juegos tradicionales colombianos

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JUEGOS TRADICIONALES COLOMBIANOS Laura Camila Rubiano Parra- 20132187004 Karen Lorena Atuesta- 201321870 Sandra Johanna Jaramillo Rodríguez- 20132187003 Andrea Castaño Casas- 20132187242 Ana maría Arévalo López- 20132187010 Juego, tecnología y conocimiento infantil. Docente: Orlando Torres Mahecha. UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS FACULTAD DE CIENCIAS Y EDUCACIÓN LICENCIATURA EN PEDAGOGÍA INFALTIL IV SEMESTRE BOGOTÁ, MAYO DE 2015

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Page 1: Juegos tradicionales colombianos

JUEGOS TRADICIONALES COLOMBIANOS

Laura Camila Rubiano Parra- 20132187004

Karen Lorena Atuesta- 201321870

Sandra Johanna Jaramillo Rodríguez- 20132187003

Andrea Castaño Casas- 20132187242

Ana maría Arévalo López- 20132187010

Juego, tecnología y conocimiento infantil.

Docente: Orlando Torres Mahecha.

UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS

FACULTAD DE CIENCIAS Y EDUCACIÓN

LICENCIATURA EN PEDAGOGÍA INFALTIL

IV SEMESTRE

BOGOTÁ, MAYO DE 2015

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Juegos tradicionales Colombianos

Los juegos tradicionales son en esencia actividad lúdica surgida de la vivencia

tradicional y condicionada por la situación social, económica, cultural, histórica y

geográfica; hacen parte de una realidad específica y concreta, correspondiente a un

momento histórico determinado.

El carácter universal del juego y lo que representa como patrimonio cultural de la

humanidad debe ser tema de interés de los gobiernos, instituciones privadas y

organizaciones no gubernamentales, como resultado de lo cual deben realizarse

procesos permanentes de investigación, formación, promoción y gestión para su

desarrollo y construcción epistemológica, y para aprovechar sus múltiples beneficios

en bien de los niños, niñas, jóvenes, adultos y adultos mayores.

Los juegos tradicionales colombianos sobre los que hemos investigado son los

siguientes:

El puente está quebrado. Historia de un atajo

La calle 180, cuadra por la que se llegaba al puente, era un camino real o de

herradura, rodeado de algunos árboles que no hacían sino resaltar el aspecto rural de

la zona. Para bajar el mercado hasta las casas, los muchachos se cargaban las bolsas al

hombro y tenían que caminar desde la séptima, ya que los carros no se atrevían a

transitar por la otra entrada a San Antonio, la 182, conformada por varias cuadras

llenas de polvo y piedra en verano y lodo en invierno. Los vecinos no resistieron por

mucho tiempo esa situación, así que decidieron unirse y el 30 de julio de 1990 enviaron

una carta al director del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU). El 23 de agosto del

mismo año, Carlos Villegas, en representación del alcalde Juan Martín Caicedo Ferrer,

le comunicó a Leonidas García, presidente de 112 Memorias de la Ciudad Archivo de

Bogotá la Junta de Acción Comunal, que la petición acompañada de 142 firmas de

propietarios de casas, en la que se requería la ampliación de la 180 hasta la séptima,

había sido aprobada y que pronto las obras

se pondrían en marcha. La noticia los alegró

y no tuvieron tiempo para pensar que aquel

era el principio del fin.

Mientras tanto, el puente seguía siendo

un objeto importante, sobre todo para los

niños, porque este armazón de madera con

barandas a lado y lado y más o menos dos

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metros de largo era, además, un pasamanos con el que Diana Nope y “los de la cuadra”

tenían tardes enteras de diversión y caídas. Ella, estudiante de cuarto grado en

aquella época, sonríe al recordar cómo los borrachos, eternos amantes del suelo, se

tropezaban con los tres escalones que el puente tenía al comienzo y al final. Asimismo

recuerda: “Algunos de los del barrio tenían un pito a la mano”, prestos a avisar a los

demás de presencias extrañas que perturbaran la tranquilidad de un barrio que no

estaba lejos de ser un atracadero; las calles que discurrían junto al caño desaparecían

bajo la oscuridad de las noches sin luna, porque el alumbrado público era aún una

leyenda urbana.

Precisamente, por aquel ambiente de inseguridad que rondaba al puente, los

estudiantes preferían hacer su propio camino y utilizar llantas y tablas en un trecho

más abajo del paso “oficial”, que cruzaban divertidos dando saltos como los renacuajos

que habitaban el caño y los pastizales. Pero también ganó enemigos el puente, pues

estas circunstancias daban pie para que los Hermanos de la Salle armaran pleito

porque sus “sagrados” terrenos eran invadidos hasta por las vacas que llegaban a

pastar en los potreros más arriba de la séptima. Aunque pronto su anhelo de derribar

el puente de sus trasnochos, se iba a

convertir en realidad, pues a la par de la

solicitud para que hubiera vía principal, la

civilización tomó en sus brazos la parte más

rural de San Antonio. La razón por la que no

existía la 180 hasta la séptima era un

potrero que de acuerdo con don Manuel, que

vive hace 25 años en el lugar, pertenecía a un

militar de apellido París. Pero quien utilizaba

parte del terreno era Gegar Televisión (Germán García), dueño de una casona, más

conocida como La Perrera, donde convivían algunos perros utilizados para su programa.

El olor los hacía vecinos insoportables. Por el lado de la séptima, el lugar acogía algunas

casas campesinas que se alzaban imponentes y hermosas, las cuales fueron

inmortalizadas en la mente de doña Luz, comerciante del barrio y ex esposa de don

Manuel.

Un día del año 1992, alguien decidió que

era hora de aprovechar aquella extensión

de tierra, así que fue comprada y

convertida en lo que entonces se creía iba

a ser un triunfo de los inversionistas:

empezó la construcción de Codabas, centro

de alimentos, réplica reducida de

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Corabastos y edificación utilizada en programas de televisión como Pedro El Escamoso,

entre otros. 113 Talleres de crónicas barriales Antología, quienes construyeron fueron

conscientes de la necesidad de una calle digna de ser transitada por los autos lujosos

y los humildes carritos de mercado de quienes vivían cerca. Por fin hubo vía decente

para circular.

Del mismo modo, el transporte, escaso hasta entonces, encontró el cañón que lo

impulsó, permitiendo que San Antonio fuera reconocido como parte del mapa de

Bogotá, que crecía como un bostezo. Ya no era más un barrio pirata.

De puente a fortaleza Pero fue el puente el que cargó sobre sus frágiles tablas la

mala suerte de ser desechado y los Hermanos de La Salle respiraron a sus anchas.

Inclusive sus palabras demostraron el

alivio, pues don Manuel relata que el

hermano Oliverio dijo: “Bendito sea

Dios que pudimos quitar esa entrada”,

sin pensar que perjudicaría a una

inmensa cantidad de personas. De un

lado, los estudiantes fueron obligados

a ejercitarse a punta de caminar hasta

la entrada de la séptima. Al menos eso

era en teoría, pues por más que los

Hermanos trataron de cerrar el atajo de una cuadra más abajo, tanto padres como

niños lucharon por obtener un nuevo puente que jamás llegó. Algunas veces las tablas

se partían o las llantas facilitaban los resbalones y el barro cubría las ropas de quienes

corrían con semejante infortunio, pero, obviando el fétido olor que las aguas no

tratadas expelían, nada impidió que esta ruta fuera utilizada.

Los improvisados pontezuelos se convirtieron en muestras latentes de la

resistencia que todos creaban para desafiar la autoridad medieval. Los Hermanos

hacían la guerra retirando los objetos que casi a diario aparecían como por obra de un

duende. Cuando no podían reemplazarlos, las mamás se transformaban en expertas

jugadoras de básquet, lanzando a la otra orilla las cosas que los niños olvidaban, tal

como lo hacían doña Martha y doña Luz. También se afectaron las tiendas aledañas.

Doña Luz, la dueña de la tienda más cercana, cuenta como luego del abatimiento por la

desaparición del puente, algunos estudiantes y profesores sorteaban los peligros del

caño, jugando a la cuerda floja para comprar las onces o los útiles. Y es que el puente

le sirvió a doña Luz hasta para que dos muchachos cogieran a un chico que un día

intentó robarse una calculadora y se escapó saltando las llantas y las tablas puestas

por los estudiantes. Pero la cruzada por desaparecer la vía de acceso inventada fue

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suficiente para acallar las voces. El puente y sus alrededores tuvieron historia,

incluso, como fuente informal de ingresos. Doña Irene, dueña de una de las casas junto

al caño, mira no sin cierta melancolía hacia donde alguna vez existió el puente y habla

de su lucha por conseguir algún ingreso extra que le permitiera una vida menos difícil.

Por ello convocó a otros dos vecinos con los cuales pusieron junto al puente ventas de

comida, entre las cuales no faltaban los helados, arequipes, dulces y papas chorreadas.

Lo llamaban San Victorino.

Los envidiosos no soportaron su

éxito y decidieron montarles

competencia…“luego nos echaron”,

dice, cuando las autoridades

decidieron que ese no era sitio para

vender. 114 Memorias de la Ciudad

Archivo de Bogotá, las anécdotas no

faltaron. Poco antes de que cerraran

el puente, Jenny y sus amigos fueron

a Codabas a comer patilla con la

profesora Omaira y cuando volvían en fila, algunos de adelante dejaron cáscaras sobre

el puente, “más de uno se cayó por la patilla”, exclama ella entre risas.

Afortunadamente, era época de verano y el caño no constituía un gran peligro.

Dos generaciones sin atajos, desde ese entonces han transcurrido más de 17 años,

y se puede concluir que las palabras de dos generaciones que hicieron del puente un

objeto simbólico, se las ha llevado el viento o quizá navegan junto a la basura que el

caño arrastra hasta su desembocadura diez cuadras más abajo. Los nuevos

estudiantes se resignaron a caminar un trecho absurdo, sobre todo para quienes viven

junto al colegio; más de 15 minutos de recorrido, cuando antes lo máximo eran cinco.

Además, quienes tienen niños pequeños y les es imposible llevarlos a causa de sus

trabajos, tienen que contratar a alguien más o arriesgarse a dejarlos ir solos, porque

el “paseo” incluye un trayecto junto a la séptima, donde los carros no respetan los

límites de velocidad.

Este caño, hogar de un pequeño gran puente, está a punto de ocultarse bajo las

losas de una nueva vía que permitirá acceder a la carrera novena, supuestamente en

construcción. No es probable que los estudiantes se vean favorecidos, pues si tantos

años de disputas y peticiones no persuadieron a los directivos de la institución, mucho

menos lo hará esta ruta. El único beneficio que traería sería el de quitarle a los

marihuaneros el sitio para esconderse, así como el baño al aire libre a los borrachos.

Algunos aún pasan a brincos por el caño, tal como lo asegura doña Irene, pero son

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estos, esporádicos rebeldes, recopiladores de la memoria barrial, quienes batallan por

una causa perdida.

EL PUENTE ESTÁ QUEBRADO O PASA EL REY

El puente está quebrado

Con que lo curaremos

Con cáscara de huevo

Burritos al potrero

Que pase el rey

Que ha de pasar

Que alguno de sus hijos

Se ha de quedar.

El juego se inicia escogiendo dos

integrantes, los cuales se tomarán de las manos, extendiendo los brazos.

Los demás pasaran por debajo del puente que ahí se forma, cantando la ronda; quien

quede atrapado en el puente debe escoger entre el nombre de dos frutos que

representan cada uno de los integrantes del puente.

Los niños hacen una fila, agarrados

de la cintura del representante del

fruto que escogieron. La canción se

repite hasta que todos los niños/as

queden detrás de alguno de los dos.

Después cada fila comenzará a tirar

con fuerza hacia un lado diferente.

Gana la fila que logre desequilibrar

al otro equipo.

Reglas:

Cuando el niño/a queda atrapado en el puente no podrá salir de ahí, solo

entonces debe escoger una fruta para ser parte de ese equipo.

Una vez integrado en el equipo no podrá cambiarse al otro.

El que ya conozca las frutas no debe contarle a los demás participantes del

juego.

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La gallinita ciega

Historia Del Juego de la “Gallina Ciega”

Coluccio (1988) revela que la universalidad del juego de la "gallina ciega"

está ampliamente reconocida y que sus orígenes se remontan a ritos muy

antiguos relacionados con adoraciones prehistóricas. Etienvre (1978) en

un estudio de la obra de Rodrigo Caro (s. XVII) señala que el origen de la "gallina

ciega" habría que buscarlo en los juegos latinos, denominándose Musca aenea (Mosca

de metal). A su vez describe un juego similar al de la "gallina ciega" llamado "Yo soy

ciego de Granada", donde los muchachos suelen jugar imitando ciegos y tirando a dar

con un palo a tientas y dicen:

"Yo soy ciego y no veo nada,

A quien diere no se me da nada"

La "gallina ciega" se juega en Francia

desde hace unos mil años

aproximadamente. Los niños no saben,

cuando les vendan los ojos, que este juego

se practica porque un caballero muy

valiente de Francia llamado Collin

Maillard, quedó ciego un día de pelea y sin

soltar la espada no quiso que lo curasen,

sino que siguió peleando hasta morir.

Luego el Rey mandó que en las peleas de

juego, que se llamaban torneos, saliera

siempre a pelear un caballero con los ojos vendados, para que la gente de Francia no se

olvidara del gran arrojo mostrado por este hidalgo. (Fullera, 2004).

También queda recogido este juego en la Novela Picaresca Española, así, Úbeda

(1605) lo describe de la siguiente manera:

"Tras esto le asestó el sombrero sobre los ojos, no tanto por arroparle cuanto por

arroparse con la carpeta o sobremesa sin que lo columbrase el labrador, a quien

dejaba hecho pita ciega"

El juego consistía en vendar los ojos a uno de los jugadores hasta que coge a otro y

lo reconoce a base de palparlo y, en ese momento, éste es el vendado.

Rosa y Elhecle (2001) hacen mención a Alonso de Ledesma "Juegos de Noche Buena

a lo Divino" (1611), donde dicho autor dedica romances y redondillas a Cristo, a Dios, a

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la Virgen y algunos Santos, basados en juegos con un claro matiz moralizador, en

concreto a uno de ellos lo denomina "El Juego de la Gallina ciega" y que a continuación

detallamos:

P. ¿Qué venden en la tienda?

R. Espadas.

¿Qué venden en la plaza?

R. Escaramojos.

P. Con ellos te saquen los ojos si vieres.

R. Amén"

Covarrubias (1611) narra el juego así:

"Tienen los niños un juego que llaman

de la gallina ciega, atando a alguno de

ellos una venda a los ojos que no

pueda ver, y los demás le andan

alrededor tocando en el suelo con un

zapato, y diziendo; Zapato acá; y

suelen darle en las espaldas con él;

pero al que él diere palmada con la

mano o con el zapato, que trae en

ella, entra en su lugar. El juego es muy antiguo…"

Lequeux (1984) apunta que disponemos de un documento donde se explica el exacto

testimonio del médico de Luis XIII (s. XVII), donde queda recogido día a día la vida

del joven monarca e incluye la "gallina ciega" como una de las actividades lúdicas

preferidas por éste, participando a la edad de nueve años en este juego con las damas

de la corte y la Reina.

Rodríguez Marín (1882) apunta la siguiente versión:

"Gallinita ciega, e

¿Qué te s' ha perdío?

Una 'buja y un deá.

Pos échalo a buscá"

El juego de la gallinita ciega, ha sido representado mediante el arte por varios

artistas que han realizado diversos cuadros esbozando este juego, a continuación se

adjunta algunos de los cuadros a través de la historia:

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¿Cómo podemos jugarlo?

Se realizan grupos de 8 a 10 participantes

(aunque este número se puede incrementar sin

problemas para el desarrollo del juego).

En un espacio delimitado (no debe ser muy

amplio), los participantes forman un círculo con

uno de ellos, "la gallinita ciega", en el centro del

mismo y con los ojos tapados con un pañuelo o

trapo. La gallinita ciega antes de comenzar debe

dar tres vueltas en el lugar en donde este parado

para luego empezar a buscar a los demás

jugadores. Los participantes que forman el

círculo pueden cambiar de posición para despistar a la gallinita ciega, esta intentará

localizar, tocar e identificar a algún compañero, en caso de adivinarlo, este pasará a

ocupar su lugar.

Reglas:

“La gallinita ciega” no debe destaparse los ojos ni espiar a los demás jugadores.

Los participantes deben tratar de no hablar ni hacer ruidos.

Los participantes deben estar pendientes de que la gallinita ciega no tropiece

ni se golpee. Por esto también debe ser un espacio que no tenga muchos o

ningún obstáculo.

Si la gallinita ciega encuentra a alguien, esta persona debe permanecer inmóvil

mientras la gallinita ciega intenta adivinar quién es.

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Webgrafía

http://www.redcreacion.org/simposio2vg/NSanchez.htm

http://aprendeenlinea.udea.edu.co/revistas/index.php/educacionfisicaydeport

e/article/viewFile/2250/1811

http://www.banrepcultural.org/cronicas-barriales/pdf/el-puente-esta-

quebrado-historia-de-un-atajo.pdf

https://antropologiaycomunicacion.wordpress.com/2011/08/03/juegos-

tradicionales-colombianos-recopilacion/

http://claupatripei.blogspot.com/2012/09/el-puente-esta-quebrado.html

http://www.juegospopulares.org/index.php?option=com_k2&view=item&id=37:la

-gallinita-ciega&Item=10&lang=es

El juego de la gallina ciega.Una actitud lúdico – tradicional a través de la

historia. Julio Herrador. Maria Zagalaz. Emilio Martinez. Aranzazu Nuñez.

España. http://www.efdeportes.com/efd93/juego.htm

http://www.doslourdes.net/JUEtragallinaciega.htm

http://losjuegosdesiempre.ampersandiniciatives.es/wordpress/?p=56