informe final espacio público puce-ic

119
Página 1 de 119 INFORME FINAL DE INVESTIGACION “EL ESPACIO PUBLICO EN LA CIUDAD DE QUITO. DISTINCION SOCIAL Y EXCLUSION SIMBOLICA. UN ANALISIS DE LAS CIUDADES DE CUENCA Y GUAYAQUIL” Equipo de investigación: Miguel Chavarría P. (Director) Ana Hidrovo (Investigadora) Pablo Lloret (Investigador) Gregorio Páez (Investigador) Isadora Ponce (Investigadora) José Antonio Villarreal (Investigador) Investigación financiada por Pontificia Universidad Católica del Ecuador e Instituto de Estudios de la Ciudad Quito, marzo 2013

Upload: gregorios1989

Post on 14-Aug-2015

51 views

Category:

Documents


4 download

TRANSCRIPT

Page 1: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 1 de 119

INFORME FINAL DE INVESTIGACION

“EL ESPACIO PUBLICO EN LA CIUDAD DE QUITO. DISTINCION SOCIAL

Y EXCLUSION SIMBOLICA. UN ANALISIS DE LAS CIUDADES DE CUENCA

Y GUAYAQUIL”

Equipo de investigación:

Miguel Chavarría P. (Director)

Ana Hidrovo (Investigadora)

Pablo Lloret (Investigador)

Gregorio Páez (Investigador)

Isadora Ponce (Investigadora)

José Antonio Villarreal (Investigador)

Investigación financiada por

Pontificia Universidad Católica del Ecuador e

Instituto de Estudios de la Ciudad

Quito, marzo 2013

Page 2: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 2 de 119

INTRODUCCION

1.- La investigación intenta establecer el principio de base que consiste en afirmar que

el espacio público -es decir, la existencia de los individuos en él- es un espacio de

jerarquías, de rango y status, de preservación de la autoridad y creación, producción y

reproducción constante, continua de lealtades, filiaciones entre individuos. En un

sentido sociológico se podría hablar de él como de un espacio de estratificación social y

no exclusivamente de división en clases sociales.

“El espacio público es un asunto de apariencia, un asunto de constitución de escenas

comunes, y no un asunto consistente en gobernar los intereses comunes”

De este principio se desprende la caracterización principal del espacio público: él no se

constituye meramente de espacios físicos, o simplemente “espaciales”; se organiza a

partir de las interacciones de los individuos en él, interacciones que pueden tomar la

forma de relaciones de fuerza, de poder, de disputa, lealtades, incluso la forma de la

obsequiosidad en tanto no se la pueda comprender como un comportamiento o actitud

psicológica sino en cuanto significado de una relación social. El espacio público es

producto constituido y simultáneamente estructura constituyente de ellos y de su acción.

En este punto, es preferible por lo tanto hablar de “actor” social en la medida que él es

una figura colectiva, una fuerza social, portadora de un sentido e intenta hacer valer,

dentro de la distribución jerarquizada, un punto de vista en el espacio público.

No podría existir investigación sino hay una definición del objeto sobre el cual versa el

análisis, de modo tal que esta caracterización es una definición preliminar de él.

2.- La comprensión del espacio público que se da y se otorga no se agota con el

enunciado frecuente y común en aquellos que gustan oponer los objetos, acerca de las

dicotomías espaciales entre el sur y el norte de la ciudad, entre un barrio exclusivo y

otro de orden popular, etc. La investigación abandona conscientemente este tipo de

clichés y estereotipos propios de una lógica planificadora y de acción o gestión social

para desplegar ante sí una dimensión casi “inaudita” (en el sentido antiguo del término:

aquello que de tanto ser repetido y conocido, y por ello mismo permanece sin ser

reconocido): si el espacio urbano lo consideramos jerarquizado, algunos de sus

instrumentos privilegiados para realizarlo como tal son la distinción social, la exclusión

simbólica, la privatización de la vida social, el etnocentrismo de clase. (Sobre las dos

primeras, la mayoría de los investigadores las conocen por su mayor o menor

Page 3: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 3 de 119

frecuentación de estos temas tanto en las obras de Bourdieu, como las de Howard

Becker o Touraine, etc.) Voy a referirme rápidamente a aquello que puede considerarse

como el “etnocentrismo de clase” tal como Richard Hoggart ha podido desarrollar en su

investigación The Uses of Literacy (que puede traducirse como los usos sociales por el

hecho de haber aprendido a leer y escribir, en este caso, la alfabetización, la simple

escolarización de las clases populares; es decir, lo que puede denominarse en otras

palabras la “cultura del pobre” por su acceso a la práctica constante de la lectura y de la

escritura). El título de ese análisis sociológico mantiene conscientemente su

ambigüedad en la medida que la escolarización ha significado para las clases populares

de todos los países del mundo un instrumento de liberación de sus ataduras con el

mundo natural, pero al mismo tiempo, ella ha sido un instrumento para vehicular los

prejuicios que las clases sociales altas han fabricado como una imagen de las clases

populares, como su incultura, su embrutecimiento y gusto por la crónica roja, por los

tabloides sensacionalistas como propios de la clase obrera incapaz de comprender un

editorial de opinión de un diario determinado. Podremos observar en la investigación

que este tipo de clichés se mantienen y reproducen con múltiples variaciones en el

mundo contemporáneo; no es otra cosa lo que afirma el moralismo de la familia

Oquendo en sus emisiones de radio; no es otra situación sino la mencionada la que

reproducen noticieros en los presentadores de noticieros, y tantos otros personajes que

mezclan en sus afirmaciones el conservadurismo de sus posiciones sociales, el

moralismo que tipifica a la pequeña burguesía, el distanciamiento social propio de las

clases sociales altas de nuestro medio. (Habría que decir otro tanto sobre la literatura

considerada académica que circula en nuestra ciudad).

3.- No hay mejor forma de ilustrar la existencia de este etnocentrismo de clase en

nuestro medio sino es al escuchar ciertos clichés (estereotipos) que inundan en ciertos

mass media ecuatorianos tales como emisiones de radio, periodismo de opinión,

presentación de televisión, etc. Proyectar una imagen, crear una representación que una

clase social se hace de otra ante todo de la clase popular bajo estereotipos como su

incultura, su ausencia de educación, de higiene, el desorden completo en sus miserables

habitaciones, su falta de previsión económica para el futuro, sus fiestas y el despilfarro,

la irresponsabilidad con sus hijos y consigo mismos, el encanto por los placeres

inmediatos y de novelería, el embrutecimiento diario de sus vidas frente a los emisiones

de televisión, etc., son entre otras imágenes creadas, recreadas como supuestos en varios

enunciados explícitos que de ellas se hacen los personajes que tienen acceso frecuente a

Page 4: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 4 de 119

los medios de comunicación. ¿No hay un cierto “moralismo” que encontramos en el

periodismo de opinión acerca de lo popular?, ¿no se trata de la misma imagen sobre la

ciudad que cierta “intelectualidad”, o un cierto “academicismo” ha fabricado la imagen

de Quito como la “metrópoli mundial”?, ¿cómo comprender editoriales de opinión que

hablan de las clases populares como de una “democracia tumultuaria” y rescatan el

paseo a caballo por antiguos senderos de la Serranía como sinónimo de vivir en la

actualidad la tradición ya perdida de la hacienda serrana por causa de la “vocinglería”

del pueblo? El etnocentrismo de clase, en otras palabras, confina a las clases populares

en su posición de clase dominada porque esta posición implica la situación de

degradación moral en la cual transcurre su existencia. Y en tanto es un etnocentrismo no

puede admitir, a través de sus portavoces mediáticos, que ellas no permanezcan en su

posición social, no puede admitir que no se resignen a su función y posición

dominadas. En contrapartida, en este mundo platónico creado como proyección de su

imagen, y después de haber fabricado esta representación social, las otras clases, ante

todo la pequeña burguesía, se otorgan un valor social de sí mismas como un valor

contrario a la imagen producida de estigmatización; ellas se presentan como clases

“responsables”, capaces de controlar el presupuesto familiar sin caer en el

sobreendeudamiento característico de los pobres, de educar correctamente a sus niños y

su descendencia, de otorgarles los valores adecuados de respeto a la autoridad, los

valores de la familia, de la tradición, la propiedad, etc.

Esta imagen es creada, vehiculada y reproducida por ciertos medios pseudo

intelectualizados tales como debates televisivos, emisiones radiales, discursos de ONGs,

la propia imagen que otorgan las Juntas Cívicas o Juntas de Notables en diversas

ciudades del país, el trabajo de las Fundaciones que tienen un carácter paternal y de

protección hacia los “desvalidos”, aquellos “sufrientes” de la Fundación del Hombre

Doliente de Margarita Arosemena en la ciudad de Guayaquil, etc. ¿Cómo comprender el

trabajo de filantropía y de caridad desarrollado por la Junta de Beneficia de Guayaquil

sino se supone esta caracterización previa? Es la imagen social de una clase social sobre

otra la que se proyecta, se refleja como en un juego de espejos; es una imagen social

producto de una actitud más general de la cual todos los grupos sociales experimentan

con respecto a otros a pesar de que sus maneras sean diferentes y a partir de posiciones

desiguales en la escala social.

La investigación pone un énfasis especial en aquello que se dice y se escribe acerca de

los unos y de los otros, porque ello compone y recompone el espacio público, e insiste

Page 5: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 5 de 119

en que esta actividad debe ser resituada en un sistema de relaciones de fuerza y de poder

entre las clases sociales. Además, el trabajo de investigadores en el análisis sociológico

pone bajo luz nueva los principios de comprensión de esos comportamientos y con una

explicación sencilla se pretende alcanzar un valor universal. No se busca en estos

comportamientos o en los enunciados que acerca de ellos se afirman valorar o

menospreciarlos sistemáticamente, se busca los principios que hacen comprensibles de

otro modo que la banalidad impone su comprensión.

4.- Otra expresión de las dimensiones paradojales del espacio público constituye aquello

que podríamos denominar “la estetización de la vida”, uno de los elementos que

organizan los procesos de elitización en la vida social.

La característica muy peculiar de las clases sociales altas es su distanciamiento de la

necesidad material. Esta distancia, de por sí fundamental para proyectarse sobre las

otras y sobre los posiciones que ellas ocupan en el espacio público, es una distancia que

se representa como natural. En otras palabras, es la creación de una naturalidad de la

vida en aquello que hace, se representa y en su propio comportamiento. La distancia de

la necesidad material es el abismo creado por ella en su relación con las otras

posiciones. Por lo tanto, sus comportamientos tienden a convertirse en estetizantes en la

medida que esa característica, de por sí producto del abismo social creado, es producto

de una distancia primordial: el no poseer la urgencia que determina la necesidad

material.

No existe otra posibilidad de comprender las acciones e interacciones del espacio

público urbano sino lo remitimos a esa tesis general que Bourdieu la ha desplegado en

otras dimensiones y que aquí se retoma para pensar la cuestión urbana. Las clases altas,

por su propia estetización de la vida, es decir la naturalidad que ella debe comportar, se

representan su vida bajo la figura de lo extraordinario en la banalidad temporal que las

otras clases sociales transcurren su existencia. El disfrute de la música clásica, ya sea el

disfrute del deutsches requiem o de la novena sinfonía, aparece como momento

estetizante de su vida, es decir, como momento natural de su relación con el mundo y

con las otras clases sociales. La naturalidad de su existencia, bajo la forma de una

temporalidad social volcada hacia lo infinito de su propia representación, no produce

sino como contrapartida suya un infinito proceso de elitización, es decir, un abismo

social producido bajo la forma natural de su imagen, como si se tratase de un proceso

natural. Por ello, puede verse que la objeción y acusación de disfrute elitista de las obras

Page 6: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 6 de 119

musicales en la Casa de la Música no tiene el menor sentido si no se comprende

previamente la imagen natural estetizante de su existencia.

La función estetizante de la vida no permite que el lazo con lo natural pueda romperse,

es decir, no permite que la música en sí como tantas otras expresiones humanas sea

puesta en disputa de lo común de la comunidad. No permite que otras clases sociales

puedan apropiársela porque en ese instante, y únicamente en él, la dominación puede

aparecer como no natural, es decir, contingente, aleatoria, azarosa, sin fundamento, sin

cualidad. Tanto como hablamos de música, podemos ilustrar del mismo modo las

expresiones de la gastronomía: ¿cómo comprender sino de este modo la gourmetización

de cierta comida importada en nuestro medio? ¿Cómo asir intelectualmente la difusión

publicitaria de una novedad “Premium”, como el Porsche Deportivo 911 Carrera

(Revista Carburando, abril 28, 2012), importado en nuestro medio como si fuese un

objeto mágico, un meteorito caído del espacio, que no es sino el sueño de promoción

social de una clase social, en este caso, de la pequeña burguesía en ascenso? ¿Qué es el

auto y su posesión ahora en nuestro espacio urbano sino “el equivalente exacto de la

catedral gótica” (Barthes, Mitologías)?: un objeto a través del cual se toma distancia de

la naturaleza y se aproxima a lo maravilloso, justamente como sucede en el análisis del

cuento maravilloso de Vladimir Prop.

Pero es preciso retornar al ejemplo que habíamos privilegiado. En otras palabras, la

Casa de la Música no puede tener más razón de existencia si no se concibe como el

lugar material, la materialidad de un lugar, de una estetización de la vida, y esto

conlleva un abismo, una cesura, una ruptura no únicamente temporal e histórica sino de

orden político. ¿Pero ruptura con respecto a qué? Estos procesos de estetización de la

existencia rompen con una imagen republicana que dio inicios y fundación al Estado

ecuatoriano aun cuando ella haya sido una imagen y un proyecto. La expresión musical

de este proyecto republicano fue la pedagogía popular, la educación popular de masas

bajo la forma de la educación popular obrera que en nuestro medio se expresó, como

imagen, en la profusión de textos de pedagogía que la Revolución liberal había

producido y que el normalismo ecuatoriano (los Colegios Normales Superiores) lo había

retomado. Basta la lectura de la obra de Peralta para darse cuenta que el

Republicanismo liberal asumió como suyo la educación, incluso musical, como forma

de crear una entidad política que pueda homogenizar tanto los cuerpos como las almas

de los individuos; una educación que se postuló como laica y universal y que constituyó

la matriz discursiva, de enormes pretensiones pedagógicas, de autores como Humberto

Page 7: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 7 de 119

Salgado, entre los años 20 y 30 del siglo XX, y cuya obra merece un análisis detallado

a partir de este contexto para poder contraponerlo con la cesura que significa ahora, en

los albores del siglo XXI, el comportamiento estetizante de las élites quiteñas. (Es

preciso la lectura de una obra como aquella de Beatriz Zepeda que analiza en el mismo

sentido nuestro “enseñar la nación, la educación y la institucionalización de la idea de

nación en el México de la Reforma (1855-1876)” ¿Cómo comprender entonces una obra

como Las Bacchianas de Héctor Villalobos en el Brasil si no lo es a partir de este

proyecto republicano, y que hoy no existe más y no puede existir más?

La formación republicana, como lo ha señalado Ranciere, ha significado “la armonía de

los caracteres individuales con las costumbres colectivas”. De ahí que ha tenido una

enorme primacía el sentido de paideia o de Bildung en todo proyecto republicano.

Esta ruptura, meramente aludida hasta aquí sin mayores argumentaciones, permite a la

burguesía, o sus fracciones de clase, una doble dominación, dominación por intermedio

del Estado y de los gobiernos municipales, y una dominación en la sociedad. La

característica ejemplar de esta última se expresa bajo la forma de una especie de

“cruzada religiosa contra la ignorancia y la incultura” de las clases bajas, las clases

populares, y esa cruzada se duplica con otra que el propio Municipio asume como

proyecto de convertir a mayo en el mes de la cultura y agosto en el mes de las artes.

Este proyecto de cruzada religiosa cultural contra los infieles que pretenden tomarse la

Jerusalén revivificada, es decir que pretenden adueñarse de espacios que no les

corresponde, no tiene otra pretensión que la constante recreación de una elitización

puesto que ella opera sobre el modo del repudio y la dominación de la forma sobre la

función, de la calidad sobre la cantidad, sobre la dicotomía que el gusto opera: el gusto

musical popular está confinado a los extramuros de la ciudad como el Coliseo de Píntag

en tanto el gusto cultivado toma realización en los lugares centrales, no distantes, de la

ciudad. Y aquí se sobrepone otra forma de repudio social: el lugar distante donde lo

popular habita y opera y la funcionalidad de lo cercano propio del poder material y

simbólico tanto como representación ideológica de una clase social alta.

5.- Existe otro nivel de producción del espacio urbano: el nivel de la imagen de la

ciudad de Quito como imagen creada por mitos, es decir, se trata de una mitologización

de ella. Existen elementos semi-discursivos, discursivos otros, algunos para-discursivos

pero que reflejan bien esta mitologización urbana, el carácter semiológico de nuestras

creencias y nuestras actitudes: “quiteños de cepa”, “asociación de quiteños residentes en

Quito”, “ser de buena familia”, “el chagra advenedizo y el nacido en la ciudad”, “vivir

Page 8: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 8 de 119

en el norte o en el sur de la ciudad”, “el cronista de la ciudad” que nos cuenta y nos

recuerda de manera interminable el origen colonial y señorial de la ciudad, una

cronología de hechos sin mínima importancia que se confunde como si fuera el trabajo

del historiador. Es verdad que la historia y el historiador no nos cuenta la historia sino a

contrapelo, pero el cronista de la ciudad no hace sino recordar el pasado colonial como

imagen propia de la ciudad frente al asalto de la migración. Hay que preguntar por lo

tanto: ¿en qué consiste su trabajo sino en reproducir los mitos de la ciudad sobre la base

de recrear en el imaginario social la jerarquía urbana?

¿Por qué el quiteño se da así mismo una imagen de quiteño de cepa? No lo es sino

porque es un signo entre otros signos; porque el reinado mundial de la mercancía y de

su consumo no es sino el de la confusión total de lo real y la apariencia. Nuestros

gobernantes acuden por ejemplo a sus publicistas para elaborar su imagen de marca,

pero renuncian a lo que era la esencia espectacular de la política: la retórica pública.

Esta investigación enfrenta aquello que puede denominarse como la producción de

imaginarios urbanos que pretenden encerrar en sí una imagen única de la ciudad con

pretensiones de alcanzar una identidad única y homogénea que reprime la pluralidad de

sus expresiones y de su dinamismo. Esta identidad única de Quito es la expresión de

“un remanente más dramático de discriminación étnica a nivel mundial. Junto a la

ciudad de La Paz en Bolivia, esta ciudad lleva la Colonia estigmatizada en cada una de

sus prácticas sociales que a su vez están basadas en la naturalidad del mito” (Pablo

Lloret, Plan de disertación sobre “Quito en el imaginario social: un acercamiento a la

mitología de la ciudad”).

6.- Hay otra dimensión que la investigación enfrenta en su análisis de aquello que

podemos llamar la “cuestión urbana”.

El espacio urbano, podría decirse así, es el receptáculo ahora de la “cuestión social” que

se ha constituido en torno a los problemas de la relación con el mundo del trabajo. Se

puede ilustrar ahora la descomposición de los barrios llamados sensibles o pobres

debido a factores de disociación social que predominan sobre las formas de sociabilidad

organizadas alrededor del trabajo y del trabajador. Lo que hoy se entiende por “política

de la ciudad” no es sino el habitante de la ciudad, y no el trabajador, el interlocutor

privilegiado con los poderes públicos ya sean municipales o estatales, y a través de la

descentralización y la reorganización de las políticas públicas, es a partir del territorio

urbano como se redefinen los desafíos que estructuran los modos de vida de los actores

Page 9: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 9 de 119

sociales. Existe una recomposición del espacio urbano que no responde necesariamente

a los desafíos planteados por la relación de trabajo como fue antaño; hoy existe la

preocupación social que va desde los problemas del hábitat, el acceso a los bienes, a los

servicios y las protecciones, y que parece concluir en la preocupación por su capacidad

de vivir más o menos con cierta seguridad, las posibilidades de éxito en su carrera

profesional o la calidad de la escolaridad y el porvenir de sus hijos, etc.

Hay que pensar que existen nuevos factores de disociación social que se enquistan en el

territorio y en el espacio urbano, y que ellos predominan sobre las formas de

sociabilidad organizadas alrededor del trabajo y de sus instituciones. No voy a

mencionar sino algunos de ellos: el sentimiento de abandono, de marginación que

prevalece en ciertos espacios urbanos en contraste con otros, la degradación de las

condiciones de trabajo y de vida, y por tanto la obligación de migrar hacia el exterior, la

desinstitucionalización y la desocupación masiva, la precarización del empleo y el

fantasma de la deserción escolar para las clases populares … todo ello ha instalado en el

espacio urbano la incertidumbre acerca el porvenir y la inseguridad social en el corazón

de la existencia social.

En este contexto de transformación de la cuestión urbana se desarrollan las políticas de

reordenamiento y regeneración urbana que en su mayoría no se han basado sino en la

doctrina de la escuela norteamericana de geografía urbana denominada la

“gentrificación”. Puede generalizarse la observación siguiente de que esa tendencia

académica ha prevalecido en todos los planes de regeneración urbana desde aquellos

que se inauguraron en el gobierno local de Paco Moncayo; ella comanda los actuales

planes de boulevarización de algunas zonas, avenidas y calles de la ciudad de Quito.

(Compárese por ejemplo aquello que sucede en el boulevard de la Av. 24 de Mayo, en

el de Cotocollao, etc).

En una entrevista para el diario El Comercio, agosto 2012, afirmábamos que la política,

en el sentido más fuerte del término, es la capacidad de cualquiera, aquellos que no

constan en las cuentas del gobierno municipal, para ocuparse de los asuntos comunes.

La política comienza con la capacidad de cambiar su lenguaje común y sus pequeños

dolores para apropiarse del lenguaje y del dolor de los demás. Comienza con la ficción.

La ficción no es lo contrario de la realidad, el vuelo de la imaginación que se inventa un

mundo de ensueño. La ficción es una forma de esculpir en la realidad, de agregarle

nombres y personajes, escenas e historias que la multiplican y la privan de su evidencia

unívoca. Es así como la colección de individuos trabajadores se convierte en el pueblo o

Page 10: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 10 de 119

los proletarios y como que el entrelazamiento de las calles y de los cuerpos se convierte

en la ciudad o en el espacio público.

De ahí que entre clases populares y élites sociales de gusto estetizante, entre quiteños

auténticos o no, pueda plantearse que el espacio público es un espacio literaturizable,

desde consignas e interdicciones tales como desde un “do not loitering” hasta la

manifestación colectiva de estudiantes que otorgan importancia a su título académico:

“yo también quiero ser gerente del Banco Central del Ecuador, mi título no es falso”.

7.- La investigación es un análisis de los espacios urbanos de las ciudades de Guayaquil

y Cuenca. Los ejes de él son los siguientes:

a.- Las modalidades de participación social y política de varios colectivos sociales. En

la ciudad de Cuenca, creemos que la participación de varios actores sociales como los

jóvenes ha sido determinante para que haya incluso un debate sobre el espacio público.

Está por verse lo que ha ocurrido en las ciudades de Quito y Guayaquil. Cada una de las

ciudades puede promover un dinamismo de abigarrada significación pero si él no rebasa

el nivel jerárquico de las autoridades, no podemos hablar sino de una existencia

elemental de ella

b.- Guayaquil, ciudad portuaria, ciudad-puerto, y por este mismo hecho en ella se

estableció desde muy temprano en su historia el comercio no únicamente como

actividad transaccional entre bienes, individuos, y acumulación de riqueza, sino que esa

actividad marcó, signó a sus habitantes, se constituyó como “su tradición” (si puede

emplearse el término en su sentido original). Por el momento no es preciso realizar

diferencias de tiempo y de escala histórica en las cuales se ha constituido diversas

maneras de acumulación del capital y de la riqueza. En la mayor parte de la literatura

económica ecuatoriana se insiste en ese punto.

La investigación, a su vez, aborda otra dimensión que no puedo sino ejemplificar del

modo siguiente. El carácter de esa ciudad se establece incluso en la elección que los

individuos hacen de sus carreras profesionales como instrumento de “posición social”:

¿no hay que preguntarse sino porque en ella prevalecen y proliferan

profesionalizaciones alrededor de su propia actividad tales como los estudios de

economía, el derecho, y sobre todo el derecho mercantil y los estudios de

administración de empresa? Habrá excepciones, sí, pero ello no anula la caracterización.

Y se sobreentiende que este hecho está en relación directa con la construcción diaria y

cotidiana del espacio público, de la cuestión urbana.

Page 11: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 11 de 119

Pero la caracterización de un espacio urbano no significa una herencia inamovible. Toda

ciudad lucha por remover ese lastre, lucha contra lo que ha recibido, y en aquello que ha

recibido contra la acumulación de la riqueza, contra el verticalismo del capital y de la

autoridad. ¿De algún modo la ocupación de tierras para construir en ellas viviendas, aún

cuando sean terriblemente precarias, no es acaso una respuesta, desesperada o no, contra

la ausencia y abandono de esas franjas enormes de población que la autoridad y el

capital operan en un espacio urbano, al tiempo que se privilegian los espacios donde se

produce la riqueza? El caso más emblemático y reciente es el de Monte Sinaí en

Guayaquil.

c.- El grado de involucramiento del poder político local y del empresariado en su

contribución o no a forjar el espacio público, y las manera mediante las cuales se lo

hace y se lo señala, ya sea bajo la forma asistencial, de beneficencia, de caridad, etc.

Esta relación con el espacio público es relevante para otorgarlo un significado que

puede variar. En el párrafo anterior habíamos revisado la contribución de los estudios

académicos para representar el espacio que le es propio.

d.- La comparación de los espacios públicos tanto en Guayaquil como en Quito: el

significado del Malecón y las acciones sociales permitidas o permisibles en él, y el

conjunto de boulevard en la ciudad de Quito, las maneras de establecer las relaciones

sociales.

e.- Los lugares donde se produce y se acumula la riqueza, la propia acumulación del

capital, en los distintos lugares de las ciudades en mención. Es preciso observar que

esos sitios están dotados de los mejores servicios materiales, incluso el soterramiento no

va a comenzar ni terminar en sitios que no sean aqueellos. Hay una tendencia concreta,

a partir de este ejemplo, de crear zonas enormes de exclusividad, justamente los lugares

donde se acumula el capital, y dejar que los otros lugares queden librados a su suerte y

abandono. En los hechos, esa ha sido la tendencia de ciudades como Lima o Bogotá.

&&&

La investigación comprende cinco capítulos: un análisis semiológico de la ciudad y de

algunos elementos de ella aparentemente circunstanciales como una emisión de radio o

un delicatesen en Cumbayá; el segundo analiza la difusión y cultivo de la música clásica

en nuestro medio como una estructura de construcción simbólica de lo común; el tercero

insiste en los desequilibrios sociales producto de una movilidad en parte anacrónica, en

Page 12: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 12 de 119

parte objeto de un discurso modernizante, en parte el significado en ello del ser peatón

como posibilidad de una comunidad de litigio con el consumo del auto; el cuarto

consagra un análisis al discurso de la regeneración urbana en Guayaquil desde los

tiempos de la alcaldía patriarcal de León Febres Cordero hasta el presente de la gestión

de Jaime Nebot. El artículo hace suyo las categorías de Bourdieu para analizar el

significado del discurso de esa gestión ante todo de sus supuestos de exclusión,

discriminación social de los pobres, del insulto y menosprecio incluso contra ellos. No

hay peor existencia social que aquella que se mantiene conscientemente en el

anonimato, la injuria y el menosprecio.

El quinto es un ensayo acerca de la organicidad humana y social extraviada o aún

presente en la ciudad de Cuenca, que en realidad son múltiples Cuencas.

Y concluye finalmente con un conjunto de observaciones conclusivas que apuntan

mucho más a un desarrollo posterior de la investigación que a intentar reseñar lo ya

expuesto en sí mismo. Se dice que la escritura apela la lectura, por lo tanto cada lector

se hará una imagen de esos objetos aparentemente nimios que aquí se analizan … pero

que se piensa el espacio público a través de ellos de un modo singular.

Page 13: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 13 de 119

CAPITULO 1

El espacio público en Quito

Una aproximación semiológica a la cotidianeidad de la ciudad

Page 14: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 14 de 119

El espacio público en Quito.

Una aproximación semiológica a la cotidianeidad de la ciudad.

El espacio público es un tema recurrente en los discursos que rodean a la pugna política

y a la discusión mediática en la ciudad de Quito. Sin embargo, las dinámicas que le dan

origen, que le confieren contenido, que explican su devenir y que prevén su

movimiento, están en el mejor de los casos presupuestas en estos escenarios. Fuera del

halago dogmático, estático y demagógico hacia el espacio público, está noción

comprende un conjunto de relaciones que, si bien dan cuenta de la construcción de la

urbe y de sus sentidos, son a menudo ignoradas y preconcebidas. Las nociones, que

componen el campo semántico que circunda a la idea de espacio público, precisan de un

tratamiento detenido pues son la clave para entender el sentido que la ciudad cobra en

el imaginario de sus habitantes y por ende la naturaleza de las relaciones que se

deducen de él. Este trabajo propone una reflexión acerca de la relación que se entabla

entre el espacio público simbólico y el espacio público concreto. Pretende, mediante la

interpretación de significados creados y convenidos por el discernimiento de la ciudad,

esbozar la figura que el espacio público ocupa en Quito e inferir el papel que juega en la

cotidianeidad de sus habitantes.

¿Cómo pensar y asir la noción de espacio público?

La ciudad de Quito es, en último término, la representación lingüística de la comunión

entre un territorio y una comunidad. Es un significante que engloba significados

infinitos que, en constante reproducción, son creados, comprendidos e interpretados por

la población como parte inherente de su propia imagen tanto individual como colectiva.

Quito como representación no tiene un sentido unívoco pues engloba múltiples

fenómenos que no se agotan en un concepto ni en una definición. La noción

paradigmática de la ciudad, como la unidad moderna de representación de la sociedad,

junto con la escala geográfica de medidas comunitarias (provincia, país, región,

continente, etc.) cumple siempre un papel ambiguo puesto que define realidades

complejas bajo la operación básica de la lengua, el nombre. A diferencia del sustantivo,

el nombre, es la abstracción de una particularidad y no de una generalidad, debido a que

busca representar un fenómeno solamente, siempre resalta lo distintivo, el rasgo único,

lo irrepetible se manifiesta por medio de él. Quito estructuralmente refiere a un

Page 15: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 15 de 119

fenómeno solamente, a un fenómeno que engendrado acontece. Ciudad, por el

contrario, nos remite a un conjunto de condiciones hipotéticas que nunca ocurren pues

son la fórmula de una generalidad y cuando se encarnan en la realidad y se llenan de

contenidos adoptan, pues, un nombre. El sustantivo, como el imperativo categórico de

Kant, está condenado al vacío. En cambio el nombre, como la idea platónica, no puede

sino representar su contenido. Entonces es pertinente preguntarnos ¿qué llena el nombre

de Quito? ¿Cuáles son las operaciones que le confieren significado? ¿Quién y cómo se

decide su contenido?

En primer lugar es preciso anotar que el nombre de la ciudad tiene tantos autores como

miembros, ya que refiere siempre a una noción compuesta por la imagen que la

comunidad, el clima, el paisaje, etc. proyecta sobre cada una de las coordenadas de la

topografía social. En otras palabras, aquello que condensa, por medio del lenguaje, la

idea de sociedad tiene tantos significados como perspectivas que le apuntan. Todos

tienen autoridad para hablar acerca de lo común, puesto que el sesgo, que confiere

heterogeneidad al contenido del nombre y que se origina en las posiciones determinadas

que se pueden ocupar en la comunidad, es inherente a la enunciación misma y no tan

solo un accidente que podría considerarse como un elemento que distorsiona su

representación. Dicho de otra manera, el significado que Quito tiene para cada uno de

sus habitantes, varía en función del ángulo, de la perspectiva, del lugar desde donde se

vislumbra e interpreta el horizonte de lo común y de los mecanismos por medio de los

cuales se elucubra el discurso que da cuenta de él. Sin embargo, esta variación no es un

excedente que nubla o entorpece un supuesto significado esencial de Quito, es, al

contrario, una de las partes constitutivas del contenido de su significado. En resumen,

cualquier aproximación al contenido, a aquello que nos refiere a la idea de la ciudad y al

sentido que cobra Quito en la voz de cualquiera de sus habitantes, está signado por una

diferencia necesaria que denuncia la existencia perenne de una perspectiva. Esto es

válido, tanto para una versión elaborada en el seno de la opinión común, como para

cualquier aproximación histórica o de cualquier otro origen académico. De la misma

manera en que el campo de visión de un paisaje se transforma a medida que se cambia

de posición, el significado del nombre, hace lo mismo y contiene siempre la variable de

la perspectiva dentro de su definición. Esta brecha irreductible entre posiciones es

necesaria y no accesoria, es constitutiva del significado y plantea la heterogeneidad

perpetua de la representación de la comunidad. Ranciere se refiere a esta brecha cuando

afirma que la igualdad no es materia de la ética, sino es un presupuesto imprescindible

Page 16: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 16 de 119

en la relación que entabla cualquiera con la representación de lo común. Tiene que ver

más con las operaciones cognoscitivas que con los mandatos morales de cualquier

colectividad. En segundo lugar, resulta obvio que no es lo mismo nombrar una calle que

una ciudad, debido a que las dimensiones y la complejidad de sus constituciones son

distintas. En el caso de Quito, tenemos que considerar que el nombre abarca realidades,

significados, interpretaciones y procesos que precisan no sólo de contenidos sino de

fórmulas que den cuenta de las dinámicas de significación, de apropiación y de relación

entre las diversas versiones que suscita el contradictorio evento mediante el cual una

palabra puede formalmente nombrar bajo la misma estructura tanto a un alfiler como a

un continente entero.

Tenemos entonces dos líneas principales que, en dimensiones superpuestas, deben ser

desarrolladas para aproximarnos a los procesos mediante los cuales podremos

estructurar la dotación de significados de Quito: la primera, de orden filosófico, que

sustenta el presupuesto de que, ante lo común, todos tenemos palabra, puesto que,

participamos de la lengua y por ende gozamos de una igualdad primigenia que escapa a

cualquier clasificación y manejo histórico de los sentidos de la ciudad. Para este

propósito, desarrollaremos a lo largo del trabajo algunas de las ideas presentes en las

tesis de Jacques Ranciere acerca de lo específico de la política, en donde la dotación de

sentidos que se esconden tras el nombre nos remite a una lucha que se lleva a cabo en el

campo de la estética en donde, aquello que se disputa, es la representación misma de lo

común. Si bien estas consideraciones nos facilitarán la lectura de los fenómenos de

enunciación y acontecimiento de los significados de Quito, es menester anotar que se

refieren al marco que origina la elaboración de una versión de lo común en cualquiera

de sus escenarios. Son las bases que se pretenden universales en los procesos de

representación y por lo tanto nos mostrarán una estructura que, más que buscar la

explicación detallada de nuestro caso de estudio o de cualquier otro, diferencia aquello

que ocurre en cualquier acontecimiento de significación de lo común. El basamento

filosófico nos brinda el conocimiento de los límites de aquellos procesos ineluctables

que definen lo público, su representación e incluso su constitución.

Sin embargo, cuando presuponemos la igualdad en las perspectivas que llevan a cabo la

elaboración estética de la sociedad, y cuando consideramos que estos procesos llevan

una lucha inherente al mismo hecho de pensar la comunidad desde la igualdad. No

podemos sino prever el sentido anacrónico de estos enunciados, pues en la medida en

que sus presupuestos buscan la universalidad, excluyen el desarrollo histórico de estos

Page 17: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 17 de 119

procesos. La igualdad debe ser entendida siempre como un presupuesto, o como una

utopía, nunca como un posible escenario. Si la igualdad fuese susceptible de acontecer

en algún episodio histórico, asistiríamos al cumplimiento de la promesa liberal, en

donde todas las voluntades se alinearían en una gran decisión que hubiera contemplado,

dentro de sus contenidos, el enunciado de cada una de ellas. La igualdad refiere a la

lucha constante y a la tensión perenne que experimentan cada una de las

representaciones de lo común al constatar su eterna potencialidad. Entonces, ¿cómo ha

acontecido la dotación de los significados de Quito? ¿Quiénes han impuesto su

perspectiva de lo común? ¿Dónde tiene lugar esta lucha estética?

Las tesis que responden a esta problemática deben ser necesariamente de tinte

sociológico, pues en una segunda dimensión, los medios mediante los cuales la versión

imperante del significado de la ciudad se ha impuesto y asimilado responden al papel

que han cumplido y han ocupado las versiones históricas de la representación de lo

común. Un agotamiento de las preguntas mediante una respuesta teórica, debe

necesariamente contemplar un enfoque multidisciplinario que incluya visiones

antropológicas, históricas y sociológicas que en base a presupuestos filosóficos den

cuenta de la realidad particular del significado de Quito. Sin embargo, y en vista de las

posibilidades de esta investigación, aquello que propongo es un acercamiento, por

medio del método semiológico de Roland Barthes, a ciertas nociones, ideas, opiniones y

supuestos, que en relación a la ciudad y a su significado, han calado en el

discernimiento público. El objeto de esta interpretación es un conjunto de clichés, de

imágenes, de discursos y de todo aquello que sedimente a su rededor las huellas de un

proceso histórico que ha sido invisibilizado por medio de la obviedad del lenguaje. Y

que sin embargo constituye aquello que en el eco de los medios y de la opinión común,

delimita la versión oficial del significado de la ciudad. Son en estos intersticios,

justamente, donde la mirada genealógica descubre las relaciones de poder, las líneas de

tensión políticas cristalizadas en opiniones y en donde también radica la distribución

orgánica de la ciudad. El espacio público esta signado de entrada por este cúmulo

escurridizo de supuestos, que dictan desde su evidencia, las prácticas y las relaciones

que se llevan a cabo en la ciudad. El manto simbólico que implica una especie de

discernimiento oficial acerca del significado de la ciudad de Quito germina en las

prácticas cotidianas y en las relaciones que los habitantes entablan entre sí mismos y su

entorno. No buscamos con este ejercicio la crítica de un sistema de dominación

claramente delimitado y que en nombre de una moral definida pueda parecernos injusto,

Page 18: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 18 de 119

buscamos por el contrario rastrear los mecanismos por medio de los cuales las versiones

del significado de la ciudad se materializan en prácticas y relaciones que,

cotidianamente, marcan el ritmo de la relación que se entabla entre los habitantes. La

tesis que sustenta esta aproximación radica en el supuesto de que el espacio público está

constituido a priori desde el discurso. Y que los lugares que ocupan, las funciones que

ejercen y las dinámicas que siguen públicamente los habitantes de Quito pueden

deducirse, en cierta medida, de aquello que se piensa acerca de la ciudad, de sus anhelos

y de sus carencias, de sus orgullos y de sus vergüenzas plasmados en pequeñas cápsulas

de discernimiento que circulan a través de los medios y su influencia, a través de frases

e imágenes que atraviesan la gama de la discusión pública y de aquellos lapsus que

revelan más de lo que pretenden.

El método semiológico no pretende agotar la explicación de la dinámica de la dotación

de sentido de Quito, pretende desestructurar ciertas ideas concebidas, cierta ideología,

para dar cabida al horizonte siempre fecundo del pensamiento de lo común. Nos

permite, formalmente, una aproximación a lo específico de la ciudad mediante

problemáticas dirigidas directamente a los sentidos elaborados por Quito acerca de sí

mismo.

A continuación, anotaremos la interpretación de una colección de ideas, imágenes,

recorridos y acciones que cumplen la función de “mitos” en la opinión común de la

ciudad. Este acercamiento al discernimiento de la comunidad pretende deducir el lugar

que ocupan las reflexiones acerca del espacio público en los supuestos que le dan

origen.

La Capital y provincia

El mito, según Barthes, es una suerte de “cápsula” que encierra parte del discernimiento

de una sociedad bajo la obviedad del lenguaje. Es una opinión cristalizada en una

palabra, una dicotomía o una imagen que busca invisibilizar y naturalizar convenciones

que, si bien son el resultado histórico de construcciones sociales, se presentan como

verdades evidentes, como certezas naturales. La sociedad se aproxima a la realidad por

medio del “sentido común” que no es más, desde esta línea de pensamiento, que el

cúmulo de estos “clichés” y “prejuicios” a los que Barthes ha denominado mitos. Estos

recursos simbólicos cumplen una función mecánica que permite que ciertos

contingentes sociales obtengan una lectura automática de la realidad sin ningún filtro

Page 19: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 19 de 119

crítico. Para dar cuenta de la estructura del mito, Barthes se basa en un sistema de

análisis que descompone los fenómenos en las fases del proceso dialéctico. En un

primer momento esta descomposición opera al nivel lingüístico. En el pensamiento de

Saussure, por ejemplo, el lenguaje se descompone en el significante que es la imagen

acústica; el significado que es el consenso abstracto que tenemos sobre esta imagen (el

concepto; la lengua) y el signo que es la relación que se entabla entre las dos etapas

anteriores. El lenguaje entonces se encuentra poblado por signos, que, a manera de

síntesis, son la cara visible de una conjunción de procesos. Para Barthes este proceso

dialéctico se encuentra también presente en el pensamiento de Sartre, en donde, la obra

(signo) es el resultado de la relación que se entabla entre la crisis original del sujeto

(significado) y el discurso literario (significante). El mito no se construye, sin embargo,

en base a estos tres elementos, pues si bien sigue la misma estructura dialéctica, utiliza

los signos como materia prima. En otras palabras, el mito, dispone de los signos

construidos ya por el lenguaje para su aparición. El mito es una segunda ronda

dialéctica en la cual los términos que ya han sido dotados de una síntesis lingüística,

entran nuevamente a fusionarse entre ellos y nos dan como resultado, no tan sólo una

relación entre el significado y el significante, sino una conjunción entre un signo y otro

signo –que si bien juegan a su vez los papeles análogos a los de significado y

significante- se encuentran dotados, en esta segunda ronda, de fuertes atribuciones

sociales.

El mito no es, entonces, la versión inocente e ingenua de la verdad lingüística, es la

positividad de construcciones históricas que, si bien no se presentan como palabras

simples (pues han seguido varios procesos de depuración lingüística), surgen bajo su

misma fórmula y son aprehendidas por la burguesía1 en un solo movimiento irreflexivo.

El mito es, desde esta perspectiva, la banalidad encarnada en la dotación de significados

sociales a la conjunción de signos lingüísticos. Dicho de otra manera, es una serie de

frases construidas, de clichés y reflexiones que –en cápsula- representan el

discernimiento de una sociedad. Este discernimiento no se basa en un ejercicio socio-

intelectual de relación con la realidad, sino en una apropiación mecánica de opiniones y

artificios, que sedimentados en el sentido común, se presentan bajo la evidencia de la

lengua. En la sociedad el mito se esconde en su estructura, puesto que su forma

mimética permite que la relación que nosotros entablamos con él sea, justamente,

1 Para Barthes la burguesía es una porción social histórica que reclama valores universales y se atribuye el derecho de la clasificación de la sociedad. Habla en primera persona en términos míticos atemporales. Y su desarrollo se acompaña de un proceso paralelo de depuración dialéctica que, según el autor, ha desembocado en un regreso triunfal del esencialismo.

Page 20: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 20 de 119

aquella que entablaríamos con la obviedad de la palabra. Las múltiples depuraciones

dialécticas que dan origen a un mito no pueden ponerse de manifiesto, ya que su

estructura resultante no difiere de su estructura primigenia2.

Quito es una ciudad que puede interpretarse desde la mitología de sus habitantes, ya que

muchos de los procesos sociales que operan en su interior han desembocado en estas

imágenes cotidianas, en estas “opiniones consagradas” que, aunque son las evidencias

de la opinión común, son de la misma forma, las claves para descifrar el puesto del

espacio público en el imaginario de la ciudad y por ende el de la dinámica social que

comporta.

La dicotomía “La Capital / provincia” con la cual se sitúa simbólicamente a Quito

dentro del Ecuador, desde esta perspectiva, es mítica. Revela de ese modo una

convención social e histórica creada por la ciudad y entablada entre sí misma y el resto

del país bajo la forma de una división política-administrativa. Mejor dicho, detrás de la

división político-administrativa y empleando un lenguaje técnico que se pretende

objetivo e imparcial se esconde un mito que nada tiene que ver con la aproximación

geográfica del territorio. Desde una mirada interpretativa “La Capital” tiene

connotaciones positivas, ya que su significante encierra nociones de progreso,

modernidad y cambio. “Provincia”, al contrario, se relaciona mejor con ideas como

precariedad, atraso y pobreza. Sería más fácil perseguir las razones por las cuales el

significado de Quito se asocia con nociones de desarrollo, buscando exorcizar sus lazos

con lo primitivo, empero, debemos ir más lejos en el análisis y descubrir la función

insospechada de este mito. Para este propósito es preciso preguntarnos: ¿por qué Quito

plantea esta división para relacionarse con el resto del país? ¿Por qué la relación con su

entorno se entabla por medio del halago y el denuesto?

Comenzaremos anotando que la dicotomía es una de las figuras lingüísticas que mejor

ilustra la brecha inherente a la relación del lenguaje con la “realidad”. Sería tortuoso

hablar aquí de las problemáticas que la filosofía ha planteado alrededor del lenguaje,

nos bastara con definir a la dicotomía como una oposición de contrarios en la que cada

noción se define en función de su opuesto. El “calor” no posee más significado que el

de ser lo opuesto al “frío”, lo que significa que el contenido positivo del “calor”

comporta aquello que no es “frío” y que, a la inversa, aquello que es “frío” es

positivamente la ausencia de “calor”. Esta relación nos muestra un juego de espejos, una

Cinta de Moebius en la que las caras, aparentemente opuestas, resultan ser la misma en

2 Roland Barthes, Mythologies, Éditions du Seuil, Paris, 2009

Page 21: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 21 de 119

estadios diferentes de representación. “La Capital” sin “provincia” carece de sentido,

carece de “realidad”. La dicotomía es un discurso auto-contenido en su propia lógica,

es la unidad más pequeña de la ideología debido a que al enfrentar dos nociones, dos

posiciones, dos perspectivas, etc., plantea generalmente una representación maniquea de

la realidad en donde una idea se descompone en dos caras enfrentadas la una en contra

de la otra.

La dicotomía dice poco o nada acerca de la realidad, sin embargo, revela mucho acerca

de la relación que crea. El nexo entre sus antípodas encierra un marco moral que prepara

la lectura del fenómeno que supuestamente representa. En el caso de “La Capital /

provincia” el lazo que enfrenta las dos nociones contiene un reservorio mítico

inconmensurable que puede rastrearse en dicotomías que van desde “ciudad / campo”;

pasando por “modernidad / precariedad” hasta “civilización / barbarie” uno de los mitos

más antiguos de la cultura occidental.

Ahora bien, ¿por qué Quito utiliza esta dicotomía para afirmar su puesto en el

imaginario de sus habitantes? ¿Qué consecuencias tiene esta muestra de discernimiento

común en el espacio público? La respuesta no es sencilla puesto que no buscamos aquí

rasgos psicológicos que expliquen la lectura maniquea del país desde los individuos,

buscamos relaciones políticas y estructuras sociales que den cuenta de la ciudad en

dimensiones simbólicas, en aquello que la urbe representa para sus habitantes y por

ende en la forma que toma cuando se materializa en relaciones y en estructuras sociales.

Una buena pista, para abordar esta problemática, es la que evidencia que la noción de

“provincia” no incluye a todo el resto del país. De hecho, Quito conoce una vecindad

que no agota el territorio nacional. La Costa por ejemplo, difícilmente entra en la

categoría de “provincia”, incluso si todo un arsenal mítico está especialmente dedicado

desde la simbología quiteña a esta porción del país. La ciudad de Guayaquil tampoco

recibe este título ya que al representar a la Némesis de Quito en el imaginario, es

simplemente ignorada por la dicotomía. Entonces en el imaginario de la opinión común

quiteña, ¿qué es “provincia”?

La “provincia” refiere al campo; al conjunto de costumbres “primitivas” y a todo

aquello que se ha exotizado bajo la figura de lo “folclórico”. La “provincia” es aquello

que denuncia el puesto que ocupa el lazo anudado entre el campo y la ciudad en la

construcción constante de su identidad.

La matriz histórica colonial que define el pasado de nuestro país, delimita también su

devenir, ya que la discriminación que opera esta dicotomía ante lo cotidiano, ante lo

Page 22: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 22 de 119

campesino, ante lo indígena, etc., se torna visible en esta división. Tanto en las

proyecciones de la ciudad actual como en las de las ciudades coloniales y republicanas,

“provincia” es la parte reprimida y repudiada de la urbe; la “incultura de la gente” y el

gusto popular. Deberíamos proseguir el análisis con la búsqueda del posible quiebre

histórico que dio origen a la dicotomía, sin embargo, no existe. La “provincia” siempre

estuvo ahí, constituye el núcleo traumático de la ciudad, aquello que se encuentra al otro

extremo del progreso y que, mediante una constante huida, dibuja el devenir civilizado.

La “provincia” es el síntoma lacaniano, es la distancia que separa a “La Capital” de sí

misma. Es la brecha que impide que el círculo de la perfección se cierre y dé origen a la

ciudad cosmopolita, metropolitana, culta, artística, etc.

Quito es el constante triunfo de “provincia” que se convierte en “La Capital”. La

dicotomía muestra simbólicamente el discernimiento de la ciudad, en donde, “La

Capital” es ante todo una posición, es el lugar más alejado posible de la “provincia”.

Ciertas maneras reniegan del calificativo y preforman el sustrato social. Prácticas como

el acento y la comida se “higienizan” en la constante huida, constante fuga y deserción

que comporta esta lectura de la sociedad. El espacio público recrea esta dicotomía, ya

que en la medida en que todo está sujeto de ser “provincia” opta por la supresión del

sustrato común, a favor de una sociedad privada y exclusiva no sólo en términos

económicos sino también culturales. La discriminación en Quito no opera en contra de

un contingente social definido, opera en contra de la parte susceptible de recordar a la

“provincia” que potencialmente tiene cada uno de sus habitantes. Esta discriminación

introspectiva resulta dañina para las relaciones sociales ya que trastoca el espacio

público en un espacio jerarquizado e ineficaz. Las dinámicas sociales, se marcan

entonces, por una movilidad conflictiva en los sustratos sociales. No evidenciamos aquí

a grupos de personas enfrentadas, sino a personas enfrentadas consigo mismas bajo la

figura de una identidad fragmentada.

La campaña por la paz de Michelle Oquendo Sánchez

La política es, para Jacques Ranciere, una relación que se lleva a cabo en la

representación estética de la sociedad. Ante la evidencia de una brecha existente entre la

realidad y el discurso que da cuenta de ella, el autor propone, situar la lucha política en

este escenario. La idea de comunidad tiene que ser expresada necesariamente mediante

el lenguaje, y al ser el lenguaje el mínimo común que se comparte entre los sustratos

Page 23: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 23 de 119

sociales, define posiciones de mando y de obediencia, sitúa a los cuerpos en funciones

especificas y propone una versión discursiva de la sociedad que, aunque abstracta, cala

en la organización real y en el funcionamiento de la sociedad. El recuento de la sociedad

mediante el lenguaje tiene, sin embargo, ciertos dogmas que lo vuelven efectivo. El

primero presupone que en el circuito de la palabra existen dos tipos de personas,

aquellas que tienen conocimiento y discurso y aquellas que tienen tan sólo voz nuda y

cotidiana. Un grupo siempre esboza su versión discursiva de la sociedad en detrimento

de otros grupos que, bajo esta clasificación, quedan invisibilizados3. Para ilustrar esta

argumentación analizaremos un ejemplo que descubre relaciones conflictivas al seno de

la representación de la sociedad.

“La campaña por la paz de Michelle Oquendo Sánchez” es una iniciativa que tomó la

emisora de radio “Visión” en la ciudad de Quito, a partir del asesinato del ejecutivo

Francisco Espinoza Álvarez en la vía que conecta al norte de la ciudad con el valle de

Cumbayá y Tumbaco. Radio Visión es, como veremos a continuación, una emisora que

reclama la representación de la “clase media ilustrada”4. Su trabajo editorial gira en

torno a denunciar los excesos y desaciertos de la administración gubernamental, al

tiempo, que ofrece programas de tinte cultural y artístico. La iniciativa, que surgió ante

esta irrupción de violencia en la cotidianeidad de la ciudad, consiste en pequeños

mensajes que, en la voz de niños, profesionales, artistas, deportistas, etc., se pasan al

aire con la enunciación de pequeños compromisos por la paz. Así, tenemos por ejemplo

que María, una niña de 12 años, se compromete por la paz a no pelear con su hermanito

y a obedecer a sus padres; Juan, artista de 35 años, se compromete por la paz a

mostrarse más tolerante con su familia y a respetar a los peatones mientras conduce. La

lista sigue de la misma manera pasando por las voces de psiquiatras, abogados, ciclistas,

poetas, médicos, entre otros, que asumen pequeñas responsabilidades, en su día a día,

para apoyar a la consecución de la paz.

Esta campaña resulta interesante para pensar la publicidad en Quito por dos razones

principalmente. La primera que desde la línea de Ranciere, en donde se plantea la

noción de policía como “la actividad que organiza la reunión de los seres humanos en

una comunidad y que ordena la sociedad en términos de funciones, de lugares y títulos

3 Jacques Rancière, El tiempo de la igualdad, Herder, Barcelona, 2011 4 Nombre que evidencia la construcción estética que una porción de la sociedad quiteña ha proyectado sobre toda la comunidad. Clase media al ser un concepto de la social-democracia de posguerras en Europa, refiere a una comunidad mayoritariamente homogénea en términos económicos que presupone que la pobreza y que la riqueza se encuentran en los percentiles más alejados de la sociedad. Este apelativo refiere a una ciudad homogénea económicamente y además se ha cultivado en las máximas del conocimiento y arte que se han planteado desde la Ilustración.

Page 24: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 24 de 119

que deben ocuparse”5; nos presenta a la emisora de radio como un agente calificado

para clasificar a la sociedad. Un portavoz que, una vez situado en el circuito de la

palabra, nombra los límites simbólicos de la ciudad. La segunda razón refiere al mito

liberal por excelencia que recubre y fundamenta esta campaña. El mito de la comunidad

democrática.

Radio Visión inyecta en el imaginario quiteño la figura de la “clase media ilustrada” a

través de una versión discursiva que muestra una porción de la sociedad compuesta por

personas que, en base a su sensibilidad y competencia profesional, reclaman para sí el

monopolio del sentido común. La legitimación de este discurso y del recuento de la

sociedad que implica, se fundamenta en la evidencia mediante la cual la opinión común

se representa esta porción social que en base al cultivo de su discernimiento enuncia la

topografía oficial de la ciudad. La radio como portavoz, en este caso policial, emite sus

juicios, acerca de lo “común”, bajo la figura legitimada de la opinión ilustrada. Y en

vista de la construcción de este derecho, sus conclusiones y aproximaciones a la

realidad sufren lo que Ranciere ha denominado la enfermedad de la escritura6. Esto

quiere decir que su discurso está avalado a priori por la estructura que lo enuncia. Ya no

enfrentamos aquí a la palabra viva que por medio de las operaciones del sentido común

lucha por objetivarse, tratamos con la objetivación de lo común que se ha legitimado

antes de enunciarse. “La campaña por la paz” es efectiva en la medida en que viene

garantizada por el puesto que ocupan sus promotores en la repartición simbólica de la

ciudad. Esta estática está presente en el discurso policial de la parte que tiene parte en

el pensamiento de Ranciere, o, desde Barthes, en la burguesía que reclama valores

universales en términos míticos atemporales. Ha desembocado en un regreso triunfal del

esencialismo y en una configuración simbólica de la ciudad que vuelve estéril el espacio

público.

En otros términos, la radio no representa una voz aislada, representa el eco del

discernimiento de una porción de la comunidad que reclama para sí el derecho de la

clasificación social. Los procesos performativos bajo los cuales el discurso de la

emisora –que enuncia la existencia de una clase media ilustrada- se percibe por la

opinión común como evidente, van desde la autoridad que el nombre y la profesión de

los locutores infunde en la sociedad mediante la red de relaciones políticas específica de

la ciudad, hasta los procesos comunes a todas las dinámicas de los “mass-media”.

5 Jacques Rancière, El tiempo de la igualdad, Herder, Barcelona, 2011, Pág. 74 6 Ibid. Pág. 71

Page 25: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 25 de 119

Tenemos, entonces, que la radio crea una versión de la sociedad que es asimilada por

grandes porciones de la comunidad como evidente y verdadera. La clasificación nunca

se cuestiona como una construcción histórica sino que se entiende como una fiel

representación de lo real. Esta representación enuncia un discurso que ya no precisa de

una argumentación dinámica puesto que es asimilado, en un solo movimiento

irreflexivo, por la opinión común.

Ahora bien, en el caso de Quito, como en el de todas las comunidades, los contenidos de

lo “políticamente correcto” no responden necesariamente a un proceso intelectual de

aproximación a la realidad, al contrario, son grupos semánticos que varían en función

del tiempo y de la acogida que reciben, por parte de ciertos portavoces claves en la

comunidad, quienes se conforman en los estandartes del sentido común.

Según Barthes, estas construcciones, invisibilizadas bajo la obviedad del lenguaje,

componen no tan sólo la lengua cotidiana sino también grandes porciones de supuestos

históricos, ideales políticos y estructuras morales. En Quito, Ranciere nos permite

interpretar el papel decisivo que tienen quienes reclaman el derecho de la clasificación

de la sociedad, en este caso: la emisora “Radio Visión”. Barthes por otro lado, nos

brinda las herramientas necesarias para desarticular los mitos que pueblan la infinita

amalgama de supuestos con los cuales la opinión común se representa la realidad. Desde

esta línea, nuestro interés se centra en la develación del mito que esconde la “campaña

por la paz” y en la comprensión de los efectos que ocasiona, en la comunidad, el hecho

que se lleve a cabo por un portavoz autorizado en el circuito de la palabra.

“La campaña por la paz de Michelle Oquendo Sánchez”, es lo que Barthes llama una

vacuna, “la inmunización del imaginario colectivo por medio de la inyección de un mal

reconocido” 7

. Dicho de otra manera, la reacción de la opinión común de la ciudad ante

un hecho violento resulta en la más primitiva de las simbolizaciones, la liberal.

La violencia es presentada aquí como el resultado de la mala disposición individual para

adoptar la voluntad moral de actuar en pos de la paz. Esta simbolización presupone la

noción liberal de la sociedad, en donde cada individuo está suspendido en un sustrato

infinito que, al no tener bordes, depende únicamente de la agregación aritmética (y no

geométrica) de las voluntades. La sociedad individual carece de forma pues su

abstracción no puede leer más que combinaciones binarias de la realidad.

Cualquier aproximación teórica a la violencia presupone la representación de una

sociedad orgánica en donde las dinámicas son estructurales. La violencia tiene,

7 Roland Barthes, Mythologies, Éditions du Seuil, Paris, 2001, Pág. 225

Page 26: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 26 de 119

necesariamente, un contexto histórico y geográfico y, sin embargo, se presenta por

medio de esta campaña como una opción.

La campaña por la paz no tiene una conexión lógica con el verdadero fenómeno de la

violencia, al contrario de sus intenciones, agrava el conflicto pues neutraliza cualquier

iniciativa común de acción o reflexión, al seno de la comunidad, al brindar la ilusión de

ocuparse públicamente de estos acontecimientos. La ideología liberal, encargada de

exacerbar la noción del individuo, nunca comportó una construcción seria de la noción

de la sociedad. Por lo tanto, la imagen infinita del sustrato que sostiene al individuo

liberal, no es más que el excedente necesario de un discurso que nunca se ocupó de

representar nada más que al sujeto como unidad. La sociedad como noción, es un

efecto no deseado de la doctrina liberal pues es un presupuesto accesorio que resulta

incompleto y necesariamente contradictorio con la imagen del individuo. A nivel teórico

e ideológico, sólo existe individuo en detrimento de sociedad. Entonces ¿qué significa

que la emisora encargada de garantizar la existencia de la “clase media ilustrada” en

Quito y de tener autoridad en la clasificación policial de la comunidad, maneje una

representación tan primitiva de la sociedad? En primer lugar, es importante anotar que

no enfrentamos aquí a un manejo cínico de las representaciones sociales en los medios,

enfrentamos los resultados de la fragmentación que ha seguido rampante la ciudad de

Quito y la desembocadura necesaria en la privacidad como sublimación del espacio

público por parte de los que tienen parte. Asistimos al espectáculo de la letra inmóvil,

de la ley y de los límites como reemplazos del razonamiento. Sin embargo, esta versión

representativa de la sociedad es dañina pues fomenta, sin ni siquiera saberlo, la brecha

que entablan los ciudadanos entre ellos y nos muestra un panorama pesimista para la

ciudad de Quito. Rancière afirma que “el paradigma sociológico se creó en reacción

contra la democracia. Siguiendo la convicción de que el cuerpo social estaba roto,

desecho por una palabra que circula de manera ilegítima, este paradigma se constituyó

mediante la idea de repensar el tejido social con la intención de volver a encontrar una

suerte de unidad del individuo y de la colectividad a partir de la creencia que expresa el

vínculo de la comunidad”8. La sociología, a falta de un cuerpo articulado que practique

el razonamiento de manera pública, debe profundizar la búsqueda y neutralización de

estos portavoces que por medio de su ingenuidad ofrecen una clasificación ineficaz y

fragmentaria de la comunidad.

8 Jacques Rancière, El tiempo de la igualdad, Herder, Barcelona, 2011, Pág. 59

Page 27: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 27 de 119

Cumbayá

El valle de Cumbayá presenta un escenario privilegiado para entender el paradigma de

crecimiento urbano que está siguiendo actualmente la ciudad de Quito y que

probablemente ha seguido desde los inicios de los años setenta. Resulta interesante, ya

que condensa en una imagen, o mejor dicho en un recorrido, muchos presupuestos que,

basados en convenciones sociales, rigen la disposición del espacio y dictan las prácticas

que en él se realizan. Podríamos abordar el fenómeno desde la perspectiva que muestra

al valle como el destino de todo un contingente social que, en base a su capacidad

económica, ha buscado un lugar alejado de la ciudad, que cumpla con todos los

requisitos que implican las maneras modernas de habitación. Cumbayá se puede

interpretar, entonces, desde la promesa de la Villa Saboya, en donde el automóvil, la

privacidad y el aislamiento conceden la comodidad en su grado más sofisticado. Sin

embargo, si miramos con atención, descubriremos en la disposición y en el uso de los

lugares que componen el valle, una problemática más interesante. ¿Cómo el estrato con

más poder adquisitivo de la ciudad se representa lo público? En palabras de Rancière

¿cómo la parte de los que tienen parte en el recuento de la sociedad esboza lo común?

¿Qué nos dice la situación de los lugares en Cumbayá acerca de su vida pública? Para

intentar responder a estas preguntas, es necesario anotar que desde esta perspectiva,

Cumbayá, resulta útil para nuestros propósitos por ser el polo más nuevo de expansión

urbana de la ciudad y no solamente por albergar una porción social calificada como

“alta”. La disposición y el uso que se ha destinado a los diferentes lugares que

componen la parte habitada del valle, lleva sedimentado el discernimiento con el cual se

ha afrontado el problema de lo público. Aquello que resume la relación que los

habitantes entablan entre sí, está plasmado arquitectónicamente en los recorridos y en

los espacios que se han destinado para cada actividad. Muchas veces, cuando se habla

de Quito, y especialmente de las zonas residenciales, se pone el acento en la desigualdad

económica que se hace patente en los contrastes presentes en la cohabitación de grupos

sociales con diferentes poderes adquisitivos. Empero, en este caso quisiera llamar la

atención sobre indicadores distintos que si bien, muestran de igual manera una realidad

desigual, lo hacen en dimensiones poco exploradas pero fundamentales para representar

las dinámicas de una comunidad. Los lugares en Cumbayá se pueden agrupar en dos

grandes conjuntos, por un lado, a manera del tronco de un árbol, tenemos la vía de

Page 28: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 28 de 119

acceso al valle que esta circundada por comercios, restaurantes, supermercados,

ferreterías, gasolinera, etc. Y por el otro, como grandes ramas, existen conjuntos de

urbanizaciones privadas, casas, edificios, etc. Aquello que podemos interpretar de esta

disposición de los lugares es que el espacio visible del valle se reserva al

aprovisionamiento de la vida privada. En otras palabras, el consumo juega un papel

protagónico en la vida común del valle y fuera de compartir estos grandes galpones de

provisiones, muy poco queda reservado para los habitantes hacia la auténtica vida

pública. La diferencia entre la esfera pública y la privada es cualitativa ya que lo

doméstico se encarga de perpetuar la vida. La labor del hombre obedece a la lucha

perenne en contra de las constricciones propias del ciclo vital y la necesidad es la eterna

tensión inherente al hecho mismo de estar vivo. La esfera pública, por el contrario, es el

espacio que permite el acontecimiento de lo social, es la esfera en donde los ciclos

naturales se rompen y la libertad de la persuasión y el razonamiento se da. Cumbayá

desde esta línea de pensamiento no provee lugares destinados a la espontaneidad

necesaria para que sus habitantes se relacionen entre sí. El gran tronco de comercio que

guía hacia las urbanizaciones y que puede confundirse con espacios sociales dicta,

desde los planos, el titulo crónico de cliente que llevan los habitantes del valle. Es

curioso que sea justamente un canal entre galpones de provisiones aquello que guía al

visitante hacia los espacios de vivienda, puesto que este modelo se reproduce muchas

veces en las carreteras del país, en donde es la vía y su tránsito aquello que da lugar a

pequeños poblados dedicados al comercio de víveres y demás artículos necesarios para,

en el primer caso, adentrarse en el campo o en el litoral y en el caso de Cumbayá para

vivir en una comunidad completamente privada. Los dos ejemplos tienen en común la

austeridad que presupone la vida sin un entramado social cotidiano y ambos comparten

la precariedad de la actividad pública, que limitada al consumo de alimentos, medicinas,

vestimenta, herramientas, etc., concede un espacio marginal a la relación entre los

hombres. En otras palabras y sin recurrir a metáforas, no existe diferencia lógica entre la

compra de un botellón de agua en El Progreso en Santa Elena y la de una botella de

champagne Dumesnil en el delicatesen de Cumbayá. Formalmente la relación entablada

con el espacio común, como mero lugar de distribución, es análoga.

Ahora bien, la habitación de las ramas de Cumbayá instaura toda una moral alrededor

de la propiedad. La noción de “inseguridad” es, ante todo, una construcción semántica

que precede a cualquier acto delictivo. Pues de la misma manera en la que los celos solo

pueden confirmarse pues no responden a la traición sino a las dinámicas del deseo, la

Page 29: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 29 de 119

inseguridad instaura un ambiente de paranoia en el cual la justificación de cualquier

acto siempre está conjugada en tiempos hipotéticos. Las ramas de vivienda se enfocan

patológicamente en la privacidad. Por ejemplo, no es que Cumbayá carezca de parques

o de canchas deportivas, simplemente resulta que estos espacios están atravesados por

una versión tan distorsionada de la seguridad y una exacerbación tal de la propiedad,

que cualquier posibilidad de vida social resulta estéril. El valle de Cumbayá esconde,

tras la aparente patencia de la comodidad, las relaciones estructurales que condenan la

cotidianeidad de sus habitantes al eterno retorno de los ciclos naturales domésticos,

ciclos infinitamente repetitivos y, por ello mismo, de un espantoso aburrimiento. La

posibilidad del momento social cómo aquello que transgrede la fatalidad de los ciclos de

vida y la ineluctable dinámica laboral, se encuentra de entrada negada por la disposición

del espacio. Por otro lado, la ilusión que suscita la aproximación cuantitativa a la noción

de “calidad de vida” parece sugerirnos que el espacio que lo público ocupa en el día a

día de las personas es accesorio y se ve, de cierta manera, satisfecho en las prácticas de

consumo. No pretendo por esto afirmar que no existan momentos sociales en Cumbayá,

lo cual resultaría absurdo, simplemente busco enfatizar el hecho de que espacialmente

las relaciones específicamente humanas están supeditadas a lógicas de consumo que no

pueden, estructuralmente, suplir necesidades sociales. La comodidad no es más que una

forma sofisticada de supervivencia. De hecho, indicadores como la soledad y el

anonimato abren ante nuestra problemática una nueva aproximación hacia la vida en

común, hacia el espacio público y hacia la “calidad de vida”. No se trata aquí de medir

económicamente un contingente social en base a la seguridad de su supervivencia, se

trata de enfocar aquellos campos que -inconmensurables ante la mirada cuantitativa- son

en último término aquello que tenemos de específicamente humano. Cumbayá

comprende una versión utilitaria de la vida, comprende, también, una aproximación

liberal de la sociedad y desconoce, en su recorrido, el papel fundamental y especifico

del espacio público.

Patrimonio y turismo

El 8 de septiembre de 1978, la ciudad de Quito, junto con las Islas Galápagos, fue

declarada por la UNESCO “patrimonio cultural de la humanidad” y “patrimonio natural

de la humanidad” respectivamente. El centro histórico de la ciudad se ha considerado

“el casco colonial más grande y mejor preservado de Latinoamérica” y la situación

Page 30: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 30 de 119

geográfica del valle que alberga a Quito, junto con atractivos históricos y culturales, le

han valido el tan preciado título. Ahora bien, ¿qué relación tiene esta presea con el

espacio público? Comenzaremos anotando que la declaración de la ciudad como un bien

preciado, no tan sólo para sus habitantes sino para el conjunto de la humanidad,

reconoce, por medio de una organización internacional, el valor intrínseco de la ciudad.

Reconoce, también, que el conjunto de edificaciones y dinámicas sociales, que se han

plasmado en Quito a través de la historia, resulta valioso para la memoria colectiva de

sus habitantes, del país y del mundo entero. Este título, sin embargo, pone en evidencia

que la responsabilidad del mantenimiento arquitectónico y cultural de la urbe rebasa las

decisiones locales ya que instaura una legislatura que regula el devenir espontáneo de

Quito Una muestra de ello es que en la página virtual del Ministerio de Patrimonio

exista una sección destinada a “preguntas frecuentes” en donde se detallan procesos a

seguir en caso de tener dudas con respecto a las acciones que se pueden llevar a cabo

alrededor de los “bienes patrimoniales”. Preguntas del tipo “¿Qué debo hacer si tengo

un bien patrimonial?, o, ¿puedo comercializar un bien patrimonial?”9, encuentran

respuestas normativas enmarcadas en las regulaciones internacionales. Esto significa

que las decisiones acerca del espacio, que se ha declarado patrimonio, son compartidas

por los habitantes de la comunidad que lo ocupa y por cánones internacionales de

desarrollo y de conservación urbana. En el caso de Quito, está hibrida matriz de

decisión desembocó, en el mandato del Alcalde Paco Moncayo, en una interpretación

coercitiva de las leyes que desconoció los usos cotidianos del centro histórico y

mediante procesos de gentrificación desplazó a comerciantes ambulantes, expendedores

de alimentos y locales comerciales, favoreciendo reapropiaciones “culturales” y

turísticas del espacio. El título “Quito, patrimonio cultural de la humanidad” es la

versión técnica y apostillada de apelativos del tipo “Quito, carita de Dios” que antaño

buscaban, en una imagen, representar el valor de la ciudad para propios y extraños,

solidificando sentimientos de identidad por un lado y despertando interés y curiosidad

por el otro. Los procesos mediante los cuales esta representación de la ciudad se asimiló

en Quito, pusieron de manifiesto el discernimiento que pretende la prevalencia del

espacio arquitectónico por sobre las prácticas culturales y las dinámicas sociales de sus

ocupantes. Podríamos discurrir acerca del papel que juega la cotidianeidad desnuda y

sin adornos de los habitantes del centro histórico en el significado de Quito, sin

9 http://ministeriopatrimonio.ezn.ec/es/que-es-el-patrimonio

Page 31: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 31 de 119

embargo, será mejor deducirlo de los cambios simbólicos que comporta la titulación

patrimonial y turística del espacio. El patrimonio, en nuestro medio, se ha caracterizado

por insertar a los lugares que inviste en una dimensión estática que reniega la vida diaria

de sus ocupantes. La majestuosidad de las iglesias del centro, las calles que las

circundan, los museos y las grandes casas históricas, cumplen un papel en la identidad

de la ciudad, empero, en base a la mirada patrimonial, lo hacen desde una dimensión

emblemática y ya no cotidiana. El turismo hace lo mismo pero en lugar de canonizar los

espacios, los mercantiliza. Esto quiere decir dos cosas: en primer lugar, una persona no

puede relacionarse con el espacio patrimonial sino bajo la relación de la contemplación

y, en segundo, tampoco puede relacionarse con el espacio turístico de otra manera que

no sea la del consumo. Esto no implica que no exista dinámica social en estos espacios;

implica que bajo la construcción estética de la sociedad que se ha llevado a cabo bajo

estas premisas los lazos cotidianos establecidos por los habitantes entre sí, los lugares

en donde se relacionan, comen, se conocen, se enamoran, etc., se invisibilizan debido a

que resultan indiferentes ante los supuestos que dictan el devenir de la ciudad. Esta

extirpación quirúrgica sufrida por los lugares al ser removidos de su contexto mundano,

revela una incomprensión de la constitución misma de la ciudad. Dicho de otra manera,

la utópica pretensión de poblar los lugares con personas sensibles ante la importancia

cultural e histórica del espacio y la burda tendencia a llenarlo de turistas, denotan el

rechazo de la patencia de las prácticas sociales propias de la ciudad. Esta perspectiva,

producto de las taras presentes en nuestra matriz histórica, recrea la práctica que, en los

inicios del siglo XX, llevaba a cabo la revista “Quito a la vista” en donde los indígenas

eran borrados mediante técnicas de revelado de las fotos que se presentaban10

. Aquello

que acontece cíclicamente en la ciudad y que se marca por los ya problemáticos tiempos

laborales, se esconde tras la búsqueda frenética de la metrópolis, de la capital, de la

cosmópolis y demás términos rimbombantes que denotan no solamente el esfuerzo por

constituir una ciudad ficticia en el imaginario social sino la incomprensión de las

estructuras formales que dan origen a la comunidad en su dimensión tanto práctica

como simbólica. Si bien toda representación social es en último término una disposición

estética de las partes que la componen, en el caso de Quito, esta construcción (y por lo

tanto su acontecimiento) carece de elementos imprescindibles para cerrar el círculo de

su representación. Ya no es el indígena a quien se ha borrado del mapa, es a toda la

esfera pública cotidiana que bajo la ilusión del desarrollo privado, desconoce las

10 http://antropologiavisual2010.blogspot.com

Page 32: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 32 de 119

diferencias insalvables entre las dos esferas. En otras palabras, la sensibilidad para la

contemplación y el discernimiento artístico y “cultural” que supone el destinatario de la

ciudad simbólica que se plantea Quito, precisa de un entramado social dinámico y

saludable que pueda permear estas experiencias y darles sentido. Huelga decir que el

entramado social saludable merece más atención que la cúpula ficticia cultivada. Las

pretensiones implícitas en estos discursos no son discriminantes, son incongruentes ya

que los destinatarios del espacio público resultan siempre difusos, siempre ausentes y su

llegada se espera como se espera a Godot, en el aletargamiento infinito del anhelo.

El curriculum vitae de Hillary Hahn

Pocas esferas de la acción humana guardan relaciones tan férreas como las entabladas

entre el arte y la necesidad. Los ciclos de supervivencia están, ante la actividad artística,

siempre satisfechos puesto que es prerrogativa de la interpelación estética la existencia

de una conciencia liberada del ritmo acuciante del hombre en tanto ser vivo. El arte, sin

embargo, no responde a una actividad suntuaria, ni a una esfera dedicada al disfrute

solamente. Al contrario de lo que se puede pensar, el arte es, principalmente,

conocimiento. Conocimiento, empero, liberado de las premisas inamovibles de la

ciencia, que gracias a su constitución, nos relaciona con el mundo desde un arsenal

infinito de representaciones. Cada obra plantea su propio marco discursivo y es el

espectador, mediante sus emociones, quien completa la experiencia y da sentido al

acontecimiento. El arte, ante todo, es un momento y precisa de la interpelación para

llevar a cabo su propósito. La obra, siempre está incompleta, y tan sólo mediante la

mirada conmovida del espectador, logra consumar su designio.

La cultura, por otra parte, tiene a grandes rasgos dos acepciones en dos dimensiones

distintas: aquella que refiere a todo el conjunto de la actividad humana, en oposición al

acontecer natural y, en otra escala, la que relaciona a ciertas prácticas sociales con

grados de sofisticación, de cultivo. Ahora bien, la actividad artística -por su requisito-

constituye la esfera culta por excelencia al proveer experiencias que escapan a la

satisfacción de los meros sentidos y al presuponer la ruptura con los tiempos de Sísifo

que marcan la condición del hombre. El arte representa una esfera diferenciada que

escapando al ritmo cotidiano nos conecta emotivamente con el mundo, y se constituye

Page 33: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 33 de 119

como la actividad más culta, la más humana. Dicho esto, ¿qué relación tienen estas

premisas con el espacio público en Quito? ¿Qué puesto ocupa el arte y la cultura en la

ciudad imaginaria y concreta?

La respuesta no es sencilla. Precisa de especial cautela debido a que muchas veces estas

problemáticas se abordan desde una perspectiva moral que plantea un dilema que pone

el acento en el acceso a la “cultura”. Normalmente, el tema gira en torno a preguntarse

quién tiene la posibilidad de relacionarse con el arte y quién no, quién posee el capital

económico y simbólico para permitir el acontecimiento artístico y quien, en función de

sus ingresos y de su educación, se ve relegado al ostracismo y al anonimato. En este

caso quisiera matizar la pregunta y quisiera llamar la atención sobre el puesto

indiscutido y dogmático que ocupa el arte, la “cultura”, la contemplación y la

sensibilidad en la construcción del significado de Quito, y por ende en la función que se

le dedica desde la planeación del espacio público.

Para este propósito, es importante diferenciar del momento artístico, los usos sociales y

políticos que se le pueden destinar. La relación entre la obra y el espectador no exonera

al arte de ser un elemento activo en la distinción social, tampoco la estructura interna

del momento artístico presupone garantía moral de ningún tipo. Por un lado tenemos el

arte y por otro su concreción en contextos históricos y geográficos definidos.

En el caso de Quito es común que todo lo relacionado al arte, a la cultura, a la

contemplación y a la sensibilidad se asocie con nociones “humanas” de crecimiento. El

paradigma que la ciudad maneja en la actualidad y el discernimiento que podemos

inferir de algunos de sus portavoces, sugiere que a la par del progreso utilitario,

tecnológico y frío se encuentra uno más espiritual, más humano y más correcto, el arte y

la cultura.

Quito tiene una privilegiada relación con el arte, espacios como la Casa de la Música, el

Teatro Sucre, el cine Ocho y Medio, sus museos, etc., no pudieron haber acontecido en

ningún otro lugar del país. El proceso histórico que conformó las élites de la ciudad,

también permitió que para ellas el arte ocupara un papel protagónico dentro de sus

maneras cognoscitivas, tanto en su formación crítica como en sus dinámicas de

distinción. Lo que nos interesa, sin embargo, es delimitar el papel que actualmente juega

el arte en la dotación de significado de Quito. Para este propósito, debemos citar un

evento que ilustra, bastante bien, la intención que el discernimiento de la ciudad le

confiere al arte.

Page 34: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 34 de 119

El 15 de septiembre de 2012 se presentó, en el Teatro Nacional Sucre, la violinista de

élite mundial Hillary Hahn. El concierto se desarrolló sin más percances que unos

pocos aplausos a destiempo y el sonido escandaloso de un celular. No obstante, aquello

que me interesa es el artículo elaborado en torno a la visita de la violinista. En su

edición conmemorativa por la celebración de los 125 años del Teatro Sucre y a manera

de publicidad, su revista presentó una breve reseña de quien era Hillary Hahn y del

concierto en el cual iba a presentarse. El artículo, tras dos líneas de escasa presentación,

reza simplemente que la carrera de Hillary:

“viene avalada por el reconocimiento internacional de 2 premios Grammy, Diapason

D’or of the year (Preis der deutschen Schallplattenkritik) otorgado por la crítica

alemana, Classic FM, Gramophone Artist of the Year (2008), entre otros (…) ha

trabajado con la Orquesta Sinfónica de Baltimor, Orquesta Filarmónica Radio France,

de Netherlands Radio, La NDR Radiofhillarmonie de Hannover, la Royal Scottish

National Orchesta, Camerata Salzburg y Pittsburgh, así como con las orquestas (…)”11

El texto continúa en una enumeración monótona de los lugares en los que la violinista

ha “trabajado” y que “avalan” la gestión de su concierto en el Teatro Nacional Sucre.

Esta presentación, que carece de sintaxis gramatical, muestra una curiosa aproximación

de tinte laboral, incluso administrativo, al fenómeno por medio del cual la ciudad planea

un espectáculo artístico. Llama la atención que una de las oraciones esté repetida, en

alemán y luego en español, como buscando en la exoticidad del idioma rasgos de

elegancia y majestuosidad asociados siempre al respeto que influye el desconocimiento.

El sinónimo que se entabla entre la autoridad de letra muerta presente en la lista de

premios y orquestas, y la ausencia de una sola reflexión hacia la artista o las

singularidades de su interpretación. Sólo pueden decirnos que, en el mejor de los casos,

la ciudad no se relaciona con el arte tan casualmente como se relata en las emisoras de

Radio, en los periódicos, en las agendas culturales y en la opinión común. Entonces

¿qué papel juega el arte en el significado de Quito? ¿Por qué esta búsqueda frenética por

lo cultural y lo artístico? La respuesta a estas preguntas es necesariamente

interpretativa, sin embargo, nos permitirá desarrollar ciertas líneas de reflexión acerca

del espacio público en Quito. En primer lugar es importante anotar que,

lamentablemente, lo artístico se ha dogmatizado en materia de administración estatal

11 http://www.teatrosucre.org/revista/2012/septiembre2012/index.html

Page 35: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 35 de 119

como un componente indiscutible en los espacios públicos. El arte forma parte de la

aproximación “políticamente correcta” al ocio de diseño desde la planificación para la

ciudad. Esto quiere decir que la dimensión cotidiana del espacio público no se

diferencia de la dimensión ritual del arte. Al contrario se ponen las dos en el mismo

nivel y en el caso de Quito se toma partido por la que se muestra más “culta”. El error

radica en la incomprensión del papel diferenciado que en la vida social juega cada una

de las esferas, y pone de manifiesto la poca estima que se tiene por el día a día de sus

habitantes. Esta mezcla de dimensiones, por ejemplo, da por resultado que Quito tenga

un bulevar contemplativo (rasgo que seguramente compartimos tan sólo con Florencia

en Italia) y carezca de comida popular de calidad. En segundo lugar, esta arremetida

cultural tiene por objeto el de moldear para el futuro el gusto de la ciudad. Se busca

refinar por medio del arte el porvenir de Quito, lo cual también deja al descubierto una

“voluntad civilizadora” que a manera de una evangelización secular desconoce la vida

cotidiana patente en las prácticas de la ciudad. Esta canonización del arte y la mala

comprensión del sustrato de la vida social, implica la errónea idea de que la “cultura”

es una sola y debe ser importada a toda costa. La ciudad, desde su administración y

entusiasmo en relación a este tema, se yergue como un espejo desfasado de las élites,

recreando una zalamera oda al arte y un perenne denuesto a la vida marcada por la

necesidad. No hay relación lógica entre el arte y la vida cotidiana, entre la “cultura” y

la cotidianeidad. Al contrario, la cotidianeidad de la ciudad si comporta una cultura

especifica, que en el caso de Quito está reservada a las veredas que lindan las hostiles

vías y que representan en el imaginario de la ciudad un excedente de mal gusto, un mal

momentáneo, un espacio de transición. Las esferas de la vida diaria y el arte son

antónimas necesariamente, cada una ocupa un lugar específico y la presencia de una no

comporta lógicamente la de la otra. Sin embargo, la consolidación de la vida laboral y

cotidiana como: un espacio público basado no en ideales sino en las prácticas que se han

sedimentado en la ciudad a lo largo de los años. Da por resultado el fortalecimiento del

tejido social que, si está bien servido en sus necesidades más básicas, tal vez algún día

tenga la oportunidad de desarrollar un discernimiento artístico que rompa la esfera

privada y, como la cereza que adorna el pastel, muestre la salud de la ciudad pública.

Page 36: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 36 de 119

“El Quito que queremos”

“El Quito que queremos” es la frase que ha sido escogida por la alcaldía para presentar,

en los medios de comunicación, la gestión que su administración ha llevado a cabo

desde el 1 de agosto de 2009. Lejos de buscar una figura que satisfaga la necesidad que

tiene la opinión común de destinar todos los denuestos sociales hacia la autoridad, la

alcaldía nos interesa en la medida en que ha condensado en su eslogan una idea que

circunda los discursos que preforman la ciudad. Dentro de la lucha estética por la

clasificación de la sociedad, el espacio público está en Quito siempre conjugado en

tiempos futuros. Esto se debe, en parte, a que la acción administrativa de la ciudad

busca legitimarse, a través de una perspectiva utópica, en las nociones clásicas de

progreso y desarrollo que han caracterizado los discursos políticos, no tan sólo del país,

sino del paradigma liberal en la política. Sin embargo, en “El Quito que queremos”

inferimos parte del papel que ocupan las prácticas cotidianas de la urbe en el imaginario

social. En primer lugar, el eslogan, muestra una discontinuidad entre la ciudad actual y

la ciudad futura, entre la ciudad patente y la ciudad soñada. Al signar todas las

iniciativas culturales y administrativas, esta frase sugiere que el Quito que tenemos no

es precisamente el Quito que queremos. Esta idea, por simple que pueda parecer,

descubre la brecha que la ciudad establece simbólicamente con relación al espacio

público. La vara que mide a la ciudad futura es la carencia de la ciudad actual, por lo

tanto, la cotidianeidad ocupa un lugar vacío que en el discernimiento que otorga

significado a Quito, se transforma, en el mejor de los casos, en un lugar hipotético. El

Quito que tenemos está marginalizado desde el discurso, ya que desde este punto de

vista, las dinámicas sociales siempre resultan excedentarias, temporales e inacabadas.

Los habitantes de la ciudad resultan, de la misma forma, objeto de una voluntad de

cambio injustificada. La relación que establece la comunidad con sí misma, está

invisibilizado bajo la forma trastocada de la promesa, aquello que día a día se ha

sedimentado alrededor de sus maneras y acciones se desconoce ante la opción ficticia

del “cambio”. La brecha que se ha instaurado en el discurso sobre lo público en Quito

no busca la transformación del espacio ni la optimización de su manejo solamente,

pretende la reconfiguración de sus ciudadanos, bajo el supuesto de que la relación que

establecen con su entorno y entre sí mismos, es perfectible. La imagen de Quito como

una perenne utopía suprime el presente y niega la posibilidad del acontecimiento social

Page 37: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 37 de 119

ya que desde una perspectiva desfasada lo sitúa en el futuro. La parte de aquellos que

tienen parte en el recuento de la sociedad, desconoce no tan solo a un contingente

social, sino a toda una esfera de la acción humana. En Quito, entonces, la

discriminación resulta difusa ya que plantea la imagen de un ciudadano abstracto, un

ciudadano sensible y cosmopolita que se relaciona con lo común desde la

contemplación y ya no desde los usos cotidianos del espacio. Huelga decir que la esfera

contemplativa y la esfera de reproducción vital son cualitativamente distintas y no

pueden reemplazarse entre sí. No tratamos aquí con una lucha entre contingentes

sociales, lo que está realmente en juego es la lucha entre dos tipos de ciudadano: el

primero, cotidiano, se invisibilizan en las reflexiones sobre el espacio público, ya que,

no ocupa un lugar en el discurso. El segundo se anhela, atravesado por la voluntad

civilizadora, en la dotación de significados de la ciudad pretende un cambio holístico en

la sociedad. Este cambio, sin embargo, es imposible ya que presupone un refinamiento

(o mejor dicho un reemplazo) de la cultura, al tiempo, que niega la existencia de

sustratos imprescindibles para su aparición y reproducción en el seno de la comunidad.

Dicho de otra manera, la ciudad patente en los márgenes del discurso, aquella que se

desarrolla en los reductos kafkianos que han sido destinados a la vida social, se

presupone como una competencia más de la vida privada y en lugar de destinar

reflexiones hacia su constitución desde la ciudad, se presume como característica

exclusiva del individuo. Empero, el espacio público precisa de una construcción

dinámica que asigne un papel protagónico a las funciones diarias que la comunidad

plantea en torno a la necesidad. Este sustrato, si es firme, consolida tejidos sociales,

indispensables en cualquier presunción de vida pública. “El Quito que queremos” busca

un cambio alquímico de los significados de la ciudad. Resume la disección quirúrgica

que se opera, desde la dotación de sentido, a los tiempos diarios. El tiempo laboral se

presenta estructuralmente como ajeno al trabajador, el ritmo acuciante de la

cotidianeidad se muestra privado y el ocio, que se deduce de la resta de los dos primeros

al tiempo total, es susceptible, desde el discurso, de “sofisticaciones” y “refinamientos”.

Está clasificación lógica del tiempo cotidiano, no da cuenta de la realidad de la ciudad,

empero, moldea su devenir dejando intersticios (veredas, comedores, discotecas y

karaokes) que a dentelladas son ocupados por la comunidad en la necesidad ineluctable

de la relación social. “El Quito que queremos” persigue sensibilidad y mundo,

olvidando cotidianeidad y afecto. El aletargamiento infinito del espacio público como

promesa comporta una sublimación de las necesidades sociales en prácticas de

Page 38: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 38 de 119

consumo. La vida pública se difumina en la preparación eterna para el destello social.

Los gimnasios, los almacenes de ropa, la cultura gourmet y las opciones de consumo se

valen de esta dilatación para entretener a la comunidad con la misma promesa, que al

ser inalcanzable, recrea los ciclos insaciables del deseo. El Quito que tenemos existe a

pesar de su inasible contenido en el discurso. Y se desarrolla subrepticiamente en los

márgenes de la vida laboral y privada.

Vida cotidiana y vida excepcional. Espacio público concreto e imaginario

Quito es una ciudad que condensa a su alrededor condiciones singulares que matizan el

puesto que el espacio público ocupa en la construcción imaginaria y concreta de la urbe.

Tras la interpretación de algunos mitos hemos podido concluir una serie de

características particulares que dan forma a la opinión común que tiene palabra sobre el

significado de la ciudad. En primer lugar, Quito es una ciudad administrativa; esta

modalidad torna problemática la representación cotidiana del tiempo pues abstrae los

medios de supervivencia a una escala virtual. En segundo lugar, la matriz histórica

colonial de la ciudad se recrea en la actualidad. Sin embargo, el giro de tuerca radica en

que ya no se discrimina a un contingente social sino a un cúmulo inasible de prácticas,

funciones y maneras. En tercer lugar, el espacio público está desfasado en el futuro

hipotético de la ciudad, puesto que para el discernimiento que otorga significado a

Quito en el presente, no existen beneficiarios dignos de relacionarse protagónicamente.

En cuarto, la representación de Quito recrea todas las taras características en la

concepción liberal de la sociedad pues limita la salud de sus habitantes a la mera

supervivencia y condena al círculo privado todo el desarrollo de la vida. Las

necesidades sociales están, en esta clasificación, supeditadas en formas sublimadas de

consumo, y las relaciones de discriminación han mutado en una mea culpa que condena

a sus habitantes a una relación austera y anónima. El espacio público concreto en Quito

resulta, entonces, en una curiosa mezcla: grandes destellos culturales y artísticos,

centros comerciales de categoría mundial, y sitios que brindan servicios dignos de

sibaritas se confunden entre parques abandonados, veredas inexistentes y puestos de

comida insalubres. La brecha que el imaginario abre entre la vida cotidiana y la vida

intelectual, entre lo común y lo excepcional se plasma en Quito de manera sorprendente.

La primera esfera está condenada al olvido y la segunda a la esterilidad. Tan sólo una

Page 39: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 39 de 119

comprensión profunda de las relaciones que se entablan entre ambas puede permitir la

aparición del momento social. El espacio público es un delicado equilibrio que se

establece entre los significados de la ciudad y sus prácticas y funciones. Es la

correspondencia de la memoria histórica, la estima y la identidad que la matriz

metafísica de la ciudad establece con la vida cotidiana, con el humor y con la comida.

Es el día a día respaldado en construcciones abstractas. Es la ampliación de la noción de

comunidad y la constante mutación de presupuestos y superación de prácticas

discriminantes. Quito ha llevado y lleva a cabo una dotación de significados que minan

la posibilidad del espacio público. Ante esta fragmentación rampante, una mirada

detenida a estos procesos resulta urgente para pensar la posibilidad de una comunidad,

de una ciudad, de lo común a todos.

Page 40: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 40 de 119

CAPITULO 2

¿La música un elemento de integración o de exclusión?: Una

lectura de la música clásica como estructura simbólica en el

proceso de construcción de lo común en la ciudad de Quito

Quito es el resultado de un proceso de producción y reproducción simbólica que

se encuentra en constante movimiento, donde las prácticas culturales como la asistencia

a conciertos, exposiciones y obras de teatro de los habitantes reflejan y tejen la forma

de ver y comprender el mundo y lo que se percibe como lo común. La música es una

expresión sensible que mediante el lenguaje particular de cada artista refleja o traduce

una visión del mundo común, del tipo de sociedad de la que es parte.

El presente artículo busca entender como la música clásica es una estructura simbólica

que forma parte del proceso de construcción de lo público, la cual envuelve un

entramado de relaciones sociales heterogéneas y paradojales que se manifiestan en las

prácticas culturales de los quiteños. Estas prácticas se materializan principalmente en

ciertos espacios como La Casa de la Música, el Teatro Sucre, la Casa de la Cultura

Ecuatoriana y el Teatro Politécnico12

que muestran la fragmentación de la sociedad

quiteña, proyectada a través de las relaciones de dominación y exclusión que

históricamente han sido inherentes a este tipo de arte, y la constante disputa por incluir

los distintos horizontes de sentidos y valores que cohabitan en la ciudad.

Cuando pensamos el espacio público el imaginario construido en torno a éste se limita a

concebirlo tan solo como un espacio físico al cual todos los miembros de la ciudad

pueden tener acceso, sin embargo el espacio público es una construcción mucho más

compleja la cual comprende también la idea que tienen los quiteños de lo común, es

decir de lo públicamente compartido: normas, valores, imaginarios y percepciones sobre

temas concretos como el arte y en este caso específicamente la música que habitan en

12 Esta investigación se concentró principalmente en tres espacios: el Teatro Sucre, la Casa de la Música y Teatro Politécnico.

Page 41: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 41 de 119

todos nosotros y que se encuentran en un proceso cíclico de producción y reproducción

a través de los distintos discursos y estructuras simbólicas que existen en esta ciudad, en

la cual la música clásica es parte de ellos.

Es así como este artículo indaga en la importancia de la música clásica y las prácticas

culturales en los habitantes de la ciudad y como por medio de estas se refleja la

fragmentación de la sociedad quiteña, los valores, las relaciones de dominación,

distinción y estratificación que son impartidas por cierto grupo; y por otro lado lo

ambiguo y paradojal de las relaciones que envuelve la música clásica, las cuales dan

cabida a la disputa por reconstruir y revalorizar este discurso con el fin de que la música

funcione como un elemento de comunicación por lo tanto de integración.

Para poder comprende la tesis planteada es necesario remitirnos a elementos históricos

ya que primero nos muestra el desarrollo de este tipo de arte en Quito, su desarrollo y

los grupos que formaron parte de la constitución de este discurso; segundo, esto nos

permite comprender el por qué de la existencia de lugares como la Casa de la Música,

una de las mejoras salas de conciertos de todo América Latina, en una ciudad donde la

música clásica para la mayoría de los habitantes pasa desapercibida al no ser parte de su

universo simbólico, y finalmente para comprender la música y sus prácticas culturales

como un elemento incluyente o excluyente que determinan la distribución del espacio y

de los cuerpos.

Es necesario entender el espacio público de la ciudad como algo creado y modelado por

elementos históricos; Quito al igual que varias ciudades latinoamericanas fue construido

bajo un sistema colonial el cual se sigue expresando en la forma en que se utilizan y

ocupan dichos espacios, los cuales reflejan la organización actual de la ciudad y su

constante producción y reproducción de jerarquías y filiaciones.

No se puede comprender a Quito desde una comprensión homogénea que integre un

solo horizonte de sentidos, ya que el carácter heterogéneo de su población y su

construcción social hace que todo el conjunto de símbolos que tejen la forma de ver y

comprender el mundo sea tan diverso dependiendo de los miembros o grupos de la

comunidad. Es por ello que la existencia de lo común se encuentra en constante

Page 42: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 42 de 119

conflicto como consecuencia de los distintos horizontes de sentido que cohabitan en la

ciudad.

Los distintos universos simbólicos son los que construyen la idea de espacio público, de

lo que a todos los miembros de Quito perciben como lo común. El arte al igual que la

lengua y la religión son estructuras simbólicas, con su propia historia y características

sociales que funcionan como elemento de conocimiento y comunicación. De esta

manera, la música clásica al ser parte del arte como universo simbólico debería

funcionar como un elemento de integración social que brinde consenso sobre el sentido

y la comprensión del mundo.

El desarrollo de la música clásica en el Ecuador ha sido casi inexistente, ya que

claramente podemos ver como en Quito este conocimiento no se ha implantado en la

organización social, ni se transmite ni se reproduce tanto en el lenguaje cotidiano como

en las prácticas culturales de la mayoría de población, principalmente porque el

lenguaje con el que se fundó la idea de cultura, no era un lenguaje lingüístico, un

lenguaje de comunicación, sino por el contrario de fragmentación. Y las élites políticas

y económicas al tener determinados estilos de vida y comportamiento se constituyeron

justamente en este elemento de orden y separación convirtiendo a Quito en una sociedad

desarticulada con pocos espacios de interacción.

Esto se puede explicar a partir de la inexistencia de la música clásica en los programas

educativos, ocasionando que desde temprana edad se perciba a la música clásica con

distancia y respeto como algo lejano a nosotros al ser concebida como de otra época, de

otro lugar, cierto grado de aburrimiento y de clases altas13

, que a pesar de que está

presente en varios aspectos de la vida cotidiana como en: “dibujos animados,

ascensores, películas e incluso en tonos de espera”14

pasa desapercibida sin ninguna

significación al no cumplir la función de signo en la construcción del imaginario social

común, que en contraste con Europa donde “la música clásica es algo natural, se respira

en el aire y es parte de la vida cotidiana”15

.

13 Entrevistas realizadas a los espectadores del ensayo abierto al público de la OSNE en el Teatro Politécnico. 04/10/2012. 14 Entrevista a la orquesta de música de cámara conformada por músicos independientes. 14/10/2012. 15 Entrevista a Celia Zaldumbide, creadora de la Fundación Zaldumbide y directora honorífica de la Fundación Filarmónica Casa de la Música. 17/10/2012.

Page 43: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 43 de 119

Desarrollo histórico de la música clásica en la ciudad

Históricamente la música clásica, al igual que el arte en general, por su génesis

siempre ha pertenecido a las clases o grupos dominantes de la sociedad, los cuales se

encargaban tanto de su producción en calidad de mecenas como de su difusión. La

división de lo sensible no es más que la delimitación de las fronteras de lo común y lo

propio que reparte los espacios, los tiempos y las formas de actividad de los individuos

de una comunidad fijando su participación en lo público16

.

En un principio la Iglesia fue la institución que controló el arte, el cual cumplía una

función social específica de reflejar e impartir lo sagrado y la religión hasta la época

renacentista. En el caso de Ecuador, a diferencia de Europa, la música desde la Colonia

hasta inicios de la República se encontraba bajo el control eclesiástico donde los

compositores se desempeñaban como maestros de capilla o directores de coro y sus

obras eran de carácter religioso. Cabe recalcar que el arte en Ecuador y toda América

Latina fue una herramienta fundamental para el proceso de conquista, colonización y

evangelización de los pueblos indígenas.

A partir del Renacimiento en Europa existe un giro trascendental en la forma de ver y

concebir el mundo y al hombre, donde el teocentrismo fue remplazado por el

antropocentrismo caracterizado por el interés en las artes, la política y la ciencia. A

partir de este periodo la nobleza y la aristocracia pasan a ejercer el rol de mecenas, y el

arte desde entonces se convierte en un elemento simbólico que expresa la posición

social, el rango y el estatus, lo cual se mantiene hasta la actualidad. Desde entonces el

conocimiento artístico y en especial el musical que esta clase social poseía se constituyó

como un elemento distintivo de determinado estrato, el cual quiso ser adoptado por la

burguesía emergente.

A finales del siglo XVIII con el declive de la aristocracia y el ascenso de la burguesía, la

figura del mecenas va desapareciendo paulatinamente hasta que el artista alcanza su

completa autonomía sobre la producción de su obra. En cuanto a la difusión del arte

como consecuencia de lo antes mencionado, la burguesía toma el control de la vida

musical imponiendo un nuevo concepto de cómo deberían desenvolverse los conciertos:

16 Cfr. Ranciere, Jacques, El tiempo de la Igualdad, Barcelona, Herder Editorial, 2° edición, 2011. Pág. 16

Page 44: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 44 de 119

los programas favorecieron a los compositores del pasado olvidando los del presente, se

prohibieron los modos populares, se ofreció orientación a los no iniciados y decrecieron

las prácticas de reunirse y hablar durante el concierto, así como de aplaudir durante la

música haciendo que el acto de asistir a conciertos se convierta en una danza de decoro.

A través de estos cambios la burguesía emitía señales sobre su pertenencia a una élite

social y cultural, estatus que debía ser constantemente reconfirmado por el temor a

descender en la escala social, ya que “la burguesía no es una clase, es una posición. Así

como se la adquiere, también se la pierde”17

.

En el Ecuador, como mencionamos anteriormente, la música clásica se mantuvo ligada

a la Iglesia hasta el siglo XVIII, se tiene poco registro de música de cámara en la Real

Audiencia pero se sabe que algo de este tipo de música se escuchó en los salones de

determinadas autoridades coloniales. Una vez instaurada la República el arte se libera

del dominio eclesiástico generando principalmente un desarrollo de la música popular a

través de una considerable conformación de bandas de pueblo. Debido a la fundación

del primer conservatorio de música en Quito a cargo de García Moreno a mediados del

siglo XIX, en algunos salones de la ciudad se bailaban las pequeñas formas del

romanticismo como valses, mazurcas, paso dobles, etc. Sin embargo, en las fiestas

populares predominaba la música mestiza como pasacalles, pasillos, san Juanito, entre

otros, que tendrían su apogeo en el siglo XX18

.

A inicios de este siglo se consideraba que no existía una música propia que reflejara los

procesos sociales e históricos de nuestro país. Esto se debía a que la producción musical

académica estaba enfocada en la reproducción y copia de las formas europeas, ya que el

folclor y la música popular eran desvalorizados en el mundo de la academia. Es

entonces que empieza a surgir la corriente nacionalista bajo la influencia del

movimiento estilístico que se desarrollaba en Europa y que se consolidó con la

Revolución Liberal.

17 Ross, Alex, Why so serious? How the classical concert took shape, The New Yorker, 2008.En: http://www.newyorker.com/arts/critics/musical/2008/09/08/080908crmu_music_ross?currentPage=all. Traducción de las autoras. 18 Tomado de http://janeth_haro.tripod.com/lamusica.htm

Page 45: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 45 de 119

Revolución que buscó transformar la inequitativa sociedad terrateniente en una

sociedad que sin dejar de ser capitalista no concentrara los medios de producción y

buscará la igualdad de todos sus miembros. Dicha revolución desencadenó años más

tarde (1930-1950) la búsqueda de una voz propia donde lo hasta entonces negado, el

indio, el cholo y el montubio aparecen como figuras fundamentales en el proceso

artístico (indigenismo) buscando convertirse en un elemento simbólico para la

construcción de una identidad nacional, que a nivel de proyecto político quedó y

continua inconcluso19

.

En el proceso histórico de desarrollo de la música en Quito, la música académica ha

sido casi inexistente en el referente común de la ciudad como se menciono en un

principio. Desde la Colonia se puede observar como este tipo de música no ha tenido

movilidad social en los distintos grupos de la sociedad, ya que desde su inicio esta

práctica cultural se ha mantenido en pequeños grupos de la burguesía terrateniente

aunque con la apertura del conservatorio sectores de la clase media tuvieron acceso a

dicho arte, mayoritariamente en calidad de músicos.

Esferas de la Música Clásica en Quito

La música académica en la ciudad se encuentra dividida en dos esferas. Por un

lado, la primera que corresponde a la herencia de esta burguesía terrateniente

situándose en la estructura social a través de las relaciones simbólicas de sus miembros,

es decir todas las acciones simbólicas como la vestimenta, el lenguaje y las prácticas

culturales. Estos elementos están claramente reflejados en los conciertos de temporada

de la Casa de la Música como por ejemplo: el concierto de la Orquesta de Cámara de

Stuttgart o el del Trio Guarneri de Praga en los cuales los espectadores hace gala de sus

lujosos autos y su elegante vestimenta, mientras esperan el concierto existe un especie

de “lobbying social” donde se toma champagne junto a un Audi20

y se posa para las

fotos sociales.

19 Según Celia Zaldumbide actualmente se retoma esta tendencia nacionalista, “hay que ser compositor de su época, hay que darse cuenta que el nacionalismo es una corriente europea del siglo XIX, no hay que caer en el folclorismo dejando de lado la música clásica”. 20Ecuawagen casa automotriz patrocinadora de la Fundación Casa de la Música.

Page 46: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 46 de 119

El concierto se instaura como un acto ritual de comunicación, dentro de él se producen y

reproducen un cúmulo de significados donde cada miembro de acuerdo a su rol, sea este

de espectador, músico o director participa de distinta manera. Como se vio

anteriormente, la idea del programa preparado, es decir el concierto como jornada

intelectual sigue llevándose a cabo con las mismas pautas de siglo XX: la música

usualmente comienza unos minutos después de las ocho; la función se divide en dos

mitades que duran cada una alrededor de cuarenta y cinco o cincuenta minutos; se

espera que la audiencia permanezca callada durante la duración de cada obra, y quienes

aplauden entre movimientos pueden enfrentar momentos vergonzosos, ya que éste

simple detalle revela la carencia del lenguaje, entendiendo a éste como la posesión

legitima de un discurso.

Por otro lado, los músicos participan de este rito dando vida a los sonidos y

consagrando el acto mágico a través de los instrumentos, otro de los elementos

importantes es su vestimenta de gala la cual impone respeto, autoridad y lejanía en

cuanto al público. Distancia que llega a su máxima expresión cuando empiezan la

ejecución de las obras y se los contempla como si fuesen divinidades. En el caso del

director, esta figura encarna el poder y la autoridad desempeñándose como mediador

entre el público y los músicos.

El concierto, al igual que cualquier rito, es una línea que instaura una división

fundamental del orden social, divide entre quienes son aptos y quienes no lo son, cuyo

mayor efecto es el de pasar completamente desapercibido en el caso de que se cumpla el

rol asignado, consagrando la diferencia y legitimando la distinción a los poseedores del

lenguaje.

Todos estos elementos - vestimenta, leguaje y prácticas culturales- mencionados a lo

largo del artículo funcionan como un signo distintivo que expresan posición social,

rango y estatus definiéndose negativamente por su relación con los demás términos del

sistema, instaurándose como actividades naturales y convirtiendo a la cultura en

naturaleza21

, produciendo y reproduciendo un abismo social, un distanciamiento de la

21 Cfr. Bourdieu, Pierre, Condición de clase y posición de clase, Versión PDF. Pág. 89

Page 47: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 47 de 119

vida material que refleja, en términos de Weber, una estilización de la vida cuya

finalidad es ser vista y reconocida como un signo de distinción.

Dichos elementos consagran a este grupo como un grupo de estatus por el uso y la

forma de uso de los objetos, del lenguaje, de las prácticas culturales y sus principios de

consumo que buscan el aislamiento, donde lo público queda difuminado en el horizonte

de la propiedad privada. Como lo hemos visto en el texto,

Los sistemas simbólicos, estuvieran destinados, por la lógica de su

funcionamiento como estructuras de homologías y de oposiciones, o mejor, de

separaciones diferenciales, a desempeñar una función social de asociación y de

disociación, y más precisamente, a expresar las separaciones diferenciales que

definen a la estructura de una sociedad como un sistema de significaciones,

arrancando a los elementos constitutivos de esta estructura, grupos o individuos

de la insignificancia22

.

No obstante, la música clásica no opera como signo de distinción en el horizonte común

de la ciudad al ser legítimo solo en los estratos mencionados23

, ya que al ser el campo

económico el eje articulador de la sociedad, la mayoría de la población quiteña es

atraída por la industria cultural, al ser ésta la que les proporciona un lugar y les da

pertenencia en el horizonte simbólico sacándolos aparentemente del anonimato que

genera la dinámica de la ciudad.

Por otro lado, la segunda esfera de la música clásica responde a otro sector de la

sociedad conformada por músicos en su mayoría provenientes del Conservatorio

Nacional. Como se mencionó anteriormente dicho sector tuvo acceso a aquella música

que hasta entonces solo se escuchaba en ciertos salones de Quito ligados directamente a

los terratenientes quiteños hasta 1904, año en el que el presidente Eloy Alfaro

reinaugura el Conservatorio después haber sido clausurado por Ignacio de Veintimilla a

sus siete años de funcionamiento.

22 Ídem. Pág. 90 23 Para Bourdieu toda acción, práctica o consumo funciona como signo distintivo. Y cuando este signo se trata de una diferencia reconocida, legítima y aprobada por la comunidad se convierte en un signo de distinción. (Bourdieu, 36).

Page 48: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 48 de 119

Desde principios de siglo hasta los años 50 se formaron en el Conservatorio un amplio

grupo de músicos que respondiendo a la tendencia nacionalista desarrollaron música

popular, en la cual el pasillo se consagró como la forma emblemática de dicho periodo.

Este proyecto nacionalista que se encontró articulado a la revolución liberal reflejó la

lucha simbólica de las diferentes clases y fracciones de la sociedad por la definición del

mundo social conforme a la realidad social.

En esta segunda esfera la música clásica, sus construcciones simbólicas y las relaciones

que se generan a partir de ellas son distintas a las suscitadas por el discurso cultural-

musical promovido por el estrato mencionado en la primera esfera, ya que en este

espacio la música busca ser un instrumento de conocimiento y de comunicación, por lo

tanto de integración social, por medio de compositores que intentan desarrollar una

música académica con elementos propios de la música mestiza e indígena acorde al

horizonte simbólico común de la ciudad24

.

Dicho proyecto nacionalista que conjugaba el mestizaje de las formas musicales

europeas con las vernáculas no logró posicionarse en el imaginario de la ciudad, debido

a que por un lado la música académica continuó apartada del discurso cultural de la

ciudad por varias razones como la falta de difusión por parte de los medios de

comunicación; la falta de apoyo estatal25

, y la falta de interés por parte de los estratos

encargados de cultivar y filtrar a las demás capas de la sociedad ya que consideraban la

música nacionalista por sus componentes populares inferior a la música europea

consagrada como universal. Esto explica la falta de interés de algunos músicos en

ejecutar dicha música.

Se puede observar cómo a pesar de los acontecimientos históricos que llevaron la

música clásica a otros sectores de la sociedad y generaron reacciones subalternas, este

tipo de música continuó aislada de lo común. Sin embargo, es importante recalcar que la

música en este espacio no se constituye como un elemento de distinción porque los

24Algunos de los compositores son: Pedro Pablo Traversari (1874-1956), Segundo Luis Moreno (1882-1972) Luis. H. Salgado (1903-1977), Gerardo Guevara (1930), MesiasMaiguashca (1938), Arturo Rodas (1951), Juan Esteban Valdano (1967) 25 A diferencia de otros países latinoamericanos como México, Brasil, Cuba, la corriente nacionalista musical no fue acompañada de un proyecto político nacionalista que utilizara a la música como lenguaje y símbolo para la construcción de una identidad nacional que reflejara autenticidad, reconocimiento y revalorización rompiendo con una cultura construida a base de la separación.

Page 49: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 49 de 119

individuos que lo integran no provienen de una élite sino de las clases medias y en su

mayoría no poseen un capital cultural heredado, sino que más bien su gusto personal por

la música los llevo al cultivo de dicho arte.

Las relaciones que se presentan y se generan en este espacio son completamente

diferentes, ya que la música no opera como signo de distinción principalmente al no ser

consumida como una práctica cultural natural de la vida cotidiana, sino como una

experiencia esporádica de la que se es partícipe cuando es gratuita o de bajo costo. Este

factor es de suma importancia, ya que implica la participación de diversas capas de la

sociedad donde la ritualidad del concierto burgués se ve profanado con los aplausos a

destiempo, los constates murmullos, etc., que reflejan el uso no correcto de la palabra,

es decir, de este leguaje donde no solo el ritual es afectado por el “mal uso” de los

“incultos”, sino por la transformación del mismo espacio de acuerdo con la magnitud

del evento y al público asistente los cuales determinaran la forma y la dinámica del rito.

Los grandes eventos donde la ritualidad del concierto burgués se desarrolla con

completa perfección se llevan a cabo principalmente en la Casa de la Música, donde

todos los elementos incluidas las personas reflejan un ambiente de distinción y poder de

un estrato sobre la posesión de dicho leguaje. No sólo las personas se visten de gala sino

también su amplio número de trabajadores que dan la bienvenida en cada puerta del

maravilloso auditorio, los programas son un completo folleto que informan desde la

historia de la obras y sus compositores, la biografía de los intérpretes hasta una

detallada lista de los miembros de la fundación y los montos de sus generosas

donaciones. Cada detalle se encuentra planificado desde el champagne de bienvenida

hasta la copa de vino, el whisky, el sushi o el costoso café del intermedio.

Al contrario de los conciertos de menor talla, el espacio toma otro aspecto y los detalles

varían según el tipo de concierto. Por ejemplo, en los conciertos que realiza la OSNE no

existe champagne ni ningún producto de cortesía, así como no hay propagandas de

publicidad en los exteriores del auditorio exceptuando si se trata del apoyo de alguna

Embajada, no se contratan anfitriones y la cafetería cambia completamente desde su

menú, sus precios hasta la vestimenta de todos trabajadores del lugar. La gente no arriba

en sus costosos autos ni viste formal, la entrada cuesta 5 dólares por lo que el público

que conforma dichos conciertos es bastante heterogéneo.

Page 50: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 50 de 119

Otro de los espacios donde se lleva a cabo conciertos de alta talla es el Teatro Nacional

Sucre. No obstante, es interesante ver que la formalidad del concierto clásico en su

totalidad no se lleva a cabo, ya que si se toma en cuenta pequeños detalles como el

programa, la organización y la forma de relacionarse de los individuos con los músicos

donde la firma de autógrafos está abierto al público, dicha formalidad del rito se rompe

generando un ambiente un tanto informal. Por ejemplo, en el concierto tanto de Hillary

Hahn a falta de programa la directora del Teatro subió al escenario a contar la biografía

de las intérpretes y a explicar el repertorio, momento en el cual pidió de favor al público

abstenerse de aplaudir o de interrumpir después de cada movimiento.

Podemos apreciar como de acuerdo con la magnitud del evento son asignados los

espacios y como las relaciones que se generan en dichos lugares son diversas de acuerdo

a su público, es decir cómo determinada distribución de los modos discursivos implica

siempre una determinada asignación de funciones y lugares en los cuales los sin parte se

apropian de palabras que no les estaban destinadas26

.

El espacio público donde se materializan estas relaciones es paradojal, ya que envuelve

un entramando de relaciones complejas y contradictorias que se encuentran en constante

disputa por la transformación del orden simbólico, de tal manera que si bien los

espacios como la Casa de la Música o el Teatro Politécnico se constituyen como

espacios de representación donde se llevan a cabo ritos ya institucionalizados, dicho

lenguaje da cabida a una restructuración de las representaciones establecidas del

leguaje, la cual implica una apropiación de la palabra por parte de los sin parte, de los

“ignorantes” de este “culto” lenguaje.

Esto genera una nueva asignación de funciones y de lugares de los cuerpos donde

aparecen nuevas modalidades en la práctica espacial, de tal manera que poco a poco los

quiteños que no habían tenido la oportunidad de escuchar música clásica empieza a

asistir a los conciertos gratuitos de la OSNE, convirtiendo a la Casa de la Música o al

Teatro Politécnico en un espacio al que no sólo asisten los miembros de un determinado

26 Se hace referencia a esta categoría de los “sin parte” utilizado por Ranciére para describir a las demás fracciones de la sociedad que no tuvieron acceso a este arte y a sus prácticas culturales. Óp. Cit. Cfr. Ranciere, 2011. Pág. 17

Page 51: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 51 de 119

estrato, miembros de la orquesta, músicos o familiares de estos, sino estudiantes de la

misma universidad y gente de otras capas sociales que poco a poco van reapropiándose

de un discurso que por varias décadas les ha sido invisibilidad y negado.

Vemos que esta lucha por lo común que se lleva a cabo en estos espacios cada vez

genera nuevas relaciones y nuevas apropiaciones tanto de la palabra como de los

espacios. Esta puesta en lo común de este discurso es un proceso que como hemos visto

a lo largo de la historia ha permanecido como un fantasma. No obstante, desde hace 15

años la Orquesta Sinfónica bajo la dirección del maestro Álvaro Manzano empezó a

sociabilizar y visibilizar la música clásica en la ciudad Quito, “tocando gratis los

viernes en el Teatro Sucre con la finalidad de atraer a un público joven mientras hacen

tiempo para ir a las discotecas” así se “convirtió en costumbre ir los viernes a

escuchar a la sinfónica”27

. Luego se planteó cobrar por los conciertos pero el maestro

Álvaro Manzano decidió que el precio debía ser igual al de una entrada al cine, con la

finalidad de que poco a poco vaya incrementando el público y que se convierta en una

práctica cotidiana de los quiteños, en otras palabras, parte de su habitus.

La actividad de la Orquesta Sinfónica no fue suficiente debido a la falta de apoyo

económico y los problemas administrativos internos que no permitieron una vida activa

de la Orquesta. Hace dos años que empieza el proceso de restructuración interna de la

OSNE que intenta democratizar y socializar el acceso a la música clásica a través de

conciertos llevados a cabo bajo nuevos esquemas y en diferentes lugares y espacios de

la ciudad, que tiene la intención de llegar a más público sobre todo a niños y

adolescentes bajo formatos didácticos y sencillos, lo cual rompe con la idea existente de

que para disfrutar la música se necesita de un conocimiento previo, cuando en realidad

es solo cuestión de percepción28

. Dicho proyecto refleja una verdadera visibilización de

este arte, el cual poco a poco se encuentra filtrándose en el horizonte de sentidos y

busca convertirse en parte de lo común.

Este nuevo proceso no puede entenderse por fuera del actual proyecto político, ya que

los fondos destinados actualmente a la Orquesta Sinfónica han aumentado

notablemente, lo cual hace no sólo que los músicos tengan un mejor salario, sino que

27 Entrevista a Celia Zaldumbide. 17/10/2012. 28 Entrevista al Ing. Villacis, director de comunicación de la OSNE. 10/10/2012.

Page 52: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 52 de 119

cuenten con un amplio apoyo para la realización de los conciertos y su masiva difusión

a través de los distintos medios de comunicación y la publicidad además de la

construcción de un auditorio propio para uso tanto de los conciertos como de los

ensayos. Otro de los cambios importantes son las giras alrededor del país en ciudades

como Loja, Cuenca y Guayaquil, así como en otras ciudades latinoamericanas.

Actualmente, existen varias iniciativas de socialización de la música académica que

nunca antes habían existido en la ciudad y que son de suma importancia, ya que los

proceso de filtración no solo implican la configuración de un nuevo habitus en las

personas, sino también la búsqueda de éstas por una nueva forma de representarse en lo

social generando posiciones subalternas al orden establecido (rito).

Como hemos visto hasta ahora la música no es un ámbito totalmente autónomo que

tiene valor por sí mismo, sino que esta sólo tiene sentido en su relación con la división

de lo sensible, es decir, con la distribución espacio-temporal de los lugares y las partes

en una esfera común. La música, al igual que cualquier disciplina artística, tiene una

función comunitaria que consiste en “construir un espacio específico, una forma inédita

de reparto del mundo común29

Incocerto30

es un ejemplo de la manifestación de esta búsqueda por la construcción de

un nuevo espacio donde toda la figura discursiva que envuelve la música clásica se

deconstruye, configurando y condicionando lo visible y lo no visible, constituyendo

espacios que antes no existían al tocar en Iglesias, colegios y estructuras arquitectónicas

diferentes, instaurando una nueva figura discursiva que transgrede la distribución

anterior de la relaciones entre los cuerpos donde al no existir una brecha de separación

entre el músico y el público todos somos espectadores e intérpretes a la vez; donde el

público se encuentra mezclado entre los músicos convirtiendo al espacio en un todo,

difuminando la distancia tradicional; rompiendo el silencio y la oscuridad del lugar con

la luz de los sonidos en un juego de imágenes de claros y oscuros; creando por medio de

los sonidos el silencio entre movimientos instaurando así una nueva forma de concierto,

donde confluyen y cohabitan nuevos y distintos actores.

29Ranciere, Jacques, Sobre políticas estéticas, Versión PDF. Pág. 16 30Es una nueva Orquesta de Cámara compuesta por músicos independientes y miembros de la OSNE, los cuales tiene como objetivo llevar la música clásica a nuevos espacios, principalmente fuera del casco urbano de Quito donde esta música ha sido inexistente.

Page 53: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 53 de 119

Conclusiones

Como hemos podido observar a lo largo del presente artículo, no podemos comprender

a Quito como la configuración de un solo discurso que envuelva y contenga un solo

sentido de entender el mundo, ya que la ciudad es un entramado de relaciones sociales

muchas veces paradojales producto de la constante disputa simbólica donde la música

clásica opera como un elemento de distinción para ciertas fracciones de la sociedad,

como se pudo ver en la primera esfera que pretende posicionar la definición de lo

común según sus intereses en contraposición a otros sectores de la sociedad como la

OSNE, Inconcreto, músicos y nuevos espectadores que rompen y reconstruyen el

discurso y la ritualidad establecida por el estrato poseedor del discurso desencadenando

un conflicto por la redefinición de lo común.

A pesar del carácter heterogéneo de la ciudad y las constantes luchas simbólicas, es

característico de toda sociedad que exista una configuración discursiva hegemónica que

decide lo públicamente compartido y aceptado como lo común. Es así como el espacio

público es un ámbito en el cual se puede ejercer poder no solo a través de la acción sino

también del discurso, y es justamente la cultura entendida como lenguaje, el que decide

lo que es y no es arte, la música clásica como superior frente a la música popular, como

la Casa de la Música se convierte en el espacio que alberga a las élites frente al Teatro

Politécnico que al ser un espacio conocido y público tiene más acogida por distintos

sectores de la sociedad.

Tanto la sociedad como sus distintos universos simbólicos que construyen el horizonte

de sentidos de la ciudad se fundan bajo el dominio colonial construyendo un orden

social que ignoraba e ignora las diferencias existentes en el interior de la sociedad

intentando crear una ciudad de unidad y totalidad que no correspondían ni corresponden

a la realidad, instaurando un orden elitista que legitima comportamientos y prácticas

cotidianas como concierto de “alta talla” que por la forma en que son llevados a cabo y

su ritualidad desarticulan y fragmentan aún más lo social. Convierten así a Quito en esa

“ciudad platónica” basada en la distribución jerárquica de los cuerpos en la sociedad

con la participación desigual de sus miembros donde no todos tienen el poder de la

enunciación.

Page 54: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 54 de 119

El arte y la música clásica por su génesis se implantan como un elemento de distinción

en el orden construido por las élites quiteñas, esto explica que la música clásica en la

sociedad no sea un instrumento simbólico que sirva para la cohesión social, ya que no

cumple su función como elemento de conocimiento y comunicación para la mayoría de

habitantes de la ciudad. Esto explica que la creación de lugares como la Casa de la

Música haya sido un proyecto realizado por una pareja de migrantes alemanes que

debido a la casi inexistente presencia de la música clásica en Quito -dado que la

ejecución de dicho arte se encontraba y de cierta manera se encuentra como una práctica

cultural exclusiva de un grupo reducido que realizaba conciertos en sus propios espacios

manteniendo tanto la práctica como el discurso alejados del horizonte de sentidos31

-

construyan un espacio con el objetivo de brindar un lugar a la ciudad donde se difunda

la música manteniendo altos niveles de calidad, así como un espacio tanto para los

músicos del país como del extranjero, para que promuevan y motiven a los niños y

jóvenes a desarrollarse musicalmente.

Esto nos muestra que la música clásica casi no existe en el referente quiteño, por lo

tanto su valor simbólico es casi nulo para la sociedad, lo cual abre varias relaciones

paradojales. Por un lado, si bien por su origen es concebida como un elemento de

distinción, no opera de tal manera si lo ubicamos en el imaginario de la ciudad al no

poseer legitimación por la mayor parte de los miembros de la comunidad, ya que dentro

del referente común asistir a conciertos comerciales como Pit Bull, Marc Anthony,

Chayanne, Sabina, etc., otorgan mayor distinción a los quiteños no sólo por los altos

precios de sus entradas sino porque este tipo de música se encuentra legitimada y es

parte del horizonte simbólico de la gran parte de la ciudad. Pero si ubicamos la música

clásica dentro de las élites poseedoras del discurso del arte y la “cultura”, sí opera como

elemento de distinción que contribuye a esta “estilización de la vida” que desestructura

lo público al aislarse, conservando y fomentando su carácter privado contribuyendo al

escenario de desigualdad y fragmentación social y espacial que caracteriza esta ciudad.

31La Sociedad Filarmónica era la principal institución que se encargaba de la difusión y el fomento de la música clásica, inició formalmente sus actividades con un recital de Alfred Cortor, considerado en su momento como uno de los más grandes pianistas del mundo, su recital se realizó el 27 de agosto de 1952 con motivo de la primera restructuración y reinauguración del Teatro Sucre. Los artistas más destacados presentados por la SFQ fueron: Arturo Rubinstein, Claudio Arrau, Victoria de los Angeles, JaschaHeifetz, Isaac Stern, Andrés Segovia, Nicanor Zabaleta, Leonard Bernstein y la Filarmónica de Nueva York , Friedrich Gulda, Jaime Laredo, Los Solistas de Zagreb con Antonio Janigro, Niños Cantores de Viena, Mstislav Rostropovich, Andy Sheppard, Chick Corea, I SolistiVeneti con Claudio Scimone, Paul Badura-Skoda. http://www.casadelamusica.ec/fundacion/sociedad_filarmonica.php

Page 55: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 55 de 119

Si bien la música clásica correspondiente a la primera esfera se encarga de distribuir los

cuerpos, los espacios y las funciones instaurando por medio del rito burgués relaciones

de dominación al decidir quienes tienen la palabra y quienes forman parte de dicho

estrato al ser una obra de arte las relaciones de filiación, dominación y exclusión

instauradas por el discurso quedan borradas en la experiencia de lo sensible, ya que

todos los individuos “cultos o incultos” tienen su propia capacidad de percepción. De tal

manera que tanto los aplausos a tiempo o destiempo que surgen en los concierto de

Hilary Hahn en el Teatro Sucre o de Virginia Robilliard en el Teatro Politécnico reflejan

la interpelación del público por la obra de arte más allá de las formas establecidas del

rito.

Por lo tanto, en el arte y en las obras de arte no existe una verdad visible, no hay

realidades verdaderas ni verdades escondidas que sólo pueden ser develadas bajo el ojo

del culto y del sabio, ni como dice Ranciere un único régimen de representación e

interpretación de lo dado que imponga a todos su evidencia. “Toda situación es

susceptible a ser hendida en su interior, reconfigurada bajo otro régimen de percepción

y significación32

”. Porque si bien el arte es un lenguaje que encierra un entramado de

relaciones sociales, de dominación, de poder y de distinción, también es leguaje que

escapa del lenguaje. Son sonidos, formas, movimientos y colores que comunican a

través de lo sensible, donde todos somos espectadores e intérpretes a la vez, donde no

hay hombres de palabra ni hombres de ruido, donde el poder que tiene cada uno es el

poder de traducir a su manera aquello que percibe, “de ligarlo a la aventura intelectual

singular que nos vuelve semejantes a cualquier otro aun cuando esa aventura no se

parece a ninguna otra cosa33

”.

El arte es un espacio que nos refleja esta búsqueda de los habitantes de Quito por

posicionarse en la estructura social, no necesariamente como un elemento de distinción,

sino con la intención de ser parte y tener un espacio de comunicación, un espacio de

encuentro donde se generen tejidos sociales donde las personas se ven obligadas a una

lucha constante por la apropiación y reapropiación simbólica de los espacios una ciudad

que cada vez privatiza la vida convirtiendo a la capacidad de consumo en el criterio

32Ranciere, Jacques, El espectador emancipado, Buenos Aires, Ediciones Manantial, 2010. Pág. 52 33 Ídem. Pág. 23

Page 56: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 56 de 119

fundamental de inclusión y exclusión, transformando al Quito que queremos en una

ciudad estratificada, fragmentada y excluyente.

Es por ello que el espacio público deja de ser un espacio abierto para todos cuando se

imponen maneras de habitarlo y de transcurrirlo, cuando en realidad el sentido político

del espacio público tendría que estar dado por su carácter integrador, como espacio de

encuentro y contacto, donde el vivir como colectividad genere consensos y normas

informales producto de las prácticas sociales, experiencias políticas, históricas y

culturales que trasciendan lo individual, con el fin de crear sentidos de pertenencia

simbólicas e imaginarias.

Pensar en Quito como un relato significa que pueda verse no un cuerpo producido por

voces, sino voces que dibujan poco a poco una suerte de espacio colectivo, donde el

mito de la modernidad que nos hizo creer que la ciudad podía albergar en su interior lo

diferente, lo heterogéneo y convivir sin conflictividad quede destruido.

Page 57: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 57 de 119

CAPITULO 3

LA MOVILIDAD URBANA EN QUITO

… el lenguaje del poder “se urbaniza”, pero la ciudad está a merced de los

movimientos contradictorios que se compensan y combinan fuera del poder

panóptico…”

Michel De Certeau, La Invención de lo Cotidiano.

A manera de introducción.

Con el fin de indagar el espacio público (urbano) en Quito y, dentro de éste, la

diversidad de relaciones sociales y de poder que se tejen a través de mecanismos

constitucionales y leyes derivadas o mediante la existencia de cuerpos simbólicos de

inclusión o exclusión que pasan desapercibidos y hasta naturalizados por la mirada

cotidiana de lo privado o exclusivo, debemos realizar un esfuerzo por delinear un primer

análisis del espacio en su dimensión social. Dicho análisis creemos que debe basarse

necesariamente en las relaciones sociales que se suceden dentro del espacio público para

de esta manera lograr visibilizar las relaciones políticas34

que intervienen en nuestro

accionar cotidiano a manera de filtro y molde, organizando nuestra comprensión e

interacción dentro del espacio compartido, dentro de la ciudad.

El hablar de la existencia de relaciones políticas en el espacio con la finalidad de

comprender su manifestación y orientación responde a uno de los objetivos de nuestra

34CHAVARRIA Miguel, Algunas Consideraciones Teórico-Metodológicas Acerca de la Investigación “El Espacio Público en la Ciudad de Quito. Distinción Social y Exclusión Simbólica. Un Análisis Comparativo Con las Ciudades de Guayaquil y Cuenca”, PUCE-Instituto de la Ciudad, Quito, s/f, Pág. 1.

Page 58: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 58 de 119

investigación el cual es dar cuenta de las maneras en que se configura el espacio público

por fuera de los tradicionales estudios urbanísticos de planificación centralizada, de

prospectiva o de generación y ubicación de infraestructura (que terminan en dicotomías

como Norte-Sur) para superar, desde una visión crítica, la predominante orientación

arquitectónica y situar la problemática del espacio público y su generación en un nivel

sociológico, que acompañe la visión puramente técnica y que a su vez permita estudiar

la interacción social que da vida al espacio físico y que además lo pone en disputa en el

proceso de (re)codificación social cotidiana y política continua.

Al hablar de una aproximación sociológica del espacio apuntamos al contenido

simbólico que significa a estos lugares, significación que tiene lugar debido a una serie

de relaciones sociales históricas y su aceptación-reproducción a través del espacio-

tiempo que las contiene. Es así que requerimos hacer un análisis de los criterios y

códigos que se construyen para mediar el encuentro social y que se reproducen,

potencian o modifican a través de los discursos y prácticas de los diversos actores

sociales (académicos, colectivos ciudadanos, opinión pública-da, ciudadano raso etc.)

que componen la ciudad.

Si bien al apelar a una interpretación sociológica resulta evidente que entendemos el

espacio como resultado de una construcción social, debemos definir y explicar en

primer lugar y de forma absolutamente genérica el elemento sobre el que trabajaremos

nuestro análisis, es decir que debemos respondernos: ¿qué es el espacio?, y ¿cómo se

plantea una interpretación social del mismo? para posteriormente analizar la trama

político-simbólica que incide en la construcción del espacio público en el Quito actual,

centrándonos para este apartado en lo que se conoce como movilidad.

Del “espacio” hacia una comprensión social del “espacio”

Sin lugar a dudas el estudio del espacio ha sido materia de diversas vertientes

interpretativas que buscan reclamar dentro de su campo de intervención y de su

metodología de estudio autoridad frente al objeto.

En un intento mínimo (ya que no es problema central de la investigación) por rastrear

las comprensiones alrededor del “espacio” encontramos que este fue concebido,

desarrollado e interpretado principalmente dentro de ciencias exactas como la

Page 59: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 59 de 119

matemática35

, la física36

y la geometría37

. Igualmente localizamos referencias al

“espacio” y a su comprensión dentro de la filosofía, sin embargo estas aproximaciones

filosóficas -específicamente en el trabajo de Descartes, Kant y Hegel- poseen una gran

influencia de la tradición positivista, propia de las ciencias exactas, en las cuales el

estudio y familiarización del sujeto frente al mundo ocurre inicialmente en el campo de

lo abstracto por lo que se interpreta la existencia de los seres y del espacio (existencia

dentro del espacio) como un hecho fundamentalmente mental: un “espacio mental”

(movimiento de la conciencia, del espíritu, de las formulas matemáticas o de la lógica

formal) que debe dar sentido y extenderse en el mundo exterior. En la actualidad,

debido al excesivo carácter especializado que tiene el saber casi en su totalidad y al

desarrollo de la técnica, producto de esta especialización, encontramos variantes mucho

más sofisticadas y legitimadas de la aproximación positivista en lo que se conoce como

arquitectura y urbanismo, herramienta teórico conceptual de vital importancia en el

manejo y administración pública de las ciudades.

Sin embargo, el problema en términos sociológicos no radica en la visión positivista y el

carácter abstracto de ciertas ciencias, características que pueden resultar útiles en

muchos campos de la administración pública como por ejemplo la gestión de riesgos, en

la defensa nacional o en procesos productivos, sino en lo que omite o silencia dicha

aproximación del espacio –de carácter más abstracto, cuantitativo y geométrico- en el

proceso administrativo de lo público. Por lo tanto, consideramos que el avance de las

categorías conceptuales propias de la arquitectura y el urbanismo, junto con sus

instrumentos traducidos en estrategias y políticas no han logrado comprender el espacio

público de manera integral al reducir el abordaje social a una variación del crecimiento

demográfico, composición etaria de la población, propiedad y costos del suelo, límites

para la ampliación de la frontera urbana, idoneidad para la localización de zonas

industriales, etc. Como consecuencia tenemos proyectos y documentos oficiales que a

más de no considerar la diversidad de realidades que confluyen en el espacio público,

no logran apoyar su observación y diagnóstico en un enfoque social que problematice al

35 Para tener más claro como el espacio es interpretado desde las matemáticas, Lefebvre explica que esta ciencia demando dominio único sobre el “espacio” y sobre el “tiempo” por lo que inventaron espacios indefinidos como: espacio no-euclidiano, espacios curvos, espacios con x dimensiones (inclusive con una infinidad de dimensiones), espacios de configuración, espacios abstractos, espacios definidos por deformación o trasformación, mediante un topología, entre otros. 36Relación entre energía-materia-tiempo-espacio. 37 Esta ciencia es una rama de las matemáticas que dedica su estudio a las propiedades de las figuras geométricas en el plano o espacio como son puntos, rectas, planos, etc.

Page 60: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 60 de 119

espacio existente como un proceso que se corresponde tanto con una operación técnica

que lo planifica como de las relaciones históricas, sociales y de poder38

, que al operar en

el espacio lo simbolizan y otorgan sentido a los lugares, objetos y existencias que

componen el territorio que conocemos como Quito.

Queda claro entonces que uno de los principales problemas en lo que respecta al espacio

y su comprensión inicia en las múltiples perspectivas de interpretación que el avance del

pensamiento ha propiciado, esto es en la fragmentación de la realidad a través del

conocimiento que de manera general ha sustentado el desarrollo moderno de las

ciencias, sean éstas ciencias exactas o ciencias humanas. Al localizar la problemática en

lo que podemos denominar una “parcelación del saber” se impulsa de manera

simultánea un proceso de tecnificación y jerarquización que se reproduce mediante la

especialización y el distanciamiento entre el campo analítico (científico-técnico)

respecto del campo práctico (cotidiano).

Es por esto que más allá del estudio de la distribución de lugares con funcionalidad

social, materia a cargo de la arquitectura y el urbanismo, más allá del estudio de las

cosas per se, la aproximación sociológica que planteamos busca centrarse en la

actividad productora de dicha realidad materializada, en las condiciones de su

institucionalización, así como también en sus consecuencias dentro de la organización

de las relaciones sociales actuales al momento de compartir el espacio entre los

habitantes y su diversidad. Pero, ¿cómo realizar una aproximación sociológica del

espacio tomando en cuenta las problemáticas antes planteadas?

Para poder llevar a cabo el estudio de esta actividad productora del espacio público

creemos que no puede ser entendida sino a través de quienes la originan y que su

análisis debe realizarse tomando en cuenta dos elementos: 1) el proceso administrativo

que organiza y encauza nuestra interacción dentro de estructuras legales y físicas que,

seamos capaces de reconocerlo o no, poseen intencionalidad definida acorde a su

funcionalidad ideológica y, 2) el devenir histórico y social que significa al espacio

público gracias a las representaciones simbólicas que construimos e institucionalizamos

respecto de los usos derivados de las estructuras físicas existentes. Esto nos indica que

en términos de su manifestación ambos momentos son indivisibles y se suponen el uno

al otro. A partir de esta división de carácter metodológico y expositivo, más no

38Una excepción es la comprensión que brinda el marxismo dentro de la teoría social clásica respecto a los modos de producción y las relaciones sociales de producción y reproducción que estas generan; aquí se problematiza la interacción social en el marco de las relaciones económicas que definen y construyen un espacio social en forma de clases sociales.

Page 61: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 61 de 119

fenomenológico o empírico, trataremos de aportar al estudio del espacio público en

Quito un análisis que inicie y finalice en su componente político-social.

1) el proceso administrativo que organiza y encauza nuestra interacción común

dentro de estructuras físicas que, seamos capaces de reconocerlo o no, poseen

intencionalidad definida acorde a su funcionalidad ideológica.

Es precisamente bajo lo que hemos denominado de manera breve “proceso

administrativo y de organización de nuestra interacción común” que se sitúa la

planificación urbana a manera de operación técnica. De hecho su importancia es tal que

ningún Estado en todos sus niveles de gobierno puede, en la actualidad, darse el lujo de

carecer de unidades o direcciones de planificación dentro de su estructura orgánica.

Sin embargo, esta operación planificadora se presenta neutralizada, de manera similar

que las ciencias exactas por la objetividad del saber y las fórmulas empleadas. Bajo esta

supuesta objetividad se pretende dejar de lado u obviar el efecto social que este ejercicio

de administración y definición del espacio (re)produce.

Nos referimos a una separación no solo epistemológica o de organización del

conocimiento sino de poder y de concentración de capitales (económico, social,

simbólico, cultural e informacional) que al momento de operar terminan situando por un

lado a los planificadores urbanos como centro y autoridad del pensar la ciudad, y por

otro lado a quienes hacen la ciudad andándola, es decir desde la cotidianidad, desde su

apropiación y uso del espacio. De esta manera la división que inicia en el saber conduce

a la legitimación de actores minoritarios investidos de poder decisional a nivel de lo

público mientras deslegitima la visión “profana” incluso “carente” de amplios sectores

sociales. Esta distancia producida entre los actores que en los hechos terminan

habitando y compartiendo el espacio público es el resultado del proceso de planificación

urbana en su acepción más ortodoxa ya que en esta tradición “…no se trata de localizar

en el espacio preexistente una necesidad o una función, sino, al contrario, de

espacializar una actividad social, vinculada a una práctica en su conjunto, produciendo

un espacio [social] apropiado…”39

.En pocas palabras el ejercicio consiste en primero

crear el lugar o la infraestructura en el territorio (necesidad) para posteriormente generar

los lazos de unión y la funcionalidad social de tal estructura física, aún cuando estos

lazos sociales hayan existido previamente aunque con otra manifestación e

intencionalidad.

39 LEFEBVRE, H, Espacio y Política: El Derecho a la Ciudad II, Ediciones Península, Barcelona, 1976, Pág. 9.

Page 62: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 62 de 119

En el caso de Quito dicho ejercicio de planificación no ha sido inexistente ni ha pasado

desapercibido. Como ejemplo de esta orientación más ortodoxa de la planificación

urbana que ha operado se puede mencionar el plan regulador de la ciudad de Quito

elaborado por el arquitecto urbanista uruguayo Joan Odriozola y presentado al Alcalde

Andrade Marín en 194540

. En este plan, como señala el antropólogo Marcelo Naranjo:

…oficialmente se institucionaliza una estructura ocupacional de la

ciudad caracterizada por la segregación la cual obedece a una serie

de criterios estereotipados que no solamente hacen relación a una

jerarquía socio-económica, sino a supuestas incapacidades de

algunos segmentos poblacionales para vivir en determinadas áreas de

la ciudad. A modo de ejemplo –continua Naranjo-, el citado urbanista

(refiriéndose a Odriozola) manifiesta que los trabajadores del

ferrocarril por sus condiciones socio-económicas como también por

su membrecía cultural, no podían ir a vivir al barrio de la Belisario

Quevedo…sino que tenían que residir alrededor de la estación del

ferrocarril, zona apropiada a sus características…41

Pero más que ejecutar un sentencia o encontrar una verdad empírica que justifique

irrefutablemente la existencia de una segregación espacial y social explicita de estratos

o clases sociales por medio de la planificación urbana y su localización geográfica, más

que darnos respuestas, la cita busca generar interrogantes tales como quiénes son los

supuestos llamados a pensar la ciudad, hacerla y hablar de ella, ¿En función de qué

criterios se planifica? Y, finalmente ¿Cómo estos criterios que definen el sentido de la

planificación entienden lo común dentro de la administración pública?

Al formular toda esta serie de cuestionamientos ingresamos en los dominios de una

comprensión política y sociológica del espacio público y de la práctica técnica que está

llamada a pensarlo para centrarnos así en sus efectos dentro de la composición de las

40 Se debe dejar en claro que si bien el urbanista Odriozola diseño y conceptualizo todo el primer Plan Regular de Quito, él no pudo participar en su realización por problemas de salud. De esta manera cuando en el año 1974 el municipio de Quito invita al urbanista a evaluar como se ha desarrollado el proyecto de ciudad que él ideo se encuentra con que lo que observo distaba mucho del concepto original que se planeo. En palabras de Odriozola el problema fue que:”…del plan que yo había preparado…muy pocas cosas se llevaron a cabo y por cierto que no se llevaron adelante las cosas más importantes. ¿Por qué? Porque al contrario de los centros donde existe una verdadera cultura tradicional que no importa el partido que está o que cambie en el gobierno, pero donde se ha sentado una línea de conducta para dirigir los trazos de la marcha del país o de la región o del departamento o de la ciudad, cambie o no cambie el gobierno, esas líneas con las modificaciones impuestas por el paso del tiempo y no por el paso de los políticos, se continúan.” En DOMINGO Walter, Entrevista al Arquitecto Guillermo Jones Odriozola sobre el Plan Regulador de Quito 1942-1944, Revista TRAMA, Número 56, Enero, 1992. 41 NARANJO, M, Segregación Espacial y Espacio simbólico: Un Estudio de Caso en Quito, Pág. 328, disponible en http://www.flacso.org.ec/biblio/shared/biblio_view.php?bibid=8782&tab=opac

Page 63: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 63 de 119

relaciones sociales. Es así que para nosotros la planificación urbana puede ser

considerada de carácter político por dos motivos: el primero se debe a que su ejercicio

se realiza y perfecciona dentro de lo que conocemos como Estado moderno (central o

local), estructura donde se concentra principalmente el poder político en una sola fuente

legal y legítima llamada norma constitucional de la que se derivan toda una serie de

leyes y políticas que, por más democráticas o consensuadas que se presenten, obedecen

a la necesidad misma del Estado por consolidar su establecimiento y funcionamiento

exclusivo. Este proceso histórico por la definición de una forma específica de

organización del poder culmina y sostiene dentro del Estado lo que Max Weber llamó el

“monopolio del uso legítimo de la violencia física en un territorio determinado”,

definición a la que Bourdieu agrega lo que él llama violencia simbólica.

Si bien el monopolio (violencia) que ejerce el Estado sobre lo simbólico no se

manifiesta de manera tan evidente como el monopolio de la violencia física que ha

desarrollado cuerpos específicos para su ejercicio (policía y ejército), la dominación

sobre lo simbólico determina los significados o visiones de mundo legalizadas,

permitidas y extendidas en el tejido social, las mismas que se corresponden íntimamente

a las sensibilidades de ciertos grupos sociales que alcanzan la administración de la

institucionalidad formalizada. Esto quiere decir que en la disputa por el Estado, por el

poder y manejo de lo común formalizado, se incluye una disputa de carácter ideológico

y hegemónico en la medida que se refiere al sentido de vida, a una visión de mundo. La

ciudad de Guayaquil es el mejor ejemplo de esta dominación simbólica apuntalada

además con el ejercicio de dominación física y para observarlo no hace falta más que ir

al Malecón 2000, examinar su señal ética y las disposiciones oficiales que regulan hasta

las manifestaciones más elementales de afectividad o sino caminar por el centro de la

ciudad y percibir el sentido persecutorio que acosa a los vendedores informales a través

de la policía metropolitana.42

42 En un estudio etnográfico realizado por X. Andrade se analiza de manera más extensiva el carácter de lo público construido por los urbanistas y administración local en la ciudad de Guayaquil. Es interesante que para Andrade las “…observaciones etnográficas dan cuenta del proceso de regeneración urbana en Guayaquil como una producción esencialmente turística, la misma que tiene como contrapartida la aniquilación gradual del espacio público expresada mediante políticas de control y vigilancia e, igualmente, la participación e incorporación de las coreografías del poder local por parte de los urbanistas...”. Dentro de la construcción de visión de mundo impulsada en la ciudad porteña y extendida incluso en la existencia física de la ciudad se observa que “En el Malecón 2000, por ejemplo, un bote de paseo, denominado Capitán Morgan parte de un muelle que tiene como símbolo el McDonalds adyacente…todo patio de comidas en los dos malecones renovados incluye un Kentucky Fried Chicken, y letreros advirtiendo que se guarda el derecho de admisión, los mismo que sirven para excluir a vendedores ambulantes y sectores marginales tales como los travestis e, inicialmente, también a los homosexuales…”. ANDRADE, X. en CARRION, F. y HANLEY, L. (ed.), Regeneración y Revitalización Urbana en las Américas: Hacia un Estado Estable, FLACSO-Ecuador, Quito, 2005, Pág. 148-149.

Page 64: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 64 de 119

Se visibiliza entonces que el dominio del Estado y del campo político es de vital

importancia dentro de un proyecto que aspire administrar lo público y dominar lo

simbólico por lo que el ejercicio de la planificación junto con sus ejecutores se

convierten en elementos claves en la construcción y fortalecimiento de hegemonías (en

el sentido de dominación política y moral) nacionales o locales, en lo que respecta a la

regulación de la ciudad, de los/las ciudadanas y sus flujos, ergo, en la construcción de la

comunidad, de una convivencia y del Estado moderno en su totalidad. Como dice el

propio Bourdieu al respecto de la emergencia del Estado, su funcionalidad, su relación

con los capitales y sectores sociales que se lo disputan para conformarlo:

…[el Estado es el] resultado de un proceso de concreción de

diferentes especies de capital, capital de fuerza física o de

instrumentos de coerción (ejército, policía), capital económico,

capital cultural…capital simbólico, concentración que, en tanto tal,

constituye al Estado en detentor de una suerte de meta-capital que da

poder sobre otras especies de capital y sobre sus detentores. La

concentración de diferentes especies de capital…conduce…a la

emergencia de un capital… estatal… permite al Estado ejercer un

poder sobre los diferentes campos y sobre las diferentes especies

particulares de capital… la construcción del Estado va de la mano de

la construcción del campo de poder entendido como el espacio de

juego en el interior del cual los detentores de capital…luchan

especialmente por el poder del Estado…43

Dicha condición tendiente a la generación de un gran meta-capital, puesto en disputa y

que además funciona y organiza la vida social a través de la institucionalidad estatal es

la que nos acerca a nuestra segunda observación sobre el carácter político que la

planificación va adquiriendo y que tiene que ver con el cómo este opera. Ya no es tan

solo desde donde tiene lugar la planificación y con qué finalidad o articulación sino con

las distancias sociales que (re)produce este ejercicio al separar la mayoría de veces,

como ya lo dijimos, el campo analítico del campo práctico, es decir que dicho carácter

político se presenta dentro de la planificación en tanto y en cuanto es en su práctica y

43 BOURDIEU, P, Génesis y Estructura del Campo Burocrático, Pág. 3, disponible en http://www.catedras.fsoc.uba.ar/forte/articulos/genesis.pdf

Page 65: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 65 de 119

retórica donde se establece “…la relación entre el poder común de la comunidad (lo

compartido y cedido) y la distribución de los cuerpos en lugares y funciones…”44

.

Debemos aclarar que la distribución de cuerpos y lugares no se refiere a una

distribución geográfica o espacial en el sentido de los planes oficiales, sino que

distribuye a los cuerpos y más importante aún sus voces y demandas dentro del campo

político gracias a la investidura de autoridad y legitimidad que se concede a ciertos

operadores para referirse a temas o conflictos que en su administración y resolución

tienen efectos sobre la vida de todos, y a la desposesión de sectores sociales que tiene

lugar de forma paralela a esta investidura. Por lo tanto en este punto nos encontramos en

un nivel de carácter más discursivo que en el nivel de la planificación urbana opera de

forma articulada con el análisis del control del capital político concentrado en el Estado

y sus principales actores.

Así mismo es evidente que en términos de la construcción del discurso se trata de

problematizar en correspondencia a que criterios ideológicos –hegemonías, cúmulos de

capital- se piensa lo común desde los núcleos de poder institucionales, más aún cuando

en la actualidad priman debates en torno al derecho a la ciudad y al hábitat urbano.

Finalmente la delimitación, definición y materialización con la que culmina el ejercicio

planificador no se reduce a la constatación de la objetividad y de la técnica empleada

dentro del proceso de planificación como tal sino en cómo este proceso va construyendo

realidades físicas y discursivas a las que los habitantes de la ciudad debemos remitirnos

y de ser el caso desmontarlos.

2) El devenir histórico y social que significa al espacio público gracias a las

representaciones simbólicas que construimos e institucionalizamos respecto a

sus usos derivados de las estructuras físicas existentes.

Sería un error considerar que el entramado discursivo y práctico que genera la

planificación urbana como técnica de administración local sea aceptado sin más. Al

presentarlo de esta manera estaríamos asumiendo como axioma la supuesta carencia de

saberes por parte de ciertos actores y consolidando una interpretación del

funcionamiento de lo social y de lo común mediante la imitación o imposición fundada

en un sentido a-crítico de la población en general, cuando son justamente estas visiones

las que pretendemos de-construir en la aproximación sociológica que proponemos.

44 RANCIERE Jacques, El Tiempo de la Igualdad, Editorial Herder, Barcelona, 2011, Pág.34.

Page 66: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 66 de 119

Tal como acabamos de recalcar la planificación urbana no solo genera documentos a

manera de planes y/o políticas sino que funda discursos que (re)producen y apuntalan

ideologías hegemónicas articuladas a instituciones y actores que concentran la

distribución de lo simbólico en su forma de capitales monopolizados, sin embargo esto

no quiere decir que este deba ser el núcleo de nuestro análisis. Nosotros creemos que de

manera simultánea debemos centrarnos en el análisis de la otra cara de la moneda, la

misma que se encuentra signada por los usos y sentidos de mundo y vida subyacentes

dentro y fuera de la mirada oficial (izada). Es justamente aquí donde va adquiriendo

fuerza nuestro planteamiento según el cual espacio público es un espacio político

construido socialmente y en constante disputa.

Se debe dejar en claro que no se niega la existencia de un marco de valores extendido

socialmente, al que la sociología del conocimiento conoce como “acopio social del

conocimiento”45

, aparentemente naturalizado, al que nosotros denominaremos código46

.

Estos entramados significantes/simbólicos que conforman el código son centrales en

nuestro análisis ya que median nuestra interacción social y visión de mundo

privilegiando, en este caso, cierto tipo de “valores” y representaciones fundamentadas

principalmente en la base material de cierto consumo cultural como objetos, lugares,

situaciones o gente. Como consecuencia encontramos un espacio social en el que los

sujetos, para poder ocupar posiciones, para lograr transitar y moverse socialmente, para

adquirir características específicas que los diferencien, deben recurrir a la adquisición de

objetos que otorgan un plus análogo al maná de la vida religiosa y que en términos

sociales se conoce como status.

De esta manera la extensión dominadora de un representación específica de la vida

social a través de la proliferación del código sedimentado no se entiende únicamente

apuntando a los actores más visibles, a la punta del iceberg, como puede ser tanto la

administración local o central como los medios de comunicación y ciertas “cruzadas”

moralizantes que llevan a cabo, sino que toda esta disposición sensible debe tomar

forma habitando el diálogo común que hemos implantado para otorgar sentido a nuestra

vida cotidiana y dentro de ella a todo lo que nos rodea. Si bien existen varios

45 BERGER Peter y LUCKMAN Thomas, La construcción social de la realidad, Amorrortu Editores, Bueno Aires, 2005, Pág. 58. 46 Planteamos esta categoría ya que la misma condensa en su funcionamiento la capacidad que posee el lenguaje en construir campos semánticos que trascienden la realidad de la vida cotidiana y se remiten a un proceso histórico que va desde su planteamiento inicial (externalización) pasando por su objetivación o institucionalización para terminar siendo internalizado a través de un proceso de sedimentación intersubjetiva de estos signos legitimados y transmitidos socialmente, pero separados temporalmente de su contexto de enunciación inicial.

Page 67: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 67 de 119

mecanismos encargados de potenciar y afirmar dichas disposiciones, éstas se ven

mediadas por especificidades culturales e históricas del grupo receptor y usuario del

código cultural heredado; es decir, por las maneras en que esté es empleado y

simbolizado por nosotros en su uso (artes de hacer). En este sentido refutamos la

supuesta pasividad de los sujetos-consumidores y la masificación de las conductas para

plantear, junto con Michael de Certeau, que dichos códigos hegemónicos funcionan:

…como las herramientas, los proverbios o los discursos diferentes,

[que también] están marcados por los usos; presentan al análisis

huellas de actos o de procesos de enunciación; denotan las

operaciones de las cuales han sido el objeto, operaciones relativas a

situaciones que se pueden considerar como modelizaciones

coyunturales del enunciado o de la práctica, de manera más amplia,

indican pues una historicidad social en la cual los sistemas de

representación o los procedimientos de fabricación ya no

aparecerán como cuadros normativos, sino como herramientas

manipuladas por los usuarios…47

En consecuencia creemos que estamos frente a un tipo de “contra planificación” que

procede de los usuarios carentes de ese saber concentrado en capitales, pero que en la

medida de su accionar y existencia dentro el mundo planificado rompen con los

esquemas pensados desde el poder, rompen con la ciudad utópica planteada por el

ejercicio urbanístico para ensanchar sus fronteras y replantear los esquemas bajo los que

se nos ha encausado a manera de solución urbana. Hay que tener cuidado sin embargo

confundir esta ruptura que planteamos aquí con una apuesta a la ausencia de

planificación o de administración pública de lo urbano, por el contrario, solo tratamos

de poner en relieve como las dinámicas sociales y sus percepciones en algunos casos –

no todos- pueden ir más allá o ser más eficientes en la resolución de conflictos

comunes, tal y como quedará expuesto en el siguiente punto de nuestro análisis

alrededor del estudio de la movilidad en Quito.

Este enfoque entendido de manera integral, tal como se lo ha planteado, nos permite

revelar la existencia de una ideología dentro de los sistemas de representación que

operan en el proceso de planificación del espacio público, ideología que es producto de

la historicidad social (conformación-aceptación-continuidad) que marca las

47 DE CERTEAU, Michel, La Invención de los Cotidiano: I Artes de Hacer, Universidad Iberoamericana, México, 2007, Pág. 25 y ss. Las negrillas son nuestras.

Page 68: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 68 de 119

especificidades del pensar y construir ciudad, y que además se manifiesta en el conjunto

de edificaciones levantadas a nuestro alrededor. También nos permite poner énfasis en

los mecanismos de apropiación-resistencia-aceptación que se encuentran en medio de la

existencia y propagación del marco interpretativo y de acción derivado de esta matriz de

pensamiento. De tal manera que al hablar del técnico-planificador en contraposición a

los actores que hacen ciudad al andar en ella buscamos delimitar las brechas y

escisiones entre la representación del deber ser de la ciudad y de lo que se práctica en

ella.

Por lo tanto nuestro interés no radica únicamente en la historia de las mutaciones del

espacio (como creció, hacia dónde se direccionó ese crecimiento, etc.) sino en las

variaciones sociales de lo que consideramos son los diferentes momentos espaciales

dentro de la producción del espacio público, nos referimos a los espacios de

representación y su incidencia en la representación del espacio. Esta correspondencia

que deviene en una capacidad generadora del espacio o en su producción social es la

que estudiaremos en torno a la movilidad en Quito retomando algunos planteamientos

del ya citado Lefebvre. Así podemos identificar la existencia de tres momentos

interrelacionadas dentro de la producción social del espacio y de su disputa política:

1. La práctica espacial: práctica que produce y se apropia del espacio mediante la

creación de “lugares” y sistemas jerárquicos capaces de invisibilizar el espacio

como relación social impuesta.

2. Representaciones del espacio: es el espacio conceptualizado y dominante en

una sociedad. Este momento del espacio es creado por actores técnicos

(planificadores, urbanistas, tecnócratas, ingenieros sociales, etc.).

3. Espacio de representación: es el espacio dominado en el que la imaginación de

los habitantes y sectores subalternos pretende transformar y apropiarse del

espacio oficial a través de resistencias simbólicas. Establece las relaciones de los

sujetos frente a los objetos y las lógicas de los posibles cambios en el espacio. 48

48Cfr., LEFEBVRE, Henri, The Production of Space, Blackwell Publishing, Oxford, 2007, Pág. 38-46. Esta tríada también puede ser explicada de la siguiente manera (HIERNAUX-NICOLAS, Daniel, Henri Lefebvre: del espacio absoluto al espacio diferencial,versión PDF disponible en http://148.206.107.15/biblioteca_digital/articulos/12-264-4132wvf.pdf):

Lo percibido---->La práctica del espacio Lo concebido--->La representación del espacio Lo vivido--------->Los espacios de representación.

Page 69: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 69 de 119

Finalmente esta división conceptual del espacio y del proceso de su producción nos

sirve para el estudio del espacio público en Quito ya que brinda herramientas que

facilitan la observación relacional de los elementos físicos con los elementos simbólico-

representativos que se movilizan tanto en la construcción social, sea técnica o “profana”

del espacio, pero que al encontrarse producen la disputa política que tiene lugar en la

definición del sentido del espacio público. Debido a que no podemos analizar todos los

elementos que entrarían dentro de esta disputa, abordaremos la problemática desde lo

que se conoce como movilidad y la incidencia de voces y demandas emergentes que

debido a la fuerza que han tomado en la actualidad han podido incidir en la

planificación y en la política pública local.

Quito: lo urbano, su consolidación y el espacio.

Para entender la dinámica de cualquier ciudad primero debemos tener claridad en lo que

respecta a su proceso histórico de constitución para lo cual estamos obligados a

diferenciar la ciudad como lugar de convivencia o asentamiento común y el hecho

urbano como proceso histórico propio de la modernidad, relacionado íntimamente al

desarrollo industrial e integración económica de los territorios.49

De hecho, la ciudad

como hecho político existe mucho antes que la noción de “lo urbano”. Entender dicho

proceso de consolidación del hecho urbano nos remite inevitablemente a la dicotomía

entre lo tradicional y lo moderno -trabajada brillantemente por Eduardo Kingman-

según la cual los cambios históricos tendientes hacia la modernidad, en el caso de

Quito, están dirigidos “…no solo a generar modificaciones urbanísticas y

arquitectónicas, sino a la diferenciación social de los espacios, así como a introducir

“limites imaginarios” entre la ciudad y el campo…”50

.

El resultado de esta diferenciación y generación de “limites imaginarios” dentro del

espacio conduce al establecimiento de una “modernización tradicional”51

producto de

un largo proceso histórico de diferenciación social que inicia en Quito hace no menos de

cien años, entre 1870 y 1970.52

Es precisamente este el punto: podemos localizar con

49 Cfr., LEFEBVRE, Henri, El Derecho a la Ciudad, Ediciones Península, Barcelona, 1978, Pág. 18-21. 50 KINGMAN, Eduardo, La Ciudad y los Otros: Quito 1860-1940, FLACSO Sede Ecuador- Universidad Rovira e Virgili, Quito, 2006, Pág.41. 51 Se define a nuestra modernidad bajo esta categoría ya que: “Las propias élites no eran completamente modernas y en muchos aspectos su modernidad se reducía a los signos exteriores. En el caso de Quito, en concreto, los señores de la ciudad eran, al mismo tiempo, señores de la tierra, de modo que su paso a la modernidad fue resultado del incremento de las rentas hacendatarias y el desarrollo del capital comercial y bancario, hasta los años treinta y cincuenta, antes que de una incursión en la industria o un desarrollo manufacturero. Se trataba de una modernidad incipiente, y excluyente a la vez, que se expresaba sobretodo en el consumo y en la secularización de los gustos y costumbres…” IDEM, Pág. 49. 52 IDEM, Pág. 67.

Page 70: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 70 de 119

cierta exactitud cronológica cuando inicia dicha “modernización tradicional” pero no

cuando termina por lo que para nosotros este sentido tradicional fundamentado sobre la

exclusión y segregación espacial y simbólica en el espacio público no se agota en 1970,

sino que es a partir de esta fecha que la dominación simbólica del espacio público y de

quiénes lo conforman adquiere otros sentidos y visibiliza a otros actores.

Para ser exactos es en 1970 cuando se consolida un nuevo tipo de dominación simbólica

instaurada gracias a la emergencia de un actualizado código de convivencia urbana en

Quito, código que privilegia dentro del modelo de ciudad deseado la generación de

infraestructura vial a través de la ingente inversión (ver tabla 1) y planificación pública

para la construcción de túneles, intercambiadores o ampliación de vías, por lo que de

manera simultánea se comienza a privilegiar nuevos objetos trascendentales en la vida

social como el automóvil, produciendo, entre otras cosas, el aislamiento del individuo

dentro de un coche privado para poder moverse en la ciudad. Se entiende que por ser

nueva esta dominación no abandona su carácter tradicional, por el contrario la actualiza.

Tabla 1.- Inversión en vialidad alcaldía Sixto Duran

Ballén.

Año Monto (en sucres)*

1971 4ʾ043.547,76

1972 9ʾ444.969,30

1973 18ʾ396.408,45

1974 20ʾ631.990,70

1975 9ʾ950.098,41

1976 8ʾ784.774,50

1977 14ʾ325.662,24

1978 5ʾ297.834,45

Fuente: "La obra municipal del Arquitecto Don Sixto

A Duran-Ballén Cordovez al dejar la Alcaldía de la

Ciudad tras ocho años de labores"

Elaboración: del autor.

* Estos montos incluyen pagos por concepto de

expropiación.

Page 71: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 71 de 119

Pero ¿qué sucedía en el Ecuador y, específicamente, en Quito de 1970 que facilita todos

estos cambios? Como denomina con acertada ironía Alberto Acosta el Ecuador en esos

años pasó de ser un “pobretón bananero a nuevo rico petrolero”53

, realidad que

contribuyó a la llegada de la famosa inversión extranjera y por consiguiente al

desarrollo exponencial de la empresa privada en nuestro territorio.

Estas nuevas condiciones económicas impulsadas por la explotación petrolera

articularon al Ecuador dentro de una economía política ligada a los flujos del mercado

mundial lo que derivó en la constitución del espacio urbano y en éste del espacio

público como el punto de confluencia de estos flujos comerciales, por lo que la

planificación de la ciudad empieza a dar preeminencia a las conexiones y conectividad

produciendo espacios diseñados para la circulación de mercancías y capitales. Como

nos indican los datos de la época, en los años setenta “…se registraron los montos más

altos de inversión extranjera con un pico de 162,1 millones en 1971; desde entonces la

inversión extranjera no volvió a superar el promedio de los cien millones de

dólares.”54

.

Al interior del país fueron las grandes ciudades, especialmente Quito y Guayaquil, las

que se beneficiaron mayoritariamente de los ingresos petroleros por lo que se

consolidaron dentro de estos territorios grupos sociales y económicos con las

condiciones propicias y los mejores vínculos para el desarrollo de la industria, el

comercio y las finanzas. De manera general encontramos que varios grupos privados55

aprovecharon la bonanza petrolera en nuestro país no solo gracias a la facilidad para

vincularse con sectores productivos o financieros sino a través de subsidios del Estado

como el congelamiento de los precios y tarifas de los bienes y servicios de las empresas

públicas, mediante tarifas deprimidas en el transporte o alimentos, exenciones

tributarias y exoneraciones arancelarias para la importación de bienes con fines de

industrialización endógena, expansión del gasto y la inversión fiscal, créditos

preferenciales para la industria y barreras arancelarias que protegían de la competencia

extranjera. 56

53 ACOSTA, Alberto, Breve Historia Económica del Ecuador, Corporación Editora Nacional, Quito, 2006, Pág. 119. 54 IDEM. 55 Entre estos grupos privados podemos encontramos: Ecuatoriana de Aviación, Banco la Previsora, Ingenio Azucarero del Norte (IANCEM), Azucarera Tropical Americana (AZTRA), Empresa de Leche Cotopaxi, Ecuatoriana de Artefactos, etc. IDEM, Pág. 132. 56Cfr., IDEM, Pág. 124-134.

Page 72: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 72 de 119

Gracias a la concentración de los réditos dejados por el “desarrollo petrolero” en Quito

ocurren de manera paralela procesos de migración interna hacia la ciudad capital,

incrementando los problemas de ocupación del suelo y reforzando una vez más el

carácter tradicional de nuestro proceso de modernización. En términos de la

planificación urbana y ordenamiento territorial estamos a las puertas de lo que se

conoce como una transición en la ocupación del suelo y estructuración de la ciudad que

va de lo concéntrico (ordenamiento territorial en circunferencia alrededor de un centro)

hacia lo policéntrico (ordenado de forma reticular con varios centros)57

; proceso que

termina consolidando lo que actualmente se conoce como hipercentros dentro de

macrocentralidades. Como ejemplo del crecimiento de la ciudad que fortalece el

naciente carácter policéntrico en la década de los 70tas tenemos el aparecimiento del

barrio Mariscal Sucre y, en los alrededores de la Carolina, el primer centro comercial de

la ciudad llamado CCI58

. Queda claro que en este contexto la ejecución de obras de

vialidad por parte del municipio no obedecía exclusivamente al desarrollo y articulación

comercial sino también a la necesidad urgente de la ciudad por poseer la infraestructura

necesaria que comunique las nuevas centralidades en la menor cantidad de tiempo

posible.

Ratificado como alcalde por la dictadura militar59

el Arq. Sixto Duran Ballén decide

llevar a cabo en su mandato las respectivas obras para solventar las primigenias

necesidades viales y de movilidad desde la administración municipal. Para esto realiza

toda una serie de contrataciones tanto con empresas nacionales como internacionales

privadas, (ver Tabla 2.-) lo que hace de esta inversión y trabajo en vialidad dentro de la

ciudad el portaestandarte de una administración eficiente y no demagógica: eficiente ya

que “…en este periodo de siete meses [antes de abandonar la alcaldía], se logró

pavimentar una superficie superior a le ejecutada en el quinquenio anterior a nuestra

administración…”60

; y no demagógica –entiéndase técnica- ya que la obra “…no

57 Cfr., GORDON, Sofía, La Movilidad Sustentable en Quito: Una Visión desde los más Vulnerables, FLACSO-Abya Yala, Quito, 2012, Pág. 14. 58 Al respecto de la construcción del primer centro comercial del la ciudad, el CCI se fundó en 1971 y fue construido por la familia Wright gracias a la concesión del terreno –inicialmente un sector del actual parque La Carolina- por parte del Municipio de Quito que en se entonces estaba bajo la administración del Arq. Sixto Duran Ballén. Lo realmente curioso está en la relación familiar que unía al alcalde con el naciente grupo económico de los Wright ya que la señora Carmen Duran Ballén de Cordovez, hermana del alcalde Sixto Duran Ballén de Cordovez, estaba casa con el señor Guillermo Wright. De esta manera se hace evidente como el poder político público, representado por la Alcaldía, beneficia al sector privado concediéndole no solo subsidios sino infraestructura para su despunte y actual monopolio. 59 Decreto Supremo del 31 de julio de 1974. 60 DURAN BALLEN, Sixto, La Obra Municipal del Señor Arquitecto Don Sixto A. Durán Ballén Cordovez al dejar la Alcaldía de la Ciudad tras ocho años de labores, 1978, Quito, S/e, Pág. 18.

Page 73: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 73 de 119

obedece[ce] ni a pedidos ni a presiones, ni a ofrecimientos demagógicos, sino a una

planificación global, a un enfoque total de la zona metropolitana de Quito; [ni a]

pensar no en lo inmediato sino a largo alcance…”61

Fuente: IDEM.

Elaboración: del autor.

*datos hasta el 31 de Enero de 1978.

Resulta interesante que dentro de esta administración, específicamente en el documento

de fin de gestión presentado por Durán-Ballén a la comunidad, ya se empezaban a

avizorar –sin prestarle mayor atención- las consecuencias a largo plazo de estos grandes

proyectos de vialidad y del avance exclusivo en infraestructura física para el tránsito de

automóviles. Estamos hablando del fomento del carro como el medio de transporte que

la ciudad necesita, impulsado desde el gobierno local y consolidado en el paisaje urbano

(ver gráfico 1) mientras se olvida que las ciudades se hicieron para la circulación de

individuos, cuerpos, entrelazamientos entre ellos, y no solo de máquinas. También es

importante resaltar cómo en el mismo documento, mientras se jacta del proceso de

fortalecimiento de la red vial (ver mapa 1), se habla del supuesto “…anhelo de muchos

años [y], de muchos de nosotros: la peatonalización de la ciudad de Quito en su parte

61 IDEM, Pág. 22.

Tabla 2.- Empresas contratadas para obras viales.

Empresa Contratado Realizado*

CEPA 667.000m₂ 556.992m₂

TERAN HNOS. 372.100m₂ 312.436m₂

DE LA TORRE 203.700m₂ 193.468m₂

ASTRA 368.00m₂ 353.811m₂

CALICANTO 275.100m₂ 61.270m₂

ASFTS. COLUMBIA 108.000m₂ 54.000m₂

DAEWOO 1ʾ591.000m₂ 153.235m₂

MENATLAS 75.000m₂ 30.000m₂

MENESES 110.300m₂ 50.000m₂

H.T INTERNACIONAL 818.800m₂

Page 74: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 74 de 119

céntrica…”62

, anhelo por el cual poco o nada se hizo durante esa administración. Por el

contrario, cuando en la actualidad se realiza la evaluación de estas obras se ve que si

bien estas “…descongestionaron la ciudad en su momento, no contemplaron las

externalidades negativas que provocarían, al generar espacios, recovecos de difícil y

peligroso acceso peatonal, sirviendo y facilitando el uso y la velocidad de los

vehículos…”63

.

Grafico 1: crecimiento parque automotriz de Quito 1970-

2008 (con proyecciones al 2025)

Fuente: Plan Maestro de Transporte, 2008

62 IDEM, Pág. 25. 63 Óp. Cit., Flacso-Abya Ayala, Pág. 47.

Page 75: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 75 de 119

Mapa 1: Consolidación de la red vial urbana por etapas ciudad de

Quito- 1921-2001 (las vías marcadas con color verde se corresponden

a los tramos construidos entre 1971-1987)

Fuente: IDEM.

Son precisamente las externalidades negativas de aquellos grandes proyectos históricos

de infraestructura que en ese entonces eran de avanzada para la ciudad los que nos abren

campo para descubrir la problemática del espacio urbano público en términos sociales y

políticos, y, dentro de este gran espectro, el problema de la movilidad, el mismo que

hoy por hoy se ha consolidado indudablemente como una demanda central por parte de

varios colectivos y organizaciones ciudadanas de Quito a ser tomada en cuenta por

cualquier aspirante a la administración local.

Es así que retomando las categorías teórico-metodológicas planteadas al inicio de este

trabajo encontramos que el Quito de la década de los 70tas nos revela dos momentos

históricos que facilitan una cadena interpretativa interrelacionada del espacio social. El

primer momento es la evidente existencia de una representación del espacio trabajada

e implementada a través de la alcaldía de Durán Ballén y, el segundo momento,

derivado del primero, es la institucionalización de una práctica espacial que consolida

un tipo de simbolización, codificación y uso del entorno físico de la ciudad fundado

especialmente en la capacidad de poseer un automóvil para movilizarse. Pero en

términos concretos, ¿qué efectos genera sobre la vida social esta práctica espacial

inaugurada en los 70tas?

Page 76: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 76 de 119

Tal y como lo veníamos mencionando en Quito se establece un tipo de modernización

de carácter tradicional que sostiene y actualiza sus mecanismos o criterios de

diferenciación y estratificación social mediante signos exteriores, los que en este caso

pueden ser de procedencia (abolengo, origen) o de posesión (consumo, expectativas). El

conjunto de estos signos componen el leguaje específico que cada ciudad construye

históricamente y que permite ubicar dentro de su “red significante” a sus habitantes de

manera que lo realmente importante no es el simple signo aislado sino dicha red de

significados, valores y hábitos enlazados a su manifestación empírica y posterior

reconocimiento social lo que califica y ubica una existencia dentro de la ciudad y su

tejido común.

En lo que respecta a la práctica espacial que se estableció en Quito, ésta afianza la

existencia de un código social que, desde una perspectiva de corto plazo, materializa

una dominación del espacio físico de carácter técnico acompañada de la (re)producción

de sistemas jerárquicos o de diferenciación social que funcionan en el espacio (social)

de manera totalmente invisibilizadas ya que en términos inmediatos no se concibe el

espacio y sus derivados como una producción social y de carácter político. De esta

manera la práctica espacial inaugurada dentro de la búsqueda por la consolidación de

Quito como distrito metropolitano64

posiciona, como hemos insistido, al automóvil y su

significación social dentro del universo de los signos, universo según el cual “…los

objetos ya no están vinculados en absoluto con una función o una necesidad definida.

Precisamente porque responden a algo muy distinto que es, o bien la lógica social, o

bien la lógica del deseo, para las cuales operan como campo móvil e inconsciente de

significación…”65

Precisamente es alrededor de esta supremacía del automóvil como signo y significado

integrado al código social que organiza nuestras posibilidades de existencia en la ciudad

donde inician las luchas políticas en torno al espacio público urbano y su distribución

desde la visión de la movilidad. Desde una perspectiva de largo plazo, que es donde se

empiezan a visibilizar las rupturas sociales y políticas por lo simbólico, podemos decir

que nos encontramos frente a la emergencia de los espacios de representación, relatos

64 Anhelo que se cumplió en 1993 con la promulgación de la Ley de Régimen para el Distrito Metropolitano de Quito. 65 BAUDRILLARD, Jean, La Sociedad del Consumo: Sus Mitos, Sus Estructuras, Siglo XXI Editores, Madrid, 2007, Pág. 78.

Page 77: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 77 de 119

propios de la diversidad social que al operar sobre lo instituido en la práctica espacial

buscan incidir en la representación oficializada del espacio para impulsar de este modo

una actualización tanto de sus usos como del campo de sensibilidades sociales que

habitan, dialogan y se disputan el sentido de esta institucionalización de lo común, sus

contenidos y relaciones, a través del código que significa tanto al espacio físico como la

interacción social que ocurre en él.

La disputa social y política por la codificación de los usos espaciales en

Quito: el caso de la movilidad.

Una vez desdibujada desde una perspectiva histórica la instauración de un sistema

específico de vialidad que define la movilidad en torno al mandato del automóvil y la

circulación maximizada de flujos mercantiles y de capital, localicemos estos espacios de

representación simbólica y su incidencia actual en la distribución de cuerpos y voces

que componen el campo político de Quito y que a través de su intervención en este

campo aspiran a re-conceptualizar el código que significa nuestra existencia social y

cotidiana visibilizando aquellos sentidos subyacentes que sobre el espacio público

urbano se venían consolidando. Esta capacidad transformadora se debe a la bien

conocida característica de las Ciencias Humanas, en este caso de la sociología, según la

cual la realidad social es producto de su dinámica y por lo tanto es una dación de forma.

En términos de la producción del espacio y su transformación sucede lo que señala con

absoluta claridad Lefebvre:

…No creo, por otra parte, que haya un sistema total, que se cierre,

que se estabilice. Las contradicciones del espacio son tales que

impiden a ese sistema constituirse, le impiden cerrarse. Yo pienso que

hay nuevas relaciones que emergen en el seno de todo esto. Una

nueva relación del cuerpo y de la sociedad con el espacio, en el seno

de las formas antiguas aparecen o se esbozan nuevas formas, pero las

formas antiguas se defienden, tienen muchos medios para defenderse,

Page 78: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 78 de 119

especialmente estos dos medios complementarios: el espacio

instrumental y la violencia…66

De esta manera son lo que teóricamente se denomina como contradicciones del espacio

o, desde una visión histórica, externalidades negativas, las que indudablemente fueron

desplegando y marcando estas tendencias críticas respecto a las nociones de movilidad

permitidas en el espacio público urbano de Quito, y por ende son ellas las que sustentan

su traducción y capitalización política actual. Por otro lado, también es evidente que

estas visiones inclinadas a la politización del espacio público responden al desarrollo de

nuevas identidades, especialmente de nuevas generaciones emergentes en la vida

pública, que perciben esta disposición histórica del espacio para la movilidad como un

sistema excluyente e individualizante. Así se hacen públicas las rupturas o escisiones

entre el espacio planificado inicialmente por diversas administraciones con su finalidad

modernizadora y las nuevas voluntades sensibles que pretenden democratizar el espacio

público en lo referente a movilidad poniendo especial énfasis en los más vulnerables,

sus condiciones de existencia dentro de esta distribución y lo que ellos pueden hacer

para ampliarla.

Pero, ¿por qué afirmamos que este código se sostiene mediante una disposición hacia la

violencia? En este caso no hace falta más que transitar como cualquier persona por la

ciudad y observar cómo se menosprecia sistemáticamente los espacios establecidos para

los otros, quienes, excluidos inicialmente de esta planificación, no poseen auto pero que

de igual manera les pertenece el espacio urbano público, que también son ciudadanos y

defienden su derecho a la ciudad sobre la base de la paz y tolerancia a las diferentes

elecciones válidas para andar por la ciudad. Percibir esta arrogancia del automóvil y sus

propietarios por sobre la bicicleta –que continua siendo una máquina- y especialmente

sobre el peatón es un ejercicio cotidiano que radica en observar la agresividad

propiciada por los automóviles y sus propietarios, agresividad que se ha justificado y

naturalizado incluso desde la óptica de quiénes deben hacer cumplir la ley como lo es la

policía ya que desde su perspectiva el tráfico solo está compuesto por automóviles

(maquinas), es decir que en la ciudad solo se mueven los autos, motivo por el cual el

66 LEFEBVRE, Henri, La producción del Espacio, Pág. 224-225 disponible en: http://crucecontemporaneo.files.wordpress.com/2011/11/1c2ba-47404221-lefebvre-henri-la-produccion-del-espacio.pdf

Page 79: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 79 de 119

peatón debe esperar, ser paciente y no quejarse. Al respecto de la violencia que busca

sostener este código a favor del automóvil como medio exclusivo para el andar en la

ciudad dicha actitud no es solo el irrespeto del paso cebra o la utilización de veredas

como parqueaderos67

sino también la amenaza a la vida a partir del abuso instaurado por

los autos y que muchas veces terminan en muerte para quienes no estamos sobre un

armatoste mecánico. Las estadísticas sobre causas de accidentes de tránsito son claras

(ver gráfico 2.-). Paralelamente desde la academia y su capacidad de generación de

opinión pública también se han realizado críticas al establecimiento violento del

automóvil en tiempo actuales, así encontramos un editorial de Alejandro Moreano

titulado “Apología al Peatón” donde se esboza una crítica mordaz al imperio del

automóvil y quienes lo usan. Moreano nos dice en lo medular de su argumentación:

…Pero el caminante se transformó en peatón en la era del automóvil

y pasó a ser la “última rueda del coche”. Por diversas razones, he

engrosado la muchedumbre de los peatones –signo de una estrepitosa

caída- y he vivido en carne propia las humillaciones de la vida. El

problema se agrava en países como el Ecuador, donde los bienes

duraderos se convierten en elementos de discriminación. Los “de

automóvil”, como antes los “de a caballo”, se envanecen y

consideran a los peatones unos pobres infelices convertidos en

estorbo. Claro que si bajan del automóvil –como los policías cuando

se quitan el casco- quizá puedan volverse seres humanos. Cuando lo

que se requería y requiere es organizar el tránsito en función de los

peatones, la nueva ley los penaliza, y la policía lanza una campaña

represiva, que se ha iniciado del modo más intolerante en Guayaquil,

una ciudad planificada solo para los “de automóvil” con un alcalde

que tiene complejo de tanque. Ironías de la historia: la crisis

civilizatoria que vive la humanidad es en gran medida una crisis del

automóvil. Por todas partes germinan iniciativas para sustituirlo

desde el uso de bicicletas, nuevos transportes colectivos hasta una

67 Esta realidad no es invento ni percepción exclusiva de nosotros ya que se la reconoce dentro del Plan Maestro de Movilidad, el mismo que al respecto nos dice: “…En cuanto a la infraestructura para desplazamientos peatonales, hay muy pocos desarrollados; las zonas peatonales del Centro Histórico no son respetadas por los conductores de vehículos motorizados, haciendo difícil su ocupación por personas. El uso de las aceras se complica en muchos sectores de la ciudad por su mal estado o porque son ocupadas con diversos usos, dificultando la circulación de los peatones… ” Pág. 35.

Page 80: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 80 de 119

nueva “peatonización del mundo. Después de todo, el automóvil es

transitorio; el peatón es eterno. 68

Gráfico 2.- Causas de Muerte por accidentes de tráfico 2008

Fuente: IDEM.

A pesar de esta realidad, también se debe ser justo y mencionar que han existido

políticas públicas y proyectos locales que han buscado potenciar la movilidad de

sectores sociales –la mayoría- que no tienen acceso a ese objeto para el cual está

diseñado y establecido la mayor parte del espacio público en lo que respecta a la

movilidad. Nos referimos al desarrollo de lo que en términos técnicos se conoce como

Bus Rapid Transit (BRT) y que en Quito se lo ha bautizado como Trole Bus (1996) y en

sus más recientes variantes Ecovía (2001) y MetroBus (2005). Para muchos, Quito ha

sido ciudad pionera en el establecimiento de estos mecanismos públicos de movilidad

que, al otorgar exclusividad al transporte colectivo por sobre el privado, llevan a

replantear el modelo de ciudad establecido para los ciudadanos-usuario y sus relaciones

así como también los conceptos sobre los cuales se diseña la ciudad por parte de los

68 MOREANO, Alejandro, Apología al Peatón, disponible en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=90517 , las negrillas son nuestras.

Page 81: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 81 de 119

técnicos planificadores.69

En efecto es dentro de esta re-conceptualización del modelo

de ciudad que se inscribe la transición que va desde el Plan Maestro de Transporte

(2002) hacia el Plan Maestro de Movilidad (2008); también se encuentran transiciones

ideológico-conceptuales en los Planes de Desarrollo de la Ciudad (2000-2020 y 2012-

2022 respectivamente). Estos son los documentos más actuales en cuanto a

planificación y desarrollo local de Quito: el uno en el ámbito específico del transporte y

su posterior denominación como movilidad, y el segundo que trabaja términos más

macro y se presenta como la brújula que guiará la acción pública municipal, definiendo

acciones concretas y escenarios futuros esperados sobre la base de este accionar técnico-

político (prospectiva).

Si bien estos cambios conceptuales surgen a partir de su simple enunciación, nosotros

consideramos que en ella se manifiestan transiciones de carácter ideológico y de

distribución de poder debido a la actualización de sentidos que provocan en torno a la

articulación entre el capital político-dominación simbólica-hacer ciudad (ver grafico 3).

En este sentido nos es válido preguntar ¿cuál ha sido la incidencia de las Organizaciones

de la Sociedad Civil (OSC) que han politizado el supuesto proceso “objetivo” tanto de

planificación como de diseño del espacio en Quito en esta transición conceptual que ha

logrado visibilizar a los no motorizados como parte del transporte local? Y, ¿como los

nuevos procesos políticos nacionales marcan las tendencias en torno a esta re

conceptualización de lo público?

69 Cfr. Óp. Cit., Flacso-Abya Ayala, Pág. 59.

Page 82: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 82 de 119

Gráfico 3.- estructuración actual del sistema de transporte en Quito

Fuente: Plan Maestro de Movilidad 2009-2025.

En primer lugar, es necesario acotar que estas OSC nacen a finales de los años ochenta e

inicios de los noventas como respuesta local al reconocimiento mundial de la

problemática ambiental (Rio de Janeiro 1992 y Kyoto 1997). Es así que en 1986 se

funda en Quito Acción Ecológica y es en el seno de esta ONG que se establece el

trabajo en lo que llamaron “área urbana de Acción Ecológica” para abordar

problemáticas ligadas, valga la redundancia, a la vida urbana y, dentro de ésta, el

problema de los vehículos y su aumento exponencial de factores contribuyentes a

agravar las condiciones de la ciudad en términos de congestión, tensión, violencia y

salud de todos.70

Derivadas de esta ONG que formaba identidades políticas a través de

campos vacacionales dirigidos a jóvenes voluntarios, empiezan a surgir organizaciones

con luchas más específicas sobre el espacio público urbano, ligadas principalmente al

uso de la bicicleta como alternativa sustentable de movilidad.

70 Cfr, IDEM, Pág. 88.

Page 83: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 83 de 119

No obstante estamos frente a la emergencia en el tejido social y campo político de

organizaciones que trabajan sobre la sedimentación de lo instituido a través del

cuestionamiento público de una práctica espacial histórica, desarrollando en torno a su

disputa política nociones como movilidad sustentable, noción traducida en acciones y

estrategias (repertorios de acción colectiva) con el claro objetivo de “…mejorar la

calidad de vida, a través de la distribución equitativa entre las formas de transporte

motorizadas y no motorizadas…”71

¿Pero como incidir en el campo de administrativo

de lo local? Dicha incidencia no se sustenta en la negación absoluta de esta práctica

técnica sino en la complementariedad entre estas atribuciones administrativas y las

percepciones subyacentes alrededor de la historia vial de Quito que estas organizaciones

recogen. Es así que dentro de esta modificación de los marcos ideológicos-conceptuales

expresados en las discusiones en torno a los planes locales se han puesto sobre la mesa

de discusión las degeneraciones que ha institucionalizado esta práctica espacial. La

explicación de una de estas organizaciones puede resultar ejemplificadora al respecto

del motivo de su existencia y sus objetivos. La Asociación de Peatones de Quito (APQ)

nos dice lo siguiente acerca de esto:

A veces cuando algún evento se vuelve cotidiano nos olvidamos de

cuán hostil puede resultar. Por ejemplo, quienes caminamos por

nuestra ciudad estamos tristemente acostumbrados a los pitazos

estridentes, la congestión de tránsito, los cruces no respetados, las

veredas usadas como parqueos. Precisamente estos abusos nos

motivaron a conformar una Asociación de Peatones, quienes podamos

contribuir con las condiciones de diseño y planificación y con una

mejor calidad de vida en Quito…72

.

Pero dentro de esta disputa, los que más atención e incidencia pública han tenido son las

organizaciones que trabajan alrededor de la bicicleta como medio alternativo de

movilidad no motorizada en Quito. En este espectro de organizaciones pro-bicicleta

encontramos una amplia gama de colectivos que van del inicial Biciacción (2002)

pasando por Ciclopolis (2007) llegando a organizaciones más radicales como Andando

en Bici Carajo (ABC) o las tendencias hacia la politización de la bicicleta incluso desde

71 Cfr. IDEM, Pág. 55. 72 Asociación de Peatones de Quito, ¡El que Camina no Contamina!: Los Orgullosos Peatones de Quito

Page 84: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 84 de 119

una perspectiva de género a través de la “Carishina Race”, etc. Como se ve, el espectro

de organizaciones es bastante amplio lo que también ha generado en varios casos

disputas entre ellas.

Sin embargo uno de los mayores logros de estas organizaciones (Biciacción y

Ciclopolis) se encuentra la institucionalización dentro de la vida y paisaje urbano

quiteño de su primer gran proyecto denominado “Ciclopaseo”, el cual tiene su principal

antecedente en el “Viernes de Pedales”, un espacio donde los jóvenes bicicleteros

buscaban visibilizar al ciclista y la bicicleta como alternativa para la movilidad en

Quito. Pero más allá de los detalles y minuciosidades respecto del desarrollo de estas

organizaciones, todas y cada una de ellas han contribuido, sin excepción, a la

visibilización del espacio público urbano para la movilidad como un problema político,

construido y modificado socialmente donde influyen varios factores sean de decisión

política, de dominación simbólica o de planificación local.

Aunque sin duda se puede calificar como un logro la institucionalización del ciclopaseo

que lleva alrededor de diez años funcionando y democratizando el espacio en la ciudad,

el componente político de esta iniciativa se ha difuminado en medio de una serie de

visiones que buscan poner en términos utilitarios la existencia de este espacio, nos

referimos a justificativos que ven en el ciclopaseo un momento dominical en el cual se

recrean, se apuesta por una valorización de un estilo de vida saludable o simplemente se

hace ejercicio. A pesar de ello, el ciclopaseo constituye uno de los logros más claros en

lo que a la lucha por el derecho a la ciudad respecta, ya que éste:

…significa el derecho de los ciudadanos- ciudadanos urbanos, y de

los grupos que ellos constituyen (sobre la base de relaciones sociales)

a figurar en todas las redes y circuitos de comunicación, de

información, de intercambios. Lo cual no depende ni de una ideología

urbanística, ni de una intervención arquitectural, sino de una calidad

o propiedad del espacio urbano…73

73 Óp. Cit., Ediciones Península, Pág. 18.

Page 85: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 85 de 119

En referencia a las transiciones respecto al sentido de lo público que se emanan desde el

gobierno central, estas nociones han incidido simultáneamente en la administración

local de Quito. En este marco se observa como el retorno del Estado sobre el manejo y

administración de lo público ha ido restando, poco a poco, los espacios sobre los cuales

las OSC capitalizaron y sustentaron su existencia política. Por lo tanto muchas de ellas

se encuentran en la necesidad o de vincularse integralmente a la oficialidad del poder

local/central (como es el caso de ciclópolis) o simplemente desaparecer ya que no tienen

capacidad de autofinanciamiento, mucho menos de gestión autónoma de los problemas

comunes.

Dentro del proceso y ejercicio técnico de planificación encontramos que el retorno del

Estado ha sido beneficioso ya que se han delimitado y trazado un objetivo común al que

apunta todo el sistema nacional de planificación y que se ha llamado Buen Vivir. Si

bien el buen vivir presenta problemas que cualquier análisis de discurso puede develar

en torno a su carácter polisémico, incluso vaciado, él mismo posibilita localizar rupturas

específicas en cuanto al fin mismo de la política y dentro de ésta la política pública.

Específicamente es el objetivo 7 el que establece con carácter mandatorio la

construcción y fortalecimiento de los espacios públicos interculturales y de encuentro

común. Así se ha facultado la puesta en marcha del proyecto bici-q, inaugurado el 31 de

julio del 2012 y que supone una apuesta desde el gobierno local por consolidar una

infraestructura especial para la movilidad de los no motorizados.

Conclusiones.

Como resulta evidente para cualquier lector atento hemos dejado pasar intencionalmente

el proceso actual del Metro-Q. Ello obedece a que consideramos que este gran proyecto

es el llamado a solucionar tanto los problemas de movilidad motorizada como no

motorizada mediante la racionalización y fundamentalmente articulación de todos y

cada uno de los componentes que constituyen la movilidad de la ciudad, con lo que se

espera lograr consolidar un servicio donde se respeten tanto horarios como frecuencias y

espacios dedicados para peatones y bicicletas.

Se puede estar o no de acuerdo en que Quito necesite un metro, para esto se pueden

argumentar problemas en términos topográficos –se sabe que Quito es relleno de

Page 86: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 86 de 119

quebradas-, de financiamiento o que simplemente lo existente es perfectible. Todos y

cada uno de estos puntos son válidos por lo que no se debe pensar el metro como una

solución automática a los problemas históricos en lo que respecta a movilidad en Quito,

pero sí como el primer paso, del cual se debe estar vigilante de forma constante.

Para que toda esta transformación en lo que a movilidad respecta funcione y se otorgue,

se debe trabajar paralelamente sobre las percepciones, sobre el dominio de lo simbólico

y el sentido de superioridad que otorga la posesión de un signo materializado en el

automóvil para muchos actores sociales. Así se acompañará las actuales leyes con un

cambio sustantivo en el espectro social donde la tolerancia y capacidad de compartir el

espacio público en movilidad sea la que prime en el momento de construir nuestra

cotidianidad.

Ahora bien, queda la duda de cuál es el futuro de las OSC. Tal como cualquier otra

organización que capitalice políticamente una demanda social latente, éstas están

condenadas a la actualización de sus fines una vez alcanzados sus principales demandas.

Muchos actualmente trabajan de la mano con el gobierno, sea central o local, y otras

tantas siguen cuestionando la institucionalidad que durante tantos años se ha olvidado

de estas realidades que ellos representan y por la que luchan.

En fin, estas luchas recién empiezan a dar sus frutos y lo más importante es que a largo

plazo logren consolidar un Quito amigable, solidario, tolerante y respetuoso de las

diferencias no solo en movilidad, sino en todo el campo social y político que componen

a nuestra ciudad.

Page 87: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 87 de 119

CAPITULO 4

La génesis del discurso de la

Regeneración Urbana en Guayaquil.

Introducción

El presente artículo es una interpretación sobre los sentidos latentes (o ausentes) en el

discurso de León Febres-Cordero y en el de los articulistas de los diarios el Universo y

el Telégrafo que reprodujeron un saber sobre la ciudad y acerca del espacio público de

Guayaquil durante el inicio de la regeneración urbana en 1992.

Lo que se busca es mostrar las concordancias que surgieron, interconectadas bajo un

mismo régimen de verdad, entre los enunciados manifiestos por la lectura del portavoz

político y por los escritos de opinión elaborados en aquellos años. Se intenta visibilizar

además que entre ellos circularon elementos complementarios de un discurso

autoritario, violento y neoconservador que buscaba, al poner en escena y dar forma a la

“nueva ciudad” porteña, ejercer el monopolio legítimo de la violencia simbólica, así

como también justificar la existencia de las instituciones, mecanismos y técnicas de

control social sobre el conjunto de la población.

¿Bajo qué discurso fue representada la ciudad de Guayaquil en 1992? ¿Cuáles fueron

las principales características, valores, normas, prácticas e instituciones que fueron

propuestas para la misma? ¿Cuáles fueron las cosas que perturban e incomodan para la

construcción de un nuevo orden?, en fin ¿cuáles son las categorías bajo las cuales se

pensaba a los agentes de lo público? Tales son algunas de las interrogantes que a través

del análisis del discurso este ensayo busca comprender.

Page 88: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 88 de 119

La estrategia discursiva de Febres-Cordero: recuperar Guayaquil, enterrar al

populismo.

El contexto.

Luego de más de diez años de hegemonía del fenómeno populista, como ha sido

catalogado (Burbano de Lara, 1998; De la Torre, C 1989; Menéndez Carrión, 1986), en

agosto de 1992 León Febres-Cordero dirigente del Partido Social Cristiano (PSC74

)

llega a la alcaldía de la ciudad de Guayaquil. Su irrupción en la política guayaquileña se

autodefinió por la construcción de una “nueva era” para la urbe y sus habitantes. Febres-

Cordero buscó representar el final del “pavoroso”, “caótico y anárquico” Guayaquil así

como también demarcar la “inclusión de las masas al poder”. Su imagen se erigió sobre

la nueva institución de lo social, por ende sobre la transformación de lo político, hecho

que incluyó la batalla por la desestructuración de la mayor parte de elementos que tanto

en el campo social como en el político circulaban con anterioridad a su llegada

(prácticas, discursos, normas, capitales, etc.).

El discurso de Febres-Cordero fue su principal forma de aprehender y gobernar la

realidad, fue la retórica por la cual un novedoso bloque de poder autoritario y

neoconservador, así como una élite urbana se articularon a favor de un proyecto político

local que procuraba “hacer historia”, según se representaba a sí mismo.

Un proyecto político local sobre el cual podríamos decir que posiblemente no significó

ninguna novedad para una ciudad que históricamente se había pensado por y servido de

los beneficios políticos acumulados y arrebatados al clivaje regional y a las falencias

institucionales del “centralismo de Estado”; para justificar desde ahí en una escala

74 Según Freidenberg y Alcántara (2001: 30 - 31) bajo el lema de Patria libre, Sociedad Justa, Camilo Ponce Enríquez más un grupo de amigos católicos de la alta burguesía y algunos militantes provenientes del socialismo, fundaron el Movimiento Social Cristiano en 1951. “Si bien el PSC emergió defendiendo los principio de la doctrina Social de la Iglesia, del pensamiento demócrata cristiano, junto al humanismo, en un contexto internacional de Guerra Fría, lo que lo llevó a ubicarse en una posición intermedia entre los dos bloques hegemónicos del momento: comunista y capitalista; con el paso del tiempo se convirtió en defensor de los valores y las acciones de uno de los bloques de la post- Guerra Fría, el triunfador, liderado por Estados Unidos. De este modo, fue perdiendo su carácter confesional católico, su apoyo principalmente serrano y sus tesis demócratas cristianas para transformase esencialmente en una agrupación de empresarios modernos costeños, que buscan trasladar a la política su capacidad gestora y su eficiencia en los negocios, todos ellos con un profundo compromiso de “servir a la comunidad”, motor principal de su dedicación a la política” (Freidenberg y Alcántara, 2001:37).

Page 89: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 89 de 119

diferente a lo nacional, la autónoma potestad de la administración de su territorio y su

población75

.

Con Febres-Cordero a la cabeza, lo local adquirió un nivel de politización innovador. El

reciente electo alcalde hizo de esta construcción política el elemento matriz de su

propuesta. Lo local fue re-valorizado como el objeto a poseer, conocer, descubrir,

“purificar”, nombrar; fue por él y a través de él que se profundizó la brecha para re-

descubrir la dimensión perdida del “verdadero” Ser social que habita en los

guayaquileños y en “su ciudad” que para entonces lucía “contaminada” en su

cotidianeidad por la presencia de todo lo que en ella se insertó bajo la codificación de lo

“popular”.

Conquistar lo local es la motivación que se oculta y aparece en la voz de Febres-

Cordero y de todos a quienes él representaba, tanto de los grupos oligárquicos más

tradicionales como de la moderna, financiera e inversionista burguesía porteña. Como

diría Lefort (1991), dar forma y poner en escena una realidad local “envidiable” a los

ojos de propios y extraños fue la parte sustancial de una lógica de poder dispuesta a

modificar las estructuras sociales que configuraban el mundo de vida guayaquileño.

Lo “local por lo local” o lo “local frente a lo nacional”, funcionaron como elementos

articuladores de un proyecto político decidido a reconquistar lo público en sus fases

moral, política, social y económica. Dar vida a una nueva construcción de sentido

espacial y temporal que se imponga sobre sus pares y sobre sus antagónicos fue la

convicción que motivó la actuación del “líder” que apareció, para utilizar el concepto de

Merleau-Ponty (2010), en el entrecruzamiento de la desestructuración del universo

populista y la recuperación del mundo “notable”76

que había permanecido casi

absolutamente inmovilizado por la eficacia simbólica de su precedente.

75 Basta con recordar la fuerza simbólica con la cual se cobijaba (y aún lo continua haciendo) la “noble labor” de la Junta de Beneficencia de Guayaquil (JBG), institución especializada en el control y en el disciplinamiento social que, en razón de la “devoción” filantrópica de las familias de los notables (De la Torre, P. 1994), no fue sino un dispositivo de dominación política y un mecanismo para legitimar la reproducción de una sociedad con inmensas distancias y poderosas fronteras establecidas entre las clases sociales. 76 El trabajo de Patricia De la Torre, citado en éste texto, resulta fundamental para entender, lo hemos denominado, el mundo de los notables. De la Torre analiza los hechos vitales de los notables, sus vínculos y solidaridades, sus relaciones con la política local y nacional. Ella pone de manifiesto cómo se conjuga el poder económico, social y político del “notable” en la ciudad y lo considera como “concentrador de un poder de dominación masiva y homogénea de un individuo sobre otro, de un grupo sobre otro, de una clase sobre otra,

Page 90: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 90 de 119

El discurso de Febres-Cordero.

El discurso de Febres-Cordero tuvo como principio de coherencia77

“el rescate de

Guayaquil”. Éste simbolizó el inició de una propuesta política que se conformó de tres

partes: la identificación común y la distinción del enemigo; el restablecimiento del

orden institucional, y la construcción de una conciencia pública diferente, manifiesta y

practicada por una ciudadanía moral.

En ejecución a cada una de sus partes, esta estrategia discursiva se perfiló

tempranamente para consolidar un sentimiento de control absoluto sobre el tiempo, el

espacio, la población y el porvenir de la considerada nueva historia guayaquileña. Una

“nueva historia” que como fuerza de representación, sin lugar a dudas, giró alrededor de

los procesos de legitimación de la imagen de quien pudo representar el lugar vacío del

poder que dejó el populismo: la figura de “El león” Febres-Cordero78

.

Después de cuatro años de haber sido Presidente de la República, León se trasladó a

Guayaquil con una misión: “librar a la ciudad de la “caótica situación moral, jurídica,

administrativa y financiera” a la que los regímenes anteriores la habían sometido.

“Salvar”, “reconstruir” y “proyectar la ciudad hacia el futuro” se convirtieron en los

objetivos políticos implícitos en un discurso imperativo para una sociedad que fue

representada bajo la necesidad y la urgencia de instituir una oportunidad para renacer.

“Ahora o nunca Guayaquil” (Video a) repetía Febres-Cordero a favor de “despertar” un

“espíritu amedrentado” por el gobierno popular que “se sirvió del chantaje, la coima y

la corrupción” (Video a) y del cual su mejor legado fue la “podredumbre física y moral”

(Video a).

La “cruzada cívica para sacar adelante a la ciudad del estado de postración y abandono

en el que se encuentra” (Video a), (como Febres-Cordero denominó en su primer mes

contrariamente a lo que dice Foucault, el poder no es tan impersonal pues pasa por el personal” (De la Torre, 2004:280). 77 Utilizo este concepto en el sentido que lo hace Foucault (2009) como un principio organizador de elementos dispersos, necesario en la formación de toda unidad del discurso. 78 Ver más en el proyecto de investigación realizado por Karen Silva (2012), próximo a publicarse, en el cual se profundiza el análisis sobre la configuración del capital simbólico del político (León y Nebot) en la ciudad de Guayaquil.

Page 91: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 91 de 119

como Alcalde al trabajo que iba realizarse durante su inaugural período de gestión

durante 1992 a 1994) se convirtió en la égida trazada para la re-institucionalización del

Ser de la ciudad.

Dividir, convocar y unificar a las diferentes fuerzas locales, “he convocado a todos, sin

excepción, a fundar juntos el nuevo Guayaquil….” decía el alcalde; así como repartir,

separar y rechazar a los cuerpos que habitan la urbe, fueron las tonalidades de un

discurso que no solamente sentó las bases ideológicas del gobierno municipal, sino que

también proyectaron la imagen del enemigo, de aquel antagónico siempre útil para

diferenciarse, ideal para legitimarse y peligroso para aproximarse.

Para “el León” el enemigo fue el populismo, los populistas (del PRE79

) y sin decirlo sus

“bases cautivas” (lo popular). Por eso, el re–establecimiento de lo social desde su óptica

era posible solamente a través de la ampliación de un régimen de dominación simbólica

que entre sus diferentes funciones llegase a localizar claramente al Ser populista,

señalizando su naturalidad, sus características, sus fronteras y sobre todo imponiendo

como principio de verdad un conjunto de instituciones, esquemas de percepción y

acción capaces de operar en la agencialidad como formas de distinción socio -

espaciales para la urbe.

El régimen de Febres-Cordero se proyectó en base a la construcción de un nuevo

universo simbólico en el que se consagró una jerarquía social reproducida por

novedosas categorías de clasificación urbanas (como veremos se replican en el discurso

de los editorialistas). Categorías por las cuales quienes eran vistos como los “más”

favorecidos del proceso de regeneración debían pensarse, reconocerse y sobre todo,

mirarse de manera diferenciada de los otros miembros del campo social.

El discurso, como lo aprendimos con Foucault (1999:15), no es simplemente aquello

que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por

79 El Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE) emerge como una escisión del Partido Pueblo, Cambio y Democracia, la agrupación que fundara en 1981 Jaime Roldós Aguilera, sobrino político del libanés Assad Bucaram Elmahlín, para separarse del partido que dirigía éste (Freidenberg y Alcántara, 2001:173). El PRE es considerado en sus Estatutos como un “…partido del pueblo y para el pueblo…” (art.1), que busca transformar las estructuras sociales y económicas del sistema bajo el marco democrático, para que no existan diferentes clases sociales (art. 2). Su meta fundamental es “… triunfar en la gran empresa de la liberación nacional de las clases marginadas…” (Freidenberg y Alcántara, 2001:182). El Roldosista fue el partido al que pertenecieron los anteriores alcaldes de Guayaquil: Harry Soria (1989), Elsa Bucaram (1988) y Abdala Bucaram (1984).

Page 92: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 92 de 119

medio de lo cual se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse. Es en el discurso

donde Febres Cordero enfrentó al populismo, y la potencialidad política que éste

conllevaba, es ahí donde quiso ordenarlo y domesticarlo. Es en el espacio de las

palabras donde en el ejercicio del poder y la violencia simbólica quiso representar la

realidad que deseaba, tomando control de los imprevistos, los detalles, las formas y los

contenidos de un discurso que antaño se caracterizó por articular la pluralidad de voces

periféricas, de los no contabilizados.

El discurso del “Gran Alcalde” (título con el que la prensa lo denomina) en este sentido

tiene dos cosas a resaltar. Primero la incitación para una limpieza sociológica del Ser de

la ciudad “contaminada por el populismo” y por todo aquello que con éste aconteció (el

“piponazgo”, la migración, etc.), hechos que por su sola existencia “mancillaron” el

cuerpo y el espíritu de Guayaquil. “Esta mafia que tanto daño le ha hecho a nuestra

ciudad” (Video a) decía, deja “una ciudad que ha tocado fondo” (Video a).

Evidentemente para él, Guayaquil a razón del populismo era una “realidad pavorosa” a

vencer y superar.

Segundo exigía con celeridad el compromiso de un experimentado gestor de la política

que, al igual que el mesías, al interpretar la voluntad de su pueblo, se sacrificase en su

nombre, no solo para ejercer la voz legítima de mando (Bourdieu: 2005) sino para

unificar y sanear aquellas heridas causadas por el abuso acometido por el gobierno

populista. “La situación de Guayaquil es dramática y demanda de acciones urgentes”

decía el alcalde, mientras que con gestos de rabia se dirigía a sus telespectadores.

Bajo las palabras de Febres-Cordero se localiza un doble rechazo del fenómeno

populista, frente al conjunto de los “funcionarios municipales y una red puesta al

servicio del mismo…” (Video a), así como también frente aquello por la cual esta red y

estos funcionarios aparecen “el extremo de la inmoralidad” en el que vive la ciudad.

Inmoralidad que parecería ser, ante sus ojos, el rezago de una cultura política que se

reproducía en lo social en base al ejemplo (o mal ejemplo) y la carencia de la autoridad

municipal.

Page 93: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 93 de 119

La reproducción e intensificación de la fuerza simbólica de su discurso tuvo, a más de la

identificación de su enemigo, la caracterización y nominación de la institucionalidad

como el centro y el motor de la vida guayaquileña: El Municipio.

Reconstruir “el palacio del terror” (como denominó la prensa nacional a las

instalaciones del Municipio) en el que fue convertida la instancia municipal fue para

León otro eje neurálgico de su discurso. “Han saqueado al municipio”, “…el saqueo ha

sido total y descarado, ¡se han robado el patrimonio municipal! …”, “…un sepulcro

blanqueado es lo que nos han entregado…”, son sólo algunas de las frases que se

repiten en la retórica del líder social cristiano cuando se refiere a “esta otrora joya

arquitectónica ha sido destruida” (Video a), la edificación donde funciona el gobierno

local.

Para Febres-Cordero, el Municipio representaba más que una simple estructura

arquitectónica (que bien, bajo las condiciones físicas que la encontró, pudo ser

demolida), para él, “la destrucción del edifico del palacio municipal ha significado la

destrucción de nuestra ciudad” (Video a). Recuperar este lugar era un hecho político –

patrimonial que se relacionaba perfectamente con la representación estética e histórica

que la “nueva ciudad” precisaba tanto para su desarrollo presente, cuanto para el futuro

que, entre otras cosas, avecinaba la vuelta en escena de la eterna batalla con el siempre

en ciernes Estado – Nación ecuatoriano.

Remodelar el edificio municipal así como practicar en él un trabajo de ingeniería

institucional significaba poner en antecedente a lo nacional, la motivación para desde el

espacio local disputarle al Estado parte de los elementos que configuran su centralidad y

que desde Weber (2004) tienen relación con el “monopolio legítimo de la fuerza” (ahí

se explica parte de la temática sobre la seguridad ciudadana) y para Bourdieu (2005) el

“monopolio legítimo de la violencia simbólica” (que tendría relación con las

competencias municipales posteriormente desarrolladas en los ámbitos de la educación

y salud principalmente).

“Debo sanear ahora o nunca nuestro municipio”, en “obligación moral y jurídica de

precautelar los bienes públicos y los intereses de la ciudadanía de Guayaquil,…”, esto

sumado a la “reparación integral del palacio municipal”, así como la implementación de

Page 94: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 94 de 119

la “ organización, eficiencia y honorabilidad” como valores a cumplir, fueron las tareas

propuestas desde la alcaldía para alcanzar la “nueva era” en la “vamos hacer del servicio

público un ejemplo de honestidad y de trabajo” decía Febres-Cordero.

Por último, la fundación del “nuevo Guayaquil que todos queremos”, en su propuesta,

estuvo acompañada por la ofrecimiento de implementar un proyecto cívico educativo

para que florezca el “orgullo de representar a nuestra ciudad,… el orgullo de ser

guayaquileños, de vivir en Guayaquil” (Video a). Convirtiendo así el futuro programa

en el espacio adecuado para la socialización de una conciencia pública que tenga

“…como guía la práctica de los valores cívicos que han hecho grande a nuestra ciudad”

(Video a).

Decía Febres Cordero:

“…. Vamos de la mano con amor, con respeto por la ciudad que nos vio nacer

que nos ha abierto los brazos para trabajar y vivir como nos corresponde.

¡Vamos a rescatar a Guayaquil!... ” (Video a).

Regenerar las estructuras sociales, políticas, patrimoniales; reformular el marco cultural

en el que la ciudad se representa, así como tener sujetos moralmente dosificados y

específicamente ubicados en el nuevo mapa cartográfico del saber sobre lo urbano, son

algunos de los elementos más importantes que se articularon en la formación de una

unidad discursiva sui generis.

El discurso mediático: la opinión infundada y la violencia simbólica.

Para los medios de comunicación locales el discurso que habla sobre la “regeneración

urbana” y “el rescate de la ciudad” nunca se mostró como algo ajeno. Los principales

enunciados que modificaron las relaciones de fuerzas del campo político, sirvieron

como enclaves discursivos para un campo periodístico que se mostró abiertamente

dispuesto a colaborar con la institución del nuevo régimen de dominación simbólico de

la ciudad.

Page 95: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 95 de 119

Para la época, el discurso de opinión formulado por varios editorialistas de la urbe

denotó un arte de escribir que rebasaba la reductiva comprensión del mismo a un

simple canal de comunicación utilizado como instrumento del pensamiento y la libertad

de expresión. El Guayaquil de 1992 muestra que el discurso de los editorialistas de la

ciudad es un discurso de poder, en él está presente una voluntad de saber sobre el Ser de

la nueva urbe guayaquileña.

Aquí, el discurso de opinión es un enunciado que nace, se formula y se repite como un

hecho colectivo. Cada palabra contiene una significación que, como pieza de una gran

partitura musical, se encuentra asociada a otras con las cuales concuerda en las

tonalidades que el poder precisa para normar, disciplinar, excluir. Concuerda en la

formulación de una verdad que incluye, excluye y, sobre todo, reparte a los cuerpos en

un espacio que reclama su característica de público, siempre y cuando lo que es común,

paradójicamente, sea limitado, contenido, registrado, vigilado y contabilizado.

La formulación del campo de enunciados realizada desde el ámbito periodístico muestra

una adhesión sinérgica e indiscutible hacia lo que habíamos denominado el principio de

coherencia del discurso de Febres-Cordero: el rescate de Guayaquil.

Rescatar a Guayaquil, regenerarlo, así como para el político, se convirtió para los

articulistas en una tarea histórica. Arrancar a Guayaquil de las “repugnantes garras” del

pasado populista para encaminarlo en las rieles del progreso, el orden, la moral, fueron

los justificativos en los que el conjunto de argumentos y conceptos (muchos de ellos

repetidos como lugares comunes) dieron forma a un sentido de “objetividad

profesional” que no hizo sino encubrir la hipocresía de una mirada que al participar

activamente de la política, sabía que la fundación de la “nueva ciudad” haría que la

igualdad sea una cuestión reservada y privilegiada para unos cuantos.

Preguntémonos entonces: ¿que decían los articulistas con respecto a la ciudad?

Muy tempranamente, días antes de la posesión del Alcalde, Martha Torres de El

Telégrafo y Joffre García de El Universo referían sus palabras en los siguientes

términos respectivamente: “durante cuatro años nos obligaron a vivir en medio de la

basura, alcantarillas rebozadas y calles con huecos. Todo ello queremos olvidar a partir

Page 96: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 96 de 119

del 10 de Agosto próximo” (García, 1992); y “el Alcalde ha aceptado un reto que sabrá

desempeñar con altura.” (Torres, 1992).

Mientras que García dentro de su llamado a “pagar impuestos”, no solo creía que el

nuevo alcalde sería quien fundaría nuevamente Guayaquil, sino que también le

solicitaba al mismo “hacer un verdadero saneamiento en la municipalidad y en la

ciudad”; bajo su concepción la ciudad estaba “llena de mercachifles y buhoneros,

carretillas y burros con parlantes que inundan con sus pregones pueblerinos”, para él

había “una ola de inmoralidad que ha rodeado al Consejo”; así que desde su privilegiada

posición de articulista la fórmula consistía en “desaparecer a los mendigos y moñudos

mendicantes que con sus pequeños hijos molestan a todos y ensucian la ciudad”. “Hay

que limpiar todo, moralizar todo, ordenar todo”, decía (García, 1992).

Los enclaves discursivos operaron en los editorialistas como mecanismos catalizadores

de la propuesta que buscaba “recuperar la ciudad”, la cual para ellos significó también

“sanearla de lo popular”. Antes de empezar las grandes obras físicas, era necesario

realizar una transformación del cuerpo de la sociedad, extirpar de él todo aquello que

vino y se quedó con y por el antiguo régimen.

Así, el discurso editorial consolidó sus bases en un acuerdo tácito e implícito, entre los

actores del campo comunicacional y del campo político a favor de limpiar la ciudad de

esos otros que “aún peligrosamente” habitaban sus callas y transitaban sus veredas, esos

otros, clasificados como pobres, campesinos, empleados públicos (especialmente los

identificados como pipones), choferes, homosexuales, invasores de tierras, migrantes,

etc., que a su entender no eran más que una patología social.

Alberto Guzmán decía “la ciudad cuenta con propios y extraños. Esos extraños son

pobres y traen lo negativo de sus etnias, por eso hay que educarlos…” “La gente de

otras provincias que viene a Guayaquil genera problemas” (Guzmán, 1992). Luis

Sarrazín Dávila se refería a los “pipones” como un “cáncer maligno a ser pulverizado”.

(Sarrazín, 1992), Luis Villacis (1992) creía que “para los que robaron el municipio la

peor mazmorra del infierno los espera después de la muerte, pero en vida deben ir a

parar con sus huesos en la cárcel”. Mientras que Juan Carlos Faidutti calificaba de

“patibularios y desadaptados sociales” a los transportistas, quienes además, según su

Page 97: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 97 de 119

visión, “no respetan las normas del tráfico, utilizan un lenguaje agresivo, amenazante y

aparte son verdaderos enfermos sexuales por la constante agresión a la que se ven

expuestas madres, mujeres e hijas de ciudadanos que tienen que, por desgracia usar tal

servicio”. (Faidutti, 1992a).

Por otro lado, en su “Balance imprevisto” Luis Hidalgo V. se congratulaba con la labor

de la Intendencia de Policía y como escribe resaltaba su “trabajo de control y

saneamiento a todos los bares cantinas y burdeles que en gran número han proliferado

que en nuestra ciudad; las prostitutas los travestis e invertidos están siendo retirados de

nuestras calles céntricas y obligados a desarrollar sus actividades en sitios

preestablecidos, así mismo los consabidos cuidadores de carros o lavadores ambulantes,

muchos de los cuales son verdaderos extorsionadores están siendo correteados de los

lugares centrales ya que se han convertido en una verdadera plaga al margen de

apropiarse de la vía pública”. (Hidalgo, 1992).

Estas afirmaciones nos permiten decir que, al entender de los articulistas (sin dejar de

estar en sintonía con los políticos), lo que perturbaba la construcción del nuevo orden

era el pueblo. Era todo lo relacionado con el pueblo lo que se debía despreciar, odiar,

aborrecer, negar, controlar, localizar. Se debía introducir en él y en sus vínculos,

potenciales mecanismos sociales operadores de distinción y diferenciación que

separasen en la ciudad a propios y extraños o en otros términos, que determinasen

quienes realmente representaban cualitativamente “el orgullo de ser guayaquileño”.

Para eso fue necesario apropiarse y silenciar la voz del pueblo, resaltar, una y otra vez,

lo incomodo de su presencia. Poner en práctica una forma de escribir con pretensiones

universalistas, normativas y reglamentarias sobre lo que la ciudad y el habitus de sus

moradores debía ser.

El campo enunciativo en el que nacen los artículos de opinión hace de las imágenes, los

colores, los sonidos, los olores y las prácticas populares algo moral y políticamente

subversivo para todos quienes no comparten los “rasgos naturales” de su existencia: los

“verdaderos guayaquileños”. En él se refuerza la formación de, como lo dijo Bourdieu

(2007:202), una alquimia social si por esta entendemos “la transformación de las

Page 98: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 98 de 119

relaciones arbitrarias en relaciones legítimas donde las diferencias de hecho se han

convertido en distinciones socialmente reconocidas y sacramentadas”.

Así, las formas de clasificar que operaron en lo social, superaron el discurso del

economicismo y su recurrente llamado de atención sobre contradicción entre trabajo

asalariado y capital, para dejarnos ver que en el inicio de la época de la regeneración, a

más del no ser propietario de los medios de producción, lo que se configuró fue un

espacio urbano de distinciones y diferencias referente a un capital simbólico acumulable

o no, según las transacciones e inversiones sociales realizadas con el interés de no ser

confundido con un “migrante”, un “pipón”, un “pobre”, un “ladrón”, una “prostituta”,

un “patán” o simplemente con un “sucio”, “insalubre” y “ruidoso” individuo que no

sabe cómo comportarse en la calles de una “prometedora y naciente ciudad”.

Escuchemos como Juan Carlos Faidutti se expresaba al respecto:

“En estos días del cambio se acentuó nuestro pesimismo. La “viveza criolla” ha

hecho que se multipliquen los quioscos y vendedores ambulantes, esta vez, sin

respetar nada. Ni parques, ni aceras estrechas, ni calles. Para reafirmar la teoría

de los “derechos adquiridos” y debidamente aleccionados, estos nuevos

“comerciantes” que violan toda norma de higiene, de estética y de urbanismo, se

han pertrechado y reforzado con cemento armado en sus bases. ¡Qué pena

circular por los pocos parques que nos quedan! ¡Qué espectáculo tan denigrante

el que presentan los puestos de comida y quioscos en la esquina sur de la

avenida Olmedo y Eloy Alfaro! ¡Que vergüenza que es todo Guayaquil! Nos

hemos convertido en unos seres hambrientos que salimos a las calles a devorar

todo producto preparado que encontremos en charoles, fogones, cocinas

improvisadas, etc. Las normas de salud no rigen y, lo que es peor, demuestra

nuestro pueblo un grado de incultura total. Porque cultura es, también, cuidar de

la salud y obedecer las disposiciones sanitarias” (Faidutti, 1992b).

El mismo Faidutti continúa diciendo:

“A los vendedores de artículos musicales no se les ocurre otra cosa que

promocionar su mercadería con todo el volumen posible de sus equipos. Lo peor

Page 99: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 99 de 119

es que no están conscientes del daño que causan, pero de la violación de las

normas del ruido. Consideran que se trata una cosa normal y que los habitantes

de Guayaquil tienen la obligación de aguantar su forma “efectiva” de vender. La

patanería está a la orden del día. Con el vocabulario o el modo de vestir no se

respetan señoras o niños y ¡ay del que se atreva a llamarles la atención! Son

derechos adquiridos y el que no aprovecha y abusa de esos derechos es

grandísimo tonto” (Faidutti, 1992b).

Y para finalizar, sentencia: “cualquier afán de cambiar esta madera de patanes, costará

mucha sangre, dolor y lágrimas” (Faidutti, 1992b)

Un “baño desinfectante” era lo que Ángel Rojas creía necesario para la “Perla del

pacífico”, él como de seguro unos cuantos más, anhelaban que “después de la labor

higiénica de desinfección vendrá un gran baño lustral” (Rojas, 1992).

Una vez más, en compaginación con el campo político, vemos como los editorialistas

elaboran sus propuestas desde la misma matriz generadora de diferencias y distinciones

sociales; una matriz epistemológica, hegemónica, especialista en la categorización y la

clasificación orgánica del todo y sus partes, de aquello que a su entender no concuerda

con las vanguardistas estética y sociología urbanas que en su búsqueda por la

modernidad, el orden, el progreso, el mercado, etc., intentaron que sus presupuestos se

introduzcan como conceptos neutrales y se legitimen en la necesidad cotidiana de exigir

un “nuevo Guayaquil”.

Francisco Cuesta Safadi escribió: “En el caso específico de Guayaquil todos estamos

consientes de su descalabro. Su aldeanización (las cursivas son mías) ha sido progresiva

desde la administración de Assad Bucaram hasta la de Elsa Bucaram, con pequeños y

cortos paréntesis. Lo urbano nunca estuvo en la mente de esos malos administradores.

Esta vez, un grupo político ha captado el poder municipal y hará bien en no mostrar

politicidad alguna en su gestión. Es plausible que no hayan hecho uso de las

manoseadas e hipócritas fórmulas “sociales” para consolidarse en la municipalidad. Sus

primeros pasos apuntan a asumir una responsabilidad política, cuya beneficiaria será la

comunidad, como un todo orgánico” (Cuesta, 1992).

Page 100: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 100 de 119

De esta forma hemos sido testigos de la formulación de un saber sobre lo social. De un

discurso que es gubernativo y disciplinario así como elocuente y seductor. Para 1992, en

Guayaquil se edifica una arquitectura cognitiva, un paradigma de la regeneración urbana

decidido al mismo tiempo a higienizar lo social y construir una flamante comunidad de

iguales fundada en la desigualdad y el desposeimiento.

El régimen de dominación que se impuso en la urbe porteña fue producto de una

multiplicidad de relaciones de poder que confluyeron en una sola dirección: la

constitución de un orden legítimo que separó a los individuos y grupos, estableciendo

claras diferencias entre quienes mandan y quienes obedecen, es decir, entre aquellos que

viven condenados a la sumisión dóxica y quienes están, por el “sencillo hecho de poder

entenderla”, encima de ella.

El “nuevo Guayaquil” se formó en concordancia con dos elementos: a) el racismo de la

inteligencia como aquello que utilizan los dominantes con el fin de producir una

“teodicea de su propio privilegio”, como dice Weber, es decir, una justificación del

orden social que dominan (Bourdieu, 2008:262) y; b) por el principio de imposibilidad

de acción para los dominados fomentado en la autorización legítima para hablar sobre

esos mismos principios por los dominadores.

Para que Guayaquil llegue a ser la “gran ciudad”, se necesitó que los dominados

permanecieran anclados a la lógica de la urgencia cotidiana por sobrevivir en un

escenario económico y simbólicamente adverso y, los dominadores fueran conocidos y

reconocidos como portadores de un sentido de autoridad escolástica con plena

capacidad para elaborar ideas - fuerza capaces de representar a todos quienes se supone

no podían, ni siquiera en la palabra, valerse por sí mismos.

Ahora cabría interrogarnos si, “en esta noble labor” por recuperar Guayaquil, tan bien

identificado estaba el antagónico: el pueblo y sus particulares características, ¿qué les

hace ser distintos a aquellos que ejercen la palabra?, ¿cuáles son los elementos que

modelan, sustentan y autorizan su condición de cuerpos parlantes?

Page 101: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 101 de 119

Creo que lo más próximo a una respuesta puede ser encontrada en lo que por ellos

mismos fue y ha sido denominado como “el despertar cívico de la ciudad”. Al parecer la

idea fue clara: después de un fallido intento por sostener el universo populista sobre la

ciudad, se necesitaba de un régimen radicalmente diferente que modificase no solo las

estructuras sino las prácticas sociales de una ciudad que, como lo escuchamos de

Febres- Cordero, “ha tocado fondo”.

Para los articulistas, “ser guayaquileño” implicaba hacer del odio hacia el otro, hacia lo

popular, un ritual cotidiano; arraigar un odio que tenía que contentarse con una

venganza imaginaria (Nietzsche 2007:31) o con la completa inaudición de aquellos que

no tienen título reconocido para gobernar80

: el pueblo.

Así, tras las líneas de los escritos de opinión aparece una postura que creyó que para

“rescatar la ciudad” había que salvarla de la “perdición en la que se encontraba”,

corregirla, disciplinarla, había que establecer en ella un imperativo categórico que

levantase poderosas barreras entre lo permitido y lo prohibido, lo sagrado y lo profano,

lo bueno y lo malo. Para rescatar a la “perla del pacífico” era imperioso, en base a la

reproducción de un nuevo capital simbólico, desestructurar esa mala conciencia

populista que se encargó de enterrar en el olvido lo valioso que fue la virtud

aristocrática del antaño Guayaquil.

Una virtud “Patricia” que interiorizada y apreciada en forma de capital cultural y

contundentemente expresada en el ánimo de un proyecto evangelizador no se cansaba

de insistir en la “solidaridad”, la “honestidad”, el “trabajo”, la “lucha”, el “esfuerzo”, la

“unidad”, la “disciplina”, la “sencillez”, la “autoridad” como componentes axiológicos

y praxiológicos de su manifiesto sentido de la vida buena.

Virtud que además, como mecanismo operador de distinción social sirvió para

eufemizar el ejercicio de dominación que para legitimarse e inmunizarse nunca se

apartó de los valores cristianos que exaltan la tradición, la fe, el amparo, la esperanza,

tan bien representados por el lema de la Junta de Beneficencia de Guayaquil.

80 Jacques Rancière (1996) utiliza esta expresión para caracterizar la democracia como el gobierno de aquellos que no tiene título reconocido por la sociedad.

Page 102: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 102 de 119

El editorial del diario el Universo señalaba, en razón de las fiestas de octubre, lo

siguiente: “… En la profunda verdad urbana, cada habitante tiene bastante por hacer por

Guayaquil. A cada uno de nosotros nos corresponde cuidarla y aportar con la buena

voluntad, el trabajo, la disciplina social e individual para que sea mejor”. “Hay que

comenzar en el radio pequeño de la barriada, en el ámbito ya mayor del sector

parroquial. Hay que avanzar hacia consideraciones de servicio social que, con fortuna,

no se han perdido en la conciencia colectiva y que quizás, estén algo aletargadas, pero

no muertas”. (El Universo, 1992).

Mientras que Ileana Espinel al escribir sobre “Nuestro Guayaquil” decía: “Guayaquil

fue siempre ciudad acogedora y dadivosa, que lo dio todo tantas veces sin pedir nada en

cambio”. “… y nuestro Guayaquil está ahí desde siempre luchando contra el fuego y los

piratas, soportando las plagas diezmadoras, el desamor de muchos, el olvido de

tantos…” (Espinel, 1992)

“Pujante, emprendedora, con edificios de audaz arquitectura, con sus

tugurios de caña a la intemperie, con montubios e indígenas pulando en sus

calles junto al citadino enjambre proletario, con sus cimbreantes féminas y

sus varones hechos al esfuerzo múltiple, esta ciudad avanza indetenible,

cayendo a ratos, levantándose con el rostro en lágrimas, pero luchando

siempre, en desigual brega contra aciagas fuerzas destructoras, sin dejarse

vencer, jamás vencida…” (Espinel, 1992)

Y Carlos Estrellas Merino cuando al referirse a las masas migratorias de la ciudad

enfatizaba: “…Este quizás es el mayor blasón de la ciudad: transformar en pudientes a

los menesterosos, y darles una vida más fácil y digna. Y es que Guayaquil nunca ha sido

egoísta, nunca vivió solo para sí, haciéndolo siempre en función de país” (Estarellas,

1992).

La dominación simbólica que configura el “nuevo Guayaquil” hace que ser parte activa

y contabilizada de la ciudad incluya replicar y objetivar subjetivamente el nuevo

discurso cívico sobre su memoria, sobre su moral, su autoridad, su ley. Ser

guayaquileño era ser y tener algo más que lo común o lo popular, implicaba haber

Page 103: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 103 de 119

pasado por un proceso de conversión subjetiva ajustada siempre a los cánones

valorativos de un marco cultural cada vez más, menos permisivo de las dispersiones y

las eventualidades que el ser en común siempre origina.

CONCLUSIONES

Después de haber realizado un recorrido por el tejido documental expuesto, podemos

concluir algunas ideas. Indudablemente, el discurso sobre la regeneración urbana que se

repite, tanto en el Alcalde como en los articulistas, es un discurso que conjuga el poder

y el saber en una manifiesta intención por “salvar” a Guayaquil del populismo.

Populismo que como fenómeno político es reducido a una comprensión peyorativa

sobre la inclusión mayoritaria y la participación de las masas al poder o como un

sinónimo de la “vergonzante” escenificación e irrupción del “peligroso” demos y

quienes por un momento se atribuyeron su representación.

En este sentido, “la cruzada cívica por recuperar Guayaquil”, no es sino esa estrategia

discursiva destinada a transformar el mundo de los significados populistas que

perduraron en la ciudad antes de la llegada de Febres- Cordero a la alcaldía porteña.

Estrategia discursiva, que más allá de ser entendida como producto de la soberana

inventiva del líder, como todo discurso, nace en un campo enunciativo que se formula

en la multiplicidad de ideas, conocimientos, saberes y creencias que alimentan, como

decía Dilthey, la memoria objetiva de una sociedad.

El discurso de León hace explícito al Ser de la ciudad que se desea. Tras sus palabras

existe un mundo de significados y experiencias de vida, que al ser manifiesto desde una

posición política y social particularizada (ser alcalde y al mismo tiempo heredero de un

capital cultural de una familia de abolengo), opera como una retórica dirigente y

seductora, capaz de plantearse entre sus objetivos la homogeneización del espacio social

- urbano bajo la apariencia de una diferencia natural de clases sociales, divididas no solo

Page 104: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 104 de 119

por la posesión de recursos económicos, sino también por la escasez sostenida que el

modelo igualitario de virtudes “Patricias” impuso, produjo y hasta la actualidad no se

cansa de reproducir.

Los artículos de opinión también tienen su especificidad. Si bien es cierto que los

articulistas, al contrario del político, no tienen las mismas condiciones de posibilidad

para la enunciación, no deje de ser verdad que sus palabras gozan dentro de una

democracia de audiencias (Manin, 1998), de una eficacia simbólica lo suficientemente

importante como para haber atraído nuestra mirada hacia ellos.

Con esto no digo que basta solo con que los agentes del campo periodístico, como

tampoco los del político, se pronuncien para que quien(es) es interpelado por ellos

otorgue fiabilidad absoluta y respuesta inmediata a sus ideas (cabría un largo trabajo

hermenéutico y etnográfico para ver como son codificados los mensajes por las

“audiencias” y los “consumidores políticos”, es decir los electores), sino lo que intento

y he intentando a lo largo de éste artículo es ver cómo ese aparente, neutral, objetivo y

disperso universo de sentidos al que la libertad de expresión rinde tributo, también

participó del juego de poder que construyó el régimen de la época donde los articulistas,

como los periodistas del Telégrafo y el Universo cumplieron un rol en la división social

del trabajo de dominación (Bourdieu, 2009).

Los artículos de opinión que fueron seleccionados denotan un arte de escribir que

sintoniza con la propuesta del político, pero que, al igual que su discurso, no es ajeno a

la configuración epistemológica que cobija al nuevo Ser de la ciudad y, por supuesto, al

saber que se tejió sobre la misma. La opinión manifiesta por los articulistas, sin

importar quienes ellos hayan sido, o cómo lo presentaron, fue también una propuesta

política pues su retórica, como lo escuchamos posee una voluntad de saber, de poseer la

ciudad; voluntad que fue su forma de apoderarse del otro, del pueblo, silenciándolo o

simplemente insistiendo en su domesticación social. ¡Cuán pretensiosos fueron al querer

hablar en nombre de un mundo desconocido para ellos!

Finalmente puedo decir que, la opinión escrita como la política en el inicio de la

regeneración, fueron construcciones colectivas, que fabricaron una unidad discursiva en

un contexto de vacío de poder, por lo tanto de disputa por la caracterización de un

Page 105: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 105 de 119

particular mundo de vida de estructuras y prácticas distintas. Ambas fueron beneficiarias

simbólicas directas de un espacio de poder en que las condiciones de enunciabilidad se

mostraron favorables para, desde el status de sus posiciones sociales, sea más fácil decir

y escribir la “verdad” sobre la “nueva ciudad”.

CAPITULO 5

Cotidianeidad y espacio público. Una aproximación a Cuenca.

Cuando hablamos de espacio público, muchas nociones quedan involucradas en las

intuiciones que despierta en nosotros esta idea. Si bien deberíamos proponer una

definición clara y concisa de aquello a lo que nos referimos cuando hablamos de este

concepto, resulta más interesante deducir su significado en los nudos que se atan entre

Page 106: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 106 de 119

dimensiones distintas del quehacer humano; y que en su relación dan origen a esta

representación del momento social en tanto espacio público. Nociones tales como:

“cultura”, “identidad”, “cotidianeidad”, “pertenencia”, “ocio”, entre muchas otras,

participan de la dotación de los significados que llenan la idea que nos ocupa. El espacio

público, desde nuestra perspectiva, resulta de las relaciones que se entablan entre los

significados que la comunidad elabora sobre sí misma; y los usos, maneras y modos que

adopta la ciudad cotidiana y concreta con base en ellos. Dicho de otra manera, aquello

que acontece en la ciudad, las relaciones que se entablan entre sus habitantes, las líneas

de filiación y jerarquía que se evidencian entre contingentes sociales, pueden, de cierta

manera, deducirse de los sentidos con los cuales el discernimiento de la comunidad ha

elaborado los cánones que dictan el contenido de sus relaciones. Esta cualidad dialéctica

envuelve al espacio público con una dinámica constante que torna difícil su

aprehensión. Y hacia la cual podemos tan sólo aproximarnos desde las huellas y desde

las marcas que va dejando tras de sí el proceso.

Aquello que proponemos en este trabajo, es el análisis de ciertas ideas que pueden

permitirnos una representación de la concepción del espacio público en la ciudad de

Cuenca. Analizaremos características que han moldeado el nexo que la ciudad ha

establecido consigo misma; y que incluso si son patentes para sus habitantes, resultan

muchas veces extrañas y sibilinas para quien no está familiarizado con estas maneras y

presupuestos. El desarrollo de estos aspectos busca una explicación a las singularidades

que toma el espacio público en Cuenca y una comprensión de un contexto que muchas

veces puede resultar enigmático.

Para esbozar la forma que el espacio público ha tomado en Cuenca es preciso, para

comenzar, entender el modo en el que la ciudad planteó su desarrollo desde un

principio. La provincia del Azuay a diferencia de las provincias del norte, nunca contó

con suelos de calidad para el desarrollo de la agricultura en grandes superficies. Puesto

que la Cordillera de los Andes se vuelve paulatinamente más angosta conforme se

desciende al sur del país, los valles que se alojan en estas latitudes se tornan estrechos y

dificultan la labor agraria. A diferencia del latifundio del norte, la figura que se manejó

en Cuenca y sus anejos, para dar cuenta del modelo de explotación del suelo, fue la del

minifundio. Pequeñas montañas parchadas con cultivos heterogéneos se pueden avistar

desde el sur de Chimborazo y se extienden hasta la provincia de Loja. Algunas fuentes

afirman que: el minifundio, no solamente, debe su acontecer a las duras condiciones que

presentaban los campos. Una versión más detallada y sofisticada, que nombraremos sin

Page 107: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 107 de 119

entrar en detalles, narra en palabras de Nela Martínez un vínculo aún más fuerte y

tristemente insospechado. El territorio cañarí y su legado. “… el Azuay es pues punto

de partida del inmenso territorio de los cañaris, su puerta mayor. Antes de la colonia,

que nos trazó linderos artificiales, ya presidía el territorio de la inmensa nación con

idioma común 'desde Tiocajas hasta Huagra-Huma y desde el Océano hasta las Jibarías'.

Volvemos a Octavio Cordero Palacios para saber que 'La REGION CAÑARI, cogía no

solamente la actual provincia del Azuay y la de Cañar, sino que lo hacía al propio

tiempo con el Cantón Alausí y con las parroquias de Taura, el Naranjal, Balao, el

Guabo, Machala, El Pasaje, Tenta, Manu, Zaraguro y Paquishapa, y con las de El

Rosario, Méndez y Gualaquiza, extendiéndose en las comarcas aledañas de las actuales

provincias de Chimborazo, del Guayas, de El Oro, de Loja y de Santiago Zamora'”81

.

Tenemos entonces que: el minifundio, los límites ancestrales del territorio, la baja

calidad del suelo y el aislamiento con respecto al resto del país, tuvo, según el acuerdo

de muchos autores, un papel protagónico en el desarrollo de las actividades laborales de

la ciudad. Cuenca al nunca haber tenido grandes recursos naturales destinados a la

explotación, giró sus actividades en torno a los oficios y a las oportunidades que la vida

urbana brindaba a unos y a otros para desarrollarse. Esta necesidad de supervivencia

resultó en una sociedad orgánica en la que los ingresos de las personas se encontraban

en la relación que entablaran con sus pares. La ciudad erigida como núcleo del

desarrollo económico desembocó en una versión urbana distinta de la mayoría de las

ciudades de la Sierra. Esto no quiere decir que Cuenca no haya entretenido un lazo

fuerte con el campo, al contrario, esta disposición minifundista permitió que los

campesinos tuvieran una relación personal con su producción y sumándose al resto de

labores, encontraran un nicho dentro de la ciudad de forma análoga a los nichos

ocupados por artesanos, alfareros, herreros, etc. En un pasaje, que trata sobre la

fundación de la urbe, presente en “Una historia cotidiana de Cuenca”, Juan Martínez,

anota que esta disposición orgánica de la sociedad cuencana se evidencio desde los

primeros días de su creación: “Las bases de la sociedad colonial empiezan a

establecerse, los oficios artesanales, que tanto marcarán el talante de la ciudad, están

presentes desde ese mes de abril del año 1557, zapateros y sastres recién llegados se

unirán a los molineros y labradores, carniceros y alarifes empujaran la creación de la

81 Nela Martínez, “CAÑAR: ALTA TIERRA, PROFUNDA TIERRA. Memoria de los rebeldes, de los tiernos.”, en “Estudios, crónicas y relatos de nuestra tierra”, Universidad de Cuenca, Cuenca, 1996, Pág. 89

Page 108: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 108 de 119

urbe, ellos pared de por medio con los funcionarios públicos, con los comerciantes y los

curas, asumirán la creación de Cuenca”82

.

El carácter austero que presentaban los campos de la provincia impulsó la producción

en detrimento de la administración, lo cual tuvo y tiene por resultado una inversión de

los términos que intervienen en los modelos de desarrollo que se manejan en la ciudad

de Quito y en la de Guayaquil. En otras palabras, Cuenca es una ciudad que gira su

devenir en torno a las relaciones laborales entabladas entre sus habitantes; Quito, por su

parte, basa su economía en la administración de recursos; y Guayaquil ha otorgado al

comercio el rol de la fuerza matriz de su desarrollo. Podemos considerar entonces, que

la disposición: minifundista, productiva y aislada de la ciudad de Cuenca ha tenido

como resultado dos cosas: En primer lugar, la ciudad se construyó, desde su fundación,

sobre la certeza de que cualquier versión del futuro implicaba la participación integra

de la comunidad; y en segundo lugar, que el día a día nunca perdió de vista el flagelo de

la necesidad. En estas líneas de reflexión podemos anotar, a manera de ejemplo, que el

apelativo “Cuenca, la Atenas del Ecuador” es una mala traducción de su apelativo

original: “Cuenca, la Arcadia de los Andes” que en la mitad del siglo XIX resaltaba, en

voces de intelectuales como Miguel Moreno y Emmanuel Honorato Vásquez, el carácter

orgánico de la ciudad, al ser Arcadia “esa mítica tierra griega en la que conviven los

pastores y los músicos, los dioses y los poetas”83

. Dicho esto, y en vista de las

reflexiones que pretendemos desarrollar sobre el espacio público es pertinente

preguntarnos: ¿es Cuenca una ciudad pública? ¿Qué espacio ocupa el momento social

en el modelo de ciudad que maneja Cuenca? ¿Cómo podemos relacionar la disposición

laboral de la urbe con el espacio público? La respuesta a esta problemática no es

sencilla, sin embargo, guiara el camino de nuestra exposición.

Efemérides, campo y política

Pocas ocasiones resultan tan propicias para pensar los significados de una ciudad como

las que se presentan en sus fiestas. En el caso de Cuenca, las fechas que ilustran mejor

las dinámicas de relación que se entablan entre los contingentes de su sociedad, son

aquellas que rememoran la independencia de la urbe cada 3 de noviembre; y aquellas

82 Juan Martínez, “Una historia cotidiana de Cuenca”, en “Cuenca: Santa Ana de las Aguas”, Libri Mundi, Quito, 2004, Pág. 151 83 Ibíd. Pág. 185

Page 109: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 109 de 119

que festejan fechas que antaño tenían relación con los ciclos de la naturaleza y que,

luego de la colonia, se sincretizaron en muestras como: el “Septenario”: que recrea cada

año tradiciones populares como la gastronomía tradicional que, junto con recetas judías

ocultas tras los famosos “dulces de corpus”, cuentan a su manera la historia de la urbe84

.

Las “Romerías de Turi” en donde se afinca, por medio de una leyenda, el lazo perdido

por la instauración de los limites republicanos entre la montaña de Turi y la de

Cojitambo en Cañar, recuerdan de la misma forma el carácter fundacional que tiene la

celebración cíclica de la comunidad misma. Si bien no podemos afirmar que el lazo

entre Cuenca y su pasado cañari sea, o haya sido evidente, para el discernimiento común

de la sociedad azuaya, el sólo intento por parte de intelectuales para rescatarlo,

desemboca en lo que Herder consideraba “uno de los primeros pasos hacia el

redescubrimiento de la identidad autentica y la restauración de una comunidad a su

estado natural, haciendo que la nación cultural coincidiera con la nación política”85

.

El historiador Juan Martínez afirma que, a diferencia de Quito, todas las fiestas que se

celebran en la ciudad tienen una matriz popular y competen a la totalidad de la

comunidad86

. Este gesto representa el respeto y el afecto que los contingentes sociales,

o, en palabras de Rancière, al menos que el contingente social que tiene palabra en la

dotación oficial de los significados de la urbe, mantienen ante la estructura social de la

ciudad que resulta en, el imaginario cuencano, la ciudad misma. El espacio público se

entiende entonces, como el sustrato ineluctable de la vida cotidiana, puesto que no está

reservado al ocio, ya que en este modelo no se diferencian los usos del tiempo tan

marcadamente como en sociedades individualizadas; ni cercenado de las actividades del

día a día, sino funciona como la base de la actividad económica, social y política. Esta

disposición contraria a la sociedad liberal -en donde el individuo nada en un sustrato

ilimitado- tanto en su versión simbólica como en su encarnación concreta, no excluye a

la ciudad de las prácticas poscoloniales presentes en toda la Sierra ecuatoriana y en los

Andes, en general. Las relaciones sociales que despiertan, en su acontecer, el

calificativo de “discriminatorias” en nuestras ciudades responden a las condiciones

específicas que los contingentes humanos tuvieron a su haber en términos intelectuales

y materiales. Muchas veces, consideramos que nociones como el “etnocentrismo” son

patrimonio exclusivo de la psicología o atributos propios de la ignorancia, ya que en

84 María Rosa Crespo, “Cuando llegaron a Cuenca los últimos judíos”, en “Estudios, crónicas y relatos de nuestra tierra”, Universidad de Cuenca, Cuenca, 1996, Pág. 347 85 Anthony D. Smith, Nacionalismo, Alianza Editorial, Madrid, 2004, Pág. 95 86 Entrevista realizada a Juan Martínez el 10 de octubre de 2012

Page 110: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 110 de 119

nuestros tiempos, la existencia de un individuo que pregone la diferencia étnica, resulta

aberrante ante el decoro del sentido común y de aquello a lo que la convención de la

sociedad ha denominado “lo políticamente correcto”. La verdad es que esta perspectiva,

y muchas otras construcciones lingüísticas (corrupción; inequidad; entre otras), nace de

cambios paradigmáticos en la opinión común; y de una relectura, actualizada en

términos morales, del pasado. Esto nunca ha implicado que el fenómeno de la

discriminación, en cualquiera de sus variantes, haya tenido un origen individual. Al

contrario, en el caso de la colonia en nuestro país, la versión de la opresión y la

explotación sistemática de los indios respondió: en primer lugar a las extensiones y

posibilidades del territorio; en segundo, al modelo de desarrollo económico que se había

planteado; y finalmente a la misma creación discursiva de la figura del indio. Esta triada

volvió del sistema productivo, político y religioso, un solo cuerpo indivisible que, para

el discernimiento de la época, resultaba coherente. Nela Martínez al respecto, afirma lo

siguiente: “Y no es que fuera enemigo de los indios. Ejercía la agricultura, como tantos

otros propietarios en Cañar, más bien con una práctica patriarcal que traducía el

concepto de inferioridad, de minoría de edad, de los indígenas. Ninguna reflexión sobre

la escala de valores iguales, aunque diferentes, entraba en conflicto en esa costumbre,

que se había vuelto tan natural como el respirar”87

. El fenómeno de la discriminación

tiene su origen, entonces, en la mutación de los preceptos con los cuales el sentido

común se representa la realidad. Estos preceptos tuvieron orígenes históricos y la

evidencia de su continuidad tiene, por consecuencia, repercusiones estructurales en las

relaciones políticas que entabla la comunidad consigo misma.

Al poseer, Cuenca, la misma matriz histórica que el resto del país, la evidencia de

prácticas poscoloniales está, hoy en día, presente en las relaciones sociales de su

comunidad, sin embargo, estas han tomado una forma necesariamente distinta a las que

observamos en ciudades como Quito o Riobamba, en donde la jerarquía ha tenido un rol

histórico ya que la explotación, como hemos visto, respondía a una concepción distinta

de la política. En el caso del norte del país, la persistencia de estas líneas de jerarquía,

ha desembocado en procesos de fragmentación identitaria.

Las relaciones con el campesinado han estado desde la fundación de Cuenca

enmarcadas, de igual manera en la jerarquía, pero al ser una sociedad principalmente

87 Nela Martínez, “CAÑAR: ALTA TIERRA, PROFUNDA TIERRA. Memoria de los rebeldes, de los tiernos.”, en “Estudios, crónicas y relatos de nuestra tierra”, Universidad de Cuenca, Cuenca, 1996, Pág. 93

Page 111: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 111 de 119

minifundista, estas han resultado sublimadas en relaciones más o menos lineales. Si el

respeto hacia el campesino en Cuenca ha surgido de la necesidad que plantea la

situación aislada de la región o de algún precepto moral, es un tema que se nos escapa.

Empero, es importante anotar que en fiestas como en el pase del niño es común que los

estratos sociales altos, y por lo tanto decisivos en la representación simbólica de la

ciudad, vistan a sus niñas de cholas (en Cuenca no se oye la expresión disfrazarse de

chola, sino vestirse de chola) lo cual demuestra la estima por la historia de la región que

ante los ojos de la sociedad es común y compartida. De ahí que el hablar coloquial esté

repleto de quichuismos tales como “gara”, “chulio”, “shungo”, entre otros; y que la

comida típica no diferencie paladares. De hecho el mote y el cuy, que tienen en el resto

del país connotaciones peyorativas por su génesis indígena, nunca han sido ni siquiera

cuestionados desde ningún punto de vista en la ciudad, al contrario, junto con los platos

a base de “chancho”, despiertan fuertes afectos, tanto en la ciudad, como en su diáspora

regada a lo largo del mundo en base al fenómeno de la migración.

Desde otro punto de vista y en esta misma línea, hemos repasado como los intelectuales

han dedicado esfuerzo al rescate de la cultura cañari y la actividad literaria nunca ha

cesado de exhortar las bondades de la ciudad y su alrededores. El campo y los espacios

administrativos comparten “pared de por medio” sitios protagónicos en la ciudad

concreta e imaginaria. La plaza de San Francisco, situada a una cuadra del parque

central por ejemplo, cumple el papel de anfitrión del campo al interior de Cuenca,

debido a que los campesinos comercian ahí sus productos; y toda la manzana está

destinada a su hospedaje y acomodación. Esta situación central del campo, recuerda el

papel imprescindible que cumple la figura del campesino, junto con los otros oficios, en

el desarrollo y en el sustento diario de la urbe. Desde esta perspectiva Cuenca posee un

espacio público práctico y funcional, derivado de la necesidad de supervivencia.

En otra línea, y diferenciándose de Guayaquil, Quito y Manta, la situación de los barrios

cuencanos no obedece a la tendencia de conformar guetos basados en la voluntad de

distinción de los diferentes estratos sociales, sino al emplazamiento histórico que el

casco urbano ha plasmado en el territorio por medio de su crecimiento. El sistema

educativo en Cuenca tampoco muestra la obsesiva voluntad segregadora que

evidenciamos en ciudades como Quito, Lima o La Paz; al contrario de estas, Cuenca,

posee un conjunto de instituciones educativas clasificadas más por su tradición

pedagógica, que por su orientación al servicio de estratos sociales determinados.

Aunque podríamos considerar que la gama educativa responde en primer lugar al

Page 112: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 112 de 119

tamaño de la ciudad, esta disposición ha tenido un efecto notorio y ha esbozado una

figura de la comunidad compartida por la mayoría desde su juventud. La disposición

urbana de Cuenca, más el respeto hacia la misma estructura que mantiene el desarrollo

de la ciudad, han calado en el discernimiento de sus habitantes y han despertado afectos

alrededor de la vida cotidiana. El acento, con fuertes rasgos andinos, se comparte por la

totalidad de la comunidad, salvo pequeñas excepciones, no encontramos en la ciudad la

voluntad de refinarlo o “higienizarlo”. Al contrario, se busca, por medio del humor, el

reconocimiento de la idea de la ciudad con la patencia de sus rasgos característicos. El

significado de Cuenca está atravesado por sentimientos de orgullo, identidad y

pertenencia, y una especie de humildad que se desprende del reconocimiento de una

realidad austera, actual y concreta. La realidad de una región atada a la necesidad tanto

de recursos como de lazos con el resto del país, ha desembocado en la figura de la

“ciudad” como única salida hacia el porvenir.

Ahora bien, podemos concluir que Cuenca es una ciudad pública en el sentido de que

goza de una representación común y su sociedad comparte rasgos en cualquiera de sus

estratos. La cultura en Cuenca se desprende no de promesas y poses pero del sedimento

cotidiano que se ha ido acumulando en las maneras y modos de relación que sus

habitantes han entablado con su entorno y entre sí mismos. María Rosa Crespo anota

que “la cultura es sobre todo un proceso estructurador de sentidos que condensa la

memoria histórica de los pueblos, contiene las respuestas que las comunidades humanas

han dado y siguen dando a los desafíos de su propia existencia”88

. Estas respuestas han

sido, en Cuenca, elaboradas al seno de la comunidad ya que cada una de sus porciones

ha resultado indispensable históricamente. Pero, ¿son estas características suficientes

para considerar que la ciudad goza de un espacio público saludable?

Cuenca ante los ojos de propios y extraños.

La ciudad de Cuenca es la única del país que limpia sus aguas tras utilizarlas y las

regresa a sus ríos, es la única que tiene a su cargo un parque nacional bajo su

jurisdicción, es una ciudad que ha tenido en sus revistas literarias colaboraciones de

Jorge Luis Borges y Jean Cocteau, y sin embargo tiene la reputación en el resto del país

de ser un reducto del conservadurismo y la discriminación. ¿Cómo se explica esto?

88 María Rosa Crespo, “Una propuesta para la interpretación de la cultura de Cuenca y su región”, en “Estudios, crónicas y relatos de nuestra tierra”, Universidad de Cuenca, Cuenca, 1996, Pág. 27

Page 113: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 113 de 119

Podemos iniciar nuestro análisis con la constatación de que la urbe tuvo desde sus

inicios una presencia fuerte de la Iglesia, los valores y modales cuencanos tienen base

en los dogmas católicos y a finales del siglo XIX la ciudad protagonizó una cruzada

antialfarista que ha quedado marcada en la memoria del país entero. La fama de ser una

ciudad discriminante, nace de una lectura errónea que pretende calzar la realidad

cuencana en los marcos históricos de las provincias del norte: pretende dotar a la

dinámica social de la ciudad con las mismas estrategias de distinción que se evidencian

en las otras ciudades del país. Sin embargo, sí existe una línea de división en el espacio

público que no ha sido garantizada por el carácter orgánico de la ciudad. Cuenca es una

ciudad articulada por la masculinidad, hombres y mujeres juegan papeles diferenciados

en el espacio público y detrás de las galanterías y demás rituales aparentemente

ingenuos se esconde una escisión clara y marcada en las dinámicas sociales. “A través

de la historia, el desarrollo sociocultural de Cuenca, de la región y del país, muestra la

predominancia de una cultura patriarcal, con la subordinación y desvalorización de la

mujer frente al hombre. Esto trajo como consecuencia que a partir de la conquista y del

mestizaje se marque un modelo sociocultural, en el cual la acción pública de la mujer,

en la cultura, en la política o en el ámbito económico, ha sido más bien la excepción”89

.

El ritmo cotidiano y las prácticas públicas de la ciudad también excluyen a la mujer,

relegándola a jugar un papel más bien pasivo y servil. Si bien esta disposición se

desprende de rituales vernáculos de cortejo tales como “los serenos” o “la molestada”

(nombre que lleva el conjunto de todas las acciones que anteceden al noviazgo), puede

sólo ser traducida como una tradición que otorga roles específicos y férreos a cada uno

de los géneros.

En conclusión, Cuenca es una ciudad que goza cotidianamente el espacio público ya que

su lugar no es hipotético ni prometido; y sus beneficiarios no están ni supuestos ni

adornados, el sentido de la ciudad gira en torno a sus habitantes y sus relaciones; y la

versión simbólica de la ciudad despierta sentidos de identidad y afectos entre la

comunidad. Por otro lado, el espacio público está atravesado por una relación sexista

que incluso en nuestros días permanece invisibilizada por el peso de la costumbre. Y las

características que hemos anotado a lo largo de este ensayo, han resultado en una

perspectiva chauvinista de la sociedad, por parte de sus habitantes, que afirma que “el

mundo se acaba entre Yunguilla y Paute”.

89 Ana Luz Borrero Vega, “Presencia de la mujer en el desarrollo de Cuenca y la región”, en “Estudios, crónicas y relatos de nuestra tierra”, Universidad de Cuenca, Cuenca, 1996, Pág. 207

Page 114: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 114 de 119

Cuenca ha apostado su historia completa al modelo de ciudad orgánica, y salvo pocas

excepciones lo sigue haciendo. Este núcleo indispensable en la representación de esta

ciudad, y la cercanía entre la producción simbólica de la comunidad y lo que acontece

cotidianamente, sigue presente en los desafíos que depara el futuro para Cuenca. Incluso

si los procesos globales de fragmentación acechan cada vez más, no han logrado minar

los sentidos que dictan las formas, rituales y costumbres que desde el espacio público

dan forma y contenido a Cuenca y sus anejos.

Conclusiones.

1.- La manera de ocupar la calle –apropiarse de un espacio que por lo general se entrega

a la circulación de mercancías, bienes e individuos- para situar allí una escena y

redistribuir los papeles: en esto consiste precisamente el espacio público, y así ha sido

comprendido, asumido, tematizado bajo múltiples formas comparativas entre las

ciudades aludidas y en sus síntomas constantes que ofrecen: Quito, la ciudad de la

exclusión latente y que opera contra el individuo en sí mismo; Guayaquil, la urbe cuya

cúspide alcanza en la violencia simbólica que ella ha desencadenado contra sus propios

habitantes, y Cuenca, la Arcadia de los Andes anclada como única posibilidad en su

organicismo que tiende a configurarse bajo la forma de un tradicionalismo de carácter

aristocrático.

Sin embargo, todas ellas tienen sus propias potencialidades, sus propias barricadas que

pueden estallar como en trincheras cuya puesta en escena es una distribución distinta de

roles y papeles como en un guión determinado.

2.- El espacio de circulación de los individuos (trabajadores, informales, trabajadores

autónomos, burócratas, amas de casa, etc.) se convierte en un espacio de manifestación

de un personaje olvidado en las cuentas y estadísticas del gobierno: el pueblo, los

trabajadores o cualquier otro personaje colectivo. La potencialidad de Quito consiste en

hacer aparecer personajes colectivos con una particularidad insólita de toda puesta en

escena: ayer fueron los obreros de la fábrica Internacional, los forajidos de hace poco o

los colectivos de movilidad en estos tiempos; mañana serán los hijos de migrantes de

hace 30 o 40 años pero que no se reconocen como tales sino como los auténticos

quiteños, es decir los anónimos de los parques y de las calles, el anonimato propio de

esta ciudad.

3.- Robar las palabras y los sentimientos de los demás … es esa la política en el sentido

más fuerte del término; es esa la capacidad de cualquiera para ocuparse de los asuntos

Page 115: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 115 de 119

comunes … El vocablo de los forajidos fue apropiado por un movimiento social que no

admitía representación política después de haber sido utilizado por la “cocina

gubernamental” en su sentido de antisocialidad con respecto a su propio poder político.

Y los ejemplos pueden multiplicarse al infinito …

4.- El espacio público es la capacidad de cambiar su lenguaje común y sus pequeños

dolores para apropiarse del lenguaje y del dolor de los demás. El estudio sobre

Guayaquil nos muestra de modo magistral que el informal, la grasienta turba popular, se

apropia del lenguaje periodístico que lo menosprecia para decirnos finalmente que …

“nuestra victoria consiste en que ellos, los habitantes de Samborondón, continúen

creyendo lo que ellos dicen de nosotros sin que posean el más mínimo interés en

conocernos realmente …”

5.- Y aquí comienza finalmente la ficción … la ficción es una forma de esculpir en la

realidad, agregarle nombre y personajes, escenas e historias que la multiplican y la

privan de su evidencia única … como aquel relato de aquella mujer, una empleada

doméstica, que bajo nuestra insistencia en considerar que el viaje en bus es peligroso

para su seguridad, nos dice finalmente que “ustedes están equivocados, en el bus yo

hago cosas y relato hechos que no lo hago ni en mi casa (en Guamaní) ni en mi lugar de

trabajo (en la Jipijapa), es el único lugar donde yo opino de política … fuera de la

domesticidad de mi hogar o la labor exhausta con mi jefa”.

Así el entrelazamiento de las calles y de los cuerpos se convierte en el espacio público.

Page 116: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 116 de 119

Bibliografía

Acosta, Alberto, (2006). Breve Historia Económica del Ecuador, Quito:

Corporación Editora Nacional.

Andrade, X. en Carrión, F. y Hanley, L. (ed.) (2005). Regeneración y

Revitalización Urbana en las Américas: Hacia un Estado Estable. Quito:

FLACSO-Ecuador.

Aretz, Isabel, América Latina en su Música, México, Siglo XX editores, 2°

Edición, 1980.

Asociación de Peatones de Quito (s/f). ¡El que Camina no Contamina!: Los

Orgullosos Peatones de Quito. Quito.

Baudrillard, Jean (2007). La Sociedad del Consumo: Sus Mitos, Sus Estructuras.

Madrid: Siglo XXI Editores.

Berger Peter y Luckman Thomas, (2005). La construcción social de la realidad.

Buenos Aires: Amorrortu Editores.

Bourdieu, P (s/f). Génesis y Estructura del Campo Burocrático. Disponible en

http://www.catedras.fsoc.uba.ar/forte/articulos/genesis.pdf

Bourdieu, Pierre, ¿Qué significa hablar?, Madrid, Ediciones Akal S.A. 3°

Edición, 2001.

Bourdieu, Pierre, Cuestiones de Sociología. Ediciones Istmo, S.A. Madrid. 2008.

Bourdieu, Pierre, El sentido práctico. Editorial Siglo XXI. Buenos Aires. 2007.

Bourdieu, Pierre, La eficacia simbólica. Religión y política. Editorial Biblos.

Buenos Aires. 2009.

Carrión, Oswaldo, Lo mejor del siglo XX. Música ecuatoriana, Quito, Ediciones

Duna, 2002.

Chavarría Miguel (2012). Algunas Consideraciones Teórico-Metodológicas

Acerca de la Investigación “El Espacio Público en la Ciudad de Quito.

Distinción Social y Exclusión Simbólica. Un Análisis Comparativo Con las

Ciudades de Guayaquil y Cuenca”. Quito: PUCE-Instituto de la Ciudad.

Cuesta, Francisco. “Responsabilidades sociales y políticas de nuestros grupos de

poder”. Diario El Telégrafo. Página Editorial. Agosto 22. 1992.

Page 117: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 117 de 119

De Certeau, Michel (2007). La Invención de los Cotidiano: I Artes de

Hacer. México: Universidad Iberoamericana.

De la Torre, Patricia. Stato Nostro. La cara oculta de la beneficencia en el

Ecuador. Abya – Yala. Quito. 2004.

Domingo Walter (1992). Entrevista al Arquitecto Guillermo Jones Odriozola

sobre el Plan Regulador de Quito 1942-1944. En Revista TRAMA, Número 56.

Duran Ballen, Sixto (1978). La Obra Municipal del Señor Arquitecto Don Sixto

A. Durán Ballén Cordovez al dejar la Alcaldía de la Ciudad tras ocho años de

labores. Quito.

Espinel, Ileana. “Nuestro Guayaquil” Diario El Universo. Página Editorial.

Octubre 9. 1992.

Estarellas, Carlos. “El símbolo de Guayaquil” Diario El Universo. Página

Editorial. Octubre 11. 1992.

Faidutti, Juan Carlos. “El aporte de la ciudadanía”. El Universo. Página

Editorial. Agosto 29. 1992(B).

Faidutti, Juan Carlos. “El peor problema de los Guayaquileños”. El Universo.

Página Editorial. Agosto 19. 1992(A).

Foucault, Michel. El orden del discurso. Tusquets Editores. S.A. Barcelona.

1999.

Foucault, Michel. La Arqueología del saber. Siglo XXI Editores. Madrid. 2009.

Freidenberg F. y Alcántara M. Los dueños del poder. los partidos políticos en

Ecuador (1978-2000). FLACSO- Ecuador. Quito, 2001.

García, Joffre. “A pagar impuestos”. Diario El Universo. Página Editorial.

Agosto 10. 1992.

Gordon, Sofía (2012). La Movilidad Sustentable en Quito: Una Visión desde los

más Vulnerables. Quito: FLACSO-Abya Yala.

Guzmán, Alberto. “La política en Guayaquil”. Diario El Telégrafo. Página

editorial. Agosto 12. 1992.

Hidalgo, Luis. “Balance Imprevisto” Diario El Telégrafo. Página editorial.

Agosto 8. 1992.

Hiernaux-Nicolas, Daniel (s/f). Henri Lefebvre: del espacio absoluto al espacio

diferencial. Vversión PDF disponible en

http://148.206.107.15/biblioteca_digital/articulos/12-264-4132wvf.pdf

Page 118: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 118 de 119

Kingman, Eduardo (2006). La Ciudad y los Otros: Quito 1860-1940. Quito:

FLACSO Sede Ecuador- Universidad Rovira e Virgili.

Lefebvre Henri (s/f). La producción del Espacio. Disponible en:

http://crucecontemporaneo.files.wordpress.com/2011/11/1c2ba-47404221-

lefebvre-henri-la-produccion-del-espacio.pdf

Lefebvre, H (1979). Espacio y Política: El Derecho a la Ciudad II. Barcelona:

Ediciones Península.

Lefebvre, Henri (2007). The Production of Space. UK: Blackwell Publishing

Oxford.

Lefort, Claude. Pensando o político. Ensaios sobre democracia, revolucão e

liberdade.

Merleau-Ponty, Maurice. Lo visible y lo invisible. Nueva visión. Buenos Aires,

2010.

Moreano, Alejandro (s/f). Apología al Peatón. Disponible en

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=90517

Naranjo, Marcelo (s/f). Segregación Espacial y Espacio simbólico: Un Estudio

de Caso en Quito. Disponible en

http://www.flacso.org.ec/biblio/shared/biblio_view.php?bibid=8782&tab=opac

Nietzsche, Friedirch. La Genealogía de la Moral. Melsa. España. 2007.

Ranciere, Jacques (2011). El Tiempo de la Igualdad. Barcelona: Editorial

Herder.

Ranciere, Jacques. El desacuerdo. Política y Filosofía. Nueva Visión. Argentina.

1996.

Ranciere, Jacques, El espectador emancipado. Buenos Aires, Ediciones

Manantial, 2010.

Rojas, Ángel. “Un baño con desinfectante” Diario El Universo. Página editorial.

Septiembre 3. 1992.

Sarrazín, Luis. “Apoyo moral vs. Apoyo real”. Diario El Telégrafo. Editorial.

Agosto 11. 1992.

Torres, Martha. “Un Guayaquil que todos queremos olvidar”. Diario El

Telégrafo. Página Guayaquil. 7 de agosto. 1992.

Villacis, Luis. “Políticos Corruptos”. Diario El Telégrafo. Editorial. 3 de agosto.

1992.

Page 119: Informe final Espacio Público PUCE-IC

Página 119 de 119

Archivo

El Universo. Por Guayaquil. Editorial. 1/10/92

Video a: “Alcalde denuncia situación y la forma como se manejaron los destinos

de la ciudad en los últimos años. 1992. Cadena televisiva de León Febres

Cordero. Producción: Municipio de Guayaquil. Derechos: dominio público.

Destinos de la ciudad en los últimos años. 1992. Cadena televisiva de León

Febres Cordero. Producción: Municipio de Guayaquil. Derechos: dominio

público.

Artículos

Bourdieu, Pierre, “Condición de clase y posición de clase”, Estructuralismo y

Sociología, Buenos Aires, Nueva Visión, 1970.

Bourdieu, Pierre, “El espacio social y la génesis de las clases”, Estudios sobre

las culturas contemporáneas, Colima, Universidad de Colima, 1989.

Morales, María; Reynares, Juan Manuel, “La política y el espacio público:

Constitución discursiva y potencial emancipatorio”, Pensamiento Plural, N° 7,

Córdoba, Universidad Nacional de Córdoba. 2010.

Revista de la ciudad, Revista Q, N° 30, Septiembre 2012.