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Estudio de Buenas Prácticas en las Intervenciones de Arquitectura Tradicional Española en el marco del Plan Nacional de Arquitectura Tradicional Fernando Vegas & Camilla Mileto CERÁMICO INTRODUCCIÓN. CARACTERÍSTICAS Y PROPIEDADES DEL MATERIAL La cerámica en sus distintas formas (ladrillos, azulejos, tejas, etc.) se ha usado en la construc- ción tradicional en todo el territorio nacional. La abundancia, maleabilidad y ubicuidad de la arcilla, su componente primario, ha convertido la cerámica en uno de los materiales más versá- tiles y socorridos en la arquitectura tradicional. Su proceso de fabricación varía en función de la pieza que se quiera obtener, pero básicamente funciona de la misma manera. Se hace una mez- cla adecuada con arcilla, agua y en ocasiones adi- tivos, se moldea y se cuece en un horno a alta temperatura. Posteriormente se le puede aplicar eventualmente algún otro tratamiento. Su uso es muy variado, encontrándose en la arquitectura tradicional, en forma de ladrillo, en la estructura, es decir, muros de carga, tabiques, cerramientos, pilares o arcos. En los forjados y cubiertas se pueden encontrar piezas cerámicas en revoltones de ladrillo, entabicados, aleros y revestimiento de cubiertas, además de otras apli- caciones como la construcción de escaleras, pavi- mentos y revestimientos interiores y exteriores. En la arquitectura tradicional los cuatro gran- des grupos de piezas cerámicas más representa- tivos son el ladrillo, la teja, el azulejo y la baldosa. Las materias primas se extraen de yacimientos naturales y pueden eventualmente necesitar un tratamiento de eliminación de impurezas. El con- formado solía ser manual con ayuda de moldes de madera y el proceso de cocción se realizaba en hornos tradicionales y el resultado solía tener una granulometría más gruesa comparándola con los materiales modernos. Ladrillo y rasilla: Poseen forma de prisma rec- tangular con unas dimensiones adecuadas para poder manipularlos con una sola mano, con di- mensiones variadas en función de su fabricación y época. Tradicionalmente han sido siempre ma- cizos y su moldeo se ha hecho en moldes de ma- dera. La rasilla es semejante al ladrillo pero de menor espesor. Su aplicación principal tiene que ver con elementos arquitectónicos relacionados con la estructura o escaleras en el caso del ladri- llo y pavimentos, revoltones o entabicados en el caso de la rasilla. Teja: Las más habituales tradicionalmente son las tejas curvas, aunque en ocasiones se puede encontrar teja plana. Pueden estar esmaltadas, en función de la tradición local, la importancia de la obra o el poder adquisitivo del dueño. Se obtienen por prensado sobre un molde de forma curva, habitualmente de madera, aunque tam- bién se han empleado tradicionalmente moldes antropomorfos (las tejas musleras moldeadas sobre el muslo), lígneos, metálicos, etc. Su apli- cación es el revestimiento de cubiertas, forman- do también parte en aleros, canalones o incluso paramentos. Azulejo y baldosa: Su uso es muy frecuente, sobre todo en Andalucía y en la Comunidad Va- lenciana y en general en el levante. Suelen tener forma cuadrangular, aunque a veces pueden ser rectangulares. Su grosor es reducido, normal- mente menor de 1 cm. Lo que caracteriza los azulejos es el esmaltado que se le aplica en su- percie que los hace impermeables y muy resis- tentes. Este esmalte generalmente era coloreado, dando lugar a diseños de formas geométricas o con motivos vegetales. Suelen formar parte de revestimientos interiores y exteriores, en muros y pavimentos. Todos estos elementos se fabrican a partir de pastas cerámicas que normalmente se componen mezclando tres tipos de materias primas: plásti- cos, antiplásticos (o desengrasantes) y fundentes. El componente plástico siempre es arcilla. Algu- nas materias primas utilizadas en la composición de las pastas cerámicas se denominan antiplásti- cas, en oposición a las materias primas plásticas, porque disminuyen su plasticidad. También se suelen llamar desengrasantes porque se añaden a las arcillas muy plásticas que, debido a su un- tuosidad al tacto, se les calica como grasas. Los materiales antiplásticos se utilizan para mejorar el comportamiento en el secado y en la cocción de las pastas, disminuyendo su contracción y 435

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Estudio de Buenas Prácticas en las Intervenciones de Arquitectura Tradicional Españolaen el marco del Plan Nacional de Arquitectura Tradicional

Fernando Vegas & Camilla Mileto

MADERACERÁMICO

INTRODUCCIÓN. CARACTERÍSTICAS Y PROPIEDADES DEL MATERIAL

La cerámica en sus distintas formas (ladrillos, azulejos, tejas, etc.) se ha usado en la construc-ción tradicional en todo el territorio nacional. La abundancia, maleabilidad y ubicuidad de la arcilla, su componente primario, ha convertido la cerámica en uno de los materiales más versá-tiles y socorridos en la arquitectura tradicional. Su proceso de fabricación varía en función de la pieza que se quiera obtener, pero básicamente funciona de la misma manera. Se hace una mez-cla adecuada con arcilla, agua y en ocasiones adi-tivos, se moldea y se cuece en un horno a alta temperatura. Posteriormente se le puede aplicar eventualmente algún otro tratamiento.

Su uso es muy variado, encontrándose en la arquitectura tradicional, en forma de ladrillo, en la estructura, es decir, muros de carga, tabiques, cerramientos, pilares o arcos. En los forjados y cubiertas se pueden encontrar piezas cerámicas en revoltones de ladrillo, entabicados, aleros y revestimiento de cubiertas, además de otras apli-caciones como la construcción de escaleras, pavi-mentos y revestimientos interiores y exteriores.

En la arquitectura tradicional los cuatro gran-des grupos de piezas cerámicas más representa-tivos son el ladrillo, la teja, el azulejo y la baldosa. Las materias primas se extraen de yacimientos naturales y pueden eventualmente necesitar un tratamiento de eliminación de impurezas. El con-formado solía ser manual con ayuda de moldes de madera y el proceso de cocción se realizaba en hornos tradicionales y el resultado solía tener una granulometría más gruesa comparándola con los materiales modernos.

Ladrillo y rasilla: Poseen forma de prisma rec-tangular con unas dimensiones adecuadas para poder manipularlos con una sola mano, con di-mensiones variadas en función de su fabricación y época. Tradicionalmente han sido siempre ma-cizos y su moldeo se ha hecho en moldes de ma-dera. La rasilla es semejante al ladrillo pero de menor espesor. Su aplicación principal tiene que

ver con elementos arquitectónicos relacionados con la estructura o escaleras en el caso del ladri-llo y pavimentos, revoltones o entabicados en el caso de la rasilla.

Teja: Las más habituales tradicionalmente son las tejas curvas, aunque en ocasiones se puede encontrar teja plana. Pueden estar esmaltadas, en función de la tradición local, la importancia de la obra o el poder adquisitivo del dueño. Se obtienen por prensado sobre un molde de forma curva, habitualmente de madera, aunque tam-bién se han empleado tradicionalmente moldes antropomorfos (las tejas musleras moldeadas sobre el muslo), lígneos, metálicos, etc. Su apli-cación es el revestimiento de cubiertas, forman-do también parte en aleros, canalones o incluso paramentos.

Azulejo y baldosa: Su uso es muy frecuente, sobre todo en Andalucía y en la Comunidad Va-lenciana y en general en el levante. Suelen tener forma cuadrangular, aunque a veces pueden ser rectangulares. Su grosor es reducido, normal-mente menor de 1 cm. Lo que caracteriza los azulejos es el esmaltado que se le aplica en su-perfi cie que los hace impermeables y muy resis-tentes. Este esmalte generalmente era coloreado, dando lugar a diseños de formas geométricas o con motivos vegetales. Suelen formar parte de revestimientos interiores y exteriores, en muros y pavimentos.

Todos estos elementos se fabrican a partir de pastas cerámicas que normalmente se componen mezclando tres tipos de materias primas: plásti-cos, antiplásticos (o desengrasantes) y fundentes. El componente plástico siempre es arcilla. Algu-nas materias primas utilizadas en la composición de las pastas cerámicas se denominan antiplásti-cas, en oposición a las materias primas plásticas, porque disminuyen su plasticidad. También se suelen llamar desengrasantes porque se añaden a las arcillas muy plásticas que, debido a su un-tuosidad al tacto, se les califi ca como grasas. Los materiales antiplásticos se utilizan para mejorar el comportamiento en el secado y en la cocción de las pastas, disminuyendo su contracción y

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deformación. Los fundentes son materiales que sirven para rebajar la temperatura de fusión y además se utilizan para lograr la maduración de la pasta a la temperatura adecuada, pero sin acercarse a la fusión. Los fundentes son realmen-te importantes para lograr una fusión satisfacto-ria de las materias primas es en los vidriados y en este caso sí implica su fusión.

PATOLOGÍAS GENÉRICAS DEL MATERIAL Y DEFECTOS DE FABRICACIÓN

DEFECTOS DE FABRICACIÓN

Este tipo de problemas puede originarse en cada una de las distintas etapas del proceso pro-ductivo de la pieza cerámica, proceso que acaba con la obtención de un producto con unas carac-terísticas inadecuadas. Aunque los defectos sur-gidos durante el proceso de fabricación suelen desembocar en el descarte de la pieza defectuo-sa, es posible encontrar estas lesiones en edifi cios existentes durante las intervenciones en edifi cios históricos no monumentales donde el proceso de selección de los materiales era menos preciso.

Defectos relacionados con las materias primas

La presencia de impurezas o el uso de mate-rias primas con unas características inadecuadas pueden llevar asociada la aparición de lesiones de diversa índole y trascendencia variable, des-de piezas con un acabado defectuoso hasta dis-minuciones considerables de su resistencia me-cánica.

La presencia de impurezas metálicas, por ejemplo el óxido de hierro, puede provocar la aparición de defectos superfi ciales como altera-ciones cromáticas o pequeños abultamientos en las caras de la pieza. Por su parte, una molienda insufi ciente de las arcillas derivará en la apari-ción de nódulos de carbonato cálcico que, tras transformarse en óxido de calcio durante la coc-ción, se hidratan aumentando de volumen. Estos pequeños elementos expansivos pueden provo-car la aparición de desconchados por caliche,

generando desde alteraciones superfi ciales hasta fenómenos de disgregación de la pieza.

Sin embargo, el mayor riesgo de una inade-cuada elección de las materias primas es la inclu-sión de materia orgánica, que se calcina durante la cocción formando una fase vítrea de óxidos de carbono, produciendo el fenómeno conocido como corazón negro. Este defecto lleva apareja-da una serie de efectos visibles que varían desde la formación de burbujas que reducen la resis-tencia al rozamiento hasta la aparición de un evi-dente hinchazón y deformación de la pieza por la acumulación de gases en su interior.

Defectos relacionados con la preparación de las pastas

Este tipo de defectos no son producidos por la utilización de materias primas con unas carac-terísticas inadecuadas, sino por una dosifi cación defi ciente o por un amasado poco cuidadoso que introduce impurezas en la mezcla.

El empleo de una excesiva proporción de fun-dente provoca la formación de una mayor fase cristalina que, dado su alto coefi ciente de dilata-ción, termina por provocar la deformación de las piezas. Por el contrario, una excesiva proporción de antiplásticos reduce la contracción durante la cocción, dando como resultado un material más poroso y con una resistencia mecánica más re-ducida.

Defectos relacionados con el moldeoLos defectos asociados al proceso de moldeo

y prensado son variados y pueden estar produ-cidos por múltiples causas, como la presencia de aire ocluido en la pasta ya amasada, la aplicación de una velocidad o carga de prensado inadecua-da, o la utilización de una masa con densidad variable.

Así, una inadecuada aplicación de la carga o una masa con densidad heterogénea y diferen-tes coefi cientes de dilatación pueden introducir variaciones en la pieza provocando descuadres y curvaturas. Una incorrecta aplicación de la pasta en el molde, una extracción poco cuidadosa de la pieza o el empleo de un molde sucio pueden

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producir acuñados, grietas, pegados y rebabas. Por su parte, la presencia de oclusiones de aire en la masa puede llevar a la aparición de ojos y laminaciones, pudiendo estas últimas producir reducciones considerables en la resistencia me-cánica de la pieza y de su capacidad para sopor-tar los ciclos de hielo y deshielo.

Defectos producidos durante el secado

El secado es una de las etapas más delicadas durante la fabricación de las piezas cerámicas. En este periodo, un secado irregular, incompleto o excesivamente rápido, puede provocar fi suras, alabeos o remanentes de humedad. Para reducir estos riesgos es necesario garantizar una ade-cuada dosifi cación de las pastas, con una buena proporción de desengrasante, y controlar que el secado se produce de una manera homogénea y progresiva.

Defectos relacionados con la cocción de las pie-zas

Este tipo de problemas surgen cuando una pieza es cocida a una temperatura incorrecta, o cuando la cocción se produce de forma desigual. Así, las zonas que han sufrido una cocción in-sufi ciente son conocidas como crudos, mientras que las que han sido cocidas en exceso se llaman sobrecocidos.

Como consecuencia de la humedad remanente referida en el apartado anterior pueden provo-carse desconchados, abultamientos o incluso la rotura explosiva del elemento, por efecto de la rápida vaporización del agua contenida. Tam-bién es en esta fase cuando, por efecto de la pre-sencia de materia orgánica en la masa, puede producirse el fenómeno referido como corazón negro en el apartado “Defectos relacionados con las materias primas”.

Defectos relacionados con el esmaltado

Durante el proceso de esmaltado de piezas vidriadas pueden producirse multitud de pro-cesos asociados a un amplio abanico de causas que desemboquen en la aparición de defectos de diversa magnitud.

La presencia de impurezas en el esmalte puede hacer aparecer alteraciones cromáticas o nódulos de materia sin fundir en la superfi cie esmaltada. Este problema se origina durante la preparación de las materias primas, y se debe a un inadecua-do cribado de las mismas, a una molienda de-fi ciente o a la inclusión de partículas de polvo ambiente.

A su vez, una inadecuada dosifi cación de los componentes del vidriado puede dar lugar a es-maltes demasiado refractarios, que dan lugar a superfi cies rugosas y más porosas, o a esmaltes poco fritados, que se caracterizan por una mayor solubilidad y por la formación de burbujas en el vidriado.

Por otra parte, una inadecuada viscosidad de la pasta vidriada combinada con la presencia de aire ocluido puede producir la aparición de bur-bujas y pinchados que disminuyen la resistencia al rozamiento de estos elementos cuando son empleados como piezas de pavimentación.

Una falta de acuerdo entre el esmalte y el so-porte, permitiendo que experimenten contraccio-nes diferentes al ser horneadas, puede provocar resquebrajamientos y curvaturas en la superfi cie esmaltada o incluso la aparición de cortes y reti-ros en el vidriado.

PATOLOGÍAS

El abanico de lesiones y alteraciones que afec-ta a los materiales cerámicos es muy variado y, además de manifestarse durante el proceso de producción, pueden derivar de su puesta en obra y vida útil del elemento. Un adecuado conocimiento del espectro patológico permite identifi car las causas del daño y determinar las acciones necesarias para solventarlas.

En el caso de las patologías sufridas por el ma-terial durante su vida útil, algunas de esas pue-den asimilarse a las que afectan los materiales pétreos, dado que sus causas y efectos son simi-lares.

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de la ubicación concreta del elemento, como el sol, el viento, las variaciones climáticas, la lluvia o la profundidad del nivel freático, o por la ac-ción de fuerzas de la naturaleza como el sismo, las inundaciones o los incendios. Por otra parte, se considera agente biológico a cualquier hongo, vegetal o animal cuya actividad modifi ca las pro-piedades de las fábricas. El último grupo recoge las causas derivadas de las acciones del hombre: vandalismo, contaminación, vibraciones, etc.

El efecto de la lluvia, los hongos, y las partícu-las arrastradas por el viento provoca la erosión progresiva de la superfi cie de los materiales ce-rámicos. Este desgaste, que favorece la aparición de otras patologías como el desarrollo de vege-tación o la acción del hielo, se verifi ca especial-mente en materiales blandos, carentes de vidria-do y que ofrecen a la intemperie una superfi cie porosa. El medio en el que se inserta el elemento cerámico es también un factor determinante para determinar la intensidad de estos procesos. Así, un entorno marino con corrientes de aire cons-tantes y presencia de salitre o una situación ex-puesta propiciarán un desarrollo más rápido de los mecanismos de erosión.

Junto con esta patología, existen otros dos fe-nómenos de alteración que afectan a la superfi cie de las fábricas y elementos cerámicos. La acumu-lación de materiales externos sobre las caras ex-teriores de los elementos recibe diferentes nom-bres en función de su composición y grado de penetración en la superfi cie de la pieza. De este modo, la mera acumulación de polvo y otros ma-teriales sobre la superfi cie de los paramentos es conocida como depósito superfi cial de suciedad, mientras que la presencia de grasas o aceites en el conjunto de elementos acumulados da lugar a la patología conocida como enmugrecimiento o suciedad húmeda.

En ocasiones, la materia acumulada en la su-perfi cie no proviene del exterior. Las sales que, como en los materiales pétreos, cristalizan y for-man efl orescencias vienen transportadas desde el interior por el agua que llega a la superfi cie del paramento por capilaridad o infi ltración. Las alteraciones asociadas a la acumulación de sucie-dad sólo afectan a la capa exterior del material, por lo que se trata de una afección fundamen-

Lesiones derivadas de una incorrecta puesta en obra

La puesta en obra de los materiales de cons-trucción es uno de los momentos críticos para la formación de mecanismos patológicos que des-embocarán en la aparición de lesiones. El abanico de lesiones generadas durante la puesta en obra comienza por los errores de concepción duran-te la fase de proyecto. Un claro ejemplo de estas faltas es la ausencia de juntas de dilatación que dividan las fábricas, para permitir su variación dimensional. Este problema puede derivar en la aparición de fi suras por aplastamiento en las juntas de colocación o incluso la rotura por com-presión de piezas en casos en los que las juntas entre elementos sean insufi cientes para absorber el movimiento o en los que el mortero de agarre tenga una resistencia superior a la del ladrillo. En el caso de aplacados y pavimentos cerámicos, estas tensiones pueden provocar el desprendi-miento de piezas verticales o el levantamiento de elementos de pavimentación.

Por su parte, un entendimiento inadecua-do entre las piezas y el material de agarre pue-de provocar problemas de adherencia. De este modo, la elección de un material de agarre poco adecuado, la mala preparación del soporte o una aplicación incorrecta del mortero pueden produ-cir la caída de piezas.

Las fábricas cerámicas suelen ser elementos de una gran rigidez y, por lo tanto, resultan muy sensibles a los movimientos estructurales provo-cados por asentamientos de la cimentación o por deformaciones de la estructura horizontal, pro-duciéndose cuadros fi surativos que manifi estan esta alteración en la lógica estructural de la cons-trucción.

Alteración de las piezas durante su vida útilLos mecanismos de alteración que pueden

hacerse patentes en los elementos cerámicos du-rante su vida útil son múltiples y pueden aten-der a diversos factores. A la hora de considerar las causas de las alteraciones, se suele distinguir entre agentes atmosféricos, biológicos y antrópi-cos. En el primer grupo se incluyen los factores determinados por las características climáticas

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talmente de carácter estético; las efl orescencias implican un aumento de volumen debido a la cristalización y rehidratación que provocan des-prendimientos superfi ciales en el material.

Aparte de las efl orescencias, existen otras alte-raciones asociadas a la acción del agua sobre los elementos cerámicos. Una de las más problemá-ticas, especialmente en zonas frías, es la acción del hielo. El agua de lluvia o de ascensión capilar se acumula en los poros y fi suras presentes en las piezas y, al congelarse, aumenta su volumen expandiéndose aproximadamente un 9%. Este incremento puede introducir unas tensiones in-ternas importantes que, si el material no cuenta con las características y resistencia adecuadas, provocarán su disgregación o incluso su rotura frágil. En entornos costeros, el aire puede depo-sitar cloruros que aumentan de volumen al cris-talizar, provocando un efecto similar al de las heladas.

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El muro de ladrillo es habitual en zonas urba-nas o con una notable tradición de tejares. Estos muros tienen por lo general un espesor que os-cila entre medio pie y dos pies, aunque los más comunes son los muros de medio o un pie, com-binados con machones resistentes de ladrillo de mayor espesor solidarizados con la fábrica. Las dimensiones de los ladrillos macizos empleados tradicionalmente en la construcción de muros han cambiado con el paso del tiempo. Durante el siglo XIX, y hasta principios del siglo XX, estas piezas cerámicas solían tener un formato consue-tudinario en el que las dimensiones de la soga equivalían a dos tizones. Las dimensiones de los ladrillos eran diferentes en cada región de la Península Ibérica, oscilando entre 24-30 centíme-tros para la soga, 11-15 centímetros para el tizón y 4-6,5 centímetros para el grueso. A partir de 1920, se estableció una relación recomendada en-tre las dimensiones de la soga, el tizón, el grueso y la junta entre los ladrillos con el objetivo de fa-cilitar el aparejo de las piezas.

El mortero empleado para recibir los ladri-llos suele ser de tierra, cal, yeso o una mezcla de ellos. Los recursos disponibles en obra dictaban el espesor de las juntas, que era mayor cuanto menores eran los recursos para abaratar los cos-tes de la construcción. Son frecuentes los muros de ladrillo en los que se ha empleado un mortero de asiento determinado (generalmente de tierra pobre en cal y con junta rehundida o avitolada), y, tras su completo fraguado, un mortero de re-juntado más rico para proteger las juntas de las inclemencias atmosféricas.

El aparejo de los ladrillos se rige por las leyes de traba (evitar la continuidad de juntas vertica-les o llagas, disponer juntas horizontales o ten-deles continuos, etc.), de modo que el número de combinaciones que se puede conseguir con estas piezas cerámicas está únicamente limitado por la imaginación y las posibilidades de dise-ño. Un buen aparejo asegura que cualquier carga que actúe se distribuya a través de todo el muro consiguiendo la máxima capacidad portante, es-tabilidad lateral y resistencia frente a empujes.

En los muros de medio pie de espesor, tam-bién llamado de cítara o media asta, el aparejo a sogas es el único posible. Este aparejo consiste en la colocación de los ladrillos a soga, con un so-lape de media soga entre dos hiladas sucesivas, que se consigue utilizando medio ladrillo en el arranque de las hiladas alternadas con las inicia-das con un ladrillo entero.

En cambio, con los muros de un pie de espe-sor, o de un asta, se consigue una amplia varie-dad de aparejos:

- El aparejo a tizones, o a la española, consigue trabar las piezas desplazándolas ¼ de la soga, para lo que se emplean dos piezas de ¾ en el arranque de las hiladas alternadas.

- El aparejo de sogas, también denominado americano, dispone los ladrillos a soga, consi-guiendo un solape entre piezas de hiladas alter-nas de ½. Sin embargo, la disposición de dos la-drillos a soga produce la continuidad de la junta horizontal del centro del muro, por lo que para garantizar la traba suele disponerse una hilada a tizón cada cinco hiladas.

- El aparejo denominado inglés, que engloba varias variantes, se caracteriza por utilizar hila-das con ladrillos colocados a soga e hiladas con ladrillos colocados a tizón, mejorando así la traba en el sentido longitudinal y en el transversal del muro. Entre las distintas variantes se encuentran el aparejo inglés normal, que alterna una hilada a soga con otra a tizón; el aparejo inglés en cruz o belga, que se defi ne con tres hiladas (dos a soga y otra a tizón), desarrollando en el sentido de sus diagonales la cruz que le caracteriza; el aparejo inglés antiguo, que considera las tres hiladas del aparejo anterior como un conjunto que se repite sucesivamente, rompiendo así la alternancia de hiladas a sogas e hiladas a tizones.

- El aparejo denominado fl amenco, o gótico, emplea piezas colocadas a soga y piezas coloca-das a tizón en una misma hilada, por lo que se logra un solape de ¼ y se requieren piezas de ¾ en el arranque.

- El aparejo denominado holandés nace de la

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combinación de una hilada a sogas y tizones del aparejo fl amenco con una hilada a tizones del aparejo a tizones, obteniendo un solape de ¾ en la hilada de sogas y tizones.

Por último, en los muros de ladrillo de un pie y medio, o de un asta y media, se desarrollan dos aparejos representativos:

- El aparejo inglés, con un solape de ¼, obtiene el espesor del muro mediante la colocación de un tizón doblado con una soga. Para evitar la coin-cidencia de juntas, las piezas a soga se disponen alternativamente en cada uno de los dos para-mentos del muro.

- El aparejo de sogas se defi ne con cuatro hila-das, dos a sogas y otras dos a tizón, dobladas con una soga. Para conseguir los solapes longitudi-nales, en el arranque, se desplazan las hiladas a tizón con dos piezas de ¾ a soga, y las hiladas a soga, alternadamente, con dos piezas de ¾ colo-cadas a tizón.

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Navarra_Olite (FV,CM) (085).JPGMadrid_Robledondo (MD) (133).JPG

La Rioja_Navarrete (FV,CM) (009).JPGHuesca_Alquézar (FV,CM) (28).JPG

Granada_Granada (FV,CM) (83).JPGÁvila_Madrigal de las Altas Torres (FV,CM) (22).JPG

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Vizcaya_Otxandio (VC) (14) copia.jpgValladolid_Villalon de Campos (MD) (81).JPG

Valladolid_Cogeces de Íscar (MD) (64).JPGToledo_Fuensalida (FV,CM) (68).JPG

Córdoba_Moriles (ST) (22).JPGPalencia_Palencia-Colegio Arqto (FV,CM) (2).JPG

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Ce_01 Fábricas de ladrillo

Burgos_Castellanos de Bureba (FV,CM) (004).JPG Granada_Guadix (FV,CM) (207).JPG

Guadalajara_Pastrana (FV,CM) (153).JPG Lleida_Penelles (AS) (01).jpg

Palencia_Aguilar de Campoo (FV,CM) (035).JPG

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Esta solución constructiva combina la fábrica de ladrillo con otra fábrica de otro material como puede ser la mampostería, la tapia o el adobe. La fábrica de ladrillo permite una traba de mayor calidad y más aristada, por lo que se emplea en las partes que requieren una geometría más de-fi nida, tales como esquinas, machones, jambas, arcos, impostas, alféizares, etc.; de modo que los segmentos verticales y horizontales de esta fábri-ca delimitan los cajones o fragas (lienzos de otros materiales como mampostería, tapia o adobe). La fábrica empleada en los lienzos está regularizada ocasionalmente por verdugadas horizontales de dos o tres hiladas de ladrillo, que sirven a su vez de base al lienzo superior.

Estos elementos de ladrillo se presentan gene-ralmente en las fachadas principales de las cons-trucciones tradicionales, aunque su presencia también es frecuente como refuerzo de muros medianeros de mampostería, tapia o adobe con el objetivo de conectar la fachada principal y la trasera, ambas de ladrillo macizo.

Las dimensiones y el tamaño de estos elemen-tos de refuerzo varían en función del formato de los ladrillos empleados y de su número, obte-niendo de este modo fachadas con proporciones variables de superfi cie de ladrillo. Asimismo, la geometría de los refuerzos depende del elemen-to constructivo del que se trate, pudiendo inclu-so modifi car su anchura para mejorar la traba con la fábrica que constituye los lienzos.

En el caso de los lienzos de mampostería, en-tre los elementos constructivos de ladrillo se em-plean mampuestos naturales o careados que se aparejan normalmente con mortero de cal; o se disponen por hiladas encofradas con un entabla-do de madera a ambas caras sin prestar atención al aparejo, y se rellena el encofrado con mortero, agilizando así la construcción.

En lienzos de tapia, ésta puede aparecer en al-guna de sus variantes tales como la tapia calicos-trada o la tapia valenciana. Los ladrillos de los machones, esquinas o verdugadas pueden ex-tenderse incluso hacia el interior del encofrado.

Ce_02Fábricas con machones y verdugadas de ladrillo

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Granada_Granada-S Juan de los Reyes (FV,CM) (28).JPGCiudad Real_Malagón (FV,CM) (8).JPG

Cáceres_Madrigal de la Vera (FV,CM) (253).JPGBadajoz_Navalvillar de Pela (FV,CM) (09).JPG

Ávila_Madrigal de las Altas Torres (FV,CM) (19).JPGAlmería_Vera A (FV,CM) (33).JPG

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Sevilla_Écija (FV,CM) (478).JPGSegovia_Muñopedro, Acedos (FV,CM) (1).JPG

Palencia_Palencia B (FV,CM) (35).JPGNavarra_Tudela (FV,CM) (29).JPG

Murcia_Mula (FV,CM) (034).JPGHuesca_Albalate de Cinca (FV,CM) (15).JPG

Ce_02 Fábricas con machones y verdugadas de ladrillo

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Ce_02 Fábricas con machones y verdugadas de ladrillo

Badajoz_Campanario (IA) (12).JPG Ciudad Real_Navalpino (MD) (60).JPG

Granada_Baza (FV,CM) (091).JPG Leon_Grajal de Campos (FV,CM) (062).JPG

Leon_Sahagún (FV,CM) (03).JPG Toledo_El puente del Arzobispo (LG) (17).JPG

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Ce_02 Fábricas con machones y verdugadas de ladrillo

Valencia_Riola, alrededores (MD,JZ).JPG Zaragoza_Daroca (FV,CM) (19).JPG

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Las fábricas de ladrillo en las que las piezas se disponen a panderete, de canto, constituyen una técnica constructiva muy difundida en el territo-rio peninsular, a excepción de las zonas de carác-ter muy rural, donde la producción de ladrillos en tejares resultaba demasiado cara, por lo que se recurría preferentemente a otros tipos de tabi-que ejecutados con entramados, adobe, zarzos o cañizo, a tenor de los materiales disponibles en el entorno.

Tradicionalmente, los ladrillos macizos colo-cados a panderete tenían un grueso reducido y se recibían con pasta de yeso rápido. Sin embar-go, esta solución constructiva ha evolucionado y en la actualidad se sigue utilizando para dividir los espacios interiores o doblar un tabique exte-rior de fachada por el interior, aunque en la ac-tualidad los materiales que constituyen la fábrica a panderete son ladrillos huecos industriales re-cibidos con mortero de cemento.

En este tipo de fábrica, los ladrillos macizos se reciben por sus cantos y se disponen por hi-ladas alternando juntas para garantizar un buen aparejo. Normalmente se ejecuta un enlucido a ambas caras del tabique, de modo que el espesor fi nal de la partición interna viene defi nido por el grueso del ladrillo más el espesor de las capas de revestimiento.

Además de presentarse en forma de particio-nes interiores, esta fábrica de ladrillo aparece ha-bitualmente constituyendo el relleno de los cuar-teles de entramados simples. En ambos casos, el aparejo de los ladrillos que conforman el tabi-que dispone generalmente un solape de ½ entre las piezas, aunque éste puede reducirse dando como resultado aparejos con solape de ¼.

Ce_03Fábricas con ladrillos a panderete

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Zamora_Fornillos del Aliste (MD) (25).JPGValladolid_Villalon de Campos (MD) (137).JPG

Huesca_Huesca (FV,CM) (95).JPGCáceres_Villanueva de la Vera (FV,CM) (039).JPG

Cáceres_Garganta la Olla (FV,CM) (132).JPGAsturias_Proaza (FV,CM) (1).JPG

Ce_03Fábricas con ladrillos a panderete

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vCe_03 Fábricas con ladrillos a panderete

Ciudad Real_Brazatortas (MD) (16).JPG

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M Ma_01

La confi guración de los entramados, tal y como se ha descrito en la fi cha MA06, se compone de unos elementos de madera y de un material de relleno, situado en los cuarteles, que puede ser de diverso formato y naturaleza. En este caso, el material de relleno es el ladrillo cerámico, que se apareja como si de un muro se tratara para com-pletar el espacio intersticial entre elementos de madera.

El aparejo de estos muros de ladrillo puede variar en función de la necesidad de cada caso concreto y de los recursos materiales disponibles en la zona. Este aparejo también está estrecha-mente relacionado con la propia confi guración del entramado así como con la dimensión de los paños a rellanar, que hará que un aparejo sea más o menos adecuado en cada caso. Asimismo, el tipo de aparejo también está íntimamente re-lacionado con la zona geográfi ca y la tradición constructiva de la misma.

De este modo, el aparejo de las fábricas de ladrillo es generalmente a sogas, con un solape variable en función de la presencia de elementos diagonales en el entramado y de la inclinación de los mismos. Si no existen diagonales, el solape entre ladrillos es generalmente de ½ de la pie-za. En el caso de que estos elementos diagonales delimiten cuarteles, el relleno de los mismos se realiza con ladrillos aparejados siguiendo la in-clinación del elemento de madera, empleando si son necesarios medios ladrillos para garantizar el solape de las piezas y la traba de la fábrica.

Ce_04Relleno de entramados

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Vizcaya_Abadiño (FV,CM) (020).JPGLa Rioja_Navarrete (FV,CM) (097).JPG

Cantabria_El Mazo (FV,CM) (10).JPGCáceres_Garganta la Olla (FV,CM) (349).JPG

Asturias_Belmonte (FV,CM) (48).JPGÁlava_Vitoria (FV,CM) (42).JPG

Ce_04Relleno de entramados

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Ce_04 Relleno de entramados

Álava_Lezama, alrededores (FV) (27) copia.jpg Burgos_Espinosa de los Monteros (BA) (03).JPG

Salamanca_Candelario (FV,CM) (094).JPG Guadalajara_Sigüenza (FV,CM) (265).JPG

Leon_Sahagún (FV,CM) (15).JPG Palencia_Nestar (FV,CM) (43) copia.jpg

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Ce_04 Relleno de entramados

Soria_Calatañazor (FV,CM) (017).JPG Soria_Calatañazor (FV,CM) (377).JPG

Palencia_Aguilar de Campoo (FV,CM) (071).JPG

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M Ma_01

Junto con el de mampostería, el pilar de ladri-llo es el más frecuente en la vivienda tradicio-nal, siendo más o menos habitual su presencia en función de los materiales disponibles en la zona y la posibilidad de fabricación de ladrillos. Este tipo de pilar se construye aparejando diver-sas hiladas de ladrillos, que suelen ser macizos y cuyo espesor varía entre 3 y 5 cm, hasta alcanzar la altura deseada, dejando juntas de espesor va-riable según cada caso. Los ladrillos suelen reci-birse con mortero de cal, yeso o una combinación de ambos.

En la parte superior de estos elementos se calzan o se reciben con yeso los rollizos o, fre-cuentemente, las vigas escuadradas de madera. La parte superior de los pilares también puede constituirse como superfi cie de arranque de ar-cos ejecutados con ladrillo en rosca, que habi-tualmente conforman arquerías que delimitan espacios exteriores cubiertos. En los casos en que la altura a salvar sea superior a 4 metros como, por ejemplo, en una buhardilla donde la altura total incluye la altura de planta y la adquirida por el faldón de cubierta, se colocan habitual-mente vigas intermedias o tirantes de madera que colaboran en su estabilidad.

Estos elementos estructurales de ladrillo pue-den bien revestirse o bien quedar vistos en fun-ción de los requisitos estéticos que deban cumplir las edifi caciones, aunque con mayor frecuencia se deja visto el aparejo del ladrillo. Mientras que los pilares de sección cuadrada en la arquitectura tradicional, los de sección circular son muy poco habituales, teniendo los primeros una mayor sección que los segundos.

Ce_05Pilares y columnas

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Valladolid_Cuenca de Campos (MD) (72).JPGSalamanca_Bejar A (FV,CM) (477).JPG

Huesca_Alquézar (FV,CM) (23).JPGHuelva_Valdelarco (FV,CM) (142).JPG

Granada_Granada-Corral del Carbón (FV,CM) (7).JPGBadajoz_Badajoz A (FV,CM) (05).JPG

Ce_05Pilares y columnas

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Ce_05 Pilares y columnas

Huelva_Cabezas Rubias (JA) (1).jpg Huelva_Valdelarco (JA) (07) copia.jpg

Valencia_Alzira (MD,JZ) (02).JPG

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M Ma_01

La conformación de arcos con ladrillo cerá-mico es una práctica relativamente común en la arquitectura tradicional. Puede tratarse de arcos de medio punto, escarzanos, rebajados, etc. y las piezas pueden disponerse en rosca, en forma de arco tabicado… Este tipo de soluciones es habi-tual en zonas donde la madera es escasa y existe una producción cerámica local, que permite em-plear estos elementos constructivos para cubrir vanos de fachada.

Tanto en los arcos de medio punto como en los rebajados y los adintelados, la solución construc-tiva de roscas de ladrillo se recibe con mortero de cal o yeso, para lo que se requiere durante la ejecución la colocación de una cimbra que defi na la forma del arco y soporte el peso provisional-mente. Los arcos escarzanos, más frecuentes en la arquitectura tradicional, apenas necesitan pe-netrar en los muros laterales de la fábrica para trabarse con ellos. Este tipo de arcos, junto con los adintelados, se encuentra generalmente cu-briendo los vanos de las ventanas.

La rosca de ladrillo empleada puede ser sen-cilla o múltiple, con hiladas a sogas y a tizones, garantizando así una mejor traba con la fábri-ca, que a su vez puede ser bien de ladrillo o de mampostería. En el caso de los muros de mam-postería, las jambas del vano se suelen ejecutar con ladrillo y se aparejan con la rosca o las roscas de ladrillo que conforman el arco con el objetivo facilitar la construcción del hueco. Si bien la so-lución constructiva para un arco de medio punto o uno escarzano suele ser más sencilla, los arcos adintelados presentan una mayor variedad de modos de resolver el aparejo de las piezas y la forma del elemento.

Por otra parte, los arcos tabicados son habi-tuales de zonas con pocos recursos económicos, que aprovechan ingeniosamente las virtudes de resistentes y autoportantes de la bóveda tabica-da. Esta solución constructiva, cuyas piezas se reciben con yeso al menos en la primera capa, no requiere de cimbra, por lo que se evita el uso de madera, tanto en el dintel como en la cimbra que habría sido necesaria para construir un arco

de rosca. Los arcos tabicados también pueden estar formados por varias capas de rasillas, sien-do esta solución muy habitual para cubrir vanos en fábricas de mampostería de zonas con limita-dos recursos materiales y económicos. El propio arco tabicado con una sola rasilla, generalmente parte de un muro de mampostería, ya funciona como cimbra y defi ne la forma del arco superior, ejecutado con mampuestos de poco espesor en forma de losas. En las jambas del vano se pre-vé un generoso escalón sobre el que se entregan directamente las rasillas para conformar el arco tabicado. Suele tratarse de arcos escarzanos, que pueden quedar visto o revestirse con yeso o cal junto con el resto de la fábrica en la que se inte-gran.

Ce_06Arcos

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Huesca_Tardienta (FV,CM) (29).JPGHuesca_Abizanda (FV,CM) (58).JPG

Granada_Granada (FV,CM) (49).JPGCádiz_Tarifa (FV,CM) (6).JPG

Barcelona_Barcelona B (FV,CM) (8).JPGBadajoz_Feria A (FV,CM) (84).JPG

Ce_6aArcos de medio punto

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Zaragoza_Belchite (FV,CM) (72).JPGValladolid_Cogeces de Íscar (MD) (101).JPG

Valencia_Ademuz C (FV,CM) (31).JPGSegovia_Etreros (ES) (1).JPG

Navarra_Pamplona (FV,CM) (89).JPGMálaga_Ronda (FV,CM) (561).JPG

Ce_06a Arcos de medio punto

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Ce_06aArcos de medio punto

Badajoz_Retamal (IA) (7) copia.jpg Jaén_Villanueva del Duque (MD) (023).JPG

Lleida_Castellnou de Seana (AS) (01).jpg Sevilla_Écija (JA) (14) copia.jpg

Toledo_El puente del Arzobispo (MD) (39).JPG Toledo_El Puente del Arzobispo (SG) (11).JPG

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Valladolid_Cogeces de Íscar (MD) (94).JPG

Valladolid_Cogeces de Íscar (MD) (10).JPGValladolid_Cogeces de Íscar (MD) (7).JPG

Valencia_Ademuz C (FV,CM) (156).JPGTeruel_Miravete de la Sierra (FV,CM) (166).JPG

Arcos rebajadosCe_06b

Tarragona_Tortosa A (MD) (87).jpg

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Cáceres_Guijo de Santa Bárbara (FV,CM) (122).JPG

Granada_Granada (FV,CM) (54).JPG

Ávila_Madrigal de las Altas Torres (FV,CM) (22).JPG

Cádiz_Tarifa (FV,CM) (17).JPG

Navarra_Olite (FV,CM) (417).JPG

Ce_06bArcos rebajados

Ciudad Real_Horcajo de los Montes (MD) (34).JPG

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Ce_06b Arcos rebajados

Ciudad Real_Horcajo de los Montes (MD) (45).JPG Ciudad Real_Navalpino (MD) (54).JPG

Córdoba_Torrecampo (MD) (05).JPG Jaén_Iznatoraf (MD) (16).JPG

Jaén_Villanueva del Duque (MD) (046).JPG Valencia_El Perellonet (MD,JZ).JPG

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Valencia_Montichelvo (MD,JZ) (01).JPG Valencia_Riola, alrededores (MD,JZ) (2).JPG

Ce_06bArcos rebajados

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Salamanca_Arcediano (VC) (116).JPGNavarra_Olite (FV,CM) (038).JPG

Murcia_Cehegín (FV,CM) (105).JPGLa Rioja_Navarrete (FV,CM) (028).JPG

Huelva_Almonaster La Real (FV,CM) (18).JPGCastellón_Alfondeguilla (JG) (44).JPG

Arcos adinteladosCe_06c

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Ce_06cArcos adintelados

Valladolid_Cogeces de Íscar (MD) (97).JPGSegovia_Arroyo de Cuéllar (MD) (32).JPG

Burgos_Castellanos de Bureba (FV,CM) (010) copia.jpg Ciudad Real_Brazatortas (MD) (27).JPG

Ciudad Real_Las huertas del Sauceral (MD) (05).JPG

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M Ma_01

Las bóvedas ejecutadas con ladrillo se pueden clasifi car inicialmente en función de la dispo-sición de las piezas cerámicas durante la cons-trucción de las mismas, entre bóvedas de rosca, con los ladrillos recibidos por su cara más ancha, y bóvedas tabicadas, con los ladrillos recibidos por su canto. Las bóvedas de rosca son menos frecuentes en el territorio peninsular que las bóvedas tabicadas, de origen medieval y am-plia efi cacia y difusión sobre todo en las zonas este, noreste de la Península Ibérica dado el gran ahorro en materiales y medios auxiliares que supone. Ambas soluciones constructivas de cu-brimiento ejecutadas con ladrillo se encuentran generalmente en zonas donde la madera es un recurso escaso y existe una producción cerámica local.

Las bóvedas en rosca, cuyas piezas se reciben con mortero de cal, requieren generalmente de la colocación de una cimbra durante su ejecu-ción que, además de servir de soporte provisio-nal, defi na la forma de la bóveda. Una excep-ción son las bóvedas extremeñas, cuyo aparejo y colocación acostada evitaba al menos en parte el recurso a las cimbras. Si la bóveda tiene una longitud considerable, durante su construcción suele emplearse una cimbra que se va desplazan-do para ejecutar distintos tramos sucesivamente, de modo que consigue ahorrarse una importante cantidad de material en medios auxiliares.

Las bóvedas tabicadas se ejecutan sin la ayuda de cimbras, de modo que la bóveda se conforma mediante la colocación de hiladas de ladrillos re-cibidos con yeso que se sostienen en el aire a me-dida que se construye. La velocidad de fraguado del mortero de yeso utilizado en la recepción de las piezas cerámicas, unida a la ligereza de esta solución constructiva, permite ahorrar el empleo de una cimbra durante su ejecución. Las bóvedas tabicadas están compuestas por una o varias ho-jas de ladrillo cerámico apoyadas sobre sistemas de muros o pilares. La primera hoja de rasilla se recibe con yeso y su extradós se recubre con un alisado del mismo material que sirve de base a una segunda bóveda de rasilla que se recibe con mortero de cal y se coloca a matajuntas respecto

a la anterior. El extradós de la segunda bóveda se reviste con mortero de cal para protegerlo de la intemperie.

Esta solución constructiva es también habi-tual en la ejecución de escaleras, compuestas por varios tramos de bóveda tabicada. El arranque de la escalera, con los primeros peldaños, suele constituirse mediante un macizado de fábrica de ladrillo o de mampostería. Asimismo, el pelda-ñeado se construye con fábrica de ladrillo o pe-queña mampostería y yeso, que puede dejarse visto de yeso o revestirse de cerámica o baldosas.

Ce_07Bóvedas

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Zaragoza_Daroca (FV,CM) (35).JPGTarragona_Tortosa B (MD) (33).jpg

Sevilla_Morón de la Frontera, Museo (FV,CM) (41).JPGLleida_Lérida-La Seu-la Suda (FV,CM) (21).JPG

Castellón_Bellestar (FV,CM) (29).JPGBarcelona_Castellnou de Bages (FV,CM) (105).JPG

Ce_07Bóvedas

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Ce_07 Bóvedas

Badajoz_Atalaya (IA) (2) copia.jpg Badajoz_Hornachos (IA) (2).JPG

Badajoz_Villagarcía de la Torre (IA) (03).JPG Badajoz_Villar del Rey (IA) (01).JPG

Córdoba_Pozoblanco (MD) (09).JPG Córdoba_Torrecampo (MD) (17).JPG

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Ce_07Bóvedas

Córdoba_Villanueva del Rey (MD) (19).JPG Córdoba_Villanueva del Rey (ST) (58).JPG

Lleida_Juncosa de les Garrigues (PL) (02).jpg Toledo_Toledo (FV,CM) (093).JPG

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M Ma_01

El entrevigado con piezas cerámicas es una solución habitual que permite salvar la distancia entre las viguetas o el armazón de un forjado, cu-bierta o balcón, con ayuda de rasillas formando un tablero plano o curvo.

En los forjados planos y tableros de cubierta, las rasillas pueden disponerse apoyadas en una subestructura compuesta normalmente por ras-treles de madera que descansan sobre viguetas del mismo material, de modo que la distancia en-tre elementos lineales corresponde con la dimen-sión exacta de las piezas cerámicas. Excepcio-nalmente, las rasillas podían incluso salvar una distancia mayor que su propia envergadura con un entrevigado plano de al menos dos estratos de rasilla colocados a matajuntas recibidos con pasta de yeso. Este tipo de forjados compuestos de tableros de rasillas, en todas sus variantes, es muy habitual en las cubiertas de edifi caciones ubicadas en la costa mediterránea.

El espacio entre viguetas de madera puede re-solverse también con revoltones cerámicos que confi guran una curva siguiendo el mismo prin-cipio constructivo empleado en la ejecución de bóvedas tabicadas, por lo que no se requiere en-cofrado o cimbra. Los revoltones de ladrillo apo-yan lateralmente en las viguetas, confi gurando una única capa abovedada que queda cubierta por un relleno de yeso, arena o escombros has-ta formar el plano horizontal que sirve de base para recibir el pavimento de la planta superior. El revoltón está constituido con dos, tres, cua-tro, cinco o hasta seis rasillas cerámicas recibi-das con yeso , llegando incluso a colocarse una rasilla más en la zona de los riñones para refor-zar cuando el revoltón es más amplio. Las pie-zas que constituyen los revoltones pueden bien disponerse trabadas entre sí o bien colocarse de-jando juntas continuas en sentido longitudinal y transversal. La curva defi nida por los revoltones de ladrillos se corresponde generalmente con un arco escarzano. El apoyo de los revoltones en las viguetas puede realizarse de diversas formas, a tenor de la disponibilidad de madera en la zona. En los casos más antiguos y en zonas donde se dispone de madera sufi ciente, las viguetas se

entallan lateralmente para apoyar los revoltones cerámicos. También es posible, con el objetivo de ahorrar madera, crear un plano de apoyo para los revoltones mediante el clavado lateral en las viguetas de una serie de listones, el escuadrado de los rollizos en forma octogonal o la colocación de las viguetas inclinadas a 45º.

Los elementos en voladizo, principalmente balcones, están constituidos por un armazón o estructura portante metálica anclada a fachada que se completa en ocasiones con piezas cerámi-cas de diferentes dimensiones, adecuándose al paso de la misma. La subestructura se compo-ne de pletinas metálicas sobre las que apoya un sotabalcón de piezas cerámicas, constituido por varias capas. Las piezas cerámicas pueden estar decoradas con diferentes motivos ornamentales en su cara inferior vista. En ésta y resto de va-riantes, se completa el forjado recibiendo el pavi-mento fi nal sobre el entrevigado descrito.

Ce_08Entrevigados

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Valladolid_Cuenca de Campos (MD) (89).JPGNavarra_Olite (FV,CM) (088).JPG

Las Palmas_Las Palmas de G Canaria (FV,CM) (1155).JPGLa Rioja_Nájera (FV,CM) (158).JPG

Barcelona_Barcelona, Mercaders 15 (FV,CM) (5).JPG Castellón_Pobla Benifassá (GM) (30).JPG

Ce_08aEntrevigados de revoltones

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Valencia_Sagunto Casa Mestre Peña (FV,CM) (059).JPGSevilla_Morón de la Frontera, Museo (FV,CM) (30).JPG

Murcia_Los Baños de Mula (FV,CM) (1).JPGCastellón_Vinaròs (FV) (24).JPG

Cantabria_Santillana del Mar (FV,CM) (145).JPGBarcelona_Barcelona, Mercaders 15 (FV,CM) (22).JPG

Ce_08b Entrevigados de rasillas planas

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Ce_08b Entrevigados de rasillas planas

Badajoz_Higuera de Llerena (IA) (3).JPG Badajoz_Malcocinado (AD) (09) copia.jpg

Cádiz_Conil de la Frontera (JA) (01).JPG Málaga_Málaga (FV,CM) (1).jpg

Sevilla_Osuna (MD) (23).JPG

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Málaga_Ronda (FV,CM) (71).JPGSevilla_Écija (FV,CM) (129).JPG

Castellón_Morella (FV,CM) (17).JPGCádiz_Arcos de la Frontera (FV,CM) (123).JPG

Ce_08cVoladizos de balcones

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M Ma_01

Se trata de las piezas cerámicas empleadas como revestimiento fi nal en las cubiertas incli-nadas para su impermeabilización y correcta evacuación de las aguas. Estas piezas cerámicas pueden clasifi carse en dos grandes grupos más comunes: tejas curvas o árabes, y tejas planas.

Las tejas curvas o árabes son las piezas de cubrimiento más comunes en las soluciones de cubierta en la Península Ibérica. Las tejas adquie-ren diferente tamaño a tenor de la zona geográfi -ca, pudiendo llegar a alcanzar los 50 cm de largo o más en algunos casos. Estas tejas tienen forma troncocónica, lo que permite su superposición en posición de canal para la evacuación y en posi-ción de cobija para la protección de la junta entre dos canales. Las cubiertas de teja curva se con-fi guran con esta secuencia de canales y cobijas, prolongándose sobre el alero para evacuar ade-cuadamente las aguas pluviales y evitar así su es-correntía por la fachada. Este sistema de acabado permite crear cubiertas con distintas formas en planta, puesto que las tejas curvas pueden con-fi gurar un sistema de canales y cobijas que se adapte una forma concreta. En las cumbreras no es infrecuente encontrar aguilones o tejas cerá-micas de mayor dimensión diseñadas para este cometido. Excepcionalmente, en algunos lugares de Castilla León, es tradicional encontrar cubier-tas de teja colocadas en canal adosadas entre sí, sin cobijas.

Las tejas planas tradicionales no son tan co-munes como las tejas curvas en la geografía es-pañola. Tradicionalmente se han empleado con mayor frecuencia en el norte de la península. Es-tas piezas son de forma rectangular y sus dimen-siones son menores a las tejas árabes, aunque su espesor es similar. Las tejas planas se sitúan por superposición desde la parte inferior a la cum-brera y a matajunta, de manera que el agua no pueda acceder al interior. La fi jación de las tejas planas se realiza por la acción del peso de las te-jas superpuestas de capas superiores, de modo que las piezas quedan adecuadamente trabadas en una misma hilera y entre hileras adyacentes. La cumbrera en este caso se resuelve habitual-mente con tejas curvas superpuestas y fi jadas

con mortero para evitar la pérdida de piezas por acción de los agentes atmosféricos, que permite anclar la hilada superior de tejas planas.

La cubierta tradicional de tejas se concibe como un conjunto de escamas bien dispuestas entre sí que impermeabilizan el plano de cubier-ta y poseen estabilidad frente a la succión del viento por su propio peso, la superposición de las tejas adyacentes y, eventualmente, con mam-puestos apoyados de manera ordenada en el pla-no de cubierta. Tradicionalmente, las tejas se han recibido en la mayor parte de la geografía espa-ñola con un mortero de asiento de barro y paja o apenas con morteros pobres de cal, sobre todo en aleros, cumbreras y limatesas. Esta solución constructiva que deja sueltas o respeta el movi-miento de estas escamas cerámicas nació de la necesidad de permitir su gran dilatación térmica. En el caso de cúpulas y revestimientos verticales de teja donde la pendiente de evacuación es muy empinada, es frecuente recurrir a morteros de agarre, principalmente mortero de cal, e incluso a pernos de madera o clavos de forja que fi jan las tejas individualmente a la fábrica y quedan cubiertos por el solape de la teja superior.

Dentro de la familia de las cubiertas cerámi-cas, es interesante mencionar el ejemplo de las chimeneas pinariegas, conos que emergen en los faldones de las cubiertas inclinadas de teja, conformadas con una campana encestada de ra-mas de sabina, revestida en su perímetro exte-rior emergente por una contera bien aparejada con fragmentos cerámicos y coronada por un in-teligente chapitel de triple apertura tallado de un nudo de sabina.

Ce_09Tejas

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Cádiz_Arcos de la Frontera (FV,CM) (37).JPGCáceres_Garganta la Olla (FV,CM) (177).JPG

Burgos_Hoyales de Roa (FV,CM) (066).JPGBadajoz_Feria A (FV,CM) (53).JPG

Asturias_Arbazal (FV,CM) (48).JPGA Coruña_Ferrol A (FV,CM) (78).JPG

Ce_09aTejas árabes

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Fernando Vegas & Camilla Mileto

Huesca_Abizanda (FV,CM) (54).JPGHuelva_Valdelarco (FV,CM) (54).JPG

Guipúzcoa_Oñate (FV,CM) (128).JPGGranada_Granada-S Juan de los Reyes (FV,CM) (21).JPG

Castellón_Alfondeguilla (JG) (45).JPGCantabria_Carmona, S Pedro (FV,CM) (86).JPG

Ce_09a Tejas árabes

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Fernando Vegas & Camilla Mileto

Pontevedra_Tui (FV,CM) (120).JPGPalencia_Palencia A (FV,CM) (42).JPG

Navarra_Olite (FV,CM) (151).JPGMurcia_Moratalla (FV,CM) (006).JPG

Madrid_Robledondo (MD) (85).JPGHuesca_Aínsa (FV,CM) (113).JPG

Ce_09aTejas árabes

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Ce_09a Tejas árabes

Almería_Los Carasoles, alrededores (FV,CM) (54).JPG Badajoz_Aceuchal (IA) (07).JPG

Badajoz_Cabeza la Vaca (IA) (11).JPG Badajoz_Palomas (IA) (1).JPG

Burgos_Canicosa de la Sierra (FV,CM) (07).JPG Burgos_Frías (FV,CM) (353).JPG

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Ce_09a Tejas árabes

Ciuidad Real_Puerto Lápice (LG,GE) (149).JPG Huelva_Hinojales (JA) (1).jpg

Jaén_Génave (MD) (25).JPG Jaén_Villanueva del Duque (MD) (005).JPG

Ourense_Allariz (MC) (24).JPG Sevilla_El Coronil (JA) (04).JPG

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Sevilla_Écija (FV,CM) (261).JPGNavarra_Ochagavía (FV,CM) (017).JPG

Navarra_Garayoa (FV,CM) (26).JPGIslas Baleares_Eivissa-Sant Carles de Peralta (FV,CM) (45).JPG

Huesca_Ansó (FV,CM) (113).JPGCiudad Real_Malagón (FV,CM) (50).JPG

Ce_09b Tejas planas

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M Ma_01

Una opción habitual para la creación de los aleros de cubiertas recurre al empleo de elemen-tos cerámicos, bien sean rasillas, tejas o una com-binación de ambas. Los aleros de tejas cerámicas se conforman disponiendo estas piezas en una o varias hiladas sobre el muro de fachada, que sirve de apoyo a las últimas tejas de la cubierta inclinada.

La formación del alero se inicia con una pri-mera hilera con las piezas colocadas en forma de cobija. Sobre los lomos de las tejas de la primera hilada se dispone una capa de mortero alisada que sirve para recibir las piezas de las hiladas posteriores colocadas a matajunta. Aunque esta solución constructiva presenta generalmente una o dos hiladas de tejas en vuelo progresivo para aumentar el alero, excepcionalmente pueden su-perponerse tres o cuatro hiladas. Las distintas hileras de tejas que conforman el alero se reciben y se unen utilizando mortero de cal o yeso, que habitualmente es el mismo que el empleado en la conformación del tablero de apoyo a la cubierta. El encuentro entre la última hilada de tejas de la cubierta y las piezas del alero se produce de ma-nera análoga a la formación del mismo. Previo a la disposición de mortero en el lomo de las tejas de la hilada superior del alero, se coloca una hi-lada de tejas en canal entre las piezas en cobija, continuando el sistema constructivo de la cubier-ta. A continuación se coloca la última hilada de tejas de la cubierta en forma de cobija sobre las pelladas de mortero dispuestas en los lomos de las piezas del alero. En ocasiones la hilada de te-jas en canal, junto con la última hilada de tejas en cobija de la cubierta, puede prolongarse más allá del vuelo del alero.

Los aleros de rasillas se constituyen con el vuelo de una o varias hiladas normalmente colo-cadas a tizón, giradas a 45 grados o denticuladas, etc. Aunque generalmente se emplean rasillas convencionales, con forma de paralelepípedo, en algunos casos pueden disponerse piezas aplan-tilladas, es decir, con un perfi l curvo en uno de sus lados cuya colocación en hiladas simula una moldura corrida en el alero. Es importante tener en cuenta que el vuelo de las rasillas debe ser su-

fi ciente para garantizar un apoyo como mínimo de la mitad de su longitud. Sobre estas hiladas se disponen las tejas ligeramente voladas o, en oca-siones, soluciones más complejas con una combi-nación alternada de rasillas y tejas canal. Cuando se trata de cubiertas inclinadas con entabicado de rasilla, el alero es normalmente una simple prolongación al exterior de la solución construc-tiva interna, con sus pares, rastreles y entabicado superior con una tocadura fi nal de madera para evitar el deslizamiento de las rasillas en el borde del alero. Las tejas se reciben sobre un mortero de asiento de tierra y/o mortero de cal y la hi-lada del alero se apareja con el mismo mortero para conseguir una mejor fi jación.

Existe una variante de alero de piezas cerá-micas que combina las soluciones descritas con tejas curvas y rasillas, dando lugar a un alero con vocación ornamental más complejo, con más capas superpuestas y, por tanto, de una mayor altura. Las capas de rasillas se alternan con capas de tejas en forma de cobija, siempre aumentando progresivamente el vuelo de las hiladas y garan-tizando un apoyo sufi ciente de las piezas.

Ce_10Aleros

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Fernando Vegas & Camilla Mileto500

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Salamanca_Arcediano (VC) (4).JPG

Castellón_Eslida (ST) (13).JPGCáceres_Valverde de la Vera (FV,CM) (097).JPG

Asturias_Pravia (FV,CM) (59).JPGAlbacete_Férez (FV,CM) (31).JPG

Ce_10aAleros de tejas

Soria_Castillejo de Robledo (BA) (1).JPG

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Zaragoza_Fuentes de Jiloca (FV,CM) (5).JPG

Murcia_Moratalla (FV,CM) (229).JPGMálaga_Ronda (FV,CM) (113).JPG

Ce_10a Aleros de tejas

Albacete_Alcaraz (MD) (59).JPG

Ciudad Real_Navalpino (MD) (30).JPG Cuenca_Alarcón (JG) (25).JPG

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Ce_10a Aleros de tejas

Jaén_Génave (MD) (21).JPG Valencia_Ademuz (FV,CM) (25).JPG

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Tarragona_Tortosa B (MD) (2).jpgMurcia_Mula (FV,CM) (446).JPG

Madrid_Robledondo (MD) (71).JPGJaén_Úbeda (FV,CM) (557).JPG

Granada_Granada-S Juan de los Reyes (FV,CM) (50).JPGCastellón_Alfondeguilla (JG) (39).JPG

Ce_10b Aleros de rasillas

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Ce_10bAleros de rasillas

Jaén_Sabiote (SG) (52).JPG Zaragoza_Monreal de Ariza (FV,CM) (015).JPG

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Valladolid_Urones de Castroponce (MD) (9).JPGValladolid_Portillo (MD) (15).JPG

Valladolid_Portillo (MD) (11) copia.jpgCastellón_Eslida (JG) (38).JPG

Burgos_Hoyales de Roa (FV,CM) (050).JPGBarcelona_Avinyonet del Penedés (FV,CM) (58).JPG

Ce_10c Aleros mixtos de tejas y rasillas

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Ce_10c Aleros mixtos de tejas y rasillas

Córdoba_Torrecampo (MD) (57).JPG Málaga_Málaga (FV,CM) (4).jpg

Tarragona_Solivella (JP,MG) (3).JPG La Rioja_Navarrete (FV,CM) (057).JPG

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M Ma_01

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Las aguas de los espacios interiores y las cu-biertas deben ser evacuadas del edifi cio, para lo cual se canalizan empleando tradicionalmente elementos cerámicos. La recogida y canalización del agua de lluvia mediante el empleo de canalo-nes, bajantes y sumideros es habitual en zonas en las que el agua es un bien escaso, aunque la for-malización de la soluciones con piezas cerámicas son diferentes según los recursos disponibles. Las piezas pueden estar específi camente creadas para esta función, ya sea para la formación de sumideros, bajantes o canalones; o pueden apro-vecharse piezas, como tejas curvas, a las que se les da una nueva función.

Los canalones, con cierta pendiente para fa-vorecer la circulación del agua, pueden estar incluidos en el espesor del muro que delimita la cubierta, construyéndose con tejas árabes su-perpuestas y recibidas con mortero de cal. En caso de que no existan bajantes, la evacuación de aguas pluviales en la cubierta se realiza habitual-mente mediante la prolongación de las tejas en canal de la última hilada, o incluso disponiendo una teja curva aislada en canal en la parte supe-rior del muro. Esta solución, además de evacuar el agua de la cubierta, permite alejar el agua que discurre por estos elementos de la superfi cie de la fachada, de modo que se evitan las posibles lesiones derivadas de la escorrentía del agua por el muro.

Las bajantes se construyen normalmente con tejas curvas empotradas en el muro en un zig-zag vertical que termina conduciendo las aguas a pie de muro, o con arcaduces cerámicos encaja-dos entre sí que pueden quedar completamente ocultos en el muro, semiempotrados, o externos abrazados por anillos metálicos.

Ce_11Evacuación de agua

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Sevilla_Dos Hermanas, Hacienda los Molinos de Maestre (FV,CM) (419).JPGMurcia_Mula (FV,CM) (005).JPG

Murcia_Moratalla (FV,CM) (012).JPGMadrid_Robledondo (MD) (21).JPG

Islas Baleares_Eivissa-Sant Carles de Peralta (FV,CM) (21).JPGCastellón_Eslida (JG) (32).JPG

Ce_11Evacuación de agua

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M Ma_01

El revestimiento cerámico posee principal-mente tres formas tradicionales de manifestarse: el aplacado con tejas árabes de fachadas -prin-cipalmente construidas con adobe y entrama-do- expuestas al hostigo, la lluvia y el viento en algunas regiones del centro norte y oeste de la Península Ibérica; el aplacado con azulejos en zócalos, fachadas, arrimaderos, cocinas, baños, etc.; y el menos habitual aplacado con piezas de terracota en fachada .

El empleo de tejas cerámicas curvas no está únicamente asociado a las cubiertas o a canali-zaciones, sino que también se disponen vertical-mente en la fachada a modo de acabado que pro-tege la fábrica del agua de lluvia y otros agentes atmosféricos. Las tejas se colocan solapadas en-tre sí, fundamentalmente en posición de canal, y se fi jan a la base eventualmente con un perno de madera o metal y con mortero de cal formando superfi cies cóncavas longitudinales que permi-ten la evacuación del agua y mejoran por tanto la durabilidad de la fábrica. Los canales verticales constituidos por las tejas se disponen con mayor o menor contigüidad a tenor de la disponibili-dad económica del propietario. Aunque es me-nos frecuente, en ocasiones se alternan hileras de cobijas aparejando las hileras de canales. Por otra parte, en los remates de los extremos así como en los estrechamientos donde no cabe una pieza completa en posición cóncava también se dispo-nen normalmente tejas ensambladas en posición de cobija. Además de proteger la fachada, este revestimiento con tejas posee una voluntad es-tética y de integración en el edifi cio, puesto que la cubierta del mismo tiene habitualmente un acabado de teja árabe. Esta solución constructiva es muy efi caz para impermeabilizar muros, pero pueden aparecer grietas debido a la incompati-bilidad entre los soportes elásticos (estructura de madera, etc.) y la rigidez de las tejas asentadas con mortero.

Salvo contadas excepciones de iglesias, ermi-tas y antiguas viviendas de postín o viviendas islámicas de postín, el aplacado con azulejos ce-rámicos es propio de la difusión y la mejora en la producción de azulejos de serie que tuvo lugar

sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XIX. En zonas yesíferas fue común el recibido de las piezas con pasta de yeso, aunque por lo gene-ral se empleó mortero de cal.

Ce_12Revestimientos

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Soria_Vildé (FV,CM) (08).JPGSoria_Navapalos (FV,CM) (027).JPG

Salamanca_Béjar (FV,CM) (275).JPGSalamanca_Béjar (FV,CM) (191).JPG

Ourense_Ourense (FV,CM) (036).JPGAsturias_Villaviciosa (FV,CM) (43).JPG

Ce_12Revestimientos

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Ce_12 Revestimientos

Pontevedra_Pontevedra (FV,CM) (077) copia.jpg

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M Ma_01

Este sistema constructivo empleado en la ar-quitectura tradicional puede desempeñar múlti-ples funciones en un edifi cio, desde marcar una delimitación o partición hasta crear un sistema que permita favorecer la ventilación natural del interior de una estancia. La celosía está compues-ta por piezas cerámicas generalmente en forma de paralelepípedo y de espesor reducido respec-to al resto de sus dimensiones, que se disponen de acuerdo a distintos patrones geométricos con el objetivo de crear un cerramiento calado que delimita un espacio, a la vez que no genera una discontinuidad visual sino que funciona como fi ltro de las vistas desde el exterior hacia el in-terior.

Los patrones que habitualmente se emplean para colocar las piezas cerámicas ofrecen un am-plio abanico de soluciones de cerramiento, que incluso pueden llegar a alcanzar composiciones geométricas con un considerable nivel de com-plejidad. Los esquemas más habituales de dis-posición de las piezas cerámicas crean celosías triangulares, cuya forma geométrica otorga una mayor estabilidad al conjunto. Sin embargo, en ocasiones se encuentran ejemplos de piezas que conforman una celosía reticular. En ambos casos, pueden existir pequeñas variantes en el patrón de la celosía dentro de un mismo cerramiento, modifi cándose el tamaño de la forma triangu-lar o reticular base para conseguir una mayor o menor dimensión de los huecos y, por tanto, de las vistas permitidas. Las celosías de piezas cerámicas suelen servir de cerramiento de espa-cios que requieren una ventilación natural pero no aislamiento térmico, por lo que son habituales en espacios abuhardillados, espacios o edifi cios destinados a secadero (como los secaderos de ta-baco de las provincias de Cáceres o Granada) o en los remates de las chimeneas.

Ce_13Celosías

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Valladolid_Cuenca de Campos (MD) (100).JPGHuesca_Aínsa (FV,CM) (152).JPG

Huelva_Castaño del Robledo (FV,CM) (28).JPGCáceres_Jaraíz de la Vera (FV,CM) (40).JPG

Cáceres_Cuacos de Yuste (FV,CM) (269).JPGBadajoz_Feria A (FV,CM) (55).JPG

Ce_13Celosías

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M Ma_01

Los azulejos son piezas cerámicas de espesor reducido con una de sus caras vidriada, como re-sultado de la cocción de un esmalte que se torna impermeable y brillante durante este proceso. Estas piezas son empleadas en la arquitectura tradicional en diversas partes del edifi cio con el objetivo de aumentar el valor estético de las mismas y del conjunto: sotabalcones, arrimade-ros, pavimentos, aleros, alicatados, escalones, ta-bicas, mamperlanes, etc. Aunque generalmente los revestimientos con azulejos se disponen en espacios interiores, son también frecuentes en balcones y en algunos paramentos exteriores de establecimientos comerciales.

Del mismo modo que sucede con otras pie-zas cerámicas, la zona peninsular en la que se producen los azulejos y la fecha de fabricación condiciona el formato de estos elementos, que es habitualmente cuadrado (con unas dimensiones de lado que oscilan entre 10 y 45 centímetros), aunque también puede ser rectangular. Por otra parte, la solución constructiva en la que se em-pleen los azulejos determina el formato y las di-mensiones más adecuadas de estas piezas, que inicialmente eran elaboradas manualmente y, con el tiempo, pasaron a producirse en serie.

Asimismo, los azulejos empleados también pueden incluir motivos ornamentales en la su-perfi cie vidriada, enriqueciendo así el extenso patrimonio de productos cerámicos. En función de la moda de cada momento histórico y del po-der adquisitivo de los propietarios del edifi cio, la decoración de las piezas cambia, llegando a alcanzar un gran nivel de técnica y una extraor-dinaria imaginación en cuanto a temas ornamen-tales.

Los revestimientos cerámicos con azulejos sur-gen en muchas viviendas y construcciones tradi-cionales y son característicos de ciertos espacios interiores como zaguanes, cocinas o chimeneas, donde suelen presentar motivos decorativos ve-getales, animales, costumbristas, etc.

Los arrimaderos o zócalos de azulejos son muy habituales en la planta baja de los edifi cios, donde puede surgir el problema de la humedad

por capilaridad. Estos revestimientos se remata-ban con una cenefa corrida que marcaba el límite superior, a partir del cual se realizaba el enluci-do en el resto del lienzo. Las piezas cerámicas se fi jan con pelladas de mortero de cal o yeso al paramento, sobre el que previamente se ha rea-lizado un guarnecido. El uso de estos morteros tradicionales permite la eventual transpiración del zócalo a través de las juntas, por lo que no se generan problemas de humedad y aparición de sales derivados del empleo de cemento en con-tacto con el terreno por la ascensión capilar de la humedad.

La amplia durabilidad de la azulejería, que conserva su policromía durante un período de tiempo considerable, permite su empleo en ele-mentos constructivos ubicados en el exterior ta-les como revestimientos decorativos de locales comerciales, aleros y balcones. En el primer caso, el revestimiento de azulejos presenta ventajas frente a otras soluciones puesto que garantiza la impermeabilidad de la fábrica (permitiendo la transpiración a través de las juntas) y aumenta el atractivo estético de la fachada dado que las piezas cerámicas vidriadas defi nen motivos de-corativos a gusto de los propietarios de los esta-blecimientos.

En el caso de los aleros, los azulejos se dispo-nen, con la superfi cie decorada vista desde la parte inferior, sobre los rastreles fi jados a los pa-res de la cubierta o a las ménsulas empotradas en la fábrica, según la solución constructiva del alero. En los sotabalcones, los azulejos apoyan sobre un enrejado de pletinas inferior, con la cara decorada vista. Además, si se trata de balcones con una ménsula de fábrica, ésta puede rematar-se con una cenefa corrida de azulejos en la parte superior. En ambos casos, la capa de azulejos sir-ve de base a la sucesiva capa cerámica recibida con mortero de cal o yeso y que conforma el ale-ro o el pavimento del balcón, respectivamente.

Ce_14Azulejería

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Salamanca_Béjar (FV,CM) (043).JPG

La Rioja_Nájera (FV,CM) (032).JPGCastellón_Cálig (FV,CM) (22).JPG

Barcelona_Barcelona (FV,CM) (831).JPGAlicante_Orihuela (FV,CM) (34).JPG

Ce_14Azulejería

Valencia_Alfahuir, Monasterio de Cotalba (FV,CM) (134).JPG

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Zaragoza_Zaragoza (FV,CM) (283).JPGToledo_Talavera de la Reina (FV,CM) (48).JPG

Sevilla_Sevilla (FV,CM) (0168).JPGSevilla_Sevilla (FV,CM) (0153).JPG

Ce_14 Azulejería

Córdoba_Villanueva del Duque (SG) (28).JPG Huelva_Galaroza (JA) (05).JPG

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Ce_14 Azulejería

Sevilla_Morón de la Frontera (JA) (03).JPG Valencia_Alfahuir, Monasterio de Cotalba (FV,CM) (052).JPG

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M Ma_01

La versatilidad del ladrillo cerámico queda demostrada una vez más en su empleo también como sistema de pavimentación. Se trata de un uso que normalmente se concentra en interio-res por las características propias del material. La forma y tamaño de las piezas varía de unas áreas geográfi cas a otras, siendo habitualmente pavimentos de rasilla o de terracota natural sin apenas tratamientos o engobe sobre el bizcocho. Estas piezas cerámicas se emplean tanto para pavimentar plantas bajas, previo regularizado y compactado del plano de apoyo del terreno, como plantas superiores o terrazas, sobre el pla-no previamente conformado por los forjados.

Su colocación es análoga a la de otros tipos de pavimentos cerámicos, como baldosas o azu-lejos, esto es, se reciben con mortero, habiendo nivelado previamente la superfi cie para lograr un acabado plano. El mortero empleado es ge-neralmente de cal, pudiendo incluir eventual-mente una adición de una parte de yeso para acelerar el fraguado. Las rasillas rectangulares suelen disponerse siguiendo distintos aparejos, bien sea con la cara o el canto vistos formando la superfi cie del pavimento. Estas piezas se colocan generalmente siguiendo un aparejo de espina de pez o a matajuntas, adaptándose a la morfología de la superfi cie a pavimentar. El número de pie-zas empleadas para ejecutar el pavimento vie-ne determinado por la posición de las mismas, con la cara o el canto constituyendo la superfi -cie pisable. En este último caso, es habitual que se conformen en primer lugar líneas guía a base de losas de piedra o de ladrillos dispuestos con el canto visto, de modo que el espacio entre las mismas se rellene siguiendo un aparejo deter-minado, de manera análoga a un pavimento de guijarros.

Por otra parte, las baldosas de terracota cua-dradas se colocan generalmente a matajunta, esto es, trabando siempre las piezas entre sí para absorber constructiva y visualmente las posibles irregularidades de las mismas, así como para evi-tar que se deslicen entre sí. Con menor frecuen-cia se encuentran algunos casos de pavimentos resueltos con baldosas dispuestas en retícula,

con las juntas continuas en ambas direcciones. Las baldosas pueden aparecer en combinación con otros elementos cerámicos, cuyas dimen-siones pueden coincidir parcialmente con las de la primera pieza, de modo que se crea una su-perfi cie pavimentada más compleja y de mayor riqueza estética. Por último, la superfi cie de los pavimentos recibe un tratamiento para aumen-tar su impermeabilidad empleando aceite de li-naza, parafi na y otras aplicaciones domésticas.

Ce_15Pavimentos cerámicos

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Tarragona_Tortosa (MD) (37).jpgSevilla_Dos Hermanas, Hacienda los Molinos de Maestre (FV,CM) (108).JPG

Murcia_Moratalla (FV,CM) (173).JPGIslas Baleares_Eivissa-Sant Mateu d'Albarca B (FV,CM) (126).JPG

Granada_Granada (FV,CM) (80).JPGCáceres_Cuacos de Yuste A (FV,CM) (072).JPG

Ce_15Pavimentos cerámicos

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Sevilla_Dos Hermanas, Hacienda los Molinos de Maestre (FV,CM) (374).JPGZaragoza_Belchite (FV,CM) (152).JPG

Valladolid_Villalon de Campos (MD) (25).JPGTeruel_La Iglesuela del Cid (FV,CM) (79).JPG

Ce_15 Pavimentos cerámicos

Badajoz_Alconchel (IA) (02).JPG Badajoz_Atalaya (IA) (4) copia.jpg

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Ce_15Pavimentos cerámicos

Badajoz_Puebla de Alcocer (IA) (1).JPG Badajoz_Trasierra (AD) (13) copia.jpg

Cádiz_Medina Sidonia (JA) (7).JPG Cádiz_Vejer de la Frontera (JA) (26).JPG

Málaga_Málaga (FV,CM) (2).JPG Sevilla_Carmona (JA) (07).jpg

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Ce_15 Pavimentos cerámicos

Sevilla_Mairena del Alcor (JA) (10).JPG

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M Ma_01

Al igual que otros materiales, la trabajabilidad que presenta la arcilla previamente a su cocción permite la creación de multitud de elementos decorativos. En algunos casos puede tratarse de elementos repetitivos, ya que son fácilmente pre-fabricados en moldes. Existe un gran variedad de elementos y aplicaciones, desde cornisas mol-duradas sencillas, hasta complejas decoraciones, balaustres, fl orones, etc. Es más habitual encon-trarlos en entornos urbanos, que poseían acceso a los alfares de producción. Estas piezas cerámi-cas decorativas son frecuentes como elementos de remate de edifi cios, dispuestos sobre la corni-sa, con un amplio abanico de tamaños y formas en función de los requerimientos estéticos y del poder adquisitivo de los propietarios. Asimis-mo, son habituales los elementos en celosía de cierre de huecos conformados en una sola pieza y que se adaptan en mayor o menor medida a la forma de los mismos.

Ce_16Detalles y elementos decorativos

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Valladolid_Cogeces de Íscar (MD) (5).JPGMurcia_Puerto Lumbreras (FV,CM) (035).JPG

Málaga_Ronda (FV,CM) (525).JPGIslas Baleares_Eivissa-Eivissa (FV,CM) (206).JPG

Castellón_Sant Mateu (FV,CM) (50).JPGBadajoz_Feria (FV,CM) (6).JPG

Ce_16Detalles y elementos decorativos

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Ce_16 Detalles y elementos decorativos

Huelva_Valdelarco (JA) (04).jpg Soria_Calatañazor (FV,CM) (086).JPG

Soria_Calatañazor (FV,CM) (100).JPG Soria_La Cuenca (FV,CM) (096).JPG

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M Ma_01Ce_17Gres de Nolla

El gres cerámico fabricado por la empresa No-lla constituye el primer gres producido en Espa-ña. En la actualidad, está colocado en forma de mosaicos en infi nidad de edifi cios públicos, resi-denciales, religiosos, etc., de la toda la geografía peninsular Aunque existían distintos fabrican-tes, la fábrica Nolla de Meliana (Valencia) fue la primera en hacer la patente de las piezas y la más prestigiosa, por lo que fue quien dio nombre a este pavimento.

La empresa de mosaicos Nolla nació en 1860, aunque inició la fabricación de piezas en 1864-65, llegando a convertirse este pavimento en la solu-ción más recurrente para los pisos de las residen-cias burguesas entre 1870 y 1900 y sustituyendo paulatinamente a los pavimentos cerámicos. El aumento de la utilización de las baldosas hidráu-licas, de menor coste y mayor facilidad de colo-cación y mantenimiento, propició el cierre de la fábrica Nolla en 1923.

El proceso de fabricación de las piezas debía seguir un riguroso control para garantizar la uni-formidad de color de las mismas. Este proceso de transformación de la materia prima comen-zaba con la trituración de la arcilla para obtener un fi nísimo polvo que a continuación se prensa-ba para obtener losetas semihúmedas, que pos-teriormente pasaban por hornos que alcanzaban temperaturas de 1.250ºC.

Los pavimentos de mosaico están conforma-dos por pequeñas piezas de gres de Nolla que pueden ser de formato cuadrado, con un tamaño aproximado de 10 x 10 centímetros o 5 x 5 cen-tímetros, o de formas poligonales, con unas di-mensiones similares. Se trata de piezas colorea-das en masa, por lo que conservan siempre su tono y luminosidad original pese al desgaste y el paso del tiempo. Este aspecto, unido a su alta resistencia, fue clave en el éxito de las piezas de gres de Nolla como elementos de pavimentación.

Las piezas son generalmente monocromáticas, aunque también pueden presentar pequeños di-bujos. Las composiciones realizadas con estas piezas para cubrir el suelo pueden estar sacadas de los catálogos de las compañías que los fabri-

can o estar diseñadas a gusto del cliente. Los motivos decorativos resultantes de estas com-posiciones son variados y cambiantes, pudiendo incorporar cenefas, cubrir zócalos y peldaños de escalera, etc. Estos pavimentos, de profundo sen-tido artístico, requieren de cierta habilidad para colocar las piezas que los conforman, siendo ca-paces de adaptarse a las irregularidades de cada lugar de colocación concreto a la vez que se man-tiene el equilibrio y la elegancia del motivo deco-rativo. De este modo, el límite de las composicio-nes con cerámica Nolla es la propia imaginación de quien las crea.

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Ce_17Gres de Nolla

Valencia_Meliana (MC) (01).jpgValencia_Valencia (MC) (06).jpg

Valencia_Valencia (MC) (05).jpgValencia_Valencia (MC) (04).jpg

Valencia_Valencia (MC) (03).jpgAlmería_Cuevas del Almanzora (JA) (14).jpg

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Santander_Santander (FV,CM) (176).JPG

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