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JAIME CARMONA P. Psicólogo - Psicoanalista COPELANDIA Bresadola C. cyanescens (Berk. & Br.) Singer Coprinaceae Zonas cálidas de ambos Ilemisferios 72 No. 4 AÑO MCMXCV U. NACIONAL DE COLOMBIA BOGOTA,D.C. on pOCOS los pasajes en que Freud se refiere al tema de las adicciones. En el texto El Malestar en la cultura plantea que el ser humano solamente puede acceder al placer como fenómeno episódico, mientras que el displa- cer suele presentarse con un carácter más duradero, Propone que las tres fuentes del sufrimiento humano son la naturaleza, el propio cuerpo y los vínculos con los otros seres humanos, Luego se pregunta por los métodos que emplean los seres humanos para alcanzar la dicha y evitar el sufrimiento, y dice: "Los métodos más interesantes de prever el sufrimiento son los que procuran influir sobre el propio organismo. Es que al fin todo sufrimiento es sólo sensación, no subsiste sino mientras lo sentimos, y sólo sentimos a consecuencia de ciertos dispositivos de nuestro organismo. El método más tosco, pero tam- bién más eficaz, para obtener ese influjo es el químico: la intoxicación ... No solo se les debe (a "Ias sustancias embriagadoras"), la ganancia inmediata de placer, sino una cuota de independencia, ardientemente anhelada, res- pecto del mundo exterior. Bien se sabe que con los "quitapenas" es posible sustraerse en cualquier momento de la presión de la realidad y refugiarse en un mundo propio que ofrece mejores codiciones para la sensación, Es notorio que esta propiedad de los medios embriagadores determina justa- mente su carácter peligroso y dañino ..." En un texto muy anterior, Los orígenes del psicoanálisis, relaciona la adicción y la masturbación. Dice: "He llegado a creer que la masturbación era la gran costumbre, la necesidad primitiva, que los demás apetitos como la necesidad de morfina, alcohol, tabaco, no son más que sustitutos, pro- ductos de reemplazo". Lacan hace solamente una alusión directa al tema de las adicciones en abril de 1975, en la clausura de las jornadas de estudio de los carteles de la Escuela. Dice de manera lacónica y concluyente:"No hay otra defini- ción de la droga que ésta: es lo que permite romper el casamiento con el pipí".

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Page 1: JAIME CARMONA P. Psicólogo - Psicoanalista€¦ · propone Ernesto Sinatra "Utilizar la droga prohibida puede ser el modo queencuentre enlaocasión unsujeto histérico paradenunciar

JAIME CARMONA P.Psicólogo - Psicoanalista

COPELANDIABresadolaC. cyanescens(Berk. & Br.) SingerCoprinaceaeZonas cálidas de ambos Ilemisferios

72No. 4 AÑO MCMXCVU. NACIONAL DE COLOMBIABOGOTA,D.C.

on pOCOSlos pasajes en que Freud se refiere al tema de las adicciones. Enel texto El Malestar en la cultura plantea que el ser humano solamentepuede acceder al placer como fenómeno episódico, mientras que el displa-cer suele presentarse con un carácter más duradero, Propone que las tresfuentes del sufrimiento humano son la naturaleza, el propio cuerpo y losvínculos con los otros seres humanos,

Luego se pregunta por los métodos que emplean los seres humanospara alcanzar la dicha y evitar el sufrimiento, y dice: "Los métodos másinteresantes de prever el sufrimiento son los que procuran influir sobre elpropio organismo. Es que al fin todo sufrimiento es sólo sensación, nosubsiste sino mientras lo sentimos, y sólo sentimos a consecuencia deciertos dispositivos de nuestro organismo. El método más tosco, pero tam-bién más eficaz, para obtener ese influjo es el químico: la intoxicación ... Nosolo se les debe (a "Ias sustancias embriagadoras"), la ganancia inmediatade placer, sino una cuota de independencia, ardientemente anhelada, res-pecto del mundo exterior. Bien se sabe que con los "quitapenas" es posiblesustraerse en cualquier momento de la presión de la realidad y refugiarseen un mundo propio que ofrece mejores codiciones para la sensación, Esnotorio que esta propiedad de los medios embriagadores determina justa-mente su carácter peligroso y dañino ..."

En un texto muy anterior, Los orígenes del psicoanálisis, relaciona laadicción y la masturbación. Dice: "He llegado a creer que la masturbaciónera la gran costumbre, la necesidad primitiva, que los demás apetitos comola necesidad de morfina, alcohol, tabaco, no son más que sustitutos, pro-ductos de reemplazo".

Lacan hace solamente una alusión directa al tema de las adiccionesen abril de 1975, en la clausura de las jornadas de estudio de los cartelesde la Escuela. Dice de manera lacónica y concluyente:"No hay otra defini-ción de la droga que ésta: es lo que permite romper el casamiento con elpipí".

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Esta sentencia de Lacan puedeser leída de dos maneras: una de ellassería entender este planteamiento enel mismo sentido de la posición freu-diana, es decir, la droga como un su-cedáneo de la masturbación, comoaquello que la sustituye y a la vez per-mite al sujeto divorciarse de ella.

La otra lectura posible, que pro-pone Néstor Braunstein en Goce, se-ría entender ese "romper el casa-miento con el pipí" como la sustrac-ción del orden fálico que intenta de-sesperadamente el adicto: liberarsede las presiones de la realidad a lasque Freud hace referencia, eludir lasdemandas, las regulaciones, y lascoacciones que el gran Otro de la cul-tura impone al sujeto en su búsquedade alcanzar la dicha y escapar a ladesgracia.

Este intento por refugiarse en elmundo propio, este recurso a los "qui-tapenas", no solamente pretende unaexclusión violenta del campo del Otro(con mayúscula), sino también, y enel mismo movimiento, sustituir al otro(con minúscula) por un objeto sin ca-prichos, con el que no hay que conci-liar deseos, ni hay lugar al malenten-dido, que no exige ni desengaña. Enresumen, la consumación de la ilusiónde una relación perfecta.

Freud comenta, no sin ironía, larelación del alcohólico con la bebida:"Prestemos oidos a las manifestacio-nes de nuestros grandes alcohólicos,Broklln, por ejemplo, acerca de su re-lación con el vino: suena a la más puraarmonía, el arquetipo de un matrimo-nio dichoso. ¿Por qué es tan diversala relación del amante con su objetosexual?"

Al adicto le resulta insoportablevivir en un mundo que contiene todaclase de objetos posibles, menos elobjeto del deseo. Se rebela contra esedrama humano que constituye la faltade objeto, e intenta construir en tornoa una sustancia psicoactiva, no tantoel objeto del deseo, sino más bien undeseo con objeto.

Así, lo que desencadena el pro-ceso que culmina en la toxicomaníatiene que ver con el posicionamientoparticular de un sujeto frente a su de-seo o, más precisamente, frente a eserasgo consustancial al mismo que escarecer de objeto.

Lo específico del abordaje psi-coanalítico de las adicciones radicaen poner el acento en el carácter par-ticular del discurso del adicto, en elvínculo que hace éste con su objeto yen la naturaleza particular de ese ob-jeto que se ve obligado a construirpara sostener su discurso. Para en-tender esto es necesario diferenciarentre "la droga" como objeto y unasustancia psicoactiva cualquiera. Entorno a cualquier sustancia, o a variasde ellas, el adicto construye "la dro-ga". Es decir, no hay que confundir lanoción de objeto con la noción de mer-cancía. "La droga" como objeto (en-tendido en el sentido psicoanalítico dela palabra) es una construcción sub-jetiva que puede apuntalarse en unasustancia.

En otras palabras, para quecualquier mercancía devenga objetodebe desobjetivarse. "El nacimientomismo del deseo por acción del ordensimbólico implica la constitución de unobjeto que pierde su ser de objeto alperder sus propiedades naturales. Estapérdida es pues la condición que el ob-jeto debe cumplir para devenir objetodel deseo", señala Diana Rabinovich.

Clarificar esta diferencia permi-te empezar a trascender el abordajefenomenológico que define la adic-ción a partir de los tipos de sustancias,la frecuencia del consumo y los cam-bios de conducta. Este replantea-miento del problema, ofrece, además,la posibilidad de pensar en un consu-mo no adictivo de sustancias psicoac-tivas, y tiene la ventaja de resituar la

ADICCIONES: LA DROGA NO ES LA SUSTANCIA

adicción en relación con la psicopato-logía de la vida cotidiana.

Porque si lo determinante en laadicción como cuadro es la naturale-za del vínculo, y el objeto es una cons-trucción que realiza el sujeto apunta-lado en los elementos que la realidadofrece, podemos avanzar más allá delconsumo de sustancias e interrogar loadictivo que hay en el vínculo que ha-cen muchos sujetos con una institu-ción, con una religión, con un fanatis-mo, o con un terapeuta.

Claude Olivenstein advierte so-bre este riesgo en el trabajo terapeú-tico con adictos. Según él, puede ope-rarse un cambio de objeto sin alterarla naturaleza del vínculo.

UN Of=Sf=O SIN ORJf=TO

Decíamos que el adicto intentaconstruir un deseo con objeto. Esa esla trampa de la adicción. Tratemos depensar si es posible lo que el adictopretende, es decir, a qué artificiosdebe recurrir en su intento y qué con-secuencias le acarrea, porque esta-mos claros con Freud en que "lo únicogratuito es la muerte".

El deseo no tiene objeto. Estafrase puede ser dicha para el sujetodeseante y para el adicto con dosacepciones radicalmente diversas.

Para el neurótico remite a latrashumancia del objeto de significan-te en significante, determinada por elcarácter metonímico del deseo, a esaexperiencia vivida por la mayoría con-sistente en conquistar lo que más de-seamos y descubrir, a momento se-guido, que estamos deseando másotra cosa (más ... y otra cosa).

Eso es a lo que Freud se refiereen el pasaje que mencionamos al co-mienzo, en el que nos advierte que lafelicidad es escurridiza. Para el adictola frase: "el deseo no tiene objeto",remite a la decepción que le producecomprobar lo anterior, y toma el sesgode impugnar el sentido que tiene vivircomo deseante. Y efectivamente, al

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DOSSIER

pretender construir un deseo con obje-to, lo que hace el adicto es impugnar eldeseo mismo, porque lo más específicodel deseo es justamente su condiciónitinerante por los significantes, soste-niendo la falta de objeto que es correla-tiva a la falta de ser en el sujeto.

Volvamos a la pregunta: ¿me-diante qué artilugio logra el adicto pro-ducir esa apariencia de sostener undeseo con objeto? Vamos más lejos,¿qué es un deseo con objeto? No esotra cosa que una necesidad. Ese esel comienzo del drama del drogadicto,porque a fuerza de manipular el cuer-po mediante sustancias, buscando re-fugiarse en las condiciones más favo-rables para la sensación que ofrece elmundo interior, a las que Freud se re-fiere, su deseo se retrotrae a la lógicade la necesidad, en un proceso dia-metralmente inverso al que aconteceen la constitución del sujeto. Comosabemos por Freud, el deseo comodeseo sexual aparece inicialmente li-gado a las necesidades de autocon-servación y posteriormente se desligade ellas.

En el caso de la drogadicciónobservamos un proceso inverso: eldeseo queda subsumido en la lógicade la necesidad. "La droga" se con-vierte en el objeto de una pseudone-cesidad que, al igual que la sed, noadmite postergaciones ni sustitutos,se convierte en un producto de prime-ra necesidad.

En este sentido es interesantehacer notar que la etimología de la pa-labra adicción remite justamente a loque no puede faltar.

La lógica de la necesidad se di-ferencia de la lógica del deseo por ellugar que la falta ocupa en cada unade ellas.

La necesidad tiene objeto, porejemplo, la sed se sacia con bebidas.En esa ecuación nada falta, a menosque sea atravesada por la lógica deldeseo. 0, por decirlo así, lo que faltaes la falta. Esa es la diferencia esen-cial de la lógica del deseo, porque en

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la relación del sujeto con el objetosiempre hay un residuo que es la falta.

En la adicción, al retrotraerse eldeseo a la lógica de la necesidad, elsujeto queda ante la falta de la falta.Llegamos así a una fórmula imposi-ble, ¿es factible en términos lógicoshablar de la falta de la falta?, ¿es pen-sable en términos psicoanalíticos unsujeto sin falta? La respuesta a ambaspreguntas es no.

Esa es la trampa, el abismo ha-cia la que se precipita el adicto, el pre-cio del artificio: al pretender escamo-tear la falta lo que se juega es sucondición de sujeto. En la relación delcuerpo con la sustancia química, elproducto es el goce y el residuo el su-jeto. Esto ocurre de la manera másrotunda en el toxicómano crónico, enel cual, como señala Braunstein, "elcuerpo está sin-dicción, es asiento deun goce sin sujeto, fuera del discurso,rechazante del vínculo social".

Pero también puede acontecerde un modo dramático, aunque me-nos notorio, en otros sujetos, como loseñala el mismo Braunstein en el tex-to mencionado. La impotencia en elalcohólico masculino es así una prue-ba de que no puede cumplir su funciónfálica, no puede embestir fálicamentea la mujer para desearla, el sujeto estápor fuera de la función fálica, más acádel deseo. "La alcohólica, por su partese niega a recibir esa significación fá-lica; su cuerpo no es ya objeto de in-vestiduras narcisísticas, es algo quese da, algo sin valor que cualquierapuede tomar o dejar, la promiscuidadde uno tiene el mismo sentido que laimpotencia del otro."

Hablar de la clínica psicoanalíti-ca es hablar de amor, de transferen-cia, no hay amor sino de transferen-cia. No solamente porque todapalabra a la deriva termina hablandode amor, sino porque el amor es elresorte fundamental de la cura. Pre-guntarse por las posibilidades de queun adicto pueda articularse en un dis-positivo analítico es preguntarse, an-tes que por la relación de la adicción

con su estructura -<le la que hablare-mos más adelante- por su disposiciónpara amar.

LA ILUSION

Una breve reflexión sobre eltema de la ilusión puede aportar ele-mentos para pensar el problema delamor en las adicciones.

La ilusión es lo que separa lafantasía del acto, y lo que hace posi-ble la experiencia de temporalidad enel sujeto. Es merced a la ilusión queel sujeto puede apuntalarse en un pa-sado mitico y disparar el arco de sufantasía hacia un futuro hipotético, ilu-sionado en alcanzar un imposible:reencontrarse con el objeto perdido,recapturar el goce del que fue sustrai-do por obra de la castración que loinscribió como sujeto del significante.Ahora, como señala Carlos MarioGonzález, "si bien es cierto que el ob-jeto nunca será alcanzado también loes que el despliegue en pos de él dejacomo rédito el camino y el obrar quehace una vida, lo cual por modestaque sea, puede ser una creación ori-ginalllena de sentido".

Esto último puede parecer a unadicto una broma infantil. Estamosante un desilusionado, el más escép-tico de los personajes que pasan por elproscenio psicoanalítico, que deriva lasconsecuencias másfatalistas del hechoque constata Octavio Paz en su recien-te libro La llama doble: ''todos los amo-res son desdichados porque están he-chos de tiempo, todos son el nudo frágilde dos criaturas temporales que sabenque van a morir"

El adicto no se hace ilusiones, esquizás el que más en serio se toma laimposibilidad de la relación sexual, porello no la apuesta su vida al amor como,pese a todo, lo hace el neurótico.

Es conocida la proposición deLacan según la cual "el amor es dar loque no se tiene ...", amar es dar la cas-tración, es ofrecer al otro la falta engoce. Para amar es menester sopor-

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JAIME CARMONA P. ADICCIONES: LA DROGA NO ES LA SUSTANCIA

tar la falta. Y si la estrategia en la quese articula "la droga" se orienta preci-samente a escamotear la falta, eladicto se encuentra en un impasseserio para hacer vínculos amorosos.

Por ello, frente a aquellos casosen los que aparezca como factor do-minante, todo terapeuta debe mante-ner como una herramienta esencial lapregunta permanente por la naturale-za del vínculo que el paciente hacecon él, para evitarque tras la aparien-cia de un tratamiento se escude lo queJacques Alain Miller llama una "tera-peuticomanía" -para emparentarlacon la toxicomanía-, peligro al que yaaludimos anteriormente.

¿Cuál es la relación entre el vín-culo adictivo y el vínculo amoroso?¿pueden coexistir independientes enelsujeto? ¿o son estructuralmente ex-cluyentes? ¿cómo se produce la mu-danza de uno al otro, si es que estopuede ocurrir? .. Son preguntas queeste artículo no está en condicionesde responder y cuyas respuestas soncruciales para pensar una posible clí-nica de las adicciones.

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Como ya vimos, el consumo desustancias psicoactivas y la adicciónno son necesariamente la mismacosa. El consumo de sustancias psi-coactivas puede aparecer en un neu-rótico, en un psicótico o en un perver-so como una conducta entramada enla estructura, y presente como un ele-mento del discurso, es decir, con lamanera en que el sujeto se vinculasocialmente.

Veamos tres ejemplos que nospropone Ernesto Sinatra "Utilizar ladroga prohibida puede ser el modoque encuentre en la ocasión un sujetohistérico para denunciar los semblan-tes del amo moderno, encarnado encierta figura de autoridad; también po-drá ser el modo que un sujeto perver-so instrumente para hacer gozar al

Otro, aún pagandO el precio de unagolpiza casi mortal; o bien el mod ele-gido por el sujeto psicótico para in-cluirse en el lazo social que constituyeel discurso del amo, para ser nombra-do desde allí y atemperar de esemodo su desanudamiento".

De acuerdo con esto, el destinode un consumo sintomático de sus-tancias psicoactivas en la cura analí-tica, com el de cualquier otra conductao síntoma, dependerá de cuál sea laestructura y el lugar que esta ocupecomo elemento en dicha estructura.

Independientemente de cualsea la estructura y el lugar que ocupeen la misma, si la adicción aparece enel primer plano del cuadro clínico, elprimer factor a considerar en la direc-ción de la cura es la identificación delsujeto al significante "adicto".

Dicha identificación, en la medi-da que tiende a agotar la significacióndel sujeto, intenta sostenerse como elúnico significante que representa alsujeto para los demás significantes.

Tal identificación se convierteen un baluarte que impide al sujetoconfrontarse con la pregunta por sucondición de ser en falta ... por su faltade ser. Por ello Miller señala que "laposibilidad de análisis pasa por el es-fuerzo de deshacer la identificaciónbruta al "yo soy toxicómano". En con-secuencia, desde el punto de vista dela experiencia analítica, todo lo querefuerce esa identificación está con-traindicado, es menester que aparez-ca en el sujeto no como necesariasino como contingente".

Las adicciones representanpara la clínica de este fin de siglo undesafío similar al que representaba lahisteria para la clínica del siglo XIX.

Antes de Freud se ensayabanpara la histeria explicaciones que ibandesde la demonología y lesiones ce-rebrales invisibles, hasta la teatrali-dad deliberada. Se proponían todaclase de métodos para curarlas: ca-sas de reposo, electroterapia y salesde bromuro, el matrimonio ...

Así mismo, para las adicccionesactualmente las explicaciones vandesde la dependencia orgánica quegeneran las sustancias, pasando porlas relaciones familiares y la "pérdidade valores", hasta explicaciones decorte ecológico que ponen el acentoen la influencia del ambiente. Igual-mente se intentan métodos aversivos,condicionamiento operante, quimiote-rapia, terapia individual, grupal yfami-liar, terapias religiosas ... por mencio-nar algunas.

Esta gran diversidad de trata-mientos es una señal clara de que laclínica actual está lejos de descifrar elgran enigma que le presentan lasadicciones.

El psicoanálisis es uno de losgrandes interpelados por esta proble-mática del fin del milenio. Algunas delas preguntas que puede orientar lainvestigación en torno a esta proble-mática pueden ser las siguientes:¿qué circunstancias particulares de lacultura y su malestar hacen que jus-tamente en este fin de milenio, en loscorazones de las grandes urbes, crez-ca en progresión geométrica el núme-ro de sujetos que optan por sustraersede este modo brutal al intercambiosimbólico, a la demanda del gran Otrocultural? ¿Qué del proyecto culturalde nuestra época está siendo impug-nado en acto por millones de sujetosen el mundo, que acuden a este re-curso que está en el mismo orden derespuesta que el suicidio? ¿Es la adic-ción solamente un recurso desespe-rado del sujeto aislado? ¿Hay pode-rosos factores adictivos consustan-ciales a la lógica de la sociedad deconsumo? Y si esto es así, ¿la proli-feración actual de adictos no será unanueva clase de residuo, más siniestraaún que los residuos nucleares, enuna cultura que se ha caracterizadopor la producción de desechos y hahecho del humano un objeto dese-chable? ..'f'

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