inter textual i dad

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INTERTEXTUALITÉ. FRANCIA EN EL ORIGEN DE UN TÉRMINO Y EL DESARROLLO DE UN CONCEPTO Gerard Genette El objeto de este trabajo es lo que yo llamaba en otra parte, la paratextualidad. El objeto de la poética no es el texto considerado en su singularidad (ese es más bien el asunto de la crítica) sino el architexto, o si se prefiere, la architextualidad del texto (“la literariedad de la literatura”) es decir, el conjunto de las categorías generales o trascendentes - tipos de discurso, modos de enunciación, géneros literarios, etc. – a las que pertenece cada texto singular. También podría ser llamada la transtextualidad, o trascendencia textual: “todo lo que pone en relación, manifiesta o secreta, con otros textos”. Así, pues, la transtextualidad rebasa e incluye la architextualidad, así como algunos otros tipos de relaciones transtextuales. Hay cinco tipos de relaciones transtextuales. El primero fue explorado por Julia Kristeva, bajo el nombre de intertextualidad, y esa nominación nos proporciona, nuestro paradigma terminológico. Esta es definida por Gerard como una relación de copresencia entre dos o más textos, es decir, la presencia efectiva de un texto en otro. Con su apariencia más explícita y más literal, es la práctica tradicional de la cita (“con o sin referencia precisa”); con una apariencia menos explícita y menos canónica, la del plagio que es una toma en préstamo no declarada, pero también literal; bajo una forma aun menos explícita y menos literal la de la alusión, es decir, de un enunciado cuya plena intelección supone la precepción de una relación entre él y otro al que remite necesariamente una u otra de sus inflexiones, de lo contrario no aceptable. Ese estado implícito del intertexto es el campo de estudio privilegiado de Michael Riffaterre quien define la intertextualidad: El intertexto – escribe él, por ejemplo, - es la percepción por el lector, de relaciones entre una obra y otras obras que la han precedido o seguido”. Llegando a identificar en su empeño la intertextualidad ( como hago yo con la transtextualidad) con la literariedad misma: “la intertextualidad es, el mecanismo propio de la lectura literaria. Solo ella, en efecto, produce la significancia, mientras que la lectura lineal, común a los textos literario y no literario, solo produce el sentido”. Pero esta extensión de principio se acompaña de una restricción de hecho porque las relaciones estudiadas por Riffaterre son siempre del orden de las microestructuras semántico – estilísticas, en la escala de la frase, del fragmento o del texto breve, generalmente poético. La “huella” intertextual según Riffaterre es, pues, más (como la alusión) del orden de la figura puntual (del detalle) que de la obra considerada en su estructura de conjunto, campo de pertinencia de las relaciones que estudiaré aquí. El segundo tipo está constituido por la relación, generalmente menos explícita y más distante, que, en el conjunto formado por una obra literaria, mantiene el texto propiamente dicho con lo que solamente podemos denominar su paratexto: título, subtítulo, intertítulos, prefacios, postfacios, advertencias, introducciones, etc.; notas marginales, al pie de páginas, finales; epígrafes; ilustraciones; cintillo, sobrecubierta, y muchos otros tipos de señales accesorias, autógrafas o alógrafas, que le procuran al texto un entorno (variable) y a veces un comentario, oficial u oficioso, del que el lector más purista y el menos inclinado a la erudición externa no siempre puede disponer

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La literatura a la segunda potencia

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INTERTEXTUALIT. FRANCIA EN EL ORIGEN DE UN TRMINO Y EL DESARROLLO DE UN CONCEPTO

Gerard Genette El objeto de este trabajo es lo que yo llamaba en otra parte, la paratextualidad. El objeto de la potica no es el texto considerado en su singularidad (ese es ms bien el asunto de la crtica) sino el architexto, o si se prefiere, la architextualidad del texto (la literariedad de la literatura) es decir, el conjunto de las categoras generales o trascendentes - tipos de discurso, modos de enunciacin, gneros literarios, etc. a las que pertenece cada texto singular. Tambin podra ser llamada la transtextualidad, o trascendencia textual: todo lo que pone en relacin, manifiesta o secreta, con otros textos. As, pues, la transtextualidad rebasa e incluye la architextualidad, as como algunos otros tipos de relaciones transtextuales. Hay cinco tipos de relaciones transtextuales. El primero fue explorado por Julia Kristeva, bajo el nombre de intertextualidad, y esa nominacin nos proporciona, nuestro paradigma terminolgico. Esta es definida por Gerard como una relacin de copresencia entre dos o ms textos, es decir, la presencia efectiva de un texto en otro. Con su apariencia ms explcita y ms literal, es la prctica tradicional de la cita (con o sin referencia precisa); con una apariencia menos explcita y menos cannica, la del plagio que es una toma en prstamo no declarada, pero tambin literal; bajo una forma aun menos explcita y menos literal la de la alusin, es decir, de un enunciado cuya plena inteleccin supone la precepcin de una relacin entre l y otro al que remite necesariamente una u otra de sus inflexiones, de lo contrario no aceptable. Ese estado implcito del intertexto es el campo de estudio privilegiado de Michael Riffaterre quien define la intertextualidad: El intertexto escribe l, por ejemplo, - es la percepcin por el lector, de relaciones entre una obra y otras obras que la han precedido o seguido. Llegando a identificar en su empeo la intertextualidad ( como hago yo con la transtextualidad) con la literariedad misma: la intertextualidad es, el mecanismo propio de la lectura literaria. Solo ella, en efecto, produce la significancia, mientras que la lectura lineal, comn a los textos literario y no literario, solo produce el sentido. Pero esta extensin de principio se acompaa de una restriccin de hecho porque las relaciones estudiadas por Riffaterre son siempre del orden de las microestructuras semntico estilsticas, en la escala de la frase, del fragmento o del texto breve, generalmente potico. La huella intertextual segn Riffaterre es, pues, ms (como la alusin) del orden de la figura puntual (del detalle) que de la obra considerada en su estructura de conjunto, campo de pertinencia de las relaciones que estudiar aqu. El segundo tipo est constituido por la relacin, generalmente menos explcita y ms distante, que, en el conjunto formado por una obra literaria, mantiene el texto propiamente dicho con lo que solamente podemos denominar su paratexto: ttulo, subttulo, interttulos, prefacios, postfacios, advertencias, introducciones, etc.; notas marginales, al pie de pginas, finales; epgrafes; ilustraciones; cintillo, sobrecubierta, y muchos otros tipos de seales accesorias, autgrafas o algrafas, que le procuran al texto un entorno (variable) y a veces un comentario, oficial u oficioso, del que el lector ms purista y el menos inclinado a la erudicin externa no siempre puede disponer tan fcilmente como quisiera y pretende. Ocurre tambin que una obra constituya una paratexto para otra: el lector de Loca felicidad (1957), que ve en la ltima pgina que el regreso de Amngelo a Paulina est en una situacin muy crtica, debe acordarse o no de Muerte de un personaje, (1949), donde encontramos al hijo y al nieto de ambos, lo que anula de antemano esa docta incertidumbre? La paratextualidad, como vemos, es sobre todo, una mina de preguntas sin respuesta.

El tercer tipo de trascendencia textual, la metatextualidad, es la relacin de comentario, que une un texto a otro texto del que l habla, sin citarlo (convocarlo) necesariamente y hasta, en ltima hiptesis, sin nombrarlo: es as como Hegel en la Fenomenologa del espritu, evoca, alusiva y como silenciosamente, El sobrino de Rameau. Es, por excelencia, la relacin crtica.

El quinto tipo (s que salte el cuarto), el ms abstracto y el ms implcito, es la architextualidad. Se trata de una relacin completamente muda, que solo es articulada, a lo sumo, por una mencin paratextual (titular, como en Poesas, ensayos, La novela de la rosa. etc. o, la mayora de la veces, infratitular: la indicacin novela, relato, poemas, etc. que acompaa ala ttulo sobre la cubierta), de pura pertenencia taxonmica. Cuando es muda, puede ser por negarse a subrayar una evidencia, o, por el contrario, para rechazar o eludir toda pertenencia. En todos los casos, no se supone que el texto mismo conozca, ni por consiguiente declare, su ndole genrica: la novela no se designa explcitamente como novela, ni el poema como poema. Aun menos, quizs, (porque el gnero no es sino un aspecto del architexto), el verso como verso, la prosa como prosa, el relato como relato, etc. En ltimo caso, la determinacin del estatus genrico de un texto no es asunto suyo sino del lector, del crtico, del pblico, que muy bien pueden negarse aceptar como tal el estatus reivindicado por la va del paratexto: as se dice corrientemente que tal tragedia de Corneille no es una verdadera tragedia, o que La novela de la rosa no es una novela. Pero el hecho de que esta relacin sea implcita y est sujeta a discusin (por ejemplo: a qu gnero pertenece La Divina Comedia?) o a fluctuaciones histricas (los largos poemas narrativos como la epopeya ya casi nunca son percibidos hoy como pertenecientes a la poesa cuyo concepto se ha ido estrechando poco a poco hasta identificarse con el de poesa lrica) no disminuye en nada su importancia: la percepcin genrica, como es sabido, orienta y determina en gran medida el horizonte de expectativa del lector, y, por ende, la recepcin de la obra.

El cuarto tipo de transtextualidad es la hipertextualidad: toda relacin que hay entre un texto B (que llamar hipertexto) a un texto anterior A (que llamar hipotexto) en el cual se injerta de una manera que no es la del comentario. La Eneida y el Ulises son, sin duda, en grados diversos y, ciertamente, de maneras diversas, dos hipertextos (entre otros) de un mismo hipotexto: la Odisea, desde luego. Como vemos por esos ejemplos, el hipertexto es considerado como una obra propiamente literaria ms comnmente que el metatexto por la sencilla razn, entre otras, de que generalmente derivado de una obra de ficcin (narrativa o dramtica), sigue siendo obra de ficcin, y como tal, cae por as decir, automticamente, a los ojos del pbilco, en el campo de la literatura; pero esta determinacin no es esenciaila en l, y le hallaremos, sin duda, algunas excepciones.

Escog esos dos ejemplos por otra razn, ms decisiva: si la Eneida y el Ulises tienen en comn el no derivarse de la Odisea como tal pgina de la Potica se deriva del Edipo Rey, es decir, comentndola, sino por una operacin transformativa, estas dos obras se distinguen entre s por el hecho de que en los dos casos no se trata del mismo tipo de transformacin. La transformacin que conduce de la Odisea al Ulises se puede describir (de modo muy burdo) como una transformacin simple o directa: la que consiste en trasponer la accin de la Odisea al Dubln del siglo XX. La transformacin que conduce de la misma Odisea a la Eneida es ms compleja y ms indirecta, a pesar de las apariencias(y de la mayor proximidad histrica), porque Virgilio no traspone de Ogigia a Cartago y de taca a l lacio, la accin de la Odisea: l cuenta una historia completamente distinta( las aventuras de Eneas y no ya de Ulises), pero inspirndose, para hacerlo, en el tipo (genrico, es decir, a la vez formal y temtico) establecido por Homero en la Odisea (y de hecho tambin en la Ilada) o, como bien se ha dicho durante siglos, imitando a Homero. Tambin la imitacin es, sin duda, una transmforamcin, pero de un proceder ms complejo, porque para decirlo aqu de una manera ms sumaria exige la constitucin previa de un modelo de competencia genrica (llammoslo pico) extrado de esa realizacin [perfomance] singular que es la Odisea (y, eventualemtne, de algunas otras), y capaz de engendrar un nmero indefinido de realizaciones mimticas. Este modelo constituye pues, entre el texto imitado y el texto imitativo, una etapa y una mediacin indispensable, que no hallamos en la transformacin simple o directa. Para transformar un texto, puede ser suficiente un gesto simple y mecnico (en ltimo caso, arrancar de l simplemente algunas pginas: esta es una transformacin reductora); para imitarlo, hay que adquirir necesariamente un dominio por lo menos parcial de l: el dominio de aquel de sus carcateres que se decidi imitar; es natural, por ejemplo, que Virgilio deje fuera de su gesto mimtico todo lo que, en Homero, es inseparable de la lengua griega.

Con bastante razn se me podra objetar que el segundo ejemplo no es ms complejo que el primero, y que simplemente Joyce y Virgilio no retiene de la Odisea, para conformar a ella sus respectivas obras, los mismos rasgos caractersticos. Joyce extra de ella un esquema de accin y de relacin entre personajes, que l trata en un estilo completamente distinto, mientras que Virgilio extrae de ella cierto estilo, que aplica a otra accin. O de un modo ms brutal: Joyce cuenta la historia de Ulises de otra manera que Homero, mientras que Virgilio cuenta la historia de Eneas a la manera de Homero; transformaciones simtricas e inversas. Llamo hipertexto a todo texto derivado de un texto anterior, por transformacin simple (en adelante diremos transformacin a secas) o, por transformacin indirecta (diremos imitacin). Ante todo, no se deben considerar los cinco tipos de transtextualidad como clases estancas, sin comunicacin ni intersecciones recprocas. Sus relaciones son numerosos y, a menudo, decisivas. Por ejemplo, la architextualidad genrica se constituye casi siempre, histricamente, por la va de la imitacin (Virgilio imita a Homero), y, por tanto, de la hipertextualidad; la pertenencia architextual de una obra frecuentemente es declarada mediante indicios paratextuales; esos indicios mismos son comienzos de metatexto (este libro es una novela), y el paratexto, prefacial u otro, contiene muchas otras formas de comentario; tambin el hipertexto tiene con frecuencia, valor de comentario: un travestissement como el Virgilio travestido es, a su manera, una crtica de la Eneida, y Proust dice (y aprueba) admirablemente que el pastiche es crtica en accin, el metatexto crtico se concibe, pero no se practica casi nunca sin una parte a menudo considerable de intertexto citacional en apoyo de l; el hipertexto se cuida ms de eso, pero no absolutamente, aunque solo sea por la va de las alusiones textuales (Scarron invoca a veces a Virgilio) o paratextuales (el ttulo Ulises); y, sobre todo, la hipertextualidad, como clase de obras, es en s misma un architexto genrico, o ms bien transgenrico: entiendo por este una clase de textos que engloba enteramente ciertos gneros cannicos como el pastiche, la parodia, el travestisesment, y que atraviesa a otros probablemente, a todos los otros: ciertas epopeyas, como la Eneida , ciertas novelas, como Ulises, ciertas tragedias o comedias, como Fedra o Anfitrin, ciertos poemas lricos, como Booz dormido, etc, pertenecen a la vez a la clase reconocida de su gnero oficial y al clase desconocida de los hipertextos; y, como todas las categoras genricas, la hipertextualidad se declara la mayora de las veces, mediante un indicio paratextual que tiene un valor contractual: Virgilio travestido es un contrato explcito de travestissement burlesco, Ulises es un contrato implcito y alusivo que debe por lo menos alertar al lector de la probable existencia de una relacin entre esa novela y la Odisea, etc.

Las diversas formas de transtextualidad son a la vez aspectos de toda textualidad y, en potencia y en grados diversos, clases de textos: todo texto puede ser citado y, por ende, devenir cita, pero la cita es una prctica literaria definida, que evidentemente trascienda cada una de sus realizaciones y que tiene sus caracteres generales; todo enunciado puede ser investido de una funcin paratextual, pero el prefacio (yo dira gustosamente lo mismo del titulo) es un gnero; la crtica (metatexto) es, evidentemente, un gnero; solo el architexto, sin duda, no es una clase, puesto que es, si as puede decirse, la claseidad (literaria) misma: de todos modos, ciertos textos tienen una architextualidad ms fuerte (ms pertinente) que otros, y que, como he tenido la ocasin de decir en otra parte, la simple distincin entre obras ms o menos provistas de architextualidad (ms o menos clasificables) es un esbozo de clasificacin architextual.

Y la hipertextualidad? Tambin es, evidentemente, un aspecto universal de la literariedad: no hay obra literaria que no evoque, en algn grado y segn las lecturas, alguna otra, y, en ese sentido, todas las obras son hipertextuales. Cuanto menos masiva y declarada es la hipertextualidad de una obra, ms depende su anlisis de un juicio constitutivo y hasta de una decisin interpretativa del lector. Semejante actitud tendra como resultado que se volcara la totalidad de la literatura universal en el campo de la hipertextualidad, lo que volvera poco dominable el estudio de esta; pero, sobre todo, ella le da un crdito y le concede un papel, para m poco soportable, a la actividad hermenutica del lector o del archilector. Considero la relacin entre el texto y su lector de una manera ms socializada, ms abiertamente contractual, como una relacin que depende de una pragmtica consciente y organizada. Abordar aqu, pues, salvo excepcin, la hipertextualidad por su vertiente ms iluminada: aquella en que la derivacin del hipotexto al hipertexto es a la vez masiva (toda una obra B se deriva en toda una obra A) y declarada, de una manera ms o menos oficial.