intervención en primera persona. la relación de ayuda-reflexiones en la intervención

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Más información del libro Intervención en primera persona. La relación de ayuda: índice, biografías autores, capítulo, cubierta, contracubierta.

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INTERVENCIÓN EN PRIMERA PERSONA

LA RELACIÓN DE AYUDA - REFLEXIONES EN LA INTERVENCIÓN

FRANCISCO CALABOZO CASADO

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Existen pocas publicaciones centradas en la relación de ayuda como un método paratrabajar con personas los problemas relacionales que nos encontramos en la vida. Lasreflexiones, del autor y de otros profesionales, que este libro recoge, aportarán a loslectores algo más que teoría: aportarán experiencia práctica y personal.

Intervención en primera persona está dividido en dos partes. La primera, La relaciónde ayuda, analiza los postulados de los dos máximos exponentes de la corrientehumanista: Carl Rogers y Robert Carkhuff. El primero denominó su propuesta“intervención centrada en la persona”, mientras que el segundo utilizó el término“relación de ayuda” y “counselling”.

En la segunda parte, Reflexiones en la intervención, el autor se cuestiona acerca delo que nos pasa a los profesionales cuando trabajamos con personas, lo que les pasaa los usuarios cuando inician un proceso de cambio y, por último, lo que sucede enel encuentro entre ambos, es decir en la relación.

Un libro dirigido a todas aquellas personas que trabajan con personas, un marco muyamplio donde hay lugar para multitud de propuestas, modelos y corrientes. En él, losprofesionales encontrarán claves para reflexionar sobre su quehacer diario, y a losestudiantes (Trabajo social, Educación social, Integración social, Terapia ocupacional,Psicología...) el modelo aquí propuesto les será muy útil para iniciarse en el caminode la intervención con personas.

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ACEBoCOLECCIÓN

FRANCISCO CALABOZO CASADO (Madrid, 1976)es psicólogo clínico, Master de PsicologíaClínica y de la Salud, psicólogo interno re-sidente en la Unidad de Psicología Clínicay de la Salud de la Facultad de Psicologíade la Universidad Complutense de Madridy psicoterapeuta humanista rogeriano.A lo largo de su trayectoria profesional hatrabajado como psicólogo clínico atendien-do a personas normalizadas con proble-mas de salud mental y a personas sinhogar en el acompañamiento en su proce-so de cambio, y ha supervisado técnica-mente equipos profesionales en eldesempeño de sus funciones. En la actua-lidad es coordinador en el SAMUR Social.Ha sido coautor de varios libros: Trabajode Calle: un despacho sin puertas, Cons-truyendo Relaciones, Un acuerdo con lu-ces y Cuadernos de Salud Mental,editados por Fundación RAIS.

COLECCIÓN ACEBo1. El fracaso en la adopción. Prevención y

reparación. Jolanda Galli y Francesco Viero.

2. La entrevista psicosocial. Proceso y proce-dimientos. David Mustieles Muñoz.

3. Hombres maltratadores. Tratamiento psi-cológico de agresores. Andrés QuinterosTurinetto y Pablo Carbajosa Vicente.

4. La adopción: demasiados prejuicios yescasa conciencia. Marinella Ferranti.

5. Reproducción asistida, Aspectos psicológi-cos de la esterilidad, la parentalidad y lafiliación. Manuela Cecotti.

6. El milagro de la cigüeña probeta. Reflexio-nes clínicas: de la reproducción asistida a laadopción. Jolanda Galli y Alessandra Moro.

7. El camino a casa: Los derechos del niñoen la adopción internacional. María ElenaGarcía (coord.).

COLECCIÓN SAÚCo – Historias de vida

1. Retrato en blanco y negro. Manual de su-pervivencia para padres adoptivos solteros,divagaciones sobre la adopción, los prejui-cios y la sexualidad. Angelo B. Pereira.

2. Vivir sin barreras. La historia de Luigi“Pucho” Maccione contada por su familia yamigos. Mary Cruz Rodríguez Maccione.

P.V.

P.: 2

0,95

“Los lectores del presente libro, escrito sin pe-danterías de erudito, con el estilo sencillo, direc-to y ameno propio de quien busca enraizarseen la vida misma más que en las ideas recibi-das acerca de ésta, disfrutarán y sacarán pro-vecho de su lectura.”

Antonio GuijarroPsicologo clínico. Instructor de la Effectiveness TrainingAssociation para el desarrollo de las relaciones humanas.

[email protected]://editorial.grupo5.net

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INTERVENCIÓNEN PRIMERA PERSONA

LA RELACIÓN DE AYUDAREFLEXIONES EN LA INTERVENCIÓN

FRANCISCO CALABOZO CASADO

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ÍNDICE

Presentación, Antonio Guijarro ................................................................................. 13Introducción .................................................................................................................. 17

PARTE I: LA RELACIÓN DE AYUDA

Capítulo 1Ser en la relación de ayuda ............................................................................ 23

• La visión del profesional y el paciente contemplada desde di-ferentes marcos teóricos (psicoanálisis, conductismo y hu-manismo) ................................................................................................ 25

• Supuestos básicos del paradigma humanista (Bernstein y Nietzel,1980) ...................................................................................................... 28

– Lo único objetivo es lo subjetivo 28– Visión optimista de la persona: confianza en las capacida-

des de la persona y creencia en la existencia de una ten-dencia innata a mejorar 29

– Visión existencialista de la persona 30– Quien mejor puede conocerse es uno mismo. Entender al

otro desde su visión de la situación 30– Vivimos en el presente. El ser humano necesita poder de-

cidir para crecer 31Capítulo 2

Carl Rogers ........................................................................................................... 35• Principios generales de la propuesta teórica de Rogers ............. 36

– Vivir existencial 36– Confianza en uno mismo 37– Libertad en la experiencia de vivir 38– Creatividad 39– Apertura a la experiencia 40

• El funcionamiento de la persona desde el modelo de Rogers ..... 41– La incongruencia 44– Funcionamiento y desarrollo de la personalidad 48

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– Defensas: negación y distorsión cognitiva 50• Condiciones necesarias y suficientes ................................................ 52

– Autenticidad 52– Aceptación incondicional 54– Empatía 57

– – La empatía como actitud 57– – La empatía como técnica 58– – Efectos positivos de la comunicación empática 60– – Los beneficios en el trabajo con personas 60

• La técnica dentro de la relación de ayuda no directiva .............. 63– La no directividad 63– El reflejo 65

– – Reflejo del contenido 65– – Reflejo del sentimiento 73

Capítulo 3Robert Carkhuff .................................................................................................. 79

• Lo que Carkhuff añade a la propuesta de Rogers ........................ 79• Líneas estratégicas que incorpora en su modelo ......................... 81

– Concreción 82– Confrontación 84– Autorrevelación 87– Inmediatez 88

• La relación de ayuda desde la técnica .............................................. 91– El profesional 91– La persona ayudada 94– El medio 96

• El modelo teórico-práctico de R. Carkhuff ....................................... 97– Destreza de atender 99– Destreza de responder 102

– – Primera fase: responder al contenido del mensaje 103– – Segunda fase: responder al sentimiento 103– – Tercera fase: respuesta intercambiable. Responder al

contenido y al sentimiento 105– Destreza de personalizar 106

– – Primero: personalizar el contenido 107– – Segundo: personalizar el problema 109– – Tercero: personalizar el nuevo sentimiento 111– – Cuarto: personalizar la meta 112

– Destreza de iniciar 113

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– – Definir una meta e identificar factores relacionadoscon la misma 113

– – Planificar los pasos para lograr el objetivo 114

Capítulo 4Conclusiones ....................................................................................................... 115

PARTE II: REFLEXIONES EN LA INTERVENCIÓN

Nota del autor ............................................................................................................ 119

Capítulo 1: Yo: el profesional .............................................................................................. 121

• La persona que se esconde detrás del profesional ..................... 122– Yo soy la herramienta 122– A mí me habían dicho que tengo que ser un buen profe-

sional, no una buena persona 124– Lo que pienso influye en lo que siento y en lo que hago127– Yo no espero nada de ti, salvo que seas de una determi-

nada manera 128• El riesgo y la dificultad de trabajar con personas .......................... 130

– El miedo 130– –Miedo a que nos cambien 131– –Miedo a reconocer al otro como una persona, no

como un problema 133– Yo me defiendo, tú te defiendes, el se defiende 134

– – Distorsión: la interpretación interesada de la realidad 135– – Necesidad de formación 136

• Bueno, vale ¿y qué hago con todo esto? ........................................ 138• Lo que vale para mí vale para el ayudado; lo que vale para el

ayudado vale para mí ..............................................................................140

Capítulo 2: Tú: el ayudado .................................................................................................... 145

• Cosas que se me olvidaron del otro ................................................. 145– Ver cómo es el otro 145– ¿Cómo se construye la idea de uno mismo? 147– Los derivados de la idea de uno mismo 148

• Cambio. Proceso. Proceso de cambio. El cambio como proceso .................................................................................................... 151– Un poco de teoría 151

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– – La tendencia al crecimiento de Rogers 152– – El modelo transteórico de Prochaska y Di Clemente153 – – El modelo postracionalista de Vittorio Guidano 155

– El cambio da miedo 157– Las resistencias al cambio 158

Capítulo 3Nosotros: la Relación ...................................................................................... 163

• Una propuesta para estar en la relación .......................................... 163– Yo me acepto y te acepto 163– Ser auténticos 165– Horizontalidad 167

– – Cómo se sitúan las partes en la relación 168• Dificultades en la relación ..................................................................... 171

– Las expectativas 171– Poder elegir 172– Estilo relacional y actitud relacional 173– El ataque 180

• El cambio como pérdida ....................................................................... 183• Acompañar como forma de relacionarnos ..................................... 185

– Lo he oído muchas veces pero no me aclaro del todo 185– ¿Cómo puedo acompañar? 188– Acompañar desde la empatía 189

• Relaciones nutritivas ................................................................................ 191

Capítulo 4Conclusiones ....................................................................................................... 195

Índice analítico .......................................................................................................... 199Bibliografía ....................................................................................................................203

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PRESENTACIÓN

Como es público y notorio, existe un gran número de enfoquesterapéuticos (freudiano, junguiano, adleriano, sistémico, cognitivo-con-ductual, constructivista, traspersonal, analítico-transaccional, racional-emotivo...), todos ellos basados en los puntos de vista de surespectivos creadores –puntos de vista particulares, propios a la idio-sincrasia de estos– que constituyen los “credos” profesados por susrespectivos seguidores.

Ahora bien, hay un enfoque que no sólo no requiere adherir-se a ninguna doctrina pre-establecida, sino que exige no hacerloen absoluto (o, cuanto menos, hacerlo mejor). Un enfoque que nose basa en un punto de vista otro que el del mismo paciente alque se aplica –”hecho a su exacta medida”, podríamos decir–. Unenfoque, pues, que supone un giro copernicano con respecto a to-dos los demás, en cuanto que, en vez de considerar al paciente co-mo el oscuro satélite que ha de girar en torno al terapeuta y sussaberes para recibir la luz de éste, lo reconoce como el sol en tor-no a cuya luz ha de girar un terapeuta cuanto más ayuno de luzpropia, mejor.

Por lo que, si se puede decir que el resto de los enfoques tie-nen como máxima autoridad, en primer lugar, al Padre Fundador y,luego, por trasmisión de su Verdad, a cada uno de sus fieles dis-cípulos, éste se caracteriza por reconocerle al paciente atendido lamáxima autoridad por lo que a él respecta (de acuerdo con el di-cho popular de “más sabe un ciego en casa propia que un viden-te en casa ajena”) y, por tanto, la única guía a la que el terapeuta

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ha de atenerse durante su labor terapéutica. De ahí el nombre quesuele recibir este enfoque: “centrado en la persona del paciente”(más apropiado que el de “rogeriano” por el que también se le co-noce, porque, en su caso, ser rogeriano es... no ser rogeriano –ha-bida cuenta de que la máxima aportación de Rogers a lapsicoterapia fue... quitarse de en medio, y cederle tal puesto aquien en justicia le corresponde: al atendido, ¡si es que va a serlode verdad!–).

Y esto es lo que llevo enseñando desde hace más de 30 añosen mi Centro de Terapia Humanista. Y enseñando esto, conocí ha-ce unos pocos a Paco, el autor de este libro. Como alumno, pues.Pero sólo nominalmente, ya que demostró a lo largo del curso es-tar ya orientado hacia el “humanismo” de un modo natural –el me-jor de los modos, en este caso– o sea, el haber alcanzado ya porsí mismo lo más necesario para ser un buen profesional. Por ellolo considero, más que un alumno, un compañero –y no sólo pro-fesionalmente hablando, sino personalmente también-. Y además,como ocurre con los mejores alumnos, no fue de los que se limi-tan a dejarse llevar, sino de los que no cesan de caminar sobre suspropios pies, haciendo en todo momento la siempre interesanteaportación de su originalidad personal sobre la base de su propiaexperiencia y sensibilidad, como bien queda reflejado en este li-bro. Sin por ello desviarse de lo fundamental en cuanto a lo querespecta a la intervención terapéutica –que no es lo que yo pudie-ra decir, ni lo que dijera Carl Rogers, ni siquiera lo que él mismo di-ga, sino lo que tenga que decir el paciente–. Sirva de testimonio lasiguiente línea de su escrito: “He comentado ya la necesidad deque apartemos nuestros juicios, para poder escucharlo sólo a él“(el subrayado es mío).

Y termino, confesando mi confianza en que los lectores del pre-sente libro, escrito, opino, sin pedanterías de erudito, con el estilo sen-cillo, directo y ameno (no exento de humor) propio de quien buscaenraizarse en la vida misma más que en las ideas recibidas acerca deésta, disfrutarán y sacarán provecho de su lectura. Como yo.

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Antonio Guijarro

Psicologo clínico, miembro fundador de la Sociedad Española de Técni-cas de Grupo y Psicodrama y de la Asociación Española de Psicodrama.

Trabajó con Carl Rogers en el Center for Studies of the Person de La Jolla,California, del que fue Miembro invitado (Visitting fellow) durante los años 1973y 1974.

Formado en Gestlat en el Esalen Institute, fundado por Fritz Perls, y enpsicodrama con J.L. Moreno, en su instituto de Beacon, Nueva York. Es ins-tructor de la Effectiveness Training Association para el desarrollo de las re-laciones humanas.

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Introducción

He dividido este libro, Intervención en primera persona, en dospartes. En la primera, La relación de ayuda, repaso la relación de ayu-da a través del análisis de los dos máximos exponentes de la corrien-te humanista: Carl Rogers y Robert Carkhuff. El primero denominósu propuesta “intervención centrada en la persona”, mientras que elsegundo utilizó los términos “relación de ayuda” y “counselling”.

Todo el mundo habla de Carl Rogers y del humanismo, pero ge-neralmente nos centramos sólo en su vertiente de las habilidadesdel terapeuta, sin conocer en profundidad su propuesta de trabajocon personas, que va mucho más allá. Situarse dentro de un marcofilosófico, el humanismo, es necesario para entender correctamentelo que Rogers propone. Aquí analizo también la técnica por excelen-cia de esta corriente, el reflejo, y la hago práctica para que los lecto-res puedan conocerla y utilizarla.

Robert Carkhuff no es tan conocido por el público especializa-do, a pesar de ser el máximo exponente del counselling y de la re-lación de ayuda en la actualidad. Repaso su teoría y su marco deintervención, que ofrece diferencias significativas con respecto a lapropuesta de Rogers, su maestro. Carkhuff la hace más práctica,operativa y enseñable.

En la segunda parte, Reflexiones en la intervención, planteo refle-xiones personales acerca de lo que nos pasa a los profesionalescuando trabajamos con personas, lo que les pasa a los usuarioscuando inician un proceso de cambio y, por último, lo que sucede en

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el encuentro entre ambos, es decir en la relación. Se trata de un ma-terial que deriva de mi propia experiencia personal y profesional, yde la de muchos otros profesionales, compañeros y amigos que, co-mo yo, trabajan con personas.

Los diferentes capítulos en los que he estructurado el texto giranen torno a un tabú habitual en el campo de la intervención: que lasubjetividad que deriva de nuestra forma individual y única de serpersonas afecta a nuestro trabajo.

En la sociedad científica en la que vivimos parece que, si quere-mos ser buenos profesionales, no podemos sentir cosas. Yo opinoque no sentir es imposible. Por ello recojo esta evidencia –compar-tida con muchos colegas y compañeros de profesión– y la saco a laluz para poder reflexionar sobre ella. Trato de entender qué es lo quele pasa la persona que recibe nuestra atención, para que los pro-fesionales entiendan mejor lo que su intervención significa en la vi-da de las personas con las que trabajan.

Por último, y como cuestión esencial, planteo la relación de ayu-da como un encuentro, un contexto en el que pasan cosas que in-fluyen a ambas partes, profesional y usuario, terapeuta y paciente,ayudador y ayudado.

Las diferentes disciplinas que se dedican a trabajar con personas(trabajo social, psicología, educación social, etc., etc) suelen plan-tear la intervencion centrada en los problemas que tiene la persona.Por un lado, en el trabajo social normalmente se da mucha impor-tancia a la gestión de recursos (ausencia de elementos materiales),por otro, la corriente dominante en psicología aborda los problemasde salud mental desde considerar al otro como enfermo (ausenciade salud). En medio quedan los problemas vitales, las decisionesque tomamos en nuestra vida y que nos la hacen más difícil. Este li-bro propone una forma de hacer para abordar ese espacio interme-dio: no quedarnos sólo en la gestión de un recurso ni tratar a todoel mundo como enfermos mentales.

Existen pocas publicaciones centradas en la relación de ayu-da como un método para trabajar con personas los problemas

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relacionales que nos encontramos en la vida. Las reflexiones, mías yde otros compañeros, que este libro recoge, aportarán a los lectoresalgo más que teoría: aportarán experiencia práctica y personal.

Los colectivos que se pueden beneficiar de su lectura son todasaquellas personas que trabajan con personas, un marco muy am-plio donde hay lugar para multitud de propuestas, modelos y corrien-tes. Éste un libro válido para profesionales y para estudiantes. A losprimeros, las reflexiones que contiene les darán claves para reflexio-nar sobre su quehacer diario; a los segundos (estudiantes de Traba-jo social, Educación social, Integración social, Terapia ocupacional,Psicología...), el modelo de trabajo que propongo les será muy útilpara iniciarse en el camino de la intervención con personas. Sin em-bargo, los aspectos tratados a lo largo del texto van más allá de unarelación terapeuta-paciente, y son aplicables a cualquier relación en-tre personas, a cualquier encuentro entre dos o más individuos queinicien un camino (un proceso) en común.

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CAPÍTULO 3NOSOTROS: LA RELACIÓN

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La relación nace de la interacción entre dos o más personas; delo que dan, desde cómo están y desde lo que son cada uno de losimplicados en la misma. La relación es el espacio dinámico en don-de nos encontramos con el otro y con nosotros mismos. Es a travésde la relación donde cumplimos o desafiamos nuestras expectativasy donde validamos o cuestionamos cómo nos pensamos.

Las relaciones nutritivas son aquellas que nos aportan cosas, nosfacilitan el descubrimiento personal y nos hacen crecer. Son un medio yun fin en sí mismas; un contexto aceptador y no juzgador donde nos va-lidamos y donde el otro es validado; un punto de apoyo desde dondetodos nos movemos en la dirección que queramos, sintiendo que tene-mos a alguien que nos da fuerza y al que podemos volver.

UNA PROPUESTA PARA ESTAR EN LA RELACIÓN

Yo me acepto y te acepto

El concepto de aceptación, que he abordado con anterioridad,ahora pretendo llevarlo al ámbito de la relación, es decir analizar de

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qué manera afecta la aceptación o no del otro cuando nos relaciona-mos con él. Lo que propongo es que, para poder llegar a aceptar alotro, primero nos aceptemos a nosotros mismos. Cuando no nosavergüenza nada de lo que somos estamos listos para mostrarnosal otro sin disfraces y no tenemos que gastar energía en escondernos.

En una relación en la que se plantea la aceptación como punto departida ofrecemos un contexto en el que la expresión de uno mismoestá permitida y no condicionada por las expectativas de las partes.En una relación así podemos hablar y escuchar sin tener miedo a serjuzgados; podemos expresar con libertad lo que hacemos, pensamosy sentimos, ya que la confianza se sustenta en el no juicio y, aunqueseguro que no cumpliremos nunca completamente las expectativasdel otro, podremos abordar la relación facilitando la autoexploracióny el autoconocimiento del ayudado.

A lo largo de mi experiencia profesional me he encontrado conpersonas que están en un momento en el que no están motivadaspara el cambio. Esto me ha hecho darme cuenta de que no resultademasiado difícil promover y facilitar cambios cuando el ayudadoquiere llevarlos a cabo, mientras que el verdadero reto al que nos en-frentamos los profesionales que trabajamos con personas es promo-ver esta motivación hacia el cambio en aquellas personas que todavíano han dado ese paso.

Desde lo que yo conozco, la mayoría de los marcos metodológi-cos dejan esto en un segundo plano. Sólo se trabaja con las perso-nas que aceptan nuestras condiciones y nuestra valoración. Lo quepienso al respecto es que resulta tan complicado romper en el ayu-dado la resistencia al cambio que se ha decidido empezar por lo másfácil, dejando lo más complicado para más adelante.

La aceptación es una propuesta muy interesante para trabajar conpersonas que están en este punto, en el momento de “yo no tengoningún problema”, “no quiero cambiar”, “estoy bien así”. En una rela-ción basada en la aceptación esta situación no genera ninguna difi-cultad ya que, valga la redundancia, se acepta. Es decir, al ayudado nose le plantea que cambie, sino que se le ofrece una relación segura

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en la que pueda explorarse, explorar su situación actual y sus deseosde futuro y decidir lo que quiere hacer con su vida.

En una relación basada en la aceptación no enjuiciamos ningu-na conducta del otro, lo que facilita, por un lado, su compromisocon el cambio y, por otro, nos permite asegurarnos de que todo loque el ayudado plantee surgirá de sí mismo, lo que hará que seamás posible que lo mantenga y lo lleve a cabo. Los acuerdos a losque se llega desde relaciones con un carácter coercitivo o de con-traprestación, desde mi experiencia, es complicado mantenerlos,ya que han sido promovidos bajo “amenaza” o como “pago de”y, en el momento en que desaparece esta amenaza, o se atenúael efecto positivo del intercambio que se ha establecido, el com-promiso se debilita.

Resumiendo, en una relación en la que la aceptación tiene un pa-pel principal ambos participantes están a lo que tienen que estar y nogastan tiempo ni energía manteniendo sus disfraces. Además, la co-municación y la escucha no están condicionadas por las expectativasde las partes. Pero, sobre todo, la aceptación es un punto de partidaimprescindible para trabajar con personas que no son conscientes desu problema o, que siéndolo, deciden no cambiar (por miedo, fra-casos anteriores, costes personales, etc.)

Ser auténticos

Como he planteado antes, la autenticidad es intentar ser uno mis-mo en relación con el otro, para tener la capacidad de ser como ca-da uno es y constituir la base del encuentro (si uno no es honestoconsigo mismo, difícilmente lo podrá ser con el otro). Esto implica va-rias cuestiones: es necesario hacer un ejercicio continuo de autoco-nocimiento y autoexploración, aceptarnos a nosotros mismos paraconservar toda nuestra energía y dedicársela al otro, estar abiertos ala experiencia y dejar a un lado los disfraces detrás de los que nosocultamos por miedo a ser conocidos y juzgados, no gustar al otroo ser rechazados.

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Ser auténticos es un proceso y un producto: un proceso, porquetodos nos estamos conociendo día a día, y un producto porque, encada momento, somos tan auténticos como podemos, variando estaexposición según nos sintamos más o menos cómodos y seguros enla relación con el otro y con nosotros mismos.

Según nos vamos permitiendo ser nosotros mismos en la relaciónvamos siendo más conscientes de hasta donde queremos mostrar-nos al otro, no tanto por sus expectativas sino por el conocimiento denosotros mismos, que nos ayuda a situarnos en la relación de la ma-nera que mejor nos haga sentir, sin sentirnos forzados o condiciona-dos por el otro.

Siendo auténticos estamos en la relación de una forma en la quenos sentimos cómodos, siendo conscientes de lo que pensamos yqueremos y no siendo influidos por temas que desconocemos y quepueden contaminar este espacio. Se trata de permitirnos ser nosotrosen la relación siempre en la medida que queramos. Así, el otro nosverá como somos y no se confundirá con respecto a lo que le ofre-cemos.

En la autenticidad hay dos condiciones: por un lado, para ser au-ténticos tenemos que conocernos en profundidad, a nosotros y anuestros procesos (expectativas, miedos, deseos, fantasías, etc.) y, porotro lado, debemos ser auténticos en la medida de lo que queremos.Se trata, en fin, de un proceso de asumir nuestra responsabilidad enla relación, procurando poner el menor número de nuestras expecta-tivas en el otro y aceptándole tal y como es en ese momento.

Para terminar, una reflexión. He trabajado con muchos profesio-nales que han iniciado un proceso personal con un terapeuta, y hevisto que, por un lado, son más conscientes de lo que les pasa en unmomento dado, pero, por otro, tienden a decir que son “como leshan dicho que son”. Cuando una persona a la que se le da la autori-dad de hablar de otro, incluso poniéndole por encima de la personasobre la que habla (en cuanto al conocimiento de lo que le pasa)acepta sus opiniones como verdades incuestionables y las asume co-mo ciertas sin cuestionarlas.

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Creo que en algunos procesos nos quedamos sin asumir la res-ponsabilidad de lo que somos y en vez de escudarnos en lo que ha-cen los demás, en la educación o en los padres, nos justificamos conlas explicaciones psicológicas que nos dan los terapeutas. Ante estoyo insisto en que no hay formas de ser negativas o de las que de-bamos avergonzarnos, lo importante es aceptar cómo somos y no in-tentar ser de otra manera, porque al hacerlo estamos dejando atrásuna parte nuestra, la que no nos gusta, que es necesario integrar ydejar que forme parte de nuestro yo.

Horizontalidad

La horizontalidad es la actitud por la que entendemos que, en larelación, los implicados (ayudador y ayudado) somos distintos y te-nemos distintos contextos de decisión, aunque ninguno está por en-cima del otro. Cuando definimos el concepto de horizontalidad,habitualmente hablamos de situar la relación de una manera en laque no haya diferencias de poder entre las partes, sin embargo, es-to no es exacto, pues la verdad es que, en algunas cuestiones relati-vas a la toma de decisiones, el ayudado se encuentra por debajo delprofesional.

De hecho, nos atribuimos la capacidad de plantear relaciones ho-rizontales o no cuando esto es algo que no sólo tiene que ver connosotros, sino con ambas partes. De inicio, estamos asumiendo unpoder que no tenemos. Es cierto que en nuestro ejercicio profesionalpodemos y debemos tomar decisiones que afectan a la situación delotro (la decisión de un apoyo material, por ejemplo) pero esto quie-re decir, nada más, que nosotros tenemos esta capacidad, igual quela persona con la que estamos tiene otras (por ejemplo, pedir y acep-tar o no recibir ese apoyo).

Al final, hablar de la horizontalidad es hablar de algo que no exis-te por sí mismo. Es necesario que las dos personas implicadas en larelación piensen que existe para que la horizontalidad se haga reali-dad. Realmente no hay ninguna altura, nadie está por encima de

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Implicados

Ayudador ▲ ▼ ▲ ▼

Ayudado ▼ ▲ ▲ ▼

Relación Tipo 1 Tipo 2 Tipo 3 Tipo 4

Cómo se sitúan las partes en la relación

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nadie, ninguno por debajo del otro, sólo nos sentimos así en la rela-ción según se posicione la otra parte.

En ocasiones, algunas relaciones se establecen bajo una premi-sa de verticalidad o jerarquía, ya que, por las circunstancias que sean,esto interesa a una o a ambas partes: una (el profesional) porque asíse siente importante, y la otra (el paciente) porque de este modo notiene que asumir la responsabilidad de su situación. El conflicto ocu-rre cuando una de las partes no entra en el juego que la otra plantea.

Cómo se sitúan las partes en la relación

A continuación, paso a analizar las cuatro situaciones que se pue-den dar con respecto a dónde si sitúa cada parte en la relación:

• Tipo 1: El ayudador se sitúa por encima del ayudado. En estarelación no hay problemas aparentes, ya que se hace lo queel ayudador dice y el ayudado se comporta como quiere el pri-mero. El problema viene cuando el ayudado deja de tener cer-ca a una persona que le diga lo que tiene que hacer, ya quehasta ese momento ha estado evitando tomar decisiones, másbien evitando asumir la responsabilidad de tomar decisiones,cediendo su autonomía para que el profesional decida por él.Este modelo provoca relaciones de dependencia.

• Tipo 2: El ayudador se sitúa por debajo del ayudado. En es-tos casos, es el ayudador quien hace lo que el ayudado dice.

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Los motivos pueden ser muchos, pero el más frecuente es elmiedo por parte del ayudador a la reacción que tenga el ayu-dado (miedo a equivocarse, a exponerse, a dar su opinión...).Los problemas aparecen cuando el ayudador no puede cum-plir las expectativas del ayudado y tiene que excusarse paradisculparse. En este caso es el ayudador el que no quiere asu-mir la responsabilidad de ponerse al frente de la relación y de-ja al ayudado sin acompañante.

• Tipo 3: Ambos, ayudador y ayudado, intentan situarse por en-cima del otro. Esta es una relación de lucha de poder por verquién tiene razón, quién toma las decisiones, quién es el másimportante en la relación. Se trata de un modelo de relaciónmuy conflictivo en el que se corre el peligro de que los parti-cipantes pongan en juego todas las habilidades coercitivas quetienen para someter al otro.

• Tipo 4: Ayudador y ayudado intentan situarse por debajo delotro. Ésta es una relación de mutua dependencia en la queambos juegan un papel de necesitar el cuidado del otro. Niel ayudador asume su responsabilidad de estar de una formaauténtica en la relación, ni el ayudado asume su responsabili-dad de buscar su autonomía e independencia. Al final, am-bos se “consuelan” con sus situaciones individuales, peroninguno hace nada para cambiarlas.

En relación con todo esto quiero abordar dos situaciones que sepueden dar en el trabajo con personas: una es la pérdida de poderpor parte del ayudador y la otra es la cesión, por parte del ayudado,de su autonomía, que analizaré a continuación.

Pérdida de poder del ayudador

Existen situaciones que se dan en nuestro quehacer diario y quese producen sobre todo cuando trabajamos con una persona que noshace sentir “por debajo”, ya sea por su actitud, por su recorrido o porsus demandas. En este sentido, hay ocasiones en las que el otro nosintimida y nos hace sentir inseguros. La respuesta que más me he

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encontrado ante esto es intentar negar este sentimiento y compen-sarlo mostrándonos autoritarios y directivos, para poner al otro “en sulugar”.

Esto produce muchos conflictos en la relación, ya que el ayudadoaumentará su presión, a la que respondemos de la misma maneray cada vez con más intensidad, construyendo un círculo vicioso delque no podremos salir (salvo finalizando la relación).

Lo que yo propongo es que, cuando sintamos que estamos per-diendo poder en la relación, intentemos reconocer ese sentimiento yaceptarlo, para poder decidir a posteriori si queremos abordarlo ono con el ayudado. Alguna vez que he planteado esto a algún colegade profesión, me ha mirado raro y me ha dicho que eso es un suici-dio, que así el ayudado se me “subirá a las barbas” y será imposibletrabajar con él. Yo no lo veo así. Si alguien nos da miedo, por mu-cho que intentemos “bajarle” no conseguiremos nada, ya que no es-taremos siendo auténticos con nosotros mismos ni con el otro, y nosprivaremos, como comenté anteriormente, de la energía necesariapara ser nosotros mismos con él, aceptando el estilo relacional quenos propone pero sin entrar en su juego.

Ésta es otra ventaja de mi propuesta: cuando el ayudado nos ofre-ce una forma de relacionarnos (entrar en conflicto) si nosotros no res-pondemos como él espera provocaremos un cambio en sucomportamiento que, en definitiva, es lo que está dificultando la relación.

Cesión por parte del ayudado de su autonomía

La otra situación que se suele plantear según cómo se sitúen laspartes en la relación se da cuando el ayudado hace exactamente loque nosotros le decimos. Así dicho, parece que es una situación có-moda para ambos: para el ayudador porque todo lo que proponees bien recibido y llevado a cabo, y para el ayudado porque no co-rre riesgos (de equivocarse, de fracasar, de sufrir) ya que tiene al otropara echarle la culpa, para responsabilizarle de su situación sin que élcambie nada. Sin embargo, a la larga, ésta es una situación que des-gasta mucho a las dos partes, sobre todo al ayudador (todos hemos

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tenido a una persona que continuamente nos pregunta ¿Qué tengoque hacer? ¿te parece bien esto que hago?). Cargar con la respon-sabilidad, tirar de la persona en su proceso, sentir que parece que nosimporta más a nosotros que a él mismo su problema, puede conver-tir la situación en un callejón sin salida. Para el ayudado también la re-lación pierde importancia, ya que realmente él no está, no se muestracomo es (lo que quiere, sus temores, etc.) y pierde interés, porqueaunque su situación cambie él no habrá cambiado, lo que probable-mente, pasado un tiempo, le conduzca otra vez a una situación si-milar a la inicial.

DIFICULTADES EN LA RELACIÓN

Las expectativas

Ya he hablado con anterioridad (y mucho) de las expectativas. Eneste punto trataré de resumir cómo pueden afectar a la relación. Detodo lo dicho anteriormente, es importante insistir en que las expec-tativas son lo que esperamos del otro en la relación, es decir cómoesperamos que el otro se comporte en relación a nosotros, lo que enmuchas ocasiones significa qué creemos, como personas, que mere-cemos recibir del otro.

Debemos tener en cuenta que, si nos relacionamos desde nues-tras expectativas, en muchas ocasiones nos sentiremos defraudados,enfadados y no entendidos, ya que al final no estaremos buscandoel encuentro con el otro, sino que éste se comporte como esperamosque lo haga y que confirme lo que nosotros pensamos (que el mun-do funciona como creemos que ser y como nos vemos).

Las expectativas también pueden funcionar como una forma deponer en el otro lo que nosotros pensamos y sentimos, como una víapara validar nuestra idea de nosotros mismos. De esta forma pode-mos reconocer en el otro características que son nuestras o, directa-mente, atribuirle aquellas que no nos gustan y que rechazamos. Es

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una forma de negar partes de nosotros mismos sin reconocerlas di-rectamente. Esto parece un poco enrevesado, pero si nos paramos apensar, a quienes más nos cuesta guiar son aquellas personas quetienen una forma de estar en la relación que juzgamos como nega-tiva. Sin embargo, aunque seguramente nosotros nos hemos com-portado de una forma similar en algún momento de nuestra vida,cuando vemos este comportamiento en el otro nos hace sentir mal.¿Cómo es eso posible? En mi opinión, esa determinada forma de es-tar en la relación del otro, que no nos gusta, conecta con alguna ac-titud o conducta que nosotros mismos hemos tenido en algúnmomento que nos avergüenza reconocer. De ese malestar surge elrechazo hacia el otro.

Por último, quiero tratar aquí el concepto de profecía autocum-plida, una expectativa que incita a las personas a actuar de maneraque sus expectativas se confirmen. Cuando tenemos expectativas enla relación nos comportaremos de manera que se reafirme aquelloque pensamos, en vez de relacionarnos sin estos condicionantes. Es-to puede convertirse una dificultad, porque entonces la relación noserá un encuentro entre dos personas, sino una lucha de poder en laque buscamos que todo encaje en lo que cada uno pensamos en vezde permitir que el otro nos aporte y nos cambie.

En resumen, las expectativas provocan que la relación transcurrapor cauces conocidos que confirmen lo que cada uno piensa y nopermiten que el encuentro entre dos personas influya en lo que ca-da uno es.

Poder elegir

En el punto anterior he planteado que las expectativas en cuan-to al otro tienden a confirmarse. Hay otras expectativas que son unaforma de afianzar la idea que tenemos de nosotros mismos (“lo queyo pienso que soy”). Debemos intentar ser conscientes de todo elloy tenerlo en cuenta para poder elegir. Yo creo que esa es la clave, ele-gir y permitir.

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En todas las relaciones cada uno da lo que puede en cada mo-mento. Si intentamos dar algo de lo que no somos capaces lo úni-co que conseguiremos es dañarnos a nosotros mismos y,probablemente, hacer daño al otro. Cuando somos conscientes deesto, ocurre un fenómeno paradójico: sólo cuando aceptamos endónde estamos y cuáles son nuestras necesidades (para con nos-otros y para con el otro) estaremos en disposición de modificar-las. Desde el no reconocimiento surgen las defensas, el inmovilismoy el conflicto (con uno mismo y con el otro). Al final, aceptar dón-de estamos y cómo estamos es dar un paso para definirnos, pararedefinirnos, para cambiar.

Por eso creo que la clave es elegir. Tenemos que elegir en todomomento, pero debemos intentar tomar las decisiones desde lo co-nocido, para poder así asumir la responsabilidad y hacer nuestra la ex-periencia de dicha elección. Elegir desde el desconocimiento de unomismo es dejarse llevar por ideas y sentimientos que no conocemos.Si elegimos desde el desconocimiento, desde lo que no conocemosde nosotros mismos (necesidades, expectativas) no podremos enri-quecernos con lo que la experiencia nos devuelve de dicha elección,y al final tenderemos a utilizar, de nuevo, los mecanismos de defensa,para salvaguardar nuestra idea de nosotros mismos cuando lo que pa-se no concuerde con las expectativas que nos habíamos formado.

Estilo relacional y actitud relacional

Debemos diferenciar entre dos conceptos importantes: estilo re-lacional y actitud relacional. El primero es nuestra forma “habitual” deestar con el otro. Esto no quiere decir que siempre estemos en rela-ción de la misma manera, pero reconoce la existencia de ciertas ten-dencias, hábitos e ideas que cada uno tenemos. Los estilosrelacionales hacen referencia a unas tendencias marcadas de res-puesta, son difícilmente modificables y no responden al contexto enel que nos relacionamos sino más bien con una forma de ser de laspartes en la relación.

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Las actitudes relacionales, por su parte, se dan en un momento con-creto con una persona determinada, y permiten mucha más flexibili-dad de respuesta por parte de quien las siente. Están más centradasen el contexto en el que se da la relación (la situación y el otro).

Si lo comparamos con la personalidad, el estilo relacional haría re-ferencia al carácter de la persona, y la actitud relacional haría referen-cia a lo que la persona hace en una determinada situación.

Saber reconocer cómo nos situamos en la relación (estilo relacio-nal) es muy importante para movernos en la misma. En el concep-to de estilo relacional también se tiene en cuenta al otro y suscaracterísticas (personales y relacionales), así como nuestra propiahistoria vital, en definitiva cómo nos solemos mover en nuestras re-laciones personales.

Un ejemplo de ello es como nos relacionamos con la autoridad.Algunas personas, al relacionarse con figuras de autoridad, tiendena responder con sumisión, empujados por la necesidad de agradar,mientras que otras responden con el desafío y el cuestionamiento.Cada persona tendrá sus motivos y su historia personal que expliquenel porqué de su posicionamiento. Pero lo más importante no es por-qué se posiciona de una determinada manera, sino cómo se posicio-na en la relación. Los motivos están ahí, pertenecen al pasado y esinteresante tenerlos en cuenta, pero lo que nos importa es la relacióncon el otro en el momento actual.

Todos tenemos un estilo relacional que está más o menos defini-do según cada cual, con mayor o menor flexibilidad para adaptarse alcontexto en el que nos relacionamos. Conocerlo nos da, por un lado,libertad para decidir y elegir relacionarnos de una determinada ma-nera y hacernos responsables de las consecuencias que esta conlle-ve y, por otro, nos facilita la capacidad de cambiarlo.

Relaciones complementarias

Cuando se encuentran dos personas cuyos estilos relacionales“encajan” se da lo que se denomina relación complementaria. En

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Colaboración ↔ Protección Sospecha ↔ Desconfianza

Agresividad ↔ Defensividad Sumisión ↔ Directividad

Urgencia ↔ Resolver Pasividad ↔ Frustración

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mi opinión, este tipo de relación tiene aspectos positivos, porque altranscurrir sin conflictos, favorece el entendimiento y refuerza a am-bas partes, ya que cada una tiene lo que quiere y sabe lo que va apasar. Sin embargo, yo (que identifico la posibilidad de cambio conla de crecimiento) opino que un aspecto negativo de este tipo de re-laciones es que, al promover la estabilidad y la seguridad, ofrecen alas partes menos oportunidades para conocerse, ya que las expec-tativas de cada uno, al coincidir y no ser cuestionadas, se confirman,es decir no hay conflicto, y una relación sin conflicto aportará poco alas partes.

A continuación resumo los principales tipos de relación comple-mentaria que se pueden dar entre dos personas.

–Colaboración↔ protección:

Puede ocultar temor a la autoridad. Uno (colaborador) se si-túa estando completamente de acuerdo con lo que el otro(protector) plantea. Esta actitud lleva implícito un mensaje:“quiero caerte bien”, “quiero que me aceptes”. Sin embargo,“que me aceptes” implica también “negando mis necesida-des”, “negándome a mí mismo”. La persona centra la relaciónen mostrarse como espera que el otro quiere que sea. No hayaceptación, ya que la persona no se muestra, solo enseña laparte que piensa que al otro le gusta ver, ante lo que el otrotiende a responder protegiendo y procurando que el primerono sufra.

Esta es una posición muy reforzante, ya que el cuidado y laprotección son una tendencia natural que nos hace sentir bien(quien protege, en cierta manera, se sitúa en una posición de

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superioridad). Para romper esta dinámica ambos deberán queasumir su responsabilidad en el proceso y renunciar a lo quede beneficioso tiene la relación. El colaborador deberá arries-garse a defraudar, confiando en que lo que se espera de él esque sea como es. El protector, por su parte, deberá renunciaral refuerzo de su ego y tratar de devolver al otro que inclusocuando lo que proponga no sea aceptado esto no significa queesté haciendo algo mal.

– Sospecha↔ desconfianza:

Aquí hay una falta de confianza en el otro y en la relación, co-mo consecuencia de la cual pueden aparecer la reticencia, elrencor y el engaño (no me expongo porque no confío en ti oen tu forma de responder y tratarme). Cuando el otro no con-fía en la relación que le ofrecemos, nos atribuye característicasque no nos gustan y hace que nosotros también tomemos dis-tancia. En este caso, se duda continuamente de las intencio-nes del otro y se suelen buscar indicios que confirmen esassospechas. Es difícil romper este binomio ya que exige queuno se exponga al otro, asumiendo el riesgo de ser herido enese proceso.

– Agresividad↔ defensividad:

En este caso, el conflicto aparece (explícito y/o implícito) pe-ro no aporta a la relación, ya que una de las partes no trata dedarse a conocer al otro, sino de tener la razón para reafirmar-se en su verdad. No es un conflicto que nazca de un desen-cuentro entre dos personas, ya que ninguna de ellas se hapreocupado de escuchar a la otra. Es una estrategia para quenadie avance, para que nadie cambie, para que la relación sequede en la discusión por la discusión. En este tipo de relacio-nes se pueden dar conversaciones tan rocambolescas comola siguiente:

–No, eso que dices no es así.

–Cómo que no, tú no me conoces, estás ahí sentado y lo úni-co que haces es darme sermones.

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–Vale, es verdad, a veces soy un poco pesado.

–Ya, claro, ahora dices que tengo razón, pero me la das co-mo a los locos, no lo piensas de verdad.

–Ya te he dicho que tienes razón, qué más quieres.

–Quiero que no me hables así, que me escuches y que nome trates como a un niño.

–Te estoy tratando de la misma forma en la que te comportas.

–Ah… ¿así que ahora soy un niño? muy bien, así queda to-do claro.

La hostilidad parte de un sentimiento de ser atacado, de sen-tir al otro como amenazante, y funciona como un mecanis-mo de defensa. Sentir hostilidad en el otro hace que uno sereafirme en su posición: es más importante ver quién tiene ra-zón qué ver cuál es el problema; no perder la batalla que vercómo se podría acabar la guerra. El círculo que se genera só-lo se puede cortar si se hacen explícitos los sentimientos quesubyacen al conflicto. Cuando nos centramos en lo que diceel otro, en la parte verbal, el conflicto se convierte en un con-flicto de soluciones. Es decir, hablamos de soluciones, peroninguno sabe cuál es el problema que el otro intenta resol-ver de determinada manera. Cuando esto ocurre, debemostratar de que el conflicto de soluciones pase a ser uno de ne-cesidades, es decir, poner encima de la mesa qué quiere ca-da uno y, a partir de ahí, si es posible buscar una solución encomún que responda a las necesidades de las dos partes.

– Sumisión↔ directividad:

La sumisión es el paso siguiente a la colaboración, ya que conella ponemos en el otro toda la responsabilidad de nuestrasconductas y de nuestro proceso. Uno se queda quieto, espe-rando que el otro tome las decisiones por él. Quizás el mie-do al fracaso y los sentimientos asociados a éste muevan ala persona. La sumisión es también una forma de protegersedel cambio, ya que la persona se libera de la responsabilidad

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tanto del éxito como del fracaso, y no los vive como una expe-riencia propia. Llevado al extremo significa pedirle al otro queviva tu vida. Esta actitud provoca el “hacer por”, el “decidir por”(ya que tú no puedes elegir lo haré yo por ti). Es una posiciónde poder extremo para la parte directiva, y por lo tanto de mu-chísima responsabilidad, ya que además de la responsabilidadque asume ella misma, se carga con la del otro. De nuevo, am-bas partes pueden sentirse bien, ya que uno no tiene que de-cidir y otro nunca se equivoca. El coste de este binomio es queaporta muy poco a ambas partes. Para intentar romperlo nece-sitamos mucha paciencia, ya que debemos tratar de que el quese muestra sumiso acepte la responsabilidad de su proceso einteriorice que no estamos con él para resolver sus problemas,sino para acompañarle y apoyarle en las decisiones que tome.La no directividad es clave en este tipo de encuentro.

– Urgencia↔ resolver:

Yo describo este binomio como “dar respuestas sin conocerlas preguntas”. En muchas ocasiones los problemas parecenestar centrados en la necesidad de recursos materiales. Ésta esuna forma cómoda de situar el problema en lo que no tene-mos y necesitamos, en vez de en lo que podemos hacer pa-ra conseguir lo que necesitamos. Es una forma de desviar laatención a cosas externas a nosotros mismos, quizás porqueno podemos asumir el riesgo de hacerlo o porque no estamospreparados para ello.

Normalmente tratamos de cubrir la necesidad explícita que seplantea, ya que ésta suele tener una carga emocional muyfuerte en el otro, que vuelca en nosotros toda su ansiedad yangustia. Cuando sentimos esto tendemos a responder demanera que “nos la quitemos de encima” cuanto antes. Estoes cómodo, ya que simplifica mucho el problema (“bueno, silo que te pasa es que no tienes, voy a darte, y así tendrás y noexistirá más el problema”). También es reforzante, ya que nospermite pasar de una relación personal a una relación material

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y no tener que ofrecernos al otro (nuestros recursos, nuestraforma de ser). Por regla general es más fácil hacer que no ha-cer. El problema surge cuando lo único que podemos hacer esno hacer. Para superar esta situación propongo que valoremoscubrir esa urgencia en el otro, pero que no nos quedemos ahí.Es fundamental saber cómo el otro se siente con respecto asu urgencia y con el hecho de tener que pedir ayuda para cu-brirla; conocer cómo llegó a tener esa necesidad no cubierta,en definitiva, no hablar sólo del qué, sino abordar también elcómo.

– Pasividad↔ frustración:

La pasividad se diferencia de la colaboración y de la sumisiónen que el otro no nos sitúa por encima, simplemente intentano estar. Actitudes de “venir por venir” indican que no quiereponer nada en la relación ni en la solución de su situación.Cuando sentimos al otro así, la reacción más común es la frus-tración, ya que nos sentimos solos. Aún así, quiero recalcar quela relación está ahí, aunque de una forma diferente, y que, pro-bablemente, es la manera que tiene la persona de acercarseen esos momentos. Es el modo en que quiere y/o puede es-tar y es tan respetable como cualquier otro. Sin embargo, la re-lación que fomenta el crecimiento y la mejoría de la que hablono es ésta, quizás este sea un paso anterior que la persona tie-ne que dar para poder llegar a un encuentro, pero es nece-saria la aceptación para que sienta que puede arriesgarse. Laotra parte se puede sentir frustrada, y detrás de cada frustra-ción hay una expectativa no cumplida, por eso es fundamen-tal saber qué se quiere en la relación, ya que si lo quequeremos es que el otro cambie, esta actitud nos va a dolery nos molestará que el cambio no ocurra, mientras que si alo que aspiramos es a que el otro esté tal y como esté en ca-da momento, no nos sucederá esto.

En cada uno de los puntos arriba descritos he ofrecido estrategiaspara cambiar o romper cada binomio. Con esto no quiero decir que

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las relaciones complementarias sean malas, simplemente digo que,si lo que buscamos es una relación que favorezca el cambio y el cre-cimiento, éste no es el mejor contexto en el que podrán darse. De-bemos aceptar que estamos ante una relación complementaria, perono resignarnos. La principal diferencia entre ambos conceptos es queaceptar conlleva asumir lo que está pasando, pero incorporando laposibilidad de cambio, mientras que resignarse es asumir lo que es-tá pasando y creer que no va a cambiar por mucho que hagamos, pa-se lo que pase. Cierto es que sería mas enriquecedor otro tipo derelación, pero debemos tener en cuenta que cada uno se relacionacomo sabe y puede y que si rechazamos la forma de hacerlo del otro,en cierta manera le rechazamos a él.

El ataque

Una de las dificultades que pueden darse en la relación de ayuda,que merece especial atención, es el ataque. Es necesario que refle-xionemos acerca de este comportamiento. Como punto de partida,voy a situar el ataque como una respuesta a algo, referido a la rela-ción, que nos ha dolido.

Siguiendo con el razonamiento anterior, si definimos el ataque co-mo una respuesta a un sentimiento de daño generado por una agre-sión que proviene del exterior, hay dos elementos a los que debemosatender: lo que ha pasado y cómo lo ha vivido la persona. Me voy acentrar en la vivencia, ya que lo que se suele dar en las relaciones sonlas interpretaciones de comportamientos de otros hacía uno mismo.Al igual que una mirada es interpretada por el otro, un determinadocomportamiento puede ser vivido como un ataque aunque no hubie-se intención de que fuera así. La clave para responder a la agresivi-dad de un ataque percibido es la intención atribuida al otro, la formade vivir esa intencionalidad, es decir, lo que genera respuestas agre-sivas es la atribución a un comportamiento de una intencionalidad dedañar (cuando la agresión se percibe como accidental, no intencio-nal, no suelen darse este tipo de respuestas).

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Desde aquí pretendo cuestionar el mecanismo de acción-reaccióncon el que se suele entender este comportamiento: ante un compor-tamiento determinado el otro responde automáticamente; ante unaagresión, el que la recibe se defiende contraatacando. Yo planteo in-troducir el medio en el que ocurre este proceso de acción – reacción:el yo, el que interpreta y lleva a cabo la respuesta al ataque. Desdeeste esquema, la persona juega un papel fundamental y mediador enlo que sentimos, pensamos y hacemos.

Lo que planteo es que es muy importante tener en cuenta có-mo interpreta el otro (y cómo interpreto yo) el hecho que es vividocomo una agresión. Me parece más constructivo entender el ataquecomo una forma de llamar la atención, o de comunicar que se hasentido dolor, más que como un acto de falta de respeto.

La llamada de atención la entiendo como una demanda de la per-sona para ser tenida en cuenta, para que se le haga caso, para sen-tirse importante y diferente. Como se dice habitualmente, “nosenfadamos con quien más queremos”, primero, porque tenemos laseguridad que no va a dejar de querernos aunque le hagamos sen-tirse mal (aunque le hagamos daño) y segundo, porque tenemos laconfianza suficiente con los seres queridos como para mostrarles unaparte de nosotros que suele ser rechazada por los demás. Además,es más fácil sentirse herido por algo que hace o dice alguien que esimportante para nosotros que por alguien que no lo es, con quienni siquiera nos molestamos en molestarnos.

Otra forma de entender algunos ataques es analizar cómo la per-sona nos hace notar su malestar, lo que puede ocurrir de dos ma-neras: una, cuando el otro hace algo que nos duele, nos enfadamoscon él y le devolvemos el ataque intentando causarle daño (comoél a nosotros); la otra, cuando nos sentimos mal y lo que recibimosdel otro es indiferencia o una respuesta que no cumple nuestras ex-pectativas, nuestra necesidad (la que sea), ante lo que el que está do-lido se siente solo e intenta poner al otro en su misma situación demalestar, para lo que no hay mejor estrategia que atacarle, lo que sue-le provocar una reacción que hará que el atacado se mueva. Parael que recibe el ataque es una situación muy exigente ya que en

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muchas ocasiones no se comprende el porqué del mismo, y este noentender hace que duela aún más.

Sin embargo, el ataque ofrece una oportunidad única para estarcon el otro, aceptándole cuando peor se encuentra y también hacién-dole partícipe de lo que estamos sintiendo en estos momentos, nodesde el castigo a su ataque sino desde la cercanía, el interés y lacomprensión.

¿Cómo responder a un ataque? La respuesta a esta pregunta, co-mo a todas en relación, la tenemos nosotros mismos, y la elegiremosde nuestro repertorio de respuestas. Podemos y debemos elegir quéhacer ante esta situación. Lo que yo propongo es una forma de res-ponder, pero hay muchas, una por cada persona que se encuentraante esa situación.

Lo primero que podríamos plantear es intentar entender al otroy ver de dónde nace el ataque. Para eso es necesario decirle cómonos está haciendo sentir lo que está pasando (no tanto él como loque nos está diciendo y cómo nos lo está diciendo) para que él tam-bién elija entre seguir atacando o intentar, a su vez, entendernos. Esmuy importante centrar la conversación en el hecho en concreto y nohablar de cómo es él o cómo deja de ser, ya que entonces no habla-ríamos de su comportamiento sino de su persona.

Luego, deberíamos abordar cómo se siente, qué le ha dolido y có-mo ha transformado ese dolor en ira; cómo ha vivido la situación queha desencadenado el ataque. Hablar y entender sin dejar de atendera cómo nos sentimos sería el resumen de mi propuesta.

Por último, señalaré dos cuestiones que a mí me han ayudado aentender y aceptar las situaciones de ataque: La primera es que nohay ataque si no hay dolor. Quiero decir que si recibimos un ataquees que algo que hemos hecho ha causado daño al otro. En este mo-mento no importa si tuvimos o no intención de hacerle daño (bue-no, si nos damos cuenta que ésa era nuestra intención, es elmomento de plantearse alguna cosa) ya que si nos centramos en jus-tificarnos vamos de perder de vista lo que el otro está sintiendo y pen-sando.

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La segunda (y aquí repito algo que ya he planteado antes), es queno hay relación si no hay conflicto, y el conflicto puede ser la ante-sala del ataque. Lo verdaderamente importante de los conflictos es loque en ellos dice de cada una de las partes y lo que el conflicto apor-ta a la relación. Si conseguimos superar los conflictos que se nos plan-teen construiremos un vínculo lo suficientemente resistente comopara aguantar prácticamente cualquier adversidad que ocurra.

EL CAMBIO COMO PÉRDIDA

Aquí voy a plantear un punto de vista que aúna mucho de lo quehe abordado antes: el trabajo del duelo. ¿Qué tiene que ver el cam-bio con el duelo? A simple vista parece que poco, pero lo que voy aproponer es todo lo contrario. Mi hipótesis: todo cambio conlleva unapérdida, y toda pérdida conlleva un proceso de duelo por lo perdi-do. ¿Qué se pierde en el cambio? Pues depende de lo que cambie,claro está. Hablando de algo sobre lo que ya he insistido, lo que sepierde en los procesos de cambio y crecimiento es la seguridad queproduce tener una idea estable e inmutable de uno mismo.

En muchas ocasiones el proceso de las personas está jalonado depérdidas, a veces de personas cercanas (relaciones), a veces pérdi-das materiales y a veces pérdidas de roles (trabajador = persona útilpara la sociedad).

Hablando de algo inmaterial como es la definición de uno mis-mo, cuando estamos en proceso de crecimiento personal tenemosque dejar atrás ideas, pensamientos, actitudes y comportamien-tos. Estas pérdidas significan tener que afrontar nuestra vida de unaforma distinta.

Así pues, propongo trabajar las pérdidas como un proceso de due-lo. Mientras que una adecuada elaboración incrementa la capacidadde la persona para afrontar el presente y el futuro, provocando cre-cimiento personal, una mala elaboración lleva al bloqueo por el do-lor, a la inactividad y al aislamiento.

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Cuando me planteé esto por primera vez me sorprendí de los pa-ralelismos que había entre los diferentes autores que hablaban delduelo y su proceso en cuestiones relacionadas con la relación de ayu-da. Es desde este punto de vista que me animo a hacer esta propues-ta, ya que recoge muchas de los planteamientos anteriores y sirvecomo marco de trabajo general con personas.

Si queremos trabajar desde esta óptica debemos analizar los fac-tores que influyen o facilitan un proceso de cambio saludable:

– Autoconocimiento:

Se trata de que seamos conscientes de las propias contradiccio-nes internas, de descubrir la incongruencia (autoexploración, autoco-nocimiento, confrontación, apertura a la experiencia).

– Relaciones interpersonales significativas:

La existencia de relaciones significativas y vinculadas hace quese reciba apoyo emocional y funcional necesario en estos momen-tos. La soledad no favorece el proceso, ya que es necesario, para quelas emociones no se desborden, tener referencias que escuchen,apoyen y comprendan (reflejo, escucha del sentimiento, acompaña-miento, vivencia de la parte emocional de la experiencia).

– Relaciones empáticas:

Las he abordado anteriormente. Citaré de memoria a Carl GustavJung, que dijo algo como: “poder establecer el vínculo desde la indivi-duación” (empatía, relación de ayuda).

– Expresión emocional:

La canalización de las emociones que acompañan una pérdida esun factor fundamental para el crecimiento personal de la persona queha perdido. Se entiende como correcta su expresión, devolución yaceptación de estos sentimientos (respuesta empática, vivencia de laexperiencia emocional).

Estos son los factores que se relacionan con un adecuado pro-ceso de elaboración del duelo. Como se puede observar, tienen mul-titud de elementos comunes con lo que he abordado en apartadosanteriores. Además de los factores que facilitan que la persona elabore

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las pérdidas, se plantean una serie de tareas y objetivos para facilitardicho proceso:

– Aceptar la pérdida:

Consiste en integrar la falta de lo perdido en el concepto de unomismo, sin aferrarse patológicamente a los recuerdos (autoacepta-ción, apertura a la experiencia, narración de uno mismo).

– Sentir dolor emocional:

Toda pérdida conlleva dolor. Es necesario pasar por estos momen-tos y aceptar el torrente de sentimientos que genera el no tener loque se ha perdido (aceptación, apoyo emocional).

– Adaptarse a la vida sin lo perdido:

Asumir la nueva situación, desarrollar nuevas capacidades y po-tenciar las que se tienen para funcionar en el nuevo contexto sin loque aportaba lo perdido (potencialidad, tendencia al crecimiento).

– Quitar la energía de lo perdido:

Lo que habitualmente se entiende por “superar la pérdida”. Re-conducir la atención hacia otros aspectos vitales (relaciones, rol, etc.)dejando atrás, como un recuerdo, lo que se ha perdido.

Yo encuentro muchos paralelismos entre el proceso de cambioy el trabajo con el duelo, y se me ocurre que quizás estos sean facto-res necesarios para toda intervención con personas. Me llama la aten-ción que diferentes autores, en diferentes momentos, para diferentessituaciones, se plateen cuestiones similares.

ACOMPAÑAR COMO FORMA DE RELACIONARNOS

Lo he oído muchas veces pero no me aclaro del todo

Se habla de “acompañamiento” como si fuera un objeto. Yo creoque es mejor llamarlo “acompañar”, ya que no se trata de algo está-tico, sino de una acción que ponemos en marcha para estar junto alotro en su proceso.

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Hay muchas formas de acompañar al otro, yo propongo la siguien-te: acompañar es ser persona con otras personas; es no escondernosdetrás de roles profesionales que marcan distancias y asumir la res-ponsabilidad de nuestra decisión de estar de una u otra manera; esatender a nuestra parte emocional y a la del otro; es estar pendien-tes de nuestras expectativas y conocer las del otro.

Como profesionales, acompañamos a personas, no a problemas.Acompañamos a las personas que tienen problemas. Todos somospersonas y todos tenemos problemas, pero en la relación de ayudaestamos, sobre todo, para el otro, porque queremos y porque enten-demos que ésa es la mejor manera de acercarnos a él. Si entende-mos acompañar como “ser-estar con” en vez de “solucionar” nossituamos en una posición que nos facilita el acercamiento y la com-prensión de la complejidad del otro, nos posicionamos para aceptarsu individualidad y, a partir de ahí, hacer que no se sienta solo en elproceso que decida iniciar, porque acompañar no sólo consiste enque nosotros pensemos o sintamos que estamos con el otro, sino enque el otro sienta y piense que estamos con él.

Acompañar es involucrarnos en el cambio del otro como persona,estar con él en relación y no como solucionadores de sus problemas.Acompañar es vivir la relación como algo especial, algo en lo que es-tamos y que construimos junto con el ayudado. Acompañar a la per-sona en su proceso también se convierte en nuestro proceso, ya quecon su cambio se facilita el mío.

Acompañar tiene un fin, y debemos ser conscientes de eso, tener-lo en cuenta y estar atentos al momento en el que nuestra relacióncon el ayudado ya no favorezca su crecimiento. Cuando el otro se ha-ya convertido para nosotros en algo que nos refuerza, que nos difi-culta promover su cambio, que nos hace sentir que estamos en larelación sobre todo por nosotros (para satisfacer nuestras necesida-des o sentirnos de una determinada manera) habrá llegado el mo-mento de desvincularnos.

Acompañar es estar en el sentir, en lo que siente el otro y en loque sentimos nosotros. Sintiendo es cuando nos damos cuenta de

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qué es importante para nosotros y qué es importante el ayudado, fa-cilitando que se sienta acompañado en las dificultades y que vea queno está solo en su proceso de cambio.

Acompañar es respetar, a la persona, sus ideas, sus sentimientosy sus decisiones. Es ella la que cambiará sin que nosotros decidamos,por eso no podemos ir más rápido que lo que el otro quiera o pue-da, porque si lo hacemos correremos el riesgo de dejar atrás a la per-sona por trabajar sus problemas. El respeto a sus tiempos personaleses un ejercicio de aceptación y de paciencia, de flexibilidad y de re-sistencia a la frustración, y sobre todo es un estar con el otro en elmomento que éste se encuentre, no en el momento en el que nos-otros queramos que esté. Respetar no quiere decir estar de acuer-do, sino asumir el derecho que tenemos todas las personas a decidirsobre nuestra vida y nuestro futuro.

Acompañar es aceptar, ya que es una forma de evitar ponerlenuestras expectativas al ayudado, para no condicionarle ni obligarle aque sea como nosotros esperamos que sea, sino como él es en unmomento concreto. Es difícil y complicado aceptar al otro incondicio-nalmente, en primer lugar porque nos cuesta aceptarnos a nosotrosmismos, aceptarnos en cada momento sin juzgarnos. La aceptaciónempieza en uno mismo y todos necesitamos ser aceptados de al-guna manera por los demás.

Acompañar es no ser directivo, no dirigir los procesos de la perso-na sin tenerla en cuenta, sin respetar sus deseos. Cuanto más direc-tivos somos, más resistencias se generan en el ayudado, lo quedificulta el cambio. Sin embargo, si tomamos una postura de respetoa las decisiones del otro, el cambio se produce, quizás no en la direc-ción que nosotros querríamos ni en el momento que nos gustaría, pe-ro al final la persona se mueve y, una vez que se mueve, puedemejorar. Desde el inmovilismo y la resistencia no hay mejoría posibleo, por lo menos, no puede haber un cambio auténtico, iniciado por-que la persona lo quiera íntimamente.

Acompañar es no tener miedo de cambiar. Ser acompañantes delas personas nos afecta, ya que podemos vivir situaciones que desafí-

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en nuestras expectativas o cuestionen nuestra visión del otro y delmundo. Si no estamos abiertos al cambio difícilmente podremostransmitir que el cambio no es ni bueno ni malo, sino que simple-mente es.

¿Cómo puedo acompañar?

Si hay una respuesta a esta pregunta, yo no la conozco. Lo quepienso es que hay una forma de acompañar por cada persona queacompaña. Es muy complicado hablar de lo que hay que hacer, yaque esto solo valdría para una persona en relación con otra personaen un momento determinado y en un contexto concreto. Lo que heplanteando anteriormente pretende ofrecer un marco desde dondeelegir estar con el ayudado, ser con el otro.

Plantearé a continuación cuál es mi respuesta, cuál es mi opción pa-ra acompañar al otro en su proceso de cambio. Luego, que cada per-sona que lea estas líneas se responda a sí misma cómo quiere hacerlo.

Yo abogo por la exploración emocional estando junto al ayudadoen el reconocimiento de las propias emociones y su integración en laexperiencia vital. Como he comentado en muchas ocasiones, las de-fensas bloquean el sentir para defendernos del dolor que nos causanlos sentimientos que acompañan a la experiencia. Por eso disociamoslos sentimientos, y por esto tenemos que acompañar al otro en es-te doloroso proceso.

El proceso de recuperar la capacidad de sentir es parecido al des-entumecimiento de un miembro: acompañar al otro en este procesoes apoyarle en el camino para recuperar la funcionalidad del miem-bro dormido sin juzgarle por sentir dolor, respetar y entender el mie-do que le acompaña sin exigirle que lo utilice cuando pensemos queya está preparado sin escuchar lo que él nos dice.

Este acompañar en el sentir es una actitud, un posicionamientoque responde a cómo queremos estar como personas en relacióncon el otro. Y esta actitud me mueve a atender a los sentimientos delotro, respetándolos y aceptándolos. Si decimos que vamos a escuchar

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empáticamente, pero no queremos ponernos en la clave emocionalque corresponda, no vamos a poder hacerlo, nos parecerá que es-tamos ahí, pero el otro sentirá que no es cierto y que lo único que tie-ne enfrente es una fachada, un rol, una actitud y no una persona.

Es tan importante querer escuchar la parte emocional del otro co-mo saber hacerlo. Atender a esta parte del mensaje es fundamen-tal. Debemos tratar de hacerlo explicito para que poder acceder a estecontenido con el menor grado de interpretación posible, queriendoacercarnos a lo que la persona, en este caso, está sintiendo, porqueeso también es el mensaje y complementa y completa lo que a nivelverbal nos está diciendo.

Las expectativas influyen, condicionan, ponen barreras y limitan larelación en sí misma. Debemos entendernos dentro de un procesode cambio, y este proceso se centra no tanto en no tener expectati-vas hacia los demás como en ser conscientes de ellas para intentarno ponerlas en juego. Negar o intentar destruir las expectativas es re-nunciar una gran parte de nosotros mismos.

En cuanto a las expectativas del otro, nosotros somos en muchasocasiones depositarios de las mismas. Por un lado, tenemos que es-tar con la persona en el proceso de que se dé cuenta de dichas ex-pectativas y de qué manera afectan a la relación. Para acompañaren este proceso, en ocasiones tendremos que devolver cómo nossentimos cuando creemos que estamos recibiendo sus expectati-vas. Para ello debemos ser honestos con nosotros mismos y recono-cer, en muchas de ellas, nuestros propios miedos, temores yexpectativas.

Acompañar desde la empatía

Así llamo a la propuesta que hago a la hora de acompañar a laspersonas. El proceso de acompañar ya ha sido tratado y definido pormuchos autores. En este caso, yo quiero resaltar la parte emocionalde esta propuesta. Mi idea es que acompañemos al otro no sólo ensu problema, en sus necesidades y recursos, sino dando un peso

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específico a la relación que se establece y atendiendo a la parte emo-cional que se produce en este proceso. Tengo la impresión de que,en muchas ocasiones, nos quedamos sólo en la parte operativa del pro-blema (cuál es la situación, qué recursos tenemos y tiene la personapara hacerla frente, qué planes de actuación, qué diseños de la inter-vención, etc.) y nos olvidamos de lo que el ayudado está sintiendo, queen definitiva es cómo está viviendo el proceso de cambio.

Como forma de funcionar en esta perspectiva propongo la escu-cha empática como manera de complementar el resto de actitudes ytécnicas que utilizamos para ayudar al otro.

Para estar en una escucha empática, además, tenemos que aten-der a la “resonancia emocional”, que es lo que estamos sintiendoen relación con el otro, lo que nos está haciendo sentir, lo que nos di-ce y cómo nos lo dice. Para poder manejarnos en este campo, lo pri-mero que tenemos que hacer es conocernos emocionalmente, serconscientes de cómo nos sentimos cuando estamos en relación.

Esto se consigue con la práctica, estando atentos a cómo nos sen-timos en determinados momentos en los que se nos hace presentedeterminada emoción, y cambiar la tendencia de racionalizarla o ne-garla para pasar a darle importancia, ya que nos está diciendo algo denosotros mismos que puede interferir en la relación de ayuda.

Cuando estamos en una relación de ayuda, en la que el otro nospide o necesita de nosotros, la escucha empática resulta especial-mente útil, ya que además de entender lo que el otro nos dice y có-mo se siente cuando nos lo dice, nos abre la puerta a incorporar ala experiencia cómo nos hace sentir aquello que nos dice.

Si por ejemplo el ayudado nos plantea una demanda de presta-ción económica, y lo hace con urgencia y necesidad, podemos sen-tirnos obligados a cubrírsela, porque si no podemos pensar quesomos responsables de su situación, aunque quizás creamos que esono le va a facilitar el proceso de personalización que le haría asumirla responsabilidad de su situación.

Aquí podemos tener un problema porque, por un lado, nos sen-timos obligados a responder a su demanda y, por otro lado, pensamos

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que no es el momento adecuado, o que no tenemos la capacidadde cubrir su demanda, y todo esto puede hacer que surja el enfa-do (nos está causando malestar) ya que de alguna manera no va-mos a responder a todas las expectativas generadas (las del otro, lasmías, las de la institución responsable de la prestación). Si somosconscientes de ello, podremos abordar la respuesta que demos alayudado sin el enfado, frustración o tristeza que puede acompañara lo que le digamos.

En definitiva, pretendemos facilitar la creación de un espacio de ayu-da a través de una relación en la que haya el menor número de inter-ferencias posibles, en donde cada uno sea como es en ese momento,ya que desde ahí se potencia la tendencia al crecimiento que todos te-nemos, a través de la autoexploración y el autoconocimiento.

Por último quiero apuntar que esta forma de estar en la relaciónes arriesgada para con nosotros mismos, ya que cuando sentimos ynos ponemos en la situación del ayudado dejamos de ofrecer úni-camente nuestra profesión o nuestras técnicas y estrategias de in-tervención, ya que somos nosotros, como personas, los que entramosen juego. Soy consciente de que esto es una apuesta arriesgada, yaque lo que nos pase en el trabajo no quedará relegado al ámbito pro-fesional, no se circunscribirá a nuestro despacho, sino que va afec-tará a lo que somos y a cómo nos pensamos como personas. A pesarde todo, quien no arriesga no gana. Para mí ha sido una buenaapuesta ya que, aunque he perdido cosas, he ganado mucho más,me siento más completo y con más herramientas para seguir traba-jando con personas y para estar en la vida sin tanto sufrimiento.

RELACIONES NUTRITIVAS

En este último punto pretendo hablar sobre la calidad de las re-laciones. A menudo catalogamos las relaciones como buenas, ma-las o neutrales. Yo no estoy del todo de acuerdo, primero, porque“bueno” y “malo” son juicios de valor que parten de lo que uno

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piensa, siente y quiere, por lo que intentar que lo que vale para unovalga para los demás es un ejercicio un poco arriesgado. Tampococreo que pueda haber relaciones neutras. El adjetivo “neutro”, referi-do a una relación, querría decir que ésta no nos hiciese pensar ni sen-tir nada, y eso es imposible (las personas nos expresamos pensandoy sintiendo).

Por eso, para terminar este libro, prefiero hablar de relaciones nu-tritivas. Desde este punto de vista creo que las relaciones puedensituarse en un continuo que va desde relaciones muy nutritivas a re-laciones poco nutritivas. Nutrir es alimentar, pero ¿alimentar a quién?a los participantes de la relación; ¿alimentar para qué? para crecer.Al hablar en estos términos hago referencia a un continuo en oposi-ción a la dicotomía bueno-malo.

Como personas podemos elegir relacionarnos con el otro paraque nos aporte y para aportar; para sentirnos acompañados en nues-tra vida y para acompañar; para ayudar y ayudarnos en el crecimien-to personal, entendido como autoconocimiento, como expansión denuestra idea de nosotros mismos, como flexibilidad hacia uno mismoy hacia el otro, haciéndonos responsables de nosotros mismos paraser protagonistas de nuestra vida y no actores secundarios.

De nuevo recupero la idea de elegir libremente cómo nos relacio-namos, cómo somos en nuestra vida y cómo estamos en el mun-do. La decisión de abrirnos al otro no es dicotómica (si-no), ya queen ella hay grados, pero sí tiene que ver con a quién decido abrir-me para que “entre”.

Ésta es una decisión que tenemos que tomar cada vez que entra-mos en relación con alguien: hasta qué punto quiero abrirme conti-go, me permito ser como soy y te permito conocerme. Hay unapremisa en las relaciones nutritivas: cuando nos implicamos en unarelación corremos el riesgo de dañarnos, pero también de que la re-lación nos aporte algo. Cuanto más nos abramos a ella, más posibi-lidad habrá de que se den ambas consecuencias.

Imaginemos a la persona como si fuera una casa. Esta casa, quesoy yo, tiene habitaciones cerradas, con mis partes favoritas y las que

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no me gustan. Abrirme al otro es permitirle que entre en mi casa, queparticipe en la definición y el descubrimiento de mí mismo. Puedoelegir dejar pasar sólo a unos pocos, con los que me sienta totalmen-te seguro, con los que sienta que mi casa les va a gustar y sepa queno me dirán que no les gusta, que no me preguntarán por las puer-tas cerradas, ni opinarán sobre cómo la tengo decorada. Ésta es unaelección basada en el binomio miedo-seguridad y es totalmente res-petable, como todas las decisiones que uno toma con respecto a símismo. Otra opción es dejar pasar a más personas, que visite másgente mi casa, con el riesgo de dejar pasar a alguien que rompa algo,a quien que no le guste, que la critique o que me diga que nuncaviviría en una casa así, pero también dejaré entrar a personas que mehagan sentir fuerte para abrir las puertas cerradas, para cambiar la pin-tura de las paredes, que me digan que mi casa les gusta muchísimoy que querrían que les volviese a invitar. Decidir a quién le enseña-mos la casa es una cuestión personal, una elección que debemos to-mar según nuestro momento vital y personal.

Para terminar, he hablado también de la tendencia al crecimien-to como motor del proceso de cambio. Ésta es una tendencia inna-ta que hace que tendamos al desarrollo, al conocimiento y a laplenitud. Ahora bien, podemos enriquecerla o ponerle barreras. Lasrelaciones son la fuente de energía de esta tendencia al crecimien-to. Estar en contacto con el otro se convierte en un estar con nosotrosmismos, lo que nos impulsa y nos motiva a estar abiertos al cam-bio, a pensarnos y repensarnos, a dejarnos sentir y sentirnos, a serconscientes de nuestras expectativas y necesidades, a aceptarnos co-mo personas llenas de valor, a sentirnos especiales, únicos en el mun-do, a vernos, en definitiva, como personas.

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INTERVENCIÓN EN PRIMERA PERSONA

LA RELACIÓN DE AYUDA - REFLEXIONES EN LA INTERVENCIÓN

FRANCISCO CALABOZO CASADO

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INTE

RVEN

CIÓ

N E

N P

RIM

ERA

PERS

ON

A

Existen pocas publicaciones centradas en la relación de ayuda como un método paratrabajar con personas los problemas relacionales que nos encontramos en la vida. Lasreflexiones, del autor y de otros profesionales, que este libro recoge, aportarán a loslectores algo más que teoría: aportarán experiencia práctica y personal.

Intervención en primera persona está dividido en dos partes. La primera, La relaciónde ayuda, analiza los postulados de los dos máximos exponentes de la corrientehumanista: Carl Rogers y Robert Carkhuff. El primero denominó su propuesta“intervención centrada en la persona”, mientras que el segundo utilizó el término“relación de ayuda” y “counselling”.

En la segunda parte, Reflexiones en la intervención, el autor se cuestiona acerca delo que nos pasa a los profesionales cuando trabajamos con personas, lo que les pasaa los usuarios cuando inician un proceso de cambio y, por último, lo que sucede enel encuentro entre ambos, es decir en la relación.

Un libro dirigido a todas aquellas personas que trabajan con personas, un marco muyamplio donde hay lugar para multitud de propuestas, modelos y corrientes. En él, losprofesionales encontrarán claves para reflexionar sobre su quehacer diario, y a losestudiantes (Trabajo social, Educación social, Integración social, Terapia ocupacional,Psicología...) el modelo aquí propuesto les será muy útil para iniciarse en el caminode la intervención con personas.

FRAN

CIS

CO

CAL

ABO

ZO C

ASAD

O

ACEBoCOLECCIÓN

FRANCISCO CALABOZO CASADO (Madrid, 1976)es psicólogo clínico, Master de PsicologíaClínica y de la Salud, psicólogo interno re-sidente en la Unidad de Psicología Clínicay de la Salud de la Facultad de Psicologíade la Universidad Complutense de Madridy psicoterapeuta humanista rogeriano.A lo largo de su trayectoria profesional hatrabajado como psicólogo clínico atendien-do a personas normalizadas con proble-mas de salud mental y a personas sinhogar en el acompañamiento en su proce-so de cambio, y ha supervisado técnica-mente equipos profesionales en eldesempeño de sus funciones. En la actua-lidad es coordinador en el SAMUR Social.Ha sido coautor de varios libros: Trabajode Calle: un despacho sin puertas, Cons-truyendo Relaciones, Un acuerdo con lu-ces y Cuadernos de Salud Mental,editados por Fundación RAIS.

COLECCIÓN ACEBo1. El fracaso en la adopción. Prevención y

reparación. Jolanda Galli y Francesco Viero.

2. La entrevista psicosocial. Proceso y proce-dimientos. David Mustieles Muñoz.

3. Hombres maltratadores. Tratamiento psi-cológico de agresores. Andrés QuinterosTurinetto y Pablo Carbajosa Vicente.

4. La adopción: demasiados prejuicios yescasa conciencia. Marinella Ferranti.

5. Reproducción asistida, Aspectos psicológi-cos de la esterilidad, la parentalidad y lafiliación. Manuela Cecotti.

6. El milagro de la cigüeña probeta. Reflexio-nes clínicas: de la reproducción asistida a laadopción. Jolanda Galli y Alessandra Moro.

7. El camino a casa: Los derechos del niñoen la adopción internacional. María ElenaGarcía (coord.).

COLECCIÓN SAÚCo – Historias de vida

1. Retrato en blanco y negro. Manual de su-pervivencia para padres adoptivos solteros,divagaciones sobre la adopción, los prejui-cios y la sexualidad. Angelo B. Pereira.

2. Vivir sin barreras. La historia de Luigi“Pucho” Maccione contada por su familia yamigos. Mary Cruz Rodríguez Maccione.

P.V.

P.: 2

0,95

“Los lectores del presente libro, escrito sin pe-danterías de erudito, con el estilo sencillo, direc-to y ameno propio de quien busca enraizarseen la vida misma más que en las ideas recibi-das acerca de ésta, disfrutarán y sacarán pro-vecho de su lectura.”

Antonio GuijarroPsicologo clínico. Instructor de la Effectiveness TrainingAssociation para el desarrollo de las relaciones humanas.

[email protected]://editorial.grupo5.net

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INTERVENCIÓN EN PRIMERA PERSONA

LA RELACIÓN DE AYUDA - REFLEXIONES EN LA INTERVENCIÓN

FRANCISCO CALABOZO CASADO

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INTE

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A

Existen pocas publicaciones centradas en la relación de ayuda como un método paratrabajar con personas los problemas relacionales que nos encontramos en la vida. Lasreflexiones, del autor y de otros profesionales, que este libro recoge, aportarán a loslectores algo más que teoría: aportarán experiencia práctica y personal.

Intervención en primera persona está dividido en dos partes. La primera, La relaciónde ayuda, analiza los postulados de los dos máximos exponentes de la corrientehumanista: Carl Rogers y Robert Carkhuff. El primero denominó su propuesta“intervención centrada en la persona”, mientras que el segundo utilizó el término“relación de ayuda” y “counselling”.

En la segunda parte, Reflexiones en la intervención, el autor se cuestiona acerca delo que nos pasa a los profesionales cuando trabajamos con personas, lo que les pasaa los usuarios cuando inician un proceso de cambio y, por último, lo que sucede enel encuentro entre ambos, es decir en la relación.

Un libro dirigido a todas aquellas personas que trabajan con personas, un marco muyamplio donde hay lugar para multitud de propuestas, modelos y corrientes. En él, losprofesionales encontrarán claves para reflexionar sobre su quehacer diario, y a losestudiantes (Trabajo social, Educación social, Integración social, Terapia ocupacional,Psicología...) el modelo aquí propuesto les será muy útil para iniciarse en el caminode la intervención con personas.

FRAN

CIS

CO

CAL

ABO

ZO C

ASAD

O

ACEBoCOLECCIÓN

FRANCISCO CALABOZO CASADO (Madrid, 1976)es psicólogo clínico, Master de PsicologíaClínica y de la Salud, psicólogo interno re-sidente en la Unidad de Psicología Clínicay de la Salud de la Facultad de Psicologíade la Universidad Complutense de Madridy psicoterapeuta humanista rogeriano.A lo largo de su trayectoria profesional hatrabajado como psicólogo clínico atendien-do a personas normalizadas con proble-mas de salud mental y a personas sinhogar en el acompañamiento en su proce-so de cambio, y ha supervisado técnica-mente equipos profesionales en eldesempeño de sus funciones. En la actua-lidad es coordinador en el SAMUR Social.Ha sido coautor de varios libros: Trabajode Calle: un despacho sin puertas, Cons-truyendo Relaciones, Un acuerdo con lu-ces y Cuadernos de Salud Mental,editados por Fundación RAIS.

COLECCIÓN ACEBo1. El fracaso en la adopción. Prevención y

reparación. Jolanda Galli y Francesco Viero.

2. La entrevista psicosocial. Proceso y proce-dimientos. David Mustieles Muñoz.

3. Hombres maltratadores. Tratamiento psi-cológico de agresores. Andrés QuinterosTurinetto y Pablo Carbajosa Vicente.

4. La adopción: demasiados prejuicios yescasa conciencia. Marinella Ferranti.

5. Reproducción asistida, Aspectos psicológi-cos de la esterilidad, la parentalidad y lafiliación. Manuela Cecotti.

6. El milagro de la cigüeña probeta. Reflexio-nes clínicas: de la reproducción asistida a laadopción. Jolanda Galli y Alessandra Moro.

7. El camino a casa: Los derechos del niñoen la adopción internacional. María ElenaGarcía (coord.).

COLECCIÓN SAÚCo – Historias de vida

1. Retrato en blanco y negro. Manual de su-pervivencia para padres adoptivos solteros,divagaciones sobre la adopción, los prejui-cios y la sexualidad. Angelo B. Pereira.

2. Vivir sin barreras. La historia de Luigi“Pucho” Maccione contada por su familia yamigos. Mary Cruz Rodríguez Maccione.

P.V.

P.: 2

0,95

“Los lectores del presente libro, escrito sin pe-danterías de erudito, con el estilo sencillo, direc-to y ameno propio de quien busca enraizarseen la vida misma más que en las ideas recibi-das acerca de ésta, disfrutarán y sacarán pro-vecho de su lectura.”

Antonio GuijarroPsicologo clínico. Instructor de la Effectiveness TrainingAssociation para el desarrollo de las relaciones humanas.

[email protected]://editorial.grupo5.net

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