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Orlando Fals Borda Orlando Fals Borda Orlando Fals Borda, en su biblioteca de Bogotá. Nacimiento 11 de julio de 1925 Barranquilla, (Colombia) Fallecimiento 12 de agosto de 2008 Bogotá (Colombia) Ocupación Sociólogo Cónyuge María Cristina Salazar † Investigador y sociólogo Formación académica Realizó estudios de maestría en la Universidad de Minnesota en 1953 y obtuvo el grado de Ph. D. en Sociología de la Universidad de la Florida en 1955. Impulsor de la sociología en Colombia A su regreso de los Estados Unidos encontró que en su país era ineludible el estudio y aplicación de las ciencias sociales, especialmente de la sociología, por lo cual, en 1959, junto con Camilo Torres Restrepo, fundó la primera Facultad de Sociología de América latina en la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, convirtiéndose en su primer decano, papel que asumió hasta 1966. Se constituyó en uno de los fundadores y representante más destacado de la Investigación Acción Participativa (IAP), método de investigación cualitativa que pretende no sólo conocer las necesidades sociales de una

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Orlando Fals BordaOrlando Fals Borda

Orlando Fals Borda, en su biblioteca de Bogotá.

Nacimiento11 de julio de 1925Barranquilla,(Colombia)

Fallecimiento12 de agosto de 2008Bogotá (Colombia)

Ocupación Sociólogo

Cónyuge María Cristina Salazar †

Investigador y sociólogoFormación académica Realizó estudios de maestría en la Universidad de Minnesota en 1953 y obtuvo el grado de Ph.

D. en Sociología de la Universidad de la Florida en 1955.Impulsor de la sociología en Colombia A su regreso de los Estados Unidos encontró que en su país era ineludible el estudio y aplicación de las ciencias sociales, especialmente de la sociología, por lo cual, en 1959, junto con Camilo Torres Restrepo, fundó la primera Facultad de Sociología de América latina en la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, convirtiéndose en su primer decano, papel que asumió hasta 1966. Se constituyó en uno de los fundadores y representante más destacado de la Investigación Acción Participativa (IAP), método de investigación cualitativa que pretende no sólo conocer las necesidades sociales de una comunidad, sino también agrupar esfuerzos para transformar la realidad con base en las necesidades sociales.

El recorrido fundamental de la obra de Fals Borda está dado en la conjunción de la indagación sociológica con el compromiso político en beneficio de los "sectores populares" (campesinos y proletariado agrícola en lo fundamental), en cuya "praxis" postula la "investigación-acción participativa". Su obra es consultada en todas partes, al considerarse que activa innovaciones metodológicas en la práctica sociológica.

A lo largo de su vida promovió diversas iniciativas políticas de la izquierda desde el 'Frente Unido' junto con el sacerdote revolucionario Camilo Torres Restrepo entre 1964-1965 y activo organizador de procesos como 'Colombia Unida' a fines de los años 1980, la Alianza Democrática

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M-19 de cuya bancada fue miembro de la Asamblea Constituyente en 1991. En los últimos años fue dirigente del Frente Social y Político y artífice de la articulación de diversas fuerzas de la izquierda colombiana que confluyeron en noviembre de 2006 en la conformación del Polo Democrático Alternativo del cual fue presidente honorario hasta su muerte.

Fue fundador de la revista Alternativa en los años 70 y 80, la que refundó en los años 90. En los últimos años impulsó la conformación del Centro Estratégico de Pensamiento Alternativo y dirigió la revista CEPA.

En el último acto público en el que participó, el 23 de julio de 2008, presentó la cuarta reedición de su obra 'La subversión en Colombia' con el sello editorial de FICA y CEPA. El registro del acto puede verse en [www.antenamutante.net]

Obras

Este artículo o sección sobre biografías y listado necesita ser wikificado con un formato acorde a las convenciones de estilo.Por favor, edítalo para que las cumpla. Mientras tanto, no elimines este aviso puesto el 26 de septiembre de 2008.También puedes ayudar wikificando otros artículos.

1953 "Notas sobre la evolución del vestido campesino en la Colombia central", en Revista Colombiana de Folklore, Segunda Época, No. 2, Bogotá, junio de 1953.

1953 "El problema de la tierra", en Suplemento Literario de El Tiempo, Bogotá, Septiembre 6, 13 y 20, 1953.

1954 "Los orígenes del problema de la tierra en Chocontá-Colombia", en Boletín de Historia y Antigüedades, XLI, Bogotá, pp. 36-50, 1954.

1955 Peasant society in the Colombian Andes: a sociological study of the Saucio, publicado por University of Florida Press, Gainesville, 1955. De su tesis doctoral A sociological study of the relationships between man and the land in the Department of Boyacá, Colombia , viii, 265 hojas : mapas, tablas. Tesis doctoral--University of Florida.

1955 "Estratos sociales entre los campesinos colombianos", en Economía colombiana, Bogotá, Año II, Vol. V, No. 14, junio de 1955, pp. 593-604.

1955 "Fray Pedro Aguado, the forgotten chroniker of Colombia and Venezuela", en The Americas, Vol. XI, No. 4, pp. 539-573. 1955.

1955 "Odissey of a sixteenth-century document: Fray Pedro de Aguado's recopilación historial", en Hispanic American Historical Review, Vol. 35, No. 2, pp. 203-220. 1955.

1956 Fray Pedro de Aguado, el cronista olvidado de Colombia y Venezuela Cali, Colombia: Editorial Franciscana de Colombia, 1956. (Esta es una versión al español de los dos artículos anteriores).

1956 "Costos de producción agrícola en un minifundio: el trigo", en Agricultura tropical, Bogotá, septiembre de 1956, pp. 603-608.

"Costos de producción agrícola en un minifundio: el ajo", en Agricultura tropical, XII, no. 6, Bogotá, septiembre de 1956, pp. 603-608.

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1956 "El campesino cundi-boyacense: conceptos sobre su pasividad", en Revista de Psicología, Bogotá, Universidad Nacional, Vol. I, No. 1, pp. 74-83. 1956.

1956 "Aspectos psico-sociológicos de la vivienda rural colombiana", en Revista de Psicología, Bogotá, Universidad Nacional, Vol. I, no. 2, pp. 206-229. 1956.

1956 Aspectos psico-sociológicos de la vivienda rural colombiana. Bogotá, D.E., Colombia : Editorial San Juan Eudes, 1956. 24 p. ; 24 cm.

1956 "Fragmentation of holding in Boyacá, Colombia", en Rural Sociology, Vol. XXI, No. 2, pp. 158-163. 1956.

1957 El hombre y la tierra en Boyacá; bases sociológicas e históricas para una reforma agraria. Bogotá, Ediciones Documentos Colombianos, 1957. 259 p.

1957 "Indian Congregations in the New Kingdom of Granada: Land Tenure aspects, 1959-1850", en The Americas, Vol. XIII, No. 4, pp. 331-351. 1957.

1958 "La dinámica de la extensión agrícola en Colombia: Observaciones sobre el cambio social inducido¨, en Agricultura Tropical, Vol. XIV, No. 4, Bogotá, abril de 1958, pp. 219-233.

"Sociología de la vivienda: teoría y marco de referencia", en Curso Básico de la Vivienda: Aspectos Sociales, Bogotá, Centro Interamericano de Vivienda.

1958 La Vereda de Chambimbal : estudio y acción en vivienda rural / editado por Ernesto E. Vautier y Orlando Fals Borda. 93, [27] p. : ill. ; 28 cm. Serie Técnica / Centro Interamericano de Vivienda y Planeamiento / Inter-American Housing and Planning Center ; no. 6. Bogotá : Centro Interamericano de Vivienda y Planeamiento, Servicio de Intercambio Científico y Documentación, 1958.

1958 La vivienda tropical húmeda; sus aspectos sociales y fisicos como se observan en el Chocó (Colombia)./ Por Orlando Fals Borda y Ernesto E. Vautier, Inter-American Housing and Planning Center. Bogotá, Centro Interamericano de Vivienda y Planeamiento, 1958. 18 p., [6 .] plates. 28 cm.

S.F.(¿1960-1961?) "La introducción de nuevas herramientas agrícolas en Colombia: Resultados de varios experimentos agro-sociólogicos", en Agricultura Tropical, Bogotá, Vol. XIV, no. 1, p. 23-44.

S.F.(¿1960-1961?) La teoría y la realidad del cambio socio-cultural en Colombia, Bogotá, Universidad Nacional, Facultad de Sociología. (También en inglés).

S.F.(¿1960-1961?)"El vínculo con la tierra y su evolución en el Departamento de Nariño", en Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas Físicas y Naturales, Bogotá, Vol. 10, No. 41.

S.F.(¿1960-1961?)"La Reforma Agraria", en Revista Colombiana de Ciencias Exactas Físicas y Naturales, Bogotá, Vol. 11, No. 41.

1961 Campesinos de los Andes: estudio sociológico de Saucío. Traducción al español de su tesis doctoral Peasant society in the Colombian Andes: a sociological study of the Saucio. Bogotá: Universidad Nacional, 1961. 340 p., [8] p. of plates : ill., maps, ports. ; 24 cm. (Monografías sociológicas / Facultad de Sociología).

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1961 Colombia: L'uomo e la terra in un villaggio andino, Milán Società Italiana di Sociologia Rurale. Traducción al italiano de su tesis doctoral Peasant society in the Colombian Andes: a sociological study of the Saucio. Colombia: L'uomo e la terra in un villaggio andino, Milán Società Italiana di Sociologia Rurale, 1961.

1961 Acción comunal en una vereda colombiana: su aplicación, sus resultados y su interpretación. Con la colaboración de Nina Chaves e Ismael Márquez. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, Departamento de Sociología, 1961. 96 p. illus. 24cm.

1961 La transformación de América Latina y sus implicaciones sociales y económicas, Bogotá, Universidad Nacional, Facultad de Sociología. 1961.

1962 La violencia en Colombia, Bogotá, Universidad Nacional. (Reimpresión en Bogotá, Editorial Iqueima, 1963). (Con Germán Guzmán Campos, Camilo Torres Restrepo y Eduardo Umaña Luna. 1962.

1962 La educación en Colombia: Bases para su interpretación sociológica Bogotá, Universidad Nacional, Facultad de Sociología. 1962.

1962 La comunicación de las ideas entre los campesinos colombianos, Bogotá, Universidad Nacional. (Con Paul J. Deutschmann). 1962.

1963 "Desarrollo y perspectivas de la Sociología Rural en Colombia y América Latina", en Memoria del primer Congreso Nacional de Sociología, Bogotá, Asociación Colombiana de Sociología - Editorial Iqueima, pp. 153-172. 1963.

1963 El Brasil: Campesinos y Vivienda, Bogotá, Imprenta Nacional. 1963.

1965 "Pautas conservadoras en el salto a propietario", en Centre National de Recherche Scientifique, Les problemes agraires des Amériques Latines, París, CNRS. 1965.

1965 "Violencie and the break-up of tradition in Colombia", en Claudio Veliz (Ed.), Obstacles to change in Latin America, London, Oxford University Press. pp. 188-205. 1965.

1965 La esencia de la transformación rural: Estudio de una Comunidad, Bogotá, Universidad Nacional, Facultad de Sociología. 1965.

1967 La subversión en Colombia: Visión del cambio social en la historia, Bogotá, Universidad Nacional - Tercer Mundo. 1967.

1967 "Ciencia y Compromiso", en 'ECO Revista de la Cultura de Occidente, Tomo XVI/2, No. 92, Bogotá, diciembre de 1967, pp. 181-200.

1968 "Pour une analyse socio-politique engagée en Amérique Latine", en Institut de Sociologie, Université Libre de Bruxelles, Bruselas. p. 70-90.

1968 "Revoluciones inconclusas en América Latina", en Revista Mexicana de Sociología, vol. 30, No. 3, México, pp. 603-620. 1968. (Es una edición parcial del anterior).

1968 Subversión y Cambio Social. Segunda edición revisada de La subversión en Colombia: Visión del cambio social en la historia, Tercer Mundo en 1968

1969Subversion and Social Change in Colombia, New York - London, Columbia University Press (trad. por Jacqueline D. Skiles), 1969.

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1969 "From marginal to significant change in Latin America", Serie de conferencias dictadas en Inglaterra: Universidades de Oxford y Londres. 1969.

1970 Ciencia propia y colonialismo intelectual, México, Nuestro Tiempo. 1970. (Cinco ediciones: 1981, Bogotá, Punta de Lanza y Carlos Valencia Editores).

1970 "Marginality and Revolution in Latin America, 1809-1969", en Studies in Comparative International Development, Vol. VI, No. 4. New Brunswick. 1970.

1970 "Commentary to K. Silvert", en Stanley R. Ross (Ed.), Latin America in Transition, Albany, State University of New York Press. 1970.

1970"El problema de la autonomía científica y cultural en Colombia", en ECO, Revista de la Cultura de Occidente, Tomo XXI/6, No. 126, Bogotá, octubre de 1970, pp. 600-627.

1970Subversión y Desarrollo: El caso de América Latina, XI Conferencia Anual del Foyer John Knox, 19 de junio de 1970, Ginebra, Suiza. (También en francés e inglés).

Cooperatives and Rural Development in Latin America, Ginebra, UNRISD. 1971.

1972 El reformismo por dentro en América Latina, México, Siglo XXI. 1972.

1972 Causa Popular, Ciencia Popular (con Víctor Daniel Bonilla, Gonzalo Castillo Cárdenas y Augusto Libreros), Bogotá, La Rosca. 1972.

1972Las revoluciones inconclusas en América Latina: 1809-1968, México, Siglo XXI, 1968. (Hay nueve ediciones). Traducida al francés por Jacques Senelier y Raoul Edgar-Rosa como Révolutions inachevées en Amérique Latine, Paris, Desclée de Brouver, 1972.

1973 Reflexiones sobre la aplicación del método de estudio-acción en Colombia, Asunción, Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos. 1973.

1974El reformismo por dentro en América Latina. 2a. edición 1974.

1975 Historia de la cuestión agraria en Colombia, Bogotá, Punta de Lanza. 1975.

1975Rural Cooperatives As Agents of Change (con otros autores), Ginebra, UNRISD. 1975.

1976Capitalismo, hacienda y poblamiento en la Costa Atlántica Bogotá, Punta de Lanza. 1976.

1977Rural Cooperatives As Agents of Change (con otros autores), Edición en español, 1977, Bogotá, Punta de Lanza.

1978 "Sentido Político del Movimiento Campesino en Colombia", en Estudios Rurales Latinoamericanos, no.2, Bogotá, 1978.

1978 "Por la praxis: el problema de cómo investigar la realidad para transformarla", en Simposio Mundial de Cartagena, Crítica y política en ciencias sociales, Bogotá, Punta de Lanza-Universidad de Los Andes, Vol. I, pp. 209-249. 1978.

1978 "Por la praxis: el problema de cómo investigar la realidad para transformarla", Edición en alemán, en H. Moser y H. Ornaner, eds., Internationale Aspekte der Aktionsforschung, Munich, Kösel, 1978;

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1978 "Negación y promesa de la sociología", en Revista de Sociología, Medellín, Pontificia Universidad Bolivariana. Año 8, Vol. IX, No. 13, enero-diciembre de 1978, pp. 63-71.

1979 "Por la praxis: el problema de cómo investigar la realidad para transformarla", Edición en inglés, en Dialectical Anthropology, Amsterdam, No. 4, 1979, pp. 33-35.

1979 "Negación y promesa de la sociología",Edición en inglés, enSocial Science Research Review

1979 "Negación y promesa de la sociología",Edición en farsi, en Iranian Institute for Peasant and Rural Studies, Teherán, 1979).

1979 El problema de cómo investigar la realidad para transformarla, Bogotá, Tercer Mundo, 1979. (2a. edición, 1983; 3a. edición, 1986). (Es una publicación actualizada de Por la praxis...).

1979 "El secreto de la acumulación originaria de capital: una aproximación empírica", en Revista de la Universidad Nacional de Colombia, No. 7, Medellín, pp. 28-39. 1979. (También en Estudios Sociales Centroamericanos, Vol. VII, No. 20, San José de Costa Rica, pp. 155-175).

1979 Mompox y Loba: Historia Doble de la Costa, Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1979.

1980 "La educación en el proceso revolucionario", en Por ahí es la cosa: educación en Colombia. (Con Gonzalo Castillo Cárdenas, Víctor Daniel Bonilla, Carlos Duplat y Augusto Libreros). Bogotá, La Rosca. 1971. (Tres ediciones, 1980).

1980 "La ciencia y el pueblo: nuevas reflexiones sobre la investigación-acción", en Asociación Colombiana de Sociología, La sociología en Colombia: balance y perspectivas, Memoria del Tercer Congreso Nacional de Sociología, Bogotá, 20-22 de agosto de 1980, pp. 149-174.

1981 "Die Bedeutung der Sozialwissenschaft und die Praktische Produktion von Wissen in der Dritten Welt (Aktionsforschung)", en Revista Austriaca de Ciencia Política, no. 2, Viena, enero de 1981. pp. 201-214.

1981 El Presidente Nieto: Historia doble de la Costa (Tomo 2o.). Bogotá, Carlos Valencia Editores. 1981.

1981 "Aspectos teóricos da pesquisa participante", en Carlos R. Brandao (ed.), Pesquisa Participante, Sao Paulo, Brasiliense. 1981.

1981 Investigación participativa y praxis rural (con otros). Lima, Mosca Azul. 1981.

1981 "The Challenge of Action Research", en Development: Seeds of Change, no. 1. Roma. 1981. pp. 55-61.

1981 "Science and the Common People", en The Journal of Social Studies, No. 11, Dacca, Bangladesh, 1981. pp. 1-21.

1982 "Por la praxis: el problema de cómo investigar la realidad para transformarla", Edición en italiano, en Quaderni EDA, No. 2, 1982.

1982 "Por la praxis: el problema de cómo investigar la realidad para transformarla", Edición en portugués, en Servico Social e Sociedade, No. 11, Sao Paulo, Cortez.

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1982El socialismo que queremos: Un nuevo pacto social y político en Colombia. Conferencia inaugural de la Fundación Antonio García, 15 de octubre de 1982, Bogotá.

1982 "Presentación" a Ciro Quiroz, Vallenato, hombre y canto, Bogotá, 1982.

1984 Resistencia en el San Jorge: Historia doble de la Costa. (Tomo 3o). Bogotá, Carlos Valencia Editores. 1984.

1985 "Marxian Categories and Colombian Realities", en Diptendra Banerjee (ed.), Marxian Theory and the Third World, New Delhi, SAGE Publications, India. 1985.

1985 "Lo sacro y lo violento, aspectos problemáticos del desarrollo en Colombia", en La Nueva Prensa, No. 131, Bogotá, 6 de abril de 1965. Se publicó por segunda vez en : Alberto Díaz U. (comp.), Once Ensayos sobre la Violencia en Colombia, Bogotá, Fondo Editorial CEREC y Centro Gaitán, pp. 79-88, 1985.

1986 Retorno a la tierra: Historia doble de la Costa (Tomo 4o.), Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1986.

1986 Conocimiento y Poder Popular, Lecciones con campesinos de Nicaragua, México y Colombia, Bogotá, Siglo XXI, 1986. (También traducido al inglés, OIT, Ginebra, 1986).

1986 Investigación participativa (con Carlos R. Brandao), Montevideo, Instituto del Hombre, 1986.

1986 "La investigación-acción participativa: Política y epistemología", en Álvaro Camacho G. (ed.), La Colombia de hoy, Bogotá, Cerec, 1986. pp. 21-38.

1986 "El nuevo despertar de los movimientos sociales", en Revista Foro, Bogotá, Año 1, No. 1, septiembre de 1986, pp. 76-83.

1987 The Challenge of Social Change, ed., Londres, SAGE Series of International Sociology. 1986. (También traducido al japonés, 1987).

1987 "Aspectos críticos de la cultura colombiana: 1886-1986", en Revista Foro, Bogotá, Año 1, No. 2, febrero de 1987, p. 81-90.

1987 Democracia y Participación: algunas reflexiones. Revista Colombiana de Sociología, Vol.:5 Núm.: 1 de noviembre de 1987

1988 "Ante la Reforma Barco. La región como entidad territorial". En: Revista Foro, No. 7, octubre de 1988, p. 43-47.

1988 La insurgencia de las provincias/ Hacia un nuevo ordenamiento territorial para Colombia. En coautoría con Ernesto Guhl Nimtz. Bogotá. UNAL - S_ XXI 1988.

1989 "Terceras fuerzas triunfantes en Colombia". En: Revista Foro, No. 9, mayo de 1989, p. 3-7.

1990 "El papel político de los Movimientos Sociales". En: Revista Foro, No. 11, enero de 1990, p. 64-74.

1990 "Democracia participativa y Constituyente". En: Revista Foro, No. 13, octubre de 1990, p. 23-28.

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1990 Región y cultura: algunas implicaciones teóricas y políticas (1990)

1996 "Provincias y Asociaciones (rurales)de Municipios". En: Revista Foro, No. 14, abril de 1991, p. 51-61.

1996 Paradigma y Utopía: Un balance posmoderno (1996)

1996 Reconocimiento y construcción del Magdalena Medio como entidad territorial emergente (1996)

1996 Región e Historia. Elementos sobre ordenamiento y equilibrio regional en Colombia (1996)

1998 El territorio como construcción social, Revista Foro, 1998

1998 Visión del ordenamiento territorial colombiano en el siglo XX. Nueva Historia de Colombia (1998)

1999 "Guía práctica del Ordenamiento Territorial en Colombia" (con Miguel Borja). En: Revista Foro, No. 36, abril de 1999, p. 74-92.

2000 "El territorio como construcción social". En: Revista Foro, No. 38, marzo de 2000, p. 45-51

2000Acción y espacio: autonomías en la nueva republica (2000)

2001 Kaziyadu. Registro del reciente despertar territorial en Colombia (2001)

La superación del eurocentrismo (2002)

2003 "Hacia la II Gran Colombia: función integradora de cuencas y naciones indígenes binacionales". En: Revista Foro, No. 49, diciembre de 2003, p. 90-96.

2003 Ante la crisis del país (2003)

2003 ¿Por qué el socialismo ahora? (2003)

2004 "Carta a Pedro Santana: Me queda la angustia de la continuidad". En: Revista Foro, No. 50, junio de 2004 de 1991, p. 108-112.

2008 "La subversión en Colombia, El cambio social en colombia, edición actualizada, Fundación FICA y Centro Estratégico de Pensamiento Alternativo CEPA, Bogotá 2008, 300 pp

Tres modelos de Intervención Comunitária: K. Lewin, S. Alinsky, O. Fals Borda. Periódico de Trabajo Social y Ciencias Sociales - Edición electrónica - Edición N° 27 - primavera

2002

Por Alberto José DiéguezLicenciado en Servicio Social y Doctor en Psicología Social.Se desempeña como profesor universitario y ha publicado diversos libros y artículos sobre la especialidad.

Existen múltiples metodologías destinadas a la acción comunitaria orientada hacia los procesos socioeducativos, originadas en diferentes tradiciones y contextos sociales y políticos.Algunas de ellas provienen de la antropología, la sociología y el trabajo social ( Naciones Unidas a partir del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales, Unión Panamericana, J.L.Lebret y

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Economía y Humanismo, CELATS – Centro Latinoamericano de Trabajo Social, CEPAL, T.R.Batten, M.Ross, E. Witte, C. Ware, C. Campos Jiménez, R. Pozas Arciniegas, P. Young, L. Wirth, H. Adams, E.C. Lindeman, C.M.Cooley, R.Perlman, P. Phillips, E. Greenwood, R. Hill, T. Porzecanski, N. Kisnerman, E. Ander Egg, J. Kelleg, R.Escalante Fortón, P. Lazarsfeld). Otras propuestas de la educación provienen de (CREFAL –Centro Regional de Educación de Adultos y Alfabetización Funcional para América Latina, UNESCO, CEEAL, Consejo de Educación de Adultos de América Latina, CINEP, INODEP, P. Freire). Resulta importante señalar la contribución de lo que en latinoamericana se ha llamado genéricamente educación popular, así como las metodologías dialécticas para la acción educativa (C. Rodríguez Brandão, J. Bosco Pinto, F. T. Rivaños, J. Osorio, A. De Schutter, D. Palma, C. Nuñes, M.T. Sirvent, F. Vio Grossi, M. Gadotti, M.R. Mejia).Otros aportes se han originado en la psicología social (K.Lewin, R. Bastide, E. Morin, G. Lapassade, M. y R. Pagès, S. Moscovici, ) y en especial en los últimos tiempos de la psicologia social comunitaria (I. Martín-Baro, A. Martín Gonzalez, . M. Montero, I. Serrano-Garcia, E. Wiesenfeld, G. Perfecto, B. Sawaia, J. Rappaport, J.R.Newbrough, E. Sánchez, K. Cronick). No se puede dejar de mencionar los aportes de la Psiquiatría Social y de la Psiquatría Comunitaria (M. Jones, V.W.Bernard, E. Rolla, H. Wilmer, J. Maxwell, E. Pichón Riviere, W. Arrington).En este trabajo se abordarán tres aportes metodológicos, dentro de lo que podríamos enmarcar como metodologías de intervención comunitaria que se orientan al cambio, la reforma o la transformación social o de los denominados enfoques radicales (cientificistas y políticos). 1En primer lugar se aborda la investigación-acción del psicólogo social Kurt Lewin (1946); luego el método de organización comunitaria de S. Alinsky (1971), continuando con el estudio-acción de O. Fals Borda (1972).1. LA INVESTIGACIÓN-ACCIÓN. KURT LEWIN 2 (1890-1947)La propuesta de acercarse teórica y metodológicamente a los problemas significativos de la vida cotidiana e involucrar al investigador como agente de cambio social, parte de la investigación-acción de K. Lewin que antecede a la investigación acción participativa de la década del 70, fundamentada en la teoría de la dependencia, la teología de la liberación, la militancia y el rechazo crítico al positivismo. La investigación lewiniana se realizó en forma experimental, en el campo educativo y en su época fue considerada como un enfoque radical e inadecuado.3No obstante no puede negarse la tradición existente en la investigación en acción social,. desde los trabajos de John Howard (1726-1790), pasando por los estudios de Charles Booth (1840-1916), las investigaciones de M. Blenkner y E. Jeter (1937) hasta la constitución de la sección de la NASW, Social Work Research Group, en 1949 entre muchos otros.4La teoría de campo y del espacio vital (life space).En su teoría topológica de la personalidad (Lewin, 1936) utilizó un modelo matemático para explicar el campo psicológico de la persona y utilizó el concepto de campo, extraído de la física, para analizar y comprender la conducta humana. El campo psicológico lo constituye la totalidad de hechos coexistentes e interdependientes. Los individuos existen en un campo psicológico de fuerzas que determina su conducta.Este componente psicológico circunda a cada individuo y se llama espacio vital, que es un espacio subjetivo, diferenciado, que está referido a la forma en como cada individuo percibe el mundo, sus metas, sus esperanzas, sus miedos, sus experiencias pasadas. Pero además de tener el campo componentes subjetivos, tiene también aspectos objetivos como las condiciones ambientales físicas y sociales, que actúan limitando el campo psicológico. La percepción social (manera particular como el individuo interpreta las acciones, los atributos o intenciones de los otros individuos; la atmósfera social o determinadas situaciones de la vida) encauzan el comportamiento (Lewin, 1948).Personas que viajan en un tren, tienen objetivos diferentes, destinos diferentes y el paisaje tiene diferentes significaciones para ellos.Si no hay cambios en el campo psicológico, no habrá cambios en la conducta de las personas y viceversa. El comportamiento humano debe ser visto en su totalidad y no puede ser analizado por partes. El fundamento del dinamismo conductual se encuentra en las necesidades y la relación existente entre el individuo y los objetos, es el punto de partida dinámico de la conducta.A partir de Lewin se sabe que la asociación como tal no tiene efecto de activación o fuerza motivante. Una iniciativa es apropiada por un individuo, cuando la persona se ha comprometido en

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ella (ego-involvement). Para los sujetos alcanzar el fin que se han propuesto, adquiere una importancia personal, ya sea por prestigio o incentivo personal. Existe una tendencia en los individuos a no abandonar lo que le interesa personalmente y en lo que está comprometida su propia iniciativa, su compromiso personal, su tendencia al autodesarrollo.La fijación de metas, de objetivos, depende en gran medida de las normas de grupo. De las experiencias realizadas en la reeducación de alcohólicos y delincuentes (Lewin y Grabbe, 1945) encontraron que resultaba más simple y fácil modificar hábitos sociales en un pequeño grupo tratado como un todo, que haciéndolo con individuos aislados. La conducta es para Lewin el resultado de los procesos que se dan en la vida de los grupos. Asimismo un liderazgo autoritario, democrático o laissez-faire, determina el desempeño del grupo.Lewin distingue tres variedades de conflicto conductual que generan frustración. El conflicto acercamiento-evitación, el acercamiento-acercamiento y evitación-evitación. El primero ocurre cuando el objetivo es deseado e indeseado al mismo tiempo. En el conflicto acercamiento-acercamiento se desean realizar dos objetivos que son mutuamente incompatibles. El conflicto evitación-evitación, se presenta cuando las consecuencias previstas, son ambas indeseables y llevan a la tentativa de abandonar el campo.Las tensiones o necesidades, proceden de conflictos internos y de frustraciones sufridas al perseguir objetivos que actúan como fuerzas motivadoras. Estas fuerzas orientan a la persona hacia acciones que alivien o reduzcan necesidades.A nivel de necesidades de funcionamiento y de autodesarrollo surgen fenómenos de saturación de una actividad que tienden a producir traslaciones a actividades similares. (cuasi-necesidades), (Lewin, 1935). Las motivaciones presentes pueden influir en el presente, por lo que se hace necesario analizar como se dan en el momento presente, en relación con la persona y con el contexto social.De estas teorías surgen elementos prácticos a tener en cuenta para la acción comunitaria, por ejemplo: el de mantener objetivos al alcance de las personas, con el propósito de reducir la frustración, es decir mantener un nivel realista de aspiraciones evitando las soluciones fantasiosas e imaginarias o ayudando a las personas a alcanzar objetivos que razonablemente se encuentren a su alcance. Ampliar el espacio vital de las personas para estos tengan una mayor flexibilidad y reduzcan o eliminen la rigidez de las barreras que impiden alcanzar metas, por ejemplo el logro de pericias sociales en el trabajo grupal podrían ser otras de las tareas a realizar.La investigación-acción en K.Lewin parte de la teoría de personalidad y de la teoría de campo, articulada en una relación teoría-práctica que conduce a la acción social sobre determinados hechos. Lo que interesa es analizar cuál es la situación presente, cuales son los problemas urgentes y que es lo que debe hacerse.Los pasos a seguir son lº) insatisfacción con el actual estado de cosas; 2º) identificación del área problema; 3ª) determinación del problema específico a ser resuelto mediante la acción; 4º) formulación de hipótesis varias; 5º) selección de hipótesis; 6º)diseño de la acción para comprobar e implementar la hipótesis; 7º) evaluación de los efectos de la acción; 8º) generalizaciones (B. Jiménez-Dominguez,1994). 52. LA ORGANIZACIÓN DE LA COMUNIDAD. SAUL ALINSKY 6 (1909-1972)Alinsky reconoció el poder de los ciudadanos, unidos alrededor de una causa. Basó la organización de la comunidad en los siguientes aspectos, 1º la detección del interés propio de la gente (necesidades), 2º en la valoración realista del poder estructural, 3º la organización y movilización de la población..El método propuesto por Alinsky parte de las siguientes premisas: 1º) Los pobres (negros, marginados) mantienen una actitud de apatía y dependencia, que significa una represión de sentimientos como efecto de un sentimiento de impotencia, de inermidad. Por ello es necesario movilizar esos resentimientos, exacerbarlos, más nunca suavizarlos. 2º) El proceso de exacerbar los resentimientos se realiza en base a intereses propios y a la determinación de necesidades sentidas. 3º) Hay que organizar a la gente para que adquieran poder para cambiar su situación. Alinsky define el poder, como “la capacidad de actuar a favor de metas” 4º) El conflicto y la controversia son inevitables. 5º) El poder se logra por medio de la acción directa (demostraciones “sit-ins”, ocupación de lugares públicos vedados para la gente de color; huelgas; campañas de empadronamiento de votantes, manifestaciones, boicoteo. 6º) Si no hay controversia los problemas no son candentes y entonces no vale la pena trabajar para organizarse. 7º) Este criterio está referido al uso de las

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estadísticas. Alinsky dice “algunas personas utilizan las estadísticas como el borracho emplea el poste de alumbrado, para apoyarse y no para recibir la luz que viene de arriba”. 8º) Es fundamental conocer a los líderes y la forma de ejercer el liderazgo. 9º) Importa saber el número de miembros de las organizaciones, si hay una base popular o si se trata de una estructura integrada por pocas personas. 10º) No se moviliza a cantidades de personas por simple voluntarismo o altruismo. Es necesario que la organización y el programa se realice en base a intereses reales y concretos. (Chartier R. 1972).El proceso metodológico de organización comunitaria parte de la invitación formulada por una comunidad a la Fundación, para intervenir en esa realidad. La primer tarea consiste en identificar las necesidades y las pautas de interacción de la comunidad. La observación fue el método utilizado en sus trabajos del barrio Back-of-the-Yards de Chicago. El segundo paso es la movilización de personas y grupos, el reclutamiento de líderes y la formación de una organización propia de la comunidad y con raíces en ella. La experiencia de Chicago muestra a Alinsky reclutando líderes de grupos étnicos hostiles entre sí: servios y croatas, checos y eslovenos, polacos y lituanos, convocándolos en base a intereses y necesidades comunes y conformando una “organización de organizaciones” constituidas por todos los sectores de la comunidad.Como herramienta para lograr el poder local, Alinsky dice que: “La organización debe ser utilizada, en todas las formas posibles, como instrumento educativo; pero la educación no significa propaganda. La verdadera educación es el medio por el cual los miembros de una comunidad descubren el sentido de sus relaciones como individuos con su organización y con el mundo que ocupan (...). Cuando no media un proceso de aprendizaje, la construcción de una organización se convierte en el simple reemplazo de un grupo de poder por otro”. 7 (Alinsky, 1971:124-125)En una tercera etapa se realiza un nuevo análisis de situación, de comprensión de los problemas y de los recursos disponibles para enfrentarlos. En una cuarta etapa se planifican los objetivos y se determinan los blancos a alcanzar.En resumen el método de organización comunitaria de Alinsky se orienta a realizar un análisis realista de situación, formación de líderes y participantes por igual, creación de una organización autóctona y planificación de objetivos a alcanzar. Las tácticas de acción directa son siempre acompañadas de negociación (aplicación de fuerza-negociación tendiente a llegar a acuerdos). La IAF pone en marcha un proceso y se retira, lo que hoy llamamos sustentabilidad del proyecto.En Reglas para Radicales (1971) dice: “Las tácticas significan hacer lo que tú puedas con lo que tú tienes. Las tácticas son aquellos actos conscientes y deliberados por los cuales el ser humano vive con los otros y se ocupa del mundo que lo rodea. En el mundo de “dar y tomar”, las tácticas son el arte de cómo tomar y cómo dar. Aquí nuestra preocupación es con la táctica de tomar; cómo los que no tienen pueden quitar el poder a los que tienen”.Las reglas que elabora, se orientan a la acción política y a ganar poder en la comunidad. Reglas cómo “Nunca pongas en práctica una experiencia que no conoce la gente, pues el resultado es confusión, miedo y retirada” o “El ridículo es el arma más potente del hombre” muestran orientaciones prácticas para la labor organizativa.Otro tanto se desprende de las “máximas de la política digna”, “Nunca des a un burócrata la oportunidad de decir no”; “Un movimiento exitoso se cuida a sí mismo” o “En momentos de crisis, la iniciativa es realizada por aquellos que están mejor preparados”.3. EL METODO DE ESTUDIO-ACCIÓN DE O. FALS BORDA 8 (1972)Compromiso político 9 y teoría e investigación sociológica se unen para conformar la “ciencia comprometida” a favor de los denominados “sectores populares” (en el enfoque del autor y de la realidad colombiana, el campesinado y proletariado rural). Este compromiso lleva a replantear el método de investigación y a orientar el producto del conocimiento científico.Fals Borda postula el método del estudio-acción, el que mas tarde se denominará investigación acción participativa (IAP), como praxis frente a los problemas derivados de la dependencia, la acción imperialista y la explotación oligárquica.Los años 60 son una época de reorientación intelectual en las ciencias sociales. Fals Borda postula el empleo de técnicas de observación participante y de observación por experimentación (Participación-Intervención) que conllevan la implicación del investigador en la realidad y en los procesos sociales.“Inicialmente, la inserción se concibió como un paso que implicaba no sólo combinar las dos técnicas clásicas de observación ya mencionadas, “sino ir más allá para ganar una visión interior

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completa de las situaciones y procesos estudiados, y con miras a la acción presente y futura. Esto implica que el científico se involucre como agente dentro del proceso que estudia porque ha tomado una posición a favor de determinadas alternativas, aprendiendo así no sólo de la observación que hace, sino del trabajo mismo que ejecuta con las personas con quienes se identifica” (2) 58.“En otras palabras la inserción se concibe como una técnica de observación y análisis de los procesos y factores que incluye, dentro de su diseño la militancia dirigida a alcanzar determinadas metas sociales, políticas y económicas.... Al mismo tiempo la inserción incorpora a los grupos de base como “sujetos” activos – que no “objetos” explotables – de la investigación, que aportan información e interpretación en pié de igualdad con los investigadores de fuera. Así, el compromiso viene a ser total y franco entre estos grupos.” (1)En Reflexiones sobre la aplicación del método de estudio-acción en Colombia (1972) Fals Borda distingue dos dimensiones del método. Una primera dimensión en que:1. Se produce ciencia como hecho natural de la conciencia social.2. Se eligen temas y enfoques adecuados a nuestra conciencia de los problemas.3. Se determinan los grupos claves de referencia.4. Se actúa en consecuencia.Las técnicas de inserción profesional son la participación-intervención (Inserción cercana a como lo concibe la antropología tradicional); la activación (Inserción estratégica); la incentivación o agitación táctica (Observadores militantes) y la recuperación critica.En una segunda dimensión del método, desaparece la inserción profesional, para dar lugar a la conformación de equipos políticos-científicos.En un apartado del mencionado documento Fals Borda dice que “Los fundamentos de la escuela del conflicto, como se sabe, parten de Heráclito y Polibio, van al mundo árabe con Ibn Khaldun, vuelven al occidente con Hobbes, Hegel y Marx, y pasan últimamente al oriente con Mao y Giap, entre otros.” Encuentra útil la lectura de Simmel, Coser y Schaull. La sociología marxista del conflicto, así como la naturaleza de la dependencia (Teoría de la dependencia y de la organización popular que enfrenta esa situación) son utilizadas y analizadas en términos de la realidad colombiana y latinoamericana. O. Fals Borda refiriéndose a estos marcos teóricos menciona las obras de Ernesto “Che” Guevara, Régis Debray, Hugo Blanco, Maringhela, Pablo Gonzalez Casanova, Aníbal Quijano, Rodolfo Stavenhagen, Fernando Enrique Cardoso, Theotonio dos Santos, André Gunder Frank, Enzo Faletto, Francisco Weffort, Octavio Ianni, Florestan Fernández, Camilo Torres, Juan Friede, Germán Guzmán. (1) 11.CONCLUSIONES:Las metodologías estudiadas ponen énfasis en la necesidad de partir del estudio y análisis de las necesidades e intereses sentidos por la gente. Se alejan de los marcos lógico-positivistas, para poner énfasis en la combinación racionalidad-intuición, conocimiento científico-conocimiento popular.El conflicto asume una función positiva en la resolución de los problemas, alejándose así de los paradigmas que procuran minimizarlo o evitarlo.La teoría científica resulta importante y es una excelente herramienta para lograr cambios sociales. La conocida frase de Kurt Lewin “No hay nada tan práctico como una buena teoría” parece fundamental a la hora de realizar la intervención. En ese sentido los modelos analizados muestran sustentarse en marcos teóricos diversos. Más la intervención social que se realiza se centra en la pericia del trabajador social, en el “arte”, en la comunicación y dialogicidad con la gente.La observación en su tradición antropológica y sociológica es una técnica que se privilegia frente a otras, como la encuesta, la estadística, que tienen un papel secundario o se consideran contraproducentes.El papel del investigador es el de ser un agente activo y participante. En la investigación participativa existe siempre un involucramiento de la comunidad, en cada una de las etapas del proceso de investigación. La investigación tiene una doble función, por un lado es una técnica de investigación, pero a su vez es una práctica política. Lo que interesa en sí es el proceso socioeducativo de las personas, el grado de autonomía que adquiere la gente, su nivel de conciencia y la posibilidad de integrar el potencial de conocimiento y creatividad de la cultura popular, junto al hecho de que la comunidad se organice y se movilice para alcanzar nuevas metas.Me parece importante una última reflexión. La intervención comunitaria, puede orientarse hacia la autonomía y desarrollo de las personas; puede orientarse a fortalecer la democracia, como puede

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servir para manipular, disciplinar y/o ejercer control social, cohesión, coerción. Las prácticas clientelísticas, cientificistas son también algunas de las modalidades que asumen hoy los proyectos de intervención comunitaria que se realizan desde diferentes ámbitos institucionales y desde las diferentes disciplinas. Sí se puede afirmar que la intervención social comunitaria, sólo puede sustentarse en regímenes democráticos, que deseen superar procesos psicosociales y culturales que instalan o activan formas autoritarias.Paper escrito para la Revista Margen de Argentina. Portugal, Septiembre de 2002.NOTAS1. Whittington y Holland (1985) y más tarde D. Howe (1987) desarrollaron una clasificación que ésta basada en los trabajos sociológicos de Burrell y Morgan. Clasifican a las teorías del trabajo social según las posiciones filosóficas acerca de la naturaleza de la sociedad, que van de lo subjetivo a lo objetivo. Estas posiciones entienden a la sociedad como algo cambiante en un sentido radical o como un sistema regulado por interacciones sociales. (Enfoques de educación de la conciencia o revolucionarias). Sobre este análisis ver Malcom Payne (1995). Teorías contemporáneas de Trabajo Social. Una introducción crítica. Barcelona, España: Ediciones Paidos. 2. Kurt Lewin nació en Prusia. Realizó estudios de biología y de medicina en Freiburgo, Munich y Berlin. Se doctoró en 1914 con Carl Stumpf, psicólogo de la llamada “escuela austriaca”. En 1933 perseguido por el nazismo se radicó en los Estados Unidos, donde dictó clases como profesor visitante en la Universidad de Stanford y luego en la de Cornell. Pasó luego a trabajar en el Departamento de Bienestar Infantil de la Universidad Estadual de Iowa. En 1944 como director del Centro de Investigaciones de Dinámica de Grupo del MIT – Instituto de Tecnología de Massachussets realizó esfuerzos experimentales para modificar la conducta en situaciones reales y desarrollar la teoría de la conducta en grupos y organizaciones. . Tuvo una especial preocupación por mejorar la condición humana, por las minorías y los judíos, así como por la democracia. Tuvo influencias de Cassirer y de la psicología de la Gestalt (Koffka, Köhler, Wertheimer)3. J. Bernardo Jiménez-Dominguez, (1991) Investigación Ante Acción Participante: Una dimensión desconocida. En: Maritza Montero (1994) coord. Psicología Social Comunitaria. Teoría, método y experiencia. Guadalajara, Jalisco, México: Universidad de Guadalajara. p 127. Ponencia presentada en el Simposio Construcción y Crítica de la Psicología Social, durante el XXIII Congreso de la SIP, San José de Costa Rica, 7-12 de julio de 1991.4. Sobre este aspecto se sugiere leer Norman A. Polansky (1966). Metodología de la investigación del Trabajo Social. Madrid: Euramérica. Título del original: Social Work Research. New York: University of Chicago Press. 15-70.5. Jiménez Domínguez, J.B. Ob.cit. 127-129.6. Saúl Alinsky fue un organizador comunitario norteamericano, egresado de la Escuela de Sociología de Chicago como criminalista, lideró el movimiento para que las comunidades consigan poder a través de la acción colectiva, anticipándose a teorías contemporáneas de participación y democratización ciudadana, como el Empowerment-Methode. Alinsky se encuadra en la tradición del “radicalismo” de izquierda norteamericano y del pensamiento sindical de la década del 30-40. De origen judío, participa de las luchas por los derechos sindicales de la época. Director Ejecutivo de Industrial Áreas Foundation (IAF) en el año 1938 organizó en Back of the Yards Council al vecindario y trabajó luchando por mejores casas, empleo y seguridad. Su trabajo de organización se centra en los problemas urbanos, cómo la vivienda, el transporte, la segregación racial de la población negra, la lucha por los derechos civiles. En 1940 con la IAF, comenzó a organizar a poblaciones en las principales ciudades de Estados Unidos, desde los getthos negros de Rochester hasta los barrios mexicanos de California.Elaboró protestas teatrales imaginativas que ridiculizaban el poder y que forzaron a los políticos de muchas ciudades a negociar con los pobres y con los grupos minoritarios, cuyas protestas habían previamente sido desatendidas. En 1946 trabajó con los líderes laboristas, sindicalistas y con la iglesia católica en una huelga realizada en Chicago. Escribió numerosos artículos sobre protesta social y organización comunitaria. Se toma del reportaje realizado a R. Chartier (1972) su mejor definición acerca de quién es él: “Cuál es el significado de la vida ? No sé. Sé una sola cosa: Voy a morir... Una vez que se acepta eso uno está libre para vivir. Como decía San Francisco “al morir nacemos a la vida”. No me preocupo por el “status” o “prestigio”. La vida me interesa profundamente; estoy impulsado por el sentimiento de la injusticia, estoy convencido de mi propia

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muerte... y es precisamente por esto que estoy libre para luchar, libre para vivir”. Y en el prólogo de su libro Reglas para radicales (1971) dice: “La actual generación quiere lo que todas las generaciones han querido siempre – un significado, un sentido de lo que el mundo y la vida son – una oportunidad para esforzarse por conseguir alguna clase de orden.”7. Cita tomada del trabajo de Gustavo Wilches-Chaux, El sentido de la participación. Memorias del Tercer Seminario Internacional HABINET sobre Participación Comunitaria, que fuera organizado por el Centro de Estudios del Hábitat Popular (CEHAP), Medellín, Colombia, 18-22 de noviembre de 1991.8. Orlando Fals Borda, realizó estudios de sociología, alcanzando el grado de Doctor en Sociología, Ph. D en la Universidad de Florida (Estados Unidos) en el año 1955. Realizó el conocido estudio de la Vereda de Saucio (Colombia) entre los años 1950-52, reproducido en el libro Campesinos de los Andes. Realizó trabajos en el CINVA – Centro Interamericano de Vivienda (Colombia) y en el IICA – Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas, de Turrialba (Costa Rica). Fundador y Decano de la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia (1959). Fue Director de la Rosca de Investigación y Acción Social de Colombia entre los años 1970 y 1975, entidad fundada por él conjuntamente con dos intelectuales colombianos Castillo y Libreros, los tres presbiterianos. En el Simposium sobre Política de Enseñanza e Investigaciones en Ciencias Sociales, realizado en marzo 19-24, 1972 en Lima, Perú, organizado por la UNESCO y la FLACSO – Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, presentó una comunicación sobre el tema Reflexiones sobre la aplicación del método estudio-acción en Colombia. En el año 1986 fue Director Encargado del Programa de Participación Popular, de la Oficina Internacional del Trabajo – OIT. Coordinador de Congresos Mundiales de Investigación Acción Participativa entre 1996-1997. Fue Presidente de la Asociación Colombiana de Sociología (1965-1966), Vicepresidente de la Asociación Latinoamericana de Sociología, 1961-64; Presidente del Consejo Latinoamericano de Adultos, Santiago de Chile, 1988-1990. Actualmente es consultor en Programas de Ordenamiento Territorial. El tema del compromiso político y de las responsabilidades de los profesionales en ciencias sociales, había sido analizado anteriormente por sociólogos y psicólogos sociales franceses. La revista Arguments, dirigida por Edgar Morin, en su número 25-26, Paris, 1º y 2º trimestre de 1962, publica en Vers une psycho-sociologie politique, una serie de trabajos sobre el tema. De estos textos existe en castellano, la publicación Psicologia Social y compromiso político. Responsabilidades actuales del profesional de la psicología. S.Moscovici, M. Pagès y otros, Buenos Aires, 1971, Rodolfo Alonso Editores.

Orígenes universales y retos actualesde la IAP (investigación acción participativa) Orlando Fals Borda

    A finales del año pasado recibí de la Universidad de Bath (Inglaterra) una invitación para

contribuir, con mis memorias y apreciaciones personales, a un Manual Internacional de Investigación Acción que publicará SAGE en Londres. Decidí aceptar por tres razones: 1) Creo llegado el momento de hacer un balance histórico-intelectual de lo realizado sobre el tema en varios países, en especial en Colombia que fue uno de los pioneros. 2) El Manual puede ser una contribución a la búsqueda de paradigmas alternos en las ciencias contemporáneas, lo que volverá a discutirse en el próximo Congreso Mundial de la IAP en Australia en septiembre del 2000. 3) Quise que Análisis Político y su público conocieran antes estas reflexiones, por cuanto debemos al IEPRI mucho del impulso mundial del tema mediante su auspicio del Congreso de 1997. Esta es entonces la versión española de la que se leerá posteriormente en inglés, con lo que aspiro a cerrar el ciclo de mis intervenciones publicadas sobre la materia (que Análisis Político inauguró en 1988), dejando paso a los que vienen. Los últimos treinta años fueron testigos de una deliberada transición en la forma como se han venido examinando las relaciones entre la teoría y la práctica. A partir de la conocida insistencia académica sobre la neutralidad valorativa y la independencia en la investigación, por las insatisfacciones que éstas producen resultó compulsivo para muchos asumir posiciones personales más definidas en cuanto a la evolución de las sociedades. Las recurrentes crisis estructurales que todos experimentamos lo han venido haciendo necesario.

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 Esas tensiones vitales activaron en estos años conocimientos y técnicas relativamente nuevas, comprometidas de lleno con la acción social y política, que han tenido como objetivo inducir las transformaciones consideradas necesarias. Las condiciones para llevar a cabo tales tareas parecían y siguen siendo evidentes: se hallan a flor de tierra en regiones pobres y subdesarrolladas, donde una explotación económica extrema y dura ha ido acompañada de destrucción humana y cultural. El presente artículo explica cómo un buen grupo de intelectuales (sociólogos, economistas, antropólogos, teólogos, comunicadores, etc.), entre ellos el autor, preocupados por situaciones tan problemáticas, trabajamos para hacerles frente. Trataré de describir las principales formas que ha tenido aquella búsqueda, en la que han confluido una metodología participativa de investigación y una filosofía positiva de vida y de trabajo. Además, me referiré a algunos de los “retos del futuro” que se evidenciaron y discutieron en el Congreso Mundial de Convergencia Participativa realizado en Cartagena en 1997. 1970: Un año crucial El primero de una serie de puntos de inflexión afectados por las invivibles situaciones que observábamos, ocurrió en 1970. Entendíamos que las crisis se producían por la expansión del capitalismo y por la modernización globalizante, fenómenos que estaban acabando con la textura cultural y biofísica de las ricas y diversificadas comunidades que conocíamos. Guardar silencio y hacernos los ciegos ante el colapso de valores y actitudes sobre la naturaleza y los seres humanos que creíamos positivas, era una tragedia que sufríamos como en carne propia. Para prepararnos mejor en tan difíciles coyunturas, tuvimos necesidad de hacernos una autocrítica radical así como de reorientar la teoría y la práctica social. La experiencia iba en contravía de nuestras concepciones sobre la racionalidad y el dualismo cartesianos y sobre la ciencia “normal”: de éstas no podíamos derivar respuestas certeras ni obtener mucho apoyo, en especial de las universidades e instituciones donde nos habíamos formado profesionalmente. En consecuencia, a medida que nos sentíamos más y más insatisfechos con nuestro entrenamiento y con nuestro aprendizaje, algunos de nosotros rompimos las cadenas y decidimos abandonar la academia. Fue precisamente en el curso del año de 1970 cuando empezamos a crear instituciones y formalizar procedimientos alternos de investigación y acción, enfocados hacia los problemas regionales y locales en los que se requerían procesos políticos, educativos y culturales emancipativos. Curiosamente, estos esfuerzos sobre la sociedad y la cultura se realizaron de manera independiente y casi al mismo tiempo en continentes diferentes, sin que ninguno hubiera sabido de lo que los otros estaban haciendo. Fue como una telepatía inducida por la urgencia de comprender la naturaleza del mundo trágico y desequilibrado que se estaba formando. También acusamos el estímulo de las revoluciones políticas del siglo XX. Entre aquellos trabajos de 1970 que tuvieron efecto considerable en nuestras subsecuentes actividades con el empleo de la Investigación (Acción) Participativa que se fue formando (1), destaco los siguientes: - La aparición del Bhoomi Sena (Ejército de la Tierra) en Maharashtra, India, con masivas tomas pacíficas de tierra dirigidas por Kaluram, un científico social que nunca terminó sus estudios, pero que asistió en la formulación de principios básicos de IP (2). - La organización y registro formal en el Ministerio de Justicia de una de las primeras ONG de Colombia, la Rosca de Investigación y Acción Social, fundada por un grupo de profesores que habíamos abandonado los predios universitarios y empezábamos a cooperar con campesinos e indígenas para combatir el latifundio (3) - La terminación de un proyecto de inmersión participativa de cinco años en la aldea de Bunju en Tanzania, por la antropóloga Marja Liisa Swantz, proyecto que abrió posibilidades de investigación alternativa en el África y en otras partes del mundo (4). - La comunicación subterránea, de mano en mano, que facilitó la lectura en el Brasil del clásico libro de Paulo Freire, Pedagogía del oprimido, antes de su publicación por fuera del país durante el mismo año. Paulo, quien ya estaba exilado por la dictadura militar, encontró un hogar intelectual en el Centro IDAC del Consejo Mundial de Iglesias, Ginebra, Suiza, que

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dirigían los educadores Miguel y Rosisca Darcy de Oliveira (5). - Como en el Brasil, durante el mismo año en México, Guillermo Bonfil y un grupo de colegas iniciaron acciones críticas en la Universidad Nacional Autónoma para exigir cambios en la orientación del departamento de antropología (6). Otro crítico, Rodolfo Stavenhagen, trabajaba entonces en Ginebra en el Instituto de Estudios Laborales terminando su influyente ensayo, “Cómo descolonizar las ciencias sociales aplicadas”, y preparándose para regresar a su país y fundar el innovador Instituto de Cultura Popular (7). Durante el mismo año, hubo esfuerzos dispersos, pero convergentes, en Paris, Ginebra y México donde aparecieron materiales de apoyo sobre “engagement” (compromiso), subversión, herejía, liberación y crisis política. Estos materiales fueron publicados en la revista Aportes, en la serie de lecturas de conferencias del Foyer John Knox, y en la nueva casa editorial “Nuestro Tiempo” (8). Y más que coincidencial, luego de la rebelión parisina estudiantil de 1968, salieron a la palestra los maestros de la Escuela de Frankfurt, y Tom Bottomore, Henri Lefebvre y Eric Hobsbawm, entre otros, que impulsaron la transformación en ciernes y desafiaron la institucionalidad dominante. Fue también especialmente valiosa para nosotros la aparición en 1970 de la edición en la Universidad de Minnesota del libro Contra el método, de Paul K. Feyerabend, distinguido colega de Thomas Kuhn el reformulador del concepto de paradigma. Este libro nos suministró munición adicional para avanzar en los empeños de transformación sociopolítica de nuestras sociedades, ya que presentaba tesis sobre la utilidad del anarquismo como filosofía para reconstruir la epistemología, y para disponer de mejores bases en la práctica científica. Algunas preocupaciones iniciales Al discurrir la década de los 70, nos resultó cada vez más claro que la I(A)P necesitaba de nuevos elementos conceptuales que guiaran nuestro trabajo. Queríamos ir más allá de los primeros e inseguros pasos que habíamos dado con la psicología social (Lewin), el marxismo (Lukacs), el anarquismo (Proudhon, Kropotkin), la fenomenología (Husserl, Ortega), y las teorías liberales de la participación (Rousseau, Owen, Mill). No nos pareció suficiente hablar sólo de acción o de participación. También sentimos la necesidad de continuar respetando la validez inmanente de la metodología crítica, aquella que dispone de una sola lógica para la investigación científica, tal como nos lo enseña (9). Queríamos realizar nuestras tareas con la misma seriedad de propósitos y cultivada disciplina a que aspiran aún las universidades. De estas urgencias de los años 70 derivamos las preocupaciones iniciales del qué hacer. Además de establecer las reglas de una ciencia rigurosa y pertinente, quisimos prestar atención al conocimiento de las gentes del común. Estuvimos dispuestos a cuestionar los meta-relatos de moda, como el liberalismo y el desarrollismo. Descartamos nuestra jerga especializada con el fin de comunicarnos en el lenguaje cotidiano y hasta con formas de multimedia. Y ensayamos procedimientos novedosos de cognición, como hacer investigación colectiva y con grupos locales con el propósito de suministrarles bases para ganar poder. Ahora, con el beneficio del retrovisor, podemos ver que, en algunas formas, nos anticipamos al postmodernismo. Cuando nosotros trabajábamos así, los pensadores de esta corriente apenas iniciaban su juego. Creo que nosotros los desbordamos cuando buscamos articular los discursos con experiencias prácticas y observaciones concretas en el terreno, en lo que llegamos a diferenciarnos de ellos. A partir de esta serie de preocupaciones prácticas, asumimos tres grandes retos relacionados con la deconstrucción científica y reconstrucción emancipatoria que queríamos realizar. El primer reto tuvo que ver con las relaciones entre ciencia, conocimiento y razón; el segundo, con la dialéctica entre teoría y práctica; y el tercero, con la tensión entre sujeto y objeto. A continuación me referiré sucintamente a cada uno de estos retos y a las formas como tratamos de asumirlos. Sobre la ciencia, el conocimiento y la razón Para empezar a dirimir estas cuestiones, pusimos en entredicho la idea fetichista de ciencia - verdad que nos había sido transmitida como un complejo lineal y acumulativo de reglas confirmadas y leyes absolutas. Empezamos a apreciar, en los hechos, que la ciencia se construye socialmente, y que por lo tanto queda sujeta a interpretación, reinterpretación, revisión y enriquecimiento. Nos pareció obvio postular que el criterio principal de la investigación debería ser la obtención de conocimientos útiles para adelantar causas justas. De

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allí provino la dolorosa confirmación de nuestra propia incapacidad para adelantar estas tareas, pero también la esperanza de descubrir otros tipos de conocimiento a partir de fuentes reconocidas pero no suficientemente valoradas, como las originadas en la rebelión, la herejía, la vida indígena y la experiencia de la gente del común. Al descubrir las formas de producir convergencias entre el pensamiento popular y la ciencia académica, creo que pudimos ganar un conocimiento más completo y aplicable de la realidad, en especial para y por aquellas clases desprotegidas que tienen necesidad de apoyos científicos. Hallamos que era posible y conveniente efectuar estas convergencias. La necesaria armonía intelectual de la nueva experiencia pudo obtenerse apelando a aquellos pioneros que se habían apartado de algunas formas del empirismo lógico, del positivismo y/o del funcionalismo. Así, de Kurt Lewin y Sol Tax tomamos el concepto triangular de la “investigación acción” (IA). Del informe de Daniel P. Moynihan sobre la pobreza (para el gobierno del Presidente Johnson de los Estados Unidos) (10), dedujimos que la IA era en efecto aplicable en comunidades no muy consideradas, como las negras, lo que estimuló la serie posterior de “subaltern studies”. Y el educador americano Myles Horton, junto con los mineros del carbón de los montes Apalaches, logró fundar el Centro Educativo e Investigativo de Highlander, que se convirtió en un bastión de la IP (11). Para discutir el difícil problema del propósito de la ciencia y del conocimiento, empezamos a examinar con mayor cuidado los conceptos de racionalidad transmitidos desde el siglo XVII. Ahí constaban la operatividad racional de Newton y la razón instrumental de Descartes para comprender y controlar la naturaleza. Como se sabe, estas ideas adquirieron de manera implícita un componente autoobjetivo identificado luego con el cientifismo. Pero, en cambio, también aparecieron los argumentos de Bacón y Galileo sobre la práctica y las necesidades comunitarias, con el fin de justificar la existencia de la ciencia y explicar las funciones generales de la vida cotidiana. Estos dos procedimientos, que quedan igualmente sujetos a procesos de causa y efecto, pueden sumarse si recordamos que el conocimiento popular siempre ha sido fuente del conocimiento formal. Por lo tanto, el principio de acumulación académica con sabiduría del común se convirtió en un importante cartabón teórico para nuestro movimiento, sin necesariamente darle siempre la razón al pueblo. Tratamos de hacer un rescate crítico de lo popular evitando las trampas de la apología del populismo. Igualmente confirmamos nuestra impresión de que este proceso cognitivo tenía un componente ético. Al dar por sentada la vida corriente y dejarla de lado, con la racionalidad instrumental se había permitido acumular un potencial letal que puede llevar al genocidio y a la destrucción mundial, como lo hemos palpado en nuestro siglo. Los científicos instrumentales pueden así descubrir fórmulas que capaciten llegar a la luna; pero sus prioridades y valores personales les impiden resolver los sencillos problemas de la campesina que debe buscar cada día el agua para su casa. Lo primero es de interés del desarrollo técnico; lo segundo es expresión de inhumanidad e inequidad. Por estas razones llegamos a declarar que las gentes del común merecen conocer más sobre sus propias condiciones vitales para defender sus intereses, que aquellas otras clases sociales que han monopolizado el saber, los recursos, las técnicas y el poder mismo, es decir, que debemos prestar a la producción del conocimiento tanta o más atención que a la producción material. Así podíamos inclinar la balanza en pro de la justicia para los grupos desprotegidos de la sociedad. En esta forma, la ciencia bien concebida exige tener una conciencia moral, y la razón habrá de ser enriquecida -no dominada- con el sentimiento. Cabeza y corazón tendrían que laborar juntos, enfocando desafíos que no se pueden encarar sino con posiciones éticas que busquen equilibrar lo ideal con lo posible mediante la aplicación de una epistemología holística. Estos argumentos, que tienen que ver con la construcción de un paradigma científico satisfactorio, los elaboro más adelante. Sobre teoría y práctica Al entender más claramente cómo el conocimiento popular podía ser congruente con la heredad de la ciencia académica, tuvimos que descartar algunas definiciones profilácticas de “compromiso” (compromiso-pacto) que nos habían enseñado. Advertimos que aquellos colegas que aducían trabajar con neutralidad y objetividad absoluta, terminaban voluntaria o involuntariamente apoyando el statu quo, con lo que obscurecían la realidad o buena parte de ella, e impedían las transformaciones sociales y políticas en las que estábamos inmersos o que ansiábamos impulsar. Rechazamos la tradición académica de utilizar (y a veces explotar) la

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investigación y el trabajo de campo principalmente para hacer carrera. Estas preocupaciones nos llevaron a dos etapas difíciles y algo peligrosas: 1) la de descolonizarnos, esto es, descubrir en nuestras propias mentes y conductas aquellos rasgos reaccionarios que se nos habían implantado, mayormente por el proceso educativo; y 2) la de la búsqueda de una estructura valorativa basada en la praxis que, sin olvidar las reglas de la ciencia, pudiera dar soporte a nuestra obra. Este compromiso-acción, inspirado en la praxis, encontró fundamento en la actividad iconoclasta de líderes del Tercer Mundo como el sociólogo-sacerdoteguerrillero Camilo Torres en Colombia, a quien delineamos como prueba del “subvertor moral”; del educador Paulo Freire tomamos el atrevido modelo de la “concientización dialógica”; del Mahatma Gandhi, la práctica de la no-violencia; y del presidente tanzanio Julius Nyerere, sus políticas de “ujamaa” para el progreso y la justicia en las atrasadas aldeas africanas. Vimos, por fortuna, que no estábamos solos en estas luchas prácticas por la transformación social. En América Latina (además de los pioneros trabajos de los socialistas José Carlos Mariátegui, Ignacio Torres Giraldo y otros), revisamos los aportes pertinentes de escritores como el brasilero L. A. Costa Pinto sobre resistencias al cambio; y los análisis de la explotación por el mexicano Pablo González Casanova. En el África, los estudios del imperialismo por el economista Samir Amin fueron indispensables, así como el examen de algunas experiencias sobre “recherche action” en Senegal (12). Uno de los problemas específicos que tuvimos, se radicó en las tendencias hacia la auto-objetivación en las ciencias a que hice alusión antes. El cientifismo y la tecnología, dejados solos, podían producir una gran masa de datos e informaciones redundantes, como ocurrió en los Estados Unidos entre los positivistas, funcionalistas y empíricos enloquecidos por explicar formas de integración social. Nosotros, en cambio, tratamos de teorizar y obtener conocimientos a través del involucramiento directo, la intervención o la inserción en procesos concretos de acción social. Esta solución alivió un tanto la separación cíclica entre teoría y práctica. También fue posible rescatar entre nosotros las tradiciones utópicas y activas de fundadores sociológicos como Saint-Simon, Fourier y Comte, y aprender de movimientos sociopolíticos del siglo XIX como el cooperativismo, la alfabetización, el Cartismo, el feminismo y el sindicalismo. En este punto estratégico de nuestro desarrollo intelectual y político, entró el importante contingente de los educadores comprometidos con la praxis, i.e., los de la educación popular y de adultos, y los trabajadores sociales. Seguimos entonces el rumbo señalado por Freire y Stenhouse sobre la necesidad de combinar la enseñanza y la investigación, y de trascender la rutina pedagógica con fines de alcanzar claridad comunicativa, justicia social y avivamiento cultural. El Consejo Internacional de Educación de Adultos (ICAE) del Canadá, con la dirección de Budd Hall, organizó una red mundial de IP con nodos en Nueva Delhi, Dar-es-Salaam, Ámsterdam y Santiago de Chile, y publicó la influyente revista Convergence. Casi simultáneamente, en la Universidad de Deakin, Australia, un grupo de profesores encabezados por Stephen Kemmis empezaron a trabajar con los Aborígenes Yothu-Yindi y a producir conceptos centrales de la I(A)P como la “espiral”, el “ritmo reflexiónacción” y la “investigación emancipativa” (13). Finalmente, fue Bacón quien otra vez nos resolvió los dilemas que se crean por la acción directa y la primacía de lo práctico. En su folleto de 1607 titulado, Pensamientos y conclusiones, leímos: “En la filosofía natural, los resultados prácticos no son sólo una forma de mejorar condiciones, sino también una garantía de la verdad... A la ciencia se le debe reconocer por sus obras, como ocurre con la fe en la religión. La verdad se revela y establece más por el testimonio de las acciones que a través de la lógica o hasta de la observación”. De modo que proseguimos con mayor convicción a adoptar la guía de que la práctica es determinante en el binomio teoría / praxis, y la de que el conocimiento debe ser para el mejoramiento de la práctica, tal como lo enfatizaron los educadores de la concientización. Sobre el sujeto y el objeto Evitamos igualmente extender al campo de lo social aquella distinción positivista entre sujeto y objeto que se ha hecho en las ciencias naturales, y en esta forma impedir la mercantilización o cosificación de los fenómenos humanos que ocurre en la experiencia investigativa tradicional y en las políticas desarrollistas. Sin negar características disímiles estructurales en la sociedad, nos parecía contraproductivo para nuestro trabajo considerar al investigador y al investigado, o

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al “experto” y los “clientes”, como dos polos antagónicos, discordantes o discretos. En cambio, queríamos verlos a ambos como seres “sentipensantes”, cuyos diversos puntos de vista sobre la vida en común debían tomarse en cuenta conjuntamente. La resolución de esta tensión nos llevó a adoptar lo que Agnes Heller (14) llamó después “reciprocidad simétrica” (15), que incluye respeto y aprecio mutuos entre los participantes y también entre los humanos y la naturaleza, con el fin de arribar a una relación horizontal de sujeto a sujeto. Además, la resolución de esta tensión se nos convirtió en otra forma de definir lo que es una auténtica participación, distinta de las versiones manipuladoras de liberales conocidos (como la del politólogo Samuel Huntington), y como una fórmula para combinar diferentes clases de conocimiento. Al aplicarse plenamente, esta filosofía participativa podía producir cambios en la conducta personal, y también transformaciones sociales y colectivas, como en los movimientos políticos (por ejemplo, los de participación popular en Colombia que fueron incorporados a la Constitución de 1991). Estos principios de horizontalidad tuvieron consecuencias prácticas en nuestras tareas investigativas. Por ejemplo, las encuestas o cuestionarios debían concebirse y construirse ahora de manera diferente, no vertical o autoritariamente, sino con plena participación de los entrevistados, desde el mismo comienzo. Se hizo posible la investigación colectiva o grupal, con ventajas en la obtención de datos más interesantes, con resultados ajustados y triangulados. Y aquella barrera en las relaciones entre los intelectuales y las gentes de las bases y sus líderes pudo vencerse un tanto. Tratamos de convertir el sentido común en el “buen sentido” de Antonio Gramsci recuperando su consejo de sobreponerse a las tendencias autoritarias de la religión y el mismo sentido común, con el fin de inducir transformaciones libres para la cohesión y la acción social. Aunque la “organicidad” no fuera necesariamente partidista, en esto nos identificamos como “intelectuales orgánicos” de las bases, como aquel pensador lo había recomendado, y conformamos nuevos “grupos de referencia” con líderes de las bases populares. Estos pronto reemplazaron a los profesores universitarios que habían sido nuestros referentes en épocas formativas. Una vez reconocida la relación vital y simétrica de la investigación social, procedimos a inventar la técnica de la “restitución” o “devolución sistemática” con fines comunicativos, para facilitar la apropiación social del conocimiento. El papel fundamental del lenguaje fue reconocido. Tuvimos que modificar nuestras costumbres de informar al público para que éste entendiera bien los datos y mensajes reportados. Desarrollamos así una técnica diferencial de comunicación según nivel de alfabetización que tuvo como consecuencia rescatar y corregir la historia oficial o elitista, y reinterpretarla siguiendo intereses diferentes de clase social. Practicamos la imputación acumulativa de información y la proyección simbólica. Desarrollamos cuentos-casetes, folletos ilustrados, vallenatos y salsas protesta, retratos hablados y mapas culturales. También se afectó el estilo de la escritura, al introducir un procedimiento literario que llamamos del “Logos- Mythos”, de dos lenguajes combinados o simultáneos. Según este procedimiento, se combinan los datos “duros” o “datoscolumnas” del meollo del relato --que hay que respetar y citar sin deformar-- con una interpretación imaginativa, literaria y artística en la “corteza” del mismo, colocando la información dentro de marcos culturales definidos. Estas técnicas las aprendimos de los novelistas del “boom” latinoamericano: Julio Cortázar, Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez y Eduardo Galeano (16). La I(A)P como filosofía de la vida Durante aquellos años de elaboración de la investigación participativa, tuvimos el privilegio de observar directamente, dentro de los procesos mismos, algunos resultados de nuestra labor. Sin duda los procesos eran y siguen siendo lentos; pero todo avance logrado en mejorar las condiciones locales y estimular el poder y la dignidad del pueblo, así como la autoconfianza de las gentes de base, resultó siempre en una maravilla, en una experiencia que nos llenaba de satisfacción y que nos formaba a todos, así a los líderes de los grupos de base como a los investigadores orgánicos o llegados de fuera. Vimos que era posible desplegar el espíritu científico aún en las más modestas y primitivas condiciones; que trabajos importantes y pertinentes para nuestros pueblos no tienen por qué ser costosos o complicados. En consecuencia, comprobamos la inutilidad de la arrogancia académica y en cambio aprendimos a desarrollar una actitud de empatía con el Otro, actitud que llamamos “vivencia” (el Erfahrung de Husserl). Nos fue fácil así, con el toque humano de la vivencia y la incorporación de la simetría en la relación social, escuchar bien aquellos discursos que provenían de orígenes intelectuales diversos o que habían sido concebidos en sintaxis culturales diferentes.

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 El clímax de aquella temprana búsqueda de nuevos tipos de trabajo que combinaran lo científico con lo activista/emancipativo, ocurrió en Cartagena en 1977, cuando se celebró el primer Simposio Mundial de Investigación Activa (17). Esta reunión resultó en un fructuoso y estimulante intercambio intelectual, en el que participaron, entre otros, nuestro primer epistemólogo, Paul Oquist, quien poco más tarde se convertiría en ministro de la Revolución Sandinista de Nicaragua. Se reclamó la necesidad del paradigma alternativo por el filósofo y educador alemán Heinz Moser. Escuchamos advertencias juiciosas de científicos políticos como James Petras (Estados Unidos), Aníbal Quijano (Perú) y Lourdes Arizpe (México) en relación con el trabajo científico y la acción política. El profesor Ulf Himmelstrand (Suecia), quien pasaría luego a ser presidente de la Asociación Internacional de Sociología, tendió puentes a los académicos escépticos; y hubo muchas más contribuciones sobre valores sociales, poder popular y vida política. Se definió entonces a la investigación participativa como una vivencia necesaria para progresar en democracia, como un complejo de actitudes y valores, y como un método de trabajo que dan sentido a la praxis en el terreno. A partir de aquel Simposio, había que ver a la IP no sólo como una metodología de investigación sino al mismo tiempo como una filosofía de la vida que convierte a sus practicantes en personas sentipensantes. Y de allí en adelante, nuestro movimiento creció y tomó dimensiones universales (18). Perspectivas liberacionistas y el nuevo paradigma Una vez definidos los retos existenciales y revisado críticamente el trabajo realizado o en progreso, nos preguntamos: ¿Qué hacemos con el conocimiento así obtenido? Hé aquí nuestra respuesta relativa: no parece haber salidas únicas, sino que debemos persistir en la transformación y reencantamiento del mundo, en una búsqueda plural y abierta de condiciones de vida más constructivas y mejor equilibradas. Tal ha sido, en efecto, el tema implícito, y con frecuencia explícito, de nuestras ocho reuniones mundiales (19). Estos congresos –en especial el realizado en junio de 1997 también en Cartagena, al que asistieron cerca de 2.000 delegados de 61 países (20)– han condenado la situación actual de nuestro mundo y han propuesto fórmulas para superar las incertidumbres del presente. Ni la acumulación del conocimiento científico y sus técnicas, ni las afamadas políticas de desarrollo socioeconómico han resuelto los críticos problemas locales y regionales, tampoco los nacionales. La herencia de la racionalidad que nos dejara la Ilustración no ha sido suficiente y, en consecuencia, las instituciones nacionales e internacionales a cargo de proyectos de desarrollo han visto necesario buscar alternativas. Como se ha demostrado en nuestros congresos y en el terreno, los proyectos de investigación participativa, sin ser únicos, son bastante diferentes, han demostrado éxitos, y su lenguaje se considera ahora “políticamente correcto”. De allí que los desarrollistas apurados (y los académicos, los expertos, los empresarios asustados) hayan hecho estampida para cooptar la I(A)P (21). Las formas de trabajo y estudio que se consideraban subversivas en 1970 ahora se ven útiles, y se buscan para dar comienzo a un nuevo juego: el de la utopía pluralista que asimila la Razón a la Liberación (22). Por supuesto, no es dable hablar hoy de liberación en un mundo postmoderno en aquellos mismos términos intencionales de las revoluciones anteriores, comenzando con la Francesa y terminando con la Cubana. La liberación nacional como resultado de la toma del poder del Estado por la fuerza de las armas no parece tener mucha resonancia hoy, y el síndrome del Palacio de Invierno de nuestros años formativos ya no es aplicable. Pero persisten los viejos ideales del avance personal y social y de la insurgencia política. El sentido del reto progresivo e insurgente ha sido descrito por Immanuel Wallerstein (23) en relación con “dos modernidades”: la de la tecnología y la de la liberación. Según su opinión, este par simbiótico conforma “la contradicción cultural central de nuestro moderno sistema mundial, el del capitalismo histórico... que lleva a una crisis moral e institucional”. Este es, pues, el llamamiento contemporáneo a la liberación que debe llevar a una democracia sustantiva y plural y a la realización humana, una “modernidad eterna” que se puede dispensar entre los billones de personas de los países pobres, tal como lo hemos vivido los investigadores de la I(A)P. Creemos que todavía hay necesidad de herejes y de cruzados que adelanten la gran aventura de la emancipación de los pueblos, con el fin de romper el ethos explotador y opresivo que ha saturado al mundo. Tan inmenso desafío ha llevado a la generación actual de practicantes de la IP a redefinir el

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compromiso. Se ha sentido la necesidad de fundar las vivencias no sólo en la praxis como viene dicho, sino en algo más allá, porque no es suficiente con llegar a ser un mero activista. Ello ha llevado a añadir al concepto marxista-hegeliano de praxis, otro de Aristóteles: el de “frónesis”. La frónesis debe suministrar la serenidad en procesos políticos participativos, debe ayudar a encontrar el justo medio y la proporción adecuada para las aspiraciones, y sopesar las relaciones hermenéuticas entre “corazón” y “corteza” que provee la técnica del Logos-Mythos. Este compromiso renovado por una liberación de servicio, amarra hoy la forma de vida y de práctica de la IP. Como viene dicho, la Investigación- Acción Participativa no ha sido una simple búsqueda de conocimientos. También conlleva una transformación en actitudes y valores individuales, en la personalidad y en la cultura, vista como un proceso altruista. Tal puede ser el sentido más profundo de la I(A)P como proyecto histórico. Por lo tanto, el ethos de liberación / emancipación va relacionado con un nuevo desafío intelectual: la construcción de un paradigma práctica y moralmente satisfactorio para las ciencias sociales, con el fin de hacerlas congruentes con el ideal de servicio. Cuando en el Simposio de 1977 se discutió la posibilidad de un paradigma alterno, hubo dudas en muchos de los participantes por cuanto preferíamos construir la I(A)P como un proyecto abierto, distinto del circuito cerrado y defensivo de la comunidad de científicos, convertidos en cancerberos del paradigma positivista. Al paso de estos veinte años, en el Congreso Mundial de 1997 ya hubo una opinión diferente. Colegas de prestigio consideraron que los valores que por regla general se consideran constitutivos del paradigma dominante (consistencia, simplicidad, cobertura, certeza, productividad) pueden enriquecerse con valores participativos como el altruismo, la sinceridad de propósitos, la confianza, la autonomía y la responsabilidad social. Otros delegados añadieron elementos de las teorías del caos y de la complejidad, como lo fractal y la serendipidad. En fin, el paradigma alterno que aquí se dibuja por sumatoria parece confirmar el trabajo anterior y actual de la I(A)P, en especial el del Tercer Mundo donde nació, al combinar la praxis con la ética, el conocimiento académico con la sabiduría popular, lo racional con lo existencial, lo sistemático con lo fractal. Rompe la dicotomía sujeto-objeto. Se inspira en un concepto democrático pluralista de alteridad y de servicios, que favorece vivir con las diferencias, y que introduce perspectivas de género, clases populares y plurietnicidad en los proyectos (24). Pero este paradigma no aparece aún como algo redondeable o final: sigue vivo el rico desafío estratégico de la apertura del proyecto, que la IAP no se construya como algo excluyente o totalista. Los participantes del Congreso Mundial de 1997 consideramos que esta suerte de paradigma abierto ayudaría también a enfocar las multidisciplinas, esto es, aquellas áreas gr ises de traslapo en las fronteras formales de las artes y las ciencias. La idea de mezclar visiones y metodologías con sus varias lecturas, se aplica en especial a las universidades para recobrar su capacidad crítica, sacudir su mundo departamentalizado, tedioso y rutinario, y llevar a estudiantes y profesores a un mayor contacto con los problemas de la vida real. No es necesariamente antiacadémica. Se aplica por igual a nuestro propio trabajo como investigadores participativos, ya que nosotros también estamos experimentando cierta dispersión. En nuestro primer Simposio ya había dos tendencias: una activista representada por el contingente latinoamericano, y otra de colegas educadores canadienses. A la contribución de los primeros sobre “investigación acción” los segundos añadieron la idea de “participación”, con lo que nació la fórmula combinada de “investigación-acción participativa” (IAP) que dió la vuelta al mundo. Las dos tendencias sobrevivieron separadas hasta cuando la reflexión obviamente aclaró que la participación incluía elementos de acción y compromiso (como en efecto lo había dicho Polanyi), por lo tanto la IAP, en el fondo, podía verse también como IP. Para facilitar esta transición, propuse -sin mucho éxito hasta ahora- conservar el elemento de la acción, dejando la A en paréntesis por un tiempo prudencial. No obstante, al celebrarse el Congreso Mundial de 1997 el número de “escuelas” o tendencias de IP y trabajos relacionados había crecido a cerca de 32, lo cual reflejó realidades y condiciones locales. El compás de sus diferencias corría desde las ayudas técnicas propuestas por Robert Chambers con su Diagnóstico Rural Participativo hasta la sofisticación teórica de la Investigación Constructivista de Yvonna Lincoln. En la Universidad de Calgary en Canadá se ensayó un intercambio electrónico por e-mail, antes del Congreso Mundial, entre once de tales “escuelas” o corrientes, con el fin de inducir su convergencia. El informe sobre este experimento dió lugar a una de las más positivas e interesantes sesiones de aquella reunión (25).

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Aunque inconclusa, esta convergencia fue sostenida por los teóricos de sistemas también presentes en el Congreso, que han seguido las orientaciones de P.B. Checkland sobre investigación activa y teorías emancipativas (26) (1991; Churchman 1979; Flood y Jackson 1996; Flood 1997), con base en un pluralismo de causas y efectos y en una epistemología de índole holística o extensa (Reason 1994; Levin 1994). Un grupo de colegas escandinavos en el mismo Congreso fueron de la opinión, también convergente, de que la IP es simultáneamente descubrimiento y creación, y que se desarrolla en un espacio epigenético en el que “lo que es” sólo puede definirse en el contexto de “lo que debe ser” (27). Este punto de vista reforzó los componentes éticos del nuevo paradigma de servicio, así como el compromiso duplo de praxis más frónesis, que viene explicado. Algunas tareas emergentes El Congreso Mundial de 1997 ayudó a articular una serie de ideas como agenda para décadas futuras, con la ventaja de que en Cartagena ya hubo un diálogo fructuoso entre las diversas “escuelas” de investigación y acción participativa, y con el buen número de colegas que se hicieron presentes (28). Como resultado de aquella reunión, las siguientes son algunas de las principales tareas para los practicantes actuales de la IP, que me parece fueron allí articuladas. La multidisciplina y la transformación institucional A través de la práctica, y siguiendo las enseñanzas de innovadores como Gregory Bateson, Fritjof Capra, Ilya Prigogine y otros, hemos asimilado los méritos de la labor multidisciplinaria. Hemos demostrado su importancia para escuelas y universidades, y también en contextos globalizados, en empresas y en compañías. ¿Será imposible soñar con investigadores, educadores, filósofos, etc. trabajando hombro a hombro con físicos cuánticos y biólogos, y continuar la convergencia con los teóricos de sistemas? Si nos sentimos más a gusto con éstos que con los colegas tradicionales, si nos encanta combinar nuestro trabajo científico con expresiones literarias y artísticas, y si ello también le gusta a nuestra audiencia, ¿no podremos hacer avanzar los procesos holísticos y conectarnos más profundamente con diversas comunidades académicas y técnicas e inducir la convergencia entre los componentes internos de las instituciones? Al menos se podría producir una división académica del trabajo más satisfactoria y para beneficio de todos, incluso para la propia familia de la investigación activa. Además, ¿qué tal si nos proponemos seguir trabajando para desarrollar mayor coherencia entre los proyectos de IP, IA e IAP, así para las bases sociales como para la academia? (Ver más adelante). Criterios de rigor y validez Sabemos que el rigor de nuestros trabajos se obtiene al combinar medidas cuantitativas, si son necesarias, con descripciones y críticas cualitativas y/o etnográficas, que la validez no es un ejercicio autista ni sólo una experiencia discursiva interna a los cómputos. Criterios pertinentes de validez pueden derivarse también del sentido común mediante el examen inductivo / deductivo de los resultados de la práctica, de las vivencias o del envolvimiento empático dentro de los procesos, y del juicio ponderado de grupos de referencia locales. Aún más: una evaluación crítica puede hacerse en el proceso mismo del trabajo de campo sin tener que esperar el final de períodos arbitrarios o prefijados. Entonces, ¿cómo vamos a superar la persistencia del amateurismo en muchos de nuestros esfuerzos e informes sino trabajando más duro y con mayor cuidado? Así se siente hoy ampliamente, aunque todavía aspirando a una mejor práctica (29). Proyectos generalizables Creemos que para investigar síntomas de patología social como la anomia, la violencia, el conflicto y la drogadicción –que son tan comunes hoy en nuestro mundo–, no hay mejores métodos que aquellos provistos por la I(A)P. Es esencial hacer observaciones cuidadosas y respetuosas en las localidades. Al considerar la necesidad de compartir y extender el conocimiento adquirido para combatir aquellas expresiones, ¿cómo vamos a hacer estudios micros y macros de casos significativos con el fin de generalizar las interpretaciones teóricoprácticas, sin caer en la trampa de los “proyectos pilotos” tradicionales que tanto han fallado? Deconstrucción de uniformidades globales 

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Hemos descubierto que hay tendencias globales hacia la uniformidad perjudiciales para la cultura y el medio ambiente (como las promovidas por políticas desarrollistas), que pueden ser subvertidas mediante esfuerzos locales de naturaleza cultural y de reavivamiento educativo para defender regiones y zonas. Ello debe ser satisfactorio para los investigadores activos. Pero como el enemigo es de proporciones tan enormes, poco se gana con esfuerzos aislados. ¿Cómo vamos a favorecer la deconstrucción del desarrollismo y de otras tendencias y prácticas globalizantes que son adversas a los intereses populares? ¿Cómo vamos a poner límites a las tendencias entrópicas y autodestructivas del capitalismo? Investigación científica, educación y acción política Sabemos que la educación, la información, la investigación y el trabajo científico y técnico actuales están diseñados ante todo para reforzar estructuras injustas de poder. Entonces, ¿cómo podremos dar prioridad a la producción de conocimientos adecuados y responsables, de tal forma que los pueblos que han sido víctimas de la explotación y abuso capitalistas se conviertan en los principales receptores y beneficiarios de la investigación y de la docencia? Aquí nos abocamos al clásico dilema del intelectual responsable y el político pragmático. El Congreso Mundial de 1997 apoyó la idea de asumir un sentido moral de responsabilidad en la investigación, en la enseñanza y en la acción, aceptando las claras consecuencias políticas de todo ello. Si no, sería difícil entender cómo puedan resolverse situaciones insostenibles, mediante la aplicación de formas del contrapoder popular. Investigación, acción y enseñanza políticamente comprometidas con el progreso y la justicia social, e inspiradas en un nuevo humanismo, se destacan como soluciones, porque la I(A)P necesariamente implica la democratización. La democracia participativa construida de abajo hacia arriba con movimientos sociales, políticos y culturales de apoyo, debería ser un resultado natural de nuestros esfuerzos. Alivio del conflicto, la violencia y la represión Hemos constatado que la I(A)P puede revelar bien los imaginarios y las representaciones que subyacen en la lógica de los actos conflictivos, violentos y represivos. Sabemos que podemos proponer salidas para prevenir o diluir tales actos, como ninguna otra metodología. Podemos descubrir sus orígenes en la pobreza extrema, la ignorancia y el hambre que producen los sistemas económicos, formas que pueden ser combatidas con medios disponibles de la revolución tecnológica. ¿Podremos impulsar metanarrativas como el socialismo pluralista que la experiencia real nos ha demostrado como posible y conveniente? ¿Cuánto más vamos a tolerar que avancemos hacia un suicidio colectivo, por no resistir las fuerzas inhumanas implícitas en sistemas occidentales de pensamiento y acción. Construcción de un ethos etnogenético y emancipativo Este es el reto más general y ambicioso que tenemos, y que debemos considerar seriamente para mitigar los efectos del ethos actual de incertidumbre. Tal tarea puede resultar doblemente difícil, porque requiere de una profunda preparación conceptual para llegar al paradigma científico alterno. También necesitamos de una discusión clara y visionaria, con decisiones efectivas para traducir las propuestas resultantes a la práctica local, donde más se necesitan. No seamos modestos. La búsqueda teórico-práctica de un nuevo paradigma y de un ethos alterno satisfactorio ha venido andando por lo menos desde la década de 1970, como lo hemos recordado. Hemos procedido juntos a partir de las teorías utópicas y participativas de los siglos XVIII y XIX y estamos en el umbral de otro juego de teorías sobre la liberación postmoderna, la complejidad y el caos. Lo hemos hecho de la mano de gigantes intelectuales y políticos y con su impulso personal. Ahora, con estas bases, los filósofos de la acción, los elocuentes postmodernistas, y los teóricos críticos pueden proceder con mayor propiedad y seguridad para convertir aquellas ideas en herramientas eficaces para la liberación de los pueblos que sufren sistemas opresivos de poder. ¿Podríamos entonces ser al mismo tiempo intelectuales estudiosos y agentes del cambio con el fin de cooperar en este movimiento intelectual y político, dirigido a levantar la bandera del poder y la autonomía populares, para defender la vida en todas sus formas, y para adelantar la construcción de una ciencia útil y pertinente? ¿Podremos comprometernos como académicos y como ciudadanos en esta trascendental tarea? Estas necesidades reconstructivas de un ethos altruista apto para acomodar formas heterogéneas de cultura, tiempo, espacio y población, llevan a hacer un esfuerzo mundial para

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combinar recursos intelectuales, políticos y económicos tanto del Norte como del Sur, del Este y del Oeste. Hubo un momento cuando nuestras preocupaciones sólo nos llevaron a crear relaciones parciales dentro de nuestras respectivas regiones. Ahora aquellos desarrollos paralelos han tenido una importante consecuencia: estamos convergiendo con más seguridad, y nuestras tareas como practicantes e intelectuales participativos tienen mayor claridad (30). En últimas, el efecto del trabajo de la I(A)P lleva consigo un acento libertario y político global. La naciente fraternidad de intelectuales críticos tiende a construir sociedades pluralistas y abiertas en las que quedan proscritos los poderes centralizados opresivos, la economía de la explotación, los monopolios y la desequilibrada distribución de la riqueza, el dominio del militarismo y del armamentismo, el reino del terror y la intolerancia, el abuso del medio ambiente natural, el racismo y otras plagas. Estos problemas vitales nos unen, por cuanto insistimos en la utilización humanista de la ciencia, el conocimiento y la técnica. Nuestro trabajo colectivo puede contribuir a que las comunidades víctimas se defiendan mejor. Tal parece ser hoy nuestro compromiso global. Las formas confluyentes en que podemos articular la investigación y la acción también determinarán la supervivencia de nuestras “escuelas” de IP y la traslación de nuestros puntos de vista a la aplicación local en ciudades y barrios, en las familias, empresas, iglesias, artes y medios comunicativos, en las universidades y escuelas. Al llegar al nuevo milenio, es satisfactorio esperar que la I(A)P pueda aportar todas estas cosas y compartir en la búsqueda de mejores formas de organización científica, técnica y social, con el fin de mejorar las condiciones de vida y enriquecer las culturas de toda la humanidad. Notas:

1. En este artículo colocaré la palabra “Acción” entre paréntesis para intercambiar los términos IAP e IP por considerarlos sinónimos, como más adelante lo explico.

2. La Fundación Dag Hammerskjöld de Uppsala, Suecia, publicó un informe detallado de esta extraordinaria experiencia, escrito por un grupo de científicos sociales comprometidos: G.V.S. de Silva y Ponna Wignaraja (de Sri Lanka), Niranjan Mehta (de la India) y Md. Anisur Rahman (de Bangladesh). En el informe se señaló que “activistas y cuadros [de inspiración socialista] se unieron a nosotros como colaboradores en la investigación. . . para que en conjunto creáramos conocimiento”. Bautizaron este método como “investigación participativa”, yendo más allá de lo dialógico. Ver: De Silva, G.V.S., P. Wignaraja, N. Mehta, M.A. Rahman. “Bhoomi Sena, A Struggle for People’s Power”. En: Development Dialogue .Uppsala No. 2, 1979, p. 3-70.

3. Fals Borda, Orlando. “The Problem of Investigating Reality in Order to Transform It”. En: Dialectical Anthropology. Vol. 4, No. 1, p. 33-56. También en Simposio de Cartagena 1979 y el libro Por la praxis. Tercer Mundo: Bogotá, 1980 y sucesivas ediciones.

La Fundación Rosca incluía, además del presente autor, a los colegas Augusto Libreros, Jorge Ucrós, Víctor Bonilla, Gonzalo Castillo, Carlos Duplat y muchos otros que trabajaron en diversos frentes. Nos guió el marxismo humanista y revivimos pensadores como Gramsci, Lukacs y Mandel. Conceptos no muy populares entonces, como praxis, la dicotomía sujeto-objeto y el sentido común fueron introducidos y discutidos. Dogmas como el de la “ciencia del proletariado” fueron rechazados por falta de evidencia empírica.

Elaboraciones comparadas de la IAP se encuentran en Fals Borda, Orlando y M.A. Rahman, (eds.) Action and Knowledge: Breaking the Monopoly with PAR. Apex Press and Intermediate Technology Publications: Nueva York/Londres, 1991. Edición en español: Acción y conocimiento. CINEP: Bogotá, 1991. y en otras fuentes citadas más adelante. Sobre nuestros esfuerzos de independencia intelectual, ver: Fals Borda, Orlando. Ciencia propia y colonialismo intelectual. Nuestro Tiempo: México, 1970. Ver la más completa tercera edición de 1986.

4. El primer trabajo de Swantz no fue auspiciado por la universidad y tampoco tuvo la orientación de ninguna teoría política, no obstante infundió el impulso necesario para aportar conocimiento de apoyo a pueblos marginados de la región. Poco después ella inició otro proyecto con la tribu pastoril Massai en Jipemoyo (Tanzania), con la colaboración de Kemal Mustafa, Odhiambo Anacleti y otros colegas del Ministerio de la Cultura de Tanzania, que tuvo influencia en sucesivos trabajos y enfoques sobre “investigación-acción” y desarrollismo. Swantz, Marja Liisa). “Participatory Research as a Tool for Training, the Jipemoyo Project in Tanzania”. En: Assignment Children., No. 41, UNICEF, 1978, p. 93-109. Y Swantz, Marja Liisa. Ritual and Symbol in Transitional Zaramo Society. Helsinki,. 1986, 2a. Ed.

5. Los boletines del IDAC en tres idiomas sobre la IP tuvieron una amplia repercusión, con resultados considerables en México / Holanda (Anton de Schutter), Chile / Venezuela (Francisco Vío Grossi, Marcela Gajardo), India (Rajesh Tandon, Smitu Kothari), Nicaragua /

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Francia / Holanda (Guy Le Boterf, Marc Lammerink), Perú / Holanda (Vera Gianotten, Ton de Wit), etc.

6. Bonfil, Guillermo. “La antropología social en México: Ensayo sobre sus nuevas perspectivas”. En: Anales de Antropología No. 7. México, 1970. Warman, Arturo. (Et al.) De eso que llaman antropología mexicana, Nuestro Tiempo: México, 1970. Otro pionero mexicano, el antropólogo Ricardo Pozas, expuso sobre técn icas de la IP durante el 9o. Congreso Latinoamericano de Sociología en México en 1969. Esta fue una ocasión extraordinaria para considerar ideas radicales sobre cambios sociales y académicos.

7. Stavenhagen, Rodolfo “Decolonialising Applied Social Sciences”. En: Human Organization. Vol. 30, No. 4, 1971, p 333-344. Stavenhagen propuso “observación activa” más allá de la clásica observación participante, porque los científicos no pueden “rehusarse a decidirse” y para el efecto “deben destacar problemas y crear nuevos modelos que tomen el lugar de aquellos que se descarten, y si se puede, actuar cuando sea necesario”. De los once comentaristas de este artículo, ocho se declararon de acuerdo con Stavenhagen. Su presencia en el Congreso Mundial de Cartagena en 1997 fue uno de los motivos de máximo interés en la reunión. Véase una versión completa de este artículo en Salazar, María Cristina. (ed.) Investigación Acción Participativa: Orígenes y desarrollo. Cooperativa Magisterio: Bogotá, 1992, p. 37-64. En este útil libro también se encuentran los aportes centrales de Lewin, Tax, Kemmis y Park mencionados en este artículo.

8. Agulla, Juan Carlos. “Protesta, subversión y cambio de estructuras”. En: Aportes. No. 15, París, 1970, p.47-61. Fals Borda, Orlando. “La crisis social y la orientación sociológica". En: Aportes. No. 15, París, 1970, p. 62-76. Fals Borda, Orlando. Subversión y desarrollo en América Latina. Foyer John Knox: Ginebra, 1970. (También en inglés y en francés). Fals Borda, Orlando. Ciencia propia y colonialismo intelectual. Nuestro Tiempo: México, 1970. Ver la más completa tercera edición (1986) que refuerza la actitud de independencia intelectual que queremos. Warman, Arturo. (et al.) De eso que llaman antropología mexicana. Nuestro Tiempo: México, 1970. En estos libros y artículos se hace referencia a la “sociología de la liberación” inspirada por la Revolución Cubana y los escritos y vida práctica del sociólogo, guerrillero y sacerdote Camilo Torres Restrepo.

9. Gadamer, H.G. Truth and Method. Continuum: Nueva York, 1960, 1994.

10. Cf. Birnbaum, Norman. Toward a Critical Sociology. Oxford University Press: Nueva York, 1971.

11. Lewis, Helen M. “Myles Horton, Pioneer in Adult Eduction”, Ponencia 6, Congreso Mundial de Cartagena, 1997. Horton, Myules and P. Freire. We Make the Road by Walking.: Temple University Press: Philadelphia, 1990. Mientras tanto, como otros soportes: el sociólogo C. Wright Mills ya venía criticando a las ciencias sociales por su falta de imaginación; Alvin Gouldner había hecho lo mismo al no encontrarse con ninguna sociología reflexiva de basamento ético; y Barrington Moore estaba produciendo su inigualado análisis de la democracia y la injusticia. En cambio, la ciencia económica nos resultó falla, por su insistencia, sin fundamento suficiente, en aparecer como ciencia exacta, interpretación que había sido fuertemente rechazada por Gunnar Myrdal y otros economistas más humanos.

12. Más tarde, en Europa descubrimos los estudios críticos sobre “contracorrientes” en las ciencias, de Helga Nowotny y Hilary Rose; la crítica de Karl Polanyi al “observador independiente”; la historia obrera de E.P. Thompson; la teoría de la acción comunicativa de Jürgen Habermas; las teorías de la acción y de los movimientos sociales, de Alain Touraine; los conceptos de “habitus” y “objetivación participante” de Pierre Bourdieu; las desmitificantes lecciones de Foucault, Lyotard y Todorov sobre la realidad social y la retórica académica. Los grandes insumos intelectuales de estos pensadores europeos, sin ser de nuestra corriente participativa, nos dieron confianza en lo que estábamos haciendo.

13. Carr, Wilfred and S. Kemmis. Becoming Critical: Knowledge, Education and Action Research.: Falmer Press: Londres, 1986. Ver capítulo de Kemmis en Salazar. Ob. Cit.

14. Heller, Agnes. “From Hermeneutics in Social Science Toward a Hermeneutics of Social Science”. En: Theory and Society. Vol. 18, No. 3, 1989, p. 304-305.

15. Según Heller, el propósito central de la ciencia social es “hacernos libres”, es decir, tiene una connotación liberadora o emancipativa. Una contribución importante en este campo es la de Denzin, Norman K. y Yvonna S. Lincoln. Handbook of Qualitative Research. Sage: London, 1994. Parte V.

16. Este es el sentido del experimento con las dos columnas paralelas que se observa en Fals Borda, Orlando. Historia Doble de la Costa. Carlos Valencia: Bogotá, 4 tomos, 1979-1986, como también se explica en Fals Borda, Orlando. “A North-South Convergence on the Quest for Meaning”. En: Collaborative Inquiry. No. 19, Bath, 1996. Algunos otros autores han hecho presentaciones similares en antropología y medicina, escritos en inglés y francés.

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17. Se presentaron 32 ponencias en este Simposio, por delegados de 17 países, que se publicaron por la Fundación Fundarco Simposio de Cartagena. Crítica y política en ciencias sociales. Punta de Lanza: Bogotá, 1979, 2 tomos. Estos tomos son considerados clásicos. No se hizo edición inglesa (sólo de artículos particulares), pero hubo una edición parcial en alemán como libro Moser, Heinz y H. Ornauer. Internationale Aspekte der Aktionsforschung. Kösel Verlag: Munich, 1978. Estudios recientes y descripcions regionales de la I(A)P pueden leerse, entre otros, en Whyte Whyte, William F. (eds.) Participatory Action Research. Sage: Londres, 1991. Park, Peter (et al.) Voices of Change: Participatory Research in the United States and Canada. Oise Press: Ontario, 1993, ver su capítulo en Salazar Ob. Cit. y McTaggart, Robin, (ed.) Participatory Action Research: International Contexts and Consequences, State University of New York Press: Ithaca, 1997. Véase también, por ejemplo, Cabrales, Carmen y Hernández, Javier. (eds.) Una visión participativa de la Costa Caribe colombiana Universidad de Cartagena: Cartagena, 1997.

18. El primer Simposio de 1977 aceleró la adopción y difusión de la I(A)P en el mundo. Además de la red internacional de IP auspiciada por el ICAE, la Asociación Europea de Investigación y Adiestramiento para el Desarrollo (EADI) fue más allá del marco de las necesidades básicas una vez que adoptó las conclusiones del proyecto tanzanio de Jipemoyo, en 1978. En 1979, en el Instituto de las Naciones Unidas de Investigaciones para el Desarrollo Social (UNRISD) de Ginebra, Suiza, los antropólogos Andrew Pearse y Matthias Stiefel iniciaron una serie de estudios y publicaciones sobre la participación popular. La OIT y la UNESCO hicieron lo mismo con el economista bengalí Md. Anisur Rahman y el Programa MOST. El Comité de Investigaciones sobre Práctica y Transformación Social de la Asociación Internacional de Sociología abrió una sección sobre la IP, con la dirección de Peter Park y Michal Bodemann. Centros importantes de I(A)P se establecieron en Nueva Delhi, Colombo, Santiago, Caracas, Amsterdam y otras ciudades. La enseñanza de esta materia comenzó formalmente en las universidades de Massachusetts, Calgary, Cornell, Caracas, Dar-es- Salaam, Campinas, Managua, Pernambuco, Bath y Deakin. Hoy son innumerables las universidades que lo enseñan incluyendo algunas colombianas. La Sociedad para el Desarrollo Internacional (SID), con la iniciativa de Ponna Wignaraja, organizó en 1980 un Grupo Internacional de Iniciativas de Base (IGGRI) que incluye a Majid Rahnema, Gustavo Esteva, Marja Liisa Swantz, Luis Lopezllera, Ward Morehouse, Rajni Kothari, Smitu Kothari, Paul Ekins, Manfred Max-Neef y el presente autor, entre otros. El Banco Mundial ha organizado su propio Grupo de Estudios de Desarrollo Participativo, con la dirección de los sociólogos Michael M. Cernea y Anders Rudqvist. El Consejo de Educación de Adultos de América Latina (CEAAL), con sedes sucesivas en Santiago de Chile y México, ha jugado importante papel en el campo de la IP con la organización en 1981 de una red regional especial coordinada por el educador brasilero Joao Francisco de Souza. Esta red incluye a casi todos los países latinoamericanos. En las instituciones relacionadas de América Central trabajan activistas intelectuales importantes como Raúl Leis, Oscar Jara, Carlos Brenes y Malena de Montis. En Colombia: Gustavo de Roux, María Cristina Salazar, Ernesto Lleras, Elías Sevilla, Marco Raúl Mejía, Raúl Paniagua, Rosita de Paniagua, Lola Cendales, Rosario Saavedra, Alejandro Sanz de Santamaría, Francisco de Roux, y muchos otros. En Australia, además de las universidades mencionadas, se encuentra la Asociación de Aprendizaje-Acción, Investigación Acción y Gestión de Procesos (ALARPM) que ha estimulado la adopción institucional de estas “escuelas”, con el liderazgo de Ortrun Zuber- Skerritt, Ron Passfield, Colin Henry, Yoland Wadsworth, Iaian Govan, y otros.

19. Además del Simposio de 1977, los otros siete congresos mundiales se han llevado a cabo en Ljubljana, Yugoslavia (1979, con auspicio del ICAE); Calgary, Canadá (1989 con auspicio universitario por primera vez); Managua, Nicaragua (1989, con auspicio del CEAAL); Brisbane, Australia (1990 y 1992, en la Universidad Tecnológica de Queensland, con ALARPM); Bath, Inglaterra (1997 en la Universidad de Bath); y otra vez en Cartagena, Colombia (1997 con diversos auspicios nacionales e internacionales). El noveno congreso se ha convocado en la Universidad de Ballarat, Australia, para septiembre del 2000.

20. Cf. Fals Borda, Orlando. People’s Participation: Challenges Ahead. Apex Press y Intermediate Technology Publications: Nueva York/Londres, 1998. Edición española: Participación Popular: Retos del futuro . COLCIENCIAS, IEPRI, ICFES: Bogotá, 1998.

21. En relación con las fallas de las políticas de desarrollo y la cooptación de la I(A)P por organismos mundiales y nacionales, ONGs e instituciones académicas, véase la volu minosa literatura crítica, con obras como las de Arturo Escobar, Wolfgang Sachs y Majid Rahnema. Greenwood, Davydd y M. Levin “Action Research, Science and the Co -Optation of Social Research”. En: Studies in Cultures, Organizations and Socieites. Vol. 4, No. 2, 1998, p. 237-261, han denunciado la función defensiva de intereses creados académicos ortodoxos. Un interesante caso concreto de frustración del desarrollo, referido al Perú, es el de Apfel-Marglin, Frédérique, con PRATEC. The Spirit of Regeneration: Andean culture confronting Western notions of development. Zed Books: Londres/Nueva York, 1998.

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22. Véase la nota 9; cf. Girardi, Giulio (1997). “Investigación participativa popular y teología de la liberación”, Ponencia 32, Congreso Mundial de Cartagena. 1997. Sobre la teoría de la investigación emancipativa véase Carr y Kemmis, Ob. Cit. (1986). Sobre ética y política, consúltese el informe sobre las discusiones del Congreso Mundial de 1997, en Hoyos, Guillermo y Uribe, A. (eds.) Convergencia entre ética y política. Siglo del Hombre: Bogotá, 1998.

23. Wallerstein, Immanuel “The End of What Modernity?”. En: Theory and Society, vol. 24, No. 4, 1995, p 471-474.

24. Consúltese el tomo -resumen del Congreso Mundial de Cartagena (Fals Borda, Orlando. Ob. Cit., 1998, p. 189-191, p. 235-236). Véanse los puntos de vista de apoyo de Gadamer, H.G. Truth and Method . Continuum: New York, 1960 p. 302- 307, p. 567 sobre “experiencia vital” y “fusión de horizontes”. Para Gadamer, la reflexión hermenéutica apropiada es “una tarea crítica y emancipatoria”.

25. Entre las “escuelas” que se hicieron presentes en el Congreso Mundial de Cartagena en 1997, las siguientes once realizaron un intercambio electrónico por E-mail, lo que fue sumamente valioso:Diagnóstico Rural Participativo, Sussex (Robert Chambers). Teoría Crítica de Sistemas, Hull (Robert L. Flood). Investigación Acción, Cornell (Davydd Greenwood). Investigación Acción, Escandinavia (Morten Levin). Investigación Constructivista, Texas (Yvonna S. Lincoln). Aprendizaje Acción, Australia (Robin McTaggart). Investigación Cooperativa, Bath (Peter Reason). Investigación Acción Participativa, Alemania / Perú (T. Tillmann y Maruja Salas). Investigación Acción, Austria (Michael Schratz). Investigación Acción Participativa, India (Rajesh Tandon). Investigación Acción Participativa, Calgary (Timothy Pyrch, coordinador). Véanse los informes completos de esta experiencia en Pyrch (1998a, 1998b).

26. Checkland, P.B. Systems Thinking, Systems Practice. Wiley: Chichester, 1991. Churchman, C. West. The System Approach and its Enemies. Basic Books: Nueva York, 1979. Flood, Robert L.. “Action Research and the Management and Systems Sciences”. En: Fals Borda, Orlando. Ob. Cit.K, 1998, p. 131-156. Flood, Robert L. y Jackson, M.C. (eds.) Critical Systems Thinking. Wiley: Chichester, 1996.

27. Toulmin, Melvin y Gustavsen, B. (eds.) Beyond Theory: Changing Organizations Through Participation, John Benjamins: Amsterdam, 1996. Según estos autores, la unidad de atención de los sistemas abiertos de la I(A)P es un sistema constituyente observable que ofrece una estructura ABX en la que aparecen un sujeto epistémico A y un objeto empírico B dentro de una situación social investigativa X. En las conciencias de quienes participan en este sistema, la misma estructura pasa a ser ABX:pox (la persona, el otro y X). Esta situació n se asemeja a aquella postulada en la física cuántica con los principios antrópico y de indeterminación. De allí el potencial que tiene de enriquecer nuestras discusiones sobre el nuevo paradigma de las ciencias, visto desde otro ángulo. Este libro estimulante también ofrece un estudio macro de IP sobre Turquía. Cf. Van Beinum, Hans. “On The Practice of Action Research”. En: Concepts and Transformation. (Vol. 3, No. 1, 1998 Amsterdam p 1-30.

28. En el Congreso Mundial de 1997, además de las “escuelas” mencionadas en la nota 18, hubo muchos otros grupos: de educación, organización social y política, artes y literatura, la economía, la pobreza, el conflicto, teorías de sistemas, comunicación, postmodernismo, globalización, filosofía, gestión de procesos, administración de empresas, ambientalismo y recursos naturales. Las personas interesadas pueden obtener los materiales, ponencias y videos escribiendo al Apartado 52508, Bogotá, o a: [email protected]. Cf. McTaggart, Robin. “Is Validity Really an Issue for Participatory Action Research?”. En: Studies in Cultures, Organizations and Societies, Vol. 4, No. 2, 1998, p. 211-236.

30. Cf. Chambers, Robert. “Beyond ‘Whose Reality Counts?’ New Methods we Now Need”, Studies in Cultures, Organizations and Societies. Vol. 4,No. 2, 1998, p. 279-287. Publicado en Análisis Político No. 38, septiembre/diciembre de 1999, pp. 71-88. Reproducido en el semanario Peripecias Nº 110 el 20 de agosto de 2008. Se reproduce en nuestro sitio únicamente con fines informativos y educativos.

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Investigación acción participativa: Propuesta para un ejercicio activo de la ciudadanía

Enviado por Colectivo Ioé

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Colectivo Ioé**

 

Presentación 1. Cómo se abordan habitualmente las necesidades sociales 2. Líneas básicas de la investigación acción participativa (IAP) 3. Introducción de la IAP en España. Diversas orientaciones 4. El sujeto de la IAP como "sujeto en proceso" 5. Los fines y objetivos de la IAP 6. Técnicas y procedimientos para impulsar la IAP 7. Evaluación permanente y participativa Notas

 

Presentación

Los programas de política social y servicios sociales tratan de salir al paso de aquellas carencias y problemas que se presentan como más urgentes: personas que no tienen cubiertas las necesidades básicas (comida, techo o abrigo), niños y ancianos desprotegidos, familias sin recursos económicos, sectores con problemas de exclusión (jóvenes, mujeres, etc.), minorías discriminadas, etc. Estas problemáticas se imponen en la práctica como evidentes y ante ellas se adoptan respuestas que pretenden paliarlas o solventarlas. A partir de aquí, todo se plantea en términos de necesidades y recursos de acuerdo a la siguiente argumentación: "las necesidades son muchas y los recursos escasos; dejemos ya de hablar y actuemos".

Este planteamiento ?que pone el acento en la acción y elude la reflexión? tiene, en nuestra opinión, tres puntos ciegos: 1) pensar que las orientaciones generales de los programas que se realizan son obvias e incuestionables, cuando las complejas problemáticas de la sociedad admiten múltiples formas de intervención; 2) adoptar el esquema asistentes/asistidos, con el peligro de convertir a estos últimos en permanentes destinatarios pasivos de los programas; y 3) poner como finalidad de la acción "la" integración social de los marginados, sin tener en cuenta que hay muchas formas de integración y que sería conveniente optar conscientemente entre ellas. Explayaremos estas limitaciones en el apartado Unir la reflexión a la acción en los programas de política social y dar cabida en ellos a los propios "necesitados", como principales protagonistas, puede ser un camino para superar estos puntos ciegos. Como se ha demostrado en la práctica, tal actitud se convierte en motor de un proceso transformador capaz de movilizar los recursos y la capacidad

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de pensar y actuar ?sin recortes previos? de las personas afectadas por las diversas formas de exclusión. La Investigación Acción Participativa (IAP), aplicada al trabajo social y al desarrollo comunitario, responde a este "replanteamiento" de la política social. La IAP no es una técnica que se pueda incorporar en el programa, sino un enfoque o estrategia general de intervención que se puede plasmar en muchas prácticas concretas que dependerán de la creatividad de los protagonistas y de las circunstancias presentes en cada caso. En el presente capítulo, tras señalar las líneas básicas de la IAP, tal como nosotros la entendemos (apdo. 2), aludiremos a su introducción y principales tendencias en España (3) y saldremos al paso de diversas cuestiones prácticas que plantea su aplicación (4?7).

 

1. Cómo se abordan habitualmente las necesidades sociales

Toda la moderna política social y más concretamente el área de servicios sociales encuentra su legitimación convencional en la siguiente formulación: ante la evidencia de que en nuestras sociedades existen grupos y capas sociales cuyas necesidades no son adecuadamente cubiertas por la propia dinámica social (de mercado), se requiere una aportación de recursos por parte de instituciones específicas (estatales o privadas1). La función de los profesionales y de los voluntarios del trabajo social sería evidente por sí misma: ante unos problemas concretos (que están ahí) se organizan unas respuestas. Sin embargo, la necesidad social no es un hecho empírico que se impone por sí mismo (no "está ahí" simplemente), ya que siempre implica, al menos, dos elementos: un juicio de valor sobre lo que se considera deseable o necesario y una interpretación sobre la génesis social de dicha necesidad. Además, tanto los juicios de valor como las interpretaciones sobre el origen de las necesidades no se formulan arbitrariamente por cada individuo, sino que suelen estar condicionados por intereses y estrategias de grupo o clase social. Esto cobra especial relevancia cuando el modelo social que regula las necesidades se caracteriza por la desigualdad social. En efecto, como vimos en el capítulo anterior, el desarrollo de las sociedades capitalistas produce y reproduce las desigualdades en los más diversos ámbitos de la vida social (entre capital y fuerza de trabajo; entre grupos vinculados a la industria, los servicios o la agricultura; grandes o pequeñas empresas; distintas regiones geográficas; medio rural y urbano; minorías organizadas y masas sociales fragmentadas, etc.), lo que origina intereses y necesidades divergentes, que no son homogéneos ni agregables sin conflicto.

De acuerdo con estas reflexiones, no se podría hablar con propiedad de necesidades sociales partiendo de esquemas formales y ahistóricos2, ya que siempre se trata de fenómenos históricos, que ocurren en el seno de formaciones sociales concretas que es preciso caracterizar en cada momento. Sin embargo, la práctica más usual en los programas de política social es partir de algunas tipologías de necesidad social3 y diversas metodologías de investigación4 que son admitidas como supuestos básicos de las intervenciones institucionales. En general se acepta un recorte institucional previo de la problemática a abordar (tipo de población, tipo de problemas sociales etc.) sin analizar las consecuencias que esta limitación del campo tiene sobre la información a obtener. Este lapsus es tanto más importante cuanto que la principal demanda de estudios de necesidades proviene de instituciones estatales, que obviamente parten de una concreta definición (político?ideológica) que potencia ciertos enfoques y dificulta otros. Además, estos métodos intentan, a continuación, medir con criterios puramente técnicos la extensión de las situaciones antes delimitadas. De este modo se acepta la definición de las necesidades a partir de las normas institucionales y de criterios profesionales, sin cuestionar la pertinencia de ambos recortes.

Pero la operación de recortar, parcelar y estratificar la realidad social desde la perspectiva de estos determinados agentes e intereses impide captar la complejidad y la génesis social de las necesidades.

Los instrumentos técnicos que se utilizan en estos casos tampoco son inocentes. En especial, el recurso abusivo a la técnica de la encuesta para captar las necesidades subjetivamente experimentadas, se dirige a los individuos como entidades autónomas, separados de su contexto social, y supone que sus respuestas a un cuestionario expresan sus necesidades, ignorando los fenómenos de alienación social y la generación de necesidades sociales desde arriba5. En nuestra opinión, esta forma de abordar la cuestión no permite captar a los sujetos sociales con necesidades dentro de un proceso social en el que se producen y reproducen, y se limita a ofrecer recuentos y clasificaciones de necesidades abstractas (definidas desde fuera del contexto),

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de las que el individuo no es más que un portavoz manipulado. En otra parte hemos definido como elitista y tecnocrática esta forma de definir y abordar las necesidades sociales6. Entre los responsables políticos de la acción social, los mediadores (profesionales y voluntarios) y los ususarios se establece una relación asimétrica en la que se asignan habitualmente los siguientes papeles: los responsables diseñan los servicios (función directiva), los profesionales y voluntarios los aplican (función instrumental) y los usuarios los consumen, desde una posición dependiente (función clientelar). Podemos representar gráficamente estas funciones mediante una pirámide donde las relaciones (flechas) van de arriba abajo.

 

La población que sufre problemas aborda "sus" necesidades cediendo dos formas de protagonismo: el diagnóstico de las mismas, que es apropiado por los responsables políticos de las instituciones, y la gestión, que queda en manos de técnicos y funcionarios intermedios, profesionales y/o voluntarios. De este modo, los usuarios son generalmente excluídos de los sistemas de decisión y gestión de la política social, lo que se corresponde con su posición social marginal ya que suelen estar dispersos, individualizados y poco organizados. Según algunos autores, esta institucionalización de las relaciones sociales entre los agentes de la política social tiene efectos de apropiación, desplazamiento y exclusión: "las instituciones buscan apropiarse del público, del territorio y de los síntomas que ellas están llamadas a gestionar. Exclusión de todas aquellas propuestas que no se plantean como subsidiarias de su intervención. Concurrencia con aquellos que buscan intervenir en lo que las instituciones consideran un ámbito de su propiedad; incluso si una institución no aborda correctamente un problema que considera de su competencia, tampoco aceptará que otros traten de solucionarlo. Esta forma de funcionar la política social no busca encontrar soluciones a los problemas planteados sino que aplica un modelo operatorio"7.

La marginación de los destinatarios (su apartamiento de los niveles de decisión y gestión), lejos de ser una cuestión casual, es un síntoma o expresión en el área de la política social de una sociedad de masas donde los papeles dirigentes son objeto permanente de lucha entre minorías activas que tratan de acaparar cada una de ellas el mayor espacio posible de influencia sobre las mayorías pasivas8. Esta lógica de dominación, que ocurre evidentemente a nivel económico, sucede también a nivel político e ideológico, como se ha visto en

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el apartado anterior. Simultáneamente se ha reforzado el papel mediador y políticamente neutro/neutralizado de los técnicos y profesionales, en cuyas manos se deja la gestión cotidiana de los problemas y desequilibrios que provoca el sistema social. Pero este abordaje debe ceñirse a los límites marcados por su función técnica, sin cuestionar las contradicciones sociales de fondo (plano que corresponde definir, en todo caso, a los responsables políticos).

Así, focalizando la atención sobre ciertos sectores sociales, y no sobre el sistema social, se oculta el carácter "políticamente determinado"(9) de muchas necesidades, presentándolas como demandas de los propios afectados; por otra parte se excluyen del campo de las necesidades problemas y conflictos difícilmente regulables por las instituciones en cuestión o incluso que se presentan como deslegitimadores de su función. Además, se procede siempre a una jerarquización de las necesidades, que sólo puede realizarse desde una instancia de poder, y a su segmentación (en primarias y secundarias, por ejemplo), lo que acaba justificando la dependencia del necesitado y la legitimidad de la intervención institucional(10).

Un enfoque alternativo para establecer y abordar las necesidades en el campo de la política social podría perseguir dos objetivos: intervenir en la génesis social de los problemas, no sólo en sus efectos; y recurrir a metodologías que permitan replantear la relación entre los agentes implicados, desvelando los intereses en juego y facilitando el protagonismo de los colectivos excluidos. Esto último implica que las personas e instituciones que participan en el programa deberían estar abiertas al autoanálisis y a la evaluación de sus intereses y expectativas (análisis de la demanda). En especial, conviene evitar que las instituciones introduzcan sus criterios y valoraciones como marco incuestionado del trabajo; así mismo, los profesionales y voluntarios deberían dejar de ampararse en una supuesta neutralidad de la técnica y estar dispuestos a no dejar de lado una consideración expresa de sus eventuales intereses corporativos. Por último, habría que procurar que la población?objeto pasara a constituirse en sujeto principal del proceso, adoptando las otras instancias (instituciones, profesionales, voluntarios) un papel subsidiario o de apoyo.

Para aplicar estos criterios no existen "recetas" metodológicas milagrosas. Sin embargo, hay aportaciones que merecen ser tomadas en cuenta, como algunos desarrollos de la llamada Investigación Acción Participativa (IAP). En general, se trata de un enfoque de intervención social que persigue recoger las perspectivas e intereses de los sectores implicados en un proceso de acción social, otorgando el principal protagonismo a los colectivos afectados. La intención es potenciar los recursos disponibles en estos sectores, tanto a nivel del conocimiento (difusión y aplicación de técnicas de autodiagnóstico e investigación colectiva) como de la acción (promoción de iniciativas y autoorganización).

 

2. Líneas básicas de la investigación acción participativa (IAP)

Algunos autores han intentado delimitar las principales características de la IAP11. Sin embargo, como veremos, existen diferentes orientaciones estratégicas en esta forma de intervención social, que dan lugar a puntos de vista bastante diversos. Por ello, resulta inevitable escoger aquellas líneas que, desde nuestro punto de vista, nos parecen más importantes, para lo que también hemos contado con algunas experiencias de campo en que hemos participado12. Evidentemente las cinco líneas básicas que vamos a destacar representan en conjunto un cuadro ideal de intervención que luego se aplica en la práctica hasta donde es posible.

1ª) Pasar de la relación sujeto/objeto (gestores/clientes) a la relación sujeto sujeto. Los protagonistas principales ?y necesarios? de todo el proceso son las personas afectadas por los problemas que se quieren abordar. En cuanto a los voluntarios externos, los profesionales y los políticos, asumen un papel subsidiario y, en última instancia, uno de sus principales objetivos consiste en volverse innecesarios13. En función de este criterio, los profesionales han de procurar adaptarse al ritmo y al lenguaje de los destinatarios, dejando de lado su jerga profesional y adoptando una actitud de escucha y diálogo permanente. Hay que explorar y potenciar los recursos ? materiales y humanos? propios de la colectividad y tanto el calendario como las formas de organización y evaluación de las actuaciones deben adoptar un carácter abierto, en función de cuáles sean las demandas y expectativas de la población afectada14.

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2ª) Partir de las demandas o necesidades sentidas por los afectados, como condición necesaria para que sean ellos los principales protagonistas del proceso. Tales demandas pueden aparecer espontáneamente en un momento dado y servir de punto de enganche para un proceso de IAP, o pueden surgir tras una primera etapa de reflexión en la que las personas afectadas hacen un diagnóstico de su situación y definen, a partir de él, sus demandas e intereses. Todas las personas son "seres en situación"15 que sólo pueden comprenderse y actuar sobre la base de cuál sea su percepción "in situ" de las circunstancias en que viven. Probablemente esto supone para los profesionales y líderes de los programas una exigencia de autocontrol a fin de acomodar sus planteamientos y expectativas, por otra parte legítimos, al nivel de comprensión de las personas implicadas en el programa. Precisamente la desconexión entre los intereses de los "activistas" y de los "afectados" suele conducir a programas "clientelares" que refuerzan la dependencia de los "atendidos".

3ª) Unir la reflexión y la acción, o la teoría y la praxis, evitando tanto el verbalismo (teorizar sin llevar a la práctica) como el activismo (actuar sin reflexionar sobre lo que se está haciendo). Esta actitud debe estar presente en todas las fases de la IAP, pero de una forma más intensa en los momentos de programación y evaluación que, a la larga, tienden a constituir "un proceso en espiral de planificación, acción, observación y reflexión"16. La reflexión tiene un componente doble: por una parte, el autodiagnóstico colectivo a partir de la experiencia de los propios afectados (disposición a "analizar" y a "ser analizados"); por otra, el estudio sistematizado de aquellos asuntos en los que se quiere profundizar, lo que suele requerir técnicas de investigación más o menos prolijas y donde la aportación de los profesionales es más útil (a fin de asegurar que las técnicas se apliquen correctamente y se desplieguen todas sus virtualidades).

4ª) Comprender la realidad social como una totalidad, concreta y compleja a la vez . Esto supone no limitar el análisis o las posibilidades de acción en ningún sentido y abrirse a la interdisciplinariedad del conocimiento, aprovechando los aportes de los diversos enfoques (antropológico, sociológico, psicológico, histórico, etc.), que se entienden como complementarios. Algunos autores entienden esta forma de abordar la acción social como un esfuerzo por conjugar los niveles micro y macro de la sociedad que estarían mutuamente implicados17. Una articulación de lo micro y de lo macro supondría no sólo "actuar localmente y pensar globalmente" sino desarrollar formas de intervención en los dos planos ?evitando que se produzca la cooptación de lo micro por lo macro? y generar también una complementariedad horizontal entre los diversos microespacios a fin de reforzar la convergencia de los sectores de la sociedad afectados por problemas semejantes.

5ª) Plantear el proceso de IAP como una vía de movilización y emancipación de los grupos sociales en situación de dependencia. Esto implica una actitud comprometida políticamente por parte de los participantes (incluidos los profesionales, que tienen que superar la supuesta neutralidad del saber técnico). Aunque esta línea de la IAP admite muchos matices y ha sido olvidada en la práctica frecuentemente18, la mayoría de los autores especializados en el tema considera que se trata de una característica central en el contexto de una sociedad marcada por la desigualdad y la dependencia de las clases populares. Para Freire si el conocimiento no implica "transformar la realidad" no es verdadero conocimiento19. Fals Borda y Rodríguez Brandao definen el "poder popular" que se pone en marcha en la IAP como "la capacidad de los grupos de base, explotados por sistemas socioeconómicos, de actuar políticamente tanto como de articular y sistematizar conocimientos, de tal manera que puedan asumir un papel protagonista en el avance de la sociedad y en la defensa de sus propios intereses de clase y de grupo"20.

 

3. Introducción de la IAP en España. Diversas orientaciones

Junto al paradigma dominante de abordaje de las necesidades sociales (descrito en 2.1), es posible reconocer también en España diversos desarrollos de investigación con un enfoque participativo. Desde fines del siglo XIX se puede rastrear una tradición de investigación colectiva, promovida por las corrientes socialista y anarquista, que fue bastante aplicada en el campo de la educación21 y cuya influencia ha sido reconocida como uno de los factores impulsores de la investigación?acción en América Latina22. Sin embargo, estas corrientes fueron abortadas a medida que se imponía en la sociedad española un modelo de educación estatal centralizado, evolución que se consumó en las décadas de la dictadura franquista.

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Más recientemente coincidiendo con los años de transición a la democracia surgieron algunas experiencias participativas protagonizadas por los movimientos sociales entonces pujantes y con capacidad de arrastre popular (vecinales, sindicales, políticos, etc.), si bien sobrados de espontaneismo y buena voluntad y faltos de los planteamientos e instrumentos técnicos adecuados. Estos movimientos dieron lugar a programas de acción social, desarrollo comunitario y análisis institucional en los que a veces participó la propia administración. A partir de entonces encontramos experiencias de IAP en las áreas de la educación de adultos, la animación sociocultural, la promoción de la salud y evaluación de programas sociales. Se trata de experiencias minoritarias, poco relacionadas entre sí y con orientaciones y encuadres institucionales muy variados, como se desprende del siguiente cuadro aproximativo: Desde 1980 España forma parte del Grupo Europeo de Investigación Participante, enrolado a su vez en el Consejo Internacional de Educación de Adultos, con sede en Toronto. En 1985 España organizó el quinto Seminario Internacional de Investigación Participativa (Barcelona), donde se expusieron diversas experiencias concretas aplicadas en España y otros países europeos23.

A comienzos de los años 80 se retoma, después de 40 años, la experiencia de las Universidades Populares que se extienden por más de un centenar de poblaciones, casi siempre con apoyo de la administración local. En algunos casos se desarrollan cursos que tienen por objeto el análisis participado de la propia realidad local.

En torno a la revista internacional de educación de adultos "Aulas de Cultura" (Salamanca) se han desarrollado diversas experiencias de educación rural con un planteamiento participativo (Santibáñez de Béjar, Renedo, etc.). Por su parte, las Escuelas Campesinas surgidas en Barco de Ávila en 1978 y posteriormente extendidas por varias provincias persiguen un "desarrollo integral" basado en la autogestión de los afectados.

En varios centros universitarios se han producido aportaciones teóricas y prácticas significativas, siendo especialmente importante su papel como difusores de información y formación entre el profesorado, los trabajadores sociales y el voluntariado24.También algunas editoriales se han especializado en esta dirección (Narcea, Ed. Popular, Ed. Hacer, Laertes) así como diversos centros privados de educación de adultos (CLAVES, CODEDAH y CASM en Madrid, SEPT, APIP y SERGI?GRAMC en Cataluña, etc.).

Otras aportaciones específicas se pueden reconocer recientemente en las áreas de la salud y de la evaluación social. En el primer ámbito citado existen propuestas de interés que ligan la educación para la salud con la participación comunitaria25 o con la evaluación cualitativa de programas de salud26; así mismo se propone la evaluación de servicios y programas sociales contando con los propios actores27.

Por último, en el contexto de los movimientos antiglobalización han surgido fecundas experiencias de participación social y política, a veces de carácter local, como los "presupuestos participativos" de Porto Alegre o de Cabezas de San Juan28, y en otros casos de mayor amplitud como las Consultas Zapatistas o la propuesta de una Consulta Social en Europa coincidiendo con las elecciones europeas de junio de 200429.

Todas estas iniciativas tienen en común el interés metodológico por favorecer la participación de los afectados en los procesos de investigación?acción. Sin embargo, parten de estrategias y planteamientos teóricos diversos y, en general, su nivel de instrumentación técnica está poco desarrollado. Las diferencias en el plano estratégico (el para qué y el para quiénes de la acción emprendida) dependen de la demanda: quiénes son los sujetos reales de los procesos puestos en marcha y qué fines o efectos sociales persiguen a través de ellos.

Estas diferencias a nivel estratégico se traducen ?o disfrazan? recurriendo a aquellas tradiciones teóricas, elaboradas fuera de España, que avalan el enfoque particular de cada promotor. Podemos distinguir dos tradiciones principales: la pragmática?operativa y la críticaimplicativa.

Entre ambos polos se pueden situar todas las escuelas que toman como punto de referencia la IAP.

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En un polo se sitúa la tradición pragmática?operativa, iniciada con Dewey en el campo de la educación y por Lewin en el área de la psicosociología, a quienes se considera iniciadores de la investigación?acción en Estados Unidos. Históricamente estas corrientes surgieron en el contexto de la gran depresión (1929), al descubrirse que las "relaciones humanas" y la "participación democrática en la escuela y en la sociedad" eran métodos más adecuados ?que el taylorismo y el control rígido de la población? para garantizar la productividad de las empresas y la integración social de los individuos30. En este caso la participación no es más que un método para la resolución de problemas grupales o institucionales que se define como un "proceso continuo de planificación, acción, evaluación y vuelta a empezar", pero ceñido a prácticas sociales concretas, sin un análisis de sus relaciones con el conjunto del sistema social y, por tanto, sin alternativas globales. Con este enfoque la investigación?acción se aplicó exitosamente a la gestión de empresas comerciales e incluso fue utilizada para la preparación de operaciones militares durante la segunda guerra mundial.

Como señala Thirion, "el pragmatismo no crítico de Dewey y Lewin se dejó absorber por el modelo operativo: la preocupación por la eficacia ganó sobre el debate democrático"31. En el mismo sentido cabe interpretar la política de desarrollo de las comunidades indígenas propiciado por Gran Bretaña en sus colonias en los años 40 y 5032 o los proyectos de Acción? Investigación promovidos por la Unión Europea en el marco de los Programas de Lucha contra la Pobreza33.

En el polo contrario encontramos una tradición crítica?implicativa que propugna la investigación?acción a partir de un rechazo global del "status quo" existente en la sociedad (desigualdades, procesos de exclusión, elitismo político y económico, etc.) y como una vía, entre otras, de liberación social. Este enfoque se asocia a la ideología tradicional de la izquierda, si bien como práctica concreta de "investigación participante" ha surgido posteriormente, a partir de las insuficiencias y contradicciones del planteamiento pragmático34 y en contextos de crisis o quiebra social. En América Latina la etapa más pujante tuvo lugar entre mediados de los años 60 y 198035 y en Europa mayo del 68 desencadenó diversas escuelas de intervención social directa o indirectamente relacionadas con la IAP: análisis institucional de René Lourau y Georges Lapassade, Crítica Institucional y Creatividad Colectiva de Michel Seguier, sociopsicoanálisis de Gérard Mendel, sociolog permanente de Alain Touraine, etc.36.

A partir de fines de los años setenta se produce en España una lenta introducción de estas tendencias y, aunque su influencia es marginal y sus aplicaciones escasas, el concepto de "investigación participante" ?con la polisemia ya descrita? tiene cada vez mayor audiencia37 y existen algunas aportaciones teóricas de interés, entre las que destaca la de Jesús Ibáñez, catedrático de Tecnicas de Investigación Social en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense y principal representante de la llamada escuela cualitativa madrileña. En varias de sus obras38 apunta la posibilidad de establecer una ruptura metodológica en relación a las técnicas cuantitativas y cualitativas a través de la "perspectiva dialéctica", que ejemplifica en el socioanálisis y la IAP. El cuadro adjunto esquematiza las tres perspectivas de la investigación social (distributiva, estructural y dialéctica) y distingue en cada una de ellas el nivel epistemológico o estratégico (para qué y para quién se interviene), el metodológico (en qué plano se sitúa el alcance de la intervención) y el tecnológico (cómo se desarrolla con concreto).

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Si aplicamos este cuadro al área de la política social, podemos extraer tres escenarios posibles de intervención, que se corresponden con las tres perspectivas de investigación social:

1) Perspectiva distributiva. La intervención se plantea desde una relación asimétrica y jerarquizada entre los asistentes (políticos, profesionales y voluntarios) y los asistidos (sectores marginados). La población carencial no tiene autonomía y debe acoplarse a los dictados y prescripciones de quienes están dotados de autoridad para decidir sobre las "necesidades" que deben plantearse y sobre las formas legítimas de satisfacerlas (técnica de encuesta, que incluye tanto las preguntas como las respuestas válidas).

Esta forma de intervención sería la característica del "capitalismo de producción", en expresión de J. Ibáñez, cuando la actuación sobre los marginados se parecía a la "doma" de caballos salvajes que había que domesticar o civilizar de manera autoritaria39.

2) Perspectiva estructural. En este caso la relación entre asistentes y asistidos adopta una simetría táctica pero dentro de una asimetría estratégica. Es decir, se buscan fórmulas de aproximación, diálogo y participación de los sectores marginados pero siempre que sea dentro de un orden y unos límites diseñados

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desde arriba (el grupo de discusión "abre para cerrar": permite expresarse libremente a los participantes en un marco artificial, que luego no tiene continuidad en la vida real, mientras el discurso recogido es analizado por el investigador y aprovechado por el cliente que ha financiado la intervención). Esta sería la forma de intervención típica del "capitalismo de consumo" donde la actuación sobre los marginados se parecería a una "danza" en la que los usuarios se mueven continuamente al son de los reclamos y discursos llegados del exterior. En lugar de la represión aparecen nuevas formas de regulación más sutiles que incluyen una revalorización de las alternativas comunitarias frente a las medidas de internamiento, la desprofesionalización mediante la ayuda mutua y el voluntariado social, la introducción de tratamientos psicosociales como alternativa al castigo, etc.40.

3) Perspectiva dialéctica. Plantea una relación simétrica entre los diversos agentes sociales liberando el decir y el hacer de los sectores habitualmente excluidos. La asamblea y sus múltiples manifestaciones, entre ellas la IAP, proporciona a los participantes en el proceso una vía de reflexión y acciòn que les puede permitir una toma en consideración autónoma de la génesis de sus necesidades, así como construir aquellas formas de vida e inserción social que consideren más acordes con sus intereses. Siguiendo con las metáforas, la perspectiva dialéctica permitiría la emergencia de un sujeto en proceso capaz de "salir del laberinto del discurso (establecido) al articular en un campo de conocimiento las dimensiones micro y macro de lo social"41.

Jesús Ibáñez mantuvo esta línea de análisis durante más de veinte años ?hasta el momento de su prematura muerte? si bien desarrolló poco las implicaciones y eventuales aplicaciones de la perspectiva dialéctica42. Villasante, tomando como base las tres perspectivas de nuestro Esquema , añade una cuarta ("práxica") que plantea una asimetría táctica (por ejemplo, siendo los técnicos los principales ejecutores del proceso, a partir de una demanda negociada con los destinatarios) con vistas a lograr una simetría estratégica43. En nuestra opinión, más que una cuarta perspectiva, lo que se propone es una mezcla de los niveles planteados por IBÁÑEZ.

 

4. El sujeto de la IAP como "sujeto en proceso"

En los próximos apartados vamos a detenernos en cuatro momentos o dimensiones centrales de la IAP, que frecuentemente plantean problemas de aplicación: la articulación del sujeto colectivo, la definición del objeto, los procedimientos o técnicas adecuadas de trabajo y la evaluación. A primera vista estos asuntos se pueden entender como etapas sucesivas de una intervención, pero ello es en parte engañoso: aunque el sujeto y el objeto de un proceso de IAP se constituyen principalmente en las primeras etapas, se mantienen después en continua evolución, dando lugar a nuevas articulaciones; del mismo modo, los procedimientos prácticos de la IAP son instrumentos de los que se echa mano en cualquier momento y la evaluación no se corresponde con las etapas avanzadas del programa sino que debe estar presente en todo el recorrido44.

El primer paso que se plantea en la IAP es delimitar quiénes son las personas e instituciones que van a tomar parte activa en los procesos de reflexión y en la toma de decisiones. El criterio es claro: el sujeto principal deben ser las personas afectadas por los problemas a abordar pero sin que éstas queden desgajadas o aisladas de las redes económicas, políticas y culturales que están en el origen de sus problemas (y sobre las que es preciso intervenir). Se quiere evitar el sesgo profesionalista, que limita la competencia a los "técnicos", pero también el sesgo basista, que hace de "la base" el único criterio de validación y tiende a demonizar las aportaciones técnicas y las necesarias mediaciones organizativas.

La propuesta de iniciar un proceso de IAP puede provenir de cualquiera de los agentes implicados, ya sea de la población carencial, de los profesionales y voluntarios de la política social o de cualquier otra entidad. La dificultad estriba en extender la demanda hasta llegar a constituir un sujeto colectivo lo más amplio y representativo posible, donde los afectados por los problemas tengan el mayor protagonismo. Más que de un sujeto perfectamente definido desde el principio, se trata de un sujeto en proceso que se transforma y refuerza a medida que avanza la IAP o, al menos, ése es uno de sus objetivos estratégicos.

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En sus primeras fases de desarrollo este "sujeto en proceso" tiene como eje principal a un Grupo Promotor o coordinador (GP) quien, mediante asambleas periódicas de carácter abierto, se encarga de animar, diseñar y evaluar las tareas que se realizan. El GP está integrado principalmente por personas del colectivo afectado y también pueden formar parte de él profesionales y voluntarios deseosos de participar a ese nivel de máxima implicación. En torno al GP se debe aglutinar la mayoría posible de la población afectada, que puede presentar diversos grados de participación, incluyendo la indiferencia, la pasividad y hasta la oposición activa al proyecto; además, están las instituciones públicas y privadas del contexto social donde se inscribe la IAP, así como los técnicos y demás personas de quienes se puede requerir una colaboración específica. Si recordamos la forma piramidal y jerarquizada que suele adoptar la relación entre los agentes en los programas habituales de política social45, la composición del grupo promotor podría parecerse a una esfera escorada hacia la base de la pirámide, con la superficie porosa para asegurar la transparencia hacia el exterior, y donde todos los participantes gozan de un estatuto de igualdad (ver Gráfico 2).

 

 

La extensión de la demanda en las primeras fases de la IAP incluye dos pasos diferenciados:

1) determinar quiénes son las personas, colectivos e instituciones implicadas en el asunto a las que se quiere incorporar; y

2) efectuar los contactos oportunos para implicarlos en el proceso. Lo primero se puede hacer a partir de la experiencia de los participantes46 o abriendo una fase de sucesivos contactos ?unos te llevan a otros?47, pero a veces se exige un estudio previo más sistematizado de las redes sociales que atraviesan una determinada problemática social48. En principio, el criterio es ofrecer a todos los afectados la posibilidad de participar, sin excluir a nadie, si bien con frecuencia aparecen intereses enfrentados, relaciones deterioradas o problemas de acceso a algunos colectivos, etc. que inducen a los promotores a no contar con ellos.

En cuanto a la forma de hacer la invitación, caben muchas fórmulas. La más habitual, que se aplicó en los tres programas antes citados, es visitar personalmente a los representantes del colectivo que se quiere invitar a fin de explicarles la idea, solicitar sugerencias y ofrecerles la posibilidad de varias formas de cooperación (por ejemplo, formar parte del GP, constituirse en "grupo de apoyo", aportar trabajadores voluntarios o recursos económicos, asesorar en temas específicos, etc.). El contenido de la propuesta se puede apoyar,

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como ocurrió en los proyectos de Los Geranios y +60, mediante un documento escrito donde se recogen brevemente las ideas básicas del proyecto, incluyendo una invitación expresa a debatir su contenido en asambleas y mesas de trabajo con todas las personas interesadas.

Los dos pasos descritos para extender la demanda conviene hacerlos tomándose todo el tiempo necesario pues son decisivos para que el proceso de IAP sea realmente participativo e implique a los interesados. En este sentido, es muy importante que los colectivos invitados no se encuentren con un proyecto "acabado" sino con una idea básica que entre todos tienen que elaborar, o quizás replantear o incluso echar atrás, a partir de su propia experiencia. En lugar de líderes "visionarios" con una percepción muy clara de lo que quieren y con gran capacidad de arrastre, lo que se precisa en esta primera fase es un núcleo de personas dispuestas a escuchar y compatibilizar en un proyecto común las necesidades más sentidas por la población afectada (incluyéndose ellos mismos).

Entre los diversos agentes ?y a veces también al interior de cada uno de ellos? se producen interferencias que dan lugar a tensiones e inevitables conflictos cuyo ámbito de resolución en un proceso de IAP es la disposición al análisis y al autoanálisis por parte de todos, hasta llegar a pactos razonables (lo que no siempre se produce, evidentemente).

Destacamos a continuación algunas de las tensiones más frecuentes, a la vez que sugerimos formas de resolución que estimamos coherentes con el enfoque de la IAP:

? Entre el GP y el colectivo mayoritario de afectados se suelen producir procesos de elitización (por parte del GP) y de mutua estigmatización por parte de ambos (la mayoría acusa al GP de perseguir intereses personales y el GP acusa a la mayoría de adoptar actitudes cómodas y egoístas). Para evitar estos peligros, el GP debe procurar la mayor transparencia informativa hacia el colectivo afectado y potenciar todos los cauces posibles de participación e implicación. Así mismo, el GP debe analizar los acontecimientos que se producen en estas relaciones ya que pueden ser reveladores de diferentes planteamientos, expectativas y formas de comunicación que es preciso tener en cuenta como un componente central de la IAP.

? Entre el GP y los técnicos y colaboradores externos se produce a veces el solapamiento del GP cuando los técnicos y colaboradores externos toman continuamente la iniciativa y/o tienden a resaltar que ellos poseen un saber superior.

Esta actitud prepotente se suele imponer sin mayores dificultades en los grupos iniciales poco consolidados, impidiendo su afianzamiento como sujeto autónomo. El GP debe ser siempre consciente de su posición central en un proceso de IAP, estando dispuesto a aprovechar los recursos humanos procedentes del exterior pero sin dejarse invadir o manejar por ellos. A su vez, los profesionales y voluntarios llegados de fuera deben respetar y alentar el protagonismo de la población afectada, apoyando sus iniciativas, pero sin adelantarse a ellas, y aportando sus ideas y críticas, pero sin pretender imponerse.

? Entre el GP y las instituciones de gestión de lo social se plantean problemas semejantes a los que acabamos de describir. El criterio de la IAP es aprovechar los recursos materiales y humanos de las redes institucionales ?públicas y privadas? pero velando siempre para que ello no limite o anule ?mediante fórmulas de cooptación? la independencia y el protagonismo central del colectivo afectado.

? Al interior del GP son también frecuentes las diferencias derivadas de la diversa posición social de los participantes y de las motivaciones que les inducen a participar en la IAP. Por ejemplo, junto a los afectados puede haber técnicos y voluntarios venidos de fuera que forman parte del GP y reproducen los problemas planteados más arriba. Así mismo, entre los afectados caben diversas motivaciones y expectativas, así como planteamientos contrapuestos en torno a cómo estructurar y contrapesar las ? inevitables? relaciones de liderazgo dentro del grupo. La fórmula para abordar exitosamente todo esto es el autoanálisis permanente y abierto entre los participantes, dando una importancia central al diagnóstico colectivo y consensuado de las necesidades y de la forma de abordarlas. El GP no puede quedar excluido del campo de estudio sino que, desde el principio, debe asumir el compromiso de analizar los conflictos que se producen como un elemento más, y no secundario, del proceso de investigación puesto en marcha.

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5. Los fines y objetivos de la IAP

El primer paso para que el "sujeto en proceso" delimite su identidad se produce al intentar definir colectivamente la problemática que se quiere abordar y decidir entre todos los primeros objetivos de acción que se van poner en marcha. Esto se puede producir de muy diversas maneras, la más sencilla es iniciar un proceso de debates abiertos y de contrastación con informantes cualificados a partir de una primera propuesta ?verbal o escrita? planteada por el grupo promotor de la idea. Este trabajo se puede desarrollar en dos etapas, una primera centrada en definir la necesidad sentida por la población así como los motivos por los que se quiere iniciar el proceso, y otra para determinar cómo se puede desarrollar en concreto la IAP o, al menos, cuáles son las primeras acciones que se van a emprender. Al término de este proceso, como se hizo en el Proyecto +60, conviene convocar una asamblea general, lo más 18 amplia y participada posible, a fin de expresar simbólicamente el carácter abierto, colectivo e independiente del proyecto que se quiere emprender.

Existen fórmulas más complejas que la anterior que pueden ser de especial interés para facilitar la participación en profundidad de algunos colectivos con mayor motivación o que ya están organizados y les es más fácil entrar en un proceso sistemático de reflexión. Exponemos a continuación algunos de ellos:

? Diagnóstico participativo de necesidades: con el apoyo de un animador experimentado, un colectivo amplio de personas (el número ideal es en torno a 50, trabajando en asamblea y en grupos de diez) reflexiona intensivamente sobre cómo satisfacen sus propias necesidades y sobre cómo las podrían satisfacer (el método proporciona un cuadro con casillas correspondientes a nueve necesidades humanas fundamentales). El propósito es llevar a los participantes a un análisis en profundidad sobre cómo organizan su vida con vistas a encontrar vías de solución para los problemas detectados más importantes (estas vías se pueden convertir en objetivos consensuados de la IAP, a desarrollar en etapas posteriores). Esta técnica, aplicada con éxito en diversos países y grupos sociales, se basa en un enfoque del concepto de necesidad que destaca tanto el aspecto de carencia como sus potencialidades transformadoras49.

? Tabla de invención: apoyado también en un animador experto, un grupo de personas trata de organizar sus opiniones y juicios en torno a un tema o temas en los que están interesados; para ello, se parte de una tabla de doble entrada donde se hace referencia a los principales agentes implicados en el tema en cuestión y a las condiciones del entorno. A partir de una reflexión sistemática de cada cruce de la tabla, lo que se persigue es consensuar el núcleo generador y los principales objetivos de un proceso de IAP. La "tabla de invención" era utilizada por algunos oradores griegos para organizar sus pensamientos cuando hablaban en público sin recurrir a anotaciones. Se trata también de una técnica bastante utilizada, sobre todo en el campo de la educación(50).

? Conocimiento del medio: reflexión grupal, también apoyada en animadores expertos, que persigue reconstruir las condiciones del entorno de un colectivo profundizando en tres niveles: económico, socio?político y cultural; se trata de rellenar un esquema con casillas vacías a partir de las experiencias y aportaciones de los miembros de la comunidad y con el fin de obtener un cuadro global organizado y compartido por todos. Esta técnica es muy flexible para adaptarse a diferentes tipos de agrupación y ha sido probada en muchas partes del mundo51.

En las tres fórmulas descritas se requiere la presencia de "animadores" que tengan experiencia en este tipo de procesos de reflexión colectiva. Aunque no son siempre necesarios, la práctica indica que en las primeras etapas de un proceso de IAP el impulso de la animación es bastante útil (no necesariamente de un animador individual, puede ser un rol compartido). La tarea de animación requiere entrenamiento para plantear en su momento las preguntas adecuadas (no hay que tener todas las respuestas y por ello no se necesita un experto en el sentido académico) y para desbloquear los atascos habituales de los grupos. El animador trata de crear un clima propicio para que los participantes participen activamente y aprendan a trabajar los conflictos que inevitablemente suelen surgir. Entre otras cosas, procuran introducir dinámicas de grupo que divierten al grupo, ensanchan el campo de su imaginación y favorecen una reflexión cada vez más ampliada de los

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asuntos que se quieren abordar, hasta obtener un conocimiento compartido de los contextos que condicionan la vida cotidiana y explican los problemas que se padecen. Es aconsejable que, cualquiera que sea el que desarrolle el papel de animador, se clarifique bien desde el principio. No se precisa ni un tutor omnipresente ni un árbitro desimplicado del programa.

 

6. Técnicas y procedimientos para impulsar la IAP

El procedimiento más propio de la IAP es la asamblea donde todos los implicados pueden aportar como iguales su respectiva experiencia. La asamblea implica autogestión frente a las diversas formas de poder, tutela o liderazgo que mantienen a la mayoría del grupo en posición de dependencia y pasividad. De hecho el modelo organizativo de cualquier proceso de IAP suele ser la asamblea, ya sea porque esa es la forma de funcionamiento habitual del colectivo en cuestión52 o porque se establece como meta ideal a conseguir en el futuro después de un itinerario de formación y emancipación. Esta situación es la más frecuente en los procesos de IAP que tienen lugar en el contexto español debido a que las relaciones sociales suelen estar mediadas por dispositivos de delegación institucional (dirigentes con atributos de poder sobre las mayorías), excelencia profesional (técnicos que se atribuyen el "saber hacer" en relación a los demás) o liderazgo informal, que tienen por efecto inhibir la responsabilidad de las personas particulares en la resolución colectiva de los problemas que les afectan. Por otra parte, hay que procurar formas de participación que sean efectivas para los fines que se persiguen y, en ese sentido, evitar los peligros de la asamblea, que se puede convertir en un mero rito, es manipulable, se presta a la improvisación, etc. (Si se repiten muchas sin efectividad, pueden tener un efecto desmovilizador). En todo caso, quienes inician un proceso de IAP suelen ser conscientes de que deben buscar la máxima participación del colectivo implicado y que, para eso, la asamblea es el sistema al que hay que tender, pero sin renunciar a otras fórmulas complementarias de gestión y participación53.

Un proceso de IAP aplicado a la política social no sólo pretende solucionar problemas particulares sino dejar un poso de capacitación y autoorganización en el colectivo que lo lleva a cabo. En este sentido, todas las acciones que se desarrollan contando con los implicados (con ellos y desde ellos, no sólo para ellos) tienen un efecto emancipador y de toma de conciencia a más largo plazo. Pero, además, como subraya el equipo CLAVES, es posible introducir herramientas de autoformación grupal: "tiempos y espacios para que los miembros de un colectivo compartan sus ideas, conocimientos y experiencias; piensen juntos; busquen y analicen informaciones sobre las cuestiones que les interesen; evalúen sus prácticas para aprender de los aciertos y errores, etc."54. El principio en que se basa esta forma de aprendizaje es que todos sabemos algo (tenemos ideas, conocimientos previos, experiencias) y a partir de eso podemos aprender cosas nuevas. para ello, se estimula la reflexión colectiva haciendo referencias a la realidad cotidiana de los participantes en el grupo y aprendiendo unos de otros55.

Para abordar sus objetivos de investigación, la IAP utiliza de prestado todas aquellas herramientas y procedimientos de recogida y análisis de información que estén a su alcance, si bien en su aplicación trata de imprimirles su peculiar filosofía de participación y transparencia. Así, un criterio básico de los procesos de investigación que se pongan en marcha es aprovechar los recursos existentes en la propia comunidad, delegando sólo en técnicos externos aquellas tareas que el colectivo afectado no sea capaz de hacer por sí mismo (y en tanto sea capaz de ello56). Otro criterio es difundir ampliamente los resultados de los trabajos de investigación, de manera que retroalimenten la capacidad de análisis de la mayoría, no sólo de los grupos ya concienciados57.

Con los criterios anteriores un proceso de IAP puede aprovechar fuentes de información secundaria o utilizar aquellas técnicas cualitativas y cuantitativas que mejor se adapten a sus intereses. En este aspecto es importante conocer y saber para qué sirven las diversas prácticas de investigación, no utilizándolas indiscriminadamente (por ejemplo, hay quien cree que las encuestas valen para todo58. A continuación, vamos a referirnos brevemente a algunos procedimientos concretos de investigación, distinguiendo aquellos que se pueden realizar y los que normalmente exigen la participación de profesionales preparados:

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1. Búsqueda y recogida de documentación: lo más habitual es que en cualquier asunto que se quiera abordar en un proceso de IAP existan fuentes de información (estadística, documental, bibliográfica, etc.) que puedan ser útiles para contextualizar el tema o bien por que recogen experiencias anteriores de las que se aprender59.

2. Visitas a informantes cualificados: con el fin de que aporten sus conocimientos sobre los asuntos que se quieren abordar. Esto también es fácil de llevar a cabo por personas sin especial preparación60.

3. Estudio de redes: persigue explorar cuáles son las principales redes y nudos de relación social que atraviesan o influyen en el colectivo afectado. Este estudio debe incluir tanto las instituciones formales como los espacios de relación y el liderazgo informal. El momento más oportuno para ello es la fase inicial de la IAP a fin de implicar a todos los interesados pero también es muy útil para situar la información obtenida y devolverla adecuadamente61.

4. Observación participante: sirve para conocer y profundizar en torno a las costumbres, los sistemas de valores y los comportamientos de un grupo humano diferente del propio y sobre el que no se dispone de información fiable. La aplicación consiste en compartir las actividades y ocupaciones del colectivo que se quiere investigar, tomando nota de lo que se observa y sacando después grupalmente las conclusiones oportunas. Esta técnica ha sido muy utilizada por los antropólogos pero su aplicación flexible puede ser muy útil para personas sin especial preparación que hayan tomado como objetivo de la IAP conocer mejor desde dentro colectivos distintos del suyo62.

5. Historias de vida: son entrevistas orientadas a conocer la historia o biografía de aquellas personas que sean representativas o típicas de los sectores que interesa investigar. La clave de una buena aplicación es que el entrevistado ofrezca sus puntos de vista sin dirigirle excesivamente con pregunta. Cuando la entrevista se limita a un aspecto particular de la biografía, se llama "entrevista focalizada". En ambos casos conviene grabar la entrevista en magnetofón y luego transcribirla para analizarla mejor63.

6. Análisis de contenido: se orienta a analizar los materiales escritos o audiovisuales producidos por un colectivo que se quiere estudiar. Son materiales frecuentes las cartas, las autobiografías, los medios de comunicación, las canciones y los cuentos, etc. Las formas de análisis varían mucho, siendo su objetivo sacar conclusiones mediante la identificación sistemática de las características específicas de los textos o documentos64.

7. Grupos de discusión: sirven para explorar y estructurar las opiniones, actitudes y orientaciones ideológicas de un sector de población. Se trata de una técnica elaborada en España que ha tenido una notable difusión y efectividad. Para aplicarla, se reúne a un grupo de 6 a 10 personas representativas de un colectivo y se les invita a expresarse libremente, como en una tertulia, sobre el tema general que nos interesa investigar. La reunión se graba, se transcribe y se analiza después sistemáticamente (análisis del texto: lo que dicen; y del contexto: por qué lo dicen). Se trata de una técnica que requiere especial preparación, sobre todo en la fase del análisis65.

8. Grupos focalizados: técnica utilizada en los países anglosajones, semejante en su forma de aplicación a los grupos de discusión pero con un análisis posterior más simple ya que tiene otra concepción del lenguaje (se queda en lo manifiesto) y de la psicología (no se tienen en cuenta contenidos reprimidos). Tras realizar la reunión, se escucha la grabación, si es preciso varias veces, a fin de extraer conclusiones sobre cómo se sitúa el grupo ante los temas que interesan en la investigación66.

9. Grupos nominales: este procedimiento persigue llegar a establecer, de forma participativa, acuerdos o consensos entre personas que saben de algún asunto. Tras reunir a estas personas se les invita a debatir abiertamente la cuestión y después cada una establece por escrito los aspectos o prioridades que considera más relevantes; en una segunda fase, se parte de la lista de cuestiones escogidas y se abre un nuevo debate tras el que se vota el orden de prioridades definitivo. Cuando esta técnica sólo se aplica a nivel individual, por ejemplo mediante cartas sucesivas, hasta establecer un consenso de prioridades, se llama "técnica Delphi"67.

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10. Grupos triangulares: sirven para conocer los puntos de vista y las expectativas de aquellas personas que representan nuevas tendencias o formas de liderazgo en un colectivo. Se aplica a aquellos personajes que se muestran mas significativos o novedosos (tres o cuatro) del sector social que se quiere estudiar. El análisis es similar al de los grupos de discusión68.

11. Encuesta estadística: en sus diversas modalidades es sin duda la técnica más utilizada en la investigación social y también, probablemente, en los procesos de IAP, por lo que le vamos a prestar mayor atención. En principio, la encuesta convencional69 es un procedimiento contrario a un planteamiento participativo: el entrevistado sólo puede responder sobre aquello que se le pregunta y debe acomodar sus respuestas y alternativas preestablecidas, siendo inútil que trate de explicar su punto de vista (si lo hace, no se le tendrá en cuenta); por supuesto, el entrevistador no informa al entrevistado sobre quién es el cliente de la encuesta o cuáles son los fines que éste persigue. Sin embargo, en los movimientos sociales de base la encuesta suele utilizarse como instrumento no sólo de recogida de información sino de participación y movilización de los colectivos a los que se dirige. Para ello se intenta desbordar el marco de las encuestas convencionales en diversos sentidos: no sólo se hacen preguntas (con frecuencia de respuesta libre, para que el entrevistado se puede explayar) sino que se informa a éste y, eventualmente, se le invita a participar en otros actos (actividades de la asociación, asambleas para informar de los resultados de la encuesta, etc.); el entrevistador sabe muy bien el fin que se persigue y se lo explica al entrevistado, lo que permite entablar un diálogo abierto con él. Para la IPA la técnica de encuesta, utilizada en un proceso de IAP, puede ser útil para algunos objetivos, pero inútil y hasta perjudicial para otros, por lo que conviene hacer las siguientes precisiones:

a) El nivel de la realidad social que cubre la encuesta se limita a recoger datos característicos de las personas a las que se aplica (como la edad, sexo, profesión, etc.), a sondear comportamientos (si hace tal cosa, a quién vota, etc.), y a captar su opinión y actitud en torno a los temas fijados en el cuestionario. Por tanto, mediante la encuesta se accede a un nivel de la realidad social (el delimitado por la posición de los individuos, tomados uno a uno), pero "la" realidad social que se quiere abordar normalmente es más amplia: por ejemplo, en el caso de la pobreza, ésta no se puede explicar sólo a partir de los individuos pobres sino que hay que tener en cuenta su contexto familiar y laboral, la política económica y de prestaciones sociales, la opinión pública en torno a la pobreza, etc., y estas cosas hay que trabajarlas por otros métodos: historia y cultura de origen; economía laboral, ideologías sociales, etc. Si la investigación se limita a una encuesta, cabe el peligro de reducir la problemática del pobre a factores subjetivos (es que piensa así, tiene estas limitaciones, no aprovecha las ayudas, etc.).

b) El diseño del cuestionario: es un momento decisivo porque delimita los temas que se van a tratar (y por tanto los que se dejan fuera) así como la forma en que tales temas van a ser tratados (preguntas cerradas, abiertas, royectivas, etc.). Se dice, en este sentido, que la encuesta es una técnica cerrada, no descubre nada sino que se limita a cuantificar la distribución de los asuntos que previamente se han introducido en el cuestionario. Para acertar en la elección y forma de presentación de los temas hay que conocer con antelación las coordenadas básicas del colectivo y/o problemática que se quiere abordar, lo que implica normalmente un estudio exploratorio previo, normalmente a través de bibliografía, entrevistas con informantes cualificados y, sobre todo, mediante técnicas cualitativas. Las encuestas que se aplican desde movimientos y programas de base se diseñan frecuentemente a partir de las opiniones y conocimiento del tema de los propios animadores, con lo que se puede acertar pero también pueden colarse tópicos y prejuicios que no se corresponden con la problemática sentida por el colectivo a encuestar o bien olvidarse de aspectos que se hubieran tenido en cuenta en el caso de haber realizado una fase previa de exploración.

c) La aplicación del cuestionario: normalmente se exige a los entrevistadores que se muestren "neutrales", sin introducir sus puntos de vista ni extenderse en conversaciones al margen del cuestionario; de este modo, se persigue que el entrevistado no se sienta condicionado por la presencia del entrevistador. En las encuestas aplicadas desde una perspectiva de IAP, sin embargo, se pretende informar e implicar al entrevistado, lo que tiene el peligro de que éste se vea condicionado en sus respuestas, perdiendo objetividad. Para salir al paso de este problema, convendrá dividir la aplicación del cuestionario en dos partes: una primera en que el entrevistador se mostrará neutral, recogiendo fielmente las características y opiniones de los entrevistados, y

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otra segunda en que podrá introducir informaciones, puntos de vista y cualquier forma de conversación que favorezca la comunicación e implicación del entrevistado.

d) Fiabilidad de los resultados: en el uso convencional de la técnica de encuesta es fundamental asegurar la fiabilidad de los resultados, es decir, lograr un alto nivel de confianza en que la muestra de personas encuestadas (que suele ser una parte pequeña de la población a investigar) sea representativa del conjunto. Para ello se utilizan técnicas de muestreo, que se basan en el cálculo de probabilidades a través del azar: hay más garantía de acertar si los entrevistados se escogen aleatoriamente, bien sea a partir de las listas censales o de los portales de las casas, etc. En el caso de las encuestas aplicadas como investigación?acción, puede seguirse algún criterio de muestreo, o bien se puede preferir encuestar sólo a determinadas personas (por ejemplo las que acuden a la sede de la asociación o programa, etc.); esto último puede ser más fácil y hasta lo más conveniente para otros fines, pero no asegura la representatividad de la muestra.

 

7. Evaluación permanente y participativa

La evaluación de programas sociales se ha ido introduciendo en España desde mediados de los años ochenta, acercando las aportaciones que autores y escuelas externas venían elaborando desde los años sesenta70. En general, la evaluación trata de emitir juicios sobre la adecuación y eficacia del programa en relación a los fines que se proponen y, para ello, recoge y analiza la información disponible en torno al diseño, el desarrollo y los resultados del mismo. Actualmente los mecanismos de evaluación se suelen introducir a lo largo del programa a fin de que sirvan para mejorar las cosas sobre la marcha, no sólo como verificación a posteriori. Cuando todos o la mayoría de los miembros del programa intervienen en la evaluación, no sólo los líderes o técnicos externos, obtenemos el tipo de evaluación propio de la IAP71. No sólo se trata de valorar las cosas que se hacen sino el papel desempeñado por las personas y colectivos implicados ya que, como vimos, la predisposición a "analizar" y a "ser analizados" constituye un criterio consustancial a la IAP.

Con frecuencia la evaluación tiene lugar espontáneamente como parte de la reflexión colectiva que acompaña a las sucesivas etapas de la IAP. Por ejemplo, en las reuniones periódicas de la asamblea o del GP no sólo se coordinan las tareas sino que se evalúa lo ya hecho, se discuten propuestas y se toman las decisiones oportunas. Sin embargo, otras veces esto no basta y conviene sistematizar la evaluación e incluso, eventualmente, contar con profesionales externos que colaboren en esa tarea72.

Teniendo en cuenta las líneas básicas de la IAP, podemos esquematizar algunos temas de evaluación que, en nuestra opinión, son más importantes (ver Cuadro 2).

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Notas

* Conferencia. Encuentro de la Consejería de Juventud. Córdoba, junio de 2003.

1. Ver, por ejemplo LAS HERAS, P. y CORTAJERENA, E., Introducción al bienestar social, Siglo XXI, Madrid, 1985, págs. 28?31; y CASADO, D., Introducción a los servicios sociales, Ed. Popular, Madrid, 1995, págs. 55?70.

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2. El referente teórico por excelencia de este tipo de enfoque lo suministra MASLOW, A., Motivación y personalidad, Sagitario, Barcelona, 1975.

3. Ver, por ejemplo, BRADSHAW, J., "Una tipología de la necesitat social", en Instruments de Prospecció de Serveis Sociales, Nº 1, Generalitat de Catalunya, Barcelona, 1983.

4. Varias posibilidades se ofrecen en THAYER, R., "Com mesurar les necessitats en els Serveis Socials", en Instruments de Prospecció de Serveis Sociales Nº 2, Generalitat de Catalunya, Barcelona, 1983. Otra propuesta en el artículo de ALONSO TORRENS, J., "La investigación sociológica en la planificación de los Servicios Sociales", en Documentación Social Nº 64, 1986, págs. 61?84.

5. Las limitaciones de la encuesta para captar valores, actitudes y opiniones están analizadas, para un caso práctico, en CARDÚS, S., y ESTRUCH, J., Les enquestes a la joventut de Catalunya, Generalitat de Catalunya, Barcelona, 1984. Una aproximación de mayor alcance teórico es la de IBÁÑEZ, J., Más allá de la sociología, Siglo XXI, Madrid, 1979.

6. COLECTIVO IOÉ, "Investigación?Acción Participativa. Introducción en España", en Documentación Social, Nº 92, 1993, págs. 59?69.

7. GAULEJAC, V., BONETTI, M. Y FRAISE, J., L?ingénierie sociale, Syros?Alternatives, Paris, 1989, pág. 36.

Ver también CASTEL, R., La gestion des risques, Minuit, Paris, 1981.

8. Sergio Moscovici ha estudiado estas relaciones en Psychologie des minorités actives, PUF, Paris, 1979.

9. Concepto utilizado en O?CONNOR, J., Crisis de acumulación, Península, Barcelona, 1987.

10. Ver GARCÍA ROCA, J., "Metodología de la intervención social", en Documentación Social Nº 69, octubrediciembre 1987, pág. 51.

11. DEMO, P., Investigación participante. Mito y realidad, Kapelusz, Buenos Aires, 1985, págs. 51?71; PARK, Peter, "Qué es la investigación?acción participativa. Perspectivas teóricas y metodológicas", en SALAZAR, M.C., La Investigación Acción Participativa. Inicios y desarrollos, Ed. Popular, Madrid, 1992, págs. 135?174; y GABARRÓN, L.R. y HERNÁNDEZ, L., Investigación participativa, CIS, Madrid, 1994, págs. 23?44.

12. Desde mediados de los años setenta hemos colaborado en procesos de IAP promovidos en diversos barrios de Madrid (Puerta del Angel, 1974?80; Nuevas Palomeras, 1986-90; Sandi 1988; Prosperidad, 1993?94) y en el barrio del Gurugú (Badajoz, 1990?91). En el área del desarrollo comunitario con un enfoque de IAP, hemos asesorado al equipo de educación de adultos de la Mancomunidad del Cerrato (Venta de Baños, Dueñas, Villamuriel y Tariego, 1986?87), a la iglesia diocesana de Albacete (1986?87), al Colectivo GRANC (Gerona, 1995) y al programa de inmigrantes de Cáritas Española.

13. René Lourau solía decír que el socianálisis había cumplido su función cuando el grupo?cliente echaba a los sociólogos. Esta era la señal de que los "destinatarios" iniciales de la intervención eran capaces de autogestionar sus problemas. Ver LOURAU, R., L?analyse institutionnelle, Minuit, Paris, 1970.

14. Orlando Fals Borda abordó todos estos asuntos, por encargo de la O.I.T., a partir de cinco experiencias de IAP en el medio rural de México, Colombia y Nicaragua. Especialmente alude en su libro a las tensiones que se producen "entre bases y activistas" (concepto en el que incluye a los profesionales y voluntarios colaboradores) y a los problemas relacionados con los niveles del lenguaje, que hay que saber usar apropiadamente (desde el nivel "ágrafo", basado exclusivamente en imágenes y símbolos, hasta el conceptual y teórico para cuadros avanzados e intelectuales). FALS BORDA, O., Conocimiento y poder popular, Siglo XXI?Punta de Lanza, Bogotá, 1985.

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15. Concepto central de Pablo Freire con el que quería expresar la íntima vinculación existente entre la toma de conciencia de las propias raíces y las posibilidades de transformación. Ver FREIRE, P., Pedagogía del oprimido, Siglo XXI, México, 1983.

16. Stephen Kemmis y Robin McTaggart exponen el contenido de estos cuatro "momentos" de la IAP y proponen fórmulas concretas para aplicarlos. Ver KEMMIS, S. y McTAGGART, R., Cómo planificar la Investigación? Acción, Laertes, Barcelona, 1992.

17. Manfred A. Max?Neef opina que el problema de la articulación micro-macro está aún por resolver a nivel teórico, si bien él se inclina por un tipo de relación dialéctica entre ambos planos: "una interacción dialéctica entre estados macro y comportamientos individuales (micro) puede ser la vía más acertada de tal suerte que, aún cuando se influyan recíprocamente, ni los unos ni los otros son predecibles mecánicamente a partir de la sola observación de su opuesto". MAX?NEEF, M.A., Desarrollo a escala humana. Conceptos, aplicaciones y algunas reflexiones, Nordan?Icaria, Montevideo y Barcelona, 1994, pág. 119.

18. Nos referimos a la "tradición pragmática no crítica" de la investigación-acción, iniciada por Dewey y Lewin, donde la participación de los afectados es sólo un método para la resolución de problemas puntuales, segmentados del contexto social (ver más adelante, apdo. 2.3).

19. A diferencia de la "educación bancaria", que refuerza la dependencia disciplinada de los alumnos, "la concepción liberadora (...) desmitifica la realidad; de ahí que no tema el desvelamiento. En lugar del hombrecosa, adaptable, lucha por el hombre persona, transformador del mundo. Ama la vida en su devenir. Es biófila y no necrófila". FREIRE, P., "La concepción bancaria de la educación y la deshumanización", en FREIRE, P., FIORI, H. Y FIORI, J.L., Educación liberadora, Zero?Zyx, Bilbao, 1973, pág. 59.

20. FALS BORDA, O. y RODRÍGUEZ BRANDAO, C., Investigación Participativa, Ed. de la Banda Oriental, Montevideo, 1987, pág. 126.

21. El principal exponente es la "escuela moderna", teorizada por Francisco FERRER, cuyas ideas fueron aplicadas durante varias décadas por los anarquistas españoles (La escuela moderna, Tusquets, Barcelona, 1976). Sobre las diferencias en este punto con la Institución Libre de Enseñanza, de orientación socialista, ver DE PUELLES, M. (Comp.) Historia de la educación en España, T.III, Ministerio de Educación y Ciencia, Madrid, 1989, págs. 32ss.

22. ANDER-EGG, citando a Oscar Jara, señala que los emigrantes socialistas y anarquistas españoles fomentaron desde comienzos del siglo XX en América Latina la educación popular (escuelas sindicales, universidades populares, movimientos culturales, etc.). Ver ANDER-EGG, E., "Animación sociocultural, educación permanente y educación popular", en AA.VV., Una educación para el desarrollo: la animación socialcultural, Fundación Banco Exterior, Madrid, 1988, pág. 51.

23. QUINTANA, J.M. (Cord.), Investigación participativa. Educación de adultos, Narcea, Madrid, 1986.

24. Al menos en las universidades de Santiago de Compostela, Murcia, Sevilla, Tenerife, Autónoma de Barcelona y Complutense de Madrid, existen departamentos que se han especializado en la teoría y la práctica de la IAP.

25. SERRANO, M. I., Educación para la Salud y Participación comunitaria. Una perspectiva metodológica, Edcs. Díaz Santos, S.A., Madrid, 1989.

26. FERNÁNDEZ SIERRA, J. y SANTOS GUERRA, M. Á., Evaluación cualitativa de programas de educación para la salud. Una experiencia hospitalaria, Edcs. Aljibe, Archidona, 1992.

27. AGUILAR, M. J. y ANDER-EGG E., Evaluación de servicios y programas sociales, Siglo XXI de España Edts., Madrid, 1992.

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28. LORENZANA, C. (Ed.), Tomamos la palabra. Experiencias de ciudadanía participativa, Icaria, Barcelona, 2002. Entre otras experiencias, se recoge la aplicación de "presupuestos participativos" en Córdoba y Cabezas de San Juan (Sevilla).

29. PEREDA, C. Y VILLAGRÁ, A., "Consulta social europea. Una propuesta para trabajar en red en los próximos años", en Documentación Social, Nº 129, 2002, págs. 129?142.

30. Ver GOYETTE, G. Y LESSARD?HEBERT, M., La investigación?acción. Funciones, fundamentos e instrumentación, Laertes, Barcelona, 1988, págs. 17ss.

31. Citado por GOYETTE, G. y LESSARD?HEBERT, M., o.c., pág. 18.

32. Ver BATTEN, T.R., Las comunidades y su desarrollo, F.C.E., México, 1964.

33. Los sucesivos Programas Europeos de Lucha contra la Pobreza han financiado muchos programas locales y regionales bajo el sugerente rótulo de "investigación?acción" y algunos de sus criterios de intervención son característicos de la IAP: multidimensionalidad, cooperación ("partenariat") y participación. Sin embargo, el desarrollo de los programas se enmarcaba en el objetivo final de integrar a los colectivos desfavorecidos en las instituciones económicas y sociales preexistentes, sin plantearse en ningún momento incidir en una transformación de las mismas. Ver COLECTIVO IOÉ, "Consideraciones críticas en torno al II Programa Europeo de Lucha contra la Pobreza", en AA.VV., La pobreza en la España de los años 80, Acebo, Madrid, 1989, págs. 178?85; y ABOU SADA, G., Luttes contre la pauvrété, GEIE, Lille, 1991.

34. Los programas de desarrollo comunitario puestos en marcha en América Latina durante los años 60 con apoyo financiero de Estados Unidos (Alianza para el progreso) fueron desbordados en la práctica y con frecuencia reorientaron su estrategia en una línea crítica. Ver SANGUINETTI, Y., "La investigación participativa en los procesos de desarrollo de América Latina", en Revista de la Asociación Latinoamericana de Psicología Social, México, 1981.

35. El Simposio Mundial sobre IAP, celebrado en Cartagena de Indias (Colombia) en 1977 representa el momento cuminante de esta tradición crítica en América Latina. Ver MOLANO, A. (comp.), Crítica y política en Ciencias Sociales, Simposio Mundial de Cartagena sobre Investigación Activa y Análisis Científico, Punta de Lanza, Bogotá, 1978 (2 tomos).

36. Ver LAPASSADE, G., LOURAU, R. y otros, El análisis institucional, Campo abierto Ed., Madrid, 1977; SEGUIER, M., Crítica Institucional y creatividad colectiva, Marsiega, Madrid, 1978; MENDEL, G., "La sociopsychanalyse institutionnelle, une pratique et une théorie locales du pouvoir colllectif", en AA.VV., Sociopychanalyse 7: La misère politique actuelle, Payot, Paris, 1978; y TOURAINE, A., La voix et le régard, Seuil, Paris, 1978.

37. Aparecen traducciones, números monográficos de revistas y algunos libros propios que responden a estas orientaciones, se celebran simposios de investigación?acción aplicada a la educación o el trabajo social, etc. A partir de 1993 tiene lugar anualmente en Madrid un curso sobre IAP inicialmente promovido por los equipos CIMS, EDE y Colectivo IOÉ y actualmente adscrito a la facultad de Sociología de la Universidad Complutense (curso de postgrado sobre "Investigación participativa y gestión local").

38. IBÁÑEZ, J., Más allá de la sociología, Siglo XXI, Madrid, 1979; Del algoritmo al sujeto, Siglo XXI, Madrid, 1985; y "La guerra incruenta entre cuantitativistas y cualitativistas", en REYES, R. (ed.), Las ciencias sociales en España, Ed. Complutense, Madrid, 1992, págs. 140?54.

39. El despegue de los Servicios Sociales que tuvo lugar en la última fase del franquismo se orientaba más a afianzar el orden público que a erradicar la pobreza. De hecho la Dirección General de Asistencia Social dependió hasta 1974 del ministerio de Gobernación (actual ministerio de Interior). Ver, en este sentido,

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RODRIGUEZ CABRERO, G., El gasto público en servicios sociales en España, Ministerio de Asuntos Sociales, Madrid, 1990, págs. 18ss. y 41..

40. Para Stanley COHEN estas tendencias, que se presentaban inicialmente como alternativas al modelo anterior de control centralizado de los marginados, han tenido un efecto más retórico que efectivo: se critican las cárceles, pero los presos aumentan; se defiende el tratamiento desde la propia comunidad, pero las redes profesionales y de tutela externa se fortalecen y extienden; se proclama el "Estado mínimo" pero las diversas adminstraciones mantienen un fuerte control directo e indirecto sobre los sectores excluidos. Ver COHEN, S., Visiones de control social, PPU, Barcelona, 1988.

41. IBÁÑEZ, J., Más allá de la sociología, o.c., págs. 358?9.

42. Ante la crítica planteada por Alfonso Ortí en este punto, Ibáñez replicó: "tiene toda la razón. No he construído la llamada 'perspectiva dialéctica', pero aquí aporto materiales para construirla. A ver quién se anima". IBÁÑEZ, J., Nuevos avances en la investigación social. La investigación social de segundo orden, Suplementos de Anthropos, Nº 22, Barcelona, 1990, pág. 22.

43. VILLASANTE, T. R., "De los movimientos sociales a las metodologías participativas", en DELGADO, J. M. y GUTIÉRREZ, J., Métodos y técnicas cualitativas de investigación en ciencias sociales, Síntesis, Madrid, 1994, págs. 415?16.

44. Hemos hecho una presentación abreviada de todas las fases de la IAP para una eventual aplicación de este tipo de intervención en el sector de los inmigrantes. Ver COLECTIVO IOÉ, Pistas de Investigación?Acción, Rev. Entre Culturas, Madrid, NN. 1?10, 1992?94.

45. Ver apartado 1.

46. En el barrio de Los Geranios (Madrid) el GP, surgido de la Parroquia de San Ambrosio, decidió rápidamente los colectivos a los que quería invitar (grupos parroquiales, asociaciones de vecinos, de jubilados y de enseñantes, un colegio público y una guardería; un Centro de Apoyo al Menor y un equipo especializado de lucha contra la droga), así como el equipo técnico (Colectivo IOÉ) y los organismos financiadores del proyecto (Cáritas y la Parroquia). Se optó por incluir sólo colectivos e instituciones con sede en los límites geográficos del barrio y no contar con ayuda financiera de instancias públicas (ambos planteamientos, discutibles, fueron asumidos deliberadamente por el GP).

47. En el Proyecto +60 del barrio de Prosperidad se hicieron varias campañas sistemáticas para invitar a todo tipo de colectivos que pudieran implicarse en el proyecto, llegando a más de 40 grupos del barrio y de fuera del GP mismo. En el diagnóstico de necesidades realizado en Albacete (1986?87), el GP inicial, surgido de Cáritas Diocesana, logró vincular, a través del obispado, a toda la red de parroquias y centros de enseñanza dependientes de religiosos; así mismo, se incorporó a diversos movimientos rurales y urbanos de índole laboral y educativa.

La constitución última del GP se fraguó a varios niveles en torno a un núcleo central donde estaban representados todos los grupos e instituciones implicados (incluyendo aquí el apoyo técnico de Colectivo Ioé).

48. La primera medida que se tomó en el proyecto de IAP de Santibáñez de Béjar, promovido por profesores de la Universidad de Salamanca, fue detectar sobre el terreno mediante una red de entrevistas cuáles eran las principales vías de comunicación e influencia entre los vecinos del pueblo. Así se pudo descubrir que los miembros de la corporación municipal (incluido el cartero), los maestros, el médico, la asistente social, los profesores de educación de adultos y los participantes en una tertulia de padres eran los cauces más adecuados para poner el marcha el proyecto.

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49. Una exposición práctica de esta técnica se puede encontrar en MAX?NEEF, M.A., Desarrollo a escala humana, o.c., págs. 68?82; y ELIZALDE, A., "La IAP y el diagnóstico de las necesidades comunitarias", en Documentación Social, Nº 92, Madrid, págs. 121?39.

50. KEMMIS, S. y Mc TAGGART, R., Cómo planificar la Investigación?Acción, Laertes, Barcelona, 1992, págs. 121?31. Para una contextualización de esta técnica en el ámbito educativo, ver ELLIOT, J., La investigaciónacción en educación, Morata, Madrid, 1990, págs. 56?81.

51. LÓPEZ DE CEBALLOS, P., Un método para la Investigación?Acción Participativa, Ed. Popular, Madrid, 1987, págs. 54?63; y SEGUIER, M., Crítica institucional y creatividad colectiva, Marsiega, Madrid, 1978.

52. En una IAP desarrollada en la comunidad campesina de Pucará (Ecuador) el análisis de la estructura de poder local se basó en el trabajo de la asamblea participativa que era la práctica habitual utilizada desde antiguo por los campesinos para resolver sus problemas. Ver MONTES DEL CASTILLO, A., Simbolismo y poder, Anthropos, Barcelona, 1989, págs. 45?47.

53. En el Proyecto +60 (barrio de Prosperidad, Madrid) el GP funcionaba con carácter asambleario si bien informalmente actuaban varios líderes que aglutinaban, a la vez que inhibían, al resto de participantes. En la IAP del barrio de Los Geranios (Madrid) el protagonismo se concentraba en los líderes institucionales de la entidad promotora (los curas y la trabajadora social), si bien se realizaron varias asambleas de amplia convocatoria en momentos claves del proyecto (discusión del Plan inicial; devolución de resultados de cada fase).

54. DE LA RIVA, F. (EQUIPO CLAVES), "Investigación participativa y autoformación grupal", en Documentación Social, Nº 92, Madrid, 1993, págs. 141?52.

55. Existen diversos equipos en España que pueden facilitar esta formación grupal, así como diversas publicaciones. Ver, además de los ya citados, DE CASTRO, A, La animación cultural, Diputación provincial, Valladolid, 1987; LÓPEZ DE CEBALLOS, P. y SALAS, M., Formación de animadores y dinámicas de la animación, Ed. Popular, Madrid, 1987; ASTORGA, A. y VAN DER BIJL, B., Manual de diagnóstico participativo, Humánitas?Cedepo, Buenos Aires, 1991; PRIETO, D., El autodiagnóstico comunitario e institucional, Humanitas, Buenos Aires, 1988; y CODEDAH, Educación de adultos y acción participativa, Ministerio de Educación y Ciencia y Editorial Popular, Madrid, 1988.

56. En el Proyecto +60 la mayoría de las tareas relacionadas con el diseño, aplicación y tabulación de una encuesta corrieron a cargo de vecinos voluntarios, dejando en manos de técnicos externos la redacción final de las preguntas (de acuerto a los temas decididos por el GP, tras consultar a varios grupos de ancianos), el diseño de la muestra y una primera interpretación de los resultados. Cuando se planteó reelaborar el cuestionario para hacerlo más breve fueron vecinos voluntarios que habían participado en todo el proceso los que se encargaron de transformarlo sin necesidad de ayuda externa. En el proyecto de Albacete toda la organización quedó en manos del GP y de la asamblea de representantes, dejando a los técnicos la búsqueda de información muy especializada y la aplicación de algunas técnicas sociológicas más complejas (grupos de discusión).

57. En el barrio de Los Geranios (Madrid) los resultados de las exploraciones (hechas por los vecinos) y de los grupos de discusión (a cargo de los técnicos) se difundieron en folletos impresos a todos los hogares del barrio.

Cuando en una fase posterior de la IAP se comprobó que el 67% de los adultos del barrio eran analfabetos funcionales (estudios primarios incompletos), se pensó en transmitir los resultados mediante representaciones teatrales y cintas de video en lugar de utilizar folletos (pese al bajo estatus de las familias, el 47% de los vecinos disponía en su casa de aparato de video).

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58. Una reflexión sobre los diversos niveles de la realidad social y sobre las prácticas de investigación pertinentes en cada caso puede encontrarse en ORTÍ, A., "La confrontación de modelos y niveles epistemológicos en la génesis e historia de la investigación social", en DELGADO, J.M. y GUTIÉRREZ, J., Métodos y técnicas cualitativas de investigación en ciencias sociales, Ed. Síntesis, Madrid, 1994, págs. 85?95.

59. En el barrio de Los Geranios se crearon siete comisiones de vecinos encargadas de recoger toda la información disponible sobre la historia del barrio (entrevistas a ancianos en el parque), las viviendas de realojo (visita a OREVASA), los transportes (previsiones de Metro en el barrio), los comercios (visitas a comerciantes), etc. Los resultados de estas búsquedas fueron publicadas en un folleto que se difundió a las 1.500 familias del barrio.

60. En las primeras fases del proyecto +60 se visitó a representantes de varias instituciones (administración, Cáritas Española, centros de salud y de tercera edad presentes en el barrio, etc.) y a personas particulares (trabajadores sociales con experiencias similares, profesores de trabajo social, sociólogos, etc.) con el fin de perfilar mejor las características de la IAP que se quería desarrollar.

61. Ver VILLASANTE, T.R., "Redes comunitarias y nuevas cosmologías", en Alfoz, Nº 29, Madrid, 1986, págs.

21?28; y "Clientelas y emancipaciones: una introducción metodológica", en VILLASANTE, T.R. (coord.), Las ciudades hablan. Identidades y movimientos sociales en seis metrópolis latinoamericanas, Ed. Nueva Sociedad, Caracas, 1994, págs. 26?47.

62. Ver GUTIÉRREZ, J. y DELGADO, J.M., "Teoría de la observación", en DELGADO, J.M., y GUTIÉRREZ, J., Métodos y técnicas cualitativas de investigación en Ciencias Sociales, o.c., págs. 141?173.

63. Ver PUJADAS, J.J., El método biográfico. El uso de las historias de vida en Ciencias Sociales, CIS, Madrid, 1992.

64. Ver NAVARRO, P. y DÍAZ, C., "Análisis de contenido", en DELGADO, J.M., y GUTIÉRREZ, J., Métodos y técnicas cualitativas de investigación en Ciencias Sociales, o.c., págs. 177?224.

65. En el barrio de Los Geranios (Madrid) se encargó a Colectivo Ioé aplicar tres grupos de discusión a otros tantos sectores significativos del barrio (padres, madres y jóvenes); los resultados se publicaron y difundieron entre los vecinos del barrio siendo después objeto de reflexión y debate grupal. Sobre la técnica del grupo de discusión, Ver IBÁÑEZ, J., Más allá de la sociología. El grupo de discusión, Siglo XXI, Madrid, 1979; y ORTÍ, A., "La apertura y el enfoque cualitativo o estructural: la entrevista abierta semidirectiva y la discusión de grupo", en GARCÍA FERRANDO, M., IBÁÑEZ, J. y ALVIRA, F., El análisis de la realidad social. Métodos y técnicas de investigación, Alianza, Madrid, 1986, págs. 153?185.

66. En el Proyecto +60 se encargo a Colectivo IOÉ aplicar cuatro grupos focalizados con varios sectores de ancianos a fin de extraer los temas que más les preocupaban y no relegarlos en el cuestionario. Sobre la técnica del grupo focalizado, Ver KRUEGUER, R.A., El grupo de discusión (título original: The focus group), Pirámide, Madrid, 1991.

67. Sobre los grupos nominales y la técnica Delphi, Ver GARCÍA, R., y AMEZCUA, C., "Técnicas cualitativas de investigación", en Documentación Social, Nº 92, Madrid, 1993, págs. 257?74.

68. La práctica del grupo triangular, diseñada por Fernando Conde, ha sido validada recientemente por varias investigaciones empíricas.

69. Una presentación sintética de la historia y características de las encuestas convencionales puede encontrarse en GARCÍA FERRANDO, M., "La encuesta", en GARCÍA FERRANDO, M., IBÁÑEZ, J. y ALVIRA, F., o.c., págs. 123?52.

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70. Ver ALVIRA, F., Metodología de la evaluación de programas, CIS, Madrid, 1991; y STUFFLEBEAN, D.L. y SHINKFIELD, A.J., Evaluación sistemática. Guía teórica y práctica, Paidós y Ministerio de Educación y Ciencia, Barcelona y Madrid, 1989.

71. Ver, en este sentido, CARIDE, J.A., "La evaluación de lo social: tema y proceso de la IAP", en Documentación Social, Nº 92, Madrid, 1993, págs. 110?19; y VENTOSA, V.J., Evaluación de la animación sociocultural, Ed. Popular, Madrid, 1992.

72. En el Proyecto +60, gracias a una financiación del INSERSO, Colectivo Ioé se encargó de coordinar un proceso evaluativo que permitió sistematizar toda la información relevante a tal efecto y devolvérsela a los participantes en varios momentos del proceso (ver próximos capítulos).

Investigación-acción participativa (IAP)

Marlen Eizagirre y Néstor Zabala

Método de investigación y aprendizaje colectivo de la realidad, basado en un análisis crítico con la participación activa de los grupos implicados, que se orienta a estimular la práctica transformadora y el cambio social.

El método de la investigación-acción participación (IAP) combina dos procesos, el de conocer y el de actuar, implicando en ambos a la población cuya realidad se aborda. Al igual que otros enfoques participativos, la IAP proporciona a las comunidades y a las agencias de desarrollo un método para analizar y comprender mejor la realidad de la población (sus problemas, necesidades, capacidades, recursos), y les permite planificar acciones y medidas para transformarla y mejorarla. Es un proceso que combina la teoría y la praxis, y que posibilita el aprendizaje, la toma de conciencia crítica de la población sobre su realidad, su empoderamiento, el refuerzo y ampliación de sus redes sociales, su movilización colectiva y su acción transformadora.

En cada proyecto de IAP, sus tres componentes se combinan en proporciones variables. a) La investigación consiste en un procedimiento reflexivo, sistemático, controlado y crítico que tiene por finalidad estudiar algún aspecto de la realidad con una expresa finalidad práctica. b) La acción no sólo es la finalidad última de la investigación, sino que ella misma representa una fuente de conocimiento, al tiempo que la propia realización del estudio es en sí una forma de intervención. c) La participación significa que en el proceso están involucrados no sólo los investigadores profesionales, sino la comunidad destinataria del proyecto, que no son considerados como simples objetos de investigación sino como sujetos activos que contribuyen a conocer y transformar su propia realidad.

La finalidad de la IAP es cambiar la realidad y afrontar los problemas de una población a partir de sus recursos y participación, lo cual se plasma en los siguientes objetivos concretos: a) Generar un conocimiento liberador a partir del propio conocimiento popular, que va explicitándose, creciendo y estructurándose mediante el proceso de investigación llevado por la propia población y que los investigadores simplemente facilitan aportando herramientas metodológicas. b) Como consecuencia de ese conocimiento, dar lugar a un proceso de empoderamiento o incremento del poder político (en un sentido amplio) y al inicio o consolidación de una estrategia de acción para el cambio. c) Conectar todo este proceso de conocimiento, empoderamiento y acción a nivel local con otros similares en otros lugares, de tal forma que se genere un entramado horizontal y vertical que permita la ampliación del proceso y la transformación de la realidad social.

En la IAP se siguen básicamente cuatro fases, aunque no siempre se diferencian nítidamente unas de otras. a) La observación participante, en la que el investigador se involucra en la realidad que se estudiará, relacionándose con sus actores y participando en sus procesos. b) La investigación participativa, en la que se diseña la investigación y se eligen sus métodos, basados en el trabajo colectivo, la utilización de elementos de la cultura popular y la recuperación histórica. El investigador presenta al grupo los diversos métodos

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disponibles para la obtención de información, explicándoles su lógica, eficacia y limitaciones, para que aquél los valore y elija en base a los recursos humanos y materiales disponibles. Para la recogida de información se usan técnicas como la observación de campo, la investigación en archivos y bibliotecas, las historias de vida, los cuestionarios, las entrevistas, etc. La información es recogida, y luego sistematizada y analizada, por la propia comunidad, siendo el papel del investigador de mero facilitador. c) La acción participativa implica, primero, transmitir la información obtenida al resto de la comunidad u otras organizaciones, mediante reuniones, representaciones teatrales u otras técnicas, y, además, con frecuencia, llevar a cabo acciones para transformar la realidad. d) La evaluación, sea mediante los sistemas ortodoxos en las ciencias sociales o simplemente estimando la efectividad de la acción en cuanto a los cambios logrados, por ejemplo en cuanto al desarrollo de nuevas actitudes, o la redefinición de los valores y objetivos del grupo (Guzman et. al, 1994).

En cuanto a su origen y evolución, la IAP surge en los años 70, en un clima de auge de las luchas populares y ante el fracaso de los métodos clásicos de investigación en el campo de la intervención social. Sin embargo, sus precedentes se hallan en el concepto de “investigación-acción” acuñado por Kurt Lewin en 1944, entendido como un proceso participativo y democrático llevado a cabo con la propia población local, de recogida de información, análisis, conceptualización, planificación, ejecución y evaluación. Se trataba de una propuesta que rompía con el mito de la investigación estática y defendía que el conocimiento se podía llevar a la esfera de la práctica, que se podían lograr de forma simultánea avances teóricos, concienciación y cambios sociales.

Estas formulaciones fueron retomadas a fines de los 60 en Latinoamérica, por diferentes iniciativas y enfoques comprometidos en la lucha contra la pobreza y la desigualdad social. Fue clave para ello el brasileño Paulo Freire y su obra __La pedagogía de los oprimidos, __de 1968, en la que argumenta que los pobres están capacitados para analizar su propia realidad. En consecuencia, se asume que la identificación y consolidación de los conocimientos y capacidades que poseen los pobres pueden utilizarse como herramientas para su propio empoderamiento. Esta perspectiva contribuyó a una reconceptualización del trabajo social con los sectores vulnerables, así como a una expansión de la educación de adultos y la educación popular.

Posteriormente, en 1977, varios enfoques partidarios de combinar la reflexión con la acción transformadora confluyeron en el Simposio Mundial sobre el Investigación-Acción y Análisis Científico celebrado en Cartagena (Colombia). Fue a partir de este encuentro cuando comenzó el desarrollo de la IAP como una metodología de investigación participativa, transformadora y comprometida con la práxis popular. Ahora bien, aunque el carácter participativo estaba implícito en esas formulaciones, parece que no fue hasta mediados de los 80 cuando al concepto investigación-acción se le añade el de “participación” y se utiliza claramente el término IAP.

La IAP ha contribuido al desarrollo de diversos enfoques y corrientes que, a su vez, también le han enriquecido a ella. A pesar de sus diferencias, su característica común es la preocupación sobre la utilidad de la investigación para la mejora de la realidad, y entre ellos destacan: los movimientos de renovación pedagógica, los movimientos de educación popular, las nuevas concepciones de la educación, o los movimientos de intervención comunitaria.

Una de sus principales contribuciones fue la realizada al desarrollo de los movimientos populares de los años 80. La IAP comenzó a ser utilizada no sólo para analizar problemas a pequeña escala en zonas rurales, sino también otros más complejos como los problemas urbanos y regionales, la salud pública o la historia del pueblo.

En el campo de la cooperación para el desarrollo, las técnicas de la IAP han sido aplicadas con éxito por ONG y otras agencias en campos como el cooperativismo, la extensión agraria y la educación de adultos. En este sentido, es importante destacar que la IAP es uno de los métodos que han servido de base a la aparición y desarrollo de otras metodologías participativas que cuentan con un creciente uso en el campo de la cooperación, como son el diagnóstico rural participativo y el conjunto de los enfoques participativos.

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En los años 90, ha continuado utilizándose en el Norte en el campo de la educación y de la intervención social con grupos de barrio, inmigrantes, enfermos de SIDA, etc. Y, en el Sur, en muy diversos proyectos que van desde el desarrollo local y la alfabetización, hasta la gestión colectiva de cuencias hidrológicas. En todos esos ámbitos la IAP ha seguido proporcionando explicaciones de la realidad en clave colectiva y sirviendo como herramienta de acción transformadora. M. E. y N. Z.

Bibliografía

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Guzmán, G., A. Alonso, Y. Pouliquen y E. Sevilla (1994), Las metodologías participativas de investigación: el aporte al desarrollo local endógeno, Instituto de Sociología y Estudios Campesinos, ETSIAM, Córdoba.

Lammerik, M. P. (1998), "Community managed rural water supply: experiences from participatory action research en Kenya, Cameroon, Nepal, Pakistan, Guatemala and Colombia", en Community Development Journal, vol. 33, nº 4, pp. 342-352.

Le Boterf, G. (1986), Investigación participativa: una aproximación al desarrollo local, Narcea, Madrid.

Lewin, K. (1992), "La investigación-acción y los problemas de las minorias", en AA.VV., La investigación-acción participativa. Inicio y desarrollo, Biblioteca de Educación de Adultos, nº 6, Ed. Popular, Madrid, pp. 13-25.

López de Ceballos, P. (1998), Un método para la investigación-acción participativa, Ed. Popular, Madrid (3.ª ed.).

Marchioni, M. (1987), Planificación social y organización de la comunidad, Ed. Popular, Madrid. Park, P. (1992), "¿Qué es la investigación-acción participativa? Perspectivas teóricas", en AA.VV.,

La investigación-acción participativa. Inicio y desarrollo, Biblioteca de Educación de Adultos, nº 6, ed. Popular; Madrid.

Parnet, sitio en internet dedicado a la Investigación-Acción Participativa: http://www.parnet.org Rahman, A. (1993), People's Self-Development. Perspectives on Participatory Action Research. A

Journey Through Experience, Zed Books, Londres. Rahman, A. y O. Fals (1992), "La situación actual y las perspectivas de la investigación-acción

participativa en el mundo", en Salazar, M. C., La investigación-acción participativa, ed. Popular, Madrid.

Capítulo 3:

 El metodo de estudio-acción de O. Fals Borda (1972)

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Compromiso político  y teoría e investigación sociológica se unen para conformar la "ciencia

comprometida" a favor de los denominados "sectores populares" (en el enfoque del autor y de la realidad colombiana, el campesinado y proletariado rural). Este compromiso lleva a replantear el método de investigación y a orientar el producto del conocimiento científico.Fals Borda postula el método del estudio-acción, el que mas tarde se denominará investigación acción participativa (IAP), como praxis frente a los problemas derivados de la dependencia, la acción imperialista y la explotación oligárquica.Los años 60 son una época de reorientación intelectual en las ciencias sociales. Fals Borda postula el empleo de técnicas de observación participante y de observación por experimentación (Participación-Intervención) que conllevan la implicación del investigador en la realidad y en los procesos sociales.

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 "Inicialmente, la inserción se concibió como un paso que implicaba no sólo combinar las dos técnicas clásicas de observación ya mencionadas, "sino ir más allá para ganar una visión interior completa de las situaciones y procesos estudiados, y con miras a la acción presente y futura. Esto implica que el científico se involucre como agente dentro del proceso que estudia porque ha tomado una posición a favor de determinadas alternativas, aprendiendo así no sólo de la observación que hace, sino del trabajo mismo que ejecuta con las personas con quienes se identifica" (2) 58.

"En otras palabras la inserción se concibe como una técnica de observación y análisis de los procesos y factores que incluye, dentro de su diseño la militancia dirigida a alcanzar determinadas metas sociales, políticas y económicas.... Al mismo tiempo la inserción incorpora a los grupos de base como "sujetos" activos - que no "objetos" explotables - de la investigación, que aportan información e interpretación en pié de igualdad con los investigadores de fuera. Así, el compromiso viene a ser total y franco entre estos grupos." (1)  2-3.

En Reflexiones sobre la aplicación del método de estudio-acción en Colombia (1972) Fals Borda distingue dos dimensiones del método. Una primera dimensión en que:

a) Se produce ciencia como hecho natural de la conciencia social.b) Se eligen temas y enfoques adecuados a nuestra conciencia de los problemas.c) Se determinan los grupos claves de referencia.d) Se actúa en consecuencia.

Las técnicas de inserción profesional son la participación-intervención (Inserción cercana a como lo concibe la antropología tradicional); la activación (Inserción estratégica); la incentivación o agitación táctica (Observadores militantes) y la recuperación critica.

En una segunda dimensión del método, desaparece la inserción profesional, para dar lugar a la conformación de equipos políticos-científicos.

En un apartado del mencionado documento Fals Borda dice que "Los fundamentos de la escuela del conflicto, como se sabe, parten de Heráclito y Polibio, van al mundo árabe con Ibn Khaldun, vuelven al occidente con Hobbes, Hegel y Marx, y pasan últimamente al oriente con Mao y Giap, entre otros." Encuentra útil la lectura de Simmel, Coser y Schaull. La sociología marxista del conflicto, así como la naturaleza de la dependencia (Teoría de la dependencia y de la organización popular que enfrenta esa situación) son utilizadas y analizadas en términos de la realidad colombiana y latinoamericana. O. Fals Borda refiriéndose a estos marcos teóricos menciona las obras de Ernesto "Che" Guevara, Régis Debray, Hugo Blanco, Maringhela, Pablo Gonzalez Casanova, Aníbal Quijano, Rodolfo Stavenhagen, Fernando Enrique Cardoso, Theotonio dos Santos, André Gunder Frank, Enzo Faletto, Francisco Weffort, Octavio Ianni, Florestan Fernández, Camilo Torres Juan Friede, Germán Guzmán. (1) 11.

Bibliografía sugerida sobre el tema: 1. FALS BORDA, O. (1972). Reflexiones sobre la aplicación del método de estudio-acción en

Colombia. Simposio sobre Política de Enseñanza e Investigación en Ciencias Sociales. Documento No. 8. Marzo, 19-24, 1972, Rosca de Investigación y Accción Social. Pontifica Universidad Católica del Perú. Lima, Perú: UNESCO-FLACSO.2. FALS BORDA, O. (1980). La ciencia y el pueblo. Bogotá, Colombia: Punta de Lanza.3. FALS BORDA, O. (1971). Ciencia propia y colonialismo intelectual. México: Nuestro Tiempo.4. FALS BORDA, O. (1961). Campesinos de los Andes. Bogotá: Punta de Lanza. Primera edición en inglés. Peasant Society in the Colombian Andes. A sociological study of Saucio, University of Florida Press, Gainesville, 1955.5. FALS BORDA, O. (1996). Paradigma y Utopía: Un balance posmoderno. Discursos Inagurales y conferencias magistrales. VIII Simposio de Educación Cátedra "Paulo Freire". "Educar para construir el sueño: Ética y Conocimiento en la Transformación Social".6. FALS BORDA, O. (1978). Por la praxis: el problema de cómo investigar la realidad para transformarla. En Simposio Internacional de Cartagena , Vol I, 209-249. También puede encontrarse este trabajo en Revista Serviço Social & Sociedade. Año IV, Nº 11, Abril de 1983, San Pablo, Brasil, Cortez Editora, 29-62.7. FALS BORDA, O. (1976). El reformismo por dentro en América Latina. Orlando Fals Borda. Cooperatives and rural development in Latin America. Colombia: Siglo XXI.8. CATANEO, G. y otros (1987). Ciencia y compromiso. En torno a la obra de Orlando Fals Borda. Bogotá: Asociación Colombiana de Sociología.