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NICKHORNBY Juliet, desnuda

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NICKHORNBY

Juliet, desnuda

Diseo de la coleccin: Julio Vivas y Estudio A Ilustracin: foto Marte Stromme / Flickr / Getty Images Primera edicin: octubre 2010 De la traduccin, Jess Zulaika, 2010 Nick Hornby, 2009 EDITORIAL ANAGRAMA, S. A., 2010 Pedro de la Creu, 58 08034 Barcelona ISBN: 978-84-339-7543-0 Depsito Legal: B. 31557-2010 Printed in Spain Reinbook Imprs, si, Murcia, 36 08830 Sant Boi de Llobregat

Para Amanda, con agradecimiento y amor

1 Haban volado de Inglaterra a Minneapolis para mirar unos aseos. La verdad desnuda de esa realidad slo se hizo consciente en Annie cuando de hecho estuvieron en su interior: aparte de los graffiti en las paredes, algunos de los cuales hacan algn tipo de referencia a la importancia de los retretes en la historia de la msica, era un recinto hmedo, oscuro, maloliente y absolutamente comn y corriente. Los norteamericanos eran muy buenos en lo de sacar el mayor partido al patrimonio comn, pero ni siquiera ellos dos podan hacer mucho ms en aquel lugar. -Tienes la cmara, Annie? -dijo Duncan. -S. Pero qu quieres fotografiar? -Bueno, ya sabes... -No. -Bueno..., pues el urinario. -Qu...? Cmo les llamas a estas cosas? -Mingitorios. Eso. -Quieres salir en la foto? -Hago como que estoy meando? -Si quieres... Duncan se puso delante del mingitorio del medio de los tres que haba, con las manos frente a l en ademn convincente, y sonri a Annie mirando hacia atrs por encima del hombro. -Ya? -No estoy segura de que haya funcionado el flash. -Saca otra. Sera idiota haber venido hasta aqu y no conseguir una buena. Esta vez Duncan se qued de pie dentro de uno de los excusados, con la puerta abierta. Por alguna razn la luz era mejor all dentro. Annie consigui una buena fotografa de un varn en un retrete pblico, la imagen que cabra esperar en esos casos. Cuando Duncan se apart, Annie pudo ver que el inodoro, como casi todos los de los clubs de rock que haba visto en su vida, estaba atascado. -Vamonos -dijo Annie-. Ese ni siquiera quera dejarme entrar. Era verdad. Al principio el tipo de detrs de la barra haba sospechado que buscaban un sitio donde meterse un pico, o incluso fornicar. Al final -y de forma bastante hiriente- haba decidido claramente que no eran capaces de hacer ninguna de las dos cosas. Duncan le dirigi una ltima mirada y sacudi la cabeza. -Si los retretes hablaran, eh? Annie se alegraba de que aqul no pudiera hacerlo. Duncan habra querido quedarse charlando con l toda la noche. La mayora de la gente no sabe mucho de la msica de Tucker Crowe, y no digamos de los momentos ms oscuros de su carrera, as que tal vez no est fuera de lugar contar otra vez la historia de lo que le pudo o no pasar en los aseos del Pits Club. Crowe estaba en Minneapolis para una actuacin, y se haba presentado en el Pits Club para ver a un grupo local llamado los Napolen Solo, del que haba odo muy buenos comentarios. (Algunos fans acrrimos de Crowe, entre los que se contaba Duncan, tenan una copia del nico lbum del grupo, The 1 Napolen Solos Sing Their Songs and Play Their Guitars.) En mitad de la actuacin, Tucker fue al aseo. Nadie sabe lo que le sucedi all dentro, pero, cuando sali, volvi directamente al hotel y llam por telfono a su mnager para que cancelara lo que quedaba de la gira. A la maana siguiente empez lo que nosotros ahora consideramos su jubilacin. Eso fue en junio de 1986. Desde entonces nadie ha odo nada de l -no hay nuevas grabaciones, ni actuaciones, ni entrevistas-. Si adoras a Tucker Crowe tanto como lo adoran Duncan y un par de miles de personas diseminadas por el mundo, el aseo de caballeros de ese club tiene muchas cosas que decir. Y dado que -como Duncan observ acertadamente- ese aseo no puede hablar, los fans de Crowe tienen la obligacin de hablar en su nombre. Hay quienes sostienen que Tucker vio1 Los Napolen Solo cantan sus temas y tocan sus guitarras. (N. del T.)

a Dios, o a alguno de Sus Representantes; otros, que tuvo una experiencia que lo puso a las puertas de la muerte despus de una sobredosis. Otra versin afirma que sorprendi a su novia haciendo el amor con el bajo de su grupo, si bien Annie consideraba esta hiptesis un tanto fantasiosa. Poda la visin de una mujer follndose a un msico en un retrete haber causado realmente aquellos veintids aos de silencio? Puede que s. Quiz Annie no haba sentido nunca una pasin tan intensa. En cualquier caso... Pasara lo que pasare, lo nico que uno ha de saber al respecto es que algo muy profundo y capaz de cambiar la vida de una persona tuvo lugar en el cubculo ms pequeo de un pequeo club. Annie y Duncan se hallaban en la mitad de una peregrinacin de Tucker Crowe. Haban recorrido Nueva York mirando en varios clubs y bares que tenan algn tipo de relacin con Crowe, aunque la mayora de estos sitios de inters histrico eran ahora tiendas de ropa de diseo o sucursales de McDonald's. Haban estado en la ciudad de su infancia, Bozeman, Montana, donde -de forma emocionante- una anciana sali de su casa para decirles que Tucker, de chiquillo, lavaba el viejo Buick de su marido. La antigua casa de la familia Crowe era pequea y agradable, y ahora era propiedad del director de una pequea empresa de artes grficas, que se sorprendi mucho al saber que haban viajado desde Inglaterra para ver el exterior de su casa pero no les invit a entrar. De Montana volaron a Memphis para visitar el lugar en el que haba estado el viejo American Sound Estudio (demolido en 1990), donde Tucker, borracho y doliente, haba grabado Juliet, su legendario lbum de ruptura y uno de los preferidos de Annie. Quedaba an Berkeley, California, donde Juliet -en la vida real una antigua modelo de vida social muy activa llamada Juliet Beatty- segua viviendo hasta el da de hoy. Se plantaran delante de su casa, como se haban plantado ante la casa del impresor, hasta que a Duncan se le agotaran las razones para seguir mirando, o hasta que Julie llamara a la polica, algo que ya le haba acontecido a un par de fans de Crowe de los que Duncan tuvo noticia en un tabln de mensajes de Internet. Annie no se arrepenta de aquel viaje. Haba estado en los Estados Unidos un par de veces, en San Francisco y Nueva York, pero le gustaba que Tucker la llevara a sitios que de otra manera ella nunca habra visitado. Bozeman, por ejemplo, result ser una pequea y preciosa ciudad de montaa, rodeada de cadenas montaosas de exticos nombres de los que no haba odo hablar en su vida: el Big Belt, el Tobacco Root, los Spanish Peaks. Despus de quedarse mirando la pequea y anodina casa, fueron andando hasta la ciudad y tomaron t helado en la soleada terraza de un caf biolgico, mientras a lo lejos un ocasional Spanish Peak, o tal vez la punta de un Tobacco Root, amenazaban con punzar el fro cielo azul. Haba vivido maanas peores que aqulla en vacaciones que haban prometido mucho ms. En lo que a ella concerna, era una especie de gira por Norteamrica aleatoria, siguiendo un mapa marcado con pins. Acab asqueada de or hablar de Tucker, por supuesto, y de hablar de l y de escucharle y de tratar de entender las razones que haba detrs de cada decisin creativa y personal que haba tomado a lo largo de su carrera. Pero tambin haba acabado asqueada de or hablar de l en casa, y prefera con mucho acabar hasta el gorro de l en Montana o Tennessee que en Gooleness, la pequea ciudad costera de Inglaterra donde comparta casa con Duncan. El nico lugar que no estaba en el itinerario era Tyrone, Pennsylvania, donde -se creaviva Tucker, aunque, como sucede con todas las ortodoxias, haba tambin herejes: dos o tres integrantes de la comunidad de Crowe suscriban la teora -interesante pero absurda, segn Duncan- de que viva en Nueva Zelanda desde principios de los noventa. Tyrone ni siquiera se haba mencionado como posible destino cuando planearon el viaje, y Annie crea que entenda por qu. Un par de aos atrs, un fan viaj hasta Tyrone y anduvo dando vueltas hasta encontrar lo que crey que era la granja de Tucker Crowe; y volvi con una fotografa de un hombre de aire inquietantemente quejumbroso que le apuntaba con una escopeta. Annie haba visto la fotografa muchas veces y le pareca penosa. La cara del hombre estaba desfigurada por la rabia y el miedo, como si todo aquello por lo que haba trabajado y todo aquello en lo que crea estuviera siendo destruido por una Canon Sureshot. A Duncan no le preocupaba demasiado la violacin de la intimidad de Crowe: el fan, Neil Ritchie, gozaba de

un nivel de fama y respeto al estilo de Zapruder entre los fieles de Crowe que Annie sospechaba que Duncan ms bien envidiaba. Lo que afect mucho a Duncan fue el hecho de que Tucker Crowe llamara puto imbcil a Neil Ritchie. El nunca habra soportado algo semejante. Despus de haber estado en los aseos del Pits, siguieron el consejo del portero y comieron en un restaurante tailands del Riverfront District, a unas cuantas manzanas de distancia. Result que Minneapolis estaba a orillas del Mississippi -quin iba a saberlo aparte de los norteamericanos y de casi todo aquel que haya prestado atencin a las clases de geografa?-, as que Annie acab viendo algo que nunca haba esperado ver, aunque una vez all, en su extremo menos romntico, el ro se pareca decepcionantemente al Tmesis. Duncan estaba animado y parlanchn, y an era incapaz de creerse del todo que acababa de estar en el lugar al que tanta energa imaginativa haba dedicado a lo largo de los aos. -Crees que es posible dar un curso entero sobre el retrete? -Estando sentado en el, quieres decir? No pasaras ni la inspeccin de Sanidad. -No me refera a eso. A veces a Annie le habra gustado que Duncan tuviera un sentido del humor ms fino -un sentido ms fino: capaz, al menos, de hacerle comprender que las cosas pueden tratarse de forma humorstica-. Saba que era demasiado tarde para esperar bromas de verdad. -Me refera a dar un curso entero sobre los servicios del Pits Club. -No. Duncan la mir. -Me ests tomando el pelo? -No. Estoy diciendo que un curso entero sobre la visita de Tucker Crowe a los aseos de caballeros hace veinte aos no sera demasiado interesante. -Incluira otras cosas. -Otras visitas a retretes de la historia? -No. Otros momentos cruciales en las carreras profesionales de las personas. -Elvis tambin tuvo un buen momento en un retrete. Y tambin fue bastante crucial en su 3 carrera. -Morirse es diferente. Es demasiado involuntario. John Smithers escribi un trabajo sobre esto para la pgina web. La muerte creativa versus la muerte real. Era bastante interesante, la verdad. Annie asinti con la cabeza con entusiasmo, mientras al mismo tiempo abrigaba la esperanza de que Duncan imprimiera ese artculo y se lo pusiera delante al volver a casa. -Prometo que despus de estas vacaciones dejar de ser tan Tuckercntrico -dijo. -No te preocupes. No importa. -Quera hacer esto desde hace tiempo. -Lo s. -Lo expulsar de mi sistema. -Espero que no. -De veras? -Qu quedara de ti si lo hicieras? No haba querido ser cruel. Llevaba con Duncan casi quince aos, y Tucker Crowe haba sido siempre parte del lote, como una discapacidad. Para empezar, esta tara no le haba impedido llevar una vida normal: s, haba escrito un libro (an no publicado) sobre Tucker, haba dado conferencias sobre l, haba participado en un documental de la BBC y haba organizado congresos, pero de algn modo estas actividades siempre le haban parecido a Annie episodios aislados, ataques espordicos. Pero lleg Internet y lo cambi todo. Cuando -un poco ms tarde que los dems- Duncan descubri cmo funcionaba el asunto, cre una pgina web llamada Puede orme alguien?,2 Abraham Zapruder: industrial de Dallas que en 1963 film con su cmara de 8 mm la caravana presidencial yel asesinato de Kennedy. (N. del T.)

2

3 Se cuenta que Elvis Presley muri de un ataque al corazn en el cuarto de bao de su casa, mientras estabasentado en el inodoro. (N. del T.)

ttulo de uno de los cortes de un EP oscuro de Crowe, grabado despus del fracaso hiriente de su primer lbum. Hasta entonces, el fan ms cercano era un individuo que viva en Manchester, a unos cien o ciento veinte kilmetros de distancia, y Duncan se vea con l una o dos veces al ao. Ahora, los fans ms cercanos vivan en su porttil, y eran centenares, de todo el mundo, y Duncan hablaba con ellos continuamente. Al parecer exista un asombroso montn de cosas sobre las que hablar. La pgina web tena una seccin de ltimas noticias que nunca dejaba de divertir a Annie, pues no se poda decir que Tucker estuviera haciendo gran cosa en la actualidad. (Que nosotros sepamos, aada siempre Duncan.) Pero siempre haba algo que pasaba por noticia entre sus fieles seguidores -una noche Crowe en un programa de radio por Internet, un nuevo artculo, un lbum recin editado de un antiguo miembro de su banda, una entrevista con un ingeniero de sonido-. El grueso del contenido, sin embargo, eran anlisis de las letras, o rastreos de influencias, o conjeturas -al parecer inagotables- sobre su silencio. No es que Duncan no tuviera otros intereses. Posea unos conocimientos de especialista sobre el cine independiente norteamericano de los aos setenta y las novelas de Nathaniel West, y estaba desarrollando un enfoque nuevo y atractivo de las series de la HBO -pensaba que en un futuro no muy lejano estara preparado para ensear The Wire-. Pero todo esto no eran ms que flirteos, comparado con su pasin principal. Tucker Crowe era el compaero de su vida. Si Crowe tena que morir -morir en la vida real, por as decir, ms que en el mundo de la creatividad- Duncan liderara su duelo. (Ya tena escrita su necrolgica. De vez en cuando se preocupaba mucho sobre si deba ensersela ya a un reputado peridico o esperar a que llegara el momento.) Si Tucker era el marido, Annie tendra que ser ms o menos la amante, pero, por supuesto, el vocablo no sera acertado: era demasiado extico e implicaba un nivel de actividad sexual que en la actualidad habra horrorizado a ambos. Los habra intimidado incluso en los primeros tiempos de su relacin. A veces Annie se senta menos una novia que una compinche del colegio que hubiera llegado de visita en vacaciones y se hubiera quedado durante los veinte aos siguientes. Los dos se haban ido a vivir a la misma ciudad costera inglesa ms o menos al mismo tiempo; Duncan para acabar su tesis y Annie para dar clases, y los haban presentado unos amigos comunes que vieron claramente que, aunque no llegaran a nada ms, podan charlar de libros y de msica, ir al cine, viajar a Londres de vez en cuando para ir a exposiciones y espectculos y conciertos. Gooleness no era una ciudad sofisticada. 4 No haba cine de arte y ensayo, ni comunidad gay, ni siquiera una Waterstone's (la ms cercana estaba carretera adelante, en Hull), y sintieron un gran alivio al conocerse. Empezaron a tomar copas juntos por la noche, y a quedarse a dormir uno en casa del otro los fines de semana, hasta que tales estancias se convirtieron en algo prcticamente indistinguible de la cohabitacin. Y haban seguido y seguido as, estancados en un mundo perpetuo de posgraduados donde los conciertos de rock y los libros y las pelculas les importaban mucho ms que a otras personas de su edad. La decisin de no tener hijos no la haban tomado nunca, y nunca haba habido ninguna discusin que les hubiera llevado a posponer tal decisin. El quedarse a dormir en casa de uno o de otro no tena nada que ver en este asunto. Annie poda imaginarse como madre, pero Duncan no era precisamente la idea que uno poda tener de un padre, y, en todo caso, ninguno de los dos se habra sentido cmodo tratando de consolidar su relacin de esa manera. No era eso lo que buscaban. Y ahora, con una irritante previsibilidad, Annie estaba pasando por lo que todo el mundo le haba dicho que pasara: se mora por tener un hijo. Y tal anhelo la acuciaba cada vez que tena lugar cualquiera de los acontecimientos dolientes-dichosos normales de la vida: Navidad, el embarazo de una amiga, el embarazo de una completa desconocida con la que se topaba por la calle. Y, que ella supiera, deseaba un hijo por las razones normales por las que una mujer desea un hijo. Quera sentir el amor incondicional, en lugar del afecto condicional y tibio que poda arrancar de Duncan de vez en cuando; quera que la abrazara alguien que jams cuestionara ese abrazo, su porqu o su quin o su durante cunto tiempo. Y haba otra razn: necesitaba saber que poda tenerlo, que haba vida dentro de ella. Duncan la haba anestesiado, y ella, en su sueo, haba quedado asexuada.4 Cadena de libreras de calidad en el Reino Unido. (N. del T.)

Superara todo esto, seguramente; o al menos lo vera convertido en una pena nostlgica, ms que en una carencia punzante. Pero aquellas vacaciones no se haban planeado para confortarla. Podra argumentarse que ms vala cambiar paales que andar fisgando en urinarios de hombres. La cantidad de tiempo que tenan para s mismos estaba empezando a ser un tanto... menguante. Durante el desayuno en el hotel barato y desagradable del centro de San Francisco, Annie ley el Chronicle y decidi que no quera ver el seto que ocultaba el jardn delantero de la casa de Julie Beatty en Berkeley. Haba montones de otras cosas que hacer en la zona de la Baha. Quera ver Haight-Ashbury, quera comprar un libro en City Lights, quera visitar Alcatraz, quera pasear por el Golden Gate. Haba una exposicin de arte de posguerra de la Costa Oeste en el Museo de Arte Moderno, a poca distancia del hotel. Se alegraba de que Tucker los hubiera atrado hasta California, pero no quera pasarse la maana atenta a si los vecinos de Julie decidan si Duncan y ella suponan o no un peligro. -Bromeas -dijo Duncan. Annie se ech a rer. -No -dijo-. Se me ocurren mejores cosas que hacer. -Y lo dices ahora que hemos venido hasta aqu? Por qu te pones as de repente? Es que no te interesa esto? O sea, que pueda salir en coche del garaje mientras estamos fuera? -Me sentira an ms idiota -dijo ella-. La tal Beatty me mirara y pensara: No me extraa, tratndose de l. Es uno de esos tos que evitas a toda costa. Pero qu est haciendo aqu una mujer? -Me ests tomando el pelo. -No, de verdad que no, Duncan. Vamos a pasar en San Francisco veinticuatro horas, y no s cundo podr volver. As que ir a la casa de una mujer... Si pudieras pasar un da en Londres, lo pasaras delante de la casa de alguien, en, no s..., Gospel Oak? -Pero si hubieras ido a Londres a ver la casa de alguien en Gospel Oak... Y no es la casa de una mujer cualquiera, lo sabes perfectamente. Es la casa donde sucedieron las cosas. Voy a ponerme donde l se puso. No, no era una casa cualquiera. Todo el mundo -una vez dejado a un lado casi todo el mundo- lo saba. Julie Beatty viva en ella con su primer marido, que daba clases en Berkeley, cuando conoci a Tucker en una fiesta en casa de Francis Ford Coppola. Dej a su marido aquella misma noche. No mucho despus, sin embargo, se lo pens mejor y volvi a casa a hacer las paces con l. Esa era la historia, al menos. Annie jams haba entendido bien cmo Duncan y dems cohorte de fans podan estar tan seguros sobre ciertas conmociones privadas acontecidas dcadas atrs, pero lo estaban. You and Your Perfect Life, la cancin de siete minutos que pone broche al lbum, se supone que habla de la noche en que Tucker se plant delante de la casa tirando piedras contra las ventanas / hasta que l sali a la puerta; / dnde estaba usted, seora de Steven Ballour?. El marido no se llamaba Nieven Balfour -huelga aclararlo-, y la eleccin de ese nombre ficticio haba suscitado inevitablemente multitud de especulaciones en los tablones de mensajes del ciberespacio. La teora de Duncan era que le haban puesto ese nombre por el primer ministro britnico, el hombre acusado por Lloyd George de haber convertido la Cmara de los Lores en el caniche del seor Balfour. Julie, por extensin, se haba convertido en el caniche de su marido. Esta interpretacin es considerada hoy definitiva por la comunidad tuckeriana, y si uno consulta You and Your Perfect Life en la Wikipedia, parece que encontrar el nombre de Duncan en las notas a pie de pgina, con un enlace de su trabajo sobre el asunto. Nadie en la pgina ha osado nunca preguntarse si ese apellido se escogi simplemente porque rimaba con la palabra puerta.5 A Annie le encantaba You and Your Perfect Life. Le encantaba su ira implacable y el modo en que Tucker iba de la autobiografa al comentario social al convertir la cancin en una diatriba contra la manera en que los hombres anulaban a sus mujeres. Normalmente no le gustaban los solos rugientes de guitarra, pero le encantaba la forma en que aquel solo rugiente de guitarra de You and Your Perfect Life pareca tan elocuente e iracundo como la propia letra. Y le encantaba la irona del conjunto: cmo Tucker, el hombre que meneaba el dedo en5 Balfour rima con door (puerta). (TV. del T.)

direccin a Steven Balfour, haba anulado a Julie ms integralmente de lo que su marido haba logrado anularla nunca. Era la mujer que habra de romper el corazn de Tucker para siempre. Sinti lstima de Julie, que haba tenido que vrselas con hombres como Duncan, que tiraban piedras contra su ventana -metafricamente, y es probable que incluso literalmente- cada dos por tres desde que la cancin vio la luz. Pero tambin la envidiaba. Quin no deseara despertar tal pasin en un hombre, tal infelicidad e inspiracin? Si no eres capaz de escribir canciones, lo mejor que puedes hacer es sin duda lo que hizo Julie. Pero Annie sigui sin querer ver la casa de Julie. Despus del desayuno cogi un taxi hasta el otro lado del Golden Gate, y emprendi el camino de vuelta a pie a la ciudad, con el viento salobre avivando su gozo de estar sola. Duncan se sinti un tanto raro yendo a la casa de Julie sin Annie. Era ella quien sola organizar el transporte a dondequiera que fueran, y era ella la que saba volver al lugar de donde haban partido. El habra dedicado su energa mental a Julie, la persona, y a Juliet, el lbum. Intentaba escucharlo dos veces de principio a fin, la primera en su forma publicada y la segunda con las canciones en el orden que Tucker Crowe haba concebido originalmente para ellas -segn el ingeniero de sonido que estuvo a cargo de las sesiones de grabacin-. Pero 6 eso no le iba a funcionar ahora, porque necesitara toda su concentracin para el BART. Segn haba entendido, tena que entrar en Powell Street y tomar la lnea roja hasta North Berkeley. Pareca fcil, pero, por supuesto, no lo era, porque una vez que estuvo en el andn no fue capaz de distinguir un tren de la lnea roja de otro que no lo era. Y no poda preguntar a nadie. Preguntar a alguien habra puesto de manifiesto que no era nativo, y aunque eso no tena la menor importancia en Roma o Pars, o incluso en Londres, s importaba all, donde haban acontecido tantas cosas que a l tanto le importaban. Y, como no haba podido preguntar, acab en un tren de la lnea amarilla -aunque no pudo saber que lo era hasta que lleg a Rockridge-, lo que supuso que tuvo que volver hasta la parada de la calle 19 con Oakland para cambiar de lnea. Qu le pasaba a Annie? Saba que ella no era tan fan de Tucker Crowe como l, pero pensaba que en los ltimos aos haba ido entrando ms y ms en esa devocin, como era de esperar. Un par de veces haba vuelto a casa y la haba encontrado escuchando You and Your Perfect Life, aunque no haba logrado interesarla en 7 la infame -pero superior- versin de la grabacin pirata en el Bottom Line, cuando Tucker haba hecho aicos la guitarra al final del solo. (El sonido era un poco turbio -hay que admitirlo-, y haba un borracho muy molesto que no paraba de gritar Rock and roll en el micrfono -y precisamente en el ltimo verso- de quien estaba grabando en directo, pero si lo que Annie buscaba era ira y dolor, era all donde encontrarlo.) l haba tratado de fingir que la decisin de Annie de no ir con l era perfectamente comprensible, pero lo cierto es que estaba muy dolido. Dolido y, momentneamente al menos, perdido. El hecho de llegar hasta North Berkeley Station lo vivi como una autntica hazaa, y como premio- se permiti el lujo de preguntar qu deba hacer para ir a Edith Street. Estaba bien no conocer la direccin de una va residencial. Ni los nativos tenan por qu saberlo todo. Claro que en cuanto abri la boca, la mujer que haba elegido para preguntarle le dijo enseguida que haba pasado un ao en Kensington, Londres, despus de terminar la enseanza secundaria. No haba imaginado que las calles fueran tan largas y empinadas, ni que las casas estuvieran tan apartadas unas de otras, y cuando encontr la casa en cuestin estaba sudoroso y sediento (y reventaba de ganas de hacer pis). No haba duda de que habra tenido la cabeza ms lcida si se hubiera parado en algn local cercano a la estacin para beber algo e ir a los aseos. Pero ya haba estado sediento y con necesidad de hacer pis con anterioridad, y siempre haba resistido la tentacin de irrumpir en la casa de un desconocido. Cuando lleg al 1131 de Edith Street, vio a un adolescente sentado en la acera, con la espalda apoyada en la valla, que pareca levantada sencillamente para impedirle acercarse ms a la casa. Deba de tener entre diecisiete y diecinueve aos, y pelo largo y grasiento, y una6 Bay rea Rapid Transit: sistema ferroviario de la zona metropolitana de San Francisco. (N. del T.) 7 Club musical y autntica institucin en Nueva York. (N. del T.)

perilla muy delgada, y cuando se dio cuenta de que Duncan vena a observar la casa, se puso de pie y se sacudi el polvo. -Hola -dijo. Duncan se aclar la garganta. No lograba decidirse a devolverle el saludo, pero le dirigi un Qu hay? en lugar de un Hola, para darle a entender que se manejaba en un registro informal. -No estn en casa -dijo el jovencito-. Creo que es muy posible que se hayan ido a la Costa Este. A los Hamptons o a cualquier mierda de sitio por el estilo. -Oh, vale. Bien. -Les conoces? -No, no. Yo slo... Ya sabes, soy..., bueno, un crowelogo. Pasaba por el barrio y..., bueno, pens que..., ya sabes... -Eres ingls? Duncan asinti con la cabeza. -Has venido desde Inglaterra para ver dnde tir las piedras Tucker Crowe? El joven ri, as que Duncan tambin se ech a rer. -No, no. Dios, no. Ja! Tengo asuntos que resolver en la ciudad, y pens, ya sabes... Y t qu ests haciendo aqu? -Juliet es mi lbum preferido de todos los tiempos. Duncan asinti otra vez. El profesor que haba en l senta la necesidad de sealar la incongruencia; pero el fan que tambin haba en l lo comprenda perfectamente. Cmo no iba a comprenderlo? Aunque l no se sentaba en la acera. El plan de Duncan era mirar, imaginar la trayectoria de las piedras, quiz sacar alguna fotografa y luego marcharse. El joven, sin embargo, pareca contemplar la casa como si fuera un lugar de gran importancia espiritual, un lugar que predispona a una profunda paz interior. -He estado aqu unas seis o siete veces -dijo el joven-. Y siempre lo flipo. -S lo que quieres decir -dijo Duncan, aunque no lo saba. Quiz era la edad, o el hecho de ser ingls, pero l no senta que lo flipaba; aunque tampoco se esperaba nada parecido. Al fin y al cabo, estaban delante de una casa unifamiliar agradable, no del Taj Mahal. En cualquier caso, la necesidad de hacer pis le impeda una apreciacin cabal del momento. -No sabrs por casualidad... Cmo te llamas? -Elliott. -Yo soy Duncan. -Qu hay, Duncan? -Elliott, sabes por casualidad si hay algn Starbucks por aqu cerca? O algo parecido? Necesito ir al bao. -Ja! -dijo el jovencito. Duncan se qued mirndole. Qu clase de respuesta era aqulla? -S de un sitio aqu cerca. Pero me promet a m mismo no volver a usarlo. -Ya -dijo Duncan-. Pero te importara si lo uso yo? -Un poco. Porque sera como no cumplir mi promesa. -Oh. Bueno, como no entiendo realmente qu tipo de promesa se puede hacer con respecto a un lavabo pblico, no estoy seguro de poder ayudarte en tu dilema tico. El joven se ech a rer. -Me encanta cmo hablis los ingleses. Dilema tico... Genial. Duncan no le contradijo, aunque se pregunt cuntos de sus alumnos all en Inglaterra habran sido capaces de repetir la expresin correctamente -y no digamos utilizarla ellos por su cuenta. -Pero no crees que puedas ayudarme. -Oh, bueno... Tal vez. Qu tal si te digo cmo ir pero no voy contigo? -No esperaba que vinieras conmigo, si te digo la verdad. -No. Muy bien. Te explicar. El bao ms cercano est all dentro. Elliott seal el camino de entrada en direccin a la casa de Juliet. -S, ya me lo imaginaba -dijo Duncan-, pero eso no me sirve de mucho. -S, porque yo s dnde dejan una llave.

-Me ests tomando el pelo. -No. He estado dentro tres veces. Una para ducharme. Y otro par de veces para echar un vistazo. Nunca he robado nada de valor. Slo, ya sabes, pisapapeles y porqueras de sas. Souvenirs. Duncan examin la cara del joven para determinar si se trataba de una broma sutil, un sarcasmo dirigido a los crowelogos, y decidi que Elliott no haba hecho una broma desde que cumpli diecisiete aos. -Entraste en la casa cuando ellos estaban fuera? El joven se encogi de hombros. -S. Me siento mal por haberlo hecho; por eso me resista a decrtelo. Duncan, de pronto, se percat de que en el suelo haba un dibujo de un par de pies hecho de tiza, y una flecha que apuntaba hacia la casa. Los pies del Tucker -seguramente- y la direccin de las piedras que haba arrojado. Dese no haber visto aquel dibujo. Le dejaba menos cosas por hacer. -En fin, no puedo hacerlo. -No. Ya. Te entiendo. -No hay ningn sitio ms? Edith Street era una calle larga y arbolada, y la siguiente calle que la cruzaba era tambin larga y arbolada. Era ese tipo de barrio residencial cuyos vecinos tienen que coger el coche para ir a comprar un litro de leche. -No en un radio de dos o tres kilmetros. Duncan infl las mejillas, un gesto -se daba cuenta, incluso mientras lo estaba haciendodestinado a despejar el camino para una decisin que ya tena tomada. Podra haberse ido detrs del seto, podra haberse marchado en ese mismo instante a la estacin para buscar una cafetera y volver luego si lo juzgaba necesario. Que no era el caso, la verdad, porque haba visto todo lo que haba que ver. Esa era la raz del problema. Si se hubieran... dispuesto ms cosas para la gente como l, no habra tenido que organizarse l mismo toda aquella excitante aventura. No habra sido tan letal para Julie haber sealado de alguna forma la importancia del lugar, no es cierto? Una discreta placa o algo semejante? No estaba preparado para la mundanidad de la casa de Juliet, del mismo modo que no haba estado realmente preparado para la funcionalidad ftida de los urinarios de Minneapolis. -Dos o tres kilmetros? No creo que pueda aguantar tanto. -T decides. -Dnde est la llave? -Hay un ladrillo suelto en el porche. En la parte de abajo. -Ests seguro de que la llave sigue estando all? Cundo miraste por ltima vez? -Con sinceridad? Justo antes de que t llegaras. No he cogido nada de nada. Pero nunca acabo de creerme que estoy en la casa de Juliet, sabes? Jodida. Juliet, to! Duncan saba que l y Elliott no eran la misma cosa. Elliott seguramente nunca haba escrito sobre Crowe -o, si lo haba hecho, el resultado habra sido casi con toda certeza impublicable-. Duncan tambin dudaba de que Elliott poseyera la madurez emocional suficiente para apreciar el logro sobrecogedor de Juliet (que, a juicio de Duncan, era un lbum de temas ms oscuro, ms hondo, ms absolutamente redondo que el sobrevalorado Blood on the Tracks); y tampoco habra sido capaz de rastrear sus influencias: Dylan y Leonard Cohn, por supuesto, pero tambin Dylan Thomas, Johnny Cash, Gram Parsons, Shelley, el Libro de Job, Camus, Pinter, Beckett y la primera Dolly Parton. Pero la gente que no entenda todo esto podra mirarles y concluir, errneamente, que en cierto modo eran parecidos. Los dos tenan la misma necesidad, por ejemplo, de estar de pie en aquella acera, enfrente de la puta casa de Juliet. Duncan sigui a Elliott por el corto camino de la entrada, y cuando llegaron al porche observ cmo el jovencito hurgaba tras el ladrillo, sacaba la llave y abra la puerta. La casa estaba a oscuras, con todas las persianas echadas, y ola a incienso, o quiz a algn otro tipo de mezcla extica. Duncan no podra haber vivido all, pero seguramente Julie Beatty y su familia no tenan los nervios de punta -como los tena l- cuando estaban en casa. El olor intensific su miedo, y le hizo vacilar ante la disyuntiva de vomitar o no.

Haba cometido un gran error, pero ya no poda hacer nada para remediarlo. Estaba dentro de la casa, de modo que aunque no utilizara el cuarto de bao ya haba cometido un delito. Idiota. E idiota aquel jovencito, tambin, por convencerle de que era una buena idea. -Hay un pequeo aseo aqu en la planta baja, con cosas bastante interesantes en las paredes. Retratos a lpiz y mierdas de sas. Pero en el cuarto de bao de arriba puedes ver sus maquillajes y sus toallas y dems. Da un poco de miedo. O sea, no a ella, claro. Pero resulta un poco fantasmal cuando casi ni te crees que ella exista de verdad. Duncan entendi el irresistible deseo de fisgar en los potingues de Julie Beatty, y tal entendimiento acrecent el odio que senta contra s mismo. -S, pero no voy a tener tiempo para andar husmeando -dijo Duncan, con la esperanza de que Elliott no se pusiera a denunciar las lagunas obvias de su aserto-. T indcame dnde est el de aqu abajo. Estaban en un gran vestbulo con varias puertas que daban a diferentes piezas de la casa. Elliott seal con un gesto de cabeza una de ellas, y Duncan se dirigi hacia ella con paso vivo -un ingls con citas urgentes de negocios en la Costa Oeste, que haba robado unas horas a su agenda frentica para quedarse de pie en una acera y luego allanar la morada de alguien sencillamente porque s. Orin tan ruidosamente como pudo, slo para probarle a Elliott que su necesidad era genuina. Le decepcion, sin embargo, la iconografa prometida. Haba un par de retratos a carboncillo, uno de Julie y el otro de un hombre de edad mediana que conservaba el aire de las viejas fotos que Duncan haba visto de su marido, pero parecan obra de alguno de esos artistas que merodean por los lugares llenos de turistas, y ninguno de los dos era de una fecha post-Tucker, lo que significaba que podan haber sido estampas de cualquier pareja norteamericana de clase media. Se estaba lavando las manos en el minsculo lavabo cuando Elliott le grit a travs de la puerta: -Ah, y luego est el dibujo. Sigue colgado en el comedor. -Qu dibujo? -El dibujo que Tucker le hizo a Julie, entonces. Duncan abri la puerta y se qued mirndole. -A qu te refieres? -Sabes que Tucker tambin es dibujante, no? -No. -Y entonces, al darse cuenta de que su respuesta le haca aparecer como un aficionado, aadi-: Bueno, claro. Por supuesto. Pero no saba que... No saba qu no saba, pero Elliott no se dio cuenta. El comedor estaba en la parte de atrs de la casa, y tena unas puertas vidrieras que probablemente daban a una terraza o a un csped (las persianas estaban echadas). El retrato estaba colgado en la pared de encima de la chimenea, y era muy grande, de un metro por un metro veinte aproximadamente, y representaba a Julie -cabeza y hombros- de perfil, mirando con ojos entrecerrados algo que haba a media distancia a travs del humo de un cigarrillo. Pareca, de hecho, que ella a su vez miraba detenidamente otra obra de arte. Era un retrato bello, reverencial y romntico, pero no idealizado -era demasiado triste para eso, sin ir ms lejos-. De alguna forma pareca sugerir el final inminente de la relacin del artista con la modelo (aunque por supuesto era posible que Duncan slo lo estuviera imaginando). Era posible que estuviera imaginando su significado; era posible que estuviera imaginando su poder y su hechizo. Y, ciertamente, ni siquiera estaba seguro ciento por ciento de no estar imaginando el retrato mismo. Duncan se acerc. Haba una firma al pie, en el ngulo inferior izquierdo, y aquella firma era tan emocionante en s misma que justificaba una contemplacin y un examen individualizados. En un cuarto de siglo de devocin de fan, jams haba visto la letra de Tucker. Y mientras miraba fijamente aquella firma, cay en la cuenta de algo ms: que, desde 1986, no haba podido reaccionar ante una obra de Crowe con la inocencia de la primera mirada. As que dej de mirar la firma y retrocedi unos pasos para volver a mirar el retrato. -Tendras que verlo a la luz del da -dijo Elliott. Descorri las cortinas de las puertas vidrieras, y casi de inmediato ambos se vieron mirando a un jardinero que cortaba el csped. l les vio tambin, y se puso a chillar y a

gesticular, y antes de que Duncan se diera cuenta, ya haba franqueado la puerta principal y haba llegado a media calle, y corra y sudaba y le temblaban las piernas, de puros nervios, y le lata el corazn con tanta violencia que pens que tal vez no podra llegar al final de la calle para perderse de vista. Y no se sinti a salvo hasta que las puertas del tren rpido se cerraron a su espalda. Se haba separado de Elliott casi desde el principio: l haba salido corriendo de la casa como alma que lleva el diablo, pero el jovencito era ms rpido y se haba perdido de vista con la velocidad del rayo. No quera volver a verlo ms, en cualquier caso. Aquel jovencito haba tenido gran parte de la culpa, no haba duda. Primero le haba puesto delante la tentacin y luego los medios para entrar en la casa. Duncan haba sido estpido, s, pero su facultad de raciocinio se haba visto nublada por la vejiga, y... Elliott le haba corrompido, sa era la verdad. Los eruditos como l siempre seran vulnerables a los excesos de los obsesivos, porque, s, ambos compartan una minscula rama del mismo ADN. Los latidos de su corazn fueron lentificndose. Empezaba a apaciguarse con las historias familiares que siempre se contaba a s mismo cuando las dudas lo hacan tambalearse. Cuando el tren se detuvo en la estacin siguiente, sin embargo, entr en el vagn un latino que se pareca un poco al jardinero del jardn trasero de la casa de Julie; el estmago le descendi vertiginosamente hacia las rodillas mientras el corazn brincaba y le llegaba a media trquea, y ninguna dosis de autojustificacin pudo ayudarle para hacer que sus rganos internos volvieran a su sitio. Lo que le asustaba de verdad era lo espectacularmente que su transgresin haba dado rditos. Durante todos aquellos aos no haba hecho ms que leer y escuchar y pensar, y aunque tales actividades sin duda haban resultado estimulantes, qu haba descubierto en realidad? Y, sin embargo, actuando como un gamberro quinceaero al que le faltaba un tornillo haba logrado algo grande. Era el nico crowelogo del mundo (a nadie se le ocurrira considerar crowelogo a Elliott) que saba de la existencia de aquel retrato; y jams podra contrselo a nadie, porque si lo haca equivaldra a admitir que era un desequilibrado. Casi todos los aos dedicados i su pasin haban sido yermos en comparacin con las ltimas dos horas. Pero se, sin duda, no poda ser el camino hacia delante. No quera convertirse en ese tipo de hombre que mete los brazos en los cubos de basura con la esperanza de encontrar una carta, o un resto de corteza de beicon que Crowe pudo haber masticado con sus dientes. Cuando lleg al hotel se haba convencido a s mismo de que haba terminado con Tucker Crowe.

Juliet (lbum)De la Wikipedia, la enciclopedia libre

JULIET, aparecido en abril de 1968, es el sexto y (en el momento de escribir esta entrada) ltimo lbum de estudio del cantante-compositor Tucker Crowe. Crowe se retir meses despus, aquel mismo ao, y no ha hecho ms msica de ninguna clase desde entonces. En aquel tiempo reciba arrobadas crticas, pese a que las ventas eran slo moderadas, y lleg a ocupar el nmero 29 en las listas de xitos. Desde entonces, sin embargo, ha sido ampliamente reconocido por los crticos como un lbum de ruptura clsico parangonable a Blood on the Tracks de Dylan y al Tunnel o Love de Springsteen. Juliet cuenta la historia de la relacin de Crowe con Julie Beatty, una conocida belleza habitual en la escena social de principios de la dcada de los aos ochenta, desde sus comienzos (And You Are?) hasta su amargo final (You and Your Perfect Life), cuando Beatty volvi con su marido, Michael Posey. La cara B del lbum se considera una de las secuencias de canciones ms atormentadas de la msica popular. NOTAS Varios de los msicos que tocaron en el lbum han hablado del estado de fragilidad mental de Crowe durante la grabacin de ste. Y Scotty Phillips ha contado cmo Crowe se acerc a l con un soplete oxiacetilnico antes del incendiario solo del guitarrista en You and Your Perfect Life. En una de sus ltimas entrevistas, Crowe expres su sorpresa ante el entusiasmo que haba despertado el disco. S, la gente no para de decirme que le encanta. Y no lo entiendo, la verdad. Para m, es el sonido de alguien a quien le estn arrancando las uas. A quin le interesa escuchar eso? Julie Beatty declar en una entrevista de 1992 que ya no tena ninguna copia de Juliet. No la necesito en mi vida. Si quiero a alguien chinchndome durante cuarenta y cinco minutos, llamo a mi madre. Varios msicos, entre ellos el fallecido Jeff Buckley, Michael Stipe y Peter Buck (de REM), y Chris Martin (Cold-play), han hablado de la influencia de Juliet en sus carreras. Peter Buck y The Minus Five (su banda paralela) y Coldplay grabaron temas para Wherefore Art Thou?, el lbum-tributo aparecido en 2002. Lista de temas Cara A: 1) And You Are? 2) Adultery 3) We're in Trouble 4) In too Deep 5) Who Do You Love? Cara B: 1) Dirty Dishes 2) The Better Man 3) The Twentieth Cali of the Day 4) Blood Ties 5) You and Your Perfect Life

2Annie fue pasando las fotografas de la carpeta del ordenador y empez a preguntarse si su vida entera no habra sido una prdida de tiempo. Ella no era -le gustaba pensar- una persona nostlgica, ni una ludita. Prefera su iPod a los viejos vinilos de Duncan, y disfrutaba con los centenares de canales de televisin entre los que elegir, y le encantaba su cmara digital. Slo que antes, cuando tenas que ir a recoger tus fotografas a la tienda donde te las revelaban, nunca ibas hacia atrs en el tiempo. Revisadas las veinticuatro instantneas de las vacaciones, de las que slo siete eran medianamente buenas, las metas en un cajn y te olvidabas de ellas. Nunca tenas que compararlas con las de las otras vacaciones que habas tenido en los ltimos siete u ocho aos. Pero ahora Annie no pudo evitarlo. Cuando las cargabas o descargabas -o lo que fuera que se hiciera con ellas-, las fotos nuevas se colocaban al lado de las otras, y esa contigidad inconstil empezaba a deprimirla. Mralos. Ese es Duncan. Esa es Annie. Ah estn Duncan y Annie. Ah Annie, ah Duncan, ah Duncan, ah Annie, ah Duncan en un mingitorio haciendo como que echa una meada... Nadie debera tener nios slo para que resulte ms interesante la fototeca del ordenador. Adems, no tener nios significaba que, si estabas en una actitud mentalmente negativa, podas llegar a la conclusin de que tus fotos eran un poco insulsas. Nadie se haca mayor, ni creca; no se celebraba ninguna fecha memorable, porque no la haba. Duncan y Annie iban envejeciendo despacio, y engordando un poco. (Ella estaba siendo muy leal en esto. No haba ganado ningn peso, segn poda constatar.) Annie tena amigas solteras que no haban tenido nios, pero sus fotos de las vacaciones -tomadas normalmente en lugares exticos- no eran en absoluto aburridas; o, ms bien, no mostraban a la misma pareja una y otra vez, muy a menudo con las mismas camisetas y gafas de sol, muy a menudo sentados junto a la misma piscina en el mismo hotel de la costa de Amalfi. Sus amigas sin hijos al parecer conocan a gentes nuevas en sus viajes, gentes que se convertan en amigos. Duncan y Annie jams haban hecho amigos en las vacaciones: a Duncan siempre le haba aterrorizado el hecho de ponerse a hablar con alguien (no se les fuera a pegar). Una vez, instalado junto a la piscina del hotel, en la costa de Amalfi, Duncan vio que una persona estaba leyendo el mismo libro que l, una biografa relativamente oscura de un msico de soul o blues. Hay gente -la mayora de la gente, posiblemente- que lo habra tomado como una feliz y nada habitual coincidencia merecedora de una sonrisa o un hola, y quiz incluso de una copa y un intercambio de direcciones de email. Duncan se fue directamente a su habitacin, dej el libro tirado y sac otro, para que el otro lector no tuviera siquiera ocasin de dirigirle la palabra. Tal vez no era su vida entera lo que haba sido una prdida de tiempo; tal vez fueran slo los quince aos que haba pasado con Duncan. Un trozo de su vida, al menos, salvado! El trozo que termin en 1993! Las fotos de las vacaciones norteamericanas no le levantaron demasiado el nimo. Por qu haba permitido que le sacaran una foto frente a una anticuada tienda de lencera en Queens, Nueva York, adoptando exactamente la misma pose que haba adoptado Tucker para la cartula del lbum You and Me Both? El sbito rechazo de Duncan de todo lo que tena que ver con Tucker lo haba hecho todo an ms falto de sentido. Annie le pregunt una y otra vez qu haba pasado en la casa de Juliet, pero l se limit a afirmar que llevaba ya un tiempo perdiendo inters por el asunto, y que la maana en Berkeley haba hecho an ms patente la ridiculez de todo aquello. Annie no se lo crey. Se pas todo el desayuno farfullando cosas sobre Juliet y estaba claramente molesta por algo que haba pasado aquella tarde cuando vio a Duncan de vuelta en el hotel; todo pareca apuntar hacia un incidente similar al de los aseos de Min-neapolis, destinado a suscitar por siempre jams en Internet delirantes especulaciones entre los crowelogos. Cerr la carpeta de las fotografas y baj al vestbulo a recoger el correo, que segua tirado en el suelo desde su llegada a casa aquella maana. Duncan haba recogido ya sus paquetes de Amazon, y no estaba interesado en ninguna otra cosa que pudiera ser para l, as que una vez que Annie hubo acabado de abrir sus cartas se puso a abrir las de l, por si acaso haba algo que no debiera ir directamente a la basura para reciclar. Haba una invitacin a un simpsium

para profesores de ingls, dos cartas para solicitar una tarjeta de crdito y un sobre de color castao que contena una carta y un CD metido en una de esas fundas de plstico transparente. Querido Duncan (ley Annie): No he hablado contigo desde hace tiempo, pero tampoco ha habido demasiado de que hablar, no? Vamos a sacar esto dentro de un par de meses, y he pensado que deberas ser uno de los primeros en escucharlo. Quin lo saba? Yo no, y me parece que t tampoco. En cualquier caso, Tucker ha decidido que es el momento apropiado. Es la maqueta de los solos 8 acsticos de todos los temas del lbum. Lo hemos titulado Juliet, Naked. Dime qu te parece, y disfrtalo. Con mis mejores deseos, Paul Hill, jefe de Prensa, PTO Music Annie tena en las manos un nuevo disco de Tucker Crowe, y su excitacin no era ni siquiera vicaria, lo mismo que tampoco lo habra sido si a Duncan lo hubieran nombrado primer ministro. En los quince aos de su relacin, esto nunca haba sucedido, y consecuentemente no saba cmo reaccionar. Habra llamado a Duncan al mvil, pero el mvil de Duncan estaba all, delante de ella, junto al hervidor de agua, conectado a la base de recarga. Y lo habra cargado al instante en su iPod, pero Duncan se lo haba llevado a la escuela. (Ambos artilugios haban vuelto de las vacaciones con las bateras absolutamente esquilmadas. Uno de ellos haba recibido atencin inmediata, pero el otro haba quedado olvidado hasta justo antes de que Duncan se fuera de casa.) As que de qu modo iba ella a dar cumplida cuenta del acontecimiento? Sac el CD de su funda de plstico y lo puso en el reproductor porttil que tenan en la cocina. Pero en lugar de apretar el botn de play su dedo plane sobre l durante un instante. Poda ella escucharlo antes que l? Era uno de esos momentos en una relacin -y haba muchos de ellos en la suya, bien saba Dios- que le pareceran absolutamente inocuos a alguien ajeno, pero que estaban preados de sentido y de agresividad. Annie se imaginaba contndole a Ros en el trabajo que Duncan se haba puesto como una fiera porque ella haba escuchado el CD nuevo cuando l no estaba en casa, y Ros se habra quedado, como es lgico, espantada e indignada. Pero no le contara toda la historia. Le contara la versin que le convena, y omitira el contexto. Y, por supuesto, sera legtimo sentir desconcierto y agravio si ella no lo entendiera, pero Annie conoca a Duncan demasiado bien. Ella lo entenda. Saba que poner aquel CD era un acto de pura hostilidad, por mucho que nadie que estuviera mirando por la ventana pudiera verla. Volvi a meter el CD en su funda y se prepar un caf. Duncan slo haba ido a la escuela a recoger su horario de clases para el nuevo curso, as que volvera dentro de menos de una hora. Oh, esto es ridculo, pens; o, mejor, se dijo a s misma, porque decirse las cosas a uno mismo era un modo ms autoconsciente de comunicacin con uno mismo, y, por ende, un modo ms eficiente de mentir que el de slo pensarlo. Por qu no poda ella poner una msica que casi con toda seguridad iba a gustarle mientras haca cosas en la cocina? Por qu no finga que Duncan era una persona normal y que mantena una relacin sana con las cosas que le gustaban? Volvi a poner el CD en el aparato reproductor, y esta vez apret el play. Y empez a prepararse para or las frases iniciales de la refriega por venir. Para empezar, estaba tan trastornada por el acto mismo de haber puesto el CD, por la traicin que ello implicaba, que se olvid de escuchar la msica: estaba demasiado ocupada pergeando sus rplicas. Slo es un CD, Duncan. No s si te habrs dado cuenta alguna vez, pero me parezco bastante ajuliet. (Ese bastante..., tan inocente y de pasada, y sin embargo tan hiriente. O eso esperaba.) Ni se me pas por la cabeza que no tuviera permiso para escucharlo! Oh, no seas tan infantil! De dnde le naca ese malestar? No era que su relacin fuera en aquel momento ms precaria de lo que lo haba sido en el pasado. Pero ahora poda ver que albergaba un montn de resentimiento en algn rincn de s misma, y que ese resentimiento estaba vivo, inquieto, en incesante bsqueda de una ventana abierta -por mnima que sta fuera-. La ltima vez que se haba sentido as fue en la poca en que haba compartido casa en la Universidad, cuando se vio a s misma montando trampas8 Juliet, Naked: Juliet, desnuda. (N. del T.)

ridiculamente complicadas y que requeran mucho tiempo para atrapar a una compaera de apartamento de la que sospechaba que le robaba las galletas. Le llev algn tiempo comprender que las galletas no eran realmente lo importante, y que, de alguna forma, sin que ella fuera consciente de ello, haba llegado a odiar a aquella compaera -su codicia, su suficiencia, su cara y su bata-. Le estaba sucediendo ahora lo mismo? Juliet, Naked era algo a un tiempo tan libre de culpa y tan incendiario como una galleta de chocolate. Al final se las arregl para dejar de preguntarse si odiaba a aquel con quien comparta su vida y ponerse a escuchar el CD. Y lo que oy fue exactamente lo que poda haber imaginado que oira si hubiera ledo acerca de Juliet, Naked en un peridico: era Juliet, pero sin ninguna de las partes buenas. Pero eso, seguramente, no era justo. Aquellas adorables melodas estaban all, intactas, y era obvio que Crowe haba escrito la mayora de las letras, aunque a un par de temas les faltaba el estribillo. Pero todo era tan vacilante, tan exento de adornos..., como escuchar a alguien de quien nunca has odo hablar que se sube al escenario durante la pausa del almuerzo en un festival de folk. An no haba realmente msica en todo aquello, ni violines, ni guitarras elctricas, ni ritmo, ni nada de la textura o el detalle que segua reservando sorpresas -incluso despus de todo este tiempo-. Y tampoco haba ira en lo que oa, ni dolor. Y si hubiera seguido siendo profesora, les habra puesto a sus alumnos de ltimos aos de secundaria los dos lbumes seguidos, para que pudieran entender lo que ese arte pretenda. Por supuesto, Tucker Crowe sufra cuando compuso Juliet, pero no poda entrar en tromba en un estudio de grabacin y empezar a chillar a voz en cuello. Habra sido un gesto demente y pattico. Tuvo que calmar su rabia, domarla y darle forma, a fin de ajustara a las medidas ceidas de los temas. Luego tuvo que aderezarla para que sonara ms genuina. Juliet, Naked mostraba cuan inteligente era Tucker Crowe, pens Annie. Cuan taimado. Pero slo por todas las cosas que faltaban, no por cualquiera de las que pudieran escucharse en el lbum. Annie oy que se abra la puerta principal cuando escuchaba Blood Ties, la antepenltima cancin. En realidad no haba estado ordenando nada en la cocina mientras disfrutaba de la msica, pero ahora se afan rpidamente en varios quehaceres, y la propia pretensin de estar haciendo muchas cosas era en s misma una forma de traicin: Slo he puesto un CD! No es tan tremendo! -Qu tal la escuela? -le pregunt al verlo entrar-. Ha sucedido algo mientras estbamos fuera? Pero l ya no la escuchaba. Estaba de pie, quieto, con la cabeza dirigida hacia los altavoces como si fuera un perro. -Qu...? Espera. No me lo digas. Ese programa de radio pirata de Tokio? El solo acstico? -Y luego, con pnico creciente-: Entonces no toc Blood Ties... -No, es... -Chsss... Ambos escucharon unos cuantos compases. Annie vio su confusin y empez a disfrutar de la situacin. -Pero esto... -Duncan volvi a interrumpirse-. Es... No es nada... Annie se ech a rer a carcajadas. Pues claro! Si Duncan nunca lo haba odo, lo nico que poda hacer era negar su existencia. -Quiero decir que s, que es algo, pero... Me rindo. -Juliet, Naked, se titula. -Cmo se titula? Ms pnico. Su mundo se descolgaba sobre su eje, y l se deslizaba hacia fuera. -Este lbum. -Qu lbum? -El que estamos escuchando. -Este lbum se titula Juliet, Naked? -S. -No hay ningn lbum titulado Juliet, Naked. -Ahora s. Cogi la nota de Paul Hill y se la tendi. l la ley, la volvi a leer, la ley por tercera vez.

-Pero estaba dirigida a m. Has abierto mi correo. -Siempre abro tu correo -dijo ella-. Si no abro tu correo, se queda sin abrir para siempre. -Abro las cartas interesantes. -Dejaste sta porque te pareci anodina. -Pero no es anodina. -No. Pero he tenido que abrirla para saberlo. -No tenas derecho -dijo Duncan-. Y luego... lo has puesto... No puedo creerlo. Annie no tuvo ocasin de lanzarle ninguno de los dardos que tena planeados. Duncan fue hasta el reproductor de CD, sac el disco y sali de la cocina. La primera vez que Duncan vio cmo aparecan en la pantalla del ordenador los nombres de los temas del CD que acababa de poner en la bandeja, sencillamente no poda crerselo. Era como si estuviera viendo a un mago que poseyera de verdad poderes mgicos, y no tena sentido buscar una explicacin del truco, porque no exista ningn truco -o, mejor, ninguno que l pudiera llegar a comprender-. Al poco de esto, la gente del tabln de mensajes de Internet empez a mandarle canciones adjuntas en los e-mails, lo cual se le antoj igual de misterioso, pues significaba que la msica grabada no era en absoluto -como l haba credo siempre- una cosa: un CD, un disco de plstico, una bobina de cinta. Era algo que poda reducirse a su esencia, y su esencia era literalmente intangible. Esto -por lo que a l se referahaca la msica mejor, ms bella, ms misteriosa. La gente que conoca su relacin con Tucker imaginaba que era un nostlgico del vinilo, pero la nueva tecnologa haba hecho que su pasin fuera ms romntica, no menos. Andando el tiempo, sin embargo, haba llegado a detectar que la nueva brujera adoleca de cierta deficiencia enojosa en lo referente a la bsqueda de ttulos. Cuando meta un CD en el ordenador porttil, no poda evitar imaginar que quienquiera que estuviera en el ciberespacio registrando sus gustos musicales los juzgara anodinos y demasiado amoldados a los gustos mayoritarios. Nadie era capaz de cogerle desprevenido. Duncan visualizaba a un Neil Armstrong del siglo XXI con un casco provisto de auriculares Bang and Olufsen, flotando alrededor de un medio muy parecido al espacio de antao (salvo en el hecho de ser an ms ininteligible y de contener claramente mucha ms pornografa), pensando: Oh, no, otra de sas no. Pdeme algo ms difcil. Pdeme algo que me deje anonadado unos segundos, algo que me mande volando a la biblioteca de consulta ciberntica. Aveces, cuando el ordenador haca un runrn ms largo de lo habitual, Duncan tena la sensacin de haber planteado algn tipo de reto; pero un da, cuando estaba cargando el catlogo del iPod con su msica preferida, ste haba tardado casi tres minutos en dar con los ttulos de Abbey Road, y vio claramente que los retrasos de este tipo se deban a una mala conexin o algo parecido, y no a que Neil Auriculares estuviera fuera de juego. As que slo desde haca muy poco Duncan disfrutaba realmente de las raras ocasiones en que Neil no poda ayudarle, y entonces tena que rellenar los ttulos l mismo, por tediosa que fuera esta tarea. Significaba que se hallaba fuera de las sendas trilladas, y que se haba adentrado en la jungla musical. Neil Auriculares nunca haba odo hablar de Juliet, Naked, lo cual era un consuelo. A Duncan se le habra antojado insoportable el que la informacin le hubiera venido sin ningn esfuerzo de nadie, como en el caso de haber sido la septingentsima persona que peda tal ttulo ese da. No quera escuchar Juliet, Naked en aquel momento. Estaba demasiado furioso; con Annie y, ms oscuramente, con el propio lbum, que pareca pertenecerle a ella ms que a l mismo. As que dio las gracias por el tiempo que le llev obtener los ttulos de los temas (se arriesg a que la lista de ttulos de Naked, como empezaba a acostumbrarse a llamar al nuevo CD, fuera la misma que la del lbum original; la ltima cancin, que era muy larga, seis minutos incluso en la demo, sugera que as era), y por el hecho de que su aparato inhalase la msica a su interior. En qu estaba pensando Annie? Quera encontrar una interpretacin benvola de su conducta, pero no encontraba ninguna. Era malevolencia, pura y simple. Por qu, de pronto, le odiaba tanto? Qu le haba hecho l? Enchuf el iPod, transfiri el CD con una presin del dedo y un golpe de mueca an milagrosos, cogi la chaqueta del pasamanos del pie de la escalera y sali de casa. Fue hasta el paseo martimo. Haba crecido en las afueras de Londres, y segua sin poder

acostumbrarse a la idea de que el mar estaba a cinco minutos a pie de su casa. No era un gran mar, por supuesto, si lo que se quera era un mar que contuviera hasta el ms leve matiz de azul o verde; aquel mar pareca limitarse a una imaginativa gama de grises y negros, con alguna que otra pincelada de pardo enlodado. Las condiciones meteorolgicas, con todo, eran las ideales para sus propsitos. Las olas se lanzaban contra la orilla una y otra vez, como un odioso y especialmente estpido pitbull, y los turistas que, inexplicablemente, haban elegido aquel destino en lugar de volar al Mediterrneo por treinta libras parecan todos de duelo aquella maana. Las cosas falsas nunca han sido ms patticas que en esto. Compr un caf instantneo en el kebab del muelle y se sent en un banco de cara al mar. Estaba preparado. Cuarenta y cinco minutos despus, se hurgaba en los bolsillos en busca de algo que pudiera utilizar como pauelo cuando una mujer de mediana edad se acerc a l y le toc el brazo. -Necesita a alguien con quien hablar? -dijo con delicadeza. -Oh. Gracias. No, no, estoy bien. Se toc la cara: haba estado llorando con ms desconsuelo de lo que pensaba. -Est seguro? No da la impresin de estar bien. -No, de veras... Es que he... Acabo de tener una experiencia emocional muy intensa. Alarg uno de los auriculares del iPod, como si ello lo explicara todo-. Con esto. -Est llorando por la msica? La mujer lo mir como si Duncan fuera una especie tic pervertido. -Bueno, no lloro por la msica. No creo que sa sea la preposicin correcta. La mujer sacudi la cabeza y se alej. Escuch el lbum entero otras dos veces sentado en el banco, y luego ech a andar hacia casa oyndolo por tercera vez. Una precisin sobre el gran arte: te hace amar ms a la gente, perdonarle sus pequeas transgresiones. Si te ponas a pensarlo, funcionaba de la misma forma que se supona que tena que funcionar la religin. Qu importaba que Annie hubiera escuchado el CD antes que l? La cantidad de gente que haba escuchado el lbum original antes de que l lo descubriera! La cantidad de gente que haba visto Taxi driver antes que l, si se iba al caso! Atenuaba eso el impacto? Haca menos suya la obra? Quera volver a casa, abrazar a Annie y hablar de una maana que l no olvidara jams. Tambin quera escuchar lo que ella tena que decir al respecto. Tena en gran estima sus juicios sobre el trabajo de Crowe -a veces poda ser sorprendentemente sagaz, pese a lo reacia que era a embeberse por entero en el asunto-, y Duncan quera preguntarle si haba percibido las mismas cosas que l: la ausencia de estribillo en The Twentieth Cali of the Day, por ejemplo, lo que confera a la cancin una inclemencia y un aborrecimiento de uno mismo imposibles de detectar en su versin acabada. (Dara a escuchar esta versin a cualquiera que osara venirle con la vieja cantinela de que Crowe era el Dylan de los pobres. The Twentieth Cali of the Day, a juicio de Duncan, era Positively Fourth Street, pero con ms peso y textura. Y Tucker saba cantar.) Y quin habra pensado que And You Are? podra sonar tan aciaga? En Juliet era una cancin sobre dos personas que conectan inmediatamente; dicho de otro modo, no era ms que una cancin de amor (pero muy bonita); un da soleado antes de que las tormentas psquicas empezaran a llegar desde el mar. Pero en Juliet, Naked era como si los amantes estuvieran en un pequeo retazo de sol que se iba haciendo ms y ms pequeo mientras hablaban por primera vez. Podan ver ya el trueno y la lluvia, lo que en cierto modo haca al lbum ms completo, ms coherente. Era una tragedia genuina, en la que el sino a punto de sobrevenirles se atisbaba desde el principio. La palmaria contencin de You and Your Perfect Life, por su parte, confera al tema una fuerza asombrosa que se vea atenuada por el histrionismo de la versin de rock and roll. Cuando lleg a casa Annie estaba todava en la cocina, sentada a la mesa con una taza de caf, leyendo el Guardian. El lleg por detrs y la abraz, probablemente durante ms tiempo del que a ella pudo resultarle agradable. -A qu viene esto? -dijo Annie, con cario moderado pero resuelto-. Crea que estabas enfadado conmigo. -Lo siento. Estpido. Mezquino. Qu ms da quin lo haya odo antes? -Lo s. Tendra que haberte advertido de que era un poco deprimente. Pero pens que te

enfadaras an ms. Duncan sinti como si le hubieran dado un puetazo en el estmago. Solt a Annie, aspir el aire, esper a que el impacto se diluyera un poco antes de volver a hablar. -No te ha gustado? -Bueno, no est mal. Comedidamente interesante, si has escuchado la otra versin. No creo que vuelva a ponerla. Qu piensas t? -Creo que es una obra maestra. Creo que borra del mapa la anterior. Y como la otra es mi lbum preferido de todos los tiempos... -No estars hablando en serio? -Deprimente! Dios mo! Qu ms es deprimente para ti? El rey Lear? La tierra balda? -No sigas por ah, Duncan. Siempre pierdes la facultad de argumentar cuando te enfureces. -Y estoy enfurecido, en tu opinin... -No, pero... No nos estamos peleando. Estamos intentando debatir sobre..., ya sabes, una obra de arte. -No, segn t. Segn t estamos intentando debatir sobre una mierda. -Ya empiezas. T crees que es El rey Lear, y yo creo que es una mierda... Clmate, Duncan. A m me encanta el otro disco. Y creo que la mayora de la gente va a estar de acuerdo conmigo. -Oh, la mayora de la gente. Todos sabemos lo que la mayora de la gente piensa de las cosas. La sabidura de las putas masas. Cristo. La mayora de la gente prefera comprar un lbum de un enano bailarn de un reality show. -Duncan Mitchell, el gran populista. -Soy slo... Me has decepcionado tanto, Annie. Crea que eras mejor que todo esto. -Ah, s. Es el paso siguiente. Se convierte en un fallo moral mo. Una debilidad de mi carcter. -Siento decir que es exactamente eso. Si no logras percibir nada en este... -Qu? Por favor. Dmelo. Me encantara saber qu es lo que tendra que percibir. -Lo de siempre. -Y qu es lo de siempre? -Lo de siempre..., no s. Eres una tarada. -Gracias. -No he dicho que seas una tarada. He dicho que si no puedes percibir nada en este lbum eres una tarada. -Pues no puedo. Duncan se fue de casa, y volvi con su iPod al banco que daba al mar. Pas como una hora antes de que se le ocurriera siquiera pensar en la pgina web. Si se daba prisa, sera el primero en hablar de aquel CD. O, mejor an: sera el primero en alertar de su existencia a la comunidad de fans de Crowe! Haba escuchado Juliet, Naked cuatro veces, y tena pensadas ya un montn de cosas que quera decir sobre el nuevo lbum. En todo caso, cualquier demora por su parte supona un gran riesgo de perder esa ventaja. No crea que Paul Hill hubiera contactado an con nadie ms del tabln de mensajes, pero sin duda se habran echado copias en todo tipo de buzones aquella misma maana. Tena que volver a casa, por grande que fuera la animadversin que senta contra Annie. Trat de evitarla, de todas formas. Estaba en la cocina hablando por telfono, probablemente con su madre o su hermana. (Y quin iba a querer hablar con alguien de la familia nada ms volver de vacaciones? No probaba eso algo? Aunque no estaba muy seguro de qu podra ser ese algo. Pero tena la impresin de que alguien tan vinculado an con su familia -con la niez, en esencia-difcilmente sera capaz de responder a las duras verdades del universo adulto generosamente diseminadas a lo largo de los diez temas de Juliet, Naked. Tal vez conseguira captarlo algn da, pero estaba claro que an faltaban varios aos para eso.) El despacho compartido estaba en el descansillo de media vuelta. El agente inmobiliario que les vendi la casa tena la certeza inexplicable de que un da utilizaran aquella habitacin mnima como cuarto de beb, antes de decidir mudarse fuera de la ciudad y comprarse una

casa con jardn. Luego venderan esa casa a otra pareja que, llegado el momento, hara lo mismo. Duncan se haba preguntado si el hecho de no tener hijos era una reaccin directa a la deprimente predictibilidad de todas las cosas, si aquel agente inmobiliario -inadvertida pero efectivamente- no haba tomado la decisin por ellos. Ahora era lo opuesto a un cuarto de nios. En l haba dos ordenadores porttiles, colocados uno junto a otro en una mesa de trabajo, dos sillas, una mquina que converta discos de vinilo en archivos mp3, y unos dos mil CD, incluidos los piratas de todos y cada uno de los conciertos de Tucker Crowe desde 1982 hasta 1986 (con excepcin del de septiembre de 1984 en el KB de Malm, Suecia, que, extraamente, nadie pareca haber grabado, lo que ha venido siendo una espina para todos los estudiosos serios de Crowe, ya que, segn una fuente sueca habitualmente fiable, fue la noche en que Tucker Crowe ofreci una versin que jams volvera a repetir de Love Will Tear Us Apart). Apart los estados de cuenta del banco y dems correo que Annie haba abierto y colocado al lado de su porttil para que los viera, abri un documento nuevo en el procesador de textos y empez a teclear. Escribi tres mil palabras en menos de dos horas y las envi a la pgina poco despus de las cinco de la tarde. A las diez de la noche haba ciento sesenta y tres comentarios de fans de once pases. Al da siguiente, comprob que se haba pasado un poco. Juliet, Naked significa que todo lo dems que hay grabado de Tucker ha quedado de pronto un poco empalidecido, un poco acicalado, un poco "digerido"... Y si as es como afecta al trabajo de Crowe, imaginad cmo afectar al trabajo de todos los dems. No haba querido entrar en discusiones sobre los mritos respectivos de James Brown, o de los Stones, o de Frank Sinatra. Se haba querido referir a sus pares, a los cantantes-compositores de su talla, por supuesto, pero quienes se lo toman todo en sentido literal no haban querido entenderlo en tal sentido. Esta versin de "You and Your Perfect Life" hace que la versin que uno conoce bien suene como salida de un lbum de Westlife... Si hubiera esperado un poco, habra comprobado que la versin vestida (Juliet, inevitablemente, haba pasado a conocerse como Vestida, para distinguirla de inmediato de Juliet, Naked), tras la conmocin primera, reafirmaba bastante cmodamente su superioridad frente a la versin desnuda. Y le gustara no haber mencionado en absoluto a Westlife, al ver que algunos fans acrrimos de este grupo se haban topado con esta referencia y se haban pasado el da enviando mensajes obscenos al tabln de la pgina. En su ingenuidad, no haba esperado realmente la clera de nadie. Pero luego se imagin a s mismo curioseando en la pgina en busca de un poco de cotilleo -la noticia de una entrevista con el tipo que hizo la cartula del EP, por ejemplo-, y descubriendo que haba todo un lbum nuevo que l no haba escuchado. Habra sido como encender el televisor para ver el parte meteorolgico local y enterarse de que el cielo se estaba viniendo abajo. No le habra hecho ninguna gracia, y ciertamente no habra querido leer ninguna crtica escrita por algn cabrn pagado de s mismo. Habra odiado al crtico, con seguridad, y probablemente habra decidido en aquel mismo momento que el lbum en cuestin no era nada bueno. Empez a temer que su extasiada alabanza hubiera podido hacer a Naked un mal servicio: ahora nadie ningn fan genuino, en cualquier caso, y era difcil imaginar que el asunto pudiera importarle a mucha otra gente- podra escuchar el lbum sin prejuicios. Oh, qu complicado era... amar el arte. Entraaba muchsima ms mala voluntad de lo que uno hubiera imaginado. Las respuestas que ms le interesaron le llegaron va e-mail, firmadas por los crowelogos que l conoca bien. El de Ed West deca, sencillamente: Que me den por culo. Dame. Ahora. Geoff Oldfield deca (con innecesaria crueldad, pens Duncan): Este, amigo mo, ha sido tu momento estelar. Nada as de bueno volver a sucederte jams. John Taylor se decant por una cita de The better Man: La suerte es una enfermedad, / no la quiero cerca de m. Confeccion una lista de direcciones y empez a enviar a ellas todos los temas, uno por uno. A la maana siguiente, un puado de hombres de edad mediana lamentaran haberse ido a la cama demasiado tarde.

3Annie pensaba que tal vez iba a quedarse anclada en la enseanza para siempre, y odiaba tanto ese trabajo que, incluso ahora, la haca feliz el mero hecho de llegar al museo con diez o quince minutos de retraso. Para un profesor, ese cuarto de hora habra supuesto un desastre humillante, y en l se habran dado algaradas, reprimendas y miradas de reprobacin de algunos colegas, pero a nadie le importaba si llegaba tres o treinta minutos antes de la hora de apertura de un museo pequeo no demasiado visitado. (La verdad es que a nadie le importaba tampoco si llegaba tres o treinta minutos despus de tal hora de apertura.) En su antiguo trabajo, hacer una escapada a media maana para pedir un caf para tomarlo fuera era un sueo diurno frecuente y bastante msero; ahora tena a gala hacerlo todos los das, necesitase o no la cafena. De acuerdo, haba ciertas cosas que echaba en falta: la sensacin que te embargaba cuando la clase iba bien, cuando todo eran ojos brillantes y concentracin tan densa que se perciba casi como hmeda, como algo que se te poda pegar a la ropa; y a veces lograba arreglrselas frente a la energa y el optimismo y la vida que es posible encontrar en cualquier nio, con independencia de lo hosco que se muestre o de lo deteriorado que parezca. Pero la mayora de las veces segua sintindose feliz de haber logrado pasar por debajo del alambre de espino que rodeaba la educacin secundaria y haber salido al mundo. Trabajaba por su cuenta durante gran parte del da, sobre todo tratando de recaudar fondos, aunque esto empezaba a antojrsele una tarea cada da ms intil: ya nadie, al parecer, dispona de dinero de sobra para contribuir a las mejoras de un museo de la costa en decadencia, y posiblemente ya nunca volveran a disponer de l. De cuando en cuando, tena que hablarles a grupos de colegiales de la localidad en visitas escolares, razn por la que se le haba brindado la ocasin de escapar de las aulas. Siempre haba una voluntaria en el mostrador de recepcin, normalmente Vi o Margaret o Joyce o alguna de las ancianas cuya acuciante necesidad de mostrarse an tiles le rompa el corazn a Annie siempre que se tomaba la molestia de pensar en ello. Y cuando se proyectaba alguna exposicin especial, trabajaba con Ros, una conservadora independiente que tambin enseaba historia en la escuela de Duncan. (Duncan, por supuesto, jams se haba dignado hablarle, para no correr el riesgo de verse embarcado en una conversacin larga en una de sus visitas a la sala de profesores.) Ros y Annie tenan entre manos en ese momento la preparacin de una exposicin, con documentacin fotogrfica del verano de la ola de calor de 1964, cuando se remodel la vieja plaza de la ciudad, los Stones tocaron en el cine ABC de las afueras y la marea arrastr hasta la playa a un tiburn de ocho metros de largo. Haban pedido aportaciones a los residentes, y haban anunciado la iniciativa en todas las pginas web relevantes de historia local y social que les vinieron a las mentes, pero hasta el momento no haban recibido ms que dos fotografas: una del tiburn, que a todas luces haba muerto de algn tipo de infeccin por hongos demasiado horripilante para una exposicin que pretenda celebrar un verano dorado, y otra de cuatro amigos -compaeros de trabajo?- que se divertan en el paseo martimo. Esta fotografa haba llegado en el correo un par de das despus de haber colgado los anuncios en Internet, y Annie no poda creer lo perfecta que era. Los dos hombres estaban en mangas de camisa y tirantes, y las dos mujeres llevaban vestidos floreados; tenan los dientes mal, las caras surcadas de arrugas, el pelo engominado, y daba la sensacin de que no se haban divertido tanto en toda su vida. Se lo coment a Ros, nada ms verla -Mrales! Como si estuvieran pasando el mejor da fuera de casa de su vida!-, y se ech a rer, toda convencida de que aquel contento era debido a algn azar feliz de la cmara, o al alcohol, o a un chiste verde..., a cualquier cosa menos al hecho de estar al aire libre o a la belleza de los alrededores. Y Ros dijo, simplemente: -S. Casi seguro que tienes razn. Annie, que estaba a punto de disfrutar de unas moderadamente estupendas vacaciones de tres semanas en los Estados Unidos -agradables, aunque no de quitar el aliento, aquellas montaas de Montana- se sinti un tanto avergonzada. En 1964, cinco aos antes de que ella naciera, los ingleses todava eran capaces de sentirse felices disfrutando de un da libre en una poblacin costera del norte del pas. Volvi a mirar

a aquellas cuatro personas y se pregunt a qu se dedicaran, cunto dinero tendran en el bolsillo en aquel preciso instante, qu duracin tendran sus vacaciones, cuntos aos viviran. Annie nunca haba sido rica. Pero haba estado en todos los pases europeos que le haba apetecido visitar, en Norteamrica, incluso en Australia. Cmo -se pregunt- haban llegado a la situacin actual desde aquella otra, a esto desde aquello? De pronto vio el sentido de la exposicin que haba concebido y proyectado sin verdadero entusiasmo ni finalidad precisa. Ms an: de pronto vio el sentido de la ciudad donde viva, lo mucho que debi de significar para una gente que tanto ella como todos sus conocidos iban perdiendo la capacidad de imaginar cmo era. Siempre se haba tomado en serio su trabajo, pero ahora estaba resuelta a encontrar la manera de hacer sentir a los visitantes del museo lo que ella senta. Y luego, despus de la del tiburn muerto, dejaron de llegar fotografas. Haba ya renunciado a una exposicin centrada en 1964, aunque todava no se lo haba dicho a Ros, y estaba tratando de pensar en alguna forma de ampliar el marco temporal del proyecto sin por ello convertirlo en algo chapucero y sin metas claras. El haber estado Fuera tres semanas le haba devuelto la esperanza, y haba contribuido a ello -y no poco- el hecho de que an tuviera que examinar el correo de dieciocho das. Haba dos fotografas ms. Una la haba enviado un hombre que haba estado revisando las cosas de su madre recin fallecida; era una bonita instantnea de una nia que estaba de pie al lado de una caseta de tteres. La otra, enviada sin carta adjunta, era del tiburn muerto. A Annie le pareca que aquel tiburn muerto tena ya una cobertura suficiente, y dese no haberlo mencionado nunca. Lo haba incluido en su peticin de material slo como un acicate de la memoria de la poblacin de cierta edad de la ciudad. Y era como si hubiera enviado una consigna diciendo: QUEREMOS FOTOS DEL TIBURN ENFERMO. El escualo en cuestin mostraba un agujero en un costado: la carne, sencillamente, se le haba podrido hasta abrirle un gran boquete. Sigui revisando el resto del correo, contest a algunos e-mails y sali en busca de su caf de costumbre. Slo en el camino de vuelta record la actividad manaca de Duncan de la noche anterior. Saba que su resea en Internet haba provocado reacciones, porque no par de correr arriba y abajo, de examinar sus mensajes, de leer los comentarios en la pgina, de sacudir la cabeza y rer entre dientes ante el mundo extrao y sbitamente vivo que habitaba. Pero no le haba enseado lo que haba escrito, y ella senta que deba leerlo. Y no slo eso, cay en la cuenta. Quera leerlo. Haba escuchado la msica, y antes incluso que l, lo que significaba que por primera vez en su vida en comn se haba formado una opinin sin que el asunto en cuestin hubiera sido filtrado por el proselitismo intimidatorio de su pareja... Quera comprobar por s misma cuan obcecado poda ser Duncan, y cuan lejos se hallaban el uno del otro. Entr en la pgina web (por alguna razn, la tena en Favoritos) e imprimi la resea para poder concentrarse bien en ella. Cuando la hubo terminado, estaba francamente enfadada con Duncan. La enfureca su autosuficiencia, su obvia determinacin de pavonearse ante los fans con los que se supona que tena cierta afinidad. As, tambin estaba enfurecida por su mezquindad, por su incapacidad de compartir algo que tena un indudable valor en aquella comunidad menguante y cada da ms sitiada. Pero, ms que nada, la enfureca su perversidad. Cmo aquellos bocetos de canciones podan ser mejor que la obra acabada? Cmo dejar algo a medias poda ser mejor que trabajar en ello, pulirlo, darle densidad y textura, moldearlo hasta que la msica llegue a expresar lo que uno quiere que exprese? Cuanto ms lea la resea ridicula de Duncan, ms furiosa se pona, hasta que se encoleriz de tal manera que la ira misma se convirti en objeto de su curiosidad: la haba sumido en un gran desconcierto. Tucker Crowe era el hobby tic Duncan, y las personas con hobbies hacan cosas extraas. Pero escuchar msica no era coleccionar sellos, o pescar con mosca, o construir barcos dentro de una botella. Escuchar msica era algo que ella tambin haca, con frecuencia y sumo gozo, y Duncan, de alguna manera, se las arreglaba para arruinrselo, en parte hacindole sentir que no era buena en eso. Se trataba de eso? Volvi a leer la resea. Llevo viviendo con las canciones memorables de Tucker Crowe cerca de un cuarto de siglo, y slo hoy, mirando el mar, escuchando You and Your Perfect Life como Dios y Crowe queran que se escuchara...

No es que l le hiciera sentirse incompetente, e insegura de s misma y de sus gustos. Era a la inversa. El no saba nada de nada, y ella nunca se haba permitido percatarse de ello hasta entonces. Siempre haba pensado que el inters apasionado de Duncan por la msica y el cine y los libros daban fe de su inteligencia, pero por supuesto no daban fe de nada parecido si l no haca ms que entender las cosas al revs. Si era tan inteligente, por qu estaba enseando a ver la televisin norteamericana a aprendices de fontanero y a futuros recepcionistas de hotel? Por qu escriba miles de palabras en oscuras pginas web que jams lea nadie? Y por qu estaba tan convencido de que un cantante al que nadie haba prestado nunca demasiada atencin era un genio de la talla de Dylan y Keats? Ay, esa ira auguraba problemas. Al examinar el cerebro de su pareja lo vea mermar hasta convertirse en nada. Y le haba llamado a ella tarada! En una cosa tena razn, sin embargo: Tucker Crowe era importante, y revelaba duras verdades sobre la gente. Sobre Duncan, en cualquier caso. Cuando Ros pas a verla para saber si haba habido algn progreso con las fotografas, Annie segua con la pgina web en la pantalla del ordenador. -Tucker Crowe -dijo Ros-. Vaya. A mi novio de la facultad le gustaba mucho. No saba que siguiera estando en el candelero. -No lo est, en realidad. Tuviste un novio en la facultad? -S. Result que tambin era gay. No me explico por qu rompimos. Pero no entiendo esto. Tucker Crowe tiene una pgina web? -Todo el mundo tiene una pgina web. -De veras? -Eso creo. Hoy da ya no se olvida a nadie. Se juntan siete fans australianos, tres canadienses, nueve britnicos y un par de docenas de norteamericanos, y se empieza a hablar todos los das de alguien que no ha grabado nada en veinte aos. Para eso es Internet. Para eso y para la pornografa. Quieres saber qu temas toc en Portland, Oregn, en 1985? -No, la verdad. -Entonces esta pgina no es para ti. -Cmo es que sabes tanto de esto? Ests entre los nueve britnicos? -No. No hay ninguna mujer a quien le importe gran cosa. Pero est mi..., ya sabes..., Duncan. Cmo tena que llamarlo? El hecho de no estar casada con E)uncan se estaba volviendo tan irritante como ella imaginaba que el matrimonio lo haba sido siempre para l. No iba a llamarlo su novio. Duncan tena cuarenta y tantos aos, por el amor de Dios. Compaero? Compaero en la vida? Amigo? Ninguna de esas palabras o expresiones pareca adecuada para definir su relacin, y tal inadecuacin era mucho ms hiriente cuando se trataba de la palabra amigo. Odiaba que la gente se pusiera a hablar y hablar de Peter o de Jane cuando uno no tena la menor idea de quines eran. Quiz no debera mencionarlo nunca. -Acaba de escribir un milln de palabras absurdas y las ha mandado a la pgina para que las vea el mundo. Si el mundo tuviera el menor inters, quiero decir. Invit a Ros a leer la resea de Duncan, y Ros ley las primeras lneas. -Aaah. Qu tierno... Annie hizo una mueca. -No critiques a la gente con pasiones -dijo Ros-. Sobre todo a los que tienen pasin por las artes. Son siempre los ms interesantes. Al parecer, todo el mundo haba sucumbido a ese mito. -Muy bien. La prxima vez que ests en el West End, vete a la salida de artistas de un teatro en el que haya un musical y hazte amiga de uno de esos cabrones tristes que esperan para conseguir un autgrafo. Vers lo interesantes que son. -Me parece que tendr que comprar ese CD. -No te molestes. Eso es lo que ms me fastidia. Lo escuch, y Duncan est completamente equivocado. Y no s por qu, pero me muero por decirlo. -Deberas escribir otra crtica y ponerla junto a la suya. -Oh, no soy una especialista. No me dejaran. -Necesitan a alguien como t. Porque si no todo esto desaparecera del mapa. Se oyeron unos golpecitos en la puerta del despacho de Annie. Una anciana con una

sudadera con capucha estaba de pie ante la entrada tendindoles un sobre. Ros dio unos pasos hacia ella y lo cogi. -Una foto del tiburn -dijo la anciana, y se fue con andares de pato. Annie puso los ojos en blanco. Ros abri el sobre, se ech a rer y le pas la foto a Annie. Era el mismo hueco de la herida abierta que haba visto en una de las otras fotos. Pero alguien haba tenido la brillante idea de poner a un niito encima del tiburn. La criatura estaba sentada con los pies desnudos, que le colgaban a un palmo del boquete del escualo; ambos, el nio y la herida, sollozaban. -Jess... -dijo Annie. -Puede que aqu nadie fuera a ver a los Rolling Stones en 1964 -dijo Ros-. El tiburn muerto era el colmo de la diversin. Annie empez a escribir su crtica aquella misma noche. No tena intencin de ensersela a nadie; era slo un medio para comprobar si lo que pensaba significaba algo para ella. Era tambin un modo de hincar el tenedor en su irritacin, que empezaba a inflarse como una salchicha sobre una parrilla de barbacoa. Si estallaba, poda imaginar consecuencias para las que an no estaba preparada. En el trabajo tena que escribir -cartas, descripciones de las exposiciones, pies de foto, pequeos textos para la pgina web del museo-, pero le daba la impresin de que la mayora de las veces tena que pensar algo que decir, crear una opinin desde la nada. Esto era diferente; era lo nico que poda hacer para dejar de seguir todos y cada uno de los ramales de pensamiento que haba estado rumiando durante los dos das pasados. Juliet, Naked le haba sugerido ideas sobre el arte y el trabajo, sobre su relacin, sobre la relacin de Tucker, sobre el misterioso atractivo de lo oscuro, sobre los hombres y la msica, sobre el valor de los estribillos en las canciones, sobre el porqu de la armona y sobre la necesidad de la ambicin, y cada vez que terminaba un prrafo apareca ante ella el siguiente, motu proprio y sin ninguna conexin con el anterior. Un da -decidi al fin- intentara escribir sobre alguno de aquellos temas, pero se senta incapaz de hacerlo en aquel momento; quera que la resea fuera sobre aquellos dos lbumes, sobre la inconmensurable e indubitable superioridad de uno sobre el otro. Y tal vez sobre lo que la gente (o, dicho de otro modo, Duncan) crea haber odo en Naked que en realidad no estaba, y por qu esa gente (l) oa esas cosas, y lo que esto nos deca sobre ella. Y quiz... No. Bastaba con eso. El lbum haba creado tal turbulencia mental que Annie empez a preguntarse brevemente si se trataba en verdad de una obra de talento, pero desech la idea. Saba por su grupo de lectura que las novelas, que a nadie del grupo le haban gustado podan dar lugar a charlas estimulantes e incluso tiles; eran las ausencias en Naked (y, por consiguiente, en Duncan) las que le haban hecho pensar, no las presencias. Entretanto, los amigos de Duncan en la pgina se haban dedicado a escuchar, y se haban enviado varias reseas largas ms. En Tuckerlandia era como si fuera Navidad; estaba claro que quienes eran creyentes haban dejado de trabajar para tomarse unos das de fiesta, a fin de dedicar el tiempo libre a su familia extensa de Internet, y -a juzgar por el tenor de algunas de las reseas enviadas- celebrarlo con unas cuantas cervezas o un buen canuto de marihuana. NO era una obra maestra, pero s una obra magistral, era el encabezamiento de una de las crticas. CUNDO VAN A DEJAR LOS MANDAMASES QUE SE CONOZCA TODO EL MATERIAL QUE AN NO SE CONOCE?, preguntaba otro, que sigui diciendo que saba de buena fuente que existan diecisiete lbumes de este material en las cmaras acorazadas. -Quin es ese tipo? -le pregunt Annie a Duncan, despus de tratar de leer un prrafo de su febril y en ocasiones conmovedora prosa. -Oh, se... El pobre Jerry Warner. Enseaba ingls en no s qu colegio privado de no s dnde, pero lo pillaron con uno de sus alumnos de secundaria hace un par de aos, y desde entonces ha estado un poco desquiciado. Tiene demasiado tiempo libre. Por qu sigues mirando la pgina web, de todas formas? Annie haba terminado su resea. En cierto modo, Juliet,, Naked -o sus sentimientos sobre el lbum, al menos- le haba hecho despertar de un profundo sueo: ahora quera cosas. Quera escribir, quera que Duncan leyera lo que escriba. Quera que los otros miembros del

tabln de mensajes lo leyeran tambin. Estaba orgullosa de ello y hasta haba empezado a preguntarse si no sera socialmente til en algn sentido. Algunos de aquellos maniticos esperaba- podan leerlo, enrojecer hasta las orejas y volver a su vida cotidiana. Sus deseos al respecto no tenan lmite. -He escrito algo. -Sobre qu? -Sobre Naked. Duncan la mir. -T? -S. Yo. -Caray. Bien. Vaya. Ja. Sonri, se levant y se puso a pasear por la habitacin. Esta sera la reaccin ms parecida a la que habra tenido si Annie le hubiera comunicado que iba a ser padre de gemelos. No le haba entusiasmado la noticia, pero saba que no poda ser abiertamente desalentador. -Y crees...? Bueno, te crees cualificada para hacerlo? -Es cuestin de cualificacin? -Interesante pregunta. Bien, tienes total libertad para escribir lo que te venga en gana. -Gracias. -Pero en esta pgina... la gente espera cierto nivel de especializacin. -En el primer prrafo de su mensaje, Jerry Warner dice que Tucker Crowe vive en Portugal en un garaje. Te parece que es un especialista? -No creo que tengas que tomar lo que dice al pie de la letra. -No? Vive en Portugal en un garaje de la mente, entonces? -S, es un tipo imprevisible, ese Jerry. Pero es capaz de cantar cada palabra de cada cancin de Crowe. -Eso lo cualificara para cantar a la puerta de un pub. Pero no lo convierte necesariamente en crtico. -Haremos una cosa -dijo Duncan, como si acabara de sentir el impulso visceral de que a la seora que prepara el t en la oficina hubiera que ofrecerle un puesto en el consejo de administracin de la empresa-. Djame verlo. Annie tena la hoja en la mano, y se la tendi a Duncan. -Oh, est bien. Gracias. -Te dejo tranquilo para que la leas. Subi a la planta de arriba, se tumb en la cama y trat de leer el libro que tena a medias, pero no poda concentrarse. Casi le oa sacudir la cabeza a travs del suelo de tarima. Duncan ley el texto dos veces, con el nico fin de ganar tiempo; lo cierto es que saba que estaba metido en un aprieto desde la primera lectura, porque lo que haba escrito Annie era algo a un tiempo muy bien escrito y muy equivocado. Annie no haba cometido ningn error relativo a hechos -que l hubiera detectado (aunque, cuando l escriba algo, siempre haba alguien en el tabln de mensajes que denunciaba alguna equivocacin obvia y absolutamente irrelevante)-, pero su incapacidad para reconocer la brillantez del lbum era seal inequvoca de una carencia de gusto que lo horrorizaba. Cmo se las haba arreglado en el pasado para leer o ver o escuchar algo y llegar a la conclusin correcta sobr