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1 XVIII E NCUENTRO NACIONAL DE COMISIONES REGIONALES Y DIOCESANAS DE LITURGIA 4 al 7 de Agosto de 2003 Casa de la Iglesia, Xalapa, Ver. TEMA: TERCERA EDICIÓN TÍPICA DEL MISAL ROMANO ÍNDICE DE PONENCIAS La Historia de la III Edición típica del Misal Romano P. Alberto Aranda C. M. Sp. S Ponencia . . . . . . . . 5 Anexo 1: Cronografía . . . . . . . 16 Presentación del “Misal 2000” P. Francisco Escobar Mireles Introducción . . . . . . . . 17 Datos Externos . . . . . . . . 17 Es la tercera Edición . . . . . . . 18 Principales características del Misal del Vaticano II . . . 19 a) Participación activa de los fieles . . . . . 19 b) Simplificación . . . . . . . 19 c) Retorno a la Tradición litúrgica de la Iglesia . . . 20 d) Lectura abundante de la Palabra de Dios . . . 20 e) Creatividad . . . . . . . 20 Descripción del Misal 2000 . . . . . . 20 Primera Parte: Documentos . . . . . . 20 Segunda Parte: Propio del tiempo . . . . . 21 Generalidades . . . . . . . . 21 Tiempo de Adviento . . . . . . . 21 Tiempo de Navidad . . . . . . . 21 Tiempo de Cuaresma . . . . . . . 22 Semana Santa . . . . . . . . 22 Triduo Pascual . . . . . . . . 22 Tiempo durante el año . . . . . . . 23 Tercera parte: Ordinario de la Misa . . . . . 23 Cuarta parte: Los Santos. . . . . . . 24 Quinta parte: Misas Rituales . . . . . . 26 Sexta parte: Misas por diversas necesidades . . . . 26 Séptima parte: Misas votivas . . . . . . 27

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Page 1: ÍNDICE DE PONENCIAS - Inicio Vicaría de pastoral · Tercera parte: Ordinario de la Misa . . . . . 23 Cuarta parte: Los Santos. ... Los lugares y objetos de la celebración P. Felipe

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XVIII ENCUENTRO NACIONAL DE COMISIONES REGIONALES Y DIOCESANAS DE LITURGIA

4 al 7 de Agosto de 2003 Casa de la Iglesia, Xalapa, Ver.

TEMA: TERCERA EDICIÓN TÍPICA DEL MISAL ROMANO

ÍNDICE DE PONENCIAS

La Historia de la III Edición típica del Misal Romano

P. Alberto Aranda C. M. Sp. S

Ponencia . . . . . . . . 5

Anexo 1: Cronografía . . . . . . . 16

Presentación del “Misal 2000”

P. Francisco Escobar Mireles

Introducción . . . . . . . . 17

Datos Externos . . . . . . . . 17

Es la tercera Edición . . . . . . . 18

Principales características del Misal del Vaticano II . . . 19

a) Participación activa de los fieles . . . . . 19

b) Simplificación . . . . . . . 19

c) Retorno a la Tradición litúrgica de la Iglesia . . . 20

d) Lectura abundante de la Palabra de Dios . . . 20

e) Creatividad . . . . . . . 20

Descripción del Misal 2000 . . . . . . 20

Primera Parte: Documentos . . . . . . 20

Segunda Parte: Propio del tiempo . . . . . 21

Generalidades . . . . . . . . 21

Tiempo de Adviento . . . . . . . 21

Tiempo de Navidad . . . . . . . 21

Tiempo de Cuaresma . . . . . . . 22

Semana Santa . . . . . . . . 22

Triduo Pascual . . . . . . . . 22

Tiempo durante el año . . . . . . . 23

Tercera parte: Ordinario de la Misa . . . . . 23

Cuarta parte: Los Santos. . . . . . . 24

Quinta parte: Misas Rituales . . . . . . 26

Sexta parte: Misas por diversas necesidades . . . . 26

Séptima parte: Misas votivas . . . . . . 27

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Octava parte: Misas por los difuntos . . . . . 27

Apéndices . . . . . . . . 27

¿Qué significa aceptar el misal de la Iglesia? . . . . 28

Historia del Misal . . . . . . . 29

El Misal, libro de espiritualidad . . . . . . 30

a) El Misal es un libro de iniciación en la fe . . . 30

b) El Misal, una iniciación en la oración cristiana . . . 30

c) El Misal es un libro de iniciación bíblica . . . . 30

d) El Misal, libro de iniciación litúrgica y sacramental . . 31

Conclusión . . . . . . . . 31

El Espíritu de la celebración eucarística en la

Instrucción General de Misal Romano P. Hugo E. Pérez Castro

Introducción . . . . . . 34

I. El Espíritu de la celebración Eucarística . . . . 34

La Eucaristía como comida . . . . . . 35

Frutos del Concilio Vaticano II . . . . . . 35

II. El Espíritu de los cambios

(Movimiento litúrgico, reforma litúrgica, renovación litúrgica) . . 36

a) El Movimiento litúrgico . . . . . 36

El movimiento litúrgico coronado por el C. Vat. II. . . . 36

b) La Reforma litúrgica . . . . . . 36

c) La Renovación litúrgica . . . . . . 37

III. Principios orientativos y operativos en el Espíritu de la liturgia

del Vaticano II y de la Eucaristía. . . . . . 38

Ejercicio del sacerdocio de Cristo . . . . . 38

La liturgia cumbre y fuente de la vida de la Iglesia . . . 38

Participación plena, conciente, activa . . . . . 39

Manifestación de la Iglesia . . . . . . 39

Sustancial unidad no rígida uniformidad . . . . 39

Principios operativos . . . . . . . 40

Palabra de Dios . . . . . . . . 40

Catequesis . . . . . . . . 41

Canto . . . . . . . . . 41

Conclusión . . . . . . . . 42

Oficios y Ministerios en la Misa

P. Conrado Fernández F. Esquema . . . . . . . . 43

1. Introducción . . . . . . . . 44

2. Objetivo . . . . . . . . 44

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3. Líneas fundamentales de la espiritualidad litúrgica del Presbítero . 44

4. Belleza y decoro en la Liturgia . . . . . 45

5. La belleza de la creación se realiza en la acción litúrgica . . 45

6. La belleza como orden y armonía del que preside el rito . . 45

7. Liturgia como oración . . . . . . 46

8. Actitudes necesarias en el que preside . . . . 47

9. Otras actitudes para la celebración . . . . . 48

10. Conclusión . . . . . . . . 50

Anexo 1. Cambios más significativos en lo que compete a los Ministros . 51

Los lugares y objetos de la celebración

P. Felipe de Jesús De León Ojeda Esquema. . . . . . . . . 52

I. Análisis comparativo (Ver archivo de diapositivas en el directorio del CD)

II. Innovaciones . . . . . . . . 53

1. Presbiterio . . . . . . . . 53

2. Altar . . . . . . . . . 53

3. Cruz del altar . . . . . . . 53

4. El ambón . . . . . . . . 53

5. La silla del sacerdote celebrante y las otras sillas . . . 53

6. El Sagrario . . . . . . . . 54

7. Los utensilios sagrados . . . . . . 54

8. Las imágenes sagradas . . . . . . 54

9. El pan para la celebración . . . . . . 55

10. La bendición de los objetos sagrados . . . . . 55

III. LOS FOCOS LITÚRGICOS

(Significado, normativa litúrgica y colocación óptima) . . . 55

1. El templo . . . . . . . . 55

2. El Presbiterio . . . . . . . . 56

3. El Altar . . . . . . . . 56

4. El Ambón . . . . . . . . 57

5. La Sede . . . . . . . . 58

6. Lugar de conservación de la Santísima Eucaristía . . . 58

APÉNDICES . . . . . . . . 60

1. Estructura comparativa del capítulo V . . . . 60

2. Estructura comparativa del capítulo VI . . . . 61

Institutio Generalis Missalis Romani:

Cap. VII Elecciones de la Misa y sus partes Cap. VIII Misas y oraciones para diversas circunstancias y de difuntos

P. José Guadalupe Martínez O. Introducción . . . . . . . . 62

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Cap. VII. Elección de la misa y de sus partes (IGMR) 352-367 . . 63

I. Elección de la Misa . . . . . . . 63

II. Elección de las partes de la Misa . . . . . 64

Las Lecturas . . . . . . . . 64

Las Oraciones . . . . . . . . 64

La Plegaria Eucarística . . . . . . . 65

El Canto . . . . . . . . 65

Cap. VIII. Misas y oraciones para diversas circunstancias

y Misas de difuntos . . . . . . . 65

I. Misas y oraciones para diversas circunstancias . . . 65

II. Misas de difuntos . . . . . . . 65

Conclusiones . . . . . . . . 66

Anexo 1. Tablas de los días litúrgicos (I, II y III) . . . . 68

Anexo 2. Tabla con el uso de las Plegarias Eucarísticas . . . 70

Anexo 3. Tabla con el uso de las Misas para diversas circunstancias . . 71

Anexo 4. Tabla con el uso de las Misas de difuntos . . . 72

Adaptaciones que competen a los Obispos y a las Conferencias Episcopales

Cap. IX de la IGMR P. José Luis Ramos Corona

I. Los principios de la Adaptación Litúrgica . . . . 73

II. La Institución General y las adaptaciones en el Rito de la Misa . 74

III. Posibilidades de Adaptaciones del Rito de la Misa

por parte de los Obispos y las Conferencias Episcopales . . . 76

a) Los modos de adaptación del Rito de la Misa . . . . 76

Acomodaciones . . . . . . . . 76

Adaptaciones . . . . . . . . 77

1. Modo pastoral de adaptación . . . . . . 78

2. Modo cultural de adaptación . . . . . . 78

b) Las posibilidades de adaptación del Rito de la Misa

y del Año Litúrgico . . . . . . . 79

Ritualidad . . . . . . . . 79

1. Ritos iniciales . . . . . . . 79

2. Los gestos de veneración hacia el altar . . . . 80

3. El saludo del celebrante . . . . . . 80

4. La Liturgia eucarística . . . . . . 80

Año Litúrgico . . . . . . . . 81

Conclusión . . . . . . . . 82

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“LA HISTORIA DE LA III EDICIÓN TÍPICA EL MISAL ROMANO”

Para hacer este trabajo, usé todo lo que sobre la materia publicó la revista “Notitiae”, órgano de la Sagrada Congregación para el Culto Divino. El subtítulo de la revista dice: “Comentarios, noticias y estudios de liturgia editados por la Congregación del Culto Divino”.

También, el artículo del P. Mario Lessi Ariosto, S.J., quien se contó entre los Capi Ufficio de la Congregación para el Culto. El artículo se llama: “La nueva ‘Institutio Generalis’ del Misal Romano”. Fue publicado en la revista Pastoral Litúrgica de España, en el número 261, marzo-abril del 2001 y reproduce una conferencia pronunciada en el Encuentro anual de los Delegados diocesanos de Liturgia, celebrado en Madrid.

\ \ \ \

En 1975 se publicó la segunda edición típica del Misal, a distancia de cinco años de la primera, todavía se trabajaba en varias naciones en la traducción a la lengua nacional. Se comenzó a pensar no sólo en traducir la segunda edición sino en aprovechar la ocasión para hacerlo de un modo pastoralmente más adecuado, tal como la Institulio Generalis del 70 lo proponía.

En el Dicasterio, según el P. Lessi, S.J., el primer impulso fue, solamente, el de mejorar la apariencia de la edición. Se decía que aparecían más decorosas algunas ediciones nacionales que la típica latina.

Se empezó a idear una tercera edición típica entre 1987 y 1988.

Se pensaba en una carta que sería enviada a los obispos con ocasión del vigésimo aniversario de la publicación del Misal.

\ En la Congregación del Culto hubo una consulta, del 29 de noviembre al 3 de diciembre de 1988, con motivo de los 25 años de la Constitución Conciliar Sacrosanctum Concilium y la nueva Constitución apostólica Pastor Bonus sobre la reforma de la Curia Romana y la institución de la Congregación del Culto Divino y de la Disciplina de los Sacramentos.

En ese momento el prefecto era el Card. Eduardo Martínez Somalo, Virgilio Noé el Secretario y Pere Tena el Subsecretario. Asistieron los Consultores y un grupo de expertos y colaboradores.

Mons. Tena tuvo una exposición sobre los Adempimenti dogo l’ultima consulta. Se presentaron algunos proyectos, entre otros el de una “Institutio Generalis Ritualis Romani”, el documento sobre la adaptación en la liturgia, y otro sobre el tema de los jóvenes y la liturgia. En ese discurso y ya con respecto a nuestro tema, Mons. Tena dijo: “Por otra parte, parece que será necesario preparar muy pronto una tercera edición del Misal Romano” (Notitiae 270-271, en.-feb. 1989, pág. 42).

¿Qué está a la base de esta afirmación de Mons. Tena?

Algunas Conferencias Episcopales, especialmente centroeuropeas, habían recibido de la Santa Sede concesiones de adaptación pastoral, y luego fueron tomadas también por Italia y España.

El trabajo concreto en la Congregación del Culto comenzó a inicios de 1990.

? “A fines de marzo de 1990 se tuvo en la Congregación una reunión para un intercambio de ideas acerca de una tercera edición típica desde una doble perspectiva: hacer el Misal latino más utilizable para las celebraciones, quitando la impresión de que fuese sólo un texto de referencia para las traducciones. Además se pretendía facilitar las adaptaciones o inculturación, presuponiendo las peticiones legítimas, a la vez que se exponían claramente las motivaciones de los límites impuestos a las dichas adaptaciones (inculturación)” dessi).

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? En abril, del 24 al 30, se realizó una consulta especial para preparar la reunión plenaria de la Congregación, a la que además de los Consultores fueron invitados responsables de revistas litúrgicas importantes, directores de Institutos de Liturgia y otros expertos.

Los temas eran muchos:

? Evaluación de la “Institutio Generalis Libri Sacramentorum”. ? Revisión de los Ordines del Bautismo de niños, Iniciación Cristiana de Adultos,

Confirmación, Penitencia, Unción de los enfermos y Exequias. ? La preparación de una eventual tercera edición típica del Misal Romano. ? Una reflexión sobre la formación litúrgica y la situación de la renovación litúrgica.

El lunes 30 de abril fue dedicado a la preparación de la tercera edición del Misal. Hubo relaciones:

? La Institutio Generalis, por el P. Lessi, S.J. ? El P. Evenou, sobre el Ordo Missae. ? El Abad Johnson, O.S.B., sobre la eucología del Misal. - El P. Gibert, sobre las lecturas y los

cantos. ? Mons. Tena, sobre la Plegaria Eucarística.

Mons. Tena recordó la importancia de esa Plegaria, directamente vinculada a la “lex credendi”, y presentó algunos problemas:

? La multiplicación de Plegarias Eucarísticas de iniciativa privada, ? El sentido y uso de las concesiones hechas por la Santa Sede; ? La extensión, no siempre oportuna, de varias concesiones hechas a una especial Conferencia

Episcopal. ? El uso, prácticamente casi exclusivo, de las Plegarias II y III. ? La frecuente falta de significatividad a nivel celebrativo de la Plegaria que, con la monótona

recitación, causa una caída en la participación.

La Congregación ya había reflexionado sobre esto y el resultado fue sintetizado en esas breves relaciones introductorias al intercambio de opiniones de los consultores. “Se trataba —dice el cronista— de llevar adelante la reflexión con la ayuda `autorevole’ de los presentes, para poder ver con mayor claridad lo que pueda resultar de mayor utilidad para el rito romano”. Continúa el cronista: “El Dicasterio pudo constatar una cierta convergencia sobre algunos puntos ya estudiados en vista del trabajo que habrá que hacer y se benefició de la sensibilidad pastoral mostrada por los Consultores y por los otros invitados a la Consulta para poder actuar con la debida prudencia, pero al mismo tiempo con una visual más consolidada sobre los puntos de enriquecimiento y de reforma verdaderamente necesarios y los más marginales. Los consultados fueron invitados a completar las propias reflexiones y propuestas, enviando a la Congregación ulteriores contribuciones sobre esos temas amplios y delicados (Notitiae 286, mayo de 1990 pp. 235-246).

? En enero de 1991, del 21 al 26 se tuvo la Sesión plenaria de Cardenales —entre ellos el Card. Corripio Ahumada— y Obispos miembros de la Congregación.

El prefecto era el Card. Eduardo Martínez Somalo, el secretario, Mons. Lajos Kada, y Subsecretario de Liturgia Mons. Tena.

? El primer tema tratado fue sobre la inculturación: “L ‘adaptation de la liturgie aux différentes cultures”.

? El siguiente tema fue lo relativo a la Institutio Generalis Ritualis Romani.

El 24 de enero, el Card. Prefecto introdujo el tema de las orientaciones de base para iniciar la preparación del proyecto de la tercera edición típica del Misal Romano. Esto se prolongó todo el día 25.

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Se presentaron textos para favorecer la discusión. Los temas eran la Institutio Generalis, el Leccionario, la Eucología menor y fórmulas del Ordo Missae y por último las Plegarias Eucarísticas.

El día 26 terminó la reunión.

Aunque cronológicamente el discurso del Sto. Padre fue al final, presento ahora las palabras del Papa sobre nuestro tema:

“En cuanto al proyecto de la Institutio Generalis Ritualis Romani, se trata de un texto teológico con una orientación pastoral. Y no podría ser de otro modo, puesto que los sacramentos no pertenecen a la categoría de los instrumentos provisionales, sino más bien a las realidades fundamentales, considerando que la Iglesia ha sido edificada mediante la fe y los sacramentos de la fe. Esta peculiaridad deriva del hecho de que los sacramentos son acciones de Cristo glorioso, elevado a la derecha del Padre y, al mismo tiempo, presente entre sus discípulos en el mundo por medio del Espíritu, acciones de Cristo que se hacen visibles a través de los gestos sacramentales realizados por la Iglesia, que celebra el Misterio Pascual del Señor tal como El mismo lo ha ordenado. Y mediante estos signos diferentes, según las diversas situaciones, el cristiano es santificado en el seno de la Iglesia por el culto en Espíritu y en verdad”.

La presentación que hizo el Card. Martínez Somalo de los motivos para la tercera edición típica, aunque un tanto larga, creo que vale la pena mirarla, al menos en ciertos puntos principales.

«Motivos para una tercera edición del Misal Romano

“Nuestra Plenaria se dispone ahora a entrar en uno de sus temas, que tiene la resonancia más inmediata y diaria en la vida litúrgica de la Iglesia: el Misal Romano. y más exactamente su tercera edición típica.

El Misal Romano, como todos sabemos, fue publicado entre los años 1969-1970. Primero el Ordo Missae, introducido por la Institutio Generalis Missalis Romani, y luego el Misal. La publicación estaba precedida por la Constitución Apostólica de Pablo VI con el título Missale Romanum, con la fecha 3 de abril de 1969.

El Misal, renovado por Pablo VI, es el fruto no sólo de la teología litúrgica que confluyó en la Constitución de Liturgia, pero también de todo el sentido de la Iglesia que “siendo guardiana de los ‘vetera’, es decir, el depósito de la tradición, cumple su deber considerando y prudentemente aportando los `nova’ (cf. Missale Romamum, Institutio Generalis. Proemium, n. 15). Y es, no de lo que se ha conservado o de lo que se ha añadido, sino del conjunto que el “nuevo” Misal presta el mismo servicio de aquello que lo ha precedido, responder a la lex credendi con la viva lex orandi” [...].

Cuidados del Misal Romano (Proemium, n. 10).

“Pero ninguna obra humana puede pretender el permanecer inmutable y esto vale también para un libro litúrgico como el Misal Romano. Si no causó extrañeza que el Misal de San Pío V haya tenido que ser una primera vez, después de treinta y cuatro años, por Clemente VIII, “in meliorem formam… recognitum” y por segunda vez, después de treinta años, examinado por Urbano VIII, a fin de que “si quid forte in iis assiduus… temporis cursus, corruperit”, fuera corregido y que haya tenido necesidad muchas veces de nuevas ediciones, a causa de las añadiduras y cambios introducidos posteriormente (hay que pensar en las conmemoraciones de los Santos o en las fiestas que entraron al Calendario Romano), no hay que maravillarse de que ahora se comience a pensar oficialmente en una tercera edición típica del Misal de Pablo VI.

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Se puede decir con verdad que el Misal está en el centro de la renovación litúrgica, por el hecho de que este libro es, respecto a los otros libros litúrgicos, como la Eucaristía está respecto a los otros sacramentos.

En 1975 se hizo una segunda edición con la base de los primeros años de uso para aportar ciertos complementos útiles o necesarios en el momento en que varias Conferencias Episcopales estaban llevando a término su preciosa obra de traducción.

La necesidad, que en cierto sentido parece solamente de índole material, de poder disponer de copias de la edición típica latina puesta al día, pide que se prepare dentro de poco tiempo al menos una reimpresión.

Pero ¿cómo hablar propiamente de una reimpresión si de hecho, además de la adición de nuevos formularios de Misa para los nuevos santos introducidos en el Calendario Romano en estos años se deberán, al menos, aportar las variaciones a la Institutio Generalis pedidas por la publicación del Código de Derecho Canónico?

¿Cómo debe de ser el Misal Romano en las circunstancias actuales?

Pero, junto con el aspecto positivo del hecho, ¿quién no puede ver que de aquí surge el problema de un relativo, pero siempre verdadero, distanciarse de la edición típica?

Por diversos motivos, se ha verificado en ocasiones que un Misal Romano, de una Iglesia particular, en todo o en parte, se presenta más como la traducción de otro Misal particular, y no como la traducción de la edición típica del Missale Romanum. Y esto porque se quería gozar de algunos de aquellos enriquecimientos contenidos en otros Misales.

No sería de desear el llegar a que la edición típica latina sea vista sólo como un simple esquema de referencia en el que las ediciones de las Conferencias Episcopales puedan inspirarse, y no como el modelo que hay que imitar. El Misal Romano, en su edición típica, debe poder ser considerado como el libro oficial para la legítima celebración del memorial de Señor, el mismo libro para todos los cristianos de Rito romano.

Por lo tanto, será fácil comprender la necesidad de que el Misal Romano en su edición típica se presente como un modelo de riqueza, ante todo, pero también como ejemplo de la dignidad de un libro litúrgico provisto de todos los requisitos necesarios para una digna celebración en todas sus formas, incluida la que supone las partes dotadas de música insertas en su lugar”.

Objetivos limitativos y posibles de la edición

“Ciertamente no nos hacemos ilusión de que una tercera edición típica del Misal Romano pueda vencer el gran problema pastoral de la disminución en la participación en la Misa en los países “poscristianos”. Ni esa edición puede ir contra la amenaza próxima o ya sucedida sobre el valor y el significado del Domingo, iluminado totalmente, desde la Iglesia apostólica, de la celebración de los santos misterios de la muerte y resurrección del Señor.

Y tal vez ni siquiera podrá contrastar el peligro que parece abrirse camino, y que es caracterizable como protagonismo o particularismo de no pocos celebrantes en la organización de la misma celebración de la Misa, que provoca confusión y desánimo en los fieles.

No se puede pensar que una nueva edición salve del riesgo, patente o disfrazado de la ideologización de la celebración eucarística como aparece por ejemplo en las visiones “asambleísticas” de la Misa, que viene en tal caso dañada en su fundamental realidad de memorial del Misterio Pascual de Cristo.

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Una nueva edición podría, en cambio, tal vez ser una ocasión propicia para una renovación en la tarea formativa. Un recto y vivificante uso del Misal requiere de una formación para el Misal, característico e irrenunciable componente de la formación del futuro celebrante; debería de ser asimismo una de las finalidades de la pastoral litúrgica también para todos aquéllos que son convocados a participar en la Eucaristía.

Pero desde el momento que la celebración del misterio eucarístico es el centro en torno al cual gira todo, el organismo litúrgico—sacramental de la vida de la Iglesia, ¿cómo no desear que el Misal, en cuanto es eucología—rito—lecturas pueda llegar a ser constante punto de referencia en torno al cual, en la homilía sobre todo, se desarrolle la formación de los fieles?

A esto concurren también las iniciativas pastorales tan laudables dirigidas a que los fieles tengan acceso al Misal, para preparar y profundizar por cuenta propia la oración de la Iglesia.

Todo lo que se hace en la pastoral y lo que se trata de hacer cuando se piensa en una nueva edición típica del Misal es y quiere ser un servicio dado al culto de la Iglesia.

Lo que mayormente deseamos es que el Misal Romano pueda, como debe, ser signo evidente y rico de unidad, útil a toda la Iglesia de Rito romano, para descubrir y profundizar en la celebración en la que se participa el misterio de Cristo unido a la verdadera naturaleza de la Iglesia (cf SC n. 2)».

Hasta aquí las palabras del card. Martínez Somalo. Continúa el cronista:

“Los Padres de la Plenaria aprobaron las orientaciones de principio expuestas en lo que se refiere a todo el Misal, y en buena parte también a los temas particulares expuestos. Pero, juntamente con sus autorizadas observaciones, subrayaron la delicadeza y la seriedad del trabajo, no pequeño, que la Congregación debería llevar a cabo. En consecuencia, el secretario del Dicasterio, Su Excelencia Monseñor Lajos Kada, en la Síntesis de los trabajos tenida el 26 de enero, podía afirmar que no se haría nada con prisas, y que los proyectos y esquemas de trabajo serían enviados a los Padres. Asimismo, se tendrían pertinentes contactos para las oportunas consultas con Conferencias Episcopales, Organismos internacionales y Comisiones litúrgicas y proponía ver la posibilidad de celebrar otra Plenaria para obtener de los Padres el place! para la realización del proyecto en su globalidad.

En este ámbito, se habían presentado a los Padres algunas líneas de revisión de la Ordenación general. Partiendo de la constatación que no había sido concebida como inmutable ni como cerrada a ulteriores aportaciones, dado que en el 1969, cuando fue publicada por vez primera, todavía se estaba trabajando para llevar a término la reforma de otros libros litúrgicos. Ciertamente varios aspectos de la vida litúrgica habrían debido ser precisados mejor, y de hecho la Ordenación tuvo que tener nuevas redacciones, la primera ya en 1970, y una segunda en 1975 después de la supresión del subdiaconado. Ya se imponía una ulterior puesta al día después de la publicación del Código de Derecho Canónico en 1983. Además existía conciencia clara de que un perfeccionamiento de la Ordenación general tendría que tener en cuenta el dictado de las Declarationes, Instructiones, emanadas del Dicasterio o de otros Organismos de la Santa Sede, del Ordo Dedicationis Ecclesiae et altaris, de los Praenotanda, del Ordo Lectionum Missae en su segunda edición típica, de la del De Benedictionibus, y por fin, de varias normas del Caeremoniale Episcoporum no expresamente episcopales.

El intento era ofrecer al conjunto de la Ordenación general una forma más simple, una disposición más orgánica, al menos en ciertas partes. Con todo, no se trataba de

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sustituir la Ordenación con un nuevo texto, y sobre todo, no se pretendía cambiar textos de carácter doctrinal, sino únicamente agilizar la celebración en sus varias formas y, más aún, la participación de los fieles” dessi).

La Congregación del Culto acostumbraba enviar cada año a los Presidentes de las Comisiones Episcopales de Liturgia, una carta para recibir opiniones y consejos.

Al mismo tiempo, se iba desarrollando el trabajo concreto.

? A un año de la Plenaria se tuvo un encuentro con los profesores de liturgia residentes en Roma sobre el mismo tema.

? En enero de 1992 hubo otro encuentro al que fueron invitados representantes de las Comisiones internacionales para las traducciones litúrgicas para la lengua francesa (CIFTL), inglesa (ICEL) y alemana (IAG), que trabajaban ya en la preparación de nuevos Misales en sus lenguas respectivas.

Para la lengua española se había publicado hacía poco (en México, 10 de abril de 1989) el texto unificado, lo mismo pasaba con los misales de Portugal y Brasil.

Se presentó a los delegados el proyecto de lo que se pensaba hacer en la tercera edición, provocar un diálogo, intercambiar informaciones y reflexionar juntos sobre el tema.

Se había ya redactado un primer borrador de la Ordenación General, igualmente se iba trabajando sobre las demás partes del Misal.

- En 1993 la editorial Librería Vaticana informó que estaba a punto de agotarse la segunda edición del Missale Romanum y solicitaban reimprimirlo con las variaciones y adiciones ya publicadas en el fascículo: “Missale Romanum, variationes et textus inserendi” preparado según las directrices del Dicasterio.

Se acogió favorablemente la petición. Había dos posibilidades, una reedición anastática del volumen de 1975 con un apéndice de las novedades o una nueva impresión con las rúbricas v los nuevos formularios insertados en el Misal, cada uno en su lugar propio.

Pero ante las repercusiones pastorales que esto podría tener, sólo se insertaron en la Ordenación General las Variationes iuxta Codicem.

? A comienzos de 1995 se emprende la tarea de la tercera edición típica latina que incorporaría todo lo que había sido aprobado por la Sede Apostólica a partir de la segunda edición.

“Directriz de base, a llevar a cabo en la obra, era la de no exceder en nada las competencias del Dicasterio para que no fuese necesario recurrir al juicio de otros Organismos de la Sede Apostólica. según el procedimiento normal.

Todo lo más, se habría debido trabajar en una tercera edición típica del Misal con:

- Una Institutio Generalis puesta al día según el Derecho Canónico y Litúrgico vigente, además de un capítulo sobre las adaptaciones o inculturación en la línea de la Instrucción Legitimae varietates, con una revisión del texto para hacerlo más lineal, con alguna simplificación, dejando algunas cosas de lado, con algunos retoques internos además de añadir y precisar alguna rúbrica, sin tocar ningún texto de índole doctrinal.

- El añadido de la Plegaria eucarística utilizable en algunas Misas pro variis necessitatibus, junto con la Plegaria De Reconciliatione en sus dos formas.

- El añadido de la música (para los Prefacios, etc.) como ya se hacía en las ediciones típicas del Misal (antes de la edición de 1970)” dessi).

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Se había decidido convocar una Plenaria en 1996, se preparó la documentación necesaria para que los Padres pudieran dar sus orientaciones. Esta documentación, como es lógico, tenía todas las decisiones de la Santa Sede que de alguna manera tocaban el tema y todas las que, aun sin tocarlo directamente, podían ser citadas o introducidas por referirse al conjunto de la celebración eucarística.

La Congregación plenaria del dicasterio tuvo lugar del 30 de abril al 4 de mayo de 1996. Era prefecto el Cardenal Antonio María Javierre Ortas, nombrado el 24 de enero de 1992 cuando el anterior prefecto, el Cardenal Martínez Somalo había pasado a presidir la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, y Secretario, Mons. Gerardo Majella Agnelo, hoy arzobispo de S. Salvador de Bahía y primado del Brasil.

Habían pasado cinco años desde la última Congregación plenaria, se quería que antes se cumplieran las tareas establecidas por los Padres en 1991. Esos trabajos sufrieron retrasos por la adaptación al reglamento interno de la Congregación al nuevo reglamento de la Curia Romana y los nuevos nombramientos en la Congregación.

El Cardenal Prefecto habló así a los Padres:

Hay un punto que ha hecho más urgente la convocación de la Plenaria. El mandato de los Padres, en la última reunión, había previsto un estudio cuidadoso en vista de la nueva edición típica; por otra parte, no se podían quemar las etapas prescindiendo del estudio serio, rigurosamente crítico, puesto bajo consulta de las técnicas en radio universal antes de llevarlo al juicio y a la decisión de la autoridad competente. Todo esto sugirió la conveniencia de una solución intermedia: congelar por el momento los trabajos en vista de la revisión más profunda prevista en la última plenaria, y, sacar en brevedad, una edición típica que responda a las exigencias actuales. En sustancia, se trata de publicar sin modificaciones el texto del Misal de la última edición, introduciendo, sin embargo, en el lugar debido todas y sólo las variaciones introducidas por la autoridad y que integran hoy en el campo litúrgico también la ley universal de la Iglesia del vigente Código de Derecho Canónico, así como las disposiciones para la Misa asignadas a los nuevos santos inscritos en el Calendario general, y los reflejos provenientes de otros libros litúrgicos y de la interpretación auténtica de algunos servicios en la liturgia por parte del laicado. Todo esto llevado adelante con el beneplácito del Santo Padre, exigía una decisión autorizada de la Congregación antes de ser presentado a la aprobación de la autoridad suprema”. Y añadía más adelante: “Tendremos, así, el Misal en edición auténtica, puesta al día y práctica, sin continuas idas y venidas, tan molestas, a los apéndices ya demasiado voluminosos”.

Aunque no es del tema que ahora tocamos, es, sin embargo, interesante lo que respecto a la Institutio Generalis Ritualis Romani declaraba el Cardenal Javierre: “...después de las observaciones de los Padres y de la Congregación para la Doctrina de la Fe, (esa Institutio) ha sido revisada, pero la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica en 1992, ha hecho surgir la pregunta de si fuera necesaria la publicación de un documento que habría parecido una reduplicación o una integración de lo afirmado en el Catecismo.

La diversidad de pareceres en torno a este punto ha aconsejado el esperar y reconsiderar, bajo nueva luz, toda la temática conexa: El Rituale Romanum en un volumen único con la Institutio Generalis Ritualis Romani o bien ésta última, una vez revisada, o tal vez con una nueva impostación, sería publicada por separado para servir sobre todo a aquellas Conferencias Episcopales que quisieran publicar para su territorio, un Ritual Romano para las necesidades pastorales locales. El tema no está cerrado y el Dicasterio lo volverá a examinar”.

La jornada del 1 ° de mayo fue dedicada a tratar el tema del Misal Romano, tercera edición.

El Card. Prefecto introdujo el tema, aclarando la situación y delimitando los objetivos que, a partir del mandato del Santo Padre, habían sido fijados. Su Eminencia, invitaba a la Congregación a dar

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un ejemplo de fidelidad y de observancia, sin modificar mínimamente los textos y ateniéndose a las indicaciones dadas.

En la discusión de la relación sobre el Misal Romano, se subrayó la importancia de las cuatro Plegarias que desde el comienzo de la reforma conciliar fueron introducidas en el Misal Romano, y se hizo notar que la solución a un cierto cansancio y deseo de cambiar no se encuentra en la multiplicación de las Plegarias Eucarísticas, sino en una mayor profundización espiritual y en una educación en el misterio. La prex eucharistica debería de ser el punto más alto de la celebración, y en cambio no lo es siempre.

Durante la discusión sobre el Misal Romano se hizo una observación sobre el Calendario de la Iglesia Universal. El número de los Santos en el Calendario hoy es casi del doble del previsto en el momento de la reforma según el N. 111 de la Sacrosanctum Concilium (¡era 1996!). Sería oportuno que la Congregación tuviera criterios para acoger u oponerse a la petición de introducir Santos en el Calendario Universal, y para moderar el grado de celebración. En el contexto del Calendario, uno de los Padres subrayó la importancia de la “feria”, que debería de favorecer la penetración en el espíritu del respectivo tiempo litúrgico.

Al término de la Consulta, el Santo Padre se dirigió a todos los participantes. Sobre la tercera edición, dijo:

«La edytio typica tertia del Misal romano les brinda la oportunidad de reflexionar sobre algunas características de esta renovación. A este respecto, vale la pena recordar cuanto he escrito en la carta apostólica Dominicae cenae: “Aunque en esta etapa de renovación se ha admitido la posibilidad de cierta autonomía ̀ creativa’, sin embargo, ella misma debe respetar estrictamente las exigencias de la unidad sustancial. Por el camino de este pluralismo (que brota ya entre otras cosas por la introducción de las distintas lenguas en la liturgia) podemos proseguir únicamente hasta donde no se hayan cancelado las características esenciales de la celebración de la Eucaristía y se hayan respetado las normas prescritas por la reciente reforma litúrgica” (n. 12: AAS 72 [1980], 143). Y añadía: “Hay que realizar en todas partes un esfuerzo indispensable para que, dentro del pluralismo del culto eucarístico, que ha programado el concilio Vaticano II, se manifieste la unidad de la que la Eucaristía es signo y causa” (ibid.)». (Notitiae, 359-360, 1996, p. 389)

Continúa su crónica el P. Lessi:

“Después de la Plenaria, como se era consciente por parte de todos de la necesidad de comprometer en el trabajo a otras personas, en lo que se refería a añadir un capítulo sobre adaptación e inculturación en el Misal romano, se procedió a nombrar un grupo de trabajo, entre mayo y junio de 1996, que preparase el borrador de tal capítulo. Este grupo, hacia finales del 1996, había ya terminado la tarea encomendada.

En los años 1997-1998 el trabajo relativo a la tercera edición típica se continuó casi exclusivamente al interno del Dicasterio. Las únicas colaboraciones que se buscaron fueron las de los Benedictinos de Solesmes para la parte musical y la de los expertos y miembros para el proyecto del capítulo que debía añadirse. En mayo y julio de 1998 estaban listas dos redacciones de la Ordenación general ampliamente datados de notas para documentar y motivar las razones de las variaciones, con la sola diferencia entre ellas del recorte de parte de un capítulo. Se trataba de una redacción que en mis apuntes figuraba como séptima y octava y que fueron enviadas a tres expertos. En el mes de agosto y septiembre, antes de dejar el Dicasterio, al llegar al límite de edad, mientras había preparado con la Tipografía Vaticana toda la preparación electrónica para la impresión del Misal y la parte musical, entonces proyectada, y realizada en Solesmes, el Secretario del Dicasterio me invitó a participar en un encuentro con dos consultores y un experto que tendrían que haber dado su parecer sobre el capítulo que se añadía y sobre el conjunto de la Ordenación general.

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Tanto el nuevo capítulo, como el conjunto del texto, fueron sucesivamente revisados. Normalmente esto se hace contando con los miembros del Dicasterio y, basándose en sus observaciones, se redacta el texto que se envía a la Secretaría de Estado para obtener su presentación al Santo Padre y la consiguiente aprobación. No se podía esperar, como es obvio, que Notitiae, revista del Dicasterio, diese informaciones sobre el procedimiento que normalmente viene realizado, como envío a otros Dicasterios, antes de llegar a la aprobación pontificia”.

Como nos dijo el P. Lessi, al llegar a su término de trabajo por edad, concluyó lo que nos podía transmitir de la secuencia del trabajo. Así termina su relación:.

“Concluyendo estas líneas del itinerario histórico, que comprende un arco de una buena decena de años, una observación se hace necesaria. El asunto, aunque si bien limitado a la Ordenación general, no era de los más fáciles, ya que la reforma litúrgica es un complejo orgánico y no era posible, inicialmente, conseguirlo todo. A una distancia de casi cuarenta años de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, con la consiguiente inserción de la reforma litúrgica en la vida de la Iglesia, y después de pasados unos treinta años de experiencia de celebración de la Eucaristía con el nuevo Ordo Missae y el Misal promulgado por Pablo VI, la labor de puesta al día de la Ordenación general tenía que contar con no pocos factores, algunos vistos y considerados como positivos, otros como negativos”.

El P. Lessi continúa su artículo con un análisis de la IGMR de la tercera edición típica. Por ejemplo, dice:

“El Proemio ha permanecido prácticamente invariable, con el único añadido de algunas precisiones eruditas de carácter histórico sin ninguna relevancia pastoral (cfr. p. e., n. 2)”

Las siguientes notas las he escogido por su sentido del desarrollo histórico; los contenidos de la IGMR serán presentados en otros estudios.

Por ejemplo, a propósito del cap. IX, “Las adaptaciones que competen a los obispos y a las Conferencias de los Obispos’, dice:

“Coro he dicho en otro lugar, la idea de las adaptaciones se tuvo presente desde el principio del `iter histórico’. Una comparación de los primeros libros de la reforma litúrgica demuestra que en los Prenotandos de los Rituales se dedica un apartado a las adaptaciones que competen a las Conferencias Episcopales y las acomodaciones que puede realizar el celebrante; sin embargo, en el Misal sólo se mencionaban genéricamente en el n. 6 del primer capítulo de la Institución general, y en algunos números esparcidos por la misma Institución y en el Misal.

En la Plenaria del 1996, los Padres discutieron mucho sobre la oportunidad de introducir un capítulo sobre las adaptaciones o no. Se había ya publicado la Instrucción “Varietates legitimae”, y por esta razón algunos pensaban que era una repetición de lo dicho en dicha Instrucción, o una presentación diversa con peligro de poca claridad jurídica y de modificar la normativa elaborada con tanta fatiga. Pero, todos estaban de acuerdo de que dicha Instrucción debía ser mencionada en alguna parte del texto de la Institución general.

En la elaboración del texto de la Institución surgió un punto de conflicto en relación con el n. 6 del capítulo primero, actualmente el n. 21. Se preguntaba si debía ser conservado el número entero y, en este caso, mencionado la “Varietates legitimae”, o se remitía todo al capítulo noveno. El tema era delicado. El título del capítulo: “De celebrationis eucharisticae momento et dignitate” comprendía todas las formas de celebración, incluso aquellas adaptadas e inculturadas. Si no se hubiera mantenido la relación entre todas las formas que pudieran aparecer en el Rito romano, se podía caer en el peligro de generar una mentalidad que excluyera las formas inculturadas”.

Sobre los números 108-111, “Distribución de las funciones” especialmente, pero sobre todo el capítulo III: “Oficios y ministerios en la celebración de la Misa”, dice:

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“En todo el capítulo parece transparentarse la desazón existente por la falta de clarificación entre los términos officium, munus, ministerium. Situación que determinó la publicación de la Instrucción interdicasterial Ecclesiae de misterio (15 de agosto 1997) sobre cuestiones relativas a la cooperación de fieles laicos con el ministerio de los sacerdotes”.

Hacia el final, anota:

“Un atento examen comparativo de la Ordenación general como se presentaba en la editio typica altera y como ha sido publicada (desgraciadamente con no pocos errores incluso de latín inadvertidos en la última revisión), la que aparecerá en la editio typica tercera, además del hecho de añadir el capítulo noveno, y de la diversa disposición de la materia en ciertos capítulos, hay que notar que se ha realizado una revisión. Esta revisión se ha hecho en el nivel redaccional, redacción que a veces cambia la terminología latina elegida en el período de la reforma de los libros litúrgicos y pone así el texto en desacuerdo con la usada en otros libros litúrgicos actualmente en uso. Pero esta revisión persigue, en otro nivel, una mayor precisión para añadir normas existentes en otros libros litúrgicos y útiles también para el Misal y quizá con alguna corrección y revisión para prevenir y corregir algunos abusos en el campo litúrgico”.

Y un poco más adelante:

“La naturaleza de los cambios aportados tendrá que ser estudiada con mucha atención. Los añadidos y las omisiones no son siempre de naturaleza rubrical o de disciplina litúrgica, sino también doctrinal y jurídica, como podría ser, por dar algunos ejemplos, el haber antepuesto al Obispo sobre la Conferencia Episcopal, el haber mutilado ciertas citas de la “Sacrosanctum Concilium,” o extrapolarlas de su auténtico contexto aplicándolas, quizás, fuera de lugar, el haber intervenido en todo el capítulo III “De officis et ministeriis”, y en el de la disposición de la iglesia (capítulo V), el haber casi sistemáticamente sustituido el término “coetus” con “fideles congregatos”, o haberle añadido atributos como “convocatus”, “liturgicus”, o cambiando “in popolo” en lugares en los que “totus coetus” indicaba ya sea ministros sagrados, u otros, o bien el pueblo fiel presente. Pero un estudio de esta envergadura no es posible hacerlo en una primera presentación”.

Y al final:

“Como conclusión, nos preguntamos si la ‘Ordenación general’ corresponde a lo que ha sido su itinerario histórico y a las demandas hechas ya sea en la Plenaria del 1991 o en la de 1996. La respuesta no puede ser más que negativa. El presente texto no es el ideado en 1991 ni el propuesto en 1996. Es una realidad nueva, que nosotros aceptaremos como regla de nuestras celebraciones y procuraremos descubrir, como siempre hemos hecho en ocasiones similares, su auténtico espíritu para ser, como somos y como queremos ser, hijos obedientes de la Iglesia para el bien de todos”.

Y aquí terminó el trabajo de nuestro guía, el P. Mario Lessi, S.J.

\ \ \ \

En los mapas primitivos de una tierra “nueva” encontramos alguna indicación como: “terra incognita”, “hic sunt leones” o algo similar. Es algo parecido lo que tendríamos que poner desde fines de 1998 hasta abril del 2000, cuando aparece por fin la IGMR, en la guía de nuestro recorrido histórico de la tercera edición típica del Misal Romano.

Efectivamente, según decía un párrafo introductorio, el Papa Juan Pablo II aprobó la nueva edición del Misal Romano el 10 de abril del 2000, y la Congregación del Culto Divino la promulgó el 20 de abril, solemnidad del Cuerpo y Sangre del Señor.

Como dice Mons. Mario De Gasperín en su presentación de la traducción, no oficial, de la IGMR: “La intención de la Congregación era que se fuera conociendo la Institutio, mientras se preparaba la impresión de la tercera edición típica del Missale Romanum, que se esperaba no tardaría mucho. Con todo, ésta sólo vio la luz pública a mediados del 2002”

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Yo creo que otra razón para publicarla anticipadamente a la publicación del Misal era el poder recibir opiniones, correcciones, aportaciones, etc., y en realidad se encontraron muchos, yo diría muchísimos cambios entre la edición del 2000 y la definitiva en el 2002, sin buscar ser totalmente exacto, yo conté 88 sólo en el texto propiamente.

El 23 de marzo del 2002 fue la presentación a la prensa.

Del discurso del Card. Prefecto, Jorge Arturo Medina Estévez, destaco lo que más toca a nuestro tema.

“No se trata de una simple reimpressio emendata”. sino de una verdadera y propia editio typica, es decir, una edición oficial, puesta al día, destinada a la celebración eucarística en lengua latina y que constituye la base inmediata para las traducciones en las lenguas nacionales, cuyo cuidado toca a las Conferencias de los Obispos de las distintas partes del mundo [...]. La editio typica es el paradigma al que hay que referirse para emprender el trabajo de traducción de los textos litúrgicos en las lenguas populares y a ella hay que atenerse en base a la fidelidad”.

Y más adelante: “El decreto de promulgación de esta tercera edición típica, aprobado por el Santo Padre, establece la necesidad de una revisión global de los Misales hasta ahora en uso a través de una nueva presentación de los textos traducidos a la Santa Sede para la recognitio necesaria”.

Y para terminar: “Al presentar oficialmente la editio typica tertia del Missale Romanum, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos espera que pueda ser un instrumento válido al servicio del pueblo de Dios, una garantía de la unidad dentro del Rito Romano, y al mismo tiempo un incentivo para conseguir esa plena, consciente y activa participación en las celebraciones litúrgicas, sólido objetivo y medio eficaz para conseguir la salvación” (Notitiae 434, sept. 2002).

De la presentación del Secretario de la Congregación, Mons. Francesco Pio Tamburrino, O.S.B., sólo destaco el final, que servirá, a la vez, de conclusión de mi trabajo:

“Esta compleja y laboriosa obra de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, no obstante los condicionamientos y los límites que pueda contener en cuanto obra humana, representa el libro auténtico que la Iglesia nos ofrece para celebrar los divinos misterios en plena ortodoxia y legitimidad. Ofrece a las Iglesias locales un modelo para sus ediciones en lengua popular y una ocasión para volver a impulsar en las comunidades cristianas el genuino espíritu de la liturgia de la Iglesia

“También en esta editio del Misal se realiza la síntesis de la lex orandi y la lex credendi; es un instrumento en las manos de los pastores y de los fieles. Se le podría comparar a un acueducto: podríamos analizar el recorrido por montes y valles, el calibre de los canales, pero lo importante es que el agua llegue en abundancia. Hoy podemos alegrarnos, porque la liturgia, regulada ya por la tercera edición del Missale Romanum, puede saciar la sed del pueblo de Dios que peregrina por el desierto y puede hacer experimentar a los creyentes, reunidos para el banquete pascual, que el Resucitado está en medio de los suyos y sigue ofreciendo `la plenitud de toda gracia y bendición del cielo’ (Canon Romano)” (ibid.).

Alberto Aranda C. M.Sp.S.

Secretariado General Agosto, 2003

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Anexo 1

CRONOGRAFÍA \ Concilio Ecuménico Vaticano II

o Constitución sobre la Sagrada Liturgia, 4 dic. 1963. o Cap II - El Sacrosanto Misterio de la Eucaristía, nn. 47-58.

\ Ordo Missae, 6 de abril 1969 o Decreto de la S. Congr. de Ritos. o Constitución apostólica Missale Romanum, 3 abril 1969 o IGMR 6 abril 1969 o Cuatro oraciones eucarísticas

\ Missale Romanum, 25 marzo 1970 o In 1ª reimpressione - 23 dic. 1972

§ Variationes in IGMR inducendae, 23 diciembre 1972 § Ministeria quaedam, de Pablo VI: § supresión del subdiaconado § ministerios instituidos § Nombre del obispo en el canon, 9 oct. 1972 § Concelebración, 7 ag. 1972 § Comunión, 29 en. 1973 § Uso de oraciones eucarísticas, 27 abril 1973

\ II Edición típica 27 marzo 1975 o En México. Decreto 5 febr. 1975

§ Obligatoria 18 de mayo 1975 \ III Edición típica

o 1er anuncio: Mons. P. Tena, Notitiae 270-271, ene.-feb. 1989 o Proyecto concreto de trabajo

§ Reunión marzo de 1990 § Consulta especial 2430 abril de 1990

o Sesión plenaria del dicasterio, 21-26 enero 1991 § Normas del CIC § Declaraciones, instrucciones y praenotanda

• Bendicional • Ordo dedicationis ecclesiae et altaris • De ordinatione episcopi, presbit. et diac. • Matrimonio • Ordo lectionum Missae edit. typ. 11 • Ceremoniale episcoporum

o Reunión con prof. de liturgia de Roma un año después o Representantes de comisiones internacionales para las traducciones litúrgicas francesa,

inglesa, alemana, enero de 92

o Plenaria del dicasterio, 30 abril-5 mayo 1996 o Mayo-junio 1996 grupo de trabajo sobre adaptación e inculturación o continúa el trabajo en el interior del Dicasterio. coop. de Solesmes para la música. o Mayo-julio de 1998. Dos redacciones de la IGMR

\ IGMR - III Ed. typica o Aprobación - 10 abril 2000 o Decreto - 20 abril 2000

\ Missale Romanum o Impresión - 22 feb. 2002 o Presentación - 23 marzo 2002

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PRESENTACION DEL “MISAL 2000”

POR P. FRANCISCO ESCOBAR MIRELES

INTRODUCCION

En realidad, no se trata de un Misal nuevo. Es sólo la tercera edición del Misal renovado por el Concilio Vaticano II.

Se le conoce como «Misal 2000» porque el Papa Juan Pablo II firmó el Decreto de presentación el 20 de abril, jueves santo, del año jubilar.

Se envió a los obispos y consultores una edición privada de la introducción teológico-litúrgica «Institutio Generalis Missalis Romani».

Los trabajos de preparación continuaron. El 10 de abril del 2002 se publicó la edición latina, con fecha de la fiesta de la Cátedra de San Pedro: 22 de febrero.

Se llama: «Missale Romanum ex decreto Sacrosanti Oecumenici Concilii Vaticani II instauratum auctoritate Pauli P.P. VI promulgatum. Editio typica tertia» Typis Vaticanis a.D. MMII. Ya es la edición definitiva.

Las traducciones a cada lengua han tardado, porque la misma presentación pide hacer una revisión más cuidadosa de todo el Misal. Por lo pronto, sus decisiones ya son obligatorias.

Con todo, el cambio de legislación litúrgica no altera la naturaleza de la Eucaristía. La Misa sigue siendo la misma, aunque cambie la forma de celebrarse por disposición de los responsables de la Iglesia.

En los textos, ritos y acciones de la Eucaristía, la Iglesia celebra el Misterio de Cristo, y se manifiesta a sí misma como autorrealización del Cuerpo de Cristo.

La Iglesia es un cuerpo vivo, y la vida supone estar cambiando continuamente para mejorar, aunque permaneciendo el mismo sujeto. La liturgia es vida al servicio de la vida.

Con el Misal del Vaticano II, la Iglesia Romana cumple el mandato de Cristo: «Hagan esto en memo-rial de mí» (Lucas 22, 19).

Las novedades no afectan a la estructura básica de la celebración, ni redundan en menoscabo de su esencia o significado.

En la variedad de sus ritos, la Iglesia celebra siempre la única Eucaristía Pascual que Cristo le confió como a Esposa amada y fiel, a fin de que la conserve y repita como memorial de su Muerte y Resurrección, perpetuando en el tiempo hasta su venida gloriosa el Sacrificio de su Cabeza.

La Iglesia considera este modo de celebrar como el más adaptado para ejercer su mediación salvadora. Y nos ofrece el Misal para su celebración.

Lo importante es que la Iglesia participe en la Eucaristía como Cuerpo de Cristo. Con este modo de celebrar, la Iglesia nos brinda la certeza de que el Sacramento de la unidad realmente la expresa y la realiza.

DATOS EXTERNOS

El “Misal 2000” es un libro muy grande, elegante, y finamente encuadernado.

Tiene 1320 páginas impresas, con cantos dorados. Tiene pastas gruesas, de fondo en color rojo, con un pantocrator estilizado en oro en la portada.

Está impreso en papel biblia, fino pero no muy delgado. Pone una página amarilla más gruesa separando cada sección, y presenta así también las ilustraciones, que muchas veces coinciden.

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Mide 32 x 22 cm., y pesa 4 kilos 170 gramos, por lo que el ministro del libro deberá tener experiencia para portarlo.

Tiene ilustraciones color sepia. Son en general, originales copias estilizadas, en un estilo africano, de los principales iconos orientales de las fiestas.

Procuró que cada formulario de Misa ocupe una página, como nosotros ya teníamos en nuestros misales de México desde la primera edición.

Intercala los tonos gregorianos de los Prefacios, saludos, o partes propias, en el formulario de una fiesta. Los domingos indica que puede usarse la bendición solemne.

Mejoró los subtítulos de las diversas secciones, con mayor claridad de esquemas, como puede notarse en el índice.

Derechos reservados a la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica en Ciudad del Vaticano. Venta: Librería Editrice Vaticana del mismo lugar.

ES LA TERCERA EDICION

Ya se sentía la necesidad de una tercera edición del Misal renovado.

Han pasado 35 años desde que iniciamos a celebrar la Eucaristía con este rito renovado. Era preciso recoger sus experiencias.

Han avanzado mucho los estudios especializados sobre la Eucaristía y su celebración.

La publicación de otros libros litúrgicos ha permitido ir precisando algunos puntos que antes no estaban suficientemente claros.

Los intentos de adaptación a las culturas y los viajes papales han permitido una práctica más universal y sedimentada de la Misa.

Por eso, en 1994, dos asambleas generales de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos decidieron una nueva edición e iniciaron sus trabajos.

Así, desde el mismo título dice que es el Misal promulgado por Pablo VI. E inicia, al reverso de la primera ilustración (icono de la Cena del Señor estilizado), con las siguientes indicaciones: “Edición típica 1970. Reimpresión enmendada 1971. Edición típica segunda 1975. Edición típica tercera 2002 “.

Como dice el Decreto: entrado el tercer milenio de la Encarnación del Señor, de acuerdo a los documentos de la Santa Sede, sobre todo el Código de Derecho Canónico, y las enmiendas y correcciones que se han establecido ante las necesidades, se preparó esta edición.

Cuando el 7 de marzo de 1965 se publicó el nuevo Rito de la Misa, ya le precedía una larga historia de preparación.

La edición del Misal fue el cambio más notable de la reforma del Concilio Vaticano II.

Era el resultado de una revisión a fondo del Misal editado 400 años antes por el Papa San Pío V (1570). Dicho Misal había determinado la celebración de la Eucaristía y la piedad litúrgica de los fieles y sacerdotes.

La primera edición del Misal renovado por el Concilio Vaticano II salió en 1969, obligatoria a partir del 30 de noviembre de 1970.

Se hizo una reimpresión en 1971, con algunas modificaciones y correcciones, surgidas de la puesta en marcha del Misal.

La experiencia que fue dando su práctica con el tiempo, y la publicación del Directorio para Misas con niños, originaron una segunda edición típica en 1975.

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Es la que tenemos ahora. Sólo que en los países de lengua castellana usamos una versión unificada desde el 3 de diciembre de 1989.

De hecho, muchas de las cosas nuevas que presenta el Misal 2000 ya las teníamos nosotros en nuestro Misal unificado en castellano.

Con todo, el Misal es mucho más que una lista de cambios y contenidos. Sólo se puede descubrir su contenido real usándolo en la celebración.

Pide el Decreto que las Conferencias Episcopales, del texto latino, preparen fieles versiones a sus lenguas, mejorando las precedentes.

PRINCIPALES CARACTERISTICAS DEL MISAL DEL VATICANO II

El Misal, desde su primera edición, presenta varios elementos de la inagotable riqueza del supremo Sacramento de la Eucaristía.

El artículo 50 de la Constitución conciliar “Sacrosantum Concilium” pide que aparezca más cla-ramente la naturaleza de cada parte de la Misa, se favorezca la participación activa de los fieles, se renueve el rito, suprimiendo duplicados o añadidos inútiles y restableciendo elementos perdidos, para que la Misa sea el centro del culto y de toda la vida de la Iglesia.

Interpreta la Eucaristía como la Pascua cristiana. Pone de relieve su dimensión comunitaria, ya que la Eucaristía es una acción de toda la Iglesia.

Por eso, la Misa que presenta como modelo es la parroquial, es decir, con participación del pueblo.

Y por eso también restablece la Concelebración como signo de unidad del Sacerdocio, del Sacrificio y de la Iglesia.

a) Participación activa de los fieles.

La forma normal de celebración ya no es la Misa privada, sino aquella en la cual están presentes los fieles, sobre todo la presidida por el obispo, principal manifestación de la Iglesia.

Frente a un Misterio tan grande, los fieles no podrían permanecer pasivos, como mudos espectadores, sino como entusiastas y activos participantes y protagonistas.

La Misa tiene todo un marco celebrativo, para que no parezca un acto devocional.

Resalta su carácter comunitario y la presencia de diversos ministros reales dector, acólito, diácono, sacerdote, cantor). Es una celebración de la Iglesia, diversificada en ministerios.

Para la comprensión del pueblo, se fue ampliando el uso de la lengua popular.

El pueblo participa en cantos, respuestas, procesiones, posturas corporales, y algunos servicios. El silencio es parte de dicha participación.

b) Simplificación.

Aparecen muy claras las cuatro partes de la celebración eucarística: Ritos iniciales; Liturgia de la Palabra; Liturgia eucarística (con tres grandes momentos: presentación de dones; Oración Eucarística, ritos de Comunión); Ritos de conclusión.

Considera la Misa como una única celebración constituida por dos importantes partes que se ordenan una hacia la otra: la liturgia de la Palabra y la liturgia eucarística. La Palabra no es una mera preparación.

Se quitaron las oraciones privadas al pie del altar y a la salida, y muchas de las “apologías”; se simplificó el antes llamado “ofertorio”, se suprimieron oraciones empalmadas y señales de la cruz.

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c) Retorno a la Tradición litúrgica de la Iglesia.

Cada una de las oraciones fue comparada con la fórmula original en las fuentes de la Liturgia clásica romana, para entenderla en su contexto literario, histórico y teológico.

Aparece la Misa como la celebración eclesial del Misterio Pascual de Cristo, más parecida a la Cena del Señor.

Abrió la posibilidad de ofrecer la Comunión bajo las dos especies.

Se reconoce que Cristo está presente en varias formas: la asamblea, su Palabra, el ministro, y la más excelente que es la Presencia Eucarística. Se da primacía al domingo sobre las fiestas.

d) Lectura abundante de la Palabra de Dios.

Puso mayor abundancia de Palabra de Dios. Se lee nuevamente el Antiguo Testamento (antes sólo había Epístola).

Los domingos estableció tres lecturas (del Antiguo Testamento, del Nuevo Testamento, y el Evangelio).

Ubicó la homilía como parte integral de la celebración.

Restableció la oración universal o de los fieles, como aterrizaje de la Palabra.

Se proclaman pasajes selectos de todos los libros sagrados, en lectura semicontínua, en un ciclo de 3 años para los domingos, y de 2 para la primera lectura de entre semana.

La Liturgia de la Palabra se considera parte esencial de la celebración, y no ante-Misa.

e) Creatividad.

El Misal presenta varios textos y formularios para elegir, oraciones alternativas, partes variables, sugiere moniciones, pide que se dé vida a la celebración.

Es en este campo donde se nota el avance de una edición a otra.

Algunos pueblos como Zaire, Japón, Filipinas, India, han intentado adaptar la Misa a su cultura.

DESCRIPCION DEL MISAL 2000

Nos referimos al libro de las oraciones de la Misa. Lo describimos en sus varias partes.

Primera parte: DOCUMENTOS.

Presenta los criterios teológicos, litúrgicos y pastorales para el uso del Misal.

En primer lugar aparecen dos decretos de la Congregación para el Culto Divino publicando el Misal: de 1970 (firmado por Card. Gut y A. Bugnini), y de 1975 (firmado por Card. Knox y Mons. Bugnini). Y el decreto de la Congregación para el Culto Divino y la disciplina de los Sacramentos, de 2000 (firmado por Card. Jorge Medina Estévez y Mons. Francisco Pío Tamburrino).

Sigue la Constitución Apostólica «Missale Romanum» de Pablo VI (3 de abril de 1969).

Luego, el documento central, muy mejorado: la Institución General del Misal Romano («Institutio» 2000). Las modificaciones se señalan en otros trabajos.

Mantiene los 8 capítulos, con los mismos títulos; sólo añadió un nuevo capítulo: “Adaptaciones que competen a los obispos y a las Conferencias Episcopales” a la luz de la Cuarta Instrucción sobre la Implementación de la Constitución de la Sagrada Liturgia (29 de marzo de 1994).

Aumenta el número de párrafos, de 340 a 399. Recoge información sobre las rúbricas, divulgada a través de la Institutio, o descrita en el Ordinario de la Misa, o precisada en documentos posteriores.

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Gran parte de la revisión son aspectos editoriales y estilistas, ayudando así a que la Institutio aparezca con mayor precisión; y también para aclarar o reforzar el sentido de alguna sección particular.

Después, precedidas del Motu Proprio “Mysterii Paschalis” de Pablo VI, vienen las Normas generales para el Año Litúrgico y el Calendario.

Termina con la Tabla del Tiempo, que abarca del 2000 al 2023. Indica en cada año: Letra dominical, ciclo dominical, miércoles de ceniza, Pascua, Ascención, Pentecostés, semana ordinario antes de cuaresma y después de Pentecostés, domingo 1 de adviento.

Segunda parte: PROPIO DEL TIEMPO.

Generalidades:

Ilustra su inicio con un Pantocrator estilizado.

Contiene todas las antífonas (entrada y comunión) oraciones (colecta, sobre las ofrendas y después de la Comunión) para cada día de los tiempos litúrgicos de Adviento y Navidad y de Cuaresma y Pascua.

Con los mismos formularios, pone en una hoja los elementos de cada día (en la segunda edición típica aparecían completos los formularios de los cuatro domingos, y luego una semana, con cuatro oraciones colecta y las otras oraciones comunes) Nuestra edición para México, desde el principio, ha presentado el formulario completo de cada día, para una mejor práctica.

Luego, trae los formularios completos (oraciones y antífonas) de los domingos del Tiempo Ordinario , y las Solemnidades del Señor (Santísima Trinidad, Jesucristo sumo y eterno sacerdote, Cuerpo y Sangre de Cristo, Sagrado Corazón de Jesús).

Tiempo de Adviento:

Formularios desde el 1 Domingo hasta el viernes III; luego, el domingo IV y las ferias del 17 al 24.

Tiempo de Navidad:

Como ilustración presenta un Nacimiento estilizado, tomado del icono al José pensativo.

Las Misas de Navidad se solemnizan con los tonos festivos de gregoriano y sus bendiciones.

Después trae la Misa de la Sagrada Familia.

Siguen los días 29 a 31 de diciembre.

Luego, la solemnidad de María Madre de Dios (con tono solemne de Prefacio y bendición solemne de inicio del año).

Enseguida, el segundo domingo de Navidad.

Epifanía: Representa en la ilustración la adoración de los Magos, el Bautismo de Jesús y las bodas de Caná. La indicación de celebrarla el domingo entre el 2 y el 8 de enero donde no es fiesta de precepto viene en la parte superior. Añade una Misa de Vigilia. En la Misa del día remite al tono del anuncio de fiestas; trae tono de Prefacio, y bendición solemne.

Siguen las ferias de Navidad, con formularios para una semana, igual que en la segunda edición, con oración colecta para antes y después de Epifanía.

Termina la sección con la fiesta del Bautismo del Señor, que trae tono de Prefacio.

Siguen las indicaciones del tiempo durante el año. Ya no tiene las indicaciones sobre las Estaciones.

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Tiempo de Cuaresma:

Tiene unos Prenotandos en cuatro números, de los que ofrezco una reseña:

1. Recomienda las Estaciones cuaresmales en las ciudades. Con el obispo, los domingos, en los santuarios, sepulcros de mártires y lugares de peregrinación. En el lugar de reunión se hace el saludo y la oración (de la Santa Cruz, por el perdón de los pecados, por la Iglesia local, o sobre el pueblo). Luego se hace la procesión, con las Letanías de los santos, añadiendo a los santos locales. Llegando, inciensa, y puede iniciar con la oración colecta.

2. Puede hacerse con Misa, celebración de la Palabra, o Celebración de la Penitencia.

3. Se pone cada día una oración sobre el pueblo para la bendición. Son nuevas estas oraciones.

4. Se prohíbe adornar el altar con flores. Los instrumentos musicales sólo se usan para sostener el canto. Excepto el domingo IV (“Letare”), las solemnidades y fiestas.

En los domingos III, IV y V hace la indicación de la celebración de los Escrutinios para los catecúmenos. En el V la indicación de cubrir cruces e imágenes.

Semana Santa:

Pone como sección especial la semana mayor.

Domingo de Ramos. Desde el principio pone la rúbrica que la procesión e ingreso solemne puede hacerse el sábado por la tarde o el domingo. Trae tono de canto en sus partes propias e invitaciones.

Luego trae los formularios para Lunes, Martes y Miércoles santos.

En la Misa Crismal repite los Prenotandos de la segunda edición, pero enumerándolos del 1 al 4. Y le pone tono de Prefacio.

Triduo Pascual:

Presenta unos Prenotandos en 3 números, de los que ofrezco un resumen:

1. En el Triduo Sacro, la Iglesia celebra solemnemente los más grandes Misterios de nuestra Redención, en los cuales hace memoria de su Señor crucificado, sepultado y resucitado en peculiares celebraciones.

También tiene el sacro ayuno pascual del viernes de la Pasión del Señor donde se celebre, y, según la oportunidad, también el sábado santo, para preparar de ese modo los ánimos al gozo de la Resurrección.

2. Para celebrar los ritos del Triduo Sacro se requiere un numero suficiente de ministros laicos, que han de ser debidamente instruidos sobre lo que deben hacer.

Hay peculiares momentos de canto del pueblo, ministros y sacerdote celebrante. El texto recobra fuerza cuando es cantado.

Los pastores no omitan gestos, sino expliquen el significado a los fieles, para una participación activa y fructuosa.

3. Las celebraciones de semana santa se realicen con ministros y canto en las iglesias catedrales y parroquiales, y en las que son frecuentadas por los fieles. Se realicen en las comunidades pequeñas donde puedan realizarse dignamente.

Misa de la Cena del Señor: Indica que al Gloria suenan las campanas y luego callan, a no ser que el obispo diocesano establezca otra cosa. Música sólo para sostener canto. Para el lavatorio de los pies, el rito y las indicaciones son iguales, sólo añade una antífona. A medias trae la ilustración del

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icono del Lavatorio. Incluye tono de Prefacio, y todo el Canon Romano. Mejora las indicaciones para la Traslación del Sacramento, que se hace sólo donde habrá Oficio el viernes.

Viernes Santo: Reporta el tono de la Oración universal y precisa los ritos de la Comunión.

Tiempo Pascual: Ilustración: el ángel muestra a las mujeres el sudario en el sepulcro vacío.

Vigilia Pascual: Mantiene los mismos Prenotandos y textos que la segunda edición. Sus Prenotandos:

1. Según una tradición muy antigua, es noche de vigilia en honor del Señor (Ex 12,42). Con lámparas encendidas esperan vigilantes el regreso del Señor (Lc 12,35).

2. Tras el lucernario, la Iglesia medita los portentos de la historia de la salvación en la liturgia de la Palabra, celebra el renacimiento de nuevos hijos en la liturgia bautismal, y cuando el día está por llegar participa de la Mesa de Pascua en la liturgia eucarística.

3. La Vigilia se hace durante la noche: ni antes de ponerse el sol ni una vez que amaneció.

4. La Misa de la Vigilia es la de la Resurrección. Se pude comulgar en la Vigilia y durante el domingo.

Pone tono solemne gregoriano para la presentación del Cirio, el Pregón Pascual (forma larga y breve), el aleluya, las letanías, la bendición del agua (bautismal y lustral), la aspersión; no del Prefacio. Trae el texto de la Bendición solemne.

Domingo de Resurrección: con tono de Prefacio. Siguen las Misas de la octava.

Domingo II “o de la divina Misericordia”. Las oraciones son del domingo II, con indicación de “Podemos ir en paz aleluya”.

Luego trae los formularios para las ferias, en dos semanas (oración colecta para cada día; super oblata y postcommunio comunes): semanas II, IV y VI; semanas II, V y VII; y semana. Nuestro Misal para México, desde el principio, trae el formulario para cada día, mucho más práctico.

Ascensión: Como ilustración trae una estilización del icono de la ascensión. Presenta Misa de Vigilia. La Misa del día tiene tono del Prefacio.

Pentecostés: Como ilustración trae la nueva creación. En la Vigilia pone la Bendición solerme. En la Misa del día pone el tono del Prefacio. Y al final, la indicación de que el Cirio Pascual va al bautisterio; y que durante el lunes y martes puede decirse la Misa del Espíritu Santo.

Tiempo durante el año:

En las fiestas del Señor pone el tono solemne del unificado

Centro: ORDINARIO DE LA MISA.

El Ordinario de la Misa es el rito de la celebración eucarística, con sus fórmulas invariables.

Primero aparece el rito de la Misa con pueblo, que es la forma típica de celebración Las precisaciones rituales habrá que buscarlas sobre todo en la Institutio. Pone los tonos para el canto del Ordinario. Las indicaciones rubrícales están más precisas; sobre todo para cuando es solemne, o preside el obispo.

Aunque pone invitación al acto penitencial en cada una de las tres formas, la invitación es la misma. No presenta los textos alternativos de la tercera forma.

Precisa las indicaciones antes del Evangelio.

Al Credo de los Concilios de Nicea y Constantinopla añade el Símbolo bautismal de Roma conocido como “de los Apóstoles”, con la indicación de que conviene hacerlo sobre todo en tiempo de Cuaresma y Pascua. Pone los tonos IV y V.

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Precisa las indicaciones de la incensación de las ofrendas: “según la oportunidad, incensa las ofrendas, la cruz y el altar. Enseguida el diácono u otro ministro inciensa al sacerdote y al pueblo”.

La Oración Eucarística inicia con el diálogo del Prefacio, al cual le pone diferentes tonos gregorianos, según el tiempo litúrgico. Y pone todo del Sanctus.

Trae menos Prefacios que la segunda edición, pues el de San José y los ángeles los coloca en sus respectivas Misas. Añade un Prefacio de mártires.

En el inicio de cada una de las cuatro Oraciones Eucarísticas pone el diálogo del Prefacio, la indicación de selección del Prefacio si no tiene o admite otro, y el Santo. Los embolismos no los enumera. No hace ya las indicaciones de que en una concelebración puede decir parte de la Oración Eucarística alguno de los concelebrantes.

Trae tonos gregorianos para el Padre nuestro, su invitación y su embolismo; para la oración por la paz y la invitación a darse la paz; para el Cordero de Dios.

Presenta tonos gregorianos para la bendición final.

Terminado el rito, trae las Bendiciones Solemnes y oraciones sobre el pueblo (reelaboró esta sección, con muchas oraciones nuevas); el tono para cantar toda la anáfora en cada una de las plegarias eucarísticas.

Al final trae el rito de la Misa con solo un ministro, como algo más bien de carácter excepcional. Como Apéndice del Ordinario de la Misa, trae las Anáforas de la Reconciliación, con su introducción (ahí sí se indica la posible participación de concelebrantes), y además la Plegaria Eucarística Suiza con sus cuatro variantes, con el título “Plegaria Eucarística por varias necesidades” (que en el Misa las incluíamos en el Apéndice general). Prefacio.

Siguientes secciones: LOS SANTOS.

Su primera parte: el Propio de los santos. Contiene todos los textos especiales para las fiestas y memorias de santos particulares. No trae la introducción histórico-espiritual a cada fiesta y memoria, que ya teníamos. A cada santo le precisa su condición y tipología de santidad; y en los grupos de mártires indica su lugar de origen. A algunos les indica su tono gregoriano del Prefacio. Completa algunos formularios y pone nuevos. Por ejemplo:

Enero: Completa a Santos Gregorio y Basilio (2); es nueva la fiesta del santísimo Nombre de Jesús (3); completa a santos Timoteo y Tito.

Febrero: Presenta tono para canto en la Presentación del Señor (2); añade el 8 a santa Josefina Bakhita; completa a Santos Cirilo y Metodio (14).

Abril: Añade el 28 a san Luis María Grignion de Montfort.

Mayo: Añade el 13 a Nuestra Señora de Fátima; el 21 a san Cristóbal Magallanes y compañeros mártires (sólo colecta); y el 22 a santa Rita de Casia.

Junio: Pone tonos para San Juan Bautista (24) y San Pedro y San Pablo (29).

Julio: Añade a san Agustín Zhao Rong y compañeros mártires (9), a san Apolinar (20) y a san Sarbelio Makhluf (24).

Agosto: Añade a san Pedro Julián Eymard (2), a santa Teresa Benedicta de la Cruz (9), traslada al 12 a santa Juana Francisca de Chantal (12) y pone a san Maximiliano María Kolbe (14). Trae ilustración del icono estilizado de la Dormición en la Asunción, de la cual presenta Vigilia y Misa del día, con tonos para Prefacio. Tiene ilustración del icono de la muerte de Juan Bautista (29).

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Septiembre: Añade a San Pedro Claver (9), el santo Nombre de María (12), San Andrés Kim Tae-gon, Pablo Chong Hasang y compañeros mártires (21), san Lorenzo Ruiz y compañeros mártires (28).

Octubre: Pone el Prefacio, con su tono, en los santos ángeles (2).

Noviembre: Trae ilustración de todos los santos asomándose detrás de la “déisís”, con su prefacio (1). Trae el formulario para la Dedicación de la Basílica de Letrán (9). Añade a san Andrés Dung-Lac y compañeros mártires (24) y a santa Catarina de Alejandría (25).

Diciembre: Presenta tono de Prefacio para la Inmaculada Concepción (8).

Es completado con el Común de Santos, un fondo de oraciones para los que no tienen formulario completo, en secciones según los tipos de santos.

Mejora mucho la organización de material, con sus títulos y subtítulos. Los enriqueció con antífonas alternativas dentro de los mismos formularios.

En sus Prenotandos mejora la redacción, y quitó los dos últimos números.

Dedicación de iglesias:

Queda igual (en el aniversario, en la misma iglesia o en otra), con tono de Prefacio y su bendición solemne.

Común de Santa María Virgen: Añade la indicación que cuando dice “conmemoración” puede decirse “memoria”.

Tiempo durante el año: Presenta 8 esquemas completos, reelaborando el material anterior, y añadiendo el 5. Tiempo de Adviento: añade una colecta. Tiempo de Navidad: añade una colecta. Tiempo de Pascua: quita la segunda Colecta.

Común de mártires:

Mejora la organización de sus materiales, completándolos con la antigua sección “otras oraciones”, y lo enriquece con muchas antífonas alternativas.

I. Fuera de tiempo Pascual: Por muchos mártires: 5 esquemas completos. Por un mártir: 3 esquemas.

II. En tiempo pascual: Por muchos mártires; por uno.

III. Por los misioneros mártires: añade un esquema para uno solo.

IV. Por una virgen mártir.

V. Por una santa mujer mártir.

Común de Pastores: Ordena los esquemas y les pone nuevas antífonas.

I. Para papas u obispos (dos esquemas, con colecta específica).

II. Para un obispo (2 esquemas).

III. Para pastores: un esquema para varios y dos para uno.

IV. Para fundadores de Iglesias: Un esquema para uno y otro para varios.

V. Para misioneros: 3 esquemas.

Común de doctores de la Iglesia (maestros en la fe): Dos esquemas, igual a la segunda edición.

Común de vírgenes:

I. Por muchas (4 esquemas). II. Por una (3).

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Común de santos y santas:

I Para todos los órdenes de santos: 3 esquemas para muchos, uno para uno solo.

II. Para monjes y religiosos: para un abad, para un monje (nueva), para monjas (nueva), 2 para religiosos.

III. Para quienes ejercieron misericordia (nuevas antífonas).

IV. Para educadores: igual a la edición anterior.

V. Para las santas mujeres.

Quinta parte: MISAS RITUALES.

Se trata de aquellas Misas en las cuales se celebra un sacramento, o uno de los sacramentales mayores (dedicación de iglesias, ritos del catecumenado o de la vida religiosa).

No venían en la segunda edición, pues no se habían publicado los Rituales. Nosotros las teníamos incluidas en la edición unificada.

En las indicaciones señala que se prohíben en los domingos de adviento, cuaresma y pascua, en las solemnidades, en la octava de Pascua, en la conmemoración de los fieles difuntos; y que se rigen por las normas de los Rituales.

I. Iniciación Cristiana. Trae las indicaciones sobre el domingo de cuaresma en que se realizan los ritos del catecumenado, y que en los Escrutinios siempre se lea el Evangelio del domingo correspondiente. Presenta esquema completo para cada escrutinio.

II. Unción de enfermos. No estaba. Sólo trae la indicación que se tome la Misa por enfermos. Y reporta dos bendiciones solemnes.

III. Viático. Añade nuevas antífonas.

IV. Orden Sagrado. Es nuevo, con sus prefacios, embolismos y bendiciones, presentando un formulario cuando se trata de uno solo y otro cuando se trata de varios. Obispo; presbíteros; diácono; diáconos y presbíteros.

V. Matrimonio: Pone más claras las rúbricas. Se toma la Misa del día en las fiestas que aparecen en los cuatro primeros números de la Tabla y los domingos. Mejora los tres esquemas completos de celebración, donde incluye la bendición nupcial, que ya tiene su epíclesis, y muy mejorada la tercera forma. Quita la Misa en los aniversarios.

VI. Bendición de abad y abadesa. Con sus embolismos y bendiciones. Por un abad y por una aba-desa.

VII. Consagración de vírgenes.

VIII. Profesión religiosa. Igual que en la segunda edición. Quita los aniversarios.

IX. Institución de Lectores y acólitos: sólo indica que se toma la Misa por los ministros de la Iglesia; y Misa del día si son los números 1 a 9 de la Tabla.

X. Dedicación de iglesias y altares: con tono de Prefacio.

Sexta parte: MISAS POR DIVERSAS NECESIDADES.

Tiene los formularios para distintas ocasiones. En las ediciones anteriores se dividían en cuatro categorías: por la Iglesia, por las necesidades públicas, en diversas circunstancias públicas, y por necesidades particulares.

Ahora tiene nuevos Prenotandos, indicando cuándo pueden usarse y cómo.

Hace una nueva ordenación de los formularios, más pastoral, sobre todo en el apartado Iglesia.

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Añade algunas Misas por diversas necesidades, por ejemplo: “Para pedir continencia”; una segunda “Por la remisión de los pecados”, y los aniversarios.

En pocos casos sólo tiene oración colecta (por la patria, el presidente, los gobernantes, organismos internacionales, en caso de terremoto, pedir lluvia, calma o en caso de tempestad).

1. Por la Iglesia:

Papa, obispo, sínodo, cónclave, Iglesia universal, Iglesia “particular” (no local), sacerdotes, sacerdote, vocaciones sacerdotales, ministros, laicos, aniversario de matrimonio, familia, religiosos, aniversario de profesión religiosa, vocaciones religiosas, favorecer concordia, reconciliación, unidad de los cristianos, evangelización de los pueblos, Iglesia perseguida, reuniones pastorales.

II. Para circunstancias públicas:

Patria, presidente, gobernantes, organismos internacionales, inicio del año civil, trabajo, siembra, cosecha, progreso, paz y justicia, tiempo de guerra, prófugos, tiempo de hambre, terremoto, lluvia, calma, tempestad.

III. Para diversas circunstancias:

Perdón de pecados, continencia, caridad, familiares y amigos, quienes nos afligen, cautivos, presos, enfermos, moribundos, buena muerte, cualquier necesidad, acción de gracias.

Penúltima parte: MISAS VOTIVAS.

Completa la sección anterior; se trata de las Misas de devoción. Trae unos Prenotandos. Presenta los formularios completos, no sólo el enunciado o la colecta. Trae algunos formularios nuevos.

Santísima Trinidad, misericordia divina, Jesucristo sacerdote, Santa Cruz, Eucaristía, Nombre de Jesús, Preciosa Sangre, Sagrado Corazón, Espíritu Santo (3 esquemas).

Madre de la Iglesia; Nombre de María; reina de los apóstoles.

Santos ángeles; Juan Bautista, San José; apóstoles, Pedro y Pablo; Pedro, Pablo, cualquier apóstol; todos los santos.

Ultima sección: MISAS POR LOS DIFUNTOS.

Ordena el material y lo completa, expresando nuestra comunión con los difuntos en el Cuerpo de Cristo.

I. Niños bautizados.

II. Un niño no bautizado.

III. Misa exequial: 9 esquemas completos.

IV. Aniversarios.

V. Diversas condiciones (cónyuges, parientes, bienhechores).

Presenta unas Exequias más diversificadas según las circunstancias.

APENDICES:

I. Cantos (para oraciones, lecturas, oración universal, bendiciones y anuncio de la Pascua).

II. Aspersión dominical con agua bautismal.

III. Institución de ministros “ad actum”.

IV. Bendición de cáliz y patena.

V. Algunos modelos de oración de los fieles (añade el de semana santa).

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VI. Anáforas de Niños.

Preparación y acción de gracias de la Misa.

Índices (detallados).

¿QUE SIGNIFICA ACEPTAR EL MISAL DE LA IGLESIA?

“Confiamos que este Misal será acogido por los fieles como un medio para testimoniar y afirmar la unidad de todos, y así, en tanta variedad de lenguas, subirá hasta el Padre celestial, por medio de nuestro Sumo Sacerdote Jesucristo, en el Espíritu Santo, más fragante que el incienso, una idéntica y única oración” (Pablo VI, Constitución Apostólica “Missale Romanunm”, 3 abril 1969).

El Concilio optó por la unidad en la diversidad, y no por la uniformidad. Ya decía San Agustín: “En lo necesario, unidad; en lo secundario, libertad; en todo, caridad”

Lo importante es que la Iglesia llegue a ser realmente Cuerpo de Cristo cuando, organizado jerárquicamente como pueblo de Dios, celebra la Cena sacrificial del Señor.

En la liturgia, el sacerdote no actúa en nombre propio, sino en virtud de su Ordenación sacerdotal y de su misión en la Iglesia, recibida por manos del obispo, el cual es vínculo y representante de la Iglesia universal. No celebra “su” liturgia, sino la liturgia de la Iglesia.

Coloca así a la comunidad local en la luz de la entera comunidad de la Iglesia dispersa por todo el mundo, usando las mismas fórmulas y signos. En sus acciones están presentes las acciones de la Iglesia, que son acciones del mismo Cristo. No son acciones privadas, sino celebraciones de la Iglesia, que es el sacramento de la unidad, centrada en la Eucaristía.

Es un derecho y un deber de los fieles acercarse a la Eucaristía como acción eclesial.

Pasar del individualismo y personalismo a sentirse pueblo de Dios, en dependencia y comunión con la Jerarquía, para el servicio de Dios y de los hermanos.

La creatividad para darle vida a la celebración se basa en la obediencia disciplinar, pues se desarrolla dentro de los límites previstos en los libros litúrgicos.

Podemos señalar algunos abusos. Por ejemplo: laicos que realizan funciones de ministros ordenados (como recitar todos las oraciones presidenciales y aun la consagración; decir la homilía; dar la Comunión mientras el sacerdote espera sentado; imponer manos o hacer unciones; etc.).

O bien, la pérdida del sentido de lo sagrado (celebrar fuera de los lugares sagrados sin verdadera necesidad, no usar las vestiduras litúrgicas, no hacer los signos de reverencia y adoración al Santísimo Sacramento, vestir y comportarse deshonestos o irreverentes en la celebración o lugares sagrados, etc).

Un Misal de la Iglesia es para toda la Iglesia el instrumento actualizado para celebrar el Misterio de la presencia de Cristo de forma que asegure el vínculo entre la Iglesia universal y la comunidad local de creyentes.

Hay un rito esencial que permanece en todas las formas de celebrar la Misa: es el mismo rito eucarístico por el cual se inmola sacramentalmente el Sacerdote principal ofreciéndose al Padre. El Sacerdote principal es siempre el mismo: Jesucristo; la Víctima es siempre la misma: Jesucristo; el acto oblativo es el mismo y del mismo Jesucristo.

Santo Tomás de Aquino enseña que si alguien pretende hacer un rito no aprobado por la Iglesia, pone en duda la validez del sacramento, pues no intenta hacer lo que hace la Iglesia, y la intención es esencial (Summa Theologica III question 64 a 8).

Dice el Concilio de Trento: “En la última Cena, la noche en que era entregado, por dejar a su Esposa amada, la Iglesia, un Sacrificio visible, por el que se representara aquél suyo sangriento que

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había de consumarse una sola vez en la Cruz, y su memoria permaneciera hasta el fin de los siglos, y su eficacia saludable se aplicara para remisión de los pecados, ofreció a Dios Padre su Cuerpo y su Sangre bajo las especies de pan y de vino, instituyó Cristo una Pascua nueva, que era El mismo, que había de ser inmolado por la Iglesia por ministerio de los sacerdotes bajo signos visibles, en memoria de su tránsito de este mundo al Padre, cuando nos redimió por el derramamiento de su Sangre” (Sesión XXII, 17 septiembre 1562).

“Todos los fieles están obligados a observar las constituciones y decretos promulgados por la legítima autoridad de la Iglesia... de manera especial las que promulga el Romano Pontífice o el Colegio de los Obispos” (Código de Derecho Canónico, canon 754).

La Iglesia no quiso que los textos litúrgicos antiguos quedaran archivados en las bibliotecas y museos, sino que alimentaran la fe y la piedad de los fieles, y por eso trató de volver a la norma de los Padres de la Iglesia y a la Misa romana en su estado más puro.

El Misal del Vaticano II, en sus diversas ediciones, perfecciona al de Trento. Somos fieles a la Tradición de la Iglesia, no una de 400 años, sino de 2000 años.

HISTORIA DEL MISAL

En la Edad Media se fueron compilando formularios escritos en la Antigüedad cristiana para la Celebración Eucarística, originando así varios libros: Sacramentarios con las oraciones presidenciales, Leccionarios con la selección de Lecturas bíblicas, Gradual con los cantos, y Ordo con la descripción de las ceremonias.

En el siglo VIII, para las misiones, viajes, villas, o Misas de un solo celebrante, se fueron compilando en un solo libro. En el siglo XIII se pusieron de moda esos «Liber Missalis». El más difundido, gracias a los franciscanos, fue el que la Curia Romana elaboró para el Papa Honorio III (1216-1227).

Con el tiempo, por las transcripciones a mano, o la incorporación de usos locales, se fueron introduciendo abusos y errores, y se perdió la línea central de la Eucaristía. Por eso los protestantes en el siglo XVI atacaron la Misa.

El Concilio de Trento (1545-1563) decidió hacer una revisión total y a fondo del Misal y los demás libros litúrgicos de la Iglesia latina. Pero no alcanzó a resolver toda la problemática litúrgica. Así que confió al Papa la revisión y edición del Misal, según las directrices del Concilio de Trento y de acuerdo a la Tradición de los Santos Padres.

La circulación de multitud de misales protestantes en varias lenguas, urgía publicar un Misal oficial. El Papa Pío V publicó en 1570 el «Missale Romanum». No habían tenido oportunidad de revisarlo, pues no contaban con tiempo, ni personal, ni documentación, ni recursos, para semejante empresa. Tomaron una edición de 1474 del Misal de la Curia Romana, y con algunos arreglos lo mandaron a la imprenta.

Fue obligatorio para toda la Iglesia, aboliendo los otros misales existentes, como un signo de la unidad católica tan necesaria. Dondequiera se celebraba de la misma manera, pero no había participación del pueblo.

Más tarde, el estudiar las fuentes litúrgicas antiguas, se conoció la teología eucarística de los Padres de la Iglesia, y se desarrolló la Liturgia como ciencia. Entonces sí era posible una revisión y renovación del Misal Romano.

Durante el mismo desarrollo del Concilio Vaticano II, ya estaban trabajando 7 grupos del «Consilium» en la revisión del Misal Romano.

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Tras 7 reuniones generales, y la experimentación en varios lugares, se presentó a discusión el esquema de la Misa normativa, del 5 al 19 de septiembre de 1965. Presentaban tres variantes del Canon Romano.

Después de un año de consultas, el Papa envió el proyecto a las Conferencias Episcopales para el Sínodo de 1967. El 21 de octubre se discutió el esquema y el 25 se experimentó el rito; el Papa no pudo estar por razones de salud. Los Padres sinodales se mostraron muy negativos. El Papa pidió un sondeo sobre las tres nuevas Oraciones Eucarísticas, la modificación del texto de la Consagra-ción, y la introducción del Símbolo de los Apóstoles, que se hizo el 25 y 26 de octubre. Al final, la votación salió favorable a seguir los trabajos: 71 padres a favor, 43 en contra, y 62 con interesantes observaciones.

En presencia del Papa se celebró el nuevo rito del 11 al 13 de enero de 1968, y cada celebración fue seguida por una retroalimentación de hasta una hora y media. Por escrito el Papa envió después sus observaciones. También se pidió a cuatro laicos que lo hicieran.

Los resultados del análisis de sus propuestas se entregaron a Pablo VI el 10 de mayo. En julio, consultó a 14 cardenales; sólo 7 respondieron, con observaciones positivas. En su veraneo de Castelgandolfo, estuvo analizando cuidadosamente todos los textos de los documentos y el ordinario de la Misa, haciendo sus observaciones al margen en rojo y azul. Entregó el texto el 22 de septiembre.

La redacción crítica que incorporaba sus observaciones se devolvió al Papa, quien dio su aprobación el 2 de noviembre, publicándose hasta el 17 de enero de 1969. Pablo VI quería que todo el Misal estuviera listo para la Pascua. Pero la presentación pudo hacerse hasta el 2 de mayo, y sería obligatorio a partir del 30 de noviembre. Mas varias controversias lo retrasarían.

El Rito de la Misa (“Ordo Missae”) y su Documentación introductoria (“Institutio”), promulgados el 3 de abril de 1969, provocaron oposición de varios grupos conservadores.

El 25 de septiembre de 1969, los cardenales Alfredo Ottaviani y Antonio Baci enviaron al Papa Pablo VI un “Examen Crítico del nuevo Rito de la Misa”, supuestamente a nombre de un grupo selecto de teólogos, liturgistas y pastores de almas. El 30 de octubre lo publicó Il Messaggero. Decían que la nueva Misa negaba el Sacrificio de la Cruz y la presencia real de Cristo en la Euca-ristía, así como el sacerdocio jerárquico; que tenía ideas protestantes y modernistas, que rechazaba el Concilio de Trento, y hasta que era inválida la Consagración.

El Papa personalmente encargó un examen detallado a la Congregación para la Doctrina de la Fe el 22 de octubre. El Card. Seper le entregó las conclusiones el 2 de noviembre: «contiene muchas afirmaciones superficiales, exageradas, apasionadas y falsas». Se añadió un Proemio de 15 números, y se retocó el número 7.

Pero el amarillismo periodístico dio amplios espacios a los tradicionalistas. En la primera peregrinación tradicionalista, del 28 al 29 de junio de 1970, abiertamente declararon el nuevo Misal como herético, equívoco, protestante, y hasta diabólico. Decían que el Papa no había aprobado el Misal, sino se lo había impuesto un grupito de modernistas; que el Misal tridentino no podría ser jamás cambiado por nadie; que el Papa sólo lo proponía como optativo, ya que él mismo celebraba en privado con el antiguo; etc.

El 11 de marzo de 1970, de su puño y letra, el Papa escribió la aprobación. Como regalo a los 278 sacerdotes que ordenó el 17 de mayo les entregó un ejemplar del Misal. Y entró en vigor el primer domingo de Adviento. Pero la controversia se avivó. Algunos grupos acusaron públicamente a Pablo VI de herejía, cisma y apostasía, ligándolo a la masonería y al comunismo, y declararon la Sede Apostólica Vacante. El abad de Nantes, con una delegación de 60 franceses, entregaron al Papa el volumen de acusación en abril de 1973, entre sonadas conferencias de prensa y manifestaciones públicas.

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El diálogo no fue posible por la intransigencia y fanatismo de algunos grupos. Siempre se trató de dar una respuesta por escrito. La Congregación reafirmó la obligatoriedad del nuevo Misal el 17 de octubre de 1973 al Secretario de Estado. Pero a la vez iniciaban una revisión de acuerdos: cada obispo decidiría, de acuerdo a las circunstancias de su diócesis, sobre la introducción de la lengua popular; y jamás podrán permitir que se use el misal anterior en Misas con el pueblo por ningún motivo.

De esta revisión se originaría la segunda edición típica, que fue publicada el 27 de marzo de 1975, que es la que estábamos usando hasta ahora.

EL MISAL, LIBRO DE ESPIRITUALIDAD

El Misal es un libro de iniciación a la vida espiritual. Y es mejor que otros libros como la “Imitación de Cristo“, “Camino” u otros; éstos reflejan una corriente particular de espiritualidad en la Iglesia, mientras que el Misal expresa lo que la Iglesia ha creído, celebrado y vivido cuando realiza la Eucaristía, corazón de la vida, encuentro íntimo entre Dios y el hombre, fuente de la espiritualidad de la Iglesia.

a) El Misal es un libro de iniciación en la fe.

Es una confesión orante del depósito de fe de la Iglesia. Contiene una teología de rodillas, un testimonio de lo que la Iglesia ha profesado y experimentado al celebrar su fe.

Es una catequesis en acción, donde los Misterios de la Salvación no sólo se traen a la mente, sino que se hacen objetivamente presentes para que participemos de su fuerza salvadora.

En sus textos y fiestas hallamos los contenidos de fe que las otras disciplinas teológicas estudian.

b) El Misal, una iniciación en la oración cristiana.

Nosotros no sabemos cómo orar (Romanos 8, 26). La Iglesia, orando, se ha dejado enseñar; y nos transmite su método de aprendizaje.

Ayuda a superar el individualismo, porque es oración comunitaria y eclesial. Permite al cristiano hacer propio lo que Cristo ora en su Iglesia.

No es una oración dirigida a cualquier forma de concebir a Dios, sino al verdadero Dios revelado en Cristo. Continuamos la oración de Jesús, que culminó en la Cruz, por todas las necesidades de la Iglesia y del mundo, en la cual prevalece la alabanza y acción de gracias.

Aprendemos a dirigir nuestra oración al Padre, por la única mediación de Jesucristo, en la unidad eclesial del Espíritu Santo y bajo su fuerza, acompañados de los santos, nuestros modelos e intercesores, y también en comunión con la Iglesia purgante.

La oración individual se hace más intensa, cuando se prepara con momentos de silencio para que el Espíritu Santo haga que la oración de Cristo y de la Iglesia sea hecha propia de cada cristiano.

c) El Misal es un libro de iniciación bíblica.

En toda celebración hay lecturas bíblicas. La Palabra se escucha, y se responde en oración, sobre todo en el Salmo responsorial y en el Padre nuestro.

En la liturgia, la Iglesia lee la Biblia, actualiza su contexto, ora con la Biblia, venera la Palabra, realiza un evento más de ella en el sacramento, y vive de la Palabra.

Las antífonas y oraciones se inspiran en la Biblia. El punto culminante de la celebración eucarística es la narración de la Institución de la Eucaristía.

A lo largo del año litúrgico se leen todos los. libros de la Biblia, al menos en sus pasajes más significativos. Del Antiguo Testamento al Nuevo Testamento, pasando por el Evangelio, anunciamos y actualizamos la historia de la salvación.

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Cristo se hace presente en su Palabra proclamada por la Iglesia en la celebración.

d) El Misal, libro de iniciación litúrgica y sacramental.

El Misterio Pascual de Cristo, celebrado en al año litúrgico y los sacramentos, se nos presenta a través de ritos y oraciones, que están en el misal.

Aprendemos a vivir la vida como alabanza, ofrenda, compromiso, en la centralidad de la Eucaristía.

Es como una introducción vital, una iniciación progresiva, un proceso formativo gradual, en el Misterio de Cristo y de la Iglesia, que los antiguos llamaban “mistagogia”.

CONCLUSION

El Concilio no pretendía sólo cambiar los ritos y textos, sino más bien promover una educación de los fieles y una acción pastoral donde la Liturgia sea la cumbre y la fuente.

El movimiento litúrgico pretendía superar la profunda zanja abierta entre la enigmática sacralidad del presbiterio y la indiferencia de la nave.

Cambiar la forma de celebrar la Eucaristía puede convertirse en un nuevo ritualismo, si no se comprende el valor pastoral, ni la verdadera motivación, ni su aplicación en la vida concreta.

No es una imposición de un grupo de liturgistas desde el escritorio, sino la expresa voluntad de la Iglesia que quiere así reencontrarse y reconstituirse, volviendo a sus fuentes.

Con la fe, la celebración y la coherente práctica religiosa, entra en juego el sentido de pertenencia a una comunidad.

La modernidad ha desterrado muchas formas sociales por las que el individuo se sentía miembro del todo y vinculado a un comportamiento tradicional. La asamblea litúrgica es el lugar privilegiado para la educación en el sentido de Iglesia: conciencia de una dependencia común o solidaridad, y participación activa de cada uno.

En la Eucaristía, la Iglesia local se hace un acontecimiento. La Eucaristía existe porque existe la Iglesia, y la Iglesia existe porque existe la Eucaristía.

Las meta no es celebrar Misas de ocasión, sino hacer de la participación en la Eucaristía el más vivo signo de expresión de los lazos de fe y caridad que unen a los católicos.

“La celebración de la Misa, como acción de Cristo y del pueblo de Dios, ordenado jerárquicamente, es el centro de toda la vida cristiana para la Iglesia universal y local, y para los fieles individualmente, ya que en ella se culmina la acción con que Dios santifica en Cristo al mundo, y el culto que los hombres tributan al Padre, adorándolo por medio de Cristo, Hijo de Dios. Además, se recuerdan de tal modo en ella, a lo largo del año, los misterios de la Redención, que, en cierto modo, éstos se nos hacen presentes. Todas las demás acciones sagradas y cualesquiera obras de la vida cristiana, se relacionan con ésta, proceden de ella y a ella se ordenan” (16).

El texto latino, estático, es el punto obligado de referencia y verificación de sus contenidos a la luz de la tradición litúrgica de la Iglesia.

La Misa es la celebración de la comunidad eclesial; el sujeto de la celebración es toda la asamblea; es el sacramento de la unidad.

El Resucitado se hace presente congregando en su Cuerpo a todos los bautizados y asociándolos a su obra salvadora a través de los signos de la asamblea, del ministro, de la Palabra y del pan y vino eucarísticos.

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La Eucaristía hace a la Iglesia y la Iglesia hace la Eucaristía. Pero sólo se comprende el Misterio de Cristo y de la Iglesia en un clima de oración, día con día, cuando armonicemos nuestra vida al ritmo de la Misa. Para esa asimilación no basta toda la vida.

El resto quedará para el Reino de Dios, donde celebraremos sin Misal y sin Biblia; donde las muchas palabras cederán el paso a la contemplación de la única Palabra viva.

Por P. Francisco Escobar Mireles

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EL ESPÍRITU DE LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA

EN LA INSTRUCCIÓN GENERAL DEL MISAL ROMANO

PBRO . HUGO E. PÉREZ CASTRO

Introducción

Espíritu es en Aristóteles la fuerza que da forma.. Así intentaremos ver esa fuerza, esa estructura invisible, presente que mueve y hace posible en la celebración Eucarística, su eficacia sacramental, su dinamismo, su fuerza interna espiritual, su atracción.

La Eucaristía es el gran don del Padre en Jesucristo por el Espíritu Santo y hablar del Espíritu de la Eucaristía es inagotable, únicamente presentaremos el preámbulo para poder penetrar más profundamente en las próximas ponencias en este gran don. Mi propuesta es ver en primer lugar el espíritu de la celebración Eucarística en los orígenes, dándonos una especie de muestra del Espíritu de la celebración Eucarística en la historia de la celebración para entrar en lo que ha significado el espíritu de la celebración Eucarística en el concilio, pues la tercera edición del misal romano sigue viviendo de ese mismo espíritu que le imprimió el concilio. Posteriormente en un segundo punto vemos el espíritu de los cambios. Ahí vemos que los cambios que se dan en la celebración a partir de la tercera edición del misal romano tienen su fundamento en lo que se pensó en el movimiento litúrgico, en la reforma litúrgica y en la renovación litúrgica. Perteneciendo los cambios actuales a la renovación litúrgica y por último en un tercer punto presento el Espíritu de la tercera edición típica del misal romano desde el Espíritu de la liturgia y por tanto de la celebración Eucarística en los principios orientativos y operativos de la liturgia, que son los mismos principios que le dieron nueva forma a la Celebración Eucarística de Vaticano II, personalmente no veo algo nuevo bajo el sol, solamente veo un desarrollo a partir de la esencia que tenemos en la institución realizada por Jesucristo, en la tradición de la Iglesia y en el aporte del magisterio de Vaticano II, repito el Espíritu es muy amplio, pero espero que este sencillo aporte sirva para entender más a profundidad los fundamentos presentes en la nueva edición del misal romano y los cambios.

I. El Espíritu de la celebración Eucarística

El misterio eucarístico es, sin duda, el centro de la liturgia sagrada, y más aún, de la vida cristiana (Eucharisticum misterium)

Lo primero que sabemos de la Eucaristía en el NT es que la comunidad cristiana se reunía, sobretodo los domingos, para celebrar la fracción del pan en obediencia al mandato de Cristo: “hagan esto en memoria mía”, poco a poco el rito fue evolucionando, desde el NT se nota esta evolución.

En su primera carta a los Corintios, San Pablo, hacia el año 55, habla del “pan que partimos” y “del cáliz de bendición que bendecimos”. Él afirma que son comunión con el cuerpo y la sangre de Cristo. En el C. 11 vuelve a hablar de esta celebración llamándola la cena del Señor. Lo hace porque algunos grupos de los Corintios la entendían mal y él los conecta con la última cena de Jesús y su mandato de celebrarla como memorial suyo.

En Lucas en los hechos la Eucaristía forma parte especial de la vida comunitaria. En He 20 presenta una de estas reuniones comunitarias en Troade. Esta Eucaristía está relacionada quizás intencionadamente con la resurrección del joven. En (Lc 24,13-35) tiene como centro la fe de la comunidad al entender que el Mesías tenía que padecer, morir y resucitar para entrar en la gloria.

En resumen podemos afirmar que:

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\ La Eucaristía se celebra en relación con la vida eclesial. La Eucaristía construye la Iglesia. Se celebra en el primer día de la semana.

\ Se celebra con sencillez y alegría, en un clima de alabanza a Dios. El rasgo que más se destaca es la alegría, la alegría cúltica religiosa, de alguien que se siente agradecido con Dios y le alaba por la salvación que ha realizado.

\ Esta muy clara la dimensión escatológica, se celebra la eucaristía esperando el retorno del Señor.

\ La idea central es la presencia del Señor Resucitado, por ejemplo según Wanke, Lucas no subrayaría tanto la espera escatológica, ni tampoco el recuerdo memorial de la muerte de Cristo: sino su presencia viva hoy. El hecho Eucarístico, ligado al señor glorioso como Kirios, Salvador, Consolador, dador de vida, que sale al encuentro de los suyos y lo hace de modo privilegiado en la comida Eucarística como el que une, el que llena de alegría, el que salva y da la vida y llena de consuelo.

La Eucaristía como comida

La comunidad cristiana celebró la Eucaristía, en el marco de la comida. En diferentes religiones la comida tiene sentido sagrado. También existía el refrigerio. Comida para entrar en comunión con los difuntos. En el entender la Eucaristía como comida no quiere decir que sea una herencia de las otras religiones, sino que responde al sentido universal del hecho de comer en común. Para los Judíos la comida tenía sentido sagrado, además de la pascua tenían otras comidas sagradas, como la comida del inicio del sábado precedida del Qiddush o santificación, las comidas de fraternidad, las comidas festivas de la familia, las comidas sacrificiales en las que los comensales participan de lo que han ofrecido a Dios (sacrificios de comunión. Jesús mismo siempre aparece en comidas, en este sentido de comunión. La comida con Lázaro, con Mateo, con Zaqueo. Jesús no quiere excluir a nadie de la salvación y de la comunión con Dios. Multiplica panes, convierte agua en vino. Está realizando con acciones simbólicas el perdón y el amor de Dios. Cuando anuncia el reino lo hace preferentemente en clave de comida: las parábolas del hijo pródigo y del banquete del reino. Ser admitidos a comer con Jesús es todo un símbolo antes y después de la resurrección, de comunión y participación, de los bienes mesiánicos, de reconciliación, de unión con Jesús.

Dentro de las culturas la comida es fuente de vida, fuente de unidad comunitaria, la comida relaciona con Dios y la comida tiene sentido escatológico.

En cuanto a la eucaristía es muy fuerte el sentido de memorial que le imprime Jesús.

La Eucaristía se ha desarrollado en el tiempo no sin que haya tenido sus momentos críticos, en los que no había fundamento teológico y se explicaba la Eucaristía con razones sentimentales, devocionales o alegóricas. No es el caso de dar el desarrollo histórico de la Eucaristía. Solamente remarcamos los logros que en la actualidad se ven en la práctica en la celebración de la Eucaristía. Que son fruto de la nueva visión del Vaticano II, más adelante veremos el espíritu que le imprimió el Concilio a la liturgia y por tanto a la Eucaristía como expresión privilegiada de la misma.

Frutos del Concilio Vaticano II

\ Se ha recuperado la visión conjunta de los diversos aspectos del sacramento.

\ La Eucaristía aparece más claramente como en los tiempos patrísticos, como memorial de la muerte pascual de Cristo.

\ Se ve más claramente la íntima relación entre sacrificio y sacramento.

\ Los protagonistas del Misterio Eucarístico aparecen con mayor precisión, dándole su lugar no sólo al sacerdote, sino también a la asamblea, participante del sacerdocio de Cristo

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II. El Espíritu de los cambios (Movimiento litúrgico, reforma litúrgica, renovación litúrgica)

Hablar de cambios en la liturgia ahora es bastante común, sin embargo no debemos olvidar que en el rito de la misa anterior a Vaticano II, se había quedado estático, sin cambios ni adaptaciones frente al tiempo. Desde que iniciara el movimiento litúrgico se empezó a pensar en una liturgia que no se quedara nuevamente anquilosada, sino que frente a los cambios generacionales de la humanidad fuera caminando, desde entonces tenemos tres conceptos muy importantes que profundizaremos en este punto y son: el movimiento litúrgico, la reforma litúrgica y la renovación litúrgica.

a) El Movimiento litúrgico

La liturgia como ciencia teológica tiene sus inicios en el movimiento litúrgico. El término movimiento litúrgico lo utiliza por vez primera en unas vísperas A. Schoot en Alemania en 1894.

Como su nombre lo indica es el pensamiento, el fundamento ideológico que lleva a pensar en cambiar la liturgia.

Los antecedentes del movimiento litúrgico los encontramos en el iluminismo. Así como se da el iluminismo en el pensamiento humano, de la misma forma se va a dar en el pensamiento católico y ya en la liturgia se buscaban apoyados en esta doctrina algunos cambios. Sin meternos en más profundidad veremos el sínodo de Pistoia (1794) donde se proponen algunos cambios como: La participación activa de los fieles en el sacrificio eucarístico; la comunión con las hostias consagradas en la misma misa; una menor estima de la misa privada; unicidad del altar; una limitación de la exposición de las reliquias sobre el altar; significado de la oración litúrgica; la necesidad de reforma del breviario; la veracidad e historicidad de las lecturas; la lectura anual de toda la Sagrada Escritura; la lengua nacional paralela a la lengua de los libros litúrgicos; la supresión de muchas novenas y similares formas devocionales, etc. Todas estas aportaciones eran expuestas en un enredo de concepciones dogmáticas y dudas muy discutibles.

La tendencia central de la reforma litúrgica del iluminismo era sobretodo: la tendencia a la simplificación; el carácter comunitario; la comprensión y edificación.

El movimiento litúrgico coronado por el C. Vat. II

Más o menos 50 años estuvo preparando el campo sobre la naturaleza y el significado de la liturgia por medio del movimiento litúrgico para que en el Vaticano II se aceptara esta nueva visión de la liturgia, era muy avanzado al grado de que el esquema relativo a la reforma de la liturgia no sólo fue el primero en ser discutido sino inmediatamente encontró la forma de ser plasmado en una constitución litúrgica, conocida por las palabras iniciales como Sacrosanctum Concilium, esta fue vista por los Padres conciliares según la prospectiva que el Papa Juan XXIII había dado al concilio. Ver la dimensión teológica de la liturgia y las actuaciones prácticas en vistas a su reforma.

Aprobada por el Papa Pablo VI el 4 de diciembre de 1963, la SC puede ser considerada como la corona del edificio que construyó en el tiempo el movimiento litúrgico. Al ver la reforma no sólo debemos ver los cambios como el uso de lengua vernácula, la concelebración, el canto popular etc. Sobretodo debemos ver el fondo teológico de la Constitución.

b) La Reforma litúrgica

Son todos los cambios que se llevaron a cabo como fruto del movimiento litúrgico, decretados por el concilio y llevados a cabo paulatinamente por los mejores peritos del mundo en materia litúrgica, una vez que se hubo decretado la reforma litúrgica. A reforma litúrgica pertenecen por ejemplo el uso de la lengua vulgar, el usar con mayor abundancia la sagrada escritura, el revisar los ritos de los sacramentos con el fin de que fueran acordes al Espíritu de la Sacrosanctum Concilium, el cambio de vestiduras litúrgicas etc.

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El N. 20 de la Constitución sobre liturgia Sacrosanctum Concilium presenta el Espíritu de la reforma:

Para que en la sagrada liturgia el pueblo cristiano obtenga con mayor seguridad gracias abundantes, la santa madre Iglesia desea proveer con mayor solicitud a una reforma general de la misma liturgia. Porque la liturgia consta de una parte que es inmutable, por ser de institución divina, y de otras partes sujetas a cambio, que en el decurso del tiempo pueden y aun deben variar.

Manifiesta que la reforma es para que el pueblo Cristiano obtenga gracias más abundantes. Que la reforma a la que se refiere el concilio es una reforma general, y que la reforma será de las cosas que están sujetas a cambio, las que en el decurso del tiempo pueden y deben variar.

En los números que van del 21 al 25 de la constitución litúrgica presenta las normas para la reforma:

21 La reglamentación de la sagrada liturgia es de la competencia exclusiva de la autoridad eclesiástica; ésta reside en la sede apostólica y, en la medida que determine la ley en el Obispo.

22 En virtud del poder concedido por el derecho, la reglamentación de las cuestiones litúrgicas corresponde también dentro de los límites establecidos, a las competentes asambleas territoriales de Obispos de distintas clases, legítimamente constituidas.

Por lo mismo nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la liturgia.

23 Para conservar la sana tradición y abrir, con todo, el camino a un progreso legítimo, debe preceder una concienzuda investigación teológica, histórica y pastoral acerca de cada una de las partes que se ha de revisar. Téngase en cuenta, además, no sólo las leyes generales de la estructura y mentalidad, litúrgica, sino también la experiencia adquirida con la reforma litúrgica reciente. No se introduzcan innovaciones si no lo exige una utilidad verdadera y cierta de la Iglesia.

24 En la celebración litúrgica, la importancia de la sagrada escritura es sumamente grande. Pues de ella se toman las lecturas que luego se explican en la homilía, y los salmos que se cantan, las preces, oraciones e himnos litúrgicos están penetrados de su espíritu y de ella reciben su significado las acciones y los signos...

25 Revísense cuanto antes los libros litúrgicos, valiéndose de peritos y consultando a Obispos de diversas regiones del mundo

La reforma litúrgica fue decretada por el Concilio, planeada por los mejores peritos del mundo en diferentes ciencias teológicas y humanas y realizada por la Iglesia. Pertenecen a la reforma cambios como: lengua vernácula, altar frente al pueblo, vestiduras litúrgicas más sobrias, modificación de los rituales, canto litúrgico etc.1

c) La Renovación litúrgica

Después de la reforma litúrgica tenemos la renovación litúrgica, a la renovación litúrgica pertenecen todos los cambios hechos en materia litúrgica después de la reforma, pues desde el movimiento litúrgico se pensó que la liturgia se fuera adaptando a la mentalidad de las generaciones que caminan en su tiempo. Según vaya habiendo un cambio generacional se debe ir renovando la liturgia. En tiempos del Concilio se pensaba que un cambio generacional se daba

1 Un libro que ayuda a comprender a fondo la reforma litúrgica en todos sus pasos es el escrito por el mismo secretario encargado de la reforma litúrgica: BUGNINI di Annibale: La riforma liturgica (1948-1975), Edizione liturgiche, Roma 1983.

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cada 50 años, hace unos 15 años se hablaba de 10 años y en la actualidad hay que pensar en cada 5 años. De manera que la renovación de la liturgia debe ser más frecuente.

De esta forma entendemos el por qué de una nueva edición del misal romano, buscando ser fiel al tiempo actual, para que en torno a la Eucaristía, los hombres de este tiempo se sigan nutriendo de Dios.

III. Principios orientativos y operativos en el Espíritu de la liturgia de Vaticano II y de la Eucaristía

Ejercicio del sacerdocio de Cristo

La liturgia es teología hecha oración y a través de los signos viene significada y realizada la santificación del hombre por medio del cuerpo místico de Cristo, cabeza y miembros presentan el entero culto público. Esto de una manera especial se hace presente en el rito de la misa y en los demás sacramentos.

La celebración Eucarística tiene como centro a Cristo, el cual con su muerte y resurrección, pasando de este mundo al Padre, ha sido constituido en señor, dador de la vida. Es la pascua de Cristo, que celebrada en el sacramento de la Iglesia, se convierte en misterio de culto, cuya celebración se continúa en el tiempo y hace presente su victoria y su triunfo sobre la muerte, de esta forma a través de la misa se rinde culto al Padre por medio del sacerdocio de Cristo y de esta forma se construye la Iglesia.

La constitución sobre liturgia en el N. 7 expresa:

Para realizar esta obra tan grande Cristo está siempre presente en su Iglesia. Está presente en el sacrificio de la misa, sea en la persona del ministro, sea bajo las especies eucarísticas. Está presente en los sacramentos de manera que cuando alguien bautiza es Cristo quien bautiza, está presente en su palabra, pues cuando se proclama la escritura en la Iglesia es El quien habla, está presente, por último cuando la Iglesia suplica y canta salmos.

Realmente es una obra muy grande por la que Dios es glorificado y los hombres santificados, Cristo asocia consigo a su amadísima esposa la Iglesia, que invoca a su Señor y por El tributa culto al Padre eterno.

Con razón, se considera la liturgia como el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo, así el cuerpo místico de Jesucristo es decir la cabeza y los miembros, ejerce el culto público íntegro.

Este es un principio orientativo, que debemos tener presente siempre en el rito de la celebración Eucarística, pues a la base del rito eucarístico está el sacerdocio de Cristo mediante el cual Cristo realiza su presencia entre nosotros.

La liturgia cumbre y fuente de la vida de la Iglesia

La Constitución Sacrosanctum Concilium en el número 10 afirma:

“La liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza”

No podemos entender, la nueva edición del misal romano, sino es recordándonos que la liturgia es cumbre y fuente. Al recordar que la liturgia es cumbre y fuente debemos darle mucha importancia. Todavía más importancia a la Eucaristía dominical, pues es la fuente de la que debemos nutrir la vida cristiana, una vez que hemos recibido los sacramentos de iniciación, teniendo como plenitud el sacramento de la Eucaristía. Visto desde esta perspectiva podemos afirmar, que quien no se acerca a participar en la celebración eucarística, no puede ser auténtico cristiano, y no tendrá forma

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de transformar su vida en Cristo a través de la centralidad de la Eucaristía en su vida como parte de la Iglesia.

En torno a la liturgia, principalmente en torno a la Eucaristía deben centrarse y vivirse los trabajos apostólicos de toda la Iglesia y debe seguir siendo la fuente que continúe nutriendo la vida cristiana.

Participación plena, consciente, activa

La Santa Madre Iglesia desea ardientemente que se lleve a todos los fieles a aquella participación plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas... Es necesario se provea antes que nada a la educación litúrgica del clero. (SC 14)

La necesidad de la renovación litúrgica es para que los fieles sigan teniendo una participación como la señala el Concilio. Y con los avances que se han tenido en estos tiempos. En tiempos del Concilio, cuando se hablaba de participación se entendía como participación celebrativa, actualmente la participación se entiende como un entrar profundamente en el misterio de Dios por medio de la liturgia, para esto son necesarios los tres momentos de la liturgia. El antes mediante la catequesis, el en, durante la celebración como lo expresa el concilio y el después celebrativo. Ahora que iniciamos con la tercera edición del misal, necesitamos cuidar estos tres momentos. Presentar a nuestros presbiterios y a los fieles en general el nuevo misal, no solamente los cambios, sino una catequesis profunda sobre la celebración Eucarística a partir del nuevo misal, para que se asimile y se celebre de una manera más profunda, de manera que comprendiendo la celebración teniendo como fondo la tercera edición del misal participen en la celebración plena consciente y activamente, así después de la celebración, vivirán la Eucaristía.

Manifestación de la Iglesia

Esta es una idea litúrgica que hay que seguir reforzando. Cuando La Iglesia se reúne para celebrar la liturgia, cuando celebra la Eucaristía se tiene la mayor manifestación de la Iglesia. Por esto siempre se ha de preferir una celebración comunitaria, con asistencia y participación activa de los fieles, hay que preferirla en cuanto sea posible a una celebración individual y casi privada. Esta es la fundamentación teológica de la celebración eclesial, fue un giro total que dio el Concilio, cuando la costumbre era que la celebración eucarística y demás celebraciones litúrgicas eran exclusivamente del clero y los fieles casi no contaban.

En este tiempo aunque se ha avanzado, falta mucho por hacer y hay que recordar la trascendencia de este principio, aprovechando que el Papa nos ha recordado nuevamente que por medio de la Eucaristía se construye la Iglesia.

Sustancial unidad no rígida uniformidad

La Iglesia no pretende imponer una rígida uniformidad en aquello que no afecta a la fe o al bien de la comunidad, ni siquiera en la liturgia; por el contrario, respeta y promueve el genio y las cualidades peculiares de las distintas razas y pueblos. Estudia con simpatía y, si puede, conserva íntegro lo que en las costumbres de los pueblos encuentra que no esté indisolublemente vinculado a supersticiones y errores, y aun a veces los acepta en la misma liturgia, con tal que se pueda armonizar con el verdadero y auténtico espíritu litúrgico. (SC 38)

Al revisar los libros litúrgicos, salvada la unidad sustancial del rito romano, se admitirán variaciones y adaptaciones legítimas a los diversos grupos, regiones, pueblos, especialmente en las misiones, y se tendrá esto en cuenta oportunamente al establecer la estructura de los ritos y las rúbricas. (SC 38)

Corresponderá a la competente autoridad eclesiástica territorial, de la que se habla en el artículo 22 & 2, determinar estas adaptaciones dentro de los límites establecidos en

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las ediciones típicas de los libros litúrgicos, sobretodo en lo tocante a la administración de los sacramentos, a los sacramentales, procesiones, lengua litúrgica, música y arte sagrados, siempre con las normas fundamentales contenidas en esta constitución. (SC 39)

En el anterior rito, nada se podía cambiar. En el rito actual se va a hacer presente esta idea sustancial unidad no rígida uniformidad. En Trento se cuidaba hasta el más mínimo detalle de manera que la misa fuera igual en todas partes. Ahora vamos a encontrar nuevamente las adaptaciones que competen a las conferencias episcopales, las adaptaciones que competen al Obispo y las adaptaciones que competen al celebrante. Además después de caminar un poco sigue adelante el camino de la inculturación que la tercera edición del misal toma en cuenta con renovada apertura.

Nos conectamos con toda la tradición de la Iglesia, ya que encontramos muchas oraciones antiguas que pertenecen a diferentes épocas. Celebrar la misa es seguir repitiendo en el tiempo el gesto de Cristo hasta que vuelva. De manera que se conjuntan los dos principios: Sana tradición y legítimo progreso.

De esta forma tenemos que ver la nueva edición del misal romano, como una iniciativa que busca presentar toda la herencia que hemos recibido de la historia de la misa y a través del legítimo progreso ponerla al día.

Principios operativos

Palabra de Dios

Para que aparezca con mayor claridad la íntima conexión entre Palabra y rito en la liturgia:

En las celebraciones sagradas debe haber lecturas de la sagrada escritura más abundantes, más variadas y más apropiadas...

foméntense las celebraciones sagradas de la palabra de Dios en las vísperas de las fiestas más solemnes, en algunas ferias de adviento y cuaresma y los domingos y días festivos, sobretodo en lugares donde no haya sacerdote, en cuyo caso debe dirigir la celebración un diácono u otro delegado por el Obispo. (Cf. SC 35)

En relación con la Palabra de Dios ha habido grandes avances, nuestros fieles conocen el dinamismo de la palabra, la palabra que se proclama en la misa dominical se asimila a nivel más profundo, sin embargo en algunas partes no se le ha dado la importancia necesaria a la palabra de Dios. Se siguen celebrando la misa con las lecturas, pero sin que estas se entiendan, ni se busque alimentar al pueblo de Dios con la palabra. Muchas veces en la celebración no encontramos el equilibrio entre liturgia de la palabra y liturgia eucarística.

La tercera edición insiste en que hay que respetar las lecturas y el salmo responsorial. No pueden ser substituidos por otros textos por más nobles que sean. (Cf N. 57.

Subraya la importancia del salmo: forma parte de la Palabra de Dios. Es como una lectura más en forma de salmo. Debe ser superada la concepción de que el salmo responsorial es una mera meditación de la Palabra de Dios, o un mero canto de meditación.

Manifiesta también el especto celebrativo de la palabra de Dios. Esta constituye un acto de culto en sí misma, tiene valor en si misma como memorial del misterio pascual de Cristo y renovación de la alianza. Dios habla a su pueblo y el pueblo responde con la fe, la esperanza y la caridad. La celebración de la palabra de Dios no es mera preparación para los sacramentos.

Por último entra en el campo de la proclamación de la palabra. Remarca el proclamar las lecturas o el evangelio. Insiste en que no es una simple lectura sino proclamación, por tanto no es

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conveniente leer en folletos, o mientras se leen las lecturas o seguirlas en folletos, hojitas o misales. Hay que escuchar a Dios que habla.

Catequesis

En tiempos del Concilio se pensaba que la reforma litúrgica no funcionaría sino por medio de la catequesis litúrgica. La necesidad de la catequesis está atestiguada desde la más antigua tradición patrística. Catequesis fundada sobre la Palabra de Dios, sobre los ritos y

las oraciones usados en las celebraciones. Desde la Constitución se señalaba que a los primeros que habría que catequizar deberían ser los sacerdotes, por medio de las comisiones diocesanas, interdiocesanas y nacionales, con hombres expertos en liturgia, música, arte sacro y actividad pastoral (Cf. SC 44-46)

Es necesario para llevar el nuevo misal a la celebración iniciar como lo estamos haciendo, mediante la catequesis sobre la Eucaristía, para abordar lo específico de la nueva instrucción. Sobretodo hay que recomendar a los párrocos que antes de empezar a celebrar en su parroquias con la nueva edición del misal, organicen la catequesis para que el pueblo entienda los cambios en su sentido profundo.

Canto

La tradición musical de la iglesia universal constituye un tesoro de valor inestimable, que sobresale entre las demás expresiones artísticas, principalmente porque el canto sagrado, unido a las palabras, constituye una parte integral de la liturgia solemne...

La música sacra, por consiguiente, será tanto más santa cuanto más íntimamente esté unida a la acción litúrgica, ya sea expresando con mayor delicadeza la oración o fomentando la unanimidad, ya sea enriqueciendo de mayor solemnidad los ritos sagrados. Además la Iglesia aprueba y admite en el culto divino todas las formas de arte auténtico que estén adornadas de las debidas cualidades. (Cf. SC 112)

La tercera edición del misal insiste en que el canto gregoriano ocupe el primer lugar entre las demás expresiones de canto, por ser el canto propio de la liturgia romana, con todo no se excluyen otros géneros de canto (Cf. N. 41)

Es imposible que el pueblo cristiano pueda asimilar el canto gregoriano, sin embargo será conveniente que tenga mayor importancia en los seminarios, las casas de formación, las casas religiosas, los monasterios etc.

En nuestra Iglesia mexicana, gracias a Dios van proliferando las escuelas de música y se va profundizando más en el canto litúrgico.

La acción litúrgica reviste una forma más noble cuando los oficios divinos se celebran solemnemente con canto y en ellos intervienen ministros sagrados y el pueblo participa activamente. (SC 113)

La celebración Eucarística requiere necesariamente del canto. Este da belleza a la oración, favorece la unión de las almas y enriquece la solemnidad de los ritos. No se trata de un agregado exterior, sino de una nota que brota de la naturaleza misma de la celebración. La Eucaristía debe ser siempre una fiesta, una exaltación de Dios, una celebración de la victoria pascual de Cristo. Es inconcebible una real participación sin el canto. La Constitución lo considera como una parte necesaria e integrante de la liturgia solemne (CE SC 112)

Será necesario en relación con la tercera edición del misal, seguir incrementando el canto litúrgico.

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Conclusión

Personalmente he visto en la liturgia un equilibrio entre dos fuerzas, por un lado tenemos la línea litúrgica moviéndose desde el pensamiento, la ciencia teológico litúrgica, el servicio, abriendo caminos, enseñando para el futuro y por otro lado tenemos la línea vaticana, moviéndose más desde el gobierno, recordando muchas veces lo que se ha perdido de la tradición. Desde mi punto de vista el equilibrio de fuerzas es sano, sobretodo es necesario ir al espíritu, pues es lo que da fundamento y sentido a las cosas nuevas y cosas antiguas tan necesarias en el misterio del reino de los cielos.

Pensar en el espíritu de la celebración Eucarística en el nuevo misal romano es ver desde la fe el Paso constante del Espíritu Santo por su Iglesia. Recordando que desde los Orígenes nuestro Señor Jesucristo instituyó para nosotros un sacramento perdurable en el tiempo, que sin embargo tiene que irse adaptando al tiempo, pero el espíritu le da forma, le da vida, hace posible que la Eucaristía siga siendo el sacramento de los sacramentos y siga alimentando al pueblo fiel con el Pan vivo bajado del cielo.

Esperamos que este sencillo trabajo sirva para entender desde la fe la acción de Dios en su Iglesia, pues los hombres de fe creemos que la hoja del árbol no se mueve sin la voluntad de Dios y que el mismo Espíritu nos ayude a asimilar los cambios y a ser instrumentos dóciles en sus manos, para que la Celebración Eucarística se siga viviendo desde la experiencia de ser hombres nuevos.

Pbro Hugo E. Pérez Castro

Diócesis de Puebla.

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OFICIOS Y MINISTERIOS EN LA MISA

ESQUEMA

1.- Introducción: situación actual en relación a la vida de pe y a la vida del Espíritu en el Cristiano.

2.- Objetivo del tema: intentar entusiasmar a los ministros, particularmente a los presbíteros (y Obispos) a vivir y realizar su oficio litúrgico, para que los fieles puedan vivir y PARTICIPAR MEJOR EN LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA.

3.- Prenotandos al tema: Líneas fundamentales de la espiritualidad litúrgica del presbítero:

\ vivir lo que se es. \ vivir lo que se hace \ unificar la propia vida

4.- Partir del decoro y la belleza en la Liturgia. Dios se revela antes que por la Palabra por la belleza, por lo bello.

5.- La belleza de la creación, ennoblecida y santificada por Cristo, se realiza en la acción litúrgica.

6.- En nuestro capítulo en cuestión se nos describe el orden y la armonía del rito a través de las actuaciones sobre todo del que preside la celebración. La belleza se manifiesta en todo el conjunto.

7.- La liturgia es, antes que nada, diálogo con Dios, por tanto, oración. El que preside debe manifestar viviendo que es un verdadero, auténtico orante.

8.- Esto exige en el que preside:

\ despojarse de sí mismo \ preparación remota \ preparación próxima

9.- La importancia de un buen “arranque “; actitudes fundamentales;

\ tomarse el tiempo necesario \ dejarse llevar \ los gestos y el cuerpo \ con toda la Iglesia

10.- Conclusión; “Nos haces dignos de servirte en tu presencia”

Conrado Fernández F.

Cotija, Mich.

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OFICIOS Y MINISTERIO EN LA MISA (SC, N. 92-112)

CONRADO FERNÁNDEZ F.

1.- Una de las consecuencias más lamentables del estilo de vida moderno y postmoderno, marcados por la idolatría del mercado, por el consumismo y la vida “light “, es la pérdida de la vida interior. No falta quienes la consideran algo inútil y superfluo, o simplemente que no vale la pena ponerle atención. Son personas que organizan su vida sólo desde el exterior y la superficie, por lo que se aparenta y se ve. Casi todo lo que hacen tiene como objetivo alimentar su personalidad más externa y superficial. Rara vez ahondan en el interior, ni les gusta penetrar hasta “el fondo”de la persona, es decir, el sentido de su vida, la razón del existir, el por qué y para qué vivir. Todo se agota en el “aquí y ahora “, en lo inmediato, en las apariencias. Caminan por el mundo sin darle o preocuparse mucho por el sentido de la vida.

Van pasando la vida sin percibir a los otros aunque estén en constante relación con ellos; sin relación viva ni consigo mismos ni con los demás, y muchas veces ni con Dios; poco a poco van cayendo en la trivialidad, el empobrecimiento personal. Por otra parte, estando la vida del espíritu tan desprestigiada, al grado de calificarse de evasión cualquier deseo de superar esta mediocridad, se descuida cultivar el mundo interior. Me atrevo a comenzar con este cuadro un tanto decepcionante, para poder avanzar en mi atrevimiento de juzgar que esta situación descrita por desgracia toca también a muchas puertas del medio clerical, hasta juzgar, y no tan, infrecuentemente, que a tales o cuales ministros del altar les falta vida de fe.

2.- Me toca presentar a ustedes el tercer capítulo de la tercera versión de la Ordenación General del Misal Romano 2000; y mi objetivo a perseguir sería poder entusiasmar a los diversos ministros, pero particularmente a mis hermanos presbíteros (y aun obispos) a vivir y realizar su oficio litúrgico en tal forma que sea una positiva ayuda al Pueblo Santo de Dios, al tiempo que nos santificamos con la Obra Redentora de Cristo, presente en toda acción litúrgica. Siendo tan importante y decisiva la actuación litúrgica de los ministros (y en el lenguaje litúrgico son ministros sólo los investidos por el sacramento del Orden), a ellos dirigiré principalmente estas reflexiones.

3.- Tratando de poner cimientos firmes, comienzo por hacer un breve planteamiento de lo que serían las líneas fundantes de una espiritualidad litúrgica propia del presbítero diocesano que preside una asamblea litúrgica, líneas que muy fácilmente pueden ser percibidas por cualquier tipo, no sólo de vida religiosa o de consagración, sino por cualquier tipo de servicio litúrgico; porque estoy convencido de que la espiritualidad litúrgica es la propia de todo bautizado. De ahí y sólo de ahí puede arrancar un ministerio litúrgico vivido y compartido con eficacia.

a) Ante todo, el presbítero debe VIVIR LO QUE ES: su espiritualidad es la vivencia de lo que él es como presbítero: instrumento vivo y signo personal de Cristo ante la asamblea.

b) En segunda, el presbítero debe VIVIR LO QUE HACE, es decir, ser consciente del valor santificante de su ministerio; es lo que se suele llamar “caridad pastoral “.

c) El presbítero, además, debe saber UNIFICAR SU VIDA, uniéndose a Cristo en el conocimiento de la voluntad de Dios en su vida y en su entrega generosa de sí mismo a los hombres sus hermanos.

Es para mí una convicción que sólo desde estas tres raíces de espiritualidad presbiteral podrá el ministro sagrado desempeñar dignamente su servicio de maestro, santificador y pastor.

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4.- Por otra parte, en la liturgia misma quiero acentuar un aspecto que poco solemos manejar y que, sin embargo, es indispensable en la celebración; me refiero al aspecto del decoro y belleza en la liturgia.

“El mundo tiene necesidad de belleza para no caer en la desesperanza”, dijo el Concilio en su documento final a los artistas. Lo bello es armonía, proporción, orden. Lo bello es lo que agrada a la vista (Sto. Tomás), es el esplendor del orden (San Agustín), es el esplendor de la verdad (Platón).

Ahora bien, la belleza es la manifestación de lo divino, de la gloria de Dios. “Dios mío, qué grande eres. Te vistes de belleza y majestad. La luz te envuelve como un manto“. Dice el salmo 103.

Y antes de revelarse con verdades, Dios se reveló mediante la hermosura de su creación Así la primera palabra de la Biblia es: “Hágase la luz”, algo así como decir “Hágase la revelación“, “Hágase la belleza“. Por eso exclamaba enternecido Francisco de Asís: “Tú eres belleza... Tú eres belleza”.

5.- Ahora bien, el hombre, creatura de Dios, formado con polvo del suelo y aliento de vida, es revestido con una túnica de belleza por su mismo Creador. Al crear al ser humano a su imagen y semejanza, Dios, lo creó al estilo de su propia belleza.

“Y vio Dios que todo era bueno“, bello. El mal no pertenece a la condición de creatura; el mal entró en el hombre primeramente por lo espiritual, lo angélico, y luego por su opción libre; y así entró en el ser humano el pecado, y con él el desorden, la desintegración, la fealdad.

Sin embargo, “ningún mal podrá borrar jamás el misterio inicial d el hombre, pues nada existe que pueda aniquilar en el hombre el cuño indeleble de Dios“ (Paul Evdokimov, L’ ORTODOXIE, pág. 92) Por eso el humano aspira siempre a la belleza, a su belleza original, a la belleza de Dios. La nostalgia del hombre es la nostalgia de su paraíso perdido, de su condición y belleza original.

Y Jesús, “imagen de Dios invisible“, “reflejo de su gloria“(2 Cor. 4, 4 -6), “el más bello de los hombres”, “de cuya plenitud todos hemos recibido” (Juan, 16), Jesús “beauté supremme “según la doctora Teresita de Jesús, al rescatamos de nuestra caída no sólo ha expiado nuestros pecados, sino también restableciendo nuestra naturaleza primera. “En Cristo redentor y salvador (nos dice el Catecismo de la Iglesia, n. 1701) la imagen divina alterada en el hombre por el primer pecado, ha sido restaurada en su belleza original y ennoblecida con la gracia de Dios “.

En la liturgia es donde ese Dios—Belleza visita a los hombres y “ejerce la obra de nuestra redención” (SC 2). Es en la celebración litúrgica donde “el hombre más bello de los hombres“ se hace presente, sea en la persona del ministro, sea en el pan y el vino consagrados, sea en los sacramentos, sea en su palabra, en su cuerpo que es la iglesia, cuando ésta suplica y canta salmos (SC 7). Es, pues, en la liturgia donde acontece la sinfonía de la belleza, en la que Dios es perfectamente glorificado y los hombres santificados. La asamblea cristiana, unida por el espíritu, se asocia a Cristo en una unión esposal; y así la esposa engalanada, embellecida , se une a su esposo, “el más bello de los hombres“ para darle gloria al padre Dios, BELLEZA ETERNA, BELLEZA INFINITA.

6.- En base a lo dicho, vamos a afrontar el capítulo III del nuevo Ordo Missae. Ahí se habla de todos los oficios y ministerios que ocurren en la celebración eucarística.

Por principio de cuentas, no perdamos de vista que la acción litúrgica tiene un dinamismo que conlleva un orden armónico. Este orden y armonía se debe manifestar en sus celebrantes: el presbítero u Obispo que preside a la asamblea, y en los demás

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ministros, y obviamente en la misma asamblea. Y esto se manifestará en el ritmo que integra una asociación de ritos y palabras, de aclamaciones, cantos y silencios, de gestos, posturas y acciones. Todos y cada uno de esos elementos entran en el carácter sinfónico de la celebración litúrgica.

Ninguno de cuantos integran esta acción litúrgica actuará para bien propio; ninguno estará buscando una exhibición personal; los ministros no podrán dejar pasivo al pueblo de Dios reunido. El que preside tendrá que entrar en el misterio de hacer PRESENCIA de Cristo, y esforzarse por dejar traducir la belleza del Creador en su palabra, en sus gestos y en todo su ser. Sólo así podrá conducir a los fieles a la experiencia del misterio, celebrado.

Lo apremiante del llamado del Concilio a una participación activa no es para que la gente no se aburra, no es para ocupar al pueblo en algo mientras se celebra la Misa, si no que surge de la imperiosa necesidad de que el Cuerpo entero de Cristo sea el que realice el culto de adoración al Padre.

Se debe vivir en cada celebración a la armonía y la belleza de su Palabra, la bíblica, la mistagógica, la humana, en la sobriedad de las moniciones, breves y sugerentes, sin caer en palabrerías que distraen y distorsionan hasta terriblemente la sinfonía.

La divina armonía debe mostrarse por doquier: en las formas del templo y sus adornos, en los sonidos, en los colores, las luces, los aromas...

Qué hermoso sería que desde el equipo de animación litúrgica hubiera un esfuerzo constante por lograr que la liturgia sea celebrada lo más bellamente posible.

La belleza se manifiesta también en la verdad. ¿cómo no percibir la hermosura que brota de la verdad de una comunidad de hermanos que a una sola voz, brotando desde su corazón, dicen: “Padre nuestro“? En cambio, cuando las palabras surgen de corazones vacíos como simples actos repetitivos, no dirán nada, sólo sonarán, sin lograr hacer verdad, por ejemplo decir “que el mundo entero se llene de alegría“.

7.- Si la acción litúrgica es diálogo de la humanidad por Cristo en el Espíritu con Dios Padre, necesariamente tendrá que ser oración. Esto es una verdad de Perogrullo. La acción litúrgica es esencialmente oración. Y sin más preámbulos partamos de otra verdad de Perogrullo: que el que preside la celebración (al que ya casi no le llaman Presidente en el nuevo Ordo Missae) ES EL ESPEJO DE LA ORACION DEL PUEBLO REUNIDO. Dime cómo ora en la celebración quien la preside y te diré cómo ora la comunidad reunida.

7.- Por eso creo importante señalar ahora lo que discretamente llamaría las cualidades del orante que preside una celebración litúrgica

1).- Ante todo, tengamos en cuenta que presidir cualquier acción litúrgica —sacramentos o sacramentales— es para nosotros, presbíteros, un instante de gracia, un don que nos hace el Señor; pero sobre todo es la mejor manifestación de lo que somos: capaces de hacer presente a Cristo Resucitado en cada momento de la vida, de nuestra vida y de la vida de los que nos han sido confiados. Sólo con esta convicción podremos entrar y hacer de nuestra comunidad una “Iglesia en oración“, como en los Hechos de los Apóstoles. Hay que “entrar al misterio“ volviéndonos hacia Dios para acogerlo y poderlo hacer presente.

Juan Pablo II en su reciente encíclica “Ecclesia de Eucharistia“ nos vuelve a explicar hasta el detalle lo que significa actuar “in persona Christi“ “Como he tenido que aclarar en otra ocasión —dice— ‘in persona Christi’ quiere decir, más que ‘en nombre de’, o también ‘en vez de ’Cristo’. ‘In Persona Christi’, es decir, es la identificación específica sacramental

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con el ‘Sumo y Eterno Sacerdote’, que es el autor y el sujeto principal de su propio sacrificio, en el que en verdad no puede ser sustituido por nadie”.

2).- El beso al altar. El lugar central que ocupa el altar (tan hermosamente ratificado en el nuevo Ordo Missae), su belleza, su solidez (también ahora se insiste en que debe ser fijo al piso) es un símbolo muy bello de Cristo presente desde el centro de la Iglesia; más aún, la manera de situarnos todos en torno al altar destaca más la presencia de Cristo en el centro de su pueblo reunido.

El beso que da al altar el que preside como “signo de veneración“ no es en sí un símbolo de importancia primaria, pero sí para el que lo realiza al besar el altar, símbolo de Cristo, piedra fundamental y mesa de su propio sacrificio; al hacerlo, el que preside manifiesta su voluntad de acoger a Jesús y ponerse a su servicio.

“El día de su ordenación sacerdotal, el que preside dijo a la comunidad ‘aquí estoy’; respondiendo al llamado del Obispo, comprometió todo su ser sin ninguna otra seguridad que la gracia; así él mismo dice ahora, cada día, seguro del amor y la fidelidad de su Dios: ‘Aquí estoy’. ¿Qué puedo pedirte hoy? Comenzaré a ser verdaderamente tu discípulo, pues entro por fin a la comunión de tus amigos. Me des lo que me des, Señor, primero dáteme Tú mismo, pues es a Ti a quien busco y a quien quiero servir. ¿No es acaso el beso, en el lenguaje humano, un signo misterioso de la naturaleza humana? ¿Y no eres Tú, Señor, para mi una razón de ser, una fuente de vida? Con ese gesto quieres decirle a Jesús Crucificado: ‘Aquí estoy, Señor, para morir contigo, por Ti y para Ti. Heme aquí para vivir tu vida, no la mía’”. (Maurice Zindel, EL POEMA DE LA SANTA LITURGIA, p. 36).

El respeto y veneración al altar impregna todas nuestras celebraciones: al detenernos frente al altar e iniciarnos ante él en cualquier desplazamiento dentro, y fuera del presbiterio, debe recordar siempre al que guía toda la asamblea que Cristo muerto y resucitado está en el corazón de nuestras acciones.

3).- La orientación que el altar da a nuestras celebraciones manifiesta que es el corazón de nuestro ministerio presbiteral, y a la vez centra la acción litúrgica, es decir, estamos sirviendo a Cristo resucitado y a la vez manifestamos que está presente en el corazón de su iglesia y en el mundo.

8.- Para el que preside una asamblea litúrgica es necesario un cierto despojarse de sí mismo para revestirse de la personalidad de celebrante principal. Para ello hay que recordar algunos recursos, con frecuencia subestimados, pero que han sido puestos a la disposición del que preside, para ayudarle a entrar en esa dimensión interior.

1).- Desde luego, una preparación remota. Todo el que ha presidido una celebración es consciente de que presidir la liturgia exige una actitud personal particular. Por lo tanto, una celebración no podrá discurrir bien sin todos, pero especialmente quien la preside, no se han tomado el tiempo necesario para prepararla y preparase. Y esta preparación debe ser guiada por el Espíritu y nacida desde el corazón. Todos hemos experimentado por ejemplo que aunque días antes hayamos leído los textos de la liturgia (de la palabra) y aún preparado la homilía hasta en común, a la hora de la celebración las escuchamos y las gustamos de manera diferente.

2).- Preparación mediata: esto supone tomarnos el tiempo para no llegar corriendo a la celebración y repartiendo encomiendas a las volandas, sino poder vivir la celebración más serena y p iadosamente. Si se requiere tiempo para entrar al misterio, se requerirá también tiempo para prepararse a entrar; qué hermosa costumbre la de los que, al menos entre semana, hacen una media hora de meditación, incluso ya revestidos de los

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ornamentos; o la de los que el Domingo, después de haber saludado y acogido a los fieles a la puerta de la Iglesia, toman unos minutos junto con los ministros y el coro para orar en silencio, antes de comenzar la celebración.

El acto de revestirse de los ornamentos litúrgicos, con despacio y dignidad, puede bastar para asegurar ese paso de la agitación de los últimos preparativos al recogimiento para revestir el corazón con la presencia del Señor, para comenzar la celebración.

3).- entre los preparativos que vamos vislumbrando el ayuno eucarístico toma todo su sentido. No se trata de tener el estómago vacío para recibir la Eucaristía; sino de acrecentar en nosotros el deseo, el hambre, de recibir el Pan de Vida. “El ayuno eucarístico _nos dice el Card Dannels—, no es cuestión de dignidad, sino llamada a la atención y alerta al apetito. Es una medida pedagógica para el deseo“.

9.- En este momento de mi intervención quiero manifestar que si me he alargado en explicar tan detalladamente la actitud del que preside y sus ministros en el momento del arranque de la celebración, es porque estoy convencido de que si empezamos bien, seguiremos bien. De hecho, lo que seguiré exponiendo no será el detalle de cada acción, sino algunas observaciones para ayudarnos a vivir mejor el desarrollo de la acción litúrgica eucarística.

1).- Tomarse el tiempo necesario. Es lo primero ¿Tenemos el tiempo necesario para la celebración? Advirtamos de entrada una cosa importantísima: NINGÚN Libro litúrgico nos marca tiempos o duración ni para el total de la acción ni para ninguna de sus partes. A veces, sobre todo los fines de semana, hay muchos compromisos: matrimonios, difuntos, 15 años, primeras comuniones, etc.; pero también es una urgencia pastoral no alargar mucho las celebraciones. Por lo demás, si se necesitó tiempo para preparar una celebración, cuánto más para celebrarla y entrar de verdad en la acción litúrgica. La forma de hacer la señal de la cruz al empezar, la forma de decir las palabras conclusivas de las oraciones, los silencios, la respiración misma, son algunos de los elementos que indican la forma en que hemos entrado al corazón de la celebración misma.

Para quien preside el factor tiempo es capital. Es él quien lleva el ritmo para que todos participen realmente en la oración. La experiencia nos enseña que tomar uno su tiempo es abrir el espacio a la interioridad requerida para la liturgia y exigida por nuestros contemporáneos.

Valga aquí una observación importante: durante la celebración eucarística hay ciertas pequeñas oraciones que hace el que preside en voz baja (que se llaman privadas); oraciones que manifiestan que éste no se lo actúa in persona Christi y a nombre de la asamblea, sino que el que preside, como anota Enzo Lodi, CUENTA CON “un espacio privado de oración donde se concentra para tomar una conciencia más viva y humilde de su dignidad de representante de Cristo y en la Iglesia“. Es una manera de manifestar una actitud interior durante los momentos fuertes de la celebración, ayudando a la vez a la asamblea a percibir su importancia.

2).- Dejarse llevar. La liturgia no nos pertenece, más que servirnos de ella, hay que ser servidores de la acción litúrgica. El que preside no está allí para “hacer orar“ A LA ASAMBLEA, sino para “llevarla a orar orando”. Toda la arquitectura exterior de la celebración ha de ser como un camino que conduce a la plena comunión con Dios, al diálogo de amor entre Dios y su Iglesia mediante la arquitectura interior de la liturgia que es la alabanza, la escucha, la ofrenda, el memorial, el sacrificio. Si el que preside se debe dejar llevar por el rito mismo, encontrar espacios de evasión y de encuentro con el Señor a Quien hace presente. De lo que se trata, entonces, no es tanto de preocuparse por crear e inventar, sino de estar consciente y plenamente en cada rito, para encontrar en él

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la verdad de cada momento litúrgico. Seamos conscientes de que con frecuencia, con el pretexto de simplificar o de adaptar la liturgia a la capacidad de los fieles —según nosotros—, lo que hacemos es empobrecer su sentido, sin ningún beneficio espiritual real.

3).- Los gestos, el cuerpo. Los gestos, las actitudes corporales, el desplazarnos de un lugar a otro, son también una preciosa ayuda para quien preside la celebración, para vivirla con plenitud. La expresión corporal en la liturgia no está dejada a la espontaneidad de cada quién. Todos los gestos que hacemos dentro de la celebración comprometen toda nuestra persona e indican una acción que nos une a Dios. Los gestos también estructuran y manifiestan nuestra fe. (V. gr. al dar la bendición, al caminar, al inclinamos...)

La notable sobriedad de los gestos y posturas indicadas en los prenotandos de los ritos sacramentales, sobretodo en la Eucaristía, nos van llevando a una celebración bella y digna de Dios en quien creemos y de la comunidad a la que servimos y nos observa. Igualmente, el desparpajo y descuido, la prisa y el desgano, la trivialidad y la indiferencia con que a veces procedemos, empobrecen grandemente la celebración y descodifica a la asamblea.

4).- Con toda la Iglesia. Orar mientras presidimos una celebración litúrgica es participar en la obra sacerdotal de Cristo para dar gracias al Padre, que comunica su Espíritu a su Iglesia.

El carácter eclesial de la Liturgia, tan esencial a ésta, ese plural con que ora siempre el que preside, debe recordar a éste que toda celebración es y pertenece a la Iglesia entera, convocada por su Señor para celebrar la gloria del Padre. La estructura dialogal de la liturgia permite al que preside saborear la esencia y razón de ser su ministerio: ser el fiel conocedor de los misterios divinos para conducir los corazones de la asamblea hacia el Señor.

La celebración eucarística es, en este sentido, una magnífica escuela para que quien la preside pueda vivir plenamente el ministerio que se le ha confiado. Los textos del misal, sobre todo la oración Eucarística y las demás oraciones, exigen conversión e interiorización. Para poder entrar al ritmo de la acción de gracias, cada uno tendría que apropiarse el texto, para poderlo hacer vida y oración.

El estar de frente a la asamblea obliga a quien la preside en nombre del Señor a realizar con mesura y dignidad, con amplitud y lentitud, todos los gestos; pero sobre todo la mirada que orienta tanto no sólo al que preside sino a toda la asamblea. Mirar constantemente a la asamblea es tanto como olvidar que a quien nos estamos dirigiendo en la celebración es a Dios; además, es como imponer la presencia del que preside con perjuicio de la presencia del Resucitado, que es la que verdaderamente está ante la comunidad reunida. Y al revés: invitar con la mirada a meditar, cerrando o bajando los ojos, o elevar la vista al cielo es ser coherentes con lo que celebramos y vivir lo que hacemos.

Nuestro respeto y veneración al Cuerpo y Sangre de Cristo, sobre todo al fraccionarlo, al distribuirlo, al transportarlo, pueden ser más elocuentes que toda una homilía sobre la presencia Real, por bien que la hubiéramos preparado.

La modulación del tono de voz nos ayudará a expresar debidamente las líneas de fuerza de la palabra.

A propósito: hay que saber usar bien el micrófono; y ante todo preguntamos ¿de verdad es necesario usarlo siempre? ¿no apagaremos al cantor o hasta al coro y aun a la asamblea, poniéndolos en desventaja entre nuestra voz multiplicada por las bocinas, y vaya Dios a saber con qué eficacia y competencia?

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Finalmente, aunque sea de modo general, señalaré que la presencia de otros ministros dentro de la celebración ayudará también al que preside a cumplir mejor su misión: su preparación, tanto en plan natural como litúrgico: el coro, los monaguillos, los lectores y colectores, todos incitarán tanto a la asamblea como a quien la preside en nombre de Cristo a entrar en el dinamismo de la celebración. El ministerio del diácono les recordará el servicio a la caridad y el lugar central del Evangelio en el anuncio de la Palabra. Los concelebrantes explicitarán al que los preside la dimensión eclesial de su ministerio sacerdotal. Así todos los reunidos en la asamblea cristiana formarán realmente la “Iglesia en oración “.

CONCLUSIÓN.

“Nos haces dignos de servirte en tu presencia”

Presidir una asamblea eucarística exige saberlo hacer; pero antes que esto, presidir una asamblea es una gracia divina que se nos ha sido confiada. Estar al servicio de una comunidad reunida es volverse junto con ella hasta su Señor. Por eso la presidencia litúrgica es una verdadera escuela de oración.

La presidencia litúrgica es sin duda alguna la fuente de todo el ministerio sacerdotal. Escogidos para servir a la presencia del Señor, somos como los ejes de la obra de Dios que se realiza en toda celebración litúrgica, principalmente la obra salvífica de Dios a la que servimos.

!Gloria a Dios, que nos hace dignos de servirle en su Presencia!

Cotija de la Paz, Micha. 11 de Julio del 2003.

Pbro. Conrado Fernández F.

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Anexo I

CAMBIOS MÁS SIGNIFICATIVOS EN LO QUE COMPETE A LOS MINISTROS

a) Nueva división de formas de celebración: Misa con el Pueblo (con diácono o sin diácono), Misa concelebrada y Misa con un solo ministro. (cap. 4)

\ Presidencia única (n. 108)

\ Vestiduras litúrgicas (n. 114)

\ Consagración de hostias en cada Misa (n. 85)

\ Forma de dar la Comunión (n. 160)

\ Los silencios (n. 45, 56 y 136)

\ La Oración eucarística sólo el que preside (n. 147)

\ El final de la Oración eucarística sólo el que preside (n. 236)

\ Prepara cada ministro la celebración (n. 111, 352)

\ El diácono se santigua al recibir la bendición para el evangelio (n. 175)

\ Genuflexión a las 2 elevaciones y antes de la comunión (n. 210 y 2 51)

\ Saludo de paz a los más próximos y sin sa lir del presbiterio (n. 82)

\ El diácono con las manos juntas dice: “El Señor esté con ustedes “(n. 134)

\ La despedida con las manos juntas el presbítero o diácono (n. 168 y 185)

\ La elevación no es para adorar al Santísimo sino para anunciar el Misterio Pascual (n. 151.)

\ Al presentar antes de la Comunión: o cáliz y hostia o solo la hostia (n. 157)

\ Los ministros para la comunión: instituidos o laicos o laicas (n. 100), igualmente para la lectura (n. 101) pueden designarse ministros para tiempo determinado. (n. 107)

\ El Obispo puede determinar si monaguillos o también monaguillas (n. 107b)

\ Orden para procesión de entrada: Turiferario, ministros con luces y cruz, el que lleva el evangeliario un poco elevado, el presbítero (n. 120)

\ El diácono siempre lleva a besar el libro; el presbítero sólo cuando preside el Obispo. (n. 175)

\ Dada la variedad de aclamaciones después del evangelio, se podrá también cantar de nuevo el aleluya u otras aclamaciones, (n. 128 y 134)

\ Preparar el altar es oficio del diácono; en su defecto, el acólito u otro ministro. (n. 139)

\ Se distingue entre ministro extraordinario y ocasional de la Comunión (n. 162)

\ La purificación de los vasos sagrados es competencia del presbítero o diácono (n. 1 -79)

\ Moniciones de entrada: se restringe la competencia del que preside (n. 31)

\ Deben hacerse siempre las 3 lecturas en domingos y fiestas (n. 357)

\ No conviene dialogar las lecturas excepto la Pasión (n. 109)

\ El que va a presidir debe participar en la preparación de la celebración (n. 111)

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LOS LUGARES Y OBJETOS DE LA CELEBRACIÓN

ESQUEMA

I. ANÁLISIS COMPARATIVO (Diapositivas)

II. INNOVACIONES

1. Presbiterio

2. Altar

3. Cruz del altar

4. El ambón

5. La silla del sacerdote celebrante y las otras sillas

6. El Sagrario

7. Los utensilios sagrados

8. Las imá genes sagradas

9. El pan para la celebración

10. La bendición de los objetos sagrados

III. LOS FOCOS LITÚRGICOS (Significado, normativa litúrgica y colocación óptima)

1. El templo

2. El Presbiterio

3. El Altar

4. El Ambón

5. La Sede

6. Lugar de conservación de la Santísima Eucaristía

APÉNDICE

1. Estructura comparativa del capítulo V

2. Estructura comparativa del capítulo VI

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LOS LUGARES Y OBJETOS DE LA CELEBRACIÓN

PBRO . FELIPE DE JESÚS DE LEÓN OJEDA

II. INNOVACIONES DE LA IGMR 2000

1. Presbiterio

El presbiterio se define como “el lugar donde está situado el altar, se proclama la Palabra de Dios, y el sacerdote, el diácono y otros ministros ejercen sus funciones. “(295).

2. El altar

Como regla general, cada iglesia debe tener un altar mayor, fijo y consa grado, “que significa para la asamblea que hay un solo Señor y una sola Eucaristía en la Iglesia” (303) y que “representa Jesucristo, la Piedra Viva (1 Pedro 2:4; vea EL 2:20) en forma mas clara y permanente (298) que un altar móvil.

La Institutio admite, sin embargo, que existen circunstancias en la renovación de iglesias, en cuanto existe un altar fijo, que no se mueve sin destruir el valor artístico del templo, y “está colocada de tal manera que la participación de la asamblea sea difícil,” (303). En tal caso, se construye otro altar fijo y consagrado. El antiguo altar no se adorna en forma especial y la liturgia se celebra solo en el nuevo altar fijo.

Se añade un párrafo adicional indicando que sobre el altar se coloca solamente lo indicado en una lista de los requisitos para la celebración de la Santa Misa, (306). Las flores se arreglan en forma modesta y con moderación, alrededor, nunca sobre el altar. El párrafo explicando la colocación de las flores, menciona, a la vez, Que Durante la Cuaresma se prohíbe la ornamentación con las flores, excepto en el cuarto domingo de cuaresma, en solemnidades y días de fiesta. Del mismo modo, se ejerce un cierto moderación durante el tiempo de Adviento cuando las flores alrededor del altar indican “el carácter del tiempo pero que no deben anticipar el gozo pleno de la Navidad,” (305).

3. La Cruz del Altar

Aunque la Institutio previa se refirió solo de la cruz del altar o la cruz procesional, la revisión_ de la Institutio habla siempre de “la cruz con la figura de Cristo crucificado,” (308,122). Esta cruz, “colocada o en el mismo altar o al lado, debe ser visible claramente no solo durante la liturgia, sino en todo momento acordando “a todos los fieles la pasión salvadora del Señor [y] queda[ndose] cerca del altar aun fuera de las celebraciones litúrgicas,” (308).

4. El Ambón

A las descripciones previas del ambón se añade la observación que “la dignidad del ambón requiere que solo un ministro de la palabra debe acercársele,” (309). Del mismo modo, se debe proclamar las lecturas del ambón con la mayor frecuencia posible.

5. La silla del sacerdote celebrante y las otras sillas

La nueva Institutio repite la frase de la edición del 1975 que “el mejor lugar para la silla está en una posición presidencial del santuario,” (310). A la lista previa de excepciones se añade también las situaciones en las cuales el sagrario esta colocado en una posición céntrico detrás del altar,” (310). Se añade a esta sección también la disposición de las sillas o bancos para el ministro que preside y para los sacerdotes concelebrantes más los presentes en coro, (310) y el diácono (cerca de la del celebrante). Las sillas para los demás

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ministros deben estar “convenientemente situados para el ejercicio de sus respectivos oficios” pero “que se sienta que son claramente parte de la asamblea y no del clero,”(310).

6. El Sagrario

La sección que toca el lugar de reservación del Santísimo ha sido adaptado y ampliado.(314-317) Comienza, recordando la instrucción Eucharsticum Mysterium 54, con la declaración general que “el Santísimo debe estar colocado en el sagrario en una parte de la iglesia que es noble, digno, evidente, bien ornamentado y conveniente para la oración,” (314). Se repite los siguientes requisitos, indicados en resumen en el Institutio previo: que en cada iglesia no habrá más de un sagrario fijo, sólido, inviolable, cerrado con llave y no transparente.

Un párrafo sobre la colocación del sagrario comienza con una cita del Eucharisticum Mysterium 55, indicando que “el sagrario donde esta reservado el Santísimo no se le debe colocar sobre un altar, ya que éste es el lugar para la celebración de la Misa.” (315) Seguido viene una notificación que la colocación del sagrario se queda bajo el juicio del obispo diocesano.”(315) Se le puede colocar:

a. o en el santuario, fuera del altar de celebración, en una parte más noble de la iglesia sin excluir el altar mayor antiguo que no se usa para la celebración;

b. o en una capilla aparte adecuada para la adoración y la oración privada de los fieles, pero unido a la iglesia y visible a los fieles.

Se tendría cerca de él una lámpara que esté ardiendo constantemente, (316). Sigue el consejo que “no se le debe olvidar ninguna de las normas de la ley que pertenece a la colocación del Santísimo, (317).

7. Los Utensilios Sagrados

Se adaptaron los párrafos sobre los utensilios sagrados (327-333) dando un mayor énfasis al carácter sagrado como “claramente distinguidos de los (vasos) de uso diario.” (332). Estos objetos son centrales en la celebración eucarística porque en ellos “el pan y vino son ofrecidos, consagrados y consumidos, “(327). Han de ser hechos de “metal noble,” (328). Los vasos sagrados de metal, generalmente lleven la parte interior dorada, en el caso de que el metal sea oxidable; si no están hechos de material inoxidable o de oro noble, requieren un baño de oro, (328). Se puede usar otros materiales sólidos que se consideren nobles según la estima común en la región. De este asunto emitirá juicio la Conferencia Episcopal y la confirmación de la Sede Apostólica Se dan preferencia a todo los materiales irrompibles e incorruptibles, (328).

8. Las Imágenes Sagradas

Se añadió un párrafo introductorio nuevo a la sección de las imágenes, colocando su uso en un marco escatológico.

En la liturgia terrenal la Iglesia participa en un anticipo de la liturgia celestial que se celebra en la ciudad santa, Jerusalén, hacia la cual se tiende como un peregrino y donde Cristo está sentado a la derecha del Padre. Así, venerando la memoria de los santos, la Iglesia espera una parte pequeña y la compañía de ellos, (318).

Sigue una explicación amplia del propósito de estas “imágenes del Señor y de la Virgen María y los santos” expuestos el lugares sagrados para la veneración de los fieles, y arreglados de tal manera que guíen a los fieles a los misterios de la fe que se celebran allí, (318). Se quedan las advertencias del documento previo en cuanto al número limitado y colocación de las imágenes en el templo, se prohíbe “por lo general” su duplicación.

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9. El Pan para la Celebración de la Eucaristía

El párrafo sobre la composición del pan para la Eucaristía se conforme más al canon 924, con la adición de los requisitos que el pan debe ser de trigo cocido al horno. (320)

10. La Bendición de Objetos Sagrados

Hay un énfasis más fuerte por todo la Institutio revisada en el cuidado de todas las cosas para el uso litúrgico. Esto incluye todo lo relacionado con el altar, (350) y los libros litúrgicos que se debe tratar con “reverencia dentro de la acción litúrgica como signos y símbolos de lo sobrenatural, y así mantener su verdadera dignidad, belleza y distinción.” (350) Por esto, el sagrario (314), el órgano, (313) el ambón, (319) silla presidencial, (310) la vestidura sagrada de los sacerdotes, diáconos y ministros laicos, (335) los utensilios sagrados (335) y todo destinado para el uso de la liturgia debe recibir la bendición requerida

III. FOCOS LITÚRGICOS: SIGNIFICADO Y CRITERIOS DE CONSTRUCCIÓN

1. El Templo

Significado

El Concilio Vaticano II nos ha llevado a una comprensión del misterio de la Iglesia y de su liturgia. La Iglesia es el pueblo santo de Dios (Cf. LG 9), unido y orientado por sus obispos (Cf. LG 18; 20; 24). Como tal, ella es el Cuerpo místico de Cristo (Cf. LG 7), compuesto por muchos miembros con diferentes dones y funciones. Este pueblo, que no es una masa amorfa, sino un organismo articulado y animado, se realiza y se manifiesta de una manera eminente en la liturgia, especialmente en la celebración de la Eucaristía (Cf. SC 2).

Cada miembro de este Cuerpo tiene su función en la Iglesia y en la liturgia, que debe desempeñar con plena conciencia y responsabilidad para con el todo. Por eso «en las celebraciones litúrgicas, cada cual, ministro o simple fiel, al desempeñar su oficio, hará todo y sólo aquello que le corresponde por la naturaleza de la acción y las normas litúrgicas» (SC 28).

Puesto que la Eucaristía es la acción litúrgica más central y vital de la Iglesia, se sigue que es, de modo especial, manifestación y realización de la Iglesia con toda su riqueza de miembros y servicios (Cf. SC 7; IGMR 294). Por tanto, el templo (la iglesia) debe ser construido y dispuesto no sólo para posibilitar y facilitar esta celebración de la comunidad cristiana, sino para ser una expresión de ella. El templo no es un edificio meramente funcional, sino que es también un signo de Jesucristo y de su Cuerpo, la Iglesia.

Es por ello que «Para la celebración de la Eucaristía el pueblo de Dios se congrega generalmente en la iglesia o cuando no la hay o resulte insuficiente, en algún lugar honesto que parezca digno de tan grande misterio» (IGMR 288).

Normativa litúrgica

\ Para la construcción, reconstrucción y adaptación de las iglesias, consúltese a la Comisión Diocesana de Sagrada Liturgia y de Arte Sacro (IGMR 291).

\ El Ordinario del lugar debe servirse de esa Comisión, siempre que se trate de dar normas en este campo o de aprobar planos de nuevos edificios (Íbidem).

\ Todas las Iglesias han de dedicarse o por lo menos de bendecirse (IGMR 290).

\ Que sean (las iglesias) aptas para la realización de la acción sagrada (IGMR 288).

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\ Que facilite la activa participación de los fieles (Íbidem).

\ Que el edificio sagrado y los objetos que pertenecen al culto divino sean dignos

\ y bellos (signos y símbolos de las realidades celestiales (Íbidem).

\ Oportuna disposición de la Iglesia y de todo su ambiente (IGMR 293).

\ Que ayude a la comodidad de los fieles (Íbidem).

\ La disposición general del edificio sagrado conviene que se haga como una imagen de la asamblea reunida (IGMR 294).

\ Que permita un proporcionado orden de todas sus partes (Íbidem).

\ Que favorezca la perfecta ejecución de la tarea de cada uno (Íbidem).

\ Que responda a las necesidades de nuestro tiempo (Íbidem).

\ La ornamentación debe caracterizarse por una noble sencillez, que contribuya a la formación de los fieles y a la dignidad de todo el lugar (IGMR 292).

\ Que exprese, por una parte, la disposición jerárquica y la diversidad de ministerios, y, por otra, que constituya la unidad íntima y coherente de la asamblea (IGMR 294).

2. EL PRESBITERIO

Significado

Es el lugar en que se encuentra el altar, se proclama la Palabra de Dios, y donde el sacerdote, el diácono y otros ministros desempeñan su oficio (IGMR 295).

Normativa litúrgica (IGMR 295)

\ Debe diferenciarse de la nave de la iglesia, ya sea por su elevación, o por una estructura y ornato peculiar.

\ Debe tener la capacidad suficiente para que se desarrolle cómodamente y sea vista la celebración Eucarística.

3. El ALTAR

Significado

En el altar se hace presente el Sacrificio de la cruz bajo los signos sacramentales, es también la mesa del Señor en la cual, el pueblo de Dios se congrega en la Misa, y es el centro de la acción de gracias que se realiza por la Eucaristía (IGMR 296).

El altar significa a Jesucristo, la Piedra viva (Cf. IGMR 298).

Normativa litúrgica

\ La celebración de la Eucaristía en lugar sagrado debe hacerse sobre un altar: fuera del lugar consagrado puede también celebrarse sobre una mesa decente, usándose siempre el mantel, el corporal, la cruz y los candeleros (IGMR 297).

\ Conviene que en cada iglesia haya un altar fijo y dedicado (Cf. IGMR 299). En los demás lugares, dedicados a las sagradas celebraciones, el altar puede ser móvil ( IGMR 298).

\ El altar fijo o móvil, debe dedicarse; pero el altar móvil puede ser bendecido solamente (IGMR 300).

\ Separado de la pared (IGMR 299).

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\ Que se pueda rodear fácilmente y la celebración se pueda hacer de cara al pueblo (Íbidem).

\ Que ocupe el lugar central de la asamblea (Íbidem).

\ Que sea de piedra natural u otro material digno, sólido y artístico (IGMR 301).

\ Que sea único (IGMR 303).

\ El uso de poner bajo el altar que se va a dedicar reliquias de santos, aunque no sean mártires, consérvese oportunamente. Cuídese con todo de que conste con certeza de la autenticidad d tales reliquias (IGMR 302).

Ornato

\ Póngase sobre el altar por lo menos un mantel de color blanco, que, en forma, medida y ornamentación, cuadre bien con la estructura del mismo altar (IGMR 304).

\ Obsérvese moderación en la ornamentación del altar, sobre todo en Adviento y Cuaresma (IGMR 305).

\ La decoración floral sea siempre moderada, y colóquese preferentemente cerca del altar y no sobre el mismo (Íbidem).

\ Sobre el altar colóquese sólo aquello que se requiere para la celebración de la Misa: Evangeliario, los dones, el cáliz con la patena, el copón si es necesa rio, el corporal, el purificador y el Misal. Discretamente el micrófono (IGMR 306).

\ Los candeleros colóquense o sobre al altar o alrededor de él (IGMR 307).

\ También sobre el altar o cerca de él ha de haber una cruz con la imagen de Cristo crucificado, que sea muy visible para la asamblea congregada. Conviene que esta cruz permanezca junto al altar fuera de las celebraciones litúrgicas (IGMR 308).

Colocación óptima

«El altar ocupe el lugar que se de verdad el centro hacia el que espontáneamente converja la atención de la asamblea de los fieles» (IGMR 299).

4. EL AMBÓN

Significado

«Cuando se leen en la Iglesia las Sagradas Escrituras es Dios mismo quien habla a su pueblo, y Cristo, presente en su Palabra, quien anuncia la Buena nueva. Por eso las lecturas de la Palabra de Dios que proporcionan a la Liturgia una elemento de grandísima importancia, deben ser escuchadas por todos con veneración» (IGMR 29).

Esta dignidad de la palabra de Dios «exige que en la Iglesia haya un sitio conveniente para su anuncio, hacia el que, durante la liturgia de la palabra, se vuelve espontáneamente la atención de los fieles» (IGMR 309).

Normativa litúrgica (IGMR 309)

\ Conviene que sea estable (no un simple atril portátil).

\ Que permita al pueblo ver y oír bien a los ministros ordenados y a los lectores.

\ Conviene que un nuevo ambón se bendiga.

\ Desde él sólo se proclaman las lecturas, el salmo responsorial, y el pregón pascual; se puede también, la homilía y las intenciones de la oración universal.

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Colocación óptima

El ambón sea «un lugar elevado, fijo, adecuadamente dispuesto y con la debida nobleza..., y que ayude lo mejor posible a que los fieles oigan bien y atiendan durante la liturgia de la palabra (Cf. OLM, Prenotandos, n. 32)

5. LA SEDE

Significado

... el ministerio de la presidencia “configura al Obispo y el Presbiterio asociado a él a Cristo Cabeza, maestro, pastor y siervo de su rebaño... (SC 25).

El Presidente es sacramento, icono, de Cristo Cabeza del Cuerpo. En la celebración debe asumir totalmente la figura simbólica que es propia de él, la de la cabeza, con el fin de que la asamblea se configure como cuerpo celebrante.

Si el presidente es “icono de Cristo cabeza del cuerpo de la Iglesia” la SEDE es su lugar específico.

Por eso, «la sede del celebrante debe significar su oficio de presidente de la asamblea y de director de la oración» (IGMR 310).

Normativa litúrgica

\ De cara al pueblo (IGMR 310).

\ Al fondo del presbiterio (Íbidem).

\ A no ser que la estructura del edificio o alguna circunstancia lo impida

\ Evítese la apariencia de trono (Íbidem).

\ Conviene que una nueva sede se bendiga (Íbidem).

\ En las concelebraciones, poner sillas para los concelebrantes (Íbidem), pero si

\ su número es muy grande, se pondrán las sillas en otra parte de la iglesia, pero

\ cerca del altar (Cf IGMR 294).

\ La silla del diácono se debe colocar cerca de la sede del celebrante (IGMR 310).

\ Para los demás ministros, colóquense los asientos de manera que se distingan

\ claramente de los asientos del clero y que puedan cumplir con facilidad el oficio

\ que se les ha confiado (Íbidem).

Colocación óptima

La colocación más adecuada para la sede es aquella de cara al pueblo, al fondo del presbiterio (IGMR 310).

6. LUGAR DE CONSERVACIÓN DE LA SANTÍSIMA EUCARISTÍA

Significado

«El sagrario, donde se guarda la Eucaristía, evoca en nosotros la presencia del Señor, presencia que deriva del sacrificio de la Misa, y nos recuerda también a los hermanos, a los que debe unirnos el amor de Cristo. La Iglesia, en efecto, en la administración de los misterios que Cristo, el Señor, le confió, originariamente reservó la Eucaristía para atender a los enfermos o moribundos. Este alimento celestial, reservado a los sagrarios de las iglesias, se convirtió en objeto de adoración» (Cf. Rito para la Bendición de un nuevo Sagrario Eucarístico).

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Normativa litúrgica

\ El Santísimo Sacramento debe conservarse en un sagrario.

\ El Sagrario debe estar colocado en un sitio de la Iglesia que sea muy digno, importante, visible, debidamente ornamentado y apto para la oración.

\ Que sea uno solo.

\ Fijo.

\ De materia l sólido, inviolable y no transparente.

\ Cerrado convenientemente, de tal manera que se evite al máximo cualquier profanación.

\ Conviene bendecidlo antes de destinarlo a su uso litúrgico.

\ Junto al sagrario debe estar encendida perennemente una lámpara especial, que se alimente con aceite o cera.

Colocación óptima (IGMR 315)

a) En el presbiterio, fuera del altar de la celebración, sin excluir el antiguo altar que ya no se utiliza para la celebración.

b) En alguna capilla apta para la adoración y oración privada de los fieles, conectada orgánicamente con la iglesia y visible para los fieles.

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Apéndice 1

ESTRUCTURA DEL CAPÍTULO IV

IGMR 1975 IGMR 2000

DISPOSICIÓN Y ORNATO DE LAS IGLESIAS PARA LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA

(NN. 253-280)

(20 números)

DISPOSICIÓN Y ORNATO DE LAS IGLESIAS PARA LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA

(NN. 288-318)

(31 números)

I. Principios generales (253-256).

II. La iglesia: su destino al servicio de la asamblea sagrada (257).

III. El presbiterio (258).

IV. El altar (259-267).

V. Ornato del altar (268-270).

VI. Sede para el sacerdote celebrante y los ministros, o lugar de la presidencia (271).

VII. El ambón, o sitio desde donde se anuncia la palabra de dios (272).

VIII. El lugar de los fieles (273).

IX. Lugar del coro, del órgano y otros instrumentos musicales (274-275).

X. Conservación de la santísima eucaristía (276-277).

XI. Imágenes expuestas a la veneración de los fieles (278).

XII. Disposición general del lugar sagrado (279-280).

I. Principios generales (288-294).

II. Disposición del presbiterio para la reunión sagrada (295).

Altar y su ornato (296-308).

Ambón (309).

La sede para el sacerdote celebrante y los demás asientos (310).

III. La disposición de la iglesia.

Lugar de los fieles (311).

El lugar del coro y de los instrumentos musicales (312-313).

Lugar de conservación de la santísima eucaristía (314-317).

Imágenes sagradas (318).

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Apéndice 2

ESTRUCTURA DEL CAPÍTULO VI

IGMR 1975 IGMR 2000

COSAS QUE SE NECESITAN PARA LA CELEBRACIÓN DE LA MISA

(NN. 281-312)

(32 números)

COSAS QUE SE NECESITAN PARA LA CELEBRACIÓN DE LA MISA

(NN. 319-351)

(33 números)

I. El pan y el vino para la celebración de la eucaristía (281-286).

II. Utensilios sagrados en general (287-288).

III. Los vasos sagrados (289-296).

IV. Ornamentos sagrados (297-3 10).

V. Otras cosas relacionadas con el uso de la iglesia (311-312).

I. Pan y vino para la celebración de la eucaristía (319-324).

II. Utensilios sagrados en general (325-326).

III. Vasos sagrados (327-334).

IV. Vestiduras sagradas (335-347).

V. Otras cosas destinadas al uso de la iglesia (348-351).

Pbro. Felipe de Jesús de León Ojeda

Mérida, Yuc.

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INSTITUTIO GENERALIS MISSALIS ROMANI.

CAP. VII: ELECCIONES DE LA MISA Y DE SUS PARTES.

CAP. VIII: MISAS Y ORACIONES PARA DIVERSAS CIRCUNSTANCIAS Y DE DIFUNTOS.

P. JOSÉ GUADALUPE MARTÍNEZ O.

INTRODUCCIÓN

La Institutio Generalis Missalis Romani está publicada, como es costumbre, al inicio de la Tercera Edición Típica del Misal Romano. Está ubicada dentro de los prenotados del Misal.

Siendo la Eucaristía la fuente y la culminación de toda la vida cristiana, el Misal es el libro central de todos los libros Litúrgicos. Por eso nuestro esfuerzo en este estudio del mismo para conducirnos en esta nueva etapa de la celebración de la Eucaristía dentro de la historia de la Iglesia.

Esta nueva edición típica del Misal y de su IGMR se equipara a las nuevas ediciones típicas de otros dos libros litúrgicos: la segunda edición típica del Ordo celebrandi matrimonium y, también, la segunda edición típica del De Ordinatione episcopi, presbyterorum et diaconorum . En estos tres libros litúrgicos se ha mantenido el ritual existente mejorándolo en sus textos y ritos, gracias a la experiencia de las celebraciones, (cfr. SC 21). Por otra parte, era indispensable tener presente la legislación canónica y litúrgica promulgada después de la anterior edición. El libro litúrgico “ Ceremonial de los Obispos” (14-09-1984) ha tenido grande influencia porque la Misa presidida por el Obispo, rodeado de todo su presbiterio, diáconos y ministros laicos ( SC 41), y en la que el pueblo santo de Dios participa plena y activamente, tiene el primer puesto, ya que en esta Misa es donde se realiza la principal manifestación de la Iglesia en una Iglesia local ( IGMR 112). También ha calado fuerte en el nuevo texto la Cuarta instrucción para aplicar debidamente la Const. SC (37-40) del Concilio Ecuménico Vaticano II sobre la Sagrada Liturgia “La Liturgia romana y la inculturacion” (25-01-1994).

No cabe duda que esta nueva edición típica del Misal y de su IGMR es fruto de una concienzuda investigación teológica, histórica y pastoral (SC 23).

¡Qué oportunidad nueva nos ofrece nuestro Dios, Padre providente, para celebrar llenos de unción el Memorial de su Hijo!

El Misal es el libro de la oración y de la fe, el libro del altar para el Sacrificio, íntimamente unido al estupendo e inagotable Leccionario, libro del ambón, el altar de la Palabra.

Con el Misal y el Leccionario, libros por excelencia de nuestra celebración, de ahí celebramos el misterio Pascual, de ahí encontramos el p rincipal “lugar teológico” (SC 7). A esto se refirió especialmente Próspero de Aquitania (+ 455) en su famoso axioma: “lex orandi, lex credendi”.

Concretándonos al Misal, tercera edición típica, busco que nos adentremos en el espíritu del mismo. Quiero que nos cuestionemos por medio de algunas preguntas.

¿Hasta qué punto este Misal ha sido el medio por el cual la acción de Cristo y el pueblo organizado jerárquicamente lo tiene como su libro de fe, como fuente preciosa de la catequesis, sobre todo, mistagógica, y como punto de referencia imprescindible para la espiritualidad eclesial y litúrgica?

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¿De verdad de ahí bebemos como la cierva las corrientes de agua viva? ¿No nos quedamos en arroyitos?

¿El misal es el libro del presidente y de la asamblea de fieles? ¿Es el instrumento de mediación entre el misterio que se celebra y la asamblea que es protagonista y destinataria del Misterio de salvación?

¿Valoramos el significado de la celebración de la Eucaristía como ‘mysterium fidei’, memorial del Señor, sacrificio y banquete Pascual, edificación del cuerpo de Cristo?

CAP. VII. ELECCIÓN DE LA MISA Y DE SUS PARTES

IGMR 352-367

352. La eficacia pastoral de la celebración aumentará si los textos de las lecturas, de las oraciones y de los cantos respondan adecua damente a las necesidades, a la preparación espiritual y modo de ser de quienes participan en el culto.

El sacerdote, al preparar la Misa, mirará más al bien espiritual común del pueblo de Dios que a sus preferencias personales. Estará de común acuerdo con los que habrán de desempeñar alguna función en la celebración, sin excluir a los mismos fieles.

Antes de la celebración el diácono, los lectores, el cantor, el comentarista y el coro sepan claramente el salmista, qué textos les corresponden y nada se deje a la improvisación.

La armónica sucesión y ejecución de los ritos contribuye muchísimo a disponer el espíritu de los fieles a la participación eucarística.

I. Elección de la Misa

353. En las solemnidades el sacerdote debe seguir el calendario de la iglesia donde celebra.

354. En los domingos, en las ferias de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua, en las fiestas y memorias obligatorias:

a) si la Misa se celebra con pueblo, el sacerdote seguirá el calendario de la iglesia donde celebre;

b) si la Misa se celebra sólo con un ministro, el sacerdote puede elegir o el calendario de la iglesia o el suyo.

355. Memorias libres:

a) En las ferias de Adviento comprendidas entre el 17 y 24 de diciembre, así como en la infraoctava de Navidad y en las ferias de Cuaresma, e xceptuando el Miércoles de Ceniza y las ferias de Semana Santa, el sacerdote dirá la Misa del día litúrgico correspondiente. En las memorias del calendario general (excepto en Miércoles de Ceniza o en las ferias de Semana Santa), se puede tomar la colecta de esta memoria. En el tiempo pascual las memorias de los santos se pueden celebrar de manera integral.

b) En las ferias de Adviento anteriores al 17 de diciembre, en las ferias del tiempo de Navidad desde el 2 de enero, y en las ferias del tiempo pascual, el sacerdote puede elegir o la Misa de feria o la Misa del santo (o uno de los santos de los que se haga memoria) o la Misa de algún santo inscrito este día en el martirologio.

c) En las ferias del tiempo Ordinario, el sacerdote puede elegir o la Misa de la feria o la Misa de una memoria libre que caiga en este día, o la Misa de algún santo inscrito ese día en el Martirologio, o una de las Misas para diversas necesidades, o una Misa votiva.

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Si se celebra con pueblo no se omitan habitualmente las lecturas indicadas cada día en el leccionario ferial, ( SC 51). Debe haber moderación en preferir las Misas de difuntos. El sacerdote debe satisfacer la legítima piedad de los fieles con particular devoción a una conmemoración libre de la Santísima Virgen o de algún santo.

En igualdad de condiciones para elegir entre una conmemoración del calendario general y otra del calendario diocesano o religioso, debe preferirse la conmemoración local.

II. Elección de las partes de la Misa

Se eligen los textos de las diversas partes de la Misa, del tiempo o de los santos con las condiciones siguientes. Esto en la elección de las Lecturas, de las oraciones de las Plegarias eucarísticas y de los cantos.

Las Lecturas

357. Los domingos y solemnidades se señalan tres lecturas que deben - emplearse estrictamente. En el tiempo pascual se tiene la lectura de los Hechos de los Apóstoles, en lugar de la lectura del AT.

En las fiestas hay dos lecturas; pero si se eleva al grado de solemnidad, la tercera lectura se toma de las lecturas comunes.

En las memorias de los Santos, si no hay lecturas propias, léanse las lecturas señaladas para las ferias. El uso de las lecturas propias no es obligatorio, a no ser por utilidad pastoral.

358. En el leccionario ferial se proponen lecturas para todos los días del año y se preferirán, a no ser que coincidan con una solemnidad o fiesta o una memoria que tenga lecturas propias. Si por esta razón se interrumpe la lectura continua el sacerdote puede juntar con las otras lecturas las que se omitieron, o determinar a qué textos darles preferencia. En las Misas para comunidades peculiares, el sacerdote puede escoger los textos apropiados para determinada celebración especial, con tal que se tomen de un leccionario aprobado.

359. Existen textos de la SE para las Misas rituales o para determinadas circunstancias.

Estos leccionarios se han hecho para que los fieles, oyendo una lectura más acomodada de la Palabra de Dios, lleguen a entender mejor el misterio y logren una mayor estima de la Palabra.

360. Cuando se proponen dos versiones del mismo texto: una breve y una larga, la elección entre una y otra es el criterio pastoral. Ténganse en cuenta la capacidad de los fieles de escuchar el texto más completo y su explicación por medio de la homilía.

361. Cuando se concede la facultad de elegir entre uno u otro texto ya señalado tómese en cuenta la utilidad de los participantes. En esta elección cuídese de no excluir alguna de sus partes permanentemente.

362. Las Conferencias de los Obispos pueden indicar las ada ptaciones relativas a las lecturas, siempre que se tomen de un leccionario aprobado.

Las Oraciones

363. En toda Misa se dicen las oraciones propias de esa Misa.

En las memorias de los santos se dice la colecta propia o, si no la hay, colecta del Común. La oración sobre las ofrendas y la oración después de la comunión, si no hay propia, se toman o del Común o de la feria correspondiente.

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En los días feriales del T. ordinario, se pueden tomar las oraciones del domingo precedente o las de otro domingo del T. ordinario o las de alguna de las Misas para diversas necesidades del Misal. Está permitido tomar de esas Misas sólo la oración colecta. Así se va ría más la eucología de la Misa.

La Plegaria Eucarística

364. Los prefacios tienen doble finalidad: que el tema de la acción de gracias tenga en la Plegaria Eucarística plena expresión y que los aspectos del misterio salvífico se expongan con más claridad.

365. Normas de elección de las Plegarias Eucarísticas.

a) La Plegaria Eucarística I, o Canon Romano, se puede emplear siempre. Especialmente en los días que tienen sus embolismos propios, en las fiestas de los apóstoles y santos mencionados en esta Plegaria y en los domingos (a no ser que se prefiera la Pleg. Eucarística III).

b) La Plegaria Eucarística II se emplea mejor en los días ordinarios de entre semana, o en particulares circunstancias. Además de su prefacio propio puede usarse con prefacios distintos. Tiene su intercesión especial por los difuntos.

c) La Plegaria Eucarística III puede usarse con cualquier prefacio. Su uso se recomienda para los domingos y las fiestas. Tiene intercesión propia en favor de los difuntos.

d) La Plegaria Eucarística IV tiene un prefacio fijo. Es una síntesis completa de la historia de la salvación. Se recomienda pa ra las Misa s que no tienen prefacio propio y para los domingos del tiempo ordinario. No tiene intercesión propia para los difuntos.

El canto

366. Aquí se insiste en la obligación de usar los cantos que figuran en el Ordinario de la Misa, y que no es lícito sustituirlos por otros. Se cita la obligación de cantar el ‘Cordero de Dios’ durante la fracción. Sustituirlo por un canto de paz es una deformación im-portante, porque centra la atención de los fieles en este momento en el gesto de paz, olvidando el gesto más importante de la fracción del pan al que alude el canto del ‘Cordero de Dios’.

CAP. VIII: MISAS Y ORACIONES PARA DIVERSAS CIRCUNSTANCIAS Y MISAS DE DIFUNTOS

I. Misas y oraciones para diversas circunstancias

368. La liturgia de los Sacramentos y Sacramentales hace que, en los fieles bien dispuestos, los actos de la vida sean santificados por la gracia divina que emana del misterio pascual ( SC 61), y siendo la Eucaristía el Sacramento de los sacramentos, el Misal proporciona modelos de Misas y oraciones que pueden emplearse en las diversas ocasiones de la vida cristiana, por las necesidades de todo el mundo o de la Iglesia, universal o local.

369. Las Misas ‘para diversas circunstancias’ úsense con moderación.

370. En estas Misas se pueden usar las lecturas feriales y los cantos que se proponen en ellas.

371. Así tenemos las Misas rituales, para las diversas necesidades y para diversas circunstancias y las votivas.

372. Las Misas rituales se relacionan con la celebración de algunos sacramentos o sacramentales.

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373. Las Misas por varias necesidades se toman en algunas determinadas circunstancias o se repiten de tiempo en tiempo o en días establecidos. De estas Misas, la autoridad competente puede escoger las Misas por las diversas súplicas que a lo largo del año puede establecer la Conferencia de los Obispos.

374. En alguna grave necesidad o utilidad pastoral, puede celebrarse la Misa de acuerdo con las circunstancias, por encargo o con permiso del Ordinario de lugar; y eso cualquier día, con la lista de excepciones de costumbre, según la tabla de precedencia de los días li-túrgicos.

375. Las Misas votivas sobre los misterios del Señor, o en honor de la Santísima Virgen o de los Ángeles, o de algún santo o de todos los santos, se pueden decir, según la piedad de los fieles, en los días feriales del tiempo ordinario, aún cuando ocurra una memoria libre. Esta parte de este número no contiene ninguna novedad, en relación con la segunda edición del Misal, pero sí es nueva la determinación de que las Misas que tienen referencia a los misterios de la vida del Señor o de la Santísima Virgen (con la única excepción de la Inmaculada Concepción), se prohíben como Misas votivas, porque la celebración de ellas está inserta en el año litúrgico.

376. Están prohibidas las Misas por diversas necesidades y las votivas en los días en que ocurre una memoria obligatoria, o una feria del Adviento hasta el 16 de diciembre o del tiempo de Navidad desde el 2 de enero, o del tiempo pascual después de la octava de Pascua. Pero, si una verdadera necesidad o utilidad pastoral lo pidiese, a juicio del sacerdote, en la celebración con el pueblo, puede decirse la Misa que mejor responda a esa necesidad o utilidad pastoral.

377. En las ferias del Tiempo Ordinario en las que cae alguna memoria libre o se hace el Oficio de la feria, puede decirse cualquier Misa o emplearse cualquier oración ‘para diversas circunstancias’, excepto las Misas rituales.

378. Se recomienda en especial celebrar la memoria de la Virgen María en el sábado. Para esta memoria es recomendable acudir a los formularios del Misal de las Misas de la Virgen María señala dos para el Tiempo Ordinario.

II. Misas de difuntos

379. El sacrificio eucarístico de la Pascua de Cristo lo ofrece la Iglesia por los difuntos, a fin de que lo que a unos consigue ayuda espiritual, a otros lleve el consuelo de la esperanza.

380. Entre las Misas de difuntos, la más importante es la Misa de las exequias o funeral.

381. La Misa de difuntos que se dice después de recibida la noticia de la muerte, o c on ocasión de la sepultura definitiva, o en el primer aniversario, puede celebrarse aún en la octava de Navidad, y en los días en que ocurre una memoria obligatoria o cualquier feria, (que no sea la del Miércoles de Ceniza o una de la Semana Santa).

Las Misas de difuntos, llamadas ‘cotidianas’, pueden celebrarse en las ferias del Tiempo Ordinario en que cae una memoria libre o se hace el oficio de la feria, con tal que realmente se apliquen por los difuntos.

382. En las Misas de funeral téngase una breve homilía, excluyendo el sabor de elogio fúnebre.

383. Ojalá que los fieles, principalmente los familiares del difunto, participen en el sacrificio eucarístico ofrecido por él, comulgando.

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384. Si la Misa de funeral está directamente relacionada con el rito de las exequias, una vez dicha la Oración después de la comunión, se omite todo el rito de despedida y en su lugar se reza la última recomendación o despedida; este rito solamente se hace cuando está presente el cadáver.

385. Al seleccionar y ordenar para la Misa de difuntos, y especial mente para la Misa del funeral, las partes variables ténganse presentes los motivos pastorales respecto al difunto, a su familia, a los presentes. Siendo los sacerdotes ministros del Evangelio de Cristo para todos, tengan cuidado de que en estas ocasiones vienen personas que pueden no ser católicas o que son católicos que nunca o casi nunca participan de la Eucaristía o que han perdido la fe.

CONCLUSIONES.

1. Todos los libros litúrgicos llevan una Introducción General o Praenotanda , donde se expone la Teología y la Espiritualidad del Misterio celebrado, se alude al aspecto histórico y, finalmente, se presentan oportunas orientaciones pastorales.

2. En el Misal no se presenta una simple Introducción General, si no una Instrucción General. Encontramos en ella un completo manual de la Misa. Ya vemos que el Misal es un libro de buen tamaño acostumbrado a estar guardado en la sacristía o puesto sobre el altar. No lo llevamos a los salones de lectura o de estudio. Por eso muy oportuna esta edición de la Institutio en forma de separata; por el momento para el estudio del documento y para su uso privado, hecha con exquisito cuidado. Debemos dar una atención esmerada a esta Institutio .

3. Aprovechemos este momento histórico, que, gracias a la Instrucción General, podemos profundizar en la riqueza del Misterio de la Eucaristía.

4. Poco a poco se va haciendo realidad la visión profética de la Constitución Sacrosanctum Concilium (4-12-1963). Cuando se abre el Cap. II de la misma: EL SACROSANTO MISTERIO DE LA EUCARISTIA nos presenta el subtítulo —La Misa y el Misterio Pascual—. “Nuestro Salvador, en la última cena, la noche que le traicionaban, instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y sangre, con el cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz, y a confiar a su Esposa, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección: sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en el cual se recibe como alimento a Cristo, e l alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria venidera”(SC 47). Esta es nuestra vida: la actualización del Misterio Pascual.

P. José Guadalupe Martínez O.

Querétaro

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Anexo 1

TABLA DE LOS DIAS LITÚRGICOS

Según las Normas universales sobre el año litúrgico y sobre el Calendario.

La precedencia entre los días litúrgicos, en cuanto a su celebración, se rige únicamente por la tabla siguiente:

I 1. El Triduo pascual de la Pasión y de la Resurrección del Señor.

2. Navidad del Señor, Epifanía, Ascensión, Pentecostés.

Los Domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua.

El miércoles de Ceniza.

Las ferias de Semana Santa, desde el Lunes Santo al Jueves Santo, ambos inclusive.

Los días dentro de la octava de Pascua.

3. Las solemnidades del Señor, de la Santísima Virgen y de los Santos inscritas en el Calendario General.

La Conmemoración de todos los fieles difuntos.

4. Las solemnidades propias, o sea:

a) La solemnidad del patrono principal del lugar, del pueblo o de la ciudad.

b) La solemnidad de la dedicación y el aniversario de la dedicación de la iglesia propia.

c) La solemnidad del título de la iglesia propia.

d) La solemnidad del título, del fundador o del patrono principal de la orden o de la congregación.

II

5. Las fiestas del Señor inscritas en el Calendario General.

6. Los Domingos del Tiempo de Navidad y los del Tiempo Ordinario.

7. Las fiestas de la Santísima Virgen y de los Santos inscritas en el Calendario General. 8. Las fiestas propias, o sea:

a) La fiesta del patrono principal de la Diócesis.

b) La fiesta del aniversario de la dedicación de la Iglesia Catedral.

c) Las fiestas del Patrono principal de la región o de la provincia o de la nación o de un territorio más extenso.

d) Las fiestas del título, del fundador, del patrono principal de la orden o de la congregación y de la provincia religiosa, salvo lo prescripto en el número 4. e) Las otras fiestas propias de alguna Iglesia.

f) Las otras fiestas inscritas en el Calendario de cada Diócesis, orden o congregación. 9. Las ferias de Adviento desde el 17 al 24 de Diciembre, ambas inclusive. Los días dentro de la octava de Navidad.

Las ferias de Cuaresma.

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III 10. Las memorias obligatorias inscritas en el Calendario General.

11. Las memorias obligatorias propias, es decir:

a) La memoria del patrono secundario del lugar, de la Diócesis, de la región, de la nación, del territorio más extenso, de la orden o de la congregación y de la provincia religiosa.

b) Las otras memorias obligatorias propias de alguna Iglesia.

c) Las otras memorias obligatorias inscritas en el Calendario de la Diócesis, de la orden o de la congregación.

12. Las memorias libres, las cuales pueden celebrarse también en los días mencionados en el número 9, de acuerdo con las normas particulares descritas en los Principios y normas generales del Misal romano y de la Liturgia de las horas.

En la misma forma, las memorias obligatorias que accidentalmente coincidan con las Ferias de Cuaresma pueden celebrarse como memorias libres.

13. Las ferias de Adviento Hasta el día 16 de Diciembre inclusive.

Las ferias del Tiempo de Navidad desde el día 2 de Enero hasta el Sábado después de Epifanía.

Las Ferias del tiempo Pascual, después de Lunes después de la octava de Pascua hasta el Sábado anterior a Pentecostés inclusive.

Las Ferias del Tiempo ordinario.

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Anexo 2

USO DE PLEGARIAS EUCARÍSTICAS

I o Can R IIa. IIIa. IVa. V a,b,c,d

USO

Se reco-mien-da

USO

Se reco-mien-da

USO

Se reco-mien-da

USO

Se reco-mien-da

USO

Se reco-mien-da

Triduo Pascual SI 4 SI SI NO NO Solemnidades SI 4 SI SI 4 NO NO Domingos con prefacio propio SI SI 4 SI 4 NO NO Domingos con prefacio del tiempo

SI SI 4 SI 4 NO NO

Fiestas con prefacio propio o mandado

SI 4 SI SI 4 NO NO

Memorias con prefacio mandado

SI SI 4 SI 4 NO NO

Memorias con prefacio del tiempo

SI SI 4 SI 4 SI SI

Ferias de Adv., Cua. y Pascua SI SI 4 SI SI 4 SI 4 Ferias de Navidad y del Tiempo Ordinario

SI SI 4 SI SI 4 SI 4

Misas por diversas necesidades

SI SI SI 4 SI 4 SI 4

Misas votivas con prefacio propio

SI 4 SI SI 4 NO NO

Misas Rituales y de difuntos SI 4 SI 4 SI 4 NO NO OBSERVACIONES:

\ El cuadro no contempla todos los posibles; por ejemplo, el Miércoles de Ceniza. Para ello consúltese el Calendario Litúrgico.

Las recomendaciones son a título indicativo o de sugerencia.

Recuérdese que las plegarias IV y V (ésta con sus variantes) son inseparables de sus respectivos prefacios.

Los prefacios de la V no son intercambiables entre sí. \ Las plegarias Eucarísticas de la Reconciliación y para las Misas con Niños tienen

normas propias. Véase la rúbrica que las encabeza.

\ Prefacio propios es el que está señalado para el día; Prefacio mandado quiere decir que ha de tomarse del común, por ejemplo en las fiestas o memorias de la Virgen, o de algún Santo que no tiene prefacio propio.

\ 4 quiere decir especialmente recomendable; por ejemplo, por tratarse de la fiesta de un Apóstol o del patrono del lugar.

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Anexo 3

MISAS PARA DIVERSAS CIRCUNTANCIAS. IGMR 368 - 378.

Indicador práctico de misas rituales, por diversas necesidades y votivas.

DIAS MISAS RITUALES IGMR 372

Por diversas necesidades señaladas por la CEM y por mandato o con permiso del ordinario. IGMR 373

Por diversas necesidades elegidas por utilidad pastoral. Con mandato o permiso del ordinario IGMR 374

Votivas elegidas por devoción. IGMR 375

Solemnidades. Calendario general. Domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua. Jueves, Viernes y Sábado Santo. Conmemoración fieles difuntos.

NO NO NO NO

Solemnidades propias. 2 de Noviembre. Miércoles de Ceniza. Lunes, Martes y Miércoles Santos. Días de la Octava de Pascua.

NO NO NO NO

Domingos del Tiempo de Navidad y del Tiempo Ordinario. Fiestas en Domingo Tiempo de Navidad y del Tiempo Ordinario. Fiestas.

SI SI SI NO

Ferias del 17 al 24 de Diciembre. Ferias de la octava de Navidad. Ferias de Cuaresma.

SI SI SI NO

Memorias obligatorias. Ferias de Adviento hasta el 16 de Diciembre inclusive. Ferias de Navidad desde el 2 de Enero. Ferias del Tiempo Pascual

SI

De suyo NO ------------------ Por razón pastoral grave SI

De suyo NO ------------------ Por razón pastoral grave SI

De suyo NO ------------------ Por razón pastoral grave SI

Ferias del Tiempo ordinario. SI SI SI SI

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Anexo 4

MISAS DE DIFUNTOS. IGMR 379 - 385.

Indicador práctico de misas de difuntos, cuando están permitidas.

DIAS

Misa Exequial o Funeral IGMR 380

Misas en: Noticia de la muerte, sepultura definitiva y 1er. Aniversario IGMR 381

Cotidiana de difuntos (con tal que se aplique por ellos). IGMR 381 Párrafo 2º

Solemnidad de precepto. Domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua. Jueves, Viernes y Sábado Santos.

NO NO NO

Solemnidad no de precepto. 2 de Noviembre. Miércoles de Ceniza. Lunes, Martes y Miércoles Santos. Días de la octava de Pascua.

SI NO NO

Domingos de Navidad y del Tiempo Ordinario. Fiestas.

SI NO NO

Ferias del 17 al 24 de Diciembre. Ferias de la Octava de Navidad. Ferias de Cuaresma

SI SI NO

Memorias obligatorias. Ferias de Adviento hasta el 16 de Diciembre inclusive. Ferias de Navidad desde el 2 de Enero. Ferias del Tiempo Pascual

SI SI NO

Ferias del Tiempo ordinario SI SI SI

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ADAPTACIONES QUE COMPETEN A LOS OBISPOS

Y A LAS CONFERENCIAS EPISCOPALES

CAP. IX DE LA IGMR

PBRO . JOSÉ LUIS RAMOS CORONA

I. Los principios de la Adaptación Litúrgica.1

El n. 50 de la SC propone dos motivos para revisar el Rito de la Misa: 1º tener como objetivo el regreso a la antigua claridad de la Misa romana y 2º promover la participación activa de los fieles en la celebración litúrgica. De ahí que las adaptaciones previstas por el n. 50 no son necesariamente una aplicación de los nn. 37-40. En estos números se establecen normas para la adaptación de la Liturgia a la cultura y a las tradiciones de los varios pueblos. Estos números miran a los aspectos culturales de la Liturgia en las varias partes del mundo de hoy, especialmente en los luga res de misiones. Los nn. 38-39 hablan de las legítimas diversidades que, al interior del rito romano, son propuestas a las Conferencias Episcopales por medio de la edición típica de los libros litúrgicos. El n. 40 por el contrario da normas para las adaptaciones más radicales, que de suyo no están previstas por las ediciones típicas, pero que pueden ser pedidas a la Santa Sede por las Conferencias Episcopales. En ambos casos la adaptación contemplada por el Vat. II es de naturaleza cultural y/o pastoral. 2

Por el contrario el n. 50 tiene una línea diversa de pensamiento de aquellos números: reformar el Rito de la Misa según la forma romana clásica3, o sea antes que la Liturgia romana se contaminara con los usos franco-germanos. No es la primera vez que en la

1 “ ’Adaptación’ es la palabra oficial usada por SC, especialmente en los nn. 37-40. En la SC aptatio y accomodatio son sinónimos, aunque en el c. 3 aptatio esté sistemáticamente sustituida por accomodatio. aparentemente como medio o l sacramentos, SC 1 afirma que uno de los fines del concilio es “adaptar mejor a las necesidades de nuestro tiempo las instituciones que están sujetas a cambio”. En este sentido se puede hipotizar que aptatio (o accomodatio) en la SC se refiere al programa general de renovación o aggiornamento usado por Juan XXIII. La misma SC propone dos modos principales de efectuar el aggiornamento de la liturgia: a través de la revisión de los ritos existentes y la adaptación cultural.

La distinción entre adaptatio y accomodatio inició a tomar forma solo con la publicación de la editio typica de los libros litúrgicos conciliares. En su parte introductoria hay una sección titulada De aptationibus que es de competencia de la conferencias episcopales y De accomodationibus, sobre los derechos y deberes del ministro. Ya que la palabra ‘adaptación’ en un contexto de misionología podría hacer pensar a cambios que son de naturaleza transitoria y externa, la LRI ha escogido usar la palabra ‘inculturación’. Los nn. de la SC que examinan la adaptación formal de la liturgia deberían ser releídos a la luz de tal instrucción”. Cf. A. Chupungco, Liturgia e Inculturazione, en AA.VV, Scientia Liturgica. Manuale di Litu rgia / I. Liturgia Fundamentale, PIL, Piemme, 1998, p.351. Bibliografía elemental: Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, La Liturgia Romana y la Inculturación. Cuarta Instrucción para aplicar debidamente la constitución “Sacrosanctum Concilium”, nn. 37-40 del Concilio Vaticano II sobre la sagrada liturgia, Roma 1994; A. M. Triacca, Adattmento litúrgico: utopía, velleitá o strumento della pastorale liturgica?, en Not. 15 (1979) 31-32; A. Chupungco, Cultural Adaptation of the Liturgy, New York 1982, pp.42-67; Id., Adattamento, en NDL Roma2 1984, 1-15; Id., Storia liturgica attraverso le apache culturali, PIL (ad instar manuscripti) Roma 1977; Id., L’adatamento e Inculturazione liturgica, PIL (ad instar manuscripti) Roma 1978: Id.. L’adatamento liturgico nel’Ordo Missae: príncipi e possibilitá, en AA. VV., Anámnesis 3/2 La Liturgia, Eucaristía: teologia e storia della celebrazione, Marietti 1983. pp. 289-317; R. González, Adaptación, inculturación, creatividad. Planteamiento, problemática y perspectivas de profundización en Phase 168 (1987), pp. 129-162; A. Chunpungco. Inculturazione e liturgia: i termini del problema, en RL, 4 1995, pp. 361-385. 2 A. Chupungco, The Magna Carta of Liturgical Adaptation, en Not. 139, 1978, 75-89.

3 “Por definición ‘clásico’ es sinónimo de calidad como equilibrio, medida o sobriedad, nobleza y sencillez, regularidad, solemnidad e inmediatez. Estas cualidades definen a la liturgia romana clásica, que comenzó a desarrollarse después del s. IV, gracias a la creatividad de obispos romanos como Dámaso (+384), Inocencio I (417), León Magno (+461), Gelasio (+469), Vigilio (+555) y Gregario Magno (+604)”, cf. A. Chupungco-Keith F. Pecklers, Storia della Liturgia Romana, en AA.VV Scientia Liturgica. Manuale di Liturgia I. Introduzione alla Liturgia, PIL Piemme 1998, p. 150.

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Iglesia Romana viene expresado el deseo de regresar a la forma clásica del Rito de la Misa 4, pero probablemente ésta sea la primera vez que el medio para efectuarla, al menos en parte, está mas al alcance gracias al desarrollo de la ciencia litúrgica.

Clarificando pues el significado exacto del n. 50: los ritos deben ser sencillos; suprimir aquellos ritos que con el tiempo se han duplicado o añadido y que son menos útiles; restablézcanse, de acuerdo con la primitiva norma de los Santos Padres, algunas cosas que han desaparecido a causa del tiempo. Por lo tanto la sencillez de los ritos, la practicidad y el regreso a la tradición de los Padres son las cualidades inherentes al “genio romano” que SC en el n. 50 perfectamente ha recuperado.

Este retornar a la forma clásica, intención del n. 50, era por el deseo de promover la participación activa de los fieles al rito, por lo que éste debería ser sencillo y fácilmente comprensible. Así pues, regresar a la forma clásica no significa ignorar “la experiencia derivada de la reciente reforma litúrgica y de los indultos que se hablan ya concedido en diversos lugares” (SC 23). A esto hay que añadir que las características de la Liturgia romana clásica miran a favorecer una gran comprensión y participación por parte de los fieles (SC 34). Y además un regreso a la forma clásica no impedía el uso de la lengua vulgar (SC 36) elemento primario de adaptación e inculturación.

De ahí que las intenciones del c. IX de la IGMR5 nos la presenten en esta línea de los principios conciliares: 1º procurar que todos los fieles, en la celebración de la eucarística pudieran tener aquella plena, consciente y activa participación, 2º las adaptaciones que se hagan deben responder a las normas y al espíritu de la sagrada Liturgia y 3º fomentar, moderar y vigilar la vida litúrgica en las Diócesis, por parte de las Conferencias Episcopales y el Obispo Diocesano.6

II. La Institución General y las adaptaciones en el Rito de la Misa.

La IGMR ante todo declara una fidelidad a la tradición, la cual siempre ha existido en la Iglesia y al mismo tiempo afirma su apertura a la situación actual.

En general se puede decir que la IGMR retorna los principios de adaptación que el Concilio ha aprobado.

Es interesante notar que la IGMR explica en cuatro números7 que se entiende por “la primitiva norma de los Santos Padres”. Ya Pio V había usado estas palabras en la Constitución Apostólica con la cual promulgó el Misal Tridentino en el 1570. Como sabemos por la historia, este misal no se diferenciaba mucho del precedente, del llamado “Missale secundum consuetudinem romanae curiae”8 del 1474; y cuando Pio V cita la autoridad de los “vetaras et probati auctores”, estos no eran sino los liturgos tratadistas del Medioevo.

La IGMR dice en concreto que en aquellos momentos difíciles, a causa de la oposición protestante en relación con la doctrina católica sobre la naturaleza sacrificial de la Misa,

4 Un ejemplo importante de un tal regreso a la forma original romana es el Pontifical Romano del s. XII, bajo la influencia del Papa Gregorio VII (1072-1085), cf. M. Andrieu, Le Pontifical romein au Moyen-Age. Le Pontíficel Romaín du XII siecle , Cittá del Vaticano, Biblioteca Apostolica Vaticana 1972 ristampa. 5 Institución General del Misal Romano, Tercera edición típica. Traducción preparada por la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de México para uso privado del Documento, Buena Prensa México 2003, pp. 103-108.

6 IGMR, n. 386.

7 IGMR, nn. 6-9. 8 M. Andrieu, Missale Curiae romanae ou ordo missale secundum consuetudinem romanae Curiae du XII siecle, Miscell. Ehrle, II Rome 1924, 348-376.

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del sacerdocio ministerial y de la presencia real y permanente de Cristo bajo las especies eucarísticas, el Misal Tridentino se vio impedido a realizar el propósito de un regreso a la Misa en su forma clásica.9

Por el contrario hoy, dice la IGMR “la norma de los Santos Padres” es más fácilmente realizable gracias a la edición crítica de los antiguos sacramentarios no solo romanos y ambrosianos, sino también hispánicos y galicanos. Además el trabajo de investigación de la antigua Liturgia que precede a la formación de las Liturgias orientales y occidentales ha dado a luz las tradiciones litúrgicas de la Iglesia primitiva. La misma teología eucarística, gracias nuevamente a la ciencia moderna, ha sido enriquecida por los escritos de San Ireneo, San Ambrosio, San Cirilo de Jerusalén y San Juan Crisostomo.10 El regreso a la “primitiva norma de los Santos Padres” no debe significar por tanto solo “la conservación del legado transmitido por los que nos precedieron” sino también “exige abarcar y estudiar a fondo todo el pasado de la Iglesia y todas las formas de expresión que la fe única ha tenido en contextos humanos y culturales tan diferentes entre sí, como pueden ser los correspondientes a las regiones semíticas, griegas y latinas”.11

Así pues, tomando la IGMR a la letra, podemos concluir que el Misal de Pablo VI debió valorar otras tradiciones orientales y occidentales. Y por el contrario, exceptuando pocos casos, como el adoptar textos eucológicos ambrosianos y una lejana influencia oriental en las Oraciones eucarísticas, el Misal de Pablo VI es un producto fuertemente romano.

Para liberarse de añadiduras franco-germánicas tanto en los textos como en los ritos, el Misal de Pablo VI ó eliminó de hecho todo lo que habla de simbolismo medieval (el alegorismo) ó los redujo al mínimo, pero sin sustituirlo de alguna manera. Sin duda el Misal de Pablo VI es teológicamente muy rico, pero en términ os celebrativos y en el contexto de una asamblea y de su genio cultural resulta empobrecido en el plano de la acción simbólico—litúrgica. Pero esto no debe ser un aspecto negativo del Misal de Pablo VI, considerando que el regreso a la sencillez debe ser visto como el primer paso hacia la adaptación del Misal a las varias exigencias culturales, o por lo menos, a la situación del hombre de hoy. A este punto podemos preguntarnos ¿cuál fue en realidad la intención que miraba al principio de regresar a la forma clásica de la Misa como condición para realizar las adaptaciones posibles?

La respuesta nos la da la misma IGMR en los nn. 10-15: Acomodación a las nuevas circunstancias. El Misal debe estar hecho para responder a las necesidades pastorales de hoy relativas, de manera particular, a la participación activa e inteligente de los fieles.

Mientras el Misal Tridentino implantaba por primera vez en la Iglesia occidental la unidad y uniformidad, el Misal de Pablo VI insiste sobre: el uso de la lengua vulgar,12 sobre la homilía en los domingos y dias festivos, la posibilidad de intercalar moniciones entre los mismos ritos sagrados, 13 en la comunión del mismo sacrificio ,14 y bajo las dos especies, 15 en la utilización de las Misas rituales y para diversas necesidades, la s cuales responden a las situaciones actuales y a la acomodación de algunos textos eucológicos

9 IGMR, n. 7.

10 IGMR, n. 8.

11 Id., n. 9.

12 IGMR. nn. 11 y 12.

13 Id., n.13.

14 Idem.

15 1d., n. 14.

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especialmente los que se refieren al uso de las cosas terrenales para adecuarse al pensamiento teológico de hoy. 16 Esto demuestra la intención pastoral del Misal de Pablo VI que ejecuta las prescripciones de los nn. 21 y 34 de SC. Estos hablan que los ritos deben ser sencillos tanto que los fieles los comprendan con facilidad y así puedan participar plena y activamente.

La sencillez, la claridad, la sobriedad y la practicidad han sido las Fórmulas proclamadas que el Vat. II ha adoptado para promover la participación activa, partiendo del presupuesto que ésta debería estar basada en la comprensión del texto y del rito litúrgico. Es por esto que la IGMR insiste en el lenguaje y en el aspecto catequético de la celebración. Pero no creamos que con eso está resuelta la cuestión de la participación activa; ésta implica no solo la comprensión del rito, sino también las celebración del mismo. Y la celebración implica a su vez la cultura. En otras palabras, la sencillez de los ritos debe conducir a la adaptación cultural y no solo al acomodamiento a las situaciones pastorales.

III. Posibilidad de Adaptaciones del Rito de la Misa por parte de los Obispos y las Conferencias Episcopales.

La IGMR ofrece las normas generales para la celebración de la Eucaristía, pero según las prescripciones de los nn. 37-40 de SC, deja a las Conferencias Episcopales, las formulaciones de las normas que miren a la adaptación de las tradiciones y al genio de los pueblos y de las regiones y a la diversidad de las asambleas. Los nn. 23-26; 387 y 395-399, de la misma IGMR, dan tales normas. 17

a) Los modos de adaptación del Rito de la Misa.

Teniendo como base el precedente y breve análisis histórico del actual Rito de la Misa en relación con la adaptación, se puede afirmar que son dos los modos generales de hacerlo. Uno de carácter pastoral—celebrativo; y el otro es más propiamente de carácter cultural.

La IGMR utiliza los términos “accomodatio” y “aptatio” indistintamente para señalar estos dos modos de adaptación, los cuales son por una parte de orden celebrativo y otros que implican el asumir elementos culturales.

Acomodaciones. Este género particular de adaptación es utilizado por la IGMR en los siguientes casos:

1. “Acomodación a las nuevas circunstancias”, (tit. p.12)

2. “.. las expresiones, provenientes de la más antigua tradición de la Iglesia, muchas han permanecido intactas... otras han sido acomodadas a las actuales necesidades y circunstancias... y al lenguaje teológico actual ya la presente disciplina de la Iglesia”, n. 15.

3. …exponer las directrices generales...y proponer las normas a las que deberá acomodarse cada una de las formas de celebración., n. 21.

4. Para que la celebración responda más plenamente a las normas y al espíritu de la Sagrada Liturgia y para que aumente su eficacia pastoral, se exponen, en esta IGMR y en el Ordinario de la Misa, algunas acomodaciones y adaptaciones., n. 23,

16 De estos ejemplos se ve claramente que el Misal Romano busca de integrar unitariamente las decisiones conciliares que buscan por una parte de salvaguardar el regreso a la forma clásica y, al mismo tiempo, la necesaria adaptación pastoral a la situación actual.

17 IGMR, nn. 24 y 26.

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5. Puede emplearse para este canto (de entrada) o la antífona con su salmo... o en su lugar otro canto acomodado a la acción sagrada”, n. 48.

6. Por lo que toca a la forma de los ornamentos sagrados, las Conferencias de los Obispos pueden definir y proponer a la Sede Apostólica la acomodación que responda mejor a las necesidades y costumbres de las diversas regiones., n. 342.

7. Para que la celebración responda más plenamente a las normas y al espíritu de la sagrada Liturgia, se proponen, en la presente Ordenación y en el Ordinario de la Misa, algunas ulteriores acomodaciones y adaptaciones., n. 386.

Como se puede constatar, la “accomodatio” mira a los elementos celebrativos del Rito de la Misa, sin que necesariamente venga tocada su estructura, cosa que sucedería si se tratase de incorporar elementos tomados de las tradiciones o costumbres y del genio de los pueblos.

Adaptaciones. En el Rito de la Misa se prevén las posibilidades de adaptaciones tanto en el modo pastoral—celebrativo como cultural ya sea en los textos que en los ritos:

1. “...el Concilio Vaticano II, congregado precisamente para la adaptación de la Iglesia a las necesidades que su cometido apostólico encuentra en estos tiempos”, n.12.

2. “Estas adaptaciones consisten sobre todo en la elección de los ritos o textos”, n.24

3. “…en el Misal, se indican algunas adaptaciones que, según la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, competen respectivamente o al Obispo diocesano o a la Conferencia de los Obispos (Cf. nn. 387, 388, 389).

4. “...las modificaciones y adaptaciones más profundas, que tengan en cuenta las tradiciones y mentalidad de los pueblos y de las regiones”, n. 26.

5. “…En los momentos establecidos por las rúbricas, es licito que el celebrante adapte un poco las moniciones para que respondan mejor a la capacidad de los participantes”, n.31.

6. ”...pertenece a la Conferencia de los Obispos adaptar las posturas corporales descritas para la celebración de la Misa romana”, n.43

7. ”Si no se canta a la entrada, la antífona propuesta en el misal se recitará por los fieles o por algunos de ellos o por un lector o también por el mismo sacerdote, el cual también puede adaptarla a manera de una monición inicial”, n. 48 (Cf. n. 31)

8. “En cada Plegaria Eucarística hay que adaptar dichas menciones (Obispos coadjutores y auxiliares) a las reglas gramaticales”, n. 149.

9. “... (la Iglesia) así como se esfuerza por conservar las obras de arte y los tesoros elaborados en siglos pretéritos y, en cuanto es necesario, adaptarlos a las nuevas necesidades, trata también de promover las nuevas formas de arte adaptadas a cada tiempo”, n. 289.

10. ”Para la construcción, reconstrucción y adaptación de las iglesias… consulten a la Comisión diocesana de Sagrada liturgia y de Arte Sacro”, n. 291.

11. “Tanto para los edificios de los templos, como para todo su mobiliario y ajuar, la Iglesia acepta el estilo artístico de cada región y admite las adaptaciones que cuadren con el modo de ser y tradiciones de cada pueblo”, n. 326.

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12. “las Conferencias de los Obispos pueden, con todo, dar indicaciones sobre los colores litúrgicos y proponer a la Sede Apostólica las adaptaciones que respondan mejor a las necesidades y modos de ser de los pueblos”, n. 346.

13. “Las Conferencias de los Obispos tienen la facultad, en las circunstancias particulares, de indicar algunas adaptaciones relativas a las lecturas”, n. 362.

14. “Las adaptaciones... exigen una más amplia coordinación, han de ser determinadas en el seno de la Conferencia de los Obispos, según las normas de la ley”, n. 388.

15. “Compete a las Conferencias de los Obispos definir las… adaptaciones indicadas en esta Instrucción general y en el Ordinario de la Misa y, obtenido el reconocimiento de la Santa Sede”, n. 390.

16. “…si la participación de los fieles y su bien espiritual requirieren de algunas modificaciones y adaptaciones más profundas, las Conferencias de los Obispos podrán proponer a la Sede Apostólica aquellas adaptaciones en primer lugar para los pueblos de reciente evangelización...; expóngase a la Santa Sede un proyecto previo, parte por- parte, para que, concedida la debida facultad, se proceda a la elaboración de las adaptaciones concretas...; la Conferencia de los Obispos determinará la continuación de las adaptaciones...”. n. 396.

17. “…antes de recurrir a las nuevas adaptaciones sobre todo a las más profundas… se promueva la debida instrucción del clero y de los fieles”, n. 396.

18. ”...la búsqueda de la inculturación no pretende en absoluto crear nuevas familias rituales, sino salir al encuentro de las exigencias de una cultura concreta, pero de la manera que las adaptaciones introducidas, tanto en el Misal como en otros libros litúrgicos, no sean perjudiciales para la adecuada índole propia del Rito romano”, n. 398.

De acuerdo al análisis de los números de la IGMR donde tanto acomodación como adaptación aparecen utilizados indistintamente, deducimos:

1. Modo pastoral de adaptación: de orden meramente celebrativo, el cual mira sobre todo a los elementos celebrativos, el uso del propio lenguaje, la selección de textos y lecturas, los textos eucológicos y los gestos y posturas del cuerpo. Esta adaptación está principalmente dirigida a promover la participación conciente y activa de la asamblea, su realización es confiada a los ministros celebrantes, al Obispo diocesano y a las Conferencias Episcopales. 18

2. Modo cultural de adaptación:19 para realizar este modo en el Rito de la Misa se pide naturalmente el conocimiento del “terminus a quo”, o sea del rito romano en su dimensión

18 IGMR, n.20, 23 y 25. 19 Para nuestro fin: cultura puede ser definida cono el conjunto de modelos de pensamiento y de lenguaje, de los usos religiosos y sociales, de los ritos, de los valores y de las expresiones artísticas. Existe una recíproca relación entre estos diversos componentes culturales. Los valores, por ejemplo, influyen en el modo de pensar y de hablar, y esto, a su vez, produce los ritos religiosos y sociales. Pero en la raíz de todo componente cultural se encuentra siempre el genio propio de cada grupo cultural. “Genio” aquí significa la reacción espontánea a un cierto factor externo, de tal manera que un grupo se distingue culturalmente de otro por su modo espontáneo típico de reaccionar a una determinada situación y realidad. Es en este sentido que se habla de “genio romano” a propósito de la sencillez, sobriedad, brevedad y practicidad que se encuentran después expresadas en la lengua, en las tradiciones religiosas y sociales y en el arte tanto literario como arquitectónico. La Liturgia romana clásica, por cuanto esto pueda ser determinado hoy, pide este genio y consiguientemente se expresa a sí misma en los textos y rituales que de él proceden, cf. A. Chupungco, Cultural Adaptation of the Liturgy, p. 54.

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cultural. Será imposible proceder a una adaptación cultural, si no se conoce en que cosa consiste la característica cultural del “terminus a quo”. En este aspecto es por lo tanto indispensable hablar del Rito de la Misa clásico en la medida que ha incorporado el genio romano de la sencillez, brevedad, sobriedad y practicidad.

Ahora bien las ada ptaciones pedidas por la IGMR no miran solamente a los ritos sino también al texto propio del rito romano. La adaptación no mira solo a la ritualidad, sino que implica también la adaptación de los textos a las varias culturas de hoy.

Esto presupone la comprensión de los textos romanos originales tanto en su estructura literaria como en su mensaje teológico, para adaptarlos al ambiente cultural de los diversos pueblos. Los textos eucológicos modernos que se incluyan en el Misal Romano deberán estar modelados en los textos romanos antiguos. Ciertamente la IGMR prevé una adaptación cultual de los textos de la Misa.20 Por el mismo hecho que los textos han sido traducidos a la lengua vulgar, éstos deben necesariamente someterse a una modificación cultural, siempre que en el proceso de adaptación, iniciado con la traducción el mensaje original de los textos se mantenga “integro y fiel”, sin variaciones, omisiones o añadiduras. Esto comprobará que el genio de cada lengua tiene su modo de expresar la misma realidad según los valores y los modelos culturales propios de la misma lengua. Las lenguas se distinguen unas de otras no solo por la diferencia de los valores y de los modelos de pensamiento.

Un modo más radical de adaptación textual a las culturas se puede realizar en la forma de nuevas composiciones. La disciplina actual mira esta posibilidad teniendo como base los textos tradicionales heredados por la Iglesia. Su traducción en las lenguas modernas constituye una excelente disciplina y escuela indispensable de formación para futuras composiciones. Una verdadera renovación litúrgica no se contenta con las solas traducciones; deberán de componerse nuevos textos según el genio lingüístico y el modelo cultural de cada pueblo.

b) Las posibilidades de adaptación del Rito de la Misa y del Año Litúrgico

Indicarnos algunos ejemplos de posibilidades concretas de adaptación, ofrecidas al interior y a la base del actual Misal de Pablo VI. Como lo hemos señalado estas posibilidades miran a la ritualidad y a los textos; añadimos las del Año Litúrgico y el Calendario. El método que debe seguirse es el enunciado por el n. 23 de SC, o sea el de una investigación teológica, histórica y pastoral en cada parte de la Liturgia que necesita una revisión, teniendo en cuenta las normas litúrgicas y las experiencias recientes. En este sentido la IGMR debe ser considerada como la declaración oficial sobre la interpretación de las varias partes del Rito de la Misa. Como hemos visto en ella no se distingue unos de otros los elementos culturales tomados de otras culturas, especifica el significado de cada parte del Rito de la Misa y así ofrece la posibilidad de interpretar culturalmente cada parte.

Ritualidad

1. Ritos iniciales.21 Como la IGMR afirma, “tienen el carácter de exordio, introducción y preparación”.22 Los elementos que lo componen provienen de épocas y culturas diversas. Todos ellos tienen en común la finalidad de crear la unidad de la asamblea y de disponerla a la escucha de la Palabra de Dios y a celebrar dignamente la Eucaristía. Se

20 IGMR, nn. 362 y 390; A. Carideo, L ‘Ordo Missae nel messali in lingua nazíonale, en RL 1 (1978) p.66-81.

21 IGMR, nn. 46-54.

22 Id., n. 46.

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debe tomar en cuenta, tanto el significado de los ritos iniciales, en su conjunto; cómo es que cada una de sus partes pueda contribuir a expresar tal significado.

Cada grupo cultural tiene su modo de iniciar, de introducir y preparar una celebración según los propios usos socio-religiosos, teniendo como base los ritos y las palabras.

Habrá grupos culturales que prefieran tener una entrada solemne y majestuosa como la descrita en el OR I 23 para la misa papal, mientras otros podrían preferir comenzar con una sola monición de introducción. Ambos casos aparecen como posibilidades24 de adaptación.

2. Los gestos de veneración hacia el altar.25 Es el acto de saludo y reverencia que se hace a la mesa del Señor; pueden haber muchos modos, los cuales siendo igualmente expresivos resultan mejor en armonía con los ritos religiosos y sociales propios de una cultura. También el simbolismo del incienso y su uso al inicio de la celebración debería ser estudiado para poderlo expresar con elementos equivalentes.

3. El saludo del celebrante.26 La IGMR le atribuye un profundo significado teológico: “queda de manifiesto el misterio de la Iglesia congregada”. Si bien el saludo conserva su forma antigua y de origen bíblico, se podrán encontrar otras maneras rituales o verbales de sensibilizar a la asamblea en la dimensión eclesial de la celebración en la cual Cristo está presente en medio de aquellos que están reunidos en su nombre.

4. La Liturgia eucarística.27 Si bien el Misal Romano ha sido enriquecido con nuevas Oraciones Eucarísticas siempre permanecerá abierta la posibilidad, de acuerdo a la Conferencias Episcopal, el componer nuevas oraciones eucarísticas para circunstancias particulares. Sin duda tales composiciones expresarán el pensamiento cultural y el modelo lingüístico propio del pueblo.28

Las otras posibilidades de adaptación cultural miran a la procesión de ofrendas29 y a la “fórma de expresar el signo de paz”,30 en cuanto signo de unidad y de amor recíproco y corno tal es visto también como preparación a la participación eucarística en la comunión. La IGMR confía a las Conferencias Episcopales el poder decidir como este signo, deba ser realizado “según las costumbres y el carácter de cada pueblo”. No obstante que la procesión de ofrendas haya sido aceptada con reserva por la Liturgia romana antigua, fue impulsada fuertemente por el llamado Movimiento Litúrgico para favorecer la participación activa del pueblo. El fin de la procesión ofertorial es esencialmente de “llevar los dones que se convertirán en el Cuerpo y la Sangre de Cristo”. Pero existen varios modos de efectuar esta acción según los diversos modelos culturales propios de cada pueblo, en relación por ejemplo, al modo como los dones sean llevados, ofrecidos y recibidos. Algunas culturas tienen rituales y expresiones lingüísticas ofertoriales muy ricas y elaboradas. Creo que no habría problema en asumir de estos usos algún elemento, con la condición que favorezca la participación activa y da al rito una expresión cultural.

23 M. Andrieu, Les Ordines Romani du haut moyen Ige, II, Louvain 1979, 23 ss.

24 IGMR, nn. 46; 120-124; 256.

25 IGMR, n. 390.

26 Id., n. 60.

27 Id., nn. 72-79. 28 F. Brovelli, Preghiere eucaristiche. Appunti su un problema aperto, en RL 4 (1978. pp. 449-487.

29 IGMR, nn. 73-74.

30 Id, nn. 390 y 82.

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Año Litúrgico

El C. IX de la IGMR, así como invita a las Conferencias Episcopales a elaborar sus propios Textos de las Misas, lo hace también para que elaboren su Calendario propio o regional, teniendo como fundamento primordial el día del domingo.31 Los presupuestos teológicos, no exhaustivos, y su concreta aplicación, dependerá de una variedad de factores, tanto litúrgicos como culturales, ofrecerán una perspectiva teológica necesaria para la adaptación.32

1. El año litúrgico desarrolla el solo Misterio de Cristo, desde su Encarnación hasta su Parusía. El eje sobre el cual giran los varios aspectos del misterio de Cristo es el misterio pascual como su culmen. La adaptación del año litúrgico pide que el misterio pascual deba estar en el centro del calendario nacional, regional o diocesano de sus respectivas fiestas. Al mismo tiempo se debe estar atentos para que, en el curso del año litúrgico, el misterio de Cristo siempre observado en la perspectiva de su muerte y resurrección, venga celebrado en su totalidad.

2. Las principales acciones litúrgicas en las que e l Misterio de Cristo es celebrado son la Misa y la Liturgia de las Horas. Por medio de los textos litúrgicos y los símbolos, como también a través del momento celebrativo con el cual se asocian algunas fiestas, los varios aspectos del Misterio de Cristo son manifestados y hechos sacramentalmente presentes en el tiempo. A través de las celebraciones litúrgicas el kairos irrumpe y se identifica con el kronos, así nosotros somos capaces de revivir la experiencia de la obra salvífica de Dios en Cristo. La adaptación del año litúrgico se refiere a los textos, a los símbolos y a las fechas o al momento de la celebración de la Misa o de la Liturgia de las Horas.

Es natural que podrían haber otras acciones litúrgicas para celebrar las fiestas. La Liturgia de la pala bra y las bendiciones litúrgicas son algunos ejemplos que deberían adaptarse.

3. La acción litúrgica se actúa esencialmente a través de la ritualidad de la anámnesis en la que el misterio pascual se ha hecho presente en el tiempo.

La anámnesis, en el caso del domingo y de la Pascua, está unida a un particular período de tiempo. Se convierte acción de un memorial semanal en el domingo y anual en la Pascua.

La adaptación debe respetar este concepto de anámnesis tanto de memorial semanal como de aniversario del misterio pascual. La adaptación del domingo y de la Pascua deberá respetar la coincidencia temporal entre anámnesis y el acontecimiento que conmemora. Concretamente, la adaptación se refiere a la actividad creativa para incorporar elementos lingüísticos y simbólicos adaptados, que pueden ser tomados de días y estaciones de fiestas del año, en la celebración respectivamente del domingo y de la Pascua.

4. En modo análogo las fiestas de la Madre de Dios y de los santos toman su significado de su asociación con la obra salvífica de Cristo. La adaptación pide que la relación fundamental entre estas fiestas y el misterio pascual sea respetado.

Cambiamentos en los textos, en los símbolos y en la fecha de las fiestas deben manifestar la dependencia de los santos con Cristo. En otras palabras, la liturgia en honor de los santos deberá siempre proclamar el misterio pascual que se ha cumplido en la vida y en la muerte de los santos. 31 Id, n. 394. 32 A. Bergamini, Anno liturgico, en NDL Roma2, 1984, 65-71; A. Chunpungco, L ‘adsttamento del J’anno liturgíco: principi e possibílíti, en AA.VV., Anámnesis del anno Líturgico. Storia, teología e celebrazione, Genova 1988, pp. 272-306.

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5. Algunas Fiestas cristianas son asociadas con fenómenos cósmicos y estacionales o al ritmo del trabajo humano y de la productividad.

La adaptación de tales fiestas implicará la asimilación de textos y símbolos tomados de tales condiciones. De tal manera que la acción litúrgica de la anámnesis será inserta al interno del cuadro de la vida del pueblo y de su actividad; se volverá parte de su experiencia, Vg. la Navidad y la fiesta de la Presentación del Señor.

6. Otras fiestas están asociadas a las estaciones del año; las Rogaciones y las Cuatro Témporas (que desaparecieron del Misal de México). Justamente se adapta el día de estas celebraciones a la estación propia del año, sobre todo en las regiones donde estas tienen un significado para la gente rural. Y no solo la Fecha sino también las concretas acciones litúrgicas de celebraciones deberían adaptarse a las experiencias estacionales y a los ritos del lugar.

La adaptación, en otras palabras, debería buscar la inserción de las celebraciones cristianas en el cuadro de los calendarios locales, para que puedan ser evangelizados y así los fieles no sean marginados del resto de la sociedad, especialmente cuando sean una minoría.

Así pues la adaptación del año litúrgico significa la asimilación, después de un proceso de purificación y de evangelización, de elementos lingüísticos, simbólicos y ritua les.

Muchas veces podrá significar un cambio de Fechas para responder a las realidades que experimenta el pueblo en ciertos períodos del año. Pero en otros casos, puede significar- la introducción de nuevas Gestas en el calendario litúrgico local para subrayar los cambios estacionales, el ritmo de la vida, de trabajo y los principales acontecimientos en la historia del pueblo. La principal consideración teológica a la cual conduce la adaptación litúrgica del Calendario Nacional o local deberá ser la siguiente: a todo cambio del año y a todo momento crítico del ciclo de la vida y de la actividad humana deberá corresponder una fiesta litúrgica que asegure a los creyentes la continua presencia de Dios en nuestro tiempo a través de la celebración del misterio sa lvífico de Cristo.

Conclusión

Estas pocas indicaciones de posibles adaptaciones celebrativas y culturales en el Rito de la Misa y en el Año Litúrgico, representan un tentativo de mostrar aquellas instancias que las Conferencias Episcopales, según la IGMR, quieran estudiar y luego proponer a la Santa Sede.33 Cualesquiera que sean las instancias de adaptación cultural o celebrativa propuestas permanecerán al interno y a la base de la nueva edición del Misal Romano; el principio de un único Rito de la Misa, enunciado por Pablo VI en la Const. Apostólica Missale Romanum , permanece observado, aunque de hecho intervengan diferencias motivadas por el diverso ambiente cultural. 34

Por el contrario, cualquiera de las Conferencias Episcopales que tomaran en consideración instancias, que no están previstas en esta nueva edición de la IGMR, pero según la mentalidad del n. 40 de SC, se tendría como resultado un auténtico pluralismo que tendrá como base la variedad que dan los diferentes expresiones culturales.

José Luis Ramos Corona

Tlaxcala. 33 IGMR, nn.395-397.

34 IGMR, n. 399.