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Julio Concepción Suárez IV. RUTAS DE OTOÑO 39. EL OTOÑO EN VALGRANDE: DE PASEO ENTRE LOS TEXOS y LOS TONOS LAS FAYAS • LUGAR Y HORA DE SALIDA: 9,30, desde El Ruchu, sobre Payares. • LUGAR Y HORA DE LLEGADA: sobre las 6, a Yanos de Somerón (o a Fierros, un poco más tarde). • PARAJES DE INTERÉS: los fayeos de Valgrande, La Vega'l Mur, L' Ablanea, El Vayo Cimiru y Fondiru, La Malvea, El Nocíu, Santa Marina y Yanos de Somerón. • NIVEL DE DIFICULTAD: baja (todo en llano, o en descenso). • ÉPOCA RECOMENDADA: otoño (por los tonos de hayedos y robledales). • DESCRIPCiÓN DE LA RUTA: sirva, en parte, lo dicho para las otras anteriores por Valgrande (2, 16 Y25). Y llegamos a Valgrande tam- bién en pleno otoño, para compro- bar que no es el mismo Valgrande que ya cruzamos, jornadas atrás, entre las cascadas del invierno, los espinos florecidos por los arroyos en primavera, o los sosiegos y so- nidos de las brañas en el verano. Siempre encontramos un hayedo nuevo en cada viaje a Valgrande. Partimos, otra vez del Ruchu, rellano en cantizal saliente sobre Payares: cuanto antes mejor, por si pudiéramos percibir hoy la be- rrea de los corzos en la disputa de su harén por el hayedo. Estas be- rreas suelen producirse hasta me- diados de octubre arriba, de modo que aún puede haber suerte. Lo primero que nos impacta es la zona de buenas fincas a ambos lacios del camino. Entramos sobre l.u Chinariega: una tierra húmeda y apacible, tiempo atrás, dedicada a la siembra del 'lino' (lat. Li- num), el tsinu pafacer sábanas, sábanos y sayas; o pa mezclar con tsana y facer calcetos y otros refaxos -que recuerdan muchos güelos y güelas de estos y otros pueblos asturianos-o Un mosaico de colores, ya a la entrada de Valgrande Seguimos por Las Morteras de Payares, y ya en el primer regue- ru de Valgrande, apreciamos la gama variada del bosque en esta época otoñal: la seronda, en el de- cir de estos lugareños. El cuadro de tonos y colores nos detiene un buen rato en cualquier cantizal a medio hayedo: las fayas ocres, más o menos brillantes, . según su posición en la ladera; los fresnos de verde intenso, todavía; los salgueros y salgueras, con un verdor más suave; las chameras, casi amarillentas ya; los abidules,

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Page 1: IV.RUTAS DE OTOÑO 39. ELOTOÑO ENVALGRANDE: DE PASEO …€¦ · Julio Concepción Suárez IV.RUTAS DE OTOÑO 39. ELOTOÑO ENVALGRANDE: DE PASEO ENTRE LOS TEXOS y LOS TONOS LAS FAYAS

Julio Concepción Suárez

IV. RUTAS DE OTOÑO

39. EL OTOÑO EN VALGRANDE: DE PASEO ENTRE LOSTEXOS y LOS TONOS LAS FAYAS

• LUGAR Y HORA DE SALIDA: 9,30, desde El Ruchu, sobre Payares.• LUGAR Y HORA DE LLEGADA: sobre las 6, a Yanos de Somerón (o aFierros, un poco más tarde).

• PARAJES DE INTERÉS: los fayeos de Valgrande, La Vega'l Mur,L'Ablanea, El Vayo Cimiru y Fondiru, La Malvea, El Nocíu, SantaMarina y Yanos de Somerón.

• NIVEL DE DIFICULTAD: baja (todo en llano, o en descenso).• ÉPOCA RECOMENDADA: otoño (por los tonos de hayedos y robledales).

• DESCRIPCiÓN DE LA RUTA:sirva, en parte, lo dicho para lasotras anteriores por Valgrande(2, 16 Y25).Y llegamos a Valgrande tam-

bién en pleno otoño, para compro-bar que no es el mismo Valgrandeque ya cruzamos, jornadas atrás,entre las cascadas del invierno, losespinos florecidos por los arroyosen primavera, o los sosiegos y so-nidos de las brañas en el verano.Siempre encontramos un hayedonuevo en cada viaje a Valgrande.Partimos, otra vez del Ruchu,

rellano en cantizal saliente sobrePayares: cuanto antes mejor, porsi pudiéramos percibir hoy la be-rrea de los corzos en la disputa desu harén por el hayedo. Estas be-rreas suelen producirse hasta me-diados de octubre arriba, de modoque aún puede haber suerte.

Lo primero que nos impacta esla zona de buenas fincas a amboslacios del camino. Entramos sobrel.u Chinariega: una tierra húmeda

y apacible, tiempo atrás, dedicadaa la siembra del 'lino' (lat. Li-num), el tsinu pafacer sábanas,sábanos y sayas; o pa mezclarcon tsana y facer calcetos y otrosrefaxos -que recuerdan muchosgüelos y güelas de estos y otrospueblos asturianos-o

Un mosaico de colores, ya ala entrada de Valgrande

Seguimos por Las Morteras dePayares, y ya en el primer regue-ru de Valgrande, apreciamos lagama variada del bosque en estaépoca otoñal: la seronda, en el de-cir de estos lugareños.El cuadro de tonos y colores nos

detiene un buen rato en cualquiercantizal a medio hayedo: las fayasocres, más o menos brillantes,

. según su posición en la ladera; losfresnos de verde intenso, todavía;los salgueros y salgueras, con unverdor más suave; las chameras,casi amarillentas ya; los abidules,

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completamente alimonados, paji-zos, ámbar ..., según la orientaciónal sol, y según la profundidad delregueru a I'aveseo.Observamos, cada especie de

arbolado, según el entorno en elque a cada una tocó adaptarse: losrebochos, los abidules, las fa-yas ... , nacidas en los ribones, cre-cen espigados sobre las mismasaguas del regueru, intentandocambiar aquella abundante hume-dad por la luz del sol.Los árboles de la loma, en cam-

bio, y aquellos a los que tocó ensuerte la explanada so leyera, seestiran menos en altura, pero sevuelven más robustos, de tonosmás intensos, y serenos. Parecenmás privilegiados: pero habría quepreguntárselo a ellos.

Los otros "tonos" deValgrande

Pasamos por Polación, y unascurvas más allá, escuchamos entrelas fayas el ruido del regueru quese escurre desde el Hotel: un edi-ficio sobre el hayedo, convertidodesde aquí en pura silueta en la ci-ma de la raya divisoria de leone-ses y lenenses.A medida que seguimos bosque

adelante, se abren a nuestro pasootros "cuadros", también: asientosde coches desgarrados con losmuelles al aire; un jirón de la mo-queta empiricotáu en una rama ro-ta; el volante con sus cables detantos colorinos (pal pitu, pal in-termitente, pa las luces de posi-ción ...); el tambor de centrifugarde aquella lavadora, llenu de fue-

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

yas secas ... Unas diapositivas pala posteridá: y pa estudiar concalma.Tras regueru tan decoráu, pasa-

mos bajo el saliente cónico delCastiichu: un montículo casi pira-midal, que guarda allá en la escar-pada cima los secretos (reales osoñados) de una larga historia tra-ducida a leyendas (el oro, los te-soros ...).A nuestra derecha discurren, a

su aire, los los secretos del ríoValgrande: allá al fondo de los ba-rrancos, bajo la única mirada delos robles y lasfayas, sólo el rui-do lejano de las aguas rompe el si-lencio boscoso del valle. Y con elsonido espumoso del abismo delrío entre las ramas, se hace másblando el camino por la pistaabierta a L' Ablanea.

La berrea de los corzos en elhayedo

Atentos a los sonidos del bos-que, pasamos el pontón de Regui-ru Puircu (tal vez aquí sólo por suabundancia en xabalinos), el quebaja del Hotel; y El Reguiru l'Or-tigalón, el que desciende delBrañichín; ambos jalonados porimpecables fayas a uno y otro la-do de riberas, ribones y ribayas.Pasado El Reguiru Los Mestos

(el siguiente), nos asomamos alcantizal bajo El Castiichu, para si-tuar los berríos procedentes de laotra ribera del río. En efecto, sobreun claro del bosque, entre el arroyoy los pastizales, varios corzos me-rodean agitados una corza semia-sustada en el centro delfelechal.

Julio Concepción Suárez

Por un buen rato, y a tenor de ladistancia entre los galanes y el ejeamoroso de la escena, imagina-mos la jerarquía de cada uno delos novatos. Los ecos de losberrios inundan el hayedo de va-lle en valle, como si en cada unose estuviera repitiendo una mismaescena, pero con diferentes gala-nes.

El camín de los vaqueros aColea

Así llegamos a La Vega'l Mur:sucesión de varios mayainos bajoEl Castiichu (por su cara más biennordeste), algunos destruidos conel trazado de la pista. Pasado elmayáu mayor (y sin despistarseaquí), la senda de los vaqueros as-ciende por la derecha (o descien-de, según se mire) desde los pue-blos de San Miguel y El Nocíu, ensus idas y venidas a los puertos deColeo.

Por esta senda de La Oxa Armá(así llaman aquí al hayedo), zigza-guea abajo el camin de los vaque-ros entre lasfueyas caídas de lasfa-yas multiformes y gruesas (sin du-da centenarias), en ocasiones con-vertidas en siluetas simuladas deanimales. (Retomaremos este ca-mino a la vuelta, por lo que convie-ne no despistarse, como se dijo).Seguimos todavía por la pista, y

unos pasos más allá (a la izquier-da), este mismo camín de los va-queros asciende (o desciende,según se mire, también) hacia Co-I '0, por L'Azorea, El Yenu la Ce-rczal, El Rancañal, Las Fonticas,1,,1 Viyiriza ..., y, ya, la braña de

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Coleo (la dejamos para otra vuel-ta).

Los texos de La Cuesta'l Tixu

Pronto empezamos a encontrarárbo les históricos, tan misteriososcomo raros hoy en el concejo: lostexos. Por ellos fue quedando elnombre de La Cuesta'l Tixu a to-do el hayedo que asciende del Re-guiru la Xuncal (hay xunclos en laribera) hasta L' Ablanea.Por la pendiente izquierda del

bosque cortado en talud por la pis-ta, y con sus ramas estiradas comobrazos hacia una luz siempre esca-moteada en el hayedo, distingui-mos texos de todos los tamaños:los más pequeños (los que no lle-gan al metro, aunque tengan variosaños) luchan como pueden en cual-quier hueco abierto en la espesura,a la espera de que algún rayo des-cuaje alguna faya mayor que lesdeje a ellos un espacio hacia la luz.Los texos medianos, con varios

lustro s también encima (se diceque un metro de altura equivale aquince años de vida en esta zona),los que han tenido la suerte de ha-cerse un hueco en esfayotal, cre-cen más seguros, aunque sea pro-tegidos tras alguna roca sobre laque no pudieron germinar otrasespecies.Finalmente, algunos texos, los

menos, los que pueden alcanzarmedio metro de diámetro en la ce-pa, han de ser muy viejos: 20-25m en altura. Pero hubieron de su-frir también lo suyo: alguna ramagruesa, completamente cicatriza-da y seca, alguna profunda herida

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en el tronco, otra vez semicubier-ta de corteza, revelan las vicisitu-des, también para ellos, de lostiempos.

y, en cada vuelta aValgrande, una nueva"lectura" del hayedo

Pero estos texos (mayores, me-dianos y menores), rompen por elaño la monocromía defayas, ro-bles y abidules: su tonos de verdeintenso, sus ramas tendidas alvacío, sus hojas simétricamentepuntiagudas y alineadas, introdu-cen en Valgrande una ocasión máspara la "lectura" de estas otras en-trañas asturianas.Casi sin damos cuenta, lleva-

mos varios kilómetros a la sombradel hayedo, y al olor de la hume-

Otra postal de Valgrande que preside Pola-

ción

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

dad boscosa. Por esto, queremossaborearlo al completo.Por un momento, se nos ocurre

pensar que hay tantos bosques ytantos Valgrandes como estacio-nes, como fines de semana, comodías, como madrugadas, como tar-des y ocasos, tiene el año. Parabien o para mal, siempre que vol-vemos, encontramos una nueva"lectura", siempre imprevisible,de Valgrande: y como suele ocu-rrir, tampoco aquí faltan los bo-rrones, los tachones ...

L:Ablanea, con los últimosablanos para contarlo

Por la pista que asciende en tra-vesera desde El Puente la Xuncal(pasado ya el arroyo), llegamos aL'Ablanea, el fondo de Valgrande,en el límite fondero de las brañas(Los Cuadros, El Fasgar, El Pe-droso ...): once kilómetros bien lle-vados desde El Ruchu.A la izquierda de L'Ablanea, se

abre otra tupida ladera boscosa enla que, a juzgar por los tonos delramaje, abundan los robles entrelasfayas. Más arriba, los puertosde Las Rubias, La Carbazosa ...Desaparecidas con la Autopista

las cabanas de L'Ablanea, quedansobre el mayéu sólo sus siluetas:algunas murias derruidas, un gi-gantesco roble abandonado y car-comido sobre un regato seco,montones de piedra y tierra, hie-rros retorcidos, riegos de cementoya reseco en lo que fue pradera,fundidos con el arroyo ...Pero allí siguen firmes los últi-

mos ablanos, salvados por el azar

Julio Concepción Suárez

de las garras de las máquinas, ogerminados de nuevo los últimosfrutos enterrados bajo montículosde escombros. Queda el nombre,una vez más (y de momento) paracontarlo. A la Pena'l Barral ya learrancaron los mapas hasta elnombre, y le inventaron ElNegrón.

El roble '1Ninu

Desde el mayéu L' Ablanea (y altiempo que reponemos fuerzas re-moviendo en la mochila), busca-mos con la vista un famoso robletodavía (y también de momento),sin cortar: el roble '1Ninu -así die-ron en llamarle por estos pueblos,sin que nos hayan explicado to-davía por qué.Según los vaqueros de estos

puertos, el roble es gigantesco:tiene varios metros alrededor(has fa cuatro paisanos fayen falta/1 'abrazalu -matizan algunos, unpoco orgullosos de conservar se-mcjante ejemplo, todavía en pie).Ve '1roble '1Ninu (El Rebuchu losVayas, pa otros).

La senda de los vaquerosdesde La Vega'l Mur

Desandamos la pista de L'Abla-nca, para desviamos en La Vega'lMur por el camin que trillan (másbien, trillaban), cada otoño y pri-mavera, ganados y ganaderos en-trc las casas y las brañas.Repuestos ya de fuerzas, y de

laruentos por los hechos consuma-dos, y con el cuidado de no reba-sar la desviación en La Vega'l

11"

Entre el sosiego de los colores otoñales y

las aguas agitadas del río Valgrande

Mur (como habíamos previsto),cambiamos la piedra más firme dela pista por un senderu más estre-chu, con felechos a una vera y pe-amos a la otra.La senda de los vaqueros des-

ciendeen La Vega'l Mur acolcho-nada con tantas hojas caídas en loque va de otoño: una senda pro-gresivamente más mullida, a me-dida que nos adentramos hayedoabajo. Sólo algún trozo más hú-medo se vuelve limo y barrizal enalgunos tramos más yanos del zig-zag.Algunos y algunas prefieren

cruzar recto, deslizándose entrelas fueyas de las fayas: disfrutan-do como los guajes sobre aqueledredón otoñal que forma el man-to ocre del hayedo. Acabamos ata-jando todos, directos al troncadal

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que percibimos en la ribera, sobrelas aguas del río Valgrande. Hayquien también, sin pretenderlo,baja rodando por la hojarasca an-tes de tiempo.Algunas fayas centenarias im-

presionan por su grosor (hasta 6 mmedimos de perímetro en las másgruesas): formas retorcidas, ramasextendidas como brazos pidiendoluz, sobreviven como pueden enlos espacios que se fueron hacien-do entre las leyes del bosque.

El troncaal de Vayo Cimiru

Así, disfrutando como los gua-jes, descendemos entre la fueyahasta el paso obligado sobre lasaguas del río Valgrande: oportu-namente llaman los vaqueros Va-yo Cimiru (lat. vadum, 'lugar va-deable, paso difícil, paso de río').y un nuevo cuadro (inevitable,

aquí) nos ofrece el hayedo, impre-visible una vez más: unas cuantasfayas, muy gruesas, pero ya des-hojadas y carcomidas en buenaparte, fueron arrancadas de cuajo,y colocadas trasversalmente a mo-do de pontones improvisados so-bre las aguas del Valgrande.Nos explicaría luego Pepe, en

El Nocíu, el origen de la (es)tro-cena: toda la pequeña explanadaque forma Vayo Cimiru, sobre elremanso del río Valgrande, es zo-na de corrientes de aire en todaslas direcciones.Cuando hay tormenta de nieve o

vendaval en este hueco del bos-que, los remolinos de viento girancon tal fuerza que arrancan las fa-yas de raíz. Y, cuando esto ocurre,

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

el río se cubre por unos años conlos troncos descuajados en la de-presión del Vayo.Nos sentamos un buen rato so-

bre algunos gruesos troncos car-comidos por las aguas, y ahora re-secos con la mengua del caudal:algunos y algunas no se confor-man hasta balancearse sobre elmismo centro de la corriente, portentar la resistencia de un pontóntan espontáneo. Y alguno hastacomprueba que el río, cuando sejuega encima, y de chirucas, tam-bién moja.

De paso por Los Gavilanes:el vuelo de un par de ferressobre el nombre

Con el rumor, hoy sosegado, deaquellas aguas en el vayo, deja-mos el troncaal de fayas abatidasun mal día de temporal con bas-tante menos calma. De nuevo enel camín de los vaqueros, ascen-demos desde El Vayo Cimiru porcualquiera de las sendas trilladaspor los ganados entre el puerto ylos pueblos (ladera izquierda delrío bajando).Ya fuera del bosque (ahora fren-

te a Polación), pasamos bajo lospraos de Los Gavilanes, y La So-lana los Gavilanes. Un par defe-rres se levantan de una faya anuestros pasos, tal vez para con-firmar el nombre del paraje.Según referencias de los ganade-

ros, lospraos de Los Gavilanes sonzonas muy dadas a losferres (Acci-piter nisus), que se cobijaban a lasalida de Valgrande para otear, porel día, las cosechas y los gallineros

Julio Concepción Suárez 351

9 a Fierros

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~Inicio Rula-Rula= Carretera- Pista- - Camino Secundario¿, Capillae CuadraI Fuente~ Picoé Cabana~ Población

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de los pueblos vecinos (Valdarcos,La Malvea, El Nocíu, San Migueldel Rio, Polación, Payares ...).

y en L:Aciru, el nombre delos acebos transformado(/'acibiru)

Entre la espesa capa de arbola-do que cubre de tonos las aguas ylas riberas del río Valgrande en elotoño (fayas, rebochos, chameras,abidules ...), llegamos al Aciru y alQuentu l' Aciru (en realidad, aci-biru): altozano divisorio en la la-dera, que todavía conserva algu-nos parrotales de acebos y carras-cos, cada año un poco más disper-sas entre las zarzas.En El Quentu l'Aciru, se divide

el camin del puerto: hacia bajo,por la derecha, se llega a San Mi-guel en poco tiempo, a través deuna pista que pasa por el despo-blado de Valdarcos (hoy, cuadras).A la izquierda (por el camino

más largo), vamos al Nocíu y LaMalvea por El Quentu Valdicu-quín, La Cuandia Cuevas, La Par-daliega, La Fuente l' Ascobaliega,L' Asgaxá ... , lugares todos ellosmás o menos sombríos, entre co-varatas y cuandias, con algunosescobas (peornos), argaxos ... , co-mo sus respectivos nombres re-cuerdan.

Por las caleyas de LaMalvea, donde siguenfloreciendo malvas

Y, así, llegamos a La Malvea,sin desviamos del camino (siem-pre tirando en yano o hacia abajo),

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

que se abre cada vez más anchopor las pedreras pendientes, a me-dida que nos acercamos al pobla-do. Arriba y a la izquierda as-ciendía el camin principal hastaXerbás, y luego a Vanos: pero estácasi intransitable ahora.A trompicones entre sotambios,

nos vamos acercando al poblado.Ya más relajados, recorremos lascaleyas casi vacías de La Malvea,donde a falta de más bulliciu,vuelven a florecer las malvas quedieron nombre al lugar.Charlamos por un buen rato con

un par de paisanos, que atiendenallí unas vacas por la seronda arri-ba, y escuchamos sin parpadiar;sobre un puyu, la vida más bulli-ciosa del pueblo años atrás. Y se-guimos pensando que la posiciónsoleada de La Malvea, a la entradade un hayedo, es privilegiada.En homenaje a muchas manos

artesanas ya desaparecidas de LaMalvea, dedicamos unas cuantasfotos a sus productos: un xugu contelarañas en un soportal destarta-lado; varios cochares de copleracolgados de un treme carcomido;una montura de paya deshilacha-da, que ya no servirá más para lle-var la carraca a las cabanas; unpote de fierro oxidado, que nuncavolverá a ofrecer chocolate y ter-tulia invemiza en el portal, con elsol ya casi puesto a media tarde.

y entre las malvas, a losnozales: El Nocíu

Por la caleya que da a la fuentede La Malvea, ascendemos un po-co hacia la derecha, y tomamos

Julio Concepción Suárez

dirección al Nocíu: caserío al otrolado de la loma, al norte. A travésde una portilla, que abrimos y ce-rramos con cuidado, seguimos lavieja calzada que nos conduce so-la al caserío habitado.Una vez más, mucho agradece-

mos la hospitalidad de Goyo y Pe-pe: pero, sobre todo, los tortos quefay Goyo.

Con la misma dirección, borde-amos casa y cuadras, cruzamoscon todo cuidado la pista privada,y entre las matas, damos con laotra senda que nos lleva en pocosminutos a Santa Marina. A nues-tra derecha, abajo, las casas deSan Miguel del Río: en la riberaderecha del Valgrande.Los nombres que cruza el cami-

no en travesera ya indican la condi-ción del terreno: El Nocíu, Los

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Fueyos, El Retechón, El Praón,L'Abeseo, El Quentu la Solana, LaFuente la Polea, El Burecu la Pe-na ... Es decir: 'pozas', terreno másbien 'empinado' y 'sombrío', tierra'soleada', lugar para 'deslizar laleña', 'oquedades en las peñas' ...).

Santa Marina, Vanos: la otravertiente más so/eyera delPayares

Y de Santa Marina, a Vanos:media hora más por esta larga (ypoco frecuentada) ladera del ríoPayares. Pronto damos en Vanos.A seis kilómetros por carretera,Fierros (una hora, en sin descui-dase -nos advierten los vecinos),cuando casi nos da la noche en lascaleyas, compartiendo, una vezmás, sus saberes de Valgrande.

Mozando: inantega, dibura, suero ... , cada uno por su parte

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354 POR LAS MONTAÑAS DE LENA

40. UBIÑA LA PEQUEÑA: UN MIRADOR A MEDIAS ENTRELEONESES y LENENSES

• LUGAR Y HORA DE SALIDA: las portillas del Alto'l Palo (como en laruta 35), sobre las 9,30.

• LUGAR Y HORA DE LLEGADA: mismo lugar, sobre las 5.• PARAJES DE INTERÉS: ver ruta de Ubiña la Grande.• NIVEL DE DIFICULTAD: menos que a Ubiña la Grande (hay algunaszonas pedregosas, pero con la senda bien marcada de jitu en jitu)

• ÉPOCA RECOMENDADA: otoño (tienen su encanto los pastos otoña-les de Retuerto y Rosapero).

• TIEMPOS: la ruta es corta, 4-5 horas (se puede estirar lo que se quiera).

• DESCRIPCiÓN DE LA RUTANOTA: en realidad, como se

puede suponer, la mayor parte dela ruta coincide con la indicadapara Peña Ubiña la Grande. Hastapor encima de Los Ochones, LaFuente la Gorgochosa, Refugiolos Pastores, seguimos el mismoitinerario (Alto'l Palo, La Sendadel Picón, La Viguichina, Candio-ches).

De titu en titu, por Ubina laPequena

Una vez refrescados en la Fuen-te la Gorgochosa, bajo el Refugiolos Pastores, cuando son todavíalas diez y pico, giramos unos 120°al surdeste por la campera que nosva llevando hacia la base de Ubi-na la PequenaA medida que vamos ascen-

diendo entre la pradera y los pe-dreros, las sendas nos van llevan-do cada vez más al surdeste, poresta cara de la peña. Poco a poco,los senderos van confluyendo enuno más ancho, que empieza a es-tar marcado por fitos, cada vez

más espesos y cuidados a medidaque nos acercamos a la cima.Ya de media peña arriba, gira-

mos más al suroeste (a los 200°).Poco a poco, el camino se con-vierte en zig-zag por la pradera.Zigzagueamos también nosotros,cada vez más estirados entre el si-lencio rocoso de la vaguada, y elsol yajadeante de las doce. A me-dida que ascendemos, el senderotoma dirección todavía al suroes-te (unos 250°).Sobre la última pradera, se divi-

de la senda: los más decidios si-guen rectos, por lo más pendiente,através de una estrecha gargantaentre dos rocas, que da paso casidirecto a la cima (se sube bien, pe-ro con cuidado de un traspié).Los del grupo mayor dejamos la

estrecha garganta, y faldeamos lacima por la derecha, a través deuna pequeña hondonada que dapaso a la cara menos pindia entrelas rocas de Ubina la Pequena. Eldestino es el mismo, con unos mi-nutos por el medio.En la misma cumbre, sobre las

cruces a ambos lados del crestón

Julio Concepción Suárez

(2192 m), mientras rebuscamos elbocata en la mochila, tendemos lavista por unas horas al sosiego delos vecinos pueblos leoneses, aho-ra a nuestros pies: Pinos, Cande-muela, Villargusán (ruta 35).

Los anillos de la nublina almediudía, colgados de laspeñas

Mientras reponemos las gotasde sudor dejadas en los pedrerosal subir, una visera de nublina ho-rizontal empieza a trazar un anilloen torno a Ubiña la Grande. Yunos cuantos círculos más secuelgan, también, en torno a Che-turbio, Pena Britá, La Mesa, has-ta terminar por inundar de una li-gera niebla todo el valle del Güer-naoCon el paso de las horas, em-

piezan a asomar las brumas cadavez más espesas entre Las Rubias,Axeite Y antes que se acerquendel todo a la peña, aunque no sonnieblas muy espesas, calculamosel descenso por la zona leonesa deRosapero, mucho más soleada lacampera al mediodía que por laparte asturiana.

El nombre de Candiochesque trixeron los de Mieres(Candiochas, para leonesesy lenenses)

Pero estiramos lo que podemoslas horas en la peña: no se sube aUbiña cuando se quiere. Encara-mados en la cima, hoy, de Ubinala Pequena, contemplamos la lla-nura de Candioches. Una vez

más, campeamos también por elnombre de la llanura entre tantaspeñas.Y desde esa perspectiva que

siempre dan los altos sobre losintríngulis del valle, cavilamos so-bre un dato oído a los pastores dePinos y Candemuela: aquellosmismos zagales (ancianos y an-cianas hoy) que aprovecharon consus espesos rebaños estas tupidascamperas, ahora llamadas PuertoMieres.Para los pastores y pastoras leo-

neses, el nombre de vaguada tanextensa y empozada entre tantapeña, siempre fue Candiochas: lode Candioches es cosa de los deMieres, "que nos compraron elpuerto" -nos habían explicado undía unos ancianos, contemplandola peña desde el umbral de una ca-sa en Candemuela.El dato fónico coincide con el

que daban los vaqueros en los al-tos del Güerna, hasta que llególa carretera, y el hablar más finode los de Mieres. Recuerdan losmayores de estos pueblos lene n-ses que sus abuelos decían siem-pre Candiochas, aunque acabópor triunfar el nombre que pu-sieron los compradores del puer-to, difundido luego por los ma-pas.

Entre Los Ochones yCandemuela: la formaimaginada de las ochas (las'ollas') respecto a unacampa más llana

Desde los altos de Ubiña aso-ciamos el sentido de Candiochas

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Ubina la Pequena: a medias entre el silen-

cio serondo de Retuerto y Rosapero

a Los Ochones: unas pozas gran-des del terreno -ochas, 'ollas'>,que contrastan con las llanurasapacibles de todo el valle de Re-tuerto. Deshacemos la forma entreun primer elemento, tal vezcam(po), más el citado ochas: un'campo' rodeado de hondonadasrocosas uniformes. El suelo calizoexplica lo demás. Un Cam+de+ochas > Candiochas.Algo parecido ha de ocurrir al

otro lado de la peña, por la ver-tiente leonesa, con el pueblo mis-mo de Can-de-muela, en posiblealusión metafórica al saliente'mojar' de Ubiña la Pequena: uncam(po) -hoy poblado- justo ba-jo la mole rocosa y blanquecinaque se levanta sobre estos pue-blos vecinos al otro lado de la ra-ya.

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

y al otro lado de Retuerto,Las Fuentes de Rosapero

Con la vista tendida a los para-jes y a los nombres, nos empiezana rodear las nieblas difusas ya enel picu la pena, por lo que desan-damos el camino, como habíamospoyectado. Bastante más llevade-ro en la bajada. A medida que va-mos llegando a los pedreros en lafalda de la peña, tomamos cual-quiera de las sendas que cruzan laloma horizontales, en direcciónsurdeste.Pronto columbramos las maja-

das de Rosapero: valle a la dere-cha, que asciende hacia la cara surde la peña (unos 1200, al surdes-te). Volteamos el cordal divisoriodel Puerto Mieres, y descendemosa tomar una senda muy marcada(hoy pista de tractor), que nosconducirá, en poco más de mediahora, a La Casa Mieres.Caminamos entre los dos valles

con nombres de regatos, tambiénparalelos: a la izquierda, Retuerto(río más retorcido); a la derecha,Rosapero (posiblemente, en alu-sión a las abundantes xaroncasque en algunas zonas abundan enel río de Pinos, según las épocas).Sobre aquel entorno desarbola-

do hoy, también serían posiblesotras resonancias prerromanas(*sapp-, 'roble pequeño, mato-rral'). A la vista de aquel valle contantas aguas inagotable, nos incli-namos más por la primera.El agua abunda, ciertamente, en

la zona de Rosapero: bajo la lomaque separa ambos valles bajoUbiña la Pequeña, brotan a borbo-

357Julio Concepción Suárez

Ubiña La Grande

Alto'l

Palo"lnicioRuta_Ruta= Carretera- Pista__ Camino Secundarioc!J Capillae Cuadraf Fuente• PicoiIIl Cabana& Población

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358 POR LAS MONTAÑAS DE LENA

tones las corrientes subterráneas,como si de una gran balsa rota enlas entrañas de Los Ochones y deUbiña se tratara. Son Las Fuentesde Rosapero, que dan origen al ríode Pinos, con caudal casi invaria-ble todo el año.Cuando es todavía mediatarde,

entre las idas y venidas de la nu-

blina en pugna con las rayás delsol, cruzamos sin prisas las cam-peras ya desprovistas de ganadosa estas alturas del otoño. Pasamosla llamada Casa Mieres, y, en po-co más de media hora, de nuevoEl Alto'l Palo.

Manolito Castañón: montañeru hasta el final (Foto de

L. Castañón)

Julio Concepción Suárez 359

41. LA PENA LA PORTIECHA: DE LA CRUZ A XOMEZANA,POR LAS PASÁS, YA SIN HUELLAS, DE LOS CHOBOS

• LUGAR Y HORA DE SALIDA: La Cruz (junto a Riospaso), sobre las 9de la mañana.

• LUGAR Y HORA DE LLEGADA: Xomezana Riba, sobre las 5 (o Espi-neo, media hora más).

• PARAJES DE INTERÉS: La Pena Corneyana, Los Diales, Vega Fuen-tes, La Pena la Portiecha, El Puzu los Chobos, Santa Cristina, las dosXomezanas, Espineo ...

• NIVEL DE DIFICULTAD: bajo; se sube bien a la peña.• ÉPOCA RECOMENDADA: cualquiera (otoño, sobre todo, por los ha-yedos bajo la peña).

• TIEMPOS: la ruta se hace bien en 5-6 horas.

• DESCRIPCiÓN DE LA RUTAEntramos en La Cruz, con el sa-

ludo de un perrazo rompe un tan-to fiero la paz de las caleyas, amodo de vocero que cumple celo-so su misión entre las casas. En-tendemos al mastín (por cierto,bien educado), y nos alegramos dela vida del pueblo que empieza abullir bajo el humo blanquecinode algunas chimineas, en estafresca mañana en la seronda.

El arte de la piedra en lascuadras de Riospaso y LaCruz

Seguimos desde el poblado elcamino que se desvía a la izquier-da, sobre la fuente de piedra, an-tes de las primeras casas y cale-vas. Más arriba, el camino se con-vierte en pista, y se eleva a la de-recha, para contemplar, desde ela Itozano de Fusneo, los teyaosapiñados de las casas con suspuertas y ventanas orientadas alsurdeste.

La pista, que va dejando a am-bos lados los caminos en desuso,serpentea entre las fincas hacia LaMortera y Los Diales. Dejamos encada acceso las portillas cerradascomo estaban, y agradecemos alos vecinos el paso. Tambiénechamos de menos las pedreras delos caminos, semiocultos ahorapor el escombro en algunos tra-mos. Pero los caminos, sin podercompetir con la pista, se fueroncerrando.En todo caso, respetamos la

pación de seronda en los praos,sin salimos de la pista. Las abun-dantes lluvias del otoño han vuel-to a reverdecer estas fincas sobreEl Setal (nombre transparente), yEl Cuérrabu, acanalada -en for-ma de vallejo-; como el nombreindica tal vez (lat. corrügu, 'cau-ce').A medida que ascendemos a La

Mortera, destacan las cuadras decaliza fina, impecablemente labra-das. Queda la talla de las piedras,símbolo que prolonga en el tiem-

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360

po el trabajo de muchas manosencallecidas de los canteros de es-tos pueblos, nacidos a la falda delas caliares: sabido es que los can-teros de Riospaso y La Cruztenían fama de artesanos desdeLena hasta los pueblos de León.

Las garayas y las utres de LaPena Corneyana

Sobre El Cuérrabu, el paraje seabre con las dos peñas de enfren-te: La Pena Corneyana (a la iz-quierda) y La Pena Vega Fuentes(a la derecha).Unas cuantas garayas revolote-

an fundidas con las nieblas, quetodavía dejan entre las nubes lospicachos de ambas penas a estashoras tempranas. Aunque ya sonraras por aquí las corneyas (Cor-vus corone), pensamos si nohabrían dado ellas nombre a lapeña en este caso (más raro aquíel antropónimo Corneliana).La pista termina por disiparse

entre las fincas de La Mortera, porlo que retornamos el antiguo ca-mino vecinal ya en las lindes delos praos con la carba (seguimosrespetando las praderas y las por-tillas, que siempre dejamos comoestaban).Desde la pequeña loma del

Cardusu (que aún asoleya car-dos), seguimos con la vista y losprismáticos el vuelo magestuosode dos parejas de buitres, queacaban por sacudir sus alas comodueños solitarios encaramados enlos agudos riscos de La Pena Cor-neyana: parecen los guardianesdel valle.

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

Por Borburanes, seguimos lasenda que asciende suave a unos40° nordeste hacia La Camperalos Diales: una vistosa explanadacircular, orientada al sur Gustofrente a La Mesa y Las Planas, alotro lado del Güerna).Un poco al oeste de la campa,

nos refrescamos en la fuente-abre-vadero, que bien delata el regatohacia los praos fonderos de la car-bao El manantial fluye abundantecasi todo el año, alimentado porlas aguas contenidas en las calizasde Los Diales.

El paraje de Vega Fuentesparriba, con la niebla en sala

De la fuente hacia oeste, damospor las sendas anchas en la colla-da de Vega Fuentes: campera vis-tosa en pando, que abre un abani-co de parajes al otro lado de laspeñas de Los Diales. Tal vez, so-bre las térras ordéales ('de la ce-bada'), que sembraban en LasMorteras con otros cereales.Al frente de la vega en pan do,

se levantan Las Coronas -La Ron-diaona, para otros- (por su carác-ter circular saliente); El Picu laPena Corneyana, arriba y a la iz-quierda; Los Camparones, al fon-do, sobre El Forquéu; El Xanza-nal, Valverde, La Pena Bovias, unpoco a la derecha; Las Cochás, LaYana'l SiirruLas nieblas se baten en remoli-

nos al otro lado de La Portiecha,pugnando por imponerse sobre lascabeceras de los valles, y despla-zar de aquellas cimas los exiguosclaros que, a duras penas, se han

Julio Concepción Suárez

abierto tímidos los rayos del sol alhilo del mediodía. Las Chevias, ElChevión, (jayeos sobre Bovias),marcan el límite de la niebla ensala.

Sobre las yerbas más finas,al sabor de las calizas

Con los pulmones enchíos delaire de Vega Fuentes, giramos alnorte camino de la peña. Seguimoscualquiera de las sendas que seelevan por la raya de la cima haciaEl Picu'l Cordal: mayéu cimeru,antesala de La Portiecha. Variasyeguas overas, roxas, alazanas,paladean concentradas las yerbasmás finas (como hacen siempre),brotadas al sabor de las calizas.Dejamos la yeguada, que se

diría pace a destajo, y seguimoscualquiera de los senderos que as-cienden por la cara oeste de LaPortiecha, y en poco minutos da-mos en Río Cimiru (lat. rivus,

361

'zanja, río'), que, por supuesto, notiene agua alguna.El nombre de Río Cimiru (aun-

que sea en peña) se justifica tam-bién aunque esté seco: ahora, en elotoño, no hay agua, pero en losdesnieves del invierno se formanchaguetes sobre el canal (un rieguanchu), que divide el lomo de unabuena parte de la peña.Por debajo de la misma peña, en

dirección más bien sur, en si-metría perfecta (y como no podíafaltar el paralelo), está Río Fondi-ru: canalizo también entre las ro-cas, y también seco a estas alturas(sentido más antiguo de la pala-bra, como simple 'canalizo, zanjanatural').

Los valles de Xomezana,desde la cresta de LaPortiecha

Ya en la cima de la caliar, nosasomamos hacia el noroeste (iz-

Por Los Vanos y rellanos bajo La Pena la Portiecha

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quierda, subiendo), sobre Los Ya-nos (mayaos, prau, fayeos, mon-te), justo a la falda de la peña; otendemos la vista horizontal (endirección norte) hacia La Braña,El Barraal, Cuitu Chobos, sobrelos pueblos de Xomezana.Por el surdeste de La Portiecha

(abajo), están los praos de La Pri-maliega (de paciones primavera-les tempranas, como el nombreparece indicar); y están Los Pe-drazos (baste mirar los abundantes'pedruscos' desgajados de lapeña); o los pareones grisáceos delas fincas, en los que no sobresaleuna piedra de su vecina. Otra vezel arte de los canteros, en este ca-so más bien de Xomezana.y seguimos peña adelante, de

paraje en paraje. La senda de LaPortiecha se prolonga en yano porla explanada cimera. Cuando fal-tan unos metros para llegar a LaCruz de la Pena, se estrecha unpoco entre los riscos, pero pasa-mos bien. Estamos nel mismo pi-cu la pena.

y otros mosaicos otoñales,desde el alto de la peña

Otro mosaico de pueblos y pai-sajes otoñales se recorta entre lasbrumas de los valles fundidas conlas distancias: La Cruz (a la dere-cha, al suroeste), Reconcos (másal surdeste), Teyeo (abajo y a laizquierda), Las Piñeras, Carraluz,Bendueños, Campomanes (ya a lolejos).Más al norte, La Pena Chago,

L' Aramo; más al noroeste, Penadé Ruea; y siguiendo con la vista la

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

cadena de picachos, El Fariñentu,Ubiña, La Mesa, el alto Payares,El Ceyón (con su gorra de nubli-na acostumbrada), Tres Conce-yos.y justo enfrente de nosotros, so-

bre la depresión del Güerna, la ca-pa verde que losfayeos del Blimefueron tejiendo hasta la mismafalda de las calizas fonderas de LaTesa.Son las doce y pico, y el día,

aunque con los vaivenes de la nie-bla más fondera, va resistiendo enLa Portiecha. Por esto, acordamosya dialogar también con el bocata,al resguardo de la brisa, que ya so-pla fría en estos altos teñidos deoctubre y de seronda.

Las gayuba s: los arándanosdel urogallo en el invierno

Mientras desandamos los sen-deros de la caliza, de nuevo al Pi-cu'l Cordal por el que subimos(unos 2400, al suroeste, ahora),nos detenemos en una planta nue-va para nosotros: parecida a laarandanera, pero más pegada a laroca. Tiene unos frutos completa-mente rojos, comestibles, escon-didos bajo las hojas, por fuerza,sin duda, de las brisas sin contem-placiones a estos 1500 m de altu-ra.Nos la explica con detalle Ma-

nolo el d'Espineo, vaqueru desdeguaje en estos altos: es la plantade los urogallos en el invierno.Sus frutos rojos, bastante insípi-dos y fariñentos, se distinguenbien de los otros arándanos desiempre (más sabrosos, y más o

Julio Concepción Suárez

11Il:110S negros o azulados). Luego,\ ornprobamos que puede ser lavuvuba o uva ursi (Arctos-taphy-llt»: L).

y I'arzolia: una plantamedicinal muy rebuscada enlas grietas de las calizas

l)e paso por Río Cimiru, baja-11lOS pronto a Río Fondiru: campaestrecha, acanalada bajo la peña,«orrelato de la otra en la cresta deI :1 Portiecha, como se dijo.y de nuevo otra planta nos de-

IIL'IlC en la bajada: ahora la arzo-tu), que acaba de encontrar Fran-\ ISCOen las fisuras de una roca. EsI runcisco Corrales, que aparece y.k-saparece por encanto de un sen-011 '/'11 en medio de cualquier lade-1,1; Y hasta que no viene con algu-11:1 novedad, no para. Imprescindi-blc Francisco para "leer" el sueloentre las breñas de cualquir braña.

¡\ hora nos ensaña 1'arzolia[( ilobularia repens L, como sa-11I\:1ll0S luego). Esta planta medi-( ruul la usaban en estos pueblos11I:'IS altos -nos explica, también elI'I"I"(;'/,U Manolo- como remedioII\lCO menos que milagroso en la\ urución de heridas: una vez coci-d:I, l'arzolia era muy eficaz comodl's iIl Iectante, astringente, an-uxéptica Varias diapositivas nosllevamos de la planta.

L Capía: los ecos de unnombre sin ermita en unabraña

Ik IlUCVO en dirección nordeste11:1 . i~1 Los Pedrazos, ahora por la

I rol

falda de la peña, pasamos por 1, IMayéu Vicharín (nombre debido ti

que allí vaqueriaban los de estecaserío más fondero). Un pocomás allá, llegamos al Mayéu laCapía (La Capilla, para otros), yade peor explicación para una posi-ble ermita a estas alturas.Al margen la posibilidad me-

tafórica (la forma de la peña re-cortada en la caliza), se nos ocurreotra justificación del nombre. LaCapía es una campera al cobijo deuna oquedad de La _Portiecha.Tiempo atrás, fue lugar de unascuantas cabañas, y desde allí sedivisaba la silueta lejana de la 'ca-pilla' del monasterio de Acebos.y se sigue divisando hoy su re-construcción actual en el pobladoinferior: la capilla'l Quempu.Las horas de los rezos, y aque-

1I0savisos monacales sobre el va-lle, lanzados por la campana alservicio de vecinos y peregrinos,bien pudieran haber motivado elnombre de La Capía bajo La Por-tiecha: un mayéu, siglos atrás,verdadero poblado en una brañadurante buena parte del año.No se recuerda capilla alguna

bajo la peña, pero sí la hora de re-zar cuando tocaba la campana decualquier capilla en el valle Güer-nao

Las bayas comestibles deespinera: las cerezas omayuncas -que dicen losvaqueros d'Espineo

La senda de La Capía, buena,apacible, para la andadura larga,ve crecer hoy gruesas espineras

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lId

Nel picu La Pena

por ambos lados del camino, com-pletamente doblegadas al peso detantos frutos otoñales coloraos. Elcamino, reconvertido en praderaverde por el mayéu, contrasta, así,con el granate rojo de las bayasdel espino, más brillantes, si cabe,al sol de media tarde.

Y, sobre el verde otoñal de lacampa, y con los frutos rojos delas espineras (las mayuncas), con-trastan las bruselares más ocres enla seronda. Por cierto que entrelos ganados y los páxaros, no de-jaron ni un último brusel, para sa-borear siquiera los que venimosde paso: bien conocemos algunosdesde guajes la golosina agridulcey refrescante de los sabrosos bru-se/es.La curiosidad por comprobar la

tradición de los vaqueros (que se

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

comían los frutos de la espinera,en el otoño) nos lleva a probar,nosotros también, algunas mayun-cas o cerezas -según otros.

Y, ciertamente, en época de ma-yores premuras (sin bocata tan amano en la mochila), no tendría-mos reparos en haber comido bas-tantes mayuncas más: las bayasbien maduras de las espineras noson dulces, pero tampoco amar-gan.Un pocofariñosas, secas, con la

enjuta carne que les dejan las pe-pitas, habría que comer bastantespa fartucase. Pero sería peor es-cuchar el estómago vacío, lejos dela casa en las interminables horasde la braña.De hecho, en pueblos como Es-

pineo, a estas bayas de espinerasiguen llamando cerezas: y por lomenos en la forma, aunque muchomás pequeñas, y mucho menosdulces, bien que se parecen a lascerezas montesas, albarinas, porejemplo. Otros les llaman mayun-cas, tal vez por deformación debayucas.La ambigüedad de un mismo

nombre para dos frutos da buenaseña de que las cerezas d'espine-ra no habían de quedar sólo paralos páxaros.

y el nombre de La Portiecha:el cierre del paso a losganados entre las carbas,las morteras y las brañas

Con el sabor seco de las mayun-cas en la garganta, seguimos lasenda que faldea la peña hacia elnordeste, tras Los Praos de la Por-

Julio Concepción Suárez

tiecha. Allí, los senderos se han de.iuntar por fuerza en el estrecha-miento a que obligan los pedrerosy las paredes de las fincas. El pa-so era obligado bajo La Pena laPortiecha: no había otro lugar pa-ra las sendas.Y de ahí, el nombre: la 'portilla'

se levantó para controlar el pasolibre, a capricho, de los ganadossueltos, entre las carbas y lospuertos. Con la portilla cerrada, nisubían a destiempo en primavera,ni bajaban demasiado pronto delas brañas a estropear los sembra-dos y borronás de las morteras,antes del otoño. Hoy se desplazóél nombre a lo alto de la peña.

y como La Portiecha, ElCancechón

Como los nombres no suelenestar solos (se apoyan unos enotros), un poco más allá de Lal'ortiecha, tras la actual mortera deRiospaso, queda, con la misma re-lcrcncia, la finca del Cancechón:entre La Miria, Tiracuecho y LaI'ena Corneyana.En El Cancechón ('canciecha,

porti lla') los vaqueros cerrabantambién el paso libre de los gana-dos, entre las tierras de las morte-ras y los pastos de Vegafuentes(queda una profunda cárcava entrelos praos y las penascas).I':n fin, una misma razón para

dos nombres próximos junto a untercero: Los Diales (peña cabece-1',1, por el surdeste de La Portiechay sobre Las Morteras).

l.os Diales iOrdiales. Urdiales,s 'gún los informantes) fueron el

365

límite cimero de unas morteras,que algunos vecinos de Riospasoy La Cruz recuerdan todavía sem-bradas de cereal (lat. hordeum,'cebada') en alguna esquina, has-ta hace pocos años.

UNA DESVIACiÓN OPCIONAL

Por si nos sobran tiempos yfuerzas: El Puzu los Chobos,al otro lado de La Portiecha

La lluvia sigue amenazando amedia tarde, frente a un sol queinsiste (y resiste) entre las nubes.Pero no parece que vaya en serio(vien del sur, nun hay problema-nos da confianza Manolo). Se-guimos la senda tras las fincas ycuadras de Los Pedrazos, bajo losmorrillos que atestiguan el nom-bre entre los pedreros.En El Mayéu los Pedrazos, la

ruta sigue en yano y hacia abajopor la cima del cordal, hacia Espi-neo y Xomezana por Santa Cristi-na. Pero también podemos dar unrodeo, si vamos bien de fuerzas: ladesviación -con ida y vuelta-puede llevar casi un par de horas,según las zarzas de la senda.Como es temprano -las tres de

la tarde-, algunos aprovechamosla ocasión de contemplar de cercaun pozo lobal, tras los pasos segu-ros de Manolo el de Espineo.Otros esperan en la campa (cues-tión de un par de horas), para re-encontramos más abajo en LaBrañona, La Felguera ...Dejamos por el momento, en-

tonces, la dirección de la ruta, ynos desviamos a la izquierda por

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una senda más estrecha, y un po-co enzarzada a veces, directos alPuzu los Chobos. Bordeamos, así,la falda de La Portiecha por el ha-yedo que da al norte y al nordeste.Descendemos por La Poza

Bogón (hondonada natural bajo lapeña), La Fuente Xuan Pelayo, ytomamos e! camino que se pega ala xebe izquierda de la finca en ellímite con lasfayas. El camino si-gue por El Praalín abajo, haciaXomezana, con un ramal que sedesvía a la derecha en dirección aSanta Cristina.Sin perder de vista la falda de la

peña, tomamos una desviación se-cundaria, todavía más a la izquier-da, que atraviesa inclinada El Pra-alón. Pronto nos unimos a otro ca-mino a medio hayedo, sobre LaFuente'! Mal Tiimpu (que lleva elagua a Espineo).Siempre bordeando La Portie-

cha por la cara nordeste, pasamosbajo El Güerto'l Piñutu (minipra-

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

dera colgada de la caliza), en re-cuerdo de un vaquero despeñadoun mal día en busca de algunasyerbas más para el ganado. Otravez, la pena (la peña) origen detantas penas.El camino, que va bordeando

La Portiecha, gira poco a poco alsuroeste, y sigue casi horizontal,ya más ancho y llevadero haciapozo lobal. Cuando llevamos unamedia hora larga, cruzamos ElMonte'l Caliyu (bajo las calizas).y damos en el pozu chobiniegu.

Un 'pozo lobal' estratégicoentre la peña y el hayedo

El Puzu los Chobos está al bor-de izquierdo del camino, ya en lacara más bien oeste de La Portie-chaoUn poco más allá queda El Prao

Penaquente, en la bifurcación ha-cia El Caleyón del Manteguiru yEl Sutiquín (camino a la derecha y

Los teyaos d'amposta sobre Santa Cristina de Xomezana

Julio Concepción Suárez \11'7

l.ntre las vacas roxas de Xomezana, también ellas otoñales el día de la feria

abajo, a Xomezana); y hacia LosVanos, por La Mesá (camino a laizquierda y arriba): nombre debi-do a la abundancia y calidad de layerba a la falda de la caliza (lat.messis, 'siega, cosecha').El pozo lobal ha llegado hasta

nosotros conservado a la sombra yal olvido que siempre le dio el ha-yedo. Es un pozo cilíndrico, com-pletamente rodeado de paredes enea liza tallada; tiene unos tres me-Iros de diámetro, por seis de pro-lundidad, aunque en este momen-lo está semicubierto de abundante[ueya acumulada, año tras año,·on el desuso.y con la imagen del puzu cho-

lios (de los pocos que quedaronpara contarlo), desandamos el ea-ll1 ino hacia la desviación quehabíamos dejado frente al Pra-alón. Subimos un poco hasta to-mar la senda sobre la finca, y se-iuirnos hacia Yenu I'Oxa, El Car-

buitu ..., donde nos unimos de nue-vo al grupo.

DE NUEVO EN RUTA

Entre las ampostas de losteyaos, camín de SantaCristina

Como habíamos quedado, de novisitar el puzu los chobos (depen-de del día y de las fuerzas), des-cendemos más holgados por la ci-ma del cordal: en El Mayéu losPedrazos, seguimos la senda quedesciende suave entre las cuadrasde La Brañona, La Felguera, ElCabril, Yenu l'Oxa, El Carbuitu(siempre hacia el este, unos 90°).Desde cualquiera de las lomas

vistosas, vamos divisando al fren-te los pueblos de Piñera (de Ribay de Baxo); más al nordeste, Ca-rraluz; a nuestra izquierda y anuestros pies, ambas Xomezanas.

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368

Contemplamos, también, la ar-tesanía en los teyaos de estas cua-dras de Xomezana, siempre ex-puestos en la pendiente a los ga-nados que retozan por las campe-ras. Para evitar posibles daños enlos teyaos, idearon sus propieta-rios un sistema de defensa tansencillo como estético: l'ampostadel teyao (de mamposta, segúnotros).L 'amposta del teyao consiste en

un pequeño muro de chábanas,que sobresale por encima del teja-do, y continúa la pared trasera me-dio metro más sobre el ras de lastejas. De este modo artesanal, enlos suelos inclinados, los animalesnunca tienen contacto con las te-jas. Que todo estaba entre los ga-naderos, a su modo, programado.La senda de los vaqueros, ya

convertida en pista en algunos tra-mos, gira más al surdeste (sobrelos 130°), hacia la campera delCabril. y desde la loma saliente,divisamos abajo el poblado deSanta Cristina: la fachada blan-quecina de una casa brilla, to-davía, reluciente al sol de media-tarde. Se diría que sigue habitada.

La otra Santa Cristina de laaltura (la de Xomezana), hoysin ermita

Seguimos descendiendo entrelas sendas del Carbuitu y del Fele-chal (con tantos, y tan espesos fe-lechos, que huelga cavilar sobre elnombre). Pasamos por las llama-das Casas del Cordal, hoy conver-tidas, también, en cuadras espa-ciosas de ganados.

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

Sin pretenderlo nosotros, rom-pemos el sesteo placentero deunas cuantas perdices rojas que seasustan al paso de nuestras botas,un poco estridentes sobre el tupi-do felechal, en parte ya abatido yseco por el otoño. Bien que lo sen-timos, pero también disfrutamoscon aquel revuelo de improviso.En pocos minutos, damos entre

las casas de Santa Cristina, por elamplio camino entre los pareonesde unas fincas que simbolizan, consus nombres, su condición pasadade excelentes tierras de labor: LaTierra'l Prao, La Pornaliega.Forman hoy el núcleo deshabi-

tado, cinco edificios en piedra(con sus típicos voladros, por pa-redes), que sobreviven a lo fonde-ro de la loma. Es uno de esos po-blados de montaña que nunca tie-nen problemas con el sol: entreenero y diciembre, y ya desde queapunta el alba, aquellas casas deSanta Cristina no pueden ser másso leyeras.

El camín a Xomezana por elMolín del Pedrea

Con la tarde ya en los rellanosde la loma, y con la soledad col-gada de las últimasfigares del ac-tual despoblado, desandamos lascaleyas de nuevo al camin Xome-zana.La pista actual entre ambas Por-

naliegas gira al norte camino delos dos poblados. Una fuente depiedra, que brota abundante a laentrada de las matas, nos recuer-da, por su cuidado y por el grosordel chorro, el trasiego de personas

Julio Concepción Suárez

•• Inicio Rula_ Ruta== Carretera- Pista- - Camino Secundario¿, Capillae Cuadra§ Fuente

• Pico<11>Cabanad> Población

XOMEZANA

BAXO

9 Á

9 9 9El Puzu

99

9 9

9 9

9

Riospaso

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370

y animales que debían circular poresta ladera del Güerna.El camino a Xomezana (antes

ancho, ahora enanchado) descien-de sin pérdida sobre Las Cavás,donde se divide: en yano, a la iz-quierda, sigue al pueblu riba; ha-cia la derecha y abajo, al pueblubaxo.Como vamos bien de tiempo,

rodeamos por Xomezana Riba. Enpocos minutos, y sobre un regatomayor, pasamos junto al Molín del

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

Pedreo: un edificio bien conserva-do que todavía sigue moliendo al-gunasfardelás d'escanda crecidaen las irías de ambos poblados.Salimos, finalmente, al pueblu

riba, donde aclaramos (comosiempre) los detalles de la ruta conalgunos vecinos y vecinas que en-contramos por las caleyas. Y, através del pueblu baxo, descende-mos en pocos minutos a Espineo(destino previamente acordado,por aquello de los coches).

Elpotefarinas: y que nunfaltaran