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JUEGOS PELIGROSOS Una adicción forjada en el azar GUILLERMO RUIZ RODRÍGUEZ T enía 26 años cuan- do entró por prime- ra vez en contacto con el juego online. Fue entre amigos, un compañero lo comentó en su ambiente de trabajo y todos se abrieron una cuenta. Con sus primeros 10 euros ganó casi 500, pero en vez de retirarlos siguió apostando. Sabía que sus amigos habían dejado de jugar o mante- nían un nivel de gasto pequeño. Él, en cambio, fue aumentando su inversión en juego. Pero ya no ganaba. Cinco años después, Jesús prefiere un nombre ficti- cio para proteger su privacidad y lamenta el momento en el que despertó al “monstruo del juego” que lleva dentro. “Durante dos, tres años, la cantidad que solía gastar era de 1.000 euros al mes, por hacer una estimación. Luego empezó la necesidad. Cada vez que tenía intranquilidad, algún problema o simplemente no me encontra- ba bien, apostaba. Jugaba hasta que las apuestas fueron continuas en mi vida, eran mi día a día”, recuerda con la voz quebrada. Jesús había generado una deu- da de casi 40.000 euros cuando, según sus propias palabras, fue “descubierto en casa” y sus pa- dres decidieron llevarle a terapia. Allí fue diagnosticado de ludopa- tía, una enfermedad caracteriza- da por la adicción incontrolable al juego y la falta de control de los estímulos. Recibido con los brazos abiertos en el seno de la Asociación para la Prevención y Ayuda al Ludópata (APAL), una organización sin ánimo de lucro creada por jugadores y ac- tiva desde hace más de una dé- cada, se convenció de que era momento de hacer una última apuesta, esta vez, por su futuro. “Jugaba hasta que las apuestas fueron continuas en mi vida. Eran mi día a día.” Miles de españoles se enfren- tan actualmente, día a día, a una relación patológica con el juego. Mirándose en el espejo, cada uno de ellos podría reconocerse en la historia de Jesús, identificar en sus problemas los hábitos com- pulsivos y autodestructivos que caracterizan su adicción. La cifra de afectados por ella, en cambio, varía según a quién se le pre- gunte. Según la Administración y distintos estudios privados, aproximadamente 100.000 es- pañoles mayores de edad sufren de ludopatía y 300.000, sin ser jugadores patológicos, tienen problemas con el juego. Dos cifras, el 0,3% y el 0,9% de la 1

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JUEGOSPELIGROSOS

Una adicciónforjada en el azarGUILLERMO RUIZ RODRÍGUEZ

T enía 26 años cuan-do entró por prime-ra vez en contacto con el juego online. Fue entre amigos, un

compañero lo comentó en su ambiente de trabajo y todos se abrieron una cuenta. Con sus primeros 10 euros ganó casi 500, pero en vez de retirarlos siguió apostando. Sabía que sus amigos habían dejado de jugar o mante-nían un nivel de gasto pequeño. Él, en cambio, fue aumentando su inversión en juego. Pero ya no ganaba. Cinco años después, Jesús prefiere un nombre ficti-cio para proteger su privacidad y lamenta el momento en el que despertó al “monstruo del juego” que lleva dentro.

“Durante dos, tres años, la cantidad que solía gastar era de 1.000 euros al mes, por hacer una estimación. Luego empezó la necesidad. Cada vez que tenía intranquilidad, algún problema o simplemente no me encontra-ba bien, apostaba. Jugaba hasta que las apuestas fueron continuas en mi vida, eran mi día a día”, recuerda con la voz quebrada.

Jesús había generado una deu-da de casi 40.000 euros cuando, según sus propias palabras, fue “descubierto en casa” y sus pa-dres decidieron llevarle a terapia. Allí fue diagnosticado de ludopa-tía, una enfermedad caracteriza-da por la adicción incontrolable al juego y la falta de control de los estímulos. Recibido con los brazos abiertos en el seno de la Asociación para la Prevención y Ayuda al Ludópata (APAL), una organización sin ánimo de lucro creada por jugadores y ac-tiva desde hace más de una dé-cada, se convenció de que era momento de hacer una última apuesta, esta vez, por su futuro.

“Jugaba hasta que las apuestas fueron continuas en mi vida. Eran mi día a día.”

Miles de españoles se enfren-tan actualmente, día a día, a una relación patológica con el juego. Mirándose en el espejo, cada uno de ellos podría reconocerse en la historia de Jesús, identificar en sus problemas los hábitos com-pulsivos y autodestructivos que caracterizan su adicción. La cifra de afectados por ella, en cambio, varía según a quién se le pre-gunte. Según la Administración y distintos estudios privados, aproximadamente 100.000 es-pañoles mayores de edad sufren de ludopatía y 300.000, sin ser jugadores patológicos, tienen problemas con el juego. Dos cifras, el 0,3% y el 0,9% de la

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Una adicciónforjada en el azar

población adulta española res-pectivamente, que se quedan muy cortas para otros agentes re-lacionados con la enfermedad.

Las asociaciones de jugado-res y numerosos expertos del ámbito médico aseguran que las estadísticas dejan fuera a grupos como los menores de edad y emplean criterios muy restricti-vos en la definición del jugador patológico. Para ellos, el juego problemático podría alcanzar al 2% de la población adulta es-pañola, unas 680.000 personas. Pero su principal preocupación se dirige a la evolución de esa cifra. Frente a la histórica estabi-lidad que estudios y autoridades

atribuyen a la tasa de ludopatía, desde el movimiento asociativo se advierte de una tendencia al alza paralela a la expansión de la industria del juego. Una situa-ción que podría arrastrar, ocul-to bajo las descomunales cifras económicas, un problema social de gravedad y de escala similar.

una industria milmillonaria. Más del 80% de los españo-les mayores de edad participa-ron en algún juego de azar en 2016, según el estudio Percep-ción social sobre el juego de azar en España 2017 realizado por la Universidad Carlos III y la Fundación Codere. El azar es

Fuente: Pixabay

es una actividad muy arraigada en la sociedad española, don-de la participación en juegos como la lotería de Navidad es considerada tradición e institu-ción por muchas familias. Sin embargo, hasta no hace tanto tiempo, la oferta del sector del juego en nuestro país se limi-taba a las loterías estatales y a los sorteos de la ONCE.

Fue la despenalización del juego en España en 1977 la que supuso el abandono del mono-polio público y la apertura del sector a nuevos actores y modelos de negocio. Se inició entonces un constante y dinámico desarrollo económico que, por el contrario,

fue acompañado por una política regulatoria estática. Las únicas modificaciones relevantes, has-ta bien entrada la década de los 2000, fueron las que progresiva-mente trasladaron las competen-cias del juego presencial del ám-bito estatal al autonómico.

Internet, como en tantos otros aspectos, cambió el panorama del sector del azar español. El surgi-miento de formas de juego que eliminaban la condición presen-cial hizo evidente la necesidad de establecer un nuevo marco jurí-dico. La normativa debía respon-der a los nuevos interrogantes del mercado y, dada la imposi-bilidad de imponer barreras te-rritoriales a la red, debía hacerlo desde el ámbito estatal.

La respuesta legislativa llegó en mayo de 2011 con la apro-bación de la Ley de Regulación del Juego (LRJ). Su objetivo era establecer un nuevo sistema de explotación y gestión de los juegos de azar y, en especial, de aquellos asentados en medios electrónicos. Su forma de ha-cerlo, la implantación de un

81,7% de los españoles participa en algún juego de azar al menos una vez al año

100.000españoles padecen adicción al juego, de acuerdo con la administración

300.000españoles, sin ser adictos, tiene problemas con el juego según la administración

680.000personas se verían afectadas por el juego problemático según las asociaciones

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LAS CIFRAS DEL SECTOR DEL JUEGO

CANTIDADES JUGADAS EN JUEGO PRESENCIAL(Millones de euros)

CANTIDADES JUGADAS EN JUEGO online(Millones de euros)

27.079 millones de euros en 2016

71,3% del total del sector

10.885,9millones de euros en 2016

28,7% del total del sector

Loterías y Apuestas del Estado ONCE

Juegos de gestión privada Otros juegos Apuestas deportivas Casino online Póker Bingo y concursos

La industria del azar español movió 37.964,9 millones de euros en 2016, su máximo histórico, y obtuvo unos beneficios de 9.093,6 millones de euros

margen de juego (GGr) del sector PRESENCIAL(Millones de euros)

margen de juego (GGr) del sector online(Millones de euros)

8.664,3 millones de euros en 2016

95,1% del total del sector

-0,1%crecimiento respecto a 2012

438,4 millones de euros en 2016

4,9% del total del sector

403,7%crecimiento respecto a 2012

Fuente: Memoria Anual DGOJ 2016, Anuario del juego en España 2015-2016 y estimaciones propias Infografía: Elaboración propia

régimen de licencias, control y sanciones. Aunque la LRJ pre-veía la creación de un órgano in-dependiente, este nunca llegó a crearse y las competencias estata-les en materia de juego han sido asumidas por la Dirección Gene-ral de Ordenación del Juego (DGOJ), dependiente del Mi-nisterio de Hacienda.

La LRJ se convirtió en la primera normativa integral de la actividad del juego desde su despenalización. Su aprobación permitió abordar puntos clave como el fraude fiscal o la rela-ción entre operadores y usuarios. Además, desde entonces, hablar de la industria del juego en Espa-ña requiere de la distinción entre juego presencial y juego online. Ambos mantienen la esencia y principios básicos del juego. Sin embargo, sus características, normativa y situación económi-ca difieren claramente.

El juego presencial está explo-tado por la Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado, la ONCE y los operadores privados previstos por cada Comunidad Autónoma. Se encuentra en fase de recuperación tras la crisis eco-nómica, que demostró la elastici-dad del sector al hacerlo pasar de un máximo histórico de 32.140 millones de euros en 2008 a cifras inferiores a las de principio de si-glo, 23.966 millones de euros, en 2013. En la actualidad, aunque las estadísticas muestran una ten-dencia general creciente, puede observarse que mientras algunas formas de azar como las loterías estatales parecen ajenas al vaivén del mercado; otras como los casi-nos, bingos y locales de apuestas se hallan en fase de renovación o implantación; y un tercer grupo, en el que se encuentan la ONCE o las apuestas hípicas, muestran un progresivo declive.

El juego online está regulado en su mayor parte por la DGOJ y los operadores predominan-tes son de ámbito estatal. En el aspecto económico, este sector parece ajeno al contexto de crisis del país y ha experimentado una progresión imparable desde su regulación. Entre 2012 y 2016, el gasto en juego online se multiplicó prácticamente por cuatro, un creci-miento exponencial que, según fuentes de la Administración, se debe a que “todo producto nuevo tiene una fase de ascenso claro hasta su consolidación”. Esta, además, no habría llegado aún y podría prolongar las actuales tasas de crecimiento algunos años, se-gún fuentes oficiales. Salvo el póker, todos los sectores del juego online muestran una cla-ra tendencia al alza, siendo las

apuestas deportivas y los juegos de casino –que representan el 56% y el 27% del volumen to-tal de negocio– los juegos do-minantes en el sector.

En 2016, la suma de las can-tidades jugadas en los ámbitos online y presencial resultó en el máximo histórico del sector

del azar español: 37.964,9 millones de euros. Los be-neficios reales de la industria y el gasto real de los jugado-

res, sin embargo, vienen deter-minados por el Gross Gaming Revenue (GGR), resultante de restar a las cantidades arries-gadas los premios repartidos. En 2016, el GGR de la indus-tria española del juego fue de 9.093,6 millones de euros. De ellos, 8.664,3 fueron aportados por el sector presencial y 429,3 por el sector online. A pesar de

El número de jugadores online creció un 47% en-

tre 2014 y 2016.

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que el ámbito red aún supone un porcentaje muy reducido del sector del juego, 4,9% del GGR, su proporción sobre el total está creciendo rápida y regularmente.

De la misma manera, cada vez un mayor número de jugadores integra las nuevas formas de azar entre sus actividades. Mientras que el porcentaje total de usua-rios del azar se ha mantenido estable en los últimos años, la popularidad del juego online, las apuestas deportivas o los salones de juego han subido como la es-puma. En 2016, las estimaciones sitúan en 1.380.000 el número de españoles que se conectaron al menos una vez a las webs de jue-go, un 67% más que en 2014. En ese mismo periodo de tiempo, el número de clientes de salones de juego y locales de apuestas ha-bría crecido un 46% y un 54%, situándose respectivamente en 1.800.000 y 1.900.000 usuarios.

Es destacable, además, que el perfil de estas nuevas formas de juego difiera del perfil tradicio-nal de jugador. Incluso aunque el estudio Percepción social sobre el juego de azar en España 2017 señala un rejuvenecimiento del jugador en el azar tradicional, especialmente en bingos y casi-nos, este mismo estudio señala que casi el 50% de los clientes de apuestas deportivas y el 68% de los clientes de salones tendrían menos de 35 años, siendo ade-más hombres, respectivamente, el 90,3% y el 61,9% de ellos. Estas características sociológicas se repetirían en el juego online, donde, según el estudio Análisis del perfil del jugador online publi-cado en 2015 por la DGOJ, el 83% de los jugadores serían varo-nes y el 67% menores de 35 años.

La creciente incorporación de la juventud al mundo del juego genera mucho debate entre los agentes del sector. Mientras que para la Administración es fruto de la generalización del juego

“Antes encontrar un adicto al juego de 18, 19, 20 años, era rarí-simo. Pero ahora, en los últimos años, son muy numerosos.”

online o de los locales de apues-tas como nuevas formas de ocio, las asociaciones de jugadores pa-tológicos alegan que el cambio de perfil de jugador conlleva un cambio en el perfil del ludópa-ta. Para ellas, la implantación del juego en el imaginario de los jóvenes españoles convierte a este grupo, aún vulnerable se-gún los expertos, en un caldo de cultivo para el juego patológico.

nuevos juegos, nuevos ludó-patas. Victoriano, un jugador rehabilitado de 58 años, respon-de a lo que tradicionalmente se ha considerado el perfil de ludó-pata. Jugador de tragaperras des-de los 15 años, padeció adicción hasta hace nueve, momento en el que entró en APAL. Desde entonces no ha dejado de acudir a esta asociación, si bien hoy lo hace en calidad de presidente, ayudando a personas que, como Jesús, siguen cayendo en las re-des del juego. Según él, los adic-tos cada vez son más jóvenes. “El perfil que está entrando ahora es de menos de 35 años. Antes encontrar un adicto al juego de 18, 19, 20 años, era rarísimo. Pero ahora, en los últimos años, son muy numerosos”, declara.

Los últimos estudios de la Fe-deración Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (FEJAR) –en la que se agrupan APAL y otras 20 asociaciones de toda España– alertan del descenso en la edad de sus pacientes. Juan Lamas, su director técnico, destaca que en la actualidad “se ha incorporado

en los centros de tratamiento un perfil de paciente mucho más jo-ven, que en lugar de ser un usua-rio analógico es un usuario digital y que, por tanto, aprovecha todas las herramientas que dan las nue-vas tecnologías para acceder al sector del juego”. Los resultados del estudio Percepción social sobre el juego de azar en España 2017 parecen confirmar esta impre-sión. Según los mismos, en con-tra de ese “Victoriano” que los españoles proyectan en su cabe-za, el perfil de los jugadores pa-tológicos se encontraría en torno a los 25 años y se caracterizaría por un estatus social medio-alto. El hecho de que el perfil de adicto al juego que arrojan los datos difiera del anclado en el imaginario colectivo revela una normalización del juego dentro de la sociedad, así como la exis-tencia de unos niveles de toleran-cia más altos hacia los nuevos juegos y jugadores. Esto, que desde la Administración se consi-dera positivo por permitir la per-cepción del juego como “una posibilidad más de ocio”, implica para el doctor Camilo Vázquez que la sociedad española ha deja-do de percibir el juego como una actividad peligrosa y potencial-mente adictiva. “Hemos pasado a ver el juego como un deporte o una alternativa de ocio, y lo que más me preocupa, sin que percibamos una diferencia clara entre lo que supone el juego para un menor y para un adul-to”, afirma este psiquiatra ex-perto en adicciones.

1.380.000 españoles conectaron al menos una vez en 2016 con alguna web de juego online

1.900.0001.800.000españoles acudieron a salones de juego y locales de apuestas

83,3% 66,5%de los jugadores del ámbito online son hombres/menores de 35 años

y

90,3% 48,6%de los clientes de locales de apuestas deportivas son hombres/menores de 35 años

67,8% 48,6%de los clientes de salones de juego son hombres/menores de 35 años

Los locales de apuestas se han convertido en una de las alternativas de ocio de moda entre los jóvenes Foto: Guillermo Ruiz

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el cambio en el perfil del adicto al juego

La preocupación por la juven-tud del nuevo perfil de ludópata se justifica en que, siendo la lu-dopatía una patología basada en la falta de control de los estímu-los, la edad puede ser un factor determinante en el desarrollo de la adicción. Itsaso Serrano, psicó-loga clínica en APAL, explica que “si una persona empieza a jugar cuando el cerebro –que hasta los 25 años no para de crecer– se está formando, las consecuencias son muchísimo peores que si una persona empieza a los 30 años”. Los sistemas de control de la conducta son los últimos en de-sarrollarse en una persona. Esto es, los jóvenes tienen una alta ca-pacidad para sentir emociones o experimentar, pero no plenas fa-cultades para controlar dichas emociones. “Todavía no tienen herramientas para regularse a planes de futuro, proyectos o cir-cunstancias más allá de sus ganas de jugar”, señala Vázquez.

Teniendo en cuenta lo ante-rior, resulta comprensible que la relación entre el juego y los menores de edad sea uno de los temas más preocupantes y con-trovertidos. En España, los me-nores de 18 años tienen prohibi-da su participación en juegos de azar y su acceso a los locales en los que estos se oferten. Desde la Administración se esgrimen in-formes que afirman que “no hay menores jugando online”, y se confía en que las Comunidades Autónomas “ejerzan su labor de forma responsable” para impedir el acceso de los menores al juego.

Sin embargo, la realidad es que muchos de ellos lo hacen suplantando la identidad de un mayor de edad o gracias a la per-misividad de los salones de juego, como demuestra la presencia de pandillas de adolescentes en estos locales o la asistencia de jóvenes de 16 y 17 años a asociaciones como APAL. Y aunque las aso-ciaciones reconocen que cuando un menor suplanta la identidad

de un adulto no se pueden exigir responsabilidades al operador o la Administración competente, sí reclaman que se visibilice este problema y que se actúe contra él. “Una cosa es que no haya estadísticas y otra que no haya jugadores, que es muy diferente.

Estadísticas tenemos las asocia-ciones, lógicamente el Estado no te va a hacer estadísticas de me-nores porque realmente para ellos no existen. Si las hubiera, ahí se estaría viendo el enorme hueco por donde los pececitos se están colando”, señala Itsaso Serrano.

Manuel (otro nombre ficticio) sería uno de esos “pececitos” que con 16 años descubrió los loca-les de apuestas deportivas. Acce-diendo a ellos con un DNI falso, comenzó a apostar a un ritmo de entre 5 y 10 euros a la semana. Las semanas que se quedaba sin dinero, cogía dinero a su madre o utilizaba el que ella le daba para otros usos. Y al cumplir 17 años, decidió registrarse en una plataforma de juego online.

“Me registré por internet en una casa de apuestas con el DNI de mi padre. Al principio gana-ba bastante, a un ritmo de 100 euros por semana, pero esto se acabó a finales de 2015 y perdí todo lo que había ganado antes.

Decidí recuperarlo robándole primero a mi madre y luego a mi padre sus tarjetas de crédito. Y acabé gastando casi 2000 euros en menos de dos semanas”.

El testimonio de Manuel re-vela que el peligro del nuevo per-fil de adictos al juego no reside

solo en su edad. Según numero-sos estudios y expertos, las nue-vas formas de juego son mucho más adictivas y destructivas que las tradicionales. “En uno o dos años puedes hacer un agujero a nivel de deuda igual o mayor que en 20 o 30 años jugando a

otro tipo de juegos”, indica Its-aso Serrano. El tintineo de las fichas y monedas se ha sustitui-do por la rapidez de los clicks, unos y ceros. Antes, el jugador compulsivo debía acudir a un espacio físico deter-minado, expuesto a la mirada crítica de otros. Ahora, en cambio, las nuevas tecnologías y la proliferación de los salones de juego han elimina-do las barreras físicas y socia-les del juego. “Con el móvil yo estoy en mi habitación y mi madre no sabe si estoy hacien-do los deberes o estoy jugan-do al póker”, explica Serrano.

La primera consecuencia de esa ausencia de barreras es, se-gún el doctor Vázquez, que dado que ni la actividad ni el dinero utilizado son tangibles el asidero con la realidad es menor que en otros juegos. “Se pierde la pers-pectiva material de lo que puedes perder o ganar”, señala. Además, la facilidad de acceso –el que una persona pueda jugarse 10, 100 o 1.000 euros en cualquier mo-mento o lugar desde un dispositi-vo móvil–, facilita la creación de hábitos de juego y la mencionada ocultación de esta actividad. “Es mucho más difícil reconocer has-ta qué punto uno dedica tiempo al juego si es fragmentado, si va intercalado en momentos en que no se está haciendo verdadera-mente nada”, expone Vázquez.

Los resultados del estudio Percepción social sobre el juego de azar en España 2017 le dan la ra-zón. En juegos como las apuestas deportivas o los casinos, especial-mente atractivos para los jóvenes, la frecuencia de juego y la escala de riesgo es más elevada que en otros juegos. Algo parecido ocu-rre con el juego online, donde el porcentaje de juego problemáti-co se dispara entre aquellos que juegan habitualmente. En cual-quier caso, como señala el psicó-logo Eduardo Torres, no es que la edad, el nivel socioeconómico o las características de la forma de juego generen por sí solos lu-dopatía. Pero, aclara, “si tú tienes vulnerabilidad a nivel individual o a nivel familiar y tienes tanto acceso, con tan poca informa-ción sobre qué es la ludopatía, sobre cómo regular las nuevas tecnologías, sobre sus peligros... pues es un cepo muy atractivo y, al final, sí que se produce eso”.

A Pedro (nombre ficticio), por ejemplo, fue su primo de 17 años quien le introdujo en el mundo de las apuestas deportivas. Sin embargo, al con-trario que él, Pedro

no sabía parar. Aunque en su primera etapa con el juego llegó a escribir en una libreta que de-seaba dejar de jugar, a dicha eta-pa siguieron otras. “Yo nunca fui consciente de lo enganchado que estaba. Iba al gimnasio, traba-

“Una cosa es que no haya estadísti-cas y otra que no haya jugadores menores”

“Hasta el día del entierro de mi padre estuve pendiente de

alguna apuesta”

“Hemos pasado a ver el juego como un deporte o una alternativa de ocio.”

Los jugadores patológicos desarrollan la adicción cada vez más rápido y a menor edad

perfil tradicional nuevo perfil

40 - 50

edad

nivel socioeconómico

juegos habituales

20 - 30

Medio-bajo Medio-alto

Tragaperras Casino

Juego onlineApuestas

Fuente: Percepción social sobre el juego de azar en España 2017 Infografía: Elaboración propia

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jaba, hacía una ‘vida normal’, o eso creía. Pero mi cabeza siempre estaba funcionando en las apues-tas”, reconoce. Tras la muerte de su padre, Pedro se aisló definitiva-mente de su familia y amigos y se refugió en las apuestas, cayendo de pleno en la adicción. “Hasta el día del entierro estuve pendien-te de alguna apuesta”, confiesa.

Un problema individual, fa-miliar y social . Hasta no hace mucho tiempo, ser adicto al juego equivalía a ser un vicioso a ojos de la sociedad. La incon-trolable e imperiosa necesidad de jugar para sentir fuegos arti-ficiales, aún a costa de la razón y de las decisiones tomadas, era considerada una debilidad moral sobre la que solo caían estigmas. Fue la última revisión del Ma-nual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, la biblia de la psiquiatría estadouniden-se, la que en 2013 reconoció a la ludopatía como la primera adicción conductual, carente de sustancia adictiva. La compulsi-vidad y la falta de límites pasa-ron de malos hábitos a síntomas.

Actualmente, la ciencia ha demostrado que el juego patoló-gico afecta directamente al cere-bro, secuestrando algunas de sus funciones y dañando otras. La adicción altera los circuitos neu-ronales del sujeto para asignar un valor supremo al juego, por

encima de los estudios, el tra-bajo, la familia o incluso la vida misma. Los ludópatas no aban-donan la actividad hasta que esta termina y tratan de retomarla lo antes posible. Miguel (nombre ficticio), un miembro de Juga-dores Anónimos, reconoce que el juego le “arrastraba hasta que fundía la última peseta, o el últi-mo minuto de cada tiempo que tenía para disfrutar”. A pesar de que era consciente de que el juego le quitaba mucho más de lo que le aportaba, también sa-bía que por sí solo no era capaz de controlar sus ganas de jugar.

“La última vez que yo jugué, recuerdo que tenía un billete... 50 euros. Paré a tomarme un café, y después de haber pagado y de que me dieran la vuelta, me dije a mí mismo: “no vayas a la máquina, que se va todo detrás”. Según me lo iba diciendo, ya esta-ba echando la primera moneda”.

Para Eduardo Torres, la situa-ción de Miguel se explica por la facilidad con la que los adictos al juego eliminan cualquier barrera que los proteja. Los estudios re-velan que un gran porcentaje de los enfermos comparten carac-terísticas como el pensamiento continuo en el juego, el recurso a esta actividad para escapar de los problemas o recuperar dinero perdido anteriormente, y el de-sarrollo de tolerancia respecto a la sensación que provoca el azar. Recurriendo a estrategias como la mentira, el autoengaño o el secretismo, tratan por todos los medios de seguir jugando y de enterrar los problemas que esto

genera. “Si yo necesito dinero, voy a hacer todo lo posible para cogerlo o que me lo des, todo lo posible”, remarca Victoriano.Pero no es que el jugador no vea la realidad porque no quiera. Como señala Itsaso Serrano, la ludopatía genera unas distorsio-nes cognitivas que le hacen ver solo lo que gana. Una especie de efecto bola de nieve que, además, se vería potenciado por la rapi-dez y privacidad que ofrecen las nuevas formas de juego. Cuanto más se integran estas en la socie-dad española, más complicado es para los jugadores problemáticos cobrar conciencia del daño que les hacen y más fácil es para ellos ocultar su situación a los demás.

Manuel, por ejemplo, no reco-nocía tener una adicción al juego cuando fue des-cubierto por sus padres y llevado a terapia. A pesar de que prometió no volver a jugar, si-guió apostando a escondidas. “En esa época mentía mucho, dormía poco, salía poco de casa, estaba como triste, me

“Si yo necesito dinero, voy a hacer todo lo posible para cogerlo o que me lo des.”

2013se reconoce la ludopatía como la primera adicción conductual

“La adicción altera los cir-cuitos neuro-

nales del sujeto para asignar un

valor supremo al juego.”

las características de los jugadores patológicos españoles

La soledad es una de las características de los adictos al juego, que suelen encerrarse en sí mismos Fuente: Unsplash

Pensamiento continuo en el juego

Juego para evadirse de los problemas

Juego para recuperar dinero perdido

Creación de problemas familiares

Tolerancia a la sensación de jugar

Síndrome de abstinencia

Mentira y autoengaño

Mantenimiento financiero

Pérdida de control

Actos ilegales

Fuente: Estudio sobre prevalencia, comportamiento y características de los usuarios de juegos de azar en España 2015 Infografía: Elaboración propia

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afectó mucho en los estudios”, relata. Llegó a robar los datos de la tarjeta de crédito de un amigo y a gastar 2300 euros de su cuen-ta, siendo detenido al poco tiem-po. Aunque finalmente sus actos no tuvieron consecuencias ju-diciales, la relación con su fami-lia y su amigo se deterioró notablemente.

También en el caso de Sergio (nombre ficticio) el peso de la adicción al juego acabó desmo-ronando su familia. A día de hoy, ya rehabilitado, reconoce que durante cuatro años descuidó to-talmente a su hija y llegó a mal-tratar a su pareja. “Jugaba a todo y mi mente y mi vida eran juego las 24 horas del día”, admite. Así lo afirman también José y Óscar

(nombres ficticios), a los que sus parejas abandonaron tras varios ultimátum y recaídas. “Acabé sin hijas, sin mujer, sin familia, sin nadie”, recuerda José. Al igual que Sergio, actualmente ambos han podido reconstruir su vida, en gran parte gracias al apoyo de sus seres queridos. Pero han deja-do muchas cosas por el camino. Pedro llegó a jugarse 40.000 eu-ros y perdió su empresa. Óscar, por su parte, lleva más de tres años sin ver a sus hijas.

Como demuestran los tes-timonios anteriores, detrás del individuo con adicción al juego se encuentran unas estructuras familiares y sociales que induda-blemente afectan y se ven afecta-das por la adicción. La ludopatía actúa como una onda expansiva cuyas consecuencias económi-cas o emocionales sobrepasan la figura del propio enfermo. De hecho, como explica el presiden-te de la Asociación Leganense de Jugadores En Rehabilitación

(ALEJER), la mayoría de los in-tegrantes no acuden por volun-tad propia, sino obligados por sus parejas o familiares cuando el agujero económico o los con-flictos generados por el juego son insostenibles. Tanto jugadores como expertos y asociaciones afirman rotundamente que la

ludopatía es un problema del in-dividuo, pero también familiar y social. Para combatirlo, reclaman que todos los agentes implicados, incluido el Estado, deben ser par-te activa y trabajar juntos.

El problema, señala el doctor Camilo Vázquez, es la existencia de una “dicotomía muy clara en-tre la actividad pública y la pri-vada”. Mientras que desde el ám-bito de las asociaciones y de los profesionales especializados se ha detectado que la adicción al juego

es un problema de gran calado, Vázquez considera que las autori-dades no han asumido la respon-sabilidad que les corresponde. Esto mismo manifiestan también jugadores y asociaciones, que demandan al Estado más inver-sión e iniciativa y critican la ac-tual regulación del juego.

Fuentes del ministerio de Ha-cienda aseguran que tanto la LRJ como las políticas de la DGOJ se centran en establecer normas y mecanismos de control frente a los operadores y en proporcio-nar a los jugadores herramientas para no caer en hábitos de jue-go problemático. “La actividad de juego está gravada y regulada para proteger”, defienden. En cambio, para el redactor de la pá-gina web Ley del Juego, dedicada a analizar el régimen jurídico del juego en España y las infraccio-nes e irregularidades de sus ope-radores, “la regulación del sector ha perseguido una finalidad ex-clusivamente recaudatoria”.

“Acabé sin hijas, sin mujer, sin familia, sin nadie.”

“Se está trasladando que el juego es una actividad inocua y que no produce nin-gún daño.”

Las casas de apuestas online se han situado en la cumbre del mecenazgo deportivo, patrocinando toda clase de carreras, eventos e incluso equipos Fuente: Wikimedia Commons - Flickr

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Los representantes de los ju-gadores reprochan que las líneas de acción de la DGOJ no se han traducido en medidas concretas y han permitido la construcción de una relación asimétrica entre jugadores, operadores y legisla-dores. Mientras que los primeros estarían sometidos a las cláusulas abusivas de las plataformas de juego y carecerían de protección administra-tiva ante ellas, estas se habrían aprovechado de la regulación para dotar de una apariencia de legalidad a muchas prácticas –como la anulación de apuestas o la limitación de las cuentas de aquellos jugadores con muchas ganancias– que los tribunales han declarado ilegales. La DGOJ, por su parte y según el redactor de Ley del Juego, se limitaría a mirar para otro lado. Para él, lo que existe hoy no es una política de Juego Responsa-ble sino “una mera declaración

de intenciones carente de con-tenido, que deja totalmente en manos de las casas de apuestas las medidas a adoptar para pre-venir la ludopatía”.

En este sentido, el aspecto so-bre el que asociaciones, expertos y jugadores son más críticos con la Administración es la publici-dad. Actualmente no existe nin-gún tipo de regulación específica sobre los anuncios de juego en España, más allá de la obligatoria presencia de los sellos de “juego seguro” y “juego responsable” y de un código de conducta de ca-rácter voluntario para los opera-dores. Aunque la DGOJ previó hace más de dos años la creación de un Real Decreto sobre publi-

cidad y juego responsable, este nunca llegó a impulsarse. “Por el tema político de la falta de go-bierno se quedó metido en un ca-jón y no hay manera de que lo sa-quen”, detalla el director técnico de FEJAR Juan José Lamas.

Mientras, los operadores del juego no pierden el tiempo. En las calles proliferan los locales de apuestas y en los medios a las tradicionales campañas publici-tarias de la ONCE, la Primitiva o la Lotería Nacional se han uni-do las de las casas de apuestas o juego online, que solo en 2016 invirtieron casi 400 millones de euros en marketing. Utilizando el gancho del deporte, se vin-

cula el juego con algo saludable, se muestra como una actividad di-vertida y relajada, y se insta a los jugadores a emular a sus ído-los. Un bombardeo

de mensajes comerciales que, para Lamas, apunta a cualquier forma de sortear las medidas de juego responsable y atraer a sectores de la población vulne-rables a estos mensajes. “Se está trasladando que el juego es una actividad inocua y que no pro-duce ningún daño”, critica.

Esta idea, de hecho, es defen-dida desde la Administración.

Según fuentes del Ministerio de Hacienda, el objetivo de la pu-blicidad del juego debe ser el de transmitir este como una forma de diversión y no de ganar –o per-der– dinero. La publicidad sobre juego, apuntan, se orienta y diri-ge a personas que no tienen nin-gún problema con esta actividad. “Lo que tienen que hacer aque-llas personas que tienen algún problema de juego es auto-pro-hibirse y no jugar”, manifiestan. Si bien reconocen que personas vulnerables pueden sufrir un im-pacto publicitario, argumentan que mientras estén inscritas en el Registro General de Interdic-ciones de Acceso al Juego, que permite renunciar al derecho al juego, estarán protegidas.

La ciencia y la experiencia, sin embargo, demuestran que para un adicto al juego los mensajes que apelan a la razón o voluntad son como una gota en un océano ante sus ansias de jugar. Para el psicólogo Eduardo Torres, que en un anuncio se pida “juegue con moderación” es como decir “mire, vamos a anunciar cocaí-na, pero consúmala con mo-deración”. Ni siquiera la lista de auto-prohibidos ofrecería la protección su f i c i en t e en la situa-ción actual. Según explican las asociaciones, rara vez se comprueba en loca-les que no sean bingos y casinos. Además, como indica el presi-dente de APAL, es muy compli-cado que una persona con pro-blemas de juego los reconozca voluntariamente y se auto-pro-híba. “Dile tú a un enfermo de ludopatía que te haga una apues-ta nada más, ya verás lo que te dice”, afirma con sorna.

Conforme a numerosos ex-pertos, las características de mar-keting que orbitan alrededor del juego se asemejan mucho a las que rodeaban al tabaco hace años. “Antes te decían que una persona fumándose un cigarro tenía cla-se, un estatus social... pero no te decían que provoca cáncer y que igual te morías en 10 años”, ex-plica Itsaso Serrano. Con los me-dios y el Estado lucrándose con cada calada, el tabaco se convir-tió en un caramelo envenenado

396,4millones de euros gastaron los operadores de juego online en marketing en 2016

10% - 25%es el rango de fiscalidad de los juegos de azar

353%ha aumentado la inversión publicitaria en el ámbito online desde 2013

que no comenzó a regularse hasta que el daño y el gasto que pro-ducía superaron a los ingresos que generaba. Una situación que asusta dadas las semejanzas que presenta con la actualidad del sector del juego. Para el redac-tor de Ley del juego, la combi-nación de “casas de puestas con una avaricia desmedida”, de una “Administración permisiva” y de “medios de comunicación volca-dos con el juego” tendrá conse-

cuencias de-sastrosas en el medio y largo plazo.

“El juego es una burbuja que ellos están intentando hinchar y que ahora no van a pinchar”, argu-menta Eduardo Torres.

También lo creen así otros ex-pertos y las asociaciones, cons-cientes de que el juego, que tiene unos márgenes de fiscalidad en-tre el 10 y el 25%, es una “gallina de los huevos de oro” para las ar-cas estatales y autonómicas. Pre-guntados sobre el futuro, no muestran muchas esperanzas so-bre una intervención de las auto-ridades a corto plazo para atajar el problema de la adicción al jue-go. Torres insiste en que ahora mismo “sirve socialmente que haya ludópatas”. Para él, la pre-gunta de si la ludopatía irá en aumento en los próximos años no da lugar a dudas. “¡Claro! si esto es un negocio... incluso para los psicólogos. Estamos todos encantados de que haya ludópa-tas”, afirma irónicamente.

“La regulación del sector ha persegui-do una finalidad exclusivamente recaudatoria.”

“Estamos todos encantados de que haya ludópatas.”

“Vamos a anunciar

cocaína, con-súmala con

moderación.”

Las casas de apuestas online se han situado en la cumbre del mecenazgo deportivo, patrocinando toda clase de carreras, eventos e incluso equipos Fuente: Wikimedia Commons - Flickr

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Concienciar, prevenir y supe-rar. Para Juan José Lamas, la si-tuación de la adicción al juego estallará cuando haya una masa crítica suficiente como para que no se pueda mantener debajo de la alfombra. El creciente aumen-to del interés por la ludopatía en los ámbitos asociativo, médico o académico puede ser fundamen-tal para ofrecer luz sobre la pro-blemática y las consecuencias de esta patología. El director técnico de FEJAR, como representante de las asociaciones, considera que una parte importante de su labor debe ser la concien-ciación sobre lo que implica la ludopatía, la denuncia de la si-tuación actual y la elaboración de propuestas para mejorarla.

A este respecto, tanto expertos como asociaciones consideran que una hipotética toma de pos-tura debería establecerse sobre al menos tres pilares fundamenta-les. Por un lado, una regulación y restricción de la publicidad sobre el juego que protegiera a los colectivos vulnerables y no

ofreciera una imagen sesgada de la actividad. En segundo lugar, la elaboración de una verdadera po-lítica de juego responsable, con exigencias concretas y con san-ciones a los operadores de jue-go en caso de incumplimiento. Y, por último, el aumento de la inversión en concienciación, pre-vención y tratamiento directo de la adicción al juego.

En la actuali-dad, sin embar-go, la edificación de los mencio-nados pilares se enfrenta a nume-rosos obstáculos, muchos de ellos derivados de los

conflictos de competencias. Si bien la DGOJ es el canal de co-municación entre las asociacio-nes y la administración, el ám-bito de acción de dicho órgano respecto a la ludopatía se limita a la información y prevención. Fuentes del Ministerio de Ha-cienda señalan que las competen-cias de la DGOJ no le permiten ir más allá de estudiar el impacto de la ludopatía, siendo respon-sabilidad de las Comunidades Autónomas –que poseen además

las competencias sobre el juego presencial e ingresan todos los impuestos sobre el juego– el to-mar las medidas necesarias para su tratamiento.

Para las asociaciones, en la práctica esta situación permite a la DGOJ lavarse las manos y dificulta mucho su labor de de-nuncia e intervención. Aunque las diferencias territoriales se están reduciendo, Lamas desta-ca que aún hay ocasiones en las que FEJAR tiene que enfrentarse a 17 legislaciones distintas. Una barrera que, sin embargo, no im-pide a la federación perseverar en su lucha contra la ludopatía. “En la medida en que FEJAR, como portavoz de las asociaciones, sea capaz de exigir y de convencer a las administraciones públicas, se va a establecer un proceso que a lo mejor no implica la super-vivencia de los centros de tra-tamiento o de las asociaciones, pero que seguro va a permitir una canalización de la demanda, va a permitir que los enfermos tengan una vía de salida”, afirma.

Por el momento, en cualquier caso, son asociaciones como APAL o ALEJER las que están llevando el peso del tratamiento de los adictos al juego. A pesar de que la ludopatía está integrada en la cartera de servicios del Sistema Nacional de Salud y de que todas las administraciones han hecho declaraciones de principios, solo Cataluña y Madrid tienen un nú-mero significativo de pacientes en hospitales o unidades especí-ficas. El resto, en cambio, se esta-rían aprovechando del trabajo de unas asociaciones que sobreviven gracias a la labor de voluntarios y la autofinanciación, pues apenas reciben ayudas públicas.

Victoriano, por ejemplo, afirma que la última ayuda que recibió su asociación fue una subvención de 1.800 euros del Distrito de Ciudad Lineal que apenas cubrió un mes de alqui-

“Solo Cataluña y Madrid tienen un

número significativo de pacientes en hos-

pitales o unidades específicas.”

“No tenemos ningún técnico de apoyo por-

que no tenemos me-dios económicos para tenerlo y la Adminis-

tración no lo pone.”

“Tomas conciencia de que hoy por hoy no hay solución, de que no hay una pas-tilla que te quite la ludopatía.”

las asociaciones de ayuda a la ludopatía afiliadas a fejar

1. AGAJA2. AGALURE 3. LARPA4. EKINTZA ALUVIZ

5. ARALAR 6. EL AZAR 7. AJUPAREVA 8. AJER 9. APAL 10. ALEJER 11. AFUJER 12. ARCAMA

13. LARARCM14. PATIM15. NUEVA VIDA16. VIDA LIBRE17. NUEVA ESPERANZA18. APREJA19. ASEJER20. ACOJER21. LAR

Fuente: Página web de FEJAR Infografía: Elaboración propia

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ler de la sede. Para mantener la asociación y la presencia de sus

cuatro psico-terapeutas , APAL tiene una cuota mensual de 70 euros para los socios en

rehabilitación y de 35 para aque-llos “dados de alta”. En ALEJER, por su parte, los socios no pagan ninguna cuota. Pero la falta de apoyo institucional –limitado a la cesión de instalaciones muni-cipales– tampoco les permiten contar con profesionales dentro de la asociación. “No tenemos ningún técnico de apoyo porque no tenemos medios económicos para tenerlo y la Administra-ción no lo pone”, señala el pre-sidente de la asociación.

Para Victoriano, la presencia de psicólogos es fundamental para que una asociación funcio-ne. “Yo soy jugador, yo entiendo a los jugadores que vienen, pero

no les puedo ayudar nada más que comprendiéndoles en su enfermedad”, argumenta. Itsaso Serrano, una de las psicólogas de la asociación, explica que lo pri-

mero que hay que tener claro en la rehabilitación de la ludopatía es que se trata de una patología crónica. En una persona con adicción al juego la sensación y la respuesta cerebral ante el juego nunca va a desaparecer. “Tomas conciencia de que hoy por hoy no hay solución, de que no hay una pastilla que te quite la ludo-patía”, declara Jesús. Se trataría, por tanto, de un proceso conti-nuo e integral para desactivar las trabas que refuerzan el descontrol con el juego y establecer barreras para no volver a jugar.

En APAL, por ejemplo, el tratamiento dura alrededor de un año y medio y se estructura en torno a terapias grupales se-manales y terapias individuales mensuales. Desde una perspec-tiva emocional, los pacientes to-man conciencia de su problema empapándose de las experiencias y problemas de sus compañeros. “Cuando entras no tienes empa-tía ni das valor al dinero o a tu

propia vida, pero poco a poco te van enseñando el mundo real”, reconoce Jesús. La integración del adicto en ese mundo requiere que las terapias también lleven

a cabo un abordaje conductual. Para ayudar a los pacientes a controlar sus estímulos se toman una serie de medidas, denomina-das por Victoriano “medicinas”, entre las que se encuentran el abandono absoluto del juego, el control y la limitación del acce-so a dinero o la inclusión en la lista de auto-prohibidos.

Se intenta, además, que el cír-culo de los enfermos sea una parte activa en la rehabilitación, obligando por ejem-plo a los socios a acudir a las terapias grupales acompañados. “El en-fermo eres tú, pero quién te va a ayudar es tu familia”, afirma Vic-toriano. El presidente de APAL coincide con los expertos en que la rehabilitación es importante, pero lo fundamental es no recaer. Según Itsaso Serrano, la meta es eliminar el automatismo del jue-go, evitar que ante un estímulo o un pensamiento se produzca

una reacción inmediata sino que se pueda tomar conciencia y res-ponder con criterio. “Se trata de que la persona tome la decisión, y no la enfermedad”, explica.

Esa capacidad es la que han recuperado personas como Jesús, Pedro o Miguel tras rehabilitar-se de su adicción. Tres vidas di-ferentes a las que une el haber pasado por el mismo infierno. “Cada vez que me viene un pen-samiento de duda, de apostar, de qué apuesta haría en este partido, me pregunto “¿dónde estás y ha-cia dónde quieres ir?””, confiesa

Pedro. Hoy los tres empiezan de cero, pero siendo cons-cientes de que cada vez más españoles caen en una trampa

que ellos no supieron ver y siem-pre estará al acecho. Para Jesús, el fin de la adicción al juego tendrá lugar cuando la sociedad abra los ojos y tome concien-cia del peligro y la magnitud del problema. Sin darse cuenta de lo paradójico de su metáfo-ra, afirma que es necesario que alguien “tome cartas en el asun-to”. Y aunque reconoce que el futuro es un reto, antes de salir de la estancia deja entrever un atisbo de esperanza. “Esperemos que alguien tenga ese poquito de consciencia para darse cuen-ta”, concluye. Después, como dando por finalizada una de sus terapias, se despide musitando un “muchas gracias”.

“Se trata de que la persona tome la decisión, y no la enfermedad.”

“Cuando entras no tienes empatía ni das valor al dinero o a tu propia vida, pero poco a poco te van enseñando el mundo real.”

“El enfermo eres tú, pero quién te va a ayudar es tu familia.”

La terapia grupal es uno de los componentes fundamentales en el tratamiento de las adicciones, incluida la ludopatía Fuente: Pixabay

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