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May 11, 2010 Life Sciences Mergers and Acquisitions: How Healthcare Reform Will Change Your Partnership Strategy Stephen Paul Mahinka [email protected] Joyce A. Cowan [email protected] Elsevier Business Intelligence Webinar Copyright 2010, Morgan, Lewis & Bockius LLP

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AQVILA LEGIONIS

22002

—CELIÀ SASTRE, BARTOMEU: Los numerales de laslegiones romanas durante el primer triunvirato . . . . . . . . . . 7

—ENCARNAÇÃO, JOSÉ D’: Túmulo sumptuoso para oaquilifer Flavius Quadratus (CIL II 266) . . . . . . . . . . . . . . 19

—GONZÁLEZ HERRERO, MARTA: Contribución alestudio prosopográfico de los equites lusitanorromanos: Elcursus honorum del tribuno Lucius Cornelius Lucii filiusGaleria Bocchus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33

—MENÉNDEZ ARGÜÍN, ADOLFO RAÚL: El abasteci-miento de armas para las legiones de las provincias deGermania (ss. II-III d.C.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59

—PEREA YÉBENES, SABINO: Epigrafía militar en publi-caciones recientes (II): . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85

1.- Un jinete del ala I Arevacorum en Carnuntum . . . 85

2.- Un soldado cluniense en la legión I Italica enNovae (Mesia) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93

3.- De nuevo sobre la inscripción punteada deHerrera de Pisuerga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99

4.- Recuperado en Colchester el rostro del duplicariusLonginus Sdapeze . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102

Crítica de Libros / Reviews

Bagnall, N.: The Punic Wars 264-146 B.C. (S. PEREA YÉBE-NES) (p.107) — Carretero Vaquero, S.: El campamento romanodel ala II Flavia en Rosinos de Vidriales (Zamora). Lacerámica (S. PEREA YÉBENES) (p. 110) — Goldsworthy, A:

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Las Guerras Púnicas (S. PEREA YÉBENES) (p. 115) —Pollard, N.: Soldiers, Cities, and Civilians in Roman Syria (G.FORSYTHE) (p. 119) — Rodríguez González, J.: Historia delas legiones romanas (J.I. DE LA TORRE) (p. 123) — Santosuos-so, A.: Storming the Heavens. Soldiers, Emperors, andCivilians in the Roman Empire (S. PEREA YÉBENES) (p. 127)— Stephenson, I. P. : Roman Infantry Equipment. The LaterEmpire (S. PEREA YÉBENES) (p. 133)

Información Bibliográfica y libros recibidos . . . . . . . . . . . . . 138

Separatas recibidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148

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Los numerales de las legiones romanas durante el primer triunvirato

Bartomeu CELIÀ SASTRE

Aquí se estudia la posibilidad de que durante el PrimerTriunvirato se utilizase, para numerar las legiones romanas, unmétodo basado en la asignación de numeral según su provincia dedestino. A partir del análisis de sus posibilidades de utilización, seconsideran los numerales de las legiones que pudo mandar Crasocontra los partos, en su campaña del 53 a.C.

En el año 60 a.C. Gayo Julio César, Marco Licinio Craso yGneo Pompeyo Magno formalizaron un acuerdo privado, sinfundamento legal, cuyo fin era formar un frente común deoposición a los optimates, el sector más irreductible de la aristocra-cia senatorial. La consecuencia fue un reparto de poder entre lostres, con la adjudicación de consulados, provincias y ejércitos.Aquel compromiso es el llamado Primer Triunvirato.

El número de legiones romanas y las zonas donde se encontra-ban situadas ese año es muy difícil determinar, por no decirimposible, dada la ausencia de datos. Sin embargo, parece claroque en el 60 a.C. el número de legiones en activo era muy bajo,demostrable por el hecho de ser un año extraordinariamentepacífico en todas las fronteras y la concentración de los jefesmilitares en Roma. Precisamente el Triunvirato se formó, entreotros motivos, por el problema que creaba el Senado a Pompeyo,que acababa de regresar de Oriente y había licenciado a su ejército.Por lo que respecta a los gobernadores provinciales, la mayoría de

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1 Plut. Caes. XII. 2 César, B.G. I, 7 y 10; plut. Pomp. XLVIII: App.. B.C. II, 13.

3 L Keppie, The Making of the Roman Army from Republic to Empire, London,1987, pág. 78; M. Marín y Peña, Instituciones militares romanas, Madrid, 1956, pág. 61;H.M.D. Parker, The Roman Legions, Cambridge, 1958, págs. 42 y 43.

4 A. von Domaszewsky, “Die Heere der Bürgerkriege in den Jahre 49 bis 42 vonChristus”, Neue Heidelberg Jahrbücher IV, 1894, pág, 158.

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ellos, fuera cual fuera su rango, no contarían más que con fuerzaslocales o cohortes independientes no encuadradas en legiones.

De la ausencia de legiones en varias provincias en esos añoses un ejemplo lo que cuenta Plutarco de César1 cuando éste fuenombrado gobernador de la Hispania Vlterior en el 61 a.C. yreclutó diez cohortes añadiéndolas a las veinte que ya había allí deguarnición. El único dato preciso para este período es que cuandoCésar obtuvo el gobierno de las Galliae Cisalpina y Transalpina(ésta es la posterior Narbonensis) y la Illyria en el 59 a.C. teníaallá a su disposición las legiones VII, VIII, IX y X2.

Con respecto a los numerales de las legiones habitualmente sehan sostenido dos opiniones:

Algunos investigadores3 han sugerido que en esa época elnumeral de la legión era asignado según el orden de formación enun año determinado y que el numeral podía ser cambiado para serajustado según las necesidades.

Otros investigadores4 observaron una serie de legiones connumerales prácticamente correlativos en ciertas provincias duranteaños consecutivos. Por ejemplo, según Tito Livio (XXXIX, 30, 12)las legiones V y VIII estaban acuarteladas en Hispania en el 185a.C. y la V y la VII estaban allá en el 181 a.C. (Livio XL, 32, 4-5).Además, en el 203 a.C., las legiones XI, XII y XIII operaban en laGallia Cisalpina (Livio XXX, 18, 7-10). Estas secuenciaciones lesllevaron a sugerir que debía existir una cierta relación entre elnumeral de una legión y su provincia de destino.

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5 Sobre la situación anterior a la reforma militar de Mario ver Polibio, Hist. VI,19-26; sobre la reforma militar de Mario ver Salustio, Bell. Iug. LXXXVI.

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Es evidente que los dos métodos de numeración expuestos sonmuy diferentes e imposibles de complementarse el uno al otro,pues implican repetición de numerales y se puede concluir, portanto, que jamás se utilizaron a la vez. Quizás, durante losprimeros siglos de la República, se adoptara el primero de ellos,numerando las legiones según su orden de formación en un mismoaño, pues los frentes de batalla estaban relativamente cercanos a lamisma Roma. Sin embargo, al extenderse los dominios romanos ylos frentes abiertos, sobre todo a partir de las Guerras Púnicas, esmás lógico suponer que a parir de esa época se asignaba a cadalegión un numeral según su destino.

Partiendo de esta suposición, si una legión era trasladada debíacambiar de numeral, adecuándose a su nueva ubicación. Estesistema tiene la implicación de que se tenían que dejar numeralesvacíos, sin ocupar, por si se había de reforzar una guarniciónprovincial. Por ejemplo, para el 59 a.C. no se tiene constancia dela existencia de legiones con los numerales V y VI.

Respecto a la asignación de los numerales consulares I, II, IIIy IV cabe hacer una reflexión a propósito de su utilización: laestructura militar había sufrido cambios desde la reforma de Marioen el 107 a.C.5 A partir de ese momento los legionarios no erandesmovilizados al terminar cada campaña sino que servían por untiempo fijado en el momento del enganche. Los magistradoscorrespondientes seguían dirigiendo los ejércitos, pero éstos eranconfiados cada vez con mayor frecuencia a personajes capaces yde probada experiencia bélica (fue el caso del mismo Pompeyo,que ocupó cargos militares antes de ejercer magistraturas conpoder militar). Podemos así pensar que los numerales I a IVestaban siempre desocupados salvo reclutamiento extraordinariopor parte de los cónsules. Una vez terminada la campaña, las

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6 Cuando Pompeyo obtuvo el gobierno de las Hispaniae en el 55 a.C. se leconcedieron 4 legiones. En el 49 a.C. había 3 legiones en la Hispania Citerior al mandode Afranio, 2 en la zona que posteriormente se llamará Baetica con Petreyo, y otras 2 enel este de la Península a las órdenes de Varrón. 7 Dión, XXXIX, 54.

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legiones con número consular sufrían una renumeración, adecuán-dose a su nueva ubicación en una provincia o bien sus legionarioseran dispersados entre las unidades en activo.

Durante el Primer Triunvirato los ejércitos tuvieron el doblepapel de imponer la autoridad de Roma y también la de suscomandantes supremos sobre la misma Roma. Es conocido el casode Pompeyo, que gobernaba las Hispaniae por medio de legados,sin aparecer por allí, mientras dirigía la política desde Roma. Lafuerza de Pompeyo radicaba en el ejército acuartelado en Hispa-nia, que en 49 a.C. estaba formado por 7 legiones6. El origen deeste ejército está en los reclutamientos realizados en el 55 a.C.,durante su consulado, y que deben estudiarse con especialatención.

En primer lugar, para que los cónsules tuviesen la facultad dereclutar un ejército precisaban de una autorización especial delSenado, el senatus consultum ultimum, que les confería todas lasatribuciones y que solía otorgarse en los momentos de grave crisismilitar. Precisamente, y se deduce de las fuentes, Hispania estabatranquila (lo estuvo hasta el 49 a.C.) y solamente es conocido unenfrentamiento con los vacceos en el 56 a.C.7 que no requería unarespuesta militar de tal envergadura. Dicho de otro modo, losreclutamientos de Pompeyo del 55 a.C. no tuvieron otro fin que elde procurarse un ejército.

En segundo lugar, en esa recluta se utilizaron los númerosconsulares, cosa lógica dada la condición de tal de Pompeyo, perolo curioso es que una de esas legiones, la I, fue cedida a César en

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8 César, B.G. VI, 1; Según Plutarco (Pomp. LII) Pompeyo cedió a César doslegiones de las reclutadas en el 55 a.C. Orosio (Hist. VI, 10, 13) eleva la cifra a treslegiones.

9 J. Rodríguez González, “El origen de los números y los nombres de las legionesromanas”, Revista de Historia Militar 75, 1993, pág. 12, apunta esa posibilidad, pero noaporta ningún dato que la apoye. L. Keppie (The Making…, op. cit., pág. 88) se limitaa escribir que ese año César tenía esa legión en su ejército, sin pararse a analizar suorigen.

10 Para un estudio completo de la legión VERNACULA ver J.M. Roldán, “LegioVernacula ¿iusta legio?”, Zephyrus XXV, 1974.

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53 a.C.8. Sorprendentemente, César no le cambió el numeral,adecuándolo a su serie, lo que no tiene más interpretación de quese trataba de un préstamo a corto plazo y que era un momento debuenas relaciones entre los dos triunviros. Lo que presenta unavariación con respecto a la tradición es que las legiones de la serieconsular del 55 a.C. permanecieran en activo, portando numeralesconsulares, aunque no hubiera ninguna campaña que las requiriera,salvo la legión cedida a César.

En mi opinión, la distribución de los ejércitos en el 55 a.C. erade tal forma que las legiones I a IV (quizás incluso hasta la V)estaban en Hispania a las órdenes de los legados de Pompeyo y laslegiones VII a XIV con César en las Galliae. Queda por atribuiruna legión VI. En el 52 a.C. César contaba con esta legión, aunquesu situación en años anteriores nos es desconocida. Algunosinvestigadores han sugerido que pudo ser traída desde Illyria9,aunque es más lógico suponer que hasta ese año no existía y queocupó un numeral desocupado, dejado así a propósito por si sehabía de reforzar con tropas esa zona concreta.

Aparte de las legiones con numeral y formadas con italianos,los ejércitos podían completarse con unidades reclutadas en lamisma provincia en la que operaban. Unidades de este tipo son lalegión VERNACULA, integrada por ciudadanos romanos deHispania y que formaba parte del ejército de Pompeyo10 o la legión

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11 Suet., Div. Iul. XXIV.12 César, B.G. V, 37.13 César, B.G. VI, 32.14 Es el primer caso conocido. Las legiones XVII, XVIII y XIX fueron destruidas

en el año 9 d.C. Ninguna legión incorporada posteriormente utilizó estos numerales.15 Según Plutarco (Craso XX), Craso cruzó el Éufrates con 7 legiones, aparte de

auxiliares. En XXXI ofrece la lista de bajas: 20000 muertos y 10000 cautivos. Otrosautores dan otras cifras, muy superiores y poco creíbles. Así, Apiano (B.C. II, 18) elevalas pérdidas a 100000 hombres.

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ALAVDAE, que fue organizada por César con galos de la Transal-pina, a quienes César prometió la ciudadanía11.

En el 54 a.C. la legión XIV fue destruida12, sufriendo César unserio revés militar. Al año siguiente una de las dos legiones quereclutó llevó ese mismo numeral13, cuando lo lógico era que lasdos nuevas legiones portaran los numerales XV y XVI. Cabeseñalar, sin embargo, que la tradición de no volver a utilizar losnumerales de las legiones destruidas, como ocurrió con laslegiones de Varo14, todavía no estaba implantada y no se llevó acabo hasta la época imperial.

Existe la posibilidad de que César no pudiese utilizar elnumeral XVI por existir una legión que lo portara (de ahí tambiénque se viera obligado a utilizar el numeral VI, alargando la serie ensentido decreciente en lugar de seguir su costumbre de numerar laslegiones en sentido creciente según su orden de reclutamiento). Nose conoce la existencia de una legión XVI en el 53 a.C. en ningúnejército romano, pero eso no significa que no existiese, pues no sesabe prácticamente nada de la composición de las guarniciones delas provincias orientales para esa época. Además, es evidente queel reclutamiento de la nueva legión XIV y de la XV coincidió conlos preparativos de la expedición de Craso a Parthia.

Se desconocen los numerales de las legiones utilizadas en esacampaña, en la que varias de ellas fueron destruidas15, pero lo

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16 Según Plutarco (Craso XVII y XXV), César le mandó 1000 soldados decaballería, que llegaron acompañando a su hijo Publio Licinio Craso. Aparte de lasunidades de guarnición en las provincias orientales y los reclutamientos allí realizados,también se utilizaron contingentes llegados a propósito desde Italia (Plut. Craso XVII).

17 ILS 2224.18 César recompensó a la legión X con el apelativo de EQVESTRIS en el 58 a.C.

Con este sobrenombre aparece en una inscripción en Patrae (CIL III, 508). El motivo dela concesión de tal apelativo está relacionado con la orden que dio César a los soldadosde esta legión de montar a caballo para que le sirvieran de escolta durante la entrevistaque sostuvo con el jefe germano Ariovisto (César, B.G. I, 42). Por otra parte, del estudiode la inscripción relativa a la legión XVIII, no queda claro que tuviese el apelativo quese le atribuye. Otra interpretación podría ser que la legión estaba a las órdenes deCornelio Espínter.

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lógico sería que sus numerales fueran del XVI en adelante. Sí sesabe que César y Pompeyo cedieron tropas a Craso, aunque engeneral se trataba de auxiliares16. Es seguro que César no cedióninguna legión, pero n o se puede decir lo mismo con respecto aPompeyo. Los indicios a favor de las ideas que anterior mente sehan propuesto son:

1.- César y Pompeyo, hasta la ruptura de relaciones entreambos, jamás utilizaron para sus respectivas legiones numeralesocupados por una legión del otro. Es lógico, por tanto, que conCraso se cumpliera la misma premisa. Los únicos numeralesutilizados por éste serían a partir del XVI.

2.- En el 53 a.C. se encontraba de guarnición en Cilicia lalegión XVIII CORNELEI SPINTERI17, un caso curioso entre laslegiones de la época republicana, pues portaba número y apelativoa la vez, lo cual no fue normal, salvo excepciones18, hasta lostiempos de Augusto. Sobre ello se ha especulado que el reclutadorfuera el propio Cornelio Espínter, procónsul de Cilicia entre el 56y el 53 a.C. y que el mismo le otorgó el numeral XVIII por el hecho

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B. Celià Sastre: Los numerales de las legiones romanas durante el primer triunvirato

19 Es la explicación que ofrece H.M.D. Parker, The Roman…, op. cit. pág.56 y siguiendo una sugerencia de Th. Mommsen.

20 Idea sostenida por H.M.D. Parker, The Roman…, op. cit. págs. 55 y 56.21 A partir de 3 cartas de Cicerón (Ad Att. 5, 15; Ad Fam. 3, 6 y Ad Fam. 15, 4) se

desprende que cuando Cicerón llegó a Cilicia en el 51 a.C. para gobernar la provincia,había una guarnición de dos legiones, aunque con efectivos reducidos: le faltaban trescohortes y además tuvo que hacer frente a una sedición de soldados.

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de realizar un simple cálculo y llegar a la conclusión de que en elaño de su reclutamiento Roma disponía, con ésta, de 18 legionesen activo19. Esta hipótesis tiene lógica y podría ser cierta, perotambién es posible que le correspondiera este numeral por el hechode pertenecer a la guarnición de una provincia concreta o a ungrupo de legiones destinadas en las regiones orientales. Tambiénhay que tener en cuenta que suponer que Cornelio Espínter leotorgase el numeral XVIII por capricho implica que en aquelperíodo no había ningún sistema oficial de numeración, ideadefendida por algunos investigadores20, aunque es más lógicosuponer que si con Pompeyo y César funcionaba un sistema denumeración que evitaba duplicaciones y tenía una cierta lógica,este método tendría validez para todos los ejércitos romanos.Además, el suponer la inexistencia de un método oficial denumeración hace pensar en confusiones administrativas impropiasde un estado desarrollado políticamente como era la Repúblicaromana. No se puede descartar incluso que la legión XVIII seformara a propósito de la expedición de Craso y que el propioCornelio Espínter fuera el responsable de su reclutamiento, a partirde ciudadanos romanos de la provincia. De los resultados de laguerra se desprende que la legión XVIII no estuvo en la batalla deCarrhae, pues posteriormente estuvo a las órdenes de Marco TulioCicerón cuando éste gobernó Cilicia en el 51 a.C., aunque losefectivos de esta unidad eran muy reducidos21.

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22 César, B.G. VIII 54 y 55. En caso de haber llegado esas dos legiones a Syriahubieran estado a las órdenes de Marco Calpurnio Bíbulo, gobernador de la provincia(App. B.C. V, 10).

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Tras la derrota de Craso, el Senado ordenó reforzar laguarnición de la provincia de Syria. Por ello, ordenó a los dostriunviros supervivientes enviar allá cada uno una legión. La legiónque decidió mandar Pompeyo fue la I, que era la que le habíacedido a César. Por tanto, éste vio reducido su ejército en doslegiones22. La otra legión, escogida por César de entre las suyaspropias, fue la XV, que era precisamente la última que habíareclutado y, por tanto, la de menor experiencia en combate.Curiosamente, Pompeyo renumeró esta última legión, otorgándoleel numeral III, más propio de la serie pompeyana de legiones. Estarenumeración, un caso sin precedentes desde la implantación delTriunvirato, no parece haber tenido lugar hasta la ruptura derelaciones entre los dos. Lógicamente, el motivo de haberleotorgado el numeral III no debió ser otro que faltarle a Pompeyouna legión que lo portara. Así, a parte de completar su serie,personalizaba como parte de su ejército una legión cesariana.

La falta de una legión con numeral III a Pompeyo no deja deser extraño, pues no se conoce ninguna derrota de sus ejércitosentre el 55 y el 50 a.C. Las únicas soluciones posibles al problemase relacionan directamente con Craso. Así, en el reclutamiento del55 a.C. es posible que esta legión fuera directamente otorgada aCraso, que era el otro cónsul. No veo probable esta posibilidad, ano ser que en ese año Craso ya preparase su expedición y fueraesta legión el embrión de su ejército. La otra solución, más lógica,es que en el momento de realizar su expedición contra los partos,Craso hubiese hecho una petición de tropas a los otros dostriunviros, prestándole Pompeyo su legión III. La presencia detropas occidentales en el ejército de Craso está documentada en las

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23 Cuenta Plutarco (Craso XVII) que el viaje de Craso a Oriente se realizópor mar desde Brundisium y en un temporal perdió varios barcos, dato queprobaría el transporte de gran número de tropas.

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fuentes23, aunque no se nombra en ningún caso a legiones cedidaspor sus colegas, lo cual no significa que no se hubiera producidotal posibilidad. Si Craso renumeró esta legión, nos es desconocido.

CONCLUSIONES:

1) Durante el Primer Triunvirato se utilizaba un sistema paranumerar las legiones que tenía vigencia en todos los ejércitosromanos.

2) Este sistema ya se utilizaba en épocas anteriores y quizásse remonte al siglo III a.C.

3) Según tal sistema de numeración, se asignaba el numeral auna legión según la provincia a la que estaba destinada. Si unalegión era trasladada a otra provincia sufría una renumeración.

4) Había numerales que se dejaban vacíos por si se tenía quereforzar una guarnición provincial.

5) Los números consulares sólamente eran utilizados en casode reclutamiento por parte de los cónsules. Una vez terminada lacampaña tales legiones eran afectadas por un proceso de renume-ración según su ubicación o eran disueltas, siendo sus legionariosdestinados a otras unidades.

6) Si hasta le época de la Guerra Civil no hubo legiones connumerales repetidos entre los ejércitos de César y Pompeyo,podemos suponer que con Craso se cumplió la misma situación.

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7) Los numerales de las legiones de los ejércitos de lasprovincias orientales del XVI.

8) En la campaña de Craso contra los partos en el 53 a.C. seutilizó una legión que portaba el numeral III, posiblemente cedidapor Pompeyo.

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Las Guerras Púnicas (S. PEREA YÉBENES) (p. 115) —Pollard, N.: Soldiers, Cities, and Civilians in Roman Syria (G.FORSYTHE) (p. 119) — Rodríguez González, J.: Historia delas legiones romanas (J.I. DE LA TORRE) (p. 123) — Santosuos-so, A.: Storming the Heavens. Soldiers, Emperors, andCivilians in the Roman Empire (S. PEREA YÉBENES) (p. 127)— Stephenson, I. P. : Roman Infantry Equipment. The LaterEmpire (S. PEREA YÉBENES) (p. 133)

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—CELIÀ SASTRE, BARTOMEU: Los numerales de laslegiones romanas durante el primer triunvirato . . . . . . . . . . 7

—ENCARNAÇÃO, JOSÉ D’: Túmulo sumptuoso para oaquilifer Flavius Quadratus (CIL II 266) . . . . . . . . . . . . . . 19

—GONZÁLEZ HERRERO, MARTA: Contribución alestudio prosopográfico de los equites lusitanorromanos: Elcursus honorum del tribuno Lucius Cornelius Lucii filiusGaleria Bocchus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33

—MENÉNDEZ ARGÜÍN, ADOLFO RAÚL: El abasteci-miento de armas para las legiones de las provincias deGermania (ss. II-III d.C.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59

—PEREA YÉBENES, SABINO: Epigrafía militar en publi-caciones recientes (II): . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85

1.- Un jinete del ala I Arevacorum en Carnuntum . . . 85

2.- Un soldado cluniense en la legión I Italica enNovae (Mesia) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93

3.- De nuevo sobre la inscripción punteada deHerrera de Pisuerga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99

4.- Recuperado en Colchester el rostro del duplicariusLonginus Sdapeze . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102

Crítica de Libros / Reviews

Bagnall, N.: The Punic Wars 264-146 B.C. (S. PEREA YÉBE-NES) (p.107) — Carretero Vaquero, S.: El campamento romanodel ala II Flavia en Rosinos de Vidriales (Zamora). Lacerámica (S. PEREA YÉBENES) (p. 110) — Goldsworthy, A:

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Las Guerras Púnicas (S. PEREA YÉBENES) (p. 115) —Pollard, N.: Soldiers, Cities, and Civilians in Roman Syria (G.FORSYTHE) (p. 119) — Rodríguez González, J.: Historia delas legiones romanas (J.I. DE LA TORRE) (p. 123) — Santosuos-so, A.: Storming the Heavens. Soldiers, Emperors, andCivilians in the Roman Empire (S. PEREA YÉBENES) (p. 127)— Stephenson, I. P. : Roman Infantry Equipment. The LaterEmpire (S. PEREA YÉBENES) (p. 133)

Información Bibliográfica y libros recibidos . . . . . . . . . . . . . 138

Separatas recibidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148

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Túmulo sumptuoso para o aquilifer Flavius Quadratus (CIL II 266)

José d’ENCARNAÇÃOUniversidade de Coimbra

«Esquecida no cunhal de uma casa modesta situada naCalçada de Laveiras, em Caxias, encontra-se uma lápida funeráriado maior interesse histórico» – assim noticiava, na sua edição de18 de Julho de 1962, um jornal de Lisboa, o «Diário Ilustrado», aexistência de uma epígrafe romana. Aliás, o título da notícia era,desde logo, assaz significativo: «A memória de um lusitano que foifigura de destaque nas legiões romanas está em risco de perder-se».

Continuava o jornal escrevendo:

«A inscrição fora já identificada em 1735 pelo antiquárioAntónio José da Cunha que a trasladou para a sua LithologiaLusitana e, já nessa altura, o historiador registava que a pedra seencontrava “no ângulo de uma casa, então de Joana Rebelo,passando da Cartuxa, a duas léguas de Lisboa a caminho deLaveiras”.

A nota jornalística alude, em seguida, ao estudo que sobre omonumento publicara, dois anos antes, Fernando BandeiraFerreira. Trata-se de um dos apontamentos inserto, sob o númeroVII e com o título ‘A inscrição do aquilifer Flavius Quadratus’, noartigo «Varia Epigraphica» citado na bibliografia. Daí vinha areferência à notícia de 1735, que, de resto, o próprio EmílioHübner colhera para o CIL II 266.

No entanto, fora uma chamada de atenção feita, algum tempoantes, num jornal local chamado A Cartuxa que despoletara o

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alerta e o apelo às entidades governamentais para que evitassemque «este importante documento» continuasse «em risco de perder-se, sujeito às intempéries e aos descuidos de pessoas menosconhecedoras do seu valor». Sugeria-se, pois, que a pedra fosseremovida para o então «Museu Arqueológico Dr. Leite deVasconcelos, no Mosteiro dos Jerónimos, onde a valiosa estelapoderia alinhar junto a outras lápidas, algumas das quais não têmnem o valor nem o interesse desta que regista a presença de umlusitano entre os soldados de Roma onde ocupou um lugar domaior destaque na Legião».

O apelo foi ouvido. Assim, na sua edição de 12 de Agosto de1963, sob o título «Salvou-se uma inscrição funerária latino-romana do século I da era cristã que estava na iminência de perder-se», o diário lisboeta Novidades informava:

"O «Diário do Governo», II série, de 5 do corrente, em notapublicada pela Direcção-Geral do Ensino e das Belas Artes,declara que, por despacho do Sr. Subsecretário de Estado daEducação Nacional, de 29 de Janeiro último, fica sujeita ao regimeestabelecido no artigo 2º e seu § único do Decreto-Lei 38.906, de10 de Setembro de 1952, uma lápide, com a seguinte inscrição[…]".

Acrescentava-se que a «lápide estava situada numa parede doprédio nº 22 da Rua da Quintinha, à Estrada de Laveiras, emCaxias, concelho de Oeiras, e que dera «entrada, há meses, noMuseu Etnológico Dr. Leite de Vasconcelos, por sugestão e apósdiligências efectuadas pelo nosso colaborador José Maria deAlmeida que, no jornal A Cartuxa, que se publica em Caxias,escreveu o seguinte, no número correspondente ao mês de Junhode 1962 […]».

E transcreve os elementos, anotando que Bandeira Ferreira, oepigrafista que mais pormenorizadamente estudou o monumentono referido artigo da Revista da Faculdade de Letras de Lisboa,

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fora informado da sua existência, em Março de 1960, pelo Sr.Nicolau Pereira da Silva, filho do proprietário da casa em cujomuro a pedra se encontrava embutida.

O monumento

A epígrafe ainda hoje se mantém no acervo do MuseuNacional de Arqueologia.

Trata-se de uma ampla placa, sem molduração nem campoepigráfico delimitado, com 73 cm de altura, 118 de largura e 57 deespessura, apresentando-se em cunha na parte superior. Ou seja,serviu de elemento arquitectónico, a embutir em jazigo.

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Está praticamente intacta, registando-se escoriações várias,nomeadamente nos vértices, uma das quais, no superior esquerdo,terá levado a sigla do praenomen.

A leitura faz-se sem dificuldade, embora – como FernandoBandeira Ferreira já muito bem assinalara – haja quem tenhacedido à tentação de proceder ao avivamento do letreiro, de modoque se tornaram pouco compreensíveis algumas das palavras,como se verá. Os acrescentos ficaram mais visíveis a nível dossinais de pontuação – talvez só a esse nível –, primitivamentequiçá heras (hederae) de fino recorte, que os curiosostransformaram em pequena cruz quadrada e num sol radiado, nalinha 2, numa corola hexapétala inscrita num círculo e num círculocom uma espécie de estrela de cinco pontas, na linha 3.

A leitura é a seguinte:

[…] FLAVIVS · M(arci) · F(ilius) · GAL(eria tribu) ·QVADRATVS / AQVILIFER ·LEG(ionis) · II (secundae) ·SE VIVO / MVNIMENTVM · FECIT HIC / MVNIMENTVS[sic]· CVM · MVNITIONI(bus) / 5 [ET] TRICILA [sic] ·HER(redem) NON SE[quetur]

(…) Flávio Quadrado, filho de Marco, da tribo Galéria,aquilífero da II Legião, em vida fez o monumento. Estemonumento com munições e caramanchão não passam ao herdeiro.

Altura das letras: l. 1: 7,7; l. 2: 7,5; l. 3: 7 (T = 8); l. 4: 6,2 (T= 7); l. 5: 5,7. Espaços: 1: 8,8; 2: 3,1; 3: 3,3; 4: 2,8; 5: 3,8; 6: 14,5.

Não se vislumbram restos da letra que indicaria o praenomen,que certamente existiria. A hipótese T(itus) é, sem dúvida,aliciante, porquanto é esse o prenome dos imperadores flávios e

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1 Vives comete diversas incorrecções: omite toda a linha 3 e, nas tábuas de

correspondência com o CIL II (p. 790), indica CIL II 266 por duas vezes – só a primeira

é válida.

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seríamos tentados a datar o monumento dessa época. Mas já lávamos ao problema da datação.

Quanto às anomalias gráficas verificadas nas últimas duaslinhas, não me parece viável atribuí-las a corrupções posteriores,mas sim a ignorância do lapicida ou má compreensão da minuta.

Escrever um eventual nominativo munimentus não é deestranhar: atrás se escrevera o acusativo e, no dia-a-dia, aterminação –um era para o acusativo e –us para o nominativo, nãose apercebendo de que se estava perante um nome neutro. Aqui, olapso tanto pode ser do lapicida como do encomendante. De facto,o S final saiu da mesma mão que o de Flavius ou Quadratus, nãohá que enganar.

A lasca que saltou no final da linha 4 levou a letra a seguir aoN. Distingue-se uma barra vertical, que tanto pode ser de um Icomo de um E. A pouca profundidade do traço sugere mais I queE, se compararmos com os demais. Teríamos, assim, munitio-ni(bus), um plural que se adequa ao contexto, embora se nãoconcorde com Hübner, que sugere ter havido originalmente napedra a sílaba final: munitioni[bus]. Não houve. Bandeira Ferreiraopina, por seu turno, que o lapicida não abreviaria assim e propõe,por isso, o singular munitione. A minha argumentação estriba-sena forma como foi deixada incompleta – claramente incompleta –,na derradeira linha, a palavra sequetur, de que, a seguir à primeirasílaba se, se não enxerga, na verdade, qualquer indício de terhavido letras gravadas, pelo que também aqui se não poderásubscrever a interpretação de Hübner, que reconstitui [sequetur].Por outro lado, a outra reconstituição hübneriana – tri[cle]a[e] –que José Vives segue (ILER 5625)1, não tem justificação.

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Nessa linha 5, há, antes do T, leves indícios de outro T; oespaço e o alinhamento com o M da linha anterior permitem,portanto, a reconstituição do ET. Depois do A de tricila parecever-se uma base vertical a que se seguiria, pegado, um O oblongo,dando a sensação de se poder ler um desajeitado P. Trata-se, a meuver, de mais uma das intervenções a nível da pontuação, alterandoeventual hera.

A paginação foi cuidada, com espaços interlinearespraticamente homogéneos, puxada um tudo-nada acima porque sedestinava a ser lida a partir de um nível inferior do olhar. Oordinator recorreu sabiamente à utilização do T mais alto parapoupar espaço; o numeral indicativo da legião está devidamenteencimado por travessão.

Os caracteres são do tipo actuário, de fino e elegante recorte,gravados com buril, seguramente com prévio desenho na superfíciea epigrafar. Notável, a cauda muito alongada do Q (de corpo bemcircular, como se de um O se tratasse); a simetria patente nodesenho do A e do V, obtidos aliás a partir do mesmo escantilhão,usado ora numa posição ora noutra, do M e do S; a verticalidadedas barras, acentuada pelos travessões horizontais que lhes sãorigorosamente perpendiculares (vejam-se o F, o L, o E, o H).

O texto

Antes de nos referirmos ao personagem e ao alcance dasinformações contidas na epígrafe, sublinhemos dois aspectos quede imediato nos cativaram.

Prende-se o primeiro com o uso da expressão se vivo. Ela nãoé, de facto, corrente, na epigrafia peninsular. Hübner (CIL II, p.1202, no final da 1ª coluna), refere, além deste caso, vintetestemunhos, o que, na verdade, tantas são as epígrafes funerárias,

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não é estatisticamente relevante. No item anterior, indica Hübneras referências atestadas de vivus fecit, fórmula que é equiparada àque se regista no monumento de Oeiras, e assinala, entreparêntesis, que é tique epigráfico frequente na epigrafia deSagunto. Recordo, por exemplo, que a expressão figura amiúde nasepígrafes que se expõem no Museu de Nîmes. Contudo, GabrielSanders (1989, 61), depois de referir que erigir um túmulo sibi vivo«tem as suas vantagens», acrescenta que também não é menosverdade que «as crenças supersticiosas olham com desconfiança»um túmulo mandado edificar antes do tempo. Trata-se, pois, deuma atitude invulgar, própria de quem já detém uma certa culturae habituado a viver num ambiente urbano.

Já o uso de monumentum para indicar o local de sepultura émais corrente, não sendo também raro que se lhe siga, como aqui,a expressão heredem non sequetur (cf. CIL II, p. 1203, que citapouco mais de uma trintena de testemunhos).

Merece reflexão esta disposição testamentária. Ela significaque estamos perante um sepulcro familiar – em contraposição aossepulchra hereditaria – e visava «garantir a reserva de inumaçãoaos membros da família» (Marcos 1990, 174).

O monumento

Monumentum terá, sobretudo, uma conotação arquitectónica:é o edifício construído – e o papel determinante de Quadratusnessa construção encontra-se bem patente no uso, por extenso, daforma verbal fecit, «fez», como se ele próprio, com o seu labor,tivesse contribuído para tal. Se isso não aconteceu – e poderia, naverdade, ter acontecido – o certo é que revela um empenhamentopessoal profundo.

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2 Nesse aspecto, pode aduzir-se a inscrição AE 1985, 297, de Spinazzola, Bari (Regio

II), referente ao médico Cléon, em cuja linha 6 se enumeram os elementos constituintes

de um domínio funerário completo, que compreendia uma pequena casa (domus)

destinada ao guarda, o túmulo propriamente dito (sepulchrum), cuja manutenção era

assegurada pelos rendimentos de um campo (ager) e de um horto (hortus).3 Hübner interpretou tric[le]a[e]. Eu próprio (1998, 77) optei pelo mais corrente –

mas também inusitado neste contexto – triclinia.

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Não é, porém, um mausoleum, termo que incorpora uma noçãode maior sumptuosidade, impregnada, não raro, de uma tonalidadeáulica e sacra acentuada.

Claro que o sepulcro possuirá serventia derredor; mas só anecessária e suficiente para a manutenção periódica. Nãoestaremos, aqui, perante a existência «de amplas áreas adjacentes,com jardins, pomares, terrenos de cultivo, sem qualquer finalidadesepulcral, mas com o escopo de consignar o seu rendimento àconservação do monumento funerário e à recompensa dos libertoseleitos para a preservação fiel da memória do fundador» (Marcos,1990, 175)2.

No entanto, é também esse espaço envolvente que interessa aQuadratus e esse ele pretende igualmente acautelar quando serefere às munitiones e à trichila. Munitiones é termo que se adequabem ao contexto militar do proprietário, pois que significa osmuros de defesa; trichila é o caramanchão. A circunstância de apalavra não ter sido bem lida até ao presente3 fez com que tivessepassado despercebido o carácter ímpar do monumento, mesmo doponto de vista da linguagem epigráfica utilizada. Quadratusconcebe o seu sepulcro como um reduto defensivo, ondecalmamente deseja repousar, na sombra fresca de um caramanchãoou de uma latada, não sendo inverosímil que lá tivesse mandadoplantar videira para de seus bagos de uva se inebriar no Além!…Será interessante encontrar paralelos – que, seguramente,sobretudo em textos literários se poderão detectar.

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4 Este facto é tanto mais relevante quanto, como afirma G. Forni, «gli oltre due

decenni che i legionari erano tenuti a trascorrere in armi, finivano per soffocare il ricordo

del sito da dove erano originari e favorivano il loro attaccamento con i luoghi dove erano

stati così a lungo di guarnigione» (1974, 359).

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Um militar

Inscrito na tribo Galéria, Quadratus é cidadão olisiponense.Segundo Patrick Le Roux (1982, p. 62, n. 220), ainda que omonumento possa datar da época de Augusto, Flavius Quadratus«é, seguramente, originário da região em que mandou construir,em vida, o seu túmulo». Mais adiante, incluindo o texto entre osdocumentos relativos a legionários ex Hispania e considerando-odatável de um período que vai desde o reinado de Augusto aoimperialato de Calígula (p. 184, nº 47), comenta:

«Flavius Quadratus serviu, pois, na Germânia ou naBretanha» integrado na II Legião Augusta, «tendo sido recrutadoem Olisipo na época júlia, como o indicam o seu desejo de serenterrado na Lusitânia e o seu posto de aquilífero».

Não admira esta vontade de ser sepultado aqui. Além de sernatural que, terminado o serviço, o legionário volte para a sua terranatal, a região terá sido, já nessa longínqua era, um forte pólo deatracção populacional, inclusive para veteranos4. Temos, novizinho concelho de Cascais, notícia epigráfica de um veteranusda XXII Legião (Encarnação, 2001, 47-49) e José Cardim Ribeiro(1982-1983, p. 262-264) enumera e cartografa os testemunhosepigráficos de militares no município olisiponense, com apromessa (nota 56) de futuramente dar à estampa o estudo que estáa preparar, «análise e comentários suficientemente desenvolvidossobre vários testemunhos» que reuniu e que procurará relacionarcom o território e os cidadãos de Olisipo.

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5 Mazzolani, 1991, 118-119. Trata-se de inscrição sobre um copo, procedente de

Klagenfurt (Áustria): cf. ILS 8607.

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E se, como escreve Forni (1974, 391), as informações de quedispomos «non permettono di affermare perentoriamente che lelegioni fossero composte soltanto da bassi ceti, da poveri ediseredati»; e se, por outro lado, «soggiacendo ai limitidell’informazione documentaria, scarsa e incompleta», não étambém possível «generalizzare nel senso opposto», não há dúvidaque esta placa monumental de Laveiras aponta, sobretudo, parauma condição economicamente desafogada.

Aliás, palavras como munitiones e trichila fazem-nos recordaros epitáfios que sabiamente Lidia Storoni Mazzolani coligiu,incitando a um convívio entre o defunto, seus amigos e familiaresno próprio espaço sepulcral, quer por ocasião do ritual banquetefúnebre em dia de aniversário do passamento quer a pretexto deuma simples visita de romagem:

«Vita brevis, spes fragilis, venite. Accensus est. Dum lucet,bibamus, sodales».

«La vita è breve, la speranza fragile: entrate. Arde il lume:fino a che fa luce, beviamo, amici»5.

Não é comum a referência ao posto de aquilifer em inscriçõesromanas.

Se compulsarmos os índices de L´Année Épigraphique desde1961 a 1980, verificamos que apenas se registam doistestemunhos: AE 1976 515 e 641 (Lassère1992, 557).

Na Península Ibérica, o outro documento assinalado procededa área urbana de Córdoba, onde foi achado, em reutilização,numas obras levadas a cabo, em 1971, tendo integrado o espólio dorespectivo Museo Arqueológico Provincial (nº 27.725). Trata-se,também, de uma placa moldurada, de mármore branco, destinada

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a encimar um jazigo de família, pois que a inscrição refere, paraalém do promotor da iniciativa, a sua contubernal e um filhonatural, falecido aos dez anos e sete meses, assinalando – tal comoacontece no monumento de Laveiras – hoc monimentum heredemnon sequetur (HEp 2, 1990, nº 324). O texto viria a ser retomadopor Sabino Perea (1993), que, pelo facto de vir indicada a triboPapíria, considera o aquilifer natural de Mérida, sugerindo que, aocontrário do que antes se propusera (a legio X Gemina), ele poderiater servido na II Augusta ou na XX Valeria Victrix. Escrevia,porém, Alicia Canto, em comentário a HEp 2 324:

«La indicación de aquilifer como función legionaria sinmención de esta es muy extraña, pero ciertamente la palabra notiene paralelos en su uso como cognomen».

E acrescentava:

«Pudo estar inscrito en las legiones VI o X, ya que éstasformaron parte de deductiones augusteas en Mérida y Córdoba. Ladatación se aproximaría más al cambio de era».

Armín U. Stylow (CIL II2/7, 288), contestando a hipótese deo aquilifer ser originário da Península Itálica ou descendente deveterano instalado em Mérida, concorda com Sabino Perea quantoà probabilidade de o monumento ser da época de Cláudio, atéporque, escreve, «Septicius cognomine caret neque indicatur legio,cuius aquilifer fuit»; ou seja, a ausência de cognome e da mençãoda legião em que servira constituía garante de datação deprimórdios do Império.

A questão principal reside, pois, no significado de aquilifer.É que o personagem mencionado na epígrafe é, claramente,M(arcus) Septicius C(ai) f(ilius) Pap(iria); segue-se-lhe a palavraaquilifer. E a pergunta é: trata-se de um cognomen ou da mençãode um cargo? Stylow é peremptório:

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«Vix cogitaveris de cognomine Aquiliferi inaudito» - é difícilpensar-se num cognome Aquilífero, nunca documentado.

Tal não é, todavia, a opinião de Alicia Canto, ao comentar (inHEp 5, 1995, nº 319) as reflexões de Sabino Perea:

«Creo que Aquilifer debe ser mejor cognomen, sobre todo ala vista de que no se menciona la legión y de que el del hijo, aúnniño, evoca también el mundo militar».

Aliás, sublinha, a terminar, «cognomina parecidos y pocousuales» refere-os Kajanto (1965, 319-320).

Partilho da opinião de Alicia Canto: Aquilifer é um cognomen.Na verdade, se se trata de um testemunho único até ao momento,a ocorrência – referida por Kajanto – de palavras como Centurio,Optio, Sagittarius, Speculator e outros, como antropónimos,quando claramente apontam para funções militares, é deverassignificativa. Por outro lado, sendo muito sensível ao argumentoda ausência de menção da legião, imprescindível segundo creio –e o monumento de Laveiras, curiosamente nunca trazido à colação,é prova disso, nele a legião vem mencionada –, há um outroargumento que pode ser complementar: a contubernalis será, defacto, uma escrava, pois que o filho de ambos foi libertado pelopai; seu nome, Sabina, deve entender-se, pois, como nome únicoe não como cognomen; o filho, porém, apesar da tenra idade, jáostenta os tria nomina, cognomen incluído. Estar-se-ia numa alturade transição, dir-se-á, o pai não tem cognomen mas o filho já tem.Enfim, a dúvida persiste numa circunstância destas, em que o maisnormal seria também não ser dado cognomen ao filho.

Em conclusão: quanto se sabe, a epígrafe de Laveirasconstitui, até ao momento, o único testemunho da existência de umaquilifer –o portador da águia legionária, símbolo máximo dopoder militar romano– em terras peninsulares.

Um aquilifer que não quis deixar os seus créditos por mãosalheias e empregou no seu túmulo parte do pecúlio que lograra

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6 Já esta nota se encontrava em provas quando tomei conhecimento do artigo de

Sabino Perea Yébenes, «Dos inscripciones militares de Portugal a la luz de la Lythologia

Lusitana de Antonio da Cunha», Revista Sociedad Arqueológica de Extremadura 1,

2001, 71-78. A p. 73-74 refere-se a esta inscrição: corrige para 1753 a data de

achamento; interpreta tricilab(us); data o monumento dos «primeiros anos do reinado de

Tibério», isto é, de 15-20, aproximadamente. Agradeço ao autor esta informação.

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amealhar, na heróica defesa intransigente do símbolo maior quelhe fora confiado pelo legado imperial. Em terras sadias, Tejo àvista, o largo Oceano ao fundo, ali desejou fixar o início de umalonga viagem, em recordação das que fizera por outros mares eoutras vias… Desta feita, uma viagem sem regresso. Sem águiasà vista de terra ou na proa doutra galera. Mas sempre era bom vero mar!…6

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BIBLIOGRAFIA

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MAZZOLANI (Lidia Storoni), Iscrizioni Funerarie Romane, Milão, 1991.[Sobre o interesse deste volume, pode ver-se o que escrevi em Estudos sobreEpigrafia, Coimbra, 1998, 131-134].

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AQVILA LEGIONIS

22002

—CELIÀ SASTRE, BARTOMEU: Los numerales de laslegiones romanas durante el primer triunvirato . . . . . . . . . . 7

—ENCARNAÇÃO, JOSÉ D’: Túmulo sumptuoso para oaquilifer Flavius Quadratus (CIL II 266) . . . . . . . . . . . . . . 19

—GONZÁLEZ HERRERO, MARTA: Contribución alestudio prosopográfico de los equites lusitanorromanos: Elcursus honorum del tribuno Lucius Cornelius Lucii filiusGaleria Bocchus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33

—MENÉNDEZ ARGÜÍN, ADOLFO RAÚL: El abasteci-miento de armas para las legiones de las provincias deGermania (ss. II-III d.C.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59

—PEREA YÉBENES, SABINO: Epigrafía militar en publi-caciones recientes (II): . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85

1.- Un jinete del ala I Arevacorum en Carnuntum . . . 85

2.- Un soldado cluniense en la legión I Italica enNovae (Mesia) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93

3.- De nuevo sobre la inscripción punteada deHerrera de Pisuerga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99

4.- Recuperado en Colchester el rostro del duplicariusLonginus Sdapeze . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102

Crítica de Libros / Reviews

Bagnall, N.: The Punic Wars 264-146 B.C. (S. PEREA YÉBE-NES) (p.107) — Carretero Vaquero, S.: El campamento romanodel ala II Flavia en Rosinos de Vidriales (Zamora). Lacerámica (S. PEREA YÉBENES) (p. 110) — Goldsworthy, A:

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Las Guerras Púnicas (S. PEREA YÉBENES) (p. 115) —Pollard, N.: Soldiers, Cities, and Civilians in Roman Syria (G.FORSYTHE) (p. 119) — Rodríguez González, J.: Historia delas legiones romanas (J.I. DE LA TORRE) (p. 123) — Santosuos-so, A.: Storming the Heavens. Soldiers, Emperors, andCivilians in the Roman Empire (S. PEREA YÉBENES) (p. 127)— Stephenson, I. P. : Roman Infantry Equipment. The LaterEmpire (S. PEREA YÉBENES) (p. 133)

Información Bibliográfica y libros recibidos . . . . . . . . . . . . . 138

Separatas recibidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148

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1 FE, 1999, 275.

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Contribución al estudio prosopográfico de los equites lusitanorromanos: el cursus honorum del tribuno

Lucius Cornelius Lucii filius Galeria Bocchus

Marta GONZÁLEZ HERREROUniversidad de Oviedo

El hallazgo del pedestal de una estatua erigida en el municipiode Olisipo para honrar al salacense Lucius Cornelius Lucii filiusGaleria Bocchus1 ha venido a incrementar el nada despreciablenúmero de documentos epigráficos en los que aparece mencionadoun Cornelius Bocchus, todos ellos procedentes de localidadesportuguesas que en la antigüedad, formaron parte de la provinciaromana de Lusitania.

La inscripción honorífica grabada sobre dicho pedestal es laque presentamos a continuación:

L(ucio) Cornelio

L(ucii) f(ilio) Gal(eria) Boccho

Salaciensi

flamini proui[n]ciae Lusitania[e]

praef(ecto) fabrum V(quinquies)

trib(uno) mili(tum) leg(ionis) VII (septimae)

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2 FE, 1999, 275.

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Aug(ustae)

d(ecreto) d(ecurionum)

El personaje homenajeado en Olisipo era un ciudadanoromano originario de Salacia, tal como se deduce de suadscripción a la tribu Galeria y de la expresión de la origoSalacensis.

Llama la atención que Lucius Cornelius Lucii filius GaleriaBocchus fuera honrado con la aceptación de la erección de unaestatua en el espacio público de una ciudad de Lusitania, distintaa aquélla de la que su familia era originaria.

La notoriedad alcanzada por este personaje en el ámbitoprovincial explica que fuera elegido como destinatario delhomenaje. Su condición de flamen de Lusitania justifica el apreciomanifestado hacia su persona por los habitantes de un municipiode la provincia, representados por el ordo decurionum que aceptópor decreto el levantamiento de la estatua.

El sacerdote sobresalía además por haber sido promovido alordo equester y recibido dos de los honores propios de susintegrantes: la prefectura de los trabajadores manuales, que obtuvohasta en cinco ocasiones, y la primera de las tres milicias quecomponían la carrera militar ecuestre. Aunque nada comentansobre el lugar que el flaminado provincial ocupa en el cursus, lasautoras de la publicación de esta inscripción interpretan que LuciusCornelius Lucii filius Galeria Bocchus fue designado tribunusmilitum de la VII legión Augusta, después de haber sido nombradopraefectus fabrum2.

Próxima a la antigua Salacia se ubica Tróia, localidadportuguesa perteneciente a la freguesia de Melides, concelho de

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3 CIL II, 5184 = IRCP, 207.4 AP, 1, 1895, 71.

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Grândola. Allí fue hallado el fragmento de una placa que acogía lasiguiente inscripción3:

[L(ucio) C]ornelio C(aii) f(ilio)

[B]occho

[flami]ni prouinc(iae)

[tr(ibuno)] mil(itum) leg(ionis) III(tertia) Aug(ustae)

---

Según nos transmite E. Hübner, A. Soromenho dudó a la horade identificar como una - C o una - L, la inicial del praenomenpaterno citado en la filiación del personaje. La cuestión se haresuelto gracias al hallazgo en Lisboa del pedestal de estatua queacoge los honores recibidos por el eques Lucius Cornelius Luciifilius Galeria Bocchus. Como acabamos de exponer, este oficialactuó como tribuno militar de la VII legión Augusta, lo quesignifica que el tribuno de la III legión Augusta cuyo nombre fuegrabado en el epígrafe procedente de Tróia debió ser LuciusCornelius Caii filius Bocchus.

¿Cometería A. Soromenho un error de lectura al identificar elnumeral III en la inscripción de Tróia, cuando en realidad figurabael VII? Sólo el hallazgo del epígrafe permitiría responder a estacuestión, pero lo cierto es que la lectura también fue confirmadaaños más tarde por J. L. de Vasconcelos. Parece ser que éstedisponía de una fotografía de escasa calidad, sobre la queidentificó la inicial del praenomen del padre de Lucius CorneliusBocchus como una - L 4.

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5 CIL II, 5184. 6 CIL II, 35 = IRCP, 185.7 AP, n.s. 3, 1956, 87-105.

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Sorprenden tanto la duda manifestada por A. Soromenhocomo el supuesto error cometido por J. L. de Vasconcelos, puestoque las letras -C y -L de una escritura “de optimos caracteres” 5

parecen difícilmente confundibles. Por lo que se refiere a laidentificación del numeral y ante la imposibilidad de tener accesoal epígrafe en cuestión, hemos de aceptar una lectura que dospersonas dieron por segura.

No es ésta la única inscripción hallada en Lusitaniarelacionada con Lucius Cornelius Caii filius Bocchus. En Alcácerdo Sal fue descubierto otro epígrafe que también recordaba elcursus honorum protagonizado por el mismo personaje 6:

[L(ucio)] C[ornelio C(aii) [f(ilio)]

Boccho

[fl]am(ini) pro[u]inc(iae) tr(ibuno) mil(itum)

[Co]lonia Scallabitana

[ob e(ius)] merita in colon(iam)

La localización geográfica de la piedra suscitó ciertacontroversia desde que en 1956 F. B. Ferreira la situó en elconcelho de Arraiolos (Évora)7. Según E. Hübner, el lugar dehallazgo había sido Alcácer do Sal, dato que constaba en unmanuscrito cuya autoría adjudicaba a J. Cornide. Si efectivamentese trataba del mismo epígrafe - aspecto que está por confirmar alencontrarse la piedra en paradero desconocido - se nos escapan lasrazones por las cuales fue trasladado hasta allí. No obstante, el

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8 FE, 1984, 40 = IRCP, 188 y FE, 1984, 41.9 FE, 1996, 235.10 En FE, 1984, 40 = IRCP, 188. 11 En FE, 1996, 235.

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hallazgo en Salacia de varios fragmentos de otras inscripcionessimilares desde el punto de vista paleográfico, en las que se puedeidentificar la inicial del praenomen Lucius y parte del nomenCornelius y del cognomen Bocchus, confirma que la localizacióntransmitida a E. Hübner era correcta. Se trata de partes de sendasplacas de mármol8 y de un bloque paralelepípedo9 sobre las quees posible restituir algunos honores: el duunvirato y un flaminado–desconocemos si local o provincial10 – y el flaminadoprovincial11.

Los honores que formaban parte de la carrera pública grabadasobre el tercer epígrafe que presentamos coinciden con los que nostransmite el homenaje hallado en Tróia: el sacerdocio provincialy el tribunado militar. Nótese que tampoco en esta ocasión seindicó el nombre de la provincia donde Lucius Cornelius Caiifilius Bocchus ocupó el flaminado, ni la unidad que comandó comotribuno. La inscripción honorífica procedente de Tróia sí nos da aconocer legión: la III Augusta.

En las dos últimas líneas fueron grabados el nombre deldedicante y el motivo que propició la dedicatoria: la ColoniaScallabitana rindió homenaje a Lucius Cornelius Caii filiusBocchus “ob eius merita in coloniam”, es decir, por los serviciosque éste había prestado a la ciudad. Como nos consta que unpariente homónimo de este personaje era originario del municipiode Salacia, queda probado que otra ciudad de Lusitania eligió parahonrar a Lucius Cornelius Caii filius Bocchus el municipio deorigen de su familia.

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12 CIL II, 2479 = 5617 = IRCP, 189. 13 AP, 1, 1895, 72-74. El autor corrigió la lectura propuesta por E. Hübner, alrestituir el nombre del evergeta como [Cornelius Bocc]hus e identificarle con el flamenprovincial y tribuno militar de la III legión Augusta que figuraba en otro epígrafe

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Consecuentemente, existieron dos salacenses homónimos, confiliaciones diferentes, pertenecientes a la familia Cornelia: LuciusCornelius Caii filius Bocchus y Lucius Cornelius Lucii filiusGaleria Bocchus. El parentesco entre ambos se presentaindiscutible e incluso las filiaciones dejan abierta la posibilidad deque fueran padre e hijo. Desde una perspectiva prosopográfica lomás excepcional es que los Cornelii Bocchi protagonizaroncarreras muy similares. Los dos ocuparon la primera miliciaecuestre, Lucius Cornelius Caii filius Bocchus en la III legiónAugusta y Lucius Cornelius Lucii filius Galeria Bocchus en la VIIlegión Augusta, siendo éste último también nombrado praefectusfabrum cinco veces. Además, ambos fueron elegidos flaminesprovinciales por el concilium de Lusitania, convirtiéndose así enla máxima autoridad en la provincia, después del gobernador.

El cursus grabado sobre el pedestal de la estatua erigida ensuelo olisiponense en honor de Lucius Cornelius Lucii filiusGaleria Bocchus nos permite identificarle con la persona quefinanció la construcción de un edificio en Salacia, según consta enotro documento epigráfico hallado en el municipio12.

De la nomenclatura del evergeta únicamente es legible el finaldel cognomen, si bien E. Hübner la restituyó como [L. Titius L. f.--- Plutar]chus e incluyó dos entradas para el epígrafe en cuestión.En CIL II, 2479 indicó que el lugar de hallazgo de la piedra eraAquae Flauiae, ciudad perteneciente a la Provincia HispaniaCiterior Tarraconense; en CIL II, 5617 afirmó que su pretendidodescubrimiento en Alcácer do Sal era un error, cuestión queafortunadamente quedó resuelta cuando J. L. de Vasconcelos pudover la inscripción en dicha localidad 13.

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también procedente de Salacia (CIL, II, 5184 = IRCP, 207). Todavía S. Demougin,1992, 423, nº 3, incluye Aquae Flauiae como lugar de hallazgo, ciudad que localizaerróneamente en Lusitania. 14 IRCP, 189.

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La placa acoge la grabación de una carrera mixta parcialmenteconservada, debido a la fragmentación que presenta en su parteizquierda. Lo que es seguro es que formaban parte de ella eltribunado –sin precisión de unidad militar– y la prefectura de lostrabajadores manuales, también ocupada en cinco ocasiones. Laexcepcional iteración en la recepción de la prefectura permiteidentificar con toda seguridad a Lucius Cornelius Lucii filiusGaleria Bocchus con la persona que patrocinó “de sua pecunia” eledificio en el que la placa estaba encastrada.

Nos ocuparemos en este trabajo de revisar el cursus honorumprotagonizado por este eques lusitanorromano, carrera que elepigrafista J. d´Encarnação 14 restituyó del siguiente modo:

[L(ucius) Cornelius L(ucii) f(ilius) Boc]chus pr(aefectus)

Caesarum bis

[flam(en) prouinc(iae) ? pon]t(ifex) perp(etuus) flamen

perp(etuus)

[duumuir aedilis ?] II(bis) pr(aefectus) fabr(um) V(quin-

quies) tr(ibunus) mil(itum)

d(e) s(usa) p(ecunia) f(ecit)

Tras examinar personalmente el epígrafe, J. d´Encarnaçãodistinguió una doble –I antes del cargo praefectus fabrum. Dichasletras no pueden corresponder a uno de los honores recibidos porel dedicante de la construcción puesto que, en ese caso, debería ir

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15 La presencia de esta doble –I es obviada por S. Demougin, 1992, 423, a pesarde incluir IRCP, 189 entre las referencias bibliográficas de esta inscripción. La autoratoma la lectura directamente de EE, VIII, 4: [Colon(iae) Scallabi]t(anae)].

16 FE, 1984, 40 = IRCP, 188. 17 AP, 1, 1895, 69, nº 1.

18 Práctica bien constatada epigráficamente, D. B. Saddington, Athenaeum, 84, 1996,160.

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grabado en nominativo15. El epigrafista portugués consideró laposibilidad de que ambas letras correspondieran al numeral II(bis)que estaría indicando la iteración en la recepción de uno de loshonores. En tal caso, quedaría por determinar cuál pudo haber sidola función iterada, para la cual plantea restituir la edilidadprecedida del duunvirato, aunque no con carácter definitivo. Lapropuesta nos parece aceptable, más si tenemos en cuenta que nosconsta que los Cornelii Bocchi también fueron receptores dehonores en Salacia donde uno de ellos ocupó el duunvirato,magistratura que aparece grabada sobre el fragmento de una placahallada en el municipio16.

Por lo que se refiere al comienzo de la línea segunda, J.d´Encarnação piensa que existiría espacio suficiente para lagrabación del flaminado provincial bajo la forma flam(en)prouinc(iae), tal como propuso J. L. de Vasconcelos17.

La primera cuestión que nos planteamos es si, aceptando talesrestituciones, es posible interpretar la grabación del cursus enorden directo, inverso o si la secuencia cronológica en que LuciusCornelius Lucii filius Galera Bocchus había recibido los honoresno fue respetada, al haberse agrupado funciones o alterado laposición de alguna de ellas18.

Atendiendo al lugar que ocupan los honores restituidos dentrodel cursus, un orden directo resulta completamente descartable.

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19 Excluyendo intervenciones oficiales y actos evergéticos ob liberalitatempatrocinados por los magistrados elegidos en ciudades lusitanas, en la documentaciónepigráfica que se presta a la grabación del cursus honorum completo (epitafios,homenajes funerarios y obras evergéticas) no hemos encontrado caso alguno en que elduunvirato preceda a las magistraturas inferiores, M. González Herrero, 2001, 568-579.

20 R. Étienne, 1958, 158.

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En primer lugar porque ocupar la máxima magistratura civilantes de recibir la edilidad representaría una anomalía absoluta enla secuencia de recepción de los honores en las ciudades deLusitania19.

En segundo lugar porque Lucius Cornelius Lucii filius GaleriaBocchus habría sido elegido flamen provincial por el concilium deLusitania, antes de obtener dos sacerdocios cívicos: el pontificadoy el flaminado, ambos concedidos a perpetuidad por el ordo deSalacia. El estudio de la actividad pública desempeñada por losflamines que actuaron en una provincia hispana permite afirmarque, como parece lógico, la recepción de los sacerdocios en elámbito cívico siempre precedió al flaminado provincial20.

En cambio, las restituciones propuestas no ofrecen dificultadinterpretativa si el cursus hubiera sido grabado en orden inverso.Las funciones ecuestres habrían inaugurado la actividad pública denuestro personaje quien, tras obtener la primera milicia, fuenombrado praefectus fabrum en cinco ocasiones. Lucius CorneliusLucii filius Galeria Bocchus no habría continuado su actividadcomo oficial, sino que habría regresado a Salacia dondeprotagonizó una carrera repleta de honores: tras ser elegido edil delmunicipio por dos veces, alcanzó la máxima magistratura civil yobtuvo dos sacerdocios perpetuos. A continuación superó elámbito municipal en su promoción social, al ser elegido flamen dela provincia de Lusitania. Tras ocupar el sacerdocio provincial,culminaría su carrera con el cargo praefectus Caesarum, cuyotitular actuaba como sustituto de varios miembros de la familia

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21 1992, 424-425.22 G. Mennella, Epigraphica, 50, 1988, 69.23 FE, 1999, 275.

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imperial a quienes el municipio de Salacia había ofrecido unamagistratura con carácter honorífico. Fue entonces cuando elsalacense patrocinó la obra evergética construida en el municipiode origen de su familia.

Ahora bien, aceptar que los honores vienen dados en un ordeninverso implica pasar por alto un aspecto decisivo: la mención dela prefectura estaría incompleta, puesto que faltaría el nombre dela magistratura honorífica ofrecida a los Césares. Por ello,concordamos con S. Demougin 21 cuando ve más oportuno restituiren el inicio de la línea segunda el nombre de una magistraturalocal, en vez del sacerdocio provincial.

El formulario que con mayor frecuencia fue utilizado en losepígrafes que mencionan la prefectura del emperador o de losmiembros de la casa imperial que detentan el título de Caesar esel siguiente: praefectus + nombre de la persona sustituida engenitivo + aposición duumuir / quattuoruir, ocasionalmenteacompañada de la expresión “iure dicundo” antes o después delnombre. 22 Por ello, proponemos que en el espacio perdido figuraraun duunvirato o una quinquenalidad, a continuación del términopraefectus y del nombre de la persona sustituida, en este caso losCésares.

En definitiva, defendemos que todos los honores grabadossobre la placa que conmemoraba la obra evergética erigida enSalacia por Lucius Cornelius Lucii filius Galeria Bocchus, lefueron otorgados con anterioridad al flaminado provincial. Elnombre de dicho sacerdocio no figuraría en este epígrafe, aunquenos consta que lo ocupó porque fue grabado en el pedestal de laestatua cuya erección aceptó el ordo de Olisipo23. Tratándose de

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24 Vid. sobre esta cuestión S. Demougin, 1988, 293-298.

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una obra evergética erigida en el municipio de origen del evergeta,no tendría ningún sentido que hubiera sido excluido del cursus,dada la evidente intencionalidad de dar publicidad a la actividadque éste había desempeñado.

Frente a la opinión manifestada por S. Demougin, pensamosque el cursus protagonizado por Lucius Cornelius Lucii filiusGaleria Bocchus fue grabado en orden inverso. Se trataría de uncursus mixto que habría comenzado con las funciones ecuestres,proseguido con los honores civiles y religiosos recibidos enSalacia y culminado con el flaminado de Lusitania.

Inaugura la actividad pública la primera de las tres miliciasque componían la carrera militar ecuestre. Llama la atención que,tras ser nombrado tribuno, su carrera como oficial del ejército nocontinuara. Sin embargo, esta circunstancia no debe sorprendernos,desde el momento que se ha comprobado que fue habitual entre losequites durante época julio-claudia. Esto se explica por laconsideración que a fines de época republicana tenía el tribunado,percibido como la graduación ecuestre por excelencia, en tanto quepermitía al oficial dirigir unidades integradas por ciudadanosromanos, a diferencia de las alas en las que militaban peregrini24.Dicha milicia servía a los miembros de las elites locales paraingresar en el ordo equester y obtener así el reconocimientopúblico que conllevaba la pertenencia al grupo. Tras el tribunado,muchos equites renunciaron a continuar la carrera ecuestre o noprogresaron en ella, debido a la escasez de puestos de oficiales encomparación con el gran número de personas acreditadas comomiembros del ordo.

Finalizada su actividad como tribuno de la VII legión Augusta,Lucius Cornelius Lucii filius Galeria Bocchus fue nombradoasistente personal de un magistrado cum imperium en cinco

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25 También supervisaban obras de ingeniería y construcción, además de actuarcomo consejeros y embajadores, K. E. Welch, Chiron, 25, 1995, 144.

26 D. B. Saddington, 1987, 268-274.27 B. Dobson, 1966, 64.28 B. Dobson, 1966, tablas I-III, 69-74. Nótese la posición variable que ocupa en

las carreras ecuestres anteriores a época flavia.

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ocasiones. Dos aspectos se presentan decisivos a la hora deprecisar qué tipo de praefectus fabrum fue nuestro personaje. Poruna parte, que previamente haya ocupado un cargo militar; porotra, que su trayectoria pública posterior se desarrollara enLusitania.

El que haya obtenido el tribunado militar inmediatamenteantes de ser nombrado prefecto de los trabajadores manuales noslleva a pensar en una relación directa entre milicia y prefectura.Desde época tardorrepublicana, los praefecti fabrum erannombrados por los magistrados cum imperium para realizar a suservicio tareas no exclusivamente militares25, si bien durante épocajulio-claudia fue frecuente que desempeñaran funcionesadministrativas para el alto magistrado al que estabansubordinados26. También existía la posibilidad de que la prefecturafuera otorgada con carácter honorífico, sin que implicara elejercicio de función alguna. Esta práctica se constata durante épocajulio-claudia entre hombres que la obtuvieron después de una delas milicias ecuestres27, como fue el caso de Lucius Cornelius Luciifilius Galeria Bocchus cuya carrera ecuestre ofrece una dataciónanterior al año 42, como expondremos a continuación.

En cualquier caso, desde época altoimperial la prefectura delos trabajadores manuales solía resultar una buena inversión convistas a un futuro ascenso. Antes del reinado de los Flavios podíaabrir las milicias, impulsar el avance en la carrera militar e inclusoser otorgada como reconocimiento de la experiencia acumulada28.

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29 Vid. las que recoge B. Dobson, 1966, 68, nota 41.

30 Antes del año 10 estuvo establecida en Macedonia hasta que Augusto la transfirió

a Dalmacia donde permaneció hasta el año 68. 31 Lex Irn., 24 y Salp., 24.

32 Magistraturas que constan en los ejemplos de praefecti de emperadores yCésares conocidos tanto en la Península Itálica como en las provincias, G. Mennella,Epigraphica, 50, 1988, 65-85.

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Un aspecto decisivo desde la perspectiva de la promociónsocial es que el ascenso conquistado por los praefecti fabrum nonecesariamente estaba relacionado con la actividad militar, comoevidencian aquellas carreras mixtas en las que el cargo figura entredos magistraturas municipales o las que no incluyen puestosmilitares29.

Por todo lo expuesto, defendemos que Lucius CorneliusLucii filius Galeria Bocchus fue un prefecto honorario,probablemente subordinado al gobernador de la provincia dondeestuvo destacada la VII legión Augusta que comandó comotribunus militum30. La recepción de la prefectura no supuso laobtención de la segunda milicia ecuestre, aunque le otorgó uneminente prestigio que permitió destacar al salacense entre losnotables de su municipio.

Es muy posible que la honorabilidad de la prefectura hayatenido un peso decisivo en la elección de Lucius Cornelius Luciifilius Galeria Bocchus como praefectus Caesarum, circunstanciapoco habitual en la carrera municipal. Nuestro personaje fueelegido por los decuriones y municipes de Salacia31 para sustituira los Césares, miembros de la familia imperial a quienes elmunicipio había ofrecido el duunvirato o la quinquenalidad32 concarácter honorífico.

Desde época republicana, el nombramiento de estos praefectifue utilizado por el gobierno central para intervenir en la

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33 Por ejemplo, la Lex Salp., 24, regula el ofrecimiento del duunvirato honoríficoa Domiciano, quien debía designar a un prefecto en quien delegar las funciones que lecorrespondía ejercer como magistrado.

34 J. F. Rodríguez Neila, 1998, 323-325. Los documentos que nos dan a conocera los praefecti que actuaron en Hispania pueden verse en G. Mennella, 1989, 377-389.

35 Epigraphica, 50, 1988, 81-82.

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administración de los municipios y colonias de Hispania, llegandoa estar contemplado de forma específica en algunas leyes flavias33.Buena muestra de ello es que el praefectus se ocupaba de elaborarel censo, cuando la magistratura honorífica ofrecida a la personaa la que sustituía era la quinquenalidad.34 Se entiende así que losciudadanos que ocupaban esta prefectura fueran personas fieles alestado romano, que además gozaban de la aprobación de la casaimperial para actuar en su representación. G. Mennella 35 hallamado la atención sobre el hecho de que, aunque la mayoría delos praefecti no progresaron en el cursus cívico en su ascensosocial, un buen número ya pertenecían al ordo equester antes delnombramiento, o ingresaron en él posteriormente.

El cursus honorum protagonizado por Lucius Cornelius Luciifilius Galeria Bocchus continuó tras la prefectura de los Césares yculminó con el flaminado provincial. Fue durante el año en que elsalacense ocupaba dicho sacerdocio o a la salida del mismo, quele fue erigida en Olisipo una estatua en su honor.

Nuevamente, los honores fueron grabados sobre el pedestal sinalteración del orden de ejercicio: flaminado provincial, prefecturade los trabajadores manuales en cinco ocasiones y tribunadomilitar de la VII legión Augusta. Sin embargo, en esta ocasión seefectuó una selección entre los honores que componían el cursus,omitiéndose precisamente aquéllos que el salacense había recibidoen su municipio de origen.

Este proceder evidencia que la información referida alhomenajeado que interesó destacar en Olisipo, no fue la brillante

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36 CIL II, 5184 = IRCP, 207. La fragmentación del epígrafe por su parte inferiorimpide identificar al dedicante.

37 CIL II, 35 = IRCP, 185.38 J. A. Delgado Delgado, Gerión, 17, 1999, 438, nota 10.

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carrera que Lucius Cornelius Lucii filius Galeria Bocchus habíaprotagonizado en Salacia, sino que además de ocupar el flaminadoprovincial –lo que por sí sólo justifica el acto en su honor–,Lusitania contaba con un sacerdote perteneciente al ordo equestercuya honorabilidad era extraordinaria, dado que había recibido lamilicia ecuestre más apreciada y había sido nombrado prefecto delos trabajadores manuales en sucesivas ocasiones.

En el mismo sentido interpretamos los homenajes que supariente Lucius Cornelius Caii filius Bocchus recibió en Tróia 36

y en Salacia, éste último por iniciativa de otra ciudad lusitana 37.Pensamos que ambos buscaban honrarle por su condición desacerdote de Lusitania, de manera que el cursus habría sidograbado en orden inverso al de ejercicio. De hecho, en las carrerassimilares a ésta que se documentan en ciudades de la Bética y dela Tarraconense, el tribunado militar siempre precede al flaminadoprovincial38.

La expresión” ob eius merita in coloniam” contenida en elhomenaje patrocinado por la colonia de Scallabis resulta muysignificativa a la hora de determinar la causa y el momento en quela inscripción fue grabada. Su inclusión en una dedicatoria a unflamen provincial por iniciativa de una ciudad de la provincia enla que éste ocupa el sacerdocio, distinta a la del lugar de origen delsacerdote, nos parecen indicios suficientemente sólidos paradefender que los merita estaban relacionados con la actividadsacerdotal.

La expresión “ob merita” es frecuente en inscripciones hono-ríficas para indicar que la persona es homenajeada por haber

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39 E. Melchor Gil, 1994, 61.40 A este epígrafe dedicamos un artículo hace algunos años, momento en que

aceptamos “ob mem(oriam)” como restitución para la última línea, tal como propuso F.de Almeida, Egitânia, nº 21, M. González Herrero, Conimbriga¸ 36, 1997, 73-93. Trasrevisar posteriormente la fotografía, apreciamos que debe leerse ob meri[ta], motivo quellevó a Lucius Marcius Maternus a homenajear al prefecto en Indanha-a-Velha.

41 En el homenaje que la Colonia Scallabitana rindió a Lucius Cornelius Caii filiusBocchus (CIL II, 35 = IRCP, 185) en Salacia y en la placa conmemorativa de la obraevergética que Lucius Cornelius Lucii filius Galeria Bocchus costeó en el municipio (CILII, 2479 = 5617 = IRCP, 189).

42 CIL II, 5184 = IRCP, 207.

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patrocinado actos de evergetismo en beneficio de los habitantes deuna ciudad39. En Lusitania tenemos la prueba de que también podíaemplearse para aludir a un beneficio no evergético, como el queobtuvo el eques Lucius Marcius Maternus de su patrono LuciusMarcius Fusci filius Quirina Auitus, quien intercedió para quefuera reclutado en la unidad que él comandada40.

Como flamen provincial, Scallabis pudo obtener beneficiosdiversos de Lucius Cornelius Lucii filius Galeria Bocchus, sitenemos en cuenta que el concilium que presidía en EmeritaAugusta era el foro donde las ciudades presentaban demandas yquejas ante el gobernador o el procurador. El flamen de Lusitaniaintervendría en favor de los intereses de las ciudades y mediaría enlos litigios que éstas mantenían.

Por lo que se refiere a la cronología asignable a las carreras delos Cornelii Bocchi, son varios los criterios de datación aplicables.

La no mención epigráfica de la unidad en la que ambos equitesocuparon sus respectivos tribunados41 nos permite situar suscarreras antes del reinado de Claudio, cuando los tribunos militaresomitían, en las inscripciones, el nombre de la legión quecomandaban. Curiosamente, en el homenaje procedente de Tróia42

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43 FE, 1999, 275. 44 FE, 1999, 275.

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y sobre el pedestal de Olisipo43 los nombres de las legiones III yVII Augusta sí fueron indicados. Esta variabilidad se explicaríaporque hasta la implantación definitiva de tal práctica, existiría unperiodo en que convivieron la indicación y omisión de la unidad. Basándonos en esta aleatoriedad, pensamos que la cronologíaasignable al conjunto epigráfico referido a los Cornelii Bocchi nodistaría mucho de época claudiana.

El pedestal de estatua hallado en Olisipo ofrece una dataciónmás precisa por la mención de la VII legión Augusta. La unidadfue reclutada por Augusto y estuvo acantonada en Macedonia hastaque en el año 10 se desplazó a Dalmacia, donde permaneció hastael año 68. Atendiendo a la ausencia de los epítetos Claudia, Pia yFidelis que Claudio concedió a la legión en el año 4244 , lainscripción habría sido grabada con anterioridad a esa fecha.Tomando como terminus de datación ante quem el año 42 yteniendo en cuenta que la organización del culto imperial dedimensión provincial se implantó a partir de la divinización deAugusto tras su muerte, Lucius Cornelius Lucii filius GaleriaBocchus habría sido elegido flamen de Lusitania bajo el reinado deTiberio o, apurando la datación, en el año 41.

Antes de ocupar el sacerdocio provincial, el salacense habríadesempeñado las funciones ecuestres y protagonizado en sumunicipio de origen una brillante carrera que culminó al serelegido praefectus Caesarum. Considerando la cronología queofrece el epígrafe de Olisipo, queda por determinar a qué Césaressustituyó en Salacia, para precisar más la datación.

Los testimonios epigráficos del término Caesares sedocumentan con un doble uso antes del reinado de los Flavios. Poruna parte, para hacer referencia a la dinastía julio-claudia en

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45 D. Fishwick, 1987, vol. I(2), 233-234. 46 Como en su momento propuso R. Étienne, 1958, 124. 47 1992, 424-425.

48 R. Étienne, 1958, 425-426. 49 CIL II, 194.

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sentido general. Por otra, para aludir conjuntamente a losmiembros de la casa imperial que detentaban el título Caesar 45. Enel epígrafe que nos ocupa no cabe la posibilidad de que se estéaludiendo a la dinastía, sino a las personas receptoras delduunvirato o la quinquenalidad honoríficas.

Si los Césares fueran Augusto y Tiberio46, deberíamosretrasar la carrera municipal de Lucius Cornelius Lucii filiusGaleria Bocchus hasta el reinado de Augusto. En nuestra opinión,esta cronología resulta muy temprana, teniendo en cuenta que enla documentación epigráfica referida a este personaje y a supariente Lucius Cornelius Caii filius Bocchus, se alterna lamención y omisión de la unidad junto al tribunado, lo que nosaproximaría al reinado de Claudio, a partir del cual se impuso laindicación del nombre de la legión en los epígrafes.

S. Demougin propuso que los Césares honrados en Salaciafueron príncipes de la domus julio-claudia, ya que no se especificóque se tratara de Césares imperatores 47.

En ese caso los Césares pudieron ser Germánico y Druso ElJoven. Cuando en el año 4 murió el segundo de los nietos deAugusto, el emperador tomó por hijo adoptivo a Tiberio y leobligó a adoptar a Germánico, hijo de Druso, el hermano deTiberio fallecido en el año 9 a.e. Los hijos de Tiberio alcanzarongran popularidad en Hispania donde recibieron dedicatorias yfueron emitidas series monetales en las que se les representaasociados a su padre48. En Olisipo sabemos de la existencia de unflamen Germanici Caesaris49 que supervisaba el culto tributado a

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50 1992, 424-425. 51 La posibilidad de una dammnatio ya fue planteada por G. Mennella,

Epigraphica, 50, 1988, 70, nota 11. 52 Suet., Tib., 52-55.

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Germánico en vida, prueba indiscutible de la popularidad que llegóa alcanzar en Lusitania.

Si admitimos que los Césares honrados en Salacia fueronGermánico y Druso El Joven, la estatua habría sido erigida entrelos años 4 y 19, intervalo durante el cual Germánico portó el títuloCaesar, desde que fue adoptado por Tiberio hasta que se produjosu muerte. Pensamos que esta cronología también resultaexcesivamente temprana, aunque no es completamente descartableque durante los primeros años del reinado de Tiberio ya comenzaraa indicarse el nombre de la legión junto al tribunado, práctica queacabaría por imponerse bajo el reinado de su sucesor.

Por su parte, S. Demougin identificó a los Césares con Neróny Druso50, los hijos de Germánico cuyos nombres habrían sidointencionadamente silenciados51, al haber caído en desgracia pordecisión del emperador reinante quien les declaró enemigospúblicos, confiscó sus bienes y decretó su exilio52. Influido por suprefecto del pretorio Sejano, Tiberio obligó al senado a condenara la familia de su hijo adoptivo Germánico, en cuya muerte pareceser que él mismo había participado. A la altura del año 29,Agripina fue arrestada y desterrada a la isla Pandateria dondefalleció en el año 33, mientras sus hijos se vieron apartadospaulatinamente de la casa imperial. El emperador les persiguióincansablemente hasta dejarles morir de hambre: Druso falleció enlos sótanos del palacio en el año 31 y Nerón, a quien Tiberio habíadetenido junto a su madre en el año 29, murió en Pontia a la alturadel año 33.

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53 CIL II, 5184 = IRCP, 207.

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En principio, sorprendería que Salacia mostrara su fidelidada la casa imperial honrando a los miembros de ésta que estabansiendo objeto de persecución por el propio princeps. Por ello,pensamos que si el municipio ofreció la magistratura honorífica aNerón y Druso, este gesto tuvo que producirse en época tiberiana,con anterioridad al año 29, cuando comenzó la persecución de lafamilia. Por aquel entonces, los Césares gozaban de la aprobacióndel emperador, quien incluso les había llegado a recomendar antelos senadores tras la muerte de sus hijos.

Otro buen referente cronológico es la existencia de un escritorllamado Cornelius Bocchus cuya obra fue consultada por Plinio ElViejo para redactar su Naturalis Historia. En los pasajes en los quele cita, se comentan las riquezas que existían en Hispania y, en dosocasiones, se alude a la explotación de piedras preciosas enciudades de Lusitania. En NH, XXXVII. 24 Plinio afirma:“Cornelio Boccho dice que también hay en Lusitania, en la zonade Ammaia [piedras de topacio] de enorme peso, en pozos hechospor cascadas de agua” y en NH, XXXVII. 97 comenta: “CornelioBoccho dejó escrito que también se traen [piedras preciosas”ardientes ”] de la zona de Olisipo. La precisión de estasinformaciones no deja lugar a dudas sobre el buen conocimientoque Cornelius Bocchus tuvo de los recursos de la provincia yrefuerza la identificación de este escritor con uno de nuestrosequites.

E. Hübner llegó a identificar al escritor Cornelius Bocchus conel L. Cornelius Bocchus homenajeado en Tróia53 y recordó que elgeógrafo Solino consultó una crónica escrita por un Bocchus que,de tratarse del mismo cuya obra Plinio utilizó como fuente, habríavivido en época claudiana, puesto que la crónica en cuestión fuepublicada en el año 49.

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54 AP, n.s. 3, 1956, 87-105.55 CIL II, 35 = IRCP, 185. 56 CIL II, 5184 = IRCP, 207.57 FE, 1984, 41, FE, 1984, 40 = IRCP, 188 y FE, 1996, 235.

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Finalmente, no podemos dejar de señalar que la paleografía delas inscripciones que aquí hemos presentado refuerza la dataciónpropuesta. F. B. Ferreira54 identificó la escritura del homenajetributado por la Colonia Scallabitana a Lucius Cornelius Caiifilius Bocchus en Salacia55 como del tipo monumental cuadradapara las dos primeras líneas, algo más desvirturada en el resto.También en paradero desconocido se encuentra el homenaje queLucius Cornelius Caii filius Bocchus recibió en Tróia, sobre el queE. Hübner afirmó que las letras habían sido grabadas “en óptimoscaracteres”56. Las escasas letras legibles sobre los fragmentos delas placas y del bloque paralelepípedo hallados en el área delCastelo de Alcácer do Sal, 57 también corresponden al tipo deescritura capital cuadrada grabada en bisel característica de laprimera mitad del siglo I, lo mismo que los caracteres grabadossobre el pedestal hallado en Olisipo.

Concluimos que durante la primera mitad del siglo I la familiaCornelia formó parte de la elite del municipio lusitano de Salacia.Dos de sus miembros, Lucius Cornelius Caii filius Bocchus yLucius Cornelius Lucii filius Galeria Bocchus pertenecieron alordo equester y superaron el ámbito municipal en su promociónsocial. Tras abandonar Lusitania para desarrollar funciones comotribunos militares, regresaron a la provincia y ocuparon elsacerdocio provincial, uno de ellos tras recibir honores civiles yreligiosos.

Los Cornelii Bocchi son dos del reducido número desacerdotes provinciales conocidos en Hispania en una cronología

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58 Vid. M. González Herrero, Conimbriga, 40, 2002 (en prensa). 59 1958, 152-153. 60 1965, 93.61 J. A. Delgado Delgado, 1998, 47-48 y C. Castillo García, REA, 100 (3-4), 1998,

437-460. 62 G. Alföldy, 1973, 28-43.

63 M. González Herrero, 2001, 454-458.

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preflavia, todos ellos por documentos epigráficos hallados enLusitania58. El sacerdocio provincial representó en la carrera mixtaprotagonizada por Lucius Cornelius Lucii filius Galeria Bocchusel honor de culminación, no el de apertura de las militiae. En sumomento, R. Étienne sostuvo que el flaminado provincial dabaacceso a la carrera militar ecuestre59, visión superada por el trabajode H.-G. Pflaum60, en el que comprobó que en la mayoría de lasdedicatorias que los flamines recibían por iniciativa privada omunicipal, el flaminado provincial era el honor de culminación,tanto de carreras municipales como mixtas. Su hipótesis ha sidocertificada en la Bética61, en Hispania Citerior Tarraconense62 y enLusitania63 .

Desgraciadamente, hasta hoy no sabemos de ningún otroflamen provincial hispanorromano que emprendiera la carreramilitar ecuestre en época julio-claudia. No obstante, el cursushonorum protagonizado por los Cornelii Bocchi revela que desdesu creación en tiempos de Tiberio, el sacerdocio provincialrepresentó la meta a conquistar por los notables procedentes de lasciudades de Lusitania deseosos de promoción social.

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AQVILA LEGIONIS

22002

—CELIÀ SASTRE, BARTOMEU: Los numerales de laslegiones romanas durante el primer triunvirato . . . . . . . . . . 7

—ENCARNAÇÃO, JOSÉ D’: Túmulo sumptuoso para oaquilifer Flavius Quadratus (CIL II 266) . . . . . . . . . . . . . . 19

—GONZÁLEZ HERRERO, MARTA: Contribución alestudio prosopográfico de los equites lusitanorromanos: Elcursus honorum del tribuno Lucius Cornelius Lucii filiusGaleria Bocchus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33

—MENÉNDEZ ARGÜÍN, ADOLFO RAÚL: El abasteci-miento de armas para las legiones de las provincias deGermania (ss. II-III d.C.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59

—PEREA YÉBENES, SABINO: Epigrafía militar en publi-caciones recientes (II): . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85

1.- Un jinete del ala I Arevacorum en Carnuntum . . . 85

2.- Un soldado cluniense en la legión I Italica enNovae (Mesia) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93

3.- De nuevo sobre la inscripción punteada deHerrera de Pisuerga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99

4.- Recuperado en Colchester el rostro del duplicariusLonginus Sdapeze . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102

Crítica de Libros / Reviews

Bagnall, N.: The Punic Wars 264-146 B.C. (S. PEREA YÉBE-NES) (p.107) — Carretero Vaquero, S.: El campamento romanodel ala II Flavia en Rosinos de Vidriales (Zamora). Lacerámica (S. PEREA YÉBENES) (p. 110) — Goldsworthy, A:

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Las Guerras Púnicas (S. PEREA YÉBENES) (p. 115) —Pollard, N.: Soldiers, Cities, and Civilians in Roman Syria (G.FORSYTHE) (p. 119) — Rodríguez González, J.: Historia delas legiones romanas (J.I. DE LA TORRE) (p. 123) — Santosuos-so, A.: Storming the Heavens. Soldiers, Emperors, andCivilians in the Roman Empire (S. PEREA YÉBENES) (p. 127)— Stephenson, I. P. : Roman Infantry Equipment. The LaterEmpire (S. PEREA YÉBENES) (p. 133)

Información Bibliográfica y libros recibidos . . . . . . . . . . . . . 138

Separatas recibidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148

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1 Vegecio 2,11,3; M.C. Bishop, “The Military Fabrica and the Production of Arms in

the Early Principate”, en Id. (ed.), The Production and Distribution of Roman Military

Equipment, BAR Int. Series 275, Oxford, 1985, 1-42; R. MacMullen, “Inscriptions on

Armor and the Supply of Arms in the Roman Empire”, A.J.A. 64, 1969, 23-40.2 Esta característica se va a mantener durante todo el siglo IV; no obstante,

continuaron existiendo artesanos independientes que fabricaban armas y equipo para

individuos más favorecidos económicamente.

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El abastecimiento de armas para las legiones de las provincias de Germania (ss. II-III d.C.)

Adolfo Raúl MENÉNDEZ ARGÜÍNUniversidad de Sevilla

Durante el Alto Imperio el Estado no contaba con grandesfactorías (fabricae) encargadas de suministrar a los soldados elequipo necesario para el combate; las fuentes de suministro dearmamento y material de una legión descansaban bien en suspropios talleres1, o bien en pequeños artesanos locales quetrabajaban para los militares acantonados en su zona. El granimpulsor de las fabricae de armas estatales fue Diocleciano, cuyoamplio incremento del ejército en un espacio de tiempo bastantereducido hacía inviable el mantenimiento del anterior sistema;primaba ahora la cantidad y rapidez de ejecución sobre la calidadde las piezas2. Los armeros, por otro lado, seguían las tendenciaspropias de la zona a la hora de elaborar el equipo (fundamen-talmente los cascos), por lo que otorgar una excesiva uniformidada las tropas romanas, sobre todo durante el siglo I y primer cuarto

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A.R. Menéndez Argüín: El abastecimiento de armas para las legiones...

3 Cf. H.R. Robinson, The Armour of Imperial Rome, Londres, 1975, 9.4 M.C.Bishop, “The Evolution of Certain Features”, en M. Dawson (ed.), Roman

Military Equipment. The Accoutrements of War, Oxford, 1987, 109-139.5 M.C. Bishop, art. cit., 1985, 15. Por su parte J. Oldenstein explica la relativa

uniformidad de una serie de piezas de equipo durante los ss. II-III mediante la simple

copia e imitación de modelos; las guarniciones de monturas y piezas de equipo de bronce

de los soldados estaban realizadas de tal forma que era posible tomar impresiones de

arcilla de las mismas; para esto no era necesario un especialista. De este modo, aunque

el modelo viniese de una sola fuente, su difusión podía ser muy amplia; por ejemplo, un

buen número de centuriones provenían de la Guardia Pretoriana y desde Roma se movían

por todo el Imperio pasando por toda una serie de legiones; si se hicieron con partes de

su equipamiento en Roma, materiales muy similares podían alcanzar los rincones más

alejados del Imperio. Por su parte, los altos oficiales tanto de legiones como de las tropas

auxiliares tenían una gran movilidad y con ellos también podían extenderse modelos de

una provincia a otra muy rápidamente. Por último, los propios desplazamientos de tropas

también desempeñaron cierto papel (J. Oldenstein, “Zur Buntmetallverarbeitung in den

AQVILA LEGIONIS 2 (2002) 58

del s. II d.C., es una visión completamente falsa debido a loscontinuos cambios de ubicación de unidades completas. A partirdel reinado de Hadriano (117-138), sin embargo, observamos unatendencia al aumento de la uniformidad dentro de las mismasunidades, proceso relacionado con la menor movilidad de laslegiones (a excepción de las vexillationes, cuyo empleo seincrementó en gran medida)3. Esto supondría que cada unidadestablecida en una determinada zona contaría con su propia red deabastecimiento en armamento y equipo, sin verse afectada porincorporaciones de soldados de otras unidades o por traslados aotros teatros de operaciones (salvo excepciones). Por tanto, lacontinuidad de las unidades en bases permanentes permitiría unaumento de la uniformidad de equipo a nivel local4. Autores comoBishop abogan, sin embargo, por la extensión de característicassimilares en el equipo también a nivel de cuerpo de ejército y nosólo de legión5. Con todo, este sistema sufriría una fractura

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A.R. Menéndez Argüín: El abastecimiento de armas para las legiones...

Kastellen am Obergermanische und Rätischen Limes”, Actes des IIIes journées

internationales consacrées a l’etude des bronzes romains, en Bulletin des Musees

Royaux d’Art et d’Histoire 46, 1974, 185-196; Id., “Zur Ausrüstung römischer

Auxiliareinheiten. Studien zu Beschlägen und Zierat an der Ausrüstung der römischen

Auxiliareinheiten des obergermanisch-raetischen Limesgebietes aus dem zweiten un

dritten Jahrhundert n. Chr.”, Bericht der Römisch-Germanische Kommission 57, 1976,

49-284, especialmente 76-77; Id., “Manufacture and Supply of the Roman Army with

Bronze Fittings”, en M.C. Bishop (ed.), The Production and Distribution of Roman

Military Equipment, BAR Int. Series 275, Oxford, 1985, 82-94; M.C. Bishop y J.C.

Coulston, Roman Military Equipment, Aylesbury, 1989, 47-49).6 Los artesanos y pequeñas compañías privadas que se encargaban de abastecer buena

parte de las necesidades del ejército (bien mediante grandes pedidos oficiales o encargos

de los propios soldados) habrían sido pagados en moneda, que utilizarían para

proporcionarse materia prima, pagar los impuestos y mantener a su familia; sin embargo,

el colapso de la moneda en el s. III d.C. habría paralizado este sistema de abastecimiento,

pues el ejército no se podría permitir la compra de armas, mientras que los armeros no

podían vender su producto ni comprar materia prima. De este modo, el desarrollo de una

crisis de producción de armas sería la causa directa del establecimiento de las fábricas

de armas estatales, que comienzan a aparecer durante la Tetrarquía (Lactancio, De

Mortibus Persecutorum 7; Malalas 13; Notitia Dignitatum 9,2,16-39 y 43 - fábricas

establecidas en la mitad occidental del Imperio). No obstante, parece que desde la década

de 260, el Estado se vio forzado a proporcionar raciones y seguridad a los armeros como

pago a su producción, conduciendo así a la absorción gradual de los productores de

armas en el servicio imperial. Diocleciano regularizó este sistema y dio el siguiente paso

lógico, construir nuevas factorías y concentrarlos en puntos estratégicos del Imperio (Cf.

S. James, “The Fabricae: State Arms Factories of the Later Roman Empire”, en J.C.

Coulston (ed.), Military Equipment and the Identity of Roman Soldiers. Proceedings of

the Fourth Roman Military Equipment Conference, BAR Int. 394, Oxford, 1988, 257-

331; Id., “Evidence from Dura Europos for the Origins of Late Roman Helmets”, Syria

63, 1986, 108-134; J. Oldenstein, art. cit., 1976, 83-84).

AQVILA LEGIONIS 2 (2002) 59

progresiva a partir del reinado de Galieno (253-268) debido alincremento de los problemas fronterizos y a las disensionesinternas del propio Estado romano, que fueron provocando unadislocación en los canales de distribución de equipo militar6.

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7 Tácito, Annales 1.17 (“...hic vestem, arma, tentoria...”). También en los papiros

pueden observarse claramente estas deducciones; así, por ejemplo, en el P.Fay.

105=Cavenaile 124 (Egipto, 175-180 d.C.), que recoge las cuentas de unos soldados de

caballería auxiliar, aparece en una de las entradas cierta cantidad detrás del término

“armorum”; esto podría indicar los costes del armamento y puede que se deba a la

compra inicial o a una reposición. En concreto la entrada dice lo siguiente: “item

armorum Dionysi (denarii) CIII” (col. ii.44); la cantidad es bastante considerable, poco

más de cuatro áureos, pues como hemos visto, el viático de un legionario era de tres (75

denarios), y con él se tenía que hacer frente al pago inicial de las armas por parte del

recluta.

En el P.Vindob. L 135=H. Harrauer y R. Seider, “Ein Neuer Lateinischer

Schuldschein: P.Vindob. L 135", ZPE 36, 1979, 109-120, fechado en Alejandría el 27

d.C. se establece el precio de una serie de elementos de equipo militar que el soldado

(jinete de una cohorte auxiliar) paga con intereses a su deudor. Ese equipo parece ser de

tipo más ornamentado y rico que el habitual, pues en el texto se dice que está “plateado”.

Las piezas de equipo mencionadas son un casco y una vaina de daga. Las cantidades, por

tanto, no podrían ser referente para el conjunto de las armas de los soldados, aunque sí

es interesante la constatación de que el propio militar es el que se costea cualquier tipo

de mejora adicional en sus armas, y que podía hacerlo pagando a plazos una serie de

intereses con su soldada.

En el P.Columbia inv. 325, perteneciente a un soldado auxiliar, tenemos una entrada

“in armis”, con una cantidad de 21 denarios (27'5 óbolos) (cf. J.F. Gilliam, “The

Deposita of an Auxiliary Soldier (P.Columbia inv. 325)”, Bonner Jahrbücher 167, 1967,

233-243, especialmente 237-8).

AQVILA LEGIONIS 2 (2002) 60

El legionario romano sufría deducciones en su paga por elmantenimiento y reposición de sus armas. La inversión inicial enarmamento y equipo parece que se realizaba mediante el viaticum,tres áureos que el recluta recibía antes de incorporarse a su unidad.A partir de esa aportación inicial, cualquier gasto añadido sededucía de la paga regular del soldado durante el servicio7. Tras la

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8 Así parece observarse en dos papiros, P.Fay. 105 y P.Col. 325; si ambos documentos

están bien interpretados demostrarían que tanto las armas como las protecciones

corporales del soldado se devolvían a los arsenales militares a su muerte o retiro,

acreditando sus cuentas los procedimientos de tal transacción. Véase también D.J Breeze

et alii, “Soldier’s Burials at Camelon, Stirlingshire, 1922 and 1975", Britannia 7, 1976,

73-95; Id., “Demand and Supply on the Northern Frontier”, en D.J. Breeze y B. Dobson,

Roman Officers and Frontiers, Stuttgart, 1993, 526-548; M.C. Bishop y J.C.N. Coulston,

Roman Military Equipment from the Punic Wars to the Fall of Rome, 1993, 198-201.9 En este sentido tenemos dos tendencias totalmente opuestas, aquélla que considera

que el ejército manufacturaba la mayor parte del equipo que necesitaba, representada por

Bishop y Oldenstein (este último con matices), y la que defiende una producción

básicamente civil para abastecer de armas a los soldados, defendida por L. Wierchowski

y otros.

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retirada del servicio activo o tras su muerte, el ejército recomprabasus armas8.

Producción en talleres legionarios:

La producción de armamento y equipo en talleres legionariospropios se apoya en toda una serie de evidencias tanto literariascomo papirológicas, epigráficas y arqueológicas. Pero lo que esasevidencias no nos dicen es hasta qué punto la legión seautoabastecía y qué porcentaje de la producción de equipo sedejaba en manos de particulares9. Pasaremos revista en primerlugar a los distintos tipos de evidencias mencionadas:

Tarrunteno Paterno en la relación de immunes que presentaincluye a fabricantes de ballestas (ballistrarii), fabricantes deflechas (sagittarii), metaleros (aerarii), fabricantes de carrilleraspara yelmos (buccularum structores), de espadas (gladiatores), detrompetas (tubarii), cornetas (cornuarii) y arcos (arcuarii), y a losayudantes de las fábricas de armas (optiones fabricae) (cf. Tarunt.

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10 Dig. 50.6.7.11 CIL VII 49, RIB 156.12 S. Perea Yébenes, Collegia Militaria. Asociaciones militares en el Imperio Romano,

Madrid 1999, 338-342.13 Epitoma Rei Militaris 2,11.14 “Pero los soldados fugitivos [de Nigro], muchos de los cuales eran artesanos, al

elegir la vida con los bárbaros [partos], les enseñaron no sólo a usar las armas, sino

también a fabricarlas” (Herodiano 3,4,9; 194 d.C.).15 SHA, Tyranni Triginta 8,13.

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1 milit.)10. En Aquae Sulis, Britannia, una inscripción alude a losfabricenses legionis XX V(aleriae) v(ictricis) 11. La inscripción diceasí: Iulius Vita/lis, fabricie<n>s/is leg(ionis) XX V(aleriae)v(ictricis), / stipendior/um IX, an<n>oru(m) XX / IX (mensium),natione bel/ga, ex colegio / fabrice elatu/s, h(ic) s(itus) e(st). Eltexto ha sido estudiado ampliamente por S. Perea Yébenes apropósito de las corporaciones militares, en este caso por aquellasformadas por militares que trabajan en las fábricas de armas paraproveer a las legiones12. Por su parte, Vegecio hace referencia auna serie de operarios especialistas (artifices, fabri, carpentarii,arcuarii, ferrarii, tignarii, pictores, structores) que estabanincluidos entre el personal de la propia legión y que dependeríandel praefectus fabrum13. Otra referencia literaria menor laproporciona Herodiano, cuando se refiere a fines del s. II d.C. a losnumerosos artesanos presentes entre las tropas de PescenioNigro14. En la Historia Augusta aparece una mención a un artifexgladiorum atque armorum15.

En cuanto a las referencias proporcionadas por papiros y otrosdocumentos como las tablillas de Vindolanda (Chesterholm, en elMuro de Hadriano), éstas son mucho más explícitas. Así, el papiroBerlin inv. 6765 (=ChLA X 409) (procedente de Egipto y datadohacia los ss. II-III) nos presenta la actividad de dos días en la

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16 Un hecho interesante es que se diferencia claramente entre las piezas fabricadas

completamente (fabricatus) y aquéllas sólo completadas (peractus).17 O.Bu Njem 1-62.18 Tab.Vindol. II.154, en esta tablilla aparece el número de soldados, en total 343,

enviados a trabajar en los talleres un 25 de abril.19 M.A. Speidel, Die römischen Schreibtafeln von Vindonissa. Lateinische Texte des

militärischen Alltags und ihre geschichtlice Bedeutung, 1996; nº 35: “Valerio, scutario,

IIX” (la tablilla se data a mediados del s. I d.C.).20 Tab.Vindol. II.160, A.3: “sc]utarius[...”, A.9: “gladi[arius ...”, A.8: “faber

(centuriae) U[...”, A.12: “faber [...”, B.4: “faber”, B.9: “faber”; Tab.Vindol. II.184,

A.ii.21 (“Lucius scutarius”). Estos fabri serían soldados sin duda alguna, pues aparecen

encuadrados en las centurias de la unidad.

AQVILA LEGIONIS 2 (2002) 63

fabrica legionaria de la II Traiana Fortis de Nicópolis (campa-mento legionario situado junto a Alejandría). En un solo día eranempleados en estos talleres cien hombres, incluyendo immunes,cohortales, civiles e incluso cabe la posibilidad de que trabajasentambién algunos esclavos (galiarii); en la lista de elementosproducidos se incluyen spathae, dos tipos de escudo, placas dehierro, arcos y piezas de catapulta16. En los ostraca de Bu Njem(Egipto), también tenemos evidencias de trabajo en la fabrica porparte de soldados allí destacados17. Dos tablillas procedentes deVindolanda18 (si bien en este caso se trata de un fuerte auxiliar deBritania) y una procedente de Vindonissa19 (Germania Superior)nos muestran una situación similar a fines del s. I d.C. o comienzosdel s. II. En Vindolanda tenemos atestiguados también dosfabricantes de escudos, un fabricante de gladii y varios fabri20.

Son apreciables las evidencias epigráficas referidas a lasactividades de producción de equipo por parte del ejército. Así, alo largo de la frontera Norte desde Britania, pasando por lasprovincias de Germania y la frontera del Danubio tenemos unaserie de testimonios que confirman la existencia de talleres

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21 CIL 7.49 = ILS 2429; CIL 3.8202; CIL 3.10516; CIL 14.230; CIL 13.8831. En la

última inscripción mencionada se hace referencia a unos gladiatores de la flota de

Germania Inferior, a los que habría que considerar como fabricantes de gladii de este

cuerpo (cf. Dig. 50,6,7).22 F. Josefo B.J. 3,83; Hygino también menciona la fabrica en su De munitionibus

castrorum (4 y 35), al igual que Vegecio (2,11).23 En tiempos de crisis se recurría, no obstante, a la producción en masa empleando

todos los medios, como ocurrió por ejemplo durante el reinado de Marco Aurelio, cuando

hubo que equipar a dos legiones completas en un intervalo muy breve de tiempo.

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legionarios y de otras unidades (como la flota de Germania)encargados de trabajar para sus respectivas guarniciones21.

Pasaremos a continuación a revisar las evidencias arqueo-lógicas, que van a consistir esencialmente en los edificios militaresidentificados como fabricae en el interior de los campamentos y enlos hallazgos de equipo militar relacionados con los mismos. Estasevidencias sugieren una amplia actividad de los tallereslegionarios, si bien, como veremos más abajo, el autoabas-tecimiento no era completo, como prueban las numerosasevidencias de civiles involucrados en la fabricación ycomercialización de armamento.

La fabrica o taller era un edificio presente en todocampamento legionario, e incluso en los campamentos nopermanentes se habilitaba un recinto para el trabajo de losartesanos22. Parece que las tropas de la capital del Imperio tambiéncontaban con una fabrica propia, si bien es posible que en Romase produjeran armas en grandes cantidades para tenerlas comoreserva23. Von Petrikovits, ante la peligrosidad de los talleresdedicados a la fabricación y reparación de armamento, propone suidentificación en lás áreas periféricas de los campamentoslegionarios; afirma también que incluso se tenían presentes para su

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24 Cf. H. Von Petrikovits, “Die Spezialgebäude Römischer Legionslager”, en Legio

VII Gemina, León, 1970; 229-252.25 H. Von Petrikovits, Die Innenbauten römischer Legionslager während der

Prinzipatszeit, Opladen, 1975; 88-97.26 P. Bidwell, Roman Forts in Britain, Londres, 1997, 90.27 En el caso de Noviomagus (Nimega) se ha identificado un edificio rectangular

porticado empleado por los artesanos y situado en una de las áreas económicas del

campamento, construcción que sufrió una importante ampliación y en la que se hallaron

restos de trabajo de metal así como de crisoles. En el intervallum detrás de las defensas

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construcción las direcciones predominantes del viento24, que pueséste ser un elemento decisivo a la hora de combatir un posibleincendio provocado por los trabajos en estos establecimientos. EnEboracum, Novaesium y Bonna la fabrica, de hecho, se haidentificado junto a la via Sagularis, es decir, en un extremo delcampamento.

Von Petrikovits ha identificado tres tipos de edificios quepodían servir como fabrica en el interior de toda una serie decampamentos legionarios estudiados25. El primero de ellos es untipo de edificio porticado, articulado en naves (generalmente tres)mediante pilares y en cuyo interior se desarrollaban una serie delabores productivas de los artesanos del metal de la legión. Esteprimer tipo de edificio lo tenemos ya atestiguado en elcampamento de Dangstetten, construido en madera durante elperíodo augústeo. Relacionado con la forma simple de ese taller deDangstetten se ha hallado un edificio en el campamento legionariode Exeter, identificado como una fabrica; se trata de un edificiorectangular porticado de tres naves en el que han aparecido restosde trabajo de bronce y fragmentos de crisoles26. Fabricae similarescon más o menos naves de articulación se han atestiguado en loscampamentos legionarios de Deva, Noviomagus, Vindonissa,Regensburg y Carnuntum27.

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orientales del campamento legionario de Regensburg se situaba un pórtico rectangular

muy similar; este pórtico-taller medía 60 por 9 m, el techo estaba sostenido en una

segunda fase constructiva por dos filas de soportes de madera, mientras que en su fase

anterior contaba solo con una fila; la altura del edificio alcanzaba al menos los siete

metros, sin que pueda reconocerse una segunda planta. En el interior se hallaron restos

dispersos de trabajo de hierro y de aleación de cobre que, con seguridad, eran desechos

de fabricación y no restos de productos ya elaborados. Posiblemente puede identificarse

también un gran edificio porticado de cinco naves en el campamento legionario de

Vindonissa. Está situado en el centro del scamnum de la retentura a la derecha del

intervallum y en él se hallaron restos de horno, residuos de bronce, elementos a medio

fabricar y numerosas evidencias de cerámica. Por último, en la parte económica de la

mitad derecha de la retentura del campamento de Carnuntum se sitúa un edificio quizás

de tres naves, que debido a su planta podría relacionarse con este tipo de construcciones

que estamos analizando (cf. H. Von Petrikovits, op. cit., 1975, 88-90).28 L.F. Pitts y J.K. St. Joseph, Inchtuthil. The Roman Legionary Fortress. Excavations

1952-65, Gloucester, 1985, 104-115.29 F. Cleere, “The Iron Nails from the Roman Legionary Fortress at Inchtuthil,

Perthshire”, Journal of Iron and Steel Industry 200 (1962), 956-968; L.F. Pitts y J.K. St.

Joseph, op. cit., 1985, 111-113.

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Una de las fabricae legionarias mejor estudiadas es la delcampamento legionario de Inchtuthil (Britania), constituida por unedificio ligeramente rectangular de 54 por 60 metros con dosalmacenes instalados en uno de sus lados28. Esta fabrica seidentificaría con el segundo tipo de la taxonomía propuesta porVon Petrikovits, un tipo de edificio rectangular que se abre por tresde sus lados a un amplio patio interior. El ala Sur del edificioestaba destinada a herrería, pues se han hallado asociadas con elmismo una forja y gran cantiad de escoria; en esa misma zonaaparecieron también varios agujeros con cofres en su interior, enlos que se hallaron doce toneladas de clavos y otros elementos,como cubiertas de metal para ruedas de carro de 105 cm. dediámetro29. Según Richmond, descubridor y excavador de la

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30 I.A. Richmond, “Roman Britain in 1960", JRS 51, 1961, 157-161.31 H. Von Petrikovits, “Militärische Fabricae der Römer”, en D.M. Pippidi (ed.), Actes

du IX Congrés International d’Études sur les Frontières Romaines. Mamaia, 6-13

septembre 1972, Bucarest-Colonia-Viena, 1974, 399-407.32 H. Von Petrikovits, op. cit., 1975, 92-93.33 La fabrica de Nimega, con patio y almacén asociados, también ha proporcionado

el taller de trabajo de un herrero.34 Otras evidencias de este tipo de construcción se han hallado en campamentos

auxiliares como, por ejemplo, en la primera planta del castellum de época hadrianea en

South Shields y en la base militar de abastecimientos de Corstopitum (Corbridge), donde

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fabrica, los clavos estaban sin utilizar y se enterraroncuidadosamente junto a los otros elementos de metal, seguramentepara evitar que cayeran en posesión de los bárbaros del Norte deBritania30. Esta fabrica de Inchtuthil coincide en plano con unedificio en piedra del campamento de la III Augusta en Lambaesis;la construcción, elevada sobre un podium que daba acceso a suinterior a través de cinco escalones y en el que se podía habilitaruna rampa para vehículos, se encontraba situada en la parte NE dela praetentura del campamento; las medidas del edificio eran de 63por 49 m. Alrededor del patio se abría un corredor con una hilerade columnas, que contaba con dos puertas de acceso hacia lo queparecen ser dos edificios de almacenamiento delante de la entradaprincipal. Las excavaciones de esta estructura han mostrado que elala Sur se erigió a fines del s. II d.C. y que en el s. III seincrementó su altura en 30 cm31. Una ulterior campaña deexcavaciones a cargo del Deutschen Archäologischen Institut deRoma puso de manifiesto que se trataba sin lugar a dudas de unafabrica32. En los campamentos legionarios de Vindonissa yNoviomagus33, se han podido reconocer edificios que podrían sertambién parte de complejos fabriles como los totalmenteexcavados de Lambaesis e Inchtuthil34.

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se han descubierto edificios de similares características. En cuatro de las nueve estancias

de trabajo atestiguadas en Corbridge se han hallado hornos, escoria de hierro, productos

semielaborados y ya concluidos y depósitos de agua (cf. H. Von Petrikovits, op. cit.,

1975, 93; A. Johnson, Roman Forts of the 1st and 2nd centuries AD in Britain and the

German Provinces, Londres, 1983, 183-8).35 En la mitad derecha del scamnum central de la retentura del campamento de

Carnuntum se sitúan dos edificios económicos de tipo de patio uno al lado del otro. En

el edificio de la derecha Von Groller identificó unos talleres. El edificio mide 49 por 67

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El tercer tipo de edificio empleado como fabrica es aquél queposee numerosas estancias que pueden articularse en torno a unpatio interior o que dan directamente a la calle. Este tipo deconstrucción económica tiene muchas similitudes con los bazares.Está ampliamente representado en los campamentos auxiliares, yse empleaban sobre todo para ahorrar espacio. En el castellum deHofheim se ha verificado ya desde mediados del s. I d.C., y conuna datación posterior en los fuertes de Niederberg y Oberstimm.En los campamentos legionarios de Deva (Chester), Caerleon,Novaesium y Bonna se han atestiguado también edificioseconómicos de este tipo, así como en el campamento desuministros de Haltern de época augústea. Parece que el edificiode Vetera de 124'5 por 95'4 metros situado en el foro delcampamento era también un edificio económico de tipo bazar; nose ha excavado por completo, sin embargo la parte investigada essuficiente para permitir esta hipótesis. El edificio poseehabitaciones a lo largo de sus cuatro lados, así como numerososcorredores, que conducen desde la calle hasta el interior de losbloques económicos. En la parte excavada se han reconocido seispórticos o patios y numerosas habitaciones alrededor. Dos de losmuros exteriores de esta construcción económica estabanreforzados con contrafuertes. Puede incluso que el praefectuscastrorum habitara en este complejo, donde estaría asistido en susfunciones por toda una serie de immunes que trabajarían allí35.

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metros; tres estancias son seguras, así como la existencia de otras sólo probable; las

puertas de ocho estancias daban al patio central y una estancia tenía una salida a la via

quintana. En una de las estancias se hallaron restos de láminas de metal, de alambre así

como de aleación de cobre. En otras estancias se atestiguaron restos de tuberías en un

canal colectivo. Una gran cantidad de desechos se hallaron en otra estancia, en total unos

cien trozos de astas de ciervo. A partir de este descubrimiento Von Petrikovits considera

estos edificios económicos de patio también eran almacenes; así, según este autor, los

grandes edificios porticados parece que no estaban reservados exclusivamente para el

trabajo de los artesanos, sino que también incluirían estancias para el almacenamiento

de materiales. Un edificio económico de forma de bazar se ha atestiguado también en

Lauriacum, al parecer identificado con un centro de trabajo de artesanos (cf. H. Von

Petrikovits, op. cit., 1975, 94).36 H. Von Petrikovits, art. cit., 1974, 399-407; Id., op. cit., 1975, 96.37 MacMullen considera que ese traslado se realizaría por falta de espacio, pero a ello

también podemos añadir la peligrosidad de buen número de esas tareas productivas,

como los hornos cerámicos, que podían ocasionar graves percances en el interior de la

base (cf. Soldier and Civilian in the Later Roman Empire, Cambridge, 1967, 25).

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Para las legiones de Germania durante los ss. II-III, la únicafabrica que se ha identificado es la de la I Minervia en elcampamento de Bonna. Esta construcción no sigue el esquema depatio central con las zonas de trabajo alrededor del mismo, sinoque se trataría de una galería, perteneciente a la via praetoria, enla que se han hallado restos del trabajo de herreros. El únicoparalelo aducido por Von Petrikovits para este tipo de fabrica sehallaría en el Muro de Hadriano, en el fuerte auxiliar deVercovicium36.

Las fabricae militares también podían situarse en el exteriordel campamento, en las canabae o incuso más alejadas37, si bienlas tareas productivas consideradas como estratégicamente impres-cindibles en caso de asedio de la base, es decir, las llevadas a caboen la fabrica (relacionada con el armamento y equipo), se

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38 H. Von Petrikovits, op. cit., 1975, 88-9.39 En ese edificio se han hallado restos de trabajo de metal, junto a tegulae de la I

Minervia. Su construcción en el área civil de Bonn y su especial disposición con patio

central y una serie de habitaciones indica también su funcionamiento como edificio

dependiente del ejército (cf. Bonner Jahrbücher 164, 1964, 483).40 Una situación similar parece que se desarrolla entre las guarniciones del Danubio

(cf. L. Petculescu, “Evidence for the Production of Military Equipment”, ARMA 3.1 (Jun.

1991), 9-10.41 Cf. J. Oldenstein, “Manufacture and Supply of the Roman Army with Bronze

Fittings”, en M.C.Bishop (ed.), op. cit. (1985), 82-94. Según Oldenstein, las fabricae

halladas en los distintos fuertes auxiliares y bases legionarias no podían equipar a una

unidad por completo, ni a eso estaban destinadas; hay que tener en cuenta que cuando

una unidad nueva ocupaba un fuerte existente o construía otro nuevo, ésta llegaba

completamente equipada, por lo que estos talleres se encargarían fundamentalmente del

mantenimiento y reparación del armamento y equipo de los soldados. Una situación muy

similar a la de Germania Superior es la existente en la provincia de Recia durante los ss.

II y III, con talleres militares produciendo y reparando equipo para complementar a los

talleres civiles de los vici situados junto a los diferentes fuertes (cf. M. Gschwind,

“Bronzegiesser am raetischen Limes. Zur Versorgung mittelkaiserzeitlicher

AQVILA LEGIONIS 2 (2002) 70

mantenían dentro del mismo38. En el caso de Germania, en el áreacivil de Bonn, se ha hallado un edificio que debido a su estructuray disposición podría ser probablemente un taller bajoadministración militar39.

Por lo que respecta a las piezas de equipo de bronce de lossoldados, en una serie de castella del limes de Germania Superiorbien excavados se han hallado evidencias del trabajo de estaaleación; así, se conocen crisoles de varios fuertes y se handescubierto restos de fundición en las fabricae de fuertes auxiliaresy fortalezas legionarias, lo que demuestra que se reparaban yproducían artículos de bronce40 (la producción de elementosnuevos queda atestiguada por el hallzago de los moldes para losmismos)41.

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Auxiliareinheiten mit militärischen Ausrüstungsgegenständen”, Germania 72.2, 1997,

607-638).42 Bishop estima la vida útil en condiciones de paz de una pieza de armamento o

equipo metálico por encima de los 20 años (cf. M.C. Bishop, art. cit. 1985, 8-10).43 Cabe recordar que el soldado tenía que hacer frente al coste del remplazo de las

piezas de equipo, por lo que había un incentivo muy fuerte para conservar cualquier

desecho de material por pequeño que fuera. En este sentido, Bishop se sorprende de las

relativamente pocas necesidades de materia prima que necesitaba el ejército pues, cuando

era necesario producir equipo nuevo, podía nutrirse en parte de artículos reciclados

intactos y en parte de artículos nuevos manufacturados a partir del metal de desecho;

puesto que la producción se mantiene a nivel legión, el abastecimiento y la demanda

podían regularse estrechamente por la fabrica y el programa de producción realizarse

según esas necesidades, demostrando así dos grandes virtudes, eficiencia y flexibilidad

(M.C. Bishop, art. cit., 1985, 13).44 M.C. Bishop, art. cit., 1985, 12.

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El equipo militar podía pasar por las manos de más de undueño42, a lo que hay que unir una importante política de reciclajepor parte de las autoridades militares romanas y de recompra delarmamento a los soldados que se licenciaban. Si a esto añadimosla reparación del equipo dañado, vemos que las necesidades deproducción reales de una legión en un momento dado habrían sidocomparativamente bajas (además, el empleo de material dedesecho también supondría unas menores demandas de materiaprima43). El material de reciclaje se recogía, almacenaba y tratabapara su posterior reutilización, pudiendo tener bastante que ver eneste proceso el custos armorum, pues al existir uno por cadacenturia o turma, podían convertirse en agentes muy convenientespara la recogida, almacenado y gestión de la corriente de metal dedesecho generada en su unidad44.

Por lo que respecta al funcionamiento de las fabricae éstasestarían operadas en buena medida por soldados, asignados

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45 M.C. Bishop, art. cit., 1985, 11.46 E. Sander, “Der praefectus fabrum und die Legionsfabriken”, Bonner Jahrbücher

162, 1962, 139-161. Véase también, H. Von petrikovits, Die römischen Streitkräfte am

Niederrhein, Düsseldorf, 1967, 38.

AQVILA LEGIONIS 2 (2002) 72

probablemente por días, si bien la presencia de operarios civiles nosería demasiado rara.

La dirección de las fabricae situadas en interior de loscampamentos legionarios parece que correspondía al praefectuscastrorum, que con su propio officium se encargaría de la gestiónadministrativa de los talleres. Subordinado al mismo estaría eloptio fabricae, encargado de facto de la fabrica. El cuerpoprincipal de esa administración lo proporcionarían una serie deimmunes. Por debajo se situarían los soldados y civiles encargadosde trabajar manualmente en las instalaciones45.

No podemos olvidarnos sin embargo de la figura del praefecusfabrum; el gran defensor de la consideración de estos praefecticomo oficiales militares ecuestres es E. Sander. Según este autor,existiría un praefetus fabrum como oficial auxiliar de cada legadode legión, y su cometido básico sería la administración y gestiónde las fábricas dependientes de la legión pero situadas fuera delcampamento, es decir, en las canabae o incluso más alejadas46. Eneste sentido, Sander proporciona un esquema de mando diferente,considerando al optio fabricae como subordinado directo delpraefectus fabrum, que se incluiría en su officium junto a una seriede immunes. El jefe de cada una de las fabricae sería el magisterfabricae, por debajo del cual se encontrarían los officinatores, jefesde las diferentes subdivisiones de la fabrica. Por debajo, el doctorfabrum se encargaría del trabajo de oficina de los talleres;finalmente, los individuos calificados como fabri serían loselementos más bajo del sistema, a los que habría que unir losaprendices (discentes).

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47 Hay que tener en cuenta que la Lex Iulia de vi publica (Dig. 48,6,1) restringía la

venta y posesión de armas, así como su mercado, que quedaba casi exclusivamente en

manos del Estado (véase también C.Th. 15,15,1; C.J. 4,41,2; R. Macmullen, Roman

Social Relations 50 B.C.-284 A.D., Londres 1974, 35; contra P.A. Brunt, “Did Imperial

Rome Disarm her Subjects?”, Phoenix 29, 1975, 260-270, que defiende una política más

relajada en relación al control de armas por parte de las autoridades romanas; según

Brunt, “era ganándose a los magnates y no desarmando a las masas como el gobierno

romano aseguraba la sumisión y la paz interna. El desarme no era ni practicable ni

necesario como regla política sistemática; era un simple expediente de no más que

utilidad temporal, para ser empleado contra algunos pueblos en el momento de la

rendición o cuando existía alguna razón particular para evitar disturbios” (270). Los

hallazgos de armas y elementos de equipo militar en villae rusticae de los Agri

Decumates parecen dar la razón a Brunt (al menos para un distrito fronterizo). Si bien

nos encontramos en una zona militar, los civiles asentados en estas villae parece que

tenían un acceso bastante claro a las armas, sobre todo a partir del inicio de los

problemas en la frontera a comienzos del s. III d.C. (cf. S.F. Pfhal y M. Reuter, “Waffen

aus römischen Einzelsiedlungen rechts des Rheins. Ein Beitrag zum Verhältnis von

Militär und Zivilbevölkerung im Limeshinterland”, Germania 74.1, 1996, 119-167).48 Cf. ILS 7047=CIL 13.2828 (Monceaux-le-Comte, territorio de los eduos), donde se

atestigua a un centurión encargado de la supervisión de la producción de armaduras a

manos de loricarii.

AQVILA LEGIONIS 2 (2002) 73

Producción civil:

La producción de los armeros civiles quedaría muysubordinada al ejército, pues la venta de armas a individuosprivados estaba en teoría bastante controlada, así como laexportación47. De este modo, para armamento y escudos, su únicomercado legal sería el ejército, que seguramente pagaría enefectivo. Además, los armeros por su propia importanciaestratégica para el Estado, habrían estado sometidos a un controlbastante estrecho48 relacionado sobre todo con la calidad de la

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MacMullen, no obstante, identifica este epígrafe como una nueva evidencia de la

producción de armas por parte del Estado (op. cit., 1967, nota 134, 26). Sin embargo, la

propia inscripción no parece reflejar una subordinación profesional de los opifices

loricarii respecto a dicho centurión (una cosa es que controlara la calidad de la

producción y otra muy distinta que estos operarios estuvieran orgánicamente bajo su

mando). Según Oldenstein, puede que estos opifices erigieran la inscripción para

conmemorar un negocio absolutamente satisfactorio con el ejército del que el centurión

Avito era representante (J. Oldenstein, art. cit., 1976, 82).49 Incluso, según S.James, en el s. II d.C. la regulación del Estado era tan estrecha que

el término “industria privada” sería completamente inadecuado; en este sentido,

Diocleciano se limitaría a dar el siguiente paso previsible al incorporar definitivamente

a los armeros al servicio imperial, regulando su situación de iure (cf., S. James, art. cit.,

1988, 271).50 Historiae 2,82,1. Tácito menciona también una producción extraordinaria de armas

en Roma durante el gobierno de Vitelio (Historiae 2,12).51 Casio Dión 69,12.52 Bishop en este sentido estima que la diferencia del abastecimiento al ejército no

habría que buscarla entre Oriente y Occidente, sino entre polis y fabrica militar. Mientras

el ejército romano estuvo operando en la esfera de influencia de la ciudad clásica, era

AQVILA LEGIONIS 2 (2002) 74

producción y su control49.

Tácito y Casio Dion mencionan la producción de armas enciudades orientales y si bien el primero de ellos está hablando deuna situación muy concreta (la rebelión de Vespasiano)50, de lanoticia del segundo parece desprenderse que la fabricación dearmas y equipo, al menos en Oriente, por parte de civiles sería algohabitual51. Así, Casio Dion nos cuenta cómo los judíos justo antesde la revuelta de Bar Kochba en 131 d.C. fabricaban armas para elejército romano, pero las hacían a propósito de menor calidad paraque los romanos las rechazaran y pudieran quedárselas ellos conel fin de emplearlas en la sublevación que se estaba preparando.Este pasaje deja también claro un exhaustivo control de calidad porparte del ejército de las producciones civiles que recibía52.

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posible organizar sus suministros como y cuando se necesitaran; sin embargo, la

expansión fuera de esta zona esencialmente mediterránea significó que el ejército fuera

forzado a elegir entre el establecimiento de largas líneas de comunicación con sus centros

de producción o bien cubrir sus propias necesidades en las zonas de acantonamiento,

optando por esta segunda posibilidad (M.C. Bishop, art. cit., 1985, 16-7.). No obstante,

habría que matizar estas apreciaciones de Bishop, sobre todo si tenemos en cuenta una

cita de Herodiano (3,4,9) en la que se hace referencia a toda una serie de artesanos entre

las tropas orientales de Pescenio Nigro a fines del s. II d.C.; en este sentido, si bien las

facilidades de aprovisionamiento de armamento y equipo habrían sido más fáciles al

contar con las infraestructuras de la ciudad clásica, eso no significaría una renuncia

absoluta al mantenimiento de talleres para la realización de reparaciones o incluso de

producciones a pequeña escala.53 Cf. M.P. Speidel, “The Prefect’s Horse-Guards and the Supply of Weapons to the

Roman Army”, Proceedings of the XVI International Congress of Papyrology, Chico,

1981, 405-409.54 CIL 9.3962=ILS 7640 (Alba Fucens); AE 1906, 181 (Colonia); CIL 6.1952 y CIL

6.9442 (Roma); CIL 10.3986 (Capua); CIL 13.11504 (Windisch).55 CIL 3.8759.56 CIL 6.9043.

AQVILA LEGIONIS 2 (2002) 75

Además de las mecionadas referencias literarias, tenemos unpapiro procedente de Fayum en el que se muestra claramente laparticipación de civiles de la aldea de Soknopaiou Nesos en lafabricación de armas para el ejército; en concreto, en este casoproporcionaron astas para jabalinas53. A ello hay que unir toda unaserie de inscripciones de artesanos y de un comerciante de armasde carácter civil que, como hemos mencionado, tendrían en elejército su mercado básico. Por lo que respecta a los artesanos,tenemos atestiguados fabricantes de espadas cortas (gladiarii) enAlba Fucens, Colonia, Roma, Capua y en Vindonissa54; unspatharius está atestiguado en Salona55 y otro en Roma56; un

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57 AE 1923, 20=ILTG 3355.58 ILS 7641=CIL 10.3971.59 ILS 4969=CIL 6.2196; en este caso se trataría de un parmulario (fabricante de

parmae), es decir, pequeños escudos redondos; no obstante, eso no quiere decir que no

pudiera fabricar también otros tipos aunque estuviera especializado en este modelo.

CIL 6.9886.60 CIL 2.3359.61 CIL 3.14701/2.62 Cf. R. Forrer, Strasbourg-Argentorate Préhistorique, Gallo-Romain et Mérovingien,

Estrasburgo, 1927, vol. II, 522; J.J. Hatt, “Argentorate - Strasbourg romain”, en Histoire

de Strasbourg des Origines a nos Jours, vol. I, 1981, 77-267, especialmente 118-121

(fig. 27).63 AE 1906, 181 (Colonia): Q(uintus) Nonienus Pudes ad Ara(m) f(ecit).

Se han hallado también importantes restos de una pujante industria del metal en la

propia Argentorate, que cabría poner en relación con la demanda representada por la

guarnición del campamento y las vexillationes distribuidas en la zona del limes (cf. R.

Forrer, op. cit., 1927, vol. II, 500-502).64 Esta pieza se perdió en un incendio en el año 1870 (cf. J. Colin, Les Antiquités

Romaines de la Rhénanie, París, 1927, 57).

AQVILA LEGIONIS 2 (2002) 76

fabricante de cascos (cassidarius) aparece en Reims57, en Capua58

y en la capital del Imperio59. Un loricarius, fabricante de corazas,está atestiguado en una inscripción de Jaén60. Por último, tambiénhay atestiguado un fabricante de flechas (sagittarius) enDalmacia61. En un gladius y una vaina halladas en Estrasburgo62,ha aparecido también el nombre del artesano que las elaboró, un talQuintus Nonienus Pudens, cuyo taller se encontraba ad Ara, esdecir, en Colonia63; en la propia Estrasburgo se halló en el s. XIXuna vaina de espada con la inscripción “Aquis Hel(veticis) Gemel.fecit”64; en Oberammergau ha aparecido una daga elaborada con lainscripción “C. Antonius fecit”, y en Rheingönheim tenemostambién una espada con el nombre del artesano encargado de

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65 Véase J. Oldenstein, art. cit., 1976, 82.66 CIL 13.6677=ILS 2472.67 CIL 13.6763 = AE 1888, 80 = AE 1893, 73 (238 d.C., Mainz).68 Macmullen, ve de todos modos este epígrafe como un precedente de las mismas,

reflejando así el deterioro de las estructuras de producción y distribución de equipo

tradicionales (op. cit., 1967, 26).

AQVILA LEGIONIS 2 (2002) 77

forjarla (“L. Valerius fec. P. VII”)65; todas estas piezasseguramente se habrían elaborado en talleres privados.

En cuanto a los comerciantes, sólo hay atestiguado unnegotiator gladiarius en Mainz mediante una inscripción fechadaa fines del s. II d.C.; este individuo era además veterano, por lo queel círculo de negocio quedaría bastante claro en este caso. Nosreferimos a Gentilius Victor, legionario de la XXII Primigenia que,tras ser licenciado, se dedicó al comercio de armamento comoprivado66. Puede que su servicio en la legión de Mainz le hubieraproporcionado los contactos suficientes como para convertirse enabastecedor de espadas de su antigua unidad.

Una inscripción importante es CIL 13.676367, en la que serefleja un control de producción de armas en Mediolanum por unoficial del ejército (Anniano); este control estaba asociado a unproceso de reclutamiento. Lo más probable es que las armasfabricadas en Milán y supervisadas por Anniano fuesen destinadasa equipar a los propios reclutas que se iban a enrolar, por lo que nose trataría de una fábrica imperial de amplia distribución como lasque conocemos a partir de Diocleciano68. Von Domaszewskiidentifica esta inscripción como fruto de las medidas deemergencia que se tomaron en Italia cuando el senado declaró

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69 Cf. Herodiano 7,11,7; SHA, Vita Maximini 10,1 y 23,3.70 Art. cit., 1976, 80.71 J. Oldenstein, art. cit., 1985, 82-94; Id., art. cit. 1976, 79.

AQVILA LEGIONIS 2 (2002) 78

enemigo público a Maximino el Tracio69, opinión que comparte J.Oldenstein70 y que parece la más plausible.

La Producción de armamento para ambas Germanias:

El desarrollo de la producción de armas para el mantenimientode la operatividad de las legiones de Germania sufrió una serie demodificaciones desde la instalación del ejército junto al Rin hastasu definitiva ubicación en la zona y la reducción de susguarniciones desde fines del s. I d.C. En este sentido, Oldensteinpropone un modelo de producción en tres fases que culminaría enuna cuarta en la que el Estado se hace cargo definitivamente de laproducción de armamento y equipo71. En una primera fase deocupación, las armas necesarias para esa fuerza expedicionariaserían producidas en la Galia o en Italia, pues los territorios juntoal Rin recientemente controlados aún no eran capaces deproporcionar la totalidad de los abastecimientos para el ejército.No obstante, si una unidad estaba de guarnición en un mismo lugardurante un período de tiempo determinado, podía intentar ser másindependiente de los suministros que llegaran desde la Galia oItalia.

La provincia gradualmente procuraría ser independiente de lascaras importaciones de zonas tan alejadas. En esta segunda fase, lamayoría del equipo sería producido en las fabricae de los fuerteso en sus vici o canabae cuando la situación quedaba más

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72 Evidencias de producción de elementos de bronce, como fíbulas, tenemos en el

asentamiento civil de Mogontiacum (cf. A .y R. Schmid, Die Römer an Rhein und Main.

Das Leben in der Obergermanischen Provinz, Bielefeld, 1972, 65-66).73 La fase cuatro se alcanza en el período romano tardío, cuando la industria privada

ya no era capaz de abastecer al ejército. Desde ese punto en adelante, el gobierno toma

el control de los suministros del ejército en cuanto a armas y equipo.74 Sería este un modelo típicamente colonial, en el que las provincias se irían

independizando progresivamente de la metrópoli (Italia) hasta alcanzar una

autosuficiencia que incluso les permitiría llegar, con el apoyo del ejército allí

acantonado, a la creación de un Estado independiente (Imperio Galo de Póstumo en 260

con capital en Colonia).

AQVILA LEGIONIS 2 (2002) 79

asentada72. Durante este primer período de consolidación, losartesanos privados y comerciantes llegarían lentamente hasta lanueva provincia. En este punto, las importaciones desde Italia y laGalia eran aún necesarias para cubrir totalmente las necesidades delas tropas. Con la romanización continuada, comienza lentamentela fase tres, en la que se desarrolla la nueva provincia con unaindependencia más o menos total. La principal carga delabastecimiento la tomaron entonces los pequeños o grandestalleres locales o factorías, junto a las fabricae de fuertes auxiliaresy fortalezas legionarias73.

Cronológicamente la fase uno abarcaría desde Augusto hastael período de Claudio/Nerón, la fase dos desde el períodoneroniano al flavio; la fase tres desde fines del período flavio hastamediados del s. III, mientras que la cuatro comenzaría lentamentea mediados del s. III y sería ya obvia en la época de Diocleciano74.

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75 Durante la primera parte del s. I, serían los fabricantes y comerciantes de la Galia

los encargados de hacer frente a la demanda de este producto (A. King, Roman Gaul and

Germany, Londres, 1990, 122). Dos centros que pudieron estar implicados en la

fabricación de dagas y sus repspectivas vainas serían Lyon y Estrasburgo. Parece que la

producción se dividió en dos áreas claramente diferenciadas, el Norte y el Sur; los

centros meridionales se habrían encargado del abastecimiento del área del alto Rin,

posiblemente tomando como centro Lyon o Estrasburgo, mientras que los septentrionales

se habrían dedicado a abastecer al Bajo Rin. Esta situación se mantendría en este caso

hasta mediados del s. I d.C. (Cf. Ian R. Scott, “First Century Military Daggers and the

Manufacture and Supply of Weapons for the Roman Army”, en M.C. Bishop (ed.), op.

cit., 1985, 160-213). Hacia la mitad del s. I d.C. (entre 50-60) se data también el breve

período de producción de piezas de equipo militar de bronce en Alesia (Cf. E. Rabeisen,

“La production d’equipement de cavalerie au 1er siècle aprés J.-C. à Alesia (Alise-

Sainte-Reine, Côte d’Or, France)”, JRMES I , 1990, 73-98).

AQVILA LEGIONIS 2 (2002) 80

Fase I:

Importaciones

(Augusto-54 d.C.)

Fase II:

Desarrollo de la producción local

(54-70 d.C.)

Fase III:

Autosuficiencia

(90-260 d.C.)

Epílogo:

Producciónestatal

(Diocleciano-s.V)

I.R. Scott, adelanta sin embargo el período de autosuficienciadel ejército de Germania en algunos elementos, como las dagas, alreinado de Nerón, afirmando que la manufactura de éstas pasaríade la esfera civil (Galia) a los artesanos militares una vez que lasunidades se acantonaron de forma más o menos permanente y concambios de guarnición cada vez más raros75.

En el campamento legionario de Vetera I (destruido durantelos acontecimientos de la revuelta bátava), se ha hallado en los

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A.R. Menéndez Argüín: El abastecimiento de armas para las legiones...

76 Cf. H. Von petrikovits, Die römischen Streitkräfte am Niederrhein, Düsseldorf,

1967, 17. 77 Esto último puede ser menos probable, como quiera que no se conocen unidades de

arqueros acantonadas en Germania Inferior durante el s. I d.C. De hecho, las unidades

atestiguadas de este tipo para ambas Germanias son muy escasas y se concentran en la

provincia Superior: Ala Parthorum et Araborum, Ala Scubulorum, Cohors I Flavia

Damascenorum milliaria equitata sagittariorum, Cohors I Ituraeorum sagittariorum

equitata (?), Cohors I Sagittariorum, Cohors III sagittariorum. Además, la especificidad

oriental de este tipo de unidades hace muy probable el autoabastecimiento de las mismas,

empleando las técnicas propias de sus lugares de origen.78 J. OLDENSTEIN, art. cit., 1976, 65-85; Id., “Zur Buntmetallverarbeitung in den

Kastellen am obergermanischen und rätischen Limes”, Bulletin des Musées Royaux d’Art

et d’Histoire 46, 1977, 185-196. Otras evidencias que confirma esta imagen son algunas

tablillas de Vindolanda, así como los hallazgos del propio fuerte y de su entorno, y los

moldes de piezas de equipo militar hallados junto al fuerte de Tibiscum (Rumanía), en

un taller de la segunda mitad del s. II d.C. También se han hallado fabricae en el fuerte

auxiliar de Valkenburg (primera mitad del s. I d.C.) (cf. H. Schönberger, “Valkenburg

Z.H.: Praetorium oder Fabrica?”, Germania 57, 1979, 135-141).79 Cf. H. Schönberger, Kastell Oberstimm. Die Grabungen von 1968-1971, Berlín

1978; 44 y 144-145.

AQVILA LEGIONIS 2 (2002) 81

principia un depósito completo de puntas de flecha76. Teniendo encuenta que la legión no contaba con arqueros entre sus filas estehallazgo puede estar relacionado bien con proyectiles de balistaso bien ser un stock para su distribución entre unidades auxiliares77.

Ya Oldenstein demostró la existencia de fabricae en fuertesauxiliares78, por lo que la reparación y producción de equipo enGermania no sería exclusiva de las tropas legionarias. Una granfabrica ha aparecido en el castellum auxiliar de Oberstimm (juntoa Ingolstadt, en la frontera del Danubio), sin paralelos por sumagnitud y en la que se han encontrado toda una serie de piezas amedio acabar79; ese tamaño parece que puede indicar unacentralización de la producción de determinadas piezas de equipo

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A.R. Menéndez Argüín: El abastecimiento de armas para las legiones...

80 ILS 2472=CIL 13.6677.81 Cf. L. Wierchowski, Heer und Wirtschaft. Das römische Heer der Prinzipatszeit als

Wirtschaftfaktor, Bonn, 1984, 179-180.82 L. Wierchowski, op. cit. (1984), 180.

AQVILA LEGIONIS 2 (2002) 82

para abastecer a otros castella del limes, si bien en una segundafase las instalaciones fueron reducidas, lo que sería una muestra deque esa función inicial habría desaparecido y ahora sólo tendríaque trabajar para su propia unidad.

Volviendo de nuevo a la mencionada inscripción delnegotiator gladiarius de Mainz80, parece que éste podía tratarse deun prestigioso mayorista de armas para el ejército que da en esainscripción las gracias al emperador81. La existencia de este tipo decomerciantes pone de manifiesto la importancia de la industriaprivada en el abastecimiento de armas de las unidades acantonadasen las provincias de Germania. Por otra parte, para elabastecimiento tanto de Mainz como de Estrasburgo, parece quela región de Speyer y Worms desempeñaba un papel importante,pues se conocen bastantes referencias al dios Vulcano, lo quepodría indicar una floreciente industria del trabajo del metal82.

Por último, las provincas de la Galia parece que tambiénsiguieron en mayor o menor medida contribuyendo al abas-tecimiento de armas a las legiones de Germania durante los ss. II-III, como muestran algunas evidencias ya mencionadas deartesanos dedicados a la fabricación de armamento.

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22002

—CELIÀ SASTRE, BARTOMEU: Los numerales de laslegiones romanas durante el primer triunvirato . . . . . . . . . . 7

—ENCARNAÇÃO, JOSÉ D’: Túmulo sumptuoso para oaquilifer Flavius Quadratus (CIL II 266) . . . . . . . . . . . . . . 19

—GONZÁLEZ HERRERO, MARTA: Contribución alestudio prosopográfico de los equites lusitanorromanos: Elcursus honorum del tribuno Lucius Cornelius Lucii filiusGaleria Bocchus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33

—MENÉNDEZ ARGÜÍN, ADOLFO RAÚL: El abasteci-miento de armas para las legiones de las provincias deGermania (ss. II-III d.C.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59

—PEREA YÉBENES, SABINO: Epigrafía militar en publi-caciones recientes (II): . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85

1.- Un jinete del ala I Arevacorum en Carnuntum . . . 85

2.- Un soldado cluniense en la legión I Italica enNovae (Mesia) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93

3.- De nuevo sobre la inscripción punteada deHerrera de Pisuerga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99

4.- Recuperado en Colchester el rostro del duplicariusLonginus Sdapeze . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102

Crítica de Libros / Reviews

Bagnall, N.: The Punic Wars 264-146 B.C. (S. PEREA YÉBE-NES) (p.107) — Carretero Vaquero, S.: El campamento romanodel ala II Flavia en Rosinos de Vidriales (Zamora). Lacerámica (S. PEREA YÉBENES) (p. 110) — Goldsworthy, A:

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Las Guerras Púnicas (S. PEREA YÉBENES) (p. 115) —Pollard, N.: Soldiers, Cities, and Civilians in Roman Syria (G.FORSYTHE) (p. 119) — Rodríguez González, J.: Historia delas legiones romanas (J.I. DE LA TORRE) (p. 123) — Santosuos-so, A.: Storming the Heavens. Soldiers, Emperors, andCivilians in the Roman Empire (S. PEREA YÉBENES) (p. 127)— Stephenson, I. P. : Roman Infantry Equipment. The LaterEmpire (S. PEREA YÉBENES) (p. 133)

Información Bibliográfica y libros recibidos . . . . . . . . . . . . . 138

Separatas recibidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148

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Crítica de libros / Reviews

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CRÍTICA DE LIBROS REVIEWS

BAGNALL, Nigel: The Punic Wars 264-146 BC., Oxford, OspreyPublishing, 2002. 95 pp. Dibujos y fotos.[€ 18,00] [ISBN: 1-84176-355-1].

Estamos asistiendo a una especie de boom, o simplecoincidencia, de libros de historia militar antigua que tratan acercade las Guerras Púnicas, en general, o alguno de sus protagonistas.No en vano es uno de los conflictos o ciclos político-militares máslargos y más intensos, que enfrentó a las dos grandes potenciasmediterráneas, y que tuvo excelsos protagonistas (genios) de lahistoria militar. Aún así, como digo, tenemos en el escaparate denovedades el libro de Adrian Goldsworthy, Las guerras púnicas,Barcelona, Ariel, 2002. El mismo autor ha publicado tambiénCannae, London, Cassel, 2001. Aún está reciente, y estupendo, ellibro de M.A. Mira Guardiola, Roma contra Cartago, Madrid,Alderabán, 2000, que está a la altura, o la supera, de los mejoreslibros sobre el tema. Monografías sobre episodios o protagonistasdestacados, tenemos el libro de L. Sánchez González, La segundaguerra púnica en Valencia. Problemas de un “casus belli”,Valencia 2000; y, especialmente, el libro de J. Cabrero, Escipiónel Africano, Madrid, Alderabán, 2000, que es el mejor libro escritosobre este general romano.

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Así pues, es mucha y buena la oferta reciente sobre el tema delas Guerras Púnicas, que permite un buen conocimiento de estasguerras. A este panorama viene a sumarse el librito de NigelBagnall, que es, en cambio, superficial, y posiblementeinnecesario. Aunque siempre hay público al que le gusta leer librosde historia –militar o de cualquier tipo– que tienen formato derevista del colorín. Mucha foto y poco texto, y muy elemental. Asíes el libro de Bagnall.

Nigel Bagnall, australiano de nacimiento, es indudablementeun apasionado de la historia militar, pues es (o fue) soldado. Haescrito libros sobre la Segunda Guerra Mundial y sobre la Guerrade Corea y de Vietnam. Ya en la reserva, en Oxford, dondeeventualmente daba clases magistrales de historia militar en el AllSouls College, se dedicó a escribir sobre episodios notables de lahistoria militar de todos los tiempos. De esa época es el libro deBagnall titulado The Punic Wars. Rome, Carthague and theStruggle for the Mediterranean, London, Pimlico, 1990, 347 pp.,que es el precedente del libro que ahora se presenta como novedad.En el libro de 1990 el autor no daba ni una sola imagen (ni siquieramapas), y se ve que ha querido enmendar esa plana con esta nuevaobra, que es síntesis de la anterior, pero profusamente ilustrada.Que es síntesis y que no hay “texto nuevo” se colige del hecho deque hay párrafos literales de uno que se trasladan al otro.Obsérvese igualmente que la bibliografía aportada en el libro de2002 no sobrepasa en ningún caso la fecha de 1990, año deaparición del primero.

Este libro parece surgir, pues, como un capricho de madurezdel autor, ya retirado de su carrera militar y de sus laboresprofesorales. Hay que alabar el esfuerzo de síntesis y la capacidadde poner en un lenguaje sencillo tal avalancha de acontecimientospolíticos y militares, con tantos episodios significativos, tantos

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personajes y con tantas repercusiones de todo tipo. Pero es, a mijuicio, una obra innecesaria por redundante.

El libro está aderezado por varios planos de batallas o mapas,en los que “chirrían” algunos nombres de regiones, como“Andalusia” o “Old Castile” (por Castilla la Vieja) (mapa de p.14); o bien, en el mapa de Italia, “Etruscany” (p. 51), por ponerunos ejemplos.

Otro factor negativo de este libro, y de muchos otros queabruman al lector con demasiadas ilustraciones, es el poco cuidadoque se pone en la elección de éstas, y en los pies de foto. Voy aponer algunos ejemplos del libro que nos ocupa. En la p. 18 sepresenta un busto de Neptuno como dios de los océanos (lo cual esya discutible), pero no es antiguo, como se dice, sino de artebarroco. En la p. 47 se muestra un cuadro de C.F. Beaumont queilustra el momento en el que Aníbal jura odio eterno a los romanos.El pie de foto pone “Hamílcar Barca”. En p. 53 se muestra una fotodel teatro de Sagunto que es “a later roman addition” (?). En pp.28-29 el pie de foto es “Bronze relief of Roman Legionaries”,cuando la foto muestra un relieve de piedra correspondiente a unode los paneles que cubrían la base de la columna Antonina enRoma. Esta base, hoy conservada en el Cortile de la Pigna, en losMuseos Vaticanos, muestra la decursio militaris de los funeralesdel emperador Antonino Pío, por tanto el acontecimiento (y la obrade arte que lo ilustra) se aleja varios siglos de cualquier momentode las Guerras Púnicas.

En fin, a los acérrimos lectores de historia militar romana,como yo mismo, nos gustará tener este nuevo libro de NigelBagnall, pero sabiendo que no es un libro fundamental sobre eltema, adoleciendo además de la mala suerte de aparecer en unmomento en el que están saliendo a la luz excelentes libros sobre

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las Guerras Púnicas, como los que he citado al comienzo de estareseña.

Sabino Perea YébenesUniversidad de Murcia

CARRETERO VAQUERO, Santiago: El campamento romano delala II Flavia en Rosinos de Vidriales (Zamora). La cerámica.Zamora 2000. Instituto de Estudios Zamoranos “Florián Ocampo”,Diputación de Zamora. Universidad de Valladolid. 981 pp. Conilustraciones. [€24,00] [ISBN: 84-86873-88-6].

Los hallazgos cerámicos suelen ser generosos en lasexcavaciones, muy gratificantes para el arqueólogo en el campo,y muy útiles a la hora de elaborar los preceptivos “informes decampaña” a instancia del organismo que las financia. Las nuevasmetodologías y la cada vez mejor preparación de los arqueólogosjóvenes hace que aquel trabajo de simple exhumación demateriales se convierta en un método de análisis cada vez másnecesario para la historia. Estamos ante uno de esos casos, relativoal campamento de ala II Flavia en Petavonium (Rosinos deVidriales), en que se aprecia a primera vista el enorme y prolijotrabajo de campo que ha llevado el autor, además de un minuciosoestudio de laboratorio (dibujo de piezas, reconstrucción, medición,descripción, clasificación, datación, etc.), que denota la existenciade un método de trabajo bien definido desde el principio (ver pp.37 ss.), así como una paciencia infinita en la realización de fichas,

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cuyo vertido, una vez clasificadas las piezas, conforma la mayorparte de este grueso volumen.

El libro se abre con un capítulo necesario y obvio, en el que setratan tres cuestiones fundamentales: una arqueológica (lalocalización y el marco físico del yacimiento), otra historiográfica(que resume la historia de las excavaciones y la literatura científicasurgida de las campañas anteriores), y una tercera de ordenhistórico (la ocupación militar romana del valle del río Vidriales).El discurso histórico sólo será retomado mucho después, alexplicar el autor la secuencia de la ocupación (pp. 789-803) y alescribir las conclusiones, o, como él dice, “consideracionesfinales” (pp. 807-830). En el intermedio de los dos capítuloshistóricos encontramos el cuerpo de la obra en sí, que se divide endos grandes temas subsiguientemente desarrollados: la arqueologíadel campamento del ala II Flavia en Petavonium (pp. 37-331), conenumeración e inventario de los hallazgos cerámicos en cada unade las áreas limpiadas; y, a continuación, el estudio y clasificaciónde todos los materiales cerámicos (pp. 335-787). En esta partenuclear y enorme consiste el trabajo de investigación del autor: unestudio, pues, arqueológico, de gran mérito, y así hay quereconocerlo.

En este libro es un ejemplo de cómo la investigaciónarqueológica en general, la correcta clasificación y seriación demateriales arqueológicos, el establecimiento de niveles deocupación y de producciones cerámicas, es capaz de modificar loque se sabía acerca de una ocupación humana (militar, en estecaso), revalorizando así la importancia de la arqueología comociencia auxiliar de la historia.

Interesantísimas son las páginas dedicadas a la exhumación,descripción, explicación acerca de la ubicación y atribución defunciones de varios recintos del interior del campamento: los

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principia o edificio de gobierno, el valetudinarium (hospitalmilitar), y otras estancias.

Por lo que a mi interés compete he echado de menos en la obraun listado o resumen de textos epigráficos que importan, sin duda,a los elencos onomásticos de la Hispania romana. La epigrafía queaquí se recoge es, ciertamente, numerosa, pero menor. Se trata degrafitos con nombres personales escritos sobre los utensilios debarro, y, en otro orden de cosas, las marcas de alfareros,visiblemente claros en las lucernas (ver particularmente figs. 383y 384). Cito a modo de ejemplo algunas marcas de officinaealfareras: OF. RVFIANI, p. 88, fig. 30, en la base de un cuenco;VIBIVS F., p. 149, nº 492, en la base de una lucerna; [FO]RTIS,p. 155, nº 552, base de lucerna muy fragmentada; FO[R]TIS, p.236 nº 1051, base de lucerna, muy desgastada; C. AN(NIVS)TR(ITIENSIS), p. 186, nº 745, fondo de copa; OF. PRACTIC, p.231 nº 1021, en el fondo interior de una forma Drag. 15/17;VIRILLIO, p. 274 nº 1269, base de lucerna, muy rota; [S]EXTI, p.303 nº 1467, base moldeada; etc., etc.

La epigrafía grafitada (para mí más interesantes que lasmarcas de alfar) no permite avanzar significativamente en laprosopografía de la unidad, pero, por contra, nos ilustra de primeramano cómo era la vida cotidiana en sus actos más sencillos yprimarios, los relacionados con la comida y la bebida, de hombres,posiblemente simples soldados, de los que apenas han quedado susnombres de uso cotidiano entre los compañeros de armas. Losmilitares escribían con un punzón de punta fina la cerámica yaseca, de modo que los trazos de las letras (particularmente loscurvos) eran muy dificultosos. Los nombres aparecen en genitivo,indicando la pertenencia del objeto (“de Rufino” “de Severino”,“de Julio Verecundo”, etc.). El siguiente listado alfabético denombres corresponde, en algunos casos, a lecturas hipotéticas que

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hago a partir de los dibujos del libro de Santiago Carretero. Son,pues, propuestas de trabajo, ya que no he tenido acceso al peritajedirecto del material.

CAPITONI F(?) VE(RI?), p. 331 nº 1630 y p. 658 nº 44.

[DE]CVMIN[I?], p. 190 nº 787, fragmento con grafito. Interpretación míahipotética.

[DEC]VM[INI]?, p. 264 nº 1205. Trozo muy pequeño con dos letrasconservadas.

HERA(S)?, p. 213 nº 923 y p. 653 nº 29, reconstruido sobre fragmentos de

una jarra.

HILARI [A]NT(ONI?), p. 178 nº 705, grafito en la panza de un cuencoovoide.

[I]ACI{I}NT[I]?, p. 239 nº 1976 y p. 659 nº 52.

T. IVLI IVSTI, p. 367 nº 20. Letras perfectamente legibles.

IVLI VERECVNDI, p. 226 nº 988, grafito cerca de la base de un cuenco.

[L]AETI, p. 372 nº 36, pequeño fragmento inscrito.

[L?]ATINI (+ restos de tres letras?), p. 273 nº 1260.

M. MVCIA[NI]?, p. 245 nº 1110. Fragmento muy pequeño. Lectura dudosa.

RVFINI, p. 130 nº 378, grafito en el arranque inferior del asa de una jarra.

SEVERINI, p. 123 nº 329, grafito bajo el asa de una jarra.

Hay que añadir a estos nombres otros que son ilegibles (almenos por mí), en p. 154 nº 543; p. 212 nº 926; p. 223 nº 967 y p.393 nº 146 (sólo claras las letras MN); p. 299 nº 1440; p. 308 nº1509.

Lo paradójico es que, tras la aparición de este magnífico libro,sólo sabemos un poco más acerca del ala II Flavia Hispanorumc.R. Y podríamos plantear preguntas de este tenor: ¿por qué laarqueología, o el azar, nos ha dejado una epigrafía tan escasa deesta unidad, de la cual apenas conocemos algunos nombres de

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1 A. Jiménez de Furundarena, “Historia y prosopografía del ala II Flavia Hispanorum

civium Romanorum”, Hispania Antiqua 22, 1998, 203-231; L. Hernández Guerra:

Epigrafía romana de unidades militares relacionadas con Petavonium (Rosinos de

Vidriales, Zamora). Estudio social, religioso y prosopográfico, Valladolid 1999, passim.

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soldados o prefectos, conocidos por otras inscripciones yapublicadas1, bien estudiadas? Saco una conclusión clara: cuandolos documentos (literarios y epigráficos) faltan, la arqueología –lamoderna arqueología– se convierte en un auxiliar imprescindiblepara ir desvelando los secretos que el tiempo y la mala suerte nosha negado, como es el caso de esta unidad auxiliar que nos ocupa,un cuerpo de ejército en el que sirvieron miles de hombres de loscuales apenas conocemos unos pocos nombres escritos sobre loshumildes utensilios para la bebida. Estas campañas deexcavaciones no han proporcionado grandes inscripcionesmonumentales, ni armas, nada relacionado con el combate, sinomás bien retazos y secuencias fragmentarias de pequeñosmomentos, casi anónimos, de vida militar en tiempos de paz en elnoroeste hispano.

Sabino Perea YébenesUniversidad de Murcia

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1 Que yo mismo he reseñado en la revista Gerión 19, 2001, 816-817.

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GOLDSWORTHY, Adrian: LAS GUERRAS PÚNICAS. Barcelona,Ariel, 2002. 447 pp. Mapas e ilustraciones b/n. Traducción deIgnacio Hierro. [€ 24,00]. [ISBN: 84-344-6650-3].

Adrian Goldsworthy, a pesar de su juventud, ha escrito varioslibros de historia militar romana imprescindibles en toda buenabiblioteca especializada sobre el ejército romano. En la difusión desus trabajos ha desempeñado un papel importante la editorialCassell (así como la amistad con su director, John Keegan). Allí sepublicaron, en 2000, la obra Roman Warfare1, y The Punic Wars,libro que la editorial Ariel ha tenido el acierto de dar ahora alpúblico español, en una cuidada y atractiva edición que, dicho seade paso, y ello no es demérito alguno, trata de emular a la inglesa.

Este nuevo libro es, sencillamente, magistral. Podrán degus-tarlo tanto el especialista como el lector interesado por los grandesepisodios bélicos de la historia de la humanidad. El primero, elespecialista, agradecerá, sin duda, un relato que escapa sinignorarlos a los corsés académicos –pues el libro evita en todomomento las citas farragosas y el dato erudito que entorpece lalectura–, en tanto que el lector común podrá sumergirse en el relatohistórico del mismo modo y con el mismo gancho que lo hace enuna novela histórica excelentemente escrita. En este libro losargumentos son poderosos, pues trata acerca de las batallascruentas que, a lo largo de muchos años, mantuvieron loscartagineses y los romanos por conquistar el Mediterráneo, en elmar y en la tierra, en llanos y montañas abruptas, en tierras deItalia o de África. La derrota y ruina de Cartago dejó las manoslibres para que los romanos –entrenados a sangre y fuego en estas“guerras ejemplares”– fundamentaran su poder en Italia y en todo

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Crítica de libros / Reviews

1 En este sentido, es accesible en español el libro de Dennis Proctor, La Expedición

de Aníbal en la Historia, Madrid, Espasa Calpe, 1974. Un libro más reciente revisa las

tesis de Proctor (la obra original se publicó en Oxford en 1971) y otras más recientes; se

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el orbe circunmediterráneo. Esto es historia, no es una novela.Aunque Goldsworthy, al contar estos acontecimientos bélicos,historiándolos, nos muestra una realidad tan fascinante que casitoca los perfiles del relato literario.

El autor ha tenido la habilidad de mostrarnos el conflictobélico como un enfrentamiento de culturas, de dos estilos (elromano y el cartaginés) o incluso puede decirse de dosmentalidades, no sólo en la forma de concebir, organizar ydefender el Estado, sino también en el modo de pensar y llevar acabo la guerra. El siglo largo (desde 264 hasta 146 a.C.) que duróel enfrentamiento entre Cartago y Roma es un tour de force, unpulso que convulsionó en lo político y lo militar toda la cuencaOccidental del Mediterráneo. La victoria final de los romanosconsolidó el Estado romano, haciendo madurar a la Repúblicacomo sólo pueden hacerlo acontecimientos tan costosos para elEstado, en vidas humanas y en el desgaste de sus instituciones.Pero la victoria, cuyo cenit es la destrucción de Cartago,determinó (e incido en el sentido etimológico estricto de estetérmino) la historia de la cultura occidental de los siglosposteriores, que fue cada vez más “romana”.

El enfrentamiento de dos pueblos a lo largo de más cien años.Eso es lo que se nos cuenta en este libro, sin caer en la anécdotafácil ni enfatizar las hazañas de los grandes generales queprotagonizan estos hechos históricos –lo cual, por lo demás, esmuy tentador–. Goldsworthy tampoco cae en la “trampa épica” altratar el paso de los Alpes del ejército de Aníbal, incluidos loselefantes. Ese episodio es tema central de otros libros1; pero

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Crítica de libros / Reviews

trata del trabajo de John Prevas, Hannibal crosses the Alps, New York & Kent,

Spellmount, 1998.

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Goldsworthy, como digo, huye de la desmesura, y busca no sóloel equilibrio de la intensidad del relato sino también procura laequidistancia al tratar, ya por separado o ya juntos, a cada uno delos bandos enfrentados. El autor se maravilla tanto por el geniomilitar, fascinante y arrebatado, de Aníbal, como por la estrategiade un Escipión Emiliano, que es más de “carrera de fondo”, másreflexivo, aunque igualmente genial en el arte de la guerra; y a lasazón vencedor.

El sigue las fuentes –es el anclaje de su relato– pero eso noquiere decir que las crea a pies juntillas. Las desmenuzadescubriendo las incoherencias internas, de un Polibio porejemplo, contrastándolas con otros autores, como Diodoro oApiano; o bien visitando personalmente los escenarios(identificables hoy día) donde se sitúan las batallas que nos narranlos autores antiguos. Es, pues, un libro que no sólo se ha redactadoen el gabinete de estudio, sino que se ha enriquecido con el análisisrealizado por un historiador experto en táctica militar, que havisualizado, vislumbrado o comprobado los datos conocidos sobreel “lugar de los hechos”.

En sus libros, y especialmente en éste, que tiene un extensoargumento preñado de acontecimientos a lo largo de muchos años,Goldsworthy ha demostrado que no sólo es un excelentehistoriador –muy respetado por la comunidad científica–, sino quees también un magnífico escritor. Tiene ese rara cualidad de la quecarecen muchos historiadores de nuestro tiempo, cual es haceratractiva la historia.

Yo tengo un gran respeto y admiración por los traductores, ytambién, por tanto, por la persona que ha trabajado este libro. Hay

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no obstante algunos errores, o más bien vicios, que pueden pasardesapercibidos al lector en general pero que a mí me molestansobremanera, como es llamar sistemáticamente “españoles” a loshabitantes de la Península Ibérica en la época de las GuerrasPúnicas, sin distinción de etnias, de tribus, o de grupos sociales yculturales. En otro orden de cosas, particularmente en el capítulo14, chirrían un poco esas citas literarias del tipo Apiano, PunicWars 69; Plutarco, Cato the Elder 26-27, donde hay una falta decoherencia entre autor y título de la obra: o se traducen(castellanizándolos) ambos, o no se traduce ninguno; y en todocaso es preferible citar las obras de los autores clásicos con susabreviaturas convencionales en latín o griego, pues está claro queApiano y Plutarco no escribieron en inglés ni en español. Peroestas objeciones no desmerecen en absoluto el buen trabajo detraducción de Ignacio Hierro, que ha llevado muy bien a la lenguaespañola el estilo ágil y didáctico de Goldsworthy.

Es éste un libro bien editado y magníficamente escrito, quepuede uno puede recomendar tranquilamente a sus amigos, a susalumnos, y a aquellos interesados –cada vez son más– en temas detemas de historia política y de milicia. A ninguno de ellos va adefraudar.

Sabino Perea YébenesUniversidad de Murcia

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1 R. A. Alston, Soldier and Society in Roman Egypt: A Social History, London 1995;

B. Isaac, The Limits of Empire: The Roman Army in the East, Oxford 1990; F. Millar,

The Roman Near East, 31 BC-AD 337. Cambridge MA 1993; and C. R. Whittaker,

Frontiers of the Roman Empire: A Social and Economic Study, London 1994.

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POLLARD, Nigel: Soldiers, Cities, and Civilians in Roman Syria.Ann Arbor: University of Michigan Press, 2000. 349 pp. [€ 73,00][ISBN 0-472-11155-8].

Over the past few decades studying the Roman imperial armywithin the larger context of society has resulted in the publicationof several major monographs, beginning with RamsayMacMullen's pioneering work, Soldier and Civilian in the LaterRoman Empire (Cambridge, MA 1963), and continued inter aliawith books by Alston, Isaac, Millar, and Whittaker1. This book byNigel Pollard (hereafter P.), the product of a dissertation from theUniversity of Michigan, clearly stands in this tradition and in factdraws extensively upon this earlier work in attempting to study thenature and degree of social, economic, and cultural interaction andseparatism between soldiers and civilians of the principate and thelater Roman empire in the region defined by the Roman provincesof Syria, Mesopotamia, and Osrhoene.

In the second sentence on the first page of the main text of thebook P. justifies his choice of topic by remarking, "this region wasselected because evidence from the area is unique in its quantityand nature." Indeed, the ensuing introduction (pp.1-32), sevenchapters (pp.35-250), summation of general conclusions (pp.251-4), two appendices on major sites mentioned throughout the text(pp.257-303), and bibliography (pp.305-19) treat the reader to theauthor's mastery of the relevant modern scholarship, ancientliterary evidence, archaeological data, and epigraphic material.

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Nevertheless, a careful reading of the text discloses just howexiguous are the ancient literary and non-literary data of this study.Consequently, although always plausible, P.'s major conclusionsare invariably conjectural, and he quite often resorts to betterdocumented situations (e.g. Roman Egypt or Anatolia) in order toframe and illuminate the investigation of his own chosen area.Thus, the study may be viewed as failing to live up fully to thebook's billing as suggested in the opening lines of the introduction.On the other hand, the book serves as a very convenientcompendium of the widely scattered ancient data wellcontextualized within current modern scholarship, but it does notset forth any major revisionist interpretations.

Following an introduction to the book's subject, the sevenchapters are grouped into three larger parts. Chapters 1-2 form thefirst part and concern the physical relationship between Romanmilitary forces and the towns and cities of the region. Chapter 1covers the period of the principate up to the middle of the thirdcentury A.D., whereas Chapter 2 is devoted to the later Romanempire. In Chapter 1 P. observes that the disposition of Romanmilitary forces in Syria was influenced in part by pre-existingurban patterns established during Seleucid times. The wellexcavated site of Dura-Europos, which served as a Roman fortresscity on the Euphrates during the later principate, receives P.'s closeattention. Soldiers and civilians lived within the same fortifiedsettlement, but the military was organized into its own sector andhad its own physical facilities. In Chapter 2 P. notes thatconditions of the later Roman empire were rather different fromthose of the principate. For one thing, military forces during thelater period were more widely dispersed in smaller units; and foranother, the nearly incessant wars fought between Rome andSassanian Persia produced a shifting frontier with the result that

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the Roman state built new fortress towns or refounded old orabandoned ones as the situation required. Excavation of thefortress town of Dibsi Faraj on the Euphrates, probably to beidentified with Neocaesarea mentioned in ancient literary accounts,well illustrates this general pattern. In contrast, the great city ofAntioch served as an important transit point and rear-echelonlogistical and administrative base for Rome's eastern wars.

Chapters 3-4 comprise the book's second part and treatrespectively formal and informal interaction between soldiers andcivilians. P. notes that physical proximity of the two groups did notnecessarily guarantee close social, economic, and culturalinteraction, because the Roman army was an autonomous, largelyself-contained institution that could keep its members isolatedfrom the surrounding civilian environment. Chapter 3 concernsitself with the questions of the military used as a police force,centurions' involvement in municipal government and their serviceas judges, the military's participation in and later legal prohibitionfrom the collection of taxes, and billeting and other requisitions.Chapter 4 discusses sources of military recruitment, the ethnicityof soldiers, and language and religious practices as culturalinstruments for binding together or separating soldiers andcivilians. On the basis of very scanty evidence P. concludes that bythe middle of the second century soldiers were largely recruitedfrom areas in or near where they were stationed. Thus, the armywas generally representative of the region's major cultural groups.But the situation was somewhat different during the later Romanempire. Sons frequently followed in the footsteps of their fathers'military career, and as a result of Rome's wars with Persia, at leastsome forces of western (including Germanic barbarian) originwere transferred to the eastern frontier. Latin, however, is rarelyattested epigraphically and was apparently confined to official

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military use. Greek would have been the most commonly usedlanguage, but many soldiers and civilians may have been bilingual,speaking Greek along with native Semitic dialects. The evidenceof religious dedications suggests a dichotomy between official andprivate practices among soldiers as well as possible differencesbetween soldiers and civilians. The official Roman militaryreligious calendar, as exemplified by the Feriale Duranum,embodies traditional Roman religion, whereas private dedicationsby soldiers involve a much wider range of divinities, many ofwhom were indigenous to this region of the Roman empire.

The book's third and last part is formed by Chapters 5-7,which concern the Roman army and the regional economy. As inPart 1, a distinction is made between the principate and the laterRoman empire. Chapter 5 covers the principate and discussestaxation, military pay, coinage, agriculture, and trade (includingthe ambiguous evidence of pottery). Chapter 6 treats the sametopics in reference to the later Roman empire and stresses themovement toward payment in kind. Archaeological finds (olivepresses and amphorae) suggest that the growing of olive trees wasexpanded into marginal areas of northern Mesopotamia. Thisexpansion seems to have taken place primarily during the fifthcentury, which was more peaceful than the fourth century. InChapter 7, entitled "The Roman Army, Exploitation, andInvestment," P. discusses the army's possible role in exploiting theregion's timber and stone resources, as well as the construction ofmajor public works such as harbors, defense walls, roads, andbridges. His final balance sheet concludes that the Roman armygenerally consumed and extracted more of the region's resourcesthan it gave back in services and the circulation of military pay inthe economy.

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The book ends with four pages of general conclusionsfollowed by two appendices, which are catalogues of major sitesmentioned throughout the text dating respectively to the principateand later Roman empire. These appendices summarize and analyzeunder a city's or town's name all the ancient literary and non-literary data relevant to this study. In addition, between Chapters2 and 3 there are 19 figures showing the plans of the major sitesdiscussed throughout the book (e.g. Zeugma, Palmyra, Dura-Europos, Dibsi Faraj).

Gary Forsythe

Texas Tech University (USA)

RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, Julio: Historia de las LegionesRomanas. Madrid 2001. SIGNIFER. Monografias y Estudios deAntigüedad Griega y Romana, nº 4. 816 pp. + 19 mapas. [€ 60,00][ISBN: 84-931207-8-2].

La figura del soldado romano, ensalzada y denostada en lamisma medida, es la imagen viva y fiel de lo que fue la grandezade Roma. Su sola presencia nos hace recordar la presencia deRoma Dominatrix que impuso su paz allá donde se asentaban suslegionarios. Una silueta gravada en nuestro imaginario como la deun personaje orgulloso, fiero, firme y, quizás lo más importante,invencible. Por ello no es de extrañar que dentro de los estudiossobre el mundo romano, el tema del ejército, haya atraído a unsinfín de investigadores y de personas interesadas en el tema una

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producción historiográfica inmensa, ya sea directamente hablandodel ejército en sí como tema, las batallas o, más frecuentemente, lavida - en muchos casos con un carácter hagiográfico - de losprincipales generales romanos como César, Pompeyo, Agripa,Vespasiano, etc.

Este trabajo se enmarca dentro de esa misma tendencia perorecobra el espíritu erudito de las obras del s. XIX cuandodesprovistos de todo aparato historiográfico, los estudiosos noinfluenciados por afanes partidista de uno u otro signo, recogían ycompilaban una importante cantidad de información en corporadocumentales. Una tipología de libros desaparecida a lo largo dels. XX cuando la importancia de nuevas corrientes históricasredujeron esta literatura a un recuerdo de tiempos pasados.

Nacida de una tesis doctoral presentada en la Universidad deValladolid, el autor conforma una obra enciclopédica de vastasdimensiones sobre las Historia de las Legiones Romanas comoaquellas realizadas por los grandes maestros de la historiografíasobre el mundo romano. Con todo, no por ello debemosconsiderarla una obra de compilación documental de elementos yaestudiados por anteriores investigadores, sino que es mucho mássimple, ya que hasta el momento no contábamos con una obra deconjunto sobre el tema legionario, tan solo obras parcialesdedicadas a diversos aspectos como son los trabajos, en los últimostiempos, de Sabino Perea o los múltiples artículos del propio autordel libro, o monografías dedicadas en exclusiva a alguna legión,como sucede con el caso de la Legio X Gemina, otra de las tesisdefendidas en la Universidad de Valladolid por A. Jiménez deFurundarena. Así, basándose en este carácter enciclopédicoanteriormente referido, en la obra se identifican todas y cada unade las legiones romanas clasificadas, a título de su ordenación enla monografía, por su número y sus apelativos. Cada una de ellas

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viene identificada desde sus orígenes como cuerpos militares hastasu desaparición como unidades tácticas de combate, explicándoseen cada una de las entradas correspondientes, no sólo las campañasen las que estuvo, sino también las provincias y campamentos enlos que se localizaron, las circunstancias de su origen y el de susapelativos, sus mandos conocidos y su ubicación final en la cual,hacia el s. IV-V desaparecieron sin dejar rastro. Una gran armazóncientífica, que se vincula únicamente a aspectos militares, dejandode lado una restante e ingente cantidad de material de origenmilitar más vinculado a otras temáticas como la religión, elcotidiano, la economía, etc..., que se alejan del interés del autor, elcual evita conscientemente toda referencia a ellas.

Por todo lo anteriormente señalado, metodológicamente es uncuerpo perfecto unificado gracias a las aportaciones de las fuentesclásicas, estudiadas y analizadas por el autor en primera mano, laepigrafía legionaria y el material arqueológico, tanto de los camposde batalla como de los campamentos por los que pasaron cada unade las unidades legionarias o de las construcciones que edificarony en las cuales dejaron su impronta. No podemos pasar por alto lalabor realizada para el período tardo antiguo –que se correspondecon el segundo volumen– período confuso y difícil para losinvestigadores de analizar, pero incluso y pese a esta evidentedificultad, se mantiene la misma propuesta metodológica dedistribución de los diversos temas que en la parte/volumendedicado a la época altoimperial.

Abarca este segundo volumen desde las reformas militares dels. III hasta su disolución como unidad de combate en época deJustiniano ya en el s. VI. Se trata de una época conflictiva yoscura, documentalmente hablando, en la que la estrellalegionariacomienza a debilitarse y en la cual las referencias se hacen cadavez más imprecisas y fragmentadas tanto a nivel de las fuentes

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como por la arqueología hasta su completa desaparición.Desaparición que fechamos tradicionalmente, siguiendo las obras,entre otros, de C. Diehl en época de Justiniano (527-565), aunquequizás debamos poner en entredicho tal afirmación pues mediosiglo después en época del emperador Mauricio, en el año 582, aúnaparecen menciones a un contingente militar denominadoQuartopathoi en Beroea, provincia de Syria II, que recuerdan sinlugar a dudas a la Legión IIII Parthica reclutada por Dioclecianopara defender la frontera de Mesopotamia (pp. 483-4).

La monografía se complementa con un buen número deapéndices (las legiones en época de Diocleciano, las guarnicioneslegionarias a lo largo de la historia romana, legiones y campañas,comandantes legionarios, una cronología desde la época de Mariohasta el emperador bizantino Mauricio, 100 a.C/600 d.C., lostérminos geográficos mencionados con su localización -segura oprobable -, apelativos y emblemas legionarios) además delconsabido y siempre necesario aparato cartográfico que intentanlocalizar gráficamente todas las legiones en las principales zonasde ubicación. En cuanto a la bibliografía, la exhaustiva labor dedocumentación referida (pp. 601-686), que el propio autor nosrecuerda de 2457 títulos, nos introduce en una selección muyimportante de bibliografía militar originaria de diversos paíseseuropeos destacando, en particular, aquella de origen alemán quepor la dificultad del idioma tan desconocida es para nosotros. Así,títulos básicos como los de Cagnat y de otros múltiples autores dels. XIX, se conjugan con otras de jóvenes autores contemporáneosdemostrando indudablemente la vigencia e interés de la temáticamilitar. Mención aparte merece el estudio de las fuentes clásicas,de las cuales el autor se muestra profundo conocedor pues lasreferencias al ejército son múltiples, aunque en casos escasa, enalgunas de ellas. De entre todas, merece la pena resaltar aquellas

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1 El índice resumido: Close Array and Pointed Spears: The Ways of the Greek Phalanx

– First Blood on the Plain of Marathon – Greeks, Persians, and the Symbols of War –

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de época tardía tanto las cristianas como las bizantinas, puessiendo en su mayor parte –las cristianas– de carácter apologético,la preocupación por los detalles históricos quedan supeditados alcarácter religioso que las impregna, siendo por ello, escasos ydudosos.

En conclusión, creemos firmemente que es una obra brillanteen su contenido y en su manufactura. Una de esas obras deconsulta indispensable para todos aquellos que se quieran acercar

al mundo romano e general, ya su ejército en particular.

José Ignacio de la Torre

SANTOSUOSSO, Antonio: Storming the Heavens. Soldiers,Emperors, and Civilians in the Roman Empire. Boulder, Colorado2001. Westview Press. 265 págs. Ilustraciones. [$26]. [ISBN: 0-8133-3523-X].

Tal como afirma en las palabras de introducción AntonioSantosuosso, profesor de historia en la Universidad WesternOntario, este libro es continuación de otro suyo titulado Soldiers,Citizens, and the Symbols of War, from Classical Greece toRepublican Rome, 500-167 B.C., publicado por la misma editorialen 1997. Allí se trataba del mundo griego y helenístico1, y aquí los

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Rich, Poor, and the Wages of War at the End of the Classical Period – Footmen,

Horsemen, and the Symbols of Military Might – A Phalanx with Joints: The Romans and

the Heirs of Alexander1 R. Mac Mullen, Soldier and Civilian in the Later Roman Empire, Cambridge 1963.

En el mismo sentido quiero recordar, aplicado a la provincia de Egipto, el valioso y

reciente libro* de R. Alston, Soldier and Society in Roman Egypt, London, Routledge,

1995.

* Incomprensiblemente tampoco citado por Santosuosso.

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últimos siglos de la República romana y del Imperio. Ambos secomplementan, formando de hecho una unidad de continuidadrelativa al mundo clásico antiguo.

Este nuevo libro abarca, pues, un gran espacio temporal yespacial, desde la guerra de los socii hasta la caída de la Urbs en476, y tiene como escenario todo el Mediterráneo conquistado porRoma. Esa amplitud tratada en un libro de poco más de doscientaspáginas de texto explicativo hace que el contenido a veces semuestre muy difuso. No es una historia lineal ni fáctica, sino unamezcla de historia antigua general, de historia militar y desociología, muy del estilo de las obras de Ramsay Mac Mullen,autor éste quien, por cierto, tiene una obra clave para entender elmundo del soldado como profesional y como ciudadano1. Encuanto al tema y al sentido del discurso histórico, la presente obrade Santosuosso está inspirada en la de Mac Mullen. En todo caso,conviene decirlo, es un magnífico referente, a cuya alturacontrastada de buen historiador Santosuosso no llega.

En este libro los protagonistas son los soldados, en general, elser soldado como estilo de vida y como oficio. No interesa paranada al autor la vida cotidiana, los mandos o la táctica de guerra,sino el estatuto social de aquellos que se suman al servicio de

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armas en pro de la grandeza de Roma, sea quien sea quiengobierne el timón de la política civil y militar.

Resulta curioso el título del libro, Storming the Heavens, queparece más apropiado a un libro de literatura que a uno de historia.La frase, que puede traducirse libremente pero dándole el sentidoque yo creo que posee como “nubarrones en el cielo”, es unametáfora que el autor utiliza para plantear –y lo hace ya en laintroducción– el concepto de “crisis”, que a mí particularmentetanto me disgusta emplear (y leer) en la explicación y razón de losprocesos históricos. Santosuosso insiste en ese concepto de crisiso amenaza de crisis que gravita sobre las estructuras del Estadoromano, en particular en los aspectos militares. Se arrancadiciendo que en los últimos años del siglo II el mundo enteroquedó asombrado por la superioridad militar de los romanos, peroque Roma –por decir Italia– no estaba exenta de problemasinternos que en cierta medida oscurecían el brillo de los generales.Se luchó victoriosamente en Oriente, pero ... ahí estaban lasrevueltas sociales de los campesinos (que derivaron luego en lallamada guerra de los aliados), ahí estaba la revuelta de losesclavos, dirigidos por Espartaco. En el discurso de Santosuossosiempre hay un “pero” que tiñe “de negros nubarrones los cielos”de los territorios gobernados por Roma. El autor se empeña encontrastar luces y sombras para ofrecernos, como él mismo dice,“una dramática historia vista desde una gran variedad de ángulos”.Lo que sucede es que esos ángulos a veces están tan alejados unosde otros (en el tiempo, en el espacio, en el concepto) que es fácilalejarse del sendero por el que nos lleva el autor en su discurso, ya menudo se pierde la perspectiva histórica.

A partir de acontecimientos históricos como la guerra de losaliados el autor argumenta, extrapolando en exceso a otras épocas,que las tropas llegaron a ser un enemigo interno, debido a las

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acciones de rapiña, y porque mataban a otros ciudadanos romanos,no en defensa de la República sino por fidelidad a un jefe. Esobvio que eso sucede en todas las guerras civiles, en la épocarepublicana hubo varias donde, en efecto, unas legiones luchabancontra otras. Lo mismo puede decirse de las “crisis” de 68-69, de193-197, y de las múltiples guerras del periodo de anarquía delsiglo III, donde como se ha dicho tópicamente, y en ello insisteSantosuosso, eran los soldados (la fuerza de las armas, en realidad)quienes tenían la capacidad efectiva de derrocar emperadores o deelevar a otros a la púrpura. Esta circunstancia es paradójicamentepresentada como una especie de igualdad de oportunidades queevita el monopolio de las clases dirigentes y la manipulación de lasclases bajas que tenían acceso, por las armas, “a acariciar losvalores del Estado”, lo cual es una visión muy particular delasunto, como singular es la opinión del autor, que pretende conello romper tópicos, cuando habla de la “deshumanización” o“subyugación” por parte del Estado romano y del ejército romanoen particular hacia los pueblos bárbaros. Hay que recordar en estesentido que, en la guerra, contra los enemigos, ningún pueblo hade posser necesariamente el don de la piedad y de la misericordia;y que la discriminación hacia los extranjeros, sencillamente esincierta cuando hablamos del ejército romano, pues el mismo sumóa sus filas, desde primeros tiempos del Imperio, a gentes de lasprovincias periféricas cuyas habilidades en la guerra habían sidocontrastadas por la experiencia que los revalidaba como aptos paradefender al emperador: el haber sido antes sus enemigos, y ahoraganárselos para el Imperio. Si echamos la vista atrás, a las GuerrasPúnicas, donde sirvieron mercenarios hispanos al servicio deRoma, lo que sucede con la incorporación de aliados como tropasauxiliares es su regularización –asentando normas dereclutamiento y estableciendo beneficios a su licencia, como laciudadanía–, que sólo puede entenderse en la profesionalización

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1 Sobre este tema remito a varias obras fundamentales, no consultadas (o al menos no

aparece en su bibliografía) por Santosuosso. Me refiero a los libros de: Martin J. C.

Miller, The Professionalization of the Roman Army, Chicago 1984 (UMI Dissertarion).

Jacqueline Vendrand-Voyer, Normes civiques et métier militaire à Rome sous le

Principat, Clermont Ferrand II (Université), 1983. J.M. Roldán Hervás: El ejército de

la República romana, Madrid, Arco Libros. Cuadernos de Historia, 1996.

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del ejército y de todas sus estructuras. Los germanos, hispanos,britones o africanos fueron integrados en el ejército romano connaturalidad, y no fueron tratados con prejuicios étnicos, salvo elacogimiento a una normativa jurídica que era común para todos losque no poseían por su nacimiento el estatuto de civis romanus. Laprofesionalización del ejército1 en los últimos siglos de laRepública supuso cierto abandono por parte del ejército (de lossoldados y de sus mandos) de su papel de depositarios de las clasessuperiores y de los ricos propietarios; pero, tras las guerras dePompeyo y César, cayeron tantas estructuras de tipo militar (ysocial, consecuentemente) que hubo de procederse a una reformade las instituciones militares, lo que realizó, una vez más, el geniopolítico de Augusto.

Para el autor “crisis” o “tormenta” es todo conflicto políticoo social, ya sea interno o externo. Y esto es lo que nos exponeSantosuosso en una serie de “temas”, curiosamente titulados, quetratan de ser enlazados unos con otros mediante un endeble hilocronológico. Los títulos de los capítulos son: 1.- All-Rich andPoor, Well-born and Commoners – Must defend the State. 2.-Armies of Pillagers. 3.- Julius Caesar: Thoughts and Actions aCommander. 4.- Of Gods, Military Leaders, and Politicians. 5.-“My Soldier, My Army, My Fleet”. 6.- How to Manage andEmpire: Strengths and Pitfalls. 7.- Enemies od the Border,Violence at Home: Soldiers as the Makers of Emperors. 8. RomeIs No More: The End of the Empire.

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En ocho flashes se recorren seis siglos, picoteando de aquí yallá noticias de tipo militar que van desde la alta política de estadohasta la descripción de una lanza. Se arriesga mucho el autor altratar en el mismo tono –darle la misma relevancia histórica– todotipo de conflicto, ya se refiera a la lucha entre los órdenes socialesromanos o a las amenazas exteriores de los pueblos bárbaros.

La epigrafía está totalmente ausente. Fundamenta sus hipótesisen los autores (historiadores) antiguos y la bibliografía reciente. Entodos los casos lo hace para aceptar lo que dicen unos y otros (vernotas al final de cada capítulo, que son referenciales y nunca sediscuten en ellas las opiniones vertidas por las fuentes o losinvestigadores), o para darnos un relato misceláneo yfrecuentemente tópico, por ejemplo sobre la figura de César comomilitar y hombre de Estado, y destacar, así en general, el papel delemperador –no un emperador determinado– como jefe supremo delejército, tomando como modelo (en los capítulos 5 y 6) la figura deAugusto.

La bibliografía manejada no es, por así decirlo, la mejorposible, aunque es pertinente. Del mismo modo, mucho más sepodría haber hecho en la confección de mapas, demasiado simplesy tópicos, o de los cuadros que eventualmente ilustran losmovimientos de las tropas, que están demasiado vacíos y para migusto incompletos. El autor aporta también una cronología esencialque abarca el largo periodo estudiado en el libro, desde el 218(comienzo de la Segunda Guerra Púnica), hasta la llegada a Italiade Odoacro y la deposición de Rómulo Augústulo; y una listasecuencial de emperadores. Añade un vocabulario donde sedefinen términos tan comunes y bien conocidos como “cónsul” o“legión”. Todo este material anejo nos da en cierta medida unaidea del público al que va dirigido, principalmente estudiantes. Dehecho el autor reconoce que el libro fue discutido con sus colegas,

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y también con sus alumnos. Eso no es ningún demérito Sinembargo, a mi juicio, en este libro sobran los apéndices, o mejorestos apéndices tan básicos, que rebajan la calidad científica dellibro.

La obra no será una referencia ineludible en los estudios sobreejército romano, pero es un libro de lectura agradable, a vecesnovedosa y sorprendente por sus puntos de vista. Su mayor méritoes invitarnos al debate. Ha dicho una crítica norteamericana, y asíreza en la contraportada, que éste es un libro “que se lee bien yaporta información” (accesible and informative), lo cual está muybien, pero al menos para mí no es suficiente.

Sabino Perea Yébenes

Universidad de Murcia

STEPHENSON, I. P.: Roman Infantry Equipment. The LaterEmpire. Stroud 1999 (& 2001). Tempus Publishing. 128 pp., 59fig., 22 láminas en color [i 27,75]. [ISBN: 0-7524-1908-0].

El ejército del siglo III del Imperio romano, conocido en suparte central como el de la “anarquía militar”, sufrió los cambiosen su organización –y también en su equipamiento–, pues hubo deadaptarse, y a veces demasiado deprisa, a las nuevas condicionesde guerra contra los enemigos bárbaros que, desde muchos frentesy repetidamente a lo largo de varias décadas, no cesaron de atacarlas fronteras del Imperio. En la nueva estrategia y táctica que elejército romano iba a desarrollar a partir del siglo III, la caballería

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iba convirtiéndose en pieza fundamental, pero la infantería –en lacual el ejército había asentado secularmente toda la eficacia de supotencial ofensivo– siguió siendo pieza fundamental, si bien debióir adaptando su equipo a los nuevos tiempos. Este libro se ocupade un período poco estudiado desde el punto de vista de laestrategia y de la organización interna del ejército: el que va desdela muerte de Cómodo hasta la llegada al trono de Diocleciano.También en aspectos de equipamiento militar el siglo III es unperíodo de transición, que llevaría con el tiempo, en el caso delarmamento de los soldados de a pie, a pertrecharse de un equipomilitar bien diferente de los pedites que servían en las cohorteslegionarias de los primeros años del Imperio. El autor había escritoya varios artículos –en la misma línea de este libro– sobre objetoso particularidades del equipo del soldado, lo que le da autoridad enel tema. En cierto modo este trabajo es resumen y colofón de suproducción historiográfica hasta el momento.

Un mérito grande del libro es la explicación de cómo el equipoy la forma de luchar del legionario se van adaptando cada vez mása los de un auxiliar, y cómo, de hecho, la importancia cuantitativade los auxilia crece hasta el punto de que no son sólo un refuerzode las legiones, sino que podría llegar a hablarse de un sistema“dual”. Cada vez se confunden más los conceptos –por mor de susequipos– de “soldado ligero” y “soldado pesado”, lo cual, por otraparte, parece preanunciado ya en la Columna Trajana. El ejércitoen pie de guerra, o cada parte del ejército en particular, debíarecibir entrenamiento no de tipo general, sino adecuado alterritorio y al enemigo, adaptando parcialmente su equipo y sutécnica en razón del equipo y del armamento del enemigo al quedebía aniquilar. En este sentido, estamos ante un ejército inprogress, en el sentido de continua adaptación pragmática, aunquepara algunos estudiosos esos cambios pueden ser entendidos como

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una devaluación o corrupción del sistema militar como una unidadinmutable (en su composición y sistema) en todo lugar y en todotiempo.

Esos cambios quedan bien reflejados en este libro de IanStephenson, que ha recogido y explicado sistemáticamente elequipo de protección y defensa corporal del soldado de infantería,es decir, los cascos, las corazas y los protectores de brazos ypiernas, así como el equipamiento defensivo –las armas– tantopara el combate cuerpo a cuerpo (espada, puñal, y lanza) como lasarrojadizas (jabalina, pilum, arco y honda). En la descripción delretrato-robot del soldado romano de este tiempo no podía faltar lavestimenta: túnica, calzones, calzado, correajes, hebillas, etc.). Lasnumerosas ilustraciones que acompañan al libro, en blanco ynegro, o a todo color (13 láminas), contribuyen a la reconstrucciónfiel del equipamiento militar y de las posibilidades de defensa y deataque del soldado. Estas láminas en color no son, como en otroscasos, escenas de situación de combate, sino una especie demaniquíes antiguos que "posan" para mostrar el uniforme y elarmamento propio. Los dibujos de línea se copian sobre todo delos trabajos de referencia estándares, aunque hay también algunasilustraciones originales, y en todos los casos están perfectamentetraídos. Aunque el libro adolece de cierta falta de referenciasbibliográfica y de fuentes (que por lo demás son bastantes escasaspara este periodo), su mérito consiste en su capacidad descriptiva,reforzada por el aparato gráfico.

Por tanto, el lector de este libro puede perfectamenteimaginarse al soldado en el centro de la batalla o frente al enemigo,con su equipo en regla, pesando si está afilado el extremo de sulanza o el filo de su espada, o bien cuántas jabalinas será capaz delanzar mientras va en carrera al encuentro del bárbaro. Y pensaráque en la lucha cuerpo a cuerpo, el cuello, la cabeza y los brazos

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del enemigo son los puntos débiles que habrá de buscar el corte desu espada. Así, de forma tan práctica, es como se nos retrata elsoldado romano, como una pieza “en acción” de una granmaquinaria de guerra, pero que es capaz de pensar por sí mismo,eligiendo las armas que ha de usar en cada momento, dependiendode las necesidades inmediatas del combate. Aquí, más que laestrategia de la legión o de la tropa auxiliar, lo que interesa al autores mostrarnos la técnica de combate individual. El soldado, noobstante, se encuadra en una unidad militar peditata, la falange,particular formación de guerra en el ejército romano, como hanestudiado entre otros E.L. Wheeler, “The legion as a phalanx”,Chiron 9, 1979, 303- 318. Sobre este tema es poca la informaciónliteraria (Cf. Herod. 4,9,4; Cass. Dio 77-78; SHA Vita Alexandri50.5) y prácticamente nula la evidencia epigráfica. Una excepciónsignificativa es un phalangiarius discens mencionado en unainscripción de Apamea de Siria.

Es, pues, la arqueología y el estudio del equipamiento lo que,sumado a las fuentes, ha de dar respuesta a las cuestiones quesuscita la práctica de esta táctica en el siglo III. Por ejemplo, loshistoriadores que aluden a la misma hablan de la participación deseis legiones, pero cabe pensar que la vieja táctica persistió, dadoel uso continuado del pilum arrojadizo y de sus variantes durantetodo el siglo III. Cabe pensar que la táctica de la falange nosustituyó enteramente al antiguo sistema de lucha de la infanteríaromana, sino sólo en parte, y que tales cambios, como indicaStephenson, no han de considerarse “decadentes” sino “adap-tativos”.

El libro viene a sumarse a un grupo de trabajos anteriores

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1Sobre este tema puede consultarse además (por orden de fecha de publicación): G.T.

Dennis, Maurice's Strategikon. handbook of Byzantine military strategy, Philadelphia

1984. W. van Rengen / J.C. Balty, Apamea in Syrie: winterkwartieren van Legio II

Parthica, Bruxelles 1992. M.C. Bishop / J.C. Couston Roman military equipment,

London 1993. M. Feugère, Les armes des Romains, Paris 1993. M.C. Bishop / J.C.

Coulston, Roman military equipment, Princes Risborough 1989. M.J. Nicasie, The

twilight of empire. The Roman army from the reign of Diocletian until the battle of

Adrianople, Amsterdam 1998. A.R. Menéndez Arguín, Las legiones del s. III d.C. en el

campo de batalla, Écija 2000.

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sobre este tema que estaban ya disponibles para el especialista1,si bien su estilo de redacción y su acompañamiento gráfico lohacen más accesible, y, sobre todo, aproximan al soldado, pie entierra, al lector de hoy que parece sentirse a su lado en el fragor deuna encarnizada batalla a campo abierto. A pesar de algunoserrores –de tipografía y conceptuales, en todo caso discutibles, depoca importancia, por ejemplo las ideas expuestas en el capítulofinal sobre el uso de los caballos, sin diferenciar los animalessusceptibles de entrar en combate o los que transportan laimpedimenta–, los incondicionales de los estudios sobre el ejércitoromano, y en particular aquellos que prestan más atención alarmamento, verán satisfechas sus expectativas.

Sabino Perea Yébenes

Universidad de Murcia