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EL COLECCIONISMO PRIVADO Y LA PRESERVACION DEL PATRIMONIO CUTURAL MILITARIA – ARMAS y MUNICIONES EL ESPIRITU DEL COLECCIONISTA INTRODUCCIÓN Nabonidus, el último calobeo que reinó en Babilonia entre el 555 y el 539 a.C., es conocido por su condición de padre de Belshazzar, a quién la Biblia atribuye haber visto en las paredes de su sala de banquetes, una fantasmal inscripción referida a la caída del reinado y a la proximidad de los medos y los persas. Pero su mejor aporte a la historia, no surge de la citada referencia, sino por su reconstrucción del antiguo santuario de Ur, posiblemente para ser utilizado como capilla privada por su hija Bel-Shaltri-Nannar, suma sacerdotisa del Dios Luna en Ur. En tiempos modernos y durante los trabajos arqueológicos orientados a su rescate, se exhumó el emplazamiento de una sala contigua a la capilla, que expuso una reunión de objetos que, por su antigüedad y diversidad, no resultaba posible explicar. Al respecto Wolley, un testigo presencial, expresa, textualmente: ...yaciendo sobre un pavimento de ladrillo sin roturas del siglo VI a.C., los objetos más recientes setecientos años más antiguos que el pavimento y los más antiguos anteriores en quizás dos mil años: todas las pruebas estaban en con-tra de la hipótesis de que su reunión hubiese podido ser accidental, y el recortado de la estatua presentaba un aspecto curiosamente voluntario. Y entonces encontramos la clave del enigma. Un poco mas lejos, encontramos un curioso objeto de arcilla en forma de tambor en el que figuraban cuatro columnas de inscripciones: las tres primeras de ellas estaban escritas en el antiguo lenguaje de Sumer y el contenido de una de ellas al menos nos era familiar pues lo habíamos encontrado ya en ladrillos de Bur-Sin, rey de Ur 1

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EL COLECCIONISMO PRIVADO Y LA PRESERVACION DEL PATRIMONIO CUTURAL MILITARIA – ARMAS y MUNICIONES

EL ESPIRITU DEL COLECCIONISTA

INTRODUCCIÓNNabonidus, el último calobeo que reinó en Ba-

bilonia entre el 555 y el 539 a.C., es conocido por su condición de padre de Belshazzar, a quién la Biblia atribuye haber visto en las paredes de su sala de banquetes, una fantasmal inscripción referida a la caída del reina-do y a la proximidad de los medos y los persas.

Pero su mejor aporte a la historia, no surge de la citada referencia, sino por su reconstrucción del antiguo santuario de Ur, posiblemente para ser utilizado como capilla privada por su hija Bel-Shaltri-Nannar, suma sacerdotisa del Dios Luna en Ur.

En tiempos modernos y durante los trabajos ar-queológicos orientados a su rescate, se exhumó el emplazamiento de una sala contigua a la capilla, que expuso una reunión de objetos que, por su antigüedad y diversidad, no resultaba posible explicar.

Al respecto Wolley, un testigo presencial, ex-presa, textualmente:

...yaciendo sobre un pavimento de ladrillo sin roturas del siglo VI a.C., los obje-tos más recientes setecientos años más antiguos que el pavimento y los más antiguos anteriores en quizás dos mil años: todas las pruebas estaban en con-tra de la hipótesis de que su reunión hubiese podido ser accidental, y el recor-tado de la estatua presentaba un aspecto curiosamente voluntario. Y entonces encontramos la clave del enigma. Un poco mas lejos, encontramos un curioso objeto de arcilla en forma de tambor en el que figuraban cuatro columnas de inscripciones: las tres primeras de ellas estaban escritas en el antiguo lengua-je de Sumer y el contenido de una de ellas al menos nos era familiar pues lo habíamos encontrado ya en ladrillos de Bur-Sin, rey de Ur hacia el 2220 a. C., y los otros dos eran análogos; la ultima columna estaba escrita en semítico posterior: “Estas son copias de ladrillos hallados en las ruinas de Ur, obra de Bur-Sin, rey de Ur, que fueron encontradas al buscar el plano (del templo) por el gobernador y que yo vi y copie para maravilla de los que las vean.”...

Sencillamente, los estudiosos se encontraban ante un museo creado por Bel-Shalti-Nannar, sobre la base de antigüeda-des locales y una de esas piezas, de un siglo de antigüedad, había sido conservada como dato de la primera excavación arqueológica realizada en Ur y podríamos agregar, la primera que conocemos.

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¿Qué tiene que ver esta cita con el espíritu del coleccionista?, pues simplemente todo.

La esencia del coleccionismo, es la preserva-ción de elementos y su proyección física hacia el futuro; es en si misma, un intento, vano desde su nacimiento, de apresar un momento histórico, un instante de la vida humana y conservarlo, “para maravilla de los que lo vean”.

DEFINICIÓN DE COLECCIÓN

Sin lugar a dudas, la mera reunión de piezas por si misma, no constituye una colección, ni la actividad que genera, co-leccionismo.

Para ser honestos, todos los coleccionistas, he-mos comenzado por el simple acopio de “curiosidades” que atraían nues-tra atención; pero el gran paso que separa al “acopiador” del “coleccionis-ta” es dar a esas “curiosidades”, una ubicación dentro de un contexto cro-nológico, técnico o estilístico. Vale decir obtenerlas por algo más que el mero instinto posesivo.

Todos y cada uno de nosotros poseemos, en un rincón de nuestra colección, aquella pieza que hemos adquirido, cam-biado o recibido, que nos hizo cosquillar la sangre y humedecer los ojos de orgullo, que colmó, que satisfizo nuestra ignorancia de principiante, pe-ro que hoy, luego de leer, consultar, charlar, visitar museos y aprender, es el duro recuerdo de un traspié.

En lo personal, nunca quise desprenderme de varias de estas piezas y cuando las acaricio, siento que vuelvo atrás en el tiempo y tomo nuevas fuerzas para aprender más y para hacer todo lo po-sible para transmitir mis conocimientos a otros.

Pretendiendo ésta, ser una guía para terceros, resulta necesaria una definición más académica y entonces me encuentro obligado a expresar, que una colección es:

La reunión volitiva, racional y ordenada de piezas que, partien-do del conocimiento de su importancia, dentro de un contexto técnico, estilístico o histórico, contemple su preservación y su restauración de ser necesaria y posible.

EL COLECCIONISMO Y LA MUSEOLOGIA

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Como quedó indicado en el punto inmediato anterior, al ser el coleccionismo una actividad cultural, los coleccionistas han tenido distintas motivaciones a lo largo de la historia y con ello, una distinta formación como tales.

Los persas se destacaron por reunir ejemplares botánicos y zoológicos, mientras que los mogules de la India se orientaron a libros y objetos de arte. Los pueblos mesopotámicos, por parte, se sin-tieron inclinados por la arqueología y las técnicas archivistas. En el mundo griego, las colecciones particulares tuvieron singular importancia. Mientras que los asirios, babilonios, romanos en épocas del Imperio y los japone-ses, pueden ser calificados de entusiastas coleccionistas, quizás a conse-cuencia de integrar culturas derivadas o subsidiarias o el ser pueblos de-dicados a la conquista.

Como simple mención, merecedora de análisis por quienes dispongan de mayores conocimientos, debe señalarse que en todos los tiempos y cultos, los templos constituyeron centros de acumula-ción cultural y artística, aún mucho antes que el concepto de museología tomase forma.

Algunos autores consideran, que la actividad museológica constituye el remate del coleccionismo en el ámbito particu-lar, ampliándolo y posibilitando el acceso público.

Así, durante la segunda mitad del siglo XVIII, los “gabinetes de curiosidades”, las “colecciones” y “galerías” privadas, sólo abiertas a ocasionales visitas de intelectuales, eruditos, científicos o amistades del coleccionista, pasan a integrar los patrimonios nacionales con carácter público.

Ese fenómeno, el llevar la cultura de lo privado a lo público, entre sus vastos alcances sociales y culturales, determina la apertura de los grandes museos del mundo. Entre los primeros, encontra-mos al British Museum de Londres creado en 1753, la Galería de Kassel, abierta al público por Guillermo IV, en 1760, y el Louvre, en 1798.

A partir de allí y a todo lo largo del siglo XIX, se van conformando las más importantes colecciones públicas a nivel mun-dial, siendo su principal característica, ordenarlas para su visita pública. Surgen: la National Gallery de Londres, el Kunsthistorisches Museum de Viena, la Pinacoteca de Munich, la Galería Nacional de Praga, el Museo del Ermitage de Leningrado, el Museo Uffizi de Florencia, los Museos Va-ticanos, el Museo del Prado, el Metropolitan de Nueva York, etc..

Este fenómeno tiene varias explicaciones des-de el punto de vista social y científico:

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La transferencia de bienes en poder de monarquías, que pasan a integrar el patrimonio de nacientes estados nacionales, cuyo punto de partida se produce a partir de 1789, con la Revolución Francesa. Distintos descubrimientos arqueológicos, en Pompeya, Egipto, Mesopotámia y Grecia, que conllevan la acumulación de material de estudio, generando la necesidad de museos destinados a la guarda y clasificación de esos tesoros. El romanticismo, que trae consigo la evocación de culturas ante-riores y la incorporación de arte medieval a museos y colecciones privadas. El interés por las llamadas “causas nacionales”, empuja al pen-samiento científico hacia el análisis de la historia local y su conoci-miento a través de los monumentos y el arte. El colonialismo y su influencia en Asia, África y Australia, impul-saron el interés por la antropología de pueblos no europeos y el es-tudio de sus culturas. La teoría del evolucionismo y de las especies, formulada por Da-rwin, lleva a la catalogación, la ordenación en géneros y especies y de las técnicas aplicadas a las artes.

LA SITUACIÓN LOCAL

En nuestro país, el coleccionismo de armas y municiones comienza a consolidarse a partir de la última década del siglo XIX.

Durante nuestra guerra por la Independencia y posteriormente, dentro de las luchas entre caudillos, las armas constituían un bien escaso, utilizado y aún reciclado, hasta su destrucción total.

A partir de las adquisiciones que llevó a cabo Domingo F. Sarmiento como presidente, con el propósito de modernizar y uniformar reglamentariamente el uso de armas, dentro de una política de organización militar a escala nacional, por vez primera las armas vetera-nas de mil combates, quedaron de lado.

El gran maestro sanjuanino, de fecunda labor en pro de la educación nacional, no descuidó el extender esa acción edu-cadora al medio militar y el organizar un ejército a escala nacional, dotado de moderno armamento. Cuando tanta campaña en contra de las armas y de las fuerzas armadas o deportistas que las empuñan se realiza, sería bueno considerar estos ejemplos que nuestra historia nos brinda.

Retomando nuestro relato, es a partir de allí, que las armas fuera de uso, muchas de ellas con un glorioso pasado, pa-san a conformar las primeras colecciones privadas, principalmente en ma-nos de militares de prestigio, grandes hacendados y profesionales de alto poder adquisitivo.

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Que existió con Europa a principios del siglo XX, por la solidez económica de nuestro país y la carencia de restriccio-nes legales sobre la materia, lo que les permite la incorporación de piezas del exterior, de gran valor en muchos casos.

Dentro de éste contexto, en 1890 se produce la primer subasta pública registrada, que corresponde a la colección perte-neciente a un señor apellidado Parravicini. Lamentablemente carecemos de datos precisos respecto de las piezas que la integraban, como así tam-bién si el citado poseía alguna relación de parentesco con el actor Floren-cio Parravicini, de quién se afirma haber hecho gala de sus conocimientos como tirador deportivo..

Dos años más tarde, en octubre de 1892, se publica una revista que lleva por título “El Coleccionista Argentino”, la que en su segunda entrega, correspondiente al mes de noviembre del mismo año, publica un artículo titulado “Colección de Armas”. El mismo fue reproducido en su totalidad en el primer número del Boletín de la Aso-ciación Argentina de Coleccionistas de Armas y Municiones en el año 1967.

A este mismo período corresponde, la que sin lugar a dudas, fue la más importante colección de armas que ha habido en nuestro país. Es la que reuniera el Gral. José Ignacio Garmendia, du-rante sesenta años y que alcanzó a aproximadamente dos mil piezas, de las cuales mil ciento doce fueran rematadas por Guerrico & Williams el 16 de septiembre de 1931, como parte de los autos testamentarios de José Ignacio Garmendia y María Rufina Reynolds de Garmendia.

Una excelente descripción de la misma, fue brindada por quién considero maestro y amigo, Santiago Pedro Tavella Madariaga, en una serie de artículos publicados a principios de la década de 1970, en la revista Week-End, titulados genéricamente “Colecciones de Armas”.

Allí se citaba, que la colección Garmendia reu-nía, desde piezas pertenecientes a antepasados suyos, uno coronel regi-dor de Tucumán y otro alférez real y presidente del Cabildo en 1826, has-ta la espada, confeccionada por Sebastián Hernández, que el Gral. D. Pe-dro Caro y Sureda, marqués de la Romana, obsequiara a José de San Martín luego de la batalla de Bailén, pasando por dos espadas pertene-cientes a Juan Manuel de Rosas, una que se dice regalada por los plate-ros negros de San Telmo, con empuñadura y vaina de plata maciza con grabados artísticos, con el escudo nacional enchapado y calado en oro y la inscripción “Rozas” en el guardamanos y la otra, grabada en la hoja “Para el Gobernador de Buenos Aires, don Juan Manuel de Rosas”, que éste utilizara en la Campaña al Desierto en 1839.

En apretado resumen, poseía armas que ha-bían pertenecido a Manuel Belgrano, Justo J. de Urquiza, Bartolomé Mi-

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tre, Julio A. Roca, Luis M. Campos, Manuel Hornos, Lucio V. Mansilla, Francisco Ramírez, Donato Álvarez, Antonio González Balcarce, Blas Pi-co, Rafael Aguirre, Benjamín Victorica, Félix de Álzala, Ángel V. Peñalosa, Giuseppe Garibaldi, Francisco Solano López, Mariano Melgarejo, Fulgen-cio Yegros, Máximo Santos, Nicolás Avellaneda, Bernardo Monteagudo, Florencio Varela, Hilario Ascasubi, Miguel Soler, Manuel A. Pueyrredón, Facundo Quiroga y a los caciques Pincén y Saihueque.

.No sólo se encontraban piezas relacionadas

con nuestra historia, también era posible encontrar la espada que la Real Compañía de Filipinas regalara a Carlos III, una escopeta de caza de la princesa Carlota, esposa de Maximiliano y armaduras de la época de Feli-pe I y Enrique I de Inglaterra, entre otras.

Dos piezas singulares, dan cuenta de la impor-

tancia que tuvo esta colección: un falconete fechado en el año 1411, traí-do por los conquistadores españoles a Asunción, regalado por Francisco Solano López al Gral. Justo J. de Urquiza y considerado, a la fecha de su remate, una de las únicas seis piezas conocidas a escala mundial, en ese estado de conservación y la recámara de un falconete del siglo XV, que perteneció al navío Puerto Rico y que fue rescatada del Río de la Plata durante las obras de construcción del Puerto Madero.

A partir de 1930, varios hechos de capital im-portancia, contribuyeron a modificar las primitivas características de esta actividad. Los más destacables resultan: la declinación económica local fruto del nuevo orden económico mundial, el fallecimiento de los primeros grandes coleccionistas y la aparición de las primeras regulaciones policia-les relativas a la tenencia de armas.

Se suceden entonces, importantes subastas, a las cuales acceden nuevos estratos sociales, mayoritariamente conforma-dos por profesionales, comerciantes o industriales.

Merecen señalarse, por su incidencia en el des-envolvimiento posterior del coleccionismo local, las siguientes subastas:

Estanislao J. Cevallos – rematada en 1929, por J. C. Naón y Cía. S.R.L...

Antonio F. Cafferata – rematada en 1932, por Guerrico & Williams. María Güiraldes de Guerrico – rematada en 1935, por Guerrico &

Williams. Dr. Buijevich - rematada en 1946, por O. Ramos Oromí y Cia...

Otra gran colección, que también cumplió ya su ciclo, fue la que iniciara Jorge Llobet Cullen en Sevilla, en 1906, con la compra de una pistola sistema miquelete y que continuara a su muerte, Andrés F. Llobet Guerrero.

Sumamente importante, fue considerada la más importante de Iberoamérica y se componía de fusiles, espingardas,

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escopetas, pistolas, ballestas, hachas, mazas, sables, espadas, cuchillos, celadas, borgoñotas y yelmos que abarcaban del siglo XV al XIX.

Nuevamente, el excelente trabajo de Tavella Madariaga, nos sirve de guía para afirmar, que tan importante era el con-junto, como la procedencia de las piezas: sesenta habían conformado la colección Garmendia, entre ellas el falconete y la recámara descriptas lí-neas más arriba, la primera de las cuales había sido adquirida por seis mil cincuenta pesos de la época. Otras provenían del zar Alejandro II de Ru-sia, del príncipe Federico Carlos de Prusia, del barón Franchetti de Flo-rencia, del príncipe Radziwil de Berlín, del duque de Sajonia Meiningen, del duque de Osuna, del marques de Beauchamp, del duque de Rovigo, de la baronesa Vincken D`Rognan, de Curtiss de Londres, de Grodewsky de Viena, de Whamwell de Londres y de los coleccionistas locales: Esta-nislao S. Cevallos, Dr. Buijevich y Guerrico.

Su magnificencia puede ser apreciada por dos finos arcabuces de caza, con sistema de encendido a rueda, que se en-cuentran dentro del patrimonio del Museo de Armas de la Nación y que están expuestos en la sala III del mismo.

Esta colección fue rematada, a consecuencia de una disputa judicial, en 1975, por la casa Guerrico y dadas las condi-ciones económicas de nuestro país en la época y la importancia de las piezas, la mayor parte de las mismas, salieron de nuestras fronteras para no regresar jamás.

LAS PRIMERAS ARMERIAS DE BUENOS AIRES

El año 1857, es particularmente importante en lo que hace a la comercialización de armas en la ciudad de Buenos Aires, casi al mismo tiempo, ven la luz dos de sus más grandes e históricas ar-marías: Bertonnet & Gobert y Carlos Rasetti.

Bertonnet & Gobert, fue el resultado de la unión comercial de dos armeros franceses, que establecen su negocio en la calle San Martín 50, frente a la Catedral Metropolitana.

Las armas comercializadas por esta armería que, eran importadas desde diversos países europeos, presentan graba-das las siguientes leyendas: “BERTONNET EN BUENOS AIRES” o “BER-TONNET-CALLE SAN MARTÍN 50-BUENOS AYRES”.

En 1878 Juan López adquiere la armería, in-corporando el rubro cuchillería y mudándola a la calle Perú 40, entre Riva-davia y Victoria, antiguo nombre del actual Hipólito Irigoyen, lindando con la tienda “A la Ciudad de Londres” y la joyería “Gabarini”.

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Las armas vendidas durante éste período traían los siguientes grabados: “JUAN LÓPEZ BUENOS AYRES” o “JUAN CANEDO-611 RIVADAVIA 611-BUENOS AYRES”

En 1888, la transfiere a su empleado principal Juan Canedo, quien se hace cargo con gran éxito comercial, Es para en-tonces que comienza a ser conocida tanto como “La Porteña de Juan Ca-nedo” o como “Casa Canedo”.

Finalmente las obras de ensanche y apertura de la Avenida de Mayo, que se inician el 5 de marzo de 1889, obligan a una nueva mudanza, esta vez a calle Rivadavia 611.

En 1912 es comprada por Alfredo Gottling, quién le da el nombre de “La Porteña”, aunque por un tiempo se la identi-fica también como “Antigua Armería Canedo”.y a consecuencia del origen de los productos ofrecidos también por “Armería Británica”.

Las armas de éste período se identifican por la leyenda: “ARMERIA LA PORTEÑA-BUENOS AIRES”

En 1946 fallece Alfredo Gottling y su yerno, Cornelio Prats, se hace cargo del negocio.

En 1970, a raíz de rajaduras en una de las pa-redes del viejo restaurante Pedemonte, lindante con “La Porteña”, la Mu-nicipalidad decide primero apuntalar el edificio y posteriormente la demoli-ción de ambos negocios. De este modo la armería debe trasladarse a la calle Perú esquina Chile, donde en 1971 cierra definitivamente sus puer-tas, luego de 114 años de existencia.

Por su parte Carlos Rasetti, que como ya dijé-ramos, también inicia su actividad en 1857, ocupó un local sito en la calle Rivadavia 526, obteniendo un marcado éxito comercial, principalmente basado en la importación de material proveniente de las líneas europeas de la época. Tal fue la relevancia de esta actividad, que el logotipo de la firma señaló, expresamente, durante muchos años “Casa introductora de armas”. Las piezas de éste período eran grabadas en origen: “CASA CARLOS RASETTI –RIVADAVIA 525-BUENOS AIRES”.

Pero la importación de armas no solo se cir-cunscribió a piezas nuevas, también se le debe la incorporación a la plaza local de material proveniente del “surplus” militar de diferentes países, en-tre los que es posible mencionar: fusiles y carabinas Chassepot, Gras, Vetterli, Máuser en sus modelos 1871 y 1888, Mannlicher, Winchester, Remington, etc...

Una cuestión no debidamente documentada, es la denominación “Armería de Paris”, utilizada en catálogos y publicidades por Carlos Rasetti, hasta la década de 1930, como así la existencia de

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piezas que presentan una de las siguientes leyendas: “E. PARIS - BUE-NOS AYRES” o “E. PARIS - BS. AYRES”. Se supone que la misma podría provenir de un comerciante anterior, cuyo nombre era E. Paris, respecto del cual, el autor no ha podido encontrar mayores datos filiatorios.

El catálogo correspondiente al año 1917 en su portada cita expresamente como domicilio comercial el de Sarmiento es-quina Maipú, de cuya fachada trae un par de excelentes fotos en su inte-rior y además consigna “Anexo de la casa: Rivadavia 526 – Casa en Pa-rís: 3, Rue Lentonnet”.

Para sumar otro punto, digno de investigación más profunda, se puede mencionar, que en el catálogo de 1931 de Carlos Rasetti, se incluye una pequeña fotografía de una planta industrial, con el epígrafe “nuestra fábrica en Francia”.

Cabe señalar que el inmueble ubicado en la es-quina de Sarmiento y Maipú, inaugurado el 14 de mayo de 1917, en opor-tunidad de festejar sus sesenta años de vida, a la fecha de escribir estas líneas, aún se mantiene en pie, conservando las mismas características que se aprecian en las fotografías, si bien está dedicado a otros fines co-merciales.

En los citados catálogos, se ilustran escopetas “fabricadas especialmente para la casa” por A. Francotte y Cía. de Lieja, Bélgica, por W.W. Greener de Birmingham, Reino Unido y por la Manufac-tura Francesa de Armas de Saint Etienne, Francia. También se encuen-tran productos Winchester, Remington, Smith & Wesson, Colt, Mauser, Webley & Son, Iver Johnson, Fabrique Nationale (patente Browning) y Jo-seph Rodgers & Sons, entre otros.

Como dato curioso, puede agregarse que co-mercializó hojas y máquinas de afeitar “RASETTI” y cartuchos de escope-ta “T-RASET”.

Cerró definitivamente sus puertas, tras soportar los diversos avatares políticos del país, en 1967, cuando ya su denomina-ción legal era F. C. Rasetti & Cía. (Suces.).

Otra de las grandes armerías de Buenos Aires, que todavía se encuentra abierta es Pedro Wörns, que fue fundada en 1891. Este era un inmigrante alemán que había llegado al país en 1883, con dieciocho años de edad y que luego de reunir unos pesos instaló una agencia de cambios y pasajes en la calle 25 de Mayo 314. Obtuvo que sus padres le remitieran dos mil pesos con destino a solventar dicho ne-gocio, pero un robo provocó la desaparición del dinero y del negocio.

Esta desgraciada circunstancia llevó a que dos amigos, uno Nicolás Yusten y otro Leopoldo Goth le prestasen su apoyo para reencauzar sus actividades comerciales. El segundo de los nombra-dos, propietario de una armería sita en la calle Piedras (hoy Bartolomé Mi-tre) 431, le cedió en consignación escopetas y revólveres. Entonces logró

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incorporar algunos productos de talabartería y para viajes, reiniciando su negocio con los rubros armería, talabartería y artículos para viaje.

En 1900, a consecuencias de reformas en el edificio ocupado, debió mudarse a Corrientes 311, incrementando la acti-vidad comercial. Su esposa falleció en 1916, no sin antes dar a luz cuatro hijos, dos varones y dos mujeres, los varones fallecieron tempranamente y su hija María le brindó su apoyo en el negocio familiar.

En 1944, Wörns fallece y la armería quedó en manos de Francisco Stohr, un sobrino, llegado de Alemania tiempo atrás, donde se había desempeñado como aprendiz en Inmarmeffert.

En 1957, fallece Stohr y el negocio pasa a ma-nos de la hija mencionada líneas más arriba, María Wörns de Justen, que la conduce personalmente hasta 1966, cuando se incorpora Leonardo Salzmann, sobrino nieto.

En abril de 1968 María Wörns de Justen se asocia a Leonardo y Ricardo Salzmann y a partir de 1976, Juan Salzmann se incorpora al negocio.

Tiempo después, bajo la conducción de Leo-nardo y Ricardo Salzmann, la firma pasa a ser Pedro Wörns y Cia. S.-R.L. y desde 1978 retoma la actividad como armería, dejando de lado otras menores a que se había dedicado durante el período inmediato an-terior.

Finalmente a mediados de 2008 y por motivos económicos Leonardo Salzmann se ve obligado a cerrar la armería, aban-donando el emblemático local de la calle Sarmiento 377 y trasladando al-gunas de las instalaciones de la misma a la Armería del Tiro Independen-cia, sito en Piedras 747.

En tiempos en que se permitía el ingreso de ar-mamento militar extranjero para su venta, realizó importaciones desde los Estados Unidos y Alemania, siendo uno de sus más importantes adqui-rentes la Policía de la Provincia de Buenos Aires.

En el campo deportivo, importó marcas como “Bayard” y “Meffert”, aplicadas a carabinas, escopetas, rifles y drillings.

EL MUSEO DE ARMAS DE LA NACION

Sin ningún lugar a dudas, la institución más im-portante del país, relacionada con el estudio de las armas, es el Museo de Armas de la Nación, la que además se encuentra dentro de uno de

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los edificios más hermosos de la ciudad, el Palacio Retiro, sede del Círcu-lo Militar Argentino.

El 1ro. De octubre de 1904 Julio Argentino Ro-ca por decreto, crea el “Museo Nacional de Armas” sobre la base del Ar-senal Principal y le da asiento en el Cuartel de Inválidos de la Nación, en el barrio de Palermo.

El 16 de diciembre de 1911 el entonces presi-dente, Roque Sáenz Peña modifica su denominación por la de “Museo Mi-litar”, incorporando piezas pertenecientes a la Dirección General de Ar-senales de Guerra y lo traslada al edificio donde funcionara la Exposición Ferroviaria durante los festejos del Centenario.

Más tarde y mediante la ley 12.390, fechada el 27 de agosto de 1938, se dispone que, bajo el nombre de “Museo de Ar-mas de la Nación” funcione junto a la “Biblioteca Nacional Militar”, dentro de la sede del Círculo Militar Argentino, ubicada en el Palacio del Retiro, adquirido a esos fines a la familia Paz.

El Museo se inaugura oficialmente en 1940 con la dirección de Fernando Jáuregui hasta su muerte en 1972.

En la actualidad, exhibe más de dos mil piezas, distribuidas en dieciocho salas de exposición, permitiendo tanto recorrer la evolución técnica de las armas, en el ámbito mundial, como conocer aquellas que se relacionaron directamente con nuestra historia local.

LA ASOCIACIÓN ARGENTINA DE COLECCIONISTAS DE ARMAS Y MUNICIONES

En la década de mil novecientos sesenta, un número de coleccionistas comienzan a elaborar la idea de nuclearse en torno a una institución de nivel nacional.

Este ideario se materializa finalmente el 10 de septiembre de 1966, cuando en una reunión llevada a cabo en el Coman-do de Arsenales del Ejército, en torno a la figura del Cnel. Ing. Horacio Vaccaro, se conforma la Asociación Argentina de Coleccionistas de Ar-mas y Municiones, como una entidad civil sin fines de lucro que tiene co-mo fundamentales objetivos:

Nuclear dentro de su status legal todos los aficionados al coleccionis-mo de armas y municiones, facilitándoles su accionar y propendiendo a la defensa de sus derechos sobre el particular.

Organizar y patrocinar la realización de reuniones, exhibiciones y ex-posiciones publicas y privas, tanto en el ámbito nacional como interna-cional.

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Promover una acción cultural mediante publicaciones, conferencias, proyecciones o cualquier otro medio idóneo para favorecer el conoci-miento de las armas y municiones en sus aspectos técnicos, históri-cos, sociales, etc.

La A.A.C.A.M. tiene hoy su sede social en la calle México 1420 – Planta Baja – Departamento 4 de la Ciudad Autóno-ma de Buenos Aires, donde atesora una muy importante biblioteca y una destacable colección de cartuchos. Elementos ambos, que se encuentran para consulta tanto de sus asociados, como de aquellos que se desempe-ñan en la esfera judicial o de seguridad.

LA ASOCIACION ARGENTINA DE COLECCIONISTAS DE UNIFORMES Y MILITARIA

LAS EXPOSICIONES DE ARMAS ---- REUNIONES DE CO - LECIONISTAS ---- EL RINCON DEL COLECIONISTA

Los eventos públicos más importantes, realiza-dos en relación directa al coleccionismo de armas, fueron:

La Primera Exposición de Coleccionismo de Armas y Municiones realizada en nuestro país a fines de 1966, organizada por la A.A.-C.A.M. en el hall del Teatro Gral. San Martín

La Segunda Exposición de Coleccionismo de Armas y Municio-nes llevada a cabo en el Museo de la Casa de Gobierno de la Nación entre el 10 de septiembre y el 1 de octubre de 1967, la que también fue organizada por la A.A.C.A.M..

La Primera Exposición Internacional de Armas y del Libro Militar inaugurada el 8 de noviembre de 1967 en el Palacio del Retiro y orga-nizada por el Círculo Militar Argentino.

Desde una perspectiva más comercial, pero que también satisface las necesidades culturales y materiales de los co-leccionistas, es dable de mencionar la Feria de Armas que anualmente y desde 1990 se viene realizando en esta capital.

El Rincón del Coleccionista y las Reuniones de Coleccionista de Armas – Municiones y Militaría

Desde los años 1997 hasta el 2006 se realizo ininterrumpidamente el Rincón del Coleccionista una reproducción de los collectors guns and military shows americanos donde coleccionistas com-praban –vendían e intercambiaban piezas de colección, este fue dirigido por Angel Recine.

También se han llevado a cabo, desde hace menos tiempo, ferias en el Tiro Federal Argentino de Buenos Aires, con carácter institucional y en el Tiro Independencia de la Ciudad Autónoma

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de Buenos Aires, en este caso a cargo de organizadores particulares, que utilizan las instalaciones de la entidad. En ambos casos han congregado un tan heterogéneo como interesante conjunto de coleccionistas, tirado-res, cazadores, recreacionistas históricos y “entrañables locos lindos”.

REVISTAS NACIONALES:

Numerosas publicaciones nacionales han satis-fecho la necesidad de información de coleccionistas y deportistas en ge-neral. Citamos algunas de ellas:

Armas y TiroConstituye un punto de referencia nacional, en lo que hace a la acti-vidad periodística sobre la temática. Además del nostálgico “todo tiempo pasado fue mejor”, esta publicación, que contó con el apoyo de la Dirección General de Tiro del Ejército Argentino, reunió una pléyade de entendidos en la materia, conjunción que nunca volvió a repetirse.Nació en enero de 1910 bajo la denominación “Tiro Nacional Ar-gentino”; continuando, desde mayo de 1936, como “Tiro y Gimna-sia”; para, desde enero de 1950, pasar a denominarse “Revista de Tiro”, nombre que cambia finalmente desde julio de 1963 hasta su desaparición en el Nro. 61, en octubre de 1975, por “Armas y Tiro”. Tras su desaparición, ha quedado un vacío, en lo que hace a infor-mación sobre la práctica del tiro deportivo y la actualidad de las ins-tituciones que lo practican.

Noticioso OrbeaSurge en abril de 1944 dentro de la estructura de Cartuchería Orbea Argentina y de la mano de Juan B. Scursoni, quién la dirigió durante sus primeros dieciséis años de vida y la impuso su sello personal.La empresa se dedicaba a la elaboración de municiones destinadas a la práctica de la caza y el tiro. Desde 1935 formaba parte de una de las más importantes empresas de nuestro medio, Industrias Quí-micas Argentinas “Duperial”, la que a su vez constituía filial local de Dupont de Nemours, Francia.La última aparición del Noticioso se produce a principios de 1987, luego de más de ciento ochenta publicaciones, durante las cuales constituyó un canal para la publicidad institucional de productos de la empresa, pero además vehículo de información y vínculo para muchos entusiastas practicantes del tiro y la caza deportiva y un ór-gano donde se publicaron asiduamente los eventos del tiro deporti-vo de todo el país.En sus páginas tuvo cabida una serie de artículos referidos a ban-cos de pruebas europeos, elaborada por uno de los grandes estu-diosos argentinos sobre armas, el Barón Armin Engelhardt.

Revista de Tiro

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Nació merced al tremendo empuje de Alberto Ricardo Viñas, en di-ciembre de 1991, fue creciendo y sorteando las dificultades econó-micas del país. De todas las que aquí se mencionan, es la que ha presentado un perfil más cercano al de Armas y Tiro, tanto en lo que hace a la te-naz defensa de los derechos de los tenedores legítimos de armas, como de portavoz de las instituciones dedicadas a la práctica del ti-ro deportivo.

Pólvora y FierrosPor obra y gracia del ingenio de Ángel Recine el número cero fue distribuido en septiembre de 1997 y desde allí, crece ininterrumpida-mente en calidad y número de páginas, hasta fines del 2001, donde las difíciles circunstancias del país, hacen naufragar irremediable-mente el proyecto. Fue una publicación marcadamente dirigida al público coleccionista, sin dejar de lado la divulgación del tiro deportivo o la recreación his-tórica.

MagnumEs una creación de Alberto Rossi, cuya aparición se produce en oc-tubre de 1989 y que continúa a la fecha. Quizás, esto se deba a que es la única de las mencionadas hasta ahora, donde la óptica empre-sarial ha prevalecido por sobre la pasión.Se especializa en presentar las novedades del mercado y de la in-dustria local. No descuida artículos de corte histórico, pero los mis-mos no constituyen el eje editorial.

Existen sin lugar a dudas otras publicaciones, como Diana, Jungla y Selecciones de Caza, que en mayor o menor me-dida, se han ocupado de las armas y su mundo. Es imposible mencionar-las a todas, pero algunas merecen un cálido recuerdo en el corazón del autor: Camping, producto de la Editorial Codex S.A., que data de la década

del 1970 y donde las armas, sin constituir tema primordial, eran trata-das con gran calidad técnica.

Safari, también de la década de 1970, que incluyó muy buenos artícu-los sobre las armas.

Aire y Sol, aún en circulación, ha dado cabida en sus páginas a muy interesantes trabajos de Enrique Alberto Landini (h).

Week-End, también en circulación, supo albergar notas de Santiago Pedro Tavella Madariaga y Martín Jorge Batistessa.

En lo que hace a las publicaciones extranjeras, indudablemente ocupan un destacado lugar, Diana Armi y T.A.C. Armi, de origen italiano, Deutsches Waffen Journal, publicada en Alemania, The American Rifleman, Guns Word, Guns & Ammo., Shooting Times y Gun Report, estadounidenses y Guns, proveniente del Reino Unido.

COMO SE FORMA UN COLECCIONISTA

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Como dijéramos líneas más arriba, la primera aproximación al coleccionismo se da por curiosidad y sin mayores conoci-mientos, pero la clave para llegar a poseer una colección respetable o cuando menos interesante, se sustenta en el conocimiento que sobre las piezas que la integran, tenga su propietario.

Desde un punto de vista personal, no existe una fórmula universal para acceder al conocimiento, ni en este aspecto particular, ni en ningún otro; circunstancias personales, como la situación cultural, social y económica, condicionan dicho acceso.

Teniendo en cuenta mis limitaciones persona-les, puedo solamente aportar mi experiencia, esperando que los lectores puedan sacar algún provecho de ella.

Nuestro país posee por suerte, una amplia ofer-ta cultural; las armas y su estudio, pese a cierta corriente negativa que en los últimos años se ha constituido, más por razones político-filosóficas, que racionales, forman parte de ella.

Para iniciarse en una colección o en una básica “recolección” de objetos, sobre la que podamos más tarde decidir asentar una colección, es preciso introducirnos a ese mundo particular.

Toda afición tiene su particular mundo, sus có-digos, sus personajes y sus linajes. Para participar de ella de una forma racional, debemos aprender, ampliar nuestra instrucción sobre esos te-mas que, por supuesto, no hemos recibido en nuestra formación general.

A continuación se enumeran algunos de los lu-gares donde es posible adquirir esos conocimientos, la lista no es comple-ta, ni puede serlo y será valedera conforme a la particular situación de ca-da uno.

El Museo de Armas de la Nación, comenzó hace veinte años, la realización de ciclos de conferencias y exposiciones en las que participaban destacados coleccionistas de armas, vehículos militares y uniformes. En el último lustro, se ha formalizado un curso anual, que contempla nociones generales respecto del desarrollo histórico y técnico, tanto de las armas de fuego en todas sus categorías, como de las blancas, contundentes y granadas.

La Asociación Argentina de Tiradores de Avancarga, con sede en las instalaciones del Tiro Federal Argentino de Buenos Aires, en Avenida del Libertador y Udaondo, desde hace más de una década realiza cursos sobre la especialidad, donde, además del co-nocimiento histórico de las armas de fuego, se instruye en la práctica de-portiva del tiro al blanco con armas anteriores a 1870.

Por su parte la Subcomisión de Pólvora Ne-gra perteneciente a la Societá Italiana de Tiro al Segno, ubicada en El Pa-

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lomar, Provincia de Buenos Aires, dicta un curso de similares característi-cas.

Dentro de los planes de estudio de las carreras de museología, que se dictan en la Escuela Nacional de Museología, dependiente de la Dirección Nacional de Museos y Monumentos Históri-cos y en el Museo Social Argentino, entidad de privada de carácter ter-ciario, se halla presente la materia Oplotecología, donde se realiza un es-tudio histórico evolutivo de las armas con carácter general.

Además de los lugares donde se abordan, des-de un punto de vista principalmente teórico, estudios formales respecto de las armas, se encuentran los museos donde es posible observar diferen-tes ejemplares y aplicar los conocimientos adquiridos en alguno de los cursos citados, los libros o las revistas.

Además de lo dicho respecto del patrimonio del Museo de Armas de la Nación, existen muchas otras instituciones museo-lógicas, en donde las armas cumplen un papel destacado dentro de sus colecciones, pudiendo mencionarse:

Complejo Museográfico Enrique Udaondo, calle Lezica y Torrezouri 917, Luján, provincia de Buenos Aires. Es muy extenso e importante el patrimonio de la institución en esta rama, aunque en los últimos plan-teos museográficos han un tanto sido marginadas y merecerían resca-te algunas piezas de artillería “sembradas” por los fondos.

Museo Histórico Cornelio Saavedra, ubicado en Crisólogo Larralde 6309, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Producto de la reunión de tres importantes colecciones, el sector asignado a las armas, si bien reducido, a consecuencia de las limitaciones espaciales de todo el conjunto, presenta ejemplares de gran importancia y calidad.

Museo del Ejército, Pellegrini y Padre Elizalde, Ciudadela, Provincia de Buenos Aires. Su patrimonio está integrado por gran parte del ma-terial de todo tipo, empleado por las fuerzas terrestres nacionales. Además el disponer de una considerable superficie, le permite una dis-posición muy amigable y el uso de excelentes maquetas para recrear acontecimientos de importancia.

Museo Naval de la Nación, Paseo Victorica 602, Tigre, Provincia de Buenos Aires. Junto a una extraordinaria colección de maquetas de buques y temas marinos, expone muy buenas piezas de artillería em-barcada y de costa, entre ellas el único Pack 88 que el autor ha visto en el país.

Museo Aeronáutico Nacional, en los terrenos de la que fuera la VII Brigada Aérea, Av. Pierrestegui entre A. Paché y Cnel. Arena, Morón, Provincia de Buenos Aires. Además de una excelente presentación de material aeronáutico, atesora una interesante colección de ametralla-doras utilizadas en medios aéreos.

Museo Histórico Nacional, sito en la calle Defensa 1600, Ciudad Au-tónoma de Buenos Aires. Curiosamente lo más destacable, desde mi punto de vista, es la colección de cañones y morteros que se remonta

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al período virreinal y se encuentra dispersa por su jardín, sin la debida identificación para el visitante, mereciendo un lugar con mejores condi-ciones de preservación y también una disposición didáctica.

Museo Pampeano, Av. Lastra y Francisco Javier Muñíz, dentro del Parque Libres del Sur, Chacomús, Provincia de Buenos Aires. Posee muy interesantes piezas del siglo XIX, principalmente de las emplea-das en los establecimientos agrícolas, o por los ocasionales viajeros de la época.

La tercera fuente de conocimientos está dada por las consulta de bibliotecas, dentro de las cuales pueden citarse:

Biblioteca Martín Batistessa de la Asociación Argentina de Coleccionistas de Armas y Municiones, en la dirección cita-da.

Biblioteca del Museo de Armas de la Nación, dentro de las instalaciones del mismo, en la dirección ya indicada, también se encuentra abierta a la consulta de estudiantes e investigadores.

Biblioteca Nacional Militar, ubicada dentro del Círculo Militar Argentino, en su sede de la Avenida Santa Fe 750 – Ciudad Au-tónoma de Buenos Aires y abierta al público en general.

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