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Institución de procedencia: Universidad Autónoma del Estado de México (Profesor)
Estudiante del Programa de Doctorado en Economía Financiera, en la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM FES-Acatlán), auspiciado por el Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT).
Título de la ponencia: La financiarización, una nueva modalidad del capitalismo.
Autor: Javier Lapa Guzmán
Datos de identificación: 2do. Ret. de Neptuno, 3a, Col. Ensueños, Cuautitlán Izcalli, Estado
de México, CP. 54740. [email protected] Tel. 5516821356
Resumen
La financiarización, se relaciona con la creciente importancia que ha adquirido el sector
financiero en el funcionamiento de la economía global, con lo que se ha gestado un nuevo
patrón de acumulación, en el que los beneficios se obtienen principalmente a través de
dicho sector. Esto ha tenido efectos a nivel macro y microeconómico, conformando un
ambiente internacional caracterizado por una elevada fragilidad financiera, con importantes
costos en términos de condiciones laborales y calidad de vida de la población. Así, la
estrecha relación entre el sector financiero y el real, presenta un carácter negativo. La
investigación en curso busca contribuir al estudio de este fenómeno, a través del análisis de
la función que ha desempeñado el Sistema Financiero Mexicano en las últimas tres
décadas, con el objetivo de mostrar su parcial responsabilidad en el proceso de
desindustrialización por el que atraviesa el país. Lo anterior, como resultado de la adopción
del modelo neoliberal.
Abstract
The financialization, is related to the growing importance attached to the financial sector in
the functioning of the global economy, which has gestated a new pattern of accumulation in
which profits are obtained mainly through the sector. This has effects on macro and micro
level, creating an international environment characterized by high financial fragility, with
significant costs in terms of working conditions and quality of life of the population. Thus,
the close relationship between the financial and real sectors, presents a negative character.
The ongoing investigation seeks to contribute to the study of this phenomenon, through the
analysis of the role played by the Mexican financial system over the past three decades,
with the aim of showing its partial responsibility in the process of industrialization by
passing through the country. This, as a result of the adoption of the neoliberal model.
2
1.1 Introducción
Durante los últimos 30 años, la economía mundial ha experimentado profundas
transformaciones, resultado principalmente de tres fenómenos: el neoliberalismo, la
globalización y la financiarización. El primero de ellos ha sido la expresión ideológica, que
ha permitido la creciente importancia de la esfera financiera, a través de la
internacionalización del capital, derivada de la globalización de los mercados. Es decir,
fenómenos estrechamente vinculados, que han configurado una nueva etapa del
capitalismo, cuya principal característica es el extraordinario crecimiento del sector
financiero, en cuanto a empleo, ganancia, tamaño de las instituciones y mercados.
Maydoff y Sweezy (1969), definen a esta etapa como “capitalismo financiarizado”, en el
que las ganancias se buscan ya no a través de los canales de producción y distribución, sino
por los relacionados con actividades financieras.1 Así, la financiarización ha representado
una profunda transformación para las economías capitalistas, cuyo origen se remonta a los
problemas de acumulación real de principios de los setenta. Las actividades financieras se
han extendido a varios sectores y áreas económicos nuevos de la vida cotidiana: vivienda,
pensiones, consumo, etc. Además, el aumento del financiamiento ha proporcionado un
campo de acción nuevo para que la forma del valor se expanda, principalmente en los
países capitalistas industrializados. Entre los factores que han hecho posible este proceso,
se encuentran, la privatización de las actividades y los activos fijos que anteriormente
estaban bajo control estatal, la desregulación de las instituciones y mercados financieros, y
las permanentes innovaciones (Lapavitsas, 2009).
En el anexo T1 se muestra el aumento de los activos financieros en el mundo a partir de
1980. La proporción entre los activos financieros y el producto mundial bruto ascendió de
109% en 1980 a 201% en 1990, 294% en 2000 y 346% en 2006. En el caso de las
economías desarrolladas dichos activos pasaron de 3.9 billones de dólares en 1995, a 23.6
billones en 2006; mientras que la participación de los mercados emergentes en el total de
activos financieros aumentó de 6% en 1995 a 14% en 2006 (McKinsey, 2008).
La financiarización de la economía surgió como un proceso interno en los países
desarrollados, pero ha logrado adquirir una dimensión global, alterando también la
dinámica de los países en subdesarrollo. Los efectos de este proceso son de diversa índole,
empezando por las modificaciones que ha generado en la relación del sector financiero y el
Estado. Los bancos centrales han priorizado la estabilidad de precios, con el objetivo de
generar un ambiente propicio para la inversión proveniente del extranjero, que ha sido una
de las principales formas en que se ha materializado el proceso bajo análisis en países
subdesarrollados. Enormes flujos internacionales de capital salieron de los países
desarrollados en busca de mercados rentables y se orientaron hacia los países en desarrollo.2
Lo anterior, en gran medida es responsable de las fuertes crisis por las que atravesaron
1 Su análisis (mensual) del comportamiento económico global durante treinta años, representa una de las
principales pruebas empíricas de la existencia del proceso de financiarización. 2 En el año 2000, los flujos de capitales privados hacia los países en desarrollo representaban 74 800 MMD y,
en 2007, ascendieron a 605 000 MDD (FMI, 2008).
3
países como México, Corea, Rusia, Brasil y Argentina, a lo largo de la última década del
siglo pasado.3
El control de los precios también ha servido como un mecanismo para reducir salarios, bajo
el argumento de fomentar la competencia de los países subdesarrollados en el plano
mundial, lo que ha significado modificaciones en la vinculación de la sociedad con el sector
financiero, los niveles de crédito se han disparado. El hecho de priorizar las actividades
financieras como canales de obtención de ganancia, ha implicado una serie de cambios en
el funcionamiento de las empresas, así como en su financiamiento, alterando el tejido
productivo.
Por lo tanto, la financiarización se trata de un fenómeno cuyos alcances son diversos, a
nivel macro y microeconómico, y sin el cual, resultaría imposible entender la crisis
financiera de 2008, que tiene su origen inmediato en el seno del propio sistema financiero,
pero las raíces de ésta son más profundas y se encuentran en los problemas de acumulación
real. Por lo que analizar los efectos que este fenómeno ha tenido en la relación entre el
sector financiero y el real se torna de suma importancia. De esta manera, el tema adquiere
gran relevancia, no sólo por su actualidad, sino por la relativa escasez de trabajos que lo
aborden para el caso de economías subdesarrolladas, como la mexicana. La mayoría de los
autores han fijado su atención en economías desarrolladas, principalmente Estados Unidos,
Inglaterra, Francia y Alemania. Además, muchos de estos trabajos abordan al proceso de
manera incompleta, sin profundizar en los vínculos que guarda con el sector real y mucho
menos en los efectos que de estos puedan derivarse.
Para ello, es necesaria una revisión general del fenómeno que contribuya al esclarecimiento
de algunas confusiones recurrentes alrededor del mismo, y que permita comprender su
naturaleza, origen y sus principales efectos. El trabajo está estructurado de la siguiente
manera. En la sección 1.2 se define el fenómeno. En la siguiente sección, se estudia el origen
del proceso de financiarización (que se ubica en la economía estadounidense), así como los
principales factores que permitieron su transmisión a escala global. En la sección 1.4, se realiza
un primer análisis sobre la naturaleza de la relación entre el sector financiero y el real. En la 1.5
se desarrollan los vínculos entre ambos sectores y los efectos derivados del proceso de
financiarización. Se cierra con las conclusiones.
3 Con el objetivo de atraer flujos de capital extranjero, los gobiernos de los países en subdesarrollo se ven
obligados a adoptar una serie de políticas monetarias y fiscales restrictivas, lo cual implica un presupuesto
equilibrado, la reducción del gasto fiscal y un compromiso previo de mantener elevados los tipos de interés
real; medidas que comprometen la estabilidad económica de los países.
4
1.2 Definición
A lo largo de la década pasada, las publicaciones sobre la financiarización se han
multiplicado, y con ello las descripciones sobre el fenómeno. De acuerdo con Epstein
(2005), la financiarización consiste en la creciente importancia de los motivos, mercados,
actores e instituciones financieras que operan en las economías nacionales e
internacionales. Aglietta y Bretton (2001) se centraron en los mercados de acciones como la
fuerza dominante del "nuevo sistema financiero" que define el nuevo régimen de
crecimiento. Stockhammer (2004), Crotty (2005), Skott y Ryoo (2008) se han centrado
esencialmente en los resultados macroeconómicos de la financiarización y han utilizado
este término para describir la transformación entre las relaciones de mercado financieras y
las no financieras. Por su parte, Arrighi (2003), Harvey (2007) y Lapavitsas (2009) han
buscado las raíces de la financiarización en el proceso de acumulación capitalista, y en sus
trabajos críticos hacen énfasis en la crisis de sobreacumulación del capitalismo. Desde una
perspectiva distinta, Lapavitsas hace hincapié en los nuevos aspectos explotadores de las
finanzas y la transformación del sistema financiero.
El término generalmente ha sido utilizado para denominar aquella situación en la que el
capitalismo en su conjunto transita de actividades relacionadas con el sector real, hacia
actividades propias de la esfera financiera, debido principalmente al diferencial creciente
entre la tasa de rendimiento de las actividades relacionadas con el sector real y las del
ámbito financiero, siendo estas últimas las que han ofrecido mejores beneficios en las
últimas décadas (Duménil y Lèvy, 2004; Krippner, 2005; Orhangazi, 2008). En este sentido
es que Arrighi (1999), describe a la financiarización como un nuevo patrón de
acumulación, en el que se prioriza al sector financiero, con lo cual este ha adquirido un
creciente poder económico y político, alterando su relación con los demás sectores
económicos. Para Ponssard (2002), lo anterior también ha generado importantes cambios en
la gestión empresarial, que ha adoptado la lógica financiera como directriz.
Dada la complejidad del tema, esté deberá ser entendido en dos niveles, el primero y más
general, para referirse a la sobredimensión de la esfera financiera respecto a la productiva, y
el segundo, para señalar los cambios que dicho proceso genera en las unidades cuya
actividad no es financiera. Es decir, la financiarización se trata de un proceso, con el cual
emerge la primacía de las finanzas en la dinámica macroeconómica y en las prioridades de
empresas, hogares y administraciones públicas. Dando inicio a un nuevo patrón de
acumulación, en el que los beneficios se obtienen principalmente a través de los canales
financieros, y no de los relacionados con el comercio y la producción de mercancías, lo que
genera múltiples efectos económicos.4 De acuerdo con Orhangazi (2008) tales efectos, que
pueden ser de carácter cualitativo y cuantitativo, operan mediante tres vías: modificando la
estructura y operación de los mercados financieros, así como el comportamiento de las
empresas no financieras e influyendo en la política económica de los países.
4 La idea de un “nuevo esquema de funcionamiento macroeconómico”, ha sido mencionada por otros autores
que la han nombrado de diferentes maneras: régimen de crecimiento dirigido por las finanzas (Boyer, 2000),
economía mundial financiarizada (Epstein, 2005), régimen de acumulación financiarizado (Chesnais, 2003),
capitalismo accionarial (Plihon, 2004), capitalismo financiero (Batsch, 2002), en todos los casos se busca
señalar la nueva dinámica de la economía mundial.
5
El tema ha sido abordado desde distintos enfoques. Para los autores poskeynesianos, el
proceso de financiarización es exclusivo de la macroeconomía, siempre subordinado al
crecimiento económico, la hipótesis de la fragilidad financiera de Minsky es un buen
ejemplo de ello. Por otro lado, la forma en que han intentado identificar los vínculos que
este proceso pudiera tener con la economía real, ha sido a través del análisis de la variación
en el nivel de los salarios (Arestis, 2001; Eatwell, 2000; Kregel, 2007; entre otros).
Los regulacionistas, han centrado su atención en la liberalización financiera, que de acuerdo
con su análisis, ha sido el motor institucional de los cambios más importantes del régimen
de crecimiento (Aglietta, 2005; Rebeiroux, 2003; Orlean, 1999; entre otros). Sin embargo,
no han logrado definir las repercusiones del proceso sobre la lógica empresarial. Lo que sí
han conseguido los autores provenientes de la economía de la empresa (Coutrot, 1998;
Hancké, 2006, Sauviat, 2001; entre otros), al centrar su análisis en los vínculos entre la
financiarización y los cambios acontecidos en la gestión empresarial, enfatizando que
actualmente ésta se encamina a garantizar el crecimiento del valor accionarial de la
empresa y no su productividad.
Los autores de carácter Marxista (Husson, 2008; Dúmenil y Levy, 2004; entre otros) han
puesto su atención en la naturaleza y el origen de este proceso, concluyendo que se trata de
la respuesta del capital ante la caída de la tasa de ganancia en el marco de la crisis de
acumulación iniciada en los años setenta.5 Estos autores destacan el efecto que el proceso
ha tenido sobre el salario, al relegarlo a variable de ajuste del sistema y por tanto a un fuerte
retroceso. En el mismo sentido autores como Black, Gospel y Pendleton (2005) han
descrito las transformaciones que ha sufrido la organización laboral, principalmente la
dinámica de los sindicatos. Y recientemente, han comenzado a desarrollarse interesantes
líneas de investigación relacionadas con los efectos secundarios del proceso, por ejemplo,
el papel del crédito como sustituto del salario.
Existen algunas ideas generales presentes en la mayoría de los trabajos hasta ahora citados
y que se refieren a las características más esenciales del proceso de financiarización.
Primera, la financiarización es un resultado de la nueva era de cambios que comenzó con la
primera crisis del petróleo de 1973 a 1974, que marcó el fin del largo auge de la posguerra;
desde entonces, la acumulación real ha tenido un aumento precario, pero el sector
financiero ha crecido de manera extraordinaria en lo que respecta a empleo, utilidades y
tamaño de las instituciones y los mercados; ha habido desregulación, cambio tecnológico e
institucional, innovación y expansión mundial. Lo que ha hecho posible que el sector
financiero esté ahora presente en todos los aspectos de la sociedad de los países, no sólo
desarrollados, sino también en los subdesarrollados. De esta manera la clase capitalista ha
encontrado nuevas fuentes de ganancias en los modernos mecanismos financieros; lo que
ha generado una serie de efectos sobre el aparato productivo de los países, así como en la
situación económica de los trabajadores; rasgos que aún están por ser evaluados.
5 Ante el pobre desempeño de la tasa de crecimiento de la economía real, el capitalismo se ha vuelto cada vez
más dependiente de las ganancias provenientes de las actividades financieras, para poder incrementar el
capital (Dúmenil y Levy, 2004).
6
La segunda, se refiere al incremento en la adquisición de activos financieros,
principalmente de corto plazo, por parte de empresas no financieras. Lo que obedece a la
búsqueda de nuevos canales para la obtención de mayores ganancias, en periodos de
tiempos cada vez más cortos, que en gran medida ha sido posible gracias a la revolución
tecnológica en el campo del procesamiento de la información y las telecomunicaciones que
ha tenido grandes repercusiones en la esfera de la circulación. Los clásicos del marxismo
pensaban que los bancos cumplían una función integradora en la economía capitalista al
recopilar información, transferir recursos mediante la sociedad y facilitar la nivelación de la
tasa de ganancia; pero la financiarización cambió las cosas de manera drástica, dado que la
innovación financiera, no sólo transformó la función de los bancos, sino también los
medios para llevarla a cabo, y con ello alteró las vías de obtención de financiamiento y
ganancia de las empresas no financieras.
Además, durante el mismo periodo, se llevaron a cabo profundos cambios institucionales y
políticos, sobre todo la desregulación de los mercados de trabajo y del sistema financiero, y
el reemplazo del keynesianismo, característico del largo auge, por el neoliberalismo. Lo
que no sólo propició el crecimiento acelerado del sector financiero, sino que de acuerdo con
diversos autores como Sweezy (1994), Foster (2007) y Stockhammer (2009), contribuyó a
que paulatinamente la inversión financiera comenzara a sustituir a la inversión física;
gestándose una relación inversa entre el sector financiero y el real; que constituye la tercera
de las ideas centrales y que explicaría en gran medida los recientes cambios en el panorama
económico internacional.
1.3 Naturaleza y origen del proceso.
La crisis de los años setenta se pareció desde muchos puntos de vista a la del fin del siglo
anterior. No se redujo a un incidente pasajero, se trató de un fenómeno profundo y
duradero, de una crisis estructural cuyos primeros signos aparecieron en Estados Unidos ya
desde finales de los años sesenta. La lista de sus diversos componentes es larga. El
crecimiento y el progreso técnico resultaron afectados; índices de inflación récord se
registraron en los países capitalistas avanzados durante los años setenta; los salarios
entraron en un periodo de virtual estancamiento; la tasa de ganancia se derrumbó; y, sobre
todo, el pleno empleo fue remplazado por una gran ola de desocupación. Por lo tanto, es en
los efectos de esta crisis (la baja de la rentabilidad del capital y sus consecuencias en los
ingresos de las clases dirigentes) donde se debe buscar el origen del proceso de
financiarización.
Son diversas las explicaciones que se le han dado a este proceso, sin embargo, es posible
agruparlas en tres principales teorías. La primera, considera a la financiarización como una
etapa de las ondas largas que caracterizan al capitalismo, es decir, no se trata de un
“capitalismo particular”, sino que forma parte de su comportamiento “natural”. Para
Arrighi (1994, 2003, 2005), se trata de la fase que marca el final, no sólo de un periodo de
auge, sino de la hegemonía del país en turno. Argumenta que las condiciones económicas
que precedieron a la caída de los dos últimos países hegemónicos, parecieran comenzar a
configurarse nuevamente, por ejemplo, cambios en el funcionamiento de la economía real
(negativos), reducción del poder de la nación hegemónica y un reclamo generalizado de la
sociedad, que padece los costos de la sobredimensión de la esfera financiera.
7
Para la segunda teoría, la financiarización es resultado de las medidas de política
económica promovidas por el paradigma neoliberal, es decir, se trata de una variante
perversa del capitalismo, que fue la respuesta al estancamiento del sector productivo, que
amenazaba las ganancias del capitalista. De acuerdo con diversos autores (Crotty, 2005;
Sweezy, 1997; Amin, 1996), este proceso explica en gran medida las características del
modelo neoliberal: lento crecimiento de los niveles de empleo; endeudamiento creciente de
los países subdesarrollados y de la sociedad en general; política fiscal restrictiva, derivada
de la promoción por parte de los organismos internacionales de programas de austeridad; y
bajos niveles de crecimiento económico.
Y finalmente, está la teoría, para la cual, el proceso de financiarización es resultado de la
evolución de la esfera financiera. Por lo tanto, es resultado de la gran masa de recursos que
circula en los mercados financieros en busca de mayores rendimientos. Lo que ha sido
posible, gracias a la globalización financiera que se ha desarrollado de forma vertiginosa en
los últimos treinta años, y cuyos efectos no se han limitado al ámbito financiero, sino que
también han modificado la dinámica del sector real. Principalmente, porque se ha
promovido una mayor participación de las empresas no financieras en actividades de
carácter financiero, con lo que se ha alterado la lógica de estas, que han dejado de
comportarse como unidades de producción, y han adoptado un comportamiento más
parecido al de los agentes financieros. De esta manera, la financiarización es causa y no
consecuencia del periodo de baja acumulación que siguió a los años de la posguerra, dado
los efectos negativos que ha significado para la inversión real (Stockhammer, 2004).6
1.3.1 Estados Unidos: Origen de la financiarización
La mayoría de los autores interesados en el tema, han identificado el origen de la
financiarización en las economías desarrolladas, específicamente, en la estadounidense, por
lo que, la revisión de los factores que conformaron esta nueva fase del capitalismo, debe
partir de los eventos relacionados con el fenómeno, que se llevaron a cabo en dicha nación.
La crisis de 1929 fue responsable de una prolongada contracción, que provocó una enorme
expansión de la regulación financiera y la creación de instancias regulatorias, por ejemplo,
el Acta Bancaria de 1933, no sólo creó la Corporación Federal de Seguro de Depósitos
(FDIC, por sus siglas en inglés) para enfrentar pánicos bancarios, también estableció la
separación de las empresas de valores de los bancos comerciales, y prohibió a estos últimos
garantizar créditos con fines especulativos y el pago de intereses con depósitos. Sin
embargo, como Minsky argumentó en su momento, las instituciones financieras
respondieron a cada medida de regulación innovando, estableciendo nuevas prácticas e
instrumentos que pudieran evadir dicho marco regulatorio. Con el tiempo, la tendencia
creciente hacia comportamientos de índole especulativa serían cada vez más difíciles de
atenuar (Wray, 2007).
6 Para mayor profundización en la discusión sobre la naturaleza del proceso de financiarización, se
recomienda la revisión de las siguientes fuentes: Orhangazi, 2008; Krippner, 2005; Stockhammer, 2004;
Arrighi, 1999 y Froud, 2006.
8
En 1944, la conferencia de Bretton Woods no sólo significó el establecimiento del Fondo
Monetario Internacional y del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, sino que
marcó el fin del nacionalismo económico, e impuso la noción de mercados abiertos. Si bien
los países seguirían preservando su interés nacional en las relaciones monetarias y
financieras mundiales, ya no lo harían desde la perspectiva de bloques comerciales y de
esferas económicas de influencia.
La década de los setenta, estuvo marcada por una costosa crisis, ante la cual los países
industrializados optaron por un cambio de modelo económico, dejando a un lado las
políticas de corte keynesiano. Lo que significó una transformación estructural, que aunada
al final de los acuerdos de Bretton Woods, propició un nuevo contexto internacional. Dicha
crisis, significó para la economía estadounidense una serie de efectos negativos, en el
ámbito productivo redujo sustancialmente los beneficios empresariales, así como la
distribución de dividendos entre los accionistas, mientras que en el ámbito financiero,
provocó un fuerte proceso inflacionario que menguó el valor de los préstamos y demás
inversiones financieras. La clase acomodada fue quien resultó más afectada, por lo que
decidió parapetarse tras la ideología neoliberal, que ante la incapacidad de las políticas de
corte keynesiano para solucionar el problema, parecía ser la mejor opción (Duménil y
Levy, 2005).
De esta manera, los poderes industriales y financieros presionaron al gobierno
estadounidense para que realizara importantes cambios de política económica, así como una
reestructuración a gran escala de la dinámica económica y de las instituciones; gestándose
la llamada “revolución conservadora”, que contó con el apoyo del presidente
norteamericano Ronald Reagan, la primera ministra británica Margaret Thatcher y el
canciller alemán Helmut Kohl. Esta “revolución” estuvo compuesta por una serie de
medidas que Huffschmid (2002) denomina como “contrarreformas neoliberales”, y cuyo
principal objetivo fue revertir la tendencia de la rentabilidad a través de políticas
encaminadas a recomponer las condiciones propicias para la valorización del capital, por
ejemplo, fomentando una generalizada privatización, desreglamentación, liberalización y
apertura comercial irrestricta de las distintas economías.7
En 1986, a través de la “reinterpretación” de la Ley Glass-Steagall, se permitió que los
bancos comerciales generaran el 5% de sus ingresos brutos en operaciones de banca de
inversión. Un año después, se suavizaron las restricciones de dicha ley, permitiendo ciertas
actividades de compra-venta de papel comercial, bonos municipales y valores respaldados
por hipotecas (Davidson, 2009). Tres años más tarde, se aprobaron nuevas excepciones, por
ejemplo, se autorizó que los bancos vendieran acciones y emisiones de deuda, inicialmente
se fijó un límite de 5% a los ingresos brutos generados por estas nuevas operaciones; pero
meses después dicho límite se hizo más holgado.
7 Huffschmid (2002) denomina a las reformas estructurales como “contrarreformas neoliberales”, con la
intención de mostrar que la ofensiva del capital es precisamente contra aquellas reformas conquistadas por la
clase trabajadora al finalizar la II Guerra Mundial (pleno empleo, salarios crecientes, empleos estables,
seguridad social, pensiones públicas, servicios sociales públicos, etc.).
9
En 1999, tras diversos esfuerzos y con el apoyo del Presidente Clinton, finalmente fue
eliminada la Ley Glass-Steagall, y aprobada la Gramm-Leach-Bliley que permitía que
bancos de cualquier tamaño pudieran involucrarse en una gama más amplia de actividades
financieras, ofreciendo productos y servicios sin restricciones regulatorias. Esta
modificación permitió que los bancos comerciales expandieran su radio de actividades en
mercados restringidos a los bancos de inversión y que los bancos de inversión se
expandieran a actividades reservadas a bancos comerciales. Junto con estas modificaciones
a la estructura institucional regulatoria hubo dos cambios importantes referentes a los
bancos centrales: la autonomización de esas entidades del estado, y su concentración, en
muchos casos exclusiva, en el control de la inflación.
Así, la liberalización y desreglamentación de los mercados financieros internacionales,
significó la eliminación de las restricciones que se habían impuesto al desarrollo
especulativo y cuasi autónomo de las finanzas durante el periodo keynesiano. Que entre
otros efectos, promovió que los tenedores del capital ampliaran su demanda de productos
financieros, como mecanismo de manutención y extensión de ganancias, obligando a las
instituciones financieras norteamericanas a emitir una serie de nuevos instrumentos
financieros: futuros, opciones, derivados, fondos de cobertura, etc.8 Por lo tanto, la
liberalización financiera fue un requisito indispensable para la conformación del proceso de
financiarización, pero a su vez, este afianzó al primero, es decir, se trata de procesos
complementarios.
Las reformas políticas, económicas y monetarias llevadas a cabo durante este periodo
configuraron paulatinamente una era caracterizada por la especulación financiera y el
estancamiento económico, que colocaron a la economía estadounidense en un callejón sin
salida, por un lado, el estancamiento del sector real significó que los capitalistas se
volvieran cada vez más dependientes al crecimiento del sector financiero para preservar e
incrementar sus ganancias, y por el otro, la estructura financiera de la economía capitalista
no pudo ampliarse de manera independiente al sector productivo, con lo que se generaron
burbujas especulativas, uno de los mayores problemas del capitalismo actual.9
La economía estadounidense durante los últimos treinta años, presenta lo que Sweezy
(1989) denominó como las “tres tendencias implícitas del capitalismo reciente”, de manera
simultánea y estrechamente vinculadas bajo la siguiente lógica: aparición de empresas con
mayor capacidad de control sobre el mercado, que se traduce en poder financiero, y que a
su vez les permite obtener mayores beneficios, gestándose un proceso de financiarización,
que reduce la inversión destinada hacia actividades realmente productivas. Limitando la
acumulación de capital, y con ello frenando el crecimiento y el desarrollo económico.
8 El objetivo inicial de la profusión de instrumentos financieros fue asegurar los riesgos cambiarios y
financieros, pero luego se convirtieron en fuente de especulación financiera (Salama, 1998). 9 Desde un enfoque postkeynesiano el comportamiento de los mercados es irracional y presenta una serie de
vicios en su funcionamiento, como la incertidumbre que impera en ellos y la fragilidad constante en la que
actúan los inversionistas, dichos vicios se ven potenciados cuando se transita de estructuras financieras
estables a estructuras desreguladas.
10
Dúmenil y Levy (2005) agregan, que sin importar el grado de expansión que ha logrado el
proceso de financiarización, éste no ha sido capaz de resolver el estancamiento del sector
real norteamericano. Dado que si bien es cierto que dicho proceso es responsable de la
relativa recuperación durante la década de los noventa, también es cierto que resultó
insuficiente tanto para recuperar la tasa de acumulación y crecimiento a una escala
comparable a la del periodo de posguerra, como para inaugurar una nueva onda larga de
prosperidad sostenida.
1.3.2 Factores responsables de la consolidación del proceso.
Resulta imposible entender el extraordinario crecimiento del sector financiero sin
considerar la globalización de los mercados de dinero y capitales, que tomó impulso
durante la década de los ochenta, debido a diversos factores, entre los que destacan: la
acumulación de grandes masas de ahorro de los países exportadores de petróleo y su
reciclaje en activos financieros, el crecimiento de los fondos de pensiones de las economías
desarrolladas; la consolidación de grandes corporaciones privadas, industriales y de
servicios, cuyas cajas de tesorería engordaron en forma espectacular; la desregulación de
los principales mercados financieros del mundo, que permitió a los llamados inversionistas
institucionales (sociedades mutualistas, bancos de inversión y comerciales, corporaciones
privadas, compañías de seguros) operar fuera de los segmentos en los que anteriormente se
dividían los mercados, en función de la especialización de actividades; la liberación de los
movimientos de capital en la mayoría de los países del mundo, en particular en los llamados
mercados emergentes, y la revolución tecnológica en materia de telecomunicaciones,
sistemas de cómputo y, en general, las llamadas "tecnologías de la información".
De esta manera fue posible, por una parte, la integración horizontal de los mercados
bursátiles, de tal forma que éstos operan las 24 horas del día, los 365 días del año, y se
entrelazan de manera automática, gracias al avance de las redes electrónicas y los sistemas
de procesamiento de la información; por otra parte, se desarrollaron y perfeccionaron
instrumentos bursátiles, más allá de los tradicionales bonos, acciones, y el papel comercial
de corto plazo, que permitieron la integración vertical de los mercados (el presente con el
futuro). Y es que si bien es cierto que desde la década de los setenta los banqueros y
corredores de valores habían, con cierta regularidad, inventado nuevas formas de
operaciones de futuro, opciones y derivados sobre la deuda gubernamental y corporativa,
incluida la flotación de bonos respaldados con los flujos de pagos de las deudas
hipotecarias, la maquinaria para la invención de fórmulas que permitieran dispersar riesgos,
entró en plena operación en la década de los noventa y los primeros años del siglo XXI.
Lo que aunado a la política de bajas tasas de interés, explica en gran medida la abrupta
expansión del crédito durante dicho periodo, que de acuerdo con diversos autores guarda
estrecha relación con la crisis de 2007-09. Los bancos vieron alterada su función, ahora, su
principal fuente de utilidad ya no estaba localizada en el margen financiero, sino en las
comisiones cobradas por el otorgamiento del crédito y en los honorarios por la venta de
esos créditos a distintas entidades financieras. A este cambio de modelo de operación
bancaria, le acompañaron nuevos agentes institucionales, nuevos instrumentos y nuevos
mercados, todos operando al margen de la regulación. De esta manera surgió un sistema
financiero alternativo y complementario al mismo tiempo: “el sistema bancario en la
11
sombra”, compuesto de instituciones financieras que toman dinero prestado a corto plazo
en mercados revolventes, se apalancan significativamente y prestan e invierten a largo
plazo en activos ilíquidos.
En resumen, la globalización financiera ha sido la tónica del desarrollo del sistema
mundial, capitalista y emergente, impulsada por el progreso tecnológico en materia de
información, la constante innovación financiera y la liberalización casi universal de los
mercados de dinero y capital. Con el tiempo las operaciones financieras se concentraron en
unas cuantas empresas registradas en un puñado de países. El volumen de operación de
estas empresas se tornó superior al producto de regiones enteras. Por lo tanto, sus
decisiones de inversión comenzaron a tener relevancia en el sistema financiero en su
conjunto, de modo que el riesgo de esas decisiones ya no sólo recae en los accionistas de
esa empresa individual, sino que tienen efecto en muchas otras empresas y mercados. De
esta manera, al riesgo moral se añadió el sistémico, uno de los efectos de la evolución del
sistema financiero que más interés ha generado entre los estudiosos del tema.
1.4 La relación entre sectores
Durante las últimas décadas, la relación entre el sector financiero y el productivo se ha visto
alterada, principalmente por la implementación generalizada de medidas como la apertura
al capital extranjero, la privatización progresiva de los sectores productivos, así como de las
coberturas sociales, y la liberalización y desregulación de los mercados, además de la
internacionalización del capital financiero. Fueron los organismos internacionales como el
Fondo Monetario Internacional y el Banco mundial, quienes presionaron a la mayoría de
los países a llevar a cabo dichas reformas.10
A partir de tales reformas, el debate sobre la naturaleza de la relación entre ambos sectores,
se ha vuelto tema central en la discusión económica. Al respecto es posible identificar tres
principales posturas: la primera considera que el desarrollo del sector financiero tiene un
efecto positivo sobre el crecimiento económico de una nación, por lo tanto, una
liberalización financiera, no sólo implica la expansión de dicho sector, sino que conlleva
una mejor asignación de los recursos entre las diferentes ramas económicas, privilegiando a
los proyectos de inversión más rentables y con mejores perspectivas de éxito, lo que se
traduce en una mayor tasa de inversión, de crecimiento y un ritmo más elevado de creación
de empleo. Es decir, los mercados financieros canalizan el ahorro hacia las empresas y los
gobiernos que necesitan financiamiento, favoreciendo la inversión productiva. Y dado que
los mercados financieros garantizan una evaluación confiable de la rentabilidad de los
proyectos económicos y el financiamiento de la innovación, clave para el crecimiento, el
nivel de riesgo se reduce considerablemente, a lo que también contribuyen los mercados de
10 En el caso de los países subdesarrollados, también las instituciones financieras privadas se proclamaron a
favor de las reformas de corte neoliberal, en primer lugar, porque permitieron que dichos países refinanciaran
su deuda externa en términos y condiciones determinados por el mercado, es decir, más favorables al capital
privado; en segundo, porque la liberalización de la cuenta de capital abrió las economías nacionales a las
operaciones financieras internacionales. Ambas reformas quedaron plasmadas en el Plan Brady, por lo que
desde el punto de vista de los países en desarrollo, se puede considerar que dicho plan fue el comienzo de su
financiarización: al adoptarlo, estos países abrieron sus puertas a una enorme afluencia de capitales y,
asimismo, se comprometieron a poner en práctica más reformas de liberalización financiera.
12
derivados. De esta manera, la especulación no tiene efectos desestabilizadores, de hecho,
los movimientos de capitales financieros propician una redistribución a escala global de la
inversión, dado que esta se dirige hacia los países que ofrecen mayores utilidades, contrario
a lo que sucede si se implementan restricciones nacionales a los movimientos de capitales,
ya que se restringe y se distorsiona el desarrollo financiero y, en consecuencia se frena el
crecimiento de la economía (Goldsmith, 1969; McKinnon, 1973; Shaw, 1973; Odedokun,
1996; Levine, 2004).11
Por lo tanto, la reducción del costo de capital y el incremento de la eficiencia en la
asignación de los recursos constituyen los canales directos a través de los cuales el plano
financiero repercute sobre el real de manera positiva. Y se supone que una mejor
asignación del capital deriva en crecimiento económico porque se incrementa la
productividad total del capital.12 Sin embargo, para autores como Stockhammer (2009) y
Orhangazi (2008), los resultados económicos de los últimos años distan mucho de respaldar
los argumentos antes mencionados. Para estos autores, el desarrollo del sector financiero
tiene un papel muy importante en el crecimiento económico, pero con el tiempo, éste se ha
desvirtuado, adoptando un carácter potencialmente negativo. Lo anterior, constituye la
segunda de las posturas sobre la relación entre ambos sectores, y a partir de ella se busca
explicar el riesgo sistémico y los problemas de especulación que han caracterizado a la
economía mundial durante los últimos años.
Se plantea la posibilidad de que la inversión financiera sustituya a la productiva, dado que
los recursos disponibles de las empresas no financieras pueden ser invertidos en activos
financieros o reales, dependiendo de la rentabilidad ofrecida por cada uno de ellos. Así, en
periodos en los que los activos financieros ofrezcan tasas de rentabilidad notablemente
superiores a las de los proyectos de inversión productiva, una mayor cantidad de fondos
serán invertidos bajo la forma de capital financiero y, como resultado, menos recursos
estarán disponibles para inversiones productivas. A pesar de que la financiarización
signifique una fuerte compenetración entre las finanzas y la industria, que propicia una total
libertad de localización, de los sitios de financiamiento, producción y comercialización, los
capitales regularmente se dirigen a un sector en particular: el financiero, lo que origina que
el peso de las finanzas en la lógica empresarial sea cada vez mayor, hasta el punto de
volverse la lógica dominante, es entonces cuando el desarrollo del sector financiero
condiciona el del productivo (Duménil y Lèvy, 2004; Krippner, 2005; Orhangazi, 2008).
Ante la evidencia reciente, el supuesto de que los mercados de capitales desregulados
funcionan perfectamente parece basarse más en aspectos teóricos e ideológicos que en
11 Mckinon-Shaw son los autores de la llamada "Teoría de la represión financiera", según la cual, el restringir
el funcionamiento del sistema financiero tiene un efecto negativo sobre la economía, debido a que se genera
una ineficiente asignación de los recursos. 12 Es importante destacar que un proceso de liberalización financiera se desarrollará de acuerdo a las
condiciones de índole económica, social, financiera y gubernamental, con las que cuente el país en cuestión al
momento de iniciar el proceso. Por ejemplo, los países con un sector bancario desarrollado cuentan con
mejores condiciones para generar proyectos de inversión que puedan impulsar el crecimiento económico,
debido a la mayor y mejor disponibilidad de recursos financieros (Xu, 2000).
13
hechos reales.13 De hecho, para Stiglitz (2002) los procesos de liberalización financiera
tienden a incrementar la volatilidad de los mercados financieros, lo que implica un mayor
riesgo para la inversión, aminorando la tasa de crecimiento de la economía real. A esto se
suma que en épocas de crisis, las inversiones en investigación y desarrollo, infraestructuras
y los gastos destinados a incrementar la productividad, tienden a limitarse, frenando
también el crecimiento de largo plazo.14
Además, para que el proceso de liberalización financiera se traduzca en un descenso del
costo del capital para las empresas, en una mejora de la eficiencia de los mercados
financieros y por ende, en mayores tasas de crecimiento económico, es necesario que esté
acompañado de crecientes flujos internacionales de capital. Para lo cual se debe
implementar una serie de medidas que atentan contra la estabilidad macroeconómica de los
países, entre las que destaca, una tasa de interés por arriba de lo recomendable y un tipo de
cambio fijo. Otro aspecto a tomar en cuenta es la composición de dichos flujos. Si
predominan los de capital a largo plazo, dirigidos a la inversión real, es posible que en
efecto contribuyan al crecimiento del sector real, pero generalmente están constituidos por
capitales de corto plazo, responsables de períodos de gran inestabilidad, que se intensifican
cuando este efecto negativo alcanza a los capitales de largo plazo, afectando de manera
negativa las inversiones productivas.
Finalmente, la tercera de las posturas señala que no existe relación alguna entre el
desarrollo de ambos sectores (Robinson, 1952 y Lucas, 1988). Sin embargo, son diversos
los vínculos que se han establecido entre ellos, por lo que la existencia de su relación ha
dejado de cuestionarse. Así, dicha relación no sólo ha sido probada, sino que se ha
establecido que su importancia es tal, que determina la evolución de ambos sectores. El
debate ahora se centra en determinar el sentido y carácter de la relación, así, como en los
efectos que de ella se deriven. Resulta evidente que la globalización financiera ha
significado cambios drásticos en el desenvolvimiento del ámbito financiero, sin embargo,
también el productivo ha experimentado modificaciones, y es precisamente en estas, en las
que se debe profundizar.
1.5 Los efectos derivados del proceso de Financiarización
A partir de los cambios en la relación entre el sector financiero y el productivo, derivados
del proceso de financiarización han surgido una serie de interrogantes sobre el carácter útil
o nocivo del crecimiento de la configuración financiera asociada con el neoliberalismo, por
ejemplo: ¿la transformación de las empresas no financieras es similar al de las financieras?,
¿se ha incrementado la participación de las empresas no financieras en actividades
financieras?, o ¿el desarrollo de las finanzas ha significado un incremento de la inversión?
13 Entre las imperfecciones del mercado financiero, destacan la información asimétrica y la competencia
imperfecta, que tienen un efecto negativo sobre el crecimiento económico (VanWinjbergen, 1983). 14 Ante el argumento de que la recuperación que presentan la mayoría de los países en el periodo inmediato
siguiente a liberalizar sus mercados, autores como Levine (1995) mencionan que es probable que dicha
recuperación obedezca en gran medida al momento favorecedor del ciclo económico y no tanto a la
liberalización. Por lo tanto, si no se considera este factor es posible sobrevalorar el efecto producido por el
proceso de liberalización financiera.
14
Se han configurado dos principales respuestas, los defensores de las ventajas de las
actividades financieras, no es necesario decirlo, pertenecen al campo neoliberal. Su
argumentación es simple: la función primera de las finanzas es, como su nombre lo indica,
financiar la economía, y lo hace brillantemente, como lo demuestra el apetito de los
inversionistas por el capital de riesgo, las famosas “start-ups”. De acuerdo con ellos, las
ganancias no deben quedar en las empresas sino que deben recuperar su autonomía
mediante su transferencia a los poseedores de fondos, accionarios o crediticios, individuos
o empresas financieras, para redistribuirlas a las empresas del modo más eficiente; de este
modo se puede imponer cierta disciplina a los administradores; las tasas de interés elevadas
y los grandes dividendos son, por lo tanto, factores de progreso; unas finanzas potentes son
beneficiosas para el conjunto de la economía. Los detractores del neoliberalismo sostienen,
por el contrario, que la actividad financiera desvía de la inversión productiva a los
poseedores de capital, por lo tanto la inversión financiera resulta ser un sustituto de la
inversión. De acuerdo con Duménil y Lévy (2007) la respuesta a este debate, se desprende
de la simple comparación de la tasa de ganancia y de la de acumulación, que refuta la
argumentación neoliberal.
De acuerdo con el enfoque neoliberal, la apertura financiera mejoraría el flujo del ahorro
del extranjero a los países que enfrentasen una escasez de capital; además, reduciría los
riesgos para los inversionistas, nacionales y extranjeros, debido a la posibilidad de
diversificar los activos fijos. Asimismo, la apertura financiera ayudaría a los países a hacer
frente a los problemas de su balanza de pagos y, como consecuencia, les permitiría ajustar
de manera flexible la demanda interna. Finalmente, la eficacia de los sistemas financieros
nacionales aumentaría debido a la competencia entre las instituciones financieras
nacionales y las extranjeras y, posiblemente, debido a la exposición al mercado financiero
internacional (Levine, 1996 y Poret, 2001). Otro importante argumento utilizado en el
proceso que permitió la liberalización financiera fue que la libertad de movimiento del
capital reduciría la autonomía de los países en desarrollo para la formulación de su política
económica. Con esto, tendría lugar una mayor homogeneización de las políticas
económicas "buenas" en la economía mundial.
En relación con el párrafo anterior, en efecto, posterior a la liberalización financiera, se
incrementaron considerablemente los flujos de capital hacia los países subdesarrollados, de
igual forma se llevó a cabo cierta homogenización de la política económica implementada
en los distintos países, esto a través de las condiciones exigidas por los organismos
internacionales para la autorización de los préstamos. Sin embargo, este periodo culminó
con una serie de crisis, primero en las naciones emergentes (México en 1994, sureste
asiático en 1996-1997, Rusia en 1998, Brasil en 1998-1999, Turquía en 2000, Argentina en
2001-2002) y recientemente en las llamadas desarrolladas (Estados Unidos, 2008), con lo
que resulta fácil comprender las dudas que se han generado sobre los numerosos beneficios
que el enfoque neoliberal le ha asignado al proceso de financiarización que se consolidó a
través de la liberalización financiera.
De acuerdo con Kremp (2008), la reducción de su autonomía en términos de política
económica obligó a los distintos gobiernos a garantizar los rendimientos financieros de los
mercados internacionales de capital, gestándose un nuevo modelo de gestión empresarial,
encaminado a desarrollar estrategias que permitieran a las sociedades no financieras,
15
obtener mayores beneficios, además, se originaron cambios en las opciones de inversión y
financiamiento de las empresas, gobiernos y hogares, que pasaron a ser altamente líquidas y
supeditadas a la lógica de obtención de rendimientos a corto plazo. De esta manera se
conformó un nuevo contexto económico internacional, caracterizado por la
financiarización, que en efecto, generó una serie de cambios a nivel macro y
microeconómico, con repercusiones en el ámbito laboral y social.
1.5.1 En el ámbito macroeconómico.
En este ámbito son diversos los fenómenos derivados del proceso de financiarización: el
surgimiento de un conjunto de entidades, mercados y prácticas, alejadas de cualquier tipo
de supervisión, conocido como el sistema bancario en la sombra; innovaciones financieras
que cubren el mundo instantáneamente con instrumentos cada vez más opacos, con una
estructura financiera interna difícilmente comprensible, que oculta el riesgo que implica; un
proceso brutal de concentración de las operaciones en unas cuantas firmas, cuyas
decisiones tienen un impacto global que rebasa ampliamente sus capacidades de acción; la
aparición de inversionistas institucionales que se han convertido en protagonistas de los
mercados financieros; la consolidación del riesgo sistémico como factor decisivo en el
funcionamiento del sistema financiero internacional; mecanismos de supervisión
inadecuados por su carácter nacional y por su incomprensión de los entes supervisados.
Todo esto ha desvirtuado la principal función del sistema financiero dentro del sistema
económico capitalista; canalizar los recursos ahorrados por los agentes económicos con
superávit hacia las empresas dispuestas a invertir o hacia los hogares con deseos de
consumir por encima de sus ingresos. Bajo este esquema los bancos fueron los principales
actores al funcionar como intermediarios financieros, recogiendo fondos ahorrados en
forma de depósitos y destinándolos a la inversión y al consumo en forma de préstamos. Sin
embargo, actualmente los mercados financieros tienen una lógica y un funcionamiento
diferente. Las finanzas se han vuelto aún más sensibles a las señales que indican ganancias
o pérdidas eventuales. Cada vez sus mecanismos se encuentran más alejados de sus bases
en la producción, lo que se traduce en fragilidad e inestabilidad financiera. Y es que
mientras en las actividades productivas, los capitales presentan un fuerte arraigo dado que
gran parte de ellos están inmovilizados en edificios o máquinas, lo que impide su fuga
espontánea, con lo que su eficiencia y rentabilidad quedan condicionadas al compromiso de
largo plazo, en las actividades relacionadas con el ámbito financiero, evidentemente no
funciona de la misma manera. De hecho, se trata de participar cuando los mercados se
encuentran en auge, y de poder pronosticar el fin de dicha etapa para inmediatamente
abandonar el juego.
Los inversores institucionales, son muestra del nuevo comportamiento del sector
financiero; se trata de agentes que reciben dinero para comprar dinero, obtienen excelentes
rendimientos a través de la especulación financiera. Es decir, los recursos financieros son
reinvertidos en actividades financieras, cada vez se ejecuta menos la tradicional tarea de
recibir recursos para financiar inversiones reales.15
15 Los inversores institucionales se clasifican fundamentalmente en tres categorías de agentes: fondos de
pensiones, de inversión y compañías de seguros. Su negocio reside en vender cuanto antes los títulos que
16
El factor que ha contribuido a la expansión de la lógica antes descrita, es la exigencia
constante que se le hace a la inversión de mantener costos mínimos y una tasa de
rentabilidad segura. En el momento en que el capital no encuentra destino suficientemente
rentable en la inversión productiva, se desplaza a los diferentes mercados financieros (véase
anexo, G9 y T3). Entonces, pareciera que el estancamiento productivo se trata de una
consecuencia ineludible del proceso de financiarización, lo que resulta una contradicción, si
se considera que fue parte de la estrategia para revertir la tendencia al estancamiento de las
economías capitalistas (véase anexo, G10 y G11).16
Para los países subdesarrollados, esta lógica implicó un gran flujo de capitales provenientes
de los países industrializados, durante la primera mitad de la década de los noventa. Dicho
flujo no sólo se detuvo en el momento en que las condiciones dejaron de ser las propicias
para la obtención de rendimientos, sino que dio paso al retiro masivo de capitales, que
aunado a la elevada vulnerabilidad de los países subdesarrollados ante choques externos dio
como resultado la serie de crisis que caracterizó a la última década del siglo. Sin embargo,
años más tarde el flujo cambió de dirección, como resultado de los descalabros financieros
y de la búsqueda de una mayor estabilidad, es decir, los países subdesarrollados
comenzaron a depositar sus capitales en los mercados de los países industrializados,
además de acumular reservas en divisas, lo que implica no utilizar productivamente los
fondos recibidos. Ambos periodos han significado explotación financiera para los países
emergentes. El primero de ellos terminó con una serie de crisis financieras, y en el segundo
se configuró el creciente endeudamiento en el que han tenido que incurrir estos países para
poder seguir enviando capitales, principalmente a Estados Unidos.
En ambos periodos los países subdesarrollados han visto comprometida su autonomía en
términos de política económica, en el primero por la subordinación a los organismos
internacionales, derivada de los distintos préstamos recibidos a lo largo de la década. Y en
el segundo, a lo anterior se sumaría el poder económico que han ganado las instituciones
financieras en estos países, dado que son los principales titulares de los títulos de deuda
pública emitidos por dichos países.17 Actualmente los mercados financieros se han
convertido en la figura más poderosa de opinión global, capaz de desestabilizar una
economía, por ejemplo, cuando los mercados opinan que determinada política no es la
correcta, expresan su desacuerdo a través de la tasa de interés y el tipo de cambio, con lo
que complican el éxito de dicha propuesta, es decir, autocumplen su opinión inicial. De esta
manera la política económica queda sujeta a la opinión incierta de los mercados financieros.
El proceso de financiarización ha acentuado la tendencia intrínseca del capitalismo, ya
detectada en su momento por Minsky (1986), a que los agentes económicos en aras de
mayores beneficios, adoptan posiciones de creciente fragilidad financiera, incrementado el
reciben y obtener la ganancia más elevada posible. Estos títulos, que son sus activos financieros, a la vez, son
los pasivos financieros de las empresas, los gobiernos y las familias, cuyo comportamiento se modifica. 16 De acuerdo con Foster (2007), el estancamiento en el sector real y la inflación en el financiero, son
resultado del proceso de financiarización. 17 En el año 2000, las instituciones financieras eran titulares de 57% del total de la deuda interna de los países
emergentes, y para 2005, la proporción había alcanzado el 80%; en particular, la cantidad de títulos de deuda
pública en manos de los bancos aumentó en todos esos países (Panceira, 2011).
17
grado de vulnerabilidad económica de las naciones ante choques externos o ataques
especulativos.18 Para este autor, la inestabilidad económica es ineludible, dado que es
resultado de los periodos de estabilidad, dado que es cuando se relajan los colchones de
seguridad y se multiplican los créditos especulativos y de tipo Ponzi. Es esta nueva lógica,
la causa motriz de la crisis que el capitalismo enfrentó en 2007-08.
1.5.2 En el ámbito microeconómico.
Autores como Crotty (2005), Duménil y Lévy (2005) sostienen que la esfera financiera ha
comenzado a detraer recursos que anteriormente estaban destinados al sector productivo,
principalmente a través de tres estrategias: aumentando el porcentaje del beneficio
empresarial destinado a dividendos, mecanismos de recompra de acciones por parte de las
propias empresas, y altos tipos de interés real. Lo que explicaría los menores ritmos de
acumulación y las altas tasas de desempleo que han imperado en los últimos años (Gráfica).
La financiarización ha modificado el funcionamiento y la estructura de las empresas,
induciéndolas por un lado a reducir su tamaño, y por el otro a incrementar el pago de
dividendos, es decir, a reducir costos y distribuir beneficios a los accionistas, más que a
generar reservas y ganancias, para reinvertir; con lo que la reinversión productiva se ha
visto comprometida. Los casos de contabilidad creativa, son un buen ejemplo de este tipo
de lógica, que presiona a las empresas a maximizar el valor creado en el menor plazo
posible (Lapavistas, 2007). Así, se ha gestado un cambio en la orientación estratégica de las
empresas, respecto a la asignación de los recursos y las ganancias, pasando de ‘retener e
invertir’, hacia ‘achicar y distribuir’.
De esta manera, se configuró un nuevo criterio de gestión empresarial (“Corporate
governance"), que significó la transición de un modelo basado en el control interno de la
empresa, a uno basado en el control externo ejercido por los mercados financieros;
caracterizado por la búsqueda de mayores beneficios en periodos de tiempo cada vez más
cortos, relegando a la generación de ganancias estables de largo plazo, relacionadas con la
capacidad productiva de la empresa. Comportamiento que de acuerdo con Jeffers y Plihon
(2001), compromete la viabilidad de la empresa, debido a que implica un rediseño de su
organización interna, encaminado a satisfacer las demandas de la rentabilidad bursátil y no
a mejorar los procesos y resultados relacionados con la producción. Además, el exigir a las
empresas un mínimo de rentabilidad, las obliga a disminuir costos, a través de su
contracción, que implica despido de trabajadores, reducción de salarios, intensificación del
18 Los activos financieros han contribuido a generar incertidumbre y riesgos crecientes en el sistema
financiero global. Al grado que diversos autores denominan a la crisis de 2008, como “la primera crisis
sistémica del nuevo régimen de acumulación financiera”, debido a que su origen se relaciona con el nuevo
funcionamiento del sistema financiero y el proceso de financiarización. Es decir, el origen de la crisis va
más allá de la caída en los precios del sector inmobiliario o los malos deudores; su raíz se encuentra en la
especulación basada en la expansión de la titulización, uno de los pilares del proceso de financiarización
(Kregel, 2008 y Guttman, 2008).
18
trabajo, entre otras medidas, que actúan en decremento de la productividad futura de la
empresa, única vía hacia su estabilidad de largo plazo.19
También los canales de financiamiento se han visto alterados, de acuerdo con los
defensores del proceso de financiarización, uno de sus principales beneficios para las
empresas, es la diversificación de las fuentes de financiamiento a las que estas tienen
acceso. Por ejemplo, la capacidad de participar en el mercado bursátil. Lo que en efecto
propició una creciente emisión de acciones por parte de las empresas, pero que fue
acompañado de un incremento en sus niveles de compra de este y otros instrumentos
financieros, con lo que el supuesto efecto positivo sobre la inversión real quedo anulado,
dado que los ingresos derivados de la venta de acciones, paulatinamente fueron destinados
al sector financiero, logrando inicialmente importantes niveles de rentabilidad, pero a un
elevado costo en términos de vulnerabilidad en el mediano y largo plazo.
Además, este tipo de empresas con financiamiento especulativo adquieren tres
vulnerabilidades: la obligación de acudir al mercado a refinanciar sus deudas, a una tasa de
interés mayor; el desfase entre los plazos de sus activos y obligaciones, generalmente más
cortos para estas últimas; quedar estrechamente vinculadas a los cambios abruptos del
mercado financiero, cuyas consecuencias para el aparato productivo son muy costosas y
para nada pasajeras (Anguiano, 2012).
De esta manera, es comprensible que si dominara el financiamiento seguro, probablemente
la economía pudiera mantenerse en condiciones estables. Sin embargo, la financiarización
ha promovido exactamente lo contrario, financiamiento especulativo y de tipo Ponzi. Esto
constituye el primer teorema de la hipótesis de la inestabilidad financiera de Minsky,
mientras que las últimas décadas parecen validar el segundo teorema: tras una prosperidad
prolongada, la economía transitará de relaciones financieras que generan estabilidad, a
relaciones financieras que conducen a la inestabilidad (Minsky, 1992).
1.5.3 De carácter social y laboral.
El que la financiarización haya propiciado que las empresas se comporten más como
agentes del mercado financiero, que como unidades de producción y desarrollo social, ha
tenido una serie de efectos en la dinámica laboral, entre los que destaca, la pauperización
del salario, que evidentemente daña la calidad de vida de la población (véase anexo, G13,
G14 y G15).
Como ya se ha dicho, la financiarización representó la respuesta de la clase capitalista ante
el estancamiento del sector productivo, que hacía peligrar sus ganancias, y es precisamente
en eso en lo que la financiarización ha tenido éxito, es decir, en la recuperación del ingreso
y patrimonio, de la clase capitalista. Lo que ha implicado una mayor concentración de la
riqueza, que guarda relación con la progresiva desvinculación entre salarios y productividad
que se ha llevado a cabo durante los últimos treinta años. Mientras la productividad y las
19 El nuevo modelo impide a las empresas implementar políticas de diversificación, dado que estas dificultan
la posibilidad de trasladar y volver líquidos los portafolios financieros y accionarios, es decir, la lógica
industrial se contrapone a la financiera (Guttmann, 1996).
19
ganancias han aumentando significativamente, los salarios no lo han hecho en la misma
proporción (Huerta, 2011), Dicha vinculación representaba un importante mecanismo de
distribución de la riqueza.20
Además, el proceso bajo análisis ha significado despidos directos (resultado de las
externalizaciones, subcontrataciones, fusiones-adquisiciones y de la desinversión), pérdida
de capacidad negociadora por parte de los trabajadores, una creciente supresión de los
mercados internos de trabajo y modificaciones en las fórmulas tradicionales de
remuneración (incremento de la parte variable del salario). Esto último, bajo el argumento
de hacer partícipes a los trabajadores en las ganancias generadas por la empresa a través de
canales finacieros. Sin embargo, esto le permite a la empresa compartir el riesgo inherente
de los mercados financieros con su planta laboral, que de ninguna manera bajo este
esquema adquiere poder de decisión sobre el futuro de la empresa. Además, se genera un
conflicto de intereses entre los trabajadores, que esperan la estabilidad de su ahorro en el
largo plazo, y los inversores, que esperan beneficios en el corto plazo. Y considerando que
se privilegiará la rentabilidad financiera de corto plazo, es muy probable que los recursos se
destinen a operaciones que beneficien a los administradores y accionistas mayoritarios, y
no a los trabajadores (Bryan, Martin y Rafferty, 2009).
Lo anterior ha contribuido a que cada vez sea mayor el porcentaje del ingreso de las
familias que proviene de la esfera financiera, en la mayoría de los casos en forma de
crédito, que se ha convertido en el principal sustituto del salario, debido a que los
trabajadores para mantener su nivel de consumo, se ven obligados a recurrir al
endeudamiento.21 Este tipo de préstamo tiene un claro contenido social de explotación, ya
que en general, los créditos al consumo o hipotecarios no producen el valor para su
reembolso con intereses. Los pagos de los intereses por lo general provienen de los ingresos
subsecuentes por concepto de salarios que perciben los prestatarios y ello representa una
apropiación del valor que éstos se han allegado independientemente del préstamo. Además,
la relación es profundamente desigual porque, por una parte, implica a un especialista en
manejo del dinero que trata de maximizar las ganancias y, por la otra, a un asalariado
común que trata de asegurarse el acceso al consumo. Otro factor a considerar es la tasa de
interés a la que se otorgan dichos créditos, que por lo general está muy por encima de los
tipos de interés básicos. El creciente nivel de endeudamiento de los trabajadores durante los
últimos años, ha implicado una transferencia cada vez mayor de sus ingresos a los bancos y
a otras empresas financieras (véase anexo G15).
Por lo tanto, el porcentaje del ingreso disponible de los hogares que se destina al pago de
intereses, aumentó drásticamente en los últimos años. Lo que representan una transferencia
directa del ingreso de los particulares al sistema financiero; más aún, el aumento del
endeudamiento de los particulares significa que las finanzas han ganado un mayor control
sobre la vida económica y social de las personas. En contraparte, la banca se ha hecho cada
20 Que los salarios reales hayan registrado un ritmo de crecimiento inferior al de la productividad, explica la
tendencia decreciente de las rentas salariales respecto al PIB, en la mayoría de los países (Huerta, 2011). 21 En Estados Unidos, de acuerdo con la Reserva Federal, el porcentaje del ingreso personal disponible que
en promedio se dedica a pagar el servicio de deuda de los individuos pasó de 15.6% en 1983 a 19.3% en
2007. Y en países subdesarrollados, la propensión al ahorro se redujo, como resultado de financiar el consumo
a través de deuda.
20
vez más dependiente de los préstamos a las personas y de la extracción directa de ingresos
que significan, lo que explica la gran promoción que se ha hecho de este tipo de préstamos,
así como del uso de las tarjetas de crédito, con las que se ha propiciado el
sobreendeudamiento de las personas, que termina por conducirlas a la insolvencia (véase
anexo, G16).
1.6 Conclusión
Hoy el mundo se encuentra nuevamente en crisis, la más grande de la historia del
capitalismo, la primera de la globalización, o también de la financiarización, proceso que de
acuerdo a diversos autores engendra las causas no sólo de esta crisis, sino de las ocurridas a
lo largo de los últimos 20 años. Y es que la financiarización representó una transformación
sistémica de la economía capitalista, en aras de incrementar el nivel de ganancia.
El indicador más evidente de la evolución del proceso bajo análisis es el extraordinario
crecimiento del sector financiero, sin embargo, no es posible reducir este fenómeno al
incremento de las variables financieras, dado que el dominio de la lógica financiera sobre la
dinámica económica ha generado una serie de cambios, no sólo en el sector financiero, sino
también en el productivo, con sus respectivos impactos sobre la calidad de vida de la
población.
Hasta ahora es posible identificar tres rasgos esenciales respecto a este proceso: el
crecimiento del sector financiero en los últimos años ha sido mayor que el del sector
productivo; se ha incrementado el grado de participación en actividades financieras, por
parte de empresas no financieras; y cada vez son más los autores que señalan el inicio de
una transferencia de recursos, del sector productivo al financiero, que reduce la inversión
productiva de largo plazo. A partir de estas ideas, resulta evidente que la relación entre
ambos sectores es de tal magnitud que determina la evolución de ambos, por lo que el
interés de la presente investigación debe centrase en la identificación de los vínculos, así
como de los efectos que de ellos se deriven, de esta manera, será viable determinar el
carácter de dicha relación.
En relación a la naturaleza y origen del fenómeno, existen diversas posturas, sin embargo,
impera la que señala a la economía estadounidense como el punto de inicio del proceso de
financiarización, que lograría años más tarde un alcance global. Las políticas que
configuraron el proceso de financiarización representaron la respuesta ante el
estancamiento del sector productivo durante la década de los setenta; posteriormente serían
claramente expresadas por la llamada “revolución conservadora”, cuyo principal objetivo
fue revertir la tendencia de la rentabilidad a través de políticas encaminadas a recomponer
las condiciones propicias para la valorización del capital, por ejemplo, fomentando una
generalizada privatización, desreglamentación, liberalización y apertura comercial
irrestricta de las distintas economías. Finalmente la globalización financiera, el progreso
tecnológico en materia de información, y la constante innovación financiera, terminaron
por configurar una nueva dinámica económica, en la que la lógica de las finanzas se tornó
dominante.
21
Respecto a los efectos derivados del proceso de financiarización, existen dos principales
posturas, la primera sostiene que el desarrollo de la esfera financiera tiene un impacto
positivo sobre el sector productivo, a través de la reducción del costo del capital, y de una
mejor asignación de este. Sin embargo, los detractores de este argumento, enfatizan lo
siguiente, para que dichas ventajas en realidad se materialicen, son necesarios cuantiosos
flujos de capital, mismos que terminan por desestabilizar a la economía que los recibe, dado
su alto componente especulativo; las crisis de los países emergentes durante la década de
los noventa, son buen ejemplo de ello. Además, de que han implicado para dichos países
una pérdida de autonomía en términos de política económica, imposibilitándolos a
implementar políticas que realmente contribuyan a su desarrollo y crecimiento económico.
Los efectos de este proceso son diversos, en el ámbito macroeconómico destaca el hecho de
que se ha desvirtuado la principal función del sistema financiero, la de canalizar los ahorros
a la inversión real. La proliferación de los inversores institucionales da cuenta de ello. A
nivel microeconómico, los cambios más emblemáticos han sido: la nueva lógica
empresarial, que prioriza el reparto de beneficios a los accionistas, sobre la reinversión
productiva, comprometiendo la estabilidad de las empresas; y los nuevos canales de
financiamiento a las que estas han tenido acceso, y que les han representado una serie de
riesgos, relacionados con la especulación. De acuerdo con Duménil y Levy (2007) la
acumulación capitalista ya no se funda en la inversión que maximice la producción, sino
sólo en aquella que consiga hacerla rentable, aún a costa de contenerla, dado que opta por
aumentar la tasa de rentabilidad a través de reducir el crecimiento de la composición
orgánica del capital, con lo que se sacrifica a la inversión estructurada de largo plazo.
En el plano laboral, la financiarización ha significado una reducción de los niveles de
empleo y salario, así como una pauperización de las condiciones laborales. Lo que ha sido
acompañado de una mayor concentración de la riqueza y un creciente endeudamiento por
parte de los trabajadores, obligados a recurrir al crédito, que se ha vuelto sustituto del
salario, y que representa una nueva modalidad de explotación financiera.
Finalmente, es importante señalar que de ninguna manera se busca establecer que las
finanzas son inútiles o parasitarias por naturaleza. Estas desarrollan funciones esenciales en
las transacciones monetarias y financieras, con las que contribuyen a la movilidad del
capital entre las diferentes empresas y ramas, organizan las reestructuraciones de las
empresas y facilitan al financiamiento. Sin embargo, las últimas décadas parecen mostrar
un cambio perverso en su estructura y funciones, que atenta contra la estabilidad de la
economía global. La crisis de 2007-08, da cuenta de los riesgos implícitos de una dinámica
económica en la que se prioriza la ganancia de corto plazo, que sólo es posible obtener a
través de prácticas especulativas. Economías como la mexicana, pese a que su sistema
financiero no sea tan desarrollado como el estadounidense, presentan ya una clara tendencia
a sumarse a dicha dinámica; por lo que analizar el proceso de financiarización se torna
imperativo.
22
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26
Anexo
G1. Transacciones comerciales de bienes y servicios en el mundo.
Fuente: Elaboración propia en base a International trade statistics, World Trade Organization (2012).
G2-1. Valor de las acciones tratadas en las principales bolsas de América (Millones de dólares)
Fuente: Elaboración propia con base en World Federation of Exchanges (2012)
27
G2-2. Valor de las acciones tratadas en las principales bolsas de América (Millones de dólares)
Fuente: Elaboración propia con base en World Federation of Exchanges (2012)
G3. Tasa de crecimiento del PIB mundial.
Fuente: Elaboración propia con base en IMF World Economic Outlook (2012)
28
G4. Inversión Bruta Total por Bloques económicos (% PIB)
Fuente: Elaboración propia con base en International Monetary Fund, World Economic Outlook Database (2012)
G5. Total de Bonos emitidos en algunas de las principales bolsas de América.
Fuente: Elaboración propia con base en estadísticas de Financial Times, e International Monetary Fund (2012).
29
G6. Capitalización de las principales Bolsas de América (Millones de dólares)
Fuente: Elaboración propia con base en World Federation of Exchanges (2012)
30
G7. PIB Total y per cápita de México (% de crecimiento)
Fuente: Elaboración propia con base en Reportes estadísticos del Banco de México (2012).
G8. Deuda externa Pública de México (% PIB)
Fuente: Elaboración propia con base en Reportes estadísticos del Banco de México (2012).
31
G9. Índice de cotizaciones de las principales Bolsas de América
Fuente: Elaboración propia con base en World Federation of Exchanges (2012)
T1. Activos financieros mundiales*
Año
Títulos de deuda gubernamentales
Activos financieros totales Deuda gubernamental como
porcentaje del total
1980 2 12 17
1990 8 43 19
1995 13 66 20
2005 24 142 17
2006 26 167 16
*Incluyen acciones, títulos de deuda privada y depósitos bancarios. Las cifras representan billones de dólares. Fuente: McKinsey, 2008.
T2. Índice de importancia del sector financiero en países seleccionados.
Estados Unidos de Norteamérica Canadá México
Año PIB Valor de las
transacciones % FBKF PIB
Valor de las transacciones
% FBKF PIB Valor de las
transacciones % FBKF
1995 7245.8 6917.7 95% 1028.2 568.63 366.3 64.43% 98.4 317.06 90.7 29% -
1996 7,576.1 8,451.7 111.6% 1,101.5 585.1 487.0 83.23% 102.65 334.72 106.8 32% 57.62
1997 8,083.40 10,730.60 132.70% 1,173.00 618.3 567.6 91.80% 114.5 402.8 156.6 38.90% 78.7
1998 8,510.7 12,647.9 148.6% 1,307.8 617.2 543.4 88.05% 118.0 414.8 91.7 22.1% 88.3
1999 9,256.10 16,733.00 180.80% 1,578.00 644.8 789.2 122.40% 125.6 446.3 154 34.50% 101.6
2000 9,963.10 15,214.60 152.70% 1,778.20 711.1 770.1 108.30% 140.8 574.5 125.2 21.80% 120.1
2001 10,082.20 13,826.60 137.10% 1,646.30 705.2 611.5 86.70% 139.8 617.8 126.3 20.40% 121.2
2002 10,480.8 11,055.5 105.5% - 737.6 570.2 77.31% 145.1 592.6 103.9 17.5% 111.9
2003 10,480.8 1,143.6 128.6% 2,025.4 866.8 888.7 102.52% 169.3 626.1 122.5 19.6% 120.9
2004 11,734.3 16,323.5 139.1% 2,245.2 1,071.9 1,177.5 109.85% 215.2 677.8 171.9 25.4% 136.8
2005 12,487.2 17,437.7 139.6% 2,486.5 1,175.4 1,482.2 126.10% 240.5 777.0 239.1 30.8% 150.0
2006 13,246.6 19,569.0 147.7% 2,594.2 1,236.8 1,700.7 137.51% 265.6 845.6 348.3 41.2% 172.5
2007 13,807.6 19,664.5 142.4% - 1,436.1 2,186.6 152.26% - 1,022.8 397.7 38.9% -
2008 14,441.4 11,457.9 79.3% - 1,499.6 1,033.4 68.92% - 1,088.1 234.1 21.5% -
2009 14,119.1 15,077.3 106.8% - 1,336.1 1,676.8 125.50% - 874.8 352.0 40.2% -
2010 14,624.2 17,283.5 118.2% - 1,563.7 2,170.4 138.80% - 1,004.0 454.3 45.3% -
2011 15,064.8 15,640.7 103.8% - 1,758.7 1,912.1 108.72% - 1,185.2 408.7 34.5% -
Fuente: Elaboración propia con base en IMF Statistisc Reports (1996-2012).
T3-1. Tasa de interés de largo plazo (Bonos gubernamentales a 10 años)
País 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011
Canada 6.99 6.02 5.61 4.89 NA NA
Estados Unidos 5.71 6.30 5.81 4.65 6.28 5.24
4.03 4.27 4.27 4.29 4.60 4.10
Argentina 9.02 7.90 7.21 5.11 9.07 11.72 64.30 4.37 1.83 1.83 3.68 3.03 2.72 3.37 0.92 0.29 1.92
Brasil 32.15 26.66 21.18 17.10 22.23 9.64 8.90 8.30 8.45 7.90 7.22 7.78 6.58 6.02 5.44
Chile 6.83 6.14 6.92 7.29 7.12 5.87
3.51 3.60 3.32 3.23 2.74 2.99 3.20 3.27 6.14 5.21
México 6.75 6.00 10.10 9.75 8.00 10.02 8.25 7.56 8.09 7.99 7.81 7.16 6.46
Perú 16.53 14.60 5.80 6.31 7.54 5.05 5.88 6.04
T3-2. Tasa de interés de corto plazo (Trimestral en el mercado de dinero)
País 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011
Canada 5.71 3.01 4.34 5.11
Estados Unidos 5.16 4.87 5.16 4.42 5.23 5.35
1.21 0.96 1.41 3.42 5.19 4.23
Argentina 11.07 8.41 8.58 8.56 9.86 11.96 6.14 34.06 4.31 4.88 8.38 10.88 14.06 19.56 11.94 12.44 12.75
Brasil 35.69 27.09 24.80 28.96 18.86 15.80 19.05 24.90 16.91 17.50 18.24 13.19 11.18 13.66 8.65 10.67 10.90
Chile 6.88 6.83 6.47 7.88 5.46 4.55 7.07 2.92 0.57 3.22 8.90 7.95 5.66 13.58 7.20 4.75 5.77
México 48.85 27.65 20.04 34.23 18.76 18.47 8.39 7.51 6.17 8.81 8.01 7.66 7.99 8.15 4.61 4.58 4.49
Perú 10.90 14.10 12.24 12.60 23.97 9.34 3.25 3.56 2.40 3.00 3.30 5.55 5.72 7.43 1.60 3.63 4.96
Fuente: Elaboración propia con base en estadísticas del Financial Times, e International Monetary Fund (2012).