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EL SACRAMENTO DEL ESPÍRITU SANTO

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EL SACRAMENTO DEL ESPÍRITU SANTO

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Objetivos:

1. Comprender quién es el Espíritu Santo y cómo actúa en nuestras vidas.2. Anhelar tener una relación personal con Él.3. Comprender cuál es la importancia de los sacramentos.4. Desear crecer en la vida sacramental.

El Espíritu Santo y los Sacramentos

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¿Qué son los sacramentos?

Los sacramentos son la manera ordinaria como Dios nos transmite su Gracia y por ello debemos acudir a ellos.

• Son signos sensibles y eficaces mediante los cuales Dios nos transmite su Gracia y se encuentran en la Iglesia.

• Signos sensibles, pues todos los sacramentos se valen de una “materia”, y podemos percibirlos mediante los sentidos. Por ejemplo en el sacramento del Bautismo, la materia es el agua, en la Eucaristía, es el Pan y el Vino.

• Son eficaces, pues nos transmiten eficazmente la Gracia de Dios, es decir, aquello que dicen que hacen, realmente lo hacen: en la Eucaristía, Cristo se hace realmente presente.

• ¿Dónde los encuentro? En la Iglesia, pues Cristo dejó a sus discípulos el poder de celebrar los sacramentos.

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¿Cuáles son?

1. Bautismo: Nos convertimos en hijos de Dios y miembros de la Iglesia.

2. Eucaristía: Unión con el Sacrificio redentor de Cristo que nos une íntimamente con Él.

3. Confirmación: Recibimos la plenitud del Espíritu Santo.4. Reconciliación o Confesión: Nos alcanza el perdón de Dios.5. Unción de los enfermos: Fortalece física y espiritualmente al

enfermo.6. Sacramento del Orden: Convierte a una persona en “otro

Cristo” para celebrar los sacramentos.7. Matrimonio: Une indisolublemente a un hombre y una mujer.

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El Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad.

Es enviado a nosotros para ayudarnos a ser santos, para fortalecernos en nuestra vida cristiana y ayudarnos a ser testigos de Cristo.

La gracia del Espíritu Santo se nos da a través de los sacramentos. Por ello debemos acudir con frecuencia a ellos.

El Bautismo es la “puerta de entrada” a la vida de Gracia. Nos alcanza el perdón de Dios por el pecado original, nos hace hijos de Dios y miembros de la Iglesia.

En el Sacramento de la Confirmación recibimos la plenitud del Espíritu Santo, confirmamos nuestra fe y nos comprometemos a ser testigos de Cristo.

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Entre los escritos bíblicos la obra completa de Lucas, su Evangelio y los

Hechos de los Apóstoles, es la que más se ocupa de la presencia del Espíritu

Santo.

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Constituye uno de los grandes temas de su mensaje, desde los primeros capítulos del evangelio hasta las últimas

frases de los Hechos de los Apóstoles, el Espíritu Santo aparece como hilo conductor del relato.

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En el libro de los Hechos esta presencia es tan importante que se ha dada también el nombre de "Evangelio

del Espíritu".

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En el Evangelio su presencia es especialmente cercana y transparente en los relatos de la infancia (el prólogo teológico de la obra lucana):

• Se anuncia que Juan el Bautista nacerá lleno del Espíritu (Lc. 1, 15). Jesús es concebido por la acción del Espíritu Santo (Lc. 1, 35). • Isabel queda llena del Espíritu Santo al recibir la visita de María, embarazada de Jesús (Lc. 1, 41).

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En la circuncisión de Juan, su padre, Zacarías, lleno del Espíritu Santo, alaba a Dios con su canto (Lc. 1, 67).

• Juan el Bautista, crecía, físicamente, y en Espíritu (Lc. 1, 80). • En la presentación de Jesús en el Templo, se repite tres veces la

presencia y la acción del Espíritu en el anciano Simeón, que reconoce a Jesús Salvador (Lc. 1, 25 ss).

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En la vida de Jesús, el Espíritu se hace presente desde sus primeros pasos:

• En el bautismo, el Espíritu desciende sobre él (Lc. 3, 22). • Lo conduce al desierto para su preparación, antes de iniciar su misión (Lc. 4, 1 ss).

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En Nazaret, cuando Jesús inicia su predicación, con su discurso-programa en la sinagoga del pueblo, retomando y actualizando las

palabras del profeta Isaías, el Espíritu está con él (Lc. 4, 14. 18). • La actuación del Espíritu es constante en el evangelio y , también,

en los Hechos de los Apóstoles. Es El quien conduce la sucesión de hechos que constituyen la trama de ambos relatos.

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Dones y frutos del Espíritu Santo

Recurriendo al Catecismo de la Iglesia Católica, podemos ver que al hablar de "dones" se refiere a aquellos "regalos" que nos da el Espíritu Santo. Los Dones

son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo.

Los dones de santificación son aquellas disposiciones que nos hacen vivir la vida cristiana completando y llevando a su perfección las virtudes en nuestras vidas. Estos son siete y la Iglesia se refiere a ellos como "los dones del Espíritu Santo". Estos dones se recibieron en el Bautismo y son como "regalos sin abrir"; luego,

en la Confirmación, volvemos a recibir una efusión del Espíritu para desarrollarlos.

El Profeta Isaías anunció que el Espíritu de Dios traerá a quien le es fiel, siete preciosos regalos o dones (Is. 11,2).

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Dones del Espíritu Santo

Para que el cristiano pueda luchar, el Espíritu Santo le regala sus siete Dones, que son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu.

1. Sabiduría: Nos hace comprender la maravilla insondable de Dios y nos impulsa a buscarle sobre todas las cosas y en medio de nuestro trabajo y de nuestras obligaciones. Sabiduría es ver sabiamente las cosas, no sólo con la inteligencia sino también con el corazón, tratando de ver las cosas como Dios la ve y comunicándolas de tal manera que los demás perciban que

Dios actúa en nosotros: en lo que pensamos, decimos y hacemos.

2. Inteligencia o Entendimiento: Con este Don nos permite conocer y comprender las cosas de Dios, la manera como actúa Jesucristo, descubrir inteligentemente, sobre todo en el

Evangelio, que su manera de ser y actuar es diferente al modo de ser de la sociedad actual. El Don de la Inteligencia nos descubre con mayor claridad las riquezas de la fe; es una luz

especial que puede llegar a todas las personas y muchas veces tiene sus frutos en los niños y en la gente más sencilla.

3. Consejo: Nos señala los caminos de la santidad, el querer de Dios en nuestra vida diaria, nos anima a seguir la solución que más concuerda con la gloria de Dios y el bien de los

demás. Nos ayuda a discernir y decidir a la luz de la voluntad de Dios. El Don de Consejo nos ayuda a enfrentar mejor los momentos duros y difíciles de la vida, al mismo tiempo que nos da la capacidad de aconsejar, inspirados en el Espíritu Santo, a quienes nos piden ayuda, a

quienes necesitan palabras de aliento y vida.

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4. Fortaleza: Este Don   concede   al   fiel ayuda   en   la perseverancia, es una fuerza sobrenatural que nos alienta continuamente y nos ayuda a superar las dificultades que sin duda encontraremos en nuestro caminar hacia Dios. El ejemplo de Jesucristo, su pasión y su muerte,

debe ser para nosotros un auténtico testimonio de fortaleza que nos ha de llevar a superar nuestra debilidad humana.

5. Ciencia: Es el Don del Espíritu Santo que nos permite acceder al conocimiento, a descubrir la presencia de Dios en el mundo, en la vida, en la naturaleza, en el día, en la noche, en el mar, en

la montaña. El Don de Ciencia nos lleva a juzgar con rectitud las cosas creadas y a mantener nuestro corazón en Dios y en lo creado, en la medida en que nos lleve a Él.

6. Piedad: El corazón del cristiano no debe ser ni frío ni indiferente. El calor en la fe y el cumplimiento del bien es el Don de la Piedad, que el Espíritu Santo derrama en nuestras almas, permitiéndonos acercarnos confiadamente a Dios, hablarle con sencillez, abrir nuestro corazón

de hijo a un Padre Bueno del cual sabemos que nos quiere y nos perdona.

7. Temor de Dios: Nos induce a evitar el pecado porque ofende a Dios. Cuando se descubre el amor de Dios lo único que deseamos es hacer su voluntad y sentimos temor de ir por otros caminos. En este sentido existe temor de fallarle y causarle pena al Señor, no se trata de

ninguna manera, de tenerle miedo a Dios, sino más bien de sentirse amado por Él y corresponderle. Con este Don tenemos la fuerza para vencer los miedos y aferrarnos al gran

amor que Dios nos tiene.

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Los carismas

Además de los dones, el Espíritu Santo nos da "carismas", de los que habla San Pablo: "Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios que obra en todos. A cada cual se le otorga la manifestación del

Espíritu para provecho común..."(I Corintios 12:4-13).

Los carismas son como herramientas. A todos se nos da la gracia pero a cada uno carismas diferentes según nuestra misión. Estos se pueden usar bien o mal. No son condición ni garantía de santidad. Ya que Dios nos creó libres, los carismas se pueden usar bien o mal. Se puede dar el caso de alguien que tenga grandes

dones - como el don de la palabra, sanación, lenguas, etc. pero no viva en gracia, como fue el caso del hijo pródigo que partió de la casa paterna a malgastar los

bienes entregados por él.

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Frutos del Espíritu Santo

Los "frutos" son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce:

1. Caridad: El acto de amor de Dios y del prójimo.

2. Gozo espiritual: El que nace del amor divino y bien de nuestros prójimos.

3. Paz: Una tranquilidad de ánimo, que perfecciona este gozo.

4. Paciencia: Sufrimiento     sin    inquietud     frente     a     la adversidad; moderar los excesos de tristeza.

5. Longanimidad o Perseverancia: Firmeza del ánimo en sufrir, esperando los bienes eternos. Impide el aburrimiento o la pena que provienen del deseo del bien que se espera o de la lentitud o duración del mal que se sufre.

6. Bondad: Dulzura y rectitud del ánimo; inclinación que lleva a ocuparse de los demás y a que participen de lo que uno tiene.

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7. Benignidad: Ser   suave   y   liberal,   sin   afectación ni desabrimiento. Manejar a los demás con gusto, cordialmente, con alegría.

8. Mansedumbre: Refrenar la ira y tener dulzura en el trato.

9. Fe: Exacta fidelidad en cumplir lo prometido.

10. Modestia: La que modera y regula en el hombre sus acciones, palabras, sus gestos.

11.  Continencia o Templanza: La que modera los deleites de los sentidos.

12. Castidad: La que refrena los deleites impuros.