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Introducción a los modelos del ciclo económico-político Miguel Ángel Malo Universidad de Salamanca (Notas complementarias del tema 1 de Macroeconomía III – Curso 2015/2016) Esquema: 1. La política económica y el comportamiento de los políticos. 2. Políticos oportunistas: - 2.1. El modelo oportunista de primera generación - 2.2. El modelo oportunista con expectativas racionales 3. Políticos con ideología o partidistas: - 3.1. El modelo partidista de primera generación - 3.2. El modelo partidista con expectativas racionales 4. Comparación y evidencia empírica. 5. Recapitulación y conclusiones.

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Introducción a los modelos del ciclo económico-político

Miguel Ángel Malo Universidad de Salamanca

(Notas complementarias del tema 1 de Macroeconomía III – Curso 2015/2016)

Esquema:

1. La política económica y el comportamiento de los políticos.

2. Políticos oportunistas:

- 2.1. El modelo oportunista de primera generación

- 2.2. El modelo oportunista con expectativas racionales

3. Políticos con ideología o partidistas:

- 3.1. El modelo partidista de primera generación

- 3.2. El modelo partidista con expectativas racionales

4. Comparación y evidencia empírica.

5. Recapitulación y conclusiones.

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1. La política económica y el comportamiento de los políticos

Ya desde Adam Smith, la forma en que los economistas han enfocado la acción de

los políticos ha consistido en recomendarles una serie de acciones. Adam Smith,

basándose en sus reflexiones sobre las capacidades de la economía de mercado,

recomendaba como norma de actuación los conocidos deberes del soberano, que

podrían resumirse en la intervención mínima de los políticos en la actividad económica.

Más recientemente, el keynesianismo tenía esta misma manera de abordar la política

económica: como la reflexión teórica mostraba las bondades del gasto público para

alcanzar el pleno empleo, el político debía ponerse manos a la obra siguiendo la clara

prescripción del economista. Lo mismo sería cierto para el monetarismo respecto de la

política monetaria.

Ahora bien, no siempre los políticos han seguido las prescripciones de los

economistas y han desarrollado políticas que parecían no tener ninguna lógica

económica. En muchas ocasiones, los economistas nos lamentamos de esa falta de

respeto hacia nuestros consejos y atribuimos ese olvido de los políticos a ignorancia,

desconfianza hacia los economistas e, incluso, a la irracionalidad de los políticos.

Si tenemos en cuenta que la gran mayoría de las teorías económicas (y, sobre todo,

las de la corriente dominante neoclásica) hacen de la racionalidad de los agentes un

elemento fundamental, ¿no sería lógico pensar que también los políticos son racionales?

Así pues, si los políticos llevan adelante políticas económicas diferentes de las

recomendadas por los economistas, supuestamente procedentes de sus modelos, la razón

podría estar en que falta una pieza en esos modelos económicos. Esa pieza sería

precisamente el comportamiento de los políticos.

Evidentemente, hablar de comportamiento de los políticos nos sitúa en el campo de

los microfundamentos y nos lleva a tratar a los políticos igual que al resto de agentes

que intervienen en la actividad económica.

El punto clave ahora consiste en modelizar el comportamiento político. Podríamos

pensar que el comportamiento de un político es tal que se preocupa por maximizar el

bienestar de sus conciudadanos, de sus votantes cuando el sistema político es una

democracia1. Sin embargo, un planteamiento directo de este estilo choca con las bases

de la Economía tal y como ésta se construye hoy en día, porque el político estaría

1 A partir de ahora se supondrá que el sistema político es una democracia y que el único medio para alcanzar el poder son los votos.

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optimizando una función objetivo (aquí el bienestar social) que no es su función

objetivo individual, sino la de la sociedad2. No es de extrañar, pues, que las primeras

modelizaciones del comportamiento político (que suponían que los políticos

maximizaban una cierta función de bienestar social) hayan ido dando paso a modelos en

los que se propone que el político tiene una función objetivo propia (en el sentido de

individual) y que lo que pretende es maximizarla teniendo en cuenta determinadas

restricciones.

De esta manera, la política económica se determina dentro del modelo y se puede

analizar con el instrumental teórico habitual por qué los políticos ponen en marcha unas

u otras políticas económicas y en qué momentos lo hacen.

Existen dos líneas principales de introducción del comportamiento político en

modelos macroeconómicos.

La primera considera que todos los políticos son iguales y esencialmente

oportunistas: lo que más les interesa es mantenerse en el poder. Como la manera de

seguir en el cargo es ganar las elecciones, el político llevará a cabo políticas económicas

que le permitan ganar las elecciones.

La segunda considera que los políticos no son iguales. Aunque a todos les guste

ganar las elecciones y mantenerse en el poder, se diferencian en la ideología que

sostienen. Es la ideología la que dicta el peso que se otorga a cada objetivo económico

en los programas electorales y en la implementación de la política económica. Como las

ideologías distintas suele ser defendidas por partidos diferentes, a este tipo de

comportamiento político se le suele denominar partidista.

A continuación, se estudian con cierto detenimiento modelos con ambos tipos de

comportamiento político, para dar paso después a una comparación de los modelos entre

sí y con la evidencia empírica disponible para Estados Unidos, para un conjunto de

países industrializados y, finalmente, para España.

2 Es decir, este planteamiento choca con el principio del individualismo metodológico, que consiste en afirmar que en las ciencias sociales no se deben considerar nunca entes colectivos por sí mismos, sino entender que la sociedad y sus instituciones se forman a partir de las acciones de los individuos. En esta forma, dicho principio fue propuesto por Karl Popper. Una explicación detallada de este principio puede encontrarse en Blaug (1985).

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2. Políticos oportunistas

A mediados de la década de los setenta se hicieron populares una serie de modelos

macroeconómicos que se basaban en explotar las posibilidades de elección política de la

curva de Phillips. Como esta curva ofrece, en su versión de corto plazo, un menú de

combinaciones de inflación y desempleo, se propuso como la herramienta del político

que quería aprovechar las posibilidades de intercambiar inflación y desempleo para

ganar las elecciones. Esta es la primera generación de modelos con políticos

oportunistas y está representada por las aportaciones de Nordhaus (1975) y Lindbeck

(1985).

Ya en la mitad de los años ochenta, se desarrolla una segunda generación de

modelos con políticos oportunistas. Mientras que la primera generación enfatizaba las

posibilidades de los políticos para manejar la curva de Phillips, la segunda generación

de modelos enfatiza los límites de la capacidad de los políticos para influir

permanentemente en el estado de la economía. La novedad principal de estos últimos

modelos se encuentra en la incorporación de expectativas racionales.

2.1. El modelo oportunista de primera generación

Los supuestos de partida del que podríamos llamar modelo Nordhaus-Lindbeck son:

- A.1. La economía se puede caracterizar mediante una curva de

Phillips con expectativas.

- A.2. Las expectativas de inflación son adaptativas.

- A.3. Todos los políticos prefieren ganar las elecciones a no ganarlas.

- A.4. En las elecciones sólo hay dos candidatos: uno que está en el

poder y otro que desea alcanzar el poder.

- A.5. A los votantes les gusta el crecimiento y les disgusta la inflación

y el desempleo. Votarán a favor del político que está en el poder si la

economía va bien (alto crecimiento y bajo desempleo y baja

inflación). Los votantes descuentan mucho el pasado, con lo que la

actividad económica inmediatamente anterior a una elección afecta

mucho a las decisiones de los votantes.

- A.6. El político controla de forma determinista un instrumento de

política económica relacionado con la demanda agregada.

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- A.7. La fecha de las elecciones está determinada exógenamente.

El primer supuesto nos permite escribir una relación de oferta agregada como la

siguiente:

0);( ettt yy

La tasa de crecimiento de la producción está representada por yt, la tasa de

crecimiento que se obtiene cuando se alcanza la tasa natural de paro es yt, la inflación

es t y et es la inflación esperada.

Para simplificar el análisis y facilitar las comparaciones con otros modelos, se

supondrá que =1. Por tanto, la relación de oferta agregada queda como sigue:

ettt yy

El mecanismo de formación de expectativas se formaliza como sigue:

10);( 111 tett

et

Esta ecuación muestra que la inflación esperada se iguala a la inflación pasada si las

expectativas sobre la inflación pasada fueron correctas (en ese caso la diferencia del

paréntesis es nula y el segundo término del miembro derecho es igual a cero). El

parámetro representa en qué grado los errores del pasado se van incorporando a la

predicción: si es bajo las expectativas actuales difieren muy poco de la inflación del

periodo anterior, por grandes que hayan sido los errores cometidos en el pasado al

predecir la inflación; si es alto, los errores pasados serán tenidos muy en cuenta para

la predicción de la inflación actual.

La anterior ecuación de formación de expectativas se puede presentar en forma

recursiva:

...))(1( 32

21 tttet

Así, la relación de oferta agregada se puede escribir de la siguiente manera:

ojjt

jtt yy 1)1(

Esta última ecuación nos muestra que, dada la inflación pasada, el político puede

alcanzar la tasa de crecimiento deseada (y, por tanto, el nivel de desempleo deseado)

mediante la elección correcta de la inflación actual.

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Los supuestos tercero, cuarto y quinto implican que todos los políticos cuando estén

en el poder se comportarán de la misma manera, porque todos maximizan la misma

función objetivo (la probabilidad de ser reelegidos) y hacen frente a un electorado que

sigue un patrón de voto predecible. De acuerdo con el quinto supuesto la probabilidad

de ser reelegido dependerá del funcionamiento de la economía durante la legislatura,

pero tendrá un gran peso la situación económica previa a las elecciones y muy poca

importancia la situación de la economía en los primeros momentos de la legislatura.

Hablar de la probabilidad de ser reelegido incide en que los políticos deben soportar

algún grado de incertidumbre acerca de los resultados electorales relacionada con las

preferencias de los electores, que no son conocidas de forma perfecta (si lo fueran, el

político que está en el poder en un momento dado conseguiría perpetuarse para

siempre).

El funcionamiento del modelo se puede ilustrar de una forma relativamente sencilla

utilizando el gráfico 1. En él se han representado la curva de oferta agreagada a corto

plazo (OAC), la curva de oferta agregada a largo plazo (OAL) y la curva de demanda

agregada (DA). El punto en el que sitúa la economía en el momento t es A, donde se

alcanza la inflación A y la tasa de crecimiento es y (que se corresponde con la tasa

natural de paro). La curva de OAC tiene pendiente positiva debido al supuesto de

expectativas adaptativas.

En el momento actual t se sabe que al final del momento t+1 habrá elecciones. El

político que está en el poder decide hacer una política expansiva de demanda, con lo que

la curva DA se desplazará hacia la derecha hasta DA’, por ejemplo. En el momento t+1

se alcanzará el punto B, donde la economía muestra la inflación t+1 y la tasa de

crecimiento yt+1, ambas mayores que los valores de partida de ambas variables. Como

consecuencia de la buena situación económica (ha aumentado el crecimiento y ha

disminuido el desempleo), el político aumenta su probabilidad de ser reelegido.

Supongamos que gana las elecciones el político que ya estaba ejerciendo el poder. Si en

t+2 no se ponen en marcha nuevas políticas (nótese que el político ya no tiene

incentivos para hacerlas, pues ya ha ganado las elecciones), la economía se dirigirá

hacia la situación de largo plazo, representada por el punto C. En ese punto la inflación

es t+2 (mayor que la inicial), pero el crecimiento se sitúa exactamente en su valor

inicial (para el cual el mercado de trabajo se encuentra en la tasa natural de paro).

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Como resultado, el crecimiento económico inicial se ha perdido y además la economía

sufre una inflación más elevada que antes de las elecciones.

OAL

OAC

DA´´ DA

C

B

A

π

πt+2 πt+1 πA

y

y yt+1

Gráfico 1. Modelo oportunista de primera generación

Si el político desea devolver la economía a A durante la legislatura, eso lo tendrá

que hacer mediante una política recesiva de demanda (es decir, disminuir la tasa de

crecimiento de la producción y aumentar el desempleo en el corto plazo). Dado el

razonamiento anterior, es obvio que el político sólo llevaría a cabo tal política

inmediatamente después de ganar las elecciones. Si se hace una política de ese tipo y se

vuelve a A, la economía no tendrá por qué quedarse ahí para siempre, porque cuando

vuelvan a aproximarse las elecciones, el político que está ocupando el poder tiene

incentivos de nuevo para hacer una política expansiva de demanda inmediatamente

antes de las elecciones, a fin de maximizar la probabilidad de ser reelegido.

Como principal conclusión, vemos el modelo de Nordhaus-Lindbeck predice la

existencia de un ciclo económico regular de origen político.

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2.2. El modelo oportunista con expectativas racionales

El modelo de Nordhaus-Lindbeck se aleja de la racionalidad total por dos razones:

- La curva de Phillips incorpora expectativas adaptativas.

- Los votantes no actúan de forma totalmente racional, puesto que no

aprenden de las lecciones de pasadas elecciones.

Los modelos con políticos oportunistas de la década de los ochenta modifican el

anterior modelo introduciendo racionalidad total: las expectativas pasan a ser racionales

y los votantes tienen en cuenta toda la información disponible a la hora de decidir su

voto.

Bajo total racionalidad, ¿puede aparecer un ciclo económico de origen político? Sí,

siempre que exista información asimétrica en relación con la capacidad de los

gobernantes para desempeñar sus funciones. El político sabe (porque es algo que se

refiere a sí mismo) cómo es de competente para llevar adelante su mandato. Los

ciudadanos, sin embargo, sólo pueden conocer el grado de competencia del político

observando los resultados económicos. En un contexto como este, los políticos

oportunistas se comportarán de tal manera que intentarán que los ciudadanos los vean

como competentes. Este intento de parecer políticos competentes (de señalizarse como

tales) lleva a que se genere un ciclo económico de origen político, pero con algunas

diferencias respecto del anterior.

Uno de los modelos más representativos de esta línea (y que es la base de la

exposición en este subapartado) es el de Persson y Tabellini (1990).

Los supuestos del modelo Persson-Tabellini son:

- A.1’. La economía se puede caracterizar mediante una curva de

Phillips con expectativas más un término que recoja el grado de

competencia de los políticos.

- A.2’. Las expectativas de inflación son racionales.

- A.3. Todos los políticos prefieren ganar las elecciones a no ganarlas.

- A.4. En las elecciones sólo hay dos candidatos: uno que está en el

poder y otro que desea alcanzar el poder.

- A.5’. Los votantes desean elegir al político que les permite obtener

una utilidad más elevada. Todos los votantes tienen la misma función

de utilidad esperada.

- A.6’. El político controla la inflación directamente.

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- A.7. La fecha de las elecciones está determinada exógenamente.

Bajo el supuesto A.1’, la relación de oferta agregada tomará la siguiente forma:

tettt yy

Todas las variables conocidas representan lo mismo que en el modelo anterior. La

variable t es un término que recoge la capacidad del gobernante para hacer frente a las

decisiones económicas. La forma en que esta variable se introduce en la relación de

oferta agregada refleja que un gobierno especialmente capaz puede incrementar la tasa

de crecimiento de la producción para unos niveles dados de la inflación y de la inflación

esperada (por ejemplo, porque sabe enfrentarse particularmente bien con situaciones

económicas imprevistas o porque es capaz de poner en marcha una legislación que

incremente la eficiencia o porque consigue acuerdos tanto con empresarios como con

sindicatos, etc.). Por supuesto, si tras las elecciones cambian los políticos que ocupan el

gobierno porque los anteriores han perdido las elecciones, los nuevos políticos no

heredan el grado de competencia del gobierno anterior, sino que tendrán el suyo propio.

El segundo supuesto cambia el mecanismo de formación de expectativas, que

pasa a ser el siguiente:

)( 1 ttet IE

La expectativa de inflación se forma teniendo en cuenta toda la información

relevante disponible hasta ese momento, representada por It-1. Por supuesto, el

contenido exacto de ese conjunto de información es muy importante para el resultado

del modelo, como se verá más adelante.

En el modelo de Persson-Tabellini el quinto supuesto (que modifica el del modelo

Nordhaus-Lindbeck) se formaliza imponiendo la siguiente función de utilidad esperada

a todos los votantes:

10;)};({0

t

ttt yuEU

El factor de descuento está representado por y la función u(t;yt) se supone (por

simplicidad) que tiene la siguiente forma:

0;2

1);( 2 bbyyu tttt

Esta función establece que a un votante cualquiera le gustan la estabilidad de precios

y el crecimiento (y, por tanto, no le gusta el desempleo). De nuevo por simplicidad, esta

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función presupone que el mejor valor posible de inflación es cero. La introducción de la

inflación actual al cuadrado se hace para que pesen lo mismo las desviaciones positivas

que las negativas respecto de la inflación nula. El parámetro b representa cuánto se

valora el crecimiento: cuanto mayor (menor) sea b más (menos) peso tiene el

crecimiento en relación con la inflación en la utilidad del votante.

El último supuesto que se ve alterado es el sexto, que ahora especifica que el

instrumento de política económica a disposición del gobierno para afectar a la demanda

agregada es el monetario. No hay pérdida de generalidad respecto de suponer que pueda

ser también un instrumento de política fiscal, pero el modelo de Persson-Tabellini

supone explícitamente que el instrumento utilizado es la política monetaria. Por tanto,

se trata únicamente de ser fiel a la exposición original del modelo.

Para analizar el supuesto del modelo hay que especificar qué es lo que conocen los

votantes y cuándo lo conocen. Para ello hay que imponer una forma a la variable que

recoge el grado de competencia del político en el poder, que será la siguiente:

tE tttt ,0)(;1

Esta formalización se hace bajo el supuesto de que el grado de competencia es

persistente a lo largo del tiempo (algo que no parece especialmente extraño). Esta forma

implica que el grado de competencia en el momento t incluye tanto la porción

contemporánea como la realización ya conocida del periodo anterior. Si, como se dijo

más arriba, hay un cambio de gobierno como resultado de las elecciones, entonces el

grado de competencia del nuevo gobierno se normaliza a cero en el momento de las

elecciones. Así:

0;11 ttt

A continuación, se le da una forma concreta a , suponiendo que sólo puede tomar

dos valores: uno alto (>0) y otro bajo (>0). El primero se observa con probabilidad

y el segundo con probabilidad 1-.

Luego:

0)1()( tE

Los votantes conocen la distribución de , y saben que su expectativa no

condicionada es igual a cero; sin embargo, no pueden observar directamente el grado de

competencia del político, esto es, no pueden tener una medición directa de t. Lo único

que pueden hacer los votantes es observar los resultados macroeconómicos y, con un

periodo de retraso, aprenden acerca del grado de competencia del político que está

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ejerciendo el poder3. Para que se produzca este retraso en el aprendizaje de la

competencia de los políticos es necesario que t no se conozca hasta que comienza el

periodo t+1. En otro caso, los votantes podrían calcular t haciendo uso de la expresión

de la relación de oferta agregada que incluye dicha variable de competencia política. En

otras palabras, Persson y Tabellini suponen que en el momento t es posible conocer el

crecimiento, pero no la inflación. Estos autores justifican este supuesto argumentando

que las autoridades no controlan directamente la inflación sino algún instrumento

monetario, lo cual genera un retraso en el conocimiento de la inflación en t, algo que no

sucede con el crecimiento de la producción. No obstante, los propios autores admiten

que muchos lectores pueden sentirse incómodos con un supuesto como éste.

Lo que habría que resaltar es que si no hubiera tal retraso en el conocimiento de la

inflación no sería posible un ciclo económico de origen político. Esto nos permite

hacernos una idea de la importancia que en el modelo juega la información sobre el

grado de competencia del político. Si ese grado de competencia fuera perfectamente

conocido (bien porque es evidente a los electores, bien porque la inflación se conoce de

forma contemporánea al crecimiento de la producción) no habría ciclos económico-

políticos: el político, aun siendo oportunista, no tendría incentivos para realizar acciones

de política económica como las que aparecían en el modelo Nordhaus-Lindbeck.

Los problemas de información sobre la competencia de los políticos es lo que

genera incentivos para que el político oportunista maneje la política para ser reelegido.

El político sabe que el votante representativo (es posible hablar de un votante

representativo porque se supuso que todos eran iguales) prefiere al político más

competente. Si el gobernante actual es muy competente (pertenece al tipo>0) tiene

incentivos para, antes de las elecciones y a través de una determinada política

económica, hacer llegar al electorado una señal de que puede llevar la economía a

situaciones que un político menos competente no sería capaz. En concreto, es capaz de

conseguir un crecimiento de la producción que el político menos competente no puede

hacer que alcance la economía. Es decir, lo que intenta es que esa información que él

posee sobre su grado de competencia pueda ser compartida por el electorado lanzando

una señal inequívoca.

3 Formalmente, los votantes pueden calcular t pero sólo una vez que se está en el momento t+1, porque en cualquier momento t el votante conoce t-1 pero no t.

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OAL

OAC

DA´´ DA

B

A

π

πB πA

y

y )0( By

Gráfico 2. Modelo oportunista con expectativas racionales

El gráfico 2 permite visualizar esta situación al igual que se hizo con el modelo

anterior4. La cuestión es por qué suponiendo expectativas racionales aparece una curva

de OAC con pendiente positiva. El razonamiento es el siguiente. La inflación esperada

en ese momento preelectoral es una media de la alta inflación que generaría un político

competente tratando de alcanzar la tasa de crecimiento que le haría visible como tal y la

baja inflación que generaría un político menos competente e incapaz de lograr una tasa

de crecimiento como la del anterior. De ahí que la expectativa de inflación no coincida

con el valor de la inflación a pesar de existir expectativas racionales. Esto sucede

porque el votante no conoce de forma contemporánea el grado de competencia t. Como

resultado, en el momento de las elecciones la inflación está por encima de su

expectativa con el político más competente y por debajo de la expectativa con el menos

competente. El político más competente crea una expansión por encima de lo normal

inmediatamente antes de las elecciones. Los votantes, observando este crecimiento tan

alto, lo reconocen como muy competente y le escogen para seguir al frente del gobierno.

4 Para una resolución matemática véase Persson y Tabellini (1990).

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A pesar de todo, el ciclo económico por razones políticas es diferente del que surge

del modelo Nordhaus-Lindbeck. En el modelo Persson-Tabellini sólo un tipo de político

(el competente) crea una expansión, porque el otro tipo de político es incapaz de llevar

la tasa de crecimiento a esos valores tan elevados. Además, en el modelo de Nordhaus-

Lindbeck el ciclo económico-político es generado tan sólo en beneficio del político que

pretende así maximizar la probabilidad de ser reelegido y puede ser entendido como una

carga para la sociedad en su conjunto; por el contrario, en el modelo de Persson-

Tabellini el ciclo económico-político es el precio que se paga para seleccionar a los

políticos más competentes para dirigir la economía.

3. Políticos con ideología o partidistas

Prácticamente a la par de la anterior línea de modelos, se han ido proponiendo otros

modelos de comportamiento político en los que la ideología del partido (y, por tanto, del

político que pertenece a él) desempeña un papel fundamental. En los anteriores modelos

oportunistas todos los políticos son iguales en el sentido de que lo que buscan todos

ellos es exclusivamente mantenerse en el poder (su única diferencia sólo puede estar en

su grado de competencia). Ahora, se va a partir de políticos heterogéneos en cuanto a su

ideología, lo que, en términos económicos, equivaldría a decir que difieren en sus

gustos5. No es que los políticos con ideología no deseen mantenerse en el poder, sino

que desean estar en el poder para llevar a cabo políticas económicas en relación con su

ideología.

También en esta corriente encontramos dos generaciones de modelos (que

temporalmente se superponen con las de los políticos oportunistas).

Los modelos de primera generación de políticos con ideología están representados

por la aportación seminal de Hibbs (1977), el cual argüía que en los países de la OCDE

los partidos de izquierda escogen combinaciones de inflación y paro sistemáticamente

distintas de las escogidas por los partidos de derecha.

Los modelos de segunda generación están representados por el trabajo de Alesina

(1987), que introduce expectativas racionales. Estos modelos partidistas racionales

5 Habría otra manera de considerar que los políticos sostienen una ideología: consistiría en afirmar que cada partido beneficia sistemáticamente a una parte de la población. Nótese que esto supondría un alejamiento del principio del individualismo metodológico, ya que conllevaría que los políticos se dedican a maximizar una función de bienestar referida a un grupo de la población.

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enfatizan cómo la incertidumbre política que nace a partir de la incertidumbre electoral

interactúa con las expectativas racionales.

A continuación, se presentan con detalle el modelo de Hibbs y el modelo de

Alesina.

3.1. El modelo partidista de primera generación

El autor emblemático de esta línea, D. Hibbs, al estar principalmente interesado en

las implicaciones empíricas de que los políticos tuvieran ideologías distintas nunca

realizó una modelización explícita de su propuesta teórica. Sin embargo, dicha

modelización es posible a partir de sus aportaciones, tal y como han mostrado Alesina et

al. (1997)6.

Los supuestos del modelo de Hibbs serían los siguientes:

- A.1. La economía puede caracterizarse mediante una curva de

Phillips con expectativas.

- A.2. Las expectativas de inflación son adaptativas.

- A.3’. Los políticos no son iguales en el siguiente sentido: los

miembros de partidos de izquierda se preocupan por el desempleo y

el crecimiento y menos, relativamente, por la inflación; los miembros

de partidos de derecha tienen preferencias opuestas.

- A.4. En las elecciones sólo hay dos candidatos: uno que está en el

poder y otro que desea alcanzar el poder.

- A.5’’. Los votantes tienen preferencias distintas en relación con la

inflación y el crecimiento (o el desempleo). Los votantes deciden dar

su voto al político de izquierda o de derecha en función de sus

preferencias.

- A.6. El político en el poder es capaz de manejar un instrumento de

política relacionado con la demanda agregada.

- A.7. La fecha de las elecciones está determinada exógenamente.

Los dos primeros supuestos nos permiten ver que el modelo de Hibbs estaba

incardinado en la tradición de análisis macroeconómico que proponía un mecanismo de

formación de expectativas no totalmente racional y que da lugar a una curva de Phillips

6 La aportación original de D. Hibbs se encuentra en Hibbs (1977). Un artículo panorámico reciente es Hibbs (1992).

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explotable por el político, en el sentido de que es una especie de menú de

combinaciones de inflación y desempleo. En términos de la oferta agregada, esto nos

permite dibujar una curva de OAC con pendiente positiva. El hecho de que Hibbs en su

artículo original no hiciera ninguna alusión a las expectativas sugiere que podía tener en

mente un ajuste de los errores de predicciones pasadas casi nulo, es decir, que la

inflación esperada en el momento t se desviaría muy poco respecto de la inflación en el

momento t-1.

La novedad de la propuesta de Hibbs está en el supuesto A.3’, con el que toma

distancia respecto de los modelos con políticos oportunistas. Hibbs explica el distinto

énfasis de los partidos de izquierda y de derecha en los resultados macroeconómicos en

términos distributivos. Los votantes con preferencias que valoran en términos relativos

más el crecimiento (y el desempleo) que la inflación serán los perjudicados en sus

ingresos si la economía tiene unos resultados de bajo crecimiento (y alto desempleo);

este grupo social será el cultivado por el partido de izquierda puesto que las preferencias

de ese grupo social los colocan muy cerca de las preferencias defendidas por el partido

de izquierda. Lo opuesto sucede con los partidos de derecha7.

El supuesto A.5’’ introduce un cierto grado de incertidumbre acerca de las

preferencias de los electores y otorga al modelo un carácter más realista.

El funcionamiento del modelo queda ilustrado en el gráfico 3, semejante a los

utilizados para explicar los dos tipos de modelos con políticos oportunistas.

Supongamos que la economía está en el punto A y que un partido de izquierda gana

las elecciones. La política económica que desarrollará consistirá en desplazar la

economía hasta el punto B mediante una política expansiva de demanda agregada. En el

punto B habrá aumentado el crecimiento (y disminuido el desempleo), y aunque

también habrá aumentado la inflación, este hecho es valorado bastante menos que el

incremento del crecimiento (y el consiguiente descenso del paro).

No obstante, Hibbs argumenta que B no se alcanza rápidamente nada más

producirse la victoria en las elecciones, sino que lo habitual será que exista un retraso

apreciable en el impacto que ejercen sobre la economía las decisiones políticas. Es

decir, no está interesado en los desplazamientos de la curva de Phillips (y, por tanto, de

la OAC) debidos a los cambios en las expectativas, sino más bien en el calendario de las

7 En Hibbs (1987) se proporciona evidencia empírica sobre los efectos distributivos diferenciados por grupos sociales del desempleo y de la inflación.

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acciones prometidas en el programa electoral y en el tiempo que tardan en dar

resultados económicos dichas acciones. El paso de A a B podría llevar varios años.

C

OAL

OAC

DA´´ DA

B

A

π

πB πA

πC

DA’

y

Cy y By

Gráfico 3. Modelo partidista de primera generación

Supongamos que alcanzado el punto B se producen unas nuevas elecciones y gana

un partido de derecha. El nuevo gobierno emprenderá acciones políticas encaminadas a

llevar la economía al punto C, donde se consigue una inflación menor (algo muy

valorado por los políticos de esta ideología); el descenso en el crecimiento (y el

aumento del desempleo) no tienen el mismo peso que la disminución de la inflación.

Hasta aquí la argumentación de Hibbs. Obviamente, en todo este proceso el

desplazamiento de la curva de OAC debido a los cambios en la inflación esperada

complica el intento del partido de izquierda de conseguir B y del partido de derecha

para alcanzar C, pero la idea principal transmitida no cambia8.

8 Por ejemplo, el partido de izquierda para alcanzar B puede hacer políticas de demanda que vayan desplazando la demanda agregada hacia B; pero, al tiempo, la OAC se irá desplazando hacia arriba, dificultando la consecución del objetivo de crecimiento representado por B, contra lo cual hay que hacer políticas de demanda cada vez más expansivas que generan a su vez desplazamientos mayores de la OAC. Así, en el intento de alcanzar B, el partido de izquierda va encontrando cada vez más difícil llegar a B.

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3.2. El modelo partidista con expectativas racionales

En Alesina (1987) (completado por Alesina, 1988) se propone un modelo que

recoge los principales aspectos del modelo de Hibbs, pero introduciendo expectativas

racionales.

Los supuestos del modelo son los siguientes:

- A.1. La economía puede caracterizarse mediante una curva de

Phillips con expectativas.

- A.2’. Las expectativas de inflación son racionales.

- A.3’. Los políticos no son iguales en el siguiente sentido: los

miembros de partidos de izquierda se preocupan por el desempleo y

el crecimiento y menos, relativamente, por la inflación; los miembros

de partidos de derecha tienen preferencias opuestas.

- A.4. En las elecciones sólo hay dos candidatos: uno que está en el

poder y otro que desea alcanzar el poder.

- A.5’’’. Los votantes tienen preferencias distintas en relación con la

inflación y el crecimiento (o el desempleo). Los votantes deciden dar

su voto al político que les permitirá obtener un valor más elevado de

su utilidad esperada.

- A.6’. El político en el poder controla directamente la inflación.

- A.7. La fecha de las elecciones está determinada exógenamente.

Los dos primeros supuestos permiten establecer la siguiente relación de oferta

agregada:

ettt yy

Teniendo en cuenta que la inflación esperada tiene ahora la misma forma que en el

caso de los modelos oportunistas racionales:

)( 1 ttet IE

La función de utilidad del candidato que se presenta por el partido de izquierda es:

Inversamente, le ocurrirá lo mismo al partido de derecha en su intento de alcanzar C. La propuesta original de Hibbs nunca ha considerado estas dificultades inherentes para que los partidos alcancen sus objetivos; como ya se dijo, este autor presuponía que la curva de Phillips era totalmente explotable y que los partidos no encontraban dificultades fundamentales para llegar a situarse y mantenerse en B o C.

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0

2 .)(t

tLL

ttL ybu

La variable L representa el objetivo de inflación del político perteneciente al

partido de izquierda y bL es el peso que otorga al crecimiento económico.

La función de utilidad del candidato que se presenta por el partido de derecha es:

0

2)(t

tRR

ttR ybu

La variable R representa el objetivo de inflación del político perteneciente al

partido de derecha y bR es el peso que otorga al crecimiento económico.

De acuerdo con los supuestos, debe cumplirse lo siguiente:

0;0 RLRLbb

Los votantes tienen preferencias semejantes a las de los políticos, lo cual se

representará a través de una función de utilidad del mismo tipo. El votante genérico i

tiene la siguiente función de utilidad:

0

2)(t

tii

tt

i ybu

Los ciudadanos difieren entre sí en i y en bi. Se supone que nadie (incluyendo los

partidos políticos) conoce con certidumbre total la distribución de las preferencias de los

votantes. Esta falta de información hará que nadie pueda prever con total exactitud el

resultado de las elecciones. Simplemente se sabe que el partido de derecha tiene una

cierta probabilidad P de resultar elegido, mientras que el partido de izquierda saldrá

ganador con una probabilidad (1-P).

La resolución matemática del modelo se presenta de forma sencilla en Alesina et al.

(1997) para el caso de dos periodos. Aquí se hará una exposición más simple aún con el

apoyo de gráficos como los utilizados en apartados anteriores.

Supongamos que nos encontramos en un cierto periodo t en el cual van a ser las

elecciones. Se sabe que bL>bR, luego si el partido de izquierda gana las elecciones va a

tratar de obtener una tasa de crecimiento superior a la tasa de crecimiento que generaría

la victoria del partido de derecha. Esto conlleva que la tasa de inflación que cabe esperar

que tenga la economía si gana el partido de izquierda sea superior a la tasa de inflación

que se espera si gana el partido de derecha. ¿Cómo se determina entonces la expectativa

de inflación en el momento t? Como una media de esas tasas de inflación esperadas

ponderadas por la probabilidad de victoria de cada partido. Esto provoca que la curva

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OAC tenga pendiente positiva a pesar del supuesto de expectativas racionales. En el

momento siguiente del tiempo, ya se sabe quien está en el poder y la expectativa de

inflación coincidirá con la inflación observada sea cual sea el partido ganador de las

elecciones (los individuos no se equivocan sistemáticamente, como es habitual cuando

se introducen expectativas racionales).

Pero volvamos al momento anterior a las elecciones. Como la expectativa de

inflación no coincide con la inflación observada, entonces en el corto plazo el

crecimiento puede ser diferente de y. En el gráfico 4, si gana el partido de izquierda en

el corto plazo el crecimiento vendrá determinado, por ejemplo, por el punto B; si gana

el partido de derecha se alcanzará el punto C9.

DA’

C’

B’

C

OAL

OAC

DA´´ DA

B

A

π

πL

πR

y

Ry y Ly

Gráfico 4. Modelo partidista con expectativas racionales

Pero esta fluctuación (de distinto signo en función de la ideología del partido que

gana las elecciones) es sumamente corta, ya que una vez producidas las elecciones los

ciudadanos son capaces de predecir correctamente la inflación esperada y la curva de

9 Se puede demostrar que esto ocurre incluso si al candidato del partido de derecha le gusta el crecimiento de la producción, ya que en términos relativos siempre pesa más el objetivo de una menor inflación.

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oferta relevante es la de largo plazo. El partido de izquierda ve cómo la expansión se

agota y se alcanza la tasa de crecimiento inicial, con una inflación más elevada que al

principio. Por el contrario, el partido de derecha ve cómo la recesión se supera

rápidamente, quedando la economía con una inflación menor que la inicial10.

Por tanto, el modelo partidista racional predice que las variaciones del crecimiento

producidas por razones políticas existen, pero que se agotan rápidamente. El punto

crucial para obtener este resultado bajo expectativas racionales es la incertidumbre

sobre la distribución de los votantes (que hace que la inflación esperada en el momento

inicial sea una media ponderada de las inflaciones que cabe esperar que se realicen si

gana uno u otro partido). También es importante hacer notar que el modelo considera

que los votantes deciden su voto en función de su propia ideología (sus preferencias, sus

gustos); luego los votantes sólo cambiarán su voto en futuras elecciones si cambian sus

preferencias, pero no lo cambiarán en función de cuál haya sido la situación de la

economía durante la legislatura y/o en el tiempo inmediatamente anterior a las

elecciones. Un modelo de políticos con ideología en el cual los votantes, además de sus

preferencias, valoran la situación económica ha sido propuesto por Alesina y Rosenthal

(1995).

4. Comparación y evidencia empírica

La comparación entre ambas líneas de investigación nos permite encontrar tanto

semejanzas como diferencias.

En cuanto a las semejanzas, la revisión de los modelos anteriores nos proporciona

importantes lecciones:

- Este campo de la Macroeconomía también se ha visto profundamente

afectada por la revolución de las expectativas racionales, pero ambas

corrientes adoptan el supuesto de racionalidad total. Esta es una

muestra de que ya las expectativas racionales son ya una herramienta

más del acervo teórico de cualquier economista y no la marca de

fábrica de un determinado grupo de investigadores.

10 Se puede demostrar que cuanto mayor sea la polarización de las preferencias de los políticos mayores desviaciones del crecimiento de la producción se producirán en un primer momento (con independencia de la distribución de los votantes). Véase Alesina et al. (1997).

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- La mera inclusión de las expectativas racionales anularía la

posibilidad de ciclos económicos de origen político. El

comportamiento político tiene efectos sobre la economía porque se

introduce algún tipo de problema de información: en los modelos

oportunistas la información sobre el grado de competencia de los

políticos es asimétrica; en los modelos partidistas no se conoce con

total seguridad la distribución de preferencias de los votantes.

- El supuesto de expectativas racionales (incluso suponiendo a la vez

porblemas de información) limita a un corto periodo de tiempo la

posibilidad de influir en las variables macroeconómicas mediante la

política de demanda agregada.

Por lo que se refiere a las diferencias habría que resaltar:

- Los supuestos de partida en relación con las motivaciones de los

políticos.

- Los mecanismos de formación de expectativas en la primera y

segunda generación de modelos de ambas líneas.

- En los modelos con expectativas racionales, las diferencias en los

problemas de información que afectan a las variables políticas (grado

de competencia de los políticos en el ejercicio de sus funciones y

preferencias de los votantes).

La conjunción de estos tres tipos de diferencias provoca que las implicaciones

empíricas (contrastables) son las siguientes:

- Modelo oportunista de primera generación: hay un ciclo económico

regular a lo largo de varios años; la política de demanda agregada es

expansiva un año o dos años antes de las elecciones; la inflación se

incrementa antes de una elección y continua su crecimiento un

tiempo después de las elecciones.

- Modelo oportunista con expectativas racionales: no hay un ciclo

regular de varios años; la política de demanda agregada es expansiva

poco antes de las elecciones; la inflación sigue la misma pauta que

antes, pero con un efecto de una duración muy corta.

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- Modelo partidista de primera generación: el crecimiento económico

es permanentemente mayor (y el desempleo permanentemente

menor) cuando un partido de izquierda está en el poder; la inflación

es permanentemente mayor cuando la izquierda está en el gobierno.

- Modelo partidista con expectativas racionales: el crecimiento es

temporalmente mayor (y el desempleo temporalmente inferior a la

tasa natural) después de la victoria electoral de un partido de

izquierda y lo opuesto sucede cuando se trata de la victoria de un

partido de derecha; el desempleo y el crecimiento retornan a sus

niveles de largo plazo en la segunda parte de las legislaturas (tanto

con partidos de derecha como con partidos de izquierda); la inflación

es permanentemente más alta cuando la izquierda está en el poder.

Dado que hay diferentes implicaciones contrastables de los cuatro tipos de modelos

explicados más arriba, conviene repasar, siquiera someramente, los análisis empíricos

realizados a fin de conocer qué modelos se ven apoyados por los datos disponibles. A

continuación, se resumen los principales resultados de trabajos referidos a Estados

Unidos, a los países de la OCDE y a España.

Alesina et al. (1997) presentan diferentes análisis empíricos para Estados Unidos

con datos del periodo 1947-1994. Los principales resultados de sus análisis son11:

- Primero: Hay diferencias sistemáticas en las tasas de crecimiento de

la producción y de la tasa de desempleo entre las legislaturas

republicanas y demócratas. Estas diferencias se concentran en la

primera parte de las legislaturas.

- Segundo: Hay diferencias sistemáticas en la inflación media de las

legislaturas republicanas y demócratas, aunque esta diferencia es

valorada por los autores como pequeña.

- Tercera: No se encuentra que la economía americana crezca más

deprisa (ni que el desempleo sea menor) en años electorales que la

media del resto de años, ni tampoco se encuentra que la política

monetaria sea más expansiva antes de las elecciones. Tampoco se

11 La forma de la mayoría de estos análisis empíricos es la de regresiones incluyendo la variable política pertinente entre los regresores. Se trata, pues, de estimaciones en forma reducida.

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encuentra evidencia de que los déficits fiscales sean mayores en los

años electorales.

Así pues, los análisis empíricos realizados por estos autores apoyarían el modelo

partidista con expectativas racionales. Con todo, cuando se analizan exclusivamente

algunos instrumentos de política económica y periodos de tiempo mucho más cortos, sí

se encuentra evidencia favorable a los modelos con políticos oportunistas. Por ejemplo,

Tufte (1978) muestra ejemplos de manipulación de los instrumentos fiscales (en

especial las transferencias); Grier (1987, 1989) y Beck (1987) encuentran ciclos

monetarios con muestras de datos del periodo 1960-1980; y Frey y Schneider (1978)

proporcionan evidencia sobre la manipulación preelectoral de los instrumentos fiscales,

la cual está directamente relacionada con el grado de impopularidad del gobierno en el

poder.

Cabría argüir que Estados Unidos es una excepción, debido a que se adapta

especialmente bien a los supuestos del modelo (seguramente es la realidad que los

teóricos tienen en mente cuando realizan el proceso de modelización). Por eso, conviene

ver los anteriores resultados a la luz de análisis empíricos referidos a otros países. Lo

primero que hay que decir es que estudios sobre ciclos económicos de origen político

con datos de varios países son bastante poco frecuentes. La dificultad para recopilar

datos con un mínimo de homogeneidad durante un periodo lo suficientemente largo es

una de las razones que explicaría esta escasez de estudios. Algunos de los estudios

realizados son: Hibbs (1977), Alt (1985), Paldam (1979, 1989), Alvarez et al. (1989),

Alesina y Roubini (1992) y Frey y Schneider (1978 y 1989).

En general, la evidencia a favor de los modelos partidistas suele ser más clara que la

encontrada a favor de los modelos oportunistas, y, en algunos casos (como en Frey y

Schneider, 1978 y 1989), los apoyos a los modelos oportunistas no descartan la

coexistencia de objetivos partidistas.

Para España, existen muy pocos estudios al respecto. La limitada experiencia

democrática de nuestro país es una gran dificultad para poder realizar estimaciones

econométricas mínimamente fiables, a lo que se suma la existencia de acontecimientos

políticos únicos (redacción y promulgación de una Constitución, puesta en marcha de

una nueva estructura administrativa del Estado, creación de un nuevo sistema legal para

las relaciones laborales, etc.) que podrían haber relegado los comportamientos políticos

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de los modelos anteriores a un segundo plano. Amor (1985, 1987 y 1990) y Mancha

(1993) han tratado de realizar en nuestro país este tipo de análisis empíricos. Debido a

los problemas mencionados antes, sus resultados no son totalmente satisfactorios, pero

sí que permiten detectar la existencia de relaciones entre economía y política (aunque no

es posible precisar a qué modelo se acomodan mejor esas relaciones).

En definitiva, la evidencia empírica de largos periodos de tiempo apoya al modelo

partidista con expectativas racionales, tanto en las investigaciones referidas a Estados

Unidos como en los estudios con datos de varios países de la OCDE. Para España sólo

se ha constatado lo que es el punto esencial de todos los modelos estudiados: que hay

una relación entre economía y política.

5. Recapitulación y conclusiones

La incorporación del comportamiento de los políticos a los modelos

macroeconómicos permite entender por qué es posible que se lleven a cabo unas

políticas y no otras en unos momentos del tiempo relacionados con las fechas

electorales12. Esta influencia aparece incluso en modelos que incorporan expectativas

racionales. Ahora bien, para ello se necesita que se suponga que existe algún tipo de

problema en la información disponible para tomar decisiones.

Los cuatro tipos de modelos se han examinado bajo una misma estructura que ha

permitido comparar los supuestos (las listas de supuestos eran siempre iguales

resaltando las diferencias y semejanzas entre modelos) y realizar un análisis gráfico

muy similar. Como los cuatro modelos tratan de explicar el mismo tipo de fenómeno y

que generan predicciones diferentes sobre lo que ocurrirá en la economía, es

fundamental acudir a los análisis empíricos para tratar de saber cuál o cuáles deberían

ser rechazados como representaciones inadecuadas de lo que ocurre en la economía real.

De ahí que se hayan buscado las implicaciones empíricas diferentes para cada uno de

los modelos. El repaso de los principales resultados de una serie de estudios empíricos

muestra que la evidencia favorece en mayor medida a los modelos partidistas y, en

concreto, a la versión con expectativas racionales. Esto nos debería llevar a considerar

12 No se han examinado los modelos que, además, formalizan cómo influye la situación económica (fruto, en parte, de las políticas realizadas) en la fecha de las elecciones, debido a que no existe un acuerdo

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estos modelos como una explicación más adecuada de los ciclos económicos de origen

político.

Pero, ¿conlleva esto que debamos deshacernos sin más de los modelos oportunistas?

¿Ha sido una tarea infructuosa e inútil su construcción y su estudio?

La respuesta a estas preguntas nos puede proporcionar una enseñanza muy

importante sobre cómo se aceptan y rechazan teorías. Es muy ilustrativo el hecho de que

es con series de datos largas (desde la postguerra hasta la década de los noventa) cuando

los análisis empíricos apoyan a los modelos partidistas. Analizando series más cortas la

evidencia proporciona también un apoyo parcial a los modelos oportunistas. Esto nos

permite hacer el siguiente experimento intelectual: imaginemos que todos estos modelos

tal y como los conocemos hoy en día hubieran estado disponibles en los primeros años

setenta y se hubiera procedido a realizar contrastaciones empíricas. Las estimaciones

habrían dado un apoyo mucho más matizado a los modelos partidistas; si a esto se añade

que estudios pormenorizados de determinados instrumentos de política dan apoyo a los

modelos oportunistas, una situación así podría haber llevado a la aceptación

(provisional, porque siempre cabe esperar que con el tiempo surjan teorías mejores) de

los modelos oportunistas y a un rechazo de los modelos partidistas. Este rechazo habría

provocado que con el paso de los años los modelos existentes (los oportunistas) no

fueran apoyados por la evidencia empírica, pero se seguirían manteniendo debido a que

los investigadores nunca abandonan una teoría en el vacío. Habría sido necesario que

alguien reviviera la teoría partidista para no sostener una teoría que sabríamos que no

estaba firmemente apoyada por la base empírica. La enseñanza de este experimento es

que no sólo la aceptación de teorías es provisional, sino también su rechazo. La realidad

económica es lo suficientemente compleja como para que no merezca la pena desechar

ningún esfuerzo intelectual realizado con miras a explicar eso que llamamos actividad

económica y que, desde luego, comprendemos sólo de forma incompleta.

general sobre dichos modelos y porque son bastante complicados para el nivel exigido en el tercer curso de la licenciatura.

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