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El rostro de Cristo en cada pobre: Jn 12,1-8 Javier López Introducción La predilección de Cristo por los pequeños y desvalidos se afirma uní- vocamente en el evangelio de Mateo. Jesús no sólo se avecina y cura (Mt 8–9) sino que también sana las heridas morales (Mt 9,9-13). Su cercanía llega hasta una completa identificación: «Quien acoge a uno de estos niños en mi nombre a mí me acoge» (Mt 18,5). Jesús con toda propiedad puede hacer esa sorprendente afirmación porque sin dejar de ser Hijo de Dios, al encarnarse se hizo también niño. Y el discípulo – según el Primer Evange- lio – ha de ser juzgado por el amor demostrado en obras hacia el necesitado y excluido (el hambriento, encarcelado, forastero, desnudo): «a mí me lo hicisteis» (Mt 25,31-46). La identificación entre el necesitado y Cristo es total. En consecuencia, según el evangelista Mateo en el rostro del peque- ño, del insignificante, del pobre se encuentra el rostro de Cristo. ¿Es posi- ble, sin embargo, afirmar algo equivalente en el evangelio de Juan? Entendemos «rostro» en el sentido metafórico que lo define el filósofo de raíz hebrea Lévinas según la ampliación propuesta por M. Grilli y D. Dortmeyer: «Decir rostro, efectivamente significa decir cercanía y afi- nidad: el rostro es desnudez, autosignificación y presencia; pero también significa alteridad, irreductibilidad. En el rostro no todo está concluido, no todo es previsible […]» 1 . Con la imagen del rostro Lévinas percibe al «ser en relación» como responsabilidad ética. En la escena de la unción en la casa de los amigos de Jesús en Betania (Jn 12,1-10) afloran rasgos que co- nectan con el pensamiento de este filósofo existencialista. La incidencia de los valores éticos en el Cuarto Evangelio y en las Car- tas de Juan ha sido gradualmente revalorizada en círculos exegéticos debi- do principalmente al empleo de la así llamada narrative ethics. A propósito M. Labahn precisa: «El universo narrativo del Cuarto Evangelio está lleno de relatos, diálogos, lugares y caracteres todos los cuales pueden ofrecer —————————————— 1 M. GRILLI – D. DORMEYER, Palabra de Dios en lenguaje humano. Lectura de Mt 18 y Hch 1–3 a partir de su instancia comunicativa (Pamplona 2004) 9; cursivo en el original.

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Page 1: Javier López - Pontificia Università Gregoriana · El rostro de Cristo en cada pobre: Jn 12,1-8 Javier López Introducción La predilección de Cristo por los pequeños y desvalidos

El rostro de Cristo en cada pobre: Jn 12,1-8

Javier López Introducción

La predilección de Cristo por los pequeños y desvalidos se afirma uní-vocamente en el evangelio de Mateo. Jesús no sólo se avecina y cura (Mt 8–9) sino que también sana las heridas morales (Mt 9,9-13). Su cercanía llega hasta una completa identificación: «Quien acoge a uno de estos niños en mi nombre a mí me acoge» (Mt 18,5). Jesús con toda propiedad puede hacer esa sorprendente afirmación porque sin dejar de ser Hijo de Dios, al encarnarse se hizo también niño. Y el discípulo – según el Primer Evange-lio – ha de ser juzgado por el amor demostrado en obras hacia el necesitado y excluido (el hambriento, encarcelado, forastero, desnudo): «a mí me lo hicisteis» (Mt 25,31-46). La identificación entre el necesitado y Cristo es total. En consecuencia, según el evangelista Mateo en el rostro del peque-ño, del insignificante, del pobre se encuentra el rostro de Cristo. ¿Es posi-ble, sin embargo, afirmar algo equivalente en el evangelio de Juan?

Entendemos «rostro» en el sentido metafórico que lo define el filósofo de raíz hebrea Lévinas según la ampliación propuesta por M. Grilli y D. Dortmeyer: «Decir rostro, efectivamente significa decir cercanía y afi-nidad: el rostro es desnudez, autosignificación y presencia; pero también significa alteridad, irreductibilidad. En el rostro no todo está concluido, no todo es previsible […]»1. Con la imagen del rostro Lévinas percibe al «ser en relación» como responsabilidad ética. En la escena de la unción en la casa de los amigos de Jesús en Betania (Jn 12,1-10) afloran rasgos que co-nectan con el pensamiento de este filósofo existencialista.

La incidencia de los valores éticos en el Cuarto Evangelio y en las Car-tas de Juan ha sido gradualmente revalorizada en círculos exegéticos debi-do principalmente al empleo de la así llamada narrative ethics. A propósito M. Labahn precisa: «El universo narrativo del Cuarto Evangelio está lleno de relatos, diálogos, lugares y caracteres todos los cuales pueden ofrecer

—————————————— 1 M. GRILLI – D. DORMEYER, Palabra de Dios en lenguaje humano. Lectura de Mt 18 y

Hch 1–3 a partir de su instancia comunicativa (Pamplona 2004) 9; cursivo en el original.

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pistas para establecer la orientación ética del texto»2. El cuarto evangelista caracteriza sus personajes desde un ángulo ético-moral. De momento no resulta todavía ningún estudio sobre la caracterización de María de Betania bajo este prisma.

La presente colaboración se propone mostrar cómo el cuarto evangelista en el episodio de la unción de Jesús (12,1-8) al contraponer la figura del falso discípulo Judas Iscariote con la de María de Betania guía a su lec-tor/lectora a identificarse con la acción profética de ésta en un modo tal que la respuesta de Jesús al comentario de Judas conduce a una motivación éti-co-teológica precisa de ver en el rostro divino de Cristo el rostro del pobre y marginado de todos los tiempos al cual se debe servir con la misma dedi-cación que María otrora dedicó a Jesús3. El hecho de ocurrir este evento al interior de una casa de familia amiga de Jesús evidencia una estrategia co-municativa importante para la correcta interpretación del pasaje4.

El evangelista presenta la compasión de Jesús de cara al necesitado co-mo un objetivo ético de relieve en su obra. Para ello se propone construir un lector modelo capaz de interpretar en su sentido auténtico las palabras enigmáticas dirigidas a Judas Iscariote: «Déjala […] pues a los pobres, siempre tenéis entre ustedes, pero a mí no siempre me tenéis» (12,8). Estas palabras de Jesús, cuyo rostro manifiesta al Pobre en su singularidad, con-trasta con el impersonal y lejano «pobres» de Judas, falso discípulo, uno de los Doce. A la vez otorga categoría de profética proclamación al gesto que María realiza. María ejerce un servicio al Otro cara a cara, como auténtica discípula frente al Prójimo marginado. Analizaremos por tanto desde esta óptica – aunque en forma necesariamente sucinta en esta sede – aquellos pasajes que mejor iluminan esta acción positiva. Con tal objetivo conviene

—————————————— 2 M. LABAHN, “‘It’s Only Love’ – Is That All? Limits and Potentials of Johannine ‘Eth-

ic’ – A Critical Evaluation of Research”, Rethinking the Ethics of John. “Implicit Ethics” in the Johannine Writings (ed. J.G. VAN DER WATT – R. ZIMMERMANN) (Tübingen 2012) 3-43; esp. 37; trad. del autor. Labahn observa también con acierto: «Narrative ethics is naturally concerned to reader response criticism, in as much as narratives attempt to construct a read-er who accepts the value system and moral rules of a text».

3 Una interpretación parcial de esta escena ha privilegiado el destinar cuantiosas sumas al culto material descuidando en ocasiones la dedicación al Otro que es el Mismo en el pró-jimo. La aplicación de san JOANNES CHRYSOSTOMUS, Homilia in Johannis Evangelium L, 3 (PG 59, 281-282) a la realidad de su tiempo cuestiona siempre nuestro presente.

4 Tal estrategia comunicativa proviene del Antiguo Testamento. Ver un claro ejemplo sobre el significado del vocablo «casa» en E. OBARA, Le strategie di Dio. Dinamiche comu-nicative nei discorsi divini del Trito-Isaia (AnBib 118; Roma 2010) 461-463. Sobre su inci-dencia en el Cuarto Evangelio ver J. LÓPEZ, “La casa di famiglia a Betania. Un caso emblematico di antropologia teologica”, CivCatt 3963-3964 (2015/III) 225-238.

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indagar también si la intervención en apariencia a favor de los pobres de Judas, encuentra algún antecedente en la obra. 1. Cuadro hermenéutico

La encarnación del Verbo se encuentra a la raíz de la identificación de Jesús con el débil. Comenta así Clemente de Alejandría Jn 1,29: «Dado que la Escritura llama corderos a los niños pequeños, él (Juan Batista) llamó “cordero de Dios” al Verbo de Dios que por nosotros se hizo hombre y ha querido ser en todo símil a nosotros, Él, el Hijo de Dios, el hijo del Padre, su pequeño niño (to.n nh,pion tou/ patro,j)»5. El rostro de Dios Padre se ha-ce visible en la fragilidad del Logos encarnado (14,8-9). Débil en la sa,rx es todo ser humano que no obstante tal inherente condición puede llegar a ser hijo de Dios si acoge al Viniente en su ambiente, en su casa (eivj ta. i;dia; 1,11-13). Desde el inicio de su manifestación pública como Mesías, Jesús de Na-zaret se acerca a las situaciones humanas de su tiempo y las trasforma. Consideramos desde esta óptica, por su particular incidencia en el pasaje de la unción en Betania, dos signos realizados por Jesús: la expulsión de los mercaderes del Templo y la «resurrección» de Lázaro. Ambos eventos se unen a través de las palabras de Caifás (11,49-50) sobre la destrucción del Templo (to,poj)6 así como por la información del evangelista sobre la deci-sión de eliminar a Jesús «aquel día» como reacción ante el signo milagroso realizado (11,53). Traen a la memoria del lector no sólo las amenazas ante-riores de las autoridades judías en el ámbito del Templo sino también la acción profética de Jesús ante las prácticas abusivas de compra-venta en el recinto sacro.

1.1 El Templo-la casa del Padre – una casa de mercado

La actitud mercantilista denunciada por Jesús en el Templo, casa (oi=koj), del Padre suyo, ya cercana la primera Pascua judía (2,13-22), tiene una ad-herente correspondencia con Su reacción ante Judas en la casa (oivki,a) de Betania seis días antes de la tercera y decisiva Pascua.

La acción profética de Jesús en el Templo se acompaña de este oráculo dirigido a los vendedores de palomas: «arrojad esto fuera; no continuéis a

—————————————— 5 CLEMENS ALEXANDRINUS, Pӕdagogus I, 6, (PG 8, 279-280A); trad. y paréntesis del au-

tor. 6 Aunque sin mayor especificación este término alude principalmente al Templo. Su

eventual destrucción constituía el mayor argumento ante el pueblo para dar muerte a Jesús.

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pistas para establecer la orientación ética del texto»2. El cuarto evangelista caracteriza sus personajes desde un ángulo ético-moral. De momento no resulta todavía ningún estudio sobre la caracterización de María de Betania bajo este prisma.

La presente colaboración se propone mostrar cómo el cuarto evangelista en el episodio de la unción de Jesús (12,1-8) al contraponer la figura del falso discípulo Judas Iscariote con la de María de Betania guía a su lec-tor/lectora a identificarse con la acción profética de ésta en un modo tal que la respuesta de Jesús al comentario de Judas conduce a una motivación éti-co-teológica precisa de ver en el rostro divino de Cristo el rostro del pobre y marginado de todos los tiempos al cual se debe servir con la misma dedi-cación que María otrora dedicó a Jesús3. El hecho de ocurrir este evento al interior de una casa de familia amiga de Jesús evidencia una estrategia co-municativa importante para la correcta interpretación del pasaje4.

El evangelista presenta la compasión de Jesús de cara al necesitado co-mo un objetivo ético de relieve en su obra. Para ello se propone construir un lector modelo capaz de interpretar en su sentido auténtico las palabras enigmáticas dirigidas a Judas Iscariote: «Déjala […] pues a los pobres, siempre tenéis entre ustedes, pero a mí no siempre me tenéis» (12,8). Estas palabras de Jesús, cuyo rostro manifiesta al Pobre en su singularidad, con-trasta con el impersonal y lejano «pobres» de Judas, falso discípulo, uno de los Doce. A la vez otorga categoría de profética proclamación al gesto que María realiza. María ejerce un servicio al Otro cara a cara, como auténtica discípula frente al Prójimo marginado. Analizaremos por tanto desde esta óptica – aunque en forma necesariamente sucinta en esta sede – aquellos pasajes que mejor iluminan esta acción positiva. Con tal objetivo conviene

—————————————— 2 M. LABAHN, “‘It’s Only Love’ – Is That All? Limits and Potentials of Johannine ‘Eth-

ic’ – A Critical Evaluation of Research”, Rethinking the Ethics of John. “Implicit Ethics” in the Johannine Writings (ed. J.G. VAN DER WATT – R. ZIMMERMANN) (Tübingen 2012) 3-43; esp. 37; trad. del autor. Labahn observa también con acierto: «Narrative ethics is naturally concerned to reader response criticism, in as much as narratives attempt to construct a read-er who accepts the value system and moral rules of a text».

3 Una interpretación parcial de esta escena ha privilegiado el destinar cuantiosas sumas al culto material descuidando en ocasiones la dedicación al Otro que es el Mismo en el pró-jimo. La aplicación de san JOANNES CHRYSOSTOMUS, Homilia in Johannis Evangelium L, 3 (PG 59, 281-282) a la realidad de su tiempo cuestiona siempre nuestro presente.

4 Tal estrategia comunicativa proviene del Antiguo Testamento. Ver un claro ejemplo sobre el significado del vocablo «casa» en E. OBARA, Le strategie di Dio. Dinamiche comu-nicative nei discorsi divini del Trito-Isaia (AnBib 118; Roma 2010) 461-463. Sobre su inci-dencia en el Cuarto Evangelio ver J. LÓPEZ, “La casa di famiglia a Betania. Un caso emblematico di antropologia teologica”, CivCatt 3963-3964 (2015/III) 225-238.

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indagar también si la intervención en apariencia a favor de los pobres de Judas, encuentra algún antecedente en la obra. 1. Cuadro hermenéutico

La encarnación del Verbo se encuentra a la raíz de la identificación de Jesús con el débil. Comenta así Clemente de Alejandría Jn 1,29: «Dado que la Escritura llama corderos a los niños pequeños, él (Juan Batista) llamó “cordero de Dios” al Verbo de Dios que por nosotros se hizo hombre y ha querido ser en todo símil a nosotros, Él, el Hijo de Dios, el hijo del Padre, su pequeño niño (to.n nh,pion tou/ patro,j)»5. El rostro de Dios Padre se ha-ce visible en la fragilidad del Logos encarnado (14,8-9). Débil en la sa,rx es todo ser humano que no obstante tal inherente condición puede llegar a ser hijo de Dios si acoge al Viniente en su ambiente, en su casa (eivj ta. i;dia; 1,11-13). Desde el inicio de su manifestación pública como Mesías, Jesús de Na-zaret se acerca a las situaciones humanas de su tiempo y las trasforma. Consideramos desde esta óptica, por su particular incidencia en el pasaje de la unción en Betania, dos signos realizados por Jesús: la expulsión de los mercaderes del Templo y la «resurrección» de Lázaro. Ambos eventos se unen a través de las palabras de Caifás (11,49-50) sobre la destrucción del Templo (to,poj)6 así como por la información del evangelista sobre la deci-sión de eliminar a Jesús «aquel día» como reacción ante el signo milagroso realizado (11,53). Traen a la memoria del lector no sólo las amenazas ante-riores de las autoridades judías en el ámbito del Templo sino también la acción profética de Jesús ante las prácticas abusivas de compra-venta en el recinto sacro.

1.1 El Templo-la casa del Padre – una casa de mercado

La actitud mercantilista denunciada por Jesús en el Templo, casa (oi=koj), del Padre suyo, ya cercana la primera Pascua judía (2,13-22), tiene una ad-herente correspondencia con Su reacción ante Judas en la casa (oivki,a) de Betania seis días antes de la tercera y decisiva Pascua.

La acción profética de Jesús en el Templo se acompaña de este oráculo dirigido a los vendedores de palomas: «arrojad esto fuera; no continuéis a

—————————————— 5 CLEMENS ALEXANDRINUS, Pӕdagogus I, 6, (PG 8, 279-280A); trad. y paréntesis del au-

tor. 6 Aunque sin mayor especificación este término alude principalmente al Templo. Su

eventual destrucción constituía el mayor argumento ante el pueblo para dar muerte a Jesús.

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hacer de la casa mía una casa de mercado»7 (2,16). Diversos autores han analizado cómo los negocios en el Templo de Jerusalén y en particular el comercio en torno a las ofrendas y sacrificios habría derivado en perjuicio para los más necesitados. La denuncia de la forma con la cual se desarro-llaba el culto en el Templo8, será una causa generadora de la muerte de Je-sús9.

Jesús responde de modo enigmático a la exigencia de un signo con un nuevo oráculo: «Destruid (lu,sate)10 este santuario (nao,j) y en tres días lo reconstruiré» (2,19)11. El evangelista identifica el santuario con el cuerpo de Jesús (2,21) y redimensiona el anterior lo,gion de Jesús. Se trata de algo más aún: de cesar de hacer (mh. poiei/te)12 del cuerpo de Jesús, Templo di-vino, un objeto de mercadeo. El mercantilismo en este ámbito del culto anticipa la compraventa del cuerpo de Cristo, su Pascua cruenta. Y la puri-ficación del culto en el Templo prepara un nuevo espacio de encuentro con el Padre: la oferta de la propia vida. Es el culto en Espíritu y verdad que el Padre busca en los creyentes (Jn 4,17) en contraposición al ejercitado en-tonces en Jerusalén. La antítesis entre el indicativo local «“la” casa del Pa-dre mío» y el indeterminado «“una” casa de mercado» (oi=koj evmpori,ou) contrapone ambos sintagmas espaciales y los relaciona con la unción en «la casa» de la familia amiga de Jesús (12,1.3) constituida durante una cena en casa de culto agradable al Padre.

—————————————— 7 «Oi=koj evmpori,ou could imply the idea of real traffic in wholesale business, not just

small retailing or hawking of few articles of trade. Contrast e;mporoj with ka,phloj»; C. UMOH, “The Temple in the Fourth Gospel”, Israel und seine Heilstraditionen im Johan-nesevangelium. Festschrift J. Beutler (ed. M. LABAHN – K. SCHOLTISSEK – A. STROTMANN) (Paderborn – München – Wien – Zürich 2004) 314-333; esp. 326 n. 34.

8 ID., 326: «The area of disagreement with the temple in most cases was the corruption of the temple functionaries, the priestly class. [...] Mark calls it a den of robbers (Mk 11:17; cf. also Jer 7:11). The Qumran sectarians accuse the high priest of robbing the poor (1QpHab 8:12, 9:5), and amassing too much wealth (1QpHab 8:8-12)».

9 Durante la fiesta de la Dedicación el evangelista presenta la salida definitiva de Jesús del Templo, como un «salir» de las manos de las autoridades: evxh/lqen evk th/j ceiro.j auvtw/n

(10,39). Las manos que manipulan mercantilmente el culto en vez de cuidar de la grey cau-san su salida del Templo y buscan su muerte.

10 En este contexto lu,w indica destruir por medios violentos. Pertenece al mismo campo semántico de avpo,llumi; ver J.P. LOUW – E.A. NIDA, Greek English Lexicon of the New Tes-tament Based on Semantic Domains (New York, NY 21989) I, §§ 20.53; 20.31.

11 En Mateo (26,61; 27,40) y Marcos (14,58; 15,29) este lo,gion, ligeramente modifica-do, no aparece en labios de Jesús sino referido a Él para acusarlo primero y como burlas an-te su cruz después.

12 La partícula negativa mh, con el presente imperativo ordena no continuar una acción ya iniciada; ver M. ZERWICK, Biblical Greek Illustrated by Examples (ed. J. SMITH) (SPIB 114; Roma 21985) § 246.

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1.2 María de Betania auténtica discípula

El evento de la resurrección de Lázaro se une estrechamente a la unción llevada a cabo por María durante la cena efectuada en su casa. En la prime-ra escena (11,1-16) ocurre un dato narrativo inusitado. El hagiógrafo foca-liza la atención de sus lectores sobre la hermana de Marta de un modo sorprendente: «Era María la que había ungido al Señor con ungüento y se-cado sus pies con sus cabellos» (11,2). Presenta por tanto en flash fílmico el evento de la unción todavía por narrar como ya conocido, con la inten-ción de que el lector siga con atención la figura de María y para que conec-te explícitamente la reanimación de Lázaro13 con la unción de Jesús, ambos acontecimientos acaecidos en Betania, etimológicamente «casa de la aflic-ción». La familia de Betania está unida a Jesús y a sus discípulos por lazos estrechos de avga,ph y fili,a en contraste con la atmósfera de oposición y pe-ligro en el que se desarrolla la escena. La intervención de Tomás como por-tavoz de los demás discípulos se torna elocuente: «Vayamos a morir con Él» (11,16).

El evangelista narra que Marta llamó a su hermana que estaba sentada en casa (evn tw/ oi;kw|), para darle la noticia de la llegada del Maestro14. El em-pleo por dos veces del verbo fone,w con María de complemento evoca el precedente discurso de Jesús sobre el Buen Pastor (10,3.16.20.27). Las ovejas escuchan la voz (fwnh,) del verdadero pastor y lo siguen. María como auténtica discípula se alza, viene rápida al encuentro de Jesús y se echa a sus pies (11,28.32), aquellos pies que ungirá durante la cena. No de-be pasar desapercibido que María guía a los judíos que la consolaban no hacia la tumba de su hermano, zona de muerte, sino hacia el Viniente (o` evrco,menoj) donde se encuentra la Resurrección y la Vida (11,27). Al se-guir (avkolouqei/n) a María encuentran ellos también al Maestro y sobrevie-nen testigos de la escena15.

La permanencia de Lázaro cuatro días en la tumba con el consecuente hedor del cual Marta advierte a Jesús contrastará con el perfume de nardo que emanará del gesto de María. La presencia de Lázaro redivivo en la ce-na (12,2), en postura de comensal símil a la de los discípulos en la última Cena de Jesús al momento de la traición de Judas (13,28) es signo pre-pascual de resurrección y vida. Mediante su gesto profético María por su

—————————————— 13 Forma abreviada de Eleazar: «Dios ayuda». 14 El evangelista recurre a un intermediario, la misma técnica utilizada ya en las prime-

ras llamadas discipulares (1,41.45). 15 De entre ellos algunos creen en Jesús mientras otros informan a las autoridades sobre

lo ocurrido alineándose de hecho en su contra (11,45-46).

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hacer de la casa mía una casa de mercado»7 (2,16). Diversos autores han analizado cómo los negocios en el Templo de Jerusalén y en particular el comercio en torno a las ofrendas y sacrificios habría derivado en perjuicio para los más necesitados. La denuncia de la forma con la cual se desarro-llaba el culto en el Templo8, será una causa generadora de la muerte de Je-sús9.

Jesús responde de modo enigmático a la exigencia de un signo con un nuevo oráculo: «Destruid (lu,sate)10 este santuario (nao,j) y en tres días lo reconstruiré» (2,19)11. El evangelista identifica el santuario con el cuerpo de Jesús (2,21) y redimensiona el anterior lo,gion de Jesús. Se trata de algo más aún: de cesar de hacer (mh. poiei/te)12 del cuerpo de Jesús, Templo di-vino, un objeto de mercadeo. El mercantilismo en este ámbito del culto anticipa la compraventa del cuerpo de Cristo, su Pascua cruenta. Y la puri-ficación del culto en el Templo prepara un nuevo espacio de encuentro con el Padre: la oferta de la propia vida. Es el culto en Espíritu y verdad que el Padre busca en los creyentes (Jn 4,17) en contraposición al ejercitado en-tonces en Jerusalén. La antítesis entre el indicativo local «“la” casa del Pa-dre mío» y el indeterminado «“una” casa de mercado» (oi=koj evmpori,ou) contrapone ambos sintagmas espaciales y los relaciona con la unción en «la casa» de la familia amiga de Jesús (12,1.3) constituida durante una cena en casa de culto agradable al Padre.

—————————————— 7 «Oi=koj evmpori,ou could imply the idea of real traffic in wholesale business, not just

small retailing or hawking of few articles of trade. Contrast e;mporoj with ka,phloj»; C. UMOH, “The Temple in the Fourth Gospel”, Israel und seine Heilstraditionen im Johan-nesevangelium. Festschrift J. Beutler (ed. M. LABAHN – K. SCHOLTISSEK – A. STROTMANN) (Paderborn – München – Wien – Zürich 2004) 314-333; esp. 326 n. 34.

8 ID., 326: «The area of disagreement with the temple in most cases was the corruption of the temple functionaries, the priestly class. [...] Mark calls it a den of robbers (Mk 11:17; cf. also Jer 7:11). The Qumran sectarians accuse the high priest of robbing the poor (1QpHab 8:12, 9:5), and amassing too much wealth (1QpHab 8:8-12)».

9 Durante la fiesta de la Dedicación el evangelista presenta la salida definitiva de Jesús del Templo, como un «salir» de las manos de las autoridades: evxh/lqen evk th/j ceiro.j auvtw/n

(10,39). Las manos que manipulan mercantilmente el culto en vez de cuidar de la grey cau-san su salida del Templo y buscan su muerte.

10 En este contexto lu,w indica destruir por medios violentos. Pertenece al mismo campo semántico de avpo,llumi; ver J.P. LOUW – E.A. NIDA, Greek English Lexicon of the New Tes-tament Based on Semantic Domains (New York, NY 21989) I, §§ 20.53; 20.31.

11 En Mateo (26,61; 27,40) y Marcos (14,58; 15,29) este lo,gion, ligeramente modifica-do, no aparece en labios de Jesús sino referido a Él para acusarlo primero y como burlas an-te su cruz después.

12 La partícula negativa mh, con el presente imperativo ordena no continuar una acción ya iniciada; ver M. ZERWICK, Biblical Greek Illustrated by Examples (ed. J. SMITH) (SPIB 114; Roma 21985) § 246.

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1.2 María de Betania auténtica discípula

El evento de la resurrección de Lázaro se une estrechamente a la unción llevada a cabo por María durante la cena efectuada en su casa. En la prime-ra escena (11,1-16) ocurre un dato narrativo inusitado. El hagiógrafo foca-liza la atención de sus lectores sobre la hermana de Marta de un modo sorprendente: «Era María la que había ungido al Señor con ungüento y se-cado sus pies con sus cabellos» (11,2). Presenta por tanto en flash fílmico el evento de la unción todavía por narrar como ya conocido, con la inten-ción de que el lector siga con atención la figura de María y para que conec-te explícitamente la reanimación de Lázaro13 con la unción de Jesús, ambos acontecimientos acaecidos en Betania, etimológicamente «casa de la aflic-ción». La familia de Betania está unida a Jesús y a sus discípulos por lazos estrechos de avga,ph y fili,a en contraste con la atmósfera de oposición y pe-ligro en el que se desarrolla la escena. La intervención de Tomás como por-tavoz de los demás discípulos se torna elocuente: «Vayamos a morir con Él» (11,16).

El evangelista narra que Marta llamó a su hermana que estaba sentada en casa (evn tw/ oi;kw|), para darle la noticia de la llegada del Maestro14. El em-pleo por dos veces del verbo fone,w con María de complemento evoca el precedente discurso de Jesús sobre el Buen Pastor (10,3.16.20.27). Las ovejas escuchan la voz (fwnh,) del verdadero pastor y lo siguen. María como auténtica discípula se alza, viene rápida al encuentro de Jesús y se echa a sus pies (11,28.32), aquellos pies que ungirá durante la cena. No de-be pasar desapercibido que María guía a los judíos que la consolaban no hacia la tumba de su hermano, zona de muerte, sino hacia el Viniente (o` evrco,menoj) donde se encuentra la Resurrección y la Vida (11,27). Al se-guir (avkolouqei/n) a María encuentran ellos también al Maestro y sobrevie-nen testigos de la escena15.

La permanencia de Lázaro cuatro días en la tumba con el consecuente hedor del cual Marta advierte a Jesús contrastará con el perfume de nardo que emanará del gesto de María. La presencia de Lázaro redivivo en la ce-na (12,2), en postura de comensal símil a la de los discípulos en la última Cena de Jesús al momento de la traición de Judas (13,28) es signo pre-pascual de resurrección y vida. Mediante su gesto profético María por su

—————————————— 13 Forma abreviada de Eleazar: «Dios ayuda». 14 El evangelista recurre a un intermediario, la misma técnica utilizada ya en las prime-

ras llamadas discipulares (1,41.45). 15 De entre ellos algunos creen en Jesús mientras otros informan a las autoridades sobre

lo ocurrido alineándose de hecho en su contra (11,45-46).

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parte reciprocará al máximo de su propia capacidad la fili,a y el avga,ph de Jesús por ella y por sus hermanos. En el Mesías a quien como Rey16 unge en familia, ungirá al marginado, excluido y pobre de todos los tiempos a quien hay que servir con igual disponibilidad. El relato de Lázaro anticipa el gesto profético de María como auténtica discípula opuesta al Iscariote.

2. El relato de la unción

Tras la realización del signo y la polarización entre creyentes y no cre-yentes (11,45-46) en un ambiente de hostilidad creciente en la dirigencia judía (11,47-53) que culmina con la orden de capturar a Jesús (11,57), la familia de Betania se dispone a ofrecerle una cena en su casa.

2.1 El gesto profético de María

La indicación temporal «seis días antes de la fiesta de Pascua», introdu-ce la escena con la figura de Lázaro17 en particular relieve (12,1-2). La na-rración fluye, a partir de la acción de María sobre Jesús, a través de la crítica de Judas hacia la palabra final de Jesús que da la razón a María.

María comprende el significado de la Hora de Jesús y actúa con total de-dicación. El evangelista la contrapone a Judas presentado con un criterio económico de compra-venta símil al evidenciado en el Templo y que susci-tó no solo la acción profética de Jesús de expulsar a los mercantes, sino también el lo,gion sobre su muerte-resurrección mediante la metáfora del Templo destruido y reedificado en tres días (2,13ss). En esta forma el lec-tor es llevado a identificarse con el comportamiento de María. Como esta auténtica discípula, el lector debe percibir el momento particular en el que Jesús se encuentra. Por lo tanto debe actuar con la misma rapidez y amor que el perfume de nardo simboliza. Una mujer es la primera a entender esto y, a diferencia de Marcos (14,3) y Mateo (26,7), recibe aquí un nombre propio. El perfume se derrama en abundancia e impregna (evplhrw,qh) toda la casa (12,3). El tema de la abundancia del don tiene por única vez de su-

—————————————— 16 «Al día siguiente» de la unción entra Jesús en Jerusalén donde es acogido como «rey

de Israel» por la multitud venida para la fiesta (12,12-15). El evangelista recuerda el signo de Lázaro como motivo para este reconocimiento público por parte del pueblo, no así de parte de los dirigentes (16-19).

17 Lucas emplea el mismo nombre «Lázaro» para el mendigo en su parábola del rico epulón (16,19-31). La intención del evangelista, a la luz de los «guay» del sermón en la lla-nura (6,20-26), es la de urgir a superar desde ahora las seducciones de la riqueza y la injusta insensibilidad hacia el prójimo. Sobre la relación entre esta parábola y el signo en Juan ver P. Di LUCCIO, “La risurrezione di Lazzaro”, CivCatt 3955 (2015/II) 17-29.

EL ROSTRO DE CRISTO EN CADA POBRE (JN 12,1-8) 375

jeto en el Cuarto Evangelio a alguien que no sea Jesús. María, ejemplo a imitar de verdadera discípula, reproduce un rasgo característico de Jesús: su compasión ilimitada18. María de Betania no cierra sus entrañas ante Je-sús sino que le expresa todo su amor y dedicación porque a su vez primero ella experimentó el avga,ph radicalmente encarnado de Jesús ante la tumba de su hermano.

El amor demostrado ante la familia de Betania es paradigma del amor que Jesús tiene por todos sus discípulos (15,9-16) y por el mundo (3,16), por el frágil y débil (5,3). La expresión de amor radical – como observa R. Fabris – excluye el establecer una relación jerárquica entre socorrer a los pobres u honrar a Jesús anticipando su sepultura19. Habría que añadir la ra-zón. Al ungir con el aroma precioso a Jesús, María señala en profético ges-to la forma adecuada de socorrer al necesitado, al Pobre de todos los tiempos: con generosidad sin medida.

Con la cena y la unción la familia de Betania se expone a la persecución. El evangelista de hecho reporta que los sumos sacerdotes deliberaron matar también a Lázaro (12,10). Durante la Última Cena, tan afín a la temática de la Primera carta de Juan, Jesús recuerda a sus discípulos tras el lavatorio de los pies: «no es el siervo mayor que su señor, si me persiguieron a mí tam-bién a vosotros perseguirán» (15,20; 13,16). La fidelidad de estos tres ami-gos de Jesús, se contrasta una vez más con la infidelidad radical del falso discípulo, por ende uno de «los Doce».

2.2 La aclaración del narrador joaneo: Judas era ladrón

El Iscariote no sólo no ofreció dar de lo suyo sino que era ladrón (klh,ptej). Sustraía de la caja común20 para propio beneficio. Jesús, puerta del recinto-Templo21, había ya revelado en la paroimi,a del buen pastor que el ladrón viene sólo a robar, matar y destruir (avpo,llumi; 10,10). Judas entra en tal categoría (17,12)22. Esta mención sobre la situación moral del falso

—————————————— 18 María en el acto de la unción (11,1;12,3) y Jesús al momento del lavatorio de los pies

(13,5) son los únicos sujetos del verbo secar (evkma,ssw) en el Cuarto Evangelio. 19 R. FABRIS, Giovanni (Roma 1992) 678. 20 El vocablo glwsso,komon (caja de dinero) recurre cuatro veces (2Cr 24,8.11 – LXX) a

propósito de las colectas para la restauración del Templo durante el reinado de Joás. 21 El término auvlh, referido metafóricamente al recinto de las ovejas designa en realidad

el espacio que ocupa el Templo. Ver LOUW – NIDA, Greek English Lexicon, I § 7.6; I. DE LA POTTERIE, “Il buon pastore”, Studi di cristologia giovannea (ed. I. DE LA POTTERIE) (Genova 31992) 82-109; esp. 90.

22 Ver W.M WRIGHT IV, “Greco-Roman Character Typing and the Presentation of Judas in the Fourth Gospel”, CBQ 71 (2009) 544-559; esp. 554.

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parte reciprocará al máximo de su propia capacidad la fili,a y el avga,ph de Jesús por ella y por sus hermanos. En el Mesías a quien como Rey16 unge en familia, ungirá al marginado, excluido y pobre de todos los tiempos a quien hay que servir con igual disponibilidad. El relato de Lázaro anticipa el gesto profético de María como auténtica discípula opuesta al Iscariote.

2. El relato de la unción

Tras la realización del signo y la polarización entre creyentes y no cre-yentes (11,45-46) en un ambiente de hostilidad creciente en la dirigencia judía (11,47-53) que culmina con la orden de capturar a Jesús (11,57), la familia de Betania se dispone a ofrecerle una cena en su casa.

2.1 El gesto profético de María

La indicación temporal «seis días antes de la fiesta de Pascua», introdu-ce la escena con la figura de Lázaro17 en particular relieve (12,1-2). La na-rración fluye, a partir de la acción de María sobre Jesús, a través de la crítica de Judas hacia la palabra final de Jesús que da la razón a María.

María comprende el significado de la Hora de Jesús y actúa con total de-dicación. El evangelista la contrapone a Judas presentado con un criterio económico de compra-venta símil al evidenciado en el Templo y que susci-tó no solo la acción profética de Jesús de expulsar a los mercantes, sino también el lo,gion sobre su muerte-resurrección mediante la metáfora del Templo destruido y reedificado en tres días (2,13ss). En esta forma el lec-tor es llevado a identificarse con el comportamiento de María. Como esta auténtica discípula, el lector debe percibir el momento particular en el que Jesús se encuentra. Por lo tanto debe actuar con la misma rapidez y amor que el perfume de nardo simboliza. Una mujer es la primera a entender esto y, a diferencia de Marcos (14,3) y Mateo (26,7), recibe aquí un nombre propio. El perfume se derrama en abundancia e impregna (evplhrw,qh) toda la casa (12,3). El tema de la abundancia del don tiene por única vez de su-

—————————————— 16 «Al día siguiente» de la unción entra Jesús en Jerusalén donde es acogido como «rey

de Israel» por la multitud venida para la fiesta (12,12-15). El evangelista recuerda el signo de Lázaro como motivo para este reconocimiento público por parte del pueblo, no así de parte de los dirigentes (16-19).

17 Lucas emplea el mismo nombre «Lázaro» para el mendigo en su parábola del rico epulón (16,19-31). La intención del evangelista, a la luz de los «guay» del sermón en la lla-nura (6,20-26), es la de urgir a superar desde ahora las seducciones de la riqueza y la injusta insensibilidad hacia el prójimo. Sobre la relación entre esta parábola y el signo en Juan ver P. Di LUCCIO, “La risurrezione di Lazzaro”, CivCatt 3955 (2015/II) 17-29.

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jeto en el Cuarto Evangelio a alguien que no sea Jesús. María, ejemplo a imitar de verdadera discípula, reproduce un rasgo característico de Jesús: su compasión ilimitada18. María de Betania no cierra sus entrañas ante Je-sús sino que le expresa todo su amor y dedicación porque a su vez primero ella experimentó el avga,ph radicalmente encarnado de Jesús ante la tumba de su hermano.

El amor demostrado ante la familia de Betania es paradigma del amor que Jesús tiene por todos sus discípulos (15,9-16) y por el mundo (3,16), por el frágil y débil (5,3). La expresión de amor radical – como observa R. Fabris – excluye el establecer una relación jerárquica entre socorrer a los pobres u honrar a Jesús anticipando su sepultura19. Habría que añadir la ra-zón. Al ungir con el aroma precioso a Jesús, María señala en profético ges-to la forma adecuada de socorrer al necesitado, al Pobre de todos los tiempos: con generosidad sin medida.

Con la cena y la unción la familia de Betania se expone a la persecución. El evangelista de hecho reporta que los sumos sacerdotes deliberaron matar también a Lázaro (12,10). Durante la Última Cena, tan afín a la temática de la Primera carta de Juan, Jesús recuerda a sus discípulos tras el lavatorio de los pies: «no es el siervo mayor que su señor, si me persiguieron a mí tam-bién a vosotros perseguirán» (15,20; 13,16). La fidelidad de estos tres ami-gos de Jesús, se contrasta una vez más con la infidelidad radical del falso discípulo, por ende uno de «los Doce».

2.2 La aclaración del narrador joaneo: Judas era ladrón

El Iscariote no sólo no ofreció dar de lo suyo sino que era ladrón (klh,ptej). Sustraía de la caja común20 para propio beneficio. Jesús, puerta del recinto-Templo21, había ya revelado en la paroimi,a del buen pastor que el ladrón viene sólo a robar, matar y destruir (avpo,llumi; 10,10). Judas entra en tal categoría (17,12)22. Esta mención sobre la situación moral del falso

—————————————— 18 María en el acto de la unción (11,1;12,3) y Jesús al momento del lavatorio de los pies

(13,5) son los únicos sujetos del verbo secar (evkma,ssw) en el Cuarto Evangelio. 19 R. FABRIS, Giovanni (Roma 1992) 678. 20 El vocablo glwsso,komon (caja de dinero) recurre cuatro veces (2Cr 24,8.11 – LXX) a

propósito de las colectas para la restauración del Templo durante el reinado de Joás. 21 El término auvlh, referido metafóricamente al recinto de las ovejas designa en realidad

el espacio que ocupa el Templo. Ver LOUW – NIDA, Greek English Lexicon, I § 7.6; I. DE LA POTTERIE, “Il buon pastore”, Studi di cristologia giovannea (ed. I. DE LA POTTERIE) (Genova 31992) 82-109; esp. 90.

22 Ver W.M WRIGHT IV, “Greco-Roman Character Typing and the Presentation of Judas in the Fourth Gospel”, CBQ 71 (2009) 544-559; esp. 554.

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discípulo, ausente en los sinópticos, lo contrapone aún más a la figura de María y muestra con claridad la intencionalidad pragmática de la narración joanea. El cuarto evangelista tiende a identificar con rasgos comunes el bloque opositor de Jesús, dentro del cual evidentemente se encuentra el Is-cariote23.

La intervención de Judas durante la unción si bien a nivel del relato es hipócritamente «contra el despilfarro, de forma implícita manifiesta la pro-testa contra el hecho de que esto prepare la muerte de Jesús en quien él ha-bía depositado sus esperanzas mesiánicas»24.

2.3 La respuesta de Jesús a Judas

María sin pronunciar palabra unge a Jesús y escucha con el resto de los comensales la protesta de Judas y la reacción de Jesús. El rol del Iscariote resulta chocante. Aunque individuado primero con la connotación positiva de «uno de sus de discípulos», el evangelista inmediatamente señala «que-era-al-punto-de-entregarlo» (12,4). El lector conoce ya desde el final del discurso del Pan de vida en la sinagoga de Cafarnaúm la función que Judas desempeñaría como antitipo de un auténtico discípulo. Allí la respuesta de Jesús a la confesión de Pedro se desarrolla en forma de examen de con-ciencia: «¿No os he elegido yo a vosotros, los Doce? Y uno entre ustedes es un diablo» (6,70). Y el evangelista lo identifica como Judas, hijo de Si-món Iscariote.

La respuesta de Jesús al comentario de Judas sobre el gesto de María en su núcleo esencial es común a los otros dos evangelios. Pero la reacción emotiva ante estas enigmáticas palabras de Jesús llega al máximo en el re-lato joaneo. Los autores suelen resaltar la falsedad de Judas con respecto a su preocupación por los pobres sin sacar mayor consecuencia de tal hecho. Una excepción lo constituye Simoens que comenta así el gesto silencioso de María: «“Desvalorizado” si se inserta en esquemas mercantiles, honora la verdadera pobreza del corazón induciendo precisamente al sentido y preocupación por los pobres» e identifica a Jesús como «el Pobre» que

—————————————— 23 Sobre este aspecto ver J.G. VAN DER WATT, “Ethics of/and the Opponents of Jesus in

John’s Gospel”, Rethinking the Ethics of John (ed. VAN DER WATT – ZIMMERMANN) 175-191; esp. 187-188.

24 H-J. KLAUCK, Judas, un disciple de Jésus. Exégèse et répercussions historiques (Paris 2006) 87. En Mc un grupo indeterminado (14,4-5) formula esta crítica y Mt la refiere a los discípulos en general (26,8-9) en vez de focalizarlo sobre Judas como hace Jn.

EL ROSTRO DE CRISTO EN CADA POBRE (JN 12,1-8) 377

ilumina la pobreza de todos los tiempos25. Jesús representa al necesitado en singular, necesaria corrección para quien como Judas, probablemente en función de portavoz de los demás discípulos26, consideraba a los pobres, al menos en aquel momento, como una categoría anónima privada de un ros-tro individual. El análisis existencial de Lévinas sobre la responsabilidad ética ante la singularidad del rostro y de su valor profético es adherente a esta consideración joanea27.

La advertencia a Judas se refiere a poner atención prioritaria a la persona de Jesús, verdadero santuario, en cuyo rostro se debe contemplar a Todo pobre en su particular e irrepetible circunstancia de vida. Implica no con-vertir el cuerpo-Templo de Jesús, casa del Padre, en un culto mercantilista símil al que Jesús proféticamente purificó en la Primera Pascua de su mani-festación pública. La reflexión paulina va en la misma línea. La ira de Dios se desata si su Templo se profana: «¿Acaso no sabéis que sois santuario (nao,j) de Dios? […] El santuario de Dios es santo y ese santuario sois vo-sotros» (1Cor 3,16-17).

Las sorprendentes palabras correctivas de Jesús al momento de la unción en relación a los pobres encuentra en el contexto joaneo su interpretación más plausible. En un primer nivel Jesús se dirige formalmente en el Cuarto Evangelio a Judas28. En un segundo nivel el hagiógrafo tiene en mente al lector/lectora de su evangelio y les invita a examinar con urgencia la cali-dad del amor fraterno a partir como prioridad de las relaciones al interior de la comunidad creyente. El amor fraterno y de amistad29 que participa del

—————————————— 25 Y. SIMOENS, Selon Jean. II. Une interprétation (Bruxelles 1977) 472, trad. del autor.

En símil modo FABRIS, Giovanni, 702: «il modo reale di interessarsi ai poveri è di solidariz-zare con colui che va a morire con e per i poveri».

26 El plural e;cete en consonancia con los Sinópticos indica que la respuesta de Jesús se dirige a los Doce y en ellos al lector/lectora de su evangelio.

27 «La parole prophétique répond essentiellement à l’épiphanie du visage, double tout discours, non pas comme un discours sur des thèmes moraux, mais comme moment irréduc-tible du discours suscité essentiellement par l’épiphanie du visage en tant qu’il atteste la pré-sence du tiers, de l’humanité tout entière, dans les yeux qui me regardent» E. LÉVINAS, Totalité et infini. Essai sur l’exteriorité (Paris 1971) 235.

28 El evangelista pone de relieve de nuevo en otra cena, la última de Jesús, la escasa comprensión de los discípulos sobre este particular (13,29).

29 Para una ilustración sobre la forma sutil con la cual el cuarto evangelista asume moti-vos de la discusión filosófico-ética alrededor del concepto de amistad en el ámbito greco-romano de su tiempo, como test-case, ver R. ZIMMERMANN, “Is There Ethics in the Gospel of John? Challenging an Outdated Consensus”, Rethinking the Ethics of John (ed. VAN DER WATT – ZIMMERMANN) 44-80; esp. 74-80.

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discípulo, ausente en los sinópticos, lo contrapone aún más a la figura de María y muestra con claridad la intencionalidad pragmática de la narración joanea. El cuarto evangelista tiende a identificar con rasgos comunes el bloque opositor de Jesús, dentro del cual evidentemente se encuentra el Is-cariote23.

La intervención de Judas durante la unción si bien a nivel del relato es hipócritamente «contra el despilfarro, de forma implícita manifiesta la pro-testa contra el hecho de que esto prepare la muerte de Jesús en quien él ha-bía depositado sus esperanzas mesiánicas»24.

2.3 La respuesta de Jesús a Judas

María sin pronunciar palabra unge a Jesús y escucha con el resto de los comensales la protesta de Judas y la reacción de Jesús. El rol del Iscariote resulta chocante. Aunque individuado primero con la connotación positiva de «uno de sus de discípulos», el evangelista inmediatamente señala «que-era-al-punto-de-entregarlo» (12,4). El lector conoce ya desde el final del discurso del Pan de vida en la sinagoga de Cafarnaúm la función que Judas desempeñaría como antitipo de un auténtico discípulo. Allí la respuesta de Jesús a la confesión de Pedro se desarrolla en forma de examen de con-ciencia: «¿No os he elegido yo a vosotros, los Doce? Y uno entre ustedes es un diablo» (6,70). Y el evangelista lo identifica como Judas, hijo de Si-món Iscariote.

La respuesta de Jesús al comentario de Judas sobre el gesto de María en su núcleo esencial es común a los otros dos evangelios. Pero la reacción emotiva ante estas enigmáticas palabras de Jesús llega al máximo en el re-lato joaneo. Los autores suelen resaltar la falsedad de Judas con respecto a su preocupación por los pobres sin sacar mayor consecuencia de tal hecho. Una excepción lo constituye Simoens que comenta así el gesto silencioso de María: «“Desvalorizado” si se inserta en esquemas mercantiles, honora la verdadera pobreza del corazón induciendo precisamente al sentido y preocupación por los pobres» e identifica a Jesús como «el Pobre» que

—————————————— 23 Sobre este aspecto ver J.G. VAN DER WATT, “Ethics of/and the Opponents of Jesus in

John’s Gospel”, Rethinking the Ethics of John (ed. VAN DER WATT – ZIMMERMANN) 175-191; esp. 187-188.

24 H-J. KLAUCK, Judas, un disciple de Jésus. Exégèse et répercussions historiques (Paris 2006) 87. En Mc un grupo indeterminado (14,4-5) formula esta crítica y Mt la refiere a los discípulos en general (26,8-9) en vez de focalizarlo sobre Judas como hace Jn.

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ilumina la pobreza de todos los tiempos25. Jesús representa al necesitado en singular, necesaria corrección para quien como Judas, probablemente en función de portavoz de los demás discípulos26, consideraba a los pobres, al menos en aquel momento, como una categoría anónima privada de un ros-tro individual. El análisis existencial de Lévinas sobre la responsabilidad ética ante la singularidad del rostro y de su valor profético es adherente a esta consideración joanea27.

La advertencia a Judas se refiere a poner atención prioritaria a la persona de Jesús, verdadero santuario, en cuyo rostro se debe contemplar a Todo pobre en su particular e irrepetible circunstancia de vida. Implica no con-vertir el cuerpo-Templo de Jesús, casa del Padre, en un culto mercantilista símil al que Jesús proféticamente purificó en la Primera Pascua de su mani-festación pública. La reflexión paulina va en la misma línea. La ira de Dios se desata si su Templo se profana: «¿Acaso no sabéis que sois santuario (nao,j) de Dios? […] El santuario de Dios es santo y ese santuario sois vo-sotros» (1Cor 3,16-17).

Las sorprendentes palabras correctivas de Jesús al momento de la unción en relación a los pobres encuentra en el contexto joaneo su interpretación más plausible. En un primer nivel Jesús se dirige formalmente en el Cuarto Evangelio a Judas28. En un segundo nivel el hagiógrafo tiene en mente al lector/lectora de su evangelio y les invita a examinar con urgencia la cali-dad del amor fraterno a partir como prioridad de las relaciones al interior de la comunidad creyente. El amor fraterno y de amistad29 que participa del

—————————————— 25 Y. SIMOENS, Selon Jean. II. Une interprétation (Bruxelles 1977) 472, trad. del autor.

En símil modo FABRIS, Giovanni, 702: «il modo reale di interessarsi ai poveri è di solidariz-zare con colui che va a morire con e per i poveri».

26 El plural e;cete en consonancia con los Sinópticos indica que la respuesta de Jesús se dirige a los Doce y en ellos al lector/lectora de su evangelio.

27 «La parole prophétique répond essentiellement à l’épiphanie du visage, double tout discours, non pas comme un discours sur des thèmes moraux, mais comme moment irréduc-tible du discours suscité essentiellement par l’épiphanie du visage en tant qu’il atteste la pré-sence du tiers, de l’humanité tout entière, dans les yeux qui me regardent» E. LÉVINAS, Totalité et infini. Essai sur l’exteriorité (Paris 1971) 235.

28 El evangelista pone de relieve de nuevo en otra cena, la última de Jesús, la escasa comprensión de los discípulos sobre este particular (13,29).

29 Para una ilustración sobre la forma sutil con la cual el cuarto evangelista asume moti-vos de la discusión filosófico-ética alrededor del concepto de amistad en el ámbito greco-romano de su tiempo, como test-case, ver R. ZIMMERMANN, “Is There Ethics in the Gospel of John? Challenging an Outdated Consensus”, Rethinking the Ethics of John (ed. VAN DER WATT – ZIMMERMANN) 44-80; esp. 74-80.

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amor divino no se extingue tampoco al interior de la comunidad en la Pri-mera carta sino que se abre en testimonio hacia el mundo30. 3. Intertextualidad – La Primera carta de Juan

Al referirse a un evento en la comunidad joanea, para nosotros descono-cido en sus detalles, el autor de 1Jn afirma: «si uno posee bienes (to.n bi,on) de este mundo y ve que su hermano tiene necesidad y cierra sus entrañas (ta. spla,gcna auvtou/ hacia él, ¿cómo puede el amor de Dios permanecer en él?» (3,17)31. Una tal omisión hacia el hermano se compara en la carta con la acción fratricida de Caín (3,11-12.15), arquetipo para Israel del mal al interior de la familia (Gen 4,1-16)32. Esta incisiva equiparación ¿podría no evocar la figura de Judas prototipo de negación radical de la hermandad? El acto criminal de este falso discípulo constituía un escándalo muy difícil de asimilar para las comunidades cristianas de la época. Al cerrar el cora-zón a un hermano en necesidad este «uno» se asemeja a Caín-Judas, per-manece en la tiniebla, se convierte en anticristo33. El hagiógrafo dará una ulterior razón: porque es un mentiroso incapaz de amar a Dios (4,20).

La proveniencia de Caín del maligno se puede paragonar a las señala-ciones que hace el evangelista sobre Judas: traidor (Gv 6,70; 13,21-26), Sa-tanás entra en él (13,27), hijo de la destrucción (17,12)34. Dado que al morir Cristo «ha dado su vida por nosotros», «también nosotros debemos

—————————————— 30 U. SCHNELLE, “Ethical Theology in John”, Rethinking the Ethics of John (ed. VAN DER

WATT – ZIMMERMANN) 321-339; esp. 336-337 concluye su estudio sobre la interacción en-tre ética y teología en la Primera carta con esta aquilatada sínteis: «[…] in Johannine theolo-gy the notion of love […] is far from being a conscious attitude limited to the community of the elect and without reference to the world […]. It is rather concerned with an active and, at the same time, comprehensive theological explanation of human existence and the funda-mental orientation of human actions. In Johannine theology, theology and ethics form a uni-ty without restriction».

31 Concuerda LÉVINAS, Totalité et infini, 249: «Le visage dont l’épiphanie éthique con-siste à solliciter une réponse […] ne se contente pas de “bon intention” et de bienveillance toute platonique».

32 Para una exposición detallada ver J. ONISZCZUK, “Caino come tipo antitetico di Cristo nella Prima Lettera di Giovanni”, Gr. 95 (2014) 453-468.

33 La Primera carta califica la acción de «muchos anticristos» de mendaces y como «no de los nuestros» (1Jn 2,18.22; 4,3).

34 Si se traduce avpw,leia por «destrucción» en vez de «perdición» se evidencia con ma-yor claridad el impacto del acto homicida de Judas; ver A. KÖSTENBERGER, John (Grand Rapids, MI 22007) 494.

EL ROSTRO DE CRISTO EN CADA POBRE (JN 12,1-8) 379

dar nuestra vida por los hermanos» (3,16)35. La acción profética de María de Betania, auténtica discípula, ejemplariza esta urgente recomendación. Conclusión

El oráculo de Jesús «los pobres, en realidad, los tenéis con vosotros en todo tiempo pero a mí no en todo tiempo me tenéis» (12,8) provoca cuanto menos perplejidad. Suena a un pasivo resignarse ante las situaciones de mi-seria en el mundo y a un cristo-centrismo separado de la realidad del pró-jimo. La oposición, sin embargo, no se da entre Jesús y los pobres. Al contrario, el pasaje indica paradójicamente convergencia. A través del ges-to de la unción de Jesús, anticipación de su sepultura como rey, se significa la exaltación del pobre y desvalido. Empero como en el caso del uso joaneo del sintagma «los Judíos», la interpretación se ha desviado con frecuencia en una dirección no conforme ni al relato ni a la pragmática del texto.

La existencia de una caja común en el grupo de los Doce es solo un co-rrectivo parcial a la interpretación errónea que contrapone Jesús a los po-bres. Era necesaria la focalización que hace la 1Jn sobre «uno» que se encuentra en necesidad no tanto de una anónima ayuda material cuanto de ser reconocido como persona (1Gv 3,16) en su situación concreta. En la preocupación por los pobres que «siempre tenéis con vosotros» se muestra el avga,ph divino actuante en María, en antítesis con la actuación homicida de Judas-Caín-Maligno.

El testimonio del auténtico discípulo, atento al rostro del Pobre, del fo-rastero y del marginado, aun en peligro de ser perseguido como lo fue su Maestro, derrama con María una fragancia que inunda la casa-iglesia. Es grano de trigo que cae a tierra y fructifica (Jn 12,24). La actitud mercenaria de Judas por el contrario, símil a la teñida de codicia denunciada por Jesús en el Templo, se equipara implícitamente en la 1Jn al acto fratricida de Caín alusivo al de Judas. La reflexión joanea conecta con la mateana36 y la explicita: la omisión equivale a un acto de odio homicida (1Jn 3,13-18). La unción de Jesús en Betania según el Cuarto Evangelio fundamenta teológi-camente el verdadero servicio al pobre, santuario divino, como un vero ac-to de culto. El culto que el Padre busca no es la fría limosna producto de un

—————————————— 35 En esta formulación encontramos destellos de la paroimi,a del Buen Pastor que da la

vida por los suyos (10,11.15.17), del Amigo por sus amigos (15,13); J. BEUTLER, Die Johannesbriefe (Regensburg 2000) 95.

36 No parece del todo casual que la unción en Mateo (26,6-13) se narre tras la parábola del juicio final (25,31-46).

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amor divino no se extingue tampoco al interior de la comunidad en la Pri-mera carta sino que se abre en testimonio hacia el mundo30. 3. Intertextualidad – La Primera carta de Juan

Al referirse a un evento en la comunidad joanea, para nosotros descono-cido en sus detalles, el autor de 1Jn afirma: «si uno posee bienes (to.n bi,on) de este mundo y ve que su hermano tiene necesidad y cierra sus entrañas (ta. spla,gcna auvtou/ hacia él, ¿cómo puede el amor de Dios permanecer en él?» (3,17)31. Una tal omisión hacia el hermano se compara en la carta con la acción fratricida de Caín (3,11-12.15), arquetipo para Israel del mal al interior de la familia (Gen 4,1-16)32. Esta incisiva equiparación ¿podría no evocar la figura de Judas prototipo de negación radical de la hermandad? El acto criminal de este falso discípulo constituía un escándalo muy difícil de asimilar para las comunidades cristianas de la época. Al cerrar el cora-zón a un hermano en necesidad este «uno» se asemeja a Caín-Judas, per-manece en la tiniebla, se convierte en anticristo33. El hagiógrafo dará una ulterior razón: porque es un mentiroso incapaz de amar a Dios (4,20).

La proveniencia de Caín del maligno se puede paragonar a las señala-ciones que hace el evangelista sobre Judas: traidor (Gv 6,70; 13,21-26), Sa-tanás entra en él (13,27), hijo de la destrucción (17,12)34. Dado que al morir Cristo «ha dado su vida por nosotros», «también nosotros debemos

—————————————— 30 U. SCHNELLE, “Ethical Theology in John”, Rethinking the Ethics of John (ed. VAN DER

WATT – ZIMMERMANN) 321-339; esp. 336-337 concluye su estudio sobre la interacción en-tre ética y teología en la Primera carta con esta aquilatada sínteis: «[…] in Johannine theolo-gy the notion of love […] is far from being a conscious attitude limited to the community of the elect and without reference to the world […]. It is rather concerned with an active and, at the same time, comprehensive theological explanation of human existence and the funda-mental orientation of human actions. In Johannine theology, theology and ethics form a uni-ty without restriction».

31 Concuerda LÉVINAS, Totalité et infini, 249: «Le visage dont l’épiphanie éthique con-siste à solliciter une réponse […] ne se contente pas de “bon intention” et de bienveillance toute platonique».

32 Para una exposición detallada ver J. ONISZCZUK, “Caino come tipo antitetico di Cristo nella Prima Lettera di Giovanni”, Gr. 95 (2014) 453-468.

33 La Primera carta califica la acción de «muchos anticristos» de mendaces y como «no de los nuestros» (1Jn 2,18.22; 4,3).

34 Si se traduce avpw,leia por «destrucción» en vez de «perdición» se evidencia con ma-yor claridad el impacto del acto homicida de Judas; ver A. KÖSTENBERGER, John (Grand Rapids, MI 22007) 494.

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dar nuestra vida por los hermanos» (3,16)35. La acción profética de María de Betania, auténtica discípula, ejemplariza esta urgente recomendación. Conclusión

El oráculo de Jesús «los pobres, en realidad, los tenéis con vosotros en todo tiempo pero a mí no en todo tiempo me tenéis» (12,8) provoca cuanto menos perplejidad. Suena a un pasivo resignarse ante las situaciones de mi-seria en el mundo y a un cristo-centrismo separado de la realidad del pró-jimo. La oposición, sin embargo, no se da entre Jesús y los pobres. Al contrario, el pasaje indica paradójicamente convergencia. A través del ges-to de la unción de Jesús, anticipación de su sepultura como rey, se significa la exaltación del pobre y desvalido. Empero como en el caso del uso joaneo del sintagma «los Judíos», la interpretación se ha desviado con frecuencia en una dirección no conforme ni al relato ni a la pragmática del texto.

La existencia de una caja común en el grupo de los Doce es solo un co-rrectivo parcial a la interpretación errónea que contrapone Jesús a los po-bres. Era necesaria la focalización que hace la 1Jn sobre «uno» que se encuentra en necesidad no tanto de una anónima ayuda material cuanto de ser reconocido como persona (1Gv 3,16) en su situación concreta. En la preocupación por los pobres que «siempre tenéis con vosotros» se muestra el avga,ph divino actuante en María, en antítesis con la actuación homicida de Judas-Caín-Maligno.

El testimonio del auténtico discípulo, atento al rostro del Pobre, del fo-rastero y del marginado, aun en peligro de ser perseguido como lo fue su Maestro, derrama con María una fragancia que inunda la casa-iglesia. Es grano de trigo que cae a tierra y fructifica (Jn 12,24). La actitud mercenaria de Judas por el contrario, símil a la teñida de codicia denunciada por Jesús en el Templo, se equipara implícitamente en la 1Jn al acto fratricida de Caín alusivo al de Judas. La reflexión joanea conecta con la mateana36 y la explicita: la omisión equivale a un acto de odio homicida (1Jn 3,13-18). La unción de Jesús en Betania según el Cuarto Evangelio fundamenta teológi-camente el verdadero servicio al pobre, santuario divino, como un vero ac-to de culto. El culto que el Padre busca no es la fría limosna producto de un

—————————————— 35 En esta formulación encontramos destellos de la paroimi,a del Buen Pastor que da la

vida por los suyos (10,11.15.17), del Amigo por sus amigos (15,13); J. BEUTLER, Die Johannesbriefe (Regensburg 2000) 95.

36 No parece del todo casual que la unción en Mateo (26,6-13) se narre tras la parábola del juicio final (25,31-46).

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obrar mecánico e impersonal. En el pasaje de la unción se narra la motiva-ción teológica del obrar cristiano en concordancia con el núcleo de la Ley mosaica centrada en el Amor a Dios (Dt 6,5) y al prójimo (Lv 19,18b).

El acto silencioso de María se convierte en profético precisamente me-diante el oráculo de Jesús. El aroma que llena toda la casa de Betania es signo de la misión del creyente. La cantidad y calidad del perfume repre-sentan un aspecto esencial de la tarea del discípulo llamado a testimoniar el evangelio en el mundo. Testimoniar la muerte y resurrección de Cristo, comenzando desde el interior de la casa-iglesia-familia Dei37, supone reco-nocer en cada pobre el rostro del Cristo viviente hoy.

El apelo a la responsabilidad ética, personal y de grupo, cobra particular incidencia en naciones con mayoría de población cristiana. Una mirada de la comunidad creyente al rostro de Cristo según la presentación joanea de la justicia evangélica hacia el pobre, desvalido, excluido y forastero contri-buiría, como mínimo, a reducir emigraciones masivas con sus problemas concomitantes.

Tanto las palabras de Jesús en la casa de Betania como la referencia a uno que cierra sus entrañas a la necesidad de su prójimo se iluminan mu-tuamente. El acto profético de María revela no sólo la responsabilidad ética de los discípulos en cuidar del necesitado. Sobre todo ilustra cómo hacerlo: con el mismo derroche de generosidad y amor con el cual lo ha realizado María. La razón aparece con fisonomía propia: en el rostro individual de cada pobre, a través de los tiempos, se descubre el rostro mismo de Cristo.

JAVIER LÓPEZ Pontificia Università Gregoriana

Roma, Italia

SUMARIO

El título del artículo se inspira en la metáfora del «rostro», raíz del pensamiento filosófico de E. Lévinas. En el Primer Evangelio se puede afirmar que el rostro de Cristo se perfila en los pequeños y desvalidos (18,5; 25,40). ¿Se podría decir lo mismo del evangelio de Juan? En la escena de la unción, la enigmática respuesta de Jesús a Judas «pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis» da razón a Maria de Betania (Jn 12,8). La acción profética de esta auténtica discípula, de cara ante «uno» en urgente necesidad (cf. 1Jn 3,16-17), contrasta con la actitud mercenaria representada por Judas y ya denunciada por Jesús en la puri-

—————————————— 37 Ver LÓPEZ, “La casa di famiglia a Betania”, 238.

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ficación del Templo. La razón ética aparece entonces con fisonomía propia: en el rostro individual de cada pobre, a través de los tiempos, se descubre el rostro mis-mo de Cristo. ABSTRACT

The title of the article takes its inspiration from the metaphor of the «face», a root of the philosophical thought of E. Lévinas. In the First Gospel it can be af-firmed that the face of Christ appears in the small and helpless (18:5; 25:40). Could the same be said about the Gospel of John? In the scene of the anointing, the enigmatic response of Jesus to Judas «the poor you always have with you» (John 12:8) gives support to Mary of Bethany’s gesture. The prophetic action of this au-thentic disciple, facing «one» in urgent need (cf. 1John 3:16-17), contrasts with the mercenary attitude represented by Judas and already denounced by Jesus in the pu-rification of the Temple. The ethical appeal then appears with its own physiogno-my: in the individual face of each poor person through the ages, the very face of Christ is discovered.

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obrar mecánico e impersonal. En el pasaje de la unción se narra la motiva-ción teológica del obrar cristiano en concordancia con el núcleo de la Ley mosaica centrada en el Amor a Dios (Dt 6,5) y al prójimo (Lv 19,18b).

El acto silencioso de María se convierte en profético precisamente me-diante el oráculo de Jesús. El aroma que llena toda la casa de Betania es signo de la misión del creyente. La cantidad y calidad del perfume repre-sentan un aspecto esencial de la tarea del discípulo llamado a testimoniar el evangelio en el mundo. Testimoniar la muerte y resurrección de Cristo, comenzando desde el interior de la casa-iglesia-familia Dei37, supone reco-nocer en cada pobre el rostro del Cristo viviente hoy.

El apelo a la responsabilidad ética, personal y de grupo, cobra particular incidencia en naciones con mayoría de población cristiana. Una mirada de la comunidad creyente al rostro de Cristo según la presentación joanea de la justicia evangélica hacia el pobre, desvalido, excluido y forastero contri-buiría, como mínimo, a reducir emigraciones masivas con sus problemas concomitantes.

Tanto las palabras de Jesús en la casa de Betania como la referencia a uno que cierra sus entrañas a la necesidad de su prójimo se iluminan mu-tuamente. El acto profético de María revela no sólo la responsabilidad ética de los discípulos en cuidar del necesitado. Sobre todo ilustra cómo hacerlo: con el mismo derroche de generosidad y amor con el cual lo ha realizado María. La razón aparece con fisonomía propia: en el rostro individual de cada pobre, a través de los tiempos, se descubre el rostro mismo de Cristo.

JAVIER LÓPEZ Pontificia Università Gregoriana

Roma, Italia

SUMARIO

El título del artículo se inspira en la metáfora del «rostro», raíz del pensamiento filosófico de E. Lévinas. En el Primer Evangelio se puede afirmar que el rostro de Cristo se perfila en los pequeños y desvalidos (18,5; 25,40). ¿Se podría decir lo mismo del evangelio de Juan? En la escena de la unción, la enigmática respuesta de Jesús a Judas «pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis» da razón a Maria de Betania (Jn 12,8). La acción profética de esta auténtica discípula, de cara ante «uno» en urgente necesidad (cf. 1Jn 3,16-17), contrasta con la actitud mercenaria representada por Judas y ya denunciada por Jesús en la puri-

—————————————— 37 Ver LÓPEZ, “La casa di famiglia a Betania”, 238.

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ficación del Templo. La razón ética aparece entonces con fisonomía propia: en el rostro individual de cada pobre, a través de los tiempos, se descubre el rostro mis-mo de Cristo. ABSTRACT

The title of the article takes its inspiration from the metaphor of the «face», a root of the philosophical thought of E. Lévinas. In the First Gospel it can be af-firmed that the face of Christ appears in the small and helpless (18:5; 25:40). Could the same be said about the Gospel of John? In the scene of the anointing, the enigmatic response of Jesus to Judas «the poor you always have with you» (John 12:8) gives support to Mary of Bethany’s gesture. The prophetic action of this au-thentic disciple, facing «one» in urgent need (cf. 1John 3:16-17), contrasts with the mercenary attitude represented by Judas and already denounced by Jesus in the pu-rification of the Temple. The ethical appeal then appears with its own physiogno-my: in the individual face of each poor person through the ages, the very face of Christ is discovered.