jovellanos y la educación

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  • 7/30/2019 Jovellanos y la educacin

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    Jovellanos y la educacinJohn H. R. Polt

    Catedrtico de la Universidad de California

    Las muchsimas obras de don Gaspar Melchor de Jovellanos, a pesar de lainverosmil variedad de los asuntos que tratan, estn ligadas por el constante deseo decomprender el pasado y mejorar el presente, preocupacin que con frecuencia lleva a suautor a enfrentarse con los problemas de la enseanza. Y si puede sentarse como reglageneral que stos siempre son intrincados y espinosos, los del siglo y de la patria deFeijoo no formaban excepcin. No ha de sorprendernos, pues, que les alcanzase esamarea reformadora que fue el reinado de Carlos III.

    La enseanza primaria sufra bajo un sistema de direccin local que permitadisparidades enormes en las condiciones de trabajo, inclusive los salarios, cobradostarde y mal. Sobre todo despus de la expulsin de los jesuitas, dependaeconmicamente de la caridad de personas particulares, y tenda a concentrarse en lasciudades, dejando sin enseanza las poblaciones pequeas1. Se trat de fomentar lainstruccin femenina, muy descuidada antes, con el establecimiento, en Madrid y en1783, de 32 escuelas gratuitas en las que se enseaban principios de religin y conductay algo de costura. Ya que no se pudo extender el dominio gubernamental sobre todo elsistema, se haba pensado dar as un ejemplo a otras ciudades; pero la reaccin fue msbien escptica y a veces francamente hostil. La Sociedad Econmica Matritense fund

    en 1776 las primeras escuelas para nios pobres; en 1788 haba ya 64, que enseabanrudimentos de ciencias y humanidades a los muchachos y estudios algo ms limitados alas muchachas. Para las colonias de Sierra Morena se decret la enseanza gratuita yobligatoria, y paso anlogo se dio en Navarra en 1795; pero todava a fines del siglomenos de la cuarta parte de la juventud del pas reciba instruccin 2.

    Hasta la mitad del dieciocho no haba establecimientos de enseanza secundariadirigidos por el Estado; y aun despus, la mayora de ellos seguan en manos de cuerposindependientes y de los municipios. Con el nfasis que vena dndose al trivio degramtica, retrica y lgica, segua predominando el estudio lengua latina, preparacinnecesaria para la universidad, y se prescinda de la griega y de las modernas, como, porlo comn, de la historia, las ciencias naturales y la filosofa no aristotlica. Los colegios

    de los jesuitas se han considerado los mejores de la poca; en ellos aprenda el jovennoble algo de historia, economa poltica, matemticas, fsica, navegacin y balstica,junto con las artes, quiz no menos tiles para l, del baile y de la esgrima. Pero el latn,bien que corrompido a fuerza de ser hablado por los alumnos, segua formando elncleo de esta enseanza, cuyos mtodos, a pesar del contenido, en parte bastantemoderno, eran en general los de siempre; mucha rutina y mucho aprender de memoria.Al tiempo de su expulsin en 1767 tenan los jesuitas espaoles 112 colegios; con supartida descendi necesariamente el nivel educativo del pas, bien que sus propiedadesconfiscadas se aplicaron a creacin de nuevas escuelas3. El gobierno reform elSeminario de Nobles de Madrid, antes de la Compaa, y fund para los plebeyos losEstudios Reales de San Isidro (1770). Ambos establecimientos eran de carcter laico y

    ofrecan, junto con los estudios tradicionales, cursos de matemticas y ciencias

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    naturales. Haban de servir de modelo ya que no exista sistema oficial de enseanza;pero de hecho tuvieron poco xito (Desdevises, III, 181-185; Sarrailh, 197).

    En las universidades, las violentas controversias filosficas de la primera mitad delsiglo haban desterrado casi del todo el estudio de matemticas, ciencias naturales ymedicina (Perz, 23), hasta tal punto que en 1752 pudo declarar el Marqus de laEnsenada que no exista una sola ctedra de fsica experimental, de anatoma, ni debotnica4; y por cierto es triste el retraso que de la primera universidad espaola nos

    presenta Torres Villarroel en su famosa Vida. Veinte aos despus habla Cadalso dela doctsima Universidad [de Salamanca], donde no se ensea matemticas, fsica,anatoma, historia natural, derecho de gentes, lenguas orientales ni otras friolerassemejantes, y el mordaz don Toms de Iriarte escribe: Se dice que Salamanca esespanto de las ciencias, no porque espanta con ellas, sino porque de tal suerte las haespantado de s, que no han vuelto ms5. Algunas universidades, entre ellas la deAlcal, estaban dispuestas a reformar sus estudios en el sentido que deseaba el gobiernode Carlos III; pero otras, y sealadamente la de Salamanca, seguan oponindosetenazmente a todo cambio. En Santiago vacaban 29 de las 33 ctedras, y segn unviajero ingls -amigo de Espaa, aunque poco afecto, desde luego a sus instituciones-algunos estudiantes de Santiago apenas se libraron de la Inquisicin por haber

    procurado instituir conferencia sobre la filosofa experimental al estilo moderno6

    . Laresistencia opuesta por los escolsticos a los progresos del racionalismo cartesiano y delempirismo posterior se refleja tambin en las polmicas surgidas a raz de la publicacindel Teatro crtico universal. Se trataba, en efecto, de una lucha que rebasaba los lmitesestrictamente filosficos: los tradicionalistas defendan una educacin casiexclusivamente humanstica contra la enseanza cientfica y utilitaria que ibaextendindose ya en el extranjero y que propugnaba el gobierno -con poco fruto, a

    juzgar por la repeticin misma de los esfuerzos hasta que en 1807 se lleg a la supresinde once universidades. Este relativo fracaso puede adscribirse a dos factores: la escasezde profesores competentes en las nuevas ciencias que se trataba de fomentar y laadhesin invencible del profesorado existente a los viejos mtodos (Desdevises, III,

    204-205; Sarrailh, 203).Parecidos resultados dio la proyectada reforma de los colegios mayores, que de

    instituciones caritativas se haban convertido en exclusivas de aristcratas. Los colegiosse arrogaban funciones de la universidad, ofendiendo as el ideal centralizador de lapoca, y opriman a los mantestas o estudiantes pobres. Los colegiales, encontravencin abierta de las leyes universitarias, se vestan con elegancia; se lesconcedan los grados ms fcilmente que a sus compaeros menos afortunados; yejercan un casi monopolio de los empleos ms codiciados del Estado y de la Iglesia,quedndose ilcitamente en los colegios hasta vacar tal empleo. Los esfuerzosgubernamentales no pudieron acabar con estos abusos hasta la supresin de los colegiosmayores en 1836 (Daz-Plaja, 89 y ss.).

    El reinado de Carlos III se nos presenta, pues, como perodo en que estadistaseminentes, entre ello Aranda, Cabarrs, Campomanes y Olavide, se dedicaban a losproblemas educativos7. Sin embargo, es tambin un perodo en el cual repetidamente seestrellaron las reformas contra los escollos de la ignorancia, la inercia, la tradicin y lasuspicacia, y en la cual una censura no muy rigurosa pero s bastante caprichosa (lo quetal vez sea peor) impeda la importacin y la divulgacin de las ideas. A la vista est quevarias reformas propuestas, aparte de excesivamente ambiciosas, eran francamenteanticlericales; pero hay que reconocer al mismo tiempo que a la terca oposicin queencontraban en la Iglesia, la Inquisicin y las universidades se debe parte de la inquinaque llegaron a sentir hacia estas instituciones algunos de los reformadores

    desilusionados.

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    Jovellanos haba sido favorecido por el Conde de Aranda, a quien debi su

    nombramiento como alcalde de la cuadra en Sevilla. Su compatriota Campomanes leprotegi cuando lleg Jovellanos a Madrid en 1778, y estas relaciones amistosas seprolongaron hasta 1790, fecha de la ruptura ocasionada por el proceso de Cabarrs. Aeste ltimo le conoci Jovellanos en la tertulia de Campomanes; entre los dos naci unaamistad mantenida por don Gaspar a costa de grandes sacrificios hasta la adhesin deCabarrs a la causa bonapartista. Sus relaciones en Sevilla con don Pablo de Olavide,

    antes del proceso inquisitorial de ste y su subsiguiente huida a Francia, haban sidobastante ntimas. Vemos, pues, que mltiples enlaces personales ligaban a Jovellanos algrupo reformador; pero aun aparte de esto, su ideario poltico y econmico era tal quenecesariamente tocaba en los problemas pedaggicos. El llamado despotismo ilustradopresupone la preparacin cuidadosa de los dirigentes; una monarqua constitucional,como la que lleg Jovellanos a proyectar para Espaa, requiere la instruccin de unasclases superior y media que den al poder poltico una base estable e ilustrada. Por estoescribe Jovellanos que

    lo que importa es perfeccionar la educacin y mejorarla instruccin pblica: con ella no habr preocupacin que nocaiga, error que no desaparezca, mejora que no se facilite. En

    conclusin: una nacin nada necesita, sino el derecho dejuntarse y hablar. Si es instruida, su libertad puede ganarsiempre; perder, nunca8.

    Jovellanos crea adems que en el mundo moderno el poder poltico y la fuerzamilitar estriban en el nmero y la riqueza de los ciudadanos y que esta riqueza se derivaltimamente de la enseanza (Oracin inaugural, I, 319b). Para fomentar la agricultura,base de la prosperidad nacional, hay que propagar las ciencias tiles y los procesosagrcolas por medio de institutos especiales y de la instruccin gratuita, pblica y

    universal (LA, II, 123-125). Los adelantos de la industria, necesaria para la elaboracinde los productos de la agricultura y para el bienestar econmico de las provincias noagrcolas, dependen tambin de la enseanza, ya que el progreso tecnolgico requeridono puede obtenerse exclusivamente de la ayuda extranjera, escasa adems de cara.Repetidas veces clama Jovellanos por libertad, luces y auxilios o buenas leyes,buenas luces y buenos fondos, es decir, una nacin justa, instruida y rica 9. Para lcomo para Adam Smith slo la instruccin facilita el conocimiento del mercado sin elcual no puede funcionar como debiera la perfecta competencia10. La educacin -tantomoral como intelectual- reconcilia el inters y la benevolencia, convirtiendo la busca delbien particular en instrumento del bien comn.

    El comercio interior y exterior, que permitir el aprovechamiento total de la

    produccin nacional, depende de la mejora de los transportes y de las comunicaciones, ysta a su vez depende de la educacin tcnica. Por esto no es casual la preocupacin deJovellanos con el establecimiento del Real Instituto Asturiano de Nutica yMineraloga, en Gijn, y con la construccin de un camino que enlace a Asturias conCastilla. Para el mismo fin ha de servir la construccin de los jvenes en los principiosde la economa poltica y en las prcticas comerciales. La ciencia econmica gua laaplicacin til de las descubiertas de las ciencias naturales y es, por consiguiente laverdadera ciencia del Estado, la ciencia del magistrado pblico, como tambin laciencia del ciudadano y del patriota (Elogio Carlos III, I, 314b,Medios, II, 439b).

    Cuando en otro escrito posterior dice Jovellanos que la verdadera fuente del poderpoltico es el amor pblico (TTP, I, 256b), no cercena la importancia de la educacin,

    puesto que las virtudes cvicas, como luego hemos de ver, son tambin para l materiade enseanza. Rechaza, pues, la idea rousseauniana del efecto corruptor de la

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    instruccin y de la civilizacin. Si bien una instruccin mala y perversa puede socavarlos cimientos morales del orden pblico, el remedio se ha de buscar en la buena y slidainstruccin (TTP, I, 231b-232a, 251b-252a). Carlos IV le escribe:

    Cuando yo represento a V. M. la instruccin pblicacomo fuente de tantos bienes, hablo de la instruccin slida ybuena: no de aquella liviana y depravada que es causa detantos excesos y desrdenes, y que, corrompiendo todos los

    principios de la moral pblica y privada, produce, tarde otemprano, la ruina de los imperios11.

    Adems, no se ocupa Jovellanos de la educacin slo por motivos polticos yeconmicos. Por medio de la poltica y la economa, la educacin ha de contribuir a lafelicidad y la perfeccin de los hombres, cuyo ser, segn Jovellanos, es el nico entretodos dotado de una perfectibilidad indefinida. La educacin les permite ejercer susfacultades fsicas e intelectuales y perfeccionar su razn por medio del conocimiento.Tal ilustracin, en opinin de Jovellanos, har dichosa a la nacin y mejorar laconducta pblica y privada, creando por fin una confederacin universal y la pazperpetua12. Podra hallarse mejor ejemplo del optimismo tal vez ingenuamenteentusiasta de aquella edad?

    Todos estos ideales -polticos, econmicos, filantrpicos- se relacionan en la mentede Jovellanos con la educacin, y por esto cree que el bien pblico exige que la buenay liberal instruccin se comunique a la mayor porcin posible de ciudadanos (TTP, I,234a).

    Obsrvese -escribe- que la utilidad de la instruccinconsiderada polticamente no tanto proviene de la suma deconocimientos que un pueblo posee, ni tampoco de la calidadde estos conocimientos, cuanto de su buena distribucin.

    Esto quiere decir especficamente que no debe limitarse la instruccin a los pocossino hacerse asequible a ambos sexos y a todas las clases, especialmente a las inferiores,que no tienen ms medios de mejorarse que cuantos les proporcione el gobierno (TTP,I, 234b, 241b-242a). Para facilitar la enseanza primaria, que requiere en los maestroscalidades morales ms bien que intelectuales (TTP, I, 242b-243a), Jovellanos sugiere

    que la puede dar el clero (LA, II, 125b). En general, favorece un sistema de enseanzalaica bajo la direccin del Estado; pero aqu, como en otras ocasiones, se niega a serdoctrinario y adapta la teora a las exigencias de la prctica.

    Pero la educacin no es slo un derecho. Cada hombre est obligado a instruirserespecto a sus deberes cvicos y los de su puesto particular en la sociedad. Los padrestienen adems la obligacin de desarrollar las facultades fsicas e intelectuales de sushijos, ensendoles tambin sus deberes y preparndolos para ejercer su profesin 13.Esta obligacin paterna la concibe Jovellanos no tanto para con el nio como para conel Estado o la sociedad, porque si el bienestar pblico consiste en la suma de bienestaresparticulares, the pursuit of happiness no es slo un derecho sino un deber. Estosmismos fines de la educacin los propone Rousseau, el cual, habiendo declarado que

    hacer un hombre es incompatible con hacer un ciudadano, concluye sin embargo queun pre, quan il engendre et nourrit des enfants, ne fait

    (TTP, I, 241b)

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    en cela que la tiers de sa tche. Il doit des hommes sonespce, il doit la socit des hommes sociables; il doit descitoyens l'tat14.

    Para Jovellanos el deber de instruirse es tan importante que propone, como antes lohaba hecho Adam Smith, cercenar los derechos y los privilegios de quienes no hayan

    recibido por lo menos la instruccin primaria15. A los nobles los exhorta repetidamentea hacerse dignos de su posicin social, a sobresalir intelectual y moralmente a la vez quesobresalen por sus pergaminos (Oracin inaugural, I, 323a; TTP, I, 234a); ydirigindose a Carlos IV escribe que

    no hay bien que no pueda alcanzarse; no hay mal queno se pueda evitar y destruir por medio de la instruccin quees el efecto y el fin de la educacin; ella es por quien lasNaciones prosperan; y slo por su falta decaen y searruinan.

    La educacin espaola de su tiempo cuadraba mal con los ideales de Jovellanos.Como ya medio siglo antes lo haba hecho el P. Feijoo, ese gran iniciador de todo

    lo mejor que dara de s la Ilustracin espaola, Jovellanos condena la filosofaaristotlica por haber ensalzado la especulacin a expensas de los conocimientosempricos. El equivocado mtodo del Peripato haba cerrado las puertas de lasabidura; la gloria de abrirlas de par en par estaba reservada al sublime genio deBacon. Si bien el tono es ms duro que en el Teatro crtico, recordemos la admiracindel benedictino de San Vicente por el mismo Bacon y su empirismo. Pero Jovellanos vams all en sus ataques. Segn l, la filosofa aristotlica, deformada por los rabes ypor los comentaristas ignorantes, ha llegado a ser el mejor escudo de laspreocupaciones generales. Sus sofisteras han corrompido los estudios teolgicosdistrayendo la atencin del anlisis directo de las fuentes16. A los alumnos del RealInstituto Asturiano les promete Jovellanos que

    no se tratar en l de ofuscar vuestro espritu con vanasopiniones ni de cebarle con verdades estriles; no se tratarde empearle en indagaciones metafsicas, ni de hacerlevagar por aquellas regiones incgnitas donde anduvo perdido

    tan largo tiempo. Qu es lo que puede encontrar en ellas latemeraria presuncin del hombre? Desde Zenn a Espinosa ydesde Thales a Malebranche, qu pudo descubrir laontologa, sino monstruos o quimeras, o dudas o ilusiones?Ah! Sin la revelacin, sin esta luz divina, que descendi delcielo para alumbrar y fortalecer nuestra oscura, nuestra flacarazn, qu hubiera alcanzado el hombre de lo que existefuera de la naturaleza? Qu hubiera alcanzado aun deaquellas santas verdades que tanto ennoblecen su ser y hacensu ms dulce consolacin?.

    (MSC, 3, n. 37)

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    Lo mismo que Locke, y dejando a salvo la importancia de la revelacin, Jovellanosinsiste aqu en los lmites del entendimiento humano que hacen intil y aunperniciosa la especulacin metafsica. Se trata, por supuesto, de un lugar comn de lacrtica ilustrada que encontramos, igual que en Locke, en Adam Smith:

    But if subtleties and sophisms composed the greaterpart of the Metaphysics or Pneumatics of the schools, theycomposed the whole of this cobweb science of Ontology,which was likewise sometimes called Metaphysics;

    en la Confession de foi du vicaire savoyard:

    Les ides gnrales et abstraites sont la source desplus grandes erreurs des hommes; jamais le jargon de lamtaphysique n'a fait dcouvrir une seule vrit, et il arempli la philosophie d'absurdits dont on a honte, sittqu'on les dpouille de leurs grands mots;

    y en Voltaire, por no citar a otros:Toute la metaphysique contient deux choses: la

    premire, ce que tous les hommes de bon sens savent, lasecunde, ce qu'ils ne sauront jamais17.

    Esto no obsta a que el mismo Jovellanos, al trazar sus propios planes de estudios,incluya en ellos elementos de ontologa, los cuales, sin embargo, parecen consistir ennociones de epistemologa sensualista (CHC, I, 101b; TTP, I, 249b).

    Tambin condena Jovellanos la teologa tomstica, aunque con reservas. La Suma

    teolgica, por grande que sea, le parece de poco provecho para los estudios elementalesy para la defensa de la Iglesia contra sus enemigos modernos. Est mermada sucoherencia por la supresin, de orden real, de ciertos artculos; y adolece de su conexincon la escolstica y de la falta de crtica reinante en los tiempos de su autor. Por estoprescribe Jovellanos como lectura suplementaria de los colegiales de Calatrava el Cursoteolgico lugdunense18. Casi veinte aos despus de comenzada la reformauniversitaria, los cursos teolgicos de Salamanca le parecen tan defectuosos yprepsteros que el tiempo pasado en ellos es tiempo perdido para lailustrada ymetdica enseanza (Calatrava, 155). sta ha de evitar todo contacto con las sectasescolsticas, de las que slo sabrn los colegiales lo necesario para condenarlas. En laspolmicas se han de evitar la sofistera y los argumentos frvolos, como tambin los

    abusos del mtodo silogstico conducentes a aquellos males. En esta condenacin

    (Oracin inaugural, I, 320a; cf. Elogio Carlos III, I, 314b)

    (726)

    (Rousseau, mile, II, 156)

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    volvemos a ver reflejos del pensamiento ilustrado y especialmente de Locke y deCondillac19.

    Los resultados de la tradicin en su propia formacin intelectual los describeJovellanos de esta manera:

    En mis primeros estudios segu sin eleccin el mtodoregular de nuestros preceptores. Me dediqu despus a lafilosofa, siguiendo siempre el mtodo comn y las antiguas

    asignaciones de nuestras escuelas. Entr a la jurisprudenciasin ms preparacin que una lgica brbara y una metafsicaestril y confusa, en las cuales crea entonces tener una llavemaestra para penetrar al santuario de las ciencias. Mispropios directores miraban como tiles los dems estudios,incluso el de la historia20.

    A pesar de esta crtica y de otras parecidas se ha dicho que Jovellanos fue en elfondo escolstico21. Conviene tal vez precisar. Por cierto no rechaza cuanto ensearanlos escolsticos, gran parte de lo cual, perteneciente al fondo comn de cualquierfilosofa, es aceptado por los pensadores del siglo XVIII. En cambio, el mtododeductivo le parece poco til en la enseanza, como en general mucho de la escolsticale parece intil para la juventud lega de un pas que necesita mejoras materiales yeconmicas. La metafsica y ontologa que incluye en sus planes de estudios no creoque pasen de ser una introduccin muy elemental para nios, al mismo tiempo que esinnegable que su ideologa se deriva en gran parte de Locke y, tal vez ms, deCondillac. Supongo que as comprendiera a Jovellanos la misma Universidad deOviedo, cuando en 1811 expres la esperanza de que la ayudara a liberarse delas tinieblas del escolasticismo y las cadenas de la preocupacin (O, IV, 499 a).

    El hecho de que en la mayora de las universidades, semieclesisticas y

    relativamente libres del control gubernamental, dominarn an los mtodosescolsticos, mientras se excluan los estudios prcticos y los experimentales, explicarla actitud de Jovellanos frente a estas instituciones. No siempre es hostil a ellas, perobusca la mejora educativa fuera de sus aulas22, sobre todo en la enseanza secundaria,desorganizada por la expulsin de los jesuitas y menos dominada por la tradicin reacia.Desde luego es sta una actitud corriente en la Europa del siglo XVIII. Condorcet creaque todo cuerpo perpetuo mantiene ideas hereditarias en perjuicio de la educacin; elamigo de Jovellanos, Alexander Jardine, propuso que se abandonasen those monkishinstitutions called universities; y Adam Smith, para quien las universidades eran losltimos refugios de sistemas desautorizados y prejuicios anticuados, declar tambinque in the university of Oxford, the greater part of the public professors have, for these

    many years, given up altogether even the pretence of teaching23

    . Los estadistasespaolesn'attendaient rien de bon des Universits et ne

    tentrent de les rformer que par acquit de conscience.Dsesprant de s'emparer jamais de ces vieilles bastilles, ilsimaginrent d'organiser ct d'elles des instituts d'unestructure plus moderne, qui devaient peu peu attirer euxtoute la vie scientifique du pays.

    (Desdevises, III, 205)

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    Como tantos contemporneos suyos, Jovellanos crea que la educacin liberal ycientfica no corresponda a las universidades; abandonada toda esperanza deimplantarla all, vuelve a recomendar que estos establecimientos enseen lasciencias intelectuales o especulativas, mientras se cultivan las prcticas eninstitutos pblicos especiales, de los que l mismo haba creado uno (Noticia del R.

    Instituto Asturiano, II, 392; TTP, I, 236b;Bases, I, 271b).Al tratar del control de la educacin refleja Jovellanos la tendencia centralizadorade la Ilustracin espaola. Despus de criticar duramente los conatos de autonomaeducativa que ha observado en el Colegio de Calatrava, declara que en adelantecualquier cambio del reglamento necesitar la aprobacin del Real Consejo de rdenes(Calatrava, 38-39). En 1809 propone que se estudie la conveniencia de uniformar losmtodos y libros de texto de todas las instituciones sin que se imponga empero unaestabilidad daosa a los progresos de las ciencias (Bases, I, 7b); y esta regulacingubernamental se ha de extender incluso a las escuelas privadas (Bases, I, 273b). Sedeja sentir aqu la oposicin al predominio eclesistico, oposicin explcita en elinforme que Jovellanos, ministro de Gracia y Justicia, somete a Carlos IV en 1798.

    Describiendo el estado de la Universidad de Salamanca, se lamenta el ministro de ladivisin entre aristotlicos y modernos; aqullos acusan a sus enemigos de impos,mientras que stos

    se vengan imputndoles el empeo de resistir todareforma de los estudios y hacer la guerra a toda ilustracinpara conservar sus aejas opiniones; su adhesin a lasusurpaciones de la curia romana, su aversin a la autoridadsoberana y sus regalas, su ambicin de dominar las escuelas,de conservar la influencia de los regulares en ellas y, en unapalabra, de perpetuar la ignorancia.

    Qu sabidura, qu prudencia, qu virtud no necesita unprelado puesto a la vista de esta escuela general, que pordesgracia parece todava un establecimiento eclesistico!.

    Ya antes ha propuesto que los canonistas estudien las relaciones entre Iglesia yEstado y la historia de la intervencin de ste en la disciplina exterior eclesistica(Calatrava, 180-181, 188). La tendencia de estos comentarios y recomendaciones estclara: se trata de reemplazar la dominacin eclesistica en la educacin por la direccinlaica del gobierno central -paso que en efecto no se dio en Espaa hasta el siglo XIX.

    El eptome de los fines pedaggicos que se propona Jovellanos es el lema delInstituto Asturiano: Quid verum, quid utile, palabras que tambin serviran de lema aLocke, a Rousseau y a Feijoo, quien haba escrito: No hay verdad alguna, cuyapercepcin no sea til al entendimiento, porque todas concurren a saciar su naturalapetito de saber24. Los estudios que servan este doble fin eran precisamente los msdescuidados en la Espaa del siglo XVIII. Fundamentales para ellos son lasmatemticas, que son para Jovellanos entrenamiento intelectual, instrumento de lasciencias fsicas y modelo del conocimiento. Las ciencias intelectuales slo se pueden

    elevar a la exactitud de las demostrativas dando a la terminologa filosfica lamisma correspondencia exacta entre conceptos y palabras que rige en las matemticas

    (O, V, 293b-294a)

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    (TTP, I, 250b). A Jovellanos, como antes Descartes y a Locke, le impresiona elmtodo geomtrico; la epistemologa de la Ilustracin aparece en el aserto de que lageometra

    es la verdadera lgica del hombre, pues ocupndole enla demostracin de verdades ciertas e indubitadas, yacostumbrndole a desechar toda idea que no sea exacta,clara y distinta, es la que verdaderamente le ensea a

    discurrir con orden y precisin y a discernir y desechar loserrores que encuentra en el camino25.

    Ya Feijoo haba recalcado lo intil de toda fsica que no fuera experimental,llegando a declarar que los experimentales... en la realidad son los nicos Filsofos(Teatro crtico universal, VII, disc. 13, n. 19); y para Jovellanos tambin la fsicapuramente especulativa ser siempre ms daosa que til. La fsica que yo deseara debeser experimental (Carta a Prado, II, 146a). El mtodo emprico de esta cienciacontrarrestar la especulacin metafsica26, adems de ser la ciencia misma la basetcnica del progreso econmico. Pero su fin, el de aplicar tilmente el conocimiento dela naturaleza, marca tambin los lmites de la investigacin cientfica, que cuandorebasa lo til es vana y presuntuosa (Ordenanza para el R. Inst. Ast., II, 413a,415a; Oracin inaugural, I, 322b). Como Locke, Jovellanos distingue entre la hiptesiscientfica y el verdadero conocimiento, condenando la ignorancia supersticiosa que seopone al estudio de la obra divina en la naturaleza, tambin previene contra el orgulloimpo de los que quieren escudriar la naturaleza slo para atribuirla al azar o a unanecesidad impersonal27. Jovellanos, utilitario cuando exige los estudios cientficos, lo estambin cuando seala sus lmites.

    La aplicacin de estas ciencias y el fomento del comercio requieren, segn vimosantes, el estudio de los principios econmicos y comerciales, enseanza que aconseja

    Jovellanos a las instituciones dedicadas a la filosofa prctica (Bases, I, 272a-273a).Tambin es imprescindible el estudio de la historia; pero sta es para Jovellanos, comopara Rousseau, intil y daosa si se cie a enumerar guerras y batallas. Para explicar losorgenes de las instituciones polticas y sociales, junto con sus cambios -el espritu delas leyes- debe ser una historia civil28.

    En la educacin que propone Jovellanos las humanidades, o sea el arte de pensar,de hablar y escribir bien, se justifican como fuente del buen gusto, el talento msnecesario en el uso de la vida29. Ya que el latn se requiere para ciertos estudiosuniversitarios, Jovellanos pide que sea obligatorio para cuantos lo necesiten, peroelectivo para los dems. As se evitarn dos males: la prdida de tiempo para otrosestudios, y la tentacin en que se ven muchos jvenes de las clases industriosas

    a salir de ellas con tan poco provecho suyo como con gran dao del Estado (TTP, I,243b-245a;Bases, I, 271a). Adems, por importante que sea el latn, no lo es elhablarlo, prctica que entre escolares slo corrompe la pureza gramatical (Calatrava,130, 206-207). Y menos an justifica esa importancia la enseanza en latn, que dalugar a este sarcasmo:

    ...La lengua latina, por razones que se esconden a mipobre razn, se ha levantado a la dignidad de nico y legalidioma de nuestras escuelas [i. e., universidades], y lo que esms, se conserva en ellas a despecho de la experiencia y eldesengao.

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    La lengua castellana debera adoptarse como la de toda enseanza, incluso launiversitaria30.

    Jovellanos pide el estudio sistemtico y mejoramiento de la lengua vulgar,extendiendo este inters a las lenguas y dialectos regionales, como el mallorqun, el

    vascuence, y, por supuesto, el bable31. Tanto ms importante es este estudio para lcuanto cree que la lengua es el instrumento necesario del anlisis, o sea, delpensamiento en general, puesto que pensar es hablar consigo mismo (TTP, I,240; Carta a Prado, II). Es sta una posicin que se acerca a la de Locke y que esprcticamente idntica a la de varias obras de Condillac, sealadamente suLgica. Alestudio de la gramtica castellana ha de preceder el de la general, es decir, de unoselementos de lingstica divorciados de cualquier lengua especfica (TTP, I, 245b;CHC, I, 101a).

    El sistema corriente de ensear las humanidades por medio de reglas y preceptos leparece a Jovellanos lento e inadecuado a la edad de los alumnos; por esto pide mayorempleo de ejemplos y modelos (Calatrava, 129;Bases, I, 270a). El mismo mtodo seha de seguir con las lenguas extranjeras; pero a diferencia de Locke, quien supone queel alumno perfeccionar su conocimiento hablando con su ayo, Jovellanos se contentacon que los estudiantes aprendan a traducir32.

    Las lenguas modernas, y sobre todo el ingls y el francs, son las ms importantespara cualquier carrera prctica33. Por cierto es venerable el mito del afrancesamientode la vida intelectual espaola en el siglo XVIII; pero miremos juicio de Jovellanossobre los mritos de las lenguas francesa e inglesa:

    Y ahora, si alguno que slo quiera estudiar una de estaslenguas preguntare cul debe preferir, le dir que la francesaofrece una doctrina ms universal, ms variada, ms

    metdica, ms agradablemente expuesta, y sobre todo, msenlazada con nuestros actuales [1802] intereses y relacionespolticas; que la inglesa contiene una doctrina ms original,ms profunda, ms slida, ms uniforme y, generalmentehablando, ms pura tambin, y ms adecuada a la ndole delgenio y carcter espaol; y que, por tanto, pesando ycomparando estas ventajas, podr preferir la que msacomodase a su gusto y sus miras.

    Lo mejor, por supuesto, sera estudiar las dos (TTP, I, 248a).

    Se ve que Jovellanos no se opone a una tte bien pleine, ni tiene esadesconfianza en el intelecto del nio por la que Rousseau quiere dejar casi todainstruccin formal hasta los ltimos aos de la adolescencia. Pero no slo en losestudios nuevos -economa poltica, lenguas modernas, humanidades castellanas,ciencias naturales- se diferencia el programa de Jovellanos del de la escuela tradicional,casi exclusivamente humanstico y orientado hacia el latn. Tambin se destaca donGaspar por el inters que le inspira el estudiante como hombre, y de ah su preocupacinpor ciertas materias y por los mtodos pedaggicos y la disciplina.

    Los grandes objetos del saber son para l la naturaleza, el hombre y Dios (TTP, I,239). El conocimiento de Dios se ha de impartir por el estudio de la religin, delcatecismo. La lgica, que Jovellanos tambin llama ideologa, ha de iluminar lanaturaleza del hombre y explicar sus relaciones con sus semejantes y su Criador.

    (TTP, I, 237a. Cf.Bases, I, 270b; Carta a Prado, II, 145a)

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    Estudiar el alma, sus facultades, las impresiones que le llegan por los sentidos, lasideas de causalidad y de una primera causa, y los principios de la tica.

    En suma, nuestra ideologa deber reunir y enlazar enel orden indicado por su misma naturaleza las ideasprincipales de la dialctica, psicologa, cosmologa,ontologa, teologa natural y tica; en una palabra, todos losprincipios de la filosofa racional [i. e., la no natural o

    prctica].

    El estudio experimental de las operaciones del alma, o sea el anlisis introspectivo,se ha de fomentar en los alumnos bajo la direccin de sus maestros y de la muyperspicua y slida doctrina de Locke y Condillac (TTP, I, 250b). La tica, incumbenciaprimaria de los padres, deber tambin ensearse en las escuelas como disciplina no

    meramente terica, sino prctica (TTP, I, 235a, 251, 260b). La creencia en una moralde sentimiento, que, sin embargo, debe cultivarse y perfeccionarse por medio de laeducacin, recuerda a Godwin y ms directamente a Hutcheson, mientras que el nfasisen el aspecto prctico de tales estudios refleja a Locke34. Este aspecto lo explicaJovellanos en carta a Godoy (O, IV, 199b-200b) y ms tarde en lasBases para la

    formacin de un plan general de instruccin pblica, donde se enumeran las virtudessociales que ha de inculcar la enseanza:

    El amor a la patria, el odio a la tirana, la subordinacina la autoridad legtima, la beneficencia, el deseo de la paz yorden pblico, y todas las virtudes sociales que formanbuenos y generosos ciudadanos, y conducen para la mejora

    de las costumbres, sin las cuales ningn estado podr tenerseguridad ni ser independiente y feliz.

    Uno de los principales fines de esta enseanza es el de contrarrestar las ideasrevolucionarias y subversivas (TTP, I, 251b-252a).

    Las reglas que da Locke para la salud y el desarrollo fsico se reflejan en algunos

    escritos de Jovellanos, que fue uno de los primeros espaoles en ocuparse de estascuestiones (Galino, 222; Bareo, 38). Aunque haba declarado que la educacin fsicaincumbe a los padres, durante la Guerra de la Independencia propone que se hagaobligatoria para todos los ciudadanos y que se le aada la instruccin militar. En sta hade figurar la perfeccin de los sentidos, recuerdo de Pestalozzi y de Rousseau 35.

    Las ideas de Jovellanos sobre los mtodos pedaggicos tambin reflejan las deLocke. Aborrece al pedante y quiere que se cultive en los alumnos el deseo deinstruirse36. Los jvenes deben aprender el arte de resumir y extractar, del que fuemaestro el mismo Jovellanos; as se perfeccionarn tambin en el anlisis (TTP, I,246b), por el cual y por la induccin (en vez de la deduccin silogstica) se adquierenlos conocimientos (TTP, I, 250;Calatrava, 130. Cf. Locke, Conduct, n. 39). La lecturameditada de los textos ha de reemplazar el aprenderlos de memoria (Calatrava, 131-132, 170. Cf. Rousseau, mile, I, 192).

    (TTP, I, 249)

    (I, 272)

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    Algunas de las teoras pedaggicas de Jovellanos nos parecern discutibles.

    Creyendo que el estudio de la cognicin facilita el de las dems ciencias, quiere que laspreceda37. Una mala lectura de Bacon lleva al aserto de que el estudio de toda cienciadebe empezar con su historia (Calatrava, 154; Ordenanza para el R. I. A., II, 412b).Tambin podra dudarse que para el adolescente el estudio de las lenguas extranjerasresulte ms fcil despus de aprendida la gramtica general o racional... queprescindiendo de los sonidos, contempla en general las palabras en calidad de signos, y

    con relacin a la idea que presenta cada uno (TTP, I, 245 a, 248 a;Bases, I, 270 a).En cambio, no podemos sino aplaudir el deseo de que se d trato humano a losalumnos. El estmulo de stos ha de ser la ambicin de verse estimados, y su castigo, lavergenza; y siempre se han de tomar en cuenta las circunstancias y los talentos delestudiante. Otra vez concuerdan las ideas de Jovellanos con las de Locke y forman uncontraste con el mundo que nos describen las novelas picarescas, la Vida de TorresVillarroel y el Fray Gerundio38. Don Gaspar reconoce adems la importancia de larecreacin para los alumnos (Calatrava, 101, 132; Ordenanza para el R. I. A., II, 408b-409a).

    Jovellanos quiere que se fomente la educacin fuera de las escuelas por medio deacademias, sociedades econmicas, museos, bibliotecas, peridicos e imprentas.

    Tambin el teatro, si se reforma debidamente, puede servir esta misma causa39

    . Dentrode los lindes que imponen la religin y la moralidad, la libertad del pensamiento y de laprensa debe extenderse y protegerse para que progresen los conocimientos y laeducacin (Bases, I, 274b-276a), Finalmente, la educacin se ha de extender a todossegn requieran sus profesiones; y debe incluso tratar de igualar los dos sexos,disipando tantas ridculas y daosas diferencias como hoy los dividen y desigualan40.

    Al llegar a este punto ya habrn quedado en claro algunas de las influencias,espaolas y extranjeras, en el pensamiento pedaggico de Jovellanos. Hay que partir,por supuesto, de Feijoo, quien entre tantas noticias tiles y charlas divertidas no deja depropugnar la llamada filosofa experimental y clamar contra la rutina y la tradicinciega en materia de enseanza. Adems, muchas de las ideas del P. Luis Antonio

    Verney, el famoso Bardadio o Metodista tan duramente increpado por el P. Isla,coinciden con las de nuestro autor (v. Sarrailh, 190-194). En el Seminario de Vergaravio y admir ste un modelo de lo que poda ser un establecimiento moderno deenseanza, por lo menos para nobles (Carta a D. Antonio Valds [1791], IV, 178b); yentre sus mentores y amigos era constante la preocupacin por la educacin. Don Pablode Olavide se haba ocupado de la reforma universitaria en Sevilla, y en las coloniasestablecidas por l en Sierra Morena se introdujo la enseanza primaria obligatoria 41. ElConde de Campomanes seal a la educacin un papel fundamental en lareconstruccin econmica del pas, pidiendo que se instruyera a los artesanos y se lesproporcionarn manuales tcnicos42. Bastante ms radicales son las ideas del Conde deCabarrs. Exige la enseanza primaria universal, la libertad amplia de pensamiento ypalabra, la educacin de ciudadanos, la formacin fsica junto con la intelectual y unmtodo pedaggico basado en el placer y la dulzura. Son duras sus reclamaciones contralas escuelas de religiosos: Aquella edad necesita del amor y de las entraas del padre;y la confiamos a los que juraron no serlo?. Asimismo ataca a las universidades y pidela abolicin de estas cloacas de la humanidad, y que slo han exhalado sobre ella lacorrupcin y el error43.

    Las obras de Locke tuvieron, desde luego, una influencia fundamental en elpensamiento de Jovellanos, y no slo el Essay Concerning Human Understanding, sinotambin los Thoughts Concerning Education, de los que existi una traduccin francesapropiedad de don Gaspar y anotada por l44. Aunque en general tena de Rousseau una

    opinin poco halagea ley con evidente aprobacin el mile (D, 7.X.94, I, 495).Todas estas obras debe de haberlas conocido Jovellanos mucho antes de producir sus

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    escritos pedaggicos, a juzgar por lo que sobre ellas le escribe su amigo MelndezValds en 1776 y 1779 (B. A. E., LXIII, 73, 85). Por los aos de 1790 lea las obraspedaggicas de Condillac y Condorcet y la Enquiry Concerning Political Justice deWilliam Godwin45. Habiendo dicho esto, sin embargo, hay que destacar la originalidadde Jovellanos respecto a las dos fuentes extranjeras ms conocidas, Locke y Rousseau.Estos autores condenan la enseanza organizada en instituciones y prefieren ladomstica, que, segn el escritor francs, es la natural46. En cambio, Jovellanos cree que

    los internados promueven ms la enseanza por la calidad superior de sus maestros, porel ambiente intelectual y por la uniformidad del mtodo pedaggico. La desventaja quetienen es de carcter prctico ms bien que moral: limitan necesariamente la instruccinde las masas. Por esto prefiere Jovellanos instituciones pblicas, abiertas y gratuitas47.Todas sus teoras pedaggicas se refieren a las escuelas, y son por esto mismo deaplicacin ms amplia que las de Locke y de Rousseau, quienes, requiriendo losservicios constantes del padre o del ayo, slo se dirigen en efecto a aquel pequeo sectorsocial capaz de sufragar los gastos de tal enseanza. Es evidente que no se puede llegaras a la educacin de un pueblo entero, como se lo propona Jovellanos.

    Adems, y aunque fue Jovellanos quien introdujo en la literatura pedaggicaespaola el trmino y en gran parte el concepto de educacin cvica (Galino, 237-238),

    es cierto que los conocimientos no son para l, como para Locke, lo de menos en laeducacin (Locke, Thoughts, n. 147). Los dems desiderata de Locke -la virtud, lasabidura, la buena crianza- tambin son importantes para Jovellanos; peroproponindose ste resolver problemas prcticos y con frecuencia econmicos, laadquisicin de conocimientos tiene necesariamente un papel importantsimo en supensamiento pedaggico. No se contenta Jovellanos, como Rousseau, con facilitarle alalumno esta adquisicin (mile, I, 336, 424); debe haberla hecho para ser miembro tilde la sociedad. Este proceso de empezar con la adolescencia y no aplazarse cuanto seaposible, como en el caso del joven Emilio: los programas pedaggicos de Jovellanos,por rigurosos que nos parezcan, se han formado para adolescentes.

    La tendencia prctica se manifiesta no slo en los escritos de Jovellanos sino

    tambin en sus realizaciones concretas en el campo de la enseanza. Ya en 1781 habapropuesto el fomento de sta y sobre todo de las matemticas, la economa poltica y lasciencias fsicas como medios de promover la felicidad de Asturias; y al ao siguientesugiri que la sociedad econmica del Principado pensionase a dos jvenes paraestudiar en Vergara y en el extranjero y luego ensear matemticas y ciencias naturalesen un seminario noble asturiano (Medios, II, 451-452;Discurso... sobre... el estudio delas ciencias naturales, I, 303b-304a). Al ser desterrado de la corte en 1790 empez atrabajar con ms ahnco por la creacin de una escuela tcnica en Gijn, y con la ayudade su hermano Francisco de Paula y del ministro de Marina D. Antonio Valds, logrinaugurar el Real Instituto Asturiano de Nutica y Mineraloga el 7 de enero de 179448.Esta escuela no slo pretenda formar tcnicos sino tambin haba de servir de modelopara futuros establecimientos del mismo tipo49. Las ceremonias de aperturaconmovieron profundamente a Jovellanos:

    El discurso empez a las nueve; estaba yo bastantesereno, y a juzgar por el efecto fue bien ledo, porque sacalgunas lgrimas de ternura. Yo mismo me sent muchasveces forzado a reprimirlas, y alguna vez me oblig ainterrumpirle, pero con grande aumento del inters general.

    (D, 7.1.94, 1, 370)

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    La originalidad del Instituto consista en la importancia que daba a las matemticas

    y ciencias naturales bsicas para la navegacin y la mineraloga; pero tambin seestudiaban humanidades, dibujo, ingls y francs (Noticia de R. I. A., II,389b; Ordenanza para el R. I. A., II, 412a). Las humanidades se aprendan en castellanoy con ejemplos espaoles. Tambin en el Cours d'tudes pour l'instruction du Prince deParme de Condillac las humanidades francesas haban de preceder a las latinas; lainnovacin de Jovellanos est en la omisin del latn y el nfasis en las humanidades

    castellanas (Galano, 259), que hace de l el primero que piensa seriamente en incluir lalengua y la literatura espaola en los planes de estudio (Caso, Humanidades, 108).El Instituto no era una escuela secundaria de tipo general sino la primera escuela

    tcnica de Espaa con fines pedaggicos que transcendiesen los inmediatamenteprcticos de las escuelas militares y de pilotos; y su fundador es el primero que aciertaa crear en Espaa un establecimiento de educacin al servicio de una concepcinrealista de los estudios. Se trata, en efecto, de un esfuerzo por secularizar la educacinespaola, reducir los estudios teolgicos y jurdicos y aumentar los cientficos deaplicacin industrial (Galano, 239-242). Los contemporneos de Jovellanos entendieronperfectamente este carcter de mltiple innovacin; la aversin de algunos se manifestaun antes de la apertura del Instituto y no dej despus de hostigar a su fundador50. Los

    diarios y las cartas de Jovellanos atestiguan las frecuentes intrigas de sus enemigos,sobre todo de los que tenan relacin con el Santo Oficio, los cuales no tardaron enhallar ocasin de registrar la biblioteca del Instituto. La hostilidad de tales grupos puedeque contribuyera a la prisin de Jovellanos en 1801, aunque hay que notar que entre losque apoyaron la escuela tambin figuraban clrigos.

    En los aos que entre 1790 y 1801 pas Jovellanos en Gijn, el Instituto era suocupacin constante. Despus de su apertura lo visitaba cada da y tomaba parte en laenseanza de humanidades y lenguas extranjeras (Cen, 52). Arreglaba detalles deadministracin y disciplina, buscaba maestros y fondos, peda libros e instrumentoscientficos. Al volver de los largos aos de ausencia forzada dedic los postreros mesesde su vida a la reconstruccin de la escuela, arruinada por la guerra y por la incuria

    oficial; y en uno de sus ltimos escritos pide el apoyo del pblico para el Instituto y lepromete la cuarta parte de su sueldo51.

    Como continuacin de la obra del Instituto proyect Jovellanos una AcademiaAsturiana, que parece haberse reunido por lo menos una vez, en 1801, y que haba deestudiar varios aspectos de la vida del Principado. Entre los manuscritos jovellanistas dela Biblioteca Pblica de Gijn se conserva un borrador autgrafo de carta, en la queseala como tareas iniciales la formacin de un diccionario del bable y otrogeogrfico52.

    En 1797 tuvo parte don Gaspar en la creacin de una escuela primaria gratuita paramuchachos en Gijn con fondos que para este fin haba dejado su amigo D. FernandoMorn-La Bandera, Abad de Santa Dorada; y el mismo ao logr que su hermana SorJosefa fundase otra escuela parecida para nias53. Antes, como miembro de lassociedades econmicas sevillana y matritense, se haba interesado por la creacin deescuelas en que las nias pobres pudiesen aprender a ganarse honradamente la vida.

    Los principales escritos pedaggicos de Jovellanos son ellos mismos medidastomadas en situaciones especficas. Fruto de su viaje oficial a Salamanca comomiembro del Consejo de rdenes en 1790 es elReglamento para el Colegio deCalatrava ahora nuevamente editado por Don Jos Caso Gonzlez; el Tratado terico-

    prctico de enseanza se escribi en 1802 para un concurso de la Sociedad Econmicamallorquina; lasBases para la formacin de un plan general de instruccin pblica sepresentaron en 1809 a la comisin de instruccin pblica de la Junta Central.

    Abundantes cartas, discursos y otros escritos tratan igualmente de problemas especficosen ocasiones determinadas.

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    Algunos de los esfuerzos educativos de Jovellanos tuvieron resultados bastante

    efmeros. El Colegio de Calatrava no vivi mucho tiempo; elTratado terico-prctico se qued sin terminar y no pudo presentarse a la Sociedad Econmica;lasBases para un plan de instruccin pblica se presentaron a la Junta Central pocoantes que sta cayera del poder (Perz, 38; TTP, I, 267b, n. 1;Bases, I, 276b, n. 1). ElReal Instituto Asturiano funcion segn su plan original hasta 1803, cuando, desterradoy encarcelado su fundador, se redujo su dotacin y se limit la enseanza a la de una

    sencilla escuela de nutica. Sus vicisitudes despus de su restablecimiento en 1810 sondemasiadas para contarlas aqu54. Junto con el Seminario de Vergara sirvi de modelopara varias pequeas escuelas secundarias de enseanza prctica, mantenidas por elEstado y por la Iglesia; tuvo cierta resonancia en el extranjero, especialmente enHispanoamrica; y fue, en opinin de varios autores, el precursor de las escuelastcnicas superiores55. Tambin ofreci un ejemplo de enseanza secundaria laicamantenida por el Estado, en lo cual, si no en su plan de estudios, fue precursor de losestablecimientos que luego haban de llamarse institutos. Las ideas de Jovellanostuvieron resonancia, aunque de eficacia dudosa y bastante discutida, en las reformaspedaggicas proyectadas y en parte realizadas por Godoy y despus por el Marqus deCaballero. LasBases influyeron en los proyectos pedaggicos del gobierno de Jos

    Bonaparte y en los de las Cortes de Cdiz, cuya comisin de enseanza presidi elamigo y admirador de Jovellanos, Manuel Jos Quintana. Despus, en 1824, volvieron aconsultarse sus obras para formar un nuevo plan de estudios universitarios56. As,directa e indirectamente, contribuy la obra de Jovellanos a las reformas educativas enel silo XIX.

    La verdad es que Jovellanos, sin resolver los problemas de la enseanza espaola,contribuy a una nueva manera de enfocarlos. Absorbi lo mejor que podan ofrecerleespaoles y extranjeros y lo adapt a las condiciones de su patria. Propuso ideas nuevas,a veces atrevidas, que formaban parte de un programa general, aunque nada doctrinario,de reforma poltica y econmica. Prescindi de lo visionario y utpico para atenerse a loprctico y til. Y en el Real Instituto Asturiano, que hoy lleva su nombre, ofreci un

    ejemplo vivo de la enseanza moderna. Su obra pedaggica encierra, por consiguiente,parte esencial de su pensamiento total y debe figurar en toda historia intelectual de laEspaa de su tiempo.