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LA LITERATURA INFANTIL Ensayo sobre ética, estética y psicopedagogía de la literatura infantil. [Escribir el nombre de la compañía] JESUALDO

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LA LITERATURA INFANTIL

LA LITERATURA INFANTILEnsayo sobre tica, esttica y psicopedagoga de la literatura infantil.[Escribir el nombre de la compaa]JESUALDOLA LITERATURA INFANTILEnsayo sobre tica, esttica y psicopedagoga de la literatura infantil.SPTIMA EDICINEDITORIAL LOSADA S.A. BUENOS AIRESAdquiridos los derechos exclusivos para todos los pases de lengua castellana. Queda hecho el depsito que previene la ley nm. 11.723 Editorial Losada, S. A. Buenos Aires, 1982I.S.B.N. 950-03-8370-5Sptima edicin:IMPRESO EN LA ARGENTINA PRINTED IN ARGENTINA

A GUSTAVO, CRISTINA Y DANA,mis hijos,LAURA, GUSTAVO, GABRIELA y BEATRIZ,mis nietos, que fueron y siguen siendo mis mejores maestros.

La escuela ha de ser para m un cielo en el que cada da se encienda una estrella ms. . .(Del cuaderno: Cien preguntas sobre la vida del nio, de Isa Ch., de 12 aos, de la experiencia de la Escuela de Canteras del Riachuelo, Colonia, R. O. del U.)

ADVERTENCIA (de la P edicin)Este ensayo sobre literatura infantil no se propone ser una simple "gua de lecturas". Para ese efecto no me hubiera movido en tal trabajo. Creo que ni eso es lo que ms puede interesar a los escritores, como orientacin, ni a los maestros y estudiantes como permanente leccin. Tal limitacin, pues, no entra en mis clculos. S que lo fundamental, lo que se busca y no se halla, lo que se quiere saber y no se explica en parte alguna, es el problema en su totalidad: su esttica, su tica y la psicopedagoga de la literatura infantil, limitada a su propia y exclusiva estructura desgajada del resto del arte al servicio del nio.Sobre esto, en una visin amplia y de conjunto no hay referencias concretas. No hay el libro trazado en base a las cuantiosas documentaciones que existen si bien dispersasa las experiencias realizadas, y con miras a cierto objetivismo y anlisis cientfico capaz de ponernos a cubierto de interpretaciones puramente personales o tendenciosas, sobre cada uno o todos los asuntos. Oue se es, sin duda, el otro peligro de una "gua" de lectura, un poco semejante a todas las guas, en las cuales, ms que primar un severo anlisis, puede primar y en los casos que conocemos as sucede... una caprichosa interpretacin, de acuerdo con la tica o la simple gustacin personal de cada realizador de tales guas. Evitar ese peligro y realizar un amplio trabajo de ensayo previsto, fue nuestro inters.Conocedor de esta materia por larga y especificada experiencia, reafirmada y corregida luego en otros ambientes, en los que acrec este ejercicio de su conocimiento, especialmente dict dos aos esta asignatura, mi labor no pretende ser una voz final, definitiva, sobre tales aspectos, pero s, reclamar la atencin sobre el cuantioso material propio y ajeno que sirve de cimiento a los conceptos que expongo y defiendo. No es este trabajo, pues, fruto de ninguna improvisacin con miras a un deleznable objetivo cualquiera. Son muchos aos de labor resumida y puesta al da, en forma cientfica, tal como la pedagoga actual. Hemos caminado, pedaggicamente, lo suficiente como para exigir tal condicin a toda obra que pretenda ser didctica.Como puede apreciarse por el ndice, este ensayo consta de cuatro captuldos. En el primero se estudian los aspectos generales de la materia: el planteo de su existencia (es decir, si existe como tal), las dificultades que entraa su especializacin, su funcin, la penetrabilidad como mtodo de superacin, sus caracteres diferenciales, el problema de la moral y su didactismo. Como consecuencia de la necesidad de trazar su didctica cientficamente, el segundo captulo estudia los fundamentales aspectos de la psique del nio, en especial el proceso de su inteligencia, el lenguaje, la imaginacin, la mentira y la fabulacin y los juegos, en sus relaciones con esta clase de nutricin. De este estudio se desprende el captulo tercero, que es uno de los debatidos problemas de estos ltimos tiempos: el proceso evolutivo de la mentalidad infantil; las semejanzas y diferencias mentales de los nios, con las de los adultos primitivos, y el nacimiento y evolucin del principal y primario elemento de su fantasa: los mitos. Y, por ltimo, un captulo ms extenso, en el que se desarrollan y analizan las formas esenciales de la expresin literaria que sirven al nio: leyendas, cuentos, fbulas, relatos, historias, novelas de aventuras, policiales y sentimentales, clsicos, poesa, teatro infantil y la presentacin material de dicha literatura. Se las estudia en todos los aspectos: su origen, evolucin, formas y funcin. Algunas, como los cuentos de hadas, las fbulas o la poesa que han sido objeto de las ms variadas discusiones, se las estudia en toda su profundidad, y creemos presentar, en nuestras afirmaciones, el ms exacto juicio aceptado por la moderna enseanza. Cada uno de los aspectos tratados, est seriamente documentado con los pensadores ms importantes, en cada caso, y fundamentado con numerosos y claros ejemplos. Ellos han de servir por s mismos, como la mejor gua, para que los maestros siten lo conveniente y lo perjudicial. se es el mejor camino, el ms lgico, el ms imparcial, y creemos, el ms amplio, pues rebasa el simple marco del recetario, cosa que, a veces, parecera ser lo nico que importa a los metodlogos. Nunca as de mezquino fue nuestro criterio. Con ello se hace, por otra parte, el mejor homenaje al maestro: no menoscabar con imposiciones formales, muy restrictivas su juicio en la eleccin de obras y s, hacerle conocer los valores ticos y estticos de la literatura infantil as como el proceso psicopedaggico que se ha de seguir para su transmisin. Adems, con este criterio, estamos seguros de salvar la jerarqua y la trascendencia del tema propuesto.Y finalmente, debemos decir que la minuciosidad de algunos apartados que a veces pudiera quiz hasta pecar por demasiado sutil, no lleva otro objeto que el de promover en el nimo de todos el mximo de respeto para una psicologa tan delicada como es la del nio; tericamente siempre reconocida, pero prcticamente, por lo general, siempre atropellada.Captulo 111. EXISTE UNA LITERATURA INFANTIL PROPIAMENTE DICHA?Entre los conocimientos artsticos, existen los literarios, a uno de cuyos aspectos, por pretendrsele caracteres muy especficos, se ha denominado literatura infantil. Quiere decir, pues, que tcitamente, la esttica literaria ha aceptado esta forma particular dentro de la literatura general, para ofrecer, o as creerse, una personalidad propia y definida. Es que, en realidad, la tiene? Existe de este modo una literatura propiamente? Hay un libro, pues, que responde cabalmente a la intimidad del nio? Dice Juan Ramn Jimnez, que siempre que les preguntaba a los niitos puertorriqueos, qu queran que les regalara, ellos le pedan un libro... y a pesar de llevar consigo otros libros. Pero es que no se referan a libros de estudio eso resplandeca en sus ojos, dice el poeta, "sino a este libro ideal que todos hemos entrevisto en nuestra infancia, y que se nos ha revelado en la maana de la vida, como mariposa azul del colegio por la frente de ilusin: el libro del cuento mgico, del verso de la luz, de la pintura maravillosa, de la deleitable msica; el libro bello, en suma, sin otra utilidad que su belleza" .Que el nio suea con un libro que traduzca su inquietud y sacie plenamente su inters, no es, entonces, un secreto para nadie. Por otra parte, si partimos del hecho indiscutido de que la psicologa infantil es distinta a la del adulto y que cada cual exige as una adecuada nutricin, lo lgico sera aceptar sin reticencias la existencia de esta forma literaria, acomodada a la psique infantil. En tal caso, dicha forma expresiva no sera otra cosa que esa que numerosos escritores dedican a los nios, especialmente, y que Altamira, desde muchos aos atrs, ya la tiene clasificada como "oa, sosa o inspida" .Pero trascendiendo esta misma expresin oa, parecera no poder negarse, por otra parte, la literatura de aquellos escritores que, como Perrault el caso ms tpico que ha de recordarse siempre, dejaron en su vida toda ocupacin "seria" y se dedicaron a escribir "cuentos para nios", como as piensan, segn sus propias manifestaciones. Las dudas sobre la existencia de esta forma literaria nos han entrado muchas veces, sobre todo cuando pensamos que estamos de vuelta de tantas cosas, como recalca Gabriela Mistral, y entre ellas, tambin, de lo que ha sido llamado en distinto tiempo literatura infantil. "Lo que ha sido, es muy largo anota; en poesa, un absurdo que podramos llamar balbuceo de docentes, lo primario en vez de lo elemental, el chiste en lugar de gracia, lo oo dado como lo simple. Hay pocas bufonadas como esa poesa a medio del camino del adoctrinamiento y la espontaneidad" . El libro del nio, de este modo, pocas veces, o mejor casi nunca, ha alcanzado ese ideal que define Juan Ramn Jimnez. Su libro, casi siempre, ha sido aquel resumen de abominables cuentos que alguna casa editora publicaba, y que aqu recibamos de importacin, para martirio del sentido de la vista, en tipos de letras casi microscpicos: Teveo, Chiquitines, Pulgarcito y otros tales escribe un maestro espaol de hace un cuarto de siglo; todos idnticos en insubstancialidad y falta de gusto, o con esa otra literatura truculenta y malsana de detectives y ladrones, con los Raffles, Fantomas y dems hroes de la misma ralea. Y sta es la literatura de la masa. Algunos pocos pueden saborear el encanto de las obras selectas, como los Cuentos de Grimm, Corazn o Robinson Crusoe. Otros pocos ms se apasionan con las obras de aventuras de Verne, Salgari, Maine Reid, si no tropiezan y ahogan su espritu indefenso en una literatura cursi o pornogrfica: Es sta la literatura infantil?Ahora si nos atenemos a las numerosas declaraciones autobiogrficas de hombres eminentes en arte y literatura, tanto como a las confesiones corrientes de los propios nios rechazando determinada factura literaria que lleva membrete "para los nios", parecera que esa forma literaria, con cuerpo y estructura literaria, no existiera porque la que se pretende apta a su gusto no llena su apetito intelectual. Son muchos los ejemplos que se podran citar en este sentido. No quiero olvidar, entre ellos, el de un nio que conoc, que cada vez que su padre le ofreca el regalo de un libro, l le recordaba: "S, pero que no sea para nios..." O el propio caso de la nieta de Tolstoy, que corre como ejemplo clsico, la que, preguntada si le gustaba un cuento, entre los ms bellos escritos por su abuelo, para los nios, respondi que s, pero que le agradaban ms los contados por su nodriza .Lo que existira, entonces, seran valores, elementos o caracteres determinados, dentro de la expresin literaria en general, escrita o no para los nios, que responden a las exigencias de su psique durante su proceso de conocer y aprender, que se ajustan al paso de su evolucin mental, y en especial al de determinados poderes intelectivos. Ya un viejo libro sobre la materia, el de Marcelo Braunschvig, anota, justamente, que en cuanto a libros escritos para uso de los nios, ellos estn lejos de satisfacerles siempre. "Es notable ha dicho Anatole France que los nios muestran, la mayor parte de las veces, una repugnancia extrema a leer libros que se han hecho para ellos." Y cul es la causa de este desprecio hacia sus generosos, cuanto gratuitos, amigos? El mismo autor afirma que se debe a los dos grandes defectos en que, por lo general, incurren los autores que se dirigen a los nios: la puerilidad en que caen al aparentar sencillez para ponerse al nivel de la mentalidad infantil y el tono moralizador con el que pretenden caracterizar su obra, en la que siempre "se creen obligados a representar la virtud recompensada y el vicio castigado. Los nios comprenden confusamente lo que hay de artificial en semejante pintura y pronto se fastidian". Mark Twain entre los muchos escritores que han tratado este tema, al pasar, se ha burlado con gran finura y muy sobrada razn, como destaca Altamira, "de la bobada de cuentos morales que podran clasificarse clsicos."Como se comprender fcilmente, "el mostrar siempre a los nios la felicidad que acompaa fielmente a la virtud y el infortunio que sigue infaliblemente al vicio aspectos que estudiaremos ms detenidamente en su captulo respectivo, es darles, desde luego, una idea inexacta de la vida y prepararles, de este modo, para amargas decepciones", criterio ste de Braunschvig, por lo dems, que est en la mdula de la generalidad de los conocimientos que la escuela trata de trasmitir a los nios. Pero en su ineficacia, a fuerza de dogmatizarse en su funcin, ellos tienen su propio castigo. A esta seria objecin habra que agregar an la del pedagogo francs Rigaul, quien afirma que presentarle a los nios la virtud "como una fuente aseguradora de beneficios, como una buena colocacin, es hacrsela amar por sus resultados, no por ella misma y ensearles el clculo en vez de la moral" . Los grandes escritores que moralizaron en tal sentido, como La Fontaine, por ejemplo, lo hicieron con "donaire y malicia" advierte la Mistral, mas la familia pedaggica de La Fontaine se puso a moralizar con "pesadez fastidiosa". Con esto se perdi la literatura (no creo que tampoco se haya ganado la moral) porque en la gran familia aludida ha primado, desde entonces, una moral logrera, a base de ardides, y una moral para nios, a base de astucia, que "me parece perversa y cuando menos sin atractivo para nuestra raza generosa".Anatole France, preocupado por este tema, que fue inquietud tambin de su pas en un momento determinado, y en trance de escribir sobre La biblioteca de Susana, se pregunta, como cuestin previa, si debemos dar a los nios obras especialmente escritas para ellos, ya que existe tanto antecedente de la reaccin infantil contra toda obra que trata de circunscribirse a su mentalidad. La pregunta no carece de un alto sentido especulativo. Es posible que este afn de aniamiento que caracteriza toda obra de tal clase y en la que tiende a dar alguna experiencia sin trascendencia, ya realizada, ese esfuerzo que el autor hace para entrar en el mundo infantil, en vez de transportarlo a otro mundo, como dice France, es la causa que quita toda novedad a la obra que l busca anheloso para satisfacer su precaria imaginacin. Hemos comprobado al igual que el autor de El libro de mi amigo, cunto ms interesa a los nios siempre un captulo de El Quijote, una historia de Shakespeare o de Moliere, un cuento de Tolstoy o de Homero, que esa literatura condimentada a su paladar. Por eso mismo no dudamos en ratificar el concepto del maestro francs de que lo ms comprensible para los nios es un genio preclaro, y que las obras que ms le agradan son aquellas "en que se presenten magnficas y esplndidas creaciones, donde la perfecta ordenacin de las partes, forma un conjunto luminoso, y cuyo estilo es enrgico y razonable" .Y entonces, Perrault?, se me preguntara. Pero es que Perrault es un escritor tpicamente infantil? La crtica literaria, luego de minuciosos anlisis de su obra ha acabado por considerarlo como uno de los grandes maestros de todos los tiempos. Sera falsa la apreciacin si se le considerara un escritor solamente de nios. En el fondo, Perrault como Defoe o Verne, no es un escritor de personajes determinados para la infancia, sino que, exactamente como piensa Arvle Barine, no es ms que un "Homero burgus" que ha recogido la tradicin de un tiempo mediante frmulas expresivas adaptadas a todas las mentalidades, es decir, universales, aunque dedicadas a la formacin de las generaciones futuras. Pero, adems, ha debido proceder as, con estos elementos y con esta especie de ingenuidad intencionada, por las condiciones en que ha tenido que librar su batalla expresiva en el tiempo en que vive. No es por una casualidad que en su misma poca La Fontaine prefiera hacer hablar a los animales, antes que echarse todo un mundo encima, como le sucedi al gran Moliere, contemporneo de ambos. Por la misma razn es que los cuentistas "para nios", como destaca Barine en su muy buen estudio sobre Perrault, tienen hoy, entre sus lectores, "muchas ms cabezas calvas que en el siglo ltimo y quiz menos cabezas ensortijadas". Concepto que ratifica otro escritor francs refirindose por su parte al notable Andersen, cuando afirma que lo ha ledo en la infancia "y todava lo leemos teniendo la barba gris" . Y si Don Quijote o las historias de Shakespeare o todo Homero, no son por momentos accesibles al nio, ello se debe en especial a problemas de cultura o erudicin, pues ni Cervantes ni Shakespeare ni Homero cuando escriban sus obras famosas, pensaron en dirigirse a los nios determinadamente, como lo hizo Perrault.La riqueza imaginativa de los grandes escritores es, por otra parte, el mayor argumento en favor de su utilidad a los nios quienes por su precaria imaginacin precisamente han de necesitar de mayor cantidad de medios; de expresiones que renan una mxima suma de experiencia, que desenvuelvan un drama ms totalmente y manejen personajes de caracteres ms concretos. Pero es que tampoco, ningn libro serio, dirigido al nio, le ha sido solamente a l."Hasta el Robinson Crusoe que desde hace un siglo es clsico de la infancia, anota A. France, iba dirigido a los hombres graves de su tiempo, a los comerciantes de la City de Londres y a los marinos de Su Majestad. El autor puso en esa obra todo su arte, su rectitud espiritual, su mucho saber y su experiencia." Porque todo eso es necesario para entretener a los nios . Todo eso y mucho ms, agregamos. Ningn conocimiento que se trate de inculcarle de una manera abstracta, adems, conseguir interesarle, porque la facultad de abstraccin es profunda, se alcanza con cierta dificultad y es muy distinta en cada persona. Por eso su espritu necesitar el drama, el movimiento de los personajes, la suma de las experiencias populares y todo ello dicho con las ms altas formas expresivas y con innegable elevacin de pensamiento.De modo que, de acuerdo con estas reflexiones, se puede decir que existe una literatura dirigida a los nios; escrita en un lxico especial, que pretende consultar sus caractersticas psquicas y responder a sus exigencias intelectuales y espirituales, pero que esta literatura no es la que interesa a la edad infantil. Y que hay mucha expresin, dentro de cualquier literatura, cuya finalidad no fue la de dirigirse especialmente a los nios para fomentar en ellos determinadas corrientes psquicas y que, sin embargo, les interesa ms vivamente que esa preferentemente rotulada "infantil" o la verdaderamente infantil sin rotulacin. Gran cantidad de obras que les son dedicadas especialmente, no les interesarn, pues, nunca, ni llenarn las ms precarias condiciones de su psicologa. Y en cambio la experiencia nos demuestra, como deca France, cunto le interesan las obras maestras de la literatura aun a veces sin siquiera estar adaptadas a su entendimiento, obras que nunca consultaron la psicologa infantil, ni fueron escritas para servir a esos fines que se proponen las esencialmente de este gnero, pero que igual lo consultan, porque responden a procesos ms totales en la evolucin de la cultura humana, que hemos de estudiar en su lugar respectivo. Por todo lo cual y a pesar de que piense que los buenos escritores deben escribir obras que sirvan a los nios, aunque no piensen en ellos al hacerlo, "tengo poca aficin a los especialistas", igual que el autor de "Abeja"-, no me decido, entre los especialistas, ni por el hombre ni por la mujer, aunque advierta en stas una sensibilidad ms aguda para entrar en el inters del nio a pesar de que no conozco ningn Perrault o Andersen femenino. . ., y creo que todas las recomendaciones a los escritores, sobre cmo escribir para los nios, sern siempre pocas.2. CONFESIONES SOBRE EL DIFCIL ARTE DE ESCRIBIR PARA LOS NIOSHay quienes han pretendido sintetizar en un prrafo cmo debera ser la literatura infantil, o cmo ha de ser el procedimiento para alcanzar xito entre los nios. Nos parece problema ms complejo del que a primera vista se ve, en especial despus de conocer la intimidad de quienes se han preocupado hondamente por ello. "Para concebir lo que ella podra ser actualmente dice Scheid, sera necesario combinar al movimiento y a la meloda de las rondas antiguas, la poesa simple y la gracia de Boucher, la fantasa de Perrault y la accin rpida de La Fontaine. Se obtendra as la primera literatura infantil sinttica como su vida elemental" . Es esto todo? Por su parte, France aconseja no buscar una manera especial cuando se escribe para los nios, y s elevar todo lo posible el pensamiento, perfeccionar cuanto sea dable al estilo, para que "todo viva, todo aparezca en la narracin claro, magnfico, potente. No existe otro secreto para entusiasmar a los lectores" .Pero a estos conceptos de France, que no creemos el ms indicado para formular preceptivas en tal sentido, agregaremos la emocin que traducen las palabras de Andersen, que se quem vivo en la fantasa de sus cuentos, como destaca Brandes, quien nos aconseja, para mejor conocer a su compatriota, leer cuentos como El patito feo "quinta esencia" del genio de este autor. En este cuento se ve "ese apetito de honores que fue el rasgo dominante de su carcter, ese humor melanclico que ha sido la seal de su temperamento; ese martirio que, en un sentido, lo trasforma en poeta; el triunfo, en fin, lleva de la humildad a los honores y a la gloria; y, por sobre todo, sus dones de observador, la jovialidad de su espritu, el abandono de su fantasa victoriosa que le hizo soportar el ser desconocido e incomprendido por ios necios y por los malos"x. Porque todo esto, que es su vida, traduce Andersen en sus cuentos. Cuando Andersen nos descubre su oficio, cuando nos muestra su minucioso trabajo de orfebre, contraste tan grande frente a la ligereza con que se pretende escribir para los nios, sentimos toda la santidad de su aptitud. Hablando de su cuento La bija del Rey del Limo, por ejemplo, dice que es uno de los cuentos a los cuales ha consagrado el mayor tiempo y cuidado. Puede verse a travs de sus palabras, como con un microscopio, de qu manera el cuento ha sido concebido, desenvuelto y ha adquirido forma. "La idea propiamente dicha narra me vino de golpe como nos viene una meloda, un aire conocido. De inmediato cont la historia de una punta a otra, a unos de mis amigos; en seguida la escrib una primera vez, despus una segunda y a la tercera redaccin me di cuenta que partes enteras no tenan ni la claridad ni el color que se necesitaban. Le entonces las tradiciones de Islandia que me trasportaban a tiempos muy antiguos y recib impresiones por las cuales me aproxim a la verdad. Le tambin algunos relatos modernos de viajes por el frica: el ardor del sol tropical, las particularidades de esos pases me penetraron ms y ms y pude hablar de ellos mejor. Me aprovech tambin de algunos escritos sobre las emigraciones de los pjaros, adquir nuevas ideas sobre sus vidas que figuran en ese cuento, y aunque en un plazo muy corto lo escrib seis o siete veces, hasta el momento que tuve la conviccin de que ya no poda hacerlo mejor".Contndolo antes de escribirlo, Andersen adquira cierto clima de confianza, el ms inmediato al entendimiento infantil, que le asegurara un mayor xito ya que est demostrado que el nio ve, antes que oye, una historia, en especial cuando el narrador tiene inters y recurre a elementos adicionales como la mmica que la completa. Cualquiera que escriba para los nios, aade Brandes, debe pues tratar de hacer sensible por la variedad de su acento las pausas sbitas, los gestos pintorescos, la mmica que provoca a cada instante el espanto y la risa que despiertan la atencin asombrada, de poner todo eso en su narracin y como el escritor no puede cantar, pintar, hacer mmicas las circunstancias de sus relatos, es necesario que haya en su prosa, msica, dibujo, mmica, que, como en concierto, sean puestos en juego desde que se abre el libro . Y es el propio Andersen quien refirindose a un cuento ms, La historia de Valdemar Daa, dice que ha querido que su lenguaje pueda recordar el ruido del viento desencadenado que est considerado como fuera de narracin.Es necesario recalcar que este entendimiento de quienes han usado su sabidura para crear una literatura con valores especficos, para los nios Andersen, Perrault, Schmidt, se basa en haber visto en los cuentos primitivos un principio oral, como as fue el de estos primeros cuentos. Las narraciones fueron la luz que reuni a los hombres primitivos bajo una misma simple emocin. Y han vivido, venciendo larga trayectoria secular, en la memoria de los hombres, de generacin en generacin, sin el auxilio de la escritura, anota Godart, hasta que un da los curiosos, los eruditos o los sabios los fijan con caracteres e inmovilizan su belleza. Y empiezan entonces en nuestra poca, en cada poca, una existencia nueva . Quienes mejor estudiaron la psicologa de la narracin, ms tarde, entendieron que uno de sus caracteres esenciales deba ser su videncia, precisamente, verlos antes que sentirlos. Y es Perrault, primero que nadie, quien mejor entiende que es el narrador oral, antes que el escritor mismo, quien debe intervenir en el alma del oyente. Sus cuentos son, por esta razn, como observa Pellison, los que mejor se han concebido para orlos antes que para leerlos."Abrid una coleccin: leed un cuento, no con los ojos, sino en voz alta; inmediatamente os apercibiris que vuestra voz, como si hubierais dado la nota, toma el tono, el acento, el paso del narrador. El texto que contis no es un texto fijo y muerto, sino que lleva consigo el movimiento y el sonido de la palabra viva. En el conjunto de las frases, a menudo se sucede una especie de ritmo muy distinto al de la narracin escrita que sostiene a la maravilla la narracin oral. Con esto, los rasgos musicales si as se puede decir, onomatopyicos, asonantados, repeticiones o refranes se encuentran a cada instante . .. No es sta la razn decisiva de su xito entre los nios?"

No olvidemos que Perrault estudia la niez antes que nada para saber qu efectos surtan sus relatos en el alma del nio. Y es l mismo quien nos dice: "Se les ve caer en la tristeza y en el abatimiento en tanto que el hroe o la herona estn en desgracia y gritar de alegra cuando el tiempo de su buenaventura llega" . Y esto mismo hara el segundo gran cuentista, Andersen, que lleg a identificarse de tal modo con los nios, que ellos lo consideraban como uno de los suyos y, ya hombre, segua siendo para todos un nio. . . "un nio que mama" como clasificaba Chasles a Andersen, en una carta dirigida a Brandes. Coussangges, a su vez, nos reafirma este criterio con el ejemplo del cannigo bvaro Cristbal Schmidt, autor de innumerables libros, de tendencia religiosa, para nios. Cuando contaba su Genoveva de Brabante (libro que hizo llorar mucho tambin a los nios de nuestra Amrica Latina por la impiedad del terrible Golo) vio en determinado momento a sus pequeos oyentes estallar en sollozos. Se le pregunt un da por la razn de la influencia sobre los nios y respondi: "Ellos mismos me han enseado sus necesidades. Sus reacciones me hacen ver los defectos de mis narraciones, y, poco a poco, entrando en sus vidas y comprendiendo sus maneras de pensar, me he esforzado en hablar su lengua" . En este sentido podramos abundar en noticias sobre cun difcil es el arte de escribir para los nios.3. FUNCIN DE LA LITERATURA INFANTILDeterminar la funcin que la literatura infantil tiende a realizar en el alma y razn del nio, es configurar en cierto modo, todo el problema partiendo de su necesidad. Parecera que no es slo ste el lado analizable, ya que esta materia importa asimismo como instrumento de educacin. Lo lgico, no obstante, es que empecemos por la primera parte. Al estudiar Paula Lombroso por qu les gustan los cuentos a los nios, deduce que todas estas cosas extraordinarias (rboles que bailan, piedras que cantan, botas que caminan) forman su bagaje intelectual predilecto, las concepciones e ideas sobre las que se detienen con ms vivo placer y con insaciable avidez, y ello por la escasa fantasa que el nio posee. De este modo, el mundo sobrenatural no tiene para ellos nada de mgico e increble, sino que es completamente libre y natural. Todo el mundo que descubren es tanto o ms maravilloso y fantstico, que esos que aparecen en las historias de las hadas . Lo que para nosotros es lo ms lgico, para el mundo del nio resulta extraordinario. En relacin con la evolucin de sus sentidos, va siendo el descubrimiento de lo maravilloso que vive, y a medida que crece, nuevos y continuos mundos van apareciendo para su imaginacin, se van realizando para l. Mara Montessori, partidaria de la religin en la escuela, cree, no obstante y a nuestro juicio errneamente que no se le deben dar al nio ni cuentos ni fbulas, porque ellos no suponen ms que un engao. En el fondo, no es el nio quien goza con esas narraciones maravillosas sino nosotros mismos que nos complacemos en el engao. Y al nio "no se le debe engaar, porque el desengao tarde o temprano llega a su alma, se apodera de ella y deja para siempre un amargo sedimento de dolor o de indignacin contra la sociedad, segn los caracteres" escribe Leonor Serrano comentando a la maestra italiana. El problema est, segn ella, en que el nio tiene escasa imaginacin, cosa que ratifican la generalidad de los psiclogos. Su imaginacin es la del pobre y cultivar su imaginacin, a base de absurdos, "es una falta tica, no por tradicional menos culpable" , criterio que nos parece tan simplista como mezquino ya que este problema no puede ser planteado en trminos tan vagos y unilaterales. Porque, adems de esta imaginacin insuficiente que el nio tiene, "otra propiedad caracterstica que debe contribuir a hacerle interpretar y gozar de un modo que no es el sospechado por nosotros de las fbulas y los cuentos maravillosos, es su innato antropoformismo. Todas nuestras distinciones doctas y sutiles entre reino animal, vegetal y mineral, entre cosas animadas e inanimadas, no existen para el nio; l juzga e interpreta todas las cosas que lo circundan desde una sola fuente de experiencia, l mismo y las propias sensaciones inmediatas y directas...". Por ello todas las cosas estn vivas como l, basta que se muevan, como veremos al estudiar las etapas de su inteligencia. De este modo todas las cosas aparecen para el nio como realizables y ellos son los grandes realizadores. En gran parte, en este rasgo reside su ansia por las literaturas inverosmiles: "contndoles cuentos, agrega la sociloga italiana Paula Lombroso, creemos trasportarlos a un mundo fantstico, inverosmil en el cual no ven los nios ms que una ficcin potica e imaginaria, y en lugar de esto, todo aquel mundo extraordinario de castillos encantados, de golpes de varitas mgicas, de voces misteriosas, de prvidos animales amaestrados, est para el nio ms cercano a las cosas reales que las fantsticas; su experiencia personal es tal que las fbulas maravillosas no le parecen ms dignas de maravilla que las cosas y los hechos que lo circundan. Y ste debe ser el goce ms grande que el nio halle en las fbulas". Y si l no creyera totalmente que las cosas prodigiosas pueden suceder, tampoco rechaza sus posibilidades. Les interesa en el grado que nos interesan las novelas que son ficciones, aunque no del todo imposibles y que presentan ciertas coincidencias con nuestras situaciones, sentimientos y aventuras.Descartar el hecho de tina literatura potica que basa en sus relatos maravillosos el encanto de la novelacin, es no entender la intimidad espiritual del nio, pues las cosas existen o no, para los nios, en la medida que sus imaginaciones abiertas a la claridad potica del conocimiento las acepten como existentes o inexistentes. As tambin procedi el pueblo con la creacin de sus leyendas populares, de su trabajo potico y decantado a travs de los tiempos Nunca iremos tan lejos como va France cuando reacciona tremendamente contra el seor Figuier que ha descubierto que las hadas son seres imaginarios y por eso es necesario desterrarlas al querer suplantar con sus elementos industriales a las hadas y el cotejo de seres irreales del mundo potico que en determinada etapa, y necesariamente, forma la base de la realidad infantil. No vamos tan lejos. En nuestra biblioteca infantil caben tambin estas lecturas sobre todo hasta el grado en que el propio nio las condicione a su temperamento y a su momento adecuado, aqul en el cual ste se sirve de lo real para entrar en su fantasa, justamente. Mucho me extra, en una rpida encuesta realizada con varios nios con un libro corriente de cuentos que anda en las manos de stos, Misia Pepa, que prefirieran el cuento El Relmpago, que trataba de problemas de mecnica, siendo que sus edades pareceran demostrar que an estaban en los de maravillas. Pero lo comprend en seguida cuando tom a uno del grupo y comentando una fbula de animales... le dije: "No te parece fabuloso que hablen los animales...?" A lo que el nio me contest: "S, pero ahora ya no hablan..." Ciertamente, los nios ya estaban en edad en que les hablaba ms la mecnica que la fbula, en que tal vez les importara ms, a pesar de France, el Alfabeto de las maravillas de la industria del que es autor el seor Figuier. Pero porque sabemos bien esto es por lo que comprendemos que "el menor librito que inspira una idea potica, que sugiere un dulce sentimiento y conmueve el alma, es infinitamente mejor para la infancia y para la juventud, que todos los libros atestados de nociones mecnicas". Por otra parte no existe el engao que supone Montessori. El mismo France, muy sabiamente, advierte, a menudo se ha comprobado ello cientficamente, que "el nio sabe muy bien que no se halla en la vida real esas encantadoras apariciones" y que a veces puede ser ms peligroso para la propia realidad esa "ciencia recreativa que lo engaa. . . falsamente prctica que no habla ni a la inteligencia ni al sentimiento" .Ahora bien; tanto una verdadera literatura, como la que pretende serlo, tiene un cometido mltiple en cuanto a nuestra intencin educativa. Creo que este planteo implica una serie de problemas que nos llevarn a la ms exacta respuesta en cuanto a su eficacia. Por ejemplo: Lo que leyeron antes los nios es lo mismo que leen en la actualidad? Leen menos, tanto o ms? Busca el nio por s mismo la lectura o se le condiciona intencionadamente una determinada nutricin? Y todava cul es el fin que se persigue cuando se desea que el nio lea?Refirindose a la primera pregunta, no sabemos cunto de valedero alcanzarn nuestras respuestas. Hace muchos aos le un estudio de Lefvre a este respecto. En l se analizaba una encuesta hecha a los maestros sobre la cantidad y la calidad de la lectura de los nios en ese entonces. Era en 1910. La primera conclusin general demostr que los nios consagraban mucho menos tiempo a la lectura que antes. Desde entonces ac permanece invariable el problema? Creemos que no. No hablamos en base a estadsticas, pero los hechos parecen evidentes: multiplicacin de publicaciones y nuevos instrumentos creados para tal efecto. Los maestros franceses de entonces culpaban de esta nueva situacin al excesivo trabajo de los estudiantes por una parte y a las nuevas condiciones de la vida social, por otra. "En los medios pudientes, dice Lefbre comentador, la vida familiar ha sido muerta por los placeres, los deportes, los viajes, la necesidad de actuar y de exhibirse y el nio ha sido apresado por el torbellino. En los medios modestos de lucha por el pan cotidiano no les permite otra lectura que el diario de un franco" . Subsisten estas razones en la actualidad? Creemos que s y agudizadas por los nuevos instrumentos sociales de penetracin y mercantilismo, como el cine, la rado y la televisin, que facilitan el folletn mediante sus relatos cinematogrficos o los episodios radiales y televisivos. En cuanto a lo que lean en 1910, era ya muy distinto a las lecturas de aos atrs. En ese entonces primaban narraciones de aventuras, historias policiales y ya las revistas deportivas por sobre lo que podramos llamar "lo clsico" de la literatura infantil; en una palabra, "se nota dice progresos de un utilitarismo que carece de grandeza... Existe una regresin del idealismo y una especie de despoetizacin de la juventud" . En la actualidad no hemos podido localizar estadsticas ni otras observaciones que las nuestras, que proyecten luces sobre este asunto. Creemos que los nios leen ms, en general, porque las lecturas son ms accesibles a sus posibilidades. Pero en cuanto a la calidad, evidentemente ha disminuido; se ha rebajado el nivel de su literatura y en vez de lo clsico, ocupa su lugar lo que llamamos "lo cursi", sea ello de la clase que fuere: sentimental, policial, ecttera. La historieta que parece, desde algunos aos a esta parte, dominar el mercado infantil, es quien tiene la palabra en cuanto a su gusto literario. En 1938, de acuerdo con datos extrados para la publicidad, el noventa por ciento de la poblacin de todas las edades y clases sociales en Montevideo se alimentaba con literatura policial y de aventuras en primer trmino y sentimental en segundo. En cuanto al primer grupo, las colecciones Misterio, Wallace, Mister Reeder, Sexton Blake, y todava Arsenio Lupin, dominaban ampliamente el mercado. El segundo grupo estaba casi totalmente absorbido por las novelas "Delly". Eran tales producciones la "nueva sensibilidad" en este aspecto literario y una evidente continuacin de aquellas expresiones que iniciaron Conan Doyle (Sherlock Holmes), Ponson du Terrail (Rocambole) y las numerosas derivaciones posteriores: Nick Crter, Lupin, Bffalo Bill, en lo policial y Carolina Invernizio, Carlota Braeme, etc., en lo sentimental. En los momentos actuales esta masa infantil devora las historietas de los PifPaf, Tit-Bits, Billiken, Fenmeno, Patoruz, Historietas, El Tony, Gorrin, Ratapln, Figuritas y otros.Toda esta literatura de la masa, que no es desde luego considerada como literatura infantil, pero que no podemos abstraer, es producto sin duda de una nueva concepcin social, de nuevas relaciones humanas, en donde los personajes: ladrn, polica, gngster, etc., han adquirido un relieve determinado debido al desarrollo de un clima que les ha sido propicio, el mundo del capitalismo: las finanzas, la bolsa, las industrias, el comercio; el ansia de dinero y el afn de enriquecerse "de golpe" de los individuos; las luchas y competencias en el mercado productivo y en el trfico mercantil. Se puede observar, as, que no es porque s que al picaro, personaje de fines de siglo xv, en las dos ltimas centurias, han sucedido estos nuevos tipos: bribones, asesinos, ladrones y agentes de polica criminal. Hay un acondicionamiento, una seleccin casi impalpable, que se opera en el gusto de la masa mediante estos preparados sociales y las razones nuevas de su existencia. La necesidad de esta literatura es, pues, una consecuencia de determinadas condiciones que no se pueden escamotear de su realidad. Cuando Ponson du Terrail dio muerte a su famoso hroe Rocambole, alimento ya de un mundo entero, habitantes de Pars organizaron una imponente manifestacin para exigir de Terrail la continuacin de la novela. Por cuya razn, Terrail, cuyo xito no haba sido superado por ningn otro, an, resucit moral y fsicamente a su personaje en una serie de nuevos volmenes. Se admiraba la habilidad de los ladrones, la astucia de los asesinos, con el mismo encanto que se admiraba la perspicacia de los policas. Cuando todo este mundo de bandidaje y tropela econmica adquiri una amplitud heroica e imponente en las bolsas, en los parlamentos y en la prensa, el bribn fue cediendo su puesto, como hroe de la novela popular, al polica capaz de descubrir crmenes misteriosos muy complicados... aunque imaginarios. Tampoco sucede por casualidad que Sherlock Holmes y Nick Crter, los dos ms interesantes casos con que se inicia esta poca para una literatura que iba a ser dedicada, en gran parte a la infancia, aparezcan en Inglaterra antes que en ningn otro pas. Ni ello es producto de una leca fantasa. "La imaginacin crea lo que la realidad le inspira y no es la fantasa sin razn, aislada de la vida, sino causas absolutamente reales..." Pero cul es el encanto de todo este "cursi" literario que los adultos lo usan "para descansar" y los nios "para divertirse"? De ello trataremos en el captulo correspondiente.Y por ltimo cul es el fin que perseguimos en el nio con esta materia? El de instruirlo, educarlo y divertirlo, cuando no las tres cosas a la vez. Las obras literarias puramente instructivas le disgustan; suelen ser rechazadas y difcilmente cumplen su fin; cuando ello sucede es bajo una tenaz presin. Los libros educativos tambin suelen llevarnos fcilmente al equvoco porque los nios perciben de inmediato, anota Cousinet, que las historias contadas en estos libros no tienen ningn aire de realidad y que quienes las recomiendan se guardan muy bien de no leerlas nunca, porque ellas son fabricadas especialmente para "educarlos". Cules son, entonces, las lecturas verdaderamente provechosas para los nios? Sin duda las de distraccin y placer y aunque las anteriores se conserven para la preparacin de los nios, a las ltimas es necesario darles un lugar importante porque son las que verdaderamente responden a las necesidades del nio, y ejercen, o pueden ejercer, una influncia muy feliz en el desarrollo de su psiqueAparte de estos problemas generales que entraa la funcin de la literatura infantil, ella de por s es la reveladora en el nio de intereses adormecidos que esperan esa especie de varita mgica para despertar aspectos de la experiencia que est viviendo; acta sobre aquellos poderes del intelecto, como la imaginacin o sus sentidos estticos, que necesitan el empuje de corrientes exteriores para adquirir todo el desenvolvimiento en su evolucin psquica. A este trabajo, que se denomina "educacin de la sensibilidad" y que es tan esencial en la vida del nio, debe agregarse el propsito nato de la asignatura que explica Torner: llevarle a distinguir lo valioso de lo que no lo es y hacerle gustar de lo primero, es decir, educar el sentido apreciativo de la belleza que encierra una palabra o una imagen determinada en funcin de su concepto.Adems de esto, de la adaptacin que debe realizar en su gusto, la literatura, que no es ni puede ser su nico objetivo desde luego, es necesario proponerse con ella, a la vez que ofrecer un alimento sano a la imaginacin del nio, iniciarlo en el conocimiento de la realidad, como fundamentan en su propsito diversos autores. Con lo cual y trayendo de este modo, poco a poco, al nio "del pas de la quimera y del ensueo, le aproximaremos a la vida sin perturbar por eso en manera alguna la serenidad de sus diez o quince aos". De ah mismo el fundamento de su cometido tan determinantemente directo como es el suyo y para lo cual ha de reunir una serie de condiciones que hemos comentado en el captulo anterior.Y agregese a todas estas funciones an la de identificacin, por el goce, que toda lectura que pretenda ser provechosa, debe alcanzar en el alma del nio, ms all de todo simplismo expresivo o puro retrato fsico de una modalidad de ser y de sentir que el nio siempre est luchando por trascender. Muchos escritores creen que simplemente con ajustarse a determinadas prescripciones psicolgicas no siempre las ms veraces ni las ms fundamentales, pueden alcanzar la jerarqua de productores literarios para el gusto infantil, olvidando en ese su material fcilmente agotable la observacin que hacemos. Nada ms errneo. El nio, por el propio sentido de la evolucin de su experiencia cognoscitiva, necesita ir trascendiendo de s mismo y de sus anteriores retratos, paso a paso, a un progreso que nunca es final y que se caracteriza por la obstinacin insatisfecha de su bsqueda, y por la alegra de su victoria frente a cada nuevo obstculo que es el que, precisamente, ms favorece ese crecimiento intelectual. Solamente las literaturas infantiles que entiendan esta lucha del nio, intencionadamente o sin proponrselo, alcanzarn el xito que pretenden como instrumento de cultura, adems de instrumento de diversin.4. CONCEPTO Y ALCANCE DE UNA LITERATURA PENETRABLECuando nos referimos a literaturas que no son esencialmente dirigidas al intelecto del nio y que igualmente le interesan a veces le importan ms que las otras, la "a su medida", es porque no dejamos de tener en cuenta un aspecto que conceptuamos muy importante en las leyes del aprendizaje, y no siempre recordado: me refiero a la ley de penetrabilidad, que Carlos Vaz Ferreira ha estudiado junto con la de escalonamiento en sus Dos ideas directrices pedaggicas, encaminadas a combatir una tendencia que estuvo muy en boga en los primeros veinte aos de este siglo, el infantilismo pedaggico.En el proceso del conocer, ya sea regularmente desde un punto de vista psicopedaggico, o ms all de toda direccin determinada, estos dos procedimientos didcticos se nos presentan a menudo a la eleccin. No siempre tenemos una regla fija para usarlos. Tampoco una disciplina para darle prioridad a uno sobre otro. Tan pronto usamos la penetrabilidad como el escalonamiento. Si bien el escalonamiento nos proporciona una sistematizacin tan lgica que a veces su facilidad acaba por quitarnos todo impulso de realizar, la penetrabilidad nos ofrece la posibilidad de medir tanto nuestro esfuerzo como nuestras capacidades adquisitivas. Por otra parte, todo conocimiento que nos resulte de sencilla captacin, fcilmente agotable a nuestro esfuerzo o inters, acaba por aburrirnos. Todo lo contrario suceder con aqul, que a cada instante, nos revela una nueva faceta de su inters, nos incita hacia un dominio cada vez ms total de su contenido. En este aspecto literario, hemos visto que uno de los mayores emulativos en su gustacin es el de utilizar la penetrabilidad como procedimiento adquisitivo. Para muchos pedagogos y psiclogos este procedimiento es superior al anterior, criterio que ha defendido Vaz Ferreira ya que, para l, "la penetracin de lo parcialmente inteligible" es "la manifestacin del proceso educativo por excelencia en el perodo post-pedaggico, esto es, cuando el individuo ha dejado de ser enseado (sea personalmente, sea por medio de textos) por procedimientos ms o menos reglados, la penetracin de lo parcialmente inteligible es, otra vez, la manifestacin por excelencia del proceso mental" , cosa de la que no dudamos en absoluto. En consecuencia, para Vaz Ferreira, criterio que aceptamos, los libros penetrables tienen el fermento de inters del que carecen los textos, por lo cual su accin es permanente, contrariamente a la del texto que es momentnea. Un libro de literatura al servicio del nio as es como mejor se le estima, es un libro escolar, es decir, un instrumento ms de trabajo; pero un libro de mala literatura no pasa de ser un texto, como as lo diferencia Almendros, "una barrera puesta a la iniciativa del pensamiento infantil". Lo importante, entonces, es tener en cuenta que, si bien existe en alguna literatura no especficamente infantil, elementos "que no se hallan total y absolutamente en un momento dado, al alcance de quien debe sufrir su accin, como dice Vaz Ferreira, no importa una condenacin a aqullos, y, por consiguiente, no constituye por s sola la objecin dirimente o de exclusin", sino que "lejos de ser eliminada totalmente esta materia parcialmente inteligible, destinada a ser penetrada, constituye el fermento vivo y estimulante de la educacin en su forma ms eficaz naturalmente, bien seleccionada y en conveniente proporcin" .En nombre de estos principios comprobados o sobreentendidos, numerosos pedagogos, desde muchos aos atrs, no han dudado en recomendar para los nios el alimento de las grandes obras: Dante, Cervantes, Shakespeare, Goethe, etc., que, por ser la ms alta poesa, son el conocimiento total. Todas ellas obras que por mucho tiempo fueron vedadas a los nios, en nombre de la dificultad de sus expresiones para la captacin y mejor provecho de su contenido. Con ms frecuencia de la que se cree, anota una educadora espaola, los nios nacidos en un ambiente culto hllanse muy pronto familiarizados con estos maestros, prueba que las encuentran atractivas y comprensibles. Ellos toman de sus lecturas, "lo que les conviene y es afn a su naturaleza, para asimilrselo segn sus fuerzas y el alcance de su inteligencia, igual que les ocurre a las personas mayores. Interpretan los hechos a sus modos; describen puntos de vista peculiares, prescindiendo de lo que supera su capacidad o no encaja en su esfera espiritual y todo esto con facilidad maravillosa... Son as los mejores adaptadores que pudiera soarse pues dejando la obra en su primitiva y hermosa integridad, saben acomodarla a sus necesidades" .Lo aconsejable pedaggicamente, en este sentido, es no prohibir a los nios ninguna lectura que suponga un esfuerzo mayor al casi inconsciente que realiza el nio en la lectura corriente. Ratificado en el criterio precedente que vimos, Vaz Ferreira aconseja, si bien no substituir los textos, que siempre son tiles porque resumen y ofrecen una visin general de los asuntos, complementarlos siempre con libros penetrables. Pero, en ningn caso, prohibir lecturas por las cuales los nios sientan inters, por crerselas demasiado elevadas a su entendimiento, pues con tal actitud se crea un muro a la posibilidad de que el nio trascienda ms rpidamente sus etapas, y si esto del tiempo no fuera el inters, diramos entonces, con "mayor profundidad". El deseo de alcanzar su superacin en la autoeducacin que realiza la ms provechosa, es lo que le incita precisamente a usar medios superiores a su propia mentalidad. Es un juego intelectual de capacitacin que se manifiesta obsesionantemente en el nio. No hay ningn peligro, y hasta es contrario a la propia teora del esfuerzo, entonces, el prohibirles ese camino en nombre de cualquier riguroso escalonamiento prescripto.La peptonizacin, tal como ha sido entendida por gran parte de la educacin moderna, en muchos aspectos suele ser un grave perjuicio para la educacin por la restriccin que supone a su esfuerzo. Es necesario evitar, y muy especialmente en esta materia, en donde por lo general priva la tendencia del "aoar" al nio, que ste quede inhibido para ampliar sus horizontes mediante su procedimiento de penetracin. Una literatura que no deje ininteligible cierta zona de su desarrollo a la mente del nio pierde, en gran parte, su eficacia como emuladora, de la misma manera que toda literatura que repita su simplismo agotable al examen inmediato que se efecte en ella, acaba por hacer artificiales las formas con las que se propone justamente crear valores perdurables.De esto se deduce que existe una literatura que es totalmente absorbida por el nio, y otra en la que l solamente penetra. Si la primera presenta como ventaja la de adaptarse totalmente a su comprensin y la desventaja de cristalizarse por su repeticin, que se sistematiza en elementos idnticos, la segunda, que exige mayor esfuerzo para su entendimiento, rompe esa limitacin de lo totalmente conocido y lo transporta a mundos de ms alto esfuerzo mental y sensitivo, agregando nuevos aspectos de un conocimiento, satisfaciendo ms ampliamente su experiencia, y, sobre todo, respondiendo ms exactamente a su cometido: ampliar su campo imaginativo y la multiplicacin de sus imgenes. Si hay una literatura que verdaderamente lleve un contenido cultural ha de ser esta penetrable. Le importar vivamente porque lo sobrepasar de s mismo. Porque no detiene, como una barrera, en ningn instante, su evolucin mental, el juego de su pensamiento, y porque le asegura siempre un mnimo de nuevos conocimientos o goces que presiente. Y como lo importante es que la literatura cumpla su funcin y no trabe su desarrollo mental o sensible en ningn momento, toda literatura, pues, debe estar puesta al alcance de su inters "en su totalidad?, fragmentariamente?", ya se ver-porque lo importante no est ni en la obra ni en el nio por separado, como opinan Medina Bravo y Ramos, sino, justamente, en la posibilidad de adecuacin entre ambos .5. PRINCIPALES CARACTERES QUE DISTINGUEN UNA LITERATURA INFANTILSi como afirmamos en captulos anteriores hay literaturas que nunca tuvieron intencin de interesar a los nios y no obstante les interesan, como hay otras que se esfuerzan por hacerlo sin conseguirlo, es porque en ambos casos tratan de traducir determinados conceptos, valores o situaciones que se buscan en la lectura, y de moverse mediante elementos que la singularizan en sus relaciones con la psique infantil. Y eso mismo sin que ningn estudio cientfico las condicione a la funcin que se proponen.Es importante, pues, saber concretamente cules son las razones por las que los nios sienten placer por ciertoslibros, y cules los motivos de esos placeres, como muy correctamente se plantea Cousinet al tratar de explicar el influjo que sobre su desenvolvimiento intelectual tienen libros que nosotros tratamos de prohibirles, y que no lo consiguen aqullos que les elegimos y que los nios hojean sin alegra alguna. Es evidente que los nios leen naturalmente lo que les gusta, porque existe algo de comn entre su gusto y la obra que leen. En un anlisis sobre sus preferencias se ha encontrado dos elementos comunes a todas estas narraciones: "ellas nos muestran, dice Cousinet, el desarrollo de una actividad feliz y fcil", que traduce perfectamente lo que el lector busca, la pintura de una vida "en donde el esfuerzo est coronado por el xito", o completando: "la novela debe terminar bien, y los hechos, los ms imprevistos, deben sucederse para variar la vida de los hroes y para salvarlos en el momento que ellos van a perecer o sucumbir en la desgracia" .Ahora bien, parecera que descubriendo el principio de este inters que ata a los nios a las lecturas muy diversas, y habiendo extrado el elemento comn, ya quedara suficientemente aclarada esta respuesta que tales libros dan al alma del nio. Sin embargo, en opinin del autor aludido, es preciso ir ms lejos y buscar las razones de esta ligadura. "Por qu los nios sienten placer con este espectculo de una actividad libre y feliz? Por qu se atan de prisa a la contemplacin de esta vida cambiante, parecida a la de los sueos, en donde los hechos se suceden como las olas del ro sin que una voluntad creadora tenga necesidad de hacerlos nacer? Por qu ellos son, en este punto, arrebatados por historias que parecen a las personas mayores y a los espritus cultivados, insignificantes y enojosas, precisamente porque es nula la parte de accin propia del hombre, porque la accin voluntaria no se hace sentir? Por qu no amarn ellos lo que se les cuenta de vidas semejantes a las suyas, vidas hechas de alegras y tristezas entremezcladas, donde es necesario trabajar, esforzarse, obedecer y en donde no se es libre?"

Todas estas razones que tan bien plantea el pedagogo francs desde un punto de vista psicolgico, aunque sin perder las razones de otro carcter que exponemos tambin en el captulo anterior relativas a quienes crean o fomentan esta funcin de la lectura, se aclaran mejor aun cuando se entiende la caracterstica de los pueblos primitivos y que empieza por ser la de "un caos indiferenciado". Poco a poco, el uso de los sentidos le hace distinguir algunas percepciones y rpidamente forma una primera organizacin mental, "organizacin mental sta que l se ve obligado a destruirla y reformarla a cada momento para introducir nuevas imgenes", explica Cousinet, que agrega: "Este trabajo le resulta en seguida muy penoso y cuando el conjunto de imgenes que forman el contenido del espritu ha resultado demasiado mltiple, demasiado compacto tanto que requiere un esfuerzo muy considerable recorrerlas, ya no se agregan ms imgenes nuevas que previamente han sido reformadas para entrar en esta organizacin. La percepcin analgica y confusa se convierte entonces, para l, en un arte. El mundo en el cual vivimos no es el mismo que l conoce. Los objetos no son los mismos, sino algo de ellos mismos y de cualquier otra cosa. La mueca es una mueca y tambin tina pequea nia, la silla es una silla y tambin un coche, un vagn de ferrocarril y un vapor; el bastn es tambin un bastn y un caballo, el propio cuerpo de un cuerpo humano y en ocasiones tambin el cuerpo de una bestia. La pretendida imaginacin que el nio desliza en sus juegos, no es ms que una confusin fcilmente observable, es la imposibilidad de descubrir entre las diferentes percepciones sus desemejanzas y tambin sus contradicciones que nos impiden confundirlos, es esa ignorancia todava del principio de identidad... En este mundo es tambin donde se mueven los hroes cuyas historias gusta de leer. Ms abajo an de este plano, en la escala de los cuentos de hadas para los pequeitos, las cosas no son de todo punto reales ni indiferenciales. Una calabaza es una carroza, un ogro es un len o un ratn, una rata es un lacayo. Ulises es un joven o un viejo, Minerva es una diosa y es mortal, Proteo es todo lo que el nio quiere, un gato habla como un hombre, botas mgicas se adaptan a todos los pies. Es una transformacin perpetua. Nada es sino lo que parece ser y las cosas sin fin y los seres pasan de un estado a otro, sin que uno pueda asirse de nada, sin que nada parezca estable, inmvil, en este mundo irreal hecho de luz y de sombra. Despus que el nio crece, las percepciones se precisan, el mundo se inmoviliza, aparece la estabilidad y la diferenciacin. Pero justamente porque el mundo est detenido en formas diversas, no es real, no opone todava resistencia a la actividad libre y triunfante del hroe. El cerebro rueda sin que nadie lo detenga. La bala vuela, las rodillas se desplazan libremente en las carreras, no hay obstculos ni peligro. Los gigantes huyen o mueren, los monstruos ceden; el viajero contina sin ser detenida su exploracin; los audaces aventureros atraviesan los ocanos, surcan el aire, descienden al centro de la tierra o suben hasta la luna. El triunfo es seguro. El mundo no resiste, no es ms que la materia de nuestro sueo. Demos un paso ms todava. El nio conoce mejor el mundo, sabe la duracin y la manera como l se opone a nuestro sueo, su solidez con la cual chocamos. No importa: la astucia, las invenciones cientficas, el poder del dinero, la ayuda de las sociedades ocultas y poderosas socorrern a los hroes. La fortuna de un Matas Sandorf lo convierte en el amo del mundo; un destino feliz conduce a Sherlock Holmes al xito; los fenianos innumerables rodean a Rocambole y le dan un podero invencible. . ."

Y as, de este modo, gradualmente, vemos persistir una caracterstica que resume las preferencias del nio en relacin con su concepcin del mundo. A medida que su concepcin se va tornando ms intelectual, le resultar ms difcil la eleccin de su literatura. Pero siempre persistirn estas dos estructuras que se desenvolvern paralelamente: la visin de un mundo que no es nunca resistente a una actividad feliz, libre y ayudada por la suerte para el incuestionable triunfo final.Esto en cuanto al concepto general de su identidad con la nutricin. Ahora bien: cuando tratamos en el primer captulo sobre la existencia o inexistencia de una literatura infantil, reafirmando un concepto de France, dijimos que el ms bello libro del mundo no conseguir interesar a un nio si expresa sus ideas de una manera abstracta, siempre ser necesario para avivar su inters y conseguir su propsito que intervengan otros elementos en el desarrollo de sus ideas Cules son ellos? Antes que ningn otro, sin duda el carcter imaginativo que posean ya sea en mayor o menor grado; traducidos en mitos o apariciones de la antigedad o en los monstruos o realidades de la edad moderna; expuesto en cualquier forma expresiva que sea: leyenda, cuento, fbula, historietas, etc., descripto con belleza potica o en forma ms o menos realista y descarnado de toda lisonja idiomtica; dicho en largas tiradas subjetivas o en pocas y simples expresiones que completan su expresividad con dibujos o ilustraciones que ms que dicen, sugieren. Esa calidad imaginativa es, en primer trmino, la que ha de afirmar el mximo inters de la expresin para el nio. Vida ms imaginativa que real como veremos en el captulo en que estudiemos su imaginacin, la de todas sus primeras etapas, su tiempo de invencin para suplir lo que ignora en relacin con la distancia que va del raciocinio a la comprobacin experimental, es tan fundamental como el movimiento interior de sus relaciones cognoscitivas. Su mundo interior, que se va forjando de contradicciones para su mentalidad, con su multiplicacin de imgenes, colaborar en el conocimiento que ha de ir necesitando. Y "este movimiento interior de los nios, sobre todo a cierta edad, anota la educadora inglesa Mac Millan, consiste en una constante produccin y desfile de imgenes que se proyectan al exterior, pero que forman un mundo hacia el cual se retira el soador como un refugio contra la cruda realidad. .

He visto muchos nios que se deciden a leer una obra simplemente porque tiene "un argumento fantstico", como leo en un cuaderno de un nio de trece aos. Otros porque "el pas de los gnomos es maravilloso e irreal" como opina un nio de diez aos, a raz del libro El mundo de los gnomos de Selma Lagerlf; o porque es "un cuento muy fantstico" La tempestad de Shakespeare (doce aos), y as sucesivamente. Los nios de menos edad, sobre este punto son, como se sabe, todava ms concretos y radicales en cuanto a este aspecto, ya que ellos viven en medio de una realidad que es fantstica como la propia fantasa de los cuentos. "No olvidemos jams, agrega la educadora aludida, que el nio vive su vida interior, centro para l de toda relacin con el exterior a despecho de cualquier actitud nuestra que pueda contrariar aquella vida" , a despecho de toda cultura sin drama ni invencin, agregamos, que pretenda prevalecer sobre sus invenciones y dramas interiores; a despecho de toda intencin, ms o menos falsa, con que tratemos de eludir sus etapas de desarrollo interior para precipitar su aprendizaje.Toda exploracin en ese drama de proyectarse, tiene en el nio carcter de drama interno que nunca se termina y que puede ser reproducido en cualquier momento, como as piensa Margarita Mac Millan. El dramatismo, de este modo, es el segundo rasgo esencial de esa literatura infantil, dramatismo que refleja el suyo, o que trata de hacerlo, el suyo ideal y absurdo, la ms de las veces, realista y desnudo en otros, pero siempre importante para centrar toda la atencin del nio y obligar una conjuncin de sus imgenes interiores a su alrededor. Ello sucede en su esperanza de que en este drama que estn viviendo sus sentidos, se podrn repetir los movimientos interiores que hacen el suyo, entonces. El propio Perrault destaca la alegra o la afliccin de los nios mientras se desarrollaban las escenas de su narracin, al igual que lo hace Schmid, como vimos.Al preguntar a una nia, ya casi adolescente, y en cuya vida me pareca que esta fantasa dramtica ya no tena lugar, por qu le interesaba un cuento inverosmil, me contest que "porque quisiera que ese mundo y esos personajes (liebres voladoras, etc.) fueran as...". Cada vez que averiguaba, en experiencias realizadas en tal sentido por el personaje conocido que el nio quisiera ser, siempre se me contest que aquel que representa el drama. As, una nia lectora de biografas, se decide siempre por el biografiado: por Leonardo da Vinci, "porque fue uno de los hombres ms sabios de su tiempo y realiz muchas cosas que he ledo"; por Washington, "porque desde joven le agrad la carrera militar y pudo lograr independizar a su pas de los ingleses"; "es seguro que yo quisiera ser Jaime I, agrega en otro juicio, porque fue como Julio Csar clebre por su audacia y valenta". Otra nia, despus de la lectura de La cabana del to Tom, prefiere ser el to Tom "porque fue muy desgraciado, porque sufri, porque fue bueno y bondadoso con todos sus amos"; en una palabra, porque fue el que centr el drama entero, el que realiz la mayor suma de trabajo dentro de la novela, porque el to Tom fue el drama mismo. Una nia que haba ledo El Prncipe Veliz, de Oscar Wilde, prefera ser la golondrinita a todos los dems personajes, incluso al propio Prncipe Feliz, porque "se qued con el Prncipe en vez de irse con sus compaeras ... y muri con l", ejemplo una vez ms reafirmatorio, ya que si se recuerda bien, es la pequea golondrina quien centra el trabajo del cuento y resume el drama. Esta misma nia, al contestar sobre la parte que ms le haba interesado en ese cuento, describa aqulla en la que hacen fundir la estatua del Prncipe sin que el fuego pudiera consumir su corazn el que fue arrojado a la basura junto con el cadver de la golondrina, pero que haban de ir luego al paraso. Todava un ejemplo ms: otra nia prefiere, en una obra de Julio Verne, ser Dick Sand "no para llevar el nombre de un Capitn de quince aos, sino porque Dick era valiente, nunca se dej vencer por los peligros, realiz todos los grandes trabajos y supo llevar hasta el final el buen nombre con que le apod la seora Weldon". Todos estos ejemplos, que podramos multiplicarlos, nos ensean cunto el drama importa al nio como traductor de sus movimientos interiores y cunto en l, el nio se siente vivir. Invencin y drama son, pues, los dos pilares esenciales de toda la literatura que sirve a los intereses del nio y esto en cualquier edad que sea.Uniendo estos dos elementos de dicha literatura, la tcnica del desarrollo y el lenguaje completan los ms fundamentales caracteres de la misma, es decir, la manera cmo se presenta la invencin y el instrumento con el cual se desarrolla el drama. En la tcnica nos es dado admirar la manera cmo el autor despliega el argumento del hecho ante la avidez del lector, esa avidez que segn la Montessori es lo que confunde y hace creer en la imaginacin infantil, y mediante la cual todo lo realiza porque "sus juveniles fuerzas estn deseosas de ejercicio y de crecimiento", y desenvuelve la trama de su invencin dramatizada que, generalmente, es sencilla y concreta. En la tcnica apreciamos la sobriedad con que el autor distribuye los detalles imprescindibles, ilusorios o reales, pero que no dejan lugar a dudas ni crean confusiones en cuanto al desarrollo del asunto; la manera como se va pre-anunciando las escenas que han de sucederse; la intervencin y caractersticas de los personajes; las descripciones, apenas sombreadas o, por el contrario, muy detalladas, de las escenas en donde actan los personajes y se desarrolla el hecho, todos estos detalles que estudiaremos minuciosamente en sus captulos correspondientes. Y luego el lenguaje que se emplea, que es de importancia absoluta para la gustacin de la obra y resume en cierto modo la habilidad del creador.Es muy general el encontrarse en las documentaciones infantiles que se relacionan con sus preferencias literarias, el dato de "cmo est escrita" la obra, en una palabra, sobre el lenguaje que emplea el autor. "Me gust porque est escrita muy agradable y sencillamente" es ms que una calificacin del asunto, lo sustantivo en cuanto a esa necesidad de un idioma preciso, sencillo y puro. Y aqu nuevamente, lo del principio: no significa esto que para ser sencillo el lenguaje haya que trivializarse, no. Cuanto ms depurada sea la expresin, ms sencilla pero bella la entonacin del lenguaje, ms gustar y atraer al nio a su lectura. En gran parte de este aspecto radica el secreto de la atraccin del nio por las grandes obras de la literatura. Cuando pregunt cierta vez a una nia por qu su devocin por la escritora sueca, Lagherlof, me contest: "Porque sus obras estn escritas de un modo tan sencillo, pero tan bello que hasta el ms pequeo podra comprender todo lo que dice la escritora", cosa que hasta entonces no me haba parecido. En ningn momento su lenguaje es trivial, bien por el contrario es elevado, levemente potico y muy cuidado en cuanto a su originalidad idiomtica.Estos cuatro elementos son, sin duda alguna, la base de sustentacin de esa literatura cuya denominacin infantil aceptamos. Ser capaz de combinarlos en una forma artstica y sabia para realizar, a medida que el nio la lee, la integracin de su propia personalidad es, justamente, lo difcil. Esto se alcanza creo que la mayor parte de las veces sin proponrselo mediante las condiciones personales del narrador.6. EL PROBLEMA DE LA MORAL EN LA LITERATURATiene o debe tener la moral alguna intervencin en la literatura infantil? Cul es la medida de su intervencin? No nos cabe duda de que en cualquier clase de conocimientos que se trate de trasmitir al nio quirase o no el valor de la moral ha de estar siempre presente. Por momentos la moral hasta se nos parece mucho a esa hada vieja, la aguafiestas que los reyes olvidaron invitar para el bautizo de la Bella Durmiente y que, a ltimo momento, entra despechada a imponer su regalo, como nos recuerda Barine. Y as se la ve aliarse con todas las dems disciplinas, y por momentos, casi a ltimo instante. Muchos autores se han preguntado: es que en verdad la moral tiene algo que hacer en compaa de la literatura? Conocido es el concepto de Goethe en su reconocimiento: "Guardmosnos de educarnos en lo que es exclusivamente puro y moral" . Para los especuladores de la educacin, esos para quienes todo debe llevarnos a un fin utilitario inmediato y para quienes es difcil concebir un goce como emulador de utilidades, a largo plazo.. . para sos, la moral debe estar siempre presente y en primera fila. Toda lectura, antes de pasar a las manos del nio, debe ser enjuiciada y del examen moral que se desprenda debe depender que el nio la utilice o no. De este modo, no es saber lo que debe o no leer el nio, lo que ms les importa, sino si es o no moral lo que lee o deja de leer; si responde o no a los intereses y necesidades de una determinada poca. En ese sentido las recomendaciones son corrientes: "los padres deben leer previamente los cuentos que dan a leer a sus hijos. Si no lo hacen revelan una negligencia imperdonable". Es que pensamos que esta actitud es mala? Ciertamente que no, aunque la juzgamos absolutamente impracticable por muchas razones que se desprendern a travs de la lectura de este capitulito.Nos preocupa, para tranquilidad del espritu de los que no fcilmente se dejan influir por la crtica oficiosa, nosiempre cientfica en el buen sentido de la palabra, aunque tal vez siempre honrada, realizar nuestro anlisis de este problema un poco ms concretamente recogiendo la crtica general en tal sentido. He ledo en determinados libros en el de Germn Berdiales, de la Argentina, y en el de Antoniorrobles en Mxico, ambos escritores de "literatura infantil" que no s si han tenido ya todo el xito que esperan de sus buenas intenciones para con los nios, duras crticas contra la literatura tenida por "clsica", esa que desde hace muchos aos sigue nutriendo la imaginacin de los nios del mundo. "Raya en lo inconcebible dicen, que se pongan en manos de criaturas cuentos como Piel de asno, un rey que enviuda y se quiere casar con su propia hija; Barba Azul, cuya sptima esposa descubre los cadveres ensangrentados de las seis anteriores; Caperucita Roja, lo espantoso de un lobo que devora a una anciana y a su nieta. Blancanieves, una reina envidiosa de su hijastra que ordena asesinar a sta y que le traigan las entraas..." .Sin duda que tomados as, de sorpresa, estos datos terrorficos, funebreros, desgajados de la totalidad del cuento, son capaces de aterrorizar a cualquiera por sus tan precisas observaciones. Y, entonces, antes que nada nos preguntamos de tales cuentos a travs de tantos siglos, el espanto que cmo es que no se ha advertido por los cientos de crticos esto significa para los nios? Semejante literatura "son cuentos para nios o cuentos para fomentar asesinos o malvados?", se preguntan los crticos aludidos. De acuerdo con el xito que han tenido estos cuentos durante tantos siglos, tendramos que pensar lgicamente que no quedara en el mundo casi nadie que no fuera asesino o malvado, si aceptamos que todos hemos gustado y regustado de esta literatura en nuestra ms tierna edad... y parece que tales cuentos no han podido imponer su tica "perversa", por lo menos en lo que respecta a nuestras experiencias personales. Por el contrario, como Rod "que en la dichosa edad de los albores am a Perrault...que pas por Lamartine, por Hugo, por Cervantes, por no decir por toda la cultura que busca en Balzac "sensacin ms ruda", como dice en su celebrado soneto, volvemos a Perrault, nos concentramos y remos.No sera difcil que algunos hasta hubieran intentado descubrir en estos cuentos el origen de alguna teora poltica actual caracterizada por su barbarie... pero se da el caso de que en el pas de tal poltica es en donde ellos han tenido un concepto distinto, precisamente. No es, adems, un desmentido rotundo el peligro de tal influencia en las mentes juveniles, la jerarqua humana de las generaciones danesas ejemplo siempre a flor de labio del mundo civilizado, que se han nutrido de Andersen a quien se le acusa de las terribles pginas de Nicolasn y Nicolastn? Es que Dinamarca, ese gran pas, tiene algn pavoroso ndice de malvados o asesinos, porque sus nios hayan ledo esas viejas leyendas recogidas por Andersen y que se nos pretende exagerar hasta el espanto? Qu de "perverso" o peligroso, puede tener el hecho de que Andersen viviera en un clima de fantasa y le creyera real en su vida, si ello no es ms que consecuencia natural de su psique con lo cual obtena sus maravillosos cuentos?Hablando especficamente de la moral de esos cuentos se dice, por ejemplo que en Al Baba, la suerte de Casim depende de la muerte de su mujer que le deja una cuantiosa herencia, por cuya razn, adquiri su importancia, y "que un nio no debe pensar que para ser importante es necesario que se le muera a uno un pariente con una tienda surtida, ni con una tienda, ni con una vaca, ni con acciones en una mina".Aparte de lo balad de la deduccin que puede realizar el nio puede contradecirnos la realidad de que ello no sucede? Lo importante de tales cuentos es que la moral que se desprende de su desarrollo es la de su tiempo, que a veces, como este caso, es tan clara, aun para el mismo ignorante, y tan profundamente lgica lgica si no humana. . . en estas sociedades, que a cinco o diez siglos de su origen sigue siendo una irrebatible actualidad. 'No debe pensar" (el nio), se dice, pero la realidad en su torno le muestra que es as cmo sucede. Aceptamos que resulta a veces horrible para determinadas mentalidades adultas muy sensibles el verosmil descuartizamiento que se lee en Al Baba y que el nio jams lo cree. Los crticos se aterrorizan de ellos (no s si se aterrorizan de la misma manera de los cientos de brbaros crmenes que suceden por lo menos en las columnas de los peridicos) y creemos que honradamente. Sabemos bien quin es y cul es la preocupacin de algunos que se horrorizan, por ejemplo del noble creador de Botn Rompetacones y Azulina, al que hemos venido comentando, Antoniorrobles se ha preocupado por crear para el nio un mundo que, como en el de San Francisco de Ass, todas las cosas deban y puedan ser hermanas: "Hermanas tijeras, hermano aeroplano, hermano Alcalde, hermana lagartija, hermana llave..." Todos hermanos! Pero en este su tan noble servicio al nio es posible ver, como es el propsito de su literatura, "que todas las cosas son buenas y amables en la vida"? No es esta actitud justamente lo falso y contradictorio?Se aterroriza Antoniorrobles, por ejemplo, de que el lobo haya comido a Caperucita, cosa que l no cree cierta. Tampoco lo creen los nios. Pero si hubiera sido cierto es que no hay lobos que sigan comiendo caperucitas, en la actualidad? Alguien es capaz de desmentir el mito popular no tan mito, pues. . . que recogi honradamente Perrault respetando la verdad dicha por el pueblo? Bien, suprimamos a Caperucita, cuento insuperablemente bien escrito, obra maestra que ha vencido a los siglos y a todos los malos escritores de literatura infantil que le han salido al paso. Dejaremos al nio en manos de la falsa composicin, mal escrita por todos los costados, aunque muy llena de buena intencin, o" de las columnas de los peridicos con su manjar diario de crmenes cnicos, de notas verdaderamente pornogrficas o desembozadamente cursis? Est visto que no ha sido tan "peligrosa" la influencia de Caperucita en el tiempo... que tampoco se propone convencer a nadie con determinado ejemplo moral. . . Mucho ms peligroso es la otra literatura, la falsa versin, sa en la que no se la quiere comer, pero que en verdad se la come.En cuanto a otros cuentos: qu mal existe si es que no se quiere intencionalmente escamotear la verdad de una situacin existente en que se note el contraste entre "reyes, bodas, princesas, carrozas y mantos... con los harapos, como as ha sido, ao tras ao, el cuento infantil"? . O es que justamente se pretende que eso no ocurra dentro de la experiencia moral que el nio realiza? No resulta de este modo criticable la crtica de quienes ven en Cenicienta un personaje que muestra la desigualdad de dos clases como sucede en la de Antoniorrobles? Claro est que se trataba de la moral de hace tres siglos, dice; pero el nio lee hoy y se inclina a pensar de este modo: "qu horror, lo que le hacan llorar y dnde le hacan dormir! igual que una criada!" Ahora bien, agrega, es oportuno que en el corazn del siglo veinte se tenga esa lnea divisoria entre unas mujeres y otras? . Pero es que no existe? Puede decir nadie que porque el fregar sea un oficio (que por mucho que se le quiera no se le puede amar), la fregona est equiparada (si no ha nacido para tal cosa como se supona hace tres siglos y que ahora parece aceptarlos el comentador) en un solo aspecto a quien paga para tal oficio?Nosotros, como es necesario comprender, no defendemos ni el crimen ni el vicio ni la maldad en la literatura infantil. Sabemos que gran parte de la vieja literatura que los tiempos alcanzan al nio, y que l no obstante prefiere a las dems, no fue escrita para l, precisamente. Tambin que esa literatura no traduce esa moral que se quiere imponer, sino una experiencia que han vivido tales sociedades, el reflejo de hechos y actitudes, que por tan humanas en su realidad, el tiempo no ha podido destruir. Por eso la desnudez con que ella se presenta a nuestro conocimiento no siempre puede resultar muy edificante para una psicologa en evolucin como es la infantil. Como el propio Antoniorrobles rechacemos, si no de plano, s en muchos pasajes o al menos de sus detalles, que no casan de ningn modo con la hora actual infantilista; al menos con la que nosotros tenemos por hora exacta, segn el meridiano que pasa por nuestro criterio de ternuri, de limpieza y solidaiidad" . Pero tambin sabemos que, ms all de toda gazmoera o prejuicio banal exagerando determinadas influencias, siempre lo desnudo tica y estticamente del cuento original, va a ser menos peligroso y le va a influir en menor escala, que el mal ropaje que slo trata de mostrar lo que se propone... de una literatura infantil compuesta falsamente para los nios. Es decir donde la pornografa y lo cursi (crmenes por cientos, noveiillas por miles, historietas por millones), presiona a toda hora y de todos modos (prensa, cine, radio, televisin; tierra, luz y aire) el alma del nio.Pero este problema moral no quedara perfectamente aclarado si no estableciramos antes qu es lo que debe leer ms que qu es lo que puede leer... el nio, cosa que para algunos autores, Ortega y Gasset por ejemplo, no debera ser ms que el corolario de la nocin de vida infantil o paisaje, ciertamente no utilitario sino deportivo, usando los trminos que ha vulgarizado Ortega y Gasset en su proposicin filosfica sobre ese asunto. Esto quiere decir, pues que el nio tiene un medio natural en el que se desarrolla y crea "un paisaje pueril" cuya caracterstica fundamental no son "los objetos reales", sino los "objetos deseables", y aunque un objeto deseable sea real, el nio lo preferir por lo primero. En este mundo el nio libra su mayor lucha a fin de desembarazarse de lo real y quedarse con lo deseable, esto es, "con las cosas segn deban ser" . Este criterio ya modifica fundamentalmente el sentido y la extensin de "lo moral". Pero continuemos un poco ms an el anlisis que realiza el pensador espaol. Y de dnde salen estos objetos deseables? O de la historia que fabrica nuestra mente en su afn de conocer la realidad del hecho o de la cosa, o de la leyenda que construya nuestra fantasa con los valores reales del objeto o hecho descompuesto, deformado, seleccionado a su gusto, contesta Ortega y Gasset. Historia o leyenda, de ah la doble reaccin que llega hasta nosotros. La leyenda puede ser incluso imperceptible pero no falta nunca y puede ser creada hasta de la propia ciencia. De tales elementos, cada cual tomar lo que ms se acerca a su temperamento, ya que existen individuos con mayor o menor capacidad para percibir lo uno o lo otro: o los hiperpoticos o los hipopoticos, segn su clasificacin, es decir, o se que advierte slo la realidad o el que "arranca al mundo su antifaz de realidades o descubre su otra faz deseable, el que es entonces muy semejante al nio, heroico creador de leyendas..."Por eso, todo lo que en torno suyo es como deba ser y lo que no es as, no lo ve, tanto que "los vicios mismos qu piensa pues de los conceptos inmorales, como se dice de Piel de asno..., etc.!, hasta la muerte y el crimen quedan purificados por su alquimia espiritual y le presentan slo su vertiente atractiva", como afirma Ortega redondeando su concepto con un ejemplo muy ilustrativo que a menudo lo hemos ratificado: "Mi hijo dice, que tiene una sensibilidad de caballerito de la Tabla Redonda, prefiere sin embargo entre sus juegos a aquel en que pueda hacer de ladrn. Y es que su alma slo deja pasar al ladrn real a aquellas cualidades de efectos deseables: la audacia, la serenidad, el afn de aventuras. Del mismo modo la muerte es para los nios una variacin del escondite: el hombre se ausenta para reaparecer en medio de la alegra general. Por eso, en los cuentos de hadas, la muerte slo puede ser la carrerilla que se toma para su resurreccin. .."

De este modo el sentido moral que nos proponemos con una lectura, cuando ello suceda, vara fundamentalmente si se le mira desde el ngulo de la concepcin infantil, que desde nuestro ngulo. Su moral no existe como precepto esttico y formal, sino que es de un orden activo, no contemplativo. Por eso la disciplina entiende que su misin debe tender siempre a la accin, precisamente. Educar un nio desde ese punto de vista no es slo y tanto ensearle sino mejor an darle la fuerza para cumplir su fin. "Hacer de esta educacin activa, una educacin por la palabra o por el libro o por la leccin, aade Cousinet, es llevar al nio, poco a poco, a creer que la moral es de las cosas que se dicen, no de las que se hacen" .Esta observacin del pedagogo francs tiene el siguiente corolario para el maestro, a fin de ponerlo en guardia contra esos "bellos anteojos morales", a travs de los cuales puedan ver las dems disciplinas muy bien adornadas. El inconveniente para la lectura, a ese respecto, y por qu no el peligro ms inminente de estos libros?, es que ellos les parecen irreales, irreal tambin la moral, no del dominio de la vida sino solamente de los libros. Y eso entraa un doble peligro que destaca Cousinet, porque, o bien "su falsedad disgusta a los nios inteligentes que al propio tiempo adquieren desprecio contra determinada moral: la moral de la piedad y de la sensiblera, o bien porque su dulzura inspida encanta a los pequeos y ellos adquieren el gusto de una calidad edulcorada y de una moralidad que se funda en amor al prjimo y en palabras piadosas". Y es el propio Cousinet quien nos proporciona el ejemplo de M. Lematre en su ensayo por reconstruir el efecto que debieron hacer sobre el Duque de Borgoa, las fbulas compuestas por su maestro Feneln. Cul fue el resultado el haber provocado reacciones realmente contrarias a las que se pretendan alcanzar, porque el nio prefiere gustar la gracia de las descripciones y dejar la moral a un lado "como una rebanada de pan que no tiene ms dulce".De esta misma manera es cmo los nios gustan de muchas lecturas de tendencia moral, como las fbulas en general. Casi nunca es la conseja final la que queda como experiencia del conocimiento en su alma, sino el simple hecho dramtico de la fbula, los vaivenes de la astucia para atacar o el ingenio para defenderse, y hasta lo doloroso del desenlace en muchos casos. Por otra parte, en las lecturas morales, especialmente en las fbulas, el nio no extrae otra cosa que lo que su propia experiencia le revela, experiencia que gira en torno de cosas deseables como vimos, no reales como se quieren; en torno de un mundo tal como deba ser y l lo entiende, y no tal como es y l no lo entiende. Adems, para evitar que el nio lea a escondidas las lecturas que prefiere y no llenar ese cometido moral que desea, nada mejor que seguir el proceso de un mundo, que es distinto del nuestro, y que tambin tiene su moral. En su mundo, las cosas y los hechos suceden sin esa individualidad que suceden en el nuestro, sin la resistencia que en el nuestro. En su mundo, la "actividad es singularmente fcil, puesto que nada la traba y esa misma actividad es siempre feliz y coronada de xito", lo que nunca puede ser un tan mal precedente moral, aunque la vida luego le demuestra que no es exactamente as como suceden las cosas en rigor. Porque si la adoracin al xito es uno de los mayores atractivos que el nio siente por la lectura, habra que preguntarse como el maestro francs, si "esta adoracin del xito no va a convertir en intil nuestra enseanza de la moral, de esta moral en la que todo paciente esfuerzo para vencerse a s mismo es resignacin y fuerza de soportar el sufrimiento y los descalabros". Sin duda que si eso sucediera, bien difcil sera la solucin del problema. Sabemos que el nio, de cualquier modo, igualmente satisfar sus apetitos: a nuestra vista, o la mayor parte de las veces, a escondidas. Los padres de todos los nios, con su santa, buena e ignorante intencin, son como los padres de Ramn y Cajal, que pensaban que las obras de entretenimiento eran "como mortal veneno de nuestra insana curiosidad", y que durante "el perodo educativo, no deban los jvenes distraer su imaginacin con lecturas frivolas". Aunque la terrible venganza la iba a realizar el nio, a hurtadillas, cuando descubriera el tesoro de libros en el desvn del vecino confitero. "Cuntas exquisitas sensaciones de arte me trajeron aquellas admirables novelas! exclama. Qu de interesantes y novsimos tipos humanos me revelaron! Al fin, aunque por medios ilcitos, trab conocimientos con grandes creaciones de la fantasa..." 3.Por todo esto, es necesario entender algunas cosas previas: por ejemplo, que en general no son las lecturas las que proporcionan la educacin moral, sino la accin y la vida. De este modo, si la influencia familiar y las disciplinas escolares o sociales cumplen su cometido en el otro sentido, no hay mucho que temer a los efectos de las lecturas, a menos que ellas sean rematadamente malas y que slo ellas, obrando continuamente, presionando excesivamente sobre la imaginacin del nio, resulten la ms fuerte influencia de su vida. En casi ningn caso, adems y sobre ello insistiremos, el nio cree que es real el mundo de las historias por donde ellos no pasean placenteramente Ese mundo es, sin duda, semejante al que su espritu percibe, confuso e irreal, pero sin contradicciones y concebido como verdaderamente real por ellos. Hay en ese mundo un juego anota Cousinet "lo que Balwin llama make believe, el mundo del pensamiento y del juego no es para los nios el mundo de la accin agrega. Ellos son libres, en el primero; en el segundo, reciben rdenes y son molestados a cada instante. El pcamelo que pierde el tiempo en la calle y se dirige negligentemente hacia un almacn para ejecutar una comisin materna, se mueve, sin duda, en un mundo real, que se opone a su fantasa y que no cambia fcilmente: tiene la orden de la madre, el dinero, la compra que hacer. Pero en medio de esta trama de cosas, de malla muy estrecha, el pensamiento se escapa y se pasea libremente en un mundo hecho de todo lo que un conocimiento completo o un uso inmediato no dan una forma definitiva"

Cul ha de ser, pues, el criterio final? Pensamos que las lecturas que estn de acuerdo con el desenvolvimiento de la mentalidad infantil y ofrecen los caracteres que hemos determinado en su captulo respectivo, no presentan peligro, porque "esa mentalidad, a cada instante combatida por lo real y por la accin se debilita cada da, porque el mundo que ella representa aparece a los nios menos real". Si colaboramos para que se cumpla el proceso de esta lectura habremos dejado poco espacio para las malas lecturas, esas de una actividad libre, fcil y feliz y con un viso de cierta realidad, es decir, con una falsa realidad a la manera realista, y no tendremos por qu tener cuidado de que peligre la moral que nos preocupa salvar. Nos parecen muy ciertas y muy a propsito para este final, las palabras del gran pedagogo francs, cuyos conceptos hemos glosado en el correr de este captulo: "Tengo necesidad de insistir para mostrar que las luchas de Renard y de Ysengrin no ofrecen ningn peligro, y que, por el contrario, las de un bandido y las de Nick Crter las presentan muy graves? Y esto se ve bien, porque el nio siente, sabe, que l puede convertirse en Crter o en un bandido, pero jams en Renard, ni en Bree Rabbit, ni en Simbad el Marino".7. SOBRE SU DIDCTICA: EMPIRISMO O CIENTIFICISMO?Bien est que antao aceptaran la palabra emprica en este problema, pero ha respondido o responde en la actualidad la transmisin de conocimientos que pretende esta materia, a un planteo racional y cientfico en relacin con la evolucin infantil, tal como se ha operado en estos ltimos aos? De una manera general y sin temor a equvocos, se puede decir que no. Las recomendaciones en esta materia han seguido siendo tan empricas como antao; la gua sigue siendo rutinaria, no ms que la experiencia acumulada en el tiempo, que no deja de ser una seleccin no desprov