jugadas de museo. josé carlos nievas

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Catálogo de la exposición "Jugadas de museo", original de José Carlos Nievas, realizada en el Museo de Bellas Artes de Córdoba entre los meses de mayo a octubre de 2010.

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DEL 7 DE MAYO AL 3 DE OCTUBRE DE 2010MUSEO DE BELLAS ARTES DE CÓRDOBA

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JUNTA DE ANDALUCIA

Paulino Plata Canovas

consejero de cultura

Bartolomé Ruiz González

secretario general de políticas culturales

Inmaculada Lopez Calahorro

directora general de museos y promoción del arte

Joaquín Dobladez Soriano

delegado provincial de la consejería de cultura

Fuensanta García de la Torre

directora del museo de bellas artes de córdoba

EDICIóN

Nur Comunicación

proDUCCIóN

Museo de Bellas Artes de Córdoba

José Carlos Nievas

ExposICIóN

Coordinación

Fuensanta García de la Torre

directora del museo de bellas artes de córdoba

Difusión

Francisco Godoy Delgado

asesor técnico de difusión, museo de bellas artes

de córdoba

Gestión administrativa

José Berral Álvarez

administrativo, museo de bellas artes de córdoba

Montaje

José María Palencia Cerezo

asesor técnico de conservación e investigación,

museo de bellas artes de córdoba

Inmaculada Páez Domínguez

restauradora, museo de bellas artes de córdoba

Cuadros Picasso, Molduken, Francisco Obregón,

R. Membrillo y Pérez, Otes y José Carlos Nievas

Copiado Fotográfico

Cordobesa de producción digital, Rafael Becerra

Iluminación

Juan Ruiz Ayala

Mantenimiento y vigilancia en el Museo de Bellas Artes de Córdoba

Antonia Escobedo Alcaide, Carmen García Galán,

Antonia García Torrado, Francisco Javier López

Acosta, Francisco Mellado Fernández, José Ortega

Maestre, Bartolomé Ortega Torres, Tomás Pastor

Martín, José Porcel Ruiz, Antonia Recio Córdoba,

Mª Carmen Rojas Luque, Rafael Saavedra Morales,

Baldomero Sánchez Rico, Serafina Trujillo Ramos,

Francisco Manuel Vacas Córdoba

CATáLoGo

Textos

Fuensanta García de la Torre

José María Palencia Cerezo

José Carlos Nievas

Francisco Merino

Diseño Gráfico

Zum Creativos

portada

Autorretrato

Sobre el reverso de la pintura Virgen rodeada de ángeles

Del pintor Baltasar de Águila (Córdoba, h. 1538 - 1608)

Impresión

Tipografía Católica S.C.A.

IsBN

D.L.

CO-599-2010

© DE LA EDICIóN

José Carlos Nievas

© DE Los TExTos Y rEproDUCCIoNEs

los autores

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Agradecimientos por orden en el tiempo

A Maria Moya, a Fuensanta García de la Torre y

todo su equipo, especialmente a José María Palencia

que me ha dejado sin palabras, Paco Godoy e Inma-

culada Páez a José Carlos Fernández compañero y

amigo, Carmelo Salas, Tete Álvarez, Eulalio Javier

Ramos, Luís Matías Miller, Leandro Iglesias, Ar-

mando Bernabeu, Instituto Municipal de Deportes,

Manuel Guerra, Maria del Carmen Cembrano,

Ricardo Ruiz, Domingo García, Antonio Raya, Arte

Fotográfico, Antonio Cabello, Córdoba Club de

Fútbol, Isabeló Bejarano, Zanfoña Móvil, Alvaro

Garrido, Tina, Ángel Tomas Delgado Ríos, Rosana

de Aza y Sebastián de la Obra, José Gálvez, Jacinto

Lara, Juan Carlos Cabello, José Manuel (Otes),

Zum al completo, especialmente a Paco, Esther y

Pedro, y a todos los deportistas que han creído en

este proyecto. Y como los últimos son los primeros,

a Paco Merino, un periodista de raza que ha hecho

una jugada de museo.

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La presencia de la fotografía en el Museo de Bellas Artes de Córdoba se remonta al tránsito de los siglos XIX al XX, con las primeras fotos de sus colecciones, salas de exposiciones y edificio. Completadas con todas las imágenes —en diferen-tes formatos y técnicas— que hasta la actualidad se vienen haciendo, además, de los procesos de conservación y restau-ración de colecciones y de las múltiples actividades que en él se desarrollan, sirviendo como testimonio material para conocer la evolución de esta centenaria institución cultural.Además de estos fondos, se cuenta con importantes y signi-ficativas fotografías que llegan como parte de la Colección Romero de Torres, adquirida por la Junta de Andalucía en 1988 y anexionada al Museo de Bellas Artes en 1991, a la muerte de María Romero de Torres.Desde la década de 1990, diversas fotos llegan desde el ob-jetivo de Manuel Ángel Jiménez, Tete Álvarez, Antonio J. González y José Carlos Nievas, con obras procedentes de la exposición Museo Latente, celebrada para conmemorar los 150 años de la fundación del propio museo, e inician una nueva colección de fotografía como creación artística.Y desde ese primer momento está presente José Carlos Nie-vas, cuya profesionalidad y creatividad ponen de manifiesto en estas singulares Jugadas de museo un impecable trabajo, en el que ha sabido conjugar la presencia en un museo de bellas artes de diferentes deportes, mostrando una serie de retratos de los deportistas cordobeses más representativos sobre el fondo de algunas pinturas del museo. Así, museo, fotografía y deporte se unen aquí de manera sorpresiva, contribuyen-do a un mejor conocimiento del Museo de Bellas Artes de Córdoba, que tiene a la investigación —en este caso sobre el proceso creativo de Nievas— y a la difusión como dos ejes básicos de su devenir cotidiano.A José Carlos Nievas, gestor y ejecutor de la idea y a quie-nes desde el museo y otros ámbitos han hecho posible esta novedosa exposición, agradecer el esfuerzo realizado para el disfrute colectivo de los que durante estos meses se acerquen al museo cordobés.

jOAqUín DOBLADEz SERRAnO

delegado provincial de la consejería de cultura

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Curiosa es esta pregunta planteada por un fotógrafo. Pero José Carlos Nievas no es un fotógrafo al uso.

La respuesta a ¿Quién hace un museo?, en este caso, la da una directora de uno, para quién esta institución cultural —al margen de definiciones legales necesarias y de obli-gado cumplimiento— la hacen básicamen-te sus colecciones, su personal y su público. Cuando uno de esos ingredientes falta o falla, el museo no será tal. Es cierto que te-nemos que partir de una base fundamental para crear un museo y esta base no es otra que una colección de bienes culturales crea-dos por el hombre en épocas y con soportes y representaciones muy diversas.

Desde esta perspectiva, un museo lo constituyen tres componentes básicos como se ha mencionado. Un deporte, para quien esto escribe, igualmente puede estar cons-tituido por tres componentes básicos: una persona y su cuerpo o un elemento material auxiliar y un público.

Personas y objetos unen, pues, al museo y al deporte, vinculados aquí espe-cialmente con otro medio de expresión ar-tística: la fotografía, que llega a Córdoba en 1840, poco antes de la creación del museo en la lejana fecha de 1844. Esta llegada supone la presencia de un aspecto de la modernidad a nuestra ciudad y modifica, entre otras cosas el ámbito del retrato artístico. Ya se hacía menos necesario recurrir a un pintor, dibu-jante, grabador o escultor para perdurar la imagen humana, la fotografía nos ofrece una nueva opción con la singularidad de la repe-tición de esta imagen multiplicada y, así, di-fundir fácilmente el recuerdo del retratado.

La vinculación de deporte y museo no es nueva. Algunas estadísticas sobre vi-sitantes de museos españoles, señalan pre-cisamente entre los más visitados los de dos equipos de fútbol, el Museo del Real Ma-drid y el Museo del Fútbol Club Barcelona. Otros de esta misma tipología deben citarse, como el proyecto del Museo del Deporte de Madrid, el Museo del Deporte de Pekín o los alemanes de Leipzig y Colonia. Además de varios museos monográficos de diversos deportes en Londres o los norteamericanos Museo de los Deportes de Los Ángeles o el Museo Nacional del Deporte de Nueva York, autentico referente de estos museos monográficos.

Como tampoco lo es la estrecha re-lación entre deporte y fotografía, que vienen recorriendo una trayectoria común desde hace mucho tiempo. En la década de 1870 y tras diversos experimentos con resultados muy desiguales, el británico Eadweard Mu-ybridge llega al fin de un importante traba-jo conocido como El Caballo en movimiento, que supone un paso definitivo para la foto-grafía de personas, animales u objetos en mo-vimiento y será definitivo para la evolución de la fotografía deportiva. A partir de los primeros Juegos Olímpicos de la era moder-na, celebrados en Atenas en 1896, fotografía y deporte avanzarán en una progresión que llega hasta la actualidad, popularizando y di-fundiendo uno de los grandes componentes del ocio en el mundo contemporáneo.

Finalizando con estas conjunciones, la fotografía y el museo están igualmente vinculados desde hace más de un siglo. No solo por el uso de las fotografías como ne-

¿QUIÉN HACE UN MUSEO? A Juan Antonio Samaranch, in memoriam

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cesarios elementos de identificación de las colecciones y fieles testimonios de cuanto acontece en el desarrollo diario de la vida de un museo, sino también como obras de crea-ción que han pasado a formar parte de sus propias colecciones, siendo pionero el Me-tropolitan Museum of Art de Nueva York.

Jugadas de museo, es una exposición que se lleva a cabo por la especial vincula-ción de las fotografías de algunos de nuestros deportistas de primera fila con varias de las más importantes pinturas de las colecciones del Museo de Bellas Artes de Córdoba, cu-yas traseras sirven de imaginario fondo a las fotografías de Nievas, manipuladas química y digitalmente, para conseguir un acabado con una sutil sensación pictórica y crear un archivo master digital del cual pueden salir copias idénticas, consiguiendo de esta forma un tiraje fotográfico. Vuelve nuestro fotógra-fo la vista a tras sobre lo que ya había experi-mentado con anterioridad, precisamente en algunas de las fotografías que expuso en este mismo museo cuando se celebraron las acti-vidades conmemorativas del 150 aniversario de su fundación. Funde ahora las imágenes de deportistas y pinturas del museo, mientras que años atrás esa unión venía a través de es-pacios, visitantes-espectadores y colecciones del mismo. Esta exposición será —no me cabe duda— un referente en la trayectoria del autor y del museo y espero que un recuer-do especial para quienes han prestado su ima-gen para mezclarla durante unos meses por todas las salas del museo, con pinturas y es-culturas que desde el siglo XIV al XX llenan nuestra retina y nuestra memoria de cuanto han creado algunos de los maestros más sin-gulares de la historia del arte cordobés.

José Carlos Nievas y el objetivo de su cámara sienten una atracción fatal por captar la figura humana. Sus numero-sos retratos y autorretratos lo confirman y sus investigaciones y experiencias sobre el tratamiento final de la imagen captada lo corroboran. Nos muestra en esta especial exposición en el museo cordobés, imágenes de mujeres y hombres de nuestra tierra, que han hecho del deporte el leit motiv de sus vi-das y José Carlos ha sabido captarlos magní-ficamente en la serenidad de un instante de quietud o en las agitadas formas del cuerpo humano en movimiento para conseguir una meta. La larga trayectoria creativa que ha sido necesaria para el desarrollo de este pro-yecto, ha merecido la pena y durante estos meses quienes visiten el museo encontrarán en sus salas el reflejo del esfuerzo intelectual de un fotógrafo, que ha sabido transmitir de una manera especial ese esfuerzo físico que supone para nuestros deportistas el llegar a un puesto de privilegio en el deporte espa-ñol e internacional.

He de hacerles llegar el agradeci-miento de este Museo de Bellas Artes y de quienes trabajamos en él a José Carlos y siempre a su lado a María Moya, porque ella es una parte importante de esta muestra. A los dos y a cuantos la han hecho posible y, como no podía ser menos, a los deportistas que se han dejado captar por el objetivo de Nievas y por su perspicaz manera de enfren-tarse a la figura humana, convirtiéndolos en auténticas obras de museo.

fUEnSAnTA GARCíA DE LA TORRE

directora del museo de bellas artes de córdoba

* José Carlos Nievas: Se que estas ahí, en catálogo de la exposición “Museo latente”, Córdoba, 1995, p.10.

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PRIMER TIEMPO

Así como un gol siempre es un gol, y hace al equipo más victorioso, cada exposición de José Carlos Nievas es como un gol encajado en la portería de su contrario, en este caso el Arte. Con motivo de su nueva exposi-ción —ésta individual y a lo grande— en el Museo de Bellas artes de Córdoba, me pide que le haga unas líneas introductorias. Y yo, en este caso, no puedo negarme, por lo que, de entrada, ya comienza ganando, por haber conseguido encajar el primer gol a mí parti-cularmente, que tan ajeno venía mantenién-dome al público acontecer del arte contem-poráneo de nuestra ciudad.

Pero tratándose de JC no puedo ne-garme, pues es amigo, vecino, y sobre todo, desde hace tiempo, compañero de artísticas connivencias. Todo ello, unido a la falta de tiempo para redactar satisfactoriamente es-tas líneas, ha hecho que variemos la manera en que solemos escribir, para que podamos entrar de lleno en la jugada, intentando de esta manera, robar-le-nos el menor tiempo al tiempo.

Y es que, lógicamente en esto del tiempo se haya implicado todo. No solo las personas con su particular, específica y dife-renciadora manera de sentir, sino también la fotografía. Y también, por supuesto, los mu-seos, que en nuestro tiempo, y valgan desde ahora todas las redundancias, vienen siendo percibidos, hace ya bastante tiempo, como catedrales de la modernidad.

Y a quien de ello dice y sobre ello teoriza, —sea mediterráneo, centroeuropeo o anglosajón, cristiano, agnóstico o judeo-masón—, lo que no va a faltarle es precisa-mente razón, pues los museos se han conver-tido en principal lugar de peregrinaje de ese ciudadano medio globalizado y cortado por el patrón de la burguesía del occidental pos-capitalismo tardío, que hoy tiene facilidad de viajar y está dispuesto a percibir los nue-vos ritos del tiempo sumidos en las nuevas metáforas de la Modernidad.

De este nuevo tempo ha también dá-dose cuenta la fotografía, que si un día nació para acortar la miopía —o mas bien la fal-ta de miras—, de las Artes de su momento, poco a poco ha ido ganando terreno a estas,

UNA JUGADA DE GOL PARA EL MUSEO DE BELLAS ARTES DE CÓRDOBA

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pudiendo considerarse ya una de ellas, y por tanto pudiendo establecer un fluido diálogo con ellas de igual a igual. De esta suerte, si en las catedrales de antaño, lo mismo que en nuestros primitivos museos, se ofrecía al es-pectador la contemplación de un ritual, de un espectáculo más o menos entendible en la que al espectador se le exigía el ser abso-luto cómplice; hoy, en la era de la catedral modernizada y globalizada, lo que se ofrece más cada día es un espectáculo, o mejor, la repetición de una misma representación.

O también y todavía mejor: cada vez hay que acudir más a imaginárselas, a inge-niárselas para que ese cubo blanco que era la sala de exposiciones del museo de las van-guardias, pueda continuar teniendo sentido. Y es aquí donde la fotografía contemporánea ha sabido también tomar partido. Y mucho.

Todo esto lo sabe muy bien JCN. Por ello, en constante beneficio de la duda, como principal duda metódica profesional derivada de su visión del mundo y de la prác-tica, en el texto que el mismo se escribiera para su presentación en la exposición titu-lada Museo latente, celebrada entre el 10 de febrero y el 31 de marzo de 1995 en el Museo de Bellas Artes de Córdoba para celebrar el 150 aniversario de su creación oficial, en la que JC tomó su alternativa museística lo-cal formando tanden junto a otros impor-tantes fotógrafos de su generación como lo son Tete Álvarez, Antonio Jesús González y Manuel Ángel Jiménez, pudo escribir lo que sigue: “Lo que se y se que lo sabes / ¿sirve de algo saberlo/ ¿Es la obra algo muerto/ en un museo, o algo vivo que se nutre de los espectadores“.

Nacían con estas palabras-verso un rico poema asonante con el que justificaba

el título de su propuesta Se que estás ahí, y en el que, a través de la duda metódica y el inte-rrogante existencial, afloraba esa dialéctica de la duda asentada —y yo diría también, a cada momento sembrada—, en la base del pensamiento de JC: la relación entre el fotógrafo y el mundo, entre el espectador y la obra, entre la exposición y el museo... Y así, sorteando anillos y eludiendo esferas, podíamos seguir subiendo hasta la dialéctica misma entre ciencia y pensamiento, macro-cosmos y microcosmos, hombre y dios, etcé-tera, etcétera, que no se si ahora el universo llega a acabar en dios. En todo caso, estas últimas seguro que las vamos a sobrentender una vez que hallamos visto y asimilado esta exposición.

Y nótese la naturaleza del adverbio de lugar de su título, porque va a ser harto significativa a la hora de enfrentarse a los planteamientos de N. Fijémonos que él es-cribe ahí, y no aquí o allí. Es decir, muy muy cerca pero no junto, al artista, que sería el aquí. Relativamente cerca, y no lejos, que sería el allí, del protagonista en primera per-sona. Lo que evidencia que el mundo de lo imaginado, el mundo del interrogante con respecto al objeto, en N se va a encontrar siempre muy muy cerca del yo, aunque no unido al sujeto.

Desde aquella fecha —1994— la re-lación de JCN con el Museo de Bellas Artes de Córdoba ha sido, podríamos decir, una relación cómplice. JC ha mirado y admira-do a su Museo, ese que tiene tan cerca de su casa, se ha comprometido con él y con toda el aura que lo envuelve y dispone, y el Museo ha sabido devolverle la caricia, poniéndose a su completa disposición.

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Pero volviendo al tema que nos ocu-pa, nos preguntamos ahora: ¿ Y quienes son los nuevos santos que han de estar en esas catedrales modernas ? Quiénes los más fir-mes candidatos a estar en un museo, a ser venerados en esos templum artis. Y JCN ha venido a darnos inmediatamente la respues-ta: los deportistas sin lugar a duda.

Y es que hoy en día, aquellos que se dedican al deporte son los que han llegado a tener, gracias a los mass-media, más tirada, más fama. Y por tanto, son los que nos en-señan, demuestran, deslumbran, fascinan y conmueven con sus hazañas o sus proezas. El tempus de los deportistas llega a marcar el nuestro y sus triunfos, además de cautivarnos, entrando en nuestros hogares cotidianamen-te, delimitan nuestro acontecer doméstico. Por tanto, los deportistas, y no los políticos-fervientes acérrimos de los Estados —ni los sacerdotes–fervientes acérrimos de las Igle-sias—, son sin duda, la manifestación prima-ria y mejor conseguida de nuestros grandes héroes modernos. La comparación que se ha hecho recientemente entre Leo Messi y el Mesías tiene sin duda mayor alcance que la simple asimilación fonética.

No le falta, pues, razón a N, y ha sido bajo esta bandera como este cordobés de pro, bujalanceño, de la tierra del olivo pero también de Antonio Palomino —como a él gusta reconocerlo—, se ha echado a la calle, cámara en mano, para retratar, con la auda-cia del reportero de guerra y siguiendo su personal estilo, su particular poética, para hacer todavía más míticos a los ya de por sí mitos catedralicios del deporte de la Córdo-ba contemporánea. Y es que son muchos los años en que Nievas anda trabajando con su

cámara, teniendo que enfrentarse al flash, al negativo, a la luz… por las calles y rincones de Córdoba, por sus diferentes santuarios, captando a las gentes del lugar y sus acon-tecimientos.

Por tanto, para él tampoco la elec-ción de la temática de esta exposición resulta totalmente nueva, pues —como digo— ya que ante su cámara han posado ya los perso-najes más significativos y trascendentales de la ciudad en todos los terrenos, con los que ha realizado diferentes exposiciones, utilizándo-los para diversos fines. Con todo ello puede decirse que N ha llegado a convertirse en algo así como en el Diego Velázquez de la corte contemporánea de la ciudad de los califas.

En paralelo, y especialmente du-rante los últimos tiempos, en un corto pe-riodo, como de pronto, JCN ha tenido que enfrentarse también al pc, a los discos duros, al power point, al makintosh, al pendrive, al dvd, al videoclip, al jotapegé, al tiff, al raug… y a tantas y tantas técnicas, variantes y deri-vados, con las que, en la actualidad, la foto-grafía, podríamos decir, ha hecho maridaje. A ellos ha sabido adaptarse perfectamente y de todo ello JC se ha hecho maestro, siendo consciente de que quizá “maridaje” no sea la palabra correcta, pues de virginal novia de vestido blanco apta para un desposorio, la fotografía ha pasado a portarse en deter-minados momentos como especial señorita de compañía, cuando no en encubridora prostituta de lujo, infiel a sus ascendientes, y recalcitrante y traicionera ponecuernos que apenas ha dejado nada de sabia herencia para sus descendientes.

A la par, cuando en la década de los ochenta de la veinteava centuria JCN

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empuñó su cámara de manera segura, con la firmeza, y también con la ceguera de un hombre enamorado, la fotografía había so-brepasado ya con creces su adolescencia, y también la de ese noviazgo o relación en di-ferentes grados, que le habían procurado las distintas vanguardias del siglo XX. De esta suerte, él ha venido trabajando casi desde siempre en el territorio de su reconstruc-ción estructural, pues, levantado el telón de la heterodoxia y de la experimentación, la fotografía se había apropiado ya, y de mane-ra muy particular, del campo de la pintura.

Para JCN la realidad se va a abrir siempre en virtual sinfonía de colores. Y eso la cámara también parece poder captarlo en un primer momento. Y si no puede del todo, pues luego lo demás es cuestión de proce-dimientos físicos o químicos, más o menos fáciles de obtener en laboratorio. Y de esta suerte, el fotógrafo se transmuta también en alquimista, tratando de obtener por piedra filosofal aquello que quizá antes haya podi-do ver incluso vía retina, y que el objetivo no le ha podido facilitar instrumentalmente.

Pero a más de resueltos los límites de la estética en que se mueve JC, otra de sus preocupaciones primigenias ha sido siem-pre para él la de la comunión del artista con su espectador. O lo que es lo mismo, cómo poder llegar al público de manera efectiva, haciendo que el vidente llegue a captar en su totalidad el mensaje del artista. Es este un problema, para él nunca satisfactoriamente resoluto, siempre en palestra, aunque para buena parte de los artistas de nuestro tiem-po haya llegado a ser de mínima trascenden-cia. Es en este sentido, y sobre este proble-ma, en 1994 JC preguntaba lo que sigue: “¿Es

el espectador algo insensible / que no se interesa por esa vida, / o capta y disfruta la energía/ que puso en la obra su autor ?”. Una pregunta ésta a mi entender bastante vana, pero que aflora siempre en la mente de todo aquel del que no han huido las preocupaciones de tipo social y entiende el acto creativo como el principio doméstico del rito que luego ha de desarrollarse en la catedral, es decir, en la sala de exposición o en el museo. Sin em-bargo, a JC parece determinarlo. Y mucho. Tanto que le lleva a poner en crisis también, tanto la noción de sujeto —creador como la de objeto— contemplado.

Pero si ello se produce en el campo de la estética, de su estética particular, ¿qué sucede en JC respecto al campo de la ética ?. A mi entender su práctica se plantea siem-pre en función de un problema básico: el de la relación del sujeto con los demás, con su entorno, entendiendo aquí sujeto como lo ha entendido el psicoanálisis de nuestro tiempo y entorno en el sentido más amplio y depurado de la palabra.

Y no me refiero a aquel viejo psicoa-nálisis freudiano que entendía al sujeto más que todo en función de parámetros sexua-les y parento-filiales, sino de ese otro más moderno, lacaniano diría yo, descendiente del existencialismo y cercano a esas pulsio-nes salvajes de un Bataille, que va a hacer del yo un problema experimental para en-lazarlo dialécticamente con el lenguaje y la metodología del estructuralismo. En él, en pretender querer dar satisfactoria respuesta al yo existencial, parece querer basar JC la finalidad de su práctica.

De aquí también otro de sus famosos interrogantes arrastrados desde 1994 hasta

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hoy: “¿Sirve de algo saber que está ahí/ si no nos unimos en sagrada comunión (¿Es la obra algo sin espectador, (¿Hay espectador sin obra) ?.”

Pero si el oxímoron como contradic-ción del sujeto tiene más de un doblez y pre-senta varias caras, la moneda – como típica representación del objeto – solo va a tener dos. Y puesto en crisis el sujeto no queda más remedio que poner también al objeto. En este sentido, JC ha sido uno de los que más se han preocupado por su parte oculta, por aquello que no es visto por el sujeto, y por tanto no aprehendido en el mismo, pero que sin embargo afecta determinante a su materia, y por derivación, a la figura-masa que es percibida por el espectador a través de sus sentidos.

En esta línea JC ha venido traba-jando desde hace bastante tiempo a partir del concepto o idea de detrás. Del detrás en tanto en cuanto es la parte más oculta de la cosa. Detrás es lo que no se ve del objeto, el reverso que determina el objeto, el verso como elemento indisoluble del recto, como se dice en cuanto a la obra de arte con palabras italianas. Por tanto, este detrás es elemento susceptible de aumentar el espacio permi-tido a la mirada, y por tanto susceptible de ampliación de las significaciones de la obra.

De esta suerte JCN siempre suele sacar en sus fotografías la parte trasera de las obras que su cámara capta, el detrás que solo han llegado a ver la mayoría de las veces tanto su ojo como el ojo de su máquina, que no el espectador. Por ello, cuando ha traba-jado algún tema en relación al Museo, JC ha fotografiado la trasera de las obras que en él se cuelgan, esa parte oculta que el especta-dor no ve pero que él, en este caso y como

espectador privilegiado, ha tenido la suerte de poder inmortalizar; convirtiendo así en icono, más que la cara aurífera de las obras, cu cara oculta, su dark side.

En esta línea y en relación al Museo de Bellas Artes de Córdoba, ha preferido también las obras pintadas sobre tabla a las realizadas sobre lienzo, ya que la tabla da más carácter a la imagen, presenta más ro-tundamente su antigüedad y sus elementos estructurales, parece mejor portadora de efectos visuales por su materia y texturas, y por tanto es más pictoricista y más apro-piada para la jugada que quiere plantearnos. Pero ahora toca pararla, pues el árbitro ha pitado el final del primer tiempo.

SEGUNDO TIEMPO

Jugando con el equipo de JCN siempre hay una ventaja: él siempre sabe lo que dice, y por tanto lo que plantea no es una bambochada, parece discurrir por camino cierto. De ahí su condición de artista, de ahí el que el artista deba ser el primer implicado en la película, su primer protagonista, que no el único. Por eso su imagen va a aparecer también siempre entre las de los distintos héroes, demostran-do con ello que está completamente impli-cado en el proceso, en la fenomenología que su obra deduce, y de la que él es parte inte-grante. Porque la creación y las dudas crea-tivas, nacen a partir del propio cuerpo. Y también porque para “ver” de verdad como “héroe”, hay que estar dentro, serlo.

Estando uno dentro se está seguro de lo que se hace. En este sentido, al igual que la Alicia de Lewis Carroll, JCN también parece haber realizado el viaje interior hacia

Page 15: Jugadas de museo. José Carlos Nievas

el fondo de los sueños. Conoce el país de las maravillas, y por tanto, ya no habla de él des-de la memoria, desde el recuerdo. Habla en-tonces desde la sabiduría, desde el intelecto, y puede establecer un discurso coherente y con propiedad sobre ello, lo que le permitirá también no salirse nunca de la realidad, y por eso su obra jamás ha perdido el referente a la misma, que es como casi si dijésemos, que ha sido siempre y es, en una medida u otra, fiel a los planteamientos primigenios de la técnica fotográfica, al menos de la primitiva.

Pero como hemos señalado ante-riormente, JC tampoco se ha olvidado nun-ca del exterior, de su entorno, ese que vive cada día intensamente por su trabajo, aun-que sea a través del objetivo.

Y del ahí surge también otra de sus eternas dudas metódicas: “¿Es el museo un lugar muerto/¿Quién hace un museo/¿podrá el espectador ser obra en un museo /¿Quién hace un museo”.

Pues sí, como él sabe perfectamen-te, un museo no puede funcionar tampoco sin público o clientes —elemento del que se nutren todos— pero, al igual que una ca-tedral, un museo no puede funcionar bien sin sus capillas —que son sus obras— ni sus santos —que son la figuras adoradas en las capillas—, y sobretodo, un museo tampoco puede funcionar perfectamente sin esos ojos del presente —depositarios de la memoria del pasado y modeladores de la futura— que van a ser los que le den su razón de ser.

Entre ellos, en esta otra Catedral—Museo de Córdoba, JC ha levantado alta-res a los mejores y más importantes santos de nuestro tiempo, a todos los que, — bien otrora bien ahora—, la mayoría hemos ado-

rado. Aleatoriamente tomados, ellos son: Paco Bustos, Carlos Machado, Gerardo Amián, Rafa Muñoz, Elena Domínguez, Miguel Reina, Antonio Cabello, Ricardo Guerrero, Rafa Lozano, Alfonso Reyes, Luís Castro, Belén Recio, Domingo García, Sara Moreno, Rafael Berges, Pablo Villarejo, Pepe Díaz y Javier López.

Y lo mismo que hay un claro noviaz-go de JCN con el Museo también hay una relación “aparentemente oculta” (que sola-mente el artista sabe y puede saber) de cada uno de estos héroes cordobeses del deporte con la obras del mismo, en tanto que un de-terminado dorso ha servido para componer una determinada capilla motivo de venera-ción. Nosotros, en tanto que conocedores del Museo, vamos a hacer solo un tímido intento, una anecdótica exposición de la re-lación que ha podido unir a uno y otra.

Para el retrato del balonmanista Paco Bustos JCN ha elegido el dorso del Bodegón de las naranjas de Rafael Romero Barros, como si esas naranjas de 1862 fueran esos balones que tantas veces Paco ha intro-ducido en el fondo de la portería. En este caso serían balones andaluces y cordobeses, ejemplificados en uno de nuestros frutos más preciados, que serían como vitaminados balones naranja que rompen en azahar al es-trellarse contra las redes.

Para el palista prieguense Carlos Ma-chado, ha utilizado el Anónimo Calvario sobre tabla en que aparece Cristo con San Juan y María Magdalena, como si los fornidos brazos de Cristo clavados en la cruz fuesen esas palas remeras que arrastran la canoa hasta la ansia-da meta, mientras a sus pies, sus más allegados rezan para que el triunfo pueda consumarse.

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Para el campeón de España de raid hípico Gerardo Amián, una Niña de la perla de Rafael Romero de Torres Pellicer, cuadro inacabado del hijo de Julio Romero… como si una niña cordobesa fuese la que entrega, a la vez que guarda, el más preciado tesoro debi-do al empuje del jinete sobre el mítico caba-llo Klux Klux, que tantos triunfos nos diera.

Para Rafa Muñoz, nuestro joven y fa-moso campeón de Europa de natación, fértil promesa todavía no del todo consumada, la Vista de Córdoba del belga Francisco Antonio Bossuet…como si su ciudad natal reconocie-ra y perdonara su huída formativa a tierras francesas…donde sin duda ha encontrado el alto nivel competitivo que la vieja y románti-ca Córdoba ya no podía darle.

A Elena Domínguez, nuestra de-portista culta, ha emparentado con la tabla de Baltasar del Águila que representa a San Juan Evangelista, como si de una prima y dis-cípula predilecta de Jesús se tratara, cuyos escritos nos han ayudado a poder entender mejor y completamente eso del misterio de la mujer apocalíptica, es decir, de la Inmacu-lada Concepción.

A Miguel Reina, uno de nuestros primeros grandes futbolistas, con descen-dencia mejor o igual en la actualidad, nada menos que con Pablo de Céspedes y su Vir-gen con ángeles, como si su gloria hubiese sido tan egregia como la que en su tiempo tuvo en el mundo civilizado el pintor racionero.

A nuestro gran ciclista Antonio Ca-bello con la Huída a Egipto de Antonio Pa-lomino, como preconizando que, si Antonio hubiese estado ahí, en el momento en que hubiese habido que sacar a la Familia Sagrada del país del Nilo, él hubiera prestado su bici-

cleta, para que, en todo caso, pudiese sustituir al pollino cuando éste se encontrase cansado.

A Ricardo Guerrero, nuestro gran alpinista, con el dorso del San Nicolás de Bari de Pedro de Córdoba, quizá para que el santo pudiese prestarle su báculo para que hiciese funciones de piolet cuando se hallase necesitado en una de sus míticas ascensiones.

Para Rafa Lozano, nuestro querido balita, —quichito pero matón—, campeón olímpico a fuerza de esfuerzo y tesón, el dor-so de la Mora en su jardín de Rafael Romero Barros, esa dulce cenicienta que melancólica espera la llegada de ese amado que le prohí-be la patria potestad, igual que él después del triunfo y la fama espera muy tranquilo la pública redención.

En cuanto a Alfonso Reyes, que sin duda está representando también a su hermano Felipe, tanto como él campeón de nuestro internacional baloncesto, con la anónima tabla que representa a San José con el Niño, como si uno y otro se llevasen siempre de la mano ejerciendo mutua ayuda paterno-filial a la hora de llevar el balón a la canasta, sea en juego de pivote o como ala.

Para Luis Castro, ese monstruo tan-tas veces caído al asfalto y elevado al cielo con la sola motocicleta, la Alegoría de la re-dención atribuida a Palomino, como si los abundantes rayos de luz que emanan de la sagrada custodia del cordero místico, unidos al pan y el vino que los putti le ofrecen, fue-sen dulcísimo manjar que ayuda una y otra vez a sobreponerse para alcanzar la gloria.

A Belén Recio, esa chica que en tan poco tiempo ha pasado del baloncesto a la pista y de la cancha al cielo, el del Mal de amores de Julio Romero de Torres, como si

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de una bella mujer andaluza se tratase, y que al contraluz, espera llegar al tercer y defi-nitivo estadio de su edad, el más maduro e importante, ese tercero que para le resta to-davía por alcanzar.

A nuestro Domingo García, esa gran persona que sobre silla de ruedas ha llegado a ser un as del levantamiento de peso en ban-ca, un dorso de un lienzo abstracto Sin título del Equipo-57, que por su parte delantera parece presentar esas formas abstractas y colores que le hormiguean por los párpados y el cerebro cuando cierra los ojos haciendo ese máximo y terrible esfuerzo que le permi-te ser héroe completo.

Para Sarita Moreno, esa émula de Maradona y goleadora sin par en el futbol femenino, el dorso de una tabla con la Piedad atribuida a Francisco de Castillejo, como si piedad es lo que hubiera de pedírsele a la hora de no machacar al equipo contrario, y máximo tesón a la hora de abandonarlo todo por el deporte, cual María que debió enfren-tarse incluso al sacrificio de su propio Hijo.

Para Rafael Berges, el motivo elegido ha sido la trasera de otra pequeña tabla en que Romero Barros representó un Domingo en Córdoba a orillas del Guadalqui-vir, como si nuestro gran futbolista hubiese sido un campechano triunfador en cualquier campo, por tener el futbol para él la facilidad de un party campero bien organizado, un asunto costumbrista que llega a convertirse en banal a fuerza de ejercitarlo.

Por lo demás, el propio José Carlos Nievas se ha representado al dorso de la tabla de la Virgen con ángeles de Baltasar del Águi-la, donde se representa a María una y trina en sus misterios de Inmaculada, Coronada

y Asunta en el cielo, tal y como se hacía en el siglo XVI, porque, igual que ella, el artista reúne en sí la tríada de cualidades necesarias para poder mandar por oficio y derecho.

Comentarios aparte, lo importan-te para JCN es que con esta exposición, ha vuelto a dar un importante paso más en su trayectoria expositiva, y creo no equivocarme si digo también que en su vida. Un paso que al final será un eslabón más de la cadena, pero que deparará profunda huella. Para mí, tra-bajador del Museo, lo importante también es que, con ella, JC ha llenado el Museo de Bellas Artes de Córdoba, de vida y de arte fotográ-fico… colmándolo sobretodo de modernidad.

Y con ella ha marcado sin duda tam-bién un gol casi definitivo, que vale una liga, demostrándonos que, respecto a su primera exposición con nosotros, han pasado más de una docena de años y su propuesta sigue tan viva y vigente, como al principio. Con este gol en verdad JC nos ha ganado, pero ha ga-nado también a todo su público de Córdoba, haciéndonos ver que lo triste de un encuen-tro es que al final no haya servido para nada, al igual que un partido nunca debería de aca-bar en empate, pues deja a uno flotando en ese inmenso mar de la inconsciencia que se extiende antes de la llegada a los territorios de la gloria.

jOSé MARíA PALEnCiA CEREzO

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El retrato es habitual en cualquier museo del mundo, la historia del arte contiene subli-mes obras en cualquier disciplina. En tiem-pos pasados los personajes de estos retratos eran de la realeza, poderosos o famosos (es-critores, políticos, etc).

La época moderna libera esta nor-ma por los profundos cambios tanto socia-les como técnicos y aporta una iconografía muy diversa a los museos, especialmente la fotografía ya que es un medio inmediato de captar imágenes que poco a poco van lle-gando a espacios reservados casi exclusiva-mente a las artes mayores, aportando una variedad infinita.

En este trabajo quiero recoger el tes-tigo clásico y actualizarlo con los personajes que en este tiempo aclama la gente. Futbo-listas, jugadores de baloncesto, nadadores olímpicos, deportistas de élite en la discipli-na que sea. Tótems actuales llegando a ser dioses de una moderna religión. Personas como cualquiera de nosotros que, con una disciplina infinita y aptitudes increíbles ha-cen soñar que podamos estar ahí desafiando como éllos a las leyes de la física, para correr, hacer canastas, goles o jugadas que debieran ser obras de museo.

Como hago habitualmente en mi obra, busco en lo inmediato y cercano como símbolo de lo universal. Córdoba, mi ciudad, y sus hijos o invitados ilustres.

Desde el Córdoba Club de Fútbol hasta el baloncesto y los deportes olímpicos

ó paralímpicos han llenado de gloria y orgu-llo patrio nuestro corazoncito.

En lo formal, regreso a mi mundo Pictórico-Fotográfico.

Por un lado, miro tras los cuadros descolgándolos de las paredes del museo para incorporar en su reverso a estos perso-najes ilustres, lo hago en obras de pintores no menos ilustres como mi paisano Acisclo Antonio Palomino. El fin es proponer una renovación partiendo de nuestro pasado, cual Ave Fénix.

En la segunda serie, la acción con-vive con el museo creando una tensión que rompe la quietud y sosiego. Es el contrapun-to que propongo para equilibrar mi pugna entre deporte y museo.

Estos son mis argumentos para ex-plorar los valores expresivos de las personas que conforman este universo y captar sus acciones de una manera creativa.

¿Se puede recrear una jugada histó-rica en las salas de un museo, al lado de obras de pintores de la talla de Julio Romero de Torres o esculturas de Mateo Inurria?. ¿Se puede convertir en cuadro de museo la fo-tografía de uno de los jugadores mas aven-tajados de la liga ACB?. ¿ Se puede nadar en la historia del arte?. No sé, tal vez tengamos que luchar un poco, aunque sea a puñetazos.

Ellos tienen medallas que lo avalan. Yo solo pretendo ser un médium.

jOSé CARLOS niEvAS

JUGADAS DE MUSEO

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Retratostextos francisco Merino

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EL DIáLoGo

¿Quién dice que los caballos no pueden hablar? Lo hacen, desde luego. Pero hay que saber entenderlos. Ese don, privilegio de pocos, lo posee Gerardo Amián, el hombre que cons-truyó junto al anglo árabe Klux Klux una de las alianzas más extraordinarias que se conocen en el mundo ecuestre cordobés. Amián adquirió en la ganaderia de Joaquín López Marín un caballo de dos años, con buena planta y la predisposición genética de sus progenitores: el purasangre Averroes y la yegua Formosa. Pretendía competir con él en pruebas de salto de obstáculos, pero Klux Klux le convenció de lo contrario. Mostró un vigor y un talento formidables en una de las carreras más duras de Andalucía, las 6 Horas de Pineda, y Amián reconsideró su idea inicial. Escuchó al caballo y lo entendió. Ambos se dedicaron al raid hípico, la competiciónmás feroz y exigente. Lo que sucedió después forma parte de una leyenda: tres títulos de campeón de España, una medalla de plata en los Juegos Ecuestres de La Haya y decenas de competiciones nacionales en las que el peculiar binomio causó la admiración de todos. La alianza duró once años. A los 24, en febrero del 2008 Klux Klux murió. Desde entonces se celebra un torneo anual en su memoria, en perpetuo homenaje a aquellos tiempos en los que Gerardo Amián escribió una parte fundamental de su lustroso expediente como uno de los nombres imprescindibles de la hípica en Córdoba.

Gerardo Amián García de Novales (Córdoba, 1958) ha sido campeón de España de Raid Hípico indi-

vidual (1993), campeón de España de Raid Hípico por equipos (1994, 1995), medalla de plata en los

Juegos Ecuestres de La Haya (1994), 1º en el Raid Internacional de Madrid (1995), medalla de bronce

en el Campeonato de España (1994) y triple medallista de oro en Campeonatos de Andalucía de Raid.

Gerardo AmíanSobre el reverso de la pintura Niña de la perla

de Rafael Romero de Torres Pellicer (Córdoba, 1899-1984)

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EL TIEMpo Es oro

Que todo sucediera tan rápido fue un hecho que cobró su significado al final, cuando los acontecimientos precipitaron el adiós. Los logros se acumularon vertiginosamente en el expediente de Berges, que antes de los 20 años había jugado más de 60 partidos en Segunda B con el Córdoba. Se fue al Tenerife, donde vivió aquellas ligas perdidas por el Real Madrid en la última jornada. Saltó después al Celta, donde le recuerdan como uno de los imprescin-dibles en el mejor equipo de todos los tiempos, aquel hurarán celeste que sembró el pavor por los escenarios de España y Europa con un estilo que aunaba eficacia y belleza. Allí cerró su etapa como jugador con la certeza de no haber llegado a su tope. Lo impidió una grave lesión cuando estaba a punto de cumplir los 28. Cuando regresó a casa para formar parte de uno de los más enloquecidos proyectos blanquiverdes de la última década, sabía ya que su destino estaba en los banquillos. En su casa guarda algo de lo que nadie en Córdoba, el paraíso de la joyería, puede presumir: una medalla de oro olímpica. Él estuvo allí, en aquella final ante Polonia en los Juegos de Barcelona’92, formando parte de un once para la historia: Toni, Ferrer, López, Abelardo, Solozábal, Berges, Luis Enrique, Guardiola, Lasa, Kiko y Alfonso. “Lucha por tu camino”, le aconsejó un día un compañero de profesión. Está en ello.

Rafael Berges Marín (Córdoba, 1971) jugó en el Córdoba (2ªB), el Tenerife (91-93) y el Celta (93-2001)

antes de terminar su carrera en el Córdoba (2002). Conquistó la única medalla de oro del fútbol espa-

ñol en unos Juegos Olímpicos en Barcelona’92.

Rafael Berges Sobre el reverso de la pintura Domingo en Córdoba a orillas del Guadalquivir

de Rafael Romero Barros (Moguer, Huelva, 1832 - Córdoba, 1895)

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EL CICLo pErFECTo

Jugar en el equipo de tu barrio, ingresar en el club más representativo de tu ciudad, progre-sar y dar el salto a un club de la máxima categoría nacional, seguir destacando y ser fichado por el mejor equipo de tu país, conquistar títulos nacionales e internacionales, vestir la camiseta de la selección española, cimentar un prestigio, construir una carrera en clubes de primer nivel, volver a casa, jugar en un equipo de tu tierra y sentir el respeto de todos antes de decir adiós. El ciclo perfecto de un deportista. Con eso sueñan todos. Algunos lo consiguen. A Paco Bustos se le puede ver cualquier día paseando por la ciudad con su familia. Un hombre joven, ataviado con chandal, que pasa desapercibido entre la multitud. Es uno de los mejores deportistas cordobeses de siempre, una presencia imprescindible para los seguidores del balonmano local, que vivieron su florecimiento y paladearon, desde una distancia cercana, sus logros entre los más grandes. El destino quiso que uno de ellos se produjera muy cerca de su barrio, el Campo de la Verdad, en 2001. Bustos formaba parte de un Barcelona que acudió al Palacio de Deportes Vista Alegre para hacer lo que en aquellos tiempos era una tiránica costumbre: ganar. Alcanzó la Copa Asobal. Cuando el legendario capitán Barrufet recibió el trofeo miró a un chaval que lucía el número 15 y le ofreció com-partir el gesto victorioso. Aquel muchacho era Paco Bustos.

Francisco Bustos Gámez (Córdoba, 1977) ha jugado en el el Cajasur Córdoba, Gáldar, FC Barcelo-

na, Cangas, Alcobendas, Algecias y Antequera. Ha sido tres veces internacional con España y en su

palmarés sobresalen una Liga Asobal, una Copa de Europa, una Recopa de Europa, dos Supercopas de

España y dos Copas Asobal.

Paco BustosSobre el reverso de la pintura Bodegón de naranjas de Rafael Romero Barros (Moguer, Huelva, 1832 - Córdoba, 1895)

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pIñóN FIJo

Contaba apenas 25 cuando le ocurrió aquello. El chasquido fue seco, brutal, definitivo. Juan Fernández y José Luis Laguía, dos tipos duros, jóvenes y ya curtidos en el sufrimiento de la carretera, se sobrecogieron al ver ese brazo izquierdo roto, desmadejado, dibujando un ángulo imposible y trágico en el cuerpo caído de un ciclista a pocos metros de la meta en Larrúa. Maldito sprint. Ese chico tenía agallas, sin duda. Antonio Cabello sabía a lo que iba. Se le metió en la cabeza lo del ciclismo en unos tiempos en los que en su tierra, en Córdoba, los niños querían ser futbolistas o toreros.“Que a nadie se le olvide que yo me hice ciclista en el norte. Me fui con la maleta y allí me dieron todo tipo de palos. Para llegar a ser algo nece-sitaba hacer mucho más que los demás”, recuerda. La Vuelta a Galicia era una oportunidad demasiado poderosa para dejarla pasar sin darlo todo. Todo. Tuvieron que reconstruirle la parte superior de la extremidad, padeció un calvario para rehabilitarse y volvió a subirse a la bicicleta. Pero nada fue igual que antes. A menudo el deporte no tiene piedad ni memoria. Y Antonio Cabello, el primer ciclista cordobés que fue profesional, volvió a casa y puso una tienda de bicicletas. ¿Fin? De etapa, quizá. Pero la carrera continuó.

Antonio Cabello (Córdoba, 1956) fue ciclista profesional durante tres temporadas, el primer cordobés

en conseguirlo. Fue el promotor y fundador del único equipo profesional de Andalucía, que compite

con el nombre de Andalucía Cajasur y del cual es director deportivo. Su hijo, Antonio Cabello júnior,

forma parte de la plantilla después una exitosa trayectoria durante su formación.

Antonio CabelloSobre el reverso de la pintura Huida a Egipto

de Antonio Palomino (Bujalance, Córdoba, 1655 - Madrid, 1726)

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QUErIDA MáQUINA

A todos les pasa lo mismo. La máquina y ellos son uno. El piloto discute con su moto, la idealiza, le pide fidelidad y respuestas correctas en los momentos clave, le suplica que no le falle cuando más lo necesita, le exige con frecuencia más de lo que puede dar y se enfada cuando eso no sucede, aunque siempre existirá un momento para la reconciliación. Como en un matrimonio. Luis Manuel Castro, en los circuitos desde 1995, sabe que no es bueno que la máquina mande. En la moto, como en los toros, al azar más vale no tentarlo. Pero no conviene olvidar que está ahí. Que se lo cuenten a este cordobés apasionado y vehemente, que se ha caído varias veces y se ha levantado muchas más. El quirófano, el gimnasio, la pista, el podio. El itinerario de un motorista de raza, un incomprendido desde que con la testarudez de los adolescentes decidió vivir la vida sobre dos ruedas. “Se te acabaron las motos, ¿verdad?”, le dijeron sus amigos cuando sufrió un accidente de tráfico y se rompió una mano. Con la indemnización que recibió, financió otra máquina. La fue poniendo a punto con lo que sacaba durante los fines de semana vendiendo en el mercadillo. A los 18 años debutó en el Campeonato de Andalucía. Hasta hoy. Su nombre es una referencia en el motociclismo andaluz.

Luis Manuel Castro (Córdoba, 1977) inició su trayectoria en 1995 compitiendo en el Campeonato de

Andalucía de 75cc. Durante un decenio ha compuesto un palmarés único en el panorama andaluz. Es

el fundador y eje del primer equipo profesional de motociclismo de la capital, el Córdoba Patrimonio

de la Humanidad.

Luis CastroSobre el reverso de la pintura Alegoría de la redención

de Antonio Palomino (Bujalance, Córdoba, 1655 - Madrid, 1726)

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MAEsTrA

Ella estuvo ahí, en el sitio justo para vivirlo todo hasta el límite. Quizá no para comprender-lo, como tantos otros, pero sí para percibir con total intensidad la magnitud de unos sucesos extraordinarios. Increíblemente bellos. Lamentablemente irrepetibles. Elena Domínguez es maestra. Se dedica a enseñar, una labor en la que alcanzar la excelencia requiere que antes se haya aprendido mucho. Si hablamos de voleibol, Elena Domìnguez es catedrática. Esa joven que adiestra a los talentos en formación en el Guadalquivir Futuro, un proyecto emergente desde los patrones de la humildad, fue un día uno de los estandartes de la edad de oro de esta especialidad en Córdoba. Fue hace apenas un lustro cuando Elena, rodeada de atletas que llegaban de todos los rincones del planeta, participó con un equipo de su tierra en la Su-perliga, el grupo de élite del deporte que siempre amó desde que en edad benjamín comenzó a jugar en el Adecor. Entró en el paraíso con gestas teñidas de azul y sufrió el desplome de un equipo legendario al que se tragaron las dificultades económicas. Aquel milagro ambulante estalló. Con el corazón aún encogido cruzó la acera para enrolarse en el Cajasur Córdoba, el otro representante de una ciudad que llegó a llevar la etiqueta de vanguardia en el deporte femenino antes de que todo se derrumbara. Del todo a la nada. ¿Creen que se ha rendido? Elena vive y juega para contarlo.

Elena Domínguez Gutiérrez (Córdoba, 1981) es una de las jugadoras más emblemáticas del voleibol

en Córdoba. Forjada en las divisiones inferiores del Adecor, llegó a militar en la máxima categoría

del país participando en todos los ascensos. También jugó en el Cajasur Córdoba, de la Superliga. Es

directiva, entrenadora y jugadora del Fundación Guadalquivir Futuro, un proyecto deportivo-social que

se ha convertido en un referente en la ciudad.

Elena DomínguezSobre el reverso de la pintura San Juan Evangelista

de Baltasar del Aguíla (Montilla, Córdoba, h 1540 - Córdoba, 1599)

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MANErAs DE vIvIr

Querer es poder, asegura el más célebre y contundente aforismo que existe para incitar a la autosuperación. La frase no tiene ningún poder en sí misma. Excepto si uno la cree con fe ciega y, sin ponerla jamás en cuestión, se la apropia como ley de vida. Hay gente que se atreve a hacerlo, por más que les tachen de ilusos. Las decisiones valientes nogarantizan el éxito, pero sí provocan el respeto. El mismo que se ha ganado a pulso Domingo García, un hombre que exprime su naturaleza hasta el límite. Fue uno de los más fuertes de España, una estrella del powerlifting -levantamiento de peso en banca- que consiguió representar a España en los Juegos Paralímpicos, bien como competidor o, más tarde, como juez árbitro. Ahora se ha propuesto elevar el nivel del atletismo en su ciudad desde la presidencia del club Deportivo Sur Córdoba 2016. Sus sueños cabalgan sobre una silla de ruedas. Eso, claro, es sólo un detalle. Una peculiaridad. “Nunca he estado de acuerdo con las etiquetas y como afectado me cuesta aceptar esa terminología de discapacitado que me colocan, a pesar de nuestras muchas limitaciones. Por eso me pregunto y les pregunto a ustedes: ¿Acaso alguna vez no se han sentido discapacitados a la hora de correr 100 metros en determinado tiempo, de estudiar una carrera universitaria o sencillamente a la hora de entender las reglas de determinados deportes?”.

Domingo García Pérez (Córdoba, 1962) participó en los Juegos Paralímpicos de Sidney 2000 en power-

lifting, una especialidad en la que se proclamó el mejor de España en los Mundiales de los Emiratos

Árabes en 1998. Allí fue décimo y batió el récord nacional, que luego mejoraría en 26 ocasiones. Como

juez ha intervenido en Europeos, Mundiales y Panamericanos. Es presidente del Club Deportivo Sur

Córdoba 2016 de atletismo.

Domingo GarcíaSobre el reverso de la pintura Sin título

del Equipo 57 (Córdoba, 1957 - 1961)

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LA DUDA ETErNA

“Estábamos cinco en una tienda North Face de 3 personas. Yo estaba en el extremo trasero junto a la puerta del ábside, encargado como siempre de uno de los infiernillos para la cena y el desayuno, por lo que tuve que ponerme, además del saco, el mono de plumas para pasar la noche. Por supuesto, no dormimos. El viento racheaba con fuerza desde que anocheció y cuando dieron las dos de la mañana, hora prevista de salir para la cumbre, todo indicaba que no era recomendable salir. O eso nos parecía a nosotros. Y, sin embargo, nos quedó la duda. Estábamos a 7.600 metros de altura en al Campo III del Cho Oyu y sólo nos separaban 600 metros de la cumbre. Éramos cinco principiantes en su primera expedición a un ochomil y nos quedó efectivamente la incógnita  de si podíamos o no haber hecho cumbre esa fría ma-ñana del mes de mayo de 2001. José Antonio Campos y yo lo hablamos cada vez que surge el tema y siempre pensamos que tal vez,  con algo más de experiencia, lo hubiésemos hecho. Pero lo único realmente cierto es que aunque puede haber decisiones más acertadas que las que uno toma en un determinado momento, la que tomamos esa noche lo fue porque eso nos ha permitido hacer otras muchas montañas y nos permite ahora, en el pos-monzón de 2007, volver a intentarlo”. (Ricardo Guerrero, alpinista).

Ricardo Guerrero (Córdoba, 7-7-1960) ha escalado los picos más altos de Europa, América y Asia: el

Mont Blanc (1996), el Aconcagua (1997, 2002 y 2007), el Pico Lenin (1999), el Cervino (2000), el Cho Oyu

(2007), el Broad Peak (2003), la Montaña Blanca (2004), el Shisha Pangma (2006), el Alpamayo (2007) y

el Everest (2008).

Ricardo GuerreroSobre el reverso de la pintura San Nicolás de Baride Pedro de Córdoba (activo en la 2ª mitad del siglo XV)

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A GoLpEs

Hay que tener arte para ganarse la vida dando puñetazos cuando uno mide metro y medio y apenas alcanza los cincuenta kilos de peso. A Rafa Lozano se le metió en la cabeza lo de ser boxeador cuando era un adolescente rebelde, ansioso por encontrar su camino, criado en una familia de héroes soñadores: tiene un hermano bailaor y su padre vende de todo, desde paraguas hasta camisetas del Madrid, haciéndole la competencia en sus mismas puertas al poderoso Corte Inglés. Díganme si eso no es echarle valor al asunto. Rafa peleó por primera vez a los 16 años. Desde entonces siempre estuvo a la altura. Se ganó el aprecio y el respeto de la gente, que sabe en el fondo quién se la está jugando. La vida, digo. Para un boxeador, cada combate es el último. Lozano siempre lo tuvo claro. Acumuló victorias a ritmo endiablado, asombrando a aficionados y rivales que se preguntaban cómo era posible esa fuerza explosiva camuflada en un cuerpo de niño. Hizo historia en su deporte y emocionó a todo el país con sus hazañas olímpicas. El Balita dio puñetazos en el ring y los encajó en la vida, que le ha dado algunos golpes bajos. Siempre le quedarán su indomable corazón y sus manos, las mismas que pueden estar por la mañana estrechando las del Rey de España en la Zarzuela y por la tarde atando las cuerdas de los guantes a un chaval en un modesto polideportivo de Córdoba.

Rafael Lozano Muñoz (Córdoba, 1970) es el boxeador español con mejor historial olímpico: quinto y

diploma en Barcelona’92, bronce en Atlanta’96 y plata en Sidney’2000. Ha acumulado más de 70 me-

dallas en campeonatos nacionales e internacionales como amateur.

Rafael Lozano Sobre el reverso de la pintura Mora en su jardín

de Rafael Romero Barros (Moguer, Huelva, 1832 - Córdoba, 1895)

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CoN Los sUYos

Murcia, 2008. El palista eleva el brazo con el puño cerrado, golpeando el aire con el corazón sobrecogido. No es la primera vez que realiza ese gesto, una rúbrica en el viento a un trabajo concluido del mejor de los modos posibles. No será la última. Carlos David Machado acaba de proclamarse campeón de la Copa del Rey en una disciplina de las consideradas raras por el gran público, un deporte que ocupa lugares residuales en los medios de comunicación de ma-sas pero que se ha convertido en una seña de identidad de un pueblo cordobés, Priego, en el que este joven es una verdadera celebridad. Le nombraron hijo predilecto de la localidad y sus paisanos le paran por la calle, como a los futbolistas, pero no para que les firme un autógrafo sino para cerciorarse de que sigue con ellos, de que no se marchará tentado por las ofertas de otros clubes y continuará luchando por mostrar algún día el título de campeón de Liga desde el balcón el Ayuntamiento. Lo lleva soñando desde que era un niño, desde el día en que su hermana se casó con Luis Calvo, legendario jugador catalán formado por maestros chinos que había sido internacional con España. Carlos tenía tres años. A los doce era el campeón de España alevín y el estandarte de un club familiar sin parangón en la historia: Calvo entrena y sus hermanos José Luis, Jesús y Miguel Ángel han sido jugador, delegado y presidente.

Carlos David Machado (Priego de Córdoba, 1980) ha desarrollado toda su trayectoria deportiva en el

Cajasur Priego, con el que ha conseguido tres veces la Copa de España. Internacional con España, ha

logrado proclamarse campeón individual en todas las categorías del tenis de mesa, desde alevín hasta

sénior.

Carlos Machado Sobre el reverso de la pintura Calvario

Anónimo Cordobés (activo en la 2ª mitad del siglo XVI)

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MEJor QUE MEJor

A Sarita le gustaba jugar al fútbol con su padre. No lo hacía mal. Peloteaba en la calle, con la chiquillería de Villarrubia, el pueblo donde nació y en el que comenzó a fabular esos esce-narios ideales que de niños sirven para estimular las aspiraciones más firmes. Quería ser fut-bolista. Cuando con 14 años ingresó en un equipo de la capital, el Deportivo Córdoba, no podía imaginar lo que sucedería después. Ni ella ni nadie. Un decenio después, puede decir que apenas le quedan desafíos por cumplir. Aquellas chavalas que instalaron su cuartel en el pabellón del Polígono Guadalquivir son hoy las mejores de España en su deporte. Sarita es ahora Sara Moreno en las alineaciones de los periódicos y en los listados que la Federación Española publica con los nombres de las jugadoras internacionales. Cuando las adversarias otean a lo lejos su sempiterno pañuelo negro en la cabeza saben lo que les espera. La cor-dobesa es una de las estrellas de un campeonato que, como ocurre con todos los deportes que orbitan alrededor del fútbol, carece de dimensión social y apenas tiene eco mediático más allá de los límites domésticos. Para entendernos: si esto fuera fútbol, Sara sería algo así como el madridista Raúl. El emblema del club, el símbolo de una época triunfal. No hubo jamás un deportista cordobés que alcanzara la internacionalidad absoluta proyectándose desde el equipo de su ciudad. Hasta que llegó Sara.

Sara Moreno Molina (Villarrubia, Córdoba, 1985) ha jugado toda su vida deportiva en el Cajasur Depor-

tivo Córdoba, exceptuando un breve periodo en el Valladolid. Con el equipo cordobés ha conquistado el

título de campeón de Liga de División de Honor, la Supercopa de España y la Copa Ibérica. Internacio-

nal con la selección española absoluta.

Sara MorenoSobre el reverso de la pintura Piedad

atribuida a Francisco de Castillejo (activo en Córdoba en la 2ª mitad del siglo XVI)

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EL FENóMENo

Cuando alguien alcanza la cima en una actividad, cuando la vara de medir el éxito es uno mismo, se suele decir que nació para eso. La naturaleza dotó a Rafael Muñoz de una estructura física perfecta para la natación. Altura, musculatura, envergadura de brazos, coordinación… Una carrocería de lujo que necesitaba un motor: la voluntad. Él la encontró, más dentro de sí mismo que en el entorno, y de conjunción surgió el más grande campeón que jamás haya visto la natación española. El primero en este país que consiguió un récord mundial y el primero en todo el continente europeo que bajó de los 23 segundos en los 50 metros mariposa, su prueba predilecta, en la que colecciona actuaciones impecables. “No soy una máquina”, dijo en una ocasión. Cierto. Era un niño hiperactivo y ahora es un hombre inquieto, con hambre de experiencias y mundo. Monstruos como Cavic y Phelps se humanizan cuando tienen delante a este cordobés indomable, que logró entrar en la historia del deporte español en algo menos de medio minuto. Un tiempo muy corto para demostrar que todas las largas horas de entrenamientos, viajes y soledad tenían sentido.

Rafael Muñoz Pérez (Córdoba, 1988) batió el récord del mundo de natación en 50 metros mariposa

(22.43) y tiene la segunda mejor marca de todos los tiempos en los 100 mariposa (50.58). Pertenece al

Club Natación Vista Alegre (Navial) desde niño y ha entrenado en el Cercle Nageurs de Marsella y en

el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat del Vallés. Disputó los Juegos Olímpicos de Pekín 2008

y tiene en su palmarés más de un centenar de medallas en campeonatos provinciales, autonómicos,

nacionales, europeos y mundiales.

Rafael Muñoz Sobre el reverso de la pintura Vista de Córdoba

de François-Antinie-Bossuet (Yprés, Belgica, 1800 - Bruselas, Belgica, 1889)

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LA ChICA DEL BLoQUE 5

“Belén, ¿te gustaría correr en serio?”. La niña rubia sonrió cuando Pilar Argueda, profesora del Colegio Calasancio, le propuso cambiar la cancha de baloncesto por la pista. Ella llevaba haciéndolo, y más en serio de lo que muchos suponían, desde mucho tiempo atrás. “Belén Recio Cuevas. Atleta”. Lo ponía bien claro en la tarjeta de visita de color rosa que sus padres le habían regalado cuando tenía ocho años. Y eso era por algo. Ahora, a los catorce, iba a tener hasta entrenador. Sus sueños se dispararon a la misma velocidad con que volaban sus pies, haciéndola inmune a los consejos de agoreros que le insistían en que querer ser velocis-ta en Córdoba podía tener un porvenir similar al de un marroquí que aspira a ser campeón del mundo de esquí alpino. Pero siguió. Y sigue. Campeona nacional de 200 metros lisos, ha intervenido en campeonatos de Europa y Mundiales con la selección española. Belén Recio es la mujer más veloz que jamás haya nacido en Córdoba, una joven de voz dulce tras la que se oculta una competidora implacable. La sobrina de Manolo Cuevas, el presidente del Club Taurino Finito Córdoba, la hija de Rafael y Encarni, no deja de asombrarse de su propia celebridad. Es la gacela de Ciudad Jardín. La chica del bloque 5.

Belén Recio Cuevas (Córdoba, 11-8-1980) ha militado en los clubes Cuevas de Nerja, Atletismo Sur

Diputación y Terra i Mar. Especialista en pruebas de velocidad (100, 200 y 400 metros), ha sido 17 veces

internacional entre 2003 y 2007, 3 veces campeona de España Absoluta de 100 metros lisos al aire

(2005-2006-2007), 3 veces campeona de España Absoluta de 200 metros al aire libre (2005-2006-2007)

y 4 veces campeona de España Absoluta de 200 metros en pista cubierta (2003-2005-2006-2007).

Belén Recio Sobre el reverso de la pintura Mal de amoresde Julio Romero de Torres (Córdoba, 1874-1930)

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MANo A MANo

Los jugadores del Atlético, abatidos, se miraban en silencio. Él no sabía donde poner los ojos. Desde luego, no dentro de la portería donde se alojaba el balón que Schwarzenbeck había propulsado desde muy lejos para convertirlo en el 1-1. Fue un disparo seco, pegado al palo. Él era el guardameta y no pudo evitarlo. Faltaban sólo 20 segundos para la conclusión de la prórroga en la final de la Copa de Europa de 1974 entre el Atlético de Madrid y el Bayern de Múnich. Los alemanes lloraban de alegría sobre el césped del estadio Heysel. Se habían ganado una oportunidad. Los atléticos derramaban lágrimas por haber perdido la suya. Eran dolorosamente conscientes de que acababan de escribir uno de los capítulos estelares de su leyenda como gloriosos perdedores. Dos días después, en el mismo escenario, se celebró el partido de desempate: 4-0 para los muniqueses. Miguel Reina no ganó aquella Copa de Europa ni ninguna otra después. El portero cordobés compuso una extraordinaria hoja de servicios en el fútbol y el destino le concedió una segunda oportunidad. Su hijo José Manuel, en las filas del Liverpool, sueña con agarrar la gloria que un 15 de mayo de 1974 le fue arrebatada a su padre.

Miguel Reina Santos (Córdoba, 1946) jugó 16 temporadas en Primera División en las filas del Córdoba

(1964-66),Barcelona (1966-73) y Atlético de Madrid (1973-80). Fue cinco veces internacional absoluto y

tiene en su palmarés 3 Copas del Generalísimo (Barcelona, 1968 y 1971; Atlético, 1976),1 Liga (Atlético,

1976-77) y 1 Intercontinental (Atlético, 1974).

Miguel ReinaSobre el reverso de la pintura Virgen con ángeles de Pablo de Céspedes (Córdoba, h. 1538 - 1608)

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EL MUNDo Es Mío

Se le escapa una media sonrisa cuando alguien en la calle se le acerca despacio y le dice con cierta timidez aquello de "tú eres...". "Sí, soy yo". Es el hermano mayor de Felipe, el primero de una saga extraordinaria: desde hace tres lustros no falta un miembro de la familia en la selección española. Este ingeniero de caminos encarnó ese carácter genuinamente latino que en fútbol se llamó furia española y que en baloncesto devino en un estilo indómito que revestía de dignidad las derrotas ante adversarios imbatibles, que en su tiempo los hubo en el sentido más pleno del término. Con él en la cancha, con su impactante tesón para agarrar los rebotes, con sus semiganchos casi indefendibles, con su motivador mensaje de superación, los equipos se hacían más grandes. En 1999 conquistó con la selección española la medalla de plata en el Europeo de Francia, un éxito que sirvió para remendar agujeros en el orgullo nacional después de una frustrante cadena de decepciones. Ese mismo año, en Lisboa, nació la generación que iba a cambiar la historia. Entre aquellos júniors de oro que vencieron a Estados Unidos figuraba un pívot de sorprendente madurez, que parecía disfrutar llevando el peso del trabajo duro bajo los tableros. Era Felipe, el hermano de Alfonso. Ambos compartieron internacionalidad en los Juegos de Atenas y en el Mundial de Indianápolis, el último del mayor antes de ver cómo el chico de la casa terminaba el sueño de hadas: fueron reyes del mundo en Japón.

Alfonso Reyes Cabanas (Córdoba, 19-9-1971) jugó en el Estudiantes, Unicaja, Racing de París, Real

Madrid y Breogán de Lugo, conquistando 2 Copas del Rey con el Estudiantes (1992 y 2000). Fue 140

veces internacional absoluto y logró la medalla de plata en los Europeos de Francia 99 y Suecia 2003, y

la de bronce en Turquía 2001.

Alfonso ReyesSobre el reverso de la pintura San José con el NiñoAnónimo cordobés (activo en la 1ª mitad del siglo XVI)

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Accionestextos francisco Merino

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voLvEr

Se suele decir, frecuentemente tras un fracaso o una decepción, que siempre existe una segunda oportunidad. Es una verdad a medias. Ocurre, sí, pero no es una regla matemática. Hay quien se la encuentra por pura suerte, por una concesión azarosa del destino; otros se dedican a acumular méritos para ganársela, a sabiendas de que no existe ninguna garantía. A este sector se afilió Pepe Díaz el mismo día en que fue consciente de que su sitio estaba en el club de su tierra, el Córdoba, del que salió cuando era un joven con más prisas que método. Era bueno, claro. Pero para ser profesional del fútbol se precisa algo más que habilidad con los pies. Díaz peregrinó por escenarios de segunda fila durante años. Se convirtió en un jornalero del balón que nunca echaba raíces en ningún lugar. Miraba desde lejos El Arcán-gel y se preguntaba por qué no estaba ahí. Ya encontró la respuesta. Pepe, aquel chico de Almodóvar, regresó hecho un hombre al mismo lugar en el que empezó. Una vuelta al punto de partida para levantar la voz a ritmo de goles. No hay discurso más convincente. Y en aquel estadio del que una vez se fue sin ruido hoy tiemblan los cimientos cuando miles de aficionados corean al unísono su nombre.

José Díaz Sánchez (Almodóvar del Río, Córdoba, 1980) se forjó en las divisiones inferiores del Córdoba

CF. Jugó posteriormente en el Pozoblanco (98-99), Novelda (98-01), Córdoba B (01-02), Cartagonova

(02-03), Écija Balompié (03-04), Guadalajara (04-05), Baza (05-06) y de nuevo en el Écija Balompié (06-

08) antes de regresar al Córdoba en verano del 2008.

Pepe Díaz

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Así Es LA vIDA

La vida es corta y está llena de obstáculos. Como una carrera de velocidad pura con vallas. Cada prueba es una metáfora en menos de diez segundos. Hay escollos que se superan sin rozarlos. Otros hacen que te tambalees, pero no te derriban. Aunque puede que sigas física-mente allí, recomponiendo la figura pero mentalmente aniquilado, engrosando tu nombre el listado de víctimas más del clásico axioma del deporte: si piensas que vas a perder, estás perdido. No hay, por supuesto, tiempo para mirar atrás. Una especialidad para jóvenes an-siosos por comerse el mundo. Como Javi, un cordobés que se enamoró un día del atletismo en su versión más electrizante: los 60 metros vallas. Pocos se atreven con una modalidad tan exigente, que reclama una respuesta explosiva del cuerpo y una alianza sin condiciones con la mente. El corredor debe ser una máquina global. Javi aprendió de todo: de los consejos de Laura Ansio, de su experiencia de varios clubes, de la competición y de las lesiones. Muy rá-pido. Es el campeón de España en categoría promesas y también en la absoluta en su prueba predilecta, de la que posee el vigente récord. Y quiere comprobar si por encima de ese cielo hay algo más. ¿Londres 2012?

Francisco Javier López López (Córdoba, 1989) es un atleta que ha militado en los equipos del Club de

Atletismo Cordobés, Diputación Sur y Cuevas de Nerja. Es el vigente campeón de España en categoría

promesas y absoluta en los 60 metros vallas.

Javier López

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EN CoNsTrUCCIóN

Un niño alto juega al baloncesto en el patio de un colegio. Una imagen frecuente, siempre festiva para los protagonistas, que tratan de conseguir réplicas sobre una pista de cemento de las formidables coreografías que sus ídolos realizan en los inmensos pabellones de la ACB o de la NBA, ese paraíso prometido en el que los mejores se retan entre sí. Todos sueñan con eso. Cada chaval que sobrepasa los límites de lo estándar, ya sea por sus condiciones físicas o por su habilidad, se transforma en una promesa. Hay cazadores de talentos que se dedican a buscar seres especiales por todo el mundo, expertos en detectar el gen del éxito antes incluso que sus propios poseedores.Uno de ellos vio un día en una pista de los Maristas a Pablo Villarejo, un chico grande. Pero había algo más que altura. Pablo, que fue el mejor rebotea-dor del Campeonato de España Infantil con Andalucía, fue reclutado por uno de los grandes del sur de España, el Cajasol sevillano, donde ha ido puliendo sus condiciones para mutar en un alero competente. En el torneo de Hospitalet, uno de los más prestigiosos del continente para juveniles, logró el título con su equipo y fue elegido en el quinteto ideal. Como antes lo fueron Pau Gasol, Navarro, Rudy Fernández o Ricky Rubio. No es mal comienzo.

Pablo Villarejo (Córdoba, 1992) jugó en las categorías formativas del Maristas y fichó siendo cadete por

el Cajasol de Sevilla. Ha sido internacional en divisiones inferiores con la selección española.

Pablo Villarejo

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Rafael Muñoz Pérez (Córdoba, 1988) batió el récord del mundo de natación en 50 metros mariposa

(22.43) y tiene la segunda mejor marca de todos los tiempos en los 100 mariposa (50.58). Pertenece al

Club Natación Vista Alegre (Navial) desde niño y ha entrenado en el Cercle Nageurs de Marsella y en

el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat del Vallés. Disputó los Juegos Olímpicos de Pekín 2008

y tiene en su palmarés más de un centenar de medallas en campeonatos provinciales, autonómicos,

nacionales, europeos y mundiales.

Rafael Muñoz

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José Carlos Nievas (Bujalance, Córdoba, 1966). Vive en Córdoba junto al museo de Bellas Artes.Graduado en fotografía en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Córdoba 1992. Realiza cursos de especialización con Joan Foncuberta, Miguel Ángel Yánez Polo, Rafael Navarro, Tony Catany, Alberto Schommer (con el que trabajó de ayudante), así como otros de archivística y conservación fotográfica y de informática aplicada a la imagen.Fotógrafo profesional desde 1992, ha impartido numerosos cursos y seminarios de fotografía y archivos. Trabaja en el mantenimiento y puesta en valor de algunas fototecas especializadas, así como proyectos en el ámbito de la Gestión Cultural.Como realizador y productor de anuncios para TV y videoclip, dirige trabajos para Ampanoia, Hom-bre Gancho, Lapido, Malparaiso, Digital 21, etc.Ha ilustrando catálogos de arte y libros para Xa-cobeo, CajaSur, Fundación Lara, etc. y publicado en prensa : Diario Córdoba, El Mundo, El País, etc. También numerosas carpetas de discos, como David Russell,premio Grammy del 2005. En el ámbito creativo, desde 1988 ha mostrado su obra en más de 20 exposiciones individuales y 70 colectivas a lo ancho de la geografía nacional

y en países como Italia, Francia, Luxemburgo, Estonia, Finlandia, EEUU, Argentina, Chile, Uruguay y México.Ha obtenido galardones como el Premio de honor “Libre expresión” de Puerto Real, en 1989. Obras adquiridas en el Premio Mezquita, Premio de honor en el concurso Jóvenes Fotógrafos Anda-luces, Primer Premio en el certamen “Imágenes Jóvenes” Instituto de la Juventud Madrid 1990, con el Equipo Artesanos de Ruido e individual-mente, etc.Ha publicado en numerosas revistas y catálogos, destacando con portafolio y portada “Arte Foto-gráfico” y “La Fotografía”.Su obra se encuentra representada en diversas colecciones publicas como:Museo de Bellas Artes, Córdoba. Junta de Anda-lucía, Colección “Jóvenes Fotógrafos”. Instituto de la Juventud (Ministerio de Asuntos Sociales) Madrid. Museo Ken Damy, Italia. Fototeca de Módena, Italia. Ministerio de Cultura, Luxem-burgo, etc.Así mismo su obra se encuentra en colecciones privadas como las de José Gálvez, Lucién Clerge, Gabriel Cualladó y otros.

jOSé CARLOS niEvAS