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PREGUNTAS A JACQUES NASSIF SOBRE LA CLÍNICA
Alessandra Guerra: La entrevista de hoy versará sobre la
clínica psicoanalítica. La palabra “clínica” evoca principalmente
al discurso médico, desgraciadamente, en todos los casos en
Italia. Sería preciso, en efecto, conseguir dar a esta palabra
su apertura. Por cierto, existe la clínica médica pero existe
también la clínica psicoanalítica ; ¡ y no se trata de la misma
cosa ¡
Jacques Nassif: Lo he tomado en cuenta, es
exactamente de eso que quisiera hablar. Es directamente
cuestión de esta diferencia entre la clínica médica, el concepto
de Clínica, y lo que introduce la Práctica del psicoanálisis … Y
voy a ser conducido a oponer, en el marco del psicoanálisis,
clínica y práctica, para constatar que ellas son casi
incompatibles.
¿ Qué es la clínica ? ¿ A cuándo se remonta ese
verdadero mito de la clínica ? Resulta actualmente que se
sabe cómo los médicos, a fines del siglo XVIII, han forjado el
mito de algo que estaba supuestamente allí desde siempre,
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pero que aún no había logrado ser correctamente nombrado.
Ellos pretendieron que se las veían con algo innombrado que
desde siempre estaba allí. Y de este modo habría venido
entonces al ojo experto del médico o del psiquiatra :
Tomemos por ejemplo a Lasegue, quien describe la Anorexia
mental en 1856. Siempre hubo jovencitas como esas, pero
ese gran practicante de la psiquiatría moderna describe con
todos sus detalles a los síntomas que permiten reconocer a
una entidad clínica que existía desde siempre pero cuyo
nombre no se sabía. Él aísla la cosa y le da un nombre :
anorexia mental.
Es un psiquiatra francés de la gran época de la
descripción clínica ; y es en ese baño de clínica, tal como lo
recuerdo aquí, que Freud encuentra al clínico por excelencia,
Charcot, quien proclamaba siempre, al decir de Freud, que
retoma a menudo esta frase : “! La teoría, es buena, pero
ella, a eso, no le impide existir ¡”. Y es bien a comienzo del
psicoanálisis que él fue inducido a oponer así la teoría con la
clínica, lo que no pudo dejar de hacer que el psicoanálisis
quede marcado de un modo indeleble.
En Francia tenemos un libro monumental de Foucault :
que se llama Nacimiento de la clínica, que supongo traducido
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al italiano. Este libro es insoslayable, pues explica muy bien la
preeminencia de la mirada en este asunto, y una mirada que
hace que las palabras se adequen a las cosas que ve, a las
que se ha hecho disponible, como si las cosas mismas
estuvieran, en fin, dispuestas para dejarse ver.
Pero un paso más está planteado, constatando que lo
que estas cosas ofrecen a una mirada tal, finalmente
formada, y por un discurso : el de la anatomía y de la
fisiología derivada de dos siglos de disecciones obstinadas de
los cadáveres, es su forma, y solo ella, y resulta así que de
golpe esta forma va dejarse registrar. Pues la clínica,
precisamente, describe las formas. La clínica, es necesario
subrayarlo, es una reducción a la forma.
Pero a partir de esta primera forma, a partir de esta
primera vez en la que ha tenido lugar este reconocimiento
una vez por todas, se va a constituir un saber, y que se
caracteriza por el hecho de ser aún verificable en cada nuevo
caso. Cada nuevo caso que se presente ofrecerá la misma
forma, presentará la misma forma, cualquiera sea el sujeto
que la exhiba. De esto resulta que a partir de la descripción
de ciertos trazos pertinentes o que son considerados como
tales, se hace posible dar un diagnóstico, con, de ser posible,
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un pronóstico, si es posible también, porque los dos van
juntos.
Pero sabemos que el instrumento de la mirada del
examen clínico y de la búsqueda de los signos que describen
una forma, ha sido relevado por los progresos de la ciencia
(en óptica, luego en física atómica) por máquinas
perfeccionadas de más en más que hacen lo que se va
precisamente a nombrar unos análisis.
Cuando fui, hace tiempo ya, a Palermo, estaba escrito en
todos los rincones en las calles sobre carteles : “Análisis,
análisis, análisis …”. ¿ Debía pensar que había así
psicoanalistas, por todas partes, que ofrecían sus servicios ?
No, no eran psicoanalistas, eran los laboratorios de análisis de
sangre, de orina, radiografías, todo lo que la medicina puede,
sabe hacer para reducir el cuerpo a una forma clínica y para
obtener que la mirada se renda vvírgen de toda palabra, lo
que quiere decir que la clínica de hoy ha llegado de esta
manera a poner en duda las palabras del enfermo, lo que
introduce un giro mayor en la clínica, ¿ no es así ?
Pues a partir de allí, la medicina está autorizada a no
escuchar lo que es dicho y a enviar a hacer análisis de más en
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más finos y sofisticados que hacen ganar dinero de más en
más a los hospitales, y cuestan de más en más a la Seguridad
Social. Ustedes saben de qué se trata.
He aquí entonces en que se ha vuelto la clínica en
medicina : una suerte de mirada absoluta dada por las
máquinas que ven todo lo que pasa en un cuerpo en tiempo
real. Lo que ¡ es un mito! Pues ese saber, en lo que concierne
en todos los casos a los síntomas con los cuales tenemos que
vérnosla, por poco que la dimensión de un sujeto subyace a
un síntoma, quedará bastante pobre. Está comprobado que el
nombre que le es entregado, si la descripción de los hechos
es correcta, no implica, luego de haber permitido llevar al
diagnóstico adecuado, un modo de hacer que sea
verdaderamente eficaz. Dicho de otro modo, decir que un
sujeto está afectado de T.O.C., mientras que nosotros
hablábamos, en otro tiempo, de “neurosis obsesiva” ¡ no ha
hecho avanzar la cosa para nada ¡
El hecho de tener que vérnosla con gente que se lavan
las manos todo el tiempo y que viven en la angustia de
preguntarse si no han dejado el gas abierto etc. Eso no es
ajeno a lo que nos llega en lo más corriente de la experiencia
de un clínico de hoy. Pero justamente es necesario destacar
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también que todos esos sujetos que tienen el espíritu invadido
por ideas obsesivas y comportamientos compulsivos, como lo
dice divertidamente el siglo en cuestión, formaban lo más
corriente de la práctica de Freud, que es el primer clínico en
haber descripto esta entidad, vale la pena recordarlo. Pero lo
que él había constatado inmediatamente, es que no era
suficiente cargar un tal diagnóstico para que una estrategia
de cuidados, en el sentido médico y conductual, se desprenda
de eso. En cuanto a los medicamentos, ellos no pueden
actuar más que como sedantes y ansiolíticos, pero que están
lejos de ser verdaderamente eficaces.
Actualmente, es preciso subrayarlo, la mayor parte de los
pacientes que llegan en el consultorio del psicoanalista de
hoy, son pacientes que se quejan de los fracasos de este
género de terapias, que son mentiras : hay que decirlo, y son
los enfermos mismos quienes lo dicen. No es suficiente tener
el diagnóstico de T.O.C. para hacer toc-toc sobre la puerta del
buen médico que va a darnos el buen medicamento y los
buenos consejos. En otra época, eso se llamaba “tratamiento
moral”. En la época de Freud ya, se daba los consejos que
eran necesarios, se enviaba a los tratamientos de aguas
termales, se aconsejaba electroterapia ; y si la persuasión no
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era suficientemente fuerte, se los hipnotizaba, y bajo hipnosis
se les daba sugestiones que los hacían pensar que todo eso
era ridículo, y que no era necesario pensar que hubiera una
explosión en la casa a causa de un escape del gas que uno
habría olvidado de apagar, y ese género de cosas. ¡ Y eso
debía funcionar ¡
Pues bien, si el psicoanálisis ha comenzado, ¡ es porque
justamente, la sugestión no funcionaba ¡ Son evidencias para
los analistas, ¿ pero lo es para el público adoctrinado por la
ciencia de hoy ? La gente continúa imaginándose que el
psicoanálisis está superado, sea sólo porqué, a pesar de todo,
uno se encuentra con sujetos inteligentes y no tan ingenuos
para dejarse influenciar por los buenos gurús, por bien
intencionados que ellos sean ¡
No se puede entonces dispensarse de volver a esos
fundamentos, ya que el público se deja impresionar por los
vendedores de pacotillas y cree a esa gente que dicen que el
psicoanálisis está superado, mientras que, felizmente, o
quizás desgraciadamente, eso no es así para nada ¡ ¡ Porque
eso se sabría ¡
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El psicoanálisis toma evidentemente más tiempo, pero no
necesariamente más dinero. ¿ Y por qué no toma
necesariamente más dinero ? La seguridad social lo sabe bien
en Francia, sino ella no cerraría los ojos sobre el hecho de
que los médicos firmen hojas médicas para cuidados que no
tienen nada que ver con la medicina, y que además son
cuidados de larga duración. ¿ Por qué la seguridad social
cierra los ojos cuando alguien va a ver al médico una, dos,
tres veces en la semana para sesiones que no tienen nada
que ver con la medicina ? Es porque ellos saben muy bien que
eso es menos caro a la sociedad que un ingreso y las
consecuencias de una internación psiquiátrica. Entonces, de
un modo muy cínico, mientras que no tienen verdaderamente
el derecho, soportan gastos de ese orden.
¡ Es necesario decir este género de cosas ¡ No vale la
pena ser hipócrita : ciertos psicoanalistas tienen esa facilidad,
y ellos no se privan de firmar hojas de seguridad social a
personas que no tienen el derecho a ello. Ellos tienen
también, y a veces la describen, una técnica donde la
cuestión de las hojas cae poco a poco : es decir que el
paciente se apercibe que su síntoma, su trastorno no es más
a ser considerado como una enfermedad, sino quizás como
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una buena oportunidad, y que no tiene nada que ver con la
medicina. Es preciso entonces reconocer que no hay
necesidad de ser tomado a cargo por la sociedad, como si
fuera un niño, porque es, por ejemplo, de su infancia que se
trata.
Eso toma evidentemente más tiempo, eso demanda
mucho tacto. Pero no hace falta ocultar que uno se las arregla
con eso, y que los enfermos como los psicoanalistas, sean o
no médicos, saben hacer allí para pasar a través de las mallas
de la red de vigilancia y del control social. Pero es necesario
no cerrar los ojos sobre las condiciones económicas siempre
más difíciles en la que se encuentran los jóvenes y no
desconocer el nivel creciente del desempleo. Todo eso debe
ser tomado en cuenta con el riesgo de terminar por tener una
deuda colectiva del Estado mismo tan enorme que nada será
ya posible y los recortes resulten inevitables.
El destino de Grecia es algo que nos puede hacer
comprender que todos estamos amenazados por la quiebra,
no solo personal, sino colectiva. Quizás no podamos pagar
más ese alto nivel de cultura y de seguridad social como es el
nuestro en Europa, porque nos hemos transformado en
deudores de la tierra entera. ¡ He aquí de lo que se trata con
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el psicoanálisis también, nosotros no estamos por fuera de
todo esto ¡
Alessandra Guerra: ¿ Qué puede decirnos del lazo entre
clínica psicoanalítica y sugestión ?
Jacques Nassif: No digo que un psicoanalista pueda al
comienzo prescindir de la sugestión. Sería formidable tener
que vérselas con pacientes con quienes un psicoanalista
pudiera prescindir completamente de dar consejos, con los
cuales podría contentarse de estar únicamente abierto a la
escucha y responder con el silencio cuando se le demanda
soluciones con insistencia. Hoy casi no hay más enfermos que
vengan a pedir ayuda con ese género de prevenciones contra
la manipulación. Digamos que son los enfermos mismos, si no
están enfermos en el sentido médico del término, quienes
insisten en hacer hablar, incluso si ustedes no pueden decir
más que tonterías ; no hay casi más personas que admitan
que el psicoanálisis es el abandono de toda sugestión y
efectivamente vamos a usar sugestión al menos para acceder
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a producir una transferencia que es una herramienta
indispensable.
Pues una trasferencia, eso es algo que debe permitirnos,
si no es negativa desde el comienzo, ¡ cosa que sucede
también, pero dejemos eso ¡ ¡Eso sería abrir otro capítulo ¡
Esa transferencia, entonces, debe permitirnos hacer de tal
suerte que la sugestión no sea pesada y abierta, sino
enmascarada, amable.
Alessandra Guerra: ¿ Pero entonces usted piensa que
hay una parte de sugestión en la transferencia ?
Jacques Nassif: Seguramente que la transferencia
comporta inevitablemente una fuerte dosis de sugestión ; es
por eso que Freud, muy honestamente, se preguntaba si todo
su discurso no estaba tomado en la sugestión. ¿ Conoce usted
ese apólogo de Freud en el que él habla de la sugestión como
San Cristóbal que lleva a Cristo que lleva la tierra ? ¿ En esas
condiciones, donde entonces puede apoyar los pies San
Cristóbal ? Si la sugestión explica todo, puede ser que el
psicoanálisis, como dicen los detractores de hoy, no es más
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que un asunto de sugestión y que la transferencia no es más
que una transgresión a largo plazo de todas las reglas de
impasibilidad de la clínica, un modo de manipular disfrazado y
cínico, una técnica de la que se sirven los psicoanalistas para
imponer soluciones y hacerse indispensables durante largos
años ; lo que hace entonces de esa disciplina una impostura
psicoterapéutica como otra.
Alessandra Guerra: Pero, de todas maneras, usted no es
Onfray.
Jacques Nassif: No, yo no soy Onfray, pero hoy, en el
público, hay muchos que piensan que Onfray tiene razón,
incluso los intelectuales, lo que es lamentable para ellos, pues
carecen verdaderamente de sentido crítico, mientras que, sea
sólo por el tono que Onfray utiliza en su libro deberían
ponerse en alerta y plantearse preguntas respecto a la saña
que afecta a ese señor.
¿ Qué hace, entonces, un psicoanalista con todos esos
problemas y todas esas situaciones que me he visto obligado
a volver a marcar a propósito del mito de la clínica ? Yo diría
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que él se apoya sobre una práctica anti-clínica, es decir que le
incumbe practicar una ruptura con lo visible de un saber ya
allí, para substituir ese saber de la clínica, por la existencia de
un sujeto supuesto saber, pero que escucha lo que ha
permanecido aún innombrado en lo que no es una forma del
cuerpo, sino que es la voz del nombre que lleva.
¿ Entonces, qué es ese psicoanalista, cualquiera sea su
nombre, qué es lo que eso quiere decir, ser, asumir decirse
psicoanalista ? Eso, al menos quiere decir que un tal sujeto
rompe ya con un saber que está ya allí, pero rompe también
con el discurso de un saber de los estados de cosas, para
substituirlo con el relato de acontecimientos de un encuentro
con ese nuevo sujeto.
Ese “nuevo sujeto”, oiga bien que es una expresión
ambigua : ¿ se trata del nuevo sujeto que es el analizante o
del nuevo sujeto que es el psicoanalista ? Se trata de los dos.
Es indispensable que haya allí un efecto de encuentro, que
uno no se conozca ya con el otro. Entonces, no puede uno ser
el psicoanalista de sus parientes, de sus amigos, de sus
colegas, de un miembro de su familia etc. Eso parece
evidente para ustedes, pero no lo es necesariamente para el
público. Es esta sorpresa de encontrarse con lo nuevo.
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Un médico puede ser médico de familia, saber todo
sobre un sujeto antes de encontrarlo, un psicoanalista jamás.
Le es imprescindible estar sorprendido por lo que se le
enseña. Parecen cosas evidentes, pero que ellas forman
parte de la ética de base de la faena con la que nosotros
cumplimos.
En fin y muy evidentemente, lo que ese psicoanalista va a
proponer – he dicho recién que el psicoanálisis es un práctica
de la ruptura – es una ruptura con el discurso organizado de
la auto-presentación de un yo (moi) que se conoce, que tiene
una introspección, que es lúcido, etc. Y que propone la
significación, para substituirle el juego con las palabras de eso
que le viene a la mente. Desde este momento, esas palabras
van a llegar a constituir una red que va a captar lo no sabido
de lo que se expone como siendo el sentido : opongo
entonces significación y sentido, opongo estados de cosa y
acontecimientos.
Usted ve, todos estos conceptos no están en Freud, ellos
son de Gilles Deleuse, opositor, si lo es, del psicoanálisis, pero
que produce conceptos que pueden ayudarnos a reformular lo
que está en cuestión en el psicoanálisis. Es suficiente leer
Lógica del sentido, escrito en un momento en el que Deleuse
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no estaba en oposición al psicoanálisis, no se había aún
alineado con ese pretendido psicoanalista que era Guattari.
Pero seamos justos, quizás después de todo Deleuze
tenía sus razones para estar en oposición al psicoanálisis, o a
una cierta forma de lacanismo que le parecía completamente
fracasado o adulterado … Por el contario, la situación de hoy
es tal que podemos volver a sus conceptos y reorganizarlos
para hacer avanzar con ellos la práctica de los psicoanalistas ¿
por qué no ?
Entonces, esta práctica de la ruptura consiste en
substituir a una demanda que se hace en términos de ayuda,
una oferta que va a consistir esencialmente en proponer un
pacto : si usted se deja ir a hablar sin seleccionar lo que va a
decir, aceptando decir todo lo que le pase por la cabeza,
incluso si son tonterías, dando fe a lo que el lenguaje puede
tener de automático, de marginal, de no controlado, etc. Si
usted acepta hacer eso, de relacionarse con alguien que lo
escucha para eso, para ese género de locura, entonces yo,
me comprometo a renunciar a los presupuestos de la clínica,
a abstener de hacer de usted un caso que vendría a verificar
en mí lo que la clínica ya sabe sobre usted, aplicando un
nombre de su vocabulario para eso que usted tiene, pero sin
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poder decir nada sobre lo que usted es. Entonces yo, ese que
va así a llevar el nuevo nombre de psicoanalista, ese que se
convierte, de este modo, en su psicoanalista, yo prefiero
encararme con quien usted es.
¿ Entonces, en qué consiste ese pacto ? Consiste en
reducir el saber ya constituido de la clínica a una dialéctica
que va a instaurarse entre usted y yo, entre el saber que :
“Usted ya me lo ha dicho, pero para mí será por primera vez
que lo habrá dicho”, y el saber que : “Eso no está aún dicho,
aunque usted lo sepa desde siempre quizás”. Así usted se
convierte de este modo en el analizante, y no el analizado,
como se decía antes de Lacan. Pues es a usted que, en lo
sucesivo, va a incumbir la tarea de volverse analizante de mi
saber, de lo que yo ya sé y de lo que no sé aún.
Usted es el analizante de eso, pero entonces será preciso
que acepte reconocer que yo tengo una memoria suficiente
para distinguir las ilusiones que usted pueda acariciar de
haber dicho ya alguna cosa. ¿ Para qué tendría esta ilusión de
haberlo dicho ya ? Porque un psicoanálisis consiste en entrar
en un diálogo interior con un psicoanalista, alguno que ya
tiene en usted, antes de encontrarme y con el cual tiene ya
un diálogo. Ese psicoanalista es como un ángel guardián, él
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sabe todo de usted, entonces, usted puede pensar que usted
ya se lo ha dicho, a ese fantasma en usted, mientras que no
lo ha dicho todavía, al fantasma bien real que usted ha creado
con todas las piezas, introduciéndolo en su vida, haciéndolo
entrar en su casa, sin que él haya tenido que desplazarse, ya
que será llevado a saberlo todo sobre usted.
Es sobre este eje de lo ya dicho y de lo aún no dicho que
se va a hacer nuestro trabajo. Eso es un psicoanálisis : hacer
desplazar el límite entre lo ya dicho y lo aún no dicho. Y habrá
de lo aún no dicho quizás más difícil de decir que usted lo
piensa. Quizás usted piensa que puede decirlo todo y a
cualquiera. Pero ocurre que el psicoanalista es alguien con el
cual usted va a discernir que hay cosas más difíciles de decir.
¿ Cómo va a entrar usted en esta dificultad ? Y bien, eso va a
depender de ese psicoanalista que usted tiene en usted, de su
concepción previa de lo que es para usted el sujeto supuesto
saber. Si este sujeto supuesto saber se interesa en la infancia,
usted le dirá todo sobre su infancia y no le dirá nada sobre su
trabajo o sobre sus relaciones actuales, lo que, precisamente,
deberá cambiar el contenido de esta dialéctica entre lo ya
dicho y lo aún no dicho.
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Usted bien ve que su trabajo consiste en producir un
psicoanalista nuevo que no sea aquel que usted conocía ya, al
que usted atribuye un saber. Si, por ejemplo, usted ya sabe
que un psicoanalista se interesa por la sexualidad, pero no se
interesa necesariamente por el duelo, a pesar de que la
sexualidad y la muerte tienen lazos : usted disocie quizás un
poco demasiado, en su modo de vivir, la sexualidad y la
muerte, entonces, usted habla demasiado fácilmente de la
sexualidad, pero no habla jamás de la muerte. Es su derecho,
es usted quien produce al psicoanalista en usted y que va a
hacer comunicar lo ya dicho con lo aún no dicho,
introduciendo nuevos lazos entre ellos.
Usted va a desplazar entonces esos límites, y es su trabajo
que va a fabricar lo que aquí debo llamar : un psicoanalista
efectivo. El sujeto supuesto saber de la transferencia no es un
psicoanalista efectivo, es un psicoanalista putativo. Es aquel
que practica un psicoanálisis en el que ya sabe todo ; en las
revistas, en los semanarios, todo el mundo dice lo que es un
psicoanálisis, lo que es el saber de un psicoanalista, y ustedes
saben todo eso de memoria. ¿ Para qué les sirve eso, en qué
eso los ayuda ? Lo que puede ayudarlos, es hacer un
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psicoanalista, constituirlo con todas sus piezas, fabricar ex
nihilo un psicoanalista.
Por consiguiente, la clínica psicoanalítica es la clínica del
psicoanalista que usted va a fabricar. No hay ninguna otra
clínica más que aquella del psicoanalista y de las figuras de su
resistencia al advenimiento del sujeto del inconciente. Y ese
psicoanalista, es yo o es usted, cada uno cambia de lugar a su
vez y en forma rotativa ; pero es para lograr que ese
psicoanalista se convierta en vuestro psicoanalista. El
pretendido psicoanalista que yo soy no sirve para nada, que
sea pretendidamente psicoanalista y que sepa muchas cosas
sobre la teoría psy, ¿ qué es lo que eso cambia ? Lo que, por
el contrario, puede cambiar las cosas, es que yo me convierte
en vuestro psicoanalista.
Alessandra Guerra: ¿ Eso es ser psicoanalista del caso
por caso ?
Jacques Nassif: Prefiero evitar la palabra caso que está
demasiado investida por la clínica. Un caso, eso se coloca
inmediatamente en plural para apilarse, hay casos que son
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semejantes a otros casos : por ejemplo casos de histeria o de
neurosis obsesiva, de fobia, de anorexia ¿ y qué sé aún ? El
sujeto es siempre un sujeto nuevo, un sujeto diferente. No se
puede apilar los casos en psicoanálisis como se puede
apilarlos en la clínica médica, los casos que vendrán siempre a
averiguar las hipótesis de un saber previo, y que permitirán
actuar en consecuencia. Ninguna receta, ningún plan es
posible en psicoanálisis. Algo que ha funcionado en un caso,
ciertas cosas que han funcionado para ciertos sujetos tendrán
efectos contraproducentes con otro sujeto. He ahí de lo que
se trata en psicoanálisis, constantemente y sin descanso.
El psicoanálisis es una situación muy especial que está
puesta en marcha al cumplir con ciertas reglas, no se trata allí
de consultas, son sesiones. ¿ Qué es lo que las diferencia a
las dos ? A diferencia de la consulta con el médico, uno no
puede cancelar una sesión, pues tenemos los dos una cita con
el psicoanalista que hemos fabricado juntos. Entonces, si se
cancela esta sesión, no se puede evitar pensar que, por
definición, uno ha tenido las ganas de resistir a ese
psicoanalista. ¿ Por qué ? Porque se hace pasar antes de la
sesión pactada otra cosa que es más valorada, se trate de
una enfermedad, del trabajo, de una cita galante : se prefiere
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darle prioridad a eso. Uno tiene totalmente el derecho, pero el
hecho de no valorizar la sesión, es decir : la palabra que lo
compromete ante el psicoanalista que usted ha instituido, eso
tiene un precio. Esto es lo que es muy mal soportado hoy :
que se pueda pedir el pago de una sesión perdida, cualquiera
que haya sido la razón, y al menos si no puede ser
reemplazada con un tiempo razonable que permita evocar lo
que ha pasado realmente.
Con el tiempo, e incluso si fuera necesario ceder sobre
este punto crucial, ciertamente yo me he vuelto muy flexible
al respecto, pues la gente no es tan dócil como en el tiempo
en el que yo he comenzado mi psicoanálisis ; estar en análisis
era, en esa época, estar en una posición de servidumbre. No
anhelo que los analizantes de hoy tengan esa posición de
servidumbre voluntaria que yo tuve, y que consideren que el
psicoanalista es una persona cruel. La situación ha cambiado.
Puede ser que un psicoanalista sea conducido a ocupar una
posición de crueldad. Pero entonces es preciso darse cuenta
que el análisis es netamente el análisis de ese psicoanalista
putativo quien puede ser efectivamente más cruel que otro,
pero al cual el psicoanalista efectivo no está obligado,
asimismo, a identificarse todo el tiempo y sistemáticamente …
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Basta con haber analizado a una mujer obesa para saber
hasta qué punto ella tenía que vérselas con un psicoanalista
cruel y que no se privara de criticarla por su peso, por su
sobrepeso, que la obligue a esto o a lo otro, y que haga de su
vida ¡un verdadero infierno ¡ Con ese género de mujer, no
hay nada que hacer y no hay nada posible, si ella permanece
en análisis con ese analista cruel ; nada se moverá, si no se
toma en cuenta que es ella quien lo ha constituido así y que
lo ha puesto en ese lugar. Todo el trabajo va a consistir en
lograr que el psicoanalista putativo, ese sujeto supuesto saber
lo que hace adelgazar etc. acepte escuchar lo que no está
dicho aún sobre las razones verdaderas de ese sobrepeso, de
esa miseria del cuerpo en la que una mujer ha podido
meterse, para hacer imposible las cosas, y entre otras, ¡ su
psicoanálisis mismo ¡
Entonces, a partir de esta situación que es una situación
reglada en la que hay reglas que faciliten la regla
fundamental, que la hacen posible, cada analizante fabrica un
practicable. ¿ Qué es un practicable ? Es un concepto del
teatro : un practicable sobre el escenario es un decorado con
puertas, ventanas, se pasa por aquí, se sale por allá… Pero no
hay sólo los desplazamientos del cuerpo. Se tiene hábitos
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para hablar : uno se dirige a su psicoanalista de este modo y
no de otro, todo esto es fabricado con todas sus piezas por el
analizante quien tiene sus hábitos, que introduce algo de su
persona en el lugar del psicoanalista, que utiliza tal objeto,
que utiliza tal modo de acomodarse en el diván, que
aprovecha tal aspecto de la persona del psicoanalista que le
va mejor que tal otro, que usa tal suposición que se hace,
sobre su creencia de porque lleva ese nombre y que por eso
él debe ser judío o cristiano o musulmán, vaya a saber ¡ Y
entonces todo eso me vendrá bien para dirigirme a un judío,
o más bien a un no judío etc.… Todo eso fabrica al
practicable, lo que va a facilitarme la palabra para decir
ciertas cosas que no diría a cualquier otro.
Y el tercer nivel, es el de poner en movimiento un
aparato… Entonces, el primer nivel es el de la situación, el
segundo el del practicable, el tercero es el del aparato.
Ustedes se dirán : ¿ un aparato es algo que va a funcionar de
modo mecánico ? No precisamente ¡ Hay filósofos que han
trabajado mucho la cuestión, ya se trate de Agamben o de
Foucault antes de él. El término aparato es aquél utilizado por
Freud para designar lo que los filósofos de hoy llamarían :
“dispositivo”.
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Y bien, efectivamente es un dispositivo que está puesto
en marcha a partir de la situación analítica y del practicable
que se abrocha sobre la misma, y es de este dispositivo que
se sirve el analizante para interpretar. Ya que él va a ser el
interprete de su discurso, con, evidentemente, la ayuda de
esas divertidas interpretaciones que son las incitaciones del
analista para interpretar, más que las interpretaciones que se
harían al modo de un collage hermenéutico (“eso quiere decir
aquello”). ¡ No, no es así como el psicoanálisis debe ser
considerado ¡ Sabemos bien desde Lacan que la
interpretación en la cura toca un punto vivo del discurso que
es equívoco, y que una cosa puede querer decir otra, que hay
ramificaciones en el discurso, puntos más o menos ambiguos
y que hacen que el inconciente se enganche en esta
ambigüedad para pasar de un registro a otro, para hacer
pasar cosas que no pueden pasar de otro modo y que se
despliegan sin que lo sepamos.
El no sabido, esa es, efectivamente, la traducción que
Lacan ha propuesto para el inconciente ; ella es muy justa
pues es verdaderamente en el marco del discurso que pasan
las cosas. El psicoanálisis es substituir la clínica del saber ya
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sabido, por la clínica de un psicoanalista que se va a necesitar
hacer pasar de lo putativo a lo efectivo.
Bueno, quizás voy a improvisar un poco más pisando tierras
posiblemente vírgenes y pasando por sendas muy poco
manidas ¡ Finalmente, esta clínica psicoanalítica, si estos
términos designan algo que existe todavía, se convierte en
algo identificable al hecho de comprender cuales son las
resistencias, las figuras de la resistencia del psicoanalista, ya
que está alrededor de su función que todo gira, ya que es de
él que todo depende, incluso si se trata del psicoanalista que
fabrica cada analizante, pero es una cosa que ha podido
lograr este analizante a partir de las marcas que supone en el
marco del practicable que le proporciona el analista efectivo.
Pues es el analizante quien fabrica un analista que no quiere
comprender nada, oír nada. Para el analizante su analista es
supuesto saber que él está ubicado del lado del amo, por
ejemplo. Que está, ya sea del lado de la Iglesia ya sea del
lado del Ejército, ya sea del lado del gran hospital : ¡ él debe
por lo menos saber esto ¡ ¡ él es supuesto saber lo que es ser
sujeto y sujetado por estas instancias ¡
Una de las definiciones de sujeto, es que uno es sujeto de un
rey, de un amo que tiene el poder, que os tiene cogidos y
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coaccionados. Yo soy el sujeto, el esclavo, estoy sujetado a
ese discurso del amo ; y aquel al cual me dirijo, para llegar a
ser mi psicoanalista, debe permitirme decir otra cosa que lo
que el amo tiene ganas de escuchar. ¿ Es que él va a aceptar
otra concepción de la familia que la que yo aporto, aquella
que me han transmitido mis padres y abuelos ? Esa es la
resistencia del psicoanalista, él piensa que no sólo es
necesario honrar padre y madre, como lo dice el
mandamiento, sino amarlos. Pues hay precisamente gente
que llega a un análisis porque abrigan odio a su madre, su
padre, etc. Y que imaginan que el psicoanalista está allí para
reconciliarlos, para que soporten convivir con ellos hasta el fin
de sus días, sino con este odio, por lo menos confesándolo.
No es fácil ocupar el lugar de analista frente a un sujeto que
tiene odio ante su padre, su madre, su hermana, su hermano.
¿ Voy a poder hacer que se desplace la resistencia del
psicoanalista, es que ese sujeto va a poder asumir decirme su
odio y liberarse de este modo, sabiendo que no hay sólo el
odio y el amor, él puede recurir allí a la ignorancia. Hay un
momento en el que la ignorancia libera, ella es una pasión tan
fuerte como el odio y el amor. Quizás sea preciso a veces
instaurar separaciones en una vida ?
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¿ Y para soportar ese género de separaciones, tal vez haya
que fabricar un psicoanalista que estaría de acuerdo, que no
les hará reproches por estar separado de una mujer, de un
marido, qué sé yo ? Pero a menudo las tradiciones familiares
tienen un peso tan pesado como el discurso del amo.
Y luego hay también todas esas teorías en las que atribuyen
al psicoanalista un saber sobre lo que es ser un hombre o una
mujer. Si me analizo con un psicoanalista feminista ¿ sería
necesario servirle un discurso feminista ? ¿ Pero si yo detesto
a las mujeres por razones mías ? Y puede ser que yo tenga
razones para detestar a las mujeres y que todo lo que pongo
en la palabra mujer iría, en otro contexto, bajo la palabra
hombre, etc. etc.
¿Qué es la diferencia sexual, cómo repensar la relación entre
los sexos ? Si tengo ideas indudables sobre lo que piensa mi
psicoanalista, no voy a poder ocupar verdaderamente mi lugar
de analizante con él sobre ese problema. Es preciso que él se
mueva y que su resistencia me haga reaccionar. Será quizás a
causa de su resistencia que yo voy a moverme o que, si no
hay manera, estaré inducido yo mismo a decirle un día : “
Pero, dígame, con quien está usted en análisis, quien es su
analista ?” Me sucede plantear esta pregunta : “Por qué
28
piensa usted que yo pienso eso ?” Me gustaría encontrar a
ese analista para preguntarle lo que comprende de todo esto
: ‘ ¿por qué eres tan cerrado, qué te pasa, eres loco o qué ?
Debes escuchar a ese señor o a esa señora que tiene algo
para decirte y ¡ dejar de tener todos estos prejuicios ¡´”
Pienso en las ideas firmes o dogmáticas sobre la
homosexualidad, por ejemplo, según las cuales los
psicoanalistas deberían estar en contra, uno se pregunta por
qué, ya que, Freud jamás ha estado en contra, él ha sido uno
de los primeros en tolerarles y ¡ no considerar a los
homosexuales como enfermos ¡ Pero curiosamente se piensa
todavía que los psicoanalistas te curaran de la
homosexualidad, como si eso fuera un deber del psicoanálisis.
¡Todo eso no es evidente ¡ ¿ Es necesario que un analista
tenga un objetivo educativo y que lo imponga ?
Y es igualmente importante saber cómo está normalizada la
diferencia entre niño y adulto. Mucho más aún : ¿ cuál es la
teoría que tendría ese analista sobre la adolescencia ? ¿
Cuántos sujetos que van a análisis no lo hacen para hablar de
sus dificultades con sus niños, con sus adolescentes y piden
ayuda ? He escuchado decir a grandes psicoanalistas que no
se podría analizar a un sujeto que se presentara como padre,
29
que en análisis se está necesariamente en posición de hijo,
que es el niño quien está en análisis, que es preciso
encontrarse de nuevo con su infancia . Es típico del analista
freudiano. Levantar la amnesia infantil. Resultado : cuando
van al psicoanalista, ustedes van allí para hacer de niño. ¿ Y si
actualmente se hubiera invertido, si fuera en tanto padres que
tenemos dificultades con nuestros hijos ? Tener una pre-
concepción del psicoanalista interesándose por el niño y no
por lo que es ser padre, es prohibirse la posibilidad de estar
en análisis con ese psicoanalista. Ven bien hasta qué punto el
tema de la resistencia del psicoanalista es central en la clínica
psicoanalítica tal como la preconizo, para lograr que ella se
abriera un poco.
¿ Cuales serían entonces esas instituciones en las que el
supuesto psicoanalista sería el agente y engendraría las
estructuras supuestas de la psicopatología clínica ? Finalmente
se encuentra eso que hemos aprendido en la clínica que nos
han transmitido los teóricos del psicoanálisis, es decir que hay
neurosis, perversiones, psicosis, yendo de este modo hasta
emplear la palabra estructura para hablar de esas diferencias.
Ahora bien, con esta nueva manera de considerar la clínica,
no en función de rasgos que serían constitutivos de un sujeto,
30
sino en función de la resistencia del analista, está implicado
que repensemos las causas de la neurosis de un modo
diferente, ya sea interrogarnos sobre la elección de la
neurosis, que es un término freudiano, o de la perversión, o
de la psicosis. El sujeto no ha tenido elección del todo, claro
está, es su inconciente que ha escogido tal o cual forma de
patología o, de una manera aún más personal, tal síntoma. ¡
Hablemos de síntoma en lugar de patología ¡ La patología, ya
sabemos cómo reconocerla y el paciente también. En cambio,
un síntoma, eso es algo misterioso y enigmático ¿ Qué es lo
que este síntoma tiene para enseñarnos ? Este es el interés
de la cura analítica donde dos sujetos trabajan juntos para
aprender de un síntoma lo que él tiene para enseñarnos como
verdad : he aquí la definición que yo daría de una cura. Yo me
pongo a trabajar con alguien de quien supongo que es capaz
de dejarse enseñar por su síntoma, que no será más sordo a
lo que su síntoma busca de hacer escuchar.
Un sujeto ha escogido la perversión, por ejemplo, en vez de
delirar. Si yo no hubiera tenido esta “solución” de la
perversión, de la homosexualidad o de hacer hablar a la
pulsión ( - no hay treinta y seis pulsiones – yo hablo de la
pulsión sado-masoquista o voyerista-exhibicionista o una
31
mezcla de las dos), sería que ha elegido poner esta pulsión en
posición de agente. Ahora bien, viene a encontrar un
psicoanalista que pone el objeto en posición de agente,
también él, ¿ va a poder aquél escuchar mi demanda ? Estos
son problemas de técnica psicoanalítica a los cuales podemos
llegar rápidamente, a partir del momento en el que se
introduce ese cambio en la escucha y la estrategia del
psicoanálisis poniendo de relievo la cuestión de la resistencia
del analista.
Pero un psicoanalista normativo que dice : “El objeto del
deseo, es la persona que le ofrezco al acompañarle durante el
tiempo de la cura ; y es así que veo las cosas, para ser feliz,
identifíquese a mí y será feliz, usted no será más homosexual,
por ejemplo. Y si ese analista tiene una mujer en análisis, le
hará saber que es mejor gozar del cuerpo de un adulto que
gozar del cuerpo de un niño, eso, si se dirige a una mujer que
es madre – digo quizás cosas horribles – o, en caso contrario,
encuentra que ¡ el goce que ofrece el cuerpo de una mujer es
superior a lo del cuerpo de otro hombre !
¿ Será posible una cura de este síntoma con ese analista ? Si
ese analista se ha detenido en una posición tal, no será mi
psicoanalista, sino un analista pretendidamente sapiente de lo
32
que está bien o mal a través de su saber de la clínica
psicoanalítica. Una tal relación se transforma necesariamente
en psicoterapia. No hay manera en estas condiciones de
enfocar la cura de un perverso que ha debido escoger ese
síntoma para soportar vivir.
Yo conozco pocos psicoterapeutas conductuales que acepten
perversos en cura. Ellos saben muy bien que eso no va a
andar con esta gente, mientras que de otro lado esos buenos
tíos que son los psicoanalistas intentan, por lo menos, a
pesar de todo ¡ Se puede entonces derivárselos, pues es un
gran sufrimiento el hecho de tener que asumir, confesar ese
tipo de síntoma, y todavía más cuando se trata de esa
horrible cosa que es la pedofilia, último tabú en los síntomas
actuales y que provoca una tal conmoción en los legisladores,
una tal responsabilización en los psiquiatras y médicos,
transformándolos en policías.
¿ Cómo se puede intentar comprender por qué un sujeto vive
la necesidad de tener que ofrecer su amor a un adolescente,
incluso a un niño y de un modo sexualizado ? Es preciso
atreverse a hablar de estas cosas sobre un tono seco y no
apasionado y sin demonizar inmediatamente a ese género de
sujeto. Los analistas quedan como las únicas personas aún
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capaces de hacer ese trabajo y justamente más que los
psiquiatras que están en tela de juicio por su dejadez a
responsabilizarse de todos esos crímenes a los que esa
patología puede inducir.
Pero si hay crímenes, si el síntoma produce crímenes, es
porque ellos no han tenido otras posibilidades que ese tipo de
transgresión para hacer escuchar el fantasma que podía
inducir este tipo de pasaje al acto ¡ ¿ Es necesario llegar hasta
la trasgresión para hacerse escuchar ? He aquí una de las
preguntas que el psicoanálisis permite plantearse. Este tipo de
nueva clínica psicoanalítica pone en primer plano a la
resistencia del psicoanalista. Si un analista tiene ideas firmes y
dogmáticas sobre todo, si se atiene a una clínica tradicional,
médica, no podrá ocupar ese lugar.
Saber qué es un analista, como se constituye y cuál es su
formación más allá de esta cura tiene entonces
consecuencias prácticas. Pues, finalmente, ¿ en qué consiste
la formación de un analista ? Es la fabricación de alguien lo
suficientemente abierto como para aceptar que la verdad de
un sujeto cuestione el saber que él ha aprendido. Si no es
capaz de cuestionarse permanentemente en cada nuevo caso,
no será psicoanalista, será psicólogo, psiquiatra,
34
psicoterapeuta. Sabrá cosas sobre la psicopatología y sobre la
clínica pero no será psicoanalista.
El psicoanálisis no se interesa más que por una cosa : la
subversión del saber por la verdad. ¿ De donde surge la
verdad ? No solamente de la boca de los niños sino también
de la boca de los síntomas. Los síntomas de hoy que fabrican
una demanda de análisis, en su mayor parte, son fracasos de
la psicoterapia ¡ Es cuando una psicoterapia no ha
funcionado, es cuando se logra hacer la demanda de un
análisis : los síntomas son eso ¡
A todo el mundo le gustaría que la psicoterapia funcione, que
fuera suficiente, y, si fuera posible que sea breve : tres
meses, seis meses para que todo se pliegue de manera eficaz,
con un plus de medicamentos que faciliten el sueño, la
potencia sexual ¡ Tomar Viagra para arreglárselas en la vida ¡
En el límite, ¿por qué no ? Los laboratorios farmacéuticos, la
publicidad hacen creer que eso funciona, pero justamente, ¡
eso no anda tam bién como se cree ¡ En la vida hay cosas un
poco más complicadas que los mecanismos a los que se
reduciría el acto sexual, supuesto facilitar la felicidad, y que
permitiría eliminar la tristeza, terminar con el duelo, etc.
Nosotros somos sujetos complicados y el psicoanalista es
35
alguien que se toma el tiempo, que no está apurado, es
alguien que da tiempo, que respeta la complejidad, que
acepta no comprenderlo todo inmediatamente, etc.
¿ Se necesitan todavía hoy en día gente como esa? Según mi
opinión, ¡más que nunca¡ Y cuando se los ha encontrado, ¡ no
se lo deja más ¡ Eso da de nuevo tanto valor a la vida
encontrarse con tales personas : un psicoanalista que
aceptara no comprender todo, que aceptara que lo que se le
cuenta queda bien enigmático, que hay un límite al saber
clínico, en tanto éste se ve siempre ligado a soluciones que se
aplican y que serán rápidas. Un analista tal, les aseguro, tiene
porvenir ¡ La cuestión no está arreglada del todo, no lo es :
“¡Ciao, ciao, no se habla más de eso!” Son sujetos, individuos,
no teorías soportadas por maestros prestigiosos ; son
personas modestas y que hacen un trabajo modesto, pero
que no es ilusorio, ya que no juegan a cualquier cosa, que
tienen una ética rigurosa, que escuchan verdaderamente y
que intentan comprender con ustedes ; ellos proponen
algunos instrumentos extremadamente eficaces – pues hace
falta proclamar su eficacia, con tal que uno quiera servirse de
estos. Ya expliqué de qué orden eran esos instrumentos : un
cierto modo de emplear el lenguaje, de someter la palabra a
36
lo que viene a la mente, de contar los acontecimientos y no
solamente la significación que se desprende de ellos. Pasando
por la dimensión del acontecimiento, volver a lo que han
contado los sujetos o a lo que se ha callado dentro de una
familia…
Hablemos de la locura, la mayor parte del tiempo es porque
ciertas cosas no han sido dichas que es preciso recurrir a un
síntoma tan grave como es el delirio o la alucinación, porque,
en esas situaciones, el lenguaje no era más suficiente. Si allí
no había las palabras suficientes para decir las cosas, habrá
sido necesario recurrir a un gran mito. El delirio tiene que ver
con la fabricación de un mito, de un mito de los orígenes, de
un mito familiar en el que un sujeto ha debido buscar una
explicación para lo que le sucedía y que era demasiado
misterioso, de lo cual no tenía ninguna comprensión.
Entonces esos blancos, esos agujeros en el lenguaje han
hecho que haya debido recurrir a esas creencias delirantes, a
cosas que nadie puede creer, a la audición de ruidos que sólo
él puede oír o a esa visión de cosas que no existen en la
naturaleza, pero que él ve.
La ciencia es sin concesión, sin piedad para ese género de
sujetos que se hacen excluir del discurso científico de la polis.
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¿ Qué hospitalidad queda practicable para ese género de
sujetos hoy ? Es preciso aceptar ofrecerles una cierta
hospitalidad, un acompañamiento. Pues, yo pretendo que el
nivel de civilización de un sujeto, de un país se mide por la
capacidad que tiene de poder hospedar a los locos. El nivel de
aceptación del loco en un agrupamiento social hace que se
sea civilizado o no. Quizás en África sean en este sentido más
civilizados que nosotros, pues los locos son recibidos y
admitidos por el colectivo ; ellos, allí, ocupan un lugar, no
están excluidos con esa violencia que es la nuestra al excluir y
aprisionar a nuestros locos actualmente. En el siglo XVIII ya
no se lo hacía más ¡ Nosotros nos hemos encerrado en el
terror del loco ¡ Nosotros somos incapaces de decir o de hacer
saber ciertas cosas de las que nos piden testimoniar : estas
cosas quedan censuradas, totalmente imposibles de decir.
J.N. : ¿ Qué supone, de parte del analista, esta aceptación de
no saber lo que es la clínica? La palabra que designaría
adecuadamente a esta actitud o esta estrategia es :
“Reducción” .
Reducción de la patología, de todas las patologías a las cuales
le tocaba relacionarse con la histeria. El psicoanalista que es
tomado en la lógica de los discursos del amo, de la
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universidad va a llegar a proponer para un sujeto que sea
histérico, cualquiera sea su patología. Es decir ser un sujeto
que haga excepción. ¿ Qué es un histérico ? Es alguien que
pone al saber en dificultades, que dice : “ De acuerdo, la
Ciencia propone cosas probablemente correctas, pero mi
verdad va en contra de ese saber “. En tanto psicoanalista yo
recojo y acepto esta posición histérica. Y practico la reducción
a la histeria, al discurso de la histeria.
De hecho, hay tres reducciones :
- La primera es la más simple, se trata de la reducción de
las diferentes neurosis a la histeria, a la posición histérica
según el principio del que hablé al comienzo : yo no soy
el psicoanalista que sabe, sino el sujeto supuesto que
ustedes van a destronar diciendo en qué es ustedes
quienes saben lo que es la verdad, y que esta verdad va
en contra de mi saber. Se trata allí de la reducción a la
histeria. Yo voy a ser aquel que los sostiene en vuestra
histeria, que los acepte como sujeto del inconciente,
gracias a lo cual ustedes van a fabricar un psicoanalista.
Yo seré vuestro psicoanalista pero únicamente el
vuestro. Yo no seré tal psicoanalista inscripto en tal
asociación, no, no ¡
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- Es usted quien me habrá fabricado, estaré de servicio
por usted, seré un analista que no cree en lo que ha
aprendido, que no cree ni siquiera en el psicoanálisis,
sino que cree en lo que va a confiarme y vamos a ver si
eso funciona ¡ Quizás eso tendrá efectos sobre usted de
ubicarse del lado de esta excepción que encarna su
sujeto, y ponerlo en esa posición de excepción : la de
ser un sujeto de la verdad, de la verdad que es su
síntoma : eso es la reducción histérica.
- La segunda, la reducción de la perversión, diría que es la
reducción analítica.
En efecto, es constatable que el “perverso” (y no “la”
perversión), es alguien que se queja, que sufre por estar
en una posición de goce transgresivo, como si fuera el
único, como si el neurótico no tuviera fantasmas
perversos. Aquí la reducción al análisis es lo que hace
que los perversos tengan quizás menos necesidad de
pasar al acto en sus fantasmas, aceptando considerar
que son fantasmas. Cuando entran en análisis, se
convierten en neuróticos más bien que arriesgarse a ser
psicóticos.
40
Hay dos concepciones de la perversión : la más común
es la definición de la neurosis como siendo el negativo
de la perversión. De hecho, entonces, todo el mundo
quisiera ser perverso y no se atreve a serlo, siendo los
neuróticos unos no-perversos. Otra definición de la
perversión, según yo, y más clínica, es más verificable :
el último escudo contra la psicosis es la perversión. Elijo
anclarme en el goce perverso por miedo de tener que
delirar.
Se puede constatar que hay algunos sujetos que se
encuentran tomados en los discursos entre una madre y
su madre que se intercambian el falo entre ellas, no
pueden gozar de un falo que no sea el que las dos
mujeres intercambian entre ellas. Resultan ser ellos
mismos ese falo, ya que su padre es sea borroso sea
inexistente y su abuelo materno un ser anonadado. De
allí que al no querer gozar del falo que esas dos mujerer
intercambian entre ellas, al no querer de un goce
totalmente narcisista, no les queda otra solución, para
escapar al delirio, que este modo de hacer : ese consiste
en escogerse, en elegir para si un compañero masculino
que restablezca la ausencia de los padres en su historia,
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y acceder así por lo menos al goce menos peligroso de la
homosexualidad. La solución perversa es indispensable
para ellos, para no delirar, dada la ausencia no sólo de
padre sino también de referencia a algo de un tercero en
el nacimiento de ese sujeto.
Quizás habrá de esto cada vez más, por otra parte, ya
que las mujeres hoy no tienen necesidad de otra cosa
que de una inseminación para ser madres. Son ellas que
deciden ser madres. ¿ La perversión será el futuro ? ¡ En
ese caso, el psicoanálisis tendriá también un futuro ¡!
Pues esos sujetos tienen más necesidad de hablar que
otros, están más próximos de sus cuerpos que otros, de
un cuerpo demasiado tomado por las sensaciones. Están
desbordados por el mundo de las sensaciones y tienen
necesidad de hacer pasar todo eso a las palabras. ¿
Quién puede aceptar de escucharlos ? ¡ Un psicoanalista
¡ Ese género de cosas no es fácil de decir, no es
fácilmente admisible por cualquier otro. La tolerancia, es
el psicoanalista quien puede ofrecerla. Comprenden que
esta segunda reducción, la reducción al análisis, esté
más bien lo que se pide en el marco de la sintomatología
perversa.
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- La tercera reducción, es la reducción a la paranoia, es lo
que un día Lacan ha llamado “el campo paranoico de las
psicosis” : la melancolía, o el aún más grave síndrome de
Cottard, la esquizofrenia, la megalomanía, el delirio de
los inventores, el poeta maldito, el pintor desconocido,
etc. Todos esos personajes que tienen una pinta
bastante romanesca son sin embargo profundamente
anclados en un sufrimiento que hace falta poder
reconocer y escuchar, cuando aceptan plantear sus
quejas a un psicoanalista, este último debe saber, debe
estar informado de que va a ser transformado en un
perseguidor. Será un perseguidor que puede dirigir una
cura. Eso será una paranoia dirigida, una cura paranoica.
Se habrá fabricado una patología artificial, de índole más
bien paranoica, en la que el psicoanalista asumirá la
responsabilidad del mal, pero evidentemente no sin la
complicidad y la inteligencia de los pacientes, su
acuerdo : se han enterado del hecho de que lo hace por
ellos, es que él acepta de ser alguien supuesto saber
cuál fue el origen de su mal y que entonces se convierte
en el responsable de ello.
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- Es un gran riesgo que se asume tomar, al darse la
posibilidad de imaginar que estos sujetos acepten no ir
demasiado rápido, y ¡no pegarle un tiro al analista! Eso
ha acontecido ya que una analista resulte ser la víctima
de un paranoico.
Aceptar un psicótico en análisis significa pasar mucho
tiempo en fabricar una paranoia artificial y en curarse de
ella. Eso no es imposible. Hay una reversibilidad de la
forclusión, para hablar como los lacanianos, incluso si
son también los psicoanalistas lacanianos quienes dicen
que el goce que procura ese género de acto es tan
importante que el sujeto no renunciará jamás a eso y
que está condenado a tomar medicamentos hasta el fin
de sus días para no delirar.
Muy modestamente el psicoanalista se inscribe en falso
contra este género de tesis, pero le es necesaria mucha,
pero mucha paciencia y tolerancia, le es preciso dedicar
tiempo y esfuerzos muy importantes, una hospitalidad
aún más grande, una disponibilidad aún más grande
para este tipo de sujetos. El trabajo consiste en reducir
el campo psicótico a la paranoia que él va a dirigir,
intentando aislar al perseguidor, es decir intentando
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denunciar al psicoanalista aterrador que alberga en si
este sujeto.
¡ Finalmente somos todos denunciantes del psicoanalista
y del psicoanálisis ¡ ¡ La clínica psicoanalítica es
denunciar los crímenes del psicoanálisis ¡
Voy a detenerme en este punto.
Alessandra Guerra: Caro Giacomo, la ringrazio moltissimo per
questa impegnativa esposizione, che certamente non
mancherà di suscitare polemiche e fare discutere, e la
ringrazio per il tempo dedicato al Manifesto per la difesa della
psicanalisi.
Parigi, 4 luglio 2011
Trascrizione a cura di Christine Dal Bon
Traducción de Ricardo Diaz Romero revisada por Jacques
Nassif