j j. · 2009. 6. 6. · por jorge cornejo polar • en 1992, cuando se cumplían los'primeros...

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DOMINGO 28 DE MARZO DE 1999 41> ;', POR JORGE CORNEJO POLAR • En 1992, cuando se cumplían los' primeros cien años del naci- miento de Vallejo, los actos con- memorativos fueron en el mun- do entero muy numerosos. Uno de ellos, el organizado en El Es- corial por la Universidad Com- plutense de Madrid. Consistió en un curso denominado "César Vallejo y la poesía contemporá- nea" dirigido por el notable críti- co Luis Sainz de Medrana con la participación de un grupo de do- centes e investigadores. Me co- rrespondió dictar allí una lección sobre el tema del alimento en la poesía de Vallejo. La programación del curso comprendía también lecturas y debates poéticos. Talla razón de la presencia en El Escorial de José Agustín Goytisolo. Era la primera vez que lo veía aunque había leído por cierto algo de su obra y sabía de su pertenencia al lado de Jaime Gil de Biedma y Carlos Barral a la primera fila del llamado "grupo de Barcelo- na". No obstante, por esas afini- dades o simpatías que se estable- cen de pronto entre dos perso- nas, se dio entre nosotros un diá- logo fluido que devino instantá- neamente en buena amistad. Ha- bía publicado yo poco tiempo antes, mi Estudio y antología de la poesía en Arequipa en el siglo XX que no demoré en en- tregarle. Y acá viene lo mejor de la anécdota: apasionado por la poesía, por toda poesía, José Agustín leyó en una sola noche la antología de la primera a la última página. Y no era una exa- geración cordial porque me citó a la mañana siguiente textos, versos y autores. Entre varios le .había impresionado de manera especial Aníbal Portocarrero, el recoleto gran poeta arequipeño que teniendo vasta e importante obra ha publicado poco. Pero ese es otro tema sobre el que debo volver pronto. José Agustín quedó también inquieto por el hecho de que del primer poeta arequipeño, elogia- do por Cervantes en el Canto a Calíope de La Galatea. Diego Martínez de Ribera, no se cono- ciera un solo texto. Y de inme- diato, con la vehemencia y el en- tusiasmo que lo distinguían, co- menzó a idear una serie de méto- dos tan imaginativos y bien in- tencionados como impractica- bles para encontrar poemas de Martínez. Seguimos escribién- donos y en una carta de febrero del 93, decía: "Te juro que en- cintara obras de Diego Martínez de Ribera... a lo .menos tres so- j José Agustín Goytisolo (1928-1999) netos". Más adelante, convenci- do de las dificultades, quiso sa- ber cuanto fuera posible del poe- ta de Arequipa y de poesía colo- nial peruana, para sobre esta ba- se escribir poemas que pudieran corresponder a Martínez. No po- día soportar la idea de que el ini- ciador de la poesía arequipeña no tuviera' poemas conocidos. Su arrebato era tal que a guisa de ensayo me envió un soneto "au- ténticamente apócrifo", advertía, que terminaba: ¡Oh hermanos del oasis! En el mundo no hay primavera más eterna que ésta, andinos son y fueron mis amores, I aires de altura libre, mis ca- denas y Arequipa será siempre una fiesta. La verídica historia que acabo de referir pinta de cuerpo entero a José Agustín. Su exuberante personalidad, su entusiasmo des- bordante, su amor sin medida por la poesía, su interés en Lati- noamérica. En otra carta revela "estoy loco por esa enorme tie- rra llamada lberoamérica ... por ella me alboroto, me dejo con- quistar por lo que otros dicen que conquistaron". En 1994 lo invité al Encuen- tro con la Poesía Hispanoameri- cana de la Universidad de Lima (hubiese sido su segunda visita a Lima, había estado antes hacia fines de los sesenta según me di- jo). Lamentó muchísimo no ve- nir, pero por esos meses daba 'inicio a uno de sus grandes pro- .'yectos: el ciclo de recitales que bajo el título La voz y la pala- bra presentó con gran éxito en España y otros países, en com- pañía del cantante Paco Ibáñez. La comunicación directa se hizo menos frecuente después, pero la amistad se mantuvo y nos en- viábamos recados con amigos que venían o iban, en los que na- turalmente era inevitable la men- ción al inasible Martínez. y así hasta ahora en que la noticia de su muerte (suicidio, ¿accidente? - El País no se pro- nuncia) me golpea directamente en el lado más sensible del alma. Me resisto a creer que una per- sona que amaba tanto a la vida como Goytisolo se haya suicida- do. Hace menos de dos años, en abril de 1997, le escribía al críti- co colombiano Hemando Valen- cia Goelkel: "Hemos tenido bue- na suerte viviendo, yo cumplo el próximo 13 de abril 69 años ... Y no pasa nada como no sea que, como el buen vino, mejoramos con el tiempo". Sin embargo, el poeta ha muerto. La imagen de su cuerpo tendido en una calle barcelonesa PilJ' 15 J J. dice, dramáticamente, todo. Deliberadamente no he ha- blado de la vasta obra de José Agustín, de su fe profunda en la poesía como comunicación, de su condición de poeta de la críti- ca y del sentimiento, de su si- tuación de uno de los poetas más populares de España, como apunta El País. He elegido en esta circunstancia recordar más bien al amigo, al hombre, aun- que es probable que no hubiese gustado mi opción. Solía decir en efecto: "Prefiero que recuer- den algunos de mis versos y que olviden nombre. Los poemas son mi orgullo". Alguna vez he de escribir por cierto sobre su poesía. Termino ahora imagi- nando que en el más allá José Agustín ha encontrado a Diego Martínez de Ribera, habrá sacia- do su curiosidad y le habrá con- fesado que en el colmo de la buena intención poética le había inventado un soneto. Y estaba dispuesto a continuar haciéndo- lo para que no siguiera siendo un poeta sin poemas. De ese temple generoso, de esa calidad humana era el poeta José Agus- tín Goytisolo que en paz descan- se. Expreso 25 d~¡;~

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DOMINGO 28 DE MARZO DE 1999 41>

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POR JORGE CORNEJO POLAR

• En 1992, cuando se cumplíanlos' primeros cien años del naci-miento de Vallejo, los actos con-memorativos fueron en el mun-do entero muy numerosos. Unode ellos, el organizado en El Es-corial por la Universidad Com-plutense de Madrid. Consistió enun curso denominado "CésarVallejo y la poesía contemporá-nea" dirigido por el notable críti-co Luis Sainz de Medrana con laparticipación de un grupo de do-centes e investigadores. Me co-rrespondió dictar allí una lecciónsobre el tema del alimento en lapoesía de Vallejo.

La programación del cursocomprendía también lecturas ydebates poéticos. Talla razón dela presencia en El Escorial deJosé Agustín Goytisolo. Era laprimera vez que lo veía aunquehabía leído por cierto algo de suobra y sabía de su pertenencia allado de Jaime Gil de Biedma yCarlos Barral a la primera filadel llamado "grupo de Barcelo-na". No obstante, por esas afini-dades o simpatías que se estable-cen de pronto entre dos perso-nas, se dio entre nosotros un diá-logo fluido que devino instantá-neamente en buena amistad. Ha-bía publicado yo poco tiempo

antes, mi Estudio y antologíade la poesía en Arequipa en elsiglo XX que no demoré en en-tregarle. Y acá viene lo mejor dela anécdota: apasionado por lapoesía, por toda poesía, JoséAgustín leyó en una sola nochela antología de la primera a laúltima página. Y no era una exa-geración cordial porque me citóa la mañana siguiente textos,versos y autores. Entre varios le.había impresionado de maneraespecial Aníbal Portocarrero, elrecoleto gran poeta arequipeñoque teniendo vasta e importanteobra ha publicado poco. Pero esees otro tema sobre el que debovolver pronto.

José Agustín quedó tambiéninquieto por el hecho de que delprimer poeta arequipeño, elogia-do por Cervantes en el Canto aCalíope de La Galatea. DiegoMartínez de Ribera, no se cono-ciera un solo texto. Y de inme-diato, con la vehemencia y el en-tusiasmo que lo distinguían, co-menzó a idear una serie de méto-dos tan imaginativos y bien in-tencionados como impractica-bles para encontrar poemas deMartínez. Seguimos escribién-donos y en una carta de febrerodel 93, decía: "Te juro que en-cintara obras de Diego Martínezde Ribera... a lo .menos tres so-

j

José Agustín Goytisolo (1928-1999)

netos". Más adelante, convenci-do de las dificultades, quiso sa-ber cuanto fuera posible del poe-ta de Arequipa y de poesía colo-nial peruana, para sobre esta ba-se escribir poemas que pudierancorresponder a Martínez. No po-día soportar la idea de que el ini-ciador de la poesía arequipeñano tuviera' poemas conocidos. Suarrebato era tal que a guisa deensayo me envió un soneto "au-ténticamente apócrifo", advertía,que terminaba:

¡Oh hermanos del oasis! Enel mundo

no hay primavera más eternaque ésta,

andinos son y fueron misamores, I

aires de altura libre, mis ca-denas

y Arequipa será siempre unafiesta.

La verídica historia que acabode referir pinta de cuerpo enteroa José Agustín. Su exuberantepersonalidad, su entusiasmo des-bordante, su amor sin medidapor la poesía, su interés en Lati-noamérica. En otra carta revela"estoy loco por esa enorme tie-rra llamada lberoamérica ... porella me alboroto, me dejo con-quistar por lo que otros dicenque conquistaron".En 1994 lo invité al Encuen-

tro con la Poesía Hispanoameri-cana de la Universidad de Lima(hubiese sido su segunda visita aLima, había estado antes haciafines de los sesenta según me di-jo). Lamentó muchísimo no ve-nir, pero por esos meses daba'inicio a uno de sus grandes pro-.'yectos: el ciclo de recitales quebajo el título La voz y la pala-bra presentó con gran éxito enEspaña y otros países, en com-pañía del cantante Paco Ibáñez.La comunicación directa se hizomenos frecuente después, perola amistad se mantuvo y nos en-viábamos recados con amigosque venían o iban, en los que na-turalmente era inevitable la men-ción al inasible Martínez.y así hasta ahora en que la

noticia de su muerte (suicidio,¿accidente? - El País no se pro-nuncia) me golpea directamenteen el lado más sensible del alma.Me resisto a creer que una per-sona que amaba tanto a la vidacomo Goytisolo se haya suicida-do. Hace menos de dos años, enabril de 1997, le escribía al críti-co colombiano Hemando Valen-cia Goelkel: "Hemos tenido bue-na suerte viviendo, yo cumplo elpróximo 13 de abril 69 años ... Yno pasa nada como no sea que,como el buen vino, mejoramoscon el tiempo". Sin embargo, el

poeta ha muerto. La imagen desu cuerpo tendido en una callebarcelonesa PilJ' 15 J J. dice,dramáticamente, todo.

Deliberadamente no he ha-blado de la vasta obra de JoséAgustín, de su fe profunda en lapoesía como comunicación, desu condición de poeta de la críti-ca y del sentimiento, de su si-tuación de uno de los poetasmás populares de España, comoapunta El País. He elegido enesta circunstancia recordar másbien al amigo, al hombre, aun-que es probable que no hubiesegustado mi opción. Solía deciren efecto: "Prefiero que recuer-den algunos de mis versos y queolviden mí nombre. Los poemasson mi orgullo". Alguna vez hede escribir por cierto sobre supoesía. Termino ahora imagi-nando que en el más allá JoséAgustín ha encontrado a DiegoMartínez de Ribera, habrá sacia-do su curiosidad y le habrá con-fesado que en el colmo de labuena intención poética le habíainventado un soneto. Y estabadispuesto a continuar haciéndo-lo para que no siguiera siendoun poeta sin poemas. De esetemple generoso, de esa calidadhumana era el poeta José Agus-tín Goytisolo que en paz descan-se.

Expreso 25

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