jóvenes y pobreza en hidalgo
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Este ensayo abordará de manera general el tema de la pobreza desde la perspectiva de las niñas, niños y jóvenes, los cuales representan un grupo sumamente vulnerable ante atrocidades sociales como la exclusión y la violencia, este análisis toma en consideración el curso vital de las personas como herramienta de análisis de las desigualdades. Igualmente, se abordara el tema de la pobreza caracterizado como un atentado violento hacia los derechos humanos universales como resultado de violencia estructural, así como el impacto de la violencia en nuestros jóvenes.TRANSCRIPT
El Colegio del Estado de Hidalgo
Problemas actuales de la sociedad contemporánea
Dra. Diana L Reartes Peñafiel
JÓVENES, POBREZA Y EXCLUSIÓN SOCIAL
Arq. Tito Armando Cruz Aguirre
“La pobreza degrada y destruye, moral, social y biológicamente al más grande milagro
cósmico: la vida humana. La existencia de la pobreza es una aberración de la vida social,
un signo evidente del mal funcionamiento de la sociedad”
Julio Boltvinik
El aumento y persistencia de la pobreza ha colocado a este tema en el ojo del
huracán, considerando este problema como un objetivo prioritario de la agenda
internacional, posicionándolo como uno de los Objetivos del Milenio de la ONU el de
erradicar la pobreza extrema y el hambre. Para las instituciones internacionales,
Latinoamérica es un pueblo altamente vulnerable, aspectos como la desigualdad y el ciclo
de vida de la sociedad son factores que arraigan la pobreza; de acuerdo a la CEPAL, en
América Latina vive el 32.1 por ciento de los pobres l 12.9 por ciento de los indigentes a
nivel mundial. Desde el punto de vista político, los problemas que atañen a las y los jóvenes
se han relacionado con la insuficiencia de capacidades, habilidades de los adultos y los
jóvenes, y las demás instituciones públicas o privadas se encargan de reforzar las
representaciones hegemónicas de lo juvenil. En el ámbito social, la exclusión que han
sufrido los jóvenes de los procesos participativos o democráticos ha propiciado la ruptura
de su identidad y sentido de pertenencia; este aislamiento social ha sido provocado por la
perspectiva institucional acerca de la juventud, considerándola incapaz de
La pobreza es una dura realidad que viven cotidianamente millones de niños, niñas
y adolescentes, una realidad que los priva de oportunidades educativas, alimentarse
sanamente, acceso a servicios públicos básicos, de una vivienda digna y sobre todo, de un
entorno libre de violencia; todas estas carencias van delineando una ruta hacia la exclusión,
forzada o auto-impuesta.
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Este ensayo abordará de manera general el tema de la pobreza desde la perspectiva
de las niñas, niños y jóvenes, los cuales representan un grupo sumamente vulnerable ante
atrocidades sociales como la exclusión y la violencia, este análisis toma en consideración el
curso vital de las personas como herramienta de análisis de las desigualdades. Igualmente,
se abordara el tema de la pobreza caracterizado como un atentado violento hacia los
derechos humanos universales como resultado de violencia estructural, así como el impacto
de la violencia en nuestros jóvenes.
Introducción
El mercado y aspecto económico han tomado fuerza en estos últimos años, pero esto
ha sido resultado de una serie de cambios que se han venido dando en América Latina
desde los años 90´s. A raíz de la globalización y de la llegada del neoliberalismo a la
dinámica mundial, las agendas gubernamentales y políticas públicas tomaron rumbos
radicalmente opuestos, se redefinieron las estructuras económicas y sociales, se produjeron
importantes cambios estructurales y se puso fin al modelo de Estado benefactor a través de
los recortes en el gasto público y en los programas sociales.
Las transformaciones de la pobreza en el devenir latinoamericano, no sólo han
transformado su naturaleza, si no que han dado pie a nuevos conceptos para entender sus
nuevas características y realidades. Resulta evidente que los cambios en los modelos
económicos1, derivados de la globalización y “modernización”, repercuten en el fenómeno
de la pobreza y su percepción como problema, en consecuencia, de la manera en la que será
abordado y en los plazos en los que será atendido.
Actualmente, la pobreza tiene un estructura muy diferente a la que tenía en los 60´s
y 70´s, ahora está caracterizada por una distribución espacial focalizada en barrios en donde
se concentra la pobreza y la vulnerabilidad, barrios aislados de la dinámica social urbana.
Así mismo, destaca la emergencia de actores sociales (Organizaciones no
Gubernamentales) involucrados en la toma de decisiones y en la creación de políticas
públicas para el combate a la pobreza; y, en consecuencia, de nuevas formas en las que se
relaciona el Estado y los pobres. Gracias a los procesos y luchas por la democratización e
1 Cambio del período de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) hacia la Economía Neoliberal (liberación de los mercados y apertura comercial).
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igualdad de derechos sociales se ha logrado un mayor acercamiento del sector político con
el social para crear consensos en cuanto a la solución de problemas. (Roberts, 2007)
Pobreza y exclusión social
En México, y en toda Latinoamérica, la pobreza se presenta como un tema de suma
importancia en la agenda política, social y económica debido a los amplios alcances
demográficos que tiene y los desafíos que representa su existencia para el desarrollo
económico y democrático del país. La conceptualización de la pobreza ha sido motivo de
intensos debates, transformándose y adquiriendo diferentes significados y sentidos, los
cuales se superponen y complementan entre sí, reconociendo la naturaleza
multidimensional de este problema social, la cal reconoce que los elementos que toda
persona necesita para decidir de manera libre, informada y con igualdad de oportunidades
sobre sus opciones vitales, no pueden ser reducidos a una sola dimensión. Desde la
perspectiva multidimensional, puede entenderse a la pobreza como una serie de carencias
definidas en múltiples dominios a través de tres espacios analíticos: enfoque de bienestar,
derechos sociales y cohesión social.
El concepto de exclusión social surge como alternativa para explicar y entender los
cambios en la estructura social derivados de las fuerzas globalizadoras, cuyo impacto
reconfiguro los paradigmas económicos, políticos y sociales. Ante estas reformas
estructurales, los sectores más desfavorecidos han sido quienes pagan los costos
transicionales. Debe señalarse, que los efectos y consecuencias de las drásticas
reestructuraciones derivadas de la globalización no se dieron de manera homogénea en
Latinoamérica, por el contrario, cada región tuvo una respuesta particular, en consecuencia,
la exclusión también es diferente entre cada grupo social.
El término exclusión social se ha tratado de abordar desde una perspectiva de
concepto y enfoque al mismo tiempo, con el objetivo de entender la multidimensionalidad
de la nueva pobreza. La noción de exclusión social versa en la idea de una fractura en los
lazos que tejen la relación individuo-sociedad, así como los factores que potencializan esta
ruptura, dentro de los marcos de análisis del mercado, el trabajo y la ciudadanía. Por lo
tanto, el concepto de exclusión social se puede entender como el resultado de un proceso de
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acumulación de desventajas que repercuten directa e indirectamente en la relación
individuo-sociedad (Saraví, 2007).
Se pueden identificar una serie de factores que fomentan la exclusión social, tales
como: la organización espacial de los barrios, rompimiento de lazos comunitarios,
intervención del Estado en la relocalización espacial de la pobreza, barrios cerrados y el
aislamiento de las clases media y alta de los pobres. En torno a la exclusión, cobran
especial importancia los lazos sociales como hilos conductores que mantienen y definen la
condición de pertenencia de un joven con su espacio y sociedad. Los lazos sociales no sólo
se fortalecen, también se debilitan ante la carencia de recursos sociales para mantener
dichos vínculos, cuando estos lazos se rompen, el individuo pobre queda a merced de una
exclusión por parte de su mismo grupo social.
Pobreza y violencia estructural
La violencia es un concepto con diferentes matices dependiendo del punto de vista
con el que se considere, en su sentido general, implica algún tipo de acción u omisión que
de forma directa o indirecta provoca un daño o limita las oportunidades. La violencia
estructural refiere a una forma de violencia invisible que produce un daño en la satisfacción
de las necesidades humanas básicas como resultado de la estratificación y distribución
inequitativa de las oportunidades y recursos para el desarrollo dentro de las estructuras
sociales. (La Parra & Tortosa, 2003)
La manifestación más evidente de la violencia estructural está en la repartición de
recursos y la resolución de conflictos a favor de alguna de las partes, normalmente la que
tenga mejor posición en la estructura social. En general, la violencia estructural puede
ayudarnos a entender la manera en la que se presentan la insatisfacción de las necesidades
básicas, los mecanismos de poder social y, en algunos casos, a explicar la violencia directa.
Aún más importante, este concepto puede darnos cuenta de que existe una tendencia
legitimadora de la desigualdad entre los distintos niveles y actores en la interacción social
sin la necesidad de violencia directa, sin embargo, estas condiciones de desigualdad son
visibles aunque muchas veces no se tiene una dimensión real de sus implicaciones.
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Como se estableció al inicio de este trabajo, la pobreza es una situación en la que no
es posible satisfacer las necesidades básicas; de modo que es posible establecer que la
pobreza y la exclusión social son fruto de la negación de opciones y oportunidades de
desarrollo derivadas de la estructura social, económica y política, y justificada por la
cultura. Siguiendo estas ideas, puede considerarse a la pobreza como un tipo de violencia
estructural, que se manifiesta en las desigualdades de carácter socio espacial que derivan en
oportunidades de vida distintas.
Vulnerabilidad de los jóvenes
Los jóvenes representan uno de los grupos sociales con mayor probabilidad de
enfrentarse a obstáculos que les impidan alcanzar un pleno desarrollo personal, una correcta
inserción en el mundo laboral y social, inclusive, son sumamente vulnerables a los
fenómenos de la violencia y la delincuencia.
Algunos de los principales riesgos que vulneran a las juventudes mexicanas se
encuentran dentro de su trayectoria biográfica, desde la construcción de la autoimagen e
identidad social, hasta la definición de un proyecto de vida. Se trata de todo un proceso
vital amenazado por incertidumbres como las adicciones, la delincuencia, los asesinatos, el
bullying; deserción escolar, condiciones laborales precarias; el matrimonio, la maternidad y
paternidad adolescente, ruptura de los lazos familiares, entre otros.
En efecto, los jóvenes también tienen una responsabilidad en la transmisión
intergeneracional de los atributos socio cultural de la sociedad, en consecuencia, también
son transmisores de las desigualdades, de modo que tienden a perpetuar el círculo vicioso
de pobreza, marginación y desigualdad. A manera de ejemplo, si un joven nació y vivió en
un entorno de pobreza, no termino sus estudios y no tiene oportunidades de empleo, es muy
posible que esa situación se repita con sus hijos.
Las tensiones entre los jóvenes con el mundo adulto y sus instituciones se
caracterizan la subordinación, la intolerancia y la estigmatización, desde una visión de los
jóvenes como una “presencia contaminante” o una “amenaza potencial al orden”, viéndolos
como sujetos de vigilancia y control adulto. Inclusive, hasta hace pocos años se visibilizó el
papel de los jóvenes como agentes sociales, no obstante, siempre han tenido protagonismo
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en la escena cultural de la ciudad a través de la apropiación de espacios y la configuración
de múltiples culturas y subculturas. (Urteaga, 2011)
En síntesis, los jóvenes están inmersos en diferentes espacios caracterizados por la
integración asimétrica a la que están sujetos, por lo que constantemente buscas mecanismos
y alternativas de resistencia al poder adulto así como de la opresión de sus instituciones,
situación que los pone en riesgo de desviar su trayectoria de vida hacia un futuro poco
prometedor.
Pobreza de los jóvenes en Hidalgo
Hidalgo es uno de los estados con mayor porcentaje de niños y adolescentes en
pobreza multidimensional con el 61.7 por ciento, ocupando el lugar número diez en el
contexto nacional; cabe mencionar que el estado tiene un porcentaje mucho mayor que el
promedio nacional, el cual es de 53.8 por ciento; Chiapas es el estado con el mayor
porcentaje, con 84.4 por ciento, en contraste, Nuevo León es la entidad federativa con el
menor porcentaje, 29.7 por ciento. De manera más específica, el Sistema para el Desarrollo
Integral de la Familia (DIF) realiza una clasificación a través de la definición de tres grupos
de edad de la población infantil y adolescente. A partir de estas consideraciones, se
considera infante a la persona de cinco años o menos; a la población entre 6 y 11 años de
edad se les considera niñas o niños, mientras que los adolescentes son las personas que
tienen entre 12 y 17 años. Para el estado de Hidalgo se estima que 61.7 por ciento de los
infantes, 66.9 por ciento de los niños y 57.1 por ciento de los adolescentes se encuentran en
situación de pobreza multidimensional; en conjunto, estos grupos de edad representan el
54.8 por ciento del total poblacional de estado, es decir 1 millón 460 mil 430 personas, sólo
resta aclarar que estos porcentajes superan claramente los promedios nacionales.
Jóvenes y ciclos de vida
Para abordar de mejor manera al tema de los jóvenes y la exclusión, no podemos
limitarnos a una perspectiva cuantitativa ponderada por indicadores y estadísticas, esta
visión no podría darnos un panorama real de la situación, y mucho menos ayudarnos a
encontrar una solución. Para entender un problema social se requiere de una perspectiva
humana, que valore las repercusiones que tienen los cambios demográficos, sociales,
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económicos, políticos y culturares en la configuración de dichos problemas y en la manera
que la que se estructuran las vidas individuales y colectivas en torno a las problemáticas
sociales. Ante esta imperante necesidad, el enfoque de la trayectoria de vida nos permite
analizar e interpretar como el contexto en el que se desenvuelve un ser humano repercute
en su desarrollo y acceso a oportunidades, entendiendo que un individuo es partícipe de un
ambiente social que lo precede pero que también puede contribuir a modificar.
A partir de este enfoque, podemos relacionar las condiciones de pobreza,
vulnerabilidad y exclusión social con la acumulación de desventajas sociales y las
desigualdades que persisten en el ciclo vital de una persona. El término desventajas
acumuladas refiere a la vinculación entre diferentes fenómenos cuya naturaleza
acumulativa desencadena dinámicas en forma de espiral que producen situaciones y
contextos en los cuales lo sujetos se vuelven más vulnerables (Gonzáles de la Rocha &
Villagómez Ornelas, 2007). Saraví identifica dos procesos en la acumulación de
desventajas: procesos sincrónicos, en donde una situación puede desencadenar
simultáneamente otras y procesos diacrónicos, cuando una desventaja tiende a traer otras en
tiempos sucesivos.
Al centrarnos en el ciclo de vida como vehículo para acercarnos al modo en el que
los jóvenes conviven con la pobreza, inevitablemente nuestra primera parada es el
nacimiento, en otras palabras, el origen familiar y social del individuo, pues a partir de este
momento se da un proceso de transmisión intergeneracional de la desigualdad. A través del
transcurso de su vida, los jóvenes interactúan en diferentes escenarios (educacional, laboral,
familiar, social) dentro del contexto social en el que están inmersos, estas interacciones
moldean las elecciones que toman las y los jóvenes, contribuyendo a la construcción de sus
proyectos de vida. Con base en las experiencias biográficas que viven, nuestros jóvenes van
construyendo su identidad y sentido de experiencia; esto es muy importante, ya que a través
de su devenir histórico pueden “normalizar” los modelos de pobreza y exclusión en los que
se han desarrollado a lo largo de su vida, teniendo repercusiones directas sobre su
capacidad de integración social.
Las juventudes de los sectores más populares reciben una mirada externa que los
estigmatiza tanto por ser jóvenes como por ser pobres. Las tensiones sociales hacia las y los
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jóvenes pobres se caracterizan por la subordinación, la intolerancia y la estigmatización, de
modo que las apropiaciones territoriales por parte de este grupo social son consideradas
como una “presencia contaminante” o una “amenaza potencial al orden”, se ve a los
jóvenes como sujetos de vigilancia y control adulto. Las juventudes pobres son vistas bajo
categorías estigmatizantes que recurren a la generalización de los atributos negativos de la
pobreza y la exclusión, convirtiéndola en el arquetipo de violencia callejera, ignorancia y
vagancia; esto no quiere decir que no existen comportamientos negativos entre los jóvenes,
sino que se juzga a todo un grupo a partir de las acciones de una parte del mismo, no
necesariamente el mayoritario. Sin embargo, necesario aclarar que los procesos de
estigmatización hacia los jóvenes no sólo responden al binomio juventud-pobreza, también
se refieren a la juventud en general. El ser joven y pobre en la actualidad plantea una
carencia de lugar, de posición social, de reconocimiento e identidad. No obstante, la
juventud pobre ha construido múltiples lazos sociales a nivel barrio o local, dichas
relaciones se han institucionalizado y la confianza es parte fundamental dentro de estas
asociaciones; al interior de estas organizaciones se da la construcción de identidades y
culturas colectivas, se fomenta la creación de redes sociales de ayuda, apoyo moral y
emocional como parte de la pertenencia a un grupo.
Violencia y juventud
El desempleo, rezago educativo, hacinamiento, así como el deterioro de lazos
sociales y de los vínculos familiares causados por la pobreza y la exclusión social,
funcionan como bomba de tiempo que detona en conductas agresivas y violencia física
como resultado de las condiciones de desigualdad. La violencia puede encontrarse en
cualquier ámbito de la vida cotidiana, desde las formas de violencia que se dan dentro de la
familia o en los grupos de amigos hasta los movimientos civiles en respuesta a los
incrementos en los niveles de violencia estructural. Para las juventudes, el ejercicio de la
violencia es el medio por el cual descargan sus frustraciones y necesidades insatisfechas;
además, en el caso de los hombres, tiene un sentido específico en la construcción de la
masculinidad, “naturalizando” los hechos violentos como parte de la construcción de su
identidad. En México, la juventud se ha asociado a violencia y delincuencia debido a que el
adolescente es el principal agente de la violencia, ya sea como víctima o victimario.
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Conclusiones y alternativas de solución
En la actualidad, la pobreza ya es una condición institucionalizada y clientelar,
categorizada de acuerdo a diferentes criterios que pueden derivar en una inclusión
desfavorable en el sistema de combate a la pobreza, en otras palabras, estos pobres no
reciben ayuda del Estado para asegurar su igualdad, sino para preservar la fábrica social.
Esta “ayuda” categoriza a los pobres como dependientes y clientes del Estado, y en un
extremo, como cargas para la sociedad. No podemos cerrar los ojos o desviar la mirada ante
un problema de está destruyendo a la sociedad, la pobreza y la exclusión son productos y
productores de más desigualdades, pero la responsabilidad para la solución de estos
problemas no puede recaer únicamente en el ámbito gubernamental. Si bien es necesario
establecer mecanismos legales y políticos que permitan a la población más vulnerable
acceder a oportunidades de desarrollo, también necesitamos transformar la imagen cultural
que tenemos de la pobreza y de los jóvenes, es imperante combatir la marginación socio
cultural de estos grupos sociales, porque hay que decirlo, los obstáculos más difíciles de
sortear no son precisamente los estructurales sino los culturales.
El principal problema de las juventudes como actores sociales recae en la imposibilidad de
participar activamente en la sociedad y que se les reconozca como agentes importantes en
la construcción de proyectos sociales. No cabe duda de que los jóvenes en situaciones de
exclusión social tienen menos posibilidades o intenciones de participar debido a la
persistencia de enfoques estigmitazantes que minan su identidad social y producen
sentimientos de inferioridad con respecto al resto de la sociedad.
A pesar de las dificultades que plantea el combate a la pobreza, considero que la
atención debe ser prioritaria para las niñas, niños y los jóvenes, pues ellos llevan sobre sus
hombros toda la carga social y cultural de nuestra sociedad, son el futuro del país y de no
atenderlos como es debido el resultado será continuar con este ciclo de perpetuación,
consolidación y normalización de la pobreza. Todos menores de edad que son pobres los
son por haber nacido en hogares que la presentaban, heredan las desigualdades construidas
por su entorno familiar y social. Como alternativa para la mitigación de estos problemas, se
debe hacer hincapié en la importancia que tiene la educación como motor para el desarrollo
de un país, una buena educación coadyuva a promover el bienestar e integración de los
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jóvenes. Es necesario que se creen vehículos más eficaces para la participación ciudadana y
que aquellas organizaciones no gubernamentales que se encuentran inmersas en este
proceso, reivindiquen su condición de luchadoras sociales en favor de los más
desfavorecidos y no como extensiones del cuerpo gubernamental o empresas que compiten
por clientes y recursos. Sin embargo, el Estado debe trabajar de manera simultánea con
estos organismos y con la inversión privada para solucionar los problemas que por sí
mismo es incapaz de atender.
Como se ha revisado a lo largo de este ensayo, las condiciones en las que un
individuo pobre vive desde el nacimiento van determinando su desarrollo personal y sus
oportunidades futuras. Las niñas, niños y jóvenes en México representan el futuro del país,
llevan sobre sus hombros las pesadas cargas sociales y culturales de nuestra sociedad; no
obstante, la heterogeneidad de las juventudes implica un gran desafío para la
implementación de políticas públicas, pues la gran mayoría de programas han estandarizado
al joven pobre. Cada grupo de jóvenes vive en contextos diferentes, tienen carencias y
demandas variadas por lo que exigen enfoques metodológicos e institucionales que
contemplen esta diversidad, de ahí que consideramos de suma importancia los estudios de
ciclos de vida en cada población como medio para esbozar un parámetro regional de la
realidad de la pobreza y la exclusión. Necesitamos incorporar metodologías cualitativas al
estudio y combate de la pobreza incorporadas a cada realidad regional o local, estas
metodologías permitirán interpretar de mejor manera los datos cualitativos, y si se
acompañan con procesos participativos será posible construir soluciones adecuadas y
coherentes para cada sector, ámbito y contexto.
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