j.i. chacon - guerras irregulares

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Guerras

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  • GUERRAS IRREGULARES.

    '^^9

  • GUERRAS

    IRREGULARESP3B EL T. C. CWIASDASTE

    DON J. I. CHACN,CAPITN DE ESTADO MAYOR,

    INDIVIDUO DE LA REAL SOCIEDAD ECONMICA DE SEVILLA V CORRESPONDIENTE DELA SOCIEDADE DE GEOGRAPHIA COMERCIALE DO PORTO.

    TOMO II

    MADRID.i.Mi'HKMA V Litografa delDeisito de LAfiUERRA.

    1883.

  • Esta obra es propiedad de su au-tor.Queda hecho el depsito que

    marca la ley.

    ^ClBR^^1966

    .nu

    11^5i?"?3

  • CAPITULO PRIMERO.

    Teatro de la guerra. Climas.Montaas. -Llanuras.Bos-ques.Costas.Ros.Terrenos pantanosos.

    Si necesario es el conocimiento del teatro de laguerra en las campaas regulares, mucho ms lo es enlas irregulares) que siempre tendrn lugar en pasesdesprovistos de vas de comunicacin practicables las tres armas y acerca de los cuales slo tendremos,por lo comn, vagas noticias relativas su cons-titucin topogrfica, las costumbres de sus habitantesy sus elementos de guerra, suministradas por losviajeros, exploradores mi.sioneros. En estos pases, esimposible aplicar el principio de llevar una fuerza ma-yor que la enemiga sobre un punto dado y en un mo-mento determinado, slo aplicable los pases llanosdescubiertos y en los que las distintas fracciones denuestro ejrcito tengan cierta dependencia entre s ytodas marchen bajo la inmediata direccin del generalen jefe. En la mayor parte de los casos nos encontrare-mos con que nuestras fuerzas no tendrn un centro fijo.ni estarn concentradas, sino, al contrario, esparcidaspor el pas, aprovechando siempre todos sus medios deaccin y estando todas en primera lnea, por decirlo as,y en contacto con el enemigo.

    La suerte de las naciones puede decidirse en lasgrandes llanuras, cuando el enemigo concentra susejrcitos; pero en los bosques y montaas es donde seabriga el genio de la resistencia de todo pas; all esdonde las nacionalidades oprimidas y las insurrecciones

  • 6 GUERRAS IRREGULARES.

    se sostienen tenazmente contra la dominacin que de-testan, all es donde encuentran elementos poderososde resistencia, y donde es difcil, si el pnico y el te-mor no hacen mella en los insurrectos naturales, ter-minar la guerra con la completa destruccin de susfuerzas militares, que podrn estar hostilizndonos con-tinuamente, por espacio de muchos aos, aun despusde haber conseguido con nuestras armas la sumisin yobediencia de las poblaciones.

    En estas guerras no son las mismas las condicionespara los dos beligerantes, por ms que el terreno seaigual para uno y otro. Generalmente, la ofensiva parti-r de nosotros y la defensiva ser adoptada por loscontrarios; y si bien en las guerras regulares, la pri-mera tiene inmensa ventaja sobre la segunda, no sucedelo mismo en este caso. Los que defienden su pas te-rritorio estn en el terreno donde nacieron; lo conocen palmos; saben perfectamente orientarse, para, encualquier momento, acudir un punto determinado, travs de bosques impenetrables para nosotros; encuen-tran sus provisiones en el campo las reciben conseguridad del interior; en tanto que los que avanzanse encuentran desde el principio en un pas desconocido

    y cuanto ms se internan en l, con ms dificultadestropiezan, hallndose algunas veces rodeados de bos-ques vrgenes, en los que tendrn que abrirse caminocon sus machetes, en llanuras inmensas, donde no esfcil orientarse. Los enemigos no necesitan vencer nuestro ejrcito; pero ste tiene necesidad absoluta dela victoria, y, tantas veces cuantas el atacado resista alatacante, ste ser vencido.

    La ofensiva en estas guerras ofrece al General enJefe muy poca gloria ostensible y muchas dificultades,paes no tan slo tendr que imprimir las operacionesuua gran actividad, y encontrar al enemigo, sino quedeber vencer, porque un revs, por pequeo que sea,la opinin pblica lo transformar seguramente en undesastre.

  • GUERRAS IRREGULARES. 7

    Todas estas dificultades, inherentes la ofensiva,se aumentan notablemente al desarrollarla en territoriosdesconocidos; por lo tanto, es de suma importancia paralos gobiernos, enviar, mientras se prepara la expedi-cin, antes, si se ha previsto el caso, varios espas,bien remunerados, al teatro de la guerra, quienes, enel momento de entrar el ejrcito en campaa, puedendar multitud de noticias tilsimas. En los contratoscon estas gentes, nos conviene ser explendidos, y quenunca presida el acto una economa mal entendida,pues las noticias que nos suministren valdrn, veces,no solamente una gratificacin elevada, sino hacer po-deroso, para toda la vida, al espa que nos las comu-nique.

    Con auxilio de las ideas adquiridas del pas dondenos dirijamos, suministradas por los viajeros, por lageografa por la historia de otras expediciones y au-mentadas con las que nos faciliten los espas, se proce-der sealar el nmero y clase de fuerzas que han dellevar cabo la campaa, teniendo en cuenta los terre-nos donde se ha de operar, para elevar disminuir res-pectivamente los contingentes de las tres armas. Conel conocimiento de las noticias anteriores y teniendopresente cuanto hemos dicho en otros captulos, se es-tablecer el plan de campaa, contando con que sernmuy prop=5to,, para resguardar nuestros movim.ientos,los obstculos insuperables difciles para el enemigo,y, en este concepto, tener en cuenta que es convenienteapoyar un flanco del ejrcito en el mar, en un ro na-vegable, en un desierto en un terreno muy pantano-so. Estas mismas consideraciones hay que tenerlaspresentes al concluir la campaa, si hubiere de sea-larse una frontera al terreno dominado; que tanto losros caudalosos como los desiertos y grandes extensionesde pantanos, son convenientes para separar los pases,como lo son, sin duda, las cadenas de agrestes mon-taas.

    Sentadas estas consideraciones, vamos ocuparnos

  • 8 GUERRAS IRREGULARES.

    ligeramente en las partes constitutivas de los teatrosde las guerras, comenzando por decir breves palabras propsito de los climas que nuestras tropas han desoportar.

    Desde luego creemos pertinente nuestro objetofijar ms la atencin en los climas clidos que en losfros, porque, adems de que stos son ms soportablesque aqullos y no originan en las tropas europeas elcmulo de enfermedades que los primeros, en raroscasos se formarn expediciones que vayan combatirfuera de la patria, en pases fros, como lo son la Siberia

    y el norte de Amrica.En los puntos de un mismo paralelo, la temperatura

    es muy variada, pues influye notablemente en ella laproximidad de los desiertos, de las cadenas de monta-as y la direccin de stas; as, por ejemplo, la proxi-midad de los grandes desiertos del frica hace muchoms clida de lo que debiera ser la temperatura de laArabia, la Siria, la Mesopotamia y de todos los pasesdel S. O. de Asia, y la temperatura en el Norte de laChina es excesivamente fra, por la carencia de monta-as que la defiendan de los aires glaciales de la Siberia.Por idntica razn, el clima de la Amrica meridional,bajo el mismo paralelo de la India, es mucho ms tem-plado que el de sta, porque la disposicin de la cadenade los Andes, que se extiende hacia el polo, no detienelos vientos fros que de l se desprenden.

    El calor, por sislo, no es perjudicial para los queno estn acostumbrados las bajas latitudes y tienenque vivir en ellas: el hombre puede soportar tempera-turas elevadas, sin que la menor enfermedad ataque suorganismo, pues las insolaciones y varias afeccionescerebrales que podran sufrir algunos, al permanecermucho tiempo bajo la influencia de una temperaturasemejante, no deben contarse sino como casos aislados

  • GUERRAS IRREGULARES. 9

    y en el nmero de las dolencias y enfermedades quesiempre acompaan los ejrcitos. Lo mortal y dainopara las tropas son las emanaciones que produce la des-composicin de vegetales y animales y elestancamientode las aguas, que, bajo el ardiente sol de los pasesclidos, llenan la atmsfera de partculas nocivas, y,al ser absorvidas por la transpiracin y respiracin delos cuerpos, producen las mortales enfermedades que,con variedad de sntomas, se comprenden bajo el nom-bre de fielres de los cliraas clidos.

    Estas enfermedades regularmente son endmicas enlos pases de que tratamos, puesto que en ellos mismosexisten las causas que las producen, y varan en gra-vedad, desde la simple calentura, que desaparece conel cambio de clima, hasta la fiebre fulminante, quemata las pocas horas de haber atacado.

    Creemos que la medicina tiene an mucho que decirrespecto estas fiebres, cuyas causas primordiales seconocen y, sin embargo, veces subsisten con carcterpermanente en puntos determinados, donde ningunacausa ostensible parece que las produce. En la Habanay Santiago de Cuba, por ejemplo, sufren horrorosamentelos efectos de la fiebre amarilla vmito negro loseuropeos, al paso que en Guana bacoa y en San Antoniode los Baos, en el Caney y en el Cobre, pocas horas dedistancia respectivamente de ambas ciudades, acomete muy pocos la epidemia. Del mismo modo se produceel fenmeno en la isla de Santo Domingo; las tierrasdominicanas han estado comunmente libres del terribleazote, as como las de Haiti suelen estar castigadas porl, lo cual queda comprobado al notar que las prdidas,por enfermedades, que tuvo el general Leclerc, cuandopenetr en este ltimo pas, fueron mucho mayores, encomparacin, que las que sufri nuestro ejrcito expe-dicionario en Santo Domingo.

    No pueden, por lo tanto, darse reglas prevencionesgenerales para conocer y determinar clara y perfec-tamente las localidades donde las enfermedades pa-

  • 10 GUERRAS IRREGULARES.

    ldicas se desarrollan con ma^'^or menor vigor, aunquegeneralmente los terrenos llanos muy cubiertos debosques son ms propensos que otros al desarrollo dedichas enfermedades, porque las muchas lluvias formandepsitos de aguas estancadas, donde se descomponenlas materias vegetales, que el calor del sol se encargade evaporar, llenndose la atmsfera de partculas per-niciosas en suspensin.

    As sucede en las costasoccidentales del frica, po-bladas de bosques; espesas nieblas cubren los lugareshmedos, y un calor de 25 35 la sombra haceimpregnarse la atmsfera de miasmas deletreos, quecausan los europeos disenteras y fiebres de mal ca-rcter. El saneamiento de dichos pases es empresa al-gunas veces difcil y ardua, por ms que consista prin-cipalmente en la desecacin de los terrenos hmedosy en dar salida las aguas estancadas; por esto, creemosque, cuando nuestra dominacin sea estable, una de lascosas ms importantes, quedeberemoshaceren el pas,es darle de este modo todas las condiciones de salubri-dad posible, pesar dlo difcil de la tarea; pero, cuandola ocupacin sea transitoria, rara vez podremos ocupar-nos de otra cosa que de terminar nuestros asuntos enun clima que rechaza todo extranjero.

    El conocimiento del clima del pas donde hemosde llevar la guerra es muy importante, y as, el mo-mento de empezar la campaa ha de estar subordinado,en lo posible, l, pues es conveniente aprovechar losmeses en que las condiciones de salubridad sean prefe-ribles, teniendo en cuenta las estaciones, las pocasdesfavorables para el desarrollo de enfermedades y latemporada de las aguas, que, aunque variable de unpas otro, es peridica siempre en uno mismo, puestoque regularmente dependen, en gran parte, de losvientos que reinan. El conocimiento de stos puedefacilitarnos el de las pocas de lluvias, si bien se veri-fican en algunas comarcas fenmenos que hacen quelas aguas no se presenten donde tericamente deben

  • UIERRAS IRREGULARES 11

    esperarse, como sucede en el interior del frica, cuyas

    llanuras y desiertos, caldeados por el sol, producen una

    gran dilatacin en las capas inferiores de la atmsfera,

    desviando con esto los vientos alisios, que llegan del

    polo norte, hacia el E. y N. E. del continente.

    En el hemisferio boreal las lluvias comienzan en el

    mes de Abril, y en el austral, como consecuencia de la

    oposicin de estaciones, empiezan en Octubre y ter-

    minan en Marzo; y como la intensidad de ellas varadesde 0'^,50 anuales hasta 2, se comprende que en

    cada localidad habr de tenerse en cuenta, adems dela configuracin del terreno, la temperatura, la poca

    de las aguas y la intensidad de las lluvias.Como base para este estudio, bueno ser contar con

    los siguientes datos:

    Temperaturas mximas en distintos pases,

    a.^centigradosen) frica central. Abisinia.Pennsula arbiga.adelante.. ... .} Sur de Egipio,Desierto de Sahara.

    o o"o \ Marruecos.Senegal.Egipto.Surde la India.O a Jo.......I indostn.Nueva Guinea.

    ; Filipinas.Sur de la China.Afghanistn.Per-, \ sia -Costa septentrional de frica.Sur y Este

    -3 a>50 de Espaa. Canarias. -Florida. -Cuba.M-/ jico. Istmo de Panam.-Venezuela.

    i Japn.China centralTurqua.Austria.Sur] de Alemania.Norte de Espaa.Sur de los

    20" 2"/' ' Estados-Unidos.California. -Per. Brasil.

    Sur del frica.Madagascar.-Norte de la Aus-tralia.

    Norte del Japn y de la China. -Sur de Rusia yde Suecia.Norte de Alemania y de Francia.

    ^Blgica .- Holanda.Dinamarca. Inglaterra.

    1-^ 20 ,_sur del Canad.Norte de California. Sur

    I del Per. -Cabo de Buena Esperanza.Aus-\ trialia central.

    l Sur de Siberia. Norte de Europa.Canad.

    O" lo" ' Chile.Paraguay.Uruguay. - Sur de Aus-j tralia. Nueva-Zelanda.

    [ Norte de Siberia.Norte de Suecia. Islandia.

    go 1 0"I

    Norte de Canad.Pennsula de Alaska. Sur deI Amrica.

  • 12 GUERRAS IRREGULARES.

    0 5"Nueva-Siberia

    .

    Nueva-Zembla. Spitzberg.Groenlandia.Bering. Patagonia.

    pocas de las lluvias.

    Regionesprivadasl r * j ir i i >. s j^ t t\ t jo iinviae ,)i.-1 Desierto de Kobi (Asia).Egipto.Desierto de

    Sahara. Centro de la Australia. Costa occi-dental del Per y parte de Chile.

    de lluvias du-rante todo elao

    Lluvias enel ao . .

    todo

    Lluvias en el in-vierno

    Lluvias en el ve-jrano

    j

    Lluvias del Mon-jzn i

    ^Amrica del Norte. Europa, excepcin de laPennsula Ibrica, Italia y Turqua.- Zona cen-tral de Asia.Venezuela.Nueva- Granada.

    Ecuador.Guyana.Guinea del Norte.Fer-nando Po.Zona ecuatorial del frica.Su-matra.Nueva -Zelanda. Patagonia.

    California. Estados del Sur de la Amrica sep-tentrional.

    Canarias.Costa de Marruecos.

    Espaa.

    Italia.Costas del Mediterrneo Turqua.Persia. Afghanistn Norte de laIndia. China.Sur de la Australia.Cabo deBuena Esperanza. Chile. Sur del Brasil.

    Paraguay.

    Mjico.

    Antillas. Centro de! Brasil. Bengala.Hotentocia.

    Transwal. Natal. Madagas-car.

    India. S. E. de la China.Java.Borneo.Fi-lipinas.Nueva-Guinea. Norte de la Australia.NuevaCaledonia.

    Intensidad de las aguas.

    Ms de 2 metros)anuales ,1

    De 1 2 metrosjanuales. 1

    Costa de Mjico.

    Antillas.- Zona del rio do lasAmazonas. - Costa del Brasil. Costa de Guineay de Seneganibia. Islas Canarias.Costa deMarruecos y de Argelia.Sur de Italia. Costadel Mar Negro. Costa oriental de frica.

    Costa occidental del golfo de Bengala.Suma-tra.Java.Nueva-Guinea.

    Mjico.Estados-Unidos.Sur de Canad. In-glaterra.Costas de Europa. Espaa. Fran-cia. Alemania . Austria. Blgica

    .

    Holan-da. Mar Bltico. Turqua. Persia. - Pueblosdel Cucas. Sur de la China.Japn. In-dia. Kcgin del Nilo. Costas orientales de laAustralia.Costa de ChileAmrica Central.

    Nueva Zelanda,Borneo.

    Filipinas.

    Merece tambin fijar nuestra atencin, al hablar delos pases clidos, la influencia perceptible que la luna

  • GUERRAS IRREGULARES. 13

    tiene en ellos, no tan slo, como en Europa, sobre los

    vegetales, sino tambin sobre el hombre; pues, as co-

    mo existen comarcas donde estar mucho tiempo ex-

    puesto la accin de la luna y dormir bajo su influencia

    es altamente perjudicial y ocasiona grandes trastornos

    en el organismo, hay otras donde, practicando todo es-

    to, es completamente inofensiva su influencia. Varias

    veces sucede, como en el centro del frica, que en dos

    localidades vecinas el efecto de la luna es muy dife-

    rente; dice el doctor Livingstone que, acostumbrados

    sus hombres lo inofensivo que era dormir bajo la cla-

    ridad de ella, siempre lo practicaban; pero al llegar

    las llanuras de Chicova, aquella costumbre cost perder

    la vida cuatro de sus acompaantes.

    Los efectos de la luna son en general muy perjudi-

    ciales para los heridos, y desde luego podemos asegurar

    que siempre que se duerme bajo su influencia en los

    pases tropicales, se experimenta, .al despertar, un

    agudo dolor de cabeza y un malestar general.

    Los terrenos montaosos son de un valor inmenso

    para la defensiva y es indudable que en ellos tropeza-

    remos con muchas ms dificultades que en los llanos,

    cuando ataquemos un enemigo que se defienda, jpor

    ms que, siendo de alguna importancia las montanas,

    existirn mayor nmero deparajes, donde la vegetacin

    no sea tan rica, proporcionando quizs, en medio de un

    clima insalubre, mesetas cumbres, que, estando fuera

    de la atmsfera envenenada de los bosques, sean luga-

    res propsito para establecer hospitales y campamen-

    tos de aclimatacin.Aunque no es muy comn tener que operar en

    terrenos montaosos excesivamente elevados, es con-

    veniente que nos fijemos en que no todas las tropas son

    propsito para maniobrar en ellos con algn xito:

    para hacer la guerra en las altas montaas, son nece-

  • 14 GUERRAS IRREGULARES.

    sarios hombres habituados las alturas y caminar porterrenos muyaccidentados; es preciso que puedan subir,desahogadamente, pendientes, durante tres cuatrohoras, llevando un peso de unos 20 30 kilogramos,sin caer sofocados, y que sus temperamentos sean propsito para los trabajos que han de ejecutar. Lastropas que hayan de operar en las altas montaas, debenestar formadas, si es posible, por montaeses y hombresnacidos en pases montuosos y elevados, menos pro-pensos la fatiga que los que no estn acostumbrados trepar. Adems de sto, los soldados que no tienencostumbre de vivir en las alturas, pierden, al estaralgn tiempo en ellas, su energa; muchos resultan an-micos y casi todos pierden el apetito, buscando en losalcoholes algn tomo de fuerza. Por estas razones, lossoldados destinados operar en grandes alturas han desometerse una alimentacin especial.

    El estudio de la foiiacin geolgica de un pas, esevidente que nos facilitara mucho el conocimiento dela forma interior de l y la disposicin de sus cordillerasy montaas, pues la Geologa presenta datos precisospara conocer la estructura de un terreno, sabiendo suformacin.

    No es posible, dadas las condiciones de este libro,tratar de dicha ciencia, que, no por ser nueva, deja deabrazar con sus investigaciones un extenso campo;pero creemos oportuno dejar estampados en este lugar,algunos principios y observaciones referentes la for-macin de las cordilleras y montaas, que podrn sertiles para los que lleguen encontrarse en un pasmontaoso completamente desconocido.

    Segn un eminente gelogo, las cordilleras cade-nas de montaas, muy pocas veces se presentan aisladasy casi siempre existen varias paralelas; principio [im-portante que puede influir notablemente al establecerun plan de operaciones en un territorio casi desconoci-do, y que se completa con la observacin hecha, de quelas cadenas de montaas paralelas han sido elevadas

  • GUERRAS IRREGULARES, 15

    en la misma poca y, por lo tanto, estarn plegadas inclinadas en la misma direccin.

    Los levantamientos de la corteza' terrestre han for-madolas montaas, y as, segn h'aya abido no eneste movimiento ruptura en la superficie del globo, sehabrn formado montaas de pendientes suaves, sincortaduras ni barrancos escarpados, bien cordilleras

    abruptas, llenas de profusin de escalones gigantescos,surcados por profundos barrancos y coronados por agu-jas colosales de granito.

    Del examen de la formacin geolgica de un terrenomontaoso puede deducirse la extructura que debatener y, por lo tanto, la mayor menor facilidad deatravesarlo, pudiendo calcularse hasta la direccinaproximada de los caminos que lo crucen: as es que,fundndonos en los principios que sienta la Geologa,podemos establecerlos caracteres siguientes:

    Montaas granticas.

    Altas rocas, presentando aristas vivas y gigantescas agujas.Gran-des peas suspendidas. ^Faldas abruptas.Los pasos suelen estarmuy encajonados y los terrenos de la derecha izquierda casi siempreson inaccesibles.

    Las costas granticas son favorables para la navegacin y presen-tan numerosos y buenos puertos,

    Montaas pizarrosas.

    Levantamientos en las cspides, poco modelados.Carencia de

    picos y vrtices agudos. Mesetas onduladas en las cumbres.De-

    presiones abruptas en las faldas. Grandes hendiduras.Los caminos,

    por lo general, se apartan de las regatas.^

    Montaas calcreas.

    Escalones gigantescos.A veces, vastas mesetas y paredes verti-

    cales.Depresiones protundas, por donde corren las aguas.Los

    pasos son escasos y muy elevados.Los caminos, muy tortuosos.

    Montaas de arenisca.

    Mesetas uniformes.Grandes taludes de desmoronamiento.Pasosfciles.

  • 16 GUERRAS IRREGULARES.

    Montaas volcnicas.

    Crteres en las crestas. Rpidas pendientes,Regatas abiertaspor la lava.

    La inclinacin de las laderas de las montaas distamucho de ser uniforme, pues, aunque slo fuera por laaccin de las aguas, adquieren ciertas inflexiones, mo-tivadas por la tierras'arrancadas que se van depositan-

    do en ciertos parajes.La figura 1.* representa el perfil que, por lo gene-

    ral, tienen las montaas.

    i'

    B

    La parte A B corresponde llanuras ms menosextensas y onduladas formadas con las materias que elagua arrastra hasta dicho sitio. Desde B, las laderas tie-nen pendientes rpidas, que retienen slo la tierra vege-tal, dejando en algunos parajes las rocas al descubierto:esta parte se llama regin de los bosques. Desde C has-ta D existe una pequea pendiente, que impide lasaguas correr con rapidez, donde suelen formarse pra-deras; y ltimamente, corona la montaa una zona dede rocas, donde existe escasa vegetacin. Si la alturade la montaa no es considerable, no aparecen estasdistintas zonas, quedando, las cspides en la de losbosques y rara vez en la de las praderas, que tambinse llama alpestre.

    Las pendientes de las montaas pueden ser accesi-bles inaccesibles para las tropas, entendindose siem-

  • GUERRAS IRREGULARES. 17

    pre qae las primeras son aquellas por las cuales se pue-da marchar combatiendo, y esta distincin y estudio sontan importantes, como que en ellos se fundarn segu-ramente las disposiciones tcticas que hayan de orde-narse en el campo de batalla.

    La infantera, desplegada en tiradores, no necesi-tando guardar una formacin regular y debiendo ple-garse y cubrirse en los accidentes del terreno, puededecirse que no encontrar sitio por donde no puedamarchar, no ser en algunas de esas grandes cortadu-ras que se forman en las montaas. En el captulodonde tratemos de los reconocimientos volveremos ocuparnos en asuntos tan importantes.

    Las llanuras desprovistas de bosques pueden serunidas cortadas: en las primeras, pocos obstculos seencontrarn para la marcha de las tropas; pero no asen las segundas, que estarn quizs cruzadas de pro-fundos surcos, grietas barrancos, cuya importanciaes preciso conocer antes de disponer la marcha de al-guna columna que deba atravesar dicho terreno.

    Tambin las llanuras pueden clasificarse en culti-vadas incultas, y siempre que un ejrcito haya deoperar en un pas, debe todo trance procurar que susmovimientos se efecten atravesando Jas primeras- enellas se encuentran los pueblos, los sembrados, las'co-irientesde agua, los pozos, losganadosy las arboledas,todo lo necesario, en fin, para la vida y sostenimiento delas tropas: en las incultas se carecer de todo, muchasveces hasta del agua, por ms que en muchos puntosdel globo, en casi toda la zona intertropical, la vegeta-cin es tan exuberante, que, aunque est descuila^db elcultivo, se encontrarn elementos bastantes, sino paraque puedan vivir las tropas, usando de ellos nicamen-te, para proporcionar, al menos, ciertas comodidades ydesahogo que en otro lugar no podran encontrarse.

    Las grandes extensiones de terrenos incultos, llanosTOMO ir. 9

  • 18 GUERRAS IRREGULARES.

    y desprovistos de rboles y hasta de vegetacin, sloexisten en los continentes y en el centro de la Austra-lia. Estos desiertos se llaman en Rusia, 6/?2W5; en laIndia, d}engles\ en frica, Mrroos^ y en Amrica,sbanas y pa7)ipas; en todos ellos suelen encontrarse, veces, algunas zonas porciones de terreno cubiertosde verdura y en estos oasis siempre se hallar agua,elemento sin el cual ser peligroso arriesgarse atra-vesar semejantes llanuras.

    Los desiertos del frica, inmensos ocanos de arena,sin sombra de vegetacin y cubiertos con las osamen-tas de los hombres y animales que han perecido ahoga-dos por el polvo que arrastra el swm7n, rara vez podrnatravesarlos ejrcitos numerosos, no slo por la imposi-bilidad de poder llevar todo el agua que necesitaranen la marcha, sino por la exposicin de que los hura-canes y el calor asfixien buena parte de ellos.

    No sucede lo mismo en las grandes estepas de Asia,en las sbanas de Amrica y en las grandes llanurasde la misma frica, no cubiertas de arena, pues aun-que la escasez de agua se deja sentir en todas, exis-ten menos obstculos y peligros que en los mares dearena africanos que veces conmueven violentas tem-pestades. En dichas grandes extensiones suelen encon-trarse lugares de aguada, cuya situacin hay quesujetar la marcha de las columnas, para que puedanservirse de varios al mismo tiempo las distintas que seformen, como lo efectan los rusos al marchar por lasestepas. En stas crece una yerba, que, aunque raqui -

    tica, sirve para alimentar los caballos y bestias decarga, cuando la nieve no cubre por completo las lla-nuras; pero en invierno son imposibles las operaciones

    porque, as como los desiertos de frica tienen sus tem-pestades de arena, las estepas de las mesetas centrales

    y del Norte de Asia tienen temporales de nieve, que

    impiden por completo la marcha regular de un ejrcito.En las sbanas de frica y de Amrica se producen

    grandes yerbas, que, si bien son muy tiles como ali-

  • GUERRAS IRREGULARES. 19

    ment para los animales, son un obstculo serio y fa-tigoso para la marcha de las columnas. Estas yerbas,que ninguna hoz ha segado nunca y que alcanzan sucompleto desarrollo, sin que los hombres ni los anima-les las marchiten, sino es en pequeas porciones, lle-gan tener una altura de dos y tres metros, cubriendocon exceso, muchas veces, los hombres caballo; y,si bien ocultan completamente al enemigo los movi-mientos de las columnas, ahogan y hasta llegan as-tixiar los soldados que se fatigan, separndolas consus brazos, para abrirse paso, pues, no existiendo nin-guna corriente de aire, dentro de aquellos mares deverdura, el calor solar hace intolerable la tempera-tura (1).

    Al atravesar tales pasajes se debe tener un espe-cialsimo cuidado de no fumar, pues una pequea par-tcula de fuego, arrojada en aquella extensin de yer-ba, que tiene infinidad de hojas secas, producira un ho-rroroso incendio y la destruccin total de la columna.

    En caso de que se les d fuego antes despus deatravesarlas, para abrir paso las columnas para des-pejar una zona determinada, debe procurarse que ardanpor completo. Las yerbas incompletamente quemadashacen la marcha sumamente penosa, porque estas yer-bas tienen sus troncos bastante gruesos, y al quemar-se y convertirse en caas duras, quedando enredadasunas con otras inclinadas en todos sentidos, hacenpreciso levantar mucho los pies cada paso, como si-fuera necesario salvar altos matorrales y producen he-ridas en las piernas que no tardan en convertirse enlceras profundas.

    En muchas comarcas, hasta en las menos civiliza-das, suelen practicarse incendios anuales, en las po-cas que no abundan las aguas y en las que la yerbaest suiicientemente seca para prender y comunicar el

    (1) Estas altsimas yerbas tienen en la Isla de Cuba el nom-bre de yerba Guinea.

  • 20 GUERRAS IRREGULARES.

    fuego con rapidez . Esto ser conveniente efectuarlo enla misma forma por un ejrcito de ocupacin, no tanslo en los alrededores de los poblados y fuertes, sinoen cualquier sitio donde se las encuentre, siempre queno haya necesidad de atravesarlas durante el tiempoque necesitan los incendios para extinguirse completa-

    mente.

    Los bosques de los pases intertropicales distan mu-

    cho de parecerse los que se forman en las zonas tem-pladas; la vegetacin en ellos es tan exuberante y pro-digiosa, que rara vez se pueden distinguir unos rbolesde otros. Arboles seculares elevan sus cabezas por

    encima de los bosques, como las antiguas catedraleslevantan al cielo sus agujas por encima de las ciuda-des; alrededor de ellos, llenando el espacio que mediade uno otro, crecen rboles ms pequeos, que alllegar con sus ramas la altura de las ramifcaciones

    dlos primeros, empujan, estrechan y penetran porentre sus hojas, enlazando sus troncos jvenes con losvetustos de los grandes rboles, y, como si esta ntima

    unin no fuera sudciente, millares de bejucos y enre-daderas enlazan las ramas unas con otras, se retuercen

    lo largo de los troncos y bajan de lo alto de las copashasta el suelo, donde, al tocar, se cubren de raices ystas su vez, se transforman en trepadoras, que conti-

    nan enlazando las piedras con los rboles y stos conlos troncos viejos y carcomidos, derribados sobre elsuelo, formndose un verdadero cortinaje de verdura,un tapiz verde impenetrable que oculta los objetos pocos metros de distancia.

    Existen bosques, regularmente los situados en pa-rajes secos, que carecen de plantas trepadoras, lo queles hace ser mucho ms practicables. En ellos crecenlos rboles gallardamente; en muchos, sus troncos no

    alcanzan un gran dimetro y su ramificacin se efec-ta mucha altura, por lo que presentan el aspecto de

  • GUERRAS IRREGULARES. 21

    un bosque de varas delgadas y flexibles que no hace

    difcil la marcha y que permite distinguir alguna dis-

    tancia (1).En algutos puntos se encuentran bosques cubiertos

    de bambes, no difciles de atravesar, excepcin delos formados por el bamb dojr (bamb espinoso),cuya destruccin es necesaria, para poder penetrar en

    los sitios donde crece. Cada pi de bamb doer forma,por s solo, un macizo, que llega tener 12 metros de

    altura y 6 10 de espesor, y produce varias caas de

    20 30 centmetros de grueso, muy apretadas y eriza-das, lo mismo que las ramas, races y retoos, de largasespinas, duras y puntiagudas como agujas, que causaninfinidad de heridas al que 'pretende apartarlas. Ni los

    caones ni la hacha sirven^ para nada contra el bambdoer y nicamente se ^consigue destruirlo por mediodel petrleo.

    Les bosques vrgenes de que tratamos ocupan, por

    lo general, gran extensin de terreno, sin aclarar su

    espesura, siendo solo practicables por estrechos sende-

    ros,, formados por los naturales del pas por los ani-

    males que se dirigen los puntos de aguada, as es que

    se hace necesario, para atravesarlos en una determina-

    da direccin, colocar, vanguardia de las columnas,algunos hombres que, con el hacha el machete, vayanabriendo camino la larga hilera de soldados que mar-che detrs de ellos: sin embargo, muchas veces en es-tos bosques existen grandes claros, que es necesario

    tener en cuenta al efectuar una marcha, pues, as como

    ser muy conveniente, para ahorrar fatiga y tiempo,atravesarlos cuando haya seguridad de no tener prxi-mo al enemigo, debemos siempre evitar, en el casocontrario, desembocar imprudentemente en ellos, sinque precedan flanqueos por ambos lados.

    Los rboles, arbustos y plantas que forman estos

    (1) Estos bosques se Ih-man en la Isla de Cuha mones fir-me-f.

  • S2 GUERRAS IRREGULARES.

    bosques son, en su mayor parte, desconocidos para loseuropeos, y no es de poca importancia, al comienzo deuna campaa, que el cuerpo de Sanidad, con estudio yconocimiento del pas y de sus productos, formule una

    distincin g-rande entre los rboles, plantas especies

    que sean daosos. para la salud y aqullos en que, por

    el contrario, se encuentren elementos convenientes pa-

    ra la comodidad alimentacin del soldado; pues, ascomo no hay ningn peligro en que ste coma algunade las muchas frutas que en dichos pases existen, lohay, y muy grave, si llega gustar de algunas queproducen grandes perturbaciones en la salud (1). No secrea que este asunto no merece fijar la atencin, pues,

    as como se evitarn de este modo muchas enfermeda-des, se proporcionar al soldado, al mismo tiempo, co-nocimientos tilsimos del pas en donde tiene que viviralgn tiempo; y como la Naturaleza siempre prdiga ysabia, hasta en los menores detalles de la obra de la

    Creacin, coloca siempre en los sitios donde las necesi-dades del hombre aumentan, los medios de satisfacerlasprontamente, podrn los conocedores de un pas encon-trar en sus campos grandes elementos de vida. En losparajes secos de Cuba reemplaza al agua un bejuconegro, llamado en el pas 'bejuco-parra, por parecersemucho al tronco de las parras viejas; enredadera, quecortada en sentido perpendicular sus fibras, destila

    un agua clara, fresca, exquisita y tan abundante, quecon un metro de dicho bejuco se apaga la sed de unhombre. Esta planta crece tambin en los bosques defrica y de Amrica, teniendo en Oceana su represen-tacin en un rbol que, herido en su tronco, destila

    igualmente agua. Adems de estas clases de vegetales,

    (2) Ea Cuba existe una fruta, llamada jobo, parecida laciruela y que exhala un aroma agradable; sin embargo, ni un so-lo natural del pas ni un soldado veterano se atrt^va tocarla.

    Slo algunos bisoes en aquella campaa se decidan probar-la, sufriendo por tal causa dolores intensos y diarreas incmo-das por algn tiempo.

  • GUERRAS IRREGULARES. 23

    que guardan el agua en sus fibras, para [ofrecerla alhombre sediento que atraviesa las selvas vrgenes dedichas "comarcas, existen otras plantas, que crecen enlos troncos de los rboles, plantas parsitas, cuyas ho-jas anchas y hondas, recogen por la noche abundanteroco, que mantienen durante todo el da, proporcio-nando, del mismo modo que los bejucos, un agua frescay sabrosa en los lugares donde no se la encuentra co-rriente. Estas yerbas, que son para los caballos un ali-mento aceptable, abundan con exceso en los bosquesde Amrica y reciben en la isla de Cuba el nombre decurujey.

    Existen rboles y plantas, no slo perjudiciales, sinohasta mortales para el hombre; y desde el rlol de laleche y euforbios de frica, cuyo jugo es muy acre yproduce un vivsimo dolor al caer en un rgano deli-cado, hasta el guao de la isla de Cuba, rbol que altocarlo, produce la hinchazn inmediata de la parte delcuerpo que sufri el contacto y cuya sombra es vecesmortal para ciertos organismos, abundan las especiesde vegetales nocivos para la salud; y para que se veala importancia que pueden tener en una guerra, cita-remos el caso siguiente: En una de las operaciones quese verificaron para penetrar en el corazn de la sierraMaestra, en la isla de Cuba, se formaron tres columnas,dos de las cuales deban marchar por tierra y reunirse, una seal determinada, en un da dado y en el mismopunto, con la tercera, que, saliendo de Santiago deCuba, en barcos de la escuadra, deba desembarcar enla playa donde mueren las estribaciones de la referidasierra. Efectuado el desembarco, se acamp en lamisma playa, para emprender el movimiento al dasiguiente, y era tal la abundancia que en ella haba deunos cangrejos grandes, muy apreciados en la Isla (1),que, haciendo gran caza de ellos, oficiales y soldadosse festejaron grandemente, comindolos en mucha

    (1^ Tienen el nombre de cangrejos moros.

  • 24 GUERRAS IRREGULARES.

    cantidad. A las pocas horas, varios soldados comenza-ron quejarse de agudos dolores en el vientre, y alacudir prestarles sus auxilios el mdico de la colum-na, encontrse con que, excepcin de los que no ha-ban probado los cano-rejos, todos se hallaban con snto-mas de envenenamiento. Aquellos cangrejos habancomido de un arbusto que crece en las orillas del mar

    y de los ros, llamado manzanillo^ que es muy per-judicial para la salud del hombre, no slo por s propio,sino por hacer perniciosas las aguas que lo baan y losanimales que lo comen (1). La tercera columna tuvoque reembarcarse, y no slo llen los hospitales deenfermos, sino que, no concurriendo al sitio prefijado,hizo infructuosa la combinacin ideada.

    Los bosques estn, veces cruzados por sendas es-trechas; pero, como casi siempre habr que operar porel interior de ellos, para dar caza al enemigo apartn-dose de los caminos, nada ms fcil que extraviarse, yuna vez extraviada una fraccin de tropa un hombresolo, puede asegurarse que se desorientar completa-mente, ano llevar prevencin una brjula un guadel pas, poner en prctica algn procedimiento delos que indicaremos.

    Llegado este caso y teniendo noticia de la direccingeneral que se traa, es muchas veces fcil orientarseen medio de un bosque, por la observacin de los rbo-les. Si en el pas existen vientos fijos y determinados,al cortar una rama un arbusto en sentido perpenticu-

    lar sus fibras, se observar que la mayor distanciadesde el corazn de la madera la superficie, corres-ponde al lado por donde comunmente soplan los vien-tos, con lo cual es fcil orientarse; cuando los vientosno sean constantes, las fibras que estn siempre ex-puestas la accin directa del Sol se dilatan y lasopuestas se contraen, por lo que la mayor distancia del

    [i) Los naturales los conocen perfectamente y les jllannanciguatos.

  • GUERRAS IRREGULARES. 25

    corazn de la madera la superficie cori'esponder ladireccin Sur en el hemisferio boreal, y la direccinNorte en el austral, como se v,en la figura siguiente:

    Hc/ni.rfiTf,' l'i'rcaf Hemisfi-ri,' nirslrij/

    Con un reloj de bolsillo pueden determinarse, cuan-do hay sol, los cuatro puntos cardinales. Este proce-dimiento, (basado en el principio de que aproximada-mente la traslacin azimutal del Sol, durante una hora,debida al movimiento diurno aparente, corresponde media sobre el reloj), (1) es como sigue:

    s

    (1) Desde que el Sol corta el plano de nuestro meridiano las doce del da, hasta que lo veritica las doce de la noche,transcurren doce horas; y en este tiempo, suponiendo el relojorientado, como en la figura, el Sol habr recorx'ido la parte dereloj comprendida entre XII y VI, que son 6 divisiones de horadel reloj. Por lo tanto, cada hora qu recorra el Sol en sucurso se encontrar en la prolonsfacin de los radios que pasenpor las horas y medias horas del reloj, de donde se deduce elprincipio sentado.Desde luego este clculo no es rigorosa-mente exacto, puesto que nos apoyamos exclusiyamente en elmovimiento diurno aparente del Sol.

  • 26 GUERRAS IRREGULARES.

    Supongamos que son las siete de la maana: estahora le falta al Sol recorrer un ngulo de cinco horas parallegar al medio da, y, por lo tanto, tendr que recorrer,contando sobre el reloj, 5 medias horas; de donde de-ducimos que, restando esta cantidad, partir de las XIIhacia la izquierda, y haciendo coincidir el radio a b conla direccin del Sol, proyctalo sobre el horizonte, lospuntos XII, VI, III y IX nos darn conocer el Sur, elNorte, el Oeste y el Este respectivamente. Al poner enprctica este procedimiento, no debe olvidarse queefectundolo en el hemisferio austral, los nmerosdel reloj indicarn puntos cardinales completamenteopuestos.

    De noche, la observacin de las estrellas y, sobretodo, de la Polar, en el hemisferio Norte, y de la Cruz enel Sur, si el bosque permite distinguirlas, bastar paraorientarse cualquier extraviado, conociendo las conste-laciones y teniendo del mismo modo siempre en cuentael hemisferio del globo en que se est.

    LajLuna puede en algunas ocasiones proporcionarnosla manera de orientarnos aproximadamente por suobservacin. Cuando es Luna llena, podemos contar que las seis de la tarde se encuentra al Este; media no-che, en el Meridiano, y las siete de la maana al Oeste.En el cuarto creciente, (1) las seis de la tarde estmarcando el meridiano; media noche, el Oeste, y enel cuarto menguante, {2) las doce de la juoche, se val Este, y las seis de la maana en el Meridiano.

    El reconocimiento de las costas y la apreciacin desus condiciones para efectuar desembarcos, elegir fon-deaderos establecer almacenes que sean surtidospor los barcos mercantes los transportes, corresponde

    (1) Cuando los cuernos puntas estn hacia la izquierda.(2) Cuando estn hacia la derecha.

  • GUERRAS IRREGULARES. 27

    la marina de guerra: ella ser la que estudie la com-

    posicin del terreno del pas enemigo que baan las

    aguas del mar y la disposicin .que tenga el litoral,

    para aplicar los conocimientos que adquiera, en las dis-

    tintas operaciones que sean confadas su cargo, ypara ilustrar la opinin del Generel en Jefe.

    El ejrcito de tierra no tiene que preocuparse por la

    configuracin de las costas y slo tener en cuenta la

    estructura y condiciones del terreno que las forma,

    cuando haya que operar en l, pues con frecuencia el

    aspecto general de un pas vnria mucho al aproximar-se al mar, yendo los espesos bosques del interior mo-

    rir unas veces en dilatadas playas de arena, y otras

    coronar las crestas de acantilados y farallones, que

    azotan las olas, salpicndolos de espuma.

    En muchos pases, las orillas del mar y de los' ros,

    sobre todo en sus desembocaduras, estn cubiertas de

    espesos bosques de manglares, que ocupan una gran

    extensin antes de arraigar y crecer en tierra firme. El

    mangle es un arbusto, y algunas veces corpulento r-

    bol, que nace en el fondo del agua y cuyas raices slo

    en ella se desarrollan, as es que suelen encontrarse al-

    gunas veces en los terrenos muy pantanosos. Estasraices, quedan al descubierto en las horas de baja marea

    y se entrelazan de tal modo, que forman una espesa red,

    por bajo de la cual queda el agua en dichas horas,hasta que vuelven quedar sumergidas en el momen-

    to de la alta marea. Desde el mar, las costas de man-

    gles engaan muy fcilmente, pu3s, al ver tantavegetacin y multitud de troncos corpulentos, parece

    que es fcil saltar tierra, y, sin embargo, no slo es

    difcil desembarcar sobre las raices de los manglares,

    sino que muchas veces se tendra que andar sobreellas leguas enteras, para poder llegar pisar tierra

    firme. No todos es dado poder atravesar los mangla-res, porque, adems de la dificultad que existe parasostenerse en equilibrio sobre las ramas y raices, espeligroso caer y quedar enredado entre ellas: para

  • 28 GUERRAS IRREGULARES.

    poier caminar sobre tal red de troncos, resbaladizos porla accin de las aguas, es preciso ir descalzo y, sobre

    todo, tener gran habilidad y prctica.Debe huirse, en cuanto sea posible, de fondear los

    barcos muy cerca de estos sitios y de elegir en sus in-mediaciones lugares de permanencia, pues, aparte doque es casi imposible hacer desaparecer los mangles,

    aunque slo sea de una pe([uea zona, y son muy pro-psito para favorecer una sorpresa del enemigo, estn,por lo comn, infestados de mosquitos de todas clases,de tal modo, que sera materialmente imposible resis-tir por algn tiempo una vecindad semejante, pues ladesesperacin se apoderara de los que tuvieran pre-cisin de vivir entre ellos.

    Los mosquitos son una de las calamidades msgrandes que caen sobre los ejrcitos: as como existen

    de diversas clases y distintas magnitudes, los efectos

    de sus picadas son diferentes, y desde alguuos, casi im-perceptibles, cuyas picadas causan vivos dolores, in-

    amaciones, hasta otros, grandes, de picada inofensiva,

    las especies varan de tal modo en un mismo pas, quees tarea difcil clasificarlas. Contra los mosquitos no

    hay ms defensa que el humo y el alejarse de los focosque los producen, que regularmente son los parajeshmedos.

    Al hablar de los mosquitos, se nos ocurre decir bre-

    ves palabras acerca de otra plaga, incmoda y hastapeligrosa para un ejrcito en los pases clidos, cual esla de las hormigas. Desde el animalillo familiar que to-dosconocemos, hasta la g^ran hormiga roja africana, quese hace temer de los ms grandes animales, existemultitud de especies, que, si algunas son completa-mente inofensivas, no sucede lo mismo con otras, cuyaspicadas hacen dao y que introducen el desorden en uncampo, si se ha tenido la mala fortuna de plantarlo enun sitio habitado por ellas, pues aparte de no dejardormir y descansar los soldados, irritan y enardecen lo.s caballos y bestias de carga, que llegan en su en-

  • GUERRAS IRREGULARES. 29

    furecimiento hasta romper los ronzales y huir con

    carrera desesperada del campamento.

    Los ros, pueden ser oxceientes bases de operacio-nes y lneas de comunicaciones, pues los barcos de

    guerra podrn apoderarse de su curso, si son navega-bles, y no solamente explorando y anqueando con suscaones las orillas harn muy segura la marcha de unejrcito que apoye un flanco en el ro, sino que por l

    pueden escoltar las embarcaciones que abastezcan alejrcito invasor de cuanto sea necesario. En todo caso,siempre que se pueda aprovechar un ro con este obje-to, deber vigilarse mucho que el enemigo no corte laretirada de nuestros barcos, interceptando el ro; pues,

    aunque al cabo de algn tiempo pudiera hacerse denuevo navegable, el perdido en los trabajos que seoriginaran, retardara debilitara las operaciones.

    La mayor parte de los ros sin canalizar tienen suentrada barras, regularmente de arena, que, apesar de

    ser aqullos de gran profundidad, impiden la entradade los buques slo les dejan paso en el momento dela alta marea. El conocimiento de estas barras es muyimportante, si se trata de utilizar el ro para la navega-cin; y aunque los naturales del pas siempre tendrnconocimiento de ellas, es bueno observar que existirnen la desembocadura de un ro cuando ste, siendomuy profundo, se ensanche notablemente al desaguaren el mar, bien inundando los alrededores, bien for-mando una extensa delta. Es conveniente tambin teneren cuenta, cuando en las playas del pas donde tenga-mos que operar existan arrecifes de coral, un fenme-no, observado en multitud de casos en la Oceana y quepuede, por lo tanto, erigirse en ley: en la desemboca-dura de todos los ros hay escisin en el arrecife decoral; la mezcla del agua dulce y del agua saladaparece antiptica los plipos coralinos, y, por tanto.

  • 30 GUERRAS IRREGULARES.

    existen depresiones en las entradas de los ros, en lugarde barras, lo que hace que haya buenos fondeaderos yque la navegacin se facilite mucho.

    Sucede, veces, que en las estaciones secas los rosse evaporan, y es empresa difcil sino imposible encon-trar una gota de agua; sin embargo, ahondando de 2 8 pies en las arenas que tenga en su fondo el cauce, hayprobabilidades de encontrarla, y muchas ms, si la ope-racin se verifica en el punto de unin de un arroyogrande con otro pequeo, si bien dentro de este ltimo,porque las aguas que descienden con violencia haciael gran arroyo, se detienen en su confluencia por unafuerza mayor, dando por resultado una filtracin msactiva.

    Estos ros, que se evaporan, suelen cruzar las gran-des llanuras intertropicales, y como sus mrgenes sonbajas, apenas se distingue su curso primera vista.Para conocer si por una llanura corre un ro, deber re-cordarse que una lnea sinuosa de rboles de vegeta-cin, siempre anuncia la presencia, sino de alguno, porlo menos de un arroyo, por el que en ciertas pocas delao, corre el agua.

    Adems de los ros caudalosos, existirn, sin duda,en los pases de que hablamos, muchos de importanciasecundaria, que, si bien no sern navegables, es pro-bable que algunas veces sea imposible vadearlos,sobre todo en la poca de la crecida de las aguas.

    Estas crecidas tienen lugar regularmente en pocasperidicas, cuando no son las lluvias las que las origi-nan: los cursos de aguas que descienden de las altasmontaas cubiertas de nieve, tienen sus crecidas en laspocas de los deshielos, y es conveniente tener cono-cimiento de dichas pocas, para saber que atenersedurante las operaciones y que las columnas no corranel peligro de quedar aisladas entre dos ros, sin elemen-tos suficientes, para bastarse as propias.

    Para atravesar los ros, se hace necesaria la cons-truccin de puentes; pero, si stos no pueden ser ten-

  • GUERRAS IRREGULARES. 31

    didos por los iDgenioros con los recursos del pas, serpreferible continuar las operaciones en otra direccin,hasta encontrar vados, pues siempre ser molesto ylargo el transporte de los trenes de puentes, y las ven-tajas que se logren no compensarn las incomodidades, no ser cuando el puente tcDga que ser permanente,en cuyo caso deber trabajarse con ardor hasta verloterminado, estableciendo relaciones y protecciones en-tre las fuerzas que estn en las distintas orillas.

    Lo ms comn en el transcurso de las operaciones, esencontrar ros vadeables en toda su extensin slo peralgunos puntos, que es indispensable conocer.

    Los vados se encuentran con mayor frecuencia alldonde las mrgenes bajan en cuesta suave

    .

    En los sitios donde se ensanchan los ros.En los puntos en que la corriente es dbil y el agua

    se riza.

    En la salida de un remolino.En los lugares que en poca de la seca se ve pasar

    el ro con rapidez por entre dos bancos de arena.En los sitios agua abajo de los recodos, yendo obli-

    cuamente en sentido de la corriente.En el intervalo de dos recodos muy prximos.En algn punto cercano, agua arriba de la confluen-

    cia de dos ros.

    La existencia de los vados depende, tambin mucho.de la altura variable fja de las aguas en pocas de-terminadas, cuya mayor menor variacin puede apre-ciarse, observando los troncos de los rboles que crecendentro del ro, en ios que estarn marcadas las alturasms constantes de las aguas.

    Muchas veces los ros son vadeables, excepcin deun corto espacio, situado en su parte ms honda, yentonces es fcil establecer un vado completo, rellenan-do dicho espacio con piedras ramas, y, si se disponede algn tiempo, construyendo faginas, que, conve-nientemente rellenas de piedras menudas, formarn unpiso muy seguro.

  • 32 GUERRAS IRREGULARES.

    El lecho de los ros puede estar formado por grandespiedras, multitud de raices entrelazadas, losas muylisas y resbaladizas fango, y en tales casos los vadospresentarn dificultades al servirse de ellos y hastallegarn ser impracticables; el fondo ms conve-niente es el que est formado por grava gruesa.

    Cuando la naturaleza del fondo del rQ la profun-didad de ste no permitiera las tropas vadearlo, habrnecesidad de establecer pasos puentes del momento,aprovechando los elementos que se encuentran en lasorillas. Descartando todos cuantos medios de establecerun puente momentneo existen, en los que sea necesa-rio emplear herramientas, de las que, excepcin delhacha machete, suponemos que carecen las tropas,indicaremos algunos procedimientos sencillos que po-drn seguirse para conseguir el objeto que se desea.

    Si el ro arroyo fuese, aunque profundo, bastanteestrecho, para que su anchura no exceda de la alturade los rboles prximos sus orillas, se tendern sobreambas tres cuatro troncos, que permitirn el paso la infantera; y si se quiere dar al puente alguna msconsistencia, se entrelazarn varias ramas bejucos,formando una especie de tejido (fig. 3)

    .

    Pudiendo perfeccionarse el puente de este modo ycubrindolo de tierra apisonada tepes, quizs fueraposible hacer pasar por l la caballera.

  • GUERRxVS IRREGULARES. 33

    Para tender estos rboles, cuando un hombre nopuede trasladarse la orilla opuesta y tirar de ellos pormedio de una cuerda, se dispone una horquilla en laforma que indica la (fig. 4.') y colocando sobre ella el

    /I-a

    10 +

    tronco que se pretenda establecer, se ir hacindolagirar, sosteniendo el tronco al mismo tiempo con unacuerda, hasta que su extremo descanse sobre la orillaopuesta.

    Establecido un tronco, la colocacin de los demsofrece menos dificultad, haciendo resbalar sucesiva-mente cada uno de los que se han de colocar, sobre elque ya est establecido, en la disposicin que se v enla fig. 5.*

    Cuando el ro sea ms ancho que la longitud de losrboles que crecen su orilla, deberemos practicar losiguiente: Se derribarn dosi'bolesen la orilla del ro,

    TOMO II. 3

  • ^4 GUERRAS niKHGUI.AllES.

    distantes lo suficiente para que, al caer sobre l, sus

    copas se entrelacen prximamente en la mitad del ro yasegurando y enredando bien sus ramas, unas con otras,

    por medio de cuerdas bejucos, (fig*. 6/) se arrojar un

    Fi-' (i

    tercer rbol, desde la unin de las copas de los dos pri-meros la orilla opuesta, afianzndolo en ella con pi-

    quetes, si la velocidad de la corriente lo exigiere, cuya

    velocidad debe tenerse en cuenta al derribar los rbo-

    les, para que, al dejarlos caer agua arriba, el movi-miento que les impriman las aguas haga que se entre-lacen uno con otro. Si no existieran rboles en la orilla

    misma del ro y hubieren de traerse de otro punto, serconveniente sujetarlos en la orilla con piquetes de ma-dera, que se clavarn junto al extremo de los troncosy en direccin de la corriente.

    Si el ro tuviere una anchura tal, que el tercer rbol

    no llegara tocar en la orilla opuesta (fig. 7.'), deberpracticarse igua:l operacin un tiempo en ambas yprocurar, aprovechando la fuerza de la corriente, que

    los terceros rboles enreden bien sus ramas, asegurn-dolos en todo caso con bejucos con cuerdas.

    Hechas estas o])eraciones, se proceder cortar to-

    dos los troncos y ramas que molesten demasiado los

    que hayan de pasar y de este modo se obtendr en pocotiempo un paso fcil y seguro para la infantera, por

  • GUERRAS IRREGULARES. 35

    ms que su duracin ser poca, pues, la primera pe-quea avenida sin ella, slo obedeciendo la conti-nua accin de la corriente, no tardar en desaparecer.

    .2^";.-

    1

    Puede tambin efectuarse lo siguiente:Coloqese horizontalmente una fila de troncos en ca -

    da orilla (fig. 8.') sujetndola fuertemente, apisonando

    Fi"! li

    la tierra encima de ella y poniendo algunos troncos ypiedras, que servirn de contrapeso; sobre esta fila demaderos, coloqense otras, de manera que cada unasobresalga de la inferior una magnitud igual su ter-cera parte, y cuando los extremos de dos filas estn distancia suficiente para que otros maderos puedanapoyarse en ambas, se colocaran stos, cubriendo detierra todo el puente y apisonndolo bien.

  • 36 GUERRAS IRREGULARES.

    Sumergiendo algunos carros, se puede construir unpaso en ros de poco fondo, haciendo de manera que laslanzas se crucen, y apoyando en ellas, fuertemente ata-das, rboles maderos, stos servirn de apoyo loslargueros del puente.

    Cuando hubiere necesidad de hacer pasar caballeras carros por un puente, hay que dar ste la solideznecesaria, para que pueda verificarse la operacin sinpeligro de que el paso de las primeras bestias y ruedasdestroce el piso del puente impida continuar pasando las dems.

    En este caso, si el ro es suficientemente estrechopara que puedan tenderse troncos de rboles de una otra orilla bien troncos slidamente atados uno conotro, como indica la (fig. 9.'] slo habr necesidad de

    Fifi" y

    construir un tablero; y para dar al puente la mayorsolidez que necesita para soportar mayor peso que elde la infantera, se harn descansar sus extremos endos troncos de rboles (a a'), que se sujetarn fuerte-mente con otros cuatro (b b'), por medio de los pique-tes necesarios, dando con esto al puente gran fuerza deresistencia y evitando al mismo tiempo que las tierrasde las orillas, sobre que apoyan los largueros, se vayandesmoronando y acaben por inutilizar el puente.

    La construccin del tablero es fcil, pues se formarcon tablas, si las hubiere, con troncos delgados, quese enlazarn unos con otros con bejucos cuerdas bienfuertes, ligndolos del mismo modo los largueros, yconcluyendo la operacin con llenar de ramaje pequeo

  • GUERRAS IRREGULARES. 37

    los intersticios que quedaren y apisonar, por ltimo,tierra y piedreciilas sobre el tablero, que de este modoquedar en disposicin de poder resistir el paso decarros y caballeras.

    Cuando el ro tuviese tal anchura que los troncosde los rboles no fueran suficientes para apoyarse aadi-dos, en una y otra orilla, habr que establecer apoyosintermedios, para que en ellos descansen las vigas deltablero. Para este objeto podrn servir algunos carros,toneles, si los hubiere, en su defecto caballetes, cuyaconstruccin se desprende del examen de la fig. 10.*

    Fi'' Jo

    Los troncos de rboles que entran en su construccin,aunque no tienen que ser muy gruesos, deben, sinembargo, tener bastante resistencia, para poder sopor-tar las vigas de las cumbreras del caballete, los largue-ros del puente, el tablero del mismo y el peso de loscarros que hayan de atravesarlo.

    Cuando el ro tuviere mucha profundidad, nos val-dremos de cuerpos flotantes, tales como barriles em-breaos, pellejos, si los hubiese, y en ltimo caso.

  • 38 GUERRAS IRREGULARES.

    construyendo balsas, que deberemos procurar estnformadas con la madera ms ligera que hubiere en lasinmediaciones. Estas balsas (fig. 11/) se sujetarn con

    cuerdas, que partan de sus cuatro ngulos las dosorillas, y se apoyarn en ella los largueros, sujetndo-los troncos transversales que tendrn los apoyos,teniendo entendido que el tablero se extender por en-cima de stos, como indica la fig. 12."

    Fi' J2.

    fcxii-':'ii':i'''i'

    La construccin de las balsas es, por dems, sen-cilla. Se cortarn maderos un poco mayores que laanchura que se desee dar al puente y se sujetarn fuer-temente, unos al lado de otros, por medio de cuerdas de bejucos, asegurando luego del mismo modo ellos,para dar consistencia la balsa, otros tres troncos (a a')

    (b b') (c c') (fig. 11.*), sobre los cuales descansarn dos

  • GUERRAS IRREGULARES. 39

    ras (m m') (u u') que servirn para apoyar las solerasdel puente. La unin de los primeros maderos debe ha-cerse en el ag"ua, jara que cada .uno tome en la balsala posicin ms propsito, fin de que se aprovechentodas las condiciones flotantes que tenga.

    En los pases donde abunde el bamb, grandes r-boles de troncos elsticos, pueden tenderse unos puen-tes que, por lo slido ingenioso de su construccin,merecen conocerse. Se colocan dos grandes bambes(a a') (b b'] en las dos orillas del ro y se arquean demodo que sus extremos vayan tocarse, atndolos enseguida fuertemente uno otro (fig. 13.*). Practicado

    Fi^ 13.

    esto, se tiende de orilla orilla un largo bamb (c c'j dos, unidos con solidez, que por medio de otros bambestransversales (d d') (e e'), atados del mismo modo los anteriores, se unen con los dos primeros, quedandoformada una especie de cercha, de resistencia suficien-te para el uso que se la destina. Construyendo des-pus otrn idntica, una distancia de la primera igual la anchura que queramos dar ai puente, y uniendofuertemente los vrtices en H, no faltar ms que cubrircon bambes, tierra y piedrecillas el espacio que medieentre los largueros (c c') (h h'), para tener construidoun puente, que tendr hasta carcter de permanente,

  • 40 GUERRAS IRREGULARES.

    sobre todo si las crecidas del ro no llegan daarle.

    Para mayor seguridad de los que tengan que cruzarlo,se puede construir un pasamano (m m'), como indica lafigura, bien por uno de los costados dol puente, bien

    por ambos.Tanto para tender estos pasos como para otras ne-

    cesidades que ocurrirn en la campaa, ser precisoconocer aproximadamente la anchura del ro, y su-poniendo que carezcamos de instrumentos propsitopara calcularla con exactitud, podemos emplear algunode los medios rpidos que ensea la topografa.

    Fcilmente puede ejecutarse lo que sigue: Coloqe-se el observador la orilla del ro y mire fijamente cualquiera objeto dla opuesta, permaneciendo en estaforma, sin cerrar los ojos, breves segundos: en seguidahgase un giro rpido, y habiendo una extensin mayorque la anchura del ro en el sentido en que se mire, elprimer objeto que se fije distintamente en la retina delojo se encontrar una distancia del observador, prxi-mamente igual la que se busca.

    Este procedimiento es muy inexacto y slo servircuando, yendo caballo, se quiera adquirir una rpidaidea de la importancia de un ro. Para el establecimien-to de puentes, es ms conveniente emplear otros me-dios, entre los que son ms sencillos los que ponemos continuacin.

    Primer medio.Plntese verticalmente, enlaorilla,un palo de altura proporcionada al objeto, hgaseleuna hendidura en la parte superior, para colocar, for-mando cruz, otro palo pequeo, de unos 0,"^ 30 de largoy bien recto; dirjase por ste una visual hacia la orillaopuesta; hgase girar el palo mayor, sin separarlo dela vertical, hasta que el extremo menor del pcque(se halle dirigido al suelo. El punto de ste que en-cuentre la visual dirigida por el palo menor, estar una distancia del observador, igual la anchura delro (fig. 14).

    Segundo medio.Tmense dos jalones de 1,"^ 40 y

  • GUERRAS IRREGULARES. 41

    I,*" 00 de longitud prximameute; plutese verticalmen-te el mayor una distancia determinada, 4 metros, porejemplo, de la orilla del ro, y el-menor junto sta;introdzcase en tierra el mayor, hasta que la visual

    tfipPT,.r-;.r!v -

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    que pase por las cabezas de ambos jalones encuentre la otra orilla: hecho esto, arranqese el jaln pequeoy plntese 4 metros de distancia del mayor, en unterreno llano, procurando que no entre en tierra msde lo que haba entrado antes, y midiendo la distanciaque haya entre dicho jaln y el punto en que la visualque pase por las dos cabezas corte al suelo, se tendr laanchura buscada (fig. 15).

    /7o" ir

    LU :.Oi?r5^fi-:

    La velocidad de la corriente influir notablementeen el uso que queramos hacer de un ro, pues, siendoaqulla de 3 metros por segundo, es imposible la nave-gacin, y con mucha menor velocidad, I,'" 56 2,"^ 00,ya el vadearlo es empresa difcil y arriesgada: por estarazn, ser conveniente calcularla, y para lograrlo, seemplear un cuerpo cualquiera que flote y un reloj desegundos; contando el nmero de stos que tarde el

  • 42 GUERRAS IRREGULARES.

    flotador en recorrer una (stancia medida y dividiendouna cantidad por otra, se tendr la relaci(3n que se bas-

    ca; pero, cuando no tengamos reloj de segundos, po-demos emplear uno cualquiera, determinando previa-mente el nmero de cudruples golpes de la mquinapor segundo y haciendo en seguida una operacin sen-cilla, bien suspendiendo un pndulo, formado con unbramante de un metro de longitud y una piedra de unclavo punta de bayoneta, fija en un rbol, porque di-

    cho pndulo acusar sensiblemente el segundo.

    Sabido es que los efluvios de los pantanos se sus-penden en el aire, alteran sus cualidades y trastornande tal modo la economa animal, que constituyen unveneno en estado de gas. Segn hemos dicho, estasemanaciones, que son mucho ms temibles por la no-che, son comunes en los pases de que nos ocupamos,

    y es importante su conocimiento y el de sus propieda-des, no slo desde el punto de vista de la sanidad de

    las tropas, para lo que debe estudiarse si son mal sanosde un modo permanente slo en determinadas esta-ciones y la clase de enfermedades que desarrollan, sinocon relacin las operaciones de la guerra, puesto queexisten cinegas, como los tembladerales de la Amricadel Sur (1), que son terrenos impracticables y peligro-

    sos, donde losjinetes infantes se exponen verse su-mergidos en un fango sin f^ndo.

    La existencia de los pantanos se nota desde lejos,

    por ciertos claros que se ven entre las yerbas por elcolor de un verde ms vivo de stas en determinadoslugares. Tambin existen en las praderas bajas, cubier-tas de, yerbas altas y espesas, en las que se distinguendesde lejos manchas de un verde amarillento, aunque,en general, nunca pueden darse seales fijas que deno

    (i) Tembladeras en Cuba.

  • GUERRAS IRREGULARES. 43

    ten la existencia de estos falsos terrenos, muchas vecessituados en medio de espessimos bosques.

    Los pantanos se producen pu-r desbordamiento delos ros, por las inundaciones que causa el flujo y re-

    flujo del mar, y, lo que es ms comn, por la abundan-cia de lluvias en terrenos llanos y bajos, que no dansalida las aguas.

    Algunas veces existen ros que se pierden, forman-do inmensos pantanos, permanentes en todas pocas, yotras veces, ios terrenos de que hablamos se endurecenbajo la accin del calor del sol y son practicables en laspocas de sequa

    .

    Los terrenos pantanosos suelen estar cruzados por

    veredas, que serpentean por ellos, salvando los mayores

    obstculos, y que slo son conocidas de los naturalesdel pas; y tan peligroso es lanzarse en ellas, con obje-to de intentar atravesar los pantanos, como convenien-

    te hacer un estudio minucioso de su situacin, paraaprovecharlas en momentos dados. Los paraguayos seresistieron bravamente y derrotaron varias veces losaliados argentinos y brasileos en la guerra del Para-guay, por haber situado las lneas forticadas de Rojasdelante de un terreno muy pantanoso: al ser tomadaslas fortificaciones, los paragua^^os se retiraban una

    segunda lnea, por senderos ocultos entre los pantanos,que algunos oficiales conocan, y desde dicha lnea era

    batida la primera, que no tardaba en ser desocupada,

    en vista de la imposibilidad de seguir adelante.

    Por esto podemos establecer, como principio abso-luto, que en un pas pantanoso inundado, basta tener

    ocupados y cubiertos los puntos de paso, para estar encompleta seguridad; cuyo principio, puesto en prctica,

    d una fuerza inmensa al ejrcito que est la defensi-va, y al que opera ofensivamente, la seguridad com-

    pleta de exterilizar las ventajas que dicho terreno pro-porcionara al enemigo, si lo ocupara, adelantndose ste y apoderndose de los puntos precisos de paso.

    Por estas razones, los antedichos terrenos son muy

  • 44 GUERRAS IRREGULARES.

    convenientes, as como los ros no vadeables, para apo-yar un flanco del ejrcito invasor, estando la ofensiva,

    y para la defensiva sera una magnfica lnea de de-fensa, que, auxiliada por la fortificacin, podra llegar hacerse inexpugnable.

    La desecacin de los pantanos sera altamente favo-rable para la salud de las tropas; pero, como ya hemosdicho, siempre que la ocupacin no sea estable, no po-drn acometerse empresas tan importantes; slo deberprocurarse huir de establecer campamentos pobladosen los puntos rodeados por dichos terrenos, y si existenecesidad absoluta de colocarlos en ellos, tratar de abriralgn canal de desage los ms prximos, para evitar,en parte, los grandes daos que su vecindad acarrea.

    Las cinegas son charcas grandes llenas de cieno, yse diferencian en esto mismo de los pantanos, que siem-pre tienen agua. Esta misma distincin hace conocer,desde luego que el paso por las cinegas ser posiblelas ms de las veces, en tanto que por los pantanos ra-ra vez ninguna podr caminarse. Las cinegas suelenendurecerse en determinadas estaciones y entonces sontransitables en cualquier sentido, y lo mismo podr ve-rificarse cuando el barro que las forme est muy blan-do; pero, cuando antes de quedar completamente endu-recido, todava no soporte el peso del cuerpo de unhombre, ser imposible caminar sobre l, porque suje-tar fuertemente los pies y seguramente har perder elcalzado al que io intente.

    Al tratar de los lugares hmedos y pantanosos, bue-no es recordar que en muchos pases y particularmen-te en frica, existe tal cantidad de sanguijuelas en losarroyos, charcas y pantanos, que es peligroso vecesatravesarlos, sobre todo para quien no vaya bien calza-do y no lleve cubiertas las piernas: pueden evitarse lasterribles picaduras de dichos animales, cuando se hayade estar expuesto ellos durante algn tiempo, cu-brindose las piernas con una capa de barro de algunaconsistencia.

  • GUEURAS IRREGULARES. 45

    Es conveniente en dichos parajes, recomendar lossoldados que de noche no beban de bruces en los arroyos charcas, sino que lo practiquen pequeos sorbos re-cogiendo el agua en la palma de l mano, pues de estemodo se evitarn las desagradables consecuencias queles acarrearan las sanguijuelas, si algunas se desliza-ran en sus bocas.

  • CAPITULO II.Comunicaciones.Vas fluviales y martimas.Caminos.Ferrocarriles .Telgrafos elctricos .Heligrafos . Te-lgrafos de seales.Palomas.Globos.Claves.

    Como las comunicaciones representan un papel tanimportante en la guerra, tendremos que procurrnoslasen los paises donde llevemos esta ltima, utilizandolos recursos que encontremos establecindolas connuestros propios elementos, bien de una manera estable,

    si nuestra dominacin ha de ser definitiva ha dedurar mucho tiempo, bien de un modo accidental, sias no fuere

    .

    Las comunicaciones de que ha de servirse nuestroejrcito pueden ser fluviales, martimas, terrestres,elctricas y areas, y como acabamos de decir, todasellas pueden establecerse con carcter transitorio deperpetuidad, debiendo nosotros ocuparnos exclusiva-mente de las que se establezcan con eLprimero, puestoque las que constituyen el segundo se suelen llevar cabo cuando los paises estn sometidos, tranquilos y,por lo tanto, dentro de las condiciones normales de lospueblos, lo que no es pertinente nuestro objeto.

    Poco tenemos que decir acerca del servicio quepueden prestarnos los mares costeros y los ros, paraestablecer Ci^municaciones entre las diversas fraccionesde nuestro ejrcito. Los barcos de nuestra escuadra, porel mar, sern los encargados de enlazar las distintasfuerzas que tengan comunicacin libre con la costa, yeste medio segursimo rara vez podr ser inquietado por

  • 48 GUERRAS IRREGULARES.

    el enemigo, no ser que tuviera, su vez, barcos de

    guerra, que pudieran medir sus fuerzas con las de los

    nuestros.

    Las comunicaciones por los ros no presentan tanta

    seguridad; es preciso que seamos dueos de ambasorillas fin de que no ocurran tentivas por parte del

    enemigo, para apoderarse echar pique nuestrasembarcaciones (1). Por estas razones, al organizar con-

    voyes de barcos balsas, deber siempre destinarse un

    caonero lancha de vapor, armado de una pieza deartillera, provista de dotacin de metralla, para que,

    escoltando los convoyes que se formen, pueda prote-gerlos de algn ataque repentino de los enemigos que,burlando nuestra vigilancia, se aposten en la orilla del

    ro para detener molestar la marcha del convoy.Al elegir una va uvial para establecer comunica-

    ciones, se tendr en cuenta que un ro ser flotablepara trenes de balsas nicamente, cuando su profundidadsea, por lo menos, de 0,60; que la que exigen los

    barcos ms pequeos, tales como botes y lauchas, esla misma; y que para poder considerarlo navegable,es preciso que su profundidad menor sea mayor de unmetro y que no tenga saltos de agua, resaltos bruscos

    y bagos. Es bueno tener en cuenta la rapidez de lacorriente, para establecer el modo de locomocin delos barcos balsas del convoy, cuyo efecto ponven-

    dr tener presente lo que hemos dicho en el captuloanterior y, adems, que las pendientes pasadas las cua-

    (l.) El vapor Valmaseda, encargado del racionamiento dela jurisdiccin de Bayamo, en la Ish de Cuba, fu objeto deun golpe de mano, por parte de los insurrectos que dominabanla orilla derecha del rio Cauto, y slo la gran serenidad del

    maquinista y del timonel, forzando el uno la mquina y diri-giendo el otro el barco con notable acierto por entre los tron-

    cos de palmeras que obstruan el ro, se debi que pudiera lle-

    gar al desembarcadero de Cauto, no sin muchas bajas en sutripulacin y una bala de can incrustada en un tabique junto las mquina!?.

  • GUERRAS IRREGULARES. 49

    les dejan de ser los ros navegables, son las que exce-dan de para vela y de para sir^^a. Los ros

    4 ODU 1 ^ 2.000 ' ^

    son medios (!e comunicacin preciosos, que nunca sedeben despreciar, pues como son caminos que jamsse deterioran por el trnsito, nicamente tendremosque temer en ellos las crecidas repentinas, por el grannmero de maderos, rboles y piedras que arrastran;pero esto mismo puede obviarse clavando en el fondodel ro, agua arriba y alguna distancia del ltimopunto de etapa de los convoyes, grandes troncos derboles, que detengan los objetos ms gruesos arras-trados por las inundaciones, los cuales con esta previ-sin, no irn chocar contra las embarcaciones queremonten el ro.

    Las vas de comunicacin por tierra son muy impor-tantes para un ejrcito en campaa, pues no solamenteson precisas para el desarrollo de las operaciones, sinotambin indispensables para tener aseguradas las co-municaciones de todo gnero con las bases de opera-ciones, y habr siempre que mantenerlas en buen esta-do y con cierto carcter de perpetuidad, fin de quecualquier accidente no previsto, tal como el desborda-miento de los ros que arrastre los puentes, nuncapueda dejar aisladas las columnas y sin comunicacinunas con otras.

    Regularmente, en los pases poco civilizados no en-contraremos caminos en buen estado ni con las condi-ciones suficientes para poder servirnos de ellqs sin re-paracin ninguna, siendo lo ms comn encontrar an-chos senderos, que veces sern intransitables para,la caballera, no ser en pases que, como los de Amrica, ya tienen una ilustracin algo superior y se apro-ximan mucho los europeos.

    Sin embargo, muy escasos sern los territorios enlos que no existan vas de comunicacin, buenas ma-

    TOMO II. 4

  • 50 GUERRAS IRREGULARES.

    las, porque apenas habr pueblo en la tierra que tengauna actividad tan nula que no conozca jms horizontesque el que rodea las chozas que habite; pero estos ca-

    minos, que de tanto pueden servirnos, para mejorarlosy ponerlos en condiciones de poder ser transitados por

    nuestra impedimenta y artillera, suelen veces estarperfectamente disimulados en los paises habitados por

    pueblos temerosos y refractarios los extranjeros, porestar construidos aprovechando la direccin de los bos-ques espesos por dejarlos sin concluir, al desembo-car en algn terreno despejado en la costa, sirvindosede multitud de senderos, casi imperceptibles, que la

    vista del europeo apenas podr distinguir (fig. 16.*).

    Fi^ (i.

    Por esto, el reconocimiento del teatro de la guerra ha

    de hacerse con suma proligidad y cuidado, para noformar una idea errnea del territorio donde tengamos

    que operar.Al establecernos en un pas, debe ser objeto de un

    estudio Qspecial la red de caminos que lo crucen; y,teniendo presentes las condiciones de los pueblos fron-

    terizos, las localidades del pas donde se refugian lasinsurrecciones, las tribus ms belicosas las ms dis-puestas sublevarse, se tratar do la construccin de

    grandes vas, que unan dichos puntos con nuestras re-

    sidencias habituales, coa el objeto de que, aprovechan-do los puntos estratgicos, elegidos en tiempo de paz,

  • GUERRAS IRREGULARES. 51

    puedan servirnos para las contingencias que tenganlugar en el porvenir.

    As es que, concluida la guerra con cualquier pue-blo extrao, vecino de nuestra colonia, cuyo territoriosea muv cubierto y accidentado y presente grandesinconvenientes y obstculos para uoa invasin nuestra,deberemos poner una clusula en el tratado de paz,que nos permita y autorice la construccin de un ca-mino estratgico, desde la frontera nuestra su capi-tal al punto que sojuzgue conveniente, y aun, si esposible, obligar al enemigo construirlo.

    Construir los caminos al mismo tiempo que el ejr-cito opera, es indudablemente empresa ardua; perocasi siempre habr que efectuarlo as, pora no perdertiempo con dilaciones, que podru costamos muy ca-ras, pues ya sabemos que en esta clase de guerras to-das las dificultades aumentan y que no sucede comoen Europa, sino que, por el contrario, el ejrcito queacomete una campaa de este gnero tiene que bas-tarse en todo s mismo, llevar cuanto haya de nece-sitar y hasta construirse los caminos por que ha demarchar.

    Los ingleses, al emprender la guerra contra losashantis, se encontraron con que tenan que combatirlosen un pas cortadsimo, cubierto de espesos bosques ysin ningn gnero de caminos practicables para sus tro-pas, y procedieron del modo que decimos, pues viendo laimposibilidad de establecer un ferrocarril que llevabandesmontado en varios barcos de su escuadra, constru-yeron un ancho camino travs de los espessimosbosques que separan la costa del interior del pas, almismo tiempo que el ejrcito operaba. No estn demslas siguientes noticias relativas su construccin y alservicio que prest las tropas inglesas. El camino fucomenzado construir por diversos puntos, y los mu-chos barrancos y arroyos que atravesaba se rellenaronde faginas, como asimismo varios lugares pantanosos, yapisonando fuertemente tierra y piedras pequeas sobre

  • 52 GUERRAS IRREGULARES.

    ellas, le dieron gran solidez y resistencia; en los arro-yos de agua corriente se construyeron puentes con ca-rcter transitorio y se lleg formar un magnficocamino, que, si bien es verdad estuvo siempre en el me-jor estado de conservacin, debe atribuirse que notransit por l ningn caballo ni animal de carga, puesel clima de aquel pas no es favorable para dichos

    animales, que _^mueren al poco tiempo de permane-cer en l.

    Por esto, estaban encargados de los transportes, in-

    dgenas, agrupados en compaas afectas cada unade las etapas partes en que se dividi el camino. Encada final de etapa se construyeron un hospital de cam-

    paa, como lugar de reposo transitorio para los heridos

    y enfermos transportados, un fuerte y un campamento,construido todo con los elementos que proporcionaba

    el pas, que es, por cierto, muy rico en maderas.Como la dificultad de los transportes era tanta que,

    como hemos dicho, haba que hacerlos la espalda porlos indgenas contratados, la Intendencia calcul sernecesarios, para desempearlo con desahogo, dos milhombres; mas, como no se encontr tal nmero, hubonecesidad de recurrir las mujeres, formando con ellascuerpos, como se haban formado con los hombres. Estoscuerpos compaas que hacan el servicio, cada unoentre dos puntos fijos de etapa, conducan los barcos-hospitales los heridos y enfermos que venan del inte-rior y, al regresar, iban cargados de vveres, municiones

    y medicamentos, consiguindose con esto que el ejrcitoestuviera siempre perfectamente atendido, y que losenfermos no sintieran por mucho tiempo la influenciamal sana de los bosques y lugares insalubres. Cadamujer hombre llevaba un peso que variaba entre 16y 30 kilogramos y ganaba un salario de r25 pesetas,con un aumento de 0'30 pesetas, en reemplazo de la

    racin.

    Las mujeres y hombres ms inteligentes desempe-aban funciones de sargentos; no llevaban peso, vigi-

  • GUERRAS IRREGULARES. 53

    laban los dems, y tanto unos como otros, vigilados yvigilantes, estaban muy satisfechos con los sueldos queganaban y desempeaban su cometido con gran pronti-tud y buena voluntad.

    Los caminos que tengamos que construir, cuando elpas careciere de ellos, han de reunir condiciones apro-piadas al uso que deba hacerse de los mismos, teniendopresente que cuatro hombres de frente determinan laanchura necesaria de un camino para que pase un carro,

    y para que puedan marchar dos, ser necesario darleun ancho de 3 4metros, si bien, cuando el movimiento

    y los cruces de convoyes de carros sean muchos, elcamino debe tener, por lo menos 5 metros de anchura,porque, aunque dos carros no ocupan este espacio, noes difcil que cada momento ocurran contratiempos dechoques de ruedas y atascamientos, que impidiran lacirculacin; yes bueno tambin tener presente que,para que un carro tirado por 6 caballos mulos puedahacer una contramarcha en un camino, se necesita quela anchura de ste sea de 7 metros.

    En la construccin de los caminos es casi siemprepreciso emplear los materiales que se encuentran en lasinmediaciones de ellos, y bueno ser saber, al elegirlos?que las piedras calcreas, silceas, duras y areniscas,son los mejores materiales para el piso, cuando el ca-mino se construya en un terreno ordinario, que en cier-tas pocas del ao no forme pantanos y cinegas. Laspiedras muy duras, como son las cuarzosas y las gran-ticas, sern ms propsito para formar un firme en losterrenos hmedos, debiendo siempre no aceptar para laconstruccin del camino, sino en ltimo extremo, laspiedras blandas, que se deshacen, rompen en hojas absorven la humedad.

    La superficie de los caminos militares que se cons-truyan no ha de ser horizontal sino convexa, con elobjeto de que las aguas llovedizas resbalen y el caminose deteriore lo menos posible (fig. 17.^).

    A los lados del camino deben construirse dos fosos,

  • 54 GUERRAS liiREGULARES.

    que sirvan para depsito de materiales, para que corrael agua y aun para el paso de los peatones, y si es po-sible, se plantarn dos las de rboles, que sujeten consus raices los taludes del camino, den sombra los

    \ r

    transentes y si el pas es propenso grandes nevadas,indiquen la direccin del camino en medio de la nieve.Con el objeto de darle mayor solidez y que no se des-componga el piso con el paso de los carros, puede em-pedrarse, aunque lo mejor es construir el camino sobreuna capa de piedra de 0,25 de espesor en el centro yde 0,'15 en los extremos, arrojando y apisonando sobreella tierras calcreas, que, mojadasjdespus de apisona-das, hacen el papel de mortero

    .

    En las grandes llanuras no hay necesidad de trazarcaminos; sin embargo, como los convoyes siguen siem-pre los surcos y rastros que dejan los anteriores, quesealan por lo general, la distancia ms corta, llega formarse una especie de va en la llanura, surcada porlas profundas hendiduras que dejan los carros y carre-tas, de las que es preciso huir en las llanuras hmedas,para evitar que se atasquen en ellas los vehculos y noslo alarguen el tiempo que se emplea en llegar alpunto de destino, sino que pueda suceder que nuncalleguen (1).

    (l) Los convoyes desde Gauto' Bayamo, travs de la s -

    baa de Punta-Gorda, son clebres en la historia de la guerrade Cuba. Convoy ha habido que tard quince das en recorrerel trayecto entre ambos puntos, que distan una jornada, y otroque nunca lleg su destino, quedando las carretas medio su-mergidas en el blando suelo de la sbana.

  • GUERRAS IRREGULARES. 55

    Por mucho cuidado que se tenga con un camino, elcontinuo movimiento de carros y animales llega po-nerlo en un estado tal, que suele ser imposible el trn-

    sito: entonces se rellenarn los malos pasos con made-ros, piedra y ramaje; se harn desviaciones, parasalvar los trozos peores, lo que es mejor, si el terrenolo permite, se idear y trazar otro camino, que aun-que sea ms largo que el primitivo ser indudablemen-te recorrido en menos tiempo, mientras dure su buenestado. Si, despus de recurrir todos estos medios, losmalos caminos no pueden evitarse, entonces no quedams recurso que encargar al cuerpo de ingenieros laconstruccin de uno, con todo el carcter de permanen-cia posible, bien cimentado, con el firme correspon-

    diente, los desmontes necesarios, los puentes y alcanta-rillas que sean precisas y con cuantos accesorios senecesiten, cosas que slo en este caso podramos hacer,pues el trazado y construccin de los caminos ordina-rios estarn hechos muy la ligera y slo con losrecursos que podamos procurarnos en las inmedia-ciones.

    Muchas veces, para construir un camino, se proce-de del modo siguiente: Varios soldados van abriendoen el monte una brecha con sus machetes, dejando,para los que trabajan detrs, los rboles grandes pequeos, si los hubiere; el ramaje cortado se arrojadentro del monte los lados del camino, y se procuraque la corta se haga flor de tierra, con el objeto deque no queden varetas en el suelo, que mortificaranmucho en la marcha los que caminaran sobre ellas

    .

    Los soldados que van detrs derriban hachazos con el machete los rboles que quedan dentro del ca-mino, procurando del mismo modo, que el trozo detronco cortado no sobresalga mucho de la tierra, y arro-jando lo dems sobre las paredes que el monte forma

    .

    Detrs de estos trabajadores marchan otros, con lostiles que tengan, arreglando los malos pasos, haciendoalgn pequeo desmonte y concluyendo de dar al ca-

  • 56 GUERRAS IRREGULARES.

    mino todas las condiciones de bondad que sean posi-bles con los elementos de que se dispoEg-a.

    El trazado no debe en ningn modo imponerse albosque, antes bien el bosque ser el que indique lascurvas, cambios de dire(;cin y dems circunstanciasque haya de tener, y as los trabajadores que delantede todos van haciendo el trazado procurarn, aunquetangn que hacer varias curvas rpidas (1), no dejardentro del camino ningn rbol corpulento, lo cual esfcil de conseguir.

    En los paises pantanosos, para tener caminos conciertas condiciones de estabilidad, s construirn cal-zadas de madera, del modo siguiente: Cuando el te-rreno no es muy pantanoso, se colocan paralelamente la direccin del camino cinco seis hileras de tron-cos de rboles, segn la anchura que se desee; se dejaun intervalo de un metro prximamente entre unos yotros y se cubren todos transversalmente con rodillos troncos de madera, de lamas dura que se encuentreen las inmediaciones, debiendo tener estos troncos, enlo posible, un dimetro de 0,15 0,20 y una lon-gitud de 6 7 metros, si no es menor la anchura quedeseamos dar al camino. Para asegurar los rodilloscontra las sacudidas de los carros, en el caso de questos tengan que pasar por el camino, se superpondrlongitudinalmente y hacia los costados del firme, unahilera de otros rodillos, que se clavarn y asegurarnfuertemente, de trecho en trecho, los de la calzada.

    Cuando el terreno sea demasiado pantanoso, se co-mienza por colocar, en sentido transversal, troncos derboles, dos metros de distancia unos de otros, sobrelos que descansarn cinco seis hileras de otros tron-cos, como en el caso anterior, lo que elevar notable-mejite la calzada, y si esto no fuere suficiente, no ha-

    (1) Cuando el camino sea para carros, no podr verificarseesto tan en absoluto.

  • GUERRAS IRREGULARES. 57

    bi- ms remedio que acudir los puentes de estacas cabiUetes.

    Cuando sea difcil procurarse rodillos, se les reem-plaza con faginas ramaje; pero ser conveniente eneste caso cubrir el puente con una capa de tierra ypiedrecillas, de 0,'''20 0,"'25 de altura, encajonndolaentre dos hiladas longitudinales de viguetas largue-

    ros para que la tierra no se escape y derrame por los

    costados, al transitar los que pasen por el camino.

    Tambin puede habilitarse uno de stos en terrenospantanosos, sin emplear rboles, cuya corta exige al-

    gn tiempo y cuyo arrastre en nmero tan elevadocomo es necesario, ofrece mucha dificutad. Se encor-varn hasta el suelo las ramas ms fuertes de los arbus-tos que crezcan al borde del camino, fijndolas al te-rreno por medio de piquetes, entrelazndolas entre s

    y cubrindolas en seguida con tierra y piedras pararellenar los intersticios de esta especie de zarzo.

    Tambin puede emplearse este sistema de construc-cin de caminos, y es lo ms comn, para reparar losmalos pasos en los que, por estar muy transitados, sussuelos estn blandos, llenos de agua y fango, forman-do un verdadero pantano.

    Cuando el terreno, en el que hubiere de construirseun camino, fuese montaoso y ms de esto desprovistode vegetacin escaso de ella, y no pudiesen aprove-charse los rboles y ramas para hacer un trabajo comoel que acabamos de indicar, se podr construir fcil-mente un camino siguiendo un sistema muy conocidoen los paises montaosos y que consiste en ir colocando

    en la ladera que ha de atravesar el camino una filade piedras, de magnitud suficiente para poder ser tras-ladadas con facilidad y que al mismo tiempo tengan elpeso necesario para que no rueden al menor movi-miento que se las imprima (fig.'' 18.").

    Practicado esto, se rellena de tierra, piedras rama-

    je, el espacio que queda entre las piedras y la ladera, bien se