introduccion sociológica

10
HACIA UNA COMPRENSIÓN MEJOR DE LOS PROCESOS SOCIALES FINALIZADOS A LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL CON LA PARTICIPACIÓN PROTAGÓNICA DE LOS POBRES. LA PERTINENCIA DE LA VALORACIÓN DE EFECTOS Extracto de “PROCESOS SOCIALES E INDICADORES” 0.- INTRODUCCIÓN Queremos presentar a continuación unas reflexiones que queremos compartir para motivar a las copartes de Misereor a introducirse o a consolidar en los procesos que promueven una postura política finalizada a la transformación de las situaciones de los pobres que participan en los proyectos, siendo ellos mismos, más que destinatarios receptores de una ayuda, partícipes y protagonistas de sus propios procesos de desarrollo. Esta motivación implica encontrar argumentos que den razón a la postura ética que subyace en los orígenes y fines de cada coparte y, también, muy probablemente en cada una de las personas que ofrecen sus capacidades profesionales al servicio de una institución coparte. Se pretende, a la vez, ayudar a destrabar posibles resistencias a involucrarse en una dinámica de planificar, ejecutar, monitorear y evaluar proyectos, dentro de un horizonte más largo de procesos, con orientación a objetivos pensados como efectos. Para ello es importante descubrir que es pertinente, y no sólo un requisito de una determinada agencia de cooperación y, además que es posible, y no extremadamente difícil, pensar, ejecutar, monitorear y evaluar proyectos, dentro de una perspectiva de procesos, con orientación a efectos. 1.- ¿ES POSIBLE Y PERTINENTE PLANIFICAR Y VALORAR PROCESOS A LARGO PLAZO Y EN PROYECTOS DE CORTO PLAZO FINALIZADOS Y ORIENTADOS A EFECTOS? La valoración de avances hacia efectos dentro de procesos sociales y enmarcados en proyectos encuentra hoy en día más aceptación teórica que hace unos años atrás. Pero con la aceptación teórica no han desaparecido las dificultades prácticas relacionadas con la medición cuando se trata de aplicarlos a procesos sociales. Escuchamos, con cierta frecuencia, que el uso y la aplicación de indicadores resulta relativamente manejable, y hasta fácil, cuando se trata de efectos tangibles (aumento de producción, por ejemplo), pero no cuando se trata de efectos intangibles (crecimiento de conciencia crítica, por ejemplo). Quienes así afirman tienen razón con tal de que tengan en cuenta que en todo proceso social - también en los procesos sociales donde abundan y donde se enfatizan los efectos tangibles , como, por ejemplo, en los procesos productivos - se generan cambios a nivel de efectos, no sólo tangibles, sino también intangibles. Los efectos intangibles son muchos y frecuentes a lo largo de todo proceso social ya que se generan cambios continuos en el interior de cada persona, al interior de cada grupo y en el contexto donde el proceso incide, que son cualitativos, invisibles y, por tanto, inmedibles de manera directa. Aquí tenemos, pues, la primera y radical diferencia entre indicadores que miden los efectos tangibles y los indicadores que valoran los efectos intangibles: entre efectos (objetivos) tangibles e indicadores de efectos tangibles hay una relación directa, casi mecánica (aumento de producción, aumento de kilos por hectárea);

Upload: lopezaval

Post on 04-Aug-2015

248 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Introduccion sociológica

HACIA UNA COMPRENSIÓN MEJOR DE LOS PROCESOS SOCIALES

FINALIZADOS A LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL

CON LA PARTICIPACIÓN PROTAGÓNICA DE LOS POBRES.

LA PERTINENCIA DE LA VALORACIÓN DE EFECTOS

Extracto de “PROCESOS SOCIALES E INDICADORES”

0.- INTRODUCCIÓN

Queremos presentar a continuación unas reflexiones que queremos compartir para motivar a las

copartes de Misereor a introducirse o a consolidar en los procesos que promueven una postura

política finalizada a la transformación de las situaciones de los pobres que participan en los

proyectos, siendo ellos mismos, más que destinatarios receptores de una ayuda, partícipes y

protagonistas de sus propios procesos de desarrollo.

Esta motivación implica encontrar argumentos que den razón a la postura ética que subyace en

los orígenes y fines de cada coparte y, también, muy probablemente en cada una de las personas

que ofrecen sus capacidades profesionales al servicio de una institución coparte.

Se pretende, a la vez, ayudar a destrabar posibles resistencias a involucrarse en una dinámica de

planificar, ejecutar, monitorear y evaluar proyectos, dentro de un horizonte más largo de

procesos, con orientación a objetivos pensados como efectos. Para ello es importante descubrir

que es pertinente, y no sólo un requisito de una determinada agencia de cooperación y, además

que es posible, y no extremadamente difícil, pensar, ejecutar, monitorear y evaluar proyectos,

dentro de una perspectiva de procesos, con orientación a efectos.

1.- ¿ES POSIBLE Y PERTINENTE PLANIFICAR Y VALORAR PROCESOS A LARGO

PLAZO Y EN PROYECTOS DE CORTO PLAZO FINALIZADOS Y ORIENTADOS A

EFECTOS?

La valoración de avances hacia efectos dentro de procesos sociales y enmarcados en

proyectos encuentra hoy en día más aceptación teórica que hace unos años atrás. Pero con la

aceptación teórica no han desaparecido las dificultades prácticas relacionadas con la medición

cuando se trata de aplicarlos a procesos sociales.

Escuchamos, con cierta frecuencia, que el uso y la aplicación de indicadores resulta

relativamente manejable, y hasta fácil, cuando se trata de efectos tangibles (aumento de

producción, por ejemplo), pero no cuando se trata de efectos intangibles (crecimiento de

conciencia crítica, por ejemplo). Quienes así afirman tienen razón con tal de que tengan en

cuenta que en todo proceso social - también en los procesos sociales donde abundan y donde se

enfatizan los efectos tangibles , como, por ejemplo, en los procesos productivos - se generan

cambios a nivel de efectos, no sólo tangibles, sino también intangibles.

Los efectos intangibles son muchos y frecuentes a lo largo de todo proceso social ya que se

generan cambios continuos en el interior de cada persona, al interior de cada grupo y en el

contexto donde el proceso incide, que son cualitativos, invisibles y, por tanto, inmedibles de

manera directa. Aquí tenemos, pues, la primera y radical diferencia entre indicadores que miden

los efectos tangibles y los indicadores que valoran los efectos intangibles:

entre efectos (objetivos) tangibles e indicadores de efectos tangibles hay una relación

directa, casi mecánica (aumento de producción, aumento de kilos por hectárea);

Page 2: Introduccion sociológica

entre los efectos (objetivos) intangibles e indicadores de efectos intangibles hay una

relación indirecta sustentada en una hipótesis o supuesto que se deriva de la

experiencia (si se produce el efecto intangible de aumento del sentido de pertenencia

organizacional, se supone que este efecto se expresa por una mayor frecuencia de las

personas a las reuniones de la organización)

1.1.- Valorar los cambios o efectos (objetivos) intangibles es posible

Nosotros consideramos que los efectos (objetivos) intangibles, aún cuando son cualitativos,

pueden ser percibidos y valorados. Apoyamos esta afirmación en la experiencia cotidiana que

todos hacemos a y en algunas reflexiones de la antropología filosófica y en

La persona no tiene sólo manos para tocar, ni sólo ojos para ver… Tiene otros sentidos, como

el oído, el olfato, el gusto, con los cuales puede percibir sonidos, olores y sabores que ni se

ven ni se tocan. Pero se sienten. Se disfrutan o se padecen. Quien observa a una persona que

escucha un sonido, que huele un olor, o saborea una comida, no ve ni toca el sonido, el olor o

el sabor… Pero puede imaginarse o deducir, sin riesgo a equivocarse, si el sonido, el olor y el

sabor son agradables o desagradables para el que escucha, huele o come y bebe. ¿En qué basa

o fundamenta el observador su deducción? En las expresiones del rostro, en el tiempo que la

persona observada dedica a escuchar, oler o saborear una comida o bebida, en gestos, en

comentarios, en la frecuencia en que esa persona vuelve a repetir la experiencia de saborear,

oler o escuchar o en la huida y aborrecimiento de esas experiencias.

La antropología filosófica actual ha recuperado el sentido de persona como unidad de cuerpo-

espíritu, tanto que llega a definirla como espíritu corporeizado o cuerpo espiritualizado. El

cuerpo es expresión del espíritu, es expresión de lo profundo, es cualidad hecha símbolo.

Pero los símbolos, vistos desde fuera de quien los realiza, pueden ser engañosos para el

observador externo. Por eso es importante, cuando se trata de valorar cambios cualitativos,

que nos introduzcamos dentro de una postura de valoración-investigación convivial, donde

los mismos protagonistas de los cambios llenen los símbolos de contenido. En otras palabras,

la valoración de los cambios intangibles sólo es posible dentro de una dinámica de

participación en la que el monitoreo y evaluación de los procesos sociales y de sus cambios

intangibles sean realizados no desde fuera y por gente de fuera, sino desde dentro del mismo

proceso con las personas involucradas en el mismo.

Nuestra experiencia y la reflexión antropológica nos apuntan tres conclusiones:

1.- Valorar los cambios de los procesos sociales es posible, aun cuando estos cambios no sean

tangibles, visibles, cuantificables y medibles, sino intangibles y cualitativos.

2.- Estos cambios, aunque sean muy profundos, íntimos, inefables, siempre se expresan en la vida

a través de símbolos.

3.- Estos símbolos adquieren una auténtica interpretación sólo cuando quienes participan en el

proceso social y quienes los promueven se han metido dentro de una dinámica de cercanía

convivial.

1.2.- Valorar los cambios que se producen en los procesos sociales es pertinente

Y ahora cabe una pregunta: ¿qué pretendemos cuando promovemos procesos sociales?

Las respuestas a esta pregunta pueden ser muchas: concienciar, formar, transferir

capacidad, cambiar la suerte de los empobrecidos, generar o fortalecer ganas o ánimos en las

comunidades para el empoderamiento y control de su propia vida desde sí mismos y no como

Page 3: Introduccion sociológica

imposición externa o como consecuencia de intereses de grupos poderosos o de gobiernos

paternalistas…

Para lograr estos objetivos, las organizaciones hacen muchas actividades: cursos, talleres,

jornadas, publicaciones, reuniones… Las actividades, cada una por separado o varias de ellas

juntas, arrojan unos primeros resultados: número de gente que asistió a los talleres, horas de

formación facilitadas a tantas personas, etc...

Pero, ¿cómo saber que la gente que recibió los cursos y talleres, que asistió a las reuniones,

encuentros y jornadas, que leyó las publicaciones divulgadas, se concienzó, adquirió los

conocimientos abordados y aumentó el nivel de capacidad de incidencia?

Hasta hace poco tiempo ni organizaciones promotoras ni agencias de cooperación o de

financiamiento se habían planteado la posibilidad de poder valorar estos cambios. Por eso se

hacían, por parte de las primeras, y se aprobaban, por parte de las segundas, proyectos

llamados de desarrollo social en los que las estrategias apuntaban casi exclusivamente a la

suma de actividades: baterías de cursos y talleres, jornadas de reflexión, publicaciones por

prensa o volantes, mensajes radiados, fondos de microempresas, promoción de experiencias de

agricultura sostenible, etc… Los resultados eran cuantificables y medibles: tantos cursos,

tantas personas, tantas empresas con tantos beneficiarios, tantas familias con productos

agroecológicos… Era, y sigue siendo, fácil medir los resultados…

Pero, todas esas actividades, cuyos resultados eran fácilmente contabilizables, ¿para qué

servían?, ¿qué efectos producían en los sujetos que recibían el servicio, en sus agrupaciones,

en sus comunidades, en su municipio, en su región, en su país?, ¿qué impacto producían en sus

vecinos para emularlos a seguir el mismo proceso?

Estas preguntas se las han hecho algunas agencias de cooperación y financiamiento: ¿a qué

conduce nuestra cooperación?, ¿qué efectos e impactos está provocando?

Y también se la están haciendo muchas organizaciones promotoras que, con sinceridad con

ellas mismas y con una vocación bien definida de transformar la realidad, se preguntan: ¿vale

la pena dedicar nuestra vida a lo que hacemos?, ¿para qué sirve?, ¿a qué conduce?, ¿qué

efectos e impactos estamos produciendo?

Preguntas de ambas partes que han ido abriendo espacio para un cambio de énfasis:

valorar los avances del proceso y los cambios finales producidos no sólo a nivel de resultados,

sino sobre todo de efectos e impactos.

1.3.- ¿Cómo hacerlo?

Ya sabemos que es posible valorar los efectos e impactos, pues la persona, las agrupaciones

y comunidades de alguna forma expresan simbólicamente el cambio. También sabemos que

dicha valoración es pertinente a los fines de encontrar sentido a aquello por lo cual dedicamos

nuestra existencia. Pero, surgen unas preguntas:

¿Cómo hacer para valorar los avances de procesos sociales (personales, grupales,

comunitarios) cuando se trata de concienciación, empoderamiento, democratización,

participación, cogestión, emancipación?

¿Cómo valorar esos cambios, los que no se ven ni se tocan?

¿Es posible intentar valorar esos cambios a través de sus expresiones y, en consecuencia,

señalar indicadores que nos permitan dar cuenta de que si esos cambios profundos personales

o grupales o comunitarios se van dando a lo largo del camino?

Page 4: Introduccion sociológica

2. ¿CÓMO ENTENDER LOS PROCESOS SOCIALES?

Todos o muchos hablamos de procesos sociales y, además, consideramos que todos

entendemos lo mismo cuando decimos procesos sociales. Sin embargo, bajo esta expresión de

“procesos sociales” no se da una comprensión unívoca, ni en lo que se refiere al sustantivo

(procesos) ni al adjetivo (sociales). Por esta razón, a los fines de poder entendernos, proponemos

una definición, sin que ello implique que todos la acepten como única y válida para todos y

siempre.

Dado que la expresión procesos sociales pertenece, fundamentalmente, al campo de las

ciencias sociales, nos parece oportuno hacer una breve introducción a estas ciencias sociales y, de

un modo prioritario, a la sociología pues, como apuntaremos a continuación, entre todos los

procesos sociales posibles, nosotros focalizamos, de manera especial, los procesos sociales

sociológicos.

El vocablo procesos ha sido utilizado, desde hace mucho tiempo, en las ciencias sociales. En

efecto, se habla de procesos psicológicos (por ejemplo, la percepción), procesos demográficos

(por ejemplo, la migración), procesos económicos (por ejemplo, la producción), procesos

educativos (por ejemplo, la educación básica o la educación popular), etc.

Por ser todos ellos procesos que son estudiados por alguna de las hoy llamadas ciencias

sociales, de todos estos procesos podemos decir que son sociales: los psicológicos, los

económicos, los demográficos, los productivos, los educativos, etc... Y no debemos extrañarnos

pues la realidad social es muy compleja y, en consecuencia, puede ser abordada desde diferentes

perspectivas.

Cada uno de estos enfoques ha dado origen a una disciplina social y, todas juntas, conforman

las ciencias sociales. Todas tienen algo en común: el estudio de lo social. Pero cada una tiene un

objeto propio de la compleja realidad social. Por eso podemos hablar de un conjunto de ciencias

sociales, tales como, y a modo de ejemplo, la demografía, la economía, la antropología, la

psicología, la historia, la etnografía, la educación… Y también la sociología, que sería la teoría

del abordaje de lo social. Todas son disciplinas afines. Ninguna es autónoma ni autosuficiente.

Unas y otras se enriquecen e interinfluencian recíprocamente.

2.1.- Distintas Perspectivas Sociológicas

La sociología de las últimas décadas del siglo XX fue, predominantemente, de corte

estructural funcionalista. Postura que sigue siendo fiel a los principios científicos y a las

intenciones integradoras y controladoras del positivismo1.

Esta sociología parte del supuesto de que la sociedad no es una realidad caótica, sino una

estructura compuesta de muchas unidades relativamente estables (actores sociales diversos) que

se integran en el sistema, cada una desempeñando roles funcionales propios, pero que entre sí se

complementan y recíprocamente se influencian…

Esta estructura social es entendida, pues, como un sistema de relaciones sociales reguladas y

1 Recordemos que la sociología nació como producto de las crisis que atravesaba Europa al final del siglo XVIII, como un

esfuerzo de la burguesía para oponerse a los cambios sociales o para someterlos o integrarlos a sus intereses. Razón por la cual esta sociología primeriza es considerada por muchos como la ciencia del cambio social controlado o dirigido bajo la supervisión de la clase burguesa, como la ciencia de los remedios, como la ciencia para el control de los inadaptados y la integración al orden de los revoltosos, finalizada a prevenir con tiempo y con sedantes cualquier movimiento revolucionario y evitar todo sobresalto o, en último caso, someterlo a un orden establecido.

Page 5: Introduccion sociológica

pautadas que anteceden y, también, prevalecen a cada individuo. En esta estructura social los

esquemas de acción (formas de hacer) ya están hechos y pautados de manera uniforme y las

relaciones entre las diversas unidades están estandarizadas de acuerdo a un ordenamiento que

establece jerarquías, distancias sociales, dependencias. Pareciera, en consecuencia, que las

pautas y reglas sociales son naturales, dadas por la naturaleza; nunca construcciones históricas de

determinados grupos humanos

De acuerdo a esta sociología funcionalista es natural que existan pobres. Y los pobres, según

esta sociología funcionalista, tienen un puesto y su función: seguir siendo pobres. A razón es

sencilla: esta sociología parte de presupuesto que toda sociedad está estratificada o diferenciada

en posiciones jerárquicas de poder, de riqueza y prestigio que los individuos o grupos ocupan en

una escala social. Esta diferenciación de capas sociales en estructuras jerárquicas superpuestas es

indiscutible y, en consecuencia, debe ser así asumido, nos guste o no, aunque ello justifique una

distribución inequitativa de derechos, privilegios, deberes, valores, responsabilidades con la

consecuente privación de riqueza para muchos y de acumulación de riquezas para pocos.

E consecuencia, los sociólogos estructuralistas, ante la obviedad de que no existe sociedad

alguna sin capas sociales estratificadas, dedicaron sus esfuerzos al mantenimiento del sistema

social y a que cada clase o capa social acepte su puesto social. Por eso teorizan sobre la

necesidad de que los individuos ejecuten los roles sociales específicos que les corresponden, de

acuerdo al lugar (status) que ocupan en la estratificación social.

Esta sociología funcional estructuralista entiende los procesos sociales como las formas de

interacción estandarizadas, las formas repetitivas de conducta, las cadenas de interacción o

vínculos que posibilita que cada quien ocupe su estatus sin generar sobresaltos. Los pobres, que

sigan siendo pobres, si bien haya que darles asistencia para que no se haga tan insoportable su

pobreza que se movilicen contra el sistema estratificado.

Marx, en el siglo XIX, entendió que las capas sociales no son naturales, sino clases sociales,

históricamente producidas por una inicua distribución de los beneficios del trabajo entre

capitalismo y proletariado. Por eso su llamado a la reversión de esta situación. Sin embargo, en

la práctica, el socialismo “científico” de Marx sólo se ha concretado en socialismos reales que no

produjeron el desarrollo protagónico y participativo de los pobres n tampoco su emancipación de

la pobreza, sino el sometimiento de los pobres a estados totalitarios.

2. 2.- Crítica a la sociología estructural-funcionalista y marxista-socialista

Ni la sociología funcionalista ni la sociología marxista nos dejan satisfechos pues sus

presupuestos conceptuales y metodológicos no son adecuados para interpretar la realidad de

injusta inequidad en que viven las mayorías latinoamericanas.

No es extraño pues que la sociología funcionalista haya sido criticada duramente por un

movimiento de investigadores sociales críticos que en Europa y, sobre todo en América Latina, la

han considerado incapaz de dar respuestas a los innumerables y conflictivos problemas sociales

que viven minorías europeas y mayorías latinoamericanas. Es una ciencia al servicio de un

desorden social legitimado como orden.

Tampoco resulta adecuada, como se pensó durante un tiempo en América Latina, la teoría

marxista, como fue demostrado, y sigue siendo demostrado, en todos los socialismos reales del

siglo XX y en el socialismo del siglo XXI. Para estos socialismos, el protagonismo y la

participación de los pobres es sólo discursiva, pero negada en la práctica por gobiernos

autoritarios en marcha hacia estados totalitarios

Page 6: Introduccion sociológica

A nuestro parecer, desde ninguna de estas posturas es posible comprender los procesos

(movimientos) sociales (de grupos) que buscan cada día mayor protagonismo y participación

para incidir eficazmente en la construcción de una sociedad donde todos tengan oportunidad de

ser y vivir como seres humanos, donde las brechas entre ricos y pobres sean cada vez más

estrechas, donde la voz de los excluidos sea escuchada.

2.3.- Hacia una nueva sociología

Pero estas dos posibilidades teóricas de la sociología no son las únicas posibles alternativas.

Es posible pensar en otra sociología que entienda los procesos sociales como las acciones

protagónicas y participativas de los grupos sociales que han sido históricamente privados o

mermados en su capacidad de desarrollar todas sus potencialidades a causa de un ordenamiento

social, jurídico y político (Estado) constituido sobre criterios y patrones que generan

automáticamente, de manera inequitativa y estructural, la desigual e injusta distribución de la

riqueza y oportunidades o la negación de su libertad.

Esta sociología alternativa, en la que nos ubicamos, entiende que los grupos y movimientos

organizados o en camino de organización están conformados por personas que viven en una

situación de carencia casi extrema (sin medios de producción, sin vivienda, sin trabajo, sin

servicios básicos, sin suficiente atención sanitaria y educativa) o de minoría o de exclusión ...

Pero, además, entiende que la mayoría de estas personas que padecen las consecuencias de la

desigual distribución de riquezas, de exclusión, de minoría, de violación de derechos, como

consecuencia del histórico despojo de que han sido objeto, del efecto de las ideologías

dominantes, de la marginación social de toda oportunidad, de las políticas benefactoras y

limosneras de los gobiernos de turno, han asumido como propia, en palabras de Freire, la

conciencia del opresor que legitima y justifica la desigualdad.

También han incorporado actitudes psicosociales que caracterizan la cultura de la pobreza2

(resignación, pasividad, etc) y, sobre todo, han aprendido a sobrevivir en la propia desesperanza

porque consideran que en ellos no existe ni posibilidad ni capacidad para revertir su mala suerte.

La esperanza la ponen en otros externos: obtener algún beneficio (beca, trabajo, casa, etc...) de

algún plan del gobierno, de una influencia de un político amigo...

Estas mayorías, además, si miran a su alrededor, no encuentran fácilmente ejemplos exitosos

de procesos sociales que, por sus logros, sean deseables. Más bien se dan cuenta que algunas

personas, por impulsar procesos o hacer parte de los mismos, sufren problemas adicionales a

causa de represión abierta, o marginación o difamación... Más aún, no ven ni que sea fácil ni

pronta la solución de los problemas. En caso de tener razón los autores de la teoría de la

imitación (T. Rosenthal, A. Bandura)3, se puede afirmar que las personas no encuentran en su

contexto social razones suficientes y válidas para organizarse en procesos largos que retardan

2 Se llama "cultura de la pobreza" a un concepto antropológico creado por el antropólogo Oscar Lewis. Tanto Oscar Lewis como

George Foster han mantenido que hasta cierto punto, la cultura de la pobreza constituye una respuesta racional a unas condiciones

objetivas de impotencia y pobreza. Pero también afirman que una vez surge, la cultura de la pobreza suele perpetuarse pasando de

padres a hijos, con lo cual las nuevas generaciones no están psicológicamente preparadas para aprovechar todas las oportunidades

de progreso que puedan aparecer en el transcurso de sus vidas. El concepto de cultura de la pobreza expuesto por Lewis, ha sido objeto fuertes críticas por parte de otros antropólogos.

3 López A., Rodríguez W., Villegas M., Cándida I., ¿Psicología del Aprendizaje?, Publicaciones ACIES. Cumaná,

1996.

Page 7: Introduccion sociológica

tanto la recompensa y que además la pone tan difícil.

En estas situaciones, los procesos sociales de organización no nacen de manera natural, como

nace la rosa de un rosal, pues los grupos, a pesar de ser una realidad social, no son organismos

biológicos que aparecen de manera natural en un determinado momento del desarrollo, como

afirma la corriente sociológica de corte biologicista, representada por Konrad Lorenz.

Tampoco las organizaciones sociales de las mayorías empobrecidas surgen de la dinámica

dialéctica de la historia de los pueblos, casi de manera inevitable ante la vivencia de la

contradicción entre explotadores y explotados, opresores y oprimidos, ricos y pobres, como

afirma la corriente sociológica de inspiración marxista.

Sólo surgen si son activados.

Pero activados no de cualquier forma, pues quienes se involucran en los procesos sociales no

son objetos que pueden ser sometidos, como la arcilla, a un proceso diseñado por otros. Son

personas, disminuidas en sus potencialidades por la marginación a que han sido sometidas, pero

con valores profundos de solidaridad que abren perspectivas y esperanzas, con capacidades

todavía no desarrolladas, con libertad para decidir su futuro, con un gran lastre de desilusión pero

con un gran amor por la vida.

Diseñar desde fuera un proceso para ellos y someterlos al mismo, es una manera novedosa

que la psicología social conductista ha inventado para mantener la sumisión y fortalecer la

injusta distribución.

Por todo esto decimos que los procesos sociales a los cuales nos referimos se hacen desde

dentro, con el protagonismo y participación de los actores. Desde fuera sólo pueden ser

provocados y acompañados para facilitarlos, es decir, hacerlos menos difíciles.

2.4.- Los procesos sociales desde este nuevo enfoque integran múltiples subprocesos

Si entendemos, entonces, por proceso social el movimiento o cambio transformador (hacia

cada persona, hacia el grupo y hacia fuera) de una agrupación a lo largo del tiempo de su historia,

podemos distinguir dentro de un proceso social, muchos subprocesos sociales que atraviesan de

manera simultánea, pero no paralela sino interrelacionada, todas las fases o etapas del proceso.

Estos subprocesos sociales tienden a revertir las posturas vitales o actitudes (conocimientos,

valores, opciones) que muchos teóricos psicosociales definieron, falsamente, como causas

explicativas de la pobreza. Decimos, falsamente, pues no son causas de la pobreza, sino

consecuencias del sometimiento histórico de las mayorías a una situación de alienante pobreza.

Podemos consecuentemente hablar de algunos subprocesos sociales. Entre otros posibles,

apuntamos:

La motivación que posibilita pasar desde los valores de solidaridad y filiación propios de

las mayorías populares hacia la confianza en las propias capacidades, confiabilidad en el

grupo, apertura hacia alianzas con otros grupos de actores4.

La concienciación que posibilita el pasaje de una conciencia ingenua a una conciencia

crítica, de una conciencia de opresor asumida a una conciencia de clase oprimida; de una

conciencia acomodaticia de adaptación y resignación domesticadas a una conciencia

emancipada en clave de liberación (López ,1986).

4 Con toda conciencia evitamos la expresión de motivación al logro de McCeland, por parecernos excesivamente individualsita,

así como evitamos la expresión autoestima (estima de sí) por la connotación de individualismo que carga en sí misma.

Page 8: Introduccion sociológica

La organización continua y progresiva que posibilita el fortalecimiento organizacional de

cada experiencia asociativa posibilitando su sostenibilidad en el tiempo de manera

autogestora.

La adquisición de capacidad (de conceptos, métodos y procedimientos, destrezas y

herramientas) para que las organizaciones puedan lograr los objetivos de manera eficaz y

eficiente.

La acción transformadora de la realidad y mejoramiento de la calidad de vida de los

pobres pasando de actitudes beneficiarias a posturas de exigibilidad, negociación, presión,

incidencia.

Estos subprocesos no son etapas o fases continuas del proceso. Son líneas de crecimiento que

atraviesan todas las posibles fases o etapas: iniciación, consolidación, autogestión, etc...

Muchos de estos subprocesos producen efectos intangibles. No son observables ni medibles

en el sentido de la ciencia positivista. Para algunos sociólogos de esta corriente como por ejemplo

Durkheim, serían despreciables pues no pueden ser sometidos a observación y experimentación

por no ser exteriores a la mente. Sin ellos, sin embargo, no hay procesos sociales verdaderos.

Más aún, ellos, con frecuencia, son los más importantes en nuestra acción promotora

Nosotros consideramos que si bien es verdad que los efectos de algunos de estos subprocesos

son intangibles, no por eso dejan de expresarse en indicadores que señalan el grado en que el

efecto se va produciendo.

2. 5. Implicaciones Educativas y Estratégicas

Dado que estos subprocesos generalmente son provocados desde una iniciativa externa (ONG

facilitadora, por ejemplo), a cada uno de estos subprocesos corresponden también múltiples estrategias de

provocación y acompañamiento.

Desde la óptica de una educación dialógica y liberadora, la definición de estrategias de provocación y

acompañamiento de procesos (y sub-procesos) sociales por parte de ONG´s facilitadoras deberían tener en

cuenta:

El subproceso base es la acción. La acción reflexionada es praxis, en el sentido que Paulo Freire dio al

término5. La praxis es posibilidad de concienciación, motivación; es emergencia de demanda de

formación y capacidad; es oportunidad de descubrimiento de mayor exigencia de fortalecimiento

organizacional y de apertura a alianzas. El grupo que no actúa se muere. Y el grupo que no reflexiona

sobre la acción no crece ni se sostiene.

Cursos y talleres planteados como un pénsum, ilustran pero no forman.

Formación sin organización es ineficiencia; organización sin formación es ineficacia. No es

necesario que la gente esté motivada, concienciada, organizada para actuar. Se motiva, conciencia

y organiza, actuando.

Desde el principio se actúa y desde la acción se desarrolla el proceso en espiral.

La educación dialógica rompe con la relación vertical entre educador y educando. Los dos son

cognoscentes capaces de producir conocimiento sobre la realidad en la medida en que ésta se

transforma.

El educador que sólo enseña o instruye invade, extiende, domina. El educador que dialoga

establece comunión y relación facilitadora de construcción de conocimiento liberador.

5 Freire, P. Extensión o Comunicación: La concientización en el medio rural. Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 1975.

Page 9: Introduccion sociológica

Los expertos, técnicos, juristas, etc., son necesarios si, con humildad y respeto, comparten su

experticia para iluminar el diálogo productor de conocimiento (López, 1998)

3.- ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE PARTICIPACIÓN CIUDADANA

PROTAGONICA

Son múltiples, como hemos visto, las perspectivas posibles de abordaje de los procesos sociales. Pero

desde la perspectiva sociológica esbozada sólo tienen sentido aquellos procesos sociales en los que los

sujetos participan de manera protagónica.

La antropología filosófica postula que participar es un modo de ser persona, pues la persona es

relación (apertura), no individuo (cerrado). También la filosofía del conocimiento (gnoseología) ha

centrado en los últimos años su reflexión sobre la participación como condición de producción de

conocimiento. En el desarrollo de la conciencia de la humanidad sobre los Derechos Humanos hoy se

proclama que la participación es un derecho humano.

En la realidad social y política de las democracias formales de América Latina también se ha

introducido el tema de participación ciudadana. Pero ha emergido como una concesión de los gobiernos

–a veces bien aconsejados por los centros de poder - para salvar la gobernabilidad de las frustrantes

democracias latinoamericanas. Sin embargo, por esta rendija abierta, los pueblos se han apropiado de la

participación, como herramienta fundamental e indispensable para la exigibilidad de derechos, la

disminución de los niveles de corrupción y la búsqueda de una distribución democrática y equitativa, no

solo justa, de la riqueza (López, 1999).

Esta última perspectiva es la óptica del presente trabajo: la participación como herramienta para la

acción transformadora de la realidad y mejoramiento de la calidad de vida de los pobres pasando de

actitudes beneficiarias a posturas de exigibilidad, negociación, presión, incidencia.

3.1.- Hacia una comprensión de la participación protagónica

Pero, ¿qué entendemos por participación?

a).- La participación ciudadana no es una concesión:

Para calmar las inquietudes sociales producidas por la frustración democrática, algunos

gobernantes y dirigentes han recurrido a la participación ciudadana como remedio para

salvar las democracias. Quienes entienden la participación ciudadana como una concesión

para salvar la democracia, han reducido la participación ciudadana a consulta o, en el

mejor de los casos, a colaboración (López A, 1999).

b).- La participación ciudadana es condición indispensable de democracia y condición fundante de la

ciudadanía:

La gobernabilidad necesita ser democrática y democracia significa, ante todo,

participación. Participación en la vida política, en la toma de decisiones y en la

distribución de los beneficios económicos (Prera Flores, en López A., 1999).

Propiciar la participación es construir ciudadanía, hacer a las personas portadoras de

derechos y obligaciones (...) La participación ciudadana es un hecho político que

redistribuye poder (Nieto Montesinos, en López A., 1999).

c).- La participación ciudadana es el involucramiento, comprometido y responsable, de las

organizaciones y personas en los procesos de toma de decisiones, de planificación, de seguimiento y

supervisión de políticas y medidas públicas, a partir de su propia realidad, contando con sus propias

capacidades y estableciendo alianzas con otros actores que cooperan de manera subsidiaria o

complementaria.

En consecuencia, la participación no puede limitarse a la mera presencia pasiva de las personas en

Page 10: Introduccion sociológica

un proceso, ni puede ser reducida a una consulta, ni puede confundirse con la colaboración que las

personas dan para que una iniciativa del gobierno resulte exitosa.

Por el contrario, la participación real implica que las personas - de manera singular y organizada -

tomen parte activa y protagónica, de manera igualitaria, para poder incidir significativamente a lo

largo de todas las etapas de un proceso (toma de decisiones, ejecución y control).

Sin embargo, la participación protagónica de los pobres no es un hecho real, a pesar de que se

proclama y reconoce como indispensable.

La participación está de moda y, por otro lado, no participamos. La no-participación

efectiva sigue estando todavía más que presente en nuestra cultura social, cívica y política.

Sin embargo, la moda se ha impuesto en las propuestas y modalidades para gobernar, en

los espacios educativos y en el debate político. Hoy se asume la participación como un tema

central, casi como un lugar común, pero vuelve a ser factor de una gran incoherencia.6

De aquí la importancia relevante del tema de participación ciudadana protagónica cuando se trata de

promoción de procesos sociales de las mayorías pobres.

3.2.- Los procesos sociales participativos: ¿pueden ser planificados y valorados?

¿Es posible diseñar el futuro, de antemano, de los grupos y organizaciones humanas, si estamos

postulando el respeto al protagonismo y participación de los involucrados en el proceso? ¿O es sólo una

exigencia de las instituciones financiadoras, imbuidas de la ”ciencia” conocida como ”administración de

empresas”, que pretenden garantizar la eficiencia y eficacia de los recursos financieros que aportan con

criterios de empresarios?

Estas preguntas son pertinentes. Recordemos que el término proceso ha sido incorporado, con el

surgimiento de la teoría sistémica, al campo de la administración de empresas. Hoy se habla, en

consecuencia, de gestión por procesos.

En esta teoría se entienden los procesos como una secuencia de actividades orientadas a generar

un valor añadido sobre una ENTRADA (input) para conseguir un resultado, una SALIDA (output),

que satisfaga los requerimientos del cliente. En otras palabras: Los procesos son secuencias de pasos,

tareas o actividades que transforman los inputs en outputs.

En toda gestión por proceso se planifica, ejecuta, monitorea, evalúa para poder replanificar. Las

agencias de cooperación han incorporado el ciclo de PME (planificación, monitoreo, evaluación).

También lo hemos asumido muchas organizaciones con estos con otros nombres.

Esta secuencia cíclica de PME sin duda ha dado resultados satisfactorios en las empresas y en los

procesos productivos.

Pero, quienes se involucran en los procesos sociales no son objetos que pueden ser sometidos, como

la arcilla, a un proceso diseñado por otros. ¿Cómo hablar, entonces, de planificación monitoreo y

evaluación de procesos sociales?

A nuestro parecer, sólo es posible si los involucrados intervienen en todo el ciclo de: Planificación

(que incluye un diagnóstico previo), Ejecución, Valoración (que implica un seguimiento o monitoreo

continuo y una evaluación de los cambios producidos) y Replanificación

6 RED DE PARTICIPACION CIUDADANA Y CONTROL SOCIAL, Serie: Aportes, No. 1, La Paz - Bolivia, 2003