josé antonio gabriel y galán, cuatro textos sobre extremadura en el país (1980-1983)

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Pregunta Marciano Rivero a José Antonio Gabriel y Galán, en entrevista realizada en Madrid en septiembre de 1980, por su compromiso con Extremadura. El escritor responde: «Mi compromiso no podrá llegar nunca más allá de los niveles intelectuales. No soy un político práctico, y por ello no me queda más remedio que conformarme con ser un extremeño alejado de su tierra que trata de conectar en la medida de sus posibilidades con los problemas que la afectan para dar testimonio de ello. No puedo hacerme más ilusiones al respecto». Los cuatro textos reproducidos a continuación de esta introducción, extraídos de la hemeroteca digital del diario El País, son prueba de esa conexión y ese testimonio.

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José Antonio Gabriel y Galán | Cuatro textos sobre Extremadura

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Nada hay tan sobrecogedor como la incertidumbre: estar cierto de que va a pasar algopero ignorar cómo, con qué intensidad y, sobre todo, cuándo. Cuándo se va a producir elgolpe, la oscuridad, el silencio; cuándo se va a repetir el golpe, la oscuridad, el silencio. Y

también el grito, la evocación y vuelta a empezar.J. A. Gabriel y Galán, Muchos años después

¿Pero qué representaun puñado de palabras tasadas

para los muertos?¿Qué servidumbres busca

el país de sus lágrimas?¿En qué panal hallaremos acomodo

para esquivar las soledades del crepúsculo?Mensajeros químicos

tratan de asegurar enlaces imposiblesentre estratos de fondo:

pero lo necesarioes un trozo de pan, miga de besos,

taladrado hojaldre de verdadtantas veces no

disponible.

Jorge Riechmann, «El naipe de la melancolía»(in memoriam J. A. Gabriel y Galán).

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Pregunta Marciano Rivero a José Antonio Gabriel y Galán, en entrevistarealizada en Madrid en septiembre de 1980, por su compromiso conExtremadura. El escritor responde: «Mi compromiso no podrá llegar nunca más alláde los niveles intelectuales. No soy un político práctico, y por ello no me queda másremedio que conformarme con ser un extremeño alejado de su tierra que trata deconectar en la medida de sus posibilidades con los problemas que la afectan para dartestimonio de ello. No puedo hacerme más ilusiones al respecto»1. Los cuatro textosreproducidos a continuación de esta introducción, extraídos de la hemerotecadigital del diario El País2, son prueba de esa conexión y ese testimonio.

Gabriel y Galán nace en Plasencia en 1940 y vive su infancia y juventud entreExtremadura y Madrid. Allí estudia Derecho, y luego Periodismo en París. A suvuelta a España, se desempeña como periodista en la agencia EFE, ActualidadEspañola o Cuadernos para el diálogo, traductor literario, adaptador teatral, editor,director de la revista cultural El Urogallo, crítico teatral en Fotogramas ycolumnista de El País, entre otros tantos menesteres en el mundo de la cultura,en paralelo a una carrera de fondo literaria marcada por una elevadaautoexigencia, un notorio desprecio por las normas del mercadeo cultural yunas circunstancias vitales adversas: «Ciertamente he perdido mucho tiempo, quizásporque he tenido que luchar mucho contra mí mismo, contra mi pereza y contra unaserie de circunstancias que me han hecho pasarlas putas durante bastante tiempo».

Políticamente, Gabriel y Galán se identifica como «inequívocamente deizquierdas», pero acota: no como «producto de una serie de reflexiones, lecturas oestudios sobre marxismo. No, surge más bien como una toma de conciencia sentimentalante la situación de opresión e injusticia que propició la dictadura. Así las cosas, larebelión contra el sistema nos hacía inequívocamente izquierdistas». Los modos,circunstancias y consecuencias de la Transición de la dictadura franquista a lamonarquía constitucional, revisadas desde una perspectiva cada vez másamargamente crítica, ocupan un lugar preferente en su tarea periodística:

Pero que nadie piense que una vez iniciado el reinado de la Constitución lascosas van a cambiar sustancialmente y los partidos de izquierda van a poderaplicar su ideología: tenemos «período constituyente» para rato; es decir,período de expectativa, de construcción de la «normalidad», de asentamiento,etcétera. En cierto modo, las más esperanzadoras etapas de la historia deEspaña siempre han sido simplemente constituyentes, y no han pasado de ahí.El margen sigue siendo el mismo, la imposibilidad práctica sigue siendo lamisma. ¿Podrían, cada cual según sus métodos, el PSOE y el PCE, luchar yacotidianamente por transformar la sociedad, por conseguir una sociedadsocialista? ¿Podrían el PCE y el PSOE iniciar en el Parlamento el combate por

1 Marciano Rivero Braña, Conversaciones en Extremadura, Univérsitas, Badajoz, 1981.

2 http://elpais.com/autor/jose_antonio_gabriel_y_galan/a/

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la socialización de los medios de producción? El solo planteamiento de lacuestión, en la atmósfera actual, suena a estrafalario [...]. De alguna manera, lasociedad española limita, por un lado, con quienes desearían perpetuar elpasado, y, por otro, con quienes se sienten frustrados por la inexistencia de unaruptura revolucionaria productora de entusiasmos históricos. En medio, lamayoría, suspicaz, simplemente se conforma con esta situación porque laconsidera inevitable. («Teoría del entusiasmo popular», El País, 4 de enerode 1979).

No es culpa de nadie si pensaron que la muerte de Franco supondría lapurificación nacional, la levitación, la entrada automática en el paraíso.Convendría no olvidar que el franquismo ha dejado, como herencia, un país conmucho veneno dentro [...]. La clase dominante y el Gobierno que la representatenían bien claros los pasos que habían de dar para cubrir el períodoconstituyente que nos acercara a las democracias occidentales. Pero esa mismaclase y su Gobierno no están ya dispuestos a llenar la etapa siguiente, que es latransformación de esta sociedad desde el punto de vista socioeconómico ycultural («La manipulación del pesimismo», El País, 8 de diciembre de1979).

El abandono de una dictadura de casi medio siglo, la entrada en unademocracia pelona, un atentado político casi diario, un paro que podríaprovocar cualquier desbordamiento social, una recesión económica que hace alciudadano cada vez un poco más pobre, una cultura que vegeta ante laindiferencia de la población, un vacilante proceso de integración/humillacióncon respecto a Europa, un intento de atarnos al carro nuclear atlántico, unospoderes fácticos que no acaban de entrar por el aro... ¿Quién dice que aquí noocurre nada? [...]. El hermoso edificio que Suárez y los demás nos prometieronestá resultando ser apenas una chabola, poco habitable, rodeada de peligros,trampas y minas («¿Aquí no ocurre nada?», El País, 5 de agosto de 1980).

Los golpistas son tranquilamente magnificados en cierta Prensa, en ciertasdeclaraciones públicas y en no pocos círculos privados. A juzgar por laspintadas que se ven estos días, ¿de quién es la calle? ¿Cuándo empezarán losenardecidos derrotados a acusar de antipatria a los demócratas? Golpea, quealgo queda. Ciertamente, aunque haya fracasado el golpe, sus promotores hanlogrado sembrar la inquietud en el país. El nudo gordiano de esta memoriacolectiva maltrecha reside en el temor, la premonición o el convencimiento, unpoco por doquier, de que el tercer golpe es posible y que, de producirse, sería eldefinitivo, Esa sensación desencadena antiguos reflejos condicionados en losdemócratas y contribuye a elevar la moral de los sediciosos («La memoriacautiva», El País, 11 de marzo de 1981).

No obstante la libertad de expresión, todos parecían de acuerdo en que aún noera prudente mentar la bicha [...]. El caudillo ya no era el caudillo, sino elgeneral; la dictadura ya no era la dictadura, sino el régimen anterior [...]. Miimpresión es que el inconsciente colectivo del pueblo español [...] ha iniciado elproceso de revisión de Franco y de la dictadura. Una especie de versión light se

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está apoderando de esta historia, que, lenta pero segura, camina hacia laadulteración [...]. ¿Así que pasen 15 años se podrá seguir diciendo, sin que tesaquen los colores, que aquello fue una dictadura, y él, un dictador? Lejos de míinvocar odio alguno ni revanchas a estas alturas. Sólo me preocupa una cosa (yes historia): si el dictador llega a convertirse en prócer benéfico, ¿qué sentidotiene que Simón Sánchez Montero, por poner un ejemplo, resistiera la torturacasi hasta el límite de sus fuerzas? («El pacto de silencio», El País, 20 defebrero de 1988).

Entroncando con una larga tradición de ilustrados progresistas españoles -yanticipando en un cuarto de siglo elementos clave de la entonces excéntrica yhoy extendida crítica a la «Cultura de la Transición»3-, Gabriel y Galánreivindica la necesidad de una profunda transformación intelectual y culturaldel país, y denuncia su reiterado postergamiento por falta de voluntad políticay en beneficio de expresiones culturales de escaso rango e intenciones dudosas:

Los mezquinos programas culturales de los partidos, hechos más por obligaciónque por convicción, carecen de fuerza global, están plagados de tópicos,vaguedades doctrinales y aburridas promesas electoreras. Por eso, en el fondo separecen tanto los unos a los otros. En la presente campaña estamos viendo elpeso específico que los partidos conceden a la cultura. Es un pegote, un añadidocómodo, habida cuenta de que las centrales sindicales no van a convocarmanifestaciones exigiendo cultura («Subcultura para todos», El País, 25 defebrero de 1979).

El peligro viene de los pequeños mandarines de la cultura, escritores queconfían bien poco en su obra y que se lanzan sibilinos hacia el poder con objetode apuntalar la calidad de sus escritos, hacer que resuenen más, lograr prestigiopor el camino de la presión y la componenda. La política cultural es eltrampolín perfecto. Siempre abundaron en España estos ejemplares de lampreamulticolor [...]. Cada cual se aferra bravamente a su parcelilla y administra elpoder con avaricia, rodeándose de amigos que devolverán favor por favor,propiciando el resurgir de la propia obra gracias a cantos glorificadorespactados oportunamente. La culturilla va haciendo así su camino («Lospequeños mandarines de la cultura», El País, 26 de julio de 1982).

3 «En un momento de transición democrática, en el que, al parecer, prima más la intensificación de laestabilidad que de la democracia, las izquierdas aportan, para poder participar, la desactivación de susúnicas bazas, la movilización social y la cultura. La cultura no sólo queda desproblematizada, sino queadquiere, precisamente, ese rol. Crea cohesión, da razón al Estado y elimina problemáticas. Hasta el puntode que la cohesión social en España no está sustentada en la economía o los derechos, sino en la cultura.En construcciones culturales. Es decir, en propaganda. La CT existe para comerse el conflicto. Es decir,para presentar como conflicto lo que al Estado le parece bien presentar como conflicto y para evitar quenazcan conflictos que no le interesan. El intelectual que quiera recibir honores, subvenciones o,simplemente, existir y seguir trabajando, debe colaborar en su proyecto de cohesión. Dándole la razón o, almenos, no quitándosela», «La Cultura de la Transición existe para neutralizar el conflicto»,entrevista de Enric Llopis a Guillem Martínez, Rebelión, 12 de noviembre de 2012http://www.rebelion.org/noticia.php?id=159021

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Miseria política de la Transición, miseria cultural de la Transición y, finalmente,miseria social de la Transición: si por un lado el escritor dedica afiladasdiatribas contra el poder político y cultural que se instituye con el cambiopactado, por el otro regala, insistiendo en su afán de testimonio, pequeñosespacios de homenaje a sus victimizados, a sus vigilados, a sus marginalesabsolutos, muy lejos de la estricta analítica marxista, pero muy cerca de esehumanismo dickensiano que el mismo Marx elogiase. Habla de los parados dela primera gran reconversión industrial, sacrificados en el altar de laconvergencia europea: «Cuando el parado penetra en su túnel aparece en él unsíndrome peligroso: la taciturnidad. Su rostro adquiere un tono macilento, su andar sehace arrastrado, decae el apetito y, por las noches, se debate en un desasosiegoinvencible: así es como el insomnio se convierte en una carrera contra el tiempo de laque obviamente saldrá derrotado cada mañana» («El túnel del parado», El País, 16 deabril de 1980). De los detenidos preventivos, aviso de lo que irá viniendo enendurecimiento penal y arbitrariedad securitaria: «¿Qué le puede usted decir,señor, al preventivo que espera juicio en unas condiciones que usted conoceperfectamente por la lectura de los periódicos y por otros diversos informes? Déle unascuantas razones convincentes que aplaquen su ira, su impotencia, esa sensación de queel mundo -usted- se le viene encima. Inocúlele un poco de paciencia. Dígale que ya escuestión de poco tiempo, que todo está en trance de arreglarse, sobre todo si se observadesde una perspectiva histórica» («Dígaselo al preventivo, señor», El País, 2 deoctubre de 1982). De las mujeres que viajan a Londres a abortar, y de laindustria del aborto privado que agita rosarios con una mano y hace caja con laotra: «Cien mujeres a 70.000 multiplicado por 24 viajes al año hacían un total de 168millones de pesetas. El delegado de la organización que había preparado el vuelo chartera Londres sonrió levemente mientras daba un sorbo al vaso de whisky [...]. En losrostros se reflejaba una tristeza expectante. Aquello no era una excursión turística, peroél ya estaba acostumbrado a la tensión ambiental, a las sonrisas forzadas, a algún tímidotartamudeo» («Viaje a Londres», El País, 25 de abril de 1985). Incluso de losalucinados del Palmar de Troya, recibidos a pedrada limpia por una turbaviolenta, apostólica y romana en Alba de Tormes: «Un linchamiento religioso aestas alturas no deja de ser una atracción exótica de cara a los Mundiales de Fútbol. Nosvamos pareciendo demasiado a Europa: los mismos ordenadores, los mismos coches, lasmismas siderúrgicas: sólo acontecimientos como el 23-F o el intento de linchamiento deherejes a manos del pueblo vigilante mantienen viva esa imagen que nos acredita comopaís aún capaz de sorprender al visitante» («Goya y Buñuel, en Alba de Tormes», ElPaís, 25 de mayo de 1982).

A «El Jaro», malogrado delincuente juvenil de cierta notoriedad en la época,dedica sendas piezas en 1979 y 1986, trasladando al diario de cabecera de laoligarquía transicional el mensaje de la descarnada épica de la clase desterrada de

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la Transición, del sonido caño roto y el cine transiploxtation (El pico, Perroscallejeros, Fanny Pelopaja,...):

Los bienpensantes que inundan este país pueden seguir diciendo que quien lahace la paga, la sociedad puede seguir repartiéndose sus dividendos, los juecespueden seguir cumpliendo con su deber, los policías con el suyo y también lospadres, los reformatorios, los políticos... Que todos cumplan intachablementesus deberes [...]. Ahora que «El Jaro» ha muerto, las aguas vuelven a su cauce yaquí no ha pasado nada. El equilibrio ha sido restablecido. La gente de orden sesiente aliviada cada vez que muere un bandido adolescente. Piensan que ganantranquilidad, que se reanuda la filosofía de poder ir al cine por la noche. No sepercatan de que el miedo lo llevan ellos dentro, y la desconfianza y la ruina(«Víctimas y verdugos», El País, 8 de marzo de 1979).

El asedio no le impidió vislumbrar que las cosas se le estaban torciendo: losperiódicos habían hablado demasiado de él, en su propia banda surgíansíntomas de contestación, su figura carismática sufría la erosión de un tiempoque a esas edades resulta devastador y también el vacío de algunas derrotasíntimas. Le habían penetrado extrañas ansias de trascendencia, determinadosdescendimientos a la sentimentalidad, que, sin duda, eran interpretados comoflaquezas: quería tener un hijo a toda costa, rápidamente, antes de que fuera,tarde; se encontraba muy solo, puede que incluso sintiera un miedo quedisimulaba con altanería. Cada vez eran más perentorias las premoniciones[...]. De ahí que valga la pena recordar a «El Jaro», que murió de un escopetazoa comienzos de 1979 en la calle de Toribio Pollán, de Madrid, cuando tenía 16años. Dejó un hijo llamado David, que espera su hora correteando por todos losdescampados de nuestra sociedad («El hijo de El Jaro», El País, 25 de febrerode 1986).

Gabriel y Galán extiende su activismo intelectual y su visión crítica de laTransición al específico escenario social y político extremeño. En junio de 1979,publica un texto de título provocador, en el que repasa con coraje y crudeza lahistoria de Extremadura, al mismo tiempo que en algunos pueblos de la regióncompañeros, hijos y nietos arrebatan al silencio, por propia iniciativa, con laspropias manos y sin autorización gubernativa, algunos de los cuerposenterrados cuarenta años antes en zanjas, cunetas y pozos:

La imagen más idónea es la de los campesinos de Badajoz, que durante laRepublica consiguieron la propiedad de la tierra que trabajaban. No tardaría enllegar el General Yagüe al frente de sus columnas moras y, tras fusilar un pocopor doquier, en especial y ejemplarizantemente a dos mil pacenses en la plazade toros, devolvió las tierras a los terratenientes y puso las cosas en su sitio,volviendo así el campesino a su condición natural de bastardo. Hasta que elestado franquista, en un alarde de cinismo y demagogia, los metió en el PlanBadajoz, convirtiéndoles en colonos. Breve había sido su redención. Lo cierto esque desde tiempos inmemoriales la espina dorsal extremeña ha sido cruzada porinnumerables generales Yagüe ¿Cómo en estas condiciones no aceptar la piel de

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bastardo, asumirla, sentir que incluso dentro de ella se pueden tener alegrías,como dar a luz a un hijo o morirse bendecido por el cura del pueblo?(«Extremadura, la bastarda», Hoja del Lunes de Madrid, 18 de junio de1979).

El artículo será contestado días después de su publicación por un hijo delpropio general Yagüe, y despertará una virulenta polémica en Extremadura.Algunos meses después, en la entrevista con Marciano Rivero, el escritordetallará sus reflexiones sociopolíticas sobre la coyuntura extremeña, desdeuna perspectiva cercana a esa relectura en clave regional de la llamada «teoríade la dependencia» latinoamericana, abiertamente anticapitalista y decolonial,planteada por influyentes autores y publicaciones de la izquierda extremeña dela época4 en sincronía y sintonía con el movimiento popular contra la centralnuclear de Valdecaballeros y por la Autonomía regional5:

El extremeño aplaudía como movido por un reflejo condicionado a poco queFranco le tocara la campanilla. Y en Extremadura perviven hoy las mismasestructuras y los mismos condicionamientos. El cacique o el político de turnoenviado por el poder central toca la campanilla y el extremeño le vota, lo quequiere decir que el explotador continúa beneficiándose del ancestral corsé queaprisiona al pueblo de Extremadura.

4 José Manuel Naredo y otros, Extremadura saqueada, Ruedo Ibérico, Barcelona, 1978; VíctorChamorro, Extremadura afán de miseria, Felmar, Madrid, 1979; Mario Gaviria y otros, El modeloextremeño, Popular, Madrid, 1980. Ver también Colectivo IOE, Extremadura, cuestión pendiente,Cáritas, Plasencia, 1990.

5 El 11 de marzo de 1977, una multitud aprovecha la visita de los reyes para tomar la PlazaMayor de Plasencia, abroncar a las autoridades locales y exigir Autonomía y desarrollo, hastaser violentamente disueltos por la Policía Armada, que deja una treintena de heridos. El 14 deagosto de 1977 en Badajoz (no casualmente, aniversario de la toma y masacre franquista en laciudad), miles de personas rechazan la nuclearización y reclaman la Autonomía en una marchaque termina con cargas, balas de caucho y bombas de humo, que los manifestantes resisten traslas primeras barricadas populares de la historia contemporánea extremeña. El 1 de septiembrede 1979, entre 30.000 y 50.000 personas acuden al llamamiento de más de un centenar dealcaldes extremeños encerrados y en huelga de hambre en el Ayuntamiento de Villanueva de LaSerena (Badajoz) contra Valdecaballeros, marcha gigantesca que la autoridad gubernativadesautoriza pero que la policía franquista-ucedista no logra impedir. Son apenas tres polaroidssueltas de un período convulso, esperanzador y decisivo de la historia extremeña, del que noexiste aún una historiografía crítica completa, y que es en consecuencia fácilmente escamoteadoo falsificado en las autocelebraciones institucionales y las hagiografías de sus prebostes: la«CTEx», variante autonómica de la CT estatal, ha campado también aquí por sus respetos,generosamente irrigada con fondos públicos a mayor gloria de las camarillas culturales de laregión. Pueden consultarse como alternativa algunas fuentes de la época, como los textosextremeños de Pedro Costa Morata, Mario Gaviria y otros autores en la revista Triunfo:http://www.triunfodigital.com/resbcombinada.php?descriptores=Extremadura&inicio=0&paso=10&orden=Titulo

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Extremadura pasa por ser un país tercermundista dentro del conjunto deEspaña. Pese a encontrarnos ya lejos de la tradicional colonizacióndecimonónica, esta tierra mantiene todavía con la metrópoli madrileña unoslazos de dependencia tan absolutos que hacen prácticamente imposible laexistencia de unas relaciones basadas en la más estricta justicia.

La creación en nuestro país de un Estado Federal habría resuelto los insolublesproblemas que estamos viviendo con este carnaval de las autonomías, que solosirven para crear en las masas falsas ilusiones. Porque ya me dirá usted lo quepodrá suponerle a Extremadura un Estatuto de Autonomía, una bandera o unaJunta Regional, si los mecanismos de transformación económica, social ycultural siguen inmovilizados. La concesión de una autonomía paraExtremadura podrá satisfacer en todo caso a ciertas vanidades ante el nuevoreparto de cargos, pero que nadie piense que se va a convertir en la panaceacapaz de elevar nuestro nivel económico, social y cultural.

Si la lucha de clases es un hecho reconocido por las fuerzas de derecha, la luchade intereses interregionales viene a ser otro hecho, reconocido en esta ocasiónpor la realidad y por la historia. Por tanto, solo la conciencia de la propia fuerzay una capacidad negociadora son los instrumentos válidos para lograrsituaciones de equidad y de justicia.

Gabriel y Galán se alinea abiertamente con el movimiento antinuclear, queconsidera germen de una posible nueva conciencia regional, y reclama de laizquierda activismo de base y atención específica a la cuestión cultural, comofuerzas motrices del deseado cambio de rumbo histórico en Extremadura:

Da la impresión de que tanto al poder central como los políticos que el podercentral envía como pretores a nuestra tierra, saben que fomentar la cultura delpueblo va en contra de sus intereses. De ellos no cabe esperar nada. Tendránque ser los políticos de izquierda los encargados de poner un especial énfasis eneste tema de la cultura. Y es que la política, sobre todo desde la perspectiva delas regiones marginadas, no es sólo la que se hace en el Parlamento. Por esopienso que una política consecuente de izquierdas en Extremadura deberíavolcarse en las realidades cotidianas y estructurales del pueblo extremeño, másallá de la pura labor parlamentaria que en Extremadura suena a algoprocedente de otra galaxia.

Pese a todo el pesimismo que he puesto de manifiesto a lo largo de esta charla,creo que hay atisbos, muy rudimentarios todavía, eso sí, para que la situaciónpueda cambiar, en base a ciertos conatos de concienciación regional, comopuedan ser los ejemplos del rechazo de Valdecaballeros a la construcción de unacentral nuclear, la publicación de libros como Extremadura saqueada... Pasosimportantes para que el extremeño tome conciencia real del terreno que pisa. Loque hace falta es que estos primeros movimientos se vayan extendiendo comouna gran mancha de aceite.

El escritor placentino, que a pesar de la distancia nunca pierde el hilo que leconecta y devuelve a su tierra de origen, se implica personalmente en estas

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tareas de agitación cultural, en compañías de inequívoca radicalidad ética ypolítica, aunque sin renunciar a su posición de hombre de letras más cargadode preguntas que de certezas, independiente y fieramente autocrítico:

Hace unos meses se presentaba en una ciudad extremeña un libro sobre laregión. En una encopetada cena, algunos de los implicados en el libro dirigimosunas palabras a los comensales. Me precedió el escritor Víctor Chamorro, que selargó una tremenda diatriba revolucionaria. Los ánimos de los presentesparecían irse soliviantando, los cuerpos se removían tensos en los asientos. Acontinuación intervine yo y dije que iba a hablar de cultura. Nada más oír estapalabra pudo percibirse entre la asistencia una especie de ¡uy! de alivio. Creorecordar que estuve duro, pero ya nada importaba: la palabra cultura era unhechizo que había alejado todos los peligros; los señores recuperaron su olor ylas cosas su sitio natural. Incluso recibí parabienes y muchos mostraron suacuerdo con mi exposición. Por eso, hablar de cultura en esta sociedad tienealgo de vergonzante en cuanto uno percibe su efecto relajador, su utilizacióncomo coartada («Charme en Cultura, El País, 30 de enero de 1982).

En 1991, su novela Muchos años después obtuvo el premio literario de ámbitohispanoamericano Carranza, cuyo jurado componían los escritores GabrielGarcía Márquez, Carlos Fuentes, Augusto Roa Bastos, Arturo Uslar Pietri yGonzalo Torrente Ballester, y que le permite cumplir su nunca disimuladosueño de sumar, al prestigio crítico, el interés de públicos lectores más amplios.«He comprometido mi vida en la escritura de este texto [...], trabajado formalmente casihasta la extenuación», explica en entrevista concedida al mismo diario en queejerce de columnista (20 de mayo de 1991).

Será un triunfo inesperado y tardío a orillas de casi toda una vida en comúncon el infortunio: efectivamente extenuado por la enfermedad y el esfuerzo,José Antonio Gabriel y Galán fallece en Plasencia el 13 de marzo de 1993, a laedad de 54 años. En las casi dos décadas transcurridas desde entonces, su obrapoética y novelística ha sido objeto de distintos homenajes, reediciones yestudios. No así sus piezas periodísticas, de una tensión crítica y cívica quizásexcesiva para las instituciones y mercados de la culturilla dominante. No fue,como él mismo se adelantaba a aclarar, un político práctico, pero tampoco unintelectual complaciente, de los que gustaba y gusta la Cultura de la Transición(y la Cultura de la Transición Extremeña). La actualidad y oportunidad demuchas de sus argumentaciones críticas saltan a la vista, en un tiempo en que,otra vez, calles y plazas -también aquí, en Extremadura- se interrogan,retumban, se estremecen y marchan al grito de «¡abajo el Régimen!».

Jónatham F. Moriche

Vegas Altas del Guadiana, Extremadura Sur, diciembre de 2012

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Discurso a los extremeños pacientes

5 de octubre de 1980

Extremeños todos: permitidme, en esta hora en que la solidaridad nacional seilumina en unos cuantos párrafos de la Constitución, que me dirija a vosotrospara expresaros la comprensión del Gobierno hacia vuestros problemas,anhelos e inquietudes. Extremeños todos: quisiera, en esta hora incierta de lacrisis, llamaros a capítulo para transmitiros la profunda esperanza que nosembarga.

Nada más lejos de nuestro ánimo que la proclamación de un triunfalismoartificial. Somos antirretóricos y sólo sabemos emplear el lenguaje de loshechos.

Extremeños todos: sois un pueblo ejemplar, discreto, paciente, generoso,disciplinado, austero, fiel, humilde. Tenéis sangre de conquistadores: ¿norecordáis aquello de que los dioses nacían en Extremadura?

Tenéis, sin embargo, razones para sentir una cierta frustración. El régimenanterior no fue muy generoso con vosotros, a pesar de que le pagasteis con unentusiasmo emocionante. Nada os dio, bien es cierto. Ningún altísimo prebostedel sistema había nacido en vuestra tierra y eso os perjudicó. No huboinversiones en la región, sino más bien todo lo contrario. Os esquilmaron, yvosotros, con un espíritu cristiano digno de mejor causa, ofrecisteis la otramejilla y una nueva dosis de adhesión. Es verdad que os abrieron las puertas dela emigración, lo cual alivió un tanto el hambre acumulada. No digo que eso seamotivo de agradecimiento, pero siempre es un detalle.

Extremeños todos: nuevos tiempos benéficos os amparan. Nosotros os tenemosbien presente, ya hemos comenzado a dar pruebas de ello. A pesar de laopinión maximalista de ecologistas y otros marginales, os impusimos la centralnuclear de Valdecaballeros, una planta de celulosa y el trasvase Tajo-Segura.Puede que en vuestra simplicidad admirable no seáis aún capaces de apreciarlas consecuencias de tales medidas. Tampoco tenéis ahora ningún altísimopreboste en nuestro núcleo de poder, pero no os preocupéis: ya no sonnecesarios esos valimientos. Los tiempos han cambiado.

Deberíamos reconocer, desde una perspectiva extrema e intransigente, queExtremadura sigue siendo, en buena medida, una gran finca de caza. Nos llegannoticias de que en vuestra tierra se registra el mayor índice de paro de todaEspaña y de que en ciertos momentos se detecta el hambre como en los buenostiempos.

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Quisiera rebajar, a través de este escrito, el grado de tan pesimista óptica. Nodebéis olvidar que os hemos concedido una Junta preautonómica encargada develar por vuestros intereses. Por eso, en las diferentes elecciones generales, noshabéis abrumado con vuestros votos.

Extremeños todos: esto es una invocación a la esperanza desde lo más hondo denuestras convicciones. Seria demagógico no reconocer vuestras dificultades,pero también sería injusto que no apreciarais nuestra buena voluntad. ¿Sabéispor qué se ha abierto el portón de la esperanza? ¿No habéis oído hablar delpúa? Esta palabra taumatúrgica significa Plan de Urgencia para Andalucía6.¿Comprendéis ahora el sentido de mi discurso? ¡El púa, nada menos!

De acuerdo; me diréis que el púa no es el púe (Plan de Urgencia paraExtremadura), pero comprendednos. Por el momento, el púa debe serviros deconsuelo, es como un estandarte alzado al viento sobre el que debéis tener fijavuestra mirada. Dad media vuelta a vuestras ocupaciones de parados ycontemplad el amanecer de Andalucía.

Vosotros aún andáis inmersos en los luceros de la noche, pero ya amanecerá. Lapaciencia siempre fue una de vuestras mejores cualidades. Después de tres añosde guerra, veinticinco de posguerra, once de resurgimiento, dos de transición ytres de democracia, nada habéis recibido, todo lo habéis dado. No convienesimplificar hasta esos extremos. El hecho es que aún seguís concediéndonosvuestra confianza siempre renovada. Mayor es vuestro mérito y nuestra deuda.A pesar de los pesares, los extremeños no planteáis problemas de orden

6 El PUA (Plan de Urgencia para Andalucía), el PUC (Plan de Urgencia para Canarias) y el PUE(Plan de Urgencia para Extremadura) eran vastos proyectos de inversión pública demandadosal gobierno central por las instituciones de esas regiones históricamente deprimidas. El 10 deoctubre de 1980, cinco días después de la publicación de este artículo, el presidente de la Juntade Extremadura, Luis Ramallo (UCD) hizo entrega al ministro de Administración Territorial,Rodolfo Martín Villa, del proyecto de PUE, con inversiones estimadas en unos 250.000 millonesde pesetas, y del expediente de pronunciamiento de los Ayuntamientos extremeños para iniciarel proceso de constitución Autonómica conforme al artículo 143 de la Constitución Española de1978. El ejecutivo preautonómico actúa bajo la presión creciente de la oposición en lasinstituciones y la social movilización en la calle. En un clima ya muy caldeado por la protestaantinuclear y prolongados conflictos laborales sectoriales (construcción, agricultura), se sucedenlas movilizaciones de trabajadores desempleados, que confluyen el 27 de abril de 1980 enencierros simultáneos en una treintena de ayuntamientos pacenses.

Los Planes de Urgencia nunca llegan a ejecutarse, dilatados y diluidos por gobiernos centralesmás interesados en la liberalización financiera que en la equidad territorial. Estas inversionesserán de nuevo reivindicadas bajo la forma de «deuda histórica», concepto incorporado alEstatuto de Autonomía extremeño de 1983. El adeudo del Estado con la región, según unestudio realizado por la Universidad extremeña para la Asamblea de Extremadura en 2008,puede estimarse en unos 15.000 millones de euros, aproximadamente tres veces el presupuestoanual de la Junta de Extremadura.

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público, carecéis de influencia política en las Cortes, mantenéis vuestro ínfimonivel económico y cultural con una dignidad que se asienta, sin duda, en laancestral sabiduría del pueblo.

Extremeños todos: básteos saber por el momento que hemos inaugurado el púacon todas sus consecuencias. Os pedimos otro margen de confianza. Biencomprenderéis que las cosas no se pueden hacer todas al mismo tiempo,nuestros recursos son limitados y hemos de acudir preferentemente allí dondemás calienta el sol. Pero todo es cuestión de tiempo. Aquellos que más valoresespirituales hayan acumulado serán los mejor servidos cuando llegue la hora.

Extremeños todos: insisto en la esperanza, madre de la paciencia y de la fe. Elpúa es el paradigma. Yo os aseguro que la solidaridad entre las nacionalidadesy regiones que conforman el Estado español no es una expresión vacía. LaConstitución la avala.

(Finalmente, si tenéis algo que decir, planteándoselo a la Junta preautonómicade Extremadura, y ella os atenderá exquisitamente. Y ahora, perdonadnos,estamos muy ocupados con el púa).

http://elpais.com/diario/1980/10/05/opinion/339548404_850215.html

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El embargo

29 de septiembre de 1981

Hace ya casi un siglo que mi abuelo, José María Gabriel y Galán, escribió unpoema que antes todos los niños se sabían de memoria (creo que incluso Borgeses aún capaz de recitarlo): «El embargo»7. ¿Qué tendrá esta palabra que ejerceuna vertiginosa atracción sobre los extremeños hasta casi convertirse ensímbolo? Hay ahora una amenaza de embargo de prácticamente un puebloextremeño entero. Se llama Pizarro, para que todo sea más alegórico. Tiene unsolo teléfono y aproximadamente quinientos habitantes. Es un pueblo decolonización, curioso invento que el anterior régimen puso en marcha paraintentar compensar la devolución a los terratenientes improductivos de lastierras que la República les había expropiado durante su inconclusa reformaagraria.

Los pueblos de colonización solían llamarse «no sé cuántos» del Caudillo. (Porfortuna a Pizarro no llegaron a emparentarlo con el dictador.) Se trataba depueblos modelo, casitas blancas, tierrecitas de regadío, propiedad vislumbradaa largo plazo, hacia el final de la vida del colono, ayuntamiento nuevo, iglesillaclara, orden, trabajo. Todo provisional, todo vigilado, dependiente. Sólo parapersonas de orden y disciplina. Bien, pero esa orden es otra historia. Aquíhablamos del embargo.

«Señol jues, pasi usté más alanti y que entrin tos esos». Tos esos son los de laConfederación Hidrográfica del Guadiana y los del IRYDA8, que vienen a

7 J. M. Gabriel y Galán (1870-1905) publicó «El embargo» dentro del poemario Extremeñas (1902):http://centros1.pntic.mec.es/cp.miralvalle/paginas/biblioteca/actividades/gabrielygalan/versos_de_la_tierra.htm#LAS_REPÚBLICAS

8 El Instituto Nacional de Colonización y Desarrollo Rural (INC) fue fundado en octubre de 1939por las autoridades surgidas del golpe de Estado fascista del 18 julio de 1936, con la misión deobtener «un mejor aprovechamiento y conservación de los recursos naturales en aguas y tierras». Apartir de 1952, el INC conduce el llamado Plan Badajoz, que irriga miles de hectáreas y fundadecenas de pueblos de colonización en el sur de Extremadura. El 21 de julio de 1971 el INC esrebautizado como Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario (IRYDA), nombre bajo elque actúa hasta mediados de la década de 1980, tras una larga agonía plagada de gravesconflictos con trabajadores agrarios, autoridades municipales y autonómicas y colectivosecologistas en todo el Estado, y muy singularmente en Extremadura, donde en 1975 el 48% de lapoblación activa sigue vinculada al campo. Pese a su fachada socializante, la colonizaciónfranquista no resuelve sino profundiza en la radical estratificación social del campo extremeño:hasta tres cuartas partes de las tierras beneficiadas por la puesta en regadío se concentra en lasmanos de apenas el 6% de los propietarios. El 2 de abril de 1984, un artefacto explosivo defabricación casera estalla en oficinas centrales del IRYDA en Madrid, causando desperfectosmateriales de consideración, en una acción de autoría nunca reivindicada ni esclarecida.

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embargar a 67 familias del pueblo de Pizarro. Al parecer, les deben unosdineros bastante controvertidos; las cuentas no acaban de estar claras. Loscolonos no se niegan a pagar, piden que les expliquen los números, porque se dala circunstancia de que hay algunos a los que la Administración les debe más detres veces lo que ellos deben a los organismos embargantes. En ocasiones, elembargo es por deuda de 2.000 pesetas. Pero la máquina administrativa es unaapisonadora inflexible y sorda que no se entera de ciertos desbarajustes ydesaguisados. Tanto celo en Pizarro, cuando cerca de este pueblo hay otro,también de colonización, Casar de Miajadas, en el que 39 casas, unayuntamiento, una iglesia y unas escuelas están deshabitadas, despilfarradas.

Nuestros amenazados colonos deben poco más de seis millones entre todos.Quizá la Administración debería ser más rigurosa a la hora de actuar contra losmorosos, acordándose primero de esas grandes empresas que adeudanbastantes miles de millones a la Seguridad Social sin que se produzcanamenazas. ¿O por qué no sugerirle a la Administración una mayor diligencia,por ejemplo, a propósito del patrimonio nacional? Este curioso organismo hapedido un suplemento de subvención (que, sin duda, le será concedido) desetecientos millones de pesetas para cubrir los déficit de entidades tanseñaladas como el Club de Golf de la Herrería (17,5 millones de pesetas, quepagamos todos los españoles para que el señorío madrileño se airee los fines desemana). Es bueno hacer este tipo de comparaciones demagógicas, porque,aunque no lo parezca, los elementos no son tan dispares ni heterogéneos. Elembargo de 67 familias de Pizarro por deuda de seis millones de pesetas estádirectamente conectado, es consecuencia directa del suplemento de subvenciónde 17,5 millones a la Herrería golfística.

Debería decirse que una cosa no es posible sin la otra. Finalmente, los colonosde Pizarro son colonos de esos señores de la Herrería.

Es una manera de ver las cosas. Está claro que al final, van a pasal tos esos,aunque quizá los de la Confederación y los del IRYDA ya no van a encontrarpersonajes desesperados tan resignados como los descritos por J. M. Gabriel yGalán. En Extremadura ya hay hasta manifestaciones, porque los engaños, lashumillaciones son tan constantes que calientan la sangre y hacen olvidar elmiedo de cuarenta años.

Hay que repetir muchas veces el catálogo, por si en la Corte a alguien le llamarala atención. Pues bien, como es sabido, Extremadura es la primera regiónproductora de electricidad, mientras que casi un 30% de sus escuelas carece deluz. La electricidad producida se exporta y al fin se consiguió, hombre, hay quedarles algo, aunque sólo sea por las dos centrales nucleares que les hemoshincado en el corazón, que se estableciera un canon por esa energía exportada:2.800 millones de pesetas que se deberían haber empezado a cobrar desde el 1

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de enero. Hasta la fecha no se ha recibido ni un céntimo, pero la central nuclearde Almaraz ya entró en funcionamiento. También se prometió que, comocompensación por los perjuicios del trasvase, se proporcionarían numerosospequeños regadíos a la zona. Hasta la fecha.

Cuando se habla de agravios comparativos, los extremeños tienen de qué reírse.Para ellos simplemente hay agravios, sin adjetivación. La solidaridadinterregional es una bella expresión. Extremadura simplemente se conformaríacon un poco de justicia por parte de la Administración y por parte del grancapital. Que cesara el expolio.

Y si es inevitable el embargo, señol jues, que pasin tos esos, pero que entrenprimero en las grandes empresas defraudadoras, en las grandes empresaspúblicas y privadas que son pozos sin fondo para subvenciones y créditos, queentren en ese patrimonio nacional de Fuertes de Villavicencio y en el golf de laHerrería. Y después, sólo después, señol jues, que entren en Pizarro. Estoyseguro de que los colonos no tendrán inconveniente en pagar lo que sea justo.

http://elpais.com/diario/1981/09/29/opinion/370566012_850215.html

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Testimonia, que algo queda

25 de agosto de 1982

España no es un país que aprecie los gestos simbólicos. Lo testimonial carece deestima entre los españoles, que, contra lo que suele creerse, forman uno de lospueblos más prosaicos del planeta. A la simbología oponemos aquí nuestroparticular realismo, y a lo testimonial, nuestro sentido tremendista. Por eso, almargen del tópico, lo que más se conoce de nosotros en el extranjero son FelipeII, la Inquisición, Goya, Buñuel, el Guernica, el esperpento, el tenebrismo, latauromaquia, la guerra civil. En el tema nuclear puede apreciarse que de poco ode nada valen los gestos y posturas testimoniales, si no van acompañadas derealismo, carnaza, truculencia.

Viene esto a cuento de lo que ocurre en Extremadura con la central nuclear deAlmaraz9, que sirve para producir una energía de la que se beneficianbásicamente no los extremeños, sino los madrileños, los vascos y otrascomunidades desarrolladas. Esa central fue una vergonzosa imposición alpueblo extremeño, que en su inmensa mayoría estaba en contra, y así lodemostró en numerosas manifestaciones civilizadas, pacíficos encierros ydemás gestos llamativos. Naturalmente, no se obtuvo respuesta alguna, salvo laaceptación del tinglado por parte de una ignominiosa Junta Regional a cambiode un escuálido plato de lentejas. Y es que ya se sabe que eso de la solidaridadinterregional se refiere sólo a los menos poderosos. ¿Alguien se ha parado apensar qué hubiera ocurrido en Euskadi si el Gobierno central les hubiese

9 La central nuclear de Almaraz (Cáceres) consta de dos reactores de agua ligera a presión de2.947 megavatios. Es propiedad de Iberdrola (53%), Endesa (36%) y Unión Fenosa (11%). Suconstrucción comenzó, al amparo de la franquista Ley de Energía Nuclear (1964), en mayo de1973, fue oficialmente inaugurada por el presidente español Calvo Sotelo en marzo de 1981 ysus unidades entraron en servicio en mayo de 1981 y octubre de 1983, meses antes de aprobarsela moratoria que sentenciará el final del segundo proyecto nuclear extremeño, Valdecaballeros,también de dos reactores, autorizado en agosto de 1979. Bajo la ominosa sombra del desastre deHarrisburg (marzo de 1979), la movilización popular y el poder central cierran en tablas lapartida nuclear en Extremadura.

En 2010, a pesar de un inquietante número de incidentes de seguridad de distinta consideraciónregistrados en los últimos años, Almaraz recibe autorización del Ministerio de Industria paraseguir operando durante 10 años más. Almaraz genera aproximadamente una cuarta parte de laelectricidad nuclear del Estado español. A pesar de sucesivas iniciativas en ese sentido,invariablemente ignoradas por sus propietarios, la central nunca ha tenido su domicilio fiscal,ni tributado en consecuencia, en Extremadura, distrayendo de ese modo de las arcas públicasextremeñas unos 250 millones de euros anuales. En julio de 2012, treinta y un años después desu inauguración, un alto cargo de la Junta de Extremadura solicita «un gesto de buena voluntad»(sic) de sus propietarios sobre esta cuestión de su tributación.

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impuesto manu militari una central nuclear cuya producción eléctrica seexportara gratuitamente a León, Zamora, Cáceres y Badajoz? La carcajada deBilbao se oiría sin duda en Cádiz.

En el asunto nuclear ya se sabe que los intereses son tan enormes comoinsondables. Una especie de secreto final mancomunado nos oculta al resto delos mortales las claves de un problema en el que somos los afectados. Todos seandan con pies de plomo. El director general de la Energía fue,sorprendentemente, muy claro cuando dijo hace poco que en Almaraz y enAscó había peligro. Pero, en el enigmático código de la familia nuclear, eso erauna herejía, e inmediatamente el comisario (muy propio) de la Energía impusoel anatema. El Consejo de Seguridad Nuclear, creado en teoría para servir decontrapeso, despide un tufillo cada vez menos disimulado a la voz de su amo. Esdecir, el poder, con todos sus atributos, se echa encima de cualquier sospecha yla ahoga como si fuera un indeseado perro recién nacido. Pero la acumulaciónde sospechas comienza a producir certidumbre y, en consecuencia, máximapreocupación. Cosas que no se olvidan. Y entonces, mis amigos extremeñosdeciden encerrarse, los alcaldes hacen huelga de hambre, a sabiendas de queeso no le va a quitar el apetito a ningún ministro veraneante ni a los que, a lasombra, mandan en esos ministros en temas tan auténticamente importantescomo el nuclear. Ni siquiera es una tormenta de verano. Esas huelgas dehambre simbólicas sólo despiertan una atención administrativa a nivel de,aproximadamente, jefe de negociado. El pacifismo es encantador; huele inclusoa albahaca. Mis amigos extremeños han conseguido unas líneas en losperiódicos y dos minutos en la televisión, pero no deben hacerse muchasilusiones: ese éxito se debe en gran parte a que estamos en agosto y hay pocasnoticias que llevarse a la boca.

Y así llegamos a la médula del asunto. Para que el poder se preocupe esnecesario que el tema se convierta en orden público, la famosa fraseencubridora. Todos somos civilizados hasta que alguien deja de serlo. ¿Escivilizado quien impone en una zona, sin el consentimiento de sus pobladores,un sistema depredador cuajado de peligros potenciales? Ya sabemos que losciudadanos siempre seremos víctimas frente al poder, y a pesar de todo,limitamos nuestra respuesta a algo gestual, testimonial, racionalista. Hay otrosque no lo entienden así y se lían a asesinar a personas inocentes. Allá ellos; sucamino equivocado sólo conduce, además, a inútiles callejones sin salida.

Pero el problema sigue estando dramáticamente ahí, entre Almaraz y Lemóniz.La injusticia, por partida doble, de Almaraz no se cura con terrorismo, eso esevidente. Lo testimonial, por su parte, puede no servir para nada, peroproporciona satisfacciones humanas. Como la de poder decir: el terror lo estánsembrando quienes imperativamente instalan mecanismos radicalmentepeligrosos que, asimismo, según reconocen algunos de los responsables de la

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política energética, son defectuosos. Por eso me uno a esa huelga de hambresimbólica extremeña y, haciendo uso de mi derecho a testimoniar, dejo caer doscuestiones elementales, de esas que se hace cualquier simple ciudadano fuerade toda sospecha:

1. ¿Por qué Extremadura, sin haber sido consultada, ha de cargar con laamenaza nuclear?

2. ¿Por qué ha de admitir la amenaza nuclear de una central cuyos beneficiariosson otras comunidades más desarrolladas que, por supuesto, no admitirían elprincipio de reciprocidad?

http://elpais.com/diario/1982/08/25/opinion/399074413_850215.html

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El extremeño ensimismado

26 de abril de 1983

Lo que más sorprendió al ilustrado Antonio Ponz cuando viajó por Extremadurafue el ensimismamiento que percibió en sus habitantes. Con la impertinenciapropia de aquellos regeneracionistas bienpensantes, escribió que más les valía alos extremeños construir nuevos puentes y caminos que no alimentarserecordando las proezas de aquellos «dioses que nacían en Extremadura». No secrea que las cosas han cambiado sustancialmente tanto. Es probable que lareferencia a la cuna de los dioses sea cada vez menos consoladora para losextremeños, pero en buena medida éstos siguen siendo fieles a Zurbarán.

El caso es que con Extremadura siempre está uno moviéndose entre tópicos. Ellatifundio continúa resultando una fuerza mayor paralizante. El expolio de lariqueza extremeña es rayo que no cesa. La despoblación es el corolario a unaemigración bíblica y brutal. ¿Serán las cacerías la industria que salvará laeconomía de Extremadura? Lo que los extremeños ahorran poquito a poco essacado de mucho en mucho por los financieros, para invertirlo en regiones másavanzadas. Las únicas inversiones serias que en el terreno industrial se hanhecho en esa tierra son dos centrales nucleares cuyo producto eléctrico esconducido a Madrid y al País Vasco.

No hay remedio. Decididamente, sobre Extremadura no pueden escribirse sinotópicos, en ocasiones matizados por la demagogia. Hablemos, pues, de laindolencia, de la apatía. El campo extremeño es precioso. El trabajadorextremeño es honrado, disciplinado y duro como el cuero. ¡Ay, si los obreros deotras regiones tuvieran la austeridad del extremeño! Con bien poco se contenta.Y todavía es capaz de consolarse calderonianamente, mirar hacia atrás ycomprobar que aún hay un par de provincias más pobres en España.

Me pregunto yo si ese ensimismamiento será hambre, conformismo, hastío, sedo ramalazo místico.

¿Estaré hablando de una Extremadura residual?

Los señores de la tierra, cuando vuelven con los amigos tras la cacería anual enla finca, hablan elogiosamente de los lugareños.

Los turistas del turismo interior/social, que ahora frecuentan Extremadura,vuelven en el R-12 a Madrid cantando las alabanzas de la Vera y de unas gentesacogedoras como ya no quedan.

El extremeño permanece sentado en el poyo, pelando una vara de fresno con lanavaja, ensimismado, contemplando la puesta de sol ocre. Yo no diría que suspensamientos son místicos.

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Y, finalmente, una pequeña hipótesis, aunque cruel, que se inscribe en el yaacuñado concepto de extremaduricidio10:

Supongamos que hay una fuga en una de las dos centrales nucleares quejalonan el bonito campo extremeño:

1. ¿No será mejor que esa fuga se produzca en una zona ampliamentedeshabitada gracias a la emigración?

2. Si debiera haber víctimas (Dios no lo quiera), ¿no sería preferible que éstasfueran personas acostumbradas a pedirle poco a la vida, personas al fin y alcabo ensimismadas?

http://elpais.com/diario/1983/04/26/espana/420156030_850215.html

10 «Analizando lo ocurrido en el trasvase Tajo-Segura, con la instalación de dos centrales nucleares en lascabeceras de nuestros regadíos, con el arboricidio de nuestros encinares y la progresiva desertización de latierra, la sangría de nuestra población, su miserable renta per cápita, la hiriente distribución de la tierra yla infrautilización de la misma, la ausencia de gasto público, la fuga de nuestro ahorro, el expolio denuestras materias primas, la falta de industrias no degradantes a pie de fruto, el altísimo porcentaje deparo y viviendas semisuburbiales en la región, la baja calidad en la medicina y enseñanza que por aquí sepractica... Viendo en definitiva el extremaduricidio, o dicho más claro, el terrorismo a que nos vienensometiendo, dicho sin eufemismo de ningún tipo, porque genocidio es terrorismo. Y es genocidio yterrorismo ir acabando lentamente con todo un pueblo utilizando el arma de la inmigración, el arma delexpolio; pero, sobre todo, utilizando el borrador que lentamente hace desaparecer el sentimiento deidentidad de ser algo, de pertenecer a una tierra, a un clima, a una historia compartida, a unas raíces quees el derecho primero y más natural de todo hombre...». Entrevista a Víctor Chamorro, en M. RiveroBraña, op. cit.

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