jacques nassif la cl+ìnica psicoanal+ìtica

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1 PREGUNTAS A JACQUES NASSIF SOBRE LA CLÍNICA Alessandra Guerra: La entrevista de hoy versará sobre la clínica psicoanalítica. La palabra “clínica” evoca principalmente al discurso médico, desgraciadamente, en todos los casos en Italia. Sería preciso, en efecto, conseguir dar a esta palabra su apertura. Por cierto, existe la clínica médica pero existe también la clínica psicoanalítica ; ¡ y no se trata de la misma cosa ¡ Jacques Nassif: Lo he tomado en cuenta, es exactamente de eso que quisiera hablar. Es directamente cuestión de esta diferencia entre la clínica médica, el concepto de Clínica, y lo que introduce la Práctica del psicoanálisis … Y voy a ser conducido a oponer, en el marco del psicoanálisis, clínica y práctica, para constatar que ellas son casi incompatibles. ¿ Qué es la clínica ? ¿ A cuándo se remonta ese verdadero mito de la clínica ? Resulta actualmente que se sabe cómo los médicos, a fines del siglo XVIII, han forjado el mito de algo que estaba supuestamente allí desde siempre,

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PREGUNTAS A JACQUES NASSIF SOBRE LA CLÍNICA

Alessandra Guerra: La entrevista de hoy versará sobre la

clínica psicoanalítica. La palabra “clínica” evoca principalmente

al discurso médico, desgraciadamente, en todos los casos en

Italia. Sería preciso, en efecto, conseguir dar a esta palabra

su apertura. Por cierto, existe la clínica médica pero existe

también la clínica psicoanalítica ; ¡ y no se trata de la misma

cosa ¡

Jacques Nassif: Lo he tomado en cuenta, es

exactamente de eso que quisiera hablar. Es directamente

cuestión de esta diferencia entre la clínica médica, el concepto

de Clínica, y lo que introduce la Práctica del psicoanálisis … Y

voy a ser conducido a oponer, en el marco del psicoanálisis,

clínica y práctica, para constatar que ellas son casi

incompatibles.

¿ Qué es la clínica ? ¿ A cuándo se remonta ese

verdadero mito de la clínica ? Resulta actualmente que se

sabe cómo los médicos, a fines del siglo XVIII, han forjado el

mito de algo que estaba supuestamente allí desde siempre,

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pero que aún no había logrado ser correctamente nombrado.

Ellos pretendieron que se las veían con algo innombrado que

desde siempre estaba allí. Y de este modo habría venido

entonces al ojo experto del médico o del psiquiatra :

Tomemos por ejemplo a Lasegue, quien describe la Anorexia

mental en 1856. Siempre hubo jovencitas como esas, pero

ese gran practicante de la psiquiatría moderna describe con

todos sus detalles a los síntomas que permiten reconocer a

una entidad clínica que existía desde siempre pero cuyo

nombre no se sabía. Él aísla la cosa y le da un nombre :

anorexia mental.

Es un psiquiatra francés de la gran época de la

descripción clínica ; y es en ese baño de clínica, tal como lo

recuerdo aquí, que Freud encuentra al clínico por excelencia,

Charcot, quien proclamaba siempre, al decir de Freud, que

retoma a menudo esta frase : “! La teoría, es buena, pero

ella, a eso, no le impide existir ¡”. Y es bien a comienzo del

psicoanálisis que él fue inducido a oponer así la teoría con la

clínica, lo que no pudo dejar de hacer que el psicoanálisis

quede marcado de un modo indeleble.

En Francia tenemos un libro monumental de Foucault :

que se llama Nacimiento de la clínica, que supongo traducido

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al italiano. Este libro es insoslayable, pues explica muy bien la

preeminencia de la mirada en este asunto, y una mirada que

hace que las palabras se adequen a las cosas que ve, a las

que se ha hecho disponible, como si las cosas mismas

estuvieran, en fin, dispuestas para dejarse ver.

Pero un paso más está planteado, constatando que lo

que estas cosas ofrecen a una mirada tal, finalmente

formada, y por un discurso : el de la anatomía y de la

fisiología derivada de dos siglos de disecciones obstinadas de

los cadáveres, es su forma, y solo ella, y resulta así que de

golpe esta forma va dejarse registrar. Pues la clínica,

precisamente, describe las formas. La clínica, es necesario

subrayarlo, es una reducción a la forma.

Pero a partir de esta primera forma, a partir de esta

primera vez en la que ha tenido lugar este reconocimiento

una vez por todas, se va a constituir un saber, y que se

caracteriza por el hecho de ser aún verificable en cada nuevo

caso. Cada nuevo caso que se presente ofrecerá la misma

forma, presentará la misma forma, cualquiera sea el sujeto

que la exhiba. De esto resulta que a partir de la descripción

de ciertos trazos pertinentes o que son considerados como

tales, se hace posible dar un diagnóstico, con, de ser posible,

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un pronóstico, si es posible también, porque los dos van

juntos.

Pero sabemos que el instrumento de la mirada del

examen clínico y de la búsqueda de los signos que describen

una forma, ha sido relevado por los progresos de la ciencia

(en óptica, luego en física atómica) por máquinas

perfeccionadas de más en más que hacen lo que se va

precisamente a nombrar unos análisis.

Cuando fui, hace tiempo ya, a Palermo, estaba escrito en

todos los rincones en las calles sobre carteles : “Análisis,

análisis, análisis …”. ¿ Debía pensar que había así

psicoanalistas, por todas partes, que ofrecían sus servicios ?

No, no eran psicoanalistas, eran los laboratorios de análisis de

sangre, de orina, radiografías, todo lo que la medicina puede,

sabe hacer para reducir el cuerpo a una forma clínica y para

obtener que la mirada se renda vvírgen de toda palabra, lo

que quiere decir que la clínica de hoy ha llegado de esta

manera a poner en duda las palabras del enfermo, lo que

introduce un giro mayor en la clínica, ¿ no es así ?

Pues a partir de allí, la medicina está autorizada a no

escuchar lo que es dicho y a enviar a hacer análisis de más en

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más finos y sofisticados que hacen ganar dinero de más en

más a los hospitales, y cuestan de más en más a la Seguridad

Social. Ustedes saben de qué se trata.

He aquí entonces en que se ha vuelto la clínica en

medicina : una suerte de mirada absoluta dada por las

máquinas que ven todo lo que pasa en un cuerpo en tiempo

real. Lo que ¡ es un mito! Pues ese saber, en lo que concierne

en todos los casos a los síntomas con los cuales tenemos que

vérnosla, por poco que la dimensión de un sujeto subyace a

un síntoma, quedará bastante pobre. Está comprobado que el

nombre que le es entregado, si la descripción de los hechos

es correcta, no implica, luego de haber permitido llevar al

diagnóstico adecuado, un modo de hacer que sea

verdaderamente eficaz. Dicho de otro modo, decir que un

sujeto está afectado de T.O.C., mientras que nosotros

hablábamos, en otro tiempo, de “neurosis obsesiva” ¡ no ha

hecho avanzar la cosa para nada ¡

El hecho de tener que vérnosla con gente que se lavan

las manos todo el tiempo y que viven en la angustia de

preguntarse si no han dejado el gas abierto etc. Eso no es

ajeno a lo que nos llega en lo más corriente de la experiencia

de un clínico de hoy. Pero justamente es necesario destacar

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también que todos esos sujetos que tienen el espíritu invadido

por ideas obsesivas y comportamientos compulsivos, como lo

dice divertidamente el siglo en cuestión, formaban lo más

corriente de la práctica de Freud, que es el primer clínico en

haber descripto esta entidad, vale la pena recordarlo. Pero lo

que él había constatado inmediatamente, es que no era

suficiente cargar un tal diagnóstico para que una estrategia

de cuidados, en el sentido médico y conductual, se desprenda

de eso. En cuanto a los medicamentos, ellos no pueden

actuar más que como sedantes y ansiolíticos, pero que están

lejos de ser verdaderamente eficaces.

Actualmente, es preciso subrayarlo, la mayor parte de los

pacientes que llegan en el consultorio del psicoanalista de

hoy, son pacientes que se quejan de los fracasos de este

género de terapias, que son mentiras : hay que decirlo, y son

los enfermos mismos quienes lo dicen. No es suficiente tener

el diagnóstico de T.O.C. para hacer toc-toc sobre la puerta del

buen médico que va a darnos el buen medicamento y los

buenos consejos. En otra época, eso se llamaba “tratamiento

moral”. En la época de Freud ya, se daba los consejos que

eran necesarios, se enviaba a los tratamientos de aguas

termales, se aconsejaba electroterapia ; y si la persuasión no

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era suficientemente fuerte, se los hipnotizaba, y bajo hipnosis

se les daba sugestiones que los hacían pensar que todo eso

era ridículo, y que no era necesario pensar que hubiera una

explosión en la casa a causa de un escape del gas que uno

habría olvidado de apagar, y ese género de cosas. ¡ Y eso

debía funcionar ¡

Pues bien, si el psicoanálisis ha comenzado, ¡ es porque

justamente, la sugestión no funcionaba ¡ Son evidencias para

los analistas, ¿ pero lo es para el público adoctrinado por la

ciencia de hoy ? La gente continúa imaginándose que el

psicoanálisis está superado, sea sólo porqué, a pesar de todo,

uno se encuentra con sujetos inteligentes y no tan ingenuos

para dejarse influenciar por los buenos gurús, por bien

intencionados que ellos sean ¡

No se puede entonces dispensarse de volver a esos

fundamentos, ya que el público se deja impresionar por los

vendedores de pacotillas y cree a esa gente que dicen que el

psicoanálisis está superado, mientras que, felizmente, o

quizás desgraciadamente, eso no es así para nada ¡ ¡ Porque

eso se sabría ¡

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El psicoanálisis toma evidentemente más tiempo, pero no

necesariamente más dinero. ¿ Y por qué no toma

necesariamente más dinero ? La seguridad social lo sabe bien

en Francia, sino ella no cerraría los ojos sobre el hecho de

que los médicos firmen hojas médicas para cuidados que no

tienen nada que ver con la medicina, y que además son

cuidados de larga duración. ¿ Por qué la seguridad social

cierra los ojos cuando alguien va a ver al médico una, dos,

tres veces en la semana para sesiones que no tienen nada

que ver con la medicina ? Es porque ellos saben muy bien que

eso es menos caro a la sociedad que un ingreso y las

consecuencias de una internación psiquiátrica. Entonces, de

un modo muy cínico, mientras que no tienen verdaderamente

el derecho, soportan gastos de ese orden.

¡ Es necesario decir este género de cosas ¡ No vale la

pena ser hipócrita : ciertos psicoanalistas tienen esa facilidad,

y ellos no se privan de firmar hojas de seguridad social a

personas que no tienen el derecho a ello. Ellos tienen

también, y a veces la describen, una técnica donde la

cuestión de las hojas cae poco a poco : es decir que el

paciente se apercibe que su síntoma, su trastorno no es más

a ser considerado como una enfermedad, sino quizás como

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una buena oportunidad, y que no tiene nada que ver con la

medicina. Es preciso entonces reconocer que no hay

necesidad de ser tomado a cargo por la sociedad, como si

fuera un niño, porque es, por ejemplo, de su infancia que se

trata.

Eso toma evidentemente más tiempo, eso demanda

mucho tacto. Pero no hace falta ocultar que uno se las arregla

con eso, y que los enfermos como los psicoanalistas, sean o

no médicos, saben hacer allí para pasar a través de las mallas

de la red de vigilancia y del control social. Pero es necesario

no cerrar los ojos sobre las condiciones económicas siempre

más difíciles en la que se encuentran los jóvenes y no

desconocer el nivel creciente del desempleo. Todo eso debe

ser tomado en cuenta con el riesgo de terminar por tener una

deuda colectiva del Estado mismo tan enorme que nada será

ya posible y los recortes resulten inevitables.

El destino de Grecia es algo que nos puede hacer

comprender que todos estamos amenazados por la quiebra,

no solo personal, sino colectiva. Quizás no podamos pagar

más ese alto nivel de cultura y de seguridad social como es el

nuestro en Europa, porque nos hemos transformado en

deudores de la tierra entera. ¡ He aquí de lo que se trata con

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el psicoanálisis también, nosotros no estamos por fuera de

todo esto ¡

Alessandra Guerra: ¿ Qué puede decirnos del lazo entre

clínica psicoanalítica y sugestión ?

Jacques Nassif: No digo que un psicoanalista pueda al

comienzo prescindir de la sugestión. Sería formidable tener

que vérselas con pacientes con quienes un psicoanalista

pudiera prescindir completamente de dar consejos, con los

cuales podría contentarse de estar únicamente abierto a la

escucha y responder con el silencio cuando se le demanda

soluciones con insistencia. Hoy casi no hay más enfermos que

vengan a pedir ayuda con ese género de prevenciones contra

la manipulación. Digamos que son los enfermos mismos, si no

están enfermos en el sentido médico del término, quienes

insisten en hacer hablar, incluso si ustedes no pueden decir

más que tonterías ; no hay casi más personas que admitan

que el psicoanálisis es el abandono de toda sugestión y

efectivamente vamos a usar sugestión al menos para acceder

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a producir una transferencia que es una herramienta

indispensable.

Pues una trasferencia, eso es algo que debe permitirnos,

si no es negativa desde el comienzo, ¡ cosa que sucede

también, pero dejemos eso ¡ ¡Eso sería abrir otro capítulo ¡

Esa transferencia, entonces, debe permitirnos hacer de tal

suerte que la sugestión no sea pesada y abierta, sino

enmascarada, amable.

Alessandra Guerra: ¿ Pero entonces usted piensa que

hay una parte de sugestión en la transferencia ?

Jacques Nassif: Seguramente que la transferencia

comporta inevitablemente una fuerte dosis de sugestión ; es

por eso que Freud, muy honestamente, se preguntaba si todo

su discurso no estaba tomado en la sugestión. ¿ Conoce usted

ese apólogo de Freud en el que él habla de la sugestión como

San Cristóbal que lleva a Cristo que lleva la tierra ? ¿ En esas

condiciones, donde entonces puede apoyar los pies San

Cristóbal ? Si la sugestión explica todo, puede ser que el

psicoanálisis, como dicen los detractores de hoy, no es más

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que un asunto de sugestión y que la transferencia no es más

que una transgresión a largo plazo de todas las reglas de

impasibilidad de la clínica, un modo de manipular disfrazado y

cínico, una técnica de la que se sirven los psicoanalistas para

imponer soluciones y hacerse indispensables durante largos

años ; lo que hace entonces de esa disciplina una impostura

psicoterapéutica como otra.

Alessandra Guerra: Pero, de todas maneras, usted no es

Onfray.

Jacques Nassif: No, yo no soy Onfray, pero hoy, en el

público, hay muchos que piensan que Onfray tiene razón,

incluso los intelectuales, lo que es lamentable para ellos, pues

carecen verdaderamente de sentido crítico, mientras que, sea

sólo por el tono que Onfray utiliza en su libro deberían

ponerse en alerta y plantearse preguntas respecto a la saña

que afecta a ese señor.

¿ Qué hace, entonces, un psicoanalista con todos esos

problemas y todas esas situaciones que me he visto obligado

a volver a marcar a propósito del mito de la clínica ? Yo diría

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que él se apoya sobre una práctica anti-clínica, es decir que le

incumbe practicar una ruptura con lo visible de un saber ya

allí, para substituir ese saber de la clínica, por la existencia de

un sujeto supuesto saber, pero que escucha lo que ha

permanecido aún innombrado en lo que no es una forma del

cuerpo, sino que es la voz del nombre que lleva.

¿ Entonces, qué es ese psicoanalista, cualquiera sea su

nombre, qué es lo que eso quiere decir, ser, asumir decirse

psicoanalista ? Eso, al menos quiere decir que un tal sujeto

rompe ya con un saber que está ya allí, pero rompe también

con el discurso de un saber de los estados de cosas, para

substituirlo con el relato de acontecimientos de un encuentro

con ese nuevo sujeto.

Ese “nuevo sujeto”, oiga bien que es una expresión

ambigua : ¿ se trata del nuevo sujeto que es el analizante o

del nuevo sujeto que es el psicoanalista ? Se trata de los dos.

Es indispensable que haya allí un efecto de encuentro, que

uno no se conozca ya con el otro. Entonces, no puede uno ser

el psicoanalista de sus parientes, de sus amigos, de sus

colegas, de un miembro de su familia etc. Eso parece

evidente para ustedes, pero no lo es necesariamente para el

público. Es esta sorpresa de encontrarse con lo nuevo.

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Un médico puede ser médico de familia, saber todo

sobre un sujeto antes de encontrarlo, un psicoanalista jamás.

Le es imprescindible estar sorprendido por lo que se le

enseña. Parecen cosas evidentes, pero que ellas forman

parte de la ética de base de la faena con la que nosotros

cumplimos.

En fin y muy evidentemente, lo que ese psicoanalista va a

proponer – he dicho recién que el psicoanálisis es un práctica

de la ruptura – es una ruptura con el discurso organizado de

la auto-presentación de un yo (moi) que se conoce, que tiene

una introspección, que es lúcido, etc. Y que propone la

significación, para substituirle el juego con las palabras de eso

que le viene a la mente. Desde este momento, esas palabras

van a llegar a constituir una red que va a captar lo no sabido

de lo que se expone como siendo el sentido : opongo

entonces significación y sentido, opongo estados de cosa y

acontecimientos.

Usted ve, todos estos conceptos no están en Freud, ellos

son de Gilles Deleuse, opositor, si lo es, del psicoanálisis, pero

que produce conceptos que pueden ayudarnos a reformular lo

que está en cuestión en el psicoanálisis. Es suficiente leer

Lógica del sentido, escrito en un momento en el que Deleuse

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no estaba en oposición al psicoanálisis, no se había aún

alineado con ese pretendido psicoanalista que era Guattari.

Pero seamos justos, quizás después de todo Deleuze

tenía sus razones para estar en oposición al psicoanálisis, o a

una cierta forma de lacanismo que le parecía completamente

fracasado o adulterado … Por el contario, la situación de hoy

es tal que podemos volver a sus conceptos y reorganizarlos

para hacer avanzar con ellos la práctica de los psicoanalistas ¿

por qué no ?

Entonces, esta práctica de la ruptura consiste en

substituir a una demanda que se hace en términos de ayuda,

una oferta que va a consistir esencialmente en proponer un

pacto : si usted se deja ir a hablar sin seleccionar lo que va a

decir, aceptando decir todo lo que le pase por la cabeza,

incluso si son tonterías, dando fe a lo que el lenguaje puede

tener de automático, de marginal, de no controlado, etc. Si

usted acepta hacer eso, de relacionarse con alguien que lo

escucha para eso, para ese género de locura, entonces yo,

me comprometo a renunciar a los presupuestos de la clínica,

a abstener de hacer de usted un caso que vendría a verificar

en mí lo que la clínica ya sabe sobre usted, aplicando un

nombre de su vocabulario para eso que usted tiene, pero sin

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poder decir nada sobre lo que usted es. Entonces yo, ese que

va así a llevar el nuevo nombre de psicoanalista, ese que se

convierte, de este modo, en su psicoanalista, yo prefiero

encararme con quien usted es.

¿ Entonces, en qué consiste ese pacto ? Consiste en

reducir el saber ya constituido de la clínica a una dialéctica

que va a instaurarse entre usted y yo, entre el saber que :

“Usted ya me lo ha dicho, pero para mí será por primera vez

que lo habrá dicho”, y el saber que : “Eso no está aún dicho,

aunque usted lo sepa desde siempre quizás”. Así usted se

convierte de este modo en el analizante, y no el analizado,

como se decía antes de Lacan. Pues es a usted que, en lo

sucesivo, va a incumbir la tarea de volverse analizante de mi

saber, de lo que yo ya sé y de lo que no sé aún.

Usted es el analizante de eso, pero entonces será preciso

que acepte reconocer que yo tengo una memoria suficiente

para distinguir las ilusiones que usted pueda acariciar de

haber dicho ya alguna cosa. ¿ Para qué tendría esta ilusión de

haberlo dicho ya ? Porque un psicoanálisis consiste en entrar

en un diálogo interior con un psicoanalista, alguno que ya

tiene en usted, antes de encontrarme y con el cual tiene ya

un diálogo. Ese psicoanalista es como un ángel guardián, él

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sabe todo de usted, entonces, usted puede pensar que usted

ya se lo ha dicho, a ese fantasma en usted, mientras que no

lo ha dicho todavía, al fantasma bien real que usted ha creado

con todas las piezas, introduciéndolo en su vida, haciéndolo

entrar en su casa, sin que él haya tenido que desplazarse, ya

que será llevado a saberlo todo sobre usted.

Es sobre este eje de lo ya dicho y de lo aún no dicho que

se va a hacer nuestro trabajo. Eso es un psicoanálisis : hacer

desplazar el límite entre lo ya dicho y lo aún no dicho. Y habrá

de lo aún no dicho quizás más difícil de decir que usted lo

piensa. Quizás usted piensa que puede decirlo todo y a

cualquiera. Pero ocurre que el psicoanalista es alguien con el

cual usted va a discernir que hay cosas más difíciles de decir.

¿ Cómo va a entrar usted en esta dificultad ? Y bien, eso va a

depender de ese psicoanalista que usted tiene en usted, de su

concepción previa de lo que es para usted el sujeto supuesto

saber. Si este sujeto supuesto saber se interesa en la infancia,

usted le dirá todo sobre su infancia y no le dirá nada sobre su

trabajo o sobre sus relaciones actuales, lo que, precisamente,

deberá cambiar el contenido de esta dialéctica entre lo ya

dicho y lo aún no dicho.

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Usted bien ve que su trabajo consiste en producir un

psicoanalista nuevo que no sea aquel que usted conocía ya, al

que usted atribuye un saber. Si, por ejemplo, usted ya sabe

que un psicoanalista se interesa por la sexualidad, pero no se

interesa necesariamente por el duelo, a pesar de que la

sexualidad y la muerte tienen lazos : usted disocie quizás un

poco demasiado, en su modo de vivir, la sexualidad y la

muerte, entonces, usted habla demasiado fácilmente de la

sexualidad, pero no habla jamás de la muerte. Es su derecho,

es usted quien produce al psicoanalista en usted y que va a

hacer comunicar lo ya dicho con lo aún no dicho,

introduciendo nuevos lazos entre ellos.

Usted va a desplazar entonces esos límites, y es su trabajo

que va a fabricar lo que aquí debo llamar : un psicoanalista

efectivo. El sujeto supuesto saber de la transferencia no es un

psicoanalista efectivo, es un psicoanalista putativo. Es aquel

que practica un psicoanálisis en el que ya sabe todo ; en las

revistas, en los semanarios, todo el mundo dice lo que es un

psicoanálisis, lo que es el saber de un psicoanalista, y ustedes

saben todo eso de memoria. ¿ Para qué les sirve eso, en qué

eso los ayuda ? Lo que puede ayudarlos, es hacer un

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psicoanalista, constituirlo con todas sus piezas, fabricar ex

nihilo un psicoanalista.

Por consiguiente, la clínica psicoanalítica es la clínica del

psicoanalista que usted va a fabricar. No hay ninguna otra

clínica más que aquella del psicoanalista y de las figuras de su

resistencia al advenimiento del sujeto del inconciente. Y ese

psicoanalista, es yo o es usted, cada uno cambia de lugar a su

vez y en forma rotativa ; pero es para lograr que ese

psicoanalista se convierta en vuestro psicoanalista. El

pretendido psicoanalista que yo soy no sirve para nada, que

sea pretendidamente psicoanalista y que sepa muchas cosas

sobre la teoría psy, ¿ qué es lo que eso cambia ? Lo que, por

el contrario, puede cambiar las cosas, es que yo me convierte

en vuestro psicoanalista.

Alessandra Guerra: ¿ Eso es ser psicoanalista del caso

por caso ?

Jacques Nassif: Prefiero evitar la palabra caso que está

demasiado investida por la clínica. Un caso, eso se coloca

inmediatamente en plural para apilarse, hay casos que son

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semejantes a otros casos : por ejemplo casos de histeria o de

neurosis obsesiva, de fobia, de anorexia ¿ y qué sé aún ? El

sujeto es siempre un sujeto nuevo, un sujeto diferente. No se

puede apilar los casos en psicoanálisis como se puede

apilarlos en la clínica médica, los casos que vendrán siempre a

averiguar las hipótesis de un saber previo, y que permitirán

actuar en consecuencia. Ninguna receta, ningún plan es

posible en psicoanálisis. Algo que ha funcionado en un caso,

ciertas cosas que han funcionado para ciertos sujetos tendrán

efectos contraproducentes con otro sujeto. He ahí de lo que

se trata en psicoanálisis, constantemente y sin descanso.

El psicoanálisis es una situación muy especial que está

puesta en marcha al cumplir con ciertas reglas, no se trata allí

de consultas, son sesiones. ¿ Qué es lo que las diferencia a

las dos ? A diferencia de la consulta con el médico, uno no

puede cancelar una sesión, pues tenemos los dos una cita con

el psicoanalista que hemos fabricado juntos. Entonces, si se

cancela esta sesión, no se puede evitar pensar que, por

definición, uno ha tenido las ganas de resistir a ese

psicoanalista. ¿ Por qué ? Porque se hace pasar antes de la

sesión pactada otra cosa que es más valorada, se trate de

una enfermedad, del trabajo, de una cita galante : se prefiere

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darle prioridad a eso. Uno tiene totalmente el derecho, pero el

hecho de no valorizar la sesión, es decir : la palabra que lo

compromete ante el psicoanalista que usted ha instituido, eso

tiene un precio. Esto es lo que es muy mal soportado hoy :

que se pueda pedir el pago de una sesión perdida, cualquiera

que haya sido la razón, y al menos si no puede ser

reemplazada con un tiempo razonable que permita evocar lo

que ha pasado realmente.

Con el tiempo, e incluso si fuera necesario ceder sobre

este punto crucial, ciertamente yo me he vuelto muy flexible

al respecto, pues la gente no es tan dócil como en el tiempo

en el que yo he comenzado mi psicoanálisis ; estar en análisis

era, en esa época, estar en una posición de servidumbre. No

anhelo que los analizantes de hoy tengan esa posición de

servidumbre voluntaria que yo tuve, y que consideren que el

psicoanalista es una persona cruel. La situación ha cambiado.

Puede ser que un psicoanalista sea conducido a ocupar una

posición de crueldad. Pero entonces es preciso darse cuenta

que el análisis es netamente el análisis de ese psicoanalista

putativo quien puede ser efectivamente más cruel que otro,

pero al cual el psicoanalista efectivo no está obligado,

asimismo, a identificarse todo el tiempo y sistemáticamente …

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Basta con haber analizado a una mujer obesa para saber

hasta qué punto ella tenía que vérselas con un psicoanalista

cruel y que no se privara de criticarla por su peso, por su

sobrepeso, que la obligue a esto o a lo otro, y que haga de su

vida ¡un verdadero infierno ¡ Con ese género de mujer, no

hay nada que hacer y no hay nada posible, si ella permanece

en análisis con ese analista cruel ; nada se moverá, si no se

toma en cuenta que es ella quien lo ha constituido así y que

lo ha puesto en ese lugar. Todo el trabajo va a consistir en

lograr que el psicoanalista putativo, ese sujeto supuesto saber

lo que hace adelgazar etc. acepte escuchar lo que no está

dicho aún sobre las razones verdaderas de ese sobrepeso, de

esa miseria del cuerpo en la que una mujer ha podido

meterse, para hacer imposible las cosas, y entre otras, ¡ su

psicoanálisis mismo ¡

Entonces, a partir de esta situación que es una situación

reglada en la que hay reglas que faciliten la regla

fundamental, que la hacen posible, cada analizante fabrica un

practicable. ¿ Qué es un practicable ? Es un concepto del

teatro : un practicable sobre el escenario es un decorado con

puertas, ventanas, se pasa por aquí, se sale por allá… Pero no

hay sólo los desplazamientos del cuerpo. Se tiene hábitos

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para hablar : uno se dirige a su psicoanalista de este modo y

no de otro, todo esto es fabricado con todas sus piezas por el

analizante quien tiene sus hábitos, que introduce algo de su

persona en el lugar del psicoanalista, que utiliza tal objeto,

que utiliza tal modo de acomodarse en el diván, que

aprovecha tal aspecto de la persona del psicoanalista que le

va mejor que tal otro, que usa tal suposición que se hace,

sobre su creencia de porque lleva ese nombre y que por eso

él debe ser judío o cristiano o musulmán, vaya a saber ¡ Y

entonces todo eso me vendrá bien para dirigirme a un judío,

o más bien a un no judío etc.… Todo eso fabrica al

practicable, lo que va a facilitarme la palabra para decir

ciertas cosas que no diría a cualquier otro.

Y el tercer nivel, es el de poner en movimiento un

aparato… Entonces, el primer nivel es el de la situación, el

segundo el del practicable, el tercero es el del aparato.

Ustedes se dirán : ¿ un aparato es algo que va a funcionar de

modo mecánico ? No precisamente ¡ Hay filósofos que han

trabajado mucho la cuestión, ya se trate de Agamben o de

Foucault antes de él. El término aparato es aquél utilizado por

Freud para designar lo que los filósofos de hoy llamarían :

“dispositivo”.

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Y bien, efectivamente es un dispositivo que está puesto

en marcha a partir de la situación analítica y del practicable

que se abrocha sobre la misma, y es de este dispositivo que

se sirve el analizante para interpretar. Ya que él va a ser el

interprete de su discurso, con, evidentemente, la ayuda de

esas divertidas interpretaciones que son las incitaciones del

analista para interpretar, más que las interpretaciones que se

harían al modo de un collage hermenéutico (“eso quiere decir

aquello”). ¡ No, no es así como el psicoanálisis debe ser

considerado ¡ Sabemos bien desde Lacan que la

interpretación en la cura toca un punto vivo del discurso que

es equívoco, y que una cosa puede querer decir otra, que hay

ramificaciones en el discurso, puntos más o menos ambiguos

y que hacen que el inconciente se enganche en esta

ambigüedad para pasar de un registro a otro, para hacer

pasar cosas que no pueden pasar de otro modo y que se

despliegan sin que lo sepamos.

El no sabido, esa es, efectivamente, la traducción que

Lacan ha propuesto para el inconciente ; ella es muy justa

pues es verdaderamente en el marco del discurso que pasan

las cosas. El psicoanálisis es substituir la clínica del saber ya

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sabido, por la clínica de un psicoanalista que se va a necesitar

hacer pasar de lo putativo a lo efectivo.

Bueno, quizás voy a improvisar un poco más pisando tierras

posiblemente vírgenes y pasando por sendas muy poco

manidas ¡ Finalmente, esta clínica psicoanalítica, si estos

términos designan algo que existe todavía, se convierte en

algo identificable al hecho de comprender cuales son las

resistencias, las figuras de la resistencia del psicoanalista, ya

que está alrededor de su función que todo gira, ya que es de

él que todo depende, incluso si se trata del psicoanalista que

fabrica cada analizante, pero es una cosa que ha podido

lograr este analizante a partir de las marcas que supone en el

marco del practicable que le proporciona el analista efectivo.

Pues es el analizante quien fabrica un analista que no quiere

comprender nada, oír nada. Para el analizante su analista es

supuesto saber que él está ubicado del lado del amo, por

ejemplo. Que está, ya sea del lado de la Iglesia ya sea del

lado del Ejército, ya sea del lado del gran hospital : ¡ él debe

por lo menos saber esto ¡ ¡ él es supuesto saber lo que es ser

sujeto y sujetado por estas instancias ¡

Una de las definiciones de sujeto, es que uno es sujeto de un

rey, de un amo que tiene el poder, que os tiene cogidos y

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coaccionados. Yo soy el sujeto, el esclavo, estoy sujetado a

ese discurso del amo ; y aquel al cual me dirijo, para llegar a

ser mi psicoanalista, debe permitirme decir otra cosa que lo

que el amo tiene ganas de escuchar. ¿ Es que él va a aceptar

otra concepción de la familia que la que yo aporto, aquella

que me han transmitido mis padres y abuelos ? Esa es la

resistencia del psicoanalista, él piensa que no sólo es

necesario honrar padre y madre, como lo dice el

mandamiento, sino amarlos. Pues hay precisamente gente

que llega a un análisis porque abrigan odio a su madre, su

padre, etc. Y que imaginan que el psicoanalista está allí para

reconciliarlos, para que soporten convivir con ellos hasta el fin

de sus días, sino con este odio, por lo menos confesándolo.

No es fácil ocupar el lugar de analista frente a un sujeto que

tiene odio ante su padre, su madre, su hermana, su hermano.

¿ Voy a poder hacer que se desplace la resistencia del

psicoanalista, es que ese sujeto va a poder asumir decirme su

odio y liberarse de este modo, sabiendo que no hay sólo el

odio y el amor, él puede recurir allí a la ignorancia. Hay un

momento en el que la ignorancia libera, ella es una pasión tan

fuerte como el odio y el amor. Quizás sea preciso a veces

instaurar separaciones en una vida ?

27

¿ Y para soportar ese género de separaciones, tal vez haya

que fabricar un psicoanalista que estaría de acuerdo, que no

les hará reproches por estar separado de una mujer, de un

marido, qué sé yo ? Pero a menudo las tradiciones familiares

tienen un peso tan pesado como el discurso del amo.

Y luego hay también todas esas teorías en las que atribuyen

al psicoanalista un saber sobre lo que es ser un hombre o una

mujer. Si me analizo con un psicoanalista feminista ¿ sería

necesario servirle un discurso feminista ? ¿ Pero si yo detesto

a las mujeres por razones mías ? Y puede ser que yo tenga

razones para detestar a las mujeres y que todo lo que pongo

en la palabra mujer iría, en otro contexto, bajo la palabra

hombre, etc. etc.

¿Qué es la diferencia sexual, cómo repensar la relación entre

los sexos ? Si tengo ideas indudables sobre lo que piensa mi

psicoanalista, no voy a poder ocupar verdaderamente mi lugar

de analizante con él sobre ese problema. Es preciso que él se

mueva y que su resistencia me haga reaccionar. Será quizás a

causa de su resistencia que yo voy a moverme o que, si no

hay manera, estaré inducido yo mismo a decirle un día : “

Pero, dígame, con quien está usted en análisis, quien es su

analista ?” Me sucede plantear esta pregunta : “Por qué

28

piensa usted que yo pienso eso ?” Me gustaría encontrar a

ese analista para preguntarle lo que comprende de todo esto

: ‘ ¿por qué eres tan cerrado, qué te pasa, eres loco o qué ?

Debes escuchar a ese señor o a esa señora que tiene algo

para decirte y ¡ dejar de tener todos estos prejuicios ¡´”

Pienso en las ideas firmes o dogmáticas sobre la

homosexualidad, por ejemplo, según las cuales los

psicoanalistas deberían estar en contra, uno se pregunta por

qué, ya que, Freud jamás ha estado en contra, él ha sido uno

de los primeros en tolerarles y ¡ no considerar a los

homosexuales como enfermos ¡ Pero curiosamente se piensa

todavía que los psicoanalistas te curaran de la

homosexualidad, como si eso fuera un deber del psicoanálisis.

¡Todo eso no es evidente ¡ ¿ Es necesario que un analista

tenga un objetivo educativo y que lo imponga ?

Y es igualmente importante saber cómo está normalizada la

diferencia entre niño y adulto. Mucho más aún : ¿ cuál es la

teoría que tendría ese analista sobre la adolescencia ? ¿

Cuántos sujetos que van a análisis no lo hacen para hablar de

sus dificultades con sus niños, con sus adolescentes y piden

ayuda ? He escuchado decir a grandes psicoanalistas que no

se podría analizar a un sujeto que se presentara como padre,

29

que en análisis se está necesariamente en posición de hijo,

que es el niño quien está en análisis, que es preciso

encontrarse de nuevo con su infancia . Es típico del analista

freudiano. Levantar la amnesia infantil. Resultado : cuando

van al psicoanalista, ustedes van allí para hacer de niño. ¿ Y si

actualmente se hubiera invertido, si fuera en tanto padres que

tenemos dificultades con nuestros hijos ? Tener una pre-

concepción del psicoanalista interesándose por el niño y no

por lo que es ser padre, es prohibirse la posibilidad de estar

en análisis con ese psicoanalista. Ven bien hasta qué punto el

tema de la resistencia del psicoanalista es central en la clínica

psicoanalítica tal como la preconizo, para lograr que ella se

abriera un poco.

¿ Cuales serían entonces esas instituciones en las que el

supuesto psicoanalista sería el agente y engendraría las

estructuras supuestas de la psicopatología clínica ? Finalmente

se encuentra eso que hemos aprendido en la clínica que nos

han transmitido los teóricos del psicoanálisis, es decir que hay

neurosis, perversiones, psicosis, yendo de este modo hasta

emplear la palabra estructura para hablar de esas diferencias.

Ahora bien, con esta nueva manera de considerar la clínica,

no en función de rasgos que serían constitutivos de un sujeto,

30

sino en función de la resistencia del analista, está implicado

que repensemos las causas de la neurosis de un modo

diferente, ya sea interrogarnos sobre la elección de la

neurosis, que es un término freudiano, o de la perversión, o

de la psicosis. El sujeto no ha tenido elección del todo, claro

está, es su inconciente que ha escogido tal o cual forma de

patología o, de una manera aún más personal, tal síntoma. ¡

Hablemos de síntoma en lugar de patología ¡ La patología, ya

sabemos cómo reconocerla y el paciente también. En cambio,

un síntoma, eso es algo misterioso y enigmático ¿ Qué es lo

que este síntoma tiene para enseñarnos ? Este es el interés

de la cura analítica donde dos sujetos trabajan juntos para

aprender de un síntoma lo que él tiene para enseñarnos como

verdad : he aquí la definición que yo daría de una cura. Yo me

pongo a trabajar con alguien de quien supongo que es capaz

de dejarse enseñar por su síntoma, que no será más sordo a

lo que su síntoma busca de hacer escuchar.

Un sujeto ha escogido la perversión, por ejemplo, en vez de

delirar. Si yo no hubiera tenido esta “solución” de la

perversión, de la homosexualidad o de hacer hablar a la

pulsión ( - no hay treinta y seis pulsiones – yo hablo de la

pulsión sado-masoquista o voyerista-exhibicionista o una

31

mezcla de las dos), sería que ha elegido poner esta pulsión en

posición de agente. Ahora bien, viene a encontrar un

psicoanalista que pone el objeto en posición de agente,

también él, ¿ va a poder aquél escuchar mi demanda ? Estos

son problemas de técnica psicoanalítica a los cuales podemos

llegar rápidamente, a partir del momento en el que se

introduce ese cambio en la escucha y la estrategia del

psicoanálisis poniendo de relievo la cuestión de la resistencia

del analista.

Pero un psicoanalista normativo que dice : “El objeto del

deseo, es la persona que le ofrezco al acompañarle durante el

tiempo de la cura ; y es así que veo las cosas, para ser feliz,

identifíquese a mí y será feliz, usted no será más homosexual,

por ejemplo. Y si ese analista tiene una mujer en análisis, le

hará saber que es mejor gozar del cuerpo de un adulto que

gozar del cuerpo de un niño, eso, si se dirige a una mujer que

es madre – digo quizás cosas horribles – o, en caso contrario,

encuentra que ¡ el goce que ofrece el cuerpo de una mujer es

superior a lo del cuerpo de otro hombre !

¿ Será posible una cura de este síntoma con ese analista ? Si

ese analista se ha detenido en una posición tal, no será mi

psicoanalista, sino un analista pretendidamente sapiente de lo

32

que está bien o mal a través de su saber de la clínica

psicoanalítica. Una tal relación se transforma necesariamente

en psicoterapia. No hay manera en estas condiciones de

enfocar la cura de un perverso que ha debido escoger ese

síntoma para soportar vivir.

Yo conozco pocos psicoterapeutas conductuales que acepten

perversos en cura. Ellos saben muy bien que eso no va a

andar con esta gente, mientras que de otro lado esos buenos

tíos que son los psicoanalistas intentan, por lo menos, a

pesar de todo ¡ Se puede entonces derivárselos, pues es un

gran sufrimiento el hecho de tener que asumir, confesar ese

tipo de síntoma, y todavía más cuando se trata de esa

horrible cosa que es la pedofilia, último tabú en los síntomas

actuales y que provoca una tal conmoción en los legisladores,

una tal responsabilización en los psiquiatras y médicos,

transformándolos en policías.

¿ Cómo se puede intentar comprender por qué un sujeto vive

la necesidad de tener que ofrecer su amor a un adolescente,

incluso a un niño y de un modo sexualizado ? Es preciso

atreverse a hablar de estas cosas sobre un tono seco y no

apasionado y sin demonizar inmediatamente a ese género de

sujeto. Los analistas quedan como las únicas personas aún

33

capaces de hacer ese trabajo y justamente más que los

psiquiatras que están en tela de juicio por su dejadez a

responsabilizarse de todos esos crímenes a los que esa

patología puede inducir.

Pero si hay crímenes, si el síntoma produce crímenes, es

porque ellos no han tenido otras posibilidades que ese tipo de

transgresión para hacer escuchar el fantasma que podía

inducir este tipo de pasaje al acto ¡ ¿ Es necesario llegar hasta

la trasgresión para hacerse escuchar ? He aquí una de las

preguntas que el psicoanálisis permite plantearse. Este tipo de

nueva clínica psicoanalítica pone en primer plano a la

resistencia del psicoanalista. Si un analista tiene ideas firmes y

dogmáticas sobre todo, si se atiene a una clínica tradicional,

médica, no podrá ocupar ese lugar.

Saber qué es un analista, como se constituye y cuál es su

formación más allá de esta cura tiene entonces

consecuencias prácticas. Pues, finalmente, ¿ en qué consiste

la formación de un analista ? Es la fabricación de alguien lo

suficientemente abierto como para aceptar que la verdad de

un sujeto cuestione el saber que él ha aprendido. Si no es

capaz de cuestionarse permanentemente en cada nuevo caso,

no será psicoanalista, será psicólogo, psiquiatra,

34

psicoterapeuta. Sabrá cosas sobre la psicopatología y sobre la

clínica pero no será psicoanalista.

El psicoanálisis no se interesa más que por una cosa : la

subversión del saber por la verdad. ¿ De donde surge la

verdad ? No solamente de la boca de los niños sino también

de la boca de los síntomas. Los síntomas de hoy que fabrican

una demanda de análisis, en su mayor parte, son fracasos de

la psicoterapia ¡ Es cuando una psicoterapia no ha

funcionado, es cuando se logra hacer la demanda de un

análisis : los síntomas son eso ¡

A todo el mundo le gustaría que la psicoterapia funcione, que

fuera suficiente, y, si fuera posible que sea breve : tres

meses, seis meses para que todo se pliegue de manera eficaz,

con un plus de medicamentos que faciliten el sueño, la

potencia sexual ¡ Tomar Viagra para arreglárselas en la vida ¡

En el límite, ¿por qué no ? Los laboratorios farmacéuticos, la

publicidad hacen creer que eso funciona, pero justamente, ¡

eso no anda tam bién como se cree ¡ En la vida hay cosas un

poco más complicadas que los mecanismos a los que se

reduciría el acto sexual, supuesto facilitar la felicidad, y que

permitiría eliminar la tristeza, terminar con el duelo, etc.

Nosotros somos sujetos complicados y el psicoanalista es

35

alguien que se toma el tiempo, que no está apurado, es

alguien que da tiempo, que respeta la complejidad, que

acepta no comprenderlo todo inmediatamente, etc.

¿ Se necesitan todavía hoy en día gente como esa? Según mi

opinión, ¡más que nunca¡ Y cuando se los ha encontrado, ¡ no

se lo deja más ¡ Eso da de nuevo tanto valor a la vida

encontrarse con tales personas : un psicoanalista que

aceptara no comprender todo, que aceptara que lo que se le

cuenta queda bien enigmático, que hay un límite al saber

clínico, en tanto éste se ve siempre ligado a soluciones que se

aplican y que serán rápidas. Un analista tal, les aseguro, tiene

porvenir ¡ La cuestión no está arreglada del todo, no lo es :

“¡Ciao, ciao, no se habla más de eso!” Son sujetos, individuos,

no teorías soportadas por maestros prestigiosos ; son

personas modestas y que hacen un trabajo modesto, pero

que no es ilusorio, ya que no juegan a cualquier cosa, que

tienen una ética rigurosa, que escuchan verdaderamente y

que intentan comprender con ustedes ; ellos proponen

algunos instrumentos extremadamente eficaces – pues hace

falta proclamar su eficacia, con tal que uno quiera servirse de

estos. Ya expliqué de qué orden eran esos instrumentos : un

cierto modo de emplear el lenguaje, de someter la palabra a

36

lo que viene a la mente, de contar los acontecimientos y no

solamente la significación que se desprende de ellos. Pasando

por la dimensión del acontecimiento, volver a lo que han

contado los sujetos o a lo que se ha callado dentro de una

familia…

Hablemos de la locura, la mayor parte del tiempo es porque

ciertas cosas no han sido dichas que es preciso recurrir a un

síntoma tan grave como es el delirio o la alucinación, porque,

en esas situaciones, el lenguaje no era más suficiente. Si allí

no había las palabras suficientes para decir las cosas, habrá

sido necesario recurrir a un gran mito. El delirio tiene que ver

con la fabricación de un mito, de un mito de los orígenes, de

un mito familiar en el que un sujeto ha debido buscar una

explicación para lo que le sucedía y que era demasiado

misterioso, de lo cual no tenía ninguna comprensión.

Entonces esos blancos, esos agujeros en el lenguaje han

hecho que haya debido recurrir a esas creencias delirantes, a

cosas que nadie puede creer, a la audición de ruidos que sólo

él puede oír o a esa visión de cosas que no existen en la

naturaleza, pero que él ve.

La ciencia es sin concesión, sin piedad para ese género de

sujetos que se hacen excluir del discurso científico de la polis.

37

¿ Qué hospitalidad queda practicable para ese género de

sujetos hoy ? Es preciso aceptar ofrecerles una cierta

hospitalidad, un acompañamiento. Pues, yo pretendo que el

nivel de civilización de un sujeto, de un país se mide por la

capacidad que tiene de poder hospedar a los locos. El nivel de

aceptación del loco en un agrupamiento social hace que se

sea civilizado o no. Quizás en África sean en este sentido más

civilizados que nosotros, pues los locos son recibidos y

admitidos por el colectivo ; ellos, allí, ocupan un lugar, no

están excluidos con esa violencia que es la nuestra al excluir y

aprisionar a nuestros locos actualmente. En el siglo XVIII ya

no se lo hacía más ¡ Nosotros nos hemos encerrado en el

terror del loco ¡ Nosotros somos incapaces de decir o de hacer

saber ciertas cosas de las que nos piden testimoniar : estas

cosas quedan censuradas, totalmente imposibles de decir.

J.N. : ¿ Qué supone, de parte del analista, esta aceptación de

no saber lo que es la clínica? La palabra que designaría

adecuadamente a esta actitud o esta estrategia es :

“Reducción” .

Reducción de la patología, de todas las patologías a las cuales

le tocaba relacionarse con la histeria. El psicoanalista que es

tomado en la lógica de los discursos del amo, de la

38

universidad va a llegar a proponer para un sujeto que sea

histérico, cualquiera sea su patología. Es decir ser un sujeto

que haga excepción. ¿ Qué es un histérico ? Es alguien que

pone al saber en dificultades, que dice : “ De acuerdo, la

Ciencia propone cosas probablemente correctas, pero mi

verdad va en contra de ese saber “. En tanto psicoanalista yo

recojo y acepto esta posición histérica. Y practico la reducción

a la histeria, al discurso de la histeria.

De hecho, hay tres reducciones :

- La primera es la más simple, se trata de la reducción de

las diferentes neurosis a la histeria, a la posición histérica

según el principio del que hablé al comienzo : yo no soy

el psicoanalista que sabe, sino el sujeto supuesto que

ustedes van a destronar diciendo en qué es ustedes

quienes saben lo que es la verdad, y que esta verdad va

en contra de mi saber. Se trata allí de la reducción a la

histeria. Yo voy a ser aquel que los sostiene en vuestra

histeria, que los acepte como sujeto del inconciente,

gracias a lo cual ustedes van a fabricar un psicoanalista.

Yo seré vuestro psicoanalista pero únicamente el

vuestro. Yo no seré tal psicoanalista inscripto en tal

asociación, no, no ¡

39

- Es usted quien me habrá fabricado, estaré de servicio

por usted, seré un analista que no cree en lo que ha

aprendido, que no cree ni siquiera en el psicoanálisis,

sino que cree en lo que va a confiarme y vamos a ver si

eso funciona ¡ Quizás eso tendrá efectos sobre usted de

ubicarse del lado de esta excepción que encarna su

sujeto, y ponerlo en esa posición de excepción : la de

ser un sujeto de la verdad, de la verdad que es su

síntoma : eso es la reducción histérica.

- La segunda, la reducción de la perversión, diría que es la

reducción analítica.

En efecto, es constatable que el “perverso” (y no “la”

perversión), es alguien que se queja, que sufre por estar

en una posición de goce transgresivo, como si fuera el

único, como si el neurótico no tuviera fantasmas

perversos. Aquí la reducción al análisis es lo que hace

que los perversos tengan quizás menos necesidad de

pasar al acto en sus fantasmas, aceptando considerar

que son fantasmas. Cuando entran en análisis, se

convierten en neuróticos más bien que arriesgarse a ser

psicóticos.

40

Hay dos concepciones de la perversión : la más común

es la definición de la neurosis como siendo el negativo

de la perversión. De hecho, entonces, todo el mundo

quisiera ser perverso y no se atreve a serlo, siendo los

neuróticos unos no-perversos. Otra definición de la

perversión, según yo, y más clínica, es más verificable :

el último escudo contra la psicosis es la perversión. Elijo

anclarme en el goce perverso por miedo de tener que

delirar.

Se puede constatar que hay algunos sujetos que se

encuentran tomados en los discursos entre una madre y

su madre que se intercambian el falo entre ellas, no

pueden gozar de un falo que no sea el que las dos

mujeres intercambian entre ellas. Resultan ser ellos

mismos ese falo, ya que su padre es sea borroso sea

inexistente y su abuelo materno un ser anonadado. De

allí que al no querer gozar del falo que esas dos mujerer

intercambian entre ellas, al no querer de un goce

totalmente narcisista, no les queda otra solución, para

escapar al delirio, que este modo de hacer : ese consiste

en escogerse, en elegir para si un compañero masculino

que restablezca la ausencia de los padres en su historia,

41

y acceder así por lo menos al goce menos peligroso de la

homosexualidad. La solución perversa es indispensable

para ellos, para no delirar, dada la ausencia no sólo de

padre sino también de referencia a algo de un tercero en

el nacimiento de ese sujeto.

Quizás habrá de esto cada vez más, por otra parte, ya

que las mujeres hoy no tienen necesidad de otra cosa

que de una inseminación para ser madres. Son ellas que

deciden ser madres. ¿ La perversión será el futuro ? ¡ En

ese caso, el psicoanálisis tendriá también un futuro ¡!

Pues esos sujetos tienen más necesidad de hablar que

otros, están más próximos de sus cuerpos que otros, de

un cuerpo demasiado tomado por las sensaciones. Están

desbordados por el mundo de las sensaciones y tienen

necesidad de hacer pasar todo eso a las palabras. ¿

Quién puede aceptar de escucharlos ? ¡ Un psicoanalista

¡ Ese género de cosas no es fácil de decir, no es

fácilmente admisible por cualquier otro. La tolerancia, es

el psicoanalista quien puede ofrecerla. Comprenden que

esta segunda reducción, la reducción al análisis, esté

más bien lo que se pide en el marco de la sintomatología

perversa.

42

- La tercera reducción, es la reducción a la paranoia, es lo

que un día Lacan ha llamado “el campo paranoico de las

psicosis” : la melancolía, o el aún más grave síndrome de

Cottard, la esquizofrenia, la megalomanía, el delirio de

los inventores, el poeta maldito, el pintor desconocido,

etc. Todos esos personajes que tienen una pinta

bastante romanesca son sin embargo profundamente

anclados en un sufrimiento que hace falta poder

reconocer y escuchar, cuando aceptan plantear sus

quejas a un psicoanalista, este último debe saber, debe

estar informado de que va a ser transformado en un

perseguidor. Será un perseguidor que puede dirigir una

cura. Eso será una paranoia dirigida, una cura paranoica.

Se habrá fabricado una patología artificial, de índole más

bien paranoica, en la que el psicoanalista asumirá la

responsabilidad del mal, pero evidentemente no sin la

complicidad y la inteligencia de los pacientes, su

acuerdo : se han enterado del hecho de que lo hace por

ellos, es que él acepta de ser alguien supuesto saber

cuál fue el origen de su mal y que entonces se convierte

en el responsable de ello.

43

- Es un gran riesgo que se asume tomar, al darse la

posibilidad de imaginar que estos sujetos acepten no ir

demasiado rápido, y ¡no pegarle un tiro al analista! Eso

ha acontecido ya que una analista resulte ser la víctima

de un paranoico.

Aceptar un psicótico en análisis significa pasar mucho

tiempo en fabricar una paranoia artificial y en curarse de

ella. Eso no es imposible. Hay una reversibilidad de la

forclusión, para hablar como los lacanianos, incluso si

son también los psicoanalistas lacanianos quienes dicen

que el goce que procura ese género de acto es tan

importante que el sujeto no renunciará jamás a eso y

que está condenado a tomar medicamentos hasta el fin

de sus días para no delirar.

Muy modestamente el psicoanalista se inscribe en falso

contra este género de tesis, pero le es necesaria mucha,

pero mucha paciencia y tolerancia, le es preciso dedicar

tiempo y esfuerzos muy importantes, una hospitalidad

aún más grande, una disponibilidad aún más grande

para este tipo de sujetos. El trabajo consiste en reducir

el campo psicótico a la paranoia que él va a dirigir,

intentando aislar al perseguidor, es decir intentando

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denunciar al psicoanalista aterrador que alberga en si

este sujeto.

¡ Finalmente somos todos denunciantes del psicoanalista

y del psicoanálisis ¡ ¡ La clínica psicoanalítica es

denunciar los crímenes del psicoanálisis ¡

Voy a detenerme en este punto.

Alessandra Guerra: Caro Giacomo, la ringrazio moltissimo per

questa impegnativa esposizione, che certamente non

mancherà di suscitare polemiche e fare discutere, e la

ringrazio per il tempo dedicato al Manifesto per la difesa della

psicanalisi.

Parigi, 4 luglio 2011

Trascrizione a cura di Christine Dal Bon

Traducción de Ricardo Diaz Romero revisada por Jacques

Nassif

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