juan fernando teran (2014) ‘bancos de suelo’: una aproximación internacional

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1 Conceptualización y medición del Buen Vivir, un análisis de Mauricio León Guzmán. P 6 P 7-10 P 4 Mujeres: el lado económico de su Jean-François Ponsot: “el euro nació incoherente”. más Qmenos Lunes 12 de mayo de 2014 Edición: 089 S E M A N A R I O D E E C O N O M Í A ‘Bancos de suelo’, ¿qué son, cuál es su historia y qué implicaciones tienen? P 12 participación

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urban land use planning, urban real estate economics, environmental governance, land banking.

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Page 1: Juan Fernando Teran (2014) ‘Bancos de suelo’: una aproximación internacional

1Lunes 3 de septiembre de 2012

Conceptualización y medición del Buen Vivir, un análisis de Mauricio León Guzmán.P 6

P 7-10

P 4

Mujeres: el lado económico de su

Jean-François Ponsot: “el euro nació incoherente”.1

Lunes 3 de septiembre de 2012

P 41

Jean-François Ponsot: “el euro nació incoherente”.

másQmenos

Lunes 12 de mayo de 2014Edición: 089

S E M A N A R I O D E E C O N O M Í A

‘Bancos de suelo’, ¿qué son, cuál es su historia y qué implicaciones tienen?

P 12

participación

Page 2: Juan Fernando Teran (2014) ‘Bancos de suelo’: una aproximación internacional

másQmenosCOYUNTURA

‘Bancos de suelo’:una aproximacióninternacional a sus múltiples dimensiones

Por Juan Fernando Terán

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os ‘bancos de suelo’ no son una propues-ta inédita ni experimental. Existen desde hace mucho tiempo atrás y arrojan evi-dencias sobre sus virtudes y limitaciones. En definitiva, sea cual fuere su forma ju-rídico-organizativa, un banco de suelo es una cantidad significativa de tierras que una institución pública (o una empresa privada) adquiere para mantenerlas sin usar esperando así alcanzar a futuro un beneficio colectivo (o una ganancia indi-vidual). Este ‘almacenamiento’ de activos es una respuesta a las ‘imperfecciones’ de mercados en los cuales los precios no trasmiten información adecuada y opor-tuna sobre la escasez de un bien o sobre sus características. Esta descripción, em-pero, no agota sus significados contempo-ráneos.

Un poco de historiaSin ir más allá de la Edad Media, se po-dría afirmar que los ‘bancos de suelo’ emergieron para ‘ganarle espacio al mar’. En los Países Bajos, los gobiernos locales adquirieron tierras para habilitarlas para usos agrícolas drenándolas mediante in-fraestructuras compartidas cuyos costos

serían recuperados con su venta poste-rior. Siglos después, en 1904, el gobierno de Estocolmo compró 2 mil hectáreas para racionalizar la expansión urbana; luego, en forma paulatina y planificada, la municipalidad vendió, alquiló o conce-sionó esas tierras. Otros municipios sue-cos emularon luego tal práctica buscando incentivar un uso eficiente de sus territo-rios. En Europa, la consolidación de los Estados de Bienestar difundió aún más los ‘bancos de suelo’.

En Norteamérica, la Comisión Nacio-nal sobre Problemas Urbanos en Estados Unidos (1968) y la Fuerza de Tarea sobre Vivienda y Desarrollo Urbano en Canadá (1969) propusieron la creación de ban-cos públicos. En sus primeras versiones, aquellos estuvieron asociados al mejora-miento de las finanzas subnacionales me-diante controles a tierras ociosas, aban-donadas o deterioradas, especialmente en las ciudades que experimentaban ‘desin-dustrialización’. Desde 2008, con la Ley para la Recuperación Económica y la Vi-vienda, los ‘bancos de suelo’ adquirieron otra misión colateral: fomentar ciudades

Lproductivas y multifuncionales.

Por último, desde la década de los no-venta, se han consolidado las modalida-des más variadas de ‘bancos de suelo’ en unas 1.624 ciudades chinas. Inicialmente propuestos para facilitar la transacción de los derechos de uso del suelo, esos bancos adquirieron también otro objetivo con el transcurso del tiempo: mejorar la gober-nanza de la tierra para la erradicación de la pobreza.

La dimensión ambientalA su vez, los ‘bancos de suelo’ han estado vinculados a la preservación de los paisa-jes y patrimonios. En 1935, en Londres, se creó el primer ‘cinturón verde’ con tierras destinadas a mantenerse en reserva para facilitar la planificación metropolitana, esto es, para moldear la expansión de la ciudad, impedir que las ciudades colin-dantes se fundiesen entre sí y preservar las características históricas de los terri-torios. Estos propósitos inspiran todavía el Marco Nacional para la Política de Planificación del Reino Unido (2012). Actualmente, sin embargo, los objetivos ambientales son más amplios.

Los países europeos in-centivan la c o n s t i t u c i ó n de ‘economías bajas en carbo-no’, un objetivo relacionado con

el agotamiento del petróleo como un bien energético barato y con la mitigación del cambio climático como mal público glo-bal. Esa gran meta requiere transformar la vida cotidiana urbana pues implica reducir los costos de la transportación de materias primas, bienes y personas desde y hacia las ciudades. Por ello, en el contexto de las políticas integrales para la eficiencia energética, los ‘bancos de suelo’ aparecen como ‘infraestructuras verdes’ para compactar y densificar a las ciudades. Así se busca aminorar la depen-dencia urbana de los flujos de materiales, agua y energía generados en ecosistemas naturales distantes.

La dimensión socialEn América Latina los pobres no suelen tener un acceso digno, seguro y regular a vivienda de calidad. Esta situación es-tructural les impide, a su vez, disfrutar de las ventajas asociadas a la aglomeración de personas en los espacios urbanos. Por ello, los ‘bancos de suelo’ públicos están postulándose también como instrumen-tos para aumentar las posibilidades de

que la población pueda ejercer efectiva-mente su derecho a vivir en la ciudad.

En tal sentido, en países como Méxi-co, Brasil, Perú o Argentina, los ‘bancos de suelo’ están aplicándose para produ-cir vivienda social, ampliar los espacios comunes y regularizar los asentamientos informales.

A manera de ejemplo destacado de este tipo de intervenciones, se suele mencio-nar que el Concejo de Bogotá creó Me-trovivienda en 1998 como el “banco de tierras e inmobiliario del Distrito Capi-tal”. Su propósito era comprar tierra no urbanizada para habilitarla y venderla posteriormente a desarrolladores priva-dos recuperando los costos públicos de la generación de suelo urbano. Esta expe-riencia atestigua la posibilidad de vincu-lar el desarrollo urbano con las políticas de vivienda y, también, crear disuasiones a la especulación de la tierra.

La dimensión macroeconómicaEl enriquecimiento mediante negocios inmobiliarios ha devenido en una opción fácil en los países que experimentan di-ficultades para expandir sus inversiones productivas. Además de amplificar los costos socioambientales de la expansión urbana, ese proceder dificulta la regula-ción espontánea de los mercados. La con-temporánea ‘creación destructiva’ de la acumulación capitalista aparece expresa-da físicamente en inmuebles que pueden construirse pero no pueden venderse y, si se venden, no pueden pagarse. Esto cons-tituye otra razón para el establecimiento de ‘bancos de suelo’.

Las políticas del suelo tienen implicacio-nes macroeconómicas. Tarde o temprano, la apreciación o depreciación de inmue-bles termina afectando los niveles de em-pleo y producción de la economía en su conjunto. Mediante la oferta planificada de espacios urbanizados, los ‘bancos del suelo’ crean fácticamente ‘bandas’ para restringir las fluctuaciones en los precios

En esencia, promoviendo el ordena-miento territorial y la participación públi-ca en los mercados del suelo, las políticas contemporáneas intentan transformar las prácticas inmobiliarias alejándolas de la habitual búsqueda de ganancias ex-traordinarias a costa de la socialización de pérdidas. Dicho en otra forma, se trata de crear una nueva generación de empresa-rios cuyo éxito provenga de la gestión más eficiente de activos, la reducción de costos y el mejoramiento de la propiedad.

La dimensión políticaLos ‘bancos de suelo’ pueden utilizarse

La discusión debería estructurarse preguntándose: ¿quién, por qué y para qué se debería recuperar y administrar la plusvalía urbana mediante la industralización de bancos públicos de suelo?

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Lunes 12 de mayo de 2014 COYUNTURA

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Leví, M. (Ed.) (2014). La Unión Europea y América Latina: relacio-nes entre bloques regionales e integración regional. Quito: UASB y Corporación Editora Nacional. Primera edición, 160 págs.

Verbitsky H. y Bohoslavsky J. (Eds.) (2013). Cuentas pendientes. Los cómplices económicos de la dictadura. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores. Primera edición, 464 págs.

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para ordenar la expansión urbana, erra-dicar la pobreza, mitigar los problemas ambientales o estabilizar los precios. Ante todo, aquellas son herramientas contra el abuso. Quienes especulan para amasar fortunas perpetúan prácti-cas políticas y hábitos culturales que le-gitiman la apropiación indebida de be-neficios que no guardan proporción con el aporte real que un individuo efectúa para la generación de bienes o servicios. La captura de la ‘plusvalía urbana’ tiene como efecto perverso la amplificación de las desigualdades. Los mercados de

suelos, inmuebles y arriendos adquieren dinámicas socialmente adversas debido a la reproducción de esa conducta ren-tista.

La inequidad menoscaba la vivencia democrática. Por eso, en una esfera pú-blica razonable e informada, el debate no debería versar sobre la necesidad de mecanismos de regulación. La discusión debería estructurarse preguntándose: ¿quién, por qué y para qué se debería recuperar y administrar la plusvalía ur-bana mediante la institucionalización de bancos públicos de suelo?