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Facultad de Trabajo Social – Universidad Nacional de Entre Ríos Profesora Susana Cazzaniga TEMA: Intervención en Trabajo Social Año: 2009 a.- Intervención Profesional: Dimensiones constitutivas y constituyentes. La relación Intervención Profesional y los procesos sociales. Los trazos epistemológicos que marcaron (y marcan) la Intervención Profesional. Concepto de Intervención Profesional. Intervención Profesional y legitimidad. 1.- Intervención profesional en Trabajo Social Podemos considerar a la intervención profesional como la puesta en “acto” de un trabajo o acciones a partir de una demanda en el marco de una especificidad profesional; aunque esta enunciación resultaría insuficiente –o motivo de múltiples interpretaciones- si no rearfirmáramos que esa “puesta en acto” se configura desde una matriz teórica. Al respecto el concepto que Alberto Parisí ofrece de “trabajo profesional”, al que entiende "... tanto como lugar donde se juega una visión teórica-ideológica específica, como un espacio de acción-con-sentido sobre la realidad...” 1 , resulta significativo en tanto coloca con claridad la estructuración de lo que hemos dado en llamar puesta en acto: lo teórico ideológico y el sentido. Son justamente estos dos aspectos los que otorgarán las características de toda intervención profesional y sobre los cuáles nos debemos una vigilancia constante o en todo caso un trabajo de elucidación 2 (pensar lo que hacemos y saber que 1 PARISÍ, Alberto “Paradigmas teóricos e intervención profesional”. Mimeo Departamento de Investigación de la Escuela de Trabajo Social de la UNC. Córdoba 1993 2 CASTORIADIS, Cornelius “La institución imaginaria de la sociedad” Vol. I. Ediciones Tusquet 2da. De. Bs. As. 1993. El autor define

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Page 1: Intervencion[1]Cazzaniga Nuevo

Facultad de Trabajo Social – Universidad Nacional de Entre Ríos

Profesora Susana Cazzaniga

TEMA: Intervención en Trabajo Social

Año: 2009

a.- Intervención Profesional: Dimensiones constitutivas y constituyentes. La

relación Intervención Profesional y los procesos sociales. Los trazos

epistemológicos que marcaron (y marcan) la Intervención Profesional. Concepto

de Intervención Profesional. Intervención Profesional y legitimidad.

1.- Intervención profesional en Trabajo Social

Podemos considerar a la intervención profesional como la puesta en “acto” de un

trabajo o acciones a partir de una demanda en el marco de una especificidad

profesional; aunque esta enunciación resultaría insuficiente –o motivo de múltiples

interpretaciones- si no rearfirmáramos que esa “puesta en acto” se configura desde

una matriz teórica. Al respecto el concepto que Alberto Parisí ofrece de “trabajo

profesional”, al que entiende "... tanto como lugar donde se juega una visión teórica-

ideológica específica, como un espacio de acción-con-sentido sobre la realidad...”1,

resulta significativo en tanto coloca con claridad la estructuración de lo que hemos

dado en llamar puesta en acto: lo teórico ideológico y el sentido.

Son justamente estos dos aspectos los que otorgarán las características de toda

intervención profesional y sobre los cuáles nos debemos una vigilancia constante o en

todo caso un trabajo de elucidación2 (pensar lo que hacemos y saber que pensamos)

en relación a la visión teórica ideológica que poseemos como trabajadores sociales y

como ésta se materializa en esa acción con sentido. En este contexto la noción de

sentido se torna “algo más” que un objetivo trazado en razón de una planificación de

actividades al referirse al entendimiento (propio y ajeno) de los fines últimos que

involucra al trabajo profesional. El sentido será deudor de la propia constitución del

campo disciplinar y de la inscripción teórica, y a la vez en la misma puesta en acto

producirá efectos sobre sujetos y representaciones sociales.

Es indispensable reconocer que la intervención profesional está atravesada por el

lugar que esa profesión tiene asignado en el imaginario social, esto es, la construcción

histórico-social que de esa profesión se ha realizado: funciones, características,

1 PARISÍ, Alberto “Paradigmas teóricos e intervención profesional”. Mimeo Departamento de Investigación de la Escuela de Trabajo Social de la UNC. Córdoba 19932 CASTORIADIS, Cornelius “La institución imaginaria de la sociedad” Vol. I. Ediciones Tusquet 2da. De. Bs. As. 1993. El autor define elucidación como el trabajo por el cual los hombres intentan pensar lo que hacen y saber lo que piensan.

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práctica, resultados esperados, etc. En esta construcción operan el desarrollo histórico

(sus antecedentes, sus vertientes, lo atribuido), como también las prácticas

profesionales que le han otorgado, y de hecho le otorgan significación a la intervención

profesional. Someternos al trabajo de elucidación que señalamos antes permite

comprender el refuerzo, o las líneas de ruptura que estamos realizando sobre el

instituido que como profesión tiene el Trabajo Social. Por otra parte, la intervención no

es un episodio natural3, sino una construcción artificial de un espacio-tiempo, de un

momento que se constituye desde la perspectiva de múltiples actores: los que solicitan

la intervención (institución, sujetos individuales o colectivos), y los sujetos

profesionales, en el marco, como expresamos en párrafos anteriores, de cierta

estrategia de intervención social.

Esta consideración remite a remarcar dos aspectos relevantes:

* la demanda, que se expresa atravesada por la construcción imaginaria de la

profesión y la propia percepción de los sujetos que la solicitan en lo que refiere a sus

problemas y necesidades, en un contexto histórico particular. Esta demanda expresará

las manifestaciones de los conflictos o en todo caso de la cuestión social del momento.

* la intervención, como proceso artificial, como un venir entre, que exige desde la

posición de los profesionales, la capacidad teórica para comprender esa demanda e

incorporar la dimensión ética en términos de reconocer las consecuencias que sobre el

otro, produce la intervención. Nos estamos refiriendo a la producción de sentido

específico que realizamos respecto de los sujetos: la promoción de sus autonomías, o

la cancelación de las mismas. (¿Sujetos de asistencia?; ¿Sujetos de necesidades?;

¿Sujetos de derechos?; ¿sujetos de deseos?).

De este modo podríamos analizar a la intervención profesional en Trabajo Social

desde diferentes desagregados, a fin de comprenderla en su integralidad.

* Puesta en acto de un trabajo, de una acción con sentido sobre la realidad, a partir de

una demanda (entendida como expresiones de la cuestión social) en situaciones

particulares.

* "Hacer" fundado, argumentado. Toda intervención está enmarcada en un lugar

teórico, esto quiere decir un modo de ver e interpretar la realidad, desde un régimen

de la mirada.

* Tiene una intencionalidad, generar alguna modificación en relación con la situación

que se le es presentada.

3 CARBALLEDA, Alfredo “El proceso de análisis y la intervención en Trabajo Social” Revista Escenarios Nº 2 Escuela Superior de La Plata. UNLP 1997.

Page 3: Intervencion[1]Cazzaniga Nuevo

* Se expresa en una estrategia como construcción metodológica, esto es en un

conjunto de mediaciones que dan cuenta de la intencionalidad y objetivos, y de sus

"comos" particulares.

* Se trata de una construcción artificial. Se puede entender como un "venir entre", por

lo tanto tiene connotación autoritaria. Es así, un dispositivo por donde circula el poder

en estrecha relación con el saber.

* Presenta un carácter personalizado. En la intervención se da una relación cara a

cara con los sujetos directamente involucrados. Esta relación produce efectos sobre

los sujetos construyendo identidades.

b) Dimensiones de la intervención:

Teórica epistemológica

Política (constitutiva en torno a los compromisos públicos y en la articulación de las

diferentes dimensiones de la realidad centrada en los derechos humanos)

Instrumental

Toda la intervención está atravesada de la reflexión ética

Si hablamos de dimensiones me parece conveniente hacer algunas aclaraciones: en

primer lugar utilizar el término dimensión equivale a entender al mismo como soporte

que configura un espacio sin el cual, si se me acepta la metáfora, “un edificio se

vendría abajo”, pero que a la vez tampoco puede existir sin la articulación con las otras

dimensiones. En otras palabras, la intervención profesional no se reduce a una

intervención política, necesita de los demás aspectos para constituirse como tal, aún

cuando esa misma intervención tenga fuertes efectos políticos. En esta línea de

argumentación podemos agregar que la dimensión teórico epistemológica no sólo nos

permite intervenciones fundadas que a la vez otorgará los criterios para construir las

estrategias, técnicas y procedimientos, sino que también aporta a la ruptura con las

naturalizaciones, advirtiendo a modo de vigilancia, el efecto político de nuestras

prácticas y discursos. Además la imprescindible reflexión ética nos auxilia en la

valoración de los propios efectos de la intervención.

Para intervenir es preciso, entonces comprender por que /respecto de que / para

que se actúa. De este modo, siempre existe un anclaje teórico, en el cual es necesario

exponer las visiones, las categorías conceptuales desde donde se nombran los

objetos y los sujetos involucrados en la intervención. Por otra parte, el “respecto de

que” intervenimos, no es una respuesta que nos da directamente la realidad, tampoco

una construcción a priori, es una construcción que realizamos en relación con la

comprensión de esa misma realidad.

Page 4: Intervencion[1]Cazzaniga Nuevo

En párrafos anteriores decíamos que la intervención tiene origen en la demanda, por lo

tanto comienza con un proceso de comprensión de la misma. Por lo general, los

trabajadores sociales consideramos que intervenimos sobre los problemas sociales.

Esto amerita que pensemos este término tratando de corrernos de la tendencia

empiricista que nos acompaña, que nos hace creer la ilusión de que el problema "está

allí" como dato directo de la realidad, sin poder muchas veces reflexionar que lo que

se nos presenta es un conjunto de enunciados pre construidos por la cotidianeidad,

necesarios de desentrañar a fin de poder comprender realmente cual es el foco en el

que intervenimos. En este sentido la demanda debe ser comprendida/problematizada

en relación con los procesos sociales más generales.

c) Matriz para reflexionar sobre la intervención profesional.

- Intencionalidad de la intervención

- Fundamentos

- Sujetos

- Espacio / Tiempo

- Cuestiones instrumentales

La intencionalidad de la intervención: no hay intervención profesional sin intención,

en tanto es ella la que nos plantea la pregunta del “para qué” hacemos lo que

hacemos. Es el horizonte de sentido que juega en términos generales, pero que a la

vez se recrea en cada una de las acciones que encaramos como profesionales. Junto

a la intencionalidad están los fundamentos, o en otras palabras la necesidad de hacer

explícito el “por qué” hacemos lo que hacemos. Si este por qué queda negado o

soterrado, las acciones quedan sin horizonte. La fundamentación refiere a la

argumentación (explicación no sólo teórica, sino también ética y política) sobre la

elección de aquellas acciones que decidimos llevar adelante y de aquellas que

desechamos.

Los sujetos: toda intervención profesional involucra sujetos, tanto a los de la acción

profesional (que suelen ser denominados de diferentes maneras), pero también otros

sujetos profesionales, el personal de la institución, los funcionarios políticos (éstos

últimos siempre cruzan la intervención en tanto participan desde algún lugar), y

nosotros mismos como sujetos profesionales. Lo social en su complejidad no puede

ser abordado sólo por los trabajadores sociales, de mantener una posición unilateral

es probable que la intervención se diluya en la tensión omnipotencia/impotencia,

frustrando a los profesionales, impidiendo, además, dar cuenta de respuestas

coherentes frente a la demanda de los sujetos. Es un lugar común hablar de la

intervención “con los otros”, pero no pocas veces subyace en ello una idea romántica

Page 5: Intervencion[1]Cazzaniga Nuevo

que nos torna impotentes ante los conflictos que de por sí conlleva el trabajo “con

otros”.

Espacio/tiempo: Esos dos conceptos que si bien también han sido objeto de

discusiones teóricas en el campo científico en otros momentos, hoy manifiestan una

metamorfosis necesaria de explorar. La modernidad, o mejor dicho, la ciencia moderna

concibieron al tiempo y al espacio como factores exógenos constantes de la realidad

social, conformando parte de nuestro entorno natural.4 De esta manera la delimitación

temporal y espacial de, por ejemplo, un objeto de estudio, se efectúa en un contexto

espacio-temporal que aparece como telón de fondo, como historia preexistente.

Guadalupe Valencia García critica esta posición planteando “… (que) Las

consecuencias teóricas y políticas de una concepción del tiempo y del espacio —o

mejor aún del complejo tiempo-espacio— como dimensiones constituyentes de la

realidad social no deben soslayarse. Dicha concepción se origina en el

reconocimiento del carácter inacabado de la realidad social misma que sólo puede

analizarse en el marco de la permanente tensión entre la historia acaecida y las

historias posibles de ser construidas. Y que supone, también, la incorporación de los

sujetos — movimientos, actores, grupos, clases— como los verdaderos protagonistas

de los aletargados o vertiginosos tiempos de la historia5.

Desde estas consideraciones es que interesa mirar las coordenadas espacio/tiempo,

entendiendo que, tanto tiempo como espacio, han sido categorías poco incorporadas

en el repertorio conceptual o quizás naturalizadas. No obstante si nos detenemos a

revisar la intervención profesional ellas se encuentran siempre presentes, y quedan

más explícitas al momento de preguntarnos por el cuando y el donde de nuestras

prácticas, o cuando hablamos de los “diferentes tiempos” –los institucionales, los de

los sujetos, los de los profesionales- aunque en general lo hacemos con el sentido al

que alude Wallerstein. Es probable que las fuertes mutaciones que hemos venido

sufriendo como sociedad y las interpelaciones que éstas nos plantean, pongan las

condiciones para recuperar conceptualmente estas nociones y así proponer otra

corporeidad teórica a la propia intervención.

Respecto del espacio: Las instituciones de la modernidad y en particular las

constituidas en la sociedad salarial estuvieron estructuradas a partir de una

identificación bastante precisa (más allá de las críticas que podemos realizar al

respecto) en relación a una necesidad-demanda social, con una clara definición de

4 Cfr. Wallerstein, Immanuel, "El espacio-tiempo como base del conocimiento", en: Análisis político, Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales Universidad Nacional de Colombia, No. 32, sep/dic 1997, p.p. 3-15, p.4 citado en VALENCIA GARCIA, Guadalupe “El tiempo social: una dimensión fundante” Ponencia XXII Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS) Concepción, Chile, 1999 (mimeo).5 Ibidem.

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espacios: instituciones que atendían la salud, la asistencia, la vivienda, las cuestiones

de niñez, adolescencia, vejez, etc. De este modo en nuestra intervención

prácticamente ha quedado naturalizada la noción de espacio reducida a la institución o

“lugar” de trabajo. Pero las nuevas configuraciones sociales rompen justamente con

esto haciendo tambalear aquella institucionalidad, reconfigurando los espacios desde

donde se dan las respuestas a las problemáticas y conflictividad social. Así la noción

de espacio hoy necesita ser revisada en clave de, por una parte poder reconocer la

multiplicidad y las formas nuevas en que hacen su aparición los espacios (los virtuales,

por ejemplo, los no lugares como planea Mac Auge a aquellos espacios de puro

tránsito, las interconexiones entre los espacios, entre otros). Por otra, incorporar la

perspectiva de construcción de los espacios: la territorialidad, los mojones que

estructuran espacios no convencionales o la resignificación de los “viejos” espacios.

Además, vale recordar que un espacio no sólo es materialidad, sino que también es

simbólico, representado. Lo material y lo simbólico están asociados aunque tengamos

que hacer diferencias en algún momento por razones analíticas; siempre implica

arraigo y va más allá del espacio físico con el que nos referenciamos.

Respecto del tiempo: Ya planteamos el modo en que la ciencia moderna considera el

tiempo, como una temporalidad que expresaba cierta homogeneidad, y tal lo

considerado para espacio, también se están redefiniendo los procesos temporales.

Observamos un aceleramiento del ritmo social y a la vez vivimos en tiempos

diferentes. En lo que hace a nuestra intervención esta dimensión aparece revestida de

lo que denominamos comúnmente “la urgencia”. Lo que en otros momentos podían

considerarse como situaciones particulares y hasta cierto punto aisladas o de

excepción, hoy se convierte en lo cotidiano. Como diría Benjamín, la “excepción es la

regla”, en tanto las condiciones de vida de los sujetos es una pura urgencia para

amplias capas de la población. Por estas razones es que esta noción necesita ser

incorporada con espíritu crítico en la intervención profesional.

Por último estas dos dimensiones espacio/tiempo también están presentes en nuestra

condición de trabajadores materializadas en las formas de contratación: contratos de

obra, de servicio (para determinados trabajos por un tiempo determinado), cuestión

también importante para repensar la intervención profesional.

Las cuestiones instrumentales refieren al cómo de la intervención. Las técnicas e

instrumentos constituyen el andamiaje de las estrategias de intervención y siempre

son “elegidas” y/o construidas desde el entramado teórico en tensión con los aspectos

de la realidad o situaciones/problemas que requieren de modificaciones.

b.- La Intervención Profesional como construcción: que, con quienes, para qué,

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por qué y cómo. El pensar - comprender - decir - hacer como todo complejo. La

inseparabilidad de una perspectiva teórica respecto de las técnicas e

instrumentos. La cuestión instrumental en la intervención profesional: discusión

epistemológica acerca de lo instrumental. La racionalidad instrumental y la

racionalidad crítica. c.- Las técnicas e instrumentos en Trabajo Social.

Observación, entrevista, historias de vida, registro (personal, institucional),

informe. Otras técnicas e instrumentos. Selección de técnicas e instrumentos,

construcción de técnicas e instrumentos.

Trabajo Social y la cuestión metodológica

El tema del método en Trabajo Social ha sido uno de los nudos históricos, desde Mary

Richmond en adelante, alcanzando en determinados momentos picos de debate de

gran riqueza. Visto desde otra perspectiva, creo que en muchos momentos la

discusión sobre este aspecto veló otros análisis, necesariamente previos, que

permitieran pensar de otra manera a la profesión, y arribar a la cuestión metodológica

como consecuencia lógica y no fragmentaria.

Se podría agregar que tal desvelo puede ser producto de la lucha por la disciplina en

demostrar su “estatus” como tal dentro del campo de las Ciencias Sociales, desde la

ilusión del método propio tomando como referencia los cánones epistemológicos

vigentes o hegemónicos. Resulta interesante ilustrar esta reflexión con las

consideraciones que se realizan en “El oficio del sociólogo”, acerca del mismo tema en

relación con los sociólogos: “...la relación que cada sociólogo mantiene con la imagen

de cientificidad de su propia práctica debe al propio campo de conjunto en el cual se

cumple: una ciencia preocupada por su reconocimiento científico se interroga sin cesar

sobre las condiciones de su propia cientificidad y en esta búsqueda angustiosa del

reaseguro, adopta con complacencia los signos más llamativos y a menudo más

ingenuos de la legitimidad científica...La manía metodológica o el gusto apresurado

por los últimos refinamientos del análisis componencial...asumen la misma función

ampulosa que el recurso de las denominaciones prestigiosas o la adhesión

deslumbrada por los instrumentos mejor construidos, para simbolizar la especificidad

del oficio y su cualidad científica, ya se trate del cuestionario o del ordenador.”

(Bourdieu-Chamboredon-Paseron, 1973)

La idea que planteo es repensar este tema entendiendo que la configuración de un

método es una mediación que se basa en un entramado de supuestos, en que clara o

difusamente se inscribe el trabajador social, en el marco de las diferentes corrientes

teóricas que atraviesan esta disciplina, como una más de las Ciencias Sociales. En

este sentido, me inscribo en la perspectiva que plantea que referirse al método remite

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a preguntas teóricas y epistemológicas, a los supuestos que los sustentan (teóricos,

ideológicos y éticos). Es, en todo caso, pensar desde que matriz referencial, o

régimen de la mirada, accedo a ese aspecto de la realidad que es necesario indagar y

desde el que tengo que actuar. Esta consideración da cuenta de la no existencia de un

concepto unívoco de método, sino que el mismo es entendido de distintas maneras

conforme al sistema conceptual que le confiere sentido. Por lo tanto podemos plantear

al método como una estrategia que se sigue para abordar un recorte de lo real (objeto,

fenómeno, situación) desde una perspectiva teórica – epistemológica que establece

los criterios de selección y construcción de técnicas y procedimientos específicos

teniendo en cuenta las características particulares y la forma, también particular en

que ha de ser abordado.

La intervención profesional, en tanto trabajo, quehacer o práctica específica que

intenta generar algún tipo de transformación o modificación en relación con la situación

que le es presentada, se expresa en una construcción metodológica, en un conjunto

de mediaciones que darán cuenta de la intencionalidad de transformación y de sus

comos particulares.

Método, se plantea entonces, como esa mediación entre teoría y realidad, que no se

define a priori, como dispositivo de axiomas y reglas a seguir, sino y

fundamentalmente como construcción. Los supuestos a los que aludimos funda el

paradigma en el que, según Alberto Parisí, “...sea cual fuere nuestra postura teórica

explícita, siempre por debajo de la misma estamos determinados por un modelo,

matriz o paradigma teórico, en el cual -clara o difusamente- estamos inscriptos.”6 Se

trata de hacer explícitos vía reflexión, como planteáramos en párrafos anteriores,

aquellos supuestos que en forma silenciosa a decir de Gouldner, acompañan, en este

caso, la construcción del método en Trabajo Social.

Dada la importancia de este aspecto, y de la ambigüedad con que ha sido tratado en

la historia de nuestra profesión, es que sostenemos la centralidad de la matriz

conceptual en Trabajo Social. Entendemos por matriz conceptual a aquella

constelación de categorías teóricas generales y particulares que fundamentan una

disciplina y la intervención profesional. La matriz conceptual (tema pendiente en la

disciplina) opera como condición de posibilidad de la construcción de mediaciones

conceptuales que va configurando el campo problemático de intervención. El campo

problemático, así planteado, es comprendido como la construcción conceptual,

producto de la tensión entre categorías teóricas y empiria, que recorta y focaliza la

intervención profesional, desde el cual se definen las diferentes estrategias de acción.

6 PARISI, Alberto “Paradigmas teóricos e intervención profesional” Mimeo Departamento de Investigación de la Escuela de Trabajo Social de Córdoba UNC. Córdoba 1993

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Ahora bien, como argumenta Margarita Rozas, esta construcción de los campos

problemáticos, no debe ser visto como un proceso endógeno, un proceso que se

resuelva al interior de la disciplina, sino como una construcción que exige

“...mediaciones en vínculo con las nuevas condiciones de reproducción material, social

y simbólica por las que atraviesan los sujetos sociales en su vida cotidiana...”7, dicho

en otras palabras, en relación a la cuestión social como expusiéramos mas arriba.

Matriz conceptual, realidad, campo problemático, se convierten en dimensiones

específicas (o centrales) del proceso metodológico. Las categorías de la matriz

conceptual interpelan la realidad (la cuestión social) y remiten la construcción del

campo problemático de intervención. Cada escenario particular (institución u

organización desde la cual intervenimos profesionalmente) otorgará los sesgos a ese

proceso de intervención y los modos de abordar las modificaciones o transformaciones

del campo problemático.

Desde estas consideraciones sostenemos la idea de construcción metodológica, es

decir el delineamiento de una estrategia en la perspectiva de trayectoria global, en

función de una intencionalidad, en que cada momento o coyuntura de trabajo se

deberá replantear de acuerdo a los presupuestos orientadores, al recorte de lo real, en

el marco de un contexto global.

Técnicas e instrumentos en la intervención de los trabajadores sociales:

La perspectiva epistemológica que hemos discutido implica rever y analizar el tema de

las técnicas e instrumentos. Esta revisión, en el contexto de desarrollo que estamos

realizando, será realizada recuperando las corrientes que han estructurado la

construcción de conocimientos en ciencias sociales, y el impacto de las mismas en el

propio Trabajo Social.

La corriente empiricista otorga a las técnicas la garantía de revelar la realidad tal cual

es y por lo tanto la validez de las conclusiones a las que se arriben. De este modo

ellas se cristalizan como instrumentos neutros o intercambiables en las que se

deposita la confiabilidad del dato. El investigador se enfrenta al objeto por conocer,

desprovisto de teorías (es una tábula rasa), la observación sistemática permitirá

recolectar la información de la cual inferirá las leyes correspondientes. Este enfoque

que atravesó fuertemente al Trabajo Social, encubre que todo sujeto porta

representaciones sobre el mundo, prejuicios y prenociones que constituyen, de alguna

manera explicaciones sobre la realidad. Esta "carga" simbólica acompaña el acto

mismo de indagación y opera como una suerte de copartícipe silencioso, como plantea

7ROZAS, Margarita “Algunas reflexiones sobre la cuestión social y el campo problemático en Trabajo Social” Revista Escenarios Nº 3 Escuela Superior de Trabajo Social UNLP La Plata 1997

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Gouldner, sesgando la pretendida neutralidad de la observación en particular y de las

técnicas en general. En un ángulo opuesto, encontramos al formalismo o apriorismo,

que define la producción de conocimientos a partir de leyes generales (la "gran

teoría"), desde las cuales se pueden desprender hipótesis acerca de la realidad. Las

técnicas, en esta concepción, son dispositivos que operacionalizan el encuentro con el

objeto a conocer (la referencia empírica) y que permitirán la corroboración o rechazo

de esas hipótesis. En Trabajo Social este posicionamiento se manifiesta en “la

aplicación de teorías”. Entre otros lugares desde los cuales es posible construir el

conocimiento, encontramos la lógica dialéctica, que plantea que el conocimiento de la

realidad es posible poniendo en tensión categorías teóricas y referencias empíricas.

Es el diálogo entre teoría y empiria, para decirlo con otras palabras, el que establece

las condiciones de construcción del conocimiento. Siguiendo esta postura, el bagaje

técnico que opera como herramientas para acceder al conocimiento de lo real, se

entiende, como dice Pierre Bourdieu “como teorías en acto”8, y por lo tanto su

selección y construcción están inscriptas en el contexto teórico que guía, en este caso,

la práctica profesional, de acuerdo al referente empírico (la demanda de intervención).

En Trabajo Social, las técnicas e instrumentos de intervención no difieren de las que

se usan en las demás disciplinas sociales, sino que dependen de las corrientes teórico

– epistemológicas en que se inscribe la práctica profesional, y de la resignificación en

función de las particularidades de la profesión. Además, la mayoría de las técnicas

tienen su punto de semejanza con las que se utilizan en la investigación social,

fundamentalmente las que indagan desde una lógica cualitativa, difiriendo en su

objetivo central: la intervención, que conlleva, como planteáramos en otros párrafos, la

cuestión del conocimiento, pero desde una dimensión diferente a la investigación.

Visto de esta manera, el bagaje instrumental se convierte en un conjunto de

herramientas mediadoras, que permiten conocer, desde una situación de encuentro

con otros, en el marco de una relación social. En otras palabras, las técnicas e

instrumentos mediatizan el diálogo de las categorías teóricas y los supuestos del

profesional con los sujetos y la significación de su mundo social.

Si coincidimos en que la mirada particular del Trabajo Social se dirige a los obstáculos

y conflictos que presentan ciertos sujetos para dar respuesta a sus necesidades, sean

éstas materiales o simbólicas, o dicho con otra manera, para garantizar su producción

y reproducción social, el uso de las técnicas tendrá como papel central capturar la

particularidad con que se expresan esos obstáculos y conflictos en relación con las

condiciones de vida. Si por otra parte reconocemos al "otro" de la relación profesional

como sujeto capaz, con potencialidades, productor de significaciones sobre su modo

8 BOURDIEU Y OTROS “El oficio del sociólogo”. Siglo XXI. 15ª edición. México. 1993

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de vida, el uso de las técnicas merecerá especial atención ya que se convertirán (o no)

en expresión del respeto hacia ese otro. Desarrollaremos a continuación algunas

herramientas de uso cotidiano por los profesionales del Trabajo Social, desde la

perspectiva planteada.

* Observación:

Esta técnica puede ser entendida como considera Miguel Beltrán Villalva como “...

herramienta inmediata de producción de datos relativos al comportamiento verbal y no

verbal de individuos y grupos en determinadas situaciones, con objeto de inferir

conclusiones sobre estructuras, instituciones o procesos sociales. Este autor otorga la

adjetivación de inmediata ya que no requieren de instrumentos (cuestionario por

ejemplo), sino que el investigador entra directamente en contacto con lo observado9.

En este sentido, la observación puede ser usada como una técnica principal de

producción de conocimientos, o como herramienta complementaria de otros

dispositivos (el caso de la observación durante una entrevista que permite la

contextualización de la producción del discurso del entrevistado). La observación es

fundamentalmente una interrogación de la realidad, y de uno mismo como observador.

Permite recuperar conocimiento de hechos, situaciones de la realidad en la que

actuamos, desde un mirar intencionado.

En esta consideración aparecen dos aspectos para tener en cuenta: la interrogación y

la intención, aspectos que se relacionan y condicionan mutuamente. Cuando hacemos

referencia a la interrogación estamos haciendo mención al carácter de pregunta, de

apertura a lo desconocido, tanto de la situación que observamos como de nuestras

propias pre- nociones. A manera de ejemplo, si estamos frente a una persona que

solicita determinado servicio, y de pronto se queda callada, la observación como

interrogación sería ¿por qué calla? ¿qué me obstaculiza o facilita a mí esta actitud?.

La idea de intención en la observación, está referida a que, como profesionales

centramos la mirada hacia los aspectos pertinentes a la situación en la que estamos

interviniendo, desde claves conceptuales. Por este motivo tiene un sentido construido,

pero advertimos, no cerrado. Si estoy interviniendo, por ejemplo, en una situación de

adolescentes con problemas de convivencia barrial, prestaré atención a las relaciones

que se establecen en el barrio, los lugares de reunión (quiénes, cuando), entre otras

cosas. Me guiarán conceptos como el de pertenencia, como el de conflictos

intergeneracionales, proceso de socialización. Estas nociones teóricas contienen ese

"sentido construido", pero no tienen el carácter de corroboración, o aplicación. Es

9 BELTRAN VILLALVA, Miguel “Perspectivas sociales y conocimiento”. Editorial ANTHROPOS – Universidad Autónoma de México. Barcelona. 2000.-

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justamente aquí, en la idea de que las categorías o conceptos desde los que

inscribimos y otorgamos intención a la observación no son cerrados, donde se enlaza

la interrogación. En síntesis, es la interrogación la que me permite repensar los

conceptos, y desencadenar nuevas observaciones. Otra de las dimensiones

relevantes para destacar en esta técnica es que aunque la vista tenga relevancia, en el

acto de observar, todos los sentidos se ponen en juego. Al observar se va

construyendo a nivel del pensamiento, una reproducción de los aspectos que se

focalizan, donde los demás sentidos participan activamente: de esta forma también

interviene el olfato, el oído, el tacto, el gusto. (No ofrece la misma imagen un arroyo

transparente, que uno contaminado, del que emanan olores nauseabundos). Los

sentidos están formados socialmente; el modo en que hemos ido incorporando los

conceptos de bueno y malo, feo y bello, correcto e incorrecto, a partir de la educación

familiar, escolar, entre otras instancias socializadoras, se expresa en nuestros

sentidos. De esta manera, en esa representación que se va elaborando mentalmente a

partir de la observación, se cuelan juicios de valor. Esta cuestión es legítima en tanto

como humanos que somos los sujetos profesionales no podemos desmontarla,

eliminar esta manifestación, lo que sí hace a una actitud profesional es poder

reflexionar sobre esto y discernir acerca de los propios parámetros de vida y las

significaciones de otros modos de vida. La "vigilancia" pasa por comprender el

contexto de producción de significación y la permanente actitud reflexiva sobre nuestra

matriz de aprendizaje, las categorías teóricas y el sentido común que nos permea. De

no mediar esta reflexión constante, es posible que la observación quede sesgada por

connotaciones valorativas más propias del sentido común que de un profesional que

intenta dar cuenta de una situación.

El producto de esa observación no son sólo “datos” para llenar una ficha, confeccionar

un informe, un cuaderno de campo, sino que me dan pistas para conocer, por lo que

cada observación desencadena preguntas, otras búsquedas, tanto empíricas como

teóricas para la construcción de mediaciones conceptuales y la propuesta de

alternativas de acción.

De este modo, la observación como técnica, surge como elección racional que realiza

un profesional, de acuerdo a la matriz epistemológica que sostiene las estrategias

metodológicas, donde el cuerpo categorial y los objetivos propuestos actúan como

productores de la observación (qué se observa y para qué).

* Entrevista:

En general se define como conversación entre dos personas por lo menos, en la cual

una es el entrevistador y los demás, los entrevistados. Se dialoga acerca de un tema

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teniendo en cuenta ciertos objetivos. Rosana Guber plantea que “... (la entrevista)...

entendida como relación social a través de la cual se obtienen enunciados y

verbalizaciones, es además, una instancia de observación; al material discursivo debe

agregarse la información acerca del contexto del entrevistado, sobre sus

características físicas y su conducta...”10. Con esta técnica se profundiza en el

conocimiento de una situación, pero al ser un diálogo, se constituye en una

interacción. Es por ello que en toda entrevista se produce una transmisión mutua de

información, de confianzas, de búsqueda conjunta de alternativas para dar respuesta a

los temas o conflictos en cuestión.

Existen muchas variantes de entrevistas, según la intencionalidad de la intervención,

problemática que se aborda, naturaleza disciplinar. Esto significa que deberán ser

recreadas y construidas a tales efectos. Se conocen en Ciencias Sociales, entre otras,

las entrevistas dirigidas: son las que se aplican a través de cuestionarios pre-

establecidos; las semi-estructuradas: focalizadas en una temática; las entrevistas

dinámicas: orientadas a la interpretación sociosicológica, la entrevista etnográfica o no

directiva: desde las cuales se intenta reconstruir la producción de sentido de los

sujetos (usada fundamentalmente en la antropología). En términos generales y

recordando la necesidad de la resignificación de esta técnica de acuerdo a la

intencionalidad y especificidad profesional, podemos plantear algunas consideraciones

en el uso de la misma para el Trabajo Social:

Si aceptamos que en la entrevista se produce un espacio de interacción, resulta

significativo recuperar algunos aportes teóricos al respecto. Antonhy Giddens

considera que en la constitución de una interacción aparecen tres aspectos: “... su

constitución con carácter significativo, su constitución como un orden moral y su

constitución como la operación de relaciones de poder".11 En toda interacción existe un

interés constante y una capacidad para descubrir modos de compresión de la

conducta del otro, de allí el carácter significativo. Guber dice "... si admitimos que los

universos culturales (el modo en que un grupo de personas aprendió a ver, oír, hablar,

pensar y actuar en su mundo social) son por definición metodológica, desconocidos de

antemano por el investigador, aún cuando aparezcan en formas de términos y modos

familiares, el acceso a ese mundo social debería tener en cuenta, por un lado, el

proceso de conocimiento del investigador, y por el otro, la construcción de recursos

técnicos que contemplen tanto la reflexibilidad del investigador como la de los

informantes".

10 GUBER, Rosana “El salvaje metropolitano” Legasa. Bs. As. 1991 11 GIDDENS, Antonhy "Las nuevas reglas del método sociológico" Amorrortu. Bs. As. 1993

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Como sujetos utilizamos, para crear y sostener encuentros el "conocimiento mutuo",

aquel, en el que según Giddens, los actores suponen que los otros poseen, por lo que

un entrevistador deberá realizar un esfuerzo por captar la producción de significación

de acuerdo al contexto, desde este encuadre formulará sus preguntas y recepcionará

las respuestas. Desde esta perspectiva se puede apreciar la centralidad del lenguaje

en la entrevista, sin que esto signifique reducir la cuestión a la palabra o a lo verbal. El

lenguaje, afirma Irene Vasilachis de Gialdino12 es a la vez recurso y forma de creación

y reproducción del mundo social, es un mecanismo a través del cual se construyen,

pero también se consolidan, las relaciones sociales. Expresa así aspectos de la forma

de dominación imperante en una sociedad. Los códigos que se utilizan tienen fuerza

normativa, establecen reglas, instituyen comportamientos, atribuyen identidades. La

comunicación cara a cara no puede estudiarse adecuadamente sólo con la

transcripción de palabras: lo que una persona dice tiene carácter auditivo y visual. La

expresión corporal, los silencios, los tonos, las pausas, entre otras manifestaciones,

forman parte del mensaje.

En cuanto a la interacción como orden moral, Giddens explicita que los elementos

normativos tienen que ser tratados como una serie de "pretensiones", cuya realización

es contingente en relación con la actualización exitosa de las obligaciones mediante

las respuestas de los otros participantes. Una pretensión normativa puede ser

reconocida como obligatoria, no porque un actor al que se aplica como obligación

acepte tal obligación como un compromiso moral, sino, porque prevé y quiere evitar

las sanciones que le serán aplicadas en caso de falta de cumplimiento.

Esta consideración adquiere relevancia en la intervención del Trabajador Social,

fundamentalmente cuando las entrevistas no son solicitadas por las personas, y los

motivos de las mismas tienen que ver con "aparentes transgresiones al modo de vida

instituido como normal". Las respuestas que recibimos en ciertos casos deben ser

analizadas en este contexto, el sí o el no puede no estar relacionado con una

convicción, sino con una estrategia para no ser sancionado.

Este encuentro con el otro, mediado por la entrevista, debe ser considerado por el

profesional, además, como lugar donde se ponen en juego las representaciones

sociales. ¿Qué creen los entrevistados que es un Trabajador Social? ¿Qué se le

atribuye como rol profesional? ¿Qué lugar se le da? ¿Cómo se lo vincula al poder? ¿A

quién representa? En relación con esto último y al tema del poder en la interacción, es

conveniente decir que el mismo puede ser entendido en función de los recursos o

12 Forni, Floreal y otros. “ Métodos Cualitativos II. La Práctica de la investigación.¨.“ Centro Editor de Aca. Latina¨. Bs. As. 1992.-

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facilidades que los participantes aportan y movilizan en esa producción. El profesional

tiene el "poder" en una entrevista de generar una relación de dominación, o de libertad

y respeto hacia el otro.

Hasta aquí hemos tratado ciertos aspectos conceptuales que consideramos no

agotados, pero que nos pueden guiar tanto en la preparación de una entrevista como

en el acto mismo de su realización.

En síntesis, según el proceso metodológico, las entrevistas se montarán teniendo en

cuenta los objetivos, el lugar del otro (su propio contexto de significación), nuestro

lugar como profesionales (espacio de poder) y la situación que se aborda en ella. De

este modo, entendiendo esta técnica como relación social, podremos construir guías

para el diálogo, respetar los tiempos, lograr lo que Habermas denomina racionalidad

comunicativa, que lleva a un entendimiento por vía argumentativa y no persuasiva.

Según este autor, en la persuasión o comunicación estratégica se ejerce la violencia a

partir de pretensiones de poder, haciendo valer las competencias desiguales que

presentan los agentes en el acto comunicativo.

* La historia de vida:

La historia de vida es una técnica que se usa fundamentalmente en investigación

cualitativa, ya que trata de recuperar, desde la perspectiva del actor, la significación

que él mismo le otorga a su experiencia. Esta herramienta ha sido construida por los

sociólogos y antropólogos tomando como insumo los modos en que los trabajadores

sociales norteamericanos organizaron su intervención en las primeras décadas del

siglo XX, particularmente “el caso social individual” de Mary Richmond, y sale a la luz

con la llamada Escuela de Chicago (Thomas, Park, Znaniecki). Actualmente diferentes

disciplinas sociales hacen uso de la misma. Veremos algunas definiciones para

comprender su perspectiva (ya que existen diferentes modos de interpretación sobre

ellas) y al posibilidad de resignificación para Trabajo Social. Leo Simmones “Una

historia de vida es el detallado relato del comportamiento de un individuo en su

entorno”. John Dollard: “Es una sección longitudinal de una cultura”. Langness: “la

historia de vida hace referencia a un extenso registro de la vida de una persona como

es presentada tanto por la persona misma como por otra o por ambas, y ya sea escrita

por el protagonista u obtenida por entrevistas, o por ambos medios”. Daniel Bertaux

retoma a Norman Denzin haciendo la diferencia entre “relato de vida” (life stories) e

“historia de vida” (life histories). El relato de vida es la historia contada tal y como la ha

vivido el individuo. La historia de vida es un estudio sobre una persona determinada,

incluyendo no solo su propio relato, sino también otra clase de documentos: historia

clínica, expedientes judiciales, test psicológicos, testimonios de allegados.

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Desde esta última distinción pareciera que el contenido que se le otorga a historia de

vida sería más propicio para la intervención de los trabajadores sociales. No obstante

esto, creo importante incorporar el concepto de “trayectoria de vida”, como más

pertinente a nuestra especificidad. Una trayectoria sería en este caso la recuperación

del modo en que un sujeto (individual o colectivo) ha construido su vida, tomando

como eje la situación que se encuentra como foco de atención (en todo caso, “el

problema”). La recuperación de una trayectoria de vida permite al trabajador social no

sólo recuperar la “perspectiva del actor”, en tanto forma de ver e interpretar el mundo,

sus conflictos, las significaciones sobre los acontecimientos que marcan su vida en

relación con la situación que se está trabajando, sino que el curso de las entrevistas

para realizar esa reconstrucción ofrecerá las condiciones para que ese “otro” repiense

su propia existencia. Es necesario resaltar que no se trata de un centramiento

psicológico, sino de una perspectiva claramente social, donde los aportes

interdisciplinarios serán seguramente significativos. Trabajo Social, desde el uso de

esta técnica puede recuperar el modo en que los otros “habitan el mundo” y en la

comprensión de esa forma de habitarlo tendrá los elementos para realizar propuestas

coherentes. Por cierto, recorrer el modo de habitar la vida permite recuperar

temporalidades (aunque sean provisorias), aporta a identificar conjuntamente los

“zócalos” a decir de Castel, esos soportes materiales y simbólicos que inscriben de tal

manera que permiten la propiedad de sí13 . Este autor considera soportes a

condiciones objetivas de posibilidad, dice él “… es la capacidad de disponer de

reservas que pueden ser de tipo relacional, cultural, económica, etc. y que son las

instancias sobre las que puede apoyarse la posibilidad de desarrollar estrategias

individuales…”14. Desde estas instancias, individuales, pero también más colectivas, el

recurso es la “rememoración” una forma de reconstruir las trayectorias que permite

ubicar lugares de inscripción social, reconocer así la genealogía de las situaciones o

problemas no sólo subjetivas sino también sociales o colectivas. Quizás en esas

reconstrucciones, suerte de actualización del modo de habitar la vida, se hagan

presentes otras denominaciones para las mismas. Está claro que cada situación, cada

tema, incluso las condiciones de vida de los sujetos sesgarán los modos de abordar de

esta manera las entrevistas, tanto como que para algunas circunstancias sea

aconsejable formas interdisciplinarias. Como toda técnica el profesional deberá

evaluar la importancia de su utilización según la situación y construir los instrumentos

pertinentes que permitan la recuperación.

13 CASTEL, R y Claudine HAROCHE (2003) Propiedad privada, propiedad social, propiedad de sí mismo. Conversaciones sobre la construcción del individuo moderno. Rosario. Homo Sapiens Ediciones.14 CASTEL, R. Op. Cit. (Pp. 19)

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* El informe social:

Presente en la práctica de los profesionales desde siempre, el informe como otras

tantas mediaciones de nuestra intervención ha tendido a ser rutinizado y por lo tanto

naturalizado, llegando a veces a ser reducido a un mero trámite administrativo. La

oportunidad de debatir en torno a él en forma rigurosa, alejados de una perspectiva

instrumentalista seguramente nos permitirá recolocarlo en el lugar estratégico que sin

lugar a dudas porta, por lo menos desde una forma de entender a la intervención

profesional.

- Derivaciones desde el concepto:

Sin pretender caer en cuestiones obvias -o justamente porque toda obviedad pierde

las posibilidades de problematización- vale decir que el término “informe” proviene de

informar, que etimológicamente refiere a “enterar/instruir”, y también a “dar forma a

una cosa”. De esta manera el informe expresa por una parte una intención de

comunicación, definiendo tácitamente la presencia de un receptor al que se pretende

poner en conocimiento de “algo” (un informe siempre es para alguien, un “otro, sea

individual o colectivo). Pero a la vez también habla de una producción, de un sujeto

(emisor) que construye un texto sobre determinada situación. Si de dar a conocer se

trata, y a partir de una producción escrita, todo informe se constituye entonces en un

“acto de intervención”, en tanto opera como un instrumento que juega algo del orden

de la modificación, y reconocido como informe social, notoriamente se convierte en

una de las instancias de legitimación profesional. Ahora bien, los dos aspectos

enunciados y que configuran el nudo significativo del informe han sido incorporados al

interior de la profesión en forma diferente poniendo de manifiesto concepciones acerca

de ella misma.

Por una parte, colocado el énfasis en la dimensión de informar que el concepto

presenta, el informe se ha tornado para la práctica de no pocas instituciones, más

como requerimiento externo que como parte constitutiva de nuestra intervención. Así

es posible observar una marcada tendencia por considerarlo un requisito institucional,

llegando a constituirse en instrumento de evaluación de nuestro trabajo por parte de

"otros". La lógica de la "eficacia y eficiencia" de las instituciones formales ha llegado

incluso a definir, el buen o mal desempeño de un trabajador social según la cantidad

de informes que realiza: eficientismo que ha llevado en muchos espacios a reducir el

informe a meras fichas o formularios que se llenan a manera de encuestas: el

"socioeconómico" o la "ficha social", en detrimento del aspecto de la construcción de

los contenidos. Este escenario sin dudas está recorrido por las representaciones que

unos y otros tienen acerca de la disciplina y la forma como estamos construyendo

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nuestro espacio profesional. Se desliza aquí el carácter subalterno o de “auxiliaría” que

le fuera asignado a la profesión en la división socio técnica del trabajo en sus inicios.

Por otra parte, desde concepciones acerca de Trabajo Social que rechazan estos

mandatos, se observa una tendencia a minimizar el informe, privilegiando lo que se ha

dado en llamar la “tradición oral” de la profesión. En este caso no se está recuperando

el lugar de la construcción de los contenidos como texto y su potencia como “acto de

intervención”, desdibujando así la posibilidad de inscribir en forma documentada otra

forma de concebir la profesión.

- El informe social como mediación constitutiva de la intervención:

Ya en otras oportunidades he planteado a la intervención profesional como una

construcción que bien puede ser considerada como una estrategia que se despliega

en relación a una situación llamada a ser

comprendida/explicada/denominada/transformada. En tanto estrategia supone una

conjugación de aspectos teóricos, éticos, políticos y procedimentales que marcan la

particularidad de un ejercicio profesional, en este caso, de Trabajo Social.

El informe social entonces estará inserto como decisión del profesional en el curso de

la estrategia de intervención y dependerá del modo en que será articulado el proceso

de comprensión/explicación/denominación/ transformación, en relación con la situación

sobre la que pesa la misma intervención profesional. En este sentido, condensa en un

momento determinado el encadenamiento de un curso de acción que se plasma en

una producción escrita.

Desde estas postulaciones podemos realizar algunas consideraciones a los efectos de

seguir desentrañando el tema que nos ocupa.

* Producción escrita:

Ya hemos advertido acerca de esa tradición de oralidad que marca una tendencia en

Trabajo Social y que se ha convertido en una especie de mito profesional15, situación

que decididamente debemos revisar si aceptamos y asumimos que el informe social

es uno de los aspectos constitutivos de la intervención profesional.

a.- Respecto de la construcción de un texto:

En esta línea los esfuerzos se encaminan a reconsiderar la construcción de sus

contenidos como un “dar forma” en base a las argumentaciones teóricas que sostienen

dicha construcción. En otras palabras, un informe social se constituye en un “texto”

que da cuenta del proceso de intervención en clave de comprensión/explicación y

15 Sobre el tema de la “tradición oral” que cruza a Trabajo Social y un cuestionamiento ver ALYWIN, Nidia, Alicia FORTES y Teresa MATUS La reinvención de la memoria. Indagación sobre el proceso de profesionalización del Trabajo Social Chileno 1925-1965. Pontificia Universidad Católica de Chile. Facultad de Ciencias Sociales. Escuela de Trabajo Social, Santiago de Chile, 2004. Una indagación acerca del mismo tema se encuentra en preparación con mi autoría.

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particularmente la “denominación” de la situación abordada. Esto quiere decir que el

modo en que “nombremos” otorgará visibilidad a ciertos aspectos y dejará en conos de

sombras a otros, lo que significa una posibilidad inmejorable para dar cuenta de las

problemáticas objetos de intervención. Por otra parte un informe se encadena y debe

presentar coherencia con el arsenal desplegado en el proceso de intervención

(entrevistas, observaciones, historias de vida, análisis documental, etc.).

Sin desconocer que en ciertas instituciones o ámbitos, como por ejemplo la justicia,

existen exigencias incluso legales para la presentación de los informes, de acuerdo a

la situación y según el momento en que se encuentra el proceso de intervención,

informar que no es posible presentar un informe social debidamente argumentado, es

parte de la responsabilidad profesional.

En este sentido siempre deberá estar presente el “para qué” de un informe, en tanto el

momento de presentación, a quién estará dirigido y cuales serán los contenidos es una

decisión profesional.

b.- Respecto de los contenidos:

Los contenidos responden al “qué”, enmarcados en la temática/problemática sobre la

que se trabaja y en los efectos que esperamos provocar. La reflexión ética adquiere un

lugar preponderante aportando al discernimiento para identificar cuáles son los

aspectos necesarios a incorporar, qué información es relevante y por qué. Más aún los

contenidos de ciertos informes deberían ser consensuados con las personas

involucradas. El profesional según lo que ya hemos considerado debe plantear,

cuando y para que se elabora un informe, teniendo en cuenta la particularidad de la

situación que se nos presenta, y el encuadre institucional. En este marco, está

íntimamente ligado a todo el bagaje teórico, técnico e instrumental que el profesional

construye para desarrollar su accionar: categorías teóricas- conceptos, observación,

entrevistas, registros, etc. Además, las particularidades (temáticas de trabajo,

naturaleza institucional, modalidades de abordajes, momento histórico), condicionan la

modalidad del informe, en tanto contenido y forma. Esto significa que no se puede

estandarizar este instrumento. Un informe para gestionar un subsidio no tendrá las

mismas características que uno, cuyo objetivo sea posibilitar la vuelta al seno familiar

de un menor institucionalizado o aquel que plantee la decisión de un grupo de vecinos

de comprar los terrenos donde están viviendo. Cada uno de ellos será producto de

acciones previas diferentes, que habrán demandado tiempos diferentes y

elaboraciones conceptuales singulares.

Por otra parte en cada informe social (desde este encuadre que presentamos) se

juega o puede ponerse en juego, los derechos de los sujetos involucrados en la acción

profesional, derecho a la alimentación, a la vivienda, tenencia de un hijo, procesos

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grupales –a la agremiación o afiliación-, o situaciones institucionales. Debe

entenderse entonces que este instrumento puede ser una herramienta de defensa de

los derechos humanos.

Por otra parte, el tema sobre el que se informa, en muchas ocasiones, tiene que ver

con el modo de vida de las personas, se habla de la intimidad: se desnuda a un sector

social para demostrar que “merece alimentarse”, por ejemplo. Desde esta perspectiva,

un informe puede convertirse en el instrumento de inspección y vigilancia por

excelencia y por lo tanto de control social. Esta doble lógica del informe es la que tiene

que tener en cuenta el trabajador social como encuadre central que nosotros llamamos

ético-ideológico. Desde lo epistemológico, el momento del informe se convierte en el

momento de construcción teórica del objeto. Contiene un alto grado de

conceptualización, y es la síntesis (parcial o aproximativa) del proceso metodológico.

En esta instancia, se pone en juego todo el bagaje teórico, técnico e instrumental

desplegado en la acción profesional: matriz conceptual, información captada a través

de las técnicas usadas, análisis realizados, registros utilizados, Bordieu dice “... Un

objeto de investigación, por más parcial y parcelario que sea, no puede ser definido y

construido sino en función de una problemática teórica que permita someter a un

sistemático examen todos los aspectos de la realidad puestos en relación por los

problemas que le son planteados.”

En un informe social, tal como lo venimos planteando, también se juegan las formas

de nombrar y enunciar. Se puede convertir entonces, en un espacio donde se exprese

de otro modo la problemática social y a los sujetos que la manifiestan y de ese modo

se juega la construcción del discurso profesional que intenta instituir en la agenda

pública el estatuto de las necesidades sociales16. El contenido, entonces será ese

producto, y el modo en que lo exponemos tendrá que ver con los objetivos, la

flexibilidad y la creatividad.

16 AQUIN, Nora "La relación sujeto - objeto en Trabajo Social una resignificación posible" en "La especificidad del Trabajo Social y la formación profesional". FAUATS. Editorial Espacio. Bs. As. 1996.