irrupciÓn, desarrollo, crisis y colapso del “socialismo real” · colapso del “socialismo...

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El siglo XX vio nacer, degradarse, crecer, escleroti- zarse y finalmente morir o integrarse en la Economía Mundo capitalista al “socialismo realmente existen- te”. Fue una experiencia más efímera que la propia- mente liberal capitalista (que todavía perdura), pero tuvo una considerable trascendencia en el acontecer del pasado siglo, y ha dejado una muy importante huella en una amplia parte del mundo, así como es- tructuras que todavía perviven en importantes regio- nes (especialmente en China), aunque integradas ya en las dinámicas del nuevo capitalismo global. Pero eso sí, conservando todavía importantes característi- cas propias. A principios del siglo XX, conforme se recrudecen las tensiones interimperialistas entre las potencias eu- ropeas, se asiste a un creciente tensionamiento dentro de la II Internacional. El apoyo o no a las burguesías nacionales en el camino hacia la guerra que se avizo- raba en el horizonte dividía al movimiento socialista internacional. El estallido de la Primera Guerra Mundial va a provocar una aguda crisis en la II Internacional, y esa crisis va a explotar finalmente al final de la guerra, como resultado de la Revolución Rusa (1917), generando una aguda escisión en el mo- vimiento socialista internacional, entre la vía refor- mista y la vía insurreccionalista. Esta última vía pasa- ría a crear la nueva III Internacional, en 1919, a ins- tancias de Lenin. La Revolución Rusa había demos- trado que era posible la toma del poder a través de la insurrección popular. Pero el Estado ruso no era libe- ral, y por tanto no había posibilidad de acceder a él a través de elecciones. Es más, los rusos sólo habían co- nocido estructuras jerárquicas y fuertemente autori- tarias en regímenes feudales o zaristas. Y la toma del poder a través del levantamiento popular había sido factible por la descomposición de las fuerzas imperia- les rusas como resultado de la guerra, y por la aguda crisis social existente, en la que amplios sectores de la población clamaban “paz y pan”. En esas circunstan- cias, el partido bolchevique, un partido de cuadros fé- rreamente organizado por Lenin, impulsa la organiza- ción de soviets (asambleas populares) que van a ser su ariete en la lucha por el poder del Estado. El Zar abdi- ca y poco después se produce el renombrado Asalto al Palacio de Invierno. Inmediatamente después los bol- cheviques nacionalizan la gran propiedad terrate- niente y la industria, que estaba en general poco des- arrollada en Rusia. Tras la revolución, el imperio ruso, en profunda crisis, se ve sometido a fuertes tensiones centrifugas separatistas, lo que es uno de los primeros retos para los bolcheviques con un programa internacionalista y de respaldo a los movimientos de liberación nacional. A Finlandia y a Polonia, Lenin les da el visto bueno para su separación, y se las deja caminar por sí solas. Pero ante la guerra civil que se desata, los bolchevi- ques deciden recomponer el imperio, aunque sobre YOUKALI, 9 página 9 (artículos) uno, dos, mil... muros ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net 1 Ramón Fernández Durán es miembro de Ecologistas en Acción. Este texto se ha confeccionado a partir de materiales de trabajo de un libro en elaboración por el autor sobre la Crisis Global y el previsible colapso civilizatorio. Parte de los materiales se han entresa- cado de dos textos del autor que forman parte de dicho libro y que están colgados en la web; “El Estado en el mundo a lo largo del siglo XX” y “La conflictividad político-social en el siglo XX”. IRRUPCIÓN, DESARROLLO, CRISIS Y COLAPSO DEL “SOCIALISMO REAL” por Ramón Fernández Durán 1

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El siglo XX vio nacer, degradarse, crecer, escleroti-zarse y finalmente morir o integrarse en la EconomíaMundo capitalista al “socialismo realmente existen-te”. Fue una experiencia más efímera que la propia-mente liberal capitalista (que todavía perdura), perotuvo una considerable trascendencia en el acontecerdel pasado siglo, y ha dejado una muy importantehuella en una amplia parte del mundo, así como es-tructuras que todavía perviven en importantes regio-nes (especialmente en China), aunque integradas yaen las dinámicas del nuevo capitalismo global. Peroeso sí, conservando todavía importantes característi-cas propias.

A principios del siglo XX, conforme se recrudecenlas tensiones interimperialistas entre las potencias eu-ropeas, se asiste a un creciente tensionamiento dentrode la II Internacional. El apoyo o no a las burguesíasnacionales en el camino hacia la guerra que se avizo-raba en el horizonte dividía al movimiento socialistainternacional. El estallido de la Primera GuerraMundial va a provocar una aguda crisis en la IIInternacional, y esa crisis va a explotar finalmente alfinal de la guerra, como resultado de la RevoluciónRusa (1917), generando una aguda escisión en el mo-vimiento socialista internacional, entre la vía refor-mista y la vía insurreccionalista. Esta última vía pasa-ría a crear la nueva III Internacional, en 1919, a ins-tancias de Lenin. La Revolución Rusa había demos-trado que era posible la toma del poder a través de lainsurrección popular. Pero el Estado ruso no era libe-ral, y por tanto no había posibilidad de acceder a él através de elecciones. Es más, los rusos sólo habían co-nocido estructuras jerárquicas y fuertemente autori-tarias en regímenes feudales o zaristas. Y la toma delpoder a través del levantamiento popular había sidofactible por la descomposición de las fuerzas imperia-les rusas como resultado de la guerra, y por la aguda

crisis social existente, en la que amplios sectores de lapoblación clamaban “paz y pan”. En esas circunstan-cias, el partido bolchevique, un partido de cuadros fé-rreamente organizado por Lenin, impulsa la organiza-ción de soviets (asambleas populares) que van a ser suariete en la lucha por el poder del Estado. El Zar abdi-ca y poco después se produce el renombrado Asalto alPalacio de Invierno. Inmediatamente después los bol-cheviques nacionalizan la gran propiedad terrate-niente y la industria, que estaba en general poco des-arrollada en Rusia.

Tras la revolución, el imperio ruso, en profundacrisis, se ve sometido a fuertes tensiones centrifugas

separatistas, lo que es uno de los primeros retos paralos bolcheviques con un programa internacionalista yde respaldo a los movimientos de liberación nacional.A Finlandia y a Polonia, Lenin les da el visto buenopara su separación, y se las deja caminar por sí solas.Pero ante la guerra civil que se desata, los bolchevi-ques deciden recomponer el imperio, aunque sobre

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1 Ramón Fernández Durán es miembro de Ecologistas en Acción. Este texto se ha confeccionado a partir de materiales de trabajo deun libro en elaboración por el autor sobre la Crisis Global y el previsible colapso civilizatorio. Parte de los materiales se han entresa-cado de dos textos del autor que forman parte de dicho libro y que están colgados en la web; “El Estado en el mundo a lo largo delsiglo XX” y “La conflictividad político-social en el siglo XX”.

IRRUPCIÓN, DESARROLLO, CRISIS YCOLAPSO DEL “SOCIALISMO REAL”

por Ramón Fernández Durán1

nuevas bases, para hacer frente a una aguda crisis po-lítico-social y a los sentimientos nacionalistas exis-tentes. Finalmente, a principios de los años veinte secrea la URSS, compuesta por Rusia y las repúblicassocialistas de los territorios más periféricos del anti-guo imperio ruso (Ucrania, repúblicas bálticas,Cáucaso, repúblicas de Asia Central, etc.). En la deci-sión de mantener a las nuevas repúblicas socialistasbajo el dictado de Moscú, por supuesto que juegantambién factores como el abastecimiento alimentariode la nueva URSS, caso de Ucrania, o el acceso a lasfuentes de energía, en concreto al petróleo, que se ex-plotaba en el Cáucaso. “De los tres grandes imperiosmultinacionales que existían en Europa antes de laPrimera Guerra Mundial –el austrohúngaro, el oto-mano y el ruso- solo éste sobrevivió (reconvertido), almenos hasta 1991” (Wallerstein, 2004).

Ante la derrota de los movimientos revolucionariosproletarios en los países más “avanzados” tras la GranGuerra (en concreto, después del aplastamiento de larevolución alemana), los bolcheviques deciden puesvolverse hacia el interior y consolidar el poder delEstado y del nuevo “imperio ruso”, impulsando tam-bién una fuerte industrialización para intentar alcan-zar a los países del Centro capitalista. El programa eraGran industria, Electrificación y Soviets, que se queda-ría reducido a Gran Industria y Electrificación. El sue-ño y la ambición de Lenin, que muere pronto (1924).Esa sería la vía del “socialismo en un solo país” quedesarrollaría Stalin, que se seguiría volcando haciaadentro y hacia el Este, visto el fracaso de la rebeliónen Europa occidental, y que no sería otra cosa sino unpeculiar y burocrático capitalismo de Estado, con pro-tección (y control) social. Un nuevo proyecto de poder,que para asentarse necesitaba romper con el mercadomundial. De cara a ese proyecto se pondría a trabajartambién a la nueva III Internacional (o KOMIN-TERN). Una organización de partidos comunistas dealcance mundial, bajo el control rígido del PartidoComunista de la URSS, pues solo ese partido tenía eldominio estatal, además sobre un inmenso territorio,y por lo tanto era su incuestionada estructura dirigen-te, y Stalin sería su máximo guía durante casi treintaaños. Eso hizo que el estalinismo permeara en granmedida a la mayoría de los partidos comunistas delmundo, y que éstos no se empezaran a cuestionar loque pasaba en la URSS (y, posteriormente, en su áreade influencia) hasta el 68.

En los años treinta, Stalin procede a la colectiviza-ción total de la tierra, en plena crisis capitalista glo-bal, lo que provoca una gran hambruna y millones dedesplazados. Su objetivo era “modernizar” la agricul-tura y ponerla al nivel de Europa occidental y, espe-cialmente, de EEUU, si bien resultó ser un fracasoabsoluto. De hecho, la URSS sería siempre depen-diente desde el punto de vista agroalimentario. Peroaparte de forzar la desaparición de la pequeña pro-piedad en el campo, se buscaba también proporcio-nar la fuerza de trabajo necesaria para la industriali-zación forzada que se quería lograr. Todo este perio-do se acompañó de una fortísima represión: purgas,juicios de Moscú, Gulags… que alcanzó su apogeo enel bienio 1937-38 (en paralelo a la Guerra Civil espa-ñola), el del Gran Terror, y que implicó más de unmillón de muertos y varios millones más en trabajosforzados (en trabajos de infraestructura energética,viaria e hidráulica). La Segunda Guerra Mundial seveía venir, y Stalin quería probablemente estar pre-parado para ese escenario, teniendo despejado y en“orden” el patio interno, y con una potente industriaque le permitiera desarrollar un importante compo-nente militar. La contienda iba a significar la muertede unos veinte millones de rusos, una tremenda san-gría, pues fue el Ejército Rojo, aparte de por supues-to la población civil, el que tuvo más bajas luchandocontra los nazis, y el que fue decisivo para dar la vuel-ta a la contienda, logrando frenar y revertir el avancede Hitler. Además, en su camino hacia Berlín solocontó con una limitada ayuda aliada (cierto arma-mento y municiones, aparte eso sí de los bombarde-os), siendo sus hombres los que actuaron de carne decañón. “Curiosamente”, Roosevelt y Churchill se re-sistieron al desembarco aliado de Normandía, hastaque Stalin no liquidase formalmente la III Interna -cional, cosa que hizo formalmente en 1943 (Claudín,1978), y entraron abiertamente en batalla en territo-rio europeo contra los nazis cuando el Ejército Rojohabía quebrado ya la columna vertebral de laWehrmacht, y cuando ésta enfrentaba una aguda ca-rencia de combustible2.

Pero el avance hacia Berlín le permitió al EjércitoRojo ocupar gran parte de Europa del Este, alOriente del Elba, y fue desde esa posición de fuerza,con las tropas desplegadas sobre dicho territorio, quela URSS pudo exigir en Yalta que éste quedara bajosu esfera de influencia, y más tarde imponer regíme-

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2 La Alemania nazi utilizaría alcohol proveniente de patata, y hasta combustible líquido obtenido a partir del carbón, como formas desolventar la falta de petróleo, pues su acceso al mismo le había sido cortado por el Ejército Rojo al frenar su acceso al Cáucaso(Heinberg, 2006; Abramsky, 2007).

nes “comunistas” subordinados en dichos países3.Los regímenes “comunistas” llegarían a Europa delEste no de la mano de la insurrección popular, sinode la mano del Ejército Rojo. La URSS ampliaba asísu esfera de influencia en el mundo. Y “EEUU daríagarantías a la URSS sobre su control en una esquinadel mundo, a cambio del compromiso de permaneceren esa esquina”, aproximadamente una tercera partedel planeta, el resto quedaría bajo la esfera de in-fluencia de EEUU. “El acuerdo de Yalta fue esencial-mente respetado por la URSS y las potencias occi-dentales hasta 1991” (Wallerstein, 2004). Y proba-blemente fue por eso por lo que Stalin presionó a loscomunistas chinos para que llegaran a un acuerdocon el Kuomintang, partido nacionalista burgués, pe-ro Mao decidió ignorarlo y entró en Shangai en 1949,unificando China continental bajo el dominio delPartido Comunista Chino (PCCh). Un partido que te-nía un importante componente agrario, como Chinaen su conjunto. El PCCh arrancaría a China de la in-fluencia estadounidense en el continente, y el Kuo -mintang quedaría desplazado a Taiwan, y gozaría delapoyo de EEUU. Por otro lado, en Yugoslavia y Alba -nia, movimientos marxistas-leninistas habían llega-do al poder también a través de vías insurreccionalestras la guerra mundial, pero rompen poco despuésabiertamente con Moscú. Y se podría decir que lospartidos comunistas que tomaron el poder en China,Vietnam y Cuba, más tarde, funcionaron claramentecomo movimientos de liberación nacional. Final -men te, las tensiones entre China y la URSS termina-rían finalmente por saltar en 1960, cuando se produ-ce la ruptura chino-soviética. A partir de ese momen-to cada uno iría por su lado a nivel internacional, co-mo ya hemos comentado, y tendrían relaciones dis-tintas con EEUU, aparte de disputarse la direccióndel amplio movimiento comunista internacional, quevive asimismo importantes rupturas a raíz de la esci-sión chino-soviética (Wallerstein, 2004).

Pero los regímenes “comunistas” de la Europa delEste serían el eslabón más débil del dominio soviéti-co, y el espacio donde el “socialismo realmente exis-tente” sería más contestado, no en vano había sido engran medida impuesto por la bota militar. Y así, se

van sucediendo diferentes rebeliones populares queson aplastadas por las tropas del Pacto de Varsovia,en 1953 en la RDA, en 1956 en Hungría, en 1968 enChecoslovaquia, y en 1981 en Polonia (con el golpe deJaruzelsqui, ante la amenaza de intervención directade la URSS). Ni la desestalinización impulsada por laURSS a partir del XX Congreso en 1956, después dela muerte de Stalin (1953)4, sirvió para eliminar osuavizar este afán intervencionista en su esfera de in-fluencia, contra cualquier movimiento popular quepusiera en cuestión su dominio. Todo ello provocó uncreciente descrédito del “comunismo” en la izquierdamundial, sobre todo en Europa occidental, el áreamás cercana, que se hace especialmente evidente trasel sofocamiento por las tropas del Pacto de Varsoviade la Rebelión de Praga. A partir de ese momento dis-tintos partidos comunistas en Europa occidental sedistanciarían de Moscú e iniciarían la vía del Euroco -munismo, claramente liderados por el PC italiano, elmás grande con mucho a este lado del llamado Telónde Acero. La defensa del “comunismo” soviético seempieza pues a venir a pique fuera del espacio del“socialismo real”, y en todo caso prosperan (limitada-mente) distintos “maoísmos” con el reflujo del 68.

En las décadas de 1970 y 1980, tanto la URSS co-mo los países de Europa Este empezarían a ir mal entérminos económicos, hasta que finalmente se de-rrumbaron en poco tiempo tras la caída del Muro de

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3 Alemania y Corea serían las dos grandes particiones de Yalta, y la mitad de cada una quedaría en la esfera de influencia de una u otrasuperpotencia.

4 La condena del estalinismo en el XX Congreso del PCUS es un intento por parte de la Nomenklatura dirigente soviética de dar segu-ridad a su estructura, trasmitiendo a sus bases que a partir de entonces las purgas internas y la arbitrariedad del terror quedaban(en teoría) descartadas (Lefort, 1974).

Berlín, en 1989. A este derrumbe contribuyeron dis-tintos factores: de manera muy importante el fuertegasto que impuso la carrera armamentista impulsa-da por EEUU, especialmente en los 80 con Reagan, ala que la URSS tuvo que dedicar ingentes recursos,en detrimento del conjunto de su sociedad5; la caídade los precios del petróleo en dicha década, que hacemás difícil a la URSS conseguir dólares en el merca-do mundial para sufragar su dependencia agroali-mentaria del exterior; la creciente ineficiencia de unaparato productivo cada día más esclerotizado y bu-rocratizado; la falta de legitimidad social de unos re-gímenes fuertemente jerarquizados y represivos, quese basaban en el miedo colectivo; y la feroz agresiónecológica del “socialismo real” sobre su propio terri-torio, que estalló abiertamente a raíz del accidentenuclear de Chernóbil (1986), y que precipitó el hun-dimiento del imperio soviético. Se podría afirmarque la URSS provocó un verdadero ecocidio. La re-presión de cualquier atisbo de crítica, y el hecho deque el “socialismo real” fuera enormemente inefi-ciente desde el punto de vista energético, hizo que losdesmanes ecológicos adquirieran una magnitud exa-cerbada. Además, se puede decir que la URSS no ha-bía sufrido las crisis energéticas de los setenta, puesabastecía sin excesivos problemas a toda su área deinfluencia de combustibles fósiles, y por lo tanto nosintió la necesidad de reducir el derroche energético.Las políticas de glasnot (transparencia) y perestroika(reforma) de Gorbachov (1986) permitieron, y en re-alidad estimularon, la abierta rebeldía en contra delas jerarquías piramidales y el gobierno hipercentra-lizado e hiperburocratizado, y dieron a conocer inter-namente el desastre ecológico del “socialismo real”. Yfinalmente en pocos meses todo se fue viniendo aba-jo como un castillo de naipes, primero en la Europadel Este, y algo más tarde en la URSS, que implosio-nó en 1991.

Pero también la repercusión de las dinámicas delcapitalismo global tuvo su impacto en la crisis del“socialismo real” y contribuyó a incentivar el rechazosocial al mismo, especialmente en las últimas déca-das de su existencia, y muy en concreto en los ochen-ta, sobre todo en los países de Europa del Este. La po-tencia comunicativa de la Aldea Global del capitalis-mo occidental, fue un factor importante en la erosiónde la legitimidad de unos regímenes como decimos

férreamente represivos, autoritarios y en definitivatremendamente grises y tristes. La “libertad” occi-dental que se transmitía por las ondas y el éter, con-tribuyó a poner a la defensiva a unas estructuras depoder carentes de arraigo popular. Eso fue especial-mente así en el ámbito musical y en las formas de vi-da que se transmitía al mundo desde Hollywood,EEUU y Europa occidental, al tiempo que el glamourde la enorme diversidad del consumismo occidentalservía de atractivo para las generaciones más jóve-nes. A pesar de los intentos de control de estas diná-micas desde el otro lado del Telón de Acero, la pene-tración y tremenda capacidad de seducción de lamarca “Occidente” era un hecho, y cuanto más se in-tentaba controlar y prohibir su consumo, más atrac-tiva se volvía. Era una verdadera actividad subversi-va acceder a la misma. Además, el turismo occiden-tal, que por otro lado se fomentaba, aunque de formacontrolada, para conseguir divisas, era una vía de pe-netración del virus occidental, y una forma de difun-dir otras formas de vida, de ropa, de música, y sobretodo de la libertad de viajar libremente. Algo que es-taba prohibido en el Este. Cuando cae el Muro deBerlín, la población del Este que se lanza a cruzar enmasa hacia la parte Oeste de la ciudad, más de dosmillones lo hicieron el primer fin de semana (pudeser testigo directo de este acontecimiento histórico),donde más se paraba a admirar lo que le ofrecíaOccidente, el mundo del consumo a lo bestia que ledeslumbraba, era en las oficinas de turismo, y fanta-seaban en grupo con poder viajar a Florida, al Caribe,

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5En el caso de EEUU, y de Occidente en general, el gasto Estatal en el complejo militar-industrial derivaba posteriormente en desarro-llos tecnológicos para su aplicación civil, incrementando la productividad de la economía privada, pero eso no era así en el caso dela URSS, en donde el complejo militar-industrial funcionaba de forma muy estanca y separada del resto de la actividad económica,debido a problemas burocráticos, y era un enorme lastre para el desarrollo del resto de los sectores económicos.

a Grecia o a Bali. Las ofertas que veían en los escapa-rates. Entre el original, en colores vivos, nítidos y re-lumbrantes, y la copia, gris, desvaída y triste, la gen-te claramente prefería el “brillante” capitalismo quele ofrecía Occidente, en vez del “pobre” capitalismode Estado que se veía obligada a sobrellevar. Veía porsupuesto su lado más atractivo y resplandeciente, yse le escapaba el tremendo sufrimiento y miseria (so-bre todo a escala mundial) que había (que hay) de-trás de esa imagen. Y hasta el nombramiento delPapa Juan Pablo II, de origen polaco, tuvo un efectodisolvente en un “socialismo real” ya en fuerte crisis,en especial en la Europa del Este, en parte católica,sobre todo Polonia.

Sin embargo, no es posible afirmar que la crisisenergética cumpliera un papel determinante en el co-lapso o crisis “comunista”. En el caso de la URSS y suzona de influencia la “abundancia” de recursos ener-géticos fósiles (petróleo, gas natural, carbón) era talque permitió un fortísimo proceso industrializadorsin problemas importantes de abastecimiento, comohemos dicho. En todo caso el problema era la tecno-logía para explotarlos, y en ese terreno en ocasionesse vio obligada a recurrir a importaciones de tecnolo-gía para intensificar la explotación de sus recursos.La URSS parece que sobrepasó su pico del petróleoen 1987, poco antes de su colapso, pero en esa épocaexportaba una parte considerable de su capacidad deextracción para conseguir dólares con los que pagarotras importaciones, sobre todo alimentos (Hein -berg, 2006). Quizás fue un elemento más que influ-yera en su crisis definitiva, pero solo eso. En el casode China, este inmenso Estado empezó a importarpetróleo a principios de los noventa, por lo que noparece que tampoco fuera determinante la escasezenergética en su apertura hacia el exterior, aunqueprobablemente fue un elemento importante de cara adar dicho paso. Una vez más para importar el petró-leo necesario para impulsar su proceso moderniza-dor-industrializador necesitaba dólares, con el fin depoder comprar crudo en el mercado mundial, y paraconseguir dólares se convertiría en la Fabrica delMundo. Pero sí es importante señalar que en amboscasos la energía fue un elemento trascendental paraque se afirmaran sus estructuras de poder, más en elcaso de la URSS que de China por su mayor indus-trialización y urbanización.

En definitiva, el llamado “socialismo real” surgió enla mayoría de los casos de procesos revolucionariosen sociedades periféricas o semiperiféricas, con unreducido o casi inexistente proletariado industrial, yen general en etapas de fuerte crisis de los Estados enlos que prosperaron. Todo ello en contra de lo queMarx y el marxismo revolucionario habían predicho,y que daría lugar a la “dictadura del proletariado”, co-mo paso imprescindible para acceder a la sociedadsin clases y a la desaparición del Estado. Así, despuésde unas primeras etapas fuertemente rupturistas conlos regímenes previos, en las que florecieron dinámi-cas revolucionarias diversas (entre otras, de erosióndel orden patriarcal existente6), las nuevas estructu-ras políticas sirvieron para impulsar potentes proce-sos industrializadores-modernizadores desde elEstado, una vez reprimidos los brotes revoluciona-rios, con una intensidad y aceleración que nunca sehabía logrado en Occidente; donde estos procesos sellevaron a cabo en lapsos bastante más largos detiempo, y a través de las dinámicas más molecularesde acumulación del capital privado, aunque pudieranhaber tenido un cierto apoyo estatal. Eso fue espe-cialmente cierto en el caso de la URSS, a costa de untremendo coste humano, social y ambiental, y re-componiendo por supuesto de forma expresa el or-den patriarcal nuevamente. El estalinismo proscribióel feminismo como fenómeno contrarrevolucionario,y esta actitud solo se empezó a relajar en época deGorbachov. el gran reformador (Eisler, 2003).

Pero después de esa fase de fuerte despegue in-dustrial, su propia dinámica interna, y en concreto la

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6 Después de la Revolución Rusa prosperaron los planteamientos feministas, Alejandra Kolontai sería una de sus grandes figuras, ytambién propuestas de “amor libre” en las que se ponía seriamente en cuestión la estructura familiar imperante. Y hasta se plante-aron, en un primer momento, propuestas de desurbanización, que fueron rápidamente corregidas desde el partido comunista, ta-chándolas de utópicas y reaccionarias (Los Amigos de Ludd, 2007).

planificación centralizada y burocratizada, hizo a losregímenes de “socialismo real” tremendamente in-eficientes y faltos de flexibilidad para encarar suspropias crisis internas en un mundo en constantecambio. Además, aunque intentaron establecer sus“telones de acero” para aislarse del mercado mun-dial, pues tenían en general suficiente territorio, re-cursos y capacidad interna para desplegarse, la de-pendencia de tecnología avanzada (en ciertos secto-res) y agroalimentaria de Occidente les forzaba a in-corporarse aunque fuera de manera tangencial almercado capitalista mundial, y a tener que someter-se a sus reglas. En dicho mercado se operaba en dó-lares, principalmente, y había que conseguir dichosdólares para proveerse de las mercancías, y sobre to-do de la tecnología, que necesitaban para seguirprosperando. Esa era una espada de doble filo, comose vio al final de su existencia7. Y así, uno de los gran-des bloques del “socialismo real”, China, decidiríapor sí mismo incorporarse paulatinamente al merca-do mundial, privatizando y reestructurando intensa-mente su aparato productivo, pero pilotando y con-trolando internamente el proceso (“Un mundo, dossistemas”); y otro, el más originario, y su zona de in-fluencia, sucumbió a sus propias contradicciones in-ternas, y luego no tuvo más remedio que dejarse so-meter a la terapia de choque que le impuso Occidentepara integrarse en la Economía Mundo capitalista, yde la que se beneficio éste en muy gran medida, so-bre todo en Europa del Este. Todo ello se venderíabajo el lema de que reemplazando el “comunismo”por el capitalismo todo marcharía.

Es importante analizar también cuáles fueron los“dioses” del “socialismo real”, pues ellos son clavestambién para entender cómo intentaron legitimarseestos regímenes, y cómo han cambiado abiertamen-te desde que colapsaron o entraron en crisis dichossistemas. Los “dioses” del “socialismo real” provie-nen directamente de la “modernidad”, y de un mar-xismo (distorsionado) que bebe de sus fuentes, y quele sirvió de armazón ideológica. La ruptura que pre-conizaban con las estructuras políticas y sociales delas que habían surgido se hacía en nombre del“Progreso” y del “desarrollo de las fuerzas producti-vas”, pues dichas estructuras lo impedían y solo así seiba a poder caminar hacia el “socialismo” y asentar

más tarde el “comunismo”. Y en ese camino el domi-nio de la Ciencia, la Tecnología y el Industrialismoera fundamental, pues todo ello servía para impulsarun potente desarrollo del proletariado. El “proleta-riado” era en teoría la clase dirigente, pues no en va-no se había instaurado (decían) la “Dictadura delproletariado”, y eso obligaba a la Nomenklatura (esa“clase oculta” que se fue consolidando a costa de pur-gas y represión contra los miembros del partido conveleidades revolucionarias) a adoptar ciertas formasde cara al exterior, pues la riqueza y los privilegios noera socialmente aceptable que se exhibieran(Voslansky, 1981, Lefort, 1974)8. Se arrampló tam-bién con los “dioses religiosos” previos, y se sustitu-yeron por nuevos “dioses” humanos (Lenin, Stalin,Mao, Ceacescu, Honecker, etc.), pues dichas socieda-des eran formalmente ateas. El culto a la personali-dad llegó a adoptar un carácter verdaderamente pa-tológico. El mausoleo y la momia de Lenin en la PlazaRoja de Moscú fue una buena prueba de ello. Perotambién se hizo venerar especialmente a la “Patria”(al Estado, en definitiva), de la que los nuevos “dio-ses” humanos eran su máxima guía, y cómo no al“Partido” que defendía a ambos por el bien del prole-tariado. Y la ideología “comunista” sirvió de cementounificador del conjunto de la sociedad, así como la“anticomunista” lo fue también, en menor medida,en Occidente (si se exceptúa la época del Macartismoen EEUU). Finalmente, es preciso resaltar que el “so-cialismo real” en vez de caminar hacia la progresiva

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7 Parte del reciclaje de los petrodólares en los ochenta fue a los países de “socialismo real” del Este europeo, y ese endeudamiento conOccidente fue también determinante en la evolución de su integración al capitalismo global.

8 La Nomenklatura era una clase a la que el control del poder político le había permitido acceder a la riqueza, y no al revés, a pesar deque el programa del partido comunista definía que la URSS era una sociedad sin antagonismos sociales. Y es por eso por lo que la“austeridad” externa de dicha clase era el último y modesto tributo al mito del origen proletario de la Nomenklatura (Voslensky,1981).

extinción del Estado y la difuminación de la sociedadde clases, avanzó justo al contrario, creando unosEstados monstruos y unas sociedades muchos másjerarquizadas de las que se partía, y sobre todo conmucha menor autonomía personal y comunitaria.

Por supuesto, la crisis o el colapso del “socialismoreal”, y su integración en la lógica del capitalismo glo-bal de matriz occidental, significó también un nuevocambio o adaptación de los “dioses”. En el caso chi-no, donde esta transformación fue más gradual y sellevó a cabo con mano de hierro desde el propio par-tido comunista, hubo que cambiar los discursos y seimpulsaron campañas públicas diciendo que “enri-quecerse es un deber patriótico”. Ya no estaba malvista la exhibición de la riqueza, o no debería estarloen las nuevas circunstancias, al tiempo que se ha per-mitido formalmente la entrada de los grandes em-presarios en las estructuras del partido. Todo ello porel bien de la “Patria”, que sigue como uno de los “dio-ses” principales, mientras el Partido pasa a un másdiscreto segundo plano, y se permite una mínimaapertura política en el escalón más local, para inte-grar y desactivar los conflictos y resistencias de la“sociedad civil”. No así en los siguientes niveles delEstado, que son tres más debido a su tamaño, en losque sólo opera el partido comunista. Además, se vanrecuperando “dioses religiosos” antiguos que habíansido destronados (confucianismo, budismo), y queahora se considera convenientes rehabilitarlos paula-tinamente para dar una mayor cohesión social. En elcaso de la URSS, tras una primera etapa que se elimi-nan físicamente las estatuas de Lenin y Marx, y quese abrazan con fervor todos los nuevos dioses occi-dentales, mientras que el Partido y la Patria práctica-mente desaparecen, debido al colapso, y empiezan aresurgir nuevamente, en este último periodo, el cultoa la Patria y al nuevo Líder (en este caso Putín), comoforma de reforzar a la Nueva Rusia, que había sidohumillada y casi destrozada por Occidente. Se recu-

peran también antiguos “dioses religiosos”, y pasa aser rehabilitada la Iglesia Ortodoxa, como forma delegitimarse también las nuevas estructuras de poder,que se refuerzan últimamente en base a la nueva ri-queza que aporta al Estado el control de la explota-ción de los combustibles fósiles: el petróleo y el gasnatural. Lo cual ha permitido a Rusia saldar su deu-da con los países occidentales, y tratar de volver a re-componer el “imperio ruso” en base al control y alchantaje de la energía. Sobre ello volveremos másadelante.

En definitiva, y como nos señala Wallerstein(2004), “el espectro que recorrió el mundo de 1917 a1991 se convirtió en una monstruosa caricatura delEspectro que recorría Europa de 1848 a 1917 (comoya alertó y avanzó el Manifiesto Comunista de Marxy Engels). El viejo espectro irradiaba optimismo, jus-ticia y moralidad, que eran sus fuerzas. El segundoespectro llegó a irradiar estancamiento, traición yopresión”. Este último espectro no sobrevivió, puesentró fuertemente en crisis o colapsó, y ha sido resca-tado provisionalmente (a buen seguro) por las nue-vas dinámicas del capitalismo global, que les ha insu-flado nueva vida, al tiempo que los ha transformadoprofundamente, y a su vez su nuevo devenir está con-dicionando el despliegue del capitalismo global. Perono nos engañemos, como nos dice Glinchikova(2007), una filosofa y socióloga rusa: “estamos todoshundiéndonos como resultado del naufragio de unbarco cuyo casco se ha roto ya. Una de sus partes sehundió antes y muy deprisa, mientras que la otra leestá costando más hundirse… Eso es todo”. Quizásmatizaríamos y complementaríamos algo lo que diceGlinchikova, pero vemos muy acertada su reflexión.El barco de la modernidad occidental en su recorridose dividió en dos (Oeste y Este), y luego en tres par-tes (China). La parte más potente parecía estar más aflote (Occidente y su área de influencia mundial),pues tenía motor propio y recursos y se manteníamás o menos firme. Otra viendo que se iba a hundir,decidió unirse a esa parte más potente y aprovecharsu “firmeza” y empuje para prosperar de nuevo. Laúltima finalmente se hundió (la URSS y su espacio deinfluencia), pero fue “rescatada” por la que siemprese mantuvo a flote (hasta ahora). Ésta disponía detecnología suficiente para auparla del abismo y vol-verla a soldar a su casco. Pero en todo este proceso elbarco ha incrementado enormemente de peso, y yano está tan segura su firmeza y empuje. Y además almotor le está empezando a faltar combustible. Ahoratodos comparten otra vez la aventura que inicióOccidente, y se necesitan aunque tengan conflictos,pero ya no saben a dónde van y ni siquiera si podránpermanecer todos juntos a flote. Eso sí, el motor enteoría es enormemente potente (la industrialización

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abarca ya a todo el planeta), el problema es mantenersu caldera en funcionamiento y el barco a flote. Y lomás probable es que se hundan (nos hundamos) to-dos juntos.

Por último, una reflexión final. La división delmundo entre dos (¿tres?) bloques ideológicos anta-gónicos y mutuamente excluyentes, fue un elementolegitimador y de consenso interno de ambos bloques.El “equilibrio del terror”, y la “destrucción mutuaasegurada”, reforzaban aún mucho más estas diná-micas. EEUU podía ofrecerse como protector de suesfera de influencia ante una URSS amenazadora, yuna China que podía llegar a encarnar también elPeligro Amarillo. Pero una vez desaparecidos ambospeligros, e incorporados sus enormes territorios en la

lógica del nuevo capitalismo global, ya no hay enemi-go externo, y hay mucho más peligro de que se veaque el Emperador se está quedando desnudo.Además, “ambas ortodoxias, la capitalista y la mar-xista, desarrollaron sus guerras de religión, frías y ca-lientes, pero mantuvieron idéntica devoción por losdogmas básicos del Progreso” (Pigem, 1993). Erapues preciso resucitar y construir nuevos enemigosexternos, pues eso sirve de cemento cohesionador in-terno, en un capitalismo ya mucho más global y plu-ral, pero sumamente frágil, aunque no lo parezca. Elllamado “Choque de Civilizaciones” es una necesidadde llenar el vacío de enemigo que deja el colapso del“socialismo real”, pero esta construcción no se puedehacer de la noche a la mañana, pasará una décadahasta que lo haga posible el 11-S. Nuevos demonioscivilizadores en sustitución de los demonios ideológi-cos, que habrá que prepararse para combatir. Y elideal enemigo a batir sería el mundo árabe-musul-mán, no en vano más de las dos terceras partes de lasreservas de petróleo del mundo están bajo suelo islá-mico. Además, es el espacio planetario más refracta-

rio a la penetración de los valores occidentales, y elque quizás haya quedado más al margen de las diná-micas modernizadoras-industrializadoras, que comodecíamos tienen ya una dimensión global.

Crisis, colapso y reconversión brutal delEstado del Socialismo Real

La crisis del Estado del Bienestar en Occidente, y ladel Estado-Partido en los países de Socialismo Real,coincide grosso modo en el tiempo. Curiosamente,como nos dice Postone (2007), hay un paralelismotemporal entre el nacimiento y colapso del sistemasoviético y el nacimiento y crisis del capitalismo in-tervencionista de Estado. Y nos sigue diciendo, citan-do a Bell (2006), que el capitalismo occidental y elsistema soviético compartían patrones fundamenta-les, variantes de la Sociedad Industrial, lo que a suvez se refleja en parte en la forma Estado, pues la so-ciedad moderna se encuentra moldeada por impera-tivos de la racionalidad funcional industrial y urba-no-metropolitana. De esta forma, la racionalizaciónde todos los ámbitos y la burocratización de las insti-tuciones es un rasgo fundamental de todas las socie-dades industriales modernas, sean capitalistas o “so-cialistas”. En definitiva, son dos sistemas corriendohistóricamente en paralelo, en los que resalta la im-portancia común del eje tecnológico (y sobre todo delcrecimiento), pero que a su vez manifiestan tambiénprofundas diferencias en la forma Estado, por susorígenes históricos y las diferentes formas de acumu-lación de riqueza y poder que promueven; como yavimos al hablar de la “Irrupción, desarrollo, crisis ycolapso del Socialismo Real”. Pero la reconversióndel Estado debido a la Contrarreforma Neoliberal enel nuevo capitalismo global triunfante, va a coincidiren Occidente con el paso a la Sociedad Postindustrialy con la Postmodernidad, influenciándose los distin-tos procesos mutuamente. Y esta reconversión delEstado va a tener distintas implicaciones en el Centrocapitalista, pues es allí donde se inicia y pilota a esca-la global, desde sus principales baluartes hegemóni-cos y financieros; que en los Estados de SocialismoReal, pues son éstos los que entran en una profundacrisis y colapso (en el caso de la URSS y su área de in-fluencia), cuya única vía de salida ha sido la incorpo-ración periférica y subordinada (en principio) a la ló-gica del mercado mundial capitalista. Las estructurasde poder del Socialismo Real buscaron esta vía de sa-lida para poder resistir y subsistir en las mejores con-diciones posibles. De esta forma, la reconversión es-tatal en los países de Socialismo Real fue mucho másbrusca y profunda, pues hubo de cambiarse toda unaforma de organización del modelo productivo y de

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poder, de base fundamentalmente burocrático-esta-tal, y adaptarlo a las nuevas exigencias de un merca-do mundial que operaba bajo la lógica del capital pri-vado, acentuada además por la crisis del capitalismointervencionista de Estado en Occidente. A ello se su-mó el hecho de que los nuevos Estados surgidos de lacrisis y colapso del Socialismo Real tuvieron queaceptar su nueva condición periférica, al menos deforma provisional.

El giro histórico de China hacia el capitalismo global

El primer gran actor “comunista” que acepta la au-sencia de futuro de su modelo es China, tras la muer-te de Mao Tse Tung, en 1976. Dos años más tarde, en1978, Deng Xiaoping convence al Partido ComunistaChino para iniciar un giro histórico en el mundo delSocialismo Real, planteando la necesidad de inte-grarse en la lógica del mercado mundial capitalista. Yes en ese tiempo, también, cuando se estaba gestan-do la Contrarrevolución Neoliberal del capitalismooccidental. Harvey (2007) nos resalta la relevanciade la confluencia de los dos momentos de ruptura,pues el nuevo capitalismo global sería inconcebiblesin la incorporación del gigante asiático al mercadomundial. La Contrarreforma Neoliberal y la “globali-zación” del capitalismo eran el nuevo salto adelanteque iba permitir a los dos dinosaurios subsistir. Uno,en apariencia más potente, pero tocado, y otro, bas-tante más débil en ese momento, pero pronto enfuerte auge, aunque seguramente sentenciado tam-bién en el medio plazo. La confluencia de los dos, su“apoyo mutuo”, podía iniciar una nueva etapa de cre-cimiento y acumulación, eso sí, si había energía bara-ta. Como la volvió a haber desde principios de losochenta. Con una clara división del trabajo, uno, seiba a encargar de convertirse en el consumidor en úl-tima instancia, en especial EEUU; y el otro, se iba aconvertir en la Fábrica Global. China inicia esa enor-me transformación de forma balbuciente, a tientas,incorporando al principio a la lógica capitalista sóloalgunos enclaves de su costa del Pacífico, hasta am-pliar dicha dinámica a territorios patrios cada vezmás amplios. Incluso engulle a Hong-Kong, en 1997,uno de los máximos baluartes del capitalismo enOriente, bajo el lema “Un Único País, Dos Sistemas”,tras el fin pactado de la presencia británica. En cual-quier caso, la reestructuración fue salvaje y zarandeóal Estado y a la Sociedad de arriba abajo. El introdu-cir la privatización, la lógica de mercado y la compe-titividad en un sistema como el del “comunismo chi-no”, era alterar las bases mismas de su sistema y des-atar tensiones y conflictos sociales y territoriales que

podían desafiar la estructura de poder y la legitimi-dad del Partido Comunista Chino (PCCh), así comoponer en peligro la unidad del Estado (en el caso delTíbet y Xin Jiang, principalmente).

El “Estado Social” del “comunismo chino” prácti-camente saltó por los aires, y fue sustituido por uncapitalismo fuertemente autoritario, con extremasdesigualdades sociales, pilotado con mano de hierropor el PCCh como columna vertebral del Estado. ElEstado-Partido se mantenía, aunque transformándo-se profundamente, sobre todo sus “Dioses”. Es decir,sus valores, creencias y mecanismos de legitimación.Se buscaba reforzar aún más el sentimiento nacional,como ya apuntamos, pero en esta ocasión recurrien-do a las raíces culturales, religiosas y étnicas domi-nantes, que se habían querido borrar durante la eta-pa “comunista”. El nuevo nacionalismo se afianzabaen las raíces del pasado, en el momento en que se in-corporaban también gran parte de los valores de lamodernidad occidental. Un cóctel complejo. Peroigualmente se ha sabido utilizar magistralmente elDeporte Espectáculo y Competitivo, para generarsentimiento patrio y proyectar la imagen de China en

el mundo, como pudimos ver en las Olimpiadas de2008 en Pekín. Toda una operación mediática deEstado, con toque prusiano. Por otro lado, el fuerteimpulso del empleo asalariado, y en menor medidadel consumo, que iba a traer el crecimiento, se pen-saba que cohesionarían además a la nueva sociedadchina, que contaba con una fuerza de trabajo alta-mente disciplinada y cualificada. El futuro parecíabrillante, aunque el camino a transitar fuera duro.Hubo que reestructurar y en muchos casos cerrar ydesmantelar miles de empresas estatales, reduciendomasivamente la fuerza de trabajo empleada. Pero almismo tiempo se abrieron otras miles de empresasde la mano también del capital y tecnología extranje-ra, aunque en general bajo el control chino. Es más,

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el PCCh activó los contactos con los importantes ca-pitales de la Diáspora exterior china (huidos tras lallegada del “comunismo”), para animarlos a invertiren el Nuevo Estado (Arrighi, 2007).

Las transformaciones fueron tan vertiginosas, so-bre todo porque como resultado de todo ello se esta-ba produciendo el cambio de una sociedad fuerte-mente rural a una sociedad fuertemente industrial ymetropolitana, que las tensiones sociales de estaGran Transformación surgieron por doquier. Si bienel mundo campesino, en el interior de China, aunqueerosionado, todavía tiene una dimensión muy im-portante. En este proceso de transformación surgie-ron demandas democráticas, que fueron segadas trasel aplastamiento popular en Tiannamen, en 1989. El

mismo año de la Caída del Muro de Berlín. Pero trasunos años de fuerte represión, el nuevo Estado-Partido para mantener su legitimidad no tuvo másremedio que permitir elecciones “plurales” en el pri-mer escalón de gobierno, el nivel municipal, permi-tiendo que “agrupaciones de electores” pudieranconcurrir a las urnas. Era la manera de controlar lastensiones sociales, y orientar hacia las institucioneslos conflictos, al tiempo que se blindaba para losmiembros del PPCh los otros tres niveles superioresde gobierno. En China, debido a su enorme tamaño,encontramos cuatro escalones de gobierno delEstado. Es decir, la resolución de las tensiones sequería confinar en la escala puramente local, paraimpedir que prosperaran en extensión territorial y

hacia arriba, sin que eso menoscabase un ápice el au-toritarismo del PCCh. De esta forma, el sistema in-tentaba ganar en estabilidad y legitimidad, al menosmientras durara el crecimiento, que ha estado ba-tiendo récords en los últimos veinte años. China ne-cesitaba (y necesita) de esa importante tasa de creci-miento para absorber la fuerza de trabajo desplazadade su antiguo aparato productivo y administrativo, ypara poder comprar petróleo en el mercado mun-dial9, a partir del flujo en dólares que iba a obtenercon las exportaciones. Al mismo tiempo, también, elPPCh animaba a los nuevos empresarios a ingresaren el Partido, pues como ya dijimos: “Enriquecersees un deber patriótico”.

Una de las características principales de la transi-ción y reestructuración capitalista del Estado chinoes que la iniciativa fue interna, previa a su previsiblecrisis total, y que todo el proceso siempre ha estadofuertemente controlado por el PCCh. Los actores ins-titucionales y empresariales occidentales han sidomeros espectadores de lo que allí acontecía. Eso sí,sumamente interesados en sus resultados, por lo queles atañía. Y en esta apertura progresiva a la lógica demercado dirigida por el Estado-Partido todavía sub-sisten espacios, principalmente en el mundo rural,fuera de la racionalidad del capital, debido a los inte-reses de estabilización político-social del propioEstado. El protagonismo pues del PCCh en toda latransición ha sido incontestable. E incluso durante lafuerte crisis del 97-98 que acabó afectando a toda laregión, China se mantuvo incólume, y el FMI y el BMfueron incapaces de imponer sus recetas y reformasal gigante asiático. China se mantenía cerrada a la li-bre circulación de capitales con el resto del mundo, loque actuaba como una especie de “muralla china mo-netario-financiera” que la blindaba de los vendavalesespeculativos que asolaron el sudeste asiático, segúnlas palabras de George Soros (2002). Y los capitalesoccidentales se quedaron a sus puertas esperandoque el Dragón chino sucumbiera ante el tifón desata-do por las fuerzas de los mercados financieros, comohabía ocurrido con otros Estados de la región. Chinaresistió y mantuvo el yuan vinculado al dólar, sin al-teraciones, mientras todas las monedas del sudesteasiático se precipitaban en el abismo, arrastrandoconsigo a sus economías, y obligando a sus Estados aponerse en manos del FMI y el BM (Gowan, 2002).

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9 China es dependiente del petróleo mundial desde mediados de los noventa, como ya hemos señalado, y cuenta con importantes re-servas de carbón, que está utilizando intensamente.

El derrumbe de la URSS y de su zona de influencia cercana

Por otra parte, el otro gran actor “comunista” queempieza a percibir la ausencia de futuro, es la UniónSoviética en los ochenta. En esos años, la URSS atra-viesa su pico del petróleo y sufre de lleno la intensabajada de los precios internacionales del crudo, suprincipal fuente de divisas. Gorbachov, ante la crisis,esclerosis, burocratización y fuerte erosión de legiti-midad del sistema inicia la Perestroika y la Glasnost,unas políticas atrevidas de reforma y transparencia.En gran medida se adelanta también a la posible cri-sis terminal del modelo, ante la creciente incapaci-dad del sistema para lidiar con los problemas, y debi-do a la pérdida de fe en los dirigentes entre los dirigi-dos. Pero la Glasnost no hace sino sacar a flote las mi-serias y contradicciones del sistema, pues activa unafuerte ebullición social, acelerando la crisis. Sin em-bargo, va a ser en la RDA, en la mitad del corazón te-rritorial de la Guerra Fría (la antigua Alemania), don-de el conjunto del sistema soviético va a iniciar su cri-sis terminal, tras un breve pero intenso periodo defuertes movilizaciones (“Nosotros Somos el Pueblo”)y huída hacia Occidente por parte de sus ciudadanos,vía Hungría. La tremenda presión social derriba elrégimen policial “comunista” y el Muro. Tras la Caídadel Muro de Berlín (1989), las Revoluciones deTerciopelo se propagan como la pólvora por los paí-ses del Centro y Este de Europa, derribando las lla-madas “Democracias Populares”. Y, tras ello, la crisisfinal se precipita en poco tiempo, y se produce el co-lapso de la URSS (1991), el enorme corazón del siste-ma de Estados del bloque soviético. La estructura depoder que vinculaba entre sí todos los Estados se des-integra, predominando las fuerzas centrífugas sobrelas centrípetas.

Los Estados del Centro y del Este piden rápida-mente el ingreso en la UE, con el fin de distanciarse

de su antiguo centro opresor y buscar una salida“propia”, al tiempo que establecen también vínculoscon EEUU. Las sociedades presionaban claramenteen esa dirección, y a los restos (abundantes) de laselites no les quedaba más remedio que seguirlas, pa-ra salvar el pellejo y su posición en la medida de loposible. Al desintegrarse la URSS, sus Estados miem-bros recuperan la independencia y nueva capacidadde acción, llamando a la puerta de Occidente. Es otraetapa del siglo XX de importante creación de nuevosEstados, en la que habría que incluir la paulatinaaparición de nuevos “mini-Estados” por la desinte-gración sangrienta de la ExYugoslavia. Un peculiarEstado “comunista” fuera de la esfera de influenciade la URSS, pero al que le afecta también de lleno elmaremoto del colapso. Todo el aparato productivocentralizado soviético se desmorona, y la capacidadde producción industrial cae en poco tiempo más del50% (Kothari, 2001). Un colapso en toda regla. Eldesmoronamiento y vacío de poder es enorme. Unmomento único en la Historia moderna, que nospuede aportar algunas luces de cara a comprenderfuturos escenarios de colapso.

Nunca antes había ocurrido que una estructurapolítica con tanto poder y tantos instrumentos paramantener el poder (KGB, enorme ejército, gran com-plejo científico, inmenso poder nuclear, posición desuperpotencia, etc.) hubiese desmantelado su estruc-tura de dominio, reconociendo que el conjunto deledificio de poder no se correspondía con las nuevascircunstancias, al tiempo que procedía a dispersar elpoder, sin que casi se disparara un tiro. Y nunca an-tes un Estado había decidido reducir tan fuerte y rá-pidamente su poder militar, su maquinaria de vigi-lancia, inteligencia y seguridad. Setenta años de in-tervencionismo estatal política y científicamente pla-nificado para destruir el capitalismo, y hacer que supoblación lo odiara, acabaron por producir exacta-mente lo contrario (Kothari, 2001). Los viejos ídolosy mitos, las estatuas de Lenin y Marx, se derribaronde la noche a la mañana y la población se ensañó conellas. Las señas de identidad de décadas se derritie-ron. Los antiguos “Dioses” fueron tragados por la po-tencia del momento histórico. Nunca había ocurridonada igual. La desorientación de la población eraenorme. El ansia de agarrarse a una nueva opción defuturo, también. Y en esto, apareció Occidente que sepresentaba a sí mismo como la gran Solución. Y lagente lo bendijo y se lo creyó. Todo lo proveniente deOccidente parecía bueno, y lo propio malo. Y las es-tructuras institucionales occidentales (FMI, BM,Think Tanks, etc.) pudieron entrar en este inmensoterritorio sin problemas, es más, con todas las bendi-ciones, para reestructurar los restos del imperio so-

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viético, de la mano de Yeltsin, y facilitar la entrada asaco del capital occidental. El saqueo de la enorme ri-queza del Estado ruso se distribuyó entre el capitaloccidental y los nuevos oligarcas y mafias rusas sur-gidas del antiguo aparato del Estado soviético, y elpueblo fue un espectador pasivo y enormemente su-friente de toda la situación. Uno de los objetivos delsaqueo eran las importantes reservas de combusti-bles fósiles (de crudo y gas), y ahí estuvieron lasMajors occidentales del petróleo dispuestas a hacer-se con el botín.

El resultado de todo ello fue un empobrecimien-to, marginación y desintegración social masivos. Lasdesigualdades sociales se dispararon como en la épo-ca de los zares. Parecía como si no hubiera tenido lu-gar, nunca, la revolución rusa. El sistema sanitario sevino abajo, la mortalidad se disparó y la esperanza devida cayó bruscamente. Un sector considerable de lapoblación joven emigró, y la población rusa se con-trajo y envejeció rápidamente. El Estado no tenía di-nero ni para mantener las prisiones, y a gran núme-ro de presos se les puso en la calle. Esta tremendaTerapia de Choque permitió moldear un nuevoEstado de acuerdo en gran medida con los interesesdel capital internacional, si bien la ausencia de segu-ridad jurídica a todos los niveles era un problema po-tencial para sus objetivos. Como así fue más tarde.Era como crear un Estado ex-novo, con todos losproblemas que ello lleva aparejado. Un inmenso la-boratorio para las estructuras de poder occidentalcon el fin de probar futuras reestructuraciones delpoder político. Fue un experimento traumático queduró unos años, y que se agravó a resultas del impac-to sobre Rusia de las ondas de choque de la crisis delSudeste Asiático (1998), cuando la brusca bajada delprecio del petróleo se lleva por delante el rublo y elsistema financiero ruso. Pero en estas apareció Putiny puso fin a este estado de cosas, impulsando unEstado fuertemente autoritario, tras una fachada mí-nimamente democrática. El Estado volvió a controlarel petróleo y el gas, marginando o expulsando a lasMajors occidentales, y hasta encarcelando a algúnoligarca del oro negro, y se benefició de la intensa su-bida del precio del crudo (y del gas) de estos últimosaños. Putin pasó a reconstruir una fuerte identidadpropia, rusa, profundizando en el nacionalismo yvinculándolo también con las raíces previas a la lle-gada del “comunismo”, incluso las religiosas, al tiem-po que se vilipendiaba a Occidente de todo lo aconte-cido durante la etapa Yeltsin. Y el Oso Ruso pasótambién a reforzar su poder geopolítico mundial, através de su dimensión militar, y como forma igual-mente de ganar legitimidad interna. Rusia recupera-ba su orgullo, mejorando su condición económica y

la fe en el futuro de sectores importantes de su pobla-ción (por cuánto tiempo, es otra cosa). Otra partemuy considerable de sus ciudadanos había quedadoen la cuneta, los más pobres y los más viejos.

En los antiguos Estados “socialistas” del Centro ydel Este de Europa la situación fue algo distinta. És-tos, como ya hemos apuntado, intentaron buscar re-fugio en la UE, y la Unión les abrió las puertas. Esosí, imponiendo ella todas las condiciones a su ingre-so en el Mercado Único. Y ellos las aceptaron sin re-chistar, pues no tenían ni capacidad ni fuerza paranegociar. El capital europeo occidental (más que eldel mundo anglosajón) entró a saco en esos territo-rios, apropiándose de sus recursos, empresas y siste-ma financiero, reestructurando su aparato producti-vo y reforzando la industrialización de su agricultura,y beneficiándose de sus mercados y de su fuerza detrabajo, a través de deslocalizaciones industriales ode la inmigración. La brusca reforma de sus Estadosse impulsó no sólo desde Bruselas, sino que corriótambién de la mano del FMI, BM y BERD (el nuevoBanco de “Desarrollo” que se creó para los países delEste). La mayoría de estos Estados tenían una consi-derable deuda externa que debía ser “gestionada”, yademás se les concedieron nuevos préstamos paraque impulsaran su “Desarrollo” (a través de nuevasinfraestructuras, principalmente, que los conectaríancon Europa Occidental), y de paso se endeudaranaún más. La dimensión Social del Estado saltó dina-mitada por las Reformas impuestas (privatización dela sanidad, las pensiones, la vivienda, etc.), ante la in-capacidad social de oponerse a las mismas.

Las sociedades estaban totalmente desestructu-radas y en estado de shock, porque habían sido yadiezmadas por el Socialismo Real (sin sindicatos in-dependientes del poder, sin organizaciones socialesautónomas, etc.), y sobre todo por la Terapia deChoque que se les estaba aplicando. Eran incapaces

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de entender siquiera lo que estaba pasando, pues sehabían alterado bruscamente sus mapas cognitivospara comprender la realidad. Además, el glamourque venía de Occidente, y la aparición de los nuevosricos, y su gran capacidad de consumo, lograba ocul-tar la dimensión del desastre social. Habían perdidosu antigua identidad y “estabilidad”, y de repente, lanueva identidad, que había sido bienvenida al princi-pio con alborozo, les precipitaba en una nueva situa-ción traumática y altamente inestable. Ante ello, im-portantes volúmenes de población joven emigraronhacia la Europa Occidental, que les acogía como ma-no de obra barata y precaria para reforzar su propiocrecimiento, y realizar tareas de cuidado, al tiempoque les marginaba y estigmatizaba socialmente. Elimpacto emocional y psicológico de todo ello sobredichas sociedades fue mayúsculo. Su orgullo nacionalestaba por los suelos. Las nuevas elites que se conso-lidaban, también precaria y convulsamente, prove-nientes en general de las antiguas estructuras de po-der, decidieron apoyarse asimismo en EEUU para re-forzar su condición, aceptando la propuesta del TíoSam de su ingreso en la OTAN. Una propuesta enve-nenada, pues Washington buscaba también debilitarla futura consolidación de la UE, como actor políticoy militar a escala global. Así, los Estados del Centro y

el Este de Europa ingresaron en la OTAN antes queen la UE, en su macro-ampliación al Este, actuandocomo el Caballo de Troya de EEUU en el seno de lanueva Unión. Y los nuevos Estados “democráticos”que se construyeron, tras las Revoluciones deTerciopelo, tras un breve periodo inicial que gozaronde cierta legitimidad, entraron rápidamente en unaespiral de fuerte devaluación política e institucional,no es para menos, y la población se desentendió deforma mayoritaria de la “cosa pública”. En paralelo,las estructuras mafiosas no hicieron sino prosperar.

Y todo eso antes de la llegada de la Crisis Global ac-tual que ha sacudido muy fuertemente toda esta re-gión, como veremos más adelante.

Pero la onda expansiva de la crisis y colapso delSocialismo Real, y del fin del mundo bipolar de laGuerra Fría, afectó gravemente a muchos másEstados. Por un lado, a los de la propia URSS, fuerade la Federación Rusa, que quedaron en una Tierrade Nadie, entre Occidente (y su área de influencia) yRusia, sometidos a fuertes tensiones entre los dos po-los. En un primer momento muchos aceptaron la“mano tendida” desde Occidente, y especialmentedesde EEUU, en la época de Yeltsin, pero tras la lle-gada de Putin, algunos volvieron a acercarse tímida-mente otra vez al Oso Ruso, sobre todo en AsiaCentral, al tiempo que se alejaban de Washington. Elpoder gravitacional de Moscú, activado por su refor-zamiento militar, volvía a ejercer otra vez su influen-cia, en esta región estratégica rica en petróleo y gas.Los más afectados por la Gran Transición fueron pro-bablemente el conjunto de Estados entre Rusia y laUE ampliada: Ucrania, Moldavia, Bielorrusia y losEstados del Cáucaso. Sin potencia económica propia,y con limitados recursos la mayoría de ellos (salvo al-gunos del Cáucaso con petróleo), estaban al albur delas dinámicas y de la confrontación entre Occidente yla nueva Rusia, ocupando una posición estratégica enel camino del gas hacia la UE. Las poblaciones losabandonaban también en masa, especialmente haciaOccidente, pero se chocaban contra el Nuevo Muroque había levantado la UE Fortaleza en sus más de4.000 kms de nueva frontera oriental. Las interrela-ciones comerciales que habían existido histórica-mente entre ellos y los Estados del Centro y el Este dela nueva UE, se vinieron abajo, agravando aún mássu situación económica. Lo cual hizo que la debilidadinstitucional de todos estos Estados fuera bastantemás grave que los de la nueva hornada de la UE-27,pues a las reformas neoliberales que les impuso elFMI, el BM y el BERD, había que sumar el vacío ins-titucional supraestatal que sufrían, en ese nuevoTour de Force entre Occidente y Rusia. Estos Esta -dos que habían sido periféricos durante décadas, yano sabían bien de quién dependían. Cuáles eran susnuevos Amos, y hacia donde tenían que mirar y ca-minar, pues la UE también les había cerrado suspuertas. Muchos de ellos fueron sacudidos por lasllamadas Revoluciones de Colores, protagonizadaspor sus pueblos, ante el malestar social creciente, pe-ro se vieron también azuzadas entre bambalinas des-de Occidente. Bush quería ampliar aún más el flancooriental de la OTAN para aislar al Oso Ruso, y anima-ba a sus poblaciones a pedir su protección militar.

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Pero tras las Revoluciones de Colores, sus sociedadespudieron constatar rápidamente la nadería de lo con-seguido en sus nuevas “democracias”, y volvieron laespalda de forma manifiesta también a la esfera de“lo político”. La crisis de sus Estados antes de la lle-gada de la Crisis Global era pues patente.

El impacto en ultramar de la quiebra del Socialismo Real

Finalmente, hay que decir que la onda expansiva dela crisis y colapso del Socialismo Real, y del Fin de laGuerra Fría, llegó mucho más allá de los territoriosya apuntados, atravesando océanos y afectando in-tensamente a Estados de continentes y archipiélagoslejanos, que luego se vieron fuertemente zarandea-dos también por la onda de choque de laContrarreforma Neoliberal global. Desde AméricaLatina y el Caribe, donde acabó provocando el colap-so de los movimientos guerrilleros enCentroamérica, y afectando de lleno a la RevoluciónNicaragüense, seriamente tocada por el acoso deaños de Washington. Hasta Cuba, donde el cortebrusco de su relación privilegiada con la URSS, la su-mió en una muy profunda crisis, el Periodo Especial,como lo llaman los cubanos. El petróleo vuelve a serel principal protagonista de esta crisis, pues la retira-da del petróleo soviético fue el detonante fundamen-tal del Periodo Especial. Cuba no tenía dólares parapagar el petróleo en el mercado mundial, aparte deestar ahogada por el bloqueo estadounidense. Y espor eso por lo que acentúa su especialización en elsector turístico para conseguir las divisas fuertes ne-cesarias, y muy en concreto dólares, para comprarcrudo, pues ya no estaba Moscú para ayudarla. Perola onda expansiva del colapso soviético impactó tam-bién en África, en Angola, Mozambique, y en losEstados del Cuerno de África, principalmente, con-

vulsionando dichos Estados, y activando en muchoscasos guerras civiles. Y el Tsunami iniciado en Moscúy Pekín terminó también afectando a los Estados enla órbita del Socialismo Real de la Península deIndochina, en especial a Vietnam y a Camboya. Entodos ellos, salvo en Cuba (por el momento), una vezque pasó el Tsunami de la crisis y colapso delSocialismo Real, llegaron el FMI y el BM, entre otros,a moldear los nuevos Estados, de acuerdo con las ne-cesidades del nuevo capitalismo global. Una nuevaTerapia de Choque. Y en todos ellos, también, las di-ferencias sociales se agudizaron hasta extremos in-concebibles, pasando a ser las antiguas elites “comu-nistas” uno de los principales beneficiarios del repar-to del botín del Estado, junto con el capital interna-cional.

Colapso del Socialismo Real y consecuenciasen la conflictividad político-social

Desde mediados de los ochenta, en los países deSocialismo Real en la órbita de Moscú, y en concretoen la URSS, se asiste a una creciente movilización desus elites intelectuales al calor de la Perestroika (re-forma) y la Glasnot (transparencia), impulsadas porGorbachov ante el tremendo anquilosamiento y cri-sis del sistema soviético. Estas políticas permitenabrir el dique del secretismo y monolitismo estatal,hasta ese momento cerrado a cal y canto, y las críti-cas al sistema proliferan en un clima de apertura enlos medios de comunicación. A ello se suman loscambios propiciados por la tímida reforma política(elecciones en 1988), que ayudan a abrir aún más eldebate dentro de las propias instituciones. Este inci-piente proceso democratizador se desata tras el acci-dente en la central nuclear de Chernobil (abril,1986), una catástrofe ecológica sin precedentes conuna enorme repercusión social y territorial, que acti-va aún más la reflexión crítica y el debate político.Todo ello se da en un clima de crecientes conflictosnacionalistas entre la URSS y su área de influencia;en especial con las repúblicas bálticas y del Cáucaso,así como con otros grandes Estados soviéticos, enconcreto Ucrania, donde se ubica Chernóbil.Además, el ejército de la URSS se ve obligado a prin-cipios de 1989, también, a salir con el rabo entre laspiernas de Afganistán, lo cual deriva en un enormedescrédito político interno.

El sacar a la luz los problemas acaba desbordan-do a las instituciones soviéticas, en un momentotambién en que la crisis de su modelo productivo seprecipita por la dificultad de acometer la reformaeconómica. Todo lo cual acontece antes de la Caídadel Muro de Berlín (noviembre, 1989). Sin embargo,

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como ya dijimos, el colapso del sistema soviético nopodemos decir que fuera resultado de la movilizaciónde masas, aunque sí el de la República DemocráticaAlemana, en donde la movilización popular se vio in-centivada por las reformas de Gorbachov. Y es a par-tir de la caída de esta pieza estratégica del Este, me-diante una revolución no violenta, cuando van su-cumbiendo como fichas de dominó las “democraciaspopulares” del Este europeo, por la movilización queel derrumbe de la RDA induce en sus propias masas.A partir de las llamadas “revoluciones de terciopelo”,por su carácter pacífico, aunque en Rumania el fin deCeacescu fuera sangriento por la represión de laSecuritate contra la rebelión popular. Pero en el casode la URSS, que implosiona dos años más tarde, trasun golpe fallido (y abortado) del sector más estalinis-ta del régimen, su crisis cabría describirla como unauto-desmoronamiento de un sistema en profundacrisis, sin que hubiera amplias movilizaciones socia-les que lo provocara.

Pero la crisis y el colapso de los regímenes deSocialismo Real van a tener una importante repercu-sión en los conflictos políticos-sociales, no solo en supropio territorio, sino en el mundo entero. El hechode que el capitalismo ya no necesitara justificarse, nimedirse con otro sistema que le cuestionaba, puesaparece ya como el único juego sobre la mesa, tieneenormes consecuencias en todos los órdenes. Una, esque a partir de entonces desaparece el conflicto ideo-lógico de décadas, ante el derrumbe del Imperio delMal, y aparecen como incontestables la democraciade corte occidental y el capitalismo liberal, que se im-pulsan de forma decidida por Occidente. Es más, ladesaparición del Socialismo Real no solo afecta delleno a los partidos comunistas, sino a la propia so-cialdemocracia, que necesitaba de la amenaza del“comunismo” para presentarse como un estabiliza-dor de cara a sus sociedades. Y muchas gentes debuena fe y ansias de cambio social que participaba enlas filas de la Vieja Izquierda, sobre todo como mili-tantes de base, se encuentran, de repente, absoluta-mente desorientadas, buscando nuevos referentes,pues no quieren irse a casa y, es más, se niegan a ce-lebrar el triunfo del capitalismo global. Aunque mu-chos otros sucumben a sus “encantos”, y otra parteimportante se retira discretamente hacia su esferaprivada desencantados de todo.

Otras consecuencias son, por supuesto, las que seproducen en el plano geopolítico. El fin de la GuerraFría va a dar paso a un nuevo mundo unipolar, hege-monizado claramente por EEUU, una hiperpotencia,pero también a nuevos conflictos al desplomarse elantiguo orden mundial (guerras en la ex-Yugoslavia)y al aparecer con toda su potencia las ansias de

Occidente, y en concreto de Washington, de dominarel mundo y garantizar el acceso a sus recursos. Eso sí,“suavemente”, en apariencia, aunque también conimportantes actos de fuerza que gozan, entonces, delrespaldo jurídico-político internacional. La Guerradel Golfo (en 1991), y la presencia militar creciente deEEUU en Oriente Medio para intentar controlar elgrifo mundial del petróleo, serían su corolario. Lamagna intervención militar de EEUU contra Irak, li-derando una amplia coalición internacional quecuenta con total apoyo de NNUU, se da en un mo-mento de enorme debilidad de la URSS, pocos mesesantes de su implosión definitiva, y se hace posible de-bido a ello. A partir de entonces, las Periferias, ricasen recursos, se van a convertir en enemigos potencia-les si no operan de acuerdo con la lógica del mercadomundial, y si no se avienen a permitir el acceso deOccidente a sus riquezas.

El fin del conflicto entre bloques va a provocar asi-mismo el desfondamiento de la lucha guerrillera enmuchas partes del mundo, en concreto en distintospaíses de América Latina, y en especial en Cen troa -mérica, pero también en África, una vez que desapa-rece el apoyo de la URSS. Y los movimientos guerri-lleros se ven obligados a aceptar “procesos de paz”,impulsados por EEUU y la UE, cuyos mínimos resul-tados para los grupos armados se quedan más tarde enpapel mojado. Sus territorios van a quedar plagados dearmas, cuyas consecuencias letales en sus sociedadesestamos presenciando en la actualidad. Igual mente,tras el colapso de la URSS, se va a reformular de formamuy importante el marco del conflicto israelo-pales-tino en Oriente Próximo. La aceptación de la existen-cia de Israel por parte de la OLP, comandada porArafat, iba a permitir la firma de los acuerdos deOslo, abriendo paso a una nueva situación en la re-gión, especialmente tras el nuevo marco creado por

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la Guerra del Golfo. Todos ellos van a ser factores quevan a activar la expansión del Islam Político y la Yihad,sobre todo por la situación creada en Afganistán yPakistán tras la salida de la URSS. Lo cual va a tenercomo veremos profundas repercusiones en las diná-micas de la conflictividad político-social mundial, cu-ya onda expansiva llega hasta el presente.

El nuevo capitalismo (financiero) global va a ex-perimentar a partir de entonces un auge redoblado,ya sin frenos ideológicos y territoriales. Es más, en-gullendo bajo su lógica a un tercio del territorioemergido mundial, que hasta entonces funcionabafuera de su órbita. Los procesos de privatización delEstado tanto en el Centro como en la Periferia se vana intensificar, pues según el credo neoliberal habíaquedado claro que el Estado no podía gestionar demodo eficiente la economía (¡El Estado no funcio-na!), y eran el mercado y el capital los que debíansustituirlo. Lo cual profundiza aún más la crisis delmovimiento obrero y de los partidos y sindicatos dela Vieja Izquierda, al tiempo que se recortaba el dere-cho de huelga y se incitaba a unos trabajadores con-tra otros cuando las huelgas tenían lugar. Pri va ti -zando la esfera pública se buscaba también eliminarla utopía social. Y, por otro lado, la importante ex-pansión del crédito en los noventa (al consumo e hi-potecario) permitía ampliar la capacidad de comprade las clases trabajadoras, a pesar de la mengua rela-tiva de los salarios, y reducir igualmente la conflicti-vidad social, como resultado del yugo de la deuda. Siesa fue la situación en el área occidental, en los terri-torios del fenecido Socialismo Real la debacle fue to-tal, pues además las estructuras de la “sociedad civil”eran inexistentes, sobre todo en Rusia. La gente fueincapaz de reaccionar ante el tratamiento de shockque le impusieron las instituciones financieras inter-nacionales, bajo el impulso del G-7, y las únicas alter-

nativas que se abrieron para ellos fue la aceptaciónsumisa y caótica de las mismas, o el éxodo aOccidente. Camino que mucha gente tomó para esca-par de la debacle.

Pero aunque esa fue la tónica general, laContrarreforma Neoliberal en los noventa no fue pa-ra nada un camino de rosas sin oposición ninguna.Aparecieron nuevos conflictos laborales en sectoresque hasta entonces habían permanecido en generalal margen de los mismos, sobre todo en el sector ter-ciario y no tanto en la industria. Y fueron sobre todoel resultado de los procesos de privatización y fuerteajuste de las empresas estatales del sector terciario, yasimismo de los servicios públicos en los espacios pe-riféricos, que conllevaron importantes reduccionesde empleo, precarización y empeoramiento de lascondiciones laborales. Lo cual afectó de forma im-portante a la población laboral femenina, cuya pre-sencia era muy importante en dichos ámbitos. Peroesos conflictos tan solo fueron el canto del cisne de lafuerza laboral organizada en esos sectores, antes desucumbir a la nueva realidad; eso sí, consiguiendo engeneral unas mejores condiciones de retiro. Fueronluchas meramente defensivas, no ofensivas, comohasta los setenta; salvo las de los inmigrantes en elsector servicios de baja cualificación de EEUU parademandar sus derechos, en el ámbito de la limpiezaprincipalmente, que empiezan a desarrollarse enton-ces. Con todo, algunos conflictos sí tuvieron una grandimensión, como por ejemplo la huelga general enFrancia (¡otra vez Francia!) contra el Plan Juppé deliberalización económica (1995), logrando atajar laContrarreforma Neoliberal en muy gran medida, quefue posible también por la capacidad de paralizar elpaís de los trabajadores del transporte y del sectorpúblico. A partir de muchas de estas luchas se van acrear nuevos sindicatos más combativos, ante la pu-silanimidad de los grandes sindicatos. Pero, asimis-mo, asistimos a la aparición en muchos países euro-peo-occidentales de movimientos laborales por las35 horas, cuando gobernaban coaliciones de centro-izquierda, pero asimismo como exigencia a gobier-nos conservadores. Reivindicación que hoy día nosparecería utópica cuando se ha planteado la directivade las 65 horas por parte de la UE.

El reforzamiento inusitado del nuevo capitalismoglobal en los noventa, en esa época que se llegó a co-nocer como de “globalización feliz”, tuvo tambiénimportantes consecuencias en los movimientos so-ciales surgidos a partir de los setenta (feminismo,ecologismo, pacifismo, etc.). No solo por el nuevocontexto político-social generado, sino por la crea-ción, y manejo, de un nuevo discurso dominante, queincorporaba parte de los discursos y demandas de es-

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tos movimientos, metamorfoseadas a convenienciade los intereses hegemónicos. En suma, el nuevo dis-curso dominante era capaz de crear una “nueva rea-lidad progresista” (virtual), a través de la AldeaGlobal, que no coincidía con la “realidad real”, peroque tenía un fuerte efecto desmovilizador y embauca-dor en el activismo social. Así, en los noventa, NNUU,que había recobrado un renombrado protagonismotras el fin de la Guerra Fría, con el visto bueno e im-pulso por supuesto de los principales actores estatalesoccidentales, va a cumplir un papel clave en esa elabo-ración de nuevos discursos que llenaran de contenidoel nuevo lenguaje de la “globalización feliz”.

A este respecto, a lo largo de la década se sucedenun buen número de cumbres que van a ayudar a con-feccionar dicho discurso a favor de: la Infancia y losDerechos del Niño (Nueva York, 1990); el DesarrolloSostenible (Río, 1992); los Derechos Humanos (Vie -na, 1993); el Control de Población (Cairo, 1994); losDerechos de la Mujer (Pekín, 1995); el DesarrolloSocial (Copenhague, 1995); los Asentamientos Hu -ma nos (Estambul,1996); la Alimentación (Roma,1996), la Educación para Todos (Amman, 1996)... queculminarían con la Cumbres de la Declaración de losObjetivos del Milenio (Nueva York, 2000), la luchaContra el Racismo (Durban, 2001) y la Finan ciaciónal Desarrollo (Monterrey, 2002)10. A ello habría queañadir el papel de NNUU en la elaboración de un dis-curso de carácter multicultural, apuntando hacia unatolerancia de las diferencias étnicas, en un momentode fin del Apartheid en Sudáfrica, y respondiendotambién a la creciente (y en algunos casos enorme) di-versidad étnico-cultural, especialmente en los paísescentrales. Todo ello corre parejo con el impulso delmundo de las ONG’s en el Centro y en el Sur Global.La considerable financiación destinada a este TercerSector (que complementaba al Estado y al Mercado),logra atraer hacia su órbita a una parte importante delactivismo político-social, que se ve enfrascado en unasredes organizativas cuyo operativa acaba siendo engeneral funcional con las lógicas del nuevo capitalis-mo global, así como legitimadoras del mismo. Una es-trategia de “ingeniería social” que redunda en una im-portante reducción de la confrontación social.

De esta forma, en los noventa vamos a asistir auna creciente integración dentro de la lógica domi-nante de poder de un sector considerable de los nue-vos movimientos sociales en los países centrales, pe-

ro también al desbordamiento y transmutación delos mismos en el Sur Global. Así, el movimiento femi-nista va a ver cómo merma su capacidad de moviliza-ción en el Centro, una vez alcanzadas parte de sus de-mandas y conseguida una amplia proyección y legiti-mación social de las mismas, así como profundoscambios en la situación de las mujeres en sus socie-dades. Pero, al mismo tiempo, los movimientos demujeres se van a desarrollar intensamente en mu-chos territorios del Sur Global, con sus demandas es-pecíficas y con enfoques adaptados a las realidadesperiféricas en las que se insertan, en algunos casos encontextos verdaderamente hostiles. Algo parecidopodemos decir respecto al movimiento ecologista.Una parte del mismo en los países centrales acabaconvirtiéndose en grandes ONG’s que se dedican ahacer principalmente una labor de lobby de cara a lasinstituciones estatales y empresariales, mientras queuna diversidad de pequeños grupos permanecen fie-les a un espíritu más radical y activista. Pero, igual-mente, los grupos ecologistas acaban proliferandotambién en los países del Sur Global. Unos como me-ras sucursales de las grandes ONG’s ambientalistasdel Centro, pero muchos otros con una idiosincrasiapropia, que normalmente expresa un potente discur-so “antidesarrollista”.

Por otro lado, el heterogéneo movimiento pacifis-ta se ve enfrentado a nuevos retos, una vez que acabael enfrentamiento de Bloques. Durante la GuerraFría, el movimiento era capaz de arrastrar en EuropaOccidental a un amplio espectro político-social con-tra el armamentismo (nuclear) y, en menor medida,el imperialismo, pero esa capacidad de movilización

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10 Las cumbres de Monterrey y Durban tienen lugar ya bajo el mandato de George Bush, y se ven condicionadas por el nuevo rumboneoimperialista y securitario de Washington, y el fuerte cambio de actitud de la nueva administración de EEUU respecto a NNUU.Es más, EEUU abandona la cumbre de Durban, alegando el rechazo a la crítica al Estado de Israel.

desaparece con la implosión de la URSS. Sin embar-go, al mismo tiempo se plasma también el fin de laconscripción obligatoria en muchos países centrales,como resultado de la tecnologización de los ejércitosy del creciente rechazo social a la “mili”. Esta era unareivindicación histórica de los sectores ligados a la ob-jeción de conciencia, siendo especialmente importan-te el movimiento por la insumisión en España, quelgra una gran victoria política. Pero la aparición denue vos conflictos como la Guerra del Golfo, las gue-rras de la Ex-Yugoslavia (1991-1995), y el bombardeode la OTAN a la Yugoslavia de Milosevic (1999), comoresultado de los conflictos étnicos en Kosovo, plante-an nuevos interrogantes al movimiento.

Durante la Guerra del Golfo, va a surgir en EEUUun movimiento que bajo el lema “No más sangre porpetróleo”, intenta movilizar y concienciar a la socie-dad estadounidense sobre las verdaderas razones dela guerra. Igual que durante las guerras en la Ex-Yugoslavia, van a aparecer nuevos grupos como lasMujeres de Negro, que ya habían hecho su irrupciónen 1988 en Israel denunciando la ocupación, partici-pando conjuntamente mujeres israelíes y palestinas.Estos grupos de mujeres vestidas de negro van a de-nunciar valientemente las violencias de todo tipo, enconcreto las de tipo étnico-religioso, y sobre todo laviolencia desatada por el régimen agresor deBelgrado en los territorios de la Ex-Yugoslavia, pro-poniendo la resolución no violenta de los conflictos,y planteando “la exclusión de la guerra de la historiay de nuestras vidas”. Las mujeres se implican puesautónomamente en la lucha pacifista y no violenta,imprimiendo también un enfoque feminista a sus lu-chas. Y a lo largo de la década los grupos de Mujeresde Negro van surgiendo poco a poco por muchos pa-íses Occidentales, incluido América Latina, aunqueexperimentan un desarrollo limitado. Los grupos demujeres contra la violencia étnica y fundamentalistabrotan incluso en India durante los noventa. Por úl-timo, con motivo de la guerra de la OTAN contra laYugoslavia de Milosevic en 1999, siendo ya la AlianzaAtlántica el único actor militar supraestatal a finalesde la década, una vez desaparecido el Pacto deVarsovia, se plantea una importante escisión en elmovimiento pacifista de muchos países occidentales,y muy en concreto en Europa Occidental. La divisiónse da entre aquellos grupos que denuncian sólo lasbarbaridades de la OTAN, pero callan ante las barba-ridades de Milosevic; en general grupos pacifistas ypartidos vinculados con la Vieja Izquierda comunis-ta. Y aquellos otros que plantean: “Ni OTAN, niMilosevic”. Una postura consecuentemente antimili-tarista y de denuncia de la violencia venga de dondevenga, sobre todo cuando proviene de estructuras de

poder que defienden sus propios intereses. Por otraparte, Los Verdes, presentes ya en el gobierno ale-mán, habían apoyado la guerra de la OTAN contraSerbia, tras un fuerte revuelo y ruptura interna debi-do a su procedencia pacifista. Este hecho marca suintegración definitiva en la lógica del poder.

Estos nuevos hitos antagonistas, junto con lairrupción de otras dinámicas de movilización socialen los noventa: auge de los movimientos campesinose indígenas (entre ellos el MST y Vía Campesina), ysobre todo la irrupción del movimiento zapatista,con una concepción de la lucha armada de carácterdefensivo, van a implicar cambios muy sustancialesen la conflictividad político-social en el mundo post-Muro de Berlín. En concreto el discurso zapatista vaa ser claramente rupturista con la ideología de laVieja Izquierda, de corte occidental, manifestandoun fuerte componente indígena, pero al mismo tiem-po poseyendo un carácter muy universal, al recono-cer la enorme diversidad mundial de las realidadesantagonistas al capitalismo global. Y todo ello trufa-do de un contenido claramente antidesarrollista y dedefensa de la Madre Tierra, la Pachamama. Y a par-tir de todas estas nuevas dinámicas antagonistas enel Norte y en el Sur Global se va a desarrollar más tar-de, a finales de los noventa, el llamado MovimientoAntiglobalización o Movimiento por la JusticiaGlobal. Lo cual marcaría ya, de forma definitiva, unanueva etapa en más de cien años de conflictividadpolítico-social definidos fundamentalmente por laVieja Izquierda, aunque ya en crisis desde finales delos sesenta.

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