y en el panel deinstrumentos, y reduce laaltitud”.

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Salmos: “…en la sombra de tus alasme ampararé” (Salmos 57:1). ■

La moneditadel muchachoPor Natalie Ross

Mi compañera de misión y yoestábamos tratando de de-cidir dónde debíamos re-

partir folletos cuando vimos a unamujer que entraba en una casa.Pensamos que seguramente habríallegado para preparar el almuerzo,pues la gente de los suburbios deBuenos Aires, Argentina, ya se prepa-raba para la hora de la siesta. Antesde darme cuenta, mi compañera yale estaba enseñando un principio delEvangelio y yo estaba testificando desu veracidad. A Narda le gustó nues-tro mensaje y nos invitó a regresar lasemana siguiente.

Cuando llegamos a su casa, sus cin-co hijos estaban sentados alrededorde la mesa, esperándonos. Ninguno

de los padres tenía untrabajo de tiempo completo, y

nos sentimos muy afligidas al darnoscuenta de que apenas tenían lo sufi-ciente para vivir de día en día. En lahumilde vivienda el piso (suelo) erade tierra; no había agua potable y lasparedes consistían en tablones unidosapenas por clavos. Su única fuente decalor era una pequeña cocina [estufa]con una sola rejilla.

Aun cuando la familia se hallabaen situación de pobreza,eran ricos en el deseo quetenían de aprender mássobre Dios. A Narda le en-cantaba la Biblia y la estu-diaba, y quería que sushijos tuvieran una base es-piritual similar. Cristian,que tenía doce años, dis-frutaba especialmente de las charlas misionales.Después que les dejamosun ejemplar del Libro deMormón, leyó ávidamentelos primeros libros; el es-poso de Narda también es-taba interesado, pero eratímido y escuchaba desde el dormi-torio contiguo.

Debido a su situación económica,vacilábamos en enseñarles sobre las

ofrendas de ayuno y el diezmo.Queríamos que tuvieran primero untestimonio sólido de Jesucristo y de laRestauración, antes de presentarlesprincipios que exigieran una fe másgrande. Pero como los niños mayoreshabían empezado a leer el Libro deMormón y a asistir a la Iglesia, hacíanpreguntas que teníamos que contestar.

“Hermana”, dijo Cristian un día,“en la Iglesia y en el Libro de Mormóntodos hablan del ayuno. ¿Qué es elayuno?” Les enseñamos el principio ytestificamos de la importancia de ayu-nar; luego oramos en silencio paraque la familia pudiera aceptar esemandamiento.

Poco después, Cristian nos expre-só este testimonio: “El otro día mamáme dio dinero para comprar carame-los (dulces). Mientras iba para la tien-da, me acordé de su lección sobre elayuno y sentí ganas de hacerlo; perono tenía nada más que veinte centa-vos; igual decidí ayunar y dar esos

veinte centavos como miofrenda”.

Narda pensaba que nodebía contribuir con unasuma tan insignificante yse lo dijo, pero Cristianestaba resuelto a hacerlo;quería obedecer todos

los mandamientos deDios y dar lo que pudie-ra. A las pocas semanas,él y dos de sus hermanosse bautizaron. Sus padresse unieron a la Iglesia alaño siguiente.

Ahora, cada vez quepienso que no podré

pagar las ofrendas de ayuno, meacuerdo de Cristian y su fidelidad, yme doy cuenta de que tengo más quesuficiente para dar. Su ofrenda me

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Cada vez quepienso queno puedo

pagar las ofrendasde ayuno, meacuerdo deCristian y sufidelidad, y me doy cuenta de que tengo más que suficiente para dar.

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recuerda la blanca de la viuda (véaseMarcos 12:42–44); tal vez haya sidouna pequeña cantidad, pero Cristianla dio porque amaba de verdad aDios y quería obedecer. ■

¿Es verdad queJesús visitóAmérica?Por Carlos René Romero

En 1960 conocí en una fiesta aun joven que me dijo queJesucristo había visitado

América después de Su resurrección.La idea me pareció increíble y desper-tó mi curiosidad, así que después co-mencé a buscar datos en bibliotecas ya hacer averiguaciones entre variasreligiones de San Miguel, mi pueblonatal de El Salvador.

Busqué durante casi tres años sinpoder encontrar nada. Cuando men-cionaba a los diversos líderes religio-sos con quienes hablaba que habíaoído decir que Cristo había venido aAmérica, afirmaban que quienes mehabían dicho eso me habían engaña-do. Como mis averiguaciones no die-ron ningún resultado, al fin llegué aconvencerme de que tenían razón.

Un día, dos misioneros de LaIglesia de Jesucristo de los Santosde los Últimos Días llegaron a mi ca-sa y me dijeron que tenían un men-saje importante para mi familia.Inmediatamente recordé mis inda-gaciones anteriores y les pregunté:“¿Ustedes saben si Jesucristo vino aAmérica?”.

Uno de los jóvenes me contestó:

“Sí, y testificamos que es así”.En ese momento, sentí gran entu-

siasmo y emoción en el corazón asícomo en la mente, y les hice otra pre-gunta: “¿Y cómo lo saben?”.

Él sacó un libro de la mochila y medijo: “Por este libro, que es el Librode Mormón, sabemos que Cristo vinoaquí”.

Lo que los misioneros me enseña-ron en la primera charla me inquietó,porque dudaba del relato del profetaJosé Smith sobre su visión del Padre y del Hijo. No obstante, el Libro deMormón me intrigaba y ellos siguie-ron dándome las lecciones.

Una tarde, los élderes me pregun-taron: “¿Ha orado para saber si lo quele enseñamos es verdad?”.

Les dije que lo había hecho peroque no había recibido ninguna respuesta.

“Es que debe orar con verdaderaintención”, afirmaron ellos.

Había leído varias noches el Librode Mormón y estudiado sobre la apa-

rición de Jesucristo a los nefitas, y locreía; pero todavía no podía aceptarla visión de José Smith. La lucha inter-na que tenía era terrible.

Una noche, me arrodillé solo y leconfié a Dios los sentimientos de micorazón; le dije que necesitaba sabersi realmente Él se había manifestado aJosé Smith; si eso era verdad, le pro-metí que me bautizaría en la Iglesia yque lo serviría por el resto de mi vida.

Temprano a la mañana siguiente,cuando me levanté, recibí la respues-ta por medio del Espíritu Santo; lamente se me aclaró y sentí el corazónlleno de paz. De allí en adelante, nohe tenido duda alguna de que JoséSmith fue verdaderamente un Profetade Dios, que el Libro de Mormón esotro testamento de Jesucristo y queÉl es nuestro Salvador y Redentor.

Sé que Cristo vino a América des-pués de Su resurrección. Mi alma sedeleita en ese conocimiento maravi-lloso que recibí con certeza por el po-der del Espíritu Santo. ■

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La mejor decisión

En diciembre de 2005, unos pa-rientes que son miembros de laIglesia nos visitaron a mi esposa y amí en Colombia. Antes de regresar acasa, mi tío me hizo dos hermososregalos: una combinación triple yunos números antiguos de la revistaLiahona.

Empecé a leer el número de no-viembre de 2004, que contiene dis-cursos de la conferencia general deoctubre. Leí: “La condición en la quese encuentra la Iglesia”, del presiden-te Gordon B. Hinckley, y “Profetas,Videntes y Reveladores”, del élderJeffrey R. Holland. Los testimonios deesos grandes hombres me indujerona empezar a leer el Libro de Mormóny la Biblia.

El resultado fue lo más maravillo-so que haya podido acontecernos.Mi esposa y yo tomamos la mejor de-cisión de nuestra vida: nos bautiza-mos como miembros de La Iglesiade Jesucristo de los Santos de losÚltimos Días.Edgar Henry Muñoz Porras, Colombia

Una forma de preparar el terreno

Quiero expresar mi profunda grati-tud por la revista Liahona. Mi testi-monio se ha fortalecido muchísimocon la lectura de cada uno de sus nú-meros inspirados, y al reflexionar

sobre lo que leo. Muchasveces el Espíritu Santo meha confirmado la veracidadde los artículos y me ha lle-

nado de agradecimiento.Como resultado de esas ex-

periencias espirituales, he sentido eldeseo de compartir con otras perso-nas los mensajes de la revista. Le en-vié una suscripción de regalo a miprimo, que me ha dicho que le gustamucho y siempre la lee. Espero queeso le ayude a ver la importancia dehacer convenios y de mantenersefiel a ellos.

También he enviado ejemplares dela Liahona a una amiga que es maes-tra y vive en otro país; ella me ha di-cho que le gusta la revistay que quiere seguir reci-biéndola. De ese modo,estoy preparando el te-rreno para que un día escuche y acepte elEvangelio restaurado.Penélope B. Woodward,Texas, E.U.A.

El espíritu de la

conferencia

Cuando recibo el número de laLiahona con los discursos de la con-ferencia, me fijo en las fotos que están

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en cada página; me encanta ver las ca-ras de las personas y las diversas esce-nas de la conferencia; eso me ayuda asentir el espíritu que hay por todo elmundo durante esos días. ¡Qué her-mosos son todos los hijos del PadreCelestial! Ese número siempre me ha-ce sonreír. Les agradezco sus inapre-ciables esfuerzos; gracias por la revistaLiahona.Jung YeJi, Corea

Elías el honrado

Quiero que sepan cuánto nosgusta la revista Liahona. A mi hijo,Elías (que tenía entonces dos años),le encantaba el cuento “Morgan elhonrado”, del número de marzo de

2007, y yo se lo leía seguido. Él mismopodía contarlo correc-tamente. Les agrade-cería que continuaranofreciendo ese tipo de cuentos cortos.

En cuanto a mí, leo laLiahona de tapa a tapa y me gustan las noticias,los artículos y las ideasque presenta. Gracias porla oportunidad que me

dan de obtener alimento espiritual.Sonja Görgen, Alemania

Envíen sus comentarios por correo electrónico a [email protected]. También pueden enviarlos a:

Liahona, Comment50 E. North Temple St., Rm. 2420Salt Lake City, UT 84150-3220, E.U.A.

Es posible que se hagan algunas modificaciones a suscomentarios, por motivos de espacio o de claridad.

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P A R A L O S N I Ñ O S • L A I G L E S I A D E J E S U C R I S T O D E L O S S A N T O S D E L O S Ú L T I M O S D Í A S • J U L I O D E 2 0 0 8

Amigos

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P O R E L P R E S I D E N T E H E N R Y B . E Y R I N GPrimer Consejero de la Primera Presidencia

El sábado es un día de mercado en todoel mundo. En Ghana, Ecuador y lasFilipinas, las personas llevan a la ciudad

los productos de su granja y sus artesaníaspara venderlos, y conversan con las perso-nas que conocen por el camino, entre ellosSantos de los Últimos Días. Mucho de loque conversen con las personas que en-cuentren ha de ser lo mismo en cualquierparte del mundo, pero habrá algo diferenteen los Santos de los Últimos Días que semanifestará tanto en su semblante como en lo que di-gan. Ellos escuchan con atención, con la mirada de al-guien que se preocupa por los demás.

Si la conversación dura más de unos cuantos minu-tos, seguramente volverá a lo que más les importe alos dos. Tal vez hablen de lo que consideren que traefelicidad y de lo que causa tristeza. Tal vez al Santo delos Últimos Días se le pregunte: “¿Por qué tiene ustedtanta paz?”. Entonces recibiría una serena respuesta,quizá acerca de nuestro Padre Celestial y de Su HijoJesucristo que aparecieron al joven José Smith, o po-dría ser del ministerio de amor del Salvador resucita-do, como se describe en el Libro de Mormón.

Ustedes podrían preguntarse: “¿Cómo podría yo ha-cer eso? ¿Cómo podría de forma más eficaz dar a cono-cer mi fe?”.

He reflexionado detenidamente y con oración sobrealgunos hermanos que son notablemente fieles y efica-ces testigos del Salvador y de Su Iglesia. No hay un mo-delo exclusivo en lo que hacen. Algunos miembrossiempre llevan un ejemplar del Libro de Mormón para

regalar. Otros se fijan una fecha para encon-trar a alguien a quien los misioneros ense-ñen. Cada uno de esos miembros ha oradopara saber qué hacer.

Para hacer lo que debemos hacer, tendre-mos que volvernos como ellos por lo menosen dos aspectos: Primero, ellos saben queson los amados hijos de un amoroso PadreCelestial, por eso acuden a Él espontánea-mente y a menudo en oración. Segundo, los que hablan con soltura y a menudo delEvangelio restaurado son agradecidos discí-pulos de Jesucristo. Valoran lo que éste ha

significado para ellos. El recuerdo de la dádiva que hanrecibido les infunde el deseo de que otras personas lareciban. Han sentido el amor del Salvador.

Oren para tener la oportunidad de encontrar a perso-nas que piensen que podría haber algo mejor para ellasen la vida. Oren para saber qué hacer para ayudarlas, ysus oraciones serán contestadas. Entonces, conocerán apersonas preparadas por el Señor, descubrirán que sevan acercando más a su Padre Celestial y sentirán quehabrán hecho lo que Él les ha pedido, porque Él les amay confía en ustedes. ●Tomado de un discurso de la conferencia general de abril de 2003.

A L G O E N Q U É P E N S A R1. ¿Qué significa “escuchar con atención, con la mirada

de alguien que se preocupa por los demás”?

2. ¿Cómo puedes sentirte más cerca de tu Padre Celestial

y saber que eres Su hijo o Su hija?

3. ¿Por qué razón te sientes agradecido por ser miembro

de la Iglesia? ¿Puedes pensar en algunas personas que tal

vez estén buscando esas mismas bendiciones?

A2

El presidente Eyring

nos alienta a

compartir el

Evangelio.

V E N Y E S C U C H A L A V O Z D E U N P R O F E T A

LA DÁDIVA DEL EVANGELIO

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Ora para tener opor-tunidadesmisionales.

Invita a tusamigos aactividadesde la

Iglesia.

Sé un buenejemplo.

Comparte el Evangeliocon losdemás.

Séamigable.

Un hogar donde secomparte el Evangelio

Un hogar donde secomparte el Evangelio

Nota: Si no desea quitarlas páginas de la revista,esta actividad puedecopiarse, calcarse oimprimirse desde Interneten www.lds.org. Para laversión en inglés, hagaclic en “Gospel Library”.Para las versiones enotros idiomas, haga clicen “Languages”.

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AMIGOS JULIO DE 2008 A5

“Y si acontece que… traéis aun cuando fuere una

sola alma, ¡cuán grande será vuestro gozo…!”

(D. y C. 18:15).

P O R L I N D A C H R I S T E N S E N

§El apóstol Pablo era un gran misio-nero; él dijo: “…no me avergüen-zo del evangelio” (Romanos 1:16).

Pablo viajó a muchos lugares para compartirel Evangelio; disfrutaba hacer eso y hacerfeliz a la gente.

Samuel, el hermano del profeta JoséSmith, fue el primer misionero de los últi-mos días. Desde aquel entonces, más de unmillón de hombres y mujeres han prestado servicio enmisiones. Al igual que Samuel Smith y Pablo, todo mi-sionero posee un testimonio del Evangelio y desea com-partirlo con los demás.

El presidente David O. McKay (1873–1970) dijo:“Cada miembro un misionero”1. ¡Eso significa que pue-des ser un misionero ya! El compartir el Evangelio conlos demás te servirá para acordarte de tu convenio bau-tismal de recordar siempre a Jesucristo. Recuerda estaspalabras:

Entonces misionero puedo ser.

No necesito yo crecer.

Y cada día he de ser mejor,

y verán que tengo un testimonio de verdad,

un testimonio en mi corazón2.

Actividad

Quita la página A4. Recorta la casa y las cinco venta-nas. Pega cada una de las ventanas en las siluetas enforma de ventana de la casa donde se comparte elEvangelio. Habla con tu familia sobre las ideas queaparecen en la casa. Decidan juntos lo que pueden ha-cer para ser misioneros ya. Coloca la casa donde secomparte el Evangelio donde la familia pueda verla.NOTAS

1. En Conference Report, abril de 1959, pág. 122.2. “Yo quiero ser un misionero ya”, Canciones para los niños”, pág. 90.

Ideas del Tiempo para compartir

1. Recolecte artículos de tareas sencillas para las que,

a fin de llevarlas a cabo, haga falta cierta preparación.

(Por ejemplo, tarea: lavar los platos — entre los artículos se

podrían incluir jabón y un paño [secador]; tarea: cocinar

—entre los artículos se podrían incluir una receta e ingre-

dientes.) Prepare una bolsa con una tarea dife-

rente para cada clase. Pida a cada clase que

abra la bolsa, determinen qué tarea se tiene que

hacer y expliquen por qué cada artículo es im-

portante para llevarla a cabo. Invite a cada

clase a hacer la presentación en la Primaria.

Explique que así como necesitamos ciertas cosas

para prepararnos para llevar a cabo una tarea,

necesitamos hacer ciertas cosas para preparar-

nos para ser buenos misioneros. Coloque en la

pizarra las láminas 605 (Un niño orando) y 617

(Escudriñar las Escrituras) del juego Las bellas artes del

Evangelio, y escriba debajo de ellas: “Para prepararme pa-

ra ser misionero, oraré y leeré las Escrituras diariamente”.

Pida a los niños que expresen sus ideas en cuanto a por

qué el vivir este principio les servirá para ser misioneros.

Haga un resumen de la historia de Alma, hijo, y de los hijos

de Mosíah. Ayude a los niños a buscar Alma 17:2–3, y léan-

lo juntos. Subraye las frases “habían escudriñado diligente-

mente las Escrituras” y “se habían dedicado a mucha

oración”. Testifique sobre el poder de la oración y del estu-

dio diario de las Escrituras, y de la forma en que pueden

prepararnos para ser misioneros.

2. En un recipiente vacío, coloque el rótulo “Fiel y obe-

diente”. Tanto para los niños pequeños como para los ma-

yores, prepare varios casos para analizar sobre la fe y la

obediencia (véase La Enseñanza: El llamamiento más impor-tante, 1999, pág. 184). Para empezar el Tiempo para com-

partir, escriba en la pizarra: “Para prepararme para ser

misionero seré fiel y obediente”. Lea la frase con los niños

e invite a un niño a escoger un caso para analizar y deje

que el niño o la clase digan lo que van a hacer. Señale

que su respuesta requiere fe u obediencia, y permita que

el niño coloque en el recipiente algunos objetos pequeños

(por ejemplo, frijoles, piedrecillas). Después de cada uno

de los casos para analizar, canten la estrofa “Su nombre

honraré. Lo bueno haré, iré tras Su luz, Su verdad procla-

maré” de “La Iglesia de Jesucristo” (Canciones para losniños, pág. 48). La frase “Su verdad proclamaré” significa

que seremos misioneros. Sigan adelante hasta que el reci-

piente se llene. ●

Yo quiero ser un misionero ya

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D E L A V I D A D E L P R O F E T A J O S É S M I T H

José se traslada a Ohio

En 1831, José y Emma viaja-ron a Kirtland, Ohio. Al lle-gar a la tienda Newel K.Whitney and Co., José saltódel trineo para saludar a unmiembro de la Iglesia al quenunca había conocido.

José había tenido una visión en la que lafamilia Whitney oraba para que él fuese aKirtland. Debido a esa visión, reconoció alhermano Whitney.

En esa época, la Iglesia contabacon aproximadamente cuatro-cientos miembros, la mayoríade los cuales vivían en Kirtland.Otros miembros se trasladarona ese lugar para estar cerca delProfeta.

José y Emma se quedaron en casa del hermano y de la hermana Whitney por algunas semanas.

¿Qué es lo que desea

de mí?

¡José! ¡José!

Soy José el Profeta.Sus oraciones me han

traído aquí.

Les presento al profeta José.

¡Newel K. Whitney!¡Usted es el hombre! Usted me lleva la

delantera; yo no podría haberlo llamado por su nombre, como usted lo

ha hecho conmigo.

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Unos meses más tarde, José y su familia se trasla-daron a Hiram, Ohio, a fin de que él y SidneyRigdon pudiesen disponer de un lugar tranquilopara trabajar en la revisión inspirada de la Biblia.

Los santos trabajaron muy fuertee hicieron muchos sacrificios para construir el templo.

Finalmente, los santos terminaronel hermoso templo. José lo dedicóel 27 de marzo de 1836.

José y su familia vivieron en Hiram durante un año.Cuando José volvió a Kirtland, el Señor mandó que los san-tos edificaran un templo en ese lugar. José vio en una vi-sión la apariencia que tendría el templo.

Adaptado de Lucy Mack Smith, History of Joseph Smith, ed. Preston Nibley, 1979, pág. 230; Keith W. Perkins,“From New York to Utah: Seven Church Headquarters”, Ensign, agosto de 2001, págs. 54–55; “House ofRevelation”, Ensign, enero de 1993, pág. 33. Véase también Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: JoséSmith, 2007, XIX–XX, 10, 14–15, 167–170, 209–210, 217–220, 287–289, 325–327.

He visto el diseño de la casa del Señor, que

Él mismo reveló.

Hemos llevado a cabo esta obra en medio de grandes dificulta-des; y a pesar de nuestra pobreza, hemos dado de nuestros recursos para edificar una casa al nombre

del Señor.

AMIGOS JULIO DE 2008 A7

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En 1856, la primera compañía de carros de mano de pioneros Santos de los Últimos Días comen-

zó su trayecto hacia el valle del LagoSalado. Durante los cuatro años si-guientes, más de tres mil personas tiraron y empujaron carros de mano a través de las praderas. Para construirtu propio carro de mano, sigue estasinstrucciones. Al poner en él las provi-siones, piensa en lo que habrías llevadoen el trayecto.

Instrucciones

Quita estas páginas de la revista, pégalas en cartulina gruesa y recorta laspiezas. Para hacer el lecho del carro de mano, dobla hacia arriba los lados,el frente y la parte de atrás, y pega las pestañas. En cada lado pega una rue-da y un tirador. Pega la barra horizontal en las pestañas de cada extremo delos tiradores. Dobla las pestañas del resto de las figuras, de modo que sepuedan mantener de pie. Coloca al padre y a la madre detrás de la barrahorizontal. (Pega el brazo del padre afuera del tirador para que dé la apa-riencia de que está tirando.) Coloca a la hija y las provisiones en el carro, yal hijo donde pueda ayudar a empujar. ¡No te olvides de colgar la olla atrás!

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CONSTRUYE TU PROPIOCARRO DE MANO

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Nota: Si no desea quitar laspáginas de la revista, estaactividad puede copiarse,calcarse o imprimirse desdeInternet en www.lds.org. Parala versión en inglés, haga clicen “Gospel Library”. Para lasversiones en otros idiomas,haga clic en “Languages”.

AMIGOS JULIO DE 2008 A9

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“¿No tenemos todos un mismo padre?”

(Malaquías 2:10).

Nací de buenos padres. Mi padre y mimadre vivían de acuerdo con los va-lores de la honradez y la integridad

que se enseñan en la Iglesia, pero ellos noeran miembros activos de ella. Sin embar-go, mis amigos iban a la Primaria, así queyo también iba. Me sentía feliz allí y nuncaquería faltar.

La Primaria se convirtió en mi familia dela Iglesia; iba cada semana a la reunión sa-cramental y me sentaba con mis amigos dela Primaria. No comprendía totalmente elsignificado de la Santa Cena, pero sentía algo especial cada vez que la tomaba. Antesde aprender lo que significaba la palabraconvenio, comprendí lo que era formarparte de un convenio.

Cuando cumplí doce años, mi quórumdel Sacerdocio Aarónico se convirtió enmi segunda familia de la Iglesia. Sentíagran amor y reverencia por el sacerdocio.Como presidente del quórum de diáco-nos, dirigía las reuniones de quórum; ycuando se ordenaba a un nuevo diácono,le daba la bienvenida con unas cortas pa-labras. Recuerdo que decía: “Éste es el sacerdocio de Dios y debes honrarlo”.

Al terminar la enseñanza media superior,me uní a la reserva del ejército. El oficial almando me dio la oportunidad de ser unode los oficiales comisionados en el ejércitode los Estados Unidos. Él era una personamuy cortés, pero también tenía una estatu-ra sumamente grande e impresionante. Lagente no acostumbraba a negarse a nadaque él pidiera. Le pregunté si podría ir a casa y meditar en la propuesta.

Esa noche oré y acudió a mi mente laoración bautismal que se encuentra enDoctrina y Convenios 20:73: “…Habiendosido comisionado por Jesucristo, yo te bau-tizo en el nombre del Padre, y del Hijo, ydel Espíritu Santo”.

Regresé a la mañana si-guiente y le dijeque había decidi-do aceptar unacomisión, peroque sería una comi-sión de mi PadreCelestial y Su hijoJesucristo. Le expliquéque iba a servir en unamisión de mi Iglesia.

El sentimiento de haber tenido respuesta

De una entrevista

con el élder Paul K.

Sybrowsky, de los

Setenta, que

actualmente

presta servicio

como presidente

del Área Australia;

por Melvin Leavitt.

E N T R E A M I G O S

Hijos e hijas de Dios

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a esa oración fue maravilloso, y lo he sentido una y otra vez al haber orado en cuanto a decisiones im-

portantes. Creo que siempre he sabido que mi Padre Celestial y Jesucristo

saben quién soy y que me aman. Tal vez mi conversión haya em-

pezado cuando primeramente asistí a la Primaria y sentí allí el Espíritu. Continuó cuandoestuve en los quórumes delSacerdocio Aarónico y en el

campo misional; y aún continúa hoy día.Todos somos hijos e hijas de nuestro Padre Celestial.

Él nunca lo olvida, pero nosotros a veces lo hacemos;de modo que nos ha dado el principio de la fe para ayu-darnos a recordar; para ayudarnos a cultivar la fe en Él,nuestro Padre Celestial nos da el don de la experiencia.Al pensar en mi vida pasada, estoy agradecido por lasexperiencias que me han ayudado a aumentar mi fe.

Disfruten de las experiencias que nuestro PadreCelestial les dará; aprendan de ellaslas cosas que Él desea que apren-dan. Nuestro Padre Celestial daexperiencias a cada uno de no-sotros a fin de aumentar nues-tra fe en Él y en Su Hijo.

Si algunas de sus experien-cias son tristes, por favor re-cuerden que son hijos e hijasde nuestro Padre Celestial y queÉl los ama. Ésta es un ancla se-gura que nunca desaparecerá.¡Nunca! Es eterna y está arrai-gada en el plan de salva-ción. Deben aferrarse aella a pesar de cualquier

dificultad. ●

El élder Sybrowsky y su familia en 2006.ILU

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“Los misioneros máseficaces, tanto los

miembros como losde tiempo completo,siempre obran por

amor”.

Véase de élder Dallin H. Oaks,

del Quórum de losDoce Apóstoles,“Compartir el

Evangelio”, Liahona,enero de 2002,

pág. 8.

la señorita Palmer?”, pregunté, ya que esta-ba segura de que no había ninguna maestraque fuese tan buena como nuestra maestrade tercer grado.

Christy sonrió. “Sí, es tan buena como laseñorita Palmer”.

Después de la escuela, fui corriendo acasa para preguntarle a mamá si podíair a la Primaria, pero ella no parecíaestar tan emocionada por ellocomo yo. “Necesito un pocomás de información”, di-jo. “¿Cómo se llama laiglesia de Christy?”

Para empezar,ésa fue una

pregunta muydifícil ya que, co-

mo le dije a mamá:“No me acuerdo del

nombre; es uno muy largoque nunca he oído antes”.

Por la expresión de mamá, me dicuenta de que cometí un error por

lo que le dije.“Espera, voy a llamar a Christy ahora

mismo”. Corrí al teléfono y marqué el

“…por medio de cosas pequeñas y sencillas

se realizan grandes cosas” (Alma 37:6).

P O R R E N E É H A R D I N GBasado en una historia verídica

Todos los alumnos de tercer grado, in-cluso yo, estábamos de acuerdo enque Christy era la mejor en los juegos

de barras infantiles y en los columpios; na-die podía subir tan rápido ni mecerse másalto que ella. Además, jugaba bien todos losdemás juegos, pero lo más importante esque ella y yo éramos buenas amigas. Undía, durante la hora de recreo, Christy me preguntó: “¿Quieres ir conmigo a laPrimaria?”

Yo nunca había oído de la Primaria.“¿Qué es eso?”, le pregunté.

Christy me explicó: “La Primaria esalgo especial en mi Iglesia; es sólo paralos niños. Si vas, cantarás canciones, conocerás nuevos amigos, aprenderáscosas nuevas y conocerás a mi maestra de la Primaria, que es una persona muy, muybuena”.

“¿Tan buena como

¿Quieres irconmigo a

la Primaria?

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número antes de que mamápudiera decir una palabra.

El teléfono sonó dos veces an-tes de que Christy contestara. “¿Hola?”“¡Christy!”, exclamé; “¡dime otra vez

como se llama tu iglesia!” Escuché conatención y después dije: “Mamá, la iglesiade Christy se llama La Iglesia de Jesucristode los Santos de los Últimos Días”. Comoa mamá no se le quitaba el ceño fruncido,sabía que necesitaba ayuda. Dije en el telé-fono: “Christy, ¿crees que tu mamá podríahablarle a mi mamá sobre la Primaria?”

Creo que Christy pudo darse cuenta dela desesperación en mi voz porque no tar-dó en darle el teléfono a su mamá. Al pocorato, nuestras madres hablaban y reían co-mo si fueran viejas amigas. Después, mimadre le dijo a la madre de Christy que sí,que yo podía ir a la Primaria.

Cuando fui a la Primaria por primera vez,la reunión fue tal y como Christy me dijoque sería, y más. Ella tenía razón; nuestramaestra de la Primaria era muy, muy buena,tan buena como la señorita Palmer, e inclu-so me regaló mi propio librito que hablabasobre la fe en Dios.

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Ese día, al ir a casa, le mostré a mamá mi librito y leconté todo sobre la Primaria; incluso le canté a ella y amis hermanos la canción “¡Hola!” (Canciones para los

niños, pág. 130) que todos los niños me habían canta-do. Cuando mamá miró detenidamente la lámina deJesucristo en el frente de mi librito y leyó algunas de sus páginas, se mostró un poco callada y pensativa, y después dijo que podía ir con Christy a la Primaria todas las semanas si lo deseaba.

Por cierto que quería hacerlo, pero en realidad sólofui unas veces más, ya que terminamos el año escolar ynuestra familia se fue de vacaciones de verano. Pusimosnuestro equipaje en el auto y desde California viajamoshasta la granja de mi abuela en Illinois.

En el segundo día de nuestro viaje, al pasar por el esta-do de Utah, vimos carteles a un lado de la carretera quetenían el nombre de la iglesia de Christy. En ellos se hacíala invitación a ver algo a lo que llamaban el centro de visi-tantes de Salt Lake City. Mamá dijo que a ella le gustaríavisitar el lugar para saber más en cuanto a la Iglesia.

Al entrar en el centro de visitantes, nos recibió unhombre muy amable que llevaba una placa de identifica-ción. Al llevarnos en un recorrido, mamá le hizo muchas

preguntas, y el hombre parecíaestar muy contento de respon-der a cada una de ellas. Al ter-

minar el recorrido, mamá anotósu nombre y dirección en un ál-

bum para visitantes, e hizo unamarca en un cuadrado que tenía la

palabra “Sí”, con la que indicaba que le gustaría recibir más información acerca

de la Iglesia.Al volver a casa después de nuestras vacaciones,

dos jóvenes que se hacían llamar élderes fueron a visitarnos a nuestro apartamento. Nos dijeron queeran misioneros que habían recibido un mensaje delCentro de Visitantes de Salt Lake City que decía que amamá le gustaría recibir más información acerca de laIglesia. Dijeron que les encantaría enseñar a nuestrafamilia en cuanto al plan de nuestro Padre Celestial yel evangelio de Jesucristo. Eso fue cuando los misio-neros empezaron a enseñar a nuestra familia.

La primera vez que fuimos a la iglesia juntos, les dijea los de mi familia que se aseguraran de cruzar los bra-zos al entrar en la capilla. En la Primaria había aprendi-do que ésa era una manera de mostrar reverencia. Todoese día tratamos de mantener los brazos cruzados, perocon tantas personas que se nos acercaron para saludar-nos y darnos la bienvenida, no nos fue posible hacerlopor mucho tiempo.

Al terminar nuestras lecciones con los misioneros,le preguntaron a mamá si le gustaría bautizarse en LaIglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.Ella dijo que oraría al respecto. A la mañana siguiente,a las seis, mamá llamó a los misioneros, les dijo que ha-bía orado toda la noche en cuanto a su bautismo y quela respuesta era que “¡Sí!”. Mis hermanos y yo dijimosque también queríamos ser bautizados.

Aún recuerdo cuando entré en el agua de la pilabautismal. Iba vestida de blanco y me sentía tan felizque deseaba reír y gritar al mismo tiempo. Al levantarla vista, vi a mamá que lloraba de felicidad; después via Christy, que estaba igual de emocionada, ya que enrealidad todo había empezado cuando ella me pregun-tó: “¿Quieres ir a la Primaria conmigo?”. ●

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Hace unos años, nuestra familia decidió llevar acabo un ayuno especial por las víctimas de undesastre natural de un lugar lejano. Yo propuse

que después de nuestro ayuno donáramos las mone-das de nuestros frascos de ahorros al fondo humanita-rio de la Iglesia. En casa tenemos dos frascos en losque ponemos monedas; uno es el frasco de la cor-tesía, y cada vez que alguien ayuda o hacealgo bueno, pongo una moneda dentro.A fin de año, por lo general utilizamosel dinero de ese frasco en una divertida actividad familiar. El otro frasco es el de ladescortesía, y cada vez que alguien anda demal humor o busca pleitos, esa persona pone una moneda en el frasco; el dineroque se recolecta en

ese frasco se dona a niños necesitados.Al empezar nuestro ayuno, también empezamos a

contar nuestras monedas. Leonardo, de 9 años, fue ytrajo su propia alcancía (hucha), sacó todo su dinero yalgunos de sus juguetes y dijo que también deseaba do-narlos. Mariana, de 12 años, también quiso donar sus

monedas. A pesar de que el dinero que los ni-ños tenían era poco, era todo lo que tenían.

El ayunar es un sacrificio para Leonardo yMariana, como lo fue donar el dinero del frasco,pero cuando donaron sus propios ahorros, me di

cuenta de que en verdad se preocupa-ban por los hijos de nuestro Padre

Celestial que sufrían en otras par-tes del mundo. ●

Regina Moreira Monteiro, Brasil

Ayuno familiar“…el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).

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AMIGOS JULIO DE 2008 A15

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COMPARTIRÉ EL EVANGELIO CON LOS DEMÁS PORQUE SÉ QUE TODOS SOMOS HIJOS DE DIOS

“Y si acontece que trabajáis todos vuestros días proclamando el arrepentimiento a este pueblo y me traéis aun cuando fuere una sola alma, ¡cuán grande

será vuestro gozo con ella en el reino de mi Padre!” (D. y C. 18:15).

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Estatua de bronce de Samuel H. Smith, por Dee Jay Bawden.

Samuel H. Smith, fiel hermano de José y de Hyrum Smith, se encontraba entre los primeros misioneros

de la Iglesia. Desde la primavera de 1830 hasta diciembre de 1833, Samuel recorrió más de 6.400 km,

distribuyendo ejemplares del Libro de Mormón que llevaba en un morral. El 13 de marzo de 2008 se

conmemoró el bicentenario del nacimiento de Samuel.

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¿Ha pensado alguna vez en cómo se publica

la revista de la Iglesia? Cuando la contempla

en sus manos, ¿se pregunta quién la habrá

preparado y cómo se habrá hecho? Le invitamos a

una gira con el editor de las Revistas de la Iglesia para

mostrarle cómo se preparan estas publicaciones.

Véase “La preparación”, página 38.

From Our Hands

to Yours, p.38

Meet President Eyring and

President Uchtdorf, pp. 6, 14

The 40-Kilometer Walk

to Church, p. 22

God Can Guide Nations—

He Can Guide You, p. 30

A Nine-Year-Old Missionary,

p. F12