jesus ger, rey de las vacaciones

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JESUS GER, REY DE LAS VACACIONES: EL MAGNATE DE MARINAD’OR © CARLOS SALAS Oxford Street. En el número 52 de la famosa calle londinense un hombre corta una cinta. Hay caras españolas conocidas. Anne Igartiburu, presentadora de televisión; Genoveva Casanova, esposa de uno de los hijos de la Duquesa de Alba; Elizabeth Reyes, Miss España… El empresario Jesús Ger recibe un aplauso por inaugurar la oficina de Marina d'Or en la capital británica. Congratulations. Es verdad. Felicitaciones. Jesús Ger ha logrado culminar otro gran golpe de marketing. Desde España ha traído en avión a más de 200 personas. Las ha alojado en el Savoy y las tendrá cuatro días paseando por Londres. Los periodistas están boquiabiertos. Ave, Jesús Ger, nuevo rey de las vacaciones. Estamos en abril de 2006, una era en la que los ladrillos se convierten en oro sólo con tocarlos. Pero Jesús Ger no es de Castellón. Es catalán. Llegó a esa provincia valenciana de joven y se ganó la vida como vendedor de muebles y colchones. Como de muebles y colchones están llenos los hoteles, en 1983 abrió un hotel de tres estrellas y unos apartamentos en unas tierras yermas de Oropesa, cerca del desierto de las Palmas. Habitado por una orden carmelita, y una población no censada de sapos, lagartos y culebras, la flora más visible eran palmitos, una palmera que no levanta medio metro del suelo. Ahí, poco a poco, fue naciendo un gran proyecto en su cabeza: crear la mayor ciudad de vacaciones de España. ¡De Europa! Una de las mayores del mundo. Se llamaría Marina d'Or. Y se hizo la luz. Ger estaba en el sitio adecuado en el momento adecuado. Es decir, en España, en el sector de los ladrillos y en la década de los noventa. Fue la década de las grandes metamorfosis. Desconocidos constructores se convertían de la noche a la mañana, en potentados económicos. Fernando Martín, Francisco Hernando, Enrique Bañuelos, Luis Portillo… Y Jesús Ger. Solo hacían falta tres cosas: buenas relaciones con los ayuntamientos, apoyo del sector financiero y, como dijo Danton cuando empezó la Revolución Francesa, «audacia, audacia y más audacia».

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Page 1: Jesus Ger, Rey de Las Vacaciones

JESUS GER, REY DE LAS VACACIONES: EL MAGNATE DE MARINAD’OR

© CARLOS SALAS

Oxford Street. En el número 52 de la famosa calle londinense un hombre corta una cinta. Hay caras españolas conocidas. Anne Igartiburu, presentadora de televisión; Genoveva Casanova, esposa de uno de los hijos de la Duquesa de Alba; Elizabeth Reyes, Miss España… El empresario Jesús Ger recibe un aplauso por inaugurar la oficina de Marina d'Or en la capital británica. Congratulations.

Es verdad. Felicitaciones. Jesús Ger ha logrado culminar otro gran golpe de marketing. Desde España ha traído en avión a más de 200 personas. Las ha alojado en el Savoy y las tendrá cuatro días paseando por Londres. Los periodistas están boquiabiertos. Ave, Jesús Ger, nuevo rey de las vacaciones. Estamos en abril de 2006, una era en la que los ladrillos se convierten en oro sólo con tocarlos.

Pero Jesús Ger no es de Castellón. Es catalán. Llegó a esa provincia valenciana de joven y se ganó la vida como vendedor de muebles y colchones. Como de muebles y colchones están llenos los hoteles, en 1983 abrió un hotel de tres estrellas y unos apartamentos en unas tierras yermas de Oropesa, cerca del desierto de las Palmas. Habitado por una orden carmelita, y una población no censada de sapos, lagartos y culebras, la flora más visible eran palmitos, una palmera que no levanta medio metro del suelo. Ahí, poco a poco, fue naciendo un gran proyecto en su cabeza: crear la mayor ciudad de vacaciones de España. ¡De Europa! Una de las mayores del mundo. Se llamaría Marina d'Or.

Y se hizo la luz. Ger estaba en el sitio adecuado en el momento adecuado. Es decir, en España, en el sector de los ladrillos y en la década de los noventa. Fue la década de las grandes metamorfosis. Desconocidos constructores se convertían de la noche a la mañana, en potentados económicos. Fernando Martín, Francisco Hernando, Enrique Bañuelos, Luis Portillo… Y Jesús Ger. Solo hacían falta tres cosas: buenas relaciones con los ayuntamientos, apoyo del sector financiero y, como dijo Danton cuando empezó la Revolución Francesa, «audacia, audacia y más audacia».

¿No era esa la definición de los empresarios hechos a sí mismos? Ger era sin duda uno de ellos. Tomando como palanca la publicidad, Ger logró que los españoles conocieran, les gustara o no, la «Ciudad de las Vacaciones». En 2005, el Grupo Marina d'Or ya tenía una facturación de 356 millones de euros, con unos beneficios brutos de 63 millones.

Marina d'Or consistía en un complejo turístico de playa con 100.000 metros cuadrados, tres hoteles, 5.000 apartamentos, un gigantesco campo de golf, 30 restaurantes, fuentes, parques, centros médicos y balnearios de agua marina. Se podía comprar un apartamento de 90 metros por 220.000 euros. La financiación hacía las cosas más fáciles, y encima, cualquier cosa que estuviera compuesta de ladrillos y cementos, se revalorizaba más que la Bolsa. Negocio redondo para todos.

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Fue en ese año de 2005 cuando Jesús Ger anunció su gran explosión: se expandiría a Marruecos, abriría oficinas por toda Europa y China, haría sonar el nombre de Marina d'Or por cualquier confín del mundo. Y lo hizo no solo a lo grande sino con mucho estruendo. En París, apareció inaugurando la oficina con Gerard Depardieu, Ana Obregón, Daryl Hanna y Anne Igartiburu. Por cierto, la presentadora vasca fue elegida para prestar su imagen a los anuncios del complejo vacacional, y borrar un poco la imagen de turismo para chancleta. Los clientes se agolpaban en las oficinas comprando pisos como tortillas de patatas. Unos para vivir. Muchos para revender.

En 2006 Jesús Ger ya había puesto en marcha otro gran proyecto: Marina d'Or Golf. Una ciudad de diversión asentada sobre casi 19 millones de metros cuadrados: 48.000 viviendas, una pista de esquí artificial, un parque temático, un campo de golf diseñado por Greg Norman, un balneario científico de agua marina, seis grandes hoteles de lujo que recordarían ciudades o zonas del mundo como Venecia, los Alpes, París, Inversión: 6.000 millones de euros. En fin, una gran ciudad que, a pleno rendimiento albergaría a unas 200.000 personas. ¡Más que Castellón de la Plana!

Además, tendría un acceso por autopista desde el mismo aeropuerto de Costa Azahar. ¿Otro aeropuerto? Por supuesto. No cualquiera sino un international airport, donde miles de turistas color gamba, desembarcarían y estarían tostándose al sol en menos de media hora. El propio Ger era uno de los promotores del aeropuerto. Él solito ponía aeropuerto y diversión, y el estado, la autopista. Se crearían más de 6.000 puestos de trabajo. El círculo quedaba cerrado.

¿Proyecto megalómano? Viendo las cifras de del grupo, desde luego no lo era. Marina d'Or se había convertido en una máquina de fabricar dinero. En 2006 facturó 457 millones de euros, y anunció unos beneficios de 117 millones. Es decir, la empresa tenía una rentabilidad del 25%, superando a todas las empresas inmobiliarias del país.

Pero las organizaciones ecologistas bramaron contra este asesinato de la flora y fauna local. ¡El palmito estaba amenazado! Varios partidos políticos de izquierdas denunciaron el proyecto. Pero, ¿quién iba a poner en juego 6.000 puestos de trabajo? Además, los habitantes de Oropesa y Cabanes estaban encantados con Ger, que les organizaba visitas a la ciudad del ocio, y en las navidades daba regalos a todos los niños de esos pueblos.

En 2008 aparecieron algunos anuncios sospechosos. «Vendo piso en Marina d'Or». Lo raro era el descuento. Aquel piso que valía 300.000 euros, te lo dejaban en 200.000 euros. Y encima no se vendía. Había estallado la burbuja inmobiliaria y Jesús Ger empezaba a caer en el abismo.

Acuciado por las deudas, Ger intentó hacer negocios en Dubai. Justo el sitio equivocado. Ese mismo año, en septiembre, cayeron las bolsas mundiales. Dubai era un imperio inmobiliario levantado en el desierto y se declaró casi en quiebra.

Ger ya no vende pisos. Las deudas de Ger se comen los beneficios. Ger

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despidió a mil personas. El famoso sueño de Ger, Marina d'Or Golf, se encuentra paralizado en los cajones de los ayuntamientos. El aeropuerto de Ger también. Ger está acusado de tráfico de influencias.

El empresario se casó el 12 de junio de este año. En la boda hubo más de 350 invitados. La prensa mencionó algunos nombres. Anne Igartiburu no estaba entre ellos.

Sus curiosidades

Para catapultar la fama de Marina d'Or, su gran proyecto, organizó el concurso de Miss España desde esta denominada 'ciudad de vacaciones' y, además, patrocinó el concurso 'chica Interviú'.