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1 misiones y predicación celebraciones y oración diálogo y comunidad estudios y reflexión Con este número cerramos la publicación del boletín Jubileo 800 Años de la Con- firmación de la Orden de Predicadores por el Papa Honorio III, el 22 de diciem- bre de 1216. Las actividades finales fueron un Congreso para la Misión de la Orden y la Misa de Clausura presidida por al Santo Padre Francisco en la Basí- lica de San Juan de Letrán. La Sra. María Teresa Tenti de Volta, laica domi- nica de Santiago del Estero, Argentina, que participó en estas actividades, nos ofrece la crónica con que concluimos la edición de este boletín. Agradecemos a ella y a los demás colaboradores su contribución a esta publicación conmemorativa. 1 HACIA EL CONGRESO DEL JUBILEO Hay acontecimientos que suceden de cuando en vez que nos permiten apreciar hechos, circuns- tancias, voces, vidas desde una óptica diferente, como si nos quitáramos los anteojos y recobrá- ramos plena visión. Esto aconteció y acontece cuando meditamos sobre nuestra pertenencia a la Orden de Predica- dores, fundada por Santo Domingo de Guzmán, que supo ver la necesidad de su tiempo, y propuso a la Santa Madre Iglesia, en la persona del Sumo Pontífi- ce, entregarse a la misión de llevar la buena nueva del Evangelio a los que habían extraviado el camino que condu- ce a la Verdad, pero también a los que no había tenido oportunidad de conocerla. Ochocientos años pueden parecer un suspi- ro si es que los comparamos con sucesos co- mo la presencia del hombre en el planeta, pero ¡cuánta agua corrió bajo el puente si hacemos un brevísimo viaje por la historia, desde la Edad Media hasta este Siglo XXI! Y cada uno puede dejarse conmover por un Tomás de Aquino, una Catalina de Siena, un Antonio de Montesinos y su comunidad… ¡Tantos y tan- tos modelos! Y entonces cobramos conciencia de la vigencia del anhelo de Nuestro Padre Domingo, porque hoy, como ayer, el hombre necesita del anuncio de la salvación, nuevas fronteras nos interpelan y nos obligan a aban- donar la tibieza de nuestras có- modas vidas y asomarnos pa- ra ver los ros- tros de los hermanos que nos interpelan. Y como el salmista podemos preguntarnos ¿qué méritos tenemos para pertenecer a esta Orden, reconocida por el Papa Honorio III hace 800 años? ¿Acaso no se percibe la gratuidad? Un simple grano de arena, o una gota del mar… Y ocurre que irrumpe el Jubileo, y durante la novena de años hemos reflexionado sobre la multiplicidad de expresiones, sobre la rica di- versidad que se reconoce en los miembros de la Familia Dominicana. Mi nido: monasterio, 25

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1

mis iones y predicación

celebraciones y oración

d i á l o g o y c o m u n i d a d

e s t u d i o s y r e f l e x i ó n

Con este número cerramos la publicación del boletín Jubileo 800 Años de la Con-firmación de la Orden de Predicadores por el Papa Honorio III, el 22 de diciem-bre de 1216. Las actividades finales fueron un Congreso para la Misión de la Orden y la Misa de Clausura presidida por al Santo Padre Francisco en la Basí-lica de San Juan de Letrán. La Sra. María Teresa Tenti de Volta, laica domi-nica de Santiago del Estero, Argentina, que participó en estas actividades, nos ofrece la crónica con que concluimos la edición de este boletín. Agradecemos a ella y a los demás colaboradores su contribución a esta publicación conmemorativa.

1 HACIA EL CONGRESO DEL JUBILEO

Hay acontecimientos que suceden de cuando en vez que nos permiten apreciar hechos, circuns-tancias, voces, vidas desde una óptica diferente, como si nos quitáramos los anteojos y recobrá-ramos plena visión. Esto aconteció y acontece cuando meditamos sobre nuestra pertenencia a la Orden de Predica-dores, fundada por Santo Domingo de Guzmán, que supo ver la necesidad de su tiempo, y propuso a la Santa Madre Iglesia, en la persona del Sumo Pontífi-ce, entregarse a la misión de llevar la buena nueva del Evangelio a los que habían extraviado el camino que condu-ce a la Verdad, pero también a los que no había tenido oportunidad de conocerla. Ochocientos años pueden parecer un suspi-ro si es que los comparamos con sucesos co-mo la presencia del hombre en el planeta, pero ¡cuánta agua corrió bajo el puente si hacemos un brevísimo viaje por la historia, desde la Edad Media hasta este Siglo XXI! Y cada uno

puede dejarse conmover por un Tomás de Aquino, una Catalina de Siena, un Antonio de Montesinos y su comunidad… ¡Tantos y tan-tos modelos! Y entonces cobramos conciencia de la vigencia del anhelo de Nuestro Padre Domingo, porque hoy, como ayer, el hombre necesita del anuncio de la salvación, nuevas fronteras nos interpelan y nos

obligan a aban-donar la tibieza de nuestras có-modas vidas y asomarnos pa-ra ver los ros-tros de los hermanos que nos interpelan.

Y como el salmista podemos preguntarnos ¿qué méritos tenemos para pertenecer a esta Orden, reconocida por el Papa Honorio III hace 800 años? ¿Acaso no se percibe la gratuidad? Un simple grano de arena, o una gota del mar… Y ocurre que irrumpe el Jubileo, y durante la novena de años hemos reflexionado sobre la multiplicidad de expresiones, sobre la rica di-versidad que se reconoce en los miembros de la Familia Dominicana. Mi nido: monasterio,

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convento, congregación, fraternidad, grupo, es tan diferente a otros, pero un sutil hilo nos mantiene unidos, impide que nos dejemos vencer por la desesperanza. Y basta que conozcamos cómo es que un hermano nuestro continúa viviendo sólo en un país hostil, sin poder hablar de Dios a sus habitantes, y cómo hermanas arriesgan su vida instalándose en campamentos de refu-

giados, que huyen de la guerra, del hambre, de la persecución por cuestiones de etnias, de culturas, de creencias… Ello es suficiente para que experimentemos la alegría de perte-necer a la Familia de los Predicadores, para que elevemos nuestro agradecimiento a Dios, para que dándonos cuenta de nuestra peque-ñez procuremos crecer, madurar, fructificar en el servicio, en la Misión.

2 CONGRESOS PARA LA MISIÓN

Desde el siglo pasado las personas se reúnen con

quienes tienen afinidades que nacen de las

creencias, actividades, ciencia, arte, etc., en con-

gresos, foros y encuentros diversos. La Orden de

Predicadores no es la excepción y conocemos

espacios en donde las diferentes ramas en parti-

cular, o la familia de una determinada región,

participan de ellos, en donde se conjuga la cele-

bración, la reflexión y la adopción de decisiones

que marcarán el futuro.

En esta instancia nos referiremos a los Con-

gresos sobre la Misión de la Orden de Predica-

dores, con datos obtenidos de fuentes instru-

mentales inobjetables: un artículo de Fray Betto

publicado en una Revista de CIDAL –año 1992

n° 24– y de la Convocatoria al celebrado recien-

temente en Roma.

Fray Betto menciona tres Congresos, que se

realizaron en los años 1973, 1982 y 1991, de los

cuales haremos una breve referencia. El prime-

ro, celebrado en Madrid en el Convento de Al-

cobendas, tuvo por tema “Anunciar el Evange-

lio a todos los Pueblos”, y participaron frailes y

religiosas. Alguien lo calificó como “el Vaticano

II de la Orden”. El segundo giró alrededor del tema “Predicar la Buena Nueva de Jesucristo a los Pobres del Tercer Mundo”, se reunió en el mismo lugar, y trabajó cuatro ejes: La Palabra en el mundo ac-tual, la Buena Noticia en el Tercer Mundo, Las Prioridades de la Orden y la Colaboración en la Familia Dominicana. Recordemos que las cuatro Prioridades habían sido enunciadas en el Capítu-lo General de Quezon City, Filipinas, año 1977 y

que el Documento de Bolonia del año 1983 está referido a la Familia Dominicana. El tercero se celebró en Agua Viva, México y se enfocó en “La Misión en Asia, África y América Latina”. Los temas estuvieron conca-tenados en un eje común, el Mundo Emergen-te, y las conclusiones se redactaron desde el ver, juzgar y obrar. En el Capítulo de Trogir de 2013 se concibió la idea de un nuevo Congreso Para la Misión, broche final en la celebración del Jubileo de los 800 Años de Aprobación de la Orden. El tema: “Enviados a Predicar el Evangelio”. Se proyec-tó realizarlo en Roma, en la Pontificia Universi-dad Santo Tomás de Aquino –conocida como el “Angelicum”, del 17 al 21 de enero de 2.017. Los objetivos del Congreso se resumieron así:

⦁ Promover la sensibilización y comprensión en campos y contextos de Misión;

⦁ Animar y promover la cooperación mutua entre entidades y regiones;

⦁ Incentivar la creación de redes de colabora-ción en el apostolado;

⦁ Identificar las presencias y formas de apos-tolado que necesitan ser reforzadas;

⦁ Proponer valores y directrices comunes a la misión de la Orden para profundizar el aporte en la misión de evangelización de la Iglesia.

Del Congreso participaron más de 600 miembros de todas las ramas de la Familia Do-minicana, y poniéndolo en imagen diría que fue un tapiz de múltiples colores y matices, en per-fecta armonía.

Propuesta es comentar esa policromía en su-cesivas notas.

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3 LOGÍSTICA DEL CONGRESO DEL JUBILEO

Roma, la llamada “Ciudad Eterna”, acogió a los dominicos y dominicas llegados de todos los rincones del planeta para participar del evento. Invierno riguroso, con nevadas en gran parte de la península itálica, y un terremo-to en zonas devastadas anteriormente, con un alud que provocó la muerte de numerosas per-sonas alojadas en un albergo. Ya habíamos sido prevenidos por el frío: era necesario ropa de abrigo, gorros, bufan-das, guantes. ¿Dónde y cómo alojar a los más de seis-cientos participantes? El Convento de Santa Sabina, la sede de algu-nas congregaciones religiosas, y una confor-table Casa Tra-Noi –“entre nosotros”, cer-cana al Vaticano, para la mayoría. A la mañana nos buscaban los ómnibus que nos trasladaban al Angelicum y a la noche nos ingeniábamos para regresar en grupos emplean-do transportes públicos y/o taxis. Con la inscripción recibimos una mochila que contenía una práctica carpeta con cierre y en su interior el programa, lapicera, block de notas, mapa de Roma. Con el correr de los días fuimos incorporando las publicaciones referidas a los momentos dedicados a la música, el arte, el tea-tro y también las de la liturgia. En la clausura recibimos un precioso estuche que contiene un Rosario y un librito para orar siguiendo los Nue-

ve Modos de Santo Domingo. Mención especial: la estampa con la Oración del Papa Francisco. Todos los días gozamos de buenos servicios de bufet en los intervalos y de abundantes al-muerzos con variadas opciones, con sistema de autoservicio. Y hubo una recepción de bienveni-da en el Angelicum y otra de clausura, servida en el Palacio Episcopal de San Juan de Letrán. Como en todo Congreso, hubo ofertas varia-

das de publicaciones, en stands instalados en las galerías y de algunos productos para solven-tar proyectos especia-les. No faltaron los souvenirs, intercambia-dos entre participantes. La Universidad San-to Tomás de Aquino brindó su claustro para las actividades diurnas y

vespertinas. En su espacioso Auditorio San Juan Pablo II se realizaron los actos de los que partici-paban todos los congresistas. Los talleres, de diver-sas temáticas, se organizaron en las tres lenguas oficiales –español, inglés y francés- y se desarrolla-ron en las aulas. Las actividades artísticas –concierto, teatro- tuvieron los espacios adecuados. En las celebraciones litúrgicas hubo alternan-cia de lenguas, no sólo las oficiales, y se facilitó la participación mediante la proyección y la publi-cación de los textos, según el momento. Un agradecimiento para todos los que inter-vinieron en la organización.

4 CEREMONIA DE APERTURA

Un especial clima expectante se vivía el martes 17 de enero, en pasillos del Angelicum. Los con-gresistas consultaban las pizarras con la informa-ción sobre los talleres de los días subsiguientes, se gestionaban los auriculares para las traduccio-nes simultáneas y poco a poco se poblaba el Aula Magna San Juan Pablo II. La alegría de ver a hermanos y hermanas con las que se compartieron encuentros anteriores, la

sorpresa al descubrir a quienes se conocían por fotografías y/o videos… latía un especial mo-mento de comunión. Y en la entrada, dos personas singulares: el Maestro General anterior, Fr. Carlos AzAzpi-rozpíroz Costa, y el actual: Fr. Bruno Cadoré. ¡Cuán diferentes en sus rasgos físicos, en su mo-do de relacionarse con quienes se acercaban a saludarlos! Meditaba en ello y daba gracias a

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Dios por haber suscitado vocaciones dominica-nas tan variadas. Y recordaba a los anteriores Maestros que conocí: Fr. Damián y Fr. Timothy, con personalidades también peculiares. Un video de los dominicos franceses, titula-do “Esplendor de la Palabra”, nos permite apreciar la riqueza y la variedad en la misión. Un perro con una tea encendida en su boca va recorriendo senderos… Y como capítulos de una serie, los testimonios: un fraile que visita a los reclusos de una cárcel, la misión en un ser-vicio para pacientes de cáncer, la cátedra espa-cio para la predicación… No podía estar ausente el Himno del Jubileo: Laudare, benedicere, praedicare…interpretado por alumnos de un instituto dominicano, que todos entonamos con emoción. Y la oración de apertu-ra pronunciada por un hermano nuestro, Arzo-bispo de Praga ¡Cuánta riqueza!

Luego la elocuencia del anterior Maestro, Fr. Carlos Azpiroz Costa OP, que se presenta como “el cronista”, y hace memoria y desgrana los acontecimientos que ocurrieron durante la no-vena de años. También nos reta a celebrar en los próximos otros sucesos no menos importantes, ocurridos ¡hace 800 años! El Maestro Bruno pronuncia las palabras con las que da apertura oficial al Congreso. Reflexi-vas, maduras, invita a una mirada introspectiva para renovar el compromiso evangelizador. Es-tuvo siempre cercano, dispuesto al diálogo, a la fotografía. Y las demás órdenes religiosas también partici-paron, en la persona de un franciscano que presi-de la Unión de Superiores Generales: Fr. Mauro Johri OF, que pronunció la conferencia inaugural. Concierto y cocktail para concluir una jorna-da memorable…

5 LOS TEMAS DEL CONGRESO

El Congreso con el que se clausuró el Jubileo por

los 800 Años de Aprobación de la Orden de Pre-

dicadores tuvo por lema “ENVIADOS A

PREDICAR EL EVANGELIO”. Tan pocas pa-

labras para significar con

tanta elocuencia la

MISION que nuestro

Padre Domingo confió a

su FAMILIA. Porque de

acuerdo al momento his-

tórico, al espacio geográfi-

co en que se cumple y a las

diferencias en las personas

que reciban la Buena Nue-

va –producto de etnias,

culturas, etc. –, la misión adquiere múltiples modos

de realizarse y encierra una riqueza que sorprende.

El lema fue abordado en los tres días inter-

medios del Congreso en forma fragmentada. A

partir de las 14.30 –hora de Roma- y a través de

Internet, todos los miembros de la Familia OP

podían, no sólo escuchar las exposiciones que

se desarrollaron en el Aula Magna, sino tener

una presencia activa, enviando preguntas o ma-

nifestando sus inquietudes.

El miércoles 18 el tema fue “EVANGELIO”

y el módulo “HUMANIDAD”. Se puso énfasis

en Justicia, paz y cuidado de la tierra, Derechos

Humanos, Migrantes y Pueblos Originarios. La

moderación del Panel

correspondió al Prior de

la provincia de Hispania,

Fr. Jesús Diaz Sariego.

Las exposiciones testi-

moniales fueron del

Hno. Gioachino Campe-

se, que nos mostró el

rostro de los migrantes, a

lo largo de la historia y de

la actualidad; la Hna.

Marcela Soto Ahumada, chilena, misionera en

Cochabamba, que hizo hincapié en el rostro de

las mujeres y en el cuidado de la creación; y de Fr.

Emmanuel Ntakarutimana, de Burundi, que rela-

tó las memorias abiertas en los países de su zona

de África.

El jueves el tema fue “PREDICAR” y el

módulo “ENCUENTRO”, orientado al diálogo

interreligioso, la unidad de los cristianos, el

encuentro entre ciencia y fe. La introducción de

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la mañana estuvo a cargo de la Hna. Mary Cat-

herine Hilkert de Estados Unidos, que centró

su exposición en el episodio evangélico de los

Discípulos de Emaús, y de Fr. Felicísimo Mar-

tínez que reflexionó sobre los modos de predi-

car. En el panel de la tarde fue moderador un

argentino, Fr. Jorge Scampini OP, de reconoci-

da actuación en el ámbito y expusieron perso-

nas de diferentes credos.

El viernes el tema fue “ENVIADOS” y el

módulo “SERVICIO”. La introducción de la

mañana nos dio la clave y en el Panel expusie-

ron dos religiosas, que mostraron la heroica

misión en Irak y en Nigeria –servir caminando

y al estilo dominicano-, y la reflexión del Maes-

tro, Fr. Bruno, centrada en el servicio en la

obediencia, servicio en actitud de escucha,

fuera de las fronteras y de las seguridades. En

fin: la Iglesia es misión, que abre sus puertas al

mundo. El Maestro, con sabiduría, sintetizó las

exposiciones previas.

6 LOS TALLERES

Un Congreso como el que se organizó para el

cierre del Jubileo de los 800 Años de la Apro-

bación de la Orden de Predicadores, debía

prever que hubiera momentos de participación

masiva –los plenarios- y otros en que los asis-

tentes pudieran expresarse para compartir sus

vivencias. Por ello se organizaron los FOROS

DE MISION, deno-

minados TALLERES

en el programa.

En la convocatoria

se señaló que la pro-

puesta estaba en con-

sonancia con los Man-

datos de Misión “esta-

blecidos en el capítulo

general de Roma 2010

y determinados for-

malmente en el capítu-

lo general de Trogir” (cf. ACG Trogir, 109 y

ss.). Al inscribirse se debía indicar la preferen-

cia. Es imaginable la ardua tarea que significó

armar estos espacios teniendo en cuenta la

lengua y la elección realizada. El resultado fue

alrededor de diez talleres cada día, distribuidos

en tres lenguas: inglés, francés y español. Hu-

bo facilitadores para cada uno y comenzaban

con una exposición testimonial que motivaba

el diálogo posterior.

Mi comentario se limitará a los talleres de

los que participé. El Proceso Salamanca fue el

primero. Un profesor de la Universidad de

Friburgo, Mariano Delgado, expuso sobre la

llamada “Escuela de Salamanca”, sus caracte-

rísticas y algunas críticas. Y se centró luego en

las figuras señeras: Francisco de Vitoria y Bar-

tolomé de Las Casas, que son considerados los

padres de los Derechos Humanos. No hubo

oportunidad de escuchar experiencias y el do-

cente respondió varias preguntas. Dos comen-

tarios al margen: fui la

única laica participan-

te y sentimos con mu-

cha intensidad los

temblores –en otras

zonas hubo terremo-

to- porque estábamos

en un piso alto.

El día jueves parti-

cipé de uno de los ta-

lleres de Medios de

Comunicación. Un

fraile de la Provincia de Perú comentó su larga y

rica experiencia en la conducción de una radio

comunitaria. En ese país la Orden Dominica

posee siete emisoras, agrupadas en una organiza-

ción. Comentó el alcance de las mismas, la tarea

de los que se desempeñan en ellas y las iniciati-

vas de las comunidades que organizan sus espa-

cios. También un fraile ecuatoriano contó sobre

una emisora que es la Voz del Santuario de Agua

Santa, de Baños, y las dificultades para acceder a

equipos modernos y de mayor alcance. Un co-

mentario: en el taller de Medios de Comunica-

ción ¡no anduvo el proyector!

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Los dos días restantes –viernes y sábado-

participamos de un mismo taller, coordinado

por Fr. Márcio Couto de Brasil. Una religiosa

especialista en Psicología expuso en forma

brillante sobre el tema “Envío”, y fue res-

pondiendo a preguntas cómo quienes, a quie-

nes, a qué lugar, etc. para resaltar la misión

que tenemos, que no es fruto de voluntades o

iniciativas personales, sino de la Madre Iglesia

y de la Orden Dominicana. Hubo oportuni-

dad de dialogo en pequeños grupos y de re-

dactar un propósito que sería compartido en

otro momento.

7 PEREGRINACIONES Y CELEBRACIONES

El equipo que organizó el Congreso previó que los participantes desearían conocer o volver a visitar ciertos lugares emblemáticos para la Or-den de Predicadores. Y entonces se propuso que al terminar la tarea en el Angelicum se ofrecería la oportunidad de caminar por las calles de Roma, visitar y celebrar cada día en diferentes sitios. El día miércoles 18 la meta fue Santa Sabina, y ello significaba subir a la colina del Aventino. El Convento es sede de la Curia Generalicia y hos-peda generalmente a todos los frailes que llegan a Roma. La Iglesia es una basílica paleocristiana, sobria, austera. Construida en el siglo V, en el lugar de la residencia de la matrona Sabina que fuera martirizada, constituyó el obsequio que el Papa Honorio III hiciera a la Orden fundada por Santo Domingo. Posee valiosos elementos: puer-tas, columnas, etc., y para los laicos algo especial, porque en un lugar destacado de su suelo descan-san los restos del Maestro Munio de Zamora, que promulgó la primera Regla para la rama laical. En pequeños grupos los participantes del Congreso partieron raudos hacia Santa Sabina. Y allí se vio a muchos hermanos que deseaban compartir la Eucaristía. Conté ciento cincuenta frailes que concelebraron con el Maestro Bruno, y las peticiones y ofrendas fueron presentadas por las diversas ramas de la familia, de diferentes lugares del mundo y en varias lenguas.

El jueves, día dedicado al diálogo interreligio-so, la caminata nos condujo a la Sinagoga de Roma, un templo de grandes proporciones, pro-fusamente adornado con mármoles y lámparas. Todos los varones cubrieron sus cabezas con los tradicionales kipá. Y el Rabino, luego de darnos la bienvenida, pronunció una larga alocución, cuyas frases eran traducidas por una religiosa dominica. El viernes peregrinamos hasta la Basílica San-ta María Sopra Minerva, denominada así porque fue construida sobre un templo pagano dedicado a Minerva. Está situada en la plaza del Pulcino, obra de Bernini conformada por un elefante que sostiene uno de los obeliscos egipcios, trofeos de la dominación. Para los dominicos la Basílica tiene especial significación, ya que en la parte inferior del Altar Mayor descansan los restos de Santa Catalina de Siena, y en uno de los laterales, los del Beato Angélico. El programa indicaba que era el ho-menaje a las mujeres predicadoras y a los artistas dominicos. Algunos participamos de la Eucaris-tía, presidida por uno de nuestros hermanos obispos, en un altar lateral. Y luego, en la nave central, se rezó Vísperas, a cuyo término una larga columna pudo acercarse a las tumbas. En la última Crónica comentaremos la cere-monia de clausura, presidida por Su Santidad el Papa Francisco.

8 CONCLUSIONES Y CLAUSURA

Y llegamos al sábado 21 de enero de 2017, y no me equivoco si digo que la emoción se siente en la epidermis y también la congoja de saber que restan pocas horas para la conclusión del Con-greso. Cuidada indumentaria de todos: hábitos, capas, etc., porque la ocasión lo exige.

Esta vez cada uno marcha al lugar del taller de la víspera. Reflexión en grupos, síntesis, re-dacción de la tarjeta que compartiríamos… Y a media mañana, dispuestos para las conclusiones, en el Aula Magna.

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Un panel conformado por representantes de las diferentes ramas de la familia: un laico que cumplió valiosa misión en Cáritas, una monja contemplativa de Trinidad Tobago, un fraile de Camerún, una religiosa filipina y como broche de oro la reflexión del Maestro Bruno, que des-grana convicciones, que insiste en la necesidad de ver los signos de los tiempos, para trabajar en la Iglesia y transformar el mundo. Y el Envío de la Orden en Misión. Grata sorpresa: nos obsequian un estuche de cuero que contiene un rosario y un librito para meditar los “modos de orar de Santo Domingo”. Almuerzo, y la algarabía por lo que se aveci-na. Los más audaces parten en peregrinación hacia la Basílica de San Juan de Letrán, los de-más buscan medios de transporte. Y una larga y bulliciosa fila, mucho antes de la hora de la aper-tura del templo. Por fin pasamos los controles y podemos ingresar presurosos. La magnificencia del templo conmueve. Te-nemos librito con la liturgia, que comienza con el rezo del Rosario en varias lenguas y de una estampa con el pensamiento del Papa Francisco, que pasa rumbo a la sacristía. Las cámaras de

televisión, las máquinas fotográficas, los teléfo-nos celulares captan las imágenes. Y comienza la Santa Misa; Fray Carlos Azpi-roz, Obispo y Maestro anterior, tiene el privile-gio de concelebrar en el Altar. La homilía del Santo Padre anuda las lecturas con reflexiones sobre Santo Domingo y la Orden. Luego vendrá la oración de los fieles en varios idiomas, la co-munión de manos de numerosos acólitos, la bendición… El Maestro Bruno pidió al Papa que confirme como lo hizo su antecesor, Honorio III, 800 años atrás, a la Santa Predicación. Al final, la emoción al cantar la Salve Regina y el O Lumen Ecclesiae. Después vendrá el ágape fraterno ofrecido en el palacio contiguo. Abrazos, fotografías, intercambio de obsequios y direcciones, promesas de mantener la comunicación, de compartir proyectos… El Congreso concluye. Y sentimos que he-mos renovado nuestro ardor, que la misión que iniciamos cuando nos comprometimos a predi-car la Buena Nueva y a trabajar en la construc-ción del Reino ha sido confirmada.

¡Gloria a Dios!

María Teresa Tenti de Volta OP