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I FUNDAMENTOS TEORICO-CIENTIFICOS DE LAS TEORIAS POLITICAS En la ciencia poHtica contemporanea existen tres puntos de par- tida metateoricos que se mantienen en mutua rivalidad: 1. Teorfas normativas. 2. Teorfas empfrico-anaHticas. 3. Teorfas crftico-diaIecticas. Cada una de las tres variantes parte de diferentes conceptos basi- cos y de distintas definiciones de 10 poHtico como concepto central de la ciencia poHtica. 1. TEORfAS NORMATIVAS A. COBBAN: Der Verfall der politischen Theorie. Der Monat, junio 1954, pags. 227-237. H. ARENDT: Vita activa oder vom tatigen Leben. Munich, 1960. E. BARKER: Principles of Social and Political Theory. Oxford, 1951, 1961. M. COWLING: The Nature and Limits of Political Science. Cambridge, Mass., 1963. W. HENNIS: Politik als praktische Philosophie. Eine Studie zur Rekonstruktion der politis- chen Wissenschaft, Neuwied/BerHn, 1963. J. DABIN: Der Staat oder Untersuchungen fiber das Politische. Neuwied/BerHn, 1964. E. VOE-

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I

FUNDAMENTOS TEORICO-CIENTIFICOS DE LAS TEORIAS POLITICAS

En la ciencia poHtica contemporanea existen tres puntos de par-tida metateoricos que se mantienen en mutua rivalidad:

1. Teorfas normativas. 2. Teorfas empfrico-anaHticas. 3. Teorfas crftico-diaIecticas.

Cada una de las tres variantes parte de diferentes conceptos basi­cos y de distintas definiciones de 10 poHtico como concepto central de la ciencia poHtica.

1. TEORfAS NORMATIVAS

A. COBBAN: Der Verfall der politischen Theorie. Der Monat, junio 1954, pags. 227-237. H. ARENDT: Vita act iva oder vom tatigen Leben. Munich, 1960. E. BARKER: Principles of Social and Political Theory. Oxford, 1951, 1961. M. COWLING: The Nature and Limits of Political Science. Cambridge, Mass., 1963. W. HENNIS: Politik als praktische Philosophie. Eine Studie zur Rekonstruktion der politis­chen Wissenschaft, Neuwied/BerHn, 1963. J. DABIN: Der Staat oder Untersuchungen fiber das Politische. Neuwied/BerHn, 1964. E. VOE-

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GELIN: Die neue Wissenschaft der Politik. Eine Einfuhrung. Munich, 2 1965. B. CRICK: Eine Lanze fur die Politik. Munich, 1966. A. BERGSTRAESSER: Politik in Wissenschaft unr!. Bildung. Schriften und Reden. Freiburgo, 2 1966. M. OAKESHOTT: Rationalismus in der Politik. Neuwied, 1966. D. OBERNDORFER (Ed.) : 1..Vissenschaftliche Politik. Eine Einfuhrung in Grundfragen ihrer Tradition und Theorie . Freiburgo, 1961, 21966. B. DE JOUVENEL: Die Kunst der Vorauss­chau. Neuwied/BerHn, 1967. D. G ERMINO: BeY·Jnd Ideology. The Revival of Political Theory. Nueva York, 1967. V. VAN DYKE: Poli­tical Science. A Philosophical Analysis. Stanford, 1960, 1967. W. HENNIS: Politik als praktische Wissenscha;t. Munich, 1968.

L. STRAUSS: What ist Political Philosophy. Journal of Politics, 1957, paginas 343-368. Reproducido en: J ames A. GouH-Vincent Thursby (Eds.): Contemporary Political Thought, Nueva York, 1969, pags. 46-69. H. MAIER: Politische Wissenschaft in Deutschland. Munich, 1969. H. J. SPIRO: Politics as the Master Science: From Plato to Mao. Nueva York/Londres, 1970.

a) Teorias politicas clasicas.

Contra 10 que ocurre entre las teorfas normativas y las empfrico­anaHticas neopositivistas , perdura eI antiguo confIkto entre la poH­tica aristotelica como fiIosoffa practica y las teorfas racionalistas y empfricas de la Edad Moderna, desde MAQUIA VEW, BACON Y HOB­BES, que se orientaron preferentemente por un concepto tecnico­racional de 10 poHtico. La ciencia poHtica cIasica desde ARIST6TELES se comprendia como doctrina de la vida buena y justa y como pro­longaci6n de la etica. PLAT6N trata de la poHtica y la etica en el mismo libro; ARIST6TELES separa ambas, pero su conexi6n siguio siendo igual de estrecha: la etica se ocupa mas de la dimension estatica, y la poHtica de la dimension dinamica del mismo objeto (E. BARKER). La poHtica, de una parte, fue considernda como «cien­cia reina», como la mas sublime de las ciencias pdcticas; de otra parte, no podia exigir ser reconocida como ciencia rigurosa frente a la episteme. AI contrario que en las ciencias 0 artes poIfticas, en

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TEORIA POLITICA CONTEMPORANEA 43

las ciencias teoreticas (Matem~iticas, Ciencias Naturales, Teolog!a) se aspira a un saber ciendfico en s! mismo. El ambito de la pr~ktica, en cambio, es un ambito de eleccion consciente. En el ambito de la ciencia rigurosa (episteme) domina el imperativo. En el ambito de la accion, de la poHtica, por el contrario, no esta determinado (HEN­NIS, 1963, pags. 73 y s.). Lo bueno y 10 justo para esta doctrina no se distingue segun la necesidad logica. El ambito de la filosoHa practica depende de la phronesis, la prudente comprension de la situacion. La phronesis continuo mas tarde en las concepciones como prudentia (CICER6N) y prudence (E. BURKE) (1).

El antiguo concepto de la poHtica apuntaba no solo a la conser­vacion de la existencia, sino a asegurar una vida humana buena · en libertad y virtud. Esta tendencia tuvo tambien la poHtica en la Edad Media en la combinacion del pensamiento aristotelico y el cristiano. Santo TOMAS DE AQUINO (2) 10 expresa as!: «As! la vida, tras la virtud es la causa final de la comunidad humana. Prueba de ello es que unicamente son miembros de una sociedad unida en comu­nidad aquellos que redprocamente aportan su colaboracion mutua a la comunidad. Pues si los hombres se unieran por la simple razon de querer vivir, tambien sedan los animales y los esclavos parte de la comunidad poHtica.»

La reduccion del modelo de sistema de fines (expresado en la concepcion de la moderna teoda del sistema) a modelo de sistema de supervivencia, no se impuso en la teoda poHtica hasta la epoca de las guerras civiles de la Edad Moderna, cuando se contentaban con la simple seguridad de la existencia y se inicia la separacion entre la etica y la poHtica. La antigua literatura moral y pedagogic a de los espejos de pdncipes, cedio por primera vez con N. MAQUIAVELO ante .la teoda de las posibilidades tecnicas de mantener una comuni­dad poHtica, culminando en la teoda de la razon de Estado, que influida poderosamente en el pedodo absolutista. En T. MORO, a las

(1) J. HABERMAS: Theorie und Praxis. Neuwied/Berlin, 21967, pag. 14. (2) ToMAs DE AQUINO: Ausgewahlte Schriften zur Staats- und Wirschafts­

lehre. Ed. F. Schreyvogel, Jena, 1923, pag. 83.

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reflexiones sobre la teorfa del podet y de la poHtica se aiiade por priinera vez una teorfa sobre las posibilidades de asegurar social y economicamente la existencia humana. Con ello se inician los esfuerzos hacia un metodo cientffico unitario tanto para las ciencias naturales como para las sociales. BAco~ dio a una pregunta supuesta en el «Novum Organon» (I, 127) esta respuesta: «Tambien podrfa alguien preguntar: ~Habremos de pr~tender cultivar tan solo la ciencia natural con este nuestro metodo, 0 tambien otras ciencias como la logica, la moral, la poHtica? A 10 que se responde que nosotros queremos conocer to do 10 dicho hasta ahora, comprendien­dolo en toda su universalidad.»

Tambien el campo de la filosofia practica se constituirfa asi como ciencia en sentido estricto (tal como desde ARISTOTELES regia para la poHtica), intentandose desarrollarla en los comienzos de la Ilus­tracion more geometrico en forma anaIoga a las ciencias naturales. Teoricos poHticos de pensamiento fuertemente historicista, desde MAQUIAVELO, BODINO hasta MONTESQUIEU, desconfiaban, no obstan­te, del metodo geometrico, llegando a teorfas mixtas genesico-morfo­logicas, en las que el desarrollo historico a pesar de haberse elaborado un modelo abstracto, era tenido en cuenta mas fuertemente. En Ale­mania, la teorfa poHtica se emancipa primero en la ciencia policial (diferenciada en el siglo XIX como Economia poHtica, Teorfa de la Administracion y Derecho administrativo) con menor intensidad que las teorfas de Europa, de la vinculacion aristotelica de la etica con la poHtica, con profundos proyectos compilativos en favor de una poH­tica social, en la teoria de la «buena polida» (H. MAIER, 1966). Con la creciente autonomia de un -sistema poHtico diferenciado en la epoca del absolutismo, se separo tambien la ciencia de la sociedad y la poHtica, proceso que tuvo su punto culminante en la deposicion conceptualmente hablando de la civil society y government en Gran Bretaiia y en la confrontacion de Estado y Sociedad en el continente, con 10 cual se anulaba la antigua unidad del concepto de la civitas sive societas civilis. En las distintas disciplinas de la ciencia del Estado (Teorfa del Estado, Teoda de la Administracion, Economfa

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TEORIA POLITICA CONTEMPORANEA 4S

politica) continuaron existiendo, no obstante, en el siglo XIX (a pesar del positivismo surgido) los enfoques teoricos, como ciencias pres­criptivo-normativas.

b) Teorfas normativas actuales.

Las exposiciones anglosajonas de teoda politica parten plena­mente, por regIa general, del mainstream positivista y no discuten ni los enfoques teoricos normativistas ni los diaIectico-criticos minu­ciosamente, ya que, segun la vision · predominante de la teoda poH­tica, solo suponen pequefias «sectas» marginales. Contrastando con el pedodo de posguerra, en el · que sobre todo la escuela de Arnold . BERGSTRAES SER fomentaba la ciencia politica como ciencia de reedu­cacion con la proteccion de los aliados y mas tarde de politicos com­petentes, hoy no tienen las teodas normativas apenas influencia en la discusion ciendfica. No obstante, es necesario estudiarlas porque juegan un papel dominante en la comprension politica, especialmente de los politicos alemanes hasta 1969, como supervivencia cultural, aunque ninguno de elios haya sufrido una influencia directa, 10 que se puede ver claramente en los escritos y discursos de muchos poli­ticos, comprometidos con el notmativismo ya pot el titulo de sus libtos (3).

Las teorfas crftico-dialecticas invocan de buen gtado su caractet antifascista y ptopenden a teptochat a los notmativistas su orienta­cion facistoide. En efecto, podemos enconttat en algunos notmati­vistas, como ocutte con el «Estado autoritatio» (1936) de VOEGELIN,

obras condicionadas pot su tiempo con un contenido facistoide. Los notmativistas en conjunto, no obstante, estan no menos imbuidos

(3) Ella se puede comprobar desde GERHARD SCHaDER, Wir bt'auchen eine heile Welt (Dusseldorf/Viena, 1963), hasta RAINER BARZEL, Gesichtspunkte eines Deutschen (Dusseldorf, 1968), 0 KAI-UWE V. HASSEL, Verantwortung fur die Freiheit (Boppard, 1965). Mas fuertemente se destaca en los escritos

de EUGEN GERSTijNMAIER, Reden und Aufsatze. Stuttgart, 1956 (vol. I), 1962 (vol. II). Vease tambien K. V. BEYME, Die politische Elite in der BRD. Munich,

1971, pags. 167 y sigs.

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por la vivencia del fascismo que puedan estarlo los diaIecticos y neo­positivistas. Como defensores de aquellas orientaciones tuvieron que exiliarse Hanna ARENDT, Arnold BERGSTRAESSER, Eric VOEGELIN o Leo STRAUSS, y en parte formularon sus teorias con conocirniento consciente de que el racionalismo positivista, debido a su falta de atencion al debet ser, dejo que los uncieran, por 10 comlin sin resis­tencia, al carro de las ideologlas irracionales.

En las disciplinas afines que incluyen a la poHtica (particular-r

mente en la filosoHa y la jurisprudencia) predominan los conceptos poHticos normativos y no tan solo en aquellos pensadores que se sien­ten vinculados a la doctrina social cristiana. Existen igualmente enfo­ques normativos similares tambien en otras ciencias sociales, y en ocasiones se dan vfnculos directos entre estos y la teo ria poHtica, como ocurre, por ejemplo, entre el modelo de platonismo normativo de EUCKEN y la teoda poHtica de Manfred HATTICH (4). Se encuen­tran teorfas normativas de la polftica en todos los palses de impor­tancia, incluso en Gran Bretafia, pals al que se ha considerado menos susceptible de normativismo por razon de su tradicional prag­matismo. En Norteamerica, los teoricos normativistas mas conocidos proceden de las filas de los emigrantes, comb Hanna ARENDT, Leo STRAUSS, Eric VOEGELlN, Herbert SPIRO, 0 los que han conservado un background fuertemente europeo, como Dante GERMINO. Los fun­damentos filosoficos de las teodas normativas no se pueden esta­blecer de un modo uniforme: Desde el tomismo hasta el conserva­durismo esceptico en la tradicion de HUME de Michael OAKESHOTT en Inglaterra, han influido muchas teorlas. Algo nuevo tras la II Gue­rra Mundial es el hecho de que la mayorfa de las teorias normativas mas importantes ya no se ofrecen con un fundamento religioso.

Todos los enfoques normativos tienen una serie de caracteres comunes dpicos:

1) Casi todas las teorias normativas de la poHtica, tambien lla-

(4) Vd. M. HATTICH: Ein/ubrung in die Politikwissenscha/t. Maguncia, 1967 (vol. I), 1969 (vol. II) , 1971 (vol. III).

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TEO RIA POLITICA CON'rEMPORANEA 47

madas teorias esenciales (K. POPPER) u ontol6gico-normativas (W. D. NARR), han intent ado restaurar la clltsica teorza aristotelica de la polftica bajo la impresi6n del relativismo en los valores, de la quiebra de las antiguas democracias y de la aparici6n de las dictadu­ras totalitarias en el siglo xx. Leo STRAUSS ensalza la teoda poHtica chlsica en What is Political Philosopky (en: GOULD-THURSBY, 1969, pagina 58) como medio de liberaci6n «contra el rigor de los juristas, la brutalidad del tecnico, la vaguedad del visionario y la vulgaridad de los oportunistas». Las cabezas de la filosoffa poHtica normadva (1. STRAUS, E. VOEGELIN, A. COBBAN, H. MAIER y otros) tienen en comun por ello un fuerte .interes en la historia de las ideas poH­ticas, que particularmente en los comienzos de la institucionalizaci6n de la especialidad ciencia poHtica amenaz6 con predominat en la literatura. A. SCHWAN (en OBERNDOFER, 1961, pag. 254), por ejemplo, pedfa «volver siempre a las normas consagradas por el modo de comprensi6n religiosa y filos6fica, en las que como norma ultima se han orientado el pensamiento y la actuaci6n poHtica». A veces se asocia este approach con un fuerte escepticismo frente a la acumu­laci6n de conocimientos pormenorizados, como hizo el positivismo irreflexivo; asf, en HENNIS (1963, pag. 25): «Montesquieu, Burke y Rousseau aun se sentfan, por decido asf, en el mismo plano con todas las aportaciones del pasado» y no persegufan tampoco ninguna posici6n investigadora final imaginaria. En el ambito de la investi­gaci6n sobre teodas polfticas preteritas, este enfoque polemiza fuerte­mente contra las interpretaciones excesivamente hist6ricas de las teodas poHticas (como, quiza, en J. BERLIN frente a la interpretaci6n de HOBBES y LOCKE por MAc PHERSON). Las teodas normativas des­tacan los valores supratemporales de las antiguas teodas poHticas de la historia de las ideas e intentan recoger en su propia teoda poHtica la de los pensadores estudiados 0 guiarse por la de ellos (como, por ejemplo, L. STRAUSS injustamente con MAQUIAVELO). El recurso a la teoda polftica clasica, que por ejemplo en VOEGELIN

(1959, pag. 13) s6lo se estima po sible recurriendo a la episteme pla­t6nico-aristotelica, no se estima, sin embargo, como simple renaci-

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miento doxografico, sino que se entiende como retorno a la funda­mentaci6n te6rica de la ciencia del orden poHtico. Las teorfas norma­tivas reprochan generalmente al positivismo que por fuerza degenera en historicismo, el cual rechaza el planteamiento de una buena socie­dad como ilegftimo, puesto que toda sociedad esta condicionada his­t6ricamente (STRAUSS, en GOULD-THURSBY, 1969, pag. 57).

2) La mayor parte de las teorfas normativas de la politica basan su comprensi6n en. una ontologia. «La condici6n de emprenderse avanzar a traves de simples conceptos (doxai) hasta la ciencia (epis­teme) partiendo del orden, es una ontologfa bien elaborada que admita como reales todas las esferas del ser, particularmente del mundo tras­cendente, divino, y no pretenda "reducir" los ambitos del ser de cate­gorfas superiores, mediante explicaciones causales, a categorfas infe­riores» (VOEGELIN, 1959, pag. 14). VOEGELIN y otros se sienten vinculados a un humanismo teocentrico en oposici6n al humanismo antropocentrico, el unico que 16gicamente se mantiene conceptual­mente (GERMINO, 1967, pag. 169). Las teorfas poll ticas, ante to do las positivistas, que relegan las ponderaciones ontol6gicas al terreno de la metaHsica, las descalifican como «aciendficas», «gn6sticas» o «ideo16gicas». Entre las premisas de la mayorfa de las teorfas nor­mativas se incluye la hip6tesis de la verdad objetiva. En cuanto a la posibilidad de reconocer esa verdad objetiva y la estructura del orden del ser hay discrepancia entre las opiniones. Desde la hermeneutic a y la fenomenologfa hasta las filosofias conservadoras anglosajonas del common-sense, recomiendan los mas variados metodos.

3) Respecto a metodologfa, las teorfas normativas en general han aportado bien poco a la investigaci6n empirica. A menu do se situan expresamente en oposici6n a los intentos neopositivistas de elevar la ciencia poHtica a ciencia que arroje unos resultados tan exactos y mensurables poco mas 0 menos como en las ciencias natu­rales: «Su punto de partida met6dico no es por consiguiente el de las ciencias naturales (medici6n, conclusi6n causal, generalizaci6n). Antes bien, a1 igual que el descubrimiento del Derecho por el juez, la terapeutica medica, la educaci6n y otras ciencias practicas, parte

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de problemas individualizados, de la casufstica, tratando resolverlos apoyandose en reglas generales y precentes» (H. MAIER, 1969, pagi­na 238). De tal actitud surge por 10 general un intenso escepticismo contra los modelos abstractos e incluso frente a las teorfas interme­dias, especialmente contra la teorfa moderna de sistemas. Los enfo­ques normativos intentan en las investigaciones concretas no excluir del todo los metodos sancionados por la teorfa ciendfica positivista, pero es evidente su inclinaci6n por las teOrlas hist6ricas (genesicas), estudios casufsticos y monograficas prescriptivas. Por W. HENNIS (1963) y otros se intent6 resucitar el metodo t6pico, que no parte de principios generales, sino de problemas particulares, bus cando en el modelo de la ret6rica criterios (en griego, topoi) admisibles y com­prensibles, pero no deducciones l6gicas concluyentes basadas en la inteligencia y en el «sentido comtin». Los seguidores de la l6gica ciendfica (5) tambien consideran admisible 1a t6pica como procedi­miento para alumbrar hip6tesis, pero esta no puede rendir 10 que con inequfvoca capacidad de verificaci6n 16gica de sus hip6tesis pue­den conseguir las teorfas empfrico-deductivas. Lo mismo que en la ciencia clasica, se opone el «saber tecnico» de la ciencia polftico­analftica al saber practico, reprochando a los racionalistas y positi­vistas una preocupaci6p. y parcialidad por la «seguridad» (M. OAKE­SHOTT, 1966, pag. 20) de la que, no obstante, no se puede inculpar a los positivistas precisamente (como K. POPPER 0 'J. ALBERT con su insistencia en el falibilismo). Respecto al intrusismo en la teorla pOlftica por la reducci6n de los procesos polfticos a otras variables (clases, condiciones de la producci6n econ6mica, proceso demografi­co, etc.), algunos te6rico-polfticos normativistas romp en una lanza por la «polftica pura» (B. CRICK, B. DE ]OUVENEL).

4) La finalidad cognoscitiva de las teorfas normativas es la acci6n, no el conocimiento pretendido en sf mismo. Lo que polfti­camente hay que hacer no es 10 «dado a priori», sino 10 «dado a pos-

(5) Vd. G. LEHMBRUCH: Einfubrung in die Politikwissenschaft. Stuttgart, 1967, pag. 37.

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teriori»; en tanto las teorfas analftico-descriptivas se ocupan prefe­rentemente de las res gestae, la polftica normativa como ciencia prac­tica apunta a las res gerendae (D. OBERNDORFER, pag. 19, 1962). Los teoricos normativistas son enemigos jurados de la separacion del ser y el deber ser efectuada rigurosamente en el positivismo y ante todo en el neokantismo. M. OAKESHOTT (1 966, pags. 32 y s.) se lament a de que el curso seguido por la tecnica poHtica desde MAQUIAVELO haya llegado al training poHtico en lugar de la educacion poHtica, y atri­buye a ello la generalizacion de la inexperiencia poHtica en la Edad Moderna, tanto en los gobernantes como en toda la sociedad poHtica. La educacion poHtica de los racionalistas, que tampoco OAKESHOTT puede borrar del todo en sus discusiones, se equipara a la simple asimilacion de un «saber de los libros». EI interes predominante de la instruccion en la virtud clvica y la prudente administracion, lleva, pues, a acentuar fuertemente las teorfas del gobierno y de la administracion (por ejemplo, en W. HENNIS) y a disminuir la aten­cion por el «sector de participacion» en la poHtica (parlamento, elec­ciones, actitudes poHticas de las masas).

Despues de la II Guerra Mundial, este enfoque fomento su com­prension de la ciencia poHtica como ciencia de la democracia, aspi­rando a proporcionar prin~ipalmente aptitudes prescriptivamente saturadas a los ciudadanos, en servicio de la reeducaci6n, y raramente orientadas al analisis de la realidad 0 a cuestionar el sistema poHtico y el sistema de valores en que se basa. Ambas cosas han perjudicado mucho, sobre to do en Alemania, al prestigio del caracter ciendfico de la joven disciplina.

5) Los teoricos normativos por regIa general mantienen una relaci6n estatico-normativa con el idioma. En sentido puramente superficial, ello se manifiesta en que muchos de elios (en Alemania, por ejemplo, Wilhelm HENNIS y Hans MAIER; en Inglaterra, Ber­nard CRICK y Michael OAKESHOTT) escriben con un estilo depurado, expresivo, retoricamente consumado. !-vias diHcil es juzgar el conoci­mien to del lenguaje con algunos emigrados, como Hanna ARENDT, Eric VOEGELIN 0 Leo STRAUS S, que en parte piensan en aleman

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TEO RIA POLITICA CONTEMPORANEA S1

y escriben en ingles. ,La mayorfa de los normativistas comparten la antipatfa al vocabulario tecnicista de los neopositivistas, que a algu­nos de elios les recuerda la jerga internacional de los pilotos. Su censura contra la ciencia poHtica como «jerga cientffica» que s610 atiende a materias y problemas de otras ciencias con una termino­logfa propia para abrirse paso entre las ciencias establecidas como nueva ciencia, procede entre los no polit610gos frecuentemente de un parentesco en la teorfa poHtica con los normativistas. En el marco de la investigaci6n del totalitarismo se han dado tambien estudios terminol6gicos, por ejemplo, con Dolf STERNBERGER y otros en el «Worterbuch des Unmenschen» (6); en su mayorfa de car~kter no riguroso, como los preparados por la escuela terminol6gico-anaHtica de Oxford desde WITTGENSTEIN, que con T. WELDON ofrecieron a la ciencia poHtica valiosas interpretaciones adaptadas a sus necesidades espedficas. La meritoria lucha contra el inhumano lenguaje de los regimenes autoritarios, no obstante, ha implicado, incluso entre cien­tfficos como STERNBERGER, que no se pueden incluir plenamente en la escuela normativista, algunos prejuicios ideol6gicos dirigidos tam­bien contra el vocabulario especial de la ciencia empirica, y que actualmente luchan contra el lenguaje de la cibernetica con la par­tida perdida. En tal aversi6n contra el vocabulario tecnicista en la poHtica se tocan los extremos de la teorfa poHtica. Herbert MAR­CUSE (7), con su polemica contraria a la elaboraci6n de terminos como «bomba limpia» 0 science military dinner} parte igualmente de la «sana terminologia» de algunos normativistas de la «derecha» (en 10 cual sus demasiado extensas conclusiones atin superan en parte las de estos) y califica ese vocabulario propio de la sociedad bur­guesa tardfa.

6) Los principios te6ricos normativos en la investigaci6n empf­rica se mueven preferentemente en una esfera de historia de las ideas. Cuando atacan problemas poHticos concretos, segun la con-

(6) D. STERNBERGER-G. STORZ-W. E. StiSKIND : Aus dem Worterbuch des Ull,menschen. Hamburgo, 1957, 21962.

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cepcion casulstica topica, 10 hacen concienzudamente, en anaIisis entusiastas, que generalmente de forma ingeniosa remontan la pro­blem:hica de un caso hasta ARIST6TELES. Ejemplo de ello son las tesis sobre la reforma parlamentaria de Bernard CRICK Y el opusculo de Wilhelm HENNIS «Democratizacion» (8). Este segundo ejemplo nos revel a los dpicos defectos de este enfoque: Lo domina la ten­dencia al realismo conceptual. Se rechazan los conceptos, consideran­dolos falseados y absurdos, a los cuales el nominalista estada dispuesto a renunciar sin lucha. HENNIS insiste en que su compro­bacion sobre 10 absurdo de la palabreda sobre la democratizacion en el ambito no estatal no supone hostilidad de su parte a una amplia participacion de los miembros de un subsistema (vd. pag. 292). Los adversarios nominalistas Ie contestadan: Entonces hablemos de participacion, pero sin hacer caso en observar una presunta «termi­nologla pura», sino discutiendo el problema de la participacion bajo una formula neutral 10 menos afectiva posible. Tras el inten!s de los normativistas por la historia de los conceptos, con frecuencia se oculta, sin embargo, una teoda polItica conservadora, ya que no se pueden fijar conceptos con un determinado nivel de definicion sin introducir previamente al . sentido aludido en el problema. En el fi16sofo politico Hermann LUBBE se une a la historia conceptual un intenso concepto conservador: «En casos como estos y analogos atafie a la investigacion sobre la historia de los conceptos la mision de intervenir correctivamente en un uso terminologico filosofico corrompido, a fin de que el concepto vuelva a ser practicable. Lo efectua procurando fijarlo mediante la elaboracion historica de su genesis en aquella definicion que sea mas fidedigna por su compren­sibilidad y rigor a 10 largo de esa genesis» (9).

La mayor parte de nuestros conceptos polIticos, no obstante, se

(7) H. MARCUSE: Der eindimensionale Mensch. Neuwied, 21967, pag. 112. (8) B. CRICK: The Reform of Parliament. Londres. 1964; W. HENNIS:

Demokratisierung. Zur Problematik eines Begriffs. Colonia/Opladen, 1970. (9) H. LUBBE: Sakularisierung. Geschichte eines ideenpolitischen Begriffs.

Friburgo/Munich, 1965, pags. 13 y sig.

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han produddo por «corrupcion lingiHstica», impom!ndose con todo. I Cmintas cosas se califican hoy como revoludon, oposidon, progreso y parlamentarismo! El concepto de soberanfa se sigue utilizando en la epoca de las superpotendas con poder nuclear definitivo, aunque diffcilmente siga siendo «fidedigno por su comprensibilidad y rigor» en el sentido de LUBBE, a traves de su genesis desde BODINO. 19ual de intensa es la lucha de los normativistas contra los neologismos, de los que precis a sin remedio toda nueva teorfa. En buena parte ' de elIos no se puede negar una oculta pasion por la hermeneutica y una tendencia a la evasion en su optica estetica, que los ontologos conservadores comparten con los diaIecticos de izquierda, desde ADORNO a MARCUSE. No obstante, los predecesores de la teorfa cdtica han operado frente a sus contrincantes teorico-ciendficos con la misma objecion, y hasta han acusado al neopositivismo de «este­ticismo» en su «sistematica sustitucion de sfmbolos» (10).

En algunos puntos existen contactos entre las teodas normativas y los enfoques cdticos de la nueva izquierda, por 10 que tampoco constituye casualidad, considerandolo desde el angulo poHtico univer­sitario, que algunos de los normativistas mas radicales de ]a escuela de Eric VOEGELIN hayan adoptado una posicion muy abierta a las exigencias estudiantiles en los conflictos con el estudiantado protes· tatario. La izquierda apoya a los normativistas en su credo anti­positivista en que basan sus trabajos, y reconoce sus esfuerzos por una no cion practica. Le critican, sin embargo, que una teleologfa que rehusa definir concretamente el telos, queda limitada a impulsar una buen~ voluntad subjetiva carente de orientacion y que finalmente permanece afirmativa al sistema mediante la deduccion de fines esta­tales impuestos, que se inspiran en los valores del sistema vigente (11).

(10) M. HORKHEIMER-TH. ADORNO : Dialektik der Aufklarung. Amsterdam, 1947, pag. 29.

(11) }. KAMMLER : Politische Wissenschaft und -Herrschaft, en Kritik der biirgertichen Sozialwissenschaften, Das Argument, Nr. 50, 1969 (159-173), pa· gina 165 ; O. MASSING, en G. KREss-D. SENGHAAS: Politikwissenschaft. Franc­fort/M. , 1969, pag. 281.

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A pesar del creciente aislamiento de los teoricos normativos y de ser rechazados por la mayor parte de los ciendficos situados en el campo de la teoda ciendfico-anaHtica, por un lado, y en el de la teoda critico-dialectica, de otro, constituida injustificada arrogancia negarle merito a este enfoque teorico:

a) Los normativistas fueron los promotores del estudio de las ideas politicas; de modo anaIogo a como 10 fue el normativismo de izquierda en la teoda crftica. Por regIa general, desde luego, han pro­yectado su propia filosoffa poHtica en los grandes pensadores prete­ritos, como VOEGELIN en la filosoffa cIasica griega, 0 se han enfren­tado a esos grandes pens adores del pas ado con los valores profesados en su propia posicion, de un modo injustificado; asf, Leo STRAUSS, en su libro sobre Maquiavelo. Aun con mayor frecuencia han planteado nuevos y fecundos problemas sobre los grandes pensadores del pasado, mientras que los positivistas solo emprendieron la solida sistematiza­cion de las ideas y la interpretacion inmanente de las teodas poHticas o escribieron estudios sobre su influencia historica (12).

b) Los teoricos normativistas han aportado sugerencias valiosas para la investigaci6n empirica, desde Hanna ARENDT, en el estudio del totalitarismo, a las iniciativas 'cLe Bertrand de JOUVENEL para una futurologfa en el «Arte de la prospectiva». En la teoria de la educa­cion poHtica (Manfred HATTICH) 0 de la teoda del gobierno (Wilhelm HENNIS) han planteado nuevos problemas que ignoraba el behavioris­mo predominante.

c) La teo ria normativa es imprescindible para la supresi6n de la irracionalidad en el terreno de las afirmaciones sobre el deber ser, en donde no se pueden hacer con la misma seguridad y rigor que en el nivel de analisis del ser de las ciencias sociales. El elemento norma­tivo es inherente a toda ciencia sistematica situada sobre ~a praxis y la actividad, en oposicion, por ejemplo, a las ciencias historicas.

EI antiguo positivismo irreflexivo propendfa al decisionismo, como Ie han criticado con :Lazon los normativistas y dialecticos. La filosoH8

(12) Vd. K. v. r ,EYME : Politische Ideengeschichte. Tubinga, 1969.

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poHtica y la filosoHa social, generalmente, en la actualidad ya no pro­ceden de modo puramente especulativo. Tambien en los sistemas normativos basados en la ontologfa 0 antropologia se elaboran (como en toda ideologfa) abundantes nociones onto16gicas procedentes del campo de las ciencias sociales. En este campo se argument a tan rara­mente de forma irracional genuina como en el campo del conocimiento del ser y en la obtenci6n de metodos rigurosos, y para deducir tales argumentos se emplean unicamente operaciones intelectuales estricta­mente racionales. En la selecci6n de las innumerables hip6tesis, que habdan de comprobarse a cada paso en la labor del conocimiento ciendfico, cad a investigador procede de modo relativamente intuitivo sobre la base de la inteligencia que previamente ha obtenido normati­vamente. Tales resoluciones generalmente carecen de cualquier carac­ter concluyente que no sea la busqueda t6pica de argumentos com­prensibles a base de un cierto Common sense. Es completamente evi­dente la utilidad de la filosoHa poHtica normativa en el estadio de la elaboraci6n de hip6tesis, por una parte, y, por ultimo, del razona­miento ciendfico, de otra, si se ha de ofrecer un esdmulo a la acci6n poHtica con la elaboraci6n de pron6sticos en forma de proposiciones condicionales. Por muy meritoria que fuera la lucha de los ciendficos positivistas para atajar el predominio sobre la ciencia social empfrica de la filosoHa poHtica y social en un determinado momenta de acti­vidad ciendfico-social de baja especializaci6n, tanto mas habran de enfrentarse hoy al trend, de expulsar del todo de la Universidad ese ambito del pensamiento en que en menor grado se encuentra un saber transmisible intersubjetivo. Al positivista que investiga pormenores de la poHtica Ie toca un absoluto respeto ante la originalidad y la erudici6n de muchos de los normativistas.

2. TEORfAS EMPfRICO-ANALfTICAS.

E. NAGEL: The Structure of Science. Londres, 1961. R. K. MER­TON: Sociel Theory and Social Structure. Glencoe/Ill., 4 1961. R. K. POPPER: Das Blend des Historizismus. Tubinga, 1965. Idem: Logik der Forschung. Tubinga, 2 1966. Id.: Was ist Dialektik. En, E. To-