irrenunciables - n° 754

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La batalla - Valientes - No los veran llegar - ¡Víva el Belgrano! - El tercer eslabón - Días de guerra - Noteros Abril - Junio 2012 Puerto Belgrano Buenos Aires Argentina Abril - Junio 2012 - Edición trimestral N° 754 N° 754 ESPECIAL 30 AÑOS MALVINAS Publicación de la ARMADA ARGENTINA

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Narra el despliegue de la fuerza anfibia argentina que el 2 de abril de 1982 recuperó las islas Malvinas sin ocasionar bajas enemigas. Después comenzaría la guerra.

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  • La batalla - Valientes - No los veran llegar - Vva el Belgrano! - El tercer eslabn - Das de guerra - Noteros

    Abril - Junio 2012Puerto Belgrano

    Buenos AiresArgentina

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    un nio de nueve aos distingue por primera vez las cruces. son 237, estn pintadas de blanco y repartidas equidistantes entre s en el cementerio Darwin cercano a pradera del Ganso, en tierra malvinense. son cruces argentinas.

    el nio mira insistiendo, esforzndose en adivinar cul es la de su padre.

    para los diez mil aos de humanidad la guerra de Malvinas es slo una astilla sobre la superficie de tanta historia, pero para este nio es uno de los hechos ms importantes de su existencia. l esper esos nueve aos --toda su vida-- para estar parado frente a esa tumba.

    Irrenunciables

    TexTolic. patricia aGudodiseodG mauricio rossellofoTo aperTurasantiaGo martella

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    El vuelo del albatrosCorre septiembre y la poblacin argentina de albatros de ceja negra migra hacia Malvinas para hacer sus nidos. Sus amplias alas se ex-tienden como parapente --planean ahorrndole energa en el trasla-do--, rondan los tres metros de largo.

    Quizs intuyen, cmo saberlo, que su especie est marcada por el peligro deextincin. Ponen un huevo al ao que si sobrevive llegar a los cincuenta de vida, repitiendo en cada primavera ese ritual de supervivencia, el mismo viaje del nio de nueve aos.

    Para el albatros de ceja negra las Malvinas y la plataforma continental argentina son un mismo ecosistema. La geografa tambin ensea esa leccin, las islas estn contabilizadas dentro de la Plataforma At-lntica Sudamericana (una de las reas marinas ms extensas del planeta y la ms grande del hemisferio Sur). Buena parte de dicha

    extensin territorial se encuentra dentro de los lmites de la Platafor-ma Continental Argentina, que es nicho permanente y estacional de ms de 50 especies de aves que --al igual que el albatros-- buscan su alimento y nido en sus inmediaciones.

    No hay explicacin poltica que le ponga peros a esa realidad, la his-toria (hastiada de datos y fechas) tampoco la contradice. Y si nos elevramos an ms del vuelo del albatros y mirramos hacia la tie-rra desde un satlite situado en una rbita media terrestre cercana a los 6.000 kms. de altura podramos observar en forma ntida el Arco de las Antillas Australes; esa cordillera submarina que contina la de los Andes y que empalma con la cordillera antrtica. Nuestras islas emergen de ella o la circundan. Alguien dijo una vez que para com-prender basta con reconocer las verdades escritas en la naturaleza, quizs haya que subtitularlas en anglosajn.

    CASA DEL GOBERNADOR | Objetivo tomado por los 16 hombres de Tropas Comando de la Armada, liderados por el capitn de corbeta Pedro Giachino.

    DESPLAzAMIENTO | El buque de desembarco ARA Cabo San Antonio rumbo a Malvinas, con 8 mil toneladas de carga de combate. (derecha)

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    La colonia del Atlntico SurEn 1945, cuando se fund la Organizacin de Naciones Unidas, exis-tan ms de 80 territorios no autnomos, en los que viva la tercera parte de laHumanidad. En2012an hay 16 sitios en lalista de terri-torios a ser descolonizados.Diez de esas colonias son britnicas; las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur estn entre ellas.

    Comit de Descolonizacin de las Naciones Unidas

    Regres de licencia y me present ante el comandante. Puedo re-cordar con exactitud el calor sofocante de ese lunes de febrero; apenas entr me sirvi un whisky y me dijo: vamos a recuperar las Malvinas!.

    Cuando brindamos sent una euforia nueva pero tambin una opresin conocida, la responsabilidad de las doscientas vidas a mi cargo. Porque para 1982 el capitn de navo (RE) Hugo Jorge

    Santilln era el segundo comandante del Batalln de Infantera de Marina N 2 (BIM2), tena 35 aos, las tiras de capitn de corbe-ta sobre sus hombros y en su corazn la certeza de que era uno de los elegidos para ser parte de una causa nacional que llevaba unos ciento cincuenta aos archivada. Si era el mejor momento para desencajonarla no poda cuestionarlo. A la historia le cupo esa tarea. Casi de inmediato.

    A l le toc trabajar en la planificacin pensada inicialmente para un desembarco en primavera --junto al vuelo de los albatros--. La operacin deba ser rpida, incruenta, sin provocar bajas y daos se-guida por una retirada inmediata para darle a la diplomacia la oportu-nidad de negociar, recuerda Santilln en su casa de calle La Pampa y ahora, con su experiencia a cuestas, se pregunta si esa oportunidad llegar. Tampoco puede responder esa pregunta.

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    Santilln vuelve al pasado, regresa al febrero del 82 y reconoce que junto a mi jefe de Operaciones empezamos a leer sobre Malvinas, ver cartas nuticas y terrestres, porque ninguno de los dos saba mucho del tema. Tampoco adivinaban que estaban trabajando a contrarreloj, recibieron la primera alarma cuando el 20 de marzo el almirante Busser orden un desembarco frente a la Base Bateras para medir el nivel de alistamiento del batalln. Tres das despus se concret el ejercicio con la impecabilidad de cualquier sistema consolidado, es que la Infantera de Marina estaba a 24 horas de aviso para salir a cualquier operacin, me explica Santilln y es el orgullo de haber sido uno de sus lderes lo que empuja esas palabras.

    Luego me cuenta que durante el ejercicio se haba quedado en el cuartel apurando la planificacin de Malvinas. En eso estaba cuando interrumpi su cabildeo el almirante Busser. Santilln se puso de pie, lo salud y como respuesta Busser orden embarcan en 48 hs y la operacin se larga el 1 de abril.

    A nuestras familias le dijimos que la Marina quiere probar los planes que tenemos en caso de guerra. No es un error gramatical, por mo-mentos Santilln habla en presente, se me va de la sala donde estamos conversando, regresa al 82, enfocado en terminar los papeles, alistar a su gente y preguntndose an por qu se adelant la operacin.

    Con esa duda lo alcanz el sol radiante del 28, como todava acostum-bra regalar marzo en la zona de Puerto Belgrano. Esa maana zarpa-ron de la base naval el buque de desembarco ARA Cabo San Anto-nio con todo el BIM2 a bordo, completando una tripulacin de 750 hombres, adems vehculos anfibios a oruga (VAOs) y VAR (a rueda), ms vehculos de la Infantera de Marina y del Regimiento de Infantera

    Mecanizada 25 del Ejrcito; en total una carga de combate de 8 mil toneladas (el peso de la preocupacin de Santilln estaba equiparado).

    De la misma drsena solt amarras el buque insignia, destructor misilstico ARA Santsima Trinidad con las tropas que tomaran el cuartel de los Royal Marines, ms los hombres (16 entre buzos tcti-cos y comandos anfibios) quienes bajo rdenes del capitn de cor-beta Pedro Edgardo Giacchino tomaran la casa del gobernador para lograr su rendicin.

    A esas alturas el submarino ARA Santa Fe, que la noche anterior ha-ba hundido su periscopio mientras abandonaba aguas marplatenses hacindose invisible, navegaba hacia el Sur para sumarse a la opera-cin. A bordo iba una seccin de la Agrupacin Buzos Tcticos encar-gada de marcar la playa para el desembarco del BIM2. Mientras que en el rompehielos ARA Almirante Irizar iba el personal de reserva.

    El resto de la Fuerza de Tareas N40 estaba integrado por el destruc-tor misilstico ARA Hrcules, el portaviones ARA 25 de Mayo, los destructores ARA Py, Segu y Piedrabuena; las corbetas ARA Drummond y Granville y el transporte ARA Isla de los Estados. Se trataba de una operacin conjunta que incluy un avin C130 Hr-cules de la Fuerza Area, adems de unidades de la 1ra y 2da Escuadri-lla Aeronaval de Helicpteros; aviones caza A4-Q de la 3ra Escuadrilla Aeronaval de Ataque y aviones S2T-Tracker de la Escuadrilla Aero-naval Antisubmarina y un helicptero Puma del Ejrcito (embarcado en el Irizar). Si bien por aquellos aos no se hablaba de conjuntez como se hace hoy, haba algo cierto, como dijo Santilln, la voluntad de recuperar las islas era conjunta y por eso el puo que dio el pri-mer golpe no titube.

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    Los buques navegaron a velocidad mxima, pero el 29 los fren un temporal capaz de sacudir hasta la Mesoatlntica --la cordillera que est debajo del mar--, tanto que un rolido alcanz los 46. Muchos hombres de las tripulaciones fueron afectados por mal de mar, lige-ramente deshidratados y agotados por los golpes del Atlntico que impedan descansar; en parte por eso se resolvi pasar el da D al 2 de abril otorgndole a Neptuno su participacin en las vsperas de la toma. Y negndole a la operacin el factor sorpresa.

    Al sur del SurMaana ustedes sern los vencedores, maana mostraremos al mundo una fuerza argentina valerosa en la guerra y generosa en la victoria. Que Dios los proteja! Ahora dirn conmigo: Viva la Patria!

    Arenga del almirante Busser en navegacin el 1 de abril a las 18:30

    Nosotros nos enteramos que bamos a Malvinas un da antes de llegar, me cuenta en un caf de Vicente Lpez el ex conscripto cla-se 62 Ramn Galarza. Yo dorma en el sollado, en camas cuchetas junto a otros 30 soldados, estbamos muy cerca del depsito de combustible por eso el olor lo impregnaba todo aumentado nuestra descompostura, dice.

    Pero lo que quiero saber va ms all de lo fsico, qu sinti cuan-do supo la noticia. Hace una pausa y su rostro, que engaa sus casi cincuenta aos, se deja poblar por el desconcierto. Tenamos 18 aos, era una mezcla rara de incertidumbre, patriotismo, miedo o de no saber qu sentir. Hasta despus del 2 de abril no me di cuenta de lo que estaba pasando. Si me preocup fue ms por mis

    compaeros, ramos muy unidos, llevbamos ms de un ao en el batalln y nos pesaba la posibilidad de que alguien saliera lastima-do. Entonces lo comprend, despus de un ao, de vivir nuevas experiencias, alegras y angustias, esos, ms que sus compaeros, eran su familia y desde la comodidad del caf tambin elijo que nadie de mi familia salga herida.

    Enseguida, como si descubriera la impertinencia de mi reflexin, me deja en la antesala de su recuerdo cuando aclara: se han hecho pelculas pero te puedo asegurar que nadie logr reflejar lo que describan esas caras y aunque no se lo dije, me pregunto en qu espejo (esos otros, sus pares) se habr reflejado la suya. Algunos arengaban, claro que s, la recuperacin de Malvinas, otros rezaban y rezaban, porque en ese sollado tambin hubo lugar para el miedo tan humano como el valor con que decidieron sus actos.

    A m me preocup tener los elementos de primeros auxilios a los que hasta ese momento no les haba dado importancia. Entonces todos comenzamos a revisar nuestros equipos (vendaje, pastillas, morfina, Pancutn no podan faltar). Luego preparamos el arma, las municiones y el uniforme. Prepararon el alma y algunos dejaron su mensaje en un papel; saban que el regreso poda no ser una posibilidad.

    El oficial ms cercano --por edad y jerarqua-- a Galarza era el guar-diamarina Antonio Snchez, al que despus de Malvinas y con los sucesivos encuentros, dej de llamar seor para nombrarlo como amigo. El 2 de abril, ese guardiamarina le dio una vuelta de hoja al destino de Galarza. Pero esa es una historia para un par de prrafos ms adelante.

    ALISTADOS | ltimo ejercicio del BIM2, ordenado por el comandante de la Fuerza de Tareas, para evaluar su nivel de adiestramiento.

    PODER NAVAL | El destructor ARA Hrcules, junto con el Santsima Trinidad, el Comodoro Py y el Segu, integraron la Fuerza de Tareas 40 en la operacin de recuperacin de las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur.

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    Da D, Hora H El desembarco se posterg por 24 horas y ah cambi la historia. Eso nos permiti observar, algo que es muy nuestro y parte de la operacin de reconocimiento, me explica el suboficial mayor (RE) Domingo Alcides Morales, quien hoy entra como a su casa cuando regresa a la Agrupacin Buzos Tcticos en Mar del Plata. Ah se lo conoce como el Mono; Alcides es slo una formalidad para descono-cidos. l iba a bordo del submarino Santa Fe y su misin era marcar la playa para el desembarco de las tropas del Cabo San Antonio.

    En sus charlas a alumnos de la Escuela de Submarinos y Buceo repite un viejo agradecimiento, al da que no fue, porque nos dio la opor-tunidad y la posibilidad de mirar por el periscopio. Te puedo asegurar que ese 1 de abril las luces de la ciudad y del faro (San Felipe, su ob-jetivo inicial) estaban encendidos, como si estuviese todo bien, pero la madrugada del desembarco apagaron todo. Evidentemente algo se filtr y el factor sorpresa se rompi, pero el coraje de esos hombres segua intacto y nada ms postergara la recuperacin de Malvinas.

    Habitantes de las islas Falklands, les habla el gobernador Hunt, te-nemos informacin que una Fuerza de Tareas argentina zarp del continente y viene navegando hacia las islas; fue parte del men-saje que escuch el capitn Santilln la noche del 1 de abril en la radio del buque Cabo San Antonio, lo que confirmaba la versin del suboficial Morales de que el factor sorpresa se haba perdido.

    Por eso algunos planes cambiaron. Los desembarcos pensados ini-cialmente ms hacia el Noreste de las islas se replanificaron hacia el Oeste. As, con una noche cerrada por la oscuridad, el Santsima Trinidad ingres a la baha Enriqueta y para las 22.40 del 1 de abril la ltima ola desembarc toc la playa Lake Point. Se dividiran en dos grupos de fuerzas especiales (dcomandos anfibios y buzos tcticos), uno con el objetivo de tomar el cuartel de los Royal Marines --sin saber que all ya no quedaba nadie-- y el otro la casa del gobernador.

    Mientras que en un punto ms al Noreste y ya promediando las 3 de la madrugada los buzos tcticos del Santa Fe, enfundados en sus trajes secos y completamente camuflados, desembarcaron para cumplir con su misin. Eramos 12, recuerda el Mono y en este pun-to me permito llamarlo por su apodo porque estamos en su casa: en la Agrupacin Buzos Tcticos.

    Apenas tocamos la costa tuvimos que dar un mensaje en ingls --por si nos escuchaban los kelpers-- a la gente del San Antonio avisando que la playa estaba marcada, es decir libre. Nuestra funcin era esa, habilitar y proteger esa playa hasta que nuestra gente de- sembarcara, y tenamos que dar ese mensaje a las 6.30. Lo dimos un minuto tarde porque apenas tocamos la costa nos prendieron una bengala que nos ilumino como si fuera de da. Dijimos, bueno ac se termin el amor y nos protegimos frente a la posibilidad de fuego enemigo, pero no hubo enfrentamiento.

    Luego de la bengala nuestro segundo comandante marc la pla-ya. Despus nos quedamos agazapados, haciendo una especie de trinchera por si haba que soportar un ataque. Y ah es donde nos pasaron los vehculos de Infantera de Marina, los VAO, dice el Mono mientras gesticula y mira hacia atrs como si se acercara uno.

    Es el N5 del capitn Santilln. Es tradicin en la Infantera de Ma-rina que el segundo comandante vaya en la primera ola de desem-barco, por eso lider la compaa de tiradores Foxtrot y una seccin del Regimiento de Infantera Mecanizado 25 en la que iba el teniente coronel Seineldin, un grado ms antiguo que yo, recuerda Santilln y agrega algo que escuch entonces: mire Santilln, esta es una operacin anfibia. Mis 25 hombres y yo tenemos la suerte de trabajar con ustedes. Como nosotros vamos en su formacin usted est a cargo de la vanguardia.

    La noche era cerrada, una boca de lobo, tocamos tierra a las 6.30 en punto. La playa cmo olvidarlo-- de arena blanca, pareca talco. En ese momento comenz el crepsculo matutino. Se formaron a la derecha del VAR de Santilln dos vehculos ms incluido el de Sei-neildin y a la izquierda el otro, en ese momento se abrieron las tapas y en un acto espontneo todos comenzaron a gritar Viva la patria!. Viva la Patria repite Santilln en un eco inevitable a casi 30 aos de esa maana.

    Mientras tanto en la casa del gobernador se solicitaba la rendicin. Mister Hunt, somos marinos argentinos, la isla est tomada, los ve-hculos anfibios han desembarcado y vienen hacia aqu, hemos cor-tado su telfono y le rogamos que salga de la casa solo, desarmado y con las manos sobre la cabeza, a fin de prevenir mayores desgracias. Le aseguro que su rango y dignidad, as como la de toda su familia sern debidamente respetados, dijo el teniente de navo Diego Gar-ca Quiroga, quien ya secundaba a Giachino.

    Pero el grupo comando argentino no obtuvo respuesta, por eso arro-j una granada para disuadirlos. Una voz que provena de la casa contest: Mister Hunt is going to get out. Al no salir nadie, Garca Quiroga reiter el mensaje pero la voz asegur: Dont go (Mr. Hunt) y esas palabras vinieron seguidas de un tiroteo.

    Lo que sigui se inscribi para siempre en la historia de la recupera-cin de las islas Malvinas y fue parte del precio de ver la bandera ar-gentina en alto. Giachino y Garca Quiroga seguidos de tres hombres se lanzaron a la casa del gobernador. El primero rompi el vidrio con una granada y abri el picaporte. El resto fue cuestin de segundos: a Giachino lo alcanzaron las balas britnicas, cay y el segundo en resultar gravemente herido fue Garca Quiroga, que vena detrs.

    Me dieron, Cristina, me dieron --dijo Giachino como si desde el con-tinente su mujer pudiese escucharlo. Quizs lo hizo--. Garca Qui-roga sinti que le arrancaban el brazo, fue el primer tiro, el otro le dio en el abdomen. Hoy una navaja suiza exhibida en la Agrupacin Buzos Tcticos es la muestra de su suerte, que tambin es azar y destino, porque par la bala que reclamaba su vida.

    Giachino llam al enfermero Urbina, pero ste tambin haba sido batido.

    Ya en el suelo y anticipndose a la posible prdida de conocimiento, el capitn Giachino tom la correa de sus binoculares y at la granada --con la que rompi la ventana-- para que no explote, evitando la muer-te de todos los de la casa. A esas alturas ya estaba baado en sangre.

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    LIDERAzGO | Capitn de corbeta Hugo Santilln, segundo comandante del BIM2, quien estuvo a cargo de la primera oleada de desembarco que arrib a Malvinas a bordo del buque ARA Cabo San Antonio. (izq.)

    IMPACTO | Columna de vehculos anfibios desplegando a la fuerza dedesembarco conjunta del BIM2 y del Regimiento de Infantera Mecanizado 25 del Ejrcito Argentino hacia Port Stanley, rebautizado como Puerto Argentino.

    HORA H | A las 6.30 los vehculos anfibios tocaron playa y tomaron elaeropuerto. Luego cruzaron el itsmo (ver infografa) achicando distancia a su bautismo de fuego.

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    Quizs fue ese acto de nobleza o la certeza que no podan hacer nada frente a tal desembarco (adems de los 750 combatientes ar-gentinos desplegados, se haban iniciado los vuelos que traan al res-to de las tropas del ejrcito), lo que motiv la rendicin del goberna-dor. Lo cierto es que a los pocos minutos un jeep con bandera blanca traslad a Busser a parlamentar con el gobernador, quien haba pedi-do se reuniesen en la iglesia catlica St. Mary como si Dios le diese ventaja all . Mientras tanto las posiciones britnicas seguan en pie. Giachino, Garca Quiroga y Urbina ya no podan hacerlo.

    La celeste y blanca sobre las islasNosotros ya habamos tomado el aeropuerto, sacamos los obst-culos que haban dejado en la pista y luego nos dirigimos a Puerto Argentino. En eso vemos que se nos acercaba a trote un comando. Nos dijo que necesitaban refuerzos en la casa del gobernador. Re-

    cuerdo que mi oficial, el guardiamarina Snchez, ofreci voluntario a mi grupo, me cuenta Galarza, seguro en ese momento que su misin haba concluido.

    Nos miramos y decamos ya est, ya tomamos nuestro objetivo, adnde vamos a ir ahora?, pero en una operacin no hay peros que valgan por eso a los pocos segundos achicamos los 400 metros a la casa del gobernador avanzando en abanico, cada hombre a 3 metros del otro; ramos alrededor de 40.

    Alcanzamos una loma detrs de la casa. No sabes cmo silba-ban las balas! Nos protega la loma desde la que veamos todo lo que pasaba. Pude ver a Giachino ya cado, estaba con vendas por todos lados. Tambin avist a los francotiradores que estaban arri-ba de un rbol. Y como yo era el tirador, llevaba un fusil pesado para fuego tupido, me ordenaron apuntarlos. Los tena en la mira,

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    simplemente deba esperar la orden. En ese momento Galarza no pensaba en nada, era parte de un sistema de defensa bajo rdenes. No tenas tiempo para pensar, simplemente hacer bien las cosas.

    Habremos estado en posicin una hora. Luego nos enteramos de la rendicin. Nos replegamos y por eso bajamos a la casa del goberna-dor. Justo en ese momento l sala completamente engalanado, no le faltaban condecoraciones ni plumas, me lo describe consciente del momento histrico que estaba viviendo en Malvinas. Veo que lo suben a un jeep que tena dos banderines ingleses. Sin pensarlo demasiado los saqu para quedrmelos como trofeo de guerra. Pero no s, me di media vuelta y las tir. Despus cuando regres que-daba una y me la guard. En una pelcula que vi hace poco sobre la operacin se recrea este momento. Ahora ese bandern est en la pared de la casa de Galarza y grabado a fuego en su memoria junto a otro de los momentos ms importantes de ese 2 de abril.

    Son la trompeta, nos pusimos en firme y saludamos. La bandera suba y yo senta un orgullo y patriotismo como no lo haba sentido nunca, verla arriba fue lo mximo, ahora evocando ese momento en el caf de Vicente Lpez, su barrio natal, la piel se le eriza como si no lo dejara olvidar la emocin. Fue hermoso, confiesa.

    Para Galarza, Malvinas fue algo que le cambi la vida y en un doble sentido: porque pudo valorarla ms y por eso no se olvida de quienes la perdieron sin tener la oportunidad siquiera de formar una familia. Tambin porque a su regreso la relacin con su padre cambi, las as-perezas que empaaban su vnculo fueron superadas por el orgullo de tener un hijo que haba sido parte de uno de los momentos ms importantes de la historia argentina. Me lo cuenta y me aclara que su padre ya no est, entonces otra vez se le pone la piel de gallina.

    Con la bandera argentina a tope de las Malvinas comenz la guerra.

    CAMUFLADOS | Buzos tcticos que desembarcaron del submarino ARA Santa Fe con la misin de marcar la playa para el desembarco.

    RENDICION | Los Royal Marines que estuvieron apostados en la casa delgobernador, luego de un enfrentamiento que se inici a la madrugada del 2 de abril y se extendi promediando las 9 de la maana. (izquierda)

    HERIDOS EN COMBATE | Dentro del jeep trasladan al teniente Garca Quiroga y al cabo segundo Urbina, caidos en combate durante la toma de la casa del gobernador. Salvaran sus vidas.

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    El regreso del hijoMe dice que las fotos de su padre son su espejo, porque Santiago Martella, ese nio de 9 aos que ahora tiene 30, repite en su rostro las formas y los gestos heredados. Su padre tena 24 aos cuando cay peleando en el monte Dos Hermanas. A ese monte el pudo llegar la segunda vez que fue a Malvinas ya con 18 aos. Y la ltima vez que lo hizo, junto con la gente de Rugby Sin Fronteras fue a sus 28. Cada vez fue un hombre distinto el que se par frente a la tumba del cementerio Darwin, frente a esa cruz ya conocida. Malvinas, para l, es su viejo, esa ausencia que justifica con el orgullo de saber por qu no est.

    Santiago Martella es generoso en sus palabras, dice que Malvinas nos toc a todos, a l ms de cerca. Mucho ms. Y en un punto tiene ra-

    zn, porque la historia de esos hombres tambin nos pertenece y nos obliga. Estos testimonios que an podemos escuchar de la voz de sus protagonistas son parte de nuestro patrimonio esencial. Por eso, de tanto en tanto, sera bueno detener nuestras rutinas y escucharlos.

    Son nuestros veteranos; muchos de ellos murieron peleando bajo la celeste y blanca ms all de toda legtima discusin sobre la guerra; otros an estn con nosotros con sus recuerdos latiendo en la me-moria; los ms jvenes rondando los cincuenta. Algn da de este siglo se apagarn los ojos del ltimo veterano y no habr ms testi-gos directos; mientras tanto cada uno de ellos parece decir sobre las islas lo mismo que los argentinos han cincelado en la Constitucin Nacional Argentina: irrenunciables.

    AGUILA GUERRERA | Izado emblemtico de la bandera nacional en la capital de las islas, Puerto Argentino.