juan b justo y el socialismo

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    Juan B. Justo y el socialismo

    argentino ante la Primera GuerraMundial (1909-1915)*

    Lucas Poy*

    Resumen

    A pesar de que tanto el impacto de la Primera Guerra Mundial entre intelectuales y

    organizaciones polticas de la poca como las elaboraciones tericas y polticas delsocialismo argentino son temas que han atrado la atencin de los historiadores, lasposiciones del Partido Socialista (PS) argentino ante el estallido de la guerra no han sidoan estudiadas en detalle por la historiografa. Con base en un anlisis de los escritosde Juan B. Justo y de artculos editoriales de La Vanguardia, en este trabajo buscamosaportar un anlisis que permita enriquecer nuestro conocimiento sobre las posicionesde la direccin del socialismo argentino acerca de la problemtica relacin entreinternacionalismo y patria, tal como se titulaba uno de los ms conocidos trabajos delfundador del PS. Nuestro objetivo es contribuir a los avances historiogrficos que hanpermitido elaborar una visin ms compleja de la interpretacin programtica de Justo

    en el marco de su relacin con las posiciones de las distintas fuerzas que constituanla socialdemocracia internacional. Intentamos mostrar que la interpretacin justianade la guerra no se limit a copiar lneas de anlisis de los socialistas europeos sinoque constituy una operacin intelectual original, que debe analizarse en el contextodel peculiar y eclctico cuerpo terico del lder del socialismo argentino.

    Palabras clave: socialismo, partidos polticos, Argentina, Primera Guerra Mundial,Juan B. Justo.

    Abstract

    This paper provides an analysis of the writings of Juan Bautista Justo, the mainleader of Argentine socialism, on the question of war, in order to contribute to recent

    * Una versin ms breve de este trabajo apareci en ingls en la revista Socialist History,nm. 42 (luego traducida al alemn en JahrBuch fr Forschungen zur Geschichte derArbeiterbewegung, 2014). Incluimos aqu una ampliacin en numerosos puntos. Agradezcolos rigurosos comentarios y sugerencias de los evaluadores annimos de Poltica y Cultura,que contribuyeron a dar forma definitiva al trabajo. Los errores que subsistan son de exclusivaresponsabilidad del autor.

    ** Profesor, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Universidad de Buenos Aires,

    Argentina [[email protected]].

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    A pesar de que tanto el impacto de la Primera Guerra Mundialentre intelectuales y organizaciones polticas de la poca

    como las elaboraciones tericas y polticas del socialismo argentino son

    temas que han atrado la atencin de los historiadores, las posiciones delpartido conducido por Juan B. Justo ante el estallido de aquella que loscontemporneos llamaron la guerra del 14 no han sido an estudiadas endetalle por la historiografa.1En realidad, debido a la importancia que tuvo el

    INTRODUCCIN

    A priori, y en tiempo de paz, condenamos siemprela guerra. Sabemos que el proletariado nada tieneque ganar con ella [...] Producida la guerra, que lossocialistas, a pesar de su poder poltico, no han sabidoo podido evitar, las cosas cambian. En tiempo de guerra,no se siente ni se piensa como en tiempo de paz.

    JUANB. JUSTO(mayo de 1915)

    scholarship that has developed a more complex view of his thought, setting it againstthe background of the positions of the Second International. First, it will be arguedthat Justos thought did not simply imitate European Socialists analysis, although hecertainly incorporated elements of their theory, but that his was an original intellectual

    operation, to be analyzed in the context of the peculiar and eclectic body of theoryof the Argentine Socialist leadership. Second, the paper shows the changes thisinterpretation went through, from the statements in Justos book Teora y Prcticade la Historia, at the end of the decade of 1900, to the positions the Socialist Partyleaders held in Parliament in early 1917, when they backed the severance of relationswith Germany.

    Key words: socialism, political parties, Argentina, World War I, Juan B. Justo.

    Artculo recibido el 14-10-13

    Artculo aceptado el 26-09-14

    1Sobre las perspectivas polticas del Partido Socialista argentino la bibliografa es muyvasta, pero sin dudas se han convertido en puntos de referencia los trabajos de Jos Arico, Lahiptesis de Justo, Buenos Aires, Sudamericana, 1999; Juan Carlos Portantiero, Juan B. Justo:

    un fundador de la Argentina moderna, Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 1999,

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    conflicto blico junto con la revolucin rusa en la ruptura de 1917-1918 quedio lugar a la formacin del Partido Socialista Internacional (PSI), antecesordel Partido Comunista (PC), el anlisis de las interpretaciones desarrolladaspor el Partido Socialista (PS) argentino a propsito de la guerra tendi a

    limitarse a breves introducciones en trabajos dedicados a estudiar el origendel comunismo argentino.2Esta perspectiva implic que se prestase muchams atencin a las posiciones tomadas por la direccin del PSa partirde1917 que a los planteos de los aos previos.

    Con base en un anlisis de los escritos de Juan B. Justo y de artculoseditoriales de La Vanguardiadel periodo inmediatamente anterior a la guerra

    y de los primeros aos de la contienda, en este trabajo buscamos aportar unanlisis que permita enriquecer nuestro conocimiento sobre las posicionesde la direccin del socialismo argentino acerca del conflicto internacional.3

    o Hernn Camarero y Carlos M. Herrera (eds.), El Partido Socialista en Argentina. Sociedad,poltica e ideas a travs de un siglo, Buenos Aires, Prometeo, 2005. Respecto al impacto dela Primera Guerra Mundial en Argentina, los trabajos de Mara Ins Tato han contribuido aaclarar sus repercusiones polticas e ideolgicas en diferentes actores de la vida del pas.

    Vanse, por ejemplo, La disputa por la argentinidad. Rupturistas y neutralistas durante laPrimera Guerra Mundial, Temas de Historia Argentina y Americana, nm. 13, julio-diciembre,Buenos Aires, Universidad Catlica Argentina, 2008, pp. 227-250; y Contra la corriente. Losintelectuales germanfilos argentinos frente a la Primera Guerra Mundial, Jahrbuch fr

    Geschichte Lateinamerikas / Anuario de Historia de Amrica Latina, nm. 49, Bhlau Verlag,Kln/Weimar/Viena, 2012. Un balance historiogrfico reciente, de la misma autora, en La GranGuerra en la historiografa argentina, Iberoamericana,XIV, nm. 53, 2014, pp. 91-101.

    2Vase, por ejemplo, Emilio J. Corbire, Orgenes del comunismo argentino: el PartidoSocialista Internacional, Buenos Aires, Centro Editor de Amrica Latina, 1984. Segn esteautor a quien debe reconocrsele sin duda el mrito de haber dado los primeros pasos enun estudio de los orgenes del PCque superase las visiones ortodoxas elaboradas por elpropio partido al estallar la guerra el PSla combati presentndola como producto de lasmaquinaciones de la burguesa imperialista (p. 26), lo cual, como veremos, no es exacto.El lector interesado en investigaciones ms recientes que, no obstante, siguen ocupndosefundamentalmente de lo ocurrido hacia el final de la guerra, puede consultar los trabajos deDaniel Campione: El comunismo argentino. Sus primeros pasos, Buenos Aires, Centro Culturalde la Cooperacin, 2005; Partido revolucionario o partido de gobierno? La fundacin delPartido Socialista Internacional, en Hernn Camarero y Carlos M. Herrera (eds.), El PartidoSocialista en Argentina..., op. cit., pp. 145-157.

    3La Vanguardiaera el rgano central del Partido Socialista argentino y por su importanciaen la vida partidaria constituye sin lugar a dudas la referencia fundamental a la hora dereconstruir la historia del socialismo local. Su primer nmero apareci en abril de 1894, bajoel impulso y la iniciativa de Juan B. Justo, y desempe un papel clave en el proceso decentralizacin de diferentes grupos que dio lugar a la constitucin formal del partido a mediadosde 1896. En sus columnas podan encontrarse notas editoriales sobre la situacin econmica

    y poltica del pas, numerosas traducciones de materiales editados por la socialdemocracia

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    Nuestro objetivo es contribuir a los avances historiogrficos que han permitidoelaborar una visin ms compleja de la interpretacin programtica de Justoen el marco de su relacin con las posiciones de las distintas fuerzas queconstituan la socialdemocracia internacional. En primer lugar, intentamos

    mostrar que la interpretacin justiana de la guerra no se limit a copiar lneasde anlisis de los socialistas europeos aunque sin duda incorpor elementosplanteados por ellos sino que constituy una operacin intelectual original,que debe analizarse en el contexto del peculiar y eclctico cuerpo terico dellder del socialismo argentino. En segundo trmino, nos interesa sealar queaquella interpretacin fue conociendo una serie de matices y deslizamientos,desde los planteos de Teora y prctica de la historiaa fines de la dcada de1900 hasta los posicionamientos de 1914-1915, que ya preparaban polticae intelectualmente el terreno para la votacin de ruptura de relaciones con

    Alemania que los parlamentarios socialistas votaran algunos aos ms tarde.En la primera seccin analizamos los planteos programticos y polticos

    que sostena el Partido Socialista argentino en el periodo inmediatamenteanterior a la guerra: lo hacemos prestando atencin a las caracterizaciones

    y debates que cruzaban a la Segunda Internacional, de la cual el partidoargentino era una parte activa, pero tambin a las elaboraciones peculiares de

    Juan B. Justo y a las tensiones existentes al interior del PS. En la segunda partenos enfocamos en la interpretacin desarrollada por Justo en las pginas deLa Vanguardiaa partir del estallido del conflicto, con el objetivo de apreciarno slo el impacto producido por la guerra mundial sobre la interpretacinjustiana sino tambin los modos en que estas transformaciones fueronprocesadas para ser adaptadas al marco conceptual del principal dirigentedel socialismo argentino.

    ELSOCIALISMOARGENTINOYLALUCHACONTRAELMILITARISMO.ENTRELASEGUNDAINTERNACIONALYLASHIPTESISDEJUSTO (1909-1914)

    Bajo el signo de la Internacional

    Aunque los pronunciamientos en oposicin a la guerra y al militarismo ocuparonun lugar central en las discusiones de la socialdemocracia internacional desde

    internacional, crnicas de conflictos obreros e informacin sobre las actividades del PartidoSocialista y de diferentes sociedades gremiales. A diferencia de otros rganos de prensa quehaban surgido previamente, editados por diferentes ncleos socialistas, La Vanguardiaestabaescrito ntegramente en espaol. Apareci como semanario hasta 1905, cuando se convirti

    en diario.

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    la segunda mitad de la dcada de 1900, las investigaciones ms recientespusieron de manifiesto que existan una serie de contradicciones al interiordel movimiento socialista que hacen difcil caracterizar simplemente como unatraicin el posicionamiento de los principales partidos europeos en el bando

    de sus respectivas burguesas en el verano de 1914. Analizando en detalle lasposturas de la Segunda Internacional ante el problema del militarismo y laguerra en los aos inmediatamente anteriores al estallido de la conflagracin,Georges Haupt seal que haba predominado una poltica que combinabaplanteamientos genricos sobre la necesidad de utilizar todos los medios paraevitar el inicio de la conflagracin con una completa ausencia de medidasprcticas a tomar llegado el caso de un conflicto blico.4

    En efecto, el nfasis puesto en las medidas preventivas caracterizadasen primer lugar por la denuncia del militarismo y los gastos en armamentos

    encubra en realidad una serie de posiciones ambiguas tras las cuales ger-minaban todas las contradicciones que estallaran en 1914. En el congresode Copenhague, realizado en 1910, el tema de la guerra y el militarismo seconvirti en el centro de los debates, en un contexto en el cual el armamentismo

    y la competencia entre las potencias se incrementaban peligrosamente en laforma de mltiples incidentes coloniales. Si bien encontr apoyo la idea deimpulsar un arbitraje internacional entre los Estados como medio para evitarla guerra, as como promover campaas por la reduccin de los armamentos,surgi una polmica en torno a una propuesta presentada por el ingls Keir

    Hardie y el francs douard Vaillant que propona la huelga general de lostrabajadores de las ramas blicas como medida eficaz para enfrentar uneventual conflicto armado. Ante el rechazo de los dirigentes alemanes, queconsideraban que en el congreso de Stuttgart de 1907 ya se haba zanjado ladiscusin y planteaban que una mocin de estas caractersticas iba a provocarun incremento de la represin gubernamental contra los socialistas, se decidi,a propuesta del belga Emile Vandervelde, postergar la discusin de la mocinHardie-Vaillant hasta el siguiente congreso. La resolucin sobre la guerra quefinalmente fue aprobada en Copenhague pona un fuerte nfasis en la accin

    de los parlamentarios socialistas, en la lnea de votar en contra de los gastosmilitares y navales, reclamar el arbitraje y el fin de la diplomacia secreta.5

    4Georges Haupt, Socialism and the Great War. The Collapse of the Second International,Oxford, Clarendon Press, 1972. Un anlisis ms amplio sobre la enorme produccin historio-grfica existente a propsito de la Segunda Internacional est fuera de los lmites de estetrabajo. Una resea histrica bsica puede encontrarse en James Joll, The Second International,1889-1914, Londres, Weidenfeld and Nicolson, 1955; Jacques Droz (ed.), Historia general delsocialismo, vol. 2: de 1875 a 1918, Barcelona, Destino, 1985, pp. 7-22.

    5G.D.H. Cole, Historia del pensamiento socialista, vol. 2: La Segunda Internacional 1889-1914, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1960, p. 90.

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    En este contexto, el Partido Socialista argentino, que era un miembroreconocido y con participacin en los organismos internacionales de lasocialdemocracia, desarroll una actividad que se colocaba dentro de losmarcos de lo establecido por la Segunda Internacional. En un congreso

    realizado despus de la reunin internacional de Copenhague, los socialistasargentinos aprobaron la mocin Vaillant-Keir Hardie,6 y durante los aosinmediatamente anteriores a la guerra dieron un lugar destacado, en suactividad poltica, a la denuncia del gasto armamentista que tena lugaren el pas. En buena medida esta actividad antimilitarista tena lugar en elplano parlamentario, del mismo modo que suceda en Europa: es importanterecordar, en este sentido, que el proceso de debate sobre el militarismo sedaba en un contexto de creciente xito electoral del PSen la Capital Federal.7Richard Walter ha sealado que una de las primeras intervenciones en la

    Cmara del joven diputado Mario Bravo, en julio de 1913, fue para proponeruna ley de amnista para aquellos que haban violado la ley de servicio militarobligatorio, que diera una segunda oportunidad para enrolarse sin pagarninguna penalizacin.8

    Pero la denuncia contra los gastos militares no se limit al campoparlamentario. A fines de 1912, la juventud del partido haba comenzado aorganizar actividades callejeras en contra del militarismo, con motivo de laincorporacin a filas de la clase de 1892. Un artculo de La Vanguardiaponade manifiesto, en esa ocasin, la profunda tensin si bien todava veladaexistente al interior del partido entre el equipo redactor del peridico y unajuventud que sera eventualmente el eje de reagrupamiento de la oposicininternacionalista. En efecto, luego de apuntar que la agitacin de los jvenessocialistas debe ser mirada con inters en tanto la guerra es un crimen y elmilitarismo un verdadero flagelo, el artculo se apresuraba a marcar ciertoslmites que no deban superarse:

    6La huelga general contra la guerra, La Vanguardia, Buenos Aires, 16 de agosto de1914, p. 1.

    7Como han sealado Camarero y Herrera: La puesta en prctica de la ley Senz Pea abreamplias expectativas en el PS. Y las sucesivas elecciones de 1912, 1913 y 1914 parecen confirmarestos anlisis: el Partido no slo consolida su espacio en la ciudad de Buenos Aires, sino quepronto alcanza la representacin por mayora en la capital de la Repblica, logrando la llegadade sus principales dirigentes a la Cmara Baja. Hernn Camarero y Carlos Miguel Herrera, ElPartido Socialista en Argentina: nudos histricos y perspectivas historiogrficas, en El PartidoSocialista en Argentina. Sociedad, poltica e ideas a travs de un siglo, op. cit., p. 17.

    8Richard Walter, The Socialist Party of Argentina 1890-1930, Austin, University of Texas

    Press, 1977, pp. 108-109.

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    Una campaa de agitacin contra el militarismo debe guardar una relacin estrictacon el aspecto y la importancia local del fenmeno que combate. Entre nosotrospodran parecer excesivas ciertas actitudes que hallan fcil explicacin en otrospases, donde el militarismo ha alcanzado proporciones de verdadera calamidad

    nacional [...] La agitacin antimilitarista exige de nosotros mucho tino y muchadiscrecin. En ningn asunto necesitamos, tanto como en ste, de un equilibradoespritu de ponderacin para asignar a la campaa las justas proporciones quedebe revestir. La ms mnima transgresin a estos principios, puede sustraernosmuchas simpatas, despertar recelos y estancar nuestro desarrollo de partidopoltico nacional.9

    Cuando, en enero de 1913, las Juventudes Socialistas lanzaron unacampaa por el indulto de un conscripto que haba sido sancionado, desde

    las pginas de La Vanguardiavolva a observarse la mirada controladoraque permita notar un dejo de preocupacin:

    Hemos seguido muy de cerca el desarrollo de la agitacin antimilitarista realizadacomo acto previo al mitin del ltimo domingo, y debemos declarar con la mayorsatisfaccin que en todo momento esa campaa se ha distinguido por el sanoentusiasmo, por el ardor juvenil y, sobre todo, por el criterio elevado y serenocon que han sido tratados los temas relacionados a la siempre ardua y escabrosacuestin militar.10

    El artculo destacaba que las juventudes haban diferenciado el reclamoen dos niveles, en la lnea de los planteos mximos y mnimos quecaracterizaban al socialismo de la poca:

    Han afirmado primero, como una aspiracin lejana, la necesidad de suprimirel servicio militar obligatorio para establecer, en cambio, la milicia ciudadana,o la organizacin democrtica de las fuerzas defensivas de la nacin. Pero,concretando aspiraciones susceptibles de realizacin inmediata, las Juventudes

    Socialistas reclaman la reforma de la ley orgnica militar, en el sentido de abolirlos consejos de guerra para ser reemplazados por la justicia civil ordinaria.11

    9Propaganda antimilitarista, La Vanguardia, 29 de noviembre de 1912, p. 1.10La escabrosa cuestin militar, La Vanguardia, 20-21 de enero de 1913, p. 1.

    11Idem.

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    El lugar de la guerra en la filosofa de la historia de Juan B. Justo

    Las posturas desarrolladas por el Partido Socialista argentino frente a lacuestin de la guerra aunque deben ser contextualizadas en el marco de

    las elaboraciones del socialismo internacional, del cual Justo era habituallector e interlocutor no pueden sin embargo considerarse como un simplereflejo de las posturas surgidas en Europa ni logran ser encasilladas en lalnea de alguna de las interpretaciones que enfrentaban en ese entonces alos socialistas europeos. Cuando, a fines de noviembre de 1912, la prensasocialista argentina celebraba las resoluciones del Congreso internacionalrealizado en Basilea en el cual el movimiento socialista haba declarado laguerra a la guerra, La Vanguardiaobservaba con satisfaccin el desenlacedel congreso con un artculo que poda colocarse en la lnea de oposicin

    genrica al militarismo y la guerra que caracterizaba al movimiento socialistainternacional pero inclua tambin elementos propios de la peculiar versinargentina del socialismo:

    Los trabajadores polticamente organizados de los principales pases de Europa,es decir, unos diez millones de hombres inteligentes, enrgicos y conscientes, hanmanifestado resueltamente, por intermedio de sus representantes, el propsitoinquebrantable de evitar a todo trance el abominable crimen de la guerra entrepases cuya actual misin histrica no es ni puede ser otra que la de realizar y

    propulsar el progreso dentro de los grandes ideales humanos que agitan a lospueblos modernos.La tranquilidad y el bienestar del mundo peligrarn mucho menos cuando lapaz o la guerra dependan slo del pueblo. En los pases civilizados el pueblo laconsidera ya como un crimen, cada vez ms peligroso y difcil de consumar. Y simuestra a veces alguna indulgencia para juzgarla, es que le parece reconocer en

    ella algn objetivo legtimo, alguna finalidad civilizadora que no puede realizarse

    sin esfuerzos, debido a la desigual aceleracin del movimiento histrico.12

    En efecto, los sealamientos finales correspondan a la caracterizacindesarrollada por Juan B. Justo en los aos previos, particularmente en su trabajoTeora y prctica de la historia, aparecido en 1909. Ah, Justo desarrollabatodo un anlisis del proceso histrico e inclua un captulo especial dedicadoal problema de la guerra. Las ideas ah expuestas reproducidas en La

    12

    Contra la guerra, La Vanguardia, 27 de noviembre de 1912, p. 1 (cursivas nuestras).

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    Vanguardia13son de fundamental importancia para comprender cmo seconstitua el pensamiento del principal dirigente del socialismo argentino enlos aos previos a la guerra, y al mismo tiempo para comprender sobre qubases se iba a procesar su reinterpretacin una vez comenzado el conflicto

    blico.Para Justo, en las etapas primitivas de la historia de la humanidad las

    guerras desempeaban un papel necesario e incluso progresivo histri-camente, en tanto constituan un riguroso proceso de seleccin natural.Incluso en estadios ms desarrollados, a medida que progresa la tcnica yque la divisin del trabajo y el cambio de productos se extienden entre loshombres, las guerras conservaban un elemento progresivo, aun cuandocambiaban de carcter: stas ya no implicaban el simple exterminio sino laabsorcin o asimilacin de unos grupos humanos por otros, en una relacin de

    dependencia permanente y divisin del trabajo. As es que Justo reivindicabael papel desempeado por las guerras que haban contribuido a extenderla divisin del trabajo y el comercio entre los pueblos: tanto las conquistasde los romanos en el Mediterrneo antiguo como las de los Incas sobre otrospueblos andinos aparecan en la interpretacin justiana como guerras quehaban tenido un gran factor de progreso histrico y de pacificacin, en tantoabran el camino para otras relaciones, ms altas, entre los pueblos.14

    En la perspectiva evolucionista de Justo, de todas maneras, el desarrollode la sociedad y el progreso de la tcnica y los intercambios converta a lasguerras en un fenmeno cada vez menos necesario, y por lo tanto tendientea desaparecer.

    A medida que las relaciones comerciales se desarrollan, la guerra es ms ruinosapara los pueblos que la sostienen, y por eso menos frecuente y prolongada [...]Entre dos sociedades de avanzado desarrollo la paz est cada da ms garantizada,no slo por las relaciones comerciales que las unen, sino tambin por las queligan a cada una de ellas con otros pueblos y que seran perturbadas por unconflicto [...] Con la creciente solidaridad econmica de los pueblos, las guerras

    internacionales toman cada vez ms el carcter de contiendas intestinas y stas,con el progreso histrico, tienden tambin a desaparecer.15

    13El 7 de diciembre de 1912, por ejemplo, se reprodujo en las dos primeras pginas deLa Vanguardiala parte final del captulo de Teora y prctica de la historiadedicado a laguerra, bajo el ttulo: La guerra. Necesidad de que el progreso histrico de los pueblos seauniforme para que desaparezca la guerra.

    14Juan B. Justo (1909), Teora y prctica de la historia, Buenos Aires, Libera, 1969, pp.119-125.

    15Ibid., p. 126.

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    Para Justo el desarrollo de los intercambios comerciales entre las naciones,considerado un factor fundamental de progreso, haca cada vez ms difcil laposibilidad de una guerra, en tanto un eventual conflicto blico entraba encontradiccin con los intereses de la burguesa misma. El autor de Teora yprctica de la historiaiba an ms all y consideraba que los movimientosarmados y la violencia en general estaban en contradiccin con el desarrollo dela sociedad: se hacan cada vez menos necesarios para la evolucin poltica

    y constituan por lo tanto resabios de un pasado pronto a desaparecer.En la poca actual, sostena Justo, las guerras perdan cada vez ms su

    razn de ser histrica y por lo tanto estaban condenadas a su desaparicin.Eso no le impeda, de todas formas, reivindicar un tipo de guerra que a sujuicio an desempeaba un papel positivo en la perspectiva del progresohistrico. El sealamiento agregado en el artculo sobre el congreso de Basilea

    pona de manifiesto, en efecto, el nico escenario en el cual los trabajadoresy los socialistas podan considerar un conflicto armado como progresivo paralos intereses de la sociedad: segn el autor, el pueblo trabajador no puedereconocer a la guerra sino un objetivo legtimo, el de abrir nuevas zonas delmedio fsico-biolgico para la vida inteligente. De esta manera, al incluirlasen su esquema dentro de las guerras que apuntaban a un desarrollo delprogreso histrico, Justo consideraba que los trabajadores deban apoyar lasincursiones coloniales de los pases europeos, y sentaba su posicin sobrela ocupacin militar del territorio indgena en Argentina:

    Con un esfuerzo militar que no compromete la vida ni el desarrollo de la masadel pueblo superior, esas guerras franquean a la civilizacin territorios inmensos.Puede reprocharse a los europeos su penetracin en frica porque se acompaade crueldades? Los africanos no han vivido ni viven entre s en una paz idlica[...] Crimen hubiera sido una guerra entre Chile y la Argentina por el dominiopoltico de algunos valles de los Andes, cuya poblacin y cultivo se harn lomismo bajo uno u otro gobierno. Pero vamos a reprocharnos el haber quitadoa los caciques indios el dominio de la Pampa?16

    Con este tipo de planteos Justo se colocaba en la lnea de la argumentacinde Eduard Bernstein, quien en el marco de la controversia revisionista habasostenido una postura favorable a la colonizacin europea. En un trabajode 1900 llamado El socialismo y la cuestin colonial, Bernstein habareivindicado las ventajas de la colonizacin y planteado que si todas lasdems condiciones se mantienen iguales, la cultura ms elevada siempre

    16

    Ibid., p. 136.

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    tiene ms derechos frente a la ms atrasada; si es necesario tiene el derechohistrico, e incluso la responsabilidad, de subyugarla.17Dos aos antesde que Justo publicara su Teora y prctica, cuando volvi a recrudecer eldebate sobre la cuestin colonial luego del retroceso electoral sufrido por

    el SPDen 1907 en un contexto de creciente euforia nacionalista, Bernsteinprofundiz esta lnea:

    La humanidad an no ha avanzado lo suficiente como para evitar el uso de lafuerza en todas las circunstancias. Cuando dos civilizaciones chocan, la menosdesarrollada debe dejar paso a la ms avanzada. No podemos pasar por altoesta ley de la evolucin, slo podemos humanizar su accin. Oponernos a ellaimplicara postergar el progreso social.18

    En suma, la filosofa de la historia de Justo alinendose en este puntocon los planteos evolucionistas de Bernstein consideraba que si bien podareivindicarse la utilizacin de la fuerza en aquellos casos en que contribuaa acelerar el camino de la civilizacin, el desarrollo del progreso histricotransformaba a las guerras en un fenmeno cada vez menos necesario. Paraque desaparecieran por completo, de todas formas, era indispensable que lospueblos marchen a la par por el camino de la historia: desde su perspectiva,las guerras eran consecuencia precisamente de esas desigualdades en elprogreso y en la evolucin de las sociedades. Cmo reaccion la direccindel Partido Socialista argentino ante el estallido de la guerra, que pona encuestin todo un marco interpretativo elaborado en ms de una dcada?

    17Eduard Bernstein, Der Sozialismus und die Kolonialfrage, Sozialistische Monatshefte,4(6), 1900, p. 561. Disponible en el archivo de la Friedrich Ebert Stiftung [www.fes.de]. Vase,asimismo, Roger Fletcher, A Revisionist Looks at Imperialism: Eduard Bernsteins Critique

    of Imperialism and Kolonialpolitik, 1900-1914, Central European History, vol. 12, nm. 3,septiembre, 1979, pp. 237-271. En el marco de la controversia revisionista, y aun manteniendoun fuerte elemento eurocentrista, Karl Kautsky critic los planteos de Bernstein, sealandoque la poltica colonial no mostraba un desarrollo del progreso histrico sino el predominiode sectores reaccionarios precapitalistas, como Junkers, burcratas y oficiales militares. VaseKarl Kautsky, ltere und neuere Kolonialpolitik, Die Neue Zeit, 16(1), marzo, 1898. Esinteresante notar que aunque comparta en lo relativo a esta cuestin las perspectivas deBernstein los planteos desarrollados por Justo ante el estallido de la guerra haran un fuertenfasis, como veremos, en la idea de que el militarismo era expresin de rmoras arcaicas ypremodernas.

    18Eduard Bernstein, German socialism and the colonial question, The Nation, II, 12 de

    octubre de 1907, pp. 46-47.

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    JUANB. JUSTOANTELAGRANGUERRA. DELANEUTRALIDADINCMODAALINTERNACIONALISMO LIBRECAMBISTA(1914-1915)

    Un neutralismo incmodo

    Cuando la guerra finalmente estall, a comienzos de agosto de 1914, generun profundo impacto social y poltico en Argentina. Si bien tanto el presidenteconservador Victorino de la Plaza como el radical Hiplito Yrigoyen, quelo reemplaz en 1916, mantendran una poltica de neutralidad, el pas se

    vio atravesado por un clima de movilizacin y agitacin que se profundizcon el transcurrir de la contienda y conform un complejo cuadro en el cualsurgieron diversas posiciones, reflejadas en tribunas polticas, periodsticas

    y parlamentarias.19Segn Mara Ins Tato, el legado ms importante de eseclima poltico fue un marcado activismo social, reflejado en la aparicin pordoquier, en diversos puntos del pas, de agrupaciones favorables a los Aliadoso partidarias del estricto mantenimiento de la neutralidad.20

    El socialismo argentino no fue una excepcin: como no poda ser deotro modo, la cuestin de la guerra pas a ocupar un lugar absolutamentecentral en sus formulaciones y reflexiones polticas. El 2 de agosto de 1914,apenas iniciada la guerra, La Vanguardiapublic un extenso editorial de

    Juan B. Justo en el que poda encontrarse una primera interpretacin de laguerra mundial.21Justo caracterizaba la guerra como una gran tragedia queinterrumpira por meses o por aos, el trabajo de millones de hombres,las relaciones econmicas entre grandes colectividades humanas vecinas,las producciones artsticas y culturales. Semejante golpe al progreso debatener una explicacin: para el principal dirigente del socialismo argentinolas causas no podan encontrarse en la escasez de territorios cada uno deesos pases puede alojar una poblacin mucho mayor, en algn tipo deincompatibilidad biolgica entre los diversos pueblos, ni en la necesidadde abrir nuevas vas para el comercio. La nueva guerra no tena ningunade las caractersticas que, segn lo expuesto por Justo en su libro de 1909,podan justificar una guerra histricamente progresiva. Por el contrario, la

    19Vase Mara Ins Tato, La disputa por la argentinidad..., op.cit.; Tulio Halpern Donghi,Ecos de la guerra, en Vida y muerte de la Repblica verdadera(1910-1930), Buenos Aires,

    Ariel, 2000, pp. 49-72.20Mara Ins Tato, La disputa por la argentinidad..., op. cit., p. 233.21La guerra!, La Vanguardia, 2 de agosto de 1914. Si bien en el peridico partidario

    el artculo apareci sin firma, fue incluido ms tarde en Juan B. Justo, Internacionalismo y

    patria, Buenos Aires, Editorial La Vanguardia, 1933, p. 247.

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    guerra que empieza no tiene explicacin posible que la presente como unafatalidad necesaria, ni como un conflicto generador de progreso.

    En esta editorial inicial se hallan contenidos buena parte de los elementosque marcarn la caracterizacin justiana de la guerra: para quien haba

    considerado que la principal base para una paz duradera haba sido eldesarrollo econmico de los aos previos y sola criticar el elemento dialcticodel pensamiento marxista, no exista ningn elemento propio del desarrollocapitalista que llevara al estallido de la guerra. Por el contrario, la guerraera consecuencia de la falta de desarrollo; de la persistencia de elementosarcaicos, de la desigualdad en la evolucin de las diversas partes componentesdel organismo social. Para Justo, la guerra era un choque innecesario yevitable de pueblos que nada pueden ganar desangrndose y barbarizndoserecprocamente, provocado por

    Formas arcaicas de gobierno, vanidades e intereses dinsticos y de casta [que]apoyndose en lo mucho que hay an de ciego e instintivo en los movimientosde las grandes sociedades humanas, hacen aparecer al esclarecido puebloalemn y al revolucionario pueblo ruso y, todo lo hace temer, al inteligentepueblo francs, como pasta sumisa y dcil a las manipulaciones de cancilleresy de prncipes, como absolutamente sujetos a la monstruosa pasin de poderode sus malos pastores.22

    Poco menos de un mes despus, sin embargo, un artculo editorial deEnrique Dickmann, otro importante dirigente del partido, aportaba ciertosmatices a la lnea de interpretacin desarrollada por Justo apenas comenzada laguerra.23El editorialista parta de confesar la profunda incapacidad que habantenido los socialistas para pronosticar el curso de los acontecimientos: hastala vspera misma de la erupcin, nadie crea en ella. Dickmann reconocaagudamente que una visin evolucionista haba guiado la perspectivasocialista e impedido notar el carcter contradictorio del desarrollo del periodoprevio:

    Los enormes intereses materiales la tcnica y la economa como los grandesvalores ticos y mentales la poltica, la ciencia y el arte parecan ser puntalesinconmovibles de la paz del mundo [...] El continuo crecimiento de la concienciahistrica del pueblo trabajador y el avance considerable, en los ltimos aos, de

    22Idem.23

    Enrique Dickmann, La gran tragedia, La Vanguardia, 23 de agosto de 1914, p. 1.

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    los partidos socialistas en las principales naciones europeas, parecan ser factorespoderosos e indiscutibles de paz y de armona entre las naciones.

    Segn Dickmann, una vez iniciada la guerra, era tarea de los socialistas

    tratar de interpretarla, ya que haban sido incapaces de preverla. El autordescubra entonces que la paz armada haba sido en realidad una enormecontradiccin, desde la cual se iba elaborando y preparando, deliberadae intencionalmente, un estado de cosas absolutamente insostenible. Lointeresante es que su artculo, debido precisamente a su componente trgico,inclua un matiz contradictorio y dialctico en el anlisis que estaba ausenteen los de Justo y se permita dudar sobre la posibilidad de que la guerraimplicara la crisis final de todo un periodo histrico en el que los socialistasse haban acostumbrado a intervenir:

    Mecnica y groseramente materialista deca nuestra civilizacin contradictoriay paradoja lleva en su seno los elementos de su propia muerte y destruccin [...]Ser la actual tragedia el naufragio de una civilizacin nueva, ms humana yms armnica? Las nuevas fuerzas histricas sern capaces de salvar los valoresmateriales y morales de la vieja Europa y reconstruir aquel mundo en ruinas? Oes el aniquilamiento total y definitivo de una sociedad en descomposicin?24

    El 31 de agosto, sin embargo, otro artculo editorial sin firma, que responde

    indudablemente a la pluma de Justo, volva a insistir sobre la necesidad dedistinguir entre las guerras antiguas, que respondan a una necesidad histrica,

    y la que acababa de estallar, que era incomprensible en el marco del progresoque pareca haber alcanzado la humanidad:

    Entre las sociedades brbaras y primitivas la guerra era una necesidad, era elinstinto primordial que animaba la historia, era la vida misma que la impona,era una lucha cruenta por la propia existencia, era un factor inconsciente deseleccin biolgica, era la naturaleza obrando en su propio seno. Ser acaso

    lo mismo para los pueblos donde la economa y la tcnica, donde el arte y laciencia levantan a los hombres a un nivel de vida ms elevado y noble? No, noes lo mismo. Dentro del amplio campo social donde los hombres y las cosas nosacercamos cada da ms, donde nos entendemos y compenetramos en ideas ysentimientos, la guerra es una monstruosidad.25

    24Idem.25

    El gran crimen, La Vanguardia, 31 de agosto de 1914, p. 1.

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    En la interpretacin de Justo, donde el desenvolvimiento histrico de lospueblos [es] un proceso consciente, regular y metdico, la guerra aparecacomo una aberracin, como un inexplicable retorno a un pasado ya superado:no poda entenderse por lo tanto ms que como un producto de rmoras

    de etapas pretritas. La conflagracin blica que asolaba a Europa y ponaen entredicho todo el progreso social era entendida en este contexto comoconsecuencia de los intereses de casta, de clase o de dinasta. Como hansealado Patricio Geli y Leticia Prislei, su primera decodificacin del eventoes la de leerlo como un retroceso barbarizante atribuible a la pervivencia deregmenes dinsticos arcaicos, a un todava escaso desarrollo del socialismo

    y a la predominancia del discurso racista.26Sobre la base de esta conceptualizacin general de la guerra mundial

    y del lugar histrico que ocupaba, la interpretacin de Justo comenz,

    tmidamente primero y en forma ms decidida un poco despus, a evaluarde manera bien desigual las responsabilidades que le caban a las distintasfuerzas en pugna. En efecto, si la guerra era consecuencia de los elementosarcaicos que sobrevivan en Europa, y en particular de los odios dinsticos

    y los regmenes polticos menos democrticos, la figura del imperialismoy el militarismo alemanes comenz a ser vislumbrada como el principalresponsable de la guerra. Se trata de una operacin que no se proces deinmediato, sino que puede captarse a lo largo de sucesivos artculos entre losltimos meses de 1914 y los primeros de 1915, pero que en cualquier casono aparece como un rayo en cielo sereno a comienzos de 1917, como ciertahistoriografa de los orgenes del comunismo puso de manifiesto. En esta lneade argumentacin, por otra parte, Justo utilizaba argumentos muy similaresa los adoptados por Karl Kautsky y un sector de la propia socialdemocraciaalemana, que adopt una postura crtica ante la guerra y responsabiliz dela misma al kiser alemn.27

    A mediados de octubre, La Vanguardiapublic, en dos das consecutivos,un largo artculo de Augusto Bunge, intelectual cercano al partido que acababade volver de Europa, en el cual se sostena una interpretacin favorable a

    Alemania.28 Al da siguiente, un artculo editorial pona de manifiesto la

    26Patricio Geli y Leticia Prislei, Una estrategia socialista para el laberinto argentino.Apuntes sobre el pensamiento poltico de Juan B. Justo, Entrepasados, nm. 4/5, fines de1993, p. 36.

    27Vase Karl Kautsky, The Guilt of William Hohenzollern, Londres, Skeffington & Son,1920 [http://www.archive.org/details/guiltofwilliamho00kautiala], fecha de consulta: 10 deoctubre de 2014.

    28Augusto Bunge, El significado de la guerra, La Vanguardia, 14 y 15 de octubre de

    1914, p. 1.

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    diferencia entre la redaccin del peridico y la postura de Bunge, sealandoque no poda ponerse un signo igual entre las reacciones blicas de laspotencias centrales y las de los aliados, cuya entrada en la guerra eraconsiderada defensiva:

    Si el mundo se ha vuelto contra Alemania, o mejor, contra el imperialismo alemn,es porque ste quera el mundo para s. Y la reaccin defensiva no se ha producidosino ante el peligro real, cuando los caones alemanes de 42 centmetros probabanque un pas civilizado puede ser tambin el que mejor cultive las artes de labarbarie, de la destruccin y de la muerte [...] Aunque no creemos oportuno analizarlas virtudes y los defectos de la democracia francesa comparada con la alemana,podramos hacer notar que slo un rgimen en que un empleado del kiser (no esotra cosa el canciller del imperio alemn) puede burlarse del parlamento, permite

    concebir la aberracin de la actual guerra, desencadenada en nombre de un puebloque no necesitaba de ella para ser grande.29

    Menos de diez das despus, una nueva editorial profundizaba estamisma lnea de responsabilizar a Alemania como principal culpable de laguerra. Al mismo tiempo, se avanzaba una postura que, si bien no lo decaabiertamente, sostena que el socialismo argentino deba ser partidario deun triunfo de los aliados:

    Una vez producida la guerra, su resultado no puede sernos indiferente, ni creemosque sea el mismo con la victoria de unos o de otros de los contendientes [...]Queremos el triunfo que nos estorbe y amenace menos, y que evite con msseguridad otra guerra [...] El triunfo de los Estados que ms han dado al militarismo,y donde menos influencia poltica tiene el socialismo, a pesar precisamente desu poderosa organizacin y de su fuerza, tiene que parecernos muy peligrosopara todos los pueblos.30

    Recin hacia el final del artculo el editorialista abandonaba los sobreen-tendidos para nombrar a Alemania:

    La poltica de los armamentos adquirira maana un nuevo empuje con el triunfodel imperialismo alemn. Pagado ste, ms que nunca, de su superioridad y de

    29El tema inagotable de la guerra, La Vanguardia, 16 de octubre de 1914, p. 1. Lapresencia de Rusia otra autocracia en el frente de los aliados, era vista como una consecuenciade la poltica alemana, que ha arrojado a Francia en brazos de la autocrtica Rusia.

    30

    La guerra, La Vanguardia, 25 de octubre de 1914, p. 1.

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    su fuerza, resistira a la tentacin de completar, en un plazo cercano, la sumisinde los vencidos del da antes? Escatimara sus rigores a los propios enemigosinternos, a la democracia social, que no lo seguira en sus nuevas aventurassangrientas? De esa misma democracia, capaz de poner la poltica de Alemania

    a la altura de su desarrollo industrial y de su cultura, esperamos maana lamejor contribucin para los fines de la paz y de la justicia social en todo elmundo. Por eso deseamos que sea abatido el poder que se opondra maana alos designios de aqulla, con ms energa que nunca, y que perpetuara en elmundo la pesadilla de la guerra.31

    El mes siguiente, sin embargo, en La Vanguardiatodava podan leerseartculos que se oponan a este tipo de planteamientos y ponan de manifiestola existencia de divergencias al interior del partido. El 16 de noviembre, un

    artculo de Augusto Khn reproduca un planteo de los socialistas alemanesde Nueva York:

    Se ha dicho que el internacionalismo no est reido con el patriotismo. Loshechos probaron que estbamos en un error. Patriotismo es nacionalismo, es laprevalencia de los intereses del pas propio contra los del extrao, y como tal,es la negacin del internacionalismo.

    Si bien Khn apuntaba luego que el escepticismo del diario neoyorkino

    va demasiado lejos, conclua que destruir el nacionalismo es tarea muy larga:factible inmediatamente nos parece purificarlo, quitndole lo que pueda tenerde peligroso para la unidad de la familia obrera.32

    Una semana ms tarde, un artculo sin firma desarrollaba ms abiertamenteeste argumento a favor del internacionalismo, con conceptualizaciones quecontradecan buena parte de la interpretacin justista, habitual en las pginasde La Vanguardia:

    Detestamos el imperialismo alemn como detestamos los dems imperialismos.

    Por eso deseamos su derrota. Pero nuestra antipata no va ms all. Para nosotrosel pueblo alemn es tan digno como el francs, o cualquier otro pueblo, de lassimpatas de los socialistas y de todo hombre que piensa [...] Hacer recaer todala responsabilidad de la guerra sobre el kiser, es tan ridculo como atriburselaal papa [...] hay que reconocer tambin que la republicana Francia y la liberalInglaterra han contribuido con su granito de arena a este resultado [...] No

    31Idem.

    32Augusto Khn, La Internacional, La Vanguardia, 16-17 de noviembre de 1914, p. 1.

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    slo en Alemania hay castas y clases que oprimen y explotan al pueblo [...] EnAlemania, como en Francia, Inglaterra y dems naciones llamadas civilizadas,hay una clase compuesta de los peores elementos sociales, que vive del robo yel engao sobre sus respectivos pueblos [...] A los causantes de la guerra, si se

    quiere individualizarlos, hay que buscarlos en esta clase, entre los monstruoscon cara humana, de mirada metlica y entraas de hiena.33

    Librecambio, divino tesoro

    Ms all de estos artculos que parecan mostrar matices o incluso contra-dicciones con la lnea justista, hacia fines de 1914 ya comienza a cobrar uncarcter ms definido el posicionamiento de La Vanguardia en favor del

    bloque de los aliados y en contra de las potencias centrales. Geli y Prisleiapuntaron, en este sentido, que avanzada la guerra la consternacin setrastoca en una crtica del pacifismo utpico [...] y en una creciente simpataaliadfila.34Julio Godio, por su parte, plante que entre 1914-1916 el PSmantendr una posicin pacifista y neutralista y a favor del arbitraje, aunqueya en 1915 Juan B. Justo comienza a deslizarse hacia posiciones favorablesa la Entente.35

    En cualquier caso, nos parece interesante sealar que este deslizamientose va a producir apelando en forma cada vez ms recurrente a un argumento

    que haba aparecido slo en forma aislada en los artculos del comienzo dela guerra, pero que ser recuperado del acervo de ideas de Justo y de laSegunda Internacional para defender una posicin proaliada: nos referimos ala reivindicacin del libre comercio.36En los artculos de diciembre de 1914

    33Los causantes del conflicto, La Vanguardia, 23-24 de noviembre de 1914, p. 1.34Patricio Geli y Leticia Prislei, Una estrategia socialista para el laberinto argentino...,

    op. cit., p. 36.35

    Julio Godio, Historia del movimiento obrero argentino 1870-2000, Buenos Aires,Corregidor, 2000, tomo 1, p. 239.36El librecambio fue reivindicado tradicionalmente por la socialdemocracia internacional

    como una de las formas de defender los salarios reales de los trabajadores, frente a medidasproteccionistas que encarecan los alimentos de primera necesidad. Cabe sealar, de todasmaneras, que entrado el sigloXXsurgieron algunas diferenciaciones, particularmente dentro delcampo revisionista: todo un sector, representado por Richard Calwer, Karl Leuthner, Max Schippel,Gerhard Hildebrand, Ludwig Quessel y otros colaboradores de Sozialistische Monatshefte,comenz a defender planteos proteccionistas y antibritnicos, oponindose a las posicionesde Eduard Bernstein, quien continu siendo un defensor del librecambismo. Estas posicionesterminaran acercando, durante la guerra, a Bernstein y Kautsky, en tanto ambos defendan el

    librecambio y tenan una postura contraria al militarismo y expansionismo alemn.

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    ya pueden encontrarse muchos de los argumentos que pondr en juego Justoy la direccin del PSen 1917, a la hora de defender la ruptura de relacionescon Alemania.

    La guerra europea no es para nosotros un problema simplemente sentimental.Nos afecta profundamente en nuestras relaciones comerciales, restringe elmercado para la venta de los productos argentinos, as como limita las plazasque pueden proveernos de los artculos que necesitamos importar. Y, lo que noes menos grave, dificulta el transporte de los cereales, la carne y la lana de estepas a todos los pases, neutrales o en guerra, que los necesiten [...] Las navesalemanas de guerra son prcticamente buques piratas, apostados en la vecindadde nuestras vas martimas, para robar o destruir los cargamentos que vienen aeste pas o salen de l.37

    El artculo llegaba a un punto crtico cuando admita que an no esta-ban dadas las condiciones para plantear la ruptura de relaciones con laspotencias centrales, y en ese sentido planteaba la necesidad de mantener unaneutralidad vigilante y consciente, siguiendo una lnea de argumentacin quecolocaba al PSen un rol de consejero del gobierno y de la clase dominanteargentinos.

    Por grandes que sean nuestra simpata y solidaridad nacionales con la causa

    de los aliados, no podemos pensar en comprometernos en la guerra [...] Pero,hemos de facilitar su obra destructiva de nuestro comercio? [...] El gobiernoargentino, si tiene la conciencia de la situacin y de sus deberes, no puedeemplear subterfugios para disculpar tolerancias, manifiestamente contrarias anuestras necesidades colectivas. Los buques mercantes alemanes deben sersujetos a estricta vigilancia y contralor.38

    Tres das ms tarde, otro artculo profundizaba en la misma lnea deargumentacin: tomando una serie de notas de intelectuales alemanesreproducidas por un peridico brasileo, se sealaba que Amrica del Surse contaba entre las reas de inters para el imperialismo alemn, lo cualimplicaba que no era vano el peligro representado para el subcontinentepor un eventual triunfo alemn.39

    37[Juan B. Justo] La neutralidad argentina debe ser vigilante y consciente, La Vanguardia,6 de diciembre de 1914, reproducido en Internacionalismo y patria, op. cit., p. 254.

    38Idem.

    39La defensa nacional, La Vanguardia, 9 de diciembre de 1914, p. 1.

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    Un artculo de comienzos de 1915 profundizaba el argumento acerca dela necesidad de distinguir entre ambos bandos de la guerra:

    En la actitud cuasi unnime de los diferentes pases contra Alemania y Austria,

    se descubre fcilmente la influencia de un espritu pacifista ms o menosinconsciente, pero espontneo y sincero. Es un movimiento de airada protestacontra los primeros y directos provocadores de la guerra [...] Los dos imperiosestn solos, ya que la ayuda turca no les sirve ni les honra. Rodean a Francia,en cambio, apoyndola con su esfuerzo o alentndola con su simpata fuerade Rusia, ese husped incmodo, Inglaterra, Blgica, Portugal, Italia, Espaa, ycon afecto disimulado por la distancia, toda la Amrica hispana.40

    Geli y Prislei han sealado agudamente que los acontecimientos crticos

    de mediados de la dcada de 1910 fundamentalmente la llegada delradicalismo al poder y el estallido de la Primera Guerra Mundial provocanen Justo una inicial consternacin que ira prontamente a neutralizarsemediante su desciframiento desde el catlogo nocional preexistente.41 Setrata de un fenmeno sin duda evidente en el terreno que nos ocupa, yen particular a partir de 1915, cuando Justo comienza una operacin deargumentacin en torno a la guerra que, adems de profundizar ese yamencionado deslizamiento hacia posiciones aliadfilas, busca interpretar elnuevo contexto internacional desde la ptica de sus viejas perspectivas. Si laguerra no haba sido consecuencia de los desarrollos propios del capitalismomoderno sino de pervivencias arcaicas, lo que se planteaba era una lneade accin que buscase como antes impulsar un desarrollo gradual de lamodernidad occidental.

    Restablecida la paz, ha de imponerse la vuelta a las dos viejas verdades burgue-sas, olvidadas un poco, y no apreciadas en todo su valor: el librecambio y laforma republicana de gobierno, entendiendo por tal la repblica parlamentariade la que nada se diferencia la monarqua inglesa, en la que las grandes

    decisiones de que dependan la paz y la prosperidad de los pueblos no estn enmanos de ningn hombre [...] Cuando el inters de los pueblos no pueda sersobrepujado por el capricho o el orgullo de hombres revestidos de un poderdivino, y cuando la libertad y la igualdad sean la nica proteccin al comercio

    40Guerra e internacionalismo, La Vanguardia, 24 de enero de 1915, p. 1.41Patricio Geli y Leticia Prislei, Una estrategia socialista para el laberinto argentino...,

    op. cit., p. 35.

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    y al trabajo de todos los pases, se habrn suprimido las principales causas delas guerras, y la paz quedar fuertemente afianzada.42

    A mediados de mayo de 1915, cuando Italia entr en la guerra, Justo

    sealaba que a pesar de que ello implicaba una extensin de las hostilidadesy una ampliacin del conflicto, no podemos, sin embargo, maldecir elmomento. Desde su perspectiva, la intervencin italiana poda contribuir aabreviar la duracin de la guerra, o conducir a una solucin ms general ypermanente. Es interesante observar cmo Justo, sin abandonar formalmentesu neutralismo, ya comienza a valorar la intervencin en la guerra, en elbando de los aliados, como un paso positivo:

    Ser que en la lucha intestina que desgarra a Europa, el pueblo italiano ha credo

    deber ocupar tambin su puesto; que ha visto comprometidos en la contienda,ms que el predominio en ciertos pedazos de territorio, grandes principios dehumanidad y de poltica; que espera contribuir a su propia salud y asegurarsemejor porvenir, sacrificando su tranquilidad del momento al triunfo de la paz y lasolidaridad entre los pueblos europeos. Nuestros ms fervientes votos por el triunfodel pueblo italiano si tales son los propsitos que lo llevan a la guerra!43

    Pocos das despus, La Vanguardiacrea llegada la hora de manifestarsu posicin sobre el debate que divida a los socialistas italianos, y reforzaba

    la posicin planteada en el artculo anterior.

    A priori, y en tiempo de paz, condenamos siempre la guerra. Sabemos queel proletariado nada tiene que ganar con ella [...] Producida la guerra, que lossocialistas, a pesar de su poder poltico, no han sabido o podido evitar, lascosas cambian. En tiempo de guerra, no se siente ni se piensa como en tiempode paz [...] Naci as en Italia la efervescencia que dividi la opinin de losmismos socialistas [...] Ahora, ante el hecho de la intervencin italiana, despusde diez meses de horrenda lucha que desangra y devasta a Europa, vamos a

    incurrir en la ligereza de condenar en absoluto esa intervencin? [...] Producidala guerra, que fatalmente ha de terminar, fuerza es que aspiremos, no tanto aque termine, como a que termine bien. Es de un sano optimismo pensar que notodo ha de ser perdido en el tremendo sacrificio y afirmar nuestra esperanza de

    42Los nuevos problemas que plantea la guerra, La Vanguardia, 5 de marzo de 1915,p. 1.

    43[Juan B. Justo] La lucha eterna, La Vanguardia, 21 de mayo de 1915, reproducido en

    Internacionalismo y patria, op. cit., p. 259.

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    la mejor solucin posible [...] La guerra es un hecho ajeno a nuestra voluntad yque se sobrepone a nosotros. No es normal ni sensato sentir y pensar en tiempode guerra como en tiempo de paz [...] El antimilitarismo de Herv era miradocomo una extravagancia en los congresos socialistas internacionales, antes de

    la guerra. Qu decir de ese antimilitarismo, ahora que Herv est de voluntarioen las trincheras?44

    A mediados de julio, un artculo criticaba a los socialistas europeos, queno parecen por el momento los ms capaces de prever las ulterioridadesdel conflicto, y en particular al congreso de los socialistas franceses quehaba ignorado la faz fundamental de los problemas. Justo le criticaba alsocialismo francs haber preconizado la democracia para evitar las guerrasde origen dinstico, en tanto consideraba que reduca el problema a un

    aspecto puramente poltico y no tena en cuenta las causas de fondo quehaban llevado al conflicto y que deban considerarse para sostener una pazduradera: las relaciones comerciales entre los Estados. Un ao despus delinicio de la guerra, Justo desarrollaba ahora una explicacin de sus causas quepoda entroncar plenamente con sus interpretaciones previas a la contienda:era el proteccionismo lo que haba llevado al conflicto y era por tanto apartir del librecambio como deba pensarse cualquier tipo de reconstruccina futuro de la paz.

    Aun cuando, a consecuencia de la guerra, todas las naciones de Europa seconstituyeran como repblicas, la sola forma poltica no bastara, pues, paraconsolidar entre ellas la paz [...] La terrible guerra actual proviene de que nacionespopulosas, encerradas en reducidos territorios colindantes, armadas del modernoarsenal industrial y de una organizacin econmica tan compleja que cada unade ellas cree indispensable recorrer el mundo entero en busca de mercados paravender y comprar, han preferido aislarse recprocamente y reducir al mnimumposible sus relaciones comerciales, por medio de leyes brbaras y absurdas[...] No habr paz en Europa mientras no se extiendan en ella y se consoliden

    libremente las relaciones comerciales, hasta el punto de hacer de todo aquelcontinente un solo mercado.45

    44 [Juan B. Justo] Enseanzas de la guerra, La Vanguardia, 25 de mayo de 1915,reproducido en Internacionalismo y patria, op. cit., p. 261.

    45[Juan B. Justo] Las bases de la paz internacional, La Vanguardia, 17 de julio de 1915,

    reproducido en Internacionalismo y patria, op. cit., p. 263.

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    El proteccionismo, entendido como una rmora del pasado y de la falta dedesarrollo, era visto como el causante del conflicto; para superarlo se proponauna profundizacin del librecambio. Al no advertir que ese proteccionismono era sino una consecuencia contradictoria de la profundizacin de la

    competencia entre los rivales comerciales del mundo desarrollado, Justo veaen lo viejo lo que en realidad era nuevo, y se aferraba ms que nunca a suantigua interpretacin cuando se apagaban en todo el mundo las luces deese largo sigloXIX que haba sido su poca.

    CONCLUSIN

    Consideramos que el anlisis de la interpretacin desarrollada por Justo en

    los aos inmediatamente anteriores a la guerra y durante 1914 y 1915, quehemos planteado en estas pginas, permite enriquecer las interpretaciones delpensamiento del principal dirigente del socialismo argentino desarrolladas enlos ltimos aos, que en buena medida lograron superar aquellas viejas lecturasque simplemente consideraban a Justo como un revisionista bernsteiniano,sea para reivindicarlo o para demonizarlo. En efecto, el pensamiento de JuanB. Justo quien deca de s mismo que se haba hecho socialista sin leera Marx debe ser analizado en su complejidad como el peculiar productode un entrecruzamiento de perspectivas dentro de la cual la de Marx eraslo una entre varias, y que se proces en un contexto en el que la propiasocialdemocracia internacional era un terreno plagado de polmicas quetodava no han sido exploradas en profundidad por la historiografa. Encualquier caso, y tal como seala Horacio Tarcus, es importante destacar queel anlisis de ciertos elementos de la interpretacin marxista que notenanlugar en la particular hiptesis de Justo permite echar luz sobre las lneasfundamentales de su pensamiento. Creemos que el anlisis de la postura de

    Justo respecto a la guerra puede contribuir a reforzar esta perspectiva.En un trabajo ya clsico sobre el problema del derrumbe en la teora

    marxista, el italiano Lucio Colletti sealaba que es posible advertir elentrelazamiento de dos perspectivas en la interpretacin de Marx sobre elfenmeno capitalista: la primera, que el autor llama cientfica, derivaba de sucrtica a los socialistas utpicos; mientras que la segunda, caracterizada comorevolucionaria, se originaba en su polmica con los economistas clsicos.Mientras que la primera perspectiva enfatizaba el componente progresivojugado por el capitalismo, en tanto y en cuanto el proyecto socialista de Marxse basa en los avances tcnicos y productivos creados por ese rgimen social

    y no en una mera utopa o en un reclamo moral, la segunda pona el nfasis

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    en la crtica de la economa poltica, marcando las profundas contradiccionesque ese mismo rgimen social genera.46Tal como seala el filsofo espaolCiro Mesa en un reciente trabajo que analiza agudamente el concepto dehistoria desarrollado por Marx, este entrelazamiento de perspectivas haca

    que, en la perspectiva marxiana, el capitalismo fuese el punto culminantedel desarrollo histrico de las fuerzas productivas y por ende del progreso

    en tanto rgimen social que sienta por vez primera las premisas materialespara la sociedad sin clases pero al mismo tiempoun factor de freno en eseprogreso, en tanto lleva a un nivel mximo las tendencias a la alienacin yel extraamiento, toda vez que presenta las relaciones sociales bajo el velodel fetichismo de las mercancas.

    A travs de una operacin que guarda similitudes con la realizada por losdirigentes del llamado marxismo legal ruso Struve, Tugan Baranowski,

    el rechazo de la dialctica llevaba a Justo a una unilateralizacin de aquellapostura marxista que reivindicaba el avance histrico constituido por elcapitalismo moderno en detrimento de la perspectiva que adverta todas suscontradicciones y polemizaba con la economa polticade los defensores delrgimen capitalista.47

    Marx y Engels planteaba Justo han sostenido que la consecuencia necesaria delcapitalismo era la creciente miseria, opresin, servidumbre, degradacin de la clasetrabajadora, a la cual sealaban una misin histrica tan grande. Esa contradiccin

    les oblig a recurrir a los artificios de la metafsica para explicar la revolucinsocial que prevean, y a decir, por ejemplo, que la sociedad se transformar envirtud de su propia, interna e inevitable dialctica o en virtud de la negacinde la negacin. Para los trabajadores y para la ciencia esas frmulas no quierendecir nada. Por mi parte nunca las he entendido y he buscado por otro caminola explicacin que ellas no me daban[...] La burguesa no triunf porque era laclase oprimida, sino porque era la clase ms fuerte, ms inteligente, de mayorcapacidad econmica, de las naciones inglesa y francesa. Esta ser la situacin de

    46Lucio Colletti, Introduccin, en El marxismo y el derrumbe del capitalismo, Mxico,SigloXXIEditores, 1978, pp. 13-45.

    47Segn Jos Aric, Justo no comprendi la importancia fundamental que tiene para elsistema cientfico de Marx el anlisis de la forma de valor y de las dems categoras econmicasfetichistas. Considerndolas como puras alegoras, como vacuna metafsica, Justo no entendique con ellas Marx no pretenda fundar una nueva filosofa sino precisamente escapar desta. Jos Aric, La hiptesis de Justo, Buenos Aires, Sudamericana, 1999, p. 146. No es casualque en el primer nmero de La Vanguardiase reivindicara, adems de a Marx, a Adam Smith

    y David Ricardo.

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    la clase obrera, pero no porque fatalmente la aplaste cada vez ms el capitalismo,sino porque la empuja a la accin y le da campo de desarrollo.48

    Tal como ha sealado Javier Franz, esta visin de la transformacin

    social como un proceso evolutivo y progresivo implicaba nada menos quela sustitucin del pensamiento negativo-dialctico presente en Marx, por elmodelo causal-positivista, dentro del cual de todo elemento no puede derivarsesino ms de lo mismo y nunca su contrario.49En el terreno que nos ocupa,este componente positivista del pensamiento justiano permite comprendersu postura frente a la guerra mundial: al soslayar el carcter contradictorio yalienante, es decir fetichizado, del desarrollo capitalista, Justo pasaba por altola idea marxista segn la cual las propias fuerzas dinmicas del capitalismoque impulsaban el progreso tambin contenan en germen la semilla de

    su propia destruccin. En tanto y en cuanto era rechazada la idea de que lasmismas leyes que llevaban al desarrollo del capitalismo tambin provocan sucolapso, la interpretacin de Justo no poda entrever en la propia dinmicadel capitalismo las tendencias contradictorias que llevaban a la guerra alrgimen social que haba asegurado la paz durante las dcadas previas. Losartculos de La Vanguardiade las semanas inmediatamente posteriores alestallido de la guerra dan cuenta de este primer momento de incomprensin

    que queda en evidencia sobre todo en las notas de Enrique Dickmann, anteuna conflagracin que pareca imposible comprender dentro de los marcos

    interpretativos desarrollados en los aos previos.Con el correr de los meses, sin embargo, Justo llev adelante una operacin

    intelectual que buscaba procesar el episodio blico dentro de los cnones desu cosmovisin previa una cosmovisin basada en los supuestos liberales

    y evolucionistas de una etapa histrica que estaba desapareciendo. Si bien,como hemos visto, la cuestin de la guerra no provoc respuestas unvocasdesde el peridico socialista y se pusieron de manifiesto algunas tensiones

    como por ejemplo en los posicionamientos de Bunge hemos intentadomostrar que las elaboraciones de Juan B. Justo lograron, una vez ms, abrirse

    paso hasta convertirse en hegemnicas en equipo de direccin del partido.Esta elaboracin fue deslizndose desde una primera aproximacin que

    encontraba las causas de la guerra en la primaca de formas arcaicas degobierno, vanidades e intereses dinsticos y de casta hasta una que lograbaencajar plenamente con sus interpretaciones previas, en tanto atribua

    48Juan B. Justo (1898), Cooperacin obrera, citado en Javier Franz, El concepto depoltica en Juan B. Justo, Buenos Aires, CEAL, 1993, vol. 1, p. 78 (cursivas nuestras).

    49Ibid., p. 79.

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    el estallido del conflicto a la pervivencia del proteccionismo y el escasodesarrollo del librecambio. En ambos casos, de todas formas, se observa que lainterpretacin se colocaba siempre dentro del marco cognoscitivo desarrolladoen su filosofa de la historia: es la falta de desarrollo, la desigualdad en el

    progreso de las diferentes naciones, o la pervivencia de elementos arcaicoslo que lleva a la guerra, en ningn caso se consideraba que no es la ausenciasino el exceso de desarrollo lo que puede generar una situacin de barbarie

    y muerte a escala mundial.El nfasis puesto en el librecambio, por otra parte, se produca al mismo

    tiempo que se hacan evidentes las dificultades que implicaba para el comercioargentino la actitud de Alemania ante la guerra: se proces as una operacinintelectual que al mismo tiempo que permita a Justo integrar la comprensinde la guerra en su cosmovisin previa, lo llevaba a abandonar una posicin

    neutralista con la que siempre se haba sentido incmodo y con la que lospropios intereses de la clase dominante argentina comenzaban a chocar. Enefecto, cuando en 1917 la cuestin de la neutralidad se colocara en el centrodel debate poltico del pas, luego del hundimiento de una serie de barcos debandera argentina por parte de la flota alemana, el reclamo por la ruptura derelaciones con las potencias centrales encontrara un fuerte eco en diferentessectores de la poltica del pas.

    Internacionalismo y patria, el ttulo dado a una de las ms importantescompilaciones de obras del lder socialista, retomaba en ese punto dosconceptos que, a pesar de su apariencia contradictoria, el pensamientode Justo se esforzaba por articular. Lo cierto, de todos modos, es que losplanteamientos del socialismo argentino haban procesado una serie decambios en los primeros 15 aos del sigloXX, dando lugar a un deslizamientodesde posiciones fuertemente internacionalistas y clasistas, en los orgenesdel partido, hasta una configuracin intelectual, en la segunda dcada delsiglo, que ya era capaz de reivindicar una determinada lectura de lo nacional,mostrando as que entre esos dos polos que daban ttulo al volumen tambinexista una tensin problemtica. La cuestin de la guerra se nos aparece, eneste punto, como una pieza del complejo tablero que da forma al pensamientodel socialismo argentino en el periodo de indiscutible influencia de Justocomo principal dirigente.

    El objetivo de este artculo ha sido examinar las caractersticas poltico-intelectuales de una operacin que le permiti a Justo, por un lado, sacar ala direccin del PSde la confusin generada por el estallido del conflicto ylograr un posicionamiento proaliado que no fuera en contradiccin con susinterpretaciones neutralistas previas, y por el otro desenvolver un planteo

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    que iba en coincidencia con el clima mayoritario de la opinin en el pas.50Tuvo, sin embargo, un costo muy elevado: las tensiones acumuladas en elinterior del partido llevaron a la ruptura ms importante sufrida hasta entoncespor el socialismo local y, an ms importante, provoc que el PSentrase al

    nuevo periodo histrico abierto con la guerra mundial y la revolucin rusacon el mismo bagaje conceptual que haba sido desarrollado para un periodohistrico, signado por el liberalismo y el desarrollo pacfico del capitalismo,que acababa de terminar para siempre.

    50Tal como ha sealado Mara Ins Tato: [...] en lneas generales, la sociedad [argentina] sevolc mayoritariamente en favor de los aliados, especialmente en favor de Francia, que desdeel siglo anterior constitua el modelo poltico y cultural de las lites [...] Los admiradores de

    Alemania, en cambio, eran francamente minoritarios y debieron afrontar la dificultosa misinde defender la causa germana ante una opinin pblica hostil. Una sociedad movilizada:la Argentina y la Primera Guerra Mundial, Ciencia Hoy, vol. 24, nm. 139, Buenos Aires,

    2014, p. 17.