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INTERMEDIARIOS FINANCIEROS EN GUATEMALA Estructura del sistema financiero El sistema financiero de Guatemala tiene dos segmentos. El primero de ellos es el sector financiero formal (regulado). Está conformado por instituciones cuya autorización es de carácter estatal, bajo el criterio de caso por caso, y sujetas a la supervisión de la Superintendencia de Bancos, órgano facultado para tal fin. Abarca un subsector bancario y uno no bancario. El subsector bancario incluye a los bancos comerciales y a las sociedades financieras. Estas últimas se definen, por ley, como instituciones especializadas en operaciones de banca de inversión: no captan depósitos y sus operaciones activas son de largo plazo. Por su parte, el subsistema financiero no bancario se rige por leyes específicas y está conformado por los Almacenes Generales de Depósito, Compañías de Seguros, Compañías de Fianzas, Casas de Cambio; además, por el Instituto de Fomento Municipal (INFOM) y el Instituto de Fomento de Hipotecas Aseguradas (FHA). Por otra parte, existen instituciones que realizan intermediación financiera cuya autorización responde a una base legal genérica (Código de Comercio) y no se encuentran bajo la vigilancia y supervisión de la Superintendencia de Bancos. Los intermediarios financieros de este sector, usualmente innovadores, proporcionan los servicios que, por ley, les era prohibido prestar a las entidades reguladas.2 Aquí puede mencionarse a los «off-shore», que financian operaciones de comercio; también las asociaciones de crédito, compañías emisoras y operadoras de tarjetas de crédito y débito, cooperativas de ahorro y crédito, organizaciones no gubernamentales (ONG's) y otros tipos de cooperativas que proporcionan diversos servicios financieros en las áreas rurales. Entorno macroeconómico de la industria bancaria guatemalteca La economía guatemalteca en la década de los noventa registró un ciclo de altibajos en su crecimiento económico. Por ejemplo, en 1992, 1995 y 1998 se registraron expansiones de la actividad económica con tasas de

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INTERMEDIARIOS FINANCIEROS EN GUATEMALA

Estructura del sistema financiero

El sistema financiero de Guatemala tiene dos segmentos. El primero de ellos es el sector financiero formal (regulado). Está conformado por instituciones cuya autorización es de carácter estatal, bajo el criterio de caso por caso, y sujetas a la supervisión de la Superintendencia de Bancos, órgano facultado para tal fin. Abarca un subsector bancario y uno no bancario.

El subsector bancario incluye a los bancos comerciales y a las sociedades financieras. Estas últimas se definen, por ley, como instituciones especializadas en operaciones de banca de inversión: no captan depósitos y sus operaciones activas son de largo plazo. Por su parte, el subsistema financiero no bancario se rige por leyes específicas y está conformado por los Almacenes Generales de Depósito, Compañías de Seguros, Compañías de Fianzas, Casas de Cambio; además, por el Instituto de Fomento Municipal (INFOM) y el Instituto de Fomento de Hipotecas Aseguradas (FHA).

Por otra parte, existen instituciones que realizan intermediación financiera cuya autorización responde a una base legal genérica (Código de Comercio) y no se encuentran bajo la vigilancia y supervisión de la Superintendencia de Bancos. Los intermediarios financieros de este sector, usualmente innovadores, proporcionan los servicios que, por ley, les era prohibido prestar a las entidades reguladas.2 Aquí puede mencionarse a los «off-shore», que financian operaciones de comercio; también las asociaciones de crédito, compañías emisoras y operadoras de tarjetas de crédito y débito, cooperativas de ahorro y crédito, organizaciones no gubernamentales (ONG's) y otros tipos de cooperativas que proporcionan diversos servicios financieros en las áreas rurales.

Entorno macroeconómico de la industria bancaria guatemalteca

La economía guatemalteca en la década de los noventa registró un ciclo de altibajos en su crecimiento económico. Por ejemplo, en 1992, 1995 y 1998 se registraron expansiones de la actividad económica con tasas de crecimiento de aproximadamente 5% en términos reales. No obstante, luego de esas expansiones del ciclo económico, se registraron deceleraciones. Son comunes los factores que incidieron, durante el período, tanto en los procesos de auge como en los de deceleración. Entre los principales factores que influenciaron el auge económico están: el incremento de la demanda interna, principalmente por el crecimiento del consumo privado y el incremento en la actividad comercial vía mayores exportaciones.

Por su parte, entre los factores determinantes de los procesos de deceleración están:

La disminución en el dinamismo de las exportaciones, La sobreoferta de productos primarios en el mercado internacional,

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La desventaja en los términos de intercambio derivado de bajas en los precios internacionales de los productos exportables,

El nivel de las tasas activas del sistema bancario, que influyeron directamente en una reducción de la inversión, y

La caída en la demanda de productos guatemaltecos por parte del resto de los países centroamericanos que, al igual que Guatemala, registraron tasas de crecimiento económico desfavorables y factores de carácter político, que incrementaron la incertidumbre de los agentes económicos.

Uno de los aspectos más relacionados con el crecimiento económico es el crédito al sector privado. De ahí la importancia de la tasa de interés activa en el proceso de inversión. Sin embargo, para el análisis de la industria bancaria es necesario contar, además, con elementos adicionales que ayuden a visualizar la relación que existe entre el crecimiento y el crédito. Lemus, R. (2000), por ejemplo, analiza la industria bancaria y el crédito desde el punto de vista de la profundización financiera, la cual debe ser congruente con un indicador adecuado de elasticidad crédito/PIB, útil para comparar en determinado momento una situación de variación del crédito, que puede estar por abajo o por encima del crecimiento económico. Así, para el caso de Guatemala, con un coeficiente de profundización financiera promedio del 24% durante el período de análisis, le correspondería un coeficiente de elasticidad del 3.3%, indicador que al mismo tiempo debería relacionarse con el comportamiento registrado en el nivel de la tasa de interés activa del sistema bancario, en cuanto a las variaciones de esta última.

Tasas activa y pasiva: margen promedio

La evolución de las tasas activas y pasivas; ambas son un promedio anual ponderado. El nivel registrado, en el período, de la tasa pasiva, no sufrió un incremento significativo respecto a 1989, comparado con el ajuste hacia el alza que experimentó la tasa activa. Por el contrario, la tasa pasiva evidenció,

a partir de 1994, un comportamiento descendente bastante considerable. En 1997 llegó a alcanzar el nivel más bajo del período (5.0%).

En cuanto al comportamiento de la tasa activa, esta tuvo una variabilidad más acentuada con relación a la tasa pasiva. Registró un fuerte ascenso de 1989 a 1990. Durante este año se ubicó en 22.6%, con un incremento de 6.6 puntos porcentuales. En 1992, dicha tasa descendió a 21.2%. Sin embargo, en 1993 la tasa activa llega a ubicarse en 25.7%, siendo este el nivel más alto de todo el período. Posteriormente se evidencia una caída de la misma hasta ubicarse durante 2000 en 20.0%.

No obstante la baja mostrada por la tasa activa durante los últimos años, el margen de intermediación (spread) pasó de 8.1%, en 1989, a 14.7%, en 1996. Este último es un valor claramente alto, según estándares internacionales.5 Durante 2000, el spread se ubica en 10.0%

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Dimensión y monetización del sistema

Desde una perspectiva sectorial, el funcionamiento del sistema financiero _pese al volumen reducido de fondos que intermedia_ presenta un número relativamente elevado de entidades y sucursales con relación al inicio del período. El sistema financiero guatemalteco registró en los últimos diez años un crecimiento persistente en cuanto al número de instituciones y a su infraestructura física. Han surgido nuevos intermediarios en el sector (ver cuadro 1.2). Como se ve, en 1989 existían 20 bancos, mientras que en 2000 habría 32.

Así, durante el período se experimentó un incremento de 14 instituciones bancarias (70%). Al mismo tiempo, en los últimos años, los servicios bancarios se han extendido a todo el país mediante el establecimiento de más sucursales: a finales de 1990 ascendían a 248, mientras en 2000 habían alcanzado un total de 1165; un aumento considerable (370%).

El tamaño del sistema financiero puede medirse, en el plano macroeconómico, por la relación entre los activos financieros en poder del sector privado y el PIB. A esta relación se le suele denominar «coeficiente de monetización de la economía» o «coeficiente de profundización financiera».

Representan las proporciones del medio circulante que corresponde a billetes y monedas, y a depósitos monetarios, respectivamente. Hasta 1999, estos indicadores no presentaron variaciones importantes; no obstante, en el año 2000 se registró un incremento de 11 puntos porcentuales en la proporción correspondiente a los depósitos monetarios, en detrimento de la participación del numerario en circulación, que bajó en la misma proporción.

En cuanto a los indicadores resultantes de relacionar M1 y M2 con el PIB, columnas C y D, respectivamente, se observa que la relación mostró una tendencia hacia la baja hasta 1995, aunque no muy acentuada, recuperando en 1996 el nivel registrado en 1989; al final del período, tal indicador recuperó 3 puntos porcentuales. En tanto, la relación tuvo una tendencia decreciente, similar a la relación M1/PIB, denotando en 1990, 1993 y 1994 el nivel más bajo en todo el período, lo que en principio estaría indicando un proceso de desmonetización bastante significativo, pasando de 0.26, en 1989, a 0.23, en 1996. A partir de 1997, el indicador recupera el nivel de 1989, hasta alcanzar un coeficiente del 27% en 2000.

Desde el punto de vista de la profundización financiera, el comportamiento de dichos indicadores revela una tendencia contraria a la que se esperaría en un sistema financiero en desarrollo.

Al observar las relaciones y, se evidencia que, no obstante la recuperación de tales indicadores durante los últimos tres años, ambos no reflejan un aumento significativo que indique un proceso de monetización durante el período. Paralelo a lo anterior, se da también una expansión física del sistema financiero, lo cual no deja de ser un hecho paradójico.

Productos bancarios

La conducta de los principales productos bancarios se aprecia en el gráfico 1.4. El crédito otorgado por el sector bancario muestra un comportamiento estable entre 1989 y 1990, ubicándose en aproximadamente un 72% del total de pasivos. Sin embargo, entre 1991 y 1992 dicha proporción de préstamos denota una baja considerable, un descenso de 17 puntos

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porcentuales. Hasta 1994 la recuperación participativa de los créditos fue lenta; en 1995 y 1996 tal proporción tuvo una fuerte subida, hasta alcanzar un nivel de aproximadamente 74%. En 2000 desciende un 62%.

Los depósitos de ahorro tuvieron un comportamiento estable hasta 1993 (66% en promedio); empero, a partir de 1994 muestran una tendencia hacia la baja. Esta situación se mantuvo hasta 2000, con un porcentaje aproximado al 26%.

Los depósitos a la vista revelan una conducta estable hasta 1993, con una participación aproximada de 24%; no obstante, esta asciende a partir de 1994, hasta casi igualar la participación de los depósitos de ahorro e incluso superarla en 2000.

Un importante hecho durante el período fue la reestructuración de pasivos del sistema bancario. En efecto, como compensación a la fuerte caída de los depósitos de ahorro, las obligaciones financieras cobraron importancia dentro del total de pasivos a partir de 1994. Entonces, registraron una participación de 4.0%, llegando a ubicarse en un promedio cercano a 22% durante los años de 1996 y 1997. Luego, descendió a 13.1% y 10% en 1999 y 2000, respectivamente.

Los depósitos a plazo no tuvieron mayor incidencia sino hasta 1999, al alcanzar una participación del 16%, casi igual a la de las obligaciones financieras, para luego superar a estas en 2000.

Liberalización financiera

En 1989, la Junta Monetaria dejó en libertad a los bancos del sistema para fijar las tasas de interés. Además, autorizó la constitución de depósitos interbancarios y flexibilizó la política cambiaria.

Fuente: Boletines anuales de estadísticas del sistema financiero, Superintendencia de Bancos.

El proceso de liberalización entró en una etapa más formal cuando, en septiembre de 1993, la Junta Monetaria aprobó la Matriz del Programa de Modernización Financiera, que incluyó el objetivo de liberalización financiera, acompañado de la diversificación de la oferta de productos y servicios bancarios; por otro lado, también se puso énfasis en el fortalecimiento de la supervisión financiera. Con ello se pretendía elevar la competitividad y eficiencia funcional del sistema financiero, a modo de mejorar la asignación de recursos, aumentar las corrientes de ahorro interno y externo y reducir los costos y márgenes de intermediación.

Otro ingrediente importante fue la aprobación del Reglamento sobre divulgación de las operaciones de las instituciones financieras, encaminado a que los agentes económicos y el público en general contara con datos básicos y útiles para orientar las decisiones de ahorro e inversión. También se aprobó el Plan General de Reorganización de la Superintendencia de Bancos, con el propósito de asegurarle independencia para el cumplimiento de sus funciones de vigilancia e inspección.

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ANÁLISIS DE LA TASA ACTIVA DE EQUILIBRIO COMPETITIVO PARA EL SISTEMA BANCARIO DE GUATEMALA

Modelo teórico de equilibrio competitivo para el cálculo de la tasa de interés activa. Un enfoque de producción

La actividad bancaria está ligada al proceso de intermediación financiera, que permite conectar la oferta de ahorro con la demanda de crédito. Por otro lado, las instituciones financieras, en especial los bancos, proveen servicios no financieros. De estos destacan aquellos que facilitan las transacciones económicas. Normalmente, ambas actividades se proveen simultáneamente y responden a un proceso de producción conjunta, con los mismos factores de producción y los mismos insumos.

De acuerdo con el cuadro anterior, los costos bancarios deberían evolucionar según la incidencia marginal de cada uno de los componentes del activo y del pasivo, a los que se le suma el costo de los recursos financieros.

El objetivo de una firma bancaria es maximizar sus beneficios para aquellos activos y pasivos sujetos a la restricción de balance y a las regulaciones del Banco Central.

En la actividad financiera, como en cualquier otra, entran en juego una amplia variedad de factores relacionados con la oferta y la demanda, determinando así los precios y las cantidades transadas. Para el efecto es necesario contar con el apoyo de un marco conceptual que sirva de base para modelar el comportamiento del mercado. De esa manera se podrá identificar los factores que influyen en la determinación de la tasa de interés activa de equilibrio para el sistema bancario.

El enfoque parte de un modelo competitivo y libre de riesgo, derivado del comportamiento de una firma bancaria, del que surge una comparación de resultados observados con estimaciones obtenidas. En ese sentido, dicho enfoque responde a lo que en la literatura se conoce como «enfoque de producción»6, el cual permite obtener un modelo competitivo de determinación de las tasas de interés, en equilibrio parcial, consistente con una firma bancaria maximizada que provee servicios producidos en forma conjunta.

En un mercado competitivo y libre de riesgos, los beneficios se maximizan y los ingresos marginales de cada tipo de préstamo se igualan entre sí e igualan al mismo tiempo los costos marginales de producirlos. La maximización de beneficios de una firma bancaria ha sido desarrollada, por ejemplo, en Barajas (1992) y Rivas y Vicens (1995). Estos trabajos buscan establecer elementos teóricos que influyen en el comportamiento y evolución de la tasa de interés activa.