jaques maritain y el neomodernismo

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JACQUES MARITAIN Y EL NEO-MODERNISMO (*) (Le paisan de la Garonne). POR LOUIS JUGNET. "¡Habláis de eficacia! El resultado será finalmente la defección de una gran multi- tud" (pág. 141). Redactamos este artículo casi con repugnancia, pues nos coloca en una situación bastante penosa: corremos el riesgo de disgus- tar a un cierto número de amigos, de los que unos nos reprocha- rán ser demasiado favorables a la obra de Jacques Maritain, y otros tener demasiadas reservas respecto a él. En efecto, no podemos ni queremos olvidar todo lo que debe- mos a Jacques Maritain, cuya obra nos fue conocida a partir de 1930, desde el comienzo de nuestra vida de estudiante, al mismo tiempo que la del P. Garrigou-Lagrange y del P. de Tonquédec. Posteriormente nos hemos entrevistado algunas veces con Jacques Maritain, quien nos mostró mucha afabilidad y bondad. Pero es sobre todo la lectura muy atenta de su obra la que nos ha enriquecido. Oigamos más bien: de sus obras fundamentales (*) Con autorización expresa que agradecemos vivamente del autor y del Director de La Pensée Catholique, reproducimos del número 107 de dicha revista, afío 1967 (Les Editions du Cèdre, 13, rue Mazarme, París) este imjportante trabajo de Louis Jt^foet, Profesor de Filosofía del Institut d'Etudes Polithiques de Toulouse, buen amigo nuestro, del cual en ante- riores números de VERBO hemos tenido el honor de publicar los siguien- tes trabajos: núin. 30, "La advertencia del Santo Oficio sobre las obras del padre Teilhard de Chardin", "Reflexiones sobre el teilhardismo" ; núm. 54., "Teilhard y los no creyentes"; núm. 58, "Claudel, Santo Tomás y Teilhard". Las citas que este artículo contiene de "Le Paysan de la Garonne" se refieren a la edición, en francés, de Desclée de Brotrwer, 1966. 761

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La controversia entre el filósofo y su idea de cristianismo social y la Iglesia católica.

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  • JACQUES MARITAIN Y EL NEO-MODERNISMO (*) (Le paisan de la Garonne).

    POR

    LOUIS JUGNET.

    "Hablis de eficacia! El resultado ser finalmente la defeccin de una gran multi-tud" (pg. 141).

    Redactamos este artculo casi con repugnancia, pues nos coloca en una situacin bastante penosa: corremos el riesgo de disgus-tar a un cierto nmero de amigos, de los que unos nos reprocha-rn ser demasiado favorables a la obra de Jacques Maritain, y otros tener demasiadas reservas respecto a l.

    En efecto, no podemos ni queremos olvidar todo lo que debe-mos a Jacques Maritain, cuya obra nos fue conocida a partir de 1930, desde el comienzo de nuestra vida de estudiante, al mismo tiempo que la del P. Garrigou-Lagrange y del P. de Tonqudec.

    Posteriormente nos hemos entrevistado algunas veces con Jacques Maritain, quien nos mostr mucha afabilidad y bondad. Pero es sobre todo la lectura muy atenta de su obra la que nos ha enriquecido. Oigamos ms bien: de sus obras fundamentales

    (*) Con autorizacin expresa que agradecemos vivamente del autor y del Director de La Pense Catholique, reproducimos del nmero 107 de dicha revista, afo 1967 (Les Editions du Cdre, 13, rue Mazarme, Pars) este imjportante trabajo de Louis Jt^foet, Profesor de Filosofa del Institut d'Etudes Polithiques de Toulouse, buen amigo nuestro, del cual en ante-riores nmeros de VERBO hemos tenido el honor de publicar los siguien-tes trabajos: nin. 30, "La advertencia del Santo Oficio sobre las obras del padre Teilhard de Chardin", "Reflexiones sobre el teilhardismo" ; nm. 54., "Teilhard y los no creyentes"; nm. 58, "Claudel, Santo Toms y Teilhard".

    Las citas que este artculo contiene de "Le Paysan de la Garonne" se refieren a la edicin, en francs, de Descle de Brotrwer, 1966.

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    de filosofa pura, pues estamos en total desacuerdo con su obra poltco-social. Cmo no recordar aqu lo que fueron, y lo que han seguido siendo, para tantos de nosotros, "Trois refrmatenos", "Antimoderne", "Rflexions sur Vlntelligence" y "La. Philoso-phie bergsomerMe", (1). Pero estamos en total oposicin con todas sus opiniones sobre la Democracia, la Historia, etc... y deploramos profundamente la audiencia que ha encontrado por la serie de obras que ha consagrado a este tema. Muchos tomistas actuales estn por lo dems en el mismo caso, y solamente por irenismo no insistiremos en ello en este momento.

    Si se hubiera tratado de hacer el anlisis crtico de una "Summa" maritainiana, muy probablemente nos habramos re-cusado, para evitar remover recuedos queridos mezclados con recuerdos penosos. Afortunadamente, "Le payscm de la Ga-rorine'' comporta, en el fondo, dos libros en uno solo: hay en l una reaccin! extremadamente viva contra el neo-modernismo reinante, y una repeticin muy oscura y bastante zigzagueante a veces de temas gratos a Maritain, llenos de inters sin duda, pero ya tratados por l en la masa de sus obras anteriores. Sin duda esta reiteracin contribuye, en el espritu del autor, a sos-tener su grito d protesta contra las insanias actuales; pero, en fin, su crtica de stas se basa perfectamente, y constituir el nico objeto de nuestro presente anlisis.

    Primera afirmacin de Jacques Maritain: Estamos en pleno modernismo (menos mal, esto ya empieza a sberse 1):.el neo-modernismo que florece hoy..." (pg. 10) "La fiebre neo-mo-dernista... comparada con la cual el modernismo del tiempo de Po X (2) no era ms que un modesto catarro de heno" (pg. 16)-,

    (1) Esto no impHca que, ic/iwo /Mra de la filosofa de la Poltica y de la Historia, estemos de acuerdo con todas las opiniones de Jacques Maritain, incluso diremos que falta mucho. No creemos en modo alguno en el "tomismo existencial" que l defiende, conjuntamente con Etienne Gilson. Tampoco en su curiosa concepcin de las relaciones entre teologa y filosofa moral. Ni tampoco en su idea sobre las relaciones entre el arte y la moral. Y esta breve enumeracin no es exhaustiva.

    (2) Por qu no "San Po X"?

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    el modernismo desbocado de hoy" (pg. 19) (3). Y Maritain pin-ta un cuadro bastante evocador de las demoliciones doctrinales presentes. Es necesario degustar, si as puede decirse (ello es amargo, pero muy saludable) la pgina 17, palabra por palabra. Todo desfila all... los ngeles, buenos o malos, " supe r v i v i en t e s etreos de una imaginera babilnica" ; el pecado original, el Evan-gelio de la Infancia, la resurreccin de los cuerpos, la idea misma de creacin, la distincin entre naturaleza y gracia y la transus-tanciacin "invenciones escolsticas", el Infierno, la Trinidad, la Encarnacin, la Cruz y la Redencin, "ltima sublimacin de los cmtiguios mitos y ritos emulaiorios"... que tiene por conclusin la breve y terrible frmula de la pgina 28 : "Todas esas gentes hctru simplemente cesado de creer en la Verdad" (4). Si se tuviera la ten-tacin de creer que el autor exagera, que se lea con toda la aten-cin precisa el muy pintoresco anlisis hecho por Maritain de las lucubraciones del Padre Schoonenberg (5) (pgs. 226-232): El pecado original y la Redencin son alegremente inmolados en nombre de eso que un eufemismo de moda llama "una nueva presentacin dei dogma". Maritain, desolado y sarcstico a la vez, maltrata sin compasin esas insanias, a las que algunos

    (3) El autor aade: "El vocablo modernismo ha envejecido, sm em-bargo no conozco otro mejor; y el haber envejecido le hace incluso par-

    ticularmente bueno" (pg, 16, .nm. 1) que nos permitir que nos remi-tamos ajqui a nuestro artculo Face au modernismo, publicado ert Itinraires nmero 86 de septiembre-octubre de 1964, en el que se encontrar espe-cialmente un cuadro sinptico de las tesis modernistas antiguas y modernas.

    (4) Maritain, que cree en la verdad, da una hermosa recopilacin de textos escriturarios sobre esa Reina escarnecida (pgs. 132-134).

    (5) Jesuta holands bastante destacado en la Compaa y cuyas opi-niones sobre la Eucarista han contribuido bastante manifiestamente, con las del Padre Smits, capuchino, a suscitar la Encclica "Mysferium Fidei" de Paulo VI, Las grandes rdenes religiosas se entienden decididamente mucho mejor que en otros tiempos en las edades de oscurantismo, puesto que a crtica ms insolente de la Encclica .fue entonces obra de los dominicos, en el demasiado famoso De Bazum (cf. La pense catkolique, 99-99 bis pginas 54-57).

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    nos invitan en este momento a ver un signo magnfico de renova-cin intelectual...

    Tampoco est demasiado satisfecho con la sexolatra de moda (cf. pgs. 86-87) y cita muy oportunamente la feliz frmula del Doctor Eck sobre el ilustre abate Oraison: "Una especie de (Mi-tologa con base sexual" (pg. 30).

    Si el mal es a la vez tan profundo y tan extenso, de dnde viene? Sin querer invocar inmediatamente al Espritu de Mentira, en el cual el mismo Maritain cree tan firmemente, a nivel de las causas humanas (capricho, tontera, pasin, etc...) se discierne con facilidad algunas races esenciales: la cronolatra epistemo-lgica, la logofobia, la temporalizacin del cristianismo y el ac-tivismo.

    Hay que felicitar y agradecer a Jacques Maritain el que haya designado en primer lugar al enemigo nmero uno que es el subjetivismo, y, ms particularmente su forma evolutiva o mo-vilista (6). Toda su vida, Maritain ha denunciado la idea imbcil (pero casi umversalmente extendida en nuestros das), segn la cual la verdad es funcin del tiempo, y lo nuevo, por fuerza su-perior a lo antiguo (7), As entronca con el pensamiento magis-tral de Platn y de Aristteles frente a Herclito, Protgoras y

    (6) Cf. pgs. 25-28 utilizamos habitualmente la palabra movilista, que est aceptada en el Vocbutwre technique et critique de la philosophie de Lalande, con preferencia a la palabra evolucionista, que para mucha gente hace pensar ante todo en las ciencias naturales.

    (7 ) Cf . "Es confundir el arte del filsofo y el del sastre, La clmide ya no se lleva, la tnica tampoco; por tanto, tampoco se debe estar con

    Aristteles y Santo Toms ("Une heure avec", de Frderic Leevre, 1.P serie) . "Juzgar del tomismo como de im vestido qwe se llevaba en el siglo XIII y ya no se lleva, como si el valor de una metafsica estuviera en fun*

    cin del tiempo, es im modo de pense verdaderamente brbaro" {Le Doc->

    teur Anglique, prefacio, pg. xrv. Cf. igualmente pgs. xvir-xvni. Ver igualmente, contra una objecin de R. Fernndez, Les degres du sawoir, pgs. 6-8. Maritain no se detiene en separar el mito de una "razn dia-lctica", es decir, evolutiva, y se comprende muy bien. Sin embargo, puesto que la inteligencia de muchos est enferma (sobre todo en... la intelligent-sia...) consagraremos un estudio posterior a esta pseudonocin.

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    Cratilo. Por otra parte emplear, con respecto al pensamiento dominante, la excelente expresin de "Gran Sofstica" y dir ex-presamente: "Protgoras haba ya formulado el gran exioma" (pg. 159).

    La logofobia, u odio de la inteligencia bajo su forma vital y espontnea, es la amable hermana de la cronolatra; la una puede ir sin la otra: si todo cambia sin cesar, si no existe nada inmuta-blemente verdadero, cmo puede concederse el ms pequeo valor a esta "me ta f s i c a natural de la inteligencia humana" (Bergson) heredada de los griegos, y que insiste sobre nociones como las de naturaleza, esencia, sustancia? Ahora bien, en ello se pone en juego la salud misma del espritu: Si la naturaleza humana, para nosotros no podra devenir otra cosa ms que ella misma bajo pena de absurdo, esta naturaleza puede ser cualitati-vamente alterada. El hombre no puede dejar de ser un animal dotado de razn, pero puede desvariar cada vez ms gravemente. Este es el caso de muchos de nuestros contemporneos, para los cuales las nociones ms elementales, verdad, error, bien, mal, no quieren ya decir nada de nada. El esfuerzo de la mayor parte de los filsofos modernos consiste precisamente en tratar como acu-sado al pensamiento espontneo, pre-filosfico (todava no ma-nipulado, se podra decir), en tanto que como ya lo deca tan bien Maritain en "Le Docteur Anglique" : Si la razn natural vale algo, "y si no mejor ser ser vegetal que filsofo" la doctrina que se desarrolla mejor en su lnea autntica "no tiene todas las probabilidades de ser cierta tambin"? (8).

    La temporalizacin del Cristianismo es, adems, el abandono del sentido de trascendencia, el desconocimiento del carcter ra-dicalmente sobrenatural de la Ee, que tiene por corolario las consecuencias extraviadas que se sabe. El cannigo Vancourt ya

    (8) No se trata en modo alguno por otra parte de un recurso ciego al buen sentido. Sobre esto, los autores tomistas se han explicado sobra-damente: es preciso recordar aqu una vez ms la admirable obra del llorado Padre Gar r igou-Lagrange : Le sens commun, la philosophie de l'tre, et les formules dogmatiques, que se obstinan desgraciadamente en no reeditar.

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    haba hablado de ello, con valor y moderacin (9). Recomendamos muy particularmente la lectura de las pginas 85-98 ("De rodillas ante el mundo"), de las que son las siguientes sugestivas lneas:

    "En otros trminos, ya no hay ms que la tierra completa temporalizacin del cristianismo (subrayado en el texto) (pgi-na 88). Y este bonito trozo: Por ello se comprende por qu hay tres cosas de las que im predicador inteligente no debe hablar ja-ms., y en las que hay que pensar lo menos posible, anmque se ten-ga que recitar el Credo todos los domingos (pero hay tantos mitos en l...): La primera cosa que hay que dejar en la sombra es evidentemente el otro -mundo (puesto que no existe). La segunda cosa que hay que dejar en la sombra es la Cruz (subrayado) (ella no es ms que un smbolo de los sacrificios momentneos exigidos por el progreso). La tercera cosa que hay que dejar en la sombra, y que olvidar, es la santidad (subrayado), si es cierto que en el principio de la santidad hay en el fondo del cima... una ruptura radical con el mundo (en el sentido en que el Evangelio entiende esta palabra) " (pg. 90).

    El activismo es el correlativo de este error: Existe ahora "en muchos Cristianos", as como "en sacerdotes y religiosos cuyo nmero es alarmante"una sealada tendencia a dar a la e f i -cacia la primaca sobre la verdadf (pg. 140). Sigue el apostrofe desilusionante que nos ha servido de epgrafe: 11 Hablis de eficacia! Bl resultado ser finalmente la defeccin de una gran multitud" (pg. 141)...

    Lo esencial nos parece que sta contenido en lo que precede: la situacin es, si se puede decir, terriblemente clara en tanto que nada eficaz venga a poner diques al mal, y que verosmlmen- te vamos a verle desarrollarse cada vez ms en los das venide-ros. La apreciacin de conjunto es severa y sin apelacin: "Bl juicio merecido por los trabajos de los renovadores que acomodan la teologa sea a> la salsa teilhardiana, sea a la salsa fenomenol-

    (9) La crise du christianisme contemporain (Aubier-Montaigne, 1965) cf. nuestro artculo Que devient notre christianisme ? en Itinraires (rmm. 108, diciembre 1966).

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    ffica, no es difcil de emitir: son obras de ima fatuidad apasionada por servir a los dolos del tiempo. Por efmeros que sem, esos her-mosos trabajos amenazan con desconcertar completamente la- con-ciencia cristiana y la vida de la fe; y, en lugar del verdadero fuego nuevo, exigido por nuestra poca, no aporta ms que el humo de un bosque podrido que no acaba de arder en llamas. Los preten-didos renovadores de que se trata son infortunados retrgrados que quieren volver cd punto cero... retrgrados balbucientes que se creen vanguardistas" (pgs. 233-234).

    Estamos muy satisfechos de ver por fin a Maritain tomar abiertamente posicin, y en cierto modo oficialmente, contra Teilhard de Chardin (10). Pero hemos de decirnos con toda sen-cillez que encontramos su crtica a Teilhard de Chardin, as como la de Etienne Gilson, demasiado indulgente (11). Sin embargo, seala perfectamente el veneno teilhardiano del movilismo que se asemeja indiscutiblemente con el del marxismo:

    "... Una concepcin puramente evolutiva (subrayado en el texto) en la que el ser est reemplazado por el devenir y .en la que toda esencia o naturaleza establemente constituida en s misma se desvanece" (pg. 181).- Igualmente se lee (pg. 251) : "... Su evolucionismo', muy diferente del de Marx, pero tan ra-rical o ms radical todava".

    Si hemos dicho algunas palabras sobre Teilhard se debe a que es el inspirador fundamental del Neo-modernismo. Por ello se comprender que fieles a la distincin metodolgica que hemos formulado al comienzo de nuestro artculo, no analicemos el muy largo pasaje consagrado por Maritain a la "ideosofa" (es decir la filosofa moderna en tanto que inspirada por el idealismo). Sin duda nos alegramos de ciertas frmulas efectistas (12). Pero nos

    (10) Pgs. 173-187 y adems los anexos I-II. (11) Cfr, aqu ls justas observaciones de H. Rambad, en Itinraires

    de abril 1967 ("La Garonne et le Danube"). (12) Cf. "un filsofo... no puede ser un idealista. Aparento decir una

    enormidad, pero es una verdad axiomtica la que enuncio (pg. 149). (Ver lo que ha' escrito Gilson: "Querer pensar en el idealismo es querer pensar

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    parece que Maritain es un poco demasiado severo, si no para el mismo Husserl (el cual, efectivamente, ha permanecido radical-mente idealista), al menos para el mtodo fenomenolgico como tal. Por nuestra parte, nuestra posicin con gusto se situara entre la de Maritain, un poco demasiado radical quiz, y la de Vancourt que, en nuestra opinin, espera a veces demasiado del mtodo fenomenolgico (13).

    Hasta aqu hemos tenido el placer de proclamar nuestro pro-fundo acuerdo con Jacques Maritain. Sin embargo, es preciso ex-presar nuestro profundo desacuerdo con l sobre varios puntos importantes.

    Entremos en primer lugar en un detalle que no es de los de mayor inters: Maritain, en la obra citada, no pierde ocasin de hablar mal de los profesores como tales. Visiblemente stos le irritan. Evidentemente, en nuestros das, no tenemos buena pren-sa, y siempre se puede tener al pblico a favor hablando mal de nosotros, como de los gendarmes o... de los curas. Es una tra-dicin muy antigua en Francia ; pese a ello, se corre el riesgo de que no sea siempre justa... ; y por aadidura, qu hace entonces Maritain de uno de los aspectos esenciales de su carrera? Pero esto, despus de todo, apenas tiene importancia (14).

    Ms grave es la actitud de Maritain con respecto a la tradi-cin tomista: a los discpulos ms fieles de Santo Toms se les atribuyen grandes extravagancias intelectuales y se les hace res-ponsables del fracaso del tomismo en la poca moderna. No se-remos nosotros ciertamente quienes neguemos el certero fua-

    lo impensable", Y Dalbiez: "El idalismo no vive ms que de fragmentos de realismo que l reincorpora fraudulentamente"),

    (13) La philosophie et sa structure, t. I, Philosophie et la phnom-nologie (Bloud, 1953). La phnomnologie et la foi (Dsole et de., 1955). M. Vancourt es uno de los mejores especialistas catlicos de la fenome-nologa (ver su traduccin de la obra de Nicoli Hartmann : Les principes d'tme mthaphisyque de la connaissance, Aubier).

    (14) Por otra parte, son los telogos (en bloque) quienes reciben las mayores censuras (cf. .pg. 357, ram. 1). La tecnicidad de su lenguaje les es inopinadamente reprochado como jerga. Son orgullosos, etc....

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    damento de un determinado nmero de agravios clsicos (ligazn ilegtima entre una excelente . filosofa y una ciencia caducada; estrechez de ciertas sempiternas disputas de escuela; rutinas pe-daggicas, etc...}; pero en fin, como se ha dicho, el fondo era s-lido y no deja de experimentarse un pequeo estremecimiento del corazn cuando se ven liquidar de un golpe tantos espritus ilustres (15).

    Si los antiguos tomistas (de los siglos xvi al XVII I ) han des-merecido tanto, juzgad un poco de lo que pueden valer los van-guardistas del renacimiento tomista en la poca contempornea. Maritain no nombra casi a ninguno, salvo (gracias a Dios) al muy querido Padre Garrigou-Lagrange, y tambin a algunos de sus amigos personales, a los que un carisma verdaderamente ines-perado ha hecho, junto con l, nicos clarividentes sobre el ver-dadero sentido del tomismo... los otros no son nada; se les trata caritativamente por el silencio o bien se les barre de un escobazo. No exageramos: en vano se buscar, por ejemplo, el nombre del Padre Billot para la teologa, y del Padre de Tonquedec para la filosofa. Y "seores metafsicos" como el llorado Padre Gredt, O. S. B., son alegremente relativizados. Sin duda, sus "Elementa philosophiae aristotelico-thomisticae" (Herder, Friburgo, reedi-tado en Barcelona) son "una obra de gran mrito redactada) de la manera ms exacta y ms concienzuda... un perfecto modelo del gnero", pero "se tiene en las manos un aerolito cado del cielo, con todo lo que es preciso haber escrito sobre ello (pginas 202-203). Protestamos firmemente contra semejante apreciacin no slo porque tenemos personalmente una gran deuda contrada con el Padre Gredt, sino porque sabemos lo que muchos religiosos (de su Orden, en primer lugar) le deben en cuestin de rigor en su formacin metafsica y de seguridad doctrinal.

    Por lo dems, nos parece que el agravio formulado en dos palabras por Maritain es inoperante: adems del estudio hist-rico del tomismo, en el cual se ha distinguido particularmente Etienne Gilson, no es ste un estudio formal, riguroso, casi in-

    , (15) Cf. pgs. 215-220.

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    eluso axiomatizado, de las tesis esenciales de la filosofa tomista contempladas esta vez en su significado propio y en su encadena-miento? (16).

    Todo lo que precede no es nada comparado con lo que dice de las gentes de derecha y del integrisrno: Gentes de derecha (en lo religioso y en lo poltico): Nuestro lote se sita desde la pgina 43 a la pgina 47. Estas pginas han exasperado a algunos de nuestros amigos y han irritado grandemente a otros. Nos sentimos anonadados por ellas? Las tribulaciones e incompresiones soportadas durante una vida ya relativamente larga nos han he-cho insensibles ? Reconozcamos que no hemos llegado a enfadarnos ni incluso a quedar contristados por esas pginas. Veamos ms bien: Si las gentes de enfrente son los "Corderos de Parntr-ffo" (**), nosotros somos los "Rumiantes de la Santa Alianza". Cierto es que los corderos reciben una buena racin: ellos hacen, en efecto, "tan mezquina figura en materia filosfica y teolgica (son fideistas, modernistas, todo lo que se quiera, con tal de estar al dia" (pg. 45) ... Evidentemente, tienen el sentido social, que les empuja hacia... la "buena doctrinapero " l a estropearn ms o menos" (pg. 46) incluso en ese terreno... Su originalidad es nula: "Lo que pone movimiento (a los corderos de Pamirgo), es ante todo el respeto humano: hacer como todo el mundo, al menos

    (16) El objeto estrictamente delimitado del presente artculo nos prohibe reanudar aqu el irritante debate respecto a la filosofa de la naturaleza; Jacques Maritain sostiene categricamente que, en nuestros das, ya no existe filosofa tomista de la naturaleza a causa del trastorno aportado por las ciencias {pgs. 206-208). Remitamos, pues, al lector a la indispensable Philosophie de la Nature del querido Padre de Tonqudec (Lethielleux), fascculo I, pgs. 79-85, principalmente las pgs. 83-84, diri-gidas muy expresamente contra la posicin del mismo Jacques Maritaini.

    (**) Panurgo es uno de los principales personajes del "Pantagruel de Rabelais. Enemistado Panurgo, durante un viaje martimo, con un comer-ciante, le compr uno de sus corderos, que arroj al mar. El ejemplo y los balidos del cordero arrastraron a todos sus compaeros, que saltaron uno tras otro y en fila. El mismo comerciante fue arrastado por el ltimo a quien trataba de retener y se ahog con su rebao. Esta escena crtica la extravagancia imitativa de las masas (nota de Speirq).

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    como todas las gentes que no son fsiles" (pg, 46), cf. pg. 44: "Fiebre de. puja demaggica"... conformismo agresivo... lo mucho de ilusin y lo poco de bajeza del que el idealismo gregario inevitablemente portador... el sentimiento malsano: de formar parte de los vencedores y de hacerlo patente?'. En cuanto a nos-otros, nuestro caso es muy hermoso: "Crueles frustraciones", "resentimientos amargos", "un. recuerdo nostlgico", "decepcio-nes", "sentimiento malsano", "que empuja a los vencidos a bus-car su revancha", etc."; el lector de nuestro artculo que, no haya ledo Le paysan de la Garonne nos dir que todo esto es muy imparcial, muy "objetivo" (palabra de moda como no hay otra) tanto ms cuanto que el mismo Maritain declara formal-mente. "No s lo que detesto ms" y que debemos apreciar el "satisfecit" que sin embargo nos concede: la verdadera accin personal y el espritu de resistencia a la facilidad estn actualmen-te de nuestro lado, incluso si se nos considera equivocados y ri-endo una batalla perdida de antemano.

    Solamente solamente ! hay las famosas pginas 235-237 sobre el monstruo integrista... Hemos de reconocer que al leer esto se ha apoderado de nosotros la tristeza y tambin una in-dignacin ante esas pginas tan injustamente malvolas: "... La que se llama (quin lo llamaf) Integrismo es una miseria del espritu nefasto a doble titulo" (pg. 235), primeramente en s mismo, despus en sus consecuencias.

    En s, el integrismo es "un abuso de confianza cometido en nombre de la verdad: es decir, la peor ofensa (sic) q la verdad divina y a la inteligencia humana". Efectivamente, el integrismo repite machaconamente frmulas "que congela en los refrigerador-res de una inquieta polica de los espritus", pero "no es la ver-dad (subrayado en el texto) lo que en reealidad le llega aH cima y a la que tiene presente ante todo" (pg. 235). Busca solamen-te "medios humanos de seguridad" (subrayado en el texto) : "es para la comodidad del intelecto que busca la fijeza ( f j x i t ) tran-quilizante, dndole a poca costa tona buena posicin de fidelidad, de coherencia interior y de firmeza" (ibid.), sea por razones de

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    comodidad, personal o colectiva, de las autoridades religiosas. Ma-ritain, ms honrado y ms inteligente que la plebe de los neo-modernistas y de los pequeos periodistas teledirigidos que juegan a Padres de la Nueva Iglesia, reconoce, de paso, la buena fe ( mu-chsimas gracias!) de muchos "integristas", y concede sin dificul-tad: "que incluso hay algunos que son de gran valia" (pg. 236). Lo que todava suena mejor cuando para decirlo se emplea una frase clebre...

    Pero las consecuencias socio-polticas de la mentalidad inte-grista son catastrficas, pues ella "ama tiernamente la fuer-za y el autoritarismo brutal, sobre todo cuando vienm de un poder usurpado { ?), desprecia al pueblo, etc...." Eureka! Ma-ritain est entregado a .uno de sus arranques fbicos contra una escuela y un maestro, que por otra parte se lo supieron devol-ver debidamente...

    Qu decir de este desconsolador pasaje? El tiempo y el deseo nos faltan para discurrir detalladamente sobre l. Re-cordemos, sin embargo, pacientemente, algunos puntos esencia-les y siempre desconocidos: 1) La palabra "integrismo" no fi-gura en ningn documento del Magisterio romano, en tanto que la de "modernismo" se encuentra en ellos muy repetidamente. No existe, pues, simetra alguna entre ellas. 2). Si el integris-mo existe ("dato, non concesso", como dicen los escolsticos) constituye a lo ms una singularidad a veces provocativa, pero, en fin de cuentas, no recubre, a diferencia del modernismo, nin-gn contenido doctrinal propiamente dicho y defiende la pura doctrina catlica tradicional. Incluso si lo hace de un modo un poco desagradable (especie de purismo intelectual) no la arruina por la base como lo hace su adversario modernista, antiguo o actual. Es, pues, soberbiamente extraviado llamarle "la peor ofen-sa a la verdad divina". Y es enteramente contrario a la caridad y a la equidad ir a sondear las interioridades, juzgar a los "inte-gristas" (en el sentido en que el Evangelio nos prohibe "juz-gar) pretendiendo (qu sabe de esto Maritain?) que "no es la verdad lo que en realidad les llega al alma".

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    Desearamos, por el honor de todos, que ese pasaje desapa-reciese de una eventual reedicin del Paysan de la Garonne. Pe-ro apenas lo esperamos, pues desgraciadamente Maritain ha to-mado partido sobre ello desde hace unos cuarenta aos aproxi-madamente...

    Ahora debemos concluir: En el estado actual de descomposicin en que se encuentra

    el mundo intelectual catlico, arrastrado "en el viento de la His-toria", sin hablar de la tropa indisciplinada que le sigue (17), la publicacin y la difusin de Le paysan de la Garonne, bien pesadas todas las cosas, nos parecen saludables, no obstante los temores y las reservas de algunos de nuestros amigos. Sin en-trar en ms detalles, en todo caso, es a la gente de enfrente a quien corresponde gritar "Tocado!", incluso teniendo derecho a reprochar a Maritain su severidad para tales o tales de entre ellos que le prestaron odos en tiempos anteriores. Evidente-mente, se estar tentado de pensar que esta defensa de la verdad religiosa y filosfica no servir en definitiva para gran cosa, puesto que no es escuchada, ni de los principa-les destinatarios, ni, parece ser, de personas situadas ms alto y que tienen cura de almas. Lo que haca decir re-cientemente a Gonzgue Truc; "Bn otros tiempos (este hermoso libro) hubiera sido una de esas apologas o "defensas" que de-fendan las causas difciles, y hubiera ocupado un primer lugar. Hoy, y en el estada de descomposicin moral y mental en que ha cado el nrnndo, es difcil creer que pueda tener todama alguna utilidad." {Les Ecrits de Parts, marzo de 1967). No llegare-mos hasta eso, pues una obra semejante puede ilustrar a los ti-tubeantes, tranquilizar a los que estn conturbados, inquietar a ciertos errantes honrados, suministrar referencias o citas alta-mente provechosas, etc...

    Terminaremos, por tanto, este artculo, que algunos, ay! , en-contrarn, como Jacques Bainville encontr al tratado de Ver-

    (17) "Su poca inteligencia y su falta de cultura... Intelectualmente retrasadas y afectivamente impberes" (Marcel de Corte).

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  • LOUIS JUGNET

    salles, "demasiado duro para lo que tiene de suave, demasiado suave para lo que tiene de duro", con una cita , del mismo Ma-ritain:

    "Son siempre los pequeos equipos y los pequeos grupos quienes han hecho las grandes obras. Parece que en nuestro tiempo debe suceder lo mismo ms que nunca, precisamente porque ser (ya lo es) urna edad de masificacin por la tcnica... Ms que nun-ca es cuestin de pequeos equipos y de pequeos grupos el lu-char con la mayor eficacia por el hombre y por el espritu... Tales irradiaciones invisibles llegan lejos, tienen en el orden del Es-pritu la misma clase de increble poder que la fusin del tomo en el orden de la materia" (pgs. 249, 251 y 252).

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