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JOSEPH SCHUMPETER

Joseph Schumpeter (1883-1950), nació en Austria, participó en la vida

académica, de negocios y política de Europa; fue profesor de Economía de la

Universidad de Harvard desde 1930 hasta su muerte. Es autor de Capitalismo,

Socialismo y Democracia de una Historia del Análisis Económico, obra

monumental sobre el desarrollo de la Economía Política y de otras más

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LAS TECNICAS FUNDAMENTALES DEL ANALISIS ECONOMICO

En el último párrafo del capítulo precedente se sugieren importantes

problemas, de los que trataremos brevemente en el capítulo 4, cuando nos

ocupemos del tema de la "sociología de la ciencia". Abandonando por ahora el

desarrollo de estos argumentos, nos vamos a empeñar en rastrear y perseguir dos

piezas, cuyas sendas a veces divergen en forma desconcertante: por una parte, es

necesario definir las relaciones que la economía tiene con algunos de los campos

del conocimiento instrumentalizado, precisamente con aquellos que ejercen -o han

ejercido- alguna influencia sobre ella, o que tienen con ella zonas marginales

comunes: por otra parte, conviene aprovechar esta ocasión para aclarar sin más

dilaciones algunos de los conceptos y principios en los que va a apoyarse nuestra

exposición de la historia del análisis económico. Este último tema constituye el

contenido del presente capítulo.

Vamos a comenzar con una observación que está extraída totalmente del

sentido común. El economista "científico" se diferencia de todas las demás personas

que hablan, piensan o escriben sobre temas económicos, por su dominio de unas

técnicas, que pueden clasificarse en tres grupos: historia, estadística y "teorias".

Estos tres grupos de técnicas constituyen lo que nosotros llamamos "análisis

económico". (Más tarde J.A.S. agregó en este capítulo un cuarto campo

fundamental: la "sociología económica".)

LA HISTORIA ECONOMICA

La historia económica -que desemboca en los hechos de la época presente y

los incluye- es con mucha diferencia el más importante de estos campos

fundamentales. Antes que nada quiero declarar que, si ahora hubiese de iniciar mi

trabajo en la economía y se me diese únicamente la posibilidad de estudiar, a mi

elección, uno de estos campos, optaría sin dudarlo por la historia económica. Tres

razones justificarían mi elección. La primera de ellas se funda en que el objeto de la

economía es esencialmente un proceso unitario en el tiempo histórico. Nadie puede

tener la esperanza de comprender los fenómenos económicos de una época

cualquiera, incluida la época presente si carece de un conocimiento adecuado de

los hechos históricos y de una proporción suficiente de sentido histórico o de lo que

pude llamarse experiencia histórica. La segunda razón reside en el hecho de que la

exposición de este tipo de historia no puede ser de carácter puramente económico,

sino que debe reflejar también inevitablemente, hechos "institucionales", es decir,

hechos que no son puramente económicos; por este motivo, el estudio de la historia

económica constituye el mejor método para comprender la relación que existe

entre los hechos económicos y los no económicos y la relación que debe

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establecerse entre las diversas ciencias sociales. La tercera razón es la siguiente en

mi opinión la mayor parte de los errores fundamentales que comunmente se

cometen en el análisis económico se deben más a la falta de experiencia histórica

que a cualesquiera otras deficiencias de la formación del economista. Debe

entenderse, naturalmente que dentro de la historia quedan incluidas algunas

disciplinas que, a consecuencia de la especialización, han adquirido nombres

diferentes: por ejemplo, la investigación prehistórica y la etnología (antropología).

LA ESTADISTICA

Es razonable que la estadística, esto es, los datos estadísticos o las series de

datos estadísticos, son de importancia capital para la economía. Así se ha

reconocido en la práctica, al menos desde los siglos XVI y XVII, cuando gran parte

del trabajo realizado por los políticos españoles, por ejemplo, se limitaba a reunir y

a interpretar datos estadísticos. (Podíamos haber citado igualmente a los

econometristas ingleses, a los que se conocían con el nombre de "aritméticos de la

política", y a sus colegas de Francia, Alemania e Italia). En nuestro campo es

imprescindible el uso de los datos estadísticos, y no sólo para explicar las cosas,

sino también para saber con precisión cuáles son los puntos que hay que explicar.

Es necesario agregar aquí una observación semejante a la que hemos hecho en la

sección anterior a propósito de la historia: no pueden comprenderse los datos

estadísiticos sin comprender la forma en que han sido recogidos; es imposible

también extraer ninguna información de estos datos o comprender lo que los

especialistas extraen sin conocer los métodos que sirven para hacerlo, así como los

fundamentos epistemológicos de los mismos. Resulta, pues, que la posesión de un

dominio adecuado de los modernos métodos estadísticos es una condición

necesaria (aunque no suficiente) para poder evitar que el economista moderno

desemboque en resultados carentes de sentido; es evidente, sin embargo, que esta

condición se impone en algunos campos de la economía con más fuerza que en

otros. En nuestro caso son muchas las cosas importantes que dependen de estos

métodos -por ejemplo, del método de las diferencias finitas- y no podemos dejar

que sus virtudes o sus defectos sean juzgados exclusivamente por los especialistas,

aún cuando todos ellos sostuviesen una misma opinión. Nos encontramos de

nuevo ante la imposibilidad de cumplir el programa total que de estas

consideraciones se deduce. Sin embargo, debemos reconocer, al menos

teóricamente, que los métodos estadísticos forman parte del conjunto de

instrumentos del análisis económico, aunque no hayan sido elaborados

específicamente para satisfacer sus necesidades particulares: el Ars conjectandi de

Jacques Bernoulli o la Théorie analytique de Laplace forman parte de la historia de

muchas ciencias, pero también tienen un puesto en la historia de nuestra disciplina.

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LA "TEORIA"

"La teoría" constituye el tercer campo fundamental del análisis económico.

Este término abarca multitud de significados pero, en relación con el uso que tiene

en esta obra, únicamente interesan dos de ellos. El primero de éstos -y el menos

importante- es aquel que considera toda teoría como un conjunto de "hipótesis

explicativas". Tales hipótesis son, naturalmente, ingredientes esenciales de la

historiografía y de la estadística.

Cuando se trata, por ejemplo, de explicar el origen de las ciudades, incluso

los historiadores más tenazmente apegados a los hechos ya se dediquen a la

historia económica o a cualquier otra especialidad histórica- difícilmente pueden

evitar la formulación de una o varias hipótesis o teorias. De igual forma, los

estadígrafos se ven en la necesidad de formular, por ejemplo, algunas hipótesis o

teoría respecto de la distribución conjunta de las variables estocásticas que

intervienen en sus problemas. Sólo se necesita advertir, sin embargo, que es un

error -ciertamente muy difundido- suponer que la única o la más importante tarea

de los especialistas en teoría económica consiste en formular semejantes hipótesis

(hipótesis construidas en el vacío, añadirían algunos).

La teoría económica tiene objetivos

completamente diferentes. En realidad, igual que la física teórica, no puede

prescindir de la utilización de esquemas o modelos simplificadores que se elaboran

con el objeto de representar algunos aspectos de la realidad y que, dando por

supuesta la verdad de algunas cosas, tienden a demostrar otras mediante la

aplicación de reglas metodológicas determinadas. Desde el punto de vista de esta

obra, las cosas (proposiciones) que damos por supuestas pueden denominarse

indiferentemente hipótesis, axiomas, postulados, supuestos o incluso principios;

llamaremos teoremas a las cosas (proposiciones) que consideramos establecidas

mediante reglas metodológicas admisibles. Puede ocurrir naturalmente, que una

proposición figure en un razonamiento como postulado y en otro como teorema. A

veces las hipótesis de este género vienen también sugeridas por los hechos -es

decir, se formulan apoyándose en observaciones realizadas-, pero en estricta lógica

son creaciones arbitrarias del analista. Estas hipótesis, a diferencia de las del pimer

género (hipótesis explicativas), no incorporan resultados finales de la investigación

que se consideren interesantes por sí mismo, sino que son simples instrumentos

elaborados con el propósito de establecer los resultados que interesan. Los

economistas teóricos -igual que los estadígrafos- teóricos de cualquier otra

disciplina- no pueden limitarse a la elaboración de este género de hipótesis.

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Importa también, en la misma manera, crear todos aquellos otros instrumentos

analíticos mediante los cuales se hace posible extraer de ellas algunos resultados:

así los conceptos (como los de "tasa marginal de sustitución", "productividad

marginal", "multiplicador", "acelerador"), las relaciones entre conceptos y los

métodos para manipular estas relaciones -ninguno de los cuales, evidentemente,

tiene carácter hipotético. La suma total de todos estos instrumentos -incluidos los

supuestos estratégicamente útiles- constituye la teoría económica. Podríamos decir,

utilizando la expresión sumamente acertada de la señora Robinson, que la teoría

económica es una caja de herramientas.

El fundamento racional de esta concepción de la teoria económica es muy

simple, y, en todos sus aspectos, similar al que se utiliza en todas las demás ramas

de la ciencia. La experiencia nos enseña que los fenómenos de una determinada

categoría -económicos, biológicos, mecánicos, eléctricos, etc.- son en realidad

acontecimientos individuales, cada uno de los cuales, al manifestarse, revela

peculiaridades propias. Sin embargo, la experiencia también nos enseña que estos

acontecimientos individuales tienen ciertas propiedades o aspectos comunes y que

puede conseguirse una gran economía de esfuerzo mental si consideramos, de una

vez por todas, estas propiedades o aspectos, así como los problemas que suscitan.

No hay duda de que, para determinar fines, es necesario analizar cada caso

particular de formación de los precios en un mercado determinado, cada caso de

formación de ingreso, cada ciclo económico concreto, cada transacción

internacional, y otras muchas cosas por el estilo. Pero puede observarse que,

incluso cuando esta necesidad se presenta, los conceptos que aplicamos a cada uno

de los casos particulares derivan del análisis de todos los casos. Inmediatamente

percibimos que todos aquéllos -o al menos extensos grupos de los mismos-

manifiestan caracterísiticas semejantes que, igual que las implicaciones inherentes a

ellas, pueden ser tratadas conjuntamente por medio de esquemas generales de

formación de los precios, de formación de los ingresos, de los ciclos de las

transacciones internacionales, etc. Finalmente descubrimos que estos esquemas no

son independientes entre sí, sino que están relacionados en tal forma que resulta

ventajoso elevarse a un nivel más alto de "abstracción generalizadora", y construir

sobre él un instrumento complejo, un mecanismo o sistema lógico del análisis

económico, que formalmente se comporta de la misma manera, cualquiera que sea

el problema económico al que podamos aplicarlo. (Como ya hemos visto, este

sistema lógico no es necesariamente único). La obra de Richard Cantillon, aunque

los economistas tardaron más de un siglo en desarrollar todas sus posibilidades, es

la primera en la que se manifiesta claramente la conciencia de esta última verdad.

Realmente fue León Walras el primero en describirlo.

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LA SOCIOLOGIA ECONOMICA

El lector habrá podido observar que estos tres campos fundamentales de

nuestra disciplina -historia económica, estadísitica y teoría económica -, aunque son

esencialmente complementarios entre sí, no son de manera perfecta. En verdad,

algunos trabajos de historia económica contienen afirmaciones que, antes de ser

aceptadas, deberían fundamentarse convenientemente mediante argumentos

propios de la teoría económica, así debe considerarse, por ejemplo, la afirmación de

que el gran desarrollo económico producido en Inglaterra desde la década de 1840

hasta el final del siglo XIX estuvo vinculado a la abolición de las Leyes Cerealistas

y a la de casi todas las restantes formas de proteccionismo.

A su vez, la historia económica es la fuente que permite conocer los marcos

institucionales dentro de los cuales han de actuar los esquemas de la teoría

económica: ella puéde decirnos por sí sola a qué tipo de sociedad -pasada o

presente- deben aplicarse tales esquemas. Sin embargo, no es la única que prestó

este servicio a la teoria. Se ve inmediatamente que al incluir en nuestra

consideración instituciones tales como la propiedad privada, la libre contratación o,

por el contrario, un nivel más o menos elevado de dirigismo gubernamental, se

hacen intervenir hechos sociales que no pueden interpretarse como intregrantes

simplemente de la historia económica, sino que se incluyen dentro de una especie

particular de la misma tipificada y estilizada. Esto puede aplicarse, en mayor grado

aún, a las formas del comportamiento humano, que puede considerarse o bien en

general o bien referido no a cualesquiera sino a situaciones sociales determinadas.

Todos los manuales de economía, cuando no se limitan a la enseñanza de la teoría

en el sentido más restringido de la palabra, contienen una introducción relativa a

las instituciones que pertenece más a la sociología que a la historia económica

propiamente dicha.

Adoptando la práctica alemana, consideramos útil añadir un cuarto campo

fundamental que sirva para complementar los tres citados hasta ahora, aunque en

rigor, la actividad científica propia de este campo queda fuera de los límites

específicos del análisis económico: llamaremos a este nuevo campo "sociología

económica" (Wirtschaftssoziologie). Podemos añadir, usando una expresión

afortunada, que el análisis económico se ocupa del comportamiento de los

hombres en una época determinada y de qué efectos económicos resultan de tal

comportamiento; la sociología económica estudia cómo llegan los hombres a

comportarse como realmente lo hacen. Si definimos el comportamiento humano en

forma suficientemente general para que no sólo incluya las acciones, las

motivaciones y las inclinaciones, sino también las instituciones sociales que están

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en relación con el comportamiento económico -por ejemplo, el gobierno, la

trasmisión hereditaria de la propiedad, el contrato, etc.-, la expresión utilizada

satisface plenamente nuestras necesidades. Conviene señalar que, naturalmente, la

distinción que en ella se contiene está de acuerdo con nuestros propios fines: no

pretendemos suponer que sea una distinción compartida por los autores que

vamos a analizar en esta Historia. Por ahora, me abstendré de presentar ningún

argumento en defensa de la misma: la calidad de un pastel sólo se compruebra

comiéndolo.

LA ECONOMICA POLITICA

Llamamos economía (científica) al complejo formado por las técnicas

históricas, estadísticas y teóricas que anteriormente hemos descrito, junto con los

resultados obtenidos con la ayuda de las mismas. La difusión del término es

relativamente reciente. Fué A. Marshall, en su importante tratado, el primero en

implantar su uso, al menos en Inglaterra y en los Estados Unidos, a partir de 1890.

En el siglo XIX se utilizó comúnmente el término "economía política", aunque en

algunos países, durante las primeras décadas del siglo, compitieron con ella otras

denominaciones.

En las partes sucesivas examinaremos esta cuestión, que realmente carece de

importancia. Es conveniente, sin embargo, que señalemos ahora dos puntos

importantes. Primero: por economía política se entienden cosas distintas según los

diversos autores; en algunos casos este término significa lo que ahora se conoce con

el nombre de teoria económica o economía "pura". Por esta razón para interpretar

correctamente lo que un autor determinado ha dicho respecto del objeto y del

método de la economía política, es necesario asegurarse del significado que le

atribuye a este término (si se tiene en cuenta esta regla, se transforman en inocuas

muchas de las afirmaciones que más violentamente han sido criticadas). Segundo:

desde que un autor no muy destacado del siglo XVII designó a nuestra disciplina, o

al conjunto de campos que la constituyen, con el nombre de economía política -

hecho por el cual alcanzó su obra una inmortalidad inmerecida-, se ha tenido la

idea, explícita o implícita, de que la ciencia económica tiene como único objeto la

economía del Estado -aunque, naturalemtne, no sólo la de la polis, la ciudad-

Estado griega- o, lo que viene a ser lo mismo, la política pública de naturaleza

económica. Semejante idea -que era aún más evidente en el término alemán

Staatswissenschaft, utilizado frecuentemente como sinónimo de economía política-

implicaba una concepción demasiado estrecha del objeto de la economía. Digamos,

de pasada, que destacaba excesivamente la distinción, en gran parte carente de

sentido entre la economía y lo que ahora se conoce con el nombre de economía de

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empresa (business economics). Debe entenderse, pues, que por nuestra parte no

admitimos esta disociación; todos los hechos y todos los métodos que tienen

alguna relación con el análisis del comportamiento de las empresas individuales,

ya sean presente o pasadas, quedan dentro del marco de la economía - en el

sentido que nosotros le atribuimos -, así como los hechos y los métodos que tienen

alguna relación con el análisis del comportamiento de los gobiernos. Creemos,

pues que ha de tenerse también en cuenta la economía de empresa cuando

examinemos el contenido de cualquier forma de economía política del pasado,

aunque en la época correspondiente ésta se entendiera de manera más restringida.

Sin embargo, debemos dar cuenta aún de un nuevo significado del término que se

ha impuesto recientemente.

Algunos economistas contemporáneos opinan que en su mayor parte, la

moderna teoría económica -tal como nosotros la hemos definido- está fundada en

el aire y que no tiene suficientemente en cuenta la imposibilidad de aplicar

correctamente sus resultados a la solución de los problemas prácticos -ni siquiera el

análisis de una situación económica determinada- si no se toman en consideración

las condiciones histórico-políticas en función de las cuales estos resultados deben

producirse. A veces esta opinión se extiende hasta implicar una crítica de cualquier

intento encaminado a perfeccionar los intrumentos teóricos o estadísticos del

análisis creo que, en tal caso, no significa otra cosa que una incapacidad para

comprender la necesidad inexirable de la investigación especializada. Sin embargo,

si se libera de esta exageración, semejante opinión está totalmente justificada. Es

probable en particular, que una economía que incluya un análisis adecuado de la

acción gubernamental, de los mecanismos y de las concepciones filosóficas

predominantes en la vida política resulte mucho más satisfactoria para el

principiante que una sucesión de ciencias diversas, cuya forma de coordinación

desconoce (en Karl Marx encuentra el principiante lo que busca, dispuesto de

antemano para su propio deleite). A veces una economía de este tipo se presenta

también bajo el título de "economía política". En reconocimiento parcial de la

verdad que parece contenida en esta forma de entender la economía, hemos

definido en la sección precedente lo que entendemos por cuarto campo

fundamental de nuestra disciplina: la sociología económica.

El término "economía política", en el sentido que hemos analizado en el

párrafo anterior, tiene aún otro significado vinculado al exámen de los sistemas de

economía política". Este significado se asocia a su vez, con el término "pensamiento

económico". Conviene sin embargo, diferir el capítulo 4 el estudio de estos dos

conceptos. Allí intentaremos aclarar también la relación que existe entre la presente

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historia del análisis económico, la historia de los sistemas de economía política del

pensamiento económico, relación que no es extraña al pensamiento común.

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CAMPOS DE APLICACION

En la economía, igual que en las demás ciencias, la división del trabajo,

actuando al mismo tiempo sobre la investigación y sobre la enseñanza, ha

producido una infinidad de especialidades que habitualmente se llaman "campos

de aplicación". Para enumerar estos campos especializados (enumeración que no

pretende ser completa) vamos a guiarnos por los programas de los cursos de

economía que se desarrollan en las más importantes instituciones de ensañanza

superior de los Estados Unidos.

Además de los cursos generales y de los cursos de historia económica de

estadística, de teoría económica y de sociología económica, observamos que existe

en primer lugar, un grupo de especialidades consideradas por todo el mundo

como elementos integrantes de la "economía general" y que se desarrollan

separadamente con la única intención de facilitar una exposición más detallada de

los temas. A este grupo pertenecen las disciplinas que se ocupan del dinero y del

sistema bancario, de las fluctuaciones económicas (ciclos), del comercio exterior

(relaciones económicas internacionales) y, algunos casos de la localización de las

industrias. En segundo lugar, nos encontramos con otro grupo de especialidades -

como la contabilidad la ciencia actuaría y la teoría del seguro- que en conjunto, se

han mantenido históricamente en una posición de independencia excesiva respecto

a la economía general (en el caso de la contabilidad esta independencia disminuye

lentamente); este grupo de disciplinas, a pesar de la autonomía que han

mantenido, son útiles para el economista -y a veces indispensables- puesto que

proporcionan instrumentos de ánalisis económico y posibilidades para la

aplicación práctica del mismo: el problema de la depreciación constituye un

ejemplo significativo. Encontramos después un tercer grupo de especialidades

clásicas que se corresponden con las subdivisiones tradicionales de la política

económica: agricultura, trabajo, transportes y empresas de utilidad pública,

problemas relativos a la industria manufacturera (y los relativos a su control por

los organismos públicos) - campo para el cual no existe en inglés ningún nombre

generalmente aceptado- y Hacienda Pública ("política fiscal"); muchos pensarán

que es necesario incluir en este mismo grupo algunos otros campos de estudio,

como el mercadeo ("distribución de mercancías") y la seguridad social (en aquellos

aspectos que no caigan dentro de la teoria general del seguro). El socialismo, los

"sistemas económicos comparados" e incluso los estudios sobre "población" pueden

constituir un cuarto grupo, y los "estudios regionales", un quinto. La inclusión de

otros campos o la subdivisión de algunos de los que ya han sido considerados

podrían aumentar en forma impresionante el número de pasajeros de ese gran

carruaje con el que hemos comparado el análisis económico.

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Sin embargo, la enumeración que hemos hecho y el conocimiento general del lector

pueden bastar para probar la exactitud de las tres afirmaciones siguientes

(afirmaciones que, en función de los propósitos que se persiguen en esta obra,

creemos conveniente formular):

1.- Es evidente que esta mezcolanza de campos de aplicación no tienen

carácter definitivo ni orden lógico. Entre los diversos campos no existen fronteras

claramente definidas. Todo ello, según cambian los intereses y los métodos,

aparecen, desaparecen o se sobreponen; su importancia relativa aumenta o

disminuye. Y es natural que así ocurra, como ya hemos dicho. Cuando está

justificado el interés por una materia, sería el colmo del absurdo emprender su

estudio, o abstenerse de hacerlo, en función del respeto que suscitan las fronteras o

la configuración según la cual se distribuyen estos campos.

2.- Todos estos campos de aplicación, estos campos especializados -no

solamente los tres que han sido citados como integrantes del primer grupo- están

constituidos por una mezcla de hechos y de técnicas que forman conjuntamente los

cuatro campos fundamentales del análisis económico. Todos ellos difieren

considerablemente entre sí, por la razón de que existen amplias zonas en las que es

más difícil o menos necesario que en otras (o incluso completamente imposible)

elaborar instrumentos estadísticos o teóricos; en ningún caso, sin embargo, puede

despreciarse impunemente el elemento histórico. Se diferencian además por otra

razón: los especialistas de estos diversos campos considerados tanto

individualmente como en grupos, poseen niveles distintos de conocimiento en

cada uno de los cuatro campos fundamentales y por ello, mezclan las técnicas en

una forma que difiere considerablemente de la que parece requerir la

especialización concreta que han escogido. Este es un hecho que debemos tener en

cuenta si queremos comprender las causas de la estructura real de la economía. A

pesar de todo, es imposible, en principio separar totalmente cualquiera de los

campos especializados de los campos fundamentales.

3.- Hay una razón más para que esta separación imposible: los campos

especializados no se limitan a aplicar técnicas y hechos elaborados por la economía

general, sino que a su vez hacen algunas aportaciones a esta última. En ellos se

acumulan ciertamente grupos de hechos y de métodos "particulares".