juegos callejeros

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Page 1: JUEGOS CALLEJEROS
Page 2: JUEGOS CALLEJEROS

Muchas de esas horas volaban con juegos como el trompo, Los cromos de futbol, las canicas, el yoyo, o una bolsa con un click de Famobil amarrado a modo de paracaidista de plástico.

Pero había otras veces en las que no había nada a mano para jugar y era entonces cuando echábamos mano de un arsenal de juegos, la mayoría bastante absurdos, en los que para jugar no hacía falta nada de nada, excepto imaginación y ganas de quemar azúcar.

Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en el que los niños podíamos jugar en la calle sin miedo a que nos atropellara un coche, a que nos rondara un pederasta o a pincharnos con una jeringuilla. Era una época en la que estar en la calle con tus amigos era tu forma de vida y lo peor que podía pasarte, es que te castigaran sin ese privilegio por alguna travesura sin importancia.

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Juegos callejeros legendarios

El Chichimonete:

Probablemente el juego con el nombre más absurdo del mundo, era de lo más divertido. Se jugaba por equipos. Un equipo se ponía debajo con su líder apoyado en la pared mientras el otro equipo al completo saltaba sobre sus espaldas hasta que todos sus componentes estuvieran al borde de la fractura cervical.

Una vez con todo el equipo contrario subido sobre tu lomo, tenías que acertar la respuesta a una pregunta del líder. Normalmente la pregunta era “¿Sota, caballo o rey?” Si acertabas, te tocaba a ti deslomar al otro equipo. Si fallabas o alguno de los de abajo se desplomaba, a tu equipo le tocaba quedársela de nuevo. Jugando a este magnifico juego me partí la nariz…

Page 4: JUEGOS CALLEJEROS

La carretilla humana:

Este era un juego por parejas. Se trataba de agarrar por los pies a tu pareja de juego y hacer que corriera sobre la palma de sus manos desnudas.

Siempre había un premio especial para el que tuviera más pinchos clavados en las manos al terminar la carrera.

El accidente típico en este juego era que el que hacía de carretilla no medía bien sus fuerzas y acababan por fallarle los brazos. El que iba empujando, en su afán por la victoria, seguía empujando. La cosa acababa con la cara de la carretilla humana arrastrando por el suelo, dejando un pequeño reguero de sangre y sudor.

Page 5: JUEGOS CALLEJEROS

El escondite:

Este es un clásico. Simple y divertido, no pasaba un día sin que al menos nos echáramos un escondite.

Primero se decidía quién se la quedaba y “la casa”, que era el sitio donde había que llegar para estar salvado. Luego se empezaba la cuenta atrás y todos corrían a esconderse.

El que se la quedaba, al ver a alguien, tenía que correr hasta “la casa” y decir el nombre del pardillo. Si era el primero en ser descubierto, se la quedaría en el próximo turno. A eso sólo había una excepción: que alguien llegara a “la casa” antes y pronunciara las temidas palabras mágicas “Por todos mis compañeros y por mi primero”.

Si esto ocurría le tocaba quedarse al mismo otro turno.

Page 6: JUEGOS CALLEJEROS

La gallinita ciega:

Otro juego de lo más divertido siempre que no seas tu el que hace de gallina. Se trataba de vendarle los ojos a algún pardillo y hacerlo dar vueltas hasta que estuviera igual de mareado que si se hubiera bebido un cartón de vino Don Simón blanco y caliente. Luego, en ese estado, tenía que ser capaz de pillar a alguien y por último, adivinar quien era a través del tacto…

Conclusión: como te tocara ser la gallina, te esperaba una tarde bien jodida.